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INTITUTO DE FORMACION PARA LAICOS ZONA COSTA ALEGRE, DIOCESIS DE TEPIC. TALLER: EL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO DE CARA AL SINODO DE LA FAMILIA. 1. EL MATRIMONIO. a) Noción. El CIC no contiene una definición de matrimonio*, sin embargo en el c. 1055 describe la Institución matrimonial con palabras del CVII: El matrimonio es la unión por la que un varón y una mujer, en virtud del vínculo con que quedan ligados a causa del consentimiento matrimonial, se hace perpetuamente y en exclusiva una unidad en las naturalezas (una sola carne). Esta intima unidad de dos los convierte en coparticipes (consortes) de un destino común (consorcio de toda la vida, que, por la propia naturaleza de su unión, tiende a constituirlos en comunidad de vida y de amor y coprincipio de la transmisión de la vida en la familia. Esta Alianza entre bautizados fue elevada por nuestro Señor Jesucristo a Sacramento (c. 1055 § 2). El matrimonio es una institución de derecho natural; El matrimonio es una institución de derecho divino. b) Esencia del matrimonio. La Unidad: Hervada ha explicado que la Unidad entre los dos constituye la esencia del matrimonio, sintetizándolo en tres afirmaciones: 1) El matrimonio es una Unidad en las naturalezas que comporta una comunidad de vida y de amor; 2) El principio formal de matrimonio es el vínculo jurídico; 1

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INTITUTO DE FORMACION PARA LAICOS ZONA COSTA ALEGRE, DIOCESIS DE TEPIC.

TALLER: EL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO DE CARA AL SINODO DE LA FAMILIA.

1. EL MATRIMONIO.

a) Noción.

El CIC no contiene una definición de matrimonio*, sin embargo en el c. 1055 describe la Institución matrimonial con palabras del CVII:

El matrimonio es la unión por la que un varón y una mujer, en virtud del vínculo con que quedan ligados a causa del consentimiento matrimonial, se hace perpetuamente y en exclusiva una unidad en las naturalezas (una sola carne). Esta intima unidad de dos los convierte en coparticipes (consortes) de un destino común (consorcio de toda la vida, que, por la propia naturaleza de su unión, tiende a constituirlos en comunidad de vida y de amor y coprincipio de la transmisión de la vida en la familia.

Esta Alianza entre bautizados fue elevada por nuestro Señor Jesucristo a Sacramento (c. 1055 § 2).

El matrimonio es una institución de derecho natural; El matrimonio es una institución de derecho divino.

b) Esencia del matrimonio.

La Unidad: Hervada ha explicado que la Unidad entre los dos constituye la esencia del matrimonio, sintetizándolo en tres afirmaciones:

1) El matrimonio es una Unidad en las naturalezas que comporta una comunidad de vida y de amor;

2) El principio formal de matrimonio es el vínculo jurídico;3) Este vínculo se caracteriza y disciernen por los tres bienes* del matrimonio: la

ordenación a la prole, la unidad e la indisolubilidad.

c) Propiedades esenciales del matrimonio.

Las propiedades esenciales del matrimonio son la unidad y la indisolubilidad, que en el matrimonio cristiano alcanza una firmeza por razón del “sacramento” (c. 1056). Las propiedades esenciales del matrimonio transmitidas en la sagrada Escritura y en la Tradición; y han sido definidas como doctrina de fe en el Concilio de Trento (Sess. XXIV, cc. 1-2), y enseñados constantemente por el Magisterio posterior (cf. p.ej. GS, 48).

La calificación de esenciales que se da a esas propiedades ha de entenderse, pues, que pertenecen a su misma naturaleza y sin las cuales dicha institución no se da, según afirma el c. 1134 al afirmar que “del matrimonio válido* se origina ente los cónyuges un vínculo

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perpetuo y exclusivo* por su misma naturaleza). En consecuencia no cabe querer contraer un verdadero matrimonio desprovisto de alguna de estas propiedades. Juan Pablo II en su Discurso a la Rota Romana* del 2001 no. 5 dijo que: “las propiedades esenciales, la unidad y la indisolubilidad se inscriben en el ser mismo del matrimonio, dado que no son de ningún modo leyes extrínsecas a él, Solo si se lo considera como una unión que sigue siendo esencialmente la misma durante toda su vida personal, el matrimonio puede situarse por encima de los cambios de la vida, de los esfuerzos e incluso de las crisis que atraviesa a menudo la libertad humana al vivir sus compromisos”.

La unidad, implica que él vínculo conyugal sólo puede ser único, es decir, de un varón con una mujer, y no cabe multiplicarlo La unidad del matrimonio exige la monogamia y la fidelidad. El CV II afirmó que: “la unidad matrimonial confirmada por el Señor aparece de modo claro incluso por la igual dignidad personal del hombre y de la mujer, que debe ser reconocida en el mutuo y pleno amor” (GS, 49), (FC, 19).

La indisolubilidad, significa que, por la naturaleza de la unión matrimonial, los conyugues quedan vinculados mientras los dos vivan. En realidad se trata de otra faceta de la misma totalidad de la entrega propiamente conyugal que, desde otro punto de vista, se manifiesta como unidad; es más, puede decirse que la insolubilidad no es otra cosa que la “plenitud de la unidad”. Si por el consentimiento, los cónyuges son una sola carne, la ruptura del vínculo se opone a la propia naturaleza (esencia del matrimonio).

d) Fines del matrimonio.

La expresión fines del matrimonio no indica cualquier finalidad que pudieran proponerse una mujer y un varón que deciden unir sus vidas, sino aquellas a las que está ordenada la unión marital entre varón y mujer por su propia naturaleza. En canon 1055 § 1 recoge esta doctrina diciendo: “ordenado por su propia índole natural al:

bien de los cónyuges* y ; a la generación y educación de la prole*”.

2. EL MATRIMONIO, SACRAMENTO DE LA NUEVA LEY.

“La Iglesia, acogiendo y meditando fielmente la Palabra de Dios, ha enseñado solamente que y enseña que el matrimonio de los bautizados* es uno de los siete sacramentos de la Nueva Alianza (cf. Concilio de Trento, Sess. XXIV, c. 1). En efecto, mediante el bautismo, el hombre y la mujer son insertados definitivamente en la nueva y eterna alianza, en la alianza esponsal de Cristo con la Iglesia. Y debido a esta inserción indestructible, la comunidad íntima de vida y de amor conyugal, fundada por el Creador (cf. GS, 48), es elevada y asumida en la caridad esponsal de Cristo, sostenida y enriquecida por su fuerza redentora. En virtud de la sacramentalidad de su matrimonio, los esposo quedan vinculados uno a otro de la manera más profundamente indisoluble. Su recíproca pertenencia es representación real, mediante el signo sacramental, de la misma relación de Cristo con la Iglesia” (FC 13).

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Así pues la sacramentalidad del matrimonio supone:

a) Que la misma realidad natural descrita en los apartados anteriores ha sido elevada por Cristo Señor a Sacramento entre bautizados* (cf. c. 1055 § 1);

b) Que, por tanto, entre bautizados no puede haber un verdadero matrimonio natural que no sea, por eso mismo, sacramento (principio de inseparabilidad entre contrato y sacramento: cf. c. 1055 § 2):

c) Que, de acuerdo con la ley general que rige las relaciones entre naturaleza y gracia, la elevación del matrimonio al orden de la gracia no anula la naturaleza, sino que la asume, eleva y perfecciona, santificándola con una eficacia sacramental especifica (cf. FC, 199.

El efecto propio e inmediato del matrimonio (res et sacramentum) no es la gracia sobrenatural en sí, sino el vínculo conyugal cristiano (cf. FC 13; HV, 9), que es como el título por el que los cónyuges se hacen acreedores a la gracia sacramental, que los fortalece y los capacita para vivir su matrimonio como vocación y camino eclesial de santidad (cf. c. 226), en la nueva dimensión que supone su elevación al orden de la gracia (cf. c. 1134, FC, 20). En virtud de su sacramentalidad, el vínculo mismo se convierte en vínculo sagrado, ya no meramente natural (cf. GS, 48: Juan Pablo II, Discurso a la Rota Romana, 2003, nn. 3 y 6). Por esta razón, las propiedades esenciales del vínculo quedan dotadas de una singular firmeza* (cf. c. 1056), congruente con su significación sacramental – de ahí que el matrimonio rato y consumado*(cf. c. 1061 § 1) sea absolutamente indisoluble -, y sus fines trasciende también el ámbito meramente natural: la comunidad de vida y amor pasa a ser signo del amor de los hijos es también crecimiento de la iglesia y la familia misma se constituye en Iglesia domestica (cf. LG, 11; CCE, 1641-1642).

3. El “Ius connubbi” y la regulación jurídica del matrimonio.

Únicamente el consentimiento mutuo del varón y la mujer que ningún poder humano puede sustituir o suplantar, es capaz de unirlos en matrimonio (cf. c. 1057 § 1); y puede ejercer libre* y eficazmente* su derecho a unirse en matrimonio todos los que no lo tengan prohibido por el Derecho* (cf. c. 1058). Se trata de un derecho natural de la persona* y un derecho fundamental del fiel* en el ámbito eclesial (cf. c. 219).

Al Derecho no la re corresponde, por tanto, conceder, sino reconocer ese derecho, como hacen los cc. 1957 y 1058. Pero si le competen regular* su ejercicio, estableciendo las necesarias condiciones, requisitos o formalidades (cf. c. 1059) e incluso sometiéndolo a ciertas limitaciones, como afirma indirectamente el citado c. 1058, al prever que pueda haber quienes tengan prohibido por el Derecho el ejercicio del ius connubbi. Por tratarse de limitaciones al ejercicio de un derecho fundamental, solo serán legitimas si, además de obedecer a razones justas* (las que a garantizar que el ius connubbi se ejerce de modo acorde con la naturaleza del matrimonio y en armonía con las demás exigencias del bien común) y graves* (ya que, tratándose de una esfera de autonomía, ante inconvenientes leves o en casos dudosos el Derecho a de estar por la libertad); están definidas por la ley expresamente y con certeza, de modo que puedan interpretarse

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estrictamente (cf. c. 18*) Entre las limitaciones al ejercicio del ius connubbi que el Derecho puede establecer o declarar se cuentan los impedimentos matrimoniales*.

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