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    LA UNIVERSIDAD DE LA IGNORANCIA:

    LA VERDADERA CARA DE LAUNIVERSIDAD MERCANIL

    Renán Vega Cantor Historiador. Profesor titular de la

    Universidad Pedagógica Nacional -

    Bogotá. Autor y compilador de los

    libros Marx y el siglo XXI  (2 volúmenes),

    Editorial Pensamiento Crítico, Bogotá,

    1998-1999; Gente muy Rebelde, (4

    volúmenes), Editorial Pensamiento

    Crítico, Bogotá, 2002; Neoliberalismo:

    mito y realidad ; El Caos Planetario, entre

    otros. Hizo parte de la comisión de

    Historia del Conflicto y sus Víctimas.

    […] el giro hacia la universidad-empresa no

    debe ser percibido de manera “unidimensional”

    como resultado de la conversión de las

    universidades en negocios privados. Se trata,

    más bien, de la condensación de estrategias

    de clase relacionadas con los imperativos

    hegemónicos en un período de reestructuración

    capitalista y de deterioro de la relación de fuerza

    entre el capital y el trabajo. […] Lo que estamos

    presenciando es una introducción profunda

    y omnipresente de la lógica del capital dentro

    de las universidades, más que lo que un simple

    cambio en la propiedad pueda sugerir”*.

    En esta ponencia se abordan, a partir de la críticade la economía política, algunas ideas de tipo teó-rico con la finalidad de determinar el origen de la

    mercantilización de la educación y el conocimientoA menudo se da por evidente y conocido lo referente a la mercantilización, pero en realidad no haytal, porque el predominio de la mercancía la ha hecho ver como un producto natural que siempre haexistido, al margen de las relaciones sociales, dotada de vida propia y se impone como una fuerzatodopoderosa. Se trata, para empezar, de recordaqué es la mercancía, y por qué es importante estudiarla en general y con respecto a la educación.

    El segundo tópico que se analiza en esta ponenciase refiere a la conversión de la educación universitaria de un bien común a una mercancía, algo quees históricamente reciente como proceso dominante a nivel mundial. Para entender ese proceso sediferencia entre bienes comunes, bienes públicos ybienes mercantiles, con el objetivo de precisar cuáles son las implicaciones de convertir ala educaciónen un negocio.

    El tercer aspecto de la ponencia pretende desmitificar uno de los prejuicios más aplaudidos en nuestrotiempo, como es el de resaltar en forma unilateralos grandes aportes a la humanidad que se reali

    zarían desde la universidad y los lugares donde seproduce ciencia y conocimiento y, que por lo mismo, enfatiza su carácter de fuerzas productivasEso es cierto, pero no es lo único, porque al mismotiempo también en las universidades esas fuerzasproductivas se convierten en fuerzas destructivas.

    La última cuestión se ocupa de la privatización deconocimiento, algo que es vital para entender el roque ahora cumple la universidad en el proceso de

    * Panagliotis Sotiris, “eorizando la

    universidad-empresa. Preguntasabiertas y algunas posibles

    respuestas”, en Joseba Fernández

    González et al. (Coordinadores),De la nueva miseria. La

    universidad en crisis y la nueva

    rebelión estudiantil, Editorial

     Akal, Madrid, 2013, pp. 61-62.

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    conversión de saberes en mercancías, que constituyen un nuevo mercado que genera cuantiosas ganan-cias a diversas fracciones del capital.

    Con los elementos mencionados se puntualizan, a manera de conclusión, algunas de las características dela universidad de la ignorancia, como el rostro oculto de la universidad mercantil.

    P

    En 1867 se editó El Capital de Carlos Marx, cuyo primer capítulo titulado La Mercancía se iniciaba conestas líneas: “La riqueza de las sociedades en las que domina el modo de producción capitalista se pre-sente como un ‘enorme cúmulo de mercancías’, y la mercancía individual como la forma elemental de esariqueza”. Inmediatamente después, Marx agregaba que por tal razón: “Nuestra investigación se inicia […]con el estudio de la mercancía”11. Hace un siglo y medio cuando esto fue dicho, tal afirmación se aplicabaen sentido estricto a Inglaterra, cuna de la Revolución Industrial, y a unos cuantos países del mundo en losque se había consolidado el modo de producción capitalista.150 años después la afirmación citada, y elcomplejo análisis que Marx efectúa tanto en el capítulo mencionado como en todo El Capital, ha adquiri-do una notable actualidad, porque el capitalismo se ha hecho mundial y, en consecuencia, la mercancía seha expandido por todo el planeta, tanto en el sentido geográfico del término como porque ha colonizado

    todas las esferas de la sociedad.

    La mercancía es un producto histórico y no algo natural, que siempre habría existido y siempre existirá. Talpremisa es indispensable para cuestionar la naturalización de la mercancía que se ha hecho en nuestrosdías y, a partir de la cual, se supone que los seres humanos no pueden vivir sin mercancías y sin dinero, laexpresión máxima del intercambio mercantil. En esa medida, se supone que los centros comerciales y lossupermercados siempre han estado con nosotros y no tienen una corta vida –apenas se generalizaron enel mundo en los últimos 25 años.

    Esta confusión se origina, en gran medida, en el hecho evidente que en todas las sociedades se utilizan yproducen objetos que permiten la supervivencia de los seres humanos. Estos objetos, cuando son produc-tos del trabajo, no tienen el carácter de mercancías, son sólo valores de uso, cuya finalidad es satisfaceruna determinada necesidad humana. Un cazador que utiliza una lanza o una flecha para dominar unapresa animal, y que junto con otros miembros de un clan ha construido esos instrumentos con el objetivode usarlos para obtener alimento, los emplea como valores de uso y también la presa cazada se convierteen un valor de uso. Ese cazador efectúa una actividad laboral y el resultado se materializa en la producciónde valores de uso. En este caso se habla de los valores de uso que son producto de la actividad humana,la mayoría de los que existen, que se originan luego de transformar la naturaleza y cuya sustancia porsupuesto es de tipo natural. Pero también hay otros valores de uso que han sido indispensables para lasupervivencia, que no se han sometido a ningún proceso de transformación, como el agua o el aire querespiramos, que se encuentran en forma natural, sin mediación de ningún tipo.

    Durante miles de años las sociedades vivieron en forma exclusiva de la producción de valores de uso y aunen la actualidad en algunos lugares del mundo (como en la selva amazónica) sobreviven los últimos gruposhumanos que no conocen ni la mercancía ni el dinero.

    Una transformación histórica significativa se presentó cuando algunos valores de uso se convirtieron enmercancía, y esto ocurrió cuando en el intersticio de varias comunidades se empezaron a intercambiarproductos, es decir, valores de uso. En ese momento surgió la mercancía propiamente dicha, que ademásde tener valor de uso, tiene un componente adicional y que va a ser su emblema distintivo y determinante,que es el valor de cambio, o simplemente valor. Ahora bien, ¿cuál es el enigma de la mercancía? o, enotras palabras, ¿qué hace posible que un valor de uso se convierta en mercancía y ésta se intercambie porotra? Para empezar, la mercancía tiene un doble carácter, posee un valor de uso y un valor de cambio,pero el primero es algo así como un mal necesario en el que se expresa el segundo. Para que exista elintercambio de mercancías es indispensable intercambiar valores de uso cualitativamente distintos, flechas

    1. Karl Marx, El Capital. Críticade la economía política. LibroPrimero, El proceso de producciónde capital, Volumen 1, Siglo XXI

    Editores, México, 1988, p. 43.

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    por lanzas, para señalar un ejemplo. En un primer momento ese intercambio se hizo en forma directa,sin mediación de ninguna otra mercancía, lo que dio origine al trueque. Tiempo después cuando ya sehabía ampliado el intercambio apareció el dinero, como equivalente general de las mercancías. Cuandohablamos de dinero no estamos diciendo que este fuera papel moneda, que es una de las últimas formade dinero que han existido, sino de alguna mercancía particular que en determinada sociedad tenía un

    rol especial y por dicha circunstancia se iba diferenciando del resto de mercancías. Podía ser el ganadolas pepas de cacao, las perlas o cualquier otro valor de uso particular que adquirió una especial relevancien el intercambio.Se presenta acá una especie de primer salto mortal, cuando la mercancía se transformaen dinero.

    Lo que posibilita que valores de uso cualitativamente diferentes se intercambien radica en que las mercancías albergan trabajo abstracto, mensurable y reducible a una medida común. Esto quiere decir quecada mercancía posee una sustancia de trabajo abstracto que permite equipararla con otras, entendiendopor trabajo abstracto el gasto de energías físicas y mentales que se materializan en cualquier mercancíale confieren valor y tal sustancia común sólo puede manifestarse en el intercambio con otras mercancíasCuando se produce una mercancía se pone en funcionamiento, se despliega el trabajo vivo, pero cuandoese objeto ha sido terminado en él se cristaliza el trabajo muerto. Esto indica una característica central decapitalismo, que consiste en transformar el trabajo vivo en trabajo muerto, ya que su objetivo es produci

    mercancías, en mayor cantidad y más rápido. O, dicho de otra manera, se trata de transformar trabajoabstracto en dinero, como motor esencial de la producción capitalista.

    Durante varios milenios en diferentes sociedades del mundo se produjo el intercambio de mercancíaspero este era marginal y no afectaba al conjunto de los habitantes de un determinado territorio, sino primordialmente a las zonas de intercambio comercial. En estos casos, el capital era exclusivamente comercial y se desenvolvía en la esfera de la circulación, cuando el capital comercial se muestra como la formaantediluviana de capital.

    Con la emergencia del capitalismo (después del siglo XVII) se amplía el radio de acción del intercambiomercantil, y se presenta una notable transformación –un segundo salto mortal– cuando el dinero se transforma en capital, pero esto sólo se produce cuando este último se apodera de la producción. A partir deeste momento –que históricamente se presentó en Inglaterra en los siglos XVI-XVIII– se consolida el ca-pitalismo, una nueva relación social, cuya producción de riqueza procede de la conversión de la fuerza detrabajo de los seres humanos en una mercancía, pero una mercancía que tiene la propiedad de engendramás valor que el que ella misma posee. Y esa mercancía especial lo hace porque es sometida al procesode explotación en la producción, como resultado de un intercambio mercantil previo entre el capitalistay el trabajador asalariado. Cuando el capital se apodera de la producción establece como finalidad suprema el incremento de la explotación, es decir, de plusvalía, que se materializa en una cierta cantidadde mercancías. Y para que el capitalista obtenga su ganancia necesita que las mercancías se vendan enel mercado, donde los compradores las intercambian por dinero. De esta manera, se origina la imperiosaurgencia por parte del capital de inundar el mundo de mercancías, no con la finalidad de satisfacer ne-cesidades humanas, sino con el objetivo de obtener ganancias. En ese sentido, para el capitalismo no eimportante qué valores de uso produce, bien pueden ser panes o cañones, eso le es indiferente, puestoque su pretensión no es el valor de uso, sino el valor, para materializar la ganancia, lo cual logra cuando

    esos valores de cambio se venden en el mercado.

    Esto empuja al capitalismo a transformar todo lo que este a su alcance en mercancía, desde lo más sublime –como los sentimientos y el amor– hasta lo cotidiano –como el hecho de hablar y comunicarse–, conlo cual todo se cotiza, se compra y se vende, y se convierte al mundo en un bazar planetario. A partir deesta lógica, el reino de la mercancía se amplía hasta llegar en la actualidad a cubrir las más diversas esferade la actividad humana, porque “la especificidad del capitalismo –lo que lo hace único en la historia– consiste […] en ser una sociedad fundada en la competencia generalizada, en las relaciones mercantiles queabarcan todos los aspectos de la vida y en el dinero como mediación universal”2.

    2.  Anselm Jappe, Crédito a muerte.La descomposición del capitalismo

     y sus críticos, Pepitas de CalabazaEditoria l, Logroño, 2011, p. 29.

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    En su proceso de colonización mercantil de la vida y de la naturaleza, el capitalismo derriba todas las ba-rreras que protegían los valores de uso, expropia y destruye los vínculos filiales y los valores comunitarios,se apodera de las tierras de los campesinos, arroja por la borda cualquier principio ético de solidaridad,fraternidad y ayuda mutua, para proclamar en su lugar la competencia desenfrenada, el afán de lucrosin límite alguno, el deseo de acumular, el hedonismo consumista y el individualismo absoluto. La entro-

    nización del reino de la mercancía viene acompañada de inusitadas formas de violencia y despojo paraincorporar al ámbito mercantil a una mayor cantidad de seres humanos, a los que se les destruyen suscostumbres, sus formas de organización social, sus tradiciones, su propia temporalidad, y esto se hacemediante los cercamientos, entendidos como el procedimiento que se inició en Inglaterra en el siglo XVIIpara arrojar a los campesinos de sus tierras y cercarlas para que no pudieran regresar y en ellas se “sem-braran” ovejas. Los cercamientos posteriores se han apropiado tanto de las tierras como de todo aquelloque constituía, y constituye, los bienes comunes de la humanidad. Por eso, en la actualidad el agua, losbosques, el mar, las playas, los páramos, la selva… se han privatizado y cercado, para beneficiar al capital.

    La mercantilización se apodera gradualmente de cosas que nunca se pensaron que pudieran ser mer-cancías y se constituyeron, como las llamó Karl Plañen mercancías ficticias, un proceso que avanza enconcordancia con la oposición, rebelión y resistencia de parte de la gente que se ve afectada por dichamercantilización. En ese sentido, a nivel mundial, tras la derrota del proyecto fascista en la Segunda

    Guerra Mundial y el avance de procesos de descolonización y liberación nacional en el Tercer Mundo,las condiciones adversas que enfrentó el capitalismo lograron detener la mercantilización durante variasdécadas. En ese período (1945-1985) se establecieron los servicios públicos como un compromiso porparte del Estado para garantizar derechos a la población, la educación, la salud, la recreación, la cultura,la infraestructura y el transporte. En general, eso estuvo asociado a la existencia del Estado de Bienestaren Europa, del Estado socialista en Europa oriental y otros lugares del mundo, del Estado poscolonial enÁfrica y del Estado populista en algunos países de América Latina, o en los remedos de cualquier tipode estos Estados en diversos sitios del planeta. En el período indicado, con independencia de las particu-laridades de los procesos concretos, los aspectos mencionados –entre ellos la educación– no aparecíancomo bienes mercantiles sino como derechos universales, que deberían ser proporcionados por el Estado.

    Eso cambió en las últimas tres décadas como resultado de un doble proceso complementario: la reestruc-turación del capitalismo regulado de posguerra que dio pasó al capitalismo neoliberal de nuestros días;y a la derrota de procesos revolucionarios y de transformación social en la URSS, en Europa oriental, enChina y en otros lugares del mundo.

    En estas condiciones, quedó abierto el camino para que el capitalismo abandonara cualquier proyecto demantener los derechos de la población y emprendiera la ruta de someter bajo su férula (y mercantilizar)todolo que estuviera a su alcance, como lo ha logrado en nuestra época. En la actualidad se desenvuelvenen forma simultánea la mercantilización del cuerpo, del material genético, de la vida, de la naturaleza,de la biodiversidad, del clima, de la cultura, del deporte, de los sentimientos, del tiempo personal, de laeducación, de saberes y conocimientos y de lo que nos podamos imaginar.

    Podemos, a manera de ilustración, mostrar algunos ejemplos para indicar hasta dónde ha llegado lamercantilización y la conversión de los seres humanos en simples objetos que se compran y venden en el

    mercado. En cuanto al cuerpo se refiere asistimos a su venta generalizada, en una especie de prostituciónuniversal, que involucra tanto el mercado sexual (en el que se incluye al modelaje femenino y masculino)como al mercado de refacción corporal (con cirugías estéticas, implantes, transformación física), al debelleza y tráfico de órganos. En torno al cuerpo se ha establecido un amplio mercado en el que se com-pran y se venden en millones de dólares “estrellas” de la televisión y la farándula o partes del cuerpo,se ofrece la “eterna juventud” con una refacción completa del cuerpo humano, se vende la distopía deprocrear el “hijo perfecto”, sin ningún problema genético, y se trafica a nivel mundial con los órganos deempobrecidos seres humanos, órganos que han sido comprados o robados por mafias legales e ilegales.En el ámbito corporal se ha establecido un modelo de belleza, de hombre y de mujer, que corresponde alprototipo occidental, y al cual se incentiva a imitar, como arquetipo de éxito y superioridad. No sorprende

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    que personas afrodescendientes o cuyo color de piel no es suficientemente clara quieran modificar supigmentación, como lo ejemplificó Michael Jackson.

    Se impone el ideologema que lo que cuenta es la imagen, la apariencia corporal más que el cuerpo mismo, lo cual es simplemente una invitación, a la que impulsa la publicidad, a convertir el cuerpo en un valo

    de cambio, apetecido y negociable en el mercado capitalista, en un sentido totalmente contrario a lo quesucedió con los esclavos en América durante varios siglos: mientras que éstos eran vendidos en formaviolenta como mercancías sin que lo quisieran ser, en la actualidad se vende el cuerpo en forma voluntariadurante su vida útil como una mercancía de corta duración y ese ofrecimiento se hace por iniciativa propialuego de ser convencido por la publicidad que venderse es lo mejor que puede sucederle al cuerpo y a suportador.

    Se llega hasta el extremo de querer liberarse de las propias deyecciones del cuerpo o de intentar negarlaal mezclarlas con oro, como se evidencia en la transformación de los cuartos de baño de las vedettes, enlos que se incluyen artefactos de oro, como los sanitarios. En Gran Bretaña, la marca Whirlpool ofrecesanitarios de lujo a un costo de 8.000 libras esterlinas –mientras que uno normal cuesta 300 libras- cuyoasiento está bañado en oro y se anuncia de esta manera: “Impactante complemento de cualquier cuartode baño, este asiento de inodoro ha sido completamente bañado en un lujoso matiz dorado a fin de

    aportar un toque de brillantez y esplendor a su guardarropa o cuarto de baño”3. En estos momentos, ecapitalismo ha logrado establecer una singular relación mercantil entre el oro y los excrementos:

     Ahora es posible adquiri r capsulas llenas de oro de 24 quilates que, tras ingerirse, hacen que sus

    excrementos resplandezcan. Creadas por el diseñador neoyorkino obias Wong, estas píldoras

    son promocionadas como símbolo de exceso y como manera de “incrementar la autoestima”,

    aunque sea, solo por el tiempo que dura el proceso digestivo. A 425 de dólares cada una,

    constituyen la suprema confirmación de la antigua asociación, a menudo señalada por los

    antropólogos, entre el oro y los excrementos, un acople reflejado en un ejemplo favorito de

    grafiti latinoamericano: “Si la mierda se convirtiese en oro, los pobres nacerían sin culo”4.

    En cuanto a la vida y al material genético ya se venden genes, óvulos, espermatozoides y se anuncia, conbombos y platillos, que por primera vez se alcanzó la “producción del bebe perfecto”, que en términogenéticos estará exento de cualquier enfermedad, como el cáncer o la epilepsia. Todo esto tiene un horroroso tufillo mercantil, por varias razones que resultan sospechosas: el “bebe perfecto” es rubio y deojos azules, nació en los Estados Unidos, se concibió mediante un complicado proceso que costó miles dedólares, los científicos y tecnólogos se felicitan por su “éxito” comercial y anuncian que la técnica reproductiva está disponible y a la venta5.

    El solo apelativo de “perfecto” produce sospechas de eugenesia, puesto que si algo caracteriza al ser humano es la imperfección, lo que desde luego siempre ha sido visto como un obstáculo para aquellos queconsideran a nuestra especie como un simple objeto mercantil. Se proclama la “calidad total” con ceroerrores, como objetivo supremo de la producción capitalista, aunque en realidad se imponga la obsolescencia programada –es decir, los defectos inducidos de manera consciente– en las mercancías, para que

    éstas duren cierto tiempo y luego se hagan inservibles. Si no fuera así, y las mercancías duraran eternamente, la producción capitalista no tendría sentido. Se proclama la perfección, pero se produce la imperfección, para que el consumidor se vea obligado a comprar cada cierto tiempo –cada vez más breve, polo demás– el mismo producto, como se evidencia en la actualidad con los artefactos microelectrónicos. Seso es así en el reino mercantil, por qué sería distinto en el terreno de la medicina, un saber mercantilizadoal extremo, y en el que en forma frecuente se anuncia que se han hecho descubrimientos extraordinarioscomo el de la clonación, pero cuyos resultados no tienen que ver con los anuncios triunfalistas. Sólo bastaacordarse del caso de la clonación de la oveja Dolli, que envejecida en forma prematura murió en mediodel dolor y el sufrimiento. De nada de esto se habló, porque se trata de mantener la idea que las mercancías representanla máxima expresión de felicidad.

    3. Citado en Clive Hamilton, Réquiem para una especie. Cambio climático:

     por qué nos resistimos a la verdad , Ediciones Capital Intelectual,

    Buenos Aires, 2011, p. 109.

    4. Clive Hamilton, Réquiem parauna especie. Cambio climático:

     por qué nos resistimos a la verdad , 

    Ediciones Capital Intelectual,Buenos Ai res, 2011, p. 109.

    5. Nació el primer bebe con genes

    “perfectos” y ya hay polémica, en

    http://noticias.terra.com.ar/nacio-el- primer-bebe-con-genes-perfectos- y-ya-

    hay-polemica,c5e0f8f78a610410Vg nVCM5000009ccceb0aRCRD.html 

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    La mentira del bebe perfecto es uno de aquellos embustes mercantiles de tipo racista que se promuevenen la actualidad y, que por supuesto, tienen efectos en las personas, que creen que la ciencia y la tecnolo-gía solucionaran los problemas relacionados con la enfermedad y la muerte. No se trata de renegar de lamedicina, ni mucho menos, sino de denunciar el carácter mercantil y elitista que la convirtió en un vulgarnegocio, cuyo objetivo es diseñar y vender hijos a la carta, escogidos de acuerdo al gusto del consumidor,

    y sobre todo de su bolsillo. En esa dirección, se incentiva a la gente a que sus hijos imiten a los “hombreso mujeres de éxito”, a los que son ganadores y competitivos, algo así como a mezclar a un multimillonariocon una reina de belleza. En la misma perspectiva de la escogencia genética a la carta, que termina siendoun simple negocio, se vende lo que el comprador desea. Por ejemplo, en los Estados Unidos una pareja desordomudos querían un hijo que tuviera sus mismas limitaciones, como un pretendido sello de identidad,y lo lograron, porque luego de indagar en distintos bancos de semen, se les vendió una muestra de undonante que procedía de cinco generaciones de sordos con lo cual obtuvieron el hijo sordo que querían6.

    La escogencia de los atributos de un niño rompe con la imprevisibilidad de la vida, la que se somete alcriterio mercantil de satisfacer al cliente y producir justo a tiempo, de acuerdo a sus exigencias. Algo asícomo la producción de un automóvil de colección, que se genera en concordancia con los caprichos y ma-nías de su comprador. Ahora eso mismo se hace con la misma vida, puesto que un niño se convierte en unproducto, antes que un regalo de la naturaleza. Además, no es cualquier mercancía, sino una muy costosa

    a la que sólo tienen acceso ciertas clases sociales, lo que supone que la medicina es un saber mercantilque ofrece productos con el fin de satisfacer la soberanía de los consumidores, con lo cual ha perdido engran medida su carácter de un conocimiento que busca el bien y la salud para todos, con independenciade su clase, raza, sexo o religión.

    Podemos concluir que el análisis que efectuó Carlos Marx sobre la mercancía a mediados del siglo XIX,ahora es más pertinente que nunca, porque este pensadordesentrañó lo que significa el capital y la ma-nera cómo la mercancía es una parte consustancial de su existencia. Nunca como ahora, cuando el capi-talismo se ha extendido por todo el planeta –algo que tan sólo se ha consumado en el último cuarto desiglo–, la mercancía reina y con ella el fetichismo de la mercancía y el dinero. La expansión del capitalismocon su lógica de ganancia y de crecimiento perpetuo trae aparejada la mercantilización de lo divino y lohumano, puesto que producir valor es lo único que posibilita que se obtenga la ganancia. En el capitalismose produce valor a través de los valores de uso, y ese es el mal necesario, pero éstos no interesan comotal, sino que son un “pretexto” para lograr el objetivo de producir cada vez más valor, que se expresaen dinero. Se lanza al mercado una cantidad de mercancías, que tienen un precio (dinero), con el únicofin de obtener una mayor cantidad de dinero. Esta es la lógica del capital que reposa en el hechoque elvalor, o mejor la producción de valor, no se sustenta de manera exclusiva en una forma particular de lavida social, sino que en esta sociedad mercantil todo lo que existe es percibido como cantidad de valory, en consecuencia, como dinero. Por ello, la difusión histórica del capitalismo significa la extensión de laproducción mercantil a nuevos ámbitos, en un proceso ininterrumpido hasta el presente: primero fue laindustria, luego la agricultura, posteriormente los servicios y ahora la cultura, el cuerpo y la naturaleza.Es una especie de “necesidad bulímica del capital” encontrar cada día nuevas esferas de valorización,es decir, actividades “sin valor”, lo que puede considerarse como una “colonización interior” sin límitespara el capital, puesto que a su férula se subordina todo aquello que no era mercantil. Sin embargo, estoengendra una contradicción insalvable, ya que

     Al ocupar y arruinar las esferas no-mercantiles, el capital resuelve a corto plazo sus problemas de

    valorización en el plano económico. Pero mina sus propias bases en el plano social. La lógica mercantil,

    basada en la indiferencia con respecto a los contenidos y las consecuencias, no es viable en cuanto

    tal. Una sociedad jamás podrá fundarse exclusivamente sobre ella, pues el resultado sería la más

    completa anomía. Multitud de actividades fundamentales de la vida, empezando por la educación

    de los niños, la vida amorosa o un mínimo de confianza recíproca, no pueden tener lugar conforme

    a la lógica mercantil del intercambio entre equivalentes y según el modelo del contrato. La lógica

    mercantil, para poder funcionar, para disponer de una sociedad en cuyo seno pueda evolucionar,

    6. Michael J. Sandel se pronuncia en

    contra de la perfección genética,en http://www.ellibrepensador.com/2010/05/05/michael-j-sandel-se-pronuncia-en-contra-de-la-perfeccion-genetica/ 

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    necesita que una parte de la vida social se desarrolle conforme a criterios no mercantiles. […] Si el

    capital lograse alguna vez transformar todo en valor, este triunfo sería al mismo tiempo su fin 7.

    Todo se ha convertido en mercancía que se transa en un mercado, y por eso se habla del mercado de lasalud, del mercado laboral, del mercado de saberes… Eso mismo se presenta en la educación, cuya con

    versión en mercancía ocupa las páginas de esta ponencia.

    La imposición de la mercancía viene acompañada de una especial idolatría hacia las mismas, que CarloMarx bautizó como el fetichismo de la mercancía. Esto supone que aunque la mercancía sea productode una relación social entre los seres humanos, aparece ante sus ojos como un producto fantasmagóricoe inexplicable, como un simple objeto dotado de vida propia. En otras palabras, significa proyectar la“potencia colectiva sobre fetiches que el mismo hombre ha creado, pero de los cuales, sin embargo, creedepender. El fetichismo de la mercancía es, en un sentido completamente objetivo –y no sólo psicológico–, el tótem en torno al cual los habitantes de la sociedad moderna han organizado su vida”8. Comocualquier fetiche, la mercancía tiene sus santuarios de adoración, sus sacerdotes, sus ritos y ceremoniasEso se ejemplifica con el culto que se le rinde, para señalar un caso, a los automóviles, a los que se adoray santifica, se les atribuye vida propia y hasta se le antropomorfiza, en los centros comerciales y en feriaespeciales realizadas para promocionarlos por parte de economistas, administradores e ingenieros, lo

    sumos sacerdotes del consumo.

    En esa perspectiva, la mercantilización de la educación no puede verse como un fenómeno aislado y circunstancial, sino como un resultado de la expansión del capital hasta un sector que no había sido colonizado en forma generalizada por la sed de la acumulación y la ganancia. Es por ello que la mercantilizaciónque no es otra cosa sino la capitalización de una actividad, no es una consecuencia de las reformas educativas o de los cambios en las políticas sino la causa de la transformación de la educación, si entendemos evocablo como expresión condensada de la conversión de la educación en un negocio de tipo capitalistaque funciona con la misma lógica que opera cualquier actividad destinada a generar ganancias mediantela producción de mercancías.

    Para ir más allá de los enunciados sobre el fetichismo de la mercancía –hoy más necesarios que nunca– enecesario examinar cómo se manifiesta en forma particular en el terreno de la educación, es decir, comoemerge un fetichismo de la mercancía educativa. Para comenzar, el más evidente, la adoración por lostítulos y diplomas, ha llevado a que en la actualidad una persona no valga por lo que sabe, sino por lostítulos que posea, no importa que éstos no se correspondan con la realidad. También existe un fetichismode las instituciones universitarias, a algunas de las cuales se les atribuyen vir tudes mágicas, pues concederían saber y poder a quien allí se educa. Al respecto una muestra vergonzosa de ese fetichismo se expresaen los rankings nacionales e internacionales de universidades, puesto que se supone que acceder a lasque están mejor colocados es garantía de “calidad” y de formación educativa para ser exitoso. Otra delas manifestaciones de ese fetichismo se muestra en el terreno de la tecnología, en la medida en que seexalta la novedad de los aparatos y dispositivos electrónicos como si tuvieran vida propia, pudieran seexplicados por sí mismos y solucionaran los problemas de la educación. Así, se afirma que la tecnologíaes una fuerza autónoma, una especie de espíritu que tiene vida propia, una realidad que se desarrolla ellamisma, por si sola, impulsada por la misma tecnología. Y esa fuerza que se le confiere a los artefactos se

    enfatiza con la misma intensidad cuando se habla de su aplicación al ámbito de la educación y por eso seanuncia que la tecnología representa la solución a todos los problemas que allí se presentan y con su utilización nos volveremos sabios, casi que por arte de magia. Con ello, se ocultan las relaciones de clase y deproducción, las formas de propiedad y solo queda el fetiche. Ya Marx lo había dicho “Lo que aquí revistea los ojos de los hombres, la forma fantasmagórica de una relación entre objetos materiales no es más que

    una relación social concreta establecida entre los mismos hombres”. Tras los aparatos electrónicos, y entreellos la red virtual, existe una relación social, en la cual hay propiedad y explotación, tanto de los propietarios –que existen de las compañías informáticas– como en la educación por parte de quienes fomentan suutilización. Siempre vale preguntarse, para empezar a cuestionar ese fetichismo de la tecnología aplicadaa la educación, ¿Quiénes son los propietarios? ¿Quiénes se benefician con su utilización? ¿Quiénes son

    7.  A. Jappe, op. cit., pp. 153-154.

    8. Ibíd., pp. 149-150.

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    explotados? En la educación vale hacerse los mismos interrogantes: ¿Cómo la utilización de los artefactosimplica nuevas formas de explotación de los profesores? ¿Quiénes se lucran con la utilización intensiva deaparatos microelectrónicos en los procesos de enseñanza-aprendizaje?

    Existe un fetichismo de la mercancía digital que sirve, entre otras cosas, para ocultar la explotación en las

    fábricas donde se producen esos artefactos, pero también la explotación y dominación que se genera enlas industrias educativas donde se aplican, vale decir, en escuelas y universidades. En breve,

    Se trata de comprender cuánto tiempo de vida (cuántos tiempos y cuántas vidas) el capital está robando,

    incluso y sobre todo, a escondidas (porque tal robo es presentado como “la naturaleza de las cosas”);

    tornarse conscientes de las diferentes formas de explotación, y entonces luchar en las relaciones de

    producción, en las relaciones de poder, contestando los modelos propietarios y la “naturalización” de

    la expropiación, para ralentizar los ritmos, interrumpir la explotación, recuperar fragmentos de vida.

    Darse cuenta de que nuestra relación con las cosas no es neutra ni inocente, desenmascarar

    la ideología, descubrir el fetichismo de la mercancía, es ya una conquista. Es posible que

    estemos jodidos de todas formas, pero por lo menos no jodidos y contentos. El agravio sigue,

    pero al menos no el insulto de creernos libres en ámbitos donde somos explotados9

    .

    L :  

    Durante la época del fordismo (1945-1985) y del Estado de Bienestar la educación no había adquirido elcarácter de mercancía, sino que era considerada como un derecho y como un bien público. No siempreha sido un bien público, porque durante la mayor parte de la historia humana la educación, y los conoci-mientos que ella genera, aparecían como un bien común, porque antes que los estados modernos crea-ran sistemas educativos nacionales con la finalidad de impartir instrucción y alfabetizar a los habitanteslocales y que esos sistemas produjeran conocimientos, las comunidades desarrollaban sus propias formasde educación (no institucionales). Esto lo hicieron los artesanos en el feudalismo o diversos grupos étnicosen todo el mundo y de la misma forma producían sus propios conocimientos, como lo ejemplifican enAmérica las comunidades indígenas que desde hace varios milenios forjaron conocimientos botánicos ymedicinales sobre y a partir de la biodiversidad.

    Es necesario distinguir por los menos tres nociones diferentes: bien común, bien público y mercancía (obien privado y transable). Por bien común puede entenderse a los “sistemas naturales o sociales, palpa-bles o intangibles, distintos entre sí, pero comunes al ser heredados colectivamente. Son nuestra herenciacolectiva, les pertenecen a todas y todos”10. Vistas así las cosas, entre los bienes comunes se encuentrantodos los elementos de la naturaleza (el agua, el aire, el cielo, la atmosfera, la información genética deplantas, animales y seres humanos), así como el conocimiento y las ideas que ha generado la humanidaddurante milenios, la biodiversidad y el espectro de ondas electromagnéticas11.

    Cuando se habla de “comunes” se indica que las formas de propiedad son colectivas y se intenta preservara la vida y a la naturaleza. No se trata de afirmar solamente que un bosque o una playa son comunes,sino que lo son precisamente porque “crean” comunidad, ya que los comunes son “el elemento material

    o conocimiento que comparte un pueblo. No son un incidente físico sino un evento social. Si se quitanqueda destruida una comunidad, y la destrucción de un complejo de relaciones demuele los commons”12.Los bienes comunes “son los espacios, lo tejido por la sociedad, los artefactos, los eventos y las técnicasculturales que –en sus respectivos límites–son de uso y goce común, como el pozo de un pueblo, el ma-nejo de un espacio como plaza pública urbana, una receta, un idioma o el saber colectivo compartido enInternet”13. Más precisamente, no debería hablarse de bienes comunes, sino comunes, en la medida enque se reafirma que no son cosas, sino relaciones sociales en las que existen sujetos sociales específicos.

    Bienes públicos  son aquellos que preferentemente suministra el Estado y cuya característica principalradica en que no se compran ni venden en el mercado y su uso y disfrute lo hace cualquier ciudadano,

    9.“Fetichismo de la mercancíadigital y explotación oculta:

    los casos de Amazon y Apple”,Rebelión, noviembre 11 del 2011.

    10. ¿Qué son los bienes comunes?

     Apuntes para periodist as sobrela defensa ciudadana de nuestros

    recursos, disponible en http:// www.boell-latinoamerica.org/ downloads/carpeta_bienes_comunes

     pdf  . Palabras de Silke Helfrich,socióloga alemana y ex directorapara México y Centroamérica de

    la Fundación Heinrich Böll.

    11. Ibid.

    12. Stephen Gudeman, Te

    antropology of economy:community, market, and culture,

    Blackwell, 2001, citado en Silke

    Helfrich, “Commons: ámbitos obienes comunes, procomún o ‘lo

    nuestro’. Las complejidades de la

    traducción de un concepto”, enSilke Helfrich (compiladora), Genesbytes y emisiones: Bienes comunes yciudadanía, San Salvador, 2008,Fundación Heinrich Böll, p. 47.

    13. Ibíd., p. 47.

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    con independencia de su nivel de ingreso o procedencia de clase. El alumbrado de las calles que brindael Estado puede considerarse como un bien público. En derecho se suele decir que los bienes públicostienen dos propiedades: que sean no rivales y no excluyentes. Por lo primero se entiende que su disfrutepor un usuario no suponga que se limita el disfrute de otro, como sucedería con el agua que suministra unacueducto público. Por lo segundo se considera que no es posible establecer un precio que discrimine su

    disfrute, como por ejemplo una playa. Ahora bien, es indispensable para preservar los bienes públicos quehaya una gestión pública y mecanismos de control, puesto que de no existir se pone en riesgo la existenciade esos bienes hacia el futuro, como un parque en una ciudad, o un camino de herradura en una zonarural. Así mismo, no se excluyen del servicio público a quienes no contribuyan a su mantenimiento, comoes el caso de aquellos ciudadanos que no pagan sus impuestos pero a los que no se les puede prohibique transiten por las vías públicas.

    La diferencia entre los bienes comunes y los públicos estriba en que estos últimos están relacionados conel Estado en forma directa, mientras que los primeros no. Por ejemplo, un bosque, un lago, la biodiversidad o el agua forman parte de los comunes, mientras que un acueducto gestionado por la alcaldía deun municipio es un bien público. Algunos bienes comunes pueden ser a la vez públicos, mientras que noes cierto que todos los bienes comunes sean públicos, por la sencilla razón que aquellos bienes de origennatural y manejados en forma colectiva –un páramo, una cascada de agua– surgieron miles de años ante

    de que apareciera la vida y su existencia no depende del funcionamiento de ninguna entidad estatal oinstitucional, sino de las comunidades que preservan esos comunes.

    La educación universitariase consideró hasta no hace mucho tiempo como un bien público. En la épocaen que la educación era considerada como un derecho y un bien público se postulaba que aquélla nopodía estar determinada por el poder adquisitivo de los individuos o sus familias, sino que debería suministrada y garantizada por el Estado. Este hecho es lo que le confería el carácter de bien público, a lo quese agregaba que además era gratuito, universal y laico y se le concebía como un valor de uso. Con esto seenfatizaba que el valor de uso de la educación y del conocimiento se derivaba de la capacidad de resolveproblemas y satisfacer aspiraciones de la sociedad y del individuo. Por ejemplo, saber curar una enfermedad es el valor de uso del conocimiento médico, construir un puente o una carretera es el valor de uso deconocimiento de un ingeniero civil, estar en capacidad de utilizar conceptos sociales para comprender lasociedad y la historia es el valor de uso de las ciencias sociales…

    La educación y el conocimiento universitario podían considerarse aparte de un bien público también comoun bien común, dado que su existencia no sólo es posible por la mediación estatal, sino que en ella hanintervenido muchas generaciones de estudiantes, profesores y comunidades que han creado un patrimonio de tipo colectivo, en razón de lo cual resulta poco lógico que sólo el Estado, empresas o sectorecapitalistas, se reclamen como los generadores de esos conocimientos. En este caso se está hablando debienes comunes de conocimiento, porque no son resultado de la acción individual de uno u otro científicoprofesor o investigador, sino que responden a una elaboración intelectual forzosamente colectiva, aunquese exprese en la labor individual de un determinado personaje, pero este conocimiento no es productoexclusivo de dicho individuo. Si se concibe el asunto de esta manera, no cabe pensar que el conocimientose puede fraccionar, parcelar y, mucho menos, patentar como si fuera propiedad privada.

    Entre algunas de las diferencias entre los bienes comunes y los bienes mercantiles puede resaltarse quelos primeros se refieren a cosas compartidas, perdurables y administradas y mantenidas para el beneficiocomún en el largo plazo, mientras que los segundos aluden a cosas de propiedad privada, con un caráctetransitorio y son administrados con la perspectiva de proporcionar ganancias a sus propietarios en el cortoplazo, sin importar si se preservan o no las condiciones naturales y sociales que posibilitan su existencia.

    Cuando la educación se convierte en una mercancía se enfatiza que ya no es un derecho, sino un servicioy el Estado debe limitarse a velar por su acceso, sin importar si ese servicio lo brindan los particulares o emismo Estado, y como tal su valor de uso –la utilidad real que pueda tener un saber determinado– pasaa segundo plano. Por eso, hoy los Estados presumen por el número de diplomas y titulados que tienen

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    los habitantes de un país, y no de los que éstos pueden en verdad representar en términos de saber y deservicio a la sociedad, porque ahora lo que cuenta es el beneficio individual.

    Como resultado del abandono de la idea de la educación como bien común y bien público emerge la de lamercancía educativa, que como toda mercancía, posee un valor de uso y un valor de cambio. Su valor de

    uso está determinado por la “utilidad” que tienen los productos ofrecidos para satisfacer las necesidadesde los consumidores y su valor de cambio depende del costo de producción de esa mercancía específica,más la ganancia respectiva. En otros términos, el valor de cambio se materializa en la venta de un títu-lo a un consumidor, que paga por dicho título, pero que ha sido resultado del trabajo de aquellos quecontribuyen a la producción de la mercancía educativa, incluyendo a los profesores y a todos los que sonexplotados en ese proceso específico de producción.

    El valor de uso es solo un pretexto, porque no importa cuál pueda ser su utilidad real, sino que se vendapara que se realicen las ganancias de las empresas educativas. En esencia la educación como mercancía nose diferencia de cualquier otra mercancía (armas, hamburguesas, automóviles, computadores…), puestoque el objetivo final es el mismo: se produce para valorizar un capital y esa valorización proviene de laexplotación de trabajo. No sorprende que tras las lustrosas mercancías educativas que se ofrecen en lasuniversidades se oculte una brutal explotación de profesores, trabajadores y personal administrativo. Esto

    se acompaña con el cobro a los consumidores –sean los estudiantes o sus familias–, algunos de los cualesse ven sometidos a una nueva “esclavitud por deudas”.

    Habría que hablar en plural, o sea, de mercancías educativas, puesto que la universidad comercializadaofrece varias: títulos y diplomas, cursos generales (de idiomas, informática o cualquier cosa), libros y textosescolares, sofwares y programas informáticos, asesoramientos especializados, traducciones, investiga-ciones… Todas ellas ya no son bienes comunes, porque no se le reconoce su carácter de satisfactoresde necesidades colectivas ni tampoco bienes públicos, porque el Estado abandona cualquier proyectode impedir la mercantilización de esos bienes, y como tal desaparece el espacio público y se privatiza laeducación y el conocimiento.

    La privatización de la educación universitaria y del conocimiento –como complemento a la mercantiliza-ción– se justifican de varias maneras, tales como: “garantizar” la propiedad intelectual del conocimientogenerado por los académicos; conseguir financiación de los proyectos de investigación y otorgar incentivosa los investigadores que han hecho los descubrimientos e innovaciones; yposibilitar que un conocimientose materialice en productos comerciales, para lo cual es necesario aliarse con la industria y el capital priva-do. Todos esos son pretextos para llevar a cabo la privatización de los “conocimientos comunes”, porque

    La “protección” de la invención mediante derechos propietarios, se transforma en una acción clara

    de extracción de fragmentos del conocimiento bajo dominio público, con fines de privatización.

    Es como si alrededor de dichos fragmentos extraídos, se levantaran muros de contención para

    que nadie más pueda utilizarlos sin el consentimiento del flamante “dueño” o “dueña”, según los

    derechos que las leyes respectivas otorgan. Entonces, al mismo tiempo que se protegen intereses

    sean de los investigadores, de la misma universidad o de las empresas asociadas, se desprotegen

    y menoscaban los derechos e intereses de la colectividad. Cualquier persona que hiciera uso del

    conocimiento protegido, es decir aislado y monopolizado, tendría que pagar por él o utilizarlo bajo

    licencia. Los dueños pueden disponer de ese conocimiento como si fuera cualquier otra mercancía:

    esto es, poner a la venta, hipotecar, guardar o regalar el certificado que los acredita como tales 14.

    Cuando se examina la mercantilización de la educación en general, es claro que se trata de un proceso deexpropiación que se basa en la conversión en mercancía de un valor de uso que, según la economía moral,debe servir a la satisfacción de las necesidades de las mayorías sociales, en primer lugar a los sectores máspobres de la sociedad, trabajadores y campesinos. Así como la mercantilización de los alimentos suponematar de hambre y desnutrición a todos aquellos para quienes la comida es una cuestión de subsistencia

    14. Silvia Rodríguez, “Los bienescomunes de la ciencia. La

    monopolización del conocimiento

    universitario. ‘Un asalto a losvalores de la academia”, en Silke

    Helfrich, op. cit ., p. 163.

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    y de cultura, la mercantilización de la educación implica que solamente puedan educarse aquellos que tienen cómo pagar el servicio. En términos de economía moral es inadmisible que la educación se conviertaen un bien transable, porque esto significa condenar irremediablemente a la ignorancia generalizada aimportantes sectores de la población.

    L :F -

    El concepto de fuerzas productivas es central en el análisis marxista, desde las primeras formulaciones queal respecto hicieran Carlos Marx y Federico Engels en la Ideología alemana, un voluminoso libro inconclusoy nunca publicado en vida de sus autores que fue redactado en 1845. Las fuerzas productivas puedenentenderse en un doble sentido: como la capacidad productiva del trabajo humano en transformar lanaturaleza, que se expresaría en términos cuantitativos; y como la materialidad en la que se destacan loaspectos cualitativos. En el primer sentido, como capacidad, se dice que las fuerzas productivas existenteen un determinado momento generan una cierta cantidad de producción, mientras que en el segundosentido, como materialidad, se resaltan los aspectos constitutivos de tipo material necesarios para cualquier actividad productiva. En esta perspectiva, Marx sostiene que

    La fuerza productiva del trabajo está determinada por múltiples circunstancias, entre otraspor el nivel medio de destreza del obrero, el estadio de desarrollo en el que se hallan la

    ciencia y sus aplicaciones tecnológicas, la coordinación social del proceso de producción,

    la escala y la eficacia de los medios de producción, las condiciones naturales15.

    Cuando se habla de fuerzas productivas siempre se refiere a fuerzas productivas del trabajo, es decir, qucarecen de realidad al margen de cualquier proceso productivo. Por ejemplo, una sofisticada máquina queno se use en la producción, sino que permanezca guardada en una caja, no puede considerarse comoconstitutiva de las fuerzas productivas. Así mismo, las fuerzas productivas son de tipo social, porque enellas se conjugan múltiples procesos en los que intervienen diversos sujetos, mediante la cooperación yla división del trabajo, aunque se diese el caso que un individuo en forma aislada operase una máquina oun artefacto tecnológico. Aquí habría una fuerza productiva que se expresa en forma individual, pero queestá conectada de diversas maneras con las fuerzas productivas de tipo social.

    También es posible diferenciar entre los componentes objetivos y subjetivos de las fuerzas productivasaunque en realidad están unidos, pero la diferenciación analítica es importante porque permite distinguilos medios de producción de la fuerza de trabajo que los pone en funcionamiento, así como también losdistingue de las formas de cooperación y la organización del trabajo que desarrollan los operarios quelas utilizan:

    Indudablemente, el uso efectivo de cualquier medio de producción implica la existencia de una

    fuerza de trabajo lo suficientemente hábil y cualificada como para ponerlo en funcionamiento, y

    puede implicar también la existencia de algún tipo de cooperación entre los trabajadores. Pero el

    desarrollo de las fuerzas productivas puede lograrse por innovaciones en cualquiera de estos tres

    aspectos o componentes de las mismas, ya sea aumentando la habilidad o cualificación de los operarios,

    introduciendo nuevos y más poderosos medios de producción, o creando formas de organización

    del trabajo más eficaces. Un cambio, incluso pequeño, en cualquiera de estos tres componentes

    puede repercutir sobre los otros dos. Por ejemplo, la innovación tecnológica puede traer aparejadas

    una recalificación de los trabajadores, e inclusive nuevas formas de cooperación entre ellos 16.

    Es posible diferenciar entre fuerzas productivas objetivas, en las que se incluyen a todos los elementosde índole material no humanos que intervienen en la producción, entre los que habría que resaltar quealgunos son de tipo natural en sentido estricto y otros son resultado de procesos históricos, y las fuerzaproductivas subjetivas en las que se encuentran las cualidades de los trabajadores –en donde su incluye

    15.Karl Marx, El capital, tomo 1,Volumen 3, Siglo XXI Editores,

    México, 1985, p. 976.

    16.  Ariel Petruccelli, Ensayo sobrela teoría marxista de la historia, Ediciones El Cielo Por Asalto,

    Buenos Aires, 1999, p. 34

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    su fuerza física, con importante componente natural-, los conocimientos y aptitudes intelectuales y lasrelaciones entre los trabajadores17.

    En la actualidad, las notables modificaciones de las fuerzas productivas están relacionadas con el avancede la ciencia y la tecnología (y del conocimiento en general), en razón de lo cual estas últimas tienen un

    doble carácter, subjetivo y objetivo: el conocimiento propiamente dicho y los productos materiales queeste origina. Cuando la ciencia no se halla ligada a la producción no puede considerarse como fuerzaproductiva, algo que difícilmente existe en la actualidad.

    Al estudiar las fuerzas productivas en la sociedad capitalista, se constata que sus desarrollos son aprove-chados para beneficio del capital, o sea, que en el proceso de subordinación del trabajo al capital, aquéllasse presentan como fuerzas del capital, como si inherentemente lo fueran:

    odos los adelantos de la civilización […], o en otras palabras, todo aumento de las fuerzas productivas

    sociales, si se quiere de las fuerzas productivas del trabajo mismo –tal como se derivan de la ciencia,

    los inventos, la división y combinación del trabajo, los medios de comunicación mejorados, creación

    del mercado mundial, maquinaria, etc. – no enriquecen al obrero sino al capital; una vez más, solo

    acrecientan el poder que domina al trabajo; aumentan solo la fuerza productiva del capital

    18

    .

    Los avances que presentan las fuerzas productivas en el capitalismo, incluyendo la tecnociencia y los co-nocimientos a ella asociados, son resultado del trabajo conjunto de millones de seres humanos y de variasgeneraciones, pero son presentados como si fueran un producto de la acción del capital. Eso se ejempli-fica en nuestro tiempo con un sinnúmero de casos, como los de la computación, que en lugar de presen-tarse como el fruto de un trabajo colectivo de miles de trabajadores, ingenieros y programadores, aparececomo si fuera una obra exclusiva de la acción de capitalistas emprendedores, como Bill Gates o Steve Jobs.

    Esta breve exposición sobre el sentido del concepto de fuerzas productivas nos conduce a recordar que yaen la primera obra mencionada, La Ideología Alemana, sus autores dieron una indicación analítica y me-todológica de gran alcance para el mundo de hoy, a la que sin embargo no se le concede la importanciaque merece. Nos referimos a que hace más de un siglo y medio se señaló el carácter contradictorio de lasfuerzas productivas, que también se convierten en fuerzas destructivas:

    En el desarrollo de las fuerzas productivas, se llega a una fase en la que surgen fuerzas productivas y

    medios de intercambio que, bajo las relaciones existentes, sólo pueden ser fuente de males, que no son

    ya tales fuerzas de producción sino más bien fuerzas de destrucción (maquinaria y dinero) […]19.

    Esta advertencia casi nunca fue tenida en cuenta por los diversos marxismos históricos, con muy contadasy notables excepciones, la mayor parte de los cuales se convirtieron, como el propio capitalismo, en culto-res de las fuerzas productivas, o mejor, de su desarrollo y crecimiento sin límite alguno. En la actualidad síque resulta cierto y evidente que las fuerzas productivas se han tornado a la vez en fuerzas destructivas,porque casi cualquier avance o modificación en las fuerzas productivas tiene implicaciones contradicto-rias, productivas y destructivas, y en algunos casos predominan las abiertamente destructivas, como haacontecido, verbi gracia, con la energía nuclear, como resultado del avance de los conocimientos de la

    física de la materia, pero que ha tenido las más terribles consecuencias –literalmente destructivas–, comolo ejemplifican las bombas atómicas lanzadas por los Estados Unidos sobre el Japón en agosto de 1945,y las catástrofes en Chernóbil, y ahora en Fukushima, Japón. Lo mismo puede decirse de la producción ylanzamiento al mercado de mercancías que pueden considerarse en sí mismas como nocivas, y aunqueson resultado de los más sofisticados avances de la tecnociencia, y con un carácter destructivo de principioa fin, tal y como sucede como ciertos artefactos microelectrónicos en la actualidad.

    Algunos autores, como Jürgen Habermas, consideran que la ciencia y la técnica, y en consecuencia elconocimiento, se han convertido en la principal fuerza productiva de nuestro tiempo. En Ciencia y técnicacomo ideología, este autor afirma:

    17. Ibid., p. 36.

    18.

    Karl Marx, Grundrisse,Volumen1, Siglo XXI Editores,México, 1975,p. 249.

    19. Karl Marx y Federico Engels,La ideología alemana, EditorialPolítica, La Habana, 1979, p. 77.

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    La racionalidad del dominio se mide por el mantenimiento de un sistema que puede permitirse

    convertir en fundamento de su legitimación el incremento de las fuerzas productivas que comporta

    el progreso científico-técnico, si bien, por otra parte, el estado de las fuerzas productivas representa

    precisamente también el potencial, medidas en la cual, las renuncias y cargas impuestas a los

    individuos aparecen como cada vez más innecesarias e irracionales. […] El aumento de las fuerzas

    productivas institucionalizado por el progreso científico y técnico rompe todas las proporciones

    históricas. Y de ahí extrae el marco institucional nuevas oportunidades de legitimación 20.

    Una idea central que plantea Habermas estriba en que, a partir de una discutible interpretación de Marxal que le atribuye una especie de culto de las fuerzas productivas, señala en forma acertada que es muydifícil conferirle a aquéllas algún carácter emancipatorio, porque el progreso científico y técnico cumple“funciones legitimadoras de dominio”. En este orden de ideas, puede plantearse que aparte de ampliar edominio sobre los seres humanos por otros seres humanos, en el capitalismo de nuestro tiempo las fuerzas productivas devienen en fuerzas destructivas, y esa misma característica la adquiere por consiguientela tecnociencia.

    Es bueno precisar que se entiende en este terreno por “destructivas”, para que este no quede como un

    enunciado general. Las fuerzas productivas destructivas arrasan con los hombres (trabajadores, campesinos y pobres en general) y con la naturaleza (ecosistemas, plantas, animales, fuentes de agua…) como resultado de los avances científicos y técnicos que son aplicados a los procesos productivos. Los ejemplos arespecto abundan, pero mencionemos algunos. En la pesca altamente tecnificada se emplean artefactotecnológicamente sofisticados que aumentan los niveles de “productividad” en una forma inimaginableen cualquier sociedad de pescadores artesanales. Los grandes buques pesqueros lanzan mallas gigantescas y en cada envión capturan toneladas de peces –un aumento de la “productividad”– pero al mismotiempo destruyen, como ningún sistema de pesca conocido hasta ahora, la vida marina y a los pescadoreartesanales.

    Un teléfono celular se presenta como el arquetipo de “revolución comunicativa” por excelencia, quepermite hablar a toda hora y en cualquier lugar, como nunca antes había sucedido, y en ese sentidoexpresaría la “productividad” del mismo acto de comunicarse. La cuestión es saber cuál es su costo. Eterrible, porque la producción de los celulares supone la destrucción de ecosistemas para buscar el coltány los minerales con los que se construye, pero también la de las comunidades que allí habitan. Solo basterecordar que en El Congo han muerto en los últimos años unos cinco millones de seres humanos en losmismos lugares donde se encuentran las materias primas con las que se fabrican los celulares. En ese sentido, un celular es una mercancía nociva, profundamente destructiva.

    Los aspectos que hemos planteado en este parágrafo se enlazan con la educación universitaria en par-ticular y con la tecnociencia en general. Sí en el capitalismo actual las fuerzas productivas son tambiéndestructivas, la ciencia y la tecnología, como la educación universitaria que las produce, tienenesa mismaambivalencia, es decir, son productivas y destructivas al mismo tiempo. El asunto no puede ser diferenteen la educación, puesto que el principal espacio donde se produce tecnociencia y conocimiento es launiversidad, aunque existan otros lugares donde también se genera, como es el caso de laboratorio

    privados, perola universidad tiene una indudable primacía.

    Como la educación universitaria posibilita el desarrollo de la tecnociencia y del conocimiento asociado ala misma, y estos dos se han convertido en una fuerza productiva-destructiva al mismo tiempo, de allí sederiva que los conocimientos generados en la universidad, y por lo tanto sus procesos educativos, debenconsiderarse como fuerzas productivas-destructivas. Este planteamiento puede sonar extraño, ya que engeneral siempre se exalta el conocimiento como algo positivo y benéfico para la humanidad, lo que entreotras cosas es un mito impulsado por los portavoces de la tecnociencia. Si salimos de los marcos interesados de esta propaganda, encontramos que muchas de las actividades que se realizan en la universidad,

    20.  Jürgen Habermas,  Ciencia ytécnica como “ ideología”, Editorial

    ecnos, Madrid, 1993, p. 56

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    los conocimientos que allí se producen, son destructivas, tanto por sus consecuencias sociales y ambien-tales como por el beneficiario principal de las mismas, que no es otro que el capital.

    Si se quisieran suministrar ejemplos ilustrativos del carácter destructivo de la universidad y de los profesio-nales que allí se “forman”, nada mejor que considerar a los economistas neoliberales, puesto que es difícil

    encontrar un caso semejante de caos y destrucción, generado por y desde la academia. Los economistasneoliberales se encuentras detrás de la reestructuración mundial del capitalismo de las últimas décadasque ha empobrecido a millones de seres humanos, ha asesinado a otros tantos como resultado de laprivatización de empresas públicas, de la mercantilización de los sistemas sanitarios, de la flexibilizaciónlaboral, de la expropiación de activos públicos y del despojo de bienes comunes. Los economistas neoli-berales son los criminales más notables de nuestro tiempo, como lo ha demostrado fehacientemente lainvestigación de Naomi Klein sobre la Doctrina del Shock y el capitalismo del desastre21. No es casualidadque ya desde el siglo XIX la economía fuera bautizada como “ciencia lúgubre” por Thomas Carlyle, ape-lativo muy preciso si se recorre el mundo en los últimos 40 años, con los planes de ajuste estructural ylas miserias y crímenes que han producido en el mundo –de lo cual la Europa occidental de nuestros díases el último testimonio, como lo demuestran España, Grecia, Italia y Portugal–, y tras los cuales asomancomo gestores e impulsores una miríada impresionante de economistas, formados en las usinas ideoló-gicas de Harvard, Cambridge, Chicago, London School, y otras “prestigiosas universidades” del mundo

    imperialista. En este sentido,

    Hay que reconocer que la universidad es un fiel reflejo de la sociedad. Desde hace más de treinta

    años y al mismo ritmo que en la sociedad se ha ido imponiendo como discurso dominante el

    neoliberalismo económico; éste se ha ido apropiando de las facultades de economía, de manera

    que en la actualidad es difícil que los alumnos puedan conocer otras teorías. Las cátedras o los

    departamentos que enseñan algo diferente son auténticas islas perdidas en el océano22.

    La economía no es el único conocimiento destructivo que se genera desde la universidad, pues en rea-lidad muchos otros cumplen un papel similar. Puede mencionarse que la llamada “mala ciencia” indicaque el conocimiento se produce en las universidades deviene en una fuerza productiva-destructiva. Estosucede con la medicina, la biología, la informática y con cualquier área de la tecnociencia. No está de másrecordar que mientras en todo el mundo millones de personas padecen enfermedades y desnutrición,remediables y curables, la investigación médica y bioquímica en lugar de buscar la producción de medi-camentos y terapias que alivien esas dolencias (como el paludismo y otras fiebres tropicales) se dedica engran medida al tratamiento de las enfermedades de los ricos y a producir medicamentos que en lugar decorregir enfermedades las agravan o crean otras adicionales. En idéntica medida, la biotecnología, que sepresente como uno de los desarrollos más notables de la biología, produce engendros con el pomposonombre de Organismos Genéticos Modificados (OMG) que contaminan el medio ambiente, ocasionanerosión genética, destruyen las economías campesinas y producen una contaminación que se extiende demanera incontrolable en los lugares donde se distribuyen los productos transgénicos. Además, gran partede sus investigaciones que se realizan en las universidades o en laboratorios privados, son financiadaspor las multinacionales (como Monsanto) que utilizan sus resultados para obtener fabulosas ganancias, acosta de la expropiación de campesinos y pequeños productores agrarios, y a favor de los agronegocios.

    Este carácter destructivo de las tecnociencias mencionadas no puede disociarse de lo que se hace e inves-tiga en las universidades, que no beneficia a la mayoría de la población, sino a una minoría insignificantey lo que se presentan como sus grandes logros resultan siendo nefastos para los ecosistemas, las diversasformas de vida y los seres humanos. Por esta circunstancia, la educación de la universidad se ha conver-tido en una fuerza productiva y destructiva, cuyas labores sirven en forma incondicional al capital y a suspropósitos de lucro ilimitado.

    21.Naomi Klein, La doctrina delshock y el capitalismo del desastre, Editorial Paidós, Barcelona, 2007.

    22. Juan Francisco Martín Seco,

     ¿Para qué servimos los economistas?,Editorial La Catarata, Madrid,

    2010, pp. 116-117.

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    La privatización del conocimiento que está en marcha en el mundo es un aspecto que desborda el marcode la universidad, pero que está relacionado en forma directa con ella. Nos vamos a concentrar en ecaso específico de la universidad pública, porque en ésta se muestra el verdadero alcance de privatizar e

    conocimiento.

    Resulta hasta cierto punto extraño hablar de privatizar el conocimiento, porque hasta hace algún tiempose daba por sentado que éste no puede ser propiedad de nadie, puesto que es un patrimonio comúnde la humanidad y un resultado de la labor colectiva de las diversas generaciones de hombres y mujereque han habitado la tierra. En esta definición se supone que el conocimiento es un bien común que debebeneficiar a la gente, con independencia de su posición de clase, raza, género, edad, y no deberían existibarreras que bloquearan el acceso libre al saber. En torno a esto se generaron unos valores que no seponían en duda y que se reducían a tres posibilidades: transmitir el conocimiento, producir y ampliar eacervo existente, y beneficiarse del mismo en un sentido no económico del término23.

    Esta concepción atravesó la mayor parte de la historia humana, pero a finales del siglo XX se impuso otrapor completo distinta en la que se sostiene que el conocimiento es una mercancía y, como cualquier bien

    transable, debe tener propietarios. En lo que respecta a un tipo particular de conocimiento, al que se genera en la universidad, se ha hecho el mismo planteamiento, lo cual conlleva importantes modificacioneen el carácter de la universidad pública, como lo mostramos enseguida.

    La privatización del conocimiento es impulsado por las empresas transnacionales y los países imperialistascon el fin de asegurar el monopolio en la producción de bienes y servicios, y con ello obtener gananciase impedir el acceso libre a las innovaciones científicas y técnicas. Estas se convierten en un bien privado ysu uso está condicionado al pago monetario que hagan quienes quieran utilizarlo. No por casualidad enel seno de la Organización Mundial de Comercio (OMC) se estableció una rígida reglamentación sobrePropiedad Intelectual desde 1994, con un claro sesgo a favor de las Empresas Transnacionales. De esamanera, para hablar de uno de los casos más conocidos, se abrió la puerta para la apropiación fraudulenta del conocimiento tradicional mediante la imposición de patentes por parte de las empresas de labiotecnología y de las semillas de plantas milenarias de pueblos indígenas, a los cuales le son expropiadosus saberes y éstos son registrados con patentes de propiedad por laboratorios e investigadores privadosgeneralmente vinculados a países imperialistas, mediante las cuales se les impide su utilización, so penade ser sancionados y perseguidos24. Estas prácticas de despojo han sido legalizadas y legitimadas por lainstituciones del capitalismo contemporáneo, como la mencionada OMC, pero también por tribunalesnacionales de los países imperialistas, como en los Estados Unidos. Resulta ilustrativo recordar que laprivatización del conocimiento ha sido impulsadaen el país mencionado desde 1980, cuando el TribunaSupremo dictaminó que se podían patentar los microbios obtenidos mediante ingeniería genética. Conesto se abrió paso la privatización no sólo del conocimiento, sino, lo que es peor, de la vida misma. Estaes una maniobra en la que participan abogados e ingenieros, quienes están directamente interesados enasegurar el control de las patentes para las empresas, lo que les produce jugosas ganancias a unos y otrosTambién participan en forma directa los científicos, en este caso de la biotecnología, quienes sostienenque la genética es un reino misterioso del conocimiento que sólo puede ser manejado por los genetista

    que actúan desinteresadamente para mejorar nuestra situación social. Esa ideología ha sido formuladapor James Watson, flamante Premio Nobel y codescubridor de la doble hélice del ADN, quien sostieneque “ solíamos pensar que nuestro destino estaba en las estrellas. Ahora sabemos que, en gran medidanuestro destino está en nuestros genes”. Con tal pretensión, aparentemente científica, esta ideologíagenética legitima la mercantilización y privatización del conocimiento sobre la vida, y la vida misma, quebeneficia a ciertas empresas y un puñado de investigadores.

    No paso mucho tiempo para que se planteara en forma clara la privatización de los conocimientos generados por la universidad y la misma educación superior. Así, en diciembre del 2000, Estados Unidos presentóen la Organización Mundial de Comercio (OMC) la propuesta de liberar el comercio de los “servicios”

    23. Carlos Montemayor, “Universidad

    pública y privatización del

    conocimiento”, La Jornada, diciembre 20 del 2006.

    24. Ver al respecto: Martin Khor,

    El saqueo del conocimiento.Propiedad intelectual, biodiversidad

     y desarrollo so stenible, EditorialIcaria, Barcelona, 2003.

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    (conocimientos) generados por las instituciones de educación superior, con el argumento de que éstosconstituyen una actividad empresarial de tipo internacional “que complementa el sistema de enseñanzapública y contribuye a la difusión en todo el mundo de la moderna economía del conocimiento... (que)puede ayudar a que se disponga de una fuerza de trabajo más eficiente, permitiendo a los países mejorarsu posición competitiva en la economía mundial”. De ahí se derivaba como objetivo principal, la propues-

    ta de “ayudar a establecer condiciones favorables a los proveedores de servicios de enseñanza superiormediante la reducción de los obstáculos que se oponen a la transmisión de esos servicios más allá de lasfronteras nacionales...”25.

    En esta propuesta, el conocimiento ligado a la educación universitaria se concibe como un “servicio”, untérmino que no es ni mucho menos accidental sino que indica los intereses mercantiles en juego, como loexpresa el mismo documento:

    El objetivo de la presente propuesta es ayudar a establecer condiciones favorables a los

    proveedores de servicios de enseñanza superior, enseñanza para adultos y capacitación, mediante

    la reducción de los obstáculos que se oponen a la transmisión de esos servicios más allá de las

    fronteras nacionales por medios electrónicos o materiales o al establecimiento y explotación

    de instalaciones (escuelas, clases u oficinas) para proporcionar servicios a los estudiantes ensu país o en el extranjero. Esto sería aplicable a los países que permiten la enseñanza privada,

    no a los países que mantienen sistemas de enseñanza exclusivamente públicos26.

    No se mencionan los conocimientos, ni los saberes, puesto que el término recurrente es el de “serviciosde enseñanza superior”, los cuales deben ser transnacionalizados para beneficio de las empresas edu-cativas –en las que se incluyen las universidades de Estados Unidos–. En pocas palabras, se reafirma laimperiosa necesidad de privatizar los servicios educativos que ofrecen las universidades y de venderlos enlos mercados del planeta.

    Esta política de clara estirpe imperialista –aunque se encubra con el barniz semántico de la imparable“globalización”– que impulsa Estados Unidos para beneficio de sus empresas educativas, se ha difundidopor todo el mundo, a través de múltiples instituciones e instancias, y se replica en cada uno de los países,donde es adoptada como política interna de cada estado. A ese coro se suman aquellos países para loscuales la educación se ha convertido en un rubro importante de sus ingresos, como algunos de la UniónEuropea y Australia.

    La privatización del conocimiento y de la educación universitaria involucra diversos aspectos, entre loscuales se destacan: creación de instituciones privadas en desmedro de las públicas; ventas de cursos ytítulos universitarios en los países capitalistas centrales; edición de libros, cartillas y materiales de textopor parte de editoriales privadas o asociadas a universidades públicas; promoción de profesores o tutores,cuyos servicios se cotizan a precios elevados y generan ganancias a las universidades de las que provienen;producción de softwares y material informático y tecnológico que se aplica a la educación o que éstagenera para otros sectores de la sociedad.

    El conocimiento y la educación que merecieran en verdad este nombre tienen que ver con realidadesconcretas, es decir, con historias, culturas y lenguas específicas, en torno a las cuales se debían diseñan loscurrículos y estrategias de enseñanza y aprendizaje (como estudio de la historia y la geografía nacional, lacultura local, los idiomas nativos). Pero este fundamento de una educación integral es eliminado, porquecon la privatización del conocimiento se fortalece lo que sea inmediatamente rentable y produzca ganan-cias a los dueños del servicio educativo, a la par que los “estudiantes” pasan a ser simples consumidoresque pagan por lo que se les ofrece y vende. Esto supone a nivel interno de los países una unificación dela educación universitaria alrededor de los negocios y el marketing, y el desprecio de los saberes consi-derados inútiles y poco rentables. En el plano internacional, se perfila un desolador panorama de forzosaunificación, propio de la macdonalización educativa, que desdice de la cultura –diversa y heterogénea en

    25.Citado en Patricia Gascón Muro

    y José Luis Cepeda Dovala,

    “De la mercantilización a latransnacionalización de la

    educación superior”, en RevistaReencuentro, No. 40, agosto de2004, México, DF, pp. 31-40.

    26.Citado en P. Gascón Muro

    y J. L. Cépeda, op. cit.

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    sí misma, una de sus virtudes y atractivos–, ya que se implanta una sola lengua, el inglés, con un tonocomercial y empresarial, y se establece un único modelo de educación y universidad, el de los EstadosUnidos, con los mismos textos y formas de pensar. Esta unificación es profundamente negativa, sin em-bargo es avalada como positiva por algunos “teóricos” de la educación. Por ejemplo, John Daniel, DirectoGeneral Adjunto de Educación de la UNESCO, decía en el año 2002 que:

    La algarabía producida por la “Mcdonalización” de la educación debería despertar nuestras

    facultades críticas. Primero, a pesar de su ubiquidad, los restaurantes McDonald’s

    representan una mínima proporción de la comida que la gente consume. Segundo, los

    McDonald’s tienen éxito porque a las personas les agrada la comida que en ellos se ofrece.

    ercero, su secreto está en contar con una gama limitada de platillos disponibles en locales

    de idéntico aspecto y con el mismo sabor y calidad en todas partes del mundo 27.

    Aunque los McDonald’s representen una mínima proporción de los restaurantes del mundo, se han convertido tanto en el símbolo como en el modelo de la comida basura que invade y contamina a los serehumanos del orbe, de donde se infiere sin mucho esfuerzo que la educación superior macdonalizadatambién es un modelo que se impone con múltiples artimañas económicas, sociales y publicitarias, comouna típica educación basura. La perversión en términos educativos y culturales se encuentra en aquello

    de ofrecer pocos platos que tienen idéntico aspecto, sabor y calidad, puesto que si eso en la alimentaciónsignifica arrasar con la diversidad culinaria, en contra de la propia salud de los consumidores, en la educación y cultura implica una homogenización que borra la diversidad propia de cada cultura y las especificidades que debería tener la educación en cada país, en concordancia con su rica y variada historia. Esoes lo que se implanta con la transnacionalización educativa, un mismo idioma, idénticos prejuicios y cultoa occidente y Estados Unidos como si fueran superiores; desprecio hacia todo aquello que luzca comodistinto y contrapuesto a ese modelo hegemónico; rechazo hacia cualquier tipo de educación diferente…

    Quienes impulsan la privatización de la educación y del conocimiento argumentan que esto se debe haceporque en la actualidad efectuar cualquier investigación e innovación tecnológica tiene un alto costo y requiere años de inversión y de esfuerzo. Esta afirmación es harto discutible porque incluso la investigaciónque efectúan las multinacionales en sus laboratorios, en gran medida cuenta con el apoyo del Estado,desde la financiación hasta la exoneración de impuestos, por lo que gran parte de lo que se presentacomo investigación privada se efectúa con recursos públicos e involucra bienes comunes.

    Los privatizadores sostienen que las patentes no son un producto reciente sino que existen desde hacevarios siglos y, en consecuencia, no habría nada novedoso en reclamar el derecho de patentar los descubrimientos e invenciones. Es cierto que las patentes no son de ahora, pero una diferencia notable radicaen que solamente hace unas décadas se generalizó la práctica de patentar todo lo que se produce en launiversidades, cuando antes gran parte de esos conocimientos eran de dominio y de propiedad públicosTal proceder conspira contra la libertad de difusión y conocimiento, porque las empresas obligan a losacadémicos e investigadores a mantener en secreto los resultados de una investigación que ha sido financiada por determinada empresa que se considera como la dueña de ese producto de investigación. Estees, entre otras cosas, uno de los enormes problemas de la alianza que se predica en la actualidad entre laempresas y la universidad, porque el conocimiento que éstas generan está condicionado de principio a fin

    por intereses corporativos, con lo cual naufraga la libertad de investigación, puesto que un investigadono estudia lo que le guste o le interese, sino aquello que financien las empresas, lo cual es una ordenque asumen las universidades públicas, porque una parte de sus recursos presupuestales depende de lainversiones de las empresas, locales y transnacionales. Tal cosa es lo que se entiende por una educación yun conocimiento socialmente útiles, con lo que se enfatiza que la universidad pierde cualquier autonomíae independencia y se subordina a los intereses externos, a los del capitalismo.

    No se trata de creer que la universidad es la única fuente de conocimiento, porque ese supuesto sustentauna visión arrogante y autocomplaciente de los propios académicos, que utilizan el prejuicio de ver susaberes como superiores a los demás, para establecer nichos cerrados, nada democráticos y ensimismado

    27. Boletín del Sector Educación

    de la UNESCO, EducaciónHoy , no. 3, octubre-diciembre,2002.  http://unesdoc.unesco.org 

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    en sus propias realizaciones, al margen de los problemas externos y urgentes que asolan a la sociedad. Apesar de esta limitación del conocimiento académico, no es una razón suficiente como para desconocerque desde allí se han hecho aportes significativos en el ámbito del conocimiento, los cuales deben ser en-riquecidos con el dialogo franco y abierto con otros saberes extra-universitarios, entre los que sobresalendiversos saberes populares y comunitarios.

    La privatización de la educación universitaria no propende por la preservación del conocimiento que allíse genera y su enriquecimiento a partir de una relación no dogmática con el mundo externo a la univer-sidad, sino que, antes por el contrario, quiere reducir el saber a una actividad mercantil, cuya utilidad seaeconómica y nada más. Esta misma lógica se encuentra en los intentos de mercantilizar los saberes po-pulares, como sucede con tradiciones y conocimientos étnicos que se convierten en mercancías exóticas,que fragmentan a las comunidades y generan una división de clases interna28.

    Todos los conocimientos se encuentran sometidos al cercamiento en el siglo XXI, como continuación deldespojo que efectúa el capitalismo desde su configuración en Inglaterra en los siglos XVII y XVIII. En esaépoca se cercaban las tierras y se expulsaba a los campesinos, ahora se cercan los conocimientos mediantederechos de propiedad corporativa, y se impide el acceso a los saberes a quienes no les paguen “dere-chos” a quienes se proclaman como dueños de la educación y el conocimiento.

    L  

    La universidad mercantil no es otra cosa que la universidad de la ignorancia, un apelativo que a primeravista puede resultar fuerte e inadecuado para caracterizar a esa institución, pero que visto con detalledescribe de maravillas la catástrofe educativa que padecemos todos aquellos que nos movemos en laórbita de la universidad. Si el asunto se mira desde esta óptica y no desde las nociones burocráticas y va-cías –como “sociedad de la información” o “sociedad del conocimiento”– podemos entender por qué lasuniversidades se han convertido en una “fábrica de diplomas”, incluidos los diplomas digitales que vendela universidad a distancia. Producir y consumir diplomas y otras mercancías educativas lleva a despreciar elconocimiento y el esfuerzo que se necesita para generarlos.

    Sólo en la universidad de la ignorancia pueden decirse sin vergüenza, y con mucha impunidad, estupide-ces como aquella de un “licenciado en filosofía” de una universidad de los Estados Unidos: “No leo libros[…] Acudo a Google, donde puedo absorber información relevante rápidamente. Sentarse a leer un librode cabo a rabo no tiene sentido. No es un buen uso de mi tiempo, ya que puedo tener toda la informaciónque quiera con mayor rapidez a través de la web. Cuando aprendo a ser un ‘cazador experimentado’ eninternet, los libros son superfluos”29.

    En la universidad de la ignoranciael conocimiento no se rige por el criterio de la lentitud, propia de lareflexión y del pensamiento, sino en la que predomina la razón instrumental de la productividad cuantita-tiva, que todo lo mide y lo reduce a cifras. De esta manera, se ha impuesto la lógica de las acreditacio