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Vejez, pobreza y algunas alternativas a las residencias de ancianos ante la nueva situación social 1 Los ancianos en general han elevado su nivel de vida; ya no son considerados dentro de los grupos de pobreza debido a las políticas sociales de protección económica y social de los años 60 y 70, que se han puesto en práctica en la mayoría de los países de la unión Europea. En España el sistema de protección social a este colectivo es más redu- cido, vamos a ver someramente la situación actual Encarna GUILLÉN SÁDABA Introducción En el desarrollo de las políticas sociales dirigidas a la tercera edad que se han instrumentado en los paí- ses europeos en las últimas décadas, podemos distinguir, al menos, dos grandes etapas. Una primera que co- mienza en la década de los 60, en que la protección social a la vejez se con- sidera básicamente desde el punto de vista económico; en ella se trata de garantizar un mínimo bienestar econó- mico para este grupo social. En la se- gunda etapa, que se inicia a principios de la década siguiente, los sistemas de protección social detectan “nuevas necesidades” que se refieren a objeti- vos de carácter social, contemplando fundamentalmente los problemas que conciernen a la inserción social de los ancianos en relación con la pérdida de su autonomía personal. La protección a la vejez es el principal componente de los presu- puestos sociales de los países comu- nitarios, con un 42,2% del gasto, se- guido de sanidad a más de 5 puntos de distancia. Esta protección a la ve- jez seguirá creciendo a expensas de las otras funciones, en especial las de protección a la familia, maternidad y empleo. Para el conjunto de países de la OCDE, el grupo de personas con más de 65 años absorbe cuatro veces más que el resto de la población en presta- ciones sociales y por enfermedad, mientras que el grupo de mayores de 75 años absorbe casi seis veces. En España, según un estudio de 1990 del Prof. Velarde Fuertes, se in- dica que el 70% del gasto sanitario to- tal del país es consumido por el grupo de la tercera edad, así como la tercera parte de las estancias hospitalarias. Cuadernos de Trabajo Social n9 7(1994) Págs. 73 a 85 Ed. universidad Complutense. Madrid 1994 73

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Vejez, pobreza y algunas alternativas alas residencias de ancianos ante la nuevasituación social1

Los ancianos en general han elevado su nivel de vida; ya no son considerados dentrode los grupos de pobreza debido a las políticas sociales de protección económica y socialde los años 60 y 70, que se han puesto en práctica en la mayoría de los países de launión Europea. En España el sistema de protección social a este colectivo es más redu-cido, vamos a ver someramente la situación actual

Encarna GUILLÉN SÁDABA

Introducción

En el desarrollo de las políticassociales dirigidas a la tercera edadque se han instrumentado en los paí-ses europeos en las últimas décadas,podemos distinguir, al menos, dosgrandes etapas. Una primera que co-mienza en la década de los 60, en quela protección social a la vejez se con-sidera básicamente desde el punto devista económico; en ella se trata degarantizar un mínimo bienestar econó-mico para este grupo social. En la se-gunda etapa, que se inicia a principiosde la década siguiente, los sistemasde protección social detectan “nuevasnecesidades” que se refieren a objeti-vos de carácter social, contemplandofundamentalmente los problemas queconciernen a la inserción social de losancianos en relación con la pérdida desu autonomía personal.

La protección a la vejez es elprincipal componente de los presu-puestos sociales de los países comu-nitarios, con un 42,2% del gasto, se-guido de sanidad a más de 5 puntosde distancia. Esta protección a la ve-jez seguirá creciendo a expensas delas otras funciones, en especial las deprotección a la familia, maternidad yempleo.

Para el conjunto de países de laOCDE, el grupo de personas con másde 65 años absorbe cuatro veces másque el resto de la población en presta-ciones sociales y por enfermedad,mientras que el grupo de mayores de75 años absorbe casi seis veces.

En España, según un estudio de1990 del Prof. Velarde Fuertes, se in-dica que el 70% del gasto sanitario to-tal del país es consumido por el grupode la tercera edad, así como la terceraparte de las estancias hospitalarias.

Cuadernos de Trabajo Social n9 7(1994) Págs. 73 a 85Ed. universidadComplutense. Madrid 1994 73

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El sistema de protección socialespañol a los ancianos se encuentrasensiblemente más reducido que en lamayoría de los países europeos.

En muchos de los países de laUnión Europea (UE), por término me-dio, los ancianos consiguieron salir desu situación de pobreza a lo largo delos primeros años de la década de lossetenta,

A pesar de vivir casi exclusiva-mente de las transferencias sociales,hoy día el nivel de renta de los ancia-nos europeos oscila entre el 75% y el95% de la Renta Nacional Media y sunivel de vida es comparable, e inclusosuperior, al de otros grupos de edad.

En España, por el contrario, lacuestión económica sigue siendo unproblema para los ancianos.

En todos los estudios considera-dos la insuficiencia de recursos eco-nómicos aparece como principal moti-vo de preocupación, por encima inclu-so de los problemas de salud, de sole-dad o de rechazo y marginación. Osea que, al menos en su percepción,el primer problema de nuestros viejossigue siendo el acceso a una pensióndigna.

Esto nos lleva a concluir que elsistema de protección social españolno ha conseguido el objetivo de pro-porcionar a los ancianos un mínimobienestar económico. Esta es una delas circunstancias más relevantes a lahora de comparar las políticas socia-les españolas, con respecto a las delos países de la UE.

Las políticas sociales parece serque deben ir a la revalorización de laspensiones, con especial atención a lasmás bajas. La tendencia iniciada hacia

la equiparación entre las pensionesmínimas y el Salario Mínimo Interpro-fesional puede ir transformando lacondición económica de la vejez espa-ñola y acercando su situación a laeuropea.

Algunas consideracionessobre la vejez

Las profundas transformacionessocio-culturales y económicas que sehan producido en los países desarro-lIados durante los últimos 50 años hanoriginado modificaciones significativasen la estructura de la población, queha experimentado un desplazamientoprogresivo hacia los grupos de pobla-ción con mayor edad.

Parece ser que la clasificación delas poblaciones más comúnmenteaceptada, en función del índice de en-vejecimiento, es la que denomina co-mo adulta” a la sociedad en la que losmayores de 65 años constituyen entreel 7 y 10% y “envejecida” a la que su-pera el 10%.

Conforme a estos criterios las“poblaciones envejecidas” afectan só-lo a Europa y a paises desarrollados.

España se inscribe dentro de es-te grupo desde el año 1975 en quepasa de una población considerada“adulta”, a una “envejecida”,

Las causas que dan lugar a latendencia progresiva de un mayor en-vejecimiento son : el incremento de lalongevidad y la caída de la tasa de na-talidad.

La población envejece progresi-vamente. Las personas con más de60 años eran, en 1975, en España, un

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11 7% de la población y en el año2000 estarán en un 20%. Hoy la po-blación de más de 65 años, sólo enEuropa, representa 47 millones y del10% al 12% de ésta es mayor de 75años.

Según los últimos estudios demo-gráficos de las Naciones Unidas, en elaño 2000 el mundo contará con 590millones de personas de 60 o másaños de edad y en el año 2025 serán1100 millones con un aumento del2240/o en relación con las cifras delaño 1975. Dicha población tendrá supresencia tanto en los países desarro-llados como en los paises en desa-rrollo.

Pero mientras en Europa la po-blación con más de 65 años represen-taba en 1987 un 11% de la poblacióntotal, en Africa y Asia sólo alcanzabael 3% y 40/o respectivamente. En el la-do opuesto el 4,6% de los africanos yel 3,6% de los asiáticos eran niñosmenores de 15 años en tanto que losniños europeos representaban el 2,2de la población total (De León, 1992;21).

Si se estudia la evolución de lapoblación española por grupos deedad, se advierte una tendencia al au-mento del porcentaje de individuoscon más de 65 años. Paralelamente,el porcentaje de individuos con menosde 15 años tiende a disminuir.

Todo esto está unido al aumentode la esperanza de vida al nacer, queha experimentado un ascenso parale-lo, pasando de algo más de 34 en1900 a 76 años en 1985. Las mujeresconstituirán una mayoría creciente enla población de más edad frente a lamasculina que es menor.

En España la esperanza de vidade un varón pasó de 59,8 años en1950 a 73,2 años en 1990, en las mu-jeres de 64,3 años se alcanzó 80,3años para el mismo periodo analiza-do. Si realizamos este análisis parapersonas de 60 años encontramosque la esperanza de vida de un varónde esta edad en 1 950 era de 14,9años y de 16,3 años en 1980, la deuna mujer pasó de 17,1 años a 22,1años en ese período, expresado entantos por cientos, el incremento de laesperanza de vida en los varones de60 años fue de 22,82% y el de las mu-jeres de la misma edad fue de 29,4%(Do León, 1992:30).

Otra variable a tener en cuentaes el descenso de la natalidad. En elviejo continente europeo, de 1960 a1986, los nacimientos han descendidoun 30% como promedio. El reemplazode generaciones está muy bajo, yaque los nacimientos están cifrados en2 hijos por mujer.

En España, aunque más tarde,se ha llegado también a esta situa-ción, pero más bruscamente. En unestudio de Amando de Miguel (1994)se plantea que España en este mo-mento tiene el índice de natalidad másbajo de la UE.

De los 2,9 hijos por mujer, que seregistraban en 1970, se ha pasado a1,75 en 1983, siendo espectacular eldescenso experimentado a partir de1976, llegando al índice mínimo sufi-ciente en 1981. Según estas cifras esde suponer que la población activadescenderá de un modo alarmante enpocos años (De León, 1992:34).

Está claro que todo ello puedesuponer el nacimiento de un nuevo or-

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den económico. De ahí la preocupa-ción de los Estados por buscar salidasalternativas al problema que produceel aumento poblacional de personasde edad avanzada.

Concluiremos este apartado di-ciendo que la vejez no es una enfer-medad, pero este colectivo social re-quiere una gran atención.

Pobreza y tercera edadComo ya se ha señalado, en la

mayoría de los países de la CE, losancianos consiguieron salir de su si-tuación de pobreza a lo largo de losprimeros años de la década de los 70.

Los ancianos europeos en gene-ral han alcanzado niveles de vida a losque, por término medio, nunca hastaahora habían tenido acceso, La vejezha dejado de ser una variable decisivaen las estadísticas de la pobreza enEuropa, y en general en los paisesmás desarrollados. Los ingresos eco-nómicos de los ancianos europeoshan aumentado, durante toda la déca-da de los 70, más deprisa que los in-gresos de los jóvenes, aunque no conla misma intensidad que en EE.UU.,donde en sólo algo más de 10 años,desde 1970 hasta el inicio de la si-guiente década, la pobreza ha dejadode ser cosa de viejos para pasar a sercosa de jóvenes. En Europa no se haregistrado aún este fenómeno de tras-ación de la pobreza; sin embargo, lastasas de pobreza de los ancianos es-tán disminuyendo en todos los países.

En la población francesa se eons-tató la relación existente entre los ni-veles de renta de las poblaciones acti-va e inactiva, compuesta ésta última

fundamentalmente por jubilados. Elestudio reveló que no sólo las rentasde los inactivos han evolucionado másdeprisa que las de los activos, sinoque a mediados de la década de los80 las rentas de los primeros estabannotablemente por encima de las de lossegundos. En concreto, entre 1962 y1984, las rentas de los inactivos pasa-ron de representar el 79% de la rentamedia de todos los hogares francesesa representar el 11 70/o, mientras quela de los activos descendieron desdeel 105% hasta el 95%.

En España, por el contrario, lacuestión económica sigue siendo unproblema para los ancianos españo-les. Como veremos más adelante, lacobertura del sistema público de pen-siones así como la cuantía misma delas prestaciones, siguen siendo bajas.

En la encuesta realizada en 1988(por el INSERSO), más de la mitad delos ancianos entrevistados declarabaque su familia percibía unos ingresosmensuales por debajo de 50.000 ptasmientras los ingresos mensuales me-dios por familia eran ya en 1988 supe-riores a los 95000 ptas.

Esto nos lleva a decir que el sis-tema de protección social español noha conseguido el objetivo de propor-donar a los ancianos un mínimo bie-nestar económico. Esta es una de lascircunstancias más relevantes a la ho-ra de comparar las políticas sociales(pasadas y presentes) españolas conrespecto a las de los países de la UE.

Dicho esto vamos a pasar a con-cretizar desde el punto de vista teóri-co, tomando como base a algunos au-tores: ¿qué es la pobreza? o mejor¿qué entendemos por pobreza?

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Es muy frecuente oír la frase:“Siempre ha habido pobres y ricos”.

En todo tiempo y lugar han existi-do pobres, efectivamente. Los hemosestudiado, los hemos contado, hemoshablado de ellos y seguimos hablan-do. También hemos estudiado a los ri-cos, pero últimamente menos.

La presencia de los pobres en lasociedad ha dado lugar sin embargo,a actitudes y posiciones diversas se-gún los casos.

En ciertos tipos de organizaciónsocial, más bien tradicional, la pobrezaconstituye una de las partes integran-tes del sistema y se considera “natu-ral” su existencia. Se llegan a estable-cer las pautas del trato social respectoa los pobres y se instituyen socialmen-te las funciones que les corresponden,con acuerdo tácito de las partes com-ponentes del conjunto social.

Esta situación, propia de socieda-des tradicionales, no excluye en modoalguno la posibilidad de que la socie-dad a través de sus órganos adminis-trativos, organizaciones voluntariasetc., ayude de forma positiva a los po-bres. Pero hay que resaltar que talesayudas no perseguían la erradicaciónde la pobreza, ni la promoción de lospobres, sino simplemente la provisiónde los elementos mínimos necesarios

para garantizar su subsistencia.En las sociedades modernas la

situación supuestamente es muy dife-rente. Parece ser que la pobreza noes considerada una situación “natu-ral”, sino patológica. Los pobres notendrían, en cuanto tales, un reperto-rio de funciones estrictamente necesa-rias a la sociedad, y ésta no se limita-ría respecto a ellos a procurarles un

nivel de subsistencia, sino que procu-raría elevarlos, promocionarlos.

Aparte de estas diferencias, encualquier tipo de sociedad se da la si-tuación de pobreza como un hechosocial configurado por un conjunto decircunstancias en las que, si bien elfactor económico es el más determi-nante, también son muy importantesotros como la cultura, el estado de sa-lud, la propia conciencia, las expectati-vas que se tengan ante la misma, etc.

Por otra parte, el mismo hechode la pobreza tiene muy diversas in-terpretaciones según el contexto ideo-lógico y teórico en que nos situemos.No es fácil definir la pobreza, porqueconsiste en una situación relativa,aunque es evidente que la pobrezatrata de una carencia pero no es fácildeterminar la calidad y la cantidad dela carenciaParece ser que uno de loscriterios más viables para definir la po-breza es tomar como referencia los ni-veles que se consideran mínimamentesuficientes en una sociedad determi-nada (criterios socio-económicos).

Thomas Daves Eliot define la po-breza como la “situación en que el ni-vel de vida de una persona o familiadeterminada, o de un grupo dado, seencuentra por debajo del tipo de vidade la comunidad que se tome como

base de referencia” (Casado, 1990:20). A partir de aquí Casado distingueentre “pobreza fundamental” y “pobre-za accesoria”. La pobreza fundamen-tal “es la debida a la falta de<ingresosmonetarios, y suficientemente gravecomo para impedir la compra, al pre-cio corriente, de mercancías y servi-cios necesarios para mantener el nivelde bienestar y decencia aceptado por

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la Comunidad como tipo de vida míni-mo - La pobreza accesoria “es la debi-da a la ignorancia, a la incompetencia,al abandono o a otras circunstanciasque impiden el empleo del ingresomonetario de forma que produzca uningreso efectivo adecuado para el sos-tenimiento de la persona o grupo con-siderado en o por encima del tipo debienestar y decencia mínimo de la co-munidad”. (Casado, 1990:21)

En resumen, podemos decir quepobre es aquel que es consideradocomo tal p¿r la comunidad local o co-marcal a la que pertenece.

Es evidente que los miembros demuchas comunidades, además de ca-lificar con un criterio local como “po-bres” a sus miembros peor situados,se consideran “pobres como comuni-dad” respecto a unidades socialesmás amplias; este hecho puede darsetambién referido a comarcas, provin-cias, regiones, naciones, comunida-des internacionales, y efectivamente alos niveles a que se plantea la referen-cia, existe una situación de pobreza.Por ejemplo, España, al compararsecon los países de la UE, resulta máspobre que si se comparara con algúnpaís de Africa o de Latinoamérica.

Pero aparte de esto, la valoraciónde pobreza puede darse en el seno deotras unidades sociales, tales comocategorías socio-profesionales, gru-pos, categorías socio-culturales, etc.por ejemplo gitanos, grupos de emi-grantes, tercera edad.

No cabe duda de que el desarro-lío Oe nuestra sociedad determinará1;na modificación de los valores que¿armen la pobreza, y dará lugar, comoesultado, a una elevación del nivel

por debajo del cual se sitúa ésta. Ade-más condicionará probablemente unanueva interpretación de la pobreza. Ypor otra parte, este desarrollo origina-rá un nuevo repertorio de causas depobreza; por ejemplo, la ancianidad.

Las familias pobres de los paísessubdesarrollados integran sin mayorproblema la atención, dentro de la fa-milia, de los ancianos y de una prolenumerosa; en cambio, en los paísesdesarrollados las familias de los estra-tos bajos y aún de los medios no so-portan, ni afectiva ni económicamente,dichas atenciones,

Este fenómeno ya lo estamos ex-perimentando en nuestra sociedad yde él arranca el desvalimiento de losancianos cuyo “status sociat”, presti-gio, respeto, valoración social, estádeclinando vertiginosamente. Por otraparte, como consecuencia de la evolu-ción demográfica, el número de ancia-nos se incrementa en términos abso-lutos y relativos. He aquí, pues, unavieja causa de la pobreza que al filodel desarrollo se potencia y adquierenuevos rasgos.

La pobreza no debe concebirseúnicamente en términos de penuriamaterial (pobreza fundamental), sinoque conviene plantearla a efectosanaliticos como una posición socialque incluye dicha condición económi-ca asociada a una gama variable derasgos de subparticipación en los ni-veles económicos, ideológicos y políti-cos de la estructura social (pobrezaaccesoria).

La pobreza propiamente dicha,en todo caso, tiene siempre como ras-go permanente la insuficiencia de me-dios materiales. En las sociedades in-dustriales capitalistas los sociógrafos

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encuestadores de la pobreza vienenadoptando una “línea de pobreza” esdecir, un estándar objetivo de ingresosconsiderado como el mínimo necesa-rio o imprescindible para vivir.

Una fórmula, de origen norteame-ricano, consiste en considerar pobresa todas las familias cuya renta sea in-ferior a la mitad de la renta media fa-miliar de un país. Este es también elindicador básico para medir la pobre-za que ha adoptado la Comisión Euro-pea, es decir; “la mitad de la renta percápita media del pais”.

Pero aparte de esto podemos de-cir que el pobre, por muy pobre quesea, es una persona y una circunstan-cia, una biografía personal que se de-sarrolla dentro de una historia social.Cuando reducimos esos dos mundosconexos a una medida, los estamosnegando. Nos zafamos del reto de ha-cer algo serio con uno y con otro, nosestamos preparando la salida fácil derecomendar alguna medida asistencialunidimensional y genérica.

Como se puede suponer, hay dis-tintas maneras de abordar el fenóme-no social de la pobreza.

Según la Declaración de los De-rechos Humanos, pobres son aquellosque no disponen de los recursos ne-cesarios para vivir con dignidad.

Mas parece también interesanterecordar la clasificación de los tipos depobreza desde cuatro espacios de laestructura social (Casado, 1990:248);• Los trabajadores de bajo nivel eco-

nómico.• Los aspirantes y cesantes laborales

en situación de penuria.• Los beneficiarios de prestaciones

sociales mínimas.

• Los autogestores de su protecciónsocial.

De esta clasificación, primero,por falta de espacio y, segundo, porser la que más relación tiene con el te-ma que estamos abordando, nos va-mos a centrar en la tercera categoría,es decir, los beneficiarios de presta-ciones sociales mínimas institucio-nales,

El Estado de Bienestar es ungran pabellón destinado a proteger dela intemperie socio-económica a losjubilados por edad, a los retirados porinvalidez, a las viudas y huérfanos, alos desempleados, a los que nunca tu-vieron un empleo.

Pero no solamente vamos a versu extensión, sino también su intensi-dad, es decir la insuficiencia de la pro-tección. Desde este punto de vista re-sulta que hay gente beneficiaria deuna protección tan débil, tan floja, quetenemos que decir que el montantedel dinero que reciben estos beneficia-nos está por debajo del umbral de lapobreza.

Es por lo que Demetrio Casado lellama “pobreza institucional” porque,en su caso, la penuria es un supuestode las instituciones de protección so-cial.

Conociendo que la renta per cá-pita en 1993 en España fue de1.611.844 ptas., tenemos por ejemploque los pensionistas por jubilación alos 65 años de la Seguridad Social co-bran con cónyuge a cargo 57.680 ptas.al mes, es decir 807.520 y sin cónyu-ge a cargo 49.020 ptas. mensuales esdecir 686.280 ptas. anuales. Esta mis-ma cantidad la cobran las viudas con65 años o más. Pero si la viuda tiene

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menos de 60 años, la cuantía se redu-ce a 32,635 ptas. mensuales es decir456.890 ptas. anuales.

Y las pensiones no contributivas,recordando el articulo 41 de la Consti-tución, han venido a sustituir a laspensiones asistenciales (Ley 26/1990de 20 de diciembre). La cuantía almes es de 32.635 ptas para un solobeneficiario, que al año sería 456.890.

Esta ley extiende el derecho a laspensiones de la Seguridad Social porjubilación e invalidez a todos los ciu-dadanos, aunque no hayan cotizado olo hayan hecho de forma insuficientepara tener derecho a una pensióncontributiva y carezcan de recursossuficientes; es decir en función no delas cotizaciones hechas, sino ante si-tuaciones de necesidad grave, afec-tando a personas sin recursos ni pro-tección y que cumplen determinadosrequisitos.

Está claro que los ancianos, porel mero hecho de serlo, no quiere de-oir que forzosamente hayan de ser po-bres. No obstante en el contexto denuestra sociedad forman un grupomuy proclive a que dentro de él seden situaciones de pobreza con mayorfrecuencia que en otros grupos deedad.

Estas situaciones de pobrezadentro de la ancianidad podemos de-oir que giran alrededor de tres ejesfundamentales: ingresos, salud y so-ledad.

Pero lo más frecuente es que losancianos sufran una conjunción de va-nos factores negativos que, aún sinser demasiado intensos aisladamente,interactúan entre ellos reforzándose,

lo que pone a las personas que los su-fren en situaciones de pobreza.

En la Encuesta de PresupuestosFamiliares (INE, 1993), es llamativa ladeclaración nula de pobreza de loshogares sustentados por rentistas opensionistas, a pesar de su situacióndesfavorecida respecto a las lineasobjetivas.

Los interesados no dicen vivirlotan mal como cabria esperar. Sin du-da, acostumbrados a pasar penuriasde todo tipo a lo largo de su vida,cuando se les pide su opinión sobresus condiciones actuales se dicencontentos en una gran mayoría.

Ahora bien, una cosa es lo quese dice y otra es la realidad. Según lamisma encuesta de Presupuestos Fa-miliares, en cuanto al gasto medioequivalente, el grupo de 65 años ymás son los que menos gastan.

Pero lo que sí está claro es la fe-minización de la pobreza y, dentro deésta, las mujeres ancianas. Un motivopara que las mujeres mayores seanmás pobres que los hombres mayoreses porque la mujer media dedica 11años de su vida laboral a cuidar aotros. Cuando dejan su trabajo paraocuparse de los padres ya no tienenderecho a Seguridad Social ni pen-sión, y no digamos de las mujeres quenunca tuvieron acceso al mercado la-boral.

Volviendo otra vez a la Encuestade Presupuestos Familiares nos diceque los hogares con sustentador pnn-cipal mujer tienen una mayor probabi-lidad de situarse bajo las distintas li-neas de pobreza, confirmando la ma-yor dificultad de la mujer para accedera los mercados de trabajo y de consu-

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mo, en igualdad de condiciones quelos varones.

Institucionalización, sí;institucionalización, no:las residencias y otrasalternativas a la terceraedad

En un primer momento el objetivoprioritario fue proceder al internamien-to de los ancianos en grandes estable-cimientos, aunque en la actualidadempiezan a surgir formas de residen-cia alternativas.

Tradicionalmente la residencia hafuncionado como asilo, es decir, comolugar de acogimiento de aquellos an-cianos que no tenían familiares quepudieran ocuparse de ellos y, a suvez, tampoco tenían recursos paraconseguirse una atención digna deotro tipo. Esta función asilar la cum-plieron establecimientos asistencialesde muy antiguo origen, como las Ca-sas de Misericordia, y la han seguidocumpliendo las Hermanitas de los Po-bres, las Hermanas de los AncianosDesamparados, etc..

Históricamente recogen al ancia-no desvalido, entendiendo que en esedesvalimiento va asociado la falta decapacidad personal para ganar dineroo para obtener recursos, es decir, losasilos, las residencias, son un lugar deacogimiento, entre otras categorías depoblación, de ancianos pobres desva-idos,

Si nos fijamos bien, cuando laSeguridad Social decide iniciar el pro-grama de residencias a principios delos años 70 parte de un esquema reía-

tivamente parecido. En aquel tiempolas pensiones de jubilación eran esca-sas y bastante bajas. Se ofrecía la Re-sidencia como una solución, no ya pa-ra las necesidades de desenvolvi-miento personal, pues no había la exi-gencia de edad avanzada, sino quebastaba estar jubilado; así se venia acompensar la situación precaria quepor las bajas pensiones se producíanen los ancianos ofreciendo residen-cias gratuitas, o dejando un pequeñoporcentaje de la pensión. Mas, hastahace poco tiempo, en algunas de ellasno podían ingresar los ancianos quepresentaban enfermedades invali-dantes.

Este modelo cambia hace unosaños, al ponerse de manifiesto que elgran problema de la tercera edad esfundamentalmente el que se da en laspersonas no válidas, en las personasque tienen dificultades para su desen-volvimiento personal.

Entonces la residencia pasa deser un remedio contra la pobreza a serun remedio a la discapacidad grave, ala incapacidad personal para las fun-ciones de la vida diaria. Hay pues eneste sentido un cambio importante yesto se da no sólo en el ámbito de lasresidencias privadas, sino también enel ámbito de las residencias públicas.

Hoy dia el 69% de los ingresadosen las residencias lo están porque notienen familia o éstas no se encuen-tran en condiciones de hacerse cargode ellos. Sólo 3 de cada 10 ancianoshan “preferido” el ingreso en la resi-dencia a la vida en familia o en so-edad.

La satisfacción de los residentesante las condiciones de vida de las re-

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sidencias parece elevada; el 88%muestra alto grado de satisfacción,frente al 14% que se declaró poco onada satisfecho. <Bazo, 1992:24)

En cuanto a las residencias no lu-crativas, en este momento cumplenmuy distintas funciones. Situándonospor ejemplo en el caso de las perso-nas ancianas con problemas de auto-nomía personal es deseable, en prin-cipio, que estos ancianos tengan posi-bilidades de optar entre una residen-cia privada o una pública, En segundolugar es bien conocido que la ofertapública no alcanza a todas las necesi-dades, y se están produciendo conve-nios o conciertos con entidades no lu-crativas que ofrecen plazas en esterégimen.

De modo que, en este momentode escasez de plazas en residencias,en España algo más del 2% de losmayores de 65 años están ingresadosen establecimientos residenciales,frente al 5% de Bélgica o el 4% de laantigua República Federal de Alema-nta. Las recomendaciones sobre la re-ación que debe existir entre el núme-ro de plazas residenciales y el númerode mayores de 85 años son variables.La UE considera óptimo el ratio de 5plazas residenciales por cada 100 an-cianos. Si establecemos un ratio redu-cido respecto a la norma internacionalpara España de 3,5 plazas por cada100 ancianos, contando con un mayordesarrollo de los servicios asistencia-les alternativos a la institucionaliza-ción, (como por ejemplo la ayuda adomicilio, servicio de teleasistencia adomicilio, pisos tutelados etc.), paraalcanzar dicho ratio deberían crearseen la próxima década más de 100.000plazas.

y si se estableciera una políticaprioritaria de atender a los más ancia-nos, por ejemplo, a partir de los 80años , teniendo en cuenta que enEuropa la proporción de mayores de80 años dependientes es aproximada-mente del 20%, la ratio podría ser en-tonces de 10 plazas residenciales porcada 100, lo que supondría la crea-ción de unas 120.000 nuevas plazashasta el año 2.000, es decir 20.000más de las que resultaban de aplicarel ratio 3,5 plazas por cada 100 mayo-res de 65 años.

Así pues no tiene ningún sentidodesestimar, postergar u orillar la ofertaprivada no lucrativa, porque está cum-pliendo un papel importante en senti-do cuantitativo; es decir, que hacenfalta, ya que existe lista de espera. Eneste momento, como minimo una per-sona anciana ha de esperar 6 mesespara ingresar en una residencia públi-ca. Y desde el punto de vista cualitati-yo, ofrecen modalidades distintas delas públicas.

Además se sabe que, con carác-ter general, cerca del 80% de la aten-ción institucionalizada de ancianos seencuentra en manos de la iniciativaprivada. (De León, 1992:49)

El debate sobre el modo de vidade los ancianos se ha producido den-tro de la dicotomía planteada por la vi-da familiar y la institucionalización.

En un primer momento el objetivoprioritario fue proceder al internamien-to del anciano en grandes estableci-mientos; sin embargo, y una vez quese pusieron de manifiesto los defectosde aquella primera política, el énfasisse trasladó a la vida familiar y al man-tenimiento de los ancianos en su pro-

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pio hogar durante el mayor tiempo po-sible.

En primer lugar, para el manteni-miento de los ancianos en sus hoga-res es preciso que éstos reúnan unascondiciones minimas de habitabilidad,accesibilidad, así como dotación deequipamientos y servicios, calefac-ción, agua caliente, teléfono, etc,

Las características de las vivien-das condicionan la posibilidad de quelos ancianos puedan continuar en sushogares, sin necesidad de desarrai-garlos del medio social en el que hanvenido desenvolviendo su vida añosanteriores.

Es necesario una política de vi-vienda para la tercera edad, como re-quisito previo para mantener al ancia-no en su propio hogar, en la que seconsidere : 1) Concesión de ayudas fi-nancieras, 2) Reserva de viviendas denueva construcción.

El INSERSO ha establecido en elaño 1989 por primera vez un progra-ma de ayudas económicas para ancia-nos que se ajustan a tres conceptosdiferentes: 1) adquisición de mobilia-rio; 2) reparación de viviendas y 3)adaptación del hogar.

En cuanto a la reserva de vivien-das de nueva construcción hay queseñalar que, en la actualidad, sólo al-gunos ayuntamientos ofrece reservasespecificas para ancianos.

Las políticas dirigidas al modo deconvivencia de los ancianos han insis-tido en la consideración de la vida fa-miliar como la condición o el modo deconvivencia natural del hombre. Asítenemos que 7 de cada 10 ancianosviven dentro de su núcleo familiar; ca-si 2 de cada 10 se han integrado en

los núcleos familiares de alguno desus hijos y el resto vive en “núcleos fa-miliares atipicos”. De estos últimos un50/o vive en residencias de la terceraedad.

Un 19% de ancianos viven solos;más de la mitad de ellos son mujeres,y hay un porcentaje bajo, pero no des-preciable, que carece de núcleo fami-liar estable. Se ven obligados a cam-biar de residencia por temporadas 2de cada 10, de los que viven con sushijos. (Bazo, 1993:17)

Una buena parle del énfasis en lafamilia como modo de convivencia“natural” para la tercera edad descan-sa en el papel social de la mujer a laque se le ha encomendado tradicio-nalmente el cuidado de la misma. Al-gunos autores ven en esta responsa-bilidad femenina una de las causas deque las mujeres mayores sean máspobres que los hombres, como yaquedó dicho anteriormente.

Vamos a comentar brevementealgunos de los dispositivos de apoyo ala inserción de los ancianos en nú-cleos familiares;

1) Diversos tipos de ayuda a do-micilio;• Ayuda a la realización de tareas do-

mésticas.• Asistencia médica y de enfermería.• Servicios de comidas.• Hospitalización a domicilio.

2) Ayudas técnicas para promo-ver la autonomía funcional de los an-cianos (sistemas de telealarma, etc.).

3) Estancias temporales<sobre to-do en vacaciones) en establecimien-tos residenciales específicos para latercera edad.

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Encarna GUILLEN SAlDABA

Todas estas políticas son relati-vamente recientes en todo el mundo yen especial en España, que comienzaa ponerla en práctica sólo a finales dela década de los 80.

La ayuda a domicilio es la medi-da más consolidada en nuestro país.El servicio de comidas a domicilio estámuy poco desarrollado, así como lasestancias no continuadas en residen-cias.

Tampoco se ha impulsado hastaa fecha una verdadera política de

apoyo financiero a las familias con unanciano a cargo.

Otras alternativas o fórmulas deconvivencia a lainstitucionalización y a lafamilia. Apartamentos yviviendas comunitarias

Son estructuras habitables, decarácter comunitario, que sustituyen aldomicilio y permiten al anciano desen-volver su vida diaria con sus propiosmedios y una cierta vigilancia.

Pero estas alternativas no cubrensólo la necesidad material de vivienda.Cubren también, otras necesidadescomo son las relacionadas con la so-ledad, la inseguridad, etc. que quedansuperadas gracias a la vigilancia quesobre ellas se ejerce y a la cercaníade otras personas mayores.

Los apartamentos son pisos detamaño reducido, compuestos por undormitorio, sala de estar, cocina y ba-ño (entre 35 y 50 m2).

Su principal característica debeser la ausencia de barreras arquitectó-nicas y el disponer de medios de ac-

cesibilidad. Conviene que estén situa-dos dentro del casco urbano y, segúnlos casos, podrán disponer de algunosservicios comunes: desde alguna salade estar, habitaciones para visitas, co-medor y una pequeña tienda.

Contarán con la presencia per-manente de un vigilante-responsable yestarán en contacto con él medianteun timbre o micrófono, que a su vez,puede estar conectado con la red ge-neral de teleasistencia,

Las viviendas comunitarias sonpisos donde viven varios ancianos (6por término medio y preferentementeválidos) en los que los principios deayuda mutua, de compañía y convi-vencia deben primar sobre cualquierotro y que pueden ser atendidos conel apoyo de Ayuda Domiciliaria si fue-ra necesario.

Deben ubicarse de modo priorita-rio en pequeños pueblos o en barriosde la ciudad y son estructuras quepueden implantarse fácilmente en elmismo barrio donde habita el anciano.

Hagamos una breve referencia alos centros de día (hogares y clubes).

Los centros de día, son estableci-mientos abiertos en los que las perso-nas mayores pueden asistir sin desa-rraigo de su propia casa. En ellos en-cuentran los ancianos una serie deservicios a costos reducidos como sonlos servicios de peluqueria, podología,terapia ocupacional, servicio de cafe-tena y comedor así como atención ge-riátrica y asistencia social.

El número de prestaciones queofrecen a los usuarios varian de unoscentros a otros, como también es designificar las fuertes disparidades re-gionales.

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Notas4 Este articulo tiene su base en la conterencía

pronunciada en la 1 Reunión Nacional deResidencias Privadas no Lucrativas de An-cianos” que se celebró en Pamplona el 21 y22 de mayo de 1 993.

Encama GUILLEN SA DA RAE.U. de Trabajo social

Universidad Complutense de Madrid

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