VI. - unal.edu.co

19
- 50 - tanto bueno, aunque muy barrialoso en algunas partes, donde los caballos no podían desatascar el carruaje, obligándonos varias veces 6 desmontarnos y meternos entre el barro... A. las cinco de la tarde del cuatro de Dicembre de 1877 llega- mos á la plaza de San Victorino, y nos salieron con la ocu- rrencia de que no entraban coches 4 la ciudad. Buscados un peón que se echó al hombro la maleta y nos fuimos ¿buscar el hotel. Nuestro equipaje había sido trasladado, en Facatati- vá, á un carro tirado por bueyes, y debía llegar al día siguien- te. Hablamos gastado cuatro días en un viaje de 22 leguas; con todo, nos habíamos adelantado diez días al telegrama que enviamos de Honda á Bogotá para anunciar nuestra llegada." VI. De Sabanilla á Bogotá, distancia, vehSculos y gestos. Veracruz y su puerto. Edificios, coites y plazas--Castillo de Uluá--TÑn para México--La tierra caliente— Atoyac y Córdoba--Barranca de Metite, sus puentes y túneles--Orizaba y el Ingenio--El Encinal,lnfiernillo y Maltrata-- Tiposnacionales--Cuesta de Acukingo--Túneles y viaductos--Laco. mida--La altiplanicie del Anáhuac y sus poblaciones--Otumba y 'Peo- tihuacan--El valle de México- -Llegada á la Capital--El ferrocarril de Girardot y el de Veracruz--Historia del ferrocarril de Veracruz. De Sabanilla 4 Bogotá se emplean en las más ventajosas circunstancias doce días para hacer 202 leguas; cuatro en ca- mino de hierro, setenta y seis en los vapores del rio y 22, en mulas por malos y muy descuidados caminos. 1 Espléndido triunfo de nuestras luchas politicas y de tanto bregar de los partidos en setenta y cuatro años de independencia! Mr. Wil- son gastó en solo trasporte lo siguiente: seis fuertes persona y equipaje en el ferrocarril de Sabanilla; cincuenta y dos en loe vapores del Magdalena y veintiseis en las mulas, arriero,

Transcript of VI. - unal.edu.co

Page 1: VI. - unal.edu.co

- 50 -

tanto bueno, aunque muy barrialoso en algunas partes, dondelos caballos no podían desatascar el carruaje, obligándonosvarias veces 6 desmontarnos y meternos entre el barro... A.las cinco de la tarde del cuatro de Dicembre de 1877 llega-mos á la plaza de San Victorino, y nos salieron con la ocu-rrencia de que no entraban coches 4 la ciudad. Buscados unpeón que se echó al hombro la maleta y nos fuimos ¿buscarel hotel. Nuestro equipaje había sido trasladado, en Facatati-vá, á un carro tirado por bueyes, y debía llegar al día siguien-te. Hablamos gastado cuatro días en un viaje de 22 leguas;

con todo, nos habíamos adelantado diez días al telegrama queenviamos de Honda á Bogotá para anunciar nuestra llegada."

VI.

De Sabanilla á Bogotá, distancia, vehSculos y gestos. Veracruz y su puerto.Edificios, coites y plazas--Castillo de Uluá--TÑn para México--Latierra caliente— Atoyac y Córdoba--Barranca de Metite, sus puentesy túneles--Orizaba y el Ingenio--El Encinal,lnfiernillo y Maltrata--Tiposnacionales--Cuesta de Acukingo--Túneles y viaductos--Laco.mida--La altiplanicie del Anáhuac y sus poblaciones--Otumba y 'Peo-tihuacan--El valle de México- -Llegada á la Capital--El ferrocarril deGirardot y el de Veracruz--Historia del ferrocarril de Veracruz.

De Sabanilla 4 Bogotá se emplean en las más ventajosascircunstancias doce días para hacer 202 leguas; cuatro en ca-mino de hierro, setenta y seis en los vapores del rio y 22, enmulas por malos y muy descuidados caminos. 1 Espléndidotriunfo de nuestras luchas politicas y de tanto bregar de lospartidos en setenta y cuatro años de independencia! Mr. Wil-son gastó en solo trasporte lo siguiente: seis fuertes personay equipaje en el ferrocarril de Sabanilla; cincuenta y dos enloe vapores del Magdalena y veintiseis en las mulas, arriero,

Page 2: VI. - unal.edu.co

- si -

carro y ómnibus de Honda á Bogotá. Total para las 202 leguas$ 84, sin contar las posadas, hoteles y 4xtras. Con los millonesque hemos gastado en matarnos fraternalmente en guerrasciviles y en arruinar, desacreditar y desmoralizar el país en

ro de un puñado de ambiciosos, habríamos podido ya construirdos ferrocarriles tan largos como el que hoy se propone hacerMr. Joy con 25 millones do pesos, para trasladarnos desde elBanco á Bogotá en solas doce horas de viaje, cómodo, rápidoy barato.

Mas, dejemos á un lado estas miserias sonrojosas, y vea-mos como se viaja desde las Costas é las capitales de las otrasrepúblicas hispano-americanas, países menos importantes queel nuestro y más nuevos. Este parangón nos serviM de aci-cate. (4)

El 23 de Agosto de 1881 h. las nueve y media de la maña-na echamos el anda en el puerto de Veracruz, azotado la ma-yor parte del año por el vómito negro que no perdona á nin-gún extranjero y por los ciclones 6 tempestades del inquieto ytraicionero Golfo de México. La rada es peligrosa cuando so-plan nortes, que son frecuentas, y siempre es necesario untico para entrar en él. Velanse allí tres grandes vapores de laslíneas extranjeras y tres pequeños nacionales rodeados do al-gunos buques de vela. (*4) La ciudad vista de lejos aparecemuy vistosa, aunque pequeña, con grandes edificios do dos ytres pisos, de calicanto y azotea; aseadas, rectas, anchas y bien

() Ea Panamá se torna el vapor español que va 4 la Habanaen dos días, y en este puerto se trasborda á otro que zarpa paraVeracruz & donde llega en tres días.

() Cuando el 9 de Noviembre de 1883 sal¡ de Veracruz, ha-Ha ya, ¿ virtud dl creciente progreso de aquifi país, anclados en cipuerto una docena de vapores y otros tantos buques de vela.

Page 3: VI. - unal.edu.co

- 62 -

enlosadas calles; alumbrado de gas y extensa entabaci6n dehierro; hermosa plaza adornada de árboles, jardines, montee,fanales de luz eMctrioa, y circuida de portales. Llaman en ellaespecialmente la atención por su mole y elegancia: la Matriz, elPalacio de Gobierno, la Escuela de Artillería, el Teatro, los treshospitales, el pórtico do la Aduana, el templo de San Francis-u, convertido en biblioteca pública, y su elevada torre que sir-ve de faro bojo al nombre de Juarez. En la Heroica, como lla-man á Veracruz los mexicanos por haber hecho frenr.e á un si-tio semejante al de nuesVra igualmente heroica Cartagena, (*)está el castillo de Ulus, que recuerda el Boohica de la últi-ma, edificado dentro del mar y á flor de agua. En contorno deIsoindad antigua se levanta otra, construida í la moderna, conedificios de madera y rejas que tanto contrastan con los molesde mampostería de la ciudad española. En lontananza se ele-va enhiesto y nevado el majestuoso Orizaba que se destaca enun cielo da purísimo azul.

Muchos y buenos son los hoteles de Veracruz, animado sucomercio, elegante la sociedad de los porteños, pero el miedoal implacable v6mito negro hace poner luego piés en polvoro-sa hácia la Siera. En efecto, al otro día muy de waana se lo-

() En Julio de 1881 visit4 nuestra oélebre Cartagei*, y mialma quedó amargada cuando vi la ruina, el abandono, la suciedady la inacción en que se hallaba esa, antes grande y poderosa, ciu-dad, la cuarta de toda la América en tiempo de la colonia, despuésde México, Lima y? ohm. Hoy yo es ni la soinbn puedo que me-jore con la limpia del dique y aif lo deseo, pues ella bajo lodos as-pectos debe ser el primer puerlo de Colombia pan el oometuio in-terior. Quise visitar la tumba del Beato Claver, grande apostolde los negros y bienhechor de los miserables negros, pero solo halléun hermoso templo abandonado,lleno de goteras y cubierto de huta,no obstante su airosa y elegante cúpula.

Page 4: VI. - unal.edu.co

-52---

ma, por medio real, la ilusa del tranvías que recorre las princi-pales calles para ir á la estación, donde esperan los viajerosque en el trón de las seis marchan 6. la capital de Méxioo. Elbillete de segunda clase cuesta 116, y se van á 6. p ecorrer 85leguas con toda la rapidez y comodidades de la civilización; el

equipaje de diez arrobas debe pagar $ 8. Los empleados sonatentos, los wagones grandes, cómodos y lujosos, y la locomo-tora, sistema Frairlie de dos chimeneas, so deeliza majestuosasobre una carrilera de va ancha y de rieles de acero Besse-mer. Al principio rodamos por llanuras completamente planasde un clima húmedo y abrasador; parte cubiertas de tupidosmatorrales y enanos árboles, y en parto cuajadas de ganadosque pasan en sus feraces dehesas, 6 en medio de terrenos ano-gadisos, donde aparecen de cuando en cuando algunos Jacales(ranchos) de palma y de rudos troncos, habitados por jarochos

(indios costeños) 6 por zambos, los únicos que pueden vivir enesos sitios malsanos; (*) morada de las calenturas, de la ane-mia, que en nuestro Magdalena llaman jechers, y del vómitonegro. En las seis leguas y media que mide la sabana solo se

() Cuando ci 27 de Julio de 1881 salt de Nueva Orleana ps.rs Chicago y Nueva York, á las siete y media de la mañana, siguiónuestro tSn las orillas del Misisipí por un terreno bajo y cenago.so, en gran parto cubierto de bosques enfermizos, donde no se veíansino algunas raras chozas de madera, plantíos do maíz y de algo.dón y gentes de color, sucias y descalzas. Todo el país es llano yestá anegado por los desbordes del río como nuestro bajo Magdale-ns; la vis es ancha pero de solo un par de rieles, y muy escasas laspoblaciones pro se encuentran en las 160 leguas que separan áNueva Orleana do la confluencia del Ohio con el Miasipi. Lasnotables son: los pueblos de Jackson, Granada y Trenton. Despuésde andar todo el día y noche llegamos al Ohio ¡ las seis de la ma.ja

Page 5: VI. - unal.edu.co

- 54 -

encuentran la ranchería de Purga y la pequeña estación de Te-jeria. Al fin del llano está la de la Soledad y siete leguas másadelante la del Paso—del—Macho, separada de la anterior porbosques espesos y achaparrados y por los nos Sordo y Jama-p4. Con el fresco de la mañana no molestaba el calor y lablandura de 108 cojines do tos asientes, la gran capacidad delwagon, donde podían sentarse cómodamente ochenta personas,la buena compañía de escogidos pasajeros y las rasgadas ven-tanas, por las que se gozaba de la hermosa vista de los cam-pos, bosques y pueblos, hacían que el viaje se hiciese no solocon rapidez y comodidad, sino con verdadera delicia. En deshoras recorrimos esas 13 leguas y media, que en nuestros ca-minos hubieramos andado caballeros en lerda 6 resabiada malaen uno 6 do g mortales días, ahogados de calor, molidos loshuesos, vacío el est.6mago y medio trasnochados, como le acon-teció al señor Wileon, antes citado. -

En medio de bosques tupidos y de cerros cubiertos de lu-josa vegetación nos dirigiamos hácia el c6nico y elevado mon-te del Ohiquihuite, (canasto, en lengua azteca) pasando antesel rio San Alojo por un puente de hierro. Dos leguas mas ar-riba vuelven 6 presentarse algunas altas colinas bien arbola-das flanqueando el cauce del rio Atoyac, sobre el que se tien-de un gran puente de hierro precedido de dos largos túneles.Pasado este, entramos en el valle, un poco menos caliente deCórdova, ciudad situada 827 metros sobre el nivel del mar y ácuatro leguas del Atoyac. Su clima es húmedo y muy expues-to al temible vómito negro, y ella es el último limite 6 dondellega este azote desde las costas del Golfo. La inclinada y ex-tensa llanura de Córdova está 734 metros más alta que la deVeracruz, y mide del Atoyac al Fortín, seis leguas que hici-mos en una hora, volando al través de espesos bosques de ár-boles enanos. Esta comarca por su temperatu rs y vegetación

Page 6: VI. - unal.edu.co

- 55 -

recuerda el trayecto que va de Sucre á Juntas en las orillasdel Dagna; aunque sus bosques son menos frondosos, su situa-ción menos pintoresca y sus habitantes, no los inteligentes yhospitalarios caucanos, Bino indios de pura raza, solapados, as-tubos y desconfiados. Todo lo que nuestra Vista podía abarcarse presentaba casi sin cultivo y parte cubierto de matorralesentre los que sesteaban algunos ganados. De cuando en cuan-do se veían pobres chozas de tablas 6 de paja. En Atoyac, no-table por su cantera de mármol, hay un trozo de camino queme traía á la memoria los terrenos quebrados de la Mesa, detTbaque 6 de Machetá con su espléndida vegetación, sus capri-chosos contornos y fantásticos riscos.

Desde nuestra ventana de vidriera y bien arrellanados enmullidos asientos, veía desfilar como en una fantasmagoríaplataneras, cañaverales, maizales, plantíos de café y algunasranoberías de indios que salían asombrados 6 ver el trén, noobstante los nueve años que ya llevaba de abierto ese ferrocarrilLos trajes y fisonomías de esas gentes eran muy parecidos áloe de los indígenas de Centro—America. Tanto la lujosa vege-tación de la montaña, poblada de árboles cargados de lianas ybejucos, y adornados con las pintadas flores de las bromelias yorquídeas; como también la deliciosa temperatura, la fragan-cia de tos campos, las sementeras y la variedad de aves de mu-chos colores me recordaban con placer las tierras calientes denuestra querida Colombia; aunque el recuerdo del atraso enque la mantienen los holgazanes sin patriotismo y los ambicio-sos políticos, luego me amargaban el alma y me hacían suspi-rar por mejores días para nuestra noble y generosa nación.

Pasada la estaci6n del Fortín, á las nueve y media, noslanzamos en la profunda y gigantesca barranca de Metlac,arrebatados por nuestra locomotora Popocatépeti. Ibamos enel wagon de segunda clase, trece pasajeros, ingleses y yankees,

Page 7: VI. - unal.edu.co

IMIUM

en su mayor parte, pasajeros de los vapores que habían últi-mamente llegado L Veracruz. (*) Ninguno de los diez mil ha-bit-antes de esa ciudad, nide los cinco ¡ni! de C6rdova, que estáunidst 6 la estación por un tranvía, vinieron á acrecentar el nú-mero de pasajeros. A poco de entrar en el barranco, cuyo bordeoriental seguíamos, pasamos un puente de hierro decinco ojos;luego vino una serie de siete túneles, parte de los quince quetiene todo el camino hasta México, los que fuimos pasando alpropio tiempo que nuestro trén serpenteaba humeante y estre-pitoso por los dos precipicios que flanquean esa profunda sima,la cual atravesamos sobre un viaducto de hierro altísimo ymuy prolongado. Terminada la estrecha cornisa, que corre alborde del abismo llena de puentes y de túneles, entra-mos en ci valle de Orizaba, 235 metros más elevado que elde C6rdovs, y, atravesando por encima de tres viaductos más,nos paramos en la estación de Orizaba á las diez y media de lamañana. Hablamos recorrido ya 183 kilómetros con toda como-didad en cuatro horas y media, es decir, veinte más que loshechos 6 lomo de nula por Mr. Wilson de Honda £ Bogotá encuatro días con intolerables desagrados.

Al atravesar el pequeño valle de Orizaba, situado 1,227metros sobre el nivel del mar y con una temperatura media de20 grados del centígrado, vimos por ambas veras del caminoextensos plantíos de caña do azúcar y, 6 lo lejos las humeantesChimeneas de loe ingenios provistos de aparatos modnos parael azúcar y el aguardiente á la derecha so extiende la ciudad,al pié del célebre cerro del Borrego, (*9 y medio oculta entre

(0) Cuando regresé en 1883 venían conmigo seis mejicanos, unfrancés y trece yankees.

(SS) Allí fueron derrotados los liberales mejicanos en 1862, denoche sorprendidos por las tropas francesas del general Forey uni-das a las conservadores mejicanos del general Márquez.

Page 8: VI. - unal.edu.co

'a 57 -

espesas arboledas que ocultan los tejados de 8US casas bajas,destacándose sólo las cúpulas y torres de los templos. A. laizquierda, tras los vastos edificios de la Maestranza del ferro-carril, se levanta Cocolápan, fábrica montada á. la europea paratejidos de algodón y papel de los señores Escandón y Cl Ori-zaba tiene treinta mil habitantes, en gran parte atraídos porl comercio de todas partes do la República; generalmente son

indios do un color más oscuro que los de la altiplanicie. A pe-sar de la vida y movimiento comercial de esta ciudad, que sehalla en el camino más transitado, y al principio de la arduarepechada que allí se emprende para subir á la altiplanicie,Orizaba es muy creyente, piadosa, aun rozandera y amante delos sacerdotes. Tiene tres líneas de t.ramvlas, dos que recorrenla ciudad y una que la une con el vecino pueblo y fábrica delIngenio; tiene calles aseadas, plazas con árboles y jardines,buenos templos, paseos, hoteles, teatros y además sociedadpoco tratable y comunicativa. Esto para ¡os que se imaginanque los ferrocarriles traen la impiedad, la disipación y el ma-terialismo.

Después de un cuarto de hora de espora, continuamos elcamino para detenernos cuatro kilómetros mü adelante en elIngenio. Este sitio es doblemente notable, por la gran fábricade hilados que agrupa en torno suyo una activa población, ypor haberse celebrado allí, en 1524, el matrimonio entre la fa-mesa india Doña Marina 6 la Malinche, manceba del conquis-tador Cortés, y el soldado español Juan Jaramillo. La fábricaestá avaluada en 250,000 fuertes en el catastro de contribu-yentes; rinde $ 120,000 al año, y emplea 217 operarios. Pasa-do el Ingenio, sale el tren del valle de Orizaba, que mide tresleguas y medio de largo, por una profunda garganta natural,abierta en medio del Borrego y del vecino monte, y entra enel valle del Encinar, sesenta metros más elevado. Esta es la

8

Page 9: VI. - unal.edu.co

- 58 -

cuarta planicie de las cinco que se van escalonando sucesiva-mente desde Veracruz antes de trepar las cumbres de Acul-cingo para llegar, en la Boca del Monte, á la extensa y elevadameseta del Anáhuac.

En este corto valle principia 6 desaparecer la excesiva hu-medad del aire de las planicies inferiores que tanto contrastacon la sequedad de los llanos superiores. Al salir del EncinarHO entra en el primer Infiernillo, abismo horripilante por cuyaceja se desliza estruendoso y ripido el tren para entrar en eltúnel décimo, y lanzarse al largo y a!tísiino viaducto de la Jo-ya. Viene luego en la misma garganta el segundo Infiernillo,

y después éntrase en el angosto valle do la Joya, situado 61,692 metros sobro Veracruz y 400 sobre el valle del Encinar.Aquí ya sintese un fresco z3gradable, y el ojo se deleita conla amenidad y verdura de los prados circunvecinos. El nevadocolosal del Orizaba, que teníamos desde Veracruz siempre alfrente, iba Itiégo i quedar sobre la derecha., y después, 6 la es-palda mientras recoriéramos las llanuras arenosas no Apam.Los valles de Orizaba, del Encinal y do 1a Joya, cubiertos demaizales y de plantíos de cañas, salpicados (le casitas y rodea-dos de empinados montes, hacían juego con las praderas queíbamos dejando Li derecba é izquierda, ceflidas de cerros, cubier-tas de matorrales, separadas por cañadas llenas de olorosas floresy de exquisitas frutas, y pobladas por alegres y pintadas aveci-llas. En los Infiernillos desaparece toda vegetación y todo sárviviente y una quebrada de escaso caudal cae de roca en rocahacia el abismo haciendo un ronco murmullo en medio (le lassombras 6 donde jamás penetra el sol.

A la hora de haber salido de Orizaba, llegamos á la esta-ción de Maltrata, situada en medio de prados risueños que ale-gran el alma y deleitan la vista, después de las horripilantesescenas del Infiernillo, que inc recordaron l;is cañadas y viscos

Page 10: VI. - unal.edu.co

- 59 -

de nuestro Pico do la Guaeaulaya, y á donde so lanza el trenhutneant.e y vstruondoso, deapareciendr en las entraüas deltúnel décimo y pasando al borde do horripilantes precipicios,por la coja de la roca y encima de pretiles do calicanto. A laderecha de la estación se levanta una alta colina, tapizada dograma, esmaltada de flores y ceñida de espesas arboledas, y ála izquierda se extiende una planicie do esmeralda, donde estásentado el pueblo do Maltrata, regada por un cristalino arroyoque serpentea en medio de ricos plantíos. En esto paraje sepresentaron, por la primera voz, en toda su variedad los tiposy trajes de la altiplanicie, los cuales todavía conservan su ori-ginalidad y carácter nacionales.

Tina multitud de gente acudía al tren para vender pláta-nos, tunas, piñas, naranjas, etc. Los hombres llevaban al hom-bro un zarape 6 cobija de laua para abrigaran en las horas dofrío; en la cabeza grandes sombreros de fieltro con anchosgalones de plata en los bordes de as alas, un grueso cordónde lo mismo y dos chapitas do platx á los lados de la copa;

como pantalones, calzoneras largas y estrechas do cuero decordero, que en México saben muy bien curtir y que tienen abo-tonaduras da plata á los lados de las piernas ; faja de seda en-carnada, en la cintura; zapatos de vaqueta amarilla y unachaqueta, ordinariamente de badana. Entre las mujeres se ad-

vertían las ¡lunetas 6 enaguas de bayeta, el tiíi.tttc ó chircate y

el rebozo 6 chal do hilo con que se cubren los hombros; los piéscalzados con zapatos ordinarios y la cabeza descubierta, pues

en ese país DO usau sombrero las mujeres. No faltaban entrelos más pobres indios largas y estrechas ruanas de lana, llama-

das cotonas, y sombreros de petate ó de cafia. De éstos, nn08iban arriando raquíticos burros, otros montados en regularescaballos, con sillas sin coraza al uso moieano, de estribos

Page 11: VI. - unal.edu.co

do madera y cuero, de grandes cabezas, sin arretranca nigrupera, i provistas do Lazo 6 rejo para la vaquería.

En Maltrata ya teníamos andadas desde Veracruz 30 le-guas en cinco horas, y nos disponíamos ¿ trepar la empinadacuesta de oso nombre, que mide 741 metros de altura, para irá almorzar en la Esperanza, 6 más bien á comer, según la anti-gua costumbre española todavía allí en neo, á las doce y media.De Maltrata á Esperanza hay cinco leguas y media de sabidaque en Colombia haríamos en seis mortales horas, al rayo del soly con las mayores incomodidades. Pero, en México con menospoliticay más trabajo, menos teorías y más juicio, se trepan esos741 en 53 minutos en grandes y cómodos wagones, donde lospasajeros desde sus mullidos asientos van deleitándose con va-

riados y sorprendentes panoramas. Ya las elevadas cumbresde Aculcingo, ya los prados risueños y esmaltados de Maltra-te, ya los oscuros pinares de los vecinos montes, ya la bellalontananza de las costas van presentándose sucesivamente á losojos del viajero que palpita de emoción y tiembla do miedo alentrar en los oscuros túneles, en el fondo de profundos corteshechos en las peñas esquistosas, 6 al pasar los puentes de hierrode altura horripilante, tendidos sobre abismos, 6 al serpentearen i epetidas curvas, 6 al pasar sobre estrechas murallas de ca-licanto, dominadas por elevadas peñas y puestas al borde dehondas y medrosas profundidades.

A las once salimos de Maltrata. El tren di6, al principio,una gran vuelta para tomar altura; el pueblo aparecía á nues-tros piés como un inmenso tablero de damas, entre matorralesy en medio de sementeras de maíz, habas y garbanzos. A lasonce y cuarto volvimos á detenernos en la estación de la Bola

para dar agua á la locomotora. Desde allí veíase serpentear enel vecino y fronterizo cerro la línea de la carrilera, medio ocul-ta en parte por las desigualdades de la falda y por las nubes

Page 12: VI. - unal.edu.co

— 61 —

que bañaban la cumbre del monte. Mientras aguardábamosapareció en la cima un tren procedente de México, que descen-día rápidamente coronado de esposo penacho de humo, que sevolvía y revolvía en las infractuosidados de la cuesta y que pi-taba y atronaba los senos de la montaña. Entre tanto otros doscompuestos de cinco 6 seis grandes carros capaces cada uno de30 cargas, llegaron de Veracruz con dirección á la Capital. Eltren de México traía en grandes jaulas caballos, cerdos y Pe-llejos llenos de pulque, (4) y el nuestro estaba compuesto, ade-más de la locomotora y su tender con agua y carbón, del fur-gón 6 carro do equipajes, de cuatro wagones de primera, se-gunda y tercera clase. En el último iba la escolta que siempreacompaña á los trenes, porque en México no se puede viajarcon dinero sin llevar escolta. (*1')

() El pulque os una bebida muy común en México, Puebla ydemás ciudades comarcanas, en las quo se consume diariamentenna cantidad prodigiosa. En blanco y desabrido, pero capaz deembriagar bebido en mucha cantidad, como nuestra chicha. Seextrae de cierta clase de penos 6 agave, llamada maguey, de gran-des y pulposas hojas, y el bueno se cosecha en 108 Uanos de Ópamfabrícase con otras pencas no tan gruesas y jugosas: entonces sellama tlachique y es más dulce. A México entra todas las mañanasun tren de pulque, conduciendo 200 y 300 grandes pipas que seconsumen en un día.

(') La pazpaz y el progreso han ido acabando ea México con loslegendarios salteadores de antaño. En tiempo do las guerras civi-les, y también en la colonia, no se podia viajar solo, ni en las dili-gencias 6 huallines, porque era infalible caer en manos de saltea-dores, especialmente en algunos parajes como Riofrío, entro Pueblay México, y el Monte do las Cruces, entre esta última ciudad yToluca. Los bandidos mataban 4 los caminantes, si hadan resisten-cia, les robaban todo sin tocarlos si llevaban dinero 6 joyas, y losgolpeaban 6 desnudaban si tenían loe bolsillos limpios. Al~

Page 13: VI. - unal.edu.co

- 62 -

Poco después salimos de la Bota, emprendiendo ¡,a y en 53 minutos coronamos la altura. Para efectuarlo

fuénos preciso dar antesmuchas vueltas), revueltas, pasaral trav6s de profundos curtes, penetrar en seis largos túneles,salvar abkinos sobro otros tintos pucotes de hierro y correrpoi' la Ceja (le liori'ipilantes derrumbos, donde se hiele la san-gre con soto la i dea do que el tren se desvíe y llegue 6 preci-pitarse por aquellas hondas simas coronadas de rocas capri-chosas y de pretilesdo canr.eria. (*) Seis minutos paramos enla estación de Boca del Monte, y dedo allí alojo complacidoy pasmado apenas se hartaba en contemplar un uspléudidohorizonte. A la derecha levautábase medio econdido entrenubes el gigantesco nevado do Orizaba; al frente y en lont.a-

bandidos so han hecho allí famosos como Roca, cuantos, y al pre-sente Chucho (Jesús) el Rolo (el cachaco) quien se pasea en buenoscaballos por la población, burlándose con su ligereza de la pulida.Los bandidos no sólo robaban dinero, alhajas y ropa, sino que tam-bién j 'ljA'1nin, es decir, arrestaban a los ricos para exigirles des-pués cuantiosos rescates.

(') Este ferrocarril que costó 27 millones de fuertes y duró enconstrucción trece años y en estudio y proyecto 3.3 á causa de lapolítica y de las guerras civiles, tiene 423 kilómetros, sin contarlos 4C del ramal de Puebla, 10 viaductos 55 puentes de hierro, 93de madera y WS alcantarillas. Entre los viaductos llaman más laatención por sus colosales proporciones, el de Wisner cerca deBoca-del--Monte; ci de Metlae que forma una curva de 98 metrosde radio, mide 106 metros do largo, está A la altura de 111 metrossobre el nivel del agua, descansa sobro 8 pilares de hierro sosteni-das por machones, de piedra y lité vonstruíilo en la fábrica deCrumlcic en Inglaterra; el do Soledad que es el más largo de lalínea, el de San Alojo que mide lOO jiietros de largo y el del Clii-quihuite cuya longitud es de 67.

Page 14: VI. - unal.edu.co

- 63 —

tanza aparecían las serranías que habíamos atravesado en alas

del vapor, lasllanuras cte Voracriz y las azules agias del Seno

Mexicano; más cerca se despleg;Wan, uno iras otro, los pinto-

rescos valles de Maltrata y de l:. Joya, y al pie mismo de los

wagones tendíauso Las rápidas ÍÇdIFLS del Aculcingo cubiertasde robles, pinos y m&lurrak.<. Do; ' ités 'le atravesar profundo

corto y bajar tendida y corta icndí(!nto, effl.c;tiios en ja famosaaltiplanicie del AuKit u; y al ci .1-1') de Ii ' na nos detivj iiiosen la estación de la E'peraiiza. ira la ulia tu ns cuarto y el

frío, á esa altura do 2,1 LS nivro penet.raht y haca tiritar úlos que veníamos *le las abra,;ulas e 'sL:is (kl (olio.

La mesa del hotel estaba c;trgada de suc'tlenos tuanjaros

servidos con esmero y diii nua , y el btiÇcte del propietario

francas ofrecía al viajero eceent:s vino, y lteorc' a'O!i1

dos de cigarros lialj p.rtos Y (le l,uen tabaco (le 'l'iixtia El ape-tito no escaseaba, excitado con el airc vivifle:';ire tic lrt tierra

fría y era mucho el baen humor de los vz:ijoro, pites li;tbíañ re-

corrido :36 legaas en seis ltor.r y tres ci:trlos, inclusa la hora

perdida en las estaciones. ¿ En cuánto tcmpo y con cuántas

jncolnodidade5z !:arhunos ('.1S 3G lc;uas en la ilustrarla y ricaColombia ? Reenérdese It rel:ici'n dc M. \Vilsoit los cuatro

días empleados en ri'corr.r las 22 lutns que mdc el cawiuo

de Honda 6. floçot:i. Yo, al sithir í la nitpinnidc mexicana,

traía K la vnewuria in 13oca del 1u:ito, irL tí•rra ealimt .e y la

subida del Salto por el traz ' l ' de G ir:trdot, stios ;ri ¼jantes á los q te nos acababan de llenar u . u. rcei ' i:v compa-raba ci prngreo de México con n::eie' \r.:r::osu .iítaso,no

obstante la itzteliq'neia de mis cor, iot tan superior 4 laque yo advertía en l;ts g(n.; di n:IÇS r'u ;a'. c1 nc' la. políticay la holgazanería uo 1 .;)iau ;t.ridvs en vergonzoso atrasoy miseria con rner'.rua (1i' 'l',i!r.t

A. la tina >' mcdi:. Se , ......1.',: ;<le) x:tuta y emprendimcs

Page 15: VI. - unal.edu.co

la marcha al través de la dilatada altiplanicie azteca. La vistadescubría una inmensa llanura circuida al poniente por el

opocat.épetl y el Iztaccíhuatl, y al levante por el Orizaba y elbifrante Cofre—de—Perote. Distábamos todavía 47 leguas deMéxico ¿ donde llegaríamos It las ocho de la noche. Habíamosandado con solo la velocidad de seis leguas la hora, por ha-ber tenido que subir desde la orilla del mar hasta la altura de2) 592 metros sobre su nivel; mas, ea la llanura, cuyas oscila-clones apenas llegan á 314 metros, íbamos á correr ocho, de-biéndonos parar en otras catorce estaciones.

Volábamos al través de la altiplanicie mexicana y nosacercábamos al monte cómico de la Melinche que se levantacasi en su centro, escoltado de varias otras pequeñas colinasdejábamos atrás de nosotros dos largos ferrocarriles de sangro;el que parte de Tejeria hacia Jalapa y Coatepc con 24 leguasde carrilera, y otro, de La Esperanza hacia Tehuacan, condiez, y dos de vapor; el de Alvarado con once y el de Medo-lUn con diez, 6 íbamos á encontrar It nuestro paso cinco más,uno de tracción animal en Chalchicomula con dos leguas delongitud y cuatro de vapor; el de San Marcos hacia Pueblacon ocho, el de Apizaco á Puebla con nueve, el de Irolo 6 Pa-chuca con doce, y el de Tezcoco, México, Irolo y Calpulálpancon veinticuatro. (*)

La vista se paseaba desde las ventanas del wagon por loe

(S) Cuando en Agosto de 1881 recorrí, por la primera vez elferrocarril inglés de Voracnz á México no estaban construí das sinelas lineas de Tejería á Coatepec, do Esperanza á Tehuacan y dcApizaco a Puebla; mas, cuando lo atravesé por la última, en No.viembre de 1883, ya estaban concluidas las demás que he enuncie.do arriba. Asimismo Apizaco era en 1881 una estación pequeña dcmadera y en 1883 presentaba el aspecto de un pueblo fabril, llencde vida, por contener la Maestranza del ferrocarril, y ser lugar &

Page 16: VI. - unal.edu.co

- 65 -

extensos, desnudos y fríos campos de esa meseta rodeada encontorno de una cadena de serranías, sobre las que levantabansus nevadas cumbres los cuatro colosos que poco Itá enumeré;ya se fijaba en terrouos pantanosos que recordaban nuestraSabana; ya, y era lo más común, en campos medio esteriliza-dos por las cenizas del Popocatépeti, y donde nace en pro-digiosa abundancia el maguey de que se extrae el pulque; yaen sementeras de maíz, cebada, frijoles negros y habas; ya enpoblaciones de tres á cuatro mil almas, como Chalchicomula,San Marcos, Huamantia y Apam ; ya en pequeñas aldeas com-puestas de bonita iglesia formada de bóveda y cúpula y do unpuñado de jacales de troncos y tablas; ya en potreros don-de pacian manadas de toros, de yeguas y do cerdos; ya en lasdos altas y desiguales pirámides de 'Peotihuacan, levantadascomo teocalis 6 templos al sol y la luna por los desventuradostoltecas; ya, finalmente, en los célebres campos do Otnrnbadonde Cortés dominó el poder de los aztecas despus do lasexcenas de horror de Ja noche triste, acaecidas en la calzada deTacuba.

A Ometusco, trece leguas distante de México, llegamosya oscureciendo, pues los 190 grados do latitud norte de estesitio hacen que en el mes de Agosto se ponga el sol á las sietede la noche. Allí se da vuelta á la cadena do montes que cortande N. 6 S. la altiplanicie del Auáhuc y sobre los que descue-llan el cénico Popocatépetl con su penacho de humo y el cán-dido Jzt.acíhuatl que semeja, como su nombre lo indica, unamujer blanca recostada. Entrase por un valle estrecho y largo;luego se pasa al frente del pueblo de Otumba, de '1'eotihuacany San Cristobal, donde los eÑpañoles fusilaron al cura Morelospor insurgente; en seguida, el tren t9ma la orilla del saladoToxcoco, saluda de paso la villa y santuario de la Virgen de(inadalupe y penetra á la capital por el costado de una de las

Page 17: VI. - unal.edu.co

- 66 -

antiguas calzadas. En OmetuEco principia el pintoresco y fa-moso valle de México, idéntico en dimensiones 4 nuestra saba-na, pero mucho más embellecido con numerosas arboledas defresnos, ahuehuet les (especie de cipreses) y eucalyptus, no obs-tante su esterilidad.

Al salir de los wagones en la espaciosa, nueva y eleganteestación do Buenavista, una multitud de gentes se agolpan 6.recibirá los pasajeros, quienes toman los carros de las lineasde tranvías, que allí convergen, con solo el gasto de medioreal, 6 un cocho de sitio en el que se pagan cincuenta centavos.Yo me dejé conquistar por el agente del hotel español Madri-leña, uno de los quince más notables que tiene la capital.

Durante 29 minutos recorrimos al trote de los caballos lasanchas y hermosas calles de esta ciudad. alumbradas con faro-les de gas 6 con fanales eléctricos. Muy distantes estamos enBogotá de la grandiosidad, magnificencia, hermosura, comodi-dades y adelantos de esa capital que cuanta 250 mil habitantesposee 64 templos católicos, la mayorparte sumptuosos; muchoselegantes paseos, como Bucareli, la Reforma, la Alameda, Cha-pultepec, Guadalupe, Tacubaya, &, cuatro teatros, 112 jardinespúblicos, 28 grandes palacios, 5 estatuas, muchos hoteles, va-rias plazas adornadas con árboles, jardines, fuentes, estatuas ykioscos, 5 plazas de mercado, calles aseadas llenas de coches,de ricos almacenes, de numerosas lineas de tranvías, colegios,imprentas, observatorios y librerías. El trabajo y la paz hantrasformado completamente este país, menos rico 6 inteligenteque el nuestro y antes arruinado por la pereza y la política.

Resumamos los dos capítulos anteriores en cuatro pala-bras que pongan de bulto á los ojos del patriotismo un paran-gón sumamente triste. Mr. Wilson en cuatrocuatro días anduvo, enmula con suma incomodidad y gastando 27 por caminos decabras, 22 leguas de Honda á Bogotá, y yo recorrí en 14 horas

Page 18: VI. - unal.edu.co

- 67 -

con un costo de $ 24, en cómodo y lujoso wagon por un ca-mino pintoresco 84 leguas de Veracruz á México. ¿En cuántotiempo, con qué incomodidades y gasto se va de Bogotá itBuga, que distan entre 5Ç 84 leguas? ¿ cuántos peligros do en-fermarse, qué posadas tan detestables, qué estropeo y qué in-fernales caminos si deben arrostrar en semejante viaje porferaces, ricos y pintorescos campos sí, pero casi abandonados?

Esperamos que el contrato que la Nación firmará con elseñor Diego de Castro para terminar el ferrocarril de Girarciot,nos redima dentro do cuatro años, como se promete, de taninmerecida ignominia.

Por cuatro millones segiin él, Be hará esa vía que mide 29leguas, es decir, 55 menos que la de Veracruz á México, lacual costó 27. El nuestro será más pintoresco, más agradable, mássano que o] mexicano. El de Girardot arrancará do la orilla delMagdalena, á 330 metros sobre el nivel del mar y subirá á2,667 en Tequendama; el do Veracruz parte del nivel del oceá-no y sube ti 2,592 en la Boca del Monte; aquel seguirá las en-cantadoras márgenes del Bogotá, serpenteará por entre losriscos y precipicios del Salto, colocado 1,313 metros sobre elplano do aquel rio; verá su íris encantador, oirá su trueno,correrá por entreS los bosques y huertas de la tierra caliente,y por en medio de las dehesas y feraces campiñas de-la Baba.na; el mexicano atraviesa las abrasadas y malsanas llanurasde Veracruz, los bellos paisajes de Orizaba y Maltrata, trepauna cuesta empinada y recorre larguísima, seca, estéril y mo-nótona altiplanicie, bajo !as r4fagas de helados vientos que so-plan do los tres gigantes que la circundan.

listonemos, por último las vicisitudes del ferrocarril mexi-cano, para consolarnos de las interminables que ha sufridotambién el nuestro, desde ahora 38 años que Mr. Poncet hizoel primer trazado do un camino de hierro del Magdalena a Be-

r

Page 19: VI. - unal.edu.co

- 68 -

got4. La primera concesión para ferrocarril hecha en Méxicose firmó en 1835, en favor del señor Arrillaga, es decir, cua-tro años después de construido el primero del mundo, el deManchester á Liverpool. El soñar Arrillaga presupuso 8018 mi-llones, el ingeniero Mr. Talcot.t y la compañía inglesa 12. Na-da se hizo entonces por culpa de las guerras civiles. En 1842,dióse otro decreto, más, ineficaz por causa de la política; en1862 se lograron construir algunos kilómetros un Veracruz yinedia legua en el Valle, de México á Guadalupe, algo comonuestros retazos de Caracolí y la Sabana. El capitalista señorEscandón compró en $ 750,000 lo poco que so había hecho en1862 como ahora el señor Castro compra en $ 554,000 las seisleguas do Girardot 4 Tocaima; con su capital y prestigio d16grande impulso 4 la empresa 4 hizo un contrato en 1863 conlos expedicionarios franceses. Estos terminaron su la parLe másfácil una carrilera que media 16 leguas. En 1867, después deltriunfo de los liberales, se hicieron modificaciones á la primi-tiva concesión, hecha en favor de la compañia formada el añode 1865 en Londres por el señor Escandón, y en 1868 e1Congreso volvió 4 hacer otras nuevas. El 16 de Septiembre de1869, cuadragésimo octavo aniversario de la independenciamexicana se termi n6 el ramal de Puebla, y el 22 do Enero do1873 el Presidente Lerdo abrió al público toda la línea. Cuan-do yo llegué á México, en Agosto de 1881, no había en todala república sino 173 leguas de caminos de hierro, de vapor yde sangre; nús en Noviembre de 1883 al salir, de aquel pafya había terminadas 788 inclusas las tranvías, hoy tiene 1,078y se hallan las principales ciudades de la república mexicanaunidas por rinles con Nueva Orloans, San Francisco, San Luis,Chicago, Washingtou, Nueva York, Boston, Monreal, Que-bec &'; ¡Cuánto pueden la pa; la unión y el trabajo 1