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SALA DE CASACIÓN SOCIAL Ponencia del Magistrado LUIS EDUARDO FRANCESCHI GUTIÉRREZ. En fecha 18 de septiembre de 2003, los profesionales del derecho Francisco Javier López S. y Asdrúbal Blanco Méndez, procediendo en su carácter de Consultor Jurídico del Ministerio del Trabajo y Consultor Jurídico Adjunto, en este orden, y simultáneamente, con el carácter de coapoderados judiciales de la ciudadana MARÍA CRISTINA IGLESIAS, Ministra del Trabajo para ese entonces, interponen solicitud por medio de la cual requieren el pronunciamiento de esta Sala de Casación Social del Tribunal Supremo de Justicia en relación con la interpretación del alcance y contenido del Artículo 275 de la Ley Orgánica del Trabajo. En fecha 2 de octubre de 2003 se dio cuenta en Sala, designándose ponente al Magistrado Juan Rafael Perdomo.

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SALA DE CASACIÓN SOCIAL 

Ponencia del Magistrado LUIS EDUARDO FRANCESCHI GUTIÉRREZ.

 

En fecha 18 de septiembre de 2003, los profesionales del derecho Francisco

Javier López S. y Asdrúbal Blanco Méndez, procediendo en su carácter de Consultor

Jurídico del Ministerio del Trabajo y Consultor Jurídico Adjunto, en este orden, y

simultáneamente, con el carácter de coapoderados judiciales de la ciudadana MARÍA

CRISTINA IGLESIAS, Ministra del Trabajo para ese entonces, interponen solicitud

por medio de la cual requieren el pronunciamiento de esta Sala de Casación Social del

Tribunal Supremo de Justicia en relación con la interpretación del alcance y contenido

del Artículo 275 de la Ley Orgánica del Trabajo.

 

En fecha 2 de octubre de 2003 se dio cuenta en Sala, designándose ponente

al Magistrado Juan Rafael Perdomo.

 

En fecha 20 de enero de 2004, esta Sala de Casación Social por unanimidad

de criterio declinó la competencia de este asunto en la Sala Constitucional de este

Tribunal Supremo de Justicia, argumentando para ello, la acumulación de pretensiones

formuladas por el recurrente, esto es, la solicitud de pronunciamiento sobre la

constitucionalidad del Artículo 275 de la Ley Orgánica del Trabajo, y sobre la legalidad

de la fijación del salario mínimo de los trabajadores domésticos mediante decretos

emanados del Poder Ejecutivo Nacional, de conformidad con lo dispuesto en el Capítulo

II del Título III de esa misma Ley.

 

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Remitido el expediente, se designó ponente al Magistrado Pedro Rafael

Rondón Haaz.

 

En fecha 22 de febrero de 2005 la Sala Constitucional, se pronunció sobre la

incompetencia de esta Sala para el conocimiento de esta solicitud de interpretación,

rechazó la declinatoria y “declaró” la competencia de la Sala de Casación Social para su

conocimiento y decisión.

 

En fecha 2 de marzo de 2005, fue remitido el expediente a esta Sala de

Casación Social del Tribunal Supremo de Justicia dándose cuenta en Sala el 15 de

marzo del mismo año, correspondiendo la ponencia al Magistrado Luis Eduardo

Franceschi Gutiérrez, quien con tal carácter suscribe el presente fallo.

 

Así, resuelto el asunto de la competencia y habiéndose presentado la

oportunidad procesal para decidir sobre el presente recurso, lo hace esta Sala en los

términos siguientes:

 

-I-

DE LA SOLICITUD DE INTERPRETACIÓN

 

Exponen los solicitantes como sustento argumental lo siguiente:

 

• Que de la norma contenida en el Artículo 275 de la Ley Orgánica del

Trabajo se desprende, que los trabajadores domésticos se encuentran excluidos del

régimen laboral general previsto en los Títulos II, III y IV de este cuerpo normativo,

“estando sometidos a un régimen laboral especial” sobre remuneración, vacaciones,

bonificación de fin de año (prima de navidad), preaviso (aviso) e indemnización

sustitutiva, terminación de la relación de trabajo y régimen en caso de enfermedad

contagiosa (Artículos 274 al 281 eiusdem).

• Que la exclusión a la que se hace referencia es discriminatoria y contraria

a la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en virtud del derecho a la

igualdad, contenido en su Artículo 21.

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• Que actualmente nuestra Carta Magna en el Capítulo referente a los

derechos sociales y de familia, dispone que el trabajo es un hecho social y gozará de la

protección del Estado.

• Que la norma cuya interpretación es solicitada, es contraria a la vigente

Constitución, así como a la derogada Constitución de 1961.

• Que frente al régimen laboral común, el sector doméstico aparece desigual,

desprotegido y excluido de muchos beneficios contenidos en la Ley Orgánica del

Trabajo, diferenciándolos de los demás trabajadores mediante un régimen especial de

normas contrarias a la norma suprema, fundamento del ordenamiento jurídico, por

consiguiente viciada de inconstitucionalidad.

• Que el Convenio 95 de la Organización Internacional del Trabajo permite

que los Estados ratificantes excluyan de sus normas protectoras del salario a los

trabajadores domésticos.

• Que en consideración a la especialísima relación que une a los trabajadores

domésticos con su patrono, han sido excluidos de los aumentos o incrementos de salario

mínimo desde hace más de 20 años.

• Que se le presenta la duda al Ejecutivo Nacional, de conformidad con lo

dispuesto en el Capítulo II del Título III de la Ley Orgánica del Trabajo, si escapa de su

control la fijación del salario mínimo de esta categoría de trabajadores y sólo puede ser

fijado por Ley o por el contrario, al quedar al margen del Título III referente a la

remuneración, le concede amplísimas facultades para fijarlo.

• Que el Artículo 280 de la Ley Orgánica del Trabajo establece como causal

de retiro o despido justificado la enfermedad contagiosa de alguna de las personas que

habiten en la casa donde se presta el servicio; que dicha norma establece un trato

discriminatorio respecto al resto de los demás trabajadores, pues, en el caso de

enfermedad del trabajador doméstico, la referida disposición normativa no establece,

claramente, si debe considerarse como causa ajena a la voluntad de las partes o, por el

contrario, da lugar a un despido justificado, toda vez que sólo establece la obligación del

patrono de trasladar al trabajador enfermo a un establecimiento asistencial para la

atención médica requerida; en cambio, en caso de enfermedad de un trabajador común,

éste, si su estado lo requiere, tiene derecho a un reposo y, luego de su recuperación, a la

reincorporación a su puesto de trabajo.

• Solicita se emita pronunciamiento sobre la interpretación del Artículo 275

de la Ley Orgánica del Trabajo, ya que la existencia de un capítulo especial, y la

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exclusión de los Títulos II, III y IV del cuerpo sustantivo laboral para esta categoría de

trabajadores resulta totalmente discriminatorio, requiriendo adicionalmente, se

pronuncie sobre la legalidad de la fijación del salario mínimo para los mismos por parte

del Ejecutivo Nacional, de conformidad con el Capítulo II del Título III de la Ley

Orgánica del Trabajo.

 

-II-

CONSIDERACIONES JURÍDICAS PREVIAS

 

Establecidas ut supra las premisas argumentales de los recurrentes, esta Sala

de Casación Social pasa a pronunciarse sobre del mérito del asunto, no sin antes hacer

algunas precisiones jurídicas, que resultan sustancialmente oportunas por hallarse

estrechamente vinculadas con la misión jurisdiccional que le ha sido encomendada, y

que considera fundamentales para la dilucidación de las proposiciones formuladas.

 

Partiendo de la definición más simplista “interpretar”, en el ámbito del

derecho, connota un ejercicio intelectual dirigido a perfilar el alcance, la extensión, el

sentido, o el significado de cualquier norma jurídica, bien sea ésta general y abstracta, o

particular y concreta.

 

Aproximados a una conceptualización más especializada, es de forzosa

referencia exponer la óptica que de este proceso intelectual tiene el conocido tratadista

Guillermo Cabanellas de Torres, quien afirma en una acepción general, que ésta es la

declaración, explicación o aclaración del sentido de una cosa o de un texto incompleto,

obscuro o dudoso; considerando entonces en este contexto más científico, que la

interpretación jurídica por excelencia es la que pretende descubrir para sí mismo

(comprender) o para los demás (revelar) el verdadero pensamiento del legislador o

explicar el sentido de una disposición. (Tomado del “Diccionario Enciclopédico de

Derecho Usual” Tomo IV. Editorial Heliasta. Vigésimo Séptima Edición, 2001.

Buenos Aires, Argentina. Pág. 472).

 

Por su parte, el distinguido jurista italiano Francesco Messineo (“Manual

de Derecho Civil y Comercial”. Tomo I. Ediciones Jurídicas Europa-América.

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Primera Edición en español, 1954. Buenos Aires, Argentina. Pág. 95) definió la

interpretación de la ley como la investigación y la penetración del sentido y del alcance

efectivo de la norma (o sea, de la voluntad de la misma), esto es, ‘la atribución de un

significado’ a la norma para medir su extensión precisa y la posibilidad de aplicación a

la determinada relación social a regular.

 

Considera el estudioso del derecho Ariel Álvarez Gardiol, (“Manual

de Filosofía del Derecho”, Editorial Astrea. Primera Edición, 1979. Buenos

Aires, Argentina. Pág. 289.) que hasta antes de Hans Kelsen, se tenía la idea,

según toda teoría de la interpretación, que para todo caso existía la solución

correcta, por lo que la interpretación requería sólo de encontrar el método

adecuado para dilucidarla, y que Kelsen, a través de la teoría del ordenamiento

jurídico, veía la interpretación como un problema de voluntad, mucho más que

de cognición, y que concebía la norma como un marco de posibilidades con

varios contenidos jurídicos potenciales y aplicables todos ellos como posibles;

un marco, abierto o no, de posibilidades, pero siempre jurídicamente viables

todas ellas, y que la determinación de la solución correcta (elegida), en ningún

caso pertenecía a la teoría del derecho, sino a la política jurídica.

 

Consustanciados con la labor hermenéutica encomendada en esta

oportunidad a esta Sala de Casación Social, debe tenerse muy en cuenta que las normas

jurídicas no son preceptos desvinculados, sino que corresponden o se correlacionan con

todo el sistema normativo positivo, y por ende, estando dentro de su conformación

estructural, no les está dado desentonar o entrar en discordancia, en el entendido que

una cabal interpretación debe ser hecha bajo los principios sistemáticos del orden

jurídico a que pertenecen.

 

El resultado interpretativo -sostiene el profesor Jorge Carrión Lugo

(“Tratado de Derecho Procesal Civil”. Volumen III. Editora Jurídica Grijley. 1ª Edición,

marzo 2004. Lima, Perú.)-, está dado por la conexión existente entre todas las normas

del ordenamiento jurídico, cuya base ideológica fundamentalmente se debe encontrar en

la Constitución.

 

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En franca sintonía con lo anterior, ha sostenido el profesor de la Universidad

del Zulia, Ronald Chacín Fuenmayor en su trabajo intitulado “Sobre algunos aspectos

fundamentales de la interpretación constitucional: enfoques o métodos interpretativos”,

que la comprensión e interpretación del texto supremo marca la pauta en la evolución de

todo ordenamiento jurídico a los fines de la preservación del Estado de Derecho, y que

la actividad interpretativa constituye un proceso de vital importancia en el

desenvolvimiento del mismo que permite su realización práctica, es decir, la aplicación

de la norma jurídica general a la experiencia real y concreta.

 

Para Antonio Pérez Luño, (“Derechos Humanos, Estado de Derecho y

Constitución”. Editorial Tecnos. Madrid, 1995) el método interpretativo presupone que

el ordenamiento jurídico debe ser considerado como un sistema coherente en el

contenido de las diversas normas que lo integran y dotado de unidad orgánica y

finalista.

 

Por su parte, el jurista Segundo Linares Quintana (“Tratado de

Interpretación Constitucional”. Buenos Aires. 1998. p. 876), afirma que como

consecuencia de esta visión sistemática ninguna de las normas constitucionales debe

considerarse aislada, ni superflua, sino como parte de un todo y siempre debe preferirse

la interpretación que armonice y no la que coloque en pugna los preceptos

constitucionales, en razón de que puede verse afectada su esencial e imprescindible

homogeneidad, cohesión y coherencia. De igual manera, considera este autor a la Carta

Magna, como instrumento cuya flexibilidad y generalidad le permite adaptarse a todos

los tiempos y circunstancias, por lo cual debe interpretarse teniendo en cuenta no

solamente las condiciones sociales, económicas y políticas al momento de su sanción,

sino también las condiciones que existen al tiempo de su aplicación, como consecuencia

de la evolución, transformación, y por ende, del progreso de la sociedad, es decir, que

además de la cualidad de permanencia que debe ser inmanente a la Constitución, ésta

debe ser al mismo tiempo flexible, capaz de recibir a través de la interpretación, la

influencia de las ideas, de las fuerzas, de las tendencias que señalan el nuevo sentido de

la vida, en un proceso en constante movimiento, sin que esto implique comprometer o

desnaturalizar los propósitos y limitaciones y, en general, el espíritu de la ley

fundamental.

 

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Es oportuno citar en este estadio, un resumen de los fundamentos expuestos

por la Sala Constitucional de este alto Tribunal contenidos en la decisión Nº 2.855 del

20 de noviembre de 2002, sustentados en el esquema del máximo texto, que proclama al

Estado como democrático y social de derecho y de justicia, e invita a la comprensión y

aplicación de sus instituciones en atención a la realización de dicho valor, ofreciendo

solución a los conflictos desde esta perspectiva, con abandono de cualquier tesis que

postule el desconocimiento de la justicia sobre la base de una equivocada interpretación

del Derecho.

 

Deja establecido también esta decisión, que para que el texto de una

determinada disposición normativa se encuentre, en efecto, conforme a la Constitución,

es necesario que se le interprete de una determinada manera. Es lo que se conoce como

el principio hermenéutico favor constitucione, conforme al cual, cuando surjan dudas

acerca de la incompatibilidad de un dispositivo legal con la Constitución o se intuya la

existencia de un conflicto normativo, el operador jurídico debe proceder a la

interpretación de aquél, en el sentido que se adecue al texto constitucional, logrando la

armonía del sistema a través de su labor exegética sin permitir su nulidad; no se trata de

erigirse en “legislador negativo”, lo importante es asumir una interpretación de acuerdo

con los principios y valores que la Constitución consagra.

 

En desarrollo de esta idea, indica igualmente este fallo, que el esfuerzo

interpretativo encuentra su justificación en la necesidad de armonizar el texto legal con

el constitucional; de manera que, entre diversas posibilidades hermenéuticas, debe

elegirse aquella interpretación acorde con el máximo texto normativo.

 

El precedente jurisprudencial antes señalado, hace referencia a que el

surgimiento de sentencias contentivas de interpretaciones “conforme a la Constitución”

o “sentencias interpretativas” tiene su origen en aquellos ordenamientos que, al igual

que el nuestro, sufrieron un cambio en su esquema constitucional, donde la entrada en

vigencia de nuevos postulados constitucionales, hicieron que decayeran ciertas

concepciones, institutos o interpretaciones que estuvieran conformes con el antiguo

régimen. De tal manera que, la necesidad de mantener en vigor aquellas leyes

preconstitucionales, para no crear un vacío legislativo por la pérdida de vigencia de tales

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normas por aplicación de la disposición derogatoria de la Constitución, obligaron a la

interpretación de las mismas de acuerdo con el nuevo texto fundamental.

 

El método interpretativo sistemático y armónico al cual se ha hecho

referencia supra, enseña que, la dirección o sendero a transitar por el intérprete cuando

pretende escudriñar el alcance, comprensión e inteligencia de una norma jurídica debe

ser acompasado con los principios y normas constitucionales, y será el utilizado por esta

Sala para “acoplar” la intención legislativa de la normativa actual del régimen especial

de los trabajadores domésticos, y adecuarla a los principios contenidos en la

Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, y dar respuesta así a los

requerimientos de los accionantes.

 

Sentado lo anterior, de seguidas, pasa esta Sala de Casación Social a

determinar el alcance e interpretación que debe conferírsele a la norma sometida a su

consideración a través del presente recurso, a la luz de los planteamientos argumentales

ofrecidos por los recurrentes, esto es, que la existencia en la Ley de un Capítulo

Especial aplicable a los trabajadores domésticos, y la exclusión para éstos, de la

aplicación de los Títulos II, III y IV de la Ley Orgánica del Trabajo, referidos a

disposiciones que regulan la relación de trabajo, la remuneración y las condiciones de

trabajo, es discriminatoria y viola el Artículo 21 y el Ordinal 5º del Artículo 89, ambos

de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, los cuales establecen los

principios de igualdad ante la ley y de prohibición de la discriminación legal en la

protección del trabajo, respectivamente.

 

Adicionalmente, se solicita pronunciamiento sobre la legalidad de la fijación

del salario mínimo de esta categoría de trabajadores mediante decretos emanados de

Poder Ejecutivo Nacional, a la luz de lo dispuesto en el Capítulo II del Título III de la

Ley Orgánica del Trabajo.

 

Con plena sujeción a lo antes expuesto, debe tenerse en cuenta que la

Constitución de la República Bolivariana de Venezuela antepone, entre otros, como

valores fundamentales, preponderantes y principistas del Estado que propugna, la

igualdad y la prohibición de discriminación, de manera general en su disposición

preambular, en sus Artículos 1, 2, 19 y los Ordinales 1º y 2º del Artículo 21, y de

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manera particularizada, y con especial referencia al ámbito laboral, en su Artículo 88 (el

trato igualitario), y en el Ordinal 5° de su Artículo 89 (ratifica la proscripción de

discriminación).

 

Con esta misma orientación teleológica, el Artículo 26 de la Ley Orgánica

del Trabajo prohíbe toda discriminación en las condiciones de trabajo, basada en edad,

sexo, raza, estado civil, credo religioso, filiación política o condición social y considera

no discriminatorias las disposiciones especiales dictadas para proteger la maternidad, la

familia, menores (hoy niños y adolescentes), ancianos y minusválidos.

 

Por su parte, el Reglamento de la Ley Orgánica del Trabajo, en su Artículo

14 considera que el reconocimiento de preferencias o privilegios a los trabajadores,

fundamentados en criterios de relevancia cónsonos con el ordenamiento jurídico y de

carácter general en el ámbito de la empresa, tales como cargas familiares, antigüedad al

servicio del patrono, capacitación profesional, productividad, asiduidad, economía de

materias primas, afiliación sindical y otros de naturaleza análoga, no se consideran

violatorios del principio de no discriminación arbitraria en el empleo.

 

Cabe señalar, que la Sala Constitucional de este alto Tribunal, de forma

reiterada se ha pronunciado, en cuanto a la violación al derecho a la igualdad y a la no

discriminación, en los siguientes términos:

 

(...) con fundamento en la doctrina dominante en esta materia, observa esta Sala que el derecho subjetivo a la igualdad y a la no discriminación, es entendido como la obligación de los Poderes Públicos de tratar de igual forma a quienes se encuentren en análogas o similares situaciones de hecho, es decir, que este derecho supone, en principio, que todos los ciudadanos gocen del derecho a ser tratados por la ley de forma igualitaria, y se prohibe por tanto, la discriminación.  Ahora bien, no todo trato desigual es discriminatorio, sólo lo será el que no esté basado en causas objetivas y razonables, pero el Legislador puede introducir diferencias de trato cuando no sean arbitrarias, esto es, cuando estén justificadas por la situación real de los individuos o grupos, es por ello, que el derecho a la igualdad sólo se viola cuando se trata desigualmente a los iguales, en consecuencia, lo constitucionalmente prohibido es el trato desigual frente a situaciones idénticas. (Sentencia Nº 1.197 de 17/10/2000).

 

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Por su parte, y en este mismo sentido, respecto al trato igualitario entre

trabajadores, la Sala de Casación Social ha adoptado criterio al respecto, entre otras, en

decisión Nº 258 del 5 de marzo de 2007, bajo la siguiente argumentación:

 

Cabe señalar, en cuanto a la violación del derecho a la igualdad, que la reiterada jurisprudencia de la Sala Político Administrativa de la antigua Corte Suprema de Justicia, sentó lo expuesto a continuación: ‘la discriminación existe, también, cuando situaciones similares o análogas se deciden, sin aparente justificación, de manera distinta o contraria. En efecto el derecho fundamental a la igualdad y no discriminación entre particulares consagrado en el artículo 61 de la Constitución, abarca no sólo los supuestos por él señalados sino todas aquellas situaciones donde sin algún motivo o razón se resuelvan contrariamente planteamientos iguales, y así se declara’. (Casos: Vidal Blanco de fecha 21 de julio de 1994 y Eliseo Sarmiento de fecha 13 de abril de 1999). 

Con esta misma concepción, la más calificada doctrina foránea ha dejado

expresado que el respeto y garantía de los derechos a la no discriminación, a la igualdad

y a la protección de la ley es de todos los ciudadanos; constituyen principios

fundamentales, cuya observancia y cabal cumplimento está encomendado al Estado,

teniendo en cuenta que cuando un derecho social es otorgado a una categoría de

personas, es obligación estatal justificar la legalidad de la diferenciación entre los

beneficiarios y quienes aún no lo son, la proporcionalidad de la medida y la

razonabilidad del factor utilizado por el Estado para reconocer, promover o garantizar

selectivamente los derechos que, por regla, deberían ser de alcance universal.

 

Consciente esta Sala que la disimilitud de trato con que se pretende

justificar los regímenes laborales especiales viene dada por las características inherentes

a estas labores o de quienes ejecutan las mismas, tiene la convicción esta Sala que el

fundamento teleológico de dicha categorización deber ser garantizar, a los trabajadores

de cada categoría, un nivel de protección igual o superior al estatuto laboral general, y

en ningún caso su razón de ser, sea el establecimiento de condiciones inferiores al

minimum permitido, todo ello de acuerdo con las orientaciones y principios

constitucionales de irrenunciabilidad, progresividad, irregresividad e igualdad de los

que está investida la legislación del trabajo.

 

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Efectivamente, las normas laborales contenidas en la Constitución de la

República Bolivariana de Venezuela, corresponden a conquistas o reivindicaciones

obtenidas históricamente por los trabajadores que no pueden ser desconocidas,

soslayadas o pretermitidas so pretexto de pertenecer a un régimen especial.

 

Está convencida esta Sala de Casación Social que, enmarcado dentro del

ámbito de sus atribuciones, le es dado al legislador diseñar estatutos laborales especiales

para determinado sector o clase de trabajadores, donde pueden estar incluidos beneficios

no contemplados en el régimen general, pero lo que no le es permitido, es el

establecimiento de condiciones o mandamientos normativos que estén sustentados en un

marco peyorativo a la plataforma mínima constitucional, ni en condiciones

discriminatorias.

 

En el presente caso, la distinción que explanan los solicitantes de autos

queda supeditada al alegato –esto, sin más detalles-, de que dichos trabajadores están

“desprotegidos y excluidos de muchos de los beneficios contenidos en la Ley Orgánica

del Trabajo”.

 

En procura de la solución de los requerimientos de los peticionantes,

referidos a la interpretación del Artículo 275 de la Ley Orgánica del Trabajo, debe

comenzarse haciéndose algunas precisiones reveladoras del contexto situacional, y así

establecer la orientación que debe dársele a las aparentes incertidumbres y/o

contradicciones existentes que dentro del sistema jurídico normativo laboral –a criterio

de los recurrentes- se encuentran inmersos los trabajadores domésticos.

 

Tratando de sintetizar las razones, algunas metajurídicas, con las cuales se

ha justificado el régimen excepcional o especial de los trabajadores domésticos que los

colocan al margen de casi todo el estatuto laboral ordinario, es conveniente citar a

Milena Pereira y Hugo Valiente en su trabajo “Regímenes jurídicos sobre trabajo

doméstico remunerado en los Estados del Mercosur” cuando señalan que haciendo un

repaso a la dogmática más clásica en el derecho laboral, esta exclusión se explica a

partir de una serie de consideraciones de las que no están ausentes arraigados prejuicios

sociales y culturales: la improductividad económica del trabajo doméstico; las

particulares condiciones derivadas de las diferencias de clase en que se desenvuelven

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los trabajadores; prácticas sociales inveteradas que se imponen como ley; las

dificultades de inspección del trabajo frente a la inviolabilidad del domicilio; la

protección de la familia como interés prevalente frente a los derechos laborales; la

presencia de aspectos extra-económicos en las contraprestaciones laborales; la

afirmación de que no se trata de relaciones laborales y la relación afectiva y

cuasifamiliar con el empleador, entre otras; no olvidando mencionar también la escasa o

nula importancia que se ha otorgado desde la teoría del derecho social a esta rama de la

actividad económica.

 

Apuntan los premencionados autores como referencia a Barbagelata, quien

considera que la aplicación rigurosa de los principios del derecho laboral al trabajo

doméstico “incide en forma peligrosa sobre la integridad del instituto familiar”, y citan

también al destacado iuslaboralista patrio Rafael Caldera cuando manifiesta que “las

relaciones que existen entre un trabajador doméstico y la familia para la cual presta

sus servicios no son indudablemente las mismas que generalmente hay entre un patrón

y un trabajador. Tienen lugar vinculaciones más íntimas, desde luego, que suponen la

convivencia en las horas de reposo, en las cuales se entrega todo hombre a la

ineludible sinceridad del hogar”.

 

En este mismo orden, éstos señalan que Bayón Chacón y Pérez Botija,

sostienen que razones de orden sociológico y político-social más que jurídicas han

aconsejado esa exclusión. La relación cuasifamiliar que se establece en algunos casos, la

asistencia y protección intensificada que espontáneamente se les reconocen o exigen

individualmente a esta clase de trabajadores: salario en especie difíciles de evaluar por

una tarificación mínima, descansos y vacaciones de facto, muchas veces más

beneficiosas que las de otros trabajadores, pero, sobre todo, que en este sector se hace

cada vez más invisible la existencia de ese hipotético ‘ejército de reserva’, constituyen,

entre otros factores de orden técnico (dificultades de inspección, jurisdicción, etc.) los

fundamentos más comunes para justificar aquella exclusión.

 

Posiciones anteriores éstas, -que entre otras consideraciones, exaltan o

reivindican un ámbito material en las relaciones de trabajo (el lucro o rédito pecuniario

del empleador con ocasión a la prestación o ejecución del trabajo ordinario, ello, en

contraposición al carácter no especulativo de la actividad doméstica)- que se

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contraponen al carácter progresista, reivindicador y de avanzada connaturales de los

principios orientadores de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

 

-III-

FUNDAMENTOS DE LA DECISIÓN

 

Refiriéndonos concretamente, a la denunciada exclusión de las normas

consagradas en los Títulos II, III y IV de la Ley Orgánica del Trabajo, que apareja el

Artículo 275, quiere dejar establecido la Sala que en uso del método de interpretación

sistemático y armónico al cual se ha hecho particular mención, que aún cuando por

mandato legal, en principio, pareciera ordenar ad pedem litterae su inaplicabilidad a los

trabajadores domésticos, es forzoso efectuar un razonable y detallado análisis de las

normas legales, que se reitera por imperio de la ley parecieran devenir excluidas, son en

definitiva, de impretermitible aplicación y cumplimiento en este régimen estatutario

especial a la luz del nuevo régimen constitucional.

 

La norma sub iudice, consagra en su texto:

 

Los trabajadores domésticos que habiten en la casa donde prestan sus servicios no estarán sujetos a horario, ni a las disposiciones de los Títulos II, III y IV de esta Ley. Su trabajo será determinado por la naturaleza de su labor y deberán tener un descanso absoluto mínimo continuo de diez (10) horas. Los trabajadores domésticos que no habiten en la casa donde prestan sus servicios estarán sujetos a la jornada normal de trabajo, de acuerdo con los artículos 195 y 205. (Destacado de la Sala).

 

-i-

 

La primera indicación que hay que apuntalar es en cuanto a las modalidades

como puede desarrollarse la prestación de servicio de los trabajadores domésticos, y en

este sentido debe precisarse que éstos pueden desplegar su actividad como “internos” o

como “externos” o por día, según, vivan en el lugar o sitio de trabajo, o si sólo laboran

algunos días de la semana u horas y no residen en el lugar de trabajo, distinción esta que

será utilizada en el contexto de la presente decisión.

 

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Así, tenemos que el Título II de la Ley Orgánica del Trabajo, intitulado

como “De la Relación de Trabajo”, consagra disposiciones que aún cuando en principio

pareciera que no son aplicables a los trabajadores domésticos, su exclusión cristalizaría

un grave atentado a principios y normas constitucionales, que por poseer

connaturalmente el atributo de irrenunciabilidad, son de inexorable aplicación y forzoso

cumplimiento, por descontada se da su exclusión a los trabajadores externos.

 

Entre estas disposiciones cabe mencionar, en primer lugar, la norma que

establece la presunción de existencia de la relación laboral entre quien preste un servicio

personal y quien lo reciba, consagrada en el Artículo 65 de la Ley Orgánica del Trabajo,

es de inexorable aplicación en el contexto legal y jurisprudencial de nuestro

ordenamiento jurídico, incluida como mecanismo garante de la aplicación de las normas

laborales, protectorio del sector operario, frente a la intención patronal de evadirlas; otro

tanto corresponde concluir si se pretende excluir de este contexto especial la norma que

establece la naturaleza remunerativa de la prestación de servicio (Artículo 66), asumirlo

así, sería desnaturalizar este nexo laboral y despojarla de un elemento definitorio de la

misma, dejando sin causa obligationis al contrato de trabajo.

 

En cuanto a las formalidades a cumplir en este tipo de vinculación, es

conveniente subrayar, coincidiendo nuevamente con los prenombrados autores Milena

Pereira y Hugo Valiente, que la libertad contractual entre quien busca trabajo y quien

ofrece empleo es una de las bases de la regulación legal del derecho fundamental al

trabajo, que se expresa mediante la manifestación libre de la voluntad de las partes; no

obstante, todo el derecho social se construye a partir de un paradigma que asume que la

racionalidad del sujeto –su capacidad para conocer y decidir lo que es mejor para él– se

encuentra relativizada por límites que median su conocimiento y voluntad (presiones

sociales, mediaciones culturales, diferencia de poder entre las partes, falta de acceso a la

información, etc.).

 

Huelga señalar que al régimen de trabajadores domésticos ex potestate legis

es aplicable indiscutiblemente, la definición que de contrato individual de trabajo

establece el Artículo 67 de la Ley Orgánica del Trabajo y la posibilidad de pactar para

su concreción definitiva un período de prueba, tal y como está concebido en los

términos del Artículo 25 del Reglamento de dicho cuerpo normativo; igual tratamiento

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merecen recibir las consecuencias jurídicas que dimanan del contrato de trabajo

establecidas en el Artículo 68 de la Ley Orgánica del Trabajo, y las previsiones

supletorias contenidas en el Artículo 69 eiusdem, en caso de que las partes

expresamente no establezcan las estipulaciones con respecto a las labores específicas

del servicio a prestar; de igual manera, la adecuación de la remuneración a la naturaleza

y magnitud de los servicios, la obligatoria percepción del salario mínimo y en lo que se

refiere a la posibilidad de excusarse del cumplimiento de alguna orden dada por el

patrono, la forma de proceder para que no se consideren modificadas las condiciones

laborales inicialmente pactadas y la adecuación a este régimen a modalidades

contractuales establecidas en el Artículo 72 de la ley sustantiva laboral, vale decir, el

contrato de trabajo por tiempo indeterminado y el contrato de trabajo por tiempo

determinado, consagradas en los Artículos 73 y 74 de la Ley Orgánica del Trabajo,

además de ello, porque estas modalidades contractuales fueron objeto de previsión en el

régimen especial de los domésticos, específicamente en el Artículo 281 eiusdem.

 

En el caso que el contrato de trabajo de los domésticos sea pactado por

escrito, éste debe llenar los requerimientos establecidos en el Artículo 71 de la Ley

Orgánica del Trabajo, esto es, debe extenderse en dos (2) ejemplares, uno de los cuales

se entregará al trabajador, y debe contener el nombre, nacionalidad, edad, estado civil y

domicilio o residencia de los contratantes; el servicio o labores que deba prestarse,

determinado con la mayor precisión posible; la duración del contrato o la indicación de

que es por tiempo indeterminado, según el caso; la duración de la jornada ordinaria de

trabajo, cuando se haya estipulado por unidad de tiempo o por tarea en el caso de los

trabajadores domésticos “externos”; el salario estipulado o la manera de calcularlo, su

forma y lugar de pago, si se pacta un salario en especie, que por lo general para los

trabajadores “internos” incluye habitación y alimentación, la estimación del valor de

éstas; el lugar donde deba prestarse el servicio; y cualesquiera otras estipulaciones

lícitas que acuerden los contratantes.

 

La falta de cumplimiento de la formalidad de contratar por escrito

contribuye a dificultar el acceso a la justicia de los trabajadores domésticos y a obstruir

un control más efectivo de la autoridad administrativa. La carencia de un instrumento ad

probationem de la existencia del acuerdo que establezca las condiciones de trabajo

obstaculiza más la exigibilidad de sus derechos laborales, al tener que probar, por otros

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medios, el contrato de trabajo y demás condiciones, esto sin perjuicio de lo

anteriormente sentado, con respecto a la presunción de laboralidad.

 

La exigencia de inscripción del contrato laboral doméstico ante la autoridad

administrativa competente -adoptada en las legislaciones de Argentina y de Brasil (Ley

Nº 24.013 del 05/12/1991 y la Ley del Trabajo Doméstico Nº 5.859/72,

respectivamente) es una medida que –a criterio de esta Sala- debería consagrarse

legislativamente en nuestro ordenamiento jurídico ya que coadyuvaría en la exigibilidad

de los derechos laborales y el acceso a la justicia, porque el contrato así registrado

adquiriría publicidad, fecha cierta y un pleno valor probatorio, además facilitaría la

inspección y vigilancia de la autoridad administrativa del trabajo.

 

La limitación temporal contenida en el Artículo 76 de la Ley Orgánica del

Trabajo, en el sentido que en los contratos de trabajo por tiempo determinado los

obreros no podrán obligarse a prestar servicios por más de un (1) año, ni los empleados

y los obreros calificados por más de tres (3) años, y que en caso de prórrogas se aplicará

lo dispuesto en los apartes primero y segundo del Artículo 74 de esta Ley; considera la

Sala que también es perfectamente aplicable a este régimen laboral especial, sobretodo

considerando el antecedente legislativo (Ley del Trabajo de 1936) que hacía la

distinción, tomando en cuenta la naturaleza de sus labores, entre empleados y obreros

domésticos, clasificación ésta que desapareció en el texto de la Ley Orgánica del

Trabajo de 1990, pero que en nada se opone a los principios del actual orden

constitucional y legal, debiéndonos remitir en esos casos, a la definición que de estas

categorías de trabajadores contienen los Artículos 41 y 43 del cuerpo normativo

sustantivo laboral.

 

Encuentra la Sala, que igualmente resultan adaptables al régimen laboral

doméstico, el dispositivo consagrado legalmente en su Artículo 77, en relación con los

casos en que puede celebrarse un contrato por tiempo determinado y las previsiones que

deben tomarse cuando un trabajador venezolano va a prestar sus servicios en el exterior,

sobretodo tomando en cuenta la condición social y económica que generalmente poseen

los trabajadores domésticos, debiendo en estos casos prever, con más justificación, los

gastos de repatriación del trabajador y los de su traslado hasta el lugar de su residencia,

tal como lo establece el Artículo 78 de la Ley Orgánica del Trabajo.

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Considera la Sala de Perogrullo señalar que se debe aplicar a los

trabajadores domésticos la previsión contenida en el Artículo 79 de la ley, referida a la

prohibición de coacción personal del trabajador en caso de incumplimiento del contrato

de trabajo, pudiendo exigirse solamente la correspondiente responsabilidad civil.

 

En lo que se refiere a la exclusión de las previsiones contenidas entre el

Artículo 80 al 87 de la Ley Orgánica del Trabajo, devienen inaplicables, entre otras

razones, porque el establecimiento de esta normativa responde al reconocimiento que

debe dar el patrono a la autoría de las invenciones o mejoras, cuya clasificación y

procedencia no se compadecen con la esencia de las labores realizadas, ni con la

naturaleza de la vinculación entre el trabajador doméstico y su patrono.

 

Con relación a las normas que prevén el instituto de la sustitución de

patrono, que van desde el Artículo 88 hasta el 92 de la Ley Orgánica del Trabajo,

devienen incompatibles con el carácter intuite personae que caracteriza este estatuto

laboral especial, concluyéndose en la imposibilidad de asimilar este régimen, de

eminente y exclusivo “carácter empresarial” con la particular concepción o la sui

generis vinculación entre el trabajador doméstico y su patrono.

 

Ahora bien, en lo que respecta a la aplicación de la institución de la

suspensión de la relación de trabajo, consagrada en los Artículos 93 al 97 de la Ley

Orgánica del Trabajo, en principio, lucen compatibles con el estatuto laboral de los

trabajadores domésticos, en cuanto a sus causales, los efectos suspensivos cuando se

encuentre en alguno de sus supuestos, y en lo que respecta al cómputo del tiempo

servido antes y después de la suspensión, sin embargo, mención especial requiere el

derecho del trabajador a continuar prestando servicios en las mismas condiciones

existentes para la fecha en que ocurrió aquella, ya que, dada la especialidad atribuida a

esta prestación, se desnaturaliza las peculiaridades o particularidades de este régimen de

confianza extrema, de familiaridad, por lo que la imposición a que hace referencia la

primera parte del Artículo 97 no resulta extensible en el régimen de los trabajadores

domésticos.

 

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Por lo que atañe a la regulación de las causas de terminación de la relación

de trabajo, debe indicarse, que las enunciadas en el Artículo 98 de la Ley Orgánica del

Trabajo son igualmente aplicables en el régimen laboral doméstico, es decir, la relación

de trabajo puede terminar por despido, retiro, voluntad común de las partes o causa

ajena a la voluntad de ambas, pudiendo aplicarse, como en efecto se aplican, las

definiciones que de las mismas consagra la ley, sus consecuencias, y las sub

clasificaciones insertas en dicho cuerpo normativo, vale decir, la distinción de despido y

retiro justificado e injustificado (Artículos 99 al 103), y las causas fácticas

configurativas de estas instituciones jurídicas, teniendo en cuenta que el Artículo 279

eiusdem añade para el régimen laboral doméstico como motivos o causales de

terminación de la relación laboral la falta de honradez, la desidia manifiesta en el

cumplimiento de sus deberes y las enfermedades contagiosas.

 

En lo que se refiere al instituto del preaviso, que en el régimen laboral

general se encuentra consagrado en el Artículo 104 de la Ley Orgánica del Trabajo,

debe indicarse que la primera parte de la norma establece los períodos en casos de

contrataciones por tiempo indeterminado que finalicen por despido injustificado o por

motivos económicos o tecnológicos, desde una semana hasta tres meses de anticipación,

por la prestación de servicios desde un mes hasta después de diez años, resulta

inaplicable al estatuto especial bajo análisis, por cuanto la norma contenida en la

primera parte del Artículo 279 eiusdem establece un período de preaviso único de

quince días para la parte que quiera poner término a la relación de trabajo, es decir,

patrono o trabajador, sin establecer requisito de temporalidad o permanencia en el

trabajo, estableciendo una suerte de indemnización sustitutiva de quince días, por lo que

haciendo una interpretación literal de la norma, debe llegarse a la conclusión de que en

caso que el trabajador se retire injustificadamente puede omitir su obligación de

preavisar abonándole al patrono los quince días de sueldo, que en la praxis se traduciría

a que el patrono le dedujese de lo que le adeudare, el equivalente a ese monto.

 

Debe tenerse en cuenta también que esta norma del régimen laboral especial

le concede la posibilidad al patrono de hacer cesar sin aviso previo los servicios,

pagándole al trabajador doméstico solamente los días servidos, en los casos de

abandono, falta de probidad, honradez o moralidad, falta de respeto o maltrato a las

personas de la casa y en los casos de desidia manifiesta en el cumplimiento de sus

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deberes, sin embargo, considera la Sala, que esto en nada obsta para darle también

aplicación al régimen ordinario previsto en el Artículo 101 de la Ley Orgánica del

Trabajo, cuando se permisa a cualquiera de las partes omitirlo cuando exista causa

justificada para ello; siendo válidamente aplicable la norma que establece las causas de

retiro justificado y las del despido indirecto, exceptuando de este último sólo los

supuestos contenidos en el Parágrafo Segundo del Artículo 103 de la Ley Orgánica del

Trabajo que refiere que la reposición del trabajador a su puesto primitivo por culminar

el período de prueba, o cuando se desempeñó temporalmente en otro cargo, o la

reposición a su puesto original cuando fue trasladado temporalmente a un cargo inferior

por una emergencia, por cuanto estas situaciones, entiende la Sala, son concebidas en el

ámbito de una empresa y no de un hogar.

 

La obligatoriedad de notificar el despido por escrito con indicación de la

causa en que se fundamenta, a que se refiere el Artículo 105 de la Ley Orgánica del

Trabajo, resulta adaptable al estatuto bajo análisis; al igual que las otras previsiones de

esta norma, como son la imposibilidad del patrono de invocar otras causas anteriores

para justificarlo, y el establecimiento de que la omisión de dicho aviso escrito no

impedirá al trabajador demostrar el despido por cualquier otro medio de prueba.

 

Con relación a las previsiones contenidas en los Artículos 106 y 107 del

cuerpo sustantivo laboral, vale decir, la indemnización sustitutiva del preaviso cuando el

patrono despide o cuando el trabajador se retira voluntariamente, las mismas a criterio

de esta Sala, no resultan aplicables.

 

Si bien es cierto que la norma legal objeto del presente recurso de

interpretación, vale decir, el Artículo 275 de la Ley Orgánica del Trabajo, y todo el

articulado que conforma este régimen laboral especial nada consagran sobre la

prestación de antigüedad, debe tenerse en cuenta que, de conformidad con el método

interpretativo adoptado por esta Sala, en este contexto, la aplicación del Artículo 108 de

la Ley Orgánica del Trabajo, contenido en el Título II de este cuerpo normativo a este

régimen, se convierte en la manifestación legal o el desarrollo de preceptos

constitucionales contenidos en los supuestos contemplados en los Artículos 89 y 92.

 

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Semejante mandamiento debe conducir forzosamente a la conclusión de que

la norma contenida en el mencionado Artículo 108 de la Ley Orgánica del Trabajo es de

insoslayable aplicación en el régimen que ampara a los trabajadores domésticos, salvo

su Parágrafo Sexto, que se refiere a los funcionarios o empleados públicos; concluir lo

contrario implicaría la negación misma de los mandatos constitucionales dirigidos al

establecimiento del legítimo otorgamiento de las previsiones que recompensen la

antigüedad en el servicio, la concepción del trabajo como hecho social, la protección

estatal del mismo, la intangibilidad, progresividad e irrenunciabilidad de los derechos

laborales, la aplicación del principio de favor y el de la norma más favorable, la nulidad

de todo acto o medida contraria a la Constitución y la prohibición de discriminación, ya

que son derechos que el constituyente otorgó a todos los trabajadores y trabajadoras,

máxime si se toma en consideración que, por las características de los servicios

realizados, las personas que los prestan carecen generalmente de preparación académica

y pertenecen a los sectores socialmente más vulnerables, por lo que su protección legal

debe ser mayor, y que conforme a la concepción del Estado Social y de Derecho

establecido en la Constitución deben ser mayormente exaltados.

 

Restaría entonces establecer la equivalencia entre la norma que establece la

indemnización por terminación de la relación de trabajo, contenida en el Parágrafo

Primero del Artículo 108 de la Ley Orgánica del Trabajo, y la norma contenida en el

régimen especial, ex Artículo 281, que dispone que en caso de terminación de la

relación de trabajo por razón del despido injustificado o retiro justificado, por

vencimiento del término en caso de contratos por tiempo determinado, o por otra causa

ajena a su voluntad, los trabajadores domésticos tendrán derecho a una indemnización

equivalente a la mitad de los salarios que hayan devengado en el mes inmediato anterior

por cada año de servicio prestado, y en caso que el trabajo hubiese sido contratado a

destajo, por piezas o por tarea, la base de dicha indemnización será la mitad del salario

promedio mensual devengado por el trabajador en los tres (3) meses anteriores, lo cual

lleva a concluir que la norma especial no toma en cuenta el derecho constitucional del

trabajador a percibir prestaciones que le recompensen su antigüedad en el servicio.

Consciente la Sala de la grave infracción que ello conlleva, considera, haciendo

aplicación o uso del principio de interpretación de la norma más favorable, que también

es de rango constitucional, que indudablemente debe concluir en la aplicación de la

previsión contenida en el Artículo 108.

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La Ley Orgánica del Trabajo de 1990 consideraba la antigüedad como una

“indemnización”, y posteriormente, en la reforma parcial de la misma en 1997, el

legislador le otorgó el carácter de “prestación” a dicha institución, el cual parece atender

mejor a su naturaleza jurídica, por cuanto, el disfrute de este derecho por parte del

trabajador deviene por la necesidad, en justicia y, más acorde con la Constitución de

1999, de reconocerle al mismo el desempeño de un servicio de manera constante para

un mismo empleador, y no encierra en sí mismo la obligación indemnizatoria al

trabajador por el tiempo laborado.

 

Asimismo, a criterio de la Sala resultan plenamente aplicables a este

régimen especial las previsiones indemnizatorias por terminación de la relación laboral

a que se refieren los Artículos 109 y 110 de la Ley Orgánica del Trabajo y la obligación

patronal de suministrarle a quien fue su trabajador una constancia de trabajo con las

indicaciones a que hace referencia el Artículo 111 eiusdem, como principio de prueba

por escrito.

 

Con respecto al régimen de estabilidad consagrado en la Ley Orgánica del

Trabajo debe ratificarse que por disposición de la parte in fine del Parágrafo Único del

Artículo 112, se encuentran excluidos de dicha protección; además por ser una

institución que resulta incompatible con la naturaleza de la relación de suprema

confianza que debe existir entre las partes, no pudiendo concebirse estar obligado a

permitir que coactivamente un trabajador se reintegre al entorno familiar del patrono

que consideró necesario terminar con esta vinculación.

 

Lucen igualmente aplicables las clasificaciones contenidas en los Artículos

113, 114 y 115, referidas a los trabajadores permanentes, temporeros y eventuales u

ocasionales.

 

En lo que respecta a los Artículos 116 al 124 de la Ley Orgánica del

Trabajo, devienen inaplicables, en primer lugar, por la exclusión a que se hizo

referencia precedentemente en el Artículo 112 y en razón que con la entrada en vigencia

de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, esta normativa fue derogada, tal y como se

deriva del texto de su Artículo 194.

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-ii-

 

En segundo lugar, y en lo que concierne a la aplicación o extensión del

Título III (De la remuneración) del cuerpo legal sustantivo laboral a los trabajadores del

servicio doméstico, debe señalarse en primer lugar que en él se establece la libertad de

estipulación del salario, la percepción del salario mínimo (Artículo 129), y los

parámetros para su fijación (Artículo 130), libertad de disposición o disponibilidad del

mismo (Artículo 131), su irrenunciabilidad, su carácter de intransferibilidad e

indisponibilidad (Artículo 132), disposiciones éstas contempladas también en el

Convenio Nº 95 de la O.I.T. sobre la Protección del Salario de 1949, y en la norma

contenida en el Artículo 91 de la Constitución de la República Bolivariana de

Venezuela, por lo que forzosamente la Sala se pronuncia por su aplicación en el

régimen laboral de los domésticos.

 

En lo que respecta a la definición de salario y sus componentes, conceptos

excluidos, la definición de salario normal (Artículo 133), la regla de “a trabajo igual

salario igual” (Artículo 135) y el otorgamiento de primas (Artículo 136) es normativa

extensible o aplicable a los trabajadores domésticos; mientras que por sus características

especiales resultan inaplicables el régimen de propinas y de aumentos de productividad

consagrados en los Artículos 134 y 137 de la Ley Orgánica del Trabajo.

 

Tal y como antes se dejó expresado, el salario puede ser pactado todo en

dinero, o parte en dinero y parte en especie; cuando se haya acordado salario en especie

y el trabajador doméstico devengue el salario mínimo, debe establecerse el valor

proporcional de las percepciones en especie, que generalmente son alimentación y

alojamiento, con respecto a la totalidad del salario.

 

En lo atinente al derecho consagrado en el Artículo 138 de la Ley Orgánica

del Trabajo, a percibir un salario suficiente y justamente remunerador para el trabajador

y su grupo familiar y la posibilidad de estar incluidos en los aumentos decretados por el

Ejecutivo Nacional, en base a los principios constitucionales del ordenamiento jurídico

positivo venezolano, a que se hicieron referencia anteriormente, resultan a criterio de

esta Sala de Casación Social plenamente aplicables al estatuto de los domésticos, y con

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esta afirmación se despeja la incógnita de la parte accionante y se disipa cualquier duda

al respecto.

 

Como comentario al margen debe señalarse que así parece haber sido

interpretado por el Ejecutivo Nacional en las oportunidades en que desde el año 2004 ha

venido fijando el salario mínimo mensual obligatorio, es decir, han sido incluidos los

trabajadores del servicio doméstico, tal y como se deriva del Decreto Presidencial N°

2.902 publicado en la Gaceta Oficial Nº 37.928, vigente a partir del 1° de mayo de

2004; del Decreto Presidencial Nº 4.446 publicado en la Gaceta Oficial Nº 38426 del

día 28 de Abril de 2006 vigente a partir del 1º de mayo de 2006; del Decreto

Presidencial Nº 5.318 publicado en la Gaceta Oficial número 38.674, de fecha miércoles

2 de mayo de 2007; y del Decreto N° 6.052 publicado en la Gaceta Oficial Nº 38.921

del día miércoles 30 de abril de 2008.

 

En cuanto a las modalidades o clases de salario contenidas en los Artículos

139 al 142 de la Ley Orgánica del Trabajo, son enteramente aplicables al régimen bajo

estudio, esto es, por unidad de tiempo, por unidad de obra, por pieza o a destajo, o por

tarea, además de ello, estas formas salariales están referidas en el régimen especial de

los domésticos, específicamente en el Artículo 281 eiusdem; no luce aplicable al

régimen especial bajo estudio la obligación patronal de fijar carteles en las instalaciones

de la empresa consagrada en el Artículo 143 eiusdem.

 

Para los trabajadores domésticos “internos” no se aplica la previsión del

Artículo 144 de la Ley Orgánica del Trabajo, que establece como base salarial para

calcular lo que corresponda al trabajador por causa del descanso semanal, días feriados,

horas extras y trabajo nocturno, el salario normal devengado por él, durante la semana

respectiva, sin embargo, dependiendo de las particularidades de cada caso, nada impide

su aplicación para los trabajadores domésticos “externos”.

 

Es ajustable a este régimen especial doméstico la aplicación de la base

salarial plasmada en el Artículo 145 de la Ley Orgánica del Trabajo, en razón de que el

Artículo 277 eiusdem, a pesar de consagrar  las vacaciones del trabajador doméstico, no

establece el salario para su cálculo.

 

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Dado a que los trabajadores domésticos, tal y como se dejó anteriormente

establecido, se encuentran al margen del derecho de estabilidad devienen inaplicables

las previsiones contenidas en la primera parte y en el Parágrafo Primero del Artículo

146 de la Ley Orgánica del Trabajo, no así la consagrada en su Parágrafo Segundo,

referida a que el salario base para el cálculo de la prestación por antigüedad, en la forma

y términos establecidos en el Artículo 108, será el devengado en el mes

correspondiente, y que los cálculos mensuales por tal concepto son definitivos y no

podrán ser objeto de ajuste o recálculo durante la relación de trabajo, ni a su

terminación.

 

Es procedente la aplicación, y de hecho es lo que comúnmente sucede en la

práctica, del uso de pagar al trabajador doméstico en efectivo (Artículo 147 de la Ley

Orgánica del Trabajo), sin que ello obste a que se haga a través de cualquiera de las

operaciones realizadas en instituciones bancarias, extendiéndose la prohibición a que se

refiere su único aparte de utilizar para el pago mercancías, vales, fichas o cualquier

signo representativo con que quiera sustituirse la moneda, permitiéndose la estipulación

de considerar como parte del salario, cuando ello conlleve un beneficio social para el

trabajador, la dotación de vivienda, la provisión de comida y otros beneficios de

naturaleza semejante.

 

La obligación de que en principio, el pago debe ser hecho al trabajador o a

la persona que éste autorice, la revocabilidad de esta autorización (Artículo 148 de la

Ley Orgánica del Trabajo), la retención del salario por razones de interés familiar y

social, plazo, oportunidad y lugar para el pago del salario, contenidas en los Artículos

149, 150, 151 y 152 de la Ley Orgánica del Trabajo, encuentran plena cabida en este

régimen especial.

 

En lo que se refiere al pago de días feriados o de descanso, su recargo por

laborarlos, horas extraordinarias, trabajo nocturno y la cancelación de los días de

vacaciones, consagradas en las disposiciones legales comprendidas desde el Artículo

153 al Artículo 157 de la Ley Orgánica del Trabajo, su aplicación depende, de si el

trabajador es “interno” o “externo”, siendo plausible la aplicación para este último caso

de acuerdo a las modalidades contractuales de la prestación del servicio. En el caso de

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los trabajadores domésticos “internos” devienen inaplicables las disposiciones de los

Artículos 154, 155 y 156, en cambio, le son aplicables la de los Artículos 153 y 157.

 

En cuanto al régimen de protección salarial contenido en los Artículos 158

al 165 de la Ley Orgánica del Trabajo, créditos pendientes de los trabajadores,

privilegios sobre los bienes muebles e inmuebles del patrono, la inembargabilidad del

salario mínimo y de las prestaciones sociales (Artículo 91 de la Constitución de la

República Bolivariana de Venezuela), los porcentajes embargables cuando superen los

límites establecidos, la procedencia de ejecución de medidas derivadas de obligaciones

familiares y los límites de amortización de las deudas del trabajador, debe señalarse su

procedencia en este ámbito, es decir, son de obligatorio cumplimiento en el régimen

laboral doméstico; mientras que el dispositivo del Artículo 166 de la Ley Orgánica del

Trabajo resulta incompatible con la naturaleza y condición de esta especial labor.

 

Las disposiciones referidas a la revisión de los salarios mínimos, el

establecimiento de una Comisión Tripartita, su composición representativa, reglamento

de funcionamiento, la recomendación que ésta diere, la fijación del monto por

resolución, la fijación por condiciones regionales e industriales, comprendidas en los

Artículos 167 al 171 de la Ley Orgánica del Trabajo, son normas de indiscutible

naturaleza procedimental y estructural que establecen una suerte de iter cuando se

considere necesario modificar el salario mínimo, devienen inaplicables, no así la

contenida en el Artículo 172 eiusdem que establece la potestad del Ejecutivo Nacional

de fijar el salario mínimo obligatorio, en las circunstancias descritas en esta norma, la

determinación del alcance general o restringido según las características respectivas y

las circunstancias económicas, en la forma y condiciones establecidas en el Artículo 13

de esta misma Ley, disposición ésta que también consagra las más amplias facultades

para reglamentar las disposiciones legales en materia de trabajo, que tiene el Ejecutivo

Nacional, facultándolo para dictar Decretos o Resoluciones especiales y limitar su

alcance a determinada región o actividad del país, y que cuando sean de interés público

y la urgencia así lo requieran, la posibilidad de establecer cláusulas irrenunciables en

beneficio de los trabajadores y de la economía nacional que se considerarán integrantes

del contrato de trabajo, y la disposición contenida en su Artículo 22 que establece el

procedimiento que ha de seguirse para el sometimiento, a consideración del Poder

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Legislativo de los decretos dictados por el Ejecutivo Nacional de conformidad con lo

previsto en los Artículos 13 y 138 de la Ley Orgánica del Trabajo.

 

Es igualmente aplicable al régimen de trabajo doméstico, la norma

contenida en el Artículo 173 de la ley sustantiva laboral que establece la sanción por

incumplimiento del pago de salario mínimo.

 

El articulado referente a la participación en los beneficios, comprendido

entre los Artículos 174 y 183 de la Ley Orgánica del Trabajo, al tratar éstos los

beneficios líquidos o enriquecimientos netos gravables de las empresas, resultan

inaplicables al no poder ajustar a este estatuto laboral, la noción que de “empresa” trae

esta Ley en su Artículo 16, amén de que existe de la previsión especial análoga

contenida en el Artículo 278 eiusdem conocida como “prima de navidad”.

 

-iii-

 

En tercer lugar, el Título IV de la Ley Orgánica del Trabajo denominado

“De las Condiciones de Trabajo”, que debemos interpretar a la luz de las normas

contenidas la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, especialmente, de

los principios consagrados en el único aparte de su Artículo 87 y del Artículo 90,

establece una serie de disposiciones generales referentes a las condiciones de trabajo,

siendo perfectamente aplicables al régimen de los trabajadores domésticos lo

relacionado a la garantía de establecimiento de condiciones mínimas de seguridad,

higiene y ambiente adecuados, que permitan a los trabajadores su desarrollo físico y

síquico normal, les deje tiempo libre suficiente para el descanso y cultivo intelectual,

para la recreación y expansión lícita; que le presten suficiente protección a la salud y a

la vida contra enfermedades y accidentes; y mantengan el ambiente laboral en

condiciones satisfactorias (Artículo 185 de la Ley Orgánica del Trabajo).

 

La estipulación de las condiciones de trabajo que pueden hacer las partes ad

libitum, y sus límites, aprovechamiento del tiempo libre del trabajador, consagrados en

los Artículos 186 y 187 de la Ley Orgánica del Trabajo, son también extensibles al

régimen especial, no así a lo contenido en el Artículo 188 eiusdem por normar dicha

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disposición claramente una carga que sólo corresponde cumplirla por el patrono en el

ámbito empresarial.

 

La necesidad de controlar el cumplimiento de las normas laborales, tanto en

materia de seguridad e higiene, como en relación con la observancia de los derechos a

condiciones de trabajo dignas, ha sido asumida como una obligación del Estado,

desarrollándose en los países diferentes mecanismos de control e inspección.

 

Tratándose de la vigilancia estatal del cumplimiento de las normas jurídicas

que amparan el trabajo doméstico, existen marcadas limitaciones emanadas del

principal elemento característico de este tipo de trabajo: el ámbito físico donde se

desarrollan las labores (vale decir, la vivienda particular). En materia de inspección del

trabajo doméstico se plantea un conflicto entre principios y derechos fundamentales de

igual jerarquía en el derecho constitucional e internacional. Por un lado, están los

derechos a la intimidad y a la inviolabilidad del domicilio que conllevan, como regla

general, la obligación del Estado de abstenerse de perturbar el ámbito doméstico

privado y familiar de las personas, salvo especiales excepciones establecidas por la ley

fundadas en poderosos motivos de orden público y con estricto apego a las garantías del

debido proceso. Por el otro, existen fuertes razones de orden público social que exigen

al Estado la garantía del cumplimiento de la legislación sobre derechos sociales; en el

caso que nos ocupa, los derechos laborales de las personas que se dedican al trabajo

doméstico.

 

Sin embargo, en el derecho comparado existen mecanismos concebidos para

el ejercicio del control estatal, entre los cuales cabe destacar, la implementación de un

sistema de registro de los trabajadores domésticos y la previsión normativa del proceso

de inspección en residencias particulares, armonizando así los bienes jurídicos en

conflicto.

 

Estando claramente establecido que los trabajadores domésticos que no

habiten en la casa donde prestan sus servicios están sujetos al régimen de la jornada

normal de trabajo, de acuerdo a los Artículos 195 y 205 de la Ley Orgánica del Trabajo,

le son aplicables entonces la definición de jornada de trabajo y cuándo debe

considerarse a la disposición del patrono (Artículo 189), imputación a la jornada del

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tiempo de reposo y comida (Artículos 190 y 191), imputación del tiempo de transporte

cuando se haya obligado el patrono convencionalmente a ello, (Artículo 193) el salario

de trabajos a tiempo parcial (Artículo 194), jornada máxima (Artículo 195), y el día de

descanso adicional (Artículo 196).

 

Es aplicable a los trabajadores domésticos la norma contenida en el Artículo

191 de la Ley Orgánica del Trabajo, pero no así el Artículo 192 eiusdem; así como

tampoco son extensibles las disposiciones contenidas en los Artículos 197 al 204 de la

Ley Orgánica del Trabajo, referidas a: la disminución de la jornada, los trabajadores

exceptuados de la limitación de la misma, los casos en los cuales se permisa su

prolongación, posibilidad de excederla cuando se trate de trabajo continuo, aumento de

la jornada en casos de accidentes, trabajos de urgencia o fuerza mayor, recuperación de

horas perdidas y notificación al Inspector del Trabajo.

 

Establece el Artículo 205 de al Ley Orgánica del Trabajo la interrupción de

la jornada para tomar un descanso de media hora por lo menos, sin que pueda trabajarse

más de cinco horas continuas. En este punto, es clara la procedencia u obligatoria

aplicación en lo que respecta a los trabajadores domésticos “externos”, no obstante, con

respecto a la exclusión de los trabajadores domésticos “internos” cabría preguntarse si

esta categoría que tiene establecida una jornada mayor que los trabajadores del régimen

ordinario, es más apegado al derecho y a la justicia, otorgarles un tratamiento más

equitativo y más cónsono con la normativa constitucional y la tendencia legal más

vanguardista que propende a la disminución progresiva de la jornada, y establecer como

obligatorio dicho descanso. Indudablemente que la Sala se pronuncia por la respuesta

afirmativa a la interrogante precedentemente formulada.

 

Con relación a los descansos obligatorios podemos distinguir entre los que

se deben producir durante la jornada laboral, aquellos mínimos terminada la jornada de

trabajo y los semanales.

 

Considera la Sala que la imprecisión legal en la limitación de la jornada de

trabajo doméstico, en el caso de trabajadores “internos” o que habitan en la casa donde

prestan sus servicios, permite ciertos excesos patronales hacia estos trabajadores; por

cuanto no se toman en cuenta las horas extraordinarias de trabajo, ni se les cancela,

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considerándose incluido en su percepción ordinaria, adecuándose la jornada de trabajo

al requerimiento del empleador.

 

En nuestra legislación, la previsión de descansos obligatorios diarios

intrajornada a esta categoría de laborantes es de suma importancia para una lege

ferenda, por cuanto la jornada máxima se encuentra establecida como consecuencia del

descanso obligatorio expresamente previsto; la limitación de la jornada a este tipo de

trabajadores, aparece regulada en el Artículo 275 eiusdem, pero ésta sólo estipula que

los trabajadores domésticos que habiten en la casa donde prestan sus servicios no

estarán sujetas a horario y deberán tener un descanso absoluto mínimo de diez (10)

horas, lo cual equivale a decir que su jornada de trabajo es de catorce (14) horas.

 

Respecto al descanso semanal obligatorio, se prevé (artículo 276 de la Ley

Orgánica del Trabajo) el disfrute de un (1) día de descanso por lo menos cada semana.

 

Son aplicables al grupo de trabajadores domésticos “externos” las normas

que permiten la modificación de la jornada por acuerdo entre las partes, contenidas en el

Artículo 206 de la Ley Orgánica del Trabajo, el régimen de horas extras y sus límites

(Artículos 207 al 210), el régimen de los días hábiles y feriados (Artículos 211 y 212), y

sus excepciones (Artículo 213), el pago del día de descanso semanal (Artículo 216), y el

recargo remunerativo por trabajo en día feriado, domingo o de descanso (Artículos 217

y 218).

 

Con respecto al régimen vacacional, debe indicarse que si bien es cierto que

el Artículo 277 de la Ley Orgánica del Trabajo establece el derecho a vacaciones de los

trabajadores domésticos, sin embargo no establece el derecho a la concesión del día

adicional remunerado por cada año de servicio hasta un máximo de quince días hábiles

consagrado en el Artículo 219 eiusdem, ni el derecho a la percepción de comida y

alojamiento o ambas cosas a la vez cuando estas formen parte de su remuneración

ordinaria, o el establecimiento de su valor en lugar de éstas, de acuerdo a las

estipulaciones contenidas en el Artículo 221.

 

A criterio de la Sala no le es extensible a este régimen el dispositivo del

Artículo 220 de la Ley Orgánica del Trabajo.

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No establece tampoco la oportunidad del pago de las vacaciones (Artículo

222), ni el bono vacacional (Artículo 223), el pago por vacaciones no disfrutadas

(Artículo 224), ni las vacaciones fraccionadas (Artículo 225), tampoco contempla el

disfrute obligatorio de las vacaciones (Artículo 226), la situación cuando se prestan

servicios a varios patronos (Artículo 227), la no interrupción del servicio a los fines de

pago de cotizaciones (Artículo 228), el límite de acumulación de goce de vacaciones

(Artículo 229), oportunidad de su disfrute (Artículo 230), el tiempo que no le es

imputable a éstas (Artículo 231), posposición del disfrute (Artículo 232), inasistencias

que le son imputables e imputación al período vacacional (Artículo 233), por lo que, en

atención a los postulados constitucionales supra invocados, deben hacerse extensivas al

régimen especial todas estas condiciones.

 

No debe otorgarse la misma solución cuando se trata de la aplicación de los

Artículos 234 y 235 de la Ley Orgánica del Trabajo, referidos a la sanción que se

establece al trabajador que durante el curso de su vacación anual efectúe trabajo

remunerado, esto es, la pérdida del derecho a que se le pague el salario correspondiente

al período vacacional, y a la obligación patronal de llevar un “Registro de Vacaciones”

según lo establezca el Reglamento de esta Ley, respectivamente.

 

A tono con el criterio rector de esta decisión, y como una muestra de la

tendencia expansiva de nuestro legislador, de ensanchar el régimen laboral de los

domésticos a la normativa general de los trabajadores, debe reseñarse la expresa

inclusión que dentro del ámbito de aplicación de la Ley Orgánica de Prevención,

Condiciones y Medio Ambiente del Trabajo publicada en la Gaceta Oficial N° 38.236

del 26 de Julio 2005, se hizo a esta categoría de laborantes.

 

En ese orden queda interpretada la norma jurídica a que se refiere el

presente recurso.

 

DECISIÓN

 Por las razones anteriormente expuestas, este Tribunal Supremo de Justicia, en Sala de

Casación Social, administrando Justicia en nombre de la República Bolivariana de Venezuela y por

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autoridad de la Ley, declara PROCEDENTE el recurso de interpretación propuesto por los profesionales

del derecho Francisco Javier López S. y Asdrúbal Blanco Méndez, con el carácter por ellos alegado y

queda así interpretado el Artículo 275 de la Ley Orgánica del Trabajo y aclarada la duda propuesta.

 

Publíquese y regístrese. Archívese el expediente.

 

Dada, firmada y sellada en la Sala de Despacho de la Sala de Casación

Social, del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los  catorce (14) días del mes de

abril de dos mil nueve. Años: 198º de la Independencia y 150º de la Federación.

 

El Presidente de la Sala,  

_____________________________OMAR ALFREDO MORA DÍAZ

  

       El  

Vicepresidente,                                                                     Magistrado,  

_______________________                            _______________________________JUAN RAFAEL PERDOMO                            ALFONSO VALBUENA CORDERO

  

Magistrado y Ponente,                                                        Magistrada,  

_______________________________         _________________________________LUIS E. FRANCESCHI GUTIÉRREZ       CARMEN ELVIGIA PORRAS DE ROA

  

El Secretario,  

_____________________________JOSÉ E. RODRÍGUEZ NOGUERA

  R.I. Nº AA60-S-2005-000340Nota: Publicada en su fecha a

 El Secretario,