Vivir otro proyecto de crítica - Aline Hernández

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  • REPLICA | VIVIR OTRO PROYECTO DE CRTICA, POR ALINE HERNNDEZ

    Por Aline Hernndez / @AlineHnndz | Agosto, 2015 Desde esta perspectiva es por consiguiente la labor viva y virtuosidad de los trabajadores, quienes son

    responsables por la operacin y cuidado de las mquinas con la ayuda de su habilidad. Visto desde otra

    perspectiva, sin embargo, la maquinaria se hace visibile, el autmata en s mismo, y los trabajadores

    simplemente rganos conscientes, co-ordinados con los rganos inconscientes del autmata, y junto con ellos, subordinados al poder central en movimiento.

    Gerald Rauning

    Recientemente fue publicado en el Blog de Crtica un texto titulado El fantasma de la crtica Mxico del editor scar Benassini, mismo que abordo aqu para resaltar algunas observaciones sobre las opiniones expresadas por el autor. En el texto, Benassini afirma que la crtica de arte, histricamente, ha sido ms bien

    escasa, que faltan crticos profesionales que la realicen ya que aquellos que lo hacen, lo llevan ms bien a

    cabo entre horas o como un simple hobby lo que convierte a la poca que hay en casi un gesto. Ms

    adelante, se pregunta si se trata de una falta de produccin o ms bien de consumo, si lo que ocurre es que

    nos encontramos con opinlogos sin nimo de discutir y el autor formula finalmente una pregunta sobre la que

    vale tambin la pena detenerse Cmo explicar que en un pas donde se encuentran algunas de las galeras

    ms pudientes del mundo y artistas requeridos por las bienales y ferias de arte ms cumplidoras de

    Latinoamrica, no exista una sola revista de crtica de arte o un libro que esboce una teora crtica? Si

    contamos con una economa del arte institucional y privada por que las publicaciones (el pensamiento

  • escrito) no forman parte de ese libido monetario? y finalmente termina cuestionndose si el problema no

    reside en que no hemos logrado superar este estatus criticn que caracteriza a la disciplina hoy. Quisiera entonces apuntar unas observaciones al respecto.

    La aparente profesionalizacin de la crtica Me parece por dems complejo que Benassini encuentre que uno de los posibles motivos de la carencia de

    esta labor sea la falta de profesionalizacin de la disciplina. Sin embargo, aclarar, si cuando dice

    profesionalizacin se refiere a grados acadmicos que validen el ser o no un crtico de arte o a dedicarse

    profesionalmente a ello. Cuando uno habla de profesin, implcitamente, viene dada una serie de

    preparaciones por las cuales se atraviesa para ser un profesional de su campo, es decir, dedicarse a ello pero

    tambin e idealmente vivir de eso que se estudia. Ahora bien, debemos de tomar en cuenta, que precisamente

    una de las condiciones que ha instaurado las formas cambiantes del capitalismo es el fenmeno del multitaskresultado en cierta forma de las nuevas formas de precariedad, es decir, falta de seguridades, escasos salarios, as como ausencia casi por completo (salvo algunos) de ciertas seguridades que sola

    proveer el Estado. Este multitask se da precisamente como una forma de cubrir estas necesidades mediante

    la explotacin. Uno ya no es estrictamente profesor o investigador, es tambin curador, escritor, traductor

    cuando no muchas otras profesiones ms; estamos atravesando entonces por un multiprofesionalismo

    resultado de los reajustes del capital, los modos de produccin, la fuerza de trabajo y las formas de

    valorizacin y frente a esto, pareciera que Benassini est, de algn modo, diciendo que lo que se necesita

    para que entonces haya efectivamente crtica es una suerte de involucin de estas mutaciones que ha sufrido

    el capitalismo a raz de la salida de las formas fordistas que solan caracterizar a muchos de los sistemas

    econmicos del mundo.

    Me parece que ms all de que encuentre, personalmente, poco necesario que un agente del campo deba

    profesionalizarse y con ello se resuelva, parcialmente, el problema, a mi modo de ver ste ms bien estriba no

    slo en la falta de profesionales o espacios, sino en la condicin de precariedad que atraviesa y determina al

    campo de la escritura actualmente. Sin embargo, para analizar hace falta tiempo. Cmo generar ese tiempo si es precisamente de lo que parecemos carecer? Este estado multitask es slo un sntoma ms del sistema capitalista, donde en el mbito cognitivo, se realza ms en medida que la fuerza de trabajo tiene lugar bajo

    formas de autoexplotacin, falta de horarios, outsourcing, etc. La crtica como hobby En Mxico, se paga por texto entre 1,000 y 2,000 mil pesos aproximadamente. Si cualquier escritor busca

    generar un ingreso de digamos, 10,000 15,000 mil al mes, por ejemplo, cantidad que gana un curador

    adjunto en el Museo Universitario de Arte Contemporneo (MuAC), ste tendra entonces que

    publicar diez textos al mes (pensando que se le paguen 1,500 pesos por texto en promedio), lo que

    implicara escribir poco ms de dos textos por semana, y claro, asumiendo que realmente se pague a tiempo,

    o de hecho, simplemente el pago se realice. Este sntoma es ms comn de lo que se cree, puesto que

  • existen publicaciones en las que el editor mgicamente desaparece cuando el texto est entregado y se

    acerca la hora del pago acordado (probablemente ms de uno se encuentre aludido en este tema). Cmo

    profesionalizar entonces una disciplina en estas condiciones y por qu la profesionalizacin de algo debiera

    ser la solucin cuando no el tiempo para hacerlo? A mi juicio, esto ha logrado que muchos se dediquen a ejercer como multitask, donde la escritura es, en efecto, un hobby ms. Como saben, aquellos que escriben, los textos no se producen solos, requieren de investigacin, anlisis e inevitablemente una importante

    inversin de tiempo. Falta de produccin o de consumo o simplemente una cuestin de publicidad El capitalismo crea las condiciones materiales que determinan qu se produce, cmo se produce, y a su vez,

    estos factores determinan qu se consume y cmo su consume. La respuesta en este sentido sera bastante

    sencilla, si hay efectivamente una falta de produccin lo mismo que una falta de consumo, es porque el

    sistema, el cual se caracteriza por ser performativo, ha creado en cierta forma las condiciones para que las

    subjetividades no consuman ni produzcan este tipo de textos. El mbito del arte no se escapa, participa de

    lleno en la poltica y en la economa, no debera por tanto de sorprender, de ningn modo, que haya una

    notable ausencia de produccin y consumo porque no se necesita. Vivimos en una sociedad de subjetividades flexibles, acrticas y autocomplacientes y el campo del arte nutre y sacia a estas subjetividades.

    Ahora bien, puede que el problema resida en la cuestin de publicidad que yo prefieron ms bien enunciar

    como visibilidad. En Mxico contamos con una amplia profesin de un reseismo repetitivo que reproduce la

    misma informacin que dan a conocer los Museos, galeras y dems instituciones en sus boletines de prensa.

    Esto es lo que se consume y estas instituciones parecen darse por bien servidas cuando se menciona lo mismo en 17 revistas diferentes.

    Opinlogos sin nimo de discutir Son realmente los opinlogos los que no tienen nimo de discutir o los editores de las revistas quienes no

    estn dispuestos a publicar nada que vaya en contra de sus intereses? Sobre esta cuestin, yo apuntara a

    que uno de los grandes problemas en Mxico se vincula con una falta de espacios o plataformas que estn

    dispuestos a comprometer su lista de relaciones personales. Creo que para que exista la crtica, el que la

    realiza, debe de mostrarse autnomo frente a aquello que analiza, es decir, no tener intereses personales ni

    cuentas que rendir cuando se trata de crticamente analizar la produccin de obras y muestras. Lo mismo

    ocurre con los espacios dispuestos a publicarlas. Hace relativamente poco, Irmgard Emmelhainz emiti un posicionamiento pblico respecto a un acto de censura por parte de La Tempestad, revista en la que fue publicado un texto suyo el cual el editor modific sin previo aviso. ste es un caso ms entre muchos otros.

    Me parece que en Mxico, como en muchos otros pases, nos enfrentamos a un miedo por salir de la

    comodidad del concenso y los favoritismos, esto a su vez se traduce efectivamente en una falta de espacios

    en medida que son pocos aquellos que estn dispuestos a digamos, disentir. Si aunado a ello, vemos que

  • existen claramente gremios locales que controlan mucho de lo que se produce, dice, exhibe es decir, de

    modo general, el campo de lo visible y enunciable, entonces el problema queda ms o menos resuelto. Por

    otra parte, el hecho que muchos crticos de arte o bien crticos culturales, estn hoy apelando a publicar en

    plataformas de medios libres o bien a autopublicarse mediante sus blogs, dice mucho sobre la situacin. Un fuerte mercado del arte frente a una prcticamente nula teora y labor crtica Es posible que aqu resida una de las condiciones que vale la pena resaltar. Siguiendo al autor, el que en

    Mexico exista un fuerte desarrollo del mercado del arte en sus formas privadas, implica por tanto que debier

    entonces existir un fuerte espritu crtico? Hasta donde yo he logrado comprender, precisamente el desarrollo

    de las formas capitalistas implican precisamente lo contrario, no hace ms falta que revisar lo que dicen los

    medios oficiales sobre la realidad poltica del pas o a las autocomplacencias que detentan muchas de las pseudo-crticas de las revistas de cultura y arte.

    No hemos logrado superar el estatus de criticn En este sentido, dira que deberamos de tomar en cuenta que la crtica en Mxico es frecuentemente tomada

    de modo personal, lo que ocasiona que aquello que se cuestiona, analiza o critica, deviene como una afrenta

    con nombre propio. Los textos crticos son entonces considerados como ataques direccionados contra

    curadores e instituciones, se vuelven meras cuestiones personales. Entonces si se decide escribir sobre la

    muestra o proyecto de arte de cualquier actor que controla algn crculo de poder, queda expuesto

    a ser relegado del campo del arte, cuando no orillado a la autorepresin. Las reacciones que hay en el campo

    del arte frente a Blogs como el Comit Invisible de Jaltenco es clara muestra de ello, cuando la autora parece

    en muchos sentidos estar ms que denunciando nombres propios analizando fenmenos concretos

    encarnados s, efectivamente, por subjetividades concretas, los profesionales prefieren verlo como una

    afrenta personal cuya labor no es tanto el comprender los modos en que el capitalismo tardo y sus formas de

    organizacin han infludo en los modos en que opera el sistema, particularmente en Mxico, sino como una

    abierta disputa contra una figura central, el curador Cuauhtmoc Medina quien en realidad, es simplemente parte de este capitalismo cognitivo determinado por formas de visibilidad y enunciabilidad.

    Para terminar, quisiera mencionar que lo que apunt el editor de Can me recuerda al texto deMarina Garcs Encarnar la crtica. Algunas tesis. Algunos ejemplos. La autora explica: Si la impotencia no es consecuencia de una debilidad histrica de los movimientos sociales, tampoco lo es de una

    incapacidad del yo. Yo no hago/no puedo hacer nada: ni por la sociedad, ni contra la destruccin del planeta,

    ni para detener la guerra Nada. Es la declaracin autocontemplativa de un sujeto que slo puede moverse

    entre la culpabilidad y el cinismo. Es la voz de ese yo aislado en su conexin a la red. Solo en un mundo solo.

    Solo con todos los dems. Desde su conexin precaria y despolitizada, ese yo es presa de la moral, la opinin

    y la psicologa. Se mueve entre la esfera de unos valores que sobrevuelan el mundo, con los que enjuicia y es

  • enjuiciado; la compra-venta de opiniones que le ofrecen una posicin en la sociedad y el restringido mbito de

    su malestar/bienestar. (1) Sin embargo, ms all de la pobre opinin que emiti Benassini, quisiera acotar algunas observaciones.

    I Me parece que no hay crtica no tanto porque no existan espacios, presupuestos o profesionales, sino porque

    el campo del arte se ha vuelto un espacio autocomplaciente, productor y producto de una economa que se

    sirve de un precario y servil bienestar donde el principal sentido de la crtica ha dejado de tener sentido, aquel

    vinculado con el proyecto de emancipacin y transformacin de la realidad desde la praxis en un sentido

    marxista. Entonces, la cuestin atae quiz a la praxis. Cmo hacer crtica cuando precisamente los que

    participan de lleno en el sistema son los mismos que encarnan eso que queremos analizar y desentraar? De

    ah que las opiniones crticas suelen llegar hasta la puerta de nuestra casa y frecuentemente stas

    permanecen en conversaciones privadas. Pocos estn dispuestos hoy a posicionarse crticamente frente a los

    mecanismos de control y legitimacin que operan en el campo del arte. La arena crtica ha sido privatizada, est sujeta a la cuestin social y a cotos de poder.

    II La crtica ha experimentado un importante giro hacia el campo de la crtica cultural, ejemplo de esto son los

    casos de Javier Toscano e Irmgard Emmelhainz, quienes a mi parecer, han asumido que la crtica de arte hoy

    debe de abarcar mucho, algo ms amplio que aquello que sencillamente muestra el proyecto artstico. De esta

    manera nos compete la labor de expandir esta nocin ms all de los enfoques tradicionales de la crtica. En Anticapitalism and Culture. Radical theory and popular politics, Jeremy Gilbert explica que [] los estudios culturales son simplemente el resultado de una expansin radical del concepto de poltica en el marco de las humanidades y de las ciencias sociales (2). Si partimos de una perspectiva donde gran parte de las muestras que se producen estn directamente vinculadas con cuestiones

    polticas sin dejar de no tomar en cuenta la participacin de los artistas, curadores y dems actores del

    terreno cultural en la arena poltica, veremos que la nocin de crtica de arte requiere ser revalorada y

    revisitada, lo mismo que nuestras preconcepciones deben de ser puestas sobre la mesa lo mismo que la

    preocupante falta de tericos cuya labor se de desde el campo de la prctica.

    Estos son simplemente algunos puntos que quisiera sealar donde ms que preguntas o respuestas, son para

    m lneas de pensamiento. Hemos empezado a reconocer hasta qu punto es que tanto la prctica artstica, la

    curadura, as como la labor, en general, de las personas dedicadas a la cultura participan en la poltica. Al

    hacerlo, reconocemos por tanto que los lmites de la prctica de la crtica deben ser, por igual, reformulados y

    ampliados y la prctica tendra que darse desde un compromiso praxstico. Las antiguas delimitaciones de la

    crtica de arte han cambiado, lo mismo que la realidad. En mi caso, estas lneas de pensamiento que apunto

    aqu, son resultado del modo en cmo he experimentado la prctica de la crtica, lo mismo que las influencias

  • que he recibido. Nos enfrentamos hoy a la necesidad de reformular un proyecto que inici a finales del siglo

    XVII. Hacen falta, en palabras de Rogoff, nuevas operaciones de reconocimiento de las limitaciones del

    pensamiento propio, ya que uno o una no puede aprender algo nuevo hasta que se desaprende algo viejo; de lo contrario sencillamente suma informacin en lugar de reconsiderar una estructura. (4) No busco por tanto ni repartir culpas ni caer en juegos de nombres propios sino poner en marcha una mirada y

    prctica que se active sobre la complejidad de la que da cuenta hoy la realidad econmica, social, cultural y

    poltica. Esto implica por tanto experimentar esa realidad, vivirla crticamente, para entonces poder formular conocimiento que parta de esa dimensin prctico-terica. Rogoff enfatiz que vivimos una dualidad que requiere tanto un modo analtico como la exigencia de producir nuevas subjetividades que reconozcan que

    somos lo que Hannah Arendt llam compaeros de fatigas en las propias condiciones que examinamos

    crticamente. Precisamente esta necesidad de producir nuevas subjetividades requiere de nuevas

    performatividades al margen mismo de aquello que buscamos analizar y reestructurar. La ausencia de la

    crtica hoy no es menos preocupante que la ausencia de una teora que se formule desde la prctica, de un

    movimiento terico que parta de la vida misma. Las condiciones no sern cambiadas salvo en el caso de que

    implique a la vida misma. 1. Garcs, Marina, Encarnar la crtica. Algunas tesis. Algunos ejemplos. 2. Gilbert, Jeremy, Anticapitalism and Culture. Radical theory and popular politics. 3. Rogoff, Irit, Del criticismo a la crtica y a la criticabilidad. 4. Ibd.