VIVENCIA MISIONERA

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INSTITUTO HIJAS DE MARÍA AUXILIADORA INSPECTORIA SAN RAFAEL ARCANGEL Asunción-Paraguay 1

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Experiencia Misionera de Sor Jacinta Rojas en el Chaco Paraguayo

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INSTITUTO HIJAS DE MARÍA AUXILIADORAINSPECTORIA SAN RAFAEL ARCANGEL

Asunción-Paraguay

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ENERO 2009

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“EL DA MIHI ANIMAS CETERA TOLLE”, que llevó a Don Bosco y a la Madre Mazzarello a entregarse totalmente a los pequeños y a los pobres, constituye el alma de nuestra misión educativa.Nos impulsa a ir al encuentro de las niñas y de las jóvenes más pobres, para cooperar a su plena realización en Cristo”. ( C. art. 6)Creemos que Sor Jacinta, que hoy celebra sus sesenta años de vida consagrada en el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, en la Inspectoría San Rafael Arcángel de

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Paraguay, ha comprendido y asumido plenamente lo que reza este artículo de nuestras constituciones. Ella, entregó 45 años de su vida en las misiones del Chaco paraguayo, nos narra brevemente su vida entre los más pequeños del Reino, donde se hace realidad la profecía de la Madre Linda Lucotti quien le ha dicho siendo novicia y aquejada por problemas de salud que amenazaba la realización de su sueño de ser Hija de María Auxiliadora, “Profesarás con tus compañeras, te pondrás bien de salud, vivirás muchos años, trabajarás intensamente, y unirás el norte con el sur”.Sor Jacinta; mujer sencilla y con gran capacidad de vivir de lo esencial nos dice: “La vida no es mía, la he entregado a la comunidad, al Instituto, por eso, debo cuidarla para gloria de Dios y bien de las personas… y porque en mis oídos resuena el “A ti te las confío”.Al celebrar este año jubilar alabamos al Señor por su vida donada a favor de los más pobres y pequeños, gozamos y nos enriquecemos con lo que ella nos comparte de su historia fecundada en la misión, que generosamente asumió como don y tarea a la que el Señor la llamaba.Agradecemos este testimonio que ella misma nos narra y que despierta en nuestros corazones el deseo de la entrega plena a la misión salesiana “la educación integral de los jóvenes más pobres” siendo discípulos-misioneros de Jesucristo.

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Sor Venancia González MoreiraInspectora

Mi vida un Don de Dios.Nací en Asunción, Paraguay, el 16 de agosto de 1.925. Fui bautizada en la Iglesia San Roque, donde también recibí el Sacramento de la Confirmación.Soy, la segunda de siete hijos, cinco mujeres y dos varones: Catalina, Ángela, Zoila, Erótida, Marcos y Rubén. Mis hermanas y yo, nos educamos en el “Colegio María Auxiliadora” de Asunción y mis hermanos en el “Salesianito”. En mi casa vivían dos personas a quienes mamá los crió como hijos: una niña y un niño huérfanos, Margarita y Teodoro, ambos, muy buenos.

Mis padres, muy buenos cristianos, nos educaron en la Fe y nos formaron en la responsabilidad. Mi papá JUAN DE LA CRUZ ROJAS, fue un hombre trabajador y callado, a él me parezco, pues, a mí tampoco me gusta hablar mucho. Mi mamá CRISTINA GOMEZ, muy hogareña, día y noche se donaba a nosotras. Ella, hizo la primera Comunión en el Colegio María Auxiliadora de Asunción, en el año 1.913, preparada por Sor Josefa Irrazábal, siempre recordó con cariño este gran acontecimiento.

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No faltaba persona necesitada que se acercara a mi casa a pedir algo para comer, y nunca era rechazada: ¡Un pedazo de pan no faltaba! Teníamos una vecina; Sra. Leonida muy pobre con muchos hijos a quienes siempre mi madre ayudaba con generosidad dándole lo necesario para cocinar.

En el Colegio con las HermanasCursé la Educación Primaria en el Colegio María Auxiliadora, hasta mi entrada al Aspirantado. Ingresé como Postulante el 05 de julio de 1.946, en Montevideo – Uruguay. La “Vestición”, en Villa Colón - Uruguay, el 06 de enero de 1.947, en ese entonces, vestíamos el traje de novia: toda de blanco, con el pelo largo, totalmente suelto, significando el mundo con sus vanidades, hasta que después de una exhortación del Sacerdote, corríamos a ponernos el hábito negro, igual al de las Hermanas, excepto el velo, toca, mangas anchas, crucifijo; una religiosa madrina nos hacía la trenza que en redondel, iba sujeta con horquillas; encima el velo negro transparente, entonces nos entregaban la Medalla de Novicia que llevaba en una cara el escudo del Instituto y en la otra la imagen de María Auxiliadora y así también las Constituciones. En el 2do. Año de Noviciado, antes de la profesión religiosa enfermé gravemente, motivo por el cual no pude hacer los Ejercicios Espirituales con mis compañeras., gracias a DIOS y a MARIA AUXILIADORA en ese año estuvo de visita, la

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Madre General Hermelinda Lucotti; la Inspectora Madre Ernestina Carro le contó de mi enfermedad, a lo que respondió: “Igual la admitiremos a la Profesión”. Mis compañeras hacían fuerza con la oración porque conforme las circunstancias lo más probable era no profesar, cuando fui a hablar con la Madre General, me dijo: “Profesarás con tus compañeras, te pondrás bien de salud, vivirás muchos años, trabajarás intensamente, y unirás el norte con el sur”, era la noticia más linda que he escuchado, he agradecido al Señor la gracia de profesar con todas mis compañeras.

Hija de María AuxiliadoraNo era extraño para mí, pues desde que ingresé a la Congregación, tuve la certeza de que sería Hija de María Auxiliadora, “para eso vine, y debo llegar a la meta”, decía; así es que muy feliz y agradecida, el 06 de enero de 1.949, hice la Profesión Religiosa, en

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Villa Colón.Antes de venir al Paraguay, como estaba delicada de salud, me enviaron después de la Profesión, a las Piedras, a visitar a las Hermanas ancianas y enfermas, una de las Hermanas ancianitas, quien dijo haber conocido a San Juan Bosco, me dijo: “No te preocupes porque vas a estar muy bien. Emití los Votos Perpetuos en el Colegio “María Auxiliadora” de Asunción el 18 de diciembre de 1.954, año de la Proclamación del Dogma de la Inmaculada Concepción de María.

Sor Jacinta en reunión de Misioneras en Pto.Casado

Mis comunidades

Hago aquí un recuento de todas las comunidades en las que pude compartir con mis hermanas la misión de Educadora y Misionera, estuve en los siguientes Colegios: María Auxiliadora de Villarrica; María

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Auxiliadora de Concepción, María Auxiliadora, Asunción, Madre Mazzarello del Colonia Km.20 de Minga Guazú, Obra Social María Auxiliadora de Villeta.

Comencé mi vida en la misión del Chaco, en Puerto Pinasco, en 1.954, hoy; en este lugar ya no estamos las Hijas de María Auxiliadora, estan las Hermanas Franciscanas que llegaron en agosto del año 2007, de este lugar pasé a Puerto Casado, allí trabaje unos 15 años, con los Indígenas Ayoreos, 10 años; luego la obediencia me envía a la Obra Social Laura Vicuña de Fuerte Olimpo por 10 años de entrega en la itinerancia y la animación del oratorio, luego a Isla Margarita por unos 12 años y finalmente toda la comunidad se traslada a la primera casa propia de las hermanas en Colonia Carmelo Peralta, inaugurada en el mes de setiembre del 2007, trabajé en esta comunidad por dos hermosos años.

10 años con los Maskoy en Pinasco

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En la Misión de Puerto Pinasco lugar donde se encontraban los Indígenas de la etnia Maskoy, trabajé los diez primeros años, como asistente; ayudaba en la misión de los indígenas en el taller de costura, en la limpieza, como enfermera por la mañana acompañaba a Sor Ángela Rodríguez, misionera uruguaya, a la misión, que distaba un kilómetro de nuestra casa, por la tarde, en la casa, animaba el Oratorio con niñas y jóvenes, a quienes enseñaba a coser y bordar. En aquel entonces, había muchos enfermos de tuberculosis, y yo me desempeñaba como enfermera, me llamaba muchísimo la atención la tranquilidad con que estas personas se preparaban a morir. Una indígena, me dijo: “¿Cuándo me van a bautizar?”.- ¿A qué viene esa pregunta? –“Es que deseo ser hija de Dios”. – Y ya lo eres…”Me falta el Bautismo”, añadió. Varios meses estuvo enferma, ella se llamaba Lidia, en uno de esos días que fui a visitarla me dijo: “Hoy, ya me voy, la Virgen estuvo conmigo y viene a buscarme”. A las 11.00 le suministre el Bautismo y a las 15.00 falleció. Indudablemente la Virgen vino a buscarla.

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En 1.956 fui a la Misión de Puerto Casado, Casa María Auxiliadora, ayudando siempre en la misión indígena. A la mañana, en casa, me ocupaba de los niños del pueblo en la catequesis y la enseñanza de trabajos manuales, era también asistente de las internas.En 1960 se cerró la fábrica de tanino, entonces, empezó el éxodo, era muy triste ver a la gente sin trabajo, sin comida, las madres de familia llenas de tristeza por no saber con qué alimentar a sus hijos; los niños lloraban de hambre. Un día, al escuchar el llanto de un niño hambriento, fui a buscar galletas para darle y el lo recibió con saltos de alegría.Daba catequesis y enseñaba costura a las indígenas, como enfermera acompañaba a Sor Eugenia Moretti, misionera italiana a atender a los enfermos indígenas.

En Toro Pampa me cupo vivir tiempos de sequía, la gente debía traer agua de los tajamares, y éste era de color café con leche, es lo único que tenían en el cántaro para beber. En Puerto Guaraní fui para ayudar a los preparativos de fiesta patronal de la Sagrada Familia, el Párroco viajó, por lo que estuve sola durante 15 días, para reforzar la Catequesis de preparación al Bautismo. Acudí al Obispo, quien envió al Padre Ksiazek Zdzislaw, gracias a su presencia y servicio sacerdotal se pudo llevar a cabo todo lo planeado para dicha fiesta.Con el Sacerdote Zdzislaw, recorrimos todo el

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interior del Chaco, hasta la frontera con Bolivia; visitando varios Fortines. En Pitiantuta se encuentra la Cruz de quebracho donde los soldados, durante la guerra (en épocas de calma), celebraban la Santa Misa y hacían oración. Allí también se encontraba un cementerio con la Cruz principal y varias cruces más. Conocimos varias trincheras, frente a la nuestra estaban las de los bolivianos porque cerca se podía obtener la preciosa agua.

En 1.968 se inaugura una nueva presencia con la apertura de la casa de las Hijas de María Auxiliadora, en Puerto María Auxiliadora con los Indígenas Ayoreos, siendo las fundadoras: Sor María Spinardi, Directora; Sor Bella Teodora Barboza, Ana María (voluntaria), y yo. En esta misión tuve la misión de servir a mis hermanos como enfermera, encargada de la cocina, daba clases de costura a indígenas y paraguayas, les enseñaba a las mujeres a limpiar sus casas. Era la que hacía todos los mandados; acompañaba a las enfermas a Puerto Murtinho, Brasil.En la misión de Obras Sociales Laura Vicuña de Fuerte Olimpo, fui “itinerante”, y los domingos enseñaba crochet y bordado a las Señoras; atendía el oratorio con muchísimas niñas/os; a la tarde la Santa Misa en la Iglesia Catedral: se llenaba de niñas/os; me ayudaban señoritas y muchachos. Después de la catequesis, la merienda, donada por Señoras del pueblo.Nuestra itinerancia era muy arriesgada: en época de lluvia, quedábamos por el camino por varios días y en algunas ocasiones semanas. Las incomodidades no nos asustaban, porque sabíamos aceptarlas como 12

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venida de las manos de DIOS que nos quiere tanto. Íbamos a las distintas localidades, conforme las necesidades, para dar los últimos retoques a la preparación y recepción de Sacramentos: Bautismo, Confesión, Primera Comunión, Confirmación, y a veces, también Matrimonio. Donde nos quedábamos, así como a los Apóstoles, nos daban hospedaje, comíamos lo que nos daban: el gozo de poder dar tanta alegría a esa pobre gente era más grande, mucho más, que el sacrificio y las incomodidades que pasan los misioneros/as. Los medios para trasladarse de un lugar a otro variaban mucho: camioneta, carreta, caballo, algunos kilómetros hechos a pie.En cuanto al trabajo apostólico, recuerdo cosas muy lindas actuadas por DIOS en las almas. Eran muchos los enfermos de tuberculosis tanto en Puerto Pinasco como en Casado, paso a narrar algunas anécdotas:

Un Señor indígena se estaba preparando con muchas ganas para recibir el bautismo; una noche por defender a su hijastra a quien querían violar, le hirieron mortalmente. Lo llevaron al hospital y allí murió. La esposa quedó muy triste, se pasó llorando un día entero en la choza; cuando fui a visitarla me contó de que se le apareció el marido llamándola por su nombre y diciéndole: “No llores, yo estoy contento y muy bien”; sin duda alguna recibió el Bautismo de sangre.Un día que íbamos de gira con el Sacerdote, al llegar a un lugar me dejó para descansar, estando allí apareció una Señora que clamaba: “Mi mamá está grave”; el Padre, le preguntó si podía ir a verla a la que ella respondió: ¡Sí, Padre así usted le da la

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bendición. Cuando entró el Sacerdote, dijo la enferma: “Yo lo estaba esperando”, entonces se confesó, pidió la Sagrada Comunión, y exclamó: “Yo sabía que el Corazón de Jesús iba a cumplir su promesa, de no dejarme morir sin Confesión y Comunión”. A la noche falleció.

Al amanecer, acompañaba a las indígenas para recibir las provistas de la semana, correspondientes al trabajo de sus maridos, de no ser así, algunas revendedoras las esperaban en la puerta para sacarles algo por alguna deuda contraída, al verme a mí las respetaban. Un día, una de dichas revendedoras, le sacó un pantalón a una indígena, este vino a contarme, lo acompañé, haciendo que le restituyera, entonces me demandó ante el Juez, quien me mandó llamar, en presencia de la demandante. Al escuchar mi declaración; el Juez dijo a ésta: “Nada puedo hacer por Usted, arréglese con el esposo de la Señora”.Recuerdo que, en otra oportunidad me mandó llamar la Jueza para prestar declaración, al ser testigo del maltrato físico y público a un marinero, (no en el cuartel sino en la calle), ese día salvé a un inocente. ¡Agradezco a DIOS que siempre me ayudó en todo!

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Experiencia de las inundaciones por la crecida del Río Paraguay

Una de ellas pasé en Puerto Casado. Los indígenas del Pueblito se trasladaron a seis kilómetros más adentro, nosotras debíamos recorrer en canoa a remos para ir junto a ellos. El agua llegó a la puerta de nuestra casa, si subía un poquito más ya entraba. Una vez en que Sor Lorenza Heyn fue a buscar vino para la celebración de la Misa, encontró la botella bajo el ropero, cuando iba a meter la mano, vio algo extraño, era una enorme víbora, entonces me llamó, gritando: ¡es una víbora! Llamamos a un joven que acabó con ella, un detalle más del cuidado del Señor hacia sus hijas.

Sor Juliana Benítez, Sor Lorenza Heyn y yo, fuimos de paseo con las niñas internas, tres de ellas quisieron ir más adentro para saludar a sus parientes; como se trataba de dos hombres a quienes no conocíamos, decidimos ir con ellas. Por la tarde se armó una tormenta con lluvia, entonces el chofer, exclamó: “Vamos, porque si demoramos no saldremos de aquí ni en una semana”. Salimos, pero llegamos a un lugar donde era imposible continuar. El chofer nos dijo: “Esperen aquí, vamos a buscar el autovía”. Cuando cesó la lluvia, también nosotras nos pusimos a caminar, llegando a un sitio

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denominado “Kilómetro 25” y…los Señores…, estaban sentados, bebiendo tranquilamente, de no habernos arriesgado a caminar, amanecíamos en el monte. ¡Gracias a DIOS todo salió bien! A las 11 de la noche llegó el autovía, a medianoche llegamos a la fábrica de Casado; Sor Rosetta Ferrero que nos esperaba, se sorprendió al vernos a las Hermanas sin las niñas, éstas habían quedado en la casa quinta de la Señora, donde permanecieron ocho días y solamente en carreta pudieron salir de ese lugar.

La enfermería de la Misión María Auxiliadora estaba bien equipada, con dos salones grandes: uno para dormitorio de mujeres y otro para varones, con diez baños adentro: cinco para mujeres y cinco para varones. Los niños recién nacidos tenían sus cunas, con cómodos mosquiteros. Un día que el agua llegaba hasta la puerta de dicha enfermería, trajeron a una parturienta que, al bajar de la canoa ya se le cayó el bebé sobre una rama de capiatí, como era nena, le pusieron por nombre “Capiatí”. Los Ayoreos se ponen nombres de ocasión.A una le gustaba el billete de cinco guaraníes, entonces le puso a su hijo el nombre de “Cinco”. Otra le puso “Suzuki”, la mayoría tienen nombres raros; hay quien se llama “Tamocó”, esto es perro, “Pongoá”, fruta comestible de una planta trepadora.

Las inundaciones de la Misión María Auxiliadora eran frecuentes y tremendas: En la primera tuvimos que dejar nuestra casa, por nueve meses, lo bueno es que no se destruyó tanto la casa. En la segunda, el agua subió tanto que llegó a cubrir el techo, entonces 16

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nos trasladamos a un sitio más alto, donde nos parecía que estaríamos bien, cuando una noche subió el agua y amanecimos en ella: nuestros zapatos nadaban, bajo lluvia, tuvimos que adentrarnos más; el albergue que encontramos carecía de puertas y ventanas, y como las vacas y caballos también querían entrar, tuvimos que colocar una mesa para impedirlo; en dicha inundación perdimos muchas cosas: roperos, mesitas y sillas de la escuela; valijas con algunas ropas, fotografías, libros, por eso, un día tuve que en canoa llevar los elementos de enfermería, colchones, y, cuál fue la sorpresa y el susto, cuando entre estos, dormidita venía también una víbora.

En una ocasión, nos quedamos entre los camalotes del riacho, cuando estábamos con la mudanza, desde las 17.00 hasta las 22.00 h. Otra vez nos tomó la tormenta en el río, entonces, tuvimos que ir con la barcaza ente los palmares para asegurar la embarcación, y estando allí amarrada, al mirar arriba una enorme víbora curiyú estaba en la copa de la palmera.Más tarde, Monseñor Alejo del Carmen Obelar, compró un sitio en el cerro, donde nos mudamos, estábamos más tranquilas, comenzamos a cultivar verduras y árboles frutales; en María Auxiliadora perdimos las plantas de: pomelo, naranja, mandarina, coco brasilero, banana, piña, mandioca, batata, poroto, maíz, sandía, melón, mango y la huerta donde teníamos gran variedad de verduras.

Cuando bajó el agua, se formó un grupo en Isla Alta, otro en Cuca´ani, también nosotras, bajamos del

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cerro y volvimos junto al río, hasta que llegamos a Isla Margarita, frente a Puerto Murtinho (Brasil).

Con Sor María compartió las actividades en el Barrio San Miguel de la Col. Carmelo Peralta

Costumbres de los indios Ayoreos

Los ayoreos no aceptaban al primer hijo, ni hijos defectuosos, tampoco mellizos; los hacían desaparecer matándolos al nacer. Estando nosotras con ellos, tuvimos que pelear con el jefe de familia, para que los dejaran vivir. A medida que iban haciéndose cristianos, aceptaban entregarnos a nosotras para nuestros hijos, así sucedió con los mellizos a quienes bautizamos con el nombre de

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COSME y DAMIAN; lastimosamente los dos murieron.Y me decían: “¿Por qué no te casas si querés tener hijos? Tenés que ir a buscarlos en el Cauce Indio, allí hay muchos”. Iban tomando conciencia lentamente de la importancia de respetar también esas vidas. Cuando volvieron a nacer mellizos: una nena y un varón, Monseñor Alejo Obelar, me dijo: “¡Pronto, anda a ver antes que los maten!” Cuando llegué los encontré muy tranquilos; les hice mucha fiesta; uno me dijo: “Para vos la nena y el varón para nosotros”; les respondí: ¡Muy bien! Pero la mamá va a dar de mamar a los dos. Aceptaron con la condición de que yo les dé comida. Al niño le llamamos ALEJO y a la niña LUISITA, crecieron bien y muy felices. El papá de ellos tenía dos mujeres: una tuvo varón, y esto era lo principal para el padre, la otra mujer, en vez, ya tenía dos nenas, entonces, la mamá del varón era la primera para el esposo.

No aceptaban hijos de los blancos, a quienes ellos llamaban “coñone”; estos no pueden estar en su grupo. Un día entre al grupo de Ayoreos que venía de la “Estancia Sol naciente”, a una de las mujeres que tuvo hijo de un “coñoi”, no la dejaron entrar; entonces, ella fue hasta la Misión y nos entregó la nena, llamada SONIA, después de tenerla cuatro meses con nosotras, Monseñor, la dio en adopción a la familia SANTACRUZ, que vivía cerca del Colegio Monseñor Lasagna. Supimos años después de que estaba muy bien, estudiando Periodismo.

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Desde la casa de salud San José nos cuenta sus memorias

En la Misión .María Auxiliadora, había no más de tres niños entre diez y once años, cuando hemos llegado allá. Era una costumbre, no tener criaturas pequeñas pues, eran nómadas y les molestaban, por eso es que, los eliminaban, dejando solamente a quienes eran fuertes y robustos, por eso no había casi niños en aquella población indígena.

Llegaron tres hombres con dos mujeres cada uno, se

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llevaban muy bien, sin problemas: una se sentaba a la derecha y otra a la izquierda del hombre, la que dominaba era la mujer que tenía hijo varón.A los ancianos o enfermos no les hacen caso, por eso, algunos pedían: “Pónganme en el pozo”, entonces cavaban el pozo, los colocaban sentados hasta que morían y lo enterraban.

Las mujeres usaban polleritas; arriba iban descubiertas, entonces cuando a las adolescentes empezaban a crecer los senos, los hombres sabían que podían ser mamá, y empezaban a fijarse en las más fuertes. Sor María Spinardi, mucho procuró para que se cubrieran arriba pero nada logró.

Cuando los hombres llegaban del monte, estaban con taparrabos y lanza en las manos, y las mujeres con polleritas bien cortas hechas de caraguatá. Los hombres con pelo largo y flequillo, las mujeres con flequillos recortados en tres medidas diferentes y atrás largo.Desde la casa de salud San José nos cuenta sus memorias

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Sor Jacinta junto al Inspector P. Walter Jara sdb

Otras anécdotas…

En la itinerancia existen incomodidades, como por ejemplo la falta de letrinas, había que arreglarse detrás de los árboles.La comida también era muy especial. Un día estando en el Obraje Santa Rita, por desayuno, almuerzo y cena me dieron carne de cerdo; yo llevaba algo para comer, pero como no tenía el coraje de comer delante de ellos, me convidaban con lo que ellos tenían.

Varias veces durante la itinerancia nos sorprendía la tormenta; a veces podíamos llegar a una Estancia, cuando esto no era posible, quedábamos amarradas a los árboles, desde la tardecita hasta el amanecer.

En las inundaciones es muy difícil orientarse en el río: a veces, se toma un riacho sin salida, otras veces se rehace el mismo camino, en vez de avanzar, regresas al mismo sitio de salida. También la itinerancia por tierra tiene sus dificultades y peligros: el mal tiempo, los animales feroces; estas itinerancias fueron siempre con los Salesianos, para mí, verdaderos hermanos. Para las fiestas patronales, nos íbamos ocho o quince días para la preparación de los niños que recibirían los Sacramentos del Bautismo, la Primera Comunión, y lo hacíamos cada año en distintos lugares entre ellos cito algunos como: San Carlos, Obraje; Toro Pampa; Florida, y en algunas Estancias.

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Una vez con el Padre Camilo Olazar y la enfermera, sobrina de Sor Marcelina Rivas, caminamos 20 kilómetros a pie, desde Toro Pampa hasta Ñu Apua.Me encontré sola en Fuerte Olimpo y había actividades en el Centro Juvenil, debía acompañar y supervisar las actividades, dicho local dista de la casa una cuadra y regresaba a eso de las 10:00 hs de la noche con la chica que me acompañaba, qué susto al encontrar la puerta abierta, al entrar me di cuenta de que el ladrón había llevado toda la platita que teníamos, entonces fui a dar parte a la Policía que está frente a nuestra casa. “Vamos a ponerle guardia de seguridad”, me respondió, el comisario. Al día siguiente buscaron al autor del ilícito, lo encontraron en una estancia cercana y vaya sorpresa el joven trabajaba en la Delegación de Gobierno, frente a nuestra casa, le dijo el Comisario: “Debes devolver ese dinero aunque sea de a poco”. Y así lo hizo. Era un joven que nos conocía porque había trabajado también con el Padre Camilo Olazar sdb, también a él le había robado dinero.En diciembre de 1981 me cupo venir a Asunción con Sor Eugenia Moretti, para los Ejercicios Espirituales, en este lapso de tiempo la Hermana, Misionera italiana se sintió mal; fue internada en el Sanatorio San Roque, estaba grave, pero hablaba bien; al quinto día de su internación me dijo: “En mi valija está una lista de pedidos que me hicieron los indígenas, por favor, consígueles”. El 27 de diciembre a la mañana, me volvió a hablar diciéndome, “Por favor, vísteme, porque voy a morir”, no podía complacerla porque estaba llena de aparatos para el corazón, la sonda, otros, entonces, añadió: “Voy a morir desnuda, ni los indios mueren

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así”, cuando le dije que no podía, se calló. A las 11.00 vino a verla la Doctora, la encontró peor, y le expresó: “No se vaya hasta que yo vuelva”. La Doctora fue a su casa, como estaba tan cansada, se acostó y durmió profundamente, a las 14.30 se despertó, vino al sanatorio, cuando Sor Eugenia la vio, la miró, sonrió, y le dijo: “Te estoy esperando para irme”, también la Doctora la miró y le devolvió la sonrisa, a las 15.00 h. falleció. Esta misma Doctora debía realizar una operación urgente y muy riesgosa con otro Médico, ella se encomendó a Sor Eugenia, y todo salió bien, a raíz de esto, el hijo de la Señora milagrosamente curada, mandó levantar un monumento de agradecimiento a Sor Eugenia Moretti, en el Pueblito de Puerto Casado.

Sor Jacinta Rojas acompañada de la Inspectora Sor Venancia González y su sobrina Catalina

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Lo que significa para mí ser“Misionera hoy”

Para mí, significa seguir a CRISTO, pero al CRISTO CRUCIFICADO, porque hoy día, es muy pesado trabajar con los pobres, a veces uno no sabe como hacer para aliviar sus necesidades, sus penas, deseo hacer el bien, y me mal interpretan; pero si yo elegí seguir a CRISTO, no debo desanimarme, ni mirar hacia atrás.Me parece que a esta edad ya no voy a cambiar, pero seguiré esforzándome para llegar hasta el final de mi vida ayudando a los pobres y necesitados. Debo abrirme a todos, desafiando toda clase de riesgos.

La vida no es mía, la he entregado a la comunidad, al Instituto, por eso, debo cuidarla para gloria de DIOS y bien de las personas, porque en mis oídos resuena el “A ti te las confío”. Como FMA ofrezco a las jóvenes, una vida enteramente entregada a la educación cristiana, ayuda espiritual, el abrirme sin miedo y con generosidad a ellas, como me pide la Madre Mazzarello.

Vivir de JESÚS es: Vivir la radicalidad evangélica y tenerla como criterio de vida, vivir en su presencia, trabajar para agradarle a “EL”, encontrando en “EL” la fuerza para vivir, sufrir, amar y esperar. Con CRISTO: la comunidad va a estar sólidamente radicada en el AMOR, y es perseverar unidas en la escucha de la PALABRA, en el anuncio de JESUS, en la fracción del PAN, en la caridad fraterna…Con JESUS la carga se hace ligera, las espinas se

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convierten en dulzura. La expresión de nuestra Cofundadora:”Ánimo. “EL” aquí y nosotras aquí, mostrando el Crucifijo, no es una hipótesis sino una realidad; en los sufrimientos recurrir a la oración. La cruz no se comprende, se acepta, lo cual no significa estar exenta de dolor, dudas, heridas, lágrimas, la cruz forma parte de la auténtica vida del cristiano, llevándola con sencillez y alegría.

Me siento muy feliz, arraigada en mi vocación; pasé siempre muy feliz en todo el arco de mi formación: desde el Aspirantado, me sentí siempre querida por las Hermanas. Agradezco a quienes me prepararon para la Primera Comunión, me enseñaron a amarle y a realizar solo lo que a “EL” le agrada.

El Postulantado hice en el Uruguay, siempre pensé que podía ser Religiosa; desde el Noviciado en el Uruguay, cada día crecía en mi corazón la idea de ser misionera, de hacer conocer a CRISTO; hasta ahora me siento bien y agradezco a DIOS el haberme dado esta gracia tan grande, sin merecerla, pues tantas son más dignas que yo. Me encanta trabajar con los más pobres. Donde estoy no faltan los dolores, sufrimientos ya sea por el tiempo, por la impotencia de no lograr que la gente también viva, la vida del ESPIRITU que santifica. Quiero estar siempre disponible, pero muchas veces mi orgullo no me deja estar totalmente abandonada en las manos de DIOS; entonces, pienso en las personas descontentas por las dificultades, y me doy cuenta de que me acercan a DIOS, aunque me cueste. Pongo toda la diligencia posible para que me 26

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salgan bien las cosas, a veces tengo preocupaciones y me cuesta concentrarme, pero pongo todo mi esfuerzo. Al Sacramento de la Penitencia me acerco a menudo. Tengo disgustos porque a veces me encuentro con cierta terquedad o distracción; me falta mayor confianza pero pongos esfuerzos para ser como las primeras Hermanas que estaban en búsqueda siempre apasionada de JESUS, estaban radicadas en EL, le entregaban todas las fibras de su corazón, con alegría, con sus lámparas siempre encendidas, llenas del aceite del Amor; la casa estaba llena de la presencia de JESUS, por eso no eran mediocres y gozaban de fecundidad apostólica, todo lo hacían por “EL” y para “EL”.

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.HOY, Sor Jacinta Rojas, sigue realizando cada puntada de la aguja, como un acto de Amor a Dios. Ofreciendo todo… por la extensión del Reino de Dios

ORACIÓN

Señor,tu voz sigue resonando en nuestros oídos:

"La mies es mucha... pero escasos los obreros...""Id y haced

discípulos...bautizándoles...enseñándoles..."

"Yo estoy con vosotros hasta el fin del mundo..."

Confiamos en tu palabra, abrimos nuestro corazón a tu mensaje misionero

y te suplicamos con la fuerza de la fe recibida.

 Que nuestras comunidades cristianassean misioneras y rechacen la tentación

de encerrarse en sí mismas,que las Iglesias nacientes en la misióncooperen con otras más necesitadas

y den de su pobreza.Que los jóvenes, enfermos y personas consagradas

participen en el compromiso misionero,

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que los llamados a la vocación misionerarespondan a ella con generosidad,que los bautizados participemos

en la actividad misionera de la Iglesiacomo responsables de tu encargo misionero.

Te lo pedimos con María, reina de las Misiones.

Amén 

PRODUCCIÓN:

Ámbito de la Comunicación“Inspectoría San Rafael Arcángel”

CorrecciónSor Justa Pavetti

Sor Marciana ToledoSor Digna González

Fotos:Sor María Elena Moragas

Sor Digna Emilce González

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FMA- PARAGUAY

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