Vision, Nuestra Limitada - Jul62 - Cecil a. Poole, F.R.C.

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Nuestra limitada visión Por Cecil A. Poole, F.R.C. Revista El Rosacruz A.M.O.R.C. Estos tiempos en que existe la tendencia a sostener que los conceptos están en proceso de expansión, podría aparecer como un punto de vista pesimista el intentar sugerir siquiera que la visión y el horizonte del hombre están limitados en forma alguna. Realmente, en el transcurso de la experiencia del hombre como entidad inteligente, su visión ha estado siempre limitada por las circunstancias bajo las cuales ha vivido. Definimos la existencia, edificamos nuestra filosofía de la vida sobre la base de nuestro conocimiento y opinión, que se encuentran profundamente influenciados por nuestros prejuicios. Nos hallamos más o menos encallados en una isla, dentro de un mar de nuestra propia creación. Este mar en que vivimos y que incluye nuestras opiniones y prejuicios puede ser considerado por nosotros como nuestro medio ambiente total. Los juicios han demostrado que la información de sucesos es grandemente influenciada por la actitud del que rinde la información. Ha habido muchas ocasiones en que los testigos se han presentado ante un tribunal para testimoniar, evidentemente afectados por el estado en que se sentían en el momento que testimoniaron, o bien cuando fueron testigos de los sucesos acerca de los cuales dieron información. En otras palabras, todo cuanto hacemos es parte de nuestro sentimiento total, de nuestro conocimiento total y de nuestras normas totales de conducta. Miramos más allá de nuestros cuerpos y contemplamos el mundo a través de cristales de color que existen dentro de nuestra propia consciencia y dentro de la composición de nuestra personalidad. Uno de los aditamentos más precisos en la filosofía humana de la vida es la ausencia de prejuicio. Una completa perspectiva sin ninguna clase de prejuicio es algo casi imposible de realización. Todos nosotros tenemos nuestras propias ideas, preferencias y finalidades y, aún cuando pueda parecer radical llamarlos prejuicios, influencian nuestros puntos de vista, nuestras actitudes y nuestras reacciones frente a las diversas circunstancias. ¿Cómo vamos a hacernos conscientes de las posibilidades totales de nuestro ser, cuando no nos damos cuenta de las implicaciones de los fenómenos físicos que observamos? En todas las edades ha habido hombres y mujeres que han aspirado a una vida mejor y a la práctica de ideales superiores. Estos seres han sido los idealistas. Han sido aquellos que se han dado cuenta del lugar secundario que el mundo material debe tener, en lo que se refiere a valores. Al mismo tiempo, los idealistas nunca han triunfado por completo, debido a que el valor, para ellos, ha estado empañado: desde el momento que no podemos reconocer completamente las potencialidades de la existencia del mundo material, no podemos lograr una comprensión total de los valores que se encuentran fuera del reino del ser físico.

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En el transcurso de la experiencia del hombre como entidad inteligente, su visión ha estado siempre limitada por las circunstancias bajo las cuales ha vivido.

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Nuestra limitada visiónPor Cecil A. Poole, F.R.C.Revista El Rosacruz A.M.O.R.C.Estos tiempos en que existe la tendencia a sostener que los conceptos están en proceso de expansión, podría aparecer como un punto de vista pesimista el intentar sugerir siquiera que la visión y el horizonte del hombre están limitados en forma alguna. Realmente, en el transcurso de la experiencia del hombre como entidad inteligente, su visión ha estado siempre limitada por las circunstancias bajo las cuales ha vivido.Definimos la existencia, edificamos nuestra filosofía de la vida sobre la base de nuestro conocimiento y opinión, que se encuentran profundamente influenciados por nuestros prejuicios. Nos hallamos más o menos encallados en una isla, dentro de un mar de nuestra propia creación. Este mar en que vivimos y que incluye nuestras opiniones y prejuicios puede ser considerado por nosotros como nuestro medio ambiente total.Los juicios han demostrado que la información de sucesos es grandemente influenciada por la actitud del que rinde la información. Ha habido muchas ocasiones en que los testigos se han presentado ante un tribunal para testimoniar, evidentemente afectados por el estado en que se sentían en el momento que testimoniaron, o bien cuando fueron testigos de los sucesos acerca de los cuales dieron información.En otras palabras, todo cuanto hacemos es parte de nuestro sentimiento total, de nuestro conocimiento total y de nuestras normas totales de conducta. Miramos más allá de nuestros cuerpos y contemplamos el mundo a través de cristales de color que existen dentro de nuestra propia consciencia y dentro de la composición de nuestra personalidad.Uno de los aditamentos más precisos en la filosofía humana de la vida es la ausencia de prejuicio. Una completa perspectiva sin ninguna clase de prejuicio es algo casi imposible de realización. Todos nosotros tenemos nuestras propias ideas, preferencias y finalidades y, aún cuando pueda parecer radical llamarlos prejuicios, influencian nuestros puntos de vista, nuestras actitudes y nuestras reacciones frente a las diversas circunstancias.¿Cómo vamos a hacernos conscientes de las posibilidades totales de nuestro ser, cuando no nos damos cuenta de las implicaciones de los fenómenos físicos que observamos? En todas las edades ha habido hombres y mujeres que han aspirado a una vida mejor y a la práctica de ideales superiores. Estos seres han sido los idealistas. Han sido aquellos que se han dado cuenta del lugar secundario que el mundo material debe tener, en lo que se refiere a valores.Al mismo tiempo, los idealistas nunca han triunfado por completo, debido a que el valor, para ellos, ha estado empañado: desde el momento que no podemos reconocer completamente las potencialidades de la existencia del mundo material, no podemos lograr una comprensión total de los valores que se encuentran fuera del reino del ser físico.

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No creo que sea posible ser un idealista, hasta no haber desarrollado las facultades del ser físico lo suficiente como para conocer el universo material. Somos entidades físicas colocadas en un mundo físico, y es tan sólo una conclusión lógica el pensar que una de las finalidades del hombre en la vida es familiarizarse con este mundo físico.Por consiguiente, el individuo que sostiene que el idealismo debiera hacerle renunciar a toda consideración del mundo físico, está de hecho negando los medios necesarios para acumular conocimiento y experiencia. Está negando aquello que hará sus sentidos penetrantes, no solamente para la realización del mundo material del cual él forma parte, sino también para la comprensión de aquellos valores que trascienden lo material y en los que se afirma que puede hallarse la virtud final.El hombre, en el curso de su historia, ha reconocido principalmente los factores en que se halla interesado y a los cuales ha abierto su mente. Mientras consideraba este punto de vista, leía yo una reseña de libros, por Chad Walsh, en una reciente edición de la sección de libros del New York Times, en la que exponía él estas mismas ideas, posiblemente en forma más específica de lo que yo estoy haciéndolo aquí ahora.El Sr. Walsh decía así: "Todo hombre vive en su propio clima mental y psicológico, el cual es generalmente el clima de su siglo. Durante la Edad Media, se desenterraban fósiles; pero el sistema religioso e intelectual de aquella época impedía a los hombres la real consideración de los objetos extraños, así como el preguntarse acerca de su significación"."De la misma manera, es concebible por lo menos, que los investigadores psíquicos tengan razón, existe una dimensión X para la escena humana. Quizá el hombre moderno que, desdeñosamente (y anticientíficamente) rechaza todos los asuntos de esta índole, porque “no pueden ser verdad”, es tan fanático como el hombre medieval que no veía en los fósiles otra cosa más que viejos huesos inútiles. Mientras tanto, a pesar del ridículo y de los celos profesionales, hay algunos científicos valientes que están investigando los fenómenos psíquicos".Facetas de los fenómenos psíquicosLos comentarios del Sr. Walsh se referían a un libro que trataba de ciertas facetas de los fenómenos psíquicos. Su argumento indicaba que la incapacidad del hombre para hacerse consciente de lo psíquico puede que se deba a que éste ha cerrado su mente y sus facultades perceptivas ante las posibles evidencias que puedan existir. Si durante siglos el hombre ha cerrado su mente al reconocimiento de objetos físicos, entonces, es lógico pensar que en la actualidad está haciendo lo mismo, en cuanto concierne al mundo material, y en mayor grado con respecto al campo de los fenómenos psíquicos.¿Cuánto podrá el hombre apreciar su medio ambiente de una manera completa, tanto el físico como el psíquico? Esto ocurrirá solamente cuando adopte un punto de vista completamente imparcial y libre de prejuicios, cuando pueda aceptarlo todo en su justo y

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verdadero valor. Si el hombre hubiera tenido una actitud mental abierta y tolerante, hubiera podido ver el valor de los fósiles, hace siglos, como hacía notar el Sr. Walsh. Pero se encontraba tan enredado en su propia interpretación de la existencia que no pudo captar la inferencia contenida en la evidencia física que tenía ante sus ojos.Y lo mismo ocurre en nuestro tiempo actual. Nos encontramos tan enredados en la vida, según ha sido ésta definida por las tradiciones, las circunstancias económicas, las prácticas sociales y las ideas religiosas, que dejamos de ver las contradicciones existentes en las actitudes de más o menos presunción y satisfacción personal que la mayor parte de nosotros hemos adoptado. La tolerancia, el juicio imparcial y una mente libre de prejuicios, pueden ser de una importancia mucho mayor de lo que imaginamos en la solución final de los problemas que actualmente acosan a la raza humana. La humanidad tiene que llegar a la realización de que la posición del hombre en el mundo es la de un observador, para reaccionar ante la verdad de sus observaciones y para darse cuenta de que las diferencias individuales hacen que la tolerancia ante las conclusiones de los demás sea necesaria.Hasta que estos conceptos no se encuentren arraigados en la consciencia, no nos será fácil realizar un mundo en el que puedan lograrse la paz y los más elevados deseos del hombre. Hasta que el hombre no dé a la tolerancia y a la imparcialidad mental un valor igual al valor que asigna a las posesiones materiales, continuará encallado en una isla rodeada por sus propios prejuicios, ideas y opiniones preconcebidas, y por un conocimiento limitado por el horizonte de su propia ignorancia.