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    Antgona en ColombiaUna reflexin terica sobre resistencia al Estado y autonoma comunitaria en

    medio del teatro de la guerra

    Roland Anrup

    Cuando el mundo va ms rpido que uno, uno sehace a un lado para que pase y se siga rumbo al

    barranco. No hay por qu querer alcanzar a nadie,ni ir detrs de nadie, ni perorar contra nadie: nicontra los ricos ni contra los pobres; ni contra losnegros ni contra los blancos; ni contra losamarillos ni contra los azules. Y los desplazados ylos damnificados que se jodan. Y sobre todo nosostener ninguna tesis. Jams. Se sienta uno

    tranquilo en una terraza a mirar, y mientras se vatomando su copa va observando el desfile de loscadveres.1

    ILos trminos teora y teatro que se anuncian en el titulo de este texto tienen una similitud quesugiere que la forma inicial que adopt la teorizacin occidental fue de carcter dramtico. Lateora parti de las representaciones que se ejecutaban en el teatro griego clsico. 2La nocin dedrama implica representar una dinmica de tensiones enfrentadas. El choque deargumentaciones antagnicas, el desarrollo de los conceptos y el combate de las ideas, lasgrandes confrontaciones polticas y judiciales, encuentran su lugar en el drama griego antiguo. El

    teatro recurre a "la prueba despiadada de la escena" y opera a la manera un de "tribunal".3

    Laescena se convierte en el lugar en el que la polis reflexiona acerca de ella misma. 4 El teatroejerci una importante funcin de orientacin y por lo tanto el Estado intent establecer sucontrol sobre las representaciones, como ya Platn nos informa en suLas Leyes.5

    La actuacin de personajes reveladores como Prometeo de Esquilo o Antgona de Sfoclesencarna los dilemas y conflictos de la vida colectiva. El sentido del mito de Prometeo es explicarla forma en que el hombre alcanza la madurez y la libertad para conquistar el arte ( tchne) y elpensamiento (gnme), es decir la capacidad de teorizar, el fuego de la razn. 6Prometeo, cuyonombre en griego significa "pensamiento previsor" representa el despertar de la conciencia.

    1 Fernando Vallejo, La Rambla paralela, Madrid: Alfaguara, 2002, p. 28.

    2 Jean-Pierre Vernant, Los orgenes del pensamiento griego, Buenos Aires:Eudeba, 1979.3 Emmanuel Terray, La Politique dans la caverne, Paris: Seuil, 1990.4 Sobre la relacin entre el teatro y la democracia ateniense, ver J. P. Euben (ed.) GreekTragedy and Political Theory, Berkeley: University of California Press, 1987.5 Platn, Leyes, 701 A.6 Marc Richir, La naissance des dieux, Paris: Hachette, 1995, pp.76-104. Ver tambin PaulVeyne, Les Grecs ont-ils cru leurs mythes?, Paris:Seuil, 1983.

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    Pensar no significa slo ser afectado por esta o aquella cosa, por este o aquel contenido depensamiento, sino ser a la vez afectado por la propia receptividad, hacer la experiencia, en cadapensamiento, de una pura potencia de pensar.7Antes de la intervencin de Prometeo loshombres vivan sin reflexionar, sin pensar, ter gnmes t pn prasson. El brinda a loshombres signos, puntos de referencia estables, que son los que hacen posibles la aprehensin y lamedida del tiempo. En su drama Prometeo encadenado Esquilo hace al protagonista decir:

    Todo lo hacan sin tino, hasta tanto que no les ensee yo las intricadas salidas y puestas de losastros. Por ellos invent los nmeros, ciencia entre todos eminente, y la composicin de lasletras, y la memoria, madre de todas las Musas.8 Prometeo proporcion a los hombres un modode instituir una relacin con el pasado: combinaciones de letras (grammtonsunthsis), que sonla memoria que abarca todo (mnnem hapnton). Su audacia es castigada cruelmente, sinembargo el castigo no es capaz de anular el efecto de su hazaa que es el legado del pensamientoindependiente y crtico. Prometeo es el ms eminente santo y mrtir en el calendario filosficodeclar Marx en su tesis doctoral as compartiendo la fascinacin de Shelleys PrometheusUnbound.9 En el drama de Esquilo los hombres deben a un ser sobrehumano su condicin deseres verdaderamente humanos; como Prometeo mismo lo expresa: ellos que eran como los

    bebs antes de hablar, [han sido por mi] llenados con pensamiento que puede imponerse sobrelo que es.10

    En los dramas de Sfocles, los hombres crean ellos mismos sus capacidades y potencialidades, elpersonaje ya no se generaliza; por el contrario obra individualmente. Aqu encontramos la

    victoria de lo singular sobre lo universal, de lo particular sobre la ley general.11 En su tragediaEdipo en Colono Sfocles retoma la leyenda de Edipo Rey, una de sus obras ms famosas y piezamagistral del teatro griego clsico. Ciego, viejo y cansado de vivir, Edipo ha llegado acompaadode su hija Antgona, a la colina de Colono. Polinice, el hermano de Antigona, aparece ante suanciano padre y se presenta como un refugiado que busca asilo. Sin embargo, regresa a Tebaspara enfrentarse con su hermano Eteocles en una lucha fratricida por el trono. A la muerte de supadre tambin Antgona se dirige a Tebas. Cuando llega, Polinice y Eteocles han muerto en elcampo de batalla. En este momento se inicia la tragedia Antgona. Creonte ha subido al trono deTebas y ha enterrado los restos mortales de Eteocles con todos los honores militares y de Estado,pero se opone a que el cadver de Polinice sea sepultado y lo deja a merced de las aves de rapia

    y los perros, que vienen a arrancarle trozos para llevarlos a los altares de la ciudad, dondediseminarn horror. Resuelta a dar sepultura a su hermano Antgona invita a su hermanaIsmene para que la acompae. Se niega sta, por acato a las leyes de la ciudad e intenta impedirque Antgona contradiga la ley dictada por Creonte. Antgona replica que existen leyes noescritas que son superiores a las del Estado y resuelve dar sepultura a su hermano, suautdelphos, nacido del mismo padre y de la misma madre. Anuncia a Ismene:

    7 El pensamiento no tiene naturaleza alguna propia aparte de la ser en potenciacuando elpensamiento ha devenido en acto cada uno de los inteligiblesincluso entonces sigueestando de alguna manera en potencia, y es capaz tambin de inteligirse a s mismo.Aristteles citado en Giorgio Agamben, Medios sin fin: Notas sobre poltica, Valencia: Pre-textos, 2001, p. 18.

    8 Prometeo Encadenado en Esquilo, Tragedias, trad. por Fernando Segundo BrievaSalvatierra, Mxico: Editora Nacional, 1959, p.25.9 Francis Wheen, Karl Marx, London: Fourth Estate, 1999, p. 50.10 Esta traduccin es propuesta por Cornelius Castoriadis en su seminario de 1993 yrecogido en Figures du pensable, Paris: ditions du Seuil, 1999, trad. a castellano Figuras delo pensable (Las encrucijadas del laberinto VI) , Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 2002,p. 19.11 Cf. Friedrich Nietzsche, El origen de la tragedia, Madrid: Espasa-Calpe, 1969, 61-70. Vertambin A-J Festugire, La esencia de la tragedia griega, Barcelona:Ariel, p. 15-25.

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    Haz pues lo que te plazca! A l yo lo sepulto! Y qu si por ello muero?Que bello fuera! Hermana amante junto al hermano yacer unidos,despus de haber cumplido con l todos los deberes de piedad familiar!Bendita rebelda.12

    El conflicto entre Antgona e Ismene, mucho mas que una relacin de rivalidad, es oposicinentre la sumisin y la rebelin ante la imposicin de la ley del Estado tirnico y patriarcal.Oponindose a la ley dictada por Creonte, Antgona amparada por la oscuridad de la nocheentierra simblicamente el cadver de su hermano bajo una fina capa de polvo, suficiente comopara que quede oculto para la mirada. No puede permitir que se despliegue ante el mundo esapodredumbre. Un mensajero comunica a Creonte lo ocurrido y le asegura que no se encontrninguna huella de quien lo hizo. Se ordena que se disperse nuevamente el polvo, Antgona vuelveotra vez al sitio y repite el rito, y es sorprendida en el acto. El mensajero que acude a Creontedescribe como los guardianes haban limpiado el cadver del polvo que lo cubra, ubicndoseluego en sentido contrario al viento para evitar el espantoso olor de la putrefaccin. Un fuerte

    viento haba comenzado a soplar llenando de polvo la atmsfera. Y cuando todos buscaronrefugio, escondiendo su cabeza entre los brazos, echndose a tierra ante el cambio del rostro de

    la naturaleza, al acercarse el oscurecimiento total, el cataclismo, en ese momento se habamanifestado la pequea Antgona, reapareciendo lamentndose con aguda voz, junto al cadvertal como el ave desolada que encuentra el nido vaco de su cra. En ese momento haba sidocapturada bruscamente. Sin asustarse por ello, e interrogada sobre los hechos no haba negadoninguna de sus acciones.13 El deseo de Antgona es explcito: ese cuerpo que, como el suyopropio, ha salido de la matriz de Yocasta, no pude desaparecer en el orden ciego de la naturaleza,

    borrarse de la memoria. El registro de aquel ser que pudo ser ubicado mediante un nombre debeser preservado por el acto de los funerales.

    Al saber de la trasgresin que amenaza al Estado con la anarqua, Creonte, condena aAntgona a morir enterrada viva en una rocosa caverna porque no quiere, ni puede escuchar eldiscurso del otro. Su hijo Hemn, quien es el prometido de Antgona, dice a su padre en unos

    versos formidables: aquel que cree ser el nico que puede juzgar, o bien aquel que cree poseerun alma o un discurso que ningn otro posee, stos, si se los abre, se muestran vacos. Creontepersonifica el orden de la polis. El tirano no es el representante de la ley, es la ley y por ello debeser inflexible en el cumplimiento de su voluntad. l presupone una identidad entre el biencomn y su propia voluntad. Doblegarse equivale para l a una derrota que es a la vez suya y delEstado. Antgona es la impugnacin viviente a la ley del Estado; cuando Creonte le dice hastenido la osada de transgredir las leyes ella responde

    Es que no las ha hecho Zeus, ni la Justicia [dik] que est sentada al ladode los Dioses subterrneos. Y yo no he credo que tus edictos pudiesenprevalecer sobre las leyes no escritas e inmutables de los Dioses, puesto

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    Sfocles, Antgona en Las siete tragedias, versin de Angel Ma. Garibay K., Mxico:Editorial Porra, 1998. p. 190.13 Ella es, canta el coro, segn la traduccin de Castoriadis capaz de caminar por cualquierlugar, de atravesar todo, de encontrar respuestas a todo. Cornelius Castoriadis Figures dupensable, Paris: ditions du Seuil, 1999, trad. a castellano Figuras de lo pensable (Lasencrucijadas del laberinto VI), Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 2002. Martin Heideggertraduce, en lo que Castoriadis considera una violacin vergonzosa de estos versos, siempreen camino llevando a cabo la experiencia, inexperto sin salida, no llega a nada, Einfhrungin die Metaphysik, Tbingen: Niemeyer, edicin de 1952 de los cursos del 1935, p. 154.Reeditado en Gesamtausgabe, srie II, vol 40, Frankfurt, 1983.

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    que t no eres ms que un mortal. [] Saba que debo morir un da,cmo no saberlo?, aun sin tu voluntad, y si muero antes del tiempo esosera para mi un bien, segn pienso. Cualquiera que vive como yo enmedio de innumerables miserias, no obtiene provecho al morir?Ciertamente, el destino que me espera en nada me aflige. Si hubiesedejado insepulto a el cadver del hijo de mi madre, eso si me hubiera

    afligido; pero lo que he hecho no me aflige. Y si te parece que heprocedido locamente, quiz soy acusada de locura por un insensato. 14

    La imagen de Antgona est en el centro de la tragedia, ms all de su moral es ella misma quiennos fascina. Ella baja viva a la tumba pagando as el precio de haber dado sepultura a suhermano. Ella encarna la creacin de autonoma frente el Estado y la rebelin contra el ordenconstituido. Antgona es el pensamiento en su mxima expresin y el culmine de la actitudpoltica democrtica que enfrenta el problema del hombre autnomo: la relacin entre elindividuo, la comunidad y el Estado.15 La autonoma, el de servirse de leyes propias - tos autnnmois chrsthaies algo previo al estar constituida en una determinada orientacin poltica, enun rgimen o politeia. Antgona muere en la defensa de los derechos sagrados, o mejor dicho,humanos, ante un Estado que suea ser omnipotente. El coro canta: Y yo tambin ahora, al ver

    lo que estoy viendo, me siento inclinada a desobedecer las leyes.16

    En su reciente novela Reina de Amrica la escritora espaola Nuria Amat refleja el tema deSfocles situndolo en el Choc del Pacfico colombiano en medio del drama de los desplazados yde la guerra entre la guerrilla y las fuerzas para/militares del Estado. 17 Un trauma como el de laguerra puede dejar para el sujeto o para un pas algo en suspenso, algo que puede perdurar hastatanto no se haya encontrado una solucin. La novela de Amat es como una catarsis, unapurgacin, una purificacin ritual. Sigue los parmetros que da Aristteles para definir latragedia en su Potica al inicio del tercer capitulo: Medio que realiza, mediante la compasin y

    14 Sfocles,Antgona, trad. de Juan Manuel Rodrguez, Madrid: Editorial Alba, 1997, p. 48.15 En su El nacimiento de la tragedia Friedrich Nietzsche parece identificar a Antgona comorepresentante del principio apolineo (ver sec. 4). Esta interpretacin fue sugerida por WalterKaufman, traductor de Nietzsche al ingls en Basic Writings of Nietzsche, translated andedited by Walter Kaufman, New York: The Modern Library, 2000, p. 47. Otras lecturas deAntgona incluye la de Maria Zambrano,La tumba de Antgona en Senderos,Barcelona:Antrophos, 1989 y la de Jacques Lacan, Le Sminaire de Jacques Lacan, Livre VII,LEthique de la Psychoanlyse, 1959-1960, Paris: ditions du Seuil, 1986, pp. 285-333.Criticas de la lectura lacaniana en F. Duroux, Antigone: Une politique de lthique en RenMajor et al, Lacan avec les philosophes, Paris: Albin Michel, 1991, pp. 37-41; N.Loraux, Antigone sans thtre en Ren Major et al, Lacan avec les philosophes, Paris:Albin Michel, 1991, pp. 42-49; Patrick Gyomard, La Jouissance du tragique: Antigone, Lacanet le dsir de lanalyste, Paris : Seuil, 1992 ;Jean Bollack, La mort dAntigone: La tragdie deCron, Paris: Puf, 1999, pp. 96-104. Para consultar un resumen de las discusionescontemporneas sobre Antgona, vase George Steiner, Antigones, Oxford, Claredon Press,1984. Hay traduccin a espaol Steiner, Antgonas, Barcelona:Gedisa, 1987. Comentariosms recientes en C. Jacobs, Dusting Antigone, Modern Language Notes, No.111, JohnHopkins University Press, 1996, pp. 889-917; Judith Butler, Antigones Claim, London:Routledge, 2000; Isabelle Boehm y Michel Tichit, Sophocle: Antigone, Paris: Ellipses, 2002;Ariane Guieu, Sophocle: Antigone, Paris: Bral, 2001; Gilliane Verhulst, tude sur Sophocle:Antigone, Paris :Ellipses, 2002.16 Aqu he utilizado la traduccin de Agustn Blnquez, Barcelona: Iberia, 1967. La versin deJuan Manuel Rodrguez anteriormente citada dice: Y yo mismo, ante esto, infrinjo lo que eslcito, p. 58.17 Nuria Amat, Reina de Amrica, Bogot: Norma, 2002.

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    el temor, la catarsis de las pasiones semejantes a stas (di elou kai phbou peranousa tn tntoioton pathemton ktharsin).18 Los captulos finales de la novela de Amat nos brindan elrelato de lo que significa experimentar la suerte de una vida que se confundir con la muerte, dela muerte anticipada que se insina en el dominio de la vida. La Antgona de Amat se llama Rat.

    Wilson, el compaero de Rat y colaborador de la guerrilla, es asesinado en una masacre y losparamilitares prohben a los familiares enterrar a sus muertos.19

    Tal como en Antgona se trata, entonces, de dar sepultura al cadver, arrebatarle la muerte a laNaturaleza y entregrsela a la Historia. Lo real, la carne se reintegra en los ciclos naturales dedescomposicin y recomposicin y lo simblico, el nombre es preservado por la tumba. Nocumplir con este rito sera como infligir una segunda muerte, sera borrar la memoria de las

    vctimas. Resulta inconcebible entregar el cadver de un individuo que ha tenido un nombre y unlugar en el cuerpo social, que ha tenido una historia y una memoria y que por lo tanto es objetode los ritos del lenguaje, a la crudeza primaria de la naturaleza. El orden social - la ciudad -asume la tarea de alejar de su dominio el espectro de los cadveres insepultos y de dominar lamuerte transformndola en una empresa compartida y estructuradora del bien comn a travsde rituales de entierro y cementerios.20 La memoria del muerto se conserva en el ordensignificante, rescatndolo del olvido, en virtud del sepulcro. En la accin de enterrar los

    cadveres y en condiciones normales, en tiempos de paz, familia y Estado actan conjuntamente.Pero la guerra y la discordia fracturan esa armona. La grieta que se abre entre la ley del Estadoy quien se opone genera el espacio en el cual se inscribe el conflicto dramtico de la tragedia.Para los tiranos, sean de la antigedad o de los tiempos actuales, la ley no puede ser aplicada deigual forma para quienes mueren en defensa del Estado que para quienes muerencombatindolo.

    Tanto para Antgona como para Rat no se trata sencillamente, como afirmaba Hegel en suscomentarios sobre la tragedia de Sfocles, de la defensa de los derechos sagrados de la muerte yde la familia, sino que se trata de algo ms. No son depositarias de la ley arcaica de la sangre, nide la oikos frente a la polis, ni de lo privado frente a lo pblico, como diramos nosotros. Porquetanto los lazos del poder como los de la sangre han de trascenderse. Al dar sepultura a Polinice ya Wilson ests mujeres estn inspiradas por una profunda pasin que las coloca mas all delmiedo, donde ninguna amenaza, ni sancin tiene poder sobre ellas y que las impulsa a larebelin contra el orden tirnico. Estn movidas por lo que Sfocles llama astunmous orgs,las pasiones que impulsan la constitucin de las ciudades, de las comunidades polticas.21

    18 Sobre la catarsis ver Marc Richir, La naissance des dieux, Paris : Hachette, 1995, pp. 132-149.19El Tiempo informa el 11 de marzo 2004 (p. 5) que el presidente lvaro Uribe se reuni, enla casa de Nario, con el relator de las Naciones Unidas para los Pueblos Indgenas, RodolfoStavenhagen y su equipo de trabajo. Durante uno de los encuentros que sostuvoStavenhagen con lderes indgenas, en el curso de su investigacin en Colombia, el senadorGerardo Jum denunci que un grupo paramilitar no solo haba asesinado a dos integrantesde la etnia Kogui, en la Sierra Nevada de Santa Marta, sino que, al parecer, consumi partede sus cuerpos.20 Como dice Jean-Toussaint Desanti: Le corps du mort nest pas un corps. Nous nepouvons pas le rduire non plus des tas de choses. Pourtant il a un petit caractre sacr,au sens propre. On va le brler, lenterrer, pour quil nous laisse en repos. Lentre-deux ,Corrlats, mai 2002, p.17.21 Aqu encontramos por primera vez la formulacin explcita de lo que sera uno de lostemas fundamentales de la filosofa poltica clsica , desde Aristteles hasta Rousseau quiendice que para institucionalizar un pueblo primero hay que cambiarle los hbitos. Luegose ha olvidado la enseaza de Aristteles sobre la phila en su Poltica: los legisladores, dice

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    Astunmous proviene de stu que significa ciudad en el sentido de una ley que funda la ciudad yla rige en tanto unidad poltica, orgs de org, de donde deriva orgo yorgasms, es decir lapasin, la pulsin, el temperamento, la ira, el empuj espontneo e incoercible. 22 Antgona y Ratrealizan, exiliadas, un viaje sin retorno que las lleva ms all de s mismas: el x-tasis.Representantes paradigmticas de una empresa liberadora estas dos mujeres se convierten enactores que desenmascaran la ilusin de una natural equivalencia entre feminidad y pasividad.

    La resistencia se sita aqu de forma extraordinariamente firme, en un espacio ajeno a loinstitucional, a lo jurdico o a lo estatal, con este gesto radical Sfocles y Amat plantean la luchadesesperada de la vida desnuda (la nuda vita) contra el poder soberano.23 Ahora bien, tal comolo defini Thomas Hobbes, quien se coloca al margen del Estado le declara virtualmente laguerra.24 Esta posicin de marginalidad hace posible que esa virtualidad se actualice en elsacrificio de Antgona y de Scrates en el altar del poder soberano. El proceso en contra deScrates (470-399 a.C) por impiedad fue en realidad un proceso poltico.25Aunque la acusacinque tuvo que enfrentarse Scrates no tena una relacin directa con la poltica, el elementopoltico se palpaba en el ambiente. En l se castigaba al inspirador de ideas consideradas depeligrosa desviacin, al perturbador crtico del sistema poltico vigente.26 En la Apologa,Scrates acusa a sus acusadores y juzga a sus jueces, realiza en parte su defensa convirtindose

    en fiscal y juez:Pues bien, seores que me han condenado a la muerte, les dir querecibirn un castigo mucho ms duro que el que me han infligido alcondenarme. Al hacerlo, creen desembarazarse de tener que someter aprueba su vida. Pero es muy otra cosa que ha de resultar. Muchos mssern quienes los sometan a prueba - yo los he contenido sin que ustedeslo advirtieran.27

    La justicia no sta pues en parte alguna. Lo que se expande y multiplica es la injusticia. Slo cabeemprender una lucha contra sta y por aquella. Scrates se atreve a instituir la unidad ontolgica- en el ser de justicia y vida: la justicia es el principio mismo de la vida.28 Sin ella la vida se

    Aristteles, deben ocuparse principalmente de instaurar entre los ciudadanos la phila (queno es una amistad desdibujada sino el afecto en el sentido fuerte del trmino), ya quedonde se encuentra laphila la justicia no es necesaria. Aristteles, La Poltica, Madrid: Alba,1996.22 Cornelius Castoriadis, Lapolis grecque et la cration de la dmocratie, en Le Carrefourdu labyrinthe, II :Domaines de lhomme, Paris: Le Seuil, 1986, p. 261.23 Para el concepto de nuda vita aqu empleado ver Giorgio Agamben, Homer Sacer: Ilpotere sovrano e la nuda vita, Torino: Giulio Einaudi editore, 1995.24 Liliana Mar Lpez Lopera, La guerra o la dialctica del Leviatn y del Behemoth, enEstudios Polticos, Instituto de Estudios Polticos, Universidad de Antioquia, No 19, Julio-diciembre 2001, pp. 213-232; Adelino Braz, Hobbes y Kant: De la guerra entre individuos ala guerra entre los Estados, Revista de Estudios Sociales, Facultad de Ciencias Sociales,

    Uniandes, No. 16, octubre 2003, pp. 13-22.25 Rosa Proietto and James N. Porter, Socrates: a sociological understanding of theproduction of an outcast Economy and Society, Vol. 25, No 1, February 1996, pp. 1-35.26 Cf. I. Edman, Socrates on trial,Atlantic Monthly, No 191, 1953; Luciano Canfora, Criticadella retorica democratica, Roma:Gius. Laterza & Figli Spa, 2002.27 Platn, Apologa de Scrates, 39 c-d. Ver tambin T. De Laguna, The interpretation oftheApology, The Philosophical Review, No 18, 1909.28 Malena Lasala, Scrates contra su propia sombra, Buenso Aires: Editorial Biblos, 1990, pp.64-65.

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    destruye, pura y simplemente. Porque slo lo que nombra ese brevsimo sonido bien engriego an ms breve: eu hace posible vivir. Y no slo porque sea mejor vivir con ese bien,sino porque sin l no se puede - a secas vivir.

    Scrates, empero, no vio que, no slo desde su evolucin histrica sino ya desde su idea, la polishaca irrealizable la justicia que no era posible en un Estado que exclua del carcter de

    ciudadanos a tres grupos que formaban parte de el. No slo hay que tener en cuenta ladesigualdad efectiva, sino el hecho de que la polis se constituya con la exclusin de mujeres,esclavos y extranjeros.29 De este modo, lo que Scrates no vio fue la fatalidad del Estado, que la

    polis no poda ser salvada, que marchaba tan irremisiblemente hacia su muerte como l mismo:Pero es ya hora de marcharme, yo para morir, ustedes para seguir

    viviendo. Quienes avanzan hacia una realidad mejor, no es manifiesto anadie.30

    En su dilogo socrticoFedn pregunta Platn: Estabas t, Fedn, en persona junto a Scratesel da en que bebi el phrmakon en la carcl?.31 La palabra griega phrmakon quiere decir

    veneno, medicina o cura, tambin pocin mgica, hechizo o encantamiento. La riqueza de lareserva simblica del trmino griego phrmakon incluye, entonces, la ambivalencia entre

    veneno y antdoto. El significado de phrmakon es, por lo tanto, inestable y esta inestabilidadintroduce la diferencia.32 Scrates bebe el veneno por su propia mano y muere, pero esta muerteno termina con la fuerza de su pensamiento que perdura y lo hace inmortal, es el antdoto contrael exterminio que sus enemigos hubieran deseado hacer de sus opiniones independientes y de suactitud contestataria.33La muerte de Scrates aparece como una cura, un pharmakon para losmales de la ciudad que se escenifica como un acto legal que, en lo que atae a Scrates, no esms que la perpetracin de una injusticia que se revela como tal, en la prctica misma de lasentencia.34 El temple de animo de Scrates frente a su propia muerte, supone undesplazamiento del sentido trgico: la autntica muerte no es para l la extincin fsica sino eldes-tierro, el estar fuera de su tierra, expulsado del vnculo que lo hace ser. Al decir delfilsofo francs Jacques Derrida en su texto La pharmacie de Platon:

    El cuerpo propio de la ciudad reconstruye, pues, su unidad, se encierra enla seguridad de su intimidad, se vuelve a dar la palabra que la une a smisma en los lmites del gora, excluyendo violentamente de suterritorio al representante de la amenaza 35

    29 Sobre la ciudadania y sus exclusiones en lapolis ver Peter Riesenberg, Citizenship in theWestern Tradition: Plato to Rousseau, Chapel Hill: The University of North Carolina Press,1992, pp. 3-55; Carlos Garca Gaul, La Grecia Antigua en Fernando Vallespin (ed.), Historiade la Teora Poltica, Madrid: Alianza Editorial, 1990, pp. 53- 166.30 Platn, Apologa de Scrates en Dilogos, Madrid: Editorial Alba, p. 49.31 La traduccin de la edicin a cargo de Francisco Larroyo reza Fedon, estuviste t mismocerca de Scrates el da que bebi la cicuta en la prisin, o slo sabes de odas lo quepas?, Fedn o del Alma en Platn; Dilogos, Mxico: Editoral Porra, 1976, p. 387.

    32 Cf. Jacques Derrida, La structure, le signe et le jue dans le discours des scienceshumaines, en Lcriture et la diffrence, Paris: Editions Seuil, 1967.33 J. E. Peterman, The Socratic Suicide in E. Nelly (ed.) New Essays on Socrates, Lanham:University Press of America., 1984.34 Anthony Gottlieb, Socrates: Philosophys Martyr, London: Phoenix, 1997, pp. 10-19.35 Jacques Derrida, La pharmacie de Platon, primera versin publicada en Quel, 1968.Reeditado en J. Derrida, La Dissmination, Paris: Ed.du Seuil, 1972. Aqu citado de la edicinPlatn, Phdre seguido de J. Derrida, La pharmacie de Platon, Paris: Garnier-Flammarion,1989, p. 389.

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    La violencia se presenta como el phrmakon, el nico veneno, pero a la vez el nico remedio yantdoto eficaz contra la amenaza que enfrenta el Estado en cual se concentra el derecho deejercer la nica violencia permitida, de esta forma la violencia que emana del poder soberano seconfigura como justa y legtima.

    El discurso dominante en la actual coyuntura poltica colombiana corresponde a la misma lgica,denunciando la autonoma de redes de poder por fuera del Estado y exigiendo susubordinacin. Alrededor de esta concepcin se ha desarrollado un extrao consenso que vadesde la derecha colombiana hasta cierta izquierda. Desde esta ltima perspectiva, y ya haceahora algn tiempo, esta lgica fue formulado en los siguientes trminos por el historiadorcolombiano Alvaro Tirado Meja:

    Es necesario repetirlo muchas veces: un Estado que no controla elmonopolio de la fuerza [] es un Estado dbil. Una sociedad en lacoexisten y se enfrentan diferentes grupos armados, sin que los legtimosalcancen a imponer el orden legal, es una sociedad profundamentetraumatizado y sin consenso. De all, la formula que me parece vlidapara nuestra situacin: necesitamos un Estado fuerte y democrtico. 36

    El socilogo francs Daniel Pcaut ha expuesto en una serie de trabajos la tesis de que la guerraen Colombia es una guerra contra la sociedad.37 La expresin me parece feliz en su sentidotrgico. El Estado colombiano lleva hace tiempo a cabo una guerra contra la sociedad,exterminando a los quienes considera peligrosos adversarios del orden establecido. Me refiero alhecho que el Estado en el curso de las ultimas dcadas, por medio de sus fuerzas regulares oparamilitares ha eliminado fsicamente toda oposicin poltica abierta y sindical que haencontrado peligrosa para los intereses de la oligarqua y los grupos econmicos y polticosdominantes.38 Durante los ltimos aos de cada 10 dirigentes sindicales asesinados en el mundo9 son de Colombia. Es evidente que el terrorismo de Estado; las masacres y asesinatos selectivosde miles de miembros de la UP (Unin Patritica) el movimiento poltico impulsado por lasFARC a mediados de la dcada ochenta, despus de haber firmado acuerdos de tregua y denegociaciones con el gobierno, as como los asesinatos sistemticos de cientos de lderesagrarios, indgenas y sindicales cada ao, legitiman la rebelin contra el Estado.39

    36 Alvaro Tirado Meja, Estado y sociedad en Colombia: Constatacin de un desajuste, enTirado Meja, Sobre historia y literatura, Medelln: Editorial Lealon, 1991, p. 25.37 Daniel Pcaut, Guerra contra la sociedad, Bogot: Espasa, 2001; Midiendo fuerzas:Balance del primer ao del Gobierno de lvaro Uribe Vlez, 2003; Violencia y Poltica enColombia: Elementos de reflexin, Medelln: Hombre Nuevo Editores, 2003. La tesis dePcaut se relaciona con el debate sobre el carcter del conflicto armado colombiano. Ver alrespeto: Carlo Nasi, William Ramrez, Eric Lair, Guerra Civil, Revista de Estudios Sociales,Uniandes, febrero 2003, 119-126; Eduardo Pizarro, Colombia: guerra civil, guerra contra lasociedad, guerra antiterrorista o guerra ambigua?, Anlisis poltico, Universidad Nacional deColombia, No 46, Mayo/Aug 2002, pp.164-180; William Ramrez, Guerra Civil enColombia?,Anlisis poltico, Universidad Nacional de Colombia, No 46, Mayo/Aug 2002, pp.151-163.38 Mauricio Romero, Paramilitares y autodefensas 1982-2003, Bogot: IEPRI y EditorialPlaneta, 2003; Nazih Richani, Sistemas de Guerra: La economa poltica del conflicto enColombia, Bogot: IEPRI, 2003, pp. 153-210.39 En mayo 2004 como resultado de una decisin del Estado perdieron el Partido Comunistay la Unin Patritica la personera jurdica por falta de representacin en el Congreso. Susrepresentantes elegidos haban sido asesinados uno tras otro. Semana, Mayo 31 2004.

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    El 14 de junio 1988 un grupo de hombres armados llegaron a dos campamentos mineros de lavereda el Topacio, municipio de San Rafael, Antioquia. Llamaron por su nombre a siete minerosen un campamento y a cuatro en el otro, todos integrantes de la corporacin de pequea mineraorganizado por Alejo Arango, un dirigente de la UP, ya en enero detenido por el Ejercit acusadode ser enlace de las FARC y posteriormente desaparecido. En los siguientes meses fueron

    asesinados los activistas de la UP, Froiln Arango, Guillermo Blandn y Margarita Daza, quieneslo remplazaron en el Consejo municipal. Los escaos que ganaron la UP en el Consejo no habaya quien lo asuma. Los mineros infortunados se disponan a pescar en el ro a las cinco y mediade la tarde cuando fueron llevados amarrados ante los ojos de la seora que les preparaba lacomida. Una semana despus el vuelo de gallinazos sobre una arboleda aledaa al ro vino asealar el goyesco cuadro: dos troncos humanos picoteados por las aves, siete brazos izquierdos,tres piernas, dos cabezas, una quijada, algunas ropas y el machete con el que presumiblementese consum la carnicera.El rompecabezas de fragmentos humanos fue metido en dos atades yenterrados. Ese precario sepelio vali por el de todos, porque los otros cadveres o sus partes, nose pudieron encontrar.40

    La carnicera no ha cesado desde entonces. El ltimo informe de la Oficina en Colombia del Alto

    Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos observa en Marzo 2004 queen las regiones con mayor presencia de la fuerza pblica se registra al mismo tiempo lapersistencia de los grupos paramilitares.41 Refirindose a la violencia paramilitar en Colombia elex ministro de Justicia y Relaciones Exteriores del Per, Diego Garca-Sayan en un estudio parala Comisin Andina de Juristas seala que:

    La responsabilidad del Estado por acciones u omisiones de sus agenteses, en todo esto, importante. Los asesinatos, masacres, desaparicionesforzadas, torturas y otras violaciones de los derechos fundamentalesatribuidas a miembros de las fuerzas de seguridad, socavan el Estado deDerecho. Siendo muy grave la violencia de los grupos subversivos yparamilitares, la arbitrariedad y el terror que ejercen funcionarios delEstado para reestablecer el orden pblico es doblemente irregular ya quelas autoridades tienen como objetivo el respeto a la Constitucin y alEstado de Derecho.42

    En el resguardo indgena de Tacuey ubicado en la Cordillera Central, a tres kilmetros ms alldel ltimo retn montado por el Ejrcito, sobre la carretera que cruza las montaas delnororiente del Cauca, ondeaban las banderas blancas en febrero 2004. Los paeces colocaron las

    40 Revista Semana, junio 28 , 1988, pp. 52-53. En su serie de grabados Los desastres de laguerra (ver en particular la estampa no. 39 Grande hazaa! Con muertos!) Francisco deGoya ha captado la crueldad y los cadveres de la llamada Guerra de la Independencia enEspaa 1808-1812; conflicto que nos leg la palabra guerrilla para referirse a la resistenciacontra las tropas franceses. Ver Jesusa Vega, Fatales consecuencias de la guerra enFrancisco de Goya, Grabador, Desastres de la Guerra, Real Academia de Artes de SanFernando, Calcografa Nacional, Madrid: Ediciones Turner, 1992, pp. 17-48.41 OACNUDH, Informe del 2003 presentado el 10 de Marzo 2004. A este informe elvicepresidente Francisco Santos responde que pena, pero Naciones Unidas se haequivocado y el Gobierno uribista lo critica por desconocer la integralidad de la poltica dederechos humanos o de la poltica de Seguridad Democrtica. Cf. Alfredo Molano Bravo, Elbotn, El Espectadormarzo 14 de marzo 2004, p.14A.42 Diego Garca-Sayan, Los derechos humanos y el Estado de Derecho en la regin andinapp. 105-125 en Latin America: Regional studies, Stockholm: Swedish InternacionalDevelopment Agency, SIDA, s.f.

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    banderas blancas formando con ellas un gran crculo alrededor del casero El Crucero, unabifurcacin de las vas hacia Lpez y Santo Domingo. All se aglomeraron unos 300 indgenasque dejaron sus veredas cuando lleg el Ejrcito y comenzaron los combates con el sexto frentede las FARC. Los indgenas manifestaron que el Ejrcito ha detenido a ocho habitantes delresguardo sealados por un encapuchado, los mismos que segn dicen los habitantes,aparecieron luego fotografiados con objetos que nunca les decomisaron. A pesar de la represin

    los paeces se niegan a irse de sus resguardos. Siguen resistiendo con la idea indeclinable de queabandonar sus territorios es lo mismo que morirse en vida.43 Un documento programtico de laAsociacin de Cabildos del norte del Cauca dice al respecto:

    Conocemos de sobra la pauprrima situacin que arrastran losdesplazados, parias en su propia patria, que reciben trato de seudociudadanos e infrahumanos [] son estas razones ms que suficientespara no abandonar nuestro territorio y pensamos que si nos van amasacrar en otro sitio tambin lo pueden hacer aqu.44

    Otros grupos indgenas se ven forzadas al desplazamiento. En abril 2004 ms de 300 wayuushuyeron a Venezuela, caminando por ms que 24 horas desde su pueblo de origen, Baha dePortete, despus de un masacre perpetuado por parte de paramilitares apoyados por tropa de la

    2 Brigada del Ejrcito. Segn Amnista Internacional los paramilitares llegaron al pueblo einterrogaron varios nios sobre el paradero de sus padres, y mataron a algunos de ellos por creerque estaban mintiendo.45Alberto, uno de los sobrevivientes cuenta en entrevista con el diario

    venezolano Ultimas Noticias:Ay hermano, siento que el corazn se me sale por la boca. Usted no sabelo que es tener que salir corriendo para que no le maten y, despusescuchar los gritos de los peladitos, de mis dos hijitos a quienes mequemaron vivos sin que yo pudiera hacer nada. Los quemaron vivosdentro de mi camioncito. Tambin le cortaron la cabeza a mi mam y amis sobrinas las picaron en pedacitos. No les dispararon, sino que lastorturaron y con una motosierra las cortaron vivas, hermano.46

    Por efecto de la amenaza y las acciones de estos actores armados muchas poblaciones del campocolombiano se han convertido en pueblos fantasmas a la manera de los pueblos de Juan Rulfo,llenos de polvo y de voces de muertos.47El Tiempo reporta la desaparicin de Cored, Guarn yCoriche, pequeos asentamientos en el Choc situados entre Cabo Marzo y Jurad. Loshabitantes que huyeron de la barbarie se refugiaron en Baha Solano y como dice el cronista, lafrontera con Panam va a quedar en est ltima poblacin. 48 En la novela Reina de Amrica elestilo terso de Nuria Amat ha captado a esta muchedumbre desnuda de desterrados en lasselvas del Pacfico colombiano cerca de la frontera con Panam:

    43 El Tiempo, mircoles 25 de febrero, 2004.44Minga en resistencia: Por la defensa del plan de vida de los pueblos indgenas del norte de

    Cauca, abril 2002, p.11.45 Informe deAmnista Internacional publicado el 26 de mayo 2004.46 Via alterna, mayo 2004, Ver tambin Semana 24 de Mayo 2004, p.52.47 Juan Rulfo, Pedro Pramo y El Llano en Llamas, [1953] Edicin revisada por la FundacinJuan Rulfo, Barcelona: Planeta. 2003. Son apreciables las similitudes entre PedroPramo yCndores no entierran todos los das del escritor como ha sealado Jaime Zambrano, LaViolencia en Colombia: La ficcin de lvarez Gardeazabal y el discurso histrico , New York:Peter Lang, 1997, p. 131.48El Tiempo, 4 de febrero 2001.

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    Volvimos a detenernos junto al Rancho Verde de la boca del ro. Desdeall se podan ver las primeras casas de Baha Negra. La oscuridad levabaanclas y el cielo palideca por momentos. Pequeas figuras fueronsurgiendo de la espesura en direccin de la corriente del ro. Mujeres

    viudas, nios pequeos y algunos hombres cabizbajos avanzaban adestiempo. Nadie los diriga. Caminaban con el lento ceremonial que

    desplaza a los seres inanimados cuando lazos invisibles tiran torpementede ellos. Mantenan cerradas sus bocas para proteger su nico equipaje.Un sufrimiento que no deseaban perder por el camino. Al dolor lollevaban bien atados a sus bultos, que eran ligeros y a menudoinexistentes. No as sus piernas tan yertas y pesadas como las de las resescuando ni el ltigo logra convencerlas de su obturada mole. La mayorade los desplazados no tenan reparo alguno en manifestar que eranexpulsados de una muerte segura para ser conducidos a otras tinieblas desinrazn y violencia. Como lo haban perdido todo podan fcilmenteperderse a s mismos. No queran abandonar el pas. No queran cruzar elro. Queran llorar sus muertos, recoger sus velorios. Se oan toses ysollozos. Ola a cadver. Haba algo que los empujaba a colocarse en fila

    india como nica dignidad posible para enfrentarse con ojos abiertos a lamuerte. Aida y yo nos sumamos al grupo de desplazados. Elsentimiento era un altavoz averiado y las preguntas bailaban solas, sinpalabras con las que llenar sus vacos. El fuego nos segua los pasosmientras que los soldados observaban desde lejos la huida de lossobrevivientes. Nuestra marcha era otra ancdota en la historia Losrboles seguan vigilndonos. Detrs de ellos las voces de los soldadosllamaban a la guerra. Entre el ruido del follaje se oan nombres depueblos colindantes que los refugiados se pasaban unos a otros comoperlas adivinas con tal de animar la marcha. En el momento msinesperado, pequeos grupos de soldados interrumpan el camino paramostrar una vez ms sus metralletas encaonadas directamente anosotros Los soldados nos seguan los pasos a tiro de metralleta.

    Ahora que el fuego estaba lejos, el Ejrcito era el bosque en llamas quenos vena siguiendoUn tipo del Ejrcito que iba de civil se nos quedmirando. Hijueputa, dijo Aida.49

    En el curso de la guerra lo que el filsofo italiano Giorgio Agamben llama la nuda vita, ha dejadode ser una Idea para tomar cuerpo en esta muchedumbre desnuda, en este cuerpo vivo demillones de desplazados, mujeres y hombres, campesinos y trabajadores que en Colombia acausa de la violencia han perdido sus tierras y su terruo. 50 Colombia ocupa el tercer lugar en el

    49

    Nuria Amat, Reina de Amrica, Bogot: Norma, 2002, pp. 253-258.50

    Ver Daro Fajardo Montaa, Migraciones internas, desplazamientos forzados y estructurasregionales, Palimpsesto, Revista de la Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacionalde Colombia, No. 2, 2002, pp. 68-77. Alfredo Molano, Desterrados: Crnicas del desarraigo,Bogot: El ncora Editores, 2001;Oscar Mauricio Espinosa Henao, Del territorio, la guerra yel desplazamiento forzoso. Un vistazo sociolgico, Revista de Estudios Sociales, Facultad deCiencias sociales, Uniandes, No. 9, junio 2001, pp.39-47. Consultora para los derechosHumanos y el Desplazamiento, COHEDES, Desplazamiento en El Embrujo Autoritario:Primer ao de gobierno de lvaro Uribe Vlez, Bogot: Ediciones Antropos, 2003, pp. 120-131. El Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer informa en marzo 2004 que58% de los dos millones de desplazados en Colombia son mujeres, El Tiempo, jueves 11 de

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    mundo en relacin con el nmero de desplazados, que llegan a 3 milliones. El desplazamientoforzado es un fenmeno de desterritorializacin, de perdida y abandono del territorio. Para losgrupos campesinos, indgenas y afrodescendientes, la tierra, el bien perdido, significa muchoms que la fuente que provee de recursos para la subsistencia. Y son precisamente estos gruposlos que han sido mas tocados por el desplazamiento forzado.51 La sensacin de perdida ydesarraigo, sin embargo, se extiende ms all de los directamente afectados. Tal como dice el

    historiador colombiano Gonzalo Snchez:La figura del desplazado parecera ser la que ms dramticamenteencarna nuestros desarraigos, nuestra imposibilidad de encontrar unpunto fijo, un despegue cierto a un futuro determinable. El desplazado,con su memoria rota, es la evocacin permanente de nuestra propiainestabilidad. En ese sentido, en la Colombia de hoy todos somos, dealguna manera, desplazados. Hemos perdido los referentes y seguimos enla bsqueda de la unidad de una experiencia histrica que slo nosaparece como dispersa, hecha pedazos, y con un sentido de prdidairrecuperable.52

    El sentido de perdida ha sido expresado por la artista contempornea colombiana Doris Salcedo,

    en un nuevo tipo de arte poltico (representado en la exhibicin permanente de Tate Modern enLondres), basado en una arqueologa altamente personal, en la cual investiga y excava unespacio particular de violencia y desarraigo. Ella interviene en los objetos que son testigos de unaperdida indescriptible y en las superficies de sus esculturas transforma objetos triviales enrelicarios llenos de fuerza. Sus instalaciones armadas con muebles como armarios o mesas - yobjetos trouvs como zapatos, detentan el dolor y la memoria de las victimas de la violencia. 53

    La memoria no es un acto de introspeccin o retrospeccin tranquila.54 Es un doloroso re-cordando, una nueva articulacin de un pasado des-membrado, para dar sentido al trauma delpresente.

    IIEl siquiatra y Alto Comisionado de Paz del Gobierno de Uribe Luis Carlos Restrepo declara enentrevista con Enrique Posada Cano, en las Lecturas Dominicales de Tiempo, el 14 de marzo de2004.

    Colombia ha visto en el Presidente un especie de padre, capaz derestaurar la autoridad. Por primera vez los colombianos se identificancon el Presidente.[] Colombia ha tenido dificultad histrica de

    marzo 2004, p. 5. Ver tambin Red Nacional de Mujeres, Informe Derechos de las Mujeresen Colombia 2003, Bogot: Corporacin Humanizar, 2003; Evaluacin de la poltica pblicaen proceso de restablecimiento de la poblacin desplazada desde un enfoque de derechoshumanos, Bogot: Defensora del Pueblo y ASDI, 2003.51 Martha Nubia Bello y Nayibe Pea Frade, Migracin y desplazamiento forzado: de laexclusin a la desintegracin de las comunidades indgenas, afrocolombianas y campesinasen Jaime Arocha, (Comp.), Utopa para los excluidos: El multiculturalismo en frica y AmricaLatina, Bogot: Facultad de Ciencias Humanas Universidad Nacional de Colombia, Coleccin

    Centro de Estudios Sociales, 2004, pp. 395- 407.52 Gonzalo Snchez G., Guerras, Memoria e Historia, Bogot: ICANH; 2003, p. 76.53 D. Salcedo, Aperto Flash Art171 (Summer 1993); C. Merewether, Naming Violence inthe Work of Salcedo Third Text24 (Autumn 1993); G. Burke, The Boundary RiderArt NewZeeland 67 (Winter 1993); D. Cameron, Absence Makes the Art: Doris Salcedo Artforum33.2 (Oct. 1994).54 Roland Anrup y Mara Clara Medina, La memoria y la historia: una introduccin, Anales,No. 3-4, 2001, pp. 11-19.

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    identificarse con el padre. Al Padre de la Patria lo sacamos corriendo amedia noche en paos menores de la casa presidencial. Casi cometimosparricidio. Siempre hemos desconfiado del padre. Le tuvimos temor aBolvar, a Mosquera, a Nez, a Reyes. Hemos tenido en muchasocasiones lo que en siquiatra se llama un padre degradado. El Presidenteaparece como un caudillo fuerte, un hombre que fija una impronta a la

    nacin.55

    La figura paterna juega un papel preponderante en la simbologa del poder. Qu es lo quepermite que ciertas figuras lderes sean reconocidas como "Padres" de la libertad, la Patria, lanacionalidad y las leyes? Qu da a los precursores, en su caracterstica de "Padres", unaautoridad especial, una especie de derecho para actuar por encima de las leyes? La imagen del"Padre" y su funcin en las formas de representacin del poder y de la poltica en la sociedadcolonial hispanoamericana a finales de la poca colonial resulta un referente fundamental paraentender la problemtica planteada en el contexto histrico de la independencialatinoamericana. Durante el rgimen colonial, en la monarqua catlica las relaciones entre elpueblo y el rey se expresaron en frmulas como "Padre rey" y "gobierno paternal". 56 Los textos dela poca utilizaban estos trminos para designar el carcter personal que marcaba la relacin

    entre el rey y sus sbditos y para enfatizar los cuidados paternales que el monarca estabaobligado a prodigar. El despotismo ilustrado de los Borbones y su proyecto poltico de reformas,dirigidas a crear un orden estatal centralizado y modernizante, adoptaron el ropaje de estelenguaje paternal. Cuando empezaron a formarse los movimientos independentistas, el uso de lametfora de la familia jug un rol importante, tanto en el discurso de defensa de la Coronaespaola como en las iniciativas separatistas. En 1799, Pedro Fermn de Vargas, en suargumentacin ante el gobierno ingls a favor de la causa emancipadora, hizo uso de estaanaloga: "Nueva Granada es hoy como un hijo adulto que tiene que liberarse".57 Su discursoest informado de un mundo conceptual habitual en el pensamiento poltico europeo en el quela analoga entre la familia y la autoridad poltica son una metfora frecuente.58 La tradicinpuede ser rastreada desde Platn y Aristteles, pasando por Bodin y Filmer a Locke y Paine.59 En

    55

    El Tiempo, 14 de marzo 2004. Restrepo da un mal uso a las teoras de Sigmund Freud,Psicologa de las masas, Madrid: Alianza, 1994, pp. 42-47 sobre el proceso de identificaciny de Jacques Lacan sobre la figura del padre degradado.56 Para un estudio interesante sobre la monarqua catlica ver Serge Gruzinski, Lesmondes mls de la monarchie catholique et autres connected histories , Annales HSS,janvier-fvrier, 2001, pp. 85-117.

    57 Pedro Fermn de Vargas, Representacin del 20 de noviembre de 1799 en S. E. Ortiz,(ed.), Coleccin de Documentos para la historia de Colombia , Segunda serie, Bogot, 1965,p. 71. Ver tambin Pedro Fermn de Vargas, Pensamientos polticos; Bogot: UniversidadNacional de Colombia, 1968.58 Alexandre Kojve, La notion de lautorit, Paris : Gallimard, 2004. pp. 58-134.59

    Aristotle, Politica, en W D Ross (red.), The Works of Aristotle, Oxford 1921; R W KHinton, Husbands, Fathers and Conquerors, Political Studies, vol. 15:3 (1967), pp. 291-300;R W K Hinton, Husbands, Fathers and Conquerors, Political Studies, vol. 16:1 (1968), pp.55-67; Peter Laslett (red.), Patriarchal and other Political Works of Sir Robert Filmer, Oxford1949; John Locke, Two Treatises of Government, New York 1965; Linda Nicholson, Genderand the Family: The Limits of Social Theory in the Age of the Family, New York 1986; WilhemOncken, "Die Staatslehre des Aristoteles" in Historisch-Politischen Umrissen, II,Leipzig 1875;Plato, Statesman en E Hamilton y H Cairns (red.), Collected Dialogues, New York 1975; J GA Pocock, The Ancient Constitution and Feudal Law, Cambridge 1957; Gordon J Schochet,Patriarchalism in Political Thought: The Authoritarian Family and Political Speculation and

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    los dos ltimos encontramos un discurso que invierte el sentido de la vieja analoga poltica paradebilitar esta concepcin tradicional, que sin embargo es incapaz de abandonar el mismo marcode referencia. El discurso de los patriotas de las guerras independentistas, tambin procede de lamisma manera cuando afirma que el rey no ha cumplido cabalmente su funcin como "padre".Este lenguaje que hace uso de metforas familiares no slo expresa sino que crea una relacin dedependencia.

    Las luchas independentistas a principios del siglo XIX se reflejaban en el discurso como unenfrentamiento por apropiarse de la simbologa del poder. En esta poca no solamente seconstituyen los nuevos Estados sino que tambin se fundan los smbolos, el universo conceptual

    y el lenguaje poltico que hasta hoy son parte constituyente de la dinmica social y poltica. En elcentro de esa lucha discursiva se encontraban conceptos relacionados con el patriarcalismo, elliderazgo poltico, el caudillismo y el crecimiento de la conciencia nacional. Expresiones comopatria, nacin, constitucin y ciudadano funcionaron como sustitutos del carisma del monarcaespaol. Mientras el orden tradicional estaba construido en torno a la lealtad personal hacia elsoberano, ahora se requera una lealtad hacia una constitucin, un orden legalmente constituido,un concepto abstracto del Estado.60 Como un efecto del desplazamiento de la autoridad poltica,el carisma encontr un hbitat propicio en las palabras, en tanto que son stas las que

    construyen la nacin en la prctica de un acto discursivo.El concepto de nacin no lo podemos entender como el reflejo de una natural y objetivarealidad dada sino, al igual que todos los conceptos, como una creacin discursiva que puedetener amplias consecuencias reales. Ya Rosa Luxemburgo sealo

    se usa el concepto de nacin como un todo, como una unidad social ypoltica homognea. Pero ese concepto de nacin es precisamente unade las categoras de la ideologa burguesa que la teora marxista hasometido a una revisin radical, demostrando que detrs del vuelomisterioso de los conceptos ... se oculta siempre un contenido histricoconcreto.61

    La nacin es una construccin discursiva definida por un grupo, comnmente por una elite, queparte de diversos criterios. Estos criterios, cuyo objetivo es justamente el de diferenciar, tambinle dan a lo diferenciado un valor especial y, de alguna manera, le asignan una identidad. Loscriterios pueden ser tnicos, culturales, religiosos, idiomticos o referirse a los derechosciudadanos.62 A menudo la construccin discursiva de una nacin sirve el proyecto deconstruccin estatal y forma parte de una estrategia con el fin de legitimar el Estado.63

    Attitude, especially in Seventeenth-Century England, Oxford 1975; Alexandre Koyr, De lamystique la science: Cours, confrences et documents, Paris : EHESS, 1986, pp. 86-91.

    60 Una discusin reciente de la misma problemtica en el contexto de la revolucin francesaen Marcel Gauchet, La condition historique, Paris: Stock, 2003, p. 286.

    61 Rosa Luxemburgo, Textos sobre la cuestin nacional, Madrid, 1976, p.116. Un textointeresante sobre Luxemburgo en Hannah Arendt, Walter Benjamn, Bertold Brecht,Hermann Broch, Rosa Luxemburgo, Barcelona: Anagrama, 1971, pp. 171-198.62 Cf. Roland Anrup, El Estado ecuatoriano decimonnico y el proceso de integracinnacional, Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, no. 7, pp. 89-104.63 Toms Prez Vejo, Nacin, identidad nacional y otros mitos nacionalistas, Madrid: EdicioneNobel, 1999; Federico Chabod, Lidea di nazione, Bar: Gius. Laterza&Figli, 1961. El casofrancs ha sido recientemente analizado por Dominique Colas, Citoyennet et nationalit,Paris: Gallimard, 2004.

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    Nuestro Estado no es ni jams fue legtimo de veras escribe el periodista y columnistacolombiano, Hernando Gomz Buenda.64 Por su parte, el socilogo Mauricio Garca Villegas y eleconomista Rodrigo Uprimny Yepes, constatan que

    Colombia tiene todava problemas de construccin de Estado al estilo deHobbes Estado Leviatn -, lo cual explica ciertos componentes muyautoritarios de las actuales reformas, como justicia sin rostro, por medio

    de la cual el Estado, pretende adquirir, casi a toda costa, el monopolio dela coaccin en un contexto de legitimidad institucional bastanteprecaria.65

    En un reciente estudio del CINEP (Centro de Investigacin y Educacin Popular) Violenciapoltica en Colombia: de la nacin fragmentada a la construccin del Estado, el historiadorFernn E. Gonzlez, la historiadora Ingrid J. Bolvar y el socilogo Tefilo Vsquez pasan revistaa la historia de la construccin del estado moderno occidental en Europa en el curso de los siglosXVI a XVIII y en el contexto de esta reflexin analizan el caso colombiano y el conflictoarmado.66 Este no se sita en la exterioridad del Estado sino se inscribe en la dinmica de suconstruccin. La tesis de los autores es que la construccin del Estado colombiano y lalegitimidad de la autoridad estatal son tareas inconclusas que estn todava por realizarse, frente

    a la pervivencia de poderes regionales y locales que en algunos casos hasta se han fortalecido enmedio de la guerra:

    Esta situacin dual de lgicas y comportamientos polticos, que obliga a las institucionesestatales a una continua negociacin con los poderes locales y regionales existentes de hecho, noes exclusiva de Colombia, pues, como muestra la reflexin sobre la historia de otros procesos dedesarrollo nacional, la construccin del monopolio de la fuerza y de la justicia, junto con la

    64 Hernando Gomz Buenda, El lo de Colombia. Por qu no logramos salir de la crisis? ,Bogot, 2000, p. 52; Ver tambin Gomz Buenda, ed. La hiptesis del almendrn introduccin al volumen, Para dnde va Colombia?, Bogot: 1999, y el estudio dirigido porGomz Buenda, El Conflicto, callejn con salida: entender para cambiar las races locales delconflicto, Bogot: UNDP, 2003, pp. 32-39.65 Mauricio Garca Villegas y Rodrigo Uprimny Yepes, El nudo gordiano de la justicia y laguerra en Colombia, p. 44-45, en Alvaro Camacho Guizado y Francisco Leal Buitrago, Armarla paz es desarmar la guerra, Bogot: IEPRI, FESCOL, CEREC, 1999, pp. 33-72.66 Fernn E. Gonzlez, Ingrid J. Bolvar , Tefilo Vsquez, Violencia poltica en Colombia: dela nacin fragmentada a la construccin del Estado, Bogot: CINEP, 2003, pp. 237-258. Ver laresea de este libro por Mauricio Archila Neira en Anuario de Historia Social y de la Cultura,No. 30, 2003, pp. 381-384. El ambicioso proyecto de los autores de la obra hace pensar enlas observaciones de Serge Gruzinski: Les cadres chronologiques et gographiques de larecherche historique deviennent parfois pesants. Leur rigidit masque souvent des rflexesethnocentriques tapis derrire les traditions historiographiques. [] Comment largir nos

    horizons de rflexion? Lhistoire compare est longtemps apparu comme une alternativejouable et elle a suscit des changes fructueux. Mais les perspectives quelle dgage nesont parfois que des trompe-lil: le choix des objets de comparer, les cadres retenus, lescritres et les dterminismes slectionns les grilles dinterprtation, les problmatiques,sous-jacentes naissance ou rejet de la modernit, construction de ltat, modes deproduction, etc. - demeurent tributaires des philosophies ou de thories de lhistoire quireclent souvent dj en elles-mmes les rponses aux questions souleves. , Gruzinski, Les mondes mls de la monarchie catholique et autres connected histories , AnnalesHSS, janvier-fvrier, 2001, pp. 85-117, (cita en pp. 85-86).

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    centralizacin del poder que ella representa, no es un resultado necesario de la evolucin polticade todos los Estados sino depende de procesos concretos de desarrollo histrico.67

    El concepto de soberana deviene en el necesario punto de referencia para mltiples teoraspolticas y jurdicas que, de acuerdo a situaciones histricas individuales, van a utilizarse paradar fundamento a construcciones estatales diversas. En todo caso lo que es constante en todas

    estas teoras son sus tentativas de conciliar el poder supremo de hecho con el de derecho. Elconocido politlogo y terico jurdico italiano Norberto Bobbio considera:derecho y poder, con una metfora que me es muy querida, como doscaras de la misma moneda, tanto que en el vrtice o en la fuente esimposible distinguirlos. Alguna vez he dicho, y los repet tambinrecientemente, que en el origen lex et potestas convertuntur. Si nossituamos en el punto de vista del derecho, como ha hecho Kelsen con suteora normativa, en el vrtice se encuentra y no puede dejar deencontrarse la norma de las normas, o sea la norma fundamental; si nossituamos en el punto de vista del poder, en el vrtice se encuentra, comoha aclarado la teora poltica del Estado moderno, el poder de lospoderes, o sea el poder fundamental o soberano. Al igual que la norma

    fundamental es la norma que sirve de fundamento a todas las demsnormas y por encima de la cual no existe otra norma, as el podersoberano es poder que sirve de fundamento a todos los dems poderes ypor encima de la cual no existe otro poder superior. El propioordenamiento, considerado como un orden jerrquico de normas,postula la norma fundamental; considerado como un orden jerrquico depoderes, postula el poder soberano.68

    En cuanto poder de gobierno en ltima instancia, la soberana resulta estrechamente vinculada ala realidad esencial de la poltica; esto es a la paz y a la guerra. La soberana constituye elconcepto jurdico-poltico que permite al Estado moderno, con su lgica interna absolutista,afirmarse sobre la organizacin medieval del poder fundada sobre un estructura estamental. 69Esto se produce por una exigencia de unificacin y de concentracin del poder con el fin deejecutar, a travs de una nica instancia, el monopolio de la fuerza dentro de un determinadoterritorio y sobre una poblacin concreta. De este modo se corporiza el Estado en una unidadconcreta con fuerte cohesin poltica.

    Del Estado como sujeto soberano nace el derecho positivo y se dirige a regular la violencia que seejerce fuera de sus limites. Para ello aplica el mismo objeto que quiere regular aunqueemplendolo dentro de un marco legal que lo vuelve legtimo. El jurista austriaco Hans Kelsen, aquien Bobbio reconoce su deuda intelectual, sostiene en su Teora pura del derecho que

    67 Fernn E. Gonzlez, Ingrid J. Bolvar , Tefilo Vsquez, Violencia poltica en Colombia: de lanacin fragmentada a la construccin del Estado, Bogot: CINEP, 2003, p. 316. Boris Salazary Mara del Pilar Castillo discuten en su La hora de los dinosaurios: Conflicto y depredacinen Colombia, Bogot: CEREC, 2001, pp. 9-48 temas similares. Ver tambin Luis Javier Ortiz,Guerras civiles en Colombia: Un pndulo entre la construccin y al destruccin de la nacinen el siglo XIX en Adriana Maya Restrepo y Diana Bonnet Vlez, Balance y desafo de lahistoria de Colombia al inicio del siglo XX1, Bogot: Uniandes, 2003.68 Norberto Bobbio, De Senectute, Madrid: Taurus, 1997, pp. 129-130.69 El concepto de absolutismo ha sido recientemente puesto en debate ver: Ronald G. Asch yHeinz Duchardt, Der Absolutismus ein Mithos? Strukturwandel monarchischer Herrschaft inWest- und Mitteleuropa (ca. 1550-1700), Kln: Bhlau Verlag, 1996.

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    El ordenamiento jurdico, al determinar las condiciones en cuyapresencia ha de tener lugar el uso de la fuerza y los individuos que han dehacerlo, as como al crear un monopolio coercitivo en beneficio de lacomunidad jurdica, introduce la paz precisamente en la comunidad quedicho ordenamiento constituye. Pero la paz del derecho slo es una pazrelativa , no absoluta. En efecto, el derecho no excluye el uso de la fuerza,

    esto es la constriccin de un hombre por parte de otro hombreelderecho es una reglamentacin de la coercin.70

    En la misma lnea Jacques Derrida ha mostrado en suForce de loique la justicia exige el recursoa la fuerza.71 Entre derecho y violencia la cultura jurdica ha querido establecer una diferenciaque muchas veces se demuestra insostenible. El derecho como sistema institucional de solucinde conflictos no excluye la violencia, ni garantiza la equidad.

    A partir del siglo XVI la correlacin entre violencia y derecho se establece como un temafundamental del debate poltico en autores como Bodin, Grocio y Suarez. 72 Jean Bodin (1530-1596) precursor de la teora moderna sobre el Estado, elabora su concepto de soberanaprecisamente cuando en Europa emergan los Estados-Naciones, y perdan vigencia formas de

    poder y saber poltico que haban dado fundamento a regimenes imperiales y justificado lainfluencia del Papado, y cuya fuente de produccin y diseminacin fueron las ciudadesuniversitarias donde se produca el saber medieval.73 Bodin intent secularizar la teora polticacon el recurso a la filosofa de Platn. Para Bodin la posibilidad de que el Prncipe tuviera laobligacin de consultar al pueblo, era absurda, pues este hecho converta a la soberana en un

    juego con dos contrincantes, en el cual algunas veces sera el pueblo quien gobernara y otras elPrncipe, situacin que para Bodin era contraria a la razn. Bodin define soberana como

    puissance absolue et perptuelle y es esta naturaleza de la soberana que permite al Rey comodignitas trascender la persona fsica que es su soporte (Le roi ne meurt jamais, El rey nuncamuere).74

    La teora poltica desarrollada en Italia entre los siglos XVI y XVII, tuvo como objetivo justificarla conservacin y ampliacin del poder del gobernante del Estado. Giovanni Botero, en su obra

    De la razn de Estado (1589) defenda que la validez de los mtodos utilizados para mantener unEstado deban basarse en consideraciones realistas, sin tener en cuenta principios religiosos omorales. Segn su tesis el principal fin de un gobierno debera ser la conservacin del Estado.Para los tericos de esta tendencia, tal objetivo legitimaba determinadas acciones ticamentereprobables y autorizaba el empleo de la violencia y del engao en todos los casos en los que tales

    70 Hans Kelsen, Teora pura del derecho, Editorial Porrua, 1995, p. 28671 La justice exige en tant de justice, le recours la force. La ncessit de la force estdonc implique dans le juste de la justice . Refirindose a la pena de muerte seala Derridaque no es une peine politique parmi dautres, mais la droit mme dans son origine, dansson ordre mme . Jacques Derrida, Force de loi, Paris: Galile, 1994, pp. 29 y 101.72 En Grotius y Surez esta discusin se lleva a cabo en el contexto del debate sobre losderechos de conquista. Ver W.S.M. Knight, The Life and Works of Hugo Grotius, London:Sweet & Maxwell, 1925; Juan Gil, Conquista y justicia: Espaa y las Indias, en FernandoVallespin (ed.), Historia de la teora poltica, vol. 2, Madrid: Alianza Editorial, 1995, pp. 394-442.73 Cf. Thomas Ertman, Birth of the Leviathan: Building States and Regimes in Medieval andEarly Modern Europe, Cambridge University Press, Cambridge, 1997.74 Jean Bodin, Les six livres de la Rpublique (1576), Paris: Fayard, 1986. Ver tambin JulioA. Pardos, Juan Bodino: soberana y guerra, en Fernando Vallespin (ed.), Historia de lateora poltica, vol. 2, Madrid: Alianza Editorial, 1995, pp. 209-253.

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    medios, garantizasen la seguridad del Estado.75 Esta teora gener, desde fines del siglo XVI unintenso debate y fue objeto de crticas de carcter tico y religioso por parte de eruditosespaoles como Francisco Surez (De legibus Deolegislatore), Francisco de Quevedo (Politica de

    Dios, gobierno de Cristo, nuestro seor , tirana de Satans) y Diego Saavedra Fajardo (Idea deun prncipe poltico-cristiano representada en Cien Empresas), quienes defendan el principiode que el discurso de legitimacin procede de la defensa del fundamento religioso del poder del

    monarca.76 No obstante esta corriente crtica, la idea de que la derogacin de ciertas leyesmorales y positivas poda ser aceptable con la condicin de que ello fuera en favor del Estado,tom arraigo en la teora poltica. La gnesis de la privacidad corre paralela al asentamiento deuna nocin opuesta y enemiga al ella, la razn de Estado. A la soberana del individuo lecorresponde una fortificacin del Estado:

    El hombre se corta as en dos: obediente ciudadano de un lado, individuoque dispone de sus convicciones de otro. La nocin de razn del Estadose enraza en esta dicotoma: la separacin de lo pblico y lo privado

    viene a reconocer la legitimidad de una suerte de fuero interno estatalsimtrico del fuero interno privado. En una primera etapa, en los siglosXVI y XVII, el desarrollo del Estado moderno descansa as a la vez sobrela proteccin de las convicciones privadas y sobre la constriccin de un

    espacio pblico autosuficiente, cerrado sobre si mismo y legitimado deuna manera puramente funcional.77

    Para Tomas Hobbes (1588-1679), el estado poltico surge de un contrato de sometimiento a unsoberano que pondr fin a la guerra de todos contra todos, que de otro modo, en el estado denaturaleza, prevalecera un intercambio de obediencia por proteccin. Hobbes distingui unestado natural catico, en el cual el hombre es un lobo para el hombre, de un estado artificial ello llamatcnico en el que los miembros de una sociedad deponen su poder individual enmanos del soberano, es decir, en un corps machine que introduce un orden legal en lugar de laanarqua natural.78 Justamente a partir de esta tradicin de pensamiento, el contrato social entre

    75 Para una discusin de si Nicols Maquiavelo puede ser integrado a esta corriente verFrancisco Corts Rodas, La Poltica y la violencia en el pensamiento de Nicols Maquiavelo,

    en Estudios Polticos, Instituto de Estudios Polticos, Universidad de Antioquia, No 19, Julio-diciembre 2001, pp. 187-212. Ver tambin Marcel Brion, Maquiavelo, Buenos Aires: EdicioneSiglo Veinte, 1977; Louis Gautier-Vignal, Machiavel, Paris:ditions universitaires, 1969;Quintn Skinner, Machiavelli, Oxford: Oxford University Press, 1981; Vicente Gonzalo Massot,Una tesis sobre Maquiavelo, Buenos Aires:Grupo Editor Latinoamericano, 1991; Sebastin deGrazia, Maquiavelo en el infierno, Bogota: Norma, 1994, Maggie Gnsberg, The end justifiesthe means: end-orientation and the discourses of power en Martin Coyele, ed., NiccolMachiavellis The Prince, Manchester:Manchester Universiy Press, 1995, pp. 115-149; T.S.Elliot, Volver a Maquiavelo, Letra Internacional, No 49, 1997, pp. 4-8; Rafael del AguilaTejerina, Maquiavelo y la teora poltica renacentista en Fernando Vallespin (ed.), Historiade la teora poltica, vol. 2, Madrid: Alianza Editorial, 1995, pp. 69-170.76 Manuel Segura Ortega, Pensamiento poltico en el Renacimiento espaol, en FernandoVallespin (ed.), Historia de la teora poltica, vol. 2, Madrid: Alianza Editorial, 1995, pp. 355-393.77 P. Ronsanvallon, Malaise dans la reprsentation , en F. Furet, J. Julliard y P.Ronsanvallon, La rpublique du centre (la fin de lexception francaise , Paris: Calmann- Lvy,1988, p. 157.78 Fernando Vallespin, Toms Hobbes y la teora poltica de la revolucin inglesa, enFernando Vallespin (ed.), Historia de la teora poltica, vol. 2, Madrid: Alianza Editorial, 1995,pp. 254-309. Ver tambin R. Paul Churchill, Hobbes and the Assumption of Power, pp.13-22; Rex Martin, Authority and Sovereignity, pp.36-49; Charles Landesman, Reflections onHobbes: Anarchy and Human Nature, pp.139-148, todos en Peter Caws, The Causes of

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    los sbditos y el monarca y el discurso sobre el pacto de soberana empieza a tomar forma. Estese representa como la renuncia que los individuos hacen de su capacidad de ejercer violencia afavor del regente.

    E la teora del Estado del siglo XVII el monarca es identificado con Dios y tiene en el Estado unaposicin exactamente anloga a la atribuida a Dios en el sistema Cartesiano del Mundo. 79 La

    teologa poltica cristiana, por medio de una analoga con el cuerpo mstico de Cristo, estuvodirigida hacia la tarea de establecer una continuidad del corpus morale et politicum del Estado,sin el cual ningn orden estable podra ser concebido.80La politizacin de conceptos teolgicos,especialmente referente al concepto de soberana es evidente.81 Dios y la soberana sonindivisibles y esta indivisibilidad es, en efecto, la esencia de la soberana en estas concepciones.La fuerza, la cratie o el Dios nico, uno y soberano no es sometida a la divisin, es indivisible ensu unidad y totalidad.82 La voluntad del soberano o del monarca no se puede dividir. Estaexcepcional unicidad esta en el fondo de la mitologa de la soberana y pertenece a un ciclo largode teologa poltica a la vez paternalista y patriarcal.83

    No es una coincidencia que se exija la mayscula para dos palabras como Dios y Estado. Apropsito de esta observacin vale recordar que Friedrich Nietzsche haciendo referencia al viejo

    y al nuevo Dios, el Dios-Cristo y el Dios-Estado dice:Estado se llama el ms fro de todos los monstruos fros...S, tambin osadivina a vosotros los vencedores del viejo Dios! Os habis fatigado en lalucha, y ahora vuestra fatiga contina prestando servicio al nuevo dolo!84

    En el racionalismo del siglo XVIII, el Siglo de las Luces, no ha desaparecido la influencia de lateologa poltica sino subyace en la idea de la voluntad general propuesta por Rousseau que esidntica a la voluntad del soberano, si bien el Pueblo ha tomado la posicin del Prncipe en laficcin jurdico-poltica dominante.85 Lo soberana es ahora del pueblo. Por tanto el pueblo en su

    Quarrel: Essays on Peace, War and Thomas Hobbes, Boston: Beacon Press, 1989; GeoffreyM. Vaughan, Hobbess Contempt for Opinions: Manipulation and the Challenge for Mass

    Democracies, Critical Review: An Interdisciplinary Journal of Politics ans Society, vol.13, nos1-2, pp.55-71.79 Carl Schmitt, Political Theology: Four Chapters on the Concept of Sovereignty, The MITPress, Cambridge, Mass, 1985, pp. 45-46. El original alemn Politische Theologie se publicen 1922.80 Ernst Kantorowicz, The Kings Two Bodies: A Study in Mediaeval Political Theology,Princeton, 1957, p. 434.81 Michael Allen Gillespie, Theological Origins of Modernity, Critical Review: AnInterdisciplinary Journal of Politics and Society, Vol. 13, No.1-2, pp. 1-30.82 Para una critica a la nocin de totalidad ver Roland Anrup, Totalidad social: Unidadconceptual o unicidad real?, Revista de extensin cultural, Universidad Nacional deColombia, Medelln, No. 20 (1985), pp. 6-23.

    83 Una discusin de los conceptos paternalismo y patriarcalismo en Roland Anrup, El Taita yel Toro: En torno a la configuracin patriarcal del rgimen hacendario cuzqueo. Estocolmo:Nalkas, 1990, pp. 57-72.84 Friedrich Nietzsche,As Hablo Zaratustra,1, Del nuevo dolo, Madrid: Alianza, 1972, p. 83.Sobre esta perspectiva nietzscheana ver Jaime Toro, Nietzsche, el Estado y la guerra,Bogot: Carpe Diem, 2000.85 Dice Derrida: Thogenie ou thologie politique relance ou relaye (malgr quelquesdngations des expertes de Bodin et de Hobbes sur lesquelles je ne peux mtendre ici) parla thologie politique dite moderne de la souverainet monarchique et mme par la

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    conjunto, reunido en sus prctica democrtica cotidiana, controla al gobierno. ste no se creacomo consecuencia de un contrato de dominacin sino como resultado de un acuerdo voluntarioentre los particulares. Rousseau repite que el gobierno es fruto de una concesin que el pueblohace para ser administrado. Por tanto, se supone que el soberano controla continuamente a susrepresentantes.86

    No importa si el soberano es concebido como el Prncipe o el Emperador o el Pueblo, se tratasiempre de aplicar el concepto de soberana a una situacin concreta. La soberana y suevolucin conceptual depende de luchas polticas de poder. En un determinado momentohistrico, entonces, la idea de soberana transit de la figura del Prncipe hacia la ficcin delPueblo como soberano. En efecto, desde finales del siglo XVIII las referencias a la soberana

    popular comandan los ms importantes artculos de las constituciones y los principalesdiscursos de la retrica poltica.87 El presidente de Venezuela, Hugo Chvez desde el PalacioPresidencial y frente a la gigantesca marcha en pro de la revolucin bolivariana el 7 dediciembre de 2002 se pronuncia en los siguientes trminos:

    Bienvenido, pues, a esta la casa del pueblo, esta casa que es la casa delpueblo, esta casa, este palacio [] Bienvenido les deca a esta su casa,esta casa donde vivieron, donde habitaron y donde mandaron durante

    mucho tiempo los diablos que azotaron desde aqu a Venezuela, quecastigaron a la Patria, los diablos que violaron a la Patria, que lapartieron en pedazos. Ahora, esta es la casa del pueblo, aqu manda elpueblo y para el pueblo, y por lo tanto es una casa de Dios, una casa deustedes, una casa de todos.

    As vuelve Chvez sobre sus palabras El pueblo ha llegado a este Palacio para no irse mspronunciadas el 14 de abril de 2002 cuando retorn triunfalmente al Palacio de Mirafloresdespus de la derrota del golpe tramado en su contra. Y en una entrevista con Heinz Dieterichdice Chvez: El pueblo que estaba adormecido ha tomado conciencia de su propio valor. Elpueblo consciente y organizado es el nico combustible de la maquina de la historia". 88 ElPueblo de Chvez hace pensar en la accin pura, la energeia del Primer Motor (to protonkinoun) de Aristteles. La accin de esa energa pura que pone todo en un movimiento queretorna a s mismo, segn nos explica Aristteles. Todo es cclico en esta energeia del PrimerMotor que pone en movimiento una sustancia incorruptible ligada a la eternidad de estemovimiento circular, este eterno retorno.89 Ahora bien, no solo el discurso de Hugo Chvez sino

    thologie politique inavoue, et tout aussi phallocentrique, phallo-paterno-filio-fraterno-ipsocentrique, de la souverainet du peuple - en un mot de la souverainetdmocratique Jacques Derrida, Voyous, Paris:Galile, 2003, p. 38.86 Helena Bjar, El Reino de lo Pblico en Bjar, La cultura del yo: Pasiones colectivas yafectos propios en la teora social, Madrid: Alianza, 1993, p. 19-48. Sobre la concepcin deRousseau del pueblo ver Judith N. Shklar, Men and Citizens : A Study of Rousseauss SocialTheory, Cambridge: Cambridge University Press, 1985, pp. 165.197 ; Frdric Lefebvre, Peuple et identit chez Rousseau en Hlne Desbrousses, Bernard Peloille, Gerard

    Raulet, Le peuple figures et concepts : Entre identit et souverainet , Paris : F-X de Guibert,2003, pp. 65- 78.87 Jos Carlos Chiaramonte, Ciudadana, soberana y representacin en la gnesis delEstado argentino, en Hilda Sbato (coord.) Ciudadana poltica y formacin de las naciones.Perspectivas histricas de Amrica Latina, Mexico: Fondo de Cultura Econmica, 1999, pp.94-115.88 Hugo Chvez en Heinz Dieterich, La Cuarta va al poder, Quito: Abya-Yala, 2000, pp.207-208.89 Cf. Jacques Derrida, Voyous, Paris: Galile, 2003, pp. 35-36.

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    tambin l de sus opositores y contrincantes recurre a la imaginera del pueblo. Bajo laconsigna "Paro a la revolucin" un artculo en el peridico El Universalde Caracas en diciembre2002 se titulaba Paro sigue por decisin de la soberana popular y prosegua El pueblo, enejercicio de su soberana, contina el paro cvico-nacional activo" anunci el presidente de laConfederacin de Trabajadores de Venezuela (CTV), Carlos Ortega, quien destac que elGobierno desestim la inteligencia de nuestro pueblo.90

    La soberana radica en el pueblo, segn seala el artculo tercero de la Constitucin colombianade 1991, del cual emana el poder pblico. En un acto contradictorio a esta afirmacin la mismaConstitucin crea la figura delDefensor delPueblo. En efecto, durante los dos siglos de historiarepublicana la distancia entre la realidad poltica y la retrica poltica sobre la ciudadana y elpueblo soberano se ha ido profundizando. Esos ciudadanos libres, iguales y activos como en uncomienzo fueron proclamados han estado ausentes de la vida poltica colombiana. A tal puntoque uno de los presidentes de la Asamblea Nacional Constituyente convocada en Colombia en1990 me dijo durante una entrevista: "Ahora comienza a emerger un nuevo concepto. Elconcepto de ciudadano, que es totalmente nuevo". Cuando objet que dicho concepto tena unalarga tradicin l se explic as:

    S, pero para nosotros el trmino ciudadano comienza a tomar otro

    carcter, porque aqu nunca antes han existido individuos que hayantomado una decisin poltica libre y consciente. No han existidociudadanos hasta antes de los ltimos aos, que es cuando empiezan acrecer... y a exigir ser respetados y odos. Ahora comienza, por lo menospara nosotros, el concepto ciudadano a tornarse ms claro que elconcepto pueblo que es ms general.91

    De hecho, Navarro evoca un concepto que ha hecho parte del vocabulario sociopoltico a lo largode la historia de las repblicas latinoamericanas y aun durante la poca colonial. En 1726 la Real

    Academia de la Lengua defini el concepto ciudadano bajo el trmino jurdico de vecino que serefera al habitante de una ciudad junto con sus derechos y obligaciones. En 1803 la Academiaredefini al ciudadano con el sinnimo de "hombre bueno". Pero, algunos aos ms tarde, losgestores de la Independencia comenzaron a hacer uso de esta palabra para marcar una nuevarelacin entre el individuo y el Estado. Sin embargo, en su discurso el concepto ciudadano noslo significaba una nueva relacin constitucional, es decir, una nueva libertad poltica, sino quetambin denotaba un nuevo orden econmico que prometa la supresin de privilegios y leyesque daban pie a la desigualdad.

    Los trminos ciudadano yciudadanos fueron utilizados a menudo, si no en el lenguaje oral oen el tratamiento cotidiano como sucedi durante la Revolucin Francesa, si en los escritosoficiales y en los ms solemnes acontecimientos. Por ejemplo, al jurar la Constitucin de laRepblica ante el Congreso Constituyente de Colombia, Bolvar le atribuy al nombre ciudadanoun significado muy especial:

    Yo quiero ser ciudadano para ser libre, y para que todos lo sean. Prefieroel ttulo de ciudadano al de Libertador; porque este ltimo emana de laguerra, aqul emana de las leyes. Cambiadme, Seor, todos mis dictadospor el de Buen Ciudadano.92

    90El Universal de 6 de diciembre 2002.91 Entrevista del autor a Antonio Navarro Wolff, diciembre 1990. Indicativo de las esperanzas pronto defraudadas - que despertaba Navarro en 1990 es un articulo de William RamrezTobn, La frtiles cenizas de la izquierda, Anlisis Poltico, No.10, mayo a agosto de 1990,pp.37-46.

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    Bajo la consigna Con el pueblo, con las armas, al poder se lanz hace ahora treinta aos elMovimiento 19 de Abril, M-19, a su primera accin publica en febrero 1974. El M-19 se apoderde la espada del Libertador Simn Bolvar tomndola del museo que anteriormente fuera suantigua quinta en Bogot. La accin estuvo acompaada de un comunicado en el que el grupoguerrillero hablaba de un pueblo en armas y del reencuentro de Bolvar con su pueblo:

    Bolvar, tu espada vuelve a la lucha... la lucha de Bolvar contina, Bolvar

    no ha muerto. Su espada rompe las telaraas del museo y se lanza a loscombates del presente. Pasa a nuestras manos. A las manos del pueblo enarmas. Y apunta ahora contra los explotadores del pueblo. Contra losamos nacionales y extranjeros. Contra ellos que la encerraron en losmuseos enmohecindola. Los que deformaron las ideas del Libertador.Los que nos llamarn subversivos, aptridas, aventureros, bandoleros. Yes que para ellos este reencuentro de Bolvar con su pueblo es un ultraje,un crimen. Y es que para ellos su espada libertadora en nuestras manoses un peligro... Pero Bolvar no est con ellos - los opresores - sino con losoprimidos. Por eso su espada pasa a nuestras manos. A las manos delpueblo en armas. Y unida a las luchas de nuestros pueblos no descansarhasta lograr la segunda independencia, esta vez total y definitiva.93

    Las palabras de Jaime Bateman, lder fundador del M-19, sobre el pueblo y la espada de Bolvarinsiste sobre el punto:

    Interpretamos al pueblo cuando recuperamos la espada de Bolvar... Ellaconstituye un smbolo que vale ms que cien fusiles. Por eso nuestraprimera accin consisti en ponerla en manos del pueblo que lucha por lalibertad de su Patria. 94

    Dcada y media ms tarde y en la medida en que el M-19 lograra persuadir a la clase polticaasentada en el poder a negociar, a la oligarqua a redefinir nuevas reglas de juego polticas ysociales fundadas sobre los pilares de la ampliacin de la participacin poltica y la justiciasocial, estara impelido a convertirse en alternativa poltica desde la legalidad. Esa nuevaidentidad de organizacin civil que desde ya se avizoraba obligaba al M-19 a elaborar un nuevodiscurso, una retrica que le permitiera ingresar a la civilidad e, incluso, justificar su nuevaidentidad. Era pertinente as abandonar los conceptos de la guerra para componer un discursoms civilista. Conceptos como patria y pueblo, que hicieron parte de su instrumental discursivodurante la guerra por la misma herencia que llevan consigo, por ese vnculo entraable que losata a las luchas independentistas, seran reemplazados por nacin y ciudadano, dos conceptosmuy adheridos a los discursos de la civilidad.95

    El lenguaje lejos de ser un registro pasivo de las caractersticas estructurales de la vida social ypoltica, esta compuesto de conceptos que juegan un papel activo, ya que alrededor de stos searticulan relaciones de poder cuyo objetivo es dirigir el accionar poltico. Un concepto comopueblo, tal como hemos visto en la consigna Con el pueblo, con las armas, al poder , no sloregistra la existencia dada de antemano de un ente fuera del discurso, sino que es un elemento

    92 Un anlisis del los recursos retricos de este discurso bolivariano en Roland Anrup yCarlos Vidales, "El Padre, la Espada y el Poder: la imagen de Bolvar en la historia y lapoltica" en Simn Bolvar 1783-1983. Imagen y presencia del Libertador en estudios ydocumentos suecos. Instituto de Estudios Latinoamericanos, Universidad de Estocolmo,1983, pp. 47-53.93 Boletn del M-19, No. 2, febrero 1974.94 Revista Colombia, nmero especial de agosto de 1983, p. 15.95 Roland Anrup, La palabra y la espada: lucha armada y discursos de poder en Colombia,Anales, Nueva poca, no. 2, 1999, pp. 45-70.

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    que al interior de la retrica poltica aglutina diferentes fuerzas y tendencias a las que esteconcepto aporta un horizonte de expectativa al que la accin se dirige.

    Entre la poltica, la sociedad y el lenguaje, a travs del cual se conforma la argumentacin y setransmite el pensamiento, se establecen estrechas relaciones. Estos vnculos se muestrantremendamente complejos. Esta complejidad ha sido abordada por las diferentes ramas de

    anlisis del discurso, por la "arqueologa" foucouldiana y por la deconstruccin derrideana.96 Astos debe sumrseles las propuestas que provienen de la historia conceptual alemana, laBegriffsgeschichte.97

    Con la edicin del Diccionario Geschichtliche Grundbegriffe (conceptos histricosfundamentales), la Begriffsgeschichte alemana ha querido situar la "historia de los conceptos "en una nueva relacin con la historia social, en un decidido empeo por superar la tradicional"historia de las ideas" (Geistesgeschichte).98 Hay en este diccionario conceptos polticos(democracia, repblica, monarqua, dictadura, poder, igualdad, partido, parlamento); conceptossociales (sociedad civil, clase media, profesin, familia, campesino); conceptos de la filosofa dela historia (progreso, crisis, revolucin); conceptos econmicos (trabajo, inters, capital). Lo quepretende la obra es investigar la disolucin del viejo mundo y el surgimiento del mundo moderno

    a travs de historiar los conceptos que captan este surgimiento. El diccionario puede tener unareferencia a la actualidad en la medida en que el lenguaje que capta el mundo moderno, quecapta el surgimiento y la conciencia del mundo moderno, lo hace mediante conceptos que sontambin los nuestros. Pero no pretende mostrar la gnesis de todo nuestro vocabulariosociopoltico actual sino solamente el que registr el surgimiento del mundo moderno. Lahiptesis interpretativa es que el cambio de los conceptos que indican el nacimiento del mundomoderno se efecta, en el mbito alemn, entre 1750-1850. En ese periodo se presentan nuevassignificaciones o referencias para palabras viejas y nuevas acuaciones, que transformaron lasociedad y que pusieron nuevas expectativas de futuro.99 Si la contribucin de la

    96 Alberto Restrepo R., El mtodo de la arqueologa del saber, Otras Quijotadas, revista no.2, Medelln, septiembre 1985, pp. 67-72; Miguel Morey, Lectura de Foucault, Madrid: Taurus,1983, pp. 178-230; Toms Abraham, Los senderos de Foucault, Buenos Aires: Ediciones

    Nueva Visin, 1989, pp. 69-104; Jorge lvarez Yagez, Michel Foucault: Verdad, poder,subjetividad. La Modernidad cuestionada, Madrid: Ediciones Pedaggicas, 1996, pp.82-103;Christopher Johnson, Derrida, London: Phoenix, 1997; Roberto Ferro, Escritura ydeconstruccin: Lectura (h)errada con Jacques Derrida, Buenos Aires: Editorial Biblos, 1992,67-90.97 Melvin Richter, The History of Political and Social Concepts: A Critical Introduction, NewYork and Oxford: Oxford University Press, 1995.98 La Begriffsgeschichte se plantea expresamente la superacin de las limitaciones delhistoricismo. Este, ciertamente, haba realizado aportaciones positivas al reconstruir cadapoca histrica, sus logros y sus ideas, en su propios trminos. Pero los efectos negativos delhistoricismo tambin eran claros. Aceptaba irreflexivamente las mismas fuentes utilizadascomo el medio realmente adecuado par interpretar la experiencia histrica concreta. La

    Begriffsgeschichte pretende precisamente liberarse de estas limitaciones evitando elanacronismo y tomando en consideracin la historia social. Koselleck afirma expresamenteque el Diccionario Geschichtlische Grundbegriffe evita la Geistesgeschichte, como historia delas ideas o como historia-reflejo de procesos materiales. Koselleck, Einleitung nota 1, p.xxiv en Otto Brunner, Werner Conze, Reinhart Koselleck (eds) 1972-1992 GeschichtlischeGrundbegriffe, Vol.1-7. Klett, Stuttgart, 1972-1997.

    99 En ese perodo, 1750-1850, los conceptos como indicadores del cambio hacia el mundomoderno experimentan un cudruple proceso de transformacin importante, que Koselleckdescribe con los cuatro criterios siguientes. 1) Democratizacin: Este proceso hace

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    Begriffsgeschichte a la historia social tiene un valor indudable, creo que tambin lo tiene para lahistoria del pensamiento poltico por las tres razones siguientes: 1) Analiza los textos no slo delos grandes pensadores, sino de otros muchos materiales de distinto nivel de elaboracin yabstraccin. La historia del pensamiento poltico no debera reducirse a un "paseo por lascimas". 2) La precisin conceptual que se logra permite evitar el anacronismo (trasladoirreflexivo del pasado al presente y viceversa) 3) Al mostrar los conceptos como indicadores y

    como factores del cambio social y poltico, invita a la historia del pensamiento poltico a labsqueda de convergencia con otras ramas de la investigacin histrica.

    LaBegriffsgeschichte empez sobre todo como una disciplina de la filosofa, dotada de mtodopropio, dirigida al anlisis de los conceptos de la historia de la filosofa. En los aos cincuenta delsiglo pasado recibi de Hans-Georg Gadamer una orientacin interdisciplinar, con la que seintentaba clarificar los conceptos fundamentales de la filosofa y de las ciencias a travs de lacooperacin entre los