Visita Guiada Unipersonal

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Teatro para museografía

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  • VISITA GUIADA

    ILYA CAZS

    PERSONAJE:

    MIGUEL, GUA DEL MUSEO DE HISTORIA NACIONAL.

    LUGAR DE LA ACCIN:

    EL MUSEO DE HISTORIA NACIONAL.

    POCA:

    HOY.

    En distintos puntos del escenario, se elevan varias columnas negras con vitrinas de

    acrlico levemente iluminadas, en cuyo interior se exponen los objetos del museo. En cierta

    rea estn dispuestas unas gradas o sillas frente a una pantalla blanca, y un proyector de

    video con cables maltratados.

    Adems de las flechas que sealan el sentido del recorrido, hay diversas seales luminosas

    empotradas en las paredes:

    La iluminacin es tenue, se enfatiza en las reas que vayan recorriendo el gua y los

    visitantes.

    Mientras stos se encuentren en alguna de las etapas del recorrido, se sugiere cambiar,

    segn se requiera, los objetos expuestos en reas que ya fueron visitadas y que estn a

    oscuras, de modo que al volver a pasar por ellas, parezca a los visitantes que nunca lo han

    hecho anteriormente.

    Al ingresar al teatro, el pblico, guiado por Miguel, circular por el pasillo de actores

    hasta llegar al escenario.

    MIGUEL

    A ver Estamos todos los que somos, y somos todos los que estamos? (Re.) Jntense un poquito, por favor Aqu no mordemos (Re). Eso es Bueno, antes que nada, es un honor para m darles la ms cordial bienvenida a este Museo de Historia Nacional.

    Obviamente, el Museo no acostumbra programar visitas en este horario, pero con todo

    gusto lo hacemos en esta ocasin, tratndose de un grupo especial como el de ustedes. Este

    pas, lo sabe todo el mundo, es mundialmente famoso por su hospitalidad, as que les

    brindaremos el trato privilegiado que siempre damos a los extranjeros. (Pausa. Sonre. Se

    frota las manos.) Espero sinceramente que disfruten el recorrido y, sin tienen preguntas, les

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    ruego que las guarden para el final de la visita, donde con gusto atenderemos todas las

    dudas que se presenten. Asimismo, les recuerdo que est prohibido tomar fotografas con

    flash o tocar los objetos expuestos en el museo. Por su comprensin, muchas gracias, y si

    no tienen inconveniente, pasaremos por este lado para iniciar la visita.

    Miguel gua al grupo hacia un rea en la que se encuentra un panel con un mapa

    desgastado que representa el territorio de un pas desconocido, con sus montaas y valles,

    ros y costas, ciudades y fronteras. Al centro del mapa, se distingue una flecha roja con la

    leyenda: Usted est aqu. Miguel despliega una varita de antena, e indica sin ton ni son en el mapa, mientras explica lo siguiente.

    Nuestro pas cuenta con una geografa muy variada compuesta por playas, llanuras,

    montaas, valles, ros, lagunas, volcanes y dems. El clima tambin vara mucho de un

    lugar a otro y tambin segn la poca del ao. Lo mismo puede hacer fro que calor, hay

    lluvias y sequas, granizadas, heladas y hasta nevadas en algunas partes, algunas veces, casi

    nunca, tornados y ciclones, otras veces solecito y cielo despejado o medio nublado.

    Podemos decir que hay para todos los gustos. Nuestro pas tiene igualmente una flora y

    fauna muy rica y variada. Sus aves tropicales, sus mamferos, sus reptiles, sus peces y

    moluscos y hasta sus insectos exticos deleitan a los amantes de la naturaleza, al igual que

    su riqusima vegetacin de bosques, selvas y desiertos, ya que ostentamos con orgullo uno

    de los primeros lugares del mundo en lo que a biodiversidad se refiere. (Carraspea. Pausa.)

    Un pasado de profunda riqueza cultural, as como la creciente actividad industrial en todos

    los mbitos y sectores, atrayendo lo mismo a inversores de gran podero que a turistas,

    como ustedes, de todos los puntos del planeta, hacen de nuestra nacin, sin duda, un sitio

    privilegiado de todo el orbe.

    Miguel voltea la hoja del mapa, y aparece una grfica de barras horizontales, en que se

    aprecian cronolgicamente las diversas pocas de la historia del pas.

    Aqu se ve cmo ha evolucionado nuestra historia desde sus orgenes a la fecha. La grfica

    seala los principios de nuestra civilizacin en la era previa a la incursin, aunque tenemos

    algunos vestigios, escasos, que datan del pleistoceno, pero de esa poca no contamos con

    demasiados datos, entre otras cosas, porque muchos de nosotros todava no habamos

    nacido (Re. Carraspea. Pausa). Bueno, como podemos ver aqu, nuestra historia se divide

    en nueve pocas, etapas o fases principales, que son: la preincursin, la incursin, la

    anexin, la emancipacin, la transformacin, la insurreccin, la modernidad y la

    planetarizacin. Como ustedes habrn notado, la nica que no rima es la modernidad, ya

    que todas las dems terminan todas en cin (Re. Pausa. Hace cuentas en silencio, con los dedos). Bueno, no. No eran nueve, sino ocho Creo Lo que pasa es que en el guin dice nueve y s, s, son ocho (Pausa). En fin De estas ocho etapas hablaremos durante nuestro recorrido. Bueno, si no tienen inconveniente, pasamos por favor de este lado, as de

    manera ordenada, por favor.

    El grupo se desplaza, guiado por Miguel, que sigue haciendo cuentas mentalmente. El

    grupo llega hasta la primera vitrina de acrlico. El rea se ilumina sutilmente.

    Bien, pues vamos a hablar de la era, fase o etapa conocida como de la preincursin que,

    como su nombre lo indica, es anterior o previa a la incursin. En esta poca legendaria e

    inolvidable, el modo de vida era predominantemente autctono, por qu? Pues porque

    como los invasores todava no nos haban invadido, slo existan aqu y all, esparcidas por

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    el territorio, numerosas tribus de aborgenes o nativos. Estas tribus venerables observaban

    rigurosamente los usos y costumbres propios de su cultura, por lo cual convivan unas con

    otras de manera ms o menos pacfica, aunque se sabe de algunos brotes de violencia, como

    son pequeas guerras, batallas y beligerancias, ya sea por el territorio, por las riquezas de

    una u otra tribu, o por el simple hecho de poner en prctica los mticos conocimientos

    guerreros que se transmitan de generacin en generacin (Pausa). Precisamente de las

    esplndidas riquezas de estas tribus lleg hasta nosotros una pieza de singular belleza,

    representativa de aquellas culturas: una estatuilla excepcional, labrada en oro, con aadidos

    de jade y obsidiana, la cual representaba, sin duda, a alguna de las divinidades adoradas por

    los nativos, ya que se apreciaba, con el solo hecho de verla, el gesto majestuoso y ecunime

    que caracteriza a los dioses. Con una altura de aproximadamente sesenta centmetros y un

    grosor mximo de quince a la altura del torso, este personaje se encontraba ataviado con los

    atributos propios de la orden guerrera. Su traje, ceido al cuerpo, es la representacin

    estilizada de un ave que cubre brazos y piernas, stas ltimas hasta por debajo de las

    rodillas, en donde aparecen las garras del ave. Los pies van calzados, con qu?, con

    sandalias. Los brazos, flexionados, se proyectan al frente, con una prolongacin hacia los

    lados que representa las alas, mismas que llevan a todo lo largo magnficas plumas

    estilizadas. El imponente vestuario remata con un elegante casco en forma de cabeza felina

    con las fauces abiertas, de las cuales emerge el rostro del guerrero, de expresin firme y

    determinada. Se observan perforaciones en las aletas de la nariz y en los lbulos de las

    orejas. Por sus dimensiones, la obra debi realizarse en partes, las cuales se fueron

    embonando por medio de " espigas " hechas del mismo metal: una a nivel de la cintura, otra

    en cada pierna a la altura de las rodillas y la ltima en la cabeza que tiene un cuello muy

    largo. Por sus caractersticas, esta estatuilla debi haber sido de una impresionante belleza

    (Seala la vitrina, vaca, con el acrlico estrellado). Lamentablemente, como podemos

    constatar, la pieza fue indebidamente sustrada de este lugar, en el que estuvo expuesta

    desde la fundacin de este museo. Se deduce que tuvo un valor sentimental de gran

    importancia para los aborgenes, por qu? Porque en el sitio en el que fue encontrada, se

    localizaron igualmente una serie de joyas que, en calidad de ofrenda, se acostumbraba

    depositar en torno a ella con el objeto de obtener favores y beneficios divinos Las joyas tambin se las robaron (Pausa) Aqu vemos, en la parte lateral oeste de la vitrina, la fisura causada por los malhechores con algn instrumento contundente, a fin de extraer, del

    lugar del que nunca debi haber salido, aquel venerable smbolo de nuestra gloriosa poca

    denominada de preincursin. Los peritos especialistas del ministerio pblico tomaron desde

    luego las huellas digitales impregnadas en los cristales por los delincuentes, a efecto de

    cotejarlas con la base de datos electrnica con que cuenta el servicio de inteligencia

    nacional, y as poder identificar a los causantes de este imperdonable agravio a nuestra

    cultura e identidad. Lamentablemente, las pesquisas no han dado resultado hasta la fecha, a

    pesar de los incansables esfuerzos que han realizado un sinfn de investigadores durante las

    ltimas tres dcadas, para esclarecer el caso de nuestro Museo de Historia Nacional

    (Pausa). Mas sin en cambio, djenme decirles que en nuestro pas contamos con un museo

    por cada noventa y dos mil ciento treinta y nueve habitantes, es decir, casi por cada cien mil

    habitantes, la cual es una cifra enorme que nos llena de orgullo. Si no les molesta, voy a

    tomar agua (Saca una botellita de su cangurera y le da unos tragos). Es que se me reseca la

    garganta. No s si a ustedes les pasa, de tanto hablar y hablar as como que de repente quin

    sabe qu pas con la saliva. O tambin en las maanas, si uno duerme con la boca abierta

    toda la noche: se babea, y se amanece con el hocico reseco, si me permiten la expresin

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    A veces, no siempre (Bebe) Bueno, tengo un colega, aqu, del trabajo, al que le pasa exactamente lo mismo, slo que en lugar de tomar agua, se echa sus traguitos. S! Trae su

    pecherita aqu en la bolsa interior del saco y sopas! A la menor provocacin se la empina.

    As, como les digo. Luego se da uno cuenta por el tufo El aliento, o sea Zubirn. As se apellida. Aunque le dicen contador o "contador Zubirn". Porque es contador. Contador pblico, creo (Pausa). Yo no s ni si termin la prepa. Y si s estudi, pongamos,

    pues quin sabe qu educacin pueda tener un tipo que es capaz de darse sus tragos a cada

    rato, sin importarle lo que piensen los dems. Eso s, le toc un buen puesto (Pausa).

    Compadre mata currculum (Risa amarga) Es un dicho, un refrn, de aqu, de nosotros Le pagan bien (Silencio) Bueno, sigamos con el recorrido, si son tan amables. Por este lado por favor.

    El grupo, guiado por Miguel, se traslada hacia el siguiente punto. Hay un cubo de acrlico

    en el que se observa un poco de arena.

    Estamos ahora en plena poca de la incursin. (Suspira) Ahhh, la famosa incursin La vida autctona se va a ver alterada por la llegada del extranjero incursionista, ya que ste

    ltimo impondr sus costumbres, credos, hbitos y leyes a los aborgenes o nativos, sin

    distincin de sexo, raza ni edad. (Pausa.) Bueno (Pausa.) Se trata ciertamente de una poca extraordinaria, memorable y radiante, aunque tambin conflictiva, ya que los nativos

    fueron tomados por sorpresa, no se la esperaban, los agarraron en curva, pues, como se dice

    vulgarmente (Re). Sigo con la garganta seca. Me ir a dar gripe? Espero no contagiar a

    nadie. (Da unos sorbos a la botella de agua.) Les voy a pedir que se acerquen un poco, para

    que observemos con cuidado (Sorbe los mocos y se seca los labios con el dorso de la

    mano). Miren, lo que tenemos aqu es una muestra esplendorosa de la mismsima incursin.

    sta es la primera pisada que el incursionista dio en nuestro territorio. Vemos claramente la

    huella impregnada en la arena. (Seala con la varita de antena) Si se fijan, se percibe

    claramente el contorno de la bota y, poniendo un poco ms de atencin a los detalles,

    podemos observar la seguridad, el vigor, la firmeza y la determinacin con que el

    extranjero puso pie en tierra. (Pausa) La huella fue encontrada por un pescador de nuestras

    costas y la arena fue trada desde ah para que ustedes pudieran apreciarla. El incursionista

    debi haberse detenido unos instantes, tras descender del navo que lo trajo hasta aqu, para

    contemplar nuestro deslumbrante paisaje, ya que si se fijan bien, se percatarn ustedes de

    que no se percibe duda ni titubeo alguno en su pisada. Sin duda era un paso pequeo para

    un incursionista, pero un gran salto para nuestra indulgente nacin (Re por costumbre). El

    extranjero debi haber quedado asombrado con la legendaria belleza natural caracterstica

    de nuestras costas, antes de dar el siguiente paso y preguntarse cmo le hara para vencer a

    los valientes y heroicos aborgenes o nativos y apoderarse del territorio. Esta tarea no

    result excesivamente ardua, ya que detrs de l, ese da y durante los siguientes aos y

    dcadas, habran de desembarcar por centenares hordas de incursionistas armados y

    debidamente instruidos para ocupar nuestras tierras y someter a las culturas locales. Cabe

    sealar que la decadencia econmica y poltica de las tribus, as como la inocencia de sus

    integrantes y el factor sorpresa, obraron en favor del extranjero. Por qu? Porque, como

    les mencionaba en un principio, nuestro pueblo posee una bien merecida fama internacional

    por su caracterstica hospitalidad, y sta no fue la excepcin, ya que los incursionistas

    fueron muy bien recibidos por las autoridades locales, quienes pronto pusieron a su

    disposicin los recursos, riquezas y conocimientos con los que contaban. La bota que

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    constituye el testimonio vivo de la primera pisada incursionista se encuentra actualmente

    en un museo de su pas de origen y patrocinador de la incursin. Nosotros nos quedamos

    con la huella. Cabe mencionar que si no hubiese llegado a nuestras tierras el extranjero, o si

    no se hubiesen conjuntado la decadencia y el factor sorpresa, probablemente hoy

    siguisemos observando los usos y costumbres aborgenes de aquellas pocas.

    (Sbitamente) Ando en las nubes! No me present, verdad?... Qu absurdo. Es lo primero

    que deb haber hecho. Antes, tena una gorra que deca "Miguel", no haba necesidad de

    presentarse. Se lea aqu, en la frente, "Miguel" con letras bordadas. As me preguntaba la

    gente, oiga, seor Miguel, y cuntos incursionistas ms o menos llegaron a ocupar el pas? o Disculpe, don Miguel, qu coman los nativos antes de la llegada del extranjero? y cosas as (Pausa) Ahora ya no usamos gorra. Las nuevas disposiciones... Quesque porque es de mal gusto No lo dije yo. (Silencio. Sbito.) Soy Miguel, y tendr el honor de acompaarles en esta visita al Museo de Historia Nacional. Espero

    sinceramente que disfruten el recorrido y, si tienen preguntas, les ruego que las guarden

    para el final de la visita, donde con gusto atenderemos todas las dudas que se presenten.

    Pasemos por aqu, si no tienen inconveniente. Por favor, que nadie se aparte del grupo.

    Los visitantes, guiados por Miguel, se desplazan hacia otra columna, en cuyo cubo de

    acrlico se exponen una taza de chocolate y una taza de caf de las que sale humo, y un

    cigarro tambin humeante en un cenicero.

    Pues bien. Nos encontramos de lleno en la maravillosa poca, etapa o fase de anexin, la

    cual habra de prevalecer por ms de tres siglos. Uno de los beneficios que debemos a la

    incursin, y que se efectuara durante toda la anexin y posteriormente, fue el intercambio

    de conocimientos y bienes entre las dos culturas: la de ellos y la nuestra. En efecto, como

    podemos observar aqu, quin no se ha tomado un rico vaso de chocolate o una deliciosa

    taza de caf? Quin no se ha fumado un cigarrillo o puro o pipa?, pues bien, tanto uno

    como el otro, o sea el chocolate y el caf, as como el tabaco, son oriundos de nuestra

    regin. Cabe mencionar que si no hubiese tenido lugar la victoriosa incursin y la

    subsiguiente memorable anexin, probablemente hoy da no se conociesen todava en el

    extranjero estos exquisitos productos que estn hoy por hoy en la base del consumo

    placentero de cualquier habitante comn y corriente. Baste recordar, por ejemplo, que en la

    formidable era de la preincursin, con tan slo ocho semillas de cacao, que es de donde se

    extrae el chocomilk, usted poda comprar ni ms ni menos que un conejo. Cabe mencionar

    que el chocolate contiene unas sustancias llamadas flavonoides, que ayudan a mantener el

    corazn sano y a facilitar una buena circulacin sangunea y favorecen el intercambio de

    serotina en el cerebro, que alivia la depresin y el dolor del abandono amoroso, ya que

    segn ciertos expertos el chocolate alivia el mal de amores. Diversos estudios revelan que

    los cidos grasos que se encuentran en el cacao se hallan en estado libre y al ser

    consumidos en una bebida se insertan en la membrana de la bacteria helicobacter pylori,

    causndole la muerte y librndonos de ella. Segn los cientficos, los efectos

    antibacterianos del cacao que, como les mencion, es oriundo de nuestro pas, superan a los

    del t verde, bebida tradicional del Japn, ya que poseen una gran capacidad antioxidante,

    ayudando a reducir el dao de las partculas cancergenas del cuerpo y colocando en este

    aspecto a nuestra insigne nacin por encima de la del sol naciente. Tambin provoca una

    modulacin de ciertas sustancias que afectan a nuestros vasos sanguneos, el chocolate. El

    caf, por su parte, se sabe que adems de tener un aroma y un sabor delicioso, contiene

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    cafena la cual, segn estudiosos tiene entre otras la propiedad de prevenir y proteger el

    cncer de la vejiga. Por ltimo el cigarro suele ser daino, ya que puede provocar cncer en

    la vejiga, pero tambin en los pulmones, en la garganta y... Es ms... (Saca de su bolsillo

    una cajetilla de cigarros. Lee.) "Fumar durante el embarazo aumenta el riesgo de parto

    prematuro y de bajo peso en el recin nacido, y su venta est prohibida a menores", y pues

    como podrn ustedes constatar (Seala los letreros de "No fumar".), aqu y en todos los

    lugares pblicos est prohibido fumar. Por ley. Aunque eso s, Zubirn, el contador, s fuma

    en su oficina, y nadie le dice nada. Y no slo eso, sino que tambin luego llega Marta, se

    ponen a platicar, y no falta que ella le pida un cigarrito, se toman su cafecito y siguen en el

    chisme, y fume y fume y no pasa nada. Marta es la directora del museo. Una vez, hace

    como cinco aos, pusieron unos de esos aparatos en el techo, que quesque sirven para

    detectar humo, no? que si alguien fuma o hay un incendio, o las dos cosas al mismo

    tiempo, pues suena una alarma. Nada. Curiosamente, nunca ha sonado nada. Imagnense, si

    pueden robarse una esplndida pieza de oro de la magnfica y deslumbrante era de la

    preincursin y no pasa nada, que no puedan fumarse un cigarrillo, por favor. Eso me

    recuerda una vez que fui al teatro. Tenemos un teatro por casi cada ciento ochenta mil

    habitantes, en el pas. En eso s nos ganan, los teatros, a los museos. Bueno, pues as como

    me ven, no que yo sea culto, ni mucho menos, pero pues como me gusta ese rollo de la

    cultura, fui al teatro, y me toc ver una obra. Era un monlogo, o sea de esas obras donde

    habla un solo actor durante toda la obra: bla, bla, bla, no como en otras, que es dilogo.

    Pues en este caso, el cuate se supone que est dando una pltica sobre el dao que hace

    fumar, todo empieza muy bien, pero en lugar de concentrarse en el tema, empieza a desviar

    la pltica, as, y cuenta cmo su esposa lo tiene pero bien controladito, la muy mndiga

    hasta le dice espantapjaros, de apodo, claro, y ella es la que lo manda a dar conferencias

    para completar lo del gasto con los honorarios, qu tal? Muy graciosa, la obra, el

    monlogo muchos aplausos al final (Pausa. Con nostalgia) Cmo me hubiera gustado actuar en un monlogo (Pausa. Sbito) Los incursionistas empezaron a verse en serios problemas cuando su propio pas se vio invadido a su vez por tropas extranjeras y su

    monarqua se vio temporalmente derrocada. As que, al no tener mando propio, el pas

    incursor perdi el control sobre el anexado o sea, en este caso, el nuestro. Lo cual dio lugar

    al surgimiento de nuestra ilustre y heroica poca de emancipacin. Si gustan pasar por aqu,

    por favor.

    Miguel gua a los visitantes hacia la siguiente columna. En el cubo de acrlico, se exponen

    una taza de chocolate tirada sobre un costado y su contenido esparcido, una taza de caf a

    la que slo le queda un sorbo en el fondo, y una colilla de cigarro aplastada en un

    cenicero.

    Durante la formidable poca, etapa o fase de anexin, como es de suponerse, se dieron

    matrimonios entre incursionistas y aborgenes o nativos y viceversa. Cabe mencionar que si

    no se hubiesen dado los mencionados esponsales, muchos de nosotros ni siquiera

    estuvisemos aqu. De modo que se gener una progenie de hijos de invasores y naturales

    nativos o sea, nacidos aqu. Viendo stos, los nacidos aqu, pero hijos de extranjeros y

    autctonos, la prevaleciente inestabilidad en el pas incursionista, empez a considerarse en

    el nuestro la posible emancipacin del mismo. Militares, licenciados y sacerdotes se

    reunan continuamente y en diversos puntos, ya que buscaban alternativas de gobierno

    acordes a sus respectivos intereses. Pero lamentablemente eran una y otra vez sorprendidos

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    y enviados a prisin, por qu? por subversivos. Uno de estos grupos que, como dato

    curioso, hbilmente haca pasar sus reuniones por tertulias literarias, planteaba expulsar del

    pas a los incursionistas y quedarse con el control del mismo. Antes de que se me pase, s

    me gustara aclarar una cosa. Para todos aquellos que sospechen, por lo que les dije

    anteriormente, que hay algo entre Marta y el contador Zubirn, la verdad, debo decirles que

    a m en lo personal, definitivamente no me consta. Digo, que ella lo haya nombrado as, de

    pronto, para ocupar el lugar que de hecho me haba prometido a m, y que se encierren los

    dos a fumar y a viborear, no quiere decir a fuerzas que tengan algo que ver. Estamos de

    acuerdo? Lo cierto y lo que s me consta, es que corre el rumor, se dice pues, se chismorrea

    por ah que algo traen, ya ven que nunca falta quien abra la bocota y hable de ms. Bueno,

    pues si uno toma en cuenta los comentarios, las cosas que han pasado, y esas encerronas,

    no?, y si me preguntan a m mi opinin, pues... Pues yo en lo personal tambin

    sospechara que hay algo ah. Pero, pues la verdad es que quin sabe Bueno, aclarado el punto, y volviendo a lo que estbamos. Estaban aqullos subversivos en una de aquellas

    dizque tertulias literarias nocturnas, cuando fueron sorprendidos por la autoridad, como

    todos los otros grupos que se reunan para discutir sobre la pertinencia de una sublevacin

    con fines de tomar el control del pas. Aqu podemos ver los restos autnticos de la

    mencionada reunin. (Indica con la vara de antena) La posicin de la taza de chocolate es

    signo inequvoco de la violencia con que debieron haber ingresado al recinto los miembros

    del ejrcito encargados de ejecutar la orden de arresto, ya que como podemos ver, est

    derribada. Por su parte, la taza de caf prcticamente vaca indica sin duda que los acuerdos

    principales y las estrategias de emancipacin haban sido ya definidos, pues la reunin

    deba estar llegando a su fin. Por ltimo, el cigarrillo apagado nos confirma que hubo para

    alguien el tiempo y la oportunidad de huir y esquivar as la represin de la autoridad, ya que

    ha sido extinguido de manera enrgica y apresurada en el cenicero. El insigne y honorable

    personaje que logr huir despus de una ltima fumada, al ver en el gesto de la autoridad el

    mayor obstculo para la concrecin de los planes emancipadores, al da siguiente,

    tempranito, se dio a la tarea de proclamar emancipado a nuestro pas, mediante un

    magnfico y conmovedor discurso dirigido a los campesinos y pblico en general que lo

    escuchaban (Con emocin y fervor crecientes.): " Mis amigos y compatriotas", les dijo, "no

    existen ya para nosotros ni el rey ni los tributos; esta gabela vergonzosa, que slo conviene

    a los esclavos, la hemos sobrellevado hace tres siglos como signo de tirana y servidumbre;

    terrible mancha que sabremos lavar con nuestros esfuerzos. Lleg el momento de nuestra

    emancipacin; ha sonado la hora de nuestra libertad; y si conocis su gran valor, me

    ayudaris a defenderla de la garra ambiciosa de los tiranos". (Larga pausa. Saca su pauelo.

    Se suena. Dobla el pauelo. Se quita el sudor de la frente. Guarda el pauelo.) Ser que

    tienen prendido el aire acondicionado? (Pausa.) Cabe mencionar que es probable, si no se

    hubiese dado la emancipacin, que nuestro pas hoy da siguiese dependiendo del

    incursionista. Sigan la flecha, por favor Esta parte siempre me emociona.

    El grupo se desplaza por indicaciones de Miguel hacia la siguiente columna, en cuya

    vitrina de acrlico, se observan algunas monedas, a lo mucho cinco, con denominacin en

    centavos.

    La gloriosa y triunfal guerra de emancipacin habra de durar ms de una dcada, el tiempo

    necesario para el reacomodo de fuerzas hegemnicas en el pas. As, de ser un honorable

    pas anexo, pasamos en ese lapso a convertirnos en un supremo imperio, y luego en una

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    extraordinaria repblica federal. Pero lamentablemente el fin de los disturbios no estaba

    cerca. Como dato curioso, puede mencionarse que as como nuestro pas debi emanciparse

    del incursionista, as, para hacer frente a las recurrentes crisis financieras y las invasiones

    enemigas de otros pases igualmente incursionistas, nuestra esplndida nacin se vio en la

    necesidad de desprenderse de aproximadamente el cincuenta por ciento de su glorioso

    territorio, mediante una transaccin financiera conocida en nuestra extraordinaria historia

    como la venta de la mitad del pas. Lo que vemos aqu, es el vvido testimonio de aquel

    histrico episodio. El cliente interesado, mediante mtodos poco convencionales, logr

    convencer al ejecutivo de venderle una propiedad, no obstante que sta no estuviera a la

    venta. El entonces presidente de la Repblica vendi, pues, la porcin necesaria del pas, y

    recibi a cambio la cantidad pactada en billetes de denominacin extranjera. Como sta

    exceda el monto acordado, debido a la fluctuacin del tipo de cambio, el presidente tena la

    obligacin de regresarle el vuelto al comprador. No obstante, para orgullo de nuestra

    nacin, el cambio nunca fue devuelto ni fue usado, como podemos constatar, para ninguna

    otra operacin comercial subsiguiente, ya que las monedas obran hoy en poder de este

    museo. Ciertamente, se trata slo de algunos centavos que el acreedor olvid reclamar, pero

    no obstante y sin embargo, constituyen para nosotros un smbolo de la honestidad y

    valenta con que obraron nuestras autoridades, ya que poseen un valor ms espiritual y

    simblico que financiero. Cabe mencionar que si no se hubiese dado esta etapa en nuestra

    historia, hoy contaramos con el cien por ciento de nuestro territorio. (Suspira) Son cosas

    que pasan Seguimos, por favor.

    Miguel gua a los visitantes hacia la columna siguiente, en cuyo cubo de acrlico se

    aprecia un libro abierto de hojas en blanco. Slo en la Primera hoja, se lee una C mayscula inconclusa en letra cursiva, y se ven unas manchas de tinta decrecientes que

    recorren la pgina hasta el final.

    Para poner algo de orden en casa, era preciso redactar las leyes necesarias a efecto de

    garantizar y regular la estabilizacin de nuestro pas. Una constitucin, pues. ste que

    vemos aqu, es el primer intento, el ejemplar original de lo que pudo haber sido nuestra

    primerissima ilustre y honorable carta magna, misma que no pudo verse concluida, como

    podemos constatar, ya que en el momento del inicio de su redaccin, el autor annimo fue

    sbitamente depuesto, con lo que se dio inicio a una serie de confrontaciones ya que,

    aunque no puede verse aqu con claridad, las intenciones de esa constitucin incomodaban

    a ciertos miembros de la iglesia y del ejrcito y dems. Con lo cual se arm un alboroto ya

    que se dividi el pas en dos bandos, a saber: el de los indulgentes y el de los

    tradicionalistas.

    En otro punto del escenario, en la oscuridad, se escucha una tos. Miguel voltea hacia ese

    punto. Silencio total. Miguel contina sbitamente.

    Como dato curioso de esta gloriosa etapa de nuestra historia, y como suele suceder cuando

    dos sectores definitivamente no se ponen de acuerdo, sucedi el hecho sin precedentes de

    que nuestro insigne pas haya tenido al mismo tiempo dos presidentes de la repblica, y

    pues cada quien le haca caso al que le convena y el que de plano no, pues a ninguno.

    Sobrevino as la denominada guerra de transformacin. Seguimos, por favor. Alguien sera

    tan amable de darme su hora? Ah no, no es necesario, aqu traigo mi reloj... Se me pas la

  • 9

    hora de las pastillas. Ustedes disculpen. (Saca unas pastillas, la botellita de agua, y se toma

    las pastillas.) Avancen, avancen, por favor.

    Guiados por Miguel, los visitantes llegan hasta el siguiente cubo de acrlico, en cuyo

    interior se expone una piedra similar, en su textura, a la roca volcnica.

    La transformacin. La triunfal era, poca o etapa de transformacin dio inicio, como les

    mencionaba, con aquella confrontacin irresoluble entre indulgentes y tradicionalistas (Silencio).

    Miguel ve algo en el piso, cerca de la columna. Es un botn negro. Se acerca, lo observa,

    lo analiza. Se agacha a recogerlo con la mano. Justo antes de tomarlo, retrae la mano.

    Saca su pauelo, toma el botn con el pauelo y lo guarda en su bolsillo.

    La transformacin. La triunfal era, poca o etapa de transformacin dio inicio, con aquella confrontacin irresoluble entre indulgentes y tradicionalistas, ya que nadie se pona

    de acuerdo, con lo cual se dio inicio a una guerra que habran de ganar para fortuna y

    bendicin de nuestra ilustre nacin, quin? Pues los indulgentes. No obstante se

    sucederan una serie de lamentables traiciones y episodios desagradables que no terminaban

    de poner fin a los disturbios en el pas. Y qu es lo que vemos aqu? (Seala la piedra.)

    Este magnfico objeto, que ustedes se preguntarn pero qu es esto?, posee un valor

    simblico en nuestra historia. No se trata, como muchos de ustedes pensarn, de la piedra

    angular en la construccin de nuestra nacin. Tampoco estamos viendo, como otros

    sospecharn, un misil de can deformado por el impacto al ser enviado por los indulgentes

    sobre los tradicionalistas o viceversa. No es, aunque lo parezca, la primera piedra de la casa

    presidencial que habra de erigirse para finalmente contar con un nico titular del ejecutivo,

    poniendo as punto final a los desacuerdos indulgentico-tradicionalistas. No estamos

    tampoco ante un fsil que nos diera testimonio histrico de los restos mortales

    pertenecientes a algn insigne hroe annimo de aquella gesta memorable. Ni mucho

    menos observamos la roca que algn deleznable tradicionalista incgnito hubiese empleado

    para con ella destazar el crneo del indulgentista igualmente annimo que se haba

    cmodamente dispuesto a redactar nuestra constitucin, y as impedir definitivamente que

    ste ltimo llegara a la consecucin de su objetivo. Como les deca, se preguntarn ustedes

    entonces qu es? (Pausa. Miguel observa a los visitantes con mirada interrogante.

    Consulta sbitamente su reloj.) Vlgame! Se nos est haciendo tarde, vamos atrasadsimos

    en el recorrido. Van ustedes a tener que perdonarme, pero no podremos ver en esta ocasin

    el lecho nupcial en el que durmieron los siguientes emperadores que nos fueron enviados

    del extranjero, precisamente despus de la transformacin. Aunque se sospecha que lo

    intentaron en mltiples ocasiones, los emperadores no tuvieron descendencia, y ni falta que

    hubiera hecho, pues fueron heroicamente acribillados antes siquiera de terminar su

    mandato, terminando con ello el segundo imperio. Es una lstima porque es una de las

    piezas ms apreciadas del museo, la cama, de las que ms le gustan a la gente. En la

    tiendita de recuerdos hay postales con la foto de la cama. Una magnfica cama estilo

    napolenico. Ah, porque en cierta forma nosotros tambin tuvimos nuestra incursin

    napolenica, faltaba ms! Formidables sbanas austriacas. Esplndido edredn de pluma de

    ganso francs. Fantsticos almohadones locales bordados a mano. Parece que el contador

    tena intenciones de quitarla. S, en serio Digo, parece As como quien no quiere la

  • 10

    cosa, pude ver un oficio en su escritorio el otro da, mientras l haba salido a preguntarle a

    la directora si se me pagaban horas extras con las visitas especiales o no. En el oficio, el

    contador haca la "solicitud de que se considere la posible sustitucin de esa pieza por otra,

    en virtud de las implicaciones morales y del impacto negativo que puede tener la exhibicin

    pblica de un mueble domstico de uso personal e ntimo". Le pregunt... "A poco...?", le

    dije. Dice: ay Mic, as me dice, Mic, dice, ay Mic, la neta yo no expondra la cama en la que duermo y cojo todas las noches a los ojos de tanto pinche extranjero. Y yo: S, le dije, s, contador, pero su cama de usted no es histrica. Pel unos ojotes de este tamao. Qu dijiste cabrn? Qu dijiste?... Mi cama...!, deca golpeando el escritorio, mi cama es ms histrica que tu chingada madre!. As me dijo, de ese tamao, con el debido respeto y sin nimo de ofender. Y ah empezaron todas las broncas. Digo, yo si

    estuviera en su lugar, en su puesto, quiero decir, que de hecho iba a estar, pero se lo dieron

    a l, que sali de la nada, ah pues si yo estuviera en la subdireccin del museo, dara

    muestras de mi educacin, y no tratara as al personal. Adems digo, es cosa de sentido

    comn, si tuviramos aqu, por decir algo, el excusado en el que defecaba Einstein, sera un

    crimen no exponerlo, no? Porque en algn lugar debi defecar ese seor. Ah no, me dijo Marta. No es su papel opinar sobre los objetos que se exponen, don Miguelito, que as me dice ella. Usted tiene la funcin de mantener entretenido al pblico, repetir al pie de la letra el guin, que para eso lo redact el contador Zubirn, procurar que el visitante compre

    suvenrs en la tienda y punto. Ah rale, me qued yo. rale... Pues qu le deca? (Pausa.) Pasemos a la insurreccin. En orden y sin dispersarse, por favor. Ah, antes de que se me

    olvide. Lo que tenemos aqu (vuelve a apuntar a la piedra con la antena), es ni ms ni

    menos que la reproduccin fiel de lo que debi haber sido un meteorito apercibido tanto por

    indulgentes como por tradicionalistas, la vspera de la guerra de transformacin. Se dice

    que al verlo resplandeciente en el cielo, hubo quien se admir del fenmeno natural y

    experiment en lo ms hondo de su pecho una sensacin de esperanza, viendo en el

    meteorito el signo inequvoco de tiempos mejores para el pas. Hubo, por el contrario,

    quien sali despavorido de su casa a arrodillarse a media calle, suplicando perdn por los

    pecados personales y polticos cometidos en vida. Cabe mencionar que si no hubiese

    pasado volando el mencionado meteorito, probablemente de todos modos se hubiesen dado

    los acontecimientos que en efecto se dieron. No obstante y sin embargo, esta fiel

    reproduccin simboliza la extraordinaria fusin de las fuerzas de la naturaleza con las de

    nuestra sociedad, una histrica coincidencia, nica e irrepetible. (Apunta con la antena al

    meteorito.) El meteorito representa para nosotros la sntesis de aquellos momentos que

    habran de ser, no cabe duda, decisivos para el devenir de nuestra extraordinaria nacin. Si

    algo me revienta, es que me llamen "don Miguelito". (Pausa) Si gustan, pasamos por favor

    a la resurreccin... Quiero decir, a la insurreccin... Dije resurreccin?

    Miguel gua a los visitantes hacia el rea en que se encuentran las gradas o las sillas

    frente a la pantalla blanca.

    Les voy a pedir que tengan la amabilidad de sentarse, en silencio por favor, tomen asiento.

    (Hace tiempo mientras todos ocupan sus lugares.) Los ms altos hacia la parte de atrs, si

    son tan amables, para que los dems puedan ver. Tengan cuidado tambin de no tapar el

    proyector, por favor, que luego se proyecta la cabezota aqu en la pantalla. Digo, no es que

    sean cabezones, pero por el fenmeno de que entre ms cerca de la luz, entonces pues ms

    grande la sombra, pues hay que procurar evitar esa situacin. (Habla directamente con

  • 11

    alguno de los espectadores.) Est como una vez, que estaba yo explicando, as, y a media

    pelcula, se cruza un turista, un canadiense, o un sueco, creo (A todos.) No hay canadienses aqu verdad? Ni suecos, espero. Bueno el tipo este que era como de este pelo

    (seala el tamao del personaje citado, por encima de su cabeza), as bien quitado de la

    pena, se para como Pedro por su casa y pregunta por el bao, hganme el favor, en pleno

    discurso de los insurrectos triunfadores en la plaza principal. Digo, la historia merece cierto

    respeto, estamos de acuerdo? No s en el de ustedes, pero aqu en mi pas es bien visto que

    se le muestre mucho respeto a nuestra historia nacional. Pues cuantims si va uno a otro

    pas, hay que demostrar el respeto, No? Como dice el refrn, o la Biblia, no me acuerdo,

    trata a los dems como quieres que te traten y a donde fueres haz lo que vieres, as dice. Ah,

    pues por eso mand el contador poner los letreros luminosos de los baos, para que nadie

    pregunte a media pelcula. (Hace una pausa, esperando a que el pblico termine de sentarse.

    Se para junto a la pantalla.) Bien. A continuacin, les vamos a proyectar una cinta, cortesa

    del Instituto Filmogrfico Nacional, que data precisamente de la insurreccin y forma parte

    del acervo del mencionado Instituto. Ahora que quien necesite ir al bao, pues no tiene que

    pedir permiso, noms con que no tape la imagen y no hay problema. Bien. Digo, no se

    necesita sacar de la partida de horas extras para pagar letreros luminosos que valen ms o

    menos unas diez visitas especiales. Y gastan luz, aparte. Como los de no fumar, que no

    sirven para nada. O las alarmas contra incendio y contra robo y contra humo.

    Agradecemos en todo lo que vale su cooperacin voluntaria para la mejora de nuestra infraestructura, nos dijo el contador Zubirn a m y al velador. Que en castellano comn y corriente quiere decir que les descontamos de su quincena pa comprar estas chifladeras, con el debido respeto. De la insurreccin a la modernidad, se intitula la pelcula que van

    ustedes a ver a continuacin. Se trata de un documental elaborado con la valiosa asesora de

    los ms prestigiados historiadores y cineastas que existen en nuestro pas, en el que se da

    cuenta de los mltiples periplos de nuestra radiante sociedad a lo largo de todo el siglo

    pasado. Quiero pedirles especialmente que observen con atencin y aprecien tanto el valor

    histrico de las imgenes de archivo, como el rigor cientfico, la precisin analtica y el

    cuidado esttico invertidos en la realizacin de este filme. Veremos en l a los ms insignes

    personajes de nuestra historia reciente, y podremos reconocer a los diversos presidentes que

    han dirigido los destinos de nuestra heroica nacin. Que los hemos tenido de todos tipos.

    Militares y civiles, mancos y completos, indgenas y mestizos, educados en casa o

    formados en el extranjero, pelones y peludos, orejones y ojones, urbanos y rupestres,

    calladitos y gritones, en fin Les voy a rogar que mantengamos absoluto silencio para que podamos disfrutar del documental.

    Las luces se apagan hasta la oscuridad. En la pantalla, se proyecta el inicio de la pelcula.

    Vemos sucederse los nmeros del 5 al cero, encerrados en un crculo con un vrtice que, al

    recorrer la circunferencia los borra para sustituirlos con el siguiente. Despus del cero,

    aparece en la pantalla el ttulo de la cinta: De la Insurreccin a la Modernidad, con msica marcial de fondo. Pequea explosin. Salen chispas sonoras y humo del proyector.

    Los letreros luminosos empiezan a parpadear, hasta apagarse por completo. La imagen y

    el audio del video se distorsionan hasta desaparecer totalmente, dejando el espacio sumido

    en la oscuridad y silencio absolutos. La voz de Miguel recorre el espacio de un lado a otro.

    Oscuro total.

  • 12

    Me lleva la que me trajo! Y no es la primera, eh? Pas lo mismo con el grupo de

    coreanitos. Imagnense. No se entenda ni jota de las mentadas que andaban dando. Y con

    los gringos. Creyeron que era una trampa. Un atentado terrorista. A sos s se les entenda:

    chet fquin cntri blchit. Nosotros decimos ccaro, y ya. Y eso que de la partida de prestaciones pasaron a la de mantenimiento. Para qu? Marta dijo clarito, antes de irse al

    mentado congreso de museografa creo que en Cuba: no quiero problemas con el contador en mi ausencia, don Miguelito. Siga al pie de la letra sus instrucciones, l se queda al

    mando. S, le dije, S, noms que ah le encargo que reparen lo del proyector, que pasado maana viene otro grupo de extranjeros, le dije yo. Ah, s! dijo, S, s, dice ya lo veremos. Y pues dicho y hecho. Se van a llevar una mala impresin, contador Zubirn le dije cuando regres de dejar a Marta en el aeropuerto. Porque es en estas cositas, en estos detalles donde lo que est en juego es la imagen de un pas. Y pues si es el

    de uno, pues peor tantito, digo yo. Mic, dice No me salgas ahorita con tus chingaderas, qu no ves la de chamba que tengo aqu?. S, dije yo, S, contador, pero uno es el que da la cara, y Uta, ni le hubiera dicho. Qu cara, eh? Qu cara, Mic? Tu cara de pinche pendejo acomplejado? Con sa tenemos para pasar pinches vergenzas, y por

    desgracia no tenemos partida para ciruga plstica, y si tuviramos para crear una nueva

    partida, sabes cul sera?: la partida de madre que tantas ganas me dan de darte, Mic, as dijo. Ah, rale, pens yo, rale pues, pens para mis adentros. Pues qu le deca? Le

    dije: Pero y dijo: No acepto explicaciones, Mic, dijo. Se arremang las mangas, puso su sonrisa oficial, sac su botellita, le dio como seis tragos, se afloj su odiosa corbata

    azul, se aplast en su silln ejecutivo, y se puso a jugar solitario en la compu. Cabe

    mencionar que si no estuviese l ah, el que ocupase ese mismo silln sera ni ms ni menos

    que yo mismo.

    Durante la siguiente secuencia se escucha en la oscuridad in crescendo, muy muy sutil, el

    sonido de las aspas de un helicptero que se acerca.

    Y es que as como me ven Bueno, no me ven As como me oyen, yo tengo ambiciones, deseos de superacin, pues. Y no, no me da vergenza decirlo, a mi me

    gustara ser importante. No que quiera la luna y las estrellas, pero s me gustara ser alguien

    en la vida, no pasar desapercibido, existir, pues. Quedar en la memoria como alguien que

    puso su granito de arena en la historia. Algo as. Tan difcil que es que uno, cuando apenas

    es espermatozoide, alcance a llegar al vulo. Hay que competir contra miles, qu digo

    miles, millones de espermatozoides que igual que uno, quieren llegar. Est can. Pero

    llegamos. S, llegamos. Por eso estamos aqu. Si no hubieran llegado todos los que han

    llegado sino cualquiera de los otros espermatozoides que tambin queran llegar, ste sera

    otro mundo, se los aseguro. Para bien o para mal. Pero llegamos nosotros. Llegamos todos

    los que han llegado en el pasado y todos los que hoy estamos aqu. No es increble? cada

    uno de ustedes, hasta yo mismo, somos un espermatozoide que logr llegar al vulo. Si

    ustedes me escuchan, es porque llegaron, y si les estoy hablando, es porque yo tambin

    llegu. Llegamos!... Llegamos!!!... (Pausa.)

    Se intensifica en la oscuridad el sonido del helicptero acercndose.

    Entonces? De qu se trata? Para qu estamos aqu? Yo tambin llegu! Y para qu?

    Para acumular horas, das, meses y aos de trabajo, haciendo quin sabe qu, para poder

  • 13

    comer para poder regresar al da siguiente al trabajo a acumular horas, das, meses y aos

    de trabajo, haciendo quin sabe qu, para poder comer, para poder llegar, al da siguiente al

    trabajo, para hacer quin sabe qu, para obtener un msero sueldo, para poder comer hasta

    que un da el msero sueldo ya slo sirva para poder comprar la caja en la que nos van a

    meter y enterrar bajo tierra, as bien quietecitos, sin que molestemos a nadie?... Y para que

    ya una vez bien enterrados nos preguntemos Y qu chingaos hice en la vida?... Qu chingaos?... (Pausa.) O qu? De qu se trata?... De qu se trata?... (Pausa larga.) Si algo

    me revienta es que me digan don Miguelito.

    El sonido del helicptero llega a su mxima intensidad. En la oscuridad, se perciben dos

    pequeas luces verdes que caen de lo alto y se extinguen antes de llegar al piso. Se

    escuchan gritos distantes de una multitud despavorida. Rfagas de balazos.

    Simultneamente, se encienden parpadeando y de manera alterna los letreros luminosos en

    la siguiente secuencia:

    , , , , , ,

    , , , , hasta quedar todos encendidos.

    El sonido del helicptero, de los balazos y de los gritos se va convirtiendo sutilmente en el

    ruido que hace el proyector.

    Vuelve la luz repentinamente. Miguel acaba de unir dos cables.

    Listo! Lo logr! Qu tal, eh? No, si no fuera por m no s qu haran aqu, de veras.

    Llev electricidad en la secundaria (Consulta su reloj.) Lamentablemente, seoras y

    seoras, vamos a tener que dejar la pelcula para otra ocasin, porque ahora s que se nos

    hizo tarde. Una disculpa de antemano. Si gustan, pasamos por favor a la modernidad.

    Ordenadamente, por favor. Por aqu, si son tan amables. Qu sed!

    Miguel gua al grupo hacia la siguiente columna, en cuyo cubo de acrlico se expone un

    trozo de concreto prcticamente pulverizado.

    Vamos a ir rapidito, si no tienen inconveniente. Se nos acaba el tiempo. La modernidad.

    Miren, lo que tenemos aqu son los restos de alguna edificacin, no se ha podido identificar

    cul, que sucumbi ante la fuerza de los movimientos telricos que sacudieron

    principalmente a la capital de nuestro legendario pas hace tan slo algunos aos. Para que

    vean ustedes que no slo las guerras nos han devastado, sino tambin la propia furia de la

    naturaleza. Aunque si hubiese estado bien construida la edificacin en cuestin, no fuese

    cemento molido lo que tuvisemos aqu, sino una muestra intacta del inmueble

    orgullosamente levantado contra viento y marea. Seguimos, por favor que el tiempo

    apremia.

    Miguel conduce a los visitantes hasta la siguiente columna en cuyo acrlico se observa un

    montn de cenizas.

  • 14

    Esto, aunque ustedes no lo crean, es una muestra autntica de las elecciones que llevaron a

    la primera silla de la nacin al ilustre presidente que nos prometi el ingreso al primer

    mundo. Esta muestra fue encontrada en los stanos de nuestro honorable y supremo

    Recinto Parlamentario que resguard los paquetes electorales de aquella histrica jornada.

    Lamentablemente, por el estado de la muestra, como podrn ustedes constatar, no ha sido

    posible, pese a los esfuerzos de varios equipos de arquelogos, descifrar la preferencia de

    los votantes al momento de sufragar. Cabe sealar que si s se hubieran podido contabilizar

    los votos, quin sabe qu hubiese pasado. El tiempo no perdona. Continuamos, si son tan

    amables. Sin distracciones, lo ms rapidito que se pueda, por favor.

    Miguel dirige al grupo hasta la siguiente columna. En el acrlico, se observa una lata de

    Coca-Cola abollada por la mitad.

    Cualquiera que piense que estamos ante un objeto comn y corriente, me temo que est

    completamente equivocado. Una lata de refresco gaseoso idntica a sta, de la marca de una

    de las trasnacionales que ms gusta de invertir en nuestro pas, es la que tena en su mano el

    ilustre presidente del que anteriormente les habl, el mismo da del triunfal ingreso de

    nuestro pas al primer mundo. La abolladura que podemos observar en la parte media o

    central de la lata, del lado este, corresponde a la presin de punto cero seis newtons,

    ejercida por la mano derecha presidencial al momento de enterarse de que, contrariamente a

    sus expectativas, lo que le esperaba no era la anhelada adscripcin primermundista, sino un

    levantamiento guerrillero que declaraba la guerra a su gobierno. Si no hubiese surgido tal

    guerrilla, la lata sin duda estuviese en perfectas condiciones. (Pausa. Observa largamente la

    lata.) No es que quiera apurarlos, pero entre ms pronto, mejor. Adelante, por favor.

    Miguel conduce a los visitantes hacia la siguiente columna, en cuyo cubo de acrlico se

    expone un palo ms o menos grueso de cerca de un metro de longitud.

    Respecto a la mencionada revuelta sorpresiva que habra de acabar con las ambiciones del

    ilustre presidente cuya frustracin se expresara en la lata de refresco que observamos

    anteriormente, nos encontramos aqu frente a las armas empleadas por los integrantes del

    ejrcito que declarara la guerra al gobierno. Por razones obvias, ninguno de los revoltosos

    dispar una sola bala contra el ejrcito oficial. Normalmente las corbatas me dan lo mismo.

    Pero cuando son azules, de un azul elctrico, no las tolero. Y cuando se tiene el cinismo de

    portarla cuatro de los seis das laborales sin importar si combina o no con lo que uno lleve

    puesto, pues menos. No s. Me crispa. Si gana tanto, al menos que se compre trajes que

    combinen con la corbata, o corbatas que combinen con el traje, no s. (Apunta a la vitrina

    con la antena) Como podemos constatar, no es posible hablar en este caso del calibre ni del

    milimetraje de estas armas, no obstante y sin embargo, y como dato curioso, es de notarse

    que con este rudimentario armamento los indgenas levantados en armas han tenido en

    jaque a los sucesivos gobiernos hasta la fecha. Aunque ha habido quien asegure que el

    conflicto puede resolverse en no ms de un cuarto de hora, una de las estrategias ms

    eficaces ha sido la de no pelar, de plano, a los autctonos armados. El hecho es que ha

    pasado una dcada sin que se vean visos de solucin. A nosotros nos queda menos de

    cuarto de hora, por cierto, as que continuamos, por favor, por este lado.

  • 15

    Miguel conduce a los visitantes hacia otro punto del recorrido. En el acrlico, se observan

    un telfono celular, un reloj, una cartera con algunas tarjetas de crdito, las llaves de un

    auto.

    Lo que vemos aqu si me permiten, un poco de orden y de silencio, por favor. Lo que

    vemos aqu, les deca, son los atuendos y aditamentos indispensables de las y los hombres

    de nuestros das. (Apunta con la antena) Podemos observar aqu una cartera con algunas

    tarjetas de crdito y de dbito: el dinero de plstico. Si recordamos que tan solo unos aos

    antes, se intercambiaban semillas de cacao por conejos, pues resulta sorprendente el avance

    que ha tenido nuestra nacin en esta materia. Tambin est el telfono celular,

    complemento indispensable de la ajetreada vida contempornea, ya que casi todo el mundo

    tiene uno, gracias al cual, pues se optimiza y eficienta la comunicacin entre los seres

    humanos, a cualquier hora y en cualquier parte. Observamos tambin unas llaves de

    automvil, el medio de transporte ms empleado en nuestras ciudades para circular de un

    lado a otro, y los que no lo tenemos, pues es en metro o en autobs, o de plano a pie,

    exponindonos a asaltos con o sin violencia o a secuestros exprs o de larga duracin.

    Vemos tambin un reloj de pulsera, de los caros, que con el sueldo de uno pues noms

    alcanza para los que venden en los tianguis, pero que son indispensables para controlar el

    tiempo de la vida moderna, por ejemplo, para recordar a qu horas tomarse las pastillas

    (Re), o para estar concientes de que se nos acaba el tiempo. Por aqu, por favor.

    Miguel indica a los visitantes el siguiente punto del recorrido, cuando empieza a sonar el

    telfono celular en el acrlico. Miguel lo observa, tratando de callarlo con la mirada.

    Traga saliva. Despus de unos timbrazos, el telfono deja de sonar. Miguel observa a los

    visitantes.

    Por aqu, les digo, que ya no tenemos mucho tiempo.

    Miguel lleva a los visitantes hacia la siguiente columna, en la que se expone una

    computadora. El monitor est encendido, y se observa un protector de pantalla consistente

    en el despliegue de varias fotografas de una mujer atractiva y elegante, en el siguiente

    orden. 1: la mujer sentada frente a su computadora, mirando a la cmara, sonriente. 2: la

    mujer brindando con quien le toma la foto en algn bar. 3: la mujer saliendo de la

    regadera, ocultando su cuerpo desnudo con la cortina de hule, sonre a la cmara. 4: la

    mujer prepara algo de comer, mira a la cmara sonriente. 5: la mujer metiendo una maleta

    en la cajuela de su auto. Se le ve de malas. 6: la mujer subida en su auto, con lentes

    oscuros y un amplio sombrero. Saluda y sonre a la cmara. 7: la mujer en la escalinata de

    un avin de Cubana de Aviacin, despidindose con la mano. El ciclo se repite

    indefinidamente.

    Quin podra hablar de planetarizacin sin hacer referencia a la microcomputadora?

    (Apunta con la antena) ste es un ejemplar de reciente adquisicin, pentium cinco, con no

    recuerdo cuntos gigas, y hemos querido exponerlo para dar testimonio de nuestros

    tiempos, ya que este aparato simboliza sin duda no slo el avance contemporneo en

    materia tecnolgica, sino tambin el sinfn de posibilidades al alcance del ciudadano

    planetarizado, en cuanto a comunicacin y manejo de la informacin. La computadora. Sin

    duda este instrumento est en la base de la era de la planetarizacin en la que actualmente

  • 16

    nos encontramos sumergidos. Cabe mencionar que la computadora no se hubiese

    inventado, no fuese posible imaginar el mundo tal como lo vivimos hoy en da.

    Continuamos, si son tan amables, en esta direccin.

    Miguel conduce a los visitantes hasta el ltimo punto del recorrido. Se trata de un mdulo

    de acrlico de dimensiones considerables. El acrlico est empezando a empaarse. En su

    interior, se alcanza a percibir algo similar a una silueta.

    Finalmente, y como ltimo punto de nuestro recorrido, quiero mostrarles esta pieza nica,

    cosa que no todos los visitantes tienen el privilegio de ver, ya que es un beneficio reservado

    exclusivamente a grupos especiales como el de ustedes.

    Se ilumina lentamente el interior del mdulo de acrlico. Vemos a un hombre desaliado,

    saco sport arrugado color mostaza al que le falta un botn. Corbata azul elctrico, zapatos

    de charol con una delgada capa de hielo que empieza a subir desde las suelas. Est

    sentado en su silln ejecutivo, con la vista perdida en las alturas. Tirada en el piso, hay

    una pequea botella metlica vaca, a un lado su tapn. Aunque a primera vista, por la

    tensin de su cuerpo, parecera un maniqu, y vindolo con ms detenimiento, podra

    creerse, por sus labios morados, que se trata de un cadver, pronto se ve que el hombre

    est paralizado por el fro. Tiene fro. Crispado hasta el lmite, por alguna razn parece

    contener un estallido de ira inminente. En el rostro de Miguel se dibuja una perversa

    mueca de satisfaccin.

    Esto que vemos aqu, es el hombre planetarizado (Pausa.) Baste observar la actitud

    desesperanzada, la mirada perdida, el gesto automatizado, el cuerpo amaestrado por la

    rutina, la soledad... (Pausa) Cabe mencionar que si no existiese dicho hombre de la

    planetarizacin, otro gallo nos cantase. (Pausa larga) Recomiendo que no lo observen

    demasiado. Es como los bichos esos, peruanos. Cmo se llaman? Llamas! A las llamas, si

    las miran detenidamente, les escupen a la cara. No les cuento qu les podra hacer este

    ejemplar (Re).

    El hombre respira hondo, se rasca la nuca, se pasa la mano por el rostro. Gira lentamente

    sobre su silln ejecutivo mientras se oscurece su vitrina de acrlico.

    Con esto, seoras y seores, damos por concluido este recorrido por el Museo de Historia

    Nacional. (Estornuda) Dejaremos las preguntas para otra ocasin, en vista de que se nos ha

    acabado el tiempo de la visita. (Saca su pauelo y se suena.)

    El hombre enfoca con la mirada a los visitantes desde el interior del acrlico. Los observa

    intrigado por su reaccin y esquiva su mirada, avergonzado por la situacin.

    No olviden, por favor, que a la salida est abierta para ustedes nuestra tienda del museo, ya

    que en ella encontrarn ustedes toda clase de recuerdos y suvenrs, tales como muestras a

    escala y en tamao natural de la mayora de los objetos expuestos en las diversas salas de

    nuestro museo, as como tarjetas postales, refrigerios, golosinas, medallas, llaveros, pins,

    mus pads, calendarios, mascadas, catlogos, lupas, pilas, lentes de sol, carteles, cids,

    divids, agendas, plumas, lapiceros, ceniceros, encendedores, rollos para cmara, fundas

  • 17

    para celulares, tazas, estatuillas, rompecabezas, playeras, diapositivas, miniaturas, libros,

    caleidoscopios, tapetes, peluches y cachuchas.

    Miguel abre las puertas de salida. El hombre se para, pega sus manos al acrlico, trata de

    ver a los visitantes a travs de l.

    El Museo de Historia Nacional agradece su visita al mismo. Les recuerdo que ha sido un

    honor servirles y esperamos haberlo hecho de la mejor manera. Asimismo, les deseo una

    feliz estancia en nuestro pas, ya que esperamos contar nuevamente con la distincin de su

    visita prximamente. (Estornuda.)

    Oscuro total.