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Solidaridad en Letras

CUENTOS PREMIADOSX CERTAMEN LITERARIO ESCOLAR ANDALUZ


EDITA: Junta de AndalucíaConsejería de Gobernación y JusticiaDirección General de Voluntariado y ParticipaciónPlaza Nueva 4, 4ª Planta • 41071 Sevilla

IMPRIME: J. de Haro Artes Gráficas, S.L.

DEPÓSITO LEGAL: SE-1098-2011

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FOTOGRAFÍAS DEL ACTO DEL DÍAINTERNACIONAL DEL VOLUNTARIADO 2011

Córdoba, 1 de diciembre de 2011

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PresentaciónLa Consejería de Gobernación y Justicia de la Junta de Andalucía, a través de la Dirección General de Voluntariado y Participación y la Consejería de Educación, promueven el X Cer-tamen Literario Escolar Andaluz: “Solidaridad en Letras”, y en el que nuestras futuras generaciones construyen una visión comprometida de la rea-lidad, a través de la redacción de relatos cortos donde la creatividad y el talento se ponen al ser-vicio de la construcción de un mundo más justo y una visión más humana de la sociedad.

La educación en una cultura de ciudadanía y participación es vital para el desarrollo de socie-dades modernas y avanzadas. Es la base sobre la que sostener la calidad de los programas de promoción y sensibilización que lleva a cabo el voluntariado andaluz para fomentar la participa-ción social de la ciudadanía. El contenido de estos

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textos refleja la visión que la infancia y juventud andaluza tiene del voluntariado, de acuerdo con los principios de solidaridad, responsabilidad y compromiso, y que lo convierten en una de las expresiones de participación más genuinas de las sociedades modernas y avanzadas.

Una vez más, publicamos la recopilación de los textos ganadores correspondientes al X Certamen Literario Escolar Andaluz: “Solidaridad en Letras”, celebrado durante el pasado 2011, y cuya entrega de premios tuvo lugar en el marco de la conmemoración del Día Internacional del Voluntariado.

Con estas palabras queremos expresar nuestro reconocimiento al empeño que dedica la comunidad educativa a esta tarea y que contribuye de manera decisiva a la educación integral de la próxima generación de voluntarios y voluntarias en Anda-lucía.

Rosario Ayala Valiente Directora General de Voluntariado y Participación Consejería de Gobernación y Justicia Junta de Andalucía

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X CERTAMEN LITERARIO ESCOLAR ANDALUZ:“SOLIDARIDAD EN LETRAS”

PRIMEROS PREMIOS REGIONALES:

CATEGORÍA A“ASANA UNA HISTORIA MÁS”

Sebastián Bravo-Ferrer AguileraC.E.I.P. José María del Campo (Sevilla)

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PRIMEROS PREMIOS REGIONALES:

CATEGORÍA B“SOLIDARIDAD EN NOTAS”

Clara Gómez EgeaColegio La Purísima, de Lucena (Córdoba)

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“ASANA UNA HISTORIA MÁS”Sebastián Bravo-Ferrer Aguilera

C.E.I.P. José María del Campo (Sevilla)Primer Premio. Categoría A

Hola, me llano Asana y os voy a contar una historia.

Hoy ha llegado una niña nueva a clase, es-taba asustada, sus ojos querían verlo todo, com-prenderlo todo, pero el miedo a lo desconocido, a lo nuevo la paralizaba. Mis compañeros se han reído porque llevaba un pañuelo en la cabeza.

Kalimba, que así se llama mi nueva amiga nos miraba a todos desconcertada y sin entender nada, cuando ha mirado hacia mí, yo no me reía, sólo con una mirada nos hemos entendido porque su historia es muy parecida a la mía, ese momento también lo he vivido. En el recreo no he ido a jugar con mis amigos, he buscado a Kalimba y aunque no hemos hablado, he estado con ella, a su lado, al final del recreo me ha sonreído y sabéis lo que os digo, tiene la sonrisa más bonita del mundo.

Ahora, estoy en mi habitación escribiendo mi diario, pero no puedo dejar de pensar en Kalimba

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y como puedo ayudarla, escribo: mañana sin falta tengo que hablar con Sebastián.

Sebastián es un chico estupendo, tiene 20 años y es voluntario. Sabe muchas cosas de España, mi nuevo país, y entiende que nosotros tenemos costumbres, religiones diferentes, distintas lenguas y una piel de otro color, que no somos tan dife-rentes, porque en lo demás somos iguales, respi-ramos, comemos, nos gusta jugar y reírnos, quere-mos a nuestra familia, la verdadera y la nueva, nos gusta estudiar y aprender. No soy diferente a ningún otro niño.

Cuando hable con Sebastián quiero decirle que me ayude a explicar a mi clase todo ésto, Ka-limba lo entenderá y así la ayudaré.

Aún recuerdo cuando llegué hace ya 3 años, enfermo, deshidratado y hambriento. Abrí los ojos y vi a Sebastián, recuerdo como me cuidó, me hizo entender, después de todo lo que habíamos pasado, desde que mi familia y yo salimos de Somalia huyendo de la sequía y la hambruna hasta llegar a Algeciras. El viaje, no sólo fue largo sino que fue el más duro de nuestras vidas. Sólo conseguimos llegar vivos mis hermanos y yo, mi padre murió de disentería antes de llegar

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a Ceuta, mi madre murió en la patera que nos trajo intentando darnos calor con su cuerpo a mis hermanos y a mí, por ellos tengo que seguir viviendo, porque ellos dieron sus vidas para que nosotros tengamos una vida mejor.

Pero todo ésto que estoy contando, no me fue fácil de entender, porque me sentía asustado, sólo y desprotegido en un mundo extraño. No hablaba, no reía, mis hermanos y yo estábamos siempre juntos y aislados de los otros niños, pero gracias a Sebastián que nos dio su comprensión, su calor y tiempo, mis hermanos y yo, tenemos una nueva familia, unos amigos, una escuela... una vida.

Aunque aún echo de menos y recuerdo a mi familia, mi aldea, mi país... mi otra vida.... Me llamo Asana y ésta es mi historia.

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“SOLIDARIDAD EN NOTAS”Clara Gómez Egea

Colegio La Purísima, de Lucena (Córdoba)Primer Premio. Categoría B

Y tras terminar su fantástico concierto, el prestigioso público aplaudió. Aquella vez, había sido distinto. Esta vez, había sonado armoniosa, la música era vida para los oídos de los que allí estaban. Esta vez, la orquesta “POL” había toca-do genial. Todos sus componentes se levantaron y saludaron, mientras los espectadores seguían aplaudiendo.

Los artistas dejaron sus instrumentos musi-cales en el camerino, para irse al gran salón del teatro, a disfrutar de una cena todos juntos. Los guardaron en sus estuches y se fueron.

Nada más marcharse todos, el silencio se in-terrumpió por el sonido de las cremalleras de las fundas de los instrumentos. Todos cobraron vida y fueron saliendo uno a uno. Primero salieron los violines, violas, violonchelos y los contrabajos. Después, los instrumentos de viento: los clarinetes, las flautas, los oboes, los fagots, los trombo-nes, las trompas, los saxofones, las trompetas...

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¡Toda una orquesta con vida propia! Todos se sentaron en círculo, y de repente un violín empezó a hablar:

-¡Muy buen concierto amigos! Pero, no os creáis, todo el éxito ha sido por mí y por mis compañeros, los otros violines. Hemos llevado la melodía soberbiamente.

-¡Eso!- gritaron los oboes a la vez, con su voz de pato.

Todos empezaron a gritar y a pelearse. ¡No podían creer lo que el violín decía! Ens egu ida , uno de los rojos fagots empezó a hablar:

-Por Dios, amigo mío. ¡Eso que dices no es así! Probablemente, vuestra melodía, o la de las flautas haya sonado muy bien. Pero, todo ha sido gracias al tiempo. ¿Y quién va marcando el tiem-po en los conciertos? ¡Pues nosotros, los fagots! O los violonchelos o los grandes contrabajos. Está claro que nuestro éxito se debe a nosotros. ¡Vivan los fagots!

De repente, el saxofón empezó a hablar muy fuerte, con su voz majestuosa y potente:

- Todo lo que decís está muy bien. Pero com-pañeros, yo, o mis amigos los clarinetes, o las

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trompas; vamos haciendo escalas y acordes, y eso es lo que le da el encanto a todas nuestras obras. ¡Nosotros somos los mejores!

Los instrumentos musicales empezaron a dis-cutir entre ellos. De fondo se oía una música muy deslucida. ¡Ya no parecían la misma orquesta! ¿Pero qué habían hecho?

Inesperadamente, la nefasta música, se vio in-terrumpida. Los instrumentos pararon de pelear. ¿Por qué? En un rincón, estaba una de las violas llorando.

-¿Qué te pasa viola?- preguntaron todos los instrumentos a coro.

-¡Amigos! ¿No os dais cuenta de lo que estáis haciendo? ¿No habéis escuchado la música que hasta hace un momento estaba sonando? Todo esto ha sido por la fama. Chicos, está muy bien la melodía que tocamos. Y claro que sí fagots, el tiempo es lo primordial. ¡Y vosotros, clarine-tes por ejemplo, adornáis la melodía con acordes! Pero, el éxito de la orquesta “POL” no es solo por cada uno de nosotros. Todos los instrumentos formamos un gran equipo. Somos una máquina imparable de hacer música. Pero eso es porque to-

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dos estamos unidos. ¿O no os dais cuenta de la diferencia que había entre el concierto oficial y este que acabáis de dar mientras os peleabais? Todo esto ha sido porque ya no estabais unidos... ¡No seáis bobos! Y todo el éxito no es por nosotros. Nuestros dueños nos tocan, y nuestro sonido se debe a ellos. Y no nos debemos de olvidar de Javi, nuestro director de orquesta. ¡Él nos coordi-na en todo! Tenemos que ser solidarios unos con los otros. Si no estamos todos unidos, no seremos tan buenos. Los verdaderos triunfos se deben a la constancia, empeño, dedicación, trabajo en equipo, ayuda y sobre todo: ¡SER SOLIDARIOS!

Los instrumentos se quedaron un momento impresionados. Después de unos instantes, aplau-dieron a su compañera la viola, por el discurso y reflexión que había dicho. ¡Tenía razón! Cada uno por su cuenta también suena bien, pero ni comparado con lo que son todos juntos en la or-questa “POL”.

De ese día en adelante, los instrumentos estu-vieron más unidos, siempre se felicitaban unos a los otros, eran solidarios y también tenían más en cuenta al director y a sus dueños. ¡Ellos no eran los únicos!

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A partir del siguiente concierto, la gente veía a la orquesta “POL” como algo más que una mag-nifica orquesta. De alguna manera, la gente veía en ellos y en sus instrumentos: amistad, compa-ñerismo, amor, y también veían como trabajaban, se ayudaban sin esperar nada a cambio y se apoyaban los unos a los otros,

Porque en realidad, la solidaridad se basa en ayudar felizmente a alguien, ya sea un familiar, un amigo o un desconocido, desinteresadamente, que a veces, además de traer felicidad, trae un regalo extra: la orquesta “POL” se convirtió en la mejor de todo el mundo, y los instrumentos ya no desafinaban, porque no se peleaban y eran buenos y amables.

La solidaridad la podemos expresar en le-tras, pero también en hechos, en canciones y sobre todo, AUNTÉNTICA SOLIDARIDAD EN NOTAS. Y tú, ¿cómo expresas la solidari-dad? Como en esta historia se dice:

En ocasiones sin solidaridad, también se puede llegar a la meta que queremos alcanzar, pero por dentro, te sientes como vacío. La solidaridad es eso que hace que las cosas que pueden ser buenas

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por sí mismas, sean GENIALES. Por eso, ¡ponle un poco de solidaridad a tu vida para que sea una experiencia única!

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PREMIOS PROVINCIALES CATEGORÍA A5º y 6º de Primaria

“MI MUNDO Y YO”Almería. Sara de la Nogal Berzal. Primer Premio ………………………… pag.24

“UN NUEVO HORIZONTE”Almería. Antonio Martínez Navarro. Segundo Premio ……………………pag.29

“TE INVITO A MI SUEÑO…”Almería. Xana González Linnitt. Tercer Premio ……………………………… pag.32

“UN FINAL FELIZ”Cádiz. Ángela Gamboa Rodríguez. Primer Premio …………………………… pag.37

“LA SOLIDARIDAD EMPIEZA POR UNO MISMO”Cádiz. María de los Santos Letrán Sánchez. Segundo Premio … pag.40

“TODOS UNIDOS PARA AYUDAR A UN AMIGO”Cádiz. Jesús Sánchez-Pardo Echevarría. Tercer Premio ………………… pag.43

“EL COMPAÑERO ANTONIO”Córdoba. Francisco Mije Arroyo. Primer Premio ……………………………… pag.45

“MI AMIGO COSIMO”Córdoba. Javier Calzado Reyes. Segundo Premio ……………………………… pag.47

“UNA MANERA DE SER SOLIDARIO”Córdoba. Antonio Manuel Casas Marín. Tercer Premio ………………pag.51

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“APLAUSOS SOLIDARIOS”Granada. Sergio Zapata Caparrós. Primer Premio …………………………… pag.54

“EL CONCIERTO INESPERADO DE LA ASOCIACIÓN DE MÚSICOS PAYASOS SIN FRONTERAS”Granada. David Ortega Montilla. Segundo Premio ……………………………pag.56

“UNA MARAVILLOSA VISITA”Granada. Lucas Rodríguez Arellano. Tercer Premio …………………………pag.58

“DESEO CONOCER EL MUNDO”Huelva. Agustín Maestre Ordóñez. Primer Premio ………………………… pag.60

“MI SUEÑO HECHO REALIDAD”Huelva. Marta Gutiérrez Ávalos. Segundo Premio ……………………………pag.65

“UNA SONRISA ES LA MEJOR MEDICINA”Huelva. María Garrido Martín-Recio. Tercer Premio ………………………pag.69

“LA PALOMA”Jaén. Gema Valverde Moreno. Primer Premio …………………………………… pag.72

“EL SUEÑO DE TEVY”Jaén. Pedro Gámez Yera. Segundo Premio …………………………………………… pag.74

“UN INGREDIENTE ESPECIAL”Jaén. Cristina García Armijo. Tercer Premio …………………………………………pag.78

“LA SOLIDARIDAD”Málaga. Alba Peregrina Azuaga. Primer Premio ……………………………… pag.80

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“LA NIÑA SOLIDARIA”Málaga. Julia Pérez López. Segundo Premio ……………………………………… pag.82

“HANDÚ, EL MEJOR AMIGO”Málaga. Sergio Andrés Robledo Andrade. Tercer Premio ………………pag.85

“UNA NIÑA DECIDIDA”Sevilla. Belén Rojas Laos. Primer Premio ………………………………………………pag.87

“¡QUÉ FÁCIL ES DIVERTIRSE SIENDO SOLIDARIO!”Sevilla. Clara Serna Cazalla. Segundo Premio ………………………………………pag.89

“POR EL BUEN CAMINO”Sevilla. Juan Sánchez Gamino. Tercer Premio …………………………………… pag.91

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“MI MUNDO Y YO”

Sara de la Nogal BerzalC.E.I.P. Arco Iris, de Aguadulce (Almería)Primer premio de Primaria. Categoría A

Me llamo Sara. Soy voluntaria.Aunque tan solo tengo 11 años, soy voluntaria

infantil en la asociación Posidonia de mi pueblo.Siempre me he sentido atraída por la ayuda

a los demás. En mi mundo, sufro con las injus-ticias que me tocan y que tocan a las personas que están más cerca de mí, como por ejemplo al-gún compañero o compañera de clase que lo está pasando mal y que los demás se aprovechan de él o ella. Me solidarizo con ellos e intento ayu-darlos.

Pero gracias a mis padres y a Posidonia, tam-bién he aprendido a solidarizarme con el medio ambiente, sé que en los libros de Cono estudio cómo cambia por la acción del ser humano, mu-chas veces para empeorar.

He aprendido a solidarizarme con los árboles, con las playas limpias, con las tortugas bobas,

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que no es que sean bobas sino que las llamaban así los antiguos pescadores porque ponían muy poca resistencia a ser cazadas. Pero los científicos han demostrado que son animales muy listos y con muy buena memoria y están pensando cam-biar definitivamente este nombre por el científico Careta Careta ( que para variar un poco no es tan raro como los demás).

He aprendido a solidarizarme con personas con necesidades especiales o que viven en situación de necesidad.

Como voluntaria infantil de Posidonia, he rea-lizado trabajos de manualidades y artesanía que después he vendido en los mercadillos solidarios que la asociación ha hecho cuatro años seguidos en las fechas cercanas a la Navidad.

Los adultos nos preparan un puestecito, donde pasamos todo el día y nosotros mismos lo or-ganizamos, lo ponemos bonito y realizamos las ventas. Hemos hecho nueces de la suerte, mar-capáginas, pines, portavelas, pompones para el árbol de Navidad, cerámica, móviles de lana, pelotas para malabares, pulseras….

En nuestro puesto de venta infantil siempre colabora la voluntaria más anciana de la aso-

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ciación, Doña Flora, que tiene 80 años de edad, y hace todo tipo de trabajos artesanales, desde zapatillas de andar por casa, ceniceros hechos con latas recicladas, hasta monederos, bufandas de lana, guantes y vende las plantas que durante el año cuida en su cortijo, jabón de aloe vera….

El dinero que mis compañeros voluntarios in-fantiles, dona Flora y yo hemos ido recaudando año tras año, durante todo un día en el merca-dillo, pasando frío o bajo la lluvia, lo hemos entregado a otras asociaciones que trabajan para ayudar a personas y para que no dejen de existir o perderse.

Por ejemplo, un año dimos dinero a Cruz Roja para su proyecto de ayuda a personas en la calle o sin hogar, otro año a Médicos sin fronteras para su proyecto de desnutrición infantil, otro a la asociación Amigos de Alzheimer pues tienen un centro de atención en nuestro pueblo, otro a una asociación que trabaja con niños con parálisis cerebral.

Pero aunque el Mercadillo solidario me encan-ta, mi actividad favorita ha sido la suelta de tortuguitas bobas en la playa de Cabo de Gata. Y ver cómo se acercaban a mar y volvían a re-troceder. ¡Era gracioso y divertido!

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Esa actividad estuvo hecha principalmente por niños y niñas y el tener una tortuga boba entre tus manos no lo puede conseguir casi nadie.

¡Me siento afortunada!Pero las más afortunadas son las tortugas,

porque en Cabo Verde, que es donde iban a nacer, las esperaba una muerte segura.

Hice un curso obligado para poder realizar la suelta, en el que aprendí a diferenciar los ma-chos de las hembras y a ser consciente de los accidentes que les ocurren, con barcos, bolsas de basura en el mar, hilos de pescar, etc. Que son causados, al fin y al cabo, por el ser humano.

Espero que muchas de las tortugas que he sol-tado, sobrevivían 20 años para que puedan venir a reproducirse en estas playas y a ser posible volver a ver otras tortugas parecidas a ellas.

Otra actividad que he hecho de voluntaria medioambiental, fue una limpieza de playa y fon-dos marítimos, en la que sacamos todo tipo de basura.

¡No os hacéis a la idea de la basura que hay en nuestras aguas y en las playas!

Y después nos quejamos de los olores que hay.Sentí indignación porque las personas, sean

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niños o adultos, no tienen educación, y después tenemos que ir nosotros como voluntarios a reco-ger la basura.

Pero es divertido si estás con buenos amigos, como tengo la suerte.

Algunos niños y niñas de mi clase se ríen cuando les cuento esto, pero me gustaría que vie-sen cuántas bolsas rellenamos con basura.

Además en mi pueblo hay una ciudad romana llamada Turaniana y una barrera de posidonias, todo ello bajo el mar, pero muy pocas personas saben esto, por lo que nosotros hacemos activida-des para darlo a conocer.

También he plantado arbolitos en zonas de playa y repoblado la montaña en el pueblo de Enix, y desde mi punto de vista, creo que hemos dado vida a la playa y a la montaña.

Al haberlos apadrinado podremos asegurarnos de que sobrevivan.

Y hasta aquí algunas de las actividades so-lidarias de las que me siento más orgullosa.

Todos podéis ayudar y ni siquiera hace falta apuntarse a una asociación,

Aunque la gente te tache de pringado, hay que seguir adelante.

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“UN NUEVO HORIZONTE”

Antonio Martínez NavarroC.E.I.P. Sagrado Corazón de Jesús, de Tíjola

(Almería)Segundo premio de Primaria. Categoría A

Jalina vive en un país subdesarrollado de África del Sur. Su marido falleció hace seis me-ses en una sangrienta guerra entre su país y el país vecino. Jalina quedó viuda y con dos hijas menores a su cargo, además poco después supo que estaba embarazada. Su situación era desesperada, ¿qué futuro le esperaba a la fami-lia en su país que aún estaba en guerra?. Esta pregunta se la hizo repetidas veces hasta que un día tomó la decisión de, a través de un primo suyo, montar en una patera, embarazada de 8 meses y con sus dos hijas de 8 y 10 años. No le ofrecían nada ni le daban garantías de llegar a la costa española, donde se dirigían. Aún así Jalina decidió realizar el viaje a España, para lo que tuvo que pagar una cantidad de dinero que no tenía y vender todo lo que poseía.

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El viaje fue muy duro, una de las hijas sufrió numerosas quemaduras en su cuerpo. Maben, la hija menor, falleció y Jalina llegó dando a luz a su bebé.

Cuando finalmente llegó a las costas alme-rienses, había cantidad de gente esperando para atender a Jalina y al resto de inmigrantes.

Se les dio ropa, comida y Jalina dio a luz allí mismo a Salem, con ayuda de mariana, una médico que presta su ayuda desinteresadamente como voluntaria en sus días libres. Salen nació sano y salvo. Jalina fue trasladada al hospital y después a un centro de acogida junto a su bebé y su hija mayor.

A Jalina la tuvieron que atender varios psi-cólogos porque se encontraba gravemente afectada por la muerte de su hija. Javier, al igual que Mariana es un joven almeriense que se encuen-tra en paro y mientras consigue algún trabajo ha decidido ayudar en el centro. Javier al igual que la mayoría de los trabajadores y voluntarios se involucran mucho con la situación de Jali-na y su familia. El y otros voluntarios ayu-dan a Jalina ofreciéndole asesoramiento legal, le enseñan español, le orientan en la búsqueda

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de una vivienda, en definitiva le enseñan “como sobrevivir” en esta nueva vida que ha comenza-do. Cuando lleva un año aproximadamente en España Jalina vive en un pequeño piso a las afueras, su hija acude diariamente a la escuela y ella cuida de su bebé, pero necesita emprender una vida profesional. Su vecina Leonor, con la que tiene muy buena relación le ayuda a buscar trabajo como asistenta en una vivienda y cuida de Salem cuando lo necesita para que acuda a su trabajo. Jalina ha recuperado la ilusión por vivir y empezar una nueva vida en Almería. Nada puede cambiar su pasado pero hay gente que desinteresada y voluntariamente ha cambia-do su futuro.

Tu labor como voluntario formando parte de una organización como es el caso de Mariana y Javier o ayudando simplemente como es el caso de Leonor puede cambiar la vida de algunas personas que lo necesitan.

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“TE INVITO A MI SUEÑO”

Xana González LinnittColegio Valdeserra, de Vera (Almería)Tercer premio de Primaria. Categoría A

Parece ser que nosotros, los seres humanos, a veces mezclamos sueños y realidad, sobre todo cuando se trata de la solidaridad. Un sueño que tuve hace poco, me ha hecho experimentar la sensación de ser solidaria, de esforzarse todos los días, pues se presentan muchas ocasiones en las que me haría ilusión ofrecerme como voluntaria.

La solidaridad se podría aconsejar. “Cada vez que haya un hueco en tu vida llénalo de soli-daridad”. Pero solo se comprende realmente si se practica, pues causa buenas sensaciones

Aquella noche veraniega, en que me sorpren-dió mi sueño, recuerdo que me dormí pensando en la noria, y en lo estupendo que me lo había pasado en la gran feria de la ciudad con todos mis amigos. Yo no sabía que aquél viaje en noria aguardaba una sorpresa para mí, pues me acom-pañaban tres amigos y nadie pareció ver aquellas

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imágenes que vi. Comenzó nuestra vuelta en no-ria entre risitas y gritos y después de un tiempo empecé a relajarme. Al subir pude contemplar claramente la vista de la ciudad que respiraba serena y con normalidad; los altos edificios bien iluminados, en los parques los grandes árboles ofrecían protección a las pandillas que se agrupa-ban debajo, no se movía una hoja, los coches de lujo ante los hoteles de 5 estrellas y la gente, muy bien vestida paseaba por el bulevar tranqui-lamente, tomando el fresco y saboreando helados de todos los sabores y colores.

La temperatura era muy agradable. En cada vuelta mis amigos gritaban y se estremecían cuan-do nuestros estómagos daban un vuelco encima de la noria. Pero al superar ese punto e iniciar la bajada todo cambió, me quedé perpleja, incrédula y tardé no sé cuantas vueltas hasta que empecé a asimilar lo que estaba viendo: ¡era otra ciudad! Las personas sufrían, no tenían más que chabo-las en vez de casas, los niños eran maltratados, todo era oscuridad y hacía mucho frío pues allí, donde fuera, todavía no sé el nombre de aquel infierno, era invierno.

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Todas las vueltas eran iguales, oía a mis amigos hablar y a su vez a los niños de aquél lugar: Me di cuenta que les hacía falta tantas cosas, eran tan pobres que solo buscaban comida desesperadamente para sobrevivir.

Ellos me veían en la noria y me mandaban mensajes con sus tristes miradas, aunque me sor-prendió que sonrieran. En ese momento me di cuenta de que algo especial me estaba ocurriendo, paro no estaba segura de lo que era, pues no había llegado a comprender los mensajes de los niños.

Así pues en mi camita por fin me dormí, con una mente agotada revisando todo lo queme había pasado en la feria, especialmente por mi profundo deseo de analizar aquellas visiones. El sueño sa-lió directamente de mi corazón, con una sensación de amor y compasión que me invadía, mientras mi mente por fin encontraba descanso. Los niños que había visto me dieron una lección importante: me hicieron ver que somos todos iguales y que por esta razón no podemos ignorar los mensajes de las ONG y de otras asociaciones internacionales que nos informan que el papel del hombre en el planeta tiene que basarse en el amor incondicio-

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nal, la compresión compasiva y la solidaridad a través del voluntariado.

Tantos fueron los mensajes que me enviaron, algunos como “poneros vosotros en nuestra piel. “La solidaridad es responsabilidad de todos” ; “no más dolor, hay que perdonar el daño y ayu-dar a eliminar el trauma de la sociedad”. La civilización debe permanecer unida”. Seguidamente el sueño entró en otra fase donde tuve una visión maravillosa: todos nosotros vivíamos en una tie-rra de pura magia, en un reino donde caballos y elefantes deambulaban tranquilamente por bosques multicolores y donde los cantos de los pájaros nos hacían flotar de gozo. En ese reino todos po-díamos conversar con naturalidad.

Al contarle mi sueño a mi abuelo, este me comentó que en estos tiempos modernos la falta de cooperación entre los adultos les ha dado lec-ciones muy dolorosas, que han tratado a nuestro planeta de un modo violento, con los egoísmos y el mal uso de ciertas tecnologías por lo que parece ser que ha llegado el momento de que todos los que habitamos este hermoso planeta nos juntemos con amor y fraternidad como una gran familia unida en solidaridad.

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¡OS INVITO PUES A PLANTAR EN LOS JARDINES DE VUESTROS CORAZO-NES LAS FLORES DE VUESTROS SUE-ÑOS Y A DESCUBRIR LA SOLIDARIDAD EN VUESTRO ALMA!

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“UN FINAL FELIZ”

Ángela Gamboa RodríguezColegio Hijas de San José,Jerez de la Frontera (Cádiz)

Primer premio de Primaria. Categoría A

Hola, me llamo Fanta y tengo 2 añitos. Soy una perrita muy alegre y cariñosa y me encan-ta estar con mi familia, porque yo por suerte, la tengo.

Os voy a contar mi historia. Espero que os llegue muy adentro para que vosotros os unáis a la gran familia que forman todas aquellas perso-nas que desinteresadamente, dan su ayuda a los demás y que permiten que personas que no tienen nada puedan recibir al menos algunos medica-mentos y ropa para poder sobrevivir y otros que, como en mi caso, ayudan a rescatar animales que alguna persona sin corazón deja a un lado de la carretera por el simple hecho de que no se los pueden llevar a un viaje y no tienen a nadie con quién dejarlos.

Si no te vas a hacer responsable de tu mas-

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cota, piénsatelo dos veces antes de comprarla en la tienda de animales.

Bueno, mi historia comienza un día de mayo en el que mi madre, una podenca sin familia da a luz a cuatro preciosos cachorritos en un des-campado a las afueras de Jerez. Fuimos dos hembras y dos machos, pero desgraciadamente, mi madre muere poco después por un envenenamiento, dejándome a mí y a mis hermanos sin nada con lo que alimentarnos y sin nadie que nos protegie-ra de los peligros que podía haber allí. Así que nosotros, muertos de miedo nos escondimos entre unos matojos. Pero por suerte, pasaba por allí una voluntaria de “No me abandones” de vuelta a casa. Vio a mi madre fallecida con signos de haber parido hacía poco, así que llamó a sus compañeros para ponerse cuanto antes en nues-tra busca. Se llevaron horas y horas hasta que nos encontraron, incluso hubo alguno que hasta se metió entre los arbustos para rescatarnos, no todo el mundo haría eso. Después, nos llevaron a un sitio donde nos dieron de beber y de comer. ¡estábamos hambrientos!

Mis hermanos y yo pasamos dos meses con

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muchos perritos más, ellos nos cuidaban muy bien y nos querían mucho.

El día 1 de agosto del 2009, mi suerte cambió. Vino una familia buscando una perrita para hacerle compañía a su perro Luca y des-pués de mirar a todos los perritos, su hija pe-queña, Ángela, se vino directa a mí. Me cogió en brazos y dijo: “mamá, la quiero a ella”.

Así que firmaron todos los papeles, com-prometiéndose a cuidarme y a quererme mucho y me llevaron a casa, a mi nuevo hogar, con mi nueva familia y mi nuevo hermano Luca, que me ha enseñado a tranquilizarme y con el que lo paso muy bien.

Ahora, ya hace dos años desde que me adoptaron y aún le sigo estando agradecida por haberme dado esta oportunidad, y se lo estaré siempre.

Ésta es una historia real. Por cierto, dos de mis hermanos y muchos perritos más, aún están esperando que alguien quiera darles un hogar. Así que ya sabéis, en vez de comprar, mejor adopta, porque ellos, seguro, estarán agradecidos de por vida.

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“LA SOLIDARIDAD EMPIEZA POR UNO MISMO”

María de los Santos Letrán SánchezColegio Hijas de San José,Jerez de la Frontera (Cádiz)

Segundo premio de Primaria. Categoría A

Este año voy a rendir un homenaje a personas cercanas a mí, gente que me rodea todos los días y de las cuales aprendo a ser “solidaria”. Esa palabra que parece no estar de moda y que na-die utiliza, porque “es de tontos ayudar sin recibir nada a cambio”.

¡QUÉ EQUIVODADOS ESTÁN!En casa siempre he oído decir a mamá:“Hoy voy a ayudar a Cáritas”, “hoy tengo que

colaborar con la ONG del cole”, “hoy me toca con la Cruz Roja”.

Menuda pérdida de tiempo, pensaréis…Pues pude comprobar por mí misma lo grati-

ficante que es poder ayudar a los demás y todo lo que podemos hacer con prestar solo un poco de nuestro tiempo, porque ser “solidario” empieza por uno mismo.

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También he podido ver que la gente es más “solidaria” de lo que yo pensaba y que daca vez somos más los que aportamos nuestro granito de arena.

Os voy a contar una de mis experiencias.Era una tarde calurosa de sábado, a principios

de septiembre, se acercaba la vuelta al cole y yo estaba deseando reencontrarme con mis compañe-ros, profesores, y sobre todo me hacía una ilusión especial el tener ese olor de “nuevas” carpetas, bo-lis, lápices y una maleta súper chula.

Por la mañana mi madre me comentó:Hoy tengo que prestar mi tiempo colaborando

con la Cruz Roja y Carrefour en la vuelta al cole. Si quieres puedes venir a ayudar.

¿Cómo es eso mamá?-pregunté.Es una campaña en la que se pide algún ma-

terial escolar nuevo comprado en estos grandes almacenes y a la salida habrá unos carros para depositarlos. Carrefour aportará, en dinero el coste de ese material y todo será para las familias más necesitadas de Jerez.

Me pareció una idea fantástica y en cinco mi-nutos ya estábamos allí.

Cuando llegamos había más personas cola-borando y un carro que empezaba a llenarse de materiales.

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Mientras mi madre y otras personas expli-caban por qué estábamos allí yo pude ayudar a recoger los materiales que nos traían y los iba colocando en el carro.

Mi sorpresa era cada vez mayor, había co-laboraciones de todo tipo, personas que traían un solo lápiz u otra que compraban una mochila y la llenaban de cosas…

Aprendí que daba igual lo que trajeran, siempre se lo agradecía con una sonrisa de “oreja a oreja”.

Esa tarde llenamos dos carros… me sentía can-sada pero feliz con el esfuerzo que empleé.

Y, ¿quién dice que las personas de mi ciudad no son solidarias?

Pude comprobar y mama me lo reafirmó, que se recogieron nueve carros llenos de ilusión y fe-licidad, en un tiempo en que la crisis la oímos y sentimos día a día.

Pero “gracias” a todo el que piensa igual que mi familia.

Dar un poco de tu tiempo es dar mucha “fe-licidad” a quien la necesita… muchos niños de mi ciudad estarán felices como YO en la vuelta al cole.

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“TODOS UNIDOS PARA AYUDAR A UN AMIGO”

Jesús Sánchez-Pardo EchevarríaColegio San Felipe Neri, de Cádiz

Tercer premio de Primaria. Categoría A

Cuando yo pasé a quinto de primaria nos mezclaron y entonces me tocó con Fernando.

Fernando es un niño que al nacer tuvo un problema cerebral, así que a Fernando le tenemos que ayudar a hacer su tarea, que es más fácil que la nuestra. Aunque es más fácil a él le cuesta un poco, también le tenemos que ayudar a coger su desayuno, sacarle punta al lápiz ya que él no puede usar todavía el bolígrafo.

A la hora del recreo solemos jugar al fútbol con él. Aunque todo no debe ser malo ya que él es muy juguetón y algunas veces nos hace pasar ratos divertidos. Nuestro profesor Don Manuel también le ayuda ya que él es el que le manda la tarea y nosotros le ayudamos a hacerla. Al-gunas veces Fernando se pone a pegar ya que le provocan aunque no duele ya que su fuerza es de niño de 5 años. Ahora mismo mi amigo Nicolás

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le está sacando punta al lápiz de Fernando. Dentro de poco nos iremos al recreo y si él

quiere jugaremos con Fernando al fútbol y segu-ramente le ayudaremos a sacar su desayuno que suele ser un zumo de naranja y un bocadillo. Ahora mismo estamos en sexto y Fernando hace tare de tercero de infantil. Bueno nos vamos al recreo y esperamos que Fernando juegue al fútbol.

Finalmente Fernando no ha jugado pero si hubiera jugado tendríamos que habernos adaptado a él. Como siempre por la escalera le ayudamos a subirlas y también le ayudamos un poco a sentarse en su silla. Bueno, a nosotros no nos importa ayudarle, todo sea mientras él aprenda y sea feliz sintiéndose una más de nosotros.

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“EL COMPAÑERO ANTONIO”

Francisco Mije ArroyoC.E.I.P. Albolafia, de Córdoba


Soy un niño del colegio ALBOLAFIA, estoy en sexto y este año, ha llegado a nuestra cla-se un niño, distinto a los demás compañeros; es bonachón y tranquilo pero no aprende al mismo ritmo que los demás. Todos pensamos..... este niño no se entera de nada, pronto vendrá la “seño” Rafi a por él, pero no viene..... Se queda en clase con nosotros. ¡Pobre Antonio! no va a aprender nada.

Este curso en la clase estamos todos, todo el tiempo, no sale nadie, vamos a ir trabajan-do con lo que se llama “COMUNIDADES DE APRENDIZAJE ”. Mi “seño” María del Mar nos lo ha explicado, él que se entere bien de las cosas, le explica con sus palabras al compañero que no sabe. También nuestra clase está abierta a todos, mamás, papás, voluntarios, etc...

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Estamos muy ilusionados, y nuestro compañe-ro Antonio está muy alegre, pues siempre está con nosotros, y a él le gusta que le expliquemos las cosas que tiene que hacer y nosotros, los demás compañeros, nos peleamos por querer explicárselo. La “seño” María del Mar, nos ha puesto por turnos para que no haya peleas, y así, como os estoy contando, hemos empezado el nuevo curso en el “cole” Albolafia.

El año que viene, no sé si podré contar como nos ha ido, porque ya me voy al IES, pero es-pero que otro compañero pueda decirlo como ha ido el curso. Este primer mes está siendo muy bueno para nuestro nuevo compañero, que se siente muy feliz y arropado por nosotros, sus amigos y compañeros de la clase. Nosotros le preguntanos ¿cómo estás?, ¿cómo te sientes?, y él nos dice que está como en una nube..., lleno de alegría, porque lo importante es que él se sienta parte de nuestro grupo y que trabaje con nosotros dentro del aula y no se sienta diferente, porque cuando sea mayor tiene que vivir en sociedad. Haciendo su trabajo en grupo.

Yo creo que ésta es una bonita historia de “SOLIDARIDAD” en la escuela.

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“MI AMIGO COSIMO”

Javier Calzado ReyesColegio Salesianos S. Fco. de Sales, de Córdoba


Yo no sé si será verdad eso que leemos en los libros, pero si no lo es, a mí me gustaría que en esta ocasión sí lo fuera, porque la historia de mi amigo Cosimo se lo merece.

Este verano me he hecho amigo de un niño italiano que vivió hace muchos, muchos años. Su vida , desde que cumplió los doce años, cambió por completo. Estaba cansado de tener de todo en su casa, porque sus padres eran muy ricos y un día decidió subirse a los árboles y no bajar de ellos nunca jamás en toda su vida, como una forma de rebeldía ante la presión que sufría. Sí, así como lo digo, trepaba de un árbol a otro, iba de una planta a otra, con una habilidad asom-brosa, que yo envidiaba, cuando leía página a página todas sus travesuras. Allí, en lo alto del mundo, conoció a todo tipo de gente, ricos, pobres, mayores y niños, mujeres y hombres.

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Aquella noche, terminé la lectura de la his-toria de Cosimo y dormí regular. Me desperté y estaba en el campo, en lo alto de los árboles con mi amigo Cosimo, subido en un olivo. Yo tenía mucho miedo porque nunca me había subido a un árbol y de repente me encontraba ya en lo alto del olivo y Cosimo observándome, desde arriba, callado y muy interesado, sobre todo porque le llamaba la atención mi torpe habilidad. Yo lo había visto, pero no quería decirle nada, por te-mor a que pensara que quería hacerle daño. De repente, se deslizó hasta la rama donde yo estaba y me dijo: ¿quién eres? ¿qué haces aquí? Si ahora está todo el mundo durmiendo en sus casas ¿qué quieres? ¿a qué vienes? Yo le dije la verdad. Yo te conozco , sé quién eres y por qué estás aquí, porque he leído “El barón rampante” y sé todo lo que piensas y por eso he venido a estar contigo a ayudarte y a contarte algunas cosas.

Cosimo, -le dije- sabes que han pasado mu-chos años desde que tú te fuiste de estas tierras y hoy has vuelto para estar conmigo. ¡Qué alegría! Estoy muy contento de conocerte, pero te tengo que contar tantas cosas y tan tristes algunas...

Han pasado muchos años, pero todo sigue

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igual que cuando te fuiste. Te diré que el mundo sigue igual, sigue habiendo muchas guerras, hay muchas personas mayores, y sobre todo muchos niños que mueren de hambre, que no tienen casas, ni medicinas para curarse de sus enfermedades. Y, ¿sabes qué? Que ya casi no hay árboles para recorrer el mundo como tú hacías, así que quiero que me digas qué puedo hacer para continuar tu labor.

Es verdad, Javier, yo sé todo lo que ocurre en el mundo porque yo sigo subido en los árboles, viendo el mundo y sus atrocidades, aunque tú y los demás no me vean. Tú me has dicho que me has conocido en los libros y que has venido a verme y a compartir mis ideas. Pues eso está fenomenal. Tienes que seguir así, leyendo historias y cuentos, por cierto, dile a tus amigos que lean el libro y me conozcan y vengan a verme tam-bién. No me gusta estar siempre o casi siempre solo. Tu visita me ha alegrado mucho, eres un niño estupendo, seremos buenos amigos de aquí en adelante y seguro, que con gente como tú, este mundo cambiará. Tienes que seguir leyendo y es-cribiendo, porque así un día con gente como tú nuestro planeta será más solidario.

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De repente, dieron las ocho y me levanté como cada día para ir al colegio, ese día iba contentí-simo, deseando decirle a mis amigos con quién y dónde había estado por la noche. Iba con unas ganas enormes de ayudar a todos como siempre, pero un poquito más este día, y me propuse ser cada día mejor y pensaba en que tenía que se-guir leyendo y escribiendo estas historias para que entre todos el mundo sea cada día mejor y más solidario.

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“UNA MANERA DE SER SOLIDARIO”

Antonio Manuel Casas MarínC.E.I.P. Alfar, de La Rambla (Córdoba)Tercer premio de Primaria. Categoría A

Mi nombre es Antonio y tengo once años. Hoy nuestro maestro nos ha mandado hacer una redacción sobre las maneras de ser solidario. La verdad es que no sé si alguna vez he sido so-lidario, pero voy a contar una historia en la que creo que lo fui.

A mí me gusta mucho el fútbol, y estoy ju-gando de delantero en un equipo de Córdoba. El año pasado, llegó el equipo, un niño nuevo lla-mado José. A José le gustaba mucho el fútbol, pero la verdad es que sus padres no tenían dinero ni para pagar la ropa, ni para llevarlo a en-trenar. Los compañeros del equipo nos encariña-mos mucho con él. Era un niño muy simpático y gracioso, y además jugaba muy bien al fútbol. Cuando nos enteramos de que no podía seguir en el equipo, nos pusimos muy tristes y decidimos hablar con nuestros padres para ver si ellos le

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podrían ayudar para que pudiera seguir con no-sotros. Nuestros padres, al escucharnos, sintieron mucha pena del niño, y decidieron pagar la ropa entre todos para que José pudiera jugar. Yo te-nía unas botas de fútbol que ya me estaban un poco pequeñas, pero estaban nuevas y como él tenía un número más pequeño que el mío, decidí dárselas. También tenía un par de espinilleras que me habían regalado para mi cumpleaños, y también se las di ya que yo tenía otras. Bue-no, ya tenía ropa, botas, espinilleras y medias, sólo faltaba que alguien se ocupase de llevarlo y traerlo a entrenamientos y partidos. Fue entonces cuando decidimos hablar con nuestro entrenador, y le preguntamos que si no había nadie en el club que se pudiera ocupar de ello. El entrenador nos vio tan preocupados porque José siguiera en el equipo, que nos prometió buscar a esa persona.

Al cabo de unos días, el “mister” nos llamó a todos y nos dijo que tenía que darnos una buena noticia. Cuando estábamos todos reunidos, nos dijo que ya había encontrado a la persona que se encargaría de trasladar a José. Esa persona, era un miembro del club que nos tenía mucho cariño y que siempre nos estaba ayudando. Al conocer

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la noticia, todos saltamos de alegría y José se puso a llorar. Al verlo llorar, yo me acerqué a él, le abracé y le dije que no llorara, que ya era un jugador más del equipo. José no paraba de darnos las gracias. En ese momento, yo sentí que había hecho algo bueno por alguien. Aquel año, lo ganamos todo, nosotros ayudamos a José y él ayudó al equipo. Fuimos campeones de liga, de copa y quedamos segundo en el Sector de Anda-lucía.

Este año, cuando empezó la temporada, nos enteramos de que a los padres de José les había salido trabajo en Barcelona. Aunque nos dio mu-cha pena de que se fuera, nos alegramos mucho por él y por su familia. Seguro que cerca tendrá otro equipo donde le acojan como nosotros le hi-cimos.

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“APLAUSOS SOLIDARIOS”

Sergio Zapata CaparrósC.E.I.P. Fuentenueva, de Granada


Dos amigos, en el patio, hablan. ¡ Juguemos a contar! ¿ Contar cuentos, números, estrellas,... ¡ Manos! ¿ Manos? ¡ Sí que eres raro ! ¡ Escúchame ! Ayer, tuve un sueño … ¡ Ya estamos vaya rollazo! Me encontraba solo, en medio de la

nada... ¿ La nada existe ? ¡ Bueno, es un decir! En verdad, ahora

que recuerdo … había edificios, … árboles,... sopla-ba un fuerte aire, …

Recuerdo que todo era gris. ¡ Qué aburrido! ¡ Contemos chistes ! ¡ Shh! ¡ De pronto sentí un fuerte sonido, dos

grandes manos se golpeaban entre sí ! Cada se-

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gundo que pasaba más manos se acercaban y hacían estruendos sonidos al chocar.

¡ Ya sé ! Me estás contando una pelí-cula... Entre tantas manos, algunas se acercaban hacia mí, se unían y me rodeaban en un círculo.

Dejé de tener miedo. Eran manos de todos los colores, amarillas, azules, rojas,... Me sentía feliz. Me rodeaban y me protegían.

¡ Esto se está poniendo interesante! El círculo de manos de colores giraba.En un momento se detuvo y dos manos se

abrieron, y con un pequeño gesto me pidieron que me acercara.

¡ Eran extraterrestres, seguro! ¿Te abdu-jeron?

Me acerqué y mis manos se juntaron con ellas. Ahora sé que estoy donde ellas están, don-de ellas me necesiten, donde pueda ayudar.

¡ APLAUDAMOS A LA SOLIDARIDAD!

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“EL CONCIERTO INESPERADO DE LA ASOCIACIÓN DE MÚSICOS PAYASOS SIN FRONTERAS”

David Ortega MontillaC.E.I.P. Mayor Zaragoza, de Salobreña (Granada)


¿ Cómo están ustedes ?, espero que bien. Soy David un chico de once años que toca el saxo-fón y pensaba hacerle una visita a mi abuelo que está en el hospital, porque sé que le gusta la música y verme tocar.

Pues eso, que decidí ir un día al hospital con mi saxofón a tocarle alguna pieza a mi abuelo. Tenía la tranquilidad de que si me salía bien o mal no se iba a enterar demasiado, porque como él no sabe de música...

Con estuche en mano, decidí entrar al hospi-tal y después de preguntar la sala, entré y res-piré el olor a flores procedente de su mesita de noche, monté el saxofón, el atril y di a elegir a mi abuelo que canción quería que tocase y me dijo que la que mejor me supiese y … así hice, puse la partitura en el atril y empecé a tocar la canción.

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De repente, aparecieron muchos niños, jóvenes y no la escuchaban, así que estuve todo el día tocando en el hospital, los niños se aburrían y los mayores disfrutaban así que, para compensar vine al día siguiente.

Para combatir el aburrimiento de los más pe-queños, me traje a unos amigos entre ellos saxo-fones, violines, trombones y demás instrumentos y cada uno, sacamos el disfraz de payaso, nos lo pusimos y añadimos la roja y brillante nariz que hace “chof, chof” y nos lo dispusimos a tocar una serie de canciones.

Niños a montones, sonrisas por todos lados, ovaciones continuas y mucha pero que mucha fe-licidad, por haber escuchado, después de tantos años la forma divertida y alegre del sonido de la música.

Desde ese día se formó la Asociación De Mú-sicos Payasos Sin Fronteras.

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“UNA MARAVILLOSA VISITA”

Lucas Rodríguez ArellanoC.E.I.P. Mayor Zaragoza, de Salobreña (Granada)

Tercer premio de Primaria. Categoría A

Mi padre es pensionista, tiene dos prótesis en las cadera y no puede trabajar.

Pero, como le encanta la música ha creado una banda de música en un pueblecito y toda la familia colaboramos con él.

Mi madre busca repertorio y hace las fotoco-pias para dárselas a los chicos y chicas de la banda, a veces incluso nos acompaña.

Mi padre enseña música y yo soy uno de sus alumnos. Ya hemos tocado en muchos sitios pero un sábado de otoño estuvimos tocando en una casa de esas en la que vive gente mayor, una especie de residencia de ancianos.

Todos se pusieron muy contentos al entrar a la banda tocando.

Cuando estábamos dentro, un señor se me acercó y me preguntó que si quería conocer a su madre.

Ella, una señora muy mayor, me dio dos be-sos y todos querían darnos la mano, abrazarnos

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y besarnos. Se reían mucho, se notaba que es-taban contentos. Además nos contaban historias muy divertidas.

Algunos abuelos bailaban pasadobles otros tarareaban, aplaudían y algunos nos dieron ca-ramelos.

Cuando llegó el autobús a recogernos todos lo pasamos un poco mal ya que los abuelos consi-guieron trasmitirnos el calor del cariño, nos sen-tíamos como en casa. Todavía me parece escuchar tanta risa y alegría en el silencio.

Me gustó la experiencia y creo que deberíamos tratar de acercarnos a esas personas que tan so-las están y necesitan de un poco de felicidad. Es tan fácil ser solidarios...

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“DESEO CONOCER EL MUNDO”

Agustín Maestre OrdóñezC.E.I.P. Virgen del Carmen, de Punta Umbría

(Huelva) Primer premio de Primaria. Categoría A

Era un día de calor. Él estaba tumbado en la arena ardiente de un desierto africano.

Y de pronto le vino una idea a la cabeza. Deseaba saber qué había detrás de esa duna de arena que tapaba el paisaje desértico. Y como de un rayo se tratase, corrió hacia su madre, que se sorprendió cuando Nam le dijo:

- Madre, deseo conocer el mundo.Y entonces, se le despertó el espíritu aventu-

rero. Llevaba ya tres años deseado atravesar el desierto que le hacía sudar todas las mañanas. Hasta que un día, encontró a un hombre, de ves-timenta extraña para él, que llevaba una mochila enorme. Iba cargado y Nam se preguntaba quién sería y, sobre todo, que llevaba en la mochila.

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Así pasó una semana con la curiosidad de saber quien sería aquel hombre que vio hace unos días escasos.

Lo que sí notaba era que era más feliz, ha-bía más comida y, sin embargo, su padre estaba más tiempo en casa, o lo que se hacía llamar casa: una pequeña morada hecha de ladrillos de barro y arcilla sujetas por dos ramas débiles que hacían de cimientos.

Y por primera vez en tres semanas, vio a su amigo Tabú. Estaba enfermo, de gravedad, y su familia no sabía como curarlo.

Tabú le dijo que fue el “chaval” de la mochila quien le salvó la vida. Pero aún no sabía que, el “chaval” de la mochila, era un voluntario.

Entonces, decidió correr en busca del hombre. Cuando lo encontró, se acercó a él y le preguntó:

- ¿Quién eres?- Soy un voluntario. Me llamo Abel.- ¿Qué llevas en la mochila?- Comidas, medicinas...- Gracias por salvar a Tabú.

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- Es mi trabajo. Vengo a ayudaros. Eso es ser un voluntario: trabajar con solidaridad y ayudar a los demás.

- ¿Puedes ayudarme a mí?- Claro.- Deseo conocer el mundo.En la cara del voluntario, se dibujó una son-

risa. Pero Nam solo tenía trece años, y Tabú, once.

Nunca lo dejarían salir de casa tan lejos. Así que tendrían que esperar unos ocho años

más.Pero se pasó muy rápido.Se hizo amigo del voluntario y, este dos veces

al año le visitaba y le llevaba comida, ropa y muchas cosas divertidas. Le enseñó jugar al aje-drez y le llevaba fotos de España.

Cada vez iba con más frecuencia, casi una vez por mes.

Él, le explicaba el sentido de la solidaridad y Nam descubrió el trabajo tan importante que Abel llevaba acabo.

Incluso le enseñó a leer y escribir. Cada vez deseaba más llegara Abel y, él, disfrutaba con Nam como nunca lo hizo en su vida.

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Hasta que uno de esos días en el que vino Abel, este le dijo:

- No me olvidé de lo que me dijiste hace ocho años. Mi trabajo es hacerte feliz y lo haré. Des-pídete de tu familia y avisa a tabú: te llevaré a conocer el mundo.

Hacía mucho calor, más que ningún día. Pero él estaba más ocupado corriendo para avisar a Tabú que vivía medio kilómetros de él. Cuando llegó, no tenía palabras que expresaran su felici-dad.

Sin embargo, su madre no sentía lo mismo. Abel se sintió la persona más solidaria del mun-do y eso le cambió la vida por completo.

Pasaron años. Aunque, los dos amigos, no se olvidaban de sus familias, estaban muy conten-tos. Conocía a todo el pueblo donde vivía (un pequeño pueblo rural) y eran los más queridos del barrio.

Nam se casó y tuvo un hijo al que llamó Abel.

Entonces recordó aquel día, hace veinte años, que deseó conocer el mundo. Y pensó en los que no habían cumplido su sueño todavía y vivían como él hace años.

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Y decidió hacerse voluntario.Viajó al desierto africano donde vivía su fa-

milia y ayudó a los demás.También viajó a la India y a los pueblos y

desiertos pobres de Asia.Se convirtió en el mejor voluntario. Así des-

cubrió el significado de la solidaridad.Y de dio cuenta de que, mientras había hecho

feliz a los demás, había conocido el mundo.

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“MI SUEÑO HECHO REALIDAD”

Marta Gutiérrez ÁvalosC.E.I.P. Virgen del Carmen, de Punta Umbría

(Huelva) Segundo premio de Primaria. Categoría A

Hola, me llamo Carolina y tengo 12 años, mi sueño es algo muy especial. Pero no penséis que quiero ser cantante, actriz o modelo, no es porque no me guste, bueno en realidad no me hace mu-cha gracia, pero bueno, a lo que íbamos es que no cumplo esas cualidades como ser alta, cantar bien e interpretar.

¡Siempre se me olvida lo que tengo que decir!¡Uy que se me olvida! mi gran sueño es que

cuando sea mayor, pueda ayudar a todas esas personas que lo necesitan, como: los inválidos, los ciegos, los discapacitados, las personas en sillas de ruedas, a los ancianos, etc.

Pero eso va a ser difícil porque mi madre quiere que sea algo más importante como: notaria, abo-gada, anestesista, controladora aérea o cirujana.

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Pero sabéis estuve un tiempo pensando en ser veterinaria, pero luego me di cuenta que esas personas no necesitan a alguien que cuide a sus mascotas, si no a alguien que les cuide a ellos.

Escuchad, os voy a contar un secreto, pero no se lo podéis decir a nadie, como aún soy pequeña para ponerme a trabajar juego con mis muñecas y hago como si fueran ancianos y yo fuera su cuidadora. Pero, ¿no creéis que eso es un poco in-fantil?. Según mis padres, sí. Así que, ¿y si lo hago con personas de verdad?. No sería mala idea, pero... ¿Dónde voy a encontrar a alguien que esté enfermo de verdad?.

¿Pero qué tonta, en la residencia?Rápidamente me dirigí allí pero no me dejaron

entrar y me tuve que quedar en vestíbulo, pero como tenía que entrar de alguna forma me inventé que mi abuela estaba acogida allí.

Pero esa mujer tan tacaña me dijo:-Y ¿cómo se llama tu abuela?-Pupupués em ejem, sé llallamama em...¡Mira ese hombre, le está vomitando al de la

silla de ruedas! - dije nerviosa.La mujer salió corriendo, y yo rápidamente en-

tré y me dirigí a la sala de estar de la residencia,

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donde están los ancianos jugando al parchís, la oca, las cartas y el dominó.

Pero como no sabía dónde estaba la sala, correteando por los pasillos me encontré con la recepcionista, que por desgracia era a la que había engañado antes, y al verme me dijo:

-¿Crees que puedes engañarme?Yo me quedé sin palabras.- Sabes si llamo a tus padres, podrías meterte

en un lío, ¿acaso no sabes que esto es una resi-dencia?. Que no es una juguetería, para que entren sin permiso y me correteen los pasillos.

- Lo siento solo quería hacer realidad mi sue-ño.

-Y, ¿cuál es tu sueño, hacer el maratón en los pasillos de una residencia? - Dijo enfadada.

Pero por suerte, una anciana que pasaba por allí y que oyó todo dijo:

- ¡Pero por favor!, ¿quién es usted para hablar así a mi nieta?.

- Lo, lo lo siento pensé que se había colado.- ¿Colarme, pero si te dije que venía a ver a

mi abuela? - dije ¡ haciéndome la enfadada!- Sabes debería ir a denunciarte esta misma

tarde.

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- ¡Nooo!, por favor, ¡te lo suplico!. ¡No me denuncies!, ¡haré lo que tú digas!, ¡pero no me denuncies! contestó apurada.

- Y aquella anciana respondió:-No te voy a denunciar, pero a cambio quie-

ro que dejes entrar a la niña tantas veces como quieras.

- Vale ¡trato echo! - y se fue corriendo.- La anciana respondió gritando:- ¡Pues que así sea!.Luego me enseñó la residencia y me dijo:- Cada vez que quieras venir a cuidarnos, ven

que agradecidas te esperamos.- Yo le di las gracias, me despedí y me fui.- ¡Adiós! dijo alegre.Y así todas las tardes, que podía me iba a

la residencia, a cuidar a todo el que lo necesitase.

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“UNA SONRISA ES LA MEJOR MEDICINA”

María Garrido Martín-RecioC.E.I.P. Virgen de Montemayor, de Moguer

(Huelva) Tercer premio de Primaria. Categoría A

¡Hola! Soy Lola, tengo 28 años y trabajo de... bueno para que lo entendáis primero os con-taré mi historia.

De pequeña sufrí una enfermedad muy mala, llamada gripe A, lo pasé fatal. Desde entonces, he querido ser “Voluntaria de Animación”. ¿Qué cómo he llegado a ser esto? Pues cuando yo es-taba en el hospital estaba tan triste, que me de-cían que riera, pero yo no podía reír, solo pensar en una solución a mi problema. Por eso, soy la que soy y estoy orgullosa de ayudar a sonreír a muchos niños que están tristes como hace algunos años estaba yo.

Esto es lo que hago:Primero: me visto con un gorro multicolor, mi

nariz verde mi traje de enfermera rosa y azul y mi objeto mágico es un fonendoscopio que convierte

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los latidos del corazón en cosquillitas que recorren todo el cuerpo y al final hacen reír, escucha como están y cuando se recuperaran. No me olvido de llevar juguetes para cada niños. Una caja de maquillaje para Lucía, un avión para Pablo, dos muñecas para Rocío, un libro para Luis y mucho más.

Después salgo en mi coche al hospital donde entró despacio, muy despacio hasta que llego a las habitaciones y todos los niños cantemos: ¡Hola, buenos días hoy que vamos a hacer! ¡Reírnos de la cabeza a los pies! Y después ¡ Pásalo bien! ¡Síííí!.

Más tarde toca comer. Muchas veces no quie-ren pero, al final, se lo comen todo. ¿Cómo? Pues decorando los platos, añadiendo sus ingredientes favoritos: ¡Patatas onduladas! Y animarlos mu-cho.

Me encanta ver como se recuperan poco a poco y me hacen sentir mejor por que en el fondo y por propia experiencia sé que se sienten mal y tristes pero lo aparcan a un lado y dejan pasa a la alegría y la esperanza.

He conocido a muchos niños como:Mercedes que ahora es abogada, Jorge que es

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Cirujano, Susana que estudia para maestra de secundaria y mis dos ayudantes y compañeros Alicia y Manuel ¡ah! Y como olvidar a Paula mi coquetona, cada día llevaba un pañuelo de diferente color y que ahora va para modelo, es muy guapa y superó muchos obstáculos.

También me encanta ver la reacción de los padres cuando ven a sus hijos sonreír y más cuando se recuperan.

La reacción de los niños, esa sonrisa escon-dida y tímida que lucen y su risa. Realmente me encanta y ahora veo que a más personas también y eso me hace feliz, muy feliz.

Así fue como descubrí que “Una sonrisa es la mejor medicina”

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“LA PALOMA”

Gema Valverde MorenoC.E.I.P. Padre Poveda, de Linares (Jaén) Primer premio de Primaria. Categoría A

Una vez en el cielovi una paloma blanca.No sé si era un sueño.

Porque mi paloma bailabay sonreía mientras volaba.

Yo también sonreí.Y a mi paloma blanca

un deseo le peí:-paloma, palomita, anda,

vuela por ahíy ayuda a la gente que sufre y necesita de ti.

Yo miré al cielo justo en ese momento.

Mi paloma ya no estaba,pero descubrí un sentimientoque dormía en mi corazón.

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Y ya estaba despierto:ayudar a los demás,con un pequeño gesto.

Todos podemos si queremos.La solidaridad es la suma

de muchos gestos.

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“EL SUEÑO DE TEVY”

Pedro Gámez YeraColegio Altocastillo, de Jaén


Hola me llamo Tevy y vivo en un poblado Africano, mi poblado tiene una belleza incompa-rable y lo rodea una gran selva. En él se res-pira mucha tranquilidad aunque todos tenemos que trabajar mucho para poder comer, niños y mayores. Cazamos animales y recolectamos frutos silvestres.

Tengo cuatro hermanos, todos ellos menores que yo; vamos todos los días a una pequeña es-cuela que han instalado unos misioneros. Me en-canta ir al colegio porque es el lugar donde estoy aprendiendo un montón de cosas que seguro me ayudarán el día de mañana.

Mi ilusión es ser médico; me encantaría sal-var vidas y ayudar a los enfermos. El padre Alberto, uno de los profesores, me anima a que siga estudiando porque según él valgo para ello.

Un día, cuando mis hermanos, mi padre y

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yo volvíamos de recolectar frutos, llegamos a nuestra chabola y nos encontramos a mi madre muy enferma, fuimos a pedir ayuda pero al pa-recer la mayoría de la gente mayor del poblado estaba contagiada de una grave enfermedad y que al parecer no tenía cura. No había solución y no teníamos medicamentos suficientes para todo el mundo, aunque nos ayudaron médicos externos no se pudo hacer nada. Mi madre murió y mi padre también al poco tiempo.

Me había quedado totalmente solo al cargo de mis hermanos pequeños; todos mis sueños se habían desvanecido pero tenía que sacar adelan-te a mi familia. Dejé de ir al colegio y mi vida cambió por completo. Me dedicaba a cazar lo que podía para poder comer todos.

Fue pasando el tiempo, yo seguía echando de menos a mis padres aunque con nuestra unión íbamos superando poco a poco esa triste ausencia ya que éramos un gran equipo y nos llevábamos muy bien.

Un buen día llegó al poblado un grupo de médicos porque se necesita mucha ayuda sanitaria ya que todos estaban muy enfermos de un virus. Eran unas personas estupendas pero en concreto

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uno de ellos que dio un vuelco a mi vida. Se llamaba Javier. Ambos nos caímos fenomenal. Javier era un chico muy agradable, solíamos ha-blar mucho y siempre le contaba que mi ilusión era ser médico. Me ayudaba siempre a estudiar incluso a las tareas domésticas.

Fueron pasando los meses y Javier pudo comprobar mi gran vocación por la medicina, entonces habló con sus compañeros y les propu-so que porqué no me llevaban con él a Europa para ver si podía estudiar de alguna manera. Entonces gestionaron mi traslado con una familia de acogida, allí se portaron fenomenal conmigo y con ellos pude terminar mis estudios e ir a la Universidad.

Mientras tanto, como era una familia muy acomodada a la vez que generosa, iban mandado ayudas a mis hermanos.

Pasaron los años, yo me licencié en medicina, me incorporé a un grupo de médicos sin fronteras y volví a mi poblado, allí las cosas no habían cambiado mucho, mis hermanos estaban bien.

Me instalé allí y, con la ayuda de mis com-pañeros, de mis hermanos, y del resto del poblado

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pudimos construir un pequeñito y modesto hospi-tal; también recibíamos mucha ayuda humanitaria y con eso se pudo hacer otro pequeño colegio y reformar un poco cada de nuestras casitas.

Por supuesto, todo esto se lo iba escribiendo a Javier, ya que sin su ayuda nunca habría podido alcanzar mi sueño.

Un buen día recibí noticias de él, me contaba que iba a venir a visitarnos. Cuando llegó y vio todo lo que habíamos conseguido, se puso muy contento. Yo le dije que parte de este logro era gracias a él ya que sin su ayuda y sin su con-fianza en mí nunca se habría llegado a nada de esto.

Mi sueño se hizo realidad gracias a él, y por eso he de estarle agradecido toda mi vida.

Hoy en día me dedico a la medicina pero en países donde más lo necesitan y es lo que más reconforta.

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“UN INGREDIENTE ESPECIAL”

Cristina García ArmijoColegio de La Presentación, de Linares (Jaén) Tercer premio de Primaria. Categoría A

Una tarde hablando con mi abuela que es ¡muy sabia! Me dijo: Cristina la riqueza de una persona no es el dinero que posea sino la canti-dad y calidad de amigos que tenga, pero, ¿cómo conseguirlos?

Hay una receta, como para todas las cosas y tiene un ingrediente especial, sin el que el resultado sería distinto.

Comencé a pensar en recetas maravillosas, de valor incalculable hasta llegar al “Voluntariado”.

Tengo un problema, encontré la receta pero le falta el ingrediente especial ¿Cuál será?.

Receta “Voluntariado”-una cucharada de felicidad-unas gotitas de amabilidad-un poco de confianza mutua-tres cuartos de amor.-……

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Este ingrediente significaría ayudar desintere-sada, sin pedir nada a cambio.

De pronto pensé “SOLIDARIDAD”, ¡Si esa era!, ahora mi receta está completa.

-una cucharada de felicidad -unas gotitas de amabilidad -un poco de confianza mutua -tres cuartos de amor -un toque de “SOLIDARIDAD” Ya tengo lo necesario para mi “Voluntaria-

do”.

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“LA SOLIDARIDAD”

Alba Peregrina AzuagaC.E.I.P. Juan Ramón Jiménez, de Marbella

(Málaga) Primer premio de Primaria. Categoría A

Un día en mi urbanización estaba paseando y vi que había unos señores del banco hablando con mi vecina. Le estaban reclamando el pago de la hipoteca, y que si no pagaba se tenía que ir.

Entonces fui a decírselo a mi madre y me dijo que lo que podíamos hacer era recaudar dinero entre los vecinos para poder pagar lo que necesi-taba, y así se nos ocurrió que podríamos limpiar coches cobrando a veinte euros cada uno. Lle-gamos a recaudar once mil quinientos noventa y ocho euros, trabajando durante dos semanas.

No sabíamos si era dinero suficiente para pa-gar la deuda, pero se nos ocurrió hacer una fies-ta a la que invitamos al director del banco, así como a nuestra vecina y a toda la urbanización.

Mi vecina no se imaginaba la sorpresa que le íbamos a dar. Cuando vio al señor del banco

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dijo que se marchaba. Entonces yo me acerqué y le dije que se viniera conmigo que le quería dar una sorpresa, y le di una caja de zapatos don-de habíamos echado todo el dinero que habíamos conseguido lavando los coches.

Cuando le dijimos la cantidad que había den-tro se echó a llorar y el director del banco que estaba allí con nosotros dijo que era dinero sufi-ciente para pagar lo que mi vecina debía.

En la fiesta nos lo pasamos muy bien y con-seguimos que mi vecina sonriera al cabo de un año y medio en el cual había estado intentando reunir todo el dinero que debía y no lo había conseguido.

A través del amigo de otra vecina que estuvo en la fiesta, conseguimos un puesto de trabajo para mi vecina, y con su sueldo podría pagar el resto de los gastos de la casa.

Mi vecina no sabía como darnos las gracias por lo que habíamos hecho por ella y nos trajo al día siguiente una tarta de tres pisos de cho-colate blanco y negro.

Mi madre y yo estábamos muy contentas de haber podido ayudar a mi vecina y que se hubiera quedado entre nosotros.

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“LA NIÑA SOLIDARIA”

Julia Pérez LópezC.E.I.P. Ciudad de Popayán, de Málaga


Erase una vez, una niña llamada Laura que le gustaba mucho ayudar a la gente que lo ne-cesitaba.

Un día, a Laura le ofrecieron ayudar en un comedor de monjas y como de costumbre aceptó.

Ella lavaba las frutas, ponía la mesa, los cubiertos, ayudaba al cocinero, le daba de comer a los pobres.

Todas esta tareas, la realizaba de lunes a viernes, pero como le quedaban libres los sábados y los domingos decidió buscarse otro entretenimien-to, ya que como era muy trabajadora, terminaba muy pronto las tareas del colegio y de ayudar a su madre en la casa.

Entonces buscó a su tío Pedro, que era enferme-ro en el hospital y a la vez era animador, y le preguntó: ¡Hola tío Pedro! ¿Tú sabes si yo podría ayudarte en el hospital a sacarle a los niños en-

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fermos una sonrisa vistiéndome de payaso?Su tío contestó: Por supuesto que puedes, pero

tienes que tener en cuenta que esto es un trabajo muy serio y sacrificado, ya que tienes que renunciar a tus ratos libres como son los fines de semanas y de irte a jugar con tus amigos.

No importa tío Pedro, yo sé que en el hospital voy a hacer muchos amigos, a parte me va a gustar un montón ver como los niños que están enfermos se ríen de ver como nosotros le hacemos reír.

Laura comenzó a trabajar con su tío y le gus-taba mucho. Un día Laura le dijo a su tío: Hoy te voy a contar lo que me pasó el otro día en el comedor de las monjas. Resulta que una señora que estaba allí comiendo con sus tres hijos me dijo: ¡hola! ¿Tú eres Laura verdad?

Y yo le dije: Sí señora, ¿de qué me conoces?Y la señora me dijo: Te conozco del hospital,

yo tuve a mi hijo pequeño, Andrés ingresado y te vi actuar muy contenta con el Doctor Pedro Gil ¡Enhorabuena! Muchas gracias señora, me alegro mucho que le gustase el espectáculo que montamos mi tío Pedro y yo, lo hacemos con mucho cariño

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para los niños que están enfermos.Dale un fuerte abrazo de mi parte a tu tío

Pedro y muchas gracias por todo lo que hacéis.¿Ves Laura lo feliz que se siente uno cuando

te reconocen y agradecen tu trabajo solidario por la calle? Le dijo su tío Pedro.

Laura fue creciendo y cuando era mas mayor más solidario era su corazón y creo que todos debemos aprender que además siempre tiene su recompensa.

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“HANDÚ, EL MEJOR AMIGO”

Sergio Andrés Robledo AndradeC.E.I.P. Ciudad de Oscua,

de Villanueva de la Concepción (Málaga) Tercer premio de Primaria. Categoría A

Handú es un inmigrante que viene de África a España, cuando llega a nuestra patria no conoce a nadie. Handú va al mismo colegio que Nico-lás, y él le da su amistad, pero los matones del colegio un día le pegaron a Handú y Nicolás se metió y le defendió. Handú le dijo que los atarde-ceres de África son espectaculares, así que Nicolás decidió llevarlo a ver el atardecer de Chipiona, le encantó.

El siguiente día fueron al colegio y no le man-daron deberes así que decidieron pasar todo el día en la playa, cogieron muchas conchas. Pero Handú le tenía una mala noticia él no se que-daría para siempre en Chipiona porque él era un estudiante de intercambio, le quedaban pocos días para volver a África. Y ese día tardó poco.

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El día llegó y Nicolás decidió perderse las clases para ir a despedirse de su amigo, los dos intentaron no llorar pero no lo pudieron evitar. Handú le prometió que volvería, pero no le diría cuando, porque quería que fuera una sorpresa, los dos se rieron. El tren iba a salir, así que Han-dú le dio un abrazo y cuando se lo dio le dijo, has sido mi mejor amigo y nuestra amistad no se romperá nunca porque es como el más duro diamante.

Handú se montó en el tren y el tren salió. Nicolás persiguió al tren, se caía, pero se volvía a levantar, llegó hasta el límite de la vía, le dijo adiós con el brazo y le dijo que volviera pronto.

CINCO AÑOS DESPUÉS …Nicolás recibió una carta de Handú que decía: Hola Nicolás cómo estás, espero que bien

porque yo estoy muy bien, he experimentado cosas que nunca creía que haría en diciembre iré allí a visitarte para pasar la Navidad juntos.

Con cariño Handú. A Nicolás le emocionó la carta y se le salie-

ron unas pocas de lágrimas de felicidad. En el sobre también había una foto de Handú, la vio y dijo: ¡todavía somos unos críos!

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“UNA NIÑA DECIDIDA”

Belén Rojas LaosC.E.I.P. Príncipe de Asturias, de Sevilla Primer premio de Primaria. Categoría A

Me llamo Mari Carmen y desde que era pe-queña he acompañado a mi madre a la O.N.G. en la que ella colabora como administrativa. He visto como llegaban los camiones de comida y como todos colaboraban en clasificar los alimen-tos. También mi padre colabora, pero él lo hace en el comedor social como cocinero.

Siempre han ayudado a las personas que se lo pedían, y muchas veces he visto como ellos mismos ofrecían su ayuda. En varias ocasiones las personas que les pedían ayuda no se lo agra-decían. Esto me sorprendía y un día decidí quitar-me la duda y les pregunté: -“¿Por qué continuáis colaborando y ayudando, si después no os dan nada a cambio?”- Me contestaron que no era por los demás sólo por lo que lo hacían sino también por ellos mismos, para contribuir a que el mundo fuera un poco mejor.

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Yo no estaba nada conforme y pensé. “¡Nun-ca voy a hacer algo por los demás sin que ellos me den nada a cambio!”. Esa noche, a la hora de dormir tuve un sueño...

Iba creciendo y me hice mayor. ¡No lo podía creer!. ¡No tenía un techo donde dormir!. Llegó el invierno y cogí una pulmonía. Mi orgullo me impedía ir a casa de mis padres a pedirles ayu-da. Al poco tiempo pasaron dos personas que me miraron con pena. Les pedí que me ayudaran, que necesitaba dinero para unas medicinas. Una de esas personas me preguntó”: ¿Qué nos darás a cambio?- Y no supe qué contestar.

De pronto apareció una luz muy intensa que me cegó y... ¡me desperté!. Lo tenía todo muy claro, así que corrí a coger el ordenador de mi madre. Ésta me preguntó:

- “¿Qué haces tan temprano en el ordena-dor?”

- “¡Qué voy a hacer!. Buscar una O.N.G. donde pueda colaborar y ayudar a los demás, como hacéis papá y tú”

Me llamo Mari Carmen y soy una niña de-cidida a colaborar con mi granito de arena. ¿Y tú?.

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“¡QUÉ FÁCIL ES DIVERTIRSE SIENDO SOLIDARIO!”

Clara Serna CazallaC.E.I.P. Santa Teresa,

de Mairena del Aljarafe (Sevilla)Segundo premio de Primaria. Categoría A

Marcos, un niño de diez años y medio, lo te-nía todo, juguetes, unos buenos padres, una buena casa, buen estudiante... pero a veces le faltaba algo.

Un día que paseaba cerca de su casa, decidió visitar a su abuelo, que vivía en una residencia de ancianos. Allí vio como las personas mayores (como su abuelo), se encontraban solos, aburridos y con falta de ayuda para levantarse, andar, leer, ver... etc.

Decidió ir cada día en el que tuviera un rato libre y así lo hizo. Les leía el periódico, jugaba con ellos al dominó, a las damas, al parchís, al ajedrez. También escuchaba anécdotas e historias de su juventud, algo que les hacía muy felices.

Se les pasaban las tardes en nada porque disfrutaban al divertirse tanto. Nunca pensó que

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ayudar a su abuelo y a sus amigos sería tan divertido.

Un día se lo contó a sus amigos y éstos qui-sieron apuntarse a ir con él. Vieron lo divertido que era y decidieron también ayudar en sus horas libres.

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“POR EL BUEN CAMINO”

Juan Sánchez GaminoColegio Alemán “Alberto Durero”, de Sevilla Tercer premio de Primaria. Categoría A

“Muchos piensan en la humanidad como un simple desastre, como un bicho molesto al que habría que aplastar antes de que él mismo se autodestruya dirigiéndose hacia esa lucecita del infierno que hay en el techo del comedor. No me extraña que especulen eso; asesinatos, malos tra-tos, contaminación y sobre todo falta de caridad y compasión hacia todos los desfavorecidos están presentes día a día en nuestra sociedad. ¿Mi opi-nión?. Bueno, la verdad, yo creo que pecamos un poco de pesimistas. Hemos disminuido el ham-bre mundial hasta límites insospechados, la paz empieza a reinar en países que llevaban años en guerra y últimamente innovamos cada vez más en energía renovable no contaminante. Sí, quizás seamos destructivos, pero, mientras haya perso-nas de buen hacer, podemos solucionarlo. Podemos cambiar.”

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- Y con estas palabras doy por finaliza-da esta reunión- decía Alfred, el gran ejecutivo mundialmente famoso por llevar a la empresa Electronic a la cima con sus ingeniosas ideas para mejorar todo tipo de aparatos con el siste-ma Electronic SV, un bombazo en la sociedad de hoy en día, que programa todo tipo de máquinas para darle una autonomía y eficacia increíble. Pero, detrás de aquel hombre de ojillos marrones y pelo alborotado, se escondía alguien despiadado y sin corazón, capaz de manipular a la gente a su gusto sin dejar ningún recoveco en su corazón a la piedad. Su apariencia en la televisión no era más que un disfraz para obtener la confianza de la población.

Alfred vivía solo y sin amigos en su casa: un enorme palacio de tres plantas con suelo de már-mol; estatuas hechas del marfil sacado de elefan-tes de la India, cazados especialmente para él e incluso una fuente de oro con diamantes incrus-tados; 100 millones de dólares gastados en una casa. Su lugar preferido era su despacho, donde trabajaba horas y horas con el único objetivo de conseguir más y más dinero. Su mente bullía de

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ideas que empezaban a emerger de aquel hervidero llamado cerebro, hasta que la bombillita se ilu-minó con todo su esplendor.

- ¡Claro!. La gran innovación en seguridad de ordenadores. Un sistema que detecte a las per-sonas y se inicie según el individuo que lo haya conectado. ¡Sí!- sus ojos irradiaban euforia.- ¡Ga-naré millones!.

Su hiperactividad estaba fuera de lo normal. Parecía pasar los efectos de diez tazas de café. Cuando dio el proyecto por terminado hubo, quizá fuera por la locura de su ambición, un detalle que se le olvidó y que acabaría guiándolo al fra-caso: la refrigeración. Y es que, un sistema como el que acababa de inventar necesitaba el triple de refrigeración que un ordenador normal. Pero el sentimiento de euforia que sentía en aquel momento no daba opción a la reclamación de sus científi-cos, y mezclado con el temor que tenían hacia él formaban un cóctel de malos presagios. Estaba tan loco que ni siquiera se preocupó en probarlo. Simplemente, lo puso en venta.

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Tras el trabajo bien hecho, pensaba él, sólo cabía esperar resultados. Era entonces cuando se permitía algunos paseos por la ciudad. Camina-ba con paso seguro y decidido, sin preocuparse siquiera por una pelota de béisbol con la que es-taban jugando unos niños y que había caído a sus pies. Mientras seguía andando con mucha energía, divisó un vagabundo en la esquina de la calle. Vestiduras andrajosas, piel mugrienta y seca y un olor apestoso constituían su persona. “Un vagabundo más”, pensaba Alfred al pasar a su lado, acompañado de un claro gesto de des-precio que no se esforzaba en disimular, dejando otro corazoncito vacío a su paso.

Los primeros números de venta eran muy bue-nos: dos millones de ordenadores vendidos en tan solo una semana, un récord más para la empre-sa. Pero muy pronto llegaron algunas denuncias con respecto a los aparatos. Algunas llamadas se convirtieron en miles, y después en millones. La empresa se venía abajo. El presupuesto iba bajando poco a poco. Alfred era la irritación per-sonificada. Rojo como un tomate de pura rabia, era capaz de despedir al primero que le dirigiera

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la palabra. Había cometido un error de princi-piante, había dejado llevarse por sus emociones, y ya no tenía solución. El destino que se avecinaba no tardó en llegar. Alfred iba a comenzar una nueva vida.

A la semana siguiente la empresa quebró, dejando a cientos de trabajadores en paro, entre ellos a Alfred. Se había quedado en la calle, sin más dinero y sin casa, ya que había tenido que venderla para poder cubrir las denuncias. Don-de antes solo había habido vítores y aplausos por parte de toda la ciudad y de los grandes empresarios del mundo, ahora había insultos de todos los damnificados por aquellos ordenadores explosivos. Tenía que encontrar rápidamente un trabajo. Desgraciadamente para él, nadie quería contratare. Había generado una gran desconfianza en todo el mundo. Pasó esos angustiosos meses desesperado, sin dormir apenas. Veía como aque-lla pequeña cantidad de dinero se iba reduciendo poco a poco. Por las noches se quedaba en algún parque cercano, mientras su ropa iba rompiéndo-se y su piel iba adquiriendo suciedad. Cada vez

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se parecía más a un vagabundo; quien lo iba a decir. Quizá el karma exista.

Desde entonces Alfred se dedicó a mendigar monedas en la calle. Los días pasaban aletar-gados gracias a la miseria que le rodeaba. Las moscas ya habían encontrado hogar en su asque-roso pelo mugriento. La nostalgia le embargaba cada vez que veía a alguna de esas personas bien vestidas, peinadas y limpias. Y pensar que todo esto le había pasado por un simple error, o eso creía él. En ese momento pasó a su lado un hombre con un precioso traje a medida y un ma-letín de cuero que le miró levemente. Iba andando con gran decisión. Al pasar junto a él, realizó un claro gesto de desprecio, sin esforzarse en disimu-larlo. Después, se alejó con aquel caminar seguro que le caracterizaba, dejando otro corazoncito vacío a su paso. Alfred empezó a llorar. Ahora sabía lo que se sentía. Y, por primera vez en su vida, reconoció la maldad que había acogido el antiguo y millonario Alfred. La sensación de culpa des-conocida para él hasta el momento, le invadía. Pensó en las muchas vidas que había empeorado.

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Se sentía a punto de estallar de puro remordi-miento. Él había sido basura. Él era basura.

La infelicidad de Alfred seguía incrementándo-se cada día que pasaba. La soledad ahora era su única acompañante. Era ya mediodía y sólo había reunido cincuenta centavos. No tenía ni para comprarse un simple bollo. Suspiró. Pero, entonces, vio a una persona dirigiéndose hacia él. Alfred se extrañó. Aguzó la vista. Era un hombre bajito, gordito y su calva sólo se veía interrumpida por unas pequeñas y canosas pati-llas. El sudor resbalaba por su frente, de modo que cuando se encontraba con un haz de luz des-prendía reflejos muy brillantes. Llevaba traje y corbata, aunque estaban arrugados. En cuestión de segundos estaba plantado frente a Alfred. El ex-multimillonario lo miró con temor. Éste le devolvió la mirada; pero, contra todo pronóstico, sonrió amistosamente.

- Hola, Alfred.- ¿Quién... quién eres tú?- ¿No me reconoces?. No me extraña. Los

años me han pasado factura.- dijo, mientras se acariciaba la calva.- Soy John, tu mejor amigo en el colegio.

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Alfred tuvo en ese momento una especie de flashback. “Era de noche. El viento ululaba entre los árboles. Alfred y John estaban rodeados de una panda de matones. Los dos jóvenes se dije-ron algo, y al momento empezaron a correr. Es-caparon de ellos, pero no por mucho tiempo. Les estaban persiguiendo. Unos metros después John se cayó. Alfred se paró a mirarlo; pero, preso del miedo, huyó, dejando a John a merced de la banda. Desde entonces no se volvieron a hablar”. Alfred lo miró con vergüenza. ¿Cómo podía haber hecho tal cosa?.

- ¿Por qué has venido aquí?. Si vienes para regodearte, adelante, no me importa. Soy una as-querosa rata.

- Vengo a ofrecerte trabajo.- dijo.El corazón de Alfred dio un vuelco ante esa

inesperada respuesta. - ¿Por qué?. Te dejé tirado como un verdade-

ro cobarde. Sólo soy un vanidoso ejecutivo. Soy basura.

John no se molestó en responder a su pre-gunta. Simplemente le dijo que siempre se había preocupado por saber cómo le iba la vida y que

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en cuanto oyó la noticia de la empresa, no paró hasta encontrarle. Tampoco se preocupó en contar-le su vida, llena de buenas obras y felicidad. Sin embargo, a través de las extraordinarias personas que compartían la vida con él, Alfred no tardó en conocer la maravillosa historia de la vida de John: desde que se separaron había dedicado todo su tiempo libre a ayudar a los demás. Palabras como SOLIDARIDAD, AMOR, LIBERTAD, JUSTICIA, VOLUNTARIADO... empezaron a formar parte de la vida de Alfred para siem-pre. Su mente seguiría siendo un hervidero de ideas, pero ahora servirían para ayudar en su nuevo trabajo; la fundación “AYUDA”, creada por John, quince años atrás, que se dedicaba a recoger los alimentos sobrantes de restaurantes y centros comerciales, para preparar comida que se distribuía gratuitamente a personas sin recursos en una red de comedores sociales repartidos por toda la ciudad.

Alfred, como cada día, caminaba con paso seguro hacia el trabajo. Andaba con decisión, aunque preocupándose por una pelota de béisbol con la que estaban jugando unos niños y que ha-

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bía caído a sus pies. Mientras seguía caminado con mucha energía, divisó un vagabundo en la esquina de la calle. Vestiduras andrajosas, piel mugrienta y seca y un olor apestoso constituía su persona. Pero, al pasar junto a él, una nueva sensación le invadió. Rápidamente se volvió y con una amplia sonrisa en su rostro se paró y comenzó a contarle su historia.

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PREMIOS PROVINCIALES CATEGORÍA B1º y 2º de Enseñanza Secundaria Obligatoria

“LA CAJA DE RECUERDOS”Almería. MA del Carmen Molina Almansa. Primer Premio pág. 104

“SER VOLUNTARIO”Almería. Fco. Javier Alastrué González. Segundo Premio …………pág. 109

“LA HISTORIA DE MIGUEL”Almería. Ana María Yélamos León. Tercer Premio …………………… pág. 112

“EL PAJARITO GRISI”Cádiz. Gloria Rivas Peinado. Primer Premio …………………………………… pág. 116

“REGALANDO SONRISAS”Cádiz. Celia Gamboa Rodríguez. Segundo Premio …………………………… pág. 119

“LOS NIÑOS TAMBIÉN PUEDEN SER VOLUNTARIOS”Cádiz. Marta García Benítez. Tercer Premio ……………………………………pág. 122

“LA ÚLTIMA ESPERANZA”Córdoba. Andrea Ruíz Molero. Primer Premio ……………………………… pág. 124

“DIARIO DE UN VOLUNTARIO”Córdoba. Manuel Ángel Domínguez Sedano. Segundo Premio …pág. 131

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“LA BONDAD DE UNAS PERSONAS”Córdoba. Carolina Martín López. Tercer Premio ……………………………pág. 138

“ALEGORÍA DE UN VIEJO ROBLE”Granada. Raquel Maldonado Morón. Primer Premio ……………… pág. 142

“EL HOSPITAL DE LOS JUGUETES OLVIDADOS”Granada. Laura Ratia Muñoz. Segundo Premio ……………………………pág. 146

“CERCA DE TÍ”Granada. Sergio Alférez Bravo. Tercer Premio …………………………………pág. 149

“EL DIENTE SOLIDARIO”Huelva. Clara Nicolás Violant. Primer Premio ………………………………pág. 154

“DEL CALOR DEL SAHARA AL CALOR DE ANDALUCÍA”Huelva. Pedro Criado Ceada. Segundo Premio …………………………………pág. 159

“LA RANA QUE NO SABÍA SALTAR”Huelva. Antonio Domínguez Cárdenas. Tercer Premio …………………pág. 165

“VOLUNTARIADO: ESPEJO DE LA SOLIDARIDAD”Jaén. Manuel Acosta Millán. Primer Premio …………………………………pág. 170

“EL ELFO DE LA SOLIDARIDAD”Jaén. Vicente Guzmán Herrera. Segundo Premio ………………………… pág. 173

“MI VENENO”Jaén. Inés Gutiérrez Maroto. Tercer Premio ……………………………………pág. 177

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“EL DIBUJANTE DE SONRISAS”Málaga. Pablo Fernández Hermoso. Primer Premio ……………………pág. 182

“UNA VIDA EJEMPLAR”Málaga. María José Marín Cobos. Segundo Premio…………………pág. 187

“EL HOMBRE NO SOLIDARIO”Málaga. María Moreno Vera. Tercer Premio………………………………… pág. 189

“EN LA VIDA REAL”Sevilla. Juan Carlos Prieto Campos. Primer Premio ……………………pág. 194

“AMOR AL PRÓJIMO”Sevilla. Patricia Ruíz Astolfi. Segundo Premio …………………………………pág. 201

“PORQUE QUIERO”Sevilla. Elena Cruz Almagro. Tercer Premio ………………………………… pág. 208

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“LA CAJA DE RECUERDOS”

María del Carmen Molina AlmansaI.E.S. Azahar, de Antas (Almería)

Primer premio. Categoría B

Ésta es la historia de dos niños Jesús y Ma-ría, a los que les encantaba ir a ver a su abuelo cada fin de semana. Su abuelo se llamaba An-tonio y vivía en el campo. Una de sus aficiones era la caza y su gran ilusión era enseñar a su nieto el arte de ser un gran cazados.

- El buen cazador es el que sabe esperar a la presa y para eso hay que tener paciencia-decía Antonio- con paciencia en esta vida se consigue todo.

Jesús y María escuchaban atentos los conse-jos de su abuelo y las historias que él les con-taba de cuando ellos eran pequeños y de cómo ayudaba a su madre a la hora de darles de co-mer, ya que Jesús, era un glotón y se lo comía todo pero María nunca quería comer y su abuelo Antonio se inventaba largas historias para que

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María, mientras las escuchaba atenta se tomara toda la comida.

Un día Antonio fue al campo con sus nie-tos a enseñarles las madrigueras de los conejos, cuando volvían a casa se olvidó el camino de vuelta, teniendo sus nietos que indicarle por donde se volvía.

- ¡Abuelo!- exclamó Jesús- ¡Qué no es por ahí, que es por esta otra vereda!

Antonio haciéndose el despistado sonrió y con-tinuó andando por donde decían sus nietos.

Cuando llegaba el fin de semana, al abuelo le gustaba ir a jugar con sus amigos a las cartas, pero no sin pasar antes a ver a sus nietos.

Ese día, estando Jesús y María jugando en la calle ven que su abuelo se equivoca de casa y toca al timbre de un vecino.

Los niños extrañados lo llamaron:- ¡Abuelo! ¡Qué te has confundido de casa!- y

él siempre con su sonrisa les dijo:- Era para ver si os dabais cuenta.Poco más tarde, Antonio ya estaba de vuelta

a casa, Jesús y María continuaban jugando en la calle. Al llegar, el abuelo en lugar de besar a

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Jesús, besó a un amigo de éste creyendo que era su nieto. Jesús le dijo:

- Abuelo, ¿qué haces? Que ese no soy yo.El abuelo respondió:- Perdóname hijo, no me había dado cuenta.Los dos hermanos al llegar a casa se lo

cuentan a su madre, la cual, que ya había ob-servado el raro comportamiento que últimamente tenía Antonio, decide llevarlo al médico.

Cuando la hija de Antonio llega a casa los niños le preguntan:

- Mamá, ¿Qué le ha dicho el médico al abuelo?

- El abuelo tiene una enfermedad llamada Alzheimer- responde la madre.

- Y esa enfermedad con ese nombre tan ex-traño, ¿en qué consiste? ¿ Qué le va a suceder al abuelo? ¿Se pondrá bien? Preguntan los niños con impaciencia.

- Es una enfermedad degenerativa del cerebro que produce la pérdida de memoria. Imaginad que el abuelo tiene una caja llena de recuerdos; pues esos recuerdos, a partir de ahora, irán muriendo poco a poco- les explicó su madre con tristeza.

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María se queda un poco pensativa y dice a su madre.

- Mamá, no estés triste. Nosotros te ayu-daremos a cuidar del abuelo y verás como todo será más fácil. ¡Ah!, y como dice el abuelo: “Con paciencia todo se consigue”

El tiempo fue pasando y la enfermedad de Antonio avanzó con rapidez, pero los niños nun-ca se desesperaban ni se daban por vendidos a pesar de todo. Cada día iban a casa de su abuelo y lo entretenían con sus juegos e incluso los días que Antonio se negaba a comer tal y como él hacía con sus nietos cuando estos eran pequeños, y le iban recordando todas esas historias que su abuelo les contaba para que no las olvidase:

- Abuelo, ¿te acuerdas cuando tú nos da-bas de comer? Pues ahora te damos nosotros a ti- decía María a su abuelo, el cual asentía con la cabeza y sonreía.

Hoy, Antonio permanece en la cama y no co-noce a sus nietos, no recuerda sus nombres, pero él les sigue sonriendo cuando ellos abren la “caja de recuerdos” que su abuelo guardó para ellos y que está llena de aquellas historias que Antonio

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les contaba desde que eran muy pequeños. Como dicen Jesús y María, de esta manera los recuer-dos nunca mueren y aunque la enfermedad hace que Antonio pierda la memoria, los sentimientos siguen vivos en su corazón, en su mirada y en su sonrisa.

Este relato es un hecho real, hecho desde el corazón y espero que sirva para ayudar a otros niños a tener mucha paciencia con sus abuelos, porque en la vida con paciencia se consigue todo.

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“SER VOLUNTARIO”

Francisco Javier Alastrué GonzálezI.E.S. Cruz de Caravaca, de Almería

Segundo premio. Categoría B

¿Ser o no ser voluntario?Definitivamente serlo. Ser voluntario es un

paso más a nuestro alrededor, ser voluntario es intentar cambiar el mundo, ¿y por qué el mundo?, Eso es un intento para mayores, donde nosotros no podemos hacer gran cosa, pero, podemos em-pezar por pasos más pequeños, por ejemplo, tu clase de instituto, tu lugar de trabajo, o simple-mente una parte pequeña de tu ciudad, intentar simplemente que ese sea un lugar tranquilo donde puedas pasar un buen rato. Todo estoy muchas cosas más las hacen día a día en todos los lu-gares del mundo.

¿Quieres ser voluntario?• Empieza por las personas mayores que co-

nozcas.• Después sigue por los niños pequeños que

conozcas, llévalos al parque o a dar un paseo.

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• También puedes apuntarte como voluntario en alguna asociación.

Con cosas como estas alegramos y ayudamos a sentirse mejor a mucha gente.

Yo hago actividad voluntaria, pues a mí me toca muy de cerca, mis padres son voluntarios en Cruz Roja.

Cuando yo les vi ayudando a gente y a per-sonas que lo necesitaban pensé: - Qué morro, que suerte yo también quiero. Ahí empezó todo, ahí empezó mi interés sobre la actividad voluntaria.

Ahora estoy en Cruz Roja Juventud, y la verdad, no hago mucha actividad, es por no te-ner edad suficiente, pero lo que puedo lo hago y siempre intento ayudar en todo.

Voy a las reuniones y hablamos sobre cir-cunstancias que ocurren y actividades que vamos a realizar. Me divierto mucho y me siento apoya-do por un grupo de personas que son solidarias.

Hace unos días, me di cuenta de la importan-cia que tiene ser voluntario.

¿Sabías que hay personas que viven en la calle?

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Bueno, pues aparte de personas en la calle, hay muchos voluntarios que salen tres noches en semana para darle bebida caliente y algo de comer. Otra forma de ser voluntario es ir uno o dos días a la semana a un hospital a jugar con niños enfermos o charlar simplemente con perso-nas mayores, si, todo esto es una forma de que esas personas que no están bien de salud, estén alegres un rato.

Sí, así soy yo, ¿y tú eres ya voluntario?

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“LA HISTORIA DE MIGUEL”

Ana María Yélamos LeónI.E.S. Sierra de los Filabres, de Serón (Almería)

Tercer premio. Categoría B

No sé por qué nos empeñamos en girar la cabeza y de esta forma no ver que tal vez dos puertas más abajo hay gente que necesita de no-sotros.

Es verdad que cuando escuchamos que ha ha-bido algún desastre natural, todos nos volvemos en la medida de lo posible más humanitarios, o cuando va llegando el verano les hacemos a nuestros padres que acojan algún niño saharaui, para hacerles feliz por lo menos varios días…

Sabemos todos de las necesidades que hay en el mundo, que no son pocos, pero sin querer no nos fijamos que quizás, el niño que se sienta al lado en el instituto no está pasando por buenos momentos.

Esta es la historia de Miguel, un niño que se sentaba justo dos filas más atrás en mi clase.

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Miguel era el chico listo, alegre y muy dado a bromear con todos. Sin embargo, nadie se dio cuenta que de una día a otro cambió. Ya no era alegre, pasaba desapercibido para todos, incluso su aspecto era desaliñado.

Yo no era la mejor amiga de él, apenas ha-blábamos, pero la casualidad quiso que una tarde lo viera acurrucado y escondido entre unos árboles de un parque llorando. Pensé que había tenido una caída y eso me hizo ir hacia él y preguntarle que le ocurría.

Al verme se sintió peor aún, pero conseguí que me contara que era lo que le hacía sentirse así.

Cuando me contó todo, pensé que eso solo ocu-rría en las películas, pero la vida de este chico era muy real.

Su padre los había abandonado, hacía dos años. Y su madre incapaz de asimilarlo se había marchado también, los había dejado a él y a sus dos hermanos pequeños al cuidado de su abuela, una mujer mayor.

Desde entonces nada marchaba bien. Al prin-cipio fueron saliendo poco a poco, nadie había no-

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tado nada extraño, pero las necesidades se hacían cada vez mayores.

Su abuela estaba enferma y su pensión no alcanzaba para todo, apenas había comida, no había ropa ni calzado y la luz se la acababan de cortar, estaban viviendo mal, pero lo que más temían era que los separaran, así que estaban aguantando todo lo que podían.

A mi no se me ocurrió nada más que ir a contárselo a mis padres. Necesitaban ayuda y yo quería ayudarlos.

Mi padre le explicó a Miguel que no tenían por qué separarlos, pero que debían acudir a la gente que se ocupaba de todos estos asuntos.

Los días pasaban y Miguel iba recobran-do confianza, todo empezaba a solucionarse. Yo busqué entre mi ropa, cosas que le podían servir a sus hermanos. Yo pasaba muchos ratos con ellos. Pero yo quería algo más, de nuevo acudí a mis padres, deseaba que la madre de Miguel volviera.

Después de algunos meses recibimos una agra-dable sorpresa, ¡había regresado!, que contentos estaban todos y que feliz me sentía yo.

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Mi amigo, porque ya si que lo era, había vuelto a ser como el de antes, ¡no!, ahora era mejor.

Siempre pendiente de los demás, ayudando a todo aquel que podía.

Hoy su gran sueño es poder llegar a ser médico, e irse a trabajar a alguna O.N.G. o a médicos sin fronteras, ¡y yo sé que lo conseguirá!

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“EL PAJARITO GRISI”

Gloria Rivas PeinadoColegio San Felipe Neri, de Cádiz

Primer premio. Categoría B

Había una vez un pájaro llamado Grisi de muchos colores que iba volando con sus amigos, cuando se sintió muy cansado y paró a descan-sar. Tan cansado estaba que se quedó dormido. Cuando despertó miró al cielo pero sus amigos ya no estaban y encontró un grupo de pajaritos amarillos a lo lejos, se acercó y lo miraron con caras raras.

¡ Qué raro eres ¡ ¿ Por qué no eres igual que nosotros?

Estaba volando con mis amigos cuando paré a descansar y que quedé dormido. Pero soy igual que vosotros y los pájaros no tienen por qué ser amarillos, hay distintas razas y distintos colores.

¿ Y por qué tienes esa voz tan rara?No todas las voces son iguales, hay pájaros

que tienen voces más suaves, chillonas…Todos le dijeron. ¡Eres muy raro¡

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Se fueron todos a sus casas pero quedó un pa-jarito que se llamaba Rood y le preguntó: ¿Quie-res venir a mi casa?

Por supuesto que sí.Rood le dio de comer y aunque tenían acentos

distintos se entendieron muy rápido y empezaron a hablar como si fueran mejores amigos desde siempre.

Grisi le hablaba de los maravillosos lugares que habían visitado, él y sus amigos.

Visitó: Roma, París, Londres, Nueva York y muchísimos más.

Y Rood le hablaba de un pueblecito donde vivía con los demás pájaros.

Rood le preguntó:¿De dónde vienes?No soy de ningún pueblo, ni ciudad en con-

creto, que como ya te dije voy viajando y eso me encanta.

Empezó el invierno y con él el frío y la nieve.Un día cayó una fuerte nevada y los pája-

ros quedaron encerrados en sus casas. Grisi y Rood esta tarde estaban volando, cuando vieron

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el pueblo repleto de nieve, ya era por la noche, e idearon un plan.

Primero ayudaban a todos los pájaros a salir de sus casas y después Grisi con tantos colores los guiaría hasta el lago que estaba cerca de sus casas. Pusieron en marcha el plan.

Cuando ya por fin todos habían salido de sus casas, todos vieron lo bien que se veía las plu-mas de colores de Grisi y lo siguieron al lago.

Todos sintieron vergüenza por que habían du-dado de Grisi y él le había ayudado sin rencor alguno.

Cuando llegaron todos al lago, felices y con-tentos hicieron una pequeña fiesta para agradecerle a Grisi todo lo que había hecho por ellos y can-taron y bailaron toda la noche.

¡TODO FUE GRACIAS A GRISI, ESE PAJARO QUE TAN RARO LES HABIA PARECIDO AL PRINCIPIO!

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“REGALANDO SONRISAS”

Celia Gamboa RodríguezColegio Hijas de San José,

de Jerez de la Frontera (Cádiz) Segundo premio de Secundaria. Categoría B

Hay niños a los que les dan miedo los pa-yasos.

La verdad es que no entiendo muy bien por qué, porque los payasos sólo quieren hacer reír.

Hay muchos tipos de payasos: payasos que hacen figuras con globos, payasos que cuentas chistes, payasos que se visten como niños, paya-sos con la cara pintada y la nariz roja, paya-sos modernos, payasos antiguos, payasos jóvenes, payasos viejos, payasos que no hablan, payasos torpes… y payasos viajeros.

Los payasos viajeros, como yo los llamo, son payasos que viajan muy lejos, con grandes car-gamentos de alegría y sonrisas y los reparten a niños y mayores en lugares donde son muy esca-sos. Los llevan a niños que viven en países muy

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pobres, donde hay guerra, hambre e injusticias, y donde faltan alegría y ganas de sonreír.

Las reparten con sus juegos, canciones, chis-tes… Y les tiene especial cariño a los niños. Los divierten y les sorprenden con sus trucos de magia y les regalan juguetes y narices rojas.

Este duro trabajo que realizan, teniendo que dejar su país y a su familia, es voluntario, lo que quiere decir que no cobran nada por ello, pero su mayor satisfacción es ver reír a los niños y niñas a los que visitan. Porque las sonrisas de esos niños, para ellos, valen como cien mil kilos de oro, o muchísimo más.

Estos payasos viajan muy lejos para hacer reír a niños que tienen muchas razones para es-tar tristes, pero tú puedes hacer algo parecido sin tener que ir tan lejos. Su labor me parece muy importante en esos países, pero aquí, junto a ti, también hay personas que están tristes.

Si ves que un amigo, un familiar, está algo triste o decaído, sonríele, porque lo bueno que tienen las sonrisas, aparte de que son la mejor medicina contra la tristeza o el mal humor, es que se contagian. Y si todo el día vas con una

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sonrisa en la cara, harás feliz a las personas de tu alrededor, y , como los payasos voluntarios, serás muy feliz al darte cuenta del valor de las sonrisas de todos aquellos a los que hiciste son-reír.

Y si todos en el mundo ponemos un poquito de nuestra parte, el mundo se llenará de sonrisas. Será como una enfermedad, pero mucho más con-tagiosa y, al contrario que la gripe o la varicela, alegrará el cuerpo y el corazón.

Recuerda siempre sonreír porque UNA SON-RISA NO CUESTA NADA Y VALE MU-CHO.

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“LOS NIÑOS TAMBIÉN PUEDEN SER VOLUNTARIOS”

Marta García BenítezI.E.S. Ciudad de Hércules,

de Chiclana de la Frontera (Cádiz) Tercer premio de Secundaria. Categoría B

Hoy me he levantado con ganas de ayudar, así que el vaso de leche y el plato de la tostada los he fregado yo.

Después me fui a una asociación donde pre-paran comida para llevársela a personas que no tienen para comer, yo ayudé a echar la comida en los Tupperware y también acompañaba a Juan, que era el repartidor de la comida. En una casa, nos abrió la puerta una niña, se llamaba Paula, le dí la comida y me quedé hablando con ella mientras Juan, le explicaba a su madre como podía terminar de hacer los macarrones. Me pa-reció muy simpática, así que le pregunté a mamá si la semana que viene se podía venir a comer a casa y me dijo que sí.

A la semana siguiente, se vino a comer, comi-mos tortilla de patatas y croquetas, y a paula le encantó y le pidió a mamá que si podía llevarse un Tupperware con un poco de comida, mamá le

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preparó varios y nos propuso que si Paula quería podía venirse a comer un día a la semana, el viernes. Todos los viernes venía Paula a comer y su madre también se venía de vez en cuando.

Un día cuando Paula y su madre llegaron, mamá les dio una buena noticia, en la oficina donde ella trabajaba, la limpiadora se había ido y estaban buscando a alguien, la madre de Paula fue al día siguiente para enterarse de las condi-ciones, y aceptó el trabajo.

Poco a poco, con el sueldo que ganaba, fueron ganando dinero y ya no necesitaba que le trajeran comida, pero todos los viernes por la tarde, des-pués del instituto, Paula y yo íbamos a ayudar a la asociación, porque aunque ella no necesitaba ayuda, quería ayudar, porque ella sabía cómo se pasaba y no se pasaba bien.

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“LA ÚLTIMA ESPERANZA”

Andrea Ruíz MoleroI.E.S. Nuevo Scala, de Rute (Córdoba)

Primer premio de Secundaria.. Categoría B

Era una de estas noches frías, con la luna llena en el centro del firmamento,entre millones y millones de pequeños puntos resplandecientes. En la extensa tierra de África, exactamente en el norte, se hallaba una gran población. Allí vivía Nazeh, un chico marroquí de cinco años,con sus padres Salad y Amal.

Esa noche, cuando cenaba la pequeña fami-lia en su pobre choza, el padre interrumpió: -Nazeh,tu madre y yo hemos tomado la defini-tiva decisión de que esta noche atravesaremos el extenso mar con más gente, en una pequeña bar-ca, para vivir en España.

El pobre Nazeh,asintió con la cabeza,con la sonrisa caída. Se dirigía a su pequeño rincón para recoger las pocas cosas que poseía,cuando sin quererlo,una pequeña gota cristalina le resbalaba por su moreno rostro. Al poco de estar allí, el

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pobre Nazeh se quedó dormido. Eran las doce en punto de la noche,era ya la hora de irse, así que su padre cogió su huesudo cuerpo y se dirigieron a la costa. Cuando llegaron, Nazeh acababa de levantarse. Abrió los ojos de par en par, todo aquello que estaba adentrándose en sus dilatadas pupilas era para él otro mundo. Al momento de estar allí, una voz lejana de hombre se dirigió hacia la multitud y propuso que fueran subiendo rápidamente a una barca de plástico que les es-peraba al lado de un mohoso muelle.

Ya habían subido a la barca,y llevarían más o menos media hora en plena marea. De repente una mujer embarazada empezó a gritar desespe-radamente. Nazeh, que estaba cansado y echa-do en las piernas de su madre,se levantó sin dudarlo. La mujer gritaba que estaba entrando agua en el bote continuamente. Nazeh se asustó mucho,porque notaba el agua helada ascendiendo por sus tobillos lentamente, aunque su madre lo intentase tranquilizar. Algunas personas se em-pezaron a caer de la barca,muy pocas de ellas lloraban y la mayoría de éstas se mantenían calladas observando la desgraciada escena que se mantenía postrada ante ellos. Nazeh no pudo

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evitar que se le saltasen las lágrimas, pero cuan-do se dio la vuelta para que su madre consolase su pena,no la encontró. Una delicada voz pro-nunció su nombre. El chico se giró y encontró a su madre junto a su padre en medio del inmenso mar dejándose llevar por la marea, sin ninguna esperanza de volver a ver a su hijo. A Nazeh se le pasaron por la cabeza horribles pensamien-tos sobre el resto de su desgraciada vida. La madre intentó gritar con la última fuerza física que le quedaba:

-Nazeh, no tengas miedo. Nunca te fíes de nadie, deja que tu corazón te guíe y sé fuerte. ¡Adiós mi niño! - añadió con una sonrisa en su bello y delicado rostro.

Después de una hora, todos disimulaban su pena en el interior y actuaban como si no hu-biera pasado nada. Poco después se empezaron a ver las primeras luces después de una hora y media de viaje. El pequeño, le preguntó a un hombre barbudo pero joven, si aquellas luces que se empezaban a divisar era España y éste asintió con una sonrisa en su cara. A los pocos minutos,el mismo hombre que les propuso que subieran,les comunicó que era la hora

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de bajarse. Nazeh se fijó en que bajaron muchas menos personas de las que subieron a la barca. El pobre Naseh no sabía hacia dónde dirigirse, hasta que una mujer lo cogió en brazos rápida-mente, lo tumbo en una camilla y lo tapó con una gran manta roja. Todo fue muy rápido. Em-pezó a examinarle los ojos, la boca, los oídos,... Lo sentó en la camilla y gritó a su compañero:

- Está desnutrido,deshidratado y tiene hipo-termia, pero eso no es nada frente a la tristeza que marca su semblante.¿Sabes dónde están tus padres,chico?

- Mis padres han muerto en la barca.La chica se quedó muy callada. Sin esperarlo,

un hombre muy amable entró por la puerta. La chica se dirigió hacía el. Los dos se alejaron de Nazeh y empezaron a hablar preocupadamente. Nazeh se quedó solo y pensativo. Ella volvió ha-cia el pequeño y le dijo: - Tengo una noticia para ti. Pero antes me tienes que decir cómo te llamas.

- Me llamo Nazeh.- ¡ Qué curioso ! Yo me llamo Laura. Tengo

que decirte que no puedes quedarte aquí solo, así que yo y el hombre que has visto antes hemos

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decidido que vamos a llevarte a una casa de acogida.

-No sé qué es eso- afirmó Nazeh.-Es una preciosa casa,con más niños de tu

edad,donde te cuidan,te dan de comer,dormís y jugáis.

Nazeh asintió suavemente y se dejó coger por ella.Laura lo montó en el vehículo y estuvo conduciendo un cuarto de hora como mucho. Se bajaron del coche y Laura cogió de la mano a Nazeh. Entraron en un gran edificio. Laura relle-nó un montón de papeles y conversó un rato con la mujer que había en el mostrador. Dijo que de los quince que habían entrado en la costa, él era el único menor. Cuando terminaron, Laura no es-taba muy convencida,la mirada de aquel niño iba y venía en su mente. La mujer fue a atender una llamada telefónica y les dejó solos en la entrada. Después de unos minutos, la mujer cogió a Nazeh de la mano y lo condujo a su nuevo dormitorio.

Al día siguiente,Laura habló con unos supe-riores y con otros,después de interminables lla-madas telefónicas,de rellenar el “papeleo” y de su continua meditación,tomó la decisión. Después de

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varios días, una noche,Laura volvió a la casa de acogida y salió con una gran sonrisa.

A la mañana siguiente,cuando se levantó Na-zeh, no sabía donde estaba. Salió de la colorida y brillante habitación donde se encontraba, atravesó un pasillo muy largo y hasta que definitivamente encontró a Laura. Olía estupendamente,estaba en una enorme cocina preparando un montón de co-mida. Laura, muy contenta añadió:

-¡Por fin te has levantado!¿Tienes hambre?¡He preparado todo esto para ti!

El abrió los ojos impresionado. Nunca había visto tanta comida para él solo. Por segunda vez Laura dijo: -¡Venga siéntate!Cómetelo todo que se enfría. El empezó a comer con mucha ansiedad,pero a Laura le hacía mucha gracia

-¿Sabes por qué estás aquí?-preguntó Laura.-No. -Yo te he acogido. A partir de ahora seré como

una nueva mamá. Nazeh sonrió emocionado,se levantó rápidamente y abrazó con fuerza a Laura. Ella no pudo evitar que se le saltase una lágrima y le resbalase por el rostro. Se sentía verdade-

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ramente bien y satisfecha de la acertada decisión que había tomado.

Al cabo de una año,Laura estaba felizmen-te casada, con su marido. Todos vivían en su nuevo hogar. Finalmente,Nazeh,que pensó que su vida iba a ser horrible desde el momento que mu-rieron sus padres,reconoció sentado en su cama,con los ojos humedecidos, que aquello era una última esperanza,porque sabía que no le podía pasar nada mejor de lo que le estaba pasando.

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“DIARIO DE UN VOLUNTARIO”

Manuel Ángel Domínguez SedanoI.E.S. La Escribana, de Villaviciosa

de Córdoba (Córdoba) Segundo premio de Secundaria. Categoría B

1 de Enero de 2011:Ahora mismo estoy volando hacia Perú para

pasar allí 8 meses enseñando en la escuela a unos chicos que deberían estar en sexto de pri-maria de un pueblo llamado el Retiro que está situado a unos 450 Kms al sudeste de Lima. Estoy muy nervioso porque no sé qué me encon-traré pero también muy contento porque por fin he conseguido ahorrar lo suficiente como para pagar los vuelos. En cuanto desembarco del avión me encuentro con un grupo de voluntarios que ya es-taban trabajando en el pueblo y habían pasado a recogerme. En cuanto me vieron me saludaron y me condujeron al coche para llevarme al pueblo. Este estaba situado muy cerca de la selva y las casas eran de madera. Me enseñaron mi caba-ña y un chico de unos 25 años que se llamaba

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Jorge se ofreció a enseñarme los alrededores y llevarme a la escuela donde enseñaría a los ni-ños a partir mañana. La selva era preciosa y estaba llena de flores y árboles enormes. Tam-bién vimos todo tipo de animales como monos, pájaros, ranas… Cuando volvimos al pueblo y a era casi de noche así que fui a acostarme para que mañana por la mañana no se me pegaran las sábanas.

1 de Febrero del 2011:Ya hace un mes que llegué y todavía no con-

sigo acostumbrarme a vivir aquí, aunque es muy divertido. Los chicos de la escuela ya han progre-sado mucho a pesar del poco tiempo que llevan estudiando y ya son capaces de leer sin vacilar y de hacer sumas y restas sencillas. Como me di cuenta de que les gustaba pintar empecé a darles clases de dibujo y un día traje arcilla e hicimos figuras con él, después las cocimos, las pintamos con temperas y la colocamos en un estante de la clase. En resumen, mi primer mes aquí ha sido muy divertido y espero que siga así durante todo el tiempo que estaré aquí

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1 de Marzo del 2011:Este es ya mi segundo mes aquí y los días se

me pasan volando. En la escuela los niños ya han aprendido a hacer multiplicaciones con nú-meros de dos dígitos y hacer textos cortos. Este último mes les he empezado a enseñar un poco de la geografía del lugar y la verdad es que apren-den muy rápido y les encanta aprender cosas nuevas. Más o menos a mediados de este mes decidimos hacer un huerto con semillas que reco-gimos en las excursiones que hicimos a la selva. Este segundo mes también ha sido muy divertido y sigo teniendo ideas para que los chicos sigan divirtiéndose.

1 de Abril del 2011:Ya llevo aquí tres meses y sigue pareciéndome

que los días vuelan. Este mes les puse exáme-nes a mis alumnos para comprobar su nivel y he quedado gratamente sorprendido Ninguno ha suspendido, es más, todos han sacado más de un 7 y me ha alegrado saber que les estoy en-señando bien. Como recompensa les lleve a un

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museo sobre la cultura indígena que había en un pueblo cercano y se lo pasaron muy bien. Al día siguiente a la excursión les pregunté si querían que las enseñara más de los pueblos precolom-binos y dijeron que sí. Desde ese día he estado documentándome sobre todo tipo de pueblos de la región y tras un tiempo empecé a enseñarles los nombres, la localización y un poco de la cultura de los pueblos más importantes de América del sur y algunos de Mesoamérica y Norteamérica.

1 de Mayo del 2011:Ya llevo 4 meses enseñando aquí y no me

canso. Todos los días son divertidísimos y es muy agradable poder enseñar a personas a las que les guste tanto aprender. En este mes les he estado enseñando a dividir, las fracciones, núme-ros decimales y algunas reglas ortográficas mas. A mediados de este mes algunas de las semillas que plantamos ya tenían un tallo y les estaban empezando a salir hojas y otras ya habían cre-cido mucho y les habían salido flores de color rojo, amarillo, azul... También tuvimos que po-nernos a arreglar unas cuantas goteras del techo

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de la escuela porque pronto empezaría a llover y conseguimos acabar más rápido gracias a que la clase ayudó aunque no quisieran saltarse cla-ses. A finales de mes empezaron las lluvias y no paraban, ni de día, ni de noche y hubo que tapar más goteras que se abrieron por las fuertes lluvias.

1 de Junio de 2011:Ya solo me quedan tres meses de estancia

en el pueblo. Por fin parece que las lluvias van remitiendo y cada día hace más calor y el sol aparece más a menudo entre las nubes. Este mes he decidido enseñarles a mis alumnos el ciclo del agua, las capas de la tierra, los tipos de rocas y por qué entran en erupción los volcanes y más cosas relacionadas con la naturaleza ya que en los mese anteriores me había centrado más en matemáticas y lengua. Les enseñé a hacer un pluviómetro y les mandé como trabajo que reco-gieran y anotaran en su cuaderno los milímetros por metro cuadrado que cayera durante una se-mana y lo hicieron bastante bien. A finales de mes los llevé a una parque nacional cercano para

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hacer senderismo. Cada mes es más divertido y no paramos de hacer cosas nuevas, qué lástima que solo me queden tres meses.

1 de Julio del 2011:Este es mi penúltimo mes enseñando en esta

escuela. Este mes hace un calor casi insoportable pero sigue lloviendo de vez en cuando. Siguiendo el temario de los libros este mes en clase hemos dado en matemáticas la estadística, en lengua la poesía y en conocimiento del medio las edades de la historia desde la prehistoria hasta la época actual y he puesto exámenes para ver si recuer-dan lo que ya hemos dado y todos han vuelto ha sacar muy buenas notas. Todas las plantas ya habían crecido mucho y algunas habían dado frutas que nos fuimos comiendo en los recreos o las volvimos a plantar para que el año que viene dieran frutos otra vez.

1 de Agosto del 2011Este es mi último mes en el pueblo y desearía

poder quedarme más pero no se puede y tengo que hacerme a la idea. Este mes lo pasamos haciendo

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concursos de dibujo y de manualidades y haciendo cuentos. Fuimos de acampada unos cuantos días y nos divertimos mucho haciendo rutas por los senderos que había en la selva, contando histo-rias de miedo... También los llevé a la piscina municipal de una localidad no muy lejana y pa-samos todo el día allí. Esta noche es la última todos que pasaré aquí y entre todos han monta-do una fiesta sorpresa de despedida pero no han conseguido que no me entere. Mejor dejo de escribir y voy a ver qué me han preparado.

2 de Agosto del 2011:Estoy escribiendo esto desde el avión que me

llevará de vuelta a España. La fiesta de ano-che fue increíble. Mis alumnos habían hecho una pancarta enorme y entre todos habían preparado mis platos preferidos de la región e incluso, de manera increíble, habían averiguado cuál era mi grupo de música favorito y una de sus canciones sonaba en un reproductor de CD. Estoy seguro de que volveré pronto y que voy a echar mucho de menos a mis chicos y a toda la gente que vive allí.

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“LA BONDAD DE UNAS PERSONAS”

Carolina Martín LópezI.E.S. Duque de Rivas, de Hornachuelos (Córdoba)

Tercer premio de Secundaria. Categoría B

Hace tiempo una familia de extranjeros lle-gó a un pequeño pueblo para quedarse a vivir por una temporada mientras realizaban traba-jos de recolección de frutas. El padre, la madre y el hijo que se llamaba Manuel. Ellos iban de pueblo en pueblo para ganarse la vida.

Manuel era muy travieso y siempre estaba entrando en la casa de los demás sin permi-so, por eso nadie le dejaba entrar en su casa, a excepción de una mujer muy buena y muy amable llamada María. Lo único malo es que el esposo de María no quería que Manuel entrara, pues decía que esos extranjeros sólo buscaban ver lo que podían robar.

Una mañana, mientras el esposo de María trabajaba, ella le dejó entrar y le dio comida. Le estuvo preguntando cosas del colegio y vio que el niño se expresaba muy bien y que era

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muy bueno, pero sus padres siempre se estaban mudando de un lado a otro y al pobre Ma-nuel no le daba tiempo a quedarse en el cole-gio ni una semana. María estaba muy triste, ella veía al niño muy listo y muy bueno. Ella quería que fuera al colegio. Cuando María miró la hora, vio que ya era muy tarde y su marido estaba a punto de llegar, entonces le dijo al niño que se fuera.

Al salir el niño, el esposo de María que estaba saliendo del coche, vio que se alejaba y supo que había estado en su casa. Cuando entró y vio a María le riñó por haber dejado que Manuel entrara. Un rato después empe-zaron a comer y su esposo se dio cuenta de que ella estaba triste, así que le preguntó que porqué estaba triste. Ella le dijo que estaba triste porque Manuel era un niño muy bueno y era muy inteligente, pero sus padres siempre estaban de viaje y nunca daba tiempo a que el niño fuera al colegio. Su esposo muy triste le dijo a María que dejara entrar al niño cuando quisiera.

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Pasó el tiempo y María y su esposo se encariñaron con el niño, pero un día el niño llegó con una mala noticia: se volvía a mu-dar y esta vez, muy lejos. María y su esposo muy tristes fueron y le dijeron a los padres de Manuel que les dejaran el niño, que lo iban a llevar al colegio y que lo iban a cuidar muy bien y que el niño tenía derecho a estudiar. Los padres les dijeron que sí, porque preferían tener un hijo que estudiara a tener uno torpe, aunque le iban a echar mucho de menos. Así que los padres se fueron y dejaron al niño con María y su esposo.

Tras pasar los años, el niño se hizo un gran estudiante, todos los niños eran sus ami-gos y a la gente del pueblo le caía muy bien. Él se dio cuenta de que algo había cambiado, pues antes, cuando no tenía dinero y no iba al colegio, nadie se juntaba con él y todos se burlaban y, ahora que era un estudiante estu-pendo y tenía una casa y unos amigos con los que vivía, todo el mundo le quería.

Manuel siguió con sus estudios y llegó a ser médico. María y su esposo estaban or-

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gullosos de él. Y Manuel se sentía contento de por fin haber aprendido la importancia de la solidaridad, gracias a ella él ahora podría ayudar a María y su esposo, que ya eran ma-yores y también a sus verdaderos padres, a los que nunca había dejado de querer y echó tanto de menos.

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“ALEGORÍA DE UN VIEJO ROBLE”

Raquel Maldonado MorónColegio Santo Tomás de Villanueva, de Granada

Primer Premio. Categoría B

En los comienzos de la existencia, cuando el sol y la luna se divisaban juntos en el firma-mento, había un gran ser que habitaba en lo más profundo de la Tierra.

Desde la creación, este ser se encontraba su-mido en el más hondo letargo. El día en el que el planeta tembló y sus tierras se separaron en continentes, despertó y salió a la superficie.

Todo en el exterior era nuevo para él; el mur-mullo del agua, el cálido resplandor del sol. Durante un tiempo, se sintió eufórico por conocer todo aquello, pero todas estas maravillas fueron perdiendo importancia para él. Se sentía solo. Comenzó a vagar sin rumbo, buscando algo que llenase aquel vacío que había en su corazón.

Caminó y caminó durante largo tiempo y, un día encontró algo inesperado: un águila posada sobre grandes rocas.

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- Amiga Águila, estoy realmente feliz, pues ya no estaré solo. ¡ Acompáñame en mi viaje!

- Lo siento, pero he perdido el don de la vista, por lo que no podré ver el camino -dijo el Águila con gran tristeza.

Viendo el sufrimiento que soportaba, el gran ser respondió:

- No te preocupes, yo te daré la mía. Así fue como quedó ciego, dando la vista a

su amiga. Juntos siguieron caminando, hasta llegar a

un dorado bosque otoñal. Allí se encontraba, jun-to a un río, un lobo gris.

Encontrándolo tan solo, el ser dijo: Querido lobo, estamos realizando un gran

viaje. ¡Ven con nosotros!- Lo haría, pero he perdido el don del olfato,

por lo que no podré sentir los aromas del camino. Se sintió apenado por el lobo, así que respon-

dió:- No te preocupes, yo te daré el mío.Así fue como quedo ciego y sin olfato, dando

su don al lobo.Siguieron los tres caminando, y llegaron a un

precioso valle repleto de fragantes flores. Allí en-

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contraron inmóvil a un caballo castaño. Dijo el ser:

- Caballo, mis amigos y yo estamos descu-briendo las maravillas del mundo. ¡Acompáña-nos!

- No puedo. Me falta el don de caminar, por lo que no podré moverme.

- No te preocupes, yo te daré el mío -respon-dió el ser sin pensarlo.

Así fue como quedó ciego, sin olfato y cojo, dando su don al caballo.

Durante el viaje fueron encontrándose con otros animales a los que también les faltaba algún don. El se quedó ciego, sin olfato, cojo, mudo, manco....

Un día, llegó una anciana diciendo:- Ayúdame, por favor. Mi nieta está muy

enferma, y su vida se agota.Pensó el ser que ya había llenado el vacío

de su corazón, pues se sentía muy feliz de haber ayudado a los demás.

Decidió entonces da aquella niña su último don: la vida.

Una lágrima de agradecimiento rodó por el rostro de la anciana, y cayó sobre el ser. Se

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había entregado al prójimo de forma totalmente solidaria y desinteresada, hasta el punto de dar su vida.

De repente, justo donde había caído la lágri-ma, comenzó a brotar del ser una pequeña hoja, y otra, y otra... y quedó convertido en un roble.

Pasaron los siglos y, bajo el viejo roble, un hombre llamado Vicente Ferrer fundó su primera escuela.

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“EL HOSPITAL DE LOS JUGUETES OLVIDADOS”

Laura Ratia MuñozI.E.S. Pedro Antonio de Alarcón, de Guadix (Granada)Segundo premio de Secundaria. Categoría B

Había una vez tres pequeños niños de ocho años. Se llamaban Marta, Manuel y Francisco. A ellos le encantaba jugar con los juguetes. To-das las tardes quedaban y jugaban en sus casas. Pero nunca faltaban los juguetes. Se lo pasaban genial.

Una tarde, en casa de Marta, vieron un pro-grama en la televisión sobre los niños de un pue-blo remoto del norte de Perú. En él, informaban sobre las circunstancias tan difíciles de vida de los pobres e inocentes niños. Lo que más asombró a los amigos fue una cosa: que no tenían juguetes. Se les partió el corazón y Manuel dijo:

- ¡Cómo puede haber niños sin juguetes, si son muy divertidos!

- Y les gustaban a todos los niños, ¿ porqué a ellos no? - Continuo Francisco.-

Amparo la madre de Marta, les interrumpió:

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- No es que no les gusten los juguetes. Es que no tienen dinero para comprarlos como vosotros.

Esa noche, los pequeños, apenas pudieron pe-gar ojo, no podían dejar de pensar en esos pobres niños del tercer mundo que no tenían juguetes, pues seguro que les gustaría tener, al menos uno.

Al día siguiente, se les ocurrió una idea: en la habitación de juegos arreglarían los juguetes favoritos de los niños del barrio, a cambio, les darían un juguete que no quisiesen. Todos los meses enviarían los juguetes no deseados a esos niños pobres. Ellos sí que los sabrían apreciar.

Para arreglar los juguetes necesitarían muchas herramientas y un poco de ayuda de sus padres. Consiguieron pegamento para unir los brazos, las piernas y la cabeza al tronco de las muñecas; cola para pegar las ruedas a los trenecitos de madera; aguja, hilo y tijeras para coser vestidos a las muñecas.... A todo eso lo llamaron “Hospital de Juguetes”.

Arreglaron todo tipo de cosas, desde muñecos de peluche, hasta cocinitas de plástico para jugar a “mamá y papá”.

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Así siguieron durante varios meses. Fue tal el éxito que ya no solo eran los niños del barrio los que iban a arreglar sus juguetes, sino que ya todo el pueblo acudía al hospital. Todos los niños se quedaban muy felices al ver sus juguetes favoritos arreglados. Marta, Fran y Manuel también se sentían muy felices pues algunos niños de Perú recibían un juguete.

El alcalde veía lo que hacían los niños y sentía muy orgulloso de ellos pues tenía en su pueblo a personas muy solidarias. Él quería ayu-darles, y para ello hizo una recolecta de comida, ropa zapatos... ya que los niños de Perú no sólo necesitaban juguetes, también necesitaban comida y ropa.

Esa noche los niños durmieron mejor que nun-ca, sabían que habían llenado de felicidad y ale-gría a muchos niños que se lo merecían.

Esta historia nos enseña que con lo que nos sobra, no queremos y no utilizamos, a los demás los haría muy felices.

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“CERCA DE TÍ”

Sergio Alférez BravoColegio Sagrada Familia, de Granada


Mi nombre es Martín. Tengo 32 años, aún no me he casado y me gusta mi trabajo.

Soy publicista, o para que me entendáis mejor, mi trabajo consiste en buscar una buena publici-dad para mi producto, para que éste sea vendido pronto y en gran cantidad. Ya sabéis si hablo de un caramelo significa que es el mejor que vas a comer jamás.

Mi vida es normal y completa, o por lo menos eso pensaba yo hasta que un día sucedió algo.

Era uno de esos días de otoño en que brilla el sol acompañado de una brisa fresca que te hace recordar que el verano ya quedó atrás.

Tenía una reunión importante con una multi-nacional que promocionaba un producto para la tercera edad, una de esas almohadas que contro-lan tu tensión cervical acusada por los años y

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esfuerzos -decían ellos- donde no llega la medi-cina llega la comodidad -decía yo-.

La reunión se alargó bastante y ese día decidí buscar mi inspiración, no en mi mesa de trabajo sino en la calle, esto también me ayudaría -pen-sé yo-. No hay nada como un buen paseo para despejar la mente y aclarar ideas.

Tras andar un largo rato por la Gran Ave-nida, me dirigí al parque de las Siete Estatuas y allí me acomodé en uno de sus bancos.

Las madres hablaban, mientras sus hijos ju-gaban alegremente.

Alguna que otra pareja paseaba cogida de la mano.

Me puse manos a la obra con mi bloc de ideas mientras mi cabeza decía:

1) Piensa en un motivo para que compren esa almohada.

2) Mira a tu alrededor en busca de ideas.3) Valora cualquier pista por tonta que te

parezca.4) Deberías hacer una encuesta toda esta gente

y escuchar su opinión.5) Que participen también en tu proyecto.

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Todas estas ideas golpeaban mi cabeza cuan-do escuché...

-Disculpe joven ¿podría ayudarme? Acabo de comprar estas pastillas para la tos y se me ha olvidado preguntar cómo tomarlas. No veo casi ni con gafas y mis hijos viven todos fuera. Si a usted no le importa me evitaría un nuevo viaje a la farmacia y mis cansadas piernas se lo agra-decerían.

Aquél anciano de mirada dulce y serena se sentó a mi lado y con su voz cansada y marca-da por los años me contó lo que fue la historia de su vida.

Cuando nos despedimos había transcurrido más de una hora y antes de marchar me dijo: - Joven, no he tosido ni una vez, ha sido usted mi mejor receta, quizá no tenga nada y sólo haya sido la soledad de no tener con quien hablar.

Por alguna razón cada día acudí a ese par-que y aquel anciano y yo entablamos una gran amistad.

Las charlas con Andrés me ayudaron a mi más que a él, no solo con mi trabajo (pues Andrés se entusiasmaba con eso de ser mi cola-

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borador en buscar ideas) sino a nivel personal, sus experiencias las vivía yo, sus ilusiones eran mías, entonces comprendí ¿Cuántos Andrés habrá por el mundo? ¿Cuantas personas a las que leer un prospecto, acompañar al parque o simplemente escucharlas ? ¿ Cuántas soledades cada una con un nombre podríamos contabilizar?

Muchos Andrés y pocos Martín, todo al re-vés, necesitamos más Martín y menos Andrés.

Así es como descubrí que aquellos cinco puntos que escribí en mi bloc de apuntes, aquél primer día del parque, no eran para el trabajo sino para mí.

Recuérdelos Martín decía yo:1- Pensar en un motivo2- Mira a tu alrededor y busca esas necesi-

dades3- Valora cualquier ayuda.4- Pregunta, comentarlo con otras personas.5- Participa.Eso es Martín, participa en la solidaridad.Y así de la mano de Andrés entré en el

mundo del voluntariado, el más agradecido de todos, ese mundo donde las manos se unen para

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formar la cadena más bonita jamás inventada... LA SOLIDARIDAD.

Siento que recibo más que doy. Mis valores humanos han crecido, la satisfacción que recorre mi cuerpo cuando estoy con ellos es más de lo que aporto.

¡Tienen tanto que dar! Aunque ellos no son conscientes y sin embargo nos hacen crecer con su agradecimiento, humildad y valoración a nuestra ayuda.

Por fin me siento feliz. Por fin me siento una persona. Así cada día más cerca de ti.

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“EL DIENTE SOLIDARIO”

Clara Nicolás ViolantI.E.S. Juan Ramón Jiménez, de Moguer (Huelva)

Primer premio de Secundaria. Categoría B

Siempre había sido así, con sus padres, con sus profesores, con sus amigos,... pero sobre todo, con su hermana. Cuando lo hacía, sus ojos brillaban con esa luz que expresaba dulzura y felicidad. Además, lo hacía de un modo totalmente natural, como algo normal. No cabra duda alguna, Ed-gar era un niño solidario; disfrutaba regalando o ayudando, trasmitía ese encanto y a su alrededor todo el mundo era feliz. Puede que fuese ingenuo, y a veces hasta podría llegar a parecer un poco tonto, pero fuera lo que fuese, Edgar era así.

Por aquel entonces, él tenía tan solo siete años. Su hermana Julia, de cuatro años, también era un encanto, y es posible que estuviera a punto de manifestar dones como el de su hermano mayor. Ese día, a Edgar se le cayó su primer diente de leche. Sucedió en el colegio, él estaba emocionado. Hacía ya meses que sus compañeros hablaban

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del Ratoncito Pérez y de sus maravillosos regalos. Cuando sonó la campaña de fin de la clase, co-gió la mochila y volvió corriendo a su casa, que estaba en la calle de enfrente del colegio. Allí se paró en seco, dejó la mochila y llamó a sus pa-dres y a su hermana. Les contó lo que le había pasado y su madre le explicó que debía poner el diente debajo de la almohada. Esa misma noche, Julia y Edgar pusieron el diente y se fueron a la cama pronto, impacientes y nerviosos. A la mañana siguiente, Edgar encontró un preciosos re-galito encima de su mesa. Se puso muy contento, tanto, que pensó que a su hermana Julia también le gustaría recibir un regalo así. Entonces le dijo a Julia que el próximo diente que se le cayese sería para ella. Y así fue: cuando se le cayó el diente que Edgar tan generosamente le había prometido a su hermana, ambos escribieron una carta al Ratoncito Pérez diciéndole que el regalo era para Julia. Al levantarse, Julia encontró a los pies de su cama una preciosa muñeca de color rosa con la que estuvo jugando todo el día. Edgar se sintió feliz.

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Un día en clase... la profesora de religión quería concienciar a los niños de que tenían mu-cha suerte de vivir en un país del primer mundo. Para ello, se llevó a clase un vídeo en el que explicaban que en un pueblo de Colombia, unos niños de seis a doce años tenían que arriesgar sus vidas cada día para ir a la escuela. Como era un sitio muy pobre de recursos, los chicos, aparte de cruzar la carretera y un trozo de bosque solos, tenían que tirarse por un cable (a modo de tirolina) de 800 metros de largo y a una altura de 200 metros, desde donde se veía el río. Dicho cable se podía romper en cualquier momento. En el vídeo se veían imágenes de los niños, y de lo peligroso que era. Al finalizar la clase, Edgar habló con sus amigos, y llegaron a la conclusión de que esos niños, que tenían la misma edad que ellos, no podían seguir así. Se pusieron a pensar para ver qué es lo que podían hacer ellos. Edgar fue el primero en hablar:

- El otro día le regalé un diente a mi herma-na pequeña y se puso muy contenta...

- ¡Qué buena idea! ¿Y si les regalásemos un diente? -dijo Pedro, uno de sus amigos.

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- Esto es un proyecto demasiado grande e im-portante. No bastará con un diente.- dijo Lucas.

- ¡Ya lo tengo! -Dijo Edgar entusiasmado.- ¿Y si fuésemos recolectando muchos dientes y después le pidiésemos al Ratoncito Pérez que les ayude?

- ¡Vale! -Dijeron los demás a coro.Y así fue: crearon una caja en secreto en la

que iban guardando los dientes. Cada vez se iban añadiendo más niños. Al final, prácticamente to-dos los niños de los alrededores daban dientes para el gran proyecto. Cuando la caja se llenó, los niños le pidieron permiso a la profesora de religión para dejar caja en la clase esa noche, junto a una nota para el Ratoncito Pérez. Ella, intrigada, les preguntó por qué hacían eso. En-tonces los niños le contaron su gran proyecto. La profesora, encandilada por la gran iniciativa que habían tenido los niños, no tuvo valor para ig-norarlos, y no le quedó más remedio que convocar a los padres de los niños.

Al día siguiente, al entrar en calase, la caja estaba vacía, y no había ni rastro de los dien-tes. Algunos niños se desilusionaron, a otros les

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quedaba la esperanza y otros aseguraban que el Ratoncito Pérez ya estaba haciendo algo. El caso es que poco a poco todos ellos fueron olvidándose del proyecto.

Al cabo de bastante tiempo, en uno de los úl-timos días de clase, llegó al colegio un paquete de colores en el que sólo ponía: “¡Muchas Gracias!” Entre todos lo abrieron y encontraron dentro un DVD. Encendieron la TV del centro y lo vieron. En él salían los niños colombianos pasando por un puente de madera. Estaban felices y se les veía realmente contentos. Los ojos de Edgar y los del resto de los niños de su clase brillaron como nunca. Así, sin pronunciar palabras, se dieron cuenta de que habían hecho algo solidario.

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“DEL CALOR DEL SAHARA AL CALOR DE ANDALUCÍA”

Pedro Criado CeadaC.D.P. San Vicente de Paúl, de Huelva

Segundo premio de Secundaria. Categoría B

Durante el curso pasado estudiaba geografía, y rellenaba junto con mis compañeros los mapa-mundis, me llamaban la atención especialmente las zonas desérticas. Las imaginaba como una gran playa en las que sin sombrillas y sin agua sería difícil soportar las altas temperaturas, por lo tanto lugares a los que no me apetecía ir de mayor.

En alguna ocasión estudiando con mi padre, él me comentaba que a pesar de que los desiertos eran zonas de la tierra donde era difícil vivir, estaban habitados y tenían un encanto especial, incluso a pesar de no haber más que arena, eran bellos por el contraste de los paisajes, el silencio y sobre todo, según mi padre me decía, por la belle-za nocturna que nos ofrecían, el poder disfrutar de un horizonte donde destacaba por la noche toda

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la inmensidad y luminosidad de las estrellas del universo. Ya en varias ocasiones, aunque aún no lo entiendo muy bien, escuchó a algunos amigos de mi padre contar la belleza de una noche en el Sahara; ¡qué lejos estaba de imaginar que durante este pasado verano, el Sahara iba a convertirse en un lugar muy cercano para mí!.

Si me lo permitís os voy relatar mi experien-cia, pero como si yo fuera el protagonista, como si fuera Alí, mi amigo.

He nacido en una jaima del campamento de refugiados de El Aioun cerca de Tindsuf (Argelia), y soy del Sahara Occidental, un país que según escucho a mis padres, algún día podremos termi-nar de construir y que será mi hogar. Tengo diez años y durante este tiempo solo he conocido la jaima de mis padres, el campamento y la escuela donde voy a clases y aprendo a leer y a escribir y también a soñar, porque allí mis profesores me hablan de lugares donde hay agua en abundan-cia, árboles, pájaros, ríos, marco e infinidad de cosas que ves en las fotos de mis libros pero que no alcanzo a imaginar cómo serán realmente. A pesar de todo esto, y de lo aburrido que algunas

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veces ven mis días, y sobre todo cuando el calor de desierto (50O) me impide jugar con mis amigos, me pierdo la esperanza de poder disfrutar de unas Vacaciones en Paz. Según me han contado algunos de mis amigos mayores, quizás este verano pueda realizar por primera vez “mi gran aventura”, y poder conocer parte de lo que diariamente imagino a través de las fotos de los libros del colegio, ¿cómo serán esos grandes árboles verdes que se ven plantados en la arena de las playas? ¡Aquí sí hay arena pero no esos grandes árboles!...

Hoy ha sido un gran día, terminamos el co-legio hemos jugado al fútbol, Mohamed me ha regalado una camiseta de fútbol que se trajo de sus Vacaciones en Paz. Según me ha dicho, este año a los niños de nuestra clase nos tocará vivir la “gran aventura”; estoy muy nervioso por saber cuándo viajaré.

Han llegado unos hombres y mujeres al cam-pamento, que según dicen mis padres nos acom-pañarán en el viaje a la “gran aventura”, y me han regalado una maleta; Yo nunca tuve una maleta tan bonita, es como una gran caja de color rojo y que me han dicho que tengo que lle-

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narlo con mi ropa, he mirado a mis padres y ellos me ha sonreído, pero yo no les entiendo muy bien porque no tengo tanta ropa como para llenar esta maleta.

Hoy cuando me levante comenzaré mis Va-caciones en Paz, estoy muy nervioso y me da un poco de miedo porque mis padres no me acom-pañarán, los voy a echar mucho de menos, pero voy a conocer grandes cosas.

Salimos del campamento muy temprano, lloré un poco al dejar a mis padres, pero Luisa me consoló en el coche mientras recorríamos la ca-rretera camino del aeropuerto. Luisa me ha dicho que vamos a volar, no la entiendo, pero me pa-rece muy simpática, así que la creo.

Ha sido fantástico, nos montamos en un gran pájaro de metal que hacía mucho ruido, y aunque tenía mucho miedo no podía apartar los ojos del cristal; ¡ he volado!, He visto cómo todo se hacía más pequeño y las nubes, y ...; pero lo mejor ha sido cuando llegamos a España y bajamos del avión, allí conocí a Lourdes y José Manuel, mis padres de Vacaciones en Paz, que venían con un montón de regalos y que me llevaron a su “Jai-

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ma”; esta noche he llenado mi maleta roja con ropa y regalos.

Las vacaciones son fantásticas, ya he conocido las playas de España y esos árboles de las fotos se llaman pinos, según me dijo José Manuel, la comida es distinta a la de mi madre, pero está muy rica y puedo comer todo lo que quiero y beber mucho agua y refrescos, y he ido a un lugar donde hay atracciones en el que me he montado en un coche que yo conducía, chocando con mis amigos, también me he bañado mucho en la playa, de la que mi abuelo me hallaba que también teníamos en nuestro país (Sahara) con arena blanca y cuyo fin no se acordaba de ver.

Hoy es mi último día, han organizado una gran fiesta y he conocido a Pedro, un chico de mi edad que han venido del otro “campamento” pues los padres son amigos de mis padres de Vacaciones; es un chaval muy simpático y me ha regalado unas botas de fútbol y un balón, y me ha preguntado cómo es mi casa, yo se lo he di-cho y me dijo que el desierto a él no le gustaba pero que no lo conocía y que si yo vivía allí, lo invitara porque sentía curiosidad por ver las no-

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ches del desierto con todas las estrellas, cuando llegue al campamento les preguntaré a mis padres si puede venir Pedro para que conozca el desierto y no le tenga miedo, porque aunque hace mucho calor de día, por la noche hace fresquito, y así podré enseñarle todo el montón de estrellas que tenemos allí, y que aquí no he podido ver.

Esa fue la “gran aventura” de Alí, que seguro repetirá más años, yo estoy deseando verlo otro verano, es un chico fantástico, que se sorprende por todo y que siempre tiene una gran sonrisa en su cara, pero sobre todo le “brillan los ojos”, es como si los tuviera llenos de estrellas, de esas estrellas de las noches del desierto de la que me hablo mi padre. He tenido mucha suerte de co-nocer a Alí, pues aunque con apariencia yo tengo más casas que él. He aprendido a compartirlo con él y él me ha prometido enseñarme su desierto y a que no tenga miedo.

Ser solidario con otros niños que no tienen tan-to como nosotros, me ha enseñado que yo también tengo mucho que aprender, y que debo ayudar a Alí a que vuelva a su país (Sahara) para que tenga su casa, y deje de vivir en ese campamento.

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“LA RANA QUE NO SABÍA SALTAR”

Antonio Domínguez CárdenasI.E.S. Francisco Garfias, de Moguer (Huelva)


Había una vez. En una charca en el bosque, una rana que puso los huevos en el agua. Cuan-do los puso, se fue.

A los dos meses todos los huevos eclosio-naron y salieron los renacuajos; uno de esos era Roki.

Roki era un pequeño renacuajo que acababa de nacer; él, aún no lo sabía, pero iba a ser el protagonista de esta historia.

Todos los renacuajos estaban muy contentos. En ese periodo de tiempo (el de recién nacidos) siempre estaban jugando, pero un día, pasó una cosa impresionante, a todos les salieron patas, les desapareció la cola y se hicieron más grandes.

Salieron de la charca y, como no había agua, se movían dando saltos, todos, menos Roki. Roki no sabía saltar y por eso todos sus hermanos y hermanas e incluso otras ranas se reían de él. Él

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se desplazaba andando. Los renacuajos fueron creciendo, ya tenían

edad para ir a la “ranaescuela”. Cuando apare-ció Roki, caminando, todos le rodearon y daban saltos a su alrededor, riéndose de él. No lo en-tendía, a él no le resultaba desagradable caminar, al contrario, pensaba que los demás se cansaban bastante, por tener que estar dando saltitos todo el día.

Uno de esos días, Roki y su grupo de ami-gos y amigas se fueron de excursión al campo y lo pasaron genial jugando, pero al regresar, se encontraron con una parte del camino muy ali-sada y brillante, eran “arenas movedizas”. Como cualquier grupo de pequeños, no tuvieron cuidado y varios de ellos se adentraron en esas arenas. Roki, que era el más astuto, los agarró y tiro de ellos hacia atrás diciendo:

-¡pero, estáis locos!, ¡son arenas movedizas! ¡si os adentráis quedaríais atrapados!

-Bueno Roki, ¿y tú que propones que haga-mos?, ¡Danos una solución! ¡Este es el único ca-mino de vuelta!

-No sé... ¡ya, ya lo tengo!, ¡Os propongo una cosa!, Aunque parezca una tontería, con las lia-

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nas de esos árboles de allí, podemos amarrarnos a los pies las raquetas de tenis que llevamos en las mochilas, así tendríamos más superficie para apoyar el suelo y podríamos pasar rápido sobre la arena sin hundirnos.

-¡Caro vamos a hacerlo! Entonces todos comenzaron a arrancar las

lianas y a atarse las raquetas a los pies. Cuando estaban a punto de pasar, Roki dijo: -¡Esperad, podría ser peligroso! Puede que yo

no corra peligro pero vosotros sí; yo puedo pasar corriendo, vosotros no sabéis correr, y, si saltáis sobre las arenas, con la fuerza de la caída os hundiríais.

-Y entonces ¿cómo quieres que crucemos? De una manera u otra estamos en la misma situa-ción.

-Esta vez lleváis razón, estamos perdidos. -Bueno no del todo, Roki, ¿tú estás seguro de

que podrías cruzar? -Creo que sí, si pasara corriendo estoy seguro

de que lo conseguiría.-¡Mirad, se me ha ocurrido un plan! Roki,

tú pasas corriendo, cruzas las arenas movedizas, vas a la charca y avisas a los mayores de la

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situación en la que nos encontramos; ¿os parece bien?

-Bueno y, ¿qué comeremos nosotros mientras Roki no llega?

-No os preocupéis por eso, mirad.Roki abrió su mochila y se salieron los bo-

cadillos y las chucherías que llevaba.-Caray Roki, pero, ¿de dónde has sacado toda

esa comida?

-Me la traje por si había alguna emergencia o por si nos entraba hambre.

-Entonces, ¿está todo listo no?-Sí, estoy listo para marchar. Bueno, ¡hasta

pronto!-Eso esperamos, ¡hasta pronto! Roki cogió carrerilla y cruzó por encima de

las arenas movedizas sin problema. Cuando llegó a la charca, empezó a dar vo-

ces pidiendo socorro, y claro, la gente, al verlo tan alborotado se quedó en silencio, entonces Roki dijo:

-¡Perdonad por el susto! ¡Tenéis que venir conmigo! Esta mañana, mis amigos y yo fuimos de excursión al campo, todo iba bien, pero, de

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regreso a la charca, llegamos a unas arenas mo-vedizas que nos impedían el paso. Como yo soy el único que sabía correr he podido cruzar para venir a pedir ayuda.

Todo el grupo de ranas, liderado por Roki, fueron rápidamente hasta donde estaban los rena-cuajos, con una cuerda y una rueda vieja hicieron una polea y consiguieron salvarlos a todos.

Desde entonces, nadie volvió a reírse de su forma de caminar.

Moraleja: el hecho de que seamos diferentes hace que podamos ayudarnos unos a otros.

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“VOLUNTARIADO: ESPEJO DE LA SOLIDARIDAD”

Manuel Acosta Millán I.E.S. Albariza, de Mengíbar (Jaén)


Había una vez un niño llamado José. Era un niño inteligente, le gustaba estudiar, activo, sociable y una buena persona. José acaba de cumplir 12 años y está en primero de la Eso. El Instituto le ocupa mucho tiempo, sin embargo le gusta ejercer de voluntario, por eso acude todas las tardes a la Asociación “Abriendo Camino”.

Esta Asociación se dedica a ayudar a perso-nas discapacitadas, sobre todo niños y niñas con problemas de aprendizaje, de conducta, problemas motores, físicos o intelectuales.

El trabajo de José dentro de la Asociación consiste en ayudar a estos niños, junto con los profesionales, a sacar adelante sus problemas, a superar sus miedos y compartir sus experiencias con ellos como niño y adolescente que es.

Como en todas las asociaciones, el sacar dine-ro cuesta bastante, por ese motivo la Asociación

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organiza actividades para niños y mayores donde poder sacar dinero gracias a la solidaridad de personas, que igual que José, tienen un corazón tan grande que convierte en estos eventos en un espejo de solidaridad.

El fin de curso llegó y el 15 de julio de 2.011 le propusieron a José actuar como presentador junto a unos niños, alumnos de la Asociación, para hacer de esta fiesta, un acto lleno de humor, alegría y diversión.

José junto a Carmen, Fernando y Manuel prepararon el guión para la fiesta que se titula-ba “El gran circo del Sol” donde hay “payasos, leones, malabaristas, magos……….Bailaron con las canciones de los payasos más famosos de la tele; ¿Quién no conoce las canciones de “Había una … vez? Pues sí, si niños y mayores pudieron disfru-tar de las canciones divertidas. José se sintió tan contento aquella noche que dio las gracias a esta gran familia por darle la oportunidad de trabajar junto a ellos y sacar una sonrisa a todos estos padre y niños que en algunos momentos de la vida lo pasaron mal; por eso José anima a to-das aquellas personas de gran corazón para que formen parte del camino del voluntariado, porque

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es una labor tan maravillosa que hace que una persona se sienta plena de satisfacción.

No siempre el camino del voluntariado es fá-cil. José echa de menos a niños muy especiales. Estos niños eran Francisco Javier, lo llamába-mos cariñosamente como “Kuki” y a Isabel.

Ellos eran alumnos de la Asociación, que como los demás venían con ganas de aprender, avanzar y sobre todo luchar. Nada más nacer conocieron el duro camino de la vida, los médicos no le dieron muchas oportunidades pero ellos lu-charon por vivir y en esta Asociación, que es una gran familia, pudieron disfrutar de metas y de apoyo, el tiempo que estuvieron junto a nosotros. Hoy José quiere dar las gracias a sus padres por haber conocido a estas dos grandes personas. GRACIAS PADRES.

El trabajo del voluntariado tiene siempre que agradecer el acogimiento de este tipo de asocia-ciones. José se siente muy afortunado de formar parte de esta gran familia y de nuevo agradece a “ ABRIENDO CAMINO “ la oportunidad de ayudar a los demás.

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“EL ELFO DE LA SOLIDARIDAD”

Vicente Guzmán HerreraColegio Altocastillo, de Jaén

Segundo premio de Secundaria. Categoría B

En un lugar muy lejano vivía un elfo triste y solitario porque nadie se acordaba de él, era el elfo de la solidaridad. Un día como otro cualquiera le llegó una carta en la que decía lo siguiente:

“Vístete, lávate y ve por el mundo porque al-guien se acuerda de ti”.

El elfo lo hizo tal y como venía en el men-saje. Después de mucho buscar durante muchas horas llegó a un pequeño pueblo de Jaén. Nada más llegar, vio unos ancianos que aparentaban soledad, pero su sorpresa fue cuando vio aparecer a un joven llamado Juan. Los ancianos al ver llegar a Juan pusieron cara de felicidad, pues Juan va muchas veces a su casa a hacerles compañía.

El elfo decidió seguir a Juan a todos los lu-gares que iba y así consiguió saber varia infor-mación sobre la vida del muchacho. Descubrió

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que Juan tenia veintidós años y que era albañil con su padre, porque son cinco hermanos y en su casa hace falta dinero. También descubrió que como a cualquier chico de su edad, a Juan le gustaba hacer deporte, oír música, ir al cine, pero lo que mas le gustaba es ser solidario.

En su barrio hay un centro de cruz roja del cual Juan es voluntario. Pero lo que mas le impresiono al elfo fue que cuando sus amigos le decían que si quería ir con ellos a cualquier sitio, Juan siempre decía que no. Ellos decían que era tonto porque prefería a sus ancianos antes que a ellos, pero Juan siempre decía que no era tonto sino que era solidario.

El elfo al escuchar las palabra de Juan, se alegró porque ya había comprobado que si se acordaba de él.

Cuando se dio cuenta de que ya era de no-che, y decidió que se quedaría a cualquier casa a descansar mientras que sobrevolaba la ciudad de Cádiz, buscaba una casa con las luces apagada señal de que estaban todos durmiendo. Cuando estaba justo delante de esa casa, se dispuso a entrar por la ventana. Cuando entró, descubrió a una niña durmiendo que a su lado tenía a

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una bebe inmigrante, y es que el elfo sin saberlo, había entrado en casa de Marta.

Marta es una chica de veinte años que esta estudiando medicina en la universidad de Cádiz.

Al día siguiente las amigas de Marta fueron a la playa, pero ella tenía turno en la torre de vigilancia de la cruz roja. Las amigas le dijeron que porque no bajaba a darse un baño con ellas, que por un ratito no pasaría nada, pero marta no quiso ir con ellas.

Esa tarde llegó una patera a la costa, Marta atendió a los inmigrantes, entre los que viajaban cinco bebés y nueve embarazadas. Las amigas de Marta ya comprendieron la ilusión que da ayudar a los inmigrantes, porque solo pensar que puedes salvar vidas te llena de alegría. El elfo buscó durante seis horas algún acto de solidaridad por las calles de un pequeño pueblo de la sierra y por fin encontró uno, era un niño entrenando a un grupo de discapacitados.

El elfo se escondió en la mochila de Carlos, este es un chico de veintiún años y es el cartero. El es muy conocido por el pueblo y todos pen-sareis: ¡ claro, es el cartero!, pero no es por eso por lo que es tan conocido y querido en su pueblo,

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es porque Carlos es el entrenador del equipo co-marcal, que es primero en la liga y además esta compuesto por personas discapacitadas.

Carlos ha luchado mucho por ellos, ha tra-bajado duro, se ha pasado semanas sin ver a sus amigos, pero al final lo han conseguido, son los campeones. Carlos no necesitaba trofeos, ni medallas, porque su mejor premio es ver a estos niños sonriendo y felices.

Los tres son chicos diferentes, con edades dis-tintas y sueños diferentes, pero los tres son felices con la labor que desempeñan. Los tres se sienten satisfechos ayudando a los demás, sin pedir nada a cambio. Les vale con ver una sonrisa y un brillo de esperanza en sus ojos.

El elfo con esa alegría, nunca mas vivió triste ni solitario, sino que busco mas gente solidaria por el mundo.

Yo pienso que todos debemos convertirnos al-guna vez en algún Juan, en alguna Marta o en algún Carlos en nuestro pueblo o ciudad, ayudar a quien lo necesite, y sobre todo repetir muy a menudo y con orgullo las mismas palabras que Juan, Marta y Carlos: “no soy tonto soy soli-dario”.

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“MI VENENO”

Inés Gutiérrez MarotoI.E.S. Albariza, de Mengíbar (Jaén)


-7 de la mañana y me levanto para ir a trabajar. Me llamo Nerea y dirijo una empresa reconocida mundialmente y, por qué no decirlo, gano suficiente dinero, mi vida es bastante fácil y me siento afortunada de la infancia tan espléndi-da que tuve, ¡ con criados inclusive! Pero eso no significa que me despreocupen los demás.

Hoy tengo que salir temprano de la oficina porque tengo que ir al comedor social, allí , un montón de gente me espera y me sonríe por un mísero trozo de pan, un plato de lentejas, un zumo o incluso un abrazo. Llevo 5 años yendo allí y no hay día en el que no me pregunte por qué mis hijas no agradecen a las cocineras cuan-do les ponen la comida o por qué no le dan la importancia al beso de buenas noches. A mi me encanta darle sonrisas a Ángeles, a Raimundo,

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a Serafina, a todas esas personas que las agra-decen.

Mañana quizás no pueda ir, tengo que jugar al padel con mis amigas, pero es que me sien-to mal si no voy a ayudar, esa solidaridad es mi veneno. Quién sabe, quizá solo sea por dejar mi conciencia tranquila, pero yo me sentiría fa-tal viendo a una adolescente sin comida y pasar como si nada.

Hace unos años adopté a una niña, tiene ahora 8 años, pelo rojizo, mirada de mar y unas ganas tremendas de montar a caballo. A mi no me hace demasiada ilusión eso, quizá porque me caí de pequeña cuando estaba en clases de equitación y me tuvieron que escayolar la pierna. Pero, claro, sus ojos le brillan tanto, se le ve tan entusiasmada, y confiada que no me puedo resis-tir. Hace unos días vino totalmente indignada de clase de inglés porque su maestra decía que el verbo to be y el verbo can son los mejores porque no necesitan ayuda de ningún otro pero, ella, decía que el do es mejor porque auxilia a los demás, que no pueden hacer frases ellos solos. ¡ Qué mona!.

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Mi otra hija, Cayetana, estudia para ser no-taria y no quiere venir conmigo al comedor social. ¡ Qué egoísta!. Yo también lo era a su edad. Pero ya se dará cuenta de que, más bonito que dar dinero on-line es dar tu tiempo en persona, eso sí es gratificante.

Tengo revuelto el estómago y es que hoy ha-bía más cola que nunca para tener ese plato de comida. Estaría bien que me dijesen “Oye, Nerea, que no hace falta que vengas más. La gente por aquí ya no necesita nuestra ayuda”. Aunque me hubiesen quitado ese ratito que tengo al día de solidaridad, esa sería la vacuna para éste, mi veneno. Qué genial sería que todos encontrasen trabajo, que tuviesen ese hijo que no se de deciden a tener, que tuvieran para comer… Pero es muy difícil en algunos casos salir de esa situación.

Conozco a una chica, Sara , que hace dos años venía muchos días a comer, era muy agra-dable, atenta y, si había demasiada gente, dejaba comer primero a los demás. Todo un cielo de chica. Me dijo la formación que tenía y que nadie le daba trabajo. Su marido tampoco quería que

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trabajase. Ahora, 3 años después, está divorcia-da de aquella bestia a la que dio el “si quiero” y tiene un trabajo en mi empresa. Es una de mis mejores amigas, vamos juntas a comprar, juga-mos al golf… Además es la cocinera del comedor; Sara sabe lo importante que puede ser el apoyo que nosotros damos porque ella necesitó mucho. Para todos es un ejemplo de superación que da esperanza y ánimo. Yo pienso en ella como en una heroína, como en alguien importante y mere-cedora de lo mejor que se le pueda dar.

Sin embargo, para Sara yo soy mejor persona que ella por tener empatía con ellos, por compren-der esa situación por la que nunca he pasado y seguir ayudando en vez de dar dinero para lim-piar mi conciencia, pudiendo no prestar atención a esas cosas que no me afectan. Pero si me afectan, ¿¡ Cómo no me va a afectar mi veneno!?. Para mi pensar, soy yo la que tengo más obligación de dar, de dar hasta que me duela. Y eso es lo que hago, lo que seguiré haciendo trayendo comida y haciendo campañas de solidaridad.

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¿Sabéis el nombre que yo les doy a los vo-luntarios, a todos los que me acompañan y se in-teresan? Pues yo les llamo espejo de solidaridad, que es lo que son, lo que somos, lo que puedes ser TÚ.

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“EL DIBUJANTE DE SONRISAS”

Pablo Fernández HermosoColegio Medalla Milagrosa “El Vigía”,

de Torremolinos (Málaga) Primer premio de Secundaria. Categoría B

Lunes 8:30Salía de allí como todos los días, ¡Sí!, de allí,

aquel lugar por el que mi alma daría por entrar, su casa.

Lunes 12:00Salía de la oficina y se paró en el estableci-

miento de la esquina, donde se tomaba el sánd-wich mixto diario para desayunar, claro, junto aun café.

Lunes 15:00El período de tiempo que pasó hasta ahora era

como si hubieran pasado dos años, pero la espera valió la pena porque por fin pasó y compró un dibujo a aquel hombre solitario de la esquina sen-tado en el suelo y con pinta de indigente , pero a

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ella..., a ella le daba igual, siempre le compraba un dibujo a aquel indigente de la esquina. Parecía que sin el dibujo no podía concentrarse, ni olvi-darse por un momento de la rutina del día, ya que siempre que lo tocaba sonreía. ¿Qué tendría ese insignificante dibujo?

Martes 15:00Hoy ha sido un día genial. Varias personas

han visitado el puesto. Muchas personas que salían sonriendo. Hasta ahora ha sido un gran día, pero todavía quedaba lo mejor: quedaba ella, a la que no le importaba dirigir la palabra a aquel “sin techo” de color. Ella era diferente, no entendía de diferencias por la raza, ni tampo-co de esas miradas asesinas que dirigen a aquel que tiene otro color de piel...¡Ay ella!, de repente apareció. Su cara humilde, su andar alegre, sus ojos brillantes como el mismo océano. Se acercó y señaló con el dedo un dibujo medio escondido. Se lo entregó y ella le dio el dinero, sonrió y una sonrisa pintaba la cara de idiota del individuo.

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Martes 18:45Tras largas horas dibujando, ¡cuánta inspira-

ción!.él dibuja cuando en ella piensa y en cuanto suelta el lápiz, al instante se deprime, pero da igual porque solo con pensar en ella, un par de segundos bastan, para curar sus heridas.

Miércoles 15:00Qué raro, todavía no ha aparecido en todo el

día, pero tiene que pasar, vamos creo yo. Tiene que aparecer.

Miércoles 15:45¿Dónde está?, no aparece. ¿Por qué? Venga...¡Ahí

está!, pero está hablando con un hombre, ¿de qué hablarán? Le está enseñando el dibujo del po-bre tipo negro de la esquina, no lo entiendo. Ya han terminado de hablar, se dirigen al puesto del marginado, pero...¡Se ha metido en su casa! ¿Por qué no ha ido al puesto? Es muy extraño.

Miércoles 17:30Allí estaba él, sentado en el banco del parque,

dibujando, pero por mucho que lo intentaba, no podía, no le salía, no se podía quitar de la cabe-

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za que al fin y al cabo ella era como todos los desalmados que le vacilan y gritan porque creen que es inferior a ellos. Si ellos supieran que a todas horas él anhela una cosa que ellos pueden obtener con un simple “compremeló”. Cada vez que éste escucha esa expresión se pone furiosísimo, pero es que la crisis...

Jueves 9:30Hoy se ha levantado pronto con el sentimiento

de que volvería, pero suspira tantas veces que no sé si, en realidad, confía tanto en ese sentimien-to. De repente giró la cabeza y allí estaba ella, detrás de él. Le dijo: -Dibujante, sígueme, tengo que hablar contigo sobre un tema que creo puede interesarte-. El dibujante no se lo creía, no sólo estaba ella hablando, también era con él.

El pobre tipo la siguió hasta entrar en su casa. Él pensaba que estaba soñando, que lo que llevaba anhelando durante tres años se estaba cumpliendo en un día.

Jueves 10:30Después de darse cuenta que no era un sueño y

de haberse tomado un café, entraron en una sala

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dónde un individuo trajeado le esperaba con un maletín sobre la mesa. Aquel hombre empezó a hablarle de sus dibujos, que podrían revolucionar el mercado del arte y le ofreció a continuación una jugosa propuesta seguido de un contrato fijo en el que su nómina tendría los suficientes ceros como para que con el sueldo de un mes pudiese comer durante seis. Lo pensó, pero estaba ella, sin ella no crearía nada, no crearía sonrisas. La miró, le sonrió y le dio la mano. La mano que ella co-gió, la mano que siempre le ayudó, que le salvó.

Hasta aquí llegó la historia, en la que seguro que habéis pensado quién es quién os la cuenta. No es el momento ni el lugar, pues me encuentro conduciendo mi coche. Sólo os diré que soy un hombre que antes dibujaba sonrisas y que, con su amada, sigue dibujándolas.

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“UNA VIDA EJEMPLAR”

María José Marín CobosI.E.S. Manuel Romero,

de Villanueva de la Concepción (Málaga) Segundo premio de Secundaria. Categoría B

En un instituto de las afueras de una ciudad y clase baja había un niño que siempre estaba sólo. Todos creían que estaba loco puesto que los demás eran gente drogadicta, macarra y sin ganas de ser alguien en la vida. Él era el único que estudiaba de su clase, el que hacía los deberes y el volunta-rio de todas las preguntas de los profesores a los alumnos.

Mario, así se llamaba, era como todos pobre y aún así daba donaciones de dinero cada mes para los niños del tercer mundo, porque cuando termi-naba de hacer los deberes trabaja en el campo con su padre para costearse los materiales, para las donaciones y para ayudar económicamente a sus padres.

A medida que pasaban los años Mario iba avanzando curso aunque tenía que soportar las

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burlas de todos sus compañeros tanto repetidores como los que estaban desde siempre en su curso.

Cuando Mario terminó bachillerato su princi-pal objetivo fue ser algún día arquitecto y cuando tuviera conocimientos necesarios diseñar su propia ONG.

Así fue cada año de su carrera se iba esfor-zándose más en sus estudios. Cada vez que tenía tiempo libre iba creando su propio plano de la ONG y con lo que tenía ahorrado del trabajo en el campo fue construyéndolo.

Terminó la carrera se puso a trabajar y a di-rigir la ONG. Sólo le faltaba una cosa: gente que quisiera trabajar en la ONG. Como no es renco-roso le dio el trabajo a sus antiguos compañeros de instituto, esos que se burlaban de él, los que no querían ser nadie en la vida y los que echaron su vida por alto y un poco más la de Mario.

Por eso Mario sirve de ejemplo para todas aquellas personas que quieren formarse como perso-nas y ser alguien en la vida y ser como otros que sólo se dedican a molestar a otros sólo porque su vida ya no tiene arreglo para él.

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“EL HOMBRE NO SOLIDARIO”

María Moreno VeraI.E.S. Monterroso, de Estepona (Málaga)Tercer premio de Secundaria. Categoría B

Erase una vez un hombre llamado Rodrigo. Rodrigo era un hombre cruel y tacaño, vivía en la calle Sócrates, bloque 2, 3O A. En su bloque vivían muchos ancianos ya muy mayores que ne-cesitaban ayuda para moverse y poder desplazarse, pero Rodrigo aún sabiendo eso no los ayudaba, puesto que era un interesado y los ancianos no podían ofrecerle gran cosa a cambio de su ayuda. Los ancianos no podían valerse por sí solos y necesitaban ayuda de alguien para poder hacer algunas cosas como: bajar las escaleras, ya que durante un tiempo el ascensor estuvo estropeado, pero no era intención de Rodrigo poder ayudarles, aunque ya varios vecinos habían pedido su ayuda y el solo respondía y siempre los mismo, diciendo:

¡Pues iros a la residencia!Un día un anciano le dijo:-Perdona Rodrigo, ¿podías ayudarme a subir

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estas pesadas bolsas?-dijo el hombre, puesto que vivía en la quinta planta y le resultaba impo-sible subir todas esas bolsas por las escaleras.

-Llevo demasiada prisa como para entretener-me en ayudar a un insignificante anciano como tú- dijo Rodrigo queriéndose escabullir.

-Está bien, no me ayudes pues-dijo el anciano con un tono un tanto extraño, pero algún día también te harás mayor y necesitarás ayuda.

Rodrigo no hizo caso a lo que decía el anciano y siguió caminando hasta salir del portón.

Al día siguiente alguien pegó a su puerta, miró por la mirilla y vio a una desconsolada y preocupada ancianita de cabellos blancos y ondu-lados, con una piel blanca y a la vez arrugada, con un ojos de color verde esmeralda y con un nerviosismo un tanto extraño en ella. Rodrigo pensó que no sería nada importante “ sólo son tonterías” se dijo a sí mismo. Se volvió a sentar en ese sillón tan calentito en medio de la habi-tación y siguió haciendo lo mismo que antes de aquella “interrupción”, ver la televisión, la ancia-nita volvió a pegar en la puerta y Rodrigo cada vez subía más el volumen de la televisión para

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no tener que oír el ruido que hacía aquella mu-jer, la tercera vez Rodrigo no aguantó más y se puso sus zapatillas, se levantó del sillón, apagó la tele y cogió su abrigada bata roja de camino hacia la puerta. Abrió la puerta y la anciana se alegró de saber que tanta insistencia había mere-cido la pena, después dijo:

-Perdona Rodrigo, mi marido se ha caído de la cama y como sabes bien es minusválido y no tengo las suficientes energías como para poder levantarlo y me preguntaba que si tal vez tú po-drías ayudarme.

-Estoy ocupado-dijo con un tono ruin. La anciana volvió a insistir en que lo ayudara pero Rodrigo volvió a negarse.

-Está bien, no me ayudes pues, pero algún día también tú necesitarás ayuda.

En ese momento Rodrigo parpadeó y la ancia-na desapareció, este hombre de apenas 34 años se quedó sorprendido al recordar que aquel hombre mayor también le dijo esas mismas palabras.

Rodrigo no tenía familia, puesto que no tenía hermanos y sus padres habían muerto en un ac-cidente de tráfico, en el cual era Rodrigo el que

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conducía. No tenía primos ni siquiera tíos, nunca tuvo amigos y estaba sólo en este mundo, no tenía ayuda de nadie y era por eso por lo que él tampoco quería ayudar a los demás.

Rodrigo era un hombre alto y moreno con el pelo rizado y los ojos azules. Estaba muy ner-vioso por lo que había pasado así que, se vis-tió, cogió las llaves y salió de sus casa a toda pastilla pero, en ese momento resbaló y cayó por las escaleras y quedó rotundamente inconsciente. Horas después se despertó encontrándose en aquel momento en una camilla de el hospital San Pa-trick (Barcelona), sus vecinos, sí, esos ancianos de los que él se burlaba fueron los que le salvaron la vida y los que le llevaron al hospital.

La ambulancia devolvió a Rodrigo a su en-trañable hogar día después de lo sucedido, que los pasó en el hospital recibiendo visitas de sus vecinos.

Cuando llegó, sus vecinos lo esperaban con mucho entusiasmo y empatía, lo ayudaron a subir por las escaleras y lo dejaron en ese sillón que era tan confortable para él, todos los días los ancianitos le traían comida y jugaban con él a

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las cartas y le hacían compañía. En ese momento Rodrigo comprendió que había que ayudar a los demás sin esperar nada a cambio y desde ese momento todos se ayudaron mutuamente y vivie-ron en armonía bajo esa espléndida solidaridad que los vecinos habían demostrado tener y que luego, por fin ese hombre no solidario consiguió tener.

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“EN LA VIDA REAL”

Juan Carlos Prieto CamposI.E.S. Antonio Machado, de Sevilla


Bueno, esta historia empieza describiéndome a mí mismo: me autodefino como un chico inteligente, alto y un poco soñador porque estoy todo el día imaginando. Me gustan los videojuegos, como a cualquier chico de mi edad, y es justo aquí donde empieza esta historia.

Me encontraba plácidamente en mi sofá ju-gando con la videoconsola, cuando estando yo desprevenido, un torrente de voz fuerte, por decirlo así, me bajó de las nubes. Al girar mi cabeza hacia el lugar de donde provenía tal escándalo, pude ver claramente ese rostro enfadado, hasta que me dí cuenta que no era otro que mi padre. Repitiendo con la misma fuerza de voz de antes, dijo:

- ¡DEJA DE JUGAR YA, LLEVAS TODO EL DÍA DELANTE DEL TELEVISOR!.

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Sin pensármelo dos veces, me vestí rápida-mente y me fui al parque con mis llaves en el bolsillo.

Iba pensando en mis cosas y sin que me diera cuenta ¡estaba en el parque!.

Hasta ahora, todo iba bien, pero lo que yo no sabía era ante lo que estaba, lo que me sucedería y que seguramente aprendería una de las lecciones más importantes de mi vida.

Al llegar al parque, ante mi sorpresa, estaba casi vacío y soplaba una brisa fresca que daba sensación de abandono y soledad, así que pensé:

- Bueno, estará bien disfrutar de un poco de soledad.

¡Pero qué equivocado estaba!.Nada más poner un pie en el parque se es-

cuchó un suspiro profundo, que inspiraba tristeza, dolor y sufrimiento.

Alcé la cabeza lentamente para ver de donde provenía tanto sufrimiento. Entonces una silueta humana que caminaba a paso lento y encorvada, de la que antes no me había percatado, apareció entre la niebla de aquel día de invierno tan frío.

Me fui acercando poco a poco con precaución. Pasando por los conocidos columpios, mientras

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iba al encuentro de aquella silueta, se escuchaba un rechino que hacía que el parque pareciera más abandonado.

Cuando llegué a una distancia desde la que se distinguía el rostro, como yo me imaginaba, era un anciano de unos ochenta años. Apenado por aquella situación, ya que el pobre cargaba con un gran peso de bolsas de la compra, incumpliendo lo que me habían dicho mis padres sobre acercar-se a desconocidos, me dirigí hacia él y le pregunté tímidamente si quería que le ayudara. Él estuvo mirándome con mirada de desconfianza unos se-gundos. Entonces comprendí que le pasaba algo con la juventud y le dije:

- Hola, me llamo Juan Carlos Prieto Cam-pos y, ¿usted se llama?

Rápidamente me miró con una sonrisa leve y dijo con una voz débil: me llamo Rafael.

Rafael, siempre me gustó ese nombre, pensé que podíamos mantener una amistad, pero aún no estaba del todo seguro.

Cuando él acabó la frase, le volví a pregun-tar: -¿le ayudo con las bolsas?. Me dio una de las tres pesadas bolsas que llevaba.

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Le acompañé hasta su casa y subí con él en un pequeño ascensor de un bloque antiguo con poca iluminación y un poco solitario y siniestro.

Su casa era pequeña, en ella sólo podría vivir una persona, con un poco de vergüenza le pre-gunté:

- ¿Y su esposa?Rápidamente le cambió la cara y señaló a

una repisa que estaba a punto de caerse. En ella había un marco pequeño y antiguo con el cristal roto y la madera del marco apulgarada en algu-nas partes en forma de círculo.

Pronto descubriría a que se debían unas mar-cas tan extrañas.

Cogí con un poco de asco el cuadro y le pre-gunté por la foto. En ella, aparecía una mujer joven y bella con Rafael de la mano. Solo dijo una palabra antes de que una lágrima resbalara por su mejilla, esa palabra fue Victoria.

Enseguida le comprendí y en parte me sentí mal por haberle recordado esa mala experiencia. Pero él, para mi sorpresa, dijo: gracias.

No le entendí muy bien y con miedo le pre-gunté por sus hijos. Él se levantó y fue a la co-

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cina, yo tuve un poco de miedo, me quedé sentado en ese polvoriento y viejo sofá y trajo un bote de Cola-Cao caducado de hace diez años. Entonces comprendí la soledad a la que se enfrentaba día a día.

Me dio mucha pena, así que hice una promesa que no sabía si podía cumplir.

Le dije:- Si tú quieres Rafael, ve todos los días al

lugar donde nos conocimos, allí estaré yo. Él asintió levemente. Los tres primeros días asistió y fue una ex-

periencia única y maravillosa que le recomendaría a todos, hablábamos de nuestros problemas, me contaba historias asombrosas sobre su juventud...

Al día siguiente faltó y me extrañó mucho, así que me fui a mi casa. Faltó toda la semana siguiente y me extrañó mucho, así que fui a su casa y nadie respondió. Sabiendo que me metería en líos, llamé a la policía. Vinieron y no me dejaron entrar hasta que sacaron una camilla tapada con una manta, me quedé de piedra, una lágrima resbaló por mi mejilla y un frío invadió mi interior.

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Con miedo, entré y observé un papel arrugado en aquel estante a punto de caerse. Era una nota y ponía lo siguiente:

Gracias por hacer que los últimos días de mi vida no los pasara en soledad total.

Gracias porque sin tí mis últimos momentos de vida no habrían tenido sentido. Gracias a tí he podido dejar este mundo en paz y tengo muy claro que sin ti habría arrastrado mi soledad conmigo.

Gracias Juan Car...Seguramente escribió esto en sus últimos mo-

mentos de vida, ya que no llegó a terminar la nota. Miré al cielo y le dije en mi mente: - De nada.

Tenía una idea en mi cabeza, debía seguir ayudando a las personas, así que sin decir nada más, me fui del lugar con la nota en la mano y busqué a más gente. Encontré y ayudé a muchas más personas.

Pero nunca pude quitarme de la cabeza aque-lla silueta encorvada que andaba a duras penas atravesando la calle.

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Aprendí que la vida es mucho mejor si se comparte, si se ayuda, si te relacionas. Y que lo mejor que puedes hacer por una persona es quererla y regalarle aquella cosa no material que cualquiera desea al final de su vida,

UN AMIGO.

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“AMOR AL PRÓJIMO”

Patricia Ruíz AstolfiS.A.F.A. Nuestra Señora de los Reyes, de Sevilla Segundo premio de Secundaria. Categoría B

Mi padre ha llegado a casa hace unas tres horas y todavía no ha salido de su habitación. Tengo ganas de entrar para hablar con él, pero no me atrevo.

Mi padre es bombero y ha ido como volun-tario a Haití este pasado mes, para ayudar en la catástrofe del terremoto.

Me decido a entrar en su habitación pero cuando iba a llamar a la puerta, sale mi padre y me dice:

“Tengo ganas de hablar contigo y contarte la experiencia que he tenido estos días pasados”.

Nos dirigimos al salón y nos sentamos en el sofá. Me coge las manos, me mira a los ojos y me dice:

“Supongo que querrás saber lo que he estado haciendo”

Le respondo:

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“Pues claro que me interesa, papá” “ Muy bien, pues te lo voy a contar” Y empieza a contarme, con pelos y señales,

las actividades que ha estado desarrollando en Haití, habiéndole llamado poderosamente la aten-ción la pobreza y la tristeza que tienen la gente de ese país.

“Lo que más me sorprendió fue que saqué a un niño de unos cuatro años que estaba total-mente cubierto de escombros y que todavía tenía un poco de vida”.

Cuando me cuenta esto siento que algo se re-mueve dentro de mí, algo que me dice que debo ir hasta allí. Así se lo manifiesto a mi padre:

“Papá, tengo dieciocho años y aún no he he-cho nada por los demás”.

“¿A dónde quieres llegar?” “Quiero ser como tú, ser útil a los demás.

Quiero ir a Haití como voluntaria”. “No sé -me responde- tengo que pensarlo”. “Papá por favor. Desde que murió mamá todo

ha cambiado y yo he madurado mucho. Por fa-vor, lo necesito”.

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“Me lo voy a pensar y mañana te daré mi respuesta. Estoy muy cansado y necesito irme a la cama. A ti también te vendrá bien. Buenas noches, cariño”.

“Buenas noches, papá, que descanses”. Se levanta y se va a su dormitorio. Me da la sensación de que no debería haber

mencionado a mamá. Decido irme a la cama, así que me lavo los

dientes y me pongo el pijama. Estoy un buen rato reflexionando en mi cama sobre eso de ser voluntaria, hasta que me quedo dormida.

La mañana siguiente amanece radiante. Me despierto y me levanto creyendo que mi padre estaría ya desayunando, pero cuando llego a la cocina observo que no está. Debería habérmelo imaginado, pues estaba tremendamente cansado. Me preparo el desayuno y mientras me lo toma-ba aparece él en la puerta y me dice que sí, que lo ha pensado y que cree que es una buena idea.

Corro a abrazarlo y le digo: “Te lo agradezco de todo corazón, papá”. “¿Qué te parecería ir a gestionarlo esta misma

tarde?. Conozco una ONG que está muy bien. Se llama SONRISA JUVENIL”.

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“De acuerdo papá. ¿qué vamos a hacer aho-ra?.

Tenemos que ir de compras, ¿te apuntas?. “¡Pues claro!”. Cuando volvemos mi padre y yo dormimos

una buena siesta. Después merendamos, nos arre-glamos y nos vamos a la oficina de SONRISA JUVENIL, que no está lejos. La verdad es que no está mal montada. Entramos y nos dirigimos a una de las mesas. Nos atiende una agradable señora, que después de un afectuoso saludo, nos cuestiona:

“¿Le interesaría ayudar a los más necesita-dos?. ¿Quiere irse de voluntaria?.

“Mi hija quiere ir de voluntaria a Haití”. “¡Muy bien!. Me agrada esa entrega para

con el prójimo” “¿Cuándo sería el viaje?. “Dentro de un mes si le parece bien”. “¡Genial!”. “Pásese dos días antes y le facilitaré a su

hija un plano, una lista de actividades que tiene que realizar y el billete para el viaje”.

“Muy bien, muchas gracias”. “Gracias a usted”.

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Nos marchamos muy contentos. Cuando lle-gamos a casa cenamos ligeramente y nos acosta-mos.

Este mes se me ha pasado muy lento. En su momento fuimos recoger el mapa, las instrucciones y el billete del viaje.

Hoy es el día de la partida. Son las cinco de la manaña. Mi padre me lleva al aeropuerto en su coche. Estoy muy nerviosa y cuando lle-gamos me despido rápidamente de mi padre pues embarco a las seis.

Descubro que hay un grupo numeroso de jóve-nes que llevan mis mismas intenciones y me uno a ellos.

Las diez horas del viaje se me han pasado rápidamente, porque he conocido a una chica como yo y no hemos parado de hablar.

Cuando llegamos, comemos alguna cosa y nos disponemos a realizar las tareas que nos han asignado.

La primera consiste en hacer una visita a los niños que están muertos de hambre. Hay bastan-tes y su aspecto es tal que me produce una pena tremenda. Al no tener alimentos que llevarse a la boca algunos comen una especie de hormigas

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grandes que recogen del suelo. Un pobre cha-val delante de mí tiene en la mano un par de hormigas que se dispone a comer. Le sonrío, me devuelve la sonrisa y me obsequia con una hor-miga. Me sorprendo, y con lágrimas en los ojos se lo agradezco de todo corazón.

La segunda cosa que tengo que hacer es re-partir comida y enseres que han donado diferentes colegios de España.

Muchas familias haitianas se reúnen alrededor de nosotros, pidiéndonos alimentos. Nuestro grupo de SONRISA JUVENIL se atarea en repartir las donaciones lo mejor posible.

Cuando terminamos el reparto observo que hay una familia que no se marcha, me acerco a ellos y les cuestiono:

“¿Qué desean ustedes?. Lo siento, pero los alimentos ya se han terminado”.

“No, no es por la comida, es porque queremos hablar con usted”.

“¿Quieren algo de mí?. “Hemos sabido que usted es la hija de Ro-

drigo, el bombero, ¿no es así?. “Sí, soy yo. ¿Qué es lo que quieren?”.

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“Su padre salvó a nuestro hijo pequeño de morir enterrado por unos escombros”.

“Sí, ya me lo contó. ¿Cómo está el niño?. “Está muy bien y por ello le estamos muy

agradecidos. Que Dios lo ilumine siempre”. “Que así sea. ¡Es tan bueno!”. Conversamos mucho tiempo. Con lágrimas

en los ojos me piden que me quede un poco más de tiempo, a lo que les contesto que sí, que me ha encantado ayudar a los que me necesitan y que con ello mi corazón se ha hecho mucho más grande.

Cuando llego a la cabaña, hago las maletas, me despido de mis compañeros y me voy a vivir con la familia cuyo hijo salvó mi padre.

Llamo por teléfono al héroe de la historia para avisarle que me voy a retrasar y resulta que me dice que está cogiendo un avión para volver aquí, a Haití.

Me alegro muchísimo y espero que podamos pasar aquí unos días felices.

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“PORQUE QUIERO”

Elena Cruz AlmagroS.A.F.A. Nuestra Señora de los Reyes, de Sevilla


Ésta es la historia de una chica, Lucía, que estudia en un instituto normal, con sus compa-ñeras y compañeros de siempre, con los que se divierte mucho.

En su clase el ambiente era el de siempre. Treinta adolescentes con sus rollitos típicos de adolescentes.

Pero había uno aparte. Un chico que... diga-mos, no encajaba.

Era un chico más o menos bajito, con el pelo corto, y de color oscuro. El chaval era de otro país, pues el color de su piel era negra como la noche. Estaba siempre en una esquina, mirando al suelo, y un tanto asustado. Lucía no sabía muy bien porqué.

Tocó la campana. Llegaba la hora de mate-máticas. Lucía observó como el chico se incorpo-raba, mirando fijamente hacia abajo.

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-Buenos días -dijo la maestra.-Buenos días, profesora-contestaron los alum-

nos.-Bueno, hoy vamos a dar...-Profesora...-¿Sí, Kevin?-¿Puedo ir al baño...?-Estoy a punto de explicar una lección. Pero

ve. Qué extraño. La profesora nunca dejaba ir al baño antes de explicar una lección.

Lucía se dio cuenta de que Kevin iba medio llorando, asustado, como temiéndose algo que iba a encontrarse en el pasillo.

Ese día, Lucía no prestó mucha atención en clase, ya que no paraba de mirar a Kevin de reojo, Kevin estaba dándole vueltas a un lápiz.

Volvió a sonar la campana. Esta vez era del recreo. Lucía le preguntó a su amiga Mercedes:

-¿Qué le pasa a kevin?-Lucía sabía de sobra que Mercedes se enteraba de todos los cotilleos del instituto.

-¿A Kevin?. Pues la verdad, no lo sé, a mí me parece un poco rarito. Siempre mirando hacia abajo, tan insociable... ¿Porqué me lo preguntas?

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-Es que me ha parecido un tanto raro que la señorita lo dejase ir al baño en mitad de una explicación.

-Pues será porque el chaval tenga diarrea, tía. No te rayes más.

-Bueno...-¡Anda, vamos a ver qué se traman los chi-

cos de segundo!Mercedes y Lucía se fueron. Pero ella no de-

jaba de pensar en Kevin. Estaba claro que no iba a parar hasta encontrarle una explicación a aquel comportamiento.

Lucía se dio cuenta de que Kevin no estaba en el patio. Por más que miraba y miraba, no lo encontraba por ningún lado.

- Merche, me voy al baño.- ¡Vale, pero no tardes!. ¡Antonio está a punto

de pedirle salir a Almudena!- Vale, no tardo.Lucía se marchó al servicio. Allí vio a las

chicas de 1OC, cotilleando como siempre. Parecía que el lugar de encuentro de ellas era el baño. Siempre había una colmena de chicas con coletas altas en la esquina del cuarto de baño.

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-Pues sí, a Kevin le pegan los de 3O-dijo Alba, una chica de 1OC.

-¿Cómo? -se metió Lucía.-Lo que acabo de decir. Le pegan. Parece ser

que es porque es nuevo, y negro.-¡Pero cómo se puede hacer una cosa así!. Nor-

mal que lo viera yo tan asustado... ¡Pobrecito!.-Buah, a mí como si le pegan o como si no.

Es un ratito. Todos los recreos se va a la biblio-teca, a una zona muy apartada, se acurruca en un sofá y siempre hay 3 o 4 profesores por allí rondando, por si le pegan otra vez -dijo Paula.

-¿Pero es que no sentís pena?. Yo desde luego sí -objetó Lucía.

-¡Sí, claro!. ¡Mucha pena voy a sentir yo por ese!. No hace más que chivarse a los profesores, lloriqueando de que le han pegado -añadió Paula.

-¿Y qué quieres que haga?. ¿Defenderse?. ¿De-volverle el golpe?. A mí no es que me parezca una buena idea, la verdad. Es nuevo, seguramente ya estaría muy asustado como para que ahora vengan y le peguen y, encima, ¡chicos de 3O! -dijo Lucía, enfadada.

-Si yo llego a ayudar a ese tipo, será para hacerme la heroína, que nunca está de más para

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ser la más popular, o ¡para ligar!. -añadió Paula riéndose.

-¡Serás superficial y egoísta!. ¡No tienes cora-zón!. Eres la persona más sucia que he conocido. Me voy de aquí antes de que se me contagie la tontería que llevas encima, guapa.

Y Lucía se fue, dejando a Paula con la boca hasta los pies.

Se dirigió hacia la biblioteca. Allí se encontró con Kevin, que estaba solo, echo una bolita sobre un sofá azul. Un profesor miró a Lucía, y ella, con una sonrisilla, le transmitió que sólo iba a hablar con él.

-¡Hola Kevin!-Hola... -dijo él incorporándose.-Ya sé muy bien lo que te pasa. Te voy a

ayudar. No me gusta para nada verte ahí, tan solo...

-Déjame. Sólo te quieres reír de mí, como todos.-¡No!. ¡Yo voy a ayudarte porque quiero!. Por-

que no quiero verte así.-¿De veras lo dices...? -dijo Kevin, sonriendo.-¡Claro que sí!. En primer lugar, acompáñame

a ver a los chicos de 3O.-¡No!-Sí, Kevin, confía en mí.

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Los dos se fueron al patio, donde encontraron a Eric, José Manuel y David, presuntos agresores de Kevin.

-¿Podemos hablar? -dijo Lucía.-¡Hombre, pero si está aquí una renacuaja!. ¡Y

viene con Kevin!. ¿Qué, nos lo estás poniendo en bandeja para que te lo sirvamos frito? -dijo José Manuel. Todos sus amigos se rieron.

-Pues mira, no. Venía a decirte que lo dejes en paz. ¿Qué demonios os ha hecho él para que lo tratéis así?.

-¡Mira niña, vete de aquí!, ¿sabes?-Mira niño, no me voy. No me gusta verlo

así. Y le pienso ayudar. ¿A cuántas personas has ayudado tú?. Voy a deciros lo que sois. Sois unos cobardes. Acosáis a uno menor que vosotros, y además de otro país. ¡Si yo te traigo aquí a mi hermano, que está en Bachillerato, no eres capaz ni de mirarle a la cara!. Sólo sois unos gallitos que van de chulos por la vida, acosando a meno-res que vosotros. La próxima violencia que veáis va a ser en una peli de Rambo, porque os aseguro que la puerta esa de entrada al instituto va a ser lo próximo que van a pisar vuestros pies.

Lucía se marchó con Kevin, dejando a los de 3O ojipláticos. Se dirigieron a la sala de profe-

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sores, a hablar con el director. Allí le contaron todo lo que había pasado, lo que le habían echo a Kevin. Todo. El director no se lo pensó dos veces. Inmediatamente expulsó a los tres chicos, con un parte en las narices.

-¡Muchísimas gracias!. ¡Eres mi ídolo! -dijo Kevin, muy feliz.

-De nada, pero lo he hecho porque quiero ayu-darte. Y si necesitas algo, aquí, estoy.

Y los dos se fueron al patio. Lucía presentó a Kevin a sus amigas y amigos, y gracias a ella, Kevin fue uno más, incluso el más gracioso del grupo, ya que estaba tan feliz que no puedo parar de contar historias y cosas divertidas de su país.

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CENTROS PREMIADOS EN EL X CERTAMEN “SOLIDARIDAD EN LETRAS”

ALMERÍA.C.E.I.P. ARCO IRISC.E.I.P. SAGRADO CORAZÓNCOLEGIO VALDESERRAI.E.S. AZAHARI.E.S. CRUZ DE CARAVACAI.E.S. SIERRA DE LOS FILABRES

CÁDIZ.COLEGIO HIJAS DE SAN JOSÉCOLEGIO SAN FELIPE NERII.E.S. CIUDAD DE HÉRCULES

CÓRDOBA.C.E.I.P. ALBOLAFIACOLEGIO SALESIANOS SAN FRANCISCO DE SALESC.E.I.P. ALFARI.E.S. NUEVO ESCALAI.E.S. LA ESCRIBANAI.E.S. DUQUE DE RIVAS

GRANADA.C.E.I.P. FUENTENUEVAC.E.I.P. MAYOR ZARAGOZACOLEGIO SANTO TOMÁS DE VILLANUEVAI.E.S. PEDRO ANTONIO DE ALARCÓNCOLEGIO SAGRADA FAMILIA

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HUELVA.C.E.I.P. VIRGEN DEL CARMENC.E.I.P. VIRGEN DE MONTEMAYORI.E.S. JUAN RAMÓN JIMENEZC.D.P. SAN VICENTE DE PAULI.E.S. FRANCISCO GARFIAS

JAÉN.C.E.I.P. PADRE POVEDACOLEGIO ALTOCASTILLOCOLEGIO DE LA PRESENTACIÓNI.E.S. ALBARIZA

MÁLAGA.C.E.I.P. JUAN RAMÓN JIMENEZC.E.I.P. CIUDAD DE POPAYÁNC.E.I.P. CIUDAD DE OSCUACOLEGIO MEDALLA MILAGROSA “EL VIGÍA”I.E.S. MANUEL ROMEROI.E.S. MONTERROSO

SEVILLA.C.E.I.P. PRINCIPE DE ASTURIASC.E.I.P. SANTA TERESACOLEGIO ALEMÁN “ALBERTO DURERO”I.E.S. ANTONIO MACHADOS.A.F.A. NUESTRA SEÑORA DE LOS REYES

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X Certamen Literario Escolar Andaluz - Junta de Andalucía...Hoy ha llegado una niña nueva a clase,...

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