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misericordia: para creer en la resurrección la vigencia del sentido religioso desigualdad: desconfianza e inseguridad por qué importa la educación cívica Rte. : Revista Mensaje, Cienfuegos 21, Santiago, Chile · Cód. Postal: 8340578, Casilla: 10445 · Teléfono: (+56 2) 2696 0653 · Fax: 2671 7030 Morir vivir para

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misericordia: para creer en

la resurrección

la vigencia del sentido religioso

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Rte. : Revista Mensaje, Cienfuegos 21, Santiago, Chile ·

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el papa ante el cambio climático

decisiones morales frente al aborto

karadima y el desprestigio

de la iglesia

chile en proceso constituyente

qué ocurrió en la haya

¿qué crisis es la que tenemos?

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MARZO-ABRIL 2016N° 647 • VOL. LXV

Fundador San Alberto Hurtado, S.J. • Director Tony Mifsud S.J. • Editor Juan Rauld • Con-sejo Editorial Cristóbal Emilfork S.J., Juan Diego Galaz S.J., Diego García, Fernando Montes S.J., Fernando Verdugo S.J., Andrés Mardones • Consejo Ampliado Claudio Agostini, Fernando Atria, Matías Bernier, Ri-cardo Capponi, Jorge Carey, Javier Couso, José Luis del Río, María Soledad del Villar, Eduardo Engel, Alberto Etchegaray, Juan Eduardo García-Huidobro, Manuel Antonio Garretón, Sebastián Kaufmann, Pedro Irureta, Felipe Larraín, Guillermo Larraín, Sergio Micco, Sergio Molina, Claudio Orrego, María Luisa Pérez, Magdalena Piñera, Haydée Rojas, Andrés Solimano • Portada Cristo y la madre, Fratel Venzo • Diseño Mercedes Lincoñir H. • Redacción y Administración Cienfuegos 21, Santiago, Chile - Cód. Postal: 8340578, Casilla: 10445 / Teléfonos: (+56 2) 2696 0653 – (+56 2) 2698 0617 - Fax: 2671 7030 / E-mail: [email protected] • Impresión GraficAndes® (que actúa solo como impresor) • Horario continuado de atención Lunes a viernes de 9 a 18 horas.

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“Un mensaje cristiano para el mundo de hoy”

cartas

editorial. Morir para vivir

comentario nacional10 Falacias narrativas y efecto halo: expectativas y crecimiento en 2016,

Guillermo Larraín

comentario internacional14 Desigualdad = desconfianza = inseguridad, Raúl Sohr

temas de hoy18 La Misericordia, camino para creer en la Resurrección, Fredy Peña

Tobar ssp.20 Un reencuentro tras mil años de separación, José Arenas S.J.24 Qué pastores con “olor a oveja” pide el Papa, José María Guerrero S.J.28 La vigencia del sentimiento religioso, Luis Bahamondes González34 Por qué importa una buena "educación cívica", Priscilla Echeverría

de la Iglesia38 La escuela, desde la pedagogía de la confianza, Ricardo Hevia Rivas42 Una nueva Constitución, el pueblo mapuche incluido,

Domingo Namuncura 45 Los dos Chiles, Cristóbal Huneeus

diálogos47 Oportunidades y amenazas en la nueva legislación de partidos,

Jorge Ramírez, Mauricio Morales

cultura51 Oscar para un oso, Victoria Dannemann52 Spotlight o el necesario grito en el silencio, Patricio Contreras54 Norton Maza: Al borde de la catástrofe, Jazmín Lolas56 Juan Rulfo en la memoria, Eduardo Guerrero del Río59 Libros, por Juan Díaz S.J., Fredy Peña Tobar ssp., Francisco Jiménez S.J.,

Samuel Yáñez, Gustavo Donoso64 Discos. Música para meditar y expandir horizontes, Fernando Berríos

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CART

AS

RECTIFICACIÓN A ARTÍCULO SOBRE DROGAS

Sr. Director:En el primer número del año en curso, revista Men-

saje publicó el artículo: “Drogas, violencia y criminaliza-ción”. Debo señalar que el título original era otro, como también su imagen central y algunas ideas al respecto.

Trabajar en ámbitos sociales pro inclusión, re-flexión, generación de conocimiento y promoción y protección de derechos humanos implica muchas ve-ces Gastar la Vida, pero penosamente también es po-sible “caer en el juego” de los medios de comunicación y reforzar signos que estigmatizan especialmente a los sectores más empobrecidos.

La imagen del artículo no refleja lo expuesto en el mismo. Una persona que presenta consumo proble-mático de drogas requiere un abordaje salubrista y no de rotulación social; al parecer se aprende poco y se perpetúa el foco en el adicto y no en el sistema que genera más y más inequidad social.

Se menciona la historia de una mujer asesinada… me permito precisar que fue encontrada producto de la presión ejercida por su familia, comunidad y los medios de comunicación. La policía solo fue efectiva tras la amenaza de estos últimos.

Finalmente, el título original era “Drogas y violen-cia… dictadura y criminalización de los más pobres”.

Fraternalmente,

Francisco J. Carreño Gómez

4 MARZO-ABRIL 2016

ESPERANZAS PARA LA UNIDAD CRISTIANA

Sr. Director:Ha sido una buena señal la visita de S.S. Kiril, Pa-

triarca de la Iglesia ortodoxa rusa, a Sudamérica. Durante los años en que fui embajador de Chile en

Rusia (1997-2001) conocí la realidad de esa Iglesia, que tiene ya mil años sosteniendo la fe. Leí con mucho interés las opiniones de sus autoridades y conocí per-sonalmente al patriarca Alexis II. Es así como entendí que, para respirar bien, el cristianismo necesita dos pulmones: el oriental y el occidental, sugestiva imagen propuesta con anterioridad por el papa Juan Pablo II.

Esta Iglesia celebró en 1988 su primer milenio del bau-tismo de Rusia, recordando la introducción del cristianis-mo en el año 1988 por parte del príncipe Vladimir en el estado feudal ruso. Durante la Segunda Guerra Mundial, los católicos ortodoxos movilizaron todas sus reservas morales y materiales para sostener a la población del país. Hay que recordar que durante los siglos XVI y XVII esta Iglesia enfrentó una grave crisis, en la que se enfrentan el Patriarca y el Zar. Se acentuó posteriormente la cen-tralización del Estado y se abrió camino la teoría política de “Moscú, como una tercera Roma”, que pedía al mo-

narca ruso erigirse como guía del mundo ortodoxo, para liberarlo de lo que llamaban “el cesaropapismo católico”, por una parte, y de la teocracia musulmana, por la otra.

Muchos en Occidente conocen a esta Iglesia a tra-vés de escritores, entre ellos Fedor Dostoievski, quien supo demostrar que el tema de la existencia de Dios es una cuestión fundamental para el hombre. Su fe en Cristo era sufrida: “Yo creo en Cristo y lo confieso, no como un niño (…) a través del gran crisol de la duda ha transcurrido mi hosanna”.

El encuentro del papa Francisco tendrá gran impor-tancia en el esfuerzo de ambas iglesias para la unidad de una misma fe, que está llamada a ser santa, univer-sal y apostólica. Tanto Juan Pablo II como Benedicto XVI intentaron un encuentro en diversos lugares, o una visita a Moscú, pero no fue posible, dadas dificultades históricas que hasta ahora no se han podido resolver. La manera de ser del actual Pontífice y el impulso que este ha querido dar a esta tarea, han abierto puertas que parecen promisorias. Quiera Dios que la Iglesia ca-tólica chilena tenga también la oportunidad de ayudar en un diálogo cristiano.

Sergio Fernández Aguayo

DECADENCIA EN EL CLERO DE EE.UU.

Sr. Director:¿Qué ha producido en el clero norteamericano el

desprestigio real provocado por la grave situación de decadencia vivida en el último tiempo? Podemos recordar los tiempos en que la vocación de recono-cidos sacerdotes prestigió a la Iglesia. Entre ellos, monseñor Fulton J. Sheen y sus catequesis televi-sivas. O la exitosa Campaña del Rosario en familia del padre Patrick Peyton, allá por los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado. Todo eso se ha hundi-do setenta años después, tras los juicios criminales contra tantos sacerdotes pedófilos de la diócesis de Boston, quienes fueron amparados por el silencio de su arzobispo, y también por episodios de manejos oscuros de las finanzas.

La buena época pasada se hizo evidente en el cine estadounidense. El prestigio de los sacerdotes mode-lo se observa en los muy populares filmes Las llaves del Reino y El Buen Pastor, película esta que en 1944 arrasó con siete premios Oscar. Ahora, en cambio, ese galardón lo recibió Spotlight, que expone la difícil tarea periodística de hacer público el crimen del cle-ro católico delincuente. ¿Se podrá revertir esta triste situación en una Iglesia tan grande como la católica en Estados Unidos?

Me despido de Uds. en Cristo Jesús.

Luis Eugenio Meneses I., sacerdote secular.

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CART

AS

5MARZO-ABRIL 2016

ABORTO, DILEMA MORAL Y AUTONOMÍA DE LA MUJER (EN LIMPIO)

Sr. Director:En Mensaje n° 645, el señor Rodrigo Pablo responde

a mis críticas al artículo publicado en esta revista, escri-to por Soledad Alvear, sobre el aborto, y cuestiona mi apoyo al proyecto de legalización en tres causales. El señor Pablo, lamentablemente, más que aportar argu-mentos favorables a su postura, opta por descalificar la postura rival: señala que la nueva ley sería “dañina e innecesaria”, y a quienes apoyamos la nueva ley nos califica de ser un “soporte inconsecuente” y de “res-paldar propuestas donde campea el individualismo, el relativismo y el hedonismo”.

En su carta el señor Pablo ignora una idea moral que ilumina estos dilemas desde la tradición: el con-cepto de conflicto de valores y de mal menor. A veces las personas enfrentan una situación en que en todas las alternativas hay dolor y mal y, sin embargo, deben tomar una decisión. En el embarazo por violación, la mujer enfrenta un dilema: aceptar o interrumpir ese embarazo forzado. Puede criar al hijo, arriesgándose

a recordar toda la vida al ofensor, al mirarlo. O pue-de entregarlo en adopción. Todas las alternativas son dolorosas, lo que es propio de los casos de conflicto de valores.

En muchos casos complejos, las mujeres y los médi-cos logran discernir la mejor forma de proceder, lo que a veces puede llevar a una interrupción del embarazo. La ley actual, herencia de la dictadura, condena a la mujer a una “minoría de edad”, obligándola a some-terse al legislador autoritario. Pablo y Alvear tampoco parecen confiar en la mujer en ese trance, obligándola a continuar un embarazo en condiciones trágicas. La nueva ley, en cambio, devuelve a la mujer el poder de decidir, y permitirá a médicos y familias actuar dentro de un marco legal adecuado.

Es cierto que la visión católica más tradicional re-chaza la autonomía de la mujer en este caso, otorgán-dole un valor absoluto a la vida naciente, postura que es cuestionada hoy por muchos moralistas. Visiones religiosas diversas, también católicas, aceptan la au-tonomía de la mujer en estos casos.

Cristián Barría Iroumé, médico.

SOBRE EL DERECHO HUMANO A “MATAR AL EMBRIÓN”

Sr. Director:Distintos profesionales, aunque se definen contrarios

al aborto en general, sustentan el derecho a matar al embrión sobre la base de los derechos de la mujer, acep-tando las tres causales que se discuten hoy legalmente.

Heidegger planteó que cualquier humanismo con-templa el esfuerzo para que el hombre se “torne libre para su humanidad y encuentre en ella su dignidad”. Variará en función de lo que se considere como liber-tad, la naturaleza del hombre y su historia. En el caso del aborto, ese humanismo incluiría la libertad para matar al embrión humano: es decir, la libertad de des-truir a su propia humanidad, como expresión ¿legítima? de “humanidad”, negando inconsecuentemente a este su calidad y condición de “humano”.

En Estados Unidos, el neurocientífico Michael S. Ga-zzaniga, miembro del Consejo Presidencial de Bioética, al aludir a qué nos hace humanos, nos recuerda que como especie, “en general, no nos gusta matar, en-gañar, robar ni abusar de otros”. Esto se debe a que, además del discernimiento racional, contamos con una programación ética innata emocional que involu-cra emociones morales, como la bondad y la compa-sión, además de la capacidad de perdonar. Todo esto sería fruto de la selección natural. Pero nos advierte que finalmente es el mundo sociocultural (incluyendo

la economía, la ciencia y la técnica) el que convierte algunos comportamientos en morales y/o virtuosos.

Por mi parte, creo en un humanismo humanizador. Creo en comportamientos morales fundamentados en la humanidad del ser humano, que rige desde que este es una primera célula con derecho a la vida. El profesor de física Freeman Dyson y el biólogo Stuart Kauffman afirman que hay vida cuando “algo” procesa y usa in-formación como “agente autónomo”, que actúa en su propio interés en un ambiente, reproduciéndose y efec-tuando por lo menos un ciclo de trabajo termodinámi-co (combatiendo el desorden o entropía). La primera célula del embrión sí cumple con estas características. Su ambiente es la persona biológica y espiritual de la madre, junto al contexto familiar, social y cultural don-de ella, a su vez, vive. La información genómica que posee es toda la necesaria para su desarrollo como ser humano. Este desarrollo se realizará auto organizán-dose y aumentando su complejidad permanentemente.

De alguna manera, la vida y el embrión en desarrollo “usan” en forma adecuada a la madre y su entorno para su desarrollo evolutivo, reflejando e incorporando la historia completa de nuestra especie. En esa primera célula yace y se despliega con toda su belleza el mis-terio completo del nacimiento y el desarrollo del uni-verso, de la vida y de la evolución de nuestra especie, que hacen posible nuestra existencia.

Dr. Sergio Canals L., psiquiatra infanto-juvenil.

Mensaje se reserva el derecho de extractar cartas de más de veinte líneas. Escríbanos a: [email protected]

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Morir para Vivir

dignidad como ser humano y entra en una escalada de progresivas frustraciones: el “tener” nunca está al servicio del “ser”.

La sociabilidad ineludible del individuo implica abrirse al otro, porque solo en —y con— el otro se descubre el propio yo. La sociabilidad construye la individualidad y esta, a su vez, supone una auténtica sociabilidad. De lo contrario, la individualidad no entra en contacto con la alteridad y manipula al otro para priorizar los propios intereses, obstaculizando el en-cuentro entre dos individuos. Por ello, el egoísmo (el cuidar solo los propios intereses) mata al individuo, le impide su realización, pues niega su dimensión social.

Esta es la condición humana: no abrirse a la alte-ridad es condenarse a habitar encarcelado en la os-curidad de la propia mismidad, sin la iluminación a la que contribuye la presencia de un otro. Quien no es solidario es solitario, porque desconoce el amor del encuentro gratuito en la alteridad, en el que el otro se respeta por lo que él es y no es reducido en función del solo interés de alguien. Y ¿quién puede vivir sin amor, ya que amar y ser amado es lo que más anhela cualquier ser humano?

En esta perspectiva, la muerte no es solo el acto final de la existencia, sino una realidad cotidiana que prepara ese acto final y le da sentido pleno. No consis-te en una negación de uno mismo; todo lo contrario, significa descubrirse y encontrarse frente al otro. Es en el nosotros donde se descubre la individualidad y la sociabilidad. Entonces, no se satisface la necesidad del otro explotándolo, sino reconociéndolo en su alte-ridad. Se trata de morir a uno mismo para encontrarse con el otro en la formación de un nosotros. Es así que el morir está en función del vivir, alejándose de cual-quier indicio de masoquismo.

En este contexto cabe la gratuidad, lo lúdico, lo con-templativo, porque se vuelve a priorizar el lugar de la plaza por encima del centro comercial, donde uno es reducido a ser un consumidor y un cliente. Pasar por el centro comercial para descansar en la plaza son dos necesidades humanas básicas.

Después de un periodo de vacaciones, usualmen-te contamos con mayor capacidad para apreciar con perspectiva adecuada los acontecimientos

que remecen a la sociedad. Esto puede ser especial-mente útil en tiempos como los que hoy vivimos los chilenos, cuando muchos acontecimientos nos indican que se registra una crisis de esas que, inevitablemen-te, surgen en un cambio de época.

En esta oportunidad, nuestro tiempo está marca-do por la necesidad de reformas en diversos campos: acceso universal a una educación de calidad, mayor transparencia en el quehacer político, mejor distribu-ción de los recursos económicos y avance hacia una Constitución que goce de credibilidad ciudadana.

En Chile, este escenario político es simultáneo a un proceso de cambio cultural, que involucra otras ma-neras de comprender y evaluar. Con ello se facilita un cierto conflicto social, a raíz de las diferencias y ten-siones respecto del modo como debieran implemen-tarse los cambios. Es un periodo de alta complejidad en el que abunda la crítica y escasea la auto-crítica. Y se dificulta, en consecuencia, un auténtico diálogo ciudadano.

Finalmente, se trata de un ciclo de vida-muerte-vida. Es el abandono de un esquema obsoleto y el en-cuentro de otro nuevo, más conforme a la realidad actual.

UNA PARADOJA HUMANA

La experiencia humana enseña que la muerte for-ma parte de la vida. Aun más, algunos piensan que es preciso morir para vivir. Ciertamente, esta es una afirmación extraña que, mal entendida, apesta a ma-soquismo y amargura, aunque, de hecho, esconde la sabiduría del buen vivir, porque vivir es convivir.

Si uno no muere al odio, a los celos, a la envidia, a la venganza, entonces resulta imposible vivir en paz; se está muerto en vida. Además, si uno no renuncia a reducir todo a lo material y al consumo como fun-damento de la existencia, nunca descubre la propia

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Una expresión de esta condición humana ya la encontramos expresada en la mitología griega, concretamente en la figura de Narciso. En la narración de Ovidio (poeta romano, 43 aC-17 dC), un apuesto joven es incapaz de responder a la admiración de varias damas y termina enamorándose de sí mismo cuando ve su imagen reflejada en un arroyo. Narciso queda tan absorbido en sí mismo que termina ahogándose.

La psicología y la psiquiatría elaboraron la caracterización de la personalidad narcisista, subrayando la incapacidad de un individuo para ver al otro. Para los narcisistas, el mundo debe ser guiado por los puntos de vista que ellos asumen, los cuales consideran infalibles y fuera de discusión. Por tanto, existe en el narcisista una inagotable sed de admiración y adulación; a su vez, ensimismado en su discurso autodirigido, él se hace inca-paz de reflexionar y escuchar lo que el mundo externo le grita.

Individualidad y sociabilidad son necesariamente comple-mentarias. Esta relación de alteridad en la reciprocidad cons-tituye una sabiduría humana adquirida desde la antigüedad. Lo contrario a esto es el narciso, pues vive una contradicción vital: por una parte, niega la presencia del otro (ya que está encerrado en sí mismo) y, a la vez, necesita del otro (busca ad-miración y adulación).

EL MISTERIO PASCUAL

En la tradición cristiana esta verdad antropológica se deno-mina “proceso de la conversión”. En el Evangelio, la Persona de Jesús se dirige a sus discípulos con las palabras: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, la encontrará. Pues ¿de qué le ser-virá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué puede dar el hombre a cambio de su vida?” (Mt 16, 24-26).

Perderse para poder encontrarse con el otro (lo humano) en el Otro (lo divino); es la trascendencia en la inmanencia. Este es el misterio pascual que se celebra en el mundo cristiano duran-te la Semana Santa. El camino de la Cruz, que significa asumir como propio el dolor de los demás, termina en la gloria de la Resurrección. Es el grano de trigo que, al morir, se hace fecundo.

La verdadera individualidad se realiza en la apertura al otro. En el episodio del lavado de los pies (el gesto eucarístico), la exi-

gencia de la Persona de Jesús, quien actúa como Señor y Maestro, es muy clara. “Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo: ‘¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque lo soy. Si Yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que Yo hice con ustedes. Les aseguro que el servidor no es más grande que su señor, ni el enviado más grande que el que lo envía. Ustedes se-rán felices si, sabiendo estas cosas, las practican’” (Jn 13, 12-17).

La realeza del Dios revelada por la Persona de Jesús (el sím-bolo del manto) consiste en el poder del servicio (el gesto del lavado). Es el poder de la cercanía y de la preocupación por el otro, que solo se comprende desde una convicción de un noso-tros creado por la filiación divina. La aceptación de la filiación se hace verdad en el compromiso por la hermandad, al descu-brirse hijos/as del mismo Padre.

Morir a uno mismo para vivir al servicio del otro, es la bien-aventuranza que vivió y enseñó la Persona de Jesús. Este es el signo determinante que destaca al auténtico cristiano. En su ausencia no hay discipulado, porque la luz del testigo se de-genera en la oscuridad del traidor.

UNA SEMANA SANTA AL SERVICIO DE LA SOCIEDAD

La Semana Santa recuerda al cristiano el proceso de con-versión, el paso de morir para uno mismo para vivir con y para los demás, a ejemplo del Maestro y Señor. Si el poder, espe-cialmente el político y el económico, se entendiera como un servicio para cuidar del bien común de la sociedad, asegurando que sea un espacio inclusivo donde todos/as se sientan en su propia casa, el mundo estaría mucho mejor.

MensajeMarzo-abril 2016.

Perderse para poder encontrarse con el otro (lo humano) en el Otro (lo divino); es la trascendencia en la inmanencia. Este es el misterio pascual que se celebra

en el mundo cristiano durante la Semana Santa.

7MARZO-ABRIL 2016

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dra. maría lucía aravena cerda > Endocrinología > 11 de Septiembre 1881, of. 2205,

Providencia · 2244 3587 - 946 0812

dr. fernando ruiz-esquide espinoza > Pediatra / Neonatólogo > Luis Thayer Ojeda 157, of. 210,

Providencia · 2231 9265 - 09 448 0591 www.doctorfernando.cl

alejandra escobar zambrano > Psicóloga Clínica, Postítulo de Especialización en Psicología Clínica

Infanto-Juvenil > General Salvo 173, Metro Salvador 08 929 4108 · [email protected]

dr. alejandro gayán t. > Pediatría y cardiología infantil - R.C.M. 13361-2 > Guardia Vieja 181, of. 202, Providencia · 2234 0811 - 2335 0441 >

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Celular 9222 6679 · [email protected]

sara llona rodríguez > Terapeuta familiar > Providencia 201, of. A · 2204 0949 - 09 837 8188

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dr. sergio cousiño mutis > Cirujano Dentista U. de Chile. Especialista en ortodoncia y ortopedia funcional de los maxilares > Padre Mariano 83 L. 1,

Providencia · 2813 7714 > Vicuña Mackenna Poniente 6441-A, La Florida · 2283 9633 · www.inprodent.cl

jorge gissi bustos > Psicoterapeuta.Prof.titular U.Católica de Chile.Dr.en U.Gregoriana, Roma > La Concepción 81, of.218 (Metro P. de Valdivia),

Providencia · Horas a [email protected]

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rosario covarrubias m. > Psicóloga Clínica, post título en psicoterapia breve de Orientación

Estratégica. Psicoterapia adultos y adolescentes > Las Clarisas 64, Las Condes (metro Manquehue)

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cristina llerena gallano > Psicóloga Clínica U. Santo Tomás. Terapeuta infantojuvenil y familiar,

dificultades de aprendizaje y adaptación escolar.

Psicoterapeuta de enfoque psicoanalítico y sistémico > Camino del Mediodía 790,

El Quisco · 6693 0340 [email protected]

juan pablo agostini gonzález > Psícologo Clínico especialista en Fobias, Ataques de Pánico, Depresiones con metodología basada en la Neuro Ciencia. > Martín de Zamora 4712, Las Condes ·

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isabel margarita fontecilla silva > Ps.Psicóloga Clínica U. de Chile. Terapeuta infantojuvenil y familiar. Psicoterapeuta y

supervisora acreditada > Eliodoro Yáñez 2063, of. 407,

Providencia · 2251 6759 - 2225 6428

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EN R

ELIE

VE

MARZO-ABRIL 2016 9

En su visita pastoral a México, entre el 14 y 17 de febrero pasado, el papa Francisco se dirigió a diversos grupos de la comunidad de ese país. En sus intervencio-nes, reiteró muchas de las preocupaciones fundamen-tales de su papado y los lineamientos de su magisterio.

* “La experiencia nos demuestra que, cada vez que buscamos el camino del privilegio o beneficio de unos pocos en detrimento del bien de todos, tarde o tem-prano la vida en sociedad se vuelve un terreno fértil para la corrupción, el narcotráfico, la exclusión de las culturas diferentes, la violencia e incluso el tráfico de personas, el secuestro y la muerte, causando sufri-miento y frenando el desarrollo”.

- Discurso en el encuentro con autoridades, la socie-dad civil y el cuerpo diplomático, 13 de febrero, Palacio Nacional de Gobierno, Ciudad de México.

* “Ante todo, la Virgen Morenita nos enseña que la única fuerza capaz de conquistar el corazón de los hombres es la ternura de Dios. Aquello que encanta y atrae, aquello que doblega y vence, aquello que abre y desencadena no es la fuerza de los instrumentos o la dureza de la ley, sino la debilidad omnipotente del amor divino, que es la fuerza irresistible de su dulzura y la promesa irreversible de su misericordia. Un inquieto y notable literato de esta tierra dijo que en Guadalupe ya no se pide la abundancia de las cosechas o la fer-tilidad de la tierra, sino que se busca un regazo en el cual los hombres, siempre huérfanos y desheredados, están en la búsqueda de un resguardo, de un hogar”.

- Discurso en el encuentro con los obispos, 13 de febrero, Catedral, Ciudad de México.

* “El desafío ambiental que vivimos, y sus raíces hu-manas, nos impacta a todos (cf. Laudato Si’, 14) y nos interpela. En esto ustedes tienen mucho que enseñar a la humanidad. Sus pueblos, como han reconocido los obispos de América Latina, saben relacionarse armó-nicamente con la naturaleza, a la que respetan como

‘fuente de alimento, casa común y altar del compartir humano’ (Aparecida, 472). Sin embargo, muchas ve-ces, de modo sistemático y estructural, sus pueblos han sido incomprendidos y excluidos de la sociedad. Algunos han considerado inferiores sus valores, sus culturas y sus tradiciones. Qué bien nos haría a todos hacer un examen de conciencia y aprender a decir: ¡Per-dón!, ¡perdón, hermanos! El mundo de hoy, despojado por la cultura del descarte, los necesita”.

- Homilía durante la Misa con las comunidades in-dígenas de Chiapas, San Cristóbal de las Casas, 15 de febrero.

* “Vivir en familia no siempre es fácil, muchas veces es doloroso y fatigoso, pero creo que se puede aplicar a la familia lo que más de una vez he referido a la Igle-sia: prefiero una familia herida, que intenta todos los días conjugar el amor, a una familia y sociedad enfer-ma por el encierro o la comodidad del miedo a amar. Prefiero una familia que una y otra vez intenta volver a empezar, a una familia y sociedad narcisista y obse-sionada por el lujo y el confort... Prefiero una familia con rostro cansado por la entrega, a una familia con rostros maquillados, que no han sabido de ternura y compasión”.

- Encuentro con las familias, 15 de febrero, en Tuxt-la Gutiérrez.

* “El aborto no es un ‘mal menor’. Es un crimen. Es echar fuera a uno para salvar a otro. Es lo que hace la mafia. Es un crimen, es un mal absoluto. Sobre el ‘mal menor’: evitar el embarazo es un caso —ha-blamos en términos de conflicto entre el quinto y el sexto mandamiento—. Pablo VI, ¡el grande!, en una situación difícil en África permitió a las monjas usar anticonceptivos para casos de violencia. No hay que confundir el mal de evitar el embarazo, por sí solo, con el aborto”.

- Conferencia de prensa en el avión de regreso a Roma, 17 de febrero.

MÉXICO: EL PAPA HABLÓ A POLÍTICOS, OBISPOS, INDÍGENAS Y FAMILIAS

RONALDO SCHEMIDT / AFP

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Falacias narrativas y efecto halo: expectativas y crecimiento en 2016Guillermo Larrain

Economista*

Un buen diseño de política económica por parte del Gobierno debiera considerar cómo confrontar imágenes y percepciones perniciosas que se han instalado en los actores del quehacer económico y político.

La falacia narrativa consiste en extrapolar que aquella supuesta irracionalidad de la institucionalidad antigua reaparecerá con la nueva.

FOMENTAR LA INVERSIÓN EN EXPORTABLES

En 2016 y 2017 es probable que el escenario mejore un poco en términos de crecimiento económico global, pero persisten riesgos importantes. Según el Ministerio de Hacienda y el Banco Cen-tral, no se prevé que haya mejoras en el precio del cobre, como tampoco un re-punte en la inversión minera. Hacienda ha señalado que el “impulso fiscal”3 será casi cero y el Banco Central hasta hace poco decía que la política monetaria es-taba en fase de normalización. Así, las principales herramientas de corto plazo para impulsar el crecimiento no estarán disponibles. ¿Qué hacer?

La principal alternativa es confiar en el efecto expansivo del alza del tipo de cam-bio real. Esto es un estímulo importante para el sector exportador y sustituidor de importaciones. Durante el superciclo de los commodities, estos sectores su-frieron una mezcla de contracción en su actividad (la denominada “enfermedad holandesa”) y/o un debilitamiento finan-ciero. En cualquier caso, para que el me-canismo cambiario opere se requiere que las empresas inviertan.

Llegamos, así, a un punto clave: ¿qué requieren los empresarios para invertir? El ideal sería que la demanda externa

relevancia es al efecto sobre la inversión y el crecimiento derivado de la crisis de la política y de los políticos.

Es tal la fuerza de estos problemas de “expectativas” que la desaceleración ocurrió a pesar de contar con políticas monetaria y fiscal expansivas. Si bien más adelante intentaremos entender el problema de expectativas, discutamos primero en qué contexto macro se da este fenómeno de expectativas y cuáles debieran ser las soluciones técnicas de-seables de implementar2.

La desaceleración del crecimiento en Chile desde 2013 durará un par de años más. Inicialmente esto se ori-

ginó en el menor crecimiento mundial, la caída en el precio del cobre y el ajuste del sector minero. Desde 2014 se ha agrega-do gradualmente un componente interno derivado de incertidumbres políticas1.

Desde la oposición usualmente se asocian estas incertidumbres a algunas de las reformas impulsadas por el gobier-no y en parte tienen razón. Un elemento al que los analistas le han dado menos

* Doctor en Economía, Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales, París. Profesor del Departamento de Economía, U. de Chile. Agradezco los comentarios de Ricardo Capponi. Cualquier error que persista es de mi responsabilidad.

1 El Banco Central en su Informe de Política Monetaria de junio de 2015 identificó empíricamente la existencia de un “componente autónomo”, no explicado por variables económicas funda-mentales, que crecientemente daba cuenta del comportamiento de la inversión.

2 Para más detalles, ver el número especial dedicado a este tema en Mirada FEN, Revista Economía y Administración, Universidad de Chile. En particular, Larraín, G. (2016) “Chile: desafíos de la era post mineral”, p. 26.

3 Se mide como el cambio en el déficit fiscal efectivo y representa la mayor demanda agregada generada por el fisco, menos los impuestos que el Estado recauda.

MARZO-ABRIL 2016

COMENTARIO NACIONALMSJ

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fuera tan vigorosa que, junto con bue-nas condiciones cambiarias, no fuera ne-cesario más. Esto es lo que ocurrió en los años ochenta, a pesar de las fuertes incertidumbres políticas. La demanda externa, sin embargo, hoy no crece vi-gorosamente y nada sugiere que lo hará en el corto plazo. Más bien lo contrario. Sorprendentemente, durante la primera semana de marzo el Fondo Monetario In-ternacional hizo un llamado global a que los países tomen medidas de estímulo a la demanda, la que, de otra manera, se-guiría desacelerándose.

¿QUÉ IMPLICA “INVERTIR”?

Una decisión de inversión conlleva tres tipos de problemas. El primero es que hay que inmovilizar recursos por mu-cho tiempo. Aun más, tales inversiones son a menudo irreversibles. Por ejemplo, si una empresa compra una turbina de ge-neración hidroeléctrica, no la puede usar después para arar la tierra. El segundo es que para invertir es necesario adqui-rir compromisos con terceros —trabaja-dores, proveedores, clientes potenciales, bancos, autoridades, accionistas— que atan legalmente a la empresa y sus due-ños. No cumplir estos compromisos expo-ne a la empresa a costosas contingencias

difíciles de prever. Tercero, es importante también qué hará la competencia respec-to del proyecto en cuestión.

Por estas razones, quien invierte ne-cesariamente hace una apuesta hacia el futuro. Es distinto, desde la perspectiva del ánimo que debe acompañar la deci-sión de inversión, si el futuro se ve blan-co, gris o negro. Lo paradójico es que el estado de “ánimo” no se explica por cál-culos fríos y racionales4.

DE CÓMO SE FORMAN EXPECTATIVAS SOBRE EL FUTURO

Nuestras expectativas sobre el futuro están marcadas por cómo nos explica-mos el pasado. Nassim Taleb introdujo el concepto de “falacias narrativas” para describir las “vagas historias del pasa-do que moldean nuestra visión del mun-do y nuestras expectativas del futuro”5. Daniel Kahneman, psicólogo que recibió el Premio Nobel de Economía, señala lo siguiente: “El efecto halo6 ayuda a man-tener las explicaciones simples y cohe-

rentes al exagerar la consistencia de las evaluaciones: la gente buena solo hace buenas cosas (…). La frase ‘Hitler amaba a los perros y los niños’ es chocante (…) porque tal traza de gentileza de alguien tan perverso viola las expectativas que uno se hace de las personas y cosas”7.

A los ojos de muchos empresarios, el futuro económico de Chile ha ido mutan-do dentro de la escala de grises hacia to-nalidades más oscuras. La pregunta que debemos hacernos no es por los cálcu-los de rentabilidad sobre la inversión que ellos hacen, sino por las historias del pa-sado que usan para imaginar un futuro. Un ejemplo justo apareció en las Cartas al director en El Mercurio el día que debo entregar este artículo: el ex senador RN Francisco Prat se opone a que la Constitu-ción de 1925 (versión 1971) sea la base so-bre la cual se estructure una nueva Cons-titución (idea de Fernando Atria apoyada por Arturo Fontaine y Carlos Peña, en-tre otros) porque “en la vigencia de esa Constitución el país tuvo un desempeño económico pobrísimo” (…) y “además ese

4 Esto ya lo mencioné en Mensaje de noviembre de 2014.5 Taleb, N. (2010), The black swan, Random House, p. 62-746 Se dice de la tendencia a que nos guste (o repulse) todo en una persona, incluyendo las cosas no observables.7 Kahneman, D. (2014), Thinking, fast and slow, Penguin, pag. 197

La proyección lineal de las experiencias del pasado sin considerar aprendizaje alguno, es un grave error. De parte de los ciudadanos es

una falacia narrativa involuntaria, pero ha sido aprovechada por algunos dirigentes políticos que se oponen a las reformas.

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marco legal fue responsable de pésimas políticas públicas”8.

Esta es la última versión de una his-toria que promovió intensamente Jaime Guzmán en los setenta: que todo el perío-do previo al golpe fue demagogia e irra-cionalidad. La falacia narrativa consiste en extrapolar que aquella supuesta irra-

cionalidad de la institucionalidad antigua reaparecerá con la nueva: el hoyo negro del pasado se transmuta en un horizonte cada vez más sombrío.

Un buen diseño de política económica por parte del Gobierno debiera conside-rar este fenómeno tanto desde la pers-pectiva puramente política como desde la sociológica e histórica. No se trata de psicoanalizar a la clase empresarial. Es-tas historias no son personales, sino co-lectivas. Lo que nos debe interesar es qué explica el vigoroso resurgimiento de esta falacia narrativa. La respuesta se encuen-tra en reformas actuales y en la crisis de la política y el sistema democratico.

LA EXPLICACIÓN FAVORITA DE LA DERECHA: LAS REFORMAS

La intención explícita de las reformas originales del Gobierno era perfeccionar el funcionamiento de la democracia (eli-minación del binominal, nueva Constitu-ción) y generar un sistema educacional inclusivo (reforma educacional escolar). Todas estas reformas tienen algún pa-riente lejano en los largos años previos a 1973. En lugar de binominal, había un sistema proporcional. La Constitución no era sujeto de críticas por su origen, sino por el proyecto al cual se quería avanzar. El Gobierno de Frei Montalva instauró la obligatoriedad de la educación básica y en la Unidad Popular se discutió la Es-cuela Nacional Unificada, tres antiguas

realidades o proyectos cuyos ecos con-taminan la discusión actual.

La proyección lineal de las experien-cias del pasado sin considerar aprendiza-je alguno, es un grave error. De parte de los ciudadanos es una falacia narrativa involuntaria, pero ha sido aprovechada por algunos dirigentes políticos que se

oponen a las refor-mas. Sin embargo, sin esta falacia na-rrativa como telón de fondo, tal instru-mentalización no ha-bría sido exitosa.

Al no haber gene-rado una discusión social amplia sobre esos eventos, al no haber debatido la vi-sión de muchos en la derecha sobre el supuesto caos de toda la historia previa al régimen militar, esa visión se instauró en la elite económica como una verdad absoluta que hoy sirve de “efecto halo” para distinguir reformas con sentido de futuro de las que solo emulan un pasado distante, pobre y caótico.

Todo esto ha permitido que en el mun-do empresarial se levanten fantasmas que este creía muertos.

LA RESPONSABILIDAD DEL GOBIERNO

El Gobierno debió incorporar estas consideraciones en el diseño político de las reformas. Tal intención estuvo ausen-te durante el primer año de gestión gu-bernamental y solo en los últimos meses ha habido alguna mejoría. Basado en lo anterior, quisiera destacar tres tipos de errores en el diseño de las políticas que, lejos de aplacar las falacias narrativas y el efecto halo antes descritos, las pro-fundizaron.

Errores de comunicación. En 2014 y por primera vez desde 1990,

el Gobierno tuvo mayoría para aprobar reformas a casi todas las leyes, salvo aquellas que requerían más del 60% de quórum, es decir, todas las leyes mayori-tarias o de quórum calificado simple. Por su naturaleza, esto es lo que ocurre siem-

pre en los regimenes parlamentarios. No obstante, en dichos países hay negocia-ciones entre el Gobierno y la oposición porque ningún Gobierno quiere que, en caso de alternancia, la oposición even-tualmente revierta las reformas. Si al-guien irracionalmente pensó que era posible legislar sin dialogar, no entien-de cómo funcionan las democracias ma-duras y libres de trampas. El diálogo va de la mano con la democracia.

Sin embargo, la forma como se plan-teó inicialmente una reforma tan crítica como la tributaria dio la impresión de ir en sentido opuesto: se planteó minimizar el diálogo, lo que fue un quiebre sustancial con la forma como se hacía política eco-nómica tradicionalmente. Y no fue solo eso. Se difundieron videos con innece-sarios mensajes odiosos hacia los sec-tores de altos ingresos y en la reforma educacional se ofendió gratuitamente a padres de colegios con copago por ser arribistas. Esto ayudó a confundir lo que pretendía ser el desarrollo de un sistema educacional público e inclusivo con uno estatal y uniformizante.

Estos errores y otros similares serían anecdóticos, si no es por la falacia narra-tiva y el efecto halo que hemos descrito.

Errores de diseño. Las reformas que se pretendía llevar

a cabo eran muy complejas y la prepara-ción del Gobierno no estaba a la altura. Había acuerdo político en aumentar la carga tributaria en 3% del PIB y, a pe-sar que muchos detalles de la reforma eran conocidos, cundió la percepción de que la reforma tributaria era demasiado compleja, que contenía elementos inno-vadores pero que necesitaban más dis-cusión respecto de su aplicación práctica y finalmente contenía errores que hoy se intenta corregir.

Algo similar ha ocurrido con la reforma al sistema universitario, en la que ha ha-bido improvisación y movimientos erráti-cos que probablemente se explican por la celeridad con la cual se ha querido avan-zar en un aspecto que se estima crucial como el de la gratuidad.

Errores de gestión.

La forma como se planteó inicialmente una reforma tan crítica como la tributaria dio la impresión de ir en sentido opuesto: se planteó minimizar el diálogo, lo que fue un quiebre sustancial con la forma como se hacía política económica tradicionalmente.

8 Carta al Director, 9 de marzo, 2016.

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COMENTARIO NACIONALMSJ

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Un activo de la Concertación era su excelencia en la gestión del Estado. Dicha percepción se ha dañado, pero no nece-sariamente por culpa de este Gobierno, aunque deba pagar los platos rotos. Tres elementos explican la peor gestión del Estado. Primero, la alternancia política ha sido acompañada de una degradación irregular de capacidades en el Gobierno central y municipal, porque Piñera pri-mero y Bachelet después no respetaron el concepto de la Alta Dirección Pública. Cada nueva autoridad debe aprender, lo que toma tiempo y causa errores evita-bles. Dichas fallas se atribuyen al Gobier-no, pero este es parcialmente responsa-ble. Segundo: la ahora evidente influen-cia del dinero en la política o, más directa-mente, la corrupción del aparato estatal y legislativo ha tenido un precio, cual es que leyes que no se sabe cuán preocupa-das están del interés público o cuánto lo están de intereses empresariales ocul-tos. Tercero: a medida que el país se ha desarrollado, las reformas sucesivas son cada vez más complejas y requieren es-pecialistas. La excelencia en manejo fis-cal de la Concertación en parte se expli-ca porque las reformas implementadas eran grandes reformas macro que podía sostener un pequeño grupo en Hacienda y Banco Central. Parte de los problemas de funcionamiento del Estado obedecen a que Hacienda sigue siendo demasiado preponderante en un Estado que requie-re cada día más unidades de élite técnica los ministerios sectoriales.

Los errores y los grandes proyectos.En este contexto aparecen los dos

grandes proyectos que, desde la pers-pectiva empresarial, son los más com-plejos: la reforma laboral y la nueva Constitución. En economía del compor-tamiento decimos que cuando los “espí-ritus animales”9 se despiertan, la eviden-cia en contrario no sirve para aplacarlos. Cuando la confianza (empresarial o de consumidores) se ve afectada, poco im-porta si el Gobierno adjunta evidencia o buenos argumentos respecto del impacto de ambos proyectos. Desde la perspecti-va de la psicología de los inversionistas,

ello no cambia su temor atávico a lo que de aquí pueda surgir. Las historias vagas de representación del pasado y el efecto halo, naturalmente inducen a postergar decisiones que no sean las imprescindibles.

El Gobierno no ha desarro-llado una estrategia respecto de esta característica psico-sociológica del problema de la inversión. Por el momen-to, estas reformas continúan su curso tal cual y el debate sobre su impacto en la economía —sobre todo, en el caso de la reforma laboral— es reducido. Lo que prevalece hoy es la falacia narrativa (de lado y lado, puesto que para muchos en la centroizquierda un empresario es, por extrapolación lineal, un explotador, avaro y pinochetista).

La crisis política y la inversión. Más allá de las reformas que el Gobier-

no traía abajo del brazo, desde hace un año se desató en Chile una crisis causada por la influencia indebida del dinero en la política. Los errores de gestión de esta cri-sis —como haber creído ilusamente que el problema era de un partido (la UDI) y que en él encapsularían todos los costos— hay que ponerlos en el análisis. Esta parte de la crisis política ha derivado en un cuestio-namiento profundo a una serie de líderes políticos importantes en el ámbito econó-mico. Más aún, la aparente generalización del problema del financiamiento impropio de la actividad política ha agudizado el descrédito de los partidos políticos y las instituciones democráticas. Lo que antes parecía algo inverosímil, crecientemente aumenta su probabilidad de ocurrencia: que un líder carismático/demagogo lle-gue al poder. Chile no está institucional-mente preparado para tal situación y eso agrega una nueva dosis de incertidumbre a las anteriores en un año 2016 que es muy especial.

El año 2016 será importante en lo polí-tico en al menos dos dimensiones. Prime-ro, habrá elecciones municipales y, por lo tanto, se rebarajará el naipe del poder local. Segundo, tal rebaraje tendrá como trasfondo las elecciones presidenciales,

parlamentarias y de intendentes del año siguiente. Estas elecciones serán las pri-meras sin sistema binominal. Lo que está

en juego entonces desde 2016 es el reba-raje del naipe del poder político nacional en un contexto de debilidad institucional de los partidos y ausencia de liderazgos consolidados.

¡Todavía hay Patria ciudadanos!Este sombrío y desafiante panorama

no está exento de fortalezas que no hay que olvidar.

A pesar de los problemas de gestión pública señalados, el Estado tiene un amplio margen de maniobra. Hay que ver cómo y cuándo la usa. Por ejemplo, la deuda neta del Estado de Chile, que es -4,8% del PIB a septiembre de 2015, comparada con la de países como Gran Bretaña (85%), Francia (90%) o Japón (120%). Adicionalmente, la mayoría de la deuda chilena es interna (13,8% del PIB) mientras que la externa es chica (3,3% del PIB). Finalmente, el gasto público ha crecido hasta un 24,1% del PIB en 2016. Esto hace que debamos pensar bien cómo usar eficiente y creíblemente la política fiscal. El Estado es una fortaleza de Chile y no lo contrario.

El principal objetivo hoy debe ser man-tener un alto nivel de empleo y que las expectativas de los consumidores no se deterioren como lo han hecho las empre-sariales. Si la economía crece entre 1,5% y 2,5% al año, la creación de empleo de-biera acompañar (probablemente algo por abajo) el crecimiento de la fuerza de trabajo y, por lo tanto, no debiera haber un problema significativo de desempleo.

Queda pendiente, eso sí, una propues-ta de qué hacer con el complejo problema de expectativas empresariales. Este artí-culo sugiere que la solución es política en el más elevado sentido de la palabra. MSJ

Un activo de la Concertación era su excelencia en la gestión del Estado.

Dicha percepción se ha dañado, pero no necesariamente por culpa de este Gobierno,

aunque deba pagar los platos rotos.

9 El concepto de “espíritus animales” fue acuñado por John M. Keynes y hace referencia a la emoción humana que guía la confianza de consumidores y empresarios.

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MARZO-ABRIL 2016

COMENTARIO INTERNACIONALMSJ

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Desigualdad=

Desconfianza=

Inseguridad

Raúl Sohr

Analista internacional

La evidencia internacional de-muestra que la causa basal de los conflictos es la pobreza, que es una condición acentuada por la desigualdad.

La actual progresión de la des-igualdad es galopante: millones de personas trabajan en un país que no es el propio, masas de inmigrantes aspiran a ingresar a Europa cada día, 800 mil personas son traficadas solo al interior de Estados Unidos.

SAKIS MITROLIDIS / AFP

Grecia: Migrantes esperando cruzar la frontera hacia Macedonia

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MARZO-ABRIL 2016 15

En América Latina una mitad no come y la otra mitad no duerme por temor a los hambrientos. Así es caricaturi-

zada la desigualdad en la región. Pero no solo las proporciones son inexactas, sino que los que no comen también sufren de insomnio ante la posibilidad de ser vic-timizados. La pobreza y la desigualdad suelen entrelazarse, pero son fenóme-nos diferentes. A lo largo del mundo y en Chile, año a año, disminuye la pobreza. Pero a la par aumenta la concentración de la riqueza. En el último Foro Económico Mundial, en enero en Davos, Oxfam —reputada organización internacional de ayuda— presentó su informe anual sobre la Riqueza Mundial.

La progresión de la desigualdad a ni-vel internacional es galopante y evoca ni-veles semejantes a los vividos en tiem-pos de la Revolución Industrial a media-dos del siglo XVIII. Oxfam señala que la concentración de la riqueza avanza sin tregua: en 2010, 388 individuos poseían la misma riqueza de 3,6 mil millones de personas, la mitad de la humanidad. En 2014, tan solo 80 personas tuvieron in-gresos equivalentes a los de 3,8 mil mi-llones de personas. En 2015, el número de mega-ricos bajó a 62 individuos. En su informe del año pasado, Oxfam predijo que la riqueza del uno por ciento superará al 99 por ciento restante de la población ya este año. Hace solo dos décadas los hipermillonarios, del uno por ciento, po-seían el equivalente a los bienes del 62 por ciento de la población mundial.

Entre los 34 países de la Organización para la Cooperación Económica y el De-sarrollo (OCDE), hay cuatro que destacan por el alto nivel de desigualdad y ellos son Chile, México, Turquía y Estados Unidos. No siempre fue así. Las diferencias socia-les comenzaron a agudizarse en el mundo a partir de la segunda mitad de la década de los 70 con las políticas neoliberales aplicadas por Margaret Thatcher en Gran Bretaña y Ronald Reagan en Estados Uni-dos. Chile, bajo el periodo dictatorial, fue un pionero en liberar el mercado, minimi-zar toda regulación fiscal, inhibir la par-ticipación del Estado en la actividad eco-nómica, limitar la capacidad negociadora de los sindicatos y reducir los impuestos a

las empresas y los sectores de altos ingre-sos. Lo último, para asegurar —se ha di-cho— un mayor crecimiento económico y asegurar el denominado “efecto chorreo”. Las cifras muestran que si bien hubo cre-cimiento, el “chorreo” fue muy inferior a la acumulación de las principales fortunas. El economista Joseph Stiglitz señala que en Estados Unidos, desde la crisis finan-ciera desatada en el 2008, el uno por cien-to más rico incrementó sus ingresos en 31 por ciento, en tanto que el 99 por ciento aumentó sus entradas en 0,4 por ciento.

La desigualdad a nivel internacional crea enormes desequilibrios. Algunas consecuencias están a la vista con los formidables flujos migratorios en diver-sas direcciones. Naciones Unidas estima que en la actualidad más de 105 millones de personas trabajan en algún país que no es el de nacimiento. El drama de millo-nes de inmigrantes que aspiran a ingre-sar a Europa es noticia cotidiana. Según el Departamento de Estado estadouni-dense, cada año unas 800 mil personas son traficadas al interior del país. Un alto porcentaje de ellas son mujeres. Muchos migrantes están sometidos a condiciones de virtual esclavitud sin recibir remune-raciones por su trabajo. Se estima que nunca antes hubo tanta gente sometida a esta situación. En 2012 los migrantes en diversos puntos del mundo remitieron a sus familias en sus países de origen la friolera de US$ 406 mil millones.

ES LA POBREZA, ESTÚPIDO

La ola migratoria actual en Europa provoca un enorme impacto en las socie-dades europeas poniendo en jaque a la Unión Europea en su conjunto. Más allá de la guerra civil en Siria, Afganistán y la inestabilidad iraquí que producen cientos de miles de refugiados, están los millones de inmigrantes que huyen de la pobreza. Es un flujo que se mantendrá más allá del reforzamiento de las fronteras del Viejo Continente. Otro tanto ocurrirá en Esta-

dos Unidos, gane quien gane las próxi-mas elecciones presidenciales. Frente a la llegada de refugiados e inmigrantes, están los discípulos del ultra conserva-dor Samuel Huntington que hablan de un “choque de civilizaciones”. En estos días está en boga analizar el pro y el contra del multiculturalismo. Los motivos de las fricciones entre diferentes grupos cultu-rales, religiosos y étnicos son numerosos. La evidencia muestra, sin embargo, que la causa basal de los desencuentros es la pobreza, una condición acentuada por la desigualdad. Un estudio de grandes mag-nitudes —25.000 personas en cuatro mil barrios— realizado en Gran Bretaña mos-tró que la pobreza y la desigualdad influían seis veces más en las percepciones que la diversidad étnica. Las diferencias sociales eran las determinantes en las actitudes recelosas y de desconfianza frente a los inmigrantes. La conclusión fue simple: es necesaria una mayor inversión para elevar el “capital social” de las comunidades. Los programas de ayuda a los sectores pos-tergados estimulan la interacción de las comunidades con mayor afluencia de vo-luntarios, generación de vínculos de amis-tad, mayor confianza y cooperación, lo que mejora la seguridad barrial y eleva la con-fianza entre las personas. Esta es la base —se estableció— sobre la cual descansan comunidades capaces de precisar sus inte-reses y que podrán ejecutar proyectos que mejoren sus condiciones de vida.

En la otra punta del espectro, en la del uno por ciento más rico, domina una ideo-logía contraria a la intervención del Esta-do y, por sobre todo, contra el aumento de los impuestos, pues ello frenaría el empleo. Es algo que el sector empresarial destaca, pues la generación de puestos de trabajos es valorada por la sociedad. En todo caso, la tributación es uno de los principales mecanismos de redistri-bución de la riqueza. John Christensen, director de la ONG Tax Justice Interna-cional, señala un proceso frecuente: “A nivel corporativo, entre transnacionales,

En vez de hablar de estados fallidos, algunos prefieren señalar a “sociedades rotas” en las que a su manera cada cual vela por sus

intereses sin importar el bien común.

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COMENTARIO INTERNACIONALMSJ

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se suele aplicar una política de distorsión de precios. Cuanto menos gana una com-pañía, menos impuesto paga, de manera que contratan a precios inflados servicios legales o financieros de sus subsidiarias en paraísos fiscales. En el paraíso fiscal pagan poco y nada, y en el país de ori-gen, mucho menos de lo que deberían porque, en teoría, sus ganancias están muy por debajo de la realidad debido a los costos incurridos con sus propias sub-sidiarias. Para dimensionar el tema, el 60 por ciento del comercio internacional es entre transnacionales”. En Gran Bretaña, corporaciones como Google, Starbucks, Fecebook y otras, pese a tener factura-ciones de miles de millones de dólares, tributan cantidades irrisorias.

Otra variante es la elusión de pago de impuestos que es facilitada por más de cincuenta paraísos fiscales a lo largo del mundo en los que están empozados US$ 20 mil billones de dólares. La formidable riqueza del uno por ciento gravita sobre los gobiernos y parlamentos para man-tener o mejorar sus prerrogativas. Según el Tax Policy Center de Estados Unidos, desde la década de 1970, la carga impo-sitiva de los ricos bajó en 29 de los 30 países más desarrollados.

CHILE Y LA DESCONFIANZA

La desigualdad engendra desconfian-za. El británico Richard Wilkinson es au-tor, junto a Kate Pickett, del libro Des-igualdad. El académico participó en ene-ro en el Congreso del Futuro organizado en Santiago por el Senado. Allí expuso la tesis de que, a mayor desigualdad en una sociedad, mayor es el grado de des-confianza entre sus miembros. En el pla-no interpersonal, ante la pregunta: ¿se puede confiar en la mayoría de la gente? Apenas 23 por ciento por ciento de los chilenos respondió que sí. En Suecia, en cambio, 66 por ciento respondió afirma-tivamente. Wilkinson citó como ejemplos de su afirmación los casos de Sudáfrica y Chile. En ambos países, el abismo en-tre la elite y la masa es especialmente profundo. Independiente del color polí-tico de los gobernantes, el grueso de la población tiene la convicción de que los

gobiernos y las leyes están al servicio de los más ricos. Es algo que deslegitima al conjunto del sistema y debilita las insti-tuciones democráticas. Es posible que la acumulación de riqueza en pocas manos garantice éxitos macro económicos, pero desemboca en fracasos sociales. En vez de hablar de estados fallidos, algunos prefieren señalar a “sociedades rotas” en las que a su manera cada cual vela por sus intereses sin importar el bien común. La transgresión se convierte en la norma. Hecha la ley, hecha la trampa. Unos abu-san de la letra chica y otros acechan para un delito de ocasión. Al final, muchos, de una u otra forma, son víctimas de la de-gradación social.

Chile es la nación más desigual de la OCDE con un índice Gini superior al 0,5. Podría esperarse que programas de asis-tencia social mitiguen el abismo entre ricos y pobres. Pero Chile apenas gasta diez por ciento de su PIB en programas destinados a los más necesitados. Esto es menos que lo que destinan las nacio-nes del club de los más desarrollados.

La radiografía más vívida del impacto de la desigualdad y la desconfianza fue develada el 27 de febrero del 2010. Tur-bas de desconocidos atacaron supermer-cados y comercios en las horas posterio-res al terremoto. El pillaje en sí mismo fue un notable fenómeno de histeria colecti-va. Pero es más extraordinaria aún la si-cosis de terror desatada ante la presunta existencia de pandillas de delincuentes. Corrió el rumor de que bandas armadas atacaban poblaciones e ingresaban a hogares para saquearlos. Ello movilizó a numerosos vecinos en Concepción y sectores de Santiago a constituir guar-dias para proteger lo suyo. Se multipli-caron los avistamientos nocturnos de los grupos de malhechores que merodeaban sus propiedades. Cundió el pánico y po-bladores insomnes, tras velar por su pa-trimonio, clamaban por protección. Fue el testimonio del resentimiento ante la desigualdad y la total desconfianza ante el proceder de otros. Todo era posible,

Cada desastre que golpea a un país desde un terremoto, el virus zika o una gran tormenta, castigará en forma desigual, conforme al contorno

de la inequidad económica.

incluso las peores pesadillas.La desigualdad, a veces más que la

pobreza, representa una mayor amena-za para la armonía de las sociedades y el sistema democrático. Cada desastre que golpea a un país desde un terremoto, el virus zika o una gran tormenta, castigará en forma desigual, conforme al contorno de la inequidad económica. Un caso de estudio en Estados Unidos fue el hura-cán Katrina, que se abatió contra Nueva Orleans en 2005. Entonces son puestas a prueba la cohesión, la salud y la resilien-cia de grandes comunidades. En Nueva Orleans, los que pudieron abandonaron la ciudad. Atrás quedaron los pobres y los desvalidos. En la ciudad se evaporó por semanas una capacidad de respuesta organizada y cívica. Los barrios arrasa-dos quedaron abandonados a su suerte. Las circunstancias se proyectaron sobre la salud física y mental de la población.

Hay países segregados donde los ri-cos viven tras guetos amurallados, prote-gidos con alambradas electrificadas, casi completamente separados de los pobres que llevan vidas precarias. Al respecto, Stiglitz señala: “Yo he visitado socieda-des que parecen haber escogido esta vía. No son lugares donde la mayoría de no-sotros quisiéramos vivir. Ya sea en en-claves protegidos o en las lamentables poblaciones”.

Está de moda en Chile decir que las personas terminan tras las rejas para pro-tegerse mientras los delincuentes circu-lan por las calles. En realidad, Chile tie-ne uno de los mayores índices de presos por habitante. La desigualdad termina por perjudicar a todos. En primer lugar, a los marginados que sufren la pobreza. Pero también a los que no pueden dis-frutar de sus haberes por temor a verlos arrebatados. Y así como uno sufre por la frustración de no tener, el otro pade-ce con la mera idea de que será blanco de una agresión. Es lo que en lenguaje coloquial llaman el “sicoseo”. Recompo-ner una sociedad pasa por hacer realidad aquello del crecimiento con equidad. MSJ

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El sacerdote Eduardo Silva Aré-valo S.J. asumió como nuevo rector de la Universidad Alberto Hurtado, en una ceremonia efectuada el pa-sado jueves 3 de marzo en la sede de ese plantel. Reemplazó en el car-go a Fernando Montes S.J., quien lo ocupó desde la fundación de esa institución en 1997.

La nueva autoridad se ha des-empeñado en la Universidad desde su creación. Es Doctor en Teología por la Pontificia Universidad Cató-lica de Chile y desde 2006 era De-cano de la Facultad de Filosofía y Humanidades.

Al acto asistieron la presiden-ta Michelle Bachelet, rectores de diversas universidades, autorida-des políticas y académicos y fun-cionarios de la institución. El nuevo rector prestó juramento y recibió la medalla distintiva de su cargo, la que le fue entregada por el provin-cial de la Compañía de Jesús, Cris-tián del Campo S.J.

En su primer discurso como rec-tor, Eduardo Silva S.J. destacó la libertad que ha caracterizado la historia de la U. Alberto Hurtado: “Autonomía, libertad de cátedra, li-bertad de enseñanza y libertad de investigación. Libres frente al poder político, libres frente al poder eco-nómico; libertad frente al Estado, libertad frente al mercado. Libertad frente al Estado que queremos que nos regule; necesitamos regulación, pero que no impida nuestra autode-terminación”. Expresó, asimismo, que “académicos y estudiantes de-ben saber que estudiar e investigar en una universidad jesuita, donde legítimamente tenemos deseos de mayor justicia y de evangelización de la cultura, no significará nunca una imposición, una inhibición o una exi-gencia a renunciar a la libertad aca-démica, a la libertad de investigar, que es el alma de toda universidad… libres para servir al país, a la socie-dad, para servir a los más pobres…”.

U. ALBERTO HURTADO: EDUARDO SILVA ARÉVALO S.J. ASUME RECTORÍA

En la ceremonia también se des-pidió de su cargo Fernando Mon-tes S.J. “En Chile a los 18 años se alcanza la mayoría de edad, por eso en cierto modo hoy termina nuestra etapa fundacional… En la inauguración presentamos nuestro sueño y misión. Nos proponíamos crear una universidad que, confor-me a la tradición jesuita, fuese aca-démicamente seria con orientación humanista respetuosa y pluralista, con sensibilidad social y solidez éti-ca, encaminando así a realizar los sueños del Padre Hurtado”, señaló.

Ocupó una parte significativa de su discurso para agradecer, manifes-tando finalmente: “Les pido perdón por las cosas que hice mal y las co-sas que no hice, pero sobre todo les doy las gracias a quienes nos acompañan y a los que trabajan en la universidad. Muchas gracias a Dios por esta universidad”.

Después de sus palabras, el ex Rector fue ovacionado de pie por los asistentes. Como reconocimien-to por su labor, el Provincial le en-tregó el primer ejemplar de una pu-blicación que reúne sus reflexiones.

El rector Eduardo Silva Arévalo, S.J., en su primer discurso a la comunidad universitaria.

Junto a la presidenta Michelle Bachelet, Cristián del Campo S.J. y Fernando Montes, S.J.

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un signo esperanzador frente a lo “opa-co” y a la vez “luminoso” de una nueva presencia de Jesús, de su partida y de su permanencia entre nosotros.

Puede ser que, como creyentes, no tengamos una mirada integrada, entre razón y fe, que nos lleve hacia las cosas de Dios, donde Cristo aparezca como el principal referente de la Resurrección. El teólogo italiano y nacionalizado alemán, Romano Guardini, decía: “La adoración no es algo accesorio, secundario…. Se trata del interés último, del sentido y del ser. En la adoración el hombre reconoce aquello que vale en sentido puro, sim-ple, y santo”. Solo si sabemos dirigirnos a Dios y rezarle, es posible descubrir el significado más profundo de nuestra vida y el camino cotidiano hacia la luz del Resucitado.

Pero esto también lo hemos leído en muchos libros de Teología o Cristología, o bien lo hemos escuchado en el sermón

del cura, que intenta explicar tal miste-rio, en un par de minutos, lo que a él le llevó varios años de formación teológica. Es decir, el misterio de la Resurrección de Cristo no se asume por el solo hecho de explicitar más o menos los detalles y las circunstancias del sepulcro vacío o por el número y el contexto del encuen-tro con el Resucitado, como tampoco por repetir hasta el cansancio que el hecho

La Misericordia, camino para creer en la

ResurrecciónNo necesitamos ni debemos buscar que nuestra razón ve-rifique que Cristo venció a la muerte, pues la clave de ese hecho está en el amor de Dios hacia los hombres.

Más que empecinarnos en una demostración del hecho, habrá que pensar cómo la Resurrección del Señor ha incidido,

hasta hoy, en la vida del hombre.

Cuántas veces hemos escuchado, en relación con la Resurrección del Señor, la siguiente afirmación:

“Cristo ha vencido la muerte, causada por nuestro pecado, y nos ha reivindica-do a la vida inmortal”. Se dice que desde este acontecimiento brotó toda la vida de la Iglesia y la razón de ser del cristianis-mo. La Iglesia así lo entendió, lo asumió y nos enseñó, en uno de los signos ca-racterísticos de la fe en la Resurrec-ción, el conocido “saludo” que se practica entre los cristianos durante el tiempo pascual: “¡Cristo ha resu-citado! ¡Verdaderamente, ha resuci-tado!”. Estas palabras inspiraron un antiguo himno litúrgico, que es una profesión de fe y un compromiso de vida. Es la declaración de fe que expresaron las mujeres descritas en el Evangelio de san Mateo: “De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: ‘Alé-grense’. Ellas se acercaron y, abrazán-dole los pies, se postraron delante de él. Y Jesús les dijo: ‘No teman. Avisen a mis hermanos que vayan a Galilea y allí me verán’” (Mateo 28, 9-10). Sin duda, fue

en sí fue un acontecimiento real y no un mito o una “concepción”. Ni una idea in-ventada por los Apóstoles o producida por la comunidad pos pascual reunida en torno a ellos en Jerusalén para superar la desilusión por la muerte de Cristo en la cruz. Sabemos que los apóstoles no pudieron inventar semejante hecho, por-que no tenían la instrucción ni la forma-ción para hacerlo. Es más, ellos, por cau-sa de esta verdad, fueron perseguidos, martirizados y sacrificados hasta perder sus vidas: “No conozco a nadie que por una mentira se exponga a ser calumnia-do, perseguido o, peor aún, alcanzar la muerte por sostener algo falso”.

MISERICORDIA DIVINA: SIGNO DE RESURRECCIÓN MÁS FUERTE QUE EL PECADO

No obstante, la perspectiva creyen-te busca decir algo más a una simple

mirada humana de las cosas. Por-que, si bien en el Viernes Santo moría la pretensión de que “el Bien triunfa sobre el Mal”, al tercer día de la muerte de Jesús, “algo” ocu-rrió. El testimonio de los apóstoles y de quienes se encontraron con el

Cristo Resucitado fue el detonante para que el Mal y la Muerte no tengan la úl-tima palabra. En este sentido, la cultura del siglo XXI pide esa “confirmación”. Por ser una cultura más sensible, escéptica e informal, donde todo ha de ser com-probado; su filosofía se legitima ante un Cristo Resucitado.

La Iglesia ha bregado por establecer que la Resurrección de Cristo fue un he-

Fredy Peña Tobar ssp.

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cho histórico y real, e intenta abrir un diálogo. Quizá, más que empecinarnos en una demostración del hecho, habrá que pensar cómo la Resurrección del Señor ha incidido, hasta hoy, en la vida del hombre. De lo contrario, que alguien explique por qué, todavía, en los más escépticos existe la necesi-dad de trascender y de percibir que esta vida no termina aquí. ¿No será que incluso estos es-peran ese “algo más” que hay después de la muerte?

Ante la falta de diálogo entre la perspectiva racional y la creyente, la misericordia divina se presenta como un signo de resurrección mucho más fuer-te que el pecado del hombre y, a su vez, como señal de credibilidad para creyen-tes y no creyentes. Las Sagradas Escritu-ras así lo ejemplifican y en diversos pa-sajes hacen mención a los poderosos, a hombres que están “en lo alto”, con sus arrogancias y prepotencias. Es lo que sucede en el episodio de la viña de Na-bot (1 Re 21). Jezabel, la reina, de modo despreocupado, decide eliminar a Nabot y pone en obra su plan. Se sirve de las apariencias mentirosas de una legalidad perversa: envía, en nombre del rey, car-

mente, tanto la riqueza como el poder son realidades que pueden ser buenas y útiles al bien común, si son colocadas, con justicia y caridad, al servicio de to-dos. Sin embargo, ambas se viven como un “privilegio”, con egoísmos y prepo-

tencias. La riqueza y el poder se han convertido en instrumentos de corrupción y de muerte. Si los seres humanos estamos vacíos de credibilidad por una vida do-minada por la ética relativista, donde el “obrar bien” está mal y el “obrar mal” es lo correcto, en-

tonces no pretendamos que la Resurrec-ción del Señor pueda ser demostrada o probada. Porque si aún no hemos sido capaces de cambiar la historia de los po-derosos, los aprovechadores y los co-rruptos, entonces necesitamos un acto más que racional para entender que la Resurrección de Cristo no se comprende sino desde la misericordia de Dios, que mira con compasión la miseria humana. Así, la misericordia como atributo divino puede transformar al ser humano y lo ca-pacita para una experiencia con el Resu-citado; siempre y cuando esté dispuesto a erradicar su pretenciosa arrogancia de querer ser como Dios. MSJ

No conozco a nadie que por una mentira se exponga a ser calumniado, perseguido o, peor aún, alcanzar la muerte por sostener

algo falso.

tas a los ancianos y a los importantes de la ciudad ordenando que falsos testigos acusen públicamente a Nabot de haber maldecido a Dios y al rey, un crimen que se castigaba con la muerte. Así, muerto Nabot, el rey pudo apropiarse de su viña.

Recordemos que, en Israel, las propie-dades agrícolas no estaban a la venta. El Libro del Levítico prescribe: “La tierra no podrá venderse definitivamente, por-que la tierra es mía, y ustedes son para mí como extranjeros y huéspedes” (Lev 25, 23). La tierra es sagrada, porque es un don del Señor, que se debe conservar y cuidar. Pero Dios es más grande que la maldad y los juegos sucios de las perso-nas. En su misericordia, envía al profeta Elías para ayudar a Ajab a convertirse. Dios ve este crimen y toca el corazón de Ajab y el rey, puesto delante de su peca-do, entiende, se humilla y pide perdón.

Esto no ha cambiado mucho. Actual-

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Un reencuentro tras mil años de separación

La histórica reunión entre el papa Francisco y el patriarca Ki-ril puede marcar el inicio de una etapa nueva en el entendimien-to entre católicos y ortodoxos.

José Arenas S.J.

L’Osservatore Romano / AFP

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La ruptura tan recordada del año 1054, entre la Iglesia romana y las iglesias orientales, fue fruto de un distanciamiento progresivo en el que los argumentos teológicos y litúrgicos usados por los

responsables de la mutua excomunión entre el Patriarca de Constan-tinopla y el cardenal representante del Papa, no consiguen ocultar las tensiones políticas seculares que produjeron y mantuvieron la ruptura.

El patriarcado de Moscú fue reconocido como tal después de más de cinco siglos, tras la ruptura entre Oriente y Occidente. Entre los siglos XVIII y XIX fue gobernado no por un Patriarca, sino por el Santísimo Sí-nodo. Tras la Revolución de 1917 se restauró el Patriarcado.

En las primeras décadas del régimen soviético, el Estado era ofi-cialmente ateo y la Iglesia fue perseguida, al menos hasta la Segunda Guerra Mundial. Los patriarcas, en todo caso, para poder ejercer sus limitadas atribuciones debieron declarar su aceptación del régimen político.

Cuando la Iglesia católica se abrió al diálogo ecuménico en la se-gunda mitad del siglo XX, el papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras de Constantinopla se encontraron en Jerusalén en enero de 1964, y el 7 de diciembre de 1965 se levantaron oficialmente las excomuniones del año 1054. Desde entonces ha habido numerosos encuentros entre delega-ciones de ambas tradiciones y se ha constituido una Comisión Mixta internacional para el diálogo teológico entre la Iglesia católica romana y la Iglesia ortodoxa. Sin embargo, hasta ahora en esa comisión no ha participado la Iglesia ortodoxa rusa.

ACONTECIMIENTO CLAVE ANTE PRÓXIMO CONCILIO

El principal escollo reconocido en el rumbo de la unidad es la concep-ción del primado: la doctrina de la Iglesia romana otorga al papado un poder de jurisdicción que, para algunos, parecería anular la autonomía de las demás iglesias. Desde el año 2007 se tiene conciencia de que “debemos estudiar de manera más profunda la cuestión del papel del obispo de Roma en la comunión de todas las iglesias. ¿Cuál es la función específica del obispo de la “primera Sede” en una eclesiología de koino-nia y en vista de lo que hemos dicho sobre la conciliaridad y la autoridad en el presente texto? ¿Cómo debería ser comprendida y vivida a la luz de la práctica eclesial del primer milenio la enseñanza de los Concilios Vaticano I y Vaticano II sobre la primacía universal? Son preguntas cru-ciales para nuestro diálogo y para nuestras esperanzas de restablecer la plena comunión entre nosotros” (documento de Ravena sobre Comunión eclesial, conciliaridad y autoridad).

El principal obstáculo para la unidad es la concepción del primado: la doctrina de la Iglesia romana otorga al papado un poder que podría anular la autonomía de las demás iglesias.

“yo voy a donde quieras. tú me llamas

y yo voy”

El papa Francisco no puso condición al-guna para reunirse con el patriarca Kiril, pues aceptó todas las propuestas que le llegaron desde Moscú sobre el lugar y las formas del encuentro, así como sobre los temas de la declaración común que ambos podrían emitir tras este. El propio Pontífi-ce había revelado abiertamente hace unos meses a los periodistas, cuando se realiza-ban las tratativas pertinentes, que él le ha-bía expresado a la autoridad religiosa rusa: “Yo voy a donde quieras. Tú me llamas y yo voy”. Finalmente, el encuentro se realizó el 12 de febrero en el aeropuerto de La Haba-na, Cuba, durante dos horas.

Tras este, cada uno de los líderes religio-sos expresó unas breves palabras. El Pa-triarca señaló: “Nosotros durante dos ho-ras hemos tenido una discusión abierta, con pleno entendimiento de la responsabilidad para nuestras iglesias, para nuestro pueblo creyente, para el futuro del cristianismo y para el futuro de la civilización humana. Los resultados de la conversación me permiten asegurar que actualmente las dos iglesias pueden cooperar conjuntamente defendien-do a los cristianos en todo el mundo; y con plena responsabilidad, trabajar conjunta-mente, para que no sea guerra, para que la vida humana se respete en todo el mundo, para que se fortalezcan las bases de la moral personal, familiar y social, y que a través de la participación de la Iglesia en la vida de la sociedad humana moderna se purifique en nombre de nuestro Señor Jesucristo y del Espíritu Santo”.

El Papa, por su parte, afirmó: “Hablamos como hermanos, tenemos el mismo Bautis-mo, somos obispos. Hablamos de nuestras iglesias, y coincidimos en que la unidad se hace caminando. Hablamos claramente, sin medias palabras, y yo les confieso que he sentido la consolación del Espíritu en este diálogo. Agradezco la humildad de Su San-tidad, humildad fraterna, y sus buenos de-seos de unidad”.

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Una declaración de treinta puntos suscribieron el papa Francisco y el patriarca Kiril tras su encuentro. Bajo el epígrafe “Que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo es-tén con todos vosotros” (2 Co 13, 13), el texto abor-da diversas temáticas que interesan a las iglesias católica y ortodoxa rusa.

En uno de sus puntos (7) expresan: “Con nuestra determinación de hacer todo lo que sea necesario para superar las diferencias históricas que hemos heredado, queremos unir nuestros esfuerzos para dar testimonio del Evangelio de Cristo y del patrimo-nio común de la Iglesia del primer milenio, respon-diendo juntos a los desafíos del mundo contempo-ráneo. Los ortodoxos y los católicos deben apren-der a dar un testimonio concorde de la verdad en aquellos ámbitos en los que sea posible y necesario. La civilización humana ha entrado en un cambio de época. Nuestra conciencia cristiana y nuestra res-ponsabilidad pastoral nos obligan a no quedarnos indiferentes ante los desafíos que requieren una res-puesta común”.

Ambos líderes religiosos mencionan, entre mu-chos otros aspectos, su preocupación por la perse-cución a los cristianos en distintas partes del mun-do, la situación de Medio Oriente, la importancia del diálogo religioso, el valor de la libertad religiosa, la valoración que se debe hacer a la familia y al matri-monio, y el respeto al derecho a la vida.

La declaración conjunta, al referirse a las pers-pectivas de acercamiento entre católicos y ortodo-xos, señala textualmente: “24. Los ortodoxos y los católicos están unidos no solo por la Tradición co-mún de la Iglesia del primer milenio, sino también

por la misión de predicar el Evangelio de Cristo en el mundo de hoy. Esta misión conlleva el respeto mutuo entre los miembros de las comunidades cristianas y excluye cualquier forma de proselitismo. No somos competidores sino hermanos; y esto debe orientar todas nuestras acciones recíprocas y hacia el mundo externo. Instamos a los católicos y a los ortodoxos de todo el mundo a que aprendan a vivir juntos con paz y amor, y a que tengan ‘los unos para con los otros los mismos sentimientos’ (Rm 15, 5). Por tanto, no se puede aceptar el uso de medios desleales para indu-cir a los fieles a pasar de una Iglesia a otra, negando su libertad religiosa y sus propias tradiciones. Esta-mos llamados a poner en práctica el mandamiento del apóstol Pablo: ‘Considerando una cuestión de honor no anunciar el Evangelio más que allí donde no se haya pronunciado aún el nombre de Cristo, para no construir sobre cimiento ajeno’ (Rm 15, 20)”

“25. Esperamos que nuestro encuentro contribu-ya también a la reconciliación allí donde hay tensio-nes entre los greco-católicos y los ortodoxos. Hoy en día está claro que el pasado método del ‘uniatismo’, entendido como la unidad de una comunidad con otra separándola de su Iglesia, no es un modo que consiente restaurar la unidad. Sin embargo, las co-munidades eclesiásticas surgidas en estas circuns-tancias históricas tienen derecho a existir y a hacer todo lo necesario para satisfacer las exigencias es-pirituales de sus fieles, buscando al mismo tiempo la convivencia pacífica con sus vecinos. Los ortodoxos y los greco-católicos necesitan reconciliarse y bus-car formas de convivencia mutuamente aceptables”.

El texto se encuentra disponible en la página web del Vaticano: www.vatican.va

En este contexto, el encuentro del papa Francisco con el pa-triarca Kiril de Moscú es un acontecimiento señero en la histo-ria de la Iglesia de Jesucristo. Especialmente si en el Concilio Panortodoxo, que se reunirá en Creta entre el 16 y el 27 de ju-nio próximo, pueden abrirse perspectivas de entendimiento en estos y otros temas pendientes.

En lo que respecta a la crisis provocada por DAECH (el califa-to) y sus seguidores en el Cercano Oriente y en África del Norte, la declaración conjunta del Papa y el Patriarca no llama a una intervención armada, sino a “llegar a la mesa de negociación” y a realizar “acciones responsables y prudentes” en la lucha contra el terrorismo. MSJ

Declaración conjunta: todo lo necesario para superar las diferencias

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Diversos antecedentes acerca de la vida de la Igle-sia católica en el mundo desde febrero de 2015 al 31 de diciembre de ese mismo año, se publican en el Anuario Pontificio 2016, divulgado por el Vaticano.

En lo que se refiere al número de católicos, en 2014 eran 1.272 millones (17,8%) frente a los 1.115 millones (17,3%) que había en 2005. Han aumentado fuerte-mente en África (41%) que ha registrado, entre 2005 y 2014, un aumento de su población de 23,8%. En el con-tinente asiático también se ha registrado un aumento de católicos superior al de la población (20% frente al 9,6%) y lo mismo ha sucedido en América (11,7% fren-

te al 9,6%). En Europa el aumento de los católicos ha sido del 2%, ligeramente superior al crecimiento de la población. En Oceanía los católicos crecen menos que la población (15,9% frente al 18,2%).

En cuanto al número de sacerdotes, diocesanos y religiosos, de 2005 a 2014 han pasado de 406.411 a 415.792. Los candidatos al sacerdocio han subido de 114.439 en 2005 a 116.939 de 2014 (si bien en 2011 eran 120.616). En estos últimos tres años se ha dado una disminución de estos en todos los continentes, con excepción de África, donde los seminaristas han aumentado 3,8%.

¿NUEVA FECHA PARA PASCUA DE RESURRECCIÓN?

Durante el Tercer Retiro Mun-dial de Sacerdotes, en la Basílica de San Juan de Letrán, en Roma, el papa Francisco advirtió que la Igle-sia “tiene que llegar a un acuerdo” con otras confesiones cristianas para que la Pascua de Resurrección pueda ser celebrada por todos los cristianos del mundo en un mismo día. Se ha indicado que esa fecha podría ser el segundo domingo de abril. El Papa bromeó y dijo que es un escándalo que dos cristianos puedan mantener una conversa-ción como esta: “¿Cuándo resucitó tu Cristo de entre los muertos?’… ‘El mío hoy, el tuyo la semana que viene’“.

Al respecto, la historiadora ita-liana Lucetta Scaraffia publicó en L’Osservatore Romano el artículo “Unidos en la resurrección: La pro-puesta del Papa Francisco sobre la fecha de la Pascua” en el que afirma que con esta iniciativa se alienta “la pacificación entre las confesiones y (…) una suerte de racionalización del calendario”. La propuesta bus-ca ayudar a la unidad de los cristia-nos y reforzar su identidad, espe-cialmente de aquellos perseguidos: “La resurrección –dice la profesio-nal– celebrada juntos por todos los cristianos aumentaría la importan-cia de esta fiesta central para la fe en un momento en el que el mundo global y los cambios aparecen como imposiciones y como cosas repenti-nas”. Señala además que “no es un

elemento indiferente que en gran parte del mundo se viva con un ca-lendario intrínsecamente ligado al momento de la Encarnación (…). La Pascua y las fiestas relacionadas a ella constituyen un aspecto distinto del año litúrgico porque están co-nectadas a un tiempo cíclico que se repite cada año y que marca el re-torno de las estaciones. Las otras fiestas como la Navidad, se inser-tan en el nuevo tiempo lineal que fue inaugurado por la Encarnación”.

La historiadora recuerda, asimis-mo, que la fecha de la Pascua se esta-blece con el ciclo de la luna y que, de modo similar, musulmanes y judíos establecen sus fiestas importantes con el calendario lunar. Los ortodo-xos acostumbran a celebrarla una se-mana después de los católicos.

ANUARIO PONTIFICIO 2016 INFORMA ESTADÍSTICAS DE LA IGLESIA

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Qué pastores “con olor a oveja” pide el Papa

José María Guerrero S.J.

Centro de Espiritualidad Loyola, Padre Hurtado.

Un obispo debe ser un hombre abierto sin miedo ni rigideces al Espíritu, que empuja a la Iglesia a explorar caminos nuevos de fidelidad y compro-miso para servir al pueblo de Dios.

La suya debe ser una lucha que tenga a la vista la desconcertante sencillez, la vida desinstalada, el talante modesto y la opción por los pobres y marginados que configuraron la vida de Jesús.

Hemos escuchado con interés las reflexiones que se es-tán haciendo en el Vaticano acerca del perfil que deben tener hoy quienes integren los distintos niveles de la

Jerarquía de nuestra Iglesia. El Consejo de nueve cardenales (CG9) conformado por el papa Francisco para reformar la curia ha dedicado tiempo a estudiar el proceso de selección de los obispos. Y, según ha revelado el portavoz Federico Lombardi S.J., esa instancia ha pensado en “las cualidades y requisitos de los candidatos a la luz de las exigencias del mundo de hoy”, y ha abordado el reto que significa un buen proceso de recolec-ción de información sobre ellos.

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Acerca de este tema de evidente importancia deseo ofrecer una reflexión. Debo confesar con gratitud que me he sentido inspirado por no pocos miembros del episcopado que sirven al Pueblo de Dios con entrega incondicional y gozosa, y ejercen su autoridad de animación, conducción, gobierno y santifica-ción desde dentro, con una cercanía fraterna y una sencillez que sorprende y edifica.

Hablaré primero de la dimensión espiritual del obispo, es decir, de su relación con Dios. En segundo lugar, de su autén-tica unidad y comunión con la Iglesia universal y con su Iglesia particular. Luego explicaré su función primordial y, finalmente, aludiré a algunas cualidades personales que le ayudarían a rea-lizar su misión. Como telón de fondo, cuento con la constitución dogmática Lumen Gentium y el Decreto sobre la Función Pasto-ral de los Obispos, presentado durante el Concilio Vaticano II. Junto con lo anterior, no dejo de tener en consideración que el papa Francisco reitera constantemente que los obispos tienen que imitar al Buen Pastor (Jn 10, 1-16).

APASIONADO POR JESUCRISTO Y POR LA HUMANIDAD

A la luz de lo anterior, considero que, como ca-racterística esencial del perfil de un obispo, está primero el apasionamiento por Jesucristo que siente pasión por los hombres. De ahí nace su servicio incondicional a sus hermanos. Sin esta experiencia vital, entusiasta y admirativa de quien se encuentra con Jesús, a lo Pablo en el camino de Damasco (cf. Hch 9, 1-9) o como Pedro y Juan a las orillas del lago (cf. Mt 1, 16-18), no podrá ser testigo del Señor. Solo así su palabra cobrará originalidad, creatividad y fecundidad. Como los apóstoles, de quienes son sucesores, los obis-pos podrán confesar con humildad: “Nosotros no podemos callar lo que hemos visto y oído” (Hch 4, 20).

El obispo debería ser un hombre abierto, sin miedos ni rigi-deces al Espíritu —a ese Espíritu que es libre y creativo, y que no podemos programar—, que es quien, en definitiva, dirige a su Iglesia y manifiesta su presencia misericordiosa y liberado-ra con dones diversos (carismas, servicios, ministerios (cf. 1 Cor 12, 1-30)), y empuja a la Iglesia a explorar caminos nuevos de fidelidad y compromiso para servir más y mejor al pueblo de Dios. Debería ser un hombre de discernimiento evangélico para poder descubrir los signos de los tiempos y ser capaz de interpretarlos para encarnar las incesantes llamadas de Dios.

Por tanto, el primer rasgo de la identidad del obispo es la santidad.

La historia es aleccionadora: el martirologio está plagado de obispos santos. Hablaron desde el corazón mismo de su experiencia de Jesucristo y lo testimoniaron muchas veces con su sangre, siempre con una vida pobre y humilde, totalmente entregada a los demás en disponibilidad gozosa. Todos conoce-

mos figuras de obispos que fueron y son una memoria viviente de Jesús el Buen Pastor.

HOMBRE DE COMUNIÓN DESDE UNA FIDELIDAD CREATIVA

Un segundo rasgo de todo obispo es que debería ser un hombre que vive, en fidelidad creativa, la comunión con el Papa, cabeza del Colegio Apostólico, y con sus hermanos en el episco-pado. También con su pueblo, al que pastorea acompañándolo, sirviéndolo y alentándolo en sus luchas y esperanzas, en sus pruebas y alegrías. Está claro que por su saber teológico debe contribuir fuertemente a vivir la colegialidad, que es el estilo de actuar de la Iglesia a todos los niveles, porque Cristo fundó una comunidad toda ella carismática, responsable y activa, di-rigida por un colegio apostólico a cuya cabeza puso a Pedro. El obispo será un líder espiritual en su Iglesia particular, aunque debe sentir también la responsabilidad de la Iglesia universal: “Todos los obispos por su comunión eclesial participan en la solicitud de toda la Iglesia…” (Vaticano II, decreto Christus Do-minus sobre la función pastoral de los obispos en la Iglesia, n° 5

y siguientes). Y es edificante constatar el espíritu misionero de muchos obispos que, preocupados por la escasez de sacerdotes en algunas otras dió-cesis y regiones, han alentado a algunos de sus sacerdotes a trabajar donde más falta hace. Eso es también poner a la Iglesia “en salida”, siendo muy fiel a la auténtica tradición de esta, no para encerrarse en ella y repetirla, sino para hacerla dialogar con el mundo moderno. El papa Francis-co ha dicho, una y otra vez: “Quiero pastores con olor a oveja y sonrisa de padre” (homilía de la misa crismal del 2 de abril de 2015). Esta es la figura del obispo que él lleva en su corazón: pastores que no solo no pretendan vestirse con la lana de sus ovejas, sino que anden “apasionados” por ser-virlas. Y el olor a oveja se pega cuando el pastor

está en medio de sus ovejas. No hay manera de crearlo en un laboratorio. Se le pega cuando pastorea a las ovejas en la cer-canía y le recuerda que el pueblo al que conduce es el mismo del que fue sacado.

Enseguida, el obispo debería ser un servidor de la unidad, pero no de una unidad como uniformidad: la uniformidad no es un ideal de la Iglesia-Comunión, porque no es esa la unidad de la Santísima Trinidad, hecha de la riqueza de oposiciones y dife-rencias entre las tres personas divinas, compartidas en el amor.

En la construcción de la unidad de cada Iglesia particular, el obispo juega un papel no solo importante, sino decisivo. En cierto sentido, es el centro de la unidad. Pero no porque de él —piramidalmente— proceda toda la vida de la Iglesia, sino porque él ha de crear en su Iglesia una fuerza centrípeta que vincule a los fieles entre sí. Y esto, porque los vincula con el centro de la fe y de la vida de la Iglesia, que es la persona de Jesús, el único Señor. Es verdad que el obispo, como persona

Debe ser consciente de que está al servicio de la unidad de todos

los creyentes, cuyas legítimas diferencias en la

comprensión de la fe y en la vivencia cotidiana de ella debe respetar.

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individual, tiene una sensibilidad y una inteligencia, un carácter y modo de actuar propios, de los que no puede desprenderse a voluntad. El perfil de su personalidad lo hará inevitablemente más cercano a unos grupos, movimientos y personas dentro de la Iglesia que a otros, pero debe ser consciente de que está al servicio de la unidad de todos los creyentes, cuyas legítimas diferencias en la comprensión de la fe y en la vivencia cotidia-na de ella debe respetar, sin imponer como obligatorias las suyas propias.

Por todo eso, debería también acoger con gozo un legítimo y razonable pluralismo, fuente de tensiones enriquecedoras y no de divisiones ni rupturas.

Al ser centro y garantía de comunión eclesial, el obispo de-bería ser un hombre que abra espacios de libertad en la Igle-sia local, de corresponsabilidad y participación para todos —también para los laicos— no solo en la etapa de ejecución de diferentes proyectos pastorales, sino en la etapa previa y más fundamental de discernimiento del Evangelio. La corres-ponsabilidad de participar activamente —cada uno según su carisma— compete a todos, porque de todos es. Y esto es fun-damental porque el obispo tiene que alentar la participación y la corresponsabilidad de los laicos y ser ejemplo de ella en sus equipos de trabajo (en la Iglesia-Comunión no hay miembros pasivos que reciben pero no dan).

CONFIGURAR SU VIDA A IMAGEN DE LA DE JESÚS

Un tercer rasgo es la lucha sobre la pobreza con un cora-zón pobre. Si la desconcertante sencillez, la vida desinstala-da, el talante modesto y la opción preferencial por los pobres y marginados de su época configuraron la vida de Jesús, no pueden menos de configurar la vida de los obispos. Por lo tanto, esa disposición tendrá que encarnarla en su proceder el estilo de Jesús pobre y humilde, siervo y servidor (cf. Mt 12, 18; 18, 26). Pobre ante el Padre, como Jesús en su plegaria, en sus palabras y en sus actos, pobre ante los hombres, por su estilo de vida que hace atrayente la persona de Jesús. De-bería ser un hombre que habla como los profetas, desde un irrestricto amor a Jesucristo, anunciando con valentía y liber-tad el Evangelio, es decir, la Buena Noticia de la misericordia, la libertad, la justicia y la reconciliación, y denunciando con intrepidez todo lo que aborta el proyecto de Dios: el atrope-llo de los derechos humanos, la violencia, las injusticias, los egoísmo o la corrupción, vengan de donde sea. Que lucha por la promoción de todo hombre y de todo en el hombre, espe-cialmente por los empobrecidos y marginados de la sociedad

“proclamando su amor preferencial a los pobres” (Juan Pablo II, Discurso a los obispos de Chile, 1987, n° 5), deseando “una Iglesia pobre para los pobres” (papa Francisco). Y, desde una vida pobre y modesta, que es el testimonio más impactante y esperanzador para el pueblo que le ha sido confiado, “debe hacerse portavoz de los que no tienen voz” para que sus de-rechos sean reconocidos y respetados.

EL EJERCICIO DE LA AUTORIDAD

Un cuarto rasgo se determina según cuál sea su función en su Iglesia particular y el ejercicio de su autoridad. Una función primordial que le es propia es la de animar la vida que el Espí-ritu libremente suscita (autentificarla, aceptarla, promoverla). Al estilo de Jesús, se esforzará por convencer a sus auditores para que libremente acojan el Evangelio. Su función no es cons-tituirse en el centro motor, sino en articular y mantener unida la comunión de fe, de culto y de acción apostólica de la Iglesia como totalidad, es decir, comunidad de todos los creyentes. Él es el que anima la comunidad. Y la anima cuando es capaz de convocar, acercándose con sencillez a todos, acogiéndo-los con misericordia, comprendiéndolos en sus problemas y esperanzas, animándolos en sus pruebas y sirviéndolos con disponibilidad y alegría.

Así, debería ser un hombre de la autoridad que ha recibido de Jesús por el sacramento. El objeto propio de la autoridad episcopal son las cuestiones de fe y costumbres o, dicho de otra manera, de doctrina y moral. No caen bajo su autoridad como obispo cuestiones estrictamente científicas y técnicas.

Por lo demás, el obispo debe ponerse a la escucha obediente de lo que el Espíritu dice a las Iglesias y de lo que hace en ellas, mediante los hombres y mujeres carismáticos que Él suscita. La “última” palabra, en el necesario discernimiento de espíritus, la tiene el obispo, pero el ideal es que a esa palabra se llegue en un proceso que involucre lo más posible a la comunidad cre-yente: la “última” palabra no es la “única” palabra. Decir esto no es desafección a la Jerarquía; es, por el contrario, un servicio a la comunión eclesial desde la responsabilidad.

VALIENTE, LIBRE Y DIALOGANTE

Finalmente, el obispo también debe estar dotado de ciertas cualidades humanas. Ya hablé de su valentía y libertad. Debe-ría ser también un hombre de diálogo y de escucha, porque es el hombre de la comunión eclesial. Y no hay mejor medio para promoverla que un diálogo constante, animado por la caridad. El futuro de la comunión eclesial no pasa por la sospecha, la desconfianza y los prejuicios. El diálogo es siempre la mejor medicina preventiva y curativa de tensiones y conflictos. La falta o pobreza de diálogo genera un debilitamiento en la comu-nión eclesial por el desconocimiento del otro, que convierte en extraño al hermano y en anónima cualquier relación. Y esto le debe llevar a escuchar con interés opiniones disidentes, tanto de creyentes como de no creyentes.

Que sueñe y trabaje, desde el Espíritu y con la colaboración de todos, por una Iglesia más tienda de campaña que fortaleza, más servidora que señora,

más madre que maestra, más techo y hogar que oficina burocrática de servicios religiosos.

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Debe ser un obispo que ponga a la Iglesia en contacto con pensamientos laicos que tienen fuerza y presencia en la so-ciedad civil.

Que sueñe y trabaje, desde el Espíritu y con la colaboración de todos, por una Iglesia más tienda de campaña que fortaleza, más servido-ra que señora, más madre que maestra, más te-cho y hogar que oficina burocrática de servicios religiosos. Y, además, que no sea una Iglesia uniformada, controladora, excluyente, incapaz de entender ciertos carismas, sino más bien, que se esfuerce, con la ayuda del Espíritu, por ser más imagen de Cristo, el que no excluye, el que no condena, el que no reglamenta la vida, sino el que la acoge, la regula y la alienta.

Debería ser una persona de corazón sencillo y sereno que se renueva en su proceder al estilo de Jesús pobre y humilde, siervo y servidor de todos, ajeno a esa forma propia de los señores de la tierra de autoritarismo, prepotencia y lejanía. Debe apartarse de esa forma más bien magistral, desde arriba, cuando habla a su pueblo. Por el contrario, “tiende la mano”, como Yahvé, que enseñó a caminar a Efraín, “tomándolo por los brazos” (Os 11, 3) y como el Maestro que enseñaba conversando por el camino. Por lo tanto, debe ejercer la autoridad como servicio, ajeno a toda manera impositiva, desarrollando su capacidad de escu-char, educar y acompañar a las personas. El papa Francisco lo

Que se esfuerce con la ayuda del Espíritu para que su Iglesia particular

sea más imagen de Cristo, el que no excluye, el que no condena, el que

no reglamenta la vida, sino el que la acoge, la

regula y la alienta.

ha dicho gráficamente: los “obispos deben ser hombres que no tengan psicología de príncipes”. Por lo tanto, no al arribismo ni

a la carrera eclesiástica, pues pueden conver-tirse en tentaciones que los acosen.

Debería ser un hombre valiente para afron-tar las incongruencias de todos sus hermanos, incluidos los sacerdotes, y con una valentía que le anime con caridad a enmendar rumbos. Que así ayude a los fieles a crecer en caridad fraterna.

Que, inmerso en su mundo, hoy mire lejos y anime activamente la participación de la mujer en la Iglesia. Recordamos cómo, en el avión de regreso a Roma tras la Jornada Mundial de la Juventud realizada en Brasil, el papa Francisco

dijo a los periodistas: “El rol de la mujer en la Iglesia no es solo la maternidad, sino que es más fuerte, es el ícono de la Virgen. La Iglesia es femenina, es esposa, es madre. No se puede enten-der una Iglesia sin mujeres, pero mujeres activas en la Iglesia. Hay que hacer una profunda teología de la mujer…”.

Deseo concluir esta breve reflexión confesando mi gozo y gratitud por una Jerarquía que, como don del Espíritu, está al servicio de la unidad de la Iglesia y vive, por lo tanto, con sen-cillez y modestia su tarea de animación, coordinación, gobierno y santificación. Y esto, porque su Fundador así lo quiso (cf. Cor 12, 28-29; Ef 4, 11). MSJ

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La vigencia del sentimiento religioso

Luis Andrés Bahamondes González*

Doctor en Ciencias de las Religiones CISOC, U. Alberto Hurtado.

Nelson Marín Alarcón

Magíster en Ciencias Sociales, mención sociología de la modernización.

En el mundo contemporáneo aparecen en crisis muchas instituciones religiosas, pero las perso-nas siguen valorando el rol de la espiritualidad y lo trascendente en sus vidas.

Es probable que ciertas estructuras instituciona-les de diversas religiones se encuentren en crisis, pero eso no significa que la fe de los individuos, el sentir religioso y su mundo de creencias lo esté.

* Este artículo se enmarca en el desarrollo de la investigación Fondecyt N° 11130281 titulada: “Religiosidades en la ciudad: nuevos movimientos religiosos y demandas sociales en el Gran Santiago: 1990-2012”.

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Recurrentes son las afirmaciones de especialistas que hacen alusión a que vivimos tiempos de crisis. Aunque difieren en el nivel de pesimismo, existe una tendencia

a observar las instituciones sociales dentro de un proceso de desintegración y pérdida de eficacia, o bien se las considera en escasa sintonía con lo que demandan los individuos. Muchas entidades del Estado son también puestas en tela de juicio y re-pensadas a la luz de su desempeño en un escenario cambiante. Lo religioso no escapa a tal diagnóstico, siendo la disminución de las vocaciones sacerdotales, la baja en la observancia de las prácticas religiosas tradicionales y la pérdida en la confianza en las iglesias, algunos de los elementos considerados al formular-se un diagnóstico crítico. El temor a la obsolescencia reaviva el discurso secularista y se instala como tópico recurrente tanto al interior como fuera de los templos.

No obstante, si asumimos algunas premisas de destacados sociólogos (Bauman1, Lipovetsky2, Beck3, Sennett4, Castells5), quienes han caracterizado a la sociedad actual como inmedia-tista, consumista, individualista, informatizada, de la libertad plena, etc., es probable que tal diagnóstico que nos habla de crisis solo esté haciendo referencia a transformaciones cada vez más veloces e impredecibles. En dicho proceso, la adapta-bilidad de las instituciones sociales, ya sean políticas, econó-micas, jurídicas o religiosas, se hace indispensable en el ase-guramiento de supervivencia. No obstante, si bien los flujos de información y el desarrollo de la ciencia inyectan incertidumbre a la población en niveles nunca antes vistos, la historia nos ha demostrado que la capacidad de adaptarse frente a procesos de desestructuración y cambio ha sido una constante a lo largo de todo el desarrollo de la humanidad. Ciertamente el miedo al porvenir, sea transitorio o escatológico, ha existido desde tiempos inmemoriales, aunque nunca en la forma que estamos presenciando. La era actual de vorágines, incertidumbres y ries-gos se ha instalado y nos obliga a reaccionar.

En este contexto, la pregunta sobre las posibilidades de un desarrollo religioso y espiritual parece tan necesaria como in-eludible. La religión ha sido observada de forma permanente como un elemento que obstaculiza y se resiste frente a los cam-bios. Aun cuando sabemos que en el transcurso de la historia las religiones, y más específicamente las iglesias, funcionaron como polos de innovación y conocimiento, el discurso moder-nista siempre se pensó como contrapunto de una tradición leí-da en clave religiosa. Se pensaba que la religión, a través de sus dogmas, discursos e instituciones, albergaba el despotis-mo, la irracionalidad y la arbitrariedad, siendo su superación un paso necesario para el progreso de la civilización. De esta forma fueron muchos quienes auguraban una desaparición o retraimiento de lo religioso desde su lugar central en la so-ciedad, planteando la clásica fórmula de “a más modernidad

menor religiosidad”. Sin embargo, a simple vista y sin indagar demasiado, es posible observar la permanencia de lo religioso en nuestras sociedades, aun cuando se vean afectadas por la turbulencia de estos tiempos. ¿Cómo se desarrolla la religiosi-dad en un contexto cambiante? ¿Ha dejado la gente de creer? ¿Cuál es el futuro de las iglesias tradicionales? Son preguntas que hay que tener presentes a la hora de generar un diagnós-tico sobre la realidad religiosa de hoy.

LO RELIGIOSO TRASCIENDE A LAS INSTITUCIONES

En la actualidad, es probable que ciertas estructuras insti-tucionales de diversas religiones se encuentren en crisis. No obstante, aquello no significa que la fe de los individuos, el sentir religioso y su mundo de creencias lo esté. Lejos de en-tender el estado de crisis como un síntoma de desaparición de lo religioso, si analizamos el escenario reciente de Amé-rica Latina, podremos encon-trar que el mundo de creencias de las personas es tanto o más diverso que el que presencia-ron los conquistadores espa-ñoles desde su llegada en el siglo XVI.

La pérdida del monopolio religioso católico no necesa-riamente debe ser vista como una crisis, pues también es re-flejo del dinamismo de los sis-temas de creencias que tratan de responder a las demandas materiales e inmateriales de los individuos. Las promesas de progreso, avances de la ciencia, perfeccionamiento de procesos productivos y el Estado benefactor, sencillamente omitieron u olvidaron el desarrollo espiritual de los individuos. Sustentado en las teorías de la secularización que auguraban la extinción o expulsión de lo religioso de la vida pública, el Estado vio en muchos casos un enemigo al que le declaró la guerra, olvidan-do el aporte que había realizado y realiza a la sociedad. Aun cuando la memoria es frágil, es innegable el hecho de que la religión, a través de las iglesias y sus fieles, no huyó de las cri-sis que sufrió nuestro país. Fue la impulsora de los procesos de enseñanza en todos sus niveles desde la instauración de la República, dio muestras de compromiso social impulsando la Reforma Agraria a través del cardenal Raúl Silva Henríquez, se opuso tenazmente a la violación de los derechos humanos, etc. Sin embargo, hoy nos encontramos en una nueva época donde, a nuestro juicio, las instituciones han dado paso al protagonis-

¿Cómo se desarrolla la religiosidad en un

contexto cambiante? ¿Ha dejado la gente de creer?

¿Cuál es el futuro de las iglesias tradicionales?

Son preguntas que hay que tener presentes a la hora de generar un

diagnóstico sobre la realidad religiosa de hoy.

1 Bauman, Zygmunt: Modernidad liquida. México, Fondo de Cultura Económica, 2003.2 Lipovetsky, Gilles: La era del vacío: ensayos sobre el individualismo contemporáneo, Barcelona, Anagrama, 2012.3 Beck, Ulrich: La sociedad del riesgo global. Madrid, Siglo XXI, 2006.4 Sennett, Richard: La cultura del nuevo capitalismo, Anagrama, 2006.5 Castells, Manuel: La era de la información. Economía, sociedad y cultura, Madrid, Siglo XXI, 1999.

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mo de los individuos, siendo estos los encargados de buscar soluciones a sus problemas e inquietudes. La pérdida de con-

fianza en las instituciones6 sería reflejo de aquello, pues ya nada o poco se espera de ellas. Bajo este escenario podríamos afirmar que la centralidad de lo religioso ya no pasa solo por las instituciones, sino más bien por la libertad de los individuos que reinterpretan dogmas y tradiciones ajustándolas a sus necesidades.

Las transformaciones que la socie-dad va exigiendo de manera cada vez más veloz parecen ser una situación di-fícil de contrarrestar para aquellas insti-tuciones cuyas modificaciones requieren de procesos prolongados.

La modernidad y su variante actual, denominada postmodernidad, han aloja-do en América Latina ya no la religión sino las religiones. Es tiempo de diversidad, lo cual exige a las religiones dar el salto de la tolerancia a la convivencia. Es la épo-ca donde las religiones ya no solo deben ofrecer respuestas frente a la trascenden-cia o apelar a la defensa de la moral como sus principales estandartes. También se les exigirá ser partícipes de una sociedad

en cambio constante. Lejos de caer en el encierro, tanto insti-tuciones como individuos deben aprovechar sus capacidades para corregir errores o enmendar el rumbo de malas decisiones.

Las sociedades, desde sus estados más primigenios, com-prendieron que frente a las crisis su única opción era la colabora-ción mutua. Sostenemos que las instituciones religiosas debieran retomar su larga tradición de involucramiento en las problemáti-cas sociales (derechos humanos, sindicalización, educación, etc.). A riesgo de ir a contracorriente, frente a aquellos que señalan menos religión en los espacios públicos, nuestra propuesta va en el sentido opuesto. En la actualidad diversas instituciones religio-sas contribuyen materialmente y espiritualmente a la sociedad. A modo de ejemplo; diversas agrupaciones pentecostales han de-sarrollado exitosos programas en el ámbito de rehabilitación de drogas y alcohol, programas de reinserción de expresidiarios a la vida laboral y políticas para combatir la cesantía, por otra parte, algunas iglesias mormonas han creado programas de enseñan-za de inglés en sectores marginales de la ciudad, han puesto a disposición sus espacios deportivos; agrupaciones new age han elaborado programas que combaten la depresión y mejoran la autoestima; iglesias cristianas se han convertido en el sostén y refugio de inmigrantes, y continúan desarrollando políticas de alfabetización en diversas zonas del planeta, etc.

La religión, sin lugar a dudas, ha cambiado en tiempos de crisis, al igual que los diversos componentes de la cultura (po-

lítica, economía, arte, etc.). No obstante, más allá de la vincu-lación con lo sacro, debiese fortalecer el sentido de comunidad en una sociedad que tiende al individualismo.

RELIGIÓN: ENTRE EL INDIVIDUALISMO Y EL FUNDAMENTALISMO

Una de las tendencias actuales más interesantes de ob-servar es la polarización de la participación religiosa. Si bien las instituciones religiosas tradicionales siguen existiendo, también es posible observar cómo crecen otras formas de vivir la espiritualidad. Es el caso del fortalecimiento de los fundamentalismos religiosos, vale decir, aquellas tendencias que apuntan a una interpretación estricta e intransigente de un cuerpo de dogmas o doctrinas. Habituales son las referen-cias, en este sentido, a las corrientes islámicas en algunos países de Oriente medio, en especial a partir de la intensifi-cación de los conflictos bélicos posteriores al atentado del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington. Sin embargo, es posible afirmar que la intensificación del funda-mentalismo se da incluso al interior de los propios países de Occidente. Interesante es, por ejemplo, cómo algunas iglesias cristianas estadounidenses han promovido la confrontación política y cultural, haciendo referencia al valor que posee su propia religión en la identidad de un pueblo o nación. El “Dios salve a América” se entiende cada vez más de una manera literal y en contraposición a un enemigo tanto interno como externo: el islam. Ello ha llevado a generar un clima de tensión que requiere necesariamente de la promoción de mecanismos de diálogo en la construcción de sociedades más tolerantes e integradas. América Latina no escapa a dicho fenómeno. El refugio en el conservadurismo y la literalidad dogmática han llevado a algunos movimientos evangélicos a oponerse al desarrollo de los cultos afrodescendientes en Brasil, Ar-gentina y el Caribe.

Si bien el conservadurismo y la intolerancia religiosa es un fenómeno posible de localizar en las distintas épocas históricas, no es menos cierto que el escenario de incertidumbre e indivi-dualismo facilita las condiciones para su expansión en la actua-lidad. Allí donde las tradicionales instituciones disminuyen en su influencia e intentan leer de alguna manera “los signos de los tiempos”, las comunidades religiosas más reaccionarias al cambio ofrecen un sistema de certezas poco equiparables y de gran eficacia. Des-relativizan el mundo y otorgan patrones de comportamiento claros y sencillos. De esta manera, configuran una realidad que no tarda en generar confrontaciones con las sociedades actuales.

Pero así como el retraimiento a la tradición representa una opción de vivir la religiosidad, también es posible encontrar in-dividuos que transitan con libertad entre la creciente oferta de religiones y creencias que circula en la actualidad. El desapego es la norma, siendo posible constituirse como un “consumidor

La pérdida del monopolio religioso católico no necesariamente debe ser vista como una crisis, pues también es reflejo del dinamismo de los sistemas de creencias que tratan de responder a las demandas materiales e inmateriales de los individuos.

6 Ver Encuesta Nacional de la UDP 2013. http://www.encuesta.udp.cl/wp-content/uploads/2013/10/PPT-Encuesta-ICSO-UDP-2013.pdf

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de bienes religiosos”7 con todas las garantías y posibilidades que otorga la participación en un mercado creciente. El acceso a los medios de información y la flexibilidad en el compromi-so con la religiosidad hereditaria parecen generar un horizonte de posibilidades infi-nitas. De ahí que algunos intelectuales ha-blen de “religiosidades a la carta”8, donde los sujetos observan los bienes religiosos, los eligen y consumen sin compromisos de permanecer con ellos demasiado tiempo. Integran solo lo que les interesa de las tradiciones religiosas, aun cuando estas se presenten como milenarias y absolutas. La búsqueda perma-nente de satisfacción espiritual es la norma.

En síntesis, no debemos confundir la justa y necesaria crítica a las instituciones religiosas por parte de la población con la

Es tiempo de diversidad, lo cual exige a las religiones dar el salto de la tolerancia a la convivencia.

desaparición o disminución del sentimiento religioso. No pode-mos hacerlo, pues, en tiempos de crisis y cambios constantes, la realidad cotidiana nos demuestra que los sujetos, de manera

transversal (sexo, edad, condición socioe-conómica, etc.), siguen valorando el rol de la espiritualidad y lo trascendente en sus vidas9. Por otra parte, las instituciones reli-giosas tienen el deber de pronunciarse res-pecto de la diversidad de temas que tocan

la vida de los fieles, lo cual no significa la vuelta a un régimen o sistema teocrático, sino, por el contrario, significa hacer partí-cipe a dichas instituciones del debate público. El requisito que se nos impone el día de hoy es poder dialogar en la diversidad, representando el sentir de muchos sin imponer la voluntad de pocos; vale decir, opinión no debe significar imposición. MSJ

7 Bastian, Jean-Pierre: La mutación religiosa de América Latina, México D.F., Fondo de Cultura Económica, 1997.8 Champion, Françoise: “Lo religioso flotante, eclecticismo y sincretismos”. En Delumeau, J. (dir.) El hecho religioso: enciclopedias de las grandes religiones. Madrid, Alianza, 1995, pp. 535-

557.9 Bahamondes, Luis. “El hecho religioso en clave postmoderna: de la secularización a la mutación”. En Bahamondes, L. (Ed.): Transformaciones y alternativas religiosas en América Latina,

Santiago de Chile, Centro de Estudios Judaicos, U. de Chile — CISOC, U. Alberto Hurtado, 2013, pp. 41-55.

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La Plaza Italia ha sido el epicentro de las principales manifestaciones públicas de los últimos años. Cele-

braciones y protestas se han mezcla-do, dando cuenta de los vaivenes que ha experimentado el país, especial-mente en los últimos años en que la calle volvió a ser protagonista de las urgencias que demanda Chile. Testi-go privilegiado de esas expresiones ha sido el presidente de Telefónica en Chile, Claudio Muñoz, cuya ofici-na está ubicada en el edificio corpo-rativo emplazado en el corazón de Santiago, lo que le ha permitido ser testigo de primera mano de toda la efervescencia que se vive en ese lu-gar. Precisamente esa experiencia fue la que expuso el año pasado du-rante una intervención en un foro empresarial en que se refirió al rol público de la empresa privada.

—¿Cómo fue esto de hablar desde Plaza Italia al mundo de la empresa?

—En un momento especial para nuestro país, recibí la invitación para ha-cer una introspección desde la empresa. Y se trataba de hacer una introspección

que era en realidad una reflexión en voz alta, para hacer una pausa y vernos, re-conocernos, a nosotros y a nuestro en-

torno. Y lo que me surgió naturalmente fue hablar de lo que me toca ver a diario desde mi oficina en el centro de Santia-

go, en el punto neurálgico donde vibra, protesta y se despliegan las demandas de nuestro país. Es el mejor termómetro ciudadano y un tremendo cable a tierra.

—Un cable a tierra que deja en claro la crisis de confianza por la que atravie-sa Chile…

—La verdad es que mucho se ha ha-blado de que estábamos y seguimos atravesando una crisis de confianza; se ha llegado a decir incluso que es la mayor

de nuestra historia. Pero a mí me parece, y esto es algo muy perso-nal, que lo que estamos viviendo es una profunda disyuntiva entre el desánimo y la decepción. Creo que se ha afectado el ánimo del país y existe frustración respecto de lo que hasta entonces creíamos o dá-bamos por cierto. Es en ese espa-cio donde yo veo este triste juego entre el desánimo y la decepción; el primero nos habla de una pos-tergación de un sueño; la decep-ción, en cambio, da por finalizada la esperanza.

—Pero el discurso general de los medios, de las encuestas y de la propia empresa son bastante más tajantes respecto de los efectos de tantos casos que han dañado la fe pública.

—Sin duda, ha sido un tiempo en que hemos escuchado una seguidilla de frases categóricas en relación a que todo estaría perdido o a que no existen posi-

claudio muñoz:

“Emparejar la cancha es un concepto que nos queda corto,

es hora de jugar todos el mismo partido”

El presidente de Telefónica Chile advierte que tanto desde el mundo político como desde la empresa privada se debe hacer una reflexión que permita enmendar rumbos y lograr una mayor unidad de propósitos.

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bilidades de enmendar rumbos. Incluso da la sensación de que muchos casi le están poniendo un candado al país. Me parece que Chile está cansado de esas declaraciones y acusaciones cruzadas y ya es tiempo de hacer el esfuerzo por tener una mirada distinta.

—¿Y cómo se avanza en ese camino? ¿Quiénes deben dar el primer paso?

—Desde todos los sectores, porque lo primero que es necesario hacer es reco-nocer que estar donde estamos es res-ponsabilidad de todos. Y es cierto que quienes formamos parte de la empre-sa privada tenemos responsabilidad en esto, pero también la tiene el mundo político. Ellos y nosotros debemos ha-cer el necesario ejercicio de revisar y re-flexionar para asumir las responsabilida-des que nos corresponden y enmendar el rumbo. El Chile que hoy se respira se gestó ante nuestras narices, con nues-tra complacencia e incluso con nuestra acción. Fueron sucediéndose, unos tras otros, diversos hechos que daban cuen-ta de prácticas que rozaban el filo de lo ético, cuando no lo cruzaban derecha-mente. Pero los quisimos tratar como casos aislados, como malos ejercicios de otros que no éramos nosotros.

—Pero esto va más allá de la empresa.—Por supuesto, más allá de la empre-

sa. Pero eso no contradice su respon-sabilidad fundamental en lo público. Parte de la discusión que hoy tenemos en Chile tiene que ver con la equidad. En lo personal, me llama la atención las veces que invocamos el famoso coefi-ciente de Gini para explicar “el problema de la desigualdad en Chile”. Quizás por hablar tanto del indicador, hemos de-jado de lado una característica de país que hemos construido todos y que tiene que ver con la forma en que actuamos: Chile es un país con altos niveles de se-gregación y eso que todos reconocen, nadie del mundo público ni privado ha sido capaz de ponerlo con fuerza y como prioridad en la discusión pública.

—¿Y esa segregación, también se ex-tiende al área de los argumentos?

—Y con mucha fuerza. Es necesario que reconozcamos que nos cuesta es-tablecer puentes con aquellos que con-sideramos distintos y muchas veces nos

refugiamos en grupos en los que todos pensamos igual. Quizás ahí está la expli-cación de por qué nuestro primer impulso es siempre creer que tenemos la razón, que mi visión es la correcta y que la de los otros es parcial, miope o derechamente equivocada. Eso nos pasa un poco des-de el mundo de la empresa, creer que la razonabilidad está siempre de nuestro lado; del otro, solo los excesos.

—¿Usted hizo un mea culpa desde la empresa?

—Así es, y por una razón muy sim-ple: no supimos (ni estamos sabiendo aún hoy) dar una adecuada lectura al país que se expresaba en las calles. De un tiempo en que todos trabajábamos en veredas similares, de los consensos y acuerdos emergió este Chile con una clase media más amplia y empoderada, una sociedad que redujo de manera im-

portante la extrema pobreza, y que exi-ge entonces seguir avanzando y no está dispuesta a retroceder en lo que se ha conquistado. Pero esas demandas no se dirigen solo al Estado, van también ha-cia las empresas: porque si la sociedad tiene un cambio tan profundo como ese, no podemos pretender que todo lo de-más siga estático. Y es exactamente en este punto que pecamos de ingenuidad o falta de visión, cuando no de tozudez.

—¿Y cuál es su análisis sobre el rol de la empresa de aquí hacia delante?

—Tenemos un rol público, es cierto, pero este no se agota solo en el ámbito de acción de nuestro negocio, ni tampo-co en las buenas acciones de Respon-sabilidad Social Corporativa; va más allá de eso. Y no basta aquí con aportar solo en materia de empleos, porque el mercado ha demostrado ser eficiente en generar crecimiento, aunque no ha resuelto totalmente el problema de la equidad.

EMPAREJAR LA CANCHA…

—Ya tenemos como una frase muy gastada el emparejar la cancha. Pero el concepto nos queda corto, porque lo que necesitamos en Chile es la oportunidad de jugar todos el mismo partido. Se tra-ta de aprovechar todos los talentos sin excluir a nadie. Es un derecho que lleva implícito el deber de aceptarnos, reco-nocernos y valorarnos.

—¿Es un llamado a movilizarse?—Por supuesto, del mea culpa pasar

a la acción. Aprovechar el espacio que abre el mensaje de la prudencia y realis-mo, no para seguir disparando atrinche-rados, sino para avanzar en escucharnos y ver entonces cuáles son los puntos en que es posible lograr acuerdos.

—Usted hizo referencia en su exposi-ción a tres principios claves para guiar esa acción, ¿cuáles son?

—El primero es el sinceramiento y nueva norma ética del empresariado, y no solo una declaración de principios. El segundo es aportar con claridad nuestra visión de lo público, que explique lo que podemos aportar, qué cambios estamos en posición de adelantar más allá de la norma y cuáles puntos son críticos para la empresa. Y el tercero, el compromiso con la sociedad más allá de la filantropía y de una visión parcial de la Responsabi-lidad Social Corporativa (RSC). En este último punto, en contra de lo se ha dicho tantas veces, quiero reivindicar el valor de la filantropía, en una escala en que la RSC no siempre alcanza.

—¿Cuál es el desafío que sigue para la empresa?

—Tenemos que ser capaces de des-cubrir lo que nos aporta esta crisis para ejecutar los cambios necesarios, sin ape-go al pasado. En este ánimo es que de-bemos hacer la invitación al Gobierno, a los legisladores y a la sociedad para que retomemos el diálogo a puertas abiertas, sin temas vetados ni discursos hechos. Hay un país entero que nos remece para que salgamos del desconcierto y el des-ánimo a redescubrir lo que nos dicen las calles, conectarnos con esa realidad que no se detiene y cuyo corazón tiene un la-tido vigente en espacios tan contingen-tes y diversos como Plaza Italia.

Chile es un país con altos niveles de segregación y eso que todos

reconocen, nadie del mundo público ni privado ha sido capaz de ponerlo con fuerza y como prioridad en la

discusión pública.

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En el último tiempo se ha otorgado cada vez mayor im-portancia a las iniciativas públicas en el ámbito cultural. Impulsadas principalmente por el Consejo Nacional de

la Cultura y de las Artes (CNCA), ellas buscan estimular la par-ticipación activa de la ciudadanía para fortalecer la preserva-ción, promoción y difusión del patrimonio cultural chileno, lo cual es de gran importancia para fortalecer nuestra identidad y nuestro sentido de país.

La última de estas actividades fue el Carnaval de los Mil Tambores, celebrado en septiembre en Valparaíso. Se desa-rrolló con la premisa de que es importante recuperar espacios públicos para el arte y la cultura, cuestión relevante para con-solidar los lazos de convivencia y un sentido del “nosotros”. Muchos nos esperanzamos al observar la masiva respuesta a esa convocatoria, entendiéndola como un reflejo de la valora-ción e identificación de las personas con esos ideales.

Pero ¿será así? ¿Será que de verdad estamos avanzando en compartir una concepción más humanizada del mundo, más amable, más favorecedora del desarrollo de las personas, más pacífica y justa? ¿Y si no fuera así? ¿Y si estas altas concurren-cias no fueran sino un velo que nos impide ver cuán lejos esta-mos de esos anhelos? ¿Qué tal si las pautas y creencias por las que realmente nos orientamos fueran en un sentido distinto, e incluso opuesto, a esos ideales y aspiraciones que decimos apoyar? ¿Qué tal si estas manifestaciones no son más que un cambio de forma y no de fondo?

Revisemos, por ejemplo, cuán paradójico resulta que ese carnaval haya concluido con cuatro mil toneladas de basura

Por qué importa una buena “educación cívica”

Priscilla Echeverría de la Iglesia

Docente de la Facultad de Educación, Universidad Alberto Hurtado*.

No podemos seguir conformando un sistema educativo que no se interese por la dimensión ciudadana de la persona: la formación moral y ciudadana debiera ser el empeño formativo más importante del sistema educativo.

El currículum escolar y el sistema evaluativo deben incorporar nuevas dimensiones que forta-lezcan la convivencia democrática, en beneficio de un aprendizaje de la autonomía en armonía con los demás.

* La autora es Magíster en Educación, mención Currículum Educacional, y cuenta con un postítulo en Filosofía, mención en Educación en Valores.

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esparcidas en las calles, atropellándose derechos y deteriorán-dose espacios públicos, generándose precisamente lo contrario a lo que esa iniciativa busca promover. Hay allí un sinsentido, una disociación entre la forma de actuar y el discurso con el que aparentemente se está de acuerdo. Si estamos a favor de la paz, la justicia y la dignidad de los pueblos del mundo, en-tonces debiéramos tener una conducta acorde, no violentan-do ni atropellando espacios que son de todos. Sin embargo, lo ocurrido en esta actividad en Valparaíso indicaría que hay una extendida actitud de poca responsabilidad frente a nuestras acciones, de escaso respeto hacia la ciudad, de apego a un individualismo que solo busca satisfacer las propias necesi-dades, y de incapacidad de asumir nuestras propias acciones y entender cómo interactuamos con el mundo. Pareciera que a los chilenos nos cuesta ser habitantes de la ciudad, nos cuesta ser ciudadanos. Se observa débil nuestro compromiso con la noción de bien común.

EXPLORANDO LAS DIMENSIONES MORAL Y POLÍTICA

Podemos preguntarnos cuánto contri-buimos nosotros mismos a que la realidad que criticamos sea como es y con eso nos estamos interpelando sobre nuestra perso-nalidad moral —conciencia, juicio, empatía, toma de perspectiva social, valores, emocio-nes, entre otros—, pero también sobre la relación de nuestro yo individual con lo colectivo. Y en el Chile de hoy parece ser que estamos más cerca de un individualismo extremo, producto del debilitamiento de la confianza, los lazos sociales, el senti-do del nosotros y de la posibilidad de tener sueños y proyectos comunes. Esto revela cuán político y ético es el problema que subyace en esta temática. Político, porque se vincula con nues-tra relación con el mundo. Ético, porque habla de para qué, por qué, qué y cómo nos movemos en esa relación con el mundo… de los valores que nos mueven, de nuestra cuestionable poca sensibilidad frente a mucho de lo que nos rodea.

OPORTUNIDAD A OBSERVAR CON CAUTELA

Actualmente, ante la problemática de la falta de educación moral y política, en el Congreso Nacional se discute sobre la obligatoriedad de la asignatura de Educación Cívica en los es-tablecimientos educacionales. La presidenta Michelle Bachelet recogió en ese sentido la recomendación hecha por el Consejo Asesor Anticorrupción encabezado por Eduardo Engel. Sin em-bargo, esta es una oportunidad que debemos considerar con cautela, pues medidas paliativas para fortalecer el rol de la escuela en este ámbito de la formación ya se han dado antes, sin lograrse los efectos buscados.

Queremos afirmar que esta propuesta es necesaria pero insuficiente, y que, además, es de difícil desarrollo debido al

gran influjo que en el Chile de hoy mantiene una cultura social que promueve una lógica neoliberal.

La preocupación por la educación cívica y moral no es nueva en la política educativa. Los marcos curriculares y las actuales bases curriculares plantean la existencia de objetivos fundamen-tales transversales u objetivos de aprendizajes transversales, respectivamente, que explicitan la importancia del desarrollo ético de las personas, así como también aluden a aspectos vin-culados con su dimensión cívica. En ese contexto, creemos que la medida de incluir la educación cívica significa mantener la misma escasa relevancia que esta tiene en la práctica concreta, si el currículum sigue conviviendo en paralelo con un sistema evaluativo estandarizado que valora exclusivamente la dimen-sión académica de ciertas asignaturas como sinónimo de cali-

dad educativa. En este sentido, hay políticas paralelas a los aspectos ético políticos en la política curricular que tensionan la exigencia formativa en la escuela, tensión que termina resolviéndose mediante la priorización de lo más urgente, como es reflejar buenos resul-tados académicos para atraer matrícula, en un escenario que hace competir a las escue-las para poder sobrevivir. Así, el anuncio pre-sidencial sobre la reposición de la asignatura de Educación Cívica y la exigibilidad a las escuelas de contar con un Plan de Forma-ción Ciudadana pueden quedar solo como una declaración de buenas intenciones, si

no se acompañan de otros cambios en la formación escolar. Potenciar el rol formativo de la escuela requiere visibilizar otros criterios de evaluación —cualitativos, no estandarizados— que, en lugar de buscar comparación y competencia en el mercado educativo, permitan a esa institución aprender sobre cuán edu-cativo es el clima de convivencia que está ofreciendo y cómo viven esa cultura los actores que la conforman.

QUÉ ENTENDEMOS COMO “EDUCACIÓN CÍVICA”

Por otra parte, el anuncio de la Presidenta nos exige pregun-tarnos cómo se está entendiendo la educación cívica. Es ne-cesario celebrar que el proyecto de ley actualmente en trámite destaque la importancia de la formación cívica en la escuela, amplíe la noción de educación cívica a algo más allá de lo mera-mente disciplinar o asignaturista, y responsabilice a la escuela en el deber de explicitar un plan de acción para abordarla. Sin embargo, debiéramos poner atención a algunos riesgos que todo esto involucra.

En primer lugar, esta reforma constitucional fundamenta su importancia en el hecho de que la ciudadanía se ha distancia-do de la política dada la baja participación electoral. Podemos advertir, entonces, que esta propuesta se moldea según un paradigma liberal: entiende la formación cívica como una tarea vinculada principalmente a prepararse para celebrar el acto de votar y no como una capacidad mucho más amplia, necesaria

El anuncio sobre la reposición de la asignatura de Educación

Cívica y la exigibilidad a las escuelas de contar

con un Plan de Formación Ciudadana pueden quedar

solo como una declaración de buenas intenciones, si no se

acompañan de otros cambios en la formación escolar.

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para la vida cotidiana y el logro de una participación activa y comprometida.

Es negativo reducir el concepto de ciudadanía de ese modo. Significa invisibilizar otros derechos necesarios, además de los civiles y políticos, como los sociales, económicos, culturales o medioambientales. La formación ciudadana clásica no alcanza para enfrentar la desidia, la falta de sentimiento de responsabi-lidad respecto del devenir de nuestra sociedad y de aprender a incluirnos desde una participación responsable. Y no basta con conocimientos. También es importante el desarrollo de habi-lidades y actitudes, lo cual es posible cuando se viven formas de relación coherentes con los ideales democrá-ticos, de participación y de ejercicio de libertad responsable que deberían ser propuestos en un espacio de formación ciudadana.

La propuesta del Poder Ejecutivo consideró ampliar la noción y considerar además los de-rechos económicos, proponiendo incorporar la educación financiera al currículum escolar. Cues-ta comprender por qué se priorizó esta preocupa-ción por encima de otros aspectos importantes, como los derechos sociales, medioambientales o reproductivos. Como el texto propuesto no consideró ningún otro derecho adicional, la noción de ciudadanía quedó, en bue-nas cuentas, supeditada a su noción más clásica.

Otra cuestión a considerar es que queda fragmentada e in-suficiente una asignatura de educación cívica sin una forma-ción del ámbito moral de las personas. Ninguna de esas dos áreas registrará un cambio sustancial si no es acompañada de una estructura sociopolítica adecuada y de una cultura escolar que la fortalezca. Tengamos presente que muchas veces ellas pueden funcionar en un sentido opuesto a lo que se dice que-rer formar, promoviendo el éxito individual, clasificando según rendimientos, validando ciertos saberes por sobre otros que están disminuidos o derechamente invisibilizados, pidiendo adaptación y obediencia a condiciones que son definidas por unos pocos actores, desarrollando relaciones instrumentales entre los individuos que la conforman y, con ello, debilitando la posibilidad de relacionarse desde inquietudes auténticas, desde la solidaridad, la inclusión, la deliberación, la reflexión y la participación.

Al respecto, el mismo padre Alberto Hurtado, en el contex-to de su época, ya planteaba una crítica a la escuela, respon-sabilizándola del desinterés que los ciudadanos sienten por la sociedad. Lo hacía ver apuntando a que es en la escuela en donde se aprende a ser individualista y competitivo, dado el énfasis en el trabajo individual y la responsabilidad solo en sí mismo por los propios actos, sean positivos o negativos, y que se aprende desde las relaciones que los adultos educadores establecen con los niños y jóvenes. Señalaba claramente que aprender a tener una actitud comprometida con los demás re-quiere de vivir relaciones de colaboración, de manera de de-sarrollar un sentido del colectivo a través del cual se aprenda a ser solidario, generoso y comprometido.

Además del papel de la escuela de incluir el ámbito moral sin separarlo del cívico, se suma la importancia de que el pro-fesorado sepa, pueda y quiera desarrollar prácticas pedagó-gicas en el aula que den lugar a un espacio para el aprendizaje de una convivencia democrática. Esto se debe hacer no solo en una asignatura de educación cívica sino que también en las demás áreas del currículum, pues no es exclusivo de la clase de ciudadanía el tener un espacio para participar y reflexionar con los demás, dar opiniones y decidir en conjunto sobre aquellos aspectos en los que se pueda decidir. Ello es una posibilidad latente en toda situación de convivencia y, por lo tanto, los

profesores debiéramos tener conciencia de esa responsabilidad inherente a nuestro rol, indepen-diente de la asignatura que tengamos a cargo.

Así, tanto la escuela en su conjunto como los espacios de clase debieran ser una oportuni-dad para vivir una convivencia democrática. El desafío involucrado en este tema no podrá ser respondido desde la sola asignatura, si quienes enseñan y gestionan la escuela no invitan a en-sayar y vivir las experiencias de una cultura cí-vica y moral que eduque en sí misma, por el solo

hecho de estar en ella.Entendiendo la escuela y el aula en particular como un terri-

torio en el que está presente el poder —independiente de cuán distribuido o concentrado esté—, debemos valorarlo como el espacio por excelencia en el que nuestros niños y jóvenes ex-perimentan cómo relacionarse entre sí y con la autoridad. De acuerdo a cuán incluidos se sientan en el devenir de los aconte-cimientos, se desarrollará en ellos el aprecio y el consecuente compromiso con los adultos que son figura de autoridad, en tanto los perciben como personas que acogen, los aceptan y asumen la tarea de potenciarlos en toda su dimensión humana. Ello implica, por cierto, que la autoridad, desde un sentir demo-crático, comprende que no es posible desarrollar la noción de hacerse responsable por los otros si no se invita a aprender a ser parte, educando el saber, el poder y el querer serlo.

CAMBIO DE PARADIGMA: DE LO ESCOLAR A LO EDUCATIVO

Hemos señalado que la escuela es el espacio de socializa-ción por excelencia, en el cual aprendemos a desarrollarnos y relacionarnos con los demás. Es más que ir a una sala de clases a aprender. En la lógica tradicional, en la que los adultos deci-den y los jóvenes deben acatar, se escolariza a las personas, reforzando su heteronomía. Se aprende a ser dependiente del control externo, a esperar que se nos diga qué hacer, cómo y cuándo, limitando así la capacidad de reflexionar sobre nuestro propio actuar, tomar decisiones y desarrollar nuestra autono-mía e iniciativa personal.

Educar es lo contrario de escolarizar. Es crecer conquistan-do cada vez mayor autonomía para aprender a hacerse cargo del propio actuar. Y ello se va desarrollando en un proceso lar-

La formación ciudadana clásica no alcanza para enfrentar la desidia ni la falta de sentimiento

de responsabilidad respecto del devenir de

nuestra sociedad.

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go que requiere, por parte de quien pretende educar, incluir a quienes se están formando, relacionarse con ellos conside-rando sus necesidades, intereses y preocupaciones, dándoles además los espacios para expresarse, pensar juntos y decidir conjuntamente y paulatinamente, a medida que van aprendien-do a hacerse cargo de las consecuencias de sus decisiones. Re-quiere acompañamiento, acogida, encuentro, aceptación, sentir que se puede confiar en los demás, que podemos aprender de los errores, que podemos hacer preguntas y no solo respon-der certezas. Requiere diálogo para interpelar al otro desde la pregunta, invitándolo a pensar y así desarrollar su conciencia. No certezas. La moral no se inculca, se desarrolla en la medida en que se invita a reflexionar sobre las acciones.

La responsabilidad de la escuela es, entonces, educar. No solo instruir. Y la educación transita por la relación humana, por la calidad de los vínculos que se desarrollan con aquel que está creciendo bajo nuestro cuidado. Si los estudiantes crecen bajo la vigilancia, siendo tratados como sujetos sospechosos, peli-grosos, demostrándose bajas expectativas sobre sus personas, sin duda aprenderán a moverse sin sinceridad, resignada o so-lapadamente, solo respondiendo a lo que se quiere o espera de ellos, no necesariamente desde el “yo quiero”, sino que desde el “yo tengo que…”. Y, desde ahí, la posibilidad de desarrollar autonomía y compromiso auténtico con los propios procesos se reduce drásticamente. Entonces se aprende a ser dependiente de lo que otro nos diga qué hacer, cómo y cuándo, en lugar de autorregularnos. Botamos la basura al suelo, porque todos lo hacen. O porque no hay nadie que nos reproche, porque nadie nos está mirando. Ponemos la música fuerte, irrumpiendo en el espacio de los demás, porque nadie me dice nada. Desarro-llar conciencia moral es más efectivo que cualquier control de vigilancia o cualquier normativa legal. Que la persona aprenda a autorregularse para conducir su vida felizmente, en armonía con el todo social, debiera ser el propósito de un proceso que pretenda ser formativo.

Los espacios para el aprendizaje de la autonomía en armo-nía con los otros no solo se dan en lugares como una radio o un diario escolar, o en actividades extracurriculares. El espacio en el que más se está en nuestro paso por la escuela es la sala de clases. Y en ella, no importando la asignatura que se esté estudiando, siempre hay relaciones humanas mediadas por un profesor, quien tácitamente concentra o distribuye el poder, según sean los espacios que niegue u otorgue para que los estudiantes piensen, se expresen y tomen decisiones.

Y es en este punto que podríamos poner el acento para ex-plicar cuánto pesa la escuela en lo que somos como sujetos so-ciales: cómo vamos asumiendo como algo natural —si hemos vivido una lógica tradicional— que las figuras de autoridad no tienen por qué preguntarnos nuestro parecer, que hay que ha-cer las cosas aunque no les encontremos mucho sentido, que lo que nos pase en la vida real o personal no tiene lugar cuando estamos aprendiendo una materia, que el curso de los aconte-cimientos lo deciden otros… y así vamos debilitando nuestra conciencia sobre nuestro entorno, en tanto aprendemos a mo-

vernos como autómatas y, con ello, debilitando la posibilidad de ser ciudadanos, en el sentido ético y político del término.

FORMACIÓN DE PROFESORES

Volviendo a la oportunidad que representa la reposición de la asignatura de Educación Cívica y la exigibilidad a las escuelas de un plan de formación ciudadana, es importante considerar que la política pública podrá aportar en beneficio del cambio de una cultura escolarizante a una más educativa, si propone medidas adicionales. Estas debieran abordar la formación de profesores y de directivos. Para ello, debiera convocarse a una discusión abierta a los actores del sistema escolar y de la forma-ción del profesorado, a fin de definir la forma de implementar la formación de la dimensión ético y política del ejercicio do-cente y directivo. Importará que ellos aprendan a relacionarse en lógicas reflexivas y participativas.

Entendiendo que el solo hecho de estar en relación con otros influye en la formación de un determinado tipo de ciudadano, el prepararse para ser profesor debiera incluir no solo apren-der rigurosamente una disciplina y saber cómo enseñarla, sino también cómo favorecer formas de participación y reflexión que impactarán en el ser humano que se irá formando en el proceso. El desafío de la formación inicial de profesores y otros actores de la institución escolar —sobre todo, los implicados en los equipos de gestión escolar— demanda entonces que los docen-tes de educación superior sean también entes que conviertan sus aulas en espacios cuyas lógicas de relación fortalezcan la convivencia democrática, cuestión que debiera ser parte de los procesos de acreditación de las instituciones de educación superior. Es un desafío no menor en una cultura universitaria muchas veces dominada por el paradigma de que para hacer clases hay que ser experto en la disciplina que se dicta, pasando por alto lo que enseña desde un currículum oculto.

Si queremos superar incidentes como el relatado al comien-zo de este escrito y avanzar a una mejor sociedad, entonces no podemos seguir pretendiendo que el ámbito cognitivo acadé-mico sea el único y más importante a desarrollar en la escuela. Es así no solo porque cualquier aprendizaje se explica desde una dimensión afectiva y no únicamente cognitiva, sino porque además debemos ampliar la noción de preparación para la vida a algo más que el mero ámbito académico y laboral. Nuestros niños y jóvenes no solo serán trabajadores que desempeñen una determinada tarea en el futuro y ganen un sustento que les permitirá insertarse en la sociedad. Ellos, además, serán personas en otros ámbitos de su vida. No podemos seguir con-formando un sistema educativo que prepare solo para proyec-tos de vida privados que desconozcan o no se interesen por la dimensión ciudadana de la persona. Si queremos un mejor país, más dueño de su destino, la formación moral y ciudadana debiera ser el empeño formativo más importante del sistema educativo. Formar ciudadanía requiere aspirar a una escuela en que lo democrático sea una experiencia vivida, y la política pública debiera fortalecer esa noción de escuela. MSJ

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Hoy vivimos una crisis que no está asociada exclusivamente a la re-lación entre dinero y política; es

más profunda y extendida. La credibili-dad de las instituciones está en entre-dicho. Se sospecha de los empresarios, las autoridades de gobierno, los partidos políticos, los medios de comunicación, las iglesias, etc. Los casos PENTA, CAVAL, SQM y las colusiones de las farmacias y de los papeles han erosionado la confian-za de los chilenos en las instituciones del sector público y privado. Sin embargo, la falta de confianza en las instituciones del país no es nueva. Según la Encuesta Mundial de Valores (2010-2014), Chile se ubica dentro del 30% de los países con menor confianza social del mundo y es el más desconfiado —junto con México— entre los miembros de la OCDE.

Otro factor que incide en nuestro modo de convivir es la velocidad con que se han ido produciendo los cambios tec-nológicos, que inciden en el desarrollo económico y la forma de comunicarnos.

La escuela, desde la Pedagogía de

la ConfianzaRicardo Hevia Rivas

Ministerio de Educación, Unidad de Transversalidad Educativa.

Es altamente posible un cambio virtuoso en la cultura de los establecimientos educacionales, si se refuerza la generación de relaciones de confianza en el interior de ellos.

La escuela tiene que transformarse en un espacio en que se desarro-lle la capacidad amorosa de los seres humanos, y donde se cultive la confianza como el valor básico que da lugar a los aprendizajes.

res emocionales del grado de vulnerabi-lidad con que nos percibimos.

La confianza implica correr riesgos. Podemos apostar a la confianza o a la desconfianza, y obtendremos en el futu-ro resultados diferentes. Si la confianza tiene el efecto de disolver el miedo, de permitirnos mirar el futuro con optimis-mo y de reducir la incertidumbre, ella se transforma en un requisito fundamental para actuar. El miedo y la desconfianza inhiben, paralizan; la confianza dinamiza nuestra capacidad emprendedora.

LA CONFIANZA: IMPULSO A LA ACCIÓN

Por otro lado, la confianza, además de ser un antecedente de la acción, es también resultado de ella. La confianza y la acción se retroalimentan mutuamente. La confianza nos impulsa a actuar y nues-tras actuaciones harán crecer o disminuir la confianza que tenemos sobre nuestro desempeño.

La economía de mercado tiende a fomen-tar la competitividad y el individualismo, lo que repercute en una mayor desvin-culación emocional entre las personas. Las tramas de relaciones se debilitan, las comunidades se enclaustran y los indivi-duos pierden el sentido de pertenencia a colectivos de referencia que ayudan a orientar sus maneras de vivir juntos.

La velocidad de los cambios tecnoló-gicos también nos lleva a experimentar una sensación de vulnerabilidad e incer-tidumbre, de inseguridad y amenaza. Las personas aumentan el sentimiento de ex-clusión frente a la comunidad, ante lo cual buscan refugio en el ámbito de lo priva-do. La comunidad se fragmenta, se debi-litan las identidades colectivas y apare-cen con fuerza tendencias disociadoras que muchas veces derivan en aumentos descontrolados de violencia. Sin embar-go, la percepción de vulnerabilidad varía dependiendo del grado de confianza con que nos relacionamos con los demás. La confianza o la falta de ella son indicado-

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Ahora bien, todas las instituciones so-ciales, particularmente las orientadas a la constitución de lo social —como la es-cuela—, requieren desarrollar un clima de confianza en su interior para funcio-nar bien. La escuela es una de las institu-ciones llamadas a incrementar los niveles de confianza de la pobla-ción, pues uno de sus fines debie-ra ser formar personas para que aprendan a establecer sus relacio-nes sociales y aprendizajes sobre la base de ese valor, y no sobre la base de su contrario: el temor.

El sistema escolar está llamado a de-sarrollar, tanto a nivel de sus estructuras como de su cultura organizacional, me-canismos para generar confianza en sus miembros. La escuela tiene que transfor-marse en un espacio en que se desarrolle la capacidad amorosa de los seres humanos, y donde se cultive la confianza como el va-lor básico que da lugar a los aprendizajes.

La confianza es doblemente importan-te para la escuela porque ella es condición

necesaria del aprendizaje. Da seguridad al que enseña y al que aprende. Genera un clima apto para el diálogo, para resolver problemas y para motivar a los jóvenes a seguir aprendiendo. El proceso de en-señanza- aprendizaje es, en sí mismo, un

acto de confianza, tanto del profesor que enseña como del estudiante que aprende.

Por eso es fundamental practicar una pedagogía de la confianza orientada a que los estudiantes cultiven la confianza en sus propias capacidades; en sus profeso-res y en el dominio que ellos tienen sobre las materias que enseñan; en el grupo de compañeros y compañeras; en el personal directivo de la escuela; en el entorno co-munitario y en las instituciones sociales.

La pedagogía de la confianza es tam-bién una mirada crítica sobre la manera en que se cultivan las relaciones interper-sonales en la escuela: cómo los niños y jóvenes aprenden el autocuidado, cómo nos hacemos cargo del cuidado de los otros y de los bienes públicos. De este modo, una pedagogía de la confianza ayuda a prevenir el maltrato en las es-cuelas, mejora los aprendizajes, genera buenos climas de convivencia y, sobre todo, forma ciudadanos preocupados del bienestar de la comunidad.

MECANISMOS PARA FAVORECER UNA PEDAGOGÍA DE LA CONFIANZA

Ahora bien, si la confianza es la base para operar un cambio en la cultura de la escuela, es importante institucionalizar en ella algunos mecanismos que apunten a reforzar la generación de relaciones de confianza en su interior.

Tres mecanismos parecen claves para incentivar en la escuela una pedagogía de la confianza:

Forjar una comunidad con propósitos comunes y normas consensuadas.

Para crear y desarrollar confianzas se requiere generar normas de compor-tamiento consensuadas con todos los miembros de la comunidad; establecer un nuevo vínculo con las familias, descar-tando la tendencia a culpabilizar a los pa-dres por los escasos resultados de apren-

dizaje de sus hijos; y mejorar las relaciones con los sostenedores locales.

Los Proyectos Educativos Ins-titucionales (PEI), cuando son ge-nerados cooperativamente con el aporte de toda la comunidad edu-cativa y cuando sus sellos insti-

tucionales son construidos basados en las fortalezas de los estudiantes y en las necesidades de la comunidad local, ge-neran altas expectativas y se estimula la confianza.

La cooperación genera confianza; la competitividad, desconfianza. Si los profesores estimulan la cooperación más que la competitividad, estarán po-tenciando relaciones de confianza. Si las reglas del juego son conocidas, claras,

La confianza se retroalimenta con el ejercicio de la responsabilidad. Si los docentes cumplen

responsablemente con sus obligaciones docentes y los estudiantes con sus compromisos,

las confianzas se van reforzando mutuamente.

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simples, legítimas y respetadas, aumen-tará la confianza. Si no son transparen-tes, o si son impugnadas, arbitrarias y autoritarias, afectarán negativamente el nivel de confianza de la comuni-dad escolar.

Estimular el liderazgo y la co-responsabilidad. Se requiere construir comunidades de apren-dizaje que se enfoquen más en desarrollar sus fortalezas que en combatir sus debilidades. A veces en la escuela nos preocupamos excesivamente de las cosas que andan mal y que tenemos que mejorar. Si nos preocupáramos más de potenciar lo que anda bien, generaríamos con ello un cír-culo virtuoso que de seguro redundaría en mejores aprendizajes. Para ello se re-quieren líderes que sean capaces de pro-mover estados de ánimo positivos para el cambio; contar con directores y profeso-res que cumplan sus promesas y respe-ten las normas consensuadas, que eviten las discriminaciones y fomenten la parti-cipación responsable de padres, docen-tes y estudiantes. También se necesitan docentes que tengan altas expectativas sobre el aprendizaje de sus estudiantes. La transmisión de confianza al alumno es fundamental para que él se motive para seguir aprendiendo por su cuenta.

La confianza se retroalimenta con el ejercicio de la responsabilidad. Si los do-centes cumplen responsablemente con sus obligaciones docentes y los estudian-

tes con sus compromisos, las confianzas se van reforzando mutuamente. Es bue-no que los profesores fomenten con sus alumnos acuerdos de aprendizajes en

torno a metas. La confianza se aprende en el ejercicio responsable de la libertad.

Apostar por una comunidad de valo-res. Los valores expresan aquello a lo que damos importancia y lo que nos permite priorizar. Los valores son a las personas lo que las normas a las organizaciones. La confianza estimula la generación de muchos valores y se acrecienta con el ejer-cicio de ellos. En la medida que la escue-la estimule la preocupación por el otro y fomente una ética del cuidado por los demás, estará respondiendo al desafío de ser un factor que contribuya positivamen-te a la cohesión social y combata la frag-mentación cultural y la violencia social.

Muchas veces la violencia es produc-to de promesas incumplidas. Por el con-trario, la confianza se incrementa por el cumplimiento de la palabra empeñada. Cuando uno ve que hay coherencia en-tre lo que un director o un profesor dice y hace, la confianza crece, pues las per-sonas son creíbles.

El amor es un gran generador de con-fianza. Cuando se ama a alguien, se busca el bien del otro. La solidaridad se refiere al cuidado de personas que conocemos me-

nos. Por la solidaridad declaramos que aquellas personas también nos importan y estamos dispues-tos a actuar para favorecerlas, haciéndonos cargo de sus proble-mas. La solidaridad de una organi-zación como la escuela expresa el nivel de su cohesión interna.

Del mismo modo, para acrecentar la confianza, importa estimular la partici-pación. Ella nos obliga a confiar en los demás y a no echarle la culpa a los otros cuando algo en la escuela no funciona. La confianza se desarrolla también en la honestidad y en la transparencia.

Otro valor importante a trabajar es el de la diversidad. La diversidad no tiene que ser vista como un problema a resol-ver, sino como una oportunidad para de-sarrollar los valores del pluralismo, la to-lerancia, la inclusión y la equidad social.

Mientras más pluralista sea la escue-la, y más desarrolle una pedagogía basa-da en la confianza, más éticos serán sus profesores. Y no me cabe duda de que el éxito de la Reforma Educativa en curso descansa fundamentalmente en la capa-cidad y el compromiso ético de los profe-sores. No olvidemos que, como lo señaló el Informe McKinsey (2007), “la calidad de un sistema educativo tiene como techo la calidad de sus docentes”. MSJ

Para acrecentar la confianza, importa estimular la participación. Ella nos obliga a confiar en los demás

y a no echarle la culpa a los otros cuando algo en la escuela no funciona. La confianza se desarrolla también en la honestidad y en la transparencia.

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EN R

ELIE

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¡ADIÓS, FERNANDO CARDENAL!

Ningún alma más cabía en el Auditorio César Jerez de la Universidad Centroamericana (UCA) de Mana-gua. Ex alumnos, personalidades del ámbito político, sacerdotes jesuitas, académicos y familiares dieron en Managua el último adiós al sacerdote Fernando Car-denal S.J., fallecido el pasado 20 de febrero a los 82 años de edad. Ministro de educación de su país entre 1984 y 1990, dedicó toda su vida al compromiso de una Iglesia pobre y para los pobres desde la enseñanza y la justicia social, valiéndole numerosos reconocimientos de su pueblo y también de la UNESCO por sus éxitos en la reducción del analfabetismo.

Un signo proverbial de que la Iglesia ha cambiado es que la misa de cuerpo presente fue oficiada por el arzobispo de Managua, cardenal Leopoldo Brenes, y los cantos que animaban la liturgia fueron los de la misa campesina nicaragüense, entonada por Luis En-rique Mejía Godoy y otros músicos nicaragüenses en presencia de su hermano, el poeta Ernesto Cardenal, ex ministro de cultura de la revolución nicaragüense de 1979.

Lejos parece ya el tiempo en que el Vaticano prohibió a cuatro sacerdotes que ocupaban cargos en el Gobier-no sandinista seguir ejerciendo las doble función de ser “ministros de Dios y del pueblo”. En el caso de Fernando Cardenal, la Compañía de Jesús se vio obligada en 1984 a expulsarlo por “órdenes de arriba”. Aquellos eran los tiempos en que la Iglesia volvía a una etapa pre Conci-lio, a la gran disciplina fomentada desde Roma. “Quien se negó rotundamente a conceder la excepción a los sacerdotes de Nicaragua para seguir trabajando en el Gobierno revolucionario fue el papa Juan Pablo II. Me duele esta afirmación, pero cristianamente no puedo callarla”, escribió el padre Fernando Cardenal en un afa-mado escrito que se volvió universal. Se llamó “Carta a mis amigos” y el jesuita la redactó tras conocer su expulsión de la Compañía de Jesús.

En 1990 la Compañía de Jesús volvió a admitir a Fernando Cardenal en su seno. Fue el primer caso en

quinientos años en que un hijo de Loyola fue expul-sado de la orden y luego readmitido. “En 1990 pasé por Roma, buscando financiamiento para una ong que yo había fundado con mis amigos después de dejar el ministerio de Educación, y tuve una entrevista con el padre general Peter Hans Kolvenbach, quien me dijo: ‘Hemos revisado de nuevo su expediente y encontré una auténtica objeción de conciencia. Añadido a esto, el testimonio de su vida me hace desear que usted entre de nuevo a la Compañía de Jesús’”, relató en entrevista Fernando Cardenal.

Durante la misa, el ex vicepresidente nicaragüense y escritor Sergio Ramírez resaltó a Cardenal como un hombre de integridad, sin dobleces. “Siempre estuvo del lado de los pobres”. En la misma línea se expresó el superior de los jesuitas en Nicaragua, padre Iñaki Zubizarreta, refiriendo que el legado mayor de Fernan-do Cardenal es el de una conciencia limpia. “Ese es un signo de cuando él puso su objeción de conciencia, para dejar el ministerio; la Compañía aceptó esa ob-jeción pero por las leyes de la Iglesia tuvo que salir, y él decía: ‘Yo no quiero salir’. Por ello la Compañía lo readmitió después”. Luego de un breve recorrido por las instalaciones de la UCA de Managua, los restos mortales de Fernando Cardenal fueron trasladados al Cementerio General de la capital nicaragüense, donde fueron depositados en la tierra, en medio de vivas y la entonación de los himnos de la Cruzada Nacional de Alfabetización —que él dirigió en 1980— y de las es-cuelas Fe y Alegría, de las cuales fue director general hasta su muerte. Y en medio de globos rojos que se elevaban al cálido cielo del trópico nicaragüense, se despidió al sacerdote jesuita que luchó toda su vida por mejorar la enseñanza en Nicaragua. Quedan como legado suyo la Cruzada de Alfabetización (que redujo el analfabetismo del 56% al 12% en 1980) y las escuelas Fe y Alegría, cuyos veintidós establecimientos atien-den a la población estudiantil más pobre.

-Israel González Figueroa, Religión Digital, Nica-ragua.

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Una Nueva Constitución: el pueblo mapuche incluido

Domingo Namuncura

Embajador de Chile en Guatemala*.

De cumplirse entre los años 2016 y 2017 la con-vocatoria presidencial para un debate constitu-cional, miles de chilenos podrán participar. Y la participación de los pueblos indígenas represen-tará un paso importante en el debate intercultural.

En el pasado debate sobre la reforma electoral, diversas voces plantearon que resultaba inconveniente asegurar la representación de grupos específicos, como los indí-

genas, pues ello podría restar competitividad al sistema1. Con-cretamente, varias críticas se dirigieron a la idea de crear un “distrito indígena”, lo que sería planteado en un proyecto de ley ante el Congreso, en paralelo con la reforma electoral. La fórmula, finalmente, no prosperó, aunque se trató de un primer intento concreto de materializar la representación de los pue-blos indígenas de Chile en un Congreso históricamente adverso a dicha posibilidad.

Los argumentos adversos a la propuesta sobre un distrito como el señalado, aludían a la posibilidad de que los parlamen-tarios elegidos en el actual sistema representen sus propios grupos étnicos, en atención a que, a lo largo de la existencia

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del Parlamento, ha habido legisladores de las etnias origina-rias, que triunfaron gracias a su carisma personal y al atractivo de sus propuestas. Tal razonamiento, sin embargo, no toma en cuenta que el Poder Legislativo es, en la práctica, una vitrina de intereses muy concentrados y de diverso tipo, independien-temente de que su tarea es la de legislar para todos los ciuda-danos. Junto con lo anterior, es importante consignar que en los debates sobre la materia hay una amplia aceptación de la necesidad de que la representación de los pueblos indígenas de nuestro país debe ser mejorada en el sistema político.

Las posturas señaladas reflejan varios aspectos que estarán presentes en el debate nacional acerca de una nueva Consti-tución.

Se alude a la “representación étnica” como una amenaza para la “competitividad” electoral, pero no se considera que, normalmente, a lo largo de muchas décadas, la dominante pre-sencia conservadora y liberal en el Congreso no ha dejado nunca espacio suficiente para las mujeres ni para los trabajadores o actores sociales, ni, muchísimo menos, para los pueblos indí-genas. Quienes sí amenazan la representatividad del Congreso son quienes cuentan con los recursos financieros y las redes políticas, y, anteriormente, con un sistema binominal que per-mitió la entronización casi monárquica de quienes son electos. El Parlamento nunca ha sido competitivo respecto de amplios sectores sociales, sino todo lo contrario.

RECONOCER UNA NACIÓN MULTICULTURAL

En reciente fecha la Presidenta de Chile convocó al país a un debate nacional para formular propuestas para avanzar hacia una Nueva Constitución. En dos siglos de historia, el pueblo chileno nunca ha sido claramente consultado ni ha sido un actor relevante en las decisiones que enmarcaron dichos instrumen-tos jurídicos, los que normalmente fueron pensados, trabaja-dos y resueltos en diversas instancias, comisiones y grupos de confianza de los gobernantes de turno.

Hoy, de cumplirse la convocatoria presidencial entre el 2016 y 2017, serán miles de compatriotas los que podrán participar, exponiendo sus reflexiones en distintas instancias. Y a este proceso los pueblos indígenas de Chile están convocados. Esto representa un paso importante en el debate intercultural, como también implica preguntas que no son fáciles de resolver rápi-damente. Por ejemplo, es obvio que los indígenas, como todo ciudadano, deben y podrán participar plenamente en todas las instancias del caso. Pero también es indudable que el proceso de debate político no podrá excluir o desconocer su carácter de Pueblos y eso marca un derrotero a despejar.

Como habitantes de este territorio nacional, cada indígena está llamado, de igual forma por la Presidenta de Chile, a ex-poner su parecer en cada reunión que se precie. Como pueblos originarios, sin embargo, debemos asumir un proceso de com-

plementariedad al debate nacional. Debe fomentar la reflexión entre los propios indígenas, pues los hay desde quienes (los menos) sostienen que una nueva Constitución no es de interés para las nacionalidades indígenas y otros creen firmemente (muchos), que el destino de nuestros derechos como pueblos tiene que verse claramente reflejado en una Carta Magna que represente un claro componente intercultural.

Esto significa que el país debe reconocerse asimismo como una nación multicultural; constituida por diversos pueblos. Por lo tanto, no será suficiente expresar en dicho nuevo texto el solo “reconocimiento constitucional de los pueblos indígenas”, sino aceptar el que Chile mismo es una nación diversa y, por lo tanto, cada pueblo tiene su propio reconocimiento. Esto está validado hoy, ampliamente, por diversos instrumentos inter-nacionales. Uno de ellos es el Convenio 169 de la OIT que hoy es ley de la República, y que brinda especial reconocimiento a “las poblaciones que habitaban en el país o en una región geo-gráfica a la que pertenece el país en la época de la conquista o la colonización o del establecimiento de las actuales fronteras estatales y que, cualquiera que sea su situación jurídica, con-servan todas sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y políticas o parte de ellas” (artículo 1, letra b). La expresión “conservan” constituye derechos inalienables. Es de-cir, son situaciones o características que, sí o sí, deben estar resguardadas en una Carta Magna, cosa que nunca ha ocurrido en las constituciones chilenas. En el artículo 3 de este Convenio se remarca con extrema claridad, finalmente, que “los pueblos indígenas y tribales deberán gozar plenamente de los derechos humanos y libertades fundamentales, sin obstáculos ni discri-minación”. Y debe entenderse que estas normas señaladas en el Convenio 169 son claramente vinculantes para el Estado y la sociedad chilena.

A mayor abundamiento, en el año 2007 Naciones Unidas aprobó —históricamente— la Declaración Universal de Dere-chos de los Pueblos Indígenas del mundo y señaló expresa-mente que “los pueblos y los individuos indígenas son libres e iguales a todos los demás pueblos y personas y tienen derecho a no ser objeto de ningún tipo de discriminación en el ejerci-cio de sus derechos, en particular la fundada en su origen o identidad indígenas” (artículo 2). Y agrega que “tienen dere-cho a conservar y reforzar sus propias instituciones políticas, jurídicas, económicas, sociales y culturales, manteniendo a la

Una sociedad moderna, democrática e intercultural deberá tomar conciencia del siguiente hecho

universal: los pueblos indígenas han alcanzado un estatus internacional de reconocimiento

que es superior a las actuales constituciones latinoamericanas en general.

* Profesor de DD.HH., Procesos Culturales y Pueblos Indígenas, ETS-Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Este autor es el primer embajador de origen mapuche en Guatemala.1 Resulta particularmente ilustrativo el editorial del diario La Tercera —“Distritos especiales en reforma electoral”— del 25 de mayo del 2014.

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vez su derecho a participar plenamente, si lo desean, en la vida política, económica, social y cultural del Estado” (artículo 5). Esta declaración uni-versal es más amplia en la descripción de estos derechos y lo que hace es evidenciar la necesidad de que cualquier ordenamiento jurídico de un país debe tener en cuenta de qué manera incorporará estos derechos en sus normas generales y específicas.

Entonces, lo que viene en Chile es comenzar a trabajar y responder a la pregunta de cómo damos cuenta de estos derechos y cómo los incor-poramos en una Nueva Constitución, para lo cual el solo concepto de “re-conocimiento constitucional de los pueblos indígenas” no es suficiente en ningún sentido.

Una sociedad moderna, democrática e intercultural deberá tomar con-ciencia del siguiente hecho universal: los pueblos Indígenas han alcanzado un estatus internacional de reconocimiento que es superior a las actuales constituciones latinoamericanas en general (con excepción de Ecuador y Bolivia en donde existen constituciones plurinacionales y, aun así, todavía en proceso). Convengamos que en Chile la idea de un Estado plurinacional es todavía una idea muy avanzada, pero no será del todo adecuado solo remitir los derechos indígenas, que ahora deben ser constitucionalmente incorporados, a un simple legajo de principios generales.

El carácter multicultural de nuestra sociedad deberá reflejar no solo la rica diversidad de nuestro país, sino la inclusión efectiva de quienes, como pueblos originarios, han sido sistemáticamente discriminados. Y Chile ha reconocido ampliamente una deuda histórica sobre el particular en su informe oficial sobre “Verdad y Nuevo Trato” (2004)2.

El debate sobre esta inclusión de derechos indígenas en el nuevo de-bate constitucional no será fácil. Observemos nada más los indicadores a tener en cuenta y que se mencionan claramente en la Declaración Universal de Derechos de los Pueblos Indígenas: libre determinación, autonomía, autogobierno y reparación; y lo que señala el propio Convenio 169… Son temas imposibles de evadir en el debate nacional. Y como ya no estamos viviendo ni en la Conquista ni en la Colonia, la voz indígena, que reclame estos derechos a considerar en una Nueva Constitución no podrá ser aca-llada ni marginalizada. Por otra parte, gran parte de la sociedad chilena está sensible a la idea de que ha llegado la hora del reconocimiento de derechos integrales de los indígenas. Pero persisten algunas variantes, como los argumentos que expusimos al comienzo de este artículo en donde la idea de “etnias” (por sobre “pueblos”) es todavía dominante; o cuando se rechaza debatir la idea de un “distrito indígena” (por ser “competitivo”) o se prefiere el carisma personal de los indígenas (por encima su condi-ción de pueblos) para que algunos logren llegar al Parlamento. En suma, cuando se considera que una representación indígena parlamentaria im-plica una “desigualdad” ante la ley… como si las leyes electorales actuales —por decir lo menos— nunca hubiesen sido desiguales para los indígenas.

El tiempo promisorio de una nueva Constitución, debatida previamen-te por todos los chilenos en un proceso de diálogo amplio, es también esperanzador para los pueblos indígenas, pero sobre todo para la idea de un Chile que no se avergüence de su morenidad, que se reconozca di-verso, que valore su rica multiculturalidad y que incluya a esos pueblos como sujetos plenos de Derecho. Llegado ese día, la Nueva Constitución de Chile podrá reflejar —esperamos— una “dulce patria, que te promete un futuro esplendor”. MSJ

2 http://www.memoriachilena.cl/602/articles-122901_recurso_2.pdf

NUEVO RECTOR EN COLEGIO SAN IGNACIO EL BOSQUE

El académico Jorge Radic asumió el pasa-do 7 de marzo como rector en el Colegio San Ignacio El Bosque.

Desde el año 2014 ocupaba el cargo de De-cano de Educación de la Universidad Alberto Hurtado. Es profesor de Educación Media en Historia, Geografía Económica y Educación Cívica. Ha ejercido como docente y directi-vo en diversas instituciones ligadas a la Red Educacional Ignaciana. Dirigió el equipo que implementó el Sistema de Calidad en la Ges-tión Escolar, de la red latinoamericana de co-legios jesuitas. Es doctorante en Educación de la Facultad de Formación de Profesores en la Universidad Autónoma de Madrid, Magís-ter en Educación en la P. Universidad Católica, y Master of Science and Education en Saint Joseph’s University, Filadelfia.

Respecto de su visión acerca del quehacer del establecimiento que ahora encabeza, se-ñaló en una entrevista –en la página web de este– que “tenemos que dejarnos interpelar por lo que está viviendo la sociedad chilena y traer al colegio las demandas de transparencia, de participación e inclusión, y discutir qué sig-nifican en un proyecto como el nuestro. Interna-mente, estamos diseñando un Proyecto Peda-gógico que debe ser desafiante, entusiasman-te y arraigado en nuestra identidad. En este contexto, será también un año para evaluar y proyectar estratégicamente nuestros anhelos. Estas son tres ideas que me gustaría que tuvié-semos muy presentes durante el año”.

En su reemplazo en el decanato de la Fa-cultad de Educación de la Universidad Alber-to Hurtado, asumió en calidad de interina la socióloga María Cecilia Langdon.

EN RELIEVE

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POLÍTICA

los dos chiles

Las grandes decisiones nacionales son básicamente adop-tadas por las personas que se deciden a participar, pero los últimos procesos electorales han ratificado que son

cada vez menos los chilenos que buscan incidir en ellas con su voto. Solo un 49% sufragó en la primera vuelta de la elección presidencial de noviembre de 2013, consolidándose así la de-clinación registrada desde 1993, cuando acudió a las urnas más del 85% de los mayores de 18 años. Esa persistente disminu-ción es una anomalía, pues hasta 1973 la participación había ido aumentando continuamente, llegando a su máximo pocos meses antes del golpe militar.

Teniendo ese proceso a la vista, escribimos el libro Los dos Chiles1, título que alude a nuestro interés por entender el com-portamiento de los dos grupos de ciudadanos que pueden dife-renciarse a partir de la aplicación de la modalidad de inscripción automática/voto voluntario, aprobada por el Congreso Nacio-nal a principios de 2012. Esta debutó con la elección municipal de ese mismo año y en el 2013 operó por primera vez para una elección presidencial.

El primer grupo, que para efectos del análisis denominare-mos “de los votantes antiguos”, es el de los inscritos hasta las

Cristóbal Huneeus Lagos

Ingeniero industrial; doctor en Economía.

En cuanto al comportamiento electoral, hay dos grupos distintos de ciudadanos en nuestro país, y el voto voluntario afectó de manera diferente a ambos.

La política atraviesa por la peor crisis de los últimos veinticinco años. Esta crisis no comenzó con los escándalos de financiamiento, sino que se trató de un proceso lento que se fue acumulando por muchos años.

elecciones del año 2010. Está principalmente compuesto por quienes se inscribieron para votar en el plebiscito de 1988. Un segundo Chile lo conforman los “votantes nuevos”. A estos les correspondió participar en votaciones regidas con la normativa aprobada en el 2012. Por lo tanto, no se inscribieron de manera voluntaria. Son, predominantemente, jóvenes que llegaron a la mayoría de edad después de 1990.

Los inscritos antiguos vivieron en un escenario de inscripción voluntaria/voto obligatorio, aunque en la práctica muy pocos eran efectivamente multados si no concurrían a las urnas. Con la nueva ley, votar comenzó a ser una acción voluntaria para este grupo y, por lo tanto, se hacía presumible que algunos de quienes antes habían votado porque se sentían obligados, deja-rían de hacerlo al anularse esa obligatoriedad. ¿En qué propor-ción ocurriría esto? Era una pregunta de muy difícil respuesta.

Para los inscritos nuevos, votar era ahora más fácil. Habían evitado el costo de ir a inscribirse. En consecuencia, se presumía que este grupo solo podía aumentar la cantidad de votantes. Los promotores de la ley pensaron que la participación aumen-taría… Pero la realidad fue distinta.

SESGO DE EDUCACIÓN: SOLO CUANDO EL VOTO ES OBLIGATORIO

Ambos grupos tienen varias diferencias. Los inscritos anti-guos —en relación con los inscritos nuevos— son de más edad, tienen menos educación y cuentan con una mayor proporción de mujeres. Estas y otras diferencias impli-caron que en los antiguos la participación en la primera vuelta de 2013 fue de 67%, y en los nuevos de 25%. Además, encontra-mos que en los antiguos, a mayor nivel de educación, mayor es la tasa de participa-ción, mientras que en los nuevos, a mayor nivel de educación, menor es la tasa de participación. La evidencia muestra que con el voto voluntario los que terminan participando son los más educados. Sin embargo, los resultados de la elección de 2013 indican que esta tendencia se cumple solo en uno de los dos Chiles —en los ins-critos antiguos— y que en el otro es al revés.

En la primera vuelta, entre los inscritos antiguos, la candi-data Michelle Bachelet obtuvo más de 20 puntos de diferencia

1 Cristóbal Huneeus, Marta Lagos, Antonio Díaz: Los dos Chiles, Catalonia, Santiago, 2015, 254 páginas.

La inscripción automática y el voto voluntario

afectaron el voto de 3,5 millones de

personas.

MSJ

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con la candidata de la Alianza, Eveleyn Matthei, mientras que en los inscritos nuevos esa diferencia fue apenas de 6 pun-tos. Una situación similar sucedió con Franco Parisi y Marco Enríquez-Ominami: el primero obtuvo levemente más votos que el segundo entre los inscritos nuevos, pero este último

fue superior entre los inscritos antiguos.

Mirar solo el voto presiden-cial y la participación daría una mirada parcial de los dos Chiles, pues en las elecciones de dipu-tado los inscritos nuevos prefi-rieron marginalmente a los can-didatos de la Alianza frente a los candidatos de la Nueva Mayoría. Y, entre las opciones de la Alian-za, prefirieron a los candidatos de la UDI por sobre los de RN. A

pesar de esto, la Nueva Mayoría obtuvo diez doblajes en es-tas elecciones, pues tres de cada cuatro votos de la elección de 2013 fueron de inscritos antiguos. Esta diferencia entre la votación presidencial y la de diputados indica que en los inscritos nuevos la probabilidad de que el votante tenga un voto cruzado —es decir, que opte por candidatos presiden-cial y parlamentario de diferentes coaliciones— es bastante mayor que en los inscritos antiguos.

¿Qué implica todo esto? Entre otras cosas, que dos millones de personas que votaron en la elección del 2009 no lo hicieron en la elección del 2013, y que un millón y medio de personas que no estaban inscritas el 2009, votaron por primera vez en una elección presidencial en el año 2013, lo que explica la caí-da de 500 mil sufragios entre ambas elecciones. Es decir, la inscripción automática y el voto voluntario afectaron el voto de 3,5 millones de personas. Nuestros resultados también in-dican que una parte de la victoria de Bachelet el año 2013 se explica porque se quedó en casa una fracción significativa de los votantes que cuatro años antes había votado por Piñera. Gran parte de los votos que perdió la Alianza en la elección de 2013 ya los había perdido para la elección municipal de 2012. Lo dijo una vez un candidato: no es posible construir una victoria presidencial sobre la base de una derrota municipal.

CRISIS

La política atraviesa por la peor crisis de los últimos vein-ticinco años. Esta crisis no comenzó el 2014 con el estallido de los escándalos de financiamiento de las campañas, sino que se trató de un proceso lento que se fue acumulando por muchos años. Uno de los indicadores fue la caída sostenida de la participación electoral, que finalmente se afrontó con la ley de inscripción automática y voto voluntario que terminó reduciendo aún más la participación electoral. Es probable que en las próximas elecciones el descenso de esta sea toda-vía mayor, como efecto, entre otras variables, de las últimas

revelaciones del financiamiento de las campañas y, en algu-nos casos, de la coyuntura política, directamente.

Los que están a favor del voto voluntario invocan el con-cepto de libertad, para justificarlo: argumentan que es con-veniente que la persona decida y que es importante respetar su libertad de decidir. Sin embargo, ese mismo razonamiento no se aplica para acciones como el pago de los impuestos ni para la decisión de ir a estudiar al colegio, lo cual es obliga-torio. En educación se señala que esto es así porque se pro-ducen externalidades. Entonces, se debe considerar que en la decisión de votar o no votar también las hay. Un sistema democrático y sus resultados y reformas tiene mayor legiti-midad si más personas participan en esas decisiones. De al-guna forma, es necesario observar la libertad total, no solo la libertad de esa decisión.

¿Es posible que en un país tan desigual, como Chile, el sis-tema político tenga legitimidad en el mediano plazo con una participación electoral baja? Lo más probable es que no y debi-do a esto es posible que la historia de Chile se vuelva a repetir. Entre 1931 y 1973 hubo una preocupación creciente de ciertos sectores del sistema de partidos para que aumentara la parti-cipación electoral. Así se incorporó a las mujeres, primero en las elecciones municipales, luego en las parlamentarias y final-mente en las presidenciales, donde votaron por primera vez en 1952. Posteriormente, se reformó el sistema electoral, con la introducción de la cedula única recién en 1958, que aseguró que no hubiera cohecho y que el voto fuera secreto. Los analfabetos finalmente pudieron sufragar a partir de la reforma constitu-cional de 1970. Sobresale en esa larga historia el Gobierno de derecha de Jorge Alessandri (1958-1964), que aprobó la Ley N° 14853, que estableció mayores exigencias, pues requería “al solicitante su inscripción en los Registros Electorales (…) para tramitar cualquier solicitud de crédito o préstamo o cualquier operación que haya de realizarse por su intermedio (…)”. Es de-cir, el certificado de inscripción en el Registro Electoral cumplía una función similar a la que tiene en la actualidad el RUT. Eso daba cuenta de cuán importante fue para el legislador el forta-lecimiento de la participación electoral, aspiración que parece no estar presente en el Chile de hoy.

Con tasas de participación tan bajas, ¿hasta cuándo se es-perará para tomar medidas que detengan la caída y la fortalez-can? ¿Debe caer a 40%, a 35%...? Cuando llegue ese momento de inflexión, Chile no podrá evitar recorrer el camino que siguió hasta 1970.

Ahora los instrumentos para promover mayor participación podrán ser diferentes, pero el objetivo es el mismo. Primero será asegurar la movilización de las personas para que concurran a las urnas. Después, probablemente, se promoverá que se pueda votar anticipadamente, por correo. No faltarán quienes propongan el voto electrónico. Sin embargo, en el mediano pla-zo, la única forma que la experiencia comparada confirma que aumenta la participación es el voto obligatorio. Es lo mínimo que le podemos pedir a los chilenos si queremos una mejora sustancial en la calidad de nuestra democracia. MSJ

¿Es posible que en un país tan desigual, como Chile, el sistema político tenga legitimidad en el mediano plazo con una participación electoral baja?

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Oportunidades y amenazas en la nueva legislación

sobre partidosAprobada en enero de este año, la normativa

que regulará la acción y el financiamiento partidista

continúa generando controversia, pese a ser

reconocida unánimemente como un avance.

Revista Mensaje pidió a dos analistas sus apreciaciones

sobre la materia.

Jorge Ramírez, Programa Sociedad y Política, I. Libertad y Desarrollo.

Mauricio Morales, ICSO, Universidad Diego Portales.

POLÍTICA MSJ

A fines de enero pasado, tras meses de estudio, el Con-greso Nacional aprobó la “Ley sobre Fortalecimiento y Transparencia de la Democracia” y la “Ley de Partidos”,

normas clave para el funcionamiento del sistema político que recogen recomendaciones del Consejo Anticorrupción, liderado por Eduardo Engel. Hay expectativas de que estas regulacio-nes favorecerán, ante la ciudadanía, una mayor legitimidad de la actividad política nacional, aunque persisten dudas sobre diversos efectos que ellas podrían generar.

Mensaje presenta dos visiones que pueden ayudar a com-prender los alcances de esa normativa. Opinan Mauricio Mora-les, del Instituto de Investigación de Ciencias Sociales, ICSO, de la Universidad Diego Portales, y de Jorge Ramírez, coordi-nador del Programa Sociedad y Política del Instituto Libertad y Desarrollo.

En lo fundamental, la nueva legislación establece:MEDIDAS DE DEMOCRACIA INTERNA. El Servicio Electoral

actuará como ministro de fe en las elecciones internas. Las di-rectivas serán elegidas por los militantes o por sus órganos intermedios, conformados por el mecanismo un militante/un

voto. Las instancias colegiadas al interior de los partidos de-berán contar con al menos un 40% de representantes de un determinado género.

FORMACIÓN DE PARTIDOS. Las nuevas colectividades debe-rán presentar firmas correspondientes al 0,25% de los electores de la última elección de diputados, en al menos tres regiones contiguas u ocho a nivel nacional. Para mantenerse vigentes, deben obtener al menos 5% de los votos en cada una de las regiones donde hayan presentado candidatos, o bien deben contar con cuatro parlamentarios.

FINANCIAMIENTO DE CAMPAÑAS. Son prohibidos los apor-tes de personas jurídicas y empresas. Es rebajado el límite al gasto electoral en un 50%. Se mantienen las donaciones anónimas, aunque con el nombre de “aportes menores sin publicidad”. El aporte estatal sube de 0,01 UF a 0,02 UF por voto obtenido en la última elección. El reembolso a los candi-datos aumenta de 0,03 UF a 0,04 UF por voto obtenido. Para acceder a los recursos públicos, los partidos deberán reins-cribir a sus militantes en un plazo de doce meses desde la promulgación de la ley.

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M. Morales: Primero, porque era una ley antigua que no es-taba a tono con la realidad de los partidos. Segundo, porque, dado el cambio al sistema electoral y las propuestas de la Co-misión Engel, se necesitaba de una nueva institucionalidad. De hecho, esta ley de partidos interactúa no solo con la reforma al sistema electoral, sino que también con la ley de financiamiento. Dado que para recibir recursos del Estado los partidos necesi-taban mostrar altos estándares de transparencia, entonces se debía modificar la legislación.

J. Ramírez: Porque a través de una serie de episodios de alta connotación pública quedó de manifiesto que la legislación an-terior poseía vacíos importantes en materia de financiamiento irregular. Por otra parte, se tornaba necesario establecer es-tándares más altos en términos de transparencia, a efectos de abrir las lógicas de la toma de decisiones a una ciudadanía cada vez más informada. Paralelamente, muchos de los par-tidos políticos se encontraban en una desmejorada situación financiera, por lo que la existencia de un piso mínimo de finan-ciamiento público -mínimo y no extensivo, como se aprobó en la legislación- perecía una medida pertinente, atendiendo al nivel de precarización experimentado por las colectividades.

1.- ¿POR QUÉ FUE NECESARIO LEGISLAR EN ESTA MATERIA?

2.- ¿CUÁL ES EL MAYOR BENEFICIO/AVANCE QUE OFRECE LA NUEVA NORMA?

M. Morales: Lo más importante de esta nueva legislación es que fortalece el carácter público de los partidos y, al mismo tiempo, establece medida pro-transparencia. Adicionalmente, las elecciones internas de los partidos serán supervisadas por el Servel, que actuará como ministro de fe. De esta forma, esas elecciones internas gozarán de mayor credibilidad para mili-tantes y ciudadanos.

J. Ramírez: Eleva los niveles de transparencia y rendición de cuentas al interior de los partidos, aunque en ciertos aspec-tos hiper-regula elementos propios de la organización interna partidaria. No es del todo claro que la rigidización de la vida interna logre acercar a éstos a la sociedad civil. La evidencia muestra que ahí donde los partidos se encuentran más sobre-regulados y donde poseen mayores niveles de financiamiento público, éstos no tienen mayores niveles de legitimidad en la ciudadanía, contrario a lo que el regulador tuvo en mente a la hora de dar forma a la nueva legislación.

3.- ¿QUÉ EXPECTATIVAS SUYAS QUEDARON INSATISFECHAS RESPECTO DE ESTA LEGISLACIÓN?

M. Morales: Lo más negativo de esta nueva ley es que rebaja las barreras de entrada para formar partidos. Eso no le hace bien a la democracia. Dado que con el nuevo sistema electoral se re-partirán más escaños y habrá más candidatos, las papeletas de votación serán enormes. Muchos dicen que lo importante es que los requisitos de mantención de un partido sean altos. Entonces, al no cumplir con esos requisitos, ese partido será eliminado. Sin embargo, como las barreras de entrada seguirán siendo bajas, esos partidos podrán reconstituirse, presentando nuevamente candidatos y atochando las papeletas de votación. Esto aumenta innecesariamente los costos de información para los votantes.

J. Ramírez: Que se conservara un esquema mixto de finan-ciamiento era una cuestión esencial desde el punto de vista de calibrar elementos de financiamiento de fuentes privadas (par-ticularmente personas naturales) y financiamiento público. Sin embargo, un análisis pormenorizado de la legislación permite sostener que se produjo un desbalance hacia el financiamiento estatal, cuestión que podría ser perjudicial desde el punto de vista de la autonomía financiera y operacional de las agrupa-ciones partidarias. Los partidos políticos siempre tienen que conservar márgenes de distancia del poder y aquello vale tan-to para el caso del poder empresarial como del poder estatal.

“Muchas de las disposiciones sobre límite del gasto y restricciones en materia de propaganda favorecerán a los candidatos titulares del cargo y dificultarán la labor política de los desafiantes”.

-Jorge Ramírez

“Si bien no existe evidencia de que a mayor transparencia, mayor confianza institucional, de

todos modos esta es una ley que –en su mayoría– avanza en la dirección correcta”.

-Mauricio Morales.

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4.- ¿QUÉ ESCENARIO PREVÉ QUE SE OBSERVARÁ EN EL ÁMBITO DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS EN CHILE, A RAÍZ DE ESTA NUEVA LEGISLACIÓN?

J. Ramírez: Podemos estar frente a dos escenarios. Un pri-mer escenario optimista, en el cual de la mano de un sanea-miento de las finanzas de las agrupaciones partidarias se inicie un proceso de revitalización partidaria. Un segundo escenario, más realista y escéptico, donde los partidos se transforman en entes auto-referenciados desvinculados de la ciudadanía por la excesiva burocratización en los procedimientos impuestos por la nueva ley, y donde la existencia de financiamiento esta-tal desincentive a los actores políticos a salir en búsqueda de respaldos y obstruya los vasos comunicantes con la militancia, que en definitiva, es lo que le da vida a todo partido.

“Lo más importante de esta nueva legislación es que fortalece el carácter público de los partidos y, al mismo tiempo, establece medida pro-transparencia”.

-Mauricio Morales.

M. Morales: Una explosión de la fragmentación. Muchos de los partidos que hoy están en formación pasarán a constituir-se. Lo positivo, eso sí, es que tendremos partidos con mayores niveles de transparencia y con elecciones internas supervisa-das por un órgano autónomo. Si bien no existe evidencia de que a mayor transparencia, mayor confianza institucional, de todos modos esta es una ley que –en su mayoría– avanza en la dirección correcta.

5.- ¿EXISTE ALGUNA REFLEXIÓN O COMENTARIO ADICIONAL QUE LE PAREZCA PERTINENTE FORMULAR?

M. Morales: Las reglas del juego cambiaron. Eso lo deben entender muy bien los partidos. Hay nuevos incentivos aso-ciados al financiamiento, pero también importantes requisitos de probidad y transparencia. Las municipales de 2016 se desa-rrollarán en un contexto desfavorable para la política. Segura-mente observaremos un descenso de la participación electoral. Para 2017, en tanto, se espera que –sin binominal– haya más oferta, más competencia y mayor incertidumbre. La cancha de la democracia está mucho más pareja que antes.

J. Ramírez: Tanto la tramitación respecto de la ley de finan-ciamiento de la política como la ley de partidos fueron impreg-nadas por el clima de desconfianza generado por los casos de financiamiento irregular. Esto nos hizo adoptar esquemas re-gulatorios más intensos que el de los modelos de las democra-cias consolidadas, con las oportunidades y amenazas que esto implica. En líneas generales soy de la opinión de que hay que acercar a los partidos a la sociedad civil y no distanciarlos aún más. Por otra parte, muchas de las disposiciones sobre límite del gasto y restricciones en materia de propaganda favorecerán a los candidatos titulares del cargo (conocidos como incumben-tes) y dificultarán la labor política de los desafiantes, que deben incurrir en mayor financiamiento y requieren del empleo de más propaganda para transmitir su mensaje político a la ciudadanía. Esto, en definitiva, no favorecerá la competitividad del sistema.

“Eleva los niveles de transparencia y rendición de cuentas al interior de los partidos, aunque en ciertos

aspectos hiper-regula elementos propios de la organización interna partidaria”.

- Jorge Ramírez.

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�Albert Leandro Herrera ZeppelinAlberto Etchegaray AubryAlberto Undurraga VicuñaAlejandro Raúl Murúa BarbenzaAlfonso Díaz QuirogaAlfredo Mateluna ArestizábalAna María FernándezAndrés Aylwin ChiorriniAngela Jería viuda de Bachelet Armando Luis Di FilippoAuditorias y Consultorias Valle y Asociados Ltda�Beatrice Ávalos Davidson�Carlos Alberto Portales Cifuentes

Carlos Molina ZaldívarCarlos Portales GreeneCarmen Fontova CostaCarmen Gloria López MoureCarmen Luz Esparza AnaníasCarmen S. García FigueroaCentro de Estudios del DesarrolloCesar Eduardo Rozas MuñozCesar Valdés MonasterioChaves Awad Contreras SchürmannClaudio Zamorano ValenzuelaColegio Compañía de María Seminario Colegio De Los Sagrados Corazones –

ProvidenciaColegio Institución TeresianaColegio Nuestra Señora del Camino Colegio Quimahue - RancaguaColegio Rubén Castro - Valparaíso

Promoción 1960.Colegio Teresiano Enrique OssóCongregación Instituto Hijas de María Congregación Misioneros Claretianos Conrado Cartes Montecino Constructora Ahumada Ltda. Cristián Cajas SilvaCristián Herrera AmenábarCristián Fierro Correa�David Rodolfo Ojeda Ortiz

Diego Lira SilvaDionisio de la Cerda Etchevers Domingo González Carballal�Eduardo Belmar García

Eduardo Vidal RamírezEnrique Barros BourieEnzo Devoto CanessaEsteban Valenzuela�Familia Flores Álvarez

Familia Ortega ArayaFamilia Sotomayor Castillo Fanny Henríquez VenegasFederico Willoughby-MacDonald Moya Felipe Abbott MatusFernando Echeverría VialFernando Sole BesoainFrancesco GiorgianniFrancisco Javier Meza Dabancens Francisco Javier Vial HerreraFrancisco Valenzuela Cornejo

Francisco Villanueva Tobar �Gabriel del Fávero Valdés

Gabriel del Río ArtigasGilda Guzmán MoebisGonzalo Soffia Contreras Guillermo Larraín Ríos Guillermo Le Fort Varela Guillermo Piedrabuena Richard Gustavo Montaldo Lorca Gustavo Soria Ventura�Heidy del Pilar Leiva Henríquez

Helga Steffen RiedemannHermanas de la Providencia - Provincia

Bernarda MorinHermanos Maristas Instituto Chacabuco,

Los AndesHernán Francisco Larenas Vargas Hugo Cifuentes LilloHugo Vera Meigg�Instituto de Humanidades Luis Campino

Instituto para el Desarrollo Comunitario, IDECO, Miguel de Pujadas Vergara

Instituto Rafael Ariztía Iván Navarro Abarzúa Ivo Breskovic Vivar�Jaime Jeldres Vargas

Jaime Molina VallejoJaime Ravinet De La Fuente Jaime Starocelsky Guiraldes Jaime Vela RodrigoJavier Said H.Joaquín Larrondo SilvaJohn T. Wormull GibbsJorge Awad MehechJorge Cauas LamaJorge Correa ReyesJorge Enrique Nuñez RojasJorge Gissi BustosJorge Orchard PintoJorge Manuel Sepúlveda JaraJosé Ignacio Tirado Kruger José Joaquín BrunnerJosé Luis del Río GoudieJosé Luis Larroucau Reitze José Manuel Borgoño Barros José Tomás Jory GuzmánJosé Tomas Izquierdo Silva José Torres MuñozJoseph Ramos QuiñonesJuan C. Imboden Anwandter Juan Decombe VillalobosJuan Esteban Puga VialJuan Jaime Chiang Acosta Juan Omar Marchant Pino Julio Vidaurrázaga Vodanovic�Luis Ajenjo Isasi

Luis Bork VegaLuis Ortiz QuirogaLuis Pedro Errázuriz Fantoni Luis Teodoro Díaz Müller�Manuel Alfonso Méndez Becerra

Manuel Antonio Garretón

Manuel José Salinas Acuña Manuel Núñez Poblete Manuela Gumucio RivasMarco Cariola BarroilhetMarco Chemsi AdemMargit Eckholt, Osnabrück, Alemania Mariano Luis Enrique Lacalle Penafiel María Elena Andonie AraqueMaría Isabel OlmedoMaría Josefina Bilbao MendezonaMaría Loreto Herrera LarraínMaría Luisa Pérez WalkerMaría Marta RaggioMaria Teresa Undurraga GazitúaMatías Ignacio Forno StingoMauricio Vargas LizanaMiguel Calvo FloresMiguel Luis Ortiz GonzálezMisioneros ClaretianosMoneda Asset Management�Nelson Rodriguez Arratia

Nielsen de Paula Pires Nora Undurraga Pieper Norman Hansen Rosés�Orlando Valle Venegas

Óscar Godoy ArcayaOsvaldo Verdugo PeñaOsvaldo Villar Sánchez�Pablo Corvalán Durán

Pablo Santa CruzPatricio Burdiles P.Paula Barrientos Estévez Paulina Anguita Gutiérrez Pedro Antonio Lluch Fabry Pedro Cristi BravoPedro Donoso BrantPedro Pablo Díaz Herrera Preuniversitario Futuro – Talca�Rafael Mena Lazcano

Rafael Rosell AiquelRamón Santelices TelloRaúl Troncoso DelpianoRaúl Troncoso KeymerRené Bobadilla LópezRené Corvalán Latapia Rodolfo Caballero Muñoz Rodrigo Caro Cordero Rodrigo López Barreda Rodrigo Pablo RoaRogelio Iván González Pérez �Sergio Fernando Bello Silva

Sergio Melo San JuanSergio Molina Silva�Tomás Izquierdo Silva

Trinidad Jiménez Orrego de Izquierdo �Verónica Cabezas Gazaga

Vicente Exequiel Valdivieso Dávila Vicente Sota BarrosVíctor Irribarra DonosoVinolab Ltda.�Zarko Luksic Sandoval

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La hazaña de Gabriel Oso-rio y Patricio Escala no es solo haber ganado el pri-

mer Oscar para Chile. Es cier-to que el premio que entrega la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos es el más cé-lebre y con más prensa, y que competir con estudios inter-nacionales de la talla de Pixar es una proeza comparable a la historia de David y Goliat. Sin

embargo, el celebrado premio al mejor cortometraje animado es uno más de una seguidilla de distinciones que fue cosechando Historia de un oso en distintos festivales por el mundo y que no han hecho más que confirmar la calidad del trabajo realizado por la productora nacional Punkrobot.

Diez minutos dura esta pequeña joya, cuyo lenguaje sin pa-labras ha conquistado a todos los públicos y críticas. Con un manejo extraordinario de distintas técnicas de animación com-binadas, construye un relato que abre espacio a distintas lec-turas, dadas por la propia historia y por la forma de contarla. Así, el universo de este breve lapso se vuelve infinito.

El oso, un animal ajeno a nuestra cultura, pero universalmen-te considerado amable y cercano, cuenta su propia historia a través de un ingenioso artilugio. Es un homenaje también a los oficios tradicionales, a la factura artesanal y a la vez impecable de la que también hace gala este corto, en el que casi se pueden sentir y tocar las diferentes texturas —hasta el mismo aire—, como si no se tratara de una imagen en la pantalla.

Desde un simple cajón se despliega un mundo, con toda su magia, su ternura y también sus horrores. Los sonidos de una cajita de música acompañan los pasos de figuras metáli-

cas cuyo entorno va cambiando, su mundo gira sin que ellos puedan evitarlo.

LA MEMORIA EN UNA CAJA

El complejo mecanismo que se acciona dentro de la caja con-densa en unos pocos minutos una historia compleja y dolorosa que, sin embargo, en su lenguaje, no habla solo a los adultos sino también a los niños. Ellos se maravillarán con el encanto y la fascinación que despiertan las cientos de pequeñas piezas y engranajes encajando a la perfección, y entenderán lo que ya saben desde siempre, que nadie tiene derecho a separar a alguien de su familia; que el exilio, la tortura y los trabajos for-zados no son admisibles bajo ninguna circunstancia.

Como se sabe, el director Gabriel Osorio se inspiró en su propio abuelo, quien estuvo dos años preso tras el golpe mi-litar y luego debió vivir en el exilio, alejado de su familia. En el cortometraje, la irrupción de hombres uniformados que se llevan al oso y a otros animales por la fuerza, los encarcelan y obligan a trabajar en un circo, sirve de metáfora. El viaje que emprende el oso por regresar a su familia es el de muchos que han perdido a sus seres queridos.

El propio Osorio afirmaba tras recibir el Oscar que “este pre-mio es también importante, pues es un tributo a la familia y a que no se puede dividir bajo ninguna forma”. Esta sencilla y a la vez conmovedora historia apela a valores superiores, comunes a todas las culturas y razas, como el respeto por la libertad y la familia. Es lo que emociona y toca profundamente, y lo que el equipo de Punkrobot supo interpretar con delicadeza y maes-tría al crear esta Historia de un oso que debiera permanecer en la memoria de todos. MSJ

Historia de un oso, Chile, 2014 / Dirección: Gabriel Oso-rio / Producción: Patricia Escala / Guion: Daniel Castro y Gabriel Osorio / Dirección artística: Antonia Herrera / Música: Denver / Duración: 10 minutos.

Oscar para un oso

Junto con la estatuilla traída a Chile, la cali-dad de la animación y las perspectivas que abre para la producción local, el gran aporte del cortometraje Historia de un oso es su poten-te testimonio sobre el valor de la memoria, la libertad y la familia.

Victoria Dannemann

CINE MSJ

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Hay una escena en Spotlight —la ganadora del Oscar 2016 a Mejor Película y Mejor Guion— que es escalofriante: un reportero coteja una

lista de sacerdotes de la Arquidiócesis de Boston y descubre que uno de ellos vive a pocas cuadras de su casa. Raudo, sale a la calle y camina a paso apre-surado hasta que da con el sitio. Una vez de vuel-ta, pega en su refrigerador una fotografía del lugar y, a la derecha, un mensaje para sus hijos: “Niños, manténgase alejados de esta casa… Y aléjense de los hombres que viven dentro”.

El episodio, con matices, sí sucedió. El reportero era Matt Carroll, parte de Spotlight, el equipo de in-vestigación del Boston Globe creado en 1970 y que el año 2003 recibió el premio Pulitzer por su investi-gación que develó los abusos sexuales de sacerdo-tes católicos en la ciudad. La casa también existió: estaba en el número 276 de la calle Pelton Street, a la vuelta de la esquina del hogar donde Carroll vivía junto a su esposa y sus cuatro hijos. Y uno de los habitantes del lugar era John J. Geoghan, un sacer-dote acusado de haber abusado de más de ciento treinta menores.

Spotlight o el necesario grito en el silencio

Patricio Contreras

Académico de la Escuela de Periodismo de la UAH*.

La ganadora de los premios Oscar a Mejor Película y Mejor Guion es una gran narración acerca del ejercicio del buen periodismo y su rol en la denuncia de delitos que la sociedad opta por ignorar.

* El autor es editor de www.puroperiodismo.cl

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La escena, como dije, estremece. Los reporteros del Boston Globe ya no solo escarban archivos y sostienen duros en-cuentros con las víctimas. La historia que investigan también comienza a afectarlos como miembros de la comunidad. Es más: la cercanía de un sacerdote abusador, la inminencia del peligro, gatilla el temor en Carroll y la paulatina desesperación por concluir una investigación periodística que responde a otros tiempos y ritmos, distin-tos a los del ciclo de noticias del día a día.

Spotlight, en ese sentido, tributa el quehacer de los reporteros que se embar-can en investigaciones prolongadas. En el periodismo anglosajón hablan del shoe-leather reporting, ese reporteo que deja los pies en la calle, alejado de la como-didad de la sala de redacción, fácilmente hechizada por la instantaneidad de las comunicaciones y por la inmediatez co-lectiva de las redes sociales.

Al contrario, en pequeños detalles Spotlight alumbra la circunstancial de-solación del periodismo: Mike Rezendes (Mark Ruffallo) intenta ganar la confianza del abogado de las víctimas y pesquisa, no sin trabas, los documentos judiciales; Sacha Pfeiffer (Rachel McAdams) conver-sa con las víctimas, algunas de las cua-les le reprochan su lentitud; Matt Carroll (Brian d’Arcy James) construye la base de datos de sacerdotes que presumible-mente fueron trasladados de parroquias ante las inminentes denuncias; Walter “Robby” Robinson (Michael Keaton) ve cómo su círculo cercano, la élite católica bostoniana, se resiste a colaborar en la investigación; Marty Baron (Liev Schrei-ber), el nuevo y flemático director del dia-rio —hoy a la cabeza de The Washington Post— enfrenta la suspicacia de todos, incluidos sus reporteros.

Pero la película, especialmente hacia el final, también demuestra cómo la coci-na periodística adquiere sus cuotas más altas cuando trabaja en equipo: en las discusiones editoriales, en el manejo de

los tiempos, en los cambios del texto a última hora. Es la coreografía del perio-dismo en su más radical minuciosidad.

Porque Spotlight pone en escena la grandeza de un oficio muchas veces de-nigrado, a veces con total justificación. Esa grandeza que se verifica en la espe-ra paciente, en los sinsabores de la ne-

gación, en las disputas internas del re-portero que también es ciudadano. Y el resultado final, esa primera historia que dio paso a seiscientas historias más en los siguientes doce meses y que gatilló la indignación mundial frente a los abusos escudados en la fe, la piedad y la reden-ción, fue un grito en medio del silencio de una ciudad, de una comunidad —inclui-dos medios de comunicación y periodis-tas— que vivía cómoda tras las caretas del disimulo y la omisión. El periodismo de investigación, repito, como un nece-sario grito en el silencio. MSJ

L’OSSERVATORE ROMANO: NO ES UNA PELÍCULA ANTICATÓLICA

El diario vaticano L’Osservatore Romano publicó el 29 de febrero pasado el siguiente artículo de la historiadora italiana Lucetta Scaraffia bajo el título “Dos Oscar a El caso Spotlight”.

Spotlight, que ha ganado el Oscar, tiene una trama interesante. Y no es una pe-lícula anticatólica, como se ha escrito, porque es capaz de dar voz al desánimo y al dolor profundo de los fieles ante el descubrimiento de estas terribles realidades.

En la narración no se da espacio a la lucha continuada y tenaz que Joseph Ra-tzinger, como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y como Papa, llevó adelante contra la pedofilia en la Iglesia. Pero en una película no se puede decir todo y las dificultades que encontró Ratzinger no hacen más que confirmar la tesis de la película, es decir, que muchas veces la institución eclesiástica no ha sabido reaccionar con la necesaria determinación ante estos crímenes.

Ciertamente, y lo sabemos todos, los niños son seres indefensos y, por lo tanto, víctimas de abusos también en las familias, en los círculos deportivos, en las escuelas laicas. Los monstruos no llevan exclusivamente la sotana. La pe-dofilia no deriva necesariamente del voto de castidad. Pero está claro que en la Iglesia demasiados se han preocupado más de la imagen de la institución que de la gravedad del hecho.

Todo esto no puede justificar la culpa gravísima de quien, visto como repre-sentante de Dios, se sirve de esta autoridad para aprovecharse de los inocentes. Esto en la película está bien narrado, dando espacio a la devastación interior que estos actos generan en las víctimas, que no tienen ya ni siquiera un Dios a quien encomendarse, a quien pedirle ayuda.

El hecho de que de la ceremonia de los Oscar haya salido un llamamiento al papa Francisco para que combata este flagelo debe ser visto como un signo positivo: hay aún confianza en la Institución, hay confianza en un Papa que está continuando la limpieza iniciada por su predecesor ya como cardenal. Hay aún confianza en una fe que lleva en su corazón la defensa de las víctimas, la protección de los inocentes.

Spotlight pone en escena la grandeza de un oficio muchas veces denigrado, a veces con total justificación. Esa grandeza que se verifica en la espera paciente, en los sinsabores de la negación, en las disputas

internas del reportero que también es ciudadano.

Spotlight, EE.UU., 2015 / Dirección: Thomas McCarthy / Guion: Thomas McCarthy y Josh Singer / Intérpretes: Michael Keaton, Rachel McAdams, Mark Ruffalo, John Slattery, Liev Schreiber, Stanley Tucci, Billy Crudup / Duración: 128 minutos / Género: Drama, biográfica.

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“Aquí debe haber un truco”, pensó Norton Maza la primera vez que fue al Museo del Louvre. Tenía apenas 8 años, ya dibujaba y, boquiabierto ante tanta maravilla, se preguntaba, a medida que recorría las salas, por qué

sus obras infantiles no quedaban como las que iban apareciendo frente a sus ojos. Entonces se le ocurrió que todo se debía a algún artificio y se fue intrigado, pero muy convencido por su propia explicación.

Tiempo más tarde descubrió que el dibujo y la pintura no tenían que ver con trucos. Fue cuando aprendió las primeras técnicas del oficio, entre ellos, la pers-pectiva simple. En ese tiempo ya vivía en Cuba, país donde, después de Francia, su familia vivió la segunda etapa de su exilio.

Norton Maza todavía era bastante menor cuando tuvo la intuición, si no la cer-teza, de que el arte podía ser la gran vocación de su vida. “Sabía que me gustaba mucho y también que era difícil”, recuerda el autor, quien, con el propósito de de-sarrollar sus habilidades y aficiones, estudió desde los 12 años en escuelas espe-cializadas. “Y creo que si no hubiera sido por el golpe y el destierro, no habría sido artista. Probablemente habría tenido un quiosco en Lautaro (donde nació)”, agrega.

Al borde de la catástrofeJazmín Lolas E.

Conocido por sus irónicas y grandes instalaciones, Norton Maza ha llevado al Museo de Bellas Artes una bóveda que imita una masa de nubes donde están contenidos los vicios y dramas de la humanidad.

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Maza fue un niño que inventó y armó sus propios juguetes, porque en Cuba no los había. Usaba palos de escoba, cartones, lo que encontrara, y armaba objetos que iba acomodando sobre el televisor.

“Cuando terminé de estudiar arte, me puse a pintar como enfermo, pero no lo-graba dar con la obra que me dejara sa-tisfecho. Ya de vuelta en Chile (volvió a estudiar en Francia y desde ahí regresó en 1994), me acordé de todas las cosas que había fabricado y dije: ‘Saben qué más, lo que aprendí no sirve para nada. Voy a hacer juguetes’”, recuerda.

Las instalaciones se convirtieron de ese modo en el formato predilecto del artista. Gran parte han sido de grandes dimensiones, atiborradas de color, per-sonajes y objetos, y Maza las ha utiliza-do como vehículo para cuestionar, con acidez y humor negro, el poder político y religioso, la sumisión y la tiranía del dinero.

“EL RAPTO”

Esas características también definen el trabajo que el autor acaba de inaugu-rar en el Museo de Bellas Artes. Se titula “El rapto” y sus principales componen-tes son una gran bóveda que imita una masa de nubes y, bajo esa estructura, un personaje femenino suspendido a corta distancia del piso.

En las nubes, pintadas de manera que citan los grandes frescos de la historia del arte, hay “juguetes” diversos, entre ellos, personajes de la cultura popular como Hulk, Barbie y Darth Vader, buques de guerra, platillos voladores y arma-mento, al igual que escenas que hacen

referencia a conflictos tan contingentes como la crisis migratoria, ilustrada aquí por medio de cadáveres que flotan junto una embarcación. De esta enorme “pin-tura en 3D”, como la llama el artista, baja un haz de luz que cubre al personaje fe-menino, representación de una joven y glamorosa encapuchada que maniobra una molotov y que está siendo abducida desde el techo.

“Hay distintos aspectos de la condi-ción humana que quise desarrollar en esta muestra, entre ellos, el belicismo, la ecología y la inmigración”, dice Maza, quien concibió “El rapto” a partir del mito de un dios egipcio, Shou, que sos-tiene la cúpula celestial y contiene a los dioses maléficos. Se trata de una divi-nidad que evita el desplome y que es, por lo tanto, garante de la estabilidad.

En “El rapto” —obra en la que el ar-tista usó materiales como fibra de vidrio, resina y bronce— hay paradojas (la en-

capuchada que usa ropa de marcas ca-ras y cotizadas es un ejemplo) y tensión permanente: Maza ha recreado un mun-do “al borde de la catástrofe” y amena-zado por el caos, como suele ocurrir en su producción.

“El caos tiene un antecedente en mi niñez. A los 7 años, cuando vivía en Francia, gané un concurso escolar con un dibujo tremendamente caótico. Mos-traba una isla en guerra, sobrevolada por helicópteros y aviones, mientras el mar se veía lleno de peces. Uno de ellos hablaba con un buzo, como si negocia-ran la paz. Ese dibujo reflejaba la expe-riencia de mi familia. A mí papá lo apre-saron después del golpe y lo torturaron. Luego partimos al exilio y tuvimos que adaptarnos a muchos cambios: de casa, de colegio, de idioma. Yo era muy intro-vertido, no hablaba con nadie. Estaba impactado por lo que había pasado en Chile”. MSJ

“Hay distintos aspectos de la condición humana que quise desarrollar en esta muestra, entre ellos, el belicismo, la ecología y la inmigración”.

-Norton Maza.

En “El rapto” hay paradojas y tensión

permanente: Maza ha recreado un mundo “al borde de la catástrofe”

y amenazado por el caos.

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Juan Rulfo en la memoria

Eduardo Guerrero del Río

Doctor en Literatura

El insigne escritor mexicano es autor de dos de las mejores creaciones literarias latinoamerica-nas en el siglo XX, mezclando lo popular y lo poé-tico, lo real y lo fantástico, a menudo mediante originales fórmulas narrativas.

En una conversación con la académica Adriana Valdés, cuando se le pregunta por los escritores mexicanos ac-tuales, la escritora Margo Glantz —que el año pasado

obtuvo en nuestro país el Premio Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas— señala: “Yo me quedo con Rulfo, siempre”. A su vez, para el novelista Carlos Fuentes, la novela Pedro Pá-ramo es “la mejor novela mexicana de todos los tiempos”. De esta forma, a Juan Rulfo le bastó solamente la publicación de dos obras, la mencionada novela y el libro de cuentos El lla-no en llamas, para situarse en el primer nivel de la literatura latinoamericana del siglo XX. Por lo mismo, a treinta años de su muerte, ofrecemos el recuerdo de esta breve pero insigne producción que, en palabras de Gabriel García Márquez, “no son más de trescientas páginas pero son casi tantas, y creo que tan perdurables, como las que conocemos de Sófocles”.

BREVE RECORRIDO POR SU VIDA

El propio Rulfo nos dice: “Nací el 16 de mayo de 1918, a unos quinientos kilómetros de Ciudad de México, en el Estado de Ja-lisco. Abundaban las sequías, los incendios y las revoluciones. Los hombres allí son como yo, lacónicos, huraños, hoscos. Viví en un pueblo llamado San Gabriel. Con las tormentas del de-sierto y la crisis del comercio el pueblo se arruinó”. Sus padres, gente adinerada, se arruinaron con la Revolución. Incluso, en los primeros meses de la guerra, perdió —con seis años de diferencia— a ambos. Estudia la primaria en un orfanato de Guadalajara, el cual tenía un sistema correccional y carcelario. Allí se sintió aplacado y ensombrecido: “Los años de mi vida en que me encontré más solo y contraje un estado depresivo del que todavía no me he podido curar. No creo que lo consiga nunca. Desde entonces aprendí a vivir con la soledad”. Se va a vivir a Ciudad de México, estableciendo relaciones con otros jóvenes escritores. Hacia 1935, consigue un empleo en el De-partamento de Inmigración, teniendo a su cargo los registros de extranjeros. Por esta misma época es sorprendido por un compañero de oficina escribiendo una novela (El hijo del des-aliento), la cual —según Rulfo— “era tan cursi como su título. Decidí tirar mis trescientas cuartillas”.

Años después (1941), conoce a Clara Angelina Aparicio Re-yes, con quien contrae matrimonio el 24 de abril de 1948. Al res-pecto, el escritor Volodia Teitelboim menciona: “En seis años, entre 1944 y 1950, él le escribe ochenta y una cartas. En ellas, tal vez, haya mil y una declaraciones de amor” (publicadas en el año 2000, con el título de Aire de las colinas: cartas a Clara).

En la década de los cincuenta, específicamente en 1953 y 1955, aparecen publicados El llano en llamas y Pedro Páramo. En 1964, comienza a trabajar en el Instituto Nacional Indigenista (según Teitelboim, “a ratos fue un cargo muy errabundo. Via-jó de comunidad en comunidad y quedó deprimido con lo que vio”). De ese año es el proyecto de otra novela, La cordillera, que nunca salió a la luz. En 1980, el Instituto Nacional de Bellas Artes de México editó el texto Inframundo, el cual reproduce una serie de noventa y seis fotografías tomadas por Rulfo en

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su tierra natal. Tres años después, en 1983, es distinguido con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, en España.

Muere el 7 de enero de 1986. Por su año de nacimiento, desde un punto de vista generacional, pertenece a la llamada “gene-ración de 1942”, conocida con el nombre de neorrealista, y cuya característica esencial es la fuerte concepción político-social de la literatura; además, entre nombres ilustres, a ella se vinculan también escritores como Juan Carlos Onetti, Julio Cortázar, Au-gusto Roa Bastos, Ernesto Sabato, María Luisa Bombal, Carlos Droguett, Nicanor Parra, entre otros.

EL LLANO EN LLAMAS

En ciento cincuenta páginas, se concentran dieciséis mag-níficos cuentos, algunos notables. En lo personal, destaca-mos relatos como “El hombre”, “En la madrugada”, “El llano en llamas”, “¡Diles que no me maten!”, “Luvina”, “No oyes ladrar los perros”, “Anacleto Morones”. Teitelboim señala: “La publicación de El llano en llamas, en 1953, fue una reve-lación, un descubrimiento. Mu-chos mexicanos leyeron allí el lado trágico de su país. La si-tuación de millones de pobres de la campiña se hizo patente. El libro no tiene acápites de alegría ni de panfleto. Lo habitan la so-ledad, la indigencia herrumbro-sa, el olvido y una sensación de abandono. Se respira la deca-dencia de un pasado que nunca digirieron ni se apiadó de ellos. Todo lo envuelve un clima físi-co y moral punzante, doloroso. Destinos agrios en panoramas áridos. Allí la pobreza y la pena andan desnudas”.

En la mayoría de los cuentos, se mezclan lo popular y lo poé-tico, lo real y lo fantástico. Por tanto, más que la historia misma, a veces adquiere mayor relevancia la técnica narrativa que da pie al relato, los diversos puntos de vista, el juego de planos, las dislocaciones espacio-temporales. Mencionaremos algunos de ellos. En “El hombre”, Urquidi mata al hermano de José Alcancía, el cual va preparando la venganza. Ciertos indicios hacen parti-cipar al lector. Mata a toda su familia (el jefe de hogar no estaba presente; había ido a enterrar a su pequeño hijo muerto). Llega al río (ahí lo mata el perseguidor, Urquidi). Aparece otro narra-dor, el borreguero, que cuenta lo que vio. Este cuento juega con el tiempo narrativo. Montaje temporal. Presencia de múltiples narradores que afecta la perspectiva narrativa. Predomina la coordinación o la subordinación, la parataxis o yuxtaposición de oraciones cortas, modos narrativos variables. Abunda la na-

rración objetiva en tercera persona. El estilo directo reproduce las palabras de los interlocutores, tal cual ellas fueron dichas. En el diálogo, puede producirse una reproducción que no nece-sita verbos introductores. En el estilo indirecto libre, uno tiene la duda de quién habla. Mexicanismos que tienden a ambientar en lo geográfico (sequedad, aridez, la vegetación, el río) y en lo psicosocial (gente pobre, simple, con poco dominio del léxico). Repetición frecuente de palabras. Este cuento empieza in media res. El enfoque de la perspectiva posicional interesa también en este cuento: cuando se enfoca una parte del cuerpo humano, la perspectiva posicional del narrador corresponde al close up (ejemplo: los pies del hombre se hundieron en la arena…), con frecuencia la cámara baja al suelo (tilt down).

“En la madrugada” es un cuento de carácter circular: “San Gabriel sale de la niebla húmedo de rocío. Las nubes de la noche

durmieron sobre el pueblo bus-cando el calor de la gente. Aho-ra está por salir el sol y la niebla se levanta despacio, enrollan-do su sábana, dejando hebras blancas encima de los tejados” (inicio). “Sobre San Gabriel es-taba bajando otra vez la niebla. En los cerros azules brillaba to-davía el sol. Una mancha de tie-rra cubría el pueblo. Después vino la oscuridad”. En un exce-lente análisis de este cuento, Hugo Rodríguez-Alcalá efectúa un exhautivo comentario, des-tacando su estructura (dividida en ocho secciones o partes) y la técnica de enfoques repeti-dos, que permite esclarecer los sucesos, es decir, el crimen. En “¡Diles que no me maten”, un coronel se venga del protago-nista, Juvencio Nava, por haber

matado este hace 35 años a su padre: “No podría perdonar a ese, aunque no lo conozco; pero el hecho de que se haya pues-to en el lugar donde yo sé que está, me da ánimos para acabar con él. No puedo perdonarle que siga viviendo. No debía haber nacido nunca”. Por último, en “No oyes ladrar los perros”, un padre traslada en hombros a su hijo herido a otro pueblo en busca de ayuda médica, a pesar de renegar de él por sus fecho-rías: “Todo esto que hago, no lo hago por usted. Lo hago por su difunta madre. Porque usted fue su hijo. Por eso lo hago. (…) Comenzando porque a usted no le debo más que puras dificul-tades, puras mortificaciones, puras vergüenzas”.

PEDRO PÁRAMO

Nacida, según su autor, “de una imagen y fue la búsqueda de un ideal que llamé Susana San Juan”, la novela Pedro Páramo

Algunos cuentos y, sobre todo, la novela Pedro Páramo han sido suficientes para situar al

escritor Juan Rulfo en la cumbre de la narrativa latinoamericana contemporánea.

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se caracteriza fundamentalmente por una continua fluctuación del tiempo y del espacio. Con relación a esto último se pueden distinguir tres niveles espaciales: 1) El pueblo de Comala muerto y vacío, pueblo donde ha llegado Juan Preciado en busca de su padre, Pedro Páramo. 2) Espacio evocado, el paraíso que fue, espacio donde Pedro Páramo fue el amo y señor. 3) Espacio subyacente, de las tumbas, donde “dialogan” los muertos. En definitiva, el autor presenta un mundo que es y que no es, y lo configura con caracteres míticos.

Expresemos algo sobre estos tres niveles. Al comienzo del relato, el narrador indica: “Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo”. Efectivamente, este narrador-personaje es Juan Preciado quien, obedecien-do el deseo de su agonizante madre, va en busca de su padre (tema del viaje). Poco a poco, sutilmente, se nos entregan los indicios de que es un pueblo vacío, muerto, lleno de ánimas, de ecos. Por otra parte, hablamos de un espacio evocado, que tiene relación con el espacio en el cual Pedro Páramo fue amo y señor (tema del caciquismo), un déspota a cabalidad. Habla-mos de la época de la revolución mexicana que, a través de ciertas acciones y personajes, se manifiesta en el relato. Para el crítico Julio Ortega, “Pedro (piedra) Páramo (desierto) sim-boliza también la muerte y el deterioro que suscita el poder”. En relación con el tercer nivel espacial, este se concretiza a través de lo que podemos llamar un “diálogo de ultratumba”.

Todo lo anterior configura una narración atemporal y aespacial, en donde la “búsqueda del Paraíso termina en el infierno de Comala” (Jean Franco).

A su vez, lo interesante de esta novela —de ciento treinta pá-ginas— es la condensación del lenguaje, donde pareciera que no sobrara ni faltara ninguna palabra. Más allá de la temática del viaje (constante de la literatura latinoamericana del siglo XX, desde Alejo Carpentier), del caciquismo (otro de los temas tópi-cos motivados por las múltiples dictaduras en el continente), de las rupturas del espacio y del tiempo, hay que valorar además la dialéctica vida/muerte, con toda una connotación que posi-bilita incluso lecturas de tipo político. Este pueblo de ecos y de susurros es causante de la muerte del propio Juan Preciado (“me mataron los murmullos”): “Tengo memoria de haber visto algo así como nubes espumosas haciendo remolino sobre mi cabeza y luego enjuagarme con aquella espuma y perderme en su nu-blazón. Fue lo último que vi”. Por su parte, en el desenlace, se nos narra la muerte de Pedro Páramo, con un carácter simbólico: “Después de unos cuantos pasos cayó, suplicando por dentro; pero sin decir una sola palabra. Dio un golpe seco contra la tierra y se fue desmoronando como si fuera un montón de piedras”.

Algunos cuentos y, sobre todo, la novela Pedro Páramo han sido suficientes para situar al escritor Juan Rulfo en la cumbre de la narrativa latinoamericana contemporánea. Por eso, a treinta años de su muerte, la relectura de su brevísima obra es casi una obligación para cualquier amante de la literatura. MSJ

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Como sabemos, el papa Francisco ha con-vocado para este año un tiempo jubilar ex-

traordinario de la Misericordia, que concluirá el 20 de noviembre. La bula de convocación, Misericordiae Vultus, se agrega al final del li-bro que comentamos. Este tiempo jubilar tiene como objetivo “que los años por venir estén impregnados de misericordia para poder ir al encuentro de cada persona llevando la bondad y la ternura de Dios” (n° 5). La idea de celebrar-lo se fue gestando paulatinamente en el cora-zón del Papa. Así lo declara él mismo en este libro. La primera idea que tuvo al respecto la fue orando y discerniendo desde su experien-cia como confesor y en el contacto con la gente. Tomó en cuenta además los mensajes anterio-res de los papas que lo precedieron. Todo lo fue conduciendo al convencimiento íntimo de que los tiempos actuales son los tiempos de la misericordia.

El libro desarrolla una conversación clara y franca del Pontífice con Andrea Tornielli, perio-dista, en su habitación en la casa Santa Marta en el Vaticano, después de su regreso del re-ciente viaje a Ecuador, Bolivia y Paraguay. El contenido de tal conversación es profundo y vivencial. Se lee con facilidad y está editado con letra grande, lo que es un beneficio para quienes debemos usar anteojos.

A lo largo de las páginas y en base a pre-guntas que le hacen, el Papa va elaborando su pensamiento acerca de la misericordia. Dice que ella es “el carné de identidad de nuestro Dios”. Luego fundamenta tal afirmación usan-do textos bíblicos y su propia experiencia pas-toral. Destaca como esencial para conseguir misericordia el disponerse a ofrecer a Dios un “corazón hecho pedazos”. La necesidad del perdón nos abre a experimentar el amor has-ta el fondo del alma. Basta —dice— que le con-cedamos a Dios una mínima grieta para que Él actúe en nosotros con su gracia. De ahí que todo cristiano, especialmente los sacerdotes, debieran estar dispuestos al “apostolado de la oreja”, que permita que quienes buscan con-suelo puedan ser escuchados en sus dolores y miserias. El pecado, que aprisiona el alma, “es más que una mancha”, por tanto, no bas-ta limpiarlo como se hace con una ropa en la tintorería. “El pecado es una herida, hay que curarla, medicarla”. Esto implica un tiempo y acogida mayor.

Francisco

El nombre de Dios es Misericordia. Una conversación con Andrea Tornielli

Planeta, Santiago, 2016, 141 páginas.

Me resultó interesante constatar en la lec-tura del libro que el papa Francisco, además de defender la vigencia actual de las siete obras de misericordia corporales y espirituales, pro-yecte la acción de la misericordia más allá de un espacio de intimidad entre cercanos, mirando a la vida social en su conjunto. La afirmación, citando a Juan Pablo II, de que “la capacidad de perdón está en la base de todo proyecto de una sociedad futura más justa y solidaria” es de enorme actualidad, especialmente en estos días en que una connotada defensora de los derechos humanos en Chile hubiera expresa-do que el concepto de perdón es una cosa me-dieval que hay que superar. El papa Francisco afirma que “con la misericordia, la justicia es más justa, se realiza realmente a sí misma…debemos ayudar a que los que han caído no se queden en el suelo”.

Pero, con todo, hay afirmaciones del papa Francisco en este libro que a más de alguno podrían incomodar. Él nos tiene acostumbra-dos a sus afirmaciones “revolucionarias”. Ex-presa, por ejemplo, que basta un gesto peque-ño para adentrarse en la misericordia: “Pue-de valer más la presencia torpe y humilde de un penitente al que le cuesta hablar, que las muchas palabras de alguien que describe su arrepentimiento”. A los confesores les dice que no tienen que hacer demasiadas pregun-tas mientras confiesan. Citando a Juan Pablo I, afirma que, como a Dios le hace feliz per-donar, “nuestro pecado entonces se convier-te casi en una joya que le podemos regalar”. Que la Iglesia, lugar donde se perdona, es un hospital de campo, “no es la estructura sóli-da, dotada de todo, donde vamos a curarnos las pequeñas y las grandes enfermedades. Es una estructura móvil, de primeros auxilios, de emergencia, para evitar que los combatientes mueran”. Que a las personas rígidas que se sienten dueñas de la doctrina y que por su ministerio están llamadas a ejercer la miseri-cordia, pero que con sus conductas “degradan el asombro”, “les iría bien un resbalón”. Se muestra inflexible contra los corruptos que a toda costa quieren salvar las apariencias, que no se dan cuenta de su estado (“como quien tiene mal aliento y no se da cuenta”), que no se reconocen pecadores necesitados de perdón, que no experimentan la vergüen-za en sus vidas.

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Destaco como importante la afirmación reiterada del papa Francisco acerca de su condición de pecador. En tiem-pos en que se le ha criticado por algunos de desacralizar al papado, afirmaciones como estas nos impresionan: “Ne-cesito de la misericordia de Dios”, “cada vez que cruzo la puerta de una cárcel… ¿Por qué ellos y no yo? Yo tendría que estar aquí, merecería estar aquí”, “la misericordia la he experimentado”, “cuando confesaba siempre pensaba en mí mismo, en mis pecados…, y en consecuencia inten-taba perdonar mucho”.

En las respuestas que da el Pontífice a las preguntas del periodista Tornielli uno va percibiendo el perfil que lo hace ser atractivo para estos tiempos en que nos move-mos. Es un hombre cercano, que se ha formado humana y espiritualmente gracias a personas muy concretas con las que se ha relacionado en su vida: con aquella abuela que le decía que si el Señor no perdonase todo, el mundo no existiría (no había estudiado en la Gregoriana ni con Royo Marín); con aquel sacerdote argentino que lo ayudó y que después de morir lloró su pérdida porque le había hecho sentir como nadie la misericordia de Dios; con otro sacerdote, gran confesor, que invitaba a besar la cruz de su rosario a los que se iban a confesar, y a quien después de muerto le “robó” esa pequeña cruz que ahora lleva en su pecho, tocándola cuando le viene un mal pensamiento sobre alguien. Se nota, pues, que la vida de Francisco Papa está sostenida en vivencias concretas que lo han llevado a apasionarse por el tema de la misericordia. No es por algo que su lema episcopal se refiere a ello y que él mismo lo ha traducido con un gerundio inventado: “Misericordiando” (regalando misericordia). Como dice Chris Lowney, en su libro Francisco, líder y Papa, el ejercicio del liderazgo del actual Potífice es encarnacional. Sumergido en un mundo complicado, es fiel a la visión de cómo deben tratarse los seres humanos entre sí. Esa manera es ejerciendo la mi-sericordia al modo de Jesús.

Sin duda que la lectura de estas conversaciones nos puede ayudar a mirar lo que sucede en el mundo con otra perspectiva. La afirmación de que “Dios perdona no con un decreto, sino con una caricia” es potente. Contrapone la actitud nuestra con la de Jesús. Nosotros muchas veces hacemos como los perros: “lamemos” nuestras heridas. Es “un placer en la amargura, un placer enfermo”. En cam-bio, Jesús “perdona acariciando las heridas de nuestros pecados”. Observamos, pues, que los cristianos estamos llamados a ejercer misericordia. Necesitamos ser perdo-nados y necesitamos perdonar. En estos tiempos de des-confianza social el llamado resulta concreto. Es un aporte que podemos ofrecer. No tanto ya con bonitas palabras, sino con nuestro ejemplo personal de vida, acercándonos a los “abollados” de este mundo, que en ningún caso de-ben ser descartados.

Juan Díaz S.J.

“Hacer florecer la vida en nosotros” es la consiga que, du-rante los cincuenta días que transcurren desde Pascua

hasta Pentecostés, el padre Anselm Grün nos propone para rescatar la importancia que este tiempo litúrgico tiene para los cristianos: la Pascua es la fiesta central para los creyen-tes y es necesario recorrerla con alegría, profundizando en su misterio, su simbolismo y sus figuras. Ella nos permite entrar en contacto con la felicidad que hay en nuestro corazón y que, muchas veces, está recubierta por experiencias de dolor. En un sentido terapéutico, el texto nos ayuda a dejar atrás las he-ridas para practicar la vida que Dios nos regala, a través de su hijo. Dice el Padre Grün: “La meditación sobre el camino de la Resurrección puede ayudar a volver a entrar en contacto con la vida que supera a la muerte…, que rompe en pedazos nuestro bloqueo interior y nos conduce hacia la grandeza y la libertad de la Resurrección”.

El camino que él sugiere nos lleva desde el descubrimiento que hacen las mujeres en el sepulcro abierto de Jesús hasta la ascensión del Señor. Es un recorrido de seis semanas, que ahon-da en el misterio pascual como una manifestación del triunfo de la vida sobre la muerte. Nos dispone a celebrar la venida del Espíritu Santo en la séptima y última semana. También nos da la oportunidad de celebrar la vida y liberarnos de lo que nos impide crecer. “Celebrar la Pascua día a día” nos motiva a de-jarnos llevar por el Espíritu, a vivir la dicha de la Pascua todos los días y a comprender que el camino que Cristo propone nos lleva a alcanzar la plenitud. Gracias a la Resurrección, pode-mos ser capaces de descubrir nueva vida en nuestro cuerpo y en nuestra alma.

Rodrigo Miranda

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Anselm Grün

Celebrar la Pascua día a día

Editorial SAN PABLO, España, 2010, 168 páginas.

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“Religión y ética luchaban en él contra es-tética y sensualidad”, escribió Luis Cer-

nuda acerca Gerard Manley Hopkins, S.J. Vivir en la Inglaterra victoriana, a pocos años de la restauración de la Compañía, fue difícil para este jesuita hipersensible y voluble. Su poe-sía expresa una ruptura interna y un giro cul-tural en pleno movimiento. Sus recursos y sus experimentos lingüísticos dan cuenta de una búsqueda existencial y mística que no fue se-guida por sus contemporáneos. Es ya un lugar común decirlo, pero Hopkins fue descubierto tarde. En el itinerario impredecible de su propio misterio pascual, fue su amigo y poeta Robert Bridges quien publicó sus poemas treinta años después de su muerte, en 1918. Su originalidad y excentricidad causó sorpresa: se le atribuyó rápidamente un espíritu precursor que se ha-bía adelantado cuarenta años a las rupturas, vericuetos y manifiestos de los modernistas del siglo naciente. A partir de los años treinta se produjo una explosión de estudios sobre él, desentrañando el sentido de sus singula-res poemas o la originalidad (o no) de su mé-trica y ritmo poético; en el mundo católico, y especialmente en el ignaciano, se publicaron libros y se armaron seminarios y cursos uni-versitarios acerca de su mística y su compren-sión filosófica y teológica de los conceptos e imágenes acuñadas en sus cartas y poemas. ¡Hasta que finalmente fue canonizado! Harold Bloom, el crítico neoyorkino, autor de los cá-nones de novela, cuento, ensayo y ahora poe-sía, tan prominente como parcial en sus valo-raciones, incluyó al jesuita entre los cincuenta y seis poetas occidentales de su libro Poems and Poets del año recién pasado (en español, está en Chile como Poemas y Poetas, El Canon de la Poesía, traducción de Antonio Rivero, Edi-torial Páginas de Espuma, 2015). Lo hizo no sin ironía, pues considera a Hopkins un romántico más que un victoriano propiamente tal. Bloom señala: “¿Cuál es, entonces, la realización de Hopkins como poeta? Continúa siendo consi-derable, pues su logro original, casi increíble, es haber hecho de la poesía keatsiana un esti-lo devocional, si bien forzado (…) Con todo, su efectividad expresiva es innegable”.

Neil Davidson hace un notable y ágil retra-to de la vida del poeta jesuita. Nació en 1844 como el mayor de una familia anglicana de prósperos comerciantes que vivía en un su-burbio industrial de Londres. Estudió Litera-tura en el Balliol College de la Universidad de

Neil Davidson

El Ceño Radiante, Vida y Poesía de Gerard Manley Hopkins

Editorial Universidad Diego Portales, Santiago, 2015.

Oxford, deseando una notoriedad artística que nunca tuvo el coraje de perseguir. Sus amis-tades en Oxford, y especialmente el contacto con el cardenal John Henry Newman, orienta-ron su espíritu devoto y escrupuloso hacia el catolicismo. Pese a que su conversión fue una afrenta para su familia, no se contentó con el giro romano sino que se decidió por el sacerdo-cio en la Compañía de Jesús durante el invier-no de 1868. Previamente quemó sus poemas, pues, como le diría años después a su amigo Bridges, “siempre me parece que la poesía es contraria a la profesión religiosa”.

Sin embargo, no pudo dejar de escribir. Sie-te años duró la penitencia. Su capacidad de ob-servación casi científica de la naturaleza y su pasión por la gramática inglesa y galesa man-tuvieron vivo el deseo, hasta que a los 31 años de edad retomó la poesía por insinuación de un superior, con una de sus obras más insignes, El Naufragio del Deutschland. Este poema, dedi-cado a cinco monjas franciscanas ahogadas en un naufragio, fue un descerraje de su particular estilo y sus intuiciones poéticas y espirituales. ¡Tú que me avasallas,/ Dios! Don tuyo el respiro y el huerto;/ Vaivén del mar, al mundo vallas,/ Señor de vivos y muertos… El poema de treinta y cinco estrofas refleja una experiencia mística, y trágica, de lucha con Dios, de huida de Él, de sometimiento a su poder y sus designios. Hop-kins vio en la superiora de las religiosas muer-tas una heroína de la fe, capaz de entregarse a la muerte, vencida por esta y por el mismo Dios. Probablemente, Hopkins escanció aquí también las tensiones del oficio de poeta y el naufragio que para él significaba retomarlo.

Este reencuentro con la poesía fue amargo, El Naufragio del Deutschland es críptico y la audiencia no lo entendió. Además, Hopkins en-sayó un nuevo ritmo, el sprung rhythm, que él mismo definió como “más cercano al ritmo de la prosa, el ritmo nativo y natural del habla…”, y que profundizó la hendedura con sus recep-tores, acostumbrados al ritmo engolado y, a veces, forzadamente cadencioso de la poesía lírica tradicional. A este poema siguieron otros, que corrieron igual suerte. Este silencio fue minando la autoestima artística de Hopkins, pero no su espíritu creativo e innovador. Da-vidson traduce en su libro varios de sus mejo-res poemas: “La noche estrellada”, “Belleza berrenda”, “Brote y caída”, “Despierto y sien-to”, “Consuelo carroñero”, “Deletreado en las Hojas de Sibilia”…

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Como indica la solapa del libro, Han na-ció en Seúl, Corea del Sur, en 1959, y

realizó estudios de filosofía, literatura ale-mana y teología en Friburgo y Munich, lue-go de haber estudiado metalurgia en su país natal. Alcanzó el grado de doctor en filosofía en 1994 y actualmente es profe-sor de filosofía y estudios culturales en la Universidad de las Artes de Berlín. Ha pu-blicado un conjunto de obras, algunas de las cuales están traducidas al español: La sociedad del cansancio, La sociedad de la transparencia, La agonía del Eros, En el en-jambre y Psicopolítica, además de la que aquí se reseña.

En noviembre del año pasado compré el libro, pero no tuve tiempo de leerlo hasta comienzos de febrero. Entre la compra y el comienzo de las vacaciones, el tiempo se comprimió y aceleró, una hora al lado de la otra, con una orientación, sobre todo, exigida por la necesidad. Al dejar la ofi-cina, a fines de enero, guardé el ensayo en el maletín. Su lectura fue una puerta a otro tiempo.

En doce apartados, todos breves, ade-cuados para esta época del zapping, y luego de una introducción, Han contem-pla con detención el tiempo de esta hora

moderna del cansancio, del trabajo y de la aceleración. Se demora en su historia y lo hace desde distintos ángulos. Ya no es el tiempo mítico de la repetición de lo mismo. Ni tampoco el tiempo lineal del sujeto libre que actúa produciendo la historia y el futuro. Más bien, es un tiempo sin orientación, un tiempo desorientado, carente del momento teológico y de la proyección teleológica. ¿Se trata del nihilismo, entonces? Sí… pero también como po-sibilidad de un tiempo distinto respecto de la sucesión del trabajo, que es interrumpida solo aparentemente por la desconexión y el entretenimiento, por el consumo y el relax. A esta vida activa, desorientada, con relaciones tan claras como complejas, con la historia del capitalismo, puede oponerse, como algo otro, cualitativamente otro, una duración, un tiempo recogido y recatado, un tiempo que no puede acelerarse, es decir, el tiempo de otro modo de vida, la vida contemplativa. ¿Es posible hacerle lugar al ocio en la vida moderna? No se trata de la entretención, claro está, sino de un tiempo con sentido. ¿Será posible una democratización del ocio?

Se puede notar que el autor de este ensayo hizo estudios de metalurgia, que lo dejaron vacío, y luego se aventuró en la filosofía, la literatura y la teología; es decir, en las humanidades y las divinidades. Me quedo con un deseo: hacerle más lugar en la vida universitaria, donde me desempeño, al aroma de la duración, del ámbito libre del pensamiento y del sentimiento, de la imaginación y de la sensación. A fin de cuentas, ¿no se trata de esto en una Facultad de Filosofía y Humanidades?

Samuel Yáñez

Han, Byung-Chul

El aroma del tiempo. Un ensayo filosófico sobre el arte de demorarse

Herder, Barcelona, 2015, 163 páginas.

Una vez ordenado, Hopkins fue difícil de destinar para sus superiores. Bien intencio-nado, pero frágil. Reconocidamente alegre y bromista, excéntrico en sus gustos y cone-xiones espirituales y mundanas, sin embargo se fatigaba con facilidad y podía pasar abati-do durante largas temporadas. Comenzaba proyectos entusiasmado, pero iban pronto desplomándose ante los malestares físicos o los garfios de un oscuro perfeccionismo. Fue por breves lapsos profesor de colegio, vicario parroquial y profesor universitario. A los 41 años se definía a sí mismo como un “ataúd de debilidad” y se flagelaba por no producir alguna obra: “Me mata ser el eunuco del tiem-po y nunca engendrar”. Su soneto “Despier-to y siento” es doloroso: Despierto y siento tinieblas, no la tez del día (…) Soy hiel, soy acidez. Dios por su más honda ley/ Mi sabor amargo quiso: amargo fue; y/ Armó hueso llenó carne, colmó sangre el agror. Murió en 1889, con 45 años.

Los poemas de Hopkins reflejan su talante observador y puntilloso. Le preocupaba cada palabra, su sentido en el conjunto y especial-mente su sonido. Quería que se leyeran de una determinada manera para ser comprendi-dos en su derrotero. Obsesionaba a Hopkins el ritmo, la música de la poesía: “Los versos largos no son ritmo ido a menos: está todo ponderado y calculado. Espera a que se apo-deren de tu oído y verás que es así”. Por ello, la traducción que hace Davidson es meritoria. Traducir a Hopkins supone darse de cabeza-zos no solo con el sentido de los versos, sino, en su caso especialmente, con la abundancia de recursos lingüísticos y poéticos. David-son, sin traicionar demasiado el contenido, al menos en la mayoría de las veces, logra permitirnos oír algo de lo que Hopkins busca-ba transmitir en su inglés decimonónico con sus rimas, aliteraciones, encabalgamientos y acentuaciones. A diferencia de Antonio Rive-ro (2011) o Juan Tovar (1986), por mencionar un par de recientes traducciones al español, Davidson ha decidido mostrarnos la singu-laridad y extrañeza de la poesía del jesuita inglés. Aquellos han preferido transmitir el fondo metafísico y simbólico de sus poemas, en desmedro de la forma, lo que da a sus traducciones una urbanidad que Hopkins no tenía. Es valorable el esfuerzo de Davidson.

Francisco Jiménez Buendía S.J.

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El poeta Pedro Lastra me ha obsequiado su libro Nostalgia del Silencio, título que lleva

a pensar en una selección de poemas. Pero nos sorprende con una serie de catorce diálogos con diferentes personas y en diferentes lugares y un solo tema, la Poesía. Así, con mayúscula.

La selección es de Marcelo Pellegrini, aun-que el poeta Pedro Lastra, con la transcripción de aquellas conversaciones improvisadas en sus manos, podó, precisó y añadió donde ha-bía que hacerlo. Esto, lejos de quitar esponta-neidad a los diálogos, aporta mayor claridad y precisión a lo conversado. Como el interlo-cutor no solo es académico de día domingo en varias universidades de aquí y otros países, y es, primero que todo, un poeta notable, re-sulta en total que un añadido en el escritorio resalta conceptos, valorizando así cada conver-sación. Podría decir que le ha dado al diálogo bipersonal un personaje más: el mismo autor de vuelta a casa.

Además, en este libro se enriquece nuestro vocabulario con una nueva palabra. Se llama con acierto a Pedro Lastra “escrilector”, resu-miendo en cuatro sílabas la labor de una vida

entera: “Ser un buen lector es una de mis as-piraciones”, dice él.

Varios entrevistadores, o casi todos, son poetas. Uno de ellos es Enrique Lihn, a quien Lastra ha dedicado importantes estudios. Conversaciones con Enrique Lihn es un libro esencial para el conocimiento de ese autor. Al poeta peruano Carlos Germán Belli —“poeta fundamental de nuestra lengua”— se le de-dica aquí una conversación de seis páginas. Otro de los dialogantes es el poeta griego Ri-gas Kappatos, colaborador de Lastra en otras aventuras literarias.

El YO de los poetas suele ser poderoso y dominante. Este libro me ha parecido una pro-longación de mis conversaciones con el poeta y maestro.

Si me preguntaran qué libro recomiendo leer a alguien que se interesa en la Poesía, desde ahora mi respuesta es: Nostalgia del silencio, libro notable que por alguna extraña razón han eludido nombrar los que suelen es-cribir acerca de libros.

Gustavo Donoso

Marcelo Pellegrini

Nostalgia del silencio. Diálogos con Pedro Lastra

Editorial Pfeiffer limitada, Santiago, 2014.

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no interpretando en vivo “The Hills of Kykuit”, el segun-do corte del disco, que es en realidad el primero, luego de un breve introito. Llama la atención su actitud física, que no es solo de concentración, sino más bien de intros-pección. “Lotus”, el tema que titula al disco, nos conecta con la belleza de esta flor tan profundamente asociada a grandes tradiciones espirituales y abre así esta música a un horizonte inabarcable.

³³³

Olivier Bogé: Expanded Places (2015). Apacible. No hay otro adjetivo más acertado para la música que nos ofrece esta producción de Olivier Bogé. Apacible y paisajística. Me hace recordar aquellos “paisajes emocionales” de los

que nos habla Björk en “Jóga”, una hermosísima canción de su disco Homogenic (1997).

Bogé, nacido en Toulon, al sur de Francia, en 1981, se formó primero como pianista para luego abrirse al dominio de la guitarra y del saxo-fón. En este disco despliega todo su talento, como creador y como eje-cutante múltiple (incluido el uso de su voz como un instrumento más), dejándose acompañar muy acerta-damente por la batería de Karl Jan-nuska y el contrabajo de Nicolas Mo-reaux, y por otros dos invitados que aportan las sonoridades del cello (Manon Ponsot) y del corno (Guillau-me Bégni). Olivier Bogé opera aquí como un pintor que va bosquejando, bajo una intensa inspiración, trazos seguros y a la vez lo suficientemente difusos como para dejar al oyente un espacio para ir construyendo él mismo un mundo de sensaciones y de atmósferas. Con sorprendente fluidez, vamos siendo llevados por el protagonismo sucesivo de los di-versos instrumentos participantes, manteniéndonos siempre en un todo

armónico e impregnado de una belleza serena. Definiti-vamente, esta música puede ser una buena ayuda para el inicio del año y para meditar, en la Semana Santa, sobre el misterio de la muerte y de la invicta Vida.

Fernando Berríos [email protected]

Cada inicio de año tiene, para mí y para muchos, una cierta cadencia, una lentitud en los movimientos ini-

ciales de un mecanismo que parece seguir la inercia del reposo. Volver a trabajar es reencontrarse con personas, con tareas, con desafíos; es también retomar horarios, rutinas, prácticas cotidianas. Pero el pensamiento y el corazón siguen instalados en otros parajes o incluso en la ciudad de siempre, que empero hemos podido contemplar, en los días luminosos del verano, con otros ojos y con otro espíritu. Como un bálsamo para aceitar los mecanismos que se ponen otra vez en movimiento y para suavizar los nuevos empeños que deberemos emprender, a partir de ahora, en cada amanecer, vaya esta música hecha para la contemplación. Al igual que en el anterior comienzo de año, he dejado de lado un par de discos muy reli-giosos que hace poco me enviaron como posible material recomenda-ble para la Semana Santa, y he pre-ferido los que ahora presentaré. Me siento confirmado en la decisión. A menudo la voz de Dios no nos ad-viene (al menos, no necesariamen-te) por el anuncio explícito, sino por las buenas nuevas contenidas en los avatares del tiempo, de la cotidiani-dad y de la música que allí palpita.

³³³

Mike Moreno: Lotus (2015). Como tan bien ha dicho reciente-mente un comentarista, este disco es una muestra del necesario “ha-blar pausado” en el jazz. No todo puede ser indagación, llevar a los instrumentos hasta los límites de su sonoridad, romper esquemas y abrir nuevos derroteros musicales en los momentos de improvisación. La guitarra de Mike Moreno, defini-tivamente, habla pausado. No solo ahora, sino siempre. Este es su quin-to disco como solista y líder de ban-da, desde el año 2007. En cada uno de ellos, que he escu-chado con intenso goce, se nos ofrece la experiencia de una música que se despliega como un relato o como una conversación que no hiere los oídos, sino que nos mantie-ne atentos y siempre disfrutando. Así da gusto conversar. Lotus es, además, un disco especialmente contemplativo. En Youtube hay videos que nos muestran a Mike More-

música para meditar y expandir horizontes

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