Wallerstein, Immanuel - Agonías Del Capitalismo

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    Agonas del capitalismo

    Immanuel WallersteinAvispar16 de junio del 2001

    Iniciativa Socialista, n31, Octubre 1994. El artculo "The Agonies of Liberalism: What

    hope progress?" fue publicado originalmente por New Left Review, n 204. Traducido al

    castellano por Iniciativa Socialista y publicado con autorizacin de NLR y del autor. La

    traduccin ha sido revisada y corregida por el propio profesor Wallerstein.

    Nos encontramos en un triple aniversario: el XXV aniversario de la fundacin en 1968

    de la Kyoto Seika University; el XXV aniversario de la revolucin mundial de 1968; el

    LII aniversario de la fecha exacta (al menos segn el calendario de EE.UU.) del

    bombardeo de Pearl Harbor por la escuadra japonesa. Comenzar por decir lo que, en

    mi opinin, representa cada uno de estos aniversarios.

    La fundacin de esta Universidad es un smbolo de uno de los desarrollos ms

    importantes en la historia de nuestro sistema-mundo: la extraordinaria expansin

    cuantitativa de las estructuras universitarias durante los aos 50 y 60. En cierto

    sentido, este perodo fue la culminacin de la promesa ilustrada de progreso a travs

    de la educacin. En s misma, era algo maravilloso, que hoy celebramos aqu. Pero,

    como tantas otras cosas maravillosas, tiene sus complicaciones y sus costes. Una de

    estas complicaciones consisti en que la expansin de la educacin superior produjo

    un gran nmero de titulados que aspiraban a empleos e ingresos equivalentes a sustatus, pero surgieron algunas dificultades para que esa demanda pudiese ser

    satisfecha, al menos tan rpida y completamente como estaba formulada. En cuanto al

    coste, se trataba del gasto social necesario para sostener esta expansin de la

    educacin superior, que era, adems, solamente una parte del gasto total preciso para

    proporcionar bienestar a los estratos medios, en significativo crecimiento, del sistema-

    mundo. Este incrementado coste del bienestar social comenzara a constituir una

    pesada carga sobre las Haciendas estatales, y en 1993 estamos discutiendo a lo largo

    y ancho del mundo la crisis fiscal de los estados.

    Esto nos lleva al segundo aniversario, el de la revolucin mundial de 1968, que en

    muchos pases, aunque no en todos, comenz en las universidades. Sin duda, una de

    las chispas que prendieron el fuego fue la sbita inquietud de estos futuros licenciados

    respecto a su perspectiva de empleo, aunque, evidentemente, este factor tan egosta

    no fue el principal foco de la explosin revolucionaria. Debe verse, ms bien, como un

    sntoma ms del problema general, relacionado con el contenido real del conjunto de

    promesas propias del escenario ilustrado del progreso, promesas que,

    superficialmente, parecan haber sido realizadas en el perodo posterior a 1945.

    Y as llegamos al tercer aniversario: el del ataque a Pearl Harbor, ataque que condujoa EE.UU. a declarar su participacin formal en la Segunda Guerra Mundial. Sin

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    embargo, en la prctica esa guerra no fue fundamentalmente una guerra entre Japn y

    Estados Unidos. Si me permiten decirlo, Japn era un actor de segunda fila en este

    drama mundial, y su ataque era un episodio menor dentro de una lucha de larga

    duracin. Principalmente, la guerra enfrentaba a EE.UU. y Alemania, y, de hecho,

    podra hablarse de una guerra continuada desde 1914, una guerra de "los 30 aos"entre los dos principales competidores por el puesto de sucesor de Gran Bretaa como

    poder hegemnico del sistema-mundo. Como sabemos, EE.UU. gan esa guerra y

    conquist la hegemona, presidiendo, por consiguiente, el aparente triunfo universal de

    las promesas de la Ilustracin.

    En lo que sigue, organizar mis comentarios en torno al conjunto de temas que hemos

    sealado por medio de estos aniversarios. Hablar primero de la era de la esperanza y

    de la lucha por los ideales de la Ilustracin, 1789-1945. Despus, intentar analizar la

    era 1945-89, en la que las esperanzas de la Ilustracin se realizaron, aunque

    falsamente. En tercer lugar, llegar a nuestra presente era, el "Perodo Negro" quecomienza en 1989 y que durar, posiblemente, alrededor de medio siglo. Finalmente,

    hablar de las opciones de que disponemos, ahora y en los prximos tiempos.

    Las funciones del liberalismo

    La primera gran expresin poltica de la Ilustracin, con todas sus ambigedades, fue

    evidentemente la Revolucin Francesa, ella misma una de las grandes ambigedades

    de nuestra poca. La celebracin en Francia de su bicentenario, en 1989, fue la

    ocasin para un intenso intento de dar una nueva interpretacin de este gran

    acontecimiento, sustituyendo a la "interpretacin social" hasta entonces dominante y

    ahora declarada caduca.

    La Revolucin Francesa fue el punto final de un largo proceso, no solamente en

    Francia sino tambin en la totalidad de la economa-mundo capitalista en tanto que

    sistema histrico; en 1789, una buena parte del globo haba sido incorporada dentro

    de ese sistema histrico desde haca tres siglos. Y durante estos tres siglos, muchas

    de sus instituciones clave haban sido establecidas y consolidadas: la divisin axial del

    trabajo, con una significativa transferencia de plusvala desde las zonas perifricas a

    las zonas centrales; la primaca de aquellos que actuaban en defensa de los interesesde la incesante acumulacin de capital; el sistema interestatal, compuesto por estados

    que se declaraban soberanos, aunque estaban constreidos por el armazn y las

    "reglas" del sistema interestatal; y una polarizacin siempre en aumento, polarizacin

    que no era solamente econmica sino tambin social y que se encontraba al borde de

    convertirse tambin en polarizacin demogrfica.

    Pero este sistema-mundo no dispona an de una geocultura legitimadora, cuyas

    doctrinas bsicas no fueron forjadas hasta el siglo XVIII (y a veces ms tarde) por los

    tericos de la Ilustracin, sin que se institucionalizasen socialmente hasta la

    Revolucin Francesa. Esta desencaden el apoyo pblico -que en ocasiones lleg a

    ser un verdadero clamor- en favor de la aceptacin de dos nuevas ideas universales:

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    que el cambio poltico era algo normal, no excepcional; y que la soberana resida en el

    "pueblo", no en un soberano. En 1815, Napolen, heredero y protagonista universal de

    la Revolucin Francesa, fue derrotado, producindose una presunta "Restauracin" en

    Francia y dondequiera que los anciens rgimes haban sido desplazados. Pero la

    Restauracin no pudo anular realmente la amplia aceptacin de estas ideasuniversales. Las tres grandes ideologas del siglo XIX -conservadurismo, liberalismo,

    socialismo- surgieron en estrecha relacin con esta nueva situacin, y suministraron el

    lenguaje para todos los sucesivos debates polticos dentro de la economa-mundo

    capitalista.

    De estas tres ideologas, el liberalismo fue la que emergi triunfante, y podra pensarse

    que ya lo hizo con ocasin de la primera revolucin mundial dentro de este sistema, la

    revolucin de 1848. El liberalismo era la ideologa ms capacitada para dar a la

    economa-mundo capitalista una geocultura viable, capaz de legitimar a las otras

    instituciones tanto ante los ojos de los cuadros del sistema como, en un gradosignificativo, ante los ojos de la masa de las poblaciones, la llamada gente corriente.

    Una vez que la gente pens que el cambio poltico era normal y que, en principio, ellos

    mismos eran el soberano que decide el cambio poltico, cualquier cosa era posible. Y

    ste era precisamente el problema planteado a los poderosos y privilegiados en el

    sistema de la economa-mundo capitalista, cuyos temores inmediatos se centraban,

    hasta cierto punto, en el pequeo pero creciente grupo de los trabajadores industriales

    urbanos. Adems, tal y como la Revolucin Francesa haba demostrado ampliamente,

    los trabajadores rurales no industriales tambin podran ser bastante molestos o

    incluso temibles para los poderosos y los privilegiados. En consecuencia, el dilema

    poltico ms acuciante que se planteaban las clases gobernantes durante la primera

    mitad del siglo XIX era el siguiente: cmo podra evitarse que esas clases peligrosas

    se tomasen esas normas demasiado en serio e interfiriesen con el proceso de

    acumulacin de capital, socavando las estructuras bsicas del sistema?

    Una respuesta obvia fue la represin, verdaderamente muy utilizada. Sin embargo, la

    revolucin mundial de 1848 haba enseado que, en definitiva, la simple represin no

    era muy eficaz, pues provocaba a las clases peligrosas, agitando sus nimos en vez

    de calmarlos. As que las clases gobernantes se dan cuenta de que la represin, paraser efectiva, tiene que combinarse con concesiones. Por otra parte, los supuestos

    revolucionarios de la primera mitad del siglo XIX tambin aprendieron una leccin: las

    sublevaciones espontneas no eran muy eficaces, ya que eran derrotadas ms o

    menos fcilmente. Las amenazas de insurreccin popular tenan que combinarse con

    una consciente y duradera organizacin poltica, si se quera fomentar un cambio

    significativo. El liberalismo se ofrece entonces como la inmediata solucin para las

    dificultades polticas de la derecha y de la izquierda. A la derecha le propone que haga

    concesiones; a la izquierda, que constituya una organizacin poltica; a ambas,

    derecha e izquierda, les pide paciencia: a largo plazo, todos ganarn ms siguiendo

    una via media.

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    El liberalismo encarnaba el centrismo, y su canto de sirena era seductor. No obstante,

    el liberalismo no predicaba un centrismo pasivo, sino una estrategia activa. Los

    liberales depositaron su fe en una de las premisas clave de la Ilustracin: que el

    pensamiento y la accin racionales eran el camino hacia la salvacin, hacia el

    progreso. Los hombres (slo en raras ocasiones se inclua a las mujeres) son, a lalarga y por naturaleza, racionales.

    De eso se deduca que "el cambio poltico normal" debera seguir el camino indicado

    por aquellos que fuesen ms racionales, es decir, los ms educados, los ms

    cualificados, los ms sabios. Estos hombres designaran cules eran los mejores

    caminos a seguir para el cambio poltico; estos hombres iran indicando las necesarias

    reformas a emprender y promulgar. El reformismo racional era el concepto organizador

    del liberalismo, lo que explica la apariencia errtica de las posiciones de los liberales

    respecto a la relacin entre individuo y Estado. Los liberales podan defender

    simultneamente que el individuo no deba ser forzado por los dictados del Estado(colectivo) y que la accin estatal era necesaria para minimizar la injusticia contra los

    individuos. Podan ser, al mismo tiempo, favorables al laissez-faire y a las leyes

    fabriles, ya que la sustancia del liberalismo no era ni lo uno ni lo otro, sino ms bien el

    progreso deliberado y mesurado hacia la buena sociedad, que podra obtenerse ms

    fcilmente, y quiz nicamente, por la va del reformismo racional.

    Esta doctrina del reformismo racional demostr en la prctica su extraordinario

    atractivo. Pareca que daba respuesta a las necesidades de todos. Para los

    conservadores, poda ser el camino para amortiguar los instintos revolucionarios de las

    clases peligrosas. Algunos derechos de voto por aqu, un poco de beneficios del

    Estado de bienestar por all, ms otro tanto de unidad de las clases bajo una identidad

    nacionalista comn: a finales del siglo XIX, todo esto daba por resultado una frmula

    que apaciguaba a las clases trabajadoras a la vez que mantena los elementos

    esenciales del sistema capitalista. Los poderosos y los privilegiados no perdan nada

    de fundamental importancia para ellos, y dorman ms tranquilos por las noches (con

    menos revolucionarios en sus ventanas).

    Por otra parte, aquellos que se inclinaban hacia posiciones radicales vean en el

    reformismo racional un til trmino medio. Permita la realizacin de algunos cambiosfundamentales aqu y ahora, sin eliminar la esperanza y las expectativas de

    posteriores cambios an ms importantes; y, sobre todo, ofreca a los hombres la

    posibilidad de lograr algunas cosas antes de que su vida terminase. Y estos hombres

    vivos dorman ms tranquilos por la noche (con menos policas en sus ventanas).

    No pretendo minimizar 150 aos de continua lucha poltica, a veces violenta,

    frecuentemente apasionada, casi siempre cargada de importantes consecuencias.

    Trato, sin embargo, de situar esa lucha en una perspectiva adecuada. En ltima

    instancia, la lucha se mantena dentro de las reglas establecidas por la ideologa

    liberal. Y cuando surga un grupo importante que rechazaba estas reglas -los

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    fascistas-, ese grupo fue derrotado y eliminado; con dificultades, indudablemente, pero

    fue derrotado.

    Hay otra cosa que debemos decir sobre el liberalismo. He dicho que el liberalismo no

    era fundamentalmente antiestatalista, ya que su prioridad real era el reformismo

    racional. Pero, aunque no antiestatalista, el liberalismo s era fundamentalmente

    antidemocrtico. El liberalismo fue siempre una doctrina aristocrtica, que predicaba

    "el poder de los mejores". Ciertamente, el liberalismo no define a "los mejores" por su

    status de nacimiento, sino ms bien por sus logros educativos. Los mejores no salen

    de la nobleza hereditaria, sino que proceden de los beneficiarios de la meritocracia.

    Pero los mejores siguen siendo un grupo ms pequeo que la totalidad de la gente.

    Los liberales buscan el poder aristocrtico de los mejores precisamente para evitar el

    poder de todo el pueblo, la democracia. La democracia era el objetivo de los radicales,

    no de los liberales; o, al menos, era el objetivo de quienes eran verdaderamente

    radicales, verdaderamente antisistmicos. El liberalismo se constituye como ideologaprecisamente para evitar que este grupo prevaleciera. Cuando los liberales hablaban

    con los conservadores que se resistan a las reformas liberales, siempre afirmaban

    que solamente el reformismo racional podra obstaculizar la llegada de la democracia,

    argumento que, en definitiva, sera bien recibido por los conservadores inteligentes.

    Finalmente, quiero hacer notar una diferencia significativa entre la segunda mitad del

    siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. En la segunda mitad del XIX, los

    protagonistas principales de las reivindicaciones de las clases peligrosas eran todava

    las clases trabajadoras urbanas de Europa y Amrica del Norte. La agenda liberal

    funcionaba muy bien frente a ellas. Se les ofreci el sufragio universal (masculino), el

    comienzo del Estado de bienestar y la identidad nacional. Identidad nacional contra

    quin? Contra sus vecinos, ciertamente; pero de forma ms importante y profunda,

    contra el mundo no blanco. Imperialismo y racismo forman parte del paquete ofrecido

    por los liberales a las clases trabajadoras de Europa y Amrica del Norte, bajo el

    envoltorio del "reformismo racional".

    Sin embargo, las clases peligrosas del mundo no europeo comienzan a agitarse

    polticamente, desde Mxico a Afganistn, desde Egipto a China, desde Persia a la

    India. Cuando Japn derrota a Rusia en 1905, este hecho es visto en toda la zonacomo el comienzo del repliegue de la expansin europea. Para los liberales, que se

    encontraban principalmente en Europa y Amrica del Norte, fue una fuerte advertencia

    de que el "normal cambio poltico" y la "soberana" eran ya aspiraciones de los pueblos

    del mundo entero, y no solamente de las clases trabajadoras europeas.

    A partir de ese momento, los liberales dirigen su atencin hacia la extensin del

    concepto de reformismo racional a nivel del conjunto del sistema-mundo. Ese era el

    mensaje de Woodrow Wilson y de su insistencia en la "autodeterminacin de las

    naciones", mensaje equivalente global al del sufragio universal. Este fue tambin el

    mensaje de Franklin Roosevelt y de las "cuatro libertades" proclamadas como objetivo

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    de guerra durante la Segunda Guerra Mundial, recogido despus por el presidente

    Truman en el Point Four, primer intento del proyecto post-1945 para el "desarrollo

    econmico de los pases subdesarrollados", una doctrina que fue el equivalente global

    del Estado de bienestar.

    No obstante, los objetivos del liberalismo y de la democracia vuelven a entrar en

    conflicto. En el siglo XIX el proclamado universalismo del liberalismo se haba hecho

    compatible con el racismo recurriendo a la "externalizacin" de los objetos de racismo

    (ms all de las fronteras de la "nacin"), mientras que se "internalizaban" de hecho

    los beneficios de los ideales universales, constituyendo "la ciudadana". La pregunta

    era si el liberalismo universal del siglo XX lograra contener a las clases peligrosas

    localizadas en lo que ha sido llamado el Tercer Mundo, o el Sur, tal y como el

    liberalismo nacional haba contenido a sus propias clases peligrosas en Europa y

    Amrica del Norte. Evidentemente, el problema resida en que a nivel mundial no era

    posible "externalizar" el racismo. Las contradicciones del liberalismo estnproduciendo su amargo fruto.

    Sin embargo, eso estaba muy lejos de ser evidente en 1945. La victoria de los Aliados

    sobre el Eje pareca ser el triunfo del liberalismo universal, en alianza con la URSS,

    sobre la alternativa fascista. El hecho de que los dos ltimos actos de la guerra fueran

    el lanzamiento de dos bombas atmicas por EE.UU. sobre la nica potencia no blanca

    del Eje, Japn, fue poco discutido en EE.UU. o en Europa como expresin de alguna

    contradiccin del liberalismo. La reaccin, no hace falta decirlo, no fue la misma en

    Japn. Pero Japn haba perdido la guerra, y su voz no se tomaba en serio en este

    asunto.

    Estados Unidos se haba convertido, con mucha diferencia, en la ms importante

    fuerza econmica dentro de la economa-mundo. Con la bomba atmica, era tambin

    la principal fuerza militar, a pesar de la dimensin de las fuerzas armadas soviticas.

    En cinco aos, fue capaz de organizar polticamente el sistema-mundo gracias a un

    cudruple programa: i) un compromiso con la URSS, garantizando a sta su control

    sobre una esquina del mundo a cambio de su compromiso a mantenerse en esa

    esquina (no retricamente, pero s en trminos de poltica real); ii) un sistema de

    alianzas con Europa Occidental y Japn, al servicio tanto de los objetivos econmicos,polticos y retricos, como de los propiamente militares; iii) un modulado y moderado

    programa para la "descolonizacin" de los imperios coloniales; iv) un programa de

    integracin interna dentro de los EE.UU., ampliando el mbito de real "ciudadana" y

    sellando ese programa con una ideologa anticomunista unificadora.

    Este programa funcion, y funcion notablemente bien, durante unos 25 aos,

    precisamente hasta 1968. Cmo evaluar esos extraordinarios aos, 1945-68?

    Fueron un perodo de progreso y de triunfo de valores liberales? la respuesta tiene

    que ser: ciertamente s, pero tambin ciertamente no. El principal y ms obvio

    indicador de "progreso" era de tipo material. La expansin econmica de la economa-

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    mundo era extraordinaria, la mayor en la historia del sistema capitalista. Y pareca

    afectar a todo el mundo, Oeste y Este, Norte y Sur. Claro est que el Norte se

    beneficiaba ms que el Sur, y las distancias (absolutas y relativas) crecan en la

    mayora de los casos. Sin embargo, ya que en muchos lugares haba un crecimiento

    real y un alto nivel de empleo, la era mostraba un sonrosado color, reforzado por ungran crecimiento en los gastos destinados al bienestar, como ya he mencionado, y

    particularmente en las reas de educacin y salud.

    En segundo lugar, de nuevo reinaba la paz en Europa. Paz en Europa, pero no Asia,

    donde dos largas y duras guerras tuvieron lugar, en Corea y en Indochina. Y tampoco

    hubo paz en otras muchas partes del mundo no europeo. No obstante, los conflictos

    en Corea y Vietnam no fueron iguales. El conflicto de Corea debera emparejarse ms

    bien con el bloqueo de Berln, con el que ocurri casi en conjuncin. Alemania y Corea

    fueron las dos grandes particiones de 1945: ambos pases fueron repartidos entre las

    esferas militares y polticas de EE.UU. y de la URSS. En el espritu de Yalta, las lneasde divisin deban mantenerse intactas, a pesar de los sentimientos nacionalistas (e

    ideolgicos) de alemanes y coreanos.

    En 1949-52, la firmeza de estas lneas divisorias fue sometida a un test. Despus de

    grandes tensiones (y enormes prdidas de vidas humanas en el caso de Corea), el

    resultado fue el mantenimiento, con pocas variaciones, del status quo fronterizo previo.

    As, realmente, el bloqueo de Berln y la guerra de Corea concluyen el proceso de

    institucionalizacin de Yalta. El segundo resultado de estos dos conflictos fue una

    mayor integracin social dentro de cada campo, institucionalizados ambos por el

    establecimiento de fuertes sistemas de alianzas: la OTAN y el Pacto de Defensa

    EE.UU.-Japn por un lado, el Pacto de Varsovia y los acuerdos chino-soviticos por

    otro. Adems, los dos conflictos sirvieron como un estmulo directo a una mayor

    expansin de la economa-mundo, atizada fuertemente por los gastos militares. La

    recuperacin europea y el crecimiento japons fueron los dos principales beneficiarios

    inmediatos de esta expansin.

    La guerra de Vietnam fue de un tipo muy distinto a la de Corea. Ocup el lugar

    emblemtico en la lucha de los movimientos de liberacin nacional en el mundo noeuropeo. Mientras que la guerra de Corea y el bloqueo de Berln fueron parte del

    rgimen mundial de Guerra Fra, la lucha vietnamita (como la argelina y otras muchas)

    fue una protesta contra las imposiciones y la estructura de este rgimen. Fueron, en

    este sentido elemental e inmediato, el producto de movimientos antisistmicos. Eran

    luchas muy diferentes a las de Alemania y Corea, ya que en estas ltimas ambos

    bandos nunca estaban en paz, sino solamente en tregua; para cada uno de los rivales

    la paz era solamente faute de mieux. Por el contrario, las guerras de liberacin

    nacional son unilaterales. Ninguno de los movimientos de liberacin nacional desea

    guerras con Europa o Estados Unidos; quieren que se les permita seguir su propio

    camino. Eran Europa y EE.UU. quienes no estaban dispuestos a dejarles hacerlo,

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    hasta que, finalmente, ya no les quedaba otro remedio. Los movimientos de liberacin

    nacional protestaban as contra los poderosos, pero lo hacan en nombre del

    cumplimiento del programa liberal de autodeterminacin de las naciones y desarrollo

    econmico de los pases subdesarrollados.

    Y esto nos conduce a la tercera gran realizacin de los extraordinarios aos 1945-68:

    el triunfo a lo largo y ancho del mundo de las fuerzas antisistmicas. Solamente en

    apariencia resulta paradjico que el preciso momento del apogeo de la hegemona de

    EE.UU. en el sistema-mundo y de la legitimacin universal de la ideologa liberal sea

    tambin el momento en el que llegan al poder todos aquellos movimientos cuyas

    estructuras y estrategias se formaron en el perodo 1848-1945 como movimientos

    antisistmicos. Cada una de las tres histricas variantes de la llamada Vieja Izquierda

    -comunistas, socialdemcratas y movimientos de liberacin nacional- alcanza el poder

    estatal, aunque en diferentes zonas geogrficas. Los partidos comunistas llegan al

    poder desde el Elba hasta el Yalu, cubriendo un tercio del mundo. Los movimientos deliberacin nacional lo hacen en gran parte de Asia, Africa y el Caribe, y equivalentes

    suyos lo hacen en muchos pases de Amrica latina y de Oriente Medio. En cuanto a

    los movimientos socialdemcratas y similares, llegan al poder (rotando en l, al

    menos) en gran parte de Europa Occidental, Amrica del Norte y Australia. Quiz

    Japn fue la nica excepcin significativa a este triunfo universal de la Vieja Izquierda.

    Era esto paradjico? El triunfo de las fuerzas populares era resultado del progreso

    social? O se trataba ms bien de una masiva cooptacin de estas fuerzas populares?

    Hay alguna manera de distinguir, intelectual y polticamente, estos dos enunciados?

    Esas son las preguntas que comenzaron a crear inquietud en los aos sesenta. Si la

    expansin econmica, con sus claros beneficios en cuanto a niveles de vida, la paz

    relativa en grandes zonas del planeta y el aparente triunfo de movimientos populares

    se presta a valoraciones positivas y optimistas sobre la evolucin del mundo, una

    mirada ms prxima a la situacin real revela aspectos negativos an mayores.

    El rgimen mundial de la Guerra Fra no produjo la expansin de la libertad humana,

    sino una gran represin interna dentro de todos los estados, justificada por la presunta

    gravedad de las tensiones geopolticas, muy escenificadas por otra parte. El mundo

    comunista tuvo juicios y purgas, gulags y telones de acero. El Tercer Mundo tuvoregmenes de partido nico y disidentes en la crcel o en el exilio. Y el macartismo

    (con sus equivalentes en los dems pases de la OCDE), aunque no tan abiertamente

    brutal, fue muy efectivo a la hora de imponer conformidades y destruir carreras cuando

    resulta necesario. En todos los lugares, el debate pblico era permitido solamente

    dentro de unos parmetros claramente delimitados.

    Adems, en trminos materiales el rgimen de la Guerra Fra trajo tambin una

    creciente desigualdad, internacional y nacionalmente. Y si bien los movimientos

    antisistmicos frecuentemente actuaban contra viejas desigualdades, lo cierto es que

    contribuyeron a la creacin de otras nuevas. Las nomenklaturas de los regmenes

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    comunistas tuvieron sus equivalentes en el Tercer Mundo y en los regmenes

    socialdemcratas en los pases de la OCDE.

    Era muy claro que estas desigualdades no estaban distribuidas de forma aleatoria,

    sino que estaban correlacionadas con grupos de status (codificados como raza,

    religin, etnicidad), y esa correlacin se manifestaba tanto a nivel mundial como dentro

    de cada estado. Evidentemente, las desigualdades tambin estaban correlacionadas

    con el gnero y con los grupos de edad, as como con otras muchas caractersticas

    sociales. En resumen: eran muchos los grupos a los que se marginaba, y sumaban

    bastante ms de la mitad de poblacin mundial.

    De esa forma, las viejas esperanzas de los aos 1945-68, de las que se lleg a pensar

    errneamente que haban sido realizadas, fueron el fundamento y dan cuenta de la

    revolucin mundial de 1968. Esta revolucin estuvo dirigida, ante todo, contra el

    sistema histrico en su conjunto: contra EE.UU. como poder hegemnico en estesistema, contra las estructuras econmicas y militares que constituan los pilares del

    sistema. Pero la revolucin se diriga tambin, tanto o ms, contra la Vieja Izquierda,

    contra los movimientos antisistmicos considerados como insuficientemente

    antisistmicos: contra la URSS, como cmplice de su ostensible enemigo ideolgico,

    EE.UU.; contra los sindicatos y otras organizaciones obreras a las que se vea como

    estrechamente economicistas, defensoras esencialmente de intereses de especficos

    grupos de status.

    Mientras tanto, los defensores de las estructuras existentes denunciaban lo que ellos

    consideraban como el antirracionalismo de los revolucionarios de 1968. Pero, de

    hecho, a la ideologa liberal le sali el tiro por la culata. Tras haber insistido durante un

    siglo en que la funcin de las ciencias sociales era hacer avanzar las fronteras del

    anlisis racional (como prerrequisito necesario para el reformismo racional), tuvo

    demasiado xito en esa tarea.

    Como escribe Fredric Jameson: "Gran parte de la teora o de la filosofa

    contempornea... ha supuesto una prodigiosa expansin de aquello a lo que

    consideramos como una conducta racional o dotada de sentido. Tengo la opinin de

    que ya quedan muy pocas cosas que puedan ser consideradas como "irracionales" enel viejo sentido de "incomprensibles", particularmente despus de la difusin del

    psicoanlisis y de la gradual desaparicin de la "otreidad" en un mundo

    empequeecido y cubierto por los medios de comunicacin... Pero cuestionarse si ese

    concepto de Razn enormemente expandido tiene algn valor normativo adicional... en

    una situacin en la que su opuesto, lo irracional, se ha sumido en una virtual no

    existencia, es ya otra e interesante pregunta."

    Si prcticamente cualquier cosa se haba hecho racional, qu legitimidad especial

    tenan los paradigmas particulares de la ciencia social establecida? qu mrito

    especial tenan los programas polticos de las lites dominantes? Y, por ltimo, las ms

    devastadoras de todas las preguntas: qu capacidades podan ofrecer los

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    especialistas que no las tuviesen tambin la gente corriente? qu tienen los grupos

    dominantes que no tengan los grupos oprimidos? Los revolucionarios de 1968

    encontraron este agujero lgico en la armadura defensiva de las ideologas liberales (y

    de las no tan diferentes variantes oficiales de la ideologa marxista) y golpearon en la

    grieta abierta.

    En tanto que movimiento poltico, la revolucin mundial de 1968 no fue ms que una

    llamarada. Ardi ferozmente y, en tres aos, se extingui. Sus rescoldos -bajo la forma

    de mltiples y competidoras sectas seudomaoistas- sobrevivieron otros cinco o diez

    aos, pero a finales de los 70 todos esos grupos haban quedado reducidos a oscuras

    notas a pie de pgina. No obstante, el impacto geocultural de 1968 fue decisivo, ya

    que la revolucin mundial de 1968 marc el fin de una era, la era de la centralidad

    automtica del liberalismo, no slo en tanto que ideologa mundial dominante sino

    tambin como poseedora del monopolio de la racionalidad y, por tanto, de la

    legitimidad cientfica. La revolucin mundial de 1968 puso al liberalismo donde yahaba estado en el perodo 1815-48, como una estrategia poltica ms, competidora

    con otras muchas. En este sentido, tanto el conservadurismo como el

    radicalismo/socialismo fueron liberados del campo de fuerza magntico que les haba

    dominado desde 1848 hasta 1968.

    El proceso de degradacin del liberalismo desde su papel como norma geocultural

    hasta su nuevo lugar como mero competidor en el mercado mundial de ideas se

    complet en las dos dcadas que siguieron a 1968. El bienestar material del perodo

    1945-68 desapareci durante la onda larga descendente (Kondratieff-B) que le sigui.

    No todo el mundo sufri equitativamente. Los pases del Tercer Mundo sufrieron antes

    y ms. El aumento del precio del petrleo por la OPEP fue un primer modo de intentar

    limitar los daos. Una gran parte del excedente mundial era canalizada desde los

    estados productores de petrleo hacia los bancos de la OCDE. Los inmediatos

    beneficiarios se pueden clasificar en tres grupos: los estados productores de petrleo,

    que reciben as una nueva renta; los estados (del Tercer Mundo y del mundo

    comunista) que reciben prstamos de los bancos de la OCDE, lo que les permite

    equilibrar su balanza de pagos; los estados de la OCDE, que mantienen de esa forma

    sus exportaciones. Este primer intento colapsa en 1980 con la llamada crisis de la

    deuda. El segundo modo de intentar limitar los daos fue el keynesianismo militar deReagan, que aliment el boom especulativo de los aos 80 en Estados Unidos, y que

    colaps a finales de esa dcada, arrastrando a la URSS. El tercer intento se bas en la

    conversin del Japn, los dragones del Oriente asitico y algunos otros estados

    circundantes, en beneficiarios de las necesarias e inevitables reubicaciones

    productivas propias de un perodo Kondratieff-B. Durante los primeros aos de los 90

    se estn evidenciando los lmites de este esfuerzo.

    El resultado neto de 25 aos de lucha econmica fue un desencanto a lo largo y ancho

    del mundo con las promesas del desarrollismo, piedra basal de las ofertas del

    liberalismo universal. Ciertamente, hasta ahora este sentimiento de desilusin no ha

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    afectado al Este y al Sudeste asitico, pero esto puede ser simplemente una cuestin

    de tiempo. En otras partes, las consecuencias han sido enormes, y particularmente

    negativas para la Vieja Izquierda, empezando por los movimientos de liberacin

    nacional, siguiendo por los partidos comunistas (lo que condujo al colapso de los

    regmenes comunistas del Este europeo en 1989) y terminando por los partidossocialdemcratas. Estos colapsos fueron celebrados por los liberales como un triunfo

    suyo, pero han sido ms bien su cementerio, pues se han encontrado en la situacin

    previa a 1848, ante una acuciante exigencia de democracia, una democracia que vaya

    ms all del limitado paquete de instituciones parlamentarias, sistemas multipartidistas

    y derechos civiles elementales; esta vez, se demanda una democracia real, con un

    genuino e igualitario reparto del poder. Esta ltima demanda ha sido histricamente la

    pesadilla del liberalismo, contra la que ofreci su paquete de limitados compromisos

    combinados con un optimismo seductor sobre el futuro. En la medida en que hoy ya no

    existe una difundida fe en el reformismo racional a travs de la accin del Estado, el

    liberalismo ha perdido su principal defensa poltico-cultural contra las clases

    peligrosas.

    El colapso de la legitimidad

    De esa forma llegamos a la presente era, a la que considero como un Perodo Negro

    que se abre ante nosotros y cuyo comienzo podra fijarse simblicamente en 1989 (la

    continuacin de 1968) y que podra durar entre 25 y 50 aos.

    Hasta aqu he puesto el nfasis sobre el escudo ideolgico que las fuerzas dominantes

    construyeron contra las aspiraciones insistentemente avanzadas por las clases

    peligrosas desde 1789. He argumentado que ese escudo era precisamente la

    ideologa liberal, que actuaba ya directamente, ya de forma ms insidiosa por la va de

    una variante edulcorada socialista/progresista que ha sustituido la esencia de las

    aspiraciones antisistmicas por un sucedneo de limitado valor. Y, finalmente, he

    argumentado que este escudo ideolgico haba sido destruido en gran medida por la

    revolucin mundial de 1968, cuyo acto final fue el colapso del comunismo en 1989.

    Por qu este escudo ideolgico colaps tras 150 aos de eficaz funcionamiento? La

    respuesta a esta pregunta no reside en una sbita iluminacin por la que los oprimidosdescubriesen la falsedad de las declaraciones ideolgicas. Desde el principio ha sido

    bien conocido lo engaoso del liberalismo, y as ha sido denunciado con vigor durante

    los siglos XIX y XX. Sin embargo, los movimientos de tradicin socialista no se han

    comportado de forma consistente con sus crticas tericas al liberalismo. Muy

    frecuentemente ha ocurrido todo lo contrario!

    No es difcil encontrar la razn de esto. La base social de estos movimientos -que

    pretendan muchas veces hablar en nombre de la mayora de la humanidad- era, de

    hecho, una pequea parte de la poblacin mundial, el segmento menos acomodado

    del sector "modernista" de la economa-mundo tal y como qued estructurada entre

    1750 y 1950. Este segmento inclua a las clases trabajadoras urbanas especializadas

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    y semiespecializadas, a la intelectualidad de todo el mundo y a los grupos ms

    educados y especializados de las reas rurales en las que era ms inmediatamente

    visible el funcionamiento de la economa-mundo capitalista, lo que sumaba un

    significativa nmero de personas pero estaba muy lejos de representar a la mayora de

    la poblacin mundial.

    La Vieja Izquierda era un movimiento mundial apoyado por una minora, una minora

    poderosa, una minora oprimida, pero en todo caso una minora numrica de la

    poblacin mundial. Y esta realidad demogrfica limitaba sus reales opciones polticas.

    Bajo esas circunstancias, hizo lo nico que poda hacer. Opt por convertirse en un

    aguijn para acelerar el programa liberal de reformismo racional, y eso lo hizo muy

    bien. Los beneficios que depar a sus protagonistas fueron reales, aunque parciales.

    Pero, como proclamaban los revolucionarios de 1968, mucha gente qued fuera de la

    ecuacin. La Vieja Izquierda ha utilizado un lenguaje universalista, pero ha practicado

    polticas particularistas.

    En 1968/69 estas anteojeras ideolgicas falsamente universalistas fueron dejadas de

    lado por una razn: la realidad social subyacente haba cambiado. La economa-

    mundo capitalista haba seguido la lgica de la incesante acumulacin de capital de

    forma tan persistente que se haba aproximado a su ideal terico, la mercantilizacin

    de todas las cosas. Esto se refleja en mltiples realidades sociolgicas nuevas: la

    extensin de la mecanizacin de la produccin; la eliminacin de las restricciones

    espaciales para el intercambio de mercancas y de informacin; la desruralizacin del

    mundo; un ecosistema prximo al agotamiento; el alto de grado de monetarizacin del

    proceso de trabajo; y el consumismo, entendido como una mercantilizacin del

    consumo muy extendida.

    Todos estos procesos son bien conocidos, y tema de continuas discusiones en los

    medios de comunicacin internacionales. Pero consideremos lo que significan desde el

    punto de vista de la incesante acumulacin de capital.

    Sobre todo, significan una enorme limitacin de la tasa de acumulacin, por razones

    esencialmente sociopolticas, entre las que destacan tres factores centrales. El primero

    ha sido reconocido por los analistas desde hace mucho tiempo, pero slo ahora estalcanzando su plena realizacin: la urbanizacin del mundo y el incremento de la

    educacin y de los medios de comunicacin han engendrado un grado de conciencia

    poltica universal que hacen ms fcil la movilizacin poltica y dificultan la ocultacin

    de las disparidades socioeconmicas y del papel que los gobiernos juegan en su

    mantenimiento. Tal conciencia poltica se refuerza con la deslegitimizacin de

    cualquier fuente irracional de autoridad. En resumen, ms gente que nunca pide la

    igualacin de retribuciones y se niega a aceptar una condicin bsica para la

    acumulacin capitalista: la baja remuneracin del trabajo. Esto se manifiesta en un

    significativo aumento mundial de los salarios "histricos" y en una grande y creciente

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    demanda hacia los gobiernos para que se redistribuya el bienestar bsico (en

    particular, en salud y educacin) y se asegure un ingreso estable.

    El segundo factor es el rpido crecimiento del coste que para los gobiernos tiene

    subsidiar los beneficios por medio de la construccin de infraestructuras y de la

    externalizacin de los gastos de las empresas. A eso se refieren los periodistas

    cuando hablan de crisis ecolgica, crisis presupuestaria del sistema sanitario, crisis de

    financiacin de la "gran" ciencia, etc. Los estados no pueden seguir aumentando los

    subsidios a las empresas privadas y, al mismo tiempo, aumentando las prestaciones

    para el bienestar de la ciudadana. Una de las dos cosas debe ser sacrificada, al

    menos en una importante medida. Con una ciudadana ms consciente, estas luchas,

    esencialmente luchas de clases, prometen ser monumentales.

    El tercer factor es resultado del carcter universal que hoy tiene la conciencia poltica.

    Tanto a nivel mundial como en cada Estado las disparidades distributivas tienen uncarcter racial/tnico/religioso. Por lo tanto, el resultado combinado de la conciencia

    poltica y de la crisis fiscal de los estados podra ser una lucha masiva que tomara

    incluso la forma de una guerra civil, tanto a nivel mundial como en cada estado.

    La primera vctima de todas estas tensiones podra ser la legitimidad de las estructuras

    estatales y su capacidad para mantener el orden. La prdida de esa capacidad

    implicara nuevos gastos econmicos y de seguridad, haciendo ms agudas las

    tensiones, lo que a su vez repercutira sobre las estructuras estatales debilitando ms

    an su legitimidad. No estoy hablando del futuro, sino del presente. Lo podemos ver en

    el tremendo aumento de la inseguridad, que se ha multiplicado varias veces durante

    los ltimos diez o quince aos, afectando al crimen, a la violencia aleatoria, a la

    imposibilidad de asegurar justicia en los tribunales, a la brutalidad de los cuerpos

    policiales. No afirmo que estos fenmenos sean nuevos o que necesariamente estn

    ms extendidos que en el pasado, pero lo importante es que mucha gente los percibe

    como nuevos o agravados, y desde luego como ms extendidos. El principal resultado

    de esa percepcin es la deslegitimacin de las estructuras estatales.

    Este tipo de desorden creciente y autoreforzante no puede durar siempre, pero s

    puede durar entre 25 y 50 aos. Entonces, o bien este desorden se convierte en unaforma de caos dentro del sistema, provocado por el agotamiento de las vlvulas de

    escape del sistema, o bien empuja por otro camino dado que las contradicciones del

    sistema han llegado a un punto en el que ya no sirve durante mucho tiempo ninguno

    de los mecanismos de restauracin del funcionamiento normal del sistema.

    Nuevos frentes de luca

    Pero del caos surgir un nuevo orden, lo que nos conduce hasta nuestro ltimo tema:

    las opciones que se nos presentan, hoy y en el prximo futuro. El que estemos en un

    tiempo de caos no significa que en los prximos 25-50 aos no vayamos a verfuncionar los principales procesos bsicos de la economa-mundo capitalista.

  • 7/24/2019 Wallerstein, Immanuel - Agonas Del Capitalismo

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    Personas y empresas seguirn tratando de acumular capital por los medios habituales.

    Los capitalistas buscarn el apoyo de las estructuras estatales, como lo han hecho en

    el pasado. Los estados concurrirn con otros estados para tratar de convertirse en el

    principal centro de acumulacin de capital. La economa-mundo capitalista podr

    entrar, probablemente, en una nueva fase de expansin, mercantilizando an ms losprocesos econmicos en el mundo entero y polarizando ms an la distribucin

    efectiva de la riqueza.

    Lo que podra ser diferente en los prximos 25-50 aos no son tanto las operaciones

    del mercado mundial como las operaciones del mundo poltico y las estructuras

    culturales. Bsicamente, los estados perderan paulatinamente su legitimacin y, por

    tanto, encontraran cada vez ms difcil el garantizar un mnimo de seguridad, tanto

    internamente como en las relaciones entre ellos. Sobre la escena geocultural, podra

    no haber ningn discurso dominante, y las propias formas de debate cultural podran

    ser sometidas a debate. Podra no existir acuerdo sobre lo que debe considerarsecomo un comportamiento racional o aceptable. Ahora bien, toda esa confusin no

    implica necesariamente la ausencia de un comportamiento intencional, propositivo.

    Verdaderamente, podra haber muchos grupos persiguiendo claros y limitados

    objetivos, aunque en muchos casos entraran unos con otros en agudos conflictos.

    Podra haber unos cuantos grupos con una idea a largo plazo de cmo construir un

    orden social alternativo, aunque su claridad subjetiva podra adecuarse muy poco a

    cualquier probabilidad objetiva de que estos conceptos constituyan una gua heurstica

    til para la accin. En resumen: cada cual actuara un tanto a ciegas, incluso sin

    pensar que est actuando.

    Con todo, estamos condenados a actuar. Por tanto, nuestra primera necesidad es

    tener claro qu es lo deficiente en nuestro moderno sistema-mundo, qu es lo que

    provoca que un porcentaje muy alto de la poblacin mundial se encuentre encolerizada

    con l o que, al menos, mantenga un juicio ambivalente respecto a sus mritos

    sociales. A m me parece muy claro que las mayores quejas se dirijen contra las

    grandes desigualdades del sistema, que implican tambin una ausencia de

    democracia. Sin duda, esto podra decirse tambin de todos los anteriores sistemas

    histricos. Pero lo nuevo bajo el capitalismo es que su gran xito como creador de

    produccin material elimina toda justificacin para las desigualdades, ya seanmateriales, polticas y sociales. Estas desigualdades parecen ser peores porque no se

    limitan a privilegiar a un minsculo grupo frente al resto de la humanidad, sino que

    distinguen a un quinto o un sptimo de la poblacin mundial frente a todos los dems.

    Los sentimientos de quienes han sido marginados se han visto exacerbados por el

    incremento de la riqueza material total y por el hecho de que el bienestar no se limite a

    un pequeo puado de personas pero al mismo tiempo tampoco alcance a la mayora

    de la poblacin.

    No contribuiremos en nada a una resolucin aceptable de este caos terminal de

    nuestro sistema-mundo a menos que dejemos muy claro que solamente un sistema

  • 7/24/2019 Wallerstein, Immanuel - Agonas Del Capitalismo

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    histrico relativamente igualitario y totalmente democrtico es deseable. En concreto,

    debemos movernos activa e inmediatamente en varios frentes. Uno de ellos es el

    activo desmantelamiento de los supuestos eurocntricos que han impregnado la

    geocultura de, al menos, los dos ltimos siglos. Los europeos han hecho grandes

    contribuciones culturales a nuestra comn empresa humana. Pero no es cierto que lassuyas hayan sido ms grandes que las de otros centros civilizatorios a lo largo de

    10.000 aos de historia humana, y no hay ninguna razn para suponer que la

    multiplicidad de los focos de sabidura colectiva vaya a reducirse en el prximo milenio.

    El reemplazamiento activo del actual sesgo eurocntrico por un ms moderado y

    equilibrado sentido de la historia y de su evaluacin cultural podra requerir una aguda

    y constante lucha poltica y cultural. No pide nuevos fanatismos, sino un duro trabajo

    intelectual, colectivo e individual.

    Necesitamos adems asumir el concepto de derechos humanos y trabajar

    enrgicamente para que se aplique por igual a nosotros y a ellos, al ciudadano y alextranjero. El derecho de las comunidades a proteger su herencia cultural no es un

    derecho a proteger sus privilegios. Los derechos de los inmigrantes constituirn uno de

    los principales campos de batalla. Y si, como preveo, en los prximos 25-50 aos los

    inmigrantes (legales o ilegales) y sus hijos constituyen una muy importante minora

    dentro de Norteamrica, Europa y Japn, entonces tendremos que luchar para que

    esos inmigrantes tengan acceso no discriminatorio a los derechos econmicos,

    sociales y polticos propios de la zona a la que han inmigrado.

    No ignoro que esto podra encontrar una enorme resistencia poltica en nombre de la

    pureza cultural y de los derechos de propiedad acumulados. Los hombres de estado

    del Norte andan ya diciendo que el Norte no puede asumir la carga econmica del

    mundo entero. Y por qu no? La riqueza del Norte es en gran medida resultado de

    una transferencia de plusvala desde el Sur. Esto se produce desde hace varios

    cientos de aos, y nos ha conducido a la actual crisis del sistema. No se trata por tanto

    de poner parches caritativos, sino de abordar una reconstruccin racional.

    Estas batallas sern batallas polticas, pero no necesariamente batallas a nivel de

    estado. Precisamente a causa del proceso de deslegitimacin de los estados, muchas

    de estas batallas, y quiz la mayora, se darn localmente, entre aquellos gruposresultado de nuestra propia reorganizacin. Y ya que estas batallas sern locales y

    complejas entre mltiples grupos, una compleja y flexible estrategia de alianzas ser

    esencial, pero slo ser efectiva si mantenemos en nuestras mentes los objetivos

    igualitarios.

    Finalmente, la lucha ser tambin intelectual, por la reconceptualizacin de nuestros

    canones cientficos, en la bsqueda de metodologas ms holsticas y sofisticadas, en

    el intento para liberarnos de las falaces y piadosas hipocresas sobre la neutralidad del

    pensamiento cientfico. La racionalidad, de ser algo, es ella misma un juicio de valor, y

  • 7/24/2019 Wallerstein, Immanuel - Agonas Del Capitalismo

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    nada es o puede ser racional fuera del ms amplio y completo contexto de la

    organizacin social humana.

    Ustedes pueden pensar que el programa que he diseado para una sensata accin

    social y poltica en los prximos 25-50 aos es demasiado vago. Pero es tan concreto

    como puede serlo cuando nos encontramos en el centro de un torbellino. Primero,

    asegrense de hacia qu orilla quieren nadar. Y despus, traten de lograr que todos

    sus esfuerzos inmediatos les conduzcan hacia ella. Si quieren una mayor precisin,

    podran no encontrarla y ahogarse mientras la buscan.