Vitalizando la Historia Política. Estudios Sobre el Chile reciente (1960-2010)

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Publicación colectiva realizada por el Taller de Historia Política que recopila una serie de articulos de jóvenes investigadores. Los articulos están centrados en el análisis de distintos ámbitos de la historia política reciente abarcando temas como el rol de la iglesia, los partidos políticos, los medios de comunicación, y el desarrollo económico entre otros.

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Vitalizando la Historia PolíticaEstudios sobre el Chile Reciente

1960 - 2010

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Derechos de propiedad intelectual reservados para: Taller de Historia Política O.C.F.

RPI : 195432ISBN : 978-956-332-896-7

Ilustración de Portada e Interiores:Álvaro Pinto Ibarra

Diseño de Portada:Israel Fortune Fuentevilla.

Impreso en Gráfi ca LOMSantiago de Chile, 2010.

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Agradecimientos:

Si bien la presente publicación agrupa una serie de artículos escritos por estu-diantes o recién titulados de la carrera de Pedagogía en Historia y Ciencias Sociales de la Universidad de Valparaíso, los que a su vez forman parte del Taller de Historia Política, el noviciado de los autores ha sido compensado con la atenta revisión del co-mité de académicos formado para dicho fi n. Su aporte por medio de los comentarios, las sugerencias y las críticas, han enriquecido incalculablemente no sólo a las páginas de este libro, sino también a la primera formación como investigadores de quienes las han escrito. A la profesora Carolina Figueroa Cerna y a los profesores Benjamín Silva Torrealba, Luis Castro Castro, Jorge Gonzalorena Döll, Leonardo Jeffs Castro y Jaime González G., queremos hacer explícito nuestro más sincero agradecimiento por acompañarnos en este proyecto.

Agradecemos también muy especialmente a nuestro compañero Álvaro Pinto

Ibarra, quien realizó la ilustración que aparece en portada y las que acompañan a cada artículo. Su labor creativa ha ayudado a grafi car lo que creemos es el espíritu y el objetivo que anima a este trabajo: “Vitalizar la Historia Política”.

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Introducción

Este libro se compone de distintos artículos que abordan variadas temáticas relacionadas con la historia política reciente de nuestro país. Si bien está dirigido a todo aquel que se interese por el estudio y el conocimiento de la historia, ha sido particularmente pensado para los estudiantes secundarios, creemos que el conoci-miento de su pasado les será de utilidad para plantearse a sí mismos desde su pre-sente y hacia el futuro de manera crítica y activa.

Este hecho determina la necesidad de ser cuidadosos a la hora de explicitar desde dónde se plantea, en qué se enmarca y cómo se utiliza la presente publicación, cuestiones todas que pretendemos abordar en esta introducción.

a) Presente, Historia e Historia Política

Observando el hecho de que a lo largo del tiempo la Historia, en tanto disci-plina, se ha planteado a sí misma desde distintas perspectivas y fi nalidades, no preten-demos en estas breves líneas una sentencia absoluta, sino una refl exión a partir de lo que pensamos que la actualidad demanda de quienes nos hemos planteado ejercer este ofi cio. En esa dirección parece ser que lo único que puede decirse de la Historia a manera de una defi nición que pretenda universalidad es que la Historia es aquello que su propio tiempo le exige.

En coherencia con lo anterior, desde una óptica política y siguiendo los planteamientos del historiador español Josep Fontana, en toda época ha existido una relación directa entre Historia y proyecto social. Dicha relación puede darse tanto en un marco de legitimación con respecto a la formación social hegemónica existente en un momento determinado, como en el de su cuestionamiento con el objetivo de lograr su transformación. Por lo tanto, independientemente de si esta situación se da de manera explícita o velada, en tanto portadora de una lógica sobre el cómo debería estructurarse el mundo en que vivimos, todo relato histórico contiene un indiscutible contenido político.

Sin embargo, es necesario aclarar que aunque toda Historia posea un compo-nente político, ello no quiere decir que toda producción historiográfi ca deba enten-derse necesariamente como Historia Política. En ese sentido, la Historia Política posee elementos que la ligan a lo que es –o a lo que a nuestro juicio, debe ser- la Historia en su generalidad y otros que la particularizan como una subdisciplina de ésta. Entre los primeros se cuentan la rigurosidad y cientifi cidad metodológica en que todo ejer-cicio historiográfi co debe fundamentarse, apuntando siempre desde una perspectiva analítica, a dar explicación del presente por medio del estudio de su objeto, vale decir, el pasado. También en cuanto a su función dentro de la sociedad, la Historia se erige

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como una herramienta de concientización y construcción de la identidad colectiva de los grupos humanos, posibilitando así el sentido de pertenencia a éstos por parte de los individuos.

Entre los elementos particulares de la mencionada subdisciplina, se encuentra en primer lugar su campo temático específi co de estudio, vale decir, la política. Pero no la política de las “grandes obras” ni los “grandes personajes”, sino consonantemen-te con el método científi co y la dimensión analítica ya señalados, se habla aquí de la política como las relaciones que establecen los distintos actores –partidos políticos, fuerzas armadas, grupos económicos, poderes fácticos, movimientos sociales, etc.– que se desenvuelven dentro de la sociedad sobre la base de sus respectivos intereses. Ello implica una apertura metódica y temática en pos de lograr explicaciones que den cuenta de la complejidad subyacente a tales relaciones –en su dimensión ideológica, imaginaria, práctica, proyectual, etc.– y cómo ellas confl uyen en torno a aquello a que su antagonismo las conduce: la lucha por el poder.

Con respecto a esto último, la función de la Historia Política asume un rol activo en estas relaciones y luchas desde una doble perspectiva. Siempre insistiendo en la honestidad y la seriedad que el ofi cio del historiador demanda, la primera se encuentra en el componente identitario que posibilita las acciones coordinadas de los individuos agrupados. En tal sentido la memoria histórica siempre será un ele-mento legitimante y cohesionador para levantar distintas reivindicaciones sociales. Pero la Historia Política posee además un importante papel que cumplir en relación a la praxis política que los actores sociales materializan, constituyéndose en un factor que no sólo fundamenta nuestro actuar, sino también en una herramienta de análisis que arroja luces sobre cuál es la dirección en que tal accionar debe dirigirse para conseguir los objetivos trazados.

Como ya se ha dicho, esta es una refl exión para nuestro presente. En la lectura que hacemos de éste (y que es la inspiradora de este libro), salta a la vista que las condiciones de vida en que una gran mayoría se encuentra, están lejos de caber en la categoría de “dignas” y que tal situación obedece a problemas estructurales de nues-tra sociedad. Entendemos además que los cambios necesarios para lograr soluciones, exigen la participación directa, crítica, consciente y responsable de todos quienes la conformamos.

Es así que a nuestro juicio, las tareas que hoy debe fi jarse la Nueva Historia Polí-tica que nuestro presente nos exige y sobre las cuales en el campo historiográfi co ya comienzan a verse avances son, en primer lugar, la superación de una historia narrati-va y descriptiva que entienda a la política como la actividad institucional y excluyente desempeñada por elites. En segundo lugar, el desligamiento del panfl etarismo con que se la ha estigmatizado, el que en muchos casos existe, reduciendo su producción a un ejercicio de proselitismo político. Y fi nalmente, consagrarse como una disciplina seria y analítica al servicio de la praxis política de los actores sociales, y en nuestro caso,

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de los actores sociales que han sido históricamente postergados, para que sobre la base de una verdadera democracia, el futuro de todos sea efectivamente decidido por todos.

b) Una aproximación contextual

Los artículos contenidos en el presente libro abordan distintos aspectos de la historia política de Chile en el período que va desde mediados del siglo XX hasta nuestra actualidad. Si bien el resultado fi nal puede ser una mirada fragmentada de dicho período, ello obedece a la búsqueda de nuevos temas y enfoques en los que se propone incursionar. Esto no signifi ca, sin embargo, desconocer la existencia de un telón de fondo en torno al cual todos los trabajos se articulan en vistas a explicar al-gunas particularidades de un proceso general cuyas causas e implicancias van incluso más allá de lo nacional.

Tal cuestión, siguiendo la tesis de Luis Corvalán Márquez, puede sintetizarse como la lucha al interior del País entre tres proyectos globales de desarrollo por lo-grar su implementación, cada uno impulsado por distintas alas políticas que interpre-taban los intereses de diversos sectores y clases sociales, y la resolución del confl icto resultante al triunfar el proyecto de la derecha política y el gran empresariado con la imposición de un modelo de desarrollo autoritario y neoliberal, cuestión que se defi nió con el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973.

Al iniciarse este proceso, el contexto internacional estaba marcado por el confl icto conocido como “La Guerra Fría”, el cual consistió en la lucha entre las dos mayores potencias mundiales que emergieron después de la Segunda Guerra Mundial, por hegemonizar al concierto mundial alrededor de su propuesta política y económica. De tal manera, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) buscaba expandir su proyecto de una sociedad comunista y los Estados Unidos (EE.UU.) hacían lo mismo en función de una de tipo capitalista. En este sentido, América Latina se encontraba formalmente dentro del área de infl uencia norteamericana, sin embargo, al interior del continente existían grandes convulsiones sociales producto de las paupérrimas condiciones de vida en que los pueblos de los diversos países se encontraban, llegando a cuestionarse así las estructuras sociales tradicionales. Cuba se convirtió en el referente de este panorama al gestarse una revolución que, liderada por Fidel Castro, triunfó en 1959, provocando un cambio en la política que EE.UU. tenía hacia todo el Continente. Esta nueva política constaba de dos aristas: la primera, de tipo político-económica, fue la denominada Alianza Para el Progreso impulsada desde 1961, a través de la cual se buscaba socorrer mediante créditos y programas de desarrollo a los países que iniciaran reformas económicas y sociales que evitaran que la experiencia cubana se repitiera en ellos. La segunda, de tipo militar, correspon-de a la formación de las Fuerzas Armadas (F.F.AA.) de dichos países en la Doctrina

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de Seguridad Nacional, la que redefi nía sus funciones para responder ya no a los peligros de confl ictos internacionales, sino al representado por el llamado “enemigo interno”, identifi cándose éste con los sujetos que al interior de los territorios nacio-nales, promovieran las ideas y las prácticas que condujeran a una sociedad comunista. Una expresión concreta de este adoctrinamiento es la Escuela de Las Américas, que funcionó en Panamá entre 1946 y 1984, en ella se graduaron más de 60.000 militares y policías de 23 países de América Latina.

Esta situación coincidió en Chile con el agotamiento del patrón de desarrollo sustitutivo de importaciones en torno al cual se había logrado acuerdo al interior de la clase política desde la década de 1930. Esto llevó a que tanto la izquierda como la derecha y el centro, enarbolaran sus propias propuestas alternativas de desarrollo. Así la izquierda cuyo eje político estaba conformado por el Partido Comunista (PC) y el Partido Socialista (PS), se propuso avanzar hacia el socialismo por medio de la nacionalización de las riquezas nacionales, la estatización de la banca y una reforma política que traspasara el poder de decisión al pueblo en general, apoyada principal-mente por los trabajadores y sectores populares. La derecha constituida primero por el Partido Liberal y el Partido Conservador, y luego reformulada a partir de 1966 en el Partido Nacional (PN), sentó las bases de lo que luego sería el proyecto neoliberal, consistente en la búsqueda del desarrollo nacional a partir de la empresa privada y la apertura económica al exterior teniendo a los mecanismos del mercado como único regulador de la economía sin la intervención del Estado, lo que políticamente estaría acompañado por una vigorización del Poder Ejecutivo, despreciando a la “politique-ría” y defendiendo la naturaleza técnica de las decisiones, para lo cual buscó el apoyo del gran empresariado y la pequeña burguesía nacional. Por su parte, el centro polí-tico representado por el Partido Demócrata Cristiano (PDC), impulsó un proyecto reformista coincidente con las políticas de desarrollo emanadas desde los EE.UU. a través de la CEPAL, estimulando una integración subregional con el fi n de ensanchar los mercados y la industria nacional, interpretando primeramente para ello a la clase media y a sectores poblacionales.

Como señala Alan Angell, cada uno de estos proyectos fue ensayado desde la década de 1960 en adelante en el marco de una progresiva politización de diversos aspectos de la cultura y la participación activa en la vida política de cada vez más amplios grupos sociales, principalmente de los postergados sectores populares que se manifestaban tanto en lo institucional como en la movilización en pos de sus rei-vindicaciones sociales. El primero fue el de la derecha encarnado por el gobierno de Jorge Alessandri entre 1958 y 1964. Su fracaso y baja popularidad marcó el inicio de la crisis de representatividad de este sector político cediendo paso al gobierno de Eduardo Frei Montalva entre 1964 y 1970 a cuya candidatura terminó prestando apo-yo considerándola un “mal menor” ante la posibilidad real del triunfo que la izquierda tenía, dado el estrecho margen por el que Salvador Allende fue derrotado en 1958 y

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el episodio llamado “el naranjazo”, en que el candidato socialista Oscar Naranjo Arias, fue sorpresivamente electo con gran holgura como diputado por Curicó en una com-plementaria realizada en 1964 ante la muerte de su padre que ocupaba dicho cargo, cuestión que refl ejó el ascenso electoral que estaba viviendo la izquierda. El gobierno de la Democracia Cristiana impulsó algunas reformas de profundo alcance en 1967, como la Chilenización del Cobre, la Reforma Agraria que cuestionó el concepto mis-mo de la propiedad privada y la Ley de Sindicalización Campesina mediante de la cual se rompió el pacto de dominación que daba a la derecha una sobre representatividad electoral. Empero, el gobierno de Frei Montalva tampoco tuvo un consistente éxito económico ni logró crecer en el apoyo social que necesitaba para seguir gobernan-do en el siguiente período presidencial. De esta manera el histórico candidato de la izquierda, Salvador Allende, llegó a la Presidencia como representante de la Unidad Popular (UP) triunfando por escaso margen, pero interpelando a amplios sectores so-ciales vinculados incluso con las políticas más radicales de la Democracia Cristiana.

No obstante, durante los tres años que se extendió el nuevo gobierno, la situación política se polarizó en dos bloques, pasando el PDC a constituir una deci-siva oposición al ver con malos ojos la profundidad de los cambios sociales que la UP buscaba materializar, las que en caso de lograrse difi cultarían de sobremanera su posibilidad de volver a ser gobierno en el siguiente período. Pero la hegemonía de la oposición estuvo dada por el PN y los sectores de extrema derecha, los que supieron imponer una estrategia que apuntaba a sobrepasar la institucionalidad generando una situación de desorden social y cooptando a las FF.AA. para que defi nieran el confl icto en su favor a través de un golpe de Estado. En este proceso tuvo gran importancia la intervención norteamericana que venía manifestándose con progresivo aumento desde el gobierno de Eduardo Frei Montalva, refl ejándose principalmente en apoyo fi nanciero a partidos y otras organizaciones políticas anticomunistas, a campañas me-diáticas como la llamada “Campaña del Terror” o a medios de comunicación como “El Mercurio” y a manifestaciones en contra de la UP como el paro de camioneros realizado en octubre de 1972.

De esta manera, luego del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, la derecha política y el gran empresariado pudieron implementar el proyecto de desarrollo neoliberal que defendían, dejando la administración del Estado en manos de las FF.AA. y prestando apoyo a la dictadura militar impuesta como colaboradores individuales. En este contexto se procedió a la eliminación de la experiencia política anterior, pues la politización social era vista por las nuevas autoridades como la causa de los confl ictos ocurridos, los que habrían sido impulsados por una clase políti-ca demagógica que no interpretaba realmente los anhelos de la sociedad a la que habían instrumentalizado para satisfacer sus ambiciones de poder. En concordancia con la Doctrina de Seguridad Nacional, tal eliminación signifi có la destrucción física de quienes defendían las ideas y prácticas marxistas o de izquierda en general por

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medio del exilio, la tortura y el asesinato de miles de chilenos. Signifi có también una redefi nición de las relaciones sociales en que la política ya no tenía lugar y en el que a las organizaciones de trabajadores, estudiantes, pobladores, etc., sólo les cabía una función de articuladores de las actividades exclusivamente propias de los grupos que representaban, y cuya relación con el Estado se daría solamente bajo el principio de la subsidiaridad, lo que equivale a decir que el rol del Estado correspondería a posibi-litar el accionar de los distintos sujetos y cuerpos sociales cuando éstos no pudieran llevar a cabo las tareas específi cas para las que estaban organizados, pero sin poder estos últimos infl uir en la organización de aquél.

Todo este proceso tampoco estuvo exento de diferencias al interior de la nueva clase en el poder, la que estaba dividida entre los nacionalistas que defendían la conformación de una sociedad corporativista al estilo de los fascismos europeos (principalmente el italiano) y los llamados “Chicago Boys” (grupo de economistas neoliberales), que aliándose posteriormente con los gremialistas liderados por Jaime Guzmán –fundadores posteriormente de la Unión Demócrata Independiente (UDI)– propugnaban la asimilación de los principios neoliberales como articuladores de la sociedad. Estos últimos fueron quienes lograron hegemonizar a su favor a la dictadura militar.

Es así que el proyecto autoritario y neoliberal se institucionalizó a través de la Constitución de 1980, estableciéndose junto con ésta un plan de normalización –consistente en el paso de la administración del Estado desde los militares hacia los civiles– en que el en ese momento General, Augusto Pinochet Ugarte, permanecería en el poder hasta 1997 luego de ser ratifi cado como Presidente de Chile mediante plebiscito en 1988. No obstante aquello, el optimismo con el que la dictadura veía el proceso que se llevaba a cabo pronto se vino abajo, pues los negativos impactos que las medidas neoliberales habían tenido para los trabajadores y los sectores popula-res en términos de salarios y empleos, se tradujeron a partir de la crisis económica registrada en 1982, en una serie de paros y jornadas de protestas nacionales desde principios de 1983, lo que vino a desestabilizar fuertemente al régimen.

A partir de esto se posibilitó también la rearticulación de la clase política que había sido perseguida durante la década de 1970. Además volvió a tener importancia la infl uencia norteamericana que veía con preocupación la inestable situación, frente a la cual vio como solución la necesaria conformación de un pacto político que per-mitiera avanzar a una democracia formal.

De esta modo, a lo largo de la década de 1980 los intereses de todos estos actores sociales se manifestaron de manera cooperativa o antagónica, defi niéndose el confl icto en el plebiscito del “SÍ” y el “NO” de 1988, en el que se decidiría la permanencia de Pinochet en el poder o la posibilidad de elecciones presidenciales abiertas y competitivas para el año siguiente. Lo resultante aquí fue la conformación de la Concertación de Partidos por el No, coalición que gobernaría por los siguien-

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tes veinte años con el nombre de Concertación de Partidos por la Democracia y que correspondió a la materialización de la alianza entre la clase política de centro e izquierda renovada bajo el amparo de los EE.UU. en el contexto internacional del fi n de la Guerra Fría, la que se defi nió con la caída de la URSS.

Así, el fi n de la dictadura militar en Chile estuvo marcado por el acuerdo de la Concertación con los militares y con la derecha civil que había cooperado con dicha dictadura, el que se tradujo en el desligamiento de los nuevos gobiernos con respecto de los movimientos sociales sobre los que se reorganizaron en la década anterior, la marginación de la izquierda del sistema político y principalmente, el respeto de la ins-titucionalidad consagrada por la Constitución de 1980 y la continuación del modelo económico neoliberal como proyecto de desarrollo nacional. Con ello los gobiernos concertacionistas revistieron al proyecto impuesto por el régimen militar, de una legitimidad en la ciudadanía a través de la instauración de una democracia formal y el sello social que escasa proporción ha poseído en relación con los enclaves autorita-rios y las políticas macroeconómicas que en lo medular han sido conservados. Como correlato de esto, se constata desde el conjunto de la sociedad, una apatía política y el volcamiento hacia el consumo como motor de las aspiraciones y los proyectos individuales de vida.

Como corolario de lo anterior, hoy asistimos al triunfo electoral de la derecha en las elecciones presidenciales del 2009-2010, resultando electo Sebastián Piñera como representante de la Coalición por el Cambio, la que desde un programa de tipo tecnocrático y “apolítico”, representa un paso más en la profundización del modelo neoliberal, pues reúne en su gobierno a los mismos civiles que durante la dictadura militar colaboraron con su implementación.

c) Para utilizar este libro: elementos prácticos

Como ya hemos dicho, el presente libro está compuesto por una serie de artículos monográfi cos y de carácter auto conclusivo. Ellos se encuentran estructu-rados dando prioridad a un criterio cronológico por sobre el temático con la idea de ir construyendo una visión lo más panorámica posible conforme se avanza tem-poralmente.

Se incluye además un anexo conceptual a manera de glosario, vale decir, una serie de conceptos ordenados temáticamente a los cuales se puede recurrir para entender de mejor manera la propuesta teórica desde la cual cada autor argumenta su hipótesis. También pretendemos que resulte de utilidad como una herramienta a la que incluso se pueda recurrir para entender los trabajos de otros investigadores.

El anexo bibliográfi co también ha sido pensado para profundizar tanto en las temáticas que cada artículo aborda en particular, como para entender el contexto ge-

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neral en que se desarrollan. Cada libro referenciado contiene una breve descripción de su hipótesis y contenido, con el fi n de facilitar su posterior consulta.

Con el ánimo de amenizar la presentación de los distintos trabajos contenidos y también con el de sintetizarlos desde una perspectiva visual, cada uno de ellos está precedido por una caricatura representativa. Agradecemos muy especialmente a nuestro compañero Álvaro Pinto por empeñarse en esta labor creativa.

Finalmente, nos gustaría insistir en que si bien cada artículo es perfectamente legible por separado, una comprensión acabada del período estudiado sólo es posible en la medida que los lectores (re)creen una visión conjunta de éste, esa es a su vez la única forma de entender históricamente la manifestación y articulación de las rela-ciones de poder en la sociedad de una manera analítica y crítica.

Taller de Historia Políticaseptiembre de 2010

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A la luz de la Historia: El poder moral de negociación en una Iglesia política y sus infl uencias en el Chile contemporáneo 1962-1970*

Francisca Antonieta Villalobos Conejeros**

Resumen: Este artículo pretende analizar el com-portamiento de la Iglesia Ca-tólica desde una óptica polí-tica, motivados por la caren-cia de estudios que analicen la institución religiosa como un objeto-actor político. Se afi rma a partir de esto que esta institución se constitu-ye como un actor político en la coyuntura acaecida entre los años 1962 y 1970, lo an-terior se ratifi ca por medio del surgimiento en su seno

de diferentes grupos de carácter episcopal y pastoral y a su vez de discursos rela-cionados con el acontecer político de la época. Todo esto la hace poseedora de un poder moral de negociación que la sitúa como una institución de gran infl uencia en el electorado y en la ejecución de los proyectos políticos en disputa hasta la fecha.

Palabras clave: Teología de la Liberación – Poder de Negociación – Positivismo.

∗ Este artículo constituye de manera sintetizada y modifi cada, capítulos de la tesis titulada: Fe y política: la Iglesia Católica y el poder de negociación en Chile 1962-1970. Tesis para optar a los grados académicos de Licenciado en Historia, Licenciado en Educación y al título profesional de Profesor de Enseñanza Media en Historia y Ciencias Sociales, Instituto de Historia, Facultad de Humanidades, Universidad de Valparaíso, enero 2010.

** Licenciada en Historia y Educación por la Universidad de Valparaíso.

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1. Introducción

El actuar de la Iglesia Católica es relevante. El poder discursivo que esta insti-tución posee sobre la población es evidente, ya que no tiene, ni tendrá vocación de minoría.

La importancia de esta institución en su relación con la sociedad ha sido sub-estimada por múltiples apreciaciones subjetivas de diversos actores que determinan opiniones negativas en torno a su estudio. Sin embargo, se rescata su recorrido en la historia nacional considerando que en la historiografía, salvando algunas excepciones, el estudio de esta institución se ha remitido a una descripción de sus acciones parti-culares, de manera positivista, omitiendo la mayoría de los aspectos más importantes, elaborando una historia religiosa insufi ciente y poco rigurosa, apegada a apreciacio-nes sobre sus actuaciones en determinadas coyunturas desde el ámbito subjetivo que no alcanzan a dar cuenta del impacto que ésta tiene en la sociedad civil y política de manera objetiva.

Considerando lo anterior y lo importante que es este órgano religioso para la sociedad es que se pretende recuperar y resaltar en un análisis, desde la historia política, la importancia de la Iglesia como actor-objeto1 en el escenario político, avan-zando en la comprensión del entramado social en su máxima complejidad.

Para comprender de mejor manera a esta institución, es necesario decir en primer lugar que no existe unanimidad en su defi nición, y considerando aquello es que se propone la siguiente conceptualización: la Iglesia Católica es una congregación de fi eles creyentes católicos, regida por el Papa en Roma (como vicario de Cristo en la tierra), que pretende la propagación y profundización de la fe cristiana, en el espacio público o privado, de manera total o particular.

En vista y considerando lo anterior, la amplitud de su estructura permite evi-denciar que la Iglesia se distancia de ser una institución rígida, infl exible, o poseedora de un solo discurso. Por el contrario, existen múltiples voces en su interior que en determinados momentos sobresalen y determinan su recorrido. Considerando lo anterior, se busca establecer si la Iglesia se constituye como actor político, en qué período y de ser así cómo se verifi ca y qué implicó este proceso.

Para responder a las interrogantes recién planteadas, se afi rma que la Iglesia Chilena se conformó como un actor político entre los años 1962-1970, verifi cándose a nivel Episcopal (sacerdotes) como pastoral (laicos), por medio de la elaboración de diferentes discursos y grupos al interior del seno católico.

1 Cuando hablamos de actor-objeto, nos referimos a que la Iglesia Católica puede considerarse un actor (como los partidos políticos, los organismos sociales, etc.) que interactúa y conforma el entramado social; y a su vez como un objeto de estudio en sí mismo.

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Para sustentar esta investigación y para poder analizar el comportamiento de la Iglesia Católica en lo político, se emplea como base el análisis politológico desarro-llado por Veit Strossner sobre la Iglesia Católica Chilena entre los años 1973 y 1991, quien toma a su vez el marco teórico que el politólogo alemán, Hans Joachim Lauth, utiliza para analizar a la Iglesia mexicana entre 1964 y 19882.

En ambos artículos se expone el concepto de BARGANING POWER o PO-DER DE NEGOCIACIÓN3, distinguiendo de él aspectos económicos y políticos. Para el análisis del caso chileno, el componente económico no es relevante ya que esta institución no se desenvolvió en el mercado como un gran empleador, inversionista o consumidor. No obstante, en cuanto a lo político, Lauth entiende que se vincula a este poder de negociación en lo relacionado con sus propios recursos, es decir, como estructura efi caz, invulnerable y que asegura el funcionamiento del proceso político que se desarrollase en el país.

El que la Iglesia chilena haya tenido (y tenga) importantes medios de comu-nicación evidenció que tanto creyentes como no creyentes, voluntaria o involun-tariamente, se apoyaban en estos medios para defender sus posturas respecto al acontecer político, ya sea para atacar, defender o propagar alguna idea, lo que sumado al peso de la voz de la alta Jerarquía (por medio de comunicados, declaraciones y pastorales) y de las elites religiosas, produjo efectos en el contexto político, social y cultural del país.

Se puede entonces vincular su función en el ámbito político a la legitimación que ejerce sobre el sistema por medio de la infl uencia en la opinión pública.

Tal y como lo plantea Veit Strasser, se sostiene que:

Aparte de su labor en el sector educativo y social, su función puede ser la de le-gitimar o deslegitimar el sistema político… A través de su infl uencia en la opinión pública, la Iglesia tiene un gran impacto en la aceptación que la población tiene de las políticas gubernamentales4.

2 Strossner, Veit: “La Iglesia chilena de 1973 a 1993: de Buenos Samaritanos, antiguos contrayentes y nuevos aliados. Un análisis politológico”. En: Revista Teología y vida, Vol. XLVII, 2006. El autor se ampara en el marco teórico propuesto por Hans Joachim Lauth en su texto México entre el gobierno tradicional y la moderniza-ción. Los sindicatos en la transformación de la política y economía (1964 - 1988), Münster, Hamburgo 1991, para analizar el comportamiento de la Iglesia Católica Chilena, en el proceso político desde 1973 hasta 1993 basándose en la ciencia política.

3 Entendemos para este artículo que este concepto hace referencia a que la Iglesia Chilena (a diferencia de otras instituciones de la región americana) al no poseer infl uencias en el mercado como propietaria o inversionista desarrolla un rol de negociadora entre las agencias políticas (llámese partidos, organismos sociales, etc.) infl uenciando las mentalidades del electorado.

4 Strossner, Veit. op. cit. p. 78.

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Considerando que la Iglesia no poseía medios efi caces para infl uir en el pro-ceso político, se apoyó en sujetos individuales o partidos políticos, para que como “sucursales del poder” éstos ejercieran la “canalización de sus intereses”, existiendo entonces dos campos de acción que en la práctica chocaron recurrentemente. Por una parte lo pastoral (tareas dentro de la comunidad católica) y, por otra, lo eclesial (tareas de la Iglesia como institución relacionada con otras dentro y fuera del país).

La Iglesia, por su integridad, debía asumir posturas relacionadas con sus in-tereses y debía responder y unifi car las posturas personales de los miembros de la alta Jerarquía, que eran quienes fi nalmente determinaban las pautas de acción del comportamiento institucional y por ende, de la población católica. Esto en la práctica, entre 1962 y 1970, refl ejó la inestabilidad política existente al interior de la institu-ción eclesial y la difi cultad de tomar una postura unívoca en lo concerniente a su rol como una de las instituciones civiles más importantes del país, intermediando entre las fuerzas políticas y sociales para asegurar lo que para ellos era la “estabilidad de la nación”.

Sobre lo anterior, se sostienen las siguientes apreciaciones:En primer lugar, se afi rma que su poder de legitimación no se determina por

lo social, funcional o democrático de su estructura, sino por su alcance religioso, es decir, por el anuncio del reino de Dios y por su servicio a hombres y mujeres. Por lo tanto, como quiere servir a todos, necesariamente debe participar en el proceso político, y aun más, considerando las posibles amenazas en el cumplimiento de su misión.

En segundo lugar, para lograr este objetivo en el quehacer social (conside-rando la universalidad de sus temáticas y la necesidad de vincularse con lo terrenal) usa diferentes tácticas: apelaciones al gobierno y a la opinión pública por medio de declaraciones, cartas pastorales y manejo de infl uencias con personas poderosas en el sistema político y/o económico. La Iglesia fue capaz de legitimar o deslegitimar el sistema político por medio de diversas publicaciones (principalmente en la Revista Mensaje), las cuales por su carácter religioso y de medios masivos de largo alcance en la época estudiada, presentaron distintos análisis de la realidad nacional emanados y sustentados en la Jerarquía o desde sus centros de estudio. Esto último contribuyó de manera directa a la movilización o desmovilización de la población.

En tercer lugar, en cuanto a su rol dentro de la sociedad, se evidencia que el contexto social se replica al interior de la institución. Con esto se quiere plantear que las formas de vivir la religión dependen del lugar que se ocupa en el entramado social, esto es, dependen de la clase social a la que cada fi el pertenezca. Por lo tanto, cada uno vive de manera diferente su vocación religiosa. Se debe considerar además que la institución a la que pertenecen posee recursos propios como instituciones de ense-ñanza, espacios de prensa, organizaciones y distintos movimientos de laicos. A partir

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de lo anterior, es posible comprender lo difícil de producir un discurso homogéneo, haciéndose casi imposible obtener una linealidad en sus posturas políticas.

En una perspectiva más global, considerando que en la Institución religiosa se cruzan las realidades de clase, podemos distinguir Iglesias ricas o pobres. Las Iglesias ricas tienen por centro a la Iglesia Romana y geográfi camente representan a las del primer mundo. Las Iglesias pobres son el resto, la periferia, el tercer mundo. Ambas, las ricas y las pobres, se encuentran infl uidas por el sistema de producción y por los confl ictos sociales y por ende cada episcopado (o aparato eclesiástico) desempeña permanentemente (consciente o inconscientemente) funciones en la lucha de cla-ses.5 Al refl ejarse las estructuras sociales y culturales de sus fi eles, se evidenciaron las diferencias económicas y políticas que evitaron la uniformidad y aumentaron la ambigüedad de las posturas al interior de la jerarquía católica.

Para el caso latinoamericano y chileno, respecto a las relaciones intraecle-siales (entre el Vaticano, la Jerarquía y los fi eles) y con la sociedad civil (Estado y ciudadanos), se impulsó un acercamiento desde el catolicismo hacia la modernidad, relacionado con los intereses económicos de algunos sectores y con las necesidades de los más pobres. Esto trajo, por una parte, la vinculación y promoción de una serie de políticas y reformas (como la reforma agraria) y, por otra, la negación con ciertos proyectos políticos y económicos (como el de la izquierda marxista)6.

No obstante lo señalado, la Iglesia se situó en la sociedad moderna, como una institución que veía en peligro su poderío y tanto sus formas como sus contenidos tendieron a licuarse antes de publicarse. Esto patentó la inauguración de una práctica política que combatió la “pérdida de terreno” de la Iglesia, frente a la modernidad.

2. Un objeto-actor político

Uno de los hitos más importantes en la confi guración de la Iglesia Católica como sujeto político, fue la realización del Concilio Vaticano II (1962-1965)7, reunión en la que se determinaron las soluciones para enfrentar las problemáticas relacio-nadas con la “puesta al día” de la Iglesia en relación a las necesidades de la sociedad moderna. No obstante lo anterior, fue una instancia que refl ejó la incapacidad de las

5 Citado de Fussel, K.: “Condicionamientos socioeconómicos de la Iglesia”. En: Concilium 164, abril 1981. pp., 25-26. En: Codina, Víctor ; de Prada, Miguel Ángel; Pereda, Carlos: Analizar la Iglesia. Ediciones HOAC, Madrid 1981. p. 90.

6 Codina, Víctor ; de Prada, Miguel Ángel; Pereda, Carlos: op. cit. p., 82. Para estudiar nuestra temática, toma-mos algunos modelos analíticos aplicados a la Iglesia española y los aplicamos al caso chileno.

7 Entendemos por concilio, una gran reunión de todas las Iglesias representadas por sus máximas autori-dades (obispos y arzobispos) donde se abordan problemáticas doctrinales o disciplinares que atraviesa la institución.

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Jerarquías de mantener una homogeneidad discursiva e interpretativa del mensaje del evangelio a nivel mundial, que amenazó la unidad de la Iglesia.

Este espacio conciliar conmocionó las prácticas religiosas tradicionales (desde el devocionismo puritano del siglo XIX a la aceptación a ciegas del criterio de auto-ridad papal, conciliar y episcopal) y refl ejó la necesidad de vincular a las Iglesias del primer mundo con las Iglesias del tercer mundo, las menos poderosas (establecidas en ambientes de altísimos niveles de pobreza y de confl ictividad social) que enfren-taban una gran desvinculación con sus fi eles, lo que las llevó a una gran crisis de afi liación religiosa, a la que se sumaba un fenómeno de fondo: la revolución popular antioligárquica y antiimperialista8. Es en estas dos líneas convergentes, que se puede encontrar la explicación de los acontecimientos que marcaron a la Iglesia latinoame-ricana después del medio siglo.

El 3 de junio de 1963, en pleno concilio, murió el Papa Juan XXIII a causa de un cáncer al estómago, lo que conmocionó a una Iglesia en reformulación por lo que su sucesión fue un tema prioritario, considerando la importancia que tenía esta elección en un contexto caracterizado por la heterogeneidad de las líneas políticas y la necesidad de poner orden. El asunto se resolvió el 21 de junio con la elección del cardenal Giovanni Battista Montini, quien asumía como el Papa Pablo VI a los 66 años. Es relevante decir, que este cardenal poseía antecedentes políticos relacionados con la formación de la Democracia Cristiana, lo que llegó a ser determinante en el contexto político de la época.

En Chile, el 22 de marzo de 1962 fue nombrado Cardenal el sacerdote Raúl Silva Henríquez y con ello la Iglesia comenzó un proceso de reformulación y de transformaciones que se plasmaron en el plano pastoral y doctrinario, nacional e in-ternacionalmente. La publicación, un poco antes de este nombramiento, de la pastoral colectiva denominada “La Iglesia y los problemas del campesinado chileno” sentó las bases de lo que sería la implementación de una reforma con inspiración cristiana, con el propósito de “transformar íntegramente al hombre, valorizar todas sus posibilida-des individuales, colectivas y espirituales y reestructurarlo todo en Cristo”9.

Este acercamiento con las problemáticas del hombre tuvo su mayor expresión en la promulgación de una nueva pastoral colectiva, denominada “El deber social y político en la hora presente”, el 18 de septiembre de 196210. Este documento tiene su origen en un diagnóstico que arrojó diversos problemas, como la dispersión del esfuerzo pastoral, la cada vez más disminuida infl uencia en la sociedad chilena (de-bilitada aun más con las nuevas corrientes ideológicas), lo que tenía su origen en el alejamiento de la Iglesia con los problemas reales, en la ausencia de un programa

8 Dussel, Enrique: Historia de la Iglesia en América Latina. Medio milenio de coloniaje y liberación 1492-1992. Editorial Mundo Negro-Esquila Nacional. Madrid, 1992. p. 206.

9 Cavallo, Ascanio: Memorias del Cardenal Raúl Silva Henríquez, Ediciones Copygraph. Santiago, 1991. p, 243.10 Publicada por la Revista Mensaje, número 114, 1962.

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conjunto, y en un enfoque apostólico predominante que dejaba fuera la acción de los laicos en la propagación del cristianismo11.

Se afi rmaba que la hora que vivía la Iglesia era una hora de acción, por el compromiso que tenía con la gestación de una patria nueva, siendo por este deber, imprescindible hacer llegar la voz de la Iglesia a todos sus fi eles12, lo que hizo notar la necesidad de modifi car el trato con los fi eles chilenos. Para su mejoría fue declarado un “estado de misión” que impulsó la creación de nuevas diócesis y de una central de difusión para la propagación de la fe.

Es muy relevante en este documento la fuertísima crítica al marxismo, que lo descartó como una opción política posible para solucionar las problemáticas sociales. Según el pensamiento de la Iglesia, el comunismo se oponía diametralmente al cristia-nismo, ya que esta ideología sembraba el odio, exacerbaba las diferencias de las clases sociales y procuraba que la lucha de clases se hiciera violenta y destructiva de todo el orden actual.

Para la Iglesia, la destrucción de la idea de Dios, de patria y de los vínculos más sagrados que provocaba la instalación del socialismo en un país, venía de la mano con la elevación del partido único como el “nuevo Dios”, eliminándose cualquier intento de espiritualidad en la nueva sociedad. Para poder fundamentar esta idea y negarla rotundamente, la jerarquía anunció en la carta pastoral del deber social y político, lo que consideró las causas de la propagación del marxismo. Entre dichas causas encontramos que: 1. Este (marxismo) ocultaba su verdadera faz; 2. El excesivo abuso de la economía liberal sobre los trabajadores, lo había promovido como solución de justicia; 3. La debilidad e inoperancia de los gobiernos en encontrar las soluciones defi nitivas a las problemáticas sociales; y por último; 4. Que (el comunismo) se había impregnado de un poder sobre la verdad que le entregó una gran credibilidad, por medio de un espejismo de éxito futuro que confundía a la sociedad13.

Se condenó al comunismo convocando a su vez a los cristianos a contribuir en la modifi cación de aquel estado de cosas no cristiano, de manera rápida y profun-da, guiándose por el Evangelio y la Doctrina Social, apartándose del marxismo y por ende, apoyando a las tendencias que construirían una sociedad justa bajo la mirada del evangelio.

Es relevante señalar que esta tesis sobre el comunismo se sustentó en la en-cíclica14 Divini Redemptoris promulgada en 1937 por el Papa Pío XI, en la cual criticó y rechazó al comunismo bolchevique. Ésta afi rmaba además que:

11 El detalle de esta misión es relatado por el Cardenal Raúl Silva Henríquez, quien lo asumió como su tarea personal en el Episcopado. En: Cavallo, Ascanio, op. cit. pp. 277-280.

12 Ibíd., p. 577.13 Revista Mensaje. “El deber social y político en la hora presente”. p. 582-584.14 Entendemos por encíclica, una carta masiva dirigida a toda la comunidad católica.

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…del triunfo del comunismo, la Iglesia y todos sus hijos no podían esperar sino persecución, lágrimas y sangre (…) y quienes quisieran colaborar con la causa comunista, pretendiendo alianzas tácticas, debían saber que con dolor…son hijos que se han apartado de la casa paterna15.

Estas nuevas formas de hacer Iglesia disgustaron a comunistas y conservado-res, quienes consideraron que se había ejercido una intervención política nunca antes vista en su historia. La molestia fue tan profunda que inclusive llegó al Parlamento, en el cual se propuso sin éxito una interpelación formal al Cardenal. Los comunistas enfatizaron que nadie impediría la llegada del comunismo al país y los liberales, que tampoco estuvieron ajenos a esta problemática (ya que sintieron una condena al sistema capitalista), publicaron una declaración en contra de esta carta pastoral. En un punto de unión jamás visto antes, comunistas y liberales coincidieron en que se favorecía a la Democracia Cristiana, lo que acercaba a la Iglesia en temáticas políticas que no pertenecían a su área de infl uencia.

Afi rmando lo anterior, la historiadora Sofía Correa16 menciona que la Iglesia que había confi ado en el partido conservador en la aplicación de la política antico-munista, volcó desde los sesenta su apoyo al PDC, infl uenciado por el obispo Manuel Larraín y el cardenal Silva, los cuales a su vez se encontraban fuertemente infl uen-ciados por los jesuitas Roger Veckemans y Renato Poblete, quienes vislumbraban la coyuntura presidencial de 1964 y el rol que le cabía a la Iglesia respecto a la posición de las fuerzas católicas.

Sin embargo, en el plano pastoral, con las nuevas corrientes ideológicas que llegaban desde mediados de siglo al interior del clero y a la sociedad católica, co-menzó el desarrollo de una heterogeneidad doctrinal que amenazaba su integridad y solidez como institución, lo que produjo importantes divisiones en lo teórico y en lo práctico.

En la tendencia política de izquierda encontramos la Teología de la Liberación, las Comunidades Cristianas de Base Popular y el Grupo de Acción Laica Iglesia Joven. Todos poseían un planteamiento ligado al socialismo y a la igualdad y justicia en lo económico, que no negaba la defensa violenta de los derechos de los desposeídos en América Latina. Este grupo fue importantísimo en la historia chilena y marcó una impronta en las organizaciones sociales que se desarrollaron posteriormente. Desde la derecha se agrupó una organización laica y católica llamada Fiducia. Este grupo de ultraderecha contaba con el favor de una parte de la alta jerarquía del Vaticano y se dedicó a la defensa de la integridad de la Iglesia en una tendencia ultraconservadora

15 Cavallo, Ascanio: op. cit. p., 255. Palabras del mismo Cardenal Raúl Silva Henríquez.16 Correa Sutil, Sofía. “La opción política de los católicos en Chile”. En Revista Mapocho, Nº 46, segundo

semestre, 1999.

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ante las divergentes corrientes políticas y teológicas que se presentaban en el seno de esta misma17.

3. 1964-1970: Elecciones presidenciales: ¿con o sin la Iglesia?

La transición de la Iglesia como una institución política se comprobó en las instancias electorales, y es por ello que se revisará someramente las candidaturas y procesos en los que la Iglesia se vio involucrada.

La coyuntura electoral-presidencial de 1964 se mostró determinante desde sus inicios. Considerando el proceso de crisis que vivía el país ante el agotamien-to del modelo de desarrollo productivo, el denominado modelo de sustitución de importaciones y el descontento popular que se acrecentó durante el gobierno del empresario Jorge Alessandri que había generado altas expectativas, que no fueron satisfechas.

Tal como la plantea Arturo Valenzuela18, en su análisis del contexto partidista antes de las elecciones, el partido Demócrata Cristiano se propuso poner fi n a la polarización de la sociedad entre dos opciones políticas: izquierda y derecha, lo que sumado a un discurso socialcristiano le permitió la conquista del centro político (que antes le pertenecía al Partido Radical) y de algunos sectores de la Derecha que veían como su coalición se derrumbaba ante la falta de una unidad programática y la mul-tiplicidad de tendencias para resolver la crisis que dejaba el gobierno del empresario. La DC se erigió entonces como la nueva fuerza política.

En importante destacar que el contexto bipolar confi gurado después de la segunda guerra mundial, entre los Estados Unidos de América y la Unión Soviética, se replicaba en los países de América Latina, que eran territorio de dominio capita-lista. Es por esto que la potencia del norte no escatimó recursos en la defensa de su territorio ante la posibilidad de la llegada del socialismo. Considerando lo anterior, la Iglesia recibió entre 1965 y 1970 importantes donaciones provenientes de los Esta-dos Unidos y Europa para fi nanciar programas que evitaran la promoción del cambio social y la llegada del comunismo. Los dineros alcanzaron una cifra cercana a los 35.8

17 Para una mayor profundización en el recorrido de ambas agrupaciones, consultar mi tesis denominada Fe y política: la Iglesia Católica y el poder de negociación en Chile 1962-1970, Instituto de Historia, Facultad de Humanidades, Universidad de Valparaíso, enero 2010; en la que hay una reconstrucción de ambas agrupa-ciones, sostenido en el análisis a sus documentos más importantes y en su quehacer en la época.

18 El autor intenta explicar las causas del golpe de Estado de 1973, de ahí que se sostenga como tesis que el derrumbe democrático se produjo por la erosión del centro pragmático del sistema político, lo cual pro-vocó la polarización de la sociedad y de las instituciones neutrales que se encargaban de dar estabilidad al régimen. A pesar de que se considera que el autor obvia importantes factores dentro de su análisis, como los movimientos sociales y el actuar desestabilizador de ciertos actores. Tomamos su análisis político par-tidista sobre la Democracia Cristiana como centro político polarizador. En Arturo Valenzuela, El Quiebre de la Democracia en Chile, FLACSO, Santiago, 1989.

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millones de dólares, cifra impresionante si se compara con la recaudación interna que alcanzó sólo 1.9 millones de dólares en el mismo período19.

Esta cooperación que es posible insertar en un actuar desestabilizador, se plasmó en la denominada “Campaña del Terror” que tuvo como fi n desprestigiar a la izquierda y sembrar el miedo ante el posible triunfo del candidato socialista Sal-vador Allende. Tanto la Derecha como la DC predecían el futuro ataque a la Iglesia si es que ganaba el socialismo, y personifi caron la fi gura de Allende, el candidato de izquierda, como un dictador socialista obediente a las órdenes de Moscú y La Habana, que quería exterminar físicamente a todos sus adversarios, dentro de ellos, los fi eles católicos.

Se hacía notar la inquietud no sólo del Episcopado, sino también del Papa Pablo VI quien se interesó por la situación política que atravesaba el país: “la situación es grave, y la suerte de la Iglesia en el futuro y su independencia y libertad están se-riamente amenazadas20”. Era evidente la preocupación y también los alcances de esta contra propaganda, plasmada en la elaboración de un informe confi dencial dentro del Episcopado, el cual aseveró que:

…la situación se presenta muy difícil, el candidato socialista es en realidad un candidato comunista y su triunfo es un triunfo del comunismo, con todas sus consecuencias. La iglesia, si ellos triunfan entraría a corto plazo a la condición de Iglesia del silencio (…) además consideran los comunistas que el triunfo en Chile les asegura el triunfo del comunismo en toda América Latina, dada la infl uencia que tiene Chile en el continente…21.

EL Cardenal Silva Henríquez propagó una prohibición estricta de no interve-nir en política y declaró la independencia de la Iglesia en relación a las instituciones sociales, a pesar de que en el alto clero se hablara confi dencialmente, como se acaba de ver, de las opciones políticas de los fi eles. Conjuntamente, en vistas a la campaña presidencial, publicó cerca de 20 mil ejemplares de la pastoral del Deber social y político (emitida en 1962), lo que se consideró por políticos de izquierda como un intervencionismo. Algunos obispos afi rmaron la necesidad de pronunciarse en forma tajante frente al Comunismo, condenando a quienes se relacionaran con el partido comunista o socialista. Esto desencadenó un debate al interior del clero, dentro del cual se analizaron las vinculaciones entre la Iglesia y los partidos políticos, concluyen-do que ese tipo de acciones, no eran auspiciosas para la Iglesia post Vaticano II, en su

19 Correa, Sofía. op. cit. p. 196. Extraído de Smith, Brian: The church and politics in Chile. Challenges to modern catholicsm. Princeton University Press, Princeton, New Jersey, 1982. p. 182.

20 Cavallo, Ascanio: Memorias del Cardenal Raúl Silva Henríquez. Editorial Copygraph. Santiago, 1992. tomo II. p. 9.

21 Ibíd., p. 14.

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fase de ampliación de los vínculos con la sociedad. La preocupación cruzó la frontera cuando la Santa Sede un mes antes de la elección exigió conocer las medidas para frenar el avance del Comunismo en el país.

Finalmente, en este ambiente de polarización en alza y de alto nivel de inter-vención de la Iglesia, en las elecciones del 4 de septiembre de 1964 se obtuvieron los siguientes resultados: para el candidato del Frente Democrático Julio Duran, 4.94% (125.233 votos), Salvador Allende por el FRAP obtuvo un 38.64% (977.902 sufragios) y Eduardo Frei Montalva por la DC en alianza con la Derecha y los EE.UU., triunfó con un 55.67% (equivalente a 1.409.012 votos). Estos resultados crearon un ambiente político confuso, altamente confl ictivo y polarizado que comenzó a generar un senti-miento de desconfi anza en relación a las capacidades del sistema político chileno22.

La llegada de la Democracia Cristiana al poder ejecutivo signifi có un gran im-pacto para la Iglesia y su base popular, causado principalmente por las coincidencias entre el comunitarismo, base del partido cristiano, y la Doctrina Social de la Iglesia. La mayoría de los líderes y militantes de la DC formaron parte en su pasado de los mo-vimientos apostólicos de la Iglesia y al acceder al poder, se produjo un desplazamien-to de cierta base eclesial a la militancia democratacristiana. Esto vinculó el accionar del PDC con el Episcopado y el Sacerdocio, al evidenciarse una cercanía no sólo teó-rica sino también de base, politizándose el movimiento apostólico y temporalizando las tareas de la Iglesia. La estrategia política de la Jerarquía eclesiástica tuvo grandes consecuencias para el acontecer político y la sensación de urgencia, de dramatismo y de constructivismo social se incluyó en los diagnósticos sobre la realidad política y la necesidad de neutralizar al comunismo23.

La Misión general, la nueva edición de la Pastoral sobre el Deber Social y Po-lítico, la educación en la Doctrina Social de la Iglesia y la utilización de los medios de comunicación de la Iglesia (como las revistas Mensaje, La Voz, entre otras) consolidó esta intervención y dejó al Partido Conservador fuera de la estructura eclesial que estaba comprometida ahora con el Partido Demócrata Cristiano.

Paralelamente, y desde el otro lado político, nuevas corrientes despertaban en otras latitudes que no dejarían de repercutir en Chile. Una de ellas fue la Teología de la Liberación, ampliamente discutida, negada y aceptada por diversos sujetos en toda la historia de la Iglesia. El inicio de esta corriente teórica dentro de la Iglesia, la situamos en la II Conferencia Episcopal de Medellín en 1968, donde la denominación de la Iglesia como servidora de los pobres dio cabida a la relectura del evangelio. La Teología es una refl exión, que se entiende como expresión de comunidades cristianas que han madurado en la fe y que para enfrentar sus tareas, buscan situarse de cara a sus realidades locales. Esta corriente de pensamiento-acción tuvo repercusiones

22 Valenzuela, Arturo: El quiebre de la democracia en Chile. Edición FLACSO. Santiago, 1989. p. 109.23 Correa, Sofía: op cit. pp. 191-203.

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principalmente en Brasil, Argentina, Centro América y Chile. Uno de los máximos exponentes en nuestro país fue el sacerdote Ronaldo Muñoz.

Asumiendo una opción preferencial por los pobres, se preocuparon de la condición inhumana y antievangélica en la que vivían los pobres latinoamericanos. Esta situación de “violencia institucionalizada” (entendida como una violencia de los mismos seres humanos, contra otros seres humanos) poseía en sí misma, estructuras socioeconómicas y categorías mentales, las cuales la defi nen como una “condición injusta”, contraria a la dignidad humana según el evangelio. Ante esta cuestión de jus-ticia, la opción preferencial por los pobres, fue el desafío para una parte de la Iglesia de ser la voz de los sin voz y de ver en la fi gura del pobre, a un agente con derecho de ser y cambiar su destino24.

Desde la fi rma del manifi esto de los Obispos del Tercer Mundo en 1967, se hizo el llamado a adoptar posturas socializantes, y se puede ver que algunos sacer-dotes van a adoptar la Revolución socialista como única salida para los problemas fundamentales de América Latina. Uno de los íconos de esto fue el sacerdote co-lombiano Camilo Torres, pero otros destacados en Brasil fueron el Obispo de San Andrés, Don Marcos, el sacerdote Leje de Belo Horizonte y Ruas de Manao, por mencionar a algunos25.

La posibilidad de realizar una vinculación del marxismo con la Teología se ha intentado desde hace algunos años. Es posible decir que el cristianismo fue histori-zándose y tomando conciencia de las condiciones de opresión en las que había vivido la clase oprimida, y el llamado a “construir el reino de Dios en la tierra” signifi có la adopción del modelo socialista26. Sin duda, estos elementos pertenecientes a épocas posteriores al debate cristiano-marxista de los sesenta no infl uyeron en el diálogo de la época, pero sí nos sirven para entregar cierta claridad de este pensamiento y coherencia en la hora de determinar cuál fue el rol en la confi guración de los grupos de opinión-acción diferentes al parecer de la Jerarquía. Grupos que estuvieron con la Teología de la Liberación, por la invitación a defi nirse como cristianos políticamente, porque propagan la solidaridad cristiana, negando la caridad paternalista, es un postu-lado de denuncia de la explotación en la clase trabajadora27.

Considerando el debate político en alza, 1969 fue un año decisivo en la política chilena. En marzo se realizaron las elecciones parlamentarias, en las cuales la inter-

24 Gutiérrez, Gustavo: “Pobreza y Refl exión Teológica, Cuarenta años de la Teología de la Liberación”. En: El Catolicismo del Siglo XXI, involución de la Iglesia Católica Chilena, de la Teología de la Liberación al Papa Benedicto XVI. Selección de Artículos de Le Monde Diplomatique. Editorial Aún Creemos en los Sueños. Santiago, 2007. pp. 41-46.

25 Ibíd., p. 96.26 Ibíd., p. 67.27 Escobar, Jaime: Porque estamos con la Teología de la Liberación. Comité de Defensa de los Derechos del

Pueblo, 1985.

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vención de todas las coaliciones se hicieron presentes desde comienzos de año. Ya en enero la izquierda a través del Comando Nacional de Trabajadores había convocado a un paro para el 8 y 9 de enero y días después terratenientes del Sur derechistas, bloquearon la carretera del Sur para desestabilizar el precio del trigo, siendo algunos de los alcances de la gran y determinante disputa electoral, vista como el antecedente de las presidenciales.

En las elecciones parlamentarias de 1969, antesala de las presidenciales, el Par-tido Nacional tuvo un 19.97%, el Radical un 13.03%, el Socialista alcanzó un 12.23% y el Comunista un 15.91%. La coalición de Gobierno alcanzó un 29.78%, cifra que lo situó como el partido mayoritario28, pero en declive en relación a las elecciones ante-riores. Lo interesante fue el repunte del Partido Nacional, que mostró el aumento del ambiente polarizado y el desgaste de la política comunitarista, ante lo cual la DC ya comenzaba a manifestar la necesidad de vincularse con otras fuerzas políticas. La baja considerable de la coalición cristiana, se explica con la emergencia de una nueva De-recha, que recibió los votos de los sectores críticos de la administración de Frei que ya antes habían votado a favor del centro por ser la alternativa al Marxismo. Mientras que la izquierda también había crecido, aunándose las posturas y acercándose a la unión programática. El PDC logró proclamar a Tomic como Candidato presidencial en busca de una alianza amplia con los socialistas. La izquierda se unía en torno a la tesis del polo revolucionario, aunando posturas en el Frente amplio, el Partido Radical (ala izquierda), el MAPU, el PS y el PC, los cuales proclamaron nuevamente a Salvador Allende, y simultáneamente rechazaron cualquier tipo de alianza con la DC. La De-recha, por su parte, agrupada en el gremialismo, el Partido Nacional y algunos grupos de acción directa radical como el Frente Patria y Libertad, decidió proclamar como candidato al ex presidente Jorge Alessandri, el cual ejecutaría sus líneas programáticas centradas principalmente en la construcción de un estado subsidiario.

El acontecimiento que más impacto tuvo en este período eleccionario, fue el levantamiento de las tropas del regimiento Tacna, comandado por el general Viaux, el 21 de octubre de 1969: el “tacnazo”. Este fue un acto reivindicativo del Ejército por las remuneraciones y equipamientos pero podemos interpretarlo derechamente como una acción reivindicativa de las FFAA, por los resultados electorales de marzo y por la necesidad de ponerse en el nivel de los poderosos. La revista Mensaje fue la primera en decir que habían despertado las ambiciones golpistas29 reconociendo un clima de intranquilidad y la necesidad de hablar respecto a los hechos sucedidos a causa de su criticado silencio manifestado en otras oportunidades o coyunturas políticas.

28 Correa, Sofía et al: Documentos del siglo XX chileno. Editorial Sudamericana, Santiago, 2001. p. 94.29 Revista Mensaje, Editorial: “Cuando despiertan las ambiciones golpistas”. Nº 85, diciembre de 1969. p.

597.

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Por primera vez, a partir de la crisis que atravesaba a la institución castrense, se cuestionó cuál era el lugar de las FFAA en la política nacional y cómo debían refor-marse para convertirse en garantía de la búsqueda común y de la realización de los ideales nacionales, contribuyendo en la defensa de la democracia para el desarrollo nacional30.

El Episcopado no hizo oídos sordos y elaboró una declaración sobre “La Situa-ción Actual del País”, la cual tuvo por objeto ser un elemento de refl exión para pre-venir situaciones que traerían inútiles e injustifi cados sufrimientos31. Con la aclaración de que no era su intención involucrarse en la política partidista del país, a favor de la conciencia y convivencia democrática, defi nida por la participación amplia del pueblo en las tareas y los bienes de la nación.

Los Obispos reconocieron la importancia de no suprimir el sistema demo-crático, ya sea por partidos políticos, grupos terroristas o por las Fuerzas Armadas, y a su vez aceptaron el aumento de la participación ciudadana en los quehaceres de la nación siendo inadmisible que un grupo decidiera tomarse el poder por medio de la fuerza, pasando por sobre la voluntad ciudadana, resucitando un paternalismo ya superado32. Por lo mismo, condenaron el “golpe de Estado”, y solicitaron a los parti-dos que se encargaran de hacer un juego democrático limpio, manteniendo la paz, el respeto por las ideas y las personas en pos del bien común, considerando que:

La imposición de una política por medio del terror, por la dictadura o por las armas, traía consigo la represión brutal de los que se oponen, y la supresión de todas las libertades consideradas peligrosas por los que detentan el poder. El país entraría en la vía de los juicios políticos, de las relegaciones, de las injusticias fl a-grantes, de la supresión de toda prensa libre, de toda posibilidad de defenderse, de las sospechas, de las calumnias y por último del paredón33.

En marzo de 1970, el Cardenal convocó a una asamblea plenaria, donde lo central fue la actitud del Episcopado ante las elecciones. En plena discusión se eviden-ció, cuenta el Cardenal, que todos los candidatos habían estado presionando a más de un Obispo para contar con la opción política de los católicos y algunos en la reunión manifestaron la necesidad de que el episcopado condenara la candidatura marxista.

Por último se estipuló mayoritariamente que el papel de la Iglesia era de “pres-cindencia agudizada por la amenazante desunión de las bases católicas”34. Por esto

30 Revista Mensaje, Editorial: “Refl exiones después del Golpe”. Nº 84, noviembre, 1969. p. 526.31 “Declaración Episcopal sobre la Situación Actual del País”, en Revista Mensaje. Nº 186, enero-febrero,

1970. p. 77.32 Ibíd., p. 78.33 Ibíd., p. 79.34 Cavallo, Ascanio: op. cit. p. 176.

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no se produjo un pronunciamiento público del Episcopado, aunque aumentaba la participación de sacerdotes, religiosas y laicos en la campaña ya que la llegada de la Teología de la Liberación en la práctica signifi có la vinculación de algunos sacerdotes en la campaña de Salvador Allende, como es el caso de Darío Marcotti y de Roberto Lebegue, quienes se preguntaron en medio de una prédica ¿tenemos que renunciar a la lucha de clases para no romper la unidad entre cristianos? Clarifi cando aun más la contradicción entre la opción por los pobres y la unidad de la institución eclesial. Ambos fueron el caso chileno de un proceso latinoamericano que se replicaba en Colombia con el grupo Golcolda, en Argentina con el Movimiento de Sacerdotes Ter-cer Mundo y en Perú con la Organización Nacional de Información Social ONIS35.

Para mantener la línea política de la Iglesia, el Cardenal publicó la Carta Igle-sia, Sacerdocio y Política, en la que declaró que la Iglesia no tenía ni estaba ligada a ningún sistema de partido político reafi rmando sobre el sacerdocio que el servicio propio (de ellos) era ofrecerse para que en la Iglesia los hombres encuentren su casa: la casa donde se puede legítimamente discrepar, siendo incluso adversario, pero no enemigo36 .

Finalmente, en campaña, la opción de la izquierda se perfi laba como la ganado-ra a pesar de los costos de la campaña del terror en torno a la candidatura marxista. En medio de esto y ad portas a la elección de septiembre, Allende se reunió con el Cardenal y le afi rmó que “no tocaría a la Iglesia ni con el pétalo de una rosa”37.

Todos se sentían ganadores, y la Iglesia no visitaría al candidato electo sino hasta la expresión de la voluntad democrática del 4 de septiembre. La mayoría relati-va de Allende obtenida el día del sufragio, puso a la Iglesia en una encrucijada, donde su opción política reformista -evidenciada a lo largo de esta investigación- quedaba relegada a la opción marxista de la Unidad Popular, inaugurándose con esto la in-tervención política por medio del Poder Moral de Negociación entre los actores políticos, a favor de una democracia y un constitucionalismo donde se respetara la dignidad humana.

4. Conclusiones

El estudio de la Iglesia como actor político en Chile, verifi có cómo el confl icto de clases entre 1962 y 1970 se replicó al interior del seno sacerdotal manifestándose en una diversidad en las posturas de los católicos, consolidando la actuación política de la Iglesia. Esto impidió que la Jerarquía pudiera mantener una homogeneidad dis-cursiva e interpretativa del mensaje del evangelio, lo cual desató una crisis institucio-

35 Ibíd., p. 181.36 Ibíd., p. 182.37 Ibíd., p. 183.

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nal que antecedió el gobierno de Salvador Allende y que se manifestó en la formación de múltiples grupos y discursos. Se puede concluir que la Iglesia se encontraba en cri-sis por el desajuste entre el carácter totalitario de su doctrina y los requerimientos pluralistas de la sociedad moderna. Diversos grupos manifestaron esta distancia ofre-ciendo las respuestas que no encontraron en el seno de la formalidad eclesiástica. La jerarquización en todos los niveles tuvo como consecuencia inmediata la separación entre dirigentes y dirigidos. “Los dirigentes eran la minoría rectora, y los dirigidos la mayoría que había despertado de su pasividad y que había levantado la necesidad de modifi car las relaciones desde la Santa Sede con los órganos colegiados y con las Igle-sias locales. Esto produjo que se enfrentaran los que entienden, los profetas, teólogos, los del magisterio, etc.; los que lo administran, el clero; los que practican, los religiosos, orden del ser; y los fi eles obedientes, formando la orden del deber38”.

En relación a la formación de corrientes y contracorrientes en el seno eclesial, se evidenció que la estructura social se replicaba al interior de la Iglesia. La empresa, el estado, el partido, la escuela y la familia pasaron a ser una estructura dentro de la Iglesia, que se entendió como una identidad colectiva unida por un sentido de espiritualidad, que estableció una relación múltiple entre la sociedad civil (estado y ciudadanos), la Santa Sede y la Iglesia misma entendida como la Jerarquía y los fi eles. Esto signifi có que la Jerarquía asumiera funciones en la lucha de clases.

Para poder entender de mejor manera como surge esta situación en la Iglesia se propuso un esquema de análisis, en el cual se pudo ver que la Iglesia Católica al ingresar a una sociedad liberal debía afi rmarse en un modelo que le entregara legiti-midad en el corto plazo. Ante la multiplicidad de los modelos simbólicos creados en la interpretación del evangelio, la Iglesia iba a adoptar el modelo que recibiera mayor aceptación y que le asegurase la máxima cohesión en la construcción del “reino de Dios en la tierra” o del proyecto político que lo representara. Esta Iglesia no era portadora de un solo mensaje, sino de muchos mensajes contradictorios y de un poder moral de negociación, y para evitar los enfrentamientos que resultaban de éstos, entonces abusó de un autoritarismo en la generalidad de los casos confl ictivos, contrario a los planteamientos de cercanía y unión entre sacerdocio y laicado. Las luchas políticas entonces fueron las relacionadas con el poder del Estado y a su vez las luchas religiosas con la doctrina fueron un problema moral o una interpretación del mensaje39. Los movimientos eclesiales debían llegar a operar como multiplicado-res e irradiadores de una formación cristiana más densa y exigente en el seno del pueblo de Dios, con capacidad para la formación de líderes cristianos40, los cuales

38 Codina, Víctor ; de Prada, Miguel Ángel; Pereda, Carlos: op. cit. p. 107.39 Ibíd., p, 245.40 Pontifi cio consejo para los laicos, la formación de los laicos, en servicio, Revista de pastoral de la Iglesia de

Chile, Nº 44, Santiago, 1980.

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A la luz de la Historia 31

posteriormente ocupaban el espacio político donde se producía la formación y el acercamiento con la intelectualidad y la clase política.

Para concluir, se debe decir que efectivamente la jerarquía católica desestabi-lizó el proyecto de izquierda con un discurso antimarxista, contrario a la Teología de la Liberación, a favor de su unidad estructural más que de su unidad pastoral. Esto a su vez signifi có la estabilización y la concreción de la postura reformista. La Jerarquía entonces en sintonía con la Democracia Cristiana, provocó, en parte, la división de la población creyente.

En cuanto a la relación con la política formal, los sucesos más importantes de la Iglesia coincidieron con el aumento de la polarización y fue a fi nales de la década del sesenta donde nos atrevemos a re-situar el inicio del quiebre democrático, obli-gando a todos los actores a asumir posturas. El golpe de estado no comenzó con la elección de Allende, sino con la reagrupación de la derecha y la lucha por imponer su proyecto político, y en este sentido, la importancia de estudiar el fenómeno reli-gioso apuntó a entender el peso de la cultura religiosa entre las masas populares y la historia y el papel y poder de la Iglesia en Chile en relación al Estado y a las clases oprimidas.

Sin duda es un tema relevante. Se ha comprobado que las creencias de la po-blación determinan decisiones políticas que aunque la institución más importante de la espiritualidad se niegue a asumir terminaron por infl uenciar el panorama político nacional en los críticos años sesenta

Se reafi rma la relevancia que tiene este estudio en los intentos que desde la disciplina histórica en su rama política emergen en relación a la comprensión de manera más acabada de los sucesos del acontecer político, despertando las voces de los artífi ces e incitadores de los hechos y reviviendo las consecuencias sociales y culturales de su participación en la historia.

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¿Unidad o división Popular?Confl uencias y divergencias de la intelectualidad de iz-quierda en Chile para alcanzar el Desarrollo. Perspec-tivas y herramientas para analizar el Desarrollo en el Chile actual

Kim López Pizarro*

Resumen: Veremos en este artículo los distintos diagnósticos que hacía la intelectualidad de izquierda con respecto al estado de la economía chilena para fi nes de la década de 1960. Encon-traremos entonces que esos diagnósticos son similares y que donde existe una diver-gencia mayor es en la forma de llevar a cabo los cambios necesarios para superar las características estructurales que impiden alcanzar el De-sarrollo. Desde esa experien-

cia histórica haremos una aproximación a los proyectos actuales y conceptualización que tienen éstos con respecto al desarrollo, qué entienden por él y cómo a partir de ahí promueven una adecuación o reforma dentro del marco del sistema económico capitalista en su expresión neoliberal que impera hoy en Chile.

Palabras clave: desarrollo – subdesarrollo – dependencia – reformismo – burguesía – modelo de desarrollo desde dentro.

* Estudiante de la carrera de Pedagogía en Historia y Ciencias Sociales, Universidad de Valparaíso.

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1. Introducción

La Historia Económica de Chile está marcada por ciertas características es-tructurales identifi cables que se proyectan desde su formación colonial hasta nues-tros días, las cuales, obviamente, van cambiando en su intensidad y niveles de infl uen-cia pero a la larga continúan existiendo. Dentro de ellas podemos nombrar como rasgo central el carácter de subordinación que mantiene con respecto de los grandes centros industriales, es decir, el alto grado de “dependencia económica”1 que posee con los países desarrollados.

Si bien dicho elemento en un principio fue impuesto, controlado y mantenido por agentes exógenos (la Corona española), posteriormente, tras el proceso de inde-pendencia, el control de la economía queda al arbitrio de la naciente clase dominante chilena, permitiéndole profundizar, mantener o disminuir la dependencia heredada, según estime conveniente.

Considerando ese nuevo margen de acción, a lo largo de la historia de Chile republicano podemos encontrar distintos proyectos de desarrollo. Estos proyectos los podemos englobar básicamente en dos modelos generales: En una primera ins-tancia, desde la formación de la nación hasta la crisis de 1930, y tras el Golpe Militar, con la implantación del capitalismo en su expresión neoliberal, hasta el día de hoy, donde encontramos un modelo que se caracteriza por intentar alcanzar el desarro-llo al alero de la dependencia antes descrita, es decir, se promueve un “desarrollo económico orientado hacia fuera”2, basado en la monoexportación aprovechando las “ventajas comparativas”3 que posee el país. Una de las desventajas presentadas por este modelo fue que al centrarse en la monoexportación de materias primas, se impidió el desarrollo de otras áreas productivas, utilizando ingresos obtenidos de las

1 Concepto de la Teoría de la Dependencia, respuesta teórica elaborada entre 1950 y ‘70 para dar respuesta al estancamiento socio-económico latinoamericano. La tesis principal es que los países subdesarrollados, a partir de la desigual confi guración de la economía mundial, tienen un rol determinado, extraer materias primas de un bajo valor, en contraste con el rol de los países desarrollados, que transforman las materias primas y tienen por tanto una producción industrial de mayor valor, asociado al conocimiento tecnológico que van acumulando dichos países. Se hace necesario para los países subdesarrollados, depender de ellos para poder vivir de forma actualizada a los tiempos, con los productos que se pueden importar. Véase Dos Santos, Theotonio: La Teoría de la Dependencia.

2 Conceptualización que la podemos encontrar en Pinto, Aníbal: Chile, un caso de desarrollo frustrado. Univer-sitaria 3ª edición. Santiago, Chile, 1953.

3 Ventajas que posee un país por sobre otro con respecto a la producción de un bien determinado. Según la teoría, los países debiesen entonces especializarse en la producción de aquellos bienes que tienen un menor costo de producción, alcanzando así una mayor competitividad con respecto a ese producto, lo que les permite a su vez tener acceso a los productos que elaboran otros países a costos menores. Véase Ricardo, David: Principios de Economía Política y Tributación (1817).

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¿Unidad o división Popular? 35

exportaciones en pagar la deuda externa y en cubrir los costos de importación de productos manufacturados.

Por otro lado, encontramos un segundo modelo que engloba a los distintos proyectos puestos en práctica desde la gran depresión hasta el derrocamiento de Allende y la Unidad Popular. Éste se caracteriza por promover un “desarrollo eco-nómico orientado hacia adentro”, el cual consiste en generar mayores márgenes de autonomía a partir de una diversifi cación de la actividad económica y una fuerte inversión en desarrollo industrial. Lo anterior en vistas de superar los lazos de depen-dencia existentes y avanzar en la consecución del desarrollo económico4.

En esta investigación nos referiremos al “modelo de desarrollo hacia adentro”, particularmente al proceso de defi nición tras el cual se concretizó un giro en el mo-delo: la coyuntura electoral que inició un proceso de transformación radical tendien-te a alcanzar el socialismo, y que trajo consigo, al menos en los primeros momentos, increíbles resultados con respecto al crecimiento económico:

La economía chilena vivió un auge sin precedentes en 1971, como resultado de políticas económicas altamente expansivas. Se experimentó un mejoramiento generalizado en el nivel de vida de la población, y una sensación de éxito total entre los líderes de la U.P.5

A la postre, signifi có el término del modelo mismo producto de los inevitables roces que trae la agudización de los confl ictos de intereses en la sociedad, los cuales fi nalmente decantaron en el golpe militar y la re-implantación del “modelo hacia fue-ra” en Chile, a partir de la imposición del capitalismo en su expresión neoliberal.

Hablamos entonces de la coyuntura de la elección presidencial de 1970. Pre-vio a ella, la intelectualidad6 de la izquierda chilena realiza sus respectivos análisis y diagnósticos sobre la economía nacional en dicho período7. Tales estudios no sólo

4 Desarrollo económico entendido no solamente como el aumento del ingreso por habitante, sino como un crecimiento económico que sea traducido en una mejora considerable en los niveles de vida de la población en general.

5 Meller, Patricio: Un siglo de Economía Política Chilena (1890 - 1990). Edit. Andrés Bello. Santiago, Chile. 1996. p. 118.

6 Entendiéndola desde el concepto de “Intelectual Orgánico”, aquel que da a la clase a la cual pertenece o se identifi ca, homogeneidad y conciencia de la función que cumple dentro del modo de producción, tanto en el ámbito económico como político y social. Antonio Gramsci en “Los intelectuales y la organización de la cultura”.

7 Nos referiremos particularmente a los trabajos de Sergio Ramos, militante e intelectual del Partido Co-munista; Pedro Vuskovic, militante del Partido Socialista y posterior ministro de economía, fomento y reconstrucción de Chile; y fi nalmente algunos elementos que nos pudiese entregar Ruy Mauro Marini, intelectual, militante y miembro del Comité Central del Movimiento de Izquierda Revolucionaria. Desde ellos podremos generar una aproximación a las divergencias y convergencias que poseían sus respectivas colectividades en cuanto a los diagnósticos y en cuanto a su quehacer.

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parten de cierta forma infl uenciados por la visión de la colectividad política a la cual pertenecen, sino que también pasan a tener un alto grado de infl uencia en las visiones políticas que van construyendo esas mismas colectividades, transformándose en parte constitutiva de ellas. Desde ahí se puede ver el análisis a partir del cual la izquierda levanta su nuevo proyecto político, la Unidad Popular, como una alternativa para enfrentar el modelo económico promovido hasta ese entonces, alejándose de la manifi esta intención de la derecha, de darle un giro al modelo y abrir de par en par la economía nuevamente.

Ante ese escenario, la tarea que nos planteamos consiste en exponer el con-texto histórico en el cual se enmarca al proceso antes descrito, a partir de aquello analizar dichos diagnósticos sobre el estado de la economía chilena para fi nes de la década de los ’60s, ver su grado de complicidad o rechazo con el modelo aplicado hasta entonces y como, a partir de ello, se levanta el nuevo proyecto político que terminará imponiéndose en las elecciones venideras. Posteriormente se pretende dar cuenta del proyecto en sí y analizar como éste entrega una posibilidad real para alcanzar el bienestar de la población, en contraste con el proyecto actual que dice pretender alcanzar el “desarrollo” dentro de los márgenes del sistema capitalista en su expresión neoliberal.

2. Contexto Histórico: Evolución económica y política en torno a los modelos de desarrollo

Como ya hemos señalado, Chile desde su formación colonial heredó una de-pendencia económica ligada a España que determinó el atraso en el cual se vio in-mersa la nueva nación. Es ese atraso justamente, tras el proceso emancipador, el que hace surgir la necesidad de subordinarse nuevamente. Se ve, con la infl uencia de la burguesía internacional8, el ingreso a los mercados internacionales y la imitación de los modelos del mundo civilizado9 como la única forma de dejar atrás el carácter premoderno existente y poder convertirse en una nación moderna. De esa forma Chile se vuelve a entrampar en nuevos lazos de dependencia, que son mucho más profundos ya que se establecen esta vez con el mercado internacional en general, por tanto Chile se abre a la “economía-mundo capitalista”10. De ahí en más, hasta la crisis

8 “Mediante el rápido mejoramiento de todos los instrumentos de producción y los inmensos medios de comunicación facilitados, la burguesía conduce a todas las naciones, incluso a las más bárbaras, a la civili-zación… en Una palabra, crea un mundo a su propia imagen”. Marx, K. y Engels, “Manifi esto del Partido Comunista”. Londres. 1848.

9 “En una serie de versiones dominantes, las regiones más atrasadas copiaron los modelos del mundo desarrollado”. Hobsbawm, Eric: La era del Capital 1848 - 1875. Bs. As. Argentina, 1998. p. 76.

10 Wallerstein, Immanuel: Análisis de sistemas-mundo. Una introducción. Siglo XXI, México. p. 40. Haciendo referencia a la economía-mundo, es decir, las relaciones de producción que se sostienen a nivel mundial;

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económica del primer cuarto del siglo XX, la economía chilena sufrió un ascendente proceso de apertura y liberalización, ya que “la independencia abrió las puertas de la economía chilena de par en par. Esa fue su contribución primordial al desarrollo económico del país”11, para bien o para mal12, aceptando por ese hecho el enorme impacto de las fl uctuaciones económicas del mercado mundial en el país, dándole un sello de inestabilidad completa a la propia economía nacional debido a los bajos ni-veles de autonomía que ésta pasó a tener, independiente de las cifras de crecimiento que se pudieron alcanzar. Ese sería entonces el patrón de desarrollo a seguir.

Tal desarrollo dependiente terminaría “frustrándose”13, a partir de la crisis mundial de la década de 1920 y la gran depresión al fi n de ésta. Las consecuencias del fenómeno no serían menores:

…fue tan severo que provocó un cambio completo en el modelo de desarrollo: el desarrollo orientado hacia adentro reemplazó al desarrollo orientado hacia afuera. La industrialización pasó a ser considerada la fórmula para desarrollar la economía nacional, transformándose en el motor del crecimiento, y la industria-lización basada en la sustitución de importaciones (ISI) marcó la primera etapa del nuevo proceso de desarrollo.14

De esa forma se confi guró un modelo capitalista regulado por mayores grados de intervención por parte del Estado. Se espera además, con la natural respuesta a la crisis por parte de los países latinoamericanos (a partir de lo que más tarde se conocerá como “Modelo ISI”15), que se supere en algún grado los altos niveles de

hoy, en el sistema-mundo moderno, dicha economía-mundo es capitalista dado que lo que impera en esas relaciones es la lógica de la valorización del capital, la incesante acumulación de capital para acumular más capital.

11 Pinto, Aníbal: op cit. p. 15.12 Es relativo el grado de aporte que signifi có esa apertura comercial, si bien produjo algún crecimiento, aun-

que menor al menos en los primeros 15 años de la República Conservadora, la necesidad de tener algún grado de subordinación por parte de las nuevas naciones para darle estabilidad a la economía determinó un sistema a la deriva y fl uctuante.

13 Pinto, Aníbal: op. cit. Sosteniendo que pese a tener las potencialidades para alcanzar el desarrollo, la eco-nomía chilena habría frustrado su proceso de industrialización, extinguiendo esas posibilidades.

14 Meller, Patricio: op cit. p. 47.15 Modelo de Industrialización en base a la sustitución de importaciones implementado en Chile a partir

de un descenso en la demanda por materias primas y de la aguda escasez de productos importados los cuales elevaron sus precios tras la gran depresión. La respuesta entonces fue comenzar a producirlos internamente, generando con ello un proceso de modernización en las actividades económicas que podrían permitir alcanzar un estado de desarrollo económico. Posteriormente desde la CEPAL se le daría un cuerpo conceptual al modelo y generarían a su vez la promoción de éste como método para alcanzar el desarrollo, como una alternativa dentro de los márgenes del capitalismo para así soslayar el efecto de la revolución cubana y el comunismo que surgía en base a la crítica del modelo y en la proposición de un modo de producción distinto.

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dependencia que se arrastraban desde el modelo anterior y desprenderse, con ello, de la alta inestabilidad económica en la que se veían inmersos a causa de las fl uctua-ciones de la economía a nivel mundial.

Ahora bien, “en el plano político, (...) junto a la emergencia de nuevos sujetos, como las clases medias y obreras, (…) se dio una ruptura del orden institucional…se reemplazó el régimen parlamentario por uno de presidencialismo fuerte”16. Tales elementos no serían menores ya que darían pie para la posterior acumulación de fuerzas y la conformación de la base social de la Unidad Popular al fi n y al cabo. Asi-mismo, ocurriría también un cambio en los organismos de representación de dichos sectores, tanto en el Partido Socialista (PS) como en el Partido Comunista (PC), en relación a la táctica para alcanzar sus objetivos. En ese sentido, ambas colectividades “pasaron a reemplazar su inicial énfasis en la revolución por otro, centrado en la democratización”17, en la solución de las problemáticas mediante la vía institucional y siempre a partir del consenso, siendo un eje articulador en dicho sistema el Parti-do Radical (PR). Dicha visión también tiene que atenuarse en cierta medida ya que es sólo una parte del PS que asume la vía institucional, otro sector mantiene la vía revolucionaria.

De esa forma se continuó con el nuevo modelo de desarrollo establecido durante la década de 1930 y con la nueva confi guración política, generándose un pro-ceso de modernización en las distintas áreas productivas, con una alta participación de la industria como motor del crecimiento económico18.

Ya para la década de 1950 el modelo ISI comienza a manifestar un estanca-miento y da cuenta de su propia crisis19:

…el “modelo de crecimiento hacia adentro” había ido perdiendo dinamismo, sofocado por la estrechez del mercado interno y por la fuerte expansión de los grandes conglomerados industriales de los países centrales, detentores de un

16 Corvalán Marquéz, Luis: Del anticapitalismo al neoliberalismo en Chile: Izquierda, centro y derecha en la lucha entre los proyectos globales 1950 – 2000. Edit. Sudamericana. Santiago, Chile. 2001. p. 14.

17 Ibíd., p. 15.18 “El valor agregado por el sector industrial aumentó, tan sólo entre 1941 y 1945, más del 100%, registrando

un crecimiento notable, en especial, en las industrias metálicas, debido a la substitución de importaciones y en las industrias de consumo no durable, debido al aumento en la demanda popular generado por la elevación del ingreso. El valor agregado aumentó entre 1940 y 1945 en los diversos sectores industriales: bienes de consumo 68%, bienes intermedios 98% e industriales metálicas 232%”. Frank, Andre Gunder: “La política económica en Chile, desde el Frente Popular a la Unidad Popular”, en Documentos, suplemen-to de la edición N° 153 de la Revista Punto Final. Martes 14 de marzo de 1972. Santiago, Chile. p. 2.

19 El tema de la crisis del modelo ISI también se puede someter a debate en el sentido de si realmente era una crisis que venía impostergable e intrínsecamente en el mismo modelo o responde mucho más a las consecuencias del contexto internacional tras la II Guerra Mundial y la Guerra de Corea.

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control monopólico de las bases fi nancieras y tecnológicas de la diversifi cación y producción a gran escala.20

Con esas condiciones objetivas comenzó también a generarse un ambiente de confl icto dentro de la población, mediante el cual se inició un cuestionamiento al patrón de desarrollo lo que dará origen, según lo planteado por Luis Corvalán, al fortalecimiento de los partidos y al surgimiento de los denominados “proyectos globales”21. Tales proyectos, según el autor mencionado, establecerían el camino a se-guir para determinar nuevos patrones de desarrollo. Se generaría también una trans-formación no menor en el centro político en donde el Partido Demócrata Cristiano (DC) desplazaría al Radical22.

Así, en cuanto a los proyectos:

Por un lado se levantó el de la DC (…) Por otro lado, fi guraba el proyecto de la izquierda, articulada en el Frente de Acción Popular (FRAP) cuyo núcleo estaba formado por el PC y el PS (…) también la derecha levantó su proyecto global, sustentado esencialmente en el gran empresariado industrial, agrario y de las fi nanzas…23

Cada proyecto tendrá la oportunidad de llevarse a cabo (unos más que otros), partiendo por la derecha con el gobierno de Alessandri en 1958 quien impulsó como solución para enfrentar la crisis dejada por el Ibañismo, el proyecto liberal-conser-vador con su propio modelo de desarrollo: darle un giro radical al modelo en crisis, orientar la economía hacia afuera nuevamente. Este proyecto terminaría fracasando y condicionando con ello el respaldo de la ciudadanía, teniendo serios problemas de representatividad, los cuales se manifestarán en los procesos eleccionarios posterio-res. Ante ese escenario surge el proyecto impulsado por la DC, el cual se confi guró a partir de su participación en la “Alianza para el Progreso”24 y con el pleno apoyo de EE.UU. para instaurar un gobierno reformista, populista e izquierdizado con su programa de “revolución en libertad” y “revolución sin sangre”, como propuesta para hacer frente a las fuerzas comunistas y al modelo cubano que se instaló como un

20 Gonzalorena, Jorge. Causas y consecuencias de la implantación del modelo económico Neoliberal en Chile. Artículo redactado a partir de la ponencia presentada el 29 de octubre del año 2008, en el marco de la II Jornada de Historia Política del Taller de Historia Política de la carrera de Pedagogía en Historia y Ciencias Sociales de la Universidad de Valparaíso. p. 1.

21 En Corvalan Marquéz: op cit.22 Ibíd., p. 17.23 Ibíd.24 “Concebida como un programa de masiva ayuda económica a los países de la región, condicionada a que

llevaran a cabo transformaciones destinadas a remover las estructuras tradicionales, a las que se atribuía generar las premisas que estimulaban y hacían posible el camino cubano”. Ibíd., p. 21.

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referente alternativo para el resto de América. Por otro lado, desde ya se levantaba por parte del FRAP la necesidad de encaminarse a la construcción de una sociedad socialista, aunque con matices internos producto de sus elementos constitutivos.

Es desde estas perspectivas que comenzará la agudización de los confl ictos a partir de los ‘60s, “con un estilo cada vez más confrontacional, ideologizado y an-ticlasista (…) –que– implicaba el término de los consensos”25. Surgiría a partir del ejemplo y el espíritu revolucionario de Cuba una “radicalización de un sector de la izquierda (…) –que– consideró que la vía armada era la que correspondía implemen-tar como estrategia hacia el socialismo”26. Serían el PS y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) los que encarnen esta visión. El PC, en tanto, siguió con su tesis tradicional, la vía pacífi ca e institucional.

Finalmente quien pudo imponer su proyecto fue el Partido Demócrata Cris-tiano, con el apoyo de conservadores y liberales bajo la tesis del “menor de los males”, en base a su programa de modernización capitalista. “Bajo el gobierno de Frei (1964 - 1970) cobra efectivo impulso la reforma agraria, orientada a modifi car la estructura de propiedad de la tierra, incorporando a ella a una parte de los campe-sinos, y a modernizar los métodos de cultivo”27. Genera además la “chilenización del cobre”28 e impulsa la creación del “pacto andino” buscando la integración regional y la ampliación de los mercados.

2.1. La Unidad Popular

Sin embargo y pese al intento de la DC por hacer cambios “estructurales”, co-menzaron a levantarse nuevamente voces en contra del patrón establecido producto de la recesión económica29, en la segunda mitad de su período, y por la lentitud para afrontar tal crisis. Era necesario profundizarlo, o bien, descartarlo defi nitivamente como proyecto ya que no daba los resultados esperados.

Se plantea así, de manera cada vez más nítida, una disyuntiva polar : llevar deci-didamente a cabo las transformaciones estructurales requeridas para sacar al

25 Ibíd., p. 18.26 Ibíd., p. 21.27 Gonzalorena, Jorge: op cit. p. 2.28 Proceso a partir del cual se genera la asociación del Estado Chileno con las empresas norteamericanas

que explotan el cobre. El Estado adquiría un porcentaje de las acciones de las grandes compañías mineras, con ese capital invertido se esperaba modernizar y aumentar la capacidad productiva, se crean entonces las sociedades mineras mixtas.

29 “La movilización de las masas por sus reivindicaciones expresadas en huelgas legales e ilegales y tomas de fábricas, fundos, terrenos, etc., experimentó un auge sin precedentes desde 1970”. Frank, Andre Gunder. 1972. p. 16.

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proceso de industrialización del empantanamiento en que se encuentra o darlo por defi nitivamente cancelado, asumiendo como ilusorios los propósitos que lo han guiado… tal disyuntiva deja de plantearse en términos exclusivamente teóricos para pasar a asumir ya un carácter cada vez más claro y directamente político…30

Es desde dicha perspectiva que empieza a confi gurarse una fuerza política en torno a la elección presidencial de 1970 que propondrá un aceleramiento del proceso de transformación estructural a partir de un mayor control de la econo-mía y una central de ésta por parte del Estado. Tal fuerza de izquierda fue la Unidad Popular, coalición política conformada por el PC, el PS, el PR, el PSD (Partido Social Demócrata), el MAPU (Movimiento de Acción Popular Unifi cado) y la API (Acción Popular Independiente), posteriormente se le sumaría la Izquierda Cristiana (IC). Es-tas agrupaciones levantaron la candidatura de Salvador Allende Gossens, y con ello levantarían también el proceso tendiente a instaurar el socialismo en Chile a partir de transformaciones profundas dentro de los márgenes de la institucionalidad. En ese sentido fue una “revolución desde arriba”, que por ser de esa manera encontró importantes limitantes que obstaculizaron ese proceso de transición. Chocaron en ese sentido dos visiones en el seno de la UP, protagonizadas principalmente, por un lado, por el PC, “el agente principal de una línea de tránsito institucional (…) para ello busca la formación de un ‘bloque por los cambios’, una alianza más amplia, que incluyera a la Democracia Cristiana”31, línea táctica que seguían desde 1933. Mientras que por el otro lado se alzaba la línea del PS, “Ese otro tipo de línea coexistente se construyó sobre la idea de superar el gradualismo y sobre la necesidad de ‘saltar’ rápidamente adelante”32, esto mediante la máxima profundización del programa de Gobierno de la Unidad Popular y la agudización de las contradicciones. Todo esto sin contar las diversas corrientes existentes entre las mismas colectividades (salvo al in-terior del PC), sobre todo en el PS. A pesar de todo ello, según Tomás Moulian, no se generaría una imposición de ninguna por sobre otra ni un control de la hegemonía de la UP, en ese sentido, “sucede lo contrario, priman las tendencias al eclecticismo, a la conciliación permanente entre los dos enfoques”33. Ese hecho duró, según el mismo autor, hasta junio de 1972 a partir de una agudización de la crítica al carácter refor-mista, tras el fracaso de las conversaciones con la DC, la crisis de desabastecimiento, entre otros factores.

30 Gonzalorena, Jorge: op cit. p. 3.31 Moulian, Tomás: Fracturas. De Pedro Aguirre Cerda a Salvador Allende (1938 - 1973). LOM ediciones. Santia-

go, Chile. 2006. p. 242.32 Ibíd., p. 243.33 Ibíd.

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3. La Economía Chilena según la Izquierda

Teniendo ya un panorama general con respecto a algunos aspectos claves del desarrollo histórico de la economía chilena y su correspondiente evolución política, podemos adentrarnos en los distintos diagnósticos de la intelectualidad de la izquier-da chilena sobre el estado económico del país a fi nes de la década de 1960.

Para esos efectos partiremos con el diagnóstico del intelectual del PC Sergio Ramos, quien realiza un análisis en los marcos de una economía de transición acer-ca de una estructura coyuntural, denominada por él “la situación de transición”34. Contrastaremos este diagnóstico con los elementos que podamos desprender de los Discursos de Pedro Vuskovic, como ministro de la UP y militante del PS, para dar cuenta de las dos principales corrientes que debaten al interior de la coalición de izquierda. Finalmente a partir de Ruy Mauro Marini y Andre Gunder Frank recoger la crítica y la variante que postulaba el MIR para alcanzar el socialismo, fi n común entre todos pero con matices muy marcados con respecto al método o la vía para alcanzar dicho objetivo.

3.1. Sergio Ramos y el diagnóstico general de la UP

Desde un comienzo el autor señala la complejidad de las sociedades reales al tener múltiples modos de producción coexistiendo a la vez,35 “en Chile hoy bastaría con señalar la existencia de la gran producción monopólica industrial o minera junto a la pequeña producción minifundaria en el campo”36, sin embargo constata también “la dominación de las relaciones capitalistas por sobre los otros modos” a los cuales “modifi ca en su particularidad, en su propio funcionamiento”37, es decir, si bien hay una multiplicidad de elementos de distintos modos de producción interactuando, hay también un determinado tipo de relaciones de producción en ellos, caracterizadas por ser relaciones de producción capitalistas. En ese sentido, hay un modo de produc-

34 “Situación que se crea con la conquista de una parte del poder político por el proletariado y sus aliados, con la existencia de la dualidad de poder expresada al interior del aparato del Estado, con la fusión de las tareas de la destrucción del sistema antiguo (capitalista) y la creación de un sistema nuevo (socialista) antes del quiebre revolucionario defi nitivo”. En Ramos, Sergio: Chile: ¿Una economía de transición?. Edit. CESO-PLA. Santiago, Chile. 1972. p. 29.

35 Siguiendo un poco el ejemplo que hace Lenin en El infantilismo izquierdista y el espíritu pequeño-burgués, con respecto a la situación Rusa en donde coexistían “5 tipos diferentes de economía social”.

36 Ibíd., p. 23.37 Ibíd., p. 24. Siguiendo a K. Marx en la Crítica de la economía política y haciendo un paralelo con la concep-

tualización de C. Bettelheim como “un estructura compleja a-dominante (o, con dominación)”.

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ción que domina a los resabios de los demás, y no sólo los domina sino que también posee “modalidades de eliminación de esas estructuras no dominantes”38.

Ya en un plano más concreto, inicial y superfi cialmente, da cuenta de la co-yuntura en la cual se manifi esta “una muy marcada tendencia al estancamiento desde 1967”39, lo cual trajo consigo el término de las posibilidades reformistas del gobierno de la DC, evidencia clara del agotamiento del modelo en Chile y de la posibilidad de generar una economía de transición.

Como características estructurales de la economía nacional señala la exis-tencia de tres elementos claves: “su situación de dependencia, su elevado grado de monopolización y el papel decisivo que en ella juega el aparato estatal, esto es, la existencia del capitalismo monopolista de Estado”40.

Ramos comparte el hecho de que la economía chilena posee una “dependen-cia estructural”, muy profunda y generada a partir del capital extranjero. Desde dicha perspectiva, “el movimiento general de la economía y su dinámica quedan determi-nadas de manera creciente por el capital extranjero”41. Esto producto del carácter “dominante que han adquirido las empresas conglomeradas multinacionales (…) cé-lula básica del capitalismo monopolista moderno (…) vehículo material del proceso de internacionalización del capital”, y su consecuente “dominación creciente sobre el conjunto de la estructura económica del país”42. Todo esto a partir de: 1) Un proceso de “desnacionalización de la economía dependiente en la totalidad de sus ramas”; 2) El establecimiento de “relaciones estructuralmente fundadas entre la burguesía nacional y la burguesía del centro hegemónico”; y fi nalmente, 3) “Una fuerte depen-dencia tecnológica43 y fi nanciera”44.

El segundo rasgo estructural que señala, el carácter monopólico, está deter-minado por la misma lógica interna a la cual responde todo sistema capitalista, el cual “tiende, por sus leyes de funcionamiento, a un proceso de concentración y centrali-zación del capital, acelerado enormemente por la existencia de núcleos monopólicos en la economía”45, dado por sus superiores condiciones competitivas y sus elevados

38 Ibíd., p. 27.39 Ibíd., p. 32.40 Ibíd., p. 43. Análisis que se desprende de la visión de la UP en general a través de sus primeras cuentas.41 Ibíd., p. 52.42 Ibíd., pp. 44 – 45.43 Ibíd., p. 54. “Base de sustentación del proceso de expansión internacional del gran capital… (dado que) brinda

ventajas decisivas en el tipo de producción como en la forma en la cual se produce”. Señala también que en Chile “la dependencia tecnológica había alcanzado niveles muy elevados abarcando varios sectores de la actividad productiva”.

44 Ibíd., p. 58. “Caracterizada por la agudización de la dependencia -particularmente frente a EE.UU.- Expre-sada en general por el aumento del pago del servicio de la deuda, que ha llevado a una situación típica de espiral de endeudamiento (créditos para pagar créditos)”.

45 Ibíd., p. 59.

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niveles de productividad que aseguran ese aumento signifi cativo y la concentración del capital; generando a su vez una relación de dominación con respecto a las peque-ñas y medianas empresas, las cuales se ven imposibilitadas para competir, quiebran y, por lo tanto, se centraliza el capital. Esta monopolización abarca, al igual que la dependencia, a la economía en su conjunto, a todas sus ramas. Generaba también una serie de grupos económicos que “en su conjunto pasan a ser los centros directrices y unifi cadores de los grandes monopolios, de éstos con el capital extranjero y también con el aparato estatal”46, pasando a ser en el fondo los reales dominadores políticos, económicos y sociales del sistema.

Finalmente encontramos el capitalismo monopolista de Estado, dado que en la economía chilena “el Estado juega un papel decisivo para su reproducción ampliada”. Es el mismo Estado quien permite y garantiza que se sigan reproduciendo las lógicas capitalistas mencionadas anteriormente, el carácter de dependencia en todas sus áreas y la formación y preservación de monopolios, a partir de la intervención directa o indirecta de la economía.

Por lo tanto, para Sergio Ramos:

La economía chilena puede caracterizarse en pocas palabras como una eco-nomía monopólica capitalista de Estado y dependiente. Esto es, sus tres carac-terísticas básicas que integran un todo inseparable de tal modo que tienden a reforzarse mutuamente y constituyen los elementos defi nitorios y relacionados de la estructura económica chilena.47

Además da cuenta de elementos que caracterizan el funcionamiento de la economía chilena y que serían centrales para explicar el continuo empeoramiento de la calidad de vida de la población, estos serían el tipo de distribución del ingreso, la infl ación, el desempleo y el estancamiento económico. Éstos acentuarían y defi nirían a las características antes mencionadas, pese a ello se mantendrían como rasgos es-tructurales que imprimen su infl uencia en todos los aspectos de la sociedad.

Finalmente, las soluciones que plantea, en cuanto a materia económica y línea política a seguir, son: 1) atacar simultáneamente cada una de las características estruc-turales de la economía; 2) enfrentar al capital extranjero y modifi car las relaciones internacionales del país, abrirse a la lucha antimperialista; 3) generar una alianza de los sectores medios con el proletariado y campesinos pobres, cuestión decisiva; y 4) reorientar la clase del Estado, fi n al Estado Burgués48.

46 Ibíd., p. 73.47 Ibíd., p. 88.48 Ibíd., p. 89.

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3.2. El consenso y la crítica del PS a través de Vuskovic

Pedro Vuskovic49 mantiene en su análisis elementos muy similares a los de Sergio Ramos, dando cuenta por lo tanto de un enfoque o diagnóstico más o menos transversal al interior de la UP con respecto a la economía nacional. Tal elemento lo podemos desprender de sus discursos, como por ejemplo en el siguiente, donde se refi ere a los rasgos generales del escenario económico propio de la realidad chilena que existía en el momento en que la UP se hizo cargo del gobierno. Vuskovic sostiene que: “No sólo nos encontramos –la UP– con los vicios acumulados por el sistema anterior: sometimiento de nuestra economía a intereses extranjeros, gran concen-tración del poder económico, extrema desigualdad en la distribución del ingreso, baja capacidad ocupacional, etc.”50. Producto de ello: “el estancamiento, la infl ación, la des-igualdad, la desocupación y la desnacionalización de la economía”. Finalmente señala también la acción del propio Estado, “con su tradición de injerencia en la economía del país, no actuaba sino como coadyuvante de los procesos de monopolización y dependencia inherentes a ese esquema”51. En ese sentido se puede visualizar que el diagnóstico general de la economía planteado por Ramos inicialmente sería compar-tido por Vuskovic, y quizás compartido también por las corrientes más divergentes al interior de la UP, el PS y el PC.

Coincidiría también con Ramos en un elemento clave en cuanto a las tareas a realizar: “El programa implica una estrategia política determinada: enfrentar al im-perialismo y a los grandes intereses monopólicos, neutralizando o ganando a los pequeños y medianos empresarios y comerciantes”52. Es decir, se justifi ca el hecho del consenso al interior de la UP al menos para los dos primeros años de gobierno, se comparte la necesidad de generar una política de alianzas entre los distintos actores sociales para crear una fuerza política y social mayor. Y aun más, en su mismo discurso, Vuskovic señala que “es necesario aclarar que no existen en nuestro programa una mezcla de medidas ‘revolucionarias’ y ‘reformistas’ como algunos parecen haberlo en-tendido. Se trata de una sola orientación hacia la meta que pretendemos alcanzar”53. Bajándole de esa forma el perfi l al confl icto interno y dando luces de que no existían contradicciones en la UP, cuestión que puede estar determinada por el importante cargo que posee, por lo que puede ser más bien un velo a la situación interna. Con-

49 Militante del PS, primer ministro de economía, fomento y reconstrucción de Chile, de la Unidad Popular.50 En “Avances y debilidades de la Unidad Popular”, Discurso de Pedro Vuskovic en la Asamblea Nacional de

la Unidad Popular, 8 de enero de 1971.51 En “La política económica de la transición al socialismo”, Intervención de Pedro Vuskovic, Ministro de Eco-

nomía, ante el CIAP (Consejo Interamericano de la Alianza para el Progreso), 1971.52 Vuskovic, Pedro: op cit.53 Ibíd.

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fi rma al menos, con lo anterior, los postulados de Moulian revisados anteriormente54, que daban cuenta de la certeza existente entre el PS y el PC sobre la necesidad de mantener un consenso, cediendo a veces en los planteamientos políticos-económicos de las mismas colectividades para mantener la unidad de la UP y poder realizar el programa de gobierno. En ese sentido los discursos de Vuskovic, al menos en los do-cumentos encontrados, mantienen una cuestión mediatizada quizás por el cargo de ministro por lo que no nos permite identifi car mejor una visión política-económica distinta y que sea real refl ejo de los principios y los lineamientos del PS.

Pese a lo anterior, se pueden percibir algunos elementos que dan cuenta de una crítica al desempeño de la Unidad Popular sobre todo con respecto al quehacer político, muy relacionados con la crítica general del PS por lo demás. Es así como se-ñala las debilidades de la UP para el proceso, destacando en el tercer punto el “Temor a arriesgarse con mayor audacia. Más vale que aceptemos tomar decisiones aunque podamos equivocarnos, a que nos quedemos parados”55. Agregando con ello la nece-sidad permanente que visualiza el PS: radicalizar profundamente el proceso.

No solamente se queda en eso, también genera algunas críticas más profundas aun, la crítica a la “revolución desde arriba”, como elemento negativo para la UP, cuestión que formaba parte esencial de la táctica del PC y por tanto se genera ahí también una crítica al partido como tal.

Por último, y quizás la más grave de nuestras debilidades, una insufi ciente movi-lización de las masas. Las medidas tomadas por el gobierno tienen un carácter “muy desde arriba”. La mayoría de la población asume el papel de receptora pasiva. Las acepta, las apoya, crece la base política del gobierno, pero no existe una “participación activa”56.

Por lo que, fi nalmente, Vuskovic termina dando cuenta del confl icto interno de igual forma, si bien no explícitamente, de una forma velada plantea esas disyuntivas, contradiciendo también sus planteamientos iniciales.

3.3. Marini y Frank: El MIR y la política de alianzas y de masas de la UP

Marini y Frank, economistas de la Teoría de la Dependencia y militantes de Organizaciones Revolucionarias de Izquierda en distintos países de América de entre ellas el MIR chileno, poseen también un diagnóstico similar con respecto a la econo-mía chilena. Haremos hincapié entonces en otros aspectos relevantes que visualizan

54 Véase la cita 30 en donde se señala la tesis del autor.55 Ibíd.56 Ibíd.

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sobre la conformación social existente en Chile. Desde ahí caracterizan a la burguesía siendo muy críticos del imaginario de la DC y de su línea política en el período ante-rior. Es en base a esa crítica que plantean una divergencia tangencial con el diagnósti-co político y las líneas que de él desprenden las fuerzas constitutivas de la UP. Marini señala al respecto que:

Desde el punto de vista de las manifestaciones huelguísticas, hay que decir que 1966 ya marca el comienzo de un nuevo periodo, que a su vez refl eja la crisis económica del país, y la profundiza en la medida de la incapacidad de respuesta por parte del reformismo DC57.

Así también, en un intento por caracterizar a la DC la defi ne:

…claramente como un partido burgués y, para algunos, como el partido de la burguesía. Sorprende así verla revitalizada, practicando una política y un lenguaje cuyo corte reformista va más allá de lo que se puede normalmente esperar de un partido de esa naturaleza58.

De esa forma plantea entonces en primera instancia, y en base al análisis de la multiplicación de las manifestaciones sociales como resultado de la crisis económica, que el reformismo es incapaz de avanzar en una solución real a las problemáticas sur-gidas por el modelo económico existente en Chile, cuestión que, en mayor o menor grado, también es compartida por Ramos y Vuskovic. En segunda instancia señala la esencia de la DC demostrada a partir de su desarrollo histórico. La DC es por tanto un partido de la burguesía, y como tal no debiese generarse una política de alianza con dicha colectividad dado que sus intereses serían totalmente contrapuestos con los intereses de la clase trabajadora, la DC responde a intereses capitalistas.

Andre Gunder Frank refi riéndose al programa político puesto en práctica por el partido “reformista y burgués”, indica que “durante estos últimos años también se vuelve antipopular la política de ‘estabilización’ y de salarios, mientras que a la par au-menta la política de represión del gobierno, convirtiendo la ‘revolución sin sangre’ en sangre sin revolución”59. Por lo que da cuenta, al igual que Marini, del notable aumento

57 Marini, Ruy Mauro: “Antecedentes para el estudio del movimiento de masas en el periodo”. En El refor-mismo y la contrarrevolución. Estudios sobre Chile. Ediciones Era, México, 1976. Anexo al informe de la Comisión Política al Comité Central del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Santiago de Chile, 10 de agosto de 1972.

También en: http://www.mariniescritos.unam.mx/072_movimiento_masas_es.htm.58 Marini, Ruy Mauro. “La DC y la Burguesía” Publicado originalmente en Chile Hoy, número 2, Santiago de

Chile, 23 al 29 de junio de 1972. También en El reformismo y la contrarrevolución. Estudios sobre Chile y en http://www.marini-escritos.unam.mx/062_burguesia_es.htm.

59 Frank, Andre Gunder: op cit. 1972. p. 11.

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del descontento social con respecto a las políticas del gobierno, incapaz de dar una solución estructural, teniendo que recurrir a la represión de tales manifestaciones populares.

Más adelante demuestra que:

…la inversión en estos últimos sectores (la minería y la industria) no signifi ca be-nefi cio inmediato para el pueblo trabajador (y en el caso de la chilenización y la nacionalización pactada no lo hará jamás) aunque sí lo signifi ca para la burguesía chilena e imperialista a corto y largo plazo60.

En esa línea refuerza la crítica a la DC y a su proyecto, puntualmente con respecto a las posibilidades que ofrece ésta a los sectores populares, destacando el hecho de que dentro de los márgenes del sistema capitalista una economía subdesa-rrollada jamás podrá alcanzar el desarrollo económico, entendido como el aumento considerable del bienestar social.

Termina respondiendo a un llamado que hace el Presidente Salvador Allende en el diario El Mercurio a los “elementos ultraizquierdistas”61, de la siguiente forma:

¿Marchar hacia dónde? Puede preguntarse… habiendo en el plano nacional e internacional ya agotado en un año los benefi cios y reservas que la política de corto plazo podía ofrecer como pequeño motor para hacer arrancar el gran motor popular para la conquista del poder revolucionario, sin que el pueblo se haya todavía puesto defi nitivamente en marcha… 62

Crítica fi nal, con la que termina su análisis publicado en la revista Punto Final, augurando ya una suerte de destino fatal al no encontrar forma de levantar al pueblo habiendo agotado ya las posibilidades existentes para hacerlo.

60 Ibíd., p. 13.61 “(se reitera a) los elementos ultraizquierdistas que apoyan a su régimen y que exigen se acelere el proceso

revolucionario, que cada país tiene su propia historia, realidad e idiosincrasia y que las naciones actúan a través de sus gobernantes en función de la realidad que confrontan. Frente a la anterior realidad, Chile debe caminar lenta y fi rmemente pero con cuidado”. Citado en Frank, 1972, desde el diario “El Mercurio”, 18 de febrero de 1972.

62 Ibíd., p. 18.

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4. Conclusiones: Las posibilidades actuales de alcanzar el desarrollo

A partir del análisis de los discursos y los estudios de los intelectuales de distintas agrupaciones políticas de izquierda en Chile, podemos encontrar un diag-nóstico económico similar. La izquierda, desde los sectores más tradicionales hasta los más radicales y revolucionarios, comparte en general una misma visión con res-pecto al estado de la economía nacional a fi nales de la década de 1960 tanto en sus rasgos estructurales (economía monopólica capitalista de Estado y dependiente) como en sus rasgos derivados de la interrelación de esos elementos y del funcionamiento en general de la economía (el estancamiento, la infl ación, la desigualdad, la desocupación y la desnacionalización). La misma UP, y por lo tanto el conjunto de colectividades po-líticas que la integran, declara su correspondencia con el diagnóstico general y la deja manifi esta en la apuesta programática a partir de la cual se levanta la candidatura de Salvador Allende Gossens, señalando que “Chile es un país capitalista, dependiente del imperialismo, dominado por los sectores de la burguesía estructuralmente ligados al capital extranjero”63.

Ahora bien, la concordancia de la izquierda en lo económico no se irradiará a lo político. En este aspecto podemos encontrar matices con respecto a la mirada que se tiene del período reformista, que van desde una tenue complicidad y una crítica menor hacia la DC, carácter necesario para sacar adelante la política aliancista del PC; hasta la crítica dura, manifestada en menor grado por el PS y en mayor grado por el MIR a través de Marini y Frank.

A partir del carácter de la crítica se levantan distintas líneas políticas para tra-tar el tema de las alianzas tácticas, encontrando también en este elemento divergen-cias no menores entre la izquierda. Así vemos a unos, tendientes a generar acuerdos cupulares y entre cuatro paredes con el partido de la burguesía (política encarnada por el PC en particular y por la UP en general); y otros que de plano descartan la alianza desde arriba con el partido burgués, a pesar de ello manifi esta de igual manera una necesidad de generar una mayor adherencia de los sectores medios al proceso, pero en términos estrictamente de masas (línea política del MIR).

De esa forma queda en entredicho la tesis del consenso y el eclecticismo al interior de la UP, al menos como rasgo característico de los dos primeros años, plan-teada por Moulian64. Al parecer se podría establecer algún grado de hegemonía del PC en la coalición dado que fi nalmente es su línea política la que prima, teniendo el PS que ceder en pos de la cohesión y proyección de la UP pero manteniendo en su seno las críticas al gradualismo y a la “revolución desde arriba”, que pese a la aguda y

63 Programa Básico de Gobierno de la Unidad Popular.64 Véase cita 30.

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creciente movilización social no supo generar mayores grados de politización en las masas populares. Tales elementos se pueden apreciar desde los discursos de Vuskovic antes mencionados.

Ya en un plano general, queda en primera instancia abierta la interrogante sobre las posibilidades del modelo ISI, ¿habrá sido una crisis propia del modelo, es decir, desde dentro, enquistada intrínsecamente desde su origen que lo llevaría ine-vitablemente al fracaso, o, más bien, se habrá debido netamente a las fl uctuaciones internacionales tras la II Guerra Mundial y la Guerra de Corea, que, dado los altos grados de dependencia con las grandes potencias, calaron hondo en la economía chilena?. Tal respuesta se escapa al menos de esta breve investigación, pero sin duda se transforma en un nicho que se puede explotar.

Ahora bien, saliéndonos un poco del análisis concreto del período histórico al cual nos referimos y del debate generado entre los miembros y las colectividades involucradas, veremos las proyecciones que deja dicha experiencia para la construc-ción de un proyecto popular en el presente con vistas a acercarse al desarrollo y al bienestar general de los hombres y mujeres de la región en un futuro próximo. Alejándonos de las miradas que ven al proceso como un total fracaso y una derrota rotunda, que en defi nitiva no es más que una renuncia casi militante al futuro. Si de algo sirve estudiar y analizar el pasado es justamente para no quedarse en eso y pro-yectar un futuro distinto que contemple los aciertos y los errores del pasado, pero para superarlos.

En ese sentido, vemos en esta experiencia una visión y comprensión clara del desarrollo, el cual era entendido justamente como el alcanzar un alto grado de bienestar en la población. En función de ello se construye una propuesta profunda de cambio que, independientemente de que haya tenido que ceder en cuanto a la profundización de esos cambios producto de las condiciones objetivas, tenía un norte claro, un rumbo al cual dirigirse y un punto a donde llegar, todo esto con una pro-puesta en concordancia con ese norte, para alcanzarlo. Hoy por el contrario, las op-ciones existentes se ven más bien confundidas, los dos proyectos políticos con mayor peso en el país (el de la derecha y el de la concertación) entienden el desarrollo ne-tamente como un crecimiento económico con un aumento en el ingreso per cápita, y no necesariamente como un aumento o una mejora de las condiciones de vida de la población. Por lo tanto, características estructurales de nuestro sistema económico tan importantes para el período estudiado, hoy tienen una relevancia minimizada, la dependencia económica por ejemplo no es tema, el debate en torno al desarrollo de una industria interna y Estatal tampoco. Y por ende alternativas que pretendan establecer un proyecto fuera de los márgenes del sistema actual, no existen o más bien carecen de un fuerte peso y una aceptación social. Desde dicha perspectiva se rescata el período, el proceso y el proyecto revisado, en función de tener herramien-

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tas a partir de las cuales contrastar la realidad actual, analizarla profundamente en su complejidad y proyectar nuevas alternativas capaces de superar la “inmovilidad” que sugieren los proyectos dominantes actuales.

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La intervención norteamericana en Chile: el caso de la Campaña del Terror (1964 – 1973)

María Elena Makuc Urbina*

∗ Estudiante Tesista de la carrera de Pedagogía en Historia y Ciencias Sociales, Universidad de Valparaíso.

Resumen: El 11 de septiembre de 1973 marcó el transcur-so de nuestra historia para siempre, donde múltiples fueron los factores que contribuyeron para su desarrollo. El rol de los Estados Unidos bajo el contexto de la Guerra Fría fue clave. La intervención iniciada en los sesenta hacia nuestro país ayudó a crear las condiciones necesarias para la ejecu-ción fi nal de un golpe de estado. Mediante diversas técnicas la infl uencia norteamericana en nuestro país dejó una huella. Entre ellas se encontraba la generación de una Campaña del Terror basada principalmente en el uso de la prensa contra la izquierda nacional.

Palabras clave: propaganda política – campaña del terror.

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Vitalizando la Historia Política54

1. Introducción

En un contexto internacional marcado por la Guerra Fría, la infl uencia norte-americana en Chile comenzó a agudizarse ante la posibilidad cierta del triunfo elec-toral del candidato marxista Salvador Allende en las elecciones de 1964. En vistas de lo anterior, el gobierno norteamericano comenzó a intervenir de manera directa en los acontecimientos políticos de nuestro país.

¿Cómo fue esa intervención? ¿Qué técnicas se emplearon para infl uenciar en el desarrollo de la política nacional?

Planteamos que la intervención norteamericana en Chile se desarrolló de ma-nera encubierta a través de la acción de grupos opositores a Salvador Allende, com-puestos principalmente por la derecha nacional1 y el gran empresariado. Las técnicas fueron diversas: colaboración a partidos políticos; apoyo a empresarios; infl uencia en las Fuerzas Armadas; y –lo que representa el eje central de este artículo- el desa-rrollo de una campaña de propaganda anticomunista, mediante el fi nanciamiento de medios de comunicación y organizaciones afi nes. Esta propaganda se denominó “Campaña del Terror”, la cual tenía como objetivo identifi car al adversario -léase la izquierda política– como un mal absoluto, lo que generaba miedo en la población civil. Las temáticas de esta campaña eran generalmente alusivas al terror que provocaba el Marxismo, en concreto la experiencia comunista de Europa Oriental, principalmente el paredón y las ejecuciones.

2. Chile en la Guerra Fría: inicios de los sesenta

Al término de la Segunda Guerra Mundial, fi nes de la década de los cuarenta, Estados Unidos acentuó su control sobre los diversos territorios bajo su área de infl uencia. Cabe recordar la división político – ideológica del mundo en dos bloques, occidental (EE.UU.) y oriental (URSS.). Latinoamérica, por su parte, se mantuvo sub-yugada a la hegemonía norteamericana.

Ante este nuevo escenario mundial la estrategia de EE.UU. hacia América La-tina consistía en tres puntos claves: a) mantener la hegemonía político-militar esta-dounidense; b) la lucha ideológica contra el comunismo; y c) la promoción de sus in-

1 Como Derecha nos referiremos al grupo político “representante de los intereses de la clase dominan-te”. El cual se conformaba por una derecha tradicional (terratenientes), la derecha moderna (pequeños burgueses, empresarios) y la derecha nacionalista – tradicionalista. La derecha en general tenía como voz de opinión el diario El Mercurio, y como partido político representante el Partido Nacional (desde 1966, antes eran los partidos Liberal y Conservador). Ver más en Eduardo González, Las Derechas Chilenas, tesis para obtener el grado académico de Licenciado en Historia y Educación, Universidad de Valparaíso, 2008.

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La intervención norteamericana en Chile 55

tereses económicos. Un claro refl ejo de esta estrategia norteamericana en la región, fue la creación en 1947 de la Organización de Estados Americanos (OEA), la cual, en opinión de Joan Garcés, buscaba “institucionalizar y esconder bajo un paraguas mul-tilateral la hegemonía estadounidense en la región, signifi cativamente su sede estaba en Washington”2.

En general, la región no veía amenazado el predominio estadounidense. Si-guiendo con las apreciaciones de Garcés, “en América Latina la Guerra Fría fue desde un comienzo preventiva, dirigida no a enfrentar a adversarios reales sino a condicio-nar la evolución de los que, según estimaban los estrategas, podían eventualmente oponerse a las políticas mundiales de EE.UU.”3.

Esta actitud cambió rotundamente con el triunfo de la Revolución Cubana en 1959. Washington se vio obligado a modifi car su política en Latinoamérica para poder seguir con sus pretensiones en el marco del nuevo escenario político mundial que abrió dicha revolución. En el lugar menos esperado, los planes para mantener la supremacía occidental se vinieron abajo, “La Revolución Cubana cambió el cuadro de las relaciones entre EE.UU. y América Latina, proveyendo a la región de un ejemplo exitoso del desafío latinoamericano a la hegemonía y a los intereses económicos es-tadounidenses, mientras se montaba también el desafío a su ortodoxia ideológica”4.

En respuesta a este giro en el escenario geopolítico, EE.UU. estableció “¡No Más Cubas!” como la meta prioritaria de su política. Su objetivo sería, desde ese mo-mento, evitar futuras revoluciones en países considerados como proclives en Amé-rica Latina bajo una estrategia de doble dimensión. Por un lado se modernizarían las Fuerzas Armadas de la región, a fi n de prepararlas para la guerra contrainsurgente bajo la Doctrina de la Seguridad Nacional donde “se enseñó a las FF.AA. de América Latina a ver su principal enemigo en las fuerzas internas, no en los países vecinos”5. Esto se materializó mediante la iniciativa de la “Escuela de las Américas” en Panamá (1946 – 1984), institución orientada a instruir a los ofi ciales latinoamericanos bajo esta doctrina.

Por otro lado, se trató de evitar futuras revoluciones mediante la promoción de la reforma democrática desde arriba, ello mediante la creación de la Alianza Para el Progreso, que se traducía como “el compromiso estadounidense de apoyar la re-forma desde arriba como alternativa a la revolución desde abajo”6. Principalmente, la

2 Winn, Peter : Por la Razón o la Fuerza, EE.UU y Chile en la América Latina de los años sesenta y setenta. En Zapata, Francisco [comp.]: Frágiles Suturas: Chile a treinta años del Gobierno de Salvador Allende. CESOC. México, 2006, p. 37.

3 Garcés, Joan: Soberanos e Intervenidos: Chile, la Guerra Fría y después. Edic. BAT. Santiago, 2008. p. 17.4 Winn, Peter : op.cit. p. 39.5 Power, Margaret: La mujer de derecha: el poder femenino y la lucha contra Salvador Allende, 1964-1973.

DIBAM. Santiago, 2008. p. 66.6 Winn, Peter : op cit. p. 40.

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Vitalizando la Historia Política56

Alianza Para el Progreso se enfocó en fomentar la Reforma Agraria en Latinoamérica; de este modo se entregaba ayuda como modernización agraria, educación, salud, títu-los de propiedad, control de precios, entre otros, a fi n de evitar futuras revueltas por parte de campesinos latinoamericanos en busca de reivindicaciones.

En torno a esto último, la imagen de nuestro país se vuelve atractiva, es decir, Chile se visualiza como modelo para la aplicación de la Alianza Para el Progreso. Du-rante este periodo –inicios de los sesenta– el Partido Demócrata Cristiano (PDC), bajo su líder Eduardo Frei Montalva, se presentaba como una respuesta al marxismo dotado de un programa político basado en reformas estructurales, las cuales estaban en profunda consonancia con la propuesta norteamericana. De esta manera, luego que Frei Montalva resultara electo presidente en 1964, su gobierno se convierte para Washington en “la alternativa de cambio (o revolución) democrática en América Latina. Frente al totalitarismo de la Revolución Cubana (…) se ofrecería un modelo democrático de revolución, de cambio. Era una renovación, ya que recogía el guante del desafío cubano”7.

Es preciso señalar que este “entusiasmo” que EE.UU. tenía con el gobierno del PDC, también se manifestó de manera factual. Desde el año 1963, Washington co-mienza a realizar acciones encubiertas en Chile a fi n de asegurar un triunfo de la De-mocracia Cristiana, y guiar de acuerdo a sus intereses la evolución política de nuestro país8. Cómo EE.UU. actúa en esta intervención lo veremos más adelante; sin embargo el desarrollo de las ideas reformistas encabezadas por Eduardo Frei no eran la única causa de la intromisión norteamericana; desde el año 1958 Chile ya había despertado la atención de Washington con la evolución política de Salvador Allende.

3. El avance de la Izquierda en Chile

En las elecciones presidenciales de 1958 la coalición de izquierda, el Frente de Acción Popular (FRAP), con su candidato Salvador Allende, es vencido por un estre-cho margen ante Jorge Alessandri, representante de la derecha tradicional. Este hecho adquirió una gran trascendencia política ya que “la vía electoral se demostró enton-ces como un camino factible. La realidad política y social de Chile permitía ganar unas elecciones presidenciales y llevar a cabo desde allí transformaciones de fondo”9.

7 Fermandois, Joaquín: Mundo y Fin de Mundo: Chile en la política mundial 1900-2004. Universidad Católica de Chile. Santiago, 2005. p. 299.

8 Las acciones encubiertas se basaban en el apoyo fi nanciero a los partidos y agrupaciones políticas con-trarios a la izquierda en Chile. La Campaña del Terror fue una de las estrategias con mayor alcance, para nuestros efectos la veremos con mayor detalle en las páginas siguientes.

9 Corvalán M., Luis: Del Anticapitalismo al Neoliberalismo en Chile. Editorial Sudamericana. Santiago, 2001. p. 47.

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La intervención norteamericana en Chile 57

La coyuntura de 1964 tendría una gran trascendencia para el curso de la po-lítica chilena, “por primera vez en la historia, unas elecciones presidenciales en Chile tuvieron un signifi cado directo en el continente y recibieron atención en Europa más allá de lo usual”10. La izquierda representaba una alternativa de tipo democrático para el cambio, alternativa que no iba acorde a los objetivos del hemisferio occidental, “la disyuntiva, como en 1970, le dio a la política chilena el perfi l mundial más delineado de todas las justas electorales o presidenciales latinoamericanas. O la democracia occidental o la democracia socialista”11.

Con este hecho EE.UU. comienza a manifestar una gran preocupación respec-to de Chile ya que “la estrecha derrota de Allende en las elecciones presidenciales de 1958 fue una llamada para despertar a Washington, llamada que precedió y reforzó el triunfo de Castro en Cuba unos meses más tarde”12. Faltando un escaso margen para el triunfo electoral en 1958, por parte de la izquierda y luego con una revolución marxista, se entienden claramente las intenciones del gobierno norteamericano: po-tenciar a la Democracia Cristiana con su programa de reformas, y asimismo impedir que en las próximas elecciones, la Izquierda ni siquiera se acercara a la obtención de la mayoría relativa.

Luego del triunfo de la Democracia Cristiana en 1964, Washington, con apoyo de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), extendió su programa de acciones encu-biertas basado en la intervención en un amplio espectro de espacios, tales como los partidos políticos, organizaciones, medios de comunicación, entre otros. Esta inter-vención sería mediante fi nanciamiento y apoyo logístico para infl uir en el acontecer político chileno. El objetivo de sus estrategias era evidente, evitar el ascenso de la izquierda, junto con potenciar el gobierno de Eduardo Frei Montalva.

Para vislumbrar a mayor cabalidad las intenciones norteamericanas, debemos recordar que Chile tenía una escasa autonomía económica. A fi nes de los sesenta existía un fuerte endeudamiento per cápita, nuestro país era una de las naciones con la deuda externa más alta en el mundo (2.975 millones de dólares hacia el año 1970)13. Además, una alta cantidad de exportaciones eran controladas desde el exte-rior, el cobre representaba el 77% de las exportaciones donde empresas norteameri-canas controlaban un 60% de las exportaciones totales. Estos datos nos entregan las claves para entender que EE.UU tenía fuertes intereses económicos puestos sobre nuestro país, lo que trae aparejado la participación de transnacionales como Anacon-

10 Fermandois, Joaquín: op cit. p. 297.11 Ibíd., p. 298.12 Winn, Peter : op cit. p. 42.13 Uribe, Armando y Opaso, Cristián: Intervención Norteamericana en Chile, dos textos claves. Editorial Sud-

americana. Santiago, 2001. p. 17.

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da, Kennecott y la Internacional Telelephone and Telegraph (ITT) en la intervención estadounidense en Chile14.

Sin embargo, debemos destacar que la principal motivación que llevó a Was-hington a interferir en la política chilena era de tipo geopolítica, pues, una coalición marxista que llegara al poder por vía democrática rompería el esquema de la Guerra Fría. Estados Unidos proyectaba los valores de la democracia y la libertad, en opo-sición a lo que atacaba de la Unión Soviética, el totalitarismo. Si el marxismo podía llegar a ser gobierno en un país bajo las reglas de la democracia, se produciría una contradicción en los parámetros de la Guerra Fría, con el serio riesgo de “contagio” para el resto del hemisferio occidental.

La atención que generaba el avance del marxismo en Chile se manifestó con mayor intensidad en las elecciones presidenciales de 1970, donde se presentaron tres candidatos, representando cada uno los tres tercios políticos: derecha, izquierda y centro. El ex presidente Jorge Alessandri, candidato del Partido Nacional; Salvador Allende, quien nuevamente se presentaba, ahora con el apoyo de una coalición polí-tica conformada por comunistas, socialistas y otras agrupaciones denominada “Uni-dad Popular”; y Radomiro Tomic, representando el ala izquierdista de la Democracia Cristiana.

Esta coyuntura presentaba nuevas variantes para los Estados Unidos. Hacia 1970 el gobierno de Eduardo Frei había bajado en popularidad, ya que los objetivos de la “Revolución en Libertad” no se habían alcanzado a cabalidad; “pese al gasto inmen-so y al tremendo respaldo político y moral que el gobierno de EE.UU. brindó al PDC, el partido de Frei sencillamente no fue capaz de instituir las reformas necesarias”15. Además, Radomiro Tomic presentaba un programa más afín con las ideas de la Unidad Popular, esto último hacía que EE.UU. dudara a la hora de apoyar a este candidato. Por otro lado, Jorge Alessandri ya había sido electo presidente (1958-1964), para estas elecciones ya era un hombre de avanzada edad, y su programa de gobierno no era atrayente para ser apoyado por los norteamericanos.

A diferencia de los otros candidatos, Salvador Allende se presentaba como una fuerte carta para la victoria, esto signifi caba que para el contexto mundial:

Amenazaría la base ideológica de la hegemonía de EE.UU. en la Guerra Fría en Europa, una región que Kissinger valoró más que América Latina y que en 1970 parecía al borde del Eurocomunismo (…) Para Kissinger, un socialismo demo-

14 Estas empresas poseían una gran cantidad de inversiones en Chile. Kenecott y Anaconda controlaban la mayoría de las minas cupríferas; y la ITT poseía el control de la telefonía nacional. La principal preocupa-ción de estas transnacionales era el programa de nacionalización (expropiar a estas empresas internacio-nales para dejar al Estado como dueño de las mineras) que pretendía llevar a cabo Allende en el caso de resultar electo.

15 Power, Margaret: op cit. p. 67.

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La intervención norteamericana en Chile 59

crático exitoso en Chile era más peligroso que el comunismo revolucionario en Cuba.16

Henry Kissinger, ex Secretario de Estado de los EE.UU.17, sabía mejor que

nadie las implicancias que tendría un triunfo de Allende, ya que visualizaba las conse-cuencias que traería este resultado. Roger Morris18 describe la opinión de Kissinger ante esta coyuntura:

No creo que nadie en el gobierno comprendiese cuán ideológico era Kissinger en la cuestión de Chile. Nadie supo ver que Henry consideraba a Allende como una amenaza mucho más peligrosa que Castro. Allende era el vivo ejemplo de la reforma social y democrática en América del Sur. Ocurrían en ese momento hechos desastrosos en el mundo, pero sólo Chile asustaba a Henry.19

La imagen de Allende signifi caba una seria amenaza para Washington. En sus memorias Kissinger compara esta situación con la de 1964, donde destaca que lo que estaba por ocurrir, era algo inédito en la historia:

Nuestra negativa a enfrentar la realidad de lo que estaba sucediendo era una lucha política mortal y no un debate entre profesores de economía, nos transfor-mó para 1970 en una clase de gallina que cloqueaba nerviosamente cosas fuera de lugar desde los costados, cuando en 1964 éramos el elemento dominante.20

Bajo este contexto, EE.UU. desplegó con mayor intensidad su plan de acciones encubiertas para evitar la elección de Salvador Allende. La intervención adquiere mayor protagonismo luego de su triunfo, el 4 de septiembre de 1970, donde se debía esperar la ratifi cación del Congreso (ya que no había obtenido la mayoría absoluta de los votos). Las estrategias creadas por Washington para ese momento se deno-minaron “Track I” y “Track II”21, las que fi nalmente no tuvieron éxito ya que el 4 de noviembre de 1970, Allende asume la presidencia del país.

16 Winn, Peter : op cit. p 45.17 Henry Kissinger fue Secretario de Estado durante el gobierno de Richard Nixon. Diplomático y político,

dedicó sus objetivos a combatir al comunismo en el mundo mediante acciones encubiertas con ayuda de la CIA. Ver más en Henry Kissinger, Mis Memorias.

18 Roger Morris era miembro del National Security Council (NSC) o también llamado “Comité 40”, bajo la dirección de Henry Kissinger.

19 Citado en Seymour M., Hersh, The Price of Power. Kissinger in the Nixon White House, en Joan Garcés: op cit. p. 147.

20 Kissinger, Henry: Mis Memorias. Editorial Atlántida. Buenos Aires, 1980. p. 462.21 Track I consistía en la salida parlamentaria, donde Estados Unidos buscaba convencer a los parlamentarios

para evitar la ratifi cación de Allende. Track II era el Plan de Acción II que, una vez fracasado el Plan I, se

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El impacto internacional que tuvo el triunfo de Salvador Allende fue signifi cati-vo, “la pregunta en ese momento en el mundo era ¿dónde marcha el mundo, socialis-mo o capitalismo?, era central en la política mundial. La elección de Allende aparecía como el ineluctable triunfo del Socialismo”22.

Es así que se comienza a escribir una nueva etapa en la historia de Chile, con un gobierno socialista elegido por primera vez democráticamente, inclusive bajo una fuerte intervención norteamericana; y sobre todo, con una sociedad altamente polarizada políticamente. A estas alturas las tendencias políticas iban orientadas a confi gurarse en dos bandos, gobierno y oposición; esta última aumenta con el apoyo de la Democracia Cristiana luego de 197123. De este modo, durante el gobierno de la Unidad Popular los medios de comunicación se encargarían de fomentar y agudizar aun más la división y el miedo hacia lo que podría traer para el país la denominada “Vía chilena al Socialismo” de Salvador Allende.

4. La Campaña del Terror como una Acción Encubierta

Como bien se ha descrito, Estados Unidos intervino en los asuntos políticos que sucedían en nuestro país. Estas acciones, que durante los sesenta y setenta fueron en aumento, iban infl uyendo cada vez más en el acontecer nacional.

La Campaña del Terror se inserta dentro de las operaciones encubiertas que realizó la CIA en nuestro país. No se puede comprender esta empresa anticomunista al margen de los esfuerzos norteamericanos, ya que se ubica profundamente en el conjunto de sus actividades intervencionistas. Haremos una breve referencia al In-forme Church, principal fuente que nos aporta antecedentes en torno a las acciones clandestinas en Chile entre los años 1963 y 1973.

En el año 1975, el Senado norteamericano solicitó una investigación acerca de las operaciones encubiertas efectuadas por el Gobierno estadounidense y la CIA en Chile. La comisión encargada para esta investigación, encabezada por el Senador Frank Church, redactó un informe que abarcaba todas las técnicas y operaciones encubiertas realizadas en nuestro país entre 1963 y 1973.

Según el Informe, “el objetivo de la acción encubierta es de impacto político”24. Se buscaba infl uir tanto en los acontecimientos políticos como en la opinión pública

destinaron las fuerzas y contactos norteamericanos en realizar un golpe de Estado, el cual fracasa junto al asesinato del General René Schneider, ligado al constitucionalismo de las FF.AA.

22 Fermandois, Joaquín: op cit. p. 331. 23 A inicios del gobierno de la Unidad Popular, la oposición era representada sólo por la derecha, el PDC aún

se encontraba dividido acerca de apoyar o no el gobierno de Allende, en el partido no había un consenso de actuar como centro político. Luego del asesinato del ex ministro democratacristiano, Edmundo Pérez Zujovic en junio de 1971, este partido pasó a ser ofi cialmente de oposición.

24 Informe del Senado de los Estados Unidos, Acciones Encubiertas en Chile, 1963-1973, reproducido en

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chilena para evitar el ascenso de la izquierda. Para lograr esta fi nalidad, se enumeran una serie de diversas técnicas y acciones secretas, donde destaca el apoyo a medios de comunicación, fi nanciamiento a partidos y agrupaciones políticas, y la ayuda a or-ganizaciones del sector privado, entre otros.

Durante este período de injerencia estadounidense, las elecciones presiden-ciales de 1964 y 1970 fueron los momentos de mayor intensidad en la aplicación de las técnicas encubiertas, debido a que fueron coyunturas claves en el acontecer político. Uno de los elementos principales de la intromisión norteamericana fue el despliegue de una masiva campaña propagandística anti-comunista. El Informe Church describe esta acción como una técnica de uso masivo en nuestro país:

Se hizo uso extenso de la prensa, radio, películas, panfl etos, carteles, pasquines, correo directo, banderolas de papel y pintadas en las paredes. Fue una “campaña de terror”, que contaba con la dureza de las imágenes de tanques soviéticos y pelotones de fusilamiento cubanos y fue orientado especialmente a las muje-res.25

El desarrollo que alcanzó la campaña, abarcando todos los medios de comu-nicación existentes en Chile, fue enorme. La propia CIA consideró a “la campaña de alarma anticomunista como la actividad más efectiva dirigida por los Estados Unidos a favor del candidato demócrata cristiano”26 . Y el triunfo de Eduardo Frei demostró lo efi ciente que podría ser este tipo de procedimientos de operación clandestina, por lo que se continuó realizando en los años siguientes.

Posteriormente, la Campaña del Terror fue adquiriendo mayor fuerza, sobre todo por la infl uencia que ejercía sobre los chilenos:

Los proyectos propagandísticos probablemente tuvieron un substancial efecto acumulativo durante estos años, ambos ayudaron a polarizar la opinión pública respecto de la amenaza planteada por los comunistas y otros izquierdistas, y en un mantenimiento y extensión de la capacidad propagandística. Los mecanismos de propaganda desarrollados durante los años 60 estuvieron prestos para ser utilizados en la campaña electoral de 1970.27

Tal como sostiene el Informe, estos mecanismos propagandísticos se utiliza-ron nuevamente para 1970; grupos independientes y medios de comunicación vol-vieron a ser fi nanciados para infl uir en la opinión pública acerca del mal que traería

Uribe, Armando y Opaso, Cristián, op cit. p. 218. 25 Ibíd., p. 242.26 Ibíd. 27 Ibíd., p. 249.

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Allende para nuestro país, tal como lo describe a continuación el Informe del Senado estadounidense:

(…) fue una “campaña de terror”, usando muchos de los mismos planteamientos que en el programa de elección presidencial de 1964, equiparando una victo-ria de Allende con violencia y represión stalinista (…) La “campaña de terror” explotó la violencia de la invasión a Checoslovaquia con fotografías grandes de Praga y de tanques en el centro de Santiago. Otros carteles recordaban a los usados en 1964, mostrando prisioneros políticos cubanos ante el pelotón de fusilamiento, y avisando que una victoria de Allende signifi caría el fi n de la religión y la vida familiar en Chile.28

Las repercusiones que generó esta acción encubierta fueron de gran magnitud, el mismo Informe Church lo reconoce como una de las técnicas de mayor alcance; “la ‘campaña del terror’ contribuyó a la polarización política y al pánico fi nanciero en ese periodo”29. A continuación veremos cómo esta estrategia norteamericana logró estos objetivos.

5. Características de la propaganda anticomunista

Para comprender a mayor cabalidad cómo la Campaña del Terror logró afectar la mentalidad de los chilenos durante el gobierno de Allende, analizaremos a grandes rasgos el concepto de propaganda política y sus reglas.

En primer lugar podemos defi nir la propaganda como el uso sistemático […] de símbolos, principalmente mediante sugestión y técnicas psicológicas similares, con la intención de alterar y controlar opiniones, ideas, valores, y en última instan-cia, cambiar acciones públicas con arreglo a unas líneas predeterminadas30.

Es decir, que la propaganda busca infl uir en las opiniones de las personas, y quienes la diseñan conocen perfectamente las diversas técnicas de convencimiento y manipulación psicológica

Ahora bien, sabemos que la propaganda usa símbolos y busca controlar las ideas o valores humanos, en el ámbito político utiliza ciertos mecanismos para conse-guir sus objetivos. Según Domenach, la propaganda política es “una empresa organiza-

28 Ibíd., p. 254.29 Ibíd., p. 255.30 Young, Kimball: Psicología Social de la Propaganda. Paidós. Buenos Aires, 1969. p. 17.

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da para infl uir y dirigir la opinión”31 , en nuestro caso la Campaña del Terror buscaba crear miedo y terror hacia el gobierno de Salvador Allende.

Según Jean Marie Domenach, para que la propaganda política tenga los efectos esperados debe responder a cinco reglas:

Regla de Simplifi cación y Enemigo Único.1. La simplifi cación se utiliza en base a noticias breves con un mensaje claro para todos los destinatarios. La idea del enemigo único se explica en la unifi cación de los elementos negativos a los que se desea atacar con la propaganda. Domenach explica que “los hombres prefi eren enfrentar a personas visibles más bien que a fuerzas oscuras”32.

Regla de Exageración y Desfi guración2. . Según Domenach, esta norma se basa en la deformación abusiva de hechos o noticias que sean favorables para el propagandista. Implica la asociación de elementos negativos tras-pasando el límite de lo verdadero, y del “uso hábil de citas desvinculadas de su contexto”.33

3. Regla de Orquestación. Consiste en la repetición incesante por la gran mayoría de los medios de comunicación, acerca de noticias que afectan negativamente al sujeto en contra del cual se hace la propaganda. Dome-nach establece que “la persistencia del tema, junto con la variedad de su presentación, es la cualidad rectora de toda campaña de propaganda”.34

Regla de Transfusión4. . Domenach sostiene que la propaganda opera siem-pre sobre un sustrato pre-existente (mitología nacional, complejo de odios, prejuicios tradicionales); esto signifi ca que “existen en la psiquis de los pueblos sentimientos conscientes o inconscientes que la propaganda capta y explota”. 35

Regla de Unanimidad y Contagio5. . La intención de esta regla es crear un sentimiento lleno de exaltación y miedo difuso, que lleva al individuo a adoptar las mismas concepciones políticas que parecen compartir la casi totalidad de las personas que lo rodean.

En relación a estas reglas, lo que buscaban los propagandistas en la Campaña del Terror era personifi car en el Gobierno de la Unidad Popular al representante del conjunto de todos los elementos negativos que afectaban a la sociedad chilena, como por ejemplo asesinatos, descuartizamientos, violencia civil, asaltos, entre otros; esto

31 Domenach, Jean Marie: La Propaganda Política. Eudeba. Buenos Aires, 1963. p. 55.32 Ibíd., p. 55.33 Ibíd., p. 58. 34 Ibíd., p. 60.35 Ibíd., p. 68.

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junto a la simplifi cación de las noticias con un mensaje breve y claro para todos los chilenos. Lo anterior se acompañaba de una desfi guración de las noticias entregadas, donde ya se perdía el límite entre lo verdadero y lo falso, donde ya se pensaba que podría ser cierto el envío de niños chilenos a Cuba para ser entrenados militarmente, uno de los tantos ejemplos que la prensa hacía circular en ese entonces.

Este tipo de noticias eran constantemente publicadas en todos los medios de comunicación, gracias al fi nanciamiento de la CIA, de este modo existió un bom-bardeo de noticias angustiosas que llegaban a todos los chilenos. A su vez, para que esta propaganda fuera efi caz, la Campaña del Terror operaba con los miedos insertos en la sociedad chilena, como el temor a una crisis económica, a la violencia civil, o al quiebre institucional. Y junto a ello, se buscaba que el sentimiento que debía adoptar la población chilena fuera el temor y la búsqueda de salidas a la crisis del Gobierno de la Unidad Popular, esto es de un apoyo a la Derecha y el gran empresariado.

A continuación expondremos algunos ejemplos gráfi cos de lo que fue la Cam-paña del Terror para las elecciones de 1964, las de 1970 y durante el gobierno de la Unidad Popular (1970 – 1973).

Elecciones de 1964:

Se utiliza el recurso de la posible pérdida de la propiedad privada (casa, terreno) ante la llegada de un gobierno marxista.

Se hacía sentir un ambiente de inquietud ante la llegada de un régimen que podría acabar con las libertades.

Mediante analogías con el Mundial de Fútbol de 1962, se buscaba identifi car a los rusos (URSS) como enemigos de Chile al ser nación comunista.

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Elecciones de 1970:

Uso de la imagen del paredón (paredes de fusilamiento a los enemigos de un régimen).

Los avisos donde aparecían niños eran orientados principalmente a las mujeres, en alusión a la pérdida de valores con la llegada del comu-nismo al país.

El tema de los fusilamientos, basado en la experiencia comunista en otros paí-ses, fue constantemente utilizado en la Campaña del terror para las elecciones

de 1970.

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Gobierno de Salvador Allende (1970 - 1973):

El diario El Mercurio se ca-racterizó por asociar noticias negativas con elementos de izquierda, siendo esto muchas veces noticias inventadas.

El uso de imágenes de descuarti-zados con llamadas de atención a la sociedad fueron un elemento constante en la propaganda.

El diario Tribuna (perteneciente al Partido Nacional) cumplía gran parte de las reglas de la propaganda como la exageración, desfi guración y repetición de

noticias.

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Los anteriores son algunos ejemplos de cómo se desarrolló la Campaña del Terror contra los partidos y representantes del sector de izquierda. Podemos ver que, desde 1964 hasta el fi n del gobierno de la Unidad Popular en 1973, el desarrollo propagandístico fue masivo y constante, infl uenciando en la opinión pública nacional. Utilizando diversas temáticas se logra captar el mensaje fi nal: ante un gobierno de izquierda Chile se va a sumir en el caos, hambre, y peor aun a un régimen totalitario basado en la experiencia de los países del bloque comunista.

6. Conclusiones

Hemos dado cuenta cómo Estados Unidos se preocupó de infl uenciar en la dirección del acontecer político chileno mediante las acciones encubiertas. Una de ellas fue la Campaña del Terror, propaganda negativa hacia la izquierda chilena que se desplegó durante más de nueve años en el país, despertó huellas y marcas en el ima-ginario colectivo nacional. Esta campaña dejó miedos, temores y angustias ante una crisis inevitable, entregando como única solución la búsqueda de un fi n al gobierno de Allende. A través de este artículo pudimos comprobar que una maniobra tan clave como la Campaña del Terror, haya sido deliberadamente planeada y fi nanciada desde Norteamérica, pero ejecutada por chilenos contrarios a Salvador Allende.

Posteriormente, lo sucedido el 11 de septiembre de 1973 en Chile, signifi có un triunfo para los Estados Unidos y la ideología representante de esta área de infl uencia, en consecuencia, el fi n del comunismo y la implantación de un sistema económico neoliberal.

Observamos que la gran infl uencia que tienen los medios de comunicación sobre la sociedad, evidenciando con el despliegue de la Campaña del Terror, nos demuestra que elementos como la prensa o la misma propaganda otorgan mucho poder a quienes la controlan. En nuestra actualidad el bombardeo de los medios de comunicación es infi nito, con la expansión de Internet en el actual contexto globa-lizado nos hacen pensar sobre cómo serían los alcances de una campaña con esas características. Como así también nos hace cuestionar cuántos tipos de propaganda política están día a día infl uyendo en nuestros valores, opiniones e ideas.

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La razón por la fuerza: Duopolio de la prensa, régimen autoritario y neoliberalismo en Chile (1973 – 1990)

Israel Fortune Fuentevilla*

“No es, pues, necesario que el príncipe tenga cualidades deseables,

pero sí mucho que parezca tenerlas.”Nicolás Maquiavelo

“Los pobres regalémoselos a la UDI, total ellos ya cambiaron sus conciencias

por unos microondas”.Mauricio Redolés

Resumen: El actual duopolio de la prensa existente en Chile, conformado por las empresas periodísticas El Mercurio S.A.P. y COPESA, se articuló durante la dictadura militar, defi niendo sus perfi les periodísticos sobre la base del autoritarismo impuesto por el régimen al que apoyó y en coherencia con el modelo neoli-beral al que dicho autoritarismo fue funcional.

Palabras clave: duopolio de la prensa - neoliberalismo - régimen autoritario - perfi l periodístico - opinión pública.

* Estudiante Tesista de la carrera de Pedagogía en Historia y Ciencias Sociales, Universidad de Valparaíso.

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Vitalizando la Historia Política70

1. Introducción: Una herencia que no acabamos de descubrir

El 11 de marzo de 1990, Patricio Aylwin Azocar asumió formalmente la pre-sidencia de Chile como representante de la Concertación de Partidos por la De-mocracia, dando así paso a la administración civil del Estado y junto con ella, la del proyecto modernizador capitalista de corte neoliberal instaurado durante los 17 años de dictadura militar.

Si bien dicho resultado no fue el deseado por la derecha más “dura” que cerraba fi las en torno a la fi gura del general Augusto Pinochet Ugarte y su perma-nencia en el poder1, sí fue conveniente para la derecha “blanda”2. Esta última fue la que impulsó los acuerdos alcanzados con la Concertación, logrando que “el marco institucional garantizar[a] las condiciones políticas de estabilidad que aquel proyecto [el neoliberal] requería para su funcionamiento normal, lo que se había mostrado inviable bajo la égida castrense”3, cuestión que aseguró la posición privilegiada del principal actor benefi ciado de este proceso: el gran empresariado.

Es así que la derecha, que ostentó el poder durante la dictadura militar me-diante la represión y la violencia, buscaría luego de ésta reforzar enclaves de poder más acordes con la forma de dominación que se haría necesario fortalecer en demo-cracia: la cultural.

El caso más emblemático en este sentido es la consagración del duopolio de las comunicaciones conformado por las empresas periodísticas El Mercurio S.A.P. y el Consorcio Periodístico de Chile S.A. (COPESA), los que controlan gran cantidad de radios y medios escritos en el país. Sus dueños son respectivamente Agustín Edwards Eastman y Álvaro Saieh y sus medios estandarte son, también respectivamente, El Mercurio y La Tercera, ambas publicaciones de carácter diario y distribución nacional. De tal manera, ambas empresas logran hoy los mayores tirajes y los mayores índices de lectoría, llevándose de paso casi la totalidad de la cartera publicitaria con las cuan-

1 Prueba de ello es la constante negativa que el General manifestó durante toda la década de los ‘80 a la hora de negociar una salida pactada de la dictadura con la clase política y aun más, los planes para deslegitimar el plebiscito de 1988 en que se decidía la prolongación del régimen, urdidos en conjunto con sus más cercanos y que iban desde generar una situación de violencia en la que su desarrollo fuera imposible, hasta el autogolpe de Estado en caso de perder, siendo todas estas iniciativas desarticuladas principalmente por la presión internacional, entre otros factores. Para profundizar sobre este particular, se recomienda revisar Corvalán M., Luis: Del anticapitalismo al neoliberalismo en Chile. Editorial Universitaria. Santiago, 2001. pp. 432-436.

2 La derecha, en tanto ala política, fue -y es- algo más heterogénea de lo que se acostumbra afi rmar. Duran-te el período estudiado se llamó “duros” a los nacionalistas, quienes defendían un proyecto de desarrollo corporativista y conservador resguardado por el autoritarismo militar, mientras que se califi có de “blan-dos” a los miembros de la alianza entre gremialistas y neoliberales, los que remaron en dirección de un proyecto de tipo neoliberal en que los elementos más conservadores eran algo transable.

3 Corvalán M., Luis: op. cit. p. 438.

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La razón por la fuerza 71

tiosas sumas de dinero que ello implica, confi gurando así “un monopolio de dos ca-bezas por la uniformidad de estilos de cobertura informativa, de opciones temáticas y, por último, de los proyectos político-ideológicos de sus líneas editoriales”.4

Sin embargo, la posición que estas empresas ocupan hoy, no es tampoco el re-sultado de una política improvisada de parte de la clase dominante en vista del nuevo rol que le ha tocado jugar. Por el contrario, es el corolario de su activa participación en el régimen anterior a la etapa de los gobiernos concertacionistas. En consecuencia, se busca demostrar aquí que la consagración a la que se hacía referencia más arriba, con todas las características resultantes, es la concreción de un proceso que se inició con el golpe de estado del 11 de septiembre de 1973 y que se enmarcó en la implan-tación del modelo económico neoliberal.

2. Para abordar el problema: algunas herramientas desde la teoría

La disciplina historiográfi ca, en cuanto ciencia social, involucra para su práctica de elaboración de conocimiento del pasado, el análisis de todas las dimensiones que componen a la sociedad (política, económica, social, cultural), y aunque a menudo las investigaciones profundicen en uno de estos aspectos en particular, siempre debe considerarse lo que pasa con los demás en relación al tema estudiado, de lo contrario las explicaciones que se elaboren serán incompletas y el saber producido será frag-mentario. La importancia de esta aclaración radica en el hecho de que para el caso de los medios de comunicación “se integran orgánicamente lo económico, lo político y lo cultural-comunicativo”5, por lo que la identidad que un medio asume frente a la sociedad:

…es la identidad del medio en su dinámica de interrelaciones y mutuas deter-minaciones e infl uencias con su contexto. Por ende, el perfi l que identifi ca a un medio es una construcción inacabada, cambiante, móvil, dentro de los límites de una época y una sociedad y, a la vez, transformando y actuando sobre ellos.6

Por lo tanto, no se trata de afi rmar simplemente que los intereses de los propietarios de un medio en particular se manifi esten a través de éste, sino que la

4 González, Gustavo: Medios de comunicación en Chile bajo el signo de la Concertación. En The Media in Latin America. Open University Press. McGraw-Hill Education. 2008. En http://www.lapetus.uchile.cl/lapetus/archivos/1218653220MediosdeComunicaci%C3%B3nenChile.doc

5 Roncagliolo, Rafael en prólogo a Portales C., Diego: Poder económico y libertad de expresión. La industria de la comunicación chilena en la democracia y el autoritarismo. Editorial Nueva Imagen. Santiago, 1981. p. 16.

6 Santa Cruz, Eduardo: Modelos y estrategias de la prensa escrita en procesos de modernización: Chile siglo XX. Centro de Investigaciones Universidad ARCIS. 1996. p. 10.

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forma que esa manifestación asume, dependerá de las posibilidades que su contexto le imponga independientemente de si están o no de acuerdo con ellas.

Ahora bien. Como ya se perfi ló en la introducción del presente artículo y como se pretende argumentar más adelante, el período que se aborda, vale decir, la dictadura militar, se defi ne a modo general como una forma extrema de régimen autoritario al servicio de la implantación de un modelo económico de tipo neoliberal. Conviene por tanto defi nir qué se entiende por autoritarismo y neoliberalismo en sí, y cómo se conectan esas defi niciones con los medios de comunicación.

Es fácil confundir el autoritarismo con el totalitarismo7, la diferencia en este sentido, según afi rma Ángela Vivanco, radica en los niveles de la vida que abarcan, por lo que “si dentro del totalitarismo se suprimen los derechos y libertades del hombre, en el autoritarismo se restringen, algunos hasta el punto de ser en realidad suprimidos, pero queda un cierto ámbito no abarcado del todo por el Estado”. Entre los derechos que más se restringen “se hallan los políticos, el derecho a la reunión, la libertad de asociación y las libertades de opinión e información”.8 Los motivos de este pequeño margen de pluralidad que se deja, o apariencia de pluralidad si se quiere, obedece a su vez a razones de legitimidad como:

La presión de la opinión pública; La presión de la opinión internacional; La ne-cesidad de dar una serie de justifi cativos legales y, además, de cierta legitimidad, a las acciones del gobernante, para imprimirles más peso y perdurabilidad; El deseo de continuar en el poder, no sólo apoyado por la fuerza física, sino por una suerte de imperativo político moral o ético: ser el gobernante, “el llamado” por el pueblo a combatir a enemigos o debilidades dañinas del sistema.9

En concordancia, la dictadura militar en Chile se valió del autoritarismo para instaurar el neoliberalismo. La autora ya citada expresa que si bien la ideología liberal10 desde la teoría aboga por los derechos y las libertades del hombre, desde susinicios

7 Para el caso de la dictadura militar en Chile, esta confusión se ve potenciada por el gran acercamiento que las FF.AA. tuvieron con los sectores fascistas de la derecha previo al golpe de Estado. Si bien estas simpatías se materializaron principalmente en el plano del discurso refundacional de la institucionalidad de la que mucho se habló, fi nalmente ni lo que se propuso en este sentido en la Constitución del ’80, ni el modelo económico que se instauraría, se asemejaron a las propuestas de la doctrina fascista. Por tanto se sostiene aquí que el autoritarismo, característica también propia del fascismo, fue un instrumento que obedeció a otro fi n.

8 Vivanco M., Ángela: Las libertades de opinión y de información. Editorial Andrés Bello. Chile, 1992. p. 92.9 Ibíd., p. 94.10 Liberalismo y neoliberalismo en realidad no difi eren en sus postulados. Este último toma su nombre de la

situación histórica consistente en la vuelta del liberalismo sobre las tendencias económicas que asignaban al Estado un rol de interventor en la economía, las que proliferaron a partir de la crisis económica de 1929 y que comenzaron a decaer desde la segunda mitad del siglo XX.

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“lentamente hubo una identifi cación de la defensa de esos derechos y libertades con la defensa de la propiedad, con lo cual los que no tenían nada igualmente carecieron de respeto de parte del gobernante”11, por lo que:

El enfoque de la libertad de prensa como inherente al ser humano cognoscente no tiene un tratamiento diferente a los demás derechos y libertades del ideario liberal y se la protege tanto o más. Así mismo la empresa periodística no será distinta de las demás empresas lucrativas que propone una economía liberal.12

Más adelante se argumentará cómo los elementos teóricos esbozados aquí, se cruzan y se complementan concretamente durante el período que se estudia. Por ahora queda defi nir un punto más: si de lo dicho hasta acá se desprende que el perfi l o identidad de un medio de comunicación se defi ne por el contexto político y econó-mico en que se encuentra, y que en este caso son respectivamente el autoritarismo y el neoliberalismo, entonces ¿Qué rol pueden jugar los medios de comunicación hacia la sociedad en este contexto?. La respuesta es: infl uir en la opinión pública por medio de la difusión de la ideología dominante.

Entiéndase por opinión pública no lo que el sentido común nos dictaría, vale decir, “lo que el público opina”, pues la infl uencia de los medios de comunicación es un asunto más complejo. Robert Ferguson sostiene que las ideologías no funcionan como sistemas cerrados que se imponen a las personas y que éstas asumen como si fueran una tabula rasa, sino que los individuos asimilan sus elementos en función de sus preconcepciones, o sea, los agregan a sus “reservas discursivas” generando nuevas “pautas” de comportamiento13. Pues bien, la opinión pública corresponde al perfi l de pensamiento que los medios de comunicación difunden y del que las personas se pueden valer para justifi car su comportamiento, es decir, lo que se le sugiere al pú-blico que debe opinar y en consecuencia con ello, cómo debe actuar. Es por lo tanto una suerte de “reserva discursiva colectiva”.

3. Los antecedentes: Situación de la prensa durante la Unidad Popular

La situación de la prensa durante la Unidad Popular es, a su vez, el resultado de un desarrollo que se gestó lentamente desde inicios de la década de 1930, cuando el “patrón mesocrático sustitutivo de importaciones”14 se erigió como el telón sobre

11 Vivanco M., Ángela: op. cit. p. 97.12 Ibíd., p. 100.13 Ferguson, Robert: Los medios bajo sospecha. Ideología y poder en los medios de comunicación. Editorial

Gedisa. Barcelona, 2007. p. 27.14 Corvalán M., Luis: op. cit. p. 14.

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el cual la participación popular fue creciendo hasta ser ésta interpretada por el go-bierno presidido por Salvador Allende. En esa línea, en materia de prensa surgieron también nuevas estrategias periodísticas consistentes en interpelar al mundo popular haciéndole partícipe de un proyecto de desarrollo. En el marco de esta “prensa po-pular” surgen publicaciones como El Siglo (en 1940 y perteneciente al Partido Comu-nista) y Las Noticias de Última Hora (en 1943 y perteneciente al Partido Socialista). De tal forma el sistema periodístico se caracterizó, en general, por manifestar una plena hegemonía de la dimensión ideológico-cultural, en que el tratamiento de la noticia era instrumental a ésta y con una escasa importancia de la política comercial de los medios aunque éstos deban competir en el mercado informativo15. Quizás la única excepción en este sentido es el diario La Tercera de la Hora fundado en 1950 por los hermanos Agustín y Germán Picó Cañas, cuyo perfi l fue defi nido más bien por pro-pósitos empresariales, en lo que tuvo gran éxito convirtiéndose luego de 1973 en el periódico de mayor venta.16

Es así que al igual que el conjunto de la sociedad, durante la Unidad Popular, la prensa se hallaba altamente politizada y representaba más o menos equitativamente a todos los sectores en pugna, cuestión que estaba asegurada además por el “Estatuto de Garantías Constitucionales”17 fi rmado entre la DC y la UP en 1970, en el que entre otros puntos “fi guran disposiciones destinadas a asegurar la libertad de expresión”18. Al igual que en la arena política, se desató entonces una lucha informativa en la que se buscó llegar a todos los sectores sociales interpelándolos a través de distintos lenguajes, confi gurándose una especie de simetría hacia la derecha y la izquierda en la que, en ambas direcciones, existió lo que Patricio Dooner conceptualiza como una “prensa ariete” y otra “seria”. La primera estuvo representada hacia la izquierda por los diarios Clarín, Puro Chile y Las Noticias de Última Hora, mientras que hacia la derecha por los diarios La Segunda y Tribuna junto con las revistas P.E.C. y SEPA. Esta prensa -la “ariete”- se caracterizó por sus titulares sensacionalistas y un discurso amarillista en que predominaron las ofensas contra personajes públicos e instituciones. Por otro lado, la “prensa seria” estuvo representada hacia la izquierda por El Siglo y hacia la derecha por El Mercurio. Ésta, en lugar del titular escandaloso, recurrió al editorial sesudo, al mensaje críptico y a una aparente neutralidad afectiva.19

15 Desarrollado en Santa Cruz, Eduardo: op. cit. 16 Portales C., Diego: op. cit. p. 78.17 El Estatuto de Garantías Constitucionales consistió en una serie de compromisos que asumió el gobierno

de la Unidad Popular en torno a no sobrepasar la institucionalidad vigente a la hora de ejecutar su pro-grama de gobierno, el que establecía avanzar gradualmente hacia el socialismo.

18 Prenafeta J., Sergio et al: Informe de la comisión “Verdad y Periodismo sobre la Prensa y los Derechos Huma-nos” 1960-1990. [1992] En http://www.colegiodeperiodistas.cl/sites/default/fi les/fi le/informe_verdad_y_periodismo_1960_1990.pdf. p. 6.

19 En profundidad en: Dooner, Patricio: Periodismo y política. La prensa de derecha e izquierda. 1970-1973. Editorial Andante. Santiago de Chile, 1989.

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Dado que en gran medida la razón de ser de varias de estas publicaciones se suscribía a motivos estrictamente políticos e ideológicos, en materia económica su supervivencia también estaba asegurada, ya sea porque los propietarios de éstas eran los distintos partidos políticos, por la gran necesidad de propaganda política que se distribuía entre éstas o por el avisaje estatal que aseguraba el fi nanciamiento de los medios proclives al gobierno20. Mención aparte merece el caso de El Mercurio, que ante la gran competencia y su consiguiente pérdida en términos de avisaje y lectoría, “la CIA gastó un millón y medio de dólares (US$ 1.500.000) para apoyar a El Mercurio, el principal diario del país y el más importante canal para la propaganda en contra de Allende”21.

También requiere aclaración lo ocurrido con los diarios La Tercera y La Nación. En el caso del primero, su naturaleza comercial hizo que su línea editorial fl uctuase según su conveniencia en pos de captar mayor avisaje y lectoría, manteniéndose en general en una situación de centro. Mientras que el discurso de La Nación estaba paradójicamente regulado por su posición de diario de gobierno, lo que aseguraba de paso su permanencia a pesar de las difi cultades económicas.22

No obstante, la situación de simetría discursiva se planteó en términos de “especie de”, porque al analizar el tiraje de los distintos diarios, un estudio realizado a fi nes de la década del setenta:

…indica que el núcleo oligopólico conformado por las empresas privadas El Mercurio, Sopesur y Consorcio periodístico de Chile (La Tercera), más la estatal La Nación (que también publicaba La Tarde), alcanzaban un total de 475.000 ejemplares diarios (78%), frente a 137.000 de la prensa contestataria (22%)…23

Esto comprueba que a pesar de la gran efervescencia de la época, poco podía hacer la prensa “militante”, tanto de derecha como de izquierda, frente al gran alcance distributivo de las empresas periodísticas, las que por su misma naturaleza empre-sarial apoyaron a la derecha o aparecieron como neutrales. No obstante, es posible afi rmar que, en general, durante el gobierno de la UP las libertades de información y de opinión fueron respetadas.

20 Para un análisis detallado de la situación económica de la prensa durante la Unidad Popular se recomienda revisar Portales C., Diego: op. cit. pp. 71-127.

21 Uribe, Armando y Opaso, Cristián: Intervención norteamericana en Chile. [Dos textos claves]. Editorial Sud-americana. Santiago de Chile, 2001. p. 267.

22 Portales C., Diego: op. cit. pp. 71-127.23 Ibíd., p. 79.

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4. Primera etapa. Del golpe de Estado a la Constitución de 1980: La confi guración del duopolio

No se está recurriendo a la metáfora cuando se dice que estas libertades, junto con muchas otras, fueron suprimidas “de golpe”. El golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, ejecutado por las FF.AA. y de Orden, acabó con el largo proceso democrático que en Chile la mayoría de la sociedad venía desarrollando paulatina-mente desde la década de 1930 y que alcanzó su punto cúlmine durante el gobierno de la Unidad Popular, al acercarse explícitamente a una economía socialista acompa-ñada de una serie de transformaciones en el Estado “que permitieran que el poder político fuera pasando a los trabajadores y al pueblo en general”.24 La salida violenta y el régimen autoritario que le sucedió, se entienden en efecto, porque “la derecha y el gran empresariado carecían de hegemonía cultural e intelectual y, por tanto, de apoyo sufi ciente entre los distintos sectores sociales del país. Eran minoría. No les era po-sible, entonces, instaurar su proyecto mediante la vía institucional y democrática”25. A modo general, dicho proyecto:

Postulaba un desarrollo nacional basado en la empresa privada y la inversión extranjera, la gradual apertura de la economía al exterior, el fi n del Estado em-presario y la desregulación estatal de importantes aspectos de la economía, los que, a su juicio, debían quedar sujetos a los mecanismos de mercado. En lo políti-co impulsaba una vigorización del Poder Ejecutivo, cuyo correlato era una crítica a la “demagogia” y la “politiquería” y una defensa de la naturaleza técnica de las decisiones de la autoridad.26

La represión que se hizo necesaria para este fi n, quedó manifi esta desde un principio en los Bandos emitidos por la recién constituida Junta de Gobierno. En ma-teria de comunicaciones, el Bando nº 12 del mismo día 11 advertía “a la prensa, radio y canales de televisión que cualquier información dada al público y no confi rmada por la Junta de Gobierno Militar, determinará la inmediata intervención de la respectiva Empresa”27. Además, como antecediendo lo que sería la confi guración del duopolio de la prensa al que se ha hecho referencia, el bando nº 15 estipulaba que en vista de la situación de Estado de Sitio:

24 Corvalán M., Luis: op. cit. p. 18.25 Corvalán M., Luis: op. cit. p. 280.26 Ibíd., p. 18.27 “Bando nº 12 de la Junta de Gobierno, 11 de septiembre de 1973”. En Correa, Sofía et al. Documentos del

siglo XX chileno. Editorial Sudamericana. Santiago de Chile, 2001. p. 384.

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Como primera medida precautoria, durante el día 12 de Septiembre de 1973, se ha autorizado solamente la emisión de los siguientes diarios: El Mercurio y La Tercera de la Hora. Paulatinamente se irán autorizando otras publicaciones. Se considerará que las Empresas no indicadas por este Bando, deben considerarse de hecho clausuradas.28

Desaparecieron de esta manera por mucho tiempo -la mayoría de forma de-fi nitiva- todas las publicaciones proclives al depuesto gobierno tales como “Clarín, Diario Color de Concepción, El Siglo, Puro Chile, Última Hora, Revista Ahora, Hechos Mun-diales, Mayoría, Mundo, Onda, Paloma, Punto Final, Ramona”29, etc. Sumado a esto, otras publicaciones dejaron de circular de manera voluntaria en vista de que su objetivo de desestabilizar al gobierno de la UP, hasta generar su derrocamiento, ya estaba logrado. Ejemplo de ello es Tribuna perteneciente al Partido Nacional, el que de igual manera, procedió a autodisolverse. Otros cerraron por motivos económicos, tal es el caso de La Prensa, perteneciente a la Democracia Cristiana, que dejó de circular en febrero de 1974.30

Pero la represión contra la prensa no sólo consistió en la clausura de los me-dios, sino que se enmarcó además en el exterminio de un segmento de la población chilena al que era necesario “extirpar” a la manera de un “cáncer” social, el “cáncer marxista”, pues desde la ideología antiliberal de la extrema derecha, tal medida “no debía dar lugar a reproches desde el punto de vista de la violación a los derechos humanos, puesto que los militantes de las organizaciones marxistas, en razón de que serían ‘humanoides’, carecían de real estatus de humanidad”31.

De manera que, como describe Toño Freire, varios periodistas fueron asesina-dos32, mientras que el Colegio de Periodistas señalaba a fi nes de 1974 al Ministro del Interior que cuatro periodistas estaban relegados y cuatro en prisión, en tanto que en 1975 los detenidos, procesados o condenados eran 14 y en el exilio o autoexilio se encontraban 300.33

Por otro lado, la prensa que quedó después de este exterminio, colaboraría con la misión refundacional que la dictadura militar se había impuesto, en la que “la tarea de reconstruir moral, institucional y materialmente al país requiere una acción

28 “Bando nº 15 de la Junta de Gobierno, 11 de septiembre de 1973”. En Correa, Sofía et al. op. cit. p. 386.29 Prenafeta J., Sergio et al: op. cit. p. 10.30 La razón de que esta publicación no haya sido clausurada, radica en el hecho de que la DC legitimó inicial-

mente el golpe de Estado y apoyó reservadamente a la dictadura militar durante sus primeros años. Para profundizar sobre este tema, revisar Yocelevzky A., Ricardo: Chile: partidos políticos, democracia y dictadura. 1970-1991. Fondo de Cultura Económica. Chile, 2002. pp. 171-203.

31 Corvalán M., Luis: op. cit. p. 285.32 Ver Freire, Toño: Testigo. 50 años de periodismo: 1956-2006. Editorial Emege Comunicaciones. Chile, 2006.

p. 58.33 Sobre este tema revisar Prenafeta J., Sergio et al. op. cit. p. 11.

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profunda y prolongada. En defi nitiva, resulta imperioso cambiar la mentalidad de los chilenos”34, mentalidad que había sido insanamente politizada por la demagoga clase política.35

Este cambio de mentalidad implicaba primeramente la justifi cación del régimen militar ante la opinión pública y la demonización de las ideas que habían llevado a la nación a su “destrucción”. Para este fi n, tempranamente se crea la Dirección Nacional de Comunicaciones (DINACOS), que se encargaría de censurar los contenidos que fueran inconvenientes e incluso proponer otros que se hicieran necesarios. Entre ellos destacan la difusión del llamado “Plan Zeta”, supuesta conjura de la izquierda para eliminar a altos ofi ciales de las FF.AA. y a personeros políticos de derecha36; y la “lista de los 119”, consistente en la publicación de una lista de militantes del MIR que se habrían asesinado entre sí producto de rencillas internas en Argentina como respuesta a los familiares que pedían información sobre el paradero de sus seres queridos y como muestra a la sociedad de la escasa concepción de humanidad que los marxistas tendrían al eliminarse entre ellos mismos.37

Muchas personas vinculadas al periodismo participaron entusiastamente en esta labor, como “Claudio Sánchez, Pablo Honorato -ambos reporteros predilectos del Trece-, Juan Esteban Montero, Julio López Blanco y Ricardo Coya”38. Otros lo hi-cieron desde altos cargos, como Fernando Léniz, quien hasta antes del golpe se había desempeñado como gerente y después presidente de la Empresa Periodística El Mer-curio y que luego de este cargo asumió como Ministro de Economía hasta 1975.39

Además, los medios hacían lo propio desde lo que sus líneas editoriales per-mitían. De esta manera, por ejemplo, para el caso del discurso dirigido hacia los tra-bajadores y los pobladores, El Mercurio, representando tempranamente al proyecto económico neoliberal, se orientó hacia la clase tradicionalmente dominante, ema-nando hacia lo popular un discurso impersonal y tecnocrático en que estos sectores fi guraban como un engranaje más de la gran máquina que avanzaría hacia el desarro-llo. Mientras que La Tercera, vinculada con sectores nacionalistas que propugnaban un proyecto de tipo corporativista, impulsó un discurso desde los trabajadores y los pobladores, incorporando sus voces al interior de sus páginas y recurriendo a su len-guaje, intentando posicionarse como un representante legítimo de estos sectores a

34 “Declaración de Principios del Gobierno de Chile”. En Correa, Sofía et al. op. cit. p. 438.35 La opinión que el ejército y la extrema derecha tenían sobre la clase política en general y sus efectos en

la desintegración de la sociedad, queda manifi esta en Pinochet, Augusto: Política, politiquería y demagogia. Editorial Renacimiento. Chile, 1983.

36 Ver Freire, Toño: op. cit. p. 59.37 Ver Agüero, Ignacio [dir.]: El Diario de Agustín. [Documental]. Año 2008.38 Ver Freire, Toño: op. cit. p. 61.39 Ver Mönckeberg, María Olivia: El Saqueo de los Grupos Económicos al Estado chileno. Ediciones B. Santiago

de Chile, 2001. p. 260.

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los que defi nía como “el nervio de la sociedad”. Tal diferenciación se dio, por supues-to, compartiendo ambos diarios su adhesión básica al régimen militar.40

Sin embargo, a partir de la segunda mitad de la década de 1970, varios ele-mentos modifi carían en buena medida este panorama. En lo que a política se refi ere, la presión internacional por las violaciones contra los derechos humanos se acre-centó, principalmente en razón de hechos como el asesinato de Orlando Letelier en septiembre de 1976 por parte de agentes de la DINA en EE.UU., lo que de alguna manera condujo a un “reblandecimiento” del régimen, por lo menos en lo aparente, pues los asesinatos y las torturas no dejaron de ser una práctica institucional. Además y en el mismo marco de la situación de legalidad que se quería imprimir al proceso, comenzaron a perfi larse distintos planes de normalización institucional, los que irían desde el discurso de Chacarillas pronunciado por Pinochet el 9 de julio de 1977, has-ta el estipulado junto con la entrada en vigencia de la Constitución de 1980.41

En lo económico se produjo el fortalecimiento de la segunda arista a la que se ha hecho mención y a la que el autoritarismo fue instrumental: la implantación del neoliberalismo, proyecto al que la dictadura se inclinó de manera defi nitiva a partir de abril de 1975, cuando en vista de una inminente crisis económica, las medidas que los “Chicago Boys”42 proponían fueron asumidas por la ofi cialidad y entraron éstos a ocupar los mandos en materia económica. La política de shock emprendida en pos de salvar los índices macroeconómicos, tuvo efectos catastrófi cos para los sectores populares de la sociedad en materia salarial y de oferta laboral43. No obstante aquello, el nuevo modelo económico contemplaba una apertura a los mercados extranjeros, produciéndose consiguientemente un sostenido aumento de las importaciones, “las que en elevado porcentaje corresponden a bienes de consumo susceptibles de ser producidos en el país o a artículos suntuarios perfectamente prescindibles”44, y, en consecuencia con ello, a partir de 1977 se dio un “‘boom’ consumista entre las clases medias chilenas”45, lo cual –dicho sea de paso– contribuyó a la desmovilización y la consecuente desarticulación de los partidos políticos, objetivo siempre buscado por

40 Desarrollado en profundidad por Gutiérrez, Paulina y Warnken, Cristian: El Discurso sobre el trabajador y el poblador en “El Mercurio” y “La Tercera” (1973-1983). Ceneca. Santiago, 1986.

41 Véase Corvalán M., Luis: op. cit. pp. 334-346.42 “Chicago Boys” es la manera en que a partir de los ’70 se llamó a los economistas neoliberales educados

en la Universidad de Chicago bajo el alero de los estadounidenses Milton Friedman y Arnold Harberger. Algunos de ellos son Pablo Baraona, Álvaro Bardón, Jorge Cauas, Fernando Léniz, Hernán Büchi, José Piñera, Joaquín Lavín, entre otros.

43 Detalle sobre el cómo los sectores neoliberales de la derecha se hicieron hegemónicos al interior de ésta, consultar Yocelevzky A., Ricardo: op. cit. pp. 119-132.

44 Gonzalorena, Jorge: “Causas y consecuencias de la implantación del modelo económico neoliberal en Chi-le”. En Ríos Kroyer, Nicole [ed.]: Para el análisis del Chile contemporáneo: Aportes desde la Historia Política. Taller de Historia Política. Valparaíso, 2010. p. 39.

45 Yocelevzky A., Ricardo: op. cit. p. 244.

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la dictadura. En este mismo sentido el propio Pinochet salió a alabar las bondades del nuevo modelo cuando el 11 de septiembre de 1979 pronosticaba que “en 1985 o 1986, cada chileno [iba] a tener auto, casa y televisor”46.

Es en esta situación -la del cruce del autoritarismo y el neoliberalismo- que el duopolio empresarial de la prensa en Chile, representado por El Mercurio y La Tercera, redefi nió su perfi l tanto en lo económico como en lo editorial.

El primer factor que ayudó a ello fue la clausura de gran cantidad de medios, pues al quedar los que sobrevivieron libres de competencia, éstos gozaron de plena libertad de acceso a todo el público y la publicidad. En materia de prensa diaria, las únicas empresas que poseían publicaciones de carácter diario y distribución nacional fueron El Mercurio, La Tercera y La Nación (con su diario El Cronista, que luego volve-ría a llamarse La Nación), propiedad esta última del Estado y siendo las dos primeras las que concentraban la mayor cantidad de activos y de patrimonio. Por ejemplo, en 1977 sus patrimonios alcanzaban los 7.56, 7.07 y 1.20 millones de dólares respecti-vamente47, lo que nos permite hablar –en vista de las proporciones– de una situación duopólica que el Estado no tenía pretensiones de revertir.

El segundo factor -en gran medida consecuencia del primero- es que a la par de la situación política y económica que se desarrollaría desde el golpe de Estado en adelante, el mencionado duopolio debería rearticular su estrategia y perfi l periodísti-co para sobrevivir y crecer como empresas, intentando tener mayor acceso a las dos variables de las que la prensa suele benefi ciarse: la lectoría y el avisaje. Sobre la prime-ra resalta la redefi nición editorial de La Tercera, acentuando una línea que progresiva-mente apoyará al nuevo régimen, pero volcándose a “la explotación de fenómenos de interés masivo: lo deportivo, policial y sexual”48, captando así al público antes cautivo por publicaciones como Clarín y convirtiéndose en el diario de mayor venta.

Una fuerte tendencia, de la que también bebió El Mercurio y que de igual mane-ra se relaciona con el cierre de muchas revistas especializadas, es el intento de llenar ese nicho por parte de la prensa diaria mediante la multiplicación de suplementos. Una muestra realizada en la tercera semana de abril de 1978, refl eja que para los días martes, miércoles, sábado y domingo, El Mercurio publicaba respectivamente los su-plementos “Campo” (agrícola), “TV Espectáculos” (espectáculos), “Más Allá” (ciencia) y “Revista del Domingo” (misceláneos), mientras que La Tercera hacía lo propio para los mismos días con “De mujer a mujer” (femenino), “Icarito” (educativo), “Estreno” (espectáculos) y “Buen domingo” (misceláneos).49

46 Citado en La Tercera, 29 de agosto de 1999, Reportajes, “1979: el año del cuesco Cabrera”. En Yocelevzky A., Ricardo: op. cit. p. 145.

47 Portales C., Diego: op. cit. p. 134.48 Ibíd., p. 136.49 Ibíd., p. 155.

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Otro elemento fue el aumento del material recreativo que en 1978 creció en un 13% respecto al año 197250.

Gran importancia también tuvo la transnacionalización de los contenidos. En este sentido, con respecto al uso de cables internacionales, se registró un aumento entre 1972 y 1978 de un 312% para el caso de El Mercurio y un 353% en el de La Tercera.51

Sobre la segunda variable mencionada, el avisaje, se registró un notorio des-medro de aquel de carácter político en favor del de tipo comercial. Comparando las tasas de 1972 y 1978, el avisaje político desciende un 97% mientras que el comercial aumenta un 10%.52

En síntesis, todas estas redefi niciones repercutieron en la opinión pública pro-duciendo su despolitización (por ejemplo a través del aumento del material recrea-tivo), su fragmentación en públicos con intereses específi cos (mediante la aparición de suplementos) y su orientación hacia el consumo (vía el aumento de la propaganda comercial en desmedro de la política)53.

Concretamente, el resultado de todas estas transformaciones queda grafi cado en lo que Diego Portales resume para el caso de El Mercurio hacia 1978:

El Mercurio tenía 50 páginas, de las cuales 27 estaban dedicadas a publicidad, diez a suplementos y trece a noticias de actualidad. De estas trece, alrededor de cuatro eran ocupadas por cables y radiofotos, cuatro por las secciones de depor-tes, espectáculos, vida social y cartas de los lectores, una página era de opinión editorial y sólo cuatro eran de crónica nacional.

A su vez, la información nacional se distribuía en una página y media de infor-mación política, económica y/o de gobierno, una página de provincias, un tercio de página de asuntos laborales, otro de comerciales y otro de policiales y, por último, dos tercios a sueltos de crónica.

De modo que los temas políticos, económicos y de gobierno apenas ocupan un 3% del total del espacio del más importante diario de Santiago.54

50 Ibíd., p. 145.51 Ibíd., p. 147.52 Ibíd., p. 143.53 La clasifi cación de los efectos que cada transformación produce, obedece más bien a una cuestión peda-

gógica que busca simplifi car la explicación, pero en realidad –y como resulta fácil notar– todos estos guar-dan una intrínseca relación y se alimentan unos a otros en el marco de lo que un diario en las manos de su lector es, vale decir, una representación de la realidad a la cual hace referencia, indicando lo que sucede en ésta, lo que se debe pensar sobre los hechos que describe y cómo se debe actuar en concordancia con ello.

54 Portales C., Diego: op. cit. p. 154.

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Si a esto sumamos el juicio emitido por Jaime Guzmán –potente ideólogo de la derecha y de la futura UDI– en 1980, refi riéndose a El Mercurio en términos de que “es el diario formador de opinión pública por excelencia.[…] En cierta medida para la opinión pública las cosas ocurren ‘porque’ salen en El Mercurio”55, es fácil concluir que en materia de opinión pública en el Chile de fi nes de los ’70, pasaba poco, o simplemente nada.

Si bien tanto El Mercurio como La Tercera apoyaron subordinadamente al régi-men militar, Portales hace una distinción en materia de sus líneas editoriales, señalan-do que aunque ambos lograron aumentar sostenidamente sus tasas de ganancias, El Mercurio “las complementa bien con su función política”56, mientras que La Tercera, en pos de conquistar el mercado “su línea editorial [era] totalmente adjetiva”57, cuestión que queda demostrado en el rol que ambos desempeñaron desde principios de los ’70 en adelante.

5. Segunda etapa. De la Constitución de 1980 al inicio de los gobiernos concertacionistas: un no tan largo paréntesis

La década de 1980 era vista con gran optimismo por la dictadura militar. La Constitución recién aprobada por vía de un plebiscito dudosamente legítimo58, con-templaba un plan de normalización institucional en el que Pinochet sería reelecto en 1989 como Presidente de Chile por otros ocho años, vale decir, hasta 1997. Su triun-fo en las urnas estaría asegurado en virtud de que el nuevo modelo económico ya habría rendido sus frutos, lo que daría lugar a nuevas pautas culturales que “tendrían que modifi car las actitudes políticas del país, pautas tales como el individualismo, el consumismo, el volcamiento hacia la vida privada, la despolitización, etc., fenómenos todos que debían terminar por quitarle su base social al centro y a la izquierda, po-tenciando a la derecha”.59

Sin embargo ocurrió lo que nadie se esperaba. En el marco de la crisis eco-nómica desatada, en 1983 se desarrolló un largo período de protesta social, que si bien fue convocada por los trabajadores del cobre, se extendió espontáneamente

55 Ramírez, Francisco: El Desarrollo de la Prensa Escrita Chilena en el Siglo XX y la Conformación del Duopolio de los Consorcios “El Mercurio” y “Copesa”. En http://www.pepe-rodriguez.com/Publica_estud/Ramirez_4_perinves.htm.

56 Portales C., Diego: op. cit. p. 176.57 Ibíd., p. 176.58 El plebiscito celebrado el 11 de septiembre de ese año “se verifi có sin registros electorales, sin libertades

para la oposición, con las vocalías copadas por adherentes al régimen, bajo estado de excepción, con proscripción de los partidos políticos, control total de los medios de comunicación y, en fi n, con cédulas electorales que translucían la opción marcada”. Corvalán M., Luis: op. cit. p. 341.

59 Ibíd., pp. 345-346.

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por amplísimos sectores sociales como manifestación de un latente descontento. Esta situación fue aprovechada por los partidos políticos de oposición que se rearti-cularon rápidamente para canalizar las movilizaciones hacia una salida pactada con la dictadura, en la que tuvieran la posibilidad de asumir nuevamente la administración del Estado.60

Tal contexto posibilitó también –y en importante medida fue causante suyo– la aparición de la prensa periódica de oposición, la que si bien venía manifestándose tímidamente y fuertemente censurada desde fi nes de la década de 1970 con la apa-rición de las revistas Solidaridad (del Arzobispado de Santiago), Hoy, Apsi, y el boletín de análisis internacional Análisis que pronto tendría también el carácter de revista, es a partir de los ‘80 que surgieron una gran cantidad de publicaciones periódicas no ofi cialistas como La Bicicleta y Haciendo Camino (1980), Fortín Mapocho (1983), Cauce, Pluma y Pincel, Primer Plano y Alternativa (1986). La fundación del diario La Época en 1987, por los mismos editores de Hoy, termina de confi gurar un fuerte bloque opo-sitor en materia de prensa.61

En gran medida esta explosión de nuevos medios fue posible gracias a un nuevo “clima moral” surgido al interior de la oposición sobre la base de los grados de permisividad que la misma dictadura se había propuesto abrir en virtud de la gra-dual entrada en vigencia de la Constitución de 1980, la que contemplaba que “Toda persona natural o jurídica tiene derecho a fundar, editar y mantener diarios, revistas y periódicos en las condiciones que señala la ley”62. No obstante, esta permisividad legal era en gran proporción aparente, principalmente por dos motivos. El primero era que la misma constitución proscribía a toda persona o grupo que propagara una doctrina “de carácter totalitario o fundada en la lucha de clases”, prohibiéndose a éstos “explotar un medio de comunicación social o ser directores o administradores del mismo, ni desempeñar en él funciones relacionadas con la emisión y difusión de opiniones o información”63. El segundo fue que en vista de lo que se estaba produ-ciendo, la dictadura rápidamente emitió una serie de artículos transitorios o decretos con fuerza de ley que restringían las ya limitadas libertades que la Constitución ase-guraba. Es así que se inició un largo desfi le por los tribunales de parte de periodistas y representantes de medios de oposición, muchos de ellos fueron censurados por largos períodos luego de los cuales les fue imposible recuperarse económicamente y volver a circular, mientras otros fueron derechamente clausurados.64

60 Sobre este particular, revisar Yocelevzky A., Ricardo: op. cit. pp. 204-218.61 En profundidad en Navarro, Arturo: “Sistema de prensa bajo el régimen militar (1973-1986)”. En Reyes

Matta, Fernando [comp.]: Comunicación alternativa y búsquedas democráticas. ILET. México, 1983.62 “Artículo 19º de la Constitución Política de la República de Chile de 1980”. Editorial Ciencia y Tecnología.

Santiago, 1980. p. 19.63 “Artículo 8º de la Constitución Política de la República de Chile de 1980”. op. cit. pp. 10-11.64 En profundidad en Navarro, Arturo: “Sistema de prensa…”. En Reyes Matta, Fernando: op. cit.

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Paralelo a todo esto, la situación que el duopolio de la prensa parecía ha-ber consagrado antes de 1980, vivió fuertes difi cultades producto de la misma crisis económica y del reaparecimiento de la competencia. Tanto El Mercurio S.A.P. como Copesa contrajeron millonarias deudas con el Banco del Estado65, las que al no poder ser pagadas, se generó para el caso de La Tercera una situación de virtual propiedad de ésta por parte del Estado, hasta el punto de que muchas veces “sus editoriales y muchas pautas salían directamente de la Secretaría General de Gobierno”.66

La resolución de este panorama, que consistiría en la consagración defi nitiva del ya mencionado duopolio, vendría de la mano con la salida pactada que la rearti-culada clase política en la Concertación de Partidos por la Democracia, convendría con la derecha, en ella el modelo económico impuesto no sería cuestionado67. Con lo que respecta al bloque de prensa de oposición, la que en su mayoría estaba en manos de esta clase política, sufrió el mismo destino que la movilización social surgida en los ’80, vale decir, se le quitó el apoyo cuando ya no fue útil. Una vez asumiera Aylwin su gobierno, José Joaquín Brünner (antes columnista de Cauce) declaró respecto a las publicaciones de oposición, ahora desde su sillón ministerial, que “En materia de comunicaciones es mejor no tenerlas”68. Fueron así cerrando durante los primeros años de la democracia Fortín Mapocho, Cauce, Análisis, Apsi, La Bicicleta, Pluma y Pincel, La Época. A los medios que no eran cerrados por sus dueños se les negaba el avisaje estatal.69

Las deudas contraídas por El Mercurio, que para 1989 alcanzaban los 14 mil millones de pesos70, y las de COPESA, que en manos de los hermanos Picó Cañas ha-bían tenido que desprenderse de un 35% de la propiedad, llegaban a los 400 millones de pesos71. La posibilidad de que estas importantes plataformas informativas cayeran en manos del gobierno entrante, llevaron a la dictadura a perdonarlas mediante algu-nos malabarismos fi nancieros:

Para evitar que los diarios de Copesa y del grupo ‘El Mercurio’, que era otro de los grandes deudores del Estado en los ochenta, tuvieran que seguir dependien-

65 González, Gustavo: op. cit.66 Ver Mönckeberg, María Olivia: op. cit. p. 179.67 “El PDC […] había resuelto rechazar la lucha entre proyectos globales alternativos y excluyentes, defi -

niéndola como la causa de fondo de la crisis del sistema político. Lo que equivalía decir que no cabía levantar nuevos proyectos globales. O, lo que es lo mismo, que había que aceptar el existente –es decir, el de la derecha y el gran empresariado– […] Y en la izquierda concertacionista, la renuncia a sus utopías anteriores no había sido reemplazada por nada muy defi nido como no fuera su adhesión genérica a la democracia y a otros valores como la justicia social, la libertad, etc.”. Corvalán M., Luis: op. cit. p. 438.

68 Freire, Toño: op. cit. p. 86.69 Ibíd., p. 86.70 Ibíd., p. 88.71 Ibíd., p. 88.

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do del gobierno que se preveía sería conducido por los opositores al régimen militar, los ejecutivos del Banco del Estado idearon una serie de operaciones de ‘licuación’ de las deudas. Se diseñó así un artifi cioso sistema de ‘permutas’ de créditos que terminó por salvar la vida de los diarios sin que pagaran realmente las inmensas sumas que debían.72

Con esto El Mercurio S.A.P. siguió en manos de su histórico dueño, Agustín Edwards Eastman, mientras que COPESA fue defi nitivamente adquirido por Álvaro Saieh y sus socios, todos ellos grandes benefi ciados del proceso de privatización de las empresas estatales73. Ambas empresas con sus respectivos diarios estandartes (El Mercurio y Las Últimas Noticias en el primer caso; y La Tercera y La Cuarta en el segun-do), han llegado a controlar casi la totalidad del sistema de prensa del país con sus demás publicaciones regionales de las que son dueños o asociados, cerrando así un “no tan largo paréntesis” en que pareció que el conjunto de la sociedad podría deci-dir de manera participativa su futuro, sirviéndose para ello, entre otros elementos, de un sistema de prensa democrático.

6. Conclusiones

El presente artículo da un rápido vistazo sobre el cómo se confi guró el duo-polio de la prensa en Chile durante la dictadura militar. Para ello se describió prime-ro la situación de la prensa previa al golpe de Estado de 1973, la que en términos discursivos representaba e interpelaba a todos los sectores sociales en el marco de las libertades de opinión e información que fueron respetados. No obstante, ese esquema era altamente frágil y dependiente del sistema de partidos, los que en gran medida sostenían las distintas publicaciones existentes, mientras que las independien-tes debían competir no sólo en el terreno ideológico, sino también en el económico, terreno en el cual los grandes consorcios periodísticos, siempre en manos de grupos cercanos a la derecha, llevaban las de ganar.

La dictadura militar, en concordancia con su condición de régimen autorita-rio, no totalizó la propiedad de los medios de comunicación, sino que, buscando un recubrimiento de legalidad y respeto a las libertades en base a los cuales pudiera legitimarse y proyectarse, dejó que éstos siguieran en manos de privados con los que guardaran afi nidad, imponiendo como condición que las líneas editoriales se ajustaran a sus conveniencias, controlando los contenidos que emitían por medio de aparatos especialmente dispuestos para ello.

72 Mönckeberg, María Olivia: op. cit. p. 179.73 Sobre la trayectoria de este empresario en particular y el proceso de privatización de las empresas esta-

tales durante la dictadura militar en profundidad, en Mönckeberg, María Olivia: op. cit.

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Luego del golpe, el duopolio comunicacional de la prensa diaria conformado por El Mercurio y La Tercera, redefi nió sus perfi les de manera consonante al nuevo panorama, combinando en vista de su natural inclinación hacia la derecha, las restric-ciones que a los contenidos imponía el régimen autoritario con su función empre-sarial, orientándose a la transnacionalización y la despolitización, cuestión que era coherente con el modelo económico neoliberal que se buscaba implantar no sólo en términos macroeconómicos, sino también culturales.

Cabe mencionar que el acomodo al nuevo contexto fue distinto en ambos medios. Mientras que El Mercurio siguió siempre una línea más política, la cual conjugó con su función empresarial, La Tercera hizo más bien lo contrario, pues históricamen-te -por lo menos hasta que fuera adquirido defi nitivamente por Álvaro Saieh y sus cercanos- había orientado su perfi l principalmente en la dirección que le aportase mayor ganancia económica, erigiéndose, en la práctica, como el paradigma del neoli-beralismo en lo que a comunicaciones se refi ere.

La década de 1980 se constituyó como un paréntesis a esta situación al con-fi gurarse un bloque periodístico de oposición al régimen, el cual, junto con la crisis económica desatada y las manifestaciones sociales, puso en jaque al duopolio refe-rido. Tal cosa, sin embargo, acabaría con el inicio de los gobiernos concertacionistas, pues al serles los medios alternativos ya inútiles e inconvenientes a la renovada clase política, estos fueron disueltos. Paralelo a ello, el endeudamiento de los consorcios periodísticos fue perdonado por la dictadura meses antes de que los militares aban-donaran defi nitivamente la administración del Estado, asegurándose el control de éstos por parte de privados que, en pos de la reproducción del modelo económico neoliberal implantado, orientarán por medio de la opinión pública en la sociedad, las pautas de comportamiento necesarias para ello. En defi nitiva, como resume el título de este trabajo, durante la dictadura militar se impusieron así como muchas otras cosas, por la fuerza, los mecanismos de los que hoy se nutre nuestra razón.

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Tensiones y confl ictos al interior de la dictadura militar.Los Nacionalistas y la Secretaría Nacional de los Gremios

Aníbal Pérez Contreras*

“Aún repercute en nuestra memoria la acción politizante que los grupos marxistas

desarrollaron en el seno de la mayoría de las organizaciones sindicales, apartándolas de los fi nes netamente gremiales,

que son el fundamento y la razón de su existencia”1

(Discurso del día del trabajador, 1 de mayo de 1981)

Resumen: La dictadura militar impuesta en 1973, se propuso entre otras cosas “refundar Chile”, im-poniendo con ello un nue-vo patrón de desarrollo: el neoliberal de la derecha y el gran empresariado. La imposición de este nuevo modelo, tuvo sus propias diferencias y contradiccio-nes entre quienes intentaban disputar los diferentes espacios de hegemonía en la dictadura, tal fue el caso de los nacionalistas. Este artículo busca, entre otras co-sas, reconstituir esas tensiones y explorar el campo de infl uencia hacia el movimiento social de este último gru-po, muy poco estudiado en la historiografía chilena.

Palabras clave: Modelo neoliberal – hegemonía – nacionalistas - tensión.

* Estudiante Tesista de la carrera de Pedagogía en Historia y Ciencias Sociales, Universidad de Valparaíso.

1 Pinochet, Augusto: Pinochet Patria y Democracia. Editorial Andrés Bello. 1983.

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1. Introducción

De manera general, el presente artículo analiza la disputa acaecida al interior de la dictadura militar entre formaciones de extrema derecha, nacionalistas y gremia-listas. En términos particulares reconstruye el proceso mediante el cual los sectores “duros” –es decir, los nacionalistas- intentaron desplegar una política de masas diri-gida hacia el movimiento de trabajadores a través de la Secretaría Nacional de los Gremios, bajo la creación de la escuela nacional sindical. Por su parte, la idea central de este trabajo sostiene que la disputa entre ambos sectores estuvo lejos de res-tringirse al ámbito del Estado, también supuso un despliegue hacia los movimientos sociales; en ellos cada bando pretendió hegemonizar diversos espacios de la sociedad civil. Para el caso del movimiento gremialista, la principal herramienta utilizada fue la Secretaría Nacional de la Juventud y de la mujer, por el contrario los nacionalistas intentaron penetrar el movimiento de trabajadores mediante la Secretaría Nacional de los Gremios. Ambas entidades bajo la dirección del ministerio Secretaría General de Gobierno y del Departamento de Organizaciones Civiles.

En este último caso nos detendremos mayormente, debido a la inexistencia de un estudio histórico que aborde el tema.2

Desde el punto de vista metodológico, el presente trabajo se enmarca dentro de una línea cualitativa con un carácter descriptivo. Bajo la utilización de técnicas de historia oral –en formato de entrevistas– y la revisión de fuentes documentales, se construye el andamiaje argumentativo pertinente a fi n de hacer demostrable y cohe-rente la investigación. Dicho andamiaje se desarrolla en tres capítulos. En el primero de ellos, se muestra de manera general el empeño de la dictadura en implementar un nuevo patrón de desarrollo global mediante la despolitización de la sociedad. Bajo el segundo, se evidencian las tensiones y diferencias entre los bandos gremialistas y nacionalistas. En el tercero, se examina con más detalle el caso de la vertiente nacio-nalista, su rol y objetivos propuestos mediante la Secretaría Nacional de los Gremios y la Escuela Sindical de Chile.

El objetivo general que persigue es mostrar otra cara de la dictadura militar, alejada de las concepciones que piensan a esta última como un todo homogéneo.

2. La “refundación nacional”

El golpe de Estado de 1973 supuso la resolución de una contradicción vital en el proceso democratizador chileno, signifi cando el triunfo de la derecha y el gran

2 Cabe señalar que historiadores como Patricio Quiroga, Verónica Valdivia y Luis Corvalán han realizado estudios sobre los movimientos nacionalistas en otras épocas históricas.

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empresariado, en contra de los sujetos mesocráticos y populares que venían cuestio-nando la hegemonía de los sectores dominantes -claramente desde los cincuenta en adelante-, ya sea desde una perspectiva reformista o revolucionaria.

Además de esto, incluyó el triunfo y la aplicación de un proyecto global3 que buscaba transformar en sus diversas expresiones la sociedad chilena, dejando atrás la infl uencia de la izquierda y la politización existente. De manera más precisa, Luis Corvalán lo ha enunciado de la siguiente manera:

La dictadura militar resultante de dicho golpe cumplió una función precisa, que podríamos resumir así: 1) instaurar el proyecto de modernización capitalista im-pulsado por la derecha y el gran empresariado; 2) restituir a este sector social y a los grupos conservadores en general el control de la sociedad chilena; 3) disolver, como parte de lo anterior, a los sujetos mesocráticos y populares que le habían disputado a aquéllos, desde los sesenta en adelante, la dirección social levantando sus propios proyectos globales, y 4) instaurar una institucionalidad política que en las circunstancias históricas que se vivían fuera funcional a esas fi nalidades, asegurando su cumplimiento4.

La implantación de este nuevo proyecto de sociedad no estuvo ajena de con-fl ictos, sobre todo en lo que tendría que ver con los sujetos históricos que habían trabajado y sustentado los proyectos de democratización de la sociedad anteriores a la dictadura, encima de los cuales se dejaría caer una sistemática represión y desarti-culación social y política.

Al respecto, Corvalán ha sostenido:

La existencia de tales sujetos era, por cierto, incompatible con la implementación del proyecto de la derecha y el gran empresariado (…) Se requería pues, su erradicación, lo que implicaba prohibir y destruir sus organizaciones e incluso, aniquilar físicamente a gran parte de sus cuadros, tanto políticos como sociales, generando a la par experiencias amedrentadoras y traumáticas en sus bases.5

A juicio del historiador, la relación entre necesidades objetivas de implemen-tación del nuevo proyecto global, junto con la violencia propiciada desde el Estado –ya sea por militares o civiles– fueron dos caras inseparables de la misma “necesidad histórica” de aplicación del modelo.

3 Por proyecto global entenderemos un proceso mediante el cual se transforman los diversos ámbitos de una sociedad, ya sean políticos, económicos, sociales y culturales. Para profundizar este proceso ver : Corvalán, Luis: Del anticapitalismo al Neoliberalismo en Chile. Editorial Sudamericana. Santiago, 2004.

4 Ibíd., p. 279.5 Ibíd., p. 280.

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Quizás, donde quedó de manera más evidente y explícita la idea según la cual el nuevo régimen implantado buscaría una total refundación de Chile y la organiza-ción de un nuevo tipo de sociedad, fue en la Declaración de Principios de la Junta Militar de 1974, la cual pasaremos a analizar.

La tesis principal expuesta en dicho documento, sostenía que Chile –desde el golpe militar de 1973– se encontraba en un profundo proceso de reconstrucción na-cional, en los momentos en que una aguda crisis estaría remeciendo al mundo, la cual “pone en tela de juicio los valores y formas de vida de los diversos tipos de sociedad”6. Esta crisis –a juicio del documento– sería sustentada por ideas foráneas, particularmente el marxismo, sobre el cual se sostenía:

La alternativa de una sociedad de inspiración marxista debe ser rechazada por Chile, dado su carácter totalitario y anulador de la persona humana, todo lo cual contradice nuestra tradición cristiana e hispánica. Además, la experiencia demuestra que el marxismo tampoco engendra bienestar, porque su carácter socialista y estatista no es apto para un adecuado desarrollo económico. 7

En cuanto a lo ideológico, la Declaración de Principios presentaba todo un despliegue argumentativo de carácter metafísico, sustentado en la teoría de los cuer-pos intermedios, -de tipo corporativista- se encuentra en el tradicionalismo de Vás-quez de Mella y el nacionalismo hispanista de Primo de Rivera. Esta concepción, característica del pensamiento contra revolucionario español, plantea que la sociedad se debe organizar mediante las sociedades intermedias (esto es familias, municipios, gremios, etc.), las cuales creadas por Dios, tendrían fi nes particulares y específi cos impidiéndose con ello la intromisión de unas por sobre otras. En esta línea, la única función que le corresponde al Estado sería asegurar el cumplimiento del bien común, sin invadir la autonomía de estas sociedades en general y del individuo en particular, esto debido al carácter artifi cial del Estado como fruto de la creación humana. Por el contrario, el individuo “dotado de espiritualidad” como “hijo de Dios”, nunca podría verse invadido por una sociedad mayor carente de “gracia” como lo sería el Estado.

Ahora bien, el objetivo de asegurar el bien común sólo se lograría mediante una absoluta independencia político partidista de los cuerpos intermedios a fi n de que éstos pudiesen desarrollarse libremente. Por ello el documento sostuvo la ur-gencia de “asegurar la independencia y despolitización de todas las sociedades intermedias entre el hombre y el estado”8. La declaración agregaba que:

6 Declaración de Principios del gobierno de Chile, Santiago, marzo 11 de 1974, Correa, Sofía y varios auto-res, en “Documentos históricos del siglo XX”, Ed. Sudamericana, Santiago, 2001.

7 Ibíd., p. 28 Ibíd., pp. 2-3.

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Esta defi nición traduce una concepción del bien común, que difi ere por igual de la que sustentan el individualismo liberal y el colectivismo totalitario. El in-dividualismo liberal concibe al bien común como la simple suma de los bienes individuales, que cada cual procura obtener con casi total prescindencia del de los demás.El colectivismo se sitúa en el extremo opuesto, y entiende el bien común como un concepto referido al todo colectivo o estatal, frente al cual el bien individual de cada persona desaparece por completo.9

Como queda de manifi esto, el régimen marcaba distancia tanto de las lecturas liberales clásicas (según esta mirada, principal responsable de la crisis de la nación debido a la posibilidad que abrió históricamente a la penetración de ideas foráneas como el marxismo), como de las colectivistas de carácter socialistas, asignándole un nuevo rol al Estado que se denominaría como subsidiario, argumentando explícita-mente que:

El respeto al principio de subsidiariedad representa la clave de la vigencia de una sociedad auténticamente libertaria… Por oposición a él, cuanto mayor sea el es-tatismo que afecte a una sociedad, menor será su efectiva libertad, por extendido que sea el ejercicio ciudadano de los derechos políticos […] El estatismo genera, en cambio, una sociedad gris, uniforme, sometida y sin horizontes.10

Así, según la mirada de la Junta, la única manera de asegurar el bien común recaería en la plena autonomía de las sociedades intermedias, para que éstas cum-pliesen sus fi nes propios.

Más aun, la Junta Militar anunciaba de antemano que “no se propondría como un gobierno transitorio entre dos de tipo partidista”11, sino que por el contrario, emprende-ría todo un enorme proyecto de reconstrucción nacional, a nivel político, económico y social. Es decir, presentaba la implementación de un proyecto global.

Por su parte, este proyecto global a nivel político se caracterizó por implantar un régimen altamente autoritario, generando en 1980 una construcción jurídica de carácter excluyente. Al mismo tiempo, en el plano económico supuso la imposición del modelo neoliberal, el cual según el profesor Jorge Gonzalorena Döll se caracte-rizó por:

9 Ibíd.10 Ibíd., p. 5.11 Ibíd. Esto también representaba un fuerte revés para el Partido Demócrata Cristiano, que mantenía es-

peranzas de un breve período de dictadura militar. Perdiendo de esta manera, el supuesto de manipular a las FF.AA. Por el contrario, creemos que serán los neoliberales quienes terminen hegemonizando al gobierno.

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a) Una radical liberalización de los mercados, sustentada en la eliminación casi total de los controles y restricciones previamente existentes; b) una también ra-dical y unilateral apertura al exterior, apoyada en una rápida y sustantiva disminu-ción de los aranceles y de los controles cambiarios; c) una extensión muy amplia de los ámbitos de actividad privada y el encogimiento equivalente de la acción del Estado que traspasa a particulares muchas de sus anteriores funciones.12

Por otra parte, en el plano social la dictadura apostó a generar una sociedad atomizada y despolitizada, bajo el fi rme convencimiento de eliminar la politización gremial y a los partidos que la hacían efectiva.

A fi n de poner en marcha este proyecto, lo que vendría sería la despolitización de las sociedades intermedias y el exterminio de los sujetos opositores, objetivos que necesitaron de la ayuda de “colaboradores” civiles, los cuales, en su pasado político, emprendieron la lucha contra el gobierno de Salvador Allende. La Secretaría de la Juventud –a cargo de los futuros miembros de la UDI– y la Secretaría Nacional de los Gremios – ocupada por el MRNS13– serán a nuestro juicio elementos importantes en esta “tarea de refundación nacional” para con la sociedad civil.

3. Divergencias en torno al camino a seguir

El denominado proceso de “refundación nacional” –descrito más arriba– ubi-có a diversos sectores políticos –que habían sido oposición al gobierno de Allende y que acompañarán a los militares– en distintos cargos en la nueva burocracia Estatal. Esto, mientras los militantes de partidos de izquierda y opositores al nuevo régimen eran perseguidos y torturados14.

Entre quienes fueron actores activos del régimen, podemos distinguir: a) el Partido Demócrata Cristiano, pero que prontamente se distanciará de la dictadura, cuando se percate que no puede hegemonizar a los militares, b) el movimiento gre-mialista liderado por Jaime Guzmán, que más tarde devendrá en la formación de la

12 Gonzalorena, Jorge: “Causas y consecuencias de la implantación del modelo económico Neoliberal en Chile”. En Ríos Kroyer, Nicole [ed.]: Para el análisis del Chile contemporáneo: aportes desde la Historia Política. Valparaíso, 2002. p. 35.

13 El Movimiento Revolucionario Nacional Sindicalista, es la agrupación de extrema derecha con más larga data en la historia de Chile, existiendo hasta nuestros días. Esta colectividad ideológicamente se ubica en el pensamiento ultra conservador chileno, desde una vertiente católica nacionalista-hispanista y anti-liberal. Para profundizar esto ver : Pérez, Anibal, “Dios que buen vasallo si hubiese buen señor. El imaginario polí-tico del M.R.N.S”, en Para el análisis del Chile contemporáneo, Ríos, Nicole editora, Valparaíso, abril, 2010.

14 Para profundizar este tema ver Corvalán, Luis: op. cit. Particularmente la tercera parte denominada “Des-pués del tiempo eje” en su tema I: “Violencias extremas desde el Estado”.

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UDI, c) los nacionalistas de extrema derecha15, algunos dispersos y otros agrupa-dos como el caso del MRNS, d) los neoliberales de la Universidad Católica, y e) los antiguos miembros del disuelto Partido Nacional de tendencias liberales y conser-vadoras.

Al mismo tiempo que el objetivo de despolitizar a la sociedad civil e implantar un nuevo patrón de desarrollo se cumplía, dentro del régimen se dará una férrea competencia entre los diversos grupos que participaban en el nuevo gobierno. Esta competencia tenía como objetivo “ocupar espacios” en las áreas de infl uencia y de decisión al interior del régimen implantado, lo que incluía ganar la simpatía de los mi-litares con rol político. Bajo esta disputa, los que generen mayores roces y confl ictos serán por una parte los movimientos nacionalistas civiles junto con algunos ofi ciales de las FF.AA16, quienes se caracterizarán por intentar plantear un régimen corpo-rativo de tendencia más “fascista”17 alejado del neoliberalismo y por otra, la alianza perpetrada al interior del gobierno entre gremialistas y neoliberales.

a) El caso de los nacionalistas

Con respecto a las formaciones nacionalistas, cabe señalar que históricamente en el siglo XX resaltaron cada vez que los sujetos mesocráticos y populares avanza-ron en los procesos de democratización. Particularmente en la coyuntura 1970-1973 tuvieron un rol activo en lo que a desestabilizar el gobierno de Salvador Allende se refi ere. Ya sea en su vertiente católica –como el caso del M.R.N.S– o en su expresión laica –el Frente Nacionalista Patria y Libertad–, las formaciones nacionalistas mantu-vieron un imaginario político que podríamos resumir en las siguientes tesis:

La idea según la cual, la democracia liberal lleva consigo una enfermedad 1. congénita que propicia su autodestrucción.La concepción de la nación como un cuerpo, el cual sería infectado y 2. atacado por ideas foráneas –como el marxismo y el liberalismo– que amenazarían las tradiciones propias de Chile, llevándole a su destrucción.La necesidad de refundar Chile mediante una “revolución” nacionalista de 3. carácter: autoritaria, corporativista y anticapitalista.

15 Entre las formaciones nacionalistas de extrema derecha existentes previo al golpe de Estado podemos encontrar : Fiducia, Tacna, Patria y Libertad, el movimiento gremialista de la Universidad Católica y el Mo-vimiento Revolucionario Nacional Sindicalista.

16 Dentro de los cuales se puede ubicar al General Gustavo Leigh, el General Oscar Bonilla –muerto en un accidente aéreo-, el coronel Pedro Edwin, Nicanor Díaz Estrada, por nombrar algunos.

17 Me refi ero a un carácter más estatista, corporativo, autoritario y anticomunista.

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Fue bajo la dictadura militar, que las formaciones nacionalistas vieron la posi-bilidad de llevar a cabo su “revolución”. Es por esto que en un comienzo apoyaron la dictadura militar, pero luego de que ésta asumiera en el plano económico el modelo neoliberal, se distanciaron de aquella. Así, Patria y Libertad terminó auto-disolviéndo-se y el MRNS se concentró en el mundo sindical, para intentar desde ahí generar un nuevo sujeto social.

Ahora bien, en el marco de la competencia con los gremialistas y aclarando las diferencias al interior del gobierno con los neoliberales, Roberto Thieme –ex secre-tario general de Patria y Libertad18– sostuvo: “En el plano económico, nosotros propo-níamos una economía social de mercado, que sustituyera la empresa capitalista tradicional, por una empresa integrada de trabajadores”19.

En relación con ello, en agosto de 1983, tres personajes importantes del na-cionalismo criollo, Pablo Rodríguez Grez, junto con Federico Willoughy y Gastón Acuña20, publicaron un libro llamado “¿Qué es el nacionalismo hoy?”, mediante el cual desarrollaron una ácida crítica a las políticas neoliberales asumidas por el gobierno luego de la crisis de la década de los ochenta. Al respecto, sostuvieron:

¡Que no se diga tampoco que el modelo estaba errado! El error estuvo en el libertinaje. El error estuvo en suponer que ese modelo podía operar con un “Estado ausente”. El error estuvo en creer que puede haber libertad sin disciplina e iniciativa privada sin planifi cación. El error estuvo en olvidarse que somos una comunidad nacional, donde cada cual tiene su sitio en la tarea, y donde aquel que actúa a su sólo arbitrio, o a su capricho, abusa de la libertad, la traiciona y desbarranca. El error estuvo en el vergonzante, impúdico, repulsivo ejemplo que en el mal uso de esa libertad dieron aquellos que tenían una responsabilidad más alta y un rol más decisivo en las esferas de las fi nanzas privadas.21

En el mismo marco de las críticas a los neoliberales, Misael Galleguillos22 –uno de los principales líderes del Movimiento Revolucionario Nacional Sindicalista (MRNS), representante del nacionalismo– nos expuso, lo siguiente en una entrevista realizada el año 2009:

18 El Frente Nacionalista Patria y Libertad (FNPL) será uno de los movimientos de extrema derecha más ra-dicales en su lucha contra el gobierno de Salvador Allende. Su líder principal era Pablo Rodríguez Grez.

19 Salazar, Manuel: Roberto Thieme. El rebelde de Patria y Libertad. Editorial Mare Nostrum. Santiago, agosto de 2007. p. 153.

20 Ex M.R.N.S.21 Acuña, Gastón; Willoughby, Federico; Rodríguez, Pablo, “¿Qué es el nacionalismo hoy?”. Sin editorial. Agosto

de 1983. pp. 26-27.22 Misael Galleguillos Vásquez era profesor de la Universidad de Chile sede Valparaíso y de la USACH. Uno

de los principales líderes del MRNS y Secretario Nacional de los Gremios desde 1977 hasta 1982.

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Cuando se creó el MAN, –Movimiento Acción Nacional-, por iniciativa de Fe-derico Willoughby, Gastón Acuña y Pablo Rodríguez, me invitaron a una reunión y me preguntaron qué es lo que pensaba de la empresa, yo les dije: –la unidad básica productiva–, no, me dijeron, sobre la propiedad de la empresa. Bueno, les dije que el sector laboral debía participar de cierta manera en la propiedad de la empresa mediante un acceso gradual, como en Alemania, en Inglaterra, etc. A lo que uno de los que estaba en la reunión (que era el pro-rector de la Universidad de Chile, Hernán García Vidal) dice: ¡No te dije yo! Este último –que era tío de la Lucía Hiriart de Pinochet– “tenía pasada para allá”, era importante. Luego de eso Willoughby dijo: ¡Hay un problema! (de hecho este último había logrado el apoyo del Partido Conservador Inglés), porque Hernán ha llegado a cierto nivel de sectores empresariales y le habían preguntado al MAN, acerca de este tema. Pablo Rodríguez les había planteado la idea de la empresa integrada, en donde todos los que trabajaban en ella eran los dueños, participando en la gestión y propiedad. Esto era importante porque un sector empresarial había visto que podía ser un movimiento que ellos respaldarían, para tener una visión distinta, ya que el sector productor chileno estaba en contra de Guzmán, porque éste apoyaba al sector fi nanciero, dejando de lado a los productores, sintiéndose los empresarios desplazados. Recuerda que muchas empresas quebraron en este tiempo. Finalmente no pudimos ganar esa pelea y ellos fueron –los neoliberales- quienes perdieron el control con la crisis del ‘83.23

b) Los gremialistas

El gremialismo fue un movimiento de masas surgido en la Universidad Católi-ca. Liderado por Jaime Guzmán, en un primer momento se caracterizó por su oposi-ción total a la reforma universitaria y luego de esto, por su tenaz lucha en contra del gobierno de la Unidad Popular. Como movimiento de masas, se caracterizó por ser “abierto”, lo cual le permitió generar una gran cantidad de apoyo. Una vez perpetrado el golpe militar, Jaime Guzmán fue dejando de lado las concepciones tradicionalistas de su juventud, para encaminarse en la formación de un partido político de derecha católica y conservadora, el cual fuese capaz de disputar espacios, en el maco de una futura democracia de partidos. Además de esto, fue uno de los principales elabora-dores de la Constitución autoritaria de 1980.

Por su parte, logró hacer una alianza estratégica con los neoliberales, quienes –como lo vimos más arriba– eran partidarios de un capitalismo desregulado, disminu-yendo la injerencia Estatal en el área económica. Así en el mismo régimen militar, el

23 Entrevista a Misael Galleguillos, 21 de agosto de 2009.

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movimiento gremialista con los neoliberales, fueron bloqueando y disminuyendo las áreas de infl uencia de los nacionalistas al interior del Estado.

Esta competencia –como sostiene nuestra hipótesis– no se restringió al cam-po de la burocracia Estatal, sino que también se encargó de desplegar toda una polí-tica hacia la sociedad civil, con el objetivo de “despolitizar” los “cuerpos intermedios” de la sociedad y cooptar un nuevo sujeto popular para esta nueva derecha.

Su política estuvo plasmada en la Secretaría Nacional de la Juventud y de la Mujer, donde el movimiento se especializó en generar una enorme red de actividades con las Juntas de Vecinos, agrupaciones poblacionales, trabajos voluntarios de invierno y verano y preuniversitarios populares,24 disputándole directamente el histórico es-pacio a la izquierda, perseguida y aniquilada mediante los organismos de inteligencia. Cabe resaltar que la Secretaría Nacional de la Juventud entre 1975 y 1983 logró incluir en sus diversas actividades alrededor de 230.000 personas25.

En este inmenso trabajo de bases sociales la futura UDI se nutrirá de dirigen-tes, militantes y electores hasta el día de hoy. Al respecto, Verónica Valdivia en una de sus últimas publicaciones sostiene:

El movimiento gremial dirigido por Guzmán logró dos pilares a partir de los cuales fortalecer su infl uencia socio-política: por un lado acercarse a los sectores populares a través de la Secretaría Nacional de la Juventud y las Federaciones estudiantiles universitarias, lo cual habría sido muy difícil –si no imposible- bajo un contexto políticamente competitivo y con una izquierda vigente. En este sentido el futuro de la derecha dependía del aniquilamiento de la izquierda.26

4. Los nacionalistas y la “despolitización” de la sociedad. El MRNS y la Secretaría Nacional de los Gremios

Sin perjuicio de que el régimen militar irá siendo hegemonizado por tenden-cias neoliberales, los nacionalistas liderados por el MRNS27 desarrollaron su política en la Secretaría Nacional de los Gremios. Según lo recordaba Misael Galleguillos:

24 Recomiendo la publicación de Verónica Valdivia sobre este tema: Su revolución contra nuestra revolución II. Editorial LOM. Santiago, 2009.

25 Valdivia, Verónica: Su revolución contra nuestra revolución. Editorial LOM. Santiago, 2009. p. 74.26 Ibíd., p. 85.27 El M.R.N.S. para aquel entonces era la formación nacionalista que contaba con una estructura defi nida y

clara, al contrario de las otras colectividades de extrema derecha que mantenían una organización algo más laxa y coyuntural.

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La Secretaría Nacional de los Gremios se creó en 1977. Antes había sólo una ofi cina de gremios, que no tenía estructura, estaba a cargo de Rubén Díaz Neira, amigo mío. Una vez creada, viajé desde Arica a Punta Arenas con un gasto enor-me creando ofi cinas regionales. La primera fue en Santiago, luego en Valparaíso, Concepción, Copiapó, Iquique, Arica. Nosotros dependíamos directamente del Ministerio Secretaría General de Go-bierno.28

El objetivo que perseguía este organismo -según se señala en las fuentes del MRNS- era:

Contribuir al cumplimiento de las acciones de gobierno sobre el ámbito gremial, que incluye a los sindicatos, los gremios empresariales y a los colegios profesiona-les, a fi n de relacionar a este sector social con el gobierno de la República.29

Sin perjuicio de lo anterior, es posible observar que existía un objetivo político también para el MRNS, el cual era obtener un sujeto social dentro del mundo de los trabajadores a fi n de dar cuerpo a la propuesta nacionalista, al mismo tiempo que se promovería una vertiente del sindicalismo de carácter nacionalista, corporativa, anti-partidista y anticomunista, todo muy afín al imaginario Nacional Sindicalista.

Así como la futura UDI saldrá a conquistar los “cuerpos sociales” mientras la dictadura eliminaba al “enemigo interno”, el MRNS buscará lograr lo mismo en el mundo sindicalista infl uenciado históricamente por la izquierda; la Secretaría será el espacio.

Ahora bien, la creación de la Secretaría Nacional de los Gremios, tuvo como principal organismo la “Escuela Nacional Sindical” con el objetivo de formar ideoló-gicamente a los diferentes dirigentes sindicales en materias propiamente gremiales, como lo eran los derechos y deberes de los trabajadores.

28 Ibíd.29 Citado el 25 de abril de 2010 en: http://feresuelta.blogspot.cl

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Dicha “escuela” incluyó cursos de “capacitación” en el sindicalismo, asistencia a seminarios y conferencias sobre materia sindical. En cuanto al impacto de ésta en el mundo sindical, cabe señalar que para 1977 tomaron algún tipo de curso en la Escuela –ya sea seminarios breves o internados más extensos– alrededor de 1411 dirigentes y en 1978, 155330 personas.

La Escuela Sindical tuvo una casa en donde se alojaban los dirigentes para re-cibir la educación de manera más cómoda. Además recibían alimentación y ratos de esparcimiento31, todo esto bajo un régimen de internado que permitiera aprender de mejor manera los cursos de “formación” sindical. Resulta relevante destacar que den-tro de los profesores que hicieron clases en la Escuela encontramos a “Ramón Callis Arrigorriaga [el ex jefe nacional del MRNS], Ariel Peralta32 y Eduardo Sánchez”33. Por otra parte, dentro de quienes trabajaron en la Secretaría en general se encuentran entre otros: Pedro Zurita, Germán Cuevas, Patricia Arancibia Clavel, Soledad Acuña, Arturo Marshall, Fernando Muñoz, Federico Morales, Nancy Sepúlveda34.

Sobre la importancia que representó este espacio para las formaciones nacio-nalistas, Guillermo Henríquez, ex miembro del MRNS, comentó en una interesante entrevista –que debido a su relevancia es presentada de manera casi integral- publi-cada en internet a través de la página nacionalista “Alerta Austral”35:

Yo llegué al nacional sindicalismo junto con otra cantidad de camaradas, que ha-bían militado durante el gobierno de la Unidad Popular, en el comando Rolando Matus y otros en Patria y Libertad (…) No obstante, como había una similitud de propósitos, nos fuimos abriendo paso en los círculos ligados a la armada y el ejército, siendo aceptada nuestra existencia, hasta que en un momento deter-minado nuestro jefe fáctico del movimiento, fue nombrado en la dirección de la Secretaría Nacional de los Gremios.Esta entidad era un organismo paralelo y equivalente a la Secretaría de la Juven-tud, la Secretaría de la Mujer, la Secretaría de la Cultura, etc. Organismos depen-dientes de la Secretaría General de Gobierno… Nosotros por ese entonces éramos jóvenes universitarios y naturalmente participábamos de todo aquello, teniendo también nuestras luchas al interior de la universidad, las que tenían un carácter distinto, toda vez que se vivía en un régimen militar, hacíamos lo que

30 Revista Gremios, N°1, P. 3231 Entrevista a Misael Galleguillos, agosto de 2008.32 Profesor del Instituto Nacional y autor del libro: “El mito de Chile”.33 Profesor de Historia, y ex director de un liceo municipal de Estación Central, esto según entrevista a

Misael Galleguillos.34 Citado el 25 de abril de 2010 en: http://feresuelta.blogspot.cl op. cit.35 Alerta Austral es una importante página de difusión de las ideas nacionalistas en internet, en donde escri-

ben nacionalistas de las más diversas tendencias. Para profundizar esto ver : www.alertaustral.cl

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se hacía: trabajo en los centros de alumnos y federaciones de estudiantes. Así empezamos a tener nuestras primeras grandes disputas, que fueron bastante serias, con otro grupo que también apoyaba al régimen militar y que tenía una visión totalmente distinta a la nuestra, el movimiento gremial que después se transformó en la UDI.De hecho, los gremialistas ya manejaban la Secretaría de la Juventud… Los na-cionalistas del MRNS, por estar en la Secretaría de los Gremios, desarrollamos un fuerte contacto con las bases sindicales y esto, por un lado, de algún modo difi cultó nuestro contacto con los jóvenes. [Los] Aportes del nacional sindicalis-mo en aquellos años fue a mi modo de ver, la creación en la ciudad de Santiago de la Escuela Sindical de Chile.Este era un proyecto, que en alguna medida se realizó en el gobierno de Carlos Ibáñez del Campo, durante un período muy corto, y en el gobierno militar fue un proyecto que se concretó y cuyo objetivo era básicamente formar dirigentes sindicales, pero no políticamente o en el sentido leninista, sino en conocimientos de la historia del sindicalismo, desarrollo de técnicas de oratoria, lectura de balan-ce, el manejo de herramientas contables y fi nancieras. Para nosotros, el dirigente sindical no podía ser más un ignorante en esos temas, él debía sentarse con toda propiedad, para así representar los intereses de sus representados.36

De esta entrevista se desprende lo importante que era para el MRNS la generación de este espacio de “formación sindical” al interior del régimen, al mismo tiempo que evidencia las diferencias constantes con el movimiento gremialista de Jaime Guzmán.

Por otra parte, se generó una revista propia -dependiente de la Secretaría- llamada Gremios, la cual contaba con recursos y una calidad no menor en cuanto a la impresión. El director de la revista era Ramón Rivas Guzmán, en el comité redactor se encontraban, entre otros, Fernando Muñoz Parra, Pedro Zurita, Carlos Koch, Luis Lazzaro. Además, entre quienes publicaban en esta revista se encontraba: Patricia Arancibia Clavel.

La revista estaba encargada de cubrir los eventos que realizaba la Secretaría, al mismo tiempo que propugnaba el desarrollo ideológico del MRNS y concepciones sindicalistas basadas en la “doctrina de los cuerpos intermedios”, concordantes con los principios ideológicos expuestos en la “Declaración de principios de la Junta Mili-tar de 1974”, ya explicados con anterioridad.

En su editorial N°1 señalaba:

36 Citado el 25 de abril de 2010, en: http://www.alertaustral.cl

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Gremios es una publicación que nace a la vida nacional para contribuir al fortale-cimiento y desarrollo de los gremios y sindicatos en que se han organizado los trabajadores, profesionales y empresarios chilenos […]El Supremo gobierno se ha propuesto lograr la participación social a tra-vés de los organismos sociales intermedios entre el hombre y el Estado, para lograr la constitución de un poder social responsable que no esté supeditado al poder político del Estado, sino más bien que le sirva de límite.La función primordial del Estado de lograr el bien común, de ser el custodio del derecho, el promotor del desarrollo y el ejecutor de nuestro destino histórico…37

Más aun, en el lanzamiento del N°1 de la revista se cubrió de manera detallada el aniversario del 1 de Mayo de 1978, celebrado en el edifi cio Diego Portales, con una plenaria llena de más de 3000 dirigentes sindicales.

En dicha plenaria, Pinochet junto con Lucía Hiriart se dedicaron a saludar y premiar de manera “carismática” a los diversos asistentes, además de generar discursos en conmemoración del día del trabajador.

Resulta decidora la declaración que se hizo en la cobertura acerca del discurso de Manuel Hernández, di-rigente de Ferrocarriles, quien sostenía: “El 1 de Mayo tie-ne hoy una nueva connotación. Es la fi esta del trabajador en que se manifi esta la unión de todos por encima de las diferencias”.38

Otro discurso relevante lo realizó Guillermo Medi-na (en la foto premiado por Pinochet), dirigente del Cobre, el cual señalaba:

Los trabajadores chilenos han devuelto al 1° de Mayo su ver-dadera y real signifi cación”. Además de esto Gremios agre-gaba: “Al fi nal de su intervención hizo presente cinco puntos de los cuales destacó el primero por ser aplaudido por la totalidad de los asistentes. Pedía la dictación de la reforma constitucional en que se fi jara claramente el camino de los

37 Revista Gremios, N°1, P. 3. Junio de 1978. En las concepciones nacionalistas, son típicos los rasgos mesiáni-cos y metafísicos que se encuentran en el discurso recién citado. Al mismo tiempo, la idea según la cual las naciones tienen destinos históricos, se encuentra presente en Primo de Rivera, teórico y político español, quien propugna un nacionalismo sustentado en el tradicionalismo hispanista. Las negritas son nuestras.

38 Revista Gremios, op. cit. p. 4.

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chilenos en las responsabilidades ciudadanas -concretamente la prohibición total de que los dirigentes sindicales tengan participación en los partidos políticos-39.

Estas declaraciones, de una u otra forma, podrían mostrarnos el alcance de la Secretaría Nacional de los Gremios y la no despreciable capacidad de movilización de ésta,40 al mismo tiempo que exigen una investigación más extensa y detallada, a fi n de dar cuenta del movimiento sindical bajo la dictadura militar.

No es menor el hecho de que en ese 1 de Mayo se encontraban presentes entre otras personas:

El presidente de la Corte Suprema, José María Eyzaguirre; el ex presidente de la República y vicepresidente del Consejo de Estado, Gabriel González Videla; el Contralor General de la República, Osvaldo Iturriaga; miembros del consejo de Estado y dirigentes gremiales y de colegios profesionales, el director de organizaciones civiles Coronel Sergio Badiola, y el Secretario Nacional de los Gremios Galleguillos.41

Ahora bien, la celebración de ese 1° de Mayo coin-cidía también con el anuncio de tres importantes políticas laborales desde el punto de vista del MRNS. La primera de ellas decía relación de la nueva ley de contrato del trabajo. Al respecto, Gremios publicaba:

El Ministro del Trabajo, Vasco Costa, explicó que la nueva Ley sobre las nor-mas relativas al contrato de trabajo se basa en el establecimiento de derechos igualitarios para todos los trabajadores, terminando con la discriminación entre empleados y obreros.La ley iguala a ambos en benefi cios de jornada ordinaria de trabajo, descanso entre jornadas, formas de remuneración, monto y protección de ésta…42

La segunda política contemplaba: “Para las nuevas contrataciones, se establece una indemnización automática en razón del término del contrato, ascendente a un mes por año de trabajo o fracción, superior a seis meses”43.

39 Ibíd., p. 4.40 Galleguillos sostuvo en la entrevista del 19 de agosto del 2009, Al presidente le encantaba esto de estar con

los dirigentes y a estos últimos también.41 Ibíd., P. 4.42 Revista Gremios, op. cit. p. 13.43 Ibíd., p. 13

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La tercera y la más importante guardaba relación con la creación del Consejo del Trabajo, máxima expresión de una política de corte corporativa que deseaba im-pulsar el MRNS. Sobre esto Gremios sostenía:

El Consejo del Trabajo es un cuerpo de integración, formado por 15 represen-tantes de los trabajadores y 15 representantes de las organizaciones de emplea-dores, que se desempeñen en las actividades de producción y servicios, bajo la presidencia del Ministro del Trabajo y Previsión Social, quien en representación del gobierno se reservará la función de armonizar los diversos intereses particu-lares con miras al bien común. La designación de los consejeros operará mediante la presentación de ternas por parte de las directivas de las organizaciones sindicales y gremiales de los tra-bajadores y empleadores. En el Consejo del Trabajo, las autoridades expondrán los aspectos laborales de la política gubernamental y analizarán las opciones y planteamientos de empleadores y trabajadores sobre tales materias.44

Este Consejo del trabajo -de clara inspiración corporativista-, sólo se entiende en relación con el marco ideológico sustentado en un nacionalismo corporativista, al mismo tiempo que buscaba generar un espacio político relevante para el MRNS, toda vez que los cuadros que ingresarían a él, habrían pasado directa o indirectamente por la Secretaría y la Escuela Sindical de Chile.

Cabe señalar que si bien este organismo fue aprobado, demoró un tiempo en desarrollar las elecciones de sus miembros. Esto llevó a reclamos publicados por di-rigentes sindicales a través de Gremios, particularmente en el N°3, los cuales refl ejan la queja de los trabajadores:

El representante de los trabajadores en el Consejo de Estado, Guillermo Medina, planteó una serie de inquietudes, las que califi có de extraordinaria importancia para el sector laboral nacional.Entre otras materias, pidió que se nombrara a la brevedad posible el Consejo Nacional del Trabajo, la pronta promulgación de la reforma de Seguridad Social y la promulgación del Libro III del Código del Trabajo, que regula la negociación colectiva.45

Es importante señalar que este dirigente sindical, fue el mismo que era citado en el número 1 de Gremios exigiendo una reforma constitucional para el término de la militancia partidista en los dirigentes sindicales.

44 Revista Gremios, op.cit. p. 13.45 Revista Gremios, N° 3, julio de 1978. p. 5.

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Ahora bien, con respecto a este tema Galleguillos recordaba muy molesto el hecho, toda vez que había representado un triunfo frustrado para el MRNS y al mismo tiempo la puesta en práctica de una medida corporativa, la cual habría sido impedida por gente ligada al sector neoliberal:

Aunque si bien, más adelante se eligieron las personas que integrarían el Consejo, éste nunca se puso en marcha, debido a que en la mañana de ese día Miguel Kast fue a hablar con el Presidente de la Re-pública y le dijo que el país atravesaba por una fuerte crisis económica y que el funcionamiento del Consejo Nacional del Trabajo iba a difi cultar la aplicación de le-yes para superar la crisis, entonces le pidió al presidente que lo postergara. Kast decía que podía ocurrir la necesidad de tomar una medida dura y el Consejo Nacional del Trabajo la podía rechazar. Quedó creado pero no funcionado.46

Aunque este hecho signifi có un estancamiento para la política del MRNS, cabe señalar que el funcionamiento de la Escuela Nacional Sindical se extendió por más de siete años. Mediante ella, se proporcionó una fuerte, sistemática y clara ideologiza-ción a los dirigentes sindicales chilenos. Sin lugar a dudas, estamos en presencia de un espacio histórico para el nacionalismo chileno, que aún no ha sido reconocido por la historiografía actual, constituyéndose este artículo, solamente en su introducción.

Finalmente, el asesinato de Tucapel Jiménez, líder sindical y Presidente de la ANEF, el 25 de febrero de 1982, marcará el fi n de Galleguillos como Secretario Na-cional de los Gremios y al mismo tiempo la pérdida para el sector nacionalista de una poco explorada experiencia sindical. Este último será inculpado –aunque procesado recién el año 199947 y luego dejado en libertad– como autor intelectual del asesi-nato, por lo cual dejará la Secretaría y volverá a la Universidad de Santiago de Chile a impartir docencia. De hecho, en 1991 será raptado por un comando del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (autónomo), desde la sala de clases en la cual se encon-traba trabajando y lo dejarán encadenado a la puerta de la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile, con bombas pegadas al cuerpo, además de un cartel alusivo al asesinato de Tucapel Jiménez.

46 Entrevista a Misael Galleguillos, op. cit.47 Mientras Galleguillos esté en prisión escribirá un texto con sus refl exiones llamado: La patria de los valores

eternos. Refl exiones y pensamientos escritos en prisión. Editorial Macul. Santiago, marzo de 2006.

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A propósito de este tema, el periodista Benedicto Castillo ha escrito un libro llamado “El emblemático crimen de Tucapel Jiménez. El cóndor quiere carne”48, en donde sostiene la tesis según la cual Galleguillos habría sido el responsable del espionaje al líder sindical, sobre la base del cual se habría realizado su asesinato.

Por otra parte, el propio Galleguillos accedió a hablar de este tema y nos comentó:

Lo concreto ahí es que la Secretaría no tenía nada que ver. Nosotros no hacía-mos seguimiento, para eso está la división del trabajo en la CNI, había ahí algo dedicado a los sindicatos. A mí me preguntaron si en la secretaría había una per-sona de seguridad, yo les dije que no, pero sí había en el ministerio del trabajo. Estos tipos pensaban que la Secretaría de los Gremios era una central sindical. Y no, era un organismo de gobierno. Incluso el ministro Muñoz preguntó si éramos parte de la CNI, se le pidió informes a la CNI y no había nadie. En abril de 1999 nos procesaron por solicitud de los querellantes, luego el mismo Ministro revocó el auto-procesamiento, en el fondo nunca fuimos parte del proceso.49

En ese sentido, Galleguillos se mostraba favorable a la tesis de que la DINE mató a Tucapel, siendo él una especie de “chivo expiatorio”. El objetivo de los milita-res habría sido provocar una distracción en la investigación –inculpando a la Secreta-ría–, a fi n de que tras correr el tiempo la causa caducara. Cabe señalar que este hecho servirá de paso para que los neoliberales junto con los gremialistas desarticularan el último bastión del nacionalismo.

Finalmente quienes terminarán ganando esta competencia a lo largo del go-bierno serán los neoliberales aliados con los gremialistas –implicando eso sí un radi-cal quiebre de Jaime Guzmán con sus antiguas concepciones ideológicas de carácter corporativas y tradicionalistas–,50 desplazando la infl uencia de los sectores naciona-listas, tanto en su afl uente civil y militar. Esto último se explicaría a juicio de Verónica Valdivia, debido a la incapacidad política de estos últimos51 de generar una alianza programática entre “los sectores duros” del régimen. De hecho el propio Galleguillos –frunciendo el seño y suspirando– sostuvo en la última entrevista concedida: “Nos

48 Para profundizar esto, recomiendo leer : Castillo, Benedicto, “El emblemático crimen de Tucapel Jiménez”, Editorial Mare Nostrum, Santiago 2009.

49 Entrevista a Misael Galleguillos.50 Cabe señalar que Jaime Guzmán siempre intentará conciliar de manera forzosa ambas vertientes de

pensamiento. Pero según Renato Cristi, terminaría cediendo ante una visión política más pragmática. Para profundizar este tema ver : Renato, Cristi: El pensamiento político de Jaime Guzmán, Editorial LOM, Santiago 2000.

51 Para profundizar este tema ver : Valdivia, Verónica: El golpe después del golpe. op. cit. Especialmente el capí-tulo V: ¡Porque la patria no se vende!

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faltó mayor capacidad política”52. No obstante el proceso de ideologización bajo la escuela sindical de Chile, aunque no se puede evidenciar mediante estadísticas elec-torales –como sí podríamos hacerlo con el caso de la UDI–, fue un proyecto que no dejó de contar con el apoyo del mundo sindical, siendo un caso desconocido hasta el día de hoy por la historiografía tradicional.

5. Conclusión

Mediante el desarrollo del presente artículo, se analiza la disputa acaecida al interior de la dictadura militar entre la alianza gremialista-neoliberal contra las forma-ciones nacionalistas, centralmente el MRNS. En esta línea, se muestra cómo cada sec-tor, lejos de concentrarse en el Estado, desarrolló una política hacia los movimientos sociales, a fi n de ganar nuevos espacios y conquistar un nuevo sujeto social y político. Particularmente se estudió el caso del sector nacionalista, a fi n de mostrar cómo se sometió a un proceso de “educación” sindical a los dirigentes sociales del mundo de los trabajadores, mediante una formación ideológica desde una variante corporativis-ta y nacionalista. Esto último al alero de la Escuela Sindical de Chile.

Se ha mostrado una lectura de la dictadura militar no explorada, con el ob-jetivo de ayudar a dejar de lado las compresiones de esta última como un todo homogéneo, mostrando de esta manera, las tensiones propias que surgen al alero de un proceso histórico caracterizado por una violación sistemática de los derechos humanos, además de la implantación de un proyecto de tipo global, es decir, mediante una reconfi guración política de los sectores dominantes chilenos.

52 Entrevista a Misael Galleguillos, 21 de agosto de 2009.

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El partido Renovación Nacional: aproximaciones al origen de su estrategia post-dictatorial. Chile, 1983-1989

Jorge Valderas Villarroel*

“(…) resolver qué tipo de partido aspiramos a constituir y qué papel pretendemos desempeñar en la vida nacional.

Una primera opción es ser un grupo monolítico, que no efectúa avances doctrinarios,no incursiona en temas polémicos y se mantiene apegado al ideario más convencio-

nal; la segunda opción es conformar un partido más amplio y fl exible,cuyo crecimiento hacia otros sectores implica ajustes programáticos,

incursionar en temas no abordados y desarrollar un ideario más amplio.”Andrés Allamand (La travesía del desierto)

Resumen: El presente artículo busca analizar el origen de la estrategia política que despliega el partido chileno de derecha Renovación Nacional durante el período denominado como post-dictadura. Se propone que el origen de su estrategia fue, en gran medida, consecuencia de las pugnas existentes al interior del partido durante su periodo de conformación (1983-1989), las cuales se vieron refl ejadas tanto en su defi nición ideológica, como programática. La relevancia de un estudio de esta naturaleza radica en la necesidad de cubrir un espacio vacío en la historiografía nacional, que es el estudio de los partidos de derecha en la post-dictadura, y específi camente de Renovación Nacional, que hoy en día es el partido de gobierno.

Palabras clave: Renovación Nacional – partido de derecha – post-dictadura.

* Estudiante Tesista de la carrera de Pedagogía en Historia y Ciencias Sociales, Universidad de Valparaíso.

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1. Introducción: Revitalizar la historia política en el Chile actual

De un tiempo a esta parte la historia política ha tomado un nuevo impulso. De la mano de connotados historiadores1, se ha explotado un ámbito que la historiogra-fía tradicional siempre ha renegado estudiar en profundidad. Estamos hablando de la llamada “historia política reciente”, esa que cubre “tanto al régimen autoritario militar (la dictadura) 1973-1990 y el régimen democrático (la democracia protegida) 1990-2010”2. Esgrimiendo el clásico argumento de la necesaria lejanía temporal entre el historiador y su objeto de estudio (para lograr la ansiada objetividad), la historiografía tradicional ha optado por dejar un vacío en el estudio de nuestra historia, con el fi n de evitar que las pasiones políticas manchen el quehacer historiográfi co.

Durante estos últimos años, este vacío ha comenzado a llenarse poco a poco, y es cada día más común ver libros, artículos en revistas especializadas, conferencias, jornadas y foros de debate, dedicados al análisis de la historia política reciente de nuestro país.

Es dentro de este ámbito en el cual se enmarca este artículo, ya que pretende aportar en la medida de sus posibilidades a llenar ese vacío descrito anteriormente y sacar a la luz temáticas que muchas veces no son de la preferencia o el gusto de la mayoría de quienes se dedican a este ofi cio.

Antes de especifi car las distintas aristas del tema a tratar, resulta sumamente necesario explicitar el por qué la opción tomada por quien escribe, de realizar una investigación en historia política reciente.

La primera motivación es la innegable relación entre historia y política. El his-toriador como cualquier persona que vive en sociedad, hace política, ya sea a través de acciones específi cas o a través de omisiones. El pretender separar la política de la historia, y mostrarlas como ámbitos distintos, es una ilusión que la historiografía tradicional (concordante con su ideología política, el conservadurismo) ha tratado, y conseguido en cierta medida, instalar como sentido común. Muy por el contrario, nosotros asumimos esa relación intrínseca y la alentamos, ya que consideramos que la “objetividad” no la brinda una corriente o preferencia política específi ca, o la su-puesta falta de ella (“apoliticismo”), sino que la objetividad la brinda el método que se utiliza en el estudio (científi co), y su aplicación rigurosa. Desde ya queda manifi estado que todo conocimiento obtenido como fruto de una investigación científi ca, está sujeto a revisión. Pero el grado de certeza (o de objetividad) de una afi rmación lo

1 Por nombrar a algunos encontramos a: Luis Corvalán Marquéz, Verónica Valdivia, Rolando Álvarez, Julio Pinto, Juan Carlos Gómez.

2 Gómez, Juan Carlos, “Democratización y Democracia en la Historia Política reciente de Chile”. En Ríos Kroyer, Nicole [ed.]: Para el análisis del Chile contemporáneo. Aportes desde la Historia Política. Ediciones Taller de Historia Política, Valparaíso, 2010. p. 49.

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brinda la calidad de la argumentación utilizada y no el descarte apriorístico de ciertos temas por el grado de confl icto que éstos puedan generar3.

La segunda motivación, es la de reposicionar a la historia política como la disciplina historiográfi ca capaz de brindar las explicaciones más completas sobre pe-riodos, procesos o actores históricos.

En este sentido concordamos con Luis Corvalán Marquéz, quien refi riéndose a la historia política, plantea:

No es, sin duda, a la historia política de corte decimonónica a la que aquí quere-mos referirnos. Muy lejos de ello pensamos en una historia analítica y explicativa, una historia que visualice los más diversos procesos verifi cados en la sociedad, sintetizados y expresados en el nivel del Estado y de las luchas por su control, lo que implica sujetos, proyectos, discursos legitimantes, ideologías, intereses, etc.4

La historia política a la cual adscribimos no es aquella que se dedica a realizar un relato lineal de los gobiernos y los hechos más “relevantes” que ocurren en ellos. Por el contrario, consideramos que es de suma relevancia integrar los distintos ám-bitos existentes en la sociedad (planos económico, político, social y cultural en sus distintas manifestaciones), para así lograr la fi nalidad que a nuestro juicio debe tener la historia, que es brindar explicaciones de un alto grado de confi ablidad.

Tal como plantea Corvalán, lo que atraviesa a esta concepción de la historia es la noción de “formación económico-social –unidad de base y superestructura– de raigambre marxiana,” en la que el punto central sobre el cual poner atención son las relaciones sociales de producción, y las “derivadas de éstas, la estructura de clases, con sus correspondientes contradicciones y confl ictos”5 .

Considerando lo anterior es que Corvalán concluye:

A partir de allí (relaciones de producción y la estructura de clases) es que se entiende la conformación de los sujetos, las ideologías, la cultura, los proyectos políticos y la construcción del Estado, siempre por sujetos determinados. Éstos normalmente tienden a ser clasistas, aunque presentan de forma universalizada sus intereses particulares, aspirando a generar hegemonías morales e intelectua-les encaminadas a dar estabilidad, consenso y solidez a su dominación. Desde esta óptica teórica, la historia política emerge como una historia síntesis de todas las demás historias6.

3 Corvalán Marquéz, Luis: Introducción a la teoría del método científi co, tesis para optar al grado académico de profesor en Historia y Geografía Económica, Universidad Técnica del Estado, 1978.

4 Corvalán Marquéz, Luis, “Prólogo” contenido en Ríos Kroyer, Nicole [ed]: op. cit. p. 7.5 Ibíd.6 Ibíd.

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Haciendo presentes estas aclaraciones, se puede establecer que el tema cen-tral a tratar en este artículo versa sobre el origen de la estrategia política (pragmatis-mo) que asume el partido político chileno de derecha Renovación Nacional frente a la post-dictadura7. La hipótesis que se plantea es que el origen de dicha estrategia fue, en gran medida, consecuencia de las pugnas existentes al interior del partido durante su periodo de conformación. Las cuales se vieron refl ejadas tanto en su defi nición ideológica, como programática.

2. Derecha y post-dictadura: defi niciones conceptuales necesarias

Para comprender de mejor manera el tema de este artículo, se hace necesario explicitar, al menos, el contenido de dos conceptos que ya se han enunciado previa-mente: partido de derecha y post-dictadura.

La noción de derecha e izquierda ha sido ampliamente discutida en las ciencias sociales8, existiendo una vasta literatura al respecto, por lo cual se estima pertinente, sólo plantear la perspectiva abordada en este estudio, para así no desviar la atención del tema central de este artículo.

En este sentido se emplea la defi nición que realiza Edward Gibson, el cual señala que la principal característica de los partidos de derecha es la de funcionar como un elemento de vinculación entre las clases más acomodadas y el resto de la sociedad. Es decir, vinculan a través de un proyecto político los intereses del corazón constitutivo del partido (que son las clases altas, acomodadas, que le dan la identidad al partido) con el resto de la sociedad, creando para estos efectos una coalición social multiclasista que necesariamente debe abarcar a la mayor cantidad de electores (que obviamente sobrepasan al corazón constitutivo que siempre es pequeño)9. Por lo tanto, al defi nir a Renovación Nacional como un partido de derecha, se busca plantear que este partido defi ende los intereses de un grupo minoritario, que sería su corazón

7 Con post-dictadura nos referimos al periodo temporal que abarca desde que asume Patricio Aylwin el 11 de marzo de 1990, hasta nuestros días. A este período también se le ha llamado postpinochetismo (Ga-rretón), pero consideramos que si bien la fi gura de Pinochet fue central bajo la Dictadura Militar, no fue sólo ésta la que caracterizó a ese periodo en específi co, y por tanto a nuestro juicio es erróneo centrar el análisis y tomar como punto de referencia sólo a la fi gura de Pinochet.

8 Véase los trabajos de Norberto Bobbio, Derecha e izquierda. Razones y signifi cados de una distinción polí-tica, Taurus, Madrid, 1988; Anthony Giddens, Más allá de la izquierda y la derecha: el futuro de las políticas radicales, Cátedra, Madrid, 1996; Marta Harnecker, “Sobre la estrategia de la izquierda en América Latina”, 2004, disponible en: http://www.nodo50.org/cachicamo/documentos/la%20Estrategia%20de%20la%20iz-quierda%20en%20America%20Latina.pdf (consulta realizada el 05 de agosto de 2010); entre otros.

9 Gibson, Edward, “Conservative electoral movements and democratic politics: core constituencies, coali-tion buildings and the Latin American electoral Right” en, Chalmers, Douglas, Campello de Souza, Maria do Carmo, Borón, Atilio [editores], The Right and Democracy in Latin America, New York, 1992.

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constituyente (específi camente el gran empresariado), mediante la construcción o apoyo a un proyecto político que sea capaz de aglutinar a la gran mayoría de los elec-tores, como también de mantener los privilegios de ese pequeño grupo. Que existan distintas tendencias dentro de Renovación Nacional, se entiende como la expresión de distintos grupos por imponer su propia visión acerca de cuál es la mejor manera, o la más efi caz, de defender esos intereses10. Expresiones diversas que se analizarán en detalle más adelante.

Por otro lado se utiliza el concepto de post-dictadura, el cual será entendido en una primera instancia como el período temporal que transcurre entre el 11 de marzo de 1990, cuando asume la presidencia Patricio Aylwin, y nuestros días. Ahora bien, ¿por qué la opción de recurrir a este concepto de post-dictadura y no a otro para caracterizar a este período?. El motivo central radica en que este concepto, además de la dimensión temporal lógica de “después de la dictadura”, implica una dimensión simbólica que representa, a nuestro juicio, de mejor manera los distintos procesos que se van desarrollando en el período señalado. En la lectura de Teresa Basile, la post-dictadura puede ser también defi nida como el espacio crítico que pone en el “centro de su agenda las herencias de la dictadura y sus recontextualizaciones en democracia”11, tomando como eje central de su discurso:

las demandas de respeto por los derechos humanos de todo tipo, los problemas de la justicia aún sin resolver, las críticas a todo tipo de terrorismo de Estado, la revisión de la historia nacional y el papel de los militares en ella, la necesidad de recuperar la “memoria” frente a políticas del olvido, los nuevos modos de domi-nación a través del neoliberalismo económico, entre otros12.

Estos elementos, que ligan íntimamente los dos períodos (el de dictadura y el período posterior a ésta, la post-dictadura) revelan, a nuestro juicio, lo que han “olvi-dado” otras defi niciones o conceptualizaciones del periodo temporal antes señalado. Como indica por ejemplo Manuel Antonio Garretón, quien conceptualiza el periodo como postpinochetismo13, centrándose específi camente en la fi gura de Augusto Pino-chet y el legado institucional que éste dejó. Para Garretón, el discutir si la transición terminó o no, es irrelevante (para él termina el 11 de marzo de 1990), ya que la cen-

10 Para profundizar el análisis sobre la competencia interna existente dentro de los partidos y los distintos tipos de ella, véase: Offerlé, Michel, Los Partidos Políticos, Lom Ediciones, Santiago de Chile, 2004.

11 Basile, Teresa, “La Universidad Popular de Madres de Plaza de Mayo: emergencia de nuevas prácticas en cultura y poder en la Argentina de la Posdictadura”. En Daniel Mato (compilador), Estudios y otras prácticas intelectuales latinoamericanas en cultura y poder, CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Caracas, Venezuela., 2002. Disponible en: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/cultura/basile.doc

12 Ibíd.13 Garretón, Manual Antonio: Del postpinochetismo a la sociedad democrática. Globalización y política en el

Bicentenario. Random House Mondadori S. A. Santiago, 2007.

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tralidad se encuentra en realizar las reformas políticas necesarias a la Constitución Política, con el objetivo de terminar con la democracia incompleta y llegar fi nalmente a una democracia plena14. Esta defi nición resulta incompleta para este estudio, ya que omite temas sumamente relevantes para la historia política reciente de nuestro país, como por ejemplo la implantación y profundización del modelo económico neolibe-ral, limitando el análisis sólo al tema político-institucional.

Es por ello, que se considera que el concepto de post-dictadura, puede re-presentar de mejor manera el período en cuestión, ya que implica no solamente plantearse las tareas políticas, económicas o incluso culturales del futuro que pueden llevar adelante ciertos grupos (para la mantención de lo existente o su cambio radi-cal), sino que liga esas tareas con su pasado inmediato y les da un sentido histórico.

Realizadas estas defi niciones, a continuación se analiza la conformación del partido Renovación Nacional, como también su contenido ideológico-programático, a modo de comprender que el pragmatismo que muestra Renovación Nacional du-rante la post-dictadura obedece, en gran medida, a esta pugna por hegemonizar la conducción del partido tanto política, como ideológicamente.

3. Confl uencia, Confl icto y División: el nacimiento de Renovación Nacional 1983-1989

Renovación Nacional nació el 29 de abril de 1987, a través de la confl uencia de tres grupos: Unión Nacional (UN), la Unión Demócrata Independiente (UDI) y el Frente Nacional del Trabajo (FNT). Esto como consecuencia del llamado que hace Andrés Allamand (quien era el presidente de Unión Nacional en ese entonces) a uni-fi car la derecha en vista de: 1) la inminencia del plebiscito de 1988, 2) la certeza que el tema a encarar ya no era adelantar la transición, sino que la sucesión presidencial (que de acuerdo al itinerario constitucional debía dirimirse en 1989 en caso de triun-far la opción NO en el plebiscito), y 3) la constatación que el actuar solitario de su partido, Unión Nacional, no daba garantías de un triunfo seguro en el plebiscito15.

En su autobiográfi co libro “La travesía del desierto”, Allamand plantea que:

Al fi nal del año –refi riéndose a 1986– era evidente que las tareas que nos habíamos propuesto estaban sobredimensionadas para el tamaño de nuestra organización. En dos palabras, éramos un partido demasiado nuevo y pequeño como para pretender –simultáneamente– que un gobierno militar todavía muy poderoso cambiara su diseño institucional, y una alianza de partidos formada por

14 Ibíd., p. 78. 15 Allamand, Andrés: La travesía del desierto, Aguilar, Santiago de Chile, 1999.

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colectividades grandes –con mucha historia, recursos, historia y raíces– cambiara en forma radical de planes y estrategias. Si queríamos infl uir más, teníamos entonces que ser más fuertes, organizarnos mejor y aprender a interpretar a más gente.El desafío era ineludible: había que encarar la unidad de la centroderecha16.

Si bien Allamand reconoció la necesidad política de la unión de la derecha en esa coyuntura específi ca que les tocó afrontar, no contó con que las fuertes divisiones tanto ideológicas (economía, rol del Estado, postura frente a la democracia liberal como forma de organización política, etc.), como en la forma de hacer política de los distintos grupos que conformaron RN (el grupo UDI con una clara vocación de poder y disciplina, elementos presentes en menor medida en UN y en FNT), iban a menguar ese afán unifi cador.

Comenzaremos hablando de Unión Nacional. Este partido fue formado a fi nes del año 1983, con “una buena mezcla, tanto de dirigentes del viejo partido –refi rién-dose al Partido Nacional–, como de sectores independientes, líderes de movimientos regionales y jóvenes”17. Podemos decir que este partido será la matriz de lo que será Renovación Nacional en el futuro, lo cual queda claro en su primera declaración. Re-cordando este episodio, Allamand nos dice que la UN propiciaba como

régimen político, una democracia representativa, que recoja nuestras tradiciones y experiencias, respetuosa de los derechos de las personas, libre de totalitaris-mos (…)En el ámbito económico-social, adheríamos a la economía de mercado, a la liber-tad económica y a la propiedad privada (…)(Además) valorizábamos la ‘tarea histórica’ del gobierno militar y nos compro-metíamos ‘desde una posición de independencia’ a apoyar una transición pacífi ca y sostenida hacia la plena democracia.18

Lo que se pretende con esta cita es mostrar cuáles fueron los tres ejes que causaron las disputas al interior de RN con posterioridad a su conformación, y que en defi nitiva serán las causales de su división.

Dentro de las principales fi guras que se destacaron dentro de UN se encon-traban Andrés Allamand, Carlos Reymond, Alberto Espina, Juan Luis Ossa, Fernando Maturana y Gustavo Alessandri, entre otros.

16 Allamand, Andrés: La travesía del desierto. Aguilar, Santiago, 1999. p. 110.17 Ibíd., p. 61.18 Ibíd.

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Un punto a resaltar dentro de la historia de la UN, son las conversaciones que sostuvo (impulsadas principalmente por Andrés Allamand) con la llamada “oposición democrática”, con el fi n de llegar a un acuerdo con ella y el régimen militar para adelantar la transición. Si bien este acuerdo fi nalmente no prosperó, sin duda marcó la tendencia del partido y sus militantes al formar RN, en relación a su trato con el régimen militar.19

Junto con la UN, otro de los partidos que adhirió al llamado hecho por Alla-mand fue la Unión Demócrata Independiente (UDI), que nace el 24 de septiembre de 1983:

por la inquietud de crear un nuevo partido político, que se fundará sobre un triple perfi l: popular, de inspiración cristiana y que apoya el sistema social de mercado, donde sus miembros, tal como recalcara Jaime Guzmán, “debían actuar como demócratas independientes y gremialistas”.20

El antecedente directo de la UDI fue el Movimiento Gremial, creado en la Universidad Católica en los años sesenta, el cual tuvo una fuerte infl uencia del cor-porativismo de raigambre española. La UDI va a ser la fuente más grande de apoyo político al régimen militar, defendiendo tanto el modelo económico impuesto por ésta, como también el régimen político expresado en la Constitución de 1980. Entre los miembros fundadores destacaron Jaime Guzmán, Sergio Fernández y Pablo Lon-gueira, activos partidarios del régimen, participando el primero como ideólogo de la constitución de 1980 y el segundo como ministro de Estado.

El tercer grupo que completó a Renovación Nacional, fue el Frente Nacional del Trabajo, agrupación de corte nacionalista creada por Sergio Onofre Jarpa (ex-presidente del partido Nacional y ministro del Interior durante el régimen militar). Dentro de los planteamientos centrales del FNT es posible señalar que “desde el punto de vista económico, era más proclive a un rol más activo del Estado a favor de la burguesía agraria y productiva. Ideológicamente enfatizaba el rol de los gremios patronales y poseía ciertos rasgos corporativo-fascistas”21.

Tal como se indicó anteriormente, uno de los principales puntos de diver-gencia era el apoyo al régimen militar. Si bien los tres grupos apoyaban la obra del gobierno militar, la UN planteaba que el plebiscito de 1988 no debía centrarse en la persona de Augusto Pinochet, sino que ese plebiscito debía convertirse en elecciones democráticas y competitivas, donde el candidato no fuera el hasta esos momentos Presidente de la República y general en jefe del Ejército, sino alguien que aglutinara

19 Para un detalle de este punto véase: Corvalán Marquéz, Luis: op. cit.20 Extracto de “Historia de la UDI”, obtenido de su sitio web ofi cial: www.udi.cl. Enlace directo: http://www.

udi.cl/sitio/udi/historia-de-la-udi/21 Corvalán Marquéz, Luis: op. cit. p. 425.

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un electorado mayor, específi camente de centro. Esto se contraponía con la postura de la UDI, la cual siempre cerró fi las en torno a Pinochet (incluso muchos años des-pués de fi nalizado el régimen militar) y que además siempre sostuvo que el itinerario político planteado por el régimen debía cumplirse.

Por otro lado, en relación al modelo económico, UN y la UDI coincidían ple-namente en el modelo de mercado, pero el FNT acorde con su ideario nacionalista siempre fue más proclive a un rol más activo del Estado22.

Sobre el régimen político, las diferencias centrales se encontraban en que la UDI apoyaba un nuevo tipo de democracia, conocida como protegida, que estaba explicitada en la Constitución de 1980, donde el Presidente y las Fuerzas Armadas jugaban un rol protagónico, no así los partidos políticos. Elementos que contrastaban con los planteados por UN, que adherían con más fuerza a la democracia represen-tativa liberal clásica.

Estas convergencias y divergencias las expresa de manera muy clara Andrés Allamand cuando recuerda los comienzos de RN:

Puesto que el Frente Nacional del Trabajo respondía a una atrasada concepción del desarrollo económico, no había dudas de que la UN y la UDI tendíamos a coincidir mucho más que Jarpa y su gente en el modelo de economía de mer-cado.Pero la cosa cambiaba cuando pasábamos a la política. Porque en este campo la UDI y el FNT terminaban invariablemente siendo más pinochetistas que la Unión Nacional. Unos y otros eran también, a la primera de cambio, críticos de las ‘debilidades’ de la democracia liberal.23

Todo esto culminará con la salida de la UDI de Renovación Nacional, a co-mienzos de 1988, luego de ciertos confl ictos ocurridos durante las elecciones in-ternas del partido, que terminaron con la expulsión de Jaime Guzmán de RN, y la posterior renuncia de los gremialistas, quienes formaron el partido UDI por el SÍ, en clara alusión a su diferencia con la tendencia de Allamand y la UN.

Por todo es posible decir que el proceso de constitución del partido Renova-ción Nacional, tal como se conoce ahora, fi naliza con la salida de la UDI y la derrota de Pinochet en el plebiscito de 1988.

22 Consultado Sergio Onofre Jarpa, líder indiscutido del FNT, sobre las declaraciones de Andrés Allamand acerca del “atraso” y la no modernización del FNT en relación a la mirada económica (debido a la crítica a la apertura económica, a la falta de protección a la agricultura, a la inexistencia de aranceles diferen-ciados, etc.), éste declaró: “En eso tiene razón Allamand. Fue mi convicción en el Ministerio del Interior y la mantengo hasta el día de hoy”. Véase: Arancibia Clavel, Patricia y otros, Jarpa. Confesiones políticas, La Tercera-Mondadori, 2002. p. 377.

23 Allamand, Andrés: op. cit. p. 127.

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4. Liberalismo, Nacionalismo y Corporativismo. La pugna ideológica-programática dentro de Renovación Nacional

Si bien con la salida de la UDI se podría pensar que el partido adoptaría un ca-riz mas homogéneo, esto no es así, ya que diversas tendencias empezarán a emerger, fruto de los antiguos alineamientos personales poseídos antes del régimen militar, y durante él.

Se comenzará exponiendo los principios ideológicos, entendidos como la vi-sión de mundo, del hombre y la sociedad, que posee el partido, para luego continuar con los principios programáticos, entendidos como las acciones que se requiere rea-lizar para acercarse a la visión de mundo ideal.

Al leer la Declaración de principios de Renovación Nacional queda en evidencia la preponderancia de una visión de mundo liberal, según la cual “existe un orden moral objetivo, fundamento de la civilización cristiana occidental” y en la que el hombre es un “ser racional, libre y responsable de sus actos, con un fi n trascendente y poseedor de derechos inalienables anteriores al Estado”24.

El rol que se le asigna al Estado es el de “promover el bien común, entendido como el conjunto de condiciones sociales que permita a cada persona su realización espiritual y material”25.

Por tanto, según esta visión de mundo liberal, el motor de la sociedad es el hombre libre y racional, que tiene, como fundamento e impulso de su progreso tanto espiritual como material, su propia capacidad creadora.

Si se quisiera hacer una descripción superfl ua de lo que son los principios ideológicos de Renovación Nacional, lo expuesto en los párrafos anteriores bastaría. Sin embargo, como se ha señalado, Renovación Nacional dista mucho de ser un par-tido homogéneo, ya lo vimos en su conformación, y a la hora de hacer explícita su visión de mundo, se ven refl ejadas las diversas tendencias existentes en su interior.

Además del marcado tinte liberal de sus principios, también se pueden en-contrar elementos o conceptos que la ligan con su pasado más inmediato, esto es, el Régimen militar26. Como señala Inés Picazo, Renovación Nacional deja entrever en sus principios “la huella de orientaciones políticas deudoras, al mismo tiempo, tanto

24 “Declaración de Principios de Renovación Nacional”. Disponible en la página web ofi cial del partido www.rn.cl p.1

25 “Declaración de Principios…” op. cit.26 Si bien se ha señalado que Renovación Nacional intentará tomar distancia del Gobierno Militar, a esto hay

que agregar que nunca se declaró como oposición, ni se opuso fi rmemente a las políticas impulsadas por el régimen, es más, las apoyó, y como se señala en esta tesis, la estrategia de desmarcarse de él, es para mantener la bases fundamentales de lo obrado durante esos 17 años.

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de su pasado político más inmediato, como de los desafíos de un próximo futuro en democracia”27.

Uno de estos elementos es la noción de cuerpos intermedios o agrupaciones intermedias, propia del corporativismo, que se puede encontrar dentro de la decla-ración de principios de Renovación Nacional, cuando se refi ere al tema de la familia como el núcleo clave de la sociedad.

“La familia, núcleo básico de la sociedad, debe ser respetada y fortalecida. Las personas tienen derecho a formar agrupaciones intermedias autónomas, para propender a sus fi nes específi cos”28. En este párrafo, que pareciera estar calcado de la constitución de 1980, está implícito el concepto que servirá como aglutinador de esta corriente corporativista y de la corriente liberal antes señalada, y que será uno de los pilares sobre los que descansará la obra del régimen militar, nos referimos al llamado principio de subsidiaridad.

El principio de subsidiaridad le niega al Estado la participación en asuntos de materia económica, ya que es el mercado quien regula esta actividad. También plantea que al Estado:

le corresponde asumir directamente sólo aquellas funciones que las sociedades intermedias o particulares no están en condiciones de cumplir adecuadamente, ya sea porque de suyo desbordan sus posibilidades (caso de la Defensa Nacional, las labores de la policía o las Relaciones Exteriores), o porque envuelven una coordinación general que por su naturaleza corresponde al Estado.29

Según lo planteado en la Constitución de 1980, el poder político reside pre-ponderantemente en el Presidente de la República, el cual está bajo la tutela de las Fuerzas Armadas a través del Consejo de Estado30. El poder social o las demandas sociales ya no estarían canalizados a través de los partidos políticos, sino que a través de estas llamadas agrupaciones intermedias (Federaciones de Estudiantes, Centros de Madres, Clubes Deportivos, Asociaciones gremiales, etc.), las cuales serían despoliti-zadas y sólo se preocuparían de los fi nes para las cuales fueron creadas.

Estos elementos atentan y se contraponen claramente con el ideal liberal de un grupo importante dentro de Renovación Nacional, que será el que tomará el control del partido durante los años noventa, pero en defi nitiva quedaron expuestos

27 Inés Picazo Verdejo, sección dedicada a Chile. En Alcántara, Manuel, Freidenberg, Flavia, Partidos Políticos de América Latina. Cono Sur, Fondo de Cultura Económica, México D.F., 2003. p. 249.

28 “Declaración…” op. cit. p. 1.29 “Declaración de Principios del Gobierno de Chile”, en Correa, Sofía, Documentos del Siglo XX, Sudameri-

cana. Santiago. p. 432.30 Recordemos que en el plan original, el Congreso también estaría cautivo debido a la existencia de los

senadores designados y vitalicios como también por el sistema electoral binominal.

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en su declaración de principios31, como una forma de consensuar posturas dentro del mismo partido y demostrar unidad en un momento a todas luces complicado para la derecha chilena.

Otros elementos que se mezclan con las nociones liberales y corporativis-tas, son el tradicionalismo y el nacionalismo. El primero lo podemos ver expresado cuando se plantea que “Renovación Nacional rechaza los ideologismos excesivos que debilitan esa unidad (nacional), y también los intentos de encasillar a la sociedad en es-tructuras artifi ciosas o moldes ideológicos”32. Al parecer, Renovación Nacional considera que cualquier modelo político-social-económico que se quiera instalar, sin importar si es apoyado por un amplio espectro del país o no, que no sea la democracia liberal que ellos apoyan, es un modelo artifi cioso, que no corresponde a “los valores y forma de vida creados por Chile en el curso de su historia (y que) constituyen su tradición, elemento unifi cador de su pueblo”33. Como ya se ha señalado, para RN existe un orden moral objetivo, del cual se desprende el tipo de organización que la sociedad debe tener, por ello cualquier modelo que atente contra ese orden moral objetivo, sería anti-natural.

El punto anterior se liga íntimamente con el tema del nacionalismo, ya que cuando se habla de estructuras artifi ciosas, moldes ideológicos que van en contra del orden moral objetivo, se habla principalmente del marxismo. Según lo planteado por RN, la libertad individual sería parte fundamental del orden moral objetivo en el cual se basa la sociedad occidental, y el marxismo en su esencia atentaría contra esa libertad.

Consecuente con el humanismo propio de una sociedad libre, RENOVACIÓN NACIONAL se declara resueltamente contraria a todo totalitarismo, cualquiera sea su signo.Por ello, repudia el marxismo y todo pacto o alianza que facilite su penetración. Independientemente de su agravante leninista, la doctrina de Marx y Engels es esencialmente totalitaria. No hay compatibilidad posible entre ser marxista y ser demócrata. En defi nitiva, no existe conciliación posible entre marxismo y libertad.34

31 El explícito apoyo al principio de subsidiaridad se lee en su declaración de principios: “Renovación Nacio-nal postula el principio de subsidiaridad como base de la sociedad libre. El respeto a la libertad personal exige que ni el Estado, ni ningún otro organismo de la sociedad, invadan el campo específi co de las enti-dades menores o la libertad de cada persona”. Declaración de Principios de Renovación Nacional. p. 1.

32 “Declaración de Principios…”. op.cit. El destacado es nuestro. 33 Ibíd.34 Ibíd. p.2

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De acuerdo al ideario nacionalista, el marxismo, al ser una ideología foránea, atentaría contra la unidad nacional buscando romperla, para así establecer sus mo-delos artifi ciosos, que irían en contra de la tradición chilena (cristiana, republicana y respetuosa de los derechos individuales).

Vistos ya los elementos centrales de la ideología, o mejor dicho de las ideo-logías que conviven dentro de Renovación Nacional (liberalismo, corporativismo, tradicionalismo, nacionalismo), a continuación se describeN de manera acotada los elementos concretos mediante los cuales se manifi esta la concepción de mundo de RN, es decir, los elementos programáticos que permitirían llevar a la práctica las ideas del partido.

Como primer punto se debe señalar que el régimen político al cual adhiere RN es “el régimen democrático, propio de Occidente, -el cual- es la forma de gobier-no inherente a la tradición e idiosincrasia chilenas”35. Este régimen tiene entre sus características centrales, el velar por:

la igualdad ante la ley, el robustecimiento de las funciones propias del Estado, la posibilidad de las diversas tendencias democráticas de alternar en el ejercicio del poder, la renovación periódica de las autoridades políticas y los demás elementos que caracterizan a un Estado de Derecho36.

Hasta aquí pareciera que RN propugna un apego explícito a la democracia liberal y su manifestación política que es la democracia representativa, pero se debe consignar que el partido establece algunos puntos excepcionales a este modelo, con-cordantes con las demás ideologías que moldean la visión de mundo de Renovación Nacional. Entre las excepciones que establece RN, se encuentra la limitación del pluralismo político, frente al cual plantea que debe existir un consenso en cuestiones básicas, y que la pugna por el poder no puede alterar estos consensos.

El sistema democrático sólo puede ser estable si las opciones electorales que compiten por el poder comparten sus normas esenciales y se guardan un míni-mo respeto recíproco. Ninguna elección o plebiscito puede representar amena-zas para los valores fundamentales de la chilenidad, ni poner en juego legítimos principios esenciales para los integrantes de la sociedad. Es preciso aceptar, por tanto, que el pluralismo político tiene límites37.

35 Ibíd.36 Ibíd. 37 Ibíd. Lo destacado es del autor.

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Este punto guarda directa relación con su rechazo al marxismo, por lo cual a través de este “pluralismo limitado”, se excluye a un grupo importante de la pobla-ción de poseer representación en el sistema político institucional, como a la vez de funcionar con las libertades que un sistema democrático garantiza38.

Otro punto esencial dentro de los postulados programáticos políticos, es el colocar la efi ciencia, la independencia de los partidos, la desburocratización y la tecni-fi cación de la administración pública como elementos centrales para su buen funcio-namiento39. Es decir, se busca despolitizar el carácter del Estado, negándole la posibi-lidad de brindarle una orientación política proyectual distinta a la existente, elemento concordante con el modelo neoliberal defendido por Renovación Nacional.

Además, se agrega la iniciativa por parte de RN a que exista un respeto irres-tricto a los cuerpos intermedios y las funciones que llevan a cabo en la sociedad, sin intervención por parte del Estado, junto con la promoción de la existencia de áreas de neutralidad política en las cuales no exista participación partidista ni “abanderiza-mientos” ideológicos, ambos elementos propios de la corriente corporativista40.

En relación a la economía, el modelo específi co defendido por RN es el de libre mercado o también conocido como Economía Social de Mercado, el cual está basado “en la propiedad privada de los medios de producción y en la iniciativa parti-cular y la armonía social, como elementos básicos del desarrollo económico”41. ¿Por qué RN opta por este modelo?. La respuesta que se puede obtener de su Declaración de Principios es que “la economía social de mercado reúne los principios de libertad individual, justicia social y efi ciencia económica”42, requeridos para el libre desarrollo del individuo (elemento central de su concepción ideológica), de lo cual desprende que “el respeto a la libertad económica de los individuos, tanto en su carácter de productores como de consumidores, es fundamento de la libertad política”43. Es decir, para Renovación Nacional no puede existir libertad económica si no existe libertad política y viceversa44.

38 Renovación Nacional es bastante claro en este punto al plantear incluso “que es lícito que –a través de un órgano jurisdiccional independiente– se suspenda el ejercicio de los principales derechos cívico-políticos a las personas o grupos que pretendan valerse de ellos para conculcarlos, propagando doctrinas totalitarias o violentistas. Similar exclusión es válida respecto de las organizaciones o partidos que, por sus objetivos o por la conducta de sus adherentes, tiendan a igual propósito” (Declaración de Principios de Renovación Nacional, p. 2).

39 Este discurso es mantenido hasta el día de hoy, y fue la base de la campaña presidencial que llevó al poder al actual presidente Sebastián Piñera, ex-militante de Renovación Nacional, quien tuvo que renunciar a su militancia por razones estatutarias de su ex-partido.

40 Véase punto 21 de la declaración de Principios de Renovación Nacional: “Cuerpos intermedios despoliti-zados y áreas de neutralidad política”.

41 “Declaración de principios…” op. cit. p. 3.42 Ibíd.43 Ibíd.44 “Las libertades políticas y económicas son independientes y la subsistencia de unas sin las otras sólo

puede registrarse de modo excepcional”. Declaración de Principios… op. cit. El destacado es mío.

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El partido Renovación Nacional 121

La economía para RN descansa de manera central en la empresa privada, a la cual considera “el pilar básico e irremplazable, en una sociedad libre, para el desarro-llo económico y social. Su iniciativa, dinamismo, capacidad creadora y responsabilidad, impulsan el progreso y deben estar insertos en el bien común”45.

El rol del Estado dentro de este esquema, es ser el regulador de la macro economía, esto es, debe “desempeñar efi cazmente su irrenunciable papel orientador, normativo y fi scalizador de la actividad económica, independientemente de su carác-ter subsidiario”46, y no deberá intervenir de manera directa en la economía salvo para cumplir su rol subsidiario en las funciones sociales que se hallen vacías y que ningún particular pueda cumplir47.

En cuanto a lo social, RN plantea que debe existir un gran acuerdo social en re-lación a la economía social de mercado, ya que ésta no sólo afecta al plano económico sino también “compromete a toda la sociedad en la consecución de un gran objetivo común, - que es- lograr el desarrollo armónico de todos los sectores sociales”.48 El principio rector de este acuerdo es la cooperación, basado en el principio cristiano de la solidaridad social, el cual es la antítesis de la lucha de clases que, a juicio de RN, buscaría destruir la unidad nacional y frenar el desarrollo, a través de la confrontación de la sociedad49.

En resumen, podemos decir que los elementos programáticos predominantes dentro de Renovación Nacional son: la democracia representativa (con las conside-raciones explicitadas) como régimen político y la economía social de mercado como modelo económico-social único.

5. Conclusiones

El complejo parto de Renovación Nacional, como el posterior consenso a la hora de defi nir sus principios y programa, ayudó a comprender al sector liberal del partido (quienes han ejercido el control durante la post-dictadura) que la mejor

45 Ibíd. Lo curioso de esta afi rmación es la confi anza o fe que poseen, en que la empresa privada tenderá a propiciar el bien común en vez del benefi cio propio, tal como históricamente se ha evidenciado. Véase la obra de Karl Marx, el cual se explaya profundamente sobre esta temática.

46 Ibíd.47 En este punto debemos señalar que si bien estos son los postulados programáticos ideales de la econo-

mía social de mercado, no siempre se cumplen, ya que en momentos de crisis, los defensores más acé-rrimos de este modelo invariablemente terminan acudiendo al Estado como último recurso para salvar sus inversiones. Basta recordar la ayuda a los bancos en los años 80 en Chile, y sin ir más lejos el rescate que realizó el gobierno de EEUU a través de una serie de medidas con motivo de la crisis fi nanciera de los pasados años y que aún continúa afectando al mundo.

48 “Declaración de Principios…” op.cit.49 Ibíd.

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estrategia para llevar adelante su proyecto político, más que el confl icto y la confron-tación directa, era el diálogo y el consenso. Es así como en diversos momentos se levantará la llamada “política de los consensos” o la “democracia de los acuerdos”, llegando incluso a realizar votaciones en conjunto con sus adversarios políticos, esto en vistas de mantener los privilegios de su corazón constituyente, consagrados institu-cionalmente, bajo el régimen militar50.

A modo de síntesis, es posible señalar que el origen de este pragmatismo, que evidencia en su actuar político Renovación Nacional durante el período de la post-dictadura, se encuentra en su defi nición ideológica como partido de derecha, en el aprendizaje realizado durante su período constitutivo y en su inserción al sistema de partidos, donde no sólo debe hacer frente a las disputas internas por la hegemonía del partido y por ende al predominio de tal o cual tendencia, sino que también debe competir con la UDI por ser el mejor representante de los intereses del núcleo constituyente de la derecha, es decir, el gran empresariado.

50 Nos referimos específi camente a las trabas institucionales creadas, con la fi nalidad de impedir la realiza-ción de cambios de fondo al modelo político-económico heredado de la dictadura.

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Tensión y ruptura en el Partido Comunista: El desenlace del debate interno del Partido Comunista de Chile sobre la Política de Rebelión Popular de Masas (1986-1990)

José Ignacio Ponce López*

Resumen: Entre 1986 y 1990 se dio un tenso debate al interior del Parti-do Comunista de Chile acerca de la Política de Rebelión Popular de Masas. Esto era causado por la coexistencia de distintas culturas e identidades políticas en esta colectividad. Las divergencias provocaron una serie de confl ictos manifestados en la división en 1987 del FPMR y en la diáspora de militantes en 1990.

Palabras clave: Cultura política - Identidad política – Coexistencia – Con-fl icto - Diáspora.

* Estudiante Tesista de la carrera de Pedagogía en Historia y Ciencias Sociales, Universidad de Valparaíso.

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1. Introducción

Durante la década de 1980, el debate interno del Partido Comunista de Chile (PCch)1 sobre su Política de Rebelión Popular de Masas (PRPM)2, se caracterizó por el constante confl icto3. Esta fue su estrategia planteada para salir de la Dictadura4 y re-establecer un orden democrático en el país, que abriera paso al socialismo. Sin em-bargo, aparecieron distintas interpretaciones sobre la misma. Así, en cada coyuntura la PRPM iba teniendo divergentes balances y perspectivas entre su militancia.

En el marco de este confl icto, se observa que entre 1986 y 1990 -cuando se da la etapa cúlmine de esa política- es un momento clave en la historia del PCch. Este periodo se caracterizó por el fracaso de la etapa de Sublevación Nacional de la PRPM en 1986, desde ahí se comenzó a dar la etapa más acalorada del debate interno, el cual se extenderá hasta 1990. Esta es la problemática que intenta desentrañar este artículo.

Para ello, buscamos establecer cuáles fueron las diferencias de balance veri-fi cadas al interior del PC en torno a la PRPM en 1986 y qué consecuencias trajeron para éste. La hipótesis versa que hacia 1986 se distinguen al menos tres balances so-bre la PRPM. Las divergencias que expresaban y sus consecuentes acciones, provoca-ron escisiones político-orgánicas en la colectividad. Esto se materializó en la división de los “comandantes”5 del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR)6, los cuales en 1987 formaron el FPMR-Autónomo. Asimismo, en el marco del XV Congreso del PCch, el confl icto nuevamente fl orecerá –aunque ahora al debate de la PRPM se su-maron los temas de partido y socialismo a construir–, lo que causó una gran diáspora de militantes comunistas en 1990.

Ahora bien, es posible afi rmar que tanto el debate, las escisiones y/o diáspora de militantes fueron la expresión del choque de distintas culturas e identidades políticas en el interior del comunismo chileno. Se entiende a la vez que el discurso teórico, la práctica y la experiencia política de los actores en medio de esta discusión, han sido expresión de dicho confl icto. Lo anterior corresponde al núcleo de la crisis que recorrió al PC chileno entre 1986 y 1990.

1 Desde ahora PCch o PC.2 Desde ahora PRPM.3 Bravo, Viviana: “El tiempo de los audaces: La Política de Rebelión Popular de Masas y el debate que sacudió

al Partido Comunista de Chile (1973-1986)”. En Álvarez, Rolando; Samaniego, Augusto; Venegas, Hernán [eds.] Fragmentos de una historia, El Partido Comunista de Chile en el siglo XX. Democratización, clandestini-dad, rebelión (1912-1994). Ediciones ICAL Santiago, Chile.

4 Entendemos por Dictadura Militar al período que se extiende entre 1973 a 1990. Para un análisis detalla-do de ella, véase Corvalán, M. Luis. Del Anticapitalismo al Neoliberalismo en Chile. Izquierda, centro y derecha. En la lucha entre los tres proyectos globales. 1950-2000. Sudamericana. Santiago, Chile. 2001.

5 Denominación en la jerga comunista y rodriguista para designar a los principales responsables del FPMR.6 De ahora en adelante FPMR.

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Si bien cultura e identidad política tienen varias conceptualizaciones, se to-mará la visión del mexicano Gilberto Giménez. Para él, la cultura política es el “con-junto de conocimientos, creencias, y valores y actitudes que permiten a los individuos dar sentido a la experiencia rutinaria de sus relaciones con el poder que los gobierna, así como también con los grupos que le sirven como referencia identitaria”7. Desde esto último podemos ver su relación inseparable con la identidad política, ya que ésta se formaría por la subjetivación de los rasgos culturales “distintivos por los que se reconocen y son reconocidos grupos o conjuntos de individuos que comparten representaciones socialmente construidas”8 referentes a la acción política.

Producto de la extensión del artículo, sólo se toman dos elementos constitu-yentes del mapa mental9 de la cultura e identidad política comunista de esos años: la PRPM y el concepto de partido.

2. “¡Con la razón y la fuerza, venceremos!”: La PRPM “ofi cial” del PCch 1980-1986

Lo primero a dilucidar, es en qué consistió la PRPM para el PC. Ella surge fruto del desarrollo político durante la Dictadura Militar y, por ende, con la derrota política del proyecto global al que apuntaba la Unidad Popular (U.P.) –estrategia de este partido hasta 1973–10. La necesidad de superar su larga política11 fue un punto central de los aspectos teórico-políticos nuevos que aportó la PRPM. Sin embargo, durante los primeros 7 años de la Dictadura persistieron los aspectos centrales de la línea previa al ‘73, es decir, la alianza amplia entre las fuerzas progresistas para –en este caso– derribar la dictadura, formando un gran Frente Antifascista. Esto refl eja la complejidad del parto de la nueva estrategia.

El desarrollo de los mismos acontecimientos ocurridos en Chile, a saber, la derrota política, la oleada represiva, el asesinato de gran parte de las direcciones en Chile y la condición clandestina de los militantes, provocaron una transformación de la auto-percepción de los comunistas, aumentando los niveles de combatividad

7 Giménez, Gilberto: Cultura y política. Disponible en http://www.paginasprodigy.com/peimber/culteident.pdf. p. 113.

8 Ibíd., p. 117.9 Entendemos por mapa mental “a la forma en que nos representamos la realidad social. Construimos

mapas mentales para hacernos una idea del mundo y ordenar la complejidad de los asuntos humanos en un panorama inteligible” en Lechner, Norbert: “La erosión de los mapas mentales” en Las sombras del mañana. La dimensión subjetiva de la política. Lom ediciones. Santiago. 2000. pp. 27-28.

10 Corvalán, M: Luis. op. cit. Capítulo I.11 Samaniego, Augusto: “Origen de una larga política. Informe de Carlos Contreras Labarca al X congreso

del PCch, 1938”. En Loyola, Manuel y Jorge Rojas [comp.]: Por un Rojo Amanecer. Hacia la historia de los comunistas chilenos. Impresora Valus, Santiago, Chile. 2000.

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y resistencia a las formas de represión de la Dictadura. A esto se deben sumar las experiencias vividas por la militancia exiliada, su contacto directo con el movimiento comunista mundial y con los procesos revolucionarios que habían conquistado el poder12.

Sólo en el Pleno del Comité Central13 de 1977, el PCch realizó el primer ba-lance ofi cial de la experiencia de la UP y del golpe de Estado del 11 de septiembre. Allí, Luis Corvalán (ver fi g. 2) sostuvo la tesis del “vacío histórico”14 de la política militar del partido. Pero sólo en 1980 declaró la legitimidad de “todas las formas de lucha” para derrocar a la Dictadura15. Estos supuestos serán la semilla de la nueva política militar del partido, la cual condujo al surgimiento de la PRPM. No obstante, como demuestra la historiadora Viviana Bravo:

aunque se entregó una visión ofi cial, y aparentemente había cierto consenso en el llamado “vacío” militar y en puntuali-zar las causas de la derrota, la imagen cambia si leemos cui-dadosamente las intervenciones del resto de los dirigentes y demuestra que no hubo acuerdo en la discusión16.

Fig. 1: Luis Corvalán Lepe.Secretario General del PCch 1958-1989.

A lo que podemos agregar que tampoco habrá consenso sobre las acciones

políticas que estaban proponiendo quienes apoyaban el contenido del “vacío históri-co”, lo que continuará a lo largo de los ´80.

De todos modos, quienes sostuvieron el “vacío histórico” y la necesidad de acudir legítimamente a todas las formas de lucha para derrocar a la Dictadura Militar,

12 Estas ideas han sido demostradas en Álvarez, Rolando: Desde las Sombras. Una Historia de la Clandestinidad comunista. 1973-1980. LOM ediciones Santiago, Chile. 2003. Y del mismo autor, ver Valdivia, Verónica; Álva-rez, Rolando; Pinto, Julio: Su revolución contra nuestra revolución. Vol. I. LOM ediciones Santiago, Chile. 2006.

13 Instancia de Discusión del Comité Central del PCch.14 Informe al Pleno, de agosto de 1977, del Comité Central del Partido Comunista de Chile, rendido

por su Secretario General, compañero Luis Corvalán en http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0016916.pdf . Consultado el 17 de agosto del 2010. p. 33.

15 Véase los discursos “El derecho del pueblo a la rebelión es indiscutible” y “Avanzar en el camino de la Unidad y la lucha dominando las más diversas formas de combate” en Corvalán Lepe, Luis.Tres períodos en nuestra línea revolucionaria. Verlagzeit im blid, Dresden, República Democrática Alemana. 1982.

El concepto de todas las “formas de lucha”, es claramente alusivo a la inclusión de la lucha militar como forma de combatir a la Dictadura Militar, en el marco de la lucha de clases. Este aspecto el PCch lo había dejado fuera de su praxis política en el proceso que condujo hacia la obtención del gobierno de la UP.

16 Bravo, Viviana “El tiempo de los audaces….” op. cit. p. 154.

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obtuvieron la hegemonía en el partido. Así, se comenzaron a desarrollar los aspectos constitutivos de la PRPM. Ésta se basó en el supuesto de que una estrategia:

para enfrentar a Pinochet debía no sólo contar con las herramientas históricas del PC, “unidad y lucha de masas”, sino que también pasaba por sumar fuerza en el terreno de la violencia revolucionaria. El objetivo táctico fue crear una nueva dinámica política e incorporar el factor subjetivo con un movimiento popular que tomara la iniciativa y voluntad de cambiar el orden imperante. La ofensiva de las masas sería la expresión de una resistencia activa que combinaba diversas formas de lucha, incluso armada si fuese necesario17.

Siguiendo la lógica de la misma autora, en términos ofi ciales,

la PRPM no era una estrategia de lucha armada para la toma del poder, ni para la construcción de socialismo, sino que era un proyecto estratégico que tenía como objetivo la caída de la dictadura. ¿Qué vendría después de lograrlo? La conformación de un gobierno provisional y el llamado a una Asamblea Constitu-yente que mandaría a la basura la Constitución ilegítima de 198018.

Así, se instauraría una democracia avanzada, la cual podría abrir en el futuro el debate sobre una democracia socialista o una burguesa19.

El desarrollo de esta política constaba de una serie de etapas. En la primera, se debían generar los componentes orgánicos para iniciar el proceso que conduciría a la Rebelión Popular. En efecto, al agregar la forma de lucha militar que este partido no había contemplado de manera profunda en su historia, debía establecer espacios en su orgánica para llevarla adelante. Para ello se dio una mayor formación militar y de seguridad a las células partidarias, expresada en las Unidades de Combate. Pero lo fundamental era crear un frente que permitiera desarrollar la política militar, éste terminó siendo el Frente Patriótico Manuel Rodríguez. A ello se agregó, con el ob-jetivo de masifi car esta forma de lucha, instrucción militar de masas a los adherentes del PCch, mediante las llamadas “milicias rodriguistas”20.

La segunda etapa correspondió a la implementación de la política. El partido tenía que enfrentar las distintas coyunturas políticas amalgamando las diferentes for-mas de lucha. Esto fue al calor del ciclo de protestas nacionales entre 1983 y 1985, lo que cambió el contexto político del país. Acontecimiento sobre el cual el PC

17 Ibíd., p. 159.18 Ibíd., p. 164.19 Concepto de la tradición comunista para defi nir el sistema político liberal de las sociedades capitalistas.20 Valdivia, Verónica; Álvarez, Rolando; Pinto, Julio. Su revolución contra nuestra revolución. La pugna marxista

–gremialista en los ochenta. Vol. II. LOM ediciones. Santiago, Chile. 2008. p.57.

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manifestó en 1984: “madura(ba) rápidamente una situación revolucionaria pues están presentes y se desarrollan los elementos fundamentales que la caracterizan aunque no se manifi estan todos con la misma evidencia”21, con ello se “contempló fi nalmente la tesis de que la salida ‘más probable’ sería una ‘Sublevación Nacional’22 contra la Dictadura. Ello hizo creer al Equipo Dirección Interior (EDI)23 que 1986 sería el año decisivo para derrocar a Pinochet. Basados en esa lógica, el partido llevó a cabo las acciones político-militar más importantes de esa época en el país: la internación de armas en Carrizal Bajo y la denominada operación “Siglo Patria Nueva”24 (atentado a Pinochet).

El fracaso del derrocamiento de la Dictadu-ra mediante una Sublevación Nacional, expresado en las acciones enunciadas, cerró el momento de mayor infl uencia del PCch en el proceso de Tran-sición de la Dictadura a los gobiernos civiles de la Concertación25. Mirado desde el presente, pode-mos sostener que será el fi n de la posibilidad de una transición política avanzada, democrática y que abriera caminos para el socialismo, como buscaba este partido. El fracaso de dichas acciones, no es el objeto de nuestro estudio, ya que se pretende dejar en claro

cuál fue la posición ofi cial del PCch hacia 1986 acerca de la PRPM. Además de ello, clarifi car que, tal como ya han demostrado otros autores, esta postura no corres-pondía a un consenso absoluto en las fi las del partido. El desarrollo de la PRPM se dio al calor de un intenso debate interno y los tires y afl oja de cada posición, le fueron dando cuerpo a sus fortalezas y defi ciencias26. Ante este panorama, al interior del PCch surgirán diversos balances sobre las consecuencias que había traído hasta 1986 la adopción de esta política al partido.

21 Informe al Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Chile1985 en Hacia el XV Congreso del Partido Comunista de Chile. Documentos para el enriquecimiento del debate. p.118. Rolando Álvarez aclara que la fecha de realización de dicho Pleno fue diciembre del ´84.

22 Valdivia, Verónica; Álvarez, Rolando; Pinto, Julio: op.cit. p. 48.23 Este espacio de dirección surge como consecuencia de que la mayoría de la Dirección del PCch se había

exiliado, ante lo que se conforma un Equipo dentro de las fronteras nacionales para suplir esa particulari-dad. Desde aquí en adelante lo llamaremos EDI.

24 Atentado a Augusto Pinochet el 7 de septiembre de 1986 en el Cajón del Maipo, en las cercanías de Santiago, donde el Dictador se salvó por milímetros de ser asesinado.

25 Véase Corvalán, M. Luis: op. cit. “Tercera Parte. Después del tiempo eje”.26 Véanse los libros ya citados de Rolando Álvarez y Viviana Bravo sobre el período de implementación y

desarrollo de la PRPM, en donde se demuestra esta hipótesis.

Fig. 2: Bandera del Frente Patriótico Manuel Rodríguez.

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3. Los bautizados por el fuego: La identidad política “Rodriguista”. 1986-1987

La PRPM hacia el año ´86 había adquirido determinados rasgos históricos. Ya se ha esbozado cual era su entramado ofi cialmente para el PC. Ahora bien, el fracaso de la emboscada a Pinochet, trajo consecuencias al interior de esta colectividad. Una de ellas fue el resurgimiento de las diferencias que venían del nacimiento de esta po-lítica. Tal cual era su obligación, la comisión política de este partido será la primera en hacer un balance acerca de la PRPM, lo cual abrirá los fuegos de su latente confl icto interno.

La comisión política del PC estaba hegemonizada por el ex-EDI. Por ello, es posible homologar que las tesis de este balance corresponden a quienes lo compo-nían desde principio de los ´80 y que habían impulsado la PRPM. El primer encuentro para analizar lo ocurrido hasta el atentado contra Pinochet, se hizo a pocos días de haberlo realizado. Allí, se afi rmó que en el transcurso de 1986 las ideas de la rebe-lión habían tomado cuerpo en el seno del pueblo, gestando un cuadro político cada vez más propicio para impulsar una salida democrática y popular. Ante ese panora-ma, los elementos conciliadores de la oposición de centro-derecha se replegaron y distanciaron del PC y el Movimiento Democrático Popular (MDP), acercándose a la Dictadura, lo que era propiciado activamente por EEUU. Paralelamente, la dictadura desplegaba una nueva oleada represiva. En síntesis, lo que buscaban todos estos sec-tores era impedir que se diera una salida política de la dictadura fuera de su control, donde EEUU era un actor principal27.

Si bien la comisión política del PC reconocía que Carrizal Bajo y el atentado a Pinochet colaboraron en alejarlos de los sectores vacilantes de la oposición burgue-sa28, se esforzaba por legitimar dichas acciones, más que en realizar una autocrítica profunda.

Basados en ese análisis, la primera necesidad para el PC era romper el nuevo contexto, llevando “adelante la movilización social, la lucha de masas, entendiendo por tal a los mítines relámpago, las volanteadas relámpago, así como las barricadas, detonaciones y otras acciones por el estilo”.29 Tratando de impedir un cuadro de pá-nico que desalentara el ánimo movilizador de los comunistas y de la ciudadanía. Esto último era vital, ya que partía del supuesto que “la moral de combate es y debe ser un elemento decisivo en la gran batalla en que nos hallamos empeñados”30.

27 Véase el desarrollo de esta tesis en el Informe al Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Chile -1986 en Hacia el XV Congreso del Partido Comunista. op. cit.

28 Jerga Comunista referida a los sectores políticos y sociales que no promovían un proyecto socialista, en específi co a la Alianza Democrática, donde el Partido Demócrata Cristiano jugaba el rol principal.

29 Informe al Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Chile -1986… op. cit. p. 127.30 Ibíd., p. 127.

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A su vez, para el PC, el creciente aislamiento del cual era víctima por la actitud de la oposición de centro-derecha31, se podría revertir por medio de los lazos que se habían gestado con los militantes de base de dichas colectividades en el seno de las organizaciones sociales.

Es posible observar, que se sostenían las tesis principales de la PRPM, sin per-juicio del retroceso en el año decisivo. La autocrítica no iba más allá. Este análisis, tal como sostiene Rolando Álvarez, dejó inconforme tanto a sectores de izquierda como de la derecha partidaria32.

Basado en estas conclusiones, el PCch tomó una serie de medidas para re-organizar el trabajo militar, lo que agravó las diferencias internas. Tal como apunta Álvarez, se concluyó que:

en el aparato militar existían concepciones y estilos de trabajos distintos a los del PC… lo que existía en el Frente militar eran “desviaciones militaristas”… la deci-sión que tomó la Comisión Política fue intervenir el aparato militar, removiendo a algunos integrantes de la Comisión Militar y al jefe del FPMR, estructura orgánica donde se encontraba la izquierda partidaria.33

Este hecho desencadenó una grave crisis que terminó con la ruptura del FPMR. En agosto del ´87 Raúl Pellegrín -conocido con el apodo de Comandante José Miguel (ver fi g. 4)- enviaba una carta al Comité Central del PC, que sintetizaba “un ciclo de reuniones con el núcleo de cuatro Rodriguistas”34, las que tenían como objetivo sacar conclusiones políticas y orgánicas acerca de 1986 y proyectar el ´87. El documento diagnosticaba que en los últimos meses, la burguesía se había entregado a conciliar con el régimen al ver la potencialidad del movimiento popular. Ante ello afi rmaba, que el único camino para el Partido era desarrollar la fuerza político-militar que con-dujera a las masas, por medio de las distintas formas de lucha, a la Sublevación Nacio-nal impidiendo el plan continuista de la Dictadura. Esto último -según Pellegrín- era fomentado por las agudas condiciones objetivas de la sociedad, que provocaba una creciente combatividad en las masas. Sin embargo, existía un enorme obstáculo para la Sublevación Nacional: “ciertas vacilaciones de los partidos de izquierda e incluso en Ajedrez, han ido, en la práctica, retrasando la movilización del pueblo, o al menos

31 Este concepto hace referencia a la Alianza Democrática y al Acuerdo Nacional, espacios de convergencia entre los opositores de la Democracia Cristiana e, incluso, sectores de la Derecha con colaboradores más Liberales de la Dictadura Militar, para llegar a una Transición Pactada a Gobiernos civiles. Más deta-lladamente, véase el VII Capítulo de la Tercera parte “Hacia el Comienzo del Fin de la dictadura militar. 1980-1985” en Corvalán M, Luis. op cit.

32 Valdivia, Verónica; Álvarez, Rolando; Pinto, Julio: op.cit. p. 67.33 Ibíd., p. 68.34 Pellegrín, Raúl: Comunicado FPMR. Cuando la separación. Junio de 1987. p.1 Disponible en línea <http://

www.archivochile.com/entrada.html>

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no han impulsado al nivel que era posible”35, lo que cobra más sentido si se entiende que para los frentistas, “e(ra) problema de la vanguardia impulsar la movilización y la lucha”.36

En síntesis, la carta enunciada realizaba una pro-puesta que se basaba en la percepción de un estado de ánimo combativo latente en la sociedad, que tendía a ser superior a los anteriores, lo que el partido debía intensifi -car mediante sus componentes político-militares, para ge-nerar un proceso de movilización ascendente que pusiera en jaque al régimen, materializándolo en septiembre del ´87. Para los rodriguistas, este era el único camino viable para el pueblo37.

Aunque si bien compartían elementos con lo plan-teado por la Comisión Política comunista, existían ele-mentos que matizaban la propuesta. Ellos eran la cuestión de la unidad con el resto de la oposición y la unívoca posibilidad del camino de la Sublevación Nacional.

Como dato adyacente a los elementos discursivos-políticos ya expuestos, el documento revela el siguiente fenómeno:

Esta forma de enfrentar estos meses ha derivado en serias difi cultades, no sólo entre los partidos de oposición, hay cierta confusión en el pueblo, hay una baja en la lucha. Y a la par se ha generado un difícil problema con el Frente a partir de diferencias de opiniones de cómo llevar adelante la política de RP, se ha ido produciendo un proceso de “acu-sación al Frente…”38.

Lo que queda claro en esta cita, es que se produjeron una serie de roces entre el Frente y algunos sectores del PCch -incluida su dirección-, lo que llevó a las 20 resoluciones de noviembre del ´86 sobre el Trabajo Militar del Partido. Para José Miguel, si bien formalmente se sostenía el argumento que el partido veía distorsiones del Trabajo Militar del Frente, en el fondo dichas medidas tenían como objetivo cam-biar la orientación del FPMR. Contrariamente a esto, el documento del Comandante rodriguista, decía que el contexto político posterior al atentado a Pinochet, no era

35 Ibíd., p. 2. Ajedrez hace referencia en clave al Partido Comunista.36 Ibíd., p. 2.37 Ibíd., p. 3.38 Ibíd., p. 3.

Fig. 3:Raúl Pellegrín y Cecilia Magni, Comandantes del FPMR co-nocidos como “José Miguel” y “Tamara”. Formaron el FPMR-A. Fueron asesinados por la Dicta-dura en 1988.

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causa de supuestas distorsiones en el FPMR, sino que por no alcanzar la sublevación nacional en el ´86, y esto a su vez “por no contar el partido y el pueblo con la fuerza político-militar para ello”39. Más aun, para Pellegrín el PCch no rectifi caba esa línea, la mantenían y ellas en “las resoluciones de marzo y abril, relativas al trabajo militar de éstas (sobre todo acerca del papel de las unidades territoriales), refl ejan cambios en la concepción de esta fuerza”40. Es decir, el PC progresivamente cambiaba la línea política en el trabajo del Frente.

En conclusión, sostenía que “el partido, como conjunto, todavía no ha asumido el trabajo militar”41, por lo que

“nos obligan a dar un paso que implica asumir responsabilidades que debía asu-mir Ajedrez; pues si Ajedrez se la jugara ‘de verdad’ por la RP y la SN, impulsara su PM, sus milicias, se propusiera e impulsara con fuerza la movilización, ningún sentido tendría otra fuerza en la sociedad Chilena. Pero con la actual Dirección, eso no parece posible, más bien aparece la tendencia inversa, no ha sido capaz de llevar adelante, de forma consecuente, la RP, SN. Hay vacilaciones y retroce-sos.” 42

Todo lo relatado deja en claro que el rodriguismo desarrolló una concepción propia de la PRPM, que en términos globales discrepaba profundamente con el PC. Existían tres diferencias políticas vitales de este análisis con lo planteado por el PC: uno, el nulo pronunciamiento sobre la relación con el resto de la oposición a Pino-chet; dos, la vía militar como el único camino para derrocarlo; y tres, el rol exclusivo que tenía el partido. Esta trilogía articulada, en donde el partido era el exclusivo protagonista para conducir al pueblo a la unívoca vía militar para derrocar a Pinochet, conformaba una PRPM particular, distinta a la versión partidaria de articular fl exible-mente todas las formas de lucha y propiciar la unidad del conjunto de la oposición desde las organizaciones sociales para acabar con la Dictadura.

Así, el “Rodriguismo” tomaba distancia de lo planteado por el partido. Para nosotros esta crítica venía más bien articulada como cultura política, basada en la experiencia política que habían tenido como los encargados de implementar la “for-ma de lucha militar” en el FPMR y que políticamente, es decir, el concepto vía para la “revolución” (la militar) y del motor de ella (el rol único del partido), marcaban claras fronteras identitarias con el PC, transformándose en una alternativa a la cultura e identidad hegemónica43 en dicha organización. No obstante, el llamado del “Rodri-

39 Ibíd., p. 4. 40 Ibíd., p. 5.41 Ibíd., p.11.42 Ibíd., p. 8.43 Entendemos por cultura e identidad política hegemónica -parafraseando a Antonio Gramsci- a la concep-

ción de mundo que da la dirección intelectual y moral a una organización política, pero que convive a la

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guismo” 44 a emprender su “Guerra Patriótica contra Pinochet”, no tendrá mayor eco en la militancia comunista. Así, este confl icto identitario no tendría otra solución más que la escisión orgánica de 1987.

En efecto, en los hechos esa fue la última exposición del Comandante José Mi-guel como militante del FPMR comunista, separándose de dicho partido, y formando el FPMR-Autónomo. Así, caía el telón de la primera escena del drama que vivió el PC por esos años, sus hijos pródigos bautizados a fuego en la lucha contra Pinochet, seguían su camino. Ninguno preveía lo que vendría en los próximos años, sólo que lo harían por sendas distintas.

4. “La Gran Diáspora”: Las cuatro identidades comunistas. 1988-1990

A la par de la concepción “Rodriguista” de la PRPM, al interior del PCch se habían gestado otras visiones de ellas, las cuales saldrían a la luz entre 1988 y 1990. Esta fue la segunda etapa del choque cultural e identitario al interior del PCch, que se transformó en la Gran Diáspora45 Comunista. Este período se desarrollará en dos grandes momentos. El primero circunscrito al plebiscito de 1988. El segundo en torno al XV Congreso Nacional del PCch46 en 1989. Culminando todo este proceso con una enorme sangría de militantes comunistas en 1990.

4.1. Los albores de la Gran Diáspora: Las manifestaciones desde la derecha comunista.1988-1989

La primera fase de esta etapa, se iniciará con la aparición pública de las críticas de militantes de la derecha partidaria. Esto será en el preludio a la campaña por las elecciones libres o el Plebiscito del Sí-No de 198847. Esta crítica, se cree, había estado

vez con otras subalternas o alternativas. Es hegemónica y no dominante, porque su legitimidad está basada en el consenso o, en su defecto, en la coerción entendida como obligar a obedecer a un subordinado basado en la normas de una comunidad específi ca. Por ende, no utiliza la coacción o violencia física para su condición hegemónica.

44 Un análisis de algunos rasgos de la identidad política rodriguista en Valdivia, Verónica; Álvarez, Rolando; Pinto, Julio: op. cit.

45 Tomando un concepto acuñado respecto al hecho fi nal del proceso por Rolando Álvarez V. en Valdivia, Verónica; Álvarez, Rolando; Pinto, Julio: op. cit. p. 64.

46 Instancia política de discusión y refl exión superior del PCch, en él participa el conjunto de sus militantes por mecanismos establecidos por el mismo partido. Éste se realiza con una regularidad de cuatro años. Sin embargo, el XV Congreso Nacional del PC se hizo después de 20 años del XIV, esto como consecuencia del golpe de Estado de 1973, año en que estaba fi jado inicialmente dicha instancia.

47 El Mercurio, 18 de septiembre de 1987.

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latente desde el mismo origen de la PRPM. Quienes la sostenían, eran algunos de los dirigentes históricos del PC, integrantes de lo que denominaremos como la “Vieja Guardia”. Si bien el transcurso de la coyuntura, dejó a María Maluenda como principal portavoz de este sector en 1988, fue Orlando Millas quien a lo largo de la década del ´80 había sido el principal crítico a la PRPM dentro de los antiguos dirigentes. Tal como declarará más tarde en sus Memorias, para Millas, el problema de la política comunista radicaba en haber establecido a 1986 como el año decisivo, contra lo que argumentó:

la orientación hacia la rebelión popular de masas era muy justa, pero cuando se dejó de poner el acento en la lucha por la democratización, en que coincidíamos con otros sectores, y con la idea de la lucha por el poder en base a sostener que había una situación revolucionaria, se realizaron acciones que no eran de ma-sas, hubo efectos contraproducentes que contribuyeron a malograr el magnífi co movimiento de protestas y a hacer retroceder atemorizada a una parte de la oposición, incluso en poblaciones populares48. De esta idea es posible sostener dos cosas. Por un lado, si bien existía una

crítica a la PRPM, no era rechazada en su totalidad. Además se deduce que quienes sostenían esta posición, creían pertinente el concepto de PRPM que ponía acento en la democratización y la alianza con otros sectores opositores a Pinochet. Así, demuestran que tenían un concepto de PRPM, pero era distinto al de la Dirección ofi cial del PC. No obstante, su crítica se relacionaba con las acciones del partido basadas en el diagnóstico que caracterizaba a Chile en condiciones revolucionarias, es decir, desde 1984 en adelante. Sobre la base anterior se tomaron acciones como el atentado a Pinochet, que tenía como objetivo tomarse el poder. A juicio de Millas, esto sólo aislaba a la organización de las masas y al resto de la oposición a la dicta-dura. Contrariamente a ello, él apostaba a poner como fi nalidad la democratización por medio de la unifi cación de toda la oposición a Pinochet. Lo que se concretaba en sumarse cuanto antes a la campaña por las elecciones libres.

El ejemplo práctico de esta posición fue María Maluenda –ex parlamentaria y por ese entonces una de las voceras del PC–, quien manifestó públicamente estar proclive a la inscripción al proceso electoral que se acercaba, cuestión que contraria a la posición de la colectividad, por ello fue “alejada” de ésta.49

Con la separación de Maluenda del PC, se materializaba la negativa de la Di-rección comunista a inscribirse en 1987 a convocar a participar en el Plebiscito. En

48 Millas, Orlando: Memorias. Cuarto Volumen. 1957-1991. Una Disgresión. Ediciones Chile América CESOC. Santiago, Chile. 1996. p. 44.

49 Véase una breve reseña en El Mercurio del 18 de septiembre de 1987.

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Tensión y ruptura en el Partido Comunista 135

efecto, su posición no fructifi có y fue la mayoría de la direc-ción del partido, es decir, los integrantes del ex-EDI quienes condujeron los caminos del PCch entre 1988 y 1990. Éstos enfocaron su posición en la acción multiforme de las masas buscando unifi car a la oposición desde sus bases para derro-car a la Dictadura, en la perspectiva de lograr una salida de-mocrática de avanzada, tal como se concebía desde el inicio de la PRPM. Esta visión partía del supuesto carácter fraudu-lento del proceso de elecciones libres. La fuerza de los hechos obligó a la dirección comunista a convocar a regañadientes a participar en el plebiscito a sus militantes y adherentes, lo cual sólo realizó a mediados de 1988, con la consigna de “No hasta vencer”, manifestando solapadamente su escepticismo al plebiscito.50

Todas las acciones erráticas del período 1988-1990, demuestran que el PC estuvo más preocupado de mantener escondidas sus peleas internas que se manifestaban progresivamente, en vez de impulsar una política clara y coherente de acuerdo al escenario del momento.

En este contexto se abrió paso al pospuesto XV Congreso del Partido Co-munista de Chile, que si bien “fue sobre todo un ajuste de cuentas internas de los propios comunistas” que resolvió las fronteras de la mayor crisis cultural e identitaria del partido51, también resolvió la mantención de las “otras” formas de ser comunistas al interior de él y, por ende, la adscripción de un gran número de sus militantes.

4.2. El Quiebre Final: La Gran Diáspora en un confl icto entre cuatro identidades

La segunda fase y fi nal de esta etapa del choque cultural e identitario al interior del PCch, se dará en el marco de su XV Congreso en el año 1989. Desde la ruptura por el FPMR, había pasado bastante agua bajo el puente, el cuadro político era otro, Pinochet era derrotado electoralmente, por ende, clausurándose la vía insurreccional y toda la estrategia trazada por el PCch para derrocarlo.

El confl icto interno analizado hasta el momento, sólo se resuelve en torno a su instancia más importante: el XV Congreso Nacional del PCch de 1989. Las distintas partes se prepararon para luchar por lo que creían pertenecer aún. Así, el debate se

50 Véase el detalle de este proceso en Riquelme, Alfredo: ROJO ATARDECER. El comunismo chileno entre dictadura y democracia. Ediciones DIBAM. Santiago, Chile. 2009.

51 Álvarez, Rolando: La tarea de las tareas: Luchar, unir, vencer. Tradición y Renovación en el Partido Comunista de Chile (1965-1990). Tesis doctoral inédita. Universidad de Chile. 2007. p. 439.

Fig. 4: Panfl eto del PCch durante

el Plebiscito de 1988.

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Vitalizando la Historia Política136

transformó en un confl icto por el poder interno que se debía resolver en favor de una u otra cultura e identidad política existente.

En sí, como se ha descrito, las dos principales posturas sobre la PRPM ya estaban planteadas desde 1988. Ellas tenían un carácter marcadamente antagónico. No obstante, existían matices en su interior. La primera posición, correspondía a la mayoría de la dirección compuesta por el antiguo EDI y por un grupo de intelectuales del partido, quienes apoyaban el desarrollo de la PRPM pues la consideraban como un proceso de renovación en la cultura política del PC.

Al calor del confl icto cultural e identitario de la colectividad, el grupo que sostenía esta ten-dencia se dividió. Por un lado, estaba el grupo que tenía el control orgánico del Partido, ocupando los cargos más importantes en su interior (dentro de los que Gladys Marín –véase la fi g. 6– desta-ca como la principal líder del PC en esos años). Asimismo, deseaban mantener la hegemonía de la organización. En cuanto a la PRPM, la consideraban como un proceso de renovación de la cultura po-lítica comunista, lo que se evidenció a lo largo de los ´80. Si bien estimaban que se debía profundizar la renovación del partido, en cuanto a su demo-cracia interna y proyecto social, esto se debía dar gradualmente en plazos futuros.

El grupo de intelectuales comunistas52 ha-bían sido los principales teóricos de la PRPM y ocuparon distintas responsabilidades políticas al interior del partido durante los ´8053. Sostenían que si bien la PRPM había avanzado en el proceso de renovación de la cultura política comunista, aún se necesitaba im-pulsar un segundo momento revolucionario que creara “un nuevo Partido Comunista para Chile, secularizado y democrático en su formas internas y con un proyecto de sociedad igualmente laico y propio, no dependiente de ningún centro ideológico” 54. Por ello, impulsaban una necesaria “renovación revolucionaria” del conjunto de los elementos culturales e identitarios de la organización. La diferencia entre el ex-EDI y los intelectuales comunistas, radicaba en que éstos, pensaban emprender la renova-

52 Entendemos por intelectuales comunistas dedicados específi camente a la profundización teórica de los componentes de la política del Partido.

53 Ibíd., p. 422.54 Ibíd., p 428. Para ver la expresión documental de estas tesis, se puede indagar el texto recopilatorio llama-

do Crítica y Socialismo, editado por CISPO, espacio intelectual del PCch, dirigido hasta ese momento por Manuel Fernando Contreras.

Fig. 5: Gladys Marín,Por esos años integrante del Comité Cen-tral del PCch. En 1994 es elegida secretaria General hasta que en el 2002, pasa a ser la Presidenta del Partido, cargo que ocupa hasta su muerte en el 2005.

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Tensión y ruptura en el Partido Comunista 137

ción revolucionaria lo antes posible, lo cual era consecuencia de su convencimiento de la necesidad imperiosa del proceso. A este grupo lo denominaremos como “Re-novadores Revolucionarios”.

La segunda posición estaba compuesta por la “Vieja Guardia” y por todos aquellos que discursivamente se acercaban a la socialdemocracia. Ellos percibían que esta política había devenido en una exacerbación de elementos militaristas o ultraiz-quierdistas, que separó al partido de su tradicional práctica gradualista y mesurada anterior al golpe de Estado, la cual debía recomponerse en un nuevo marco democrá-tico. La “Vieja Guardia” estaba constituida por los dirigentes históricos del PC tales como Orlando Millas, Luis Corvalán y otros. Ellos habían sido los principales portavo-ces de esta crítica de la PRPM. Para ellos, su implementación los había alejado del esti-lo recabarrenista de trabajo en las masas del PC. Esta forma de hacer política se debía rectifi car, recomponiendo su práctica histórica en el nuevo marco democrático.

Cercanos a esta crítica de la “Vieja Guardia”, estaba un grupo que se hacía parte discursivamente de la socialdemocracia. Este grupo estaba compuesto por una gama de distintos dirigentes públicos y sociales del PC durante los ´80. Pero para ellos, la PRPM había alejado al PC de las masas. Esto se evidenciaba en el distan-ciamiento de la naciente Concertación de Partidos Por la Democracia, lo cual era extremadamente preocupante para ellos. Criticaban fuertemente el período previo al plebiscito de 1988. A diferencia de los antiguos dirigentes, no proponían volver a la forma de hacer política tradicional del PC, sino que esgrimían la necesidad de una renovación profunda del Partido, lo que tenía mayor resonancia en el marco de la crisis de la Unión Soviética55, el principal referente ideológico del PC. Desde nuestra óptica, creemos que éstos sufrieron un proceso de metamorfosis identitaria56 similar al ocurrido con el PS durante los ´80 Parafraseando a lo que sostiene Luis Corvalán M. sobre el PS, en este grupo se desarrollaron fuertes tendencias mesocráticas, que a fi nales de los ´80, no podían ser sustentadas por una identidad revolucionaria. Asu-mieron una identidad que rompía radicalmente con la comunista, por ende, no era una renovación, sino una identidad completamente nueva57. En esa lógica, impulsaron constantemente la necesidad de “renovación” y unidad con la Concertación.58

Como vemos, la complejidad del confl icto cultural e identitario al interior del PCch, evidenciaba la división entre cuatro bandos: “el antiguo EDI” –el círculo

55 La crisis de la URSS desarrollada durante los años ´80, que buscó ser superada con las reformas globales conocidas como Perestroika y Glasnot entre 1985 y 1990. Sin embargo, el proceso reformista terminará con el colapso del Sistema soviético y del conjunto del llamado “mundo Socialista”.

56 Veáse el Capítulo IV de la Tercera Parte en Corvalán, M. Luis. op. cit.57 Corvalán, M. Luis: op. cit. p. 360.58 Argumentamos esta hipótesis sobre la expresión documental materializada en la intervención de Antonio

Leal, Luis Guastavino, Gonzalo Rovira en VV.AA La crisis del P.C. -Una discusión. Santiago. s/f. s/e.

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Vitalizando la Historia Política138

cercano a Gladys Marín–; los “Renovadores Revolucionarios”; la “Vieja Guardia” y los discursivamente “Socialdemócratas”.

En el contexto del XV Congreso, se seguirán manifestando las alianzas previas a él. Es decir, “ex-EDI” y “Renovadores Revolucionarios” frente a la “Vieja Guardia” junto a los “Socialdemócratas”. Como podemos ver a través del informe y de las resoluciones del XV Congreso, la batalla la ganaron los primeros59.

En efecto, las tesis centrales que se expresaban en el Informe del Comité Central al XV Congreso del PCch acerca de la PRPM -el cual fue aprobado en su integridad-, sostenía que esta política había constituido “una renovación y fortaleci-miento ideológico del Partido”60, que surgió como emanación directa del cambio de percepción de las masas producto de la violencia aplicada por la dictadura, y se fue desarrollando a lo largo de todo ese proceso de lucha.

En términos políticos, reforzaba las ideas-fuerzas de la PRPM, la cual entendía como

la articulación de la estrategia y táctica en función de resolver la contradicción principal dictadura-democracia. Su objetivo principal es avanzar al fi n del fascismo, conquistar y profundizar la democracia. Nuestra Línea Política está inserta en una estrategia de poder para el pueblo. A partir del papel del partido y su política, tra-bajamos para crear la correlación de fuerzas a favor de la solución de estas tareas. Ello exige promover una intensa y multifacética lucha de las masas, la unidad amplia y sin exclusiones, y la implementación y combinación de las diferentes formas de lucha necesarias de acuerdo con la situación histórica concreta.61.

Otras ideas que reafi rman el triunfo de la alianza ex-EDI e intelectuales comu-nistas, son los análisis críticos acerca del funcionamiento partidario. En consecuencia, la autocrítica que vemos en el XV Congreso, concluía:

Debemos desechar procedimientos y conductas que se arrastran desde antes del golpe y que nada han ayudado a enfrentar los años de dictadura. Por el con-trario, se han constituido en un freno para el desarrollo y aplicación de nuestra política. 62

Cuestión concordante con el planteamiento sostenido por los intelectuales, quienes veían que la estructura partidaria no correspondía a lo que debía ser un parti-

59 Álvarez, Rolando. La tarea de las tareas… op. cit. p 423.60 Informe del Comité Central del Partido Comunista de Chile al XV Congreso del Partido Comunista de Chile -

1989. p. 7.61 Ibíd., p. 8.62 Ibíd., p. 6.

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Tensión y ruptura en el Partido Comunista 139

do revolucionario, cuestión que el ex-EDI respaldaba hasta cierto punto. Esto será un elemento ideológico que causará roces entre esta alianza.

En cuanto a las acciones realizadas por el partido entre 1986 y 1988, se bus-caba legitimarlas más que analizarlas exhaustiva y críticamente. Esto se expresaba, en la idea de que el ´86 no había sido el pueblo quien claudicó, sino la burguesía por apoyar a Pinochet, actitud alentada por EEUU. En cuanto a la inscripción al Plebiscito, se afi rmó que ésta no se podía hacer de buenas a primeras, ya que ello signifi caba renunciar a las vigentes posibilidades de la PRPM en 1988.

Sin embargo, para ganar esta batalla se tenían que dejar en claro las diferencias que existían entre una y otra posición. Para lograr la hegemonía interna del PCch, la alianza EDI-intelectuales planteó fuertes críticas a la “Vieja Guardia” dirigente. En efecto, las críticas se centraron en el manejó partidario durante el período inicial de la Dictadura. La conducción del PC “por control remoto” de la dirección en el exterior, el ocultamiento de la información y de discusiones que se daban entre el ex-EDI y el segmento exterior, el largo tiempo de permanencia en los cargos del Partido y la falta de democracia interna serán las principales críticas a la “Vieja Guardia”. Es decir, se atacó su legitimidad interna, obstaculizando su infl uencia en la colectividad.

Asimismo, tal como señala Rolando Álvarez, la hegemonía del bando com-puesto por el ex-EDI y los intelectuales del partido se plasmó en la ocupación de los cargos directivos de la estructura orgánica del partido. Por ende, estos dos sectores del PCch coparon los delegados al Congreso, la nueva dirección y los espacios inte-lectuales resultando una hegemonía casi absoluta63, mientras las otras fuerzas queda-ban en posiciones marginales.

Además, en el citado Congreso se estableció la necesidad de desarrollar una Conferencia Nacional Partidaria, en la cual se lograrán aprobar los nuevos Estatutos en conjunto con un nuevo Programa Político del Partido. Esta será la siguiente coyun-tura que abrirá el debate partidario.

La única vía que aparecía en el camino para los disconformes con estas reso-luciones estaba fuera de la organización. Así, los discursivamente socialdemócratas impulsaron una ofensiva por fuera del Partido, ventilando abiertamente los problemas que aquejaban a los comunistas, en conjunto con alianzas y acciones políticas con militantes de otros partidos, cuestión que será sancionada. Estas acciones tendrán una aceptación progresivamente favorable en la prensa, aunque por diversos motivos. Lo que nos importa es que ella provocó un efecto de bola de nieve respecto de las querellas entre este sector y el ex-EDI.

En este marco, intuimos que el sector intelectual del PCch vio un panorama favorable con las conclusiones del XV Congreso para la segunda etapa de renovación revolucionaria, impulsando una ofensiva radical. Por medio de los espacios políticos e

63 Álvarez, Rolando: La tarea de las tareas... op. cit. p. 442.

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Vitalizando la Historia Política140

intelectuales que ocupaban como consecuencia del XV Congreso, desarrollaron una serie de seminarios y publicaciones en las que difundían sus principales ideas.

Siguiendo con la misma lógica que expresa Álvarez, la lucha política y las alian-zas internas se modifi caron y el ex-EDI se unió con la vilipendiada “Vieja Guardia”, y los intelectuales con los socialdemócratas64. Estas reconfi guradas alianzas se gestaron porque tanto el sector socialdemócrata como el de los intelectuales renovadores-revolucionarios hicieron públicos sus planteamientos con el afán de ganar posiciones políticas en el partido, lo que no cabía en los cánones de la Dirección (ex-EDI) y la “Vieja Guardia”.

Las posiciones entre los intelectuales y los socialdemócratas parecían ser las mismas. En efecto, el principal argumento que esgrimía cada sector se basaba en la necesidad de renovar al partido. Ello era consecuencia de que ambos grupos nece-sitaban de una reforma radical al interior de las fi las comunistas para implementar su concepción de Partido Comunista y Proyecto Social, en la nueva institucionalidad que comenzaba a imperar en Chile. Aunque existían discrepancias fundamentales en sus postulados.

A su vez, quienes habían constituido el ex-EDI, en su posición de dirección ofi -cial del PC, recurrieron al tronco histórico de su identidad para imponer el orden en esta vorágine intestina en la que se había inmerso su partido65. Pero también, se recu-rrió al control orgánico de éste para solucionar el confl icto en su favor. En efecto, se sancionó a los militantes que se habían convertido públicamente en la punta de lanza contra el corazón de la cultura e identidad comunista, entre ellos Luis Guastavino. Por su parte, Augusto Samaniego y Manuel Fernando Contreras dejaban la militancia del comunismo chileno voluntariamente. Esto sucedía porque tanto a la perspectiva renovadora revolucionaria como a la metamorfosis socialdemócrata “la Conferencia Nacional les demostró la inviabilidad de esta posibilidad, pues la inmensa mayoría del Comité Central no los respaldó”66. La dirigencia ofi cial se tomó de esta decisión para poner punto fi nal al confl icto.

El nivel de confl ictividad interna del PCch, hizo que la “Vieja Guardia” se ple-gara con la decisión que adoptó la dirección, cuestión entendible desde la tradicional disciplina arraigada en sus patrones culturales. La causa de esto, fue que la radical ofensiva de “renovadores revolucionarios” y “socialdemócratas”, era vista desde el imaginario de los dirigentes históricos del PC, como un jaque donde estaba en juego de vida o muerte el “ser comunista” y el “Partido”. Cuestión inaceptable para ellos.

64 Ibíd., p. 421. 65 Ibíd. 66 Ibíd., p. 463.

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Tensión y ruptura en el Partido Comunista 141

Es así, como los dirigentes de ayer y de 1990, formaban un frente único contra los disidentes que se unifi caban crecientemente y comenzaban a actuar como una fracción opuesta a la dirección del PC.

Este confl icto cultural e identitario, fi nalmente se resolvió en favor de aque-llos que ocupaban la dirigencia partidaria, debido principalmente a la mantención del control orgánico del partido, además por contar con una línea política que se había hecho carne en la mayoría de los militantes del partido. El sector que triunfó recurrió a los espacios de poder que controlaba, levantando las banderas de la PRPM que se había consolidado en el XV Congreso, con la identidad y cultura política que ésta legitimaba.

En la otra cara de la moneda, las identidades disidentes tuvieron que emigrar en los más diversos destinos. De todos aquellos que salieron, algunos trataron de impulsar lo que se llamó la Asamblea de Renovación Comunista (ARCO), lo que tenía como perspectiva construir un nuevo Partido Democrático de Izquierda (P.D.I.), el que tuvo una efímera supervivencia. Un grupo de ellos ingresó a la Concertación y ocuparon cargos importantes, como Guastavino y Antonio Leal. Otros simplemente dejaron la política, abrumados por el peso de la derrota que signifi có la dictadura y la imposibilidad de contar con un partido que satisfi ciera sus convicciones.

Todo este proceso se vio reforzado por el derrumbe paralelo que vivía el sistema soviético. Así, ellos trataron de rehacer una vida cotidiana en la vigencia del régimen institucional. Por ello, la diáspora comunista no se dio solamente al nivel de cúpula partidaria, sino que muy por el contrario, se dio transversalmente y con mayor fuerza en su base.67

5. Conclusiones

Tras realizar el mapeo histórico de una de las coyunturas más complejas vivi-das por el Partido Comunista de Chile, se ha podido establecer un punto nodal entre dos problemas: por un lado, los balances discrepantes sobre la PRPM; y, por otro, la escisión de 1987 y la diáspora de militantes de 1990. Finalmente, se comprobó que todo este proceso fue la solución del confl icto cultural causado por la aparición de distintas identidades políticas al interior del PC, durante 1986 y 1990.

Se buscó trazar el nivel de importancia que juegan las culturas e identidades políticas en los confl ictos partidarios. Así, éstas tienen un rol clave como elementos unitarios pero a la vez diferenciadores en una comunidad, en este caso del PC.

Si bien se demostró la hipótesis planteada, quedan elementos por indagar que la reforzarían aun más. La infl uencia que tuvo en los comunistas la caída de la URSS,

67 La mayoría de los planteamientos señalados son argumentados en Álvarez, Rolando. La tarea de las ta-reas.... op. cit.

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los rumbos que siguieron las identidades políticas derrotadas en este confl icto inter-no del PCch y el desarrollo de este partido durante los gobiernos concertacionistas, son elementos vitales para complementar los argumentos planteados.

Dichos ejes analíticos sobre esta colectividad que aún quedan bajo signo de interrogación, debieran ser un campo abierto por comprender para los estudiantes de esta disciplina, buscando retomar la senda de la Historia Política como objetivo historiográfi co, permitiendo a la vez, ampliar aquel estrecho horizonte que estigmati-zó la historiografía del siglo XIX.

Fig. 6: Símbolo del Partido Comunista de Chile.

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La reestructuración del imperialismo mundial y sus consecuencias en el plano político-económico chileno

Juan Pablo Navarro A.*Bernardo Toledo T.**

Resumen: La crisis estructural del capitalismo mundial, evidenciada a me-diados de la década de 1970, representa el agotamiento de la política eco-nómica keynesiana, siendo reemplazada por el modelo neoliberal, lo que representa un esfuerzo de reestructuración del imperialismo mundial. Sus consecuencias en Chile se traducen en su implementación “exitosa” por medio de la dictadura militar, transformándose en factor determinante en una nueva confi guración de alianzas políticas. Fruto de ello es el surgimien-to de la Concertación de Partidos por la Democracia, coalición encargada de dirigir el proceso de transición mediante el cual retornan los gobiernos “democráticos”. No obstante, en materia económica se aprecia la continui-dad y consolidación del modelo neoliberal impuesto por la dictadura.

Palabras clave: crisis estructural – imperialismo – keynesianismo - neo-liberalismo.

* Estudiante Tesista de la carrera de Pedagogía en Historia y Ciencias Sociales, Universidad de Valparaíso.

** Estudiante Tesista de la carrera de Pedagogía en Historia y Ciencias Sociales, Universidad de Valparaíso.

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1. Introducción

El período del que daremos cuenta, las dos décadas posteriores al golpe de estado del 11 de septiembre de 1973, corresponde a una de las etapas más convulsi-vas de la historia contemporánea, tanto a nivel nacional como mundial. Es imposible negar que este fue un período de crisis y grandes transformaciones que ocurrieron desde las formas de producción e intercambio hasta los mapas y las sociedades que se identifi can en ellos.

El presente trabajo se propone sintetizar el contexto internacional y regional1 en el cual se produce la reestructuración en el imperialismo, traducida en el cambio del paradigma económico hegemónico a nivel mundial, para luego describir de qué manera esta reestructuración se manifi esta en Chile y cuál es su infl uencia en el cam-bio de la correlación de fuerzas que da pie para la formación de la Concertación de Partidos por la Democracia.

Sostendremos como hipótesis que esta transformación se manifi esta en Chile a través de la implantación “exitosa” del neoliberalismo, por parte de la dictadura militar, evidenciando en la práctica un cambio en la correlación de las fuerzas políticas nacionales.

La argumentación de esta hipótesis consta, en primer lugar, de algunas preci-siones en torno a los conceptos de imperialismo, ciclos económicos de larga dura-ción de Kondrátiev, keynesianismo y neoliberalismo, centrales para la comprensión profunda del período en cuestión. A continuación nos abocaremos a exponer una síntesis del contexto internacional y regional, centrándonos en las temáticas en torno a la crisis de los ‘70, el cambio de paradigma económico, un esbozo de la correlación de fuerzas interimperialistas, en base a la descripción de los gobiernos de Ronald Reagan, Margaret Thatcher y la URSS. Posteriormente nos referiremos al agotamien-to del patrón de desarrollo de Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI) y al contexto político en que se da. Para concluir con una comparación entre la política económica de la dictadura, el programa de gobierno de la Concertación y su aplicación efectiva, tratando de proponer un signifi cado posible de la llegada de dicha coalición al poder.

2. Algunos conceptos para la comprensión profunda del período

La descripción de los conceptos de imperialismo, ciclos económicos de onda larga Kondrátiev, keynesianismo y neoliberalismo serán fundamentales para la com-prensión del periodo estudiado, los cuales serán enunciados a continuación.

1 Por regional nos referimos a América Latina.

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a. Imperialismo

El imperialismo es propio de la expansión capitalista en todos sus aspectos, tanto económica como territorialmente. Lenin lo defi ne como:

…la fase de desarrollo en la que ha tomado cuerpo la dominación de los mo-nopolios y del capital fi nanciero; ha adquirido una importancia de primer orden la exportación de capital, ha empezado el reparto del mundo por los trusts2 internacionales, y ha terminado el reparto del mismo entre los países capitalistas más importantes.3

Podemos establecer entonces que el imperialismo es la fase monopolista del capitalismo, tendiente a una masiva concentración de la producción y del capital en muy pocas manos, dando origen a las compañías transnacionales, las que se reparten las áreas de la producción, así como sus países de origen se reparten territorialmente el mundo, lo cual queda ejemplifi cado claramente en el caso del continente africano durante el siglo XIX.

El imperialismo no sólo se manifi esta mediante el colonialismo, ni tampoco termina con la descolonización después de la Segunda Guerra Mundial como se suele pensar equívocamente, sino que también tiene expresiones más sutiles y sostenidas a través del tiempo. En el periodo estudiado, se plasma por intermedio de la masifi -cación de las grandes compañías transnacionales, las cuales cumplen con el objetivo de obtener materias primas, fuerza de trabajo y acceso a mercados a bajo costo. Por otro lado, estas compañías, al concentrar la producción y, por ende, el capital, adquie-ren un poder casi inigualable que les permite explotar libremente4 los recursos de un país a muy bajo costo, para luego procesarlos, manufacturarlos y lanzarlos al mercado que ellos monopolizan. Estos monopolios aún se mantienen, siguen creciendo y hoy son las megacorporaciones internacionales, las que constantemente se fusionan, o compran compañías más pequeñas llegando a cada rincón del planeta. Por ejemplo, en Chile tenemos actualmente el caso de la cadena de supermercados Wal-Mart que adquirió la propiedad de Líder, en los combustibles está Shell, cadenas de comida

2 Concentración de diferentes empresas bajo una dirección central.3 Lenin, Vladimir : Imperialismo, fase superior del capitalismo. Editorial Quadrata. Buenos Aires, 2006. p. 85.4 Esta libertad las ha llevado incluso a intervenir políticamente en los países donde se instalan para salva-

guardar sus intereses económicos. Tal es el caso en la década de los setenta en Chile con el espionaje de la ITT, compañía de telecomunicaciones que tenía el monopolio en esta materia en todo el continente americano, siendo de vital importancia para Estados Unidos la información que le reportaba a la CIA respecto de la situación política del país de cara a una posible expropiación de parte del gobierno de Salvador Allende.

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rápida como Mc’Donalds, compañías de telecomunicaciones como Movistar y por supuesto el monopolio de la información en manos de CNN.

b. Los ciclos de onda larga Kondrátiev

Los ciclos de fl uctuación económica Kondrátiev reciben su nombre del eco-nomista ruso Nicolai Dimitriev Kondrátiev (1892-1938). Estos ciclos tienen una du-ración aproximada de 50 años y están compuestos en lo esencial de dos mitades, una de ascenso y otra de descenso, y tiene su fundamento en una investigación empírico-estadística que data el comienzo del primer ciclo largo en el siglo XVIII. Kondrátiev:

…para determinar la existencia de los ciclos largos analizó datos como los pre-cios de mercancías al mayoreo, la tasa de interés, el salario nominal de obreros agrícolas y textiles, el comercio exterior, la producción de carbón, de hierro, de plomo, para el caso de Inglaterra; también estudió, con éstos y con otros indica-dores, países como Francia, Estados Unidos, Alemania. Encontró, desde fi nales del siglo XVIII hasta (…) la década de 1920, dos ciclos y medio. Cada uno lo dividió en dos fases, una ascendente y otra descendente, las llamó ondas (waves)(…) Esta división es con base al movimiento de los precios comerciales.5

A partir de la determinación de estos ciclos y el estudio de los países mencio-nados, Kondrátiev va estableciendo cuatro “regularidades empíricas” que se presen-tan como despegue, desarrollo y decadencia del ciclo económico de larga duración:

La primera: “en el curso, aproximadamente, de dos decenios antes del • inicio de una onda ascendente de un ciclo largo se observa una animación en la esfera de las invenciones técnicas”6;La segunda que encontró, es que los periodos de la onda ascendente “son • considerablemente más ricos en grandes conmociones sociales y virajes en la vida de la sociedad (revoluciones, guerras), que los periodos de las ondas descendentes”;La tercera consiste en que las ondas descendentes de estos ciclos se • acompañan de una depresión prolongada de la agricultura; y fi nalmente

5 Rodríguez, José: La nueva fase de desarrollo económico y social del mundo capitalista. Apéndice Segundo Capítulo, 2005. Tesis doctoral accesible a texto completo en: http://www.eumed.net/tesis/jjrv/

6 Ibíd. “Antes de y durante el mismo inicio de una ola ascendente se observa una amplia aplicación de estas invenciones en la esfera de la práctica industrial, vinculada con la reorganización de las relaciones de producción. El comienzo de los ciclos largos habitualmente coincide con la ampliación de la órbita de las relaciones económicas mundiales. Al inicio de los dos últimos ciclos les preceden, fi nalmente, modifi cacio-nes serias en la extracción de metales preciosos y en la circulación monetaria”.

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La cuarta regularidad: “los ciclos largos de la coyuntura económica se ma-• nifi estan en el mismo proceso único de la dinámica del desarrollo econó-mico en el cual se manifi estan también los ciclos medios con sus fases de auge, crisis y depresión. Los ciclos medios, por ello, como que se insertan en las ondas de los ciclos largos…”. De una manera sintética, Kondrátiev vio que en las ondas descendentes predominan las depresiones y en las ascendentes los años de auge.7

Serán estas regularidades las que permiten realizar la descripción del periodo como un proceso enmarcado en la larga duración histórica. Es en esta perspectiva que se comprenderán los distintos modelos de desarrollo propuestos desde las po-tencias hegemónicas.

c. Keynesianismo

En 1936 el economista John Maynard Keynes publica su libro “Teoría general sobre el empleo, el interés y el dinero” en el cual expone sus planteamientos en res-puesta a la gran crisis del capitalismo mundial desatada en 1929 y en contraposición al liberalismo clásico. En este texto rebate la teoría de la autorregulación de los mercados a través del equilibrio natural entre la oferta y la demanda, teniendo como supuesto básico que la oferta genera su propia demanda. A juicio de Keynes, esta crisis se produce debido a la insufi ciencia de la demanda efectiva8, lo que desincentiva la inversión y por ende la economía se estanca, expresándose en altos índices de desempleo y la caída de los salarios. Esto quiere decir que la gente, los demandantes, no quieren gastar su dinero debido a la inestabilidad de los precios o no tienen el dinero sufi ciente para consumir todos los bienes que el mercado les ofrece, es decir, la oferta supera a la demanda, por ende no hay garantías que incentiven la inversión de capitales, el dinero no circula, la economía se estanca y entra en crisis, una crisis de sobreproducción según la teoría marxista.

Como solución a este problema Keynes propone en primer lugar el pleno empleo de los recursos productivos, tanto de capital como de trabajo. Para lograr aquello no sólo se debe descansar en el sector privado, sino que el sector público –el Estado– debe tener una fuerte participación en la actividad económica para asegurar que los niveles de inversión se correspondan con el pleno empleo de los recursos

7 El “modelo teórico de desarrollo” se encuentra en la ponencia del debate soviético de 1926/28, y no fue conocida hasta su publicación en 1983 en inglés o en 1992 en español y francés; son diez páginas que empiezan justo en donde termina la versión inglesa de 1935/1979. Por lo consiguiente, nunca fue referida esta parte y sólo se empieza a analizar en trabajos recientes como el de Francisco Louca y Luis Sandoval Ramírez; también Richard D. Day en 1976, porque leyó la obra de Kondrátiev en ruso.

8 Consumo.

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productivos, esto es, el incremento del gasto público para complementar la actividad privada. El problema de esta situación es la infl ación que esto conlleva debido a la intervención estatal para estimular la demanda y con ello la inversión. Ejemplo de esto es la regulación de los salarios que deben ser lo sufi cientemente altos para que la demanda absorba la oferta, es decir, los trabajadores deben tener dinero sufi ciente para gastar en consumo. Pero para Keynes es preferible una economía que crece con infl ación a una economía estancada, pero sin infl ación.

La teoría Keynesiana va a tener un alto impacto y aceptación a nivel mundial, ya que la mayoría de los gobiernos occidentales va a adoptar estas políticas después de la Segunda Guerra Mundial, las cuales se van a materializar en el Estado de Bien-estar y el Desarrollismo.

El Estado de Bienestar, implementado por la mayoría de los países capitalis-tas occidentales, principalmente europeos, tiene como característica fundamental la protección social que el Estado proporciona a la totalidad de la sociedad, lo que se expresa en los servicios públicos –de calidad– como la salud, la educación y la previ-sión social, proporcionados gratuitamente a todas las personas.

El fi nanciamiento de este sistema se obtiene a través de una participación activa del estado en la economía, lo que a su vez cumple con el objetivo de estimular la demanda y la inversión. En este sistema el Estado maneja un número signifi cativo de industrias, las cuales controlan las áreas más importantes de la producción y los servicios básicos, como lo son el sector sanitario, energético, transportes, etc.

Como consecuencia de esta política económica estatal tenemos que el mundo capitalista entra en una nueva onda larga expansiva, en donde se alcanzan niveles de crecimiento y productividad nunca antes vistos. Sin duda, esta es –en palabras de Eric Hobsbawm– “la edad de oro” del capitalismo mundial:

Los grandes éxitos económicos de la posguerra en los países capitalistas (…) son ejemplos de industrialización efectuada con el apoyo, la supervisión, la di-rección y a veces la planifi cación y la gestión de los gobiernos (…) Al mismo tiempo, el compromiso político de los gobiernos con el pleno empleo y —en menor grado— con la reducción de las desigualdades económicas, es decir, un compromiso con el bienestar y la seguridad social, dio pie por primera vez a la existencia de un mercado de consumo masivo de artículos de lujo que ahora pasarían a considerarse necesarios.9

Por otro lado, los países menos desarrollados, tercermundistas, en vías de desarrollo, o periféricos, también acogieron los planteamientos keynesianos, los cua-les se materializaron en el desarrollismo, que se traduce en la implementación de

9 Hobsbawm, Eric: Historia del siglo XX. Editorial Crítica. Buenos Aires, 1998. pp. 271-272.

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un Estado económicamente activo, teniendo como rol fundamental el impulso de la industrialización, con lo que paulatinamente se iría alcanzando el desarrollo y autono-mía en materia económica. Esta corriente fue elaborada y difundida principalmente a través de la CEPAL (Comisión Económica Para América Latina y el Caribe), organis-mo con sede en Santiago de Chile, dependiente de la ONU, que propuso un proyecto nacional de desarrollo para las economías Latinoamericanas.

Fruto de ello es el patrón de desarrollo “hacia adentro” que se va a aplicar en toda la región, a saber: el modelo de industrialización por sustitución de importacio-nes (ISI), cuyas características principales son las siguientes:

Rol protagónico del Estado como impulsor de la economía, específi ca-1. mente de la industrialización, en los servicios básicos y la protección so-cial. Implementar -y proteger- una industria (liviana) nacional que paulatina-2. mente sustituya los productos que son importados, en el campo de la metalurgia, la energía, las comunicaciones, el transporte, el textil, artefac-tos domésticos, etc.Mantener las exportaciones tradicionales y potenciarlas para generar ca-3. pital e invertirlo en industrialización.Fomentar la integración regional, lo que en la práctica se traduce en la 4. ampliación de los mercados internos, principalmente el mercado agrario, mediante la reforma agraria, para aumentar la productividad agrícola y abaratar el costo de los alimentos.10

Atraer capital extranjero para complementar el ahorro externo.5. Al igual que en los países del centro capitalista (grandes potencias), en la pe-

riferia (países en vías de desarrollo) este modelo entró en crisis hacia fi nales de la década de 1960, evidenciándose en bajas tasas de crecimiento y elevadas tasas de infl ación. Los economistas monetaristas identifi caron el problema en la esencia mis-ma del modelo, la intervención estatal; la solución propuesta por éstos se centrará en parte en la disminución de la participación del estado en áreas estratégicas de las economías nacionales, con lo que comienza a perfi larse un nuevo paradigma dentro de la ciencia económica y por ende un nuevo modelo de desarrollo.

d. Neoliberalismo

El neoliberalismo emerge como respuesta a la crisis estructural de la econo-mía capitalista, aunque sus orígenes datan del período posterior a la segunda Guerra

10 Al elevarse la productividad se eleva el ingreso y con ello la capacidad de demanda en el campo, lo que genera un excedente importante.

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Mundial con las refl exiones del economista austriaco Friedrich von Hayek. Su obje-tivo principal es:

…mantener un Estado fuerte, capaz de romper la fuerza de los sindicatos y de controlar estrictamente la evolución de la masa monetaria (política monetarista). (Promover un) Estado… frugal en el dominio de los gastos sociales (que se abstenga) de intervenciones económicas. La estabilidad monetaria debe consti-tuir el objetivo supremo de todos los gobiernos. Para este fi n, es necesaria una disciplina presupuestaria, acompañada de una restricción de los gastos sociales y la restauración de una llamada tasa natural de desempleo, es decir, de la creación de un ejército de reserva de asalariados (…) que permita debilitar a los sindica-tos. Por otra parte, deben introducirse reformas fi scales a fi n de estimular a los “agentes económicos” a ahorrar e invertir. En otras palabras, esta propuesta im-plica –simplemente– una reducción de los impuestos sobre los ingresos elevados de las personas y sobre las ganancias de las empresas.11

Bajo esta lógica funcionarán todos los Estados del mundo, tras la vanguardia de las potencias imperialistas a partir de las décadas de 1980-1990. La consolidación de este modelo a nivel mundial se enmarca en la fase recesiva del ciclo económico de larga duración, no existiendo aún certezas de que dicha consolidación abra paso a una fase expansiva del ciclo económico.

Será bajo estas precisiones teóricas que centraremos nuestra descripción del periodo 1970-1990.

3. La crisis económica de la década de 1970

A mediados de la década de 1960, durante el apogeo de onda larga Kondrátiev ascendente, comienza a evidenciarse una contracción en la economía, dándose las condiciones para entrar en una onda larga recesiva; se produce un estancamiento de los ritmos de acumulación capitalista y una caída de la productividad del trabajo, los cuales, en adelante, serán recurrentes para las economías capitalistas. Esta situación se agudiza hacia la mitad de la década de 1970 debido a la llamada crisis del petróleo12, cuestión que se manifi esta en el alza de las materias primas y pone en evidencia el agotamiento del modelo keynesiano, junto con dejar al descubierto una nueva crisis estructural del capitalismo, propia de su funcionamiento cíclico, la cual va a estar ca-racterizada por la caída de la productividad –se detiene el crecimiento económico de

11 Rodríguez, José: op. cit. p. 50. 12 Fenómeno producido debido al alza del precio del petróleo por parte de los países productores agrupa-

dos en la OPEP.

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los países, se genera una elevada infl ación y con ello, una caída en la tasa de ganancia: la fase recesiva del ciclo Kondrátiev.

Esta crisis económica se explica desde el seno del modelo keynesiano13. Las mismas políticas que la impulsaron después de la gran depresión de 1929, son las que generaron su crisis y llevaron a su reemplazo. El diagnóstico al problema identifi ca a la infl ación14, propia del modelo keynesiano, como la principal difi cultad económica a resolver.

La particularidad fundamental de esta crisis es que por primera vez en la his-toria del capitalismo se mezclan bajas tasas de crecimiento con una elevada infl ación, dando origen a la estanfl ación15. Ante este panorama comienzan a ganar terreno las ideas neoliberales.

4. Cambio de paradigma: causas

Es en este marco de crisis en el que se libra la pugna entre dos paradigmas económicos, a saber, el keynesianismo y el neoliberalismo, desatada abiertamente en la década de los setenta. Es sabido que dicha pugna se resolvió a favor del neolibera-lismo; sus políticas comienzan a aplicarse de forma paulatina y superfi cial desde fi nes de la década de 1970. Ya en el decenio siguiente se llevan a cabo reformas econó-micas estructurales de corte monetarista16 neoliberal, impulsadas por dos grandes referentes mundiales, Inglaterra de la mano de Margaret Thatcher y EE.UU bajo la conducción de Ronald Reagan, ambos gobiernos de corte conservador. Estos países

13 El Keynesianismo es una doctrina económica creada para dar solución a la crisis capitalista de entregue-rras, en el plano del estancamiento de la productividad, el desempleo y la defl ación. Para ello propone la intervención del Estado en la economía como ente regulador de los mercados, para corregir las desviacio-nes propias de la libertad de éstos, por ejemplo monopolios. Por ende, el Estado debe regular la actividad económica en sus diferentes aspectos como los salarios, tasa de interés, condiciones laborales, valor de la moneda y el nivel de empleo. La expresión práctica de esta doctrina es el Estado de Bienestar.

14 Infl ación es el crecimiento continuo y generalizado de los precios de los bienes y servicios y factores productivos de una economía a lo largo del tiempo. Otras defi niciones la explican como el movimiento persistente al alza del nivel general de precios o disminución del poder adquisitivo del dinero. Su indicador es el Índice de Precios al Consumidor (IPC). En http://www.econlink.com.ar/defi nicion/infl acion.shtml

15 Estanfl ación es una palabra derivada del inglés, stagnation, la cual determina un momento en el que la eco-nomía se halla con una tasa alta de desempleo (estancamiento económico) y, a su vez, con infl ación. En: http://www.fi nanzzas.com/estanfl acion

16 Monetarismo: Teoría económica formulada en la década de los 60 en contraposición al keynesianismo. Identifi ca a la infl ación como el problema central a resolver, la cual se produce –según esta teoría– debido a que hay más dinero en circulación, en manos de la gente, que el que debería haber de acuerdo a las reservas del Banco Central, por lo que se produce un desequilibrio, es decir, el dinero no tiene respaldo y vale menos, por ende la infl ación es un problema estrictamente monetario.

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marcarán la pauta para ser seguidos inmediatamente por otras economías “desarro-lladas” –o imperialistas– a nivel mundial.17

El cambio de paradigma hegemónico responde principalmente a las cifras ne-gativas arrojadas a nivel macroeconómico para el crecimiento de los países fruto del estancamiento, así como también, y en mayor medida, a la caída en la tasa de ganancia, es decir, del benefi cio económico de la clase capitalista. El problema principal a resol-ver es la infl ación18.

5. Gobiernos conservadores: Margaret Thatcher, Ronald Reagan

Inglaterra es el primer referente del neoliberalismo a nivel internacional. Es el primer país imperialista que desde el gobierno comienza a aplicar abiertamente las políticas neoliberales19. El artífi ce es el Partido Conservador, encabezado por la fi gura de Margaret Thatcher, líder de dicho partido y Primera Ministra Británica entre 1979 y 1990. Thatcher fue conocida bajo la chapa de la dama de hierro, debido a su política dura e infl exible, la cual estaba orientada a defender y aplicar fi rmemente las políticas neoliberales, así como también –con la misma fi rmeza– combatió las doctrinas y po-líticas keynesianas, laboristas20, nacionalistas y socialistas.

Inglaterra, al igual que todo el mundo capitalista, estaba inmersa en una crisis económica y las tradicionales políticas desarrollistas o keynesianas no contribuían a solucionarla. Los conservadores como Thatcher eran meros espectadores del alza del défi cit productivo y la infl ación, con lo que disminuía el bienestar social, se gene-raba violencia, el sobreempleo fomentaba la holgazanería y crecía la cultura antiem-presarial; “el país estaba dividido y desesperado, era el nuevo hombre enfermo de Europa”21. Las causas de ello –para Margaret Thatcher- eran claras: “el socialismo, la intervención del Estado, las doctrinas keynesianas, los sindicatos. Las soluciones: el conservadurismo, reducción del sector público, disciplina fi nanciera, la privatización y la reforma sindical”22. En este sentido el Estado debía garantizar la estabilidad en todos los ámbitos (político, social y económico), y más específi camente en materia económica. Así, sólo debía remitirse a generar condiciones apropiadas para que el mercado regulara la actividad económica en favor del crecimiento productivo y de

17 Rodríguez, José: op. cit. p. 28.18 “Cínica e inteligentemente Keynes propuso estimular la infl ación para deprimir los salarios reales y esti-

mular la inversión productiva (lo que) en el corto plazo resolvió el problema fundamental”. Ibíd., p. 50.19 El primer experimento neoliberal a nivel internacional es el caso chileno, a mediado de los 70, en el cual

este modelo económico es implantado por la fuerza de la mano de la dictadura militar.20 El laborismo hace referencia al Partido Laborista Inglés, contraparte del Partido Conservador.21 El término hombre enfermo ha sido utilizado varias veces en la historia, generalmente hace alusión a un

país cuya economía está deteriorada, con lo cual se produce un estancamiento general de este país.22 Thatcher, Margaret: Los años en Downing Street. Ediciones Aguilar-Nuevo Siglo. p. 15.

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las tasas de ganancia del capital. Para ello se implementaron las siguientes medidas de carácter neoliberal:

Reducción de la emisión de masa monetaria (dinero).1. Alza de la tasa de interés.2. Reducción de impuestos sobre los ingresos más altos.3. Liberación de fl ujos fi nancieros (entrada y salida de capitales).4. Eliminación del control de precios y de cambios.5. Elevación –intencionada– de la tasa de desempleo.6. Legislación antisindical.7. Represión a las huelgas.8. Reducción del gasto social.9. Privatización de los servicios públicos e industria básica, como la electri-10. cidad, el acero, el petróleo y la distribución del agua.

En síntesis, podemos decir que la política económica de Margaret Thatcher se reduce a “combatir la infl ación, con la orientación monetarista, y a la vez cambiar las es-tructuras públicas, sindicales y privadas, con medidas liberales y antirregulacionistas”23. Por otro lado, como afi rma Perry Anderson, “Este conjunto de medidas constituyó el proyecto más sistemático y ambicioso de todos los experimentos neoliberales en los países capitalistas avanzados.” 24

El éxito de este proyecto convierte a Inglaterra en un referente para el mundo capitalista en su conjunto y el modelo neoliberal se transforma en la receta a seguir para recuperar la productividad y detener la infl ación.

El otro gran referente es EE.UU a partir de la llegada a la presidencia del Re-publicano Ronald Reagan, gobernante desde 1981 hasta 1989.

Debido a la incapacidad de las políticas keynesianas para acabar con el pro-blema infl acionario de la economía norteamericana, a partir de 1981 el gobierno de Reagan pone en práctica una serie de medidas de carácter monetarista, es decir, de control del dinero circulante para reducir la infl ación y luego una serie de reformas de carácter liberalizador para estimular la actividad económica, elevar la productivi-dad, recuperar el crecimiento y con ello elevar la tasa de ganancia.

Las principales reformas realizadas por el gobierno de Reagan son las siguien-tes:

Disminución de impuestos a los mayores ingresos y a las empresas.1. Disminución de la demanda, a través de la disminución de salarios.2. Disminución del gasto fi scal.3. Control de la tasa de crecimiento del dinero (tasa de interés).4.

23 Rodríguez, José: op. cit. p. 26.24 Anderson, Perry: Historia y lecciones del neoliberalismo. En: http://deslinde.org.co/IMG/pdf/Historia_y_lec-

ciones_del_neoliberalismo-_Por_Perry_Anderson.pdf

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Eliminación de impuestos a las nuevas inversiones.5. Eliminación de regulaciones para fomentar la expansión de los negocios.6.

Con estas medidas se pretendía lograr dos cuestiones fundamentales; primero detener la infl ación y en segundo lugar estimular la productividad. El resultado fue el descenso sostenido de la infl ación -que en 1979 estaba en el 12%- hasta un pro-medio de 3,5% para los dos gobiernos de Reagan, con lo que quedaba neutralizado el problema fundamental de la economía norteamericana. Esto se combinó con una política de estimulación de la oferta, conseguida mediante la reducción de impuestos, lo que a su vez fomentó la productividad y los ingresos fi scales25. Estas políticas fue-ron efectivas y a partir de 1982 comenzó un crecimiento sostenido de la economía norteamericana, un promedio de 3,5% anual y con una cifra de desempleo aceptable que fl uctuó entre el 5 y el 7% anual. Sin embargo, como consecuencia de lo anterior, el défi cit fi scal aumentó considerablemente. Por otra parte, ésta fue una política que eliminó el apoyo y la protección social proporcionada por el Estado. La reducción de impuestos no fue equitativa, sino que se aplicó sobre las rentas más altas, lo que per-judicó directamente al sector social de menores ingresos. Paralelamente, se redujo la red de bienestar social, eliminando todo tipo de subsidios y ayudas a las familias de escasos recursos -la clase trabajadora- buscando disminuir el gasto fi scal. En efecto, estas medidas fueron en benefi cio de la clase capitalista, propietaria de las grandes empresas y en perjuicio de la clase trabajadora.

6. La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS)

Al fi nalizar la década de 1970, el desarrollo de la Guerra Fría estuvo determi-nado por la crisis económica marcada por la onda larga recesiva, agravada por el alza de los precios del petróleo que decretó la OPEP (1973 y 1979). La URSS entró en un período de estancamiento económico refl ejado en el no crecimiento de las tasas del producto interno bruto, la producción industrial, la producción agrícola, las inversio-nes de capital, la productividad del trabajo y el ingreso real per cápita26. Paralelamente, debido al rol de productor de petróleo, los ingresos por exportación de energía se elevaron de manera abrumadora lo que les permitió seguir sosteniendo una estructu-ra económica que ya no lo lograba hacer por sí misma dada la falta de voluntad para reformar. Por otra parte, también les permitió sostener a las economías socialistas por medio de créditos desmesurados y con muy pocas restricciones.

25 Este último objetivo no se alcanzó nunca, sino que por el contrario, el défi cit fi scal fue aumentando con-siderablemente -hasta llegar a niveles cercanos al 40% del PIB-, debido al tremendo gasto que signifi caba para el Estado norteamericano la carrera armamentista que estaba sosteniendo con la URSS.

26 Hobsbawm, Eric: op. cit. p. 468.

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Habría que agregar a este estancamiento económico, la decadencia de las estructuras políticas y partidarias. La formación de cúpulas políticas monolíticas -que en los inicios hizo ver a la URSS con respeto y admiración dada la capacidad organi-zativa, el altruismo y lealtad a la línea política del partido de sus cuadros políticos- en 60 años de trayectoria había entrado en un proceso de degeneración burocrática y corrupción personal, dando la razón a las críticas que en algún momento levantaron los detractores internos del régimen, por ejemplo, los trotskistas27.

Así, inmerso en una decadencia “estructural”, el régimen socialista de la URSS enfrenta la crisis de la deuda externa de los ochentas en condiciones de debilidad impensadas para una superpotencia. La utilización poco productiva de los inmensos ingresos de dinero producto de las exportaciones de petróleo, la imposibilidad de co-brar deuda y el gasto militar en alza, hizo retomar la senda estalinista de restricciones y órdenes centrales, sin contemplar la realización de reformas. Este sería el panorama en que asumió Mijail Sergueievich Gorbachov (abogado y reformista) el liderazgo de la Unión Soviética. Su objetivo principal, terminar con la Guerra Fría y reformar la es-tructura política y económica de la URSS con el fi n de superar el estancamiento. Esto último lo llevó a cabo mediante la aplicación de dos políticas: la Glasnost (libertad de información y transparencia) y la Perestroika (restructuración económica y política). Paradójicamente, la aplicación de estas reformas aunada a todos los síntomas de de-cadencia enunciados antes, llevaron a que la Unión Soviética colapsase como régimen hacia 1991 y junto con ella se derrumbara toda la esfera de infl uencia socialista.

7. El agotamiento del modelo ISI

El desarrollo de Latinoamérica durante la segunda mitad del siglo XX estuvo determinado en parte considerable por el infl ujo de la política exterior de EEUU, cla-ramente hegemónico en la región. Esto, en el contexto de la “Guerra Fría”, geopolíti-camente enmarcó a nuestro continente en el área de infl uencia norteamericana, una de las partes de este confl icto28. Dicha hegemonía estuvo caracterizada por presiones políticas y militares, y la “asistencia técnica” constante en el desarrollo de planes de desarrollo económico y social con el objetivo de complementar la estrategia militar de contención y eliminación del “enemigo interno”29. Ejemplo de estos planes com-plementarios fue la “alianza para el progreso” que lanzó el presidente Kennedy en

27 Ibíd., p. 469.28 La otra parte era la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.29 Política anticomunista en contra de los grupos subversivos que inspirados en la revolución cubana y el

campo socialista, buscaban revolucionar sus países basados en el análisis del patrón de desarrollo “hacia adentro”, el cual -concluían- estaba en una crisis terminal (así también, el capitalismo) y por lo tanto, la revolución era una posible salida a esa crisis y para que se diera de esa manera había que utilizar todos los medios de lucha.

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la década de 1960; según este plan, en 10 años debía ser erradicada la pobreza del continente y promover la democracia en toda América haciendo alusión con esto último a la erradicación de los regimenes socialistas y las organizaciones subversivas izquierdistas de la región.

Hasta la década de 1960 el Estado tenía participación en la mayor parte de las áreas estratégicas de las economías nacionales latinoamericanas, incluso subsi-diaba gran parte de la inversión privada. En su primera etapa, trajo gran prosperidad económica refl ejada en el mejoramiento de las condiciones laborales y vida de los trabajadores a través de mejores salarios. Junto con garantizar salud, educación y vivienda, así como también fomentar la organización sindical. Uno de los resultados de esta política económica es el aumento en la capacidad para adquirir productos (la demanda), que creció a un ritmo explosivo; aunque la producción de bienes (la oferta) no creció al mismo ritmo. Este desequilibrio entre oferta-demanda produjo una enorme infl ación.

La consecuencia de este particular panorama dará origen a un nuevo concep-to en economía política: estanfl ación –referida líneas arriba–. Para tratar de bajar las tasas de infl ación, las economías nacionales entraron en el mercado de créditos y con ello comenzó a formarse una burbuja que estalló a comienzos de la década de 1980: la crisis de la deuda.

Este será uno de los principales argumentos que, una vez que la crisis de este modelo se hizo insostenible con medidas a corto plazo, esgrimirán economistas tales como Friedrich Von Hayek y Milton Friedmann (“los padres del neoliberalismo”), para lograr incidir en las decisiones de los Estados y orientar “los ajustes estructurales” necesarios para sortear la crisis.

8. Características de las dictaduras latinoamericanas entre 1970 y 1990

En América Latina, este periodo está revestido de claros-oscuros dependiendo del país en que se sitúe el análisis. Sin embargo, todos los procesos dictatoriales están suscritos a una constante: las difi cultades de las elites nacionales para “mantener en orden sociedades cada vez más complejas, donde los actores sociales y políticos eran más diversifi cados y cuyas demandas eran mayores”30, cuestión que se suma a una crisis más profunda, la cual es el agotamiento del patrón de desarrollo de industriali-zación por sustitución de importaciones (ISI), más conocido como “desarrollo hacia adentro”, analizado más arriba. Ante este panorama, la irrupción de las dictaduras mi-litares buscó encauzar a estas naciones enfermas nuevamente en la senda del orden

30 Del Pozo, José, Historia de Latino América y El Caribe, 1825 hasta nuestros días. LOM Ediciones. Santiago, 2002. p. 198.

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social y del crecimiento económico. Para ello utilizaron como excusa la necesidad de la lucha antisubversiva frente a los grupos de corte revolucionario inspirados princi-palmente en la revolución cubana, los que a su vez también buscaban dar respuesta a la crisis del patrón de desarrollo mediante una salida de corte socialista.

A pesar de esta constante, y del sangriento rastro que dejaron el más de medio millón de muertes provocadas por razones políticas31, las dictaduras en Amé-rica Latina tuvieron matices ideológicos y programáticos que dependieron básica-mente de las orientaciones de quienes estaban en el poder. Diferencias en el uso de la violencia desde el Estado en cuanto a sus objetivos e intensidad y la cantidad de detenidos desaparecidos, diferencias en las políticas económicas que decidieron adoptar para dar salida a la crisis del patrón de desarrollo, diferencias en la actitud adoptada ante la oposición y ante el sistema político que llegaron a reemplazar, así como también diferencias en la forma de salida o transición hacia la democracia. Así por ejemplo, Costa Rica y Venezuela logran mantener desde la segunda mitad del siglo XX una estabilidad en el ámbito político que no se repite en ninguno de los países de Centro y Sudamérica. Perú, México y República Dominicana se caracterizan en esos años por mantener unas “Democracias Aparentes”32. Aunque esta estabilidad política y económica se ve fuertemente afectada por la crisis de la deuda externa, desatada a comienzos de la década de 1980. La crisis de hegemonía de la derecha política y la burguesía se plasma más nítidamente en las dictaduras del Conosur. En Brasil, Argentina y Uruguay se levantaron dictaduras como pretexto para defender al país de la subversión33.

Junto a la dictadura chilena, estas tres dictaduras se plantearon como objetivo prioritario la proscripción de los partidos políticos y la eliminación física de los agen-tes de oposición de inspiración izquierdista, presentándose con un discurso apolítico y técnico.

El término de las dictaduras en Latinoamérica (salvo el caso de Argentina debido principalmente a la derrota sufrida en la guerra de las Malvinas), contó con salidas de orden institucionales (no existía concordancia de número), con programas de transición que las mismas dictaduras fi jaron y con Constituciones Políticas que impedían una inmediata transformación de lo que hasta ese momento habían logrado construir, haciendo imposible en la práctica los anhelos de volver a los estados de prosperidad y de expectativas de cambio previas a su irrupción con procedimientos legales que impedían un juicio amplio a los culpables de la administración de violen-cia desde el Estado, desapariciones forzadas y ejecuciones políticas de militantes de izquierda, siendo incluso en algunos casos, como el argentino, promulgadas sendas

31 Ibíd., p. 199.32 Ibíd., p. 204.33 Para un panorama más detallado ver Del Pozo, José, op. cit. pp. 169-230.

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leyes que amnistiaban a los culpables y dirigentes militares de las dictaduras. En el plano económico, su gestión pavimentó el camino a las reformas estructurales que se estaban implementando a nivel mundial.

Finalmente, la apertura hacia regímenes democráticos marcó la fi nalización en Latinoamérica de un proceso mundial de cambio en la correlación de fuerzas en la disputa interimperialista, entre las economías planifi cadas no capitalistas y las econo-mías capitalistas de occidente; el fi n de la Guerra Fría.

9. Implantación del neoliberalismo en Chile

Como hemos observado hasta ahora, la solución a la crisis de un patrón de desarrollo en la región latinoamericana y de una forma de capitalismo en el mundo impulsada por el cambio de la onda larga de fl uctuación económica, y la signifi cancia que hasta aquí hemos tratado de señalar, se sintetiza en un nuevo patrón de desarro-llo y en una restructuración de la correlación de fuerzas entre capital y trabajo a nivel mundial. En este apartado trataremos de exponer las principales características del llamado neoliberalismo, centrándonos en la política económica aplicada en el caso de Chile y su rol de laboratorio de ensayos que cumplió en este periodo.

Chile fue el laboratorio de los economistas del libre cambio y de la desre-gulación. Contó con la amplia atención y asesoría de los Estados Unidos, aunque no ofi cialmente con la asesoría y consejo de las principales instituciones del capitalismo mundial (FMI, BM, BID)34. Esta particular alianza se dio gracias a que desde la década de 1970 se buscaron salidas a la crisis develada por el cambio en la curva ascendente del ciclo de onda larga, lo que decantó en el ámbito mundial a través de la explosiva alza en los precios del petróleo. La dictadura de Pinochet, por otra parte, buscó una salida drástica que permitiera superar la crisis del patrón de desarrollo ISI, que estaba en disputa entre todas las fuerzas políticas y sociales desde la década de 1950.

La dictadura fue expresión práctica de la reacción de la oposición al gobierno de Salvador Allende. Su objetivo fundamental fue solucionar el caos institucional e instaurar el proyecto global de la derecha, el gran empresariado y el capital trans-nacional. Su meta principal, y argumento para justifi car su accionar terrorista, fue erradicar el “cáncer marxista” causante de la decadencia de la nación35. Finalmente,

34 Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo, respectivamente.35 Esta es la terminología que se utilizaba en la época, para referirse a la izquierda chilena. Claramente lo

que el régimen buscaba era eliminar una larga senda de conquistas de la izquierda que le había permitido llegar por la vía institucional a la presidencia de la república, en un proceso que comienza a inicios de siglo, pero que se materializa más puntualmente a partir de la década de los 50, con la emergencia de las clases medias y populares en el ámbito político electoral, proceso que en el gobierno de Salvador Allende ponía en riesgo la propiedad privada de los medios de producción y hacía sentir en la derecha el peligro de la expropiación. Era un peligro para el capital, tanto nacional como mundial, al nacionalizar las riquezas

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la dictadura militar cumplió la función de allanar el camino e inaugurar la aplicación sistemática de políticas neoliberales en Chile y América Latina.

En efecto Chile es un laboratorio al ser el primer país de Latinoamérica que aplica (entre 1975 y 1990) la receta neoliberal de manera completa, en un proyecto de largo aliento diseñado en Estados Unidos y aplicado por tecnócratas nacionales educados en ese país; es esto lo que hace que Chile tome importancia en el plano regional y mundial. Cabe destacar que las políticas implementadas en Chile se aplican antes en Estados Unidos desde la década de 1960, pero no de la misma manera que se hizo en Chile. El gobierno norteamericano utilizó estas políticas de forma parcela-da, tratando de solucionar el problema de la infl ación en el corto plazo, determinando el cuerpo de las decisiones político-económicas en base a la coyuntura electoral36.

La aplicación del neoliberalismo en Chile no fue espontánea, sino que fue un proyecto perfi lado desde la década de 1960 en base al “proyecto Chile”37. El estar en contra de las políticas del Gobierno de Allende, sin duda les sirvió para posicio-narse entre quienes elaboraron el plan económico de la dictadura. Los “Chicago Boys” entraron al gobierno como “tecnócratas apolíticos”38, con la clara intención de transformar el patrón económico imperante hasta el momento del golpe, contando con la venia de la Junta Militar. Se dio así la mezcla perfecta de liberalismo económico y gobierno autoritario, donde el primero tuvo completa autonomía para aplicar las políticas que requería para contrarrevolucionar las estructuras con la protección del segundo. En 1975, con el anuncio desde el Ministerio de Hacienda del “Plan de Reconstrucción Económica” –elaborado por Jorge Cauas y un grupo de asesores– se inició la implementación del neoliberalismo en Chile. Este plan es lo que se conoce mayormente como el shock fi scal y monetario, cuyo principal objetivo era restaurar los equilibrios en la balanza de pagos y detener el espiral infl acionario que ese año llegó al 341%.

del suelo y subsuelo chileno y estatizar la banca nacional. El golpe de Estado es claramente una reacción de estos actores para frenar este proceso y para instaurar el modelo de desarrollo más conveniente de acuerdo a sus intereses.

36 Rodríguez, José, op. cit., p. 69. Cuando Estados Unidos e Inglaterra deciden llevar a la práctica el plan de reformas estructurales, Chile ya había intentado el primer ensayo (la terapia de “Shock”) y se preparaba la aplicación de un segundo, que tuvo como plan de ruta la Constitución de 1980.

37 Cáceres, Gonzalo: “El neoliberalismo en Chile: implantación y proyecto, 1956-1980”. En Revista Mapocho, n° 36. “Proyecto Chile”, fue un programa de cooperación entre la Universidad Católica y la Universidad de Chicago, que seleccionó a un grupo de estudiantes de economía para realizar estudios en política mone-taria, aquí se identifi ca el proceso de formación de los cuadros intelectuales que elaboraron “El Ladrillo” y llevaron adelante el “Plan de reconstrucción económica de Chile”, a partir de 1975.

38 El epíteto apolítico es contradictorio, sobre todo si se tiene en cuenta que los mismo que trabajaron en asesorar sobre todo al gobierno dictatorial, fueron fervientes opositores del gobierno del presidente Allende, tenían lazos familiares seculares con la elite empresarial y fi nanciera chilena –históricamente de derecha-, y las políticas económicas que postulaban provocaban la desarticulación de toda una malla de protección social y laboral, que claramente orienta los benefi cios, las utilidades y los costos sociales de su aplicación.

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Las reformas que se implantaron durante el periodo de dictadura, abarcaron esencialmente cinco áreas:

una redefi nición del papel del Estado, que eliminó los défi cit fi scales cró-a. nicos, redujo el gasto fi scal39 y los impuestos, levantó los controles de precios, liberalizó los mercados y privatizó la mayor parte de las empresas estatales40, el sistema de seguridad social y (parcialmente) la educación y la salud41;la apertura de la economía al mundo exterior a través de la eliminación b. de todas las barreras no arancelarias a las importaciones, la sustitución de una estructura arancelaria alta y diferenciada por una tasa arancelaria baja y cuasi uniforme, la aplicación de una política cambiaria realista, la re-ducción de controles cambiarios y la abolición de todas las restricciones a las importaciones;la creación de un mercado de capitales libre, mediante la supresión del c. límite máximo de las tasas de interés y los controles de crédito, la libe-ralización de la inversión extranjera y el establecimiento de un Banco Central independiente; la fl exibilización de los mercados laborales, mediante la reducción del po-d. der monopólico de los sindicatos laborales y la eliminación de la mayoría de las barreras de entrada a las diferentes ocupaciones, la disminución de las restricciones a los despidos y la eliminación virtual de la intervención gubernamental en la negociación de los salarios privados, y el fortalecimiento de una “red social” con el fi n de mejorar las condi-e. ciones de los más pobres (y protegerlos de las penurias del ajuste eco-nómico) a través de varios programas gubernamentales efi cientemente diseñados y cuidadosamente dirigidos.42

Si bien con estas políticas se logró detener el espiral infl acionario, los artífi ces de esta implantación no se preocuparon por la supervisión de los créditos contraí-dos, e incluso más, fomentaron el endeudamiento de la banca privada triplicando la deuda externa de la nación43. Cuando México anunció la incapacidad de seguir pagan-

39 15% del gasto en pesos y 25% del gasto en dólares; la disminución del gasto fi scal fue considerable, 31% de participación en el PIB en relación al 41% de 1973.

40 Marchesi, Giancarlo: La evolución política, económica y social en Argentina, Chile y Perú: Una visión comparativa. CLASPO, Texas, 2004. Hacia 1980, de las 500 empresas estatales, sólo quedaban 43 no privatizadas.

41 Ibíd., Con estas medidas, el empleo del sector público se redujo en un 30% en 1976. 42 Fontaine, Juan Andrés: “Transición económica y política en Chile: 1970-1990”. En Estudios Públicos, n° 50,

1993, p. 253. 43 Entre 1979 y 1981 la deuda se elevó desde 5.763 millones de dólares a 15.700 millones. Marchesi, Gian-

carlo: op. cit.

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do los compromisos contraídos, automáticamente cesó el otorgamiento de créditos y la economía chilena entró en un período de recesión (la segunda desde que se comenzó la implantación del neoliberalismo, la primera ocurrió en 1975), la caída del PBI en 1982 fue de 13.4% y de 3.5% en 1983. Los resultados en el campo social fueron desastrosos: el desempleo llegó a casi 33% y la indigencia a 30% en 1983.

Este ambiente de crisis decantó en una fuerte movilización social con protes-tas populares coordinadas a nivel nacional, orientadas a desestabilizar el régimen y en algunos casos a derrocarlo.44 En el plano político se rearticularon las estructuras partidarias de la Democracia Cristiana y del Partido Socialista; el primero de éstos lo-grará asumir la dirección del diálogo entre las fuerzas opositoras y el régimen militar. Lo que culminó con la unión de gran parte de las fuerzas opositoras en una coalición común: La Concertación de Partidos por la Democracia.

10. A modo de conclusión: La Concertación de Partidos por la Democracia

El proceso de cambio en la correlación de fuerzas en el imperialismo mundial, junto con traducirse en la implantación del neoliberalismo en Chile, lo que trans-formó las estructuras económicas y sociales, modifi có profundamente la estructura política nacional. En la oposición al régimen se produjo una transformación político-teórica-ideológica. Fruto de ello surgió la Concertación de Partidos por la Democra-cia, la cual recibió e hizo suyo el nuevo modelo económico. La difi cultad de generar una fuerte cohesión interna durante todo el periodo de gobierno de esta coalición permite afi rmar que en sí misma la Concertación es un pacto de carácter coyuntural electoral, desinteresada en elaborar un proyecto global alternativo al implantado por la dictadura.

Esta incapacidad se encubre tras el manto de imposibilidad fáctica dado el pa-norama mundial de generar alternativas al capitalismo neoliberal imperante en Chile bajo la supervisión de EE.UU.

Posteriormente, una vez en el poder, la Concertación erigió esta imposibilidad como pretexto para no implementar cambios estructurales al patrón de desarrollo de la derecha y el gran empresariado implantado por la dictadura.

La Concertación de Partidos por la Democracia nace en 1988 como pacto instrumental entre sus dos partidos eje, el Partido Demócrata Cristiano (PDC) y el Partido Socialista (PS), al que luego se sumarán partidos minoritarios como el Partido Radical (PR) y el Partido por la Democracia (PPD), con el objetivo estratégico de

44 Ejemplo de esto son las acciones de boicot, la internación de armas en Carrizal Bajo y el atentado al general Pinochet, realizadas por el Frente Patriótico Manuel Rodríguez.

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derrotar a la dictadura por la vía institucional establecida en la Constitución de 1980, es decir, a través del plebiscito fi jado para octubre de 1988.

De este modo surgió la Concertación de Partidos por la Democracia luego de un proceso de rearticulación y redefi nición de dichos partidos, mediante el cual se trataron de identifi car las causas del fracaso de la UP, sosteniendo ambos como con-clusión general que dicho fracaso se debió al quiebre de ciertos consensos básicos para sostener una democracia.

Esta coalición surgió como el principal movimiento político opositor al régi-men autoritario, asumiendo una posición crítica frente a la dictadura, especialmente en el ámbito socioeconómico, pero sin llegar a plantear cuestionamientos de fondo.

En cuanto a planteamientos programáticos, la Concertación se mostró bas-tante difusa en materia económica y planteó una articulación entre el crecimiento y la superación de la desigualdad. Se habló de justicia social, participación popular y toda clase de conceptos que se hicieron ver como contraposición al pasado amargo y sombrío de la dictadura, para dar paso a una supuesta nueva sociedad, de ahí el lema “la alegría ya viene”.

La Concertación se impuso en el plebiscito de 1988, con lo que se puso fi n a la dictadura militar. Posteriormente se alzó como vencedora en la elección presidencial de 1989, dando inicio al proceso denominado como transición, lo que signifi có que “En lo, político la dictadura es reemplazada por los gobiernos de la Concertación, pero en lo económico, registramos una continuidad del modelo impuesto a punta de bayoneta en el periodo precedente”45.

Ya en el gobierno, el programa de la Concertación sólo se quedó en la retórica del papel, ya que en la práctica, si bien se introdujeron modifi caciones, éstas llegaron justo al límite de no afectar el funcionamiento del proyecto global de la derecha y el gran empresariado, es decir, el modelo neoliberal.46

De esta manera el gobierno de Patricio Aylwin vino a legitimar el modelo implantado por la dictadura, ya que la Concertación como coalición opositora al régi-men entró a administrar su propio modelo económico sin introducir modifi caciones de fondo, esto es, hace suyo un proyecto económico, político y social ajeno y que no representaba los intereses del electorado que los llevó al gobierno, es decir, los sec-tores más golpeados por la reestructuración económica en Chile. Convirtiéndose así, la denominada clase política, en una especie de casta separada del resto de la sociedad y que tuvo mayor concordancia con el sector capitalista que con los sectores popu-lares, que paradójicamente son los que llevaron a la Concertación de Partidos por la Democracia al poder. Ejemplo de esto, y del abandono del programa que plantea

45 Fazio, Hugo: El programa abandonado. Balance económico social del gobierno de Aylwin. LOM Ediciones. Santiago, 1996. p. 11.

46 Para mayor profundización en este aspecto véase: Fazio, Hugo, op. cit.

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Hugo Fazio, es la política de acuerdos cupulares entre los máximos representantes de la Concertación y la derecha tradicional:

“… la participación ciudadana fue reemplazada desde los primeros meses de go-bierno con los entendimientos cupulares, en especial con los partidos de dere-cha. La primera manifestación de apertura de esta política de acuerdos cupulares se produjo en el proceso de aprobación de la Reforma tributaria de 1990.”47

En síntesis, podemos afi rmar que la Concertación de Partidos por la Demo-cracia nace al mismo momento en que el mundo capitalista está implementando ma-sivamente las políticas neoliberales, cerrando las puertas a cualquier otra alternativa de desarrollo, ya que el keynesianismo había demostrado su agotamiento. Por otro lado, el derrumbe de la URSS y con ello el de todo el bloque socialista mundial, dejó a los partidos de izquierda sin ningún referente práctico a nivel internacional, del cual apoyarse para impulsar un modelo de desarrollo no capitalista. En el plano nacional esto se manifestó a través de la implantación del neoliberalismo por parte de la dic-tadura militar. Ante ello y con el objetivo de presentarse como alternativa viable en reemplazo del régimen militar es que surgió la idea de “Concertación Social” de toda la sociedad en contra de la dictadura, o en palabras de Jorge Arrate: “surge sobre la necesidad de construir una opción no violenta para reconstruir formas democráticas de convivencia”.48 Lo que a su vez permitió pararse frente a la dictadura como la coalición indicada para administrar el país de cara a la negociación de la transición o salida pactada a un régimen “democrático”. Un aspecto fundamental en este proceso de generar confi anza en los militares fue el tema económico y particularmente la posición de la Concertación frente al neoliberalismo, el cual nunca fue cuestionado seriamente, sino que por el contario, fue aceptado íntegramente e incluso profundi-zado en algunos aspectos.49

47 Fazio, Hugo, Ibíd., p. 33.48 Arrate, Jorge, “La evolución política de Chile (1988-2003)”. En: Working papers, Center for Latin American

Studies University of California. Berkeley, septiembre 2004, paper número 10. En: http://escholarship.org/uc/item/4q4975nd#

49 Para mayor profundización en este aspecto véase: Fazio, Hugo, op. cit.

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El sistema de pensiones y sus reformas (1981-2008)¿Regímenes de bienestar social?

Nicole Amneris Ríos Kroyer*

Resumen: El objeto de este artículo es el de en-tregar una breve perspec-tiva respecto del sistema previsional en nuestro país y sus consecuencias en las últimas décadas del siglo XX y las primeras del siglo XXI. Ello a partir del des-glose de las características primordiales de dicho sis-tema y la relación que se establece entre sus refor-mas, en primer lugar la de 1981 bajo el Régimen Mili-

tar y luego la propuesta programática en esta materia llevada a cabo bajo el gobierno de la presidenta Michelle Bachelet aprobada fi nalmente en 2008. El momento de los balances había llegado, y con éste, la puesta en evidencia de sus falencias. Si es que se consideró necesaria una reforma previsional, ¿por qué no se adoptaron las medi-das necesarias para cambiar el sistema, y más bien se limitaron a integrar pequeños ajustes?

Palabras clave: Neoliberalismo - privatización - sistema de pensiones - administra-doras de fondos de pensiones - capitalización individual.

* Alumna Egresada de Pedagogía en Historia y Ciencias Sociales, Universidad de Valparaíso.

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1. Introducción

El sistema previsional como objeto de análisis no ha incitado un mayor inte-rés en el ámbito historiográfi co, su estudio por el contrario, ha sido ampliamente abordado desde aspectos técnicos, jurídicos, socioeconómicos, inclusive comerciales, existiendo una abundante bibliografía al respecto, desde las más diversas variables y, aun más, diversas valoraciones. El presente artículo tiene como propósito historizar de manera muy sucinta, por cierto, la relación entre sus reformas más importantes en el último cuarto del siglo XX en adelante, ejercicio que implica explicitar ciertas apreciaciones. La primera reforma en cuestión, de carácter global respecto de su precedente institucional, es la manifestación de una nueva política económica y co-rresponde al momento en que asistimos a la privatización del sistema en el marco de la Dictadura Militar el año 1981; la segunda, conforme avanzan los años, corresponde a la reforma llevada a cabo en el gobierno civil de la presidenta Michelle Bachelet en el año 2008, emparentada profundamente con su símil anterior en cuanto se propo-ne explícitamente superar las evidentes limitaciones que surgían a propósito de la evaluación del sistema.

La problemática central de este artículo, versa en torno a la orientación im-puesta en esta segunda reforma enunciada, y las consecuencias que conlleva el asu-mirla en la forma en que se hizo. Se sostiene que si bien se plantea un mal diagnóstico de la situación respecto del sistema de pensiones en términos de benefi cio social, el gobierno de Michelle Bachelet instituye una reforma previsional que se limita a intro-ducir un mayor aporte solidario, lo que deviene en la persistencia de los elementos constitutivos del sistema, caracterizados por un componente altamente antidemocrá-tico, oligopólico y de escaso benefi cio para la mayoría de la población.

2. La reforma de 1981: Privatización del Sistema

La imposición del proyecto global neoliberal por parte del Gobierno Militar supuso una serie de tareas orientadas a la transformación estructural de la política y la economía nacional. En ellas resalta la temprana adopción del principio de subsi-diariedad, el derecho a la propiedad privada y la libre iniciativa en el campo econó-mico1.

Hacia 1975 (no sin pugnas previas entre los altos mandos de las FFAA y tras la llamada “crisis del petróleo”) se advierte la clara adopción del neoliberalismo en su versión más ortodoxa como modelo de desarrollo por medio de una política de shock, lo que en la práctica corresponde a la imposición de los planteamientos

1 Afi rmación extraída de la declaración de principios de la Junta Militar del año 1974.

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técnicos de los Chicago Boys2, quienes son el grupo de intelectuales orgánicos que dirigieron el curso de la política económica seguida en Chile. El programa en el cual se sintetizan tales disposiciones está contenido en una suerte de voluminoso progra-ma de gobierno conocido como “El Ladrillo”, instalado en los escritorios de los altos mandos de las FFAA al día siguiente del Golpe de Estado3.

Por su parte, y en un ánimo de profundización del modelo, en el año 1979 el régimen militar anuncia su llamado programa de las “siete modernizaciones”, re-formas orientadas a extender la lógica liberal hacia ámbitos de pública competencia (es decir, cuyas disposiciones comprometen el bienestar general de la población en aras de un proyecto de desarrollo nacional), ellas son: Plan Laboral (emparentado estrechamente con el tema previsional, no sólo por provenir del mismo gestor, sino por vulnerar derechos que habían sido ganados por los trabajadores, eliminando las denominadas “rigideces” del mercado del trabajo), Directiva Educacional, Reestruc-turación del Sector Salud, Modernización de la Justicia, Desarrollo Agrícola, Reforma Administrativa, Regionalización y –lo que nos atañe– Reforma Previsional. En general podemos decir que el Estado se desentiende de las inherentes responsabilidades sociales que le conciernen (bajo el paradigma social-benefactor que históricamente lo había caracterizado), delegando en los agentes privados este ejercicio de acuerdo a criterios de mercado, replegándose hacia un rol subsidiario.

La reforma al sistema de pensiones fue uno de los aspectos clave en la serie de políticas que se impusieron bajo la implacable lógica de la “modernización” (que en lo concreto signifi có la reducción del Estado y la privatización de sus empresas y servicios). Sobre todo en cuanto favoreció la creación y fortalecimiento de un mer-cado de capitales, otro de los medios para vehiculizar la acumulación de la clase capitalista. Es así como “La lógica de las modernizaciones introducidas por el Estado neoliberal, no tienen, pues, un carácter social ni civil, sino exclusivamente económico. Tienen por fi n crear condiciones de excepción para la formación y acumulación de capital”4.

Esquemáticamente, la reforma previsional llevada a cabo bajo este efecto se basa en la creación de un sistema de capitalización individual, es decir, un sistema en el que cada trabajador deposita obligatoriamente mes a mes un porcentaje de su sueldo

2 En 1956 la Facultad de Ciencias Económicas de la Pontifi cia Universidad Católica de Chile y la Universi-dad de Chicago, personifi cada principalmente en la fi gura de Arnold Harberger, fi rman un convenio de intercambio por medio del cual sus alumnos tuvieron la posibilidad de llevar a cabo estudios de postgrado en la escuela de economía de Chicago (EEUU), adoptando las doctrinas como intelectuales de Milton Friedman, y Friedrich August von Hayek.

3 Para obtener un relato periodístico pormenorizado de estos acontecimientos que envuelven la relación entre economía y política del período, acuda a Fontaine, Arturo: Los economistas y el presidente Pinochet. Santiago, Zig Zag, 2° Ed. 1988.

4 Salazar, Gabriel; Pinto, Julio: Historia Contemporánea de Chile I. Estado, legitimidad, ciudadanía, Santiago, LOM, 1°Ed. 1999, p. 111.

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en una cuenta administrada por unas instituciones con fi nes de lucro (que cobran libremente a sus afi liados una “comisión”, es decir, una porción de ese porcentaje) denominadas Administradoras de Fondos Previsionales ‘AFP’, las cuales toman estos fondos y realizan una serie de inversiones “dentro de un esquema de inversiones ra-zonablemente seguro”5 con el fi n de obtener la mayor rentabilidad (ganancia) de tales fondos. Su objetivo es generar pensiones de vejez, invalidez y sobrevivencia (para estos dos últimos efectos, contratan adicionalmente los servicios de una compañía de seguros).

Una vez en edad de jubilar (65 años los hombres; 60 las mujeres), se está en condición de retirar mes a mes su ahorro previsional por cierta cantidad de años a través de una determinada modalidad de pensión6, cuya cuantía dependerá del monto del ahorro. De este modo (propugnaron las autoridades en su momento) se obtiene una relación directa entre el esfuerzo personal y la pensión obtenida. Otro de los fundamentos del sistema corresponde al de la libertad de elección del trabajador, lo que en rigor se circunscribe solamente a la elección de la institución previsional que administrará sus fondos; el traslado de institución en caso que lo prefi era; escoger entre distintos fondos de inversión o bien aumentar su pensión cotizando además en una cuenta de ahorro voluntario (opción que claramente sólo le es posible a quienes obtienen altos sueldos, y pueden prescindir de una porción del mismo).

El régimen de pensiones implantado a través del Decreto Ley N° 3.500 de 1980, signifi có una profunda transformación del sistema previsional chileno vigente, reemplazando un régimen público de benefi cio defi nido, denominado sistema de re-parto, por un sistema pionero en su género7 de capitalización individual, contribución defi nida, actuación de unidades administrativas privadas (AFPs) y regulación del Esta-do. Este último, además, asumió subsidiariamente la preocupación por la pobreza en la vejez, otorgando pensiones asistenciales focalizadas y pensiones mínimas, en calidad de mero garante8.

En el sistema anterior, es decir, el de reparto, si bien con imperfecciones las pensiones se fi nanciaban en parte con los aportes que realizan los trabajadores acti-vos y el Estado. El dinero aportado va a un fondo común con el cual se fi nancian las

5 Ministerio del Trabajo y Previsión Social: Todo lo que Ud. necesita saber sobre el nuevo sistema previsional. Santiago, 1987.p. 8.

6 Dichas modalidades son: la renta vitalicia inmediata, la renta temporal con renta vitalicia diferida, el retiro programado o bien la renta vitalicia inmediata con retiro programado. Para una explicación en detalle de las modalidades enunciadas, acuda a <http://www.safp.cl/573/article-2660.html>

7 Tanto es así que su “éxito” de implantación lo convirtió en un verdadero “producto de exportación”, adoptado por otros países latinoamericanos y hasta europeos. Su creador y principal impulsor, José Piñera Echenique, se dedica hoy a transmitir las bondades de su modelo previsional por todo el mundo a través de la fundación Cato. Para mayor información acuda a <www.elcato.org>

8 Para conocer una apreciación de primera fuente respecto de esta reforma, acuda a Piñera, José: El cascabel al gato: La batalla por la reforma previsional. Zig Zag. 1991.

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prestaciones, lo que constituye un sistema de solidaridad intergeneracional, donde la población activa (que trabaja) sostiene a la pasiva (jubilados). Para efectos de regular la transición (cuyos enormes costos, por cierto, estuvieron a cargo del Estado), se creó el Instituto de Normalización Previsional ‘INP’, constituido por la fusión del conjunto de cajas previsionales que existían (13 cajas, con 52 regímenes distintos9) en una sola entidad.

Tan importante es este cambio que, como versa en el libro de Arturo Fon-taine, “La idea de terminar con el sistema de reparto e implantar la capitalización de los fondos de los imponentes se maneja por ODEPLAN [antecedente institucional del Ministerio de Planifi cación] desde los comienzos del régimen”10. Los personeros claves que trabajan en esta reforma son, como primer propulsor, Miguel Kast Rist, luego José Piñera Echenique, a la sazón Ministro de Trabajo y Previsión Social -prin-cipal ideólogo del sistema-, Hernán Büchi (en calidad de subsecretario de economía tuvo una actuación determinante en este proceso, tal como en la elaboración del Plan Laboral, la reforma de la Salud y la privatización de empresas públicas en el pe-riodo comprendido entre 1985 y 1989) más los economistas Alfonso Serrano, Martín Costabal, todos ellos comisionados por el Ministro de Hacienda, Sergio de Castro, en conjunto con los abogados Patricio Mardones y Patricio Guerrero.

El traspaso a este sistema fue obligatorio para los trabajadores que ingresaron al mercado laboral tras la puesta en vigencia de la reforma, cerrando defi nitivamen-te la puerta del antiguo régimen previsional. A los trabajadores más antiguos se les dio la posibilidad de optar entre uno u otro régimen, con incentivo en la entrega de bonos de reconocimiento en sus cuentas de capitalización individual por años de cotización en el antiguo sistema. Las FFAA, por su parte, se resguardaron en un sistema previsional diferenciado, imponiendo hasta hoy en la Caja de Previsión de la Defensa Nacional.

Por aquel entonces, y con tal de asegurar el traspaso de la gran mayoría de los trabajadores hacia el nuevo sistema, el régimen de reparto sufrió una intensa campa-ña anti propagandística, es más, durante toda la dictadura

se inició, como complemento a la política económica, toda una campaña mediáti-co-cultural, no sólo acerca de la “inefi ciencia” del Estado, sino también en contra de lo que denominaron “paternalismo de Estado”, que [según las autoridades de la dictadura] había impregnado todo el desarrollo en nuestro país, delegando al

9 La proliferación institucional de diversas cajas y el consecuente enjambre burocrático, se originó en la in-fl uencia de diferentes grupos sectoriales con representación política en el Parlamento, los cuales lograron la promulgación de normas legales que los favorecían. Estas leyes especiales para determinados grupos con mayor poder de presión política, social o sindical, fueron las llamadas leyes “con nombre y apellido”.

10 Fontaine, Arturo: op. cit. p. 137.

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Estado responsabilidades que debieran ser individuales. […] Esta cultura estatista era necesario erradicarla y crear un sentido de “responsabilidad individual”11.

Este mismo afán anti estatista, fue una de las justifi caciones por medio de las cuales se defendió la implantación de la reforma frente a la Comisión Legislativa Úni-ca (presidida por el Coronel Arturo Varela), instancia jurídica de la época por medio de la cual se aprobaban o no las iniciativas legales a falta de Parlamento (clausurado por el Régimen Militar). El relato periodístico de Arturo Fontaine nos refi ere un momento fundamental de este proceso, que es cuando el Comité Asesor plantea sus reparos frente a la aprobación del proyecto mediante su Director General Roberto Guillard y la aguda apreciación del entonces General Fernando Lyon (Auditor Gene-ral del Ejército), quien pregunta a José Piñera si es que:

está consciente de que este proyecto signifi ca traspasar del Estado a los parti-culares una enorme masa de fondos y que, en consecuencia, este Gobierno se desprende así del manejo y control de unos recursos con los cuales contaron todos los Gobiernos anteriores desde hace cincuenta años12.

Frente a lo cual el Ministro responde que:

está consciente y ahí reside el valor del proyecto, en que entrega a los ciuda-danos una cuota de poder y libertad necesaria para el pleno desarrollo dentro de la sociedad libre que el Gobierno esta bosquejando. Retener esos fondos en el Estado es perpetuar el régimen de estatismo, con sus secuelas de inefi cacia, favoritismo e injusticias13.

Este diálogo evidencia el marcado sesgo ideológico respecto de la decisión del Régimen Militar aprobando el nuevo sistema de pensiones, que en el plano práctico fue tomada con toda consideración de sus alcances. En este mismo sentido, es nece-sario agregar una cuestión de base, que es que las grandes posibilidades de inversión de los fondos acumulados están íntimamente asociados a la privatización de empre-sas públicas, ya que el manejo de esta enorme cantidad de recursos le permitió a los directivos de las AFP hacerse del control muchas veces mayoritario de sus acciones (algunos ejemplos representativos son los de la eléctrica Chilgener o la azucarera IANSA). Es así como importantes personeros de la dictadura que participaron en ta-

11 Márquez, Isabel: Impacto de la Reforma Previsional de 1981 en los benefi cios de los afi liados. Tesis para optar al grado de Magíster en Ciencias Sociales con mención en Sociología de la Modernización. Universidad de Chile. Santiago, 2004. p. 23. En: <http://www.archivochile.com/tesis/05_te/05te0010.pdf>

12 Fontaine, Arturo: op. cit. p. 138.13 Ibíd.

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les directorios, transitaron comúnmente desde la esfera de acción pública a la privada (tal es el caso de Alfonso Márquez de la Plata Yrarrázabal, Jorge Cauas Lama, Miguel Schweitzer Speisky, Álvaro Bardón y Jorge Prado Aránguiz14, entre otros). En palabras de la periodista María Olivia Mönckeberg:

Desde mediados de la década de los ochenta, las AFP han desempeñado un rol clave en la consolidación del poder económico en manos de quienes hoy lo detentan. Gracias a la participación signifi cativa en las empresas que fueron del Estado, las AFP han sido un efi caz instrumento de control ejercido por los mis-mos que iniciaron y desarrollaron el programa de privatización bajo el régimen militar15.

Por último, y dado que el nuevo sistema de pensiones se inició en 1980, no es de extrañar que las AFP cayeran en fuertes confl ictos producto de la crisis fi nanciera de 1981-198216. Una gran cantidad de las administradoras debieron ser intervenidas por el Estado, junto con varios bancos a fi n de resguardarlas de la debacle fi nanciera producto del sobre endeudamiento en el que estaba sumida la economía nacional respecto de la banca internacional (especialmente la estadounidense), para luego ser reprivatizados a mediados de la década del ´80.

3. La previsión en los gobiernos de la Concertación

Con el triunfo del No como hito institucional tras el plebiscito, el poder políti-co vuelve a manos civiles esta vez en manos de la coalición de gobierno denominada Concertación de Partidos por la Democracia, la cual programática y discursivamente re-cogió las aspiraciones de amplios sectores sociales vapuleados por la dictadura. En los hechos sin embargo, aunque su enfoque se centró en el objetivo del “crecimiento con equidad” optó por la mantención y profundización del modelo económico impuesto por los militares, léase neoliberal, perpetuándolo y por tanto otorgándole legitimidad. Ello a pesar de la crítica que le dirigieron en años de dictadura personeros que en el gobierno de Aylwin (el primero elegido por medio de votación popular) se ocuparon de los asuntos económicos, entre ellos Alejandro Foxley y Carlos Ominami, Ministro de Hacienda y primer Ministro de Economía respectivamente.

14 Nombres obtenidos de la investigación periodística de María Olivia Mönckeberg.15 Mönckeberg, María Olivia: El saqueo de los grupos económicos al Estado chileno. Santiago, Ed. B, p. 210.16 Para obtener un análisis de las etapas por las cuales pasó la economía chilena, en especial la referida a la

crisis económica de 1982 y sus implicancias, recomiendo la lectura de Restivo, Néstor: Chile, la crisis de 1973 y los ciclos económicos. Buenos Aires, Instituto de Estudios y Formación de la CTA, 2003. Particu-larmente interesante por situar su propuesta analítica en la teoría de las ondas largas en conexión con la economía mundial.

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La reformulación institucional del Estado en clave democrática pasa por alto la posibilidad de fortalecerse a través de un verdadero programa de desarrollo. En opinión de Hugo Fazio, los fondos acumulados en el sistema previsional constituyen el principal mecanismo de ahorro interno. En los gobiernos concertacionistas, ese ahorro generado no se colocó al servicio de una estrategia de desarrollo nacional, “alternativa que en el caso de los fondos de los imponentes se pudo dar con plenas garantías de registrar altas tasas de rentabilidad”17, sino que atendió más bien a los intereses de unos concentrados grupos fi nancieros. La ley de reforma del mercado de capitales (llevada a cabo durante el gobierno de Aylwin) se vislumbra como un hito clave dentro de este panorama, mediante la ampliación de los campos de inversión de las AFPs, compañías de seguros y de los fondos mutuos (producto de la magnitud misma que alcanzaron tales fondos); posibilitó además la modifi cación de los límites de inversión en diferentes documentos y la creación de otros nuevos (lo que en la práctica amplía el nivel de participación de las AFPs en sociedades anónimas).

En vistas de su perfeccionamiento institucional, han existido una gran cantidad de pequeños ajustes legales al sistema previsional, tanto durante la dictadura como en los sucesivos gobiernos civiles de la Concertación, pero ninguno de ellos ha sido fundamental ya que atienden más bien a características técnicas del sistema. Las mo-difi caciones más relevantes en este orden de cosas (en opinión del actual presidente de la Asociación de AFPs, Guillermo Arthur), corresponden a la creación de los mul-tifondos18 (bajo el gobierno de Ricardo Lagos, en el 2002) y del Ahorro Previsional Voluntario ‘APV’.

Cabe señalar que en el transcurso de su funcionamiento, las AFPs demostraron ser incapaces de brindar acceso generalizado a pensiones mínimas dignas, provocan-do que el Estado deba sustentarlas a través de la garantía estatal (en una proporción mucho mayor a lo proyectado), lo que justifi có inclusive políticas macroeconómicas durante los dos últimos gobiernos concertacionistas (de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet), tales como la instalación de la “regla del superávit estructural del 1% del PIB”19, que es uno de los mecanismos antiinfl acionarios que consiste en el resguardo del 1% de los recursos del PIB en el presupuesto nacional, lo que corresponde a una

17 Fazio, Hugo: El programa abandonado; Balance económico social del gobierno de Aylwin. LOM, Santiago, 1996. p. 157.

18 Los Multifondos son 5 Fondos de pensión diferenciados por letras, con el fi n de invertir la Cotización Obligatoria, Ahorro Previsional Voluntario y Ahorro Voluntario. Cada fondo se diferencia en la proporción invertida (y el consiguiente nivel de riesgo) en instrumentos de renta fi ja (por ejemplo, depósitos a plazos) y renta variable (por ejemplo, acciones). Esta proporción puede ir desde 0% invertido en renta variable (Fondo E) hasta llegar a un 80% en renta variable (Fondo A).

19 El PIB, antiguamente denominado Producto Geográfi co Bruto, representa el valor total de lo producido en el territorio nacional en el lapso de un año determinado.

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política de austeridad fi scal que restringe el gasto público coartando el nivel de par-ticipación del Estado en la economía nacional20.

4. La Reforma Previsional de 2008

a) Programa de Gobierno de Michelle Bachelet: Red de Protección Social y Reforma Previsional

El gobierno de la presidenta Bachelet corresponde al cuarto de la gestión concertacionista, resalta su profundo interés por legitimarse a través de la articu-lación explícita y mediática de una serie de políticas de protección social, a través de un modelo de gestión denominado “Chile Solidario”, que sobrepasen los esfuerzos anteriores en esta materia, legislando acerca de un conjunto de problemáticas que aquejan a las personas a lo largo de su vida. Dicho sistema -según el programa de gobierno- debe ser “construido en base a derechos sociales capaces de garantizar igualdad de oportunidades y cobertura de los principales riesgos que amenazan a las familias de menores recursos a lo largo de la vida”.21

No es la intención de este artículo hacer una revisión pormenorizada de la implementación del citado programa de gobierno, sino más bien, situar a la reforma previsional dentro del marco de acción política trazado, poniendo de manifi esto la dirección impresa en la formulación del mismo. Dentro de la lógica de protección social establecida a lo largo del ciclo vital, el tema de las pensiones apunta a satisfacer las apremiantes (y futuras) necesidades de la tercera edad, y se la caracteriza como la principal reforma a emprender en el gobierno. Supone ser un auténtico cambio emanado de los anhelos ciudadanos, al contrario de anteriores meras modifi caciones a la ley, surgidas principalmente desde las mismas AFP. Literalmente busca mejorar el sistema de capitalización individual, no reemplazarlo.

El componente central de la reforma proyectada es la conformación de un pilar solidario, es decir, un eje por medio del cual se estructuran los benefi cios mí-nimos que el Estado brinda a los sectores más desposeídos de la sociedad en calidad de garante. Esta propuesta se asemeja a la concepción de quien llamamos “ideólogo” del sistema privado de pensiones, José Piñera, quien desestima el –a nuestro juicio– necesario rol redistributivo que debe caracterizar al sistema previsional. En su opi-

20 Para mayor información respecto a política fi scal, acuda a los informes emanados de la Dirección de Presupuesto del Ministerio de Hacienda, disponibles en la web www.dipres.cl

21 (Noviembre 2005) Programa de Gobierno de Michelle Bachelet, <http://www.presidencia.cl/documen-tos/programa-gobierno-bachelet.pdf>, el énfasis es nuestro a fi n de dar cuenta de la grandilocuencia con que se abordan tales premisas.

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nión para tales fi nes “existen instrumentos de política económica –el gasto social del estado es el principal- que son mucho más efi caces que la previsión”22. En su visión, es únicamente el Estado quien debe hacerse cargo de fi nanciar las políticas sociales.

Para formalizar tales premisas, se propone la creación de un consejo técnico que elabore una serie de propuestas sintetizadas en un informe con fecha límite en junio de 2006, en acuerdo a los criterios de sustentabilidad fi nanciera propios de la política fi scal del gobierno.

b) El Consejo Asesor: consenso entre especialistas

En marzo de 2006 inició su trabajo una comisión técnica denominada “Con-sejo Asesor Presidencial para la Reforma Previsional” (plasmada bajo los términos jurídicos del Decreto Supremo N°366), encabezada por Mario Marcell Cuyel, ex Director de Presupuesto en el gobierno de Ricardo Lagos. El perfi l de las quince personas que incluyen el citado consejo corresponde al de la formación académica de posgrado en el extranjero, con varios trabajos de investigación desarrollados al alero de diversos centros de estudios (inclusive investigaciones emanadas desde institucio-nes supranacionales como el BM -Banco Mundial-, y el BID –Banco Interamericano de Desarrollo-), la mayoría de ellos economistas e ingenieros comerciales, y en menor medida abogados y sociólogos; algunos con militancia política de distintas bancadas, tales como la UDI o RN, así como la DC y el PS, ello atendiendo al supuesto crite-rio de transversalidad que se pretendió imprimir en su conformación, que integró asimismo los aportes de una serie de organizaciones de la sociedad civil (gremios, sindicatos, centros de estudios, organizaciones no gubernamentales, etc), a través de un ciclo de audiencias.

Muchos de los integrantes de esta comisión trabajan para las AFP o entidades relacionadas, otros fueron también importantes personeros de gobierno que ya habían participado en diversas asesorías en esta materia y afi nes en el período con-certacionista, ya sea de manera personal o a través de las consultoras de las que son miembros.

Con respecto a la colaboración de los organismos del ejecutivo que entrega-ron sus aportes (mediante las respuestas a tópicos técnicos y la entrega de diagnósti-cos propios), cabe mencionar la Superintendencia de AFP, la Dirección de Presupues-tos, el Servicio Nacional del Adulto Mayor y el Servicio Nacional de la Mujer.

La fi nalidad de esta comisión reside entonces en la elaboración de una serie de propuestas no vinculantes:

22 Piñera, José: op. cit. p.73

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…orientadas a resolver los principales problemas del sistema vigente e identi-fi car otras medidas complementarias a la luz de los mandatos constitucionales sobre la materia, las necesidades de la ciudadanía y los desafíos que enfrenta el sistema como consecuencia del desarrollo económico y social del país23.

En rigor, su fi n principal es “realizar un diagnóstico sobre los méritos, limita-ciones y desafíos del sistema previsional chileno a través del estudio y análisis de los resultados observados y proyectados del sistema de pensiones”24, generando un in-forme detallado que sirva de base para la elaboración del proyecto de ley presentado al parlamento.

c) El Informe Marcel: Diagnóstico y propuestas

Entregado en julio de 2006 a la Presidenta, el Informe Marcel (llamado así por el apellido del presidente de la comisión) se ordena en dos grandes volúmenes: el primero contiene el diagnóstico y las propuestas elaboradas y el segundo, la docu-mentación correspondiente a la fase consultiva del trabajo del mismo.

Diagnostica la necesidad imperiosa de una reforma de acuerdo a un país que está cambiando, y que envejece constante e inexorablemente25. Establece que el bajo monto de las pensiones se encuentra en relación a las condicionantes de un mercado laboral cada vez menos estable y con menos garantías para los trabajadores (lo que va de la mano de una desfavorable legislación) y a su vez, más propenso a la fragi-lidad contractual, en vistas de la creciente fl exibilización. La discontinuidad laboral, consecuencia propia de esta realidad, genera una serie de “lagunas previsionales”, es decir, de prolongados espacios de tiempo en donde no se cotiza y, por lo tanto, no se ahorra (aquí cabe mencionar que tales lagunas provocan que muchos trabajadores no puedan enterar las 240 cotizaciones necesarias para acceder al benefi cio de garantía estatal). Asimismo, la tardía incorporación de los jóvenes al mundo del trabajo, y las persistentes condiciones desfavorables que en general afectan a las mujeres en este mismo ámbito, representan una seria amenaza para la solvencia en la vejez; se verifi ca la expansión de las familias nucleares y también monoparentales, muchas veces enca-bezadas por una mujer.

Redundan en este adverso panorama ciertos “vicios” del sistema, como las cotizaciones presentadas por un sueldo menor al percibido, práctica común, puesto que se prioriza el dinero inmediato en pos de necesidades más apremiantes en lo

23 Art. 1, Decreto N° 336 de 2006 (Crea Consejo Asesor Presidencial para la Reforma Previsional).24 Art. 2, letra a, Decreto N° 336 de 2006 (Crea Consejo Asesor Presidencial para la Reforma Previsional).25 Según estimaciones del INE, el porcentaje de adultos mayores respecto de la población total en el año

2015, será de 16, 1% para las mujeres y 13, 4% para los hombres.

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cotidiano (lo que está en directa correlación con las exigencias propias del sistema económico en el cual estamos inmersos).

A pesar de reconocer todas estas situaciones adversas, el Informe Marcel nie-ga explícitamente la crisis interna que vive el sistema, y enuncia en base a supuestos ideales, situaciones que se muestran insensibles a las tensiones económicas y sociales patentes en el mercado laboral, enfatizando más bien una serie de méritos:

El régimen de capitalización individual como mecanismo de fi nan-ciamiento no ha fracasado. Para trabajadores con empleos estables, que cotizan con regularidad a lo largo de toda su vida laboral, los fondos acumulados permiten fi nanciar pensiones cercanas a sus ingresos en actividad.El régimen de capitalización individual también ha tenido efectos positivos sobre el crecimiento y el desarrollo del mercado de capitales del país. Estos efectos no se refl ejan sólo en indicadores macroeconómicos, sino en realidades mucho más cercanas a las personas, como el costo de los créditos hipotecarios, los créditos de consumo y los créditos para las pequeñas empresas.Sin embargo, un sistema de pensiones no requiere estar inmerso en una crisis para que sea necesario reformarlo. Basta con que esté expuesto a mayores exi-gencias de la sociedad.26.

En general, es clara la lógica consensual que opera dentro de las conclusiones del informe, careciendo del necesario enfoque crítico propio de este tipo de análisis por parte de especialistas, que en general concuerda con la propuesta programática presidencial prediseñada antes que ejerciera gobierno. Si bien dicho informe recono-ce falencias, éstas son evidentes, y no por eso menos graves para el bienestar de la población:

De seguir las cosas como están, se estima que dentro de 20 años sólo alrededor de la mitad de los adultos mayores podrá contar con una pensión superior a la pensión mínima, menos de un 5% podrá acceder a la pensión mínima garantizada por el estado (actualmente de $87.853 mensuales) y el resto deberá confor-marse con una pensión inferior a la mínima, una pensión asistencial (actualmente de $44.186), una pensión de sobrevivencia o no tendrá pensión. Esto signifi ca cerca de un millón de personas con pensiones inferiores a la mínima en 2025. Entre quienes se encuentran en mayor riesgo de encontrarse en esta situación se cuentan los trabajadores de bajos ingresos, los temporeros, los trabajadores por cuenta propia y una importante proporción de las mujeres.

26 Consejo Asesor Presidencial para la Reforma Previsional (2006). Informe Ejecutivo, Volumen I, Introducción, el énfasis es nuestro.

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Esta realidad contrasta con las exigencias hacia el sistema previsio-nal que surgen de los convenios internacionales, de la Constitución y de las opiniones ciudadanas. Estas exigencias apuntan hacia una amplia cobertura, adecuadas tasas de reemplazo, protección mínima contra la pobreza, predictibilidad y transparencia27.

En rigor, y actuando según la misma orientación para la que fue creada, esta comisión se propone una serie de cambios en el sistema y no de sistema, cuya mayor preocupación reside en generar una adhesión legitimada al régimen previsional y a los mecanismos de mercado en que se sustenta. Se niega la posibilidad que el siste-ma de capitalización individual albergue en su interior problemas estructurales de funcionamiento, y se reafi rma su capacidad de hacer frente a una crisis (negando lo que de facto ocurre con las estrepitosas caídas de la rentabilidad nacional, producto de las diversas crisis propias del capitalismo a escala mundial, que indefectiblemente repercuten en mayor medida en los países situados en condiciones de dependencia).

La Comisión no desconoce que las proyecciones que se hacen de los índices de pensión en términos de mínima satisfacción son negativas, lo que se antepone férreamente a las aspiraciones de la ciudadanía, así como al principio de universalidad consagrado en la Constitución, y a los estándares internacionales de prevención de la pobreza en la vejez (de hecho en Chile ya existían apreciaciones provenientes de la Comisión de Expertos de la Organización Internacional de Trabajadores –OIT– acerca de la vulneración de convenios internacionales en materia de seguridad social durante el periodo dictatorial como en los gobiernos de la Concertación), empeñán-dose en su afán reformista, pasando por alto la posibilidad de permutar el sistema. Aun más, sostiene –mediante una supuesta lógica de dinamismo histórico– que si el país no hubiera atravesado por las crisis económicas vividas en la década del ochenta, la revisión misma del régimen de capitalización sería innecesaria. “Una reforma pre-visional podría ser innecesaria si el progreso económico y social y la consolidación del sistema fueran resolviendo por sí solos los problemas de cobertura o de equidad de género”28.

Otro componente esencial del diagnóstico es la complejidad de las decisiones involucradas en el proceso de jubilación, su escaso conocimiento (lo que provoca las denominadas insensibilidades en la demanda y la falta de competencia entre admi-nistradoras29) y la vulnerabilidad frente a los cambios producidos en el mercado de capitales por parte de los afi liados.

27 Ibíd., el énfasis es nuestro, se recalca la orientación reformista con la temprana identifi cación de los cam-bios que la Comisión cree necesarios en el sistema.

28 Ibíd.29 Según el Centro de Microdatos de la U. de Chile, del total de la muestra de afi liados al sistema, sólo un

34,3% conoce su monto de cotización en la AFP; un 1.7% conoce la comisión fi ja, un 2.1% conoce la comisión variable y un 21.6% conoce el saldo acumulado en su fondo de pensión.

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Se afi rma la necesidad de restablecer un contrato social, suscrito entre cotizan-tes, AFPs y el Estado (en calidad de garante), mediado por el mercado de capitales, que es donde se genera el nexo entre el esfuerzo contributivo realizado y los benefi -cios obtenidos. Plantea que se requiere de “legitimidad política para aceptar la subor-dinación de las opciones individuales a la responsabilidad colectiva, expresada en una afi liación de carácter obligatorio y en riesgos compartidos”30, lo que en los hechos se traduce como la aceptación pasiva del aporte concreto inmediato, y (maliciosamente) del benefi cio indefi nido en lo posterior. La reforma previsional se instituye entonces como una ocasión para renovar dicho contrato de la ciudadanía con la seguridad so-cial31. “Esto signifi ca reconstruir el marco de derechos, obligaciones y garantías insti-tucionales de manera que éstos puedan responder de mejor forma a las necesidades de estándares cambiantes de la sociedad respecto del bienestar que puede entregar a sus miembros y las responsabilidades que puede exigirles, en la mira de establecer un sistema de protección social”32.

El Consejo plantea (entre otras consideraciones) una serie de medidas de carácter general (a fi n de entregar al gobierno un amplio margen de acción), que contempla metas fi nales e intermedias, a través de áreas de intervención específi cas (Nuevo pilar solidario, Cobertura, densidad de cotizaciones y cumplimiento del mandato de cotizar, Equidad de género, Competencia y organización de la industria de AFP, Competencia y precios, Inversión de los fondos de pensiones, Pensiones en el pilar contributivo, Ampliación de pilar voluntario; Educación e información; Institucionalidad; y Disciplina fi nanciera).

En síntesis, propone simplemente reestructurar el modelo previsional a través de una constitución multipilar a través de: a) el pilar solidario (aporte del Estado); b) el pilar contributivo (aporte obligatorio de los trabajadores a sus cuentas de capita-lización individual); y c) el pilar voluntario (tal como lo indica su nombre, engrosado con los aportes que puedan ahorrar voluntariamente los cotizantes) de manera com-plementaria e integrada. Es indudable que la estructura así propuesta aunque integra nuevos elementos, no conmueve en nada los cimientos del sistema.

Sobre la base del informe ejecutivo en donde se resumen estas propuestas, se presentó al Congreso Nacional un proyecto de ley sobre la materia en el segundo semestre de 2006 para su estudio por parte de comisiones especializadas, las cuales

30 Ibíd. 31 El concepto de Seguridad social es más amplio que el de Previsión social (ya que lo contiene). Se entien-

de como el conjunto más amplio de prestaciones en materia de salud, accidentes del trabajo, seguro de desempleo, asignaciones familiares, subsidios maternales y pensiones, con que la sociedad, a través de la ley, cubre un conjunto de riesgos personales y sociales mediante mecanismos contributivos o no contri-butivos.

32 Consejo Asesor Presidencial para la Reforma Previsional (2006) Informe Ejecutivo, Volumen I, Cap. II.

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emiten un informe a los parlamentarios de ambas cámaras para su discusión33 (donde no sólo participaron diputados y senadores, sino también centros de estudios, funda-ciones y organizaciones gremiales, sindicales de diversa índole).

d) Puesta en marcha de la Reforma

Las disposiciones más relevantes que se acogieron después dé la discusión parlamentaria en el nuevo marco jurídico de la ley 20.255, corresponden a:

La creación de un sistema de pensiones solidarias (SPS) que dé mayores • garantías a los sectores de menores recursos de la población, reempla-zando a los anteriores mecanismos estatales. Los principales benefi cios contemplados en el SPS corresponden al establecimiento de una Pensión Básica Solidaria (PBS), orientado a personas que nunca han cotizado, o bien han cotizado tan poco que no pueden acceder a pensión alguna o son inválidos, cuyo monto es de $60.000 pesos y se comenzó a pagar el 1 de julio de 2008. Su monto ascendió a $75.000 pesos en julio de 200934. Por otra parte, la creación del Aporte Previsional Solidario (APS), que es un complemento de las pensiones más bajas35. El establecimiento de la cotización obligatoria por parte de los trabajado-• res independientes desde el año 2012 en adelante36. Esta medida apunta a aumentar la masa de cotizantes, al mismo objetivo apunta el fomento del ahorro voluntario en las AFP sea en forma individual o colectiva. En los hechos se extiende en aproximadamente 800.000 el número de cotizan-tes que entregarán su dinero a las AFP, y que pagarán por su administra-

33 Sobre este procedimiento legislativo se distinguen dos momentos: el primero, donde el Congreso en cada una de sus Cámaras discute el proyecto en general, que consiste en el examen de la idea de legislar, y segundo, el de la discusión en particular, oportunidad en que se discute cada artículo en especial. En el caso del proyecto referido a la reforma previsional, no hubo discusión particular, por lo tanto no estuvo presente el necesario desglose que una propuesta de esta envergadura requiere.

34 Los requisitos para acceder a la PBS son tener 65 años de edad (hombres como mujeres), pertenecer al 60% más pobre de la población, tener residencia en Chile durante 20 años y no tener derecho a pensión por AFP ni por INP.

35 En términos explícitos, una pensión actual de $60.000 pesos, evolucionará de la siguiente forma: el año 2008 la pensión aumenta a $68.571 pesos; el año 2009 a $97.500 pesos; año 2010 aumenta a $105.000, año 2011 a $112.500, para llegar a su tope máximo el año 2012 con $117.353 pesos.

36 La afi liación obligatoria de los trabajadores independientes (que emiten boleta de honorarios) no se apunta sólo al Sistema de Pensiones, sino también al Sistema de Salud y al Seguro de Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales (lo que permitirá igualar derechos y deberes entre trabajadores dependientes e independientes). Ello conlleva la obtención de los siguientes benefi cios: derecho a recibir asignación familiar por sus cargas debidamente acreditadas, afi liación a Caja de Compensación de Asigna-ción Familiar, utilizar el Seguro de Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales, acceso al Seguro de Invalidez y Sobrevivencia.

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ción para (tal como nos indican los porfi ados hechos) recibir un subsidio estatal al momento de jubilarse.La entrega de un bono por cada hijo nacido vivo para las mujeres• 37, be-nefi cio de aproximadamente $259.000 pesos, depositado en la cuenta de capitalización individual consignado a aumentar el monto de la pensión de las mujeres mayores de 65 años que se pensionen a partir del 1º de julio de 2009.La separación por género del seguro de invalidez y sobrevivencia. • La división de los fondos existentes en la cuenta de capitalización indivi-• dual de cada uno de los cónyuges38 (a favor del otro que quede en situa-ción de menoscabo) que inicien su divorcio a partir del 1º de octubre de 2008.El subsidio estatal a la contratación de jóvenes entre 18 y 35 años de edad • que tengan ingresos inferiores a 1,5 veces el salario mínimo. Se trata de un benefi cio orientado a los empleadores que percibirán aproximadamente $7.200 pesos mensuales por cada trabajador contratado en estas condi-ciones (con lo que se fomenta la precarización laboral). Adicionalmente se entrega la misma suma en la cuenta de capitalización individual de cada uno de estos trabajadores hasta completar 24 cotizaciones.La “licitación de nuevos afi liados”, ello con el objeto de dinamizar la com-• petencia entre administradoras, que en otras palabras signifi ca asignar a los nuevos trabajadores durante 24 meses a la AFP que cobre menos comisión. Se permitió también que ellas puedan subcontratar áreas com-pletas de actividad tales como atención de público y administración de cuentas y de fondos, subsidiando a las AFP con un crédito fi scal equiva-lente al IVA, medida obviamente aplaudida por la asociación gremial del rubro y su presidente Guillermo Arthur. La eliminación del cobro abusivo de las comisiones fi jas (retenidas en base • a gestiones como el depósito de cotizaciones o la transferencia de saldo de una comisión a otra).Ampliación del límite de inversión en el extranjero (hasta el 80% de los • fondos previsionales pueden ser invertidos fuera de Chile). Ello a pesar de la enorme necesidad de inversión interna que necesita el país.La creación de una nueva institucionalidad: el INP se transforma en Institu-• to de Previsión Social ‘IPS’, encargado de administrar el SPS y los centros de atención previsional integral, organismo eminentemente de educación

37 El benefi cio es susceptible de ser percibido también por los hijos adoptivos. 38 El monto de compensación no podrá ser mayor al 50% de lo acumulado en la cuenta de capitalización

individual durante el matrimonio.

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previsional, además de crear y administrar un sistema de Datos Previsio-nales. Otra institución es la Superintendencia de Pensiones (SUPEN), que pretende fortalecer la capacidad de reacción de instancias políticas encar-gadas de la toma de decisiones, facilitar la gestión administrativa y evitar la colusión de competencias, a cargo entonces de la completa regulación del sistema previsional civil. Un aspecto importante dentro de las facultades de este organismo es el • de sancionar una práctica que había estado vigente, la de la declaración y no pago de las cotizaciones de los trabajadores por parte de los em-presarios. Con ocasión de la nueva legislación, la Tesorería General de la República puede retener el monto adeudado desde la devolución de impuestos a la renta.El establecimiento del “Aporte Patronal al seguro de • Invalidez y Sobrevi-vencia”, es decir, un benefi cio que obliga al empleador a pagar obligatoria-mente las cotizaciones para el Seguro de Invalidez y Sobrevivencia39. Ad-vertimos que, tal como lo dijera la Central Única de Trabajadores –CUT-, esta medida será tomada por los empresarios como una ocasión para cargar este aporte a sus costos y así pagar menos impuestos.“Aporte previsional voluntario colectivo” ‘APVC’, el cual es un mecanis-• mo de ahorro que ofrece la empresa, según el cual los ahorros voluntarios realizados por los trabajadores son complementados por cada empleador (con los respectivos benefi cios de tributación para los empresarios).

5. A modo de conclusión: Algunas apreciaciones generales del sistema de pensiones chileno

Para una suerte de síntesis acerca de los alcances en término de “benefi cio” que aporta el sistema previsional privado, cabe citar un párrafo de uno de los do-cumentos preparado para el INP, del Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo ‘CENDA’, donde laboran destacados especialistas en el tema de las pen-siones, como Hugo Fazio y Manuel Riesco, entre otros. En él se sostiene que:

El balance entre 1982 y 2008 muestra cómo los afi liados han aportado un total de 37,4 billones de pesos en cotizaciones obligatorias y 4,7 billones de pesos en cotizaciones voluntarias y otros aportes netos. En el mismo período, los pensio-

39 Cabe mencionar que hasta el mes de junio del 2011 se encontrarán exentos de cumplirla los empleado-res que durante el mes respectivo declaren cotizaciones previsionales por menos de 100 trabajadores, período en el cual seguirá siendo de cargo del trabajador. Con posterioridad al de julio del 2011 todos los empleadores estarán obligados a realizar el aporte patronal.

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nados por el sistema privado han percibido pensiones y otros benefi cios por 6,3 billones de las AFP, y adicionalmente 8,2 billones en pensiones vitalicias y otras pagadas por las compañías de seguros. Al mismo tiempo, sin embargo, el fi sco ha aportado al sistema un total de 8,6 billones de pesos en bonos de reconocimien-to y subsidios de pensiones mínimas, que equivalen a un 60 por ciento de los benefi cios pagados por el sistema privado. Resulta impactante comprobar que las AFP y compañías de seguros en conjunto se han apropiado de un saldo neto -es decir, comisiones y primas menos benefi cios pagados- de 12,5 billones de pesos a favor de ellas mismas, del cual las primeras se apropiaron de 5,3 billones y 7,2 billones las segundas. De este modo, en conjunto, las AFP y compañías de seguros -varias de las cuales pertenecen a los mismos conglomerados- se han embolsado exactamente uno de cada tres pesos cotizados en forma obligatoria en el sistema40.

A la luz de las cifras, es evidente cuan lucrativo resulta el negocio de las AFPs y las compañías de seguros, toda vez que mantienen un dominio casi privilegiado de una enorme masa de dinero susceptible de invertir, sin que sus propios dueños, es decir, los trabajadores, tengan nada que ver con tales decisiones o la defensa de sus intereses. Este componente central y profundamente antidemocrático del sistema está amparado por el Estado, quien se encuentra presto a salvaguardar su estructu-ra, descartando toda posibilidad de un cambio radical. Ejemplo de lo mismo fue la desestimación de la posibilidad cierta (y hasta discutida en el Congreso Nacional) de establecer una administradora de carácter público desde el BancoEstado. En ese mismo sentido, las declaraciones del Ministro de Hacienda de la presidenta Michelle Bachelet, señor Andrés Velasco, en el año 2006 respecto a la reforma proyectada ha-blan por sí mismas: “El gobierno se va a concentrar en el pilar solidario. Aquí hay un nuevo pilar previsional que va a complementar al sistema de AFP. […] se van a dar pensiones básicas y ahí va a estar centrado el esfuerzo del gobierno. No es política del gobierno promover la creación de una AFP estatal”41.

A través de las conclusiones extraídas de la “Comisión Marcel” (que recorde-mos, niega que el sistema privado de pensiones esté en crisis42), y a pesar de su nefas-to diagnóstico, el gobierno de la presidenta Bachelet mediante su reforma previsional

40 CENDA, Chile: Bases para una reforma del sistema de pensiones. < http://www.cendachile.cl/>.41 Ministerio de Hacienda. Ministro Velasco afi rmó que el Gobierno no promoverá creación de una AFP

estatal. [en línea] <http://www.minhda.cl/pdf/pdf_hacienda_11714.pdf>, el énfasis es nuestro.42 Un último dato acerca de la “viabilidad y rentabilidad del sistema”, según cálculos del Cenda, durante el

2008 (año de crisis fi nanciera internacional) las AFP perdieron nada menos que 15.524.677 millones (15,5 billones) de pesos del fondo de pensiones. Ello equivale más de 30.000 millones de dólares al cambio de hoy. Esta cifra gigantesca equivale al 60% de todo lo que el fondo había ganado desde 1981 hasta fi nes del 2007.

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determinó inyectar nuevos recursos fi scales (a través del pilar solidario) y privados (a través de la ampliación del pilar contributivo con la incorporación forzada de los trabajadores independientes) al sistema, perpetuando sus elementos constitutivos, agregándole -eso sí- ajustes y cierto criterio solidario, que atendiera las necesidades de las personas más perjudicadas en lo previsional.

El sistema de pensiones como tal, es uno de los ejes articuladores respec-to de la mantención del modelo económico, en tanto fuente permanente de una enorme cantidad de capitales provenientes del esfuerzo de los trabajadores chi-lenos hacia grupos económicos altamente concentrados, lo que les permite controlar un gran número de acciones en diversas empresas, y la ganancia de sueldos altísimos. No se busca, por tanto, reemplazarlo sino perpetuarlo a pesar de los enormes costos (no sólo materiales, sino sociales) involucrados. Cabe mencionar que las propuestas presentadas ante el Congreso por parte de la Asociación Gremial de AFP con ocasión de la discusión parlamentaria del proyecto fueron tomadas casi en su integridad con excepciones menores, tal como la licitación de afi liados más arriba descrita.

Sólo cabe emplazar a los trabajadores (verdadera fuente de la riqueza) a tener un mayor nivel de información (o como lo han denominado algunos, una mayor “cul-tura previsional”), y a manifestar su parecer de manera más activa, que supere la mera reacción frente a una realidad que aparenta ser ininteligible y sustraída a la voluntad de los ciudadanos. Es necesario acortar la brecha entre lo político, la experiencia cotidiana del ciudadano de a pie y la política institucionalizada, a fi n de conseguir no sólo una mayor pensión, sino un mayor bienestar social.

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Anexos

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I. Anexo conceptual

Teología de la liberación:1. Teoría de origen latinoamericano, nacida en la segunda conferencia episcopal de Medellín, Colombia en 1968 a partir de la refl exión de la realidad de los años sesenta, en que se vivía una si-tuación de “violencia generalizada” entendida como una realidad contra el evangelio, asumiendo quienes la profesan una “opción preferencial por los pobres” que los involucró en una situación de antagonismo de clase en relación a los oprimidos y opresores, es decir, a proletarios y burgueses siendo la mejor expresión del diálogo entre marxismo y catolicismo.

Tradicionalismo:2. Ideología política nacida en el siglo XVIII a fi n de contra-rrestar todo el infl ujo de la Ilustración. Su tesis principal sostiene que los valores tradicionales estarían siendo amenazados por las ideas racionalis-tas e ilustradas, entonces lo que cabría sería proteger de manera radical todas las expresiones del “alma nacional”. En su vertiente española, uno de sus mayores exponentes fue Juan Vásquez de Mella, quien mediante una lectura neotomista desarrolló la teoría de los cuerpos intermedios.

Positivismo:3. Corriente transversal a todas las ciencias de fi nales del siglo XIX, que pretendía aplicar el método científi co a todas las ramas del co-nocimiento. Expresado en la historiografía, manifestó una fi jación por los datos que sustentaba la construcción de un relato que enumerara fechas, personajes e hitos “más importantes”. Ella carecía de apreciaciones con-ducentes a una visión de totalizante de la compleja realidad social.

Autoritarismo:4. Régimen político donde predomina el principio de auto-ridad. Aunque se suele confundir entre este concepto y totalitarismo, la diferencia radica, siguiendo a Ángela Vivanco, en los niveles de la vida que abarcan, ya que “si dentro del totalitarismo se suprimen los derechos y libertades del hombre, en el autoritarismo se restringen, algunos hasta el punto de ser en realidad suprimidos, pero queda un cierto ámbito no abarcado del todo por el Estado”. Entre los derechos que más se restringen “se hallan los políticos, el derecho a la reunión, la libertad de asociación y las libertades de opinión e información”. Los motivos de este pequeño margen de pluralidad que se deja -o apariencia de pluralidad si se quiere- obedece, a su vez, a razones de legitimidad como “la presión de

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la opinión pública; la presión de la opinión internacional; la necesidad de dar una serie de justifi cativos legales y, además, de cierta legitimidad, a las acciones del gobernante, para imprimirles más peso y perdurabilidad; el deseo de continuar en el poder, no sólo apoyado por la fuerza física, sino por una suerte de imperativo político moral o ético: ser el gobernante, “el llamado por el pueblo a combatir a enemigos o debilidades dañinas del sistema”.

Geopolítica:5. Ciencia y arte de aplicar el poder de una nación sobre los espacios y demás potencialidades de un estado en favor de su propio desarrollo y benefi cio. Une la historia, la geografía y la ciencia política. En el caso de la Guerra Fría, la geopolítica alcanzó mucha importancia, ya que la división del mundo en dos bloques ideológicos generó la constante preocupación de las potencias (Estados Unidos y la Unión Soviética) para estudiar y saber sobre los países pertenecientes a sus zonas de infl uencia, para así poder intervenirlos.

Post-dictadura:6. Siguiendo la defi nición proporcionada por Teresa Basi-le, podemos decir que la post-dictadura, además del espacio temporal inmediatamente posterior a la reinaguración de la democracia formal al fi n de la dictadura, es el espacio que “analiza la experiencia de la última dictadura y sus herencias, propone una agenda de debates en torno a los problemas de la memoria y la justicia, en torno a los sistemas autoritarios y los procesos democráticos, indaga las constituciones del Estado/Nación y sus políticas de exclusión, revisa los imaginarios de estas comunidades y relee la historia para enseñar sus antecedentes dictatoriales”. Es decir, es una dimensión que engloba no sólo el carácter político-institucional de la herencia dictatorial, sino que además incluye, para el debate y la crítica, los aspectos sociales (emergencia de nuevas formaciones sociales), eco-nómicos y culturales, entre otros.

Partido de Derecha:7. Se defi ne, de acuerdo a los elementos que apor-tan por un lado Edward Gibson y por otro Kevin J. Middlebrook, como el elemento capaz de vincular a las clases más acomodadas con el resto de la sociedad. Esto es, el partido de derecha a través de un proyecto político vincula los intereses del core constituency –corazón constitutivo– (para el caso de Chile el gran empresariado), con el resto de la sociedad, buscando crear para estos efectos una coalición social multiclasista, con la fi nalidad de obtener la mayor cantidad de apoyo electoral.

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I. Anexo conceptual 189

Movimientos Nacionalistas:8. Movimientos políticos de extrema derecha, que se caracterizan por ser críticos de la democracia liberal, proponer un sistema autoritario y corporativo, además de declararse fervientemente anticomunistas. Su idea principal sostiene que la Patria es amenazada por ideas foráneas (entiéndase marxismo y liberalismo), las cuales llevan a la decadencia de la nación.

Cultura Política9. : Entendiendo la amplia gama de defi niciones de este concepto, se toma la realizada por Gilberto Giménez, quien la entiende como el “conjunto de conocimientos, creencias, y valores y actitudes que permiten a los individuos dar sentido a la experiencia rutinaria de sus re-laciones con el poder que los gobierna, así como también con los grupos que le sirven como referencia identitaria”.

Identidad Política10. : Siguiendo al mismo Giménez, la identidad es la inter-nalización subjetiva de la cultura, manifestando la relación inseparable de ambos atributos. Ahora bien, la identidad se puede tomar en dos dimen-siones, una individual y otra colectiva. Aclarando que ella sólo se aplica a individuos, puesto que cuentan con conciencia y memoria propia. No obs-tante, se puede analogar en sujetos colectivos, al ser éstos “sistemas de acción” con sentido. Esto ocurre con la identidad política. Al ser un siste-ma de acción colectivo, se defi ne por el “conjunto relativamente estable de rasgos distintivos por los que se reconocen y son reconocidos grupos o conjuntos de individuos que comparten representaciones socialmente construidas (creencias, valores, símbolos…) referentes a un campo espe-cífi co del espacio social y, en consecuencia, orientaciones comunes a la acción”, siendo en este caso, el campo relativo a la participación, infl uencia y presión en el ejercicio del poder político de una comunidad.

Mapa Mental:11. Siguiendo la defi nición de Norbert Lechner, es entendido como la forma en que los sujetos-actores políticos construyen repre-sentaciones de la realidad social, con el fi n de generarse una idea de ella, haciéndola inteligible.

Poder de negociación:12. Poder atribuible a la Iglesia, que como estruc-tura efi caz e invulnerable busca asegurar el “buen” funcionamiento del sistema político. Se sustenta en una red de sujetos individuales o partidos políticos y la Iglesia, para que como “sucursales del poder” éstos ejerzan la “canalización de sus intereses” dentro del entramado social y político. Específi camente, los campos de acción de la institución religiosa en rela-

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ción con este poder, se remitieron por una parte a lo pastoral (tareas dentro de la comunidad católica) y a lo eclesial (tareas de la iglesia como institución relacionada con otras dentro y fuera del país), contribuyendo a la legitimación de un discurso político determinado.

Propaganda Política:13. Es una empresa organizada para infl uir y dirigir la opinión, mediante el uso sistemático de símbolos y técnicas psicológicas para poder alterar y controlar opiniones, valores e ideas. Una propagan-da política puede tener un rol de unidad en un grupo humano, como así también el de desestabilizar un gobierno o grupo político, como es el caso de la Campaña del Terror durante el gobierno de la UP.

Campaña del Terror:14. Se refi ere a un tipo de propaganda política susten-tada en la exacerbación de las ansiedades y temores, a través de amenazas en el orden psicológico e ideológico, difi cultando su discriminación entre ambos planos. Su propósito es infl uir o determinar la conducta política de vastos sectores de la comunidad, sin tener que recurrir a la violencia material, sino persuadiendo mediante amenazas explícitas o implícitas.

Opinión pública:15. Es algo más complejo de lo que se entiende a primer oído, vale decir, “lo que el público opina”. Robert Ferguson sostiene que las ideologías no funcionan como sistemas cerrados que se imponen a las personas como si éstas fueran una tabula rasa, sino que los indivi-duos asimilan sus elementos en función de sus preconcepciones, o sea, los agregan a sus “reservas discursivas” generando nuevas “pautas” de com-portamiento. Pues bien, la opinión pública corresponde al perfi l de pensa-miento que los medios de comunicación difunden y del que las personas se pueden valer para justifi car su comportamiento, es decir, lo que se le sugiere al público que debe opinar y en consecuencia, cómo debe actuar. Es por lo tanto una suerte de “reserva discursiva colectiva”.

Perfi l periodístico:16. Corresponde a la imagen que asume un medio de comunicación frente a su público. Sin embargo, el proceso de defi nición de dicha imagen no es algo sencillo. Eduardo Santa Cruz lo conceptualiza como la “dinámica de interrelaciones y mutuas determinaciones e infl uen-cias con su contexto. Por ende, el perfi l que identifi ca a un medio es una construcción inacabada, cambiante, móvil, dentro de los límites de una época y una sociedad y, a la vez, transformando y actuando sobre ellos”.

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I. Anexo conceptual 191

Keynesianismo17. : Paradigma económico orientado por John M. Keynes, cuyo objetivo inicial fue paliar los problemas ocasionados por la Gran Depresión de 1929. Proponía la intervención del Estado en la economía para corregir los inconvenientes creados por la libertad en los merca-dos (monopolios, oligopolios, concentración de poder en los más fuertes, abusos y explotación contra los obreros, etc.). Para ello, el Estado debía regular ciertos aspectos claves de la actividad económica, como lo son: salarios, precios, tasas de interés, condiciones de trabajo, valor de la mo-neda y nivel de empleo.

Neoliberalismo:18. Otro paradigma económico, fundamentado en los plan-teamientos de Friedrich von Hayek y Milton Friedman. Surge como re-acción al keynesianismo y su preocupación máxima es la excesiva tasa de infl ación, la cual se traduce en la caída de la tasa de ganancia para la clase capitalista. Para corregir este problema, se propone recortar el gasto fi scal y dejar la actividad económica enteramente en manos de un mercado libre y sin intervención estatal, es decir, de agentes privados, ya que -según esta teoría- el mercado es el mejor asignador y distribuidor natural de recursos.

Dependencia económica:19. Surge a partir de la Teoría de la Dependencia, respuesta elaborada entre 1950 y 1970 para dar respuesta al estancamien-to socio-económico latinoamericano. La tesis principal es que los países periféricos, a partir de la desigual confi guración de la economía mundial, tienen un rol determinado: extraer materias primas de un bajo valor. En contraste, los países centrales transforman esas materias por medio de una producción industrial, valorizándose el nuevo producto. La necesidad de sobrevivencia de los países ubicados en la periferia, genera una de-pendencia de los países del centro. Para los dependentistas, la solución ante tal hecho sería generar en los países periféricos mayores grados de independencia económica, teniendo mayor capacidad de decisión de sus mercados frenando la vulnerabilidad ante los mercados internacionales.

Imperialismo:20. Fase monopolista del capitalismo, tendiente a una masiva concentración de la producción y del capital en muy pocas manos. Con ello, se da origen a las compañías transnacionales, que se reparten las áreas de la producción, al igual como sus países de origen se reparten la infl uencia territorial del mundo.

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Economía-mundo capitalista:21. Concepto que es parte de la Teoría del Sistema-Mundo de Immanuel Wallerstein, hace a las relaciones de pro-ducción que se sostienen a escala planetaria. Hoy, en el sistema-mundo moderno, estas relaciones integran varias unidades políticas distintas (Es-tados), en base a intercambios comerciales y divisiones internacionales de trabajo. Es una economía-mundo capitalista la que impera en el sistema-mundo moderno, primando la lógica de valorización del capital, en un incesante proceso de acumulación de este último.

División del trabajo:22. Es la organización en funciones particulares del proceso para producir un bien (o mercancía). Dichas funciones son ejerci-das por obreros individuales. Sin embargo, es la totalidad de los roles en la producción los que generan el bien. Asimismo, la división internacional del trabajo comprende el mismo fenómeno a escala de países. Cada uno de ellos se dedica a un rol específi co, por ejemplo, algunos extraen materias primas, mientras que otros las transforman. Un detalle en profundidad lo desarrolla Kal Marx en el capítulo XII del Capital.

Crisis estructural23. del capitalismo: Proceso coyuntural mediante el cual se produce un quiebre profundo en el funcionamiento del sistema capita-lista, el cual toca su estructura central, llegando a producir una transfor-mación cualitativa en la forma del sistema.

Seguridad Social:24. Tomaremos la defi nición más convencional, prove-niente de la Organización Internacional del Trabajo ‘OIT’, que la entiende como “la protección que la sociedad proporciona a sus miembros, me-diante una serie de medidas públicas, contra las privaciones económicas y sociales que de otra manera derivarían de la desaparición o de una fuerte reducción de sus ingresos como consecuencia de enfermedad, materni-dad, accidente del trabajo o enfermedad profesional, desempleo, invalidez, vejez y muerte; y también la protección en forma de asistencia médica y de ayuda a las familias con hijos”.

Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP):25. Instituciones privadas con fi nes de lucro que se dedican a la administración de los fondos pre-visionales. Si bien proliferaron en el sistema, por su misma confi guración, se han visto sometidas a desaparecer o, bien, a ser absorbidas por las de mayor tamaño, por ende, contienen en sí mismas una fuerte tendencia a la concentración. Actualmente operan en el mercado previsional cinco AFP´s.

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Mercado de Capitales:26. Según la defi nición del Ministerio de Hacienda, entendemos mercado de capitales como “aquél en que se coordinan la oferta y la demanda de capital fi nanciero en sus más variadas formas (dinero y valores o activos fi nancieros), surgiendo intermediaros especia-lizados, regulados y controlados. Es decir, es el conjunto de regulaciones, instituciones, prácticas e individuos que forman una infraestructura tal que permite a los oferentes de recursos vender dichos recursos a los demandantes de éstos”.

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II. Anexo Bibliográfi co

1) Bibliografía general del período:

a) Hobsbawm, Eric: Historia del Siglo XX. Crítica, Buenos Aires. 10° Edición, 2007.

Como lo denominara Orlando Figes, el “historiador vivo más conocido del mundo”, en esta obra complementa la saga abierta por su serie de “Eras” de la his-toria contemporánea mundial. Su análisis de lo que denomina el “siglo XX corto”, lo inscribe entre el periodo que va desde la primera Guerra Mundial en 1914 al derrum-be de los “Socialismos Reales” en 1991.

Atando los elementos políticos, económicos, sociales y culturales del período, concluye que el “siglo XX corto” tiene la apariencia de un tríptico. Partiendo con la Época de Catástrofe entre la 1° y 2° Guerra Mundial, que materializaron el derrum-be de la civilización occidental del siglo XIX. Continúa con la Edad Dorada del siglo corto, que se extendió desde 1945 a 1973, etapa en la que se dieron las mayores transformaciones económicas, sociales y culturas de la historia humana. Finalmente, el tríptico se cierra con el Derrumbe de esta vertiginosamente transformada sociedad, lo que comenzaría en 1973 y se extendería hasta el desplome de la URSS en 1991 –e incluso hasta el momento en que escribe el autor–. No obstante, como consecuencia de la globalización, todo el mundo seguiría esa senda de descomposición.

La pretensión de totalidad, la capacidad interpretativa y argumentativa del análisis de Hobsbawm de índole marxista, convierten a esta obra en un indispensable a quien desee internarse en la Historia Contemporánea tanto mundial, continental o nacional.

b) Corvalán M., Luis: Del Anticapitalismo al Neoliberalismo en Chile. Izquierda, centro y derecha. En la lucha entre los tres proyectos globales. 1950-2000. Sudamericana. Santiago, Chile.

Esta obra que abarca la segunda mitad del siglo XX de Chile, es una de las piedras angulares de la Historia Contemporánea de este país. Buscando establecer una explicación cabal sobre el acontecimiento nodal de la historia política nacional entre 1950 al 2010, vale decir, el Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 al Gobierno de Salvador Allende, Corvalán Marquéz nos dice que éste resolvió el con-fl icto entre tres proyectos globales de desarrollo.

Dichos proyectos habían sido la respuesta que la derecha, centro e izquierda proponían a la crisis del modelo desarrollista de Industrialización por Sustitución

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de Importaciones, que entró en crisis a mediados de 1950. El confl icto encontró su máximo punto en el gobierno de Salvador Allende, el cual fue derrocado por la estra-tegia política impulsada por la derecha y EEUU, la cual cooptó a las FFAA y al sector conservador de la DC, y que trajo consigo la instauración de la Dictadura Militar en-cabezada por Augusto Pinochet. Ella instaurará el proyecto que había sido levantado por la Derecha. Sin embargo, sus contradicciones inherentes, hicieron que entrara en crisis a principio de los ´80, por lo que se buscó un recambio en su administración política, cuestión que será impulsada fundamentalmente por EEUU. Finalmente, será la naciente Concertación de Partidos Por la Democracia quien realizará esto, y quien consolidará el modelo Neoliberal.

La base formativa de quienes escriben en este libro, es uno de los argumentos secundarios de la elección de la obra. Pero la lucidez interpretativa y la solidez basada en el amplio desarrollo de fuentes en el texto, lo convierten en un referente obliga-torio para tener en cuenta en cualquier obra que indague en el periodo. Si bien se circunscribe a la historia política relativa a la institucionalidad, debemos valorar la re-lación entre política y actores-sujetos políticos en la lucha por el control del poder.

c) Valdivia, Verónica, Julio Pinto y Rolando Álvarez. Su revolución contra nuestra revolución (Tomos I y II). LOM, Santiago. 2006-2008.

Quizás la obra más innovadora en términos hermenéuticos sobre la histo-ria reciente de Chile, sea ésta. Como plasma Verónica Valdivia en la presentación del segundo tomo, esta publicación materializa una investigación que abarcó el ciclo revolucionario iniciado en 1965 y fi nalizado en 1989. No obstante, en ellos sólo se publica el período posterior al Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973. El problema que dilucida, es la relación inversa existente entre la Derecha e Izquierda en estos años. Tomando la conceptualización ideológico-clasista que defi nió a esta dualidad en el siglo XX, la mira desde el prisma de una modernizada Derecha que condujo al golpe de Estado, el Partido Nacional con el movimiento Gremial, y a la Izquierda marxista, encarnada en el Partido Comunista y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).

En su primera parte, se interna en la segunda etapa del ciclo revolucionario, vale decir, el albor del régimen militar hasta la instauración de la Constitución en 1980. En este período, la izquierda se aminora progresivamente e intenta sobrevivir a los golpes represivos, mientras la derecha continúa su modernización, pasando a la ofensiva política interpelando a nuevos sujetos sociales, particularmente en el mundo popular.

A su vez, en la segunda parte de esta obra, continúa analizando la pugna mar-xista-gremialista, pero en la tercera parte del ciclo, recorre de 1980 a 1989. Por un lado, desmenuza cómo la izquierda comunista y mirista se transformó proyectual e

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II. Anexo Bibliográfi co 197

ideológica, y cuál fue la senda que condujo a la marginalidad en que terminó este sector. A la inversa, ve cómo se dan los confl ictos al interior de la Derecha, cómo el Partido UDI se sobrepone a dichos embates y cómo empezó a fi ltrar su trabajo hacia el mundo popular, que lo transformaría en la colectividad más importante de la derecha. Finalmente, buscando indagar nuevos caminos, se interna en la dimensión cultural de los tiempos dictatoriales, viendo también aquí refl ejado el confl icto entre Derecha e Izquierda.

Además de los novedosos enfoques y la metodología grupal de análisis, son las tesis en las cuales concluyen, el más valioso aporte de este trabajo historiográfi co.

2) Bibliografía por artículos específi cos:

a) A la luz de la Historia: El poder moral de negociación en una Iglesia política y sus infl uencias en el Chile contemporáneo 1962-1970.

Dussel, Enrique: Historia de la Iglesia en América Latina. Medio milenio de coloniaje y liberación 1492-1992, editorial mundo Negro-Esquila Nacional, Madrid, 1992.

Este libro nos entrega una visión sobre la historia de la Iglesia en América Latina. Su autor es fi lósofo e historiador, conocido como uno de los fundadores de la llamada fi losofía de la liberación. En su obra podemos ver la vertiginosa y cambiante relación del pensamiento religioso en el contexto latinoamericano. En el desarrollo de sus páginas, demuestra el origen del choque cultural entre el pensamiento reli-gioso europeo y americano en el siglo XVI, llegando a las disputas posteriores de la religión, la iglesia y los cambios políticos de nuestro continente ocurridos en la segunda mitad del siglo XX.

b) Confl uencias y divergencias de la intelectualidad de izquierda en Chile para alcanzar el desarrollo a partir de la Unidad Popular. Posibilidades actuales para alcanzar el desarrollo.

Dos Santos, Theotonio. La teoría de la dependencia, balance y perspectivas. Bue-nos Aires, Argentina, 2003

Este ensayo nos brinda un aporte sobre la construcción conceptual de la teo-ría de la dependencia, basada en la tradición marxista, pretendiendo transformarse en una alternativa a las corrientes dominantes en la economía. Planteando resolver la diferencia entre países desarrollados y subdesarrollados, concluye que el proceso histórico de ambos tipos de estados, es producto del rol de centro económico que juegan los primeros y el periférico de los segundos. La dependencia desligada de esto,

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Vitalizando la Historia Política198

sería la causa del subdesarrollo. La progresiva brecha que se gestaría entre el centro y la periferia sería una consecuencia estructural del sistema capitalista. Así, todo este entramado teórico deja en signo interrogativo la posibilidad del desarrollo en el marco de un sistema capitalista. La potencialidad teórica es un elemento que resalta de este ensayo.

c) La intervención norteamericana en Chile: el caso de la Campaña del Terror (1964 – 1973).

Domenach, Jean Marie. La Propaganda Política. Editorial Eudeba, Buenos Aires, 1963.

Concentrándose en el signifi cado de la propaganda política y posicionándola como un elemento indispensable de la historia del siglo XX, indaga su aplicación en la revolución comunista y en el fascismo. En base a ambos, el autor teoriza sobre este fenómeno, entregando reglas y normas que son la piedra angular en la confección de toda propaganda política. Es por lo mismo que este libro es clave para comprender ciertos aspectos de la historia política, en base a uno de los factores infl uyentes den-tro de la sociedad: la propaganda.

d) La razón por la fuerza: Duopolio de la prensa, régimen autoritario y neoliberalismo en Chile (1973 – 1990).

Portales C., Diego: Poder económico y libertad de expresión. La industria de la co-municación chilena en la democracia y el autoritarismo. Editorial Nueva Imagen. México, 1981.

El autor analiza los medios de comunicación de masas en su dinámica previa y posterior al Golpe de Estado. Destacando su rol empresarial, que sumado a lo po-lítico, se transforma en otro factor que mantiene la concentración del poder de lo comunicacional y paralelamente impide la conformación de un sistema mediático que se base en y sirva a un proyecto de desarrollo democrático.

e) Tensiones y confl ictos al interior de la dictadura militar. Los Nacionalistas y la Secretaría Nacional de los Gremios.

Valdivia, Verónica, Nacionales y gremialistas. El “parto” de la nueva derecha política chilena, 1964-1973, LOM ediciones, Santiago de Chile, 2008.

En este texto, una de las principales analistas de la historia política reciente de Chile, busca dar cuenta de lo que denomina como el “parto” de la nueva derecha chi-lena, comprendiendo dicho proceso entre 1968-1973. Después de morir la derecha

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II. Anexo Bibliográfi co 199

histórica, la autora se aboca de lleno a desmenuzar la resurrección de las organizacio-nes partidarias de este sector a mediados de los años sesenta, lo que se verifi có en la emergencia de dos nuevos referentes: el Partido Nacional y el Movimiento Gremial de la Universidad Católica. En este sentido, toma distancia de las tesis clásicas de Tomas Moulian, que defi ne a la derecha sin proyecto. Por el contrario, para Valdivia, bajo este periodo se daría la agonía de la derecha tradicional, que dio paso a una nueva expresión de este sector, caracterizada por una actitud de combate, militante y ofensiva. Sólo de esta manera, se entiende el proceso mediante el cual el movimiento gremialista sale a la conquista del mundo popular, esto último bajo un contexto de exterminio sistemático por parte de la dictadura para la izquierda en general.

f) El partido Renovación Nacional: aproximaciones al origen de su estrategia post-dictatorial. Chile, 1983-1989.

-Bazoret, Emmanuelle y Aubry, Marcel. “De las reformas internas a la candida-tura presidencial autónoma: los nuevos caminos institucionales de Renovación Nacio-nal”, en Revista Política, volumen 45, Santiago, Primavera 2005, pp. 165-196.

Al no existir una bibliografía extensa sobre el partido Renovación Nacional, el trabajo de Barozet y Aubry, se presenta como una buena alternativa a la hora de ini-ciar el estudio sobre este actor. Analizando los cambios vividos desde el momento de su fundación hasta el año 2005, se intenta comprender como RN transita de ser uno de los partidos más poderosos electoralmente hablando, a comienzos de los noventa, a ir perdiendo adhesión durante esa década, para resurgir a través de la presentación de su propio candidato presidencial el año 2005. Como tesis central se plantea que uno de los factores determinantes en estos cambios, es la baja institucionalización del partido, lo que provoca fuertes personalismos, elemento que se corregirá con el paso de los años, trayendo como correlato su repunte en materia electoral.

g) Tensión y ruptura en el Partido Comunista: El desenlace del debate interno del Partido Comunista de Chile sobre la Política de Rebelión Popular de Masas (1986-1990).

Álvarez V., Rolando. La tarea de las tareas: Luchar, unir, vencer. Tradición y Renova-ción en el Partido Comunista de Chile (1965-1990). Tesis doctoral inédita. Universidad de Chile. 2007.

Buscando indagar en el desarrollo de la identidad y cultura política del Partido Comunista de Chile, el autor abarca el período comprendido entre 1965 y 1990. Ha-ciendo un análisis de los pilares centrales que levantaron la “forma de ser” de la mi-litancia del PC hasta 1973, se sumerge en cómo repercutieron una serie de factores

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Vitalizando la Historia Política200

durante la segunda mitad de los ´70 hasta fi nales de los ´80 y cómo ellos provocaron la renovación de la identidad y cultura política de esta colectividad, componiendo una particular síntesis entre tradición y cambio. Finalmente, entre 1988 y 1990 se dará el epílogo de este complejo proceso, donde al calor de un intenso debate se establece-rán los límites de la nueva forma de vivir la militancia comunista en Chile.

h) La reestructuración del imperialismo mundial y sus consecuencias en el plano político-económico chileno.

Rodríguez V., José. “La Nueva Fase de Desarrollo Económico y Social del Capitalis-mo Mundial”. Tesis para obtener el grado de Doctor en Economía, UNAM, 2005.

Se hace un análisis, que va desde 1950 al 2003, del desarrollo económico y social del sistema capitalista mundial. Para dar cuenta de todo este período, el autor pone bajo la lupa los aspectos históricos, económicos y teóricos del período. Final-mente concluye que entre 1973-1995 se desarrolló una fase depresiva del desarrollo capitalista, que se habría terminado en los años siguientes, creándose las bases económicas, institucionales y sociales, para el punto de infl exión hacia una fase ascendente del ciclo largo. Todo ello la convierte en la piedra angular para la comprensión del desarrollo mundial del período abarcado en el artículo del libro.

i) El sistema de pensiones y sus reformas (1981-2008). ¿Regímenes de bienestar social?.

Hormazábal, Ricardo. La Reforma Previsional de la Presidenta Bachelet. San-tiago. s/d. 2008.

Escrito por el abogado demócrata cristiano Ricardo Hormazabal –ex-dipu-tado y senador de la República de Chile-, plantea un balance crítico del sistema de pensiones de manera bastante extensa. Argumentado en base a una detallada reco-pilación de antecedentes teóricos, jurídicos y prácticos de la experiencia previsional chilena, sostiene tres tesis principales: primero, que las AFP no entregan pensiones dignas para la mayoría de los afi liados; segundo, que la industria de la previsión ha sido determinante para favorecer la concentración de la riqueza en Chile; tercero, y como consecuencia de lo anterior, que los recursos generados en dicha industria, se han usado por grupos económicos para poner en riesgo la Libertad de Prensa y la independencia de la clase política chilena.

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Índice

Introducción 5

Vitalizando la Historia Política 13

A la luz de la Historia: El poder moral de negociación en una Iglesia política y sus infl uencias en el Chile contemporáneo 1962-1970Francisca Antonieta Villalobos Conejeros 15

¿Unidad o División Popular? Confl uencias y divergencias de la intelectualidad de izquierda en Chile para alcanzar el Desarrollo. Perspectivas y herramientas para analizar el desarrollo en el Chile actual.Kim López Pizarro 33

La intervención norteamericana en Chile: el caso de la Campaña del Terror (1964 – 1973)María Elena Makuc Urbina 53

La razón por la fuerza: Duopolio de la prensa, régimen autoritario y neoliberalismo enchile (1973-1990) 69Israel Fortune Fuentevilla

Tensiones y confl ictos al interior de la dictadura militar. Los Nacionalistas y la Secretaría Nacional de los GremiosAníbal Pérez Contreras 87

El partido Renovación Nacional: aproximaciones al origen de su estrategia post-dictatorial. Chile, 1983-1989Jorge Valderas Villarroel 107

Tensión y ruptura en el Partido Comunista: El desenlace del debate interno del Partido Comunista de Chile sobre la Política de Rebelión Popular de Masas (1986 -1990) José Ignacio Ponce López 123

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La reestructuración del imperialismo mundial y sus consecuencias en el plano político-económico chilenoJuan Pablo Navarro A.Bernardo Toledo T. 143

El sistema de pensiones y sus reformas (1981-2008) ¿Regímenes de bienestar social?Nicole Amneris Ríos Kroyer 165

Anexos 185

Anexo conceptual 187

Anexo bibliográfi co 195

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Durante el año 2010 formaron parte del Taller de Historia Política:

Carolina Zapata Salazar

Diego Riffo Soto

Mauricio Rojas Flores

Francisca Villalobos Conejeros

Kim López Pizarro

María Elena Makuc Urbina

Israel Fortune Fuentevilla

Aníbal Pérez Contreras

Jorge Valderas Villarroel

José Ignacio Ponce López

Nicole Amneris Ríos Kroyer

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