jmbastidas.files.wordpress.com€¦ · Web viewPonencia del Magistrado LUIS EDUARDO FRANCESCHI...
Transcript of jmbastidas.files.wordpress.com€¦ · Web viewPonencia del Magistrado LUIS EDUARDO FRANCESCHI...
SALA DE CASACIÓN SOCIAL
Ponencia del Magistrado LUIS EDUARDO FRANCESCHI GUTIÉRREZ.
En fecha 18 de septiembre de 2003, los profesionales del derecho Francisco
Javier López S. y Asdrúbal Blanco Méndez, procediendo en su carácter de Consultor
Jurídico del Ministerio del Trabajo y Consultor Jurídico Adjunto, en este orden, y
simultáneamente, con el carácter de coapoderados judiciales de la ciudadana MARÍA
CRISTINA IGLESIAS, Ministra del Trabajo para ese entonces, interponen solicitud
por medio de la cual requieren el pronunciamiento de esta Sala de Casación Social del
Tribunal Supremo de Justicia en relación con la interpretación del alcance y contenido
del Artículo 275 de la Ley Orgánica del Trabajo.
En fecha 2 de octubre de 2003 se dio cuenta en Sala, designándose ponente
al Magistrado Juan Rafael Perdomo.
En fecha 20 de enero de 2004, esta Sala de Casación Social por unanimidad
de criterio declinó la competencia de este asunto en la Sala Constitucional de este
Tribunal Supremo de Justicia, argumentando para ello, la acumulación de pretensiones
formuladas por el recurrente, esto es, la solicitud de pronunciamiento sobre la
constitucionalidad del Artículo 275 de la Ley Orgánica del Trabajo, y sobre la legalidad
de la fijación del salario mínimo de los trabajadores domésticos mediante decretos
emanados del Poder Ejecutivo Nacional, de conformidad con lo dispuesto en el Capítulo
II del Título III de esa misma Ley.
Remitido el expediente, se designó ponente al Magistrado Pedro Rafael
Rondón Haaz.
En fecha 22 de febrero de 2005 la Sala Constitucional, se pronunció sobre la
incompetencia de esta Sala para el conocimiento de esta solicitud de interpretación,
rechazó la declinatoria y “declaró” la competencia de la Sala de Casación Social para su
conocimiento y decisión.
En fecha 2 de marzo de 2005, fue remitido el expediente a esta Sala de
Casación Social del Tribunal Supremo de Justicia dándose cuenta en Sala el 15 de
marzo del mismo año, correspondiendo la ponencia al Magistrado Luis Eduardo
Franceschi Gutiérrez, quien con tal carácter suscribe el presente fallo.
Así, resuelto el asunto de la competencia y habiéndose presentado la
oportunidad procesal para decidir sobre el presente recurso, lo hace esta Sala en los
términos siguientes:
-I-
DE LA SOLICITUD DE INTERPRETACIÓN
Exponen los solicitantes como sustento argumental lo siguiente:
• Que de la norma contenida en el Artículo 275 de la Ley Orgánica del
Trabajo se desprende, que los trabajadores domésticos se encuentran excluidos del
régimen laboral general previsto en los Títulos II, III y IV de este cuerpo normativo,
“estando sometidos a un régimen laboral especial” sobre remuneración, vacaciones,
bonificación de fin de año (prima de navidad), preaviso (aviso) e indemnización
sustitutiva, terminación de la relación de trabajo y régimen en caso de enfermedad
contagiosa (Artículos 274 al 281 eiusdem).
• Que la exclusión a la que se hace referencia es discriminatoria y contraria
a la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en virtud del derecho a la
igualdad, contenido en su Artículo 21.
• Que actualmente nuestra Carta Magna en el Capítulo referente a los
derechos sociales y de familia, dispone que el trabajo es un hecho social y gozará de la
protección del Estado.
• Que la norma cuya interpretación es solicitada, es contraria a la vigente
Constitución, así como a la derogada Constitución de 1961.
• Que frente al régimen laboral común, el sector doméstico aparece desigual,
desprotegido y excluido de muchos beneficios contenidos en la Ley Orgánica del
Trabajo, diferenciándolos de los demás trabajadores mediante un régimen especial de
normas contrarias a la norma suprema, fundamento del ordenamiento jurídico, por
consiguiente viciada de inconstitucionalidad.
• Que el Convenio 95 de la Organización Internacional del Trabajo permite
que los Estados ratificantes excluyan de sus normas protectoras del salario a los
trabajadores domésticos.
• Que en consideración a la especialísima relación que une a los trabajadores
domésticos con su patrono, han sido excluidos de los aumentos o incrementos de salario
mínimo desde hace más de 20 años.
• Que se le presenta la duda al Ejecutivo Nacional, de conformidad con lo
dispuesto en el Capítulo II del Título III de la Ley Orgánica del Trabajo, si escapa de su
control la fijación del salario mínimo de esta categoría de trabajadores y sólo puede ser
fijado por Ley o por el contrario, al quedar al margen del Título III referente a la
remuneración, le concede amplísimas facultades para fijarlo.
• Que el Artículo 280 de la Ley Orgánica del Trabajo establece como causal
de retiro o despido justificado la enfermedad contagiosa de alguna de las personas que
habiten en la casa donde se presta el servicio; que dicha norma establece un trato
discriminatorio respecto al resto de los demás trabajadores, pues, en el caso de
enfermedad del trabajador doméstico, la referida disposición normativa no establece,
claramente, si debe considerarse como causa ajena a la voluntad de las partes o, por el
contrario, da lugar a un despido justificado, toda vez que sólo establece la obligación del
patrono de trasladar al trabajador enfermo a un establecimiento asistencial para la
atención médica requerida; en cambio, en caso de enfermedad de un trabajador común,
éste, si su estado lo requiere, tiene derecho a un reposo y, luego de su recuperación, a la
reincorporación a su puesto de trabajo.
• Solicita se emita pronunciamiento sobre la interpretación del Artículo 275
de la Ley Orgánica del Trabajo, ya que la existencia de un capítulo especial, y la
exclusión de los Títulos II, III y IV del cuerpo sustantivo laboral para esta categoría de
trabajadores resulta totalmente discriminatorio, requiriendo adicionalmente, se
pronuncie sobre la legalidad de la fijación del salario mínimo para los mismos por parte
del Ejecutivo Nacional, de conformidad con el Capítulo II del Título III de la Ley
Orgánica del Trabajo.
-II-
CONSIDERACIONES JURÍDICAS PREVIAS
Establecidas ut supra las premisas argumentales de los recurrentes, esta Sala
de Casación Social pasa a pronunciarse sobre del mérito del asunto, no sin antes hacer
algunas precisiones jurídicas, que resultan sustancialmente oportunas por hallarse
estrechamente vinculadas con la misión jurisdiccional que le ha sido encomendada, y
que considera fundamentales para la dilucidación de las proposiciones formuladas.
Partiendo de la definición más simplista “interpretar”, en el ámbito del
derecho, connota un ejercicio intelectual dirigido a perfilar el alcance, la extensión, el
sentido, o el significado de cualquier norma jurídica, bien sea ésta general y abstracta, o
particular y concreta.
Aproximados a una conceptualización más especializada, es de forzosa
referencia exponer la óptica que de este proceso intelectual tiene el conocido tratadista
Guillermo Cabanellas de Torres, quien afirma en una acepción general, que ésta es la
declaración, explicación o aclaración del sentido de una cosa o de un texto incompleto,
obscuro o dudoso; considerando entonces en este contexto más científico, que la
interpretación jurídica por excelencia es la que pretende descubrir para sí mismo
(comprender) o para los demás (revelar) el verdadero pensamiento del legislador o
explicar el sentido de una disposición. (Tomado del “Diccionario Enciclopédico de
Derecho Usual” Tomo IV. Editorial Heliasta. Vigésimo Séptima Edición, 2001.
Buenos Aires, Argentina. Pág. 472).
Por su parte, el distinguido jurista italiano Francesco Messineo (“Manual
de Derecho Civil y Comercial”. Tomo I. Ediciones Jurídicas Europa-América.
Primera Edición en español, 1954. Buenos Aires, Argentina. Pág. 95) definió la
interpretación de la ley como la investigación y la penetración del sentido y del alcance
efectivo de la norma (o sea, de la voluntad de la misma), esto es, ‘la atribución de un
significado’ a la norma para medir su extensión precisa y la posibilidad de aplicación a
la determinada relación social a regular.
Considera el estudioso del derecho Ariel Álvarez Gardiol, (“Manual
de Filosofía del Derecho”, Editorial Astrea. Primera Edición, 1979. Buenos
Aires, Argentina. Pág. 289.) que hasta antes de Hans Kelsen, se tenía la idea,
según toda teoría de la interpretación, que para todo caso existía la solución
correcta, por lo que la interpretación requería sólo de encontrar el método
adecuado para dilucidarla, y que Kelsen, a través de la teoría del ordenamiento
jurídico, veía la interpretación como un problema de voluntad, mucho más que
de cognición, y que concebía la norma como un marco de posibilidades con
varios contenidos jurídicos potenciales y aplicables todos ellos como posibles;
un marco, abierto o no, de posibilidades, pero siempre jurídicamente viables
todas ellas, y que la determinación de la solución correcta (elegida), en ningún
caso pertenecía a la teoría del derecho, sino a la política jurídica.
Consustanciados con la labor hermenéutica encomendada en esta
oportunidad a esta Sala de Casación Social, debe tenerse muy en cuenta que las normas
jurídicas no son preceptos desvinculados, sino que corresponden o se correlacionan con
todo el sistema normativo positivo, y por ende, estando dentro de su conformación
estructural, no les está dado desentonar o entrar en discordancia, en el entendido que
una cabal interpretación debe ser hecha bajo los principios sistemáticos del orden
jurídico a que pertenecen.
El resultado interpretativo -sostiene el profesor Jorge Carrión Lugo
(“Tratado de Derecho Procesal Civil”. Volumen III. Editora Jurídica Grijley. 1ª Edición,
marzo 2004. Lima, Perú.)-, está dado por la conexión existente entre todas las normas
del ordenamiento jurídico, cuya base ideológica fundamentalmente se debe encontrar en
la Constitución.
En franca sintonía con lo anterior, ha sostenido el profesor de la Universidad
del Zulia, Ronald Chacín Fuenmayor en su trabajo intitulado “Sobre algunos aspectos
fundamentales de la interpretación constitucional: enfoques o métodos interpretativos”,
que la comprensión e interpretación del texto supremo marca la pauta en la evolución de
todo ordenamiento jurídico a los fines de la preservación del Estado de Derecho, y que
la actividad interpretativa constituye un proceso de vital importancia en el
desenvolvimiento del mismo que permite su realización práctica, es decir, la aplicación
de la norma jurídica general a la experiencia real y concreta.
Para Antonio Pérez Luño, (“Derechos Humanos, Estado de Derecho y
Constitución”. Editorial Tecnos. Madrid, 1995) el método interpretativo presupone que
el ordenamiento jurídico debe ser considerado como un sistema coherente en el
contenido de las diversas normas que lo integran y dotado de unidad orgánica y
finalista.
Por su parte, el jurista Segundo Linares Quintana (“Tratado de
Interpretación Constitucional”. Buenos Aires. 1998. p. 876), afirma que como
consecuencia de esta visión sistemática ninguna de las normas constitucionales debe
considerarse aislada, ni superflua, sino como parte de un todo y siempre debe preferirse
la interpretación que armonice y no la que coloque en pugna los preceptos
constitucionales, en razón de que puede verse afectada su esencial e imprescindible
homogeneidad, cohesión y coherencia. De igual manera, considera este autor a la Carta
Magna, como instrumento cuya flexibilidad y generalidad le permite adaptarse a todos
los tiempos y circunstancias, por lo cual debe interpretarse teniendo en cuenta no
solamente las condiciones sociales, económicas y políticas al momento de su sanción,
sino también las condiciones que existen al tiempo de su aplicación, como consecuencia
de la evolución, transformación, y por ende, del progreso de la sociedad, es decir, que
además de la cualidad de permanencia que debe ser inmanente a la Constitución, ésta
debe ser al mismo tiempo flexible, capaz de recibir a través de la interpretación, la
influencia de las ideas, de las fuerzas, de las tendencias que señalan el nuevo sentido de
la vida, en un proceso en constante movimiento, sin que esto implique comprometer o
desnaturalizar los propósitos y limitaciones y, en general, el espíritu de la ley
fundamental.
Es oportuno citar en este estadio, un resumen de los fundamentos expuestos
por la Sala Constitucional de este alto Tribunal contenidos en la decisión Nº 2.855 del
20 de noviembre de 2002, sustentados en el esquema del máximo texto, que proclama al
Estado como democrático y social de derecho y de justicia, e invita a la comprensión y
aplicación de sus instituciones en atención a la realización de dicho valor, ofreciendo
solución a los conflictos desde esta perspectiva, con abandono de cualquier tesis que
postule el desconocimiento de la justicia sobre la base de una equivocada interpretación
del Derecho.
Deja establecido también esta decisión, que para que el texto de una
determinada disposición normativa se encuentre, en efecto, conforme a la Constitución,
es necesario que se le interprete de una determinada manera. Es lo que se conoce como
el principio hermenéutico favor constitucione, conforme al cual, cuando surjan dudas
acerca de la incompatibilidad de un dispositivo legal con la Constitución o se intuya la
existencia de un conflicto normativo, el operador jurídico debe proceder a la
interpretación de aquél, en el sentido que se adecue al texto constitucional, logrando la
armonía del sistema a través de su labor exegética sin permitir su nulidad; no se trata de
erigirse en “legislador negativo”, lo importante es asumir una interpretación de acuerdo
con los principios y valores que la Constitución consagra.
En desarrollo de esta idea, indica igualmente este fallo, que el esfuerzo
interpretativo encuentra su justificación en la necesidad de armonizar el texto legal con
el constitucional; de manera que, entre diversas posibilidades hermenéuticas, debe
elegirse aquella interpretación acorde con el máximo texto normativo.
El precedente jurisprudencial antes señalado, hace referencia a que el
surgimiento de sentencias contentivas de interpretaciones “conforme a la Constitución”
o “sentencias interpretativas” tiene su origen en aquellos ordenamientos que, al igual
que el nuestro, sufrieron un cambio en su esquema constitucional, donde la entrada en
vigencia de nuevos postulados constitucionales, hicieron que decayeran ciertas
concepciones, institutos o interpretaciones que estuvieran conformes con el antiguo
régimen. De tal manera que, la necesidad de mantener en vigor aquellas leyes
preconstitucionales, para no crear un vacío legislativo por la pérdida de vigencia de tales
normas por aplicación de la disposición derogatoria de la Constitución, obligaron a la
interpretación de las mismas de acuerdo con el nuevo texto fundamental.
El método interpretativo sistemático y armónico al cual se ha hecho
referencia supra, enseña que, la dirección o sendero a transitar por el intérprete cuando
pretende escudriñar el alcance, comprensión e inteligencia de una norma jurídica debe
ser acompasado con los principios y normas constitucionales, y será el utilizado por esta
Sala para “acoplar” la intención legislativa de la normativa actual del régimen especial
de los trabajadores domésticos, y adecuarla a los principios contenidos en la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, y dar respuesta así a los
requerimientos de los accionantes.
Sentado lo anterior, de seguidas, pasa esta Sala de Casación Social a
determinar el alcance e interpretación que debe conferírsele a la norma sometida a su
consideración a través del presente recurso, a la luz de los planteamientos argumentales
ofrecidos por los recurrentes, esto es, que la existencia en la Ley de un Capítulo
Especial aplicable a los trabajadores domésticos, y la exclusión para éstos, de la
aplicación de los Títulos II, III y IV de la Ley Orgánica del Trabajo, referidos a
disposiciones que regulan la relación de trabajo, la remuneración y las condiciones de
trabajo, es discriminatoria y viola el Artículo 21 y el Ordinal 5º del Artículo 89, ambos
de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, los cuales establecen los
principios de igualdad ante la ley y de prohibición de la discriminación legal en la
protección del trabajo, respectivamente.
Adicionalmente, se solicita pronunciamiento sobre la legalidad de la fijación
del salario mínimo de esta categoría de trabajadores mediante decretos emanados de
Poder Ejecutivo Nacional, a la luz de lo dispuesto en el Capítulo II del Título III de la
Ley Orgánica del Trabajo.
Con plena sujeción a lo antes expuesto, debe tenerse en cuenta que la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela antepone, entre otros, como
valores fundamentales, preponderantes y principistas del Estado que propugna, la
igualdad y la prohibición de discriminación, de manera general en su disposición
preambular, en sus Artículos 1, 2, 19 y los Ordinales 1º y 2º del Artículo 21, y de
manera particularizada, y con especial referencia al ámbito laboral, en su Artículo 88 (el
trato igualitario), y en el Ordinal 5° de su Artículo 89 (ratifica la proscripción de
discriminación).
Con esta misma orientación teleológica, el Artículo 26 de la Ley Orgánica
del Trabajo prohíbe toda discriminación en las condiciones de trabajo, basada en edad,
sexo, raza, estado civil, credo religioso, filiación política o condición social y considera
no discriminatorias las disposiciones especiales dictadas para proteger la maternidad, la
familia, menores (hoy niños y adolescentes), ancianos y minusválidos.
Por su parte, el Reglamento de la Ley Orgánica del Trabajo, en su Artículo
14 considera que el reconocimiento de preferencias o privilegios a los trabajadores,
fundamentados en criterios de relevancia cónsonos con el ordenamiento jurídico y de
carácter general en el ámbito de la empresa, tales como cargas familiares, antigüedad al
servicio del patrono, capacitación profesional, productividad, asiduidad, economía de
materias primas, afiliación sindical y otros de naturaleza análoga, no se consideran
violatorios del principio de no discriminación arbitraria en el empleo.
Cabe señalar, que la Sala Constitucional de este alto Tribunal, de forma
reiterada se ha pronunciado, en cuanto a la violación al derecho a la igualdad y a la no
discriminación, en los siguientes términos:
(...) con fundamento en la doctrina dominante en esta materia, observa esta Sala que el derecho subjetivo a la igualdad y a la no discriminación, es entendido como la obligación de los Poderes Públicos de tratar de igual forma a quienes se encuentren en análogas o similares situaciones de hecho, es decir, que este derecho supone, en principio, que todos los ciudadanos gocen del derecho a ser tratados por la ley de forma igualitaria, y se prohibe por tanto, la discriminación. Ahora bien, no todo trato desigual es discriminatorio, sólo lo será el que no esté basado en causas objetivas y razonables, pero el Legislador puede introducir diferencias de trato cuando no sean arbitrarias, esto es, cuando estén justificadas por la situación real de los individuos o grupos, es por ello, que el derecho a la igualdad sólo se viola cuando se trata desigualmente a los iguales, en consecuencia, lo constitucionalmente prohibido es el trato desigual frente a situaciones idénticas. (Sentencia Nº 1.197 de 17/10/2000).
Por su parte, y en este mismo sentido, respecto al trato igualitario entre
trabajadores, la Sala de Casación Social ha adoptado criterio al respecto, entre otras, en
decisión Nº 258 del 5 de marzo de 2007, bajo la siguiente argumentación:
Cabe señalar, en cuanto a la violación del derecho a la igualdad, que la reiterada jurisprudencia de la Sala Político Administrativa de la antigua Corte Suprema de Justicia, sentó lo expuesto a continuación: ‘la discriminación existe, también, cuando situaciones similares o análogas se deciden, sin aparente justificación, de manera distinta o contraria. En efecto el derecho fundamental a la igualdad y no discriminación entre particulares consagrado en el artículo 61 de la Constitución, abarca no sólo los supuestos por él señalados sino todas aquellas situaciones donde sin algún motivo o razón se resuelvan contrariamente planteamientos iguales, y así se declara’. (Casos: Vidal Blanco de fecha 21 de julio de 1994 y Eliseo Sarmiento de fecha 13 de abril de 1999).
Con esta misma concepción, la más calificada doctrina foránea ha dejado
expresado que el respeto y garantía de los derechos a la no discriminación, a la igualdad
y a la protección de la ley es de todos los ciudadanos; constituyen principios
fundamentales, cuya observancia y cabal cumplimento está encomendado al Estado,
teniendo en cuenta que cuando un derecho social es otorgado a una categoría de
personas, es obligación estatal justificar la legalidad de la diferenciación entre los
beneficiarios y quienes aún no lo son, la proporcionalidad de la medida y la
razonabilidad del factor utilizado por el Estado para reconocer, promover o garantizar
selectivamente los derechos que, por regla, deberían ser de alcance universal.
Consciente esta Sala que la disimilitud de trato con que se pretende
justificar los regímenes laborales especiales viene dada por las características inherentes
a estas labores o de quienes ejecutan las mismas, tiene la convicción esta Sala que el
fundamento teleológico de dicha categorización deber ser garantizar, a los trabajadores
de cada categoría, un nivel de protección igual o superior al estatuto laboral general, y
en ningún caso su razón de ser, sea el establecimiento de condiciones inferiores al
minimum permitido, todo ello de acuerdo con las orientaciones y principios
constitucionales de irrenunciabilidad, progresividad, irregresividad e igualdad de los
que está investida la legislación del trabajo.
Efectivamente, las normas laborales contenidas en la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, corresponden a conquistas o reivindicaciones
obtenidas históricamente por los trabajadores que no pueden ser desconocidas,
soslayadas o pretermitidas so pretexto de pertenecer a un régimen especial.
Está convencida esta Sala de Casación Social que, enmarcado dentro del
ámbito de sus atribuciones, le es dado al legislador diseñar estatutos laborales especiales
para determinado sector o clase de trabajadores, donde pueden estar incluidos beneficios
no contemplados en el régimen general, pero lo que no le es permitido, es el
establecimiento de condiciones o mandamientos normativos que estén sustentados en un
marco peyorativo a la plataforma mínima constitucional, ni en condiciones
discriminatorias.
En el presente caso, la distinción que explanan los solicitantes de autos
queda supeditada al alegato –esto, sin más detalles-, de que dichos trabajadores están
“desprotegidos y excluidos de muchos de los beneficios contenidos en la Ley Orgánica
del Trabajo”.
En procura de la solución de los requerimientos de los peticionantes,
referidos a la interpretación del Artículo 275 de la Ley Orgánica del Trabajo, debe
comenzarse haciéndose algunas precisiones reveladoras del contexto situacional, y así
establecer la orientación que debe dársele a las aparentes incertidumbres y/o
contradicciones existentes que dentro del sistema jurídico normativo laboral –a criterio
de los recurrentes- se encuentran inmersos los trabajadores domésticos.
Tratando de sintetizar las razones, algunas metajurídicas, con las cuales se
ha justificado el régimen excepcional o especial de los trabajadores domésticos que los
colocan al margen de casi todo el estatuto laboral ordinario, es conveniente citar a
Milena Pereira y Hugo Valiente en su trabajo “Regímenes jurídicos sobre trabajo
doméstico remunerado en los Estados del Mercosur” cuando señalan que haciendo un
repaso a la dogmática más clásica en el derecho laboral, esta exclusión se explica a
partir de una serie de consideraciones de las que no están ausentes arraigados prejuicios
sociales y culturales: la improductividad económica del trabajo doméstico; las
particulares condiciones derivadas de las diferencias de clase en que se desenvuelven
los trabajadores; prácticas sociales inveteradas que se imponen como ley; las
dificultades de inspección del trabajo frente a la inviolabilidad del domicilio; la
protección de la familia como interés prevalente frente a los derechos laborales; la
presencia de aspectos extra-económicos en las contraprestaciones laborales; la
afirmación de que no se trata de relaciones laborales y la relación afectiva y
cuasifamiliar con el empleador, entre otras; no olvidando mencionar también la escasa o
nula importancia que se ha otorgado desde la teoría del derecho social a esta rama de la
actividad económica.
Apuntan los premencionados autores como referencia a Barbagelata, quien
considera que la aplicación rigurosa de los principios del derecho laboral al trabajo
doméstico “incide en forma peligrosa sobre la integridad del instituto familiar”, y citan
también al destacado iuslaboralista patrio Rafael Caldera cuando manifiesta que “las
relaciones que existen entre un trabajador doméstico y la familia para la cual presta
sus servicios no son indudablemente las mismas que generalmente hay entre un patrón
y un trabajador. Tienen lugar vinculaciones más íntimas, desde luego, que suponen la
convivencia en las horas de reposo, en las cuales se entrega todo hombre a la
ineludible sinceridad del hogar”.
En este mismo orden, éstos señalan que Bayón Chacón y Pérez Botija,
sostienen que razones de orden sociológico y político-social más que jurídicas han
aconsejado esa exclusión. La relación cuasifamiliar que se establece en algunos casos, la
asistencia y protección intensificada que espontáneamente se les reconocen o exigen
individualmente a esta clase de trabajadores: salario en especie difíciles de evaluar por
una tarificación mínima, descansos y vacaciones de facto, muchas veces más
beneficiosas que las de otros trabajadores, pero, sobre todo, que en este sector se hace
cada vez más invisible la existencia de ese hipotético ‘ejército de reserva’, constituyen,
entre otros factores de orden técnico (dificultades de inspección, jurisdicción, etc.) los
fundamentos más comunes para justificar aquella exclusión.
Posiciones anteriores éstas, -que entre otras consideraciones, exaltan o
reivindican un ámbito material en las relaciones de trabajo (el lucro o rédito pecuniario
del empleador con ocasión a la prestación o ejecución del trabajo ordinario, ello, en
contraposición al carácter no especulativo de la actividad doméstica)- que se
contraponen al carácter progresista, reivindicador y de avanzada connaturales de los
principios orientadores de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
-III-
FUNDAMENTOS DE LA DECISIÓN
Refiriéndonos concretamente, a la denunciada exclusión de las normas
consagradas en los Títulos II, III y IV de la Ley Orgánica del Trabajo, que apareja el
Artículo 275, quiere dejar establecido la Sala que en uso del método de interpretación
sistemático y armónico al cual se ha hecho particular mención, que aún cuando por
mandato legal, en principio, pareciera ordenar ad pedem litterae su inaplicabilidad a los
trabajadores domésticos, es forzoso efectuar un razonable y detallado análisis de las
normas legales, que se reitera por imperio de la ley parecieran devenir excluidas, son en
definitiva, de impretermitible aplicación y cumplimiento en este régimen estatutario
especial a la luz del nuevo régimen constitucional.
La norma sub iudice, consagra en su texto:
Los trabajadores domésticos que habiten en la casa donde prestan sus servicios no estarán sujetos a horario, ni a las disposiciones de los Títulos II, III y IV de esta Ley. Su trabajo será determinado por la naturaleza de su labor y deberán tener un descanso absoluto mínimo continuo de diez (10) horas. Los trabajadores domésticos que no habiten en la casa donde prestan sus servicios estarán sujetos a la jornada normal de trabajo, de acuerdo con los artículos 195 y 205. (Destacado de la Sala).
-i-
La primera indicación que hay que apuntalar es en cuanto a las modalidades
como puede desarrollarse la prestación de servicio de los trabajadores domésticos, y en
este sentido debe precisarse que éstos pueden desplegar su actividad como “internos” o
como “externos” o por día, según, vivan en el lugar o sitio de trabajo, o si sólo laboran
algunos días de la semana u horas y no residen en el lugar de trabajo, distinción esta que
será utilizada en el contexto de la presente decisión.
Así, tenemos que el Título II de la Ley Orgánica del Trabajo, intitulado
como “De la Relación de Trabajo”, consagra disposiciones que aún cuando en principio
pareciera que no son aplicables a los trabajadores domésticos, su exclusión cristalizaría
un grave atentado a principios y normas constitucionales, que por poseer
connaturalmente el atributo de irrenunciabilidad, son de inexorable aplicación y forzoso
cumplimiento, por descontada se da su exclusión a los trabajadores externos.
Entre estas disposiciones cabe mencionar, en primer lugar, la norma que
establece la presunción de existencia de la relación laboral entre quien preste un servicio
personal y quien lo reciba, consagrada en el Artículo 65 de la Ley Orgánica del Trabajo,
es de inexorable aplicación en el contexto legal y jurisprudencial de nuestro
ordenamiento jurídico, incluida como mecanismo garante de la aplicación de las normas
laborales, protectorio del sector operario, frente a la intención patronal de evadirlas; otro
tanto corresponde concluir si se pretende excluir de este contexto especial la norma que
establece la naturaleza remunerativa de la prestación de servicio (Artículo 66), asumirlo
así, sería desnaturalizar este nexo laboral y despojarla de un elemento definitorio de la
misma, dejando sin causa obligationis al contrato de trabajo.
En cuanto a las formalidades a cumplir en este tipo de vinculación, es
conveniente subrayar, coincidiendo nuevamente con los prenombrados autores Milena
Pereira y Hugo Valiente, que la libertad contractual entre quien busca trabajo y quien
ofrece empleo es una de las bases de la regulación legal del derecho fundamental al
trabajo, que se expresa mediante la manifestación libre de la voluntad de las partes; no
obstante, todo el derecho social se construye a partir de un paradigma que asume que la
racionalidad del sujeto –su capacidad para conocer y decidir lo que es mejor para él– se
encuentra relativizada por límites que median su conocimiento y voluntad (presiones
sociales, mediaciones culturales, diferencia de poder entre las partes, falta de acceso a la
información, etc.).
Huelga señalar que al régimen de trabajadores domésticos ex potestate legis
es aplicable indiscutiblemente, la definición que de contrato individual de trabajo
establece el Artículo 67 de la Ley Orgánica del Trabajo y la posibilidad de pactar para
su concreción definitiva un período de prueba, tal y como está concebido en los
términos del Artículo 25 del Reglamento de dicho cuerpo normativo; igual tratamiento
merecen recibir las consecuencias jurídicas que dimanan del contrato de trabajo
establecidas en el Artículo 68 de la Ley Orgánica del Trabajo, y las previsiones
supletorias contenidas en el Artículo 69 eiusdem, en caso de que las partes
expresamente no establezcan las estipulaciones con respecto a las labores específicas
del servicio a prestar; de igual manera, la adecuación de la remuneración a la naturaleza
y magnitud de los servicios, la obligatoria percepción del salario mínimo y en lo que se
refiere a la posibilidad de excusarse del cumplimiento de alguna orden dada por el
patrono, la forma de proceder para que no se consideren modificadas las condiciones
laborales inicialmente pactadas y la adecuación a este régimen a modalidades
contractuales establecidas en el Artículo 72 de la ley sustantiva laboral, vale decir, el
contrato de trabajo por tiempo indeterminado y el contrato de trabajo por tiempo
determinado, consagradas en los Artículos 73 y 74 de la Ley Orgánica del Trabajo,
además de ello, porque estas modalidades contractuales fueron objeto de previsión en el
régimen especial de los domésticos, específicamente en el Artículo 281 eiusdem.
En el caso que el contrato de trabajo de los domésticos sea pactado por
escrito, éste debe llenar los requerimientos establecidos en el Artículo 71 de la Ley
Orgánica del Trabajo, esto es, debe extenderse en dos (2) ejemplares, uno de los cuales
se entregará al trabajador, y debe contener el nombre, nacionalidad, edad, estado civil y
domicilio o residencia de los contratantes; el servicio o labores que deba prestarse,
determinado con la mayor precisión posible; la duración del contrato o la indicación de
que es por tiempo indeterminado, según el caso; la duración de la jornada ordinaria de
trabajo, cuando se haya estipulado por unidad de tiempo o por tarea en el caso de los
trabajadores domésticos “externos”; el salario estipulado o la manera de calcularlo, su
forma y lugar de pago, si se pacta un salario en especie, que por lo general para los
trabajadores “internos” incluye habitación y alimentación, la estimación del valor de
éstas; el lugar donde deba prestarse el servicio; y cualesquiera otras estipulaciones
lícitas que acuerden los contratantes.
La falta de cumplimiento de la formalidad de contratar por escrito
contribuye a dificultar el acceso a la justicia de los trabajadores domésticos y a obstruir
un control más efectivo de la autoridad administrativa. La carencia de un instrumento ad
probationem de la existencia del acuerdo que establezca las condiciones de trabajo
obstaculiza más la exigibilidad de sus derechos laborales, al tener que probar, por otros
medios, el contrato de trabajo y demás condiciones, esto sin perjuicio de lo
anteriormente sentado, con respecto a la presunción de laboralidad.
La exigencia de inscripción del contrato laboral doméstico ante la autoridad
administrativa competente -adoptada en las legislaciones de Argentina y de Brasil (Ley
Nº 24.013 del 05/12/1991 y la Ley del Trabajo Doméstico Nº 5.859/72,
respectivamente) es una medida que –a criterio de esta Sala- debería consagrarse
legislativamente en nuestro ordenamiento jurídico ya que coadyuvaría en la exigibilidad
de los derechos laborales y el acceso a la justicia, porque el contrato así registrado
adquiriría publicidad, fecha cierta y un pleno valor probatorio, además facilitaría la
inspección y vigilancia de la autoridad administrativa del trabajo.
La limitación temporal contenida en el Artículo 76 de la Ley Orgánica del
Trabajo, en el sentido que en los contratos de trabajo por tiempo determinado los
obreros no podrán obligarse a prestar servicios por más de un (1) año, ni los empleados
y los obreros calificados por más de tres (3) años, y que en caso de prórrogas se aplicará
lo dispuesto en los apartes primero y segundo del Artículo 74 de esta Ley; considera la
Sala que también es perfectamente aplicable a este régimen laboral especial, sobretodo
considerando el antecedente legislativo (Ley del Trabajo de 1936) que hacía la
distinción, tomando en cuenta la naturaleza de sus labores, entre empleados y obreros
domésticos, clasificación ésta que desapareció en el texto de la Ley Orgánica del
Trabajo de 1990, pero que en nada se opone a los principios del actual orden
constitucional y legal, debiéndonos remitir en esos casos, a la definición que de estas
categorías de trabajadores contienen los Artículos 41 y 43 del cuerpo normativo
sustantivo laboral.
Encuentra la Sala, que igualmente resultan adaptables al régimen laboral
doméstico, el dispositivo consagrado legalmente en su Artículo 77, en relación con los
casos en que puede celebrarse un contrato por tiempo determinado y las previsiones que
deben tomarse cuando un trabajador venezolano va a prestar sus servicios en el exterior,
sobretodo tomando en cuenta la condición social y económica que generalmente poseen
los trabajadores domésticos, debiendo en estos casos prever, con más justificación, los
gastos de repatriación del trabajador y los de su traslado hasta el lugar de su residencia,
tal como lo establece el Artículo 78 de la Ley Orgánica del Trabajo.
Considera la Sala de Perogrullo señalar que se debe aplicar a los
trabajadores domésticos la previsión contenida en el Artículo 79 de la ley, referida a la
prohibición de coacción personal del trabajador en caso de incumplimiento del contrato
de trabajo, pudiendo exigirse solamente la correspondiente responsabilidad civil.
En lo que se refiere a la exclusión de las previsiones contenidas entre el
Artículo 80 al 87 de la Ley Orgánica del Trabajo, devienen inaplicables, entre otras
razones, porque el establecimiento de esta normativa responde al reconocimiento que
debe dar el patrono a la autoría de las invenciones o mejoras, cuya clasificación y
procedencia no se compadecen con la esencia de las labores realizadas, ni con la
naturaleza de la vinculación entre el trabajador doméstico y su patrono.
Con relación a las normas que prevén el instituto de la sustitución de
patrono, que van desde el Artículo 88 hasta el 92 de la Ley Orgánica del Trabajo,
devienen incompatibles con el carácter intuite personae que caracteriza este estatuto
laboral especial, concluyéndose en la imposibilidad de asimilar este régimen, de
eminente y exclusivo “carácter empresarial” con la particular concepción o la sui
generis vinculación entre el trabajador doméstico y su patrono.
Ahora bien, en lo que respecta a la aplicación de la institución de la
suspensión de la relación de trabajo, consagrada en los Artículos 93 al 97 de la Ley
Orgánica del Trabajo, en principio, lucen compatibles con el estatuto laboral de los
trabajadores domésticos, en cuanto a sus causales, los efectos suspensivos cuando se
encuentre en alguno de sus supuestos, y en lo que respecta al cómputo del tiempo
servido antes y después de la suspensión, sin embargo, mención especial requiere el
derecho del trabajador a continuar prestando servicios en las mismas condiciones
existentes para la fecha en que ocurrió aquella, ya que, dada la especialidad atribuida a
esta prestación, se desnaturaliza las peculiaridades o particularidades de este régimen de
confianza extrema, de familiaridad, por lo que la imposición a que hace referencia la
primera parte del Artículo 97 no resulta extensible en el régimen de los trabajadores
domésticos.
Por lo que atañe a la regulación de las causas de terminación de la relación
de trabajo, debe indicarse, que las enunciadas en el Artículo 98 de la Ley Orgánica del
Trabajo son igualmente aplicables en el régimen laboral doméstico, es decir, la relación
de trabajo puede terminar por despido, retiro, voluntad común de las partes o causa
ajena a la voluntad de ambas, pudiendo aplicarse, como en efecto se aplican, las
definiciones que de las mismas consagra la ley, sus consecuencias, y las sub
clasificaciones insertas en dicho cuerpo normativo, vale decir, la distinción de despido y
retiro justificado e injustificado (Artículos 99 al 103), y las causas fácticas
configurativas de estas instituciones jurídicas, teniendo en cuenta que el Artículo 279
eiusdem añade para el régimen laboral doméstico como motivos o causales de
terminación de la relación laboral la falta de honradez, la desidia manifiesta en el
cumplimiento de sus deberes y las enfermedades contagiosas.
En lo que se refiere al instituto del preaviso, que en el régimen laboral
general se encuentra consagrado en el Artículo 104 de la Ley Orgánica del Trabajo,
debe indicarse que la primera parte de la norma establece los períodos en casos de
contrataciones por tiempo indeterminado que finalicen por despido injustificado o por
motivos económicos o tecnológicos, desde una semana hasta tres meses de anticipación,
por la prestación de servicios desde un mes hasta después de diez años, resulta
inaplicable al estatuto especial bajo análisis, por cuanto la norma contenida en la
primera parte del Artículo 279 eiusdem establece un período de preaviso único de
quince días para la parte que quiera poner término a la relación de trabajo, es decir,
patrono o trabajador, sin establecer requisito de temporalidad o permanencia en el
trabajo, estableciendo una suerte de indemnización sustitutiva de quince días, por lo que
haciendo una interpretación literal de la norma, debe llegarse a la conclusión de que en
caso que el trabajador se retire injustificadamente puede omitir su obligación de
preavisar abonándole al patrono los quince días de sueldo, que en la praxis se traduciría
a que el patrono le dedujese de lo que le adeudare, el equivalente a ese monto.
Debe tenerse en cuenta también que esta norma del régimen laboral especial
le concede la posibilidad al patrono de hacer cesar sin aviso previo los servicios,
pagándole al trabajador doméstico solamente los días servidos, en los casos de
abandono, falta de probidad, honradez o moralidad, falta de respeto o maltrato a las
personas de la casa y en los casos de desidia manifiesta en el cumplimiento de sus
deberes, sin embargo, considera la Sala, que esto en nada obsta para darle también
aplicación al régimen ordinario previsto en el Artículo 101 de la Ley Orgánica del
Trabajo, cuando se permisa a cualquiera de las partes omitirlo cuando exista causa
justificada para ello; siendo válidamente aplicable la norma que establece las causas de
retiro justificado y las del despido indirecto, exceptuando de este último sólo los
supuestos contenidos en el Parágrafo Segundo del Artículo 103 de la Ley Orgánica del
Trabajo que refiere que la reposición del trabajador a su puesto primitivo por culminar
el período de prueba, o cuando se desempeñó temporalmente en otro cargo, o la
reposición a su puesto original cuando fue trasladado temporalmente a un cargo inferior
por una emergencia, por cuanto estas situaciones, entiende la Sala, son concebidas en el
ámbito de una empresa y no de un hogar.
La obligatoriedad de notificar el despido por escrito con indicación de la
causa en que se fundamenta, a que se refiere el Artículo 105 de la Ley Orgánica del
Trabajo, resulta adaptable al estatuto bajo análisis; al igual que las otras previsiones de
esta norma, como son la imposibilidad del patrono de invocar otras causas anteriores
para justificarlo, y el establecimiento de que la omisión de dicho aviso escrito no
impedirá al trabajador demostrar el despido por cualquier otro medio de prueba.
Con relación a las previsiones contenidas en los Artículos 106 y 107 del
cuerpo sustantivo laboral, vale decir, la indemnización sustitutiva del preaviso cuando el
patrono despide o cuando el trabajador se retira voluntariamente, las mismas a criterio
de esta Sala, no resultan aplicables.
Si bien es cierto que la norma legal objeto del presente recurso de
interpretación, vale decir, el Artículo 275 de la Ley Orgánica del Trabajo, y todo el
articulado que conforma este régimen laboral especial nada consagran sobre la
prestación de antigüedad, debe tenerse en cuenta que, de conformidad con el método
interpretativo adoptado por esta Sala, en este contexto, la aplicación del Artículo 108 de
la Ley Orgánica del Trabajo, contenido en el Título II de este cuerpo normativo a este
régimen, se convierte en la manifestación legal o el desarrollo de preceptos
constitucionales contenidos en los supuestos contemplados en los Artículos 89 y 92.
Semejante mandamiento debe conducir forzosamente a la conclusión de que
la norma contenida en el mencionado Artículo 108 de la Ley Orgánica del Trabajo es de
insoslayable aplicación en el régimen que ampara a los trabajadores domésticos, salvo
su Parágrafo Sexto, que se refiere a los funcionarios o empleados públicos; concluir lo
contrario implicaría la negación misma de los mandatos constitucionales dirigidos al
establecimiento del legítimo otorgamiento de las previsiones que recompensen la
antigüedad en el servicio, la concepción del trabajo como hecho social, la protección
estatal del mismo, la intangibilidad, progresividad e irrenunciabilidad de los derechos
laborales, la aplicación del principio de favor y el de la norma más favorable, la nulidad
de todo acto o medida contraria a la Constitución y la prohibición de discriminación, ya
que son derechos que el constituyente otorgó a todos los trabajadores y trabajadoras,
máxime si se toma en consideración que, por las características de los servicios
realizados, las personas que los prestan carecen generalmente de preparación académica
y pertenecen a los sectores socialmente más vulnerables, por lo que su protección legal
debe ser mayor, y que conforme a la concepción del Estado Social y de Derecho
establecido en la Constitución deben ser mayormente exaltados.
Restaría entonces establecer la equivalencia entre la norma que establece la
indemnización por terminación de la relación de trabajo, contenida en el Parágrafo
Primero del Artículo 108 de la Ley Orgánica del Trabajo, y la norma contenida en el
régimen especial, ex Artículo 281, que dispone que en caso de terminación de la
relación de trabajo por razón del despido injustificado o retiro justificado, por
vencimiento del término en caso de contratos por tiempo determinado, o por otra causa
ajena a su voluntad, los trabajadores domésticos tendrán derecho a una indemnización
equivalente a la mitad de los salarios que hayan devengado en el mes inmediato anterior
por cada año de servicio prestado, y en caso que el trabajo hubiese sido contratado a
destajo, por piezas o por tarea, la base de dicha indemnización será la mitad del salario
promedio mensual devengado por el trabajador en los tres (3) meses anteriores, lo cual
lleva a concluir que la norma especial no toma en cuenta el derecho constitucional del
trabajador a percibir prestaciones que le recompensen su antigüedad en el servicio.
Consciente la Sala de la grave infracción que ello conlleva, considera, haciendo
aplicación o uso del principio de interpretación de la norma más favorable, que también
es de rango constitucional, que indudablemente debe concluir en la aplicación de la
previsión contenida en el Artículo 108.
La Ley Orgánica del Trabajo de 1990 consideraba la antigüedad como una
“indemnización”, y posteriormente, en la reforma parcial de la misma en 1997, el
legislador le otorgó el carácter de “prestación” a dicha institución, el cual parece atender
mejor a su naturaleza jurídica, por cuanto, el disfrute de este derecho por parte del
trabajador deviene por la necesidad, en justicia y, más acorde con la Constitución de
1999, de reconocerle al mismo el desempeño de un servicio de manera constante para
un mismo empleador, y no encierra en sí mismo la obligación indemnizatoria al
trabajador por el tiempo laborado.
Asimismo, a criterio de la Sala resultan plenamente aplicables a este
régimen especial las previsiones indemnizatorias por terminación de la relación laboral
a que se refieren los Artículos 109 y 110 de la Ley Orgánica del Trabajo y la obligación
patronal de suministrarle a quien fue su trabajador una constancia de trabajo con las
indicaciones a que hace referencia el Artículo 111 eiusdem, como principio de prueba
por escrito.
Con respecto al régimen de estabilidad consagrado en la Ley Orgánica del
Trabajo debe ratificarse que por disposición de la parte in fine del Parágrafo Único del
Artículo 112, se encuentran excluidos de dicha protección; además por ser una
institución que resulta incompatible con la naturaleza de la relación de suprema
confianza que debe existir entre las partes, no pudiendo concebirse estar obligado a
permitir que coactivamente un trabajador se reintegre al entorno familiar del patrono
que consideró necesario terminar con esta vinculación.
Lucen igualmente aplicables las clasificaciones contenidas en los Artículos
113, 114 y 115, referidas a los trabajadores permanentes, temporeros y eventuales u
ocasionales.
En lo que respecta a los Artículos 116 al 124 de la Ley Orgánica del
Trabajo, devienen inaplicables, en primer lugar, por la exclusión a que se hizo
referencia precedentemente en el Artículo 112 y en razón que con la entrada en vigencia
de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, esta normativa fue derogada, tal y como se
deriva del texto de su Artículo 194.
-ii-
En segundo lugar, y en lo que concierne a la aplicación o extensión del
Título III (De la remuneración) del cuerpo legal sustantivo laboral a los trabajadores del
servicio doméstico, debe señalarse en primer lugar que en él se establece la libertad de
estipulación del salario, la percepción del salario mínimo (Artículo 129), y los
parámetros para su fijación (Artículo 130), libertad de disposición o disponibilidad del
mismo (Artículo 131), su irrenunciabilidad, su carácter de intransferibilidad e
indisponibilidad (Artículo 132), disposiciones éstas contempladas también en el
Convenio Nº 95 de la O.I.T. sobre la Protección del Salario de 1949, y en la norma
contenida en el Artículo 91 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, por lo que forzosamente la Sala se pronuncia por su aplicación en el
régimen laboral de los domésticos.
En lo que respecta a la definición de salario y sus componentes, conceptos
excluidos, la definición de salario normal (Artículo 133), la regla de “a trabajo igual
salario igual” (Artículo 135) y el otorgamiento de primas (Artículo 136) es normativa
extensible o aplicable a los trabajadores domésticos; mientras que por sus características
especiales resultan inaplicables el régimen de propinas y de aumentos de productividad
consagrados en los Artículos 134 y 137 de la Ley Orgánica del Trabajo.
Tal y como antes se dejó expresado, el salario puede ser pactado todo en
dinero, o parte en dinero y parte en especie; cuando se haya acordado salario en especie
y el trabajador doméstico devengue el salario mínimo, debe establecerse el valor
proporcional de las percepciones en especie, que generalmente son alimentación y
alojamiento, con respecto a la totalidad del salario.
En lo atinente al derecho consagrado en el Artículo 138 de la Ley Orgánica
del Trabajo, a percibir un salario suficiente y justamente remunerador para el trabajador
y su grupo familiar y la posibilidad de estar incluidos en los aumentos decretados por el
Ejecutivo Nacional, en base a los principios constitucionales del ordenamiento jurídico
positivo venezolano, a que se hicieron referencia anteriormente, resultan a criterio de
esta Sala de Casación Social plenamente aplicables al estatuto de los domésticos, y con
esta afirmación se despeja la incógnita de la parte accionante y se disipa cualquier duda
al respecto.
Como comentario al margen debe señalarse que así parece haber sido
interpretado por el Ejecutivo Nacional en las oportunidades en que desde el año 2004 ha
venido fijando el salario mínimo mensual obligatorio, es decir, han sido incluidos los
trabajadores del servicio doméstico, tal y como se deriva del Decreto Presidencial N°
2.902 publicado en la Gaceta Oficial Nº 37.928, vigente a partir del 1° de mayo de
2004; del Decreto Presidencial Nº 4.446 publicado en la Gaceta Oficial Nº 38426 del
día 28 de Abril de 2006 vigente a partir del 1º de mayo de 2006; del Decreto
Presidencial Nº 5.318 publicado en la Gaceta Oficial número 38.674, de fecha miércoles
2 de mayo de 2007; y del Decreto N° 6.052 publicado en la Gaceta Oficial Nº 38.921
del día miércoles 30 de abril de 2008.
En cuanto a las modalidades o clases de salario contenidas en los Artículos
139 al 142 de la Ley Orgánica del Trabajo, son enteramente aplicables al régimen bajo
estudio, esto es, por unidad de tiempo, por unidad de obra, por pieza o a destajo, o por
tarea, además de ello, estas formas salariales están referidas en el régimen especial de
los domésticos, específicamente en el Artículo 281 eiusdem; no luce aplicable al
régimen especial bajo estudio la obligación patronal de fijar carteles en las instalaciones
de la empresa consagrada en el Artículo 143 eiusdem.
Para los trabajadores domésticos “internos” no se aplica la previsión del
Artículo 144 de la Ley Orgánica del Trabajo, que establece como base salarial para
calcular lo que corresponda al trabajador por causa del descanso semanal, días feriados,
horas extras y trabajo nocturno, el salario normal devengado por él, durante la semana
respectiva, sin embargo, dependiendo de las particularidades de cada caso, nada impide
su aplicación para los trabajadores domésticos “externos”.
Es ajustable a este régimen especial doméstico la aplicación de la base
salarial plasmada en el Artículo 145 de la Ley Orgánica del Trabajo, en razón de que el
Artículo 277 eiusdem, a pesar de consagrar las vacaciones del trabajador doméstico, no
establece el salario para su cálculo.
Dado a que los trabajadores domésticos, tal y como se dejó anteriormente
establecido, se encuentran al margen del derecho de estabilidad devienen inaplicables
las previsiones contenidas en la primera parte y en el Parágrafo Primero del Artículo
146 de la Ley Orgánica del Trabajo, no así la consagrada en su Parágrafo Segundo,
referida a que el salario base para el cálculo de la prestación por antigüedad, en la forma
y términos establecidos en el Artículo 108, será el devengado en el mes
correspondiente, y que los cálculos mensuales por tal concepto son definitivos y no
podrán ser objeto de ajuste o recálculo durante la relación de trabajo, ni a su
terminación.
Es procedente la aplicación, y de hecho es lo que comúnmente sucede en la
práctica, del uso de pagar al trabajador doméstico en efectivo (Artículo 147 de la Ley
Orgánica del Trabajo), sin que ello obste a que se haga a través de cualquiera de las
operaciones realizadas en instituciones bancarias, extendiéndose la prohibición a que se
refiere su único aparte de utilizar para el pago mercancías, vales, fichas o cualquier
signo representativo con que quiera sustituirse la moneda, permitiéndose la estipulación
de considerar como parte del salario, cuando ello conlleve un beneficio social para el
trabajador, la dotación de vivienda, la provisión de comida y otros beneficios de
naturaleza semejante.
La obligación de que en principio, el pago debe ser hecho al trabajador o a
la persona que éste autorice, la revocabilidad de esta autorización (Artículo 148 de la
Ley Orgánica del Trabajo), la retención del salario por razones de interés familiar y
social, plazo, oportunidad y lugar para el pago del salario, contenidas en los Artículos
149, 150, 151 y 152 de la Ley Orgánica del Trabajo, encuentran plena cabida en este
régimen especial.
En lo que se refiere al pago de días feriados o de descanso, su recargo por
laborarlos, horas extraordinarias, trabajo nocturno y la cancelación de los días de
vacaciones, consagradas en las disposiciones legales comprendidas desde el Artículo
153 al Artículo 157 de la Ley Orgánica del Trabajo, su aplicación depende, de si el
trabajador es “interno” o “externo”, siendo plausible la aplicación para este último caso
de acuerdo a las modalidades contractuales de la prestación del servicio. En el caso de
los trabajadores domésticos “internos” devienen inaplicables las disposiciones de los
Artículos 154, 155 y 156, en cambio, le son aplicables la de los Artículos 153 y 157.
En cuanto al régimen de protección salarial contenido en los Artículos 158
al 165 de la Ley Orgánica del Trabajo, créditos pendientes de los trabajadores,
privilegios sobre los bienes muebles e inmuebles del patrono, la inembargabilidad del
salario mínimo y de las prestaciones sociales (Artículo 91 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela), los porcentajes embargables cuando superen los
límites establecidos, la procedencia de ejecución de medidas derivadas de obligaciones
familiares y los límites de amortización de las deudas del trabajador, debe señalarse su
procedencia en este ámbito, es decir, son de obligatorio cumplimiento en el régimen
laboral doméstico; mientras que el dispositivo del Artículo 166 de la Ley Orgánica del
Trabajo resulta incompatible con la naturaleza y condición de esta especial labor.
Las disposiciones referidas a la revisión de los salarios mínimos, el
establecimiento de una Comisión Tripartita, su composición representativa, reglamento
de funcionamiento, la recomendación que ésta diere, la fijación del monto por
resolución, la fijación por condiciones regionales e industriales, comprendidas en los
Artículos 167 al 171 de la Ley Orgánica del Trabajo, son normas de indiscutible
naturaleza procedimental y estructural que establecen una suerte de iter cuando se
considere necesario modificar el salario mínimo, devienen inaplicables, no así la
contenida en el Artículo 172 eiusdem que establece la potestad del Ejecutivo Nacional
de fijar el salario mínimo obligatorio, en las circunstancias descritas en esta norma, la
determinación del alcance general o restringido según las características respectivas y
las circunstancias económicas, en la forma y condiciones establecidas en el Artículo 13
de esta misma Ley, disposición ésta que también consagra las más amplias facultades
para reglamentar las disposiciones legales en materia de trabajo, que tiene el Ejecutivo
Nacional, facultándolo para dictar Decretos o Resoluciones especiales y limitar su
alcance a determinada región o actividad del país, y que cuando sean de interés público
y la urgencia así lo requieran, la posibilidad de establecer cláusulas irrenunciables en
beneficio de los trabajadores y de la economía nacional que se considerarán integrantes
del contrato de trabajo, y la disposición contenida en su Artículo 22 que establece el
procedimiento que ha de seguirse para el sometimiento, a consideración del Poder
Legislativo de los decretos dictados por el Ejecutivo Nacional de conformidad con lo
previsto en los Artículos 13 y 138 de la Ley Orgánica del Trabajo.
Es igualmente aplicable al régimen de trabajo doméstico, la norma
contenida en el Artículo 173 de la ley sustantiva laboral que establece la sanción por
incumplimiento del pago de salario mínimo.
El articulado referente a la participación en los beneficios, comprendido
entre los Artículos 174 y 183 de la Ley Orgánica del Trabajo, al tratar éstos los
beneficios líquidos o enriquecimientos netos gravables de las empresas, resultan
inaplicables al no poder ajustar a este estatuto laboral, la noción que de “empresa” trae
esta Ley en su Artículo 16, amén de que existe de la previsión especial análoga
contenida en el Artículo 278 eiusdem conocida como “prima de navidad”.
-iii-
En tercer lugar, el Título IV de la Ley Orgánica del Trabajo denominado
“De las Condiciones de Trabajo”, que debemos interpretar a la luz de las normas
contenidas la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, especialmente, de
los principios consagrados en el único aparte de su Artículo 87 y del Artículo 90,
establece una serie de disposiciones generales referentes a las condiciones de trabajo,
siendo perfectamente aplicables al régimen de los trabajadores domésticos lo
relacionado a la garantía de establecimiento de condiciones mínimas de seguridad,
higiene y ambiente adecuados, que permitan a los trabajadores su desarrollo físico y
síquico normal, les deje tiempo libre suficiente para el descanso y cultivo intelectual,
para la recreación y expansión lícita; que le presten suficiente protección a la salud y a
la vida contra enfermedades y accidentes; y mantengan el ambiente laboral en
condiciones satisfactorias (Artículo 185 de la Ley Orgánica del Trabajo).
La estipulación de las condiciones de trabajo que pueden hacer las partes ad
libitum, y sus límites, aprovechamiento del tiempo libre del trabajador, consagrados en
los Artículos 186 y 187 de la Ley Orgánica del Trabajo, son también extensibles al
régimen especial, no así a lo contenido en el Artículo 188 eiusdem por normar dicha
disposición claramente una carga que sólo corresponde cumplirla por el patrono en el
ámbito empresarial.
La necesidad de controlar el cumplimiento de las normas laborales, tanto en
materia de seguridad e higiene, como en relación con la observancia de los derechos a
condiciones de trabajo dignas, ha sido asumida como una obligación del Estado,
desarrollándose en los países diferentes mecanismos de control e inspección.
Tratándose de la vigilancia estatal del cumplimiento de las normas jurídicas
que amparan el trabajo doméstico, existen marcadas limitaciones emanadas del
principal elemento característico de este tipo de trabajo: el ámbito físico donde se
desarrollan las labores (vale decir, la vivienda particular). En materia de inspección del
trabajo doméstico se plantea un conflicto entre principios y derechos fundamentales de
igual jerarquía en el derecho constitucional e internacional. Por un lado, están los
derechos a la intimidad y a la inviolabilidad del domicilio que conllevan, como regla
general, la obligación del Estado de abstenerse de perturbar el ámbito doméstico
privado y familiar de las personas, salvo especiales excepciones establecidas por la ley
fundadas en poderosos motivos de orden público y con estricto apego a las garantías del
debido proceso. Por el otro, existen fuertes razones de orden público social que exigen
al Estado la garantía del cumplimiento de la legislación sobre derechos sociales; en el
caso que nos ocupa, los derechos laborales de las personas que se dedican al trabajo
doméstico.
Sin embargo, en el derecho comparado existen mecanismos concebidos para
el ejercicio del control estatal, entre los cuales cabe destacar, la implementación de un
sistema de registro de los trabajadores domésticos y la previsión normativa del proceso
de inspección en residencias particulares, armonizando así los bienes jurídicos en
conflicto.
Estando claramente establecido que los trabajadores domésticos que no
habiten en la casa donde prestan sus servicios están sujetos al régimen de la jornada
normal de trabajo, de acuerdo a los Artículos 195 y 205 de la Ley Orgánica del Trabajo,
le son aplicables entonces la definición de jornada de trabajo y cuándo debe
considerarse a la disposición del patrono (Artículo 189), imputación a la jornada del
tiempo de reposo y comida (Artículos 190 y 191), imputación del tiempo de transporte
cuando se haya obligado el patrono convencionalmente a ello, (Artículo 193) el salario
de trabajos a tiempo parcial (Artículo 194), jornada máxima (Artículo 195), y el día de
descanso adicional (Artículo 196).
Es aplicable a los trabajadores domésticos la norma contenida en el Artículo
191 de la Ley Orgánica del Trabajo, pero no así el Artículo 192 eiusdem; así como
tampoco son extensibles las disposiciones contenidas en los Artículos 197 al 204 de la
Ley Orgánica del Trabajo, referidas a: la disminución de la jornada, los trabajadores
exceptuados de la limitación de la misma, los casos en los cuales se permisa su
prolongación, posibilidad de excederla cuando se trate de trabajo continuo, aumento de
la jornada en casos de accidentes, trabajos de urgencia o fuerza mayor, recuperación de
horas perdidas y notificación al Inspector del Trabajo.
Establece el Artículo 205 de al Ley Orgánica del Trabajo la interrupción de
la jornada para tomar un descanso de media hora por lo menos, sin que pueda trabajarse
más de cinco horas continuas. En este punto, es clara la procedencia u obligatoria
aplicación en lo que respecta a los trabajadores domésticos “externos”, no obstante, con
respecto a la exclusión de los trabajadores domésticos “internos” cabría preguntarse si
esta categoría que tiene establecida una jornada mayor que los trabajadores del régimen
ordinario, es más apegado al derecho y a la justicia, otorgarles un tratamiento más
equitativo y más cónsono con la normativa constitucional y la tendencia legal más
vanguardista que propende a la disminución progresiva de la jornada, y establecer como
obligatorio dicho descanso. Indudablemente que la Sala se pronuncia por la respuesta
afirmativa a la interrogante precedentemente formulada.
Con relación a los descansos obligatorios podemos distinguir entre los que
se deben producir durante la jornada laboral, aquellos mínimos terminada la jornada de
trabajo y los semanales.
Considera la Sala que la imprecisión legal en la limitación de la jornada de
trabajo doméstico, en el caso de trabajadores “internos” o que habitan en la casa donde
prestan sus servicios, permite ciertos excesos patronales hacia estos trabajadores; por
cuanto no se toman en cuenta las horas extraordinarias de trabajo, ni se les cancela,
considerándose incluido en su percepción ordinaria, adecuándose la jornada de trabajo
al requerimiento del empleador.
En nuestra legislación, la previsión de descansos obligatorios diarios
intrajornada a esta categoría de laborantes es de suma importancia para una lege
ferenda, por cuanto la jornada máxima se encuentra establecida como consecuencia del
descanso obligatorio expresamente previsto; la limitación de la jornada a este tipo de
trabajadores, aparece regulada en el Artículo 275 eiusdem, pero ésta sólo estipula que
los trabajadores domésticos que habiten en la casa donde prestan sus servicios no
estarán sujetas a horario y deberán tener un descanso absoluto mínimo de diez (10)
horas, lo cual equivale a decir que su jornada de trabajo es de catorce (14) horas.
Respecto al descanso semanal obligatorio, se prevé (artículo 276 de la Ley
Orgánica del Trabajo) el disfrute de un (1) día de descanso por lo menos cada semana.
Son aplicables al grupo de trabajadores domésticos “externos” las normas
que permiten la modificación de la jornada por acuerdo entre las partes, contenidas en el
Artículo 206 de la Ley Orgánica del Trabajo, el régimen de horas extras y sus límites
(Artículos 207 al 210), el régimen de los días hábiles y feriados (Artículos 211 y 212), y
sus excepciones (Artículo 213), el pago del día de descanso semanal (Artículo 216), y el
recargo remunerativo por trabajo en día feriado, domingo o de descanso (Artículos 217
y 218).
Con respecto al régimen vacacional, debe indicarse que si bien es cierto que
el Artículo 277 de la Ley Orgánica del Trabajo establece el derecho a vacaciones de los
trabajadores domésticos, sin embargo no establece el derecho a la concesión del día
adicional remunerado por cada año de servicio hasta un máximo de quince días hábiles
consagrado en el Artículo 219 eiusdem, ni el derecho a la percepción de comida y
alojamiento o ambas cosas a la vez cuando estas formen parte de su remuneración
ordinaria, o el establecimiento de su valor en lugar de éstas, de acuerdo a las
estipulaciones contenidas en el Artículo 221.
A criterio de la Sala no le es extensible a este régimen el dispositivo del
Artículo 220 de la Ley Orgánica del Trabajo.
No establece tampoco la oportunidad del pago de las vacaciones (Artículo
222), ni el bono vacacional (Artículo 223), el pago por vacaciones no disfrutadas
(Artículo 224), ni las vacaciones fraccionadas (Artículo 225), tampoco contempla el
disfrute obligatorio de las vacaciones (Artículo 226), la situación cuando se prestan
servicios a varios patronos (Artículo 227), la no interrupción del servicio a los fines de
pago de cotizaciones (Artículo 228), el límite de acumulación de goce de vacaciones
(Artículo 229), oportunidad de su disfrute (Artículo 230), el tiempo que no le es
imputable a éstas (Artículo 231), posposición del disfrute (Artículo 232), inasistencias
que le son imputables e imputación al período vacacional (Artículo 233), por lo que, en
atención a los postulados constitucionales supra invocados, deben hacerse extensivas al
régimen especial todas estas condiciones.
No debe otorgarse la misma solución cuando se trata de la aplicación de los
Artículos 234 y 235 de la Ley Orgánica del Trabajo, referidos a la sanción que se
establece al trabajador que durante el curso de su vacación anual efectúe trabajo
remunerado, esto es, la pérdida del derecho a que se le pague el salario correspondiente
al período vacacional, y a la obligación patronal de llevar un “Registro de Vacaciones”
según lo establezca el Reglamento de esta Ley, respectivamente.
A tono con el criterio rector de esta decisión, y como una muestra de la
tendencia expansiva de nuestro legislador, de ensanchar el régimen laboral de los
domésticos a la normativa general de los trabajadores, debe reseñarse la expresa
inclusión que dentro del ámbito de aplicación de la Ley Orgánica de Prevención,
Condiciones y Medio Ambiente del Trabajo publicada en la Gaceta Oficial N° 38.236
del 26 de Julio 2005, se hizo a esta categoría de laborantes.
En ese orden queda interpretada la norma jurídica a que se refiere el
presente recurso.
DECISIÓN
Por las razones anteriormente expuestas, este Tribunal Supremo de Justicia, en Sala de
Casación Social, administrando Justicia en nombre de la República Bolivariana de Venezuela y por
autoridad de la Ley, declara PROCEDENTE el recurso de interpretación propuesto por los profesionales
del derecho Francisco Javier López S. y Asdrúbal Blanco Méndez, con el carácter por ellos alegado y
queda así interpretado el Artículo 275 de la Ley Orgánica del Trabajo y aclarada la duda propuesta.
Publíquese y regístrese. Archívese el expediente.
Dada, firmada y sellada en la Sala de Despacho de la Sala de Casación
Social, del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los catorce (14) días del mes de
abril de dos mil nueve. Años: 198º de la Independencia y 150º de la Federación.
El Presidente de la Sala,
_____________________________OMAR ALFREDO MORA DÍAZ
El
Vicepresidente, Magistrado,
_______________________ _______________________________JUAN RAFAEL PERDOMO ALFONSO VALBUENA CORDERO
Magistrado y Ponente, Magistrada,
_______________________________ _________________________________LUIS E. FRANCESCHI GUTIÉRREZ CARMEN ELVIGIA PORRAS DE ROA
El Secretario,
_____________________________JOSÉ E. RODRÍGUEZ NOGUERA
R.I. Nº AA60-S-2005-000340Nota: Publicada en su fecha a
El Secretario,