VIII Reunión de Economía Mundial Universidad de Alicante, 2006

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1 VIII Reunión de Economía Mundial Universidad de Alicante, 2006 Autor Gemma Durán Romero Universidad Autónoma de Madrid Facultad de Ciencias Económicas Dpto. de Estructura Económica [email protected] 914974546 Título: LOS OBJETIVOS DEL MILENIO. EL PAPEL DE LAS EMPRESAS EN AMÉRICA LATINA PARA GARANTIZAR LA SOSTENIBILIDAD DEL MEDIO AMBIENTE

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VIII Reunión de Economía Mundial Universidad de Alicante, 2006 Autor Gemma Durán Romero Universidad Autónoma de Madrid Facultad de Ciencias Económicas Dpto. de Estructura Económica [email protected] 914974546

Título: LOS OBJETIVOS DEL MILENIO. EL PAPEL DE LAS EMPRESAS EN AMÉRICA LATINA PARA GARANTIZAR LA SOSTENIBILIDAD DEL MEDIO AMBIENTE

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LOS OBJETIVOS DEL MILENIO. EL PAPEL DE LAS EMPRESAS EN AMÉRICA LATINA PARA GARANTIZAR LA SOSTENIBILIDAD DEL MEDIO AMBIENTE

1. Introducción

El punto 7 de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) establece “garantizar la

sostenibilidad del medio ambiente” desarrollando como metas la incorporación de los

principios del desarrollo sostenible en las políticas y los programas nacionales; reducir a la

mitad, para el año 2015, el porcentaje de personas que carezcan de acceso sostenible al agua

potable y a servicios básicos de saneamiento y, haber mejorado, para el año 2020, la vida de

por los menos 100 millones de habitantes en tugurios.

La consecución de estos objetivos implica la participación de los gobiernos así como de otros

agentes sociales, entre los que destacan las empresas que contribuyen al proceso de

sostenibilidad económica y social generando renta y riqueza. En este sentido, cabe recordar

que ya desde Naciones Unidas se incluye el medio ambiente como parte de los principios del

Pacto Mundial y, más concretamente, desde la División para el Desarrollo Sostenible, se

promueve la participación empresarial y el compromiso para el desarrollo de los principios de

la Agenda 21. De igual forma, el World Business Council for Sustainable Development

define la Responsabilidad Social Empresarial (RSE), como “el compromiso de la empresa a

contribuir al desarrollo económico sostenible, trabajando con los empleados, sus familias, la

comunidad local y la sociedad y, en general, para mejorar su calidad de vida”.

En esta comunicación se pretende analizar el papel que juegan las empresas en la consecución

de la sostenibilidad ambiental en América Latina para lo que, previamente, se hará una

revisión de la situación ambiental de la región con especial referencia a los indicadores de

sostenibilidad ambiental recogidos en las metas 9, 10 y 11 del Objetivo 7 del Milenio para,

finalmente, hacer referencia a la situación de las prácticas medioambientales y de

responsabilidad social adoptadas en la región por el sistema productivo.

2. Situación medioambiental en América Latina

América Latina, al igual que el resto de regiones del mundo, está inmersa en el proceso

globalizador lo que ha contribuido a aumentar su crecimiento económico y su riqueza

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regional. Sin embargo, a pesar de que sus políticas de desarrollo económico han supuesto un

gran dinamismo para la región, éstas no han estado exentas de costes en términos de

desigualdad social y deterioro medioambiental que se han visto acrecentados por las crisis

económicas y las consiguientes medidas de ajuste de los años ochenta.

Un primer análisis de los elementos ambientales y sociales de América Latina permite dibujar

un panorama poco alentador. Según una publicación reciente de Naciones Unidas “Un

planeta, mucha gente: Atlas de un Medio Ambiente que cambia” en el que se recogen,

mediante imágenes por satélite, los cambios acontecidos en el medio ambiente mundial en los

últimos treinta años, América Latina destaca, sobre todo, por la desaparición de selvas

vírgenes o el crecimiento de las ciudades. Si se revisa el objetivo vertebral de los ODM

“reducir la pobreza a la mitad antes del 2015”, se observa que el avance en este tema ha sido

muy pequeño.

América Latina y el Caribe concentra una de las extensiones forestales más importantes del

planeta con 834 millones de hectáreas de bosques tropicales y 130 millones de hectáreas de

otros tipos de bosques que cubren el 48 por ciento del total de la superficie de tierras1

constituyendo un activo muy importante no sólo para la preservación de las biodiversidad

sino por su contribución a la absorción del carbono y a la prevención de la erosión de los

suelos. Por otro lado, a esta función natural, hay que sumarle su contribución socioeconómica,

es decir, la aportación que realiza a la industria maderera y de productos forestales de gran

importancia para las comunidades indígenas.

Sin embargo, la tasa de deforestación es una de las más altas del mundo con un 0,48 por

ciento anual habiéndose reducido el área total forestada en 46,7 millones de hectáreas entre

1990 y el año 2000, siendo muy preocupante, sobre todo, en la selva Amazónica o en los

bosques tropicales de América Central donde la pérdida se sigue dando a un ritmo cercano al 1%

anual.

Todo ello, supone pérdida de la diversidad genética, con las consecuencias colaterales tales

como la transformación de los hábitat, la extinción de especies, la fragmentación de

1 Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, México, Perú y Venezuela son los países que concentran el 56 por ciento del total regional.

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ecosistemas, etc., ya que en estas zonas se alojan cientos de especies animales y vegetales,

algunas desconocidas, con gran valor genético por su potencial como nuevos productos

agrícolas o industriales y para curar enfermedades. Concretamente, en América Latina y el

Caribe se encuentran siete de las 25 áreas mundiales consideradas como críticas, es decir,

caracterizadas por su alta concentración de plantas vasculares endémicas2.

Además, el tráfico ilegal de especies amenazadas es otra de las causas de la pérdida de la

riqueza biológica siendo América Latina y el Caribe una de las regiones más exportadoras de

organismos silvestres a EEUU y Europa3.

Respecto a la tierra, la expansión de las zonas agrícolas4 junto al inadecuado uso de las

mismas, ha contribuido a su pérdida y degradación así como a la reducción en la producción

de alimentos. La expansión de las tierras agrícolas, el pastoreo, la explotación de madera, la

utilización de productos forestales han contribuido a la degradación y disminución de los

bosques, siendo la principal causa de deforestación en el Amazonas Brasileño. A ello han

contribuido las políticas gubernamentales de apoyo a la conversión de la tierra para explotación

agropecuaria.

A la degradación de la tierra hay que sumarle la situación de estrés hídrico que no sólo afecta

a esta región sino que es un problema a nivel mundial debido al crecimiento en el consumo

que se ha multiplicado por seis en los últimos 70 años, sobre todo, el dedicado a uso agrícola

al que se destinan dos tercios del agua disponible y, por otro, al importante desarrollo

industrial acontecido a partir de la segunda mitad del siglo XX. Actualmente, unos 340

millones de personas en el mundo tienen problemas de abastecimiento de aguas y unos 1200

millones tienen un abastecimiento inadecuado. Además, la sobreexplotación de los acuíferos, 2 De las 300.000 plantas vasculares conocidas del todo el planeta, aproximadamente el 65% se encuentran en Brasil, Colombia, Ecuador, México, Perú y Venezuela albergando entre el 60 y el 70 % de todas las formas de vida del planeta. Concretamente, Brasil, es el país con más especies (57.704 especies de plantas, peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos). En Panamá se han identificado 732 especies de aves y en Costa Rica 600, mientras que en Trinidad y Tobago se conocen 100 especies de mamíferos y en Jamaica 3.308 especies de plantas (PNUMA, 2003). 3 Algunas estimaciones realizadas han llegado a la conclusión de que un 47% de los animales capturados ilegalmente proceden de América Latina siendo el 37% de Brasil y el resto de Perú, Argentina, Venezuela, Paraguay, Bolivia y Colombia. 4 Durante el periodo de 1972 a 1999, la superficie de tierras cultivables permanentes y de tierras de cultivo se expandió en América del Sur en 30,2 millones de hectáreas o en un 35,1 por ciento, en Mesoamérica en 6,3 millones de hectáreas o en 21,3 por ciento y en el Caribe en 1,8 millones de hectáreas o en un 32 por ciento. Fuente: PNUMA, 2003.

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es decir, la extracción anual de aguas subterráneas a un ritmo superior al de recarga, está

llevando a situaciones graves.

El número de personas con estrés hídrico en América Latina y El Caribe en el año 2002 era de

112 millones (Mesoamérica, 49, El Caribe, 10 y América del Sur 53) siendo los países más

afectados México, Argentina y los países ubicados a lo largo de la costa oeste del continente.

Junto a la escasez de agua, tenemos los problemas de contaminación por vertidos de nitratos

(procedentes de la agricultura) y otros contaminantes vertidos al agua subterránea.

Por otro lado, el desarrollo de industrias de uso intensivo de energía, ha llevado al aumento

del consumo de energía primaria que, en el caso de América Latina, en términos relativos no

ha sido muy elevado ya que representa un 6% del consumo mundial comparado con el

realizado por países asiáticos en desarrollo que representa, aproximadamente, un 26% del

total seguido de América del Norte con un 24,5 % y Europa con un 15,5%.

Este aumento del consumo de energía tiene una consecuencia inmediata en el efecto

invernadero ya que es la combustión de los materiales fósiles, petróleo y carbón, lo que más

contribuye, por sus emisiones de dióxido de carbono. En América Latina ha sido el

crecimiento poblacional y económico de la región, el aumento de las actividades industriales

y la deforestación la principal causa de las emisiones, tanto totales como per cápita, de CO2,

habiéndose duplicado, en los últimos 40 años, hasta alcanzar un nivel de 2,5 toneladas

métricas aunque estas emisiones están por debajo (un 7%) de las globales. También muy

importante son las emisiones de metano por la cría de ganado en países como Argentina,

Chile y Uruguay.

Algunos científicos consideran que la gravedad del cambio climático no está tanto en sus

efectos, previéndose aumentos de la temperatura entre 1,4 y 5,8 grados centígrados5 así como

una disminución de las precipitaciones, sino por la rapidez con que está ocurriendo el cambio

de clima. Además de las consecuencias medioambientales, reflejadas en deshielos, extinción

de especies, se vienen dando tormentas de gran potencia, como, por ejemplo, el Mitch que

causó 11.000 muertos en Centroamérica y las inundaciones en Venezuela en 1999 que 5 Próximamente, el Panel Intergubernamental del Cambio Climático presentará un informe en el que el que se prevé que el incremento de las temperaturas medias del planeta, para finales de siglo, será entre 2 y 4,5 grados centígrados modificando la horquilla actual que está en torno a los 1,4 y 5,8 grados.

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acabaron con la vida de 30.000 personas. Estos fenómenos de tormentas tropicales y

huracanas han vuelto a sucederse en el año 2004 y 2005 en el Caribe y el Golfo de México

con un impacto ambiental, social y económico importante sobre todo en Bahamas, las Islas

Caimán, Cuba, Granada y Jamaica y unos daños económicos estimados en unos 30 billones de

dólares americanos6.

Estos cambios pueden provocar, como mínimo, alteraciones en el uso de la tierra

(disminución de las mismas en regiones tropicales y subtropicales así como en las zonas

templadas) y las provisiones de comida, la extensión de las enfermedades tropicales

infeccionas, como la malaria, que transmiten mosquitos y otros insectos.

Por otro lado, los incendios forestales7 y el uso de la biomasa como combustible hogareño

contribuyen de manera importante a la contaminación atmosférica con graves consecuencias

no sólo interiores (enfermedades pulmonares crónicas por el humo inhalado, degradación del

suelo, aumento del riesgo de inundaciones en épocas de lluvia) sino exteriores debido al

desplazamiento del humo a otras zonas cercanas.

3. ¿Dónde se encuentran las causas del deterioro medioambiental?

Los modelos de producción y consumo pueden considerarse como las grandes causas del

deterioro medioambiental aunque no son las únicas ya que hay otros factores, como es el caso

del crecimiento demográfico, que ejercen presión en el entorno.

El crecimiento demográfico supone una gran presión sobre los recursos y sobre el medio

ambiente en dos sentidos. Por un lado, la escasez de recursos obliga a la población a la búsqueda

de ellos, modificando su entorno y moviéndose hacia otras zonas rurales conquistando nuevos

cultivos para abastecer a una población creciente. En las zonas rurales se han intensificado los

cultivos, colonizado tierras vírgenes y desconocidas en cuanto a su potencial ecológico. Por otro,

se han producido movimientos migratorios del campo a la ciudad, creándose grandes zonas de

asentamientos humanos alrededor de las grandes urbes atraídas por el atractivo que representan 6 Fuente: UNEP, 2005. 7 Entre junio y septiembre de 2004 se contabilizaron aproximadamente unos 137.000 incendios en el Amazonas y Los Cerrados. En Bolivia, al menos unos 25.000 y, en Guatemala, la superficie afectada por incendios fue de aproximada 300000 hectáreas en el año 2004 seguida de Honduras (53.000 ha), Costa Rica (40.000 ha). Fuente: UNEP, 2005.

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las ciudades como suministradoras de empleo, de servicios, en definitiva, generadoras de renta.

El problema fundamental se encuentra en la ubicación de esta población en zonas con alto riesgo

(cerca de cuencas fluviales o en áreas pendientes) y carentes, sobre todo, de los servicios

sanitarios básicos (falta de alcantarillado, carencia de agua potable, contaminación de suelo) o

sin agua potable. Este ha sido el caso de América Latina y El Caribe en el que tres cuartas partes

de la población viven en zonas urbanas dando lugar a megaciudades como Ciudad de México, o

Sao Paulo (en 1990 contaban con 20,2 y 17, 4 millones de habitantes respectivamente), Buenos

Aires o Río de Janeiro, en donde se concentran un porcentaje alto de pobreza viviendo en

condiciones precarias.

Así, el Atlas de Naciones Unidas, mencionado anteriormente, señala por ejemplo, la

desaparición de las selvas vírgenes de Paraguay y Brasil sustituidas por el crecimiento de las

ciudades o en Chiapas (México) como consecuencia del “rápido crecimiento demográfico y a

la creciente necesidad de tierras cultivables y para el pastoreo” y el crecimiento de Santiago,

en Chile que, en treinta años, ha duplicado su población alcanzando actualmente, los 5

millones de habitantes.

Todo ello, además, tiene graves consecuencias para la calidad del aire, sobre todo, por el

aumento del transporte y de la actividad industrial8 así como el aumento de la producción de

desechos sólidos9 que junto a la falta de vigilancia y normativa adecuada, suponen uno de los

problemas más graves del entorno urbano.

Las previsiones de futuro para América Latina, concretamente para el año 2050, son de

crecimiento de la población previéndose, a más corto plazo, un aumento de los asentamientos

urbanos por lo que el control de la calidad del aire se convierte en uno de los objetivos

prioritarios.

Este aumento de la población preocupa, desde el punto de vista ambiental, por la presión que se

ejerce sobre los recursos naturales, por el deterioro del medio ambiente y, además, por la

8 El sector del transporte es una de las principales fuentes de contaminación atmosférica en Buenos Aires (un 70% de las emisiones) y en ciudad de México (entre casi treinta años se han cuadriplicado el número de automóviles).

9 Actualmente, se generan unos 0,92 kilos/día/per cápita.

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aparición de pobreza. Así, el deterioro de los ecosistemas supone para las comunidades más

pobres, más dependientes de la explotación de recursos naturales, una amenaza para la

obtención de ingresos. La falta de recursos o las malas condiciones de vida llevan a manejar

cifras de pobreza tales como que el 25% de la población mundial (unos 1200 millones de

personas) vive con un dólar o menos al día y, otros, unos 1600 millones viven con menos de

dos dólares. Aunque a nivel global, la pobreza ha disminuido desde la década de los noventa,

esta mejora no se ha producido por igual en las distintas áreas del mundo. Si se analiza su

evolución durante la década de los noventa, se observa que, fundamentalmente, ésta se ha

reducido en los países de Asia, con excepción de Asia Central en donde sí ha aumentado igual

que en el África Subsahariana, Europa Oriental y América Latina y El Caribe.

Los pobres son una población frágil, vulnerable al deterioro ambiental. Suelen ubicarse en

tierras marginales, áridas, muy empinadas y de escasa fertilidad lo que merma la obtención de

ingresos. La falta de ingresos, por otro lado, dificulta las importaciones de alimentos para

subsanar el déficit alimentario, sobre todo, en el caso de los países con producciones

insuficientes. La pobreza se manifiesta no sólo en la falta de ingresos sino en la escasez de

empleo, la desposesión de la propiedad, la enfermedad o la mala salud.

Con respecto al tema del empleo, unos 60 millones de personas en todo el mundo con edades

comprendidas entre 15 y 24 años carecen de empleo siendo la tasa de desempleo juvenil en

América Latina de un 14% muy superior a la tasa total de desempleo. Este dato es importante

ya que, según indica la Organización Internacional del Trabajo, cuando este potencial juvenil

no se aprovecha no sólo se incurre en un despilfarro sino que supone una amenaza para la

prosperidad futura, se genera un sentimiento de frustración en estos jóvenes, se enquistan en

el sistema educativo y pierden sus destrezas.

Otra cuestión ligada al deterioro medioambiental son las enfermedades. Recientemente

Naciones Unidas señalaba que hay enfermedades infecciosas que pueden atribuirse a factores

como el agua, o la mala calidad del aire, a sistemas de salubridad deficientes. La degradación

ambiental está provocando una cuarta parte de las muertes o invalidez por enfermedades

infecciosas en el mundo detectándose un resurgimiento de enfermedades casi desaparecidas.

Entre las conexiones que se plantean son: los brotes de cólera asociado con la contaminación

de aguas costeras por vertido de aguas residuales sin tratar; la fiebre amarilla, la malaria y el

ébola con la deforestación; el cambio del uso de la tierra -especialmente para agricultura- con

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el tifus y la encefalitis equina; y el crecimiento urbano no planificado con la tuberculosis y la

plaga bubónica. Estas enfermedades están suponiendo un alto coste no sólo por la pérdida de

vidas sino por lo daños económicos.

4. La sostenibilidad ambiental como objetivo de desarrollo

La falta de medidas adecuadas, el ritmo de degradación de los ecosistemas, cuyo estado

podría empeorar durante la primera mitad de este siglo10, ponen en peligro la sostenibilidad

ambiental de la región y suponen un grave obstáculo para su desarrollo económico y social

recordando la afirmación recogida en los Objetivos de Desarrollo del Milenio: “No es posible

tener economías saneadas y gente saludable sin un planeta sano”.

Esta afirmación refleja, por tanto, la importancia que tiene el medio ambiente tanto desde un

punto de vista económico como para el logro de objetivos sociales tales y como los

planteados en los objetivos y metas del Milenio. Concretamente, el clima, la degradación del

suelo y la disponibilidad de agua tiene un efecto importante sobre la disponibilidad de

alimentos (objetivo 1, meta 2), la malnutrición y la calidad de las aguas son dos causas de

mortalidad infantil cuya reducción se plantea en la meta 4. Por otro lado, los cambios en los

ecosistemas está llevando a un aumento de enfermedades como la malaria y el cólera y la

aparición de otras nuevas (meta 6), etc.

En consecuencia, el objetivo de sostenibilidad ambiental se convierte en prioritario como eje

del resto de metas planteadas para el año 2015 que tienen como logro clave la reducción de la

pobreza.

Recientemente se ha llevado a cabo una revisión de los logros obtenidos hasta ahora por la

región mostrando los indicadores un deterioro ambiental importante en la región. Algunos de

ellos:

10 Esta es una de las principales conclusiones a las que llega el informe sobre “Evaluación de los Ecosistemas del Milenio” elaborado por la organización Millennium. En el informe se plantean cuatro escenarios distintos pero el resultado es el mismo: la degradación de los ecosistemas.

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Cuadro 1. Evaluación del objetivo 7. Garantizar la sostenibilidad ambiental (*) Indicador 25. Proporción de la superficie cubierta por bosques

- Disminución de la superficie entre 1990-2000 un 2,4% en casi todos los países de la región con excepción del Caribe

Indicador 26. Relación entre zonas protegidas para mantener la diversidad biológica y la superficie total

- No se dispone de información suficiente para la evaluación del progreso de este indicador. Los datos disponibles son del año 1997 y, según los mismos, se puede afirmar que la superficie total de áreas protegidas ha ido creciendo lenta, pero sostenidamente en la última década

Indicador 27. Uso de la energía (en kilogramos de petróleo equivalentes) por cada dólar de producto interior bruto en paridad de poder adquisitivo

- Para el año 2000 prácticamente no se observaron mejoras con respecto a 1990. En el año 1990, el uso de energía en barriles equivalentes de petróleo por cada mil dólares de producto fue de 2,8 mientras que, en el año 2000, era de 2,7.

- Los países del Caribe presentan valores más altos en intensidad energética y baja eficiencia. Los países del Cono Sur presentan valores más bajos y más avanzados. No cambios significativos en la región andina.

Indicador 28.1. Emisiones de dióxido per cápita y carbono - Las emisiones aumentan a la par de la deforestación. - Para el año 2000, sus emisiones fueron todavía inferiores (2,69 toneladas por persona) a las de

los países desarrollados (11,27 toneladas por persona) Indicador 28.2. Emisiones de clorofluorocarburos que agotan la capa de ozono (toneladas de PAO)

- Disminución del consumo de los compuesto orgánicos clorados y fluorados Indicador 29. Proporción de la población que utiliza combustibles sólidos de biomasa (madera, carbón vegetal, residuos de cosechas y estiércol animal)

- Indicador no disponible aunque ha habido una reducción del consumo de biomasa per cápita excluido el consumo de carbón mineral que corresponde a uso industrial.

- Reducción, sobre todo, en la región andina y Centroamérica y se mantiene en el Caribe y el Cono Sur.

Indicador 30. Proporción de la población con acceso sostenible a fuentes mejoradas de abastecimiento de agua, en zonas urbanas y rurales

- El logro de las metas de agua potable urbana ha tenido un progreso rápido aunque todavía hay zonas que están por debajo del nivel como El Salvador, Perú, Nicaragua y Trinidad y Tobago

- El logro de las metas de agua potable rural se alcanzó en Barbados, Ecuador, Guatemala, la República Dominicana, Saint Kitss y Nevis y Santa Lucía observándose grandes diferencias entre los países con coberturas de menos del 60% en Haití y Brasil y más del 90% en Costa Rica y en los países del Caribe no latino.

Indicador 31. Proporción de la población con acceso de saneamiento mejorados, en zonas urbanas y rurales

- En el año 2002, la cobertura era del 84% en zonas urbanas y de un 44% en zonas rurales. El avance fue apenas de un 27% en las zonas rurales y del 35% en las urbanas. La meta se consiguió en los países del Caribe pero preocupa la situación en Bolivia, Brasil, El Salvador, Guatemala, Haití, Perú y la República Dominicana.

Indicador 32. Proporción de los hogares con acceso a tenencia segura de la vivienda - En 1990, el 35,4% de la población total vivía en tugurio, cifra que disminuyó en el año 2001 a

31,9%. Sin embargo, para el mismo período aumentaron el número de personas que vivían en las ciudades en 79 millones y la población residente en barrios tugurizados aumento de 111 a 12 millones de habitantes. Esta meta es importante para países como Belice, Bolivia, Guatemala, Haití, Nicaragua y Perú donde el 50% de su población urbana, viven en tugurios o para Argentina, Brasil y Venezuela con niveles de tugurización de más de un 25%.

(*) Balance a julio de 2005 Fuente: Machinea, J. L., Bárcena, A., León, A. (coords.)(2005), p. 177

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Cuadro 2. OBJETIVO 7. METAS 10 Y 11. Indicador 30 Indicador 31 Indicador 32 Urbana Rural Urbana Rural % Población Urbana 1990 2002 1990 2002 1990 2002 1990 2002 1990 2001Anguila 60 60 99 99 99 99 40.6 40.6Antigua y Barbuda 95 95 89 98 98 94 6.9 6.9Argentina 97 97 73 87 47 30.5 33.1Bahamas 98 98 86 100 100 100 100 2 2Barbados 100 100 100 100 99 99 100 100 1 1Belice 100 100 82 71 25 54.2 62Bolivia 91 95 48 68 49 58 13 23 70 61.3Brasil 93 96 55 58 82 83 37 35 45 36.6Chile 98 100 49 59 91 96 52 64 4 8.6Colombia 98 99 78 71 95 96 52 54 26 21.8Costa Rica 100 100 92 89 97 97 11.9 12.8Cuba 95 95 78 99 99 95 95 2 2Dominica 100 100 90 86 75 16.6 14Ecuador 81 92 54 77 73 80 36 59 28.1 25.6El Salvador 88 91 47 68 70 78 33 40 44.7 35.2Granada 97 97 93 96 96 97 97 6.9 6.9Guatemala 88 99 69 92 71 72 35 52 65.8 61.8Guyana 83 83 86 60 4.9 4.9Haití 77 91 43 59 27 52 11 23 84.9 85.7Honduras 89 99 78 82 77 89 31 52 24 18.1Islas Vírgenes Británicas 98 98 98 98 100 100 100 100 3 3Jamaica 97 98 86 87 85 90 64 68 29.2 35.7México 90 97 54 72 84 90 20 39 23.1 19.6Montserrat 100 100 100 100 96 96 96 96 10.7 8.8Nicaragua 92 93 42 65 64 78 27 51 80.7 80.9Panamá 99 99 79 89 51 30.8 30.8Paraguay 80 100 46 62 71 94 46 58 36.8 25Perú 88 87 42 66 68 72 15 33 60.4 68.1República Dominicana 97 98 72 85 60 67 33 43 56.4 37.6Saint Kitts y Nevis 99 99 99 99 96 96 96 96 5 5Santa Lucía 98 98 98 98 89 89 11.9 11.9Suriname 98 98 73 99 99 76 6.9 6.9Trinidad y Tobago 93 92 89 88 100 100 100 100 34.7 32Uruguay 98 98 93 95 95 85 6.9 6.9Venezuela 85 70 71 48 40.7 40.7

Nota: Indicador 30. % de la población con acceso sostenible a fuentes mejoradas de abastecimiento de agua Indicador 31. % de la población con acceso a servicios de saneamiento mejorados Indicador 32. % de población urbana viviendo en tugurios Fuente: Bases de datos de CEPAL y elaboración propia

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En términos generales, se puede concluir que, el objetivo de sostenibilidad ambiental todavía está

lejos de conseguirse en la región11. América Latina debería hacer un esfuerzo para avanzar hacia

la superación de sus límites internos al desarrollo para, así, plantearse un crecimiento menos

desigual y poder insertarse en el contexto mundial. Todo ello implicaría entre otras cosas,

plantearse políticas de desarrollo que tengan en cuenta los condicionantes económicos,

ecológicos y culturales, el crecimiento poblacional así como las migraciones, el fortalecimiento

de las instituciones, el cambio de las prácticas de producción y consumo, es decir, plantease un

modelo de desarrollo sostenible aunque, este modelo, no se convierte en la solución a los

problemas de la región si éste se lleva a cabo a imagen y semejanza de los países más

desarrollados sin tener en cuenta las capacidades y necesidades de estos países. Uno de los

requisitos más necesarios es contar con la participación de la sociedad en las decisiones

nacionales buscando, sobre todo, la erradicación de la desigualdad y la pobreza.

Algunos ejemplos al respecto se encuentran en los habitantes de las zonas rurales de algunos

países latinoamericanos, como sería el caso de México, que desde hace un tiempo, reclaman una

mayor participación de sus comunidades a la hora de definir las estrategias de desarrollo ya que

conocen mejor que nadie las posibilidades de sus localidades y su potencial económico endógeno

o, por ejemplo, Brasil que defiende que no puede haber ninguna legislación internacional que

limite su soberanía nacional sobre sus recursos naturales, o Honduras que a través del Foro

Nacional de Convergencia (FONAC) permite un diálogo de alto nivel sobre temas sociales,

económicos y ambientales.

Por otro lado, en los últimos años, se observa que la política ambiental se ha orientado no

únicamente hacia la normativa ambiental (de gran importancia para la preservación de

determinados recursos) sino al desarrollo de otros mecanismos alternativos que favorezcan la

preservación como sería el caso de la certificación forestal o las áreas protegidas y al

fortalecimiento institucional.

11 Otra evaluación sobre la sostenibilidad ambiental en América Latina puede también encontrarse en el informe Pilot 2006 Environmental Performance Index llevado a cabo por la Universidad de Yale y el Center for Internacional Earth Science Information Network (CIESIN) de la Universidad de Columbia en donde se elabora un Índice de Desempeño Ambiental que clasifica a 133 países según 16 indicadores que muestran su avance en Salud Ambiental, Calidad del Aire, Recursos Hídricos, Biodiversidad y Hábitats, Recursos Naturales Productivos y Energía Sustentable. Para el año 2006, este índice sitúa a Costa Rica en el puesto 15, Colombia en el 17 y Chile en el 16 seguidos de Argentina (30), Brasil (34) y Cuba (41) estando más relegados en la lista El Salvador (73), Bolivia (71) y México (66).

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13

Respecto a los bosques, algunos países como Bolivia, Costa Rica, México o Cuba han

desarrollados leyes forestales aunque no es la normativa la única medida adoptada. Destaca,

por otro lado, el estimulo de medidas para la restauración de los bosques degradados mediante

la regeneración natural de los ecosistemas forestales empleándose los regímenes de

certificación forestal12 enfatizando su mayor rentabilidad o la expansión de plantaciones

forestales en áreas no boscosas.

Entre otras medidas de conservación destacan las reservas forestales asociadas a investigación

científica o proyectos de ecoturismo como el Programa Piloto para la Conservación de

Bosques Tropicales Brasileños. Con objetivos similares está el Proyecto BOLFOR en Bolivia

y el Proyecto Iwokrama en Guyana.

Respecto a las nuevas áreas protegidas, según el GEO-2003, en América Latina y El Caribe

hay una 65 reservas de la biosfera declaradas por la UNESCO lo que representa un 15% del

total mundial sin embargo, se observa que aunque, durante el siglo XX, aumentaron el

número de áreas protegidas casi al doble, en extensión sólo aumentaron un 50% lo que es

indicativo de áreas protegidas cada vez más pequeñas. Algunos países cuentan con una

proporción muy elevada de territorio protegido como es el caso de Ecuador (42%), Venezuela

(35%), Belice (20%) y Panamá (18,8%) en contraste con otros como Jamaica, Haití o

Uruguay que no llegan al 0,5%.

La contaminación atmosférica ha sido otros de los objetivos de la política ambiental llevando

a cabo medidas de control de las emisiones y promoción de combustibles no emisores de

gases de efecto invernadero así como la mejora de los sistemas de transporte.

De gran importancia es la participación de la región, sobre todo a partir de 1990, en Acuerdos

Multilaterales de Medio Ambiente tales como el Convenio de Biodiversidad Biológica que,

aunque polémico durante su negociación por las posturas enfrentada entre países del norte y del

sur, ha supuesto un marco importante para la protección de especies animales y vegetales y

prevención de daños ecológicos. En América Latina, algunos países ya han integrado este

Convenio dentro de un marco legislativo general mientras que, en otros, se encuentran en ese

12 Un cálculo de las áreas forestales certificadas puede encontrase en el cuadro 3.

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14

proceso13 contando con la aportación de financiación por parte del Banco Mundial y el Banco

Interamericano de Desarrollo y de otros organismos bilaterales de cooperación.

Otros ejemplos se encuentran en la participación en el Programa de Acción Mundial para la

Protección del Medio Ambiente Marino frente a las Actividades Realizadas en la Tierra, el

acuerdo de Estocolomo para el control de los contaminantes orgánicos persistentes y el

Protocolo de Kioto.

5. Empresas y los objetivos del Milenio.

El logro de los objetivos de desarrollo del Milenio implica, por tanto, la consecución de un

crecimiento económico sostenido, objetivo en el que el sector privado juega un papel

fundamental llevando a cabo inversiones que aumenten la productividad y creando puestos

de trabajo lo que, a su vez implica, un sector público que proporcione el capital humano y las

infraestructuras para llevar a cabo estas inversiones.

La importancia de la industria como motor del crecimiento tanto para las economías

desarrolladas como en desarrollo, así como su responsabilidad en el deterioro medioambiental

quedó recogido ya, en 1987, en el Informe Brundtland (Nuestro Futuro Común) en el que, por

otro lado, se incorporaban una serie de recomendaciones sobre las estrategias para un desarrollo

industrial sostenible indicándose la importancia de la regulación, de los instrumentos de

mercado, del cambio tecnológico y de la colaboración con los países en desarrollo.

La celebración de la Conferencia de Río de Janeiro, en 1992, y la publicación del informe

preparado por el Consejo Empresarial para el Desarrollo Sostenible “Cambiando el rumbo”

(Changing the Course) tuvieron gran impacto en numerosas empresas al enfatizar, por un

lado, la importancia de la actitud empresarial hacia la consecución del desarrollo sostenible y,

por otro, al promover la gestión medioambiental en las empresas no sólo por interés propio

sino por el impacto de esta práctica en la sostenibilidad a largo plazo (Schmidheiny, 1992).

13 Brasil cuenta con un Programa Nacional de Biodiversidad que data de 1994 así como un Proyecto para la Conservación y Uso Sostenible de la Diversidad Biológica brasileña (PROBIO). En Perú, cuentan con la Ley sobre la Conservación y Aprovechamiento Sostenible de la Diversidad Biológica del año 1997. Por otro lado, algunos países como Cuba, Honduras, Nicaragua, Panamá están modificando sus leyes sectoriales para implementar el Convenio de Diversidad Biológica. En México se ha establecido el Fondo Mexicano para la Conservación de la Naturaleza para la financiación de la implementación del Convenio (véase PNUMA, 2003).

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15

De nuevo, la Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible, celebrada en Johannesburgo en el

año 2002, vuelve a plantear estas cuestiones discutiéndose la implicación de las mismas en la

sostenibilidad. En este sentido, las dos posturas defendidas giraban en torno a la posibilidad de

establecer normas respaldadas gubernamentalmente, o bien a través de compromisos voluntarios

como la adhesión al Pacto Mundial (Global Compact) de Naciones Unidas14 que invita a las

empresas a participar, junto a las agencias de Naciones Unidas, los trabajadores y la sociedad

civil en el respeto de diez principios en las áreas de los derechos humanos, el trabajo, el medio

ambiente y la corrupción.

La implicación de las empresas en los Objetivos del Milenio se ve incentivada por el logro de

nuevos y mayores mercados, nuevas oportunidades de inversión, acceso a la fuerza de trabajo,

posición de liderazgo para la consecución cambios gubernamentales. Respecto a la

sostenibilidad ambiental, su contribución giran en torno a tres aspectos (UN Millenium

Report, 2005, p. 23). En primer lugar, desarrollando nuevas herramientas para la

sostenibilidad ambiental. Los empresarios deben desarrollar modelos de crecimiento

sostenible, con una visión a largo plazo en el que sus objetivos prioritarios sean los asuntos

sociales y medioambientales. En este sentido, las empresas juegan un papel relevante en el

desarrollo e implantación de tecnologías más baratas y limpias, que usen fuentes de energía

renovables, así como de materiales más amigables desde el punto de vista medioambiental y

mejorando la eficiencia de uso del agua para agricultura. En este sentido, los gobiernos deben

contribuir creando incentivos y nuevos mercados que atraigan la inversión privada. . La inversión extranjera en la región ha incorporando prácticas de gestión ambiental,

heredadas de su país de origen tales como códigos de conducta éticos, certificaciones

medioambientales o memorias no financieras. Aunque estas prácticas no están muy

extendidas, sí se observa que, desde hace unos cinco años, empiezan a estar en auge en la

región como consecuencia de las actuaciones de muchas empresas multinacionales que exigen

a su cadena de proveedores llevar a cabo prácticas de este tipo o a respetar los derechos

laborales. Como caso concreto, se encuentra la implantación de la norma internacional de gestión

ambiental ISO 14001 donde ha habido un salto cuantitativo en su implantación en tan sólo

cinco años. Concretamente, en el año 1999, el número de empresas que habían implantado la

14 Esta iniciativa fue presentada en enero de 1999 por el Secretario de Naciones Unidas Kofi Anan.

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16

norma en América Latina era tan sólo 237 lo que representaba apenas el 2% mundial para

pasar, en el año 2003, a alcanzar una cifra muy superior, en torno a las 2000 empresas

certificadas15 aunque, por otro lado, se observa que son los países, sobre todo, receptores de

inversión extranjera quienes han extendido más esta práctica como es el caso de Brasil (con

un 51%) del total, México (20%) y Argentina (14%).

La implantación de un sistema de gestión es un herramienta de garantía en cuanto que su

certificación implica el cumplimento de la normativa ambiental y su extensión a toda la

cadena de proveedores lo que permite, de algún modo, generalizar, las prácticas

medioambientales.

Gráfico 1. Empresas certificas ISO 14001

51%

20%

14%

5%

7%

3%

BrasilMéxicoArgentinaChileColombiaOtros

Fuente: Elaboración propia

En segundo lugar, las empresas juegan un papel relevante en tanto que pueden presionar a los

gobiernos para que asuman compromisos más estrictos de cumplimento de compromisos

ambientales tales como la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Actualmente cabe destacar la importancia que tienen los Mecanismos de Desarrollo Limpios

en la región llevando a cabo el 51% de los proyectos mundiales. Estos proyectos tienen como

principal objetivo contribuir a la reducción de las emisiones de dióxido de carbono. Durante

noviembre del 2004 y febrero del 2006, se han registrado en la región 53 proyectos para ser

desarrollados de forma individual o en colaboración con otros países entre los que destacan

España, Francia, Holanda, Reino Unido, Francia, Dinamarca o Japón. Del conjunto de

proyectos destaca la presencia de los mismos en Brasil (16), México (8) y Chile (7) aunque

15 Nuñez, G. (2003), p. 25.

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17

también se han presentado en Honduras, Guatemala, Panamá, Perú y, en menor medida en

Argentina, Bolivia, Colombia y Costa Rica. Por otro lado, es importante destacar que,

teniendo en cuenta todos ellos, la reducción anual de CO2 sería de aproximadamente 12

millones de toneladas.

Gráfico 2. Proyectos de desarrollo limpio en América Latina

01020304050607080

Brasil

Chile

México

Argenti

naOtro

s

Contribución a la reducción de CO2 (%)

El crecimiento en las emisiones de la región tiene una gran incidencia en la pérdida de

biomasa. La relación existente entre deforestación y pobreza obliga a hacer hincapié en el uso

sostenible y la conservación de los bosques como uno de los elementos claves para el logro de

los ODM debido a su papel para garantizar la sostenibilidad ambiental siendo incluso de más

interés que la mejora de la eficiencia energética.

La gestión de los productos madereros y no madereros, su función como regulador del clima

mundial, la conservación de la biodiversidad, etc., son elementos de peso. Ello obliga a que la

gestión forestal se haga de forma sostenible, práctica extendida en gran parte del mundo y a la

que América Latina no es ajena teniendo un área certificada de ocho millones de hectáreas

según los datos proporcionados por el Forest Stewardship Council.

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Cuadro 3. Operaciones certificadas de madera en América Latina (enero 2006) Total de bosques Total área certificada (ha) Argentina 9 131.443 Belice 1 104.888 Bolivia16 16 2.042.857 Brasil 64 3532.154 Chile 15 423.555 Colombia 2 58.444 Costa Rica 17 52.300 Ecuador 2 21.341 Guatemala 15 522.870 Honduras 3 37.281 México 41 706.531 Nicaragua 3 13.157 Panamá 6 12.240 Paraguay 1 2.700 Perú 2 59.570 Uruguay 9 134.411 Venezuela 1 139.650 Total América Latina y El Caribe 207 7.995.392 Total Europa 343 35.027.749 Total América del Norte 126 21.014.115

Fuente: Forest Stewardship Council.

Finalmente, la actitud de las empresas hacia una gestión de prevención o precaución es un

importante activo para la sostenibilidad ambiental. En este sentido, el cumplimiento de la

legislación ambiental, la transparencia contable con el bueno gobierno corporativo son

ejemplos a seguir por todas ellas. En este sentido, aproximadamente unas 120 empresas de

América Latina han firmado el Pacto Mundial lo que supone, en términos relativos, un 10%

sobre el total mundial.

Según los principios establecidos en el Pacto, el comportamiento empresarial hacia el

desarrollo sostenible ha de considerar, tanto los aspectos económicos como los aspectos

sociales (salud y seguridad en el puesto de trabajo, estabilidad de sus trabajadores, derechos

laborales, derechos humanos, salarios, etc.) y medioambientales (impacto de los procesos,

productos y servicios sobre su entorno) teniendo en cuenta, además, que no se trata de tres

aspectos aislados sino que existen relaciones entre ellos que, desde un punto de vista

estratégico, pueden equilibrar la organización.

La responsabilidad social de las empresas ha recibido un gran impulso a nivel internacional

ejerciendo gran influencia, debido a la inversión europea y estadounidense, en la región. Para

el caso concreto de América Latina hay que recordar la celebración en Miami, en los años 16 Bolivia gestiona dos millones de hectáreas de bosque tropical certificado, generando unos beneficios de alrededor de 16 millones de dólares anuales. Fuente: Balch, O. (2005), p. 29.

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2002 y 2003 de La Conferencia de las Américas sobre Responsabilidad Social de la Empresa.

Alianzas para el Desarrollo bajo la organización del Banco Interamericano de Desarrollo

(BID) conjuntamente con el Banco Mundial y la Organización de Estados Americanos

(OEA). En estas conferencias se discutió sobre la importancia de la Responsabilidad Social

Empresarial en América Latina para promover metas sociales y luchar contra la pobreza en la

región. Como señala Núñez, “a diferencia de Estados Unidos y Canadá, donde el tema de la

RSE se liga a ganancias a largo plazo, el incremento del mercado de accionarios y la

estrategia innovativa (business case), en América Latina la RSE puede ser promovida como

una parte integral de la agenda de desarrollo, que contribuya a crear un clima de inversión

favorable y un crecimiento económico sostenible y equitativo (development case)”17

No obstante, cabe decir, que la RSE en América Latina no es una práctica homogénea entre

países debido a las diferentes culturas, situaciones económicas y políticas. Por otro lado,

tampoco existe un marco regulatorio ni se da gran presión por parte de los stakeholders, o

partes interesadas para que las empresas adopten estas prácticas. De hecho, en los países de

Centroamérica es una práctica que apenas se conoce mientras que, en otros, como México,

Brasil, Chile, Argentina, Colombia o Perú se han logrado grandes avances, surgiendo

organizaciones empresariales que persiguen este objetivo. En este sentido, destaca el papel

desarrollado en este tema por organizaciones como la red EMPRESA y la red regional del

Consejo empresarial mundial para el desarrollo sostenible18.

La responsabilidad social implica también la transparencia, lo que supone la realización de

informes anuales acerca de sus datos medioambientales así como del empleo de energía y de los

recursos naturales. Todo ello ha llevado a fomentar la utilización de indicadores destacando, los

propuestos por el Global Reporting Initiative, programa iniciado por la organización

internacional Ceres19, que tiene como objetivo establecer una guía para la elaboración de

memorias ambientales que informen a las partes interesadas sobre los aspectos económicos,

ambientales y sociales ligados a una determinada actividad. Adicionalmente, pretenden

establecer unos indicadores sobre las actuaciones de las empresas en relación con los distintos

aspectos ambientales. 17 Véase Nuñez, G. (2003), p. 33. 18 La Red EMPRESA cuenta, actualmente, con 1075 miembros asociados en la región. Por otro lado, el Consejo Empresarial cuenta con unas 300 empresas miembro. 19 CERES (Coalition for Environmentally Responsable Economics) es una asociación norteamericana sin ánimo de lucro puesta en marcha en 1997.

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Según datos de la Global Reporting Initiative, del año 2003, aproximadamente el 43% de las

memorias se realiza en Europa, el 20% en Asia y el 20% en América del Norte siendo el gran

reto esta práctica a África y América del Sur. No obstante, esta afirmación es cierta para el

caso de la elaboración de memorias siguiendo la metodología GRI, en el que los resultados

para América Latina son muy escasos ya que, del total mundial, sólo el 4% son de la región

aunque, se da el caso, de países como Brasil donde más de 500 empresas ofrecen informes

públicos o “balances sociales” siguiendo las líneas propuestas por el Instituto Ethos. Una

revisión de la base de datos del GRI, para el año 2006, arroja los siguientes resultados:

Cuadro 4. Memorias elaboradas según los criterios del GRI América del Norte

o EEUU 85 o Canadá 27

Europa o Francia 32 o Reino Unido 83 o Alemania 32 o España 63

América Latina: o Argentina 2 o Brasil 13 o Chile 8 o Colombia 1 o Costa Rica 4 o México 3 o Nicaragua 1 o Perú 1

Japón 130 Fuente: Global Reporting Initiative.

Por tanto, aunque es una práctica cada más extendida, se observa que, en el caso de América

Latina, la RSE suele ser más habitual en las empresas grandes. De hecho, las empresas

participantes en el Instituto Ethos de Brasil representan el 20% del PIB del país. La

generalización a todo el sector productivo se encuentra con un impedimento adicional como

es el hecho de que la estructura productiva es de pequeñas y medianas empresas (un 95% de

los negocios de la región) cuya planificación empresarial difiere de las empresas grandes no

sólo en el horizonte temporal (los resultados buscados son más bien a corto plazo) sino

también en las herramientas disponibles, por ejemplo, la carencia de tecnología más eficientes

desde un punto de vista ambiental.

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A pesar del tamaño, el estudio Situación de la Responsabilidad de la Empresa en las PyMEs

de Latinoamérica y el Caribe20, en sus conclusiones, señala en primer lugar, que la

participación de las Pymes latinoamericanas en estas actividades y prácticas es alta a pesar de

su desconocimiento formal del concepto; en segundo lugar, que su implantación es mayor en

las PyMES de Chile y Argentina y, menor, en Colombia, Brasil o El Salvador y, finalmente,

que las prácticas se dirigen, sobre todo, hacia el funcionamiento interno de las empresas,

gestión y recursos humanos y, en menor medida, a los aspectos medioambientales hacia los

que muestran una actitud predominantemente reactiva y esporádica guiada más por cuestiones

de índole ética o religiosa que de estrategia empresarial y se centran en apoyo a grupos

desfavorecidos/marginados y a actividades educativas y formativas, en la mayoría de los

casos a través de donaciones (monetarias o de bienes y servicios).

La falta de instituciones de carácter público que apoyen la implementación de estas prácticas

son algunas de las razones argumentadas para justificar la baja implicación. No obstante, en

los últimos años sí se han desarrollado otro tipo de instituciones de carácter privado tales

como ONGS o fundaciones sin ánimo de lucro financiadas por las empresas privadas o sus

cámaras de comercio.

Cuadro 5. Instituciones relacionadas con la RSC

Argentina Fundación del Tucumán Instituto Argentino de Responsabilidad Empresarial

Bolivia Consejo Boliviano de Responsabilidad Social Empresarial (COBORSE)

Brasil Instituto Ethos Chile Acción Empresarial

Fundación Prehumana Acción RSE Banco Interamericano de Desarrollo (FOMIN)

Colombia Centro Colombiano de Responsabilidad Empresarial (CCRE) Costa Rica Asociación de Empresarios por el Desarrollo (AED) El Salvador FundeMas Guatemala CentraRSE Honduras Fundación Hondurense de RSE México CEMEFI

Alianza para la RSE (AliaRSE) Nicaragua Fundación Roberto Terán UniRSE Panamá IntegraRSE Paraguay Asociación de Empresarios Cristianos (ADEC) Perú Perú 2021 Puerto Rico ConectaRSE Uruguay Desarrollo de la Responsabilidad Social (DERES) Venezuela Centro de Divulgación del Conocimiento Económico, A.C.(CEDICE)

Fuente: Elaboración Propia.

20 Vives, et. al. (2005).

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Conclusión

Como se ha expuesto a lo largo de la ponencia, el deterioro medioambiental y las

desigualdades sociales persisten en América Latina. Por tanto, es necesario que el crecimiento

económico se acompañe de un conjunto de medidas que permitan, por otro lado, la cohesión

social y un medio ambiente más saludable para todos, es decir, es importante la aplicación

práctica del concepto de desarrollo sostenible lo que supone el planteamiento de una visión más

a largo plazo del crecimiento económico, la consideración de cuestiones de tipo ético así como la

participación de todos los agentes implicados en el proceso. Todo ello completado con el

desarrollo de indicadores que permitan su evaluación y seguimiento.

Adicionalmente, la búsqueda de soluciones globales a los problemas ambientales o la adopción

de medidas hacia el desarrollo sostenible, implica que estas políticas se armonicen lo que

necesariamente obliga a la cooperación internacional, a la transparencia y a la aplicación del

principio de precaución, medida de responsabilidad ante la no certeza científica sobre las

consecuencias ambientales derivadas de nuestros modelos de producción y consumo. Como

indica el Worldwatch Institute “la gestión ambiental necesita –además de programas, planes y

proyectos técnicos adecuados– un compromiso ético y político que conjuguen el medio

ambiente con el conjunto de las políticas sociales que tienen como objetivo defender lo más

vulnerable, proteger lo más amenazado, conservar lo imprescindible: la vida”.

A pesar de las dificultades o de la discrepancia en el planteamiento de la prácticas de RSE, es

importante que América Latina emprenda este cambio dados los niveles de pobreza existente,

la carencia de saneamiento y el deterioro medioambiental lo que implica la participación, por

un lado, de las empresas de mayor tamaño que juegan un papel relevante y deben seguir

haciéndolo creando vínculos con las pequeñas y medianas empresas, a través por ejemplo, de

la financiación21 o desarrollando mecanismos que le permitan a las pequeñas empresas

avanzar como, por ejemplo, la educación, la investigación y la capacitación y, por otro, de las

autoridades públicas en cuanto a garantes de la procesos y marcos legales transparentes,

sistemas judiciales independientes, preservación de los derechos de propiedad, suministrador

de infraestructura, etc...

21 Desde el año 1992, el Banco de Santander en Chile ha concedido financiación a más de 140000 microempresas. Fuente: Balch, O., p. 30

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Así lo señala el informe publicado por el Banco Mundial Reducción de la pobreza y el

crecimiento: círculos virtuosos y círculos viciosos indicando que el desafío más importante de

la región a la hora de poner en marcha mejores políticas que estimulen el crecimiento y al

mismo tiempo reduzcan la desigualdad y la pobreza, es la transformación del Estado como

agente que promueva la igualdad de oportunidades y practique la redistribución eficaz.

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