VERGÜENZA

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ESCUELA, VALORES

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VERGÜENZA

¿Qué es la vergüenza?

La vergüenza es un sentimiento que nos produce humillación y culpa, por ideas o acciones, reales o fantaseadas referidas a la propia persona y que ésta teme que otros conozcan. En ese sentido se acompaña de la necesidad de aislarse, ocultarse o ponerse a resguardo de la mirada ajena. Avergonzarse es no querer ser visto por los demás. En la vergüenza la marca corporal más visible es el enrojecimiento de las mejillas que delata al sujeto a pesar sí mismo. Si bien el rostro es el lugar más descubierto a la mirada del otro, la vergüenza está asociada con las partes habitualmente cubiertas del cuerpo.

La vergüenza es una emoción que está atrapada en el deseo de ser aceptado por los demás.

Existe una gran diferencia entre vergüenza y culpa. La culpa es cuando uno se siente culpable porque ha hecho algo malo. La vergüenza, por otro lado, cree que tenemos algo que nos hace distintos a los demás. Por lo tanto el mensaje de la vergüenza es: existe algo malo en mí.

Como superar la vergüenza

1. Piense en las razones por la que siente vergüenza ¿Siente usted vergüenza porque en realidad quiere quedar bien con otra persona?

2. Practique afirmaciones para descubrir que usted tiene valor simplemente porque existe y es como es.

3. Viva su vida como usted quiera y deje de intentar complacer de los demás.

4. Concéntrese en sus cosas buenas y habilidades. Practique la aceptación de sí mismo

5. Aprenda a decir que no, no pasa nada. No siempre hay que decir sí.

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Conclusión

Cuando sentimos vergüenza nos estamos juzgando a nosotros mismos. Internalizamos por lo tanto la creencia de que no somos lo suficientemente buenos. Las personas que sufren vergüenza tienden a poner sus necesidades después de las necesidades de los demás porque se sienten inferiores.

Acciones relativas a la vergüenza

¿Qué puede hacer una persona para librarse de los sentimientos de vergüenza? ¿Cómo puede aliviar su sufrimiento? Aquí hablaremos de las respuestas negativas a la vergüenza. Las respuestas negativas incluyen parálisis, falta de energía, escapismo, perfeccionismo, censura o afán de criticar y rabia.

La parálisis: la persona con fuertes sentimientos de vergüenza puede llegar a paralizarse, a no poder hacer nada. Si pudiera, trataría de huir. Está bloqueada.

La falta de energía: la vergüenza bloquea la energía al mismo tiempo que disminuye la autoestima. Casi todos los que la padecen se desmoronan lentamente ante un ataque de vergüenza. Se sienten empequeñecer, más débiles y menos capaces.

El escapismo: la persona con vergüenza desea intensamente poder escapar. Las personas profundamente avergonzadas pueden volverse muy privadas y preferir pasar su tiempo a solas y en lugares donde se sientan seguros.

El perfeccionismo: las personas con vergüenza piensan que si nunca cometen un error no tendrán porque sentirse avergonzadas por lo que se convierten en perfeccionistas.

La censura o afán de crítica: las personas con vergüenza frecuentemente se vuelven muy críticas de los demás.

La ira: esta es otra repuesta a la vergüenza. La mejor manera de defenderse contra la humillación, consiste en atacar al supuesto atacante.

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Indagamos en nuestro interior

Ejercicio uno

(Anota tus respuestas en una hoja aparte)

1. ¿La respuesta crítica, repentina o dura de alguna persona te ha dejado sintiéndote como si fueras una persona mala o ruin, a pesar de que no hayas hecho nada malo? ¿Qué fue lo que pasó?

2. ¿Alguna vez te has sentido traicionado o humillado por alguien? ¿Cómo respondiste: retirándote, enojándole, o las dos cosas? ¿Qué pasó? En ese momento, ¿cómo te sentiste contigo mismo?

3. ¿Has sido muy crítico contigo mismo aunque hayas cometido un error insignificante? ¿Qué pasó? ¿Qué tipo de insultos te dirigiste? ¿Qué pensaste de tu autoestima?

4. ¿Alguna vez te has puesto a criticar a otra persona, haciendo notar para ti mismo (y tal vez para la otra persona) cuánto mejor es ser como tú que como él (o ella)? ¿Has criticado a los otros con mayor frecuencia cuando te sientes desdichado contigo mismo? ¿Te has dado cuenta de que algunas de las faltas que has criticado en los demás te recuerdan tus propias conductas y pensamientos?

Ejercicio dos

Toma un minuto para examinar las sensaciones físicas que relacionas con la vergüenza. Recuerda alguna ocasión cuando te hayas sentido empequeñecido, observado, traspasado por la mirada de otros, expuesto. Trata de recordar alguno de los sentimientos de ese momento. ¿Hacia dónde dirigiste la mi rada? ¿Qué hiciste con las manos? ¿Cómo sentiste la cara?, ¿el estómago?, ¿sentiste calor o frío? Ahora respira profundo tres veces y, al soltar el aire, deja que esos sentimientos salgan de ti. Describe lo que sientes.

Ejercicio tres

Ahora escribe tres cualidades tuyas. Anota todo lo bueno relacionado con tu persona, o las cosas que otros, que pueden verte con mayor objetividad, consideran. Recuerda que los sentimientos de vergüenza crean ideas y actitudes dolorosas acerca de nosotros mismos que a menudo no son verdaderas.

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Juanija Lagartija

Juanija Lagartija vivía entre unas piedras en el campo. Como a todas las lagartijas, le encantaba tomar tranquilamente el sol sobre una gran roca plana. Allí se quedaba tan a gustito, que más de una vez había llegado a dormirse, y eso fue lo que pasó el día que perdió su rabito: unos niños la atraparon, y Juanija sólo pudo soltarse perdiendo su rabo y corriendo a esconderse.

Asustada oyó como aquellos niños reían al ver cómo seguía moviéndose el rabito sin la lagartija, y terminaban tirándolo al campo después de un ratito. La lagartija comenzó entonces a buscarlo por toda la zona, dispuesta a recuperarlo como fuera para volver a colocarlo en su sitio. Pero aquel campo era muy grande, y por mucho que buscaba, no encontraba ni rastro de su rabito. Juanija dejó todo para poder buscarlo, olvidando su casa, sus juegos y sus amigos; pero pasaban los días y los meses, y Juanija seguía buscando, preguntando a cuantos encontraba en su camino porque se sentía mucha vergüenza por no ser como las demás lagartijas.

Un día, uno aquellos a quienes preguntó respondió extrañado "¿Y para qué quieres tener dos rabos?". Juanija se dio la vuelta y descubrió que después de tanto tiempo y de tanta vergüenza y tantos malos ratos, le había crecido un nuevo rabito, incluso más fuerte y divertido que el anterior. Entonces comprendió que había sido una tontería dedicar tanto tiempo a lo que ya no tenía remedio, y decidió darse la vuelta y volver a casa.

Pero de vuelta a sus rocas, precisamente encontró su rabito al lado del camino. Estaba seco y polvoriento, y tenía un aspecto muy feo. Alegre, Juanija cargó con él y siguió su camino. Se cruzó entonces con un sapo, que sorprendido le dijo:

-¿Por qué cargas con un rabo tan horrible y viejo, teniendo uno tan bonito? -He estado meses buscándolo - respondió la lagartija. -¿De verdad has estado meses buscando algo tan feo y sucio? -siguió el sapo. -Bueno -se, excusó Juanija- antes no era tan feo... -Mmm, pero ahora sí lo es, ¿no?... ¡qué raras sois las lagartijas! -dijo el sapo antes de largarse dando saltos

El sapo tenía razón. Juanija seguía pensando en su rabito como si fuera el de siempre, pero la verdad es que ahora daba un poco de asco. Entonces la lagartija comprendió todo, y decidió dejarlo allí abandonado, dejando con él todas sus preocupaciones del pasado y su vergüenza; y sólo se llevó de allí un montón de ilusiones para el futuro.