Viroga y su hermana

Viroga y su hermana

Hay responsos laicos, amigos jvenes. Hay responsos de ntima emocin que no pueden quedar inditos. Tambin nosotros hemos de contar y cantar nuestros muertos. Cantar con sordina apenada.

Entre la juventud de vala que ha muerto en los climas desapacibles del destierro, contamos con sealada predileccin un nombre preclaro: Viroga (1). Viroga era un joven animoso y evolucionado por convicciones fervientes. Era el empuje juvenil que despierta magnficamente. En medio de complejidades y tragedias, Viroga tena una reserva tan abundante de reacciones vitales, que stas quedaron agotadas en los primeros tiempos del exilio por el trabajo. Y aquel Viroga tan inteligente y tan cauto, aquel Viroga tan buenazo, muri con los pulmones destrozados y, odlo, vagos de caf y de pasillo!, con el hacha de leador en la mano.

Fui testigo de su primera juventud en Catalua. Cuando tantos temperamentos de temple se perdan por los pasillos de los comits, Viroga estudiaba con un mtodo ejemplar. Cuando la retrica de calco dominaba el ambiente, Viroga se impona la saludable labor de capacidad y originalidad que consiste en no repetir mal lo que otros han dicho bien.

Conviv con Viroga y Peirats unos meses en aquella Acracia (2) inolvidable de Lrida (1936 al final) que habr de quedar siempre en Catalua como un exponente opuesto a todos los equvocos del conformismo. Sostenamos el peridico contra viento y marea en pugna con los colaboradores, y tenamos luchas diarias con los comits y con los autos de los comits, entregados lamentablemente a la colaboracin como hecho consumado, es decir, entregados a una granizada, que tambin es un hecho consumado.

Viroga escribi un da esta gacetilla: Leemos que el ministro tal ha salido de Valencia para Barcelona. A nuestra vez publicamos que Prez y Prez se traslada de Cervera a Trrega. Simples palabras que dicen ms que un discurso. Palabras expresivas, dignas a pesar de su aparente nimiedad, de figurar en una antologa periodstica. Con Viroga perdimos la primera pluma del movimiento juvenil libertario. La figura de Viroga no se borrar de nuestra memoria. Ni su nimo esforzado, inteligente siempre, razonado y equilibrado. Era un verdadero irreductible, pero su comprensin atenuaba su irreductibilidad hasta hacerla saludablemente contagiosa por lo amable que era. Tena el don de dar en una frase de tres minutos la sntesis de lo que oa con paciencia durante hora y media. Iba al fondo de las cosas y desconcertaba con firmeza, no exenta de humor, las arremetidas de los pedantes.

Este temperamento tan nivelado, nacido en Andaluca y formado en Catalua, tena una hermana de menos edad que l, nia todava en 1936. Era ella para los que hacamos Acracia, una especie de mascota, una hada infantil, estudiosa y amable como su hermano. Nos peda pajaritos de papel y bombones, deseaba escribir a mquina con todos los dedos y an le pareca tener pocos, correteaba por la imprenta haciendo mil preguntas, dibujaba gatos y autos con graciosa soltura, quera retratarse con sus amigos de la vecindad junto a las mesas de la Redaccin y daba rplica a todos con atrayente inocencia. Su hermano era su maestro, y qu maestro!

La cultura no era para Viroga un lugar comn. Desgraciadamente lo es para muchos jvenes, que pueden or doscientos discursos preconizando la capacitacin, pero sin capacitarse ellos ni el orador. Y es que el deber (como dijo Oscar Wilde) es lo que se espera que hagan los dems. Viroga era uno de los primeros valores juveniles por su alejamiento de tertulias y pasillos, por su risa comedida - hecha de saber y hacer - ante cualquier baladronada, por su pluma maestra, por su esfuerzo que no tena descanso para el estudio y, sobre todo, para mejorar los mtodos propios, por su pasin de aprovechar el tiempo, por su valor probado el 19 de julio, por sus iniciativas favorables a que se encaminaran los compaeros jvenes por una ruta luminosa, puesto que los viejos estn congelados por los cuentos de miedo.

Todo este mundo interior autodidacta, todo este complejo de inquietudes templadas y filtradas por la serenidad, se reflejaban en su hermanilla, la gentil criatura - Rosario - que para mayor desconsuelo de la madre y de los muchos hermanos que tena entre nosotros, acaba de morir en Albi. La pasin estudiosa haba llevado a Rosario a dignificar las aulas universitarias y a emprender con lucidez extraordinaria los estudios de Medicina.

Ahora la madre, de paso por Toulouse, ha llamado a los ntimos de sus dos hijos muertos. Nos hemos confundido en un abrazo largo y apretado. La buena anciana no saba qu decirnos. Su dolor entraable y silencioso nos ha conmovido en medio de la vida que transcurre tan inclinada a todas las falsedades, a todas las escapatorias del ideal, a todos los remordimientos y a todas las frivolidades. Ha sido una hora buena profundamente triste, una hora de recuerdos amargos. Una hora ya sin esperanzas para la madre desolada. Descubros ante este dolor sin lmites! Hermanos nuestros, unidos ahora en la muerte, como si no hubierais podido vivir uno sin otro, seres de seleccin, refinados de un mundo que dejis sin refinar, seguiris siendo nuestros siempre, siempre... De profundis!

Felipe Alaiz 14 de febrero de 1946

(1) Acrnimo de Vicente Rodrguez Garca.

(2) Diario confederal.