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Amor, crímenes y belleza
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De repente sonó el móvil. Cuando lo oyó, el inspector Pedro Ruiz García tuvo miedo de descolgar. Rogó que no
volviera a empezar… Tenía la desagradable impresión de que no iba a poder aprovechar la fiesta de los muertos de
México. Su sargento se lo confirmó brutalmente: « Inspector, está de vuelta. Venga al cementerio del barrio de Blanco.
». Se volvió hacia su pareja y le dijo que no podía acompañarla a causa de su trabajo. Tomó sus gafas y salió. Quería
llegar al cementerio rápidamente pero estaba atracado en el tráfico: todos los habitantes de la ciudad iban a los
cementerios, con los brazos cargados de ofrendas: tequila, flores, juguetes para los niños y calaveras. Se puso furioso y
tocó el claxon, el inspector era un hombre irritable. Exigente, le gustaba que las cosas fueran rápidamente hechas. Pedro
Ruiz García supo qué iba a encontrar antes de verlo. En efecto era la tercera vez que no podía celebrar sus muertos a
causa de los asesinatos macabros e inexplicados.
No se equivocó, cuando vio muchos coches de policía, una ambulancia, y un grupo de personas reunidas
alrededor de un cuerpo, supo que una nueva mujer fue matada. Salió de su coche, en seguida su sargento vino. Éste
había sido inspector, pero no respetó los códigos éticos y lo dimitieron. Con el inspector no se llevaba tan bien pero
trabajaban con eficacia. Aunque no era verdaderamente guapo, tenía encanto, con su pelo rubio y su voz agradable. Pero
lo que les gustaba más a todas las mujeres de la comisaría era su humor devastador: si se oía un grupo de mujeres que se
reían en esta comisaría, el sargento no debía estar lejos. Sin embargo, sabía ser serio durante las investigaciones, sobre
todo cuando debía trabajar con el inspector García. Le dijo: “Inspector, la víctima se llama Juanita Almodóvar, tiene
treinta y tres años, fue matada como María, Penélope y Carolina: el rostro intacto, el forense encontró veintiuno agujeros
de cuchillo en el cuerpo.” El inspector se sentó despacio sobre un banco cerca de una tumba, vio el retrato de la difunta,
y pensó que la mujer se parecía a todas las otras víctimas. Perdido en sus pensamientos no oyó a su sargento llegar:
“Debemos encontrar y parar al asesino y comprender por qué en cada fiesta de muertos desde hace tres años mata a una
mujer.”
Decidieron ver al marido de Juanita, para tener informaciones sobre ella. El marido vivía en una torre, en un
barrio muy acomodado. Sonaron, el hombre, su cepillo de dientes en la mano, abrió la puerta. Era un hombre alto, muy
guapo. Parecía que no había perdido a su mujer… Después de darle el pésame, entraron. Les llevó a un suntuoso salón,
el inspector dijo: “Estamos haciendo una investigación a propósito del asesinato de su mujer, tiene que saber que el
asesino mató a tres otras mujeres. Es por qué si sabe algo, tiene que decirlo. Podríamos al fin encontrar y arrestar al
bárbaro que apuñala y mutila a una mujer a cada fiesta de muertos desde hace cuatro años.” El marido pareció perdido,
no miró al inspector, pero dijo: “Sí, sí Entiendo... Pero mi mujer era una abogada muy respetada, pero cualquiera podía
querer matarla... No sé...” Pedro Ruiz García miró al sargento y añadió: “Sabemos que es difícil... Pero debemos
descubrir la identidad del asesino. ¿Cómo se llevaba con ella?” El marido vaciló y confesó: “Estaba muy enamorado...
Mi mujer era toda mi vida, pero no sé si yo era su vida también...” “¿Qué quiere decir?” “Me enteré de que tenía un
amante... Nunca me atreví a decirle que lo sabía” “Si tenemos otras preguntas, le llamaremos”. El marido les llevó hacia
la puerta y les saludó. Los dos hombres le oían silbar cuando la cerró...
Vueltos a la comisaría, los dos hombres decidieron hablar de lo que se habían enterado. El sargento les preparó un
café, y se instalaron en los sillones del inspector, cerca de una papelera llena de vasos de plástico. Éste declaró:
“- No me pareció muy emocionado, por un hombre que perdió a su mujer”.
2
- Es lo que pienso, inspector. Y no debemos olvidar que esta pareja no se llevaba bien. Lo que da un motivo al marido
para matar a la víctima. Se puede que en un acceso de pasión, el hombre le matara y la trasladara al cementerio para
alejar las sospechas.
- Sí. Es una explicación satisfactoria. Pero no pienso que sea eso. Su reacción fue muy extraña, pero no hace de él un
asesino, replicó el inspector.
Durante unos minutos, no se dijeron nada, los dos estaban reflexionando.
- En todos los casos, pienso que no es inocente, declaró el sargento. Un hombre no puede no reaccionar al anuncio de la
muerte de su mujer. No es posible. Aunque no se querían, ¡estaban casados!
- ¿Piensas que es sospechoso?
- Sí. Tiene un motivo, y su comportamiento no le ayuda.
El inspector y el sargento sospecharon al marido de Juanita pero el inspector pensó que había vínculos entre las
cuatro víctimas, las mataron de la misma manera sin embargo el marido de Juanita no tenía relaciones con las otras
víctimas. El inspector volvió a pensar en la fotografía de la tumba desconocida y decidió investigar sobre ella, tenía la
impresión de que la mujer de la fotografía podía ayudarlo. Se enteró de que se llamaba Carmen y tenía un marido que
vivía todavía. Acudió a la casa del marido de Carmen para saber algo que pudiera ayudarle. El marido lo acogió muy
bien, lo invitó a sentarse para que contestara a sus preguntas. El inspector notó que el hombre vivía solo y preguntó:
- Sé que es una pregunta difícil pero ¿desde hace cuantos años está muerta su esposa?
- Hace cinco años…, contestó el marido muy emocionado,…hace cinco años que Carmen se suicidó.
- ¿Sabe por qué se suicidó?
- Sí. Carmen era una guapa modela pero fue víctima de un incendio accidental que quemó y deformó su rostro ¡Ella era
tan magnifica! No se restableció de este accidente y no pude ayudarla porque ya se alejó de mí. Seis meses antes del
accidente sentí que pasaba una cosa anormal, estaba menos en casa. Pensé que era por su oficio pero después de un mes
sospeché algo. Cuando le pregunté me dijo que no pasaba nada. No obstante cuatro meses después me confesó que tenía
un amante y que quería divorciarse porque estaban enamorados y se querían con una pasión absoluta. Pero antes de que
el divorcio se terminara, hubo el incendio y se suicidó.
- ¿Es seguro que el incendio era accidental?
- Sí. Era un problema de cocina de gas. Sabe, Inspector, estaba en mi lugar de trabajo cuando el incendio sobrevino. El
hospital me previno del accidente. Créame, no tenía ningún interés en hacer eso incluso para retenerla conmigo porque
ya no me quería.
- Le comprendo. Pero ¿sabe si Carmen conocía a estas personas? dijo el inspector mostrando las fotos de las cuatro
víctimas y observando la reacción del hombre.
- No. No sé, respondió agotado.
- Y ¿sabe quién era el amante de su mujer?
- No lo conozco y nunca vi Carmen con él.
- Gracias por haber contestado a todas nuestras preguntas.
3
Después se marchó preocupado. Reflexionando, el inspector no encontró vínculos entre Carmen y las cuatro
víctimas. El marido y la mujer aparentemente no conocían a las victimas. Quizás el amante supiera algo pero el
inspector no supo cómo encontrarle. Estaba cansado por todo eso... No podía reflexionar correctamente.
Terminada la conversación, los dos hombres decidieron separarse para investigar.
Al crepúsculo, Pedro Ruiz García fue al cementerio, quería ver une segunda vez la fotografía de Carmen... El inspector
se acercó poco a poco a la tumba, la noche comenzaba a caer y un frío glacial soplaba sobre el cementerio. Una sombra
estaba sentada delante de la tumba de Carmen, la cabeza entre sus manos, sollozando dulcemente.
Cuanto más Pedro se acercaba más la sombra parecía familiar. Al avanzar se rememoraba todas estas investigaciones
que no habían acabado en nada. Tenía la desagradable impresión que, de nuevo, no iba a dilucidar este misterio. Todos
estos homicidios, estas mujeres quiénes habían perdido la vida, ¿si estaba la respuesta bajo sus ojos desde el principio?
De repente, Pedro advirtió la sombra que movía y levantó la cabeza hacia él, ambos se fijaron, mirándose a los ojos.
Pedro se quedó sin voz. ¿Qué hacía este hombre a la silueta familiar aquí? ¿Por qué se recogía sobre esta tumba? ¿Quién
era esta mujer para él?
De repente el hombre sacó su pistola y lo dirigió hacia Pedro diciendo:
- Ha tardado antes de comprender.
- ¿Pero cómo es posible esto? ¿Por qué?
- ¿Verdaderamente quieres saber todo? En este caso voy a decírtelo. ¿Ves esta tumba? Es mi querida, la sola y la única,
la que siempre quise, era todo para mí... Desgraciadamente una tarde mientras que volvía del trabajo vi sirenas rojas
delante de la casa, salían llamas con un calor espantoso. Un bombero vino a verme diciéndome que habían conseguido
sacar a mi mujer a tiempo. Pero cuando me rendí al hospital me enteré que ella había sido desfigurada en el incendio.
Poco tiempo después de su salida del hospital, no pudo soportar su estado, se suicidó una noche. Su cara era todo para
ella. Después de eso me volví loco, no dormía más, no vivía más, su cara no lograba salir de mi cabeza. Después de eso
cambié de vida.
- Y para vengarte ¿las mataste a todas? pregunta el inspector, chocado.
- Después de su muerte la locura se apoderó de mí. La sola cosa que me calmaba era matar a todas las mujeres que
parecían a Carmen, era un tipo de homenaje.
- ¡Pero estás completamente loco! exclama el inspector. Hace falta que te rindas, debes pagar por lo que hiciste,
escúchame! Baja tu arma y confiesa tus crímenes a la policía, podrás ser ayudado por especialistas, te asistirán...
- Puedo estar loco pero no completamente idiota, sé muy bien que si voy acabaré mi vida en prisión. Todavía prefiero
reunirme con mi mujer por el otro lado, sólo ella puede ayudarme. Adiós Pedro Ruiz García.
Con estas últimas palabras el sargento desesperado giró la pistola despacio hacia él y se disparó una bala en la
cabeza. El corazón tiene sus razones que la razón ignora...
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