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La ternura en la oracin teresiana

LA TERNURA EN LA ORACIN TERESIANA

Determinaciones con ternura (V 27,4)

Fray Oswaldo Escobar, ocd

Introduccin

Bblicamente hablando, un atributo divino de larga tradicin es el llamar a Dios como rico en ternura. De hecho el primer ttulo que aparece en las Escrituras despus del xodo es el siguiente: Yahv, Yahv, Dios misericordioso y clemente, tardo a la clera y rico en amor y fidelidad (Ex 34,6). La palabra ternura viene tambin de la misma raz de misericordia (rahamin, rehem). Dios se mostrar a lo largo de las Escrituras como el tierno, llegando hasta el Nuevo Testamento y siendo Jess, el profeta de la ternura de Dios en su predicacin y en sus obras. Con justa razn san Pablo dir: Dios es testigo de cuanto os quiero a todos, con el afecto entraable de Cristo Jess (Flp 1,8), y sigue exhortando a: tened entre vosotros los mismos sentimientos de Cristo (Flp 2,5).

En los autores espirituales, experimentar la ternura divina ha sido un tema frecuente. Dentro de la consolacin espiritual la ternura es un tema digno de consideracin. El Diccionario de Autoridades, define la ternura o terneza as: significa tambin dulzura y suavidad en las palabras o expresiones[footnoteRef:1]. Cuando en la vida espiritual hablamos de ternura tenemos que entender esa experiencia maravillosa de sentir el corazn desbordante de sentimientos de bondad, dulzura y cario, o como dira Teresa, una dilatacin o ensanchamiento del corazn (Cfr. 4M 1,5; 2,5). [1: Diccionario de Autoridades (O-Z).]

En el caso de la doctrina teresiana, la ternura ser un sentimiento que se ir apoderando del orante a raz del trato de amistad frecuente con quien sabemos nos ama (Cfr. V 8,5). La oracin teresiana es una oracin afectiva, sentida con el corazn. En ese dinamismo, el corazn que muchas veces est duro, fro e indiferente, mediante la asidua oracin (Cfr. V 7,17), va tornndose en un corazn nuevo tal y como nos lo recuerda el profeta Ezequiel: les dar un corazn nuevo, infundir en sus corazones un espritu nuevo, quitar de su carne el corazn de piedra y les dar un corazn de carne (Ez 36,26). El corazn del orante se siente inundado de muchos sentimientos gratos que son producidos por el amor, entre ellos se destaca el de la ternura, pues hace al orante capaz de amar y de ser amado. La ternura surge as como un fruto sazn de las distintas experiencias oracionales. Teresa a medida que creca en la oracin creca tambin en el amor: yo me vea crecer en amarle muy mucho (V 29,4), as mismo: aqu era crecer el amor (V 29,7). En otra ocasin: creciendo en m un amor tan grande de Dios, que no saba quin me lo pona, porque era muy sobrenatural, ni yo lo procuraba (V 29,8). Este crecimiento en el amor ser criterio de discernimiento que el mismo Seor le ofrece en sus dudas msticas: que mirase el amor que se iba aumentando en m cada da para amarle; que en esto vera no ser demonio (V 39,24).

Los episodios teresianos en donde encontramos esta ternura como fruto del amor son abundantes, acudiremos a los que nos parecen ms significativos. Trataremos de identificar la verdadera ternura, es decir, cuando tiene su origen en lo sobrenatural, pues son a veces difciles de delimitar con aquella otra que nosotros podemos procurar por nuestra cuenta: porque no se puede entender si son todos efectos del amor y, cuando sea, es dado de Dios (4M 1,6), aunque ella dice de s misma que: yo s poco de estas pasiones del alma (4M 1,5), sin embargo, sabe identificar con precisin cuando es nacida u originada por el mismo Dios: porque ninguna cosa parece toca a la sensualidad ni la ternura de nuestra naturaleza (CV 4,12).

Si vamos a los distintos acontecimientos de su vida, el primer episodio de ternura narrado en su autobiografa est relacionado con su opcin vocacional. Con su ingreso a la vida religiosa y su posterior toma de hbito, fue inundada de la consolacin espiritual manifestada en la ternura: en tomando el hbito, luego me dio el Seor a entender cmo favorece a los que se hacen fuerza para servirle, a la hora me dio un gran contento de tener aquel estado, que nunca jams me falt hasta hoy; y mudo Dios la sequedad que tena mi alma en grandsima ternura (V 4,2). Este pensamiento, adquiere importancia singular, pues Teresa era reacia en extremo a pedir consolaciones o gustos espirituales: suplicar yo me los diese (gustos y regalos) ni ternura de devocin, jams a ello me atrev (V 9,9), significa por tanto, que aquel da la ternura le vino sin ser suplicada ni procurada; su origen era sobrenatural (Cfr. 4M 1,1).

Teresa ha sido testigo de la ternura divina en muchos asuntos de cotidiano vivir. El Seor oportunamente se le mostraba como el Tierno por excelencia, hacindole crecer en el amor en sus episodios msticos. En sus angustias el Seor le sala al encuentro: con gran ternura y regalo me torn a decir que no me fatigase (V 39,24).

Teresa se dio cuenta que en su vida espiritual la ternura era de gran importancia, tanto es as que dedicar un captulo completo para aclararla: Trata de la diferencia que hay de contentos y ternura en la oracin y de gustos (epgrafe de 4M 1). Aclaremos por tanto las distintas ternuras presentes en la vida oracional.

1. Ternura procurada

Yendo a lo central de nuestro propsito habr que sostener que hay una ternura que es originada o adquirida por las consideraciones piadosas del que ora: parceme ser dar a vuestra merced gusto comenzar a tratar del principio de cosas sobrenaturales, que en devocin y ternura y lgrimas y meditaciones que ac podemos adquirir, con ayuda del Seor, entendidas estn (CC 54,2)[footnoteRef:2]. En su libro Moradas del Castillo Interior, har la diferencia entre lo que son los contentos y los gustos en la oracin. La ternura procurada formar parte de los contentos: los contentos me parece a m se pueden llamar los que nosotros adquirimos con nuestra meditacin y peticiones a nuestro Seor, que procede de nuestro natural, aunque en fin ayuda para ellos Dios, que hace de entender en cuanto dijere que no podemos nada sin l, mas nacen de la misma obra virtuosa que hacemos y parece a nuestro trabajo lo hemos ganado y con razn nos da contento habernos empleado en cosas semejantes (4M 1,4), Resumir este prrafo as: en fin, comienzan de nuestro natural mismo y acaban en Dios (Ib.). Esta ternura procurada, tal y como dice Teresa, es originada por la consideracin, la cual significa para nuestro contexto la meditacin. Oigamos a Teresa: primero haba tenido muy continuo una ternura que, en parte, algo de ella me parece se puede procurar: un regalo que ni bien es todo sensual, ni bien es espiritual. Todo es dado de Dios; mas parece para esto nos podemos mucho ayudar con considerar nuestra bajeza y la ingratitud que tenemos con Dios; lo mucho que hizo por nosotros; su pasin con tan graves dolores; su vida tan afligida; en deleitarnos de ver sus obras, su grandeza, lo que nos ama (V 10,2; Cfr. 4M 2,3). Esta consideracin de la vida de Cristo y de nuestra ingratitud a su amor, origina la ternura y en muchas ocasiones tambin las lgrimas, de las cuales ya hemos tratado en otra ocasin. Continuando sobre esta misma tnica de la meditacin de la vida de Cristo dice Teresa: porque, en pensar y escudriar lo que el Seor pas por nosotros, muvenos a compasin, y es sabrosa esta pena y las lgrimas que proceden de aqu; y de pensar la gloria que esperamos y el amor que el Seor nos tuvo y su resurreccin muvenos a gozo, que ni es del todo espiritual, ni sensual, sino gozo virtuoso, y la pena muy meritoria (V 12,1). Teresa tambin compartir coplas a Lorenzo, su hermano, y lo que pretende es contagiarle de la ternura que ella tena cuando las compuso: pienso que le ha de enternecer esta copla y hacerle devocin (Cta 166,38)[footnoteRef:3]. [2: En la EMC, R 5,2; en la BAC, CC 58,2; en la ES, CC 54,2.] [3: A Lorenzo de Cepeda, 02-01-1577, en la EMC, Cta 172,24; en la BAC, Cta 168, 38; en la ES, Cta 167,38.]

En otras ocasiones, a Teresa le vena la ternura procurada, meditando la vida de los santos evangelizadores: Y as me acaece que cuando en la vida de los santos leemos que convirtieron almas, mucha ms devocin me hace y ms ternura y ms envidia que todos los martirios que padecen (por ser sta la inclinacin que nuestro Seor me ha dado), parecindome que precia ms un alma que por nuestra industria y oracin le gansemos mediante su misericordia que todos los servicios que le podemos hacer (F 1,7)

Esta ternura procurada tambin suele suceder cuando la persona se dispone a comulgar con toda devocin sensible: como cuando llegamos a comulgar, por la mayor parte se siente ternura y gusto (F 6,17). Sentimientos gratificantes que sobre todo se le otorgan a los principiantes deseosos de comulgar, pero cuando le quitan por obediencia la comunin: bien se les concede que sientan ternura y pena cuando se lo quitare (F 6,23). En otras ocasiones la persona, sin pretenderlo, resiste tambin a los dones que Dios le quiere dar, entre ellos la ternura: mas hay personas (y yo he sido una de ellas) que est el Seor enternecindolas y dndoles inspiraciones santas y luz de lo que es todo y, en fin, dndoles este reino y ponindoles en esta oracin de quietud, y ellos hacindose sordos. Porque son tan amigas de hablar y de decir muchas oraciones vocales a prisa (CV 31,12).

Esta ternura no es solo otorgada a los que estn en camino de santidad, hay muchos a quienes el Seor les da regalos espirituales, pero an estn en la lucha por entregarse de mejor manera al Seor, y an no se vencen a s mismos y quedando instalados en una falsa paz: Hay otra manera de amistad y paz, que comienza dar nuestro Seor a unas personas que totalmente no le querran ofender en nada; aunque no se apartan tanto de las ocasiones tienen sus ratos de oracin, dales nuestro Seor ternuras y lgrimas, mas no querran ellas dejar los contentos de esta vida, sino tenerla buena y concertada (MC 2,22). Sin embargo, el proyecto de