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PONTIFICIA UNIVERSIDAD DE LA SANTA CRUZ Facultad de Derecho Canónico V curso de actualización en derecho matrimonial y procesal canónico C A S O S P R A C T I C O S Roma, 16-20 septiembre 2013

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  • PONTIFICIA UNIVERSIDAD DE LA SANTA CRUZ

    Facultad de Derecho Canónico

    V curso de actualización en derecho matrimonial

    y procesal canónico

    C A S O S P R A C T I C O S

    Roma, 16-20 septiembre 2013

  • Índice

    discusión  del  lunes,  16  de  septiembre  de  2013  

    Caso  práctico  sobre  suplencia  de  facultad................................................................................ 5  

     

    discusión  del  martes,  17  de  septiembre  2013  

    Caso  práctico  sobre  la  relevancia  de  la  fe  en  el  consentimento  matrimonial .......................... 9  

     

    discusión  de  el  miércoles  18  de  septiembre  2013  

    Caso  práctico  sobre  la  mentalidad  divorcista  y  la  exclusión  de  la  indisolubilidad .................. 17  

     

    discusión  del  jueves,  19  de  septiembre  2013  

    Caso  práctico  sobre  el  canon  1095,  2  y  3 ................................................................................ 29  

     

    discusión  del  viernes,  20  de  septiembre  2013  

    Caso  práctico  sobre  el  defecto  de  libertad  interna................................................................. 39  

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    V CURSO DE ACTUALIZACIÓN EN

    DERECHO MATRIMONIAL Y PROCESAL CANÓNICO

    discusión del lunes, 16 de septiembre de 2013

    Caso práctico sobre suplencia de facultad Rev. Prof. Miguel Angel Ortiz

    Caso I

    De la Species Facti Piero Rossi y Chiara Ferrari se conocieron con ocasión de su trabajo como

    periodistas. En 1985 decidieron casarse e iniciaron el curso de preparación al matrimonio, en la parroquia de Piero, el Sagrado Corazón, en la diócesis di Utopía. Allí los preparó don Abbondio Russo, que había sido nombrado párroco dos años antes. El curso tuvo lugar en los meses de febrero y marzo de 1985.

    Piero es católico practicante, y frecuentaba el oratorio de la parroquia desde pequeño. Está muy ligado a don Francesco, vicepárroco del Sagrado Corazón y responsable del oratorio. A él le pide que celebre su boda, que quiere hacer en Santa Anna, una pequeña iglesia que se encuentra en el territorio de la parroquia de San Luigi, en la misma diócesis de Utopía.

    Piero se dirige a don Edoardo, párroco de San Luigi, el cual le pregunta el nombre del sacerdote che celebraría la boda, y Piero da el nombre de don Francesco. Sucesivamente, Piero (y principalmente Chiara) se ocupan de los preparativos del casamiento.

    Poco antes del día de la boda (que se celebró el 5 de julio de 1985) Piero y Chiara deciden ofrecer a don Abbondio la posibilidad de que sea él quien presida la ceremonia, tanto por deferencia hacia él, como porque Chiara (que pertenece a otra parroquia de la ciudad) se había encontrado muy bien con él. Don Francesco se mostró de acuerdo con que fuera don Abbondio quien presidiera la ceremonia, y él (don Francesco) concelebraría la Eucaristía con don Abbondio el día del matrimonio.

    El día de la boda encontraron todo preparado gracias a la diligencia del sacristán, que tenía todos los formularios listos para ser completados. La ceremonia litúrgica fue presidida por don Abbondio, con don Francesco como concelebrante. En el momento del intercambio del consentimiento, ambos sacerdotes se aproximaron a los esposos pero fué don Abbondio quien los interrogó. Al final de la ceremonia, don Abbondio completó el formulario escribiendo su nombre en el lugar reservado al testigo cualificado.

    Después de nueve años de convivencia, los esposos se separaron. Poco después de la separación se declaró la sentencia de divorcio y ambos se volvieron a casar civilmente. Piero introdujo la causa de nulidad del matrimonio por diversos capítulos relacionados con diversos vicios del consentimiento. Después de un difícil iter procesual (la demanda fue inicialmente rechazada, y en otro momento el patrono renunció a la defensa), Piero no obtuvo la doble sentencia afirmativa.

    Algunos años después, aconsejado por un sacerdote competente en la materia, solicitó la nulidad por vicio de forma, en cuanto que el sacerdote que figura como testigo cualificado (don Abbondio) no había obtenido la necesaria delegación para recibir el consentimiento.

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    Del acta de matrimonio El formulario correspondiente al matrimonio entre Piero Rossi y Chiara Ferrari fue

    completado en todos los extremos (nombres y datos de los esposos y de los testigos, etc.) con la misma caligrafía, excepto el que se refiere al nombre del testigo cualificado (ABBONDIO RUSSO) que está escrito en caracteres completamente distintos del resto. Además, el formulario admite la posibilidad de señalar si el testigo es el párroco o un delegado suyo. Está subrayada la leyenda “(delegado del) Párroco de la Iglesia de...”.

    De la declaración del actor

    -”Tanto Chiara como yo, pedimos a nuestros respectivos párrocos el permiso para casarnos en una parroquia distinta a la que pertenecemos”;

    -”Varios meses antes del matrimonio fui a ver al párroco de San Luigi (don Edoardo) para reservar la iglesia. Él me preguntó si teníamos un sacerdote que pudiera celebrar el rito. Yo di el nombre de don Francesco, a quien conocía hace hacía tantos años. Don Edoardo me dijo que a él le parecía bien el sacerdote que había elegido”;

    -”Pocas semanas antes del matrimonio, Chiara y yo decidimos pedir a don Abbondio si quería presidir la celebración. Nos pareció que se lo debíamos pedir ya que él nos había dado el curso de preparación y era mi párroco. No recuerdo haber hablado de esto con el párroco de San Luigi”;

    -”Yo pensé que mi párroco (don Abbondio) tenía la competencia para casarme. No pensaba mínimamente que hubiera necesidad de pedir algún permiso”;

    -”Gran parte de los participantes en la celebración conocían don Abbondio, precisamente porque era nuestro párroco. Algunos sabían que iba a casarnos don Francesco y estaban algo sorprendidos, aunque don Francesco acompañaba don Abbondio en el altar”.

    De la declaración de la demandada

    -”No acompañé a Piero cuando fue a ver al párroco de San Luigi para pedirle el permiso de casarnos en su parroquia. Después fui algunas veces a la iglesia para ocuparme de los adornos florales, etc., pero nunca tuve la ocasión de encontrar al párroco. Como mucho, alguna vez me encontré al sacristán”;

    -”Yo estaba convencida que el párroco de Piero era competente para casarnos. No sabía que fuera necesario pedir una delegación o autorización. Pienso que todos los presentes, sobre todo los fieles de la parroquia de Piero, pensaban que don Abbondio era competente”;

    -”Don Francesco acompañó a don Abbondio durante la celebración, pero fue don Abbondio quien nos interrogó en el momento del intercambio del consentimiento”.

    De la declaración de Ernesto, amigo del esposo y testigo del matrimonio

    -”Piero me había dicho que celebraría el matrimonio don Francesco. Pero el día del matrimonio vi que estaba don Abbondio, al cual yo conocía bien porque frecuentaba la parroquia que él regía antes de transferirse al Sagrado Corazón. Fue una bella sorpresa. Pienso que Piero se lo habría pedido pocos días antes del matrimonio, y por ese motivo yo no estaba al tanto”.

    De la declaración de don Abbondio

    -“He seguido la preparación al matrimonio de Piero y Chiara en los meses de febrero-marzo. Algunas semanas antes de la celebración, me pidieron si quería presidir la liturgia nupcial. Sé que inicialmente habían pedido que lo hiciera el vicepárroco, don Francesco, a quien Piero conocía bien. Recuerdo que cuando vinieron a verme, ya habían elegido los textos de la celebración. No recuerdo si me dijeron que habían hablado con el párroco de San Luigi”;

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    -”Nunca hablé con el párroco de San Luigi acerca de esta boda. El día del casamiento encontré todo listo, con una persona que ayudaba en la iglesia. El acta de matrimonio ya la habían rellenado, faltaba solamente el nombre del ministro asistente de la celebración. Recuerdo que yo escribí personalmente mi nombre. Además subrayé las palabras pre-impresas “delegado del”, porque pensé que era competente en cuanto párroco del esposo”;

    -”En aquella época yo no tenía mucha experiencia en la celebración de matrimonios. Antes de ser nombrado párroco, fui vicepárroco y las pocas bodas que celebré, lo hice en el ámbito de la parroquia, y todas preparadas por mi párroco”.

    De la declaración de don Edoardo, párroco de San Luigi

    - ”En relación al casamento en cuestión, pienso que fue uno de los esposos quien me pidió el permiso para celebrarlo en la parroquia, pero no podría ser muy preciso, ya que han pasado algunos años. Pienso que me pidieron poder casarse en la iglesia de santa Anna (que se encuentra en el territorio de la parroquia de la cual fui párroco en aquella época), cuando todavía faltaban algunos meses para la celebración”;

    - ”Cuando vinieron para hablar de esta boda, probablemente yo pregunté si tenían un sacerdote para celebrar. Es lo que hacía habitualmente cuando no podía celebrar yo mismo. Creo que me dieron el nombre de un sacerdote que yo conocía pero no recuerdo quién era. Yo les dije que para mí estaba bien el sacerdote que querían invitar”;

    - “Después de aquel coloquio no tuve otro contacto en relación a la boda, porque no se celebraba en la iglesia parroquial, sino en otra iglesia del territorio de la parroquia, de la cual se ocupaba un sacristán que hacía también de secretario. El secretario se ponía de acuerdo con los esposos para los preparativos, tomaba los libros de registro de la parroquia (que devolvía después de la celebración) y llenaba el acta de matrimonio, dejando vacío el nombre del celebrante, que generalmente se escribía en el momento de la celebración”.

    Se pregunta

    a) Considera que don Edoardo había dado una delegación para asistir al matrimonio entre Piero y Chiara? Si en vez de decir “está bien el nombre que me dieron” hubiera dicho “está bien cualquier sacerdote que ustedes inviten” su respuesta sería la misma?

    b) Si don Edoardo había dado la delegaciób a don Francesco, y él estaba presente en la celebración como concelebrante junto a don Abbondio, ¿considera que su presencia era suficiente para considerarlo como testigo cualificado?

    c) Si don Abbondio no había recibido una delegación pero era considerado por todos competente (en cuanto párroco del esposo y de gran parte de los fieles), piensa que se pueda aplicar la suplencia de facultad del can. 144?

    d) En el relato de los hechos, don Abbondio dice de no haber tenido alguna duda en relación a su competencia. Si, al contrario, la hubiera tenido, ¿piensa que se podría aplicar la suplencia de facultad?

    Caso II

    El 12 de septiembre de 2009 Usted participó en el casamiento de una pareja de amigos, Franco y Monica, en una bella capilla de campo, Casal Sereno. Esta capilla fue elegida por los esposos, tanto porque por el ambiente acogedor muy sugerente, como porque la capilla forma parte de un complejo hotelero donde stuveron lugar los festejos después de la celebración. De hecho, a los esposos les dijeron que eran muy frecuentes las celebraciones matrimoniales en aquel bello lugar. El celebrante de la

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    boda, don Ernesto, era un párroco de la zona. Este sacerdote se dedicaba a tener en orden la capilla y proveer los libros, ornamentos, etc.

    En el aniversario del matrimonio, los esposos ofrecieron una cena a la que le

    invitaron. Durante la cena, usted se entera que otros amigos que habían querido celebrar el casamiento en la misma capilla, no pudieronacerlo. Concretamente le dicen que don Ernesto es párroco de Fonte Chiara, un pueblecito limítrofe con Casal Sereno. Según Franco y Monica, celebraba los casamientos en la capilla de campo sin informar al párroco de Casal Sereno. Al parecer, solía llevar los libros de registro de su parroquia.

    ¿A qué conclusión llega tras escuchar el relato de sus amigos? ¿Qué piensa que se debe hacer?

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    V CURSO DE ACTUALIZACIÓN EN

    DERECHO MATRIMONIAL Y PROCESAL CANÓNICO

    discusión del martes, 17 de septiembre 2013

    Caso práctico sobre la relevancia de la fe en el consentimento matrimonial

    Prof.ssa Montserrat Gas Aixendri

    FACTI SPECIES

    Supuesto A

    Antonio, Ingeniero industrial, conoció a Laura, técnico industrial, en la empresa en la que ambos trabajaban. Antonio se consideraba católico, aunque no practicaba la fe desde la adolescencia. Laura era de familia evangélica pero no había sido bautizada. Tras un año de noviazgo, decidieron contraer matrimonio. En vistas de la boda, la madre de Antonio insistió en que Laura recibiese el bautismo para facilitar los trámites. Laura, que carecía en absoluto de formación religiosa, accedió como mero trámite burocrático, y acudió al ministro evangélico para que le administrase el bautismo (ella pensaba bautizarse quizá más adelante, cuando bautizase a sus hijos).

    Cuando se planteó la forma de contraer matrimonio, hubo desacuerdo. La madre de Antonio insistía en que la celebración del matrimonio fuese en la Iglesia católica. Antonio estaba de acuerdo pues, a pesar de su falta de práctica religiosa, se consideraba creyente. La madre de Laura deseaba, por su parte, que su hija se casase en la Iglesia evangélica. En este punto su hija Laura no estaba de acuerdo, ya que tenía planeado casarse sólo civilmente. Antonio y su madre pusieron la celebración en la Iglesia como condición para que la boda tuviese lugar.

    Tras un período de dudas, ya que no quería contristar a su propia madre, Laura aceptó finalmente la propuesta de Antonio y de su futura suegra, aunque contrariada por no haber podido escoger ella personalmente el “rito” de la boda. Se realizaron los trámites oportunos, obteniéndose la licencia para la celebración del matrimonio mixto, de acuerdo a los cánones 1124 y ss. CIC. Laura por su parte, no pensaba educar a sus hijos en la fe católica, a pesar de haber sido informada de la promesa realizada por Antonio de acuerdo a los cánones citados. Es más, le pidió expresamente que, a cambio de que ella aceptaba casarse en la Iglesia, el consintiese en que los hijos fuesen bautizados y educados en la Iglesia evangélica, a lo que Antonio asintió.

    Primero tuvo lugar el matrimonio civil, y a una semana de distancia, se celebró el matrimonio en forma canónica en la parroquia de Antonio. Laura, s pesar de no ser creyente, no tenía nada en contra de la Iglesia católica. Y consideró la celebración religiosa como un mero trámite para casarse con Antonio, a quien realmente amaba y con quien deseaba unirse para siempre.

    La convivencia conyugal duró solamente un año. No hubo durante este tiempo discusiones sobre la cuestión religiosa. La causa inmediata de la ruptura se achaca a las frecuentes intromisiones de la madre de Laura en asuntos de la vida conyugal de ambos, lo que daba lugar a frecuentes discusiones entre Antonio y su suegra. También tuvieron un papel importante en la separación los celos de Antonio (considerados del todo infundados por Laura) ante las frecuentes salidas de su mujer –que era de carácter abierto y extrovertido- con un grupo de amigos.

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    Tres años después de la obtención del divorcio, Laura contrajo matrimonio en la Iglesia evangélica con un católico, con el que no ha habido problemas ni discusiones en relación a la religión. Han tenido tres hijos a los que han bautizado en la Iglesia evangélica y asisten tanto a la Iglesia evangélica como a la católica.

    Antonio presentó demanda de nulidad, alegando el capítulo de la simulación, al considerar que Laura, en el momento del consentimiento, había excluido la dignidad sacramental del matrimonio. Alegaba que su madre y él impusieron la celebración canónica como condición a Laura y que ésta rechazaba de modo radical la celebración en la Iglesia y el mismo sacramento. Se añadía también que Laura recibió el bautismo de manera forzada, sólo para casarse sin problemas en la Iglesia católica.

    Supuesto B

    Pedro y Gabriela se conocieron en la escuela del barrio en el que vivían sus respectivas familias. Con el paso del tiempo, empezaron a salir con otros amigos y a los 20 años formalizaron una relación de noviazgo. Pedro pertenecía a una familia católica pero desde los 16 años dejó la práctica religiosa y a los 18, cuando entró a estudiar Sociología en la Universidad, se convirtió en activista de varios movimientos “antisistema”, forjando una mentalidad fuertemente laicista y anticlerical. Participaba activamente en organizaciones que reivindicaban la desaparición de cualquier manifestación religiosa de la vida pública. A los 21 años, siguiendo una campaña promovida por una asociación atea de la que formaba parte, decidió apostatar de la Iglesia para no ser contado entre sus miembros, realizando el “acto formal de abandono de la Iglesia”, siguiendo las prescripciones canónicas. Gabriela era católica, aunque había abandonado la práctica religiosa en la adolescencia y vivía con total indiferencia hacia lo religioso. Sus padres, en cambio, eran fervientes católicos y no aceptaban de buen grado su relación con Pedro.

    Durante el período de noviazgo, Gabriela se quedó embarazada y Pedro consideró que lo mejor era que abortase, ya que en ese momento no se habían planteado un proyecto de vida en común y tener un hijo les complicaría demasiado las cosas. Gabriela no estaba del todo convencida de hacerlo, pero temía la reacción de sus padres y finalmente accedió a acudir a una clínica privada que realizaba clandestinamente este tipo de prácticas, sin que nadie de su familia se enterase.

    Cuando ambos finalizaron los estudios universitarios, y a pesar de no tener un trabajo estable, decidieron casarse. Pedro confiaba en la ayuda de los padres de Gabriela, que estaban muy bien situados desde el punto de vista social y económico. A Pedro, por sus fuertes convicciones ideológicas, le repugnaba la idea de contraer matrimonio en la Iglesia, y propuso a Gabriela casarse civilmente. Ella prefería casarse en una iglesia porque la ceremonia tenía más “glamour” y solemnidad, pero aceptaba la ceremonia civil por contentar a Pedro, de quien estaba profundamente enamorada. Los padres de Gabriela se opusieron terminantemente a la propuesta de matrimonio civil. El padre le dijo que “si no subía los escalones de una Iglesia para casarse, sería la última vez que subía los escalones de su casa”. Tras esta afirmación categórica, no tuvieron que pensar mucho entre las dos opciones, y aceptaron casarse en la Iglesia únicamente porque necesitaban dinero, además de la influencia del padre de Gabriela para conseguir un trabajo, y era la única manera de que les ayudasen.

    Pedro insistió sin embargo en que la boda tuviese lugar fuera de la ciudad, en alguna ermita donde la celebración pasase lo más inadvertida posible. Fueron invitados a la ceremonia los familiares más allegados, evitando que el hecho trascendiera entre sus amistades (especialmente las de Pedro). Gabriela y Pedro se casaron canónicamente en abril de 2010.

    La convivencia duró dos años escasos. La causa de la separación fueron las frecuentes desavenencias en la pareja. Pedro, desde la misma celebración del

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    matrimonio pareció perder el interés por Gabriela. Se manifestaba distante, se le veía encerrado en sus asuntos y salía con frecuencia con su grupo de amigos. Cuando Gabriela le echaba en cara su actitud, él le respondía sistemáticamente: “si no te gusta, nos podemos separar cuando quieras”. Por otra parte, cuando Gabriela hablaba de tener algún hijo, Pedro sin negarse abiertamente, comentaba que no estaban las cosas como para traer hijos al mundo. En mayo de 2012 Gabriela decidió pedir la separación. En enero de 2013 presentó demanda de nulidad del matrimonio por error determinante sobre la dignidad sacramental del matrimonio por parte de Pedro y, subordinadamente, por exclusión de la dignidad sacramental del matrimonio por parte de ambos y por exclusión del bien de la prole por parte de Pedro.

    Supuesto C

    Juan José y Maria se conocieron en la Universidad, mientras ésta realizaba una estancia de investigación. Juan José había sido bautizado en la Iglesia católica aunque no había recibido apenas educación religiosa y no se consideraba creyente. Maria era de religión judía, pero en los últimos meses se sentía atraída por la religión católica a raíz de sus trabajos de investigación en Historia del Arte. Tras unos meses de trato, ella quedó embarazada y decidieron instaurar una vida en común. Fue Maria quien insistió en casarse unos meses más tarde. Además quería hacerlo en la catedral gótica de la ciudad en la que se habían conocido y vivían. Para Juan José la ceremonia religiosa no tenía ningún valor, como tampoco lo tenía el matrimonio civil. Para él casarse era un mero papeleo burocrático que encorsetaba las relaciones de pareja.

    María pensaba ya en bautizarse como católica, pero el párroco le dijo que previamente tenía que seguir el catecumenado al menos durante dos años. Como no quería retrasar la boda, contrajeron matrimonio canónico con la dispensa de disparidad de culto. Dos años más tarde, María recibió el bautismo junto con su segundo hijo. La convivencia conyugal no fue pacífica y duró tres años. Ya desde el principio de la vida en común, María sospechó que Juan José no le era fiel. Al principio pensó que eran imaginaciones de ella. Pero con el tiempo, las sospechas resultaron fundadas. Cuando María se lo preguntó abiertamente, Juan José no sólo no negó los hechos, sino que le echó en cara que fue ella la que insistió en casarse, y que él ya le había advertido que no creía en el matrimonio. Un año más tarde, Juan José abandonó el hogar familiar sin más explicaciones.

    María impugnó el matrimonio contraído con Juan José por simulación total del consentimiento por parte de Juan José.

    IN IURE

    Codex Iuris Canonici:

    c. 1055

    § 1. La alianza matrimonial, por la que el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de la prole, fue elevada por Cristo Señor a la dignidad de sacramento entre bautizados.

    § 2. Por tanto, entre bautizados, no puede haber contrato matrimonial válido que no sea por eso mismo sacramento.

    c. 1056

    Las propiedades esenciales del matrimonio son la unidad y la indisolubilidad, que en el matrimonio cristiano alcanzan una particular firmeza por razón del sacramento.

    c. 1057

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    § 1. El matrimonio lo produce el consentimiento de las partes legítimamente manifestado entre personas jurídicamente hábiles, consentimiento que ningún poder humano puede suplir.

    § 2. El consentimiento matrimonial es el acto de la voluntad, por el cual el varón y la mujer se entregan y aceptan mutuamente en alianza irrevocable para constituir el matrimonio.

    c. 1099

    El error acerca de la unidad, de la indisolubilidad o de la dignidad sacramental del matrimonio, con tal que no determine a la voluntad, no vicia el consentimiento matrimonial.

    c. 1101

    § 1. El consentimiento interno de la voluntad se presume que está conforme con las palabras o signos empleados al celebrar el matrimonio.

    § 2. Pero si uno o ambos contrayentes excluyen con un acto positivo de la voluntad el matrimonio mismo, o un elemento esencial del matrimonio, o una propiedad esencial, contraen inválidamente.

    Jurisprudencia de la Rota Romana:

    - Elementos para probar la simulación:

    Sentencia c. Funghini 9-3-1994: "La prueba de la simulación debe superar con argumentos válidos la presunción establecida por el c. 1101 § 1CIC. Se consigue cuando concurren tres elementos: la confesión judicial del simulante o mejor aún la confesión extrajudicial corroborada en juicio por testigos dignos de fe “in tempore insuspecto” una causa de simulación (causa simulandi) que sea grave y proporcionada y que debe distinguirse adecuadamente de la causa por la que se ha contraído matrimonio (causa contrehendi); finalmente, las circunstancias previas y posteriores al matrimonio, además de las concomitantes”.

    - Sobre el error determinante de la voluntad:

    Sentencia c. Stankiewicz, 19-V-1988: “Cualesquiera ideas erróneas acerca de las propiedades esenciales del matrimonio, es decir, de la unidad, de la indisolubilidad o de la dignidad sacramental, afectan a la formación de la decisión cuando el error especifica el objeto de modo que la voluntad lo elige de manera cierta y sin miedo a equivocarse viciando el consentimiento matrimonial”.

    - Sobre la exclusión de la dignidad sacramental:

    Sentencia c. Burke, 23-06-1987: “Es un error bastante frecuente estimar que la sacramentalidad está en la celebración de los ritos religiosos externos, lo cual algunos quizá rechacen. La sacramentalidad, sin embargo, en sí misma no depende del rito ni está directamente ligada al rito, sino que se refiere a la nueva dignidad, ampliada con dones sobrenaturales, que Cristo quiso conferir al matrimonio. De modo que la intención de excluir el rito religioso no se identifica necesariamente con la exclusión de la sacramentalidad. Sólo hace nulo el matrimonio aquella exclusión que, con acto positivo de voluntad, rechaza la índole sacramental del matrimonio tal como ha sido constituida por Cristo”.

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    - Sobre la relevancia de la falta de fe personal:

    Sentencia c. Stankiewicz, 19-V-1988, n. 4: “En la estimación de la validez del matrimonio celebrada por un no creyente, a juicio de la jurisprudencia consolidada de la Rota Romana, la prueba debe basarse prevalentemente en probar más la rectitud de intención que la falta de fe”.

    Sent. c. Stankiewicz, 25-IV-91, n. 3: el Ponente afirma que la fe no es necesaria para contraer matrimonio válido, sino que lo que es necesario es la recta intención. Pero es difícil encontrar tal recta intención en quien se adhiere a ideologías ateas, no tanto porque rechace la sacramentalidad, sino porque no acepta el matrimonio natural: «At qui ob firmam adhaesionem atheismo systematico qualemcumque a Deo dependentiam respuit, difficulter potest rectam efformare intentionem, verum scilicet matrimonium ineundi cum implicita saltem intentione faciendi quod facit Ecclesia, quoniam, praeter repudiationem dignitatis sacramentalis, etiam contra vinculum indissolubile, libertatem personalem astringens, potissimum repugnabit».

    Sentencia c. Deffilippi, 24-X-2003, n. 4: “Ausente la fe personal en el contrayente bautizado, puede surgir un sacramento válido si el contrayente quiere contraer verdadero matrimonio”. (...) “Debe mantenerse para el contrayente bautizado, hasta que se pruebe lo contrario, la presunción de la recta intención de celebrar el matrimonio según el designio divino, a pesar de que éste haya dejado la práctica religiosa o incluso haya abandonado la fe de modo notorio (cfr. c. 1071 § 1, n. 4)”.

    c) Magisterio pontificio: Juan Pablo II, Alocución a la Rota Romana, 1-02-2001, n. 8: “Para identificar cuál es la realidad que desde el principio ya está unida a la economía de la salvación y que en la plenitud de los tiempos constituye uno de los siete sacramentos en sentido propio de la nueva Alianza, el único camino es remitirse a la realidad natural que nos presenta la Escritura en el Génesis (cf. Gn 1, 27; 2, 18-25). Es lo que hizo Jesús al hablar de la indisolubilidad del vínculo matrimonial (cf. Mt 19, 3-12; Mc 10, 1-2), y es lo que hizo también san Pablo, al ilustrar el carácter de "gran misterio" que tiene el matrimonio "con respecto a Cristo y a la Iglesia" (Ef 5, 32). (...) Por otra parte, introducir para el sacramento requisitos intencionales o de fe que fueran más allá del de casarse según el plan divino del "principio" -además de los graves riesgos que indiqué en laFamiliaris consortio (cf. n. 68: AAS 73 [1981] 164-165): juicios infundados y discriminatorios, y dudas sobre la validez de matrimonios ya celebrados, en particular por parte de bautizados no católicos-, llevaría inevitablemente a querer separar el matrimonio de los cristianos del de otras personas. Esto se opondría profundamente al verdadero sentido del designio divino, según el cual es precisamente la realidad creada lo que es un "gran misterio" con respecto a Cristo y a la Iglesia”.

    Juan Pablo II, Alocución a la Rota Romana, 30-01-2003, n. 8: “La importancia de la sacramentalidad del matrimonio, y la necesidad de la fe para conocer y vivir plenamente esta dimensión, podrían también dar lugar a algunos equívocos, tanto en la admisión al matrimonio como en el juicio sobre su validez. La Iglesia no rechaza la celebración del matrimonio a quien está bien dispuesto, aunque esté imperfectamente preparado desde el punto de vista sobrenatural, con tal de que tenga la recta intención de casarse según la realidad natural del matrimonio. En efecto, no se puede configurar, junto al

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    matrimonio natural, otro modelo de matrimonio cristiano con requisitos sobrenaturales específicos”. “No se debe olvidar esta verdad en el momento de delimitar la exclusión de la sacramentalidad (cf. canon 1101, 2) y el error determinante acerca de la dignidad sacramental (cf. canon 1099) como posibles motivos de nulidad. En ambos casos es decisivo tener presente que una actitud de los contrayentes que no tenga en cuenta la dimensión sobrenatural en el matrimonio puede anularlo sólo si niega su validez en el plano natural, en el que se sitúa el mismo signo sacramental. La Iglesia católica ha reconocido siempre los matrimonios entre no bautizados, que se convierten en sacramento cristiano mediante el bautismo de los esposos, y no tiene dudas sobre la validez del matrimonio de un católico con una persona no bautizada, si se celebra con la debida dispensa”.

    Benedicto XVI, Alocución a la Rota Romana, 26-1-2013:

    El pacto indisoluble entre hombre y mujer no requiere, para los fines de la sacramentalidad, la fe personal de los nubendi; lo que se requiere, como condición mínima necesaria, es la intención de hacer lo que hace la Iglesia. Pero si es importante no confundir el problema de la intención con el de la fe personal de los contrayentes, sin embargo no es posible separarlos totalmente (n. 1).

    A nadie se le escapa cómo, en la elección del ser humano de ligarse con un vínculo que dure toda la vida, influye la perspectiva de base de cada uno, dependiendo de que esté anclada a un plano meramente humano o de que se entreabra a la luz de la fe en el Señor. Sólo abriéndose a la verdad de Dios, de hecho, es posible comprender, y realizar en la concreción de la vida también conyugal y familiar, la verdad del hombre como su hijo, regenerado por el Bautismo (...) cerrarse a Dios o rechazar la dimensión sagrada de la unión conyugal y de su valor en el orden de la gracia hace ardua la encarnación concreta del modelo altísimo de matrimonio concebido por la Iglesia según el plan de Dios, pudiendo llegar a minar la validez misma del pacto en caso de que, como asume la consolidada jurisprudencia de este Tribunal, se traduzca en un rechazo de principio de la propia obligación conyugal de fidelidad o de los otros elementos o propiedades esenciales del matrimonio. (n. 2).

    “No se debe, por lo tanto, prescindir de la consideración de que puedan darse casos en los que, precisamente por la ausencia de fe, el bien de los cónyuges resulte comprometido y excluido del consentimiento mismo; por ejemplo, en la hipótesis de subversión por parte de uno de ellos, a causa de una errada concepción del vínculo nupcial, del principio de paridad, o bien en la hipótesis de rechazo de la unión dual que caracteriza el vínculo matrimonial, en relación con la posible exclusión coexistente de la fidelidad y del uso de la copula adempiuta humano modo”.

    CUESTIONES

    1. Realizar un análisis general de cada uno de los supuestos de hecho.

    2. ¿Son todos los matrimonios canónicos matrimonios sacramentales?

    3. Valorar las consecuencias del rechazo de la ceremonia religiosa en cada caso.

    4. Dar un parecer sobre el nivel de fe de los contrayentes y sus posibles consecuencias en relación a la validez del matrimonio en cada caso.

    5. Identificar posibles capítulos de nulidad que pueden derivar de la falta de fe.

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    BIBLIOGRAFÍA

    J.I. BAÑARES, La relación intelecto-voluntad en el consentimiento matrimonial, en «Ius Canonicum», XXXIII (1993), pp. 553-606.

    C. BURKE, La sacramentalidad del matrimonio: reflexiones canónicas, en

    «Ius Canonicum», XXXIV (1994), pp. 167-188.

    M. GAS AIXENDRI, El error determinante sobre la dignidad sacramental del matrimonio y su relevancia jurídica: algunas reflexiones acerca de la jurisprudencia reciente, en «Ius Canonicum», XLIII, (2003), pp. 185-221.

    M. GAS AIXENDRI, Sul rapporto tra realtà naturale e dimensione soprannaturale nel matrimonio: alcune conseguenze sul piano giuridico canonico, “Ius Ecclesiae” 15 (2003), pp. 279-293.

    Z. GROCHOLEWSKI, Relatio inter errorem et positivam indissolubilitatis exclusionem in nuptiis contrahendis, en «Periodica», 69 (1980), pp. 569-601.

    J. MIRAS, “Consentimiento y sacramentalidad. Reflejos de la sacramentalidad del matrimonio en la regulación jurídica del consentimiento en el CIC y en el CCEO”, en Fidelium Iura 14 (2004), 133-160.

    M.A. ORTIZ, “L'esclusione della dignità sacramentale: la retta intenzione e la disposizione per credere, in “Ius Ecclesiae” 22(2010) 90-106

    M.A. ORTIZ, “Volontà matrimoniale naturale e rifiuto della dignità sacramentale. Commento alla sent. Reg. Triveneti seu Veronen., 10 marzo 2006” en “Ius Ecclesiae” 20 (2008), 134-148.

    T. RINCÓN-PÉREZ, “La exclusión de la sacramentalidad como capítulo autónomo de nulidad matrimonial”, en BAÑARES, J.I. (ed.), Simulación matrimonial en el derecho canónico, Pamplona 1994, pp. 261-295.

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    V CURSO DE ACTUALIZACIÓN EN DERECHO MATRIMONIAL Y PROCESAL CANÓNICO

    discusión de el miércoles 18 de septiembre 2013

    Caso práctico sobre la mentalidad divorcista y la exclusión de la indisolubilidad

    Prof. Mons. Massimo Mingardi

    [Nota: se trata de un caso real, donde se han sustituido los nombres de las partes y los lugares de nacimiento y domicilio, y además las referencias a los Tribunales competentes de primer y segundo grado, y por lo tanto, aunque se utilizó el nombre de Tribunales Regionales Italianos efectivamente existentes, se trata de referencias ficticias y también el nombre del vicario judicial es inventado; en cambio todas las fechas indicadas en el caso son originales. Para las citaciones literales de todo lo producido por el demandado pareciera preferible mantener la forma original del texto, en un italiano no perfecto, pero seguramente comprensible, de tal modo que pueda permitir una valoración lo más directa posible de su posición.]

    Supuesto de hecho

    SIMONA FIORINI, nacida en Macerata el 16/05/1973, católica, y KARL HUBER, nacido en Salzgitter (Alemania) el 30/08/1969, protestante, se conocieron en el otoño mientras ella estaba en Alemania por un programa Erasmus. Entre ambos surgió una relación sentimental que los indujo después de nueve meses a acordar el casamiento; esta elección vino acelerada ya que el estado de casado habría consentido al joven de hacer su especialización en psicología, en un lugar más favorable, ya que como soltero habría arriesgado a ser asignado a sedes universitarias menos favorables. Por lo tanto, el martes llegaron a Italia, y después de tomar contacto con el párroco de ella, y un par de coloquios con el Vicario General (que después celebrará el casamiento) se unieron en matrimonio en Macerata el siguiente sábado, 12/07/1998. Transcurridos algunos días, ambos volvieron a Alemania, donde se quedaron por dos años sucesivos. La actriz trataba de hacer valer en aquel país sus títulos de estudio que en Italia le consentían trabajar de abogada. Después de haber tomado contacto con los estudios legales de la ciudad de origen, que le ofrecían la posibilidad laborativa, la pareja se transfirió a Italia. El marido no se adapta a la cultura del nuevo país, y a al final del 2002, inicios del 2003, volvió a Alemania, aludiendo también motivos profesionales. Desde entonces la convivencia conyugal no se volvió a reconstruir, y en el curso del tiempo los mismos contactos entre los cónyuges, sobre todo telefónicos, se fueron dilatando. De esta unión no nacieron hijos.

    En marzo del 2009 la mujer, deseando aclarar la propia posición -por otra parte sin todavía algún desarrollo bajo el perfil civil en el sentido de separación legal o incluso el divorcio- introduce la causa de nulidad aduciendo como motivo la exclusión de la indisolubilidad de parte del marido por ser protestante.

    * * *

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    Pasajes preliminares de la causa

    A los decretos de admisión del escrito de demanda y de formulación de la duda, enviados contextualmente, el demandado responde por escrito como sigue:

    Al Tribunal Eclesiástico Regional Piseno

    Al Presidente Mons. Dr. Giuseppe Rossi

    Via Sisto V, 3

    I-63023 FERMO (AP)

    Italia

    PER TELEFAX

    Jueves, 12 de marzo de 2009

    Objeto: Su carta del 03.03.09

    Estimado Presidente Mons. Dr. Rossi,

    Honorable Tribunal Eclesiástico,

    Con bastante sorpresa he recibido su carta (8 páginas) por correo certificado, el día 10.03.2009 (martes de esta semana). Buscaré de responderle en la siguiente, en conformidad a las páginas que han mandado en el orden de éstas. Quisiera pedirles que sepan disculpar los errores que ciertamente hiciera, escribiendo esta carta. La lengua italiana non es mi lengua madre, y por esto pueden surgir mal entendidos y errores. Por eso, les ruego pedirme más detalles, si hubiera alguna duda en relación a mi respuesta.

    En relación a vuestra primera página (iniciando con las palabras "la parte actriz") me gustaría notar que este proceso es realmente grave para mí, pero no me puedo permitir una asistencia legal en este momento. En Alemania tengo un abogado de mi confianza, en Salzgitter, pero él es alemán y no tiene la habilitación para Italia. Busco "defenderme" personalmente por medio de esta carta lo mejor posible. Después no sé cuánto me costaría un defensor, pero hago lo mejor que puedo en la búsqueda de la verdad.

    En relación a vuestra segunda página, titulado ("DECRETO"), me permito, con cortesía, el hacerles notar que, teniendo en cuenta que vivo en Alemania, alrededor de 1.400 km de Macerata -no sería fácil para mí venir, para un interrogatorio personal, ya que no tengo vacaciones hasta agosto de 2009, y solamente el viaje me costaría alrededor de €600, lo que en el momento sería difícil para mí. Sin embargo, si mi presencia es esencial e imprescindible, estaría ciertamente dispuesto a hacer lo posible, a pesar de mi reciente difícil situación.

    Además, les pido tener en cuenta otros aspectos importantes en este caso: Ustedes han escrito que esperan un escrito mío, en mérito dentro del términe perentorio de sólo 10 días desde el sello postal de la presente carta. Un vencimiento de este tipo es casi imposible de cumplir, sobretodo si el destinatario (en este caso, yo) no reside en Italia. Por este motivo sería también útil usar mi dirección en el modo correcto; esto permite reducir también el tiempo para la entrega del correo. La ortografía correcta de mi dirección es exactamene esta: [omisis]

    En relación a vuestra tercera página (titulado "DECRETO DE CONSTITUCIÓN DEL TRIBUNAL COLEGIAL") tengo una pregunta: está escrito que el motivo para la anulación de mi matrimonio sería una "exclusión de la indisolubildad de parte del demandado" - ¿Qué significa? ¿Podría tener consecuencias negativas? ¿Cuáles son los "efectos civiles" en razón del valor del Acuerdo (página uno) en relación a esto, sobre todo si estuviera de acuerdo con el escrito de demanda de mi esposa? No conozco los

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    detalles legales ni las consecuencias jurídicas de todo este proceso y no tengo posibilidad de que alguna persona me pudiera explicar estas cosas en este momento.

    En relación a las tres páginas del abogado de mi mujer del 02.03.2009 debo notar que mi dirección es incompleta, inexacta e indicado en modo equivocado (ver arriba). Además, no se qué significa el capítulo de nulidad denunciada (Can. 1101 § 2 Cod. luris Can), esto es, el argumento específico de este abogado, que personalmente no me parece claro. A propósito de dicho "escrito de demanda de la actriz", quisiera, con gusto, tomar posición como sigue: visto en el conjunto, estoy en sustancia de acuerdo con aquello que escribe el abogado de mi mujer, aunque no con cada detalle.

    El primer punto que no se puede condividir completamente sería aquél en relación a la razón para casarnos: hablando de mí mismo, puedo decir que mi decisión de casarme con Simona Fiorini fue motivada por el amor, verdadero y propio, y siempre he tenido la intención de mantener nuestro matrimonio hasta la muerte. Además de esto, puedo también notar que nunca he traicionado a mi mujer. No obstante, es verdad que hemos tomado la decisión de casarnos velozmente a causa de mi posibilidad de ser enviado a una Universidad alemana de Alemania Oriental.

    Este punto quizás no hace tanta diferencia en relación al argumento del abogado de mi mujer. En aquel tiempo parecía la decisión justa para no agravar nuestra situación en general (viendo también que mi mujer siempre ha sido esclava de un trabajo interior entre Italia y Alemania en ese momento). Hemos tomado esta decisión juntos -con varias ventajas para ambos (sea para Simona que para mí) en la misma medida, creo- pero también fue un matrimonio por amor. Al menos yo lo he percibido así, hasta hoy.

    El hecho en común es que nuestra decisión de casarnos fue acelerada: hubiera sido mejor darnos más tiempo antes, para cononcernos más profundamente. En aquel tiempo no he visto este punto como un error o una equivocación, pero hoy pienso distinto, porque el tiempo pasado desde entonces ha demostrado esto. En efecto, un grave error que cometimos juntos: casarnos antes de conocernos mucho mejor. El punto sucesivo ("...Huber, en aquel momento protestante, fue claro en su voluntad de no abandonar su fe") me parece demasiado cargado.

    No recuerdo que este punto hubiera sido discutido, pero tal vez me equivoque. Al menos en mi memoria no recuerdo que hayamos hablado de este tema -pero tal vez no lo había entendido bien en aquel tiempo- en aquel momento no hablaba todavía el italiano. Diría que, desde punto de vista de hoy, sobretodo, las dos distintas lenguas madres han obstaculizado el conocernos mejor, y lamentablemente no hubo modo de impedir este grave y fatal punto: porque al tiempo de nuestro matrimonio no hemos tenido una idea suficiente de "quién es el otro" en realidad.

    Este argumento me parece el punto crucial aquí: no es posible que dos personas -sobre todo provenientes de países muy distintos- logren conocerse suficientemente para casarse sólo después de seis meses (si yo recuerdo bien, iniciaba nuestra relación de amor sólo seis meses antes del matrimonio). Por eso podemos constatar que en el día de nuestro matrimonio no teníamos una idea suficiente ni de la persona, ni de la personalidad del otro - sobretodo no suficiente para casarnos.

    En aquel tiempo erróneamente hemos pensado de conocer al otro suficientemente para tomar una decisión de semejante importancia. Nadie vino en aquel momento a ponernos en guardia, en relación a este punto. Desde el punto de vista de hoy hubiera querido o deseado que alguno hubiera estado disponible en aquel momento para explicarnos a nosotros dos el riesgo de casarnos con un "desconocido" (o no conocido suficientemente). Pero ni nosotros, ni otro ha notado esto, y nosotros mismos estábamos demasiado enamorados para verlo.

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    Poco después de casarnos, inició el declive de nuestro amor por este motivo: estábamos sobrecargados y sólo nos teníamos mutuamente -sin ayuda de alguien externo. Mi mujer, por ejemplo, desarrollaba una fuerte neurosis de migración durante nuestros dos primeros años de matrimonio en Alemania. A causa de este trastorno suyo, ella iniciaba fuertemente a desvalorizarme verbalmente casi cada día, hasta el punto que mi amor por ella, estaba casi destruido. Sin embargo no quería dejarla, porque tomé el juramento de matrimonio muy en serio.

    Recuerdo que ya en el año 1999 busqué ayuda profesional a causa de los graves problemas de nuestro matrimonio: me sentía realmente y siempre más humillado y mortificado mentalmente por mi mujer. Esto se lo he dicho siempre a ella. Quise también iniciar una terapia de pareja, pero mi mujer nunca quiso participar y ha continuado con su modo de desvalorización verbal. Sólo cuando estábamos en Italia, después de estos dos años, hubo una pequeña mejoría ya que no estaban su nostalgia y tristeza de la migración.

    Iniciaba después un nuevo problema: cuando estábamos en Italia, inconcientemente he descargado mi propia ira sobre mi mujer, proveniente de las persistentes desvalorizaciones y menosprecios hacia mi persona en Alemania. Hoy me entristece mucho ver cómo hemos destruido juntos nuestro amor y nuestro matrimonio, y lamento tanto también todo este daño que le hice a mi mujer. No puedo decir quién y qué ha dañado más, sé solamente que fue involuntario y que realmente es para llorar.

    No fue a causa de la fe, sino más bien a causa de las necesidades profesionales, etc. Que tenía que volver a Alemania en agosto del 2003 -como ya era previsto desde el año 2000. En efecto, este punto recuerdo que fue un acuerdo entre mi mujer y yo: habíamos querido volver juntos a Alemania después de mi participación al programa universitario Erasmus/Sokrates de la Universidad de Ancona (2000-2002). Pero mi mujer había cambiado de idea y no quería volver conmigo a Alemania. Esto hecho fue también comprensible viendo que la problemática de la migración era muy grave.

    En los años 2003-2006 hemos tratado de encontrar trabajo respectivamente en el país del otro, sin éxito. Sucesivamente se manifestó el típico extrañamiento y lejanía entre una pareja que vive a gran distancia uno del otro. Aquello que no habíamos destruido en nuestra relación de pareja durante nuestro tiempo juntos, lo hemos destruido ciertamente a través del "teléfono" (comunicación disfuncional, etc), en estos "años de separación involuntaria y no deseada".

    Siempre esperé que nos encontráramos de nuevo juntos, y puedo decir que he tratado de lograr una "reunificiación" de nosotros dos -sin éxito, también porque son siempre dos en la pareja, ya que si lo quiere solamente uno, no es suficiente. Puedo también admitir en total conciencia que amo todavía a mi mujer y que no he iniciado ninguna nueva relación con otra mujer hasta el día de hoy. Pero ella ya no me quiere como esposo y obviamente no es posible forzar una persona a esto, como así también no quiero bloquear su felicidad.

    Quiero lo mejor para ella, aunque esto conlleve el matar lo que queda de mí dentro de ella y de nuestra relación, lo que lamento tanto. Yo siempre he pensado -tal vez demasiado "tradicional" - que el hombre sería seguido por la mujer, o que la mujer sigue al marido. He tenido que aprender que no es más así: hoy se necesita el total sometimiento del hombre a la mujer. Lamentablemente no estoy dispuesto a esta costumbre "moderna", y quizás también todavía soy demasiado "tradicional" en relación, por ejemplo, a esto que dice nuestro amado Señor Jesucristo:

    Fue también dicho: "quien repudia su propia mujer, le de el acta de repudio" Pero Yo les digo: aquél que repudia su mujer, excepto el

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    caso de unión ilegítima, la expone al adulterio, y quien se casa con una repudiada, comete adulterio".

    También en este sentido, debo dejar ir a mi mujer, y si ella piensa que para ella misma el modo más adecuado es cancelar y eliminar, no sólo nuestro matrimonio, sino también cada huella del mismo, queda en su conciencia, no en la mía. También ella (como yo) tenía la posibilidad de vivir una buena vida junto a su marido - también conmigo. Pero entre ambos hemos ensuciado y arruinado esto, juntos con nuestro amor que fue una vez tan grande y tan prometedor, ahora es demasiado tarde para salvar algo tan dañado y destruido, pero no es sólo y principalmente mi culpa. En este sentido, ¿porqué en cambio, no se dice "esclusión de la indisolubilidad de parte de la mujer" o bien "de parte de ambos cónyuges" en este caso?

    ¿Podría realmente oponerme al exterminio y aniquilación completa, a la ruina de nuestro matrimonio? Se ve que todo esto es ya bastante complejo, ambivalente y difícil. Quizás se puede decir que cada uno de nosotros dos tiene un argumento distinto, pero la conclusión es casi la misma: el fin de nuestro matrimonio. Por eso podría decir que estoy técnicamente "favorable a la causa" -en un cierto sentido- si no hay consecuencias negativas para mí personalmente. Podría también decir que para mí sería también posible someterme a la justicia del Tribunal, en cuanto creo de hecho que se juzgará según la justicia, ya que creo de corazón que no tenemos más ningún futuro juntos -cosa que todavía me deprime mucho.

    En espera de su respuesta y ciertamente disponible para cualquiera aclaración, en buena fe, los saludo atentamente.

    Dr. Karl Huber

    * * *

    El Vicario Judicial responde con algunos puntos: 1. El interrogatorio del demandado se puede desarrollar por rogatoria; 2. Le será nombrado un abogado de oficio, sin costos; 3. Pide respuesta a la carta lo antes posible; 4. "Exclusión de la indisolubilidad de parte del demandado" significa que él se ha casado sin aceptar un vínculo conyugal para toda la vida, y reconocerlo no tiene consecuencias para él; 5. Al momento del interrogatorio podrá pedir al Juez todo aquello que considere oportuno.

    El demandado responde así:

    Al Tribunal Eclesiástico Regionale Piseno

    Al presidente Mons. Dr. Giuseppe Rossi

    Vía Sisto V, 3

    I-63023 FERMO (AP)

    Italia

    PER TELEFAX

    Miércoles, 01 de abril de 2009

    Objeto: Su carta del 24 de marzo de 2009 (fecha de la firma)

    Estimado Presidente Mons. Dr. Rossi,

    Honorable Tribunal Eclesiástico,

    Gracias tanto por su gentilísima respuesta, que me ha hecho bien y que puedo solamente apreciar. Con gusto responderé a sus reflexiones -que he recibido hoy- como sigue:

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    1. Estoy muy agradecido de que no sea necesario ir a Fermo para el proceso. A causa de un funeral tengo que estar en Merano el próximo fin de semana. Por este triste motivo, puedo proponer un encuentro personal el 13 de abril, ya sea a Fermo, o a Merano (lo mejor para mí sería Merano). Podría, no obstante, ser más útil al Obispo Católico más cercano a la ciudad en que vivo ahora, porque puedo siempre ir allí sin ninún problema. Les dejo a ustedes la decisión. Viendo de todos modos, que trabajo también en la clínica psiquiátrica de la Universidad de Friburgo en Brisgovia, sería probablemente más fácil involucrar a la Arquidiócesis de Friburgo.

    2. Gracias por su gentileza de nombrar gratuitamente un abogado de oficio para mí.

    3. Lo haría así siempre con mucho gusto. El aprecio por Usted y por la Santa Iglesia me da esta motivación.

    4. Esta parte de su carta para mí es también la más difícil: no puedo decir que no habría aceptado el vínculo conyugal que durara para toda la vida, y no se cómo es que alguno me puede acusar de esta mentalidad que yo de corazón aborrezco. Nunca he dicho una cosa de ese tipo, y no creo que mi comportamiento con mi mujer haya sido ese. Sí puede acusarme de haber sido demasiado ingenuo e iluso. Sí puede también acusarme de no haber entendido el grande compromiso de la decisión matrimonial. Pero, ¿no debemos todos nosotros, "llevar" mejor nuestras decisiones, después de haberlas tomado - como un traje cuando se haya crecido? Se puede también decir que se trataría de una cuestión solamente formal, nada más. Yo creo, al contrario, que no sólo se trata de una cuestión de honor, sino también de fe. Pero no quiero dañar a mi mujer todavía más. Al contrario, quiero terminar la enfermedad de este estado de su alma y de la mía que ya dura desde hace tanto. Cada paso razonable y ético en esta dirección, para mí, sería al final aceptable.

    5. Gracias. Esto probablemente es el punto más importante de su carta gentilísima.

    Con cordiales saludos y que Dios lo bendiga, quedo a su cortés disposición.

    Dr. Karl Huber

    * * *

    Instrucción

    Vienen entonces interrogados la actriz y dos testimonios indicados por ella (el padre y la pareja del padre, posterior a la separación de la madre de la actriz). La actriz sostiene que el demandado no aceptaba la indisolubilidad habiendo sido formado así desde su religión; los dos testigos no están en grado de indicar la intención del hombre en cuanto a la indisolubilidad.

    Entre tanto, el demandado manda el siguiente escrito:

    Al Tribunal Eclesiástico Regionale Piseno

    Al presidente Mons. Dr. Giuseppe Rossi

    Vía Sisto V, 3

    I-63023 FERMO (AP)

    Italia

    PER TELEFAX

    Sábado, 18 de abril del 2009

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    Objeto: Su carta del 06.04.2009 (fecha de firma) y la llamada de mi mujer.

    DECLARACIÓN

    Estimado Presidente Mons. Dr. Rossi,

    Honorable Tribunal Eclesiástico,

    Gracias por su gentil decreto del 06.04.2009 que he recibido bien. Al mismo tiempo me ha llamado mi mujer que me ha contado del encuentro con el ilustrísimo Mons. y que también me ha explicado cómo es importante que yo me dirija a Ustedes con esta declaración. Hago esto por ella con mucho gusto, porque también para mí no es fácil todo este proceso y estaría muy agradecido por la posibilidad de un buen fin dentro de poco tiempo. Además, no es mi intención hacer este proceso más difícil, pero probablemente, aquello que he escrito antes haya llevado a ciertos equívocos (si he entendido bien).

    Entendí, por ejemplo, que Ustedes me han dado un abogado y también que todo este proceso podría también concluirse sin que tenga un abogado. Entendí también que no tengo que defenderme porque me adhiero a la solicitud de nulidad, por el hecho que soy de una religión distinta a la de mi mujer, y nunca he cambiado mi religión hasta hoy. Por eso pienso que un abogado para mí no sería necesario, ya que estoy sustancialmente de acuerdo con aquello que quiere mi mujer. Con otras palabras: no es necesario un proceso legal en este caso porque ninguno de nosotros está contra el otro (mi mujer y yo).

    Además no quiero hacer todo este proceso todavía más difícil, no quiero bloquear la vida de mi mujer, y no quiero prolongar este proceso ya tristísimo -ni para ella, ni para mi, ni para la Santa Iglesia. Creo o espero que, -declarando esto aquí- no sea necesario un abogado para mí, sea un encuentro a Friburgo. No obstante esto, estoy ciertamente siempre a su gentil disposición y haría todo aquello que Ustedes consideren o valoren necesario e importante. Al haber dicho esto, puedo todavía delinear aquello que ya escribí antes: que ciertametente sin ninguna duda me remito plenamente al juicio y a la justicia del santo Tribunal.

    De todos modos mi mujer me ha dicho, por ejemplo, que para Ustedes es importante saber que soy de religión protestante. Es verdad que he recibido el bautismo y la comunión evangélica, y nunca fui católico, y ni siquiera con nuestro matrimonio esto cambió. Al menos yo no he cambiado de fe, ni de iglesia hasta hoy, y el matrimonio fue celebrado con rito católico en cierto modo de parte de mi mujer sola. Ella me ha hecho entender qué significa la "indisolubilidad". Creo que en este caso sería en orden a excluir la indisolubilidad a causa de todo aquello que ya les he escrito.

    En este sentido, confirmo que estoy de acuerdo con mi mujer, que este matrimonio es formalmente nulo en relación a la religión de mi mujer porque es católica sólamente ella, yo no, y sus principios obviamente no son los míos, como se ve.

    En espera de su gentil respuesta y ciertamente disponible para cada aclaración, quedo con cordiales saludos y en buena fe.

    Dr. Karl Huber

    * * *

    Se presentó un ulterior testimonio de la actriz, en el interrogatorio ella dijo de haber sabido del demandado, después/antes? de la boda, que él no ha compartido los principios católicos y que su convicción es que la unión entre un hombre y una mujer "dura hasta que dura".

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    Después de algunas dificultades en el ponerse de acuerdo, fue finalmente obtenida también la declaración judicial del demandado, recogidas por el sacerdote encargado de una Misión Católica Italiana ubicada en la cercanía del lugar del domicilio del demandado:

    Deposizione di Karl Huber

    Me llamo Karl Huber, nacido y bautizado de religión evangélica y juro decir la verdad. En familia he recibido una educación severa, pero bastante libre; del punto de vista religioso no solíamos ser practicantes; he recibido los sacramentos, pero no en una educación religiosa profunda, específica y directa.

    Conocí a Simona Fiorini en Salzgitter, en un pequeño negocio, cerca de mi casa, en el 1997, cuando ella era estudiante en la Universidad de Ancona y, gracias al programa Erasmus, fue enviada a Alemania para realizar las prácticas. A fines del 1997 comenzamos a frecuentarnos. Anteriormente hubieron encuentros ocasionales por participar en alguna manifestación, en alguna muestra o alguna salida; nos frecuentábamos para conocernos.

    Al inicio del 1998 habíamos comenzado una relación de amor, sin que estuviera la intención o no del matrimonio. Por los primeros tres meses, aproximadamente, cada uno vivía por cuenta propria, ella vivía en una habitación en alquiler en un apartamento, junto a una familia. Después de mi invitación, alrededor de cuatro meses antes de casarnos, se mudó a mi casa. Estábamos felices, contentos, festejábamos la vida, vivíamos como marido y mujer y no habíamos tenido problemas de vida cotidiana antes de casarnos. Después la incomprensión comenzó a acercarse cuando pusimos sobre la mesa las prospectivas de estudio para el futuro. Yo quería asisitir a la Universidad Alemana y ella a la Italiana. Mi intención de base no fue dejar mi país, y mi mujer no había tenido la intención de vivir en Alemania para siempre -quería volver a Italia y vivir allí. Yo quería estar en Salzgitter, tener la familia y los amigos cercanos y sobre todo quería completar mis estudios. Pero sobre esta problemática no nos entendimos bien: ella no hablaba tanto el alemán, yo no hablaba casi nada de italiano, y en aquel tiempo no conocíamos la melancolía de la emigración. Hablábamos con el presupuesto de que el otro entendiera, pero en realidad no entendía suficientemente y ninguno de los dos lo lograba. Sólo años después me di cuenta de que habíamos hablado en dos lenguajes distintos y que ninguno de los dos había entendido suficientemente al otro.

    Tres o cuatro semanas antes del matrimonio nos vino por primera vez la idea teórica de casarnos y lo hablamos entre nosotros; pero no fue todavía una decisión definitiva, ni urgente. El estado de "casado" me daba la ventaja de tener un lugar de estudio en una Universidad cerca a la de mi familia. Después, en las vacaciones, fuimos a Italia. Antes de proceder a proyectar nuestra vida, queríamos contarles a nuestras respectivas familias. En Italia conocí a sus padres por primera vez y habíamos hablado con ellos de nuestra idea de casarnos. Extrañamente ellos estuvieron de acuerdo al instante; hicimos casi todo el viaje y poco después de una semana, estabamos ya casados. La decisión práctica de casarnos, entonces, fue decidida alrededor de una semana antes del casamiento. La iniciativa de hacerlo tuvo como protagonista más activa a mi mujer.

    Yo tenía alguna duda, no sobre el matrimonio con Simona en general, sino sobre su rápida realización; duda que, en un primer momento, he atribuído a mi carácter de tener siempre alguna duda en las decisiones importantes, pero después me di cuenta que se estaba desarrollando una especie de autodinámica entre todos nosotros que no podía detener, que me involucraba siempre más, que no me dejaba "salir" - pensando también en su familia, tan gentiles, que estaban haciendo de todo para realizar un hermoso matrimonio. Por mi parte, era sincero y estaba profundamente enamorado

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    de Simona, y me casé por amor y con la intención de casarme verdaderamente como persona –a pesar de que la gran importancia de esta decisión no fuera nada clara para mí en aquel momento y tenía miedo. Es verdad que yo, a nivel intelectual, también no entendía y no conocía los detalles de la realidad sentimental de la Iglesia Católica; no tenía plena conciencia de que cosa fuera el Sacramento del Matrimonio en la Religión Católica, sin embargo, a nivel práctico yo consideraba y considero todavía el matrimonio, por su naturaleza, honestidad y sinceridad. A nivel práctico yo quería que este matrimonio fuera serio, profundo y -si era posible- para toda la vida. Para mí el matrimonio significaba y significa dedicarse a donarse a la otra persona en comunión de vida y de ideales por largo tiempo posible, quizás para toda la vida. Para mí el matrimonio quiere decir realizar lo mejor posible para el otro, tomarse la corresponsabilidad de la vida de la otra persona, etc.

    Puedo decir con toda sinceridad, que aquel día de julio de 1998, en la Iglesia Católica de Macerata, me casé con Simona por amor, aunque hayamos participado al cursillo pre matrimonial después del casamiento, en la Iglesia alemana de Hildesheim (Alemania). Es verdad, que durante la ceremonia en la Iglesia, no entendía del todo el italiano, de todo aquello que me preguntaban; yo leía y repetía aquello que me decían, pero sentía que amaba esa mujer y que nos casábamos por amor y con seriedad. Después de la ceremonia, y de una fiesta organizada en el restaurante, fuimos de luna de miel a España por tres semanas en auto. Fijamos nuestro domicilio en Salzgitter, Alemania, y la vida matrimonial se desarrollaba en Alemania, desde 1998 al 2000, siempre con más problemas cada vez.

    El primer verdadero y gran conflicto matrimonial se verificó ya poco después del casamiento (diversas concepciones de la vida, sobretodo en relación al estudio, etc.) y después muchos otros en el 2000 cuando ella dijo que por fuerza tenía que volver a Italia.

    Yo hice todo lo que pude en mi universidad para que me enviaran a la Universidad de Ancona: obtuve la posibilidad de inscribirme un año en la Universidad italiana y seguí a mi mujer a Italia. Al terminar el año del curso, mi mujer se negaba a volver a Alemania, y nació nuevamente el conflicto. Por segunda vez me inscribí con éxito en la Universidad alemana para obtener la prolongación de un segundo año en la Universidad de Ancona (esto nunca sucedió antes!). Al terminar este segundo año de permanencia universitaria en Ancona, tuve que volver necesariamente a Alemania para completar los estudios; pero mi mujer se negaba de nuevo a seguirme. Frente a esta decidida negación, tuve que transferir todos mis estudios a Ancona y realizar allí el examen de grado de la Licencia. Después de recibirme, volví a insistir a mi mujer que volviéramos a Alemania, para poder realizar el curso para el doctorado, y porque el domicilio conyugal estaba todavía declarado en Alemania. Ella se negaba, primero, porque no quería interrumpir su curriculum de estudios jurídicos, después, porque no quería dejar o perder un puesto de trabajo bien pagado como abogada. Pasamos tres años en Italia, cuando habíamos acordado seis meses al principio. Contra su voluntad, volví a Alemania sin mi esposa, en julio del 2003. Ésta fue una fecha crucial. Después del regreso a Alemania nuestra relación, prácticamente telefónica, fue además muy conflictiva: Ella pretendía que yo volviera a Italia y yo pretendía que ella volviera a Alemania. Este conflicto nos llevó lentamente también a distanciarnos y alejarnos psicológicamente cada vez más. En el verano del 2004, en el tentativo de salvar nuestro matrimonio, fuimos juntos de vacaciones a Malta. Después de este viaje, mi mujer, desde Italia, buscaba un trabajo en Alemania; para mí era una señal de que ella también quería salvar el matrimonio.

    Después, su madre se enfermó y había tantos problemas que resolver. (trabajo de la madre, etc.). Desde el inicio del 2005, mi mujer tuvo que cuidar a su mamá y esto fue un duro golpe para nuestro matrimonio. Yo no podía establecer mi domicilio

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    en Italia porque ya tenía un trabajo en Alemania y no podía encontrar un puesto de trabajo en Italia. Desde ese momento mi mujer me acusó de ser el responsable del fracaso de nuestro matrimonio, porque la había "dejado y abandonado" (mito personal de mi mujer). Nos encontramos en persona, tratándonos todavía como marido y mujer, en agosto del 2005. Pero en abril del 2006, cuando nos encontramos en Zurich, ya eramos como dos extraños. Por primera vez, mi mujer me dijo que no veía un futuro juntos, yo le respondí que no estaba de acuerdo con dejarnos, le dije que todavía la amaba, a pesar de que hubieran graves problemas. En la última fase de nuestra crisis de pareja le propuse hacer una terapia de pareja con un conocido psicoterapeuta de Zurich, a mitad de camino de ambos, pero ella no aceptó y me respondió que si quería hacer una terapia, la podía hacer solo! Probablemente fue una estrategia de mi mujer, no para terminar la relación, sino para hacerme volver a Italia. En el 2007-2008, mi mujer me repetía que no tenía ningún sentido nuestra vida matrimonial y que era mejor que nos dejáramos. Así fue que contactó a la Iglesia Católica, pero yo no estaba convencido. Ahora yo sigo viviendo solo. Para mí no es una buena idea iniciar una relación nueva de pareja sin que haya terminado el matrimonio. Yo todavía estoy casado y llevaba dentro de mí la esperanza, siempre tuve un lazo muy fuerte con mi mujer. Ella, al contrario, no sé con quién vive, sé que cambió de domicilio pero no sé exactamente dónde ni con quién está ahora.

    No se si mis conceptos de amor y de matrimonio correspondan al concepto religioso de la Iglesia Católica, pero con certeza se fundan sobre valores bíblicos. Yo no he tenido nunca dudas sobre el hecho que el matrimonio tuviera que ser fundado sobre la lealtad y -en línea principal- sobre la indisolubilidad. Para mí siempre fue claro esto (aunque existan circunstancias por las cuales un matrimonio parece nulo, por ejemplo el adulterio). Hice todo lo posible para vivirlo así, fiel, devoto, en todos estos años. También escribí una larga carta al Tribunal Piseno para explicar mi posición en todo este proceso. He vivido en todos estos años con la esperanza de que el matrimonio no fracasase. Siempre pensé que quizás existía una posibilidad, que tal vez podíamos unirnos de nuevo, siempre escribí e-mails llenos de esperanza y amor. También durante este tiempo del anulamiento le he preguntado a ella: "¿Estás segura de que no hay otro camino, que no existe otra posibilidad? ¿Estás segura de que nosotros dos no podemos volver a vivir juntos?" Pero ahora estoy convencido que mi mujer no me quiere más, y que no existe ninguna posibilidad para salvar nuestra relación de pareja. Por eso también un anulamiento podría concluir esta vía tan dolorosa para mí. Gracias.

    Confirmo la presente declaración, declaro de no tener nada que agregar, ni modificar y lo firmo en cada página.

    25/04/10 Karl Huber

    * * *

    Ante un tentativo del abogado asignado de oficio, de contrastar el reconocimiento de nulidad después de la publicación de las actas, el demandado envía el siguiente escrito al tribunal:

    Al Tribunal Eclesiástico Regional Piseno

    Al presidente Mons. Dr. Giuseppe Rossi

    Vía Sixto V, 3

    I-63023 FERMO (AP)

    Italia

    PER TELEFAX

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    Martes, 08 de junio de 2010

    Objeto: El proceso de nulidad entre mi mujer, Simona Fiorini, y yo.

    Su Decreto del 26/05/10

    La carta del Abogado XY del 31/05/10

    Estimado Presidente Mons. Dr. Rossi,

    Honorable Tribunal Eclesiástico,

    Gracias por haber nombrado como mi defensor de oficio al Abogado XY; he entendido de su carta que estaría en condiciones para intervenir como mi abogado. Seguramente este gesto fue realizado con buena intencionalidad, pero creo que no tengo necesidad de una ayuda legal en este proceso -porque estoy de acuerdo con el anulamiento (nunca he creído en mantener un matrimonio a cualquier precio "para siempre"- que me parece demasiado largo tiempo en general) y puedo desarrollar mis derechos y deberes en este proceso por mi mismo. Dejo en claro también que nunca he nombrado un abogado, por lo cual nadie podrá exhibir un poder firmado por mí. Nunca he dado un poder y escribo con la presente a Ustedes que no quería y no quiero un abogado, ya que según mi parecer, no hay necesidad. Por eso ni yo, ni mi mujer, podemos pagar los costos por el Abogado XY, lo lamento. Desconozco, por lo tanto, también cada instancia formulada en mi nombre por el Abogado XY, y les ruego de proceder directamente a la anulación.

    Gracias por su gentil comprensión y consideración, mis cordiales saludos,

    Dr. Karl Huber

    * * *

    Decisión en primer grado y segundo grado de juicio

    En primer grado, y a pesar del parecer contrario del Defensor del Vínculo, viene dada una sentencia afirmativa. En el tribunal de segundo grado viene decidido proceder por vía ordinaria, limitándose a los eventuales pedidos instructorios de parte, y en esta perspectiva son escuchados de nuevo los tres testigos del primer grado, que no añaden nada nuevo a lo que ya han declarado en el primer grado. Antes de ser oídos estos testigos, el demandado manda al tribunal el siguiente escrito:

    Al TRIBUNAL ECLESIÁSTICO REGIONAL ETRUSCO

    Via del Corso, 8

    I-50122 FIRENZE

    Italia

    Per Telefax

    Lunes, 11 de julio de 2011

    Objeto: Proceso de anulación entre Simona Fiorini y Karl Huber,

    Nulidad de Matrimonio FIORINI/HUBER Fase. 56/A/11

    Su decreto del 08/06/11

    Estimado Presidente, estimado Canciller,

    Honorable Tribunal Eclesiástico,

    Gracias por su comunicación del 08/06/2011, que he recibido y leído.

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    Con este propósito deseo comunicar que, como ya dije, no tengo la intención de participar en la causa.

    Me remito a la justicia del tribunal, en el cual tengo plena confianza y considero que juzgará en modo correcto.

    Deseo de todos modos confirmar todo lo que ya he declarado en mi interrogatorio y eso es que yo quería que este matrimonio durara el mayor tiempo posible, también para toda la vida, si era posible. Pero si eso no fuera posible, siempre pensé antes del matrimonio -y lo pienso todavía- como ya les he dicho- que se pueden dejar, separar, divorciar, etc.

    Por este motivo, vuestra duda no corresponde con mi convicción, como lo he declarado exactamente en mi interrogatorio y declaración del 31/03/2010. Por eso espero tanto que no dure demasiado este procedimiento.

    La cosa más humana, más cristiana, sería de proceder con la anulación en el sentido de la confirmación de la declaración del Tribunal Eclesiástico de Fermo, del 06/12/2010.

    Gracias por vuestra comprensión y por vuestra gracia.

    Cordiales saludos,

    In fede,

    Dr. Karl Huber

    * * *

    Preguntas para la discusión del caso

    1. ¿La causa parece suficientemente istruída, al menos por lo que se refiere a la obtención de información sobre el consentimiento expresado por la parte demandada? ¿En qué modo y sobre qué puntos hubiera sido posible, eventualmente, profundizar la instrucción?

    2. ¿Existe en el caso específico una mentalidad divorcista? ¿Cómo puede ser delineada, a partir de estos elementos? Cuál es su influencia en el consentimiento?

    3. Si fuera Patrón de la actriz en esta causa, ¿sobre cuáles aspectos mayormente fundaría la solicitud del pronunciamiento afirmativo?

    4. Si fuera Defensor del Vínculo en esta causa, ¿cuál tipo de solicitud haría? Sobre cuáles bases?

    5. ¿Cómo habría juzgado la causa en el grado de apelación?

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    V CURSO DE ACTUALIZACIÓN EN

    DERECHO MATRIMONIAL Y PROCESUAL CANÓNICO

    discusión del jueves, 19 de septiembre 2013

    Caso práctico sobre el canon 1095, 2 y 3 Prof. Héctor Franceschi

    1. Se presenta un extracto –omitiendo la parte in iure– de una sentencia de primera instancia relativa al c. 1095 en sus números 2 y 3. Aunque se presenta también como capítulo de nulidad, de manera subordinada, la exclusión de la indisolubilidad por parte de la mujer demandada, el caso se centrará en el c. 1095, omitiendo todo lo relacionado a la exclusión.

    2. Los participantes en el curso, al preparar la discusión del caso, tendrán en cuenta los siguientes aspectos y cuestiones:

    a) La relación entre el defecto grave de discreción de juicio y la incapacidad para asumir las obligaciones esenciales del matrimonio.

    b) En la sentencia se habla varias veces de grave inmadurez. Teniendo en cuenta la jurisprudencia de la Rota Romana y los Discursos Pontificios a la Rota, ¿piensa que es suficiente la prueba de la inmadurez para declarar la nulidad? ¿Considera que la inmadurez sea un capítulo de nulidad del matrimonio? ¿Debería existir siempre una anomalía psíquica?

    c) Dificultades para distinguir entre el 1095, 2 y el 1095, 3 en el caso concreto.

    d) Valoración de las pericias y las razones por las cuales los jueces se distancian parcialmente de las conclusiones del perito.

    e) ¿Cuales piensa que deberían ser los puntos principales a tratar en el in iure de la sentencia?

    f) ¿Porqué motivos es conforme o disconforme a las decisiones de los jueces?

    g) En la apelación, ¿Incluiría el canon 1095, 3º, por el cual los jueces de primera instancia han fallado negativamente?

    h) En el caso de que los jueces de segunda instancia decidieran afirmativamente pero sólo por el c. 1095, 3º, ¿piensa que habría conformidad y en que condiciones de las sentencias?

    Hechos

    1. – Luca Rossi, parte actora, nacido en Roma el 3 de agosto de 1970, católico, de profesión obrero, conoció a Angela Bianco, parte demandada, nacida en Roma el 2 de julio de 1975, católica, de profesión contable, en el año 1988, él con 18 años y ella con 13. Pocos después se hicieron novios. El noviazgo se desarrolló con muchos altibajos. Él era muy celoso y no permitía que la muchacha tuviese otros amigos ni que saliera sin él, ni siquiera con su hermana, y la convenció para dejar los estudios. El matrimonio se celebró en la parroquia de San Juan, diócesis de Roma, el 27 de mayo de 1995. Escogieron el régimen de separación de bienes en su relación patrimonial (cfr. Acta del matrimonio).

    El noviazgo duró 6 años. Él era muy celoso. Al poco de casarse empezaron los problemas. Al principio, ella no quiso partir para el viaje de bodas, pero él (con la

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    ayuda de la hermana de ella) la convenció. El viaje fue mal y la relación se caracterizó por los constantes litigios entre los cónyuges. La mujer retomó los estudios y el marido seguía controlándola mucho. La mujer quedó embarazada y decidió abortar, a pesar de la insistencia de él para tener al niño. Después de un año de vida conyugal, se separaron definitivamente.

    La separación consensual se materializó el 24 de junio de 1997, y fue homologada el 18 de julio de 1997. Actualmente ambos tienen una nueva relación.

    2. – El marido, mediante la presentación de la demanda el 15 de noviembre de 2000, pidió la nulidad del matrimonio por los siguientes capítulos:

    «–1. Según el can. 1095, nº 3 del CIC; o bien ob incapacitatem assumendi obligationes matrimonii essentiales ex parte viri y

    –2. Según el can. 1095, nº 2 ob defectum discretionis iudicii ex parte mulieris y subodinadamente

    –3. Según el can. 1101 § 2, ob exclusum bonum sacramenti ex parte mulieris»

    La duda fue concordada el 8 de enero de 2001 con la siguiente fórmula: «Si consta la nulidad del matrimonio en este caso, por los capítulos de nulidad

    – de incapacidad, por causas de naturaleza psíquica, para asumir las obligaciones esenciales del matrimonio por parte del esposo,

    – y por defecto de discreción de juicio hacer de los derechos y deberes esenciales matrimoniales que mutuamente se han de dar y entregar por parte de la mujer;

    – y, subordinadamente: por exclusión del bonum sacramenti por parte de la mujer»

    Con fecha 10 de enero de 2003, durante la fase probatoria, el patrono estable de la parte actora pidió una modificación de la fórmula de las dudas. Después de escuchar sus razones y el parecer del defensor del vínculo, el juez decidió la fijación de una nueva fórmula de la duda: «Si consta la nulidad del matrimonio en este caso, por los capítulos de nulidad:

    – de incapacidad por causas de naturaleza psíquica, para asumir las obligaciones esenciales del matrimonio, por ambas partes,

    – y, por grave defecto de discreción de juicio acerca de los derechos y deberes esenciales matrimoniales que se han de entregar de aceptar mutuamente por ambas partes.

    – Subordinadamente, por exclusión del bonum sacramenti, por parte de la mujer» (Addendum, p. 8)

    Fundamentos de derecho

    (Omissis)

    Hechos

    20. – En esta causa dos personas se acercan al matrimonio después de 6 años de noviazgo y no consiguen, desde el principio, construir una mínima comunidad de vida. La mujer entra en crisis poco después de la celebración del matrimonio y el actor no logra reconocer la necesidad de crecimiento personal de la demandada y es excesivamente celoso hacia cualquier relación distinta a la suya, excluyendo incluso la relación de la demandada con su hermana mayor.

    Para valorar la existencia de una verdadera incapacidad consensual en una o ambas partes, valoraremos primero la personalidad del actor y las circunstancias precedentes

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    y sucesivas al matrimonio y, después, estudiaremos la personalidad de la demandada, para identificar la posible causa psíquica de la incapacidad consensual por defecto grave de discreción de juicio y/o la incapacidad para asumir las obligaciones esenciales del matrimonio.

    Sobre la incapacidad del actor

    21.– El actor aparece como una persona prepotente, patológicamente celoso, que quiere dominar a la mujer y no admite opiniones distintas a la suya. El mismo admite: «Celoso como era, no le consentía comportarse como los jóvenes» (cfr. p. 30). Y admite que «al final de nuestra vida matrimonial, vivida como he contado, yo era muy celoso y me he comportado de modo violento» (p. 31). La demandada lo describe así: «es muy egocéntrico, muy posesivo, muy celoso, y desde mi experiencia una persona con poquísimo equilibrio» (p. 36). Más adelante, afirma: «siendo el muy celoso, no quería que yo usase faldas, o prendas que resaltaran las formas físicas femeninas, no quería que yo fuera con jóvenes, que me maquillara. Yo, por mi parte, consentía a lo que él decía, también, por ejemplo, cuando no quería que yo saliera al atardecer (...) para el bastaba con estar en casa y nada más» (p. 37).

    El testigo Giampiero Astolfi dice de la familia del actor y del mismo actor: «He conocido a la familia de Luca y no sabría como definirla sino diciendo que son un poco particulares, incluido Luca. No puedo decir que sea malo, pero parecía un poco lunático. Puedo decir de haber asistido a algunas trifulcas cuando venía a recoger a Ángela al colegio vespertino al que ella acudía y donde yo daba clase. He visto escenas de celos que nunca hubiera esperado» (p. 57). Y además: «Tenía posibilidad de ver sus discusiones, que partían siempre de él. Los motivos eran siempre sus celos, su sentido posesivo» (p. 57).

    El marido se demuestra como una persona prepotente, insincera: tomó 5 millones de liras de la cuenta de la demandada para dárselos a sus padres, obligó a la mujer a abandonar el trabajo diciendo que ella tiene que trabajar en casa y con su sueldo es suficiente; en una ocasión robaron su coche y él dijo que había ido al trabajo, pero después admitió, en cambio, que se le habían robado el coche en el estadio Olímpico, donde había ido con otra joven (cfr. p. 41).

    Esta celotipia del marido se manifestó desde el principio de la vida matrimonial, y le llevó a impedir cualquier crecimiento humano de la mujer. Como cuenta la misma mujer, y confirman algunos testigos, ella había decidido inscribirse en la escuela y en un año consiguió finalizar los cuatro cursos. Le faltaba sólo el curso previo a la universidad pero el marido no quería que ella hiciera el último año (cfr. p. 42). La vida conyugal estaba en crisis. La demandada propuso que cada uno volviera a lo suyo, pero él se opuso. Ella quería continuar en el colegio, pero el marido no quería. Ella dice: «Yo proponía salir con mis compañeros de escuela y Luca lo rechazaba, diciéndome que no fuera por la escuela (...). Luca no quería ni siquiera darme dinero para inscribirme, me ayudó mi hermana dándome el dinero para inscribirme, y me inscribí el último día hábil» (p. 42). El testigo Gianpiero Astolfi confirma todo lo narrado por la demandada sobre la oposición del marido al hecho de que ella fuera por la escuela, y sobre las celotipias inmotivadas del marido. Así concluye: «la quería en una campana de cristal, segregada, a su disposición y nada más» (p. 59). Y la hermana Rosalva Bianco confirma que ella había pagado la escuela de su hermana porque el marido no quería que estudiase. Dice: «Luca reaccionó mal, iba a recoger a la escuela a mi hermana montando unas escenitas fuera de lugar, ridículas ante los demás, poniendo en serios aprietos a mi hermana (...). [Ángela] estaba contenta con esta nueva situación y hubiera querido implicar a Luca para salir junto con otras personas, cosa que Luca no hacía y por tanto tampoco ella» (p. 63).

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    La misma testigo dice del actor: «Diría que Luca no tiene una personalidad muy firme, me parece que no está equilibrado y depende del estado de humor, y en el trato con Ángela, pasaba de un comportamiento bastante cariñoso, simpático, a un comportamiento agresivo. Es una persona que muestra diversas caras» (p. 61).

    Sobre el noviazgo recuerda: «se veían sólo el sábado y el domingo, se hacían largas llamadas de teléfono por la tarde, frecuentemente con peleas porque él quería saber qué había hecho, manifestando su celotipia; Ángela no podía moverse sin él, ni siquiera conmigo, que tengo siete años más que ella» (p. 62). Y además: «Él, un día, dijo a Ángela: "Yo querría que tu fueses como una campana de cristal y no tuvieras otra cosa que pensar que yo, sin querer más ni siquiera a tu padre o a tu madre, querría que pensases sólo en mi". Luca era celoso de todo lo que mi hermana hacía, no podía usar vestidos sin su permiso. Ángela no daba ocasión a esta celotipia, siempre estaba en casa, no quedaba con nadie» (p. 62). Estas afirmaciones confirman la celotipia y la posesividad exageradas del actor y la dependencia absoluta de la demandada, que estaba subyugada por el novio.

    La madre de la demandada destaca como el problema no era sólo la falta de entendimiento entre los cónyuges sino más bien la imposibilidad del marido para relacionarse en condiciones de igualdad con la mujer. Dice la madre de la demandada: «Luca, después de un año de matrimonio, por tres veces se fue por su cuenta de vacaciones, dejando a mi hija sola en casa sin un céntimo» (p. 70). Confirma también la historia del dinero sustraído por parte del actor (cfr. p. 70), cosa que confirma también el padre de la demandada (cfr. p. 73).

    Durante la breve vida conyugal, de más o menos un año, el marido continuó manifestando su celotipia y reñía con frecuencia. El mismo afirma que convenció a la mujer para dejar su trabajo de dependienta y él tomó otro trabajo. Después, se reveló cuando vio que su mujer maduraba y cambiaba a causa de las relaciones con los muchachos de su misma edad con los cuales asistía a clase. Le obligó a dejar la escuela, cuando sólo le falta el último curso.

    Ante el embarazo de la mujer y al rechazo de ella a tener el hijo, porque el matrimonio estaba en crisis, la reacción del marido fue violenta. No parecía que quisiese salvar simplemente la vida del niño, sino que, de las actas de la causa, lo que se deduce es una reacción de posesividad del actor hacia el niño: quería absolutamente que naciera y tomarlo bajo su cuidado, porque era su hijo, diciendo incluso que el niño no tendría que saber ni siquiera quien era su madre (cfr. Summ. p. 42-43). Con la negativa de la mujer, él mismo cuenta que: «empezó a volverse violento, verbal y físicamente, la siguió por la calle, la esperó fuera de la escuela insultándola y agrediéndola... Mi actitud persecutoria hacia Ángela terminó sólo cuando intervino el padre de ella y, con autoridad, me convenció para desistir» (Summ. p. 4).

    22.– La pericia sobre las partes ha sido realizada por el doctor Franceschini, quien ha estudiado el sumario, ha realizado visitas a las partes, y ha realizado un examen piscodiagnóstico sobre las partes en la causa. La valoración de la pericia que hace el patrono de la actora es muy acertada (cfr. Restrictus, p. 10-12 y 14-15), no así la que hace el defensor de vínculo deputatus (Animadversiones, p. 23-24).

    23.– Sobre el actor, dice el perito: «Durante el matrimonio, el periciando estaba afectado de un desorden de personalidad del grupo B, es decir trastorno limite de la personalidad o borderline. Se trata de una perturbación de la personalidad con un inicio ya en la adolescencia, caracterizado un patrón de inestabilidad en las relaciones interpersonales, la autoimagen y del humor, así como una notable impulsividad. El cuadro del periciando está además agravado por una significativa presencia de rasgos narcisistas, pertenecientes al mismo grupo B» (pericia, p. 17).

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    Además, al indicar el porqué de este diagnóstico, indica los criterios presentes que han llevado ese diagnóstico:

    «-esfuerzos desesperados para evitar un real o imaginado abandono;

    -fantasías paranoides;

    -dificultad para controlar la rabia;

    -relaciones interpersonales inestables e intensas;

    -inestabi