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Ins Hercovich

Los paradigmas de culpabilizacin y victimizacin en el tratamiento de las violencias contra las mujeres. La violacin sexual un caso testigo.

Transcripcin

Hoy voy a tratar de profundizar un poco en la victimizacin de las vctimas y abusando de la paciencia de ustedes, irme un poco por las ramas en relacin a este fenmeno. Hay dos aspectos fundamentales que hacen, a lo que yo he llamado victimizacin de las vctimas.

Un aspecto es la mirada concentrada en las mujeres, el otro aspecto la definicin de los problemas desde una perspectiva que considera a las mujeres subrayando casi de manera excluyente su condicin subordinada y de vctima. La victimizacin de las vctimas es una manera de entender las cosas, es un color de la lenta con la que miramos y es una manera que encierra a mujeres, nios y algunas minoras en una condicin de vctimas que las determinara y a partir de la cual se entenderan todas sus otras particularidades.

La victimizacin de la vctima hace de la palabra vctima el nombre de una identidad es difcil ver lo inconveniente de hacerlo porque vivimos en un mundo en el que reivindicar identidad es considerado polticamente correcto y encuentra el respaldo social. Lo cierto es que la victimizacin de las vctimas es una forma simplificadora de ver y entender los problemas, no es un cristal muy adecuado. Tambin es una forma de actuar con sus problemas que resulta frustrante para la vctima y para quien intenta ayudarla.

El problema que busco transmitir es como hacemos para modificar ese rgimen representacional que perturba el tratamiento de las vctimas de violencias sexuales. Creo que lo que debemos hacer para modificar nuestro entender y nuestro actuar es por un lado aprender a escuchar y atrevernos a formular nuestras propias interpretaciones en el camino de generar nuevas formas para ver lo viejo. Mi postulacin es que para ello una cosa que necesitamos hacer entre otras en rever nuestra idea de relacionamiento con las personas victimizadas, como nos relacionamos con ellas; pero tambin, tan importante con eso rever la idea del relacionamiento entre vctimas y victimarios.

Voy a contarles una experiencia que viv y que fue lo que moviliz esta preocupacin, experiencia cuyo significado, recin aprend 43 aos ms tarde el dia que tuve que sentarme a escribir un artculo de un libro de la Asociacin Psicoanaltica Argentina. El libro se titulaba Formas del abuso; el tema que me pidieron fue abuso del nio. Un tema sobre el cual yo no tena ni tengo experiencia, pero los editores les interesaba mi punto de vista de la victimizacin de las vctimas. Lo primero que me sucedi fue que me impact la ambigedad de la frmula abuso del nio, donde nio puede ser tanto el sujeto activo como el sujeto pasivo, abuso del nio significa abuso sobre el nio, ah est su condicin de sujeto pasivo, pero abuso del nio tambin significa lo que los nios abusan de los dems, ah sera como sujeto activo.

Tratando de pensar en qu consista esa ambigedad o qu podra encontrarse que fuera til y significativo de ese anlisis, record un episodio que me sucedi tres meses despus de parir a mi primer hijo. El artculo se llam Un nio de carne y hueso precisamente porque su inspiracin fue la relacin con mi propio hijo. Entonces, no habl all de abuso sino de esa ambigedad que me haba inquietado tanto. La imagen que me volvi, era la de su cuerpecito apoyado en el catre, yo estaba por cambiarle los paales, el me miraba fijamente, como suelen mirar los bebs a sus mams, pero a m en ese momento me pas algo raro, vi en esos faroles azules que me ocupaban media cara, una amenaza, me sent amenazada, asustada, tuve miedo, entonces me hice consciente de que ese ser que estaba frente a m me estaba obligando a ser alguien que yo no conoca.

Era el ao 1970 y desde las revistas, la psicologa y las conversaciones se nos amedrentaba a las jvenes madres con el peligro de que furamos madres abandnicas. Abandnica era una madre que no se ocupaba tiempo completo de los hijos ni atenda a cada una de sus supuestas necesidades en tiempo y forma. Pero resulta que si lo hacamos, ramos acusadas de sobreprotectoras. Ambas cosas naturalmente, eran indeseables y sobre todo reprobables. En un ejemplo de s mismo digno de figurar ilustrando un tratado sobre s mismo, esos mensajes contradictorios que recibamos, nos decan que el peligro mayor si fracasbamos en nuestra relacin con nuestros hijos era transmitirles mensajes ambiguos o dobles mensajes los que seran fatales para la salud mental del hijo que correra el peligro de ser esquizofrnico.

En solitaria rebelda yo pensaba, -apenas s que sale de mi boca cmo voy a saber que entra en los odos de l?- Esa pregunta hizo que me diera cuenta de que para m, mi hijo era irremediablemente otro, singular y en cierta medida soberano. Entonces me surgieron otras preguntas -Qu puedo yo con l y hasta dnde puedo con l? Quin soy yo en mi relacin con l? Qu puede l conmigo y hasta dnde puede? Quin es l en la relacin conmigo?

Esa experiencia en el sentido fuerte de la palabra, formate mi pensamiento y est presenta en todo lo que hago cuando no acto mecnicamente, cuando no acto subordinada a mandatos, que s cuestionables, que tengo cuestionados, pero que dejo de cuestionar en el momento de actuar. Me gustara recordar algo que todos sabemos, es que los mandatos a los que nos sometemos son colectivos, estn muy arraigados, y para casi todos nosotros, por ms incomodos que sean, muchas veces resultan ms cmodos que estar hacindose preguntas inquietantes a cada rato.

Las preguntas, qu puedo yo con l y hasta dnde, qu puede l conmigo y hasta dnde, siguen interpelndome hoy en da cuando ese beb tiene casi 45 aos y que son cuestiones que no se responden, cuando logramos responderlas en alguna ocasin, la respuesta es efmera. Hacerse esas preguntas, contestarlas, soportar su validez solo situacional, es lo que nos hace saber, que somos siempre inevitablemente responsables por lo que hacemos a otros y lo que hacemos a nosotros mismos.

Qu es ser responsable? Ser responsable es cuando estamos frente a otro y sentir vergenza por la arbitrariedad de nuestro poder, sentir pudor por nuestra libertad. Es un suelo movedizo, es raro esto que digo pero es fcil cuando conectamos con situaciones donde estamos muy comprometidos es ser muy cuidadosos con el otro. Yo entiendo que en este suelo movedizo, en este filo del abismo, habita el comportamiento tico y entiendo que un comportamiento tico es el que siempre duda de s, precisamente porque reconocen que hay otro al que no conocen y que puede llegar a desconocer y daar.

Necesito decirles que esta manera de pensar y la huella de lo que despus le en un libro cuya lectura recomiendo, djenme decirles que no es de lectura fcil justamente porque son esos libros que son un antes y un despus, les sugiero si lo leen que no se acobarden e insistan, lo van a leer mil veces. Me refiero a Emmanuel Levinas y su libro Totalidad e Infinito; de l aprend que un camino tico como dicen los celebrrimos versos de Machado, se hace al andar, se hace andando, no deja huellas sino estelas en la mar, cada ser es cada ser, cada mujer es cada mujer en cada instante, cada vctima es cada vctima en cada situacin.

Ahora volviendo a las preguntas con las que se inici esta forma de pensar lo que hice, lo que hago. De qu hablan estas preguntas. Las preguntas hablan de la intersubjetividad y de como lo que llamamos subjetividad individual es una materia plstica, vulnerable, cambiante, dependiente del afuera, dependiente del otro. Todo ocurre entre, entre un adentro donde hay miles y un afuera donde hay millones, todo ocurre de a muchos y lo que ocurre entre dos, ocurre de manera diferente en cada uno: No es lo mismo para uno que para otro. Introduje la palabra otro y me pregunto quin es el otro en el imaginario victimizador, el victimario, el hombre, los varones, todo deriva para pensar que el otro es efectivamente el varn; pero no es as. Heredamos del riqusimo pensamiento de Simone de Beauvoir la idea de que el otro es la mujer, de que la mujer es el otro del hombre, un espejo que le devuelve su imagen, corregida y aumentada tal como hemos interpretado y solemos usar la formulacin de esta autora. El otro es subalterno al uno, por lo tanto es menos que el uno que viene a ser el sujeto o sea el varn; pero, quiere decir esto que el otro, o sea la mujer es igual a cero? A veces pareciera que s, pareciera que si cuando imprimimos sobre la vctima una imagen que es nuestra y que es precisamente la imagen que despierta nuestra empata, empata que entonces est ms comprometida con nuestras propias imgenes, que con ese otro.

Somos producto de un imaginario que es patriarcal y que ofrece modelos de vctimas funcionales a su reproduccin, modelos que nunca podran representar a esa persona que tenemos delante. Pero esos modelos de victimas funcionales a la reproduccin del pensamiento patriarcal, del imaginario patriarcal, las preguntas qu puedo y hasta dnde, qu puede y hasta dnde, que son la prueba de que vivimos en la intersubjetividad, se desmoronan; y esos, cuando estas preguntas no estn, son los momentos podemos caer en eso que el escritor brasilero Oswald de Andrade llam baja antropofagia, un estado en el cual reemplazamos, lo que sigue a continuacin es una cita textual de Andrade, reemplazamos el criterio tico que posibilita un reconocimiento real del otro por su reificacin y el vaciamiento de su singularidad sigue Andrade y dice en el fondo es una instrumentalizacin al servicio de ciertos intereses por los cuales esa otredad es incorporada aunque ya no por el deseo de ese otro de ampliar el horizonte de sentido, uno podra pensar en la necesidad del otro como viviente. La necesidad de formularse y contestarse esa clase de preguntas cada vez que estamos frente a alguien que sufri al algn hecho que segn los criterios culturales la convierte en vctima, es una parte