Vivienda Social, Una Mirada Desde El hábitat.

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vivienda social una mirada desde el hábitat y la arquitectura Fernando Ospina Varón - Ramón Bermúdez Obregón Fernando Ospina Varón - Ramón Bermúdez Obregón

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Estudio sobre vivienda popular en Bogotá, Colombia

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vivienda socialuna mirada desde el hábitat y la arquitectura

Fernando Ospina Varón - Ramón Bermúdez ObregónFernando Ospina Varón - Ramón Bermúdez Obregón

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vivienda socialuna mirada desde el hábitat y la arquitectura

Fernando Ospina Varón - Ramón Bermúdez Obregónz

Ilustración de la cubierta, Camila Barreto, 2008.Diagramación Ramón Bermúdez, Juan Pablo Jojoa, hecho en Gill Sans 8 pt.

Agradecimientos especiales a los que colaboraron con nosotros en este proyecto: Luís Fernando Fique, Helga María Rivas, Roberto Angulo, César Henao.

Corrección de estilo, María Claudia Orduz

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la noción holística de Hábitat, adoptada en la Política Integral del Hábitat, que se concibe como “…el terri-torio cualificado por un conjunto de atributos donde se localiza y mora el ser humano. Este ser humano lo construye y lo transforma todo el tiempo” 2 .

No otra propuesta ética justificaría este empeño, de que, parafraseando libremente a Le Corbusier en el libro “La casa para el hombre”, la ciudad será para la liberación y la realización del hombre o no será.

Fernando Ospina Varón, 2008

2 Angulo Roberto, Artículo “Hábitat y Bienestar” , Revista Cuadernos de Hábitat, No. 1, enero – junio de 2007

A partir de una investigación que realizamos en la Secretaría Distrital del Hábitat en el año 2007 1, identificamos cinco escenarios prospectivos para la ciudad de Bogotá respecto al crecimiento urbano, a la gestión del suelo y la provisión de vivienda social.

En este prólogo los resumimos en dos: el escenario trágico y el escenario posible.

En el primero, la ciudad se sigue rigiendo por la ló-gica de las rentas urbanas, profundizando la segrega-ción socio-espacial, el agotamiento del suelo urbano, el predominio del ámbito económico y el deterioro de las calidades habitacionales de las soluciones de vivienda.

1 “Estudio de caracterización y análisis de alternativas para la actuación en la gestión del suelo urbano en el marco de la política del Hábitat en Bogotá D.C.” Universidad Nacional de Colombia, Maestría de Hábitat, 2007

El sector privado realiza prioritariamente sus inte-reses. En esta perspectiva, se agota el suelo urbano para la generación de soluciones de vivienda social, obligando la ampliación del perímetro urbano y afec-tando las zonas de alta fragilidad ecológica.

La ciudad crece “infinitamente”.

En el escenario posible, la ciudad trasciende la perspectiva del ordenamiento del suelo dirigida exclusivamente por la esfera económica, dando paso a propuestas de intervención del territorio que involucra además, las dimensiones sociales, culturales, políticas, territoriales y ambientales. Se propician políticas de descentralización y desconcentración de las actividades urbanas en la región, conservando un centro multifuncional articulado con la región mediante la construcción de un sistema masivo de movilidad, como de tecnologías de la información y de la comunicación. Existe suelo urbanizado y vacante en la ciudad y la administración distrital dispone de voluntad política para intervenir el proceso de ordenamiento, dando especial prioridad a la gestión del suelo para la Vivienda Social.

Esperamos que la ciudad futura se planifique y se construya con la lógica del escenario posible, el cual será el paisaje propicio para desarrollar los proyectos experimentales de vivienda social digna que la ciudad demanda de manera urgente y que este estudio propone.

De otra parte, nos interesa volver a retomar con fuerza la capacidad que las disciplinas de la arqui-tectura y el urbanismo tiene de diseñar y construir ámbitos para la vida urbana y ciudadana digna, que conformen la ciudad amable como calles, parques, plazas y lugares de encuentro. También retomaremos

pórtico

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Este documento es producto de una serie de reflexiones y propuestas realizadas desde la Secre-taría Distrital de Hábitat de Bogotá encaminadas a establecer una discusión sobre la forma como se está realizando la vivienda social en la ciudad. Al abordar este problema, es necesario aclarar que la oferta disponible (formal e informal) no logra abastecer la demanda actual y en la mayoría de los casos, no responde a las necesidades de la población de menores ingresos. La intención es acercarse al problema haciendo énfasis en la comprensión del tipo de vivienda que se requiere y en el grupo poblacional al que se debe dirigir. En otras palabras, es necesario entender cuál es la demanda habitacional real en la ciudad y comprender qué dificultad tiene el mercado para encontrar la oferta suficiente para solucionar el déficit estructural de la vivienda social.

Haremos primero una relectura del contexto en el cual se produce la vivienda social en la ciudad, en busca de establecer una definición del proble-ma que permita desvelar las fallas que deberán ser subsanadas. Tendremos en cuenta los dos aspectos que se estudian de manera frecuente como el déficit habitacional en la ciudad, el déficit cuantitativo y el cualitativo, enfatizando la ruptura existente entre la vivienda ofrecida y la vivienda requerida, tanto en calidad, como en cantidad y asequibilidad.

La revisión del modelo de producción de vivienda social actual y la identificación de algunas de sus características, son la base para el planteamiento de estrategias alternativas que permitan ofrecer una vivienda ajustada a las necesidades reales de la po-blación. Estas estrategias están acompañadas de una visión sobre el desarrollo urbano, que se basa en la importancia del tejido residencial como conformador de ciudad.

Se definen modelos que además de ofrecer vivienda para la población de menores recursos, tienen la posibilidad de estructurar el entorno generando dinámicas positivas para la ciudad.

De manera paralela, y como comprobación de lo que se formula, se desarrolla una propuesta de for-malización de las estrategias escogidas en un proyec-to urbano y arquitectónico, el proyecto experimental de Hábitat Adaptativo.

introducción

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índice

12 vivienda social en Bogotá

34 definición del problema

42 estrategias

62 escenarios

74 conclusiones

76 bibliografía

78 créditos de las ilustraciones

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Arriba, barrio La Perseverancia, Bogotá 1912.Primer barrio obrero de la ciudad, desarrollado por

Leo Kopp, propietario de la Cervecería Bavaria.

A la derecha, los barrios Acevedo Tejada, 1930 (Instituto de Acción Social) y Primero de Mayo,

1940 (Caja de Vivienda Popular) otros ejemplos de vivienda económica en la ciudad.

vivienda social en Bogotá.

El déficit habitacional expresa la diferencia entre la situación actual y la meta requerida en términos de cantidad de viviendas y es uno de los problemas que aqueja a la ciudad actualmente. Este ha sido un fenómeno constante en el desarrollo de la Bogotá moderna.

La producción de vivienda social en Bogotá, preocupación nacida en la primera mitad del siglo XX con los primeros indicios de modernidad en la ciudad, se caracteriza a lo largo de este período por la intervención directa del estado y se transforma hacia la década de los 90, al sistema de subsidios a la demanda y entrega la producción de vivienda social al mercado.

Saldarriaga y Carrascal (2006) proponen una crono-logía dividida en 5 fases que evidencian los principales cambios en la gestión y producción de vivienda social.

Para el caso, nos referiremos solamente a 4 fases a saber: 1. la fase higienista; 2. la fase institucional; 3. la fase UPAC y, 4. la fase de subsidios a la demanda.

Es interesante evidenciar cómo la producción de vivienda social de cada período responde a las con-diciones impuestas en el modelo vigente y se reflejan en tipologías habitacionales particulares.

La primera legislación referente a la vivienda social en Colombia, data de comienzos de los años 20 con la ley 46 de 1918 de manera simultánea con muchos países de América Latina y coincidiendo con el inicio del “desarrollo industrial” de las principales ciudades de la región. Las iniciativas anteriores se debían ya fuera a empresas altruistas de origen privado, como lo fue la Cervecería Bavaria en el barrio La Perseve-rancia1, o ya fuera a iniciativas de orígen religioso y también a algunas propuestas estatales aisladas. Esta primera etapa, se funda sobre los paradigmas higie-nistas europeos de mitad del siglo XIX y responden a la necesidad de proveer un ambiente saludable en las nacientes periferias pobres de la ciudad. Este período se caracteriza por la construcción de barrios de vivienda unifamiliar en los bordes de la ciudad, conformados por lotes contiguos agrupados en man-zanas alargadas, pensadas para albergar las familias pertenecientes a las incipientes clases obreras.

Al mismo tiempo, comienzan a surgir las diferentes instituciones estatales que serán responsables de generar oferta de vivienda social en los años 50.

1 El barrio La Perseverancia fue fundado en 1912, para al-bergar a las familias de los trabajadores de la Cervecería Bavaria gracias a una donación de su fundador Leo Kopp. “Todos los obreros pioneros de Bavaria recuerdan a Leo Kopp con gratitud y cariño; él, para estimular a sus obreros y por supuesto a la empresa, les ayudaba en la compra de los lotes y en la construcción de las casas.” (Torres 1992), en http://www.lablaa.org/blaavirtual/sociologia/pca/indice.htm.

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Barrio Veraguas, Bogotá 1953.Se desarrollaron varios tipos de vivienda diseñados

por diferentes grupos de arquitectos, entre ellos Guillermo Bermúdez, Fernando Martínez y Jaime

Ponce. Las fotos y planos corresponden al modelo de Bermúdez y Murtra, del cual se construyeron 32

unidades.

corte transversal

El BCH (Banco Central Hipotecario) y el ICT (Ins-tituto de Crédito Territorial), inicialmente fundados para promover la vivienda rural, son las dos institu-ciones estatales más importantes.

El fortalecimiento de estas instituciones y en particular la inserción del ICT en la producción de vivienda urbana desde 1942, marca el comienzo de la segunda fase denominada institucional (Saldarriaga y Carrascal, 2005). La necesidad de responder a un déficit cada vez más amplio, requiere de medidas más estructuradas en la producción de vivienda social.Para ello, fue preciso aumentar la densidad y la importación de modelos de vivienda foráneos que propiciaran el surgimiento de proyectos multifami-liares en altura, sin desplazar la tipología de vivienda unifamiliar, que predominó a lo largo del siglo XX.

En este período la relación entre la vivienda estatal y el oficio de la arquitectura se acercan para conso-lidar los más importantes proyectos de vivienda del país. Desde la segunda mitad de los años 40 muchos de los proyectos de vivienda estatal, fueron diseñados por varios de los arquitectos que conformaron “la época de oro” de la arquitectura moderna colom-biana2.

Tanto el BCH como el ICT, las dos instituciones de vivienda más importantes del país, produjeron proyectos de vivienda económica de gran calidad arquitectónica y urbana, tanto unifamiliar (Muzú-1949, Quiroga-1951, Veraguas-1953) como multifamiliares (CUAN- Centro Antonio Nariño-1958, Timiza-1966, Fundación San Pablo-1967, Pablo VI primera etapa-1967, Kennedy y Tunal Experimental-1971 y 1972

2 Nombre acuñado por Eduardo Samper en el libro “Arqui-tectura Moderna en Colombia: Época de Oro”, Diego Samper Ediciones, 2000, Bogotá.

respectivamente).

Además de la sana relación de las instituciones con el gremio de la arquitectura y la construcción, existió un estrecho contacto con la academia y los centros de pensamiento en temas urbanos. La más represen-tativo de éstas instituciones fue sin duda el Centro Interamericano de Vivienda y Planeamiento, CINVA, financiado por la OEA e instalado en la Universidad Nacional en Bogotá entre 1951 y 1974 (Saldarriaga y Carrascal, 2005).

El CINVA permitió crear un puente directo entre las instituciones, las teorías urbanas y las propuestas habitacionales que se formularon en los diferentes centros de vivienda en el primer mundo (el DPU de Londres, el MIT de Boston y el Bouwcentrum de Rótterdam).

La innovación tecnológica, la estandarización de los procesos constructivos, los modelos de gestión

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Página anterior, Ciudad Bachué, Bogotá 1978, desarrollado por el departamento técnico del ICT y los arquitectos Patricio Samper, Luis Tapias, Cesar Moreno y Gregorio Martín. Se trata de un proyecto

de crecimiento progresivo en altura.

Sobre estas líneas, el barrio La Fragua, “casas por ayuda mutua y esfuerzo propio”, ejemplo de auto-construcción en la ciudad del año 1958, diseñado

por el arquitecto Germán Samper

corte transversal

apropiados para las condiciones regionales y las nuevas estrategias habitacionales fueron rápidamente asimiladas por esas instituciones. Es así, como la au-toconstrucción y el estudio de alternativas de creci-miento de las periferias de los países en desarrollo se convirtieron en propuestas regionales para solucio-nar los problemas habitacionales. Estos casos fueron expuestos por el arquitecto inglés John Turner en el año de 1972, como una solución al déficit de vivienda en América Latina materializado en proyectos como Ciudad Bachué , construido por el ICT en Bogotá en 1978. Es preciso aclarar que ya existían ejemplos de autoconstrucción organizada en Colombia, como el barrio La Fragua , desarrollado por Germán Samper dos décadas antes, al margen de la influencia de las instituciones estatales.

primer piso

segundo piso

tercer piso

corte transversal

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Página anterior, barrio Los Alcázares, Bogotá 1949, desarrollado por el ICT y diseñado por el arquitecto Jorge Gaitán Cortés, utilizando sistemas estandari-

zados de construcción.

Sobre estas líneas, el barrio Quiroga, construido con bóvedas prefabricadas de concreto al vacío o “vacuum concrete” en 1951, diseñado por los arquitectos Ortega y Solano y el departamento

técnico del ICT.

A través del CINVA, una generación de funciona-rios estatales de varios países latinoamericanos fue formada en temas de vivienda y ciudad, dando orígen a un grupo de gestores públicos altamente capacita-dos para producir soluciones habitacionales de gran calidad.

Iniciativas públicas como el barrio Quiroga en Bogotá, proyecto de 1951, que propuso una de las tipologías de vivienda unifamiliar diseñadas por el arquitecto Álvaro Ortega, se destacó por la utilización de tecnologías innovadoras en vivienda económica convirtiendose en un importante ejemplo de las estrechas relaciones que tejieron el oficio de la arquitectura, las instituciones y los centros de pensamiento.

En este caso, las cubiertas abovedadas fueron construidas con el sistema “vacuum concrete”, que permitió hacer cáscaras muy ligeras, con poco consu-mo de material y de rápido fraguado. Como el barrio Quiroga, el barrio Los Alcázares de 1949, a cargo del arquitecto Jorge Gaitán Cortés, fue uno de los primeros ejemplos de estandarización de procesos constructivos para reducir los costos de la vivienda3.

En relación con los proyectos de vivienda multifa-miliar de bajo costo construidos al final de los años 50, se ejecutaron algunos ejemplos de gran calidad: en primer término, el Centro Urbano Antonio Nariño (CUAN) de 1958, de clara inspiración racionalista, es el primer multifamiliar en altura construido por el ICT en Bogotá. En segundo término, los proyectos de vivienda social desarrollados por el arquitecto Roge-lio Salmona para el ICT durante los años 60, merecen especial mención por su calidad y vigencia, sin olvidar

3 En revista Proa No. 44 de febrero de 1951.

primer piso segundo piso A segundo piso B

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Página anterior, el Centro Urbano Antonio Nariño CUAN, Bogotá 1958, primer proyecto multifami-

liar desarrollado por el ICT. Arquitectos Néstor Rodríguez, y la fi rma Esguerra, Sáenz, Urdaneta,

Suárez y Cia.

Sobre estas líneas, la urbanización Timiza, pro-yectado por los arquitectos Emecé Ijjász Rogelio Sal-mona, Hernán Vieco, Pedro Mejía y Goméz Londoño

para el ICT en 1966.

muchos conjuntos residenciales también de gran cali-dad, como las Torres del Parque (1971), obra maestra de Salmona, fueron patrocinados por las instituciones de vivienda del estado.

Los arquitectos Rogelio Salmona y Hernán Viecco desarrollaron de manera conjunta con el equipo profesiomal del ICT, dos agrupaciones de gran valor urbano y arquitectónico: Timiza (1966) y la Fundación San Pablo (1967). El espacio urbano del barrio Timiza localizado al sur occidente de la ciudad, establece una relación paisajística con el entorno a través de los diferentes volúmenes de vivienda unifamiliar y multifamiliar radiados en torno a un humedal, hoy parque Timiza. A las viviendas unifamiliares de dos niveles, se acceden por un patio, convirtiéndose en el recinto principal de la vivienda. Los multifamiliares de 5 niveles, albergan diferentes tipos de apartamentos, entre ellos, dos viviendas macladas por una escalera de medio piso, interesante solución que le da mayor jerarquía al área social sobre los espacios íntimos. Con el paso del tiempo, el proyecto sufrió nume-rosas modificaciones, en especial en las viviendas unifamiliares mediante procesos de autoconstrucción progresiva, acciones que desvirtuaron la intención original del proyecto.

Así mismo, la Fundación San Pablo, localizada al sur oriente de la ciudad, se conformó por seis torres escalonadas con cinco niveles y altillo. Cada nivel recibe la circulación vertical del edificio en un lugar diferente de la planta del apartamento, de manera que estos cambiando de disposición. Ahora bien, la implantación urbana se despliega a partir de un punto en la plaza del acceso principal al conjunto. A pesar de los embates del tiempo, el proyecto conserva bastante bien sus características originales.

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Sobre estas líneas, la fundación San Pablo, de 1967.este proyectos fue desarrollado por el ICT en con-

junto con los arquitectos Rogelio Salmona, Eduardo Zárate y Hernán Vieco. A pesar de las múltiples

modifi caciones que ha sufrido el edifi cio, se conserva en buen estado.

pisos 5 y 6pisos 1 y 2 pisos 3 y 4

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Tanto el ICT como el BCH, contaban en sus estruc-turas administrativas con oficinas técnicas conforma-das por profesionales idóneos quienes desarrollaron la mayoría de los proyectos de vivienda social en el país y en algunos pocos casos ejecutaron proyectos en colaboración con profesionales externos. Fue así como hacia el final de los años 60, la subgerencia técnica del ICT se dividió en tres talleres autónomos, de los cuales el taller de diseño 2, al que haremos referencia, realizó importantes proyectos experimen-tales de vivienda, logrando soluciones económicas, estandarizadas y repetibles para diferentes contextos urbanos.

En razón de la magnitud de la demanda de vivienda social en todo el país, se ejecutaron proyectos con soluciones que respondieron a las exigencias cul-turales, económicas y climáticas de acuerdo con su localización.

De esta indagación surgieron dos proyectos que se construyeron en Bogotá: el proyecto Kennedy expe-rimental y el proyecto Tunal experimental , de 1971 y 1972 respectivamente. El carácter innovador de estos proyectos los convirtieron en casos sin precedentes en la ciudad. El elemento ordenador del diseño fue una malla de 3.20 por 3.20 metros, que definió tanto el espacio público como el espacio privado de las viviendas. Este módulo agrupó los diferentes recintos de la vivienda y definió los perfiles de las vías y las proporciones de los diferentes espacios públicos. A pesar de ser edificios multifamiliares de cuatro pisos, todas las viviendas tenían acceso desde el espacio ex-terior por medio de escaleras en fachadas, evitando la necesidad de porterías y áreas comunales como recibidores y corredores internos.

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manzana

tercer piso

segundo piso

Sobre estas líneas, el proyecto Tunal Experimental, de 1972 y el proyecto Kennedy Experimental, de

1971, diseñados por el Taller 2 del ICT.bajo la dirección de la arquitecta Emesé de Murcia

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Estas tipologías de vivienda, a las cuales se accede por un patio exterior privado, presentan caracterís-ticas de alta flexibilidad que permitieron modificacio-nes al interior de las viviendas, sin alterar negativa-mente el diseño original.

La implantación urbana, estructurada alrededor de patios comunales y callejuelas peatonales, creó espacios de escala pequeña, apropiados por los residentes, que no necesitaron definir el límite entre lo comunal y lo público mediante cerramientos con rejas metálicas, común denominador de los proyectos residenciales de la ciudad.

Posteriormente, la iniciativa de éstos proyectos experimentales se vió truncada a causa de varios factores estructurales que hicieron inviable continuar con estas premisas de diseño. Una de ellas fue el he-cho de no lograr densidades mayores a 120 viviendas por hectárea, mientras que los proyectos tradicio-nales (multifamiliares compactos con circulaciones verticales centralizadas) duplicaron esta densidad y al agrupar las circulaciones comunales, disminuye-ron sensiblemente el número de metros cuadrados construidos.

Por otro lado, en el año de 1972 se produjeron en el país profundos cambios administrativos, entre ellos el surgimiento del UPAC, dando inicio a la tercera fase.

El nacimiento de la unidad de poder adquisiti-vo constante (UPAC) adoptado en septiembre de 1972, instrumento que se desarrolló siguiendo los preceptos del economista Lauchlin Currie, promo-vió la producción de vivienda no solamente desde las instituciones estatales, sino desde las recién creadas corporaciones de ahorro y vivienda (CAV)

planta

Proyecto La Esmeralda, de 1975, multifamiliar

diseñado por los arquitectos Álvaro Botero y Luis Enrique Reyes García

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Los conjuntos cerrados, normativa que data de la mi-tad de los años 60, se puso en práctica en la década del 70 sustentado por el sistema UPAC. En la página opuesta arriba, dibujo del arquitecto Germán Samper

sobre el concepto de conjunto cerrado.

El proyecto Santa Teresa en el barrio Usaquén es un ejemplo sobresaliente de la vivienda en conjunto

cerrado. Proyecto diseñado por la fi rma Rueda, Gómez y Morales en 1978.

de carácter privado. De esta manera y siguiendo los lineamientos del Plan de Desarrollo “Las cuatro estrategias” de Currie, la vivienda en Colombia, se gestionó y financió con la capacidad de ahorro de los colombianos mediante el sistema UPAC a través de las CAV. Esta medida fue desplazando poco a poco en importancia a las instituciones oficiales, en el diseño y construcción de la vivienda, permitiendo la conviven-cia del sistema público con el sistema privado por casi 20 años.

Este viraje de la política de producción de vivienda, presenció el inicio de la reducción de la intervención del estado y el crecimiento de la ingerencia directa del mercado. El sistema UPAC, creado para incentivar la financiación de la vivienda en todos los contex-tos socioeconómicos se convirtió rápidamente en una herramienta muy útil para producir y adquirir vivienda en los estratos medio y alto, abandonando fi-nalmente la producción de vivienda para los estratos bajos. Los proyectos desarrollados en este período, se caracterizaron por la estandarización de tipolo-gías unifamiliares (casas en hilera) y multifamiliares (torres con circulación vertical central) buscando principalmente densidades más altas y un mejor aprovechamiento de los terrenos urbanizables. Por otro lado, la legislación que permitió el desarrollo de conjuntos habitacionales cerrados que data de 1965, fue puesta en marcha durante ésta época dando naci-miento a múltiples desarrollos residenciales, algunos de muy buena calidad, principalmente para las clases media y alta.

En la década del 90 se modificó una vez más el sistema de gestión de la vivienda económica, dando inicio a la cuarta fase denominada de subsidios a la demanda. Este modelo cedió la producción y comer-

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Urbanización Alandra, de 2005, multifamiliar diseña-

do por MGP Arquitectos.

cialización de viviendas económicas al libre mercado, convirtiendo las instituciones del estado en entes de financiación y regulación. Para tal efecto, el estado definió un sistema de subsidio a la demanda vigente hasta hoy, dirigido a la población más vulnerable que asegura de ésta manera, la existencia de una demanda efectiva habilitada para adquirir este tipo de vivienda.

La vivienda social dejó de ser organizada, pensada y diseñada por arquitectos, para convertirse en un problema de cifras, de déficit cuantitativo y cualita-tivo propio de los economistas y los planificadores urbanos.

La necesidad de ofrecer vivienda económica para luchar contra el creciente déficit habitacional, pro-pició una irracional utilización del suelo disponible y disminuyó el tamaño y la calidad de las viviendas.

En estas condiciones el estado no contó con he-rramientas para regular la calidad de la vivienda, que aún hoy, está escudada en la norma urbana general y sujeta a múltiples interpretaciones. Es así como el mercado termina ofreciendo propuestas habitaciona-les deficientes, que solo obedecen a la búsqueda de la rentabilidad y las soluciones mínimas, sin respetar los estándares de dignidad socialmente aceptables para las familias.

El problema actual de la oferta de la vivienda social radica en la incorrecta materialización del produc-to habitacional demandado por las familias, que se encuentra definido por disfunciones estructurales inherentes al modelo económico vigente, que dis-minuye sustancialmente la calidad de los proyectos arquitectónicos.

En efecto, la producción de vivienda social (VIP-VIS) desde el sector formal de la economía, no logra cumplir con las necesidades reales demandadas por la población a la cual pretende satisfacer. Por un lado, la vivienda propuesta no es fácilmente asequible y por el otro, la vivienda ofrecida no cumple con las necesidades inherentes al grupo poblacional.

A partir de la revisión de los dos tipos de déficit habitacional actual pretendemos encontrar una serie de conclusiones sobre el problema de la vivienda económica en la ciudad.

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Patio Bonito, Bosa.““Bogotá desde el aire”Villegas Editores, 1994.

Défi cit cuantitativo “El déficit cuantitativo consiste en la diferencia entre el

número de hogares y el número de viviendas perma-nentes, asumiendo que cada hogar debería habitar una vivienda independiente” (Saldarriaga y Carrascal, 2006, p. 7).

Tradicionalmente, el déficit cuantitativo se ha cen-trado en establecer la cantidad de viviendas que fal-tan para suplir la demanda habitacional existente. Sin embargo, es necesario comprender que muchas veces esta oferta efectiva de vivienda no puede ser adqui-rida por ciertos sectores de la demanda, quedando excluidos de la política habitacional. Así mismo, la baja asequibilidad de la vivienda es diferente al déficit cuantitativo de la misma.

Uno de los problemas del déficit cuantitativo radica en que la oferta no puede ser adquirida por un sector de la población; y, el otro se refiere exclusiva-

mente en la escacez de oferta.

Enseguida veremos cómo estos dos aspectos influ-yen en la comprensión del problema cuantitativo de la vivienda.

a. Défi cit habitacionalEl mercado de vivienda no produce la cantidad de

soluciones habitacionales requeridas. Entonces, los hogares deben buscar alternativas en la ciudad infor-mal o vivir en arriendo mientras consiguen la manera de acceder a una vivienda propia. De esto se derivan dos temas de discusión: la definición tradicional de hogar como unidad independiente y la idea de la propiedad como condición indispensable de vivienda digna. En efecto, la costumbre de asociar un hogar-familia a una vivienda independiente deja por fuera otras posibilidades que deben ser tenidas en cuenta. Los hogares pueden estar compuestos además del núcleo familiar tradicional padres-hijos, por agentes externos1 . Por consiguiente, la vivienda deberá poder albergar la diversidad social y la multiplicidad de la

1 “El ‘núcleo familiar primario’ se defi ne como la familia cons-tituida exclusivamente en alguna de las siguientes formas: i) la pareja sin hijos, ii) la pareja con uno o más hijos que viven en el mismo hogar, iii) el padre o la madre con uno o más hijos solteros que viven en el mismo hogar. Se denomina primario porque incluye al jefe del hogar. Según el parentesco de sus integrantes, los hogares pueden ser ‘no familiares’ y ‘familiares’. Los hogares no familiares son aquellos con una o más per-sonas, en los que no existe un núcleo familiar primario. Es decir, son ho-gares donde vive un jefe sin cónyuge ni hijos, pero con otros parientes (por ejemplo, un hermano) y no parientes (por ejemplo, un amigo). Los hogares no familiares, a su vez, pueden ser unipersonales o múltiples (cuadro 1). En Colombia el principal hogar no familiar es el unipersonal. Los hogares familiares son aquellos integrados por personas relaciona-das entre sí en un primer o segundo grado de consanguinidad, adopción o matrimonio, incluyendo las uniones consensuales cuando son estables. En estos hogares se asume que existe un núcleo familiar primario. Los hogares familiares, a su vez, pueden clasifi carse en función de la confor-mación del núcleo familiar primario, y según las relaciones de consangui-nidad de los miembros del hogar con el jefe (DNP, 2002, p. 37).

defi nición del problema

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demanda habitacional2 .

Por otro lado, a menudo se cree que la propiedad es una condición necesaria para habitar una vivienda digna. Sin embargo, la vivienda en arriendo puede ser una opción temporal al permitir el acceso a un núcleo habitacional que se ajusta a ciertos tipos de conformación familiar con opción de movilidad3. La vivienda en arriendo permite el movimiento de las personas dentro de la ciudad en busca de una loca-lización más propicia para desarrollar las actividades diarias con mayor facilidad (cercanía a los lugares de trabajo y de socialización). En efecto, la vivienda en arriendo puede ser una alternativa válida de solución habitacional para ciertos sectores de la población, y es de hecho una forma de acceder a vivienda digna en ciertos contextos (Gilbert, 1999, p. 27).

b. AsequibilidadCiertos grupos de la sociedad no pueden adquirir

una vivienda digna al no estar en capacidad de hacer frente a las diferentes cargas económicas que surgen en el momento de conseguir un lugar de habitación

2 La clasifi cación de Giraldo, citada por Saldarriaga, propo-ne que esta no se haga por hogares sino por familias puesto que tal defi ni-ción puede ser más precisa para entender la complejidad del fenómeno.3 “Ciertamente, cuando a un grupo de propietarios en los asentamientos de autoconstrucción consolidados alrededor de Bogotá, se les preguntó por qué ellos valoraban ser dueños, dos respuestas do-minaron: el ser dueño les permite dejar una pequeña herencia a los hijos y les provee cierta seguridad a ellos mismos para cuando sean viejos. Dejar alguna propiedad a los hijos es claramente algo que los jefes de las familias sentían como fuerte obligación de padres. Aunque pocos habían escriturado sus testamentos y conocían las posibles complicaciones al tratar de traspasar la propiedad por medio de la herencia, no cabía ningu-na duda en la sinceridad con que expresaban sus sentimientos. En forma similar, el rol que la propiedad tenía en resguardar los riesgos de la vejez era vitalmente importante. Como lo puso uno de los dueños: ‘para aqué-llos que no poseen nada, el sólo lograr un techo seguro para uno y sus hijos es una buena inversión’. Un poco rezagada pero con un porcentaje del 19 por ciento de las respuestas, tuvo la ventaja de no tener que pagar renta.” (Gilbert, 1999, p. 33).

formal. Por ejemplo, para acceder a un subsidio de vivienda, además de cumplir con varios requisitos, se debe contar con un ahorro programado (capital aho-rrado) equivalente al 10% del valor de la vivienda (el tope del valor de la vivienda es de 50 SMLV4 para las más baratas del mercado, VIP tipo 1). Este requisito es una barrera que excluye a las familias que no están en capacidad de ahorrar esa suma de dinero. Por otro lado, el crédito inmobiliario (equivalente al 50% del costo de la vivienda) se convierte en una pesada carga que mina la capacidad de desarrollo de los propietarios a lo largo de los años. Además, el pago mensual de los servicios públicos, sumado al pago del crédito y de los impuestos, puede volver insostenible el acceso a la vivienda para ciertos hogares de la ciudad. Es importante entender cuál es la solución adecuada para el grupo poblacional escogido5, te-niendo en cuenta el espacio físico entregado (tamaño

4 Salario mínimo legal vigente.5 “Los cálculos del défi cit habitacional tienden a olvidar si la población, e incluso el gobierno, pueden pagar por las soluciones que ostensiblemente son mejores. Cualquier respuesta a largo plazo requiere que se demuestre una conjunción entre la oferta y la demanda. No tiene sentido aumentar la oferta si hay muy poca demanda efectiva. En Colom-bia, un vasto número de casas que fueron construidas durante la mitad de la década de 1990 permanecen vacías por falta de demanda. El inventario de viviendas creció pero la población local no puede vivir en ellas por falta de recursos para pagar” (Gilbert, 1999, p. 27).

La vivienda económica actual no está respondiendo a las necesidades básicas de la población a la cual pretende satisfacer. La vivienda no logra albergar

adecuadamente a las familias propietarias.Habitación principal de una vivienda de Ciudadela El

Recreo, Metrovivienda, Bosa, 2007.

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La vivienda económica sigue reduciéndose en área a pesar de la existencia de normas que fi jan mínimos habitables. A través

de interpretaciones de la norma, se ha logrado hacer viviendas considerablemente más pequeñas que los límites establecidos.

Además, la comparación de estos mínimos y el estándar de vivienda realizado por el arquitecto mexicano Carlos González

Lobo revelan una brecha aún con la norma.

y distribución), el desarrollo en el tiempo (vivienda adaptativa y flexibilidad), y el modelo de gestión en el cual está inscrito el proyecto.

Défi cit cualitativo “El déficit cualitativo está dado por las condiciones de

la vivienda, lo cual se determina mediante el cruce de variables que indican las disponibilidad de servicios (agua, luz, alcantarillado), la calidad y el estado de la vivienda en cuanto a materiales y estado de conservación y, por último, la existencia o no de hacinamiento entendido como el número de personas por cuarto” (Saldarriaga y Carrascal, 2006, p. 7).

El déficit cualitativo se centra usualmente en las condiciones de habitabilidad básicas requeridas para poder desarrollar una vida digna. Este punto de vista conduce a fijarse en los requisitos físicos que definen una vivienda como “habitable”. No obstante, primero es necesario precisar cómo es una vivienda adecua-da a las necesidades de la población. Puede que una vivienda sea habitable en el sentido de estar bien abastecida por los servicios domiciliarios y ser segura estructuralmente y, sin embargo, puede no responder a las necesidades del núcleo familiar. La adecuación de la vivienda a las necesidades particulares de la población, buscando asimilar sus procesos sociales particulares, hace parte también del problema cualita-tivo en la ciudad actual.

a. Condiciones de habitabilidad básica

La vivienda disponible para los sectores más vul-nerables de la ciudad, en general , no cumple con las condiciones de habitabilidad básicas (servicios públi-cos, seguridad estructural, iluminación, ventilación e

higiene). En Bogotá, el 6,5% de los hogares (123.028) están clasificados en déficit cualitativo según la Encuesta de Calidad de Vida del DANE (2003). Es necesario aclarar que las condiciones de habitabilidad básicas no se cumplen principalmente en la ciudad informal (en razón de la naturaleza temporal, progre-siva y auto gestionada del modo de producción), pero tampoco en casos de la ciudad formal.

En la ciudad informal las familias deben corregir los defectos y las carencias generados en el proceso de la construcción realizada sin respetar las normas técnicas y sin control profesional6 . Por ejemplo, el acceso a los servicios públicos se logra generalmente en una etapa posterior del proceso de consolidación de la vivienda y el barrio. Así mismo, es insegura estructuralmente, y tiene problemas de habitabilidad tales como la falta de ventilación e iluminación de los espacios, o el hacinamiento.

En la ciudad formal, los problemas de habitabili-dad están más relacionados con la calidad espacial de las soluciones que con problemas estructurales o de servicios públicos. La oferta formal, al fijar el precio máximo, condiciona el estándar de calidad al presupuesto disponible propiciando así viviendas apa-rentemente completas en áreas demasiado pequeñas, deteriorando la calidad y el buen uso de los espacios. Las habitaciones albergan difícilmente una cama de

6 “El proceso de autoproducción de viviendas es altamente defectuoso y no puede ser recomendado tanto por su efi ciencia como por su justicia (…). Esto condena a millones de años de vida en alojamien-tos inferiores y se requiere mucha energía, sufrimientos y gastos para producir una casa de dos o tres pisos. La vivienda autoproducida puede proveer bienes de capital al pobre, pero esos bienes son verdaderamente unas ‘acciones de sudor’. Además la vivienda autoproducida contribuye a patrones inefi cientes de uso de la tierra, estimulando la ocupación de terrenos costosos para servicios, y produciendo frecuentemente asenta-mientos que viven bajo constante amenaza de riesgos naturales, tales como terremotos e inundaciones” (Gilbert, 2001).

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talla convencional, el espacio social no puede tener un juego completo de muebles, el comedor debe pe-garse a una pared sacrificando puestos, etc. De igual forma, en estas viviendas se pueden presentar casos de hacinamiento debido a la rigidez de los espacios con respecto a la variedad de las estructuras familia-res . Las diferentes actividades domésticas (cocinar, comer, dormir, estar) necesitan un espacio físico (área) para funcionar correctamente. El arquitecto mexicano Carlos González Lobo hace un estudio de cada uno de los espacios de la vivienda y sus reque-rimientos de área para poder desarrollar de manera adecuada las actividades para las que están destina-das. El resultado de esta investigación habla de un estándar vital de vivienda, que enfoca su atención en brindar espacios habitables. El modelo actual produ-ce espacios de menor área, que no tienen en cuenta las condiciones de habitabilidad que allí se generan. El problema cualitativo en la vivienda social necesita una comprensión del tipo de demanda habitacional para proponer alternativas que se ajusten a las necesida-des de la población.

b. Vivienda adecuada a las nece-sidades de cada familia

El estereotipo de casa independiente para un “hogar genérico” en la vivienda social desemboca en solucio-nes que generalmente no responden a la multiplici-dad de conformaciones familiares pertenecientes a este grupo poblacional. La vivienda autoproducida es un reflejo de cómo las funciones y necesidades particulares de cada familia se formalizan en la casa con múltiples soluciones. La observación de estas características permite acercarse a la formulación de tipos habitacionales acordes con las necesidades de la población.

Una primera característica de los asentamientos informales es el crecimiento de la vivienda en el tiempo; su desarrollo progresivo. A medida que los recursos aparecen la edificación se va consolidando y adaptando a las exigencias surgidas7 . La casa se convierte en la representación de la historia familiar, y se hace a la medida de cada propietario. La produc-ción social de la vivienda se caracteriza por la mezcla de usos. Se prevén espacios destinados a generar ingresos tales como locales, talleres o arrendamiento. Estos usos se complementan con las funciones tradi-cionales y generan recursos suplementarios para el propietario de la vivienda.

Teniendo en cuenta lo expuesto anteriormente, intentaremos establecer una serie de estrategias que, al emprender su aplicación conjunta, logren respon-der con alternativas concretas al problema enunciado. Es necesario comprender el problema de la vivienda social en la ciudad de hoy y desde esta comprensión, desarrollar una serie de estrategias de proyección disponibles para la adecuación de la vivienda a las necesidades de la población. La pregunta central por resolver es: ¿cuáles son las medidas que deben

7 “Con el crecimiento mediante el desarrollo progresivo, el autoconstructor va fabricando el refugio inicialmente para resguardar lo fundamental o primario, posteriormente para albergar lo complementa-rio o secundario, hasta consolidar una peculiar solución habitacional que resguardará un hogar. En cada etapa se irán refl ejando las nuevas in-quietudes y necesidades que vayan naciendo del seno familiar o de sus expectativas de sobrevivencia” (Avendaño y Carvajalino, 2000).

Vivienda autoconstruida de desarrollo progresivo en

el barrio Las Orquídeas, Suba, 2007.Esta vivienda esquinera de cuatro niveles alberga cuatro núcleos familiares: el dueño de la vivienda

con su esposa, y sus tres hijos con sus respectivas familias. Existen dos accesos independientes y un

local en la esquina.

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tomarse para establecer un modelo de actuación pública asequible y adecuado a partir del modelo existente?

La formulación de una oferta integral de vivienda para la ciudad debe comenzar por entender los mecanismos, tanto arquitectónicos como de gestión, que en otros casos han permitido producir una oferta más completa y adecuada para la población de menores ingresos. Las estrategias escogidas se repiten en varios contextos, y han sido probadas con éxito en proyectos reales. Algunas de éstas son: la flexibilidad y el crecimiento adaptativo como estra-tegia para entregar una fase inicial básica asequible, que con el tiempo se transformará en una vivienda completa. Los espacios productivos en la vivienda, presentes en gran parte del parque inmobiliario de la ciudad , permiten generar ingresos suplementarios. El proyecto, a través de los diferentes espacios exterio-

estrategias

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res que conforma, define una forma de hacer ciudad, de armar tejido social y generar espacios públicos activos y apropiables.

Flexibilidad y desarrollo adaptativo

El crecimiento informal de la ciudad ha dominado su expansión, y es el que suple en un gran medida la demanda de vivienda de los sectores con menores ingresos. En este tipo de asentamientos las familias autogestionan su espacio habitable. En un lote sin servicios públicos se construye un rancho provi-sional (“paroi”)8 que alberga rudimentariamente al núcleo familiar mientras se consiguen recursos para aprovisionarse de un espacio más grande, acondicio-nado a las necesidades de cada familia. Este proceso toma tiempo, recursos y energía de sus habitantes, y representa la historia familiar a través de su desarro-llo social.

El desarrollo progresivo es una de las estrategias de la ciudad informal, también realizado por la produc-ción formal en diversos contextos y épocas. En nues-tro caso, tal desarrollo, interpretado a las necesidades de la vivienda propuesta, permite resolver de manera simultánea, a través de soluciones arquitectónicas principalmente, los dos problemas enunciados.

El desarrollo progresivo hace posible entregar una unidad básica que por su tamaño se vuelve asequible en el mercado VIP actual. Este es un espacio incom-pleto que no pretende, dentro del área entregada, ofrecer una vivienda terminada. La expansión es necesaria y, al cabo de un tiempo, permite que cada

8 La palabra “paroi” viene de “para hoy”, y sintetiza la idea de aprovisionarse de un refugio temporal con los recursos al alcance (ma-teriales reciclados como plásticos, láminas de zinc, madera del lugar y lo que pueda servir para construir un pequeño rancho…).

El proyecto experimental de Hábitat Adaptativo

desarrollado por la Secretaría Distrital de Hábitat propone una vivienda que tenga la posibilidad de

cambiar en el tiempo. El espacio interior debe adap-tarse a las impredecibles necesidades del usuario.

Todos los tipos de vivienda pueden variar libremente de distribución y dividirse para tener dos espacios

independientes, que pueden llegar ser productivos.

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La propuesta del desierto, en Iquique, Chile, de Fer-

nando Aravena es un buen ejemplo de una oferta integral de vivienda. Enmarcado dentro del Concur-

so Elemental Chile, el proyecto logra ofrecer una unidad básica habitable que con el tiempo se puede

convertir en una vivienda completa.

“Lo primero que hicimos fue cambiar la manera de pensar el problema: en vez de diseñar la mejor unidad posible

de US$ 7500 y multiplicarla 100 veces, nos preguntamos cuál es el mejor edifi cio de US$ 750.000 capaz de alber-

gar 100 familias y sus respectivos crecimientos.” Propuesta del Desierto, Iquique, Chile

tercer piso

segundo piso

primer piso

familia tenga una vivienda completa, digna y ajustada a sus necesidades particulares. Es necesario también que la vivienda progresiva sea flexible y pueda, de la misma manera que se expande, encogerse para acondicionar espacios independientes productivos o para arrendar. La flexibilidad, vista de esta manera, también hace parte del desarrollo adaptativo.

1. Unidad básica, vivienda com-pleta, y oferta integral

Para poder formular una estrategia adaptativa, es necesario definir qué se entiende por unidad básica, vivienda completa y oferta integral de vivienda. Estas nociones varían según la época y el contexto en que se formulan. Las propuestas deben ser observadas te-niendo en cuenta estas variables para así comprender las razones de los planteamientos desarrollados.

Unidad básica. Puede definirse como el recinto habitable que contiene los componentes mínimos para cobijar a un núcleo familiar. Esta unidad básica, en un proceso adaptativo como el que se trata de comprender aquí, es una fase inicial entendida como una estructura que se entrega inacabada, y que, con el paso del tiempo, se consolida en una vivienda com-pleta. Esta fase inicial corresponde a la unidad básica con espacio máximo y costo mínimo.

Vivienda completa. Debe albergar las actividades humanas de manera adecuada. Para esto debe cumplir con unas características básicas traducidas tanto en espacios como en servicios. La vivienda debe ser estable (segura) y debe contar con los servicios domiciliarios básicos. Además, debe diferenciar espa-cios para albergar en forma apropiada las diferentes actividades que se desarrollan dentro de ella, “las cuatro actividades vitales: descanso, preparación de

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alimentos, actividades sanitarias, y encuentro familiar y de desarrollo cultural” (Moncaleano y Morales, 2006).

Oferta integral. Una oferta integral de vivienda debe tener en cuenta la complejidad de la demanda. No solo cada núcleo familiar tiene necesidades diferen-tes, sino que hay que tener en cuenta las etapas del desarrollo de una familia en el tiempo.

Las etapas de desarrollo de los hogares deben ser atendidas simultáneamente. Un hogar consolidado con hijos necesita una vivienda completa o en proce-so de serlo; en cambio, una pareja recién configurada puede necesitar solamente un espacio en renta para las primeras etapas de consolidación de la familia. Una oferta integral debe considerar el factor evoluti-vo en la organización de los diversos tipos de oferta.

2. Crecimiento en el tiempoEl desarrollo de la vivienda en el tiempo –desde

la formalidad– se puede sistematizar, y existen diferentes tipologías que clasifican las formas de crecimiento. En nuestro caso las dividimos en tres clases principales.

a. Crecimiento expansivo (tradicional)

Vivienda en semilla, estructura abierta: Esta es la forma cómo crecen las viviendas de la ciudad infor-mal. Como se describió, la habitación pasa de ser un simple rancho a una vivienda completa con espacios de renta y productivos a través de muchos esfuerzos durante periodos de tiempo considerables9 . En el sector formal, esta forma de acceder a la vivienda

9 Según Jan Bazant S. (2003), el proceso de consolidación de una vivienda puede tardar entre 20 y 30 años de esfuerzos constan-tes por parte de la población.

La ciudadela Aranya, en Indore, India, es una

porpuesta de construcción progresiva desde el sector formal.

El proyecto, del arquitecto B.V. Doshi, propone 80 elementos diferentes para construir las viviendas. De

esta manera, los usuarios escogen como y cuando construir o ampliar sus viviendas.

(los usuarios escogen que tanto construir)

(los usuarios escogen como construir)

(los usuarios combinan los diferentes elementos)

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en busca de aprovechar los beneficios de ambas. Al utilizarlas simultáneamente se puede aprovechar por un lado la estabilidad del crecimiento implosivo con los bajos costos del crecimiento expansivo.

3. FlexibilidadUna condición necesaria de las viviendas progresi-

vas debe ser la flexibilidad para subdividir de diversas maneras pensando en las necesidades cambiantes de las familias en el tiempo.

a. Accesos

Del análisis de las viviendas progresivas de la ciudad informal sale a relucir la necesidad de ofre-cer múltiples accesos a las mismas para así poder dividirlas con facilidad. Una de las formas de lograr otros accesos que sobresalen es la instalación de una escalera en la fachada para acceder desde el espacio público a los segundos pisos. Esta estrategia se repite en esquemas de vivienda formal, y es interesante ver unos cuantos ejemplos

b. División

La flexibilidad radica también en la fácil subdivisión de la vivienda para acondicionar espacios alternos al

A la izquierda, la mesa habitable, sistema de cons-

trucción progresiva mixta, Carlos González Lobo, México.

A la derecha, un ejemplo interesante de múltiples accesos para una misma vivienda. Viviendas eco-

nómicas de Bouca, proyecto de Álvaro Siza para la SAAL, Portugal 1978.

ha sido utilizada en varios contextos. Desde los lotes con servicios hasta las unidades de dos pisos, ampliables a tres, han sido soluciones ampliamente utilizadas.

b. Crecimiento implosivo

Cascarón-galpón-mesa habitable : Se entrega un cascarón vacío donde el habitante acondiciona el interior (placa, espacios servidores, muros divisorios y acabados) a medida que tiene recursos y aten-diendo a sus necesidades. A diferencia del expansivo, aquí es más fácil controlar el crecimiento y, al tener construido el borde del espacio habitable (estructura, cubierta), se puede prever la estabilidad estructural de la edificación

c. Crecimiento mixto

Las dos formas de crecimiento en el tiempo enunciadas pueden mezclarse en un mismo proyecto

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núcleo base. Esta división debe ser temporal a fin de permitir la máxima flexibilidad en el uso de la vivien-da, pudiendo reacomodar los espacios de la casa a las necesidades cambiantes de los propietarios.

DiversidadLos proyectos de vivienda deben ofrecer múltiples

tipos de vivienda, de diferentes tamaños y para conformaciones familiares diversas, que generen alternativas para atenuar las lógicas de la segrega-ción y la exclusión en la ciudad. El proyecto debe permitir el desarrollo económico de sus habitantes y la mezcla social de los diferentes grupos de población subsidiada por el Distrito. La vivienda no puede seguir siendo construida con base en la definición tradicional de hogar, estática y homogenizada. Los tipos de hogares son cada vez más diversos y varían en el tiempo, requiriendo transformaciones en el espacio habitado. La oferta de vivienda debe ser a la vez diversa y adaptable, para contemplar los diferentes tipos de hogares que existen y permitirles transformar el espacio habitable según sus necesi-

El proyecto experimental de Hábitat Adaptativo

provee una multiplicidad de tipos de vivienda para fomentar la diversidad social en el proyecto. Los diferentes apartamentos responden a diferentes

necesidades de usuarios en el tiempo

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Al proponer diferentes tipos de vivienda se entiende la diversidad de hogares de la sociedad actual.

Cada usuario requiere de un espacio particular y unas condiciones precisas.

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La propuesta de Tanner y Holl para el concurso de asentamientos humanos de Manila, en 1976,

propone defi nir el espacio público a través de una arcada en concreto.

Las viviendas se desarrollan progresivamente y la arcada se convierte en el espacio comercial de la

propuesta.El proyecto conforma primero el espacio público,

el espacio comercial y el espacio productivo de las viviendas.

dades. El proyecto experimental busca romper con la segregación socio espacial de la ciudad incitando a la convivencia de múltiples tipos de hogares en una misma edificación.

Espacios productivosLa vivienda productiva es aquella que, además de

albergar las actividades básicas del hogar y el creci-miento progresivo de la misma, deja abierta la posibi-lidad de generar recursos económicos para contri-buir al sostenimiento de la familia propietaria. En este tipo de vivienda se generan ámbitos donde pueden existir actividades económicas, es decir, espacios productivos. El espacio productivo “aparece general-mente como alternativa a la que acude la familia ante apremiantes necesidades económicas” (Avendaño y Carvajalino, 2000, p. 38), es decir, es la alternativa que las familias propietarias encuentran para “cuadrar” las cuentas. En efecto, para muchas familias la vivienda es el bien más valioso que poseen, y un espacio potencial para generar ingresos a través de algunas actividades económicas, “La vivienda se asume con ra-zón, para la mayoría de la población, como un activo o como una inversión pues representa la riqueza más importante que logra acumular a lo largo de su vida” (Arango, 2006, p. 33). Por otro lado, la productividad en la vivienda formal puede organizarse de manera colectiva, en busca de promover mejores espacios para las actividades desarrolladas, y como una forma más efectiva de organizar el espacio urbano.

1. Espacios productivos en la vivienda

La productividad en la vivienda no es solo una, hay muchos tipos y escalas que responden a las múltiples formas de generar ingresos a las que las familias

pueden acceder. De manera general se clasifican en tres tipos: los espacios suplementarios a la vivien-da que tienen la función de albergar algún tipo de actividad económica, los espacios suplementarios que se destinan para el alquiler de vivienda, y los espacios propios de esta donde además de cumplir sus funcio-nes normales acogen, de manera mixta, actividades productivas (cotidianas).

Espacios de actividad económica: son lugares más o menos independientes de la vivienda que se rela-cionan con la calle para ofrecer diferentes tipos de productos y servicios. Pueden ser manejados por los miembros de la familia, o arrendarse para que alguna persona externa se encargue del local. Estos pueden ser tienda, panadería, cafetería, mini mercado, talleres, restaurante, miscelánea, guardería, alquiler de vídeo, maquinitas, venta de muebles, garaje.

Alquiler de vivienda: pueden ser desde una pequeña habitación, con servicios compartidos o independien-tes, hasta un apartamento completo separado de la vivienda. Desde el inquilinato hasta el multifamiliar.

Actividades económicas en la vivienda: los espacios tradicionales de la vivienda pueden, durante unas horas al día, adecuarse para el desarrollo de activida-des productivas. Es el caso de las mujeres que hacen parte de una cadena de producción de una empresa y desde sus casas realizan el trabajo (coser, cocinar). O en la vivienda se improvisa durante el día una guardería comunitaria, un hogar comunitario, centro de capacitación, lavandería, entre otras.

Mezclas: es frecuente que diferentes tipos de espa-cios productivos convivan en una misma vivienda. Por ejemplo, un núcleo habitacional puede ofrecer una pieza o un apartamento en arriendo, y además tener

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un local comercial10 .

2. Urbanización productivaLa oferta formal de vivienda ha tratado, en algunos

casos, de conformar espacios comunitarios para la creación de actividades laborales que beneficien sobre todo a los habitantes de los proyectos. De esta manera se proponen lugares de trabajo dentro de la urbanización que produzcan ingresos para los habi-tantes. El caso del proyecto ganador del Concurso Internacional de Asentamientos Humanos para Manila (1976) demuestra cómo se puede hacer una “urba-nización productiva” a través del diseño de espacios

10 Esta clasifi cación proviene del trabajo de Avendaño y Carvajalino (2000).

Ian Athfi eld, Concurso de asentamientos humanos

de Manila, 1976.El proyecto le apuesta a la creación de un hábitat

productivo a través de la transformación y comercia-lización de los residuos generados en el proyecto.

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productivos comunitarios enfocados a procesos sostenibles como el reciclaje de materiales, granjas urbanas y sistemas “limpios” de creación de energía.

Hábitat adaptativoDe la unidad básica accesible a la vivienda digna y

apropiada

El hábitat adaptativo propone crear un entorno sostenible que propicie el desarrollo en el tiempo de los núcleos habitacionales respondiendo a las necesidades de los propietarios. El hábitat adaptativo es un concepto que permite reunir los tres objetivos en un solo proyecto piloto. Por un lado, la sustenta-bilidad urbana comienza desde la unidad de vivienda entendiendo a partir allí el ecosistema, el tejido social y el contexto urbano. A su vez, la vivienda adaptativa permite responder a las expectativas de los propie-tarios a través del crecimiento o decrecimiento en el tiempo. Este proceso debe estar apoyado también por un medio productivo que genere ingresos suple-mentarios. De esta manera, las viviendas básicas ac-

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centraciones humanas, en particular las del mundo en desarrollo que no tienen a su alcance suficientes recursos para suplir la demanda de vida urbana, aloja-miento, servicios y oportunidades. Este fenómeno es irreversible pues la urbanización de lo rural condena al territorio a una vocación precisa, la de ser ciudad y no campo. Es una fuerza incontrolable que arrasa sin vuelta atrás. Lo urbanizado, urbanizado queda.

Este es precisamente el caso de Bogotá, una ciudad en desarrollo que a principios de siglo no pasaba de 100.000 habitantes y que hoy en día se aproxima a los 7 millones11. La mayoría de su tejido residen-cial proviene de asentamientos informales que no respetan los lineamientos de la planeación estatal. La ciudad se desborda constantemente de los límites demarcados desde la administración, expandiéndose sobre los terrenos previamente rurales y anexando paulatinamente los centros urbanos que se encuen-tran a su alrededor.

La historia de la expansión de Bogotá muestra cómo el centro urbano principal va asimilando en su trama a otros núcleos urbanos periféricos. Durante la década de los cincuenta se anexan al que se bautizó el Distrito Especial de Bogotá, los municipios de Usme, Bosa, Fontibón, Engativá, Suba y Usaquén. La expansión de la ciudad durante los años ochenta y noventa, aunque el límite urbano de Bogotá no se ha movido, se unió con los municipios de Soacha al sur y el de Chía hacia el norte creando una mancha urbana continua compuesta por tres municipios diferentes. Hoy en día, Funza, Mosquera, Madrid, Facatativa, Ca-jicá, Cota y La Calera, están cerca de ser absorbidos por Bogotá.

11 Cifras tomadas del Censo 2005 del DANE. http://www.dane.gov.co/censo/

Es en este contexto, la Bogotá actual, donde los proyectos de vivienda social deben insertarse pensan-do magnificar su radio de influencia. El proyecto de vivienda puede apuntar solamente a resolver un problema habitacional de la ciudad. Pero no debemos olvidar que los proyectos residenciales pueden cola-borar en la construcción de una ciudad más ordenada cosiendo, delimitando, conformando o consolidando su entorno inmediato. En este caso nos interesa de-sarrollar tres escenarios en los que la vivienda puede jugar un papel central: Manzana Urbanizada, Borde Urbano y Entorno Construido.

cesibles en un principio se transforman en viviendas completas, dignas, flexibles y adaptadas a cada familia que las habita.

El proyecto de vivienda, además de proporcionar un lugar digno para vivir, puede ser una oportunidad para estructurar la vida urbana, para coser la ciudad y para construir un entorno propicio para el desarrollo de las actividades humanas. En efecto el tejido resi-dencial, principal componente de la ciudad contem-poránea es el encargado de estructurar el espacio urbano, jerarquizando, rellenando los espacios que no están ocupados por edificios más representativos como los monumentos, los equipamientos o las infra-estructuras comerciales. La vivienda es la gran masa que conforma lo urbano, que le da peso y sentido. La vivienda es una oportunidad única para comenzar a construir, a urdir y a estructurar una ciudad más digna y apropiable.

escenarios Las urbes en desarrollo están atravesando por un proceso de crecimiento urbano sin precedentes. Las ciudades han fracasado en la tarea de albergar y satis-facer las necesidades de una población cada vez más numerosa. Al no poder responder a un crecimiento descomunal de los centros urbanos, las poblacio-nes se han ido asentando en su periferia sin ningún esquema de planificación urbana. Como consecuencia estos asentamientos que en muchos casos se crean de manera ilegal deben ser luego legalizados, con la onerosa inversión en infraestructura y abastecimien-to de servicios públicos. Este proceso de mejora-miento de barrios anteriormente ilegales le cuesta a la ciudad mucho más de lo que le hubiera costado si hubiese construido, desde su inicio, una urbanización planificada en las periferias de la ciudad.

Así mismo, esta creciente expansión urbana con-lleva una situación crítica en términos sociales que, además, se manifiesta físicamente en la colonización del territorio natural, inevitablemente propiciando el deterioro del sistema ambiental. Estos asentamientos ilegales se dan en muchos casos en zonas de conser-vación que en su mayoría no son aptas para la cons-trucción ya que presentan amenazas de remoción en masa, erosión o inundación, poniendo en peligro la situación de las personas que se asientan en el lugar.

Además de estar ante una población vulnerable que vive en condiciones infrahumanas, presenciamos la amenaza al sistema ecológico y a los modos de vida rurales que las grandes extensiones urbanas absor-ben descontroladamente. El problema que esto trae consigo es que la ciudad planeada y ordenada nunca puede ser compatible con soluciones “improvisadas” que se dan en las periferias. Es necesario darse cuen-ta del reto que esto significa para las grandes con-

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E1. Manzana Urbanizada. La ciudad adelanta diferentes proyectos de

vivienda social en la periferia. (las ciudadelas Por-venir, Recreo y Campoverde en Bosa y la ciudadela de Nuevo Usme). Estos proyectos se caracterizan por albergar altas densidades habitacionales en un urbanismo de grandes calidades físicas y ambientales. El estado invierte grandes recursos en proporcionar un urbanismo de primera calidad para abastecer grandes manzanas para vivienda social. Estas manza-nas pueden ser mejor aprovechadas en proyectos de vivienda que traten de satisfacer las necesidades rea-les de la población de menores ingresos de la ciudad. La vivienda VIS que se construya en estas manzanas urbanizadas debe ser un complemento al proyecto urbano hecho por la ciudad. En efecto, el proyecto debe responder correctamente a las condiciones urbanas que han sido planteadas. Uno de los grandes problemas de las ciudadelas de vivienda es que los proyectos arquitectónicos no responden adecuada-mente a las premisas y a las lógicas de los proyectos urbanos. La vivienda es la responsable de potenciar las virtudes del espacio urbano circundante. Es en este escenario donde se han hecho las pruebas de implantación del proyecto y por esta razón hemos podido llegar a una serie de propuestas encaminadas a consolidar proyectos que se ajusten a las posibilida-des del entorno urbano.

Índices: después de un análisis de la edificabilidad permitida (índices de ocupación y de construcción) en la ciudadela el Porvenir, se propusieron esquemas de implantación que no respetan las normas estable-cidas y que revelan nuevas alternativas de proyectos con otros parámetros. En efecto, los índices permiti-dos en las ciudadelas están entre dos tipos de ciudad:

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A la izquierda, las dos implantaciones desarrolladas

en la ciudadela El Porvenir, en Bosa.El proyecto urbano busca solucionar diferentes

problemas que se identifi caron en los proyectos VIS en las ciudadelas de Metrovivienda.

el urbanismo moderno, caracterizado por un índice de ocupación bajo y un índice de construcción alto y el urbanismo tradicional, de manzanas paramentadas, que se refleja en una alta ocupación del suelo y un ín-dice de construcción relativamente bajo. La edificabi-lidad permitida en la ciudadela el Porvenir de Metro-vivienda propicia implantaciones que se parecen más a las propuestas modernas de barras exentas en un urbanismo que sugiere una conformación tradicional. Las implantaciones realizadas demuestran que con un índice de ocupación más alto y uno de construcción similar se pueden generar proyectos más acordes con las exigencias urbanas.

Aislamientos: La ciudadela el Porvenir está regida por una norma de aislamientos que parece ser un residuo normativo de una tradición urbana que no corresponde a la que la propuesta urbanística de Metrovivienda. La norma de antejardines proviene de la ciudad jardín inglesa del siglo XIX importada a Bogotá en la primera mitad del siglo XX y que se ha mantenido desde ese momento dentro de las normativas de la ciudad. Ha tenido ciertos beneficios, al proveer de espacio y vegetación a las vías públicas a costa de los terrenos privados. Esta distribución de cargas entre lo público y lo privado no es necesaria en la ciudadela; la propuesta urbana desarrollada es de muy buena calidad física y ambiental y las manzanas que se entregan a los privados para la construcción de vivienda ya se les ha restado todas las afectaciones y cesiones necesarias. Por otro lado, la norma de antejardines propicia la separación de lo público y lo privado a través de la reja. En efecto, el antejardín es una propiedad privada de uso público con posibilidad de instalar un cerramiento de 1.2 m de altura transparente. El antejardín se convierte en la excusa para enrejar los predios y aislar a los habi-

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tantes del espacio público. La apuesta del proyecto es crear una relación directa entre el edificio y la calle a través de usos que propicien la vida pública y el en-cuentro de vecinos. El proyecto se inclina más hacia un modelo de ciudad paramentada, donde el edificio es el encargado de definir el límite entre lo público, lo privado y lo colectivo.

Alturas y accesibilidad: El proyecto experimental contempla el aprovechamiento de los terrenos en pendiente (como en el caso del polígono 1 en Usme) para aumentar el número de pisos de las edificacio-nes accediendo desde la calle a los pisos interme-dios y así poder elevar la densidad de viviendas por hectárea. La norma de altura para multifamiliares advierte normalmente que si el edificio pasa de 5 pi-sos y altillo, el edificio requiere de circulación vertical mecánica. Para los proyectos de vivienda social se da por sentado que este tipo de gastos no son posibles. La norma para la ciudadela El Porvenir permite cons-trucciones de máximo 6 pisos, permitiendo aparta-mentos de un nivel a los cuales se accede desde el sexto nivel.

Sin embargo, al aprovechar al pendiente del lote para entrar por los pisos intermedios, el edificio pue-de crecer hasta 9 pisos (4 para bajar y 5 para subir). Por otro lado, el equipo de diseño privilegia el acceso por rampa a todos los niveles para así acondicionar el proyecto para evacuación eficiente y circulación de personas con discapacidad.

Propiedad horizontal: El proyecto, debido a sus condiciones particulares, requiere de un estudio del manejo de la propiedad horizontal para aprovechar al máximo las condiciones propias del planteamiento. El edificio podría definirse, al momento de su entrega, como una estructura portante que permite a cada

usuario adaptarse según sus necesidades y posibili-dades. Por esta razón, es recomendable pensar en otros sistemas de propiedad en conjunto, sacados de otros contextos (la vivienda de lujo tipo Loft, donde se entrega un volumen vacío y los usuarios distribu-yen la vivienda según sus necesidades) y entender las lógicas de funcionamiento de estas para adaptarlas al contexto de diseño.

Polígono 1 de Usme.Esta implantación, en un terreno inclinado, requiere de otro tipo de estrategias y permite otras relaciones

espaciales.

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E2. Borde urbano: La vivienda social puede ser una estrategia ade-

cuada en la búsqueda de la conformación de los diferentes bordes urbanos. La ciudad de Bogotá, como la mayoría de las ciudades en desarrollo, está frente al reto de evitar su crecimiento descontrolado sobre las áreas rurales y de reserva. Es necesario luchar contra la expansión infinita de las manchas urbanas y abogar por la densificación al interior de un área controlada. Bogotá tiene tres bordes princi-pales donde se pueden desarrollar a futuro planes de vivienda que sirvan como conformadores de estos. El río Bogotá, al occidente, puede convertirse en un gran espacio público lineal delimitado por áreas residenciales. El límite entre la ciudad y la reserva natural de los cerros orientales es otro de los bordes donde proyectos de vivienda social pueden ayudar a la conformación social de un límite sustentable y permanente. Por último, hay un límite urbano-rural, sobre todo en el Sur de la ciudad (en las localidades de Usme y Ciudad Bolívar) donde se pueden adelan-tar proyectos de vivienda de borde que se centren en apoyar iniciativas de agricultura urbana y otros modos de vida relacionados con la vida rural.

A la derecha, proyecto de Borde de quebrada en Armenia, Quindío.

En la página siguiente, proyecto de borde urbano-rural “ Ciudad Alegría”. Vivienda social en Montene-

gro, Quindío.

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escenario 1 escenario 2 escenario 3

planta general segundo piso escenario 2

Corte longitunal escenario 2

vista aérea escenario 2

E3. Entorno construido. En la ciudad todavía existen aún muchos lotes

vacantes. Estos lotes representan una gran oportu-nidad para la construcción de vivienda. Bogotá debe densificarse para evitar gastos innecesarios en infra-estructura y además esta densificación es la mejor herramienta disponible para asegurar la conservación del ecosistema regional, indispensable para el equili-brio ecológico de la ciudad (agua potable, aire limpio, abastecimiento alimentario de hortalizas...).

Estos vacíos muchas veces son los lugares adecua-dos para albergar actividades encargadas de tejer la trama urbana y consolidar los barrios. El proyecto de vivienda se convierte en un foco de renovación y consolidación a través de las actividades adicionales que cualifican el entorno inmediato.

La vivienda sigue siendo el componente principal de la estructura urbana. El tejido residencial conforma el espacio público, define los lugares de actividad y le da asiento a la vida de los ciudadanos. La vivienda económica en contextos consolidados o en proceso de consolidación es una oportunidad sin precedentes para emprender con este tipo de proyectos acciones de dinamización y renovacíon urbana.

Proyecto de grado de Juan Melo “La vivienda en el intersticio: 3 proyectos en Las Cruces” (Universidad

de los Andes , 2007) propone vivienda económica en los estrechos vacíos de la traza urbana del barrio

Las Cruces en el centro de Bogotá.

Corte Transversal escenario 2.

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El mercado actual de la construcción no logra suplir la demanda de vivienda para los sectores más vulne-rables y mucho menos reducir el déficit cuantitativo y cualitativo de las viviendas en la ciudad. Este docu-mento pretende entender y recuperar la compren-sión del problema, desde la disciplina de la arquitec-tura y también desde el concepto integral de Hábitat. Esto es así, porque permite mostrar una serie de alternativas de acción razonables que contribuirán a obtener soluciones de vivienda integrales articuladas con el espacio público, con los equipamientos colec-tivos, concertado con las redes sociales de usuarios y adaptadas a las necesidades y exigencias actuales de las comunidades.

De igual manera, se propone examinar y recono-cer los aportes históricos de algunas estrategias urbanísticas y habitacionales nacionales e internacio-nales exitosas, construidas a lo largo del siglo XX,

conclusiones en la mayoría de los casos de iniciativa pública, que consiguieron el objetivo de proporcionar vivienda social digna.

Teniendo en cuenta lo que se afirma en este texto, una vivienda asequible y adecuada debe necesaria-mente incorporar la idea de hábitat adaptativo como camino para configurar una oferta integral, flexible, productiva y densa.

También es importante incorporar las lógicas positi-vas de la construcción social del hábitat propio de la ciudad informal a las lógicas de la oferta de vivienda formal para aprovechar la multiplicidad de recursos sociales presentes en estos asentamientos.

Por último vale la pena señalar la necesidad de fortalecer las alianzas de las iniciativas de origen públicas con las iniciativas de origen privado, los aportes científicos de la academia y los requerimien-tos de las comunidades para conformar un marco más apropiado dirigido a la producción de mejores proyectos de vivienda.

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Portada, Camila Barreto, 2008. Prólogo, imagen y collage, Archivo proyecto experimental de Hábitat (PEHAB). In-troducción; foto Ramón Bermúdez, 2007. Índice, Imagen archivo PEHAB. 13- Fotografía carrera 5°, Museo de de-sarrollo urbano; Barrios Acevedo Tejada y Primero de Mayo, Arquitectura y cultura en Colombia, Alberto Saldarriaga Roa, 1986; Plano Digital de Bogotá, DAPD. 14 y 15- Planos, Ciudad Vivienda y Estado, Alberto Saldarriaga R. – Corporación De Villa de Leyva; Fotos, archivo Guillermo Bermúdez.16- Planos, Ciudad Vivienda y Estado, Alberto Saldarriaga R.; imágenes, Pablo arenas y Juan Melo, 2005. 17- Planos e imágenes, La evolución de la vivienda, Germán Samper; Foto actual, Ramón Bermúdez 2006. 18- Planos e imagen, Arquitectura en Colombia, Ediciones PROA Carlos Martínez, 1959. 19- Planos, Ciudad Vivienda y Estado, Alberto Saldarriaga R.; Foto actual, Ramón Bermúdez 2006; e imagen, Arquitectura en Colombia, Ediciones PROA Carlos Martínez, 1953. 20- Foto, archivo Paul Beer, Museo de Desarrollo Urbano, Bogotá; planos Arquitectura en Colombia, Ediciones PROA Carlos Martínez, 1959. 21- Planos Ciudad Vivienda y Estado, Alberto Saldarriaga R.; Fotos Cristina Albornoz, Facultad de Arquitectura, Universidad de los Andes. 22 y 23- Planos, Rogelio Salmona, Ediciones ESCALA, 2006; Fotos, Architectures Colombiennes, 1981. 24 y 25- Foto Ramón Bermúdez, 2008. 26 y 27- Planos, Archivo personal , Luís Fique, imágenes, ESCALA 53-54, 1975, fotos, Ramón Bermúdez, 2007-2008. 28 y 29- planos y fotos, Architectures Colombiennes, 1981. 30 y 31- esquema La evolución de la vivienda, Germán Samper; planos y foto Architectures Colombiennes, 1981. 32 - Fotos e imagen MGP arquitectos. 35- Foto, Bogotá desde el aire, Villegas editores, 1994. 37- Foto Ramón Bermúdez, 2007. 39- Diagrama EL TIEMPO, abril de 2008, planos Carlos González Lobo, Vivienda y Ciudad Posibles, 1998. 41- Foto y planos Jairo Villegas, 2006. 42 y 43- Foto Ramón Bermú-dez, 2008. 44 y 45- Archivo PEHAB. 46 y 47- Planos e imágenes, Catálogo Bienal Arquitectura Chilena, 2006. 48 y 49- Planos e imágenes, B.V. Doshi, 1995. Foto Ramón Bermúdez, 2006. 50- Dibujo, Carlos González Lobo, Vivienda y Ciudad Posibles, 1998. 51- plano, dibujo e imagen, Triqueiros, L. 1998. Siza Viera, Alvaro 1954-1976. 52, 53, 54 y 55- Archivo PEHAB. 57 y 58- imágenes Architectural record, 1976-5. Human settlements. 59- Foto Ramón Bermúdez, 2007. 60 y 61- Archivo PEHAB. 64 a 69- Archivo PEHAB. 70 y 71- Plano archivo PEHAB; imagen Fernando Ospina; Nueva ciudad alegría, Montenegro. 72- plano PMIB, SDHT, 2008. 73- Juan Melo, Proyecto de Grado Universidad de los Andes, 2007.

créditos ilustracionesen orden de aparición:

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