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Liceo Técnico Bicentenario. Juanita Fernández Solar. Los Ángeles. Especialidad: Atención de Enfermería. Curso: 3 año A. Módulo: Administración de medicamentos. Administración de Medicamentos II

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Liceo Técnico Bicentenario. Juanita Fernández Solar. Los Ángeles.

Especialidad: Atención de Enfermería.Curso: 3 año A.Módulo: Administración de medicamentos.

Documento preparado por: David Segura Slimming. Matrón.

Docente de Especialidad.

Administración de Medicamentos II

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Absorción, biotransformación, distribución y eliminación de fármacos.

Después de ser administrado, un fármaco sufre cuatro procesos o movimientos en el organismo humano hasta desaparecer: absorción, distribución, biotransformación y eliminación o excreción. La absorción es el movimiento del fármaco desde el punto donde se administra hasta la sangre. La distribución es el movimiento del fármaco desde la sangre a los tejidos a través del líquido extracelular y finalmente a las células, donde produce su efecto. La biotransformación es el proceso metabólico de transformación que puede sufrir un fármaco. Y, finalmente, la eliminación o excreción supone la salida del fármaco y sus metabolitos al exterior.

Las cuatro fases mencionadas anteriormente suponen definitiva el movimiento del fármaco hasta que desaparece del organismo. Éste movimiento implica que debe atravesar las barreras celulares para alcanzar el órgano efector (donde producirá su efecto) y eliminarse posteriormente. Dependiendo de su capacidad de atravesarlas, así será la facilidad de movimiento del fármaco.

ABSORCIÓN.

Como ya se mencionado, la absorción de un fármaco se define como el paso desde el punto donde se administra hasta la sangre. La velocidad de absorción condiciona el periodo de latencia, que transcurre desde el momento de la introducción del fármaco en el organismo hasta la aparición del efecto. Esta velocidad de absorción depende de la vía donde se administra el medicamento. Las de uso más frecuente son la vía parenteral (Que engloba la intravenosa, la intramuscular y la subcutánea) y la vía oral. Las vías rectal, sublingual, inhalatoria, intratecal y tópica, son de empleo menos frecuente.

Vía oral. Es la vía más utilizada por su comunidad. Sin embargo, tienes inconveniente de que

la absorción varía por el efecto de muchos factores. La absorción se produce en el estómago y en la porción proximal del intestino delgado porque ofrece una gran superficie de absorción. Para que se produzca la absorción es preciso que el fármaco sea liposolubles, de este modo puede pasar a través de la membrana lipídica de las células intestinales.

El pH también modifica la absorción de los fármacos. Los que son ácidos tienden a iniciarse en un medio alcalino, mientras que las bases tienden a hacerlo en un medio ácido. Al ionizar se no se disuelven en sustancias no polares como la membrana lipídica. Por ejemplo, la aspirina se absorbe bien en un medio ácido porque no se ioniza; si alcanza en intestino delgado, que es un medio alcalino, la aspirina se transforma en una forma ionizada y se absorbe con dificultad. En ocasiones, el medicamento se inactiva por el pH ácido del estómago, por lo que no puede administrarse por esta vía. Otros medicamentos que se inactiva por el pH a veces pueden ingerirse con el estómago vacío con el fin de que atraviesan con rapidez el estómago y el tiempo de exposición al ácido sea corto, lo que evitaría su inactivación. Por el contrario, con el estómago lleno el tiempo de permanencia del fármaco es mayor, y por tanto, es mayor el contacto con el ácido. En este sentido, cuando los fármacos se ingieren con alimentos, su exposición a la superficie de la mucosa es menor y, consecuentemente, la absorción es más lenta. Sin embargo, si los fármacos son irritantes gástricos, la tolerancia es mejor cuando se administran con estómago lleno. Unos fármacos que irritan la mucosa gástrica o que se inactiva por el ácido se preparan a veces en forma de tabletas o cápsulas con cubierta entérica, de esta forma atraviesan el estómago sin modificarse o causar rotación.

Los fármacos absorbidos por vías gastro intestinal pasan en primer término por el hígado antes de llegar a la sangre. Éstos fármacos pueden activarse al ser metabolizada obvio transformados en el hígado antes de alcanzar la circulación sistémica. Esta investigación se denomina efecto de primer paso. Si un determinado fármaco tiene un considerable efecto primer paso no podrá ser administrado por vía oral.

Vía sublingual.Es una vía de absorción rápida que se utiliza en circunstancias muy particulares y

con un número reducido y concreto de fármacos. Particularmente sólo se emplea para la administración de los nitritos en cardiopatía isquémica. La pastilla se rompe con los dientes

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y se coloca debajo de la lengua. Esta zona tiene una gran vascularización superficial, lo que permite una absorción rápida. Debe tomarse la precaución de no mezclarla con la saliva para evitar inactivación.

Vía rectal.

Es una alternativa a la vía oral, pero de absolución muy variable. Se emplea cuando el paciente presenta vómitos, o en niños que rechazan la administración oral; en estos, la introducción del supositorio produce tenesmo y a veces induce a la defecación, lo que descarta esta vía.

Vía intravenosa.

Por esta vía no existe realmente absorción, puesto que el fármaco se deposita directamente en la sangre. Por lo tanto, el comienzo del efecto es inmediato y se alcanzan niveles plasmáticos muy elevados del fármaco con dosis muy pequeñas, de forma que los riesgos de toxicidad son mayores que en otras vías de absorción más lenta. Los efectos tóxicos más frecuentes que se observan si se emplea esta vía son reacciones anafilácticas graves, arritmias, depresión miocárdica y vasodilatación.

Vía intramuscular.

Es una vía de absorción rápida, más que la vía oral. Ello se debe a que la única barrera que hay que atravesar para llegar a la sangre es la pared del capilar. Y con excepción, la pared de los capilares dispone de poros que facilitan el paso de los fármacos polares o ionizados. En este caso el fármaco se administra disuelto en un vehículo acuoso y en condiciones asépticas por punción intramuscular. Cuando sutiliza un vehículo oleoso, la absorción se retrasa. Si el paciente se encuentra en shock, con perfusión periférica, la absorción es más lenta por disminución del flujo sanguíneo muscular. En estos casos la vía de administración debe ser la intravenosa. Por otra parte, cuando existe trastornos graves de la coagulación de la sangre, o el paciente está anticoagulado farmacológicamente, también está contraindicada esta vía por el riesgo de producción de hematomas.

Vía subcutánea.

En este caso, la absorción es algo más lenta que la guía intramuscular, aunque se incluye dentro de las de absorción rápida. Se emplea fundamentalmente para la administración de insulina, entre otras razones, porque es la más fácil para la autoadministración. No debe utilizarse tampoco si el enfermo se encuentra con trastornos graves de la coagulación de la sangre.

Vía tópica.

La administración tópica hace referencia la aplicación local del fármaco, generalmente para el tratamiento de lesiones en la zona. Los colirios, geles, óvulos vaginales, gotas nasales y gotas óticas son forma de presentación para aplicación tópica.

Vía dérmica.

Se utiliza para el tratamiento tópico de las enfermedades de la piel con tan buena absorción como la vía oral. Debe recordarse que la administración tópica de fármacos, en forma de pomadas o crema, puede permitir la absorción del producto, lo que puede ocasionar toxicidad sistémica, sobre todo si la aplicación es muy extensa o se practican curas oclusiva.

Vía inhalatoria.

La aplicación de fármacos en forma de aerosoles suele estar limitada a los que producen un efecto local sobre los bronquios, es decir, los broncodilatadores y glucocorticoides inhalados sin absorción. Sin embargo, esta vía se emplea también con frecuencia para administrar anestésicos inhalatorios. Es también una vía de absorción rápida.

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Vía intratecal.

El fármaco se introduce en el espacio intradural, en el líquido cefalorraquídeo. Esta vía se utiliza para el tratamiento de afecciones del sistema nervioso central cuando el fármaco no atraviesa la barrera hematoencefálica, como es el caso de muchos antibióticos y citostáticos.

Vía intraarterial.

No se emplea como vía de administración de fármacos porque se produce el vaso espasmos y necrosis en la zona de punción, con la consiguiente isquemia y necrosis en el territorio subsidiario de la arteria afectada.

DISTRIBUCIÓN.

El fármaco, una vez absorbido, se distribuye por el organismo según su capacidad de difusión. Esta difusión está limitada, entre otros factores, por la unión del fármaco a las proteínas del plasma. Dependiendo de su afinidad por dichas proteínas, puede llegar a unirse hasta un 98%. La afinidad del fármaco por las proteínas condiciona el efecto, porque sólo una fracción libre, ionizada, es la que reacciona con los receptores Y produce consecuentemente el efecto. Mientras el fármaco esté ligado a las proteínas, no podrá atravesar la pared del capilar y llegar hasta el receptor.

La vascularización de cada órgano condiciona las concentraciones alcanzadas en su interior; órgano muy vascularizados, como el hígado, el corazón o los riñones, alcanzan concentraciones elevadas, mientras que zonas con menor riesgo, como el tejido cerebral subcutáneo, reciben menor cantidad de fármaco. Además, cuando existe un proceso inflamatorio, hay un aumento de la irrigación y una elevación de la concentración del fármaco en el área afectada.

BIOTRANSFORMACIÓN.

Algunos fármacos se eliminan del organismo tal como fueron absorbidos. Sin embargo, la mayoría de ellos sufre procesos de biotransformación en el organismo.

En unos casos puede producir su efecto tal y como ha sido absorbido, para después transformarse en productos degradados o metabolitos inactivos. En otros, el fármaco se transforma previamente en metabolitos, que son los verdaderos activos. Éste fenómeno de biotransformación contribuye también a la modificación del efecto esperado por el fármaco.

La biotransformación tiene lugar en todos los órganos, pero con notable preferencia en el hígado por medio de reacciones de oxidación, hidrólisis y conjugación.

ELIMINACIÓN.

La mayoría de los fármacos se eliminan o se excreta por vía renal. Algunos se filtran a través del glomérulo y otros, además de filtrarse, secretan a través del túbulo renal. Según sea la rapidez de eliminación renal de cada fármaco, así será en proporción inversa su permanencia en el organismo.

Un número menor de fármaco se excreta también por vía biliar. En ocasiones, esta vía de eliminación puede emplearse terapéuticamente.

Otras vías de eliminación son menos importantes, sin embargo, puede tener alguna utilización clínica. La saliva el sudor y la leche materna son ejemplos de estas vías.

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Mecanismos de acción de los fármacos: factores que modifican sus efectos. Toxicidad general de los fármacos.

Para conseguir el efecto deseado por un fármaco es preciso que este alcance el órgano efector, para lo cual será necesario conseguir una determinada concentración en el plasma. Esta concentración depende de las dosis administrada y de los factores mencionados anteriormente. La absorción, la distribución, la biotransformación y la eliminación son fenómenos dinámicos que se superponen. Es decir, antes incluso de qué se haya completado la absorción, el fármaco ha comenzado eliminarse después de haber sufrido la correspondiente distribución y transformación. Por tanto, además de la cantidad de fármaco administrado, los niveles plasmáticos alcanzados y el tiempo que esto se mantienen, dependen de la velocidad de absorción de la vía elegida, así como la velocidad de eliminación, de la distribución Y del grado de biotransformación que sufra el fármaco dentro del organismo.

Las dosis de los fármacos están calculada para alcanzar niveles plasmáticos suficientes (nivel terapéutico) que produzcan el efecto deseado, sin llegar a los valores tóxicos.

Administración de dosis única.

En la figura anterior se representa la curva de la concentración plasmática en relación con el tiempo, cuando el fármaco se administra en dosis única por vía intravenosa. Al no haber propiamente absolución por esta vía, la concentración máxima en el plasma se alcanza de forma inmediata. Esta curva se modifica cuando la administración se realiza por otra vía (oral, intramuscular), los niveles son más bajos y se alcanzan con mayor lentitud que en el caso anterior. Por otra parte, los niveles terapéuticos se mantienen más tiempos y la eliminación del medicamento es más lenta.

Efectivamente, la duración del efecto de un fármaco depende de su vida media o semivida, la que se define como el tiempo que tarda en reducirse la concentración plasmática a la mitad. Se trata de una determinación experimental, tras administrar una dosis única del fármaco, generalmente por vía intravenosa. Cuanto más larga sea la semivida mayor será la duración del efecto.

Administración de dosis repetidas.

Aunque hay fármacos que se emplean en dosis única, es mucho más frecuente la administración prolongada con repetición de las dosis a intervalos de tiempos establecidos,

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para conseguir un efecto mantenido durante días o meses. Si el intervalo de tiempo entre las dosis es el adecuado, al cabo de un tiempo se establece un equilibrio entre la cantidad absorbida y la eliminada, y los niveles plasmáticos se mantienen estables. No obstante, siempre existe una fluctuación de concentración, pero dentro de los límites terapéuticos.

Si los intervalos de tiempo entre dos y son demasiado cortos, se produce un efecto de suma y se alcanzan concentraciones plasmáticas que superan el nivel terapéutico y pueden llegar al tóxico. Por el contrario si las dos y se distancian excesivamente, las concentraciones plasmáticas tendrán profundo Valles, por debajo de los niveles terapéuticos, por lo que no se tendrá un efecto mantenido.

Administración en perfusión contínua.

Cuándo el fármaco se inactiva con rapidez, o la toxicidad se produce con concentraciones muy próximas a las terapéuticas, o bien cuándo es preciso variar frecuentemente las dosis para alcanzar el efecto óptimo, se recurre a la perfusión intravenosa continua, un método con el que se obtienen niveles plasmáticos muy uniformes.

Factores que modifican los efectos de los fármacos.

Son muy numerosos los factores que pueden modificar el efecto de los fármacos. Puede haber, por ejemplo, errores en la administración de la dosis o falta de cumplimiento por parte del paciente. La edad es otro factor modificador. De forma general, se considera que los niños y los ancianos son más susceptibles a la acción de los fármacos. El peso y el grado de deshidratación de los enfermos también puede modificar los efectos.

Si el fármaco se administra por vía oral, con el estómago vacío, se absorberá con más rápidez que si el estómago está lleno, variando la intensidad del efecto.

La insuficiencia renal y la insuficiencia hepática son enfermedades que modifican el efecto de una gran parte de los fármacos.

Margen de seguridad

Nivel terapéutico

Nivel de toxicidad

TiempoDosisDosisDosis

Concentración del medicamento en el plasma

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La tolerancia, como ocurre en el caso de los opiáceos, produce una habituación del fármaco con reducción de determinados efectos.

La disminución de las proteínas plasmáticas determina una mayor fracción ionizada del plasma, lo que aumenta el efecto (ver distribución de los farmacos en el torrente sanguíneo).

La asociación de fármaco puede producir interacciones que aumentan, reducen o modifican la intensidad del efecto.

Toxicidad de los fármacos.

Todos los fármacos, en mayor o menor grado, tienen efectos tóxicos. De hecho, uno de los primeros objetivos de la investigación de los fármacos nuevo es la obtención de productos menos tóxicos, pero que conserven su eficacia. Por otra parte, antes de empleo clínico en seres humanos de cualquier producto farmacológico, debe establecerse con la mayor exactitud los efectos tóxicos que ocasiona y las dosis a las que estos aparece, nivel de toxicidad. Así se ha establecido el concepto de nivel terapéutico, que representa la relación entre las dos y a las que se alcanza el efecto terapéutico y las dosis a las que aparece la toxicidad. Es, en definitiva el margen de seguridad (ver imagen de arriba). A continuación se señalan las manifestaciones más graves y frecuentes que pueden producir los fármacos en general:

Hipersensibilidad (alergia). En mayor o menor medida, todos los fármacos, sus metabolitos y las moléculas acompañante por defecto en la separación de impurezas, pueden comportarse como antígenos. Si el organismo humano ha tenido un contacto previo, puede desencadenar una reacción alérgica. La incidencia es baja y la intensidad y gravedad del efecto, variables. En la piel, las manifestaciones pueden ser leves, como el eritema; o graves, desde la urticaria hasta la dermatitis exfoliativa una necrosis epidérmica tóxica. Otras formas de presentación son el angioedema, el edema laríngeo que produce asfixia, el asma, el shock anafiláctico, la fotosensibilización y la fiebre medicamentosa. Los medicamentos más alergizantes son las penicilinas, la aspirina, la pirazolonas y la sulfamidas entre otros.

Hepato y nefrotoxicidad. Una gran mayoría de fármacos son metaboliza dos en el hígado y excretados por el riñón, de forma que es relativamente frecuente la toxicidad en estos órganos. Pueden producirse cuadros de ictericia, hepatitis, insuficiencia hepática, nefritis intersticial e insuficiencia renal.

Teratogenicidad. Debe evitarse la medida de lo posible la utilización de fármacos durante el embarazo, por el riesgo potencial de teratogénicidad o de malformaciones congénitas. Es preciso recordar que la teratogénicidad de muchos medicamentos se conoce después de que se han empleado clínicamente, incluso después de años de comercialización.

Trastornos hemáticos. La leucopenia como la granulocitopenia como la anemia aplásica o hemolítica, la trombocitopenia y los trastornos de la coagulación pueden ser manifestaciones tóxicas de algunos medicamentos.

Arritmias. Se producen fundamentalmente con fármacos que tienen efectos sobre el corazón, como los inotrópicos, y pueden ser de distinta gravedad.

Adicción y dependencia. Se producen generalmente con fármacos que actúan sobre el sistema nervioso central, como los analgésicos narcóticos.

Trastornos del comportamiento. Por lo general como consecuencia también del empleo de fármacos de acción central, es frecuente la aparición de incoordinación motora, somnolencia, ataxia y deterioro de funciones superiores.

Prevención de reacciones farmacológicas adversas.

Todas aquellas respuestas no deseadas ante una dosis estándar de un medicamento. Se refiere por tanto a efectos adversos por hipersensibilidad, sobredosis, reacción extraña o debido a una interacción farmacológica. Cualquiera que sea la causa, la reacción farmacológica adversa puede tener consecuencias graves, desde el empeoramiento de la situación del paciente, el retraso de su recuperación o incluso la muerte; además, frecuentemente, como consecuencia se incrementan los costos sanitarios.

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Las reacciones adversas a medicamentos parecen ser más comunes en ancianos, y el riesgo aumenta a medida que avanza la edad. Entre los factores que aumentan la probabilidad se incluyen el sexo femenino, la administración simultánea de más de un medicamento, los antecedentes de reacción a medicamentos y la existencia de insuficiencia renal o hepática. Así, se han definido algunos criterios para identificar el perfil de las personas con mayor riesgo de sufrir reacciones adversas, entre los que se incluye una edad igual o superior a 75 años, una talla relativamente pequeña, la administración de varios medicamentos al mismo tiempo, la aparición de síntomas nuevos o la modificación radical de la afección después de cambiar tratamiento farmacológico, la administración de dosis con escaso margen de seguridad y la existencia de alteraciones de la función renal. Los niños también constituyen un grupo de riesgo especial dada sus características fisiológicas.

Preparación y manipulación de medicamentos.

Para manipular fármaco es una nota básica en lavado de manos previo. Con ello se reduce el riesgo de contaminación y de infecciones cruzadas. Ese cabo perfecto de las manos es igualmente importante para evitar que con la humedad se deteriore o se escurran los recipientes, se borra las etiquetas, etc. Siempre se debe evitar en la medida de lo posible tocar el fármaco con las manos.

Se debe estar familiarizado con todo tipo de preparados para habitación por vía oral. Debe tener en cuenta que no todos pueden ser modificados en lo que respecta su presentación; por ejemplo, no se debe abrir una cápsula con cubierta entérica para administrar los polvos que contiene ni triturar una gragea. No es aconsejable extraer el fármaco del envase original hasta justo antes de administrarlo.

En la preparación de dosis de jarabe, siempre se debe emplear recipiente calibrados. En caso de usar cucharas, se tiene que haber realizado previamente el cálculo de su equivalencia en mililitros.

Los fármacos que requieren ser reconstituidos para su uso, como algunos colirios, deben ser etiquetados con la fecha de reconstitución, ya que a partir de ella tienen una caducidad limitada.

Cargar con antelación medicamentos para usar por vía parenteral y quitar la jeringa correspondiente sólo está justificado cuando se trata de medicamento de urgencia. Es necesario anotar la fecha y la hora en que se ha preparado, ya que ha pasado ese tiempo el fármaco habrá perdido estabilidad y por consiguiente su acción puede modificarse.

Cuando se añaden fármacos a líquidos intravenosos, 70 en cuenta que no se pueden añadir más de dos medicamentos en el mismo suero. En la etiqueta se notará el nombre del fármaco, la dosis y la hora, así como el ritmo de perfusión. Si no se está seguro de la compatibilidad de los fármacos, no se deben combinar.

Normas de seguridad para la administración de medicamentos.

Antes administrar un medicamento a un paciente, deberá realizar al menos, las cinco comprobaciones básicas. En primer lugar deberá comprobar que el fármaco que va a administrar es el correcto. En segundo lugar deberá comprobar que se trata del paciente correcto. La tercera comprobación consisten asegurarse de qué se va a administrar la dosis correcta del fármaco prescrito. En cuarto lugar deberá comprobar que va a administrar el fármaco por la vía correcta. La quinta comprobación consiste en asegurar que se administra el fármaco a la hora y a la frecuencia correcta. La realización de estas cinco comprobaciones básica reduce el riesgo de cometer errores en la administración de medicamentos, pero sí a pesar de todo se ha incurrido en un error en la medicación, deberá proceder de acuerdo con las normas de la institución donde trabaje.

El registro de la medicación debe incluir el nombre del fármaco, la fecha y la hora de administración, la dosis y la vía utilizada y la firma de la enfermedad. Es más seguro anotar esta información inmediatamente después de administrar el fármaco, pero nunca antes de haberlo hecho. No se debe registrar como administrado un fármaco que se ha dejado encima del velador del paciente sin que se haya corroborado que el paciente se lo ha

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tomado. En la hoja de observaciones deberá anotar los datos de la respuesta del paciente de la medicación, tanto la respuesta deseada como cualquier reacción adversa. También se debe registrar porque la administración de un fármaco ha sido retrasada o admitida, si se da el caso.

Consideraciones para la administración de fármacos por distintas vías.

Administración por vía tópica. Los fármacos tópicos se aplican directamente sobre la superficie de la piel o las mucosas. Esto fármaco comprender lociones, pastas, ungüentos, crema, polvo, shampoo y atomizadores. La absorción depende de la vascularización de la zona. Generalmente es una vía que sutiliza para efectos locales más que sistémico, con excepción de la nitroglicerina y los suplementos hormonales de reposición.

A menos que esté expresamente ordenado, no se debe aplicar este tipo de fármacos sobre era cutáneas lesionadas, ya que se podría producir una absorción sistémica no deseada de irritación. Es conveniente aplicar el medicamento sobre la zona afectada extendiendo los suavemente y siguiendo la dirección del crecimiento del vello, para evitar que el fármaco penetre en los folículos pilosos, lo cual podría resultar irritante. No se debe aplicar la medicación tópica sin haber retirado previamente los restos de aplicaciones previas. La persona que administre estos fármacos deberá llevar guantes para evitar una posible absorción de la medicación en su propia piel. Sobre los párpados o el conducto auditivo hay que evitar la aplicación de un cuentos, a menos que esté expresamente ordenado, ya que se podría ocluir el conducto lagrimal o el auditivo. Si hay que aplicar todos los días un fármacos con efectos sistémicos, conviene alternar las zonas de aplicación para evitar irritaciones en la piel.

A la aplicar un medicamento en el oído, no se debe introducir el aplicador o el palito de algodón más allá del punto desde donde la persona que realiza la aplicación puede ver la punta. No se debe utilizar el mismo frasco o tubo para más de un paciente.

Administración por vía oral. La mayoría de los medicamentos se administran por vía oral ya que es la más segura, conveniente y barata. Esta vía está contraindicado en pacientes inconciente y puede estarlo también en los que tienen náusea o vómitos o no puedan tragar. Administrar un fármaco por esta vía, deberá ayudar al paciente adoptar la postura más cómoda y le proporcionará el líquido apropiado que le ayude tragar, disminuyen los efectos adversos o mejore la absorción del medicamento. Si el paciente tiene dificultad para tragar una tableta o cápsula entera, podrá preguntar al farmacéutico si el fármaco está disponible informática, o bien si puede triturar la tableta, o abrir la cápsula y mezclarla con la comida. Hay que recordar que muchos fármacos con cubierta entérica o liberación controlada y las cápsulas de gelatina generalmente no deben ser triturados.

En ocasiones, una sonda naso gástrica permite instilar fármacos directamente en el aparato digestivo en pacientes que no pueden ingerirlos por vía oral. Antes de proceder a administrar medicamentos por esta vía, es necesario comprobar la posición y la permeabilidad de la sonda. Este procedimiento no se puede llevar a cabo si la sonda está obstruida o incorrectamente colocada o si el paciente está vomitando y no hay ruidos intestinales. Si el horario de la medicación por sonda nasogástrica coincide con el de la alimentación, conviene administrar primero el medicamento para asegurarse de qué el paciente recibe la farmacoterapia prescrita, incluso si no tolera la alimentación enteral. Si el paciente está recibiendo alimentación enteral continua, hay que interrumpir la alimentación y comprobar la cantidad de contenido residual en el estómago. Si éste es mayor de 150 cm³ la enfermera interrumpirá la medicación y la alimentación y deberán notificar al médico.

Caso de que la sonda nasogástrica esté conectada a un sistema de aspiración, hay que desconectarla hasta 20 o 30 minutos después de administrador fármaco.

Administración por vía sublingual. Con ciertos medicamentos en los que se intenta evitar su destrucción o transformación en el estómago, se utiliza la mucosa de la boca como vía de administración. En esos casos no deben dar líquido junto con la medicación, aunque el paciente puede enjuagarse la boca en tres dosis, si lo desea. Es importante también advertir al paciente que no debe fumar hasta que el fármaco se haya disuelto completamente, ya que la nicotina tiene un efecto vasoconstrictor que podría lentificar la absorción.

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Administración por vía rectal. Si hay que administrar un supositorio o un ungüento por vía rectal tiene que tener en cuenta que la inserción puede estimular el nervio vago, por lo que está contraindicado en pacientes con riesgo de arritmias cardiacas. En el caso de supositorios con efecto laxante, conviene insertarlos alrededor de 30 minutos antes de las comidas, ya que la ingestión de líquido y alimento estimulan el peristaltismo intestinal.

Administración por vía subcutánea. Inyección por vía subcutánea permite un paso más rápido de fármacos a la circulación sanguínea que la vía oral, con un mínimo de traumatismo del tejido y con poco riesgo de lesionar grandes vasos y nervios.

Los fármacos recomendados para inyección subcutánea son soluciones suspensiones acuosas no irritante en cantidades que oscilan entre 0,5 y 2 ml. de líquido. Para la inyección subcutánea se utiliza una aguja relativamente corta idealmente 23 o 25 G igual o menor a 1 y una técnica estéril. Las zonas más habituales para inyección subcutánea son las superficies externas de los brazos, interna de los muslos, la parte periumbilical del abdomen, por encima de las crestas iliacas y la porción superior de la espalda entre las escápulas.

Y acciones no deben ponerse en zonas inflamadas, edematosas, con marca de nacimiento o cualquier lesión. También pueden estar contraindicadas en pacientes con alteraciones de la coagulación.

En el caso de administrar un anticoagulante como la heparina la zona a elección es la parte suprailiaca, ya que esta zona está poco implicada en la acción muscular y existe menor riesgo de hemorragia capilar local. Conviene alternar los lados izquierdo y derecho y no hay que aspirar para comprobar el retorno de sangre, ya que esta maniobra puede producir una hemorragia en los tejidos de esa zona. Tampoco es necesario hacer un masaje después de la inyección.

Las principales complicaciones de la inyección por vía subcutánea son la formación de abscesos estériles por soluciones concentradas o irritantes y las lipodistrofias por infecciones repetidas en el mismo sitio.

Administración por vía intramuscular. El tejido muscular está muy bien vascularizado, por lo que la inyección intramuscular permite una rápida absorción de fármaco en dos relativamente grande, de 0,1 hasta 5 ml. Está bien se utiliza generalmente en pacientes que no pueden colaborar o que no pueden tragar. De este modo se evita la pérdida de efecto farmacológico por vómitos o por acción de enzimas digestivas. Como el tejido muscular tiene pocas fibras sensitivas, se puede administrar fármacos cuya acción resultaría irritante o muy dolorosa por otra vía.

Las zonas para inyección intramuscular son: Área ventroglútea, variable en todo tipo de pacientes. Permite administrar de 0,1

hasta 5 ml. Dependiendo del paciente, se recomienda utilizar una aguja 21 G 1 ½. Área dorsoglútea, de uso frecuente en adultos, pero no en lactantes o en niños

menores de tres años, pues sus músculos dorsoglúteos no están totalmente desarrollado. Esta es más peligrosa por la cercanía del nervio ciático. Permite administrar de 0,1 hasta 5 ml. Dependiendo del paciente, se recomienda utilizar una aguja 21 G 1 ½.

Área del vasto externo y del recto femoral. Utilizable en todo tipo de pacientes. El área del recto femoral es más común para auto inyección, por ser más accesible. Tiene numerosas terminaciones nerviosas por lo que la inyección puede resultar más dolorosa. Permite administrar de 0,1 hasta 2 ml. Dependiendo del paciente, se recomienda utilizar una aguja 21 G 1.

Área deltoidea. Utilizable para dosis farmacológicas pequeñas, ya que la capa muscular es más delgada en esta zona. Se usa sobre todo para administración de alguna vacunas. Permite administrar de 0,1 hasta 2 ml. Dependiendo del paciente, se recomienda utilizar una aguja 21 G 1.

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El sitio de inserción debe ser elegido cuidadosamente teniendo en cuenta el estado general del paciente y el propósito de la inyección. La absorción es más rápida en el deltoides seguida por los muslos y finalmente los glúteos.

La inyección intramuscular puede estar contraindicada en pacientes con alteraciones de la coagulación, vasculopatía exclusiva periférica o edema y en los que están en estado de shock, ya que en estas situaciones se encontraría alterada la absorción en la circulación periférica.

Es apropiado variar los sitios de inyección en pacientes que requieran inyecciones repetidas.

Una mala técnica de administración puede producir depósitos de fármacos no absorbidos en una zona, sobretodo cuando no se respeta la rotación de los sitios de inyección. En este caso se disminuye el efecto farmacológico deseado y se pueden producir abscesos o fibrosis tisular.

Administración por vía intravenosa. La vía intravenosa se suele emplear cuando se desea que un fármaco actúe rápidamente. También se opta por esta vía cuando es necesario administrar grandes dosis de un fármaco, reponer líquidos y nutrientes, o cuando el paciente no puede recibir fármacos por una vía alternativa. Hay ocasiones en que la elección de esta vía está determinada por el fármaco, bien porque no se puede administrar por otra vía, o bien porque la administración subcutánea o intramuscular podría resultar peligrosa.

La inyección intravenosa puede realizarse en forma de embolada, mediante un equipo intravenoso secundario intermitente o mediante perfusión intravenosa continua.

La inyección directa o embolada se puede llevar acabo través de una vía periférica o central o de la entrada de un catéter implantado. La dosis puedo si la entre 0,1 y 10 ml. y la velocidad de inyección entre 30 segundos a cinco minutos.

La inyección intravenosa con equipo secundario (con Bomba de Infusión Contínua o con Bureta Mezcladora) se utiliza para administrar un fármaco de forma intermitente. Puede hacerse a través de una vía periférica o central o de un catéter intentado. Generalmente se utiliza para administrar fármacos que al diluir se proporcionan una buena respuesta sin toxicidad. Además se reduce la tonicidad de la solución, con lo que el riesgo de ubicación de la zona disminuye.

La inyección intravenosa continua puede hacerse a través de una vía periférica o central o por la entrada de un catéter implantado. Se usa para medicamentos que deben diluirse mucho, para hidratación y nutrición con grandes volúmenes, para transfusiones de sangre y para perfusiones de mantenimiento de la vena.

La selección de la vía venosa y el método que hay que utilizar para el tratamiento depende principalmente del propósito terapéutico y de su duración, pero también del diagnóstico del paciente, su edad, estado general de salud y las características de sus venas, así como de la lateralidad (diestro o zurdo).

En general, la terapéutica por vía intravenosa se asocia con unas complicaciones potenciales que debe conocer y prevenir.

La flebitis postinyección es una de las complicaciones locales más comunes que pueden presentar durante o después de la perfusión intravenosa. Se caracteriza por enrojecimiento de la zona o del tracto venoso, dolor con la palpación, calor y edema en el lugar de la punción. Si además de la flebitis se forma un coágulo en la punta del catéter o a lo largo de la pared interna de la vena, se puede producir una tromboflebitis. Una vez que se determina la aparición de flebitis, se debe retirar el catéter y restablecer la vía en otra vena periférica. Las compresas templadas favorecen la circulación y pueden aliviar la molestia del paciente. Hay que tener en cuenta la normativa de la institución donde se trabaje a la hora de proceder en estos casos.

Page 12: liceotecnicovirtual.files.wordpress.com  · Web viewComo ya se mencionado, la absorción de un fármaco se define como el paso desde el punto donde se administra hasta la sangre.

Otra posible complicación local de la terapia intravenosa es la extravasacción. Esta se produce cuando la cánula atraviesa la luz de la vena y el líquido pasa a los tejidos circundantes. Por lo general se puede advertir esta complicación cuando el paciente se queja de tirantes, quemazón o dolor en la zona de punción. Seguramente se encontrará la zona inflamada, tirante y fría y es posible que con fuga de líquido alrededor de la zona de punción. No se debe olvidar que en el caso de qué el paciente está inconciente o incapacitado para comunicarse debe vigilar con más frecuencia la aparición de estos signos. Para evitar que ocurran esta complicación, que se acompaña con lesiones graves y dolorosas, se debe tomar las siguientes precauciones: Asegurar la permeabilidad de la vía con suero fisiológico antes de iniciar la perfusión del fármaco. Seguir las recomendaciones del protocolo respecto a las mezclas y concentraciones. Comprobar el retorno venoso mediante la aspiración. Advertir al paciente que avise rápidamente si tiene sensación de pinchazo o quemazón. Comprobar periódicamente la zona de punción y el trayecto venoso. Si a pesar de todas estas medidas se produjera una extra vas acción, se debe interrumpir inmediatamente la perfusión y avisar al médico.

La toxicidad farmacológica aguda es otra complicación que se puede producir si el fármaco no está bien diluido, o si el ritmo de la frecuencia de perfusión no se controla adecuadamente.

Otra complicación potencial de la perfusión de líquido por vía intravenosa es la sobrecarga circulatoria. Hay que vigilar el aumento de la presión arterial, la distensión de las venas del cuello y la aparición de disnea o de sonidos respiratorios anormales. El control de balance hídrico del paciente al menos cada 12 horas y la revisión frecuente del ritmo perfusión de líquidos intravenosos servirán para evitar esta complicación.

La embolia gaseosa también es una posible complicación sistémica del tratamiento por vía intravenosa que se produce por la entrada de aire en la vena desde el sistema de inyección. La perfusión se suspenderá si se detectan el paciente aparición de dificultad respiratoria, alteraciones de los sonidos respiratorio, pulso débil, incremento de la presión venosa central, disminución de la presión arterial o pérdida de conocimiento. Para evitar esta complicación hay que purgar completamente de aire el tubo o la jeringa antes de comenzar la infusión y comprobar todas las conexiones. Muchas bombas de infusión disponen de un detector de aire, por lo que también resulta de gran ayuda para evitar este problema.

La infección sistémica puede ser también una complicación de esta terapia, puede evitarlo usando una escrupulosa técnica aséptica cuando manipulen las soluciones y los tubos, y al insertar el catéter en la vena. Segura en las conexiones y cambiar las soluciones, los tubos y los catéter de venopunción en los tiempos recomendados son actuaciones que contribuyen también a evitar esta complicación.