VII - Inicio · 1.2.2 Nuevas demandas a la participación familiar en la inclusión educativa ......

291
VI

Transcript of VII - Inicio · 1.2.2 Nuevas demandas a la participación familiar en la inclusión educativa ......

VI

VII

INDICE GENERAL

Índice general Índice de tablas Índice de cuadros Índice de gráficas Índice de figuras Resumen Introducción

PARTE 1. ANTECEDENTES

DISCPACIDAD, FAMILIA Y EDUCACIÓN: DEBATE CONCEPTUAL

Página CAPÍTULO 1. EDUCACIÓN Y FAMILIA

1.1 El marco de una política internacional inclusiva 1.2 Participación familia-escuela en la inclusión educativa 1.2.1 Participación

1.2.2 Nuevas demandas a la participación familiar en la inclusión educativa 1.3 La inclusión educativa en México 1.3.1 La participación familiar en la normativa oficial 1.3.2 Programa Nacional de Fortalecimiento de la Educación Especial y de la Integración Educativa 1.3.3 Orientaciones generales para el Funcionamiento de los servicios de Educación Especial 1.3.4 La participación familiar en programas formativos para educadores Especiales

CAPÍTULO 2. FAMILIA Y DISCAPACIDAD

2.1 La familia y su función educativa 2.2 La adaptación familiar a la discapacidad: perspectivas de análisis 2.2.1 Perspectiva centrada en la pérdida 2.2.2 Perspectiva centrada en el estrés-individuo 2.2.3 Perspectiva centrada en el estrés-familia

VIII

PARTE 2. FUNDAMENTACION TEORICA Y PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

CAPÍTULO 3. EL ESTRÉS FAMILIAR Y LA DISCAPACIDAD

3.1 Los distintos modelos de estrés familiar 3.2 Teoría del estrés familiar: desarrollo 3.3 Conceptos centrales de la teoría del estrés familiar 3.4 El modelo clásico de Hill (1949,1958) 3.5 El modelo doble ABCX (McCubbin y Patterson, 1983) 3.5.1 Estructura conceptual del modelo doble ABCX 3.6 Propuesta teórica de la adaptación familiar a la discapacidad intelectual de hijo: modelo doble ABCX 3.7 Asunciones del modelo doble ABCX en la adaptación familiar a la discapacidad Intelectual de un hijo 3.8 Planteamiento del problema 3.9 Justificación

PARTE 3. ESTUDIO EMPÍRICO

CAPÍTULO 4. CONTEXTO, ESCENARIO DE LA INVESTIGACIÓN Y METODO 4.1 El estado de Tlaxcala 4.2 Los Centros de Atención Múltiple 4.3 Método 4.3.1 Objetivo general 4.3.2 Objetivos específicos 4.3.3 Hipótesis principal 4.3.4 Hipótesis secundarias 4.3.5 Tipo de estudio y diseño de la investigación 4.3.6 Definición de variables 4.3.7 Población 4.3.8 Descripción de las medidas 4.3.9 Procedimiento 4.4 Secuencia de análisis estadístico

IX

CAPÍTULO 5. RESULTADOS

5.1 Análisis descriptivo de la muestra de padres 5.2 Validez según la evidencia de la estructura interna e índice de Consistencia interna de los instrumentos 5.3 Descripción de la muestra de padres 5.4 Valoración inicial de las variables dependientes a través del algoritmo positivo de frecuencia relativa y la prueba t de Student para una muestra

5.5 Contraste de hipótesis 5.6 Correlación lineal bivariada 5.7 Modelo de regresión lineal múltiple 5.8 Análisis de conglomerados 5.9 Análisis discriminante

CAPÍTULO 6. DISCUSIÓN

6.1 Discusión de resultados 6.2 Discusión general: El modelo doble ABCX CONCLUSIONES Referencias bibliográficas Anexos

X

Resumen

Actualmente desde la inclusión educativa, se demanda sustentar toda participación familia-escuela, desde el conocimiento de las mutuas realidades y necesidades; comprender a las familias es un aspecto complejo, particularmente en educación especial es fundamental conocer las necesidades y problemáticas de la adaptación de las familias a la discapacidad de un hijo. El modelo multifactorial Doble ABCX (McCubbin y Patterson, 1983), permite explicar este fenómeno que hasta el momento se aborda parcialmente desde la perspectiva teórica de la adaptación a la pérdida, marco explicativo predominante en la educación especial en México. En general, en el contexto mexicano se conocen poco las dinámicas particulares de estas familias; los resultados de investigación indican que las familias presentan distintas necesidades y demandas de ahí que sea oportuno comprenderlas. El objetivo planteado de este estudio es analizar si las variables estrés parental, condiciones sociodemográficas, soporte parental, soporte social, cohesión y adaptabilidad familiar, sentido de coherencia, estrategias de afrontamiento, son predictoras de la adaptación familiar a la discapacidad intelectual de un hijo. Se realizó un estudio confirmatorio, transversal, no experimental. Participaron 139 familias, (n=134 padres), (n=134 madres) una muestra representativa del 97.4%, de un número de 139 niños con discapacidad intelectual, entre los 7-14 años, alumnos de nivel primaria de los 20 Centros de Atención Múltiple, cuyos padres biológicos viven juntos. Como parte del procesamiento de datos se realizó un análisis de la frecuencia relativa de respuesta positiva y la aplicación de una prueba t de Student para una muestra, se elaboró una rúbrica que permitió un primera evaluación de las características mostradas por las familias; posteriormente se efectuaron t de Student para muestras independientes, así como análisis de varianza simple de una sola vía, con una prueba post-hoc de Sheffé para varianzas iguales. Por último correlaciones bivariadas de Pearson; regresiones múltiples, análisis de conglomerados y discriminante. Los resultados principales indican que los predictores de la adaptación familiar según el peso aportado son el soporte parental, seguido del sentido de coherencia, soporte social, cohesión y adaptabilidad, por último estrés parental, con una contribución negativa que se explica dadas las características de esta medida. El análisis de conglomerados indica que no es una población homogénea, se detectan tres perfiles de padres respecto a la satisfacción familiar. Se concluye que el soporte parental es el factor de mayor peso en la cultura tlaxcalteca para comprender la adaptación familiar a la discapacidad de un hijo. Estos datos contribuyen al cuestionamiento de la postura dominante sobre pérdida y duelo en el contexto educativo, confirman la utilidad de enfoques multifactoriales y pueden ser el sustento de programas de intervención parental en diferentes niveles.

Palabras clave: Educación inclusiva, participación familiar, adaptación familiar,

discapacidad intelectual, modelo Doble ABCX.

1

Introducción

La discapacidad intelectual de un hijo representa para la familia una serie de

demandas y necesidades, requiere atención permanente e implica una dependencia a

largo término durante el ciclo de vida. Es objeto de un extenso número de investigaciones,

que no obstante lo heterogéneo de sus resultados, encuentran un común denominador:

la crianza de un niño con estas características es una circunstancia que puede generar

ciertos niveles de estrés en los padres (Trute, Murphy-Hiebert y Levine, 2007),

independientemente si se considera a los niños un aspecto positivo o negativo de la vida

(Hennon y Peterson, 2007).

Día a día, las familias tienen retos y necesidades en múltiples niveles que van

desde la búsqueda e interacción con profesionales especializados (Bailey, Golden,

Roberts, Ford, 2007), a posibles cambios en la cohesión familiar, roles y reglas familiares,

efectos emocionales en los miembros, alteraciones en la vida social (Karasavvidis,

Avgerinou, Lianou, Priftis, Lianou, Siamaga, 2011); y tocan por supuesto la esfera

financiera, las relaciones con los hermanos, maritales, además de las preocupaciones por

el futuro (Hauskov, Sov, Sahl (2011).

El estrés percibido por los padres puede, adicionalmente provenir de su

percepción de incapacidad para adaptarse a las demandas cotidianas del hijo y todo ello

incidir negativamente en las prácticas habituales de crianza. En conjunto estos factores,

entre otros, influyen para que se experimente un sentido de pérdida del control de la

situación e incertidumbre (Karasavvidis et al. 2011).

Resulta interesante que ante este panorama cargado de tensiones y dificultades,

diversas investigaciones puntualicen que las familias también pueden adaptarse

positivamente y reportar beneficios derivados de esta experiencia como crecimiento

personal o unión familiar (Hastings y Taunt, 2002; Yuan, 2003; Gupta y Singhal, 2004). La

literatura lo muestra, es evidente que las familias se adaptan de manera distinta a la

2

discapacidad de un hijo, algunas de mejor forma que otras. La variabilidad está presente y

los factores que pudieran determinar esto son complejos, por ello es imposible determinar

o asociar un único elemento con tales resultados.

Si cada familia desarrolla una adaptación diferente, -resultado positivo o negativo

de las respuestas familiares a un estresor y la acumulación de demandas inherentes

(McCubbin y Patterson, 1983) a la discapacidad de su hijo, es posible entonces éstas

posean una serie de características y necesidades que no representan una realidad

homogénea; tal como prevalece desde hace décadas en la normativa nacional en el área

de la educación especial en México, a partir de una visión unifactorial que enfatiza el

tránsito por una serie de aspectos emotivos, asociados con una perspectiva teórica sobre

la pérdida y el duelo.

Particularmente cuando se ha establecido desde la política educativa en la

tendencia inclusiva, que la participación de la familia en la escuela es un elemento central

en la corresponsabilidad de la educación, fundado a partir del conocimiento profundo de

las características y necesidades de las familias, alcanzar tal objetivo muestra serias

limitaciones en razón del predominio de una postura teórica que enfatiza un único

componente de la experiencia humana, dejando de lado tal como la literatura señala la

complejidad de un fenómeno familiar.

Actualmente se considera una visión reduccionista cada vez en mayor desuso,

vincular -desde la postura de la pérdida y duelo-, la discapacidad de un hijo con disfunción

y alteraciones familiares; sin embargo hoy se privilegia el análisis de los complejos

procesos familiares (Singer, 2000; Pereira y Dessen, 2004), que rebasan visiones

centradas en el déficit por la comprensión de los múltiples factores que pudieran incidir en

una adaptación exitosa a la discapacidad.

Conocer y comprender a las familias puede realizarse si se parte de la

multifactorialidad del fenómeno de la adaptación familiar a la discapacidad intelectual de

un hijo, para tales propósitos se requiere el sustento de marcos teóricos y conceptuales

como el modelo doble ABCX (McCubbin y Patterson, 1983) que proveniente de la teoría

3

del estrés familiar, conceptualiza la adaptación como el producto de un conjunto de

factores en interacción.

En general, respecto a la adaptación familiar en el contexto mexicano se conocen

poco las dinámicas particulares de estas familias, de hecho ni siquiera se conoce el

número de familias que cuentan con al menos una persona con discapacidad (CONADIS,

2009); ante este vacío el propósito de este trabajo fue analizar la capacidad predictiva de

variables como estrés parental, condiciones sociodemográficas, soporte parental, soporte

social, cohesión y adaptabilidad familiar, sentido de coherencia, estrategias de

afrontamiento sobre la adaptación familiar a la discapacidad intelectual de un hijo en el

estado de Tlaxcala.

Se destaca la importancia de realizar investigación de orientación multifactorial

porque a pesar de la extensa literatura existente a nivel internacional, en México estudios

que consideren estas variables y tomen como unidad de análisis a la familia, incorporando

como unidad de observación a los padres y madres son escasos. Se define la interacción

con la discapacidad intelectual de un hijo -limitación significativa en el funcionamiento

intelectual y la conducta adaptativa de una persona (Shalock, Borthwick-Duffy, Bradley,

Buntix, Coulter, Craig, Gómez, Lachapelle, Luckasson, Reeve, Shogren, Snell, Spreat,

Tassé, Thompson, Verdugo, Wehmeyer, Yeager, 2010) -, ya que siendo una condición

permanente puede generar algún nivel de estrés en la familia.

Este campo de investigación ha recibido poca atención, por ello es importante

tomar en cuenta la necesidad de incorporar como lente de interpretación algunos

elementos de la cultura tlaxcalteca; la adaptación familiar a la discapacidad intelectual

ocurre en un entramado sociocultural determinado, es necesario comprender desde esta

realidad específica el comportamiento de un fenómeno multifactorial, que facilite entonces

conocer las particularidades de las familias y desde este punto de partida, promover su

participación en la escuela en la búsqueda del objetivo central de ambas: la

corresponsabilidad en la educación del niño.

4

La construcción del objeto de conocimiento y el objeto empírico, permitió

estructurar este documento en la siguiente lógica, en tres partes: la primera Antecedentes,

incluye el Capítulo 1. Discapacidad, familia y educación: debate conceptual, contextualiza

cómo se concibe a la familia que tiene un miembro con discapacidad desde la educación

en México; el Capítulo 2. Familia y discapacidad, presenta una revisión respecto a la

función educativa de la familia y las tres perspectivas dominantes en la explicación de la

adaptación familiar a la discapacidad, se precisan conceptualizaciones y la evidencia

empírica que da cuenta de las mismas.

La segunda parte comprende el Capítulo 3. El estrés familiar y la discapacidad, se

realiza una revisión exhaustiva de los conceptos básicos de la teoría del estrés familiar,

fundamentación teórica de este trabajo, el modelo doble ABCX, se analizan distintas

investigaciones que hasta el momento se han realizado bajo tal postura. Se concluye con

el planteamiento y justificación del problema.

La tercera y última, inicia con el Capítulo 4. Contexto, escenario de la investigación

y método, que da cuenta de las características principales del contexto tlaxcalteca, los

Centros de Atención Múltiple y la ruta empírica seguida para la consecución de los

objetivos. El Capítulo 5. Resultados, muestra los hallazgos de los distintos análisis

seguidos, con la finalidad de cumplir con los objetivos e hipótesis propuestos. Por último

el Capítulo 6. Discusión y conclusiones, alude al análisis de los resultados desde la teoría

propuesta para las familias tlaxcaltecas, se enuncian limitaciones del estudio y

recomendaciones consecuentes. El apartado Anexos incluye la batería de pruebas

utilizadas y tablas que ilustran algunos de los procedimientos de análisis realizados.

5

PARTE 1. ANTECEDENTES

DISCAPACIDAD, FAMILIA Y EDUCACIÓN: DEBATE CONCEPTUAL

CAPÍTULO 1. EDUCACION Y FAMILIA

Explicar la adaptación de las familias a la discapacidad intelectual de un hijo en el

marco de la participación de la familia en la escuela, requiere ubicar el entramado en

donde se sitúa esta relación en el escenario educativo mexicano actual. Con este

propósito este capítulo pretende desde el cuerpo de conocimiento disponible,

contextualizar de manera general las políticas educativas y tendencias de pensamiento

contemporáneas que definen lo anterior y a partir de ahí establecer el planteamiento,

justificación y objetivos de esta investigación.

1.1 El marco de una política internacional inclusiva

En la historia de la humanidad la discapacidad es un fenómeno presente en todas

las sociedades, así la diversidad es una condición inherente y natural a todo grupo

humano (Jiménez, 2005); socialmente a través de la educación se articulan concepciones

específicas acerca de las diferencias humanas en estricta dependencia con el momento y

contexto socio-histórico del que se trate, se definen así, no sólo estrategias metodológicas

de intervención o gestión de los sistemas educativos, sino políticas educativas (De

Lorenzo, 2007), -entendidas como los cursos de acción desarrollados en el tiempo-, las

cuales surgen en respuesta a demandas provenientes de actores sociales o gobierno

respecto a asuntos de orden público (Espinoza, 2009).

En tal sentido, a nivel mundial en las últimas décadas desde diferentes posiciones

se cuestiona la incapacidad del sistema occidental en los países democráticos y

desarrollados, para garantizar los derechos fundamentales de las personas a la par del

desarrollo económico de dichas sociedades (De Lorenzo, 2007); como resultado a partir

de los años sesenta y setenta del siglo XX, emerge una postura sobre la discapacidad

que pugna por la garantía de la igualdad de oportunidades, la no discriminación y la

accesibilidad universal.

6

Los cuestionamientos derivados de la discusión de los derechos de las personas,

rebasan el ámbito de la discapacidad y se pronuncian además, por una idea de sociedad

diseñada para hacer frente a las necesidades de todas las personas, que gestione las

diferencias y la diversidad (De Lorenzo, 2007); se reconocen y ponen de manifiesto las

distintas formas y áreas de discriminación existentes, por ejemplo en educación. De

manera general, es visible la emergencia de un movimiento marcado por una nueva

conciencia social, sensible a las desigualdades en el ejercicio de los derechos humanos y

específicamente en el cumplimiento del derecho a la educación.

En este ámbito se posiciona una tendencia que cobra mayor impacto, debido en

gran medida al papel central de organismos internacionales como la UNESCO; se

promueve la atención de los países participantes de estas iniciativas, hacia la perspectiva

de una educación inclusiva, entendida como el derecho de todos a la educación con

atención especial a los marginados (Escudero y Martínez, 2011), que se concreta en la

Conferencia de 1990 en Jomtien Tailandia, en la que un pequeño grupo y desde la

educación especial, cimientan la idea de una educación para todos (Parrillas, 2002).

Cuatro años después Salamanca, España es testigo de este movimiento creciente,

preocupado por promover un mayor nivel de conciencia respecto a las desigualdades, en

la Conferencia auspiciada de nueva cuenta por la UNESCO, la idea de educación para

todos, se retoma y refrenda como principio y política educativa, y para ello los países

asistentes se comprometen a desarrollar en sus respectivos contextos, sistemas

educativos con una orientación inclusiva.

Gracias a la incorporación en la legislación de las recomendaciones provenientes

de organismos internacionales, se confirma el derecho que tiene todo ser humano a

recibir una educación en igualdad de condiciones, sin ningún tipo de discriminación,

dentro del sistema educativo ordinario, que se materializa en la práctica a través de la

inclusión (Jiménez, 2005). En este sentido el movimiento inclusivo trasciende el ámbito de

la educación especial y se conceptualiza como un derecho de todos, no sólo de la

población con alguna discapacidad.

El concepto de educación inclusiva así como su traducción en políticas y prácticas

educativas no está exento de contradicciones; sometido a críticas severas se pone en tela

7

de juicio su noción genérica, los significados e interpretaciones dispares y la falta de

estrategias de implementación (Escudero y Martínez, 2011); sin embargo para otros, el

concepto como tal es un instrumento que no se puede obviar, ya que propicia el análisis

de las políticas públicas, y muestra una lectura de lo que sucede en amplios contextos, es

un indicador, de lo que el discurso político dice.

Por lo anterior, es innegable que la educación inclusiva, se convierte en la

tendencia predominante a nivel mundial del siglo XXI, actualmente considerada más un

fenómeno de alcance social que exclusivamente educativo, que incide sobre una de las

mayores preocupaciones del mundo contemporáneo: la exclusión social de personas que

viven al margen de la sociedad (Parrillas, 2002).

En este contexto general de la inclusión educativa descrito, es necesario precisar

para los objetivos de esta investigación, cómo se conceptualiza a la familia y cuál es el

papel que desempeña, cuestión que se desarrolla en los siguientes apartados:

1.2 Participación familia-escuela en la inclusión educativa

La complejidad del vínculo familia y escuela puede ser abordado desde múltiples

perspectivas (Carriego, 2010), para efectos de este apartado, de entrada es necesario

abordar el concepto de participación, hilo conductor que permitirá contextualizar el papel

de la familia y posteriormente explorar la situación prevaleciente al respecto a nivel

nacional.

En esta línea, el análisis de Ezpeleta (1999) es clarificador, sostiene que como

directa repercusión de la Conferencia de Jomtien, a la educación se le atribuye la

responsabilidad de revertir una grave situación educativa caracterizada por rezago escolar

y deterioro de la calidad de la enseñanza, ello significa que la escuela está llamada a

participar en un entramado que permita pensar de manera distinta el cómo diseñar y

desarrollar una educación para todos.

Según Ezpeleta (1999) una de las estrategias para fortalecer los sistemas

educativos, es la necesidad de ampliar la participación de la sociedad en la acción

educativa para que ésta se involucre de manera distinta; así pues el punto de partida es la

8

―oportunidad de participar‖ (Jiménez, 2005) como eje vertebrador de la inclusión

educativa.

Participación

Resulta importante delimitar el concepto ―participación‖ en el ámbito educativo, ya

que en la actualidad a partir de éste a nivel mundial, se posiciona y conceptualiza la díada

familia-escuela. Sobre participación mucho se ha escrito, y aún si existe un amplio

consenso internacional sobre su importancia al estar presente en la generalidad de los

discursos oficiales, no deja de considerarse un concepto amplio, complejo y controvertido.

Esto es evidente en los siguientes conceptos de participación: al respecto Torres

(2001) afirma que la participación se asocia con el creciente valor que se le otorga a la

sociedad civil; traspolado el concepto al ámbito educativo se entiende como un

instrumento de desarrollo, empoderamiento y equidad social, que necesita involucrar a los

actores y sus respectivos roles en las dimensiones de lo educativo. Para Andrade,

Linares, Martínez y Delgado (2008) significa la posibilidad de entablar un diálogo entre

distintos actores, con prácticas e intereses variados y siempre coincidentes para abordar

problemas comunes.

El tema de la participación es uno con múltiples dimensiones en el que confluyen -

además-, distintas perspectivas, objetivos, promotores y participantes; es clara la

heterogeneidad del concepto ya sea, se intente empoderar a los actores, se centre en los

derechos y la democracia o postule la recuperación de la voz para la transformación

social. A esta cuestión, habría que agregar que en el ámbito educativo el concepto genera

confusión debido a que, además, se equipara con asistencia, presencia, entrega de

recursos, como habitualmente ocurre asociado con el tipo de actividad que efectúan los

padres de familia en las escuelas, decididas unilateralmente por las autoridades

educativas (Catarsi, 2008).

Luego entonces, ¿desde cuáles perspectivas entender la participación de la familia

en el ámbito de la inclusión educativa? En esta línea, si el sentido de la participación de la

familia se enfocara en función del proceso educativo en el que importa el desarrollo

psicoeducativo de los niños, la postura de Blanco, Umayahara y Reveco (2004) sobre

9

participación podría resultar esclarecedora, ya que acota: implica ―opinar, tomar ciertas

decisiones, proponer y disentir en los diversos espacios de la institución educativa.

Proponer aquellos objetivos curriculares que guiarán la enseñanza de sus hijos e

hijas…desde aquello que aportan los educadores y también desde el conocimiento

cotidiano de las madres y los padres‖ (p. 27).

Este concepto de participación familia-escuela, es fundamental para este trabajo

de investigación, puesto que incluye en su definición el reconocimiento del papel que

desempeñan los padres de familia; participar afirman está en razón del niño ―concebido

en su integralidad y como sujeto de derechos tiene relación con el mejoramiento de las

condiciones de vida de los niños y niñas para mejorar sus aprendizajes y desarrollos‖ (p.

28).

Básicamente esta propuesta se deriva de un cuestionamiento en el amplio

panorama de posiciones sobre participación y se orienta hacia una concepción que

permite ―construir una práctica que aporte al enriquecimiento de las potencialidades de

niñas y niños, para lograr mejores aprendizajes‖ (p. 28)… desde ―la comprensión de los

niños y niñas en su contexto familiar, construir un currículum pertinente, enriquecido con

los aportes de la cultura familiar y local‖ (p. 27).

Es esta la postura conceptual que marca el desarrollo del presente trabajo sobre la

adaptación familiar a la discapacidad desde la participación familia-escuela, dado que

enfatiza la importancia del contexto familiar como espacio de formación de las personas.

Ahora bien, esta manera de concebir la participación es una, que si bien está implícita en

el discurso educativo oficial, aún no se le otorga el peso suficiente, ya que subsisten

concepciones y prácticas de profundo arraigo que confunden el sentido de la misma; por

ejemplo algunos de los cuestionamientos son los siguientes:

Para Andrade, Linares, Martínez y Delgado (2008), la participación se concibe

asociada a la intervención instrumental de los padres de familia en las escuelas; como

Torres (2001) señala ―es un viejo tema y un viejo problema de la educación, escolar y no

escolar. No obstante sus años de vida, su importancia y su reiterada vigencia‖ (p. 23);

críticos son los señalamientos de este autor, a saber:

10

Se reduce en la mayoría de los casos, a aspectos normativos que no logran

articularse en estrategias o planes; se carece de intervenciones en variados

niveles por ejemplo aquellos relacionados con la educación de los actores,

comunicación, capacitación etc.

Se concreta en un plano individual, en el que la relación se establece con la

institución escolar y cada familia con su hijo (a) respectivamente; una visión de

conjunto ya sea del sistema escolar o de la política educativa está ausente.

Un aspecto frecuente es la interpretación de la participación de los padres de

familia circunscrita a aspectos administrativos, materiales o contribuciones

económicas (cuotas, mantenimiento de edificios, asistencia a reuniones,

festividades) con poca posibilidad de participación en los aspectos relacionados

con la enseñanza y el aprendizaje.

Existe una visión unilateral de la participación, esto se traduce en un discurso y

acciones encaminadas a la espera de qué pueden hacer los padres de familia por

la escuela y los alumnos, el proceso inverso es casi inexistente, es decir qué

puede hacer la escuela por los padres y la comunidad.

Por último, el aporte de los padres con mucha frecuencia es minimizado o invisible

ante la mirada del sistema escolar y la política educativa.

Alcalay, Milicic y Torreti (2005), hacen hincapié en otro tipo de dificultades de la

participación, aseguran no es tarea fácil porque además de lo enunciado agregan: la

participación sin previa reflexión puede promover una confusión de roles y

responsabilidades, al no existir claridad genera conflictos y pérdida de esperanzas.

De la variedad de cuestionamientos sobre la participación familia-escuela, se

subraya un componente en particular: la concepción unilateral, esta es una cuestión

fundamental y de gran repercusión para este estudio, ya que ofrece la oportunidad de

considerar que es necesario se establezcan las condiciones de participación pero en

ambos sentidos; es decir para desarticular discursos unilaterales asociados a la

participación de los padres de familia habría que contemplar bidireccionalmente las

11

necesidades y requerimientos específicos, que promuevan en vez de obstaculizar la

urgente participación de las familias a la luz del sistema educativo que pretende aumentar

la equidad y la calidad de sus resultados.

De manera tradicional han sido consideradas algunas de las necesidades de la

escuela y muy poco las de las familia, sin embargo familia y escuela son imprescindibles,

como tal la labor educativa tendría mejores resultados si ambos mundos encontraran

puntos de convergencia, de mutua comprensión y conocimiento. De manera insoslayable

tienen la necesidad y obligación de coordinarse en pro de metas conjuntas, ya que

comparten la responsabilidad de la educación (Torío, 2004).

Para acotar, es posible comprender que actualmente desde la participación de la

familias en el ámbito educativo, el apoyo de los padres, se considera uno de los factores

clave para avanzar hacia la inclusión educativa (Moliner, 2008); la premisa que sustenta lo

anterior considera que todos los actores involucrados, incluidos los padres, requieren

participar para dar respuesta a las necesidades de todos los alumnos.

Cómo y bajo qué condiciones se articula esta demanda en la relación familia-

escuela, -entendida como el ―concepto general que da cuenta de una relación, cualquiera

que sea, entre estas dos instancias‖ (Blanco, Umayahara y Reveco, p. 28), es un

planteamiento que se desarrolla en el siguiente apartado.

Nuevas demandas a la participación familiar en la inclusión educativa

Se afirma la inclusión educativa requiere estructurarse desde un proyecto

institucional que demanda un tipo de escuela, en el que, entre otros, los profesores

desempeñan un papel central configurando redes de apoyo, para promover la

participación de múltiples agentes, por ello la inclusión no puede reducirse a una mera

cuestión curricular, organizativa o metodológica (López, 2008).

En este contexto, es primordial considerar que la visión unilateral de la participación

no debería tener lugar (Torres, 2001); es decir, la ponderación de los requerimientos de la

institución educativa por encima de los del resto de los actores requiere ser considerada,

12

en este caso de la familia; en la educación inclusiva habrá que tomar en cuenta que todos

forman parte de un proyecto global, cuyo objetivo primario es la atención educativa.

Se requiere tener como punto de partida las necesidades y posibilidades de la

comunidad (Krichesky, 2006). Para los intereses de este trabajo y en apego conceptual a

la postura de Blanco, Umayahara y Reveco (2004), importan las necesidades

relacionadas con la familia que tiene un hijo con discapacidad intelectual.

¿Qué implicaciones tiene lo anterior?, para esta investigación básicamente muestra

que es importante considerar –también,- cuáles son las necesidades y demandas que

tienen las familias cuando existe la discapacidad intelectual de un hijo; ello de entrada

pone sobre la mesa un aspecto particularmente relevante, dado que para poder identificar

tales demandas y necesidades es requisito indispensable conocer qué es lo que ocurre

con este tipo de familias, en razón de la discapacidad.

En este punto, es patente que desde la educación inclusiva se afirma y recurre a la

creación y mantenimiento de alianzas escolares, comunitarias, sociales e

importantemente familiares, en las que es necesario contemplar las necesidades de las

familias, pero difícilmente se encuentra y explicita en la literatura sobre el tema, cuáles

son estas -sobre todo las que utilizan los servicios de educación especial-, y cómo

intervenir sobre ellas.

Es visible un vacío al respecto que promueve la ambigüedad: sí existe consenso

sobre la necesidad de la participación, de la importancia de la díada familia-escuela, se

argumenta contemplar necesidades y demandas; pero, cuáles demandas, cuáles

necesidades, y lo que es más importante qué hacer con ellas, sigue sin definirse con

claridad en el discurso educativo.

Tal vez este aspecto señale una confusión de base, ya que debido a la presencia

de una considerable diversidad paradigmática sobre participación, se originan propósitos,

objetivos y estrategias diferentes, que probablemente sean mal interpretados al no

explicitarse los marcos teóricos que los sustentan y por ende es difícil traducir los

propósitos en estrategias, provocando inconsistencias (Blanco, Umayahara y Reveco,

2004).

13

En consonancia con estos planteamientos, cabe cuestionar qué ocurre al respecto

en el escenario educativo mexicano; es este el elemento de anclaje con el siguiente

apartado, en donde se pretende abordar de manera general, cómo es que desde la

educación inclusiva se concibe y traduce la participación de la familia en el contexto

nacional. Precisar estos temas permitirá delimitar el planteamiento sobre la adaptación

familiar a la discapacidad intelectual de un hijo en el marco de la participación familia-

escuela.

1.3 La inclusión educativa en México

Como se señala la educación inclusiva se respalda y promueve por los organismos

de mayor envergadura en el mundo que orientan los criterios y las políticas educativas a

nivel internacional, la puesta en marcha de estos planteamientos tiene características

divergentes según el país del que se trate; la experiencia mexicana, respecto a la

concreción de una política educativa con una orientación inclusiva, si bien posee un

camino particular está circunscrita a la meta de hacer efectivo el derecho de todos a una

educación de calidad.

En México ello conlleva un importante desafío para las políticas públicas, las

escuelas, las aulas, los profesionales y los padres de familia, cuyo planteamiento está

abierto; lo cierto es que en el escenario educativo nacional existe mayor conciencia por la

inclusión educativa, en la que se avanza de forma gradual en el respeto de los derechos

humanos de las personas con discapacidad.

De frente al escenario descrito sobre la educación inclusiva a nivel internacional y

del que México es partícipe, la reflexión que surge es la siguiente: en el contexto nacional

¿cuál es la concepción que prevalece sobre la participación de la familia en la

educación?; si la familia es también un asunto de la educación, ¿cómo se norma su

participación?, existe claridad acerca de las vías por las que se podría encauzar la

participación familiar?; ¿en el marco de la participación, cómo puede concretarse la

relación entre la familia y la escuela cuando existe la discapacidad de un hijo?.

14

Para abordar estas cuestiones, el siguiente rubro tiene como finalidad poner en

evidencia el fundamento que existe respecto a la participación de la familia en la escuela

desde el discurso oficial en educación especial; se revisan y comentan algunos de los

principales instrumentos legales y diversos programas que a nivel nacional, conforman el

marco regulatorio que norma la díada familia-escuela en la tendencia inclusiva en

educación.

1.3.1 La participación familiar en la normativa oficial

Ley General de Educación

Específicamente la Ley General de Educación de 1993 (reforma 2011), en Artículo

41 hace mención a la tendencia inclusiva y dice: ―la educación especial está destinada a

personas con discapacidad, transitoria o definitiva, así como a aquellas con aptitudes

sobresalientes (…) incluye la orientación a los padres o tutores así como también a los

maestros y personal de escuelas de educación básica regular que integren a los alumnos

con necesidades especiales de atención‖.

En el Capítulo VII sobre la participación social en la educación, sobre las

obligaciones, el Artículo 66 fracción II, dice es una obligación de los padres apoyar el

proceso educativo de sus hijos; y así como colaborar con las instituciones

educativas en las actividades que se realicen (fracción III).

El Capítulo VII legisla sobre las dos instancias que regulan la participación de la

familia en las instituciones educativas: asociaciones de padres y los consejos de

participación social; el Artículo 67 explica en la fracción I, que las asociaciones de padres

tienen por objeto representar ante las autoridades escolares los intereses que en materia

educativa sean comunes a los asociados; y en la IV, proponer las medidas que estimen

conducentes para alcanzar los objetivos señalados; aunque se explica se abstendrán de

intervenir en los aspectos pedagógicos y laborales de los establecimientos educativos.

La figura que concreta la participación social en educación es el consejo de

participación social, este es profundamente cuestionado en los escenarios académicos,

15

ya que sus alcances reales son situados básicamente en términos administrativos; según

Tinoco (2009) no han sido capaces de lograr sus objetivos planteados, debido a lo

problemático de la coincidencia de sus fines con los propósitos educativos, objetivos

ambiciosos y los obstáculos que impone una cultura escolar que no favorece la práctica

de la participación; inclusive señala ―son aparentes espacios para el diálogo que acaban

por minar la confianza de las personas en las autoridades‖ (p. 17).

1.3.2 Programa Nacional de Fortalecimiento de la Educación Especial y de la

Integración Educativa

Instrumento del gobierno Federal, el Programa Nacional de fortalecimiento de la

educación especial y de la Integración Educativa (SEP, 2002) aún vigente, pretende entre

sus finalidades contribuir a la consolidación de una sociedad más incluyente, a partir de la

promoción de condiciones educativas para el desarrollo de los alumnos con necesidades

educativas especiales, en la que tienen prioridad quienes presenten discapacidad,

aptitudes sobresalientes y/o talentos específicos.

En este programa se especifica que para lograr el fortalecimiento de la educación

especial y la integración educativa uno de los aspectos a considerar es la formación de

comunidades educativas comprometidas con el mejoramiento continuo de la calidad y

equidad educativas, para ello uno de los objetivos específicos del programa se plantea:

“Promover la participación activa de las familias de los alumnos con necesidades

educativas especiales para mejorar su atención de educación inclusiva‖,

explícitamente manifiesta que:

―Los padres y las madres de los alumnos con necesidades educativas

especiales deben desempeñar un papel fundamental en el proceso de integración

educativa; por ello es necesario realizar acciones específicas que les permitan

conocer las fortalezas y debilidades de sus hijos, las necesidades que presentan y

la manera como pueden apoyarlos. El trabajo con las familias es responsabilidad

del personal de la escuela y del de educación especial principalmente, aunque

puede recibir apoyo de las organizaciones civiles y de otra instancias, como el DIF”

(p. 33).

16

Uno de sus objetivos específicos indica que se deberá “promover la participación

comprometida de las madres y los padres de familia en la atención educativa de los niñas,

las niñas y los jóvenes con necesidades educativas especiales, con y sin discapacidad,

mediante acciones de sensibilización y asesoría técnica‖ (p. 37).

1.3.3 Orientaciones Generales para el Funcionamiento de los Servicios de

Educación Especial

Ahora bien, la normativa descrita se concreta de manera específica en el siguiente

documento que regula las acciones a desarrollar por cada uno de los servicios de

educación especial en México: servicios de apoyo, servicios escolarizados y servicios de

orientación (SEP, 2006); la participación familia-escuela se perfila en razón de la

pertenencia a los servicios escolarizados puesto que la presente investigación se realizó

al interior de ellos (Centros de Atención Múltiple):

Los servicios escolarizados

Se encargan de escolarizar a alumnos y alumnas con discapacidad múltiple,

trastornos generalizados del desarrollo o a quienes requieren de adecuaciones

curriculares significativas y apoyos generalizados y/o permanentes (p.67), denominados

Centros de Atención Múltiple (CAM).

En la atención educativa ofrecida por los CAM, se perfila la relevancia de la familia

desde el concepto “barreras de aprendizaje” -que se entiende como los obstáculos para

que todos los alumnos participen en las distintas actividades y logren los aprendizajes

previstos (SEP, 2006); en el proceso de atención al alumno se requiere identificar cuáles y

en qué dimensión se encuentran, por ejemplo en lo escolar, familiar o social, para

posteriormente incidir en ellas; para el logro de tal objetivo “los profesionales del servicio

escolarizado mantienen una “comunicación estrecha con la familia (…) para que el

contexto familiar y educativo sean espacios propios que promuevan la participación plena

y el aprendizaje de los alumnos” (p. 73).

17

En el aspecto específico de atención educativa, la familia se incorpora en la

evaluación psicopedagógica elaborada por el profesor, tiene tal relevancia que se

menciona ―sólo a través del conocimiento profundo del alumno y del contexto en

donde se desenvuelve se podrán ajustar las ayudas pedagógicas al proceso individual

de aprendizaje… al identificar las barreras que impiden su participación y aprendizaje y

así definir los recursos necesarios para los logros educativos. Sin embargo conocer a los

alumnos es un proceso continuo que no se agota con la evaluación psicopedagógica‖ (p.

83).

Nótese que se subraya la evaluación del contexto familiar como uno de los

principales aspectos de la evaluación; en esta lógica se consideran los factores externos

al alumno que ―influyen en sus procesos de enseñanza y aprendizaje, con los que

interactúa constantemente‖ (…) la función de ello es ―detectar los que inciden

negativamente, con el fin de atenuar dicha dificultad mediante acciones compensatorias, y

descubrir los que ejercen una influencia positiva, que potencian el desarrollo educativo del

alumno, para seguir favoreciéndolas‖ (p. 91).

Adicionalmente a la importancia atribuida en la evaluación psicopedagógica a la

familia, se definen otra serie de acciones en lo que concierne a aspectos del

funcionamiento de los CAM, en los que se norma éste (p. 75):

Trabaja de manera vinculada con las familias de los alumnos atendidos con

estrategias de apoyo en casa para lograr mayor independencia e integración social

y laboral para, a su vez, alcanzar una mejor calidad de vida.

Ofrece apoyo emocional e informa a las familias sobre temas relacionados

con la discapacidad, el desarrollo humano y la sexualidad, entre otros.

Proporciona asesoría y orientación a las familias sobre las diferentes alternativas

de formación para el trabajo y de integración educativa y laboral.

Establece compromisos de corresponsabilidad entre el sector educativo,

productivo, la familia y los alumnos.

18

Promueve el empoderamiento de las familias de los alumnos que atiende.

Como puede analizarse, en ambos rubros sobre la familia del niño con

discapacidad, se desprende de inicio una concepción que afirma ésta puede constituirse

en una barrera para el aprendizaje, por tal motivo se dice es necesario el ―conocimiento

profundo‖ de las características del contexto familiar; sin embargo es muy importante

resaltar que en el texto mencionado no se especifica el sentido o los sentidos de tal

afirmación.

Es impreciso qué factores condicionan el que la familia sea una barrera para el

aprendizaje; tampoco se aclara a qué aspectos se hace referencia cuando se indica se

necesita el conocimiento profundo de la familia, ya que ello puede circunscribirse a

aspectos estructurales, al tipo de funcionamiento, a la experiencia de la discapacidad de

un hijo, o a condiciones demográficas que pudieran incidir, por ejemplo la pobreza.

En esta misma línea, no se ahonda en el significado de la familia como espacio de

promoción del aprendizaje y las características que debería poseer para que esto suceda,

de nueva cuenta, se encuentra un discurso con poca claridad. Probablemente en el

apartado sobre funcionamiento del CAM, el segundo enunciado sea uno de fundamental

relevancia para esclarecer lo anterior: emerge un aspecto no considerado previamente, se

dice que el CAM ―ofrece apoyo emocional e informa sobre temas relacionados con la

discapacidad (..)‖, se puede observar que se rebasa el discurso relacionado con aspectos

educativos exclusivamente, y de manera implícita se asume que las familias con un hijo

con discapacidad requieren apoyo emocional e información.

Este aspecto es por demás significativo, es una clara evidencia de la imprecisión

imperante en el discurso oficial, puesto que no se especifican los motivos para requerir

apoyo emocional, las vías para detectar tal aspecto o los procedimientos para otorgarlo, o

se establece alguna relación entre la ―necesidad de apoyo emocional‖ y por ejemplo las

barreras para el aprendizaje, ni cuáles serían los argumentos que sustenten tal

necesidad, al respecto el documento no ofrece mayor información.

No obstante puede inferirse, sea la discapacidad del hijo la que promueva la

necesidad de apoyo emocional, se deja ver un aspecto que puede resultar riesgoso: el

19

discurso muestra una generalización sobre la experiencia de la discapacidad al asociarla

linealmente con la necesidad de apoyo en la esfera emotiva, dando por hecho la

homogeneidad de las realidades familiares y la normatividad respecto a la experiencia de

la discapacidad en las familias.

En el texto citado se encuentra que, en los procedimientos internos de los CAM se

especifica la idea de participación familia-escuela: la toma de decisiones colegiadas es la

línea a seguir en la operación del servicio institucional, que implica la planeación escolar,

el proyecto anual de trabajo, así como el proyecto de grupo o taller.

En la elaboración del programa anual de trabajo de la institución, el director y su

equipo, consideran la definición de ―acciones que contribuyen a otorgar el poder de decidir

y actuar a la familia de los alumnos atendidos (…) así mismo puedan tomar decisiones en

cuanto al apoyo que necesitan. La familia es parte del proceso educativo de sus hijos;

también se ―proponen actividades culturales, artísticas, deportivas y recreativas que

promueven el desarrollo integral de los alumnos y propician la convivencia entre la familia

y la comunidad son incluidas acciones sobre el tema de la sexualidad de las personas con

discapacidad, se desarrollan programas específicos de orientación socio sexual, en el que

participan las familias‖ (p. 82).

Como podrá notarse: 1) se traslapan o al menos coinciden discursos distintos

sobre participación, se menciona ―otorgar el poder de decisión‖, para después incluir que

―la familia es parte del proceso educativo‖, y se termina en la afirmación convencional de

las formas de participación de la familia con ―actividades culturales‖; 2) otro aspecto muy

importante es que se desvanece en el texto el mencionado ―apoyo emocional‖, aunque se

hace referencia al ―apoyo‖, no se clarifica si este sigue siendo emocional o de otra

naturaleza.

En lo general, no obstante se argumente la necesidad de una gestión escolar

diferente que otorgue el derecho de actuar y decidir a la familia, parece tiene mayor

espacio lo concerniente a las actividades sociales en las que deberá colaborar; este es

uno de los aspectos que muestran la concepción tradicional de la participación familia-

escuela ya descrita.

20

1.3.4 La participación familiar en programas de formación para educadores

especiales

Además de los elementos expuestos, en diversos programas se puntualizan otros

aspectos sobre la participación familia-escuela que distan en gran medida del discurso

planteado en la normativa vigente revisada. Los programas nacionales de formación para

los docentes como 1) Seminario de actualización para profesores de educación especial y

regular, relación con padres y madres (SEP, 2000); y 2) Programa Nacional de

Fortalecimiento de la Educación Especial y de la Integración Educativa: Todos en la

misma escuela (SEP, 2006), son una muestra:

El primero de ellos, es uno de los pocos documentos en donde se precisa la

familia es el agente educativo primario que establece pautas básicas de comportamiento y

genera condiciones que favorecen o limitan el desarrollo de sus integrantes, lo que se

verá reflejado en la escuela. Pero reconoce la relación familia-escuela, es un ―vínculo

poco explotado y (…) omitido de la planeación del trabajo académico, lo cual ha traído

una limitación de la propia institución escolar para mejorar sus acciones (…) las escuelas

en la actualidad crean muy pocas alternativas de trabajo que potencien la participación de

los padres, y aun otros miembros de la familia, en el proceso educativo de sus hijos‖ (p.

9).

En el material de estudio que el seminario ofrece, se menciona una cuestión

básica para este trabajo: se comparte la responsabilidad y compromiso de educar

entre la escuela y la familia, y “este hecho reclama el ineludible conocimiento

mutuo y la complementariedad” (p. 51), ―no podemos ignorar que cada familia se

distingue por una dinámica peculiar, es decir sus integrantes juegan un papel determinado

(…). Todo esto tiene un significado notable en la personalidad y en el desarrollo de

cualquier niño o niña, lo cual se manifiesta en su comportamiento dentro de la escuela‖ (p.

61).

Aparece en texto la heterogeneidad de las familias y su importancia en el

desarrollo del niño, pero además subraya un elemento de particular relevancia

―conocimiento mutuo‖, no obstante en el mismo texto se reconozca que ―por lo general

existe un desconocimiento de la vida familiar de los niños, lo cual significa no tener

21

referencias sobre la dinámica de las relaciones intrafamiliares, sus condiciones sociales,

económicas y culturales, expectativas de desarrollo futuro, sus intereses principales,

costumbres, problemas y preocupaciones que definen y caracterizan a la familia y al

entorno familiar‖ (p. 66).

Se encuentra además que, ante la responsabilidad sobre el ―conocimiento mutuo‖,

la ―necesidad de referentes conceptuales y prácticos‖ se acude a otro tipo de fuerzas, una

frase matiza lo anterior y describe la participación familia-escuela en estos términos:

―conviene hacer un acto de fe, creer en que las familias son capaces de entender y

ayudar satisfactoriamente en los procesos educativos que compartimos con sus hijos

desarrollando tareas más relevantes‖ (p. 53).

Como este es un seminario de actualización para docentes de educación especial,

se menciona lo relativo a la discapacidad, que incide únicamente sobre el aspecto

emotivo en los padres: ―Los maestros deben tener presente que en cualquier familia

donde haya un miembro con alguna discapacidad o con dificultades importantes para

aprender y socializarse, pueden presentarse actitudes de distinta índole, incluyendo las

reacciones emocionales extremas que cada miembro puede presentar‖ (p.67).

Además es notorio que las ―reacciones extremas‖ tienen una connotación de tipo

negativo ―dudas, incertidumbres, escepticismo, apatía, temor al fracaso‖. El enfoque con

que se aborda a la familia, es uno centrado únicamente en los padres y en las reacciones

emotivas, que giran alrededor de la aceptación de la discapacidad de un hijo.

Se dice además que ―estas diferentes actitudes de los padres se reflejan en el

trabajo escolar‖, en el que se evidenciarán actitudes de, ―sobredemanda de atención‖ o

―profundo desinterés‖ y ―descuido hacia el trabajo escolar y sus requerimientos‖; para

responder a ello se requiere comunicación sobre lo pedagógico y la orientación ―para

tratar de disminuir la angustia y ansiedad de algunos padres‖ (p. 68).

Un aspecto se desprende de lo mencionado, y corresponde a la vinculación lineal

entre las emociones y actitudes de los padres como el elemento clave que permite

explicar los resultados del trabajo escolar. Esta explicación predominante y privilegiada se

22

convierte en el lugar común, que da cuenta de los resultados del proceso educativo de los

niños, y que por eliminación automática señala al o los responsables del mismo: la familia.

Aún en la suposición de que el apoyo de los padres al trabajo educativo no fuera el

adecuado, esta actitud es juzgada en razón de la ―aceptación de la discapacidad‖ (p. 69),

dando por hecho que no existen algún o algunos otros motivos y circunstancias que

pudieran estar ocasionándolo; por ejemplo condiciones de pobreza, por mencionar

alguno, pero también podría incluirse la responsabilidad del docente, la comunicación con

la familia, la adecuación del trabajo pedagógico etc. Es decir esta visión, proporciona a los

profesionales una lectura anticipada, una explicación a priori que en ocasiones justifica

cualquier proceder o ausencia de iniciativas, exonera de responsabilidad y culpabiliza -

unilateralmente-, de los resultados obtenidos en el proceso educativo.

Se reconoce también que una de las vías por las cuales el trabajo de apoyo a los

padres de familia se ha desarrollado tradicionalmente es la escuela para padres, no

obstante se considera una ―acción sin duda alguna de las más descuidadas por la

escuela‖, aunque se reconozca que ―por medio de actividades de diversa índole, como

reuniones informales o formales, entrevistas, encuentros‖ los padres pueden intercambiar

con otros la experiencia y ―los problemas que han tenido que enfrentar y superar para

atender a sus hijos desde que fueron detectados como niños con alguna discapacidad o

problema‖ (p. 69).

Estas citas confirman una visión de la discapacidad en la familia, que tiende a

resaltar los aspectos de tipo negativo primordialmente, bajo la prevalencia de un modelo

que victimiza y limita la experiencia familiar al marginarla a un sólo referente teórico

explicativo, que se identifica con los modelos teóricos que equiparan la discapacidad con

la pérdida y las reacciones emocionales subsecuentes.

Por último, el Programa Nacional de Fortalecimiento de la Educación Especial y

de la Integración Educativa: Todos en la misma escuela, es una propuesta que pretende

el fortalecimiento del proceso de inclusión educativa de los alumnos que presentan algún

tipo de barrera para el aprendizaje, principalmente aquellos con alguna discapacidad, a

través de estrategias y herramientas para el trabajo de participación familia y escuela.

23

El programa toca aspectos relativos a la discapacidad y la familia, tiene como

punto de partida ―el análisis del proceso de adaptación por el que atraviesan los padres y

docentes y entender el papel que juegan en el trabajo que se realiza cotidianamente la

escuela‖ (SEP, 2006, p. 23). Aunque el uso del concepto ―adaptación‖ se vincula con una

tradición teórica distinta en este documento es utilizado como sinónimo de ―aceptación‖,

cuyo soporte teórico fue descrito anteriormente, y como resalta del texto es el modelo que

permea, de nueva cuenta, la explicación sobre la discapacidad y su repercusión familiar.

El documento refiere de manera explícita que las familias cuya ―historia de vida ha

estado en contacto con la discapacidad, son las que cuentan con elementos que les

permiten salir adelante sin mayores apoyos. Otras principalmente las que han estado

alejadas de la discapacidad, frecuentemente la asumen como algo negativo, por lo tanto

les resulta más difícil aceptarla‖; adicionalmente se menciona que aunque ―las familias, no

están preparadas para recibir a un miembro con discapacidad, cuando esto sucede

emplean todos sus recursos para enfrentar la situación‖ (p. 34).

De esta conceptualización se desprende que es el contacto o conocimiento previo

el elemento que hará la diferencia en la respuesta familiar a la discapacidad de un hijo, es

decir, el hecho de la experiencia vivida es el único componente que se contempla como

factor a partir del cual la familia experimenta tal o cual resultado.

Cabe notar que los factores de tipo personal, relacional familiar, contextual, no son

considerados; y aunque se hace alusión a los recursos, no se especifican cuáles ni de

qué tipo. Otro aspecto a destacar es la relación tácita entre la experiencia de cercanía con

la discapacidad y por ende la adaptación positiva de la misma, al contrario de quiénes no

tienen esta experiencia previa, experimentarán, según lo menciona el documento,

mayores dificultades en aceptarla.

Como fue señalado, es notorio el empleo indistinto de conceptos provenientes de

diferentes tradiciones, ―adaptación‖ y ―aceptación‖, adjudicando invariablemente una

connotación negativa, ligada al sufrimiento y dolor: ―a la llegada de un nuevo integrante el

cual tiene discapacidad, el impacto que sufre la familia (…)‖ (p. 34).

24

A partir de la metodología de casos se relatan las experiencia familiares, que dan

inicio como muchas de las experiencias encontradas en la literatura, en el momento en el

que los padres conocen la discapacidad y efecto que tal noticia tiene en ellos, se

describen las reacciones de tipo emocional, aludiendo a la pérdida de la ilusión del hijo

sano: ―pero a la llegada de una hija o un hijo con discapacidad pierden las expectativas de

todo aquello que imaginaron y el futuro de la familia se ve amenazado‖ (p. 37).

Se agrega que a los padres tal situación les provoca: miedo, enojo, y se

experimenta un gran dolor ―comparado con la muerte de un ser querido, a veces niegan

admitir esta situación; por el dolor que experimentan con frecuencia suponen que no

quieren a sus hijos o hijas con discapacidad sin darse cuenta que en realidad rechazan a

la discapacidad misma (…) el miedo que experimentan puede tornarse inexplicable‖ (p.

37).

Otro aspecto a resaltar se relaciona con la temporalidad en la que el evento de la

discapacidad acapara la mayor atención: al inicio del texto se dice que la adaptación es

un proceso a lo largo de la vida, un rango de tiempo considerable que permitiría

profundizar sobre diferentes circunstancias asociadas al ciclo de vida familiar y personal,

sin embargo el texto no hace ninguna alusión al respecto y explica la adaptación a la

discapacidad sólo a partir de las reacciones experimentadas al momento de conocer la

noticia: ―muchos padres no recurren a la ayuda profesional para enfrentar el impacto de la

noticia‖ (p. 38).

La experiencia de la discapacidad se acota a un rango temporal relativamente

breve, pero cabría preguntarse ¿y el resto de tiempo de vida?, aun considerando que la

familia hubiera experimentado reacciones emocionales intensas, no se documenta cómo

se transita y se vive posteriormente con la discapacidad y cuáles serían los

requerimientos para las familias al atravesar por diferentes momentos del ciclo vital

personal y familiar.

De las probables repercusiones -siempre de corte negativo-, se dice que ―en

algunas parejas, el tener un hijo o hija con discapacidad es motivo suficiente para

desintegrar su hogar o derrumbarse‖; y aunque se menciona que ―por el contrario a otras

25

las fortalece‖, habrá que recordar que el éxito de tal fortalecimiento según el discurso,

está sujeto en gran medida por los contactos previos con la discapacidad (p. 38).

A nivel de padres o pareja tampoco se especifica cuáles serían los factores que

promueven el fortalecimiento o la desintegración de la relación, además de las probables

estrategias que podrían favorecer una respuesta positiva a la discapacidad. No obstante,

se insiste en subrayar la importancia de que ―conozcan cuáles son sus fortalezas y

necesidades respecto a la atención a sus hijos, y los maestros y maestras deben

saber cuáles son los procesos que vive la familia y, con base en ello, crear de manera

conjunta estrategias que faciliten la vinculación con el trabajo escolar‖ (p. 38).

En consecuencia el documento no logra obtener lo que se plantea como objetivo y

se limita a la intervención en aspectos de tipo pedagógico, no obstante enfatiza que la

―necesidad de tener claras las necesidades y fortalezas de todos permitirá establecer

objetivos específicos para planear conjuntamente acciones que lleven al éxito‖ (p. 42).

Después de realizar la revisión de la normativa oficial sobre la participación de la

familia en la escuela, emerge un escenario en donde existen varios aspectos de fondo:

desde la política pública se define un discurso que admite la importancia de la

participación de la familia en la escuela, cuya traducción se ve entorpecida por la poca

claridad del marco conceptual de la participación familiar del que se parte, y sólo se

alcanza a reproducir una manera tradicional de concebir la participación de la familia en la

escuela de profundo arraigo.

Se confirma la necesidad de participación pero queda manifiesto que los canales

de la misma, y sus procedimientos son vacíos a nivel conceptual y operativo, aún materia

de discusión o más que eso siguen siendo una asignatura pendiente: ―La participación de

los padres y las madres (…) es un factor primordial (…). Es preciso delimitar cuáles son

las posibilidades de intervención de las familias, cuáles son sus derechos y cuáles son,

finalmente aquellos aspectos educativos en los que puede haber un amplio margen de

colaboración‖ (p. 194).

Además si bien se sostiene la necesidad de un conocimiento profundo de las

familias que de pie a la complementariedad en los objetivos comunes, prácticamente este

26

elemento es el gran ausente, domina el escenario, en el caso de las familias que tienen

un hijo con discapacidad, una concepción estática de la familia definida casi siempre en

términos de víctima de la discapacidad del hijo, atrapada en procesos dolorosos

relacionados con la pérdida.

Este último factor es de fundamental interés en este estudio, esta manera de

concebir las necesidades de las familias ha generado gran consenso entre los

profesionales, pero con un alto costo porque impide la posibilidad de formar una visión

que considere la complejidad del fenómeno y que incluya también los aspectos positivos,

recursos y fortalezas de las familias acordes a las últimas tendencias desarrolladas en

este campo.

Si se retoma la concepción de participación de Blanco, Umayahara y Reveco

(2004), en la que se especifica ―así como una buena comprensión de las familias de los

niños, un currículo construido desde dicha comprensión genera una mejor educación

desde la escuela para niños y familias particulares ―(p. 25), es más que evidente que en

este rubro existe aún mucho trabajo por hacer.

Las consecuencias son visibles en realidad se desconocen o conocen de manera

parcial las familias con estas características, haciendo más complicado el ya de por sí

cuestionable asunto de la participación familiar en la escuela. Con esta afirmación como

punto de partida, se plantea la siguiente interrogante: ¿cuáles otros paradigmas

promueven la comprensión de las familias que tienen un hijo con discapacidad

intelectual?

Este aspecto será revisado en el próximo apartado, primero se puntualiza la

centralidad de la familia como espacio de desarrollo y aprendizaje –acorde a la visión de

participación familiar ya señalada-, y posteriormente los cuerpos teóricos que explican a

las familias y la discapacidad.

Para cerrar ese capítulo, el papel de la familia como corresponsable de la

educación del niño con discapacidad intelectual, es uno de los ejes rectores de la

inclusión educativa, sin embargo desde nuestro juicio las política educativas al respecto

27

se elaboran con mayor velocidad que la instrumentación de los cambios necesarios para

su ejecución, de hecho operan traslapando viejas tradiciones y nuevas disposiciones.

La participación familia-escuela es un propósito a largo plazo, trascender el

discurso implica hacer frente a innumerables desafíos en múltiples niveles, especialmente

es nuestro interés destacar un aspecto clave: consideramos las políticas que actualmente

norman lo relativo a la familia en educación especial, han institucionalizado una visión

deficitaria de la misma, privilegiando una postura parcializada fuera de los últimos

avances que en esta materia se encuentra a nivel internacional.

Se pretende comprender e incorporar a las familias en la dinámica de la

participación, conociendo recursos y limitaciones propias; en realidad podríamos señalar

se ha acarreando un lastre de origen que en vez de favorecer este proceso, ha permeado

la conceptualización y operación sobre la familia de quienes son los directamente

responsables de ello, ampliando la brecha entre la mutua labor educadora; sin tener en

cuenta que ―al alumnado le interesan principalmente dos aspectos importantes en la

relación familia-escuela: el afecto y el apoyo‖ (Pérez de Guzmán, 2002, p. 1).

CAPÍTULO 2. FAMILIA Y DISCAPACIDAD

2.1 La familia y su función educativa

La familia es una estructura articulada basada en la convivencia, que tiene como

objetivos garantizar a sus miembros el desarrollo, la seguridad física, socioeconómica y

estabilidad emocional; como tal, desempeña un papel fundamental en la crianza, apoyo,

orientación y socialización de los hijos (Bringiotti, 2000).

Los cambios sociales y culturales originados a partir de la década de los sesenta

del siglo XX modificaron sustancialmente en las sociedades occidentales la estructura,

dinámica y funciones de la familia; aun así, la función educativa, entendida como el

proceso de mejora de toda persona (Bel, 2000), propia e inalienable se mantiene; en el

siglo XXI la familia permanece como el agente que desempeña un papel central para el

ser humano: educar para la vida.

28

Según Quintana (2003) la familia ejerce su acción educativa de manera informal,

espontánea y continua, subordinada a las necesidades de sus miembros; a través de las

relaciones familiares cada miembro familiar contribuye de manera permanente a la

educación de todos; se configura de esta manera la dimensión humana, elemento

insustituible frente a cualquier otro grupo en el que se desarrollan los procesos básicos de

constitución personal y socialización.

De acuerdo a Patiño (2010) la socialización, el aprender a hacerse hombre en

interacción con los demás, tiene dos procesos: la socialización primaria y secundaria; la

primera corresponde a las etapas iniciales de vida del niño, llevadas a cabo al interior de

la familia a través de la afectividad, aceptación y rechazo; es en el seno familiar que se

aprende un modo de ver la vida, en este momento la racionalidad queda supeditada al

afecto y encuentra su motivación más honda en el miedo a dejar de ser amados (Savater,

1997).

La socialización secundaria es el proceso que ocurre fuera del núcleo familiar

cuando el niño entra en contacto con las instituciones educativas, como la escuela; y

posee al exterior, el peso más significativo; ambos procesos de socialización son

fundamentales para ofrecer al niño el contacto con otros seres humanos.

Para que la familia asegure el cumplimiento de sus objetivos de socialización

primaria, es necesario que la interacción y la relación familiar, definida la primera como el

conjunto de conductas abiertas y explícitas que se manifiestan en el intercambio entre dos

o más personas (Polaino-Lorente y Martínez, 2003) y la segunda como el aspecto

profundo que subyace a la interacción, no siempre observable, en el cual el individuo

participa con sus emociones, cogniciones, expectativas y motivaciones (Andolfi, 2003),

sean realizadas bajo condiciones de equilibrio y en un ambiente favorable.

Estas condiciones proveen lo que Kurtzer-White y Luterman (2003), denominan ―el

clima emocional de la relación padre-hijo‖, contexto y condición fundamental para que el

desarrollo integral del niño ocurra; afirman son los padres emocionalmente disponibles,

sensibles y conectados con sus hijos, aquellos capaces de apoyar este proceso; en este

29

sentido, la sensibilidad de los padres caracterizada por la afectividad y la conexión

emocional es la plataforma facilitadora.

Lograr de manera permanente un clima emocional familiar, que asegure el

desarrollo de los miembros, no es una tarea sencilla de realizar; al ser la familia un

sistema en constante transformación, requiere adaptarse de manera permanente a

momentos de tensión y cambios que exigen una movilización de habilidades para

enfrentarlos efectivamente.

Las circunstancias provocadoras de tensión y crisis pueden corresponder tanto a

procesos particulares de desarrollo familiar, como al surgimiento de situaciones

inesperadas de la vida, por ejemplo la aparición e interacción con la discapacidad

intelectual de un hijo, definida como las limitaciones significativas en el funcionamiento

intelectual y la conducta adaptativa de una persona y como se ha evidenciado en

habilidades adaptativas conceptuales, sociales y prácticas que aparece antes de los 18

años (Shalock et al. 2010) .

La discapacidad de un hijo, en la mayoría de las ocasiones, es un evento crítico

que rebasa el plano de lo individual y constituye una circunstancia que impacta

paralelamente múltiples áreas y niveles de la vida familiar; la familia y cada uno de sus

miembros requieren enfocar de manera simultánea presente y futuro, al enfrentar las

necesidades prácticas y emocionales inmediatas con la complejidad e incertidumbre de lo

desconocido (Rolland, 2000).

La discapacidad impone la necesidad de realizar ajustes y cambios de manera

constante en la dinámica familiar interna y en relación con el exterior, algunas familias

poseen mayores recursos internos que otras para hacer frente a estas situaciones;

Rolland (2000) sostiene que cuando una familia es capaz de tolerar estados afectivos

intensos, resuelve problemas y utiliza los recursos externos, cuenta con mayores ventajas

respecto a otras a las cuales se les dificulta hacerlo.

Si la familia establece un ambiente familiar positivo de apoyo y cuidado, el

desarrollo del niño con discapacidad puede ser optimizado (Mink, Nihira y Meyers, 1983);

30

es deseable que este proceso a su vez sea fortalecido a partir de la socialización

secundaria ofrecida por la escuela, esencial en la formación del ser humano, ya que

brinda la oportunidad de complementar y contrastar lo ofrecido en la familia (Patiño,

2010).

El niño con discapacidad necesita interrelacionarse con su entorno, en gran parte

su desarrollo cognitivo y de personalidad dependerá de las relaciones y la calidad de las

mismas, entre él y los padres, hermanos, maestros, compañeros de escuela, etc.

(González, 2002). Para que ambos procesos de socialización coincidan en beneficio del

niño, es necesario exista una relación de participación permanente, fundada, sobre todo a

nivel de la escuela, a partir de la comprensión profunda del fenómeno de la adaptación

familiar a la discapacidad de un hijo.

Como se señala en abundante evidencia empírica, la discapacidad es una

circunstancia frente a la cual las familias se adaptan de manera diversa, algunas con

mayores recursos que otras se enfrentan a las situaciones inherentes. Buscar una

explicación única y generalizada a todas las familias, como sucede en el contexto

educativo nacional, es en la actualidad una postura sólidamente refutable, que impide la

necesaria participación y complementariedad de la familia en la escuela, y sin embargo

una tendencia vigente.

Partir de esta lógica, implica reconocer de inicio las distintas posturas a través de

las cuales se explica el cómo las familias se adaptan a la discapacidad de un hijo. En la

siguiente revisión de literatura se presenta una síntesis de los principales planteamientos

teóricos existentes en este campo y la evidencia empírica que los sustenta.

2.2 La adaptación familiar a la discapacidad: perspectivas de análisis

La incorporación de la familia en la investigación sobre discapacidad es una

realidad reciente, a partir de los primeros años del siglo XX surge un constante interés por

la comprensión de los fenómenos familiares asociados a la discapacidad de un hijo,

producto de una mayor conciencia respecto al impacto que puede tener en todos los

miembros de la familia, así como de diversos movimientos sociales generados en Estados

Unidos y Europa.

31

El movimiento por los derechos de las personas con discapacidad, desafía las

concepciones prevalecientes en las ciencias sociales acerca de los grupos de personas

desfavorecidos (Risdal y Singer, 2004) e impulsa un cambio de visión acerca del

significado de la discapacidad, en consecuencia se reconoce la importancia del contexto

familiar y las tareas de investigación relacionadas son promovidas.

El proceso de desarrollo de la investigación sobre familia y discapacidad tiene

características particulares, de forma general la revisión de la trayectoria de variados

trabajos sobre adaptación familiar a la discapacidad de un hijo, permite notar que el

abordaje de este campo de estudio se caracteriza por:

1) diversidad de perspectivas teóricas, en su momento cada una dominante, que

coexisten entre sí y a su vez señalan las transformaciones ocurridas en la

conceptualización del fenómeno, centradas primero en el individuo y después en la

familia; 2) la diversificación de los sujetos de estudio -se trasciende la figura materna y

paulatinamente son incorporados el padre, los hermanos, los abuelos y la familia como

totalidad; 3) la creación y perfeccionamiento de variados instrumentos de evaluación; 4) la

transformación de una visión negativa de los efectos de la discapacidad en la familia a

otra que pondera los recursos y fortalezas familiares; y 5) el tránsito del análisis de

variables enfocadas en aspectos psicológicos a aquellas vinculadas con lo social, tales

como indicadores sociodemográficos y la pertenencia a grupos vulnerables.

Con la intención de agrupar la evidencia teórica-empírica que responde a la

caracterización anterior, se identifican tres perspectivas, la primera concentra modelos

relacionados con la pérdida, la segunda se centra en el estrés-individuo y por último, la

tercera en el estrés-familia; conviene señalar que estas perspectivas se derivan de

planteamientos realizados desde la psiquiatría, psicología y sociología familiar, se

traspolan al campo de la educación especial.

En el siguiente apartado se presentan, los conceptos centrales subyacentes en

cada perspectiva, así como los resultados más relevantes de algunas de las

investigaciones pertinentes a este estudio.

32

2.2.1 Perspectiva centrada en la pérdida

El concepto central de la literatura que aborda los modelos de explicación y las

primeras investigaciones sobre la adaptación familiar a la discapacidad de un hijo, es la

equiparación del nacimiento de un niño con discapacidad o su descubrimiento con la

pérdida; esta visión se concentra en el aspecto emotivo y las tareas psíquicas que los

padres necesitan realizar para resolver el duelo consecuente, son objeto de estudio los

sentimientos y reacciones de los padres en relación a esta circunstancia.

Tiene como sustrato teórico el trabajo de Freud acerca del duelo, melancolía y

narcisismo (1917), mismo que dominó el pensamiento de los teóricos de la psicología

durante los años 50’s y 60’s (Bernier, 1990; Roll-Pettersson, 2001) y se tradujo en

diversas posturas ampliamente aceptadas, por ejemplo en relación con pacientes

terminales y el duelo resultante a la muerte (Kubler-Ross, 1969) en niños con

discapacidad (Solnit y Stark, 1961; Olshansky, 1962).

Freud (1917) define el proceso intrapsíquico del duelo por la pérdida de un objeto

amado, como la serie de fases que una persona atraviesa en reacción a la pérdida de un

objeto o abstracción equivalente al que se estaba fuertemente vinculado; es necesario

apunta Brignani (2010) que la persona realice una tarea psíquica, sólo así se confirma la

ausencia del ser amado y en consecuencia la inexistencia de la relación.

La discapacidad de un hijo desde la tradición psicoanalítica se explica como la

pérdida del hijo ideal esperado, se asume una herida al narcisismo de los padres, ya que

el hijo real no coincide con el hijo esperado; tal realidad pone de manifiesto la frustración

de ideas preconcebidas respecto al hijo y provoca una herida narcisista de difícil

recuperación. La ruptura de fantasías y anhelos, incluso precedentes al deseo asumido de

procreación de la pareja de padres, genera sobre todo en la madre la imposibilidad de

conexión y respuesta adecuada a las necesidades afectivas del niño.

El proceso intersubjetivo que implica por parte del otro significativo una valoración

positiva del sujeto y su consecuente expresión de placer, y por parte del sujeto una

identificación con esa valoración y ese placer, es afectado trastocando así el vínculo

primario de relación entre ambos. En consecuencia los padres deben atravesar la serie de

33

reacciones asociadas con el duelo por el hijo que está pero no está, aunque cada uno de

los padres elabore este trabajo, es importante se lleve a cabo no sólo de manera

individual (Brignani, 2010).

En términos de apego, según Bernier (1990), la experimentación de los padres de

intensos sentimientos de pérdida del niño deseado, provocan la resistencia a un apego

seguro (Marvin y Pianta, 1996). Por lo tanto, una tarea psíquica de los padres es resolver

la discrepancia entre la imagen ideal realizada y la apariencia actual del niño, si la

discapacidad es visible, la discrepancia será mayor; sólo si los padres realizan un proceso

de duelo del niño idealizado, puede generarse el proceso de apego entre ambos (Ellis,

1989).

La fundamentación freudiana explicada, es el sustrato teórico compartido por

diversos modelos que conceptualizan a la discapacidad como una pérdida; de la revisión

de literatura se detecta que los trabajos de investigación y teorización realizados bajo esta

perspectiva poseen al menos cinco premisas en común:

Parte de una ubicación específica en el tiempo, por ello se analizan y describen

con mayor frecuencia los procesos implicados en la preparación de los padres al

nacimiento, probable crianza de un hijo, y el nacimiento o descubrimiento de la

discapacidad. La preparación al nacimiento se refiere específicamente al futuro, en

él los padres desarrollan procesos parentales anticipatorios considerados

normales, que disponen a las personas para una nueva fase de su vida (Bernier,

1990).

La parentalidad anticipatoria tiene que ver con las fantasías respecto a las

características del niño relacionadas con perfección, salud, belleza, las

expectativas sobre su presencia, el tipo de padres deseable; según Ellis (1989),

una fotografía mental del niño se desarrolla con las impresiones y esperanzas que

provienen de cada uno de los padres.

La pérdida y los procesos de adaptación, se conciben como un evento propio del

ser humano, ya que es posible se experimenten en algún momento de la vida,

particularmente cuando se asocian a la discapacidad y enfermedad crónica

34

(Lindgren, Burke, Hainsworth y Georgene, 1992); aun así la pérdida raramente es

anticipada cuando los padres piensan en procrear a un hijo.

En respuesta a la consecuente pérdida de las expectativas creadas respecto al

hijo, que se derivan del diagnóstico o descubrimiento de la discapacidad, existe

amplio consenso entre los estudiosos sobre la noción de crisis (Sen y Yurtsever,

2007; Bernier, 1990; Fortier y Wanlass, 1984; Hodbell y Deatrick 1996; Ellis, 1989),

que requerirá de un periodo de duelo y ajuste (Blacher, 1984).

Producto de la pérdida es posible experimentar diversas emociones a través del

tiempo en condiciones no predecibles, originadas por estímulos internos como

externos; desencadenan sentimientos de decepción, miedo y la intensificación de

la tristeza y el dolor, incluso años después de la pérdida inicial (Lindgren, Burke,

Hainsworth y Georgene, 1992; Eakes y Burke, 1998). Se reporta un considerable

interés por ubicar los eventos que detonan estos sentimientos, Burke, Eakes y

Hainsworth (1999) pretenden determinar los hitos asociándolos a una variedad de

eventos, los más frecuentes surgen a raíz de las comparaciones que los padres

realizan respecto a criterios de normatividad a nivel social, personal y de

desarrollo.

Al interior de la perspectiva de pérdida, los estudios reportados conforman dos

posturas diferenciadas respecto al proceso de adaptación parental (Yamaguchi,

2007), para algunos incompatibles entre sí (Wikler, Wasow y Hatfield,1981); una

posición considera que los padres atraviesan el duelo a través del tiempo, en una

progresión predecible de etapas, en las que se espera se alcance la aceptación y

conclusión del mismo -como sucedería en caso de la muerte-; esta postura se

adhiere a la noción de límite temporal preciso, incluso se han diagramado las

etapas en un orden específico: shock, desesperación, culpa, aceptación y ajuste;

la aceptación se requiere para una resolución saludable de lo contrario las

respuestas neuróticas ocurren.

La posición contraria discrepa con la idea de progresión del duelo limitada en el

tiempo, considera a su vez, que las personas experimentan estados emocionales

crónicos; para algunos en términos de tristeza periódica de largo plazo,

35

experimentada en reacción a continuas pérdidas (Olshansky, 1961); el dolor y la

tristeza crónica se piensan como una respuesta normal asociada a situaciones de

pérdida. Para Burke, Eakes y Hainsworth (1999) esta posición surge y ha sido

limitada a muestras de padres de niños con discapacidad, aunque trabajos

posteriores relacionados con la enfermedad crónica la incluyen

La investigación sobre pérdida

Las premisas anteriores enmarcan el conjunto de investigaciones, es fundamental

tomar en cuenta que un número considerable de ellas, se producen a partir de la década

de los 50’s-, y son básicamente teorizaciones surgidas de la práctica y observación clínica

en la búsqueda de patrones parentales asociados con la pérdida y el duelo subsecuente

más que investigaciones rigurosas (Dunlap y Hollinsworth, 1977).

Por lo tanto, los estudios menos recientes examinan y describen las maneras

cómo se manejan las crisis a partir de entrevistas enfocadas principalmente en el aspecto

emotivo de las madres; los estudios posteriores incorporan a sujetos diversos e

incrementan las propuestas de tipo experimental con hallazgos empíricos (Ellis, 1989;

Bernier, 1990; Head y Abbeduto, 2007). Después de encuadrar de manera general la

perspectiva centrada en la pérdida, se presentan algunas de las producciones más

significativas ordenadas según correspondan a la idea de cronicidad o progresión por

etapas:

Cronicidad

El trabajo clásico de Solnit y Stark (1961), examina el concepto de duelo en

relación al nacimiento de ―un niño defectuoso‖; describe la experiencia de madres de hijos

con discapacidad, los hallazgos de trauma, humillación, sentimiento de falla y pérdida del

niño saludable fantaseado de la cual los padres nunca se recuperan, les permiten teorizar

y proponer un modelo sobre las reacciones de duelo en la discapacidad.

Puntualizan los autores la vivencia anticipatoria del proceso de embarazo, en

donde se crean imágenes mentales sobre el hijo esperado, el nacimiento del niño con

discapacidad provoca la pérdida del hijo ideal y por lo tanto, una reacción patológica

36

depresiva se considera normal (Wiener y Dulcan, 2006) y la psicoterapia el camino a

seguir.

El duelo es concebido como un constante recordatorio de aquello que se perdió y

por ello la resolución del mismo no llega nunca, ya que no existe el tiempo para resolverlo

puesto que el niño inesperado requiere atención inmediata y permanente, por ello los

padres frecuentemente desarrollan respuestas neuróticas. Los autores no reportan

cuántas madres fueron incluidas en el estudio, o cuánto tiempo después del diagnóstico

las entrevistas fueron realizadas (Fortier y Wanlass, 1984).

Olshansky (1962) creador del modelo de tristeza crónica, sugiere que las

demandas en el cuidado y el constante recordatorio de las diferencias del niño, hacen

imposible una resolución final de los sentimientos paternos; aun así se sostiene la tristeza

crónica es una reacción normal, que puede promover una adaptación saludable

(Scornaienchi, 2003) o convertirse en un estado de duelo patológico similar a la depresión

(Gordon, 2009) si el sistema de soporte es inadecuado o no se reciben intervenciones

apropiadas para un afrontamiento efectivo.

Olshansky (1962) basado en observaciones clínicas y experiencias de consejería,

describe a madres de niños, -en tal momento histórico denominados mentalmente

retardados-, viviendo en un estado de ―tristeza crónica‖. Sostiene se debe abandonar la

creencia de una fase final de aceptación y proponen la sustitución de esta por un estado

―crónico‖ persistente a lo largo de la vida de los padres, como una respuesta adaptativa,

no necesariamente una depresión patológica (Wiener y Duncan, 2006).

El dolor es considerado una respuesta natural a un hecho trágico y no una

reacción neurótica; argumenta que el grado e intensidad de dolor varían de una familia y

de padre a padre; más que un resultado predeterminado, bajo esta visión, el ajuste es

visto como un proceso. Según el autor, la experiencia de la tristeza crónica no implica que

los padres no experimenten satisfacción y alegría por los modestos logros en el desarrollo

y crecimiento del niño con discapacidad. Los sentimientos de tristeza no resuelta son

normales y esperados, frecuentemente surgen asociados a momentos específicos

relacionados con la vida del niño, tal como la entrada a la adolescencia o juventud.

37

El trabajo de Olshansky (1962), pionero en el campo de la discapacidad

intelectual, describe de una serie de etapas secuenciales en el ajuste al proceso de duelo,

caracterizado por una fase inicial de shock seguida de un periodo de desorganización, en

la fase de desorganización los padres atraviesan sentimientos de enojo, culpa, vergüenza,

ansiedad, desesperanza, enojo, miedo.

Blaska (1998) en concordancia con Solnit y Stark (1961), propone el concepto de

duelo cíclico, que es descrito como la ocurrencia intermitente de uno o más emociones

que forman parte del proceso experimentado por los padres de un niño con discapacidad.

Como soporte a su propuesta realiza una investigación exploratoria de corte cualitativo,

con una muestra pequeña, en la que efectúa entrevistas bajo una aproximación

naturalista a 10 padres de familia, (7 mujeres y 3 hombres) de hijos con diversas

discapacidades entre ellas: síndrome Down, ceguera, autismo, parálisis cerebral,

discapacidad intelectual, con el objetivo de explorar retrospectivamente las percepciones

de la experiencia paterna en la crianza de un hijo con discapacidad.

Los resultados se centran en las emociones que los padres experimentan en

diversos momentos de la vida en la crianza del hijo con discapacidad entre ellas:

decepción, tristeza o depresión, soledad, miedo, enojo, frustración, shock, devastación,

parálisis, inseguridad y lástima por el niño. Encontró además similitudes en las emociones

entre padres y madres al momento en que es recibido el diagnóstico de discapacidad.

Como resultado de la investigación, la autora organiza diferentes eventos

desencadenantes en cinco períodos de tiempo, de acuerdo al ciclo vital que encontró en

las familias 1) los cinco primeros años: nacimientos de niños sin discapacidad en

conocidos o familiares, 2) la escuela elemental: la participación en eventos sociales, en

donde son evidentes conductas inapropiadas del niño con discapacidad, 3) adolescencia:

los logros del hijo relativamente menores son comparados con los obtenidos por los

pares, 4) período de escuela preparatoria: evidencia de imposibilidad de vivir los eventos

esperados para la edad, noviazgos, independencia, etc. 5) años posteriores:

preocupación por el futuro. Finalmente Blaska (1998), señala la necesidad de incluir

sistemas de soporte como un factor central en el manejo del proceso de duelo, así como

considerar aspectos relacionados con la cultura e inclusión de otros miembros familiares.

38

Walker, Caso y Garfield (1981) dicen que en la literatura existen dos nociones

incompatibles entre sí, acerca del proceso de ajuste parental de niños con discapacidad,

una de ellas afirma los padres atraviesan el duelo a través del tiempo y la tristeza es

crónica; la siguiente noción señala que el duelo tiene límites temporales, los padres

atraviesan una progresión predecible de etapas de ajuste a la situación y el duelo puede

ser concluido.

Puntualizan que es importante determinar cuál de estos dos patrones de ajuste

refleja de mejor manera la experiencia de los padres: si la visión progresiva de etapas que

culmina con el ajuste o la experiencia de la tristeza crónica; los autores señalan, ambas

posturas tienen repercusiones en la práctica clínica; la primera de ellas implica que si los

padres no atraviesan las etapas de manera progresiva, este hecho los ubica en el rango

de personas disfuncionales; en la segunda visión está implícita la idea de que la tristeza

crónica es natural más que una reacción neurótica, por lo tanto la tristeza se concibe

como una respuesta natural a un hecho trágico.

Con el objetivo de determinar cuál de estas dos percepciones refleja de manera

más acertada la experiencia de ajuste a la discapacidad intelectual de un hijo, los autores

enviaron un cuestionario vía correo a dos grupos: uno de trabajadores sociales (32) y

padres de niños con discapacidad intelectual (32), además dibujaron un gráfico de los

sentimientos parentales a través del tiempo.

El cuestionario enviado a los trabajadores sociales difería en un solo aspecto: en

cuál era su expectativa respecto al cómo los padres se ajustan a la discapacidad de un

hijo; a los padres se les preguntó cómo se sentían, además de mostrar gráficas que

representaban ambos procesos. Los gráficos señalan más altos y bajos que una

progresión constante hacia la resolución; un resurgimiento de sentimientos ocurrió

después del fracaso por alcanzar una variedad momentos de desarrollo significativos para

los padres.

Los sentimientos parentales se vuelven más intensos con el tiempo y no

desaparecen, sugieren la progresión de la tristeza crónica; los trabajadores sociales

desestimaron esta progresión de los sentimientos parentales, aunque sus gráficos se

parecían a los de los padres. Los resultados obtenidos confirman la visión de que la

39

tristeza crónica caracteriza la experiencia de los padres, más que un ajuste con una

duración de tiempo determinado; se encuentra que existen a lo largo de la vida periodos

de estrés y tristeza, no se indica que la tristeza sea continua, más bien un fenómeno

periódico.

Los autores concluyen que la tristeza crónica no parece ser una respuesta

anormal, más bien es una reacción normal a una situación anormal, para tratarlo como tal

implica permitir duelos periódicos y percibirlos como fortalezas en su afrontamiento.

Puntualizan que, al ser percibida la evidencia de la discapacidad respecto al desarrollo

normal de otros niños, es probable que los padres experimenten de nueva cuenta

sentimientos de decepción y confusión.

Daros, Perry y Les ley (1989), analizaron el ajuste, afrontamiento y tristeza crónica,

aplicaron un cuestionario a 18 padres y 22 madres de personas con síndrome Down, en

un estudio que refirió el enfoque gráfico de Walker (1981). Aunque 21 madres y 17 padres

indicaron que han experimentado tristeza crónica, las madres experimentaron mayor

frecuencia en ella y sus patrones de ajuste reflejaron periodos críticos de crisis.

El ajuste de los padres se explica en términos de una recuperación gradual, a

diferencia de las madres que reportan momentos ascendentes y descendentes, además

de patrones de crisis periódicas; las madres reportaron también mayor frecuencia de

tristeza crónica, así como conductas tales como autoculpabilización y expresión de

afectos negativos. Los resultados obtenidos, sugieren que tanto las madres como padres

de una misma familia, pueden experimentar diferencias en el ajuste y afrontamiento como

padres de un niño con discapacidad.

Roll-Pettersson (2001), realizó un estudio cualitativo en Suecia cuyo objetivo fue

focalizar en los sentimientos y respuestas de padres que tienen un hijo con discapacidad

cognitiva; 46 padres de 38 niños de entre siete y dieciséis años de edad fueron

entrevistados. Se realizaron entrevistas semiestructuradas, todos los participantes

respondieron la misma pregunta: Existen diferentes teorías acerca de cómo los padres de

niños con discapacidades se ajustan a su situación…¿cuál ha sido su experiencia?

40

Los resultados indican que las respuestas parentales varían, algunos padres

atraviesan las fases como en el modelo clásico de adaptación al duelo, pero la mayoría

reporta hacer experimentado incidentes durante el tiempo, que fueron percibidos como

críticos y difíciles. Según la autora, los hallazgos muestran que existe insuficiente soporte

como para que los profesionales continúen adhiriéndose al modelo de duelo asociado con

el paradigma patológico-disfuncional, modelos más abarcadores son necesarios para

soportar adecuadamente a las familias.

En un estudio cualitativo efectuado en Turquía, con el propósito de determinar las

dificultades experimentadas por las familias de niños con discapacidad, Sen y Yurtsever

(2007), diseñaron un cuestionario que aplicaron a 103 madres de niños con

discapacidades de entre 3 y 18 años; 51 de los participantes presentaba parálisis

cerebral, 35 discapacidad intelectual y 17 autismo, encontraron entre otros resultados

que, las madres experimentan una tristeza permanente severa, sobrecarga y enojo; su

vida social, laboral y relaciones familiares han sido afectadas.

Progresión

Drotar, Baskiewicz, Irvin, Kennell y Klaus (1975), llevan a cabo una investigación

de tipo cualitativo con el propósito de comprender la adaptación de los padres de niños

con malformaciones congénitas y entrevistan para ello a 20 padres de niños con síndrome

Down, labio paladar hendido y enfermedades de corazón; el análisis de las entrevistas

arroja como resultados principales cinco estados de reacciones parentales: shock,

negación, tristeza-enojo, adaptación y reorganización en el manejo del desarrollo del niño,

puntualizan que la asesoría en los momentos iniciales de vida es crucial en el ajuste y

apego parental.

Dunlap y Hollinsworth (1977) critican la existencia de un gran cuerpo de literatura

basada exclusivamente en las opiniones de profesionales sobre sus experiencias con

familias de niños con discapacidad, en esta crítica incluyen el trabajo de Solnit y Stark

(1961) y Olshansky (1962); señalan desde la época de los setentas, la necesidad de

realizar investigación para la identificación y conceptualización de los problemas

relacionados a la discapacidad.

41

Realizan en consonancia una investigación con el objetivo de conocer cómo se

afecta a la familia, -aunque se parte de una visión negativa relativa al efecto de la

discapacidad, este estudio vislumbra la incorporación de otro tipo de componentes por

ejemplo: la relación marital, los hermanos, la familia extensa, el área laboral, rutinas

familiares, tipo de discapacidad, edad y sexo del niño que desde la visión de los autores,

influencian la reacción familiar.

Para ello, aplican un cuestionario en una muestra de 400 familias estadounidenses

del estado de Alabama, los resultados arrojan que los efectos en las familias varían e

incluso se reportan algunos de tipo positivo; los autores atribuyen las discrepancias en

sus resultados en relación a otros reportes de investigación, en razón de que: 1) la gran

mayoría de trabajos antecedentes, se fundamentan en observaciones de tipo clínico y

sostienen, podría ser que este tipo de profesionales encuentre personas con problemas

graves que hace uso de servicios y las personas que mejor se ajustan tengan menos

necesidad de acudir, en consecuencia es sobre la población con problemas graves que se

realiza la teorización correspondiente, 2) el contexto social de la muestra pudo haber

influido, ya que se trabajó con población rural, pobre, con una alta proporción de raza

afroamericana, 3) la falta de conocimientos y ausencia de servicios.

Siendo el estudio de Dunlap y Hollinsworth (1977) uno de los iniciales, es preciso

reconocer que se perfila en los cuestionamientos de los investigadores una preocupación

por otro tipo de variables relacionadas con las características de la persona con

discapacidad, el contexto social, el ingreso económico, grado de escolaridad entre otras,

que en la próxima década serán operacionalizadas a través de diversos modelos.

Fortier y Wanlass (1984), realizan una revisión de literatura existente sobre el

tema, analizan las propuestas de seis autores Solnit y Stark (1961), Olshansky (1962),

Cohen (1962), Goodman (1967), Kennedy (1970), Epperson (1977), respecto a la crisis

familiar posterior al diagnóstico; conviene precisar que el trabajo de Fortier y Wanlass se

mantiene fiel a la idea inicial de progresión en etapas y básicamente pone en evidencia el

desacuerdo entre los autores respecto a la identificación de los componentes, nombres,

número de etapas, no obstante identifican consistentes similitudes entre las propuestas.

42

Un aspecto relevante es la afirmación de la necesidad permanente de

asesoramiento a los padres, ya que afirman el final de la crisis familiar no es

necesariamente el final de la necesidad en este aspecto. Aporta una visión

contemporánea respecto a los modelos iniciales al poner en evidencia las diferencias

temporales en la duración de cada etapa, así en cada individuo y familia éste será

distinto; los autores van más allá del nivel individual al considerar que la manera en que

cada miembro familiar reacciona a la crisis, afecta la respuesta de los otros miembros del

sistema familiar.

Fortier y Wanlass (1984), proponen un modelo de cinco etapas de la crisis familiar:

impacto, negación, duelo, re conexión con la vida diaria, cierre y cada una es descrita

desde la esfera conductual, afectiva, sensaciones, relaciones interpersonales y lo

cognitivo; notable es la incorporación en éste trabajo de los aportes de Lazarus (1984)

sobre el estrés, ya que muestra una diferencia en la conceptualización del fenómeno de la

adaptación que trasciende los modelos iniciales de pérdida.

Ellis (1989), en relación con la propuesta de Fortier y Wanlass (1984), desarrolla

un modelo que intenta representar el proceso de duelo asociado a la discapacidad de un

niño; para el autor, las fases varían en amplitud e intensidad, sin embargo sostiene que

usualmente toma algunos meses atravesarlas aunque las personas pueden detenerse y

entorpecer el proceso.

Especifica que en un nivel interpersonal, la familia probablemente se verá forzada

a lidiar con el etiquetado, estereotipos y un sentido de aislamiento; en un nivel cognitivo,

la familia se verá forzada a procesar información técnica y manejar el impacto del

diagnóstico sobre sus valores y expectativas; finalmente en lo afectivo, las familias

comenzarán a trabajar a través de sus emociones y sentimientos de duelo, enojo, culpa e

impotencia.

Coincide con Fortier y Wanlass (1984), en la idea de la afectación en varios

niveles; introduce en su discurso aspectos relacionados con el estrés, al afirmar que la

crianza de un niño con discapacidad puede ser la causa que exacerbe otros problemas

como la depresión y ansiedad, producto de la alteración de las rutinas familiares previas,

la atención y cuidado familiar. Un aspecto fundamental de la propuesta de Ellis (1989), es

43

el cuestionamiento acerca de los modelos de duelo, sostiene que al estar prácticamente

centrados en el evento traumático, se omite el potencial de crecimiento humano derivado

del duelo y limita su uso como motivación.

Rentinck, Kerelaar y Jongmans (2010), en un estudio de corte cuantitativo

realizado en Holanda, analizan las reacciones de 51 padres al diagnóstico de parálisis

cerebral de sus hijos, menores a los 18 meses de vida. Examinan variables en relación al

estatus de la resolución del duelo, los autores consideran que la falta de aceptación del

diagnóstico del hijo puede interferir en la interacción del padre con el niño, afectando la

percepción de necesidades y posibilidades del hijo.

Las medidas utilizadas fueron el Reaction to Diagnosis Interview (Marvin y Pianta,

1996), que analiza las reacciones parentales al diagnóstico de discapacidad, y su relación

con la severidad de la parálisis cerebral en términos de habilidades motoras y el

funcionamiento cognitivo de los niños, así como las estrategias de afrontamiento y el

soporte social percibidos por los padres, fueron investigados usando análisis de regresión

multivariados.

Los resultados indican que el 77% de los padres fue clasificado en la categoría de

resolución de las reacciones asociadas al duelo del diagnóstico de discapacidad, la

severidad de la discapacidad estuvo asociada con la no resolución del mismo. Aunque tan

alto porcentaje de resolución fue inesperada y no coincide con estudios similares, los

resultados probablemente se explican por el tipo de muestra y mayor nivel educativo de

los padres; además siendo la primera investigación que aplica la medida referida fuera de

Estados Unidos, tal vez las características culturales de la población en su reacción a

situaciones difíciles puedan parcialmente influir en los resultados; así como las

circunstancias de tipo económico y político del contexto.

Del análisis de la evidencia empírica se desprenden varias reflexiones, la

perspectiva acerca de la pérdida y las emociones de los padres relacionadas con la

discapacidad de un hijo, aún después de casi 50 años permanece vigente en la

investigación y práctica de los profesionales de la educación (Risdal y Singer, 2004), no

obstante los agudos señalamientos de investigadores y padres de familia realizados

durante las últimas décadas, entre los cuales destacan los siguientes:

44

Una de las críticas más severas es la de Ferguson (2002), el autor sostiene que

las premisas en la historia de la investigación de esta época están marcadas

profundamente por una visión negativa, que pretenden generalizar la experiencia humana:

el nacimiento del niño con discapacidad o el descubrimiento de la misma, es una tragedia,

estos niños inevitablemente lastiman a las familias en que nacen y los padres atraviesan

invariablemente en un tiempo preciso o de manera crónica, una serie de estados

emocionales.

Tal asunción domina hasta los años 80’s y afecta con un sesgo negativo el tipo de

preguntas formuladas; las investigaciones o reportes clínicos desarrollados desde un

modelo de mala adaptación, se concentran profusamente en aspectos actitudinales o

emotivos y conceptos como duelo, aceptación, rechazo, pérdida, tristeza crónica

prevalecen en el contexto de investigación e intervención. La literatura conserva

básicamente, una dirección, se asume tácitamente que las desviaciones respecto a una

salud mental óptima, obedecen a la presencia de la discapacidad por sí misma, en este

sentido las relaciones familiares recíprocas y los aspectos del funcionamiento familiar son

poco considerados (Rivers y Stoneman, 2003).

Respecto al diseño de las investigaciones, prevalece la comparación entre familias

consideradas ―normales‖ y aquellas con un miembro con discapacidad, se utilizan

medidas negativas de funcionamiento personal tales como depresión, neurosis, cuyos

objetivos se concentran en encontrar diferencias, sin atención a los procesos a partir de

los cuales estas se presentan. Investigadores critican sistemáticamente la inexistencia de

medidas positivas de adaptación familiar, argumentan que los hallazgos negativos han

sido generalizados.

Es posible afirmar que al inicio de la perspectiva centrada en la pérdida se genera

una simplificación del fenómeno de la adaptación a la discapacidad; sin embargo a través

del desarrollo de estudios y diversos hallazgos se pugna por una visión que involucre la

diversidad, tanto de respuestas de los padres como de factores intervinientes, entre ellos

la naturaleza de la discapacidad, variables demográficas y relacionadas con los padres,

particularmente el sexo; aunque Yamaguchi (2007) puntualiza, la severidad de la

45

discapacidad y el tipo de la misma sean aún los más estudiados con el proceso de

aceptación.

En este escenario es posible argumentar, que aunque se señale la complejidad del

impacto de la discapacidad en la familia y la variedad de factores contribuyentes (Kisler y

McConachie, 2010; Huang, Kellet y St. John, 2010; Durá-Vilá, Dein y Hodes, 2010) no se

muestra interés en la asociación entre la familia y el contexto educativo, aún si la mayoría

de las observaciones sobre los padres, provienen también de contextos escolares y las

sugerencias de los estudio indiquen la necesidad de asesoramiento y soporte a los

padres.

Por último, el esfuerzo por romper con la trágica tradición se consolida hasta

después de la década de los ochentas a raíz de la conjunción en el escenario de varios

aspectos: la innegable presencia de la variabilidad entre los padres respecto a la

adaptación, la tendencia a ponderar aspectos positivos, y de manera destacada la

incorporación de los padres de familia al movimiento crítico que cuestiona la visión

negativa y, no niega las dificultades pero aboga por incluir los aspectos positivos de la

vida con un hijo con discapacidad (Risdal y Singer, 2004).

A raíz de lo descrito surge otra perspectiva que se enfoca en la adaptación a la

discapacidad en razón de las diferencias individuales, mediada por una variable central de

gran impacto en la historia de este fenómeno: el estrés.

2.2.2 Perspectiva centrada en el estrés-individuo

De manera paralela a la corriente psicoanalítica y su influencia en el campo de la

discapacidad, a partir de la segunda mitad del siglo XX estrés y emoción aparecen como

temas importantes en la psicología moderna; se producen teorías subjetivas que abarcan

una amplia gama de procesos interesados en el modo en el que las personas valoran su

vida; como resultado de lo anterior, extensas trayectorias relativas al estudio del estrés-

afrontamiento se desarrollan en las ciencias sociales y humanidades desde los años 50’s,

y representan un marco organizativo desde el cual se aborda al individuo.

46

El estudio del estrés se desarrolla originalmente desde una orientación médico-

biológica, a partir de los trabajos pioneros de Selye (1956) quien lo define como un

conjunto de respuestas fisiológicas del organismo humano en reacción a estímulos

inespecíficos, basado en el concepto de homeostasis de Cannon (1964) -que explica el

proceso de adaptación fisiológica del organismo a través del mantenimiento del equilibrio;

en el campo social diversos estudios demostraron que la incapacidad del organismo

humano para controlar los estresores sociales y psicológicos del individuo pueden llevar a

la enfermedad, justificación relevante para que el estrés se aborde prolíficamente desde el

marco social de la salud (Sandín, 2003).

El creciente interés por la asociación del estrés con la salud de los individuos y la

incapacidad de un enfoque fisiológico para ofrecer una explicación teórica del porqué

ciertas experiencias son estresantes o cómo es que el organismo las reconoce como

tales, da pauta para que las teorías psicológicas se posicionen de frente a estos

cuestionamientos, al considerar entre otros planteamientos, que el estrés es el resultado

entre las demandas ambientales y los recursos individuales para afrontarlos (Lazarus y

Folkman, 1984).

El abordaje del estrés psicológico tiene gran impacto en el escenario científico,

clínico y académico, aglutina en sí mismo términos divergentes como: conflicto, ansiedad,

trauma, alienación, depresión, angustia e identifica en el plano emocional causas y

consecuencias en las personas por el manejo de las presiones de la vida cotidiana. Según

Lazarus (2000) existen dos grandes posturas sobre el estrés psicológico, -que a su

parecer son inadecuadas-, una se ubica en los sucesos provocadores o estímulos y la

otra en la respuesta o reacción y una tercera alternativa, la llamada postura relacional:

Estrés-estímulo

Al definir el estrés como un estímulo ambiental, se considera que los eventos de la

vida tienen la capacidad por sí mismos de producir un estado de estrés que contribuye al

desarrollo de enfermedades, esta postura es conocida también como el paradigma de los

cambios vitales (Perry, 2004). Desde esta visión el estrés se explica asociado a los

factores sociales; la escala de valoración de reajuste social de Holmes y Rahe (1967) es

la cristalización de este paradigma, centra su interés no sólo en quién enferma sino

47

también en cuándo y relacionado con qué evento enferma; preocupación que desarrolla

un marco de estudio de las relaciones entre los fenómenos sociales y la enfermedad que

promueve una, muy difundida, línea de investigación sobre el estrés y la salud aún vigente

(Sandini, 2003).

Uno de los supuestos básicos de este enfoque considera que los sucesos vitales

son eventos que demandan algún tipo de cambio respecto al ajuste habitual del individuo

e implican de entrada reacciones psicofisiológicas, -por ejemplo el matrimonio, divorcio o

la muerte de un ser querido-, (Lazarus, 2000), la cuestión central es que a mayor cambio,

que puede ser producido por la suma de varios sucesos vitales, existe mayor probabilidad

de enfermar; el potencial estresante de un suceso vital está entonces, en función de la

cantidad de cambio o la cantidad de esfuerzo presumible que conlleva.

Tales sucesos vitales pueden ser extraordinarios y extremadamente traumáticos,

pero generalmente son eventos habituales y más o menos normativos. Para Sandini

(2003), esta es la primera contribución consistente al modelo biosocial de la salud, la

aportación radica en una conceptualización de la enfermedad como resultado de factores,

tanto biológicos como sociales y psicológicos y no sólo en razón de un fenómeno

unifactorial y mecánico como sería el agente patógeno; al respecto Lazarus (2000) dice

que la idea de pensar el estrés psicológico ubicando un estímulo que probo que, es un

modo natural y atractivo, no obstante los sucesos vitales ―no sólo pasan a la persona

pasiva…la víctima ha contribuido inadvertidamente‖ (p. 63).

Si bien este modelo ha sido extensivamente utilizado en el área de la salud, pierde

vigencia ya que severas críticas señalan el olvido de las diferencias individuales en la

valoración y manejo de un evento vital estresante; es evidente que las diferencias entre

las personas existen y este enfoque es incapaz de resolver el cómo un evento vital puede

relacionarse con la pérdida de la salud, si un hecho no tiene la misma afectación para

todos.

Estrés-respuesta

La segunda conceptualización sostiene que el estrés es la reacción problemática a

estímulos; muy utilizada en fisiología y medicina considera que el estrés es una respuesta

48

orgánica o mental perturbadora; según Lazarus (2000) este es un razonamiento de tipo

circular, que no responde a la pregunta de cuál es el estímulo que produce la respuesta

de estrés, ―el estímulo estresante se define fundamentalmente por el hecho de existir la

respuesta del estrés, y la respuesta de estrés se define a su vez mediante la referencia al

estímulo que presumiblemente la provocó en primer lugar‖ (pág. 65).

Producto de este análisis el autor concluye que el uso del enfoque centrado en el

estímulo-respuesta, imposibilita determinar lo que hace que un estímulo sea estresante;

identificar al estrés por la respuesta no da oportunidad de conocer qué es estresante o

qué no es, porque se requiere esperar a que ocurra la reacción. Según Lazarus y

Folkman (1984), los enfoques derivados del estímulo-respuesta son circulares y no

explican qué es lo que hace que un estímulo sea estresante, a esta problemática el autor

pretende dar respuesta proponiendo un enfoque relacional del estrés.

Estrés-relacional

Lazarus (1993), uno de los teóricos contemporáneos de mayor impacto, propone

introducir en la ecuación estímulo-respuesta para explicar el estrés a la persona, y ello

conforma una tercera posición: una postura relacional. Finalmente ni estresores ni

respuestas estresantes existen de forma aislada, ambos forman parte de un proceso

interactivo entre situaciones y características del individuo.

La evidencia de las diferencias individuales muestra la imposibilidad de predecir

las reacciones de estrés, sin hacer referencia a los rasgos personales; anota al respecto

―lo crucial para la activación de la respuesta del estrés es el significado elaborado ante lo

que sucede…el significado psicológico que elabora una persona sobre un acontecimiento

ambiental es la causa próxima de la reacción de estrés y de las emociones que produce‖

(Lazarus, 2000, p. 68).

Desde esta lógica considera que lo que hace que un estímulo sea estresante para

la persona, depende de las características de la misma, es decir se requiere de alguien

que tenga cierta condición de vulnerabilidad a un estímulo para que entonces una

situación, sea valorada como estresante; con esta propuesta teórica, el autor desarrolla

49

una teoría del estrés psicológico, basado en el constructo de la valoración subjetiva, de

gran aceptación en la comunidad científica y académica.

El autor sostiene que el estrés y la emoción dependen del modo en que el

individuo valora -evalúa-, las transacciones con el entorno, lo relacional de su propuesta

contempla las relaciones persona-medio; examina el equilibrio de las fuerzas entre las

demandas ambientales y los recursos psicológicos personales para manejarlos; es la

mente de las personas la que evalúa la importancia o significado de lo que sucede y lucha

para manejar el estrés; el estrés ocurre cuando el individuo debe enfrentar demandas que

no pueden ser satisfechas porque exceden a sus recursos, ―la persona no confía o confía

poco en su propia capacidad para manejar el mundo con efectividad‖ (Lazarus, 2000, p.

71).

El modelo de Lazarus identifica las evaluaciones cognitivas, estrategias de

afrontamiento y recursos como los mediadores centrales en las respuestas potenciales

relacionadas con el estrés que afectan el bienestar, la conducta y el ajuste. La evaluación

cognitiva se refiere al proceso evaluativo que interviene entre la percepción inicial y la

subsecuente experiencia de la situación; el afrontamiento se refiere a los esfuerzos, tanto

cognitivos como conductuales, utilizados para manejar las demandas específicas a nivel

interno como externo, impuestas sobre los recursos individuales (Lazarus, 1993).

La teoría cognitiva del estrés y afrontamiento de Lazarus y Folkman (1984),

argumenta que cualquier evento, como el de la discapacidad, puede tener diferentes

significados y efectos para cada persona y sólo ella puede evaluar si los efectos son

estresantes. El efecto potencial de cada evento podrá ser modificado por la disponibilidad

y uso de recursos y estrategias de afrontamiento. Los recursos bajo este modelo incluyen

1) físicos: salud y energía; 2) utilitarios: economía, casa, empleo; 3) sociales: redes y

sistemas de soporte; 4) psicológicos: sistemas de creencias, herramientas para la

solución de problemas, personalidad.

La teoría del estrés psicológico de Lazarus y Folkman (1984), es una de las que

mayor atención y difusión tiene en el campo de la adaptación a la discapacidad y la

educación especial, en países con altos niveles de desarrollo sobre el tema, -Estados

Unidos y Europa primordialmente. Así como la perspectiva centrada en la pérdida concibe

50

la adaptación en términos de duelo, tristeza y se enfoca en las reacciones emocionales, la

perspectiva del estrés enfoca los procesos cognitivos entre persona-medio, y considera

que la discapacidad es evento que como experiencia puede sobrepasar los recursos del

individuo para afrontarla y genera estrés; a continuación algunos de los estudios

relacionados:

La investigación sobre estrés individual y discapacidad

A partir de la revisión de la literatura se observa que la producción en el campo del

estrés y discapacidad -además de extensa y heterogénea-, da cuenta de numerosas

investigaciones desde una variedad de enfoques teóricos y metodológicos; estos trabajos

conforman un cuerpo teórico en creciente consolidación pero de relativa consistencia

respecto a los conocimientos (Douma, Dekker y Koot, 2006; Hassall, Rose y McDonald,

2005; Wikler, Wasow, Hatfield, 1981), cuyo rigor metodológico continúa incrementándose

a través de diversas corrientes de pensamiento (Blacher, Neece y Paczkowsky, 2005).

A pesar de la heterogeneidad presente, los distintos enfoques comparten una idea

ampliamente consensada entre los investigadores del área, que se mantiene firme a lo

largo de los años: la crianza de un niño con discapacidad es un evento que puede generar

grandes niveles de estrés (Trute, Murphy-Hiebert y Levine, 2007; Baker, Blacher y Olsson,

2005; Beck, Daley, Hastings y Stevenson, 2004), producto para algunos de la frustración

e insatisfacción de los padres (Antshel y Joseph, 2006); aunque criar a un niño con

discapacidad se asemeje más que diferencie de la crianza de un niño con desarrollo

normal, existen desafíos adicionales a los que la mayoría de los padres responde y

derivan en la experimentación del estrés.

Es notoria una tendencia similar a la perspectiva centrada en la pérdida, es decir

los resultados de las primeras investigaciones se concentran con mayor frecuencia en

mostrar los efectos negativos de la discapacidad de un hijo, primordialmente en la salud

mental de las madres (Masters, 2008) en el que depresión (Singer, 2006), estrés,

malestar (Baker, Blacher y Olsson, 2005), inestabilidad familiar (Trute, Murphy-Hiebert y

Levine, 2007) son el común denominador.

51

En esta visión negativa, la mayoría de los estudios implican a la madres y son

menos los estudios sobre los padres (Singer, Ethridige y Aldana, 2007; Helff y Glidden,

1988) no obstante haya ocurrido una ―explosión en la investigación sobre los padres en

los últimos quince años‖ (Baker, Blacher y Olsson, 2005) siguen relativamente ignorados;

aunque si se consideran los cambios en el funcionamiento de las familias

contemporáneas, puede ocurrir que si éstos participan de una manera más activa en la

crianza, experimenten niveles más altos de estrés.

A partir de los años ochenta las posturas centradas en el déficit son desplazadas

por la búsqueda de los factores que contribuyen a una adaptación exitosa a la

discapacidad de un hijo, con la intención de no escuchar –solamente-, ―las

desafortunadas consecuencias‖ de una ―tragedia incuestionable‖ (Ferguson, 2002, p.

128); en el escenario científico ocurre un cambio de visión, fundamental para incluir la

búsqueda de las fortalezas (Brown-Baatjies, Fouché, Greeff, 2008).

Cada vez más investigaciones reportan los aspectos positivos de la crianza de un

hijo con discapacidad (Blacher y Baker, 2007; Jones y Passey, 2004; Greer, Grey y

MClean, 2006; Gupta y Sihgal, 2004, Hastings, Allen, McDermott y Still, 2002; Summers,

Behr, Turnbull, 1989), incluso encuentran nula diferencia entre variables como ambiente

familiar entre familias con un hijo con discapacidad y sin discapacidad (Perry, 2004).

En este movimiento conceptual, resulta evidente que la condición de discapacidad

por sí misma no es un factor de disfunción, las preguntas de investigación incorporan la

evaluación cognitiva y cuestionan el cómo o porqué los padres pueden experimentar

ciertos niveles de estrés; en este sentido un sin número de variables son utilizadas para

explicar la adaptación de los padres (Lloyd y Hastings, 2008). A continuación se presenta

el resumen de algunos trabajos, seleccionados de un amplio espectro de la literatura

revisada, mismos que se organizan en tres ejes: problemas de conducta del niño, cultura

e indicadores demográficos.

Problemas de conducta del niño

Un aspecto muy estudiado es la relación entre las manifestaciones conductuales

del niño con discapacidad y los niveles de estrés de los padres (Bostrom, Broberg y

Hwang, 2010; Wieland y Baker, 2010; Wikler, Wasow y Harfield, 1981); aun siendo los

52

problemas de conducta muy importantes para el bienestar de los padres, existe gran

variabilidad en esta relación que no ha sido explicada. Con el objeto de clarificar estos

aspectos se muestran varios estudios, en los que el soporte marital, la evaluación

cognitiva, los rasgos de personalidad de los padres resultan significativos:

Olsson y Hwang (2001) analizaron la depresión parental asociado a dificultades

conductuales, en 216 familias de niños con autismo o discapacidad intelectual y 214

familias control suecas de contextos urbanos y rurales. Aplicaron un inventario sobre

depresión e índice de status socioeconómico; los resultados sostienen que las madres de

niños con discapacidad tienen un riesgo mayor de sufrir estrés psicológico, causado por

los problemas de conducta en combinación con las restricciones en la vida personal.

Respecto a los padres, éstos mostraron niveles normales de depresión, hallazgo

consistente con Bristol, Gallagher y Schopler (1988); para los autores, la diferencia entre

padres y madres probablemente se explique por el hecho de que las madres asumen una

gran parte del trabajo extra relacionado con el niño que presenta discapacidad y

frecuentemente dejan sus trabajos y se sienten incapaces de seguir sus propios intereses.

Este estudio pone de manifiesto la importancia del estatus marital, ya que las

madres solteras constituyeron un grupo vulnerable para depresión, ello confirma la idea

de que el soporte marital, la relación de cohabitación y la prevención de conflictos

domésticos, son las mejores maneras de promover la salud mental en las familias de

niños con discapacidad (Sloper, 1999; Bristol, Gallagher y Schopler, 1988).

Otro factor considerado en la adaptación a las dificultades presentadas por la

conducta de los niños, es la evaluación cognitiva, componente estudiado por Hassall,

Rose y McDonald (2005). Dichos autores realizaron una investigación cuantitativa, cuyo

objetivo fue investigar las relaciones entre las cogniciones parentales, características del

niño, soporte familiar y el estrés parental en 46 madres inglesas de niños con

discapacidad intelectual; utilizaron dos escalas, una de ellas para la medición de

conductas mal adaptativas de los niños y la otra sobre soporte familiar, competencia en la

crianza, estrés parental y locus de control parental.

Los resultados obtenidos reportan que cuando un padre se siente incapaz de

controlar la conducta de su hijo, y cree que las necesidades del niño dominan su vida se

53

reportan mayores niveles de estrés. Se detecta además, la necesidad de promover

estrategias de afrontamiento para que los padres puedan manejar los problemas de

conducta de los niños con discapacidad intelectual.

Baker, Blacher y Olsson, (2005) consideran que los problemas de conducta de los

niños con discapacidad intelectual aumentan el estrés parental más que el propio retraso

en el desarrollo; por ello realizan un estudio con los objetivos de examinar la relación

entre los problemas conductuales del niño y el bienestar parental, mediados por el rasgo

de personalidad optimismo-pesimismo, vinculado con la personalidad de los padres.

Analizaron una muestra de 214 familias provenientes de los estados de

Pennsylvania y California en Estados Unidos, de niños clasificados con retraso en el

desarrollo - limítrofes y sin retraso; las medidas utilizadas fueron: estrés parental,

depresión, ajuste marital y optimismo. Los padres mostraron mayor depresión y menos

ajuste en la relación marital cuando sus niños presentaban problemas de conducta en un

rango clínico. El optimismo como moderador fue soportado especialmente para las

madres, cuando los problemas de conducta de los niños son más altos, las madres se

muestran menos optimistas.

Los hallazgos de estas investigaciones recomiendan, que en el plano de la

intervención, la escuela y los programas para padres incluyan estrategias para el manejo

de los problemas de conducta; adicionalmente sería benéfico focalizar en el sistema de

creencias de los padres con la intención de incrementar una disposición al optimismo y

sugieren la terapia cognitivo-conductual como el medio para identificar patrones de

pensamiento negativo y el desarrollo de estilos cognitivos más positivos.

Cultura

Cobra relevancia en la explicación de la adaptación al estrés la variable cultura

como mediadora, una serie de estudios señalan que la mayoría de la producción científica

se crea en las países desarrollados occidentales y que sus hallazgos, si bien marcan una

directriz, no necesariamente son comprensibles en contextos socioculturales diversos;

debido a ello impulsan el reconocimiento de la diversas de respuestas familiares en razón

de criterios relacionados con la especificidad de la cultura, por ejemplo:

54

Blacher y McIntyre (2006), con la intención de explicar las diferencias culturales en

el impacto de los desórdenes de la conducta de la persona con discapacidaden el

bienestar de las familias; analizaron una muestra de 282 adultos jóvenes con distintos

síndromes: discapacidad intelectual, parálisis cerebral, síndrome Down y autismo y 282

madres de las cuales 150 eran anglosajonas y 132 latinas del estado de California,

Estados Unidos.

Las preguntas del estudio exploran entre otros, si existen diferencias en el

bienestar parental en relación con la cultura, específicamente entre el grupo de latinos y

no latinos. Las medidas utilizadas abordan aspectos demográficos y conductuales de los

jóvenes, así como cuestionarios acerca del bienestar familiar, operacioanalizados a través

de escalas sobre impacto familiar, síntomas depresivos y actitud hacia la vida. Los

patrones de problemas conductuales no difieren entre las muestras de latino y no latinos,

aunque los niveles de bienestar en madres latinas reportan significativamente mayor

depresión y menor moral, pero a su vez mayor impacto positivo de su hijo más que las

madres anglosajonas.

Conclusiones significativas se extraen de esta investigación ya que los hallazgos

de Blacher y McIntyre (2006) apuntan a la necesidad de visualizar las diferencias

culturales en los reportes de depresión, moral e impacto positivo. El impacto positivo en

las madres latinas dicen los autores, puede estar relacionado con factores de

personalidad no medidos en la investigación, y añaden es importante estudiar qué de la

cultura latina cuenta para que exista una percepción de impacto positivo; hipotetizan que

el autosacrificio, caridad, el dar más allá de la expectativa del recibir y encontrar mayor

satisfacción en la crianza del hijo puede ser una explicación al respecto, aunque también

la sobrecarga por el cuidado del hogar y del miembro con discapacidad puede conducir a

la depresión.

Para decrementar el riesgo de depresión y baja moral en las madres latinas, se

cree es necesario el involucramiento de otros miembros familiares, ya que el soporte

informal es un recurso de afrontamiento y una expectativa en muchas familias latinas, aún

si sus circunstancias socioeconómicas dificultan su realización; de nueva cuenta esta

afirmación promueve la necesidad de una reflexión acerca de las características de las

55

familias, cuáles son sus fortalezas que pueden incidir en la adaptación a la discapacidad

de un hijo.

En una postura que reconoce la importancia de la cultura Gau, Chiu, Soong y Lee

(2008) efectúan una investigación de corte cuantitativo en la que exploran las

características parentales, el estilo parental y los problemas de conducta en niños chinos

con síndrome Down y sus hermanos, en una zona de Taiwán; tienen como

interés,comprender en una cultura oriental con un grupo étnico específico, si los padres

de estos niños experimentan mayor psicopatología, problemas maritales y disfunción

familiar en relación a padres de niños sin discapacidad.

La muestra comprende 45 familias con un hijo con Síndrome de Down y 50

familias control, de los cuales 43 madres y 37 padres del grupo de niños con discapacidad

y 50 madres y 50 padres del grupo control respondieron diversas medidas auto

administradas; Las medidas incluyen: un inventario de personalidad, escala de síntomas

psicopatológicos, reporte de preocupaciones referido a los hijos, escala de estilos

parentales, instrumento sobre adaptabilidad y cohesión familiar y reporte sobre la cualidad

de la relación marital.

Los resultados más sobresalientes concluyen que los padres de niños con

discapacidad presentan mayor psicopatología y disfunción familiar, las madres están con

menor frecuencia empleadas en relación a sus contrapartes; los niños con síndrome

Down muestran mayores problemas de conducta comparados con los dos grupos; los

autores señalan que el trato diferenciado de los hermanos es un fenómeno

multidimensional, que deberá ser interpretado en relación al factor cultural en el que las

familias en Taiwán están fuertemente influenciadas por los principios de Confucio.

El factor cultural en esta investigación tiene una relevancia significativa, ya que los

hallazgos se interpretan a partir del mismo; por ejemplo se enfatiza que las conductas, en

el contexto chino, deben ser reforzadas por los padres para asegurar las metas familiares

y sociales que buscan la armonía en las relaciones y la integridad familiar. Este estudio

pone de manifiesto la necesidad de interpretar los hallazgos de toda investigación a la luz

de los contextos culturales que diferencian y otorgan un significado particular a las

variables estudiadas, sin negar los aspectos generales de la experiencia humana.

56

Para McConkey, Truesdale-Kennedy, Chang, Jarrah y Shukri, (2008) la variable

cultura es el elemento que vertebra el estudio transcultural realizado entre Irlanda, Taiwán

y Jordania, sobre el impacto de la discapacidad intelectual de un hijo en el bienestar de la

madre; la intención de desarrollar investigación que atienda a la particularidad de los

contextos sociales específicos, en un ámbito dominado por la producción occidental, les

permite plantear la necesidad de identificar las estrategias de afrontamiento, el tipo de

soporte informal-formal disponible y su relación con indicadores de bienestar maternal.

La muestra de esta investigación de corte cuantitativo, incluye un total de 209

madres, de las cuales 98 son taiwanesas, 62 irlandesas y 49 jordanas; las medidas se

eligieron en función de su ya probada aplicabilidad en distintos contextos y coeficientes de

validez-confiabilidad adecuados; tres escalas indican el bienestar maternal, ello incluye la

percepción del funcionamiento familiar, un cuestionario de estrés y una escala sobre salud

que analiza morbilidad psiquiátrica; además de medidas de afrontamiento, soporte

informal, conducta mal adaptativa del niño e información demográfica.

Los resultados obtenidos son 1) múltiples puntos de encuentro entre las

respuestas de las madres, ya que en los tres grupos las madres, experimentan una pobre

salud mental, un incremento en los niveles de estrés relacionados con el niño y un pobre

funcionamiento familiar, ello sugiere que independientemente de la cultura, la presencia

de un niño con discapacidad impacta en maneras similares; sin embargo no todas las

madres reaccionan igual y es necesario que los servicios de soporte lo consideren.

En la identificación de posibles causas para la variabilidad presentada por las

madres, se encuentra que la mayor parte de esta se constituye por los problemas de

conducta de los niños, además de la percepción del funcionamiento familiar; otros

indicadores de pobre funcionamiento familiar se relacionan con las madres solteras, vivir

en una casa compartida o rentada y bajos niveles educativos. La conclusión general del

estudio señala la importancia y necesidad de estudiar a los padres, así como la necesidad

de enfoques centrados en la familia que consideren las necesidades de soporte de las

madres.

57

Indicadores demográficos

La inclusión de variables de tipo demográfico es el explícito reconocimiento de la

importancia de factores que van más allá de características psicológicas centradas en el

individuo; en la diversidad de circunstancias que rodean a las familias con un miembro

con discapacidad se adiciona para algunas un factor extra de riesgo relacionado con

condiciones socioeconómicas como las siguientes investigaciones evidencian:

De acuerdo a Shin y Nhan (2009) en los países en desarrollo, existe poca

información sobre las familias con niños con discapacidad, la pobreza y la falta de

adecuados sistemas de salud o educación especial contribuyen a que las familias de

estos niños soporten una pesada carga.

Con el objetivo de explorar el estrés parental en madres con un hijo con retraso

cognitivo, en un país como Vietnam en donde según Shin y Nhan (2009) la mayoría de las

familias viven en condiciones difíciles, con algunos recursos y limitado acceso a los

servicios necesarios; realizan un estudio cuantitativo, en un muestra integrada por 255

madres de las cuales 106 tiene un hijo con retraso cognitivo y 120 presenta un desarrollo

normal. A través de inventarios se mide: la habilidad funcional del niño, estrés parental,

soporte social y características demográficas.

Los principales resultados confirman que las madres con un niño con retraso

cognitivo presentan mayores niveles de estrés; las variables relacionadas con el estrés

parental ponen de manifiesto que el nivel educativo materno, la condición de salud de

padre, el estatus económico y el apoyo social percibido son significativos al estrés

maternal. Según Shin y Nhan (2009), la falta de recursos económicos y los problemas de

salud del padre, crean tensión en las madres. La falta de servicios de salud parece

promover una mayor vulnerabilidad de las madres vietnamitas respecto a las madres de

países desarrollados.

Otros temas de preocupación emergen de la relación del estrés con variables

demográficas de riesgo, por ejemplo las madres experimentan mayor estrés cuando el

58

sexo del hijo con discapacidad es mujer probablemente por los temas sobre su desarrollo

físico y el futuro; subrayan que en la mayoría de las culturas asiáticas, se prefieren los

niños sobre las niñas, y este aspecto no ha sido lo suficientemente estudiado en el caso

de la discapacidad.

Con una preocupante afirmación los autores concluyen que en los países en

desarrollo los niños no pueden alcanzar su potencial cognitivo por causa de la pobreza,

pobre salud y nutrición; la pobreza y la falta de servicios de salud indirectamente o

directamente, dicen, incrementa la discapacidad que a su vez produce mayor estrés en

las madres que afrontan la situación de sus hijos.

Por lo tanto cuando se provean servicios a los niños con discapacidad, de manera

insoslayable tendrían que considerarse variables socioeconómicas de las madres y tales

como, pobreza, pobre salud, nivel educativo, que son condiciones prevalecientes en la

mayoría de los países en desarrollo, de otra manera cualquier intervención y la educación

especial, tienen el riesgo de fallar en sus propósitos.

Emerson, Graham Hatton (2006) y Emerson, Graham, McCullock, Blacher, Hatton

y Llewellyn (2008) siguen la línea de investigación antecedente y consideran que los niños

con discapacidad intelectual son una población particularmente vulnerable, en riesgo de

sufrir significativamente mayor pobreza y exclusión social, además de tener una salud

física y mental más pobre que los niños sin discapacidad; los riesgos en la infancia

incrementan, dicen, la posibilidad de desventajas socioeconómicas y pobre salud en la

edad adulta.

Los autores exploran y comparan las características de las familias de niños con

discapacidad intelectual con sus pares sin discapacidad, de tres años de edad; en una

última muestra de 12, 689 familias de las cuales 440 niños presentaron discapacidad en el

Reino Unido. Se aplicaron dos instrumentos para el análisis cognitivo de los niños,

identificando así el retraso en el desarrollo, además de indicadores estándar de salud y

bienestar de los padres, las circunstancias socioeconómicas se evaluaron con medidas

estandarizadas de posición económica, nivel educativo, empleo, clases social, ingreso.

59

Los resultados concluyen que los niños con estas características tienen un riesgo

mayor de vivir en condiciones que limitan sus oportunidades de vida y bienestar; ello

sugiere para los autores que las desigualdades sociales y en materia de salud a las que

está expuesta esta población, están de alguna manera, determinadas por las

circunstancias de pobreza y su gran exposición condiciones desfavorables, más que a la

condición inherente a la discapacidad o a los síndromes subyacentes a los mismos.

Finalmente confirman que una prolongada exposición a condiciones

socioeconómicas adversas en el desarrollo del niño, tiene un impacto directo en el

desarrollo cognitivo del mismo y en sus oportunidades de vida; un aspecto fundamental es

evidente, los autores sugieren que los efectos de la adversidad socioeconómica en el

niño, son mediados a través del impacto que tales condiciones tienen en la salud mental

de los padres, la disolución familiar y calidad en las relaciones familiares, prácticas

parentales y la reducida capacidad para invertir positivamente en oportunidades de

desarrollo.

Hasta aquí las investigaciones presentadas desde una perspectiva del estrés a

nivel individual en la discapacidad intelectual, ponen de manifiesto el interés creciente de

los investigadores por ampliar el espectro de explicación a la adaptación, incluyendo

múltiples factores, por ejemplo los relacionados con las características del niño, cultura e

indicadores demográficos; el elemento que destaca de ello es la premisa subyacente a

este enfoque: existe variación en la adaptación de los padres, por lo tanto no es posible

homogeneizar la experiencia de la discapacidad de un hijo.

Por otro lado, es necesario considerar ciertas limitaciones a esta visión dado que

este tipo de estudios no se ocupa de las relaciones familiares; es decir, esta es una visión

que se concentra sobre todo en el individuo y sus procesos psicológicos. Las variables

relacionadas con el contexto familiar no se responden desde esta perspectiva.

Un punto central para el presente estudio, se desprende de la revisión: si bien

varios estudios recomiendan producto de sus resultados, la necesidad de programas

educativos específicos para el manejo de problemas conductuales de los niños, la

formación parental en estrategias de afrontamiento efectivas, la necesidad de soporte de

60

los padres, ninguno de ello está planteado desde la importancia de la participación de la

familia en la escuela, en beneficio del niño con discapacidad.

En el momento en el que es evidente la necesidad de incorporar otro tipo de

factores que expliquen la adaptación a la discapacidad de un hijo, en términos de la

reciprocidad de las relaciones, la familia como objeto de estudio aparece y los

investigadores puntualizan en la urgencia de considerarla (Rivers y Stoneman, 2003); se

fortalece de esta manera la siguiente perspectiva:

2.2.3 Perspectiva centrada en el estrés-familia

Hasta aquí es importante recapitular que las dos tradiciones ya descritas ponen de

manifiesto un punto clave: la diversidad en la experiencia de la discapacidad de un hijo,

por lo tanto la asociación lineal de discapacidad y disfunción se resquebraja. A partir de

mediados de la década de los ochentas se promueve el estudio del esfuerzo de las

familias y su capacidad para afrontar los retos (Crnic, Friedrich y Greenberg, 1983).

Hodapp (2008), señala tres ejes en la investigación: 1) mayor número de

investigaciones en las que los padres, hermanos, abuelos son incluidos; 2) modificación

de la idea de una adaptación rígida e inamovible por la consideración de que las

reacciones-percepciones de una familia pueden cambiar con el tiempo y la edad de los

hijos; 3) por último y una anotación importante para el presente trabajo, la emergencia de

los recursos familiares internos y externos.

Finalmente es visible la diferencia entre las familias y las personas, como afirma

Perry (2004) la heterogeneidad, se constituye actualmente en el objeto de investigación

del área. En tal sentido, es posible anotar que cada familia desarrolla una adaptación

familiar diferente, -resultado positivo o negativo de las respuestas familiares a una crisis y

la acumulación de demandas inherentes (McCubbin y Patterson, 1983),- para hacer frente

a las necesidades en la interacción con la discapacidad de un hijo.

En comparación con la prolongada trayectoria en la investigación sobre el estrés a

nivel individual, el interés a nivel teórico y práctico en el estrés familiar es un fenómeno

61

relativamente reciente; surge de varias disciplinas que examinan este fenómeno más allá

de una perspectiva individualista (Price, Price y McKenry, 2010); conceptos como daño,

duelo, aceptación, estrés desde una visión negativa, no fueron capaces de reflejar la

diversidad de experiencias de las familias, en la crianza de un niño con discapacidad

(Masters, 2008).

La investigación transita de la metáfora de la tragedia (Maul y Singer, 2009) a un

segundo momento en donde desde una perspectiva positiva, es posible analizar los

complejos procesos en los que participan no sólo los padres, sino la totalidad de los

miembros de cada subsistema familiar (Singer, 2000; Pereira y Dessen, 2004).

El marco que sustenta en gran medida este cambio se sustenta en las

aportaciones derivadas del estudio del estrés familiar, iniciadas en la Universidad de

Michigan y Chicago durante los años 30’s, posteriores a la gran Depresión

norteamericana (Boss, 2002). Hill es considerado el precursor de estos estudios y el

primero en conceptualizar la teoría del estrés familiar a través del modelo ABC-X (Boss,

2007); la principal contribución del modelo clásico, radica en la idea de que el estrés o

crisis pueden ser influenciados por algunas variables que actúan como moderadoras, en

este sentido el estrés es el producto del cómo la familia define las circunstancias

demandantes y los recursos familiares disponibles para afrontarlos (Price, Price y

McKenry, 2010).

De acuerdo a Hodapp (2008), aún si varios estudios han tratado los sentimientos,

percepciones y emociones de los padres y hermanos, recientemente los estudios sobre la

familia incorporan otro conjunto de datos relativos a indicadores demográficos como

ingreso, ocupación, nivel educativo; y examinan las estructuras de las familias y sus

condiciones.

Como sostiene Ferguson (2002), ello no significa que tener un hijo con

discapacidad deje de ser conceptualizado como un evento estresante (Perry, 2004), sólo

que las preguntas se formulan de manera distinta, entre otras: ¿cuáles son los factores

que explican el que algunas familias son más capaces que otras, en adaptarse a la

vivencia de la discapacidad de un hijo, reportando beneficios y resultados positivos?

(Hastings, Allen, McDermott y Still, 2002; Yuan, 2003; Gupta y Sihgal 2004; Hastings,

62

Beck y Hill, 2005). Bajo esta perspectiva, se desarrollan una serie de estudios globales y

multifactoriales cuya base teórica es un modelo de estrés, entre ellos el: modelo doble

ABCX (McCubbin y Patterson, 1983) derivado de los trabajos pioneros de Hill (1958).

El modelo doble ABCX de McCubbin y Patterson (1983) incluye cuatro factores

adicionales post-crisis identificados como una contribución que pretende describir el

proceso de adaptación a través del tiempo, en donde: (aA) se refiere a la severidad del

estresor y la acumulación de demandas como estresores vitales adicionales; los recursos

que las familias aplican con la intención de manejar las crisis (bB); los cambios que las

familias hacen de su definición de la situación que les ayuda a entenderla (cC); y los

resultados familiares de fortalezas/ajuste (xX).

Investigaciones estrés-familia

Una serie de diversas investigaciones en discapacidad y específicamente en el

área de la discapacidad intelectual, han utilizado como marco el modelo doble ABCX

(McCubbin y Patterson, 1983), confirmando la utilidad del mismo (Reddon, McDonald y

Kysela, 1992; Xu, 2007) cuando se proponen lógicas de explicación multifactorial. A

continuación se muestran algunas investigaciones que se organizan de acuerdo al factor

del modelo que resulta significativo:

Factor B: recursos familiares y C: definición familiar del problema

El trabajo de Bristol (1987), se desarrolla con 45 madres de personas con autismo

-es pionero y referencia obligada para estudios posteriores-,tiene como propósito la

aplicación del modelo en el estudio de la adaptación al estrés. Los resultados de mayor

relevancia señalan que recursos y creencias fueron más predictivos de adaptación que la

severidad de la discapacidad.

La investigación de Orr, Cameron y Day (1991) tiene como objetivo clarificar el

orden de los factores del modelo, particularmente aquellos mediadores entre el estresor y

el estrés; en 86 familias (80 madres, un abuelo, dos abuelas y tres padres) de un niño con

retardo mental. La batería de pruebas se integró por las siguientes medidas: índice de

63

estrés parental, inventario de recursos familiares, afrontamiento familiar, problemas

conductuales del niño.

El resultado principal arroja que el orden causal de las variables sugiere una

relación ACBX más que ABCX; esto es, la efectividad de los recursos en reducir el estrés

en este tipo de familias va a depender del cómo la familia/padres definan e interpretan las

necesidades del niño, el nivel de funcionamiento, los problemas de conducta y otras

características idiosincráticas. Los autores subrayan la importancia de las creencias y

valores como un filtro a través del cual se procesan los estresores.

Al investigar la importancia de los distintos componentes del modelo en la

explicación de la adaptación de padres y madres finlandeses al estrés parental de niños

con discapacidad intelectual. Los resultados indican que el factor predictor del estrés más

importante es la definición negativa de la situación, en este estudio factor C.

En las madres la definición negativa estuvo asociada con los problemas

conductuales del niño y en los padres con la experiencia de la aceptación social del niño.

Los padres que fueron capaces de reencuadrar la discapacidad de su hijo en de una

manera positiva respecto a su vida diaria, no experimentan niveles altos de estrés;

también resalta la importancia del soporte marital en la adaptación para ambos

progenitores. Estos hallazgos apuntalan la necesidad de soporte profesional para el

manejo de los problemas conductuales del niño para una mejor adaptación de los padres.

El modelo ha sido también utilizado para explicar el bienestar de alguno de los

progenitores de niños con discapacidad intelectual. En un estudio cuantitativo realizado en

madres estadounidenses y coreanas cuyo propósito fue comparar el bienestar psicológico

de madres con un hijo con discapacidad intelectual, Shin y Crittenden (2003), se

entrevistaron 78 madres. El estresor, fue operacionalizado a través de un inventario de

conducta mal adaptativa del niño; los recursos, con una escala de soporte social; la

percepción, a través de las actitudes maternales hacia la discapacidad y adaptación,

mediante la percepción de estrés.

Los autores señalan que las causas de estrés son distintas en para ambos grupos:

en las madres estadounidenses se relaciona con variables individuales, y es la conducta

64

mal adaptativa del niño el indicador más importante, dado que las madres invierten mayor

tiempo y energía en disciplinar a sus hijos y perciben que la situación está fuera de control

respecto al soporte percibido; en cambio, las madres coreanas, además de mostrarse

más estresadas respecto a las norteamericanas, son afectadas por sus valores culturales,

más que por los mismos hijos; la actitud negativa hacia la discapacidad es el factor con

mayor peso.

Por ello los autores evidencian la necesidad de que los profesionales relacionados

con la atención a estas familias, comprendan la importancia de los antecedentes

culturales de las familias; dicen, aquellos que trabajan con familias de culturas en donde

prevalecen actitudes negativas hacia la discapacidad, requieren enfocarse en el cambio

de las mismas y proveer soporte, puesto que si las madres, no tienen actitudes positivas

será menos frecuente que se interesen en el crecimiento y desarrollo de sus hijos.

Salovîita, Italïnna y Leinonen (2003), investigan la importancia de los distintos

componentes del modelo en la explicación de la adaptación de padres y madres al estrés

parental, de niños con discapacidad intelectual. Los resultados indican que el factor

predictor del estrés parental más importante fue la definición negativa de la situación, en

este estudio factor C. En las madres la definición negativa fue asociada con los problemas

conductuales del niño y en los padres estuvo relacionada con la experiencia de la

aceptación social del niño.

En una población de 48 familias inglesas con un hijo con discapacidad mental y

problemas de conducta, Jones y Passey (2004) exploraron el estrés de los cuidadores

primarios (padres, abuelos y padres adoptivos) en relación con ciertas características del

niño, recursos, percepciones parentales y estilos de afrontamiento. Las medidas aplicadas

incluyen un inventario sobre características del niño y el padre, estrés parental, recursos

familiares, estrategias de afrontamiento, locus de control parental.

Los resultados arrojan que el predictor más potente de estrés parental fue el estilo

de afrontamiento familiar y el locus de control interno de los padres. De acuerdo con ello

afirman que los padres que creen que sus vidas no están controladas por sus hijos con

discapacidad y que afrontan enfocándose en la integración familiar, coparticipación y son

optimistas tienden a mostrar menores niveles de estrés.

65

A pesar de la limitación por el reducido tamaño de la muestra, los autores

recomiendan estudiar el estrés en diferentes períodos de tiempo, así como la importancia

de las percepciones parentales; para que los padres sean más competentes es necesario

la formación en el uso adecuado de cierto tipo de estrategias de afrontamiento, cohesión

familiar y cooperación a través de grupos de soporte parental.

Al examinar los factores que contribuyen al empoderamiento en una población de

100 padres canadienses de niños preescolares con discapacidad en el desarrollo y 100

sin discapacidad en el desarrollo, Nachshen y Minnes (2005) encuentran que los padres

con hijos con discapacidades en el desarrollo reportan mayores problemas de conducta

en sus hijos, más estrés, menos bienestar y más uso de apoyo social que los padres de

niños sin discapacidad en el desarrollo.

Identifican una relación ACBX para ambos grupos al contrastar el modelo doble

ABCX con el lineal ACBX, los resultados arrojan que se encuentra en los dos grupos una

relación lineal en la cual el bienestar parental y los recursos median la relación entre el

estresor (problemas de conducta del niño) y el resultado factor X (empoderamiento).

Factor aA: estresores

Pakenham, Samios y Sofronov (2005) examinan el ajuste maternal en el cuidado

de un niño diagnosticado con el síndrome de Asperger, en una muestra de 47 madres

australianas con hijos entre 10 y 12 años. Se aplicaron medidas relacionadas con

indicadores demográficos, relacionadas con el síndrome, percepción de severidad del

estresor, eventos estresantes de vida, soporte social, estrés parental en el manejo del

síndrome, estrategias de afrontamiento, depresión, ajuste social y percepción subjetiva

del estado de salud.

Al ser controlados los efectos de datos demográficos relevantes, encontraron que

la severidad del estresor, la acumulación de demandas y el afrontamiento están

relacionadas con el ajuste maternal. La predicción de que mejor ajuste maternal estaría

relacionado con altos niveles de soporte social y afrontamiento emocional, menores

niveles de problemas de conducta en el niño (severidad del estresor), acumulación de

66

demandas, evaluación del estrés y afrontamiento pasivo evitador, estuvo fuertemente

soportada.

Una de las fortalezas de este estudio señalan los autores, es ser el primero de

esta naturaleza que se realiza en Australia y en este sentido provee un primer

acercamiento a los factores que dan forma a la adaptación en este tipo de población,

además de confirmarse la utilidad del modelo; se sugiere en estudios posteriores incluir a

los padres.

La investigación realizada por Pozo, Sarriá y Méndez (2006), explora el estrés en

madres españolas de personas con trastornos del espectro autista en una población de

39 madres de personas con autismo en un rango de edad de 2 a 27 años. Afirman que el

modelo empírico se ajustó al teórico propuesto y como resultado significativo señalan que

existe una relación directa y positiva entre el estresor (nivel de afectación) y el estrés. Los

apoyos y el sentido de coherencia tuvieron una relación directa y negativa con el estrés

actuando como variables moderadoras.

Azar y Kurdahi (2006) identifican los factores en la adaptación materna al cuidado

de un hijo con discapacidad intelectual, en 127 madres libanesas; se utilizó un inventario

de eventos familiares, estrés parental, afrontamiento familiar, depresión e indicadores

demográficos. Los resultados muestran que un alto porcentaje de estas madres tiene

síntomas depresivos; a través de correlaciones múltiples se evidencia que el orden de

importancia de los factores que determinan la depresión maternal en la explicación de la

adaptación maternal (factor x) son: las tensiones familiares, estrés parental y el ingreso

familiar.

Las investigaciones presentadas ponen de manifiesto que el modelo doble ABCX

(McCubbin y Patterson, 1983) ha sido utilizado en diversos contextos sociales y

poblaciones, en la explicación y comprensión de problemáticas que abarcan desde la

adaptación al estrés, el bienestar percibido o los procesos de ajuste y empoderamiento,

en familias de hijos con discapacidad; tal como lo señala Xu (2007), muestra su utilidad

cuando se plantea la necesidad de lógicas de explicación a partir de la interrelación de

factores que pueden ser tanto de orden extrínseco como intrínseco.

67

De igual forma es necesario analizar algunas de las evidentes limitaciones, una de

ellas se relaciona con la propuesta en sí, ya que siendo este un modelo de estrés familiar,

se operacionaliza a través de un solo sujeto, que corresponde como en las dos

perspectivas anteriores, a la madre; y se excluye al padre del escenario familiar. Es

notorio que los estudios presentados no hacen una lectura de los resultados en relación al

contexto social específico al que corresponde la investigación.

Se repiten como en las posturas de pérdida y estrés individual, las

recomendaciones finales sobre el desarrollo de grupos de soporte para los padres, la

necesidad de formación para mejorar la competencia parental, pero no se observa que

alguno de los estudios plantee la necesidad de la participación entre la familia-escuela en

apoyo al niño con discapacidad.

A nivel nacional, respecto a la adaptación familiar a la discapacidad intelectual de

un hijo desde el modelo doble ABCX, no se encuentra ninguna referencia; la escasa

producción científica en el ámbito de la discapacidad y familia, está centrada en trabajos

aislados, desarrollados a partir del análisis parcial de las variables propuestas como

afrontamiento (Cano, 2005), cohesión y adaptabilidad (Díaz, 2005). Líneas coincidentes

son los trabajos desarrollados sobre estrés parental en el noroeste del país (Vera,

Morales y Vera, 2005) y resiliencia en educación especial (Acle, 2012).

Para cerrar este capítulo es básico puntualizar que familia y escuela son dos

ambientes de desarrollo personal y social fundamentales para los niños con discapacidad

intelectual. La participación de los padres es un punto de encuentro entre la cultura

escolar y la cultura familiar; medio necesario para conocer al alumnado, lograr avances

pedagógicos, comprender situaciones familiares y establecer con los alumnos relaciones

específicas (Pérez de Guzmán, 2002).

De lo anterior confirmamos la importancia de comprender las necesidades de las

familias en estas circunstancias. Después de la revisión efectuada es notorio que desde

hace más de tres décadas desde distintas perspectivas teóricas, con algún sustento sobre

teorías del estrés, están presentes en el escenario académico otras formas de explicar y

conocer el fenómeno de la adaptación familiar a la discapacidad intelectual de un hijo.

68

Se incorporan paulatinamente una serie de variables explicativas, que abarcan la

esfera personal, familiar, contextual y se rebasa el plano individual de análisis, además de

incorporar diversos sujetos de estudio: padres, madres, hermanos, abuelos. Sin embargo

México ha quedado al margen de estos avances, aunque existen diversas iniciativas de

investigación, estas no logran impactar aún, en el diseño de políticas públicas

especialmente en educación.

En este escenario como pudo constatarse la perspectiva de la pérdida y duelo, es

una de las teorías, en este sentido consideramos sustancial la necesidad de incorporar a

un amplio espectro de marcos explicativos vigentes sobre la adaptación familiar a la

discapacidad, sus contribuciones; se trata desde nuestra postura de buscar la

complementariedad más que descartar, pero de una forma crítica en el que se asuman

reflexivamente posibilidades y limitaciones explicativas. La pretensión de otorgar un poder

explicativo generalizado a cualquier postura teórica es ya inaceptable.

PARTE 2. FUNDAMENTACION TEORICA Y PLANTEAMIENTO DEL

PROBLEMA

CAPÍTULO 3. EL ESTRÉS FAMILIAR Y LA DISCAPACIDAD

Durante los últimos años la atención a las respuestas que las familias pueden

tener hacia la discapacidad intelectual de un hijo tiene relevancia notable; la consolidación

de cuerpos teóricos sobre el estrés familiar y el refinamiento de la investigación, permite

identificar variables moderadoras que parecen influenciar la adaptación familiar, esto

muestra que la discapacidad por sí misma no genera una mal adaptación familiar (Kelso,

French, Fernández, 2005; Lightsey y Sweeney, 2009).

Con la finalidad de explicar teóricamente este fenómeno y conocer como a pesar

del estrés algunas familias con hijos con discapacidad intelectual, logran una adaptación

positiva (Hastings, Beck y Hill, 2005; Trute, Hiebert-Murphy y Levine, 2007; Blacher,

69

Baker, 2007; Yuan, 2003; Hastings, Allen, McDermott, Still, 2002), se analiza el modelo

doble ABCX (McCubbin y Patterson, 1983).

Con tal objetivo el capítulo se organiza de la siguiente manera, después de

argumentar la decisión sobre el modelo electo, se desarrollan 1) antecedentes y

supuestos de la teoría del estrés familiar; 2) características teóricas del modelo doble

ABCX; y 3) revisión de los constructos a través de los cuales teóricamente se

operacionaliza dicho modelo en la investigación.

3.1 Los distintos modelos de estrés familiar

En este trabajo se asume que diversos factores pueden incidir en la buena o mala

adaptación a la discapacidad intelectual de un hijo, por ello la decisión de sustentar esta

investigación desde el enfoque del estrés familiar, específicamente en el modelo doble

ABCX (McCubbin y Patterson, 1983). Esta elección se realiza en un contexto en el que

existe un número creciente de modelos que comparten, aún, como base teórica la

propuesta de Hill (1949,1958) entre los más relevantes se encuentran:

Modelo de Resiliencia familiar (McCubbin y McCubbin, 1993), como característica

conserva desarrollos previos (McCubbin y Patterson, 1983; McCubbin, McCubbin,

Thompson, Pirner, y McCubbin, 1988); e incorpora los siguientes dominios del

funcionamiento familiar: relaciones interpersonales, desarrollo, bienestar y

espiritualidad, relaciones con la comunidad, estructura y funcionamiento familiar;

un acierto es la inclusión de variables relacionadas con la etnicidad y cultura.

Modelo Contextual del estrés familiar (Boss, 2002), incluye dos niveles de análisis:

el contexto externo en el que considera lo histórico, económico, el desarrollo y lo

hereditario como elementos que no se pueden controlar e influyen en las

reacciones familiares al estrés; 2) y lo interno, se refiere al aspecto estructural,

psicológico y filosófico (creencias y valores) de las familias; aunque se mencionan

ambos niveles se prioriza el interno; se considera un modelo útil en la comprensión

de diferencias culturales, cercano a las propuestas de McCubbin (Gauthier, 2011).

70

Modelo de estrés familiar magnitud, recursos y significado de Hennon y Peterson

(2007), utiliza los factores básicos de Hill (1949,1958) como dimensiones que

tienen un punto mínimo y máximo en las que cada familia varía; el lugar de

ubicación determina el nivel de estrés y lo que la familia experimenta como nivel

de angustia. Básicamente esta postura focaliza en las magnitudes del estrés

(severo-suave), los recursos (rico-pobre) y significados (va de benigno a dañino) e

identifica variaciones.

Después de revisar las posturas teóricas descritas se toma la decisión de

sustentar este trabajo en el modelo doble ABCX (1983), bajo los argumentos siguientes:

La postura de Hill (1949, 1958) persiste como la base teórica de todos los

modelos; como Boss (2002) señala es innecesaria la complejidad de nuevas

adaptaciones, en el intento de mejorar áreas críticas de la teoría; la propuesta de

McCubbin (1983), logra conceptualmente dar cuenta, del factor evento estresor y

acumulación de demandas, que en el caso de la adaptación a la discapacidad de

un niño, posibilita la comprensión de variables asociadas con la crianza, las

características del niño y las que estrechamente se relacionan por ejemplo las

condiciones sociodemográficas de las familias tlaxcaltecas.

Investigaciones realizadas en distintos contextos socioculturales utilizan el

modelo doble ABCX (1983) y dan cuenta de su pertinencia cuando se trata de

población con discapacidad (Xu, 2007); ya que promueve teóricamente el

desplazamiento de interpretaciones deficitarias de la adaptación familiar a la

discapacidad.

3.2 Teoría del estrés familiar: desarrollo

A finales de la década de los años cuarenta, desde la sociología del desarrollo se

impulsa el estudio de las regularidades en las familias, el concepto central es la idea de

―cambio ordenado‖, que se refleja en las formas y funciones familiares a lo largo del ciclo

vital; esta postura posee fuerte impacto en diversas disciplinas relacionadas con el estudio

71

de las familias, y primordialmente representa la necesidad de comprender las

transformaciones familiares en circunstancias regulares (Falicov, 1998).

Sin embargo, no sólo los cambios en este tipo de circunstancias suscitaron interés;

en la sociología familiar se destacan diversas iniciativas por comprender a las familias

sometidas a diferentes tipos de estrés, sin correspondencia directa con los eventos

considerados normativos; lo inusual o irregular fue objeto de estudio en estrecha

vinculación con el panorama histórico social predominante en la década de 1930 con la

Depresión norteamericana o en los años subsiguientes con la Segunda Guerra Mundial

en Estados Unidos.

La importancia de las interacciones en el contexto familiar -en el escenario de los

grandes cambios sociales a finales del siglo XIX y principios del XX-, da pie a la

necesidad de investigar qué hacen los individuos y las familias para lograr un exitoso

ajuste y adaptación a las demandas que se le plantean no sólo a través del curso natural

de la vida, sino ante eventos no normativos (Figley, 1989, Boss, 2003). Surge entonces la

preocupación por la unidad familiar y su relación con el estrés, la sistematización que Burr

(1989) realiza sobre el desarrollo de la teoría del estrés familiar, evidencia los aspectos de

mayor relevancia:

La primer etapa se ubica entre 1920-1940, en este momento según el

autor se precisan los trabajos pioneros sobre estrés familiar, que

abordan la pérdida repentina del ingreso familiar producto de la

depresión norteamericana (Angell, 1936, Cavan y Ranck, 1938). Se

perfilan en esta época los primeros conceptos sobre la adaptabilidad,

flexibilidad e integración familiar (Angell, 1936) asociados al impacto

que un evento crítico tiene en la familia. De acuerdo a Gauthier

(2011), estos primeros estudiosos utilizaron el término crisis para lo

que actualmente se denomina estresor, heredando a generaciones

posteriores cierta confusión al respecto.

La siguiente etapa corresponde de 1940 hasta finales de los años

setentas, en este momento ocurre un fuerte impulso al desarrollo de

la teoría sobre el estrés familiar, emerge el primer perfil familiar sobre

72

el ajuste a problemas; pero la contribución fundamental se le atribuye

a Hill (1949, 1958) con el modelo ABCX, cuya formulación básica

permanece vigente en la época actual (Boss, 2002).

A finales de los años setenta y ochenta, la tercer etapa, se

caracteriza por un cambio de visión, del tránsito en la investigación en

los aspectos negativos a las fortalezas familiares, afrontamiento y

conceptos de los sistemas familiares (Gauthier, 2011); son McCubbin

y Patterson los teóricos más sobresalientes de este período al

reformular la contribución de Hill y desarrollar el modelo doble ABCX

(1982, 1983). Dado que este es el modelo utilizado en el trabajo de

investigación se aborda con detalle posteriormente.

La sistematización de Burr (1989) abarca tres etapas, Gauthier (2011) adiciona

una cuarta que va de los años ochenta hasta el momento actual; según la autora esta se

caracteriza por el reconocimiento de múltiples realidades y verdades que requieren ser

explicadas, la inclusión de conceptos tales como significados, cultura y contexto así como

fortalezas familiares, y la elaboración de una diversidad de modelos que incluyen estas

perspectivas.

Difícil es encontrar consenso acerca del momento preciso en el que se ubica el

origen de la cuarta etapa, sin embargo es evidente que a partir de la década de los

ochenta ocurre un cambio de visión en la teoría del estrés familiar; se asiste a una

tendencia general que intenta concentrarse en las diferencias, fortalezas, desfocaliza las

visiones unicausales y privilegia la inclusión de diversidad de factores; en el caso de la

teoría del estrés familiar, se transita de la búsqueda las causas del estrés y las

debilidades familiares, para concentrarse primordialmente, en las fortalezas familiares.

3.3 Conceptos centrales de la teoría del estrés familiar

En este contexto el estrés familiar se define como el estado en el que la familia

como unidad es desafiada por el ambiente, de tal forma se superan tanto los recursos

73

individuales como colectivos y se amenaza el bienestar de la familia (McCubbin y

Patterson, 1983).

Algunas de las suposiciones básicas de este enfoque implican que 1) tanto el

estrés como las crisis son normativas; 2) el estrés algunas veces implica demandas

extraordinarias para las familias como las personas; 3) la mayoría de las personas se

adaptan razonablemente bien al estrés; 4) en caso contrario mayores secuelas de tipo

negativo pueden ocurrir (Hobfoll y Spielberger, 1992).

Adaptarse al estrés cuando existe la discapacidad intelectual de un niño,

requiere especificar que esta es una condición en la que se tiene una inteligencia

menor y no es posible funcionar según la edad, se presentan dificultades con las

habilidades para la vida diaria y escolar por lo tanto es necesario el soporte familiar

permanente.

Estas y otro tipo de demandas a lo largo de la vida con frecuencia generan

estrés (Shin y Crittenden, 2003); cuando la familia logra adaptarse a este, significa que

está en condiciones de asegurar un contexto favorable para el desarrollo del potencial

del niño con discapacidad, a través de la instrumentación cotidiana de respuestas

empáticas, sensibles y oportunas a sus necesidades (Oates, 2007).

En el siguiente apartado se examinan 1) los elementos básicos del modelo

fundador de la teoría del estrés familiar de Hill (1958) aún vigente; y 2) la reformulación

de éste realizada por McCubbin y Patterson (1983), que en esta investigación

constituye el basamento teórico.

3.4 El modelo clásico de Hill (1949,1958)

Según Price, Price y McKenry (2010), se considera aún el modelo rector para

analizar el estrés familiar y su afrontamiento. Identifica las variables significativas que

explican las diferencias en la adaptación de las familias a situaciones estresantes

(Hodapp, 2011); a pesar del tiempo transcurrido desde su formulación los componentes

básicos de la teoría no han sido modificados (McDonald, Donner y Poertner, 1992; Boss,

2002).

74

Una asunción de esta postura teórica es el cambio en las familias relacionado con

diferentes tipos de eventos estresantes que provocan crisis, la fuente de los mismos es

distinta según se consideren: 1) eventos extra familiares; 2) eventos intrafamiliares (Hill,

1958).

La contribución principal de este modelo radica en la idea de que las crisis pueden

ser influenciadas por algunas variables que actúan como moderadoras, en este sentido la

crisis, es el producto del cómo la familia define las circunstancias demandantes y los

recursos familiares disponibles para afrontarlos (Price, Price y McKenry, 2010; Boss,

2002; McCubbin, Sussman y Patterson, 1983), la propuesta del modelo teórico se

estructura de la siguiente forma:

El estresor, evento que posee la magnitud suficiente para resultar en un cambio

familiar -denominado factor A-, interactuando con los recursos familiares o fortalezas,

factor B, en interacción con la definición o significado atribuido al evento por la familia,

factor C, produce un resultado X, que es la crisis familiar. A continuación se desarrollan

cada uno de estos elementos:

El estresor o evento precipitante de la crisis

El factor A, considerado como el estresor se define como el evento vital o transición

que impacta a la unidad familiar y produce o tiene el potencial de producir cambios en la

situación familiar. Es una situación ―para la cual la familia no está preparada y es vista

como problemática‖ (Hill, 1958 p. 139).

Tales cambios se sitúan en diversas esferas de la vida familiar, entre ellas los

límites, valores, metas, patrones de interacción y roles; el autor deja en claro que ningún

evento precipitante de crisis es el mismo para todas las familias, la diferencia estriba en

las dificultades familiares asociadas, entendidas como las demandas impuestas a la

unidad familiar que necesitan ser resueltas y requieren de la competencia de la familia

(McCubbin, Sussman, Patterson, 1983); no todos los estresores se transforman en crisis,

75

ello dependerá fundamentalmente del significado que la familia otorgue, de ahí la

relevancia del factor C (Hill, 1958).

Para situar a la discapacidad intelectual como un evento estresor, habrá que

considerar que los estresores son clasificados desde distintos parámetros que toman en

cuenta el origen del evento, la claridad del mismo, su duración (Gauthier, 2011); en este

sentido la discapacidad de un hijo es un evento interno a la familia, inesperado en la

mayoría de las ocasiones y de tipo permanente; de forma imprevista la familia se

encuentra frente a una circunstancia que desborda los recursos disponibles para

manejarla e impone retos a la organización familiar, sin embargo ésta puede lograr

reagruparse para mantener su funcionamiento (Pittman, 1995).

Los recursos familiares

Este segundo factor responde a lo que Hill (1958) denomina la vulnerabilidad

respecto a las crisis, es el elemento que puede proteger o no a las familias de las crisis;

concentra aspectos relacionados con la organización familiar, las familias con una

organización menos adecuada, con menores recursos parecen ser más vulnerables para

afrontar eventos críticos.

Denominado como el factor B, los recursos familiares son los mecanismos

utilizados para contrarrestar las demandas surgidas en la familia por un evento estresor

(Hobfoll y Spielberg, 1992); en tal sentido se valoran como recursos para un buen ajuste a

las crisis un buen ajuste marital, la integración familiar y la adaptabilidad familiar (Hill,

1958).

Es importante subrayar que la vulnerabilidad desde esta perspectiva, no se plantea

en razón del evento estresor por sí mismo, en este modelo los recursos familiares son

condiciones existentes previas.

Definición familiar del evento

El factor C se refiere a la percepción de los miembros de la familia que determina

el significado del evento (Hobfoll y Spielberg, 1992). Para Hill (1958), la dimensión del

significado es fundamental, la crisis emerge o la familia tiene mayor propensión a la crisis

76

por la percepción subjetiva que realiza; desde esta perspectiva, la crisis surge si se

combinan deficiencias en los recursos familiares y existe la tendencia a definir las

dificultades como productoras de crisis, es decir existe cierta vulnerabilidad al interno de

la familia, en términos de su estructura y valores.

Ajuste a la crisis

La crisis se define como una variable continua que denota una cantidad de

desorganización o incapacidad del sistema familiar para funcionar adecuadamente

(McCubbin y Patterson, 1983). Este último elemento del modelo se sostiene en la

siguiente premisa: el ajuste a la crisis es complejo y requiere de la interrelación de varios

factores, entre los que resalta el factor B y C; Hill (1958) menciona que las crisis son

diferentes en cada familia, las familias bien organizadas antes de la crisis, tienden a

mantenerse bien organizadas después de ella. Desde esta perspectiva el factor X,

responde a la interacción entre los estresores familiares, recursos y percepciones.

Durante un prolongado periodo se asoció linealmente la discapacidad intelectual

de un niño con crisis familiar, se le atribuyó al niño y su discapacidad la posibilidad de

generar resultados tales como ruptura y desorganización familiar; sin embargo este

modelo aporta alternativas de explicación distintas al cuestionar esta lógica de

pensamiento unicausal y proponer una visión multifactorial del fenómeno.

Para finalizar, es importante recalcar que si bien los conceptos centrales, la

estructura básica y las aportaciones al estudio del estrés familiar persisten, ello no exime

al modelo de Hill (1958) de cuestionamientos que ponen énfasis en: 1) la explicación

exclusiva en variables previas a la crisis; 2) la no consideración en el resultado de otro

tipo de respuesta familiar, circunscribiendo éstas a desorganización invariablemente

(Gauthier, 2011; Xu, 2007).

El modelo como tal, también ha sido objeto de múltiples modificaciones (Summers,

Behr, Turnbull, 1989) que pretenden subsanar los aspectos más subrayados, una de ellas

77

es la expansión hecha por McCubbin y Patterson (1983) sustento teórico de esta

investigación cuyos elementos se analizan a continuación.

3.5 El modelo doble ABCX (McCubbin y Patterson, 1983)

El modelo doble ABCX se diferencia del original al extender lo que sucede

después de la reacción y respuesta inicial al estresor (Hennon y Peterson, 2007); es

importante recalcar que esta versión, considera la posibilidad de que el factor X, sea más

que una crisis o desorganización, es decir también un resultado de tipo positivo (Polaino-

Lorente y Martínez, 1997).

Se redefinen las mismas variables precrisis (estresor, recursos y definición del

evento) del modelo fundador y son incluidas variables denominadas postcrisis, con la

intención de describir factores adicionales a la propuesta inicial; con ello los autores

pretender predecir cómo las familias se recuperan de una crisis y porqué algunas son más

capaces que otras de adaptarse a ella (Gauthier, 2011):

Se incluyen los estresores y tensiones vitales adicionales al evento

crítico, ello se traduce en una acumulación de demandas.

El rango de los resultados del proceso familiar en respuesta a esta

acumulación de estresores, se amplía y va desde una buena

adaptación a una mala adaptación.

Se modifican los factores intervinientes que dan forma al curso de la

adaptación: recursos familiares, sociales y psicológicos, sentido de

coherencia, significado o percepción del evento y las estrategias

de afrontamiento. A continuación se explican cada uno de los

componentes, en la figura 1.

78

Figura 1. Modelo ABCX (McCubbin y Patterson, 1983)

3.5.1 Estructura conceptual del modelo doble ABCX

Se diferencian dos momentos el primero denominado pre crisis, que abarca las

mismas variables propuestas por Hill (1958), y el segundo post crisis, que responde a la

propuesta de McCubbin y Patterson (1982, 1983) quiénes gráficamente señalan su

contribución al utilizar letras minúsculas que representan a las variables del modelo

original, y adicionar letras mayúsculas que simbolizan: al evento estresor y la acumulación

de demandas, los recursos familiares ya existentes y los desarrollados por la familia, la

percepción del evento, el afrontamiento y el resultado que va de una buena a mal

adaptación (aA, bB, cC, xX); de ahí la denominación doble ABCX.

Factor aA: Acumulación de demandas

Se refiere al efecto acumulado a través del tiempo de pre y post crisis de

estresores y tensiones. La propuesta de McCubbin y Patterson (1982,1983), especifica

que las familias no son afectadas por un sólo suceso crítico. La acumulación de

demandas es una combinación de estresores relacionados con tensiones familiares

previas no resueltas, el efecto del estresor específico que precipita la crisis y las tensiones

adicionales posteriores, ambigüedad social y en los límites intrafamiliares (Boss, 2002)

(Berástegui, 2005; Lavee, McCubbin, Patterson, 1985), que son fuente extra de tensión

que la familia enfrenta mientras enfrenta el evento estresor.

79

La idea de dificultades asociadas con las demandas de los estresores, puede

resultar abrumadora para la familia, ya que al combinarse es probable que generen

elevado nivel de estrés; cada demanda a la familia requiere tiempo, recursos, toma de

decisiones (Hennon y Peterson, 2007). El cambio que se produce puede ser en varias

áreas de la vida familiar: límites, metas, patrones de interacción, roles y valores. De

acuerdo a Lavee, McCubbin, Patterson (1985), los estresores adicionales como tensiones

previas no resueltas, ambigüedad en los límites intrafamiliares (Boss, 2002).

En el caso de la discapacidad intelectual de un niño este aspecto es ampliamente

documentado y se incluyen una serie de estresores adicionales, entre los de mayor

importancia se encuentran los relativos a la crianza del niño, por ejemplo los problemas

de conducta asociados (Salovïta, Itälinna y Leinonen, 2003) y el tiempo, este un factor

sobre el que existe repercusión ya que ocurren, restricciones e interrupciones en las

rutinas diarias, que se relacionan con problemas de ajuste entre los padres (Bristol,

Gallagher y Schopler, 1988), estos factores pueden incidir en el deterioro de una relación

parental afectuosa (Oates, 2007) necesaria para el desarrollo del potencial del niño con

discapacidad.

Factor bB: Recursos adaptativos de la familia

Se considera que las capacidades de las familias para dar respuesta a las

necesidades y demandas atribuidas a un estresor, son los recursos adaptativos de la

familia. En este modelo los autores diferencian dos grandes grupos: 1) los recursos

previos existentes y los 2) desarrollados y fortalecidos posteriormente. Teóricamente se

considera que los recursos familiares median entre la acumulación de demandas y la

adaptación, y pueden reducir el impacto de las demandas en la familia así como

promover los cambios requeridos en el funcionamiento familiar en la búsqueda de la

adaptación.

Los recursos se agrupan en tres grandes ejes que corresponden al nivel individual,

familiar y de la comunidad. El nivel individual incluye: características de los miembros:

autoestima, conocimientos y herramientas potencialmente disponibles; dentro del nivel

familiar se consideran: los atributos internos del sistema familiar: cohesión, adaptabilidad

80

y comunicación; y a nivel de la comunidad el soporte social. Los recursos existentes ya

formaban parte de la familia y reducen la posibilidad de que la familia entre en crisis, los

recursos extendidos son los desarrollados y reforzados en respuesta a las demandas de

la crisis o como consecuencia de la acumulación (McCubbin y Patterson, 1983). Los

recursos favorecen un funcionamiento familiar adecuado, este puede asegurar al niño

con discapacidad intelectual un clima familiar propicio para su desarrollo psicosocial.

Factor cC: Percepción y coherencia

Más allá de la definición del estresor que Hill (1958) formula, el modelo doble

afirma que la apreciación de la crisis implica, una evaluación del sentido de la situación

total de la familia en circunstancias críticas. En esta lógica, estructura el significado

familiar respecto a la situación, incluido el evento estresor, la adición de tensiones

(acumulación), y los recursos que la familia tiene para enfrentar las demandas.

Así este es un factor facilitador de la adaptación familiar, de acuerdo a esta

postura es posible identificar cuándo las familias pueden redefinir su situación y otorgarle

un significado distinto; el mostrarse nuevamente capaces de clarificar, temas, tareas y

dificultades que les competen, así como lograr que los esfuerzos por resolver sean

efectivos son indicadores de que las familias están en condiciones de continuar como

promotoras del desarrollo social y emocional de sus miembros (McCubbin y Patterson,

1983). Aspectos fundamentales en términos del potencial del desarrollo del niño con

discapacidad intelectual.

Otro de los aportes del modelo doble ABCX, es la posibilidad de considerar

manera simultáneamente, tanto los recursos familiares como la percepción, (bB y cC) a

través de lo que denominan un ―concepto puente‖ o de enlace como es el de

afrontamiento, esto es el elemento que engloba tanto un componente cognitivo como

conductual, éste, permite observar qué tipo de esfuerzos hacen las familias para restaurar

el equilibrio en su funcionamiento.

Según se plantea en el modelo los esfuerzos por afrontar pueden llevar a: 1) evitar

o eliminar tensiones y estresores; 2) hacer frente a las dificultades; 3) mantener la

integridad del sistema familiar; y 4) adquirir y desarrollar recursos para enfrentar las

81

demandas y su acumulación, así como realizar los cambios estructurales necesarios para

responder a las nuevas demandas (McCubbin y Patterson, 1983).

Factor xX: Adaptación familiar

Esta propuesta pretende remarcar el elemento tiempo en la adaptación, por ello

distingue entre ajuste y adaptación en razón de la profundidad y tiempo de respuesta. Los

cambios de primer orden, entendidos como las relaciones ligeramente modificadas pero

no redefinidas, y respuestas a corto plazo caracterizan al ajuste; la adaptación se refiere a

respuestas de largo plazo en las que sí existe redefinición de reglas, roles y relaciones

familiares (Polaino-Lorente y Martínez, 1998).

Bajo esta consideración la adaptación familiar es el resultado del proceso familiar

en respuesta a un evento estresor y la acumulación de demandas; se especifica que la

adaptación no significa que desorganización o cambios en el sistema no tengan que

ocurrir, simplemente significa que el sistema ha reanudado o continuado sus rutinas con

un nivel operativo (Brown-Baatjies, Fouché y Greeff, 2008). En el contexto de la

discapacidad implica que existen las condiciones en las que reglas, roles y relaciones

familiares pueden garantizar un contexto adecuado a las necesidades del niño.

La adaptación familiar es una variable continua, tiene un rango que va de mala

adaptación a una buena adaptación (McCubbin y Patterson, 1983). Mal adaptación es el

polo negativo del continuum, definida como el desequilibrio entre la acumulación de

demandas y las capacidades familiares para enfrentarlas. Puede estar caracterizado por

un deterioro en la integridad familiar, o del sentido de bienestar de los miembros de la

familia –incluyendo su salud física y psicológica.

Una buena adaptación el polo positivo del continuum, se define como una mínima

discrepancia entre la acumulación de demandas y las capacidades familiares, se

encuentra un balance en el funcionamiento familiar; es caracterizada por el mantenimiento

o fortalecimiento de la integridad familiar y el sentido de bienestar de los miembros de la

familia (Lavee, McCubbin y Patterson, 1985).

82

3.6 Propuesta teórica de la adaptación familiar a la discapacidad intelectual de un

hijo: Modelo doble ABCX

Siguiendo la conceptualización del modelo de McCubbin y Patterson (1983), la

propuesta que esta investigación desarrolla se refiere a la interrelación que se establece

entre cada uno de estos factores en la adaptación familiar a la discapacidad intelectual de

un hijo:

El factor aA está representado por la acumulación de demandas que la

discapacidad impone a la familia, específicamente en la tarea de la crianza del

niño y el estrés que puede generar; así como las condiciones sociodemográficas

de la familia que tal vez influyan en este proceso.

Los recursos, factor bB, incluyen los que la familia tiene y activa para afrontar la

situación, se consideran tres niveles 1) respecto a la dinámica familiar interna, los

atributos de adaptabilidad y cohesión familiar; 2) en el nivel relacional el soporte

entre los padres; y 3) referido a la relación con el contexto más amplio, el soporte

social.

En el factor cC, percepción o evaluación de la situación de la familia, es pertinente

abordar el sentido de coherencia familiar, así como las estrategias de

afrontamiento familiar para el concepto puente del modelo bB-cC, afrontamiento.

El resultado o factor xX se conceptualiza a partir de la satisfacción familiar.

Como puede observarse la estructura general de esta propuesta se deriva de la

conceptualización del modelo doble ABCX (McCubbin y Patterson, 1983). Las variables

que son incluidas poseen una lógica interna coherente con los supuestos del modelo, por

tal motivo se consideran relevantes a partir de la construcción teórica del problema, sin

embargo no constituyen la totalidad de variables que pudieran ser consideradas.

83

A continuación se abordan en detalle cada uno de los constructos teóricos:

Factor aA: Estresores y acumulación de demandas relacionadas con la

discapacidad

Estrés de la crianza

Hennon y Peterson (2007) afirman que ―en cualquier caso, ya sea se considere a

los niños como un aspecto positivo de la vida, incluso una bendición, o como un aspecto

negativo y demandante, todos los padres experimentan algún grado de lo que se llama

estrés parental‖ (p.37).

Dada su relevancia, son varios los modelos que explican el estrés en los padres,

uno de los más influyentes y referente en este trabajo, es el propuesto por Abidín (1992)

que integra una serie de variables consideradas centrales en la crianza, en donde el

estrés, -que se define como el resultado del desempeño de tareas parentales que

frecuentemente se efectúan en circunstancias en donde el nivel de demandas es alto y los

recursos personales limitados-, es el constructo principal.

En su primera conceptualización el autor considera de manera lineal, que altos

niveles de estrés incrementan una crianza disfuncional del hijo, sin embargo esta premisa

reductora en sí misma, se modifica posteriormente dando paso a otra, en la que se

subraya la necesidad de desarrollar modelos comprensivos, esta modificación concluye

con la siguiente hipótesis: ―la crianza y el ajuste del niño son influenciadas por variables

sociológicas, ambientales, conductuales y de desarrollo‖ a través del componente

personalidad de los padres relacionado con su rol en la crianza, así como el aspecto

cognitivo y de creencias de los padres (Abidín, 1990, p. 410).

De esta manera, cuando el autor considera que la tarea de ser padre es una de

alta complejidad, en la que las circunstancias y demandas de la crianza no alcanzan a

explicar por sí mismas conductas parentales disfuncionales, para responder a este

problema propone que las interacciones padre-hijo y los resultados en el niño, forman

84

parte de una compleja interrelación entre tres dominios correspondientes: padre, niño y la

situación.

En esta estructura trifactorial, cada factor comprende una serie de variables que lo

explican y estas constituyen las variables que pueden incrementar o decrementar el

estrés parental resultante en la diada padre-hijo (Abidín,1990; Solís y Abidín, 1991):

El dominio de los padres contempla el nivel de depresión, restricción de apoyo

social, la relación de pareja y la salud, se reconoce también el amplio el rango

de factores de personalidad, complejidad de las cogniciones y percepciones

que se involucran en la experiencia del estrés de la crianza (1990, p.298.)

Respecto a los hijos las variables incluidas son la capacidad de adaptación, el

grado en el que cumple las expectativas de los padres, el grado en el que

refuerza a los padres, el grado de demandas que plantea, el carácter e

hiperactividad o incapacidad para atender.

La tercera dimensión no proviene ni de los padres ni de los hijos, sino de la

interacción entre padres e hijos, como el apego, grado de reforzamiento de los

padres, confirmación de expectativas parentales y sentimiento de competencia

parental.

Esta perspectiva teórica sobre el estrés parental, ha sido exhaustivamente

estudiada en el terreno de la discapacidad de un hijo, distintos enfoques comparten una

idea que goza de amplio consenso y se mantiene firme a lo largo de los años: los padres

de un niño con discapacidad pueden reportar grandes niveles de estrés (Karasavvidis et

al. 2011; Trute, Murphy-Hiebert y Levine, 2007; Baker, Blacher, Olsson, 2005); producto

para algunos de la frustración e insatisfacción de los padres (Antshel y Joseph, 2006).

Condiciones sociodemográficas

Diversos investigadores reportan que el estrés parental es de los más intensos

cuando se tienen niños pequeños con discapacidad (Olsson y Hwang, 2001); aunque criar

a un niño con discapacidad se asemeje más que diferencie de la crianza de un niño con

85

desarrollo normal, existe la adición de otro tipo de retos, además del tránsito por

situaciones familiares normativas, a los que generalmente la mayoría de los padres

responde, pero también pueden derivar en la experimentación del estrés que tiene

repercusión en la totalidad de los integrantes del sistema familiar (Hauskov, Skov, Sahl,

2011; Floyd, Harter y Costigan, 2004).

Al estrés derivado de la crianza que genera también emoción o sentimientos de

fuerte ansiedad y presión para cambiar la parentalidad no funcional y los comportamientos

de los niños, habrá que sumar las condiciones derivadas del contexto en que se

desenvuelve la familia (Boss, 2002), este puede incluir aspectos tales como cultura

(McConkey, Truesdale-Keneddy, Chang, Jarrah, Shukri, 2008; Shin y Nahan, 2009;

Blacher, Neece, Paczkowski, 2005), la necesidad de soporte social adecuado (Hauskov,

Skov y Sahl, 2011), condiciones sociopolíticas y factores económicos (Emerson, Graham,

McCulloch, Blacher, Hatton, Llewellyn, 2008; Emerson, Shahtahmasebi, Lancaster y

Berridge, 2010).

Lo expuesto pone de manifiesto que el estrés parental sólo puede comprenderse

en razón de modelos multivariados, que reconozcan la interacción y no relaciones lineales

entre variables, al respecto Abidín (1990) afirma ―es claro que la complejidad del

fenómeno requiere que la investigación sea guiada por modelos y teorías que puedan ser

probadas empíricamente‖ (p. 298), como la del estrés familiar.

Lo anterior constituye el criterio teórico que sostiene la elección de este enfoque

en la presente investigación; el modelo anterior se traduce en el índice de estrés parental,

que se utiliza en esta investigación y cuyas características se enuncian en el apartado

metodológico.

Factor bB: Recursos familiares, relacionales y contextuales

Cohesión, Adaptabilidad, Soporte Social y Soporte Parental

Los recursos familiares adaptativos incluyen los recursos sociales y de la familia

para encarar las demandas de una situación estresante. En este trabajo se

86

operacionalizan como recursos familiares la cohesión, adaptabilidad, soporte social y

parental.

El interés por considerar a las familias como sistemas estructurales e

interaccionales únicos, promueve el desarrollo creciente del estudio de los procesos y

características intrafamiliares (Polaino-Lorente y Martínez, 1998) que forman el constructo

funcionamiento familiar, definido como un ―sistema estructural e interactivo‖ (p. 193). Es

Olson (2000) uno de los teóricos de mayor relevancia, cuyo trabajo integra los conceptos

disponibles acerca del funcionamiento familiar y que posee actualmente gran importancia

en la investigación sobre el estrés familiar.

Una de las mayores aportaciones del autor fue concebir el funcionamiento de una

familia en razón de tres variables de la conducta familiar: cohesión, adaptabilidad y

comunicación, que le permitieron elaborar el Modelo Circumplejo de Funcionamiento

conyugal y familiar; se interesa por los aspectos positivos de las familias, ―que las ayudan

a afrontar y tratar eficazmente el estrés a lo largo del ciclo vital‖ (Olson, McCubbin,

Barnes, Larsen, Muxen y Wilson, 1983, p. 100); a continuación las dimensiones básicas

del modelo:

Cohesión

Es esta una dimensión central en el modelo de Olson (2000), Polaino-Lorente y

Martínez (1998) realizan una síntesis de literatura sobre este concepto en la que

concluyen que, esta dimensión es reconocida por diversas ciencias sociales, de ahí lo que

denominan una ―validación cruzada‖ que le otorga significación e importancia en el

contexto del funcionamiento familiar; según el autor, las tres dimensiones claves de su

modelo emergen, del agrupamiento de más de cincuenta conceptos que describen la

dinámica conyugal y familiar que conceptualmente describen procesos similares.

La cohesión de acuerdo a Olson (1986), es el grado de separación o conexión que

una persona tiene respecto a su sistema familiar, esta dimensión posee dos

componentes: el vínculo emocional entre los miembros de una familia y el nivel de

autonomía individual que una persona experimenta en su familia; algunas de las variables

que se utilizan para evaluar la cohesión familiar son: el vínculo emocional, la

87

independencia, los límites familiares, las coaliciones, el tiempo, el espacio, los amigos, la

toma de decisiones, los intereses y el ocio.

Adaptabilidad

Es este un constructo de fundamental importancia para los estudiosos de la familia

contiene en sí mismo la noción del cambio familiar; de acuerdo a ello, las familias se

modifican en forma y función a lo largo de su proceso de desarrollo y lo hacen a través de

una secuencia de eventos relacionados con procesos vitales, en el cual los miembros

ocupan y desarrollan diferentes roles y funciones (Falicov, 1988).

Según Olson, Russell y Sprenkle (1989), la adaptabilidad conyugal o familiar es la

habilidad de un sistema para cambiar su estructura de poder, los roles las reglas de la

relación en respuesta al estrés provocado por una situación concreta y determinada o por

el desarrollo vital evolutivo de toda la familia; es una medida de la capacidad de la familia

para cambiar cuando conviene o es preciso hacerlo.

Las variables que conforman esta dimensión son: la estructura de poder familiar,

asertividad y control, estilos de relación, la retroalimentación tanto positiva como negativa;

la relación entre roles sexuales y reglas de la relación. La hipótesis que sustenta esta

dimensión en el modelo citado es que un sistema familiar adaptativo y equilibrado

requiere del balance entre la morfogénesis (cambio) y la morfostasis (estabilidad).

Los tipos de adaptabilidad en las familias son cuatro (Olson, McCubbin, Barnes,

Larsen, Muxen y Wilson, 1983), se denominan: 1) máxima adaptabilidad que corresponde

a la adaptabilidad caótica; 2). baja adaptabilidad significa adaptabilidad rígida; y los tipos

intermedios 3) la adaptabilidad estructurada; y 4) flexible.

La hipótesis subyacente en el modelo de Olson (2000) respecto a la adaptabilidad,

sostiene que el equilibrio en la familia, implica la existencia de una relación fluida entre

cambio y estabilidad, que se asocia también a un estilo de comunicación mutuamente

asertivo, negociaciones exitosas, y se encuentra un liderazgo con tendencia a la igualdad

y la retroalimentación tanto positiva como negativa; por último los roles y reglas

compartidas son más explícitos que implícitos.

88

En el estudio de la dinámica de las familias, adaptabilidad y cohesión son los

recursos más estudiados, pues permiten identificar estilos de relación utilizados con

frecuencia como indicadores de salud familiar (Polaino-Lorente y Martínez, 1998;

Berástegui, 2005); en el área de la discapacidad se considera que el funcionamiento

familiar y el estrés familiar son aspectos estrechamente vinculados en familias con un hijo

con discapacidad intelectual (Hyang, Eung, Kyoung, 2002; Margalit y Kleiman, 2006).

Su importancia se subraya por diversos estudios que miden la cohesión como

variable predictora de satisfacción familiar y mediadora de los efectos de otras variables,

por ejemplo Lightsey y Sweeney (2009), encontraron que las madres con mayor cohesión

presentan mayor satisfacción familiar. Este hallazgo es compartido por Fallon y Russo

(2003), quiénes además señalan que las madres sienten mayor confianza en su habilidad

parental y mayor soporte cuando la cohesión familiar es alta (Johnston, Hessl, Blasy,

Eliez, Erba, Dyer-Friedman, 2003).

Para Blacher, López, Shapiro y Fusco (1997), la cohesión es un antídoto primario

contra el riesgo de depresión y baja moral en madres latinas; se reporta que una alta

cohesión familiar es otra expresión para el soporte de una familia y se relaciona con

menor depresión en las madres. Otros estudios como el de Gau, Chiu, Soong, Lee (2008)

reportan otro tipo de hallazgos, documentan que no se detectan efectos en el

funcionamiento familiar, cuando se tiene un hijo con discapacidad.

En razón de la evidente importancia de la cohesión y adaptabilidad en el estudio

de las familias con un hijo con discapacidad, el modelo sobre el funcionamiento familiar de

Olson que se ocupa de la adaptación a los procesos de estrés que surgen de eventos

concretos o del ciclo vital, y especifica particularmente estas dos dimensiones, es el más

adecuado en esta investigación; por ello a fin de asegurar la coherencia entre la teoría y

las medidas utilizadas para operacionalizar los constructos, se utilizan las escalas de

evaluación del modelo Circumplejo (Olson, 2000).

89

Soporte Social

Es tal la relevancia del concepto de soporte que a partir de la década de los

setentas prolifera su estudio en la literatura sobre estrés familiar, en la que se considera

este constituye un importante factor de protección y recuperación que las familias tienen y

desarrollan. Se sostiene que la familia no sólo hará uso de las formas existentes de

soporte, sino que podrá tener la capacidad de buscar algunas otras fuentes adicionales,

que faciliten el otorgar un sentido a la situación (McCubbin, McCubbin, Thompson, Han,

Allen, 1997; Cobb, 1982).

El concepto de soporte es multidimensional (Tsai y Wang, 2009; Minnes,

Woodford, Passey, 2007) en una conceptualización amplia se entiende como lo que sirve

para sostener, proteger, favorecer o brindar apoyo, es tal el rango de conceptos utilizados

para referirse a lo que se denomina ―soporte social‖ o ―redes de ayuda‖, no obstante

básicamente se denomina a gente ayudando a familia, vecinos, amigos en circunstancias

de necesidad sin la expectativa de una recompensa directa.

Para Karasavvidis et al. (2011), el concepto de soporte social alude a la noción de

intermediación que cumplen tanto el ambiente como la realidad social frente al estrés.

Tsai y Wang (2009) distinguen dos niveles de soporte: 1) informal, aquel que se obtiene

de otros miembros de la familia, parientes, amigos, vecinos, la comunidad y los grupos de

apoyo; 2) el formal, que se refiere al soporte obtenido a nivel de instituciones públicas

como privadas; dadas las distintas fuentes de soporte es necesario especificar el agente

proveedor: padres, pareja, amigos, familia, profesionales (Minnes, Woodford y Passey,

2007).

Otras conceptualizaciones como la de Turnbull, Summers, Lee, Kyzar (2007)

incluyen en el concepto mismo de soporte social aspectos económicos, emocionales y

logísticos, refieren que implica asistencia financiera, información, soporte emocional y

asistencia logística, además construye las fortalezas familiares, es sensible a los valores

culturales y controlado por la familia en conjunto con los proveedores del mismo.

Es Cobb (1976), de los teóricos sobre soporte social más representativos y el cual

considera que las personas que experimentan estrés acompañadas por otros

90

significativos, tienen menos posibilidad de tener consecuencias adversas; pero según el

autor no es la compañía el único factor, se requiere que exista un ―intercambio de

información‖ entre los implicados. A partir de esta asunción el autor postula que, son tres

las categorías del intercambio:

soporte emocional: información que le permite a la persona creer que es amada y

cuidada

soporte de estima: información que le facilita a la persona sentirse estimada y

valorada

información que le permite crear un sentido de pertenencia a una red de apoyo con

mutuas responsabilidades y cuidados.

Dicha conceptualización se comparte en el modelo doble ABCX, con la salvedad

de que ésta se adecúa al nivel familiar del que se ocupa, por ello afirma que el soporte

social se considera uno de los recursos de mayor importancia, y se define como la

información que le permite a la familia considerarse 1) amada y cuidada, 2) estimada y

valorada, y 3) perteneciente a una red de recíproca obligación y comprensión (McCubbin

y Patterson, 1983; McCubbin, McCubbin, Thompson, Han, Allen, 1997).

Es el soporte un constructo de demostrada valía, las familias capaces de

desarrollar fuentes de soporte (parientes, amigos, vecinos, grupos de ayuda mutua,

religiosos, etc), son más resistentes a las crisis y están en mejores condiciones para

recuperarse y restablecer su funcionamiento (Figley, 1983). En diversas investigaciones

sobre familias con un hijo con discapacidad, existe un amplio reconocimiento de la

necesidad e importancia del soporte social como recurso frente al estrés experimentado

por las mismas (Weiss, 2001; Caples y Sweeney, 2010; Shin y Nhan 2009; Tsai y Wang,

2009; Douma, Deckker, Koot, 2006).

Extensamente documentado es el estrés en los padres, generado por las

excesivas demandas de la crianza, patrones conductuales problemáticos de los niños

(Emerson, Einfield, Stancliffe, 2011; Broberg, 2011; Wong, Poon, Kwok, 2011), por lo que

promover en la familia y especialmente en las madres la construcción y fortalecimiento del

sistema de soporte informal es un elemento crítico, ya que muchas de las

91

responsabilidades del cuidado del niño con discapacidad y el hogar recaen sobre ella,

como resultado pueden experimentar una reducción de su vida social y por ende

aislamiento social (Caples y Sweeney, 2010; Tsai y Wang, 2009; McConkey, Truesdale-

Kennedy, Chang, Jarrah, Shukri, 2008).

Considerando que las familias con fuertes sistemas de soporte tienen mayor

capacidad para manejar los retos con mayor eficacia, que aquellas con menor soporte

(Hensley, 2011), los sistemas de soporte social ofrecen un importante marco para un

óptimo afrontamiento y adaptación para madres y padres de niños con discapacidad

intelectual (McConnell, Breitkreuz, Savage, 2010) que podría prevenir el desarrollo de

prácticas parentales disfuncionales (Slavik y Reed, 2002).

Soporte Parental

Según Tsai y Wang (2009), las familias de niños con discapacidad intelectual

reciben del área social informal mayor soporte, particularmente de la familia cercana y

amigos; de ellos el soporte de los abuelos se destaca como factor importante para el

decremento del estrés en las madres (Bristol, Gallagher, Shopler, 1988).

Sin embargo diversos estudios reportan que el soporte del esposo es el de mayor

importancia (Raina, O’Donnell, Resenbaum, Brehaut, Walter, Russell, Swinton, Zhu,

Wood, 2005). Por lo que no sólo el apoyo institucional, amigos, familia extendida es

importante, el apoyo de la pareja parece fundamental en el manejo del estrés (Figley,

1983).

Por ejemplo, se reportan menores índices de estrés parental, síntomas de

depresión, incluso sobre el peso de variables socioeconómicas, características del niño y

el soporte social, cuando la relación entre padre y madre de niños con discapacidad

presenta mayor calidad (Kersh, Hedvat, Hauser-Cram, Warfield, 2006; Karasavvidis et al.

2011, Wieland y Baker, 2010).

Es posible decir que la relación marital es un factor compensatorio, que marca

diferencias en la experiencia del estrés en los padres de niños con discapacidad

intelectual (Gerstein, Crnic, Blacher, Baker 2009); en este sentido, se encuentra

importante el rol de género del padre en la comprensión del bienestar familiar (Stoneman

92

y Gavidia-Payne, 2006). Aunque también se señala que la discapacidad del hijo es el

predictor más importante del estrés de la madre, el soporte informal sigue teniendo

efectos en el estrés maternal (Park, Glidden, Shin, 2010).

Factor cC: Percepción o evaluación de la situación

Sentido de Coherencia Familiar

Para Sapio (2010) uno de los aciertos de la teoría del estrés familiar es la

introducción en los estudios sobre familia de un paradigma salutogénico que discrepa de

una visión patogénica y clasificadora de las familias, y privilegia los recursos familiares y

la posibilidad de adaptación a las circunstancias generadoras de estrés.

Es el interés por la relación entre estrés y recursos, específicamente por los

factores generadores de salud, da pie para que Antonovsky (1979), desarrolle el

paradigma salutogénico. El punto de partida es el cuestionamiento de una visión de la

salud tradicionalmente concentrada en la enfermedad, en contrapartida pugna por la

promoción de las estrategias para recuperar, mantener u optimizar la salud, ―no importa el

cómo ésta sea definida‖ (p. 6).

Uno de los supuestos básicos del modelo salutogénico es considerar que los

estresores y las dificultades son elementos integrales de la existencia humana, endémicos

y altamente sofisticados, según el autor la hipótesis de que los factores estresantes son

negativos en sí mismo se refuta, y se asume la posibilidad de que éstos pueden tener

resultados benéficos, en razón de las características y posibilidades de las personas para

resolver tales circunstancias (1987).

Otra de las consideraciones fundamentales del modelo es la asunción de la salud-

enfermedad como continuum; contrario a la concepción arraigada de la mutua exclusión

de la salud y enfermedad, Antonovsky (1979), afirma que existen dos polos de un

continuum, en un extremo se sitúa la salud y del otro la enfermedad; según él no es

factible que un organismo logre el estado completo de cualquiera de ellos, es decir ni la

salud o enfermedad, toda persona tiene algo de ambas; por lo tanto más allá de ellas, es

93

preciso cuestionar qué lugar de ese continuum entre los dos polos ocupa una persona y

cuáles son los factores que orientan hacia la salud (Fabietti, 2010).

Esta premisa explica que la salud no es un estado de equilibrio pasivo, si no un

proceso inestable de autorregulación dinámica; luego entonces la existencia humana tiene

como principio el desequilibrio, la desorganización; respecto a la salud implica que la

pérdida de la salud es un proceso natural, ya que el caos y el estrés, son experiencias

que surgen de demandas tanto internas como externa de la vida.

Según Simonelli (2001), el eje del modelo salutogénico es el cuestionamiento por

qué las personas permanecen sanas, para responder Antonovsky afirma, que las

personas permanecen sanas porque desarrollan lo que denomina ―sentido de

coherencia‖:

Es el sentido de coherencia un constructo psicológico de carácter universal que

trasciende a la clase social, sexo, región o cultura, Antonovsky (1979) lo define de la

siguiente manera: ―una orientación global que expresa el alcance en el que el individuo

tiene un sentimiento de confianza dominante, duradero y dinámico; caracterizado por una

alta probabilidad de predecir los entornos internos y externos y de que los eventos se

desarrollen tan bien como puede razonablemente ser esperado‖.

El sentido de coherencia es un patrón cognitivo-motivacional o una orientación

global en la forma de ver las situaciones de la vida, Antonovsky (1988) refiere que puede

guardar relación con la salud influyendo en el proceso de evaluación que una persona

hace de las situaciones como estresantes o no, moderando el grado de tensión que un

estresor produce y moderando también las consecuencias adversas para la salud. Posee

tres dimensiones: comprensibilidad, manejabilidad y significatividad:

Comprensibilidad: Es el componente cognoscitivo del constructo, se refiere a la

capacidad de los individuos de percibir los estímulos internos o externos como

información ordenada, consistente, estructurada y clara, y no como algo caótico,

desordenado o inexplicable. La ambigüedad, la incertidumbre y la dificultad para

comprender situaciones en la vida son importantes fuentes de estrés, por lo que se

cree que un elevado sentido de comprensibilidad favorece la interpretación de los

94

acontecimientos como explicables o con sentido, independientemente si son

situaciones o no deseables.

Manejabilidad: Constituye el componente instrumental, se define como el grado en

que la persona cree tener a su disposición los recursos adecuados para hacer

frente a las demandas planteadas por el medio, ya sea porque se encuentre bajo

su propio control o de otros como padres amigos, cónyuges, incluso en una

entidad divina; refleja el grado de confianza en los recursos propios o ajenos a los

que se podría apelar para satisfacer las demandas generadas por diversos

estímulos.

Significado: Se considera el componente motivacional del constructo del sentido

de coherencia, a través del cual las demandas son vistas como retos valiosos para

involucrarse e invertir en ellos. Hace referencia a la creencia de que la vida tiene

sentido emocionalmente y de que, a pesar de los problemas y dificultades, merece

la pena invertir esfuerzo y energía.

La formulación del constructo sentido de coherencia de Antonovsky (1987), aunque

no excluye referencias al nivel grupal se construye originalmente para responder en el

nivel individual al modelo salutogénico; aportaciones posteriores al modelo inicial

(Antonovsky y Sourani, 1998) proponen ampliar teóricamente este constructo e incluir a la

familia como unidad de análisis.

En este sentido Sagy (1988) reconoce que la mayoría de las teorías sobre el estrés

se ocupan del individuo y dejan de lado el contexto social más amplio, siguiendo está

consideración la autora se concentra en la familia como sistema social, asumiendo que el

estrés no es sólo una cuestión individual, sino que es necesario ocuparse del contexto en

el que los individuos experimentan los estresores y los afrontan.

La aportación de Sagy (1988) resalta la importancia del nivel colectivo, en el que

la familia se incluye, al considerar que muchos de los factores estresantes de la vida

ocurren en este nivel; esta asunción es teóricamente compatible con los supuestos de

esta investigación, en la que se considera la discapacidad no es una circunstancia que

tenga repercusiones exclusivamente en lo individual, es decir del sujeto con discapacidad,

95

sino en la totalidad de la familia; por lo tanto de las posiciones respecto al constructo

sentido de coherencia familiar, la postura enunciada por Sagy (1992) es la que guía esta

investigación.

Sagy (1992, 1998), retoma la propuesta teórica de Antonovsky (1987) y define al

sentido de coherencia familiar como ―un mapa cognitivo, una percepción familiar, o visión

familiar del mundo. (p. 316). Al igual que en el sentido de coherencia individual, las tres

dimensiones que conforman el constructo respecto a la familia son: 1) comprensibilidad,

significa que la situación es entendible para la familia; 2) manejabilidad, implica que para

la familia la situación es controlable y los recursos están disponibles; 3) significatividad

supone que la familia ve los retos como dignos de inversión en tiempo y esfuerzos

realizados.

El enfoque mencionado asume además, la importancia de la interrelación en las

percepciones familiares para entender a la unidad familiar que enfrenta exitosamente

estresores, en este caso el de la discapacidad intelectual de un hijo. Sagy (1992) refiere

que las representaciones cognitivas de los individuos involucrados permiten acceder a

este mapa colectivo, así pues el sentido de coherencia familiar se refiere a ―una

abstracción de los miembros individuales de la familia, un mapa cognitivo colectivo, una

percepción familiar, una visión familiar del mundo; representa el grado en el cual el

individuo tiene una visión del mundo de la familia como coherente‖.

En diversos estudios se encuentra que el sentido de coherencia familiar tiene

efectos moderadores en el estrés, crucial para la adaptación a eventos críticos (Sagy y

Antonovsky, 1992; Sagy y Dotan, 2001); a pesar de su importancia en la explicación del

estrés y el proceso de afrontamiento en familias con niños con discapacidad (Olsson y

Hwang, 2001; Margalit, Raviv, Ankonina, 1992) y de haber sido incorporado en el modelo

doble ABCX (McCubbin y Patterson, 1983), se encuentran muy pocos estudios sobre el

sentido de coherencia en familias (Oelofsen y Richardson, 2006).

Incluso, los citados utilizan el constructo a nivel individual y ninguno de ellos se

plantea en razón del contexto familiar, vacío que se retoma en esta investigación en la

que se analiza el constructo a nivel familiar. De los escasos estudios que se encuentran,

96

los resultados son consistentes con el planteamiento del sentido de coherencia hecho por

Antonovsky (1987).

Olsson y Hwang (2001) señalan que la vida está llena de estresores, y aún más

para los padres de niños con discapacidad, pero aun así existen padres que no se

encuentran deprimidos, por ello es importante focalizar en factores que contribuyan a la

salud como el sentido de coherencia, al respecto señalan que los padres de niños con

discapacidad intelectual que presentan un menor sentido de coherencia, se encuentran

más deprimidos; resultados consistentes con los de Oelofsen y Richardson (2006) y

Olsson, Larsman Hwang (2008).

Estos resultados concuerdan con lo que teóricamente Antonovsky postula (1987),

una persona con un fuerte sentido de coherencia, con mayor frecuencia definirá un

posible estresor o situación estresante como no estresor, y asumirá que puede adaptarse

a las demandas derivadas del mismo, al contrario de una persona con un sentido de

coherencia débil.

Factor puente bB-cC: Percepción o evaluación de la situación

Afrontamiento Familiar

Con el desarrollo de las diversas teorías sobre el estrés, el afrontamiento se

convierte en un concepto central, cuya unidad de análisis inicialmente es el individuo y

con frecuencia este nivel se utiliza para explicar en diversos estudios, el afrontamiento de

los miembros de la familia; es hasta que diferentes modelos de estrés familiar se

cuestionan sobre la importancia del cómo la familia como colectividad afronta, que se

efectúan esfuerzos por afianzar conceptualmente este nivel (McCubbin y Patterson, 1983;

Dyk y Schvaneveldt, 1987; Price, Price, McKenry, 2010).

En esta transición de lo individual a lo familiar, los trabajos efectuados por Lazarus

y Folkman (1984) desde una postura cognitiva sobre estrés individual tienen gran

influencia; de hecho su definición de estrés como los esfuerzos cognitivos y conductuales

realizados para mejorar las demandas que imponen y abruman los recursos personales,

97

es muy similar a la conceptualización utilizada por los teóricos de la familia como

McCubbin y Patterson (1983) quienes en el modelo doble ABCX definen al afrontamiento

como ―las conductas que la familia usa en el esfuerzo para enfrentar las situaciones

críticas‖ (p. 14).

No obstante se comparta una postura sobre el afrontamiento, los estudiosos de la

familia ponen a discusión el hecho del olvido del contexto familiar, aludiendo que

―raramente una persona maneja las demandas de la vida de forma individual….los

individuos pertenecen a familias, y es en tal contexto en donde día a día lidian con

estresores… lo que los individuos hacen o sienten puede afectar la totalidad de la familia,

justo como la unidad familiar tiene una particular influencia en la conducta individual‖

(DeMarco, Ford-Gilboe, Friedemann, McCubbin y McCubbin, 2000, p. 295); de ahí que

McCubbin reconozca la complementareidead entre los esfuerzos por afrontar a nivel

individual y familiar.

El afrontamiento familiar se define según McCubbin y McCubbin (1983) como ―las

estrategias familiares, patrones y conductas, designadas para mantener o fortalecer la

organización y estabilidad de la familia como unidad, promover la estabilidad emocional y

el bienestar de los miembros de la familia, obtener y/o utilizar los recursos familiares y de

la comunidad para manejar la situación, e iniciar el esfuerzo para resolver las dificultades

familiares creadas por un estresor/transición‖ (p.10).

Las conductas de afrontamiento se entienden como ―los esfuerzos específicos a

través de los cuales la familia intenta reducir o manejar una demanda del sistema

familiar‖, a su vez los patrones de afrontamiento se conceptualizan como ―el grupo de

conductas que representan maneras generalizadas de responder, que trascienden

diferentes tipos de situaciones utilizadas por una familia. Para McCubbin, cuando el

afrontamiento se analiza en un contexto en el que se presentan varias demandas, es

preferible conceptualizarlo más como una respuesta generalizada que específica.

En el modelo teórico doble ABCX (McCubbin y Patterson, 1983), se plantea que la

adaptación familiar requiere contemplar simultáneamente la relación entre los recursos

familiares y las percepciones a partir de lo que la familia hace para afrontar la situación,

en el intento de lograr un balance en el funcionamiento familiar (McCubbin, Sussman y

98

Patterson, 1983; Figley, 1983); el afrontamiento es así un concepto puente, pero

claramente diferente de los recursos y percepciones, representa lo que la familia hace

concretamente para manejar un estresor; tener un recurso o percepción de algo no

determina automáticamente el cómo la familia actúa (Price, Price, McKenry, 2010).

En esta perspectiva teórica, la familia podría tener, desarrollar y utilizar un rango

de estrategias de afrontamiento dirigidas a fortalecer la organización interna y

funcionamiento de la familia, que les aproxime el soporte comunitario y social, así como

reduzca las fuentes de estrés (Dyk y Schvaneveldt, 1987).

Expuesta la complejidad que la familia afronta cotidianamente desde esta

perspectiva, es importante considerar que no existe una única solución y que además sea

perfecta; las familias requieren aprender en sus particulares circunstancias; lo cual implica

que existe un componente de cambio que dinamiza las estrategias familiares de

afrontamiento, puesto que no son creadas de manera instantánea y mas bien se

desarrollan y modifican progresivamente durante el tiempo (McCubbin y Patterson, 1983;

Price, Price, McKenry, 2010 ).

El interés por comprender cómo las familias responden exitosamente a eventos

críticos más que el análisis del estrés en sí mismo, -considerado ya un factor normal de la

vida cotidiana-, genera numerosos estudios en los que se perfilan una variedad de

estrategias de afrontamiento, por ello se afirma, no existe consenso acerca de una única

tipología específica sobre el afrontamiento (Dyk y Schvaneveldt, 1987); los trabajos

desarrollados por McCubbin y McCubbin (1987) permiten identificar cuatro características

generales del cómo el afrontamiento facilita la adaptación familiar:

Involucra acciones directas que pueden eliminar o disminuir el número o la

intensidad de las demandas creadas por el estresor.

Puede incluir la realización de acciones para adquirir recursos adicionales

que no necesariamente están disponibles para la familia.

Es posible que incluya acciones específicas para el manejo de las tensiones

asociadas con las dificultades en curso.

Puede involucrar una evaluación familiar para crear un significado distinto

de la situación, haciéndola más constructiva, manejable y aceptable.

99

A partir de este marco sobre el afrontamiento realizado por McCubbin, se efectúa

una clasificación de cinco estrategias globales de afrontamiento a nivel familiar, las

características de las mismas son las siguientes, -las tres primeras estrategias se ocupan

de los patrones de afrontamiento a nivel externo en la familia, las dos últimas del nivel

interno:

Búsqueda de apoyo espiritual: Se refiere a la tendencia de las familias a

involucrarse en actividades de tipo religioso o la búsqueda de apoyo

espiritual para el manejo de sus dificultades

Movilización para adquirir y aceptar ayuda: Es la habilidad de la familia para

buscar recursos en la comunidad y además aceptar ayuda de otros.

Adquisición de apoyo social: Habilidad familiar para adquirir soporte de

parientes, amigos, vecinos y la familia extensa.

Reencuadre: Se refiere a la restructuración cognitiva que le permite a la

familia redefinir las experiencias estresantes con posibilidad de cambio, y

discriminar los sucesos en los que es factible intervenir, o que están fuera

de su control.

Evaluación pasiva: Contempla estrategias cognitivas que se traducen en

las conductas inactivas o pasivas que la familia podría utilizar, tales como

respuestas de evitación que están basadas en la falta de confianza en la

habilidad para modificar los resultados.

Como se ha señalado existe una amplia variedad de conceptualizaciones sobre el

afrontamiento, el nivel individual es uno sobre el que los investigadores han concentrado

sus esfuerzos logrando una prolífica producción; en consecuencia y no obstante su

declarada importancia, en el ámbito de la adaptación a la discapacidad (Hastings,

Kovshoff, Brown, Ward, Degli Espinosa, Remington, 2005), proporcionalmente son menos

las investigaciones que reportan resultados utilizando como unidad de análisis a la familia.

100

Sin embargo, los productos de investigación en ambos niveles, individual y

familiar, logran desde sus respectivas posiciones dar cuenta de un complejo proceso que

facilita la comprensión sobre lo que las familias hacen para resolver situaciones

estresantes inherentes a la discapacidad de un hijo; por ejemplo diversos trabajo reportan

la ineficacia de la estrategia de escape- evitación, ya se asocia con mayor estrés,

ansiedad y problemas mentales en padres, en contraste con los que utilizan estrategias

de reencuadre positivo (Hastings, et al. 2005).

El afrontamiento positivo es una reconocida estrategia que los padres de un hijo

con discapacidad pueden utilizar para ayudar a las familias a adaptarse o afrontar la

experiencia de la crianza (Hastings y Taunt, 2002) y sostener el esfuerzo por períodos

más prolongados; incluso el reencuadre positivo puede asociarse con la percepción de las

madres de niños con discapacidad intelectual, como fuentes de felicidad, recursos de

fuerza y cercanía familiar, crecimiento personal y madurez (Hastings, Allen, McDermott,

Still, 2002).

Es posible que este tipo de estrategia se favorezca por la satisfacción que se

tenga con el cónyuge, que puede repercutir en el desarrollo de conductas de

afrontamiento positivo hacia el hijo con discapacidad Wai-Ping, Kwai-Sang, Kong (2001).

Cuando existe estrés marital la estrategia de afrontamiento de búsqueda del apoyo social,

puede amortiguar los efectos nocivos de un alto nivel de estrés marital (Rivers y

Stoneman, 2003); y también se considera es una forma efectiva de soporte para las

madres, que predice niveles de fortalezas y acercamiento familiar (Greer, Grey, McClean,

2006).

Factor xX: Resultado o Adaptación familiar

Satisfacción Familiar

La variabilidad observada en las familias frente a eventos estresantes, -tomando

en cuenta que un evento estresante será tal, en la medida que crea dificultades para las

familias, y ellas dependerán de la acumulación de demandas, los recursos disponibles, el

afrontamiento y resolución de problemas, y la percepción al respecto (McDonald, Donner,

101

Poertner, 1992)-, indica que no necesariamente todas las familias tienen como resultado

una crisis o desorganización, tal como postulaba el modelo de Hill (1949).

El modelo doble ABCX (1983) trasciende esta conceptualización y propone el

concepto de adaptación familiar, considerado un continuum que va de niveles de buena

adaptación, en los que se encuentra crecimiento y mayor satisfacción de la familia a mal

adaptación, en los que puede ocurrir la disolución o insatisfacción familiar. McCubbin y

Patterson (1983) conceptualizan a la adaptación como proceso o resultado de cambio en

el sistema familiar, que incluye consecuencias de largo término y cambios en los roles

familiares, reglas, patrones de interacción así como percepciones, en el que como

resultado las familias requieren adquirir un nivel diferente de funcionamiento.

Habrá que considerar que en el modelo teórico sobre estrés familiar, se diferencia

la adaptación del ajuste familiar; el ajuste se considera son las respuestas a corto plazo

que las familias instrumentan para el manejo de los cambios familiares, transiciones y

demandas; para Polaino-Lorente y Martínez (1998), la distinción está concebida en razón

de dos elementos: 1) la profundidad de la respuesta y 2) el tiempo de respuesta; en el

corto plazo es decir en el ajuste familiar, se tienen cambios de primer orden, ello significa

que las reglas familiares, roles y relaciones son levemente modificadas, pero no implica

una redefinición de las mismas.

En la adaptación familiar el nivel de funcionamiento logrado, refleja los esfuerzos

familiares para balancear las demandas puestas en la familia, es una respuesta a largo

plazo, que implica cambios de segundo orden; en esta lógica el ajuste es una respuesta a

los cambios normativos en las familias y la adaptación familiar a cambios no normativos;

al ser el componente central del modelo describe el resultado de los esfuerzos familiares

para adquirir un nuevo nivel de balance tanto en lo individual como en lo familiar como se

ha señalado, en términos de buena o mala adaptación (Orr, Cameron, Day,1991).

McCubbin y Patterson (1983) caracterizan la buena adaptación como el balance

entre los dos niveles de funcionamiento que se traduce en: a) el mantenimiento o mayor

cercanía de la integridad familiar; b) la continua promoción del desarrollo individual y

familiar; y c) el mantenimiento de la independencia familiar y su sentido de control sobre

las influencias ambientales.

102

Maladaptación es el lado negativo del continuo, está caracterizada por el

desequilibrio en el nivel del funcionamiento familiar e incluye: a) deterioro de la integridad

familiar; b) el deterioro o reducción en la salud personal y en el desarrollo y bienestar de

los miembros y la familia como unidad; o c) una pérdida o declive de la independencia y

autonomía familiar (McCubbin y Patterson, 1983)

Finalmente la adaptación es vista como un útil constructo que describe un

resultado que básicamente implica cambios en el funcionamiento familiar (McCubbin,

Thompson, McCubbin, 1996); dada esta asunción teórica en el modelo doble ABCX, en la

presente investigación el constructo que teóricamente puede comprender lo anterior es el

de satisfacción familiar; como podrá notarse el constructo adaptación refiere en varios de

sus componentes a criterios de funcionamiento familiar relacionados con la adaptabilidad

y la cohesión.

Dada la extensa discusión y divergencias sobre la operacionalización del

constructo adaptación en la literatura sobre estrés, en el que se le atribuye cierta

ambigüedad en razón de la multiplicidad de factores que podrían evaluar qué es una

familia que se adapta de forma positiva o exitosa (McDonald, Donner, Poertner, 1992), en

este trabajo la decisión teórica asumida, tiene en consideración la evaluación conceptual

de la adaptación y sus variables predictoras, para evitar redundancias operacionales

(Polaino-Lorente y Martínez, 1998):

La satisfacción familiar es uno de los componentes que integra el modelo teórico

sobre funcionamiento familiar de Olson (1986) -utilizado en este trabajo para

conceptualizar el factor bB: recursos-; se define como el grado en el que los miembros de

una familia se sienten felices y satisfechos uno con el otro; esto en relación con las dos

dimensiones marcadas en el Modelo Circumplejo: cohesión y adaptabilidad (Olson, 1993),

-habrá que tener cuidado en no confundir adaptabilidad con adaptación conceptos

discutidos con anterioridad-.

103

De acuerdo a Olson (1986), si la satisfacción familiar es alta, el estrés tiene un

mínimo impacto en las familias y éstas tienen una gran resistencia; de tal manera, que la

hipótesis básica del Modelo Circumplejo es que las familias balanceadas estarán más

satisfechas con su sistema que las familias desbalanceadas.

Se reporta que gran cantidad de teoría e investigación respecto a la satisfacción

marital ha sido desarrollada, sin embargo los investigadores en familia rara vez se han

ocupado de la satisfacción familiar (Olson, Russell y Sprenkle, 1989), Esta afirmación es

sostenida por la revisión que Kouneski (2000) realiza de investigaciones publicadas en

revistas indexadas que utilizan este constructo, se reportan únicamente 34 estudios

efectuados en diferentes áreas del conocimiento, por ello son escasas las investigaciones

que sobre satisfacción familiar y particularmente en el ámbito de la discapacidad se han

realizado.

No obstante en algunos estudios documentan hallazgos significativos sobre la

importancia del estudio de la satisfacción familiar, por ejemplo para Weiss (2005) la

satisfacción familiar en madres de niños de alto riesgo se relaciona significativamente con

menos críticas y mayores comentarios positivos acerca del hijo, a su vez Lightsey y

Sweeny (2008) encontraron que en madres de niños con discapacidad la cohesión

familiar, media la relación entre estrés y satisfacción familiar, las madres con menor estrés

tienen mayor cohesión y satisfacción familiar.

3.7 Asunciones del modelo doble ABCX en la adaptación familiar a la discapacidad

intelectual de un hijo

Por último, lo expuesto teóricamente se concreta en lo siguiente:

El nivel de análisis familiar: dinámica interna y externa en relación con el contexto

social, de frente a un evento no normativo como es la discapacidad intelectual de

un hijo y el estrés parental derivado de la crianza, es uno que puede explicar

cuáles características de la familia influyen en la adaptación.

La adaptación de la familia a la discapacidad intelectual de un hijo estará en razón

de una compleja interrelación entre variables predictoras y que darán un

104

resultado; por lo tanto se asume existe variabilidad en la adaptación familiar y se

refuta la asociación lineal de discapacidad y mal adaptación de la familia.

La adaptación se aborda desde una perspectiva no deficitaria, se pondera la

importancia de los aspectos positivos de la familia, que pueden ofrecer

condiciones favorables de vida y desarrollo a sus miembros, en particular para el

niño con discapacidad intelectual.

3.8 Planteamiento del problema

De acuerdo a datos oficiales del año 2000 se registraron en México, un millón 795

mil personas con discapacidad, el 1,8% de la población total del cual el 16.1% se reportó

con discapacidad intelectual -alrededor de 289,512 personas-, (INEGI, 2000); las últimas

cifras arrojadas por el Censo de Población y Vivienda, indican que las personas con algún

tipo de discapacidad son 5 millones 739 mil 270, representan el 5.1% de la población

total, de los cuales el 8.5 % se incluye en la categoría dificultades en la actividad mental,

referida a cualquier problema como retraso, alteraciones de la conducta o del

comportamiento (INEGI, 2010).

Aunque de esta información podría destacarse el incremento en el número total de

personas con discapacidad, el Consejo Nacional para las personas con discapacidad

(CONADIS, 2013), se pronuncia al respecto y señala que los datos del censo 2010 no son

comparables respecto al censo 2000, dado que la conceptualización y el contenido de las

preguntas utilizadas son diferentes.

Sin embargo el Informe mundial sobre discapacidad de la Organización Mundial de

la Salud (OMS, 2011) señala que de acuerdo a las estimaciones para la población

mundial, más de mil millones de personas viven con algún tipo de discapacidad, es decir

alrededor del 15% de la población mundial; cifra superior a las estimaciones anteriores

correspondientes a la década de los setentas, que eran aproximadamente del 10%.

105

El parámetro proporcionado por la OMS le permite hacer un señalamiento: ―el

número de personas con discapacidad está creciendo‖ (p. 8). De acuerdo a esta

información de la OMS, es fundamental promover una reflexión que rebase el plano

individual en el que los datos están construidos, ya que si bien reflejan una cantidad

específica de personas con discapacidad, no dan cuenta de realidades más amplias que

requieren considerarse.

Por ejemplo es importante recontextualizar que las personas con discapacidad

forman parte de entramados relacionales como la familia, es decir no viven en aislamiento

social, y esto significa que el número de implicados en las probables repercusiones de la

discapacidad se amplía de forma significativa; por lo tanto aumenta la población que

experimenta de forma cotidiana, en el caso que atañe a este estudio, la discapacidad de

un hijo y requiere en esta lógica contemplarse como participante activo.

Este aspecto es evidente en el ámbito educativo, ya que la familia del niño con

discapacidad es un factor básico, en tanto la educación es una tarea compleja y requiere

de la participación de todos los que conforman la comunidad educativa; en esta línea es

responsabilidad de cada uno de los elementos, particularmente de las familias de los

niños, colaborar hacia una educación de calidad (Moliner, 2008); la labor educativa

tendría otros resultados si familia y escuela encontraran vías adecuadas para la

participación conjunta.

De esta forma, familia y escuela comparten el principio de responsabilidad de la

educación (Torío, 2004), sobre el que se ha avanzado en México a partir de una serie de

medidas derivadas de la política educativa en el marco de la inclusión, sin embargo es

necesario reconocer que, aunque existe un andamiaje a nivel nacional que norma la

participación este aún no ha logrado traducirse en prácticas reales y efectivas.

Son varios los factores que pueden explicar esta problemática más bien

multidimensional y compleja; entre otros, dos se destacan por su relevancia 1) existe

poca claridad sobre la conceptualización de la participación familiar en la escuela y ello

puede generar confusión en objetivos y acciones concretas; 2) aunque se puntualice la

necesidad de conocer las características y necesidades de las familias para desde ahí,

promover la participación de esta en la escuela, en el área de la educación especial se

106

aprecia una desatención a este aspecto, dado que la adhesión acrítica a una sola

perspectiva teórica que explica los fenómenos relacionados con la adaptación de la

familia a la discapacidad de un niño, dificulta una comprensión integral del fenómeno y

limita la posibilidad de cuestionar qué otros aspectos es necesario conocer del mismo.

La revisión efectuada de los programas de formación de la Secretaría de

Educación Pública para los docentes de educación especial, pone en evidencia las

premisas de esta postura convertida en discurso oficial, que se difunde a nivel nacional

durante años, y sustenta el hecho de que prevalentemente los educadores conciben a la

mayoría de las familias detenidas en un proceso emotivo asociado con el duelo, que se

ajusta a la revisión realizada en este trabajo en apartados anteriores.

De forma sistemática en el ámbito de la educación especial, se realiza una

interpretación lineal de esta teoría dominante, en la que se privilegian los aspectos

emotivos asociados con trastornos en la esfera individual o familiar; su prolongada

presencia como el único referente teórico deriva en una visión reduccionista de un

fenómeno compuesto de múltiples dimensiones.

En concordancia con esta lógica la explicación sobre la participación o no de los

padres en la escuela, se justifica con frecuencia, en un discurso colectivamente

consensado, sólo en función del tránsito exitoso o no, por la serie de etapas que

conforman el proceso de aceptación de la discapacidad; en este sentido la disponibilidad

de la familia para participar se logra si tal proceso es finiquitado adecuadamente, esto es

si los padres aceptan la discapacidad del hijo, tienen mayor disponibilidad para participar

con la escuela y viceversa.

Desde este marco, la participación de la familia en la escuela en aras de los

procesos de desarrollo personal y social del niño, depende de una única variable cuyo

nivel de explicación abarca exclusivamente el plano individual y el aspecto emocional de

los padres. Esta concepción teórica, entre otros aspectos, no da cuenta de las diferencias

entre la diversidad de experiencias familiares a la discapacidad intelectual de un hijo al

normativizar esta esfera de la experiencia humana.

107

Sin embargo, cuando se generaliza y se asume que todas las familias atraviesan -

y requieren hacerlo-, el proceso de aceptación de la discapacidad del hijo, ello tácitamente

implica que todas las familias que no participan con la escuela en el proceso de

adaptación de su hijo, están automáticamente inmersas en una experiencia emotiva que

las imposibilita para ello.

No se pretende obviar que el componente afectivo es inherente al ser humano y

que lo expuesto también forma parte de la experiencia familiar respecto a la discapacidad

de un niño, sólo se señala que la teoría de la pérdida en la discapacidad tiene tal difusión

e impacto en México que se convierte en el ―lugar común‖, a partir de esta postura se

reproduce tanto una concepción de la discapacidad, como del niño con discapacidad, de

los efectos de la discapacidad en las familias y el tipo de necesidades que éstas pudieran

presentar sólo en términos emotivos acorde con una visión de los años cincuenta.

De forma paralela el predominio de este marco teórico invisibiliza componentes

como recursos y fortalezas familiares e individuales, nulifica la importancia de los

contextos socioculturales, hasta el momento se le adjudica la capacidad de explicar las

características de las familias que tienen un hijo con discapacidad y además la

problemática referente a la participación de la familia en la escuela; lo expuesto se

traduce en el diseño frecuente de programas e intervenciones dirigidas hacia la familia,

que sólo contemplan una perspectiva que focaliza aspectos actitudinales y emotivos, de

un fenómeno que posee múltiples dimensiones.

Esta postura teórica sobre la adaptación de las familias a la discapacidad de un

niño, se mantiene y reproduce a pesar de cuestionamientos y aparición durante las

últimas décadas de otros enfoques en el contexto especializado a nivel internacional que

amplían la comprensión del fenómeno; los cuales como se muestra no tienen mayor

impacto en el ámbito educativo mexicano.

Contradictoriamente y a pesar de ser profusamente enarbolada en razón de la

política educativa inclusiva, fundar toda participación familia-escuela a partir del

conocimiento profundo de las realidades y necesidades, hasta el momento, en México, es

una tarea que se aprecia limitada en razón de la escasez de opciones explicativas a nivel

108

conceptual, que se conjuga con la confusión paradigmática prevaleciente sobre el

significado y objetivos de la participación familiar.

Para establecer una relación de participación con la escuela en los términos de

Blanco, Umayahara y Reveco (2004), es importante partir de lo siguiente: los niños con

discapacidad intelectual requieren de un clima emocional, un contexto familiar que les

asegure las condiciones propicias para un adecuado desarrollo psicosocial integral

(Kurtzer-White y Luterman, 2003), es probable que con tales características, la familia

posea mayor disponibilidad para colaborar con la escuela en objetivos comunes; de ahí

que es básico conocer en profundidad las condiciones, -y no sólo un aspecto de ellas-,

que las hacen proveedoras de lo anterior.

Sin embargo, cuando existe dificultad en asegurar lo enunciado, es necesario

cuestionar sobre los factores que pudieran estar involucrados, ello requiere del

conocimiento de marcos teóricos y conceptuales que no sólo incluyan explicaciones

parciales asociadas con aspectos emotivos en un sentido negativo; sino que sean

capaces de responder a un fenómeno multidimensional, permanente, en el que se

intersectan diversas variables relativas al niño, los padres, la familia, el contexto

sociocultural y condiciones demográficas entre otros.

Para Risdal y Singer (2004) se excluyen medidas de adaptación o percepción de

beneficios positivos, simplemente porque estas posibilidades no se conciben; obviar que

existen otros paradigmas que explican la adaptación familiar, implica que las

características de estas familias no se exploran, ello tiene como consecuencia vacíos en

la comprensión del fenómeno, pese al gran cúmulo de información que a nivel

internacional se ha elaborado al respecto, esta es la situación que a nivel nacional

prevalece.

En México existe escasez de investigación en esta área, en el campo de la

educación especial es limitada la investigación consistente que promueva o se derive de

políticas públicas o intereses académicos; en este sentido investigaciones que exploren la

problemática de adaptación familiar a la discapacidad intelectual de un hijo desde la

necesaria colaboración familia-escuela, no se realizan.

109

El estado de Tlaxcala guarda similitud de condiciones, enfoques multifactoriales

para comprender el fenómeno son inexistentes; en la tendencia de educación inclusiva se

manifiesta, -contradictoriamente a sus principios-, la invisibilidad de la familia tlaxcalteca,

el limitado conocimiento de su configuración y dinámica, por lo tanto de sus necesidades y

características. Uno de los desafíos actuales, es la necesidad de realizar un estudio de la

familia con un hijo con discapacidad intelectual que contemple una perspectiva

multifactorial centrada en los recursos familiares.

Avizorar lo anterior requiere, como se desprende de la revisión de literatura de

esta investigación, de un cambio conceptual, una postura teórica que considere las

diferencias en los resultados de la adaptación familiar a la discapacidad de un hijo. Para

que esto sea posible es necesaria una visión contemporánea estructurada desde la

multifactorialidad del fenómeno, si esta no se considera en el ámbito educativo, será difícil

comprender los distintos procesos de adaptación familiar y promover la participación

familia-escuela en un proyecto común: el desarrollo psicosocial del niño con discapacidad

intelectual, de acuerdo a los propóstios de corresponsabilidad en la educación inclusiva.

Ello supone considerar una visión de la adaptación familiar a la discapacidad

intelectual de un hijo, que contemple como premisa central el fenómeno en el contexto

tlaxcalteca, comprenderlo desde la diversidad social y cultural que lo configura;

ciertamente las diferencias entre las familias existen, sólo que hasta el momento son

desapercibidas, por ello requieren explicarse desde los significados y valores de la

cultura, además de las oportunidades sociales de la familia tlaxcalteca del siglo XXI.

Ante un espacio de oportunidad como este y tomando en consideración los

planteamientos anteriores, resulta oportuno preguntar ¿qué factores inciden en la

adaptación familiar a la discapacidad intelectual de un hijo y pueden relacionarse con su

desarrollo psicosocial y la participación de la familia en la escuela?; en concordancia ¿las

variables estrés parental, condiciones sociodemográficas, soporte parental, soporte social,

cohesión y adaptabilidad familiar, sentido de coherencia, estrategias de afrontamiento

predicen la adaptación familiar a la discapacidad intelectual de un hijo y permiten su

educación?.

110

3.9 Justificación

Repensar la participación de la familia -que tiene un hijo con discapacidad

intelectual-, en la escuela, teniendo como punto de partida la comprensión de las

características y necesidades propias de las familias tlaxcaltecas, que se derivan del

fenómeno complejo de la adaptación a la discapacidad, tal como se desarrolla en este

trabajo, es un planteamiento pertinente dado que representa la oportunidad de abordar

una problemática, desde una perspectiva teórica no utilizada aún en el ámbito educativo

mexicano.

Incidir en el vacío teórico que existe en este campo reportará beneficios en varios

sentidos, será posible profundizar en el conocimiento de: 1) la relación entre los factores

familiares que inciden en las diferencias en la adaptación: cohesión, adaptabilidad,

sentido de coherencia familiar, afrontamiento familiar, soporte social, soporte parental,

estrés parental y su relación con el grado de satisfacción familiar; 2) las características

que las familias poseen, considerando que son las que contribuyen a hacerlas capaces de

una buena adaptación ante la discapacidad intelectual de un hijo (Stainton y Besser,

1998; Hastings y Taunt, 2002) y proveer un clima familiar adecuado el desarrollo

psicosocial del niño y que pueden potencialmente 3) promover los elementos para una

participación con la escuela.

Lo que a su vez, posibilitaría ofrecer una alternativa teórica para la

reconceptualización del fenómeno de la adaptación familiar a la discapacidad intelectual

de un hijo y generar el espacio propicio para cuestionar la visión dominante en el sector

educativo relacionado con familia y discapacidad; socialmente lo anterior tiene relevancia

ya que, la detección tanto de los recursos como de las áreas de vulnerabilidad de las

familias, pondrán de manifiesto las características y necesidades específicas de las

familias tlaxcaltecas que tienen un hijo con discapacidad intelectual.

Este elemento podría traducirse a nivel de las instituciones de educación especial

(CAM’s) y los profesionales de las mismas, en el acceso a un marco explicativo distinto al

que prevalece, y permitiría la comprensión de un fenómeno multifactorial y por ende el

111

conocimiento profundo de las familias con las cuales se interactúa, es decir conocerlas

rebasando el plano emocional hasta hoy privilegiado.

A partir de lo anterior, sería posible 1) el diseño e implementación de estrategias

de participación de la familia en la escuela centradas en el desarrollo de programas

específicos de formación y asesoría parental que refuercen o promuevan la competencia

de los padres, y redunden en el mejoramiento del clima familiar; 2) incorporar este

conocimiento en el proceso de evaluación psicopedagógica, que se efectúa en los CAM’s

como punto de partida para el desarrollo del trabajo formativo del niño.

Lo relevante de esta propuesta estriba, en que lo anterior, estará en consonancia

directa con las necesidades y particularidades propias de las familias locales, a diferencia

de lo señalado ampliamente en la literatura revisada. La participación y el vínculo de

trabajo entre familia y escuela en el contexto de la inclusión educativa, podría tener una

opción para repensarse desde este andamiaje; considerando que la tarea de educar es

compartida, se requieren vías que respondan a este compromiso, desde el conocimiento

profundo de la complejidad de las familias con un hijo con discapacidad intelectual como

las que este estudio propone.

112

PARTE 3. ESTUDIO EMPÍRICO

CAPÍTULO 4. CONTEXTO, ESCENARIO DE LA INVESTIGACIÓN Y METODO

Este estudio analiza el valor predictivo de los diferentes factores: estrés parental,

condiciones sociodemográficas, soporte parental, estrategias de afrontamiento, cohesión,

adaptabilidad, soporte social, sentido de coherencia y satisfacción familiar, en la

adaptación de la familia a la discapacidad intelectual de un hijo, los cuales corresponden a

la operacionalización del modelo teórico doble ABCX. Con tal objetivo el capítulo se

presenta en el siguiente orden: contexto, escenario de la investigación y método.

4.1 El estado de Tlaxcala

Según datos censales (INEGI, 2010) el estado de Tlaxcala cuenta con una

población total de 1169 936 habitantes, distribuidos en 60 municipios, de los cuales el

80% se consideran zona urbana y el 20% rural. Uno de los criterios que proporciona una

visión de las condiciones del estado y sus municipios, es el que proporciona el Consejo

Nacional de Población a través del Índice de Marginación por entidad federativa (2010);

medida del impacto global de las carencias que padece la población como resultado de la

falta de acceso a la educación, residencia en vivienda inadecuada y la percepción de

ingresos monetarios insuficientes.

Es importante considerar el nivel de marginación de los municipios en donde

residen las familias que asisten a los Centros de Atención Múltiple, esta información

ofrece una panorámica que permite visualizar las condiciones de exclusión de los

beneficios del proceso de desarrollo de ciertos grupos sociales y a su vez la escasa oferta

de oportunidades sociales para las familias y comunidades, que las exponen a

privaciones, riesgos y vulnerabilidades de tipo social (CONAPO, 2010), que se agudizan

cuando existe la discapacidad de un hijo.

113

Los veinte Centros de Atención Múltiple, -total de los servicios escolarizados en el

estado-, en los que se realizó esta investigación durante el ciclo escolar 2009-2010, se

encuentran en 19 de los 60 municipios del estado de Tlaxcala; cada una de estas

escuelas públicas de educación especial se ubica en zonas con características

sociodemográficas particulares; de ellos 4 presentan el nivel de marginación más bajo, 11

presentan niveles bajos y 5 presentan niveles medios de marginación, como se presenta

en la Tabla1.

Tabla 1

Grado de marginación en los municipios donde se ubican los CAM

Centros Atención Múltiple Grado de marginación

del municipio

Tlaxcala Muy bajo

Tzompantepec Bajo

San Pablo del Monte Bajo

Huamantla Bajo

Calpulalpan Bajo

San Francisco Tetlanohcan Bajo

Nanacamilpa de Mariano Arista Bajo

Ixtacuixtla de Mariano Matamoros Bajo

Tlaxco Medio

Tlaxcala Muy bajo

Chiautempan Bajo

Nativitas Medio

Cuapiaxtla Medio

Hueyotlipan Medio

Contla de Juan Cuamatzi Bajo

Xicohtzinco Muy bajo

Altzayanca Medio

Teolocholco Bajo

Panotla Bajo

Zacatelco Muy bajo

En términos generales el estado presenta un índice de marginación medio

(CONAPO, 2010); sin embargo uno de los indicadores que para el estado de Tlaxcala

resulta altamente significativo es el relacionado con el nivel de ingreso de la población; los

resultados de CONAPO (2010) muestran que Tlaxcala pertenece al grupo de siete

entidades que poseen las situaciones más difíciles, en donde la proporción de población

114

ocupada con ingresos menores a dos salarios mínimos rebasa el 50% y Tlaxcala posee el

53.0%.

El indicador ingreso está altamente relacionado con la pobreza, según se anota,

esta es en gran proporción, una consecuencia de la baja percepción de los trabajadores,

que imposibilita adquirir bienes de consumo fundamentales para la satisfacción de las

necesidades básicas, lo que lógicamente contribuye al detrimento del bienestar de las

personas y sus familias. Son estas las circunstancias existentes en el estado de Tlaxcala

en las que están inmersas las familias que tienen un hijo con discapacidad intelectual.

Referente a la discapacidad en general, la entidad presenta un total de un millón

169 mil 936 de personas, el 4.8 % de la población total, de los cuales 746 presentan

limitación en la actividad mental en un rango de edad de 05 a 14 años, población con la

que se trabaja en este estudio, INEGI (2010).

4.2 Centros de Atención Múltiple

La investigación se efectuó en la totalidad de los Centros de Atención Múltiple del

estado de Tlaxcala (20 CAM); de acuerdo a la estructura organizativa de la Secretaría de

Educación Pública en materia de atención a alumnos con discapacidad, como ya se ha

anotado con anterioridad, los CAM forman parte de los servicios que se ocupan, entre

otros, de escolarizar a quiénes presentan necesidades educativas especiales asociadas

con discapacidad múltiple o trastornos generalizados del desarrollo.

El objetivo general que persiguen es la satisfacción de las necesidades básicas de

aprendizaje de los alumnos para promover su autónoma convivencia social y productiva y

mejorar su calidad de vida; las familias de los alumnos son también consideradas

beneficiarias de los servicios que se prestan en estas instituciones educativas (SEP,

2006).

En los CAM la atención a los alumnos se organiza en cuatro momentos: 1)

educación inicial, 2) preescolar, 3) primaria y 4) formación para el trabajo. En el nivel

primaria, -uno de los criterios de selección de la población en este trabajo-, son atendidos

los alumnos que se encuentran en un rango de edad de seis a 17 años; el trabajo

115

pedagógico que se oferta se rige por los planes y programas de educación primaria

vigente, cuya traducción en propuestas metodológicas y de atención específica, compete

al personal del servicio escolarizado.

De los 20 CAM del Estado de Tlaxcala, 19 pertenecen al sistema federal y uno al

estatal; cada CAM cuenta con una plantilla integrada por un director, personal

administrativo y un equipo multidisciplinario que se conforma por: psicólogo, trabajador

social, maestros de grupo, instructores de taller, maestro de enlace a la integración

educativa, así como maestros de comunicación, educación física y artística, terapeuta

físico y ocupacional y un auxiliar educativo (SEP, 2006).

De acuerdo a datos oficiales de la Secretaría de Educación Pública de Tlaxcala, en

el ciclo escolar 2009-2010-durante el cual se llevó a cabo la investigación-, la atención a

la totalidad de discapacidades en los Centros de Atención Múltiple del estado, tuvo el

siguiente comportamiento: en el nivel inicial se obtiene un total de 49 casos, cuya

distribución se muestra en la Tabla 2.

Tabla 2.

Total de alumnos a nivel estatal de educación inicial, atendidos en los CAM

Discapacidad Ceguera Visual Motriz Intelectual Otras Total

Alumnos 4 3 15 23 4 49

En preescolar el total de casos atendidos asciende a 118, ver Tabla 3, como podrá

notarse existe una tendencia creciente en la discapacidad intelectual, respecto a la Tabla

precedente:

Tabla 3.

Total de alumnos de educación preescolar, atendidos en los CAM

Discapacidad Sordera Auditiva Ceguera Visual Motriz Intelectual Otras Total

Alumnos 5 5 2 1 15 83 7 118

116

En el nivel primaria el total de niños asciende a 405, la tendencia mostrada por la

discapacidad intelectual se mantiene y existe una diferencia significativa en relación con el

resto de las discapacidades, este factor se convierte en criterio de selección de la

muestra, en esta investigación (ver Tabla 4).

Tabla 4.

Total de alumnos de primaria, atendidos en los CAM

Discapacidad Sordera Auditiva Ceguera Visual Motriz Intelectual Otras Total

Alumnos 21 19 8 3 40 263 51 405

Por último en lo que respecta a la capacitación para el trabajo, se indica un total de

172 casos, cuyo comportamiento, según el tipo de discapacidad se presenta en la Tabla

5.

Tabla 5. Total de alumnos de capacitación para el trabajo, atendidos en los CAM

Discapacidad Sordera Auditiva Ceguera Visual Motriz Intelectual Otras Total

Alumnos 6 3 0 4 9 142 8 172

4.3 Método

Caracterizado el escenario donde se desarrolló el estudio, se explicita la estrategia

planteada para su consecución, con las siguientes características:

4.3.1 Objetivo General

Analizar el valor predictivo de los factores Estresores y acumulación de demandas

(estrés parental y condiciones sociodemográficas), Recursos (cohesión, adaptabilidad,

soporte social, soporte parental), Percepción o evaluación de la situación (sentido de

coherencia familiar, estrategias de afrontamiento familiar), en la Adaptación familiar

117

(satisfacción) a la discapacidad intelectual de un hijo y que permiten su educación en el

marco de la participación de la familia en la escuela.

4.3.2 Objetivos Específicos

Determinar la existencia de relaciones significativas entre las variables

condiciones sociodemográficas, estrés parental, cohesión y adaptabilidad,

soporte social, soporte parental, sentido de coherencia familiar, estrategias

de afrontamiento familiar con la satisfacciónfamiliar.

Determinar si las variables demográficas, estrés parental, cohesión,

adaptabilidad, soporte social, soporte parental, sentido de coherencia

familiar, estrategias de afrontamiento son predictoras de la satisfacción

familiar, con la finalidad de validar un modelo de adaptación a la

discapacidad intelectual en familias tlaxcaltecas

Identificar las características y diferencias de los padres y madres de niños

con discapacidad intelectual respecto al perfil de adaptación familiar que

presenten

Identificar las variables que mejor expliquen a los padres de familia en

comparación con las madres, respecto a la satisfacción familiar.

4.3.3 Hipótesis principal

La satisfacción familiar (factor xX (adaptación) cuando se cuenta con un hijo con

discapacidad intelectual, está predicha por la interacción de los siguientes factores: El

factor aA (estresores: estrés parental y condiciones sociodemográficas), bB (recursos:

cohesión y adaptabilidad familiar, soporte social, soporte parental), cC (percepción:

sentido de coherencia familiar) y BC (estrategias de afrontamiento familiar).

118

4.3.4 Hipótesis secundarias

H1 La relación entre los estresores y la satisfacción familiar, se contrastan y

generan diferencias por las características sociodemográficas.

H2 El estresor: estrés parental, los recursos familiares: soporte parental.

Soporte social, cohesión y adaptabilidad familiar, así como la percepción de

la situación: sentido de coherencia, estrategias de afrontamiento familiar,

serán predictores de la satisfacción familiar.

H3 Habrá diferencias entre padres y madres respecto al perfil de adaptación

familiar que presenten.

H4 Habrá diferencias entre padres y madres respecto a las variables

independientes que mejor discriminan entre los grupos.

Hipótesis estadísticas

Hipótesis de nulidad

Ho Los factores Estresores y acumulación de demandas (estrés parental y

condiciones sociodemográficas), Recursos (cohesión, adaptabilidad, soporte social,

soporte parental), Percepción o evaluación de la situación (sentido de coherencia familiar,

estrategias de afrontamiento familiar), no predicen la Adaptación familiar (satisfacción) a

la discapacidad intelectual de un hijo.

Hipótesis alternativa

Ha Los factores Estresores y acumulación de demandas (estrés parental y

condiciones sociodemográficas), Recursos (cohesión, adaptabilidad, soporte social,

soporte parental), Percepción o evaluación de la situación (sentido de coherencia familiar,

estrategias de afrontamiento familiar), predicen la Adaptación familiar (satisfacción) a la

discapacidad intelectual de un hijo.

119

4.3.5 Tipo de estudio y diseño de la investigación

Este es un estudio confirmatorio, transversal, no experimental (Dorantes, 2010), ya

que se cumplen las siguientes características:

De acuerdo al tipo de estudio

Confirmatorio: Es posible establecer hipótesis conceptuales a ser probadas y realizar

inferencias sobre lo observado.

Transversal: Se efectúa en un tiempo determinado.

Según el diseño de investigación

No experimental: No se posee control sobre las variables independientes, porque sus

manifestaciones ya han ocurrido o no son manipulables.

4.3.6 Definición de variables

Variables predictoras

Factor aA Estresores

Estrés parental: Resultado del desempeño de tareas parentales que frecuentemente se

efectúan en circunstancias en donde el nivel de demandas es alto y los recursos

personales limitados (Abidín, 1992)

Condiciones sociodemográficas: Datos e indicadores que permiten conocer las principales

características de un grupo (INEGI, 2010)

120

Factor bB Recursos

Cohesión familiar: Grado de separación o conexión que una persona tiene respecto a su

sistema familiar (Olson, 2000).

Adaptabilidad familiar: Habilidad de un sistema para cambiar su estructura de poder, los

roles las reglas de la relación en respuesta al estrés (Olson, Russell y Sprenkle, 1989).

Soporte social: Información que le permite a la familia considerarse 1) amada y cuidada,

2) estimada y valorada, y 3) perteneciente a una red de recíproca obligación y

comprensión (McCubbin y Patterson, 1983).

Soporte parental: Grado de coparticipación y compromiso que los padres perciben de su

conyugue, además de describir la parte de la relación de pareja en relación a la crianza

(Abidín y Bruner, 1995).

Factor cC Percepción o evaluación de la situación, BC Afrontamiento

Sentido de coherencia familiar: Mapa cognitivo, percepción familiar, o visión familiar del

mundo (Sagy 1992, 1998).

Estrategias de afrontamiento familiar: Estrategias familiares, patrones y conductas,

designadas para mantener o fortalecer la organización y estabilidad de la familia como

unidad, promover la estabilidad emocional y el bienestar de los miembros de la familia,

obtener y/o utilizar los recursos familiares y de la comunidad para manejar la situación, e

iniciar el esfuerzo para resolver las dificultades familiares creadas por un

estresor/transición (McCubbin y Patterson, 1983).

Variable criterio

Factor xX Adaptación familiar

Satisfacción familiar: Grado en el que los miembros de una familia se sienten felices y

satisfechos uno con el otro (Olson, 1993).

121

4.3.7 Población

La población objeto de estudio se constituyó por todas las familias con un hijo con

discapacidad intelectual, que asistían a todos los Centros de Atención Múltiple (20 CAM)

del estado de Tlaxcala, en el ciclo escolar 2009-2010, que para los propósitos de la

investigación cumplieron los siguientes criterios:

Padres biológicos con residencia común, de 2) niños ubicados por la institución

educativa (CAM) en el área de discapacidad intelectual, en el nivel primaria (en un

rango de edad entre 7 y 14 años).

La obtención de la muestra correspondiente se realizó bajo el siguiente

procedimiento: los datos oficiales de la Secretaría de Educación Pública del estado,

reportan un total de 263 niños con discapacidad intelectual (DI) inscritos en el nivel

primaria en los CAM durante el ciclo escolar 2009-2010; la selección de los niños con DI

del nivel primaria, que cubrían el criterio de inclusión: padres biológicos con residencia

común, se obtuvo mediante la revisión de los registros específicos de los profesores

asignados al nivel mencionado, en cada uno de los veinte CAM; tal información es

evidente en la Tabla 6:

Tabla 6.

Niños con DI registrados en SEP y total de niños con DI que cubren requisitos de la investigación por CAM

Centros de Atención Múltiple Niños con DI /SEP

Niños con DI/ cubren

requisitos

Tlaxcala 1 18 11

Tzompantepec 2 32 13

San Pablo del Monte 3 20 5

Huamantla 4 21 13

Calpulalpan 5 12 7

San Francisco Tetlanohcan 6 17 4

Nanacamilpa de Mariano Arista 7 7 5

Ixtacuixtla de Mariano Matamoros 8 12 5

Tlaxco 9 10 6

Tlaxcala 10 19 9

Chiautempan 11 13 8

Nativitas. 12 23 4

Cuapiaxtla 13 5 6

Hueyotlipan. 14 4 2

122

Contla de Juan Cuamatzi15 10 9

Xocohtzinco16 8 4

Altzayanca 17 1 4

Teolocholco 18 14 11

Panotla. 19 8 3

Zacatelco 20 9 10

Total 263 139

DI: Discapacidad Intelectual

En total se obtuvo un número de 139 niños con discapacidad intelectual, entre los

7-14 años, alumnos de nivel primaria de los 20 Centros de Atención Múltiple, cuyos

padres biológicos viven juntos; es decir 139 familias, de las cuales 134, (268 personas),

(n=134 padres), (n=134 madres) es decir una muestra representativa del 97.4%, accedió

a ser entrevistada. Por diversos motivos únicamente cinco familias no aceptaron ser

incluidos.

4.3.8 Descripción de las medidas

Para los propósitos de este estudio ocho escalas fueron seleccionadas para

medirlas variables descritas en el apartado anterior (ver Tabla 7); las características

psicométricas de cada una se detalla posteriormente.

Tabla 7.

Operacionalización del modelo doble ABCX

Modelo doble ABCX Constructo Escala

Factor aA

Estrés parental Índice de estrés parental (IEP, Abidín,

1992):

Condiciones sociodemográficas Cuestionario de creación propia

Factor bB Cohesión y Adaptabilidad Escala de cohesión y adaptabilidad

familiar (FACESIII, Olson y cols., 1985)

Soporte social Índice de soporte social (SSI, McCubbin,

Patterson y Glynn, 1982)

Soporte parental Índice de soporte parental (Abidin y

Brunner, 1995)

123

Factor cC Sentido de coherencia familiar Sentido de coherencia familiar (F-SOC,

Sagy, 1998)

Factor bB-cC Estrategias de afrontamiento

familiar

Estrategias de afrontamiento, (F_COPES,

McCubbin y cols., 1981)

Factor xX Adaptación familiar Escala de satisfacción familiar (FSS,

Olson, Stewart y Wilson 1990)

Índice de estrés parental (IEP, Abidín, 1992)

Escala que mide el grado de estrés producto de la crianza de un hijo; ofrece

información sobre las características de los padres y el hijo de acuerdo a la percepción

que los progenitores tengan hacia el niño y sí mismos en el desempeño de su rol parental.

El primer instrumento se deriva de la aplicación en 208 madres con hijos menores de tres

años en un centro pediátrico, actualmente consta de 101 reactivos que abarcan tres

dimensiones: 1) relacionada con el niño, 2) con los padres y 3) un listado de estresores

vitales (opcional).

En población mexicana los trabajos de Montiel y Vera sobre el estrés de la crianza

(1998) son significativos; en una muestra de 112 madres con hijos preescolares de

segundo y tercer año validaron el instrumento estrés de la crianza y obtuvieron 4 factores

que explican el 59% de la varianza. Los dos primeros factores corresponden a

dimensiones que se relacionan con el hijo y comprenden seis sub escalas, los puntajes

altos se asocian con características de los niños que dificultan el rol de los padres en la

crianza:

El primer factor se integra por las sub escalas de aceptancia, distractividad y

demanda, éstas se relacionan con las características y comportamiento del hijo que

requieren de la vigilancia constante de los progenitores:

Aceptancia: cumplimiento o no de las expectativas paternas en relación con las

características físicas, intelectuales y emocionales del niño con relación a la

expectativa de los padres.

124

Distractividad del niño: evalúa comportamientos como: sobreactividad, fracaso

para terminar las cosas que inicia, característicos del déficit de atención.

Demanda del niño: atención que se demanda a través de diversas conductas tales

como: el llanto, peticiones de ayuda o problemas frecuentes de conducta.

El segundo factor alude a las características del hijo que muestran la reactividad

emocional, capacidad de ajuste a los cambios cotidianos y el intercambio afectivo, se

compone por las sub escalas de adaptabilidad, humor y reforzamiento:

Adaptabilidad: capacidad del niño para ajustarse a los cambios en el ambiente

físico y social.

Humor del niño: estados de ánimo que puedan reflejar problemas como depresión,

tristeza, llanto frecuente o no muestran signos de felicidad.

Reforzamiento hacia sus padres: grado en que los padres perciben a su hijo como

fuente de reforzamiento positivo.

De igual forma el tercer factor incluye aislamiento, depresión y salud, sub escalas

que puntualizan las características de los padres vinculadas con la insatisfacción, pérdida

de interés por los otros, disminución en el contacto social y deterioro en la salud:

Aislamiento social: evalúa el grado en que los padres se perciben aislados o

disminuyen su interacción con amigos y familiares.

Depresión: se refiere a los sentimientos de culpa o tristeza asociados

frecuentemente a depresión, que en los padres es posible obedezca a la dificultad

para responder a las demandas que conlleva la crianza y la poca habilidad para

mostrarse asertivo y con autoridad en el rol parental.

Salud: evalúa el posible deterioro en este ámbito, como resultado de un alto nivel

de estrés en la crianza o cuya condición existente pueda resultar un estresor para

la misma.

125

El cuarto y el último factor toca las características de los padres que aluden a su

disposición para el cuidado del niño, la auto evaluación sobre su competencia y los

efectos en áreas personales de la crianza del hijo, se integra por tres sub escalas apego,

competencia y restricción:

Apego parental: grado en el que los padres se sienten emocionalmente cercanos

al niño, facilitando u obstaculizando una interacción. Se vincula con la habilidad del

padre para captar y entender las necesidades y sentimientos del niño.

Competencia de los padres: capacidad que los padres perciben en sí mismos para

la crianza, relativo a la toma de decisiones, y el enfrentamiento de las

circunstancias cotidianas.

Restricción: percepción de los padres acerca del desempeño de su rol parental

como uno que limita su libertad e interfiere con la salvaguarda de la identidad

personal.

Las últimas dos dimensiones relacionadas con los padres, en puntajes altos,

manifiestan un sentimiento de incompetencia para las tareas implicadas en la crianza del

niño y muestra áreas de naturaleza disposicional que contribuyen a los problemas de

interacción.

En la versión validada por Montiel y Vera (1998) se obtiene un instrumento con 73

reactivos, 38 relacionados con el hijo y 35 sobre los padres, que se responden en una

escala tipo Likert de 5 puntos, en donde 1 es nunca y 5 es siempre; cuenta con reactivos

como ―cuando mi hijo quiere algo insiste hasta lograrlo‖ ó ―ser madre es más difícil de lo

que pensé‖. La suma de las puntuaciones de los ítems de la escala indica el grado de

estrés parental total que experimenta una persona en el rol de padre/madre. El

instrumento tiene un alpha de Cronbach total de .85, aplicaciones posteriores muestran un

índice de consistencia interna adecuada de .84 (Cortés y Méndez, 2011).

Indicadores Demográficos

El cuestionario sobre aspectos demográficos fue diseñado por el investigador,

integra respecto a los padres de la familia información específica relativa a: edad,

126

ocupación, religión, escolaridad, estado civil, años de matrimonio, matrimonios anteriores,

ingreso mensual, número de dependientes económicos, tipos de apoyos a los que

recurre. En relación al hijo con discapacidad registra: edad, lugar que ocupa entre los

hermanos y número de hermanos, se estructura por un total de 15 ítems.

Adaptabilidad y cohesión familiar FACES III, Gómez e Irigoyen, 1999)

Escala estandarizada en población mexicana, que evalúa la cohesión y la

adaptabilidad familiar; fue aplicado a 270 familias de población abierta en la jurisdicción

geográfica de un centro de salud, en la región sur de la Ciudad de México (Gómez e

Irigoyen, 1999), obtuvo un coeficiente de alfa de Cronbach de .70, que se considera un

valor alto y adecuado comparado con la versión anglosajona desarrollada por Olson,

Portner y Lavee (1985), quienes observaron una fiabilidad media en sus trabajos de .80.

Reporta la percepción que tienen los padres y madres de su familia, acerca del

vínculo que existe entre los miembros de una familia y la habilidad de la misma para

cambiar su estructura de poder, los roles y las reglas de la relación en respuesta al estrés

inesperado o propio del desarrollo evolutivo familiar; consta de 20 ítems en un formato de

respuesta tipo Likert de cinco puntos.

Se compone por dos dimensiones: cohesión (vinculación emocional, límites

familiares, tiempo, amigos, toma de decisiones, interés y ocio) y adaptabilidad familiar

(liderazgo, control, disciplina, negociación e intercambio de roles), evalúa cada una de

ellas a través de 10 reactivos (1, 3, 5, 7, 9, 11, 13, 15, 17, 19) para cohesión y 10 para

adaptabilidad (2, 4, 6, 8, 10, 12, 14, 16, 18, 20). La puntuación total en cohesión se

obtiene calculando la media de los diez ítems impares y en adaptabilidad de nueve ítems

pares (se elimina el ítem 8). El instrumento integra reactivos como ―nos gusta pasar

tiempo libre en familia‖, ―se toman en cuenta las sugerencia de los hijos‖, ó ―platicamos

los castigos‖.

127

Índice de soporte social (SSI, McCubbin, Patterson, Glynn, 1982)

Como parte de varios estudios a nivel nacional en Estados Unidos, que tuvieron el

propósito de evaluar el grado de soporte que las familias encuentran en sus respectivas

comunidades surge la presente escala. La base conceptual de la misma se desarrolla a

partir de entrevistas con padres de familia que enfatizan fundamentalmente tres aspectos

del soporte que brinda la comunidad de pertenencia: 1) emocional, 2) estima y 3) redes,

que evalúan el grado en el que la familia está integrada en la comunidad y la percibe

como una fuente de soporte emocional, de estimación y proveedora de redes de apoyo.

Se considera además que el soporte puede provenir de diversas fuentes y que la

cantidad de soporte percibido puede variar, es decir el instrumento puede identificar la

fuente, tipo e intensidad del soporte percibido en la familia. El índice de soporte social

consta de 17 ítems, en un formato de respuesta tipo Likert de cinco puntos, en donde 1

corresponde a totalmente en desacuerdo y 5 completamente de acuerdo. Algunos de los

reactivos que se incluyen son ―la gente de aquí sabe que la comunidad puede ayudar si

tienen problemas‖ ó ―los miembros de mi familia se esfuerzan por mostrarme su amor y

afecto‖.

La confiabilidad interna (alfa de Cronbach) de la escala es .82. La confiabilidad en

test-retest es de .83. Los procedimientos para la obtención de los puntajes son los

siguientes: se suman todas las respuestas y se utiliza el valor del SSI total, a mayor

puntuación mayor índice de soporte social, considerando previamente que seis de los

reactivos (7, 9,10,13,14 y 17) son reversibles, para asegurar en el análisis e interpretación

que todos los ítems tengan dirección positiva.

Inventario de Alianza para la paternidad (PAI, Abidin y Brunner, 1995)

Escala que mide el grado de coparticipación y compromiso, respecto al ejercicio de

la paternidad y la crianza, que los padres perciben de su cónyuge. El análisis de la

estructura factorial que Abidin y Brunner (1995) reportan, señala que no existen

diferencias significativas entre las respuestas de los padres y las madres; para los dos la

varianza explicada es del 66.3% respectivamente. Se señala que el inventario presenta

128

una consistencia interna total de .97 y discrimina tanto en personas casadas, separadas,

divorciados, además correlaciona de manera significativa con medidas de satisfacción

marital, estrés parental y estilos de paternidad.

Estudios posteriores llevados a cabo en el contexto nacional obtienen un alpha de

Cronbach de .96 y muestran a través del análisis factorial que la escala está integrada por

dos factores, el primero se relaciona con la participación del padre en el cuidado del niño

explica (alpha de Cronbach .96) y el segundo con la evaluación de la participación de

ambos padres en la educación del niño y la valoración positiva del patrón de crianza

paterno (alpha de Cronbach .86) de acuerdo a Peña, Aguilar y Vera (2005).

La escala se integra por 20 reactivos que se responden en una escala tipo Likert

de 5 puntos en donde el mínimo ―1‖ corresponde a nunca y el máximo ―5‖ a siempre;

algunos de los reactivos que se incluyen consideran aspectos tales como ―mi esposo y yo

podemos tener una buena comunicación cuando se trata de nuestro hijo‖, ―mi esposo y yo

hacemos un buen equipo como padres‖.

Sentido de coherencia familiar (F-SOC, Sagy, 1992)

Producto de la adaptación de la escala de orientación personal de Antonovsky

(1987), acerca de la percepción del sujeto sobre la visión del mundo familiar como

coherente; se elabora esta escala a partir de una muestra de 805 jubilados (Sagy, 1992).

Contiene 12 reactivos, tipo Likert de siete puntos. Posee tres dimensiones cada una de

ellas con cuatro reactivos: Comprensibilidad (4, 5, 7, 11), Manejabilidad (1, 2, 8,12) y

Significatividad (3, 6, 9, 10). Subyacente a cada reactivo es la manera en que el sujeto

interpreta la vida familiar como comprensible, manejable y significativa (Antonovsky,

Sourani, 1998).

Comprensibilidad: es el componente cognitivo del constructo; los individuos con

una elevada ―comprensibilidad‖, perciben los estímulos a los que se enfrentan

considerando la información ordenada, consistente, estructurada y clara en vez de

caótica, desordenada, azarosa, accidental o impredecible.

129

Manejabilidad: se define como el grado en que los individuos reconocen tienen a

su disposición los recursos adecuados para hacer frente a las demandas del

medio; éstos pueden estar bajo su propio control o de los otros como: padres,

amigos, cónyuge, médico, Dios; esta dimensión es el componente instrumental del

constructo.

Significatividad: dimensión motivacional del constructo, una elevada significatividad

implica una visión comprometida de ciertas áreas de la vida para las cuales

merece la pena emplear tiempo y esfuerzo, de forma que las demandas a las que

se enfrenta la persona, son consideradas retos dignos para invertir energía.

El puntaje del sentido de coherencia familiar se obtiene a través de la media de

todos los reactivos respondidos por el sujeto, los reactivos reversibles son: (1, 2, 3, 8, 10,

12). Altos puntajes demuestran un fuerte sentido de coherencia familiar y las personas

perciben su situación familiar como estructurada, manejable y con significado. Estudios

previos han encontrado coeficientes de alfa de Cronbach de .88 (Sagy, 1988), .77 (Sagy,

2001). La escala correlaciona con otros índices familiares y variables de ajuste (Sagy,

1998).

Estrategias de afrontamiento familiar (FCOPES, McCubbin, Olson y Larsen, 1981)

Esta escala identifica las estrategias conductuales utilizadas por las familias frente

a una situación crítica determinada. En una primer muestra (N=119) de estudiantes

universitarios graduados y no graduados estadounidenses, la fiabilidad del alfa en la

escala entera fue de .77. Una prueba adicional (N=2740) fue obtenida y dividida en dos

mitades al azar, descritas como muestras 1 y 2. En este estudio se condensaron el

número de factores a 5 y esta estructura ha sido utilizada en toda investigación

subsecuente.

El alfa de Cronbach fue calculado en cada factor por separado y sobre la escala

total en la muestra 1. Los mismos procedimientos fueron calculados en la segunda prueba

la cual replicó las conclusiones. La fiabilidad total del alfa de la prueba 1 es .86; para la

muestra 2 la fiabilidad total del alfa es .87. Después de un procedimiento de test-retest, se

obtuvo un alfa total para la escala de .81.

130

La escala consta de 30 ítems con cinco posibilidades de respuesta en función de

la frecuencia de uso de cada estrategia. Altas puntuaciones indican mayor efectividad en

la conducta de afrontamiento. El instrumento se integra por cinco subescalas: reencuadre,

evaluación pasiva, adquisición del apoyo social, búsqueda de soporte espiritual y

habilidad familiar para pedir o aceptar ayuda de profesionales:

Reencuadre se refiere a la redefinición de la situación estresante en términos del

significado que tiene para la familia en orden de hacerla más manejable (alfa

Cronbach .61). Esta dimensión consta de ocho ítems (3, 7, 11, 13, 15, 19, 22, 24).

Evaluación pasiva (alfa Cronbach .75), posee cuatro reactivos (12, 17, 26, 28, que

deben ser invertidos), y evalúa la habilidad familiar para aceptar cuestiones

problemáticas con el mínimo de reactividad. Incluye conductas pasivas o inactivas

para enfrentar los problemas como la evitación de las situaciones.

Adquisición de apoyo social (alfa Cronbach .78), está integrada por nueve

reactivos (1, 2, 5, 8, 10, 16, 20, 25, 29), que miden la habilidad de una familia para

ocuparse activamente en adquirir respaldo de parientes, amigos, vecinos y familia

extensa.

Búsqueda de soporte espiritual para resolver el problema (Alfa Cronbach .95),

mide la habilidad de la familia en la búsqueda de apoyo espiritual, está constituida

por cuatro ítems (14, 23, 27, 30).

Habilidad familiar para pedir o aceptar ayuda de profesionales o programas para

personas en situaciones familiares (Alfa Cronbach .78) y consta de un total de

cuatro reactivos (4, 6, 9, 2).

Escala de satisfacción familiar (FSS, Olson, Stewart y Wilson, 1990)

Se desarrolla con el objetivo de cubrir una de las hipótesis del Modelo Circumplejo

de Olson (2000) la cual señala que los sentimientos y actitudes respecto a la

adaptabilidad y la cohesión familiar son más importantes que los niveles en sí mismos en

131

los que la familia funcione; por tanto es primordial la satisfacción que experimenta una

familia respecto a su nivel de cohesión y adaptabilidad, que el lugar en donde está situada

en el modelo. De acuerdo a las hipótesis del modelo Circumplejo (Olson, 1993) las

familias balanceadas estarán más satisfechas que las no balanceadas.

La escala fue inicialmente utilizada en una investigación que se realiza con 1000

familias estadounidenses a través de su ciclo de vida la versión original consta de 14

ítems (Olson y Wilson, 1982) los cuales fueron posteriormente reducidos en una versión

de 10 ítems (Olson, Stewart y Wilson, 1990) utilizada en esta investigación, que se

responden en una escala tipo Likert de 4 puntos, en donde 1 es muy insatisfecho y 4 muy

satisfecho.

La versión corta del instrumento fue elaborada a partir de una muestra de 2,465

miembros de familias estadounidenses la escala tiene un alfa de Cronbach de .92 y un

test re-test de .85. La calificación de la escala consiste en sumar las respuestas en donde

el resultado deberá estar entre 10-50 puntos. El rango inferior refleja insatisfacción

familiar, el rango superior satisfacción. Básicamente los reactivos se responden en

función de la pregunta ―¿Qué tan satisfecho estoy con?, por ejemplo, en relación con la

capacidad de su familia para realizar cambios ó el tiempo que pasan juntos como familia.

4.3.9 Procedimiento

En este apartado se especifican la serie de estrategias seguidas para la

realización de la investigación, comprende acciones relacionadas con 1) las escalas; 2) el

equipo de trabajo; 3) la estandarización del equipo y 4) procedimiento para la selección de

los sujetos:

Escalas: traducción, ajuste y prueba piloto

Dos de los instrumentos utilizados están estandarizados en población mexicana,

aunque el resto fue elaborado en distintos contextos todos corresponden y son

congruentes con el cuerpo de conocimiento actual en el estrés familiar; por tal motivo el

primer momento de la ejecución correspondió a la 1) traducción de las escalas del idioma

inglés al español, misma que fue revisada y aprobada por el equipo de investigación del

132

área de Desarrollo Humano del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo

(CIAD); 2) posteriormente se efectúan los ajustes semánticos a los instrumentos con el

objetivo de adecuarlos al contexto social tlaxcalteca en el que se ubican los Centros de

Atención Múltiple, de igual forma estos fueron supervisados y aprobados por el equipo de

investigación señalado; 3) al finalizar esta etapa se probaron los cambios realizados y las

estrategias de aplicación y respuesta de los instrumentos; para probar la estrategia de

respuesta dicotómica, se ubicó el sentido de la respuesta del sujeto y se especificó qué

tan positiva o negativa era la misma.

Para ello se contactaron 10 personas -mujeres y hombres-, con un nivel de

escolaridad entre cero y 13 años, similar al de los padres de los CAM, por cada escala

(total 70). Durante la aplicación de la prueba piloto, los integrantes del equipo de trabajo

tuvieron como instrucción 1) detectar las palabras o preguntas que no se entendieran y 2)

las dificultades con los tipos de respuesta.

Cada aplicación se grabó en archivos digitales de voz, mismos que fueron enviados

para su revisión al (CIAD), evalúo la aplicación de la prueba piloto y la claridad en la

estrategia de respuesta dicotómica; en razón de los resultados obtenidos se retroalimenta

al equipo de colaboradoras con las recomendaciones para mejorar el trabajo; a partir de

ello realizan los últimos ajustes a las escalas, y son aprobadas en su forma definitiva.

Equipo de trabajo

Debido a la población considerada en este estudio y su distribución en los veinte

Centros de Atención Múltiple que abarcan todo el Estado de Tlaxcala, fue necesario

integrar un equipo de colaboradoras para facilitar el desarrollo del trabajo; inicialmente

éste se conformó por un grupo de cinco egresadas de la licenciatura en educación

especial de la Universidad Autónoma de Tlaxcala, cuyo perfil profesional les permitió

participar; por diversos motivos sólo dos permanecieron hasta la fase final.

Estandarización del equipo de trabajo

El equipo de trabajo fue capacitado en el conocimiento de los diversos

instrumentos que conforman la batería utilizada; de inicio se programaron una serie de

133

reuniones en las que se analizaron: los propósitos del estudio, el contenido y significado

de cada una de las escalas, las formas de aplicación y se acordaron las posibles

estrategias de solución a situaciones difíciles, por ejemplo confusión o poca claridad en

las instrucciones o contenidos de los instrumentos. Dado que se enfatizó en la prioridad

de establecer una adecuada relación de trabajo con el entrevistado, para facilitar el

acceso a la información necesaria, se capacitó adicionalmente en el manejo de la

entrevista.

Previo a la salida a campo, se probó la concordancia en la aplicación de

instrumentos entre el equipo de entrevistadoras; para tal efecto en reunión grupal se

trabajó con 5 madres: por turnos cada una de las integrantes del equipo aplicó la batería

de instrumentos a una madre, mientras esto ocurría el resto de ellas, distribuido en el

mismo salón, respondía su propia batería con las respuestas de la madre entrevistada.

Hasta que se alcanzó el 95% de concordancia en los resultados de cada batería aplicada

por las integrantes del equipo, se autorizó la salida a campo. Fueron programadas

reuniones semanales para la supervisión de las actividades planeadas.

Procedimiento para la aplicación de las medidas

Para cada una de las escalas se elaboraron tablillas en las que se especificó los

tipos de respuesta escritos con caracteres grandes para facilitar su identificación. En el

caso de que las personas no supieran leer se podía señalar la respuesta a través de

círculos dibujados en las mismas tablillas. La aplicación de los instrumentos tuvo el orden

siguiente: se 1) estableció la relación de trabajo con el sujeto a entrevistar, siempre por

separado y en algún lugar aislado, en la medida de lo posible; 2) explicó el propósito y 3)

posteriormente se informó del uso de las tablillas hasta que al sujeto le quedaba claro el

procedimiento.

El sujeto mantenía las tablillas mientras el entrevistador desarrollaba la sesión de

trabajo, en caso de confusión se utilizaban los ejemplos que ya se habían acordado en la

capacitación a las entrevistadoras, algunos de los cuales están incluidos en los formatos

de las instrumentos. La aplicación de tuvo una duración aproximada entre 1:30 a 2:00 hrs,

dependiendo del sujeto y su disponibilidad de horario, con frecuencia se realizaban más

de dos sesiones para poder finalizar.

134

Durante el ciclo escolar 2009-2010 se seleccionaron los Centros de Atención

Múltiple más cercanos a la capital del estado, que corresponden al municipio de Tlaxcala

(Ocotlán y Atlahapa), el responsable del proyecto estableció contacto con el supervisor de

zona, quién a su vez indicó a los respectivos directores se facilitara el acceso a las

madres de familia, de cada uno de los centros. Para lograr el ingreso se estableció un

acuerdo de trabajo con el supervisor de la primera zona elegida, que incluyó además de

una conferencia para el personal, la realización de talleres de trabajo con padres de

familia, en ambos CAM, acción planeada y ejecutada semanalmente durante tres meses.

Una vez logrado el ingreso a los CAM los directores hicieron las presentaciones

correspondientes del proyecto y el equipo de trabajo al personal de la institución, quiénes

a su vez colaboraron en la identificación y selección, de acuerdo a los registros

institucionales, de los niños con discapacidad intelectual que cubrían los criterios

mencionados con anterioridad. Posterior a la identificación del niño, se señalaron los días

y horas en que el responsable del menor (no necesariamente la madre), asistía al centro.

Algunas madres permanecen en las instituciones, por tanto se contactaron en el

mismo sitio. Sin embargo, por diversos motivos de tipo laboral o de salud, no todos los

padres asisten a la institución, y es alguna otra persona quien se hace cargo de llevar al

niño a la escuela, por ejemplo abuelos o hermanos, en esta situación se solicitó dirección

o teléfono.

Realizado el contacto, se concertó una cita y posteriormente se efectuó la visita al

domicilio; bajo esta estrategia los tiempos se prolongaron y se invirtieron tres meses, de

septiembre a noviembre- para la conclusión de estas dos primeras instituciones,

considerando que una de ellas es la que está ubicada en la capital del estado, y cuenta

con un número mayor de usuarios.

A las madres contactadas en los CAM se les aplicó la batería, generalmente en las

instalaciones del Centro, para ello se seleccionó un lugar apartado en donde no hubiera

distracciones, lo más cómodo posible, si el trabajo no se concluía, se concertaba una

nueva cita. Para la aplicación de la batería al padre, con mayor frecuencia la madre

designaba el día y horario para entrevistarlo, -previo consentimiento del mismo-; el

135

encuentro podía realizarse en el CAM antes del horario del ingreso al trabajo, al finalizar

la jornada laboral o durante el día de descanso o fin de semana en su hogar.

Tuvo mayor grado de dificultad involucrar a los padres en el proyecto, por ello se

requirió de un más tiempo para el establecimiento de la relación de trabajo ya que podían

mostrar menos disponibilidad, no llegaban a la cita acordada, y en algunos casos fue

necesario localizarlos directamente en los lugares de trabajo o esperar el día en que

regresaran a casa, en el caso de los choferes.

Aunque las madres se mostraron más participativas no siempre fue posible trabajar

de forma continua, ya que podían faltar a la escuela por motivos de salud, suspensiones

escolares, cuestiones familiares y por lo tanto era necesario reorganizar las citas con el

consiguiente retraso en el trabajo.

Aunque los CAM facilitaron el registro de los domicilios de los sujetos, este no

necesariamente coincidía con los datos actuales en la mayoría de las ocasiones; la

asistencia a determinado centro, no significaba que el domicilio familiar estuviera

localizado en el mismo municipio, en tal caso se emplearon de dos a tres días para

localizar los domicilios, tiempo determinado por la lejanía del lugar y la facilidad en el

acceso al mismo; al contactar con alguno de los padres, se concertaba una cita en función

de su disponibilidad; de no ser posible esto se regresaba cuántas veces fueran

necesarias, hasta contactar con alguna persona que facilitara el acceso a los padres y

lograr una cita con ellos.

Después de concluirse el trabajo en los dos primeros CAM, los siguientes centros

se seleccionaron en razón de la cercanía con el lugar de residencia de los miembros del

equipo; en los centros más cercanos a la capital del estado se colocó un solo miembro del

equipo, en los de mayor lejanía se asignaron a tres miembros, ello debido a un episodio

de violencia sufrida. Designados los centros se procuró contactar al mayor número de

padres en la escuela, esperarlos a la hora de salida y llevarlos a sus casas, en caso de

que lo permitieran, para así economizar tiempo y dinero.

136

De los veinte centros en los que se trabajó, sólo cinco permitieron la entrada de

manera oficial a través de autorización de los directores, para los restantes se buscaron

otras estrategias de ingreso.

4.4 Secuencia de análisis estadístico

De inicio fueron elaboradas las bases de datos, se realizaron tareas de

codificación, diseño de la estructura de la base original, captura y limpieza de datos;

posterior a ello, se efectúo un análisis factorial de tipo exploratorio por el método de

componentes principales y rotación varimax, seleccionando solamente los reactivos con

una carga factorial ≥ 0. 35, seguido del cálculo de los índices de consistencia interna de

las dimensiones y medidas resultantes del análisis factorial, a través del alfa de Cronbach,

que permitió identificar las características psicométricas de los instrumentos utilizados.

Como un primer nivel de medición y evaluación del comportamiento de los ítems

en población tlaxcalteca, se realizó un análisis de la frecuencia relativa de respuesta

positiva y la aplicación de una prueba t de Student para una muestra, se elaboró una

rúbrica que permitió una primera evaluación de las características mostradas por las

familias.

Los resultados obtenidos permitieron establecer las primeras preguntas sobre las

posibles diferencias los padres de familia, en correspondencia para la prueba de hipótesis

fueron realizados análisis t de Student para muestras independientes, así como análisis

de varianza simple de una sola vía, con una prueba post-hoc de Sheffé para varianzas

iguales. Enseguida, se realizaron correlaciones bivariadas de Pearson; así como

regresiones múltiples, análisis de conglomerados y discriminante.

137

PARTE 4. RESULTADOS, DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

CAPÍTULO 5. RESULTADOS

Este capítulo muestra los hallazgos resultantes del procesamiento de la

información, realizados con el paquete estadístico SPSS en su versión 21, se estructura

de la siguiente forma: para comprobar las condiciones mínimas de confiabilidad y validez

respecto a la batería de los instrumentos utilizados se presenta el análisis psicométrico

realizado, a través del análisis factorial exploratorio de componentes principales con

rotación varimax y análisis de consistencia interna mediante Alfa de Cronbach.

Posteriormente se llevan a cabo diferentes niveles de análisis en

concordancia con los objetivos del trabajo, el primero se enfoca en la exploración y

descripción de las características de la muestra, en función de las variables

independientes sexo, edad, nivel educativo, ingreso, número de hijos, edad del niño,

número de hermanos; así como la valoración inicial de las variables dependientes a través

del algoritmo positivo de frecuencia relativa y la prueba t de Student para una muestra.

En un segundo nivel de análisis, para las hipótesis de contraste de variables

dicotómicas y politómicas se aplica la prueba t de Student para muestras independientes

con N iguales y Anovas de un factor, con prueba post hoc Sheffé; así como la relación

entre dos variables, con la prueba coeficiente de correlación producto-momento de

Pearson.

El último nivel corresponde a las hipótesis predictivas, para las cuales se

realiza regresión lineal múltiple y análisis de conglomerados de tipo no jerárquico,

mediante el procedimiento K-medias y análisis discriminante para la diferenciación,

definición y caracterización de perfiles de los padres de familia de un hijo con

discapacidad intelectual.

138

A continuación se enuncian los resultados obtenidos, siguiendo el orden

indicado:

5.1 Análisis psicométrico de los instrumentos

En relación con las propiedades de los instrumentos de medida, cabe señalar que

la confiabilidad y la validez son cualidades que requieren cumplirse, de acuerdo a Pérez

(1998), de ello depende lograr cierta garantía en los resultados obtenidos en un estudio y

por tanto confianza en las conclusiones. Por tal motivo, es necesario efectuar algunas

acotaciones acerca de los conceptos de confiabilidad y validez que guían este apartado:

Por confiabilidad se entiende en este trabajo la exactitud o precisión de una

medición el grado en el cual las puntuaciones de un test están libres de errores de

medición; comprende dos aspectos: 1) estabilidad y 2) equivalencia; por estabilidad se

alude a la capacidad del instrumento para proporcionar resultados similares en diferentes

momentos; equivalencia o consistencia interna, -tipo de confiabilidad utilizada en este

estudio-, hace referencia al comportamiento interno de los instrumentos en términos de su

variabilidad, específicamente sobre la seguridad y consistencia de las puntuaciones de

una prueba, se analiza si cada ítem de la escala mide consistentemente una misma

propiedad y produce resultados similares (Costa, 1996).

Con este tipo de confiabilidad se establece el nivel de consistencia interna de los

reactivos que conforman una prueba, es decir el grado de intercorrelación existente entre

sus ítems, en una única administración de la medida. El modelo de consistencia interna

de Cronbach asume que la escala está compuesta por elementos homogéneos o

correlacionados que miden la misma característica; la consistencia interna de la escala

puede evaluarse mediante la correlación existente entre todos sus elementos.

Existen diferentes pruebas estadísticas para calcularla, el denominado Alfa de

Cronbach, es un coeficiente o medida de consistencia interna que se calcula a partir de

correlaciones, cuyo valor oscila entre 0 y 1, y tanto más próximo a 1, mayor es la

homogeneidad de los elementos relacionados; una alta confiabilidad significa que los

ítems de la prueba sí miden las mismas propiedades (Dorantes, 2010).

139

Acerca de los niveles aceptables de confiabilidad las posiciones son discrepantes,

el valor mínimo aceptable para el coeficiente Alpha de Cronbach es 0.70, y usualmente se

prefieren los valores entre 0.80 y 0.90; sin embargo de acuerdo a Weiten (2004), no hay

normas absolutas sobre estos niveles, ya que éstos dependerán del tipo y propósito de la

prueba y si bien pueden resultar no del todo adecuados según los criterios más exigentes,

es posible priorizar según el caso o el carácter preliminar de los estudios (Hair, Anderson,

Tatham y Black, 1999).

En sentido similar para Roscoe (2003), la magnitud del coeficiente estará en

relación con lo que se planee hacer con la prueba, de acuerdo a ello un coeficiente de

confiabilidad de .60 a .70 puede ser satisfactorio; según Zúñiga y Montero (2007), los

criterios para determinar cuáles valores son aceptables, dependerán del juicio del

investigador, la naturaleza del constructo a medir y la población específica de estudio.

Por validez se entiende la capacidad de una prueba para medir lo que se desea

(Weiten, 2004), y se relaciona con el significado teórico de las puntuaciones obtenidas en

una prueba, cuando se pone en evidencia que ésta realmente mide el constructo que se

pretende medir y se justifican, así las inferencias que se realizan en razón de los

resultados serán válidos. Según Tornimbeni, Pérez, Olaz, Cortada, Fernández, Cupani,

(2008), la validez de una medida se comprueba para determinados fines, esto es, no se

valida un test en sí mismo; de acuerdo a los autores se propone la referencia a diferentes

tipos de evidencia que soportan el concepto unitario de validez y no a distintos tipos de la

misma.

En este sentido la evidencia basada en la estructura interna de la prueba es la

utilizada en este trabajo, indica si las relaciones entre los ítems y las dimensiones

confirman la existencia de los constructos que el test dice medir.

La evidencia basada en la estructura interna del test se obtiene a través de

diversos procedimientos que verifican que estadísticamente los ítems se agrupen de la

manera que teóricamente se predice; el más utilizado es el análisis factorial, para el que

se sugiere tener al menos 50 casos (Dorantes, 2010); este método estadístico identifica

constructos psicológicos y es relevante para conocer a través de las intercorrelaciones

entre datos observables, la estructura interna de una prueba; principalmente reduce el

140

número de variables iniciales a un número pequeño de factores o rasgos comunes

(Tornimbeni, et al., 2008), a través de subconjuntos de variables que correlacionan alto

entre sí en relación a otros subconjuntos, que permite explicar un fenómeno complejo de

manera más parsimoniosa.

En estos términos, se habla de validez de la estructura interna de la prueba

cuando todos los ítems diseñados para evaluar la medida, muestran coherencia en la

conformación de sus factores al someterlo al análisis factorial. De acuerdo a Macía

(2010), en este trabajo se efectuó un análisis factorial de tipo exploratorio, dado que no se

tiene información sobre el número de factores existentes.

Se verificó el cumplimiento de dos supuestos básicos: 1) la adecuación de la

muestra mediante el estadístico de Kaiser-Meyer-Olkin (KMO), con el objetivo de saber si

la magnitud de los coeficientes de correlación parciales entre las variables son suficientes

y 2) la prueba de esfericidad de Bartlett con la finalidad de corroborar la adecuación del

modelo factorial para explicar los datos de la muestra, indicando que existen relaciones

significativas entre las variables.

Siguiendo los señalamientos de Abad, Garrido, Olea y Ponsoda (2006) respecto al

procedimiento, el análisis factorial toma los datos de la matriz de correlaciones entre los

ítems o variables, y de ello resulta una matriz factorial rotada que contiene las

saturaciones o cargas factoriales de cada variable en cada uno de los factores extraídos,

es decir las correlaciones entre cada variable y cada factor.

En esta investigación, el método de extracción utilizado fue el de componentes

principales, que extrae una cantidad máxima de varianza conforme se calcula cada factor,

el primer factor extrae la mayor cantidad de varianza y así de forma sucesiva, y para

facilitar la interpretación de estos factores, presentando una solución más sencilla de la

agrupación de los ítems, se utilizó el procedimiento de rotación Varimax.

Hechas las precisiones anteriores, se puntualiza que el orden seguido para

comprobar la validez según la evidencia sobre la estructura interna y confiabilidad de cada

una de las medidas fue el siguiente: de inició se realizó un análisis factorial exploratorio,

utilizando el método de extracción de componentes principales con rotación varimax; los

141

criterios de exclusión de reactivos estuvieron en función de que éstos no presentaran -

pesos factoriales menores a .35 de acuerdo a Morales (2011), y si su eliminación

contribuía al mejoramiento del Alpha de Cronbach, los resultados obtenidos se muestran

enseguida:

5.2 Validez según la evidencia de la estructura interna e Índice de consistencia

interna de los instrumentos

Índice de Soporte Parental (PAI)

Se sometió a prueba el instrumento para determinar la conveniencia de realizar un

análisis factorial, los resultados de los indicadores de ajuste de los datos al modelo

muestran lo siguiente: la medida de adecuación muestral KMO de Kaiser, Meyer y Olkin, -

índice que toma valores entre 0 y 1, en donde un KMO <0.5 es inaceptable para someter

los datos a un análisis factorial-, arroja un resultado de 0.938, y el test de esfericidad de

Bartlett obtuvo una significación estadística (p<.05), tal como es evidente en la Tabla 8.

Tabla 8.

Indicadores de adecuación de la muestra KMO y prueba de Bartlett para el Índice de soporte

social

Medida de adecuación muestral de Kaiser-Meyer-Olkin. ,938

Prueba de esfericidad de Bartlett Chi-cuadrado aproximado 2281,

298

Gl 190

Sig. ,000

Estos indicadores permiten continuar con los análisis (ver Tabla 9), sobre los

porcentajes de varianza explicada, los autovalores expresan la cantidad de la varianza

que se explica por cada factor. Por defecto son extraídos tantos factores como

autovalores, en este caso, se observan dos autovalores mayores que 1, que en conjunto

logran explicar el 48.27% de la varianza de los datos originales.

142

Tabla 9: Varianza total explicada del instrumento Índice de soporte parental.

Autovalores Iniciales

Suma de las saturaciones al cuadrado de la rotación

Componente Total % de la varianza

% acumulado Total

% de la varianza

% acumulado

1 8,09 40,45 40,45 5,07 25,38 25,38

2 1,56 7,82 48,27 4,57 22,89 48,27

El siguiente paso es buscar con el proceso de rotación varimax, que las variables

saturen en un máximo de dos factores, que contengan un número reducido de variables

que saturen inequívoca y exclusivamente en ellos (Macía, 2010).

Como se observa en la Tabla 10, la solución factorial para esta medida obtenida

de la matriz de componentes rotados, evidencia dos componentes, al primero se le

denomina ―relación parental‖, se conforma por 13 reactivos

(2,3,4,6,8,9,11,12,15,16,17,19,20) y explica el 25% de la varianza, con pesos factoriales

que van de .67 a 36; esta sub escala aglutina reactivos que en conjunto expresan la

percepción sobre la relación entre los padres.

En cambio el componente ―percepción parental‖ se integra por siete reactivos (1,

5, 7, 10, 13, 14, 18) y explica el 23% de la varianza, los pesos factoriales resultantes se

encuentran entre .79 y .54. Es una sub escala cuyos reactivos se refieren a la percepción

del otro progenitor en el ejercicio del rol parental.

Por último se realiza el análisis de fiabilidad de cada una de las subescalas, a

través del alfa de Cronbach, que arroja una consistencia interna de a= .87 en el

componente ―relación parental‖ y de a= .86 en ―percepción parental‖; el alpha total

obtenido por el instrumento es de .91 (ver Tabla 10).

143

Tabla 10.

Pesos factoriales y consistencia interna del instrumento Índice de soporte parental

Dimensión P

S VE% Alpha

Relación parental 25%

,87

2.Durante el embarazo mi esposo me expresó su confianza .365

3.Cuando se presenta algún problema entre los dos buscamos una solución .676

4.Mi esposo y yo podemos tener una buena comunicación cuando se trata de nuestro hijo

.638

6.Me gusta fomentar con mi esposo el que hablemos .522

8.Mi esposo y yo estamos de acuerdo en lo que puede y no puede hacer nuestro hijo

.608

9.Me siento más cerca de mi esposo cuando lo miro jugar con nuestro hijo .489

11.Mi esposo y yo hacemos un buen equipo como padres .708

12.Mi esposo cree que soy una buena madre .518

15.Mi esposo quiere a nuestro hijo tanto como yo .457

16.Mi esposo y yo tenemos la misma opinión acerca de nuestro niño .664

17.Si nuestro hijo necesita ser castigado mi esposo y yo nos ponemos de acuerdo en cómo hacerlo

.563

19.Mi esposo me dice que soy una buena madre .637

20.Mi esposo y yo queremos lo mismo para el futuro de nuestro hijo .623

Percepción parental 23%

,86

1.A mi esposo le gusta estar con nuestro hijo .765

5.Mi esposo está dispuesto a dejar de hacer cosas para ayudarme .724

7. Mi esposo le pone mucha atención o está pendiente de nuestro hijo .790

10.Mi esposo sabe cómo tratar a los niños .756

13.Yo creo que mi esposo es un buen padre .645

14.Mi esposo hace que mis tareas como madre yo las sienta más fáciles .577

18.Confío en el buen juicio de mi esposo para decidir lo que es bueno para nuestro hijo

.544

Alpha total: ,91, Kaiser Mayer Olkin: ,93, PS: Peso Factorial, VE%: Varianza Explicada

Se especifica que a partir de la siguiente escala, serán descritos de forma sucinta

los análisis realizados, se inicia con la medida de adecuación de la muestra KMO, test de

esfericidad de Bartlett, para continuar con el análisis de componentes principales y la

tabla de varianza total explicada que identificar el número de factores que explican la

mayor variabilidad de las componentes; será la matriz de factores rotados lo que permita

144

obtener una mejor solución y el número definitivo de componentes, en caso de ser

necesario, se realizará la depuración a través de la eliminación de aquéllos ítems que no

presenten un peso significativo en ningún factor; por último se realizan los análisis de

fiabilidad de los ítems y de las escalas finalmente obtenidas.

Escala de Adaptabilidad y cohesión familiar (FACES)

El análisis factorial exploratorio fue pertinente después de la revisión de la medida

de adecuación de la muestra, KMO, que está por encima de .50, valor mínimo para decidir

la conveniencia o no de proseguir con el análisis factorial, ya que se sitúa en .77, la

prueba de Bartlett obtuvo una significación estadística (p<.05), (ver Tabla 11).

Obtenidas las licencias para continuar con el estudio factorial, se llevó a cabo a

través del método de componentes principales, la extracción, siguiendo el criterio de

Kaiser (1960), que preserva solo aquellos componentes principales, cuyos valores propios

sean mayores a la unidad. En la Tabla siguiente se muestran los porcentajes de varianza

total explicada por cada componente y se observan dos autovalores mayores que 1, que

explican de manera global un 32.37% de la varianza de los datos (ver Tabla 12).

Tabla 12. Varianza total explicada del instrumento adaptabilidad y cohesión familiar

Autovalores iniciales

Suma de las saturaciones al cuadrado de la rotación

Componente Total

% de la varianza

% acumulado Total

% de la varianza

% acumulado

1 4,52 22,60 22,60 3,31 16,58 16,58

2 1,95 9,77 32,37 3,15 15,79 32,37

Método de extracción: Análisis de Componentes principales.

Tabla 11.

Indicadores de la adecuación de la muestra KMO y prueba de Bartlett para la escala de adaptabilidad

y cohesión familiar

Medida de adecuación muestral de Kaiser-Meyer-Olkin. ,772

Prueba de esfericidad de Bartlett Chi-cuadrado aproximado 1213,834

Gl 190

Sig. ,000

145

En la solución factorial para esta medida, obtenida de la matriz de componentes

rotados, se observa la presencia de dos componentes (ver Tabla 13), uno que es

denominado ―unidad afectiva‖ y se estructura por 8 reactivos (1, 5, 7, 9, 11, 15, 17, 19) y

explica el 20% de la varianza, cuyos pesos factoriales se encuentran entre .67 y .43; esta

sub escala aglutina reactivos que aluden a la percepción sobre la cohesión familiar.

El siguiente factor ―participación familiar, se integra por ocho reactivos (2, 4, 8, 10,

12, 13, 14, 16) y explica el 18% de la varianza, los pesos factoriales resultantes se

encuentran entre .66 y .42. Los reactivos de esta sub escala se refieren a la capacidad

que posee la familia de ser flexible, promoviendo la participación y el cambio (ver Tabla

13). Cabe señalar que la solución aportada por la matriz de componentes rotados elimina

cuatro reactivos (3, 6, 18, 20).

El análisis de fiabilidad de cada una de las subescalas, medido a través del alfa de

Cronbach, arroja una consistencia interna de a= .80 en el componente ―unidad afectiva‖ y

un a= .73 en ―participación familiar‖ (ver Tabla 13); el alpha total obtenido por el

instrumento es de .80.

Tabla 13.

Pesos factoriales y consistencia interna del la escala de Adaptabilidad y cohesión familiar.

Dimensión PS VE% Alpha

Unidad afectiva

20% ,80

1.Apoyo cuando lo necesitamos .677

5.Conviven con familiares cercanos .435

7.Nos sentimos más unidos entre nosotros .676

9.Nos gusta pasar el tiempo libre en familia .608

11.Nos sentimos muy unidos .631

15.Podemos organizar actividades en familia .478

17.Nos preguntamos para tomar decisiones .510

19.En mi familia es muy importante estar unidos .766

Participación familiar

18% ,73

2.Se toman en cuenta sugerencias de los hijos .542

4.Los hijos opinan sobre su disciplina .663

8.Se puede cambiar quehaceres de la casa .600

10.Platicamos los castigos .614

146

12.Hijos también toman decisiones .652

13.Toman decisión importante, familia está presente

.436

14.Se pueden cambiar las reglas .425

16.Intercambiamos los quehaceres de la casa .621

Alpha total: ,80, Kaiser Mayer Olkin: ,78, PS: Peso Factorial, VE%: Varianza Explicada.

Escala de satisfacción familiar (FSS)

El resultado de la medida de adecuación muestral (KMO) es de .83, (ver Tabla 14),

por lo tanto se cumplen los requisitos fundamentales para efectuar el análisis factorial

exploratorio por el método de componentes principales, con rotación varimax.

En los siguientes resultados se observan los porcentajes de varianza total

explicada por cada componente, se extraen dos autovalores mayores que 1, que explican

de manera global un 46% de la varianza de los datos (ver Tabla 15).

Tabla 15. Varianza total explicada de la Escala de satisfacción familiar

Componente

Autovalores iniciales Suma de las saturaciones al cuadrado de

la rotación

Total % de la varianza

% acumulado Total

% de la varianza

% acumulado

1 3,51 35,12 35,2 2,46 24,7 24,7

2 1,07 10,79 45,1 2,12 21,4 46,1

Método de extracción: Análisis de Componentes principales.

La solución factorial extraída de la matriz de componentes rotados, presenta dos

componentes (ver Tabla 16), el primero ―flexibilidad familiar‖, se integra por 4 reactivos (2,

3, 6, 10) y explica el 25% de la varianza; la magnitud de las saturaciones factoriales se

Tabla 14.

KMO y prueba de Bartlett para la Escala de satisfacción familiar

Medida de adecuación muestral de Kaiser-Meyer-Olkin. ,836

Prueba de esfericidad de Bartlett Chi-cuadrado aproximado 529,693

Gl 45

Sig. ,000

147

encuentran entre .73 y .58; el componente básicamente recoge información sobre la

satisfacción respecto a la capacidad familiar de ser flexible y realizar cambios.

El segundo componente se denomina ―unión familiar‖, está constituido por 6

reactivos (1, 4, 5, 7, 8, 9), que explican el 21% de la varianza, los pesos factoriales van

de .72 a.44; los reactivos de esta subescala aluden a la satisfacción percibida

respecto a la cohesión entre los miembros de la familia. La consistencia interna (α

Cronbach) de cada una de las subescalas es la siguiente para el componente ―flexibilidad

familiar‖ α= .65 y un α = .66 respectivamente; el alpha total del instrumento es .78 (ver

Tabla 16).

Tabla 16.

Peso factorial y consistencia interna de la Escala de satisfacción familiar

PS VE% Alpha

Flexibilidad familiar 25% ,65

2.-Enfrentarse a cosas difíciles .585

3.-Capacidad para hacer cambios .734

6.-Habilidad para resolver conflictos .72

10.-Preocupación entre los miembros .618

Unión familiar 21% ,66

1.-Union y apoyo entre miembros .632

4.-Capacidad para platicar cosas buenas .472

5.-Comunicación entre miembros .728

7.-Tiempo juntos como familia .663

8.-Forma como platican los problemas .449

9.-Respeto a opiniones .465

Alpha total: .78, Kaiser Mayer Olkin: .83, PS: Peso Factorial, VE%: Varianza Explicada.

148

Escala de Estrategias de afrontamiento familiar (FCOPES)

Como puede observarse el resultado del índice de adecuación muestral de Kaiser-

Meyer-Olkin (KMO) está por encima del límite inferior aceptado de .50, y el test de

esfericidad de Bartlett obtuvo una significación estadística (p<.05), por lo tanto son

favorables y hacen factible la aplicación del Análisis factorial exploratorio (Tabla 17).

En la Tabla 18 se exponen los autovalores y el porcentaje que representa cada

uno de ellos, estos expresan la cantidad de varianza total que esta explicada por cada

factor, se obtienen dos autovalores mayores que 1, que en conjunto logran explicar el

24% de la varianza de los datos.

Tabla 18. Varianza total explicada de la escala de Estrategias de afrontamiento familiar

Componente

Autovalores iniciales Suma de las saturaciones al cuadrado de

la rotación

Total % de la varianza

% acumulado

Total

% de la varianza

% acumulado

1 4,08 13,61 13,61 4,07 13,57 13,57

2 2,99 9,96 23,58 3,00 10,00 23,58

Método de extracción: Análisis de Componentes principales.

Con el proceso de rotación, la solución factorial obtenida presenta dos

componentes, el primero denominado ―apoyo social‖, aglutina un total 14 reactivos

(1,2,4,5,8,9,10,16,20,21,23,25,27,29) que explican el 14% de la varianza; la magnitud de

las saturaciones factoriales se encuentra entre .60 y .36; esta sub escala obtiene un alfa

de .78. Y recibe esta denominación dado que contiene reactivos que aluden a la

estrategia de afrontamiento enfocada con la búsqueda del apoyo social.

Tabla 17.

KMO y prueba de Bartlett de la escala de Estrategias de afrontamiento familiar

Medida de adecuación muestral de Kaiser-Meyer-Olkin. ,727

Prueba de esfericidad de Bartlett Chi-cuadrado aproximado 1584,862

Gl 435

Sig. ,000

149

Así mismo, el segundo componente ―redefinición familiar‖, está constituido por

8 reactivos (3, 7, 11, 13, 15, 19, 22,24) con un porcentaje de varianza explicada de 10%,

cuyos pesos factoriales van de .62 a .40; y un índice de consistencia interna de .72. Se

nombra de tal forma, ya que los reactivos implican una estrategia de afrontamiento

relacionada con el reencuadre de las situaciones difíciles (ver Tabla 19).

Tabla 19.

Peso factorial y consistencia interna de la escala de Estrategias de afrontamiento familiar

PS VE% Alpha

Apoyo social 14% .78

1.Compartimos dificultades con los familiares .442

2.Pedimos animo y apoyo a amigos .504

4.Pedimos información de otras familias ..554

5.Pedimos consejos a parientes ..585

8.Recibimos favores de vecinos ..528

9.Buscamos ayuda y consejo del doctor ..404

10.Pedimos ayuda y favores a vecinos ..492

16.Compartimos preocupaciones ..588

20.Hacemos cosas con familiares ..488

21.Buscamos ayuda profesional ..587

23.Participamos en actividades de la iglesia ..453

25.Preguntamo opinión de familiares ..603

27.Pedimos consejo a guía espiritual ..361

29.Compartimos problema con vecinos ..474

Redefinición familiar

10% .72

3.Capaces de resolver problemas ..605

7.Tenemos fuerza para resolver problemas ..623

11.Enfrentamos problemas ..545

13.Demostramos que somos fuertes ..629

15.Vemos problemas como algo natural ..559

19.Problemas inesperados ..408

22.Podemos manejar nuestros problemas ..591

24.Pensamos en el lado bueno ..536

Alpha total: .91, Kaiser Mayer Olkin: .93, PS: Peso Factorial, VE%: Varianza Explicada.

150

Escala Índice de soporte social (SSI)

Para garantizar que los datos se ajustan a un modelo de análisis factorial, se

aprecian en la Tabla 20, los valores obtenidos en el índice de Kaiser-Meyer-Olkin (KMO=

.78) y el test de esfericidad de Bartlett (p<.05), ambos favorables y por tanto permiten la

continuación de los análisis.

Posteriormente el análisis de componentes principales realizado resultó en una

estructura inicial de dos factores con autovalores superiores a 1 que explican de manera

global el 40% de la varianza, como se presenta en la Tabla 21.

Tabla 21. Varianza total explicada de la escala Índice de soporte social

Componente

Autovalores iniciales Suma de las saturaciones al

cuadrado de la rotación

Total % de la varianza

% acumulado Total

% de la varianza

% acumulado

1 3,35 25,80 25,80 2,94 22,64 22,64

2 1,80 3,87 39,67 2,21 17,03 39,67

Método de extracción: Análisis de Componentes principales.

La solución ofrecida por la rotación factorial muestra dos factores, el primero

―apoyo comunitario‖ agrupa siete reactivos, que están relacionados con la obtención de

soporte a nivel de red social (1,4,5,6,11,15,16) y conjuntamente explican el 23% de la

varianza, los pesos factoriales encontrados oscilan entre .79 y .45 (ver Tabla 22).

El siguiente factor ―red familiar‖ contiene 6 reactivos (3,7,9,10,12,17), recibe tal

denominación en razón de la relación con la percepción de soporte y pertenencia a una

red familiar de apoyo, tiene una varianza explicada del 17%, los pesos factoriales

mostrados van de .67 a.36 (ver Tabla 22).

Tabla 20.

KMO y prueba de Bartlett de la escala Índice de soporte social

Medida de adecuación muestral de Kaiser-Meyer-Olkin. ,781

Prueba de esfericidad de Bartlett Chi-cuadrado aproximado 675,203

Gl 78

Sig. ,000

151

La consistencia interna (α Cronbach) de cada una de las subescalas es la

siguiente: para el componente ―apoyo comunitario‖ α= .75 y para ―red familiar‖ .64; el

alpha total del instrumento es de .75 (ver Tabla 22).

Tabla 22. Peso factorial y consistencia interna del instrumento de Índice de soporte social

Dimensión PS VE% Alpha

Apoyo comunitario

23% ,75

1.Si tengo una emergencia gente de mi comunidad estaría dispuesta a ayudarme

.738

4.La gente de aquí sabe que la comunidad puede ayudarla si está en problemas

.792

5.Tengo amigos que me dicen que valoran quien soy y lo que hago .646

6.Las personas pueden depender de los otros en esta comunidad .755

11.Vivir en esta comunidad me hace sentir seguro .480

15.Estoy seguro que soy tan importante para mis amigos como ellos lo son para mi

.450

16.Tengo amigos cercanos fuera de la familia que se que realmente se preocupan por mi

.508

Red familiar 17% ,64

3.Las cosas que hago por los miembros de mi familia me hacen sentir parte de este grupo

.366

7. Los miembros de mi familia rara vez escuchan mis problemas o preocupaciones.

.678

9.Hay veces que personas de la familia hacen sentir infelices a los otros miembros

.653

10.Necesito ser muy cuidadoso en lo que hago por mis amigos .450

12.Los miembros de mi familia se esfuerzan por mostrarme su amor y afecto

.633

17.Los miembros de mi familia no parecen entenderme, .672

Alpha total: 75, Kaiser Mayer Olkin: 78, PS: Peso Factorial, VE%: Varianza Explicada.

Escala Sentido de Coherencia familiar (SOC)

El análisis factorial exploratorio fue pertinente después de la revisión de los

siguientes criterios: la medida de adecuación de la muestra, KMO=.71 se encuentra por

encima del valor mínimo considerado aceptable (.50), así como la prueba de esfericidad

de Bartlett posee un nivel de significancia de .000 (ver Tabla 23), ambos resultados

autorizan el seguimiento de los análisis ya que se logran los requisitos fundamentales

152

para proseguir con el análisis factorial exploratorio por el método de componentes

principales.

El siguiente paso es la determinación del número de componentes, en este caso la

revisión de la estructura obtenida muestra dos valores superiores a 1, los cuales explican

en conjunto el 36% de la varianza (ver Tabla 24).

Tabla 24. Varianza total explicada del instrumento Sentido de coherencia familiar

Componente

Autovalores iniciales Suma de las saturaciones al cuadrado de

la rotación

Total % de la varianza

% acumulado Total

% de la varianza

% acumulado

1 2,66 22,17 22,17 2,33 19,49 19,49

2 1,62 13,50 35,67 1,94 16,17 35,67

Método de extracción: Análisis de Componentes principales.

A partir de la rotación, la solución factorial que se propone se conforma por dos

componentes, el primero de ellos nombrado ―significado familiar‖, aglutina 7 reactivos

referentes a una visión de la vida familiar en la que tiene sentido hacer una inversión de

tiempo y esfuerzo (1, 2, 3, 4, 9, 10,12). Esta subescala explica en conjunto el 20% de la

varianza, cuyos pesos factoriales se ubican entre .63 y .35. La consistencia interna (α

Cronbach) es de α= .61 (ver Tabla 25).

El siguiente componente ―comprensibilidad‖ se integra por 4 reactivos (5, 6, 7,11)

que explican en total el 17% de la varianza; sus pesos factoriales se ubican entre .71 el

máximo y .52 el mínimo. Esta sub escala integra información que se relaciona con la

percepción de los estímulos a los que la familia se enfrenta como consistentes,

estructurados, en vez de caóticos o azarosos. La consistencia interna para esta sub

escala es de α= .56; la escala obtiene un alfa de .64 total, con un reactivo eliminado (8)

(ver Tabla 25).

Tabla 23.

KMO y prueba de Bartlett del instrumento Sentido de coherencia familiar

Medida de adecuación muestral de Kaiser-Meyer-Olkin. ,709

Prueba de esfericidad de Bartlett Chi-cuadrado aproximado 382,101

Gl 66

Sig. ,000

153

Tabla 25.

Peso factorial y consistencia interna del instrumento de Sentido de coherencia familiar

Dimensión PS VE% Alpha

Significado familiar

20% ,61

1.Siente que puede influir en lo que pasa con su familia .630

2.Cuando ha tenido que hacer cosas que dependen de la cooperación de todos

.471

3.Hasta ahora su familia ha tenido .

527

4.En qué medida le parece que las reglas de la familia son claras para usted .

555

9.Cuando piensa en su vida familiar, frecuentemente usted: .

622

10.Haciendo las cosas que hace como papá o mamá en la familia es .

600

12.Las personas con las que usted contaba lo han decepcionado .

355

Comprensibilidad 17% ,56

5.Cuando su familia enfrenta un problema difícil, escoger un solución es .528

6.La vida familiar le parece: .597

7.En qué medida está claro el futuro de su familia .710

11.Ha sentido que no sabe exactamente que pasara con su familia .682

Alpha total: .64, Kaiser Mayer Olkin: .71, PS: Peso Factorial, VE%: Varianza Explicada.

Por último, es importante señalar que las características psicométricas

encontradas en los diferentes instrumentos permiten presentar una batería de pruebas lo

suficientemente confiable y válida para probar el modelo doble ABCX en familias

tlaxcaltecas que tienen un hijo con discapacidad intelectual. Lo anterior otorga las

licencias para continuar, los apartados siguientes dan cuenta de los resultados

encontrados en razón de los diferentes niveles de análisis definidos previamente.

5.3 Descripción de la muestra de padres

La exploración de las características sociodemográficas que caracterizan a los

sujetos participantes en este estudio, tiene el propósito de obtener una perspectiva

154

general de las condiciones en las que los padres de familia de Tlaxcala crían a sus hijos

con discapacidad intelectual:

En correspondencia con los criterios de inclusión, la muestra total de 268

participantes, se conformó por n= 134 padres, n= 134 madres, cuya edad se distribuye de

la siguiente forma: 75 participantes (28%), se ubican en el rango de 22 a 33 años (primer

cuartil), la frecuencia mayor concentra 79 participantes en un rango de 34 a 39 años

(29.5%) (segundo cuartil), 51 sujetos es decir el 19% se encuentran entre 40 y 44 años

(tercer cuartil) y por último 63 (23.5%) (cuarto cuartil) de 45 años en adelante.

Respecto a la escolaridad, se observa que 108 personas (40.3%) cursaron

hasta el nivel primaria únicamente o no tienen escolaridad; 115 (42.9%) de los

participantes tiene educación secundaria, y un porcentaje reducido, solo 45 sujetos el

(16.8%), terminó la preparatoria o una licenciatura. En lo concerniente a ocupación los

datos evidencian que 114 personas (42.5 %) son amas de casa; en general 49 padres son

empleados (18.3%), 43 obreros (16%), 30 (11.2%), campesinos y solamente 32 personas

son 11.9% trabajadores independientes.

En materia de ingreso familiar, se encuentra que 79 participantes (29.5%) no

tienen ingresos propios, 54 participantes perciben menos de 1000 pesos mensuales

(20.1);,88 (32.8%) perciben entre mil y 3000 pesos mensuales y solamente 47 personas

(17.5%) perciben más de 3000 pesos al mes. En relación con los tipos de apoyo a los

cuales estas familias tienen acceso, los datos indican que 92 personas (34.3%) no

cuentan con ningún apoyo público o privado; mientras que 81 (65.6%) cuenta con alguna

beca, servicios médicos o ambas cosas. Se observa la siguiente composición familiar: 70

niños con discapacidad intelectual (26.1%) no tiene hermanos o solo uno; 94 el 35.1%

tiene 2 hermanos, 56 (20.9%) tiene 3 hermanos y 48 (17.9%) tiene 4 o más hermanos.

La descripción de las características sociodemográficas de los padres de

familia de niños con discapacidad intelectual que son atendidos en los Centros de

Atención Múltiple del estado de Tlaxcala, proporciona una panorámica de las

circunstancias que prevalecen en este tipo de familias, en las que se encuentra gran

homogeneidad según los datos, dado que: 1) predomina el nivel básico de instrucción, 2)

las madres desempeñan principalmente actividades tradicionales al interior del hogar

155

como amas de casa, y los padres son proveedores económicos trabajando como

campesinos, obreros, empleados o de forma independiente, en menor proporción; 3) en

relación al ingreso es notorio que un considerable porcentaje de la población, el 82.5%,

percibe menos de tres mil pesos mensuales para la manutención familiar, es importante

tomar en cuenta que el 82% de las familias tienen un mínimo de tres a cinco miembros.

Esta situación confirma los datos de CONAPO (2010), que refieren Tlaxcala

pertenece al grupo de siete entidades del país, con situación económica más difícil, ya

que la proporción de población ocupada con ingresos menores a dos salarios mínimos,

rebasa al 50% y Tlaxcala posee el 53% (el salario mínimo en la zona C, que corresponde

al estado de Tlaxcala es de 59.80 pesos diarios).

5.4 Valoración inicial de las variables dependientes a través del algoritmo positivo

de frecuencia relativa y la prueba t de Student para una muestra.

Con el objetivo de analizar el posicionamiento de las percepciones de los padres

de familia de niños con discapacidad intelectual respecto a cada variable de la batería de

prueba, se realizó el cálculo de frecuencia relativa de la respuesta positiva; los resultados

dieron pie a la aplicación de la prueba de t de Student para una muestra, con la intención

de comprobar si es posible aceptar que la media de la población es un valor determinado,

evaluando si se mantiene la Hipótesis nula de que la media es tal valor.

Se analizaron cada uno de los reactivos pertenecientes a las 16 dimensiones

obtenidas a través del análisis factorial de componentes principales, correspondiente a las

medidas Estrés parental, Soporte parental, Soporte social, Cohesión y adaptabilidad,

Sentido de coherencia familiar, Estrategias de afrontamiento familiar y Satisfacción

familiar, cabe señalar que cada una de las medidas se integra por dos dimensiones, a

excepción de Estrés de la crianza que se conforma por cuatro.

Descripción y valoración inicial de las variables dependientes

Con el objetivo de analizar el posicionamiento de las percepciones de los padres

de familia de niños con discapacidad intelectual respecto a cada variable de la batería de

156

prueba se realizó el cálculo de frecuencia relativa de la respuesta positiva, los resultados

dieron pie a la aplicación de la prueba t de Student para una muestra, para comprobar si

es posible aceptar que la media de la población es un valor determinado, evaluando si se

mantiene la Hipótesis nula de que la media es tal valor.

Se analizaron cada uno de los reactivos pertenecientes a las 16 dimensiones

obtenidas a través del análisis factorial de componentes principales, correspondiente a las

medidas Estrés parental, Soporte parental, Soporte social, Cohesión y adaptabilidad,

Sentido de coherencia familiar, Estrategias de afrontamiento familiar y Satisfacción

familiar, cabe señalar que cada una de las medidas se integra por dos dimensiones, a

excepción de Estrés de la crianza que se conforma por cuatro, se explicitan a

continuación las características de ambos análisis:

En relación con el cálculo de la frecuencia relativa de respuesta positiva, se

elaboró una escala para la interpretación de los resultados totales, esta permite realizar

una primera exploración y ubicación de las características más notables que presentan

los padres de familia en función de la adaptación a la discapacidad intelectual de un hijo:

Valor Interpretación

1) 81-100 Excelente

2) 61-80 Muy bueno

3) 40-60 Bueno

4) 20-39 Aceptable

5) 1-19 No aceptable

Criterios de interpretación frecuencia relativa de respuesta positiva

81-100% Excelente: Los padres de un niño con DI muestran una percepción

positiva y muy satisfactoria en relación con: el grado de excelente participación y

compromiso del cónyuge en relación con la crianza del hijo, el soporte que se busca y

obtiene a nivel social, la interpretación de la vida familiar de una manera comprensible,

factible de manejar y con significado, la percepción de un vínculo afectivo entre los

miembros y la habilidad para cambiar roles, reglas, estructura de poder en la familia, así

157

como la utilización de manera excelente de diferentes estrategias de afrontamiento en

respuesta al nivel de estrés derivado de la crianza de un hijo con discapacidad intelectual.

Caracteriza a una familia comprometida con el desarrollo de su hijo, que se

ocupa de buscar estrategias para el tránsito adecuado por los diferentes retos que se les

plantean durante el tiempo, por lo que es posible reciba eventualmente orientación

psicoeducativa, que se traduzca en un ambiente familiar potenciador del desarrollo del

niño y facilite la participación familia-escuela.

61-80% Muy bueno: Los padres de un niño con DI presentan una tendencia alta

(75%) en las variables involucradas, se realizan acciones que permiten percibir un nivel

muy bueno de: soporte a parental y social, la vida familiar puede ser interpretada de una

manera comprensible, manejable y con significado, se percibe un vínculo afectivo entre

los miembros y la habilidad para cambiar roles, reglas, estructura de poder en la familia,

es posible utilizar diferentes estrategias de afrontamiento en respuesta al nivel de estrés

derivado de la crianza de un hijo con discapacidad intelectual. En cada una de las

dimensiones es favorecedor fortalecer o desarrollar habilidades parentales, que le

permitan a la familia una mejora del ambiente familiar, condición necesaria para el

desarrollo del niño y se facilite la participación familia-escuela.

40-60% Bueno: Se tiene una percepción adecuada al 50% de respuesta positiva

de los padres de familia de un niño con discapacidad intelectual, este nivel representa una

percepción media respecto a las acciones que se realizan en relación con: el soporte

parental y social, la interpretación de la vida familiar posible de manejar, con

significado y comprensible, el vínculo afectivo entre los miembros, la habilidad para

cambiar roles, reglas, estructura de poder en la familia, y la utilización de diferentes

estrategias de afrontamiento en respuesta al nivel de estrés derivado de la crianza de un

hijo con discapacidad intelectual. El nivel de percepción indicado, representa un amplio

margen de posibilidad de trabajo psicoeducativo con los padres de familia, ya que es muy

importante desarrollar habilidades parentales y fortalecer las ya existentes, aspectos que

podrían mejorar el ambiente familiar en beneficio del desarrollo del niño, promoviendo un

interés constante en potenciar las capacidades y habilidades del niño, y así favorecer la

participación familia-escuela.

158

20-39% Aceptable: Los padres de un niño con discapacidad intelectual muestran

un nivel bajo de percepción que representa el 25% de respuesta positiva, la tendencia

hacia un sentido negativo evidencia áreas de necesaria intervención psicoeducativa para

ser fortalecidas o desarrolladas en relación con: la búsqueda de fuentes de soporte a nivel

parental y social, la resignificación de la vida familiar como una que es posible manejar,

comprensible y con significado, el mejoramiento de los vínculos afectivos entre los

miembros, así como la habilidad para cambiar roles, reglas, estructura de poder en la

familia y la búsqueda de diferentes estrategias de afrontamiento en eficaces en respuesta

al nivel de estrés derivado de la crianza de un hijo con discapacidad intelectual. La baja

percepción en este tipo de familia, pone en evidencia la existencia de un ambiente familiar

crítico para el desarrollo del niño, por lo tanto se requiere insoslayablemente implementar

una estrategia psicoeducativa permanente de seguimiento a la familia, que posibilite

fortalecer o desarrollar habilidades parentales para la promoción de un ambiente

potenciador del desarrollo del niño, que promueva el interés y compromiso en la

participación familia- escuela

0-19% Regular: Nivel muy bajo de valoración de la respuesta positiva, muestra

una percepción de los padres, que situada negativamente respecto a: las fuentes de

soporte, el significado de la vida familiar, los vínculos afectos y la capacidad de la familia

para el cambio y las estrategias de afrontamiento utilizadas en respuesta al nivel de estrés

generado por la crianza de un niño con discapacidad intelectual, pone de relieve áreas

críticas y urgentes de intervención psicoeducativa que implican un riesgo para el

desarrollo óptimo del niño con discapacidad intelectual, ya que son escasas las

condiciones que potencien sus capacidades, por lo que se requiere instrumentar

estrategias de intervención psicoeducativa y supervisión constante, que permitan el

mejoramiento del ambiente familiar y pueda éste en mayor medida posibilitar el desarrollo

del niño, y la participación familia-escuela en la medida de lo posible.

En relación con la prueba t para una muestra, el parámetro sometido a prueba se

enuncia de la siguiente manera:

1) Ho: µ = 3.5

Ha: µ ≠ 3.5

159

Criterio de decisión para la prueba t Student de una muestra

Si t es mayor que 1.96 se rechaza la Ho ya que resulta estadísticamente

significativa y ello representa que los datos no son compatibles con el valor de µ

propuesto.

Interpretación de resultados

La probabilidad de que la muestra provenga de una población cuya media es el

valor de prueba µ 3.5 y 3 serán los parámetros a ser probados, en función del siguiente

criterio de valoración de µ para el cálculo de t propuesto:

Valor µ Interpretación

4.5 - 5 Excelente

4.0 - 4.4 Muy bueno

3.5 - 3.9 Bueno

3.0 - 3.4 Aceptable

<3 Insuficiente

A continuación se describen los resultados generales del comportamiento

particular de las variables y se explicita gráficamente la tendencia mostrada por la

respuesta positiva obtenida por dimensión. Cabe señalar que cada dimensión se

estructura con información sobre de media, desviación estándar, frecuencia relativa de

respuesta positiva con su respectiva valoración, valor de t, nivel de significancia y el

criterio de valoración de µ para cálculo t, (ver Anexos).

160

Dimensión “relación parental” de Soporte parental (PAI)

Los reactivos de esta dimensión, expresan de forma conjunta la percepción que

los padres de familia tienen sobre su respectiva relación a nivel parental, en razón del

soporte percibido en las tareas de crianza de los hijos. La respuesta positiva mayor, 87%,

señala la importancia de la expresión de afecto hacia el hijo, como indicador de la relación

conjunta de soporte; el menor porcentaje obtenido, 40%, se asocia con la posibilidad de

establecer acuerdos respecto a los castigos; la dimensión en general obtiene un 68 % que

la sitúa, desde el criterio de valoración establecido en el nivel de ―muy bueno‖, ello en

general indica que los padres de familia perciben la relación parental como una que puede

brindar soporte.

Sometiendo a prueba lo anterior, el análisis a nivel inferencial muestra que las

variables descritas, obtienen una media de 4.49 y 3.03, con valores t de 31.99 y .366

respectivamente; el primer valor de t resulta estadísticamente significativo, lo cual implica

que la expresión de afecto hacia el hijo se percibe, según el criterio señalado, como

indicador de una muy buena relación de soporte; en el segundo la Ho se acepta.

En términos globales, se aprecia que la percepción que tienen los padres de

familia respecto a su relación parental, presenta como fortalezas el establecimiento de

acuerdos, posibilidad de comunicación, expresión afectiva y preocupación sobre el futuro

del hijo con discapacidad; las áreas a apuntalar, son el trabajo en conjunto relacionado

con las tareas de crianza cotidiana y la retroalimentación en el desempeño del rol (ver

Figura 2).

161

Figura 2.

Dimensión 1 “relación parental” Soporte parental (PAI) Fuente: elaboración propia

Dimensión “percepción parental” de Soporte Parental (PAI)

Esta dimensión da cuenta de la percepción de colaboración y soporte en razón del

desempeño de las tareas asociadas con la crianza de un hijo, el porcentaje más alto de

respuesta positiva (78%) se relaciona con la buena opinión que se tenga respecto al

cónyuge como padre; el porcentaje menor (59%), se asocia con la disposición que se

identifica para compartir tiempo y actividades con el hijo y descargar de tareas al otro; el

porcentaje total de la dimensión es del 68%, que corresponde a un nivel ―muy bueno‖

según lo establecido.

162

Por otro lado, el análisis inferencial señala que las medias se encuentran entre

4.27 y 3.65, con valores de t estadísticamente significativos, esto muestra que en las

variables descritas se rechaza la Ho al valor especificado; luego entonces en las familias

tlaxcaltecas con un hijo con discapacidad intelectual, la valoración positiva del

involucramiento en la crianza del hijo es un indicador relevante de soporte percibido; cabe

destacar que el asumir y descargar de las responsabilidades de crianza el otro es un área

que podría considerarse punto de intervención en esta dimensión (ver Figura 3).

Figura 3. Dimensión 2 “percepción parental” (PAI). Fuente: elaboración propia

Dimensión “unidad afectiva” de Cohesión y adaptabilidad familiar (FACES)

Dimensión que se refiere a la percepción sobre el grado de vinculación existente

entre los miembros de una familia que poseen los padres de los niños con discapacidad

intelectual de este estudio; respecto al valor total de respuesta positiva (ver Figura 4), esta

se sitúa entre el 90 y 61%, el porcentaje más elevado indica la relevancia otorgada a la

percepción de sí mismos como familia cohesionada, el menor en tanto, corresponde a la

capacidad de generar acuerdos que involucren a los miembros en la toma de decisiones

respecto a actividades en familia, ello muestra que este aspecto no es compartido y

probablemente recae sobre las figuras centrales de autoridad. El porcentaje global

obtenido es del 76%, que la ubica en un nivel ―muy bueno‖.

163

De acuerdo al análisis inferencial, se encuentra que las variables mencionadas

tienen valores medios entre 4.60 y 3.66, los resultados de la prueba t 29.70 y 2.66, son

estadísticamente significativos p= <.05; por lo tanto se rechaza la Ho ya que el valor de la

media obtenido es distinto del valor de prueba propuesto, así que los padres de familia

tienen una percepción posicionada como excelente de la cohesión existente en sus

familias y buena en función de la capacidad para organizarse como familia.

Figura 4. Dimensión 1 “unidad afectiva” Cohesión y adaptabilidad familiar (FACES)

Fuente: elaboración propia

Dimensión “participación familiar” (FACES)

Los reactivos correspondientes expresan la percepción de los padres de familia en

relación con la capacidad que la familia posee para ser flexible, promover el cambio ante

situaciones estresantes y la participación de los miembros familiares; la frecuencia de

respuestas positivas se sitúa entre el 58 y 35% (ver Figura 5), el valor más alto obtenido

se asocia con la importancia de los miembros familiares en la toma de decisiones.

164

El ítem con el valor más bajo representa una percepción de limitación respecto a la

capacidad familiar para ser flexible, el cambio de reglas, así como la participación de los

miembros en casa; es notorio que los hijos participan poco en la toma de decisiones,

aspectos susceptibles de mejora especialmente cuando existe un hijo con discapacidad

intelectual. La dimensión obtiene un total de 44% de respuesta positiva, y se posiciona

como ―bueno‖.

En un nivel de análisis inferencial, se encuentra que los valores medios se

encuentran entre 3.55 y 2.96, y les corresponde una t de 7.89 y -0.67 respectivamente,

solo el primer valor resulta estadísticamente significativo p= <.05, ello confirma en un nivel

de ―bueno‖, que en estas familias la participación de los miembros es importante en la

toma de decisiones; en cuanto al segundo ítem, este no resulta estadísticamente

significativo, por tanto no se rechaza la Ho, y ello da cuenta de la dificultad existente para

el cambio de reglas familiares.

Figura 5. Dimensión 2 “participación familiar” (FACES)

Fuente: elaboración propia

165

Dimensión “flexibilidad familiar” de Satisfacción familiar (FSS)

Se refiere al grado de satisfacción que los padres de familia perciben en relación

con la capacidad familiar de ser flexible y hacer los cambios necesarios respecto a roles,

reglas, particularmente relacionado con eventos estresantes. El número de respuestas

positivas varía de un 63 al 54% (ver Figura 6), el porcentaje mayor se asocia (en dos

reactivos) con la satisfacción familiar en relación con la capacidad de la familia para hacer

frente a situaciones difíciles que demanden ajustes o reordenamientos y el estar atentos

respecto a los integrantes.

El ítem más bajo, se asocia con el manejo adecuado de las dificultades y

representa un área de trabajo respecto a la habilidad familiar para la resolución de

conflictos, aspecto de gran importancia para la vida especialmente cuando existe un hijo

con discapacidad intelectual; en general la valoración de la dimensión indica la posibilidad

de considerarla una opción de trabajo; se obtiene un promedio total de respuesta positiva

del 60%, considerado bueno (ver Figura 6).

En lo concerniente al siguiente nivel de análisis, se anota que los valores promedio

son de 3.05 y 2.87, con t de -2.61 a 0.87, mismos que no resultan estadísticamente

significativos, por lo tanto se aceptan las respectivas Ho, por lo tanto es insuficiente la

satisfacción respecto a la capacidad familiar para resolver conflictos y enfrentar

situaciones difíciles, en este tipo de familias.

Figura 6.

Dimensión 1 “flexibilidad familiar” Satisfacción familiar (FSS)

Fuente: elaboración propia

166

Dimensión “unión familiar” (FSS)

Comprende reactivos que aluden al grado de satisfacción que los padres de familia

de un niño con discapacidad intelectual, perciben en relación con la cercanía y vinculación

entre los miembros familiares; en lo que respecta a la frecuencia relativa de respuesta

positiva (ver Figura 7), el reactivo con mayor valor (73%) representa un área relevante

respecto a la satisfacción con la capacidad de la familia para comunicarse aspectos

positivos.

Paralelamente el reactivo con menor respuesta (59%) indica menor satisfacción

con la forma como se platican los problemas en la familia, ello indica la necesidad de

desarrollar habilidades en relación con la comunicación, necesaria para resolver

dificultades y circunstancias de la vida, habilidad fundamental para responder

adecuadamente ante las necesidades y demandas de un hijo con discapacidad

intelectual, que incrementen la satisfacción familiar en este punto. La dimensión tiene un

total de respuesta positiva del 64%, considerado ―muy bueno‖.

Los resultados indican que las medias obtenidas son de 3.25 y 2.93, con los

correspondientes valores de prueba t de 4.82 y -1.41; es estadísticamente significativo p=

<.05 únicamente el primer reactivo, esto indica que la familia se percibe satisfecha en un

nivel aceptable, respecto a su capacidad para comunicar aspectos positivos de su vida;

respecto al segundo reactivo, se acepta la Ho, ya que el valor de la media obtenido es

distinto del valor de prueba propuesto, ello pone de manifiesto la insatisfacción familiar

respecto a las formas como se abordan los conflictos, por lo tanto se confirma la

necesidad de apuntalar esta habilidad familiar.

167

Figura 7. Dimensión 2 “unión familiar” Satisfacción familiar (FSS) Fuente: elaboración propia

Dimensión “apoyo social” de Estrategias de afrontamiento familiar (FCOPES)

El contenido de esta dimensión se refiere al uso de la estrategia de afrontamiento

que se asocia con la búsqueda de apoyo a nivel social; el porcentaje más alto de

respuesta positiva (52%), indica que la estrategia relacionada con la búsqueda de apoyo

por parte de profesionales del área de salud es la más utilizada por los padres de familia

de un niño con discapacidad intelectual, a su vez las de menor frecuencia (10%), se

relacionan con la búsqueda de soporte espiritual y con las redes de vecinos. El valor

general de la frecuencia de respuesta positiva es de un 22%, que ubica a esta dimensión

en uno de los últimos niveles, al ser considerado ―aceptable‖, es susceptible de

intervención para su mejoramiento.

Al ser sometida esta dimensión a análisis inferencial se obtienen valores medios

de 3.40 y 1.66, con resultados de prueba de t de 5.10 y -26.70, es notorio que únicamente

un reactivo resulta con una media diferente al valor de prueba, y estadísticamente

significativo p= <.05, esto confirma que para los padres de familia la búsqueda de ayuda

con profesionales del área de salud, es una estrategia aceptablemente utilizada(ver

Figura 8); a diferencia de los reactivos relacionados con la búsqueda de apoyo espiritual

168

apoyo con las redes de vecinos como estrategia de afrontamiento, que no resultan

estadísticamente significativos y se aceptan en consecuencia las Ho; sin embargo

sugieren que las fuentes de apoyo informales y relacionadas con aspectos religiosos no

son utilizadas, siendo este un aspecto que podría ser favorecido.

Figura 8. Dimensión 1 “apoyo social” Estrategias afrontamiento familiar, (FCOPES) Fuente: elaboración propia

Dimensión “redefinición familiar” de Estrategias de Afrontamiento Familiar

(FCOPES)

La presente dimensión agrupa reactivos que se refieren al reencuadre o

resignificación de situaciones problemáticas o difíciles por las que atraviesan las familias,

como una estrategia de afrontamiento; el reactivo con mayor frecuencia de respuesta

positiva (79%), muestra que la estrategia de afrontamiento predominante, está centrada

en los recursos personales de los padres de familia, para encontrar un sentido a los

problemas y darles respuesta con un significado positivo (ver Figura 9).

169

La respuesta positiva más baja se ubica en relación con la percepción de control

en el manejo de los problemas (66%); sin embargo, en términos generales se observa

que los padres de familia, presentan una tendencia a percibirse capaces de enfrentar y

manejar los problemas de su vida cotidiana; el porcentaje total de respuesta positiva de

esta dimensión es del 73% que la ubica, según la escala planteada en nivel ―muy bueno‖.

Sometiendo a prueba lo anterior, el análisis inferencial evidencia que las variables

descritas, obtienen valores medios de 4.22 a 3.87,con t de 14.04 y 6.51 respectivamente,

estadísticamente significativos, p= <.05, resultados que señalan en estas familias con un

hijo que tiene discapacidad intelectual, la estrategia de enfrentar los problemas es un

muy buen recurso, de igual forma podría fortalecerse la redefinición de las situaciones

problemáticas, en términos de los significados que puedan atribuírseles.

Figura 9.

Dimensión 2 ―redefinición familiar‖ (FCOPES)

Fuente: elaboración propia

Dimensión “apoyo comunitario” de Soporte Social (SSI)

Se refiere a la percepción del grado de soporte que los padres de familia

encuentran en la comunidad de pertenencia, específicamente en esta dimensión el mayor

porcentaje de respuesta positiva (ver Figura 10), corresponde a la seguridad personal que

se deriva de un sentido de pertenencia a la comunidad que se habita (75%).

Sin embargo el menor porcentaje (43%), se asocia con el grado de ayuda que se

cree es posible obtener de la comunidad; es decir los padres de familia de niños con

170

discapacidad intelectual, perciben que la comunidad podría ser una fuente de soporte,

pero este no es un recurso fuertemente posicionado. El total de respuesta positiva es del

60%, se encuentra en un nivel ―bueno‖.

Por otro lado, el análisis inferencial evidencia que los valores de las medias se

encuentran entre4.05 y 3.13, con t de 16.99 y 2.01 estadísticamente significativas, por

tanto se rechazan las Ho al valor especificado; las implicaciones para las familias apuntan

a que en un nivel muy bueno, vivir en las respectivas comunidades otorga un sentido de

seguridad como fuente de soporte, sin embargo sólo de forma aceptable se percibe que

es factible recibir apoyo de la comunidad en caso de presentarse algún problema; lo

anterior indica que el soporte comunitario, en estas circunstancias no es uno

relevante para estas familias.

Figura 10.

Dimensión 1 “apoyo comunitario” Soporte social, (SSI)

Fuente: elaboración propia

Dimensión “red familiar” de Soporte Social (SSI)

De forma conjunta los reactivos de esta dimensión, expresan la percepción que los

padres de familia de un niño con discapacidad intelectual tienen sobre una de las fuentes

de soporte, como lo es la pertenencia a una red familiar. El porcentaje más alto (88%) de

respuesta positiva, señala la importancia del sentido de pertenencia al grupo familiar

171

como fuente de soporte; el menor (29%) se asocia con la percepción de no comprensión

respecto a la familia, porcentaje evidentemente bajo, en general esta dimensión se ubica

en un nivel total del 48% de respuesta positiva que la posiciona en un nivel ―bueno‖ (ver

Figura 11).

Sometiendo a prueba lo anterior, el análisis a nivel inferencial muestra que las

variables descritas, tienen una media de 4.36 y 3.22, con valores t de 33.79 y 5.18

estadísticamente significativos p= <.05 respectivamente; se confirma la Ho dado que los

valores de la media de la muestra son diferentes del valor de prueba señalado. Tales

hallazgos indican que, en un nivel de muy bueno, los padres de familia perciben un

sentido de pertenencia a la red familiar y además pueden sentirse comprendidos, por

tanto las familias que tienen un hijo con discapacidad intelectual, pueden encontrar en la

red familiar una fuente de soporte necesaria para un adecuado funcionamiento de las

familias en estas circunstancias.

Figura 11.

Dimensión 2 “red familiar” de Soporte Social (SSI)

Fuente: elaboración propia

172

Dimensión “significado familiar” de Sentido de coherencia familiar (SOC)

A través de esta dimensión se expresa en conjunto, la percepción de los padres de

niños con discapacidad intelectual respecto a la vida familiar que poseen, en la que se

encuentra un sentido y por tanto se invierte tiempo, esfuerzo en ella; los resultados de la

frecuencia de respuesta positiva arrojan que el valor más alto (78%), corresponde con la

percepción de la vida familiar asociada con aspectos positivas, así pues el área fuerte de

esta dimensión radica en el reactivo anterior (ver Figura 12).

El porcentaje más bajo (4%), se relaciona con la percepción de satisfacción que se

deriva del cumplimiento de los roles parentales, es de particular interés este último

aspecto ya que da cuenta de una visión familiar cuando existe la discapacidad de un hijo,

en este sentido constituye en un aspecto susceptible de trabajo. Por último, el porcentaje

de respuesta positiva global es del 38%, por lo tanto esta dimensión se ubica en el nivel

―aceptable‖.

Al ser sometidos estos resultados a prueba, el análisis inferencial indica que en

estos reactivos, los valores reportados de la media van de 5.78 a 1.83, con t de 35.04 y -

17.31 respectivamente, en donde resulta estadísticamente significativo p=<.05

únicamente el primero, esta variable-en un nivel excelente-, muestra que en las familias

se tiene una percepción de la vida familiar asociada con aspectos positivos; sin embargo

habrá que considerar tal como lo muestra el segundo reactivo, en el que la Ho se acepta,

es insuficiente la satisfacción que se percibe con las tareas parentales, aspecto que

resalta un área en la que es posible intervenir para mejorar la visión de las familias acerca

de su mundo familiar.

173

Figura 12.

Dimensión 1 “significado familiar” Sentido de coherencia familiar, (SOC)

Fuente: elaboración propia

Dimensión “comprensibilidad” Sentido de coherencia (SOC)

Los reactivos ofrecen información sobre la percepción de los estímulos a los que la

familia del niño con discapacidad intelectual se enfrenta como consistentes, estructurados

en vez de caóticos o sujetos al azar, en este sentido la vida familiar puede ser

comprensible.

El aspecto de mayor fortaleza corresponde con el reactivo que obtiene el puntaje

mayor (52%), mismo que indica la vida familiar se aprecia interesante en vez de rutinaria,

el menor porcentaje de respuesta positiva lo obtiene la variable relacionada con la

percepción de incerteza acerca del futuro familiar (25%), es conveniente hacer notar el

bajo porcentaje acerca relacionado con la incertidumbre en la familia. Se obtiene un

porcentaje total de respuesta positiva del 34%, por lo que esta dimensión se ubica en el

nivel ―aceptable‖ (ver Figura 13).

174

El análisis inferencial de estos resultados, muestra que los reactivos presentan

medias que van de 4.57 a 3.29, con valores t de 8.63 y -1.65; el primer valor de t es

estadísticamente significativo p=<0.05, en consonancia las familias que tienen un hijo con

discapacidad de este estudio, tienen una percepción de su vida familiar como interesante,

en un nivel muy bueno; respecto al segundo reactivo la Ho se acepta y esto indica que las

familias experimentan incerteza acerca de su futuro, en nivel aceptable. Los hallazgos de

esta dimensión muestran que se convierte en una fortaleza para las familias que viven la

discapacidad de un hijo, una visión de la vida familiar comprensible; siendo este un

aspecto a trabajar para fortalecer en aquellos núcleos donde sea necesario.

Grafica 13.

Dimensión 2 “comprensibilidad” (SOC)

Fuente: elaboración propia

Dimensión “Temperamento del hijo actividad-demanda” Estrés parental (IEP)

Comprende reactivos que identifican el estrés de los padres en razón de las

características de los niños que muestran cualidades y conductas que dificultan el rol de

175

crianza, tales como sobreactividad, llorar, sujetarse del padre, peticiones de ayuda

frecuentemente, fracaso para terminar las cosas que se inician.

La respuesta positiva obtenida va del 62 al 30%; el porcentaje mayor (ver Figura

14), señala son las características asociadas con la distractividad del niño, las que

generan mayor estrés en los padres; la frecuencia menor se relaciona con el

temperamento del niño con discapacidad intelectual, que ocasiona menos estrés en los

padres. Conviene precisar que esta dimensión implica, que las características de los niños

se asocian con dificultades en su crianza y pueden ser generadoras de estrés, en general

obtiene un 41% de respuesta positiva.

Por otro lado, el análisis inferencial de los resultados anteriores, muestra que los

valores de la media de estos reactivos van de 3.72 a 2.66, con t de 10.87 y -4.51

respectivamente; el primer valor es estadísticamente significativo p= <.05, ello implica que

en las familias la característica de distractividad de los niños, es generadora de estrés en

los padres; es notorio que conductas relacionadas con el temperamento tales como llorar,

no se perciben, que en gran medida, sean distintas de las que presentan otros niños; los

resultados de esta dimensión sugieren áreas de intervención con los padres de familia,

fundamentales para el manejo del estrés parental ocasionado por la crianza de un niño

con discapacidad.

Figura 14.

Dimensión 1 “temperamento del hijo actividad-demanda” Estrés parental (IEP)

Fuente: elaboración propia

176

Dimensión “temperamento del hijo afecto-apego” de Estrés Parental (IEP)

Esta dimensión se conforma por reactivos que expresan el estrés percibido por los

padres en relación con las cualidades y conductas del niño en razón de la expresión de

afecto y vinculación que muestran hacia la figura parental. En relación con las frecuencias

de respuesta positiva se tiene que el porcentaje mayor (82%), se vincula con el reactivo

que expresa el estrés derivado de la demostración de alegría, que el niño pueda realizar

como los otros niños y que confirman positivamente la relación con el progenitor.

El menor porcentaje (70%), corresponde al reactivo asociado con la percepción de

la interacción que el niño logra establecer con los padres a través del juego (ver Figura

15), el resultado total de respuesta positiva en esta dimensión es del (79%). En lo general,

esta dimensión que corresponde a una medida negativa de estrés, evidencia si el hijo es

percibido emocionalmente cercano a los progenitores, se pueden captar sus necesidades

y es posible considerarlo fuente de reforzamiento parental.

Al someter a prueba los resultados previos, se encuentra que los valores de la

media van de 4.35 a 3.99, las t resultantes, estadísticamente significativas p=<.05, se

encuentran entre 16.05 y 7.59; hallazgos que refieren, en las familias de este estudio, las

características de temperamento del niño así como la relación de afecto-apego que se

establece con los progenitores, no son generadoras de estrés, en un nivel muy bueno

según la escala planteada previamente y constituye una fortaleza en este tipo de familias.

Figura 15.

Dimensión 2. “temperamento del hijo afecto-apego” (IEP)

Fuente: elaboración propia

177

Dimensión “competencias salud-restricción” de Estrés Parental (IEP)

Se agrupan variables que expresan sentimientos de incompetencia para las tareas

relacionadas con la crianza, la dimensión señala puntos disposicionales de los padres que

incrementan las dificultades en la interacción con el hijo, se relaciona con la percepción de

restricción a la libertad personal y la necesidad de mantener espacios de identidad propia,

así como al posible deterioro del estado de salud, resultado de altos niveles de estrés.

De acuerdo a la frecuencia de respuesta positiva encontrada, los valores oscilan

entre el 67 y el 23%, el ítem con el porcentaje mayor (67%) muestra la percepción

existente respecto al estado de salud, en la que se manifiesta una noción menos

vinculada con el deterioro, producto del estrés generado por la crianza del hijo con

discapacidad.

El ítem con menor valor, subraya la percepción de aislamiento social que sería

posible se generara por los cuidados y demandas permanentes del hijo, que como puede

observarse se encuentra en un nivel mínimo; el porcentaje total de respuesta positiva

alcanzando por la dimensión, es del 35% (ver Figura 16).

El análisis inferencial de los resultados, señala que los valores de las medias de

los reactivos descritos, se encuentran entre 3.94 y 2.71, con t de 15.68 y -4.63, en donde

sólo el primero es estadísticamente significativo p=<.05, lo anterior señala que en las

familias de este estudio, en un nivel bueno, los progenitores se perciben sanos en el plano

físico; y de manera insuficiente, según la escala de interpretación planteada, los padres

detectan cosas que hacen sus hijos que no les gustan. Estos hallazgos manifiestan

aspectos relevantes acerca de la percepción de competencias de los padres, en relación

con la salud y los elementos disposicionales, que pudieran elevar la percepción de estrés,

que como puede observarse en este caso, constituyen fortalezas de la dimensión.

178

Figura 16.

Dimensión 3 “competencias salud-restricción” (IEP)

Fuente: elaboración propia

Dimensión “competencias socialización-apego” de Estrés Parental (IEP)

En conjunto esta dimensión da cuenta de sentimientos de incompetencia de los

padres relacionados con la ejecución de las tareas de crianza, puntualiza áreas de los

padres que contribuyen a dificultades en la interacción con el hijo; básicamente refleja una

percepción en la que no se es competente en el enfrentamiento de problemas cotidianos

respecto al hijo asociados con la socialización y el grado de cercanía emocional, además

se identifica cierta disminución en la interacción con amigos, familiares o la pareja.

Respecto a la frecuencia de respuesta positiva, el reactivo con el valor más alto

(90%), expresa el agrado que los padres perciben por los sentimientos que sus hijos les

generan; el valor menor (8%), se refiere a alteraciones en la interacción con el cónyuge en

razón de la presencia del hijo con discapacidad. El porcentaje total de respuesta positiva

de esta dimensión es del 47% (ver Figura 17).

179

El análisis inferencial de los resultados precedentes, muestran que los valores de

media encontrados son 4.60 y 1.72, con t de 39.58 y -21.437, únicamente es

estadísticamente significativo p=<.05 el primer reactivo, este confirma que los padres se

sienten competentes respecto al hijo con discapacidad en relación con el vínculo que han

establecido.

En el segundo caso se rechaza la Ho, indicando que la media obtenida es distinta

del valor propuesto de prueba, por lo tanto en este ítem en particular se asume que para

los padres tener un hijo con discapacidad intelectual de manera insuficiente, según el

criterio establecido, es notable esta percepción de los padres, en la que no se atribuye

responsabilidad al hijo de las dificultades de los adultos; los aspectos descritos

constituyen en este sentido, los recursos de esta dimensión y son aspectos que podrían

mejorarse en caso de ser necesario, que podrían redundar en una menor percepción de

estrés parental, cuando se tiene un hijo con discapacidad.

Figura 17.

Dimensión 4 “competencias socialización-apego” (IEP)

Fuente: elaboración propia

180

Para finalizar, este apartado de exploración y valoración inicial pone en evidencia el

comportamiento de las variables y puntualiza las áreas que podrían traducirse en

oportunidades de intervención para reforzar o desarrollarlas; en apego al planteamiento

teórico de este trabajo pueden considerarse inicialmente, como recursos potenciales de

esta población.

Los hallazgos además, dan pie al planteamiento de probables hipótesis, en las que

interesa conocer, entre otros aspectos, cómo se traducen estos en función del sexo y las

variables demográficas propuestas como salario, escolaridad, ocupación, o la relación

existente entre las dimensiones que con mayor relevancia resultan y establecer un

modelo en el cual se especifique el peso de cada medida en razón de la adaptación

familiar a la discapacidad intelectual de un hijo; son éstas algunas de las directrices que

conducen en un segundo y tercer nivel, los análisis que se muestran a continuación:

5.5 Contraste de hipótesis

Con la finalidad de comprobar el efecto de las variables demográficas, sexo,

escolaridad, ingreso y ocupación como factores respecto a las variables: estrés parental,

cohesión, adaptabilidad familiar, soporte social, soporte parental, sentido de coherencia,

estrategias de afrontamiento y satisfacción familiar, se realizaron los siguientes

procedimientos con la prueba t Student y Anovas para las variables con más de dos

niveles, con estos resultados:

Prueba t para muestras independientes

Sexo

Se evaluaron las diferencias respecto a cada una de las variables; en el contraste t

de Student se obtienen resultados estadísticamente significativos para una sola dimensión

del instrumento Estrés parental (IEP), y las dos dimensiones de las medidas Sentido de

coherencia, Soporte Parental y Satisfacción familiar (ver Tabla 26).

Respecto a la medida Estrés parental, los padres y madres son estadísticamente

diferentes; las madres presentan mayores niveles de estrés en la dimensión

181

―competencias salud-restricción‖, la cual alude a la percepción del desempeño del rol

parental, como generador de sentimientos de incompetencia relacionados con las tareas

necesarias para la crianza del niño; tal desempeño se percibe estresante y como una

limitación que repercute en la identidad personal y en el área de la salud.

En relación a las dimensiones ―percepción de soporte parental‖ y ―relación

parental‖ (PAI), son los padres quienes perciben mayor apoyo que las madres en el

desempeño de las tareas parentales y tienen una mejor percepción de la relación

existente entre ambos progenitores.

La misma situación se presenta para las dos dimensiones de Sentido de

coherencia (F-SOC), que muestran diferencias significativas entre padres y madres,

particularmente en ―significado familiar‖ y ‖comprensibilidad‖ los hombres tienen las

medias más altas en ambos casos; los padres presentan una mayor visión de la vida

familiar en la que tiene sentido invertir tiempo y esfuerzo, así como una percepción de los

estímulos a los que la familia requiere hacer frente consistentes y estructurados, en vez

de caóticos o azarosos. Cabe notar que la dimensión ―significado familiar‖ obtiene las

medias más altas, para padres y madres, respecto a todas las medidas utilizadas.

Finalmente, las dimensiones ―unión familiar‖ y ―flexibilidad familiar‖ de la medida

Satisfacción familiar (FSS) resultaron significativas estadísticamente, bajo el mismo patrón

descrito anteriormente ya que son los padres los que perciben una mayor satisfacción

respecto a la capacidad de la familia para hacer cambios y ser flexible y la cohesión

existente entre los miembros familiares.

Tabla 26.

Contrastes significativos t de Student para el factor “sexo” y las dimensiones de cada instrumento en padres y

madres hijos con discapacidad intelectual (n=268).

Dimension Sexo Media DS T Sig.

Flexibilidad familiar

(FSS)

Masculino 3.08 .580 2.99 .003

Femenino 2.86 .602

Unión Familiar

(FSS)

Masculino 3.18 .494 2.68 .008

Femenino 3.00 .585

Relación parental

(PAI)

Masculino 3.97 .560 2.12 .034

Femenino 3.81 .676

Percepción parental Masculino 4.32 .499 8.31 .000

182

(PAI) Femenino 3.62 .845

Comprensibilidad

(SOC)

Masculino 3.96 1.244 4.17 .000

Femenino 3.33 1.236

Significado Familiar

(SOC)

Masculino 5.52 .800 2.32 .021

Femenino 5.29 .811

Competencias salud-

restricción (IEP)

Masculino 2.63 .550 -4.12 .000

Femenino 2.92 .590

DS: Desviación Estándar; t: t de Student, Sig: Significancia.

Estado civil

Respecto a la variable clasificatoria ―estado civil‖, se encuentra que establece

diferencias en las dos dimensiones de Satisfacción familiar, Sentido de coherencia,

Estrategias de afrontamiento familiar, Cohesión y adaptabilidad, y una dimensión de

Soporte social y Soporte parental; se observa un mismo patrón en todas las dimensiones:

son las personas casadas las que presentan las medias más altas en comparación con

las personas que viven en unión libre.

Tal como ocurrió con la variable ―sexo‖, es ―significado familiar‖ una dimensión de

Sentido de coherencia, la que presenta las medias más altas respecto al total de las

medidas, y son las personas casadas aquellas que tienen una mayor percepción de la

vida familiar en la que tiene sentido hacer una inversión de tiempo y esfuerzo (ver Tabla

27).

Tabla 27.

Contrastes significativos t de Student para el factor “estado civil” y las dimensionesde cada instrumento en

padres y madres de hijos con discapacidad intelectual (n=268).

Dimension Edo. Civil N Media DS t Sig.

Flexibilidad familiar

(FSS)

Casado 209 3.02 .581 2.95 .003

Unión libre 59 2.77 .628

Unión Familiar

(FSS)

Casado 209 3.15 .521 3.38 .001

Unión libre 59 2.88 .594

Apoyo Comunitario

(SSI)

Casado 209 3.47 .664 2.74 .007

Unión libre 59 3.19 .730

Apoyo Social

(SSI)

Casado 209 2.37 .614 2.69 .008

Unión libre 59 2.17 .476

Relación Parental

(PAI)

Casado 209 3.95 .588 2.70 .008

Unión libre 59 3.68 .706

183

Significado Familiar

(PAI)

Casado 209 5.50 .742 3.43 .001

Unión libre 59 5.05 .946

Redefinición Familiar

(FCOPES)

Casado 209 4.08 .518 2.08 .040

Unión libre 59 3.89 .633

Comprensibilidad

(SOC)

Casado 209 3.75 1.253 2.56 .011

Unión libre 59 3.27 1.305

Unidad afectiva

(FACES)

Casado 209 3.69 .442 2.83 .005

Unión libre 59 3.49 .520

Participación Familiar

(FACES)

Casado 209 3.22 .649 2.65 .008

Unión libre 59 2.97 .624

N: Número de Sujetos; DS: Desviación Estándar; t: t de Student, Sig: Significancia.

Anovas

Se efectúo un análisis de varianza simple de una sola vía, con una prueba post-

hoc de Sheffé para varianzas iguales, para las variables con más de dos niveles con el

objetivo de conocer si los diferentes niveles del factor tienen un efecto significativo sobre

el valor de las variables dependientes; además, se complementaron los resultados con los

valores medios para cada nivel y sus desviaciones típicas, para conocer cómo se

distribuyen por cada grupo.

Para este análisis, es usado el estadístico F, cuyo valor será mayor a 2.5 cuando

las medias sean distintas (cuanto más diferentes sean las medias muestrales, mayor será

el valor de F). Si el nivel crítico asociado al estadístico F, es decir, la probabilidad de

obtener valores como el obtenido o mayores, es menor que 0,05, se deberá rechazar la

hipótesis de igualdad de medias concluyéndose que no todas las medias poblacionales

comparadas son iguales (Pardo y Ruiz, 2002); a continuación se presentan los resultados

según la variable categórica correspondiente:

Escolaridad

Los resultados arrojan que la variable categórica escolaridad, establece diferencias

estadísticamente significativas en cuatro dimensiones, dos del instrumento Estrés parental

(IEP) y dos de Sentido de coherencia familiar (SOC). Las dimensiones referentes a las

competencias ―apego - restricción‖ y ―salud- socialización‖ (IEP) muestran que son los

184

padres de familia con preparatoria y licenciatura las que presentan un menor nivel de

estrés.

El cruce de sexo con escolaridad resultó no significativo en una prueba de

varianza múltiple. Sobre el sentido de coherencia en ambas dimensiones las diferencias

siguen el mismo sentido encontrado en la dimensión anterior, a mayor nivel de

escolaridad mayor sentido de coherencia y de forma inversa (ver Tabla 28).

Tabla 28.

Análisis de varianza significativas para el factor “Escolaridad” y las dimensiones de cada instrumento en

padres y madres de hijos con discapacidad intelectual (n=268).

Dimension Escolaridad Media DS f Sig.

Comprensibilidad

(SOC)

Sin escolaridad y

Primaria 3.38 1.31 5.52 .004

Secundaria 3.72 1.20

Preparatoria y

Licenciatura 4.10 1.24

Significado familiar

(SOC)

Sin escolaridad y

Primaria 5.31 .826 5.95 .003

Secundaria 5.34 .828

Preparatoria y

Licenciatura 5.7 .627

Competencias

socialización-

apego

(IEP)

Sin escolaridad y

Primaria 2.08 .484 3.54 .030

Secundaria 2.10 .524

Preparatoria y

Licenciatura 1.88 .388

Competencias de

la salud-restricción

(IEP)

Sin escolaridad y

Primaria 2.95 .578 11.51 .000

Secundaria 2.72 .568

Preparatoria y

Licenciatura 2.49 .525

N: Número de sujetos; DS: Desviación estándar; f:f de Snedector, Sig: Significancia.

Ocupación

Para este factor se encuentran diferencias estadísticamente significativas en tres

dimensiones correspondientes a las medidas Soporte parental (PAI), Sentido de

coherencia familiar (SOC) y Estrés parental (IEP). Respecto a la dimensión ―percepción

185

soporte parental‖ (PAI), son las personas de ocupación ―obrero‖ las que presentan las

medias más altas, es decir tienen una mayor percepción de soporte en el desempeño del

rol parental de su respectivo cónyuge; sin embargo, a través de un análisis post hoc se

encuentra que es el grupo de las amas de casa, el que establece diferencias respecto al

resto de las ocupaciones, presentando las medias más bajas; ello sugiere que son las

madres, amas de casa, las que perciben menos soporte.

La dimensión ―comprensibilidad‖ (SOC), presenta un comportamiento similar al

anterior ya que son las amas de casa, el grupo con las medias más bajas, lo que implica

una percepción menor de los estímulos a los que la familia enfrenta como consistentes y

estructurados, en vez de definidos por el azar; en relación con la dimensión

―competencias salud-restricción‖ (IEP), se observa que son las amas de casa las que

muestran mayores niveles de estrés relacionado con la percepción del desempeño del rol

parental como limitante en la esfera personal y que repercute en la salud (véase Tabla

29).

Tabla 29.

Análisis de varianza significativas para el factor “Ocupación” y las dimensiones de los instrumentos en padres

y madres de hijos con discapacidad intelectual (n=268).

Dimensión

Ocupació

n N Media DS f Sig.

Percepción Parental (PAI) Ama de casa 114 3.62 .868 11.91 000

Empleado 49 4.26 .579

Obrero 43 4.28 .611

Campesino 30 4.23 .523

T. Independiente 32 4.10 .613

Comprensibilidad (SOC) Ama de casa 114 3.23 1.21 6.52 000

Empleado 49 4.01 1.13

Obrero 43 3.87 1.28

Campesino 30 3.67 1.18

T. Independiente 32 4.24 361

Competencias salud-

restricción (IEP)

Ama de casa 114 2.91 610 3.59 007

Empleado 49 2.55 .568

Obrero 43 2.75 .447

Campesino 30 2.75 .632

T. Independiente 32 2.71 .560

N: Número de sujetos; DS: Desviación estándar; f: f de Snedector, Sig: Significancia.

186

Ingreso

Se obtuvieron diferencias estadísticamente significativas en las siguientes

variables Soporte Parental (PAI), Sentido de coherencia familiar (SOC), Satisfacción

familiar (FSS), en dos dimensiones de Estrés parental (IEP), una dimensión de

Estrategias de afrontamiento familiar (FCOPES), y por último una dimensión de Cohesión

y adaptabilidad familiar, es importante señalar que este factor obtiene un mayor número

de variables que resultan significativas.

Los resultados muestran respecto al Soporte parental (PAI), que en tanto el

ingreso aumenta, se percibe un mayor soporte de la pareja. De igual forma esta tendencia

se mantiene para Sentido de coherencia (SOC), esto es a mayor ingreso mayor

percepción del mundo como coherente, con sentido y estructurado, así como para

Satisfacción familiar (FSS), lo anterior implica también el sentido contrario, esto es a

menor ingreso menor satisfacción familiar.

Para el caso de la dimensión ―redefinición familiar‖ (FCOPES), los dos grupos de

menor ingreso presentan medias más bajas en comparación con los de mayor ingreso,

ello implica que se conserva la lógica ya descrita con anterioridad, en tanto el ingreso se

incrementa se utiliza más la estrategia de afrontamiento relacionada con el reencuadre de

las situaciones difíciles.

En relación con la medida Estrés parental (IEP), de nueva cuenta son las dos

dimensiones relativas a las competencias las que resultan estadísticamente significativas,

se observa que en ―salud-restricción‖ quienes no tienen ingresos presentan las medias

más altas, esto es un mayor nivel de estrés parental, y que éste va en decremento

según el nivel de ingreso, así pues las medias más bajas corresponden a quienes

obtienen mayores ingresos mensuales.

En el caso de la dimensión ―competencias socialización-apego‖ son los grupos

extremos sin ingreso y los que perciben ingresos mayores en los que se observa una

media más baja, y que ésta se incrementa en los grupos intermedios, lo que indica

perciben un menor índice de estrés parental los grupos ubicados en los extremos

clasificatorios.

187

Concerniente a la dimensión ―unidad afectiva‖ (FACES), es notorio se mantiene

una tendencia similar a la previamente anotada, a mayor ingreso mayor percepción de

unión familiar (véase Tabla 30).

Tabla 30.

Análisis de varianza significativas para el factor “Ingreso” y las dimensiones de los instrumentos en padres y

madres de hijos con discapacidad intelectual (n=268).

Dimensión Ingreso N Media DS

Sig. f

Percepción Parental (PAI)

Sin Ingresos 79 3.66 .813 9.89 .000

< 1000 mensual 54 3.83 .856

De 1000 a 3000 mensual 88 4.17 .678

> 3000 47 4.27 .561

Total 268 3.97 .777

Comprensibilidad (SOC)

Sin Ingresos 79 3.11 1.17 7.48 .000

≥ 1000 mensual 54 3.71 1.27

De 1000 a 3000 mensual 88 3.92 1.26

< 3000 47 3.94 1.22

Total 268 3.64 1.27

Competencias salud-restricción (IEP)

Sin Ingresos 79 2.92 .639 5.9 .001

≥ 1000 mensual 54 2.82 .549

De 1000 a 3000 mensual 88 2.78 .530

< 3000 47 2.48 .551

Total 268 2.77 .587

Relación Parental (PAI)

Sin Ingresos 79 3.83 .620 4.01 .008

≥ 1000 mensual 54 3.7 .752

De 1000 a 3000 mensual 88 3.95 .574

< 3000 47 4.1 .488

Total 268 3.89 .625

Significado Familiar (SOC)

Sin Ingresos 79 5.28 .731 3.52 .015

≥ 1000 mensual 54 5.25 1.02

De 1000 a 3000 mensual 88 5.46 .734

188

< 3000 5.69 .735

Total 268 5.4 .812

Flexibilidad familiar (FSS)

Sin Ingresos 79 2.81 .574 4.81 .003

≥ 1000 mensual 54 2.9 .727

De 1000 a 3000 mensual 88 3.02 .550

< 3000 47 3.2 .492

Total 268 2.97 .600

Sin Ingresos 79 1.95 .460 7.8 .000

≥ 1000 mensual 54 2.3 .516

Competencias Socialización Apego (IEP)

De 1000 a 3000 mensual

88 2.07 .469

< 3000 47 1.91 .457

Total 268 2.05 .492

Redefinición Familiar (FCOPES)

Sin Ingresos 79 3.98 .625 2.95 .033

≥ 1000 mensual 54 3.89 .573

De 1000 a 3000 mensual 88 4.11 .483

< 3000 47 4.17 .462

Total 268 4.04 .549

Unidad afectiva (FACES)

Sin Ingresos 79 3.67 .459 4.13 .007

≥ 1000 mensual 54 3.45 .524

De 1000 a 3000 mensual 88 3.68 .410

< 3000 47 3.75 .461

Total 268 3.64 .466

Unión Familiar (FSS) Sin Ingresos 79 2.95 .556 3.35 .020

≥ 1000 mensual 54 3.06 .639

De 1000 a 3000 mensual 88 3.2 .506

< 3000 47 3.15 .446

Total 268 3.09 .548

N: Número de sujetos; DS: Desviación estándar; f: f de Snedector, Sig: Significancia.

189

Años como pareja

Este factor obtuvo diferencias estadísticamente significativas exclusivamente en

las dos dimensiones de la medida Cohesión y adaptabilidad familiar (FACES); se presenta

una misma lógica ya que se observa un incremento en la cohesión y adaptabilidad familiar

en la medida que aumentan el número de años de relación de pareja; sin embargo es

notorio que de forma coincidente en ambas dimensiones, ésta disminuye en el tercer

grupo, es decir de los 15 a 20 años de relación de parental se manifiesta un decremento

en ambas medias, que de nueva cuenta se incrementa a partir de los 20 años de relación

(ver Tabla 31).

Tabla 31.

Análisis de varianza significativas para el factor “Años como pareja” y las dimensiones de los instrumentos en

padres y madres de hijos con discapacidad intelectual (n=268).

Dimensión Años como pareja N f Sig.

Unidad afectiva (FACES) 1er. cuartil de 2-10 años 49 2.69 .046

2do. cuartil de 10.001-15 años 91

3er. cuartil de 15.001 a 20 años 63

4to. cuartil de 20.001 a 41 años 65

Participación Familiar(FACES) 1er. cuartil de 2-10 años 49 3.09 .028

2do. cuartil de 10.001-15 años 91

3er. cuartil de 15.001 a 20 años 63

4to. cuartil de 20.001 a 41 años 65

N: Número de Sujetos; DS: Desviación Estándar; f: f de Snedector, Sig: Significancia

Número de personas dependientes económicamente de los padres

Los resultados para este factor muestran diferencias estadísticamente

significativas en ambas dimensiones de las medidas Satisfacción familiar (FSS), Soporte

parental (PAI), Sentido de coherencia familiar (SOC), Cohesión y adaptabilidad familiar

(FACES); en una sola dimensión de Soporte social (SSI), y dos de las cuatro de Estrés

parental (IEP).

Respecto a la Satisfacción familiar (FSS) los hallazgos indican que las familias con

mayor número de dependientes muestran medias más altas en ambas dimensiones de la

medida, esto es a mayor número de dependientes mayor satisfacción familiar. En Soporte

190

parental (PAI) se encuentra un comportamiento diferenciado según la dimensión, en

―percepción parental‖, es evidente incremento de la percepción del otro progenitor en el

ejercicio del rol parental en concordancia con el aumento de número de personas

dependientes; en la dimensión ―relación parental‖, la media mayor corresponde al grupo

integrado por cuatro personas.

En relación con el Sentido de coherencia familiar (SOC), se presenta una

tendencia, ya que a mayor número de dependientes las medias se incrementan, lo que

demuestra un fuerte sentido de coherencia, en el que las personas perciben su situación

familiar como estructurada, manejable y con significado, en tanto el número de

dependientes aumenta (ver Tabla 32a).

Tabla 32a

Análisis de varianza significativas para el factor “Número de personas dependientes” y las dimensiones de los

instrumentos en padres y madres de hijos con discapacidad intelectual (n=268).

Dimensión Dependientes N f Sig.

Flexibilidad familiar Sin dependientes 90 3.57 .015

(FSS) 1 a 3 personas 67

4 personas 65

más de 5 personas 46

Unión Familiar Sin dependientes 90 2.5 .060

(FSS) 1 a 3 personas 67

4 personas 65

más de 5 personas 46

Apoyo Comunitario Sin dependientes 90 3.07 .028

(SSI) 1 a 3 personas 67

4 personas 65

más de 5 personas 46

Relación Parental Sin dependientes 90 2.54 .057

(PAI) 1 a 3 personas 67

4 personas 65

más de 5 personas 46

Percepción Parental Sin dependientes 90 7.35 .000

(PAI) 1 a 3 personas 67

4 personas 65

más de 5 personas 46

Comprensibilidad Sin dependientes 90 7.84 .000

191

(SOC) 1 a 3 personas 67

4 personas 65

más de 5 personas 46

Significado Familiar Sin dependientes 90 2.81 .040

(SOC) 1 a 3 personas 67

4 personas 65

más de 5 personas 46

N: Número de Sujetos; DS: Desviación Estándar; f: f de Snedecor, Sig: Significancia

De igual forma, para Cohesión y adaptabilidad familiar (FACES), se encuentra que

las medias más altas corresponden al grupo de más de cinco personas, existe una mayor

percepción de cohesión y adaptabilidad en el funcionamiento de la familia en tanto el

número de dependientes se incrementa.

Resultados contrarios a los anteriores se observan en la medida Estrés parental

(IEP), ya que en ambas sub escalas ―temperamento del hijo afecto-apego‖ y

―competencias salud-restricción‖, que corresponden a distintas fuentes originarias de

estrés, las medias más altas se encuentran en el grupo de sin dependientes, esto es a

menor número de dependientes se percibe un incremento en los niveles de estrés

parental.

La última dimensión estadísticamente significativa, corresponde a ―redefinición

familiar‖, una de las estrategias de afrontamiento que implica el re encuadre de las

situaciones difíciles, se encuentra de forma similar una tendencia de incremento en tanto

aumenta el número de dependientes, la media mayor corresponde al grupo de más de

cinco personas (ver Tabla 32b).

Tabla 32b.

Análisis de varianza significativas para el factor “Número de personas dependientes” y las dimensiones de los

instrumentos en padres y madres de hijos con discapacidad intelectual (n=268).

Dimension Dependents N Media DS f Sig.

Temperamento del hijo Afecto-

Apego

Sin dependientes

90 4.31 .497 3.51 .016

(IEP) 1 a 3 personas 67 4.02 .636

4 personas 65 4.25 .575

más de 5 personas 46 4.27 .603

192

Competencias salud-

restricción

Sin dependientes

90 2.91 .625 3.57 .015

(IEP) 1 a 3 personas 67 2.79 .618

4 personas 65 2.62 .504

más de 5 personas 46 2.71 .525

Redefinición Familiar Sin dependientes 90 3.97 .630 3.66 .013

(FCOPES) 1 a 3 personas 67 3.92 .549

4 personas 65 4.13 .502

más de 5 personas 46 4.21 .368

Unidad afectiva Sin dependientes 90 3.69 .432 3.72 .012

(FACES) 1 a 3 personas 67 3.48 .568

4 personas 65 3.69 .434

más de 5 personas 46 3.73 .360

Participación Familiar Sin dependientes 90 3.13 .673 6.48 .000

(FACES) 1 a 3 personas 67 2.93 .657

4 personas 65 3.30 .603

más de 5 personas 46 3.40 .544

N: Número de Sujetos; DS: Desviación Estándar; f:f de Snedecor, Sig: Significancia

Apoyos sociales a los que recurre

Este factor establece diferencias estadísticamente significativas para la dimensión

―apoyo social‖ de la medida Estrategias de afrontamiento familiar (FCOPES), la media

más alta corresponde a la solicitud de apoyo en Instituciones públicas de salud, y la más

baja a quienes no recurren a ningún tipo de apoyo social; así como para

―comprensibilidad‖, del Sentido de coherencia (SOC), el grupo con una media mayor

corresponde a los que recurren a apoyos derivados de instituciones públicas del sector

salud, y el que presenta una media menor, incluso por debajo de la del grupo que no

recibe ningún apoyo, es el que recurre a programas federales en materia social (ver

Tabla 33).

193

Tabla 33.

Análisis de varianza significativas para el factor “Apoyos sociales a los que recurre” y las dimensiones de los

instrumentos en padres y madres de hijos con discapacidad intelectual (n=268).

Dimensión Apoyo N Media DS

f Sig.

Apoyo Social

(FCOPES)

Ninguno 92 2.20 .557 2.75 .043

Instituciones Públicas de

salud 81 2.46 .593

Programas Federales en

materia social 52 2.34 .568

Dos o más de los anteriores 43 2.35 .654

Comprensibilidad

(SOC)

Ninguno 92 3.51 1.30 2.77 .042

Instituciones Públicas de

salud 81 3.95 1.28

Programas Federales en

materia social 52 3.37 1.24

Dos o más de los anteriores 43 3.68 1.15

N: Número de Sujetos; DS: Desviación Estándar; f:f de Snedecor, Sig: Significancia

Edad del hijo con Discapacidad Intelectual

Los resultados de los análisis arrojan que este factor marca diferencias en relación

con una dimensión de Soporte parental ―percepción parental‖ (PAI), en la que se

encuentra que la percepción del otro progenitor en el ejercicio del rol parental y el soporte

que ello implica es mayor durante los 5-7 años del niño, y desciende entre los 8 y 9 años,

para repuntar de 10 a 11 años y bajar nuevamente de los 12 a 14 años.

La dimensión ―participación familiar‖ de Cohesión y adaptabilidad familiar

(FACES); sub escala que se refiere a la percepción de la capacidad que posee la familia

para ser flexible, promoviendo la participación y el cambio, muestra un comportamiento

parecido, ya que ésta decrementa hacia los ocho años del niño, aumenta a partir de esa

edad y de nueva cuenta muestra una disminución de los 12 a los 14 años (ver Tabla 34).

194

Tabla 34.

Análisis de varianza significativas para el factor “Edad del hijo con DI” y las dimensiones de los instrumentos

de padres y madres de hijos con discapacidad intelectual (n=268).

Dimensión Edad del hijo con DI N

f Sig.

Percepción Parental De 5 a 7 años 40 2.56 .028

(PAI) 8 años 48

9 años 36

10 años 36

11 años 39

De 12 a 14 años 69

Participación Familiar De 5 a 7 años 40 2.56 .028

(FACES) 8 años 48

9 años 36

10 años 36

11 años 39

De 12 a 14 años 69

N: Número de Sujetos; DS: Desviación Estándar; f:f de Snedecor, Sig: Significancia

Número de hijos

Resultados estadísticamente significativos se encuentran únicamente para el

factor ―participación familiar‖ correspondiente a Cohesión y adaptabilidad familiar

(FACES), la lógica presentada indica que según se incremente el número de hijos existe

mayor percepción respecto a la capacidad de la familia para promover cambios, ser

flexible y adecuarse a nuevas circunstancias (ver Tabla 35).

Tabla 35.

Análisis de varianza significativas para el factor “Número de hijos” y las dimensiones de los instrumentos en

padres y madres de hijos con discapacidad intelectual (n=268).

Dimensión No. De Hijos N f Sig.

Participación Familiar Ningún y un Hermano 70

5.343 0.001

(FACES) 2 Hermanos 94

3 Hermanos 56

4 o más Hermanos 48

N: Número de Sujetos; DS: Desviación Estándar; f: f de Snedector, Sig: Significancia

195

Lugar que ocupa el niño con DI entre los hermanos

Tal como los hallazgos señalan, resultan diferencias estadísticamente

significativas para este factor y las dimensiones ―apoyo social‖ (FCOPES), ―redefinición

familiar‖ (FCOPES), y ―significado familiar‖ (SOC); la tendencia que se detecta indica que

las medias más altas para la estrategia búsqueda del apoyo social ocurre cuando el hijo

ocupa el lugar medio entre los hermanos, y la media menor cuando el hijo es el mayor.

En lo que toca a la estrategia que se vincula con el reencuadre de las situaciones

difíciles que la familia utiliza, ésta tiene las medias más bajas cuando el hijo es el menor y

son mayores cuando el hijo es único. Por último, respecto a la percepción de una visión

de la vida familiar en la que tiene sentido hacer una inversión de tiempo y esfuerzo, las

medias más bajas corresponden cuando el hijo es el mayor, y a su vez éstas son más

altas cuando el hijo es único (Ver Tabla 36).

Tabla 36.

Análisis de varianza significativas para el factor “Lugar que ocupa el niño con DI entre los hermanos” y las

dimensiones de los instrumentos en padres y madres de hijos con discapacidad intelectual (n=268).

Dimensión Lugar que ocupa N f Sig.

Apoyo Social Menor 138 2.57 .054

(FCOPES) Medio 43

Mayor 61

Hijo único 26

Redefinición Familiar Menor 138 2.83 .039

(FCOPES) Medio 43

Mayor 61

Hijo único 26

Significado Familiar Menor 138 3.23 .023

(SOC) Medio 43

Mayor 61

Hijo único 26

N: Número de Sujetos; DS: Desviación Estándar; f: f de Snedector, Sig: Significancia

196

5.4.3 Correlación lineal bivariada

Para obtener un primer acercamiento sobre los posibles resultados de las

relaciones entre cada una de las medidas que operacionalizan el modelo Doble ABCX:

estresores: estrés parental (IEP), bB (recursos: cohesión, adaptabilidad familiar (FACES),

soporte social (SSI), soporte parental (PAI), y cC (percepción: sentido de coherencia

(SOC), estrategias de afrontamiento (FCOPES) y xX (adaptación: nivel de satisfacción

familiar), y que éstos sean los indicadores para pruebas subsecuentes como regresión

lineal y análisis de la función discriminante, se realizaron correlaciones Producto Momento

de Pearson primero entre las medidas y posteriormente entre éstas y las dimensiones que

las componen.

Entre cada una de las medidas

Después de examinar las correlaciones entre las siete medidas, se observa que

las más altas ocurren entre Soporte parental (r=.548; p≤ .001), Sentido de coherencia

familiar (r=.542; p≤.001), Soporte social Cohesión y adaptabilidad familiar (FACES)

(r=.407; p≤.001) y Satisfacción familiar; estos resultados implican que tales variables

probablemente tienen un mayor grado de relación respecto a la adaptación de las familias

con un hijo con discapacidad intelectual, en las que si los padres perciben:

1) respecto a su cónyuge un mayor grado de coparticipación y compromiso en

relación con el ejercicio de la paternidad y crianza, además 2) interpretan la vida familiar

como comprensible, manejable y significativa, y 3) cierto grado de soporte de la

comunidad, presentarán mayor satisfacción.

Por último es importante recalcar, el comportamiento de la medida Estrés parental,

ya que de acuerdo a lo esperado, es la única que establece correlaciones negativas, esto

es a mayor estrés percibido por los padres de familia en las tareas de crianza se presenta

una menor percepción en el resto de las medidas (ver Tabla 37). Es importante señalar

que la correlación más baja respecto a Satisfacción familiar la establece la medida

Estrategias de afrontamiento familiar (FCOPES) (r=.355; p≤.001).

197

Tabla 37. Correlaciones de Pearson de dos colas entre cada uno de los instrumentos de la batería de prueba.

ESF IEP PAI SOC SSI

ESF Correlación de Pearson

1 Sig. (bilateral)

FACES Correlación de Pearson

.407**

Sig. (bilateral) .000

F COPES Correlación de Pearson

.355**

Sig. (bilateral) .000

IEP Correlación de Pearson

-314** 1

Sig. (bilateral) .00

PAI Correlación de Pearson

.548** -.286

** 1

Sig. (bilateral) .000

.000

SOC Correlación de Pearson

.542** -.214

** .384

** 1

Sig. (bilateral) .000 .000 .000

SSI Correlación de Pearson

.467** -.277

** .435

** .356

** 1

Sig. (bilateral) .000 .000 .000 .000

**. La correlación es significativa al nivel 0,01 (bilateral).

Entre medidas y las dimensiones

En la Tabla 38 se observa que en conjunto, es la dimensión ―relación parental‖ de

Soporte parental (PAI) la que establece correlaciones de mayor magnitud con varias

medidas, particularmente con la satisfacción de las familias, el grado de soporte que es

factible encontrar en las respectivas comunidades (SSI) y la percepción de la vida familiar

como una que es comprensible, se puede manejar y es significativa (SOC); en conjunto

los resultados muestran la asociación entre una mayor percepción positiva de la relación

entre los padres en función del soporte brindado y el incremento en las medidas

abordadas.

Es notable que las dos dimensiones de Satisfacción familiar, ―flexibilidad familiar‖ y

―unión familiar‖ correlacionan con todas las medidas, entre éstas Soporte parental (PAI) y

―unión familiar‖ (r=.545; p≤.00), así como Sentido de coherencia familiar (SOC) y

―flexibilidad familiar‖ (r=.523; p≤.00). A diferencia del comportamiento descrito

198

anteriormente, en el que ocurren correlaciones estadísticamente significativas con más de

una medida, específicamente la dimensión ―significado familiar‖ de Sentido de coherencia

establece la correlación más alta con Satisfacción familiar (r=.571; p≤.00), así pues en

tanto los padres de familia perciban que la vida familiar merece inversión de tiempo y

esfuerzo, mayor satisfacción será percibida (ver Tabla 38).

Se encuentra que las dimensiones correspondientes a Estrés parental(IEP),

correlacionan de forma negativa; las asociaciones con mayor fuerza corresponden a la

dimensión ―competencias socialización-apego‖ con Satisfacción familiar (FSS) (r= -.450;

p≤.00), Soporte parental (PAI) (r= -.470 p≤.00) y Soporte social (SSI) (r= -.438; p≤.000),

luego entonces en tanto se incrementa el estrés parental derivado de la crianza de un hijo

con discapacidad, respecto a la percepción de competencia en el área de socialización y

apego del hijo, es menor la percepción de satisfacción y soporte en la familia (ver Tabla

38).

Tabla 38.

Correlación r de Pearson de dos colas entre cada uno de las dimensiones y los instrumentos de la batería de

prueba.

Dimensión FACES F COPES IEP PAI SOC SSI

Flexibilidad familiar (FSS) Correlación de Pearson

.342** .290

** -.295

** .427

** .523

** .420

**

Unión Familiar (FSS) Correlación de Pearson

.376** .338

** -.258

** .545

** .427

** .402

**

Apoyo Comunitario (SSI) Correlación de Pearson

.320** .346

** -.167

** .287

** .225

** .814

**

Red Familiar (SSI) Correlación de Pearson

.252** .242

** -.280

** .413

** .349

** .787

**

Unidad afectiva (FACES) Correlación de Pearson

.853** .387

** -.134

* .457

** .318

** .368

**

Participación familiar (FACES)

Correlación de Pearson

.927** .383

** -0.01 .285

** .272

** .287

**

Apoyo Social (FCOPES) Correlación de Pearson

.220** .717

** 0.1 0.1 .191

** .229

**

Redefinición Familiar (FCOPES)

Correlación de Pearson

.378** .660

** -.210

** .309

** .364

** .282

**

Temperamento del hijo Afecto-Apego (IEP)

Correlación de Pearson

.334** .259

** -0.02 .284

** .281

** .311

**

Temperamento del hijo Actividad-Demanda (IEP)

Correlación de Pearson

-0.043 -0.051 .770** -0.08 -.154

* -.153

*

Competencias salud-restricción (IEP)

Correlación de Pearson

-0.097 -0.105 .703**

-.404

**

-.326

** -.343

**

Competencias Socialización Apego (IEP)

Correlación de Pearson

-.383** -.296

** .608

**

-.470

**

-.262

** -.438

**

Relación parental (PAI) Correlación de Pearson

.462** .291

** -.299

** .902

** .411

** .472

**

199

Percepción parental (PAI) Correlación de Pearson

.291** .252

** -.236

** .938

** .307

** .344

**

Significado Familiar (SOC) Correlación de Pearson

.370** .364

** -.224

** .376

** .681

** .377

**

Comprensibilidad (SOC) Correlación de Pearson

.193** .293

** -.140

* .266

** .885

** .229

**

**. La correlación es significativa al nivel 0,01 (bilateral).

Acorde con los resultados presentados, se concluye que correlaciones moderadas

se encuentran con satisfacción familiar, soporte parental, sentido de coherencia familiar,

cohesión y adaptabilidad, soporte social y por último estrés parental. Lo anterior

sustentado desde la teoría sobre la adaptación familiar a los eventos estresantes, permite

definir y fundamentar ahora en términos estadísticos la selección de las variables

independientes que se introducen en la ecuación de regresión múltiple para predecir la

satisfacción familiar.

De acuerdo a Morales (2011), una de las condiciones para la elección de estas

variables, es que tengan las correlaciones mayores con el criterio y correlaciones bajas

entre sí, bajo estos supuestos no se introduce la variable Estrategias de afrontamiento

familiar (FCOPES), ya que presenta la correlación más baja con satisfacción familiar.

5.7 Regresión lineal múltiple

Se efectuó un análisis de regresión por pasos para estudiar la relación entre las

variables independientes Estrés parental, Soporte social, Sentido de coherencia familiar,

Soporte parental, Cohesión adaptabilidad familiar y la variable dependiente Satisfacción

familiar; mismas que resultaron significativas y en interacción explican el 47.3% de la

varianza de la satisfacción familiar, cumpliendo el criterio de independencia con una

Durbing-Watson de 1.65, que indica existe independencia entre los residuos (valor se

encuentra entre 1.5 y 2.5).

Así mismo el modelo contrasta la hipótesis nula a través de la prueba ANOVA de

que el valor poblacional de la R es igual a cero, el nivel crítico p=.00, indica que R es

mayor que cero y por tanto las variables involucradas están linealmente relacionadas. La

raíz cuadrada de la media cuadrática residual es igual a .13 y se refiere a la parte de la

200

variabilidad de la variable dependiente que no es explicada por la recta de regresión de

los residuos.

El modelo de regresión múltiple se conformó de la siguiente manera: FSS = .929 +

PAI (.214) + FSOC (.188) + SSI (.149) + FACES (.133) + IEP (-.118). La variable que tiene

mayor importancia explicativa es Soporte parental, con un valor beta de .21, seguido de la

variable Sentido de coherencia familiar, con .18, Soporte social tiene un valor de .14,

Cohesión y adaptabilidad de .13, y por último la variable que presenta menor importancia

en el modelo es Estrés parental con -.11 (ver Tabla 39).

Todas las variables cumplen con niveles de significancia menores a .05, esto

indica que contribuyen de manera significativa a explicar lo que sucede con la satisfacción

familiar. De igual manera los criterios de no-colinealidad y tolerancia se encuentran entre

.68 y .87 encontrándose dentro de los rangos aceptados.

Tabla 39.

Variables de regresión por pasos para las variables predictivas de la Satisfacción familiar.

Coeficientes no estandarizados

Coeficientes tipificados

t Sig.

Estadísticos de colinealidad

B Error típ. Beta Tolerancia FIV

(Constante)

.929 .346

2.681 .008 PAI

.214 .042 .274 5.091 .000 .682 1.466 SOC

.188 .030 .313 6.223 .000 .780 1.282 SSI

.149 .050 .157 2.999 .003 .720 1.389 FACES

.133 .051 .132 2.606 .001 .769 1.301 IEP

-.188 .076 -.117 -2.456 .015 .872 1.146

―t‖: T de student; Sig: Significancia; FIV: Fuerza de Inflación de la varianza

5.8 Análisis de la función discriminante

Se realizó un análisis de la función discriminante por el método de pasos, para

evaluar las variables que mejor distinguen a los padres de familia que tienen un hijo con

discapacidad intelectual, éste tiene como objetivo encontrar la relación exacta entre las

variables independientes que, en razón de la variable de clasificación ―género‖, mejor

diferencien a los padres y madres que tienen un hijo con discapacidad intelectual.

201

Las variables discriminantes (variables independientes), seleccionadas se

desprenden de los resultados del análisis de regresión lineal múltiple efectuado con

anterioridad, ya que indican un alto valor de predictibilidad para la satisfacción familiar en

esta población.

La prueba M de Box su transformación en un estadístico F, que se obtiene (M de

31.86; F= 5.26, con una probabilidad asociada de p= 0,00), permiten rechazar la hipótesis

de igualdad de matrices de varianzas y covarianzas, ello indica que se encuentra

variabilidad entre los dos grupos, y uno es más variable que el otro.

En la Tabla 40 se observa el proceso del análisis discriminante por pasos el cual

señala que las variables que discriminaron, por el grado de correlación con la función

discriminante, fueron para el primer paso Soporte parental (.85) y el segundo Sentido de

coherencia familiar (.64), el tercer y último paso con menor peso, Cohesión y

adaptabilidad familiar (.13).

Tabla 40 Correlación de variables de predicción con funciones discriminantes y coeficientes estandarizados de la función discriminante.

Coeficientes estandarizados de la función discriminante

Correlación en las funciones

discriminantes

Variable de predicción Función 1 Función 1

Apoyo Parental .86 .85 Sentido de Coherencia familiar

.47 .64

Adaptabilidad y Cohesión Familiar

-.38 .13

En razón de las variables de clasificación ya seleccionadas, se rechaza la

hipótesis de igualdad entre las medias de los grupos para cada variable, con p=.000, por

lo que las variables son estadísticamente significativas para discriminar según el criterio

género.

El autovalor obtenido fue de .16 encontrándose muy cercano a cero, con una

correlación canónica débil de .37, con estos datos podría suponerse que las variables

discriminantes utilizadas no permiten una diferencia sobresaliente, sin embargo en el

202

estadístico Lambda de Wilks tiene un valor de .84, siendo el nivel de significancia crítico

correspondiente al estadístico Chi-cuadrado asociado .000, lo que permite rechazar la

hipótesis de igualdad entre las medias y afirmar que las variables de la función, de forma

global, tienen un efecto significativo en la separación de los dos grupos y existe

variabilidad.

En relación con las predicciones de la función discriminante, siguiendo el criterio

respecto a género, se logra clasificar adecuadamente el 70.1% de los casos agrupados

originales, favoreciendo la validez discriminante de las variables predictoras.

Tres variables de las cinco seleccionadas cumplieron con el criterio de inclusión:

Soporte parental, Adaptabilidad y cohesión familiar, Sentido de coherencia familiar;

fueron eliminadas Satisfacción Familiar e Índice de soporte social por no cumplir con el

mínimo estipulado de f: 2.71.

Por último, la ubicación de los centroides en la función discriminante de manera

bruta indica que son los hombres los que se encuentran en dirección positiva (.41) con

puntajes altos, y las mujeres en dirección negativa (-.39). La Tabla 41 indica los valores

obtenidos por cada medida para madres y padres de familia, como se puede observar en

las tres variables son los hombres los que presentan puntajes más positivos

Tabla 41. Comparación de medias entre sexo y cada una de las unidades de medida discriminantes.

Sexo N Media DS t

Apoyo parental

Masculino 125 4.15 .443 5.53***

Femenino

129 3.76 .663

Sentido de coherencia

Masculino 125 4.72 .763 4.19***

Femenino 129 4.31 .816

Adaptabilidad y cohesión familiar

Masculino 125 3.44 .405 0.887

Femenino 129 3.39 .501

DS: desviación estándar; t: T de student; *** p ≥.000.

203

5.9 Análisis de conglomerados

Como primer paso se seleccionó el número y tipo de variables a utilizar, teniendo

como criterio las variables que resultaron significativas en el modelo de regresión lineal:

Soporte parental, Cohesión y Adaptabilidad familiar, Sentido de Coherencia y Soporte

social, ya que tales variables predicen el 47.3% de las variabilidad de la Satisfacción

familiar en padres con un hijo con discapacidad intelectual. Se realizó un análisis de

conglomerados de tipo no jerárquico, mediante el procedimiento K-medias,

Las escalas tipo Likert difieren en sus opciones, van de cuatro a siete puntos de

respuesta, por lo tanto las dimensiones se convirtieron a puntuaciones tipificadas con el

objetivo de homogenizar los valores con valores z, como se observa en la Tabla 42.

Se ejecutó el análisis para dos, tres y cuatro conglomerados, presentándose como

el más representativo el modelo de tres conglomerados, se llegó solamente a 5

iteraciones con convergencia perfecta (.000) para los tres conglomerados. Se eliminaron

15 casos atípicos, mayores a 2.50 desviaciones estándar respecto a la media del

centroide correspondiente, por lo tanto la suma del total de los casos dentro de los

conglomerados fue de 253, con la finalidad de que las observaciones de un grupo fueran

homogéneas y lo más diferente posible de las contenidas en los otros grupos.

Los valores del Análisis de Varianza muestran que la medida de Satisfacción

Familiar (ESF) es la que resulta con mayor valor (f: 170,21; p: .000) y posteriormente

Soporte parental (f: 156,02; p: .000), la que menos contribuye es Cohesión y

adaptabilidad familiar (f: 62.83; p: .000).

Los perfiles encontrados que conforman de la siguiente manera:

Conglomerado uno (115 padres de familia), este grupo presenta sujetos con

valores intermedios en dirección negativa en satisfacción familiar y bajos en

soporte parental, podrían definirse como moderadamente satisfechos.

Conglomerado dos (121 padres), se encuentran sujetos con valores altos en

dirección positiva, respecto a satisfacción familiar e intermedios en soporte

parental, se puede decir que es el grupo de los muy satisfechos.

204

El conglomerado tres (18 padres) contiene sujetos con valores bajos y en dirección

negativa en satisfacción familiar y soporte parental, agrupa a los no satisfechos,

(ver Tabla 42), se presentan los valores de diferencia F para indicar que la variable

con mayor contribución en los conglomerados es satisfacción familiar y soporte

parental.

Tabla 42.

Análisis de conglomerados finales para padres de familia que tienen un hijo con discapacidad intelectual en el

Estado de Tlaxcala.

Conglomerado

f Sig. Insatisfechos (3) Satisfechos (1) Muy satisfechos (2)

Puntuación Z: Escala de Satisfacción Familiar -1.91 -.375 .691 1170 .000 Puntuación Z: Índice de soporte social -1.89 -.160 .535 1104 .000 Puntuación Z: Adaptabilidad y cohesión familiar -1.39 -.219 .453 562.8 .000 Puntuación Z: Soporte Social -2.19 -.061 .495 1103 .000 Puntuación Z: Sentido de coherencia

-1.31 -.504 .649 112 .000

f: f de Snedector, Sig: Significancia

Son estos los análisis que responden a los objetivos e hipótesis planteadas, la discusión

global de los resultados se realiza en el siguiente capítulo.

Capítulo 6. Discusión de resultados y conclusiones

Es importante para la finalidad de este capítulo retomar las asunciones del modelo

Doble ABCX en la adaptación familiar a la discapacidad intelectual de un hijo, los criterios

que definen su elección y algunas de las características en las que se fundamenta la

discusión de los hallazgos de esta investigación:

Elegir como unidad de análisis a la familia, comporta una serie de

dificultades a nivel conceptual y metodológico que fue necesario

considerar; según Lanz y Rosnati (2002), el objeto específico de la

205

investigación en familia es la relación y sus características, y definirlo

conlleva puntualizar aspectos simbólicos que se realizan en el contexto

de la cultura de origen de las personas (Cigoli y Scabini, 2000). En esta

investigación por tanto, se aborda la percepción de los padres y madres

sobre las características de sus relaciones familiares, con la intención

de clarificar la comprensión de la unidad de análisis.

Investigar un objeto ya de naturaleza relacional, posee un aspecto

riesgoso, que con frecuencia se deja de lado en la investigación sobre

familia, ya que la mayoría de los trabajos se realizan a partir de la

percepción de un solo miembro y se asumen contradictoriamente como

relacionales, en ausencia de la perspectiva de él o los otros miembros;

en este sentido, para analizar las relaciones familiares, es necesario

Para analizar las relaciones familiares, es necesario tener información

de más de un integrante de la familia (Lanz y Rosnati, 2002); una

característica sobresaliente de la investigación sobre adaptación a la

discapacidad, es que gran número de trabajos se concentran sobre la

figura materna y dejan de lado la perspectiva de los padres (Baker,

Blacher y Olsson, 2005) y aun así se asumen como resultados

familiares.

Ambos aspectos enunciados: la decisión de un enfoque relacional y la

ausencia de los padres en la investigación, determinan que en este

trabajo se considere como unidad de observación a madres y padres

de familia, esto es que los datos provengan de más de una persona, de

tal forma que la unidad de análisis sea efectivamente relacional, en

concordancia con los objetivos de la investigación.

No se incluyen otros miembros ya que la muestra de los participantes

se obtuvo de la totalidad de los CAM distribuidos en el territorio estatal,

entrevistar a un mayor número de personas, habría significado una

inversión incosteable en tiempo y recursos financieros, razones que

motivaron la decisión de precisar en las figuras principales.

206

Otro punto relevante, consistió en situar la dimensión evolutiva de la

familia, se seleccionan específicamente a las familias que tienen un

hijo en edad escolar, con la intencionalidad de precisar algunas

características familiares en un tiempo determinado, en el que ha

transcurrido cierto tiempo desde que la discapacidad del hijo se

presenta y por tanto, es posible esperar que la adaptación familiar

posea ciertas características, asociadas con la presencia, por ejemplo,

de roles mejor definidos como el parental, el estrés originado por la

crianza o el soporte percibido.

De igual manera se elige la discapacidad intelectual, considerando que

es una condición permanente e irreversible, que dificulta la persona

viva una vida independiente (Kiran, Indla, Reddy, 2008); los niños

presentan dificultades diarias con habilidades para la vida, tales como

obstáculos o imposibilidad para aprender a escribir o leer, y hacerse

cargo de sí mismos (Shin y Crittenden, 2003). Bajo tales condiciones

serán los padres de familia los mayormente implicados en la crianza y

atención del niño con discapacidad durante toda su vida, esto causa

demanda diarias y a largo plazo para la familia.

Los elementos que deciden la selección del modelo teórico doble

ABCX (McCubbin y Patterson, 1983) son los siguientes: el modelo

acentúa la consideración de los recursos o fortalezas (Gauthier, 2011),

más allá de posturas deficitarias o llanamente patologizadas, como las

que prevalecen acerca de la discapacidad en el contexto educativo

mexicano; contemporáneamente posiciona una visión que incorpora la

complejidad como punto de partida y asume la variabilidad en la

adaptación familiar, por tanto los resultados en las familias no son

homogéneos, se esperan diferencias.

Si bien existen otros modelos teóricos en el campo del estrés familiar,

estos han ido incorporando paulatinamente una serie de variables,

pero teniendo siempre como base el modelo original de Hill (1948), del

207

cual el doble ABCX es la primera versión modificada (Gauthier, 2011);

por ejemplo el de Boss hace hincapié en variables de contexto como

cultura (Boss, 2002) y McCubbin y Mc Cubbin (1993) en versiones

posteriores al modelo doble ABCX, ponderan la importancia de los

significados familiares.

Partir del modelo doble ABCX y no de alguna otra versión más

complejizada, obedece en principio al interés por mantener como eje,

lo que consideramos el mayor aporte: la visión multifactorial de un

fenómeno. Además desde nuestro punto de vista, es innecesario

considerar otra postura por el hecho de incorporar, por ejemplo la

variable cultura, cuando tener como unidad de análisis a la familia,

implica necesariamente partir del reconocimiento de que ésta no se

desenvuelve en el vacío social, sino que forma parte de entramados

socioculturales particulares. En concordancia este trabajo, incorpora

como parte de la propuesta teórica, la participación de variables

contextuales y la discusión necesariamente se realiza a partir de las

características culturales de las familias tlaxcaltecas.

A nivel metodológico ello significó una cuidadosa selección, tanto de

los instrumentos como de las variables que operacionalizan el modelo,

sustentadas en una amplia revisión de literatura; si bien todas las

medidas son diseñadas en contextos distintos al nacional, pertenecen

a un cuerpo de conocimiento sobre familia y estrés, coherente entre sí

en el que se comparten posturas afines.

Es importante someter a discusión que las diferentes aplicaciones del

modelo doble ABCX, en consonancia con sus objetivos,

operacionalizan la propuesta teórica de McCubbin y Patterson de

manera distinta, en algunos casos se encuentra que el factor de

adaptación familiar (xX) se traduce en una medida negativa como

depresión, ajuste marital (Bristol, 1987), estrés y estrés parental (Orr,

Cameron y Day, 1991; Saloviita, Itälinna y Leinonen, 2003; Shin y

Crittenden, 2003; Jones y Passey, 2004); ajuste familiar medido como

208

ansiedad, depresión, ajuste social (Pakenham, Samios, Sofronoff,

2008; Azar y Kurdahi,2006).

Es notable que, son escasos los estudios que retoman la posibilidad de

adaptación en términos conceptualmente positivos tales como

empoderamiento (Nachshen y Minnes, 2005; Xu, 2007); aunque este

sea uno de los fundamentos básicos del modelo doble ABCX, -

incorporar los dos polos de la adaptación familiar: mal adaptación y

buena adaptación (McCubbin y Patterson, 1983)-, y no obstante el

movimiento generalizado hacia la medición de aspectos positivos, se

observa es difícil el tránsito hacia conceptos que se enfoquen en

resultados positivos en la adaptación familiar de niños con

discapacidad. De acuerdo a lo expuesto y enfatizando que son pocas

las investigaciones que consideran medidas en el nivel familiar, en este

trabajo la adaptación se conceptualiza con una medida positiva de

satisfacción familiar.

Por último, es importante conocer en profundidad a las familias y la adaptación de

éstas a la discapacidad intelectual de un hijo, el modelo doble ABCX permite identificar las

variables que poseen mayor relevancia en este sentido. La discusión de los datos se

organiza e interpreta de la siguiente forma:

En un primer momento: se realiza el planteamiento general del modelo

doble ABCX.

Se agrupan los resultados considerados de mayor importancia para la

investigación, en función de los cuatro factores del modelo,

puntualizando diferencias y semejanzas de las unidades de observación

(padres y madres).

Los resultados se interpretan teniendo como eje que Tlaxcala es una

entidad en la que predomina un sistema de organización -que implica a

las familias-, propio de lo que se considera ―indígena‖: comunidades

que hoy experimentan un tránsito de lo indio a lo mestizo (Robichoaux,

2007), comparándolos con diversos estudios a nivel internacional.

209

Posteriormente, se abordan los hallazgos en general sobre el modelo,

se confrontan los resultados con investigaciones reportadas en la

literatura que utilizan este mismo fundamento teórico.

Conviene precisar que, en razón de la relevancia otorgada en la

literatura a la variable sexo (según nuestra operacionalización

corresponde a condiciones sociodemográficas factor aA), en este

trabajo se le asigna un papel preponderante en el desarrollo de la

discusión por el impacto manifiesto y se incluye en la mayoría de los

factores, tratamiento que no recibe el resto de las variables que se

discuten en el factor en que fueron consideradas.

A continuación los hallazgos

El modelo doble ABCX

Explica la interrelación de cuatro factores que pretenden describir el proceso de

adaptación familiar a la discapacidad, en donde: (aA) se refiere al estrés de la crianza y

las condiciones sociodemográficas; (bB) los recursos que las familias aplican con la

intención de manejar eventos críticos, como soporte parental, social, cohesión y

adaptabilidad familiar; (cC) los cambios que las familias hacen de su definición de la

situación que les ayuda a entenderla, tal como sentido de coherencia y BC estrategias de

afrontamiento familiar y (xX) los resultados familiares o satisfacción familiar.

6.1 Discusión de resultados

Factor aA: Estrés de la crianza y condiciones sociodemográficas (ocupación,

ingreso, escolaridad, estado civil)

Estrés de la crianza del niño con discapacidad intelectual

La variable sexo en la literatura especializada es una que posee gran relevancia,

diversos estudios se han enfocado en el estudio de las diferencias o el impacto entre

madres y padres que tienen un hijo con discapacidad (Kiran, Indla, Reddy, 2008), aunque

las investigaciones sobre las madres sean numéricamente más significativas,

210

probablemente esto se deba al reconocimiento implícito del papel de cuidadora primaria

que desempeña con gran frecuencia.

Resultados de investigación señalan que los padres y madres perciben o

experimentan de manera diferenciada la discapacidad de un hijo (Barnes, Día, David,

2008), lo que se confirma con los hallazgos de este estudio en el que se encuentra

padres y madres presentan diferencias en cuanto al estrés percibido; muestra la media los

papás se asumen más competentes para la crianza, con menores restricciones para

desarrollar aspectos personales, mantener espacios de identidad propia y perciben el

temperamento del hijo menos demandante, a su vez las madres evidencian un mayor

nivel de estrés en relación con estos aspectos.

Estos hallazgos a pesar de las diferencias en cuanto contextos socioculturales son

coincidentes con los reportados en la literatura a nivel internacional, Olsson y Hwang

(2001) encontraron que en madres suecas de contextos urbanos y rurales, los problemas

de conducta y las restricciones en la vida personal, pueden provocar mayor riesgo de

sufrir estrés psicológico.

Estas similitudes no obstante la diversidad de contextos, pueden explicarse en

razón del desempeño de roles tradicionales de género; en Tlaxcala dado que la mayoría

de las madres, 9 de cada 10 (113), son amas de casa, y sólo un reducido número de

ellas (21) realizan adicionalmente algún trabajo extra, significa que la distribución de

actividades al interior de la familia, está en función de una división sexual tradicional, en la

que no necesariamente existen condiciones de igualdad entre sus miembros.

Así las madres incluyen en el trabajo doméstico la socialización de los niños,

procesamiento de alimentos, limpieza de la vivienda, cuidados de salud, físicos y

emocionales de sus miembros, mientras los padres funcionan de manera periférica, como

proveedores generalmente. Además, según Zapata y Arellano (1994), puede ocurrir que

cuando los hombres se incorporan al mercado de trabajo como asalariados, las mujeres

asumen la responsabilidad de las actividades del campo e intentan complementar el gasto

familiar con nuevas fuentes de ingresos, conjuntando el trabajo de reproducción social

con el productivo.

211

En estas circunstancias el mayor nivel de estrés percibido por las madres es

comprensible, dado que desempeñan cotidianamente una serie de tareas propias de la

concepción del ―ser mujer‖, a las que se suma el desempeño de algún trabajo, que no las

exime de la realización o cumplimiento de sus ―responsabilidades familiares‖, a las que

habrá que adicionar el cuidado permanente de un hijo con discapacidad intelectual.

Acumulación de estresores: las variables ocupación, ingreso, escolaridad

Ocupación

Los resultados descritos se confirman con el comportamiento observado de la

variable ocupación, ya que para las cinco categorías de empleo utilizadas, -según los

datos 114 personas (42.5 %) son amas de casa; 49 padres son empleados (18.3%), 43

obreros (16%), 30 (11.2%), campesinos y solamente 32 personas son 11.9% trabajadores

independientes-, se encuentra que:

Similar a los resultados relativos a la variable sexo, se detecta respecto a la

variable ocupación, son las amas de casa, quiénes presentan las medias más altas en

relación con el estrés de la crianza del hijo en la dimensión competencia salud-restricción,

perciben menos soporte parental y sentido de coherencia (aspectos que se abordan en

detalle en los apartados subsecuentes), en relación con el resto de las ocupaciones (ver

Tabla 29).

Estos datos habrá que interpretarlos siguiendo en primera instancia, la misma

línea de reflexión desarrollada en el apartado previo sobre el contexto tlaxcalteca; es

necesario comprender las características propias del fenómeno ocupación de hombres y

mujeres locales, para ello el trabajo de Chiappe y Zapata (2004) sobre el impacto del

desarrollo económico, trabajo y género en zonas rurales de Tlaxcala es ilustrativo.

De acuerdo a las autoras, este es un estado en el que existen comunidades en

proceso de transición con una base rural, originado por la creciente industrialización que

tiene lugar en décadas pasadas, que provoca el paso de una población

fundamentalmente ocupada en actividades agrícolas a una incorporada en los tres

sectores productivos. La imposibilidad del sector rural para cubrir las necesidades de las

212

familias desencadena la incorporación forzosa de los campesinos al trabajo asalariado en

las empresas locales o la migración, y por ello la agricultura de subsistencia queda en

manos de mujeres, sin que su trabajo se considere productivo.

Se denota una prevalencia de la división sexual del trabajo, -ya señalado-, que

dificulta la incorporación laboral de las mujeres fuera de sus hogares, aunque se

encuentran otras opciones de inserción en el mercado de trabajo como la maquila, las

ventas informales, empleos informales; sin embargo indican, ello no garantiza

necesariamente una mejora en los niveles de bienestar percibidos, toda vez que la

intensificación del trabajo tiene otro tipo de repercusiones.

De estos elementos, interesa destacar la existencia de una concepción subyacente

respecto a la división tradicional del trabajo, que define el cumplimiento del ser hombre o

mujer: es el varón quien sanciona o aprueba la incorporación, en gran medida, de la mujer

al mercado laboral: afirman las autoras, desde el inicio de la vida conyugal las mujeres

suspenden el trabajo remunerado, porque el esposo considera su ocupación y obligación,

reside exclusivamente de las tareas domésticas, lo que señalan puede generar

frustración; y aún si se incorporan al ámbito productivo externo para contribuir al precario

ingreso familiar, buscan opciones que les permitan no descuidar lo doméstico.

En este contexto podría cobrar sentido que de 134 madres entrevistadas, el 42.5%

se ocupen exclusivamente como amas de casa y sólo un porcentaje menor desarrolle otro

tipo de actividades remuneradas, -aunque no se dispone de información acerca de qué

tipo-, y sea el padre el principal proveedor económico. Bajo este marco sería factible se

encontraran muchas de las familias entrevistadas, esta lógica es consecuente con los

resultados que muestran las amas de casa perciben mayores niveles de estrés en la

crianza de su hijo con discapacidad intelectual y menores de soporte parental, sentido de

coherencia, tal como se reporta en este trabajo.

Ello no implica que necesariamente todas las familias provengan de un contexto

rural, cabe señalar que la población entrevistada difícilmente puede ser catalogada como

proveniente de zonas rurales o urbanas, ya que las comunidades conjuntan actividades

agrarias, extra agrarias, formales e informales e incluyen a una población cada vez más

diversificada (Chiappe y Zapata, 2004).

213

Ingreso

Según los datos de CONAPO (2010), Tlaxcala pertenece al grupo de siete

entidades del país que poseen una situación económica catalogada como difícil, en

función de la proporción de población ocupada con ingresos menores a dos salarios

mínimos que rebasa el 50%, Tlaxcala posee el 53% (el salario mínimo en la zona C, que

corresponde al estado de Tlaxcala es de 59.80 pesos diarios). Los hallazgos de esta

investigación ubican que, 79 participantes (29.5%) no tienen ingresos propios, 54

participantes perciben menos de 1000 pesos mensuales (20.1%); 88 (32.8%) perciben

entre mil y 3000 pesos mensuales y solamente 47 personas (17.5%) perciben más de

3000 pesos al mes.

Estas cifras indican que el 82.5%, percibe menos de tres mil pesos mensuales

para la manutención familiar, tomando en cuenta que el 82% de las familias tienen un

mínimo de tres a cinco miembros, pone en evidencia que los padres y madres

entrevistados viven en su mayoría en condiciones económicas desfavorables. La variable

ingreso se midió utilizando cuatro categorías, la primera agrupa a las personas que no

reportan ingresos, posteriormente quienes perciben menos de mil pesos mensuales, la

tercera a los que reciben entre mil y tres mil pesos y por último quiénes ganan más de tres

mil pesos.

Es entendible entonces que esta variable sea la que resulte significativa para diez

dimensiones de las medidas soporte parental, sentido de coherencia, estrés parental,

satisfacción familiar, estrategias de afrontamiento familiar, cohesión y adaptabilidad. Su

comportamiento es representativo de la importancia y necesidad de considerar las

características sociodemográficas del contexto particular cuando se discute sobre la

adaptación de las familias a la discapacidad intelectual de un hijo.

En general la tendencia mostrada evidencia el siguiente patrón, en las escalas

positivas en tanto aumenta el ingreso se percibe un mayor soporte social, sentido de

coherencia, satisfacción familiar, unión familiar y se utiliza la estrategia de afrontamiento

―redefinición familiar‖; de forma inversa a menor ingreso menor satisfacción familiar y, en

la escala negativa mayor estrés de la crianza.

214

Resultado consecuente con Hensley, (2011), que asocia las preocupaciones

financieras como un estresor externo que contribuye a los altos niveles de estrés, con

frecuencia las familias de niños con alguna discapacidad se vinculan con mayores

desventajas económicas a diferencia de las familias de niños sin discapacidad (Thurston,

Paul, Loney, Ye, Wong, Browne, 2011). A su vez el incremento de riesgo relacionado con

bajos niveles socioeconómicos, se enlazan con menor salud mental y dificultades en la

crianza en los padres, además problemas de conducta en la población con discapacidad

intelectual (Emerson, Einfield, Stancliffe, 2011), resultados concordantes con los hallazgos

en población tlaxcalteca.

Escolaridad

La variable escolaridad engarza en este entramado, de acuerdo a Chiappe y

Zapata (2004), un nivel educativo bajo limita de manera considerable las posibilidades de

encontrar y obtener empleo para la mayoría de los pobladores rurales, baste el siguiente

dato: para solicitar trabajo en la industria, se requiere poseer la secundaria terminada,

condición que la mayoría de la población no cumple y por lo tanto no es sujeto de

contratación.

Respecto a la escolaridad en esta investigación, los datos arrojan lo siguiente: 108

personas (40.3%) cursaron hasta el nivel primaria únicamente o no tienen escolaridad;

115 (42.9%) terminaron la educación secundaria, y un número menor, sólo 45 sujetos el

(16.8%), concluyó la preparatoria o una licenciatura. Coincidentemente las medias

reportan, son los padres de familia con niveles más altos de escolaridad quienes

presentan un menor nivel de estrés y mayor sentido de coherencia.

Si la percepción de estrés en ambas dimensiones de competencia socialización-

apego y salud restricción, disminuye en tanto la escolaridad aumenta, podría ser que la

escolaridad del padre sea la que establezca diferencias, porque en este contexto social la

mayoría de las madres son amas de casa; en este caso al aumentar la educación del

padre, la madre asume más responsabilidades que no puede realizar en conjunto con el

padre por su ausencia y falta de tiempo.

215

Para concluir este apartado, se identifica que los predictores ingreso, ocupación y

nivel educativo corroboran la necesidad de considerar la importancia de los factores

socio- demográficos (Orsmond y Seltzer, 2007), particularmente en contextos donde la

mayoría de las familias vive en condiciones en donde existe falta de acceso a la

educación, residencia en vivienda inadecuada e ingresos insuficientes (CONAPO, 2010).

Resultados de investigación indican que con independencia de las características

culturales, cuando las familias viven en condiciones de desventaja social y económica,

existe una mayor propensión a experimentar altos niveles de estrés (McConkey,

Truesdale-Kennedy, Chang, Jarrah, Shukri, 2008; Shin y Nahan, 2009).

Los hallazgos obtenidos en esta investigación, encuentran soporte en estudios

previos en los que se señala una significativa asociación entre un ambiente de desventaja

social y su repercusión en la familia, dado que se incrementa el riesgo de mayor pobreza

debido al impacto financiero y social que significa el cuidado de una persona con

discapacidad intelectual; ello tiene serias implicaciones respecto al bienestar de los niños

con discapacidad intelectual, ya que éstos vivirán en condiciones que con frecuencia

limitarán sus oportunidades de vida (Emerson, Shahtahmasebi, Lancaster, Berridge,

2010).

Factor bB: Soporte parental, Cohesión y adaptabilidad familiar, Soporte social

como recursos familiares

El soporte parental

Los resultados anteriores guardan estrecha relación con los hallazgos sobre

soporte parental, ya que al ser considerado un importante factor de protección y

recuperación familiar, se esperaba indicara una importancia similar a la reportada en

diversas investigaciones; como tal se confirma que la variable sexo establece diferencias

respecto a la percepción del soporte parental; es decir son los padres quienes perciben

mayor apoyo o soporte en comparación con las madres en el desempeño de las tareas

parentales y además poseen una mejor percepción de la relación existente a nivel de

padres (ver Tabla 26).

216

Esto es coincidente con diversos estudios que reconocen el estrés de los padres

es una variable ligada directamente con la percepción de soporte; por ejemplo el reporte

de Karasavvidis et al. (2011) permite resaltar dos aspectos: 1) primero se confirma que la

calidad de la relación así como el sentido de compartir la carga entre el padre y la madre,

son variables conectadas con el estrés parental; es importante señalar un aspecto en

particular 2) con frecuencia se encuentra un uso indistinto de categorías de análisis

concernientes a la relación marital y relación parental; si bien los actores son los mismos

(generalmente), estos hacen referencia a niveles con funciones y tareas completamente

distintas que no son equiparables.

En el caso de esta investigación, se resuelve este punto a partir de la elección de

una medida de soporte parental, que se desprende del mismo cuerpo teórico sobre estrés

de la crianza utilizado, derivados de trabajos nacionales en los que se encuentra en

madres mexicanas la percepción de apoyo parental está fuertemente relacionada con el

estrés (Vera, Morales y Vera, 1998; Peña, Aguilar y Vera, 2005).

Podría esperarse que la diversidad contextual mostrara un panorama diferente

respecto al papel del soporte, sin embargo, Park, Glidden y Shin (2010) encuentran que

en la cultura vietnamita, los roles de género marcan el trabajo de crianza como

responsabilidad casi exclusiva de las mujeres, pero además los esposos con escasa

frecuencia proveen apoyo o soporte emocional/espiritual.

A pesar de la similitud manifiesta, es importante recalcar que en el contexto

cultural asiático los hombres proveen exclusivamente el soporte material y no expresan

sus emociones con facilidad tal como lo señalan los autores; sin embargo en la cultura

tlaxcalteca si bien se comparte tradicionalmente la asignación sexual de roles respecto a

las tareas, las madres perciben soporte del padre.

Habrá que tener especial atención a los resultados sobre soporte en el contexto

tlaxcalteca, porque según Ribeiro (1994, p. 149) en México:

―la mayoría de los esposos constituyen una figura periférica de la familia, y en

general no se ocupan de otra cosa que no sea el sostenimiento económico del

217

grupo…para todos ellos lo doméstico es asunto de mujeres… en el medio rural, la

participación de los maridos es aún más marginal‖

Probablemente los resultados de esta investigación, sean un posible indicador de

transformación -casi diez años después de la afirmación de Ribeiro-, de los patrones de

participación masculina respecto a las cuestiones consideradas tradicionalmente propias

de las mujeres, aún en el contexto rural.

Ante esta panorámica, surge necesariamente la pregunta, ¿qué es lo que está

cambiando respecto a la percepción de soporte que las madres tlaxcaltecas tienen de los

padres?; una línea de discusión la proporciona el análisis de frecuencia relativa y t para

una muestra realizado para las dos dimensiones de soporte parental (ver figura 2 y 3), en

la que resultan estadísticamente significativas: la expresión de afecto hacia el hijo, la

preocupación compartida por el futuro del hijo, el establecimiento de acuerdos y

comunicación al respecto entre los padres; y como áreas con menor puntaje el trabajo en

conjunto relacionado con las tareas de crianza cotidiana y la retroalimentación en el

desempeño del rol.

Podría ser entonces, que las madres perciban un menor soporte cuando el padre

comparte o colabora poco en las tareas de crianza cotidiana, es decir no observan una

distribución más equitativa tal como ha sido descrito previamente y además, cuando no

ocurre una connotación positiva respecto al desempeño de su tarea.

Respecto a los padres pareciera, que en la muestra estudiada, no sólo se ocupan

del rol de proveedores, tal vez se vinculan más con los hijos a través de la expresión

afectiva, -aspecto considerado plenamente femenino- la proyección de futuro y la

disponibilidad para procurar ciertos acuerdos relativos al hijo, son estos los aspectos a

partir de los cuales, las madres parece perciben soporte. Por último, la percepción de

soporte en la madre se construye siendo hijas y se percibe y acciona como esposas, no

en términos de apoyo en las labores de cuidado, sino en la actitud y consideraciones del

padre hacia los hijos.

218

Cohesión y adaptabilidad

En el estudio de la familia, los recursos adaptabilidad y cohesión familiar, son los

que mayor atención han recibido de parte de los investigadores, pues señalan estilos de

relación conceptualizados como indicadores de salud familiar (Berástegui 2005). En este

estudio la variable cohesión y adaptabilidad tiene un comportamiento particular, se

encuentra no establece diferencias para las variables predictoras sexo, ocupación o

escolaridad.

Es significativo que predomina en los escasos resultados obtenidos, la dimensión

―unión familiar‖, que se asocia con la percepción del grado cohesión y vinculación entre

los miembros. Respecto al ingreso se encuentra que la media más alta respecto a la

percepción de unión familiar, se posiciona en quienes perciben el salario más alto y las

familias se componen de más de cinco personas; en el mismo sentido las más bajas

corresponden a quienes reportan ingresos menores de mil pesos mensuales y no

mencionan dependientes.

Esta vinculación en la población tlaxcalteca entre el ingreso y la percepción de

unión entre los miembros de la familia, encuentra similitudes con diversos trabajos en los

que se subraya más allá del contexto cultural, condiciones de desventaja social y pobreza,

pueden tener un efecto directo en el funcionamiento de las familias y el desarrollo del niño

con discapacidad intelectual (Emerson, et al., 2008; Emerson, Graham y Hatton 2006).

Otro hallazgo corresponde, al tipo de variables en las que se encuentran

diferencias a partir de la cohesión y adaptabilidad: años de matrimonio y estado civil, los

resultados muestran que existe una mayor percepción de ambos recursos con el paso de

los años, es decir la familia se percibe más cohesionada y con disponibilidad al cambio

cuando más tiempo ha transcurrido, -las medias más altas se encuentran en el rango de

20 a 41 años-; adicionalmente respecto a la variable estado civil, son las personas

casadas a diferencia de las que viven en unión libre, quiénes presentan las medias más

altas en ambas dimensiones.

Estos resultados informan de formas de relación específicas del contexto, por ello

es importante que sean interpretados bajo la óptica de los estudios de Robichaux (1997),

219

sobre Tlaxcala, a la que considera una región de fuertes raíces nahuas, en donde la unión

libre es una norma del inicio de la relación conyugal que debe ―enfocarse como parte de

un complejo ideológico-ritual en el cual subyace un sistema muy antiguo de valores que

da legitimidad a la pareja‖ (p. 114); el autor afirma no se encuentra evidencia que la

asocie con inestabilidad en la unión, sino más bien se considera un modo alternativo de

matrimonio o una etapa previa a la formalización ante autoridades civiles y religiosas.

Desde el tal posicionamiento sería factible comprender que la unión libre como

momento de inicio de la cohabitación, presente las medias más bajas respecto a cohesión

y adaptabilidad, ya que este período de conformación implica y comporta una serie de

acuerdos y ajustes respecto a la dinámica interna y externa, que requieren establecerse

en el tiempo. Importante notar que tales valores entonces, no necesariamente están

asociados a la posible eventualidad o fragilidad de un vínculo, sino a la recién formación

de las relaciones conyugales y los retos implicados en este proceso.

Por lo tanto, dado que las características de funcionamiento familiar poseen un

carácter dinámico, es comprensible que estén sujetas a cambios y que conforme pasa el

tiempo, en el que probablemente las parejas formalicen su relación, posean una mayor

definición.

Respecto a la percepción de adaptabilidad, se encuentra coincide también con la

edad del hijo con discapacidad intelectual, fluctúa hasta obtener puntajes más altos

cuando el hijo tiene mayor edad. Tal como lo señala Olson (1980), la adaptabilidad se

incrementa cuando el hijo crece, lo que puede ser interpretado como el desarrollo de la

misma en el tiempo, sin embargo se requieren más estudios que analicen

longitudinalmente este aspecto.

Estos resultados difieren del estudio de Hyang, Eung, Kyoung (2002), quienes

señalan la cohesión disminuye conforme pasa el tiempo y coincide con la edad del hijo, en

nuestro estudio la variable cohesión respecto a la edad no resulta significativa, pero sí en

relación con los años de matrimonio, que de igual forma otorga una perspectiva de los

años transcurridos.

220

Según el estudio referido en la población coreana, los padres pueden percibir una

disminución de cohesión porque se enfrentan a dificultades en la planeación y elección

del futuro vocacional del hijo; en el contexto tlaxcalteca y nacional, no existe un sistema

para los alumnos que finalizan su preparación en los CAM, que brinde oportunidades de

formación, inserción laboral o social a los jóvenes adultos, lo que deriva en el regreso a

casa; probablemente este hecho no genere mayores tensiones familiares y por ello la

percepción de unión familiar no se altere.

Como puede notarse el comportamiento de los recursos cohesión y adaptabilidad

informa de las características de la dinámica interna de la familia tlaxcalteca, que

evidentemente fluctúa en razón del tiempo, ya sea respecto a la presencia de los hijos o

con la permanencia en la relación conyugal; tal como Walsh (1984) señala, cuando un

patrón familiar se describe en términos de funcionalidad, se requiere además preguntar

qué significa y para quién.

Soporte social

Para Karasavvidis et al. (2011) el soporte es un intermediario entre el estrés

parental y la discapacidad de un hijo; las familias capaces de acceder y desarrollar

diversas fuentes de éste, se considera poseen mejores condiciones para recuperarse

y restablecer su funcionamiento frente a eventos críticos (Figley, 1983). En el caso de

la discapacidad, generalmente estas familias tienen acceso reducido a redes de

soporte social, y viven un incremento del aislamiento social, cuando se tienen mayores

redes sociales reportan menores niveles de estrés (Park, Glidden, Shin, 2010).

A pesar de su ya constatada importancia, en esta investigación en general el

soporte social no resulta estadísticamente significativo, salvo para las familias que

tienen más de cinco integrantes y padres casados; en razón de estos hallazgos podría

pensarse y los datos lo confirman, que para la población tlaxcalteca resulta de mayor

importancia el soporte parental que el recibido por la comunidad en el caso de un hijo

con discapacidad intelectual.

Tal como Turnbull, Summers, Lee, Kyzar, (2007) identifican, el soporte social

es sensible a los valores culturales, por lo tanto sería importante, -considerando que

221

en Tlaxcala el sistema de organización tiene como pauta fundamental las relaciones

de intercambio (Rothstein, 2007), en donde las personas esperan que las obligaciones

de parentesco impliquen el intercambio de mano de obra, alimentos y otros productos

y servicios, fundamentalmente en los eventos relacionados con el ciclo de vida, para

solventar propósitos económicos, políticos y rituales-, preguntarse qué ocurre en el

caso de la discapacidad.

¿Este sistema de reciprocidad tiene también alguna significación en las

relaciones familiares más cercanas asociadas a la crianza?, ¿participan o colaboran

las mujeres de la familia, la suegra, cuñadas, hermanas por ejemplo?, o ¿este aspecto

queda supeditado al ámbito privado exclusivo de la madre y del entorno inmediato?;

resulta importante reflexionar sobre el sistema de creencias y significados relativos a

la discapacidad intelectual de un miembro familiar que prevalecen en las comunidades

de Tlaxcala y su impacto en las relaciones de reciprocidad tlaxcalteca, obviamente

estos aspectos rebasan los objetivos de este trabajo, para ello se requiere de mayor

investigación, con enfoques teórico metodológicos adecuados a tales propósitos.

Factor cC Sentido de coherencia

La visión del mundo familiar

Este factor mantiene la tendencia descrita con anterioridad, los padres en

comparación con las madres, presentan las medias más altas respecto a las dos

dimensiones de sentido de coherencia familiar, resultado que conserva una lógica

intrínseca en concordancia con la discusión de las variables previas.

Para Sagy (1992), esta variable se refiere a un mapa cognitivo colectivo, una

percepción familiar que representa el grado en el que se tiene una visión del mundo de la

familia como coherente, es decir significa que las situaciones que pueden generar estrés,

son entendibles para la familia y se percibe son poseedoras de los recursos o estos están

disponibles para manejarlas, por lo tanto los retos se consideran dignos de inversión en

tiempo y esfuerzo.

222

En este sentido guarda estrecha relación con el proceso de evaluación de las

situaciones como estresantes o no, moderando el grado de tensión y también las

consecuencias adversas, como tal es un factor protector frente al estrés (Sagy y

Antonovsky, 1992; Sagy y Dotan, 2001). Un sentido de coherencia fuerte como recurso

protector se refiere entonces, a esta disposición que hace factible el manejo de lo que

podría considerarse estresante, como las demandas permanentes respecto a la crianza

de un hijo con discapacidad intelectual; así, se espera que los padres con un alto sentido

de coherencia experimenten menos estrés parental, lo que probablemente incidiría en una

buena adaptación familiar.

De los resultados del estudio sueco de Olsson y Hwang (2002), -uno de los pocos

que abordan la discapacidad intelectual y el sentido de coherencia, aunque a nivel

individual-, se especifica que esta discapacidad es un estresor agudo, con un potencial de

impacto negativo sobre los niveles de sentido de coherencia; los hallazgos muestran que

las madres reportan menores niveles de sentido de coherencia en comparación con los

padres y mayores puntajes en depresión.

Lo anterior se confirma con lo obtenido en este estudio, aunque en este caso se

midió estrés parental, es indicativo que en tanto existan menores niveles del factor

protector se presentan mayores niveles de la medida negativa, sea estrés o depresión; al

respecto cabe señalar lo siguiente, de acuerdo a Oelofsen y Richardson (2006) son pocos

los estudios que relacionan discapacidad y sentido de coherencia, aunque la variable

estrés parental ha sido consistentemente asociada en este campo, ninguno de estos

estudios contiene medidas de estrés parental.

Considerando que el sentido de coherencia se mide con reactivos como ―cuando

su familia enfrenta un problema difícil siente que escoger una solución es‖ o ―Ha sentido

que no sabe exactamente qué pasará con su familia‖, los bajos niveles de sentido de

coherencia en las madres se explican, probablemente, en razón del impacto negativo que

la crianza de un niño con discapacidad intelectual tiene en su vida y el resultado de

adaptación logrado.

223

También puede ser que la experiencia estresante de la madre se incremente con

el número estresores a los que puede estar expuesta, entre otros las dificultades en la

conducta del niño, restricciones en la vida personal, cuestiones económicas, relaciones

familiares complicadas, que derivan en el detrimento de la comprensibilidad, manejabiidad

y significado de la vida (Oelofsen y Richardson, 2006; Olsson y Hwang, 2002), cuestión

que se confirma con algunos de los resultados ya comentados de esta investigación.

Se puede suponer de acuerdo a la discusión de Olsson y Hwang (2002), que en

los padres tlaxcaltecas el sentido de coherencia familiar sea mayor, al no percibirse

amenazas en los conceptos centrales que definen al constructo, esto es:

Respecto a ―manejabilidad‖, puesto que la responsabilidad del cuidado y atención

del niño son responsabilidad casi total de la madre, el padre no identifica que tales

demandas reduzcan sus límites personales, además confía en la ayuda y soporte

brindado por la madre o en la obtención de servicios sin tener que luchar por ellos,

y como puntualizan Oelofsen y Richardson (2006), existe confianza en que los

recursos disponibles son adecuados y se pueden manejar las situaciones.

Sobre ―significado‖, los padres pueden sentirse con mayor libertad de perseguir

intereses personales y metas en la vida, entre menos restricciones se perciban de

igual forma menor frustración, infelicidad o preocupación. Tener un alto significado

puede, incrementar la motivación para comprometerse con los desafíos que se

presentan y probablemente, contribuir a que los padres perciban a la

discapacidad del hijo como un reto, que incluso se puede disfrutar.

Por último, en cuanto a comprensibilidad, implica que los padres, tendrían la

posibilidad de otorgar un sentido a lo que está sucediendo.

Interpretar en el contexto tlaxcalteca los niveles más altos de sentido de

coherencia familiar de los padres de familia respecto a las madres, remite invariablemente

a la necesidad de incorporar el sentido del ser hombre y mujer en este contexto

particular; elemento aunque ya abordado a lo largo de la discusión, en razón de

constituirse eje vertebrador de las relaciones sociales y familiares, permite afinar la

discusión respecto al sentido de coherencia.

224

Ytuarte-Núñez (2008) afirma que en Tlaxcala existe y ha existido un orden

patriarcal, que aún si se reconfigura a través del tiempo, contribuye en el orden social de

la región. El orden patriarcal, se refiere a un conjunto de relaciones sociales y culturales

en las que es visible el predominio del hombre sobre la mujer, respecto a la sexualidad,

reproducción y mano de obra femenina.

Tal estatus de superioridad les autoriza un pleno ejercicio de autoridad en las

relaciones familiares, que se deposita en la figura de los padres y los ancianos,

estableciendo diferencias entre hombres y mujeres; en este marco el que los padres de

niños con discapacidad intelectual se perciban con un sentido de coherencia más alto en

comparación con las madres, tal como ha sido descrito, es coherente.

Afrontamiento familiar

Las conductas de afrontamiento se entienden como aquéllos esfuerzos específicos

a través de los cuales la familia intenta reducir o manejar una demanda del sistema

familiar, en diferentes tipos de situaciones utilizadas por una familia (McCubbin y

Patterson,1983). Para Hastings et al. (2005), a pesar de la demostrada importancia a nivel

teórico y empírico del significado de las estrategias de afrontamiento familiar en el

bienestar de familias de niños con discapacidades poco se ha explicitado al respecto.

En este estudio el afrontamiento familiar se considera uno de los recursos

familiares, cuya importancia ha sido reportada por diversos trabajos (Greer, Grey,

McClean 2006; Hyang, Eung, Kyoung, 2002) sin embargo se encontró establece escasas

diferencias en relación a las distintas variables analizadas: básicamente cuando la familia

se compone por más de cinco miembros se utiliza la estrategia redefinición familiar, que

implica el reencuadre de las situaciones difíciles otorgándoles otros significados.

La escasa significatividad de las estrategias de afrontamiento, pudiera obedecer a

que esta medida, tal como fue operacionalizada, no está representando a las estrategias

utilizadas por las familias tlaxcaltecas en relación con la discapacidad. Análisis adicionales

se requieren para la elección adecuada en razón del contexto socio cultural.

225

Factor xX

Satisfacción familiar

En relación a la variable sexo se encuentra el mismo patrón descrito en las

variables antecedentes -ello da cuenta de la importancia de ésta al momento de

establecer diferencias entre padres y madres-, los hallazgos puntualizan que son

estadísticamente significativas ambas dimensiones de la medida, lo cual significa que los

padres perciben una mayor satisfacción respecto a la capacidad de la familia para hacer

cambios y la cohesión existente entre los integrantes familiares.

La satisfacción familiar es un constructo que se refiere a criterios de

funcionamiento familiar en varios de sus componentes como adaptabilidad y cohesión; se

define como el grado en el que los miembros de una familia se sienten felices y

satisfechos uno con el otro en relación respecto a lo enunciado, que es distinta en sí

misma a las calificaciones de cohesión y adaptabilidad (Lightsey y Sweeny, 2008).

No obstante la escasez de investigaciones sobre satisfacción familiar y

discapacidad, se encuentran algunos hallazgos significativos, por ejemplo el trabajo de

Lightsey y Sweeny (2008) aunque reporta datos exclusivamente en madres (n=64) de

niños con discapacidad, tuvo como objetivo probar un modelo de satisfacción familiar, los

resultados de mayor relevancia indican que la cohesión familiar media la relación entre

estrés y satisfacción familiar, son las madres con menor estrés las que presentan mayor

cohesión y satisfacción familiar.

Las características de tal estudio no permiten la comparación con los resultados

derivados de esta investigación, dado que no se incluyen a los padres; no obstante son

coincidentes en los siguientes aspectos: ambos pretenden probar un modelo y se utiliza

satisfacción familiar como variable dependiente, aun considerando que las medidas que

operacionalizan las propuestas son diferentes, los dos reconocen la importancia de la

relación de cohesión con la satisfacción familiar.

226

Conclusión del apartado

A manera de cierre del primer apartado, el análisis realizado pone en evidencia

que abordar la adaptación familiar a la discapacidad de un hijo, parece un fenómeno

complejo en el que se intersectan una serie de variables, que con mayor o menor

presencia, constatan la necesidad de perspectivas que consideren, insoslayablemente, la

multifactorialidad del fenómeno. Las características de los resultados, ponen de frente a

una realidad presente: las familias son diferentes, entre las respuestas de los padres y

madres existe variabilidad, que no se puede reducir expresamente a la presencia de la

discapacidad de un hijo.

A continuación se analiza el modelo general obtenido en población tlaxcalteca en

relación con los diversos estudios que reportan su aplicación.

6.2 Discusión general: El modelo doble ABCX

Como se desprende de los resultados de este estudio, en la literatura se encuentra

que la adaptación familiar a la discapacidad intelectual de un hijo, depende de la

interrelación de múltiples factores, de ahí la necesidad de modelos multivariados para

examinar simultáneamente su importancia, como el doble ABCX (Bristol, 1987; Orr,

Cameron y Day, 1992; Saloviita, Itälinna y Leinonen; 2003, Shin y Crittenden, 2003;

Jones y Passey, 2004; Minnes y Woodford, 2004; Pakenham, Samios y Sofronoff, 2005).

En tal sentido, utilizando el procedimiento de regresión múltiple se encuentra que

las variables independientes PAI, FACES, FSOC, IEP, en interacción explican el 47.3%

de la varianza de la Satisfacción Familiar; porcentaje que se ajusta, a lo esperado en el

campo de la investigación en psicología y educación, en donde los valores predictivos de

este tipo de análisis oscilan alrededor del 0.50 (Stevens, 2009).

En diferentes contextos socioculturales la aplicación del modelo doble ABCX, ha

logrado predecir entre el 33 y el 70% de la adaptación familiar: el estudio pionero de

Bristol sobre estrés en madres (1987), explica el 55% de la varianza en la adaptación en

227

casa, 33% en síntomas depresivos y 53% en ajuste marital. Saloviita, Itälinna y Leinonen

(2003), reportan que en el contexto finlandés, el modelo predice el 72% de la varianza del

estrés maternal y el 78% en padres, porcentaje bastante alto; así también Nachshen y

Minnes (2005), señala alcanza a explicar el 30% de la varianza respecto al

empoderamiento en padres de niños con y sin discapacidad en edad escolar.

Los resultados de este trabajo muestran que en la adaptación familiar a la

discapacidad intelectual de un hijo en familias tlaxcaltecas, el predictor más importante es

el soporte parental, seguido del sentido de coherencia, soporte social, cohesión y

adaptabilidad, por último estrés parental, con una contribución negativa que se explica

dadas las características de esta medida.

Como se perfilaba a partir de la escasa discriminación mostrada entre las variables

y la correlación más baja con satisfacción familiar, la medida estrategias de afrontamiento

familiar (BC) no fue incluida en el modelo, por no ser predictora de la satisfacción familiar;

estos resultados difieren según se indica en la literatura del área, por ejemplo en el trabajo

de Jones y Passey (2004) el predictor más importante del estrés es el estilo de

afrontamiento familiar y el locus de control interno en padres ingleses de niños con

discapacidad intelectual; afirman que mientras la vida se perciba no controlada por sus

hijos con discapacidad, se tenga optimismo y se afronte enfocándose en la integración

familiar y la coparticipación los padres tienden a mostrar menores niveles de estrés.

Probablemente el resultado obtenido en población tlaxcalteca, obedezca en

principio, a limitaciones de la escala de estrategias de afrontamiento familiar utilizada,

esto es que la medida no refleje adecuadamente los tipos específicos en el caso de la

crianza de un hijo con discapacidad intelectual.

Aunque podría también explicarse en los términos de Azar y Kurdahi (2006), en

cuyo estudio realizado en madres libanesas de niños con discapacidad intelectual, las

estrategias de afrontamiento relacionadas con la búsqueda de apoyo social -dimensión

incluida en este estudio-, y el estrés maternal no resultan significativas, argumentando

que la sociedad libanesa no se encuentra preparada para ofrecer ayuda a quiénes tienen

niños en tales condiciones, escenario que, guardadas las diferencias contextuales, se

asemeja a la realidad tlaxcalteca.

228

Ahora bien, respecto a las variables que resultan predictoras de la adaptación

familiar, estas corresponden al factor bB, es decir los recursos familiares (soporte

parental, cohesión y adaptabilidad, soporte social) y el cC percepción o visión del mundo

familiar (sentido de coherencia familiar), hallazgo que encuentra coincidencias con varios

de los estudios previos que utilizan el modelo doble ABCX:

Por ejemplo consistente con el trabajo pionero de Bristol (1987), son los recursos

familiares (cohesión/soporte social informal) y las creencias los factores con mayor

predictibilidad. De igual forma, para Saloviita, Itälinna y Leinonen (2003), el predictor más

importante del estrés, es la definición de la situación (factor cC), con resultados

diferenciados según el género, en madres se asocia con los problemas de conducta del

niño, mientras que en los padres, con la experiencia de aceptación social del hijo;

resultados similares se reportan en este trabajo donde existe una clara diferenciación del

estrés en razón del ser hombre o mujer.

Según Bristol (1987), la adaptación está más influenciada por las creencias (cC),

las cuales tienen mayor relevancia en la percepción de estrés que la misma discapacidad

del niño; similares son los hallazgos de Pozo, Sarriá y Méndez (2006), en la exploración

del estrés en madres españolas, al señalar que los apoyos y el sentido de coherencia

tienen una relación directa y negativa con el estrés. Esta relación también se encuentra en

las familias tlaxcaltecas, la medida estrés de la crianza representa el menor peso en la

ecuación de regresión.

Respecto a cohesión y adaptabilidad, según Slopper (1999), en madres y padres

de familia se encuentra asociado a un pobre funcionamiento familiar con índices mayores

de estrés y depresión en familias de niños con discapacidad. De igual forma con los

hallazgos propios, Hyang, Eung y Kyoung (2002) encontraron que la cohesión familiar se

relaciona con el ingreso familiar y los años del niño con discapacidad, confirmando que

las variables contextuales pero además el número de años transcurridos tienen un

impacto en la cohesión de la familia, pero a diferencia del estudio en población koreana la

cohesión en familias se incrementa conforme pasa el tiempo.

229

A pesar de las diferencias contextuales, los resultados descritos tienen similitudes

con los de la población tlaxcalteca, en donde el estrés de la crianza tiene un menor peso

respecto a la importancia del resto de las variables predictoras, y a su vez se encuentra la

misma tendencia descrita por Pozo, Sarriá y Méndez (2006), ya que los apoyos y el

sentido de coherencia tienen una relación directa y negativa con el estrés, diferenciada

según el sexo del progenitor (Saloviita, Itälinna y Leinonen, 2003).

De tal manera se confirma que consistente con lo reportado en la literatura

específica del modelo doble ABCX, ambos factores, actúan como importantes

moderadores, posicionando al estrés percibido por los padres con menor peso, aunque

aún presente, como se desprende de nuestros resultados. Este aspecto en particular

posee gran relevancia porque proporciona para la población tlaxcalteca, los argumentos

que permiten señalar que la discapacidad intelectual de un hijo no se asocia linealmente

con el estrés de los padres.

Puntualizado lo anterior, vale la pena hacer algunas especificaciones sobre el

soporte -importante recurso de protección-recuperación que las familias tienen y

desarrollan (McCubbin, McCubbin, Thompson, Han, Allen, 1997; Cobb, 1982)-, variable

con mayor poder predictivo en este estudio: si bien es uno de los recursos más

estudiados y son varias las investigaciones sobre el modelo doble ABCX que así lo

especifican, la mayoría de ellas se enfocan en una de sus dimensiones, el soporte social

o formal, referido especialmente al obtenido a nivel de instituciones públicas como

privadas (Saloviita, Itälinna y Leinonen, 2003; Shin y Crittenden, 2003; Pakenham, Samios

y Sofronoff, 2005; Nachshen y Minnes, 2005).

Para este trabajo, de acuerdo a los resultados del análisis de regresión, las dos

fuentes de soporte parental o social, tienen distinto valor predictivo en la adaptación

familiar; en general es posible afirmar que la importancia del soporte parental para la

familia tlaxcalteca reside en su contribución para que las familias sean más resistentes y

logren mejores condiciones para recuperarse y restablecer su funcionamiento, en caso de

eventos críticos (Figley, 1983).

230

Pero un área del soporte no aparece desarrollada por las familias tlaxcaltecas, a

diferencia de diversas investigaciones sobre familias con un hijo con discapacidad, en las

que existe un amplio reconocimiento de la necesidad e importancia del soporte social

como recurso frente al estrés experimentado por las mismas (Caples y Sweeney, 2010;

Shin y Nhan 2009; Tsai y Wang, 2009), en población tlaxcalteca no se observa tal

comportamiento, la variable soporte social tuvo poca relevancia en los análisis previos,

resulta con bajo peso bajo en las correlaciones y quedó incluida en el procedimiento de

regresión, pero obtiene un discreto valor predictivo en la adaptación familiar.

Ello podría explicarse debido a que las familias tlaxcaltecas no perciben, el soporte

social posea tal relevancia; probablemente en razón de la precariedad de servicios

públicos que atiendan oportuna y eficazmente a un niño con discapacidad, a la

inexistencia de centros de atención con servicios gratuitos que ofrezcan asistencia o

apoyo para el cuidado diario del niño, atención a padres, grupos de apoyo institucionales

o comunitarios, ayudas monetarias gubernamentales para sufragar algunos de los gastos

relacionados con el cuidado y atención del niño.

Si se considera que la variable ―apoyos a los que se recurre‖, escasamente

estableció diferencias, pero una de ellas fue con el sentido de coherencia: los padres de

familia tlaxcaltecas dijeron perciben su mundo con mayor comprensibilidad, cuando

recurren y son atendidos en instituciones de salud, y los que menor presentan son los que

participan en programas federales en materia social; ello indica que el apoyo social, posee

ciertamente importancia para las familias, sin embargo éstas pudieran no encontrar un

rango amplio de respuestas adecuadas a sus necesidades a partir del apoyo establecido

institucionalmente.

Probablemente entonces, sea posible analizar la enorme brecha que existe acerca

del peso de la variable soporte social reportada en la literatura respecto a los hallazgos

propios, en razón de las características que éste presente; obviamente el soporte formal

está en relación con las condiciones socioeconómicas de un país, por tal motivo la

instrumentación del mismo sustentada en contextos sociales con altos niveles de

desarrollo, a través de serias políticas sociales (Saloviita, Itälinna y Leinonen, 2003) le

confiere a la discapacidad la categoría de tema prioritario en todas sus dimensiones, no

231

exclusivamente en materia de salud o educación; por lo tanto es incomparable con la

realidad nacional imperante.

Hasta este punto del análisis de los resultados, es posible subrayar que se cumple

el objetivo inicial de este trabajo, determinar el valor predictivo de los diversos

componentes del modelo doble ABCX; se prueba, que tal como fue operacionalizado, a

excepción de las estrategias de afrontamiento familiar, el modelo permite explicar la

adaptación de las familias a la discapacidad intelectual de un hijo, en donde la relación de

todos los factores resultantes, contó más para la varianza de una adaptación familiar

saludable. Se confirma que este fundamento teórico puede ser utilizado en poblaciones

culturalmente distintas, como fue señalado por Shin y Crittenden (2003).

Es interesante encontrar que los estudios revisados sobre esta postura coinciden y

concluyen hasta este nivel de análisis, en el que efectivamente se responde el

planteamiento hipotético principal; se puede discutir en términos de la adaptación de las

familias, pero como se señala, con mucha precaución, dado que la adaptación es un

proceso que puede cambiar con el paso del tiempo y por tanto requeriría de estudios

longitudinales.

Sin embargo, adicionalmente este trabajo se plantea lo siguiente: si se reconoce

que teóricamente el modelo doble ABCX establece diferencias, que en las experiencias

familiares la homogeneidad es un criterio que no tiene cabida y es la diferencia la que

establece la complejidad de los fenómenos humanos; por tanto, aunque se haya probado

el modelo de adaptación familiar, surge la interrogante, este ¿tiene las mismas

implicaciones para madres y padres?, o ¿aún en su interior habrá que indagar sobre la

diversidad de las respuestas?, ¿habrá además de diferencias similitudes que puedan

agrupar a los padres?

Cuestionamientos que se responden a través del análisis de conglomerados y

discriminante; el primer procedimiento permitió estudiar las similitudes entre los padres y

madres tlaxcaltecas de un hijo con discapacidad intelectual. Se obtuvieron tres perfiles,

que facilitan la descripción de los grupos de acuerdo a los niveles de satisfacción familiar,

según se compartan las características en relación con las variables soporte parental,

232

cohesión y adaptabilidad familiar, sentido de coherencia y soporte social, elegidas en

razón de los resultados del análisis de regresión múltiple.

Los hallazgos indican que no se puede hablar genéricamente de un sólo grupo de

padres de familia ya que éstos no conforman un grupo homogéneo, es decir los

resultados obtenidos apuntan a que esta población se caracteriza por la existencia de tres

perfiles, los dos de mayor satisfacción corresponden a los valores más altos en las demás

medidas y agrupan al 88% de los padres, únicamente el 7% se encuentra en el perfil

insatisfecho con los valores menores en el resto de las medidas, conveniente señalar la

proporción bastante baja de padres en este perfil.

Lo anterior pone en evidencia que es una proporción importante de los padres de

niños con discapacidad intelectual, la que determinada una mayor adaptación familiar en

la medida que aumenta la percepción de participación de otras variables, entre las que

destaca el soporte parental; y son relativamente pocos en la situación contraria.

Respecto al análisis discriminante, los hallazgos estadísticamente significativos

confirman que, fundamentalmente la variable que más diferencia entre padres y madres

es el soporte parental, seguida del sentido de coherencia, cohesión y adaptabilidad

familiar, lo anterior es congruente con la literatura del área (Oelofsen y Richardson, 2006;

Saloviita, Itälinna y Leinonen, 2003) y los resultados propios.

Se debe recordar que para el presente estudio la variable apoyo social y

satisfacción familiar no discrimina por sexo, siendo excluidas por no presentar diferencias

significativas; lo cual indica un dato importante para futuras investigaciones en donde se

deseen medir características de los padres mexicanos.

A manera de cierre

Finalmente, es fundamental reconocer que las familias asistentes a los Centros de

Atención Múltiple del estado de Tlaxcala, forman parte de un contexto socio demográfico

particular con características culturales específicas, desde el cual es imprescindible

comprender la adaptación familiar a la discapacidad intelectual de un hijo. Ningún modelo

posee la capacidad de explicar totalidades, en este caso el doble ABCX, únicamente

233

posibilita destacar la importancia de trascender ópticas de explicación univariadas, para

incorporar la complejidad cuando de relaciones humanas se trata.

Los resultados lo muestran, en estas familias en su mayoría provenientes de un

sistema de organización social engarzado en tradiciones ancestrales, integradas por más

de tres miembros y que viven en francas condiciones de dificultad económica, el soporte

encontrado entre los padres en las tareas de crianza es el elemento básico, que en

conjunto con el sentido de coherencia familiar, la cohesión y adaptabilidad de la familia, el

soporte social y la percepción de estrés generada por la crianza, pueden favorecer una

buena adaptación de la familia cuando existe la discapacidad de un hijo.

Queda claro que es factible discriminar entre padres y madres, de inicio, en función

del soporte que se perciba del otro cónyuge en la crianza del hijo con discapacidad, y que

además no conforman un grupo homogéneo, ya que es posible ubicarlos en tres perfiles.

En términos generales se puede decir que se demuestra la fortaleza del modelo, no sólo

por la predicción de la varianza de casi la mitad de la adaptación familiar.

Habrá que tener especial atención, en lo siguiente: estos resultados son y se

interpretan para la población tlaxcalteca estudiada, intentando comprender cómo a partir

de la cultura específica se establecen las relaciones entre los integrantes de las familias.

Así pues, el modelo doble ABCX es el fundamento teórico de hallazgos que requieren ser

interpretados en razón de su pertenencia a un complejo entramado sociocultural, es una

lente necesaria para acercarnos a posibles explicaciones del cómo las familias

experimentan su adaptación a la discapacidad intelectual de un hijo.

234

Conclusiones

En México, uno de los propósitos de la política educativa es lograr una mayor

cercanía familia-escuela en el contexto de la educación para todos, que garantice en aras

de la participación, un compromiso de corresponsabilidad. La comunidad educativa no

puede o debe ser concebida aislada de la familia, ya que ambas comparten objetivos

comunes, entre ellos el principio básico: coordinar esfuerzos e iniciativas que favorezcan

el proceso educativo de los niños. La escuela no es el único contexto de educación, la

familia desempeña una función vital al respecto, ante ello la participación de las familias

se torna imprescindible.

Es evidente que un nuevo discurso acerca de la participación familia-escuela está

presente desde una época reciente acorde a las políticas internacionales vigentes en

educación; a nivel nacional existe un consenso explícito que reconoce el nuevo rumbo y

se traduce en una serie de leyes, planes, programas y acciones encaminados a asegurar

el cumplimiento y ejecución de las nuevas regulaciones al respecto.

Se perfila cada vez con mayor claridad una política educativa, que incluye a la

familia y le asigna un lugar desde la corresponsabilidad, no es que este sea un discurso

completamente novedoso en el ámbito educativo, sólo que ahora está sólidamente

estructurado e incorporado desde la políticas vigentes y traduce la importancia de la

familia a través de la definición de figuras que la incluyan, por ejemplo los consejos de

participación.

Sin embargo se requiere asegurar no sólo la representatividad formal de las

familias y su asistencia a reuniones escolares, habría que preguntarse en algún momento,

si efectivamente está ocurriendo un cambio profundo en función de la argumentada

necesidad de participación, y no sólo modificaciones inmediatas en términos operativos

de las escuelas, en los que podría suceder estas estructuras reproduzcan igualmente,

esquemas tradicionales de acción y respondan en mayor medida a requerimientos

burocráticos o administrativos institucionales.

235

Es importante tomar en cuenta que una estructura normativa vigente, en sí misma

es un gran avance, pero no asegura de ningún modo la transformación inmediata de

concepciones enraizadas en el pasado, al contrario estas se intersectan con los nuevos

requerimientos de un proyecto educativo, su organización y operación en las escuelas.

Como puede observarse, son muchos los niveles y retos a superar ya que se

requiere de la conformación de una cultura de participación a nivel de directivos,

profesores, padres de familia, comunidad, es decir de todos y cada uno de los agentes

educativos, que en torno a líneas y directrices que se desprenden de la política educativa

colaboren para asegurar la conformación de una dinámica escolar en ese sentido; por

tanto la tarea se entiende compleja en más de una dimensión, pero tal como Bolívar

(2006) señala, con la calidad de la educación pública en entredicho y tantos alumnos que

dependen de ella, la participación familia-escuela, no es un asunto menor, tampoco

postergable.

Bajo este contexto, derivado de una política educativa inclusiva la participación de

la familia es un planteamiento aún en proceso de estructuración, nada acabado; en razón

de lo anterior, puede explicarse que se afirme y reitere sea necesario fundamentar la

participación familia-escuela desde el conocimiento de las mutuas realidades, -se

considera la comprensión de las familias y un currículo construido desde esa plataforma,

es capaz de generar una mejor educación desde la escuela para niños y familias-; y sin

embargo, subsista una brecha entre lo que se norma a nivel de política educativa y lo que

se traduce en planes, programas y acciones específicas; es evidente un discurso poco

congruente, o mejor dicho aún en proceso de definición.

¿Por qué conocer y comprender a las familias de los niños con discapacidad

intelectual, es un elemento básico para promover la participación familiar? Consideramos,

que es esta la vía que puede permitir identificar si el contexto familiar está en posibilidad

de asegurar las condiciones propicias para el desarrollo personal y social del niño (Pérez

de Guzmán, 2002), y si posee en consonancia la disposición necesaria para participar con

la escuela en objetivos comunes. Por lo tanto en educación especial, se requiere que

quiénes trabajan directamente con los niños y sus familias tengan conocimiento de las

236

necesidades y dinámicas derivadas del proceso de adaptación a la discapacidad

intelectual de un hijo, teniendo en cuenta sus implicaciones en el ámbito educativo.

A pesar de que lo anterior sea un elemento sustancial y del sólido andamiaje

normativo, conocer a las familias de los niños con discapacidad es un aspecto complejo,

todavía una asignatura pendiente; el énfasis se ha concentrado en la atención del niño

como objetivo prioritario y las familias continúan siendo poco conocidas; en este trabajo

se plantearon dos probables ejes de reflexión a tal situación:

existe poca claridad referente a la conceptualización de las diferentes

posturas que prevalecen sobre la participación familiar en la escuela y ello

puede generar confusión al traducirse en objetivos y acciones concretas.

en el área de educación especial, subsiste de fondo la adhesión acrítica a

una sola perspectiva teórica, -relacionada con la pérdida y el duelo-, tal

hecho dificulta una comprensión integral y actualizada del fenómeno,

limitando la posibilidad de cuestionar qué otros aspectos es necesario

conocer del mismo.

Justamente es el segundo punto el núcleo que vertebra esta investigación, que

pareciera exclusivo de la realidad imperante en el contexto educativo nacional, pero de

manera interesante Allred (2012), identifica que profesores estadounidenses conservan la

misma percepción acerca de la respuesta parental hacia la discapacidad, que se

desprende de la perspectiva teórica sobre pérdida y duelo, comentada previamente.

La autora afirma que tal postura se ―incrustó‖ en la cultura escolar, por más de

sesenta años sostenida y reproducida por un paradigma dominante, a nivel de las

instituciones formadoras de profesionales de la educación, las publicaciones del área y las

prácticas educativas. Sin un soporte empírico sustancial esa forma de explicar las

respuestas de los padres ―sirvió como una poderosa metáfora que fue fácilmente

recordada por los educadores‖, después de generaciones se convirtió ―en la sabiduría

convencional en la mayoría de las escuelas‖ (2012, p. 14).

237

Fenómeno que de igual forma se reproduce en México, con un alto poder de

penetración dada su prolongada permanencia y la socialización consecuente, esta es la

postura que explica a las familias de los niños con discapacidad, y desde donde se

pretende conocerlas en profundidad. La autora identifica un impacto negativo de este

hecho, afirma se complica la comprensión de la discapacidad y las relaciones entre los

profesores y los padres; en primera instancia señala que los profesores generalmente no

tienen información actualizada, y al carecer de una formación adecuada a los avances

contemporáneos explican, las respuestas parentales a la discapacidad desde una sola

perspectiva teórica.

El argumento central de Allred (2012), es el siguiente: la exposición prolongada y

ampliamente consensada a esta postura, ha modelado las percepciones de los

profesores, ya que sólo observan lo que son capaces de explicar, así no tienen dificultad

en identificar evidencia que les sugiera los padres muestran rechazo, enojo, o no

aceptación de la discapacidad del hijo. Dice la autora, típicamente se observa lo que se

espera ver; según este planteamiento, ello ha dado pie a un gran número de creencias y

asunciones inexactas sobre los padres; primordialmente se adjudica una visión de

afectación a largo plazo, que de forma permanente tiene repercusiones sobre los padres.

Como puede observarse tal planteamiento, es perfectamente compatible con lo

que ocurre en el contexto nacional; como ya se ha dicho, el predominio de esta postura,

además, invisibiliza la capacidad de la familia para adaptarse positivamente a la

discapacidad intelectual del hijo, obvia por tanto los recursos y fortalezas que las familias

y las personas poseen o desarrollan para enfrentar situaciones adversas aunado a lo

anterior nulifica la importancia de los contextos socio demográficos y culturales, aísla en

consecuencia las respuestas de adaptación parental, desprendiéndolas del entramado de

significado, valores y condiciones de vida específica que las explican.

Como es evidente, los cuestionamientos a esta perspectiva ocurren en diferentes

niveles, pero en resumen ¿cuál pudiera considerarse el de mayor peso?, básicamente a

nuestro juicio, la respuesta estriba en la pretendida omnipresencia de la misma;

paradójicamente su consabida sobre exposición se traduce en la propagación de una

versión simplificada, que homogeniza las realidades familiares, pretende que todas las

familias, atraviesan secuencias de reacciones emotivas de tipo negativo de forma regular,

238

similares en intensidad, duración y otras características; en suma olvida las diferencias

entre las familias y las personas a la adaptación a la discapacidad, por ende reduce un

fenómeno complejo, que en sí mismo es multidimensional.

Ahora bien, erigirse como única opción explicativa, desde nuestro punto de vista

es su mayor vulnerabilidad, dificulta resituar los aportes a la comprensión de un fenómeno

que efectivamente esta perspectiva sí permite, pero no desde una postura totalitaria, sino

reconociendo que exclusivamente se ocupa de aspectos afectivos emotivos, inherentes a

los seres humanos cuando se enfrenten a la pérdida de cualquier objeto o situación con la

que se haya establecido un vínculo significativo, en los que también se encuentra

variabilidad.

Concentrarse en tales aspectos de la respuesta humana, la convierte en un

fundamento teórico necesario para explicar e intervenir en los procesos emocionales,

sobre todo en las fases iniciales cuando se descubre la discapacidad de un hijo, que los

padres pudieran estar experimentando, siempre acotado por la interpretación desde el

mundo de los significados culturales.

Como uno de los resultados de este trabajo es posible plantear la necesidad de

complementariedad entre posturas teóricas, acorde con los hallazgos de la investigación

queda probado que para comprender la adaptación de las familias a la discapacidad

intelectual de un hijo en Tlaxcala, es un requerimiento incorporar otras visiones

contemporáneas sobre el fenómeno, que no se reduzcan a explicaciones parciales

asociadas con aspectos emotivos, que evidentemente también lo integran.

Sin la apertura a otras opciones explicativas, será complicado comprender a las

familias y los distintos factores que, podemos sugerir, intervienen en la adaptación a la

discapacidad intelectual de un niño, tal como la normativa mexicana acerca del tema lo

marca e incorporar y promover la participación familia-escuela en un proyecto común: el

desarrollo psicosocial del niño, de ahí la relevancia de lógicas explicativas a nivel

multifactorial como las que el modelo doble ABCX desarrolla.

De lo expuesto es conveniente llevar la reflexión a un punto, hasta ahora

enunciado pero que resulta más que relevante, ya que pareciera que si el nivel de la

239

discusión termina hasta el reconocimiento de la necesidad de complementariedad de las

posturas teóricas, aparentemente pudiera ponerse punto final al tema; sin embargo no

habrá que olvidar, que la forma como se conceptualiza a la familia y los fenómenos

asociados a ella en el caso de la discapacidad, están normados en una serie de

programas y procedimientos que a nivel federal, permean, producen y reproducen una

visión de la familia que tiene un hijo con discapacidad y de la discapacidad misma, propia

de los años cincuenta.

Así, resulta de interés poner en la mesa de discusión particularmente, el

fundamento de las mismas políticas públicas acerca del cómo se concibe a la familia - o

las familias que tienen un hijo con discapacidad-, imperante en el sistema educativo

mexicano, traducido en las actuales regulaciones las cuales orientan y han orientado la

construcción de saberes, prácticas y experiencias acerca de estas, dando forma a las

culturas institucionales y a la misma - aún no definida por completo-, participación familia-

escuela.

A nivel de discurso político educativo, a la familia se le otorga gran énfasis como

componente central de la participación, sin embargo al ser comprendida desde una

conceptualización unidimensional, inamovible hasta el momento, se le define desde la

normatividad patologizada, misma que ha sido socializada, aprendida y repetida; así pues

a pesar de las múltiples reiteraciones sobre su pretendida relevancia, en realidad

pareciera que la familia es la gran olvidada; se le concibe como cincuenta años atrás, en

el rezago respecto a los resultados de investigación que desde la década de los ochenta,

proclama y promueve un cambio de visión desde diferentes disciplinas que abogan por la

búsqueda de los recursos, de las potencialidades, las fortalezas en vez de los déficits.

En esta lógica, el punto crítico es que desde la política educativa la visión

deficitaria de la familia se ha normalizado, los textos legales refuerzan esa postura que se

socializa a nivel nacional y por ende es el elemento de partida para que las acciones

consecuentes, desde los programas –como fue revisado en este trabajo- a las

intervenciones directas del docente, continúen reproduciendo lo que formó parte del

patrón de normalidad décadas atrás.

240

Como puede observarse, convendría someter a redefinición desde qué postura

teórica se explican las familias, desde dónde se les invita a constituirse en objeto de

discurso cuando se expresa la necesidad de conocerlas en profundidad al tener un hijo

con discapacidad; no se trata únicamente de articular y ofrecer acciones sólo a nivel de

actualización del personal docente y el relacionado con las familias, si bien de utilidad, por

su inmediatez y limitado rango de acción, sería difícil asegurar lograran alguna

repercusión en la discusión que evidentemente a niveles del diseño de la política pública

se requiere.

Para Bolívar (2006) experimentar la tarea educativa sin colaboración, dice, es una

fuente de desmoralización y tensiones, pero no sólo de los docentes, también de los

padres de familia implicados. El riesgo de este planteamiento es considerar que la

participación entre familia-escuela recae en un asunto de voluntad para participar, sin

cuestionarse siquiera si la postura, -desde la cual se concibe a la familia.

Siguiendo esta línea de reflexión, se pretende colocar este asunto en una óptica

diversa, en el que sea manifiesto que la discusión sobre el tema de la participación

familiar en la escuela, requiere construirse y articularse desde los señalamientos de la

política pública en materia educativa, actualizarse desde quiénes diseñan las directrices

de la misma; no se trata de dirigir la responsabilidad sobre la figura del docente y afirmar,

es él quien no está actualizado, se pretende sí, evidenciar que la postura desde donde se

conoce a la familia, es una que ha sido institucionalmente socializada, y que este es en sí

mismo un discurso que cierra posibilidades de comprensión a las realidades familiares.

Hasta hoy, es normativa en el contexto educativo nacional, la asociación implícita

de discapacidad con historias de dolor, negación, no aceptación; no obstante cuando la

experiencia humana se traduce en norma y homogeniza realidades, se excluye en

automático la diferencia, cuando es la diferencia el objeto de estudio de muchas de las

investigaciones contemporáneas en el área de familia y discapacidad.

Si las diferencias tienen cabida, podrían ser visibles otros modelos de ser familia

que no están representados en el discurso oficial; esta investigación tuvo como sujetos a

familias compuestas por ambos progenitores, pero en la normativa ¿en dónde están las

241

otras familias, las de un solo progenitor, migrantes, divorciados, segundas nupcias, del

mismo sexo, indígenas que tienen un hijo con discapacidad?

Si bien lo anterior es una reflexión que rebasa los límites y objetivos de este

trabajo de investigación, sí es posible decir que los resultados obtenidos contribuyen a

hacer visible una fracción de las realidades contemporáneas sobre la familia que tiene un

hijo con discapacidad intelectual en Tlaxcala; estos hallazgos posibilitan comprenderlas

desde otras posturas que rebasan el nivel de análisis individual para trasladarse al

relacional (Boss 2002,) en donde la adaptación no es el resultado directo del evento en sí

mismo, sino que también del cómo las familias definen las circunstancias demandantes y

el grado en que la familia tiene recursos disponibles para afrontarlos (Price Price y

Mckenry, 2010).

Cultura, ambientes socioeconómicos en desventaja, características familiares, la

crianza de un hijo con discapacidad intelectual, se entrelazan de manera tal que sus

implicaciones definen la experiencia de adaptación familiar en el contexto tlaxcalteca;

considerar entonces que las familias viven sólo procesos de duelo y que son éstos los que

determinan la adaptación a la discapacidad, es reducir lo irreductible: la experiencia

compleja de la discapacidad de un hijo como hasta el momento ha ocurrido.

Considerando lo anterior, es posible afirmar que el modelo doble ABCX (McCubbin

y Patterson, 1983) puede utilizarse cuando se plantea la necesidad de explicar la

adaptación familiar en razón de la interrelación de factores que pueden ser tanto de orden

extrínseco como intrínseco a la familia Xu (2007), de ahí su capacidad para permitir

conocer y comprender la discapacidad en términos de las relaciones familiares, más allá

de los comúnmente citados aspectos emotivos.

Alcances, limitaciones y recomendaciones

La metodología utilizada permitió alcanzar los objetivos propuestos. Se probó el

modelo doble ABCX, para explicar la adaptación familiar a la discapacidad intelectual de

un hijo, de familias que asisten a los Centros de Atención Múltiple del estado de Tlaxcala,

particularmente personas con educación básica, amas de casa y asalariados, que en su

mayoría perciben menos de 3000 pesos mensuales.

242

El presente trabajo parte y comprueba la premisa que toda familia posee recursos

y fortalezas, y que son estos elementos los que contribuyen para hacerlas capaces de

adaptarse positivamente a la discapacidad intelectual de un hijo (Hastings y Taunt, 2002;

Stainton et al. 1998). Como se desprende del modelo ABCX, los recursos y la percepción

que las familias tienen son poderosos mediadores en el proceso de adaptación familiar a

la discapacidad.

Si bien son diversas las investigaciones que han utilizado esta perspectiva, este

trabajo contribuye definiendo un nivel de análisis relacional familiar, incorporando la

perspectiva de los padres de familia, quienes generalmente han estado al margen de las

investigaciones de este tipo; las variables propuestas en el estudio se enfocan

primordialmente a la búsqueda de fortalezas en las familias, útiles para protegerlas del

estrés, a diferencia de un gran número de investigaciones que focalizan en aspectos de

corte negativo.

Siguiendo la recomendación de Shin y Crittenden (2003), incorpora algunos

elementos relevantes del contexto cultural como ejes centrales de la discusión acorde a

los propósitos planteados; así los hallazgos obtenidos están específicamente situados en

razón de las características propias de la cultura tlaxcalteca. La predicción del modelo, en

donde el soporte parental es la variable con mayor peso, requiere ser entendida en el

entramado relacional de las familias tlaxcaltecas.

Una de las aportaciones sustanciales radica en la comprobación de la

multifactorialidad de la adaptación familiar a la discapacidad, poniendo en entredicho la

postura de tan prolongado arraigo en el contexto educativo, a partir de la cual las familias

pueden conocerse y comprenderse exclusivamente desde una perspectiva de corte

negativo centrada en las emociones. Básicamente puntualiza existe variación en la

experiencia de la adaptación a la discapacidad del hijo y pueden ser varios los factores

intervinientes. La asociación lineal entre discapacidad y alteraciones familiares que

durante muchos años permeó el escenario académico, se somete a discusión.

243

A su vez, son varias las limitaciones de tipo metodológico que podrían vincularse

con algunos de los resultados que no resultan lo suficientemente consistentes, a pesar de

que la literatura del área los reporta como tales; por ejemplo la medida estrategias de

afrontamiento familiar no resulta significativa en la ecuación de regresión, tal como fue

operacionalizada en esta investigación, no obstante haber sido elegida de la literatura

específica sobre el nivel de análisis familiar. Se requiere mayor rigurosidad en la selección

de instrumentos para esta variable que correspondan al afrontamiento relacionado con la

discapacidad específicamente.

Probablemente al ser este un estudio realizado en los veinte CAM distribuidos en

el estado, y haber entrevistado a casi la totalidad de la población correspondiente, esto

significó para el equipo de trabajo, un desgaste en el levantamiento de los datos, dado la

inversión en traslado, tiempos y espera en la concertación de las entrevistas, factores que

pudieron haber contaminado en alguna medida, los resultados obtenidos; en contrapartida

la totalidad del equipo estuvo integrado por especialistas en educación especial, condición

que pudo favorecer la comprensión de estas familias.

Los requisitos de inclusión limitaron la muestra a familias integradas por ambos

progenitores, por lo tanto los resultados corresponden exclusivamente a esta población, al

quedar acotados bajo estos criterios no es factible generalizarlos; por lo tanto se requiere

mayor investigación que dé cuenta de la adaptación en los diferentes modelos alternativos

de familia. Sería necesario además ampliar el nivel relacional incluyendo al niño con

discapacidad, hermanos, abuelos o al contexto sociocultural incorporando sistema de

creencias además de diversas variables sociodemográficas.

Al ser transversal este estudio, los resultados quedan limitados temporalmente y

dado que la adaptación es un proceso dinámico que puede cambiar con el paso del

tiempo, son necesarios estudios longitudinales para estudiar el fenómeno en el transcurso

del tiempo; además este estudio se concentró en niños con nivel primaria, será importante

realizar más trabajos que den cuenta de la adaptación familiar en otros momentos del

ciclo vital familiar, por ejemplo el nacimiento del hijo y los primeros años, así como la

adultez, esta última etapa representa un reto porque el sistema educativo mexicano deja

de lado a la población con discapacidad en edad adulta y se desconocen las dinámicas

familiares al respecto.

244

A su vez como recomendación, estos resultados podrían ser un referente en la

discusión relativa al diseño y ejecución de la política pública educativa en materia de

participación familia-escuela, como una postura teórica explicativa alternativa a la

tradicionalmente considerada en la comprensión de la adaptación familiar a la

discapacidad. Sería factible a partir de lo anterior, generar procesos de formación y

actualización de los implicados en la atención del niño con discapacidad, como el docente

y equipo de apoyo; la consideración de la familia como barrera para el aprendizaje, y la

participación familia-escuela en función de nuevos marcos teóricos, sería posiblemente

motivo de redefinición.

Los factores que resultan importantes en la adaptación familiar, podrían ser

elementos guía para el establecimiento de nuevos criterios diagnósticos en la evaluación

de las familias como proveedoras del clima familiar necesario para el desarrollo personal y

social del niño con discapacidad, realizadas por el docente así como el área de psicología

y trabajo social. Además sería posible traducirlos en el diseño e implementación de

modalidades de intervención parental.

Específicamente los resultados de la evaluación de la respuesta positiva realizada,

proporcionan información puntual sobre qué áreas podrían considerarse fortalezas o

áreas de trabajo y convertirse en posibilidades de intervención parental desde las

necesidades particulares de la familia tlaxcalteca. Hacer un diagnóstico familiar, desde

este punto de partida, dado que la evaluación aborda las dimensiones de cada medida

utilizada, permitiría priorizar dependiendo de las variables que resultaron predictoras.

Al considerar que padres y madres presentan una respuesta diferenciada a la

adaptación familiar, conviene que toda estrategia de intervención tome en cuenta que

ambas poblaciones presentan necesidades diferentes; independientemente que sea

preferible involucrar a ambos progenitores, es prioritario atender a las madres de familia,

tal como se señala en los resultados, ya que son ellas la población con mayor

vulnerabilidad, en este sentido la escuela podría convertirse en un elemento de soporte

formal.

245

Para finalizar, en relación con la evidente escasez de investigación en el área de

la discapacidad en México, sería útil desarrollar este cuerpo de conocimiento

incorporando un mayor número de trabajos no sólo respecto a la discapacidad intelectual,

sino considerando otro tipo de discapacidades.

Referencias

Abad, F., Garrido, J., Olea, J., Ponsoda, V. (2006). Introducción a la Psicometría:

teoría clásica de los test y teoría de la respuesta al ítem. Universidad Autónoma de

Madrid: España.

Abidín, R. (1990). Parenting Stress Index-Manual. Pedriatric Psychologists Press:

USA.

Abidín, R. (1992). The determinants of parenting stress. Journal of Clinical Child

Psicology, 21, 407-412.

Abidin, R., Brunner, J. (1995). Development of a parenting alliance inventory.

Journal of Clinical Child & Adolescent Psychology, 24, 31-40.

Acle, T. (2012). Resiliencia en educación especial. Una experiencia en la escuela

regular. Gedisa: México.

Alcalay, L., Milicic, N., Torreti, A. (2005). Alianza efectiva familia-escuela: Un

Programa Audiovisual para Padres. Psykhe, 14, (2), 149-161.

Allred, K. (2012). On Death and Disability: reframing educator´s perceptions on

parental response to disability.Dsiability Studies Quarterly, 32 (4),

Andolfi, M. (2003). Manual de psicología relacional. La dimensión familiar.

Corporación Andolfi González: Colombia.

Andrade, H., Linares, M., Martínez, A., Delgado, M. (2008). Reflexiones y

propuestas desde las experiencias de una organización social. En: Participación social en

la Educación: Del análisis a las propuestas, Observatorio de la Educación (OCE): México.

Angell, R. (1936). The family encounters the depression. Peter Smith: Gloucester.

Antonovsky, A. (1979). Health, stress and coping.Jossey-Bass:USA.

Antonovsky, A. (1987). Unraveling the mystery of health. Jossey-Bass: San

Francisco, California, USA.

246

Antonovsky, A. (1988). En: McCubin, H., Thompson, E., Thompson, A., Fromer, J.

Stress, coping, and health in families: sense of coherence and resiliency. Sage

Publications: USA.

Antshel, K. Joseph, G. (2006). Maternal stress in nonverbal learning disorder: a

comparison with reading disorder. Journal of Learning Disabilities, 39, (3), 194-205.

Azar, M., Kurdahi, L. (2006). The adaptation of mother of children with intellectual

disability in Lebanon. Journal of Transcultural Nursing, 17 (4), 375-380.

Bailey, D., Golden, R., Roberts, J., Ford, A. (2007), Maternal depression and

developmental disability: Research critique. Mental Retardation and Developmental

Disabilities Research Reviews, 13 (4), 321–329.

Baker, B., Blacher, J., Olsson, M. (2005). Preschool children with and without

developmental delay: behaviour problems, parents’ optimism, and well-being. Journal of

Intellectual Disability Research, 49, (8), 575-590.

Bel, M. (2000). La familia en la historia. Encuentro: España.

Berástegui, A. (2005). La adaptación familiar en adopción internacional: una

muestra de adoptados mayores de tres años en la comunidad de Madrid. Consejo

Económico y Social de la comunidad de Madrid: Madrid.

Blacher, J. (1984). Sequential stages of parental adjustment to the birth of a child

with handicaps: fact or artifact?. Mental Retardation, 22 (2), 55-68.

Bernier, J. (1990). Parental adjustment to a disabled child: a family-sistems

perspective. Families in Society: The Journal of Contemporary Human Services, 589-596.

Blacher, J. López, S. Shapiro, J., Fusco, J. (1997). Contributions to depression in

Latina mothers with and without children with retardation: implications for caregiving.

Family Relations: An Interdisciplinary Journal of Applied Family Studies, 46, (4), 325-334.

Blacher, J., Neece, C., Paczkowski, E. (2005). Families and intellectual disability.

Current Opinion in Psychiatry, 18 (5), 507.

Blacher, J., Baker, B. (2007). Positive impact of intellectual disability on families.

American Journal on Mental Retardation, 112 (5), 330-348.

Blacher, J., McIntyre, L. (2008). Syndrome specificity and behavioural disorders in

young adults with intellectual disabillity: cultural differences in family impact. Journal of

Intellectual Disability Research, 50, (3), 184-198.

Blanco, R., Umayahara, M., Reveco, O. (2004). Participación de las familias en la

educación infantil latinoamericana. Oficina Regional de Educación para América Latina y

el Caribe/UNESCO: Chile.

247

Blaska, J. (1998). Cyclical grieving: reocurring emotions experienced by parents

who have children with disabilities. Department of Child & Family Studies. St. Cloud State

University: USA.

Bolívar, A. (2006). Familia y escuela: dos mundos llamados a trabajar en común.

Revista de Educación, 339, 119-126.

Boss, P. (2002). Family stress management: a contextual approach. Sage

Publications Inc: USA.

Boss, P., Mulligan, C. (2003). Family stress. Classic and contemporary readings.

Sage Publications: USA.

Bostrom, P., Broberg, M., Hwang, P. (2010). Different, difficult or distintc?, mother’s

and fathers’s perceptions of temperament in children with and without intellectual

disabilities. Journal of Intellectual Disability Research, 54, (9), 806-819.

Brignani, E. (2010). ¿Elaboración del duelo o realismo de la esperanza? Hacia un

cambio conceptual para ampliar nuestra mirada. Revista Extremeña de Atención

Temprana, 2, 23-31

Bringiotti, M. (2000). La escuela ante los niños maltratados. Paidós: Buenos Aires,

Argentina.

Bristol, M. (1987). Mothers of children with autism or communication disorders: a

successful adaptation and the Double ABCX model. Journal of Autism and Developmental

Disorders, 17 (4), 469-486.

Bristol, M., Gallagher, J., Schopler, E., (1988). Mothers and fathers of young

developmentally disabled and nondisabled boys: adaptation and spousal support.

Developmental Psychology, 24 (3), 441-451.

Broberg, M., (2011). Expectations of and reactions to disability and normality

experienced by parents of children with intellectual disability in Sweden. Child Care Health,

37, (3), 410-417.

Brown-Baatjies, O. Fouché, P., Greeff, A. (2008). The development and relevance

of the resiliency model of family stress, adjustment and adaptation. Acta Académica, 40,

(1), 78-126.

Burr, R (1989). Reframing family stress theory: from the ABC-X Model to a Family

Ecosistemic Model. Brigham Young University: Provo UT.

248

Burke, M., Eakes, G., Hainsworth, M. (1999). Milestones of chronic sorrow:

perspectives of chronically ill and bereaved persons and family caregivers. Journal of

Family Nursing, 5 (4), 374-387.

Cano, V. (2005). Estrés y estilos de afrontamiento de padres con un hijo con

discapacidad intellectual. Tesis licenciatura. UNAM.

Cannon, S. (1964). Principles of preventiva psychiatry. Basic Books:USA

Caples, M., Sweeney, J. (2010). Quality of life: a survey of parents of

children/adults with an intellectual disability who are availing of respite care'. British

Journal of Learning Disabilities, 9999 (9999):1-9.

Carriego, C. (2010). La participación de las familias: injerencia en la gestión y

apoyo del aprendizaje. Revista Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cambio en

Educación, 8, (3), 51-67.

Catarsi, E. (2008). Pedagogía de la familia.Octaedro: España.

Cavan, R., Ranck., K. (1938). The family and the depression: a study of one

hundred Chicago families. The University of Chicago Press: USA.

Chiappe, M., Zapata, E. (2004). Alberti, P. (comp.). Género, ritual y desarrollo

sostenido en comunidades rurales de Tlaxcala. Plaza y Valdés: México.

Cigoli, V., Scabini, E. (2000). Il familigliare. Legami, simoli e transizioni. Ed. Cortina

Raffaello: Italia.

Cobb, S. (1976). Social Support as moderator of life stress. Psychosomatic

Medicine, 38, 300-314.

Cobb, S. (1982). Social support and health through the life course. En McCubbin,

H. Cauble, E., Patterson, J. Family stress, coping and social support. Charles C.

Thomas:USA:

Cohen, P. (1962). The impact of a handicapped child on the family. Social

Casework, 43, 137-142.

Consejo Nacional Para las Personas con Discapacidad, (2009). Programa

Nacional para el Desarrollo de las Personas con Discapacidad. CONADIS: México.

Recuperado el 8 noviembre de 2012, de (http://www.conadis.salud.gob.mx).

Consejo Nacional para las Personas con Discapacidad, (2013). Programa Nacional

para el Desarrollo de las Personas con Discapacidad. CONADIS: México. Recuperado el

5 enero de 2013, de (http://www.conadis.salud.gob.mx).

Consejo Nacional de Población y Vivienda Índice de Marginación por entidad

federativa (2010). CONAPO: México. Recuperado el 9 octubre de 2012. De

249

(http://www.conapo.gob.mx/es/CONAPO/Indices_de_Marginacion_2010_por_entidad_fed

erativa_y_municipio).

Costa, K. (1996). Manual de pruebas de aptitudes e inteligencias. Plaza y Valdez:

México.

Crnic, K., Friedrich, W., Greenberg, M. (1983). Adaptation of family with mentally

retarded children: A model of stress, coping, and family ecology. American Journal of

Mental Deficiency, 88, 125-38.

De Lorenzo, R. (2007). Discapacidad, sistemas de protección y trabajo social.

Alianza: España.

De Marco, R., Ford-Gilboe, M., Friedemann, M., McCubbin, H., McCubbin, M.

(2000). Stress, coping,and family health. En Rice, V., Handbook of stress, coping and

health, Sage Publications: USA.

Díaz, L. (2005). Cohesión y adaptabilidad en familias de pacientes que padecen

insuficiencia renal crónica. Tesis especialidad.UNAM.

Dorantes, C. (2010). El proyecto de investigación en psicología. Universidad

Iberoamericana: México.

Douma, J., Dekker, H., Koot, M. (2006). Supporting parents of youths with

intellectual disabilities and psychopatology. Journal of Intellectual Disability Research, 50

(8), 570-581.

Drotar, D., Baskiewicz, A., Irvin, N., Kennell, J., Klaus, M. (1975). The adaptation of

parents to the birth of an infant with a congenital malformation: a hipothetical model.

American Academy of Pediatrics, 56, 710-717.

Dunlap, W., Hollinsworth, S. (1977). How does a handicapped child affect the

family? Implications for practitioners. The Family Coordinator, 26 (3), 286-293.

Durá-Vilá, G., Dein, S., Hodes, M. (2010). Children with intellectual disability: a gain

not a loss, parental beliefs in family life. Clinical Child Psychology & Psychiatry, 15 (2), 10-

14.

Dyk, P., Schvaneveldt, J. (1987). Coping as a concept in family theory. Family

Science Review, 1, 23-40.

Ellis, J. (1989). Grieving for the loss of the perfect child: parents of children with

handicaps. Child and Adolescent Social Work, 6 (4), 259-269.

Emerson, E., Einfeld, S., Stancliffe, R. (2011). Predictorse of the persistence of

conduct difficulties in children with cognitive delay. Journal of Child Psychology Psychiatry.

52, (11), 1184.1194.

250

Emerson, E., Graham, H., Hatton, C. (2006). The measurement of poverty and

socio-economic position in research involving people with intellectual disability.

International Review of Research Mental Retardation: Academic Press, USA.

Emerson, E., Graham, H., McCulloch, A., Blacher, J., Hatton, C., Llewellyn, G.

(2008). The social context of parenting 3-year-old children with developmental delay in the

UK. Journal Child: Care, Health and Development, 35, (1), 63-70.

Emerson, E., Shahtahmasebi, S., Lancaster, G. & Berridge, D. (2010). Poverty

transitions among families supporting a child with intellectual disability. Journal of

Intellectual & Developmental Disability, 35 (4), 224-234.

Escudero, J., Martínez, B. (2011). Educación inclusiva y cambio escolar. Revista

Iberoamericana de Educación, 55, 85-105.

Espinoza, O. (2009). Reflexiones sobre los conceptos de ―política‖, políticas

públicas y política educacional. Archivos Analíticos de Políticas Educativas, 17 (8), 1-13.

Epperson, M. (1977). Families insudden crisis. Social Work in Health Care, 2, 265-

273.

Ezpeleta, J. (1999). La gestión pedagógica de la escuela frente a las nuevas

tendencias de la política educativa en América Latina. Departamento de Investigaciones

Educativas del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados: México.

Fabbietti, U. (2010). Annuario di Antropología n. 12, Nascita. Ledizioni

LediPublishing: Italia.

Falicov, C. (1988). Transiciones de la familia: continuidad y cambio en el ciclo de

vida. Amorrortu: Argentina.

Fallon, M., Russo, T. (2003). Adaptation to stress: an investigation into lives of

United States Military Family with a child who is disabled. Early Childhood Education

Journal, 30, (3), 193-198.

Ferguson, P. (2002). A place in the family: an historical interpretation of research

on parental reactions to having a child with disability. The Journal of Special Education, 36

(3), 124-130.

Figley, Ch. (1989). Treating stress in families. Brunner/Mazel Psychosocial Stress

Series: USA.

Floyd, F., Harter, K., Costigan, C. (2004). Family problem-solving with children who

have mental retardation. American Journal on Mental Retardation, 109 (6), 507-524.

Fortier, L., Wanlass, R., (1984). Family crisis following the diagnosis of a

handicapped child. Family Relations, 33, (1), 13-24.

251

Freud, S. (1917). Duelo y melancolía en: Obras completas. Amorrortu: Argentina.

Gau, S., Chiu, Y., Soong, W., Lee, M. (2008). Parental Characteristics, parenting

style, and behavioral problems among chinese children with Down syndrome, their siblings

and controls in Taiwan. Journal Formosan Medical Association, 107, (9), 693-703.

Gauthier, J. (2011). Individual an Family stress and crises. Sage Publications,

Inc:USA.

Gerstein, E., Crnic, K., Blacher, J., Baker, L. (2009), Resilience and the course of

daily parenting stress in families of young children with intellectual disabilities. Journal of

Intellectual Disabilities Research, 53, (12), 981-997.

Gómez, C., Irigoyen, C., (1999). Selección y análisis de instrumentos para

evaluación de la estructura y funcionalidad familiar. Archivos Medicos Familiares, 1 (2),

45-57.

González, E. (2002). Necesidades educativas especiales: intervención

psicoeducativa. CCS: España.

Gordon, J. (2009). An evidence-based approach for supporting parent experiencing

chronic sorrow: research identifying chronic sorrow. Pediatric Nursing, 35 (2), 115-119.

Greer, F., Grey, I., McClean, B. (2006). Coping and positive perceptions in Irish

mothers of children with intellectual disabilities. Journal of Intellectual Disabilities, 10 (3),

231-248.

Gupta, A., Sihgal, N. (2004). Positive perceptions in parents of children with

disabilities. Asia Pacific Disability Rehabilitation Journal, 15 (1), 22-35.

Hair, J. Anderson, R., Tatham, R., Black, W. (1999). Análisis multivariante. Prentice

Hall: Madrid.

Hassall, R., Rose, J., Mc Donald, J. (2005). Parenting stress in mother of children

with an intellectual disability: the effects of parental cognition in relation to child

characteristics and family support. Journal of Intellectual Disability and Research, 49 (6),

405-418.

Hastings, R., Allen, R., McDermott, K., Still, D. (2002). Factors related to positive

perceptions in mothers of children with intellectual disabilities. Journal of Applied Research

in Intellectual Disabilities, 15 (3), 269-275.

Hastings, R., Beck, A., Hill, Ch. (2005). Positive contributions made by children with

an intllectual disability in the family. Journal of Intellectual Disabilities, 9 (2), 155-165.

Hastings, R., Taunt, H. (2002). Positive perceptions in families of children with

developmental disabilities. American Journal Mental Retard, 107 (2), 116-127.

252

Hastings, R., Kovshoff, H., Ward, N., Degli Espinosa, F., Brown, T., Remington, B.

(2005). Systems analysis of stress and positive perceptions in mothers and fathers of pre-

school children with Autism. Journal of Autism and Developmental Disorders, 35, 635-644.

Hauskov, A., Skov, L., Sahl, J. (2011). Becoming a client of the Danish social

service system increases stress in parents of disabled infants. Danish Medical Bulletin, 58,

(6), 1-6.

Head, L., Abbeduto, L. (2007). Recognizing the role of parents in developmental

outcomes: a systems approach to evaluating the child with developmental disabilities.

Mental Retardation and Developmental Disabilities Research Reviews, 13, 293-301.

Helff, C., Glidden, L. (1988). More positive or less negative? trends in research on

adjustment of families rearing children with developmental disabilities. Mental Retardation,

36 (6), 457-464.

Hennon, C., Peterson, G., (2007). Estrés parental: Modelos teóricos y revisión de

la literatura. En: Esteinou, R., Fortalezas y desafíos de las familias en dos contextos:

Estados Unidos de América y México. Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en

Antroplogía Social (CIESAS) y Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia

(DIF): México,167-221.

Hensley, Ch. (2011). A preliminary exploration of support systems for parents of

children with special needs. The Professional Counselor: Research and Practice, 1, (1),

63-70.

Hill, R. (1949). Families under stress: adjustment to the crises of war separation

and reunion. Harper & Brothers: USA.

Hill, R. (1958). Generic features of families under sress: Social Casework, 49, 139-

150.

Hobfoll, S., Spielberger, C. (1992). Family stress: integrating theory and

measurement. Journal of Family Psychology, 6, 99-112.

Hodapp, R. (2008). Familias de las personas con síndrome de Down: perspectivas,

hallazgos, investigación y necesidades. Revista Síndrome de Down, 25, 17-32.

Hodapp, R, (2011). International Review of Research in Developmental disabilities.

Academic Press: USA.

Hodbell, E., Deatrick, J.(1996). Chronic sorrow: a content analysis of parental

differences. Journal of Genetic Couseling, 5 (2), 57-68.

Holmes, T., Rahe, R. (1967). The social readjustment rating scale. Journal of

Psychosomatic Research, 11, 213-218.

253

Huang, Y., Kellet, U., St John, W. (2010). Cerebral palsy: experiences of mothers

after learning their child’s diagnosis. Journal of Advanced Nursing, 66, (6), 1213-1221.

Hyang, J., Eung, K., Kyoung, J. (2002). The family functioning and stress coping

methods in families with mentally retarded children. Journal of Asia-Pacific Special

Education, 2, (1), 115-|131.

Instituto Nacional de Estadística y Geografía (2000). Recuperado el 28 de mayo de

2012, de (http://cuentame.inegi.org.mx).

Instituto Nacional de Estadística y Geografía (2010). Recuperado el 26 de abril de

2012, de (http://cuentame.inegi.org.mx).

Jiménez, F. (2005). Pedagogía diferencia. Diversidad y equidad.Prentice Hall:

España.

Johnston, C., Hessl, D., Blasy, C., Eliez, S.,Erba, H., Dyer-Friedman, J., (2003).

Factors associated with parenting stress in mother of children with Fragile X. Journal of

Developmental and Behavioral Pediatrics, 24, 267-276.

Jones, J., Passey, J. (2004). Family adaptation, coping and resources: parents of

children with developmental disabilities and behavior problems. Journal on Developmental

Disabilities, 11 (1), 1-196.

Karasavvidis, S., Avgerinou, Ch. Lianou, E., Priftis, D., Lianou, A., Siamaga, E.

(2011). Mental retardation and parenting stress. International Journal of Caring Sciences,

4, (3), 21-31.

Kelso, T., French, D., Fernández, M. (2005). Stress and coping in primary

caregivers of children with disability: a qualitative study using the Lazarus and Folkman

process model of coping. Journal of Research in Special Educational Needs, 5, (1), 3-10.

Kersch, J., Hedvat, T., Hauser-Cram, P. Warfield, M. (2006). The contribution of

marital quality to the well-being of parents of children with developmental disabilities.

Journal of Intellectual Disability Research, 50, (12), 883-893.

Kisler, J., McConachie, H., (2010). Parental reaction to disability. Paediatrics and

Child Health, 20 (7) 309-314.

Kouneski, E. (2000). The family circumplex model, FACES II and FACES III:

overview and research applications. Unpublished document, University of Minnesota, Twin

Cities, Department of Family social Science.

Krichesky, M. (2006). Escuela y comunidad: desafíos para la inclusión educativa.

Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación: Argentina.

Kubler-Ross, E. (1969). On death and dying. Mcmillan: USA.

254

Kurtzer-White, E., Luterman, D., (2003). Families and children with hearing loss:

grief and coping. Mental Retardation and Developmental Disabilities Research, 9, 232-

235.

Lanz, M., Rosnati, R. (2002). Metodología della ricerca sulla famiglia. Strumenti e

metodi per le scienze sociali. Edizioni universitarie de Lettere, Economía, Diritto: Milano,

Italia.

Lavee, Y., McCubbin, H., Patterson, J. (1985). The double ABCX model of fammily

stress and adaptation: an empirical test by analysis of structural equations and latent

variables. Journal of Marriage and the Family, 42 (4), 811-825.

Lazarus, R. (1993). Coping theory and research: past, present, and future.

Psychosomatic Medicine, 55, 234-247.

Lazarus, R. (2000). Estrés y emoción, manejo e implicaciones en nuestra salud.

Desclée De Brouwer: España.

Lazarus, R., Folkman, S. (1984). Stress, appraisal and coping.Springer: USA.

Ley General de Educación. (1993). Diario Oficial de la Federación: México.

Lightsey, O., Sweeney, J. (2009) Meaning in life, emotion-oriented, coping,

generalized self-efficacy, and family cohesion as predictors of family satisfaction among

mothers of children with disabilities. The Family Journal, 6, (3), 212-221.

Lindgren, C., Burke, M., Hainsworth, M., Georgene, G. (1992). Chronic sorrow: a

life span concept. Research and Theory for Nursing Practice, 6, (1), 27-40.

Lloyd, T., Hastings, R. (2008). Psychological variables as correlates of adjustment

in mothers of children with intellectual disabilities: cross-sectional and longitudinal

relationships, Journal of Intellectual Disability Research, 52 (1), 37-48.

López, M. (2008). De la exclusión a la inclusión: políticas y prácticas de la

Universidad española respecto a los alumnos con déficit auditivo. Archivos Analíticos de

Política Educativa, 16 (5), 1-31.

Macía, F. (2010). La validez de los test y el análisis factorial: Nociones generales.

Ciencia & Trabajo, 12, (35), 276-280.

Margalit, J., Kleitman, T. (2006). Mother’s stress, resilience and early intervention.

European Journal of Special Needs Education, 21 (3), 269-283.

Margalit, M., Raviv, A., Ankonina, D. (1992). Coping and coherence among parents

with disabled children. Journal of Clinical Child Psychology, 21, (3), 202-209.

Marvin, R., Pianta, R. (1996). Mother’s reaction to their child’s diagnosis: relations

with security of attachment. Journal of Clinical Child Psycology, 25, 436-445.

255

Masters, G. (2008). International Review of Research in Mental Retardation Vol.

36. Academic Press: USA.

Maul, Ch., Singer, G. (2009). ―Just Good different things‖. Specific

accommodations families make to positively adapt to their childrenn with developmental

disabilities. Topics en Early Childhood Special Education OnlineFirst, 29 (3), 155 – 170.

McConnell, D. Breitkreuz, R. Savage, A. (2010). From financial hardship to child

difficulties: main and moderating effects of perceived social support. Child Care, Health

and Development, 7, (35), 679-691.

McConkey, R., Truesdale-Kennedy, M., Chang, M., Jarrah, S., Shukri, R. (2008).

The impact on mothers of bringing up a child with intellectual disabilities: a cross-cultural

study. International Journal of Nursing Studies, 45, 65-74.

McCubbin, M., McCubbin. H. (1993). Families coping with illness: The resiliency

model of family stress, adjustment and adaptation. Danielson, Hamel-Bissell & Winstead-

Fry: USA.

McCubbin, H., Mc.Cubbin, M., Thompson, A., Han, S., Allen, C., (1997). Families

under stress what makes them resilient. Journal of Family and Consumer Sciences, 3-15.

McCubbin, H., Olson, D., Larsen, A. (1981). Family Crisis Oriented Personal

Scales (F_COPES). En McCubbin, H., Thompson, A., McCubbin, M. (1996). Family

assessment: Resiliency, coping and adaptation. Inventories for research and

practice.Madison: USA.

McCubbin, H., Patterson, J. (1983). The family stress process: the double ABCX

model of adjustment and adaptation, en McCubbin, H., Sussman, M., Patterson, J. Social

stress and the family: advances and developments en family stress theory and research,

7-37, Haworth: New York, USA.

McCubbin, H., Patterson, J., Glynn, T. (1982). Social Support Index (SSI). En

McCubbin, H., Thompson, A., McCubbin, M. (1996). Family assessment: Resiliency,

coping and adaptation. Inventories for research and practice.Madison: USA:

McCubbin, H., Sussman, M., Patterson, J. (1983). Social stress and the family.

Advances and developments in family stress theory and research. Haworth Press, Inc:

USA.

McCubbin, H., Thompson, A., McCubbin, M. (1996). Family assessment:

Resiliency, coping and adaptation. Inventories for research and practice. University of

Wisconsin System: Madison, USA.

256

McCubbin, H., Thompson, A., Pirner, P., McCubbin, M., (1988). Family types and

Strengths: A life cycle and ecological perspective. Edina: Bellwether, USA.

McDonald, T., Donner, R., Poertner, J. (1992).Building a conceptual model of

family response to a child’s chronic illness or disability. Research and Training Center on

Family Support and Children’s mental health: Portland State Oregon: USA.

Minnes, P., Woodford, L. (2004). Well-being in aging parents caring for an adult

with a developmental disability. Journal on Developmental Disabilities, 11 (1), 47-66.

Minnes, P., Woodford, L., Passey, J. (2007). Mediators of well-being in ageing

family carers of adults with intellectual disabilities. Journal of Applied Research in

Intellectual Disabilities, 13 (2), 1-12.

Mink, I., Nihira. K., Meyers, C. (1983). Taxonomy of family life styles. American

Journal of Mental Deficiency, 87, 484-497.

Moliner, O. (2008). Condiciones, procesos y circunstancias que permiten avanzar

hacia la inclusión educativa: retomando las aportaciones de la experiencia canadiense.

Red Iberoamericana de Investigación sobre Cambio y Eficacia Escolar, 6, (002), 27-44.

Montiel, M., Vera, J. (1998). Análisis de las propiedades psicométricas del índice

de estrés de la crianza en una población rural del estado de Sonora. La Psicología Social

en México, 6, 89-90.

Morales, S. (2011). Estadística Multivariante. Mc Graw Hill: México.

Nachshen, J. Minnes, P. (2005). Empowerment in parents of school aged children

with and withouth developmental disability. Journal of Intellectual Disability Research, 49

(12), 889-904.

Oates, J. (2007). Relaciones de apego: la primera infancia en perspectiva. La

Universidad Abierta: Reino Unido.

Oelofsen, N., Richardson, P. (2006). Sense of coherence and parenting stress in

mothers and fathers of preschool children with developmental disability. Journal of

Intellectual & Developmental Disability, 31(1), 1-12.

Olshansky, S. (1962). Chronic sorrow: a response to having a mentally defective

child. Social Casework, 190-193.

Olson, D. (1986). Prepared statement before the House Select Committee on

Children, Youth and Families. En: The diversity and strength of american families.

Washington, D.C.: US Goverment Printing Office.

Olson, D. (1993). Circumplex model of marital and family sistems. En Walsh, F.

Normal family processes. Guilford Press:USA:

257

Olson, D. (2000). Circumplex model of marital and family sistems. Journal of

Family Therapy, 22, 144-167.

Olson, D., McCubbin, H. Barnes, H., Larsen, A., Muxen, M., Wilson, M. (1983).

Families: what makes them work. Sage Publishing:USA.

Olson, D., Portner, J., Lavee, Y. (1985). FACES III. Minnesota St. Paul: USA.

Olson, D., Russell, C. Sprenkle., D. (1989). Circumplex model: systemic

assessment and treatment of families. Haworth Press:USA.

Olson, D., Stewart, K., Wilson, L. (1990). Health and stress profile (HSP) revised.

Profile of Health Systems: USA.

.

Olson, D., Wilson, M. (1982). Family Satisfaction. En Olson, D., McCubbin, H.,

Barnes, H., Larsen, A., Muxen, M., Wilson, M. (Eds.). Family Inventories. Inventories used

in a national survey of families across the family life cycle. University of Minnesota. St.

Paul: USA.

Olsson, M., Hwang, C. (2001). Depression in mothers and fathers of children with

intellectual disability. Journal of Intellectual Disability Research, 45, (6), 535-543

Olsson, M., Larsman, P., Hwang, C. (2008). The relation between risk, sense of

coherence and well-being in parents of children with and without intellectual disabilities.

Journal of Policy and Practice in Intellectual Disability, 5, (4), 227-236.

Organización Mundial de la Salud y Banco Mundial. Informe Mundial sobre

Discapacidad.(2011). Recuperado el 22 de febrero de 2012, de

http:who.int/disabilities/world_report/2011/summary_es.pdf.

Orr, R., Cameron, S., Day, D. (1991). Coping with stress in families with children

who have mental retardation: an evalutation of the double ABCX model. American Journal

of Mental Retardation, 95 (4), 445-450.

Orsmond, G., Seltzer, M. (2007). Siblings of individuals with autism spectrum

disorders across the life course. Mental Retardation and Developmental Disabilities

Research Reviews, 13, 313- 320.

Pakenham, K. Samios, Ch., Sofronov, K. (2005). Adjustment in mothers of children

with Asperger syndrome: An apliccation of the Double ABCX model of family adjustment.

Autism, 9 (2), 191-211.

Parrillas, L. (2002). Acerca del origen y sentido de la educación inclusiva. Revista

de Educación, 327, 11-29.

258

Park, S., Glidden, L., Shin, J. (2010). Structural and functional aspects of social

support for mothers of children with and without cognitive delays in Vietnam. Journal of

Applied Research in Intellectual Disabilities, 23, 38-51.

Patiño, H. (2010). Persona y Humanismo: algunas reflexiones para la educación

en el siglo XXI. Universidad Iberoamericana: México.

Perry, A. (2004). A model of stress in families of children with developmental

disabilities: clinical and research applications. Journal on Developmental Disabilities, 11

(1), 1-16.

Pereira, N., Dessen, M. (2004). O que significa te ruma crianca com deficiencia

mental na familia?. Educar, Curitiba, (23), 161-183.

Pérez de Guzmán, V. (2002). La educación no formal: una vía para la participación

de los padres en los centros educativos. Ágora Digital 4, 1-11.

Pittman, F. (1995). Momentos decisivos. Tratamientos de familias en situaciones

de crisis. Paidós: España.

Polaino-Lorente, A., Martínez, P. (2003). Evaluación psicológica y psicopatológica

de la familia. Instituto de Ciencias para la Familia: España.

Pozo, P., Sarriá, E. Méndez, L. (2006). Estrés en madres de personas con

trastornos del espectro autista. Psicothema, 18 (3), 342-347.

Price, S., Price, Ch., McKenry, P. (2010). Families & Change: coping with stressful

events and transitions. Sage: USA.

Quintana, J. (2003). Pedagogía familiar. Narcea: España.

Raina, P., O’Donnell M., Rosenbaum, P., Brehaut, J., Walter, S., Russell, D.,

Swinton, M., Zhu, B., Wood, E. (2005). The health and well-being of caregivers of children

with cerebral palsy. Pediatrics, 115, (6), 626-636-

Rentinck, I., Ketelaar, M., Jongmans, M. (2010) Parental reactions following the

diagnosis of cerebral palsy in their young child. Journal of Pediatric Psychology, 34 (6),

671-676.

Reddon, J. McDonald, L., Kysela, G. (1992). Parental coping and family stress:

resourcers for and functioning of families with a preschool child having a developmental

disabillity. Early Child Development and Care, 83 (1), 1-26.

Ribeiro, M., (1994). Trabajo femenino y vida familiar. Estudio comparativo entre

Quebec y México. Jiménez, G. (comp.) Memoria del 1er. Encuentro Nacional de

Investigadores sobre Familia. Universidad Autónoma de Tlaxcala. México.

259

Risdal, D., Singer, G. (2004). Marital adjustment in parents of children with

disabilities: a historical review and meta-analysis. Research & Practice for Persons with

Severe Disabilities, 29 (2), 95-103.

Rivers, J., Stoneman, Z. (2003). Sibling relationships when a child has autism. In

marital stress and support coping. Journal of Autism and Developmental Disorders, 33,

383-394.

Robichaux, D (2007). Familias mexicanas en transición. Unas miradas

antropológicas. Universidad Iberoamericana, A.C: México.

Rolland, J. (2000). Familias, enfermedad y discapacidad. Una propuesta desde la

terapia sistémica. Gedisa: España.

Roll-Pettersson, L. (2001). Parents talk about how it feels to have a child with a

cognitive disability. European Journal of Special Needs Education, 16 (1), 1-14.

Rothstein, F. (2007) Parentesco y empleo femenino en el México rural: estrategias

cambiantes ante el nuevo modelo económico. En Robichaux, D. Familias mexicanas en

transición. Unas miradas antropológicas. Universidad Iberoamericana, A.C: México.

Roscoe, L (2003). Tests psicológicos y evaluación educativa. Pearson: México.

Sagy, S. (1998). Effects of personal, family and community characteristics of

emotional reactions in a stress situation: the Golan Heights negotiations. Youth & Society,

29, 311-329.

Sagy, S., Antonovsky, A. (1992). The family sense of coherence and the retirement

transition. Journal of Marriage and the Family, 54, 983-993.

Sagy, S., Dotan, N., (2001). Coping resources of maltreated children in the family:

a salutogenic approach. Child Abuse & Neglect, 25, 1463-1480.

Salovîta, T., Italînna, M. Leinonen, E. (2003).Explaining the parental stress of

fathers and mothers caring for a child with intellectual disability: a Double ABCX Model.

Journal of Intellectual Disability Research, 47, (4/5), 300-312.

Sandín, B. (2003). El estrés: un análisis basado en el papel de los factores

sociales. International Journal of Clinical and Health Psychology, 3, 141-157

Sapio, A., (2010). Famiglie, rete familiari e cohousing. Verso nuovi stili del vivere,

del convivere e dell’abitare. Franco Angelli: Italia

Savater, F. (1997). El valor de educar. Instituto de Estudios Educativos y

Sindicales de América.

Scornaienchi, J. (2003). Chronic sorrow: one mother´s experience with two children

with lissencephaly. Journal of Pediatric Health Care, 17, (6), 290-294

260

Secretaría de Educación Pública (SEP) (2002). Programa Nacional de

Fortalecimiento de la Educación Especial y de la Integración Educativa. SEP: México.

Secretaría de Educación Pública (SEP) (2000). Seminario de actualización para

profesores de educación especial y regular. SEP: México.

Secretaría de Educación Pública (SEP) (2006). Programa Nacional de

Fortalecimiento de la Educación Especial y de la Integración Educativa: Todos en la

misma escuela. SEP: México.

Secretaría de Educación Pública (SEP) (2006). Orientaciones Generales para el

Funcionamiento de los Servicios de Educación Especial. SEP: México Selye, H. (1956).

The stress of life.McGraw-Hill: USA.

Sen, E., Yurtsever, S. (2007). Difficulties experienced by families with disabled

child. Journal for Specialists in Pediatric Nursing, 12, (4) 238-252.

Shalock, R., Borthwick-Duffy, S., Bradley, v., Buntix, W., Coulter, M., Craig, E.,

Gómez, S., Lachapelle, Y., Luckasson, R. Reeve, A., Shogren, K., Snell, M., Spreat, S.,

Tassé,, M., Thompson, J., Verdugo, M., Wehmeyer, M., Yeager, H. (2010). Intellectual

disability. Definition, classification, and systems of supports. American Association on

Intellectual Disability: USA:

Shin, J., Crittenden, K. (2003). Well-being of mothers of children with mental

retardation: An evaluation of the Double ABCX model in a cross-cultural context.Asian

Journal of Social Psychology, 6 (3), 171-184.

Shin, J., Nhan, N., (2009). Predictors of parenting stress among Vietnamese

mothers of young children with without cognitive delay. Journal of Intellectual &

Developmental Disability, 34, (1), 17-26.

Shmelkes, S. (2004). Hacia una major calidad de nuestras escuelas.Colección

Serie Educativa INTERAMER: OEA, 32.

Simonelli, I., Simonelli, F. (2010). Atlante concettuale della salutogenesi. Modelli e

teorie di referimento per generare salute. Fanco Angelli:Italia.

Singer, G. (2000). Suggestions for a pragmatic program of research on families

and disability. The Journal of Special Education, 36 (3), 148-154.

Singer, G. (2006). Meta-analysis of comparative studies of depression in mothers

of children with and without developmental disabilities. American Journal on Mental

Retardation, 111, (3), 155-169.

Singer, G., Ethridige, B., Aldana, S. (2007). Primary and secondary effects of

parenting and stress management interventions for parents of children with developmental

261

disabilities: a meta-analysis. Mental Retardation and Developmental Disabilities Research,

13, 357-369.

Slavik, P., Reed, D. (2002). Effects of respite care for children with developmental

disabilities: evaluation of an intervention for at risk families. Public Health Nursing, 19, (4),

272-283.

Sloper, P. (1999).Models of service support for parents of disabled children. What

do we know? what do we need to know?. Child: Care, Health and Development, 25, (2),

85-99.

Solís, M., Abidín, R. (1991). The Spanish version of parenting stress index: a

psychometric study. Journal of Clinical Child Psychology, 20, (4), 372-378.

Solnit, A., Stark, M. (1961). Mourning and the birth of the deffective child.

Psychoanalytic Study of the Child, 16, 523—537.

Stainton, T., Besser, H. (1998). The positive impact of children with an intelectual

disability on the family. Journal of Intellectual & Developmental Disability, 23, (1), 57-70.

Stoneman, Z., Gavidia-Payne, S. (2006). Marital adjustment in families of young

children with disabilities:associations with daily hassles and problem focuse coping.

American Journal on Mental Retardation, 111, (81), 1-14.

Summers, J., Behr, S., Turnbull, A., (1989). Support for caregiving families:

Enabling positive adaptation to disability. G.H.S. Singer & L.K. Irvin: USA.

Thurston S., Paul L., Loney, P., Ye, C., Wong, M., Browne, D. (2011). Associations

and costs of parental symptoms of psychiatric distress in a multi-diagnosis group of

children with special needs. Journal of Intellectual Disability Research 55 (3), 263-80.

Torío, S. (2004). Familia, Escuela y Sociedad. Aula Abierta, 83, 35-52.

Tornimbeni, S., Pérez, E., Olaz, F., Cortada, N., Fernández, A., Cupani, (2008).

Introducción a la psicometría. Paidós: Argentina.

Torres, R., (2001). Participación ciudadana y Educación. OEA/Uruguay.

Trute, B., Murphy-Hiebert, D. Levine, K. (2007). Parental appraisal of the family

impact of childhood developmental disability: times of sadness and times of joy. Journal of

Intellectual & Developmental Disability, 32 (1), 1-9.

Tsai, S., Wang, H. (2009). The relationship between caregiver’s strain and social

support among mothers with intellectually disabled children. Journal of Clinical Nursing,

18, (4), 539-548.

Turnbull, A., Summers, J., Lee, S., Kyzar, K. (2007). Conceptualization and

measurement of family outcomes associated with families of individuals with intellectual

262

disabilities. Mental Retardation and Developmental Disabilities Research Reviews, 13, (4),

346-356.

Vera, J., Morales, D., Vera, C. (2005). Relación del desarrollo cognitivo con el

clima familiar y el estrés de la crianza. Psico-USF, 10 (2), 161-168.

Wai-Ping, C., Kwai-Sang, M., Kong, H., (2001). Success in parenting children with

developmental disabilities: some characteristics attitudes and adaptative coping skills. The

British Journal of Developmental Disabilities, 47, (2), 61-71.

Walsh, F. (1984). Healthy family functioning: Conceptual and Research

Developments. Family Business Review, 7, 175.

Weiss, S. (2005). Maternal state of mind and expressed emotion: impact of

mother’s mental health, stress, and family satisfaction. Journal of the American Psychiatric

Nurses Association, 11 (3), 135-143.

Weiten, W. (2004). Psicología, temas y variaciones. Lengage Learning Editores,

S.A: México.

Wieland, N., Baker, L. (2010). The role of marital quality and spousal support in

behaviour problems of children with and without intellectual disability. Journal of

Intellectual Disability Research, 54, (7), 620-633.

Wiener, J., Dulcan, M. (2006). Tratado de Psiquiatría de la infancia y la

adolescencia. Masson S. A: España.

Wikler, L., Wasow, M. Hatfield, E. (1981). Chronic sorrow revisited: parent vs.

professional depiction of the adjustment of parents of mentally retarded children. American

Journal of Orthopsychiatric, 5 (1), 63-70.

Wong, F., Poon, A., Kwok, S. (2011) The maintenance effect of cognitive-

behavioural treatment groups for Chinese parents with children with developmental

disabilities in Melbourne, Australia: A six-month follow-up study. Journal of Intellectual

Disability Research, 55, 1043-1053.

Xu, Y. (2007). Empowering culturally diverse families of young children with

disabilities: The Double ABCX model. Early Childhood Education Journal, 34 (6), 431-437.

Yamaguchi, A. (2007). Process of parental acceptance of a child´s disability:

literature review. Journal of University of Occupational and Environmental Health, 29,(1),

73-85.

Ytuarte-Núñez (2008). Cultura, ideología y género en Tlaxcala. Recuperado 27

agosto de 2013, de (http://www.jurídicas.unam.mx).

263

Yuan, S. (2003). Seeing with new eyes: metaphors of family experience. American

Association on Mental Retardation, 41 (3), 207-211.

Zapata,M., Arellano, B. (1994). La unidad de producción campesina ante los

cambios estructurales. Jiménez, G. (comp.) Memoria del 1er. Encuentro Nacional de

Investigadores sobre Familia. Universidad Autónoma de Tlaxcala. México.

Zúñiga, M., Montero, E. (2007). Teoría G: un futuro paradigma para el análisis de

pruebas. Revista Actualidades en Psicología, 21, 117-144.

:

264

ANEXOS

Entrevistador:______________________Fecha:_______________

DATOS DE IDENTIFICACIÓN

Domicilio:__________________________________________Sexo:

Municipio:_________________________________________________________

Fecha de Nacimiento:_________________________Edad:__________________

Escolaridad: Primaria Incompleta

Primaria completa

Secundaria

Preparatoria o Carrera técnica

Profesionista

Ocupación: ________________________________________________________

Salario Mensual: Menos de 1000

1000 a 3000

3000 a 5000

5000 o mas

Número de personas que dependen económicamente de usted:______________

Estado civil: Casado Civil

Unión libre Religioso

Religión que profesa:___________________________

Años como pareja (viviendo juntos):________________

Número de matrimonios anteriores:________________

Apoyos a los que recurre con su hijo: DIF (cualquier programa de gobierno)

Ninguno IMSS

ISSSTE

SESA

OTRO ¿Cuál?:__________________

DATOS DE IDENTIFICACION DEL NIÑO

Edad del niño con D.I :___________________Número de hermanos:____________

Lugar que ocupa entre los hermanos:_____________________________________

F M

265

Número de CAM al que asiste y municipio:_________________________________

UNIVERSIDAD AUTONOMA DE TLAXCALA

FACULTAD DE EDUCACIÓN ESPECIALIZADA

DOCTORADO EN EDUCACIÓN Y FAMILIA

Escala de evaluación personal orientada a crisis familiares: F-COPES

(Mc Cubbin, H., Olson, D., Larsen, A. 1996)

Instrucciones: A continuación le presentamos algunas maneras de hacer frente a los problemas.

Cada afirmación tiene cinco probabilidades de respuesta, marque la opción que mejor describa su

experiencia. Debe marcar sólo una respuesta.

1 Nunca 2 Casi nunca 3 A veces 4 Casi Siempre 5 Siempre

Cuando tenemos problemas, en nuestra familia:

1 Compartimos nuestras dificultades con familiares

2 Pedimos ánimo y apoyo a amigos

3 Sabemos que somos capaces de resolver problemas fuertes

4 Pedimos información y consejo de otras familias que han tenido el mismo problema

5 Pedimos consejos de parientes (Abuelos, suegros, tíos, cuñados)

6 Buscamos ayuda en los programas de gobierno que ayudan a familias en nuestra

situación

7 Sabemos que tenemos la fuerza para resolver nuestros problemas

8Recibimos favores y ayuda de nuestros vecinos (Quedarse con los niños, hacer la

comida, estar al pendiente de la casa).

9 Buscamos ayuda y consejo del doctor que nos atiende

10Pedimos ayuda y favores a los vecinos

11 Enfrentamos los problemas frente a frente y tratamos de darle una solución correcta

12 Vemos la televisión (Para distraernos de los problemas)

13 Demostramos que somos fuertes

266

14 Vamos a la iglesia (Cuando tenemos los problemas)

15 Aceptamos los problemas como algo natural de la vida

16 Compartimos las preocupaciones con amigos cercanos

17 Sabemos que es cuestión de suerte resolver los problemas familiares

18 Hacemos ejercicio para estar bien y calmar los nervios

19 Aceptamos que los problemas son inesperados

20 Hacemos cosas con nuestros familiares (Cuando tenemos problemas salimos,

comemos)

21 Buscamos ayuda profesional para resolver las dificultades familiares (Psicólogo,

terapeuta)

22 Creemos que podemos manejar nuestros problemas

23 Participamos en actividades de la iglesia (cuando tenemos problemas)

24 Pensamos el lado bueno del problema para no desanimarnos

25 Preguntamos a los familiares qué opinan del problema que tenemos

26 Sentimos que aunque nos preparemos, será difícil manejar los problemas

27 Pedimos consejo a un guía espiritual (Padre, ministro, curandero)

28 Creemos que si esperamos un tiempo, el problema se resolverá

29 Compartimos los problemas con los vecinos

30 Tenemos fe en Dios (Cuando tenemos problemas)

267

UNIVERSIDAD AUTONOMA DE TLAXCALA

FACULTAD DE EDUCACIÓN ESPECIALIZADA

DOCTORADO EN EDUCACIÓN Y FAMILIA

Escala de sentido de coherencia familiar: F-SOC Versión reducida (Sagy, 1998)

1 Siente que puede influir en lo que pasa con su familia:

1 2 3 4 5 6 7

Nunca Siempre

2 Cuando ha tenido que hacer cosas que dependen de la cooperación de todos los miembros de la familia ¿siente que se

pueden hacer?:

1 2 3 4 5 6 7

Nunca Siempre

3 Hasta ahora ¿su familia ha tenido metas y objetivos claros?:

1 2 3 4 5 6 7

Nunca Siempre

4 Las reglas de su familia son claras para usted:

1 2 3 4 5 6 7

Nunca Siempre

5 Cuando su familia enfrenta un problema difícil, siente que escoger una solución es:

1 2 3 4 5 6 7

Difícil Fácil

6 La vida familiar le parece:

1 2 3 4 5 6 7

Rutinaria Interesante

7 Usted puede imaginar cómo será su familia dentro de 5 años:

1 2 3 4 5 6 7

No puedo Si puedo

Imaginarlo imaginarlo

8.Siente que ha sido tratado injustamente por su familia

1 2 3 4 5 6 7

Nunca Siempre

268

Instrucciones: Las siguientes preguntas son acerca de las percepciones de su familia y de sus

sentimientos como un miembro de la familia, usamos una escala que va del 1 al 7, por favor recuerde que

puede escoger cualquier numero entre uno y siete y no solo los extremos de 1 y 7.

9 Cuando piensa en su vida familiar, se siente contenta (o alegre):

1 2 3 4 5 6 7

Nunca Siempre

10 Siente satisfacción y placer haciendo las cosas que hace como papá o mamá:

1 2 3 4 5 6 7

Nunca Siempre

11.Ha sentido que no sabe exactamente qué pasará con su familia

1 2 3 4 5 6 7

Nunca Siempre

12 Las personas con las que usted contaba lo han decepcionado?

1 2 3 4 5 6 7

Nunca Siempre

269

UNIVERSIDAD AUTONOMA DE TLAXCALA

FACULTAD DE EDUCACIÓN ESPECIALIZADA

DOCTORADO EN EDUCACIÓN Y FAMILIA

Índice de soporte social: SSI (Mc Cubbin, H., Paterson, J.,Glynn, T., 1996)

Instrucciones: Cada pregunta tiene cinco probabilidades de respuesta, marque la opción que mejor

describa su experiencia en su comunidad y familia. Debe seleccionar sólo una respuesta.

1 Totalmente en desacuerdo 2 En desacuerdo 3 Neutral 4 De acuerdo

5 Completamente de acuerdo

1. Si tengo una emergencia gente de mi comunidad que no conozco estaría dispuesta a ayudarme.

2. Me siento bien conmigo mismo(a) cuando hago un sacrificio y doy tiempo y energía a los miembros de mi familia.

3. Las cosas que hago por los miembros de mi familia y que ellos hacen por mi, me hacen sentir parte muy importante de este grupo.

4. La gente de aquí sabe que la comunidad puede ayudarla si está en problemas.

5. Tengo amigos de mi comunidad que me dicen que valoran quien soy y lo que hago.

6. La gente de aquí puede contar con los otros miembros de esta comunidad.

7. Los miembros de mi familia rara vez escuchan mis problemas o preocupaciones. Frecuentemente me siento criticado(a)

8. Mis amigos de ésta comunidad son parte de mis actividades diarias.

9. Hay veces que personas de la familia hacen sentir infelices a los otros miembros.

10. Necesito ser muy cuidadoso en lo que hago por mis amigos, porque ellos se aprovechan de mi.

11. Vivir en esta comunidad me hace sentir seguro.

12. Los miembros de mi familia se esfuerzan por mostrarme su amor y afecto.

13. En esta comunidad se siente que la gente no es muy amigable entre si.

14. Esta no es una buena comunidad para criar niños.

15. Estoy seguro que soy tan importante para mis amigos como ellos lo son para mi.

270

16. Tengo amigos cercanos fuera de la familia que se que realmente se preocupan por mi y que me estiman.

17. Los miembros de mi familia no parecen entenderme, siento que me dan por mi lado.

UNIVERSIDAD AUTONOMA DE TLAXCALA

FACULTAD DE EDUCACIÓN ESPECIALIZADA

DOCTORADO EN EDUCACIÓN Y FAMILIA

Índice de estrés de la crianza: IEP (Abidín, 1990)

Instrucciones: Este cuestionario está diseñado para conocer algunos aspectos importantes de la

relación entre los padres y sus hijos. Para contestarlo piense en su hijo con discapacidad y lo que le preocupa

de él en estos momentos. Por favor, conteste marcando la respuesta que mejor represente su opinión.

1 Nunca 2 Casi nunca 3 A veces 4 Casi siempre 5 Siempre

Distractividad

1 Cuando mi hijo quiere algo, insiste hasta que lo consigue

2 Mi hijo es tan inquieto que me cansa

3 Mi hijo se distrae con facilidad (cualquier cosa interrumpe lo que esta haciendo)

4 Comparado con otros niños, mi hijo es más olvidadizo y distraído

5 Si le mando a hacer algo tarda mucho o no lo hace

6 Mi hijo es mucho más activo que otros niños

7 A mi hijo se le puede distraer fácilmente de algo que quiere

Reforzamiento

8 Mi hijo hace cosas que me hacen sentir orgullosa de él

9 Siento que le agrado a mi hijo y que quiere estar cerca de mi (es cariñoso)

10 Mi hijo es muy risueño conmigo

11 A mi hijo la mayoría de las veces le gusta jugar conmigo

Humor

271

12 Mi hijo llora y se inquieta (es llorón)

13 Mi hijo llora o se inquieta más que otros niños de su edad (es más llorón que otros)

14 Cuando mi hijo juega casi no se ríe (es serio)

15 Mi hijo se levanta de mal humor (enojón)

16 Siento que mi hijo es muy caprichoso y fácilmente se enoja (grosero)

Aceptancia

17 Mi hijo se comporta como si fuera chiquito

18 Mi hijo hace cosas que me molestan mucho

19 Mi hijo aprende más lento que otros niños

20 Mi hijo es tan alegre como otros niños

21 Mi hijo es capaz de hacer las cosas que yo espero de él

22 A mi hijo le gusta ser abrazado o acariciado

Adaptabilidad

23 En los primeros días del niño, dudé que pudiera criarlo adecuadamente

24 Ser madre es más difícil de lo que pensé

25 Yo me siento capaz de cuidar y controlar a mi hijo (educar)

26 Mi hijo tiene más dificultad que otros niños para adaptarse a los cambios que suceden

en la casa (cambios en la rutina: horarios de comida, sueño, baño)

27 Mi hijo se enoja cuando pasa algo que no le gusta

28 Cuando dejo a mi hijo con otra persona para que lo cuide, el niño se resiste y da

muchos problemas

29 Mi hijo se asusta fácilmente con sonidos fuertes o luces brillantes (rayos, truenos,

sonido del viento).

30 Me costó trabajo que mi hijo aprendiera a comer y a dormir

31 Mi hijo se esconde o se va lejos cuando ve a extraños (huraño)

32 Cuando mi hijo se molesta o se enoja ¿es difícil tranquilizarlo?

33 Cuando trato que mi hijo cambie de actividad y se lo pido es muy difícil lograrlo

Demanda

272

34 Hay algunas cosas que mi hijo hace que verdaderamente no me gustan nada

35 Conforme mi hijo ha crecido y es más independiente, me preocupa más que

se lastime o se meta en problemas

36 Mi hijo parece ser mucho más difícil de cuidar que la mayoría de los niños

37 Mi hijo me pide más de lo que otros niños piden (es mañoso)

Competencia

38 Yo puedo saber qué hacer con mi hijo, sin preguntarle a otras personas

39 Yo he tenido muchos más problemas criando a mi hijo de lo que esperaba

40 Siento que puedo lograr que mi hijo me haga caso

41 Tengo el sentimiento de que puedo manejar muy bien a mi hijo

42 Yo siento que soy muy mala madre (o padre)

Apego

43 Pensé que iba a ser más cariñosa con mis hijos

44 Mi hijo ya sabe cómo hacerme enojar, ya me tomó la medida

45. Mi hijo sabe que soy su madre, me quiere más que a otras personas

46 Es muy difícil entender qué es lo que quiere o necesita su hijo

Restricción

47 La mayor parte de mi vida la ocupo haciendo cosas para mis hijos y no me da tiempo

de hacer otras cosas

48 Siento que ocupo la mayor parte de mi vida, en llenar las necesidades de mi hijo y no

me queda tiempo para mi

49 Yo me siento agobiada por mis responsabilidades como madre

50 Si quiero descansar, me dejan estar sola o acostarme

Depresión

51 Cuando pienso en mi comportamiento como madre, me siento mal e inconforme

52 Cuando mi hijo se porta mal o se enoja mucho, siento que yo soy la responsable,

porque no hice las cosas bien con él o con ella

53 Siento que si mi hijo hace las cosas mal o no ha aprendido a comportarse, es por mi

culpa

273

54 Me agradan los sentimientos que tengo por mi hijo

55 Hay algunas cosas que me molestan de cómo es mi vida

56 Me siento mal o culpable cuando me enojo con mi hijo

Relación con el esposo

57 Después de que tuve a mi hijo, mi esposo ha dado el apoyo que yo esperaba

58 El tener un hijo me ha causado más problemas en la relación con mi esposo

59 Desde que nació mi hijo, mi esposo y yo ya no hacemos muchas cosas juntos

60 Desde que tuve a mi hijo, mi esposo y yo ya no convivimos como familia

61 Desde que tuve a mi último hijo, yo he tenido menos interés en tener relaciones

íntimas

62 Al nacer este hijo hubo más problemas con los familiares y parientes políticos

63 El tener un hijo ha sido más caro de lo que yo esperaba

Aislamiento

64 Siento que estoy muy sola y casi no tengo amigos

65 Cuando voy a alguna fiesta o reunión familiar no me siento muy a gusto, rápido me

quiero ir

66 Siento menos interés por la vida de las personas que me rodean

67 Siento que a otras personas de mi edad les agrada mi compañía

68 Cuando tengo un problema con mi hijo, tengo gente a la que puedo recurrir para pedir

consejo o ayuda

69 Desde que nació mi hijo, tengo pocas oportunidades de ver a mis amigos o parientes

Salud

70 Durante los últimos 6 meses me he sentido más enferma o he sentido más molestias

que antes

71 Me siento bien de salud

72 Me siento cansada y con pocos ánimos para el trabajo diario

73 Desde que nació mi hijo he estado muy enferma

274

A continuación se presentan una serie de acontecimientos entre Usted y su esposo (pareja), o

entre usted y otra persona cercana que participa en la crianza de su hijo. Por favor indique que tan

frecuentemente suceden cada una de estas cosas.

1 A mi esposo le gusta quedarse solo para estar con nuestro hijo

2 Durante el embarazo mi esposo me expresó su confianza de que yo sería una buena

madre

3 Cuando se presenta algún problema o dificultad con nuestro hijo entre los dos buscamos

una solución

4 Mi esposo y yo podemos tener una buena comunicación cuando se trata de nuestro hijo

5 Mi esposo está dispuesto a dejar de hacer cosas para ayudarme a cuidar de nuestro hijo

6 Me gusta fomentar con mi esposo el que hablemos acerca de lo que pasa y necesita

nuestro hijo

7 Mi esposo le pone mucha atención o está pendiente de nuestro hijo

8 Mi esposo y yo estamos de acuerdo en lo que puede hacer y no puede hacer nuestro

hijo

9 Me siento más cerca de mi esposo cuando lo miro jugar con nuestro hijo

10 Mi esposo sabe cómo tratar a los niños

11 Mi esposo y yo hacemos un buen equipo como padres

12 Mi esposo cree que soy una buena madre

13 Yo creo que mi esposo es un buen padre

14 Mi esposo hace que mis tareas como madre yo las sienta más fáciles porque me

apoya en lo que hago

15 Mi esposo quiere a nuestro hijo tanto como yo

16 Mi esposo y yo tenemos la misma opinión acerca de nuestro niño

17 Si nuestro hijo necesita ser castigado mi esposo y yo nos ponemos de acuerdo en

cómo hacerlo

18 Confío en el buen juicio de mi esposo para decidir lo que es bueno para nuestro hijo

19 Mi esposo me dice que soy una buena madre

20 Mi esposo y yo queremos lo mismo para el futuro de nuestro hijo

Durante los últimos 12 meses mencione eventos que han ocurridoen su familia inmediata,

escriba en la hoja lo que haya vivido y que usted considere hayan representado un motivo de

preocupación o malestar.

Mencione cuantas veces han ocurrido estos eventos en el año

275

Num. de

EVENTOS veces

1

2

3

4

5

6

7

8

9

10

11

12

13

14

15

276

UNIVERSIDAD AUTONOMA DE TLAXCALA

FACULTAD DE EDUCACIÓN ESPECIALIZADA

DOCTORADO EN EDUCACIÓN Y FAMILIA

Escala de satisfacción familiar: ESF

Instrucciones: A continuación le presentamos algunas preguntas respecto a qué tan satisfecho se

siente usted con algunos aspectos de su familia (con la que vive actualmente). Al responder trate de pensar

en la familia completa, y no sólo en las personas por separado. Cada pregunta tiene cuatro probabilidades de

respuesta, marque la opción que mejor describa su experiencia. Debe marcar sólo una respuesta.

1 Muy insatisfecho 2 Poco satisfecho 3 En general satisfecho 4 Muy satisfecho

¿Qué tan satisfecho está con?:

1. La unión y apoyo entre los miembros de su familia

2. La capacidad de su familia para enfrentarse a cosas difíciles

3. La capacidad de su familia para hacer cambios (1: Si usted esta muy ocupada y no puede pasar a recoger a su hijo a la escuela y a su esposo le queda mejor pasar por él, esto ¿Cree que sería posible o usted siempre lo tiene que recoger? 2: Si se tienen que tomar una decisión importante ¿Cualquiera puede tomarla?)

4. La capacidad de su familia para platicarse cosas buenas

5. La comunicación entre los miembros de su familia

6. La habilidad de su familia para resolver conflictos

7. El tiempo que pasan juntos como familia

8. La forma como son platicados los problemas

9. El respeto a las opiniones de todos los miembros

10. La preocupación de cada uno por los otros miembros de su familia

277

UNIVERSIDAD AUTONOMA DE TLAXCALA

FACULTAD DE EDUCACIÓN ESPECIALIZADA

DOCTORADO EN EDUCACIÓN Y FAMILIA

Escala de la evaluación de la adaptabilidad y cohesión familiar: FACES III (Olson, D., Portner,

J.,Lavee, Y.,1985)

Instrucciones: A continuación le presentamos algunas afirmaciones respecto a la forma en que

usted considera que su familia (con la que vive actualmente) reacciona en forma habitual, no como quisiera

que reaccionara. Cada afirmación tiene cinco probabilidades de respuesta, marque la opción que mejor

describa su experiencia. Debe marcar sólo una respuesta.

1 Nunca 2 Casi nunca 3 A veces 4 Casi Siempre 5 Siempre

1 Nos apoyamos entre nosotros cuando lo necesitamos

2 Se toman en cuenta las sugerencias de los hijos para solucionar problemas

3 Estamos de acuerdo con las amistades de cada uno de nosotros

4 Nuestros hijos pueden opinar sobre su disciplina (Dar ejemplo: Si el llegara a desobedecerlos, y han decidido

castigarlo, ¿el podría opinar sobre el castigo o medida que tomarían sobre lo que hizo?).

5 Nos gusta convivir con los familiares más cercanos (tíos, abuelos, primos).

6 Cualquier miembro de nuestra familia puede mandar

7 Nos sentimos más unidos entre nosotros que con personas que no son de nuestra familia

8 En nuestra familia se puede cambiar a la persona que hace los quehaceres de la casa

9 Nos gusta pasar el tiempo libre en familia

10 Platicamos entre padres e hijos los castigos (De casa: Si no hacen la tarea que les toca como lavar platos,

que castigo tendrá o en la escuela si se portó mal o no llevó tareas, qué castigo puede tener y lo platican con los hijos

para llegar a un acuerdo).

11 En mi familia nos sentimos muy unidos entre nosotros (Entre ustedes pase lo que pase existe ese sentimiento

de unión y apoyo)

12 En nuestra familia los hijos también toman decisiones (Como la escuela a la que entrarán el siguiente ciclo).

13 Cuando se toma una decisión importante, toda la familia está presente (Si tienen que decidir en que hospital

278

Dimensión 1 ―relación parental‖ Soporte parental (PAI)

Reactivo Media DS

Frecuencia relativa respuesta

+

Criterio de valoración respuesta

t

Criterio de valoración de µ para cálculo t

+

2.Durante el embarazo mi esposo me expresó su confianza 3.74 1.22 65% Muy bueno

3.25** Bueno

3.Cuando se presenta algún problema entre los dos buscamos una solución 4.2 0.94 77% Muy bueno

12.08** Muy bueno

4.Mi esposo y yo podemos tener una buena comunicación cuando se trata de nuestro hijo 4.15 0.92 74% Muy bueno

11.60** Muy bueno

6.Me gusta fomentar con mi esposo el que hablemos acerca nuestro hijo 4.15 0.85 77% Muy bueno

12.35** Muy bueno

8.Mi esposo y yo estamos de acuerdo en lo que puede y no puede hacer nuestro hijo 3.8 1.08 65% Muy bueno

4.55** Bueno

9.Me siento más cerca de mi esposo cuando lo miro jugar con nuestro hijo 4.17 0.86 77% Muy bueno

12.58** Muy bueno

11.Mi esposo y yo hacemos un buen equipo como padres 3.72 0.95 61% Muy bueno

3.85** Bueno

12.Mi esposo cree que soy una buena madre 3.82 0.94 65% Muy bueno

5.52** Bueno

15.Mi esposo quiere a nuestro hijo tanto como yo 4.49 0.76 87% Excelente

21.24** Muy bueno

16.Mi esposo y yo tenemos la misma opinión acerca de nuestro niño 3.75 1.04 63% Muy bueno

3.87** Bueno

17.Si nuestro hijo necesita ser castigado mi esposo y yo nos ponemos de acuerdo en cómo hacerlo 3.03 1.16 40% Bueno

0.36 Aceptable

19.Mi esposo me dice que soy una buena madre 3.29 1.11 48% Bueno

4.26* Aceptable

20.Mi esposo y yo queremos lo mismo para el futuro de nuestro hijo 4.36 0.83 83% Excelente

16.85** Muy bueno

PROMEDIO RESPUESTA POSITIVA 68%

N=268;significativo al 0.05* µ=3;significativo al 0.05** µ=3.5

Dimensión 2 ―percepción parental‖ (PAI)

atenderán a un familiar enfermo, o si van a pedir un préstamo o cambiar de casa).

14 En nuestra familia se pueden cambiar las reglas (Hora de llegada, permisos, horas de comida, intercambiar

quehaceres)

15 Con facilidad podemos organizar actividades en familia

16 Intercambiamos los quehaceres de la casa entre nosotros

17 Nos preguntamos unos con otros para tomar decisiones

18 En nuestra familia es difícil saber quién manda

19 En mi familia es muy importante estar unidos

20 Es difícil decir qué tarea de la casa tiene que hacer cada uno

279

Reactivo Media DS

Frecuencia relativa

respuesta

Criterio de valoración respuesta

t

Criterio de

valoración de µ para cálculo t + +

1.a mi esposo le gusta estar con nuestro hijo 3.65 1.27 59% Bueno 1.96**

Bueno

5.Mi esposo está dispuesto a dejar de hacer cosas para ayudarme 3.91 1.12 69% Muy bueno 5.94**

Bueno

7. Mi esposo le pone mucha atención o está pendiente de nuestro hijo 4.11 1.04 75% Muy bueno 9.56**

Muy bueno

10.Mi esposo sabe cómo tratar a los niños 4.03 0.96 72% Muy bueno 9.05**

Muy bueno

13.Yo creo que mi esposo es un buen padre 4.27 0.89 78% Muy bueno 14.14**

Muy bueno

14.Mi esposo hace que mis tareas como madre yo las sienta más fáciles 3.83 1.01 66% Muy bueno 5.28**

Bueno

18.Confío en el buen juicio de mi esposo para decidir lo que es bueno para nuestro hijo 4.02 0.97 73% Muy bueno 8.80**

Muy bueno

PROMEDIO 70%

N= 268; significativo al 0.05* µ=3;significativo al 0.05** µ=3.5

Dimensión 1 ―unidad afectiva‖ Cohesión y adaptabilidad familiar (FACES)

Reactivo Media DS

Frecuencia relativa

respuesta +

Criterio de valoración respuesta

+

t

Criterio de

valoración de µ para cálculo t

1.Nos apoyamos cuando lo necesitamos 4

.45 0.77

79%

Muy bueno 20.09** Muy

bueno

5.Conviven con familiares cercanos 3

.99 1.02 71% Muy bueno 7.755**

Bueno

7.Nos sentimos más unidos entre nosotros 4

.44 0.81 84% Excelente 18.95**

Muy bueno

9.Nos gusta pasar el tiempo libre en familia 4

.19 0.81 78% Muy bueno 13.86**

Muy bueno

11.Nos sentimos muy unidos 4

.33 0.81 82% Excelente 16.80**

Muy bueno

15.Podemos organizar actividades en familia 3

.66 0.98 61% Muy bueno 2.66**

Bueno

17.Nos preguntamos para tomar decisiones 3

.68 0.98 62% Muy bueno 3.04**

Bueno

19.En mi familia es muy importante estar unidos 4

.60 0.60 90% Excelente 29.70**

Excelente

PROMEDIO

76%

N=268;significativo al 0.05* µ=3;significativo al 0.05** µ=3.5

Dimensión 2 ―participación familiar‖ (FACES)

280

Reactivo Media DS

Frecuencia relativa

respuesta

Criterio de valoración respuesta

t

Criterio de valoración de µ para cálculo t

+ +

2.Se toman en cuenta sugerencias de los hijos 3.37 1.15 51% Bueno 5.23*

Aceptable

4.Los hijos opinan sobre su disciplina 3.07 1.16 40% Bueno 1.04

Aceptable

8.Se pueden cambiar quehaceres de la casa 3.04 1.15 41% Bueno 0.52

Aceptable

10.Platicamos los castigos 3.25 1.1 46% Bueno 3.66* Aceptable

12.Hijos también toman decisiones 2.96 1.05 36% Aceptable -0.69 Insuficient

e

13.Toman decisión importante, familia están presentes 3.55 1.14 58% Bueno 7.89*

Bueno

14.Se pueden cambiar las reglas 2.96 0.99 35% Aceptable -0.67 Insuficient

e

16.Intercambiamos los quehaceres de la casa 3.18 1.02 42% Bueno 2.81*

Aceptable

PROMEDIO 44%

N=268;significativo al 0.05* µ=3;significativo al 0.05** µ=3.5

Dimensión 1 ―flexibilidad familiar‖ Satisfacción familiar (FSS)

Reactivo Medi

a DS

Frecuencia relativa

respuesta

Criterio de valoración respuesta

t

Criterio de valoración de µ para cálculo t

+ +

2.Enfrentarse a cosas difíciles 3.04 0.86 63% Muy bueno 0.7

Aceptable

3.Capacidad para hacer cambios 2.94 0.8 59% Bueno

-1.29

Insuficiente

6.Habilidad para resolver conflictos 2.87 0.84 54% Bueno

-2.61

Insuficiente

10.Preocupación entre los miembros 3.05 0.9 63% Muy bueno 0.87

Aceptable

PROMEDIO 60%

N= 268;significancia al 0.05* µ=3; significancia al 0.05** µ=3.5

Dimensión 2 ―unión familiar‖ Satisfacción familiar (FSS)

Reactivo Medi

a DS

Frecuencia relativa

respuesta

Criterio de valoración respuesta

t

Criterio de

valoración de µ para

cálculo t + +

1.-Unión y apoyo entre miembros 3.25 0.84 63% Muy bueno

4.82*

Aceptable

4.-Capacidad para platicar cosas buenas 3.24

0.81 73% Muy bueno

4.73*

Aceptable

281

5.-Comunicación entre miembros 3.11 0.83 67% Muy bueno

2.13*

Aceptable

7.-Tiempo juntos como familia 3.01 0.94 60% Bueno 0.12

Aceptable

8.-Forma como platican los problemas 2.93 0.86 59% Bueno

-1.41

Insuficiente

9.-Respeto a opiniones 3.05 0.85 65% Muy bueno 1

Aceptable

PROMEDIO 64%

N= 268; significancia al 0.05* µ=3; significancia al 0.05** µ=3.5

Dimensión 1 ―apoyo social‖ Estrategias afrontamiento familiar, (FCOPES)

Reactivo Media DS

Frecuencia relativa

respuesta

Criterio de valoración respuesta

t

Criterio de valoración de µ para cálculo t + +

1.Compartimos dificultades con familiares 2.55 1.307 28% Aceptable -5.653

Insuficiente

2.Pedimos ánimo y apoyo a amigos 2.06 1.046 15% No aceptable -14.663

Insuficiente

4.Pedimos información de otras familias 2.28 1.168 20% Aceptable -10.039

Insuficiente

5.Pedimos consejos a parientes 2.44 1.168 24% Aceptable -7.847 Insuficiente

8.Recibimos favores de vecinos 2.23 1.176 20% Aceptable -10.754 Insuficiente

9.Buscamos ayuda y consejo del doctor 3.4 1.269 52% Bueno 5.102*

Aceptable

10.Pedimos ayuda y favores a vecinos 2.19 1.026 17% No aceptable -12.914

Insuficiente

16.Compartimos preocupaciones 2.31 1.124 21% Aceptable -10.054

Insuficiente

20.Hacemos cosas con familiares –problemas- 2.69 1.256 33% Aceptable -3.989

Insuficiente

21.Buscamos ayuda profesional 2.08 1.174 17% No aceptable -12.796 Insuficiente

23.Participamos en actividades de la iglesia 2.4 1.281 25% Aceptable -7.627

Insuficiente

25.Preguntamos opinión de familiares problemas 2.5 1.195 19% No aceptable -6.903

Insuficiente

27.Pedimos consejo a guía espiritual 1.89 1.084 10% No aceptable -16.733

Insuficiente

29. Compartimos problemas con vecinos 1.66 0.821 10% No aceptable -26.701

Insuficiente

PROMEDIO 22%

N=268;significativo al 0.05* µ=3; significativo al 0.05** µ=3.5

Dimensión 2 ―redefinición familiar‖ (FCOPES)

Reactivo Media DS

Frecuencia relativa

respuesta

Criterio de valoración respuesta

t

Criterio de valoración de µ para cálculo t

+ +

3.Capaces de resolver problemas 4.1 0.97 75% Muy bueno 10.20**

Muy bueno

7.Tenemos fuerza para resolver problemas 4.09 0.97 75% Muy bueno 9.81**

Muy bueno

282

11.Enfrentamos problemas 4.22 0.83 79% Muy bueno 14.04** Muy bueno

13.Demostramos que somos fuertes 3.97 0.94 68% Muy bueno 8.04**

Bueno

15.Vemos problemas como algo natural 4.1 0.92 75% Muy bueno 10.58**

Muy bueno

19.Problemas inesperados 3.88 1.01 68% Muy bueno 6.17** Bueno

22.Podemos manejar nuestros problemas 3.87 0.92 66% Muy bueno 6.51**

Bueno

24.Pensamos en el lado bueno 4.11 0.88 75% Muy bueno 11.33**

Muy bueno

PROMEDIO 73%

Dimensión 1 ―apoyo comunitario‖ Soporte social, (SSI)

Reactivo Media DS

Frecuencia relativa

respuesta

Criterio de valoración respuesta

t

Criterio de valoración de µ para cálculo t

+ +

1.Si tengo una emergencia gente de mi comunidad estaría dispuesta a ayudarme 3.24 1.1 48% Bueno 3.47*

Aceptable

4.La gente de aquí sabe que la comunidad puede ayudarla si está en problemas 3.13 1.03 43% Bueno 2.01*

Aceptable

5.Tengo amigos que me dicen que valoran quien soy y lo que hago 3.41 1.23 55% Bueno 5.40*

Aceptable

6.Las personas de aquí pueden contar con los otros miembros de esta comunidad 3.37 1.02 51% Bueno 5.82*

Aceptable

11.Vivir en esta comunidad me hace sentir seguro 4.05 1.01 75% Muy bueno 16.99*

Muy bueno

15.Estoy seguro que soy tan importante para mis amigos como ellos lo son para mi 3.24 1.03 47% Bueno 3.70*

Aceptable

16.Tengo amigos cercanos fuera de la familia que sé que realmente se preocupan por mi 3.47 1.08 56% Bueno 7.08*

Aceptable

PROMEDIO 60%

Dimensión 2 ―red familiar‖ (SSI)

Reactivo Media DS

Frecuencia relativa

respuesta +

Criterio de valoración respuesta

+

t

Criteriode valoración de µ para cálculo t

3.Las cosas que hago por los miembros de mi familia me hacen sentir parte de este grupo

4.36

0.65 88% Excelente 33.79*

Muy

bueno

7. Los miembros de mi familia rara vez escuchan mis problemas o preocupaciones.

3.28

1.14 31% Aceptable 4.05*

Aceptable 9.Hay veces que personas de la familia hacen sentir infelices a los otros miembros

3.39

1.23 30% Aceptable 5.20*

Aceptable

10.Necesito ser muy cuidadoso en lo que hago por mis 3 1.27 35% Aceptable 2.88*

283

amigos .22 Aceptable

12.Los miembros de mi familia se esfuerzan por mostrarme su amor y afecto

4.12

0.94 76% Muy bueno 19.51* Muy

bueno

17.Los miembros de mi familia no parecen entenderme 3

.37 1.15 29% Aceptable 5.18*

Aceptable

PROMEDIO

48%

N=268;significativo al 0.05*µ=3;significativo al 0.05** µ=3.5

Dimensión 1 ―significado familiar‖ Sentido de coherencia familiar, (SOC)

Reactivo Media DS

Frecuencia relativa

respuesta +

Criterio de valoración respuesta

+

t

Criterio de valoración de µ para cálculo t

1.Siente que puede influir en lo que pasa con su familia 2

.40 1.45 10%

No aceptable

-6.73 Insuficiente

2. Cuando ha tenido que hacer cosas que dependen de la cooperación de todos, ¿se pueden hacer?

2.40

1.39 8% No

aceptable -7.10

Insuficiente

3. Hasta ahora ¿su familia ha tenido metas y objetivos claros?

3.10

1.64 20% Aceptable 1.04

Aceptable

4. ¿Las reglas de la familia son claras para usted? 5

.29 1.63 68% Muy bueno 23.01*

Excelente

9. Cuando piensa en su vida familiar, frecuentemente, usted se siente contenta?

5.78

1.30 78% Muy bueno 35.04*

Excelente 10. ¿Siente satisfacción haciendo las cosas que hace como papá o mamá?

1.83

1.10 4% No

aceptable -17.31

Insuficiente

12 ¿.Las personas con las que usted contaba lo han decepcionado?

3.49

1.80 78% Muy bueno 4.39*

Aceptable

PROMEDIO

38%

N=268; significativo al 0.05 * µ=3;significativo al 0.05** µ=3.5

Dimensión 2 ―comprensibilidad‖ (SOC)

Reactivo Media DS

Frecuencia relativa

respuesta +

Criterio de valoración respuesta

+

t

Criterio de

valoración de µ para cálculo t

5.Cuando su familia enfrenta un problema difícil, escoger un solución es

3.38

1.87 29% Aceptable 3.35*

Bueno

6.La vida familiar le parece: rutinaria o interesante 4

.57 2.03 52% Bueno 12.65*

Muy bueno

7.En qué medida está claro el futuro de su familia 3

.29 2.06 29% Aceptable 2.30*

Aceptable

11.Ha sentido que no sabe exactamente que pasara con su familia

3.34

1.76 25% Aceptable 3.18*

Aceptable

PROMEDIO

34%

N=268; significativo al 0.05* µ=3;significativo al 0.05** µ=3.5

Dimensión 1 ―temperamento del hijo actividad-demanda‖ Estrés de la crianza (IEP)

Reactivo Media DS

Frecuencia relativa

respuesta +

Criterio de valoración respuesta

+

t

Criterio de valoración de µ para cálculo t

284

2. Mi hijo es tan inquieto que me cansa 2

.82 1.29 35% Aceptable -2.31

Insuficiente

3. Mi hijo se distrae con facilidad 3

.72 1.07 62% Muy bueno 10.87*

Bueno

4. Mi hijo es más olvidadizo y distraído 3

.14 1.28 45% Bueno 1.81

Aceptable

5. Si lo mando a hacer algo tarda mucho o no lo hace 3

.21 1.15 44% Bueno 2.91*

Aceptable

12.Mi hijo llora y se inquieta 2

.66 1.21 30% Aceptable -4.51

Insuficiente

13. Mi hijo llora y se inquieta más que otros 2

.67 1.18 29% Aceptable -4.59

Insuficiente

17.Mi hijo se comporta como chiquito 3

.16 1.11 44% Bueno 2.31*

Aceptable

PROMEDIO

41%

N=268;significativo al 0.05* µ=3;significativo al 0.05** µ=3.5

Dimensión 2. ―temperamento del hijo afecto-apego‖ (IEP)

Reactivo Media DS

Frecuencia relativa

respuesta +

Criterio de valoración respuesta

+

t

Criterio de

valoración de µ para cálculo t

8. Hace cosas que me hacen sentir orgullosa

4.13

0.92 79% Muy bueno 11.20** Muy

bueno

9. Le agrado y quiere estar cerca de mi 4

.33 0.82 82% Excelente 16.37**

Muy bueno

10. Mi hijo es muy risueño conmigo 4

.19 0.84 82% Excelente 13.42**

Muy bueno

11. A mi hijo la mayoría veces le gusta jugar conmigo 3

.99 1.04 70% Muy bueno 7.59**

Bueno

20. Mi hijo es tan alegre como otros 4

.35 0.86 82% Excelente 16.05**

Muy bueno

22.Le gusta ser abrazado o acariciado 4

.34 0.90 81% Excelente 15.26**

Muy bueno

PROMEDIO

9%

N=268; significativo al 0.05* µ=3;significativo al 0.05** µ=3.5

Dimensión 3 ―competencias de la madre salud-restricción‖ (IEP)

Reactivo Media DS

Frecuencia relativa

respuesta +

Criterio de valoración respuesta

+

t

Criterio de valoración de µ para cálculo t

24. Ser madre es más difícil de lo que pensé

3.11

1.46 45% Bueno 1.21 Aceptable

30.Me costó trabajo que aprendiera a comer y dormir 2

.72 1.31 34% Aceptable -3.54

Insuficiente

34.Hay cosas que mi hijo hace que no me gustan 2

.71 1.04 16%

No aceptable

-4.63 Insuficiente

35.Conforme crece me preocupa que se lastime 3

.71 1.22 63% Muy bueno 9.45*

Bueno

36.Mi hijo parece ser más difícil de cuidar que la mayoría de otros niños

3.01

1.31 41% Bueno 0.18 Aceptable

39.He tenido más problemas criando a mi hijo 2

.51 1.22 26% Aceptable -6.51

Insuficiente

285

47.No me da tiempo hacer otras cosas 3

.25 1.11 46% Bueno 3.61*

Aceptable

48.No me queda tiempo para mi 3

.08 1.10 41% Bueno 1.16

Aceptable

49.Me siento agobiada por mis responsabilidades 2

.57 1.20 28% Aceptable -5.76

Insuficiente

51.Comportamiento como madre me siento mal 2

.51 1.05 24% Aceptable -7.67

Insuficiente

52.Cuando mi hijo se porta mal, siento que soy responsable

2.89

1.13 36% Aceptable -1.56 Insuficiente

53.Si mi hijo hace las cosas mal es por mi culpa 2

.94 1.11 25% Aceptable -0.81

Insuficiente

55.Hay cosas que me molestan de mi vida 2

.58 1.09 26% Aceptable -6.29

Insuficiente

56.Me siento mal cuando me enojo con mi hijo 3

.18 1.15 45% Bueno 2.54*

Aceptable

64.Siento que estoy sola y casi no tengo amigos 2

.21 1.20 19%

No aceptable

-10.71 Insuficiente

70.Durante últimos 6 meses me he sentido más enferma

2.34

1.20 23% Aceptable -8.94 Insuficiente

71.Me siento bien de salud 3

.94 0.98 67% Muy bueno 15.68*

Bueno

72.Me siento cansada y con pocos ánimos 2

.66 1.06 28% Aceptable -5.26

Insuficiente

PROMEDIO

35%

N=268;significativo al 0.05* µ=3;significativo al 0.05** µ=3.5

Dimensión 4 ―competencias de la madre socialización-apego‖ (IEP)

Reactivo M

Media DS

Frecuencia relativa respuesta +

Criterio de valoración respuesta +

t

Criterio de valoración de µ para cálculo t

26. Más dificultad para adaptarse a cambios

2.56

1.34 82% Excelente -5.33

Insuficiente

31.Se esconde cuando ve extraños 1

.84 0.97 10%

No aceptable

-19.58 Insuficiente

37.Mi hijo me pide más que otros niños 2

.01 1.04 13%

No aceptable

-15.37 Insuficiente

38. Puedo saber que hacer sin preguntar 3

.57 1.12 56% Bueno 8.23*

Bueno

40.Puedo lograr que mi hijo me haga caso 4

.18 0.80 77% Muy bueno 23.78*

Muy bueno

41.Puedo manejar bien a mi hijo 3

.92 0.89 70% Muy bueno 16.77*

Bueno

54.Me agradan los sentimientos que tengo por mi hijo 4

.60 0.66 90% Excelente 39.58*

Excelente

57.Mi esposo ha dado el apoyo que yo esperaba 4

.32 0.98 81% Excelente 21.93*

Muy bueno

58.Tener un hijo me ha causado problemas con mi esposo

1.72

0.97 8% No aceptable

-21.43 Insuficiente

59.Mi esposo y yo ya no hacemos muchas cosas juntos 2

.40 1.06 20% Aceptable -9.33

Insuficiente

61.He tenido menos interés en tener relaciones intimas 2

.05 1.07 14%

No aceptable

-14.46 Insuficiente

65.Cuando voy a una fiesta rápido me quiero ir 2

.47 1.17 24% Aceptable -7.32

Insuficiente

67.Siento que a otras personas de mi edad les agrada mi compañía

3.74

0.89 63% Muy bueno 13.45* Bueno

286

PROMEDIO

47%

N=268;significativo al 0.05* µ=3;significativo al 0.05** µ=3.5