Villoro DDHH y Minorias

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* Los textos que se reúnen bajo este título fueron presentados en el III Seminario Eduardo García Máynez sobre Teoría y Filosofía del Derecho, organizado por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), la Escuela Libre de Derecho y la Universidad Iberoamericana (UIA). El evento se llevó a cabo en la Ciudad de México los días 23, 24 y 25 de septiembre de 1993. DERECHOS HUMANOS Y MINORÍAS *

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LUIS VILLORO

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  • * Los textos que se renen bajo este ttulo fueron presentados en el III Seminario Eduardo Garca Mynez sobreTeora y Filosofa del Derecho, organizado por el Instituto Tecnolgico Autnomo de Mxico (ITAM), la EscuelaLibre de Derecho y la Universidad Iberoamericana (UIA). El evento se llev a cabo en la Ciudad de Mxico losdas 23, 24 y 25 de septiembre de 1993.

    DERECHOS HUMANOSY MINORAS*

  • * Universidad Nacional Autnoma de Mxico.

    SOBRE DERECHOS HUMANOSY DERECHOS DE LOS PUEBLOS

    Luis Villoro**

    Muchos han advertido signos, en nuestra poca, de una crisis de la figura moderna delmundo, tal como empez a surgir en el siglo XVI y se afianz y desarroll en los siglosposteriores. Uno de esos signos es la crisis de los Estados nacionales. La globalizacin tanto dela economa como de la tcnica y la ciencia, el enorme desarrollo de las comunidades, laaparicin de problemas dramticos que conciernen a todo el planeta, han vuelto el Estadonacional demasiado pequeo para hacerles frente. De all la tendencia creciente de los Estadosa formar comunidades regionales ms amplias y los esbozos, an balbuceantes, de formas degobierno mundial y de cultura planetaria. Pero, al mismo tiempo que se muestra demasiadopequeo para solucionar los problemas mundiales, el Estado nacional es demasiado amplio paradar satisfaccin a demandas de las comunidades que lo componen. Una paradoja: la marchahacia una unificacin planetaria coincide con el resurgimiento, en cada Estado, dereivindicaciones crecientes de nacionalidades, etnias y minoras culturales.

    El Estado nacional fue un producto de la mentalidad moderna. Se fund en la idea de unpoder soberano nico sobre una sociedad homognea, que se compondra de individuos igualesen derechos, sometidos al mismo orden jurdico. Su ideal profesado era el de una asociacin librede ciudadanos, que se ligan voluntariamente por contrato. Inclua la libertad y la igualdad dederechos de todos los contratantes, cuya mejor expresin se dio en las declaraciones de derechoshumanos de las revoluciones norteamericana y francesa. El Estado era visto como el resultadode la voluntad concertada de individuos autnomos. Supona por lo tanto, la uniformizacin deuna sociedad mltiple y heterognea y la subordinacin de las diversas agrupaciones ycomunidades, detentadoras antes de diferentes derechos y privilegios, al mismo poder polticocentral y al mismo orden jurdico.

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    En algunos casos, los menos, el Estado reivindica lmites geogrficos que coinciden conlos de una nacionalidad. En la mayora, las fronteras del Estado divergen de las de los pueblosreales. Es frecuente que un Estado abarque varias comunidades culturales, con orgeneshistricos diferentes, bajo el mismo poder poltico, como en Espaa, Italia o la antigua UninSovitica. A la inversa, un pueblo con una unidad de cultura a menudo est dividido en variosEstados, como es el caso de Irlanda, de Armenia o del Kurdistn. Los Estados del Tercer Mundollevan, por su parte, la huella de una violencia histrica: la dominacin colonial. Sus fronterasreproducen las de las antiguas colonias y no corresponden a las de diferentes comunidadesculturales. En frica, por ejemplo, todos los Estados actuales contienen varias comunidadesculturales, mientras que otras quedan seccionadas entre distintos pases. En Amrica Latina, losEstados independientes siguieron la traza de las divisiones administrativas coloniales, sin atendera diferencias entre los pueblos indgenas. En nuestro pas, la Repblica se construy por ungrupo criollo y mestizo, que impuso su visin del Estado moderno a las comunidades indgenasminoritarias.

    As, el Estado moderno nace con una tensin interna entre el poder central, que intentaimponer la unidad, y los pueblos diversos que componen una realidad social heterognea. Elpoder estatal ha tratado de eliminar esa tensin de maneras ms o menos radicales, pero todasviolentas. Desde la exterminacin de pueblos enteros (como en Estados Unidos), su reduccinen reservaciones o ghettos (los judos en Europa, los zules en Sudfrica), o las deportacionesmasivas (como en la Rusia de Stalin), hasta formas de violencia disfrazada, como las polticasde integracin forzada a la cultura nacional hegemnica, tal como suelen practicarse a menudoen los pases de Amrica Latina.

    El Estado moderno nace, a la vez, del reconocimiento de la autonoma de los individuosy de la represin de las comunidades o etnias a las que los individuos pertenecen. Desde suorigen, le persigue una paradoja: propicia la emancipacin de la persona y violenta lascomunidades reales en las que la persona se realiza. En los Estados ya constituidos sobre elconsenso tcito -forzado o no- de las comunidades culturales que lo componen, la paradoja abreuna antinomia entre dos extremos. Un extremo sera otorgar la soberana poltica a todos lospueblos existentes en los lmites del Estado nacional. Puesto que el Estado no fue, de hecho,resultado de una decisin voluntaria de esos pueblos, habra que regresar a la situacinoriginaria, a reserva de instaurar un nuevo pacto poltico. Esta posicin implica la disolu-

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    cin del Estado existente y el retorno al estado de naturaleza. Sus resultados trgicos estn ala vista en la antigua U.R.S.S. y en la antigua Yugoslavia.

    La posicin exactamente contraria es mantener el poder estatal impuesto por coaccin,hacindolo pasar por un convenio libre. Es decir, conservar la unidad mediante la sumisin detodas las comunidades culturales al grupo hegemnico que instaur el Estado nacional y suprimircualquier pretensin de autonoma real. Podemos encontrar ejemplos de ese otro extremo, nomenos trgicos: Irlanda del Norte, la India frente al Punjab o Irak y Turqua frente a lanacionalidad kurda.

    En el caso de Mxico, el primer extremo sera el reconocimiento de soberana polticaa las comunidades indgenas, lo que supondra la disolucin del Estado nacional; el segundo, laintegracin forzada de las culturas minoritarias a la cultura nacional hegemnica. Ambasposiciones tienden al mismo resultado: la destruccin de las culturas minoritarias; la primera,por dejarlas aisladas y sin defensa, la segunda, por desintegrarlas.

    La solucin de la antinomia no puede estar en ninguno de los dos extremos. Laaceptacin de la multiplicidad de los pueblos, sin un ncleo de unidad, implica la destruccindel Estado, la imposicin de la unidad sin respeto a la diversidad, conduce a un estado opresivo.La solucin slo puede darse en una forma de sntesis entre unidad y multiplicidad. Entre laruptura de la asociacin poltica existente y su mantenimiento por coaccin, cabe una tercera va:la transformacin de la asociacin poltica, de ser obra de la imposicin de una de las partes aser resultado de un consenso entre sujetos autnomos.

    Creo que una propuesta terica de Ernesto Garzn Valds puede sealarnos una va. Todaasociacin poltica voluntaria comprende ciertos elementos de consenso entre las partes que seasocian. Se funda, por lo tanto, en la aceptacin comn de un ncleo de valores por realizar. Esencleo consensual formara lo que Garzn Valds ha llamado un coto vedado. Fuera de l todopuede ponerse en cuestin. Cualquier opcin es objeto de negociacin y acuerdo eventual entresujetos con intereses diferentes, pero ese ncleo est vedado a toda discusin que pudieraponerlo en cuestin: es inviolable. Es lo que presta unidad a la multiplicidad de sujetos que seasocian libremente. De no aceptarlo, la asociacin se rompera.

    Qu es lo que formara parte de ese coto vedado en todaasociacin poltica voluntaria? Yo dira que lo que no puede ser objetode discusin son las condiciones mismas que hacen posible cualquier aso-

  • 1 El problema tico de las minoras tnicas, en tica y diversidad cultural, Instituto de InvestigacionesFilosficas, U. N. A. M., Mxico (en prensa), pp. 13-14. Ver tambin Representacin y democracia, en Doxa,Nm. 6, Madrid, 1989, pp. 160-162.

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    ciacin voluntaria. Toda asociacin implica un convenio, tcito o expreso, entre las partes;ninguna puede darse sin que todos admitan las condiciones necesarias para que se d eseconvenio. No hacerlo sera una contradiccin performativa. Cualquier sujeto que entre enasociacin libre con otros sujetos est aceptando, por ese mismo hecho, ciertas condiciones.Estas preceden a toda forma particular de asociacin; no derivan del convenio, al queeventualmente se llegue; porque todo convenio presupone su admisin.

    Cualquier forma de asociacin, si es libremente consentida, supone el reconocimientode los otros como sujetos; el cual incluye: 1) el respeto a la vida del otro, por lo tanto, lasatisfaccin de las necesidades naturales necesarias al mantenimiento de esa vida; 2) laaceptacin de su autonoma, en el doble sentido de aceptacin de su capacidad de eleccinconforme a sus propios valores y de su facultad de ejercer esa eleccin; 3) la aceptacin de unaigualdad de condiciones en el dilogo que conduzca al convenio, lo cual incluye elreconocimiento por cada quien de la posibilidad de que los otros guen sus decisiones por losfines y valores que les son propios; 4) por ltimo, para que se den esas circunstancias, esnecesaria la ausencia de toda coaccin entre las partes.

    El respeto a la vida, a la autonoma, a la igualdad de condiciones y a la posibilidad deperseguir sin coaccin los propios fines y valores no son resultado sino condicin de todoconvenio poltico voluntario. Corresponden pues a una situacin ideal. De no darse sta, elresultado no sera una asociacin voluntaria sino una imposicin, al menos parcial, de una de laspartes sobre las otras. En el caso de que todos los sujetos de una asociacin poltica nopertenezcan a la misma comunidad de cultura, y por lo tanto no compartan las mismas creenciasbsicas sobre fines y valores, se plantea el problema de en qu medida esas condiciones tendranque incluir el respeto al contexto cultural en que se ejerce la capacidad de eleccin conforme alos propios fines y valores.

    Garzn Valds prefiere, para describir el coto vedado, una formulacindiferente pero compatible, en mi opinin, con la anterior. Estara constituidopor bienes bsicos, es decir, por los que satisfagan las necesidades bsicasde todos los sujetos. Bienes bsicos seran -escribe- aquellos que son condicinnecesaria para la realizacin de todo plan de vida, es decir para la actuacin delindividuo como agente moral.1 Una necesidad se refiere a una propiedad obje-

  • 2 Treatrise on Basic Philosophy, Dordrecht-Holland, D. Reidl, Vol. VIII, c. 1.

    3 Otros autores prefieren hablar de derechos morales como fundamento de los derechos jurdicos.Pero, en ese caso, como indica Javier de Lucas, los derechos morales... no son tales derechos, sino que ofrecenrazones para justificar la exigencia de un reconocimiento normativo determinado: para fundamentar los derechos(Algunos equvocos sobre el concepto y fundamentacin de los derechos humanos, en Derechos humanos, J.Ballesteros Ed. Tecnos, Madrid, 1992, p. 19).

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    tiva, su satisfaccin sera pues un bien igualmente objetivo, en el que se realiza un valor.Siguiendo a Mario Bunge podramos entender por valor una propiedad o situacin quecontribuye a satisfacer una necesidad primaria de algunos individuos, en algunas sociedades, enciertas circunstancias.2 Valores y bienes bsicos seran los que satisfacen necesidades bsicas.En cualquier asociacin estara, por lo tanto, vedado infringir esos valores.

    Necesidades y valores bsicos son los que no estn determinados por el consenso entrelos miembros de una asociacin poltica, sino son condiciones necesarias para que sta se dcomo asociacin voluntaria. Son por lo tanto anteriores al sistema poltico y jurdico derivadode la asociacin, es decir, al Estado. Pero pueden considerarse como razones que justifican lapromulgacin de derechos por el Estado, y ser incorporados en el sistema jurdico positivo comoderechos humanos. Necesidades y valores no pueden considerarse derechos pero son elfundamento que justifica la promulgacin de derechos por el Estado.3 Los derechos humanospueden verse como exigencias, reconocidas por el sistema legal, de dar satisfaccin anecesidades bsicas o, en otras palabras, de realizar valores bsicos. Como esa satisfaccin esuna condicin necesaria de toda asociacin poltica voluntaria, los derechos humanos son laexpresin, en el derecho positivo, de aquel coto vedado.

    Pero el Estado moderno, dijimos, parte de la idea de la asociacin poltica como convenioentre individuos. Los derechos humanos se interpretan entonces como derechos de los individuosaislados, separados de todo contexto comunitario. Tanto en el Bill of Rights norteamericanocomo en la Declaracin de los derechos del hombre y del ciudadano, de la revolucin francesa,los derechos intentan proteger al individuo frente a la intromisin del poder pblico, en la esferade su vida privada. En La cuestin juda, Marx pudo criticarlos porque consagran la separacinentre los individuos, en el seno de una sociedad atomizada. Los derechos humanos... escribeMarx- no son ms que los derechos del miembro de la sociedad burguesa, no

  • 4 Zur Judenfrage, en Marx Engels Werke, Dietz Verleg, Berln, 1961, c. 1, p. 364.

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    son ms que los del hombre egosta, del hombre separado del hombre y de la comunidad.4

    Marx se equivoc, en mi opinin, al no ver en los derechos humanos ms que laexpresin de la mentalidad burguesa. Preso en su idea del carcter de las clases de la moral y delderecho, no vio cmo esos derechos eran expresin, de condiciones, no slo de un tipo deasociacin poltica, sino de toda asociacin poltica basada en la libertad de las personasindividuales. Sin embargo, pienso que fue correcto en ligar la formulacin jurdica de esosderechos a una sociedad atomizada en individuos aislados, abstrados de su contextocomunitario.

    Condicin de la asociacin poltica es la capacidad de decidir libremente, conforme alpropio sistema de fines y valores; en palabras de Garzn Valds: la capacidad de elegir un plande vida. Pero ste supone la presencia ante el sujeto de un abanico de fines posibles y de unajerarqua de valores, que son comunes a una cultura. Una cultura, en efecto, difiere de otra enciertas creencias bsicas acerca de lo que puede aceptarse como existente en el mundo, acercade lo que puede tomarse por razones vlidas y acerca de lo que es realmente ms valioso. Laselecciones de vida de una persona se dan bajo el supuesto de esas creencias bsicas; sonculturalmente dependientes. Cuando todos los miembros de una asociacin poltica pertenecena la misma cultura, esa dependencia es la misma en todos ellos; puede por lo tanto pasarse poralto; pero cuando los sujetos de la misma asociacin poltica pertenecen a culturas distintas, elrespeto a su capacidad de eleccin parece entraar el respeto al sistema de valores y finesposibles de la comunidad cultural a la que pertenece. Y stos pueden diferir considerablementede una cultura a otra, dentro del mismo Estado. En ese caso, se plantea un problema:

    Deben incluir los derechos humanos una referencia a las comunidades culturales a lasque pertenecen los individuos? Entre los derechos que garantizan a cada individuo la capacidadde eleccin de vida, no es necesario considerar derechos que garanticen a las diferentescomunidades culturales la autonoma que haga posible la eleccin de vida de los individuos?Para contestar esa pregunta, asommonos primero al derecho internacional existente.

    Antes de la segunda guerra mundial, el derecho internacionalno haba incorporado ninguna mencin expresa, entre los derechoshumanos, de un sujeto colectivo. Desde su constitucin, en cambio, la

  • 5 Le droit a lautodetermination: dveloppement historique et actuel sur la base des instruments desNations Unies, Nations Unies, N. York, 1981, p. 38.

    6 Le droit a lautodetermination: application des resolutions de lOrganisation des Nations Unies,Nations Unies, N. York, 1979, p. 9.

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    ONU yuxtapuso a los derechos individuales, la figura de derechos de los pueblos. La Cartade las Naciones Unidas establece, en su artculo 10, el principio de la igualdad de derechos delos pueblos y su derecho a la autodeterminacin, principio que se vuelve a formular en elartculo 55. El concepto derecho de los pueblos corre, desde entonces, con mucha suerte. Sele consagran mltiples declaraciones; destacan la Declaracin universal de los derechos de lospueblos, proclamada en Argelia en 1976, y la Carta africana de los derechos del hombre y delos pueblos, en Nairobi, en 1981. El concepto se ha vuelto un lugar comn en programas yresoluciones de las diversas organizaciones que componen las Naciones Unidas.

    Sin embargo, el concepto de pueblo se mantiene en una brumosa imprecisin. Ningunadeclaracin ni convenio contiene su definicin. Parece que los legisladores hubieran queridodejarlo en la ambigedad, para poder aplicarlo a situaciones diversas. La nica salida seraextraer el sentido en que es usado, a partir de sus aplicaciones en resoluciones especficas. Eslo que han tratado de hacer algunos juristas. Para A. Critescu, las Naciones Unidas toman encuenta al menos dos caractersticas para aplicar el concepto de pueblo a una entidad colectiva:debe poseer una identidad evidente y caractersticas propias y tambin una relacin con unterritorio, an si el pueblo en cuestin hubiera sido expulsado injustamente de l y remplazadopor otra poblacin.5 H. Gross Espiell, por su parte, cree poder extraer de las resoluciones de laONU, el siguiente concepto de pueblo: cualquier forma particular de comunidad humanaunida por la conciencia y la voluntad de constituir una unidad capaz de actuar en vistas a unporvenir comn.6 En realidad, estos intentos de determinar el concepto a partir de sus usos enel derecho internacional vienen a convergir con definiciones tradicionales de los antroplogos.Un pueblo sera, en principio, una colectividad que: 1) participa de una unidad de cultura(lengua, creencias bsicas comunes, ciertas instituciones sociales propias, formas de vidacompartidas, etc.); 2) se reconoce a s misma como una unidad, es decir, la mayora de susmiembros se identifican con esa cultura; 3) comparte un proyecto comn, es decir, manifiestauna voluntad de continuar como una unidad; y 4) est relacionada con un territorio geogrficoespecfico.

  • 7 R. Breton, Les Ethnies, P. U. F., Pars, 1981, p. 8.

    8 Ver R. Breton, op. cit., pp. 10 y ss.

    9 Ver. E. Gallner, Naciones y nacionalismo, Alianza Universidad, Madrid-Buenos Aires, 1981, pp.78-79.

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    El concepto de pueblo sera cercano, pero no coincidente, con el de etnia. Por etniasuele entenderse cualquier grupo de individuos ligados por un complejo de caracteres comunes-antropolgicos, lingsticos, poltico-histricos, etc.- cuya asociacin constituye un sistema, unaestructura esencialmente cultural: una cultura.7 Pueblo podra aplicarse, en consecuencia, alas etnias asentadas en un territorio delimitado y que tengan conciencia de su identidad colectiva,pero no a las etnias sin relacin con un territorio, cuyos individuos estn diseminados entre otraspoblaciones o carezcan de conciencia de la propia identidad y de la voluntad de compartir unproyecto comn. El mismo concepto de pueblo se aplica tambin a las naciones, si por ellasse entiende comunidades culturales que han constituido un Estado, y a las nacionalidades quetienen el proyecto de constituirlo.8 El concepto de nacionalidad suele aadir al de etnia lavoluntad de constituir un Estado soberano; no se entiende sin esta relacin al Estado.9 Los nicospueblos reales son etnias, naciones y nacionalidades. Unas y otras pueden acceder, o no, a lasoberana poltica. Pero un Estado no es un pueblo, sino un poder poltico que se ejerce sobreuno o varios pueblos, o sobre una parte de un pueblo.

    La promulgacin internacional del derecho de los pueblos lleva un equvoco de origen.Su funcin histrica fue legitimar el proceso de descolonizacin posterior a la segunda guerramundial. Fue interpretado, sin discusin, como el derecho de acceder a nuevos Estadosnacionales, limitados por las fronteras establecidas por los mismos colonizadores. Puebloadquiere entonces, en la prctica, el sentido de Estado nacional. La autodeterminacin y elderecho de no-injerencia son atributos de la soberana, la cual se concede exclusivamente a losEstados. Esta interpretacin no fue impugnada porque responda a los intereses de unos y otros.Los antiguos colonizadores tenan inters en establecer nuevas relaciones con Estadosque mantuvieran los lmites fijados por la relacin colonial; los nuevos Estados independientes,por su parte, tenan la preocupacin de mantener una fuerte unidad y de reforzar el podercentral. La descolonizacin consagr as Estados ficticios, producto de la relacin de poderde las grandes potencias, como los Estados del Medio Oriente y la mayora de los afri-

  • 10 Incluso, algunos textos hacen expresa la distincin entre Estado y pueblo. Por ejemplo laDeclaracin relativa a los principios del derecho internacional acerca de las relaciones amistosas y de lacooperacin entre Estados, en conformidad con la Carta de las Naciones Unidas, de 24 de octubre 1970, dondese lee: La creacin de un Estado soberano e independiente, la libre asociacin o la integracin a un Estadoindependiente o la adquisicin de cualquier otro estado poltico libremente decidido por un pueblo constituyen paraese pueblo medios de ejercer su derecho a la autodeterminacin (cit. por E. Jouve, Le droit des peuples, P. U. F.,Pars, 1986, p. 82).

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    canos, que no correspondan a comunidades culturales reales sino se sobreponan a ellas o lasdividan.

    La interpretacin del sujeto del derecho de los pueblos como Estado nacional no esarbitraria. El derecho internacional positivo es, como su nombre lo indica, un sistema normativoentre Estados soberanos. Expresa una caracterstica de la mentalidad moderna occidental: parainterpretar racionalmente la sociedad, estorban las comunidades reales de todo tipo; mejorreducir los sujetos del derecho a los individuos y a esa invencin de la Europa moderna: losEstados nacionales.

    Pese a todo, an durante el proceso de descolonizacin, la diferencia entre los conceptosde pueblo y Estado quedaba sugerida en algunas resoluciones de la ONU, en las que elderecho de autodeterminacin se aplicaba a nacionalidades que an no eran Estados o inclusoa movimientos de liberacin nacional, por ejemplo, las referidas al pueblo palestino o a laspoblaciones negras de Sudfrica.10 An as, no prosper ningn intento de definicin y se acepttcitamente la identificacin de derecho de los pueblos con derecho de los Estados o, cuandomucho, de las nacionalidades con pretensin a convertirse en Estados. Esa interpretacin sirvicon eficacia al proceso de descolonizacin, pero, realizado ste, ha dado lugar a seriosproblemas.

    Si el derecho de los pueblos pretende ser un derecho humano fundamental y al mismotiempo se interpreta como derecho de los Estados, puede entrar en contradiccin con losderechos individuales. En efecto, su invocacin ha servido, de hecho, para justificar en losEstados no democrticos la conculcacin sistemtica de derechos individuales. En las comisionesde derechos humanos de los organismos de la ONU yacen miles de expedientes de violacionesa esos derechos, en la antigua URSS, en el Chile y la Argentina de los dictadores y enotros pases autoritarios, que no pudieron tener curso porque el Estado concernido invocabaa su favor sus derechos soberanos a la autodeterminacin y a la no intervencin. Lainterpretacin del derecho de los pueblos, restringido a los Estados, ha servido y sirve an

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    tambin de instrumento de opresin, en el interior de muchos pases, contra las nacionalidadesy etnias que lo componen. Los principios de autodeterminacin y de no intervencin impidenentonces la ayuda internacional a las minoras oprimidas. En un sentido contrario, esa mismainterpretacin ha servido para desacreditar cualquier derecho colectivo, a nombre de los derechosindividuales, e intentar justificar as la intervencin de grandes potencias en conflictos internosde otros pases, como en las acciones de los Estados Unidos en Nicaragua o Panam.

    Los derechos de los Estados suponen la previa constitucin de una asociacin poltica.Forman parte del derecho internacional positivo tal como ha sido promulgado por los mismosEstados en cuanto sujetos activos y pasivos de ese derecho. Los llamados derechos humanosfundamentales, por el contrario, se fundan en el reconocimiento jurdico de necesidades yvalores previos a la constitucin de cualquier asociacin poltica. Esos valores y necesidadessiguen subsistiendo en el seno de un Estado, pero subsistiran tambin aunque ste desaparecierao no llegara a constituirse. Si el derecho de los pueblos ha de entenderse como un derechohumano del mismo nivel que los derechos individuales, tiene que fundarse en necesidades y envalores anteriores a la asociacin poltica misma. As sucede si pueblo tiene el sentido decomunidad cultural consciente de s misma. Slo si se mantiene ese sentido, los derechos de lospueblos no entraan contradiccin con los derechos individuales.

    En una resolucin de la ONU (resol. 637 (VII), del 16 de diciembre 1952) se considerael derecho de los pueblos a la autodeterminacin como una condicin previa para disfrutarde todos los derechos fundamentales del hombre. Pero cmo puede un derecho colectivoser condicin de un derecho individual? Slo si se refiere al contexto que hace posibleel ejercicio de ese derecho. El contexto es la comunidad cultural a la que pertenece el individuo.Los derechos bsicos comprenden el derecho a la autonoma de la persona. Pero la personano es un individuo sin atributos, incluye la conciencia de su propia identidad como miembrode una colectividad y sta no puede darse ms que en contexto cultural. Autonoma de la personaes la capacidad de elegir, sin coacciones, un plan de vida conforme a sus propios fines y valores.Y estos ltimos estn delimitados por el marco de una cultura determinada. Las creenciasbsicas, que determinan las razones vlidas, los fines elegibles y los valores realizables,varan de una cultura a otra. Por lo tanto, el respeto a la autonoma de las personas

  • 11 La teora del control cultural en el estudio de procesos tnicos, en Papeles de la Casa Chata, Ed.Era, Mxico, 1965.

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    incluye el de las comunidades culturales a las que pertenecen. El derecho de los pueblos slopuede contarse entre los derechos humanos fundamentales, en la medida en que el pueblo seauna condicin para la autonoma de la persona; en esa medida, slo puede referirse a lacomunidad cultural en cuyo marco se da su eleccin de fines y valores.

    Segn esta concepcin qu debera comprender un derecho de los pueblos para serconsiderado derecho humano fundamental? En mi opinin, debera comprender las condicionesmnimas que hacen posible cualquier asociacin poltica libre de coaccin. Estas incluyen losderechos individuales antes mencionados. Adems cuando la asociacin poltica se estableceentre sujetos pertenecientes a una misma cultura, comprende el respeto a la autonoma de esacomunidad cultural; es el caso de muchas naciones y nacionalidades. Cuando los asociadospertenecen a comunidades culturales diferentes, debe comprender, adems de los derechosindividuales, el de la autonoma de dichas comunidades. Incluye, por lo tanto, el reconocimientojurdico de la capacidad de cada pueblo para mantener y desarrollar su cultura, como marco enel que se hace posible la autonoma de las personas: derecho al uso de su lengua, de su sistemasimblico, de sus formas de vida, de sus propias instituciones sociales. Comprendera tambinquizs el control de sus recursos -dentro de lmites establecidos- en el territorio que ocupa.Porque, como ha sealado Guillermo Bonfil,11 la capacidad de mantener una cultura no seraposible sin el control de sus propios medios de vida. El derecho de los pueblos no es derecho deque cada pueblo guarde tal o cual forma de vida o tal o cual institucin social especfica, sinoel reconocimiento de su facultad de elegir sin coacciones las formas de vida y las institucionessociales que le convengan, conforme a sus propios criterios de valor.

    El derecho de los pueblos, en cuanto derecho humano fundamental, tendra porsujetos las naciones con Estado, las nacionalidades que aspiran a tenerlo, as comocualquier comunidad cultural que se reconozca como un pueblo unitario y elija mantener suidentidad, aunque sea minoritaria dentro de un pas. La autonoma de las comunidades culturalesminoritarias, que forman parte de un pas, no implica, necesariamente su independencia poltica,no equivale a soberana estatal, pero s a la capacidad de elegir libremente su propiasituacin dentro del Estado. Su eleccin puede desembocar en una decisin de segre-

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    gacin del Estado, pero tambin en su integracin a la nacin, o en la reivindicacin de formasvariadas de autonoma restringida, dentro del mismo Estado, en cualquier caso, esa eleccin nodebe obedecer a ninguna coaccin por parte del Estado, pues cada pueblo tiene el derechofundamental de determinar por s mismo su propia suerte.

    El derecho de los pueblos, tomado en este sentido, formara parte de aquel coto vedadoa la negociacin de las partes, en el caso de los Estados compuestos de diferentes comunidadesculturales. Debe traducirse entonces en el reconocimiento, en la Constitucin, del carctermultinacional o multicultural del Estado.

    En cambio, habra que distinguirlo del derecho de los Estados. Lo cual invitara a unareforma en el derecho internacional positivo, que ira en el sentido de incorporar en su sistemajurdico el reconocimiento del derecho a la autonoma de las comunidades culturales. La reformatendra que comprender, a mi parecer, por lo menos los siguientes puntos:

    1) Definicin del derecho de los pueblos sobre la base de los derechos individuales.2) Definicin de pueblo como sujeto de derecho, estableciendo una distincin ntida entre

    pueblo y Estado.3) Establecimiento de los derechos autnomos de los pueblos, en trminos de capacidad

    para mantener y desarrollar su propia cultura. 4) Establecimiento de las circunstanciasen que un pueblo podra llegar a la exigencia de reconocimiento de su soberana comoEstado. 5) Limitacin de los derechos de los Estados nacionales en caso de conflicto conel derecho de autonoma de los pueblos.

    Esa reforma supone un cambio en la manera de concebir el derecho internacional y larelacin entre los derechos individuales y los derechos de los pueblos. Pero creo que la historiamarcha en ese sentido; testimonio: la crisis de los Estados nacionales.

    Quizs el porvenir nos acercar cada vez ms, por una parte, a una integracin progresivade las naciones en estructuras econmicas, polticas y jurdicas supranacionales. A largo plazo,esta integracin podra conducir a una cesin de gran parte de las soberanas nacionales ainstancias de gobierno mundiales. Por otra parte, el porvenir podra conducir a formas variadasde autonoma de nacionalidades y etnias en el interior de las naciones. De suerte que lasestructuras supranacionales tendran como elementos cada vez menos los Estados-nacin y cada

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    vez ms los pueblos. Esta evolucin marcara el fin progresivo de una etapa en la historiamoderna: el ocaso de la preeminencia de los Estados nacionales, el nacimiento de unacomunidad mundial y el reconocimiento de la enorme diversidad y riqueza de las comunidadesculturales que la componen. No sera ste un progreso hacia la unidad de la especie humana enla diversidad de sus manifestaciones?