VIAJE DE FELIPE IV -...

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REVISTA VASCONGADA 3 VIAJE DE FELIPE IV A LA FRONTERA DE FRANCIA. (Continuación.) CARTA DEL REY NUESTRO SEÑOR A LA REINA MADRE DE FRANCIA SEÑORA: Hermana mía, el Mariscal Duque de Gramont me dió la carta de Vuestra Majestad de 22 del pasado; y si Vuestra Majestad me dice que jamás ha tomado la pluma con más gusto para escribirme, puedo de- cirla yo, que nunca le he tenido igual al de ahora, viendo concluida la paz tan deseada de mí; y juntamente pedirme Vuestra Majestad, y el Rey, mi Sobrino, a mi Hija para su esposa, demanda tan justa y de tanta estimación, que he venido en ella con sumo gusto y contento, y doy infinitas gracias a Nuestro Señor, de que se haya dignado de concederme lo que ha tantos días que deseo y le suplico; por cuyo medio no sólo se aumentan los vínculos de nuestro parentesco, pero se me facilita el poder mostrar a Vuestra Majestad más francamente el amor que siempre la he tenido y tengo, y el cariño de buen Hermano; circunstancias que, añadidas al bien y reposo que con la paz recibirá la Cristiandad y nuestros vasallos, hacen llena la dicha de haberse conse- guido tan gran bien. Deseo infinito que llegue la hora en que yo me vea en la presencia de Vuestra Majestad; pues no podrá haber mayor gusto ni consuelo para mí, que lograr esta dicha, tras tantos años de ausencia, y ser yo mismo quien entregue a Vuestra Majestad mi Hija: quisiera que volase el tiempo que falta, porque aseguro a Vuestra Ma- jestad, que ni de día, ni de noche, pienso en otra cosa que en el gozo

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VIAJE DE FELIPE IV A LA

FRONTERA DE FRANCIA.

(Continuación.)

CARTA DEL REY NUESTRO SEÑOR

A LA REINA MADRE DE FRANCIA

SEÑORA:

Hermana mía, el Mariscal Duque de Gramont me dió la carta de Vuestra Majestad de 22 del pasado; y si Vuestra Majestad me dice que jamás ha tomado la pluma con más gusto para escribirme, puedo de- cirla yo, que nunca le he tenido igual al de ahora, viendo concluida la paz tan deseada de mí; y juntamente pedirme Vuestra Majestad, y el Rey, mi Sobrino, a mi Hija para su esposa, demanda tan justa y de tanta estimación, que he venido en ella con sumo gusto y contento, y doy infinitas gracias a Nuestro Señor, de que se haya dignado de concederme lo que ha tantos días que deseo y le suplico; por cuyo medio no sólo se aumentan los vínculos de nuestro parentesco, pero se me facilita el poder mostrar a Vuestra Majestad más francamente el amor que siempre la he tenido y tengo, y el cariño de buen Hermano; circunstancias que, añadidas al bien y reposo que con la paz recibirá la Cristiandad y nuestros vasallos, hacen llena la dicha de haberse conse- guido tan gran bien. Deseo infinito que llegue la hora en que yo me vea en la presencia de Vuestra Majestad; pues no podrá haber mayor gusto ni consuelo para mí, que lograr esta dicha, tras tantos años de ausencia, y ser yo mismo quien entregue a Vuestra Majestad mi Hija: quisiera que volase el tiempo que falta, porque aseguro a Vuestra Ma- jestad, que ni de día, ni de noche, pienso en otra cosa que en el gozo

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que tendré, cuando nos veamos juntos: en lo demás, me remito al Duque de Gramont, el cual informará a Vuestra Majestad de lo que quisiera saber de por acá; pues nos ha visto a todos, que a Dios gra- cias, quedamos buenos; él guarde a Vuestra Majestad, como deseo. De Madrid a 19 de Octubre de 1659. Buen Hermano de Vuestra Majes- tad. — YO EL REY.

CARTA DEL REY NUESTRO SEÑOR, AL REY CRISTIANÍSIMO

Muy alto, muy excelente y muy poderoso Príncipe, nuestro muy caro y muy amado buen Hermano y Sobrino. El Duque de Gramont puso en mis manos la carta con que Vuestra Majestad acompañó su embajada, su fecha en Burdeos a 21 de Septiembre, pasando junta- mente los oficios que Vuestra Majestad le mandó en razón de manifes- tar el consuelo con que Vuestra Majestad quedaba de ver conducidos los tratados de la paz entre nuestras Coronas, al término que siempre ha sido tan deseado de mí y de toda la Cristiandad, reconociendo que con ella se ha de establecer su quietud y alivio. Doy infinitas gracias a nuestro Señor de este común beneficio, esperando que ha de premiar la recíproca intención con que se ha caminado al fin de esta grande obra, en que está tan interesado su servicio y la conveniencia de nues- tros vasallos, para cuya mayor firmeza y duración, y renovar y estre- char más los parentescos de nuestra sangre, me escribe Vuestra Majestad en dicha carta, y me propuso también en voz el Duque, que diese a Vuestra Majestad en casamiento a la Infanta D.ª María Teresa, mi Hija mayor, que ha sido muy agradable y bien admitido de mí; y así vengo con particular gusto en condescender a esta instancia, y conce- der a Vuestra Majestad a la Infanta mi Hija, esperando que la unión que ha de estrechar este nuevo vínculo, hará (como lo deseamos) per- petua y permanente la paz y quietud de nuestros reinos concurriendo en ella la bendición de la poderosa mano de Dios, a quien ruego tenga largos años a Vuestra Majestad en su santa y digna guardia. Madrid a 19 de Octubre de 1659. Vuestro buen Hermano y Tío. —YO EL REY.

El particular amor que el Rey Nuestro Señor tenía a la Serenísima Señora Infanta Reina, y el deseo de ver a las Majestades del Señor Rey Cristianísimo, y Señora Reina Cristianísima madre (Hermana y So-

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brino carísimos de Su Majestad) y autorizar con su presencia la solem- nidad del sagrado juramento de la paz, movieron su Real ánimo a la resolución de acompañar a Su Alteza hasta la frontera y hallarse a la ejecución de sus entregas, a cuyo fin fué servido de señalar el día 15 de Abril del año pasado de 1660, para salir de Madrid, Corte dichosa de su Monarquía.

Sale un Alcalde de corte, y otro del Crimen de Valladolid a la preven-

ción de la jornada. — Dispuestas en fin con madurez, y ejecutadas con acierto (aunque con celeridad) las prevenciones que habían de corres- ponder y servir a jornada por todos títulos tan grande, formada casa aparte para el servicio de la Serenísima Señora Infanta, y señaladas las personas de ella que habían de quedar en Francia, salieron de Madrid prevenidamente D. Pedro de Salcedo, Alcalde de Casa y Corte de Su Majestad, y D. Pedro Navarro, Alcalde del Crimen de Valladolid, a disponer el reparo y aderezo de los caminos, y el abasto de todo géne- ro de provisiones en los tránsitos de este viaje, al cual determinó el Rey Nuestro Señor ir a la ligera, y que el acompañamiento que siguie- se su Real persona se compusiese sólo de los Señores y Criados inex- cusables, y se quedase en Madrid lo restante de su gran Casa y fami- lia, en cuyo cumplimiento salieron sirviendo a Su Majestad los si- guientes:

SÉQUITO Y FAMILIA DEL REY NUESTRO SEÑOR

Primer Ministro.— D. Luis de Haro y Guzmán, Marqués del Car- pio, Duque de Montoro, Conde Duque de Olivares, Conde de Mo- rente, Marqués de Eliche, Alcaide perpetuo de los Reales Alcázares y Atarazanas de la Ciudad de Sevilla, Gran Canciller perpetuo de las In- dias, Comendador mayor de la Orden de Alcántara, Grande de Espa- ña, Gentilhombre de la Cámara del Rey nuestro Señor, su Caballerizo mayor y Plenipotenciario para los ajustamientos de tan importantes tratados, que habiéndolos reducido al perfecto estado con el singular celo y amor, que le asistió en todo, del mayor servicio de Su Majes- tad, y con el desvelo, madurez y acierto de consejo, que por tantos años acreditó el superior concepto con que fió a sus hombros el alivio del gran peso de tan gran Monarquía y su dilatado gobierno; fué sir- viendo a Su Majestad en esta jornada y lució con la asistencia de su

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persona, con crecida ostentación de casa y con opulencia de galas y de libreas de todas las funciones a que concurría como el primero, des- pués de las personas reales.

Llevó su familia y asistencia crecido número de criados mayores, personas de cuenta y autoridad, y otro proporcionado a éste de cria- dos inferiores, que pasando de 200 correspondieron (cada uno en su su esfera y grado) al lucimiento y grandeza de su dueño.

Secretario de Estado de España y del Despacho universal.— Fué a ejercer el oficio de Secretario en las funciones de esta jornada D. Fer- nando de Fonseca Ruiz de Contreras, Marqués de la Lapilla, Caballero de la Orden de Santiago, de los Consejos de Guerra e Indias, y de la Cámara de ellas del Rey nuestro Señor, de la junta de guerra de Espa- ña, su Secretario de Estado y del Despacho universal, a quien (ade- más de ir con el ejercicio de estas dos Secretarias) tocaba legítimamen- te ir también a servir a Su Majestad en las ocasiones de estas entregas, por ser Secretario de Estado de la parte de España, y por cuya mano había corrido todo el negocio de los ajustamientos de la paz y casa- miento desde el principio de su tratación.

La atención de no exceder de lo regular de este escrito, sin em- bargo, de la particular obligación del autor a este Ministro y de la es- pecialidad de su celo y servicios, le impide que haga elogio suyo, siendo el mayor haber merecido y logrado la dicha de asistir al Despa- cho, y estar a los pies de Su Majestad por el espacio de diez y siete años cumplidos.

Secretaría del Despacho universal.— Fueron asimismo sirviendo a Su Majestad en las Secretarías del Despacho universal y de Estado de España de su cargo: en la del Despacho, D. Francisco de Villamayor, Caballero de la Orden de Santiago, del Consejo de Su Majestad, y su Secretario en el de Italia de la parte de Sicilia.

D. Pedro Fernández del Campo y Angulo, Caballero de la Orden de Santiago, del Consejo de Su Majestad, su Secretario, Oficial mayor de Estado de España, de la Cámara del Rey nuestro Señor, y que tenía la honra de entrar a leer y despachar con su Real persona; hoy Secre- tario de Estado.

D. Pedro de Medrano, Caballero de la Orden de Santiago, del Consejo de Su Majestad, su Secretario, Oficial mayor de la Secretaría de la Guerra, después Secretario del Consejo de Cruzada, del Real de las órdenes, y hoy Secretario del Consejo de Guerra; y D. Tomás

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Pérez de Ulloa, Secretario de Su Majestad, Oficial tercero entonces, y hoy segundo de Estado de España.

Secretaría de Estado de España.— Y en la Secretaría de Estado de la parte de España, fueron sirviendo al Rey nuestro Señor (además de los referidos arriba de dicha Secretaría) D. Francisco Choquet, su Se- cretario. Y Oficial segundo, D. Juan Andrés de Irura. Oficial tercero, D. Baltasar de Cevericha (que después obtuvo el grado de tercero), D. Pedro de Olavarri y Gogenola (que hoy también le tiene), y don Leonardo del Castillo (que escribe este sumario), todos Criados de Su Majestad, y Oficiales de la misma Secretaría de Estado de España; y D. Francisco de Cevericha; que hoy también lo es.

Consejo de la Cámara.— Fué representando al Consejo de la Cá- mara D. Juan de Carvajal y Sandi, Caballero de la Orden de Calatrava, que después de Presidente de las Chancillerías de Granada y Valladolid, lo fué del Consejo de Hacienda, de donde pasó a ser del Consejo Real y Cámara de Castilla, y llevó por Secretario para lo perteneciente a aquel Tribunal, a Domingo de la Cantolla Miera, Criado de Su Ma- jestad y Oficial de la Secretaría de la Cámara.

Hanse puesto separadamente y sin graduación los referidos don Fernando de Contreras y D. Juan de Carvajal, con el séquito de sus cargos, por no tener lugar en el asiento de la familia de Su Majestad; y así, desde aquí se pondrá la que fué sirviendo al Rey nuestro Señor en esta jornada, sin más graduación de las personas de ella, que guar- dar en nombrarlos el orden de sus asientos y clases, según le tienen en los libros reales del Bureo.

Y por ser ajeno (como se ha tocado) el intento de esta narración, divertirse a elogios (aunque daban tanta materia a ellos las altas partes, sangre esclarecida, y lucimiento y grandeza de muchos de los Criados de Su Majestad), se referirán suscintamente los nombres y puestos de todos, sin atreverse al empeño de la alabanza de ninguno, por no pisar el límite o raya, que señala la naturaleza del asunto.

(Continuará.)

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VIAJE DE FELIPE IV A LA

FRONTERA DE FRANCIA

(Continuación.)

CAPILLA

Limosnero mayor.— D. Alfonso Pérez de Guzmán, Patriarca de las Indias, Arzobispo de Tiro, Capellán y Limosnero mayor de Su Ma- jestad.

Sumiller de Cortina.— D. Antonio de Benavides, Caballero de la Orden de Alcántara, Arcediano de Alcaraz, Dignidad y Canónigo de la santa Iglesia de Toledo, del Consejo de Su Majestad en el Real de las Ordenes y en el de Cruzada, su Sumiller de Cortina, que le asiste la prerrogativa de haber sido nombrado por el señor Cardenal Infante don Fernando en su Capelo, habiendo precedido súplica para ello a Su Ma- jestad y a la Santidad del Papa Urbano Octavo, y no habiendo admi- tido diferentes Obispados en que ha sido electo, tiene hoy la sucesión futura de la Comisaría general de la Cruzada.

D. Francisco de la Puerta, Teniente de Limosnero mayor. Capellanes de honor.— D. Tomás Alfonso de Valladolid Cañeda,

Abad de Salas, Dignidad de la santa Iglesia de Burgos; D. José Valles, Arcediano de Tarragona; D. Francisco de Obando, Freyle de la Orden de Alcántara; y D. Lorenzo Escavoni, Canónigo de Mecina, todos cua- tro Capellanes de honor de Su Majestad, y que alternadamente fueron sirviendo también a la señora Infanta, y dos Ayudas de Oratorio.

Padre Confesor.— El Padre maestro Fray Juan Martínez, de la Sa- grada Religión de Santo Domingo, del Consejo Supremo de la Inqui- sición, y Confesor de Su Majestad.

También siguieron la Corte otros cuatro Religiosos, cuyos estudios y suposición les hacen dignos de esta memoria. El Padre Fray Juan de

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Madrid, de la Orden de Observantes Recoletos de San Francisco, hoy Predicador de Su Majestad. El Padre maestro Fray Juan de Contreras, de la Orden de nuestra Señora de la Merced, Comendador que ha sido del Convento de Madrid, Vicario general de las Provincias del Reino del Perú, Provincial de esta Provincia de Castilla, Vicario general de toda su Religión, y después de las Provincias de Nueva España, y Vi- sitador general de los Reinos de la Corona de Aragón. El Padre maes- tro D. Antonio de Sotomayor, Abad perpetuo de los Monasterios Im- periales de nuestra Señora de Monferrate de Praga y de Viena, del Consejo de la Majestad Cesárea, su Predicador y Capellán. Y el Padre Juan Francisco Coello de Contreras, de la Religión de los Clérigos Reglares Menores, Catedrático de Prima, que fué de Teología en la Universidad de Alcalá, Prepósito de las Casas de Valladolid, y del Espíritu Santo de Madrid, y Asistente Provincial.

CASA REAL

Mayordomos.— D. Baltasar Barroso de Ribera, Marqués de Mal- pica, Duque de Galisteo, Conde de Osorno, Conde de Morata, y Naval Moral, Trece de la Orden y Caballería de Santiago, Gentilhombre de la Cámara del Rey nuestro Señor, su Mayordomo, Superintendente de las Obras Reales, de la Junta de obras y bosques, y hoy Capitán en ínterin de la Guarda Alemana.

D. Arias Gonzalo Dávila y Bobadilla, Conde de Puñonrostro, de la Orden de Alcántara, Gentilhombre de la Cámara de Su Majestad, su Mayordomo, y Capitán de una compañía de caballos de los Hombres de Armas de Castilla. Acompañábale D. Francisco Arias Dávila y Bo- badilla, su hijo primogénito.

D. Gonzalo Messia Carrillo de Fonseca, Marqués de la Guardia, Señor de los Estados del Castillo de Santa Eufemia, Mayordomo del Rey nuestro Señor.

Casa de Pajes.— D. Francisco de Salazar y Avendaño, Caballero de la Orden de Santiago. D. Juan de Peralta, de la Orden de Alcán- tara. D. Fernando de Aguilar. D. Luis de Peralta, del Hábito de San- tiago. D. José Gaviria, del Hábito de Calatrava. D. Pedro Camacho, del Hábito de Alcántara. D. Nuño Espinosa, del mismo Hábito; y también del mismo, D. Bartolomé de Soto. D. Fernando de Teruel. D. Alonso de Heredia, de la Orden de Santiago. D. José Manrique,

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Caballero de la misma Orden. D. Antonio de Prado, Caballero de la Orden de Calatrava. Y D. Lorenzo Fernández de Brizuela, Caballero de la Orden de Alcántara, hoy caballerizo de Su Majestad, y Regidor de la Villa de Madrid, todos Pajes de Su Majestad y su Ayo D. Diego Maldonado; y D. Gaspar de Escalada y del Castillo, Canónigo y Dig- nidad de la Santa iglesia colegial de Medina del Campo, Capellán de Su Majestad en su dicha Real Casa de Pajes.

Los oficios de la Panetería, Ujieres de vianda, frutería, caba, sause- ría, Guardamangier, cocina, cerería, botica y tapicería, los fueron sir- viendo los principales en ellos, llevando cada uno los ayudas, mozos de oficio, entretenidos, y demás criados propios de él, y en aquellos en que por enfermedad o impedimento legítimo, no pudieron ir sir- viendo los principales, fueron sustituyendo los Ayudas más antiguos.

FURRIERA

Sumiller de Corps.— Ramiro Felipe Núñez de Guzmán, Duque de San Lúcar la Mayor, y de Medina de las Torres, Conde de Oñate y Villamediana, Marqués de Toral y de Mayrena, y de Monasterio, Con- de de Fundi, de Porma, de Colle, de Valdora y Azar Collar, Comen- dador de Valdepeñas en la Orden de Calatrava, Grande de España, Sumiller de Corps de Su Majestad, de sus Consejos de Estado y Guerra, Tesorero general perpetuo de los Reinos de la Corona de Ara- gón, Alcaide de la Real Casa y sitio del Buen Retiro, Casa imperial de Yuste y del Castillo de Triana de la Ciudad de Sevilla, Castellano de Castilnouo de la Ciudad de Nápoles, Gran Justiciero de aquel Reino, Virrey y Capitán general que ha sido en él, hoy Presidente del Consejo Supremo de Italia, con quien iba D. Anielo de Guzmán y Carraca, su hijo tercero.

Gentileshombres de la Cámara de Su Majestad con ejercicio.— Don Diego de Aragón, Príncipe de Castel Beltrán, Marques del Valle y de la Fabara, Conde de Brugeto, Grande Almirante y Gran Condestable del Reino de Sicilia, Caballero de la Orden del Tufon, Grande de Es- paña, Gentilhombre de la Cámara de Su Majestad, de sus Consejos de Estado y Guerra, y su Embajador que fué en las Cortes de Alemania y Roma.

D. Guillén Ramón de Moncada, Marqués de Aytona y de la Pue-

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bla, Conde de Osona, Vizconde de Illa, Gran Senescal de los Reinos de la Corona de Aragón, Maestre Racional de la Casa y Corte de Su Majestad en Cataluña, Comendador de la Fresneda en la Orden de Calatrava, Grande de España, Gentilhombre de la Cámara de Su Ma- jestad, y su Virrey Capitán General que ha sido en el Reino de Gali- cia y Principado y Ejércitos de Cataluña; hoy Caballerizo mayor de la Reina nuestra Señora, y uno de los nombrados por el Rey nuestro Señor (que esté en gloria) por asistente a la Junta del Gobierno de estos Reinos, por la clase de Grandes.

D. Diego de Silva y Mendoza, Marqués de Orani, Comendador de Galizuela en la Orden de Alcántara, Gentilhombre de la Cámara de Su Majestad y su primer Caballerizo.

D. Gaspar de Haro y Guzmán, Conde de Morente, Marqués de Eliche, Grande de España, Gentilhombre de la Cámara de Su Majestad, su Montero mayor, y Alcaide de las Reales casas y sitios del Pardo y la Zarzuela, hoy Marqués del Carpio, Duque de Montoro, Conde Duque de Olivares, Alcaide de los Alcázares y Atarazanas de Sevilla, Gran Chanciller perpetuo de las Indias, y Comendador mayor de la Orden de Alcántara.

D. Pedro Portocarrero Folch de Aragón y Córdoba, Conde de Me- dellín, Marqués de Villa-Real, Duque de Camiña, Conde de Valencia, de Uren y Valladares, Alcaide mayor de las Ciudades de Leyria y San- tarén, Gobernador y Capitán General perpetuo de la Ciudad de Ceuta en Africa, Grande de España, Gentilhombre de la Cámara de Su Ma- jestad y su Repostero mayor en su Real casa de Castilla, a quien acom- pañaba su hijo primogénito D. Pedro Lugardo Portocarrero Meneses y Noroña, Conde de Alcontín, y Comendador de Esparragosa de Lares en la Orden de Alcántara.

D. Juan Domingo de Fonseca Guzmán y Haro, Conde de Mon- terey y de Fuentes, Marqués de Tarazona, Grande de España, Gentil- hombre de la Cámara de Su Majestad.

D. Juan Alfonso de Guzmán, Conde de Saltes, Marqués de Fuen- tes, Conde de Tolara, Adelantado mayor de Canaria, Patrón General de la Religión de la Merced Calzada en la Provincia de Andalucía, Gentilhombre de la Cámara del Rey nuestro Señor; después su primer caballerizo.

Aposentador.— Diego Velázquez de Silva, Caballero de la Orden de Santiago, Ayuda de Cámara de Su Majestad y Aposentador de Pa-

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lacio; Juan Bautista del Mazo, Damián Goetens y José de Villarreal, ayudas de la Furriera, con mozos de retrete y de oficio.

Guardarropa.— D. José de Salinas, Caballero del Hábito de Cala- trava, Ayuda de Cámara de Su Majestad, y su Guardarropa. D. Juan de San Martín, y D. Juan Francisco Marañon (hoy del Hábito de Santiago) Ayudas de la Guardarropa, después Ayudas de Cámara de Su Majestad, un Escribano de Cámara, cuatro mozos de oficio.

Médicos de Cámara.— El Doctor Juan de Chávarri y el Doctor Miguel de Alva, Médico de Cámara.

Oficiales mayores.— D. Cosme Vaca de Herrera, Caballero de la Orden de Santiago, Contador mayor de cuentas y Tesorero general de Su Majestad; y Francisco de San Juan Victoria, Contador de Resultas y de los Reales gastos secretos de Su Majestad, a quien después honró con el título de su Secretario.

D. Agustín Espinola, Caballero de la Orden de Santiago, Maestro de la Cámara de Su Majestad (hoy Veedor general de Flandes) con un Oficial.

Juan Lorenzo de Cuéllar, Contador de la casa del Rey nuestro Se- ñor, con un Oficial; y por quedar en Madrid el Grefier, para la corres- pondencia de orden de Su Majestad, fué con los papeles de este oficio un Oficial suyo.

Secretario de Cámara.— D. Francisco de Montesdoca, Caballero de la Orden de Santiago, Secretario de Cámara de Su Majestad, con don Juan Ciano, Secretario de Su Majestad y otro Oficial.

(Continuará.)

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FRONTERA DE FRANCIA (Continuación.)

Ayudas de Cámara.— D. Francisco de Rojas, después Aposentador de Palacio. D. Juan Marban, Caballero de la Orden de Santiago, Te- niente de Mayordomo mayor de Su Majestad. D. Gabriel de Quirós, del mismo Hábito, Secretario de Su Majestad de la lengua latina, des- pués de Descargos de los señores Reyes, predecesores de Su Majestad, y hoy Secretario del Consejo de Cruzada. D. José Pacheco, Caballero del Hábito de Santiago, hoy Aposentador de Palacio. D. Baltasar del Castillo, del mismo Hábito, y D. Jerónimo de Cuéllar, Caballero de la propia Orden, Secretario de Descargos, después del Consejo de Cruza- da, y hoy del Consejo de las Órdenes, todos ayudas de Cámara de Su Majestad.

Julián Gonzalo, Barbero de Corps de Su Majestad; Pedro Arias Li- ñán, Pedro Martínez y Miguel de Aguirre, ayudas.

Cuatro médicos de familia. Cuatro cirujanos. Dos sangradores. Y el número necesario de Ujieres de Cámara, y de Saleta, de Apo-

sentadores de Camino, y Lavanderas de Corps, de Boca, y de Estado. Acemilería.— D. Antonio Chacón, Teniente de Acemilero mayor,

y un Furrier. Porteros de Cámara. Porteros de Cadena. Barrenderos de Cámara. Escuderos de a pie, y oficiales de manos.

CABALLERIZA

Caballerizo mayor.— D. Luis de Haro y Guzmán, Caballerizo mayor.

El Marqués de Orani, primer Caballerizo.

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Caballerizos.— D. Cristóbal de Gaviria, Caballero de la Orden de Santiago, Conductor de Embajadores, Teniente de las Guardas Españo- las de Su Majestad, y su Caballerizo más antiguo. D. Diego Bonifaz, del Hábito de Santiago, hoy Gobernador de Aranjuez. Y D. Alonso de Paz y Guzmán, Caballero de la misma Orden, hoy Conductor de Embajadores, ambos Caballerizos de Su Majestad.

Oficiales.— D. Carlos Vicente de Arles, Caballero de la Orden de Santiago, Furrier de la Caballeriza de Su Majestad, un Palafrenero, Sobrestante de coches, Guadarnes, Barlet de Corps, Picadores, Correos, Ayudas de Furrier, Trompetas, Herradores, Lacayos, Silleros, Guarni- cioneros y Maestros de coches.

GUARDAS

Guarda de Corps.— D. Diego Antonio de Croy y Peralta, Hurtado de Mendoza, Marqués de Mondéjar y de Valermoso, Conde de Ten- dilla, Alcaide y Capitán General de la Alhambra de la Ciudad de Gra- nada, Capitán por Su Majestad de las cien lanzas Ginetas que residen en la Costa de aquel Reino, Marqués de Falces, Conde de Santisteban, Comendador de Mohernando en la Orden de Santiago, Mayordomo mayor de Su Majestad en el Reino de Navarra, Grande de España, Gentilhombre de la Cámara de Su Majestad, y su Capitán de la noble Guarda de Corps.

Veinticuatro Archeros de esta Guarda. Guarda Española.— D. Cristóbal de Gaviria, Teniente de las Guar-

das Españolas de Su Majestad; un Cabo de Escuadra Española amari- lla; una Escuadra de esta Guarda, que se compone de veinticuatro soldados.

Guarda Alemana.— D. Pedro Antonio de Aragón, Clavero de la Orden y Caballería de Alcántara, del Consejo de Guerra de Su Majes- tal, y su Capitán de la Guarda Alemana, después Embajador extraor- dinario por Su Majestad en la Corte de Roma, y hoy Virrey y Capi- tán General del Reino de Nápoles.

Dos Cabos de Escuadra, veinticuatro soldados, que hacen dos Es- cuadras, según la costumbre de esta Guarda.

CASA DE LA SEÑORA INFANTA REINA CRISTIANÍSIMA

Capilla.— El Padre Maestro Fray Alonso Vázquez, de la Orden sagrada del Seráfico Padre San Francisco, Calificador de la Suprema

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Inquisición, Lector jubilado y Confesor de Su Majestad Cristianísima, hoy Obispo de Cádiz.

Dos Capellanes, un ayuda de Oratorio. Camarera mayor.— D.ª Margarita Zapata, hija de los Condes de

Barajas, Condesa de Priego, Camarera mayor. Señoras de Honor. —D.ª Ana Camargo, Condesa de Atares, Señora

de Honor y Guarda mayor. D.ª Leonor Osorio, Vizcondesa de Santa Marta, señora de Honor. Damas.— D.ª Estefanía de Velasco, D.ª Francisca Chacón y doña

María Briceño, Damas. D.ª Francisca de Velasco, Guarda menor. D.ª María de Molina, Azafata. D.ª Inés Manrique y D.ª Isabel de Ludeña, Dueñas de Retrete. D.ª Francisca Manso, D.ª Isabel Manso, D.ª María de Espinosa,

D.ª Josefa Duarte y D.ª Catalina Rizo, de la Cámara. D.ª Ana Cerrato y D.ª Josefa Martínez, del Retrete, y otras criadas

inferiores, que todas salieron de Madrid para pasar a Francia; aunque esto no se ejecutó, como se dirá después.

Mayordomos.— D. Jimen Pérez de Calatayud, Conde del Real y de Villamonte, Señor de las Baronías de Pedralva y Bugarra, y de las de Salen y Rafol, y de la villa de Catarroxa. Mayordomo el más anti- guo de la Reina nuestra Señora.

D. Baltasar Alvarez de Toledo Ponce de León, Conde de Cedillo, Caballero de la Orden de Santiago, Notario Mayor del Reino de Gra- nada y Mayordomo de la Reina nuestra Señora.

Meninos.— D. Isidro de Mendoza y Silva, Caballero de la Orden de Alcántara, Marqués de Almenara, hoy Marqués de Orani. D. Pedro Mexia Portocarrero, hijo primogénito del Marqués de la Guardia. Don Luis de Moscoso y Córdoba Laso de la Vega. D. Francisco de los Ríos, Caballero de la Orden de Alcántara, hijo mayor del Conde de Hernan Núñez; y D. Juan Arias Pacheco, hijo segundo entonces, y hoy Con- de de Puñonrostro.

Oficiales mayores.— Manuel Muñoz y Gamboa, Contralor de la Reina nuestra Señora, con un Oficial: el Oficial mayor del Tesorero de la Reina nuestra Señora, que fué sirviendo por él, de orden de Su Majestad; un cajero de la Tesorería.

D. Francisco Muñoz y Gamboa, Despensero mayor, hoy Grefier de la casa de la Reina nuestra Señora. Y los demás oficios de Panete-

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ría, Cava, Frutería, Sausería, Guardamangier, Cocina, Cerería y Tapi- cería, los iban sirviendo (como se ha dicho de los de la Casa del Rey nuestro Señor) los principales en ellos, llevando de la misma manera sus ayudas, mozos de oficio entretenidos y demás criados necesarios.

CABALLERIZA

Caballerizos.— D. Alonso de Hoces, primer Caballerizo de la Rei- na nuestra Señora. D. Pedro Beltrán de Collazos, Caballero de la Or- den de Santiago, Caballerizo de la Reina nuestra Señora.

Domingo de Lorigen Furrier, con los demás oficiales y criados ne- cesarios en todos los ejercicios de la caballeriza, como se ha referido de la del Rey nuestro Señor.

Guardajoyas.— D. Francisco de Gaztelu Gamboa, Caballero de la Orden de Alcántara, del Tribunal de la Contaduría mayor de Su Ma- jestad, Guardajoyas de la Reina nuestra Señora, con Lucas Cortes y Gaspar de Salamanca, ayudas de su oficio.

Guardas de Damas.— Diego Ruiz de Azcona y D. Pedro Bermú- dez (hoy Despensero mayor de la Reina nuestra Señora), Guardas de Damas, Reposteros de camas, Ujieres de Saleta, Médicos, Cirujanos, Sangradores de Cámara, y de Familia, y Boticarios. Maestre Sala de las Damas, con los demás criados de este Estado, y también del Estado de las de la Cámara, y Porteros.

Furriera.— José Nieto, Aposentador de la Casa de la Reina nues- tra Señora, con ayudas, mozos y demás criados de este oficio, y Escu- deros de a pie y otro crecido número de criados inferiores, y muchas personas de cuenta que seguían la Corte, e iban en las familias de los Señores, cuyo aparato, muchedumbre de coches y bagajes, y grandeza y ostentación de recámaras y de libreas, dieron en aquel día de la sali- da motivo grande a la admiración; fuera del concurso de otros señores y personas particulares que se hallaron en el séquito y Corte de Espa- ña a la función de las entregas en la Frontera, como se contará.

(Continuará.)

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VIAJE DE FELIPE IV A LA

FRONTERA DE FRANCIA

(Continuación.)

Jueves 15 de Abril. — Nuestra Señora de Atocha. — Salen Sus Ma-

jestades de Madrid. — El día referido (que fué jueves, dedicado a la gloriosa Virgen Mártir Santa Engracia) entraron en el coche el Rey nuestro Señor y la Señora Infanta Reina, a las doce, y encaminándose por la iglesia de Santa María la Real de la Almudena, y por la Plaza Mayor, fueron a dar felicísimo principio al viaje con visitar el Santua- rio de la milagrosa y devota imagen de Nuestra Señora de Atocha, aquella a quien tan debidamente celebra Madrid, y que no sin funda- mento cree que debe a San Pedro la dicha de tenerla; pues, como escribe Lucio Flavio Dextro, fué este bienaventurado Apóstol el que trajo a España el uso de las Imágenes, con algunas de Nuestra Señora, hechas en Antioquía, cuyo nombre tuvo ésta en lo antiguo, según consta de la tradición y de escrituras auténticas. Veneráronla Sus Ma- jestades con gran devoción, y con particular ternura la Señora Infanta, considerando, que era la última vez que (según el orden de las cosas) había de rendir adoración a aquel divino Simulacro, a quien la Monar- quía de su caro Padre había reconocido tan dichosos sucesos. Y to- mando el camino del Prado, dejando a mano derecha la Casa Real del Buen Retiro, salieron por la puerta de Alcalá de la insigne Madrid, trono y asiento de este poderoso Dominio Español. Despidióse Su Alteza con los ojos, de las paredes en que había nacido, y en las de- mostraciones cobró crédito la ambición rigurosa con que el común im-

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REVISTA VASCONGADA 165

perio de los afectos humanos aspira a establecerse en todos los corazo- nes, a cuya esquiva ley (es innegable) nacen también sujetos aun los tan sublimes.

La aclamación y movimiento de la Corte fué grande, y el concurso tal, que apenas se podía abrir camino a los coches, llegando la gente que ya a caballo, ya en coches, y ya en vulgo, había salido a ver a Sus Majestades, hasta más de dos leguas distante de Madrid, desde donde terminaron la primera jornada en Alcalá de Henares, entre las seis y las siete de la tarde.

No tocaremos sino por mayor las propiedades, antigüedad y pobla- ción de los lugares de este viaje, así porque no es del propósito de esta relación tratar estas cosas con más particularidad, como porque se ha- llarán fácilmente en libros manuales.

Alcalá de Henares. — Está Alcalá (a quien los antiguos llamaron Complutum, según la tradición y opinión más recibida) situada en un extendido y hondo llano, tiene a Henares (río de quien toma nombre) al mediodía, de donde se origina, que hiriendo el sol en el agua, arroja sobre la villa unos vapores densos, que disponiendo el aire con una cualidad gruesa, la hacen algo sujeta a epidemias en el estío. De la inscripción de dos piedras, halladas en su ribera, consta, que era en tiempo de Trajano, ilustre población Complutum, y entre las demás conjeturas de que Garibay se vale para probar que Complutum sea lo mismo que Alcalá, es una, el que concurriendo a aquel sitio las aguas de la comarca, significa Complutum en latín, lugar donde las aguas se recogen; y Alcalá en arábigo, congregación de aguas, según Viciana, lo cual trata más dilatadamente Ambrosio de Morales. Aquí estaba Don Juan el primero de este hombre, Rey de Castilla, cuando le sobrevino la muerte en la fatalidad de la caída de un caballo, que tropezó al fin de la carrera. Tiene este pueblo figura de óvalo (como refiere Nonio), es hermoso de calles y edificios, y rico de fértiles cosechas, ilustrado por sus muchos Conventos y Colegios, e insigne por la famosa Uni- versidad que fundó Don Fray Francisco Jiménez de Cisneros, de me- moria feliz, Cardenal de Santa Balbina, Arzobispo de Toledo y Gober- nador de España; aquel imitador de Josué, que en la conquista de Orán hizo parar el continuado y perpetuo curso del sol, por el espacio de dos horas de luz, que le faltaban para la perfección de la victoria. Fué el Rey Don Sancho de Castilla (según Don Martín Carrillo) el que otorgó primero para que Alcalá fuese Universidad el año de 1293.

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Artificios de fuego en Alcalá. — Fiesta de toros.— Aposentáronse las Majestades en el Palacio Arzobispal, que erigió allí el mismo fundador, donde poco después de haber llegado, les besó la mano aquella Villa; y a la noche tuvo delante de Palacio un fingido castillo de fuego, que acertado de fábrica, y abundante de pólvora, cuando se aplicó la lumbre a sus artificios (que fué, cuando a la claridad del día había ya sustituído

la artificial de infinitas luces, repartidas en todas las calles y plazas) formó por el rato que duró la materia, una vista y estruendo, que a un tiempo mismo era agradable y pavoroso, y un representado espectáculo de mayores veras. A esto sucedió una fiesta de toros, que estando la plaza alumbrada de muchas luminarias, fueron saliendo a ella, adorna- dos de varias invenciones de fuego; unos los sacaban de pólvora atados firmemente a las astas, a los lomos otros, y otros salían con albardones ardiendo, de resina y alquitrán y otros ingredientes semejantes, cau- sando un entretenimiento gustoso ver el desatino y braveza que les ocasionaban el calor y la luz de que con ninguna diligencia se podían desasir. Uno y otro lo vieron Sus Majestades en un balcón o mirador cerrado de vidrieras que se hizo para este efecto, rompiéndole en un lienzo de pared del mismo Palacio.

Viernes 16 de Abril. — Visitan Sus Majestades el Convento de San

Diego. — S. Justo y S. Pastor. — Iglesia Colegial de Alcalá. — El vier- nes 16 fueron Sus Majestades a poco más de las diez de la mañana al Convento de San Diego, y habiendo hecho oración en la Capilla, que atesora el Cuerpo de este gloriosísimo Santo andaluz, pasaron a visitar la iglesia de San Justo y San Pastor, que es la Colegial de aquella villa, en la cual y en la misma parte donde ahora está este Templo (que an- tiguamente se llamó el Campo Loable) derramó la crueldad y persecu- ción de Diocleciano (entre la de otros infinitos mártires) la sangre inocente de estos dos divinos Niños, que en la edad de la infancia sa- crificaron sus vidas con ánimo constante a la confesión de la Fé de Jesucristo. Compruébase la nobleza, y antigüedad de esta iglesia, con la noticia de haber sido erigida en Catedral, cuando se celebró en Es- paña el primer Concilio Toledano, imperando en Oriente y Occidente los hijos del gran Teodosio, Arcadio y Honorio, antes que Ataulfo, primer Rey Godo de España entrase en ella, que fué el año de 417 según San Isidoro, o el de 414 según el Cronicón de Dextro: habiendo Asturio, Obispo nono de Toledo (como refiere Mariana) pasado a ser el primero de Alcalá, por la devoción que le causó a estos Mártires

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dichosos, el haber hallado sus sagrados Cuerpos, como se colige de San Ildefonso.

Visitan las Majestades las Sagradas Formas. — Después de comer, fueron Sus Majestades al Colegio de la Compañía de Jesús, donde adoraron las soberanas Formas de aquel continuado milagro; y desde allí se encaminaron a la Ciudad de Guadalajara, quedándose en Alcalá, algunas Señoras y personas particulares que habían seguido hasta allí a la Corte.

Ciudad de Guadalajara. — Turia llamaron a Guadalajara los Feni- ces que la edificaron, por las muchas vacas que se criaban en aquella comarca, siendo lo más interior que estas gentes penetraron en España. Después tuvo el nombre de Caraca, como refiere Morales y otros. Tarrasa dice que la llamaron así los Romanes, por lisonja al Emperador Casiano Antonio Caracala. Si bien el maestro Medina persuade a lo contrario, con la prueba de constar que Ptolomeo (que escribió más de 80 años antes que imperase Casiano) la dió el mismo nombre de Caraca; este últimamente se le mudaron los moros en el de Guadal- faxara, que en árabigo significa Río de las piedras, movidad de las muchas que lleva Henares por aquella parte. Dista cuatro leguas de Alcalá hacia el Oriente, es cabeza de la Alcarria, y está asentada en una cuesta a la ribera del mismo río, sobre el cual tiene un puente de in- signe fábrica. Hácela fuerte la naturaleza con la situación, como asi- mismo el arte con una muy buena muralla y torreones. Es pueblo sano por los saludables vientos a que está descubierto; y por todo género de cosechas (de que abunda) de los ricos y Nobles de Castilla. Aquí llegaron Sus Majestades a las seis de la tarde, recibiólos mucho con- curso de gente antes de las puertas del lugar, y el Corregidor y Ciudad en las de las casas de los esclarecidos Duques del Infantado donde se aposentaron. Hubo aquella noche muchas luminarias en todas las calles y ventanas y delante de Palacio una ingeniosa invención de fuego a que se dió lumbre luego que oscureció; y a otro día (que fué sábado 17) se pusieron en el camino de Ita poco después de las doce.

(Continuará.)

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222 EUSKAL-ERRIA

VIAJE DE FELIPE IV A LA

FRONTERA DE FRANCIA (Continuación.)

Sábado 17 de Abril, Nuestra Señora de Sopetran.— Media legua antes de Ita, se descubre en un sitio bajo que está a la mano izquierda del camino, un suntuoso Monasterio de San Benito, a quien ennoblece la milagrosa Imagen de Nuestra Señora de Sopetran; llamada así por un moro de este nombre (según antigua tradición) que acaudillando un ejército, tuvo la felicidad de que en aquella parte se le apareciese. En- traron Sus Majestades en la iglesia e hicieron oración a esta Divina Señora, a tiempo que toda aquella campaña se miraba poblada y cu- bierta de la gente que habían convocado de los lugares circunvecinos el deseo de ver a su Rey y el motivo de la devoción.

Ita.—Domingo 18 de Abril.— Está Ita (villa de 300 casas) colocada sobre un empinado cerro, cuya corona o punta oprime un mediano castillo, más fuerte que por su fábrica, por la dificultad de su acceso. Es lugar bien murado y cuentan por de tiempos muy antiguos su pri- mera fundación. A él llegó Su Majestad a caída de la tarde, donde hubo (como en todos los demás de los tránsitos) abundante provisión de bastimentos, por la vigilancia y buena disposición de los Ministros que habían salido a prevenirlos; por el afecto con que los lugares acudían a traerlos, y por el desvelo con que las Justicias lo procuraban. A las once del día (Domingo 18) comieron allí Sus Majestades; y saliendo dos horas después llegaron a Jadraque a las seis de la tarde y se apo- sentaron en la casa de D. Juan de Licher, Caballero de la Orden de San tiago.

Jadraque.—Lunes 19 de Abril.— Yace Jadraque (lugar del Duque del

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Infantado) en la llanura de un valle, consta de 200 vecinos y es paso frecuente de ambas Castillas. Conserva una fuerza antigua con algunas murallas, es muy ameno, copioso de regalos y de la pesca que todos los días le suministra la vecindad de Henares, que naciendo una legua más arriba de la Ciudad de Sigüenza en unos henales, o campos llenos de heno (de donde toma el nombre poco corrompido), pasa a dos tiros de mosquete de esta población, corriendo luego velozmente a regar los distritos de Guadalajara y Alcalá. Salieron fuera de la Villa a recibir a Sus Majestades algunas danzas de sus labradoras, que se sirvieron en aquel regocijo festivo, de sus afectos y lealtades, por las galas más dig- nas y verdaderas. Difícil fuera a la mayor ponderación alcanzar a signi- ficar con propiedad la alegría que en este tránsito y en los demás mos- traban los corazones de sus naturales con la vista del Rey nuestro Señor; pues eran voces de su contento, una común voz de vítores y de aclamaciones, que oyéndose por todo el camino, parece que era una sola que se continuaba, no compuesta de muchas que se repetían. Es Jadraque el último lugar en aquel territorio de la Provincia de Guada- lajara, y el primero del Obispado de Sigüenza; dejado el cual a la una del día, lunes 19, se pusieron Sus Majestades en el camino de Atienza, primera villa de Castilla la Vieja por aquella parte; si bien algunos la tienen aún por de Castilla la Nueva, cuya diferencia da motivo para decir algo de las dos Castillas.

Corona de Castilla.— Castilla la Nueva.—Iglesia Metropolitana de

Toledo.— Castilla (según Estrabon y Pomponio) se llamó en lo antiguo Bardulia, de que hace mención Medina y también Mariana, de haber tenido su situación los Bardulos en estas Provincias. Después los Ro- manos, por los muchos pueblos fuertes que hallaron en ella, la llama- ron Castella o Castilla, como se ve en las «Décadas» de Tito Libio; y aunque ha tenido diversos términos, como las demás Provincias de España, ya en tiempo de los Romanos mismos (como se colige de Es- trabon, de Suetonio, de Dion Casio, de Teófilo, y con mayor claridad de Plinio) y ya en los siglos sucesivos, en que las tierras que se reco- braban de moros y los varios casos de las guerras, obligaban a mudar- los; (cuyos accidentes, no sólo ocasionaban variación en límites, sino también en nombres, de que es buena prueba Extremadura, que aun retiene el de haber sido largo tiempo lo extremo o último que poseían los cristianos por aquella parte). En la era presente, el nombre general de la Corona de Castilla, abraza lo más de España, y todo lo que no es de

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las Coronas de Aragón, Portugal y Navarra. Aquella comarca situada más hacia el Oeste, en que por la mayor parte tuvieron asiento los pueblos llamados de la antigüedad Vacceos, es hoy Castilla la Vieja, de quien es cabeza la noble Ciudad de Burgos (como adelante se dirá) y Castilla la Nueva aquel territorio, que colocado hacia el Austro, se llamó en lo antiguo la Carpetania, de quien es Metrópoli la imperial Ciudad de Toledo, que puesta en el centro y corazón de España es (como la llaman algunos autores) luz y fortaleza de toda ella, y en quien se miran tantas reliquias y memorias de la grandeza con que por largo tiempo resplandeció majestuosa silla del dominio godo; cuya in- signe Catedral, en santidad de Prelados, religión de Ministros, cuidado del culto divino, edificios, riquezas y ornamentos, excede a todas las del mundo, fuera de la Romana (como lo prueba el Doctor Gregorio López Madera), habiendo merecido la superior excelencia de que des- cendiese a ella la Reina de los Cielos.

Madrid.— Cuéntase entre las demás grandezas de esta Provincia la de incluirse en ella la Corona de Madrid, tan feliz hasta en sus ilustres hijos, que sólo un Labrador divino la ha fertilizado de glorias, habiendo dado antes a la Silla de San Pedro dos Vicarios de Cristo, Santos en- trambos, pues San Melquiades y San Dámaso nacieron en su dichoso suelo, como lo trae el mismo Doctor Madera, alegando la autoridad de Plinio, Obispo Cabilonense, del Abad Maurolico y de Flavio Dextro, que fué contemporáneo de este segundo ínclito Pontífice. Y en fin, pueblo admirable, de quien nadie epilogará las excelencias, porque no es grande el asunto de quien se puede decir todo, y más cuando se cifran tantas en la de ser Corte y Cabeza de la poderosa, católica y di- latada Monarquía del Rey nuestro Señor, a la cual nunca pierde de vista el sol. Permítasele al que escribe esta narración, honrarse con la memoria de que sea su patria; pues Valerio Máximo hizo tanto caso de la dicha de ser de insigne población, que de Quinto Metelo (a quien trae por ejemplo de bienafortunados) cuenta por la primera felicidad haber nacido en Roma. Pudiérase hacer dilatado (aunque nunca sufi- ciente) elogio de Castilla, si cupiera en nuestro intento y si la eviden- cia de sus blasones (ponderados de tantas plumas) necesitara de nuestra insuficiencia; pero suplan por todo las palabras con que Juan de Ma- riana los significa, diciendo que sola ella en extensión de términos, templanza de cielo, fertilidad de tierra, agudeza de ingenios, y particu- lar y fértil hermosura, sobrepuja a todas las demás Provincias de España,

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y no reconoce ventaja a ninguna de las extranjeras. Y hace en algún modo de mayor crédito para este propósito la aserción de este autor (que no sin motivo más que otro se cita) el haber dicho de él (no con poca razón) un erudito, que habiendo perdido en Francia el amor a su patria, afectó en la historia de España la libertad, virtud de que suele vestirse la malicia; aunque mejor que todos describió su genio el Árbi- tro entre el Marte francés y las Vindicias gállicas.

Atienza.— Compónese ahora la Villa de Atienza de 300 vecinos, habiendo en poco tiempo menguado mucho de población. Es lugar de antigüedad, está murado, y empieza en él por aquella parte la provin- cia de Soria. Mantiene (aunque con ruinas) un castillo sobre una peña viva, que fué levantado (como piensan sus naturales) en el tiempo que a los Condes de Castilla les servía de frontera para la guerra que hacían al Reino de Navarra. Aquí llegaron Sus Majestades a las seis y media de la tarde e hicieron la entrada por un arco triunfal, que estribando sobre columnas estriadas, era venerable por un retrato de Su Majestad, de que estaba adornado, a cuya fábrica acompañaba la alternación de dos coros que se oían entonar acordemente.

Obispo de Sigüenza.—Santa Librada, Patrona de aquel Obispado.—

Martes 20 de Abril.— A esta Villa salió D. Antonio de Luna, Obispo de Sigüenza y besó las reales manos de Sus Majestades, cifrando la expresión de su afecto acreditado en el ofrecimiento y presente que les hizo de la reliquia estimable de un dedo de Santa Librada (a quien en- garzaba una caja de más valor por su labor primorosa, que por el oro y diamantes de que era su material), Patrona de aquel Obispado, y una de las once hijas de un Rey moro de aquella tierra, que rubricó con su sangre la defensa de la verdadera Fe en un martirio de cruz, que pade- ció valerosa y alegre, de orden de su padre mismo. Guarda y venera la iglesia Catedral de aquella diócesis el sagrado Cuerpo de esta insigne y constante virgen. Allí alivió el cuidado del abasto de las provisiones la liberalidad, digna de la ocasión, con que el Obispo repartió regalos entre los Señores y personas particulares, de donde salieron Sus Ma- jestades el martes 20, y llegaron a las seis de la tarde a la Villa de Berlanga.

Berlanga.—Miércoles 21 de Abril.— Fundó a Berlanga, según Fran- cisco Tatrasa y el maestro Medina, el Rey D. Alfonso el Séptimo, pero según Beuter y Mariana, la reedificó y pobló con Almazán y Soria, cuando por muerte del Emperador Don Alonso, su suegro, vino a tomar

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posesión de Castilla por los años de 1110. No lejos de este lugar, junto a un pueblo llamado Calacanazor, fué la señalada victoria, que unidas las fuerzas cristianas del Rey Don Bermudo el Segundo, de León, del Conde Garcifernández, de Castilla, y Don García el Trémulo, de Navarra, alcanzaron contra el poderoso Rey de Córdoba, Almanzor, que con victoriosas y soberbias armas, hizo terrible y espantosa entrada en Cas- tilla: batalla, de cuyo trance dependió la restauración de la cristiandad de España. Tiene al presente hasta 300 vecinos, y es de los Condesta- bles de Castilla, cuyo Palacio honraron Sus Majestades aquella noche con su presencia. Celebráronla sus naturales con muchas luminarias y suma alegría; y cuando llegó al lugar, le hicieron salva con algunos sacres que coronan un castillo antiguo de torreones de sillería, que se defiende allí de la continua guerra de los tiempos. Por descuido del que los botó, cayó dentro al dispararlos un taco encendido, con que se pegó fuego y se quemaron aquella noche algunos papeles antiguos, y todo el maderamen y techumbre del castillo, que aun ardía la mañana del miércoles 21, suceso que lisonjearía sin duda a la grandeza de su dueño, cuyo magnífico corazón agradecería al acaso, que hasta los pa- drones y timbres de su esplendor ilustre alumbrasen y se sacrificasen en reverencia de tal Huésped. Su Majestad comió allí este día, y sa- liendo entre la una y las dos, pasó por un puente a Duero, que, a dis- tancia de media legua de Berlanga, divide el Obispado de Sigüenza del de Osma por aquella parte.

(Continuará.)

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VIAJE DE FELIPE IV A LA

FRONTERA DE FRANCIA

(Continuación)

Rio Duero.— A Duero, río celebradísimo de todos los antiguos, lla- maron Durias, unos; otros, Turia, sintiendo algunos cosmógrafos ha- berle nombrado así los fenicios (como se ha dicho de Guadalajara) por apacentarse en su ribera mucho ganado vacuno, y significar Tur, vaca, en lengua fenicia. De él dice Plinio, que teniendo origen en los pue- blos Pelendones, y deslizándose después por los Arebacos y Vacceos, divide de los Astures a los Vettones, a los Gallegos de los Lusitanos, y a los Bracaros de los Turdulos. Nace en la sierra de Orbión de un lago profundo, que ignorándose de donde emana, está en lo eminente de ella. Corre hacia la parte de mediodía hasta Soria, donde un monte (que no lejos del principio del famoso Orospeda, y cerca de Moncayo, se levanta en medio de una llanura) le hace aquí dar vuelta y tomar la derrota del Poniente. Esta sigue (aunque torciéndose en tres partes, según Ocampo) hasta la ciudad de Oporto, por la cual desemboca en el mar entre unos riscos con tanta violencia, que por largo espacio dentro de él, se ven subir y remansar sus aguas. Pasa por muchas ciu- dades y pueblos principales de España en 120 leguas, que es su curso;

y pocas distante de su nacimiento, habiendo dejado atrás las ruinas de la gran Numancia, y a Soria: parte aquí términos, no lejos de Ber- langa, a los Obispados de Osma y de Sigüenza; luego se encuentra con Osma, Gormaz, Santisteban y Aranda, y pasando después cerca de Valladolid, da asiento en sus riberas a Simancas, al sepulcro del Rey Chindasvinto, a Tordesillas, y a las ciudades de Toro y Zamora.

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Ciudad de Osma.—Burgo de Osma.— Dos leguas y media más ade- lante, está el Burgo de Osma, y vecinas a él (con sólo un puente por medio) las señales de esta nombrada Ciudad en 20 casas, que apenas le han quedado, y éstas muy humildes. Ptolomeo pone a esta pobla- ción en los Arebacos, Florián de Ocampo dice que la fundaron. Am- brosio de Morales prueba que se llamó Uxama en lo antiguo, no Oxama como pensaron algunos latinos. Plinio la da el nombre de Uxuma, y de ahí correspondiéndose primero en el de Uxma, se ha ve- nido a llamar Osma. Fué muy principal en tiempo de Romanos, y por ser su campiña muy fértil y apacible, floreció en trato y abundó de frutos y de mantenimientos. Entrególa Pompeyo (según Orosio), a la desolación y al incendio, porque muerto el valeroso Sertorio y hecha justicia de Marco Perpena, sólo ella y Calahorra resistieron osadamente a sus armas. Muy cerca de su territorio dieron una gran rota el Conde Fernan González y el Rey Don Ramiro el Segundo de León, a Aceifa, famoso Capitán que salió de Córdoba con un grueso ejército de mo- ros. Y en Caleruaga, aldea suya, nació (como refiere Mariana) el Bien- aventurado Patriarca Santo Domingo. El Rey Don Alfonso VI, que ganó a Toledo, restituyó a esta Ciudad su antigua Silla Episcopal, en la cual D. Bernardo, Arzobispo de Toledo, puso por Obispo a un su Arcediano, que fué San Pedro de Osma, tan docto como santo. Algu- nas de las cosas que ennoblecieron a esta población se conservan en la de su Burgo (el cual, por la conjetura y semejanza del nombre, da a entender Garibay, que debió la fundación a los mismos que la Ciudad de Burgos), tiene Universidad, esta en él la Silla Obispal de aquella Diócesis, y el cuerpo de este Santo glorioso, cuya cabeza se miraba en un altar que el cabildo había erigido a la puerta de su iglesia (por donde Su Majestad pasó) pensando que entraría en ella a hacer ora- ción; pero dejólo de hacer por no haberle prevenido antes.

San Esteban de Gormaz.— Dista de Osma otras dos leguas y media la villa de San Esteban de Gormaz, lugar de tanta antigüedad, que fué fundado por Arebacos, según la opinión de Ocampo, y uno de los que más han experimentado la injuria de los tiempos, pues apenas se con- serva en él la memoria de lo que fué. Escribe Morales, que en su co- marca produce naturalmente la ribera de Duero tantos jazmines, que forman una espesura deleitable, y tan finos como los que deben su nobleza al cuidado de la cultura en el más compuesto jardín. En los distritos de esta población, venció el Conde Fernan González un grueso

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ejército de moros por los años de 955. Y viniendo a cercar en ella a su hijo Garcifernández el soberbio Rey de Córdoba Almanzor, despreciada generosamente por el Conde la ventaja de las defensas, salió a él (ya que había pasado a Duero) y le venció. Creen sus naturales, que los fragmentos de un sepulcro que se ven entre las ruinas de una Parro- quia, que hará poco más de 26 años que se vino al suelo, son del mismo Conde Fernán González; pero engáñanse, por ser lo cierto que le sepultaron en el Monasterio de Monjes Benitos, que con advocación de San Pedro de Arlanza, edificó en la ribera de este río, en hacimiento de gracias de otra señalada victoria que alcanzó allí, en que también hizo poner los huesos de su padre. Tiene este lugar un castillo en una eminencia muy penada, y es el mismo adonde Nuño Almegir, noble Castellano, llevó de secreto al Rey Don Alfonso VIII (que después mereció el renombre de Bueno) siendo de edad de cuatro años; hazaña con que sustentó y defendió el partido de Castilla, librándole del poder del Rey Don Fernando de León, su tío, que quería haberle a las manos.

Jueves 22 de Abril.—Monasterio de la Vid.— Aquí llegaron Sus Ma- jestades a las seis de la tarde, y se apearon en las casas del Ayunta- miento de la Villa, la cual, en medio de su cortedad, solemnizó su venida con el estruendo de algunos morteretes y con unas danzas, que sin ajustar al compás alguna mudanza o movimiento, acreditaron, aun con su poca destreza, su mucha lealtad; y a la tarde llegaron dos dipu- tados de Aranda de Duero a besar la mano a Sus Majestades, que por la mañana del jueves 22 salieron de allí a las ocho, y fueron a hacer mediodía al Convento de la Vid.

En las márgenes de Duero, que por aquella parte divide la Provin- cia de Soria de la de Burgos, está el antiguo e insigne Monasterio de la Vid, habitado de los hijos Religiosos del Premostratense, glorioso San Norberto, y rico y suntuoso por la grandeza y labor del edificio y por la extensión de sus términos y comodidad. Toma nombre de una milagrosa Imagen de Nuestra Señora, labrada en mármol, candidísimo con particular viveza y hermosura, y casi de talla natural, que habrá 600 años se apareció sobre una vid en la parte que hoy está. Erigió esta fábrica un Cardenal, descendiente de la ilustre Casa de los Condes de Miranda, a los cuales dejó el patronato de tan magnífica fundación. Aquí llegaron Sus Majestades a las once, hízolos la Comunidad recibi- miento célebre, estrenando en él la Mitra su nuevo General, y luego les presentó los bultos de un Crucifijo, con Nuestra Señora, San Juan

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y otras dos figuras talladas todas en marfil, con singular primor. La Casa ofreció capacísimo y dilatado hospedaje a comitiva tan grande, y el Abad y Monjes con liberalidad afectuosa mucha abundancia y dife- rencia de regalos a toda la Corte, que salió de allí a las tres de la tarde, para entrar con día en Aranda de Duero.

Aranda de Duero.—Viernes 23 de Abril.— El río, de quien hemos hablado arriba, da apellido a la villa de Aranda, por pasar tan arrimado a ella, que bate impetuosamente sus murallas, y en distancia de 100 pasos, se le juntan otros tres pequeños ríos, cuya confluencia ayuda a hacer amenísimo y deleitable el sitio sobre que está fundada esta pobla- ción, que es una de las mejores de aquella noble Provincia de Castilla la Vieja. Zurita en sus «Comentarios al Itinerario de Antonio», dice que se llamó Randa en lo antiguo. Fué también edificada por Areba- cos, los cuales, según la opinión de Bernando Aldrete y Ocampo, eran un linaje de los Celtíberos, que Varron y Plinio escriben, que vinieron a poblar España; y según Estrabón, los más nobles de ellos. Consta al presente de 800 vecinos, tiene cuatro Conventos, y conserva con reve- rencia la memoria de haber enfermado en ella el Rey nuestro Señor (que Dios haya), siendo de edad de cinco años; y hallándose en Lerma la Majestad del Señor Rey Don Felipe III, y la Señora Reina Doña Margarita, que (habiendo recobrado la salud por la intercesión de una Imagen muy devota que tiene en la Parroquia) vinieron después a vi- sitar a Su Majestad con los regocijos que merecía el haber salido de tan justo cuidado. A la caída de la tarde llegaron Sus Majestades a este lu- gar, en cuyo principal templo estaba descubierto el Santísimo Sacra- mento en elevada y compuesta colocación de luces; y habiendo entrado a hacer noche en las casas de D. Alonso de Revenga (que fué de la Orden de Alcántara y Gentilhombre de Boca de Su Majestad), divir- tieron la vista y el oido algunas artificiosas invenciones de fuego, que poblaron el aire de ruido y claridad, al templo mismo que lo estaban de luminarias todas las ventanas y calles de la villa. En ella alcanzó a Su Majestad aquella tarde misma el Marqués de Falces y de Mondé- jar, Capitán de su noble Guarda de Corps, que sin detenerse a hacer noche pasó a Burgos a aguardar la Corte; y el viernes 23 por la ma- ñana salieron Sus Majestades a las ocho y a las nueve y media llegaron a Aguilera.

(Continuará.)

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VIAJE DE FELIPE IV A LA

FRONTERA DE FRANCIA

(Continuación.)

Convento de Aguilera-Cilleruelo.— A dos leguas y media de Aranda hay una pequeña población llamada Aguilera, y un tiro de mosquete distante de ella, en sitio algo más bajo, un Convento de Observantes Recoletos de la Orden de San Francisco, con advocación de Domus Dei,

es fundación de 400 años de antigüedad y tiene por Patrón al Conde de Miranda, dueño de la vecina aldea, aunque el Duque de Lerma tiene asimismo en él una venerable Capilla. Conservan hoy entero aquellos Religiosos, en devota estimación, el cuerpo del Beato Fray Pedro de Regalados, que con vida prodigiosa floreció allí 300 años ha. Hay en la iglesia de este Convento otra Capilla maravillosa, cuyo bien erigido y relevado altar es todo un relicario compuesto de reliquias in- signes, que colocó allí el Duque de Peñaranda, tercer abuelo del que hoy lo es, Virrey y Capitán General que fué del Reino de Nápoles; y corona la extremidad de este sagrado viril el Santísimo Sacramento, que se mira y venera en ella patente de día y de noche, todo el año entero. Recibió la Comunidad a Sus Majestades a las puertas del tem- plo, en el cual se cantó el Te Deum laudamus; luego entraron a oir misa en la Capilla de las reliquias, y saliendo a breve rato, llegaron a hacer medio día a Cilleruelo (pequeño lugar de 30 casas, que dista tres leguas cortas del Convento); allí aguardaban Diputados de la Ciudad de Burgos, y de su Arzobispo y Cabildo, para besar la Real mano de Su Majestad, que habiéndolo permitido, pasó a dormir a Lerma.

Lerma.—Fiesta de despeño de toros en Lerma.— Sobre una moderada

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eminencia, que en medio de la llanura de un valle se levanta apacible- mente a la orilla del río Arlanza, tiene su fundación la antigua villa de Lerma. Cuéntala Florián de Ocampo entre los pueblos Vacceos de la parte del Septentrión. Es cabeza del magnífico Estado de los Duques de su título, y la que fué tan favorecida y honrada en otro tiempo, de cuya fortuna conserva aún hoy muchas señales. Por los años de 1212 la sacaron el Rey Don Fernando el Santo y su madre Doña Berenguela del poder del Conde D. Alvaro Núñez de Lara, que la tenía tiranizada (como lo refiere Mariana). Tiene nobles edificios, algunas Parroquias y seis Conventos. Aquí llegaron Sus Majestades a las cinco de la tarde, y se apearon en las suntuosas casas de los Duques, que en tantas oca- siones han sido habitación de Reyes. Es famosa y nombrada en toda España la disposición que tiene la plaza de esta Villa, para el despeño de los toros, ocasionada de su situación y fábrica, y de la vecindad del río, cuya corriente viene a estar muy inferior al lugar, por la desigual- dad y ventaja con que el terreno que le da asiento se empina por aquella parte. Vieron Sus Majestades esta fiesta luego que llegaron, a que se dió principio abriendo una puerta de la plaza (cuando ya estaba en ella libre el toro) fuera de la cual había una trampa grande de madera, y en llegando el bruto a pisar algo más adelante del eje de ella, caía inevi- tablemente a una muy pendiente y erizada cuesta, cuya aspereza le arrojaba al río, con precipicio furioso de más de dieciséis estados de altura. Ejecutóse bien, así porque fué muy de ver el movimiento con que las fieras azotaban el aire sacudiendo las manos y pies en el vuelo, como porque algunas entraron en el peligro muy tímidamente, emba- razadas de la inmensidad de espacio y de distancia, que de improviso encontraban al abrir la puerta, y otras se arrojaron a él con gran des- atino y braveza llevadas del mismo impulso y ceguedad con que la acometieron, quedando parte de ellas muertas del golpe de la caída y parte peleando (después de ella) con la muerte y con su ferocidad. Añadió variedad el accidente, de que algunos toros (no correspondiendo el suceso a la prevención y juicio de los artífices) cayeron tan perpen- dicularmente, por la timidez y cobardía con que llegaron a hollar la trampa, que vinieron a dar dentro de una placetilla, que debajo del

balance de la misma trampa y eminente a la cuesta se cerraba, y defen- dida del despeño con una cerquilla o pretil de piedra. Habían hecho mirador de la fiesta este antepecho muchos Criados de Su Majestad, y

algunos no de la esfera inferior; conque puestos impensadamente en el

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riesgo de verse acometer de aquellos bravos animales, que por ser la caída hasta allí muy corta, quedaban enteros de fuerza y de fiereza, hubieron de suplir con el valor, aunque trabajados del reciente camino y mal prevenidos para aquella lid, todos los defectos ocasionados de este contratiempo; pues no habiendo otro partido que elegir, más que el de acabar con la vida de tales enemigos por hallarse encerrados con ellos y obligados precisamente a la desigual pelea, lo consiguieron con mucha bizarría y sin recibir herida o golpe considerable, en que no dejó de tener parte la felicidad. Con novedad y entretenimiento se sus- pendieron los ánimos este rato, y siguióse a él (luego que se retiró la luz del día) mucha cantidad de fuegos, que en artificios de pólvora y en luminarias hicieron por algún tiempo guerra a las tinieblas.

Sábado 24 de Abril.—Cogollos.— Por la mañana (que fué la del sá- bado 24) salieron Sus Majestades de Lerma a las ocho, y habiendo co- mido después en la población de Cogollos, que consta de 50 vecinos (los cuales acreditaron también con danzas y regocijos el gozo de tanto huésped), pasaron aquella tarde a Burgos.

Castilla la Vieja.—Ciudad de Burgos.—Río Arlanza.—Invención de

fuegos en Burgos.— Brigia llamó a Castilla la Vieja Alexo Vanegas; y aunque, como hemos dicho, le fué impuesto a Castilla el nombre por los Romanos, Juan Annio con algunos más modernos sintieron que le quedó del Rey Brigo, de que no desdice el que Brigo (según Vvols- gango Lacio) es nombre Arameo, que significa Castillo. De esta pro- vincia (a quien dan el nombre de Cabeza de España) escabeza la noble ciudad de Burgos, tiene de longitud diez grados, y cuarenta y dos y cuatro minutos de latitud. Yace a las raíces de un monte que por la banda del Septentrión la domina, a cuya cumbre sirve de corona un castillo antiguo, que ocupado y defendido en tiempo del esclarecido Rey Don Fernando V, por los que tenían la voz de Portugal, hizo porfiada resistencia a sus siempre gloriosas armas. Es de temple frío y húmedo, lo primero por herirla el cierzo en descubierto; y lo segundo por la muchedumbre de fuentes y arrojos de su suelo, y por la fre- cuencia de las lluvias. Comunícase con la ciudad el arrabal por dos bien fabricados puentes sobre Arlanza, río que corre entre él y la mu- ralla. Fundaron este pueblo, o (como quieren otros) le reedificaron D. Diego Porcellos, segundo Conde de Castilla; según el cronicón Al- vedense, y su yernó Nuño Belchides Aleman (por el nombre Nuño quiere persuadirse Garibay a que era español) y dicen que le llamaron

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Burgos, por la unión que hicieron en él de las aldeas derramadas por aquella comarca, cuyos nombres sonaban entonces lo mismo, cuando desunidas, o en la lengua alemana, como Mariana dice, o en la aramea que llevaron a Alemania los sucesores de Brigo, como lo prueba erudi- tamente el doctor Madera: Exenta Castilla del dominio de los Reyes de León por el valeroso Conde Fernán González, fué esta ilustre Ciudad su Corte; preeminencia que ha gozado después en diferentes y largos tiempos. Ha declinado mucho de lo que fué en lo antiguo, lo magní- fico y numeroso de su vecindad, a que dió gran causa la sublevación de los Países Bajos; porque roto el grueso comercio que tenía con aquellas fertilísimas provincias, experimentó en su perjuicio cuán abso- lutamente consiste la conservación y aumento de las poblaciones en la frecuencia del trato, vital sustancia o alimento vigoroso de su opulen- cia: si bien en la excelencia de los templos, y en la maravillosa her- mosura de los edificios, manifiesta su primitivo esplendor, y haber sido tantos años trono de tan famosos Reyes. Recibió en esta ocasión a Sus Majestades (que llegaron entre las seis y las siete) con el aparato, gran- deza y regocijo correspondientes a su nobleza y lealtad. Apeáronse en las casas de los Condestables de Castilla, a cuyas puertas estaban ya con su librea las Escuadras de Archeros de la noble Guarda de Corps, go- bernadas de su Capitán. Suplió la ausencia del sol aquella noche con infinidad de luces en todo género de luminarias, y un lienzo de mu- ralla que se descubre desde Palacio, sirvió de base a diferentes inven- ciones de fuego, fundadas sobre sus almenas, siendo remate del último artificio una copiosa encendida tempestad, que con misterioso y trocado movimiento, enderezó al cielo sus rayos en dilatada elevación, bajando a morir después a las plantas de su plausible Soberano Rey.

Domingo 25 de Abril.—Imagen de Cristo en Burgos.—Convento de las

Huelgas en Burgos— El domingo 25 por la tarde visitaron Sus Majes- tades el Convento de San Agustín (situado fuera de los muros a la parte del Sur) en el cual se venera aquella Imagen prodigiosa de Cristo nuestro Señor puesto en la cruz, que ha ilustrado tanto a aquella Ciudad y a toda España con sus maravillas, admirando la continuada que obra en estar en el mismo ser en que fué hallada hará 800 años en el mar, con ser de materia fácil y corruptible, y estando (como está) en sitio humedísimo. Hecha oración, pasaron al Convento Real de las Huelgas, fundado por el Rey Don Alfonso VIII (el que, como escribe Mariana, hizo gracia a los Reyes de Aragón del reconocimiento que

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hacían a los de Castilla) en hacimiento de gracias por la celebrada vic- toria que alcanzaron de moros en las Navas de Tolosa sus felices armas. En este venerable recogimiento hay y ha habido desde su fundación, Religiosas de la más esclarecida sangre de España. Don Alfonso XI, aquel señalado Rey entre los de la Cristiandad y del Orbe, que en 38 años a que llegó su vida venció diez batallas en que entró, y en una sola que fué la del Salado, rompió y debeló todo el poder de los mo- ros de España y Africa, de donde tardaron en pasar (cosa memorable) los que vinieron para este trance solo, seis meses continuos en sesenta galeras, y se volvieron en doce galeras y quince días; los que perdonó aquel estrago horrible (de que conjetura Juan Núñez Villasán haber sido cuatrocientos mil los que perecieron en él), Príncipe en fin de fama siempre inmortal en quien se igualaron la Religión y el valor. Después que se armó Caballero en la iglesia del glorioso Apóstol Santiago, se coronó en este Monasterio; y habiendo instituido la Orden de la Caba- llería de la Banda, armó en él 152 Caballeros por su mano. Entraron Sus Majestades en su clausura aquella tarde, en la cual cayó un golpe de agua con un poco de aire que se levantó, siendo la vez primera que se revolvió el tiempo; porque desde que salieron de Madrid había es- tado sereno y quieto hasta entonces.

(Continuará.)

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VIAJE DE FELIPE IV (Continuación.)

Lunes 26 de Abril.—Iglesia Arzobispal de Burgos .—La mañana del lunes 26 (en que llovió tambien, y más porfiadamente, que la tar- de antes) besó la Real mano de Su Magestad Don Diego Antonio Payno, Arzobispo de aquella Diócesis, y por la tarde fueron el Rey nuestro Señor y la Serenísima Infanta a la Iglesia Metropolitana, uno de los mejores edificios del Mundo, en voto comun de las naciones; en quien dicen, que hizo el arte todo lo que supo, y que apuró su ex- celencia y primor la arquitectura. Mandóla edificar la magnificencia del Rey Don Fernando Tercero, y erigióla en Metrópoli la Santidad de Gregorio décimotercio, a instancia del Señor Rey Don Felipe Segun- do. Es custodia de cuatro cuerpos de Santos, y ha dado sepulcro a tres Personas Reales. A sus puertas recibió a Sus Magestades con toda so- lemnidad el Arzobispo, vestido de Pontifical, y les dió a besar la Cruz, conforme al rito; y habiendo hecho oracion, vieron el Coro, y pasaron por delante de la capilla suntuosa (una de 27 de que se compone aquella basílica admirable) de los Condestables de Castilla, fundacion del quinto Condestable Don Pedro; aquel a quien los Reyes Católicos encargaron el Gobierno de estos Reinos, mientras ocupaba su cuidado la insigne conquista de Granada, y no debe mi pluma entregar a la in- utilidad del silencio la preciosa reliquia de una espina de la Corona de nuestro Señor, que depositó allí el Condestable Don Juan; favor con- cedido de la Santidad de Sixto V, cuando le besó el pie, por la Mages- tad Católica del Señor Rey Don Felipe Segundo.

Comedia en Burgos .—Pendia en el crucero un estandarte blanco, con las efigies de Cristo crucificado, Nuestra Señora y San Juan, y hay

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quien diga que se halló en la maravillosa batalla de las Navas. El con- curso que hubo aquella tarde en Palacio, Iglesia y calles, imitó al que suele haber en Madrid en semejantes ocasiones; y a la noche vieron Sus Magestades una comedia, representada por una compañía de far-

santes, que tenia prevenida la ciudad. Martes 27 de Abril.—Monasterio y Hospital de S. Juan. Maravillosa

Imagen de Cristo .—El martes 27 por la mañana, fué la Ciudad a caba- llo con autorizado aparato, a besar la mano a Sus Magestades, que sa- lieron por la tarde a visitar un Monasterio de la Orden de San Benito, y de la advocacion de San Juan, en que está incorporado un hospital, a quien hacen célebre la acomodada capacidad de su casa, y la asisten- cia cuidadosa con que es servido de los mismos monges. Desde allí pasaron a un Convento de la Trinidad, donde hay una Imagen de Cristo Crucificado muy antigua, a cuya veneracion añade motivos el prodigioso milagro, de que habiendo caído sobre su devota Cabeza la piedra de una obra, que traian los moros en la bóveda de su capilla, permitió la soberana Omnipotencia, para edificacion de los católicos, y espanto de los infieles, que despidiesen las narices con el golpe cinco gotas de preciosa sangre, las cuales (fuera de una que quedó pendien- te) recibió en un lienzo una dichosa matrona, cuya frecuencia a aquel lugar, y pureza de espíritu, la hicieron digna de favor tan grande.

Miércoles 28 de Abril.—Máscara en Burgos.—Comedia en Burgos.—

Llovió el miércoles 28 hasta mediodía tan copiosamente, que se creyó no podria hacerse una máscara que estaba prevenida para delante de Palacio; pero cesó el agua, y a las cuatro de la tarde, despues de haber despejado las vallas Don Cristobal de Gaviria, con las dos Guardas, se presentó la máscara en esta forma. Entró un carro triunfal de ostento- sa fábrica, colorido y hermoseado de azul y plata, y movido de seis briosos caballos. Estaba formado en tres compartimientos, en el supe- rior de todos representaba a la Fama una bien figurada estatua, y lle- vaba a los lados, y en los compartimientos inferiores, diferentes coros de música, que compuestos de mugeres, adornadas unas de aliños y trages a la española, y otras a la francesa, poblaban aquel espacio de sonorosa armonia, aunque solo los acentos se podian percibir de ella, asi por el rumor de la confusa multitud, como por algunos timbales y clarines, que hiriendo el aire, seguian a este carro. Despues de él pare- rieron entre turba grande de lacayos de diferentes libreas, Don Juan Francisco de Salamanca, Caballero de la Orden de Alcántara, Gentil-

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hombre de la Boca de Su Magestad; y Don Alvaro Gallo de Haro, Ca- ballero del Hábito de Santiago, que con vestidos bordados de plata, y en caballos a la brida, apadrinaban y conducian la máscara. A esta finalmente, componian varia diversidad de colores, hermosa variedad de plumas, y rica ostentación de telas, con que en siete cuadrillas de a dos parejas, midieron con ajustada velocidad la carrera, y luego fueron a la plaza, y otras partes públicas a repetirla, llenando de alegria todo el lugar y concurso forastero; y a la noche representó a Sus Magesta- des la misma compañia de farsantes una comedia nueva que tenia en- sayada y dispuesta.

Jueves 26 de Abril.—Fiesta de toros en Burgos.—Otro artificio de

pólvora en Burgos .—La tarde del jueves 26 les tuvo la Ciudad una fiesta de toros, en que por asistir en público sus Reales Personas, des- pejó tambien la plaza D. Cristobal de Gaviria, con las dos guardas, y estuvieron todas tres en ella. Sirvió a Sus Magestades un balcon, que se doró para este efecto; todos los Señores y particulares de la Corte, ocuparon los que por sus puestos y grados les tocaban, y los más de ellos tuvieron el adorno de varias colgaduras. Con bizarria y gala, hi- cieron empleo del valor y prueba de la suerte en la fiereza de los bru- tos, D. José de Sanzoles y Riaño, D. Diego Carrillo y D. Francisco del Castillo; los dos primeros del Hábito de Santiago, y naturales to- dos tres de aquella ínclita Ciudad. Fué en el primero de estos Caballe- ros, motivo de mayor lucimiento el suceso de caer dos veces, a cuyo empeño y amistad correspondieron a pie y con la espada en la mano otros muchos Caballeros, mozos muy conforme a sus obligaciones; con que fenecido el acto, volvieron Sus Magestades a Palacio, y vieron delante de él un artificio de pólvora, cuyo aparato pareció muy bien de noche, cuando se le dió lumbre, y de dia tambien por el compuesto aliño de pinturas con que le vistieron.

Obispo de Fregius, enviado del Rey Cristianísimo, habia llegado a Bur-

gos .—Hizo Su Magestad diferentes mercedes con el uso continuado de su Grandeza, asi a eclesiásticos como a seglares de esta Ciudad, a la cual habia llegado algunos dias antes que Su Magestad, el Obispo de Fregius, enviado del Señor Rey Cristianísimo, para hallarse al despo- sorio de la Señora Infanta Reina, y fué hospedado y regalado con toda atencion y cuidado de orden de Su Magestad, que fué servido de man- darla enviar para esto con suficiente anticipacion.

Antes de salir de Madrid, habia resuelto el Rey nuestro Señor, que

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fuese en esta Ciudad de Burgos el acto de las renunciaciones que ha- bia de hacer S. A. de los Estados y legítimas patrimoniales, y tambien la solemnidad de su Desposorio, en virtud del poder que tenia para ello D. Luis de Haro y Guzman, de la Magestad del Señor Rey Cris- tianísimo, y que en esto se gastasen dos o tres dias y luego se prosi- guiese sin detencion el viaje hasta Fuenterrabia, donde se habian de celebrar las funciones del juramento de la Paz, y entrega; pero despues por algunos motivos particulares, que miraron al más seguro y firme restablecimiento de la misma Paz, y por tener dispuestas algunas cosas esenciales (cuya ejecucion habia de preceder a todo), se suspendió el efectuarlo; con que habiéndose detenido la Corte en Burgos los dias referidos, determinó Su Magestad continuar el viaje, y que las renun- ciaciones y desposorio se hiciesen en el lugar que ofreciese la oportu- nidad de los sucesos, y el ajustamiento de los puntos que estaban pen- dientes.

Viernes 30 de Abril.—Monasterio de Rodilla.—Llega el Conde de

San Añan, enviado del Rey de Francia .— Y asi el viernes 30 de Abril a las ocho de la mañana (en la cual corrió un aire muy frio), salieron Sus Magestades de Burgos, y llegaron a comer a Monasterio de Rodilla (poblacion que dista cuatro leguas, y consta de 60 vecinos), donde hi- cieron palacio al meson, por no haber casa más capaz en el lugar; y habiendo llegado alli el conde de San Añan con una carta del Señor Rey de Francia, para la Serenisima Señora Infanta, y presentádola a Su Alteza, pasaron por la tarde a Briviesca.

Briviesca.— Monasterio insigne de Briviesca .—Yace la villa de Bri- viesca (lugar de los Condestables de Castilla, cabeza del valle de Bure- ba) cerca de la falda del famoso Idubeda; monte a quien comunicó su nombre (segun Viterbo y Ocampo) aquel Rey de España que sucedió a Ibero. Llamáronla Ptolomeo, Plinio, Antonino y otros antiguos, Vi- ronesca, escrita con S y no con Z (como la ponen algunos), ni tampoco Berduvesca (como dicen otros), y la sacó del poder de los moros, des- pues de la comun perdicion de España, Don Alfonso el Católico, tercer Rey de Leon y Oviedo. Consta de 500 vecinos, tiene Iglesia Colegial y 96 lugares de jurisdiccion. Aqui llegaron Sus Magestades antes de las siete de la tarde, y tomaron aposento en el Palacio de los Condestables, que está incorporado en un Hospital, de fábrica ostentosa y de labor de silleria, levantado de fundamentos esta gran Casa. Salia una tribuna

por D.ª Mencia de Velasco, hija de del cuarto de Sus Magestades a la

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iglesia de un monasterio de monjas, a cuya capilla mayor la hacen fá- brica de novedad en España doce ángulos iguales de que se compone, y al retablo de ella insigne el primor y destreza de su labor, la cual se mira desnudamente en la materia, o porque se conozca, que no nece- sita del oro y colores, o porque no reciba detrimento de ellos su per- feccion. Celebró en aquella noche este lugar la presencia de Sus Ma- gestades con el festejo de muchas danzas, y con cantidad de luminarias y fuegos, que porfiaban a suplir la ausencia del dia.

(Continuará.)

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518 EUSKAL-ERRIA

VIAJE DE FELIPE IV A LA

FRONTERA DE FRANCIA

(Continuación.)

Sábado 1.º de Mayo.— Adelántase desde este lugar D. Luis de Haro

a la frontera .—La mañana siguiente (que fué la del sábado 1.º de Mayo) se adelantó desde esta villa D. Luis de Haro y Guzmán, solici- tando el viaje a más largas jornadas que las que llevaba la Corte, por llegar anticipadamente a verse en la frontera con el Cardenal Mazarini (en conformidad de lo dispuesto por las dos Majestades) para fenecer el ajustamiento de los puntos a cuya conclusión se aguardaba.

Pancorbo .— Sus Majestades comieron a las once, y entre las doce y la una dejaron a Briviesca; y habiendo andado cuatro leguas, llega- ron a las seis de la tarde a la villa de Pancorbo, situada en una rotura o quiebra, que con grande altura señorea aquellos valles. Tiene 200 vecinos, y está en ella la Aduana y Registro de cuanto entra en Casti- lla la Vieja por aquella parte. Goza de temple muy frío, por la disposi- ción en que la Naturaleza colocó aquellos riscos para encaminarla el zierzo; y aunque la hacen vistosa los muchos que la rodean, tienen al- gunos postura tal, que parece están amenazando a precipitarse sobre la población. Una robusta peña sirve de pared y arrimo al altar mayor de una Parroquia, y por la parte opuesta, despide una clara y copiosa fuente, siendo base y cimiento elevado y firmísimo a la fuerza de un castillo; otra que se mira pisar una eminencia. Tuvieron Sus Majesta- des la noche en el mesón, y así en las luces que hubo, como en las danzas, concurso y regocijo, con que aguardaban al Rey nuestro Se-

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ñor, manifestaron aquellos naturales, que no cedía su amor al que te- nían los habitadores de los demás lugares, en que había hecho mansión Su Majestad. Aquí dió origen (según refiere Juan Vasseo) el cumpli- miento de un apetito desordenado y torpe a la primera calamidad o mancha, que abriendo infausto camino a la invasión de los moros en España, cundió miserablemente hasta su destrucción.

Domingo 2 de Mayo .—Entre las doce y la una del día, domingo 2 de Mayo, salieron Sus Majestades de Pancorbo, y por aquel camino naturalmente deleitoso, así por la erizada altura de los peñascos, como por la espesura amena de los valles, y muchedumbre de las fuentes, llegaron a Miranda de Ebro.

Río Ebro .—Es Ebro uno de los cinco ríos principales de España. Dióle nombre Ibero, hijo de Túbal (según Viterbo y Beroso) y del mismo Ebro tomó España el de Iberia; si se ha de creer a Trogo Pom- peyo, a Quinto Curcio, a Antonio Nebrisense y a Florian de Ocam- po. Recibe origen de dos fuentes en los Pelendones, junto a un lugar llamado Fontibre (o como dicen otros, Fontible), no lejos de Aguilar de Campóo, y sigue su giro de Septentrión a mediodía, torciéndose un poco contra Levante. El monte Idubed..... (que no lejos del nacimien- to del mismo Ebro, se desgaja de un ramo de los Pirineos, y pasando cinco leguas distante de Burgos con el nombre de Montes de Oca, y por Briviesca atraviesa los Arabecos, y entre Calatayud y Daroca se encamina al mar donde fenece cerca de Tortosa, por quien también muda allí nombre), hace que este río no corra a Poniente, como los otros más famosos de España; antes le conduce y encamina hacia su mismo curso. Vienen a él todas las aguas de Navarra y la mayor parte de las de Aragón, que descienden de los Pirineos; pues como notaron los cosmógrafos, cuantos humores manan contra la parte del mediodía en las vertientes de estos montes en que él nace, desde sus fuentes hasta Roncesvalles, mueren en el mismo río, y las aguas que salen de él contra Occidente, se juntan con Duero, si no son las del Sil y del Miño. Moja los muros de Miranda, tiene en sus riberas a Logroño, Calahorra, Tudela, Zaragoza y otros ilustres pueblos, y en 110 le- guas (o en 120, como afirman otros) que camina, bebe las corrientes de Baya, de Zadorra, Oja, Tirón, Najerilla, Fruega, Lecia, Meloro, Ega, Arga, Aragón, Gallego, Torio, Jalón, Congedo, Beron, Cinca y Segre, hasta que formando junto a Tortosa en la parte Occidental de su boca unos remansos o lagunas que llaman los Alfaches (voz árabe,

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que significa llanuras), se arroja en el Mediterráneo, dilatando con so- berbia en las de aquel paraje su corriente.

Miranda de Ebro .—Comunica este río, no sólo fertilidad, sino también nombre a la villa de Miranda; porque corriendo (como se ha dicho) arrimado a sus cercas, baña los cimientos a un puente de her- mosa estructura con que se une a la población un Burgo de cantidad de casas. Dista tres leguas Pancorbo, tiene 500 vecinos y un castillo colocado en la celsitud de un monte. Es lugar de aspecto agradable y situado en tan buen paraje, que está a vista de Castilla la Vieja, de la Montaña, de la Rioja y de Alava, de quien fué parte en lo antiguo, como se colige de Sebastiano, Obispo de Salamanca, y contando los pueblos que ganó de moros Don Alfonso el Católico, nombra a Miranda Alavense, y dicen se desmembró de aquella Provincia, por contienda que tuvo con la villa de Salvatierra, sobre la preferencia. Sirviéronse aquella noche Sus Majestades de las casas del Marqués de Urbina, y habiéndolos recibido con la salva de algunos tiros de artillería, que dis- paró el castillo, se vió coronada la eminencia de él (luego que anoche- ció) con muchos fuegos y luminarias, de que también se pobló y alum- bró la villa.

Lunes 3 de Mayo.—Puente de Armiñón .—El día siguiente (que fué lunes a 3) llegaron allí dos Diputados de la ciudad de Victoria a besar la real mano a Su Majestad, que habiendo comido a las once, y saliendo entre las doce y la una del día, llegó en dos leguas de camino al Puente de Armiñón (llamado así por una población cercana) donde se tocan los términos de Alava.

Alava .—De Cantabria (que según Ocampo, llegaba hasta Logro-

ño, y le dió su mismo nombre un lugar, que puesto en lo último de sus términos y cabeza de todos ellos, permaneció hasta el reinado de Leovigildo, en que fué destruido) era una de las regiones la provincia de Alava. Fué tan extendida en lo antiguo, que abrazando (como re- fieren muchos escritores) una parte de la Rioja, comprendía debajo de su nombre a Vizcaya y a Guipúzcoa; a lo cual persuade entre otras razones el contar que Don Sancho de Navarra el Mayor, se intitulaba

Rey de Alava, sin hacer mención de esotras dos provincias, aunque las poseía. Afirman algunos que tomó su primera denominación en Arab, voz griega que significa desierto; Garibay dice que Uraba y Encia, montes puestos en aquella región; pero lo que parece más verosímil, es que la dió nombre (como lo siente Arnoldo Oyhenarto, erudita

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pluma de esta edad) Alva, ciudad primera de los várdulos, los cuales, según se cree, ocuparon en tiempo de romanos aquella misma situa- ción, como se colige de Ptolomeo y Plinio, y hace a esta opinión el que, como consta de memorias antiguas, se ha llamado Alva toda la provincia en los siglos pasados. También escribe Oyhenarto que se pue- de conjeturar de algunos instrumentos haber tenido dominio en ella los Condes de Castilla (si ya no se entiende, que fuese en aquella par- te de Alava, que está fuera del Ebro). A este territorio se retiró Don Alfonso el Magno, recien muerto su padre Don Ordeño el I, por ha- berse apellidado Rey el Conde de Galicia Don Fruela, poderoso en ri- quezas y aliados, hasta que en Oviedo pagó con su muerte su tiranía. Redúcese ahora a no muy dilatada extensión, teniendo por términos hacia el oriente a Guipúzcoa, y los montes de Navarra por el medio- día; pero está tan poblada, que parece increíble la muchedumbre de lugares, que registró la vista, luego que Sus Majestades entraron en ella, en la corta distancia que señorea el camino; y habiendo andado tres leguas desde la raya, llegaron a poco más de las seis de la tarde a Victoria.

Ciudad de Victoria.—Fuegos artificiales en Victoria .—Descúbrese en un sitio eminente la ciudad de Victoria, cabeza de esta provincia. Fundóla Leovigildo (padre del Santo español Hermenegildo), aquel heroico príncipe, a cuya prudencia y valor debió su grandeza el Reino de los Godos en España, porque le extendió hasta los dos mares; está en longitud de trece grados, y en latitud de cuarenta y dos y treinta minutos. Dicen algunos que se llamó Vélica, pero con poco funda- mento, por haber puesto Ptolomeo a Vélica muy lejos de Alava. Me- dina la da el nombre de Bilancio, y en un instrumento del Rey Don Sancho de Navarra el Mayor (a quien Garibay atribuye su fundación, y Mariana haberla reedificado), se le da el de Gasteiz, y al propio Rey juzgan haberle impuesto el de Victoria; pero persuade a creer que se llamó Victoria, desde el tiempo del mismo Leovigildo; Juan Abad Vic- lariense, autor de aquellos tiempos, que refiere haber edificado este Rey a Victoriaco en aquellas partes, sin que a esto obste haberse lla- mado Gasteiz; pues a muchos pueblos de aquella región comunican dos nombres, uno el romance y otro el vascuence. Es insigne la fama de esta Ciudad, por la prudencia y singularidad de su gobierno, con- firmado (según refiere Pedro Mantuano) el año 1219, por el Rey Don Sancho Octavo de Navarra el Fuerte, que también llamaron el Encerra-

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do, por el tiempo que le impidió salir de Tudela su gordura o enfer- medad, el cual le concedió privilegio para que pudiese elegir las Justi- cias y demás oficios necesarios a su conservación. Hizo dar fuego, así como Sus Majestades llegaron a su vista, a algunas pequeñas piezas y morteretes que compusieron una ruidosa salva, y sobre la puerta por donde entraron, se miraba renovada y lucida una estatua antigua del Rey Don Alfonso el XI de Castilla, a quien aquel pueblo y provincia se entregó (como escribe Villasan) cuando se hallaba con facultad poco diferente de Behetria. Apeáronse en la casa de D. Felipe de Aguirre, y luego que se acaba la luz del sol, tuvo principio una consonancia pa- vorosa de vistosos ecos, que en ideas de fuego robó por largo espacio la atención a los oídos y a los ojos a un tiempo mismo. Invención de un artífice de Pamplona, de donde le había hecho venir Victoria, an- siosa del acierto de sus festejos.

(Continuará.)