Valdepeñas, Donde Los Campesinos Españoles Vencieron Al Ejército de Napoleón - ABC

10/6/2014 Valdepeas, donde los campesinos espaoles vencieron al ejrcito de Napolen - ABC.es

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HISTORIA MILITAR

HISTORIA MILITAR

Valdepeas, donde los campesinos espaolesvencieron al ejrcito de NapolenMA NUEL P. V ILLA TORO / MA DRID

Da 24/03/2014 - 16.24h

En junio de 1808, este pueblo manchego resisti el ataque de los invasores francesesusando slo aperos de labranza y una heroicidad innegable

WIKIMEDIA

Contienda de Valdepeas

Las batallas no siempre las ganan los soldados. Sin duda, esta es la frase que mejor define lo sucedido en

Valdepeas, un pequeo pueblo de la Mancha donde el 6 de junio de 1808-, unos campesinos armados

con aperos de labranza y una heroicidad desmedida lograron poner en jaque al ejrcito francs que intentaba

viajar hacia Andaluca. Y es que, aunque aquel da no se logr arrasar al contingente galo como en otras

contiendas, si se demostr a Napolen que cada espaol, fuese militar o no, estaba dispuesto a dar su vida por

expulsar al invasor.

Corra por entonces una poca dura para Espaa, pues sus tierras intentaban ser conquistadas por el

autoproclamado emperador de los franceses Napolen Bonaparte (pequeo de estatura pero, por contra,



inmensamente molesto). Y es que, ansioso de convertir nuestra rojigualda en una bandera ms bleu, ms

blanc y ms rouge, este gabacho haba atravesado los Pirineos y entrado en la Pennsula a finales de 1807

con multitud de sus casacas azules y, por extrao que parezca, con la aprobacin de Manuel Godoy, un valido

muy poco vlido de Carlos IV que, como un nio con un caramelo, se dej engaar por el pequeo corso y

su promesa de que su ejrcito solo necesitaba un permiso de paso para invadir Portugal.

Grave error del espaol, pues lo que realmente buscaba el emperador galo no era otra cosa que, oh la las por

aqu y comment allez-vous por all, situar a sus tropas en la Pennsula de forma estratgica para, al final, dar

el golpe de gracia y tomar Espaa de improviso y por las armas. Sin embargo, con lo que no contaba el gabacho

era con que los ciudadanos espaoles eran bastante ms avispados que sus representantes de entonces y,

cuando se percataron del truco, se levantaron en armas contra la ocupacin. Haba comenzado, en definitiva, la

Guerra de la Independencia.

La primera comunidad en levantarse fue Madrid durante el 2 de mayo de 1808 y, aunque la poblacin fue

aplacada por el experimentado ejrcito galo, un sentimiento patritico contra el invasor creci entonces a lo

largo y ancho de la Pennsula. As pues, y con la ayuda de unos improvisados aliados britnicos (ansiosos por

dar algn espadazo que otro a los galos fuera donde fuese), el pueblo logr poner en jaque a las soldados

gabachos en una buena parte de Espaa.

Ayuda pour l'amour de dieu!

De hecho, tal fue la resistencia con la que se encontraron los franceses que uno de sus contingentes lleg a

quedarse aislado en el sur ante la superioridad de tropas hispanas. Temeroso de pasar a mejor vida, este ejrcito

no dud en pedir ayuda a sus compaeros del norte para poder salvarse. En este ambiente sobrecargado y

confuso, con tropas francesas en marcha sobre todas las regiones de la mitad Norte de Espaa, el Emperador

orden desde Bayona el 10 de mayo la salida para Cdiz del General Dupont para liberar a la escuadra

francesa del almirante Rossilly bloqueada por los ingleses en la baha explica el historiador Jos

Antonio Garca Noblejas en su obra Valdepeas. 6 de junio de 1808, ubicada en el Instituto de Historia y

Cultura Militar de Madrid.

Dupont se calz entonces las botas de montar y se dispuso a atravesar Castilla la Mancha en direccin a

Andaluca espada en ristre. Saba que aquella misin le poda granjear su ascenso a Mariscal de Campo, por lo

que no poda arriesgarse a fallar. Dupont comenz su marcha el 23 de mayo () Su primera divisin estaba

formada por 6.200 hombres de infantera () 2.000 caballos, 18 piezas de artillera, 2 regimientos suizos al

servicio de Espaa, 2 Batallones de la Guardia de Paris y otro de Marinos de la Guardia Imperial, completa el

experto espaol en su obra.

En los das posteriores, Dupont atraves Castilla la Mancha y lleg a un pequeo pueblo llamado Valdepeas

(ubicado en Ciudad Real). Por l pasaba uno de los Caminos Reales ms directos para dirigirse al sur de la

Pennsula, una carretera, en definitiva, vital para que Napolen llevara a cabo sus conquistas. El largo

recorrido hasta Cdiz no era desconocido para el mando francs, que lo haba hecho reconocer por un oficial,

cuyo informe se refiere () dice de Valdepeas 5 leguas de Manzanares a Valdepeas, pequea villa de cinco a

seis mil almas, la llanura de la misma naturaleza la precede comienza a estar rodeada sobre la izquierda por una

cadena de montaas poco elevadas rodeada de vias. La carretera sigue estando sin calzada, destaca Garca

Noblejas en su obra.



En las siguientes jornadas, el general francs rebas este pueblo con su gran contingente sin encontrar

resistencia. Una vez cruzado, el oficial gabacho decidi dejar tambin un destacamento de aproximadamente

500 soldados cerca de Santa Cruz de Mudela (una villa a menos de 15 Km. de Valdepeas). Su objetivo

estaba claro: proteger los suministros del contingente principal, el cual, bandera francesa alzada, se dirigi

hacia tierras andaluzas para cumplir su misin y salvar a sus compaeros.

Valdepeas, en armas

Aquella fue la ltima vez que un soldado gabacho atraves Valdepeas durante la Guerra de la Independencia.

Y es que, hastiados por la presencia gala en la Pennsula y motivados por el levantamiento del 2 de Mayo, los

8.000 vecinos de este pueblo decidieron tomar las armas y cerrar su villa al ejrcito de Napolen.

Concretamente, el detonante del alzamiento fue el expolio de una iglesia ubicada en un pueblo cercano. Los

militares del guila imperial no saban que acababan de despertar a un gigante dormido.

El da 31 de mayo, despus de conocerse que, en Santa Cruz, algunos soldados haban destrozado los

ornamentos sagrados de su Iglesia y que, en la Ermita de las Aberturas tambin haba habido un pequeo

saqueo por parte de algunos soldados de las tropas francesas, las autoridades locales deciden trasladar la

imagen de su patrona, la Virgen de la Consolacin, a Valdepeas y as, con una procesin de salves y gritos

patriticos, la Virgen es llegada a la parroquial de la Asuncin en previsin de posible expolios y saqueos, se

destaca en la obra conjunta Valdepeas: Guerra de la Independencia (seis de junio de 1808), editada por el

Ayuntamiento de este Municipio en 2003 y cedida a ABC por el Instituto de Historia y Cultura Militar.

Tras poner a salvo a su patrona, los valdepeeros acordaron, a riesgo de morir ante los experimentados

soldados franceses y slo con algunos trabucos y aperos de labranza, cerrar el camino real y combatir contra

cualquier gabacho que osara acercarse a su villa. Para ello, constituyeron una Junta Local de Defensa

formada por diez habitantes del pueblo. Entre ellos se destacaron el sacerdote local Juan Antonio Len

(conocido tambin como el cura Calao), un joven de apenas 20 aos llamado Manuel Madero Candelas

(alias el Contrabandista por su antigua ocupacin), Miguel de Gregorio (llamado el Mercader) e,

incluso, y segn ha trascendido en la cultura popular, una veinteaera que tena de nombre Juana Galana (la

Galana). La premisa estaba clara: morir protegiendo sus creencias, sus bienes y una Espaa independiente de

Napolen.

No pasarn

Mientras, y paralelamente a Valdepeas, varios pueblos cercanos decidieron tambin organizarse para dar un

buen puntapi en el trasero a los franceses. Ese, precisamente, fue el caso de Santa Cruz de Mudela, donde

sus ciudadanos se armaron con rastrillos, hoces y algn que otro arcabuz para el da 5 junio- asaltar a los

menos de 500 hombres que Dupont haba dejado en retaguardia para proteger sus vveres. Curiosamente, aquel

da de nada sirvi a los casacas azules el haber combatido en centenares de batallas, pues cayeron a cientos tras

una sangrienta lucha y terminaron huyendo hacia Valdepeas.

Craso error, pues los habitantes ya haban cerrado su villa cruzando varios carromatos a modo de empalizada y,

como era de esperar, no tuvieron piedad con los franceses. As pues, los primeros gabachos en llegar se vieron

superados por una intensa lluvia de balas que les oblig a rodear la villa y continuar su carrera, fusil entre las

piernas, hasta un campamento cercano. Ya era oficial: los valdepeeros estaban en guerra contra Napolen.



Liger-Belair, hacia el pueblo rebelde

Con todo, el reto de los ciudadanos de Valdepeas no haca ms que empezar, pues los soldados franceses

supervivientes no tardaron en informar a sus mandos de lo acontecido en Santa Cruz y Valdepeas. Tras

conocer la mala nueva, a los oficiales franceses no les tembl el pulso e hicieron llamar al general Liger-Belair,

el cual dispona de una considerable fuerza para mantener la zona libre de revueltas y facilitar las

comunicaciones con Madrid.

La respuesta fue inmediata y, asombrado ante la actitud de Valdepeas, Belair grit unos cuantos viva

lEmpereur y se dirigi, con ms rabia que cabeza, hacia la pequea villa manchega dispuesto a poner orden.

El general Belair qued enterado de la () obstinada disposicin de Valdepeas y () adopt las medidas

militares correspondientes. Las fuerzas reunidas bajo su mando eran las siguientes, segn el general manifest

en su parte del 7 de junio: Regimiento Auxiliar de Cazadores a Caballo, 500 hombres; Regimiento reducido de

Dragones, 260 hombres; Infantera dispersa de diferentes unidades, 131 hombres, destaca, en este caso,

Garca Noblejas en su obra. A la contienda slo le quedaban entonces unas pocas horas para sucederse.

Dos, espaoles y cobardes

Por su parte, y mientras el general Belair parta hacia Valdepeas, los habitantes de la villa iniciaron los

preparativos para la defensa. No obstante, y a pesar de que en un principio pareca que todos los vecinos se

uniran a la lucha contra el francs, hubo varios que se negaron. El primero de ellos fue el Alcalde Mayor del

vecindario, Francisco Mara Osorio, quien, temeroso de la fuerza del ejrcito imperial, trat de convencer a

los vecinos de que era una locura enfrentarse con palos y rastrillos a todo el poder de Napolen. De hecho,

afirm que se mantendra escondido y no combatira cuando hicieran su aparicin los soldados galos.

Tampoco combati junto a los lugareos un oficial del ejrcito espaol que, desde haca varios das, se hallaba

en la villa reclutando soldados, como bien explica el Ayuntamiento de Valdepeas en la obra que edit en 2003:

En principio, todos los habitantes se sumaron a la defensa a pesar de que su Alcalde Mayor intent disuadirlos.

(). Tambin lo intent Pedro de Alesn que, al mando de una tropa del ejrcito espaol, se encontraba en

esos das en la ciudad reclutando soldados. Este tampoco les disuadi con sus planteamientos militares. () Don

Pedro, asustado por la envergadura de la pelea, les abandon y huy camino de la Alhambra,

hacindoles creer que atacara a los franceses por la retaguardia.

Preparando la batalla

No obstante, y a pesar de la huida del militar y la negativa de su alcalde a combatir, la Junta Local de Defensa no

estaba dispuesta a rendirse, por lo que, a sabiendas de que no podran acabar con los franceses en un combate

frontal, los lugareos usaron todo lo que tenan a mano para crear trampas con las que sorprender a sus

enemigos. Para empezar, aseguraron las barricadas que haban fabricado el da anterior con

carromatos y prepararon su defensa en la calle principal de Valdepeas, donde se ubicaba el camino Real que

usaran los franceses para pasar hacia Andaluca.

Otra de las medidas fue repartir los escasos trabucos que haba entre los ciudadanos, los cuales se

parapetaron en las viviendas con rdenes de hacer fuego sobre cualquier francs que se acercara a la villa. El

resto de los lugareos, por el contrario, hizo acopio de hoces, azadas, cuchillos e, incluso, algn que otro

garrote. A su vez, buscaron entre sus enseres cualquier objeto de cierto peso que pudiera arrojarse desde los

tejados de las viviendas.



Adems, los habitantes de Valdepeas enterraron en la arena de la calle principal todo tipo de

rastrillos y clavos para que las monturas de los franceses, al pincharse y caer, derribaran a su jinete. Una vez

en el suelo, seran los propios valdepeeros los que se encargaran de acabar con la vida de aquellos soldados

con sus armas. Por su parte, las mujeres se encargaron de esconder a los nios y ancianos en las bodegas de las

casas y situarse en las ventanas de las viviendas con cazos de agua y aceite hirviendo.

La batalla estaba concebida como una emboscada a las fuerzas de caballera, que seran duda seran las

primeras que entraran, en el desfiladero de la calle central, en el que nada ms entrar el batalln de Cazadores a

lomos de sus fieros animales, caeran vctimas de las trampas que habra bajo sus casos, escondidas entre la

arena y la calzada.() A falta de fusiles, se utilizaran todo tipo de objetos contundentes y aperos de labranza

para rematar directamente en el suelo a los sorprendidos enemigos, se aade en Valdepeas: Guerra de la

Independencia (seis de junio de 1808).

Llegan los franceses

El 6 de julio de 1808, el general Belair hizo su aparicin frente al pueblo de Valdepeas, donde 2.000

hombres y mujeres hbiles de los 8.000 habitantes- se haban preparado a conciencia para la defensa.

Convencido del temor que infliga su ejrcito, el galo quiso dar una ltima oportunidad a la villa espaola y se

ofreci a entrevistarse con la mxima autoridad del pueblo: el cura Calo y el Contrabandista.

Al parecer, durante el encuentro Belair sugiri la rendicin del pueblo para evitar un bao de sangre. No

obstante, a cambio los espaoles deberan dejar atravesar la villa a los franceses. La respuesta de los espaoles,

como no poda ser de otra forma, fue negativa. En contrapartida, ofrecieron a los gabachos cruzar el pueblo

desarmados y sin monturas, las cuales llevaran alrededor de Valdepeas dos de sus habitantes y se las

entregaran posteriormente a los galos. Desesperado, el oficial no dio crdito al poco terror que sus tropas

insuflaban en aquellos campesinos y, rojo de ira, rompi las negociaciones y se dispuso al ataque.

Comienza la batalla

Deseoso de derramar sangre espaola, Belair dio la orden de ataque a las 9 de la maana (a las 12 del medioda

segn Garca Noblejas). Al instante, y segn la versin ms extendida por los historiadores de la poca, el

general francs orden a varias patrullas de jinetes rodear el pueblo y cerrar sus entradas. A continuacin,

Bouzat uno de los oficiales galos- fue seleccionado para entrar en el pueblo bayoneta en ristre con la infantera

disponible.

Mientras, desde Valdepeas repiquetearon las campanas avisando de la llegada de los franceses. Los centinelas

de la () torre del templo () acusan los movimientos del enemigo y hacen tocar a rebato todas las campanas.

Contestan nuevos gritos de Contestan nuevos gritos de Mueran los franceses y Viva la Virgen de la

Consolacin, de cuya imagen son muy devotos los valdepeeros, seala Antonio Merlo Delgado en Estudios

de la Guerra de la Independencia.



AY UNT AMIENT ODEVALDEPEAS

Representacinartstica de laGalana

De esta forma, entre gritos de En avant! y vtores a Napolen, los soldados de Bouzat iniciaron la marcha

hasta llegar a la entrada de Valdepeas. Fue entonces cuando los lugareos lanzaron sobre ellos tejas,

ladrillos, maceteros y cualquier elemento lo suficientemente pesado como para acabar con la vida de aquel

desgraciado que tuviera la mala suerte de interponerse en su cada. En este desconcierto, los campesinos

ubicados en los portales atacaron con sus hoces y rastrillos a los desconcertados franceses. La lucha dur

breves minutos y, para sorpresa de Belair, el asalto fue rechazado.

Asombrado por haber sido vencido en esta primera escaramuza, Belair orden, desesperado, el ataque de

aproximadamente medio centenar de caballeros ligeros (jinetes armados con sables). Al galope tendido y con el

arma desenfundada, estos soldados cargaron contra la calle Ancha del Valdepeas deseosos de vengar a sus

compaeros. Para desgracia espaola, esta embestida fue ms efectiva, pues los caballeros lograron acabar con

varios vecinos. No obstante, y segn seala Merlo, finalmente las tretas utilizadas por el pueblo surtieron su

efecto y los gabachos acabaron desmontados y rajados de arriba abajo.

Por entonces, la lucha ya se haba generalizado y, aunque haban cado multitud de franceses, los vecinos

luchaban ya cuerpo a cuerpo y fusil contra fusil por defenderse del que, hasta ese momento, era conocido como

uno de ejrcitos mejor entrenado de Europa. Fue precisamente en esa encarnizada lucha donde se destacaron

varios hroes hispanos. Algunas mujeres participan tambin en el ataque, distinguindose notoriamente, por

su arrojo y valenta, la agraciada y bellas joven Juana Galn la Galana, que, desafiando el peligro, armada

con una cachiporra a la puerta de su casa, dio muerte a no pocos soldados al caer estos de sus

caballos, aade Merlo.

El cruel incendio de Valdepeas

Despus de varias horas de combate, la desesperacin cubra la mente de Belair, quien no llegaba a comprender

como era posible que el ejrcito francs estuviese siendo derrotado por campesinos con azadas. Irritado por no

haber acabado de un plumazo con aquella villa cosa que haba considerado en un principio- orden

incendiar Valdepeas para acabar de una vez, y para siempre, con sus defensores.

Sus hombres, sin siquiera rechistar, cargaron sus fusiles con unos pequeos cohetes incendiarios que, durante

varios minutos, lanzaron sobre los tejados de las casas del pueblo espaol. Para desgracia de los hispanos, el

plan les sali a la perfeccin y el humo comenz a abrirse camino entre ellos. Ahora, tambin luchaban contra

las llamas. A su vez, el general francs estableci que sus soldados rodearan la villa y, casa por casa, fueran

acabando con todos aquellos que, despavoridos, salieran a la calle para huir de las llamas.

Finalmente, el paso del tiempo y la llegada de las llamas acabaron con la energa de los defensores. Y es que,

como se seala en varios escritos, adems de la voracidad del fuego, tambin se haca casi imposible poder

respirar desde las casas que, con valor, llevaban defendiendo desde aquella maana. Finalmente, los nimos

terminaron por decaer y, aproximadamente a las seis de la tarde, la Junta solicit una tregua y un encuentro



programacin de TVConsulta toda la

con la mxima autoridad gala. Los franceses, cansados, extenuados y asombrados ante tal frrea defensa,

aceptaron sin dudar la interrupcin del combate y dispusieron la entrevista con su general. La contienda haba

acabado, de mutuo acuerdo, y con cientos de cadveres franceses copando la calle Ancha de Valdepeas.

Contando los muertos

Nueve horas despus de iniciarse el ataque, varios representantes de la Junta Local de Defensa (entre ellos el

Mercader, como prisionero) se entrevistaron con Belair, quien segua sin dar crdito a lo sucedido. La lucha

concluy por mutuo acuerdo. Las proposiciones de los naturales de la valerosa villa () fueron aceptadas y ()

decan as: Que las tropas francesas se retiren a una legua de la poblacin, donde el pueblo (les) llevar raciones

y dems auxilios. () Con esas condiciones y la solemne promesa de respetarse mutuamente, qued

concertada la paz. () Un testigo presencial de los hechos () afirma que el general Belair dej a esta villa una

carta de seguridad para que, aunque viniesen otros franceses, no se metiesen con sus moradores, aade el

autor espaol.

Al da siguiente hubo que contar los cadveres, una tarea que result enormemente difcil y dolorosa para los

habitantes de la villa, pues los restos mortales que recogan no eran slo sus compaeros de armas; eran sus

hermanos y hermanas, padres y madres e hijos e hijas. Aquella infausta jornada, los franceses tuvieron que

llenar ms de 300 atades y atender a casi 50 heridos. Los valdepeeros, por su parte, se vieron

obligados a enterrar a una treintena de sus vecinos y amigos. No obstante, estos aguerridos manchegos

no slo se haban ganado el agradecimiento de Espaa, sino, tambin, el respeto del altivo ejrcito galo y, para

siempre, un hueco en la Historia eterna de nuestro pas.

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