VIDA Y MUERTE: SU IMPORTANCIA EN EL VÍNCULO...

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PARADIGMAS VIDA Y MUERTE: SU IMPORTANCIA EN EL VÍNCULO HUMANO La muerte es un tema tocado con un exceso de delicadeza por las disci- plinas humanísticas. En Psicoanálisis, el tema aparece pocas veces y de ma- nera fugaz, salvo en aquellos momen- tos en que Freud se siente en condi- ciones de incorporar en sus reflexio- nes el concepto de "impulso de muer- te". Esto sucede tarde en el pensa- miento psicoanalítico y suscita no poca resistencia. Lo mismo parece ocurrir con la posibilidad de hablar del hecho de morir, tema al que hoy me voy a referir, asumiendo el riesgo de que para más de uno sepa filosofía. Al fin y al cabo todos somos muchas veces filósofos en nuestra vida y en ocasiones de nuestra muerte, o bien cuando pensamos en nuestra existen- cia, valores, éxitos y fracasos. Tam- bién lo somos al pensar en las vicisitu- des de la vida cotidiana cuando por ejemplo, recordamos a los seres que- ridos que nos dejaron, o que murie- ron, o a aquellos a quienes la vida los llevó por otros caminos. Podrán uste- des imaginar que los psicoanalistas constantemente tenemos que filosofar por la sencilla razón de que nuestro que hacer supone el contacto con el ser humano sufriente, sus miserias y sus grandezas. Permítanme empezar citando a Minkoswki. Este autor se pregunta si podríamos vivir sin morir. Si fuera po- sible imaginar una vida sin muerte, ésta sería paradójicamente carente de movimiento, de un hacia algo, es decir carente de vida. Sin la muerte no sería posible valorar la vida, la cual Ps. Luis tlerrem Abad 1 El autor realiza un análisis del tema de la muerte desde la perspectiva psicoanalítica y particularmente desde una visión que retoma lo existencial en relación a la vida, la salud. el amor, entre otros temas, como la relación sujeto-objeto, sujetoexperiencia. Palabras Clave: Impulso de muerte, vida, psicoanálisis, amor. devendría en algo opaco que no valdría la pena ser vivida. Sólo ante la muerte tomamos contacto íntimo con la vida. Recién al morir alguien cercano o reflexionar sobre nuestra propia muer- te comenzamos a representamos la idea de la vida como una biografía, como lapso que tiene, por tanto, un comienzo y un fin. Precisamente, y gracias a la muerte, la vida se constituye en algo valioso, irrepetible, que no queremos abandonar. Su pérdi- da es irreparable. Cuando nos vemos frente a la muerte, sen- timos que ésta ha irrumpido, interrumpido momentáneamente la vida; nos confronta y se nos muestra cruel, desconocida y misteriosa. Nos pone delante de nuestro propio fin. Ignoramos cuando sucederá, si lo supiéramos -dice Minkoswki- no podría- mos vivir, estaríamos demasiado pendientes del tiempo que nos queda de vida. No son pocos los que al superar una situación de muerte sienten qúe la realidad se les aparece como sagrada y hermo- sa. May se preguntaba si sería posible amar apasionadamente si supiéramos que nos moriríamos. Por esto, decía este psicó- logo existencial , que por ser inmortales los dioses olímpicos eran aburridos. Y es también por esta razón que trataban de relacionarse con los hombres, enamorándose de mujeres mor- tales y satisfaciéndoles a su vez deseo en el de inmortalidad a través de un hijo producto del amor. Así para los griegos la pa- sión que vence al tedio se compone de vida, muerte y deseo de eternidad. Licenciado en Psicología PUCP

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PARADIGMAS

VIDA Y MUERTE: SU IMPORTANCIAEN EL VÍNCULO HUMANO

La muerte es un tema tocado conun exceso de delicadeza por las disci-plinas humanísticas. En Psicoanálisis,el tema aparece pocas veces y de ma-nera fugaz, salvo en aquellos momen-tos en que Freud se siente en condi-ciones de incorporar en sus reflexio-nes el concepto de "impulso de muer-te". Esto sucede tarde en el pensa-miento psicoanalítico y suscita nopoca resistencia. Lo mismo pareceocurrir con la posibilidad de hablardel hecho de morir, tema al que hoyme voy a referir, asumiendo el riesgode que para más de uno sepa filosofía.Al fin y al cabo todos somos muchasveces filósofos en nuestra vida y enocasiones de nuestra muerte, o biencuando pensamos en nuestra existen-cia, valores, éxitos y fracasos. Tam-bién lo somos al pensar en las vicisitu-des de la vida cotidiana cuando porejemplo, recordamos a los seres que-ridos que nos dejaron, o que murie-ron, o a aquellos a quienes la vida losllevó por otros caminos. Podrán uste-des imaginar que los psicoanalistasconstantemente tenemos que filosofarpor la sencilla razón de que nuestroque hacer supone el contacto con elser humano sufriente, sus miserias ysus grandezas.

Permítanme empezar citando aMinkoswki. Este autor se pregunta sipodríamos vivir sin morir. Si fuera po-sible imaginar una vida sin muerte,ésta sería paradójicamente carente demovimiento, de un hacia algo, es decircarente de vida. Sin la muerte no seríaposible valorar la vida, la cual

Ps. Luis tlerrem Abad 1

El autor realiza un análisis del tema de la muerte desde la

perspectiva psicoanalítica y particularmente desde una visión queretoma lo existencial en relación a la vida, la salud. el amor,entre otros temas, como la relación sujeto-objeto,sujetoexperiencia.

Palabras Clave: Impulso de muerte, vida, psicoanálisis, amor.

devendría en algo opaco que no valdría la pena ser vivida. Sóloante la muerte tomamos contacto íntimo con la vida. Recién almorir alguien cercano o reflexionar sobre nuestra propia muer-te comenzamos a representamos la idea de la vida como unabiografía, como lapso que tiene, por tanto, un comienzo y unfin. Precisamente, y gracias a la muerte, la vida se constituye enalgo valioso, irrepetible, que no queremos abandonar. Su pérdi-da es irreparable. Cuando nos vemos frente a la muerte, sen-timos que ésta ha irrumpido, interrumpido momentáneamentela vida; nos confronta y se nos muestra cruel, desconocida ymisteriosa. Nos pone delante de nuestro propio fin. Ignoramoscuando sucederá, si lo supiéramos -dice Minkoswki- no podría-mos vivir, estaríamos demasiado pendientes del tiempo quenos queda de vida.

No son pocos los que al superar una situación de muertesienten qúe la realidad se les aparece como sagrada y hermo-sa. May se preguntaba si sería posible amar apasionadamentesi supiéramos que nos moriríamos. Por esto, decía este psicó-logo existencial , que por ser inmortales los dioses olímpicoseran aburridos. Y es también por esta razón que trataban derelacionarse con los hombres, enamorándose de mujeres mor-tales y satisfaciéndoles a su vez deseo en el de inmortalidad através de un hijo producto del amor. Así para los griegos la pa-sión que vence al tedio se compone de vida, muerte y deseo deeternidad.

Licenciado en Psicología PUCP

Vida y muerte: Su importancia en el vínculo humana

Los dioses buscan la mortalidaden los humanos y los humanos bus-can la inmortalidad en sus dioses.

Dios, que generalmente es representa-do como inmortal, expresaría los sen-timientos de indefensión que los hom-bres experimentan frente al hecho in-evitable de que algún día deberánmorir. Sin embargo, confían en poderparticipar en algo de la inmortalidadde sus dioses.

Dice Arnold Toynbee que al no es-tar Dios supeditado a la muerte abreuna brecha con el hombre mortal. Si

Dios no ha pasado por la experienciade morir, mal podría comprender elsufrimiento humano frente a la muer-te. Agrega que los dioses que másadoración suscitan en el hombre son

justamente los que alguna vez murie-ron y resucitaron. Cristo es un ejem-plo. La figura de

Dios hecho hombre, del Dios hijo,es más cercana y venerada que la deDios Padre Eterno o la del EspírituSanto, las cuales pueden ser experi-mentadas como distantes y con fre-cuencia, atemorizantes.

De esta forma es que el hombresatisface la necesidad de incorporar através de sus dioses, la inmortalidaddeseada.

Quizá el acto humano donde loselementos de la siempre polaridad,esencial de la condición humana,Eras y Tánatos, se fusionan poten-ciándose mutuamente, sea el actosexual. El orgasmo supone salir delpresente y rememorarse más allá deltiempo, es un abandonarse mutua-mente anulando límites y fronteras,está asociado al nacer y morir, a ladestrucción y construcción, a la vidaya la muerte.

Al respecto Freud nos enseño queel Yo es la instancia que por rendirleculto a la realidad exterior, se ciñe a lotemporal, siempre oscilando entreprincipio y fin. El Ello, en cambio,es atemporal, su determinaciónimpulsiva ignora lo finito y vive eleterno presente de la búsqueda delplacer. El Yo entonces, sabe del final;

sin embargo, en ocasiones se deja llevar hacia lo atemporal, loeterno. Esto sucede, especialmente en el amor apasionado, ytambién en el arte y en la percepción de lo estético. La entre-ga le sirve al Yo para recuperar, inmediatamente después delacto, su identidad reforzada con el "yo soy amado", "yo amo".

Miguel de Unamuno en Del Sentimiento Trágico de la Vidasostenía que era inherente a la naturaleza humana el hambre deinmortalidad. Este anhelo de inmortalidad era lo que él llamabaamor entre los hombres, pues decía que el que ama a otrobusca perennizarse en él. El amor sería lo único que vence a lotransitorio, eternizando la vida. " De lo hondo de la congoja, delabismo del sentimiento de nuestra mortalidad, se sale a la luzdel otro cielo, como de lo hondo del infierno salió el dante paravolver a ver las estrellas" (Unamuno).

Recordemos que Platón en el mito de Fredo nos dice que elalma caída de los cielos y condenada a vivir en el cuerpo,mantuvo sin embargo cierta memoria de lo vivido antes de sucaída. Puede entonces, descubrir que la vida es una ilusión yque a pesar que los seres humanos nacen y mueren, y que lascosas se construyen y destruyen, existe otro universoverdadero, eterno y perfecto que no se destruye y al cual deseaque regresar.

En lo humano se da la contradicción desgarrada de laexistencia: el amor y el odio, el sueño y la realidad, la esperanzay la desesperación; y como telón de fondo la razón se enfrentaal impulso, responde a las limitaciones del cuerpo y susnecesidades, aspirando, no obstante, a la eternidad oscilanteentre lo divino y lo demoníaco. Precisamente el arte surge deese oscuro e,ncierro. Por eso es que "Dios nos escribe novelas",dice Sábato.

Podemos afirmar que lo profundamente humano se da en lacrisis, en el conflicto, en la continua tempestad de antinomias,en donde son constantes las fusiones y las rupturas. El hombrejamás logra realizar la ilusión de unir a los contrarios. Sólo llegaa transacciones precarias luego de grandes esfuerzos ytensiones.

Será por eso que lo bello en la medida en que puede serapreciado por el hombre, está acompañado de la desgarradoracondición humana de vivir en el conflicto. El acto mismo decrear artísticamente se tiñe del ansia de inmortalidad, de labúsqueda de sus raíces para empezar de nuevo, y recuperar asíel tiempo perdido.

Sólo los seres humanos por ser mortales anhelan lainmortalidad. Desde las ciencias, pasando por las religiones, elarte, etc., el sello de la necesidad de vencer a la muerte estápresente. La solidaridad con nuestros semejantes, dice Savater(1995), constituye un ejemplo de nuestra tendencia a unidosvenceremos a la muerte. Sin embargo, el hombre ha llegado amatar a otros hombres para sentir que él usa a la muerte, quetiene poder. Lo ideal sería "tener el propósito racional de vivircon perspectiva de inmortalidad pero sabiéndonos mortales"(Savater, 1995).

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Es una absoluta necesidad el que nos aseguren un tiempo desupervivencia luego de la muerte. Es, dice Piera Aulagnier,como si quisiéramos que nuestra huella persistiera en elmundo; que las personas más cercanas que nos sobrevivannos conserven en su recuerdo. Este anhelo es aún poderosoque la creencia en otra vida después de la muerte. Se trata,como afirmar Aulagnier, que el Yo no puede tolerar que estatierra suya se mantenga indiferente a su muerte y desaparición.Quiere que sus sufrimientos y sus sueños hayan valido la pena.Son tres las preguntas sobre la vida y la muerte que el serhumano se hace a lo largo de su existencia: De niño sepreguntaba: ¿de dónde nacen los niños?, luego de joven: ¿quéseré cuando sea grande?, y al final de su vida: ¿qué será cuandoya no esté? Las tres preguntas aluden al comienzo, al procesoya la huella que podemos dejar en nuestro paso por la vida.

Piera Aulagnier nos da una sugerente metáfora de la vida yde la necesidad de dejar huella. Los seres humanos intentamosemitir un juicio a priori del momento final y de esta maneraprever, al menos una parte, lo que vendrá con el fin de nuestrahistoria. Al llegar a la última línea del libro del cual somosautores, ya no es posible regresar hacer correcciones. "El Yocomo autor del libro de su vida no solamente querría tener laseguridad de que lo van a leer, sino también querría conocer loque pensarán de él sus lectores póstumos" (Aulagnier).

Quizá en el hecho de la muerte, más que el temor a morir, seda el miedo a que nada de nosotros permanezca.

En una carta del 11 de Junio de 1923 dirigida a Katá y LajosLevy, Sigmund Freud, al referirse a su operación (por un cáncera la mandíbula), confiesa que la incertidumbre que se puedepresentar en un hombre de 67 años ahora tiene un sustentoreal. Sin embargo, se consuela citando a Bernard Shaw: "Nointentéis vivir eternamente; no lo conseguiréis". En esta mismacarta dice que Heinele, su nieto de cuatro años, hijo de Sophie,gravemente enfermo, y por quien Freud afirma sentir unenorme cariño ("jamás había amado tanto a un ser humano"),ha sido desahuciado por los médicos: "Encuentro esta pérdidamuy difícil de soportar -dice- . No creo haber experimentadojamás una pena grande. Quizá mi propia enfermedadcontribuya al disgusto. Trabajo por pura necesidad puesfundamentalmente todo ha perdido su significado para mí".

Al morir un hijo (o nieto), es probable que el padre no serehaga jamás, pues, entre otros sentimientos, queda detenida laposibilidad de prolongarse en el hijo; se trunca su anhelo devivir en el otro, se pierde las ganas de seguir viviendo. En otracarta dirigida a Pfister del 27 de enero de 1920, Freud se refierea la muerte de su hija Sophie diciendo: "oo. La pérdida de un hijoproduce una grave herida narcisística. Lo que se conoce comoduelo llegará probablemente después".

Así lo creyó Maud Mannoni, quien al morir su esposo, quisomantenerlo vivo consagrándose a la compilación y publicaciónde la obra póstuma de Octave: Aquí nos Separamos. Ese es miCamino. "Cuando salga este libro -se decía- yo les haré señas

de ultratumba y habrá una fiesta paracelebrar el acontecimiento; una fiestay no una misa de aniversario. ¿No diceacaso un proverbio magache que elhombre no está muerto mientras sesiga hablando de él?

En los pacientes moribundos o quepadecen algún mal terminal (en trán-sito hacia la muerte, los llamaM'Uzan) se da una propensión a desa-rrollar transferencias intensas. Lejosde tender a separarse de sus objetosde amor, buscan reemplazarlos, encuanto se sienten que van a quedarsin ellos. Tanto es así que si el entor-no familiar o médico no responde(quizá evitando mirar la muerte), ex-ponen al paciente a la aterradora sen-sación de morir solo. Esta idea detran..f..r..nci.. al fin..1 de In vidn podría

parecer extraña, si consideramos quela muerte nos incita a dejar de lado lalibido. Sin embargo, por el contrario,en las horas previas a la muerte mu-chos pacientes experimentan unaintensificación del impulso que M'Uzan denomina un ardor de deseo.Gracias a él es posible elaborar eltránsito. Pero esta elaboración, debi-do al poco tiempo disponible, se ini-cia bastante antes de la agonía, con-densando con mucha más intensidadque en una situación normal, los da-tos temporales. Esta elaboración tienecomo requisito previo superar la fasede depresión para que el pacientepueda aceptar su destino. La presen-cia de un otro es muy importante,siempre y cuando esté dispuesto aaceptar el riesgo de ser envuelto en laórbita funeraria del paciente. Ese otro,por tanto, debe ser una persona capazde exponerse sin angustia excesiva,pues sólo así podrá organizar la rela-ción que M' Uzan denomina la últimadíada, aludiendo a la relación tempra-na con la madre. El moribundo, aligual que el bebé, requiere un conti-nente seguro y sólido. Es evidente queen trance de muerte el individuo bus-ca sujetarse a la vida, darse la opciónde volver el comienzo a través de susvínculos, y de esta forma trascenderen el otro su propio fin.

Vida y muerte: Su importancia en el vínculo humano

Si bien el ejemplo de los pacientesterminales es ilustrativo de la interac-ción entre la vida y muerte y la nece-sidad de trascendencia, podemos leerla misma lucha y complementariedaden la enfermedad, concretamente enel hecho de enfermedad. Además deser una experiencia biológica, consti-tuye sustancialmente un hecho perso-nal. Es así que el enfermar siempre al-tera la vida del paciente. Cuando elenfermo recupera la salud, algo yacambió en él. Se modifica no sólo suestructura orgánica sino también elsentimiento que tiene hacia su propiavida. Dice Lían Entralgo 1959) que elhombre siente e interpreta su vivir, ydado que la enfermedad es un modode vivir, también es interpretada. Elenfermo siente su enfermedad nosólo como malestar y contacto con eldolor que afecta su vivir sano y colo-rean su existencia, sino también comoamenaza, de mayor o menor intensi-dad, de muerte. Al respecto, LíanEntralgo (1959) describe cómo el pa-ciente ve amenazados sus proyectosde vida anteriores a su dolencia. Estainterpretación de la enfermedad lo lle-va a la sensación de una suerte demuerte biográfica y, si se trata de unadolencia grave, la posibilidad de mo-rir lo ubica ante la muerte biológica.Agreguemos que a la vivencia de laenfermedad se une el sentimiento desoledad. El enfermo se sientedolorosamente solo, lo cual acentúasu aflicción. Son varios los que hanescrito sobre la difícil comunicaciónde los sentimientos vitales referidos alcuerpo. Pensemos que un dolor inten-so hace sentir al que lo sufre que na-die puede percatarse de su sufrimien-to. En la práctica psicoanalítica estees un sentimiento frecuente; el pacien-te angustiado experimenta la penosasensación de no poder explicar lo quesiente, de no ser entendido. Por esose habla de angustias innombrables.

La enfermedad nos muestra confrecuencia la fragilidad y vulnerabili-dad de nuestra vida, lo cual nos re-cuerda la presencia de la muerte.Dilthey se refería a ella como la per-manente corruptibilidad de nuestravida. Sin embargo, también nos hace

valorar la salud y vida. No olvidemos que la enfermedad es tam-bién, y quizá prioritariamente, lucha, pathos. En esta contien-da el otro es nuestro aliado. El síntoma es también un intentode recuperación de salud y por lo tanto, de vida. Es mensajeque debe ser recogido por otro, a quien ocultamente tienecomo depositario.

Los que hemos tenido oportunidad de trabajar durante añosen el tema de la violencia política sabemos que el sentir queuno muere en cualquier momento siempre se hace mástolerable cuando es compartido con otro. En gruposamenazados de muerte, así como en personas que vivieron lamuerte violenta de seres queridos, se hace indispensablesentir que uno no está solo frente a lo siniestro encarnado enla muerte cercana.

La ligazón, el vínculo, está relacionada con la integración,con la vida; al contrario, la desunión, la desligazón, se asocia ala muerte, a la desintegración. Los llamados por Sion ataquesal vínculo son expresión de impulso de muerte, pues tratan dedesintegrar así la separación de las personas queanteriormente estuvieron unidas es, en vida, como diría Caruso,la manifestación más cercana de la muerte. Por estar tanpresente en la vida cotidiana, podríamos decir que es la muerteincorporada a la vida humana. La separación constituye unavivencia de muerte en la vida. Es la ruptura del modelo deunión dual relacionada con la díada madre-hijo. Supone, alperderse el objeto de amor, la posibilidad de desintegración, depérdida de identidad, y por otro lado de mutilación del Yo; puesprecisamente toda identificación es una defensa contra lamuerte. La pérdida del objeto amoroso se acompaña del dolory del sentimiento de vacío que busca ser llenadoperentoriamente, así como también de la sensación delempobrecimiento del Yo. El amante se queja: "¡Pobre de mí,estoy muriendo!", en realidad es morir para el otro y en el otro.

Es muy importante para los seres humanos sentir quesomos acogidos. Sólo en la relación parece encontrase elsentido de la vida. Recordemos que los niños autistas, quecomo dice Frances Tustin, han tenido muchas veces madresdepresivas, parecen con frecuencia desdoblarse, separarse desu cuerpo y entrar en un cierto estado de ingravidez, como siflotaran. De esta forma evitan repetir el terror intolerable de serseparados de su madre pues ese temor amenaza con laposibilidad del no existir. Este sentimiento de estar separadodel cuerpo físico, protege del miedo de la no existencia. A esteno existir Tustin lo llama el agujero negro. "Nada queda si sepierde el sentido de existir" (Tustin, 1992). La atroz paradojaradica en el que ha no ser acogido y tocado amorosamente porsu madre, el niño autista desarrolla una clara tendencia asepararse de las personas y de la vida. El ser tocado entraña elriesgo de desaparecer, rechazan, entonces, las caricias y elafecto.

En el proceso psicoanalítico, específicamente en latransferencia, suele aparecer la aflicción de la muerte por laposibilidad de abandono, suscitando sentimientos de amor-odio: el paciente teme ser abandonado, odia y tiene miedo que

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en respuesta el analista lo odie y loabandone. En todo caso, comosugieren Quinodoz, Caruso y otros, elsentimiento de separación supone lapérdida de alguien sentido comoespecial para la identidad del Yo, porlo tanto, constituye una de lasvivencias más dolorosas que puedeexperimentar el ser humano.

La separación, por otro lado, siem-pre se colorea de lo infantil, pues no sedistingue entre separación definitiva ymuerte. Es una situación difícil de ma-nejar para el individuo que tiende aser inundado por la vivencia de la fra-gilidad de la infancia. Sin embargo, seda una paradoja: para el desarrollo hu-mano es necesario un conjunto de rup-turas dolorosas, indispensables para laindividuación. El ser humano debe des-ligarse de sus vínculos tempranas paraestablecer vínculos nuevos sobre lahuella de los antiguos.

En La Odisea de Hornero, Odiseaha naufragado y se encuentra en unagruta cautivo por la ninfa Calipso queenamorada de él desea hacerla su es-poso y le impide regresar a su hogar,Zeus conmovido, envía un mensajeropara que interceda ante la diosa yésta deje regresar a Odisea, el cual"...lloraba a orilla del mar, consumién-dose a fuerza de llanto, suspiro y pe-nas...". La diosa acepta, aunque nomuy a gusto. Odisea construye unaembarcación y zarpa temeroso de quePoseidón lo haga naufragar.

Aparece otra deidad, Ino la de loshermosos pies, que en otro tiempofue mortal y que reinaba en lasprofundidades del mar. Compadecidapor el sufrimiento de Odisea seconvierte en una gaviota y le habla:"Cumple cuanto te vaya decir, puespareces prudente, quítate esosvestidos y deja la balsa a merced delos vientos, y tú, nada a Tracia... tomaeste velo y procura ceñirlo tu cuerpo.Es divino, con él no debes tenersufrimientos ni muerte... cuando

llegues a la orillla despójate de él yarrójalo lejos al fondo del mar, lo máslejos de la tierra y volviendo la cara".Con ese velo Odisea se envolvió ycuando creía ahogarse, la protección

de la delgada tela lo impedía. De este modo continuó su viajepor el mar creyendo salvarse. Con ese velo Odisea se envolvióy cuando creía ahogarse, la protección de la delgada tela loimpedía. De este modo continuó su viaje por el mar creyendosalvarse. Como había prometido, arrojó el velo y pocos díasdespués se reunió con sus seres queridos. Tanto la gruta comola figura de Calipso nos recuerdan el vientre materno, y lamadre de la primera infancia; Odisea debe alejarse de él yenfrentar al terrible Poseidón para seguir adelante. Sólo esposible el crecimiento si abandonan los viejos vínculos yrecursos, pero esto no es posible sin el establecimiento denuevas relaciones protectoras que con su continente nospermitan crecer, aunque más adelante ya no necesitemos de suvelo protector.

Muere el niño dependiente para dar lugar al adulto másautónomo. Muerte y vida se complementan. En la Orestíada,Orestes da muerte a su madre y durante el juicio al que essometido, Atenea, la diosa sabia, y el coro anuncian elnacimiento de un nuevo día (o de una nueva vida).

Pero la separación no es fácil, plantea la actualización de unconflicto que nunca se solucionó: el de la felicidad y al mismoel de la huida de la vida (Caruso). Surge un anhelo, como yamencionamos, de perennizar el vínculo; a ello se debe que enla literatura encontremos que muchas parejas prefieran morirjuntas a seguir viviendo separadas. Se juran amor eterno paravencer a la muerte y perpetuarse. El ser humano puede preferirla muerte antes que su juramento se rompa.

Al respecto se cuenta que Richard Wargner, el célebrecompositor, se inspiró en un poema épico de Gottfried deEstrasburgo del siglo XIII Tristán e Isolda. Paralelamente sesumergía en la lectura de El mundo como voluntad yrepresentación de Schopenhauer. Se sentía tan entusiasmadocon la idea central del filósofo referida a que la última voluntadnegada por el hombre es la de vivir, que sintió consuelo en sudesazón aceptando la muerte como final y liberación. En unacarta a su colega Franz List del 16 de diciembre de 1854(Amadeus) afirma: "Porque en mi vida nunca experimenté laverdadera felicidad del amor, quiero erigir al más bello de missueños un monumento en el que desde el principio al findesarrollaré completamente este amor. He esbozado en micabeza un Tristán e Isolda, un concepto musical de la máximasimplicidad pero pura sangre. Con el oscuro estandarte al finaldel drama quiero envolverme para morir!". Se sostiene que elamor al que se refiere Wagner, en el se inspiró para componerTristán e Isolda fue el que sostuvo con Matilda Wesendork, ungran amor imposible pues Matilda era casada. Inspirado en ella,el músico escribió sus Wesendork-Lieder, que en realidadconstituyen el estudio preliminar de la ópera Tristán e Isolda.Wagner consideró que estos Lieder eran sus mejores obras

. creadas hasta ese momento. Quizá por su amor frustrado y portanto magnificado en su anhelo de eternidad. Wagner pudoconcluir su ópera. Gottfried Wagner, su bisnieto, se pregunta:"¿Es la muerte o se trata del maravilloso mundo nocturno delcual narra la leyenda, una hiedra y una vid crecieron abrazadossobre la tumba de Tristán e Isolda?".

Vida y muerre: Su imporrancia en el vínculo humano

Como hemos dicho, es la ley devida humana aprender a vivir con laseparación, tratando de olvidar laseparación final de la muerte. Desdela ruptura del vínculo simbiótico, lasnuevas presencias prolongan lasensación de estar vivo y evitan lamelancolía de lo perdido. Por ello esque asumimos la naturaleza humanacomo inacabada. El hombre es encierto sentido un ser natural, pero suesencia e identidad dependen de susvínculos con otros seres humanos.Freud dice que al crear cultura el

. hombre se exige demasiado a símismo, frustrando su naturalezaimpulsiva y poniéndose al borde deldescontento y la infelicidad. En elMalestar en la civilización desarrollasus argumentos del por qué de lainfelicidad humana. Freud además serefirió al ser humano como un serprematuro, y por lo tanto condenadoa repetir sus demandas de niño aúnsiendo adulto. Su alternativa seríaaspirar a lo perfecto en inmortal, eintentar alcanzarlo. Dice Sábato alrespecto: "Al levantarse sobre suspatas traseras, este extraño animalabandona para siempre la felicidadzoológica e inaugura la infelicidadmeta física que resulta de su dualidad:descabellada hambre de libertad deun cuerpo miserable y mortal". Laposibilidad del artista radicaprecisamente en la capacidad detrascenderse a sí mismo y susmiserias a través de sus personajes.Según Sábato, Balzac era visto poralgunos de sus contemporáneoscomo vulgar y vanidoso. Sin embargo,

era capaz de crear personajes de una grandeza espiritualnotable que no se ajustaba a esta percepción de él. Muchosautores narran grandes amores que ellos no fueron capaces deexperimentar en la realidad. Precisamente sus relatos leshabrían permitido la posibilidad de vivir esas pasionesintensas. En realidad son muchos los casos de artistas que nopartieron precisamente de lo bello como materia prima paracrear, sino que más bien extrajeron su fuerza creativa de susabismos y limitaciones. Al fin y al cabo, la belleza es primahermana de los conflictos humanos, y por lo tanto, no esposible sin crisis.

Desde otra perspectiva, la teoría Kleiniana, a través de laposición depresiva, se plantea la posibilidad de perder el objetoy recuperarlo en la reparación.

Proust, sostenía que sólo con el pasado y el objeto perdido,puede obtenerse una obra de arte, Se refería a que es necesarioconocer que hemos perdido algo, con el dolor que eso supone,y vivir el duelo correspondiente para sólo entonces poder re-crearlo, para darle vida eterna.

Toda creación es una re-creación de algo amado y que ahoraes objeto perdido. Sólo así es posible recrear otra vez nuestromundo. "Revivir los fragmentos muertos" (Segal). Segal señalaque a la renuncia a los objetos reales que supone el acto desimbolizar conlleva un duelo. Al ser internalizado el objetoexterno, se convierte en un símbolo del Yo. Si el símbolo esentonces el resultado de una pérdida, el acto creativo, y engeneral el acto humano siempre implica dolor y trabajo deduelo.

En general, este fenómeno que con tanta claridad se expresaen la obra artística, se da en toda la vida humana, nuestrosobjetos perdidos viven de alguna manera en nosotros. Así,cuando vivimos un duelo por una pérdida actual, se hacen dealgún modo presentes. Es destino humano el revivirconstantemente sus objetos en el presente, para continuar lavida hacia delante, y esto sucede aún en el trance de la muerte.

I tLa vida sería una constante recreación, un continuo dar

vida en los nuevos vínculos a los objetos perdidos.