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El impacto social de la crisis en Cataluña
¿Cambios en la estructura de clases?
(Borrador)
Sebastián Sarasa (Universitat Pompeu Fabra)
Sergio Porcel (Institut d’Estudis Regionals i Metropolitans de Barcelona)
Lara Navarro-Varas (Institut d’Estudis Regionals i Metropolitans de Barcelona)
Congreso Español de Sociología
Madrid: julio de 2013
Palabras clave: Polarización, clase social, pobreza, crisis económica, mercado de
trabajo
Resumen:
El trabajo que se presenta focaliza el análisis en el impacto social de la crisis en la
estructura de clases sociales de Cataluña. Principalmente, aborda cuestiones
relacionadas con la evolución el mercado de trabajo, la distribución salarial y la renta
disponible de los hogares entre los años 2006 y 2011, así como en la distribución del
riesgo de pobreza. Los resultados reflejan que la crisis acelera el proceso de
terciarización de la economía catalana con una tendencia hacia la polarización social
debida más a las desigualdades intraclase que a las interclasistas, y más a causa de la
estructura de los hogares y a la distribución de la ocupación entre ellos, que no a la
evolución de los salarios, que tienden a la compactación. La crisis ha hecho que el
riesgo de pobreza afecte con más intensidad a clases sociales usualmente con poco
riesgo.
Para la realización de la investigación se han combinado informaciones provenientes de
la Encuesta de condiciones de vida y hábitos de la población de Cataluña (ECVHP) y
de la muestra para Cataluña de la Encuesta de condiciones de vida (ECV) realizada por
el Instituto Nacional de Estadística. La ECVHP 2011 es la sexta edición de una
operación estadística quinquenal que se inició en 1985 y que desde 2006 forma parte de
la estadística oficial catalana. En esta última edición la encuesta se ha sometido a una
reorientación, tanto a nivel metodológico como a nivel de contenidos, con el objetivo de
armonizar gran parte de los datos sobre condiciones de vida con la European Union
1
Statistics on Income and Living Conditions (EU-SILC) que en España se concreta en la
ECV. Los datos de la ECVHP 2011 se comparan con los de la anterior edición de esta
encuesta correspondiente al año 2006 o bien con la ECV del período 2006-2010.
Introducción
Sobre los efectos de la crisis en la desigualdad hay ya algunos trabajos en España. El
pionero fue el Informe FOESSA (Laparra y Pérez, 2010) que ofreció la oportunidad de
observar los efectos de la primera recesión y de comparar los datos de las encuestas
FOESSA 2007 y 2009. Recientemente se ha publicado el análisis comparado
coordinado por Miguel Laparra (2012) y en el momento de escribir estas líneas, ha visto
la luz el llamado por la Fundación Alternativas ‘Primer informe sobre la desigualdad en
España 2013’ dirigido por Jesús Ruiz-Huerta Carbonell. En el ínterin han sido
publicadas investigaciones más focalizadas, como el efecto de la crisis en la pobreza
infantil (Navarro y Clua, 2012), o en la desigualdad salarial (Bonhomme y Hospido,
2012; Arranz y García-Serrano, 2012). La mayoría de estos trabajos abarcan los dos
primeros años de la crisis. Nuestro trabajo ofrece un análisis algo más actualizado de su
evolución, a sabiendas de que es una operación inconclusa dada la persistencia de la
destrucción de empleo y de los recortes en el gasto público que se vienen sucediendo.
El objetivo de este trabajo es analizar el efecto de la crisis económica en la desigualdad
de renta y en la pobreza en Cataluña. Los efectos de una crisis económica de una
envergadura tal como la actual son imprevisibles y dependen de una trama compleja de
interacciones entre factores económicos, institucionales y demográficos que no es
homogénea. Caídas similares en el PIB tienen efectos muy diferentes en la destrucción
de empleo y en la renta disponible de los hogares (Jenkins et al. 2012; Sarasa y Luppi,
2012). Es más, incluso en un mismo país dos crisis pueden tener efectos contrarios
según sea el contexto económico y político. En el caso de España, por ejemplo, la
llamada crisis del petróleo se saldó con una reducción de las desigualdades, sin embargo
la breve pero intensa crisis de 1992 se saldó con un aumento de la pobreza (Ayala et al.,
2010). Por otro lado, en tanto que el impacto de la crisis en la desigualdad depende en
buena medida de la posición que ocupan en la distribución de la renta los grupos
sociales más castigados por ella (Jenkins et al. 2012) no podemos extender las
conclusiones de lo ocurrido en España a todas las CCAA sin una contrastación previa,
dado que los riesgos de exclusión son heterogéneos entre ellas (Faura y Lafuente, 2012),
2
y el impacto de la crisis en España ha variado mucho entre CCAA, debido en parte al
diferente peso que el sector de la construcción ha tenido en las economías de cada
región (Bentolila et al., 2009). Por otra parte, no tenemos conocimiento de estudio
alguno que haya descrito el efecto que la crisis haya podido tener en la desigualdad
entre clases en España. Nuestro trabajo, aunque circunscrito a Cataluña, pretende iniciar
el relleno de este hueco.
También hay en nuestro trabajo un motivo de oportunidad, derivado de haberse llevado
a cabo durante el año 2011 la sexta edición de la Encuesta de condiciones de vida y
hábitos de la población catalana (ECVHP)1, de periodicidad quinquenal y que, por
primera vez, ha asumido la metodología de la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV)
del INE incorporando exactamente las mismas preguntas referentes a la renta de los
hogares, pero con la ventaja de disponer de un tamaño muestral superior, que permite
alcanzar un grado mayor de confianza en las estimaciones al que ofrece la muestra para
Cataluña de la ECV. Ello nos ha permitido construir una serie histórica con los datos de
Cataluña de la ECV que abarca desde 2006 a 2010 y con los datos de la ECVHP 2011.
En este trabajo intentamos explorar los efectos de la crisis en la estructura de clases
sociales mediante el análisis pormenorizado del caso de Cataluña. Para ello
intentaremos responder las siguientes preguntas: 1) ¿Se mantiene la tendencia hacia la
polarización ocupacional previa a la crisis?; 2) ¿Hasta qué punto la segmentación del
mercado de trabajo ha servido para proteger a los ‘insiders’? 3) ¿Hasta qué punto la
crisis ha ‘democratizado’ el riesgo de pobreza entre las clases sociales?
En la exposición de los datos contrastamos las observaciones de los años de crisis (de
2009 a 2011) con los últimos años de bonanza económica (2006 a 2008), para observar
si las tendencias observadas son comunes o divergentes. Pero antes conviene que
hagamos una revisión sucinta sobre cuál había sido la evolución de las desigualdades en
España y en el contexto internacional.
¿Qué sabemos de la evolución de las desigualdades en la sociedad post-industrial y
del impacto de la crisis?
1 La Encuesta de condiciones de vida y hábitos de la población catalana es una operación de estadística oficial realizada por el Institut d’Estudis Regionals i Metropolitans de Barcelona i l’Institut d’Estadística de Catalunya en colaboración con el Área Metropolitana de Barcelona y la Diputació de Barcelona.
3
El impacto de la crisis en la estructura de desigualdades no está todavía claro. La
respuesta no puede ser unívoca, en tanto que ni las crisis económicas tienen efectos
uniformes en todos los países, ni las pautas de desigualdad de la nueva sociedad post-
industrial aparecida en la segunda mitad del siglo XX se han comportado de manera
homogénea. Además, valorar el impacto que tienen los ciclos económicos en la
desigualdad y separar sus efectos de los efectos estructurales que subyacen en la
transformación de la sociedad es una tarea ardua que no ha sido todavía resuelta
adecuadamente (Mills y Bolssfeld, 2006).
Desde los años 80 se percibe en muchos países de la OECD un aumento de la
desigualdad de renta y de la pobreza (OECD, 2008). En el caso español, empero, esa
tendencia no había sido tan marcada (Ayala et al., 2013) ya que durante la transición a
la democracia hubo una mejora significativa en las rentas de los hogares más pobres.
Esta reducción en la desigualdad se revirtió parcialmente durante la crisis de los años
1992 a 1995, para mantenerse sin alteraciones significativas durante el período de
crecimiento económico siguiente. Luego, a raíz de la crisis financiera, si bien se ha
alterado poco la tasa de pobreza relativa, la desigualdad de renta ha aumentado porque
han caído mucho las rentas de las decilas más bajas, lo cual ha provocado un aumento
significativo de la pobreza severa y de la distancia de la renta media de los pobres
respecto al umbral de pobreza, especialmente entre los hogares con menores de edad
(Ayala, 2012; Sarasa y Luppi, 2012).
Los factores explicativos de estas tendencias son variados, ya que la distribución
equitativa de la renta depende de la desigualdad de los ingresos del trabajo, de las
dificultades para acceder al empleo de los trabajadores con menor formación reglada, y
de los cambios demográficos que alteran la estructura de los hogares y puedan hacer
crecer el número de hogares que son más vulnerables a la pobreza.
La evolución de los salarios en los tres últimos decenios ha tendido a la polarización en
la mayoría de países más ricos y, aunque con pautas heterogéneas, en la mayoría de
países, la desigualdad ha aumentado por el crecimiento más rápido de los salarios altos
(Atkinson, 2008). Las razones para este aumento de la desigualdad se circunscriben a
tres factores: la debilidad creciente de los sindicatos en algunos países (Gotschalk et al.
1998); la difusión de la innovación tecnológica que tiende a primar el salario de los
trabajadores con más formación capaces de gestionar las nuevas tecnologías en sectores
4
innovadores donde la productividad es más elevada; y la oferta de titulados en el
mercado (Horstein y Krusell, 2005; Acemoglu y Autor, 2011). El diferencial salarial
que beneficia a los mejor formados está condicionado por la oferta de trabajadores con
buena formación, de modo que la dispersión salarial debida a la innovación tecnológica
depende del equilibrio entre la capacidad del tejido productivo para generar innovación
por una parte, y de la oferta de personal cualificado por la otra.
En este sentido, el caso español podría ser un ejemplo. La creciente oferta de titulados
universitarios (García Montalvo y Peiró, 2009) y una apuesta por un modelo productivo
de baja intensidad innovadora y escaso valor añadido (Bentolila et al., 2010) explicarían
porqué la sobrecualificación en el mercado de trabajo español es de las más altas de la
OECD (García Montalvo y Peiró, 2009) y porqué la desigualdad salarial entre niveles
de formación en la pasada década no ha crecido como en otros países, sino que se ha
reducido (Lacuesta e Izquierdo, 2012). Además, a tenor de la experiencia española en
los últimos años, puede decirse que hay una asociación entre ciclos económicos y
sobreeducación, siendo ésta mayor cuanto mayor es el desempleo juvenil (García
Montalvo y Peiró, 2009). Es previsible entonces que un ciclo de crisis como el actual,
con elevadas tasas de desempleo juvenil haya de reducir el diferencial de salario
derivado de la educación de los trabajadores. No obstante, los datos disponibles hasta el
momento, indican que la dispersión salarial ha evolucionado en España de manera
errática debido más a los efectos de cambios en la composición de la fuerza de trabajo
(habilidades medidas por composición de las ocupaciones y estudios; más experiencia
laboral y sector económico), que a modificaciones en la remuneración (Davia, 2013).
Bonnhomme y Hospido (2012) concluyen que la desigualdad salarial en España ha
seguido una tendencia contracíclica; en el boom económico hubo una reducción de la
desigualdad salarial a causa del aumento de la ocupación y los salarios en el sector de la
construcción que dio empleo a obreros cuyos ingresos suelen estar situados entre el
tercer y cuarto decil y que provocó un aumento de la ratio d10/d50. Sin embargo, entre
2006 y 2010, la desigualdad habría aumentado por la desaparición de empleos en los
tramos medios de la distribución. Por otra parte, Arranz y García-Serrano (2012)
confirman que la desigualdad salarial ha aumentado entre 2005 y 2010, y argumentan
que esta mayor desigualdad se ha debido a la caída de los salarios en las dos decilas
inferiores de la distribución, al tiempo que ha aumentado la desigualdad intragrupo
entre los trabajadores no manuales.
5
La innovación tecnológica y la mundialización de la economía han tenido efectos en la
estructura ocupacional que van más allá de la distribución salarial. La innovación
tecnológica ha impulsado la reducción de la clase obrera industrial y el crecimiento de
profesiones vinculadas a la gestión del conocimiento, al tiempo que ha aparecido un
nuevo proletariado de los servicios (Esping_Andersen, 1993) con unos niveles de
precariedad que, en algunos casos, pueden abocar a una dinámica propia de una
‘infraclase’ social. Este nuevo proletariado de los servicios es especialmente sólido en
España, donde muestra un grado de cierre elevado, de manera que si en los países
nórdicos este tipo de ocupaciones son posiciones transitorias hacia mejores ocupaciones
ejercidas por jóvenes (Esping-Andersen, 1993), en España son destinos finales de
inmigrantes, mujeres y trabajadores con poca formación (Bernardi y Garrido, 2008). En
esta transformación, la estructura ocupacional ha tendido hacia la polarización dado que
los empleos de cualificación intermedia tienden a ser más fácilmente sustituibles por las
nuevas tecnologías (Acemoglou y Autor, 2011). También es España, donde han crecido
más las ocupaciones de profesionales y técnicos asociadas a estudios universitarios,
mientras que declinaban las ocupaciones de trabajadores cualificados en la industria y
los servicios (Bernardi y Martínez Pastor, 2010; Bernardi y Garrido, 2008).
La mayor incertidumbre económica de los mercados mundiales, empuja a las empresas
a buscar mayor flexibilidad en la gestión de su fuerza de trabajo (Esping-Andersen y
Regini, 2000), al tiempo que han de incentivar la fidelidad de los trabajadores sobre los
cuales es difícil medir su productividad (Mills et al., 2006). Esta lógica contradictoria
exacerba las desigualdades entre la llamada ‘clase de servicio’ y la ‘clase trabajadora’
menos cualificada, sometida a mayor flexibilidad en sus contratos y que, en el peor de
los casos, se ve sometida a contratos con remuneración a destajo por hora trabajada,
quedando en medio una ‘clase intermedia’ de empleados administrativos cualificados,
técnicos y supervisores (Golthorpe, 2000). La solución a esta contradicción de
exigencias organizacionales de las empresas ha encontrado, empero, soluciones
institucionales diferentes en cada régimen de bienestar (Esping-Andersen, 1999), de
modo que los grados de estabilidad en el empleo varían entre regímenes aunque, salvo
en los EE.UU, la flexibilidad suele estar concentrada en los más jóvenes, las mujeres y
los trabajadores con menor formación (Mills y Blossfeld, 2006). Mientras que el
régimen liberal y el socialdemócrata, por procedimientos diferentes, combinan elevada
flexibilidad con elevada seguridad en el empleo, los países conservadores de Europa
6
continental, y en especial los del sur, han desarrollado mercados de trabajo más
segmentados con una divisoria muy marcada entre empleos protegidos en mercados
internos de grandes empresas, y empleos flexibles que operan como amortiguadores de
los ciclos económicos (Polavieja, 2003). Los trabajadores flexibles, más jóvenes y
mejor preparados, se supone que tienen más capacidad de adaptarse a las innovaciones
tecnológicas que sus padres, por lo que la segmentación generacional del mercado
laboral en España obedecería a una lógica de garantizar la estabilidad laboral a los
sustentadores principales, de edad madura y peor formados, mientras que sus hijos y
esposas absorberían los choques del mercado (Nickell y Layard, 1999). Por esto, crisis
económicas que en España han situado las tasas de paro en cifras de dos dígitos han
tenido poca repercusión en la pobreza y exclusión de los hogares (Cantó y Mercader,
2001). En el caso del sur de Europa, la precariedad laboral obedecería a una doble
lógica. Por un lado, siguiendo la lógica descrita por Golthorpe (2000) afectaría más a los
trabajadores poco formados en general, pero con la salvedad de que aquellos
trabajadores protegidos por convenios colectivos en grandes empresas, trasladarían su
riesgo a los más jóvenes. Martínez y Bernardi (2008) han analizado el impacto de la
flexibilidad laboral en la estructura de clases y entre generaciones durante los últimos
20 años del siglo XX y concluyen que, en efecto, la precariedad laboral tiene un
componente de clase social que se ha mantenido constante en todo el período, refutando
tanto la idea de que la globalización conduzca a una generalización de la precariedad en
toda la población (Beck, 1992) como la que argumenta que conduce a una cada vez
mayor desigualdad entre clases sociales en el privilegio de tener ocupaciones estables
(Breen, 1997).
En este nuevo escenario, la clase social continua siendo un buen predictor del riesgo de
pobreza monetaria en todos los países avanzados y, si bien es cierto que hay
profesionales, directivos y empresarios que pueden verse en situaciones de pobreza
(Leishering y Leibfried, 1999), éstas suelen tener un carácter coyuntural, mientras que
la pobreza persistente o crónica, y la privación relativa en el consumo de bienes afectan
más a la clase trabajadora manual (Whelan et al., 2004). Además, los riesgos de pobreza
y de privación relativa se ordenan siguiendo el rango jerárquico de las clases sociales
con una salvedad, que los trabajadores autónomos y los pequeños empresarios
muestran un elevado riesgo de pobreza monetaria que no se corresponde con su nivel de
privación relativa, menor del que padece la clase trabajadora (Watson et al., 2007).
7
Evolución de la ocupación
La tasa de ocupación ha caído en Cataluña del 56,6% en 2006 al 47,7% en 2011 y la
tasa de paro ha subido del 7,5% al 23,6%. En términos relativos, la construcción es el
sector económico donde más duro ha sido el ajuste de empleo, pero en términos
absolutos ha sido la industria, en general, el sector donde más empleos han sido
destruidos (300.000), el doble aproximadamente que en la construcción (175.000),
acelerando así el proceso de transición hacia una economía basada en los servicios,
sector éste que tiene un saldo neto positivo de empleo (68.000) y que ha aumentado su
peso de población ocupada sobre el total del 62,4% al 73,6%.
La mayor destrucción de ocupación ha ocurrido entre trabajadores industriales, tanto
trabajadores ocupados en actividades de rutina, como trabajadores semicualificados y
supervisores, seguidos de los pequeños empresarios y trabajadores autónomos. Por el
contrario, han aumentado los trabajadores semicualificados de los servicios y, en menor
medida, los empleos de directivos y profesionales asalariados.
La gráfica 1 nos muestra como la crisis ha adelgazado el peso de las clases medias
formadas por pequeños empresarios, autónomos, supervisores y empleados
administrativos cualificados a cambio de un aumento de los directivos y profesionales
por un lado y de los trabajadores semicualificados y de rutina por el otro, si bien con
una clara decadencia de los trabajadores industriales a favor de los de servicios.
8
Gráfica 1. Evolución de la distribución de población ocupada según clasificación socioeconómica europea (ESEC). AMB, provincia de Barcelona y Cataluña, 2006 y 2011
40,1 39,3
23,128,6 31,5 34,2
28,3 32,026,0 30,2
22,417,6
20,720,1
21,5 18,821,2 18,5
20,617,6
10,611,9
12,710,9
11,7 11,5 13,9 12,5 15,5 13,8
8,4 17,2
9,814,9 9,1
16,18,7 14,0
9,4 14,0
18,4 13,9
33,725,4 26,2
19,428,0 22,9
28,5 24,4
0%
10%
20%
30%
40%
50%
60%
70%
80%
90%
100%
2006 2011 2006 2011 2006 2011 2006 2011 2006 2011
Barcelona Resto AMB AMB Provincia de Barcelona Cataluña
Directivos y profesionales Ocupaciones intermediasPequeños empresarios y autónomos Trabajadores semi-cualificados de servicios Trabajadores semi-cualificados o de rutina
Fuente: Idescat e IERMB. Enquesta de condicions de vida i hàbits de la població, 2006 y 2011.
Si analizamos esta evolución de la estructura ocupacional según el sexo de los ocupados
(gráfica 2) se observa que la principal diferencia entre hombres y mujeres se da en tres
tipos de ocupaciones. Los hombres han aumentado su presencia en los empleos de
trabajos semicualificados de servicios en una proporción mucho más alta que las
mujeres, mientras que las mujeres han aumentado su presencia entre las ocupaciones de
directivos y profesionales a expensas de los hombres. Las mujeres se mantienen como
autónomas y pequeñas empresarias mejor que los hombres, a quienes la crisis ha
provocado un serio retroceso.
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Gráfica 2. Evolución de la población ocupada según clasificación socioeconómica europea (ESEC) y sexo (variación porcentual). Cataluña, 2006 y 2011
-150
-100
-50
0
50
100
150Directivos y profesionales
Ocupaciones intermedias
Pequeños empresarios y autónomos
Trabajadores semi-cualificados de
servicios
Trabajadores semi-cualificados o de rutina
Hombres Mujeres
Fuente: Idescat e IERMB. Enquesta de condicions de vida i hàbits de la població, 2006 y 2011.
Estos cambios conllevan una mayor precariedad laboral de los ocupados ya que, si bien
en términos relativos la destrucción de ocupación ha sido mayor entre los trabajadores
con contratos precarios, fruto de las políticas de flexibilidad externa, en términos
absolutos, el volumen de contratos indefinidos desaparecidos es casi un 50% superior al
de temporales, en parte debido al creciente cierre de empresas, y en Barcelona ciudad, el
lugar donde más ha crecido el empleo de servicios, hay un aumento neto de los
ocupados con contratos precarios y una reducción neta de los contratos indefinidos
(Sarasa et al, en prensa). Todo hace pensar que, a pesar que la crisis ha reducido la
proporción de contratados temporales, es una circunstancia coyuntural vinculada a la
función de ‘buffer’ que hacen estos contratos, pero que la precariedad volverá a crecer
cuando la coyuntura económica cambie, dadas las dificultades que tienen los fijos de
volver a serlo una vez que pierden el empleo (Bernardi y Garrido, 2008)
A la vista de estos datos, todo parece indicar que la crisis no altera la tendencia hacia la
polarización de la estructura ocupacional. Destruye sobre todo empleos industriales y
categorías socioeconómicas intermedias como pequeños empresarios, empleados
10
administrativos cualificados, técnicos y supervisores, mientras que continúan creciendo
las ocupaciones en la clase de servicio y en los trabajadores del sector servicios, pero en
condiciones de precariedad laboral.
El riesgo de desempleo
La tabla 1 muestra cómo ha evolucionado el riesgo de desempleo entre diferentes
grupos sociodemográficos. En general ha habido un aumento del riesgo para toda la
sociedad catalana, pero hay algunos cambios en el riesgo relativo que merecen ser
comentados. El primero hace referencia al sexo. El paro ha crecido más entre los
hombres de modo que en el 2011 el diferencial de riesgo que había en contra de las
mujeres ha desaparecido, y ello a pesar del aumento de la actividad laboral femenina
derivada en muchos hogares del desempleo de los hombres. En términos
generacionales, el desempleo ha crecido mucho menos entre los mayores de 50 años,
hasta el punto que se ha invertido la jerarquía de riesgo siendo ahora los adultos de
mediana edad, junto a los jóvenes, quienes más riesgo padecen de paro. El paro
continúa siendo más probable entre los nacidos fuera de Cataluña, pese a que el
aumento porcentual más elevado se ha dado entre los nativos.
En cuanto a la clase social, el riesgo de desempleo ha crecido menos para las
ocupaciones no cualificadas que para el resto de ocupaciones, de manera que en el 2011,
los administrativos y los trabajadores cualificados tenían mayor tasa de desempleo que
los trabajadores no cualificados, y ello a pesar de que las credenciales educativas
refuerzan su efecto protector frente al paro.
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Tabla 1. Tasas de paro* según sexo, edad, lugar de nacimiento, estudios finalizados y categoría socioprofesional. Cataluña, 2006 y 2011
2006 2011 Variacó percentual
Hombre 6,4 23,3 267,0
Mujer 8,9 23,8 168,5
De 16 a 34 años 8,7 29,9 245,0
De 35 a 49 años 6,5 21,8 236,7
De 50 a 64 años 7,1 16,8 134,9
Nacido en Cataluña 6,2 19,0 207,2Nacido en el resto de España 8,4 22,5 167,5
Nacido fuera de España 12,6 34,9 177,1Estudios obligatorios o inferiores 10,3 33,4 224,4Estudios secundarios postobligatorios 7,2 23,6 226,3
Estudios superiores 4,7 12,8 170,0Directores, gerentes y técnicos 3,7 12,3 236,4Personal administrativo y encargados 6,4 23,9 274,3
Trabajadores cualificados 8,8 31,7 261,9Trabajadores no cualificados 12,2 28,2 130,4
Sexo
Edad
Lugar de nacimiento
Nivell de estudios finalizados
Categoria socioprofesional
* Las tasas de paro se calculan a partir de la relación con la actividad que expresan los propios entrevistados ** Esta clasificación hace referencia a la última ocupación del parado Fuente: Idescat e IERMB. Enquesta de condicions de vida i hàbits de la població, 2006 y 2011.
Cuando el riesgo de paro se estima con un modelo de regresión multivariable sobre las
variables mencionadas, pero en el que se introduce como variables de control el sector
económico y el tipo de contrato, los resultados que se obtienen (tabla 2) indican que el
diferencial de riesgo entre generaciones es explicable en buena medida por la mayor
extensión de los contratos temporales entre los trabajadores menores de 50 años,
confirmando así la hipótesis de Bentolila (Bentolila, et al., 2009) que el insólito
crecimiento del paro en España se debe en parte a la presencia tan elevada de contratos
temporales. Es de destacar, empero, que el riesgo de paro ajustado por las variables del
modelo se ha hecho con la crisis relativamente más significativo para las categorías
socioeconómicas medias, siendo los administrativos cualificados y los encargados y
técnicos quienes más riesgo relativo tienen, seguidos de los trabajadores cualificados,
mientras que no se observan diferencias significativas entre la clase de servicio y los
trabajadores no cualificados.
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Tabla 2. Regresión logística sobre los factores que explican la situación de paro. Cataluña, 2006 y 2011
2006 2011
Hombre (categoría de referencia)
Mujer 1,3** 1,2**De 35 a 49 años (categoría de referencia)
De 16 a 34 años 1,0 1,0De 50 a 64 años 1,4 0,8Cataluña (categoría de referencia)
Resto de España 1,3 1,3*Fuera de España 1,4 1,3***Estudios superiores (categoría de referencia)
Estudios obligatorios o inferiores 1,5*** 2,5***Estudios secundarios post-obligatorios 1,1 1,7***Servicios (categoría de referencia)
Agricultura 1,2 0,7Industria 1,9*** 1,1Construcción 0,8 2,0***Directores/as, gerentes y técnicos (categoría de referencia)
Personal administrativo y encargados 1,7 1,5***Trabajadores cualificados 1,7 1,3*Trabajadores no cualificados 1,8 1,0Indefinido (categoría de referencia)
Temporal 4,6*** 5,1***Sin contrato 4,2*** 5,3***Constante 0,0 0,0
Niveles de confianza ***=99%, **=95%, *=90%Fuente: Idescat e IERMB. Enquesta de condicions de vida i hàbits de la població, 2006 y 2011.
La evolución de los salarios
En la tabla 3 se observa cómo en los primeros años de la crisis aumenta la polarización
de la distribución. Sin embargo, en el año 2011, al menos en Cataluña, se produce un
giro radical hacia la compactación salarial. La compactación se da, sobretodo en los
hombres, y es significativa entre directivos y profesionales (tabla 4), lo que ha hecho
caer la desigualdad salarial entre clases sociales (tabla 5).
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Tabla 3. Proporción de asalariados según estratos salariales. Cataluña, 2006-2011<50% 50 a 150% >150% Total
2006 10,1 77,5 12,4 100,0
2007 10,1 77,0 12,9 100,0
2008 10,2 78,0 11,8 100,0
2009 11,0 76,0 13,0 100,0
2010 13,5 72,5 14,0 100,0
2011 7,7 82,7 9,6 100,0
Fuente: INE, Encuesta de condiciones de vida, 2006 a 2010 e Idescat e IERMB, Enquesta de condicions de vida i hàbits de la població, 2011
Tabla 4. Evolución del salario medio por hora según sexo y clase social (clasificación socioeconómica europea). Cataluña, 2006-2011 (euros constantes 2011).
Media [Intervalo de confianza*] Media [Intervalo de confianza*]
Clase I: Directivos y profesionales
2006 12,85 11,95-13,74 11,35 10,63-12,08
2007 12,63 11,62-13,63 11,41 10,58-12,25
2008 12,39 11,56-13,21 11,02 10,23-11,82
2009 13,52 12,72-14,31 11,83 11,05-12,61
2010 12,69 11,90-13,49 11,81 11,00-12,62
2011 10,99 10,48-11,51 10,68 10,31-11,04
Clase II: Ocupaciones intermedias
2006 9,22 8,65-9,80 8,04 7,59-8,49
2007 9,56 9,02-10,09 8,04 7,60-8,48
2008 9,34 8,67-10,02 8,17 7,77-8,57
2009 9,6 8,84-10,36 8,33 7,75-8,91
2010 9,48 8,51-10,44 8,61 8,14-9,08
2011 8,81 8,24-9,39 8,43 7,82-9,03
Clase III: Clase trabajadora
2006 7,72 7,42-8,01 6,03 5,79-6,27
2007 7,43 7,12-7,73 6,06 5,75-6,37
2008 7,36 7,05-7,67 6,45 6,09-6,81
2009 7,30 6,88-7,72 6,35 6,01-6,69
2010 7,55 7,23-7,86 6,33 6,01-6,66
2011 7,37 7,14-7,60 6,53 6,25-6,81
Hombres Mujeres
*95% Fuente: INE, Encuesta de condiciones de vida, 2006 a 2010 e Idescat e IERMB, Enquesta de condicions de vida i hàbits de la població, 2011
14
Tabla 5. Ràtios de las medianas del salario/hora entre clases sociales (clasificación socioeconómica europea) según sexo. Cataluña, 2006 i 2011
2006 2011 2006 2011
Clase I/Clase II 1,35 1,21 1,38 1,34
Clase I/Clase III 1,59 1,40 1,77 1,68
Clase II/Clase III 1,18 1,16 1,29 1,25
Hombres Mujeres
Fuente: INE, Encuesta de condiciones de vida, 2006 a 2010 e Idescat e IERMB, Enquesta de condicions de vida i hàbits de la població, 2011
Observando la desigualdad salarial intraclases (tabla 6) la compactación ha sido más
acusada en la clase de servicio, debido sobretodo a la caída de los salarios más elevados,
mientras que la clase trabajadora ha incrementado su dispersión salarial a causa de la
caída pronunciada de los salarios más bajos.
Tabla 6. Evolución de los indicadores de desigualdad del salario/hora según sexo y clase social (clasificación socioeconómica europea). Cataluña, 2006 y 2011
2006 2011Variación
% 2006 2011 Variación % 2006 2011 Variación %
Mediana 11,99 10,35 -13,68 8,89 8,57 -3,6 7,54 7,40 -1,86
Ratios percentiles
90/10 2,85 2,58 -9,47 2,37 2,34 -1,27 2,14 2,16 0,93
90/50 1,71 1,62 -5,26 1,49 1,44 -3,36 1,46 1,36 -6,85
10/50 0,60 0,63 5,00 0,63 0,62 -1,59 0,68 0,62 -8,82
75/25 1,72 1,59 -7,56 1,71 1,47 -14,04 1,44 1,52 5,56
2006 2011 Variación % 2006 2011 Variación % 2006 2011 Variación %
Mediana 10,46 10,51 0,48 7,59 7,83 3,16 5,9 6,25 5,93
Ratios percentiles
90/10 2,60 2,29 -11,92 2,37 2,21 -6,75 1,87 2,04 9,09
90/50 1,61 1,46 -9,32 1,50 1,51 0,67 1,37 1,45 5,84
10/50 0,62 0,64 3,23 0,64 0,68 6,25 0,73 0,71 -2,74
75/25 1,71 1,58 -7,6 1,91 1,48 -22,51 1,36 1,42 4,41
Hombres
Directivos y profesionales Ocupaciones intermedias Clase trabajadora
Mujeres
Directivos y profesionales Ocupaciones intermedias Clase trabajadora
Fuente: INE, Encuesta de condiciones de vida, 2006 a 2010 e Idescat e IERMB, Enquesta de condicions de vida i hàbits de la població, 2011
15
La renta disponible de los hogares y el riesgo de pobreza
La compactación salarial, empero, ha ido acompañada de una polarización en la
distribución de la renta disponible. El coeficiente de Gini ha crecido un 18%, y la ratio
entre los percentiles 90/10 un 25%. Todos los percentiles han disminuido sus valores de
renta ajustada con la inflación, pero la contracción de la renta disponible ha sido
dramática en los hogares situados en el cuartil inferior de la distribución; tanto, que la
ratio entre los percentiles 10/50 ha caído un 19% (tabla 7).
Tabla 7. Indicadores de desigualdad de la renta personal equivalente disponible anual*. Población de 16 y más años. Cataluña, 2006-2011
2006 2007 2008 2009 2010 2011Variación % 2008-2011
Índice de Gini 0,28 0,30 0,29 0,29 0,31 0,33 13,79
Ratios entre percentiles
90/10 3,82 3,90 3,91 3,87 4,16 4,89 25,06
90/50 1,81 1,89 1,86 1,82 1,92 1,91 2,69
10/50 0,47 0,49 0,48 0,47 0,46 0,39 -18,75
75/25 1,95 2,04 1,95 2,03 2,10 2,16 10,77
10 7.517 7.344 7.507 7.290 6.769 5.335 -28,9
25 10.865 10.640 11.359 10.637 10.220 9.315 -18,0
50 16.001 15.276 15.892 15.586 15.258 14.694 -7,5
75 21.218 21.454 22.276 21.669 21.579 20.855 -6,4
90 28.883 28.999 29.443 28.489 28.999 28.625 -2,8
Valores de los percentiles (euros constantes)
* La renta equivalente disponible hace referencia al año anterior a la realización de la encuesta Fuente: INE, Encuesta de condiciones de vida, 2006 a 2010 e Idescat e IERMB, Enquesta de condicions de vida i hàbits de la població, 2011
El aumento de la dispersión en los valores extremos de la distribución de la renta ha ido
acompañado de un polarización social creciente de la población que ha reducido sus
efectivos situados en los tramos medios de renta para engrosar los extremos inferior y
superior. La tabla 8 muestra como, en los años previos, había un aumento continuado de
la población que se situaba en el tercio superior de la distribución, vaciando los estratos
medios y, sobretodo, inferiores. Durante la crisis, y a pesar de la caída generalizada de
las rentas, el tercio superior ha mantenido sus efectivos, pero los estratos intermedios
han reducido su peso demográfico y ha aumentado el tercio inferior.
16
Tabla 8. Distribución de la población según renta equivalente disponible anual* (total de población). Cataluña, 2006-2011
2006 2007 2008 2009 2010 2011
<50% 11,8 10,5 10,7 10,8 12,9 16,1
50 a 150% 69,3 68,1 67,8 66,9 64,7 61,5
>150% 18,9 21,5 21,6 22,4 22,5 22,4
Total 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0
Crecimiento porcentual anual acumulado
<50% -11,0 -9,3 -8,5 9,3 36,4
50 a 150% -1,7 -2,2 -3,5 -6,6 -11,3
>150% 13,8 14,3 18,5 19,0 18,5 * La renta equivalente disponible hace referencia al año anterior a la realización de la encuesta Fuente: INE, Encuesta de condiciones de vida, 2006 a 2010 e Idescat e IERMB, Enquesta de condicions de vida i hàbits de la població, 2011
Esta polarización, común a muchos otros países como hemos visto, ha dado lugar a la
idea de que las clases medias están sufriendo las consecuencias de la globalización y el
desarrollo tecnológico en mayor medida que otras clases sociales o, cuando menos, que
la sociedad de clases medias está en crisis. Pero una cosa son los estratos medios de
renta, y otra distinta las clases sociales medias en su sentido más sociológico. El estrato
intermedio de renta que engloba a algo más del 60% de la población, es una mezcla de
categorías socioeconómicas entre las cuales la clase trabajadora es mayoría. Los
trabajadores de ocupaciones semicualificadas y rutinarias constituyen más del 40% de
sus efectivos, seguidos por las clases intermedias (grupo de encargados, técnicos i
administrativos cualificados, 20%); a ellos hay que añadir un 10% de autónomos y
pequeños empresarios, así como un 10% de inactivos o parados de larga duración. Entre
el 70% i el 80% de la clase trabajadora se sitúa en este estrato intermedio de renta que
está adelgazándose.
El estrato de renta más bajo es una mezcla de clase trabajadora (30%), autónomos y
pequeños empresarios (20%) e inactivos y parados de larga duración (25%). En el
estrato opuesto, el más rico, el 60% de sus efectivos está formado por directivos,
profesionales y empleados de oficina cualificados. A la luz de estos datos, es preciso
matizar la opinión común de que la sociedad de clases medias está en crisis. Un sector
de la clase media, los autónomos y pequeños empresarios, que podríamos definir como
pequeña burguesía propietaria o autónoma de la jerarquía de autoridad de las
organizaciones, está realmente aumentando su precariedad, pero no podemos decir que
17
ocurra igual con las clases medias asalariadas que continúan engrosando los estratos
económicos más ricos. Dicho esto, ¿podemos afirmar que la aparente erosión de las
clases medias es, de hecho, la erosión de los estratos más holgados de la clase
trabajadora?
Para verificarlo hemos estimado un modelo logístico multinomial sobre la variable clase
social ajustada por el sexo del sustentador principal del hogar y el status laboral de los
miembros del hogar. En este modelo la variable dependiente es el riesgo comparado de
estar en situación de pobreza (renta inferior al 50% de la mediana) o de ser rico (renta
superior al 150% de la mediana) comparados los dos con la probabilidad de formar
parte del estrato medio de renta. Los resultados, observables en la tabla 9, nos indican
que el riesgo de tener bajos ingresos es, estructuralmente, mayor para los autónomos y
pequeños empresarios, seguidos por la clase trabajadora, y la crisis ha empeorado el
riesgo de los autónomos y pequeños empresarios. Pero es de destacar que el grupo
privilegiado de la clase de servicio y de las clases intermedias, también ha empeorado
su riesgo a consecuencia del descenso de rentas que han sufrido muchos de sus
efectivos.
En cuanto a la posibilidad de ocupar posiciones entre los estratos más ricos, la clase de
servicio ha empeorado su privilegio, y en menor medida también los autónomos y
pequeños empresarios, de manera que, si bien la renta de los hogares continúa estando
condicionada por la clase social, la crisis, en cierto modo, ha ‘democratizado’ un poco
más el riesgo de pobreza y las oportunidades de figurar entre los acomodados.
18
Tabla 9. Modelo de regresión multinomial para estimar el riesgo relativo de disponer una renta disponible equivalente anual <50% i >150% a la renta mediana. Población de 16 y más años. Cataluña, 2006 i 2011
2006 2011 2006 2011
Exp (B) Exp (B) Exp (B) Exp (B)
Clase social
Directivos y profesionales (Categoría de referencia)
Ocupaciones intermedias 1,17 1,22 0,4*** 0,4***
Pequeños empresarios y autónomos 4,33*** 3,81*** 0,29*** 0,34***
Clase trabajadora 2,13** 1,39* 0,12*** 0,2***
Parados de larga duración y personas que no han trabajado nunca 4,18*** 3,4*** 0,38** 0,29***
Sustentador principal
Hombre con pareja (Categoría de referencia)
Mujer con pareja 1,26 1,87*** 1,42 0,91
Hombre sin pareja 1,04 1,41* 2,55*** 0,87
Mujer sin pareja 1,65** 1,63*** 0,54** 0,67***
Situación del hogar en relación a la actividad
Todos los activos ocupados (Categoria de referència)
Ocupados y parados 1,16 1,73*** 0,71 0,4***
Todos los activos parados 1,97*** 0,76** 0,19*** 0,43***
Todos inactivos 1,03 2,25*** 0,03*** 0,5***
<50% >150%
Los resultados se interpretan en base a 'Renta equivalente disponible anual entre el 50% i el 150%' Niveles de confianza ***=99%, **=95%, *=90%Fuente: INE, Encuesta de condiciones de vida, 2006 a 2010 e Idescat e IERMB, Enquesta de condicions de vida i hàbits de la població, 2011
La reducción en el potencial explicativo de la clase social en la posición económica de
los individuos se explica porque la polarización económica que hemos descrito
anteriormente se debe más a la desigualdad intraclases que a la desigualdad entre clases.
La descomposición del índice de entropía generalizada permite estimar la contribución a
la desigualdad total de la desigualdad interna y entre clases sociales, y su evolución,
(tabla 10), muestra que la desigualdad entre clases ha crecido tanto en el periodo
anterior como en el posterior al estallido de la crisis, pero más del 80% de la
desigualdad de la renta se explica por la desigualdad interna de las clases sociales, y su
crecimiento ha sido aún mayor en el período considerado.
19
Tabla 10. Descomposición del Índice de Entropia Generalizada (ε=2) de la renta equivalente disponible anual* según clases sociales. Catalunña, 2006-2011
2006 2007 2008 2009 2010 2011
Desigualdad intra clases 0,113 0,149 0,138 0,113 0,137 0,193
Desigualdad entre clases 0,026 0,027 0,021 0,027 0,032 0,029
Porcentajes sobre IEG (ε=2)
Intra clases 81,29 84,66 86,79 80,71 81,07 86,94
Entre clases 18,71 15,34 13,21 19,29 18,93 13,06
*Los resultados se interpretan en base a 'Renta equivalente disponible anual entre el 50% i el 150%' Fuente: INE, Encuesta de condiciones de vida, 2006 a 2010 e Idescat e IERMB, Enquesta de condicions de vida i hàbits de la població, 2011
A la vista de estos datos, es pertinente averiguar hasta qué punto la desigualdad interna
de las clases es homogénea y si ha sido también homogénea su evolución. La evolución
de los índice de Gini y de entropía generalizada de cada categoría socioeconómica
(tabla 11) muestra que durante los tres últimos años de la expansión económica
aumentaba la desigualdad intraclase en las categorías de directivos y profesionales de
alto rango (de 0,122 a 0,184) y de rango medio (de 0,084 a 0,103), también entre los
administrativos cualificados (de 0,068 a 0,095), y entre los pequeños empresarios y
autónomos no agrícolas (de 0,068 a 0,095), así como entre los trabajadores no
cualificados en ocupaciones rutinarias (de 0,097 a 0,118). En el mismo período, no hay
aumentos significativos de la desigualdad interna entre los trabajadores semi-
cualificados, tanto de la industria como de los servicios, ni entre el grupo de encargados,
supervisores y técnicos. Una vez que la recesión se pone en marcha, todas las clases
sociales entran en un proceso de dispersión de la renta disponible de sus miembros, con
una excepción, el grupo de directivos y profesionales de alto rango, cuya desigualdad
interna se atenúa, dato este que es consistente con la mayor compactación salarial
observada en esta categoría.
20
Tabla 11. Desigualdad interna de la renta equivalente disponible anual* según clases sociales. Cataluña, 2006, 2008 y 2011
Índice de entropia
generalizada (ε=2)
Índice de GiniÍndice de entropia
generalizada (ε=2)
Índice de GiniÍndice de entropia
generalizada (ε=2)
Índice de Gini
Directivos y profesionales de alto rango 0,122 0,270 0,184 0,311 0,173 0,296
Directivos y profesionales de rango medio 0,084 0,218 0,103 0,248 0,167 0,277
Administrativos cualificados 0,068 0,203 0,095 0,237 0,122 0,270
Pequeños empresarios y autónomos (no del sector agrícola) 0,159 0,313 0,241 0,356 0,380 0,397
Pequeños empresarios y autónomos del sectopr agrícola 0,125 0,273 0,129 0,271 0,208 0,346
Encargados y técnicos 0,115 0,242 0,110 0,239 0,106 0,253
Trabajadores semi-cualificados de servicios 0,127 0,272 0,109 0,252 0,162 0,272
Trabajadores semi-cualificados de la industria 0,088 0,229 0,087 0,228 0,158 0,259
Trabajadores no cualificados 0,097 0,235 0,118 0,261 0,137 0,258
Parados de larga duración y personas que no han trabajado nunca 0,160 0,293 0,213 0,296 0,322 0,353
2006 2008 2011
* La renta equivalente disponible hace referencia al año anterior a la realización de la encuesta Fuente: INE, Encuesta de condiciones de vida, 2006 a 2010 e Idescat e IERMB, Enquesta de condicions de vida i hàbits de la població, 2011
La crisis ha aumentado el riesgo de pobreza, tanto si la medimos en términos relativos,
tomando como referencia la mediana de la distribución de cada año, como si la
medimos en términos absolutos, tomando como referencia el umbral de pobreza que
había en el año 2005. El aumento en las formas más severas de pobreza ha sido muy
superior al aumento de la pobreza moderada, tanto si las medimos en términos relativos
como absolutos. Y el riesgo de pobreza absoluta extrema ha crecido de manera
constante, no ya desde el inicio de la crisis, sino desde los años de bonanza económica,
(tabla 12).
21
Tabla 12. Evolución del riesgo de pobreza relativa y absoluta según diferentes umbrales. Cataluña, 2006-2011
2006 2007 2008 2009 2010 2011Variación %2006-2011
Pobreza calculada con el umbral del 60% de la renta mediana
Relativa (porcentajes) 19,0 18,2 16,6 18,4 19,9 21,9 15,3
Absoluta* (porcentajes) 19,0 20,2 17,0 19,7 22,0 25,9 36,3
Pobreza calculada con el umbral del 40% de la renta mediana
Relativa (porcentajes) 7,2 6,4 6,9 7,4 7,5 11,3 56,9
Absoluta* (porcentajes) 7,2 7,3 6,9 7,7 8,4 12,9 79,2
Pobreza calculada con el umbral del 30% de la renta mediana
Relativa (porcentajes) 3,5 3,2 3,6 4,2 5,7 7,7 120,0
Absoluta* (porcentajes) 3,5 3,5 3,8 4,3 6,1 8,3 137,1
Mediana (euros constantes 2011)
16.001 15.276 15.892 15.586 15.258 14.694 -8,2
-4,5 4,0 -1,9 -2,1 -3,7
Pobreza entre la población ocupada
Pobreza moderada (60% mediana) 11,1 11,5 10,1 12,0 13,9 14,8 33,3
Pobreza extrema (30% mediana) 2,1 2,5 2,7 3,7 4,4 5,9 181,0
Variación interanual
* La pobreza absoluta se ha calculado con el umbral de pobreza del año 2006Fuente: INE, Encuesta de condiciones de vida, 2006 a 2010 e Idescat e IERMB, Enquesta de condicions de vida i hàbits de la població, 2011
¿Cómo ha afectado esta evolución de la pobreza a las diferentes clases sociales? El
riesgo de pobreza en general (tabla 13) ha aumentado entre los administrativos
cualificados, los directivos y profesionales, los encargados y técnicos y los autónomos y
pequeños empresarios, mientras que el riesgo de pobreza moderada ha disminuido para
todas las clases trabajadoras, si bien el riesgo de pobreza extrema sí que ha aumentado
entre los trabajadores de la industria y los empleados en ocupaciones rutinarias.
En consecuencia, la pobreza ha cambiado su composición (tabla 14), aumentando su
carácter interclasista. Los directivos y profesionales de rango medio y bajo, junto a los
administrativos cualificados y los encargados y técnicos, que eran el 6% de los pobres
severos estimados en la encuesta de 2006, son el 14% en la encuesta del 2011. En
sentido inverso, el conjunto de trabajadores no cualificados y semicualificados de la
industria y los servicios, que eran el 38% de los pobres severos en 2006, son el 23% en
2011. Aunque conviene ser precavidos con estas conclusiones, en tanto que
desconocemos la clase de origen de casi un tercio de los pobres severos de 2011,
aquellos que son parados de larga duración o inactivos.
22
Tabla 13. Evolución del riesgo de pobreza relativa con diferentes umbrales según clases sociales. Cataluña, 2006 y 2011
Variación % Variación %
2006-2011 2006-2011
Directivos y profesionales de alto rango 7,2 7,7 6,9 2,2 4,1 86,4
Directivos y profesionales de rango medio 4,0 7,9 97,5 0,8 3,4 325,0
Administrativos cualificados 5,6 12,5 123,2 0,3 3,8 1166,7
Pequeños empresarios y autónomos (no del sector agrícola) 31,2 33,0 5,8 7,3 14,1 93,2
Pequeños empresarios y autónomos del sectopr agrícola 33,2 33,4 0,6 4,0 11,6 190,0
Encargados y técnicos 11,6 12,2 5,2 0,8 5,2 550,0
Trabajadores semi-cualificados de servicios 21,7 17,0 -21,7 4,8 3,9 -18,8
Trabajadores semi-cualificados de la industria 18,5 18,3 -1,1 2,2 3,8 72,7
Trabajadores no cualificados 20,3 18,8 -7,4 3,2 4,7 46,9
Parados de larga duración y personas que no han trabajado nunca 35,1 42,6 21,4 5,7 14,2 149,1
Pobreza moderada* (60%) Pobreza extrema (30%)
2006(%)
2011(%)
2006(%)
2011(%)
*Excluye la pobreza extremaFuente: INE, Encuesta de condiciones de vida, 2006 a 2010 e Idescat e IERMB, Enquesta de condicions de vida i hàbits de la població, 2011
Tabla 14. Composición de la pobreza relativa con diferentes umbrales según clase social. Cataluña, 2006 y 2011
Variación % Variación %
2006-2011 2006-2011
Directivos y profesionales de alto rango 3,4 3,4 0,0 6,2 5,6 -9,7
Directivos y profesionales de rango medio 2,4 4,1 70,8 2,7 5,4 100,0
Administrativos cualificados 3,2 6,2 93,8 1,0 5,7 470,0
Pequeños empresarios y autónomos (no del sector agrícola) 17,1 17,6 2,9 23,5 22,8 -3,0
Pequeños empresarios y autónomos del sectopr agrícola 3,9 1,9 -51,3 2,7 2,0 -25,9
Encargados y técnicos 5,7 2,4 -57,9 2,3 3,1 34,8
Trabajadores semi-cualificados de servicios 10,3 9,4 -8,7 13,3 6,5 -51,1
Trabajadores semi-cualificados de la industria 11,4 7,9 -30,7 8,1 5,0 -38,3
Trabajadores no cualificados 17,7 15,1 -14,7 16,7 11,4 -31,7
Parados de larga duración y personas que no han trabajado nunca 24,9 32,1 28,9 23,6 32,5 37,7
Total 100,0 100,0 100,0 100,0
Pobreza moderada* (60%) Pobreza extrema (30%)
2006 2011 2006 2011
*Excluye la pobreza extremaFuente: INE, Encuesta de condiciones de vida, 2006 a 2010 e Idescat e IERMB, Enquesta de condicions de vida i hàbits de la població, 2011
De lo visto hasta el momento, podemos remarcar los siguientes hechos: la desigualdad
salarial se ha reducido en un contexto de caída generalizada de las rentas de los hogares.
No obstante, a pesar de la compactación de los salarios, estas rentas han tendido a una
mayor polarización, en mayor medida a causa de una mayor desigualdad de las rentas
intraclases sociales, a la par que ha aumentado el riesgo de pobreza extrema, con más
intensidad en las clases sociales acomodadas. En un intento de entender los principales
factores que puedan explicar estos datos, en cierto modo contradictorios, hemos
estimado un modelo de regresión logística multinomial de la variable riesgo de pobreza
(moderada y extrema con categoría de referencia igual a no ser pobre) sobre la clase
social, el sexo, la edad y el lugar de nacimiento del sustentador principal del hogar, el
logaritmo de las rentas del trabajo, y la estructura y situación laboral de los miembros
del hogar. Los datos utilizados son los datos agregados de la ECV desde 2006 a 2010,
23
más los datos de la ECVHP de 2011, distinguiendo con la variable dicotómica ‘crisis’
los años anteriores y posteriores al inicio de la recesión. Variable ésta que la hemos
hecho interaccionar con la clase social.
Los resultados expuestos en la tabla 15 muestran que el riesgo de pobreza extrema ha
sido más sensible a la crisis que el de pobreza moderada, en especial para los parados de
larga duración, para los autónomos y pequeños empresarios, y para las clases
intermedias. El riesgo estructural de pobreza monetaria es más elevado para los
autónomos y los pequeños empresarios, si bien cuando estimamos el riesgo de padecer
privación relativa en el consumo de bienes básicos, más asociada a la pobreza
persistente, es la clase trabajadora la que mayor riesgo tiene (Sarasa et al., en prensa).
En términos relativos, el riesgo de pobreza moderada ha disminuido con la crisis, una
vez que controlamos la evolución de las rentas del trabajo y la estructura y status laboral
de los hogares, ya que la odds-ratio de la variable crisis pasa de no ser significativa y
cercana a 1, a un valor de 0,73 significativo al 99% de confianza, lo que se puede
interpretar como que en el período posterior a 2008, es más probable caer en pobreza
extrema que en pobreza moderada. El aumento dramático en el riesgo relativo de los
parados de larga duración se debe al agotamiento de sus prestaciones por desempleo;
téngase en cuenta que el número medio de meses buscando empleo ha pasado de los 9
en 2006 a más de 20 en 2011, y que sólo un 44 por ciento de los parados percibe alguna
prestación, siendo dichas prestaciones menos frecuentes cuanto más baja es la posición
en la jerarquía de clases sociales (Sarasa et al., en prensa).
La introducción de la rentas del trabajo en el modelo explica sólo una pequeña parte del
impacto de la crisis, siendo mucho más relevante que el sustentador principal sea un
parado de larga duración, una mujer o una persona nacida fuera de España, y que haya
menores de edad en el hogar. El número de adultos en el hogar y su relación con la
actividad laboral tienen efectos significativos, si bien, la manera poco precisa como
hemos definido las variables de relación con la actividad no permiten hacer una
interpretación fiable del porqué en los hogares donde todos los activos están ocupados
el riesgo de pobreza extrema es tanto o más alto que en aquellos hogares donde todos
los activos están en situación de desempleo. Por último, destacar que los hogares en que
el sustentador principal es una persona de edad avanzada, seguramente jubilada, el
riesgo de pobreza extrema es mínimo e insignificante el de pobreza moderada.
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Tabla 15. Modelos de regresión logística multinomial para estimar el riesgo relativo de pobreza moderada y pobreza severa (odds ratios y umbrales de pobreza relativa). Población de 16 y más años. Cataluña, 2006-2011
Pobreza moderada1
(60% mediana)
Pobreza extrema
(30% mediana)
Pobreza moderada1
(60% mediana)
Pobreza extrema
(30% mediana)
Pobreza moderada1
(60% mediana)
Pobreza extrema
(30% mediana)
Pobreza moderada1
(60% mediana)
Pobreza extrema
(30% mediana)
Clase social (sustentador principal)
Directivos y profesionales (Categoría de referencia)
Ocupaciones intermedias 1,78*** 1,06 1,64** 0,76 1,41** 0,83 1,41** 0,86
Pequeños empresarios y autónomos 6,59*** 8,70*** 6,95*** 6,76*** 4,51*** 5,80*** 5,12*** 5,97***
Clase trabajadora 4,88*** 2,00*** 4,94*** 2,37*** 3,68*** 1,48** 3,36*** 1,49**
Parados de larga duración y personas que no han trabajado nunca 9,67*** 7,05*** 9,07*** 4,42*** 5,27*** 3,72*** 4,63*** 2,74***
Efecto crisis 0,93 1,47*** 0,92 1,17 0,87** 1,35*** 0,73*** 0,95
Interacción efecto crisis x clase social (sustentador principal)
Directivos y profesionales (Categoría de referencia)
Ocupaciones intermedias 1,18 1,74
Pequeños empresarios y autónomos 0,89 1,52
Clase trabajadora 0,98 0,72
Parados de larga duración y personas que no han trabajado nunca 1,13 2,09*
Rentas del trabajo (log.) 0,88*** 0,88*** 0,85*** 0,69***
Estructura y situación laboral del hogar
Hombre sustentador principal (Categoría de referencia)
Mujer sustentadora principal 1,59*** 1,34**
Número de menores de 16 años en el hogar 1,58*** 1,61***
Número de adultos en el hogar 0,87*** 0,76***
Situación del hogar en relación a la actividad
Todos inactivos (Categoría de referencia)
Todos los activos ocupados 0,82 3,94***
Ocupados y parados 1,36* 4,79***
Todos los activos parados 1,70*** 3,80***
Otras situaciones laborales 0,47 2,81
Edad del sustentador principal
Menor de 35 años (Categoría de referencia)
Entre 35 y 60 años 1,05 0,68
Más de 60 años 0,8 0,12***
Lugar de nacimiento
Nacido en España (Categoría de referencia)
Nacido fuera de España 2,15*** 2,69***
Modelo 1 Modelo 2 Modelo 3 Modelo 4
Los resultados se interpretan en base a 'No ser pobre'1 Excluye la pobreza extremaNiveles de confianza ***=99%, **=95%, *=90%Fuente: INE, Encuesta de condiciones de vida, 2006 a 2010 e Idescat e IERMB, Enquesta de condicions de vida i hàbits de la població, 2011
Conclusiones
En nuestra introducción planteábamos como objeto de estudio el análisis del impacto de
la crisis en la estructura de clases haciendo énfasis en tres preguntas. A la vista de los
resultados vamos a contestarlas de manera sucinta.
1) ¿Se mantiene la tendencia hacia la polarización ocupacional previa a la crisis?
Nuestros datos informan que sí se mantiene la tendencia hacia la polarización
ocupacional. Se destruyen más ocupaciones intermedias, y se crean nuevas tanto en
el extremo privilegiado como en más el precario.
2) ¿Hasta qué punto la segmentación del mercado de trabajo ha servido para proteger
a los ‘insiders’?
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Sin duda los contratos temporales han facilitado la flexibilidad externa de las
empresas, pero la persistencia de la crisis ha derribado los muros de protección que
segmentaban los mercados de trabajo y el paro está afectando de manera
significativa a las clases sociales intermedias y a los trabajadores cualificados.
3) El impacto de un ‘riesgo sistémico’ como la crisis actual, ¿ha ‘democratizado’ el
riesgo de pobreza entre las clases sociales?
Los datos de 2011 informan de una compactación salarial contraria a la mayor
dispersión detectada los dos primeros años de la crisis. No obstante, aumenta la
polarización en la distribución de la renta, más por el aumento de las desigualdades
intraclase que entre clases. En este sentido, ha habido una mayor ‘democratización’
del riesgo de pobreza, si bien el poder explicativo de la clase social en la posición
económica de los individuos continua siendo significativo.
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