Y le contarás a tus hijos: testimonios de los sobrevivientes de la Shoá en Argentina.

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    Mouratian, PedroY le contars a tus hijos: testimonios de los sobrevivientes de la Sho en Argentina.- 2a ed. 1a reimp.- Ciudad Autnoma de Buenos Aires: Instituto Nacional contra la Discriminacin, la Xenofobia y el

    Racismo - INADI, 2014.188 p. ; 21x15 cm.

    ISBN 978-987-1629-18-3

    1. Antisemitismo. 2. Genocidio. I. Ttulo CDD 940.531 8

    Fecha de catalogacin: 14/01/2014

    Direccin General Sr. Pedro MouratianDireccin Editorial Lic. Julia Contreras

    Coordinacin del Proyecto Lic. Ariel Blufstein

    Concepto, Edicin y Diseo Gabriela Kogan

    Produccin Beln Fernndez Ferrari

    Correccin Marina Kogan

    2014 - Instituto Nacional contra la Discriminacin, la Xenofobia y el Racismo (INADI)

    Ministerio de Justicia y Derechos HumanosMoreno 750 1 Piso C1091AAP Ciudad Autnoma de Buenos Aires Argentina

    Tel.: (54 11) 4340 9400 www.inadi.gob.ar

    Centro de Denuncias 0800 999 2345

    Primera edicin mayo 2009

    Primera reimpresin julio 2010

    Segunda edicin mayo 2012

    Primera reimpresin enero 2014

    Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproduccin parcial o total por medio de cual-

    quier medio grfico o informtico sin previa autorizacin del editor.

    Impreso en la Argentina

    ISBN 978-987-1629-18-3

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    Y LE CONTARS A TUS HIJOS ...Testimonios de los/as sobrevivientes

    de la Sho en la Argentina

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    Autoridades Nacionales

    Dra. Cristina Fernndez

    Presidenta de la Nacin

    Lic. Amado BoudouVicepresidente de la Nacin

    Dr. Julio AlakMinistro de Justicia y Derechos Humanosde la Nacin

    Sr. Pedro MouratianInterventor del Instituto Nacional contra laDiscriminacin, la Xenofobia y el Racismo

    Autoridades del INADI

    Sr. Pedro MouratianInterventor

    Lic. Julia ContrerasDirectora de Promocin y Desarrollo deprcticas contra la Discriminacin

    Lic. Pablo RomaDirector de Polticas contra la Discriminacin

    Dr. Julin Daz BardelliDirector de Asistencia a la Vctima

    Cdor. Miguel RacubianDirector de Administracin

    Dr. Pacfico Rodrguez Villar

    Director de Asuntos Jurdicos

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    Para aquellos y aquellas que cuentan,intentando hacer un mundo mejor.

    Para quienes escuchan y se comprometen.

    Para los/as sobrevivientes de todos los genocidios.

    Para los Justos.

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    diente del pueblo armenio, vctima del Primer Genocidiodel siglo pasado perpetrado por el Estado turco-otomano,

    creo entender que el resguardo y la transmisin de la memo-

    ria juegan un papel fundamental a la hora de recordar. Y poreso hemos decidido llamar a este libro con la cita bblica Y

    le contars a tus hijos.... Porque en l se plasman las historiasde catorce maravillosas personas, provenientes de diferentes

    pases de Europa, que lamentablemente han tenido que pade-cer la ferocidad de la maquinaria nazi, atravesando deses-

    perantes situaciones que pueden resumirse en una simplepalabra: Auschwitz.

    De todas formas, y por eso podrn leerlos, han podido

    sobrellevar estos escenarios, arribando a la Argentina paracontinuar o recomenzar- con el desarrollo de sus vidas yproyectos, formando hermosas familias, y forjando relacio-

    nes que hasta el da de hoy perduran.

    El pasado no est muerto ni enterrado. De hecho, nisiquiera es pasado. Esta cita, extrada de la novela Requiempara una mujer (1951) de William Faulkner es una imagen

    acabada de que la construccin de la memoria colectiva esimprescindible para cimentar una sociedad donde prevalezcanlos valores democrticos, la libertad y la dignidad humana.

    Esperamos que puedan disfrutar de estos testimonios,tanto como nosotros hemos disfrutado de su recuperacin, por-

    que estos tesoros no fueron encontrados. Fueron recuperados.

    Pedro MouratianInterventor del INADI

    10 * PRLOGO DE PEDRO MOURATIAN

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    La Delegacin de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA),nacida en 1935 como respuesta de la Comunidad Juda Argen-

    tina frente a la ominosa amenaza del rgimen nazi y sus segui-

    dores en nuestro pas, ha asumido y asume permanentementeel compromiso activo de preservar la memoria de la Sho,

    difundir los testimonios de los sobrevivientes del exterminiode una tercera parte del pueblo judo y combatir toda expresin

    de antisemitismo, discriminacin y xenofobia.

    En momentos en que hay siniestros personajes que preten-den negar el Holocausto, es cuando ms que nunca las vocesde los sobrevivientes constituyen un testimonio vivo del horror,esencial para las nuevas generaciones.

    La DAIA viene realizando actos recordatorios en numerosasembajadas extranjeras, rindiendo homenaje a las vctimas y

    recordando a los Justos que salvaron vidas arriesgando laspropias. En cada uno de dichos eventos los sobrevivientes han

    vertido conmovedores testimonios que se constituyen en valio-sos documentos histricos. Por ello, saludamos la iniciativadel INADI de recoger la palabra de los sobrevivientes en forma

    de libro, contribuyendo as a la memoria histrica y a la edu-cacin para el respeto a las diferencias y el rechazo a todaexpresin discriminatoria.

    La DAIA seala su profunda satisfaccin por contribuir enla construccin de una sociedad pluralista e inclusiva, y por

    ende ms solidaria y participativa.

    Aldo DonzisPresidente DAIA

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    A MODO DE PRESENTACIN *13

    Corra el ao 2005 y el mundo conmemoraba el 60aniversario de la liberacin de Auschwitz. Los medios de laArgentina y el mundo mostraban el horror de la antesala de

    la muerte, sin obviar ni el ms mnimo detalle. Organiza-ciones locales y de nivel internacional, sin distinciones

    sociales, ideolgicas o polticas, realizaban sus homenajesy emitan comunicados en recuerdo y conmemoracin de

    aquellos que perecieron. Justamente del eco de aquellasvoces conmemorativas, nace este proyecto que, con el pasodel tiempo, se convertira en un cono dentro de la socie-dad argentina en general, de la colectividad juda y la

    comunidad diplomtica en particular.

    En un principio llamamos al proyecto De Auschwitz a laPaz, pero el nombre nos limitaba no solo en cuanto a ese

    campo de exterminio como nico, sino que tambin obviabatoda la realidad y el desarrollo de cada uno de los sobre-vivientes a lo largo de estos aos. As fue como determi-

    namos que el proyecto, hoy caracterizado en este libro, sellamara Y le contars a tus hijos..., ya que sin duda, ese

    fue el ms preciado objetivo: que los hijos de quienesvivenciaron en primera persona las atrocidades de lamaquinaria nazi, los hijos de quienes participaron y seguirnparticipando de los actos en cada una de las embajadas, los

    hijos que se enorgullecen a travs de las lagrimas de susprogenitores, los hijos de quienes de alguna manera sesienten identicados o tocados por lo que sucedi, y aque-

    A MODO DE PRESENTACIN

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    14 * A MODO DE PRESENTACIN

    llos hijos que hoy tienen la posibilidad de acercarse a estelibro, puedan conocer todas y cada una de las historias de

    aquellos sobrevivientes que honradamente decidieron -por

    voluntad propia o por obligacin- continuar con el impulsode sus vidas en la Argentina.

    En hebreo, ese nombre proviene de la frase Veigadtalebaneja, un versculo del libro bblico de Shmot/xodo el

    cual una vez ms reitera el imperativo, recalca la importancia

    de la transmisin, porque este es nuestro mandato. Debemosrecordar, debemos ensear a nuestros hijos, debemos com-

    prender como si cada uno de nosotros hubiese sido unavctima de lo sucedido, para no permitir que una atrocidadsemejante vuelva a ocurrir.

    La procedencia de nuestros sobrevivientes es amplia-

    mente variada. Muchos vinieron de Polonia o de Grecia,otros de Hungra, Austria, Italia o Rumania, y tambin deLituania, Francia, Blgica, Croacia, Holanda o Alemania. De

    todas partes de Europa se vieron obligados a refugiarse enlos brazos de nuestra querida Argentina, gracias al esfuerzode familias, muchas veces no judas, diplomticos radicados

    en el viejo continente y miembros de organizaciones paragu-bernamentales que desinteresadamente brindaron su apo-

    yo para salvar la mayor cantidad de vidas posibles.

    Es importante recordar, ya que es olvidado muy a me-

    nudo, que la rica y variada vida juda en Europa se desa-rrollaba de vasta manera previo a la llegada del rgimen

    nazi, y que todos los protagonistas de esta publicacin eran

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    A MODO DE PRESENTACIN *15

    en su mayora nios que, al igual que cualquiera que hoypodamos ver, disfrutaba de jugar en las plazas, pasear por

    las hermosas ciudades o estudiar junto a sus amigos. Todo

    y todos lo que ellos perdieron, fue en gran medida tomadopor quienes no se vieron afectados por la persecucin, pero

    en contraposicin a ellosvale la pena mencionar que hubotambin quienes supieron preservar lo ajeno, para luegodevolverlo a sus dueos originarios. Hubo tambin quien

    arriesg su propia vida para esconder a uno o ms miem-

    bros de alguna familia amiga, lo cual sin duda es merecedor.Los llamamos Justos entre las Naciones y tienen su lugar

    en el Museo de Yad Vashem en Jerusalem, Israel.

    Todo esto no habra sido posible sin la colaboracin de

    muchos Embajadores acreditados en nuestro pas al mo-mento del evento, muchos de ellos que creyeron en la ini-

    ciativa propuesta por la DAIA e inmediatamente se pusierona cooperar, con un gran compromiso, para poder realizarcada una de las actividades. Me permitir nombrar a cada

    uno de ellos en orden cronolgico de los eventos. La mayorgratitud al Embajador Vctor Micula de la Rpublica de

    Rumania, al Embajador Vladimir Gracz de la Repblica deEslovaquia, al Embajador Robert Jan Houtum de la Em-bajada Real de los Pases Bajos, al Embajador Francis Lott

    de la Repblica de Francia, al Embajador Daniel von Muraltde la Embajada de Suiza, al Embajador Matyas Jozsa de laRepblica de Hungra, al Embajador Stefano Ronca de la Re-

    pblica de Italia, a la Embajadora Gudrun Graf de la Emba-jada de Austria, al Embajador Rolf Schumacher de la Repblica

    Federal de Alemania, al Embajador Koenraad Rouvroy de la

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    16 * A MODO DE PRESENTACIN

    Embajada del Reino de Blgica, al Embajador Alexis Cogevinasde la Embajada de Grecia, a la Embajadora Mira Martinec de

    la Republica de Croacia, a la Encargada de Negocios a.i Sra.

    Laura Tupe de la Embajada de la Repblica de Lituania, alEmbajador Yuri Korchagin de la Embajada de la Federacin

    de Rusia, al Embajador Nils Haugstveit de la Embajada delReino de Noruega y especialmente al Embajador Slawomir

    Ratajski de la Embajada de la Republica de Polonia.

    En muchas oportunidades hemos trabajado casi a diariosemanas antes del evento con los siguientes diplomticos,Justas Vaisnoras de la Embajada de Lituania, Marco Albertide la Embajada de Italia, Hubert De Canson de la Embajada

    de Francia y Thomas Schuller de la Embajada de Austria. Atodos ellos mi mayor gratitud.

    No menos importante todo mi afecto a ellos, a nuestrosqueridos sobrevivientes que han participado honrosamente

    de cada uno de los eventos, con los cuales he compartidolargas horas de charlas y vivencias, que han sido y son unejemplo de vida. A Eva, Herta, Deby, Hlne, Klaus, David,

    Pedro, Sofa, David, Aron, Ella, Dbora, Alejandra, Mnia yRaia.

    Por ltimo, agradecer a mis compaeros de la DAIA que

    me han acompaado en cada uno de los eventos y a todosaquellos amigos y amigas que annimamente se han entu-

    siasmado y colaborado con este proyecto.

    Lic. Ariel Blufstein

    Coordinador del proyecto

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    INTRODUCCIN *19

    La construccin de la memoria es un acto cotidiano. Unhbito, una forma de respeto por los que nos precedieron,por nosotros y por los que vendrn.

    Relatos como los que componen este libro son la puertaque nos permite tomar contacto con este pasado reciente,

    aprender de l y a su vez transmitirlo, tejiendo as, una redde saberes que fortalezca nuestro sistema de creencias, de

    conductas y de compromisos.

    A pesar de los aos transcurridos, no dejamos de horro-rizarnos ante cada uno de estos testimonios. Y est bien

    que as sea. Est bien que no nos acostumbremos a unahistoria que por conocida y mil veces contada, sigue, a la

    luz de la verdad, resultando cada vez ms atroz.

    El valor de esta publicacin es que a travs de los relatospersonales, podemos reconocernos en cada uno de estos hom-

    bres y mujeres y as darnos cuenta que lo que nos separadel drama que vivieron son solamente un poco ms de sesen-

    ta aos. Que hace solo medio siglo podramos haber sido

    cualquiera de nosotros los que estemos contando estashistorias. Por lo que estos relatos se transforman de la me-

    moria de ellos y ellas, en la memoria de todos.

    Por otro lado tambin, todos los sobrevivientes de la Sho

    que participan de este libro, nos acercan otras historias quemuchas veces quedaron escondidas detrs del drama del

    Holocausto: la historia de los hombres y mujeres que ayu-

    INTRODUCCIN

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    20 * INTRODUCCIN

    daron a salvar personas sin reparar en su religin, ni en supas de origen, ni en su condicin social. No judos y judos

    que arriesgando su propia vida y la de sus familias, optaron

    por no aceptar la segregacin, la discriminacin y la muertecomo el estado natural de las cosas.

    Por cada una de las personas que se salvaron, hay una ovarias que las ayudaron a salvarse. Ofreciendo escondite en

    su propia casa, pasando comida, luchando en los bosques,confeccionado documentos falsos o como silenciosos acom-

    paates en las incontables travesas clandestinas.Gente que se convirti luego en familia de los que en casitodos los casos perdieron a sus familias de origen. Personasque desde el desinters y el anonimato demostraron qu gran-

    de puede ser el ser humano. Y que pequeos actos, puedentransformarse en la nica oportunidad de vida para aquellos

    que contaban solo con las ganas de vivir.

    En el holocausto murieron un tercio de los judos del

    mundo. Y como alguna vez escribi el intelectual lituanoargentino Tzalel Blitz, si uno de tres es el nmero de nues-tra tragedia, dos de tres, es el de nuestra esperanza. Esa

    esperanza es hoy decisin que historias como estas novuelvan a repetirse. Para lo cual la memoria constante es la

    herramienta primordial e imprescindible.Porque creemos que siempre es posible un mundo mejor,

    le contaremos a nuestros hijos sobre la Sho.

    Ese es nuestro compromiso con los tiempos venideros.

    Gabriela Kogan

    Editora

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    Y LE CONTARS A TUS HIJOS ...

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    ALEMANIAKLAUS PFRTNER

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    TESTIMONIO DE KLAUS PFRTNER*25

    Al ser invitado por el seor Embajador Dr. Rolf Schumacher ypor el seor Presidente de la DAIA, Aldo Donzis, a participar de esteacto, me pregunt si yo, Klaus Pfrtner, 91 aos de edad, un alemnmarcado por los nazis como no ario, con setenta aos de residenciaen la Argentina, tendra algo valioso que aportar. Despus de algunasreflexiones conclu que, junto con mi familia, soy parte de una largay por momentos trgica historia. La historia de tantas personas que

    reconociendo el derecho de cada uno a sus propias creencias, tradi-ciones y cultura, e intentando la convivencia en comunidad segnlos valores de la libertad, la solidaridad y el respeto a la diversidad, hanpadecido una y otra vez la imposibilidad de vivir segn sus convic-ciones. Sobre eso quiero hablarles.

    El siglo XIXfue muy satisfactorio para los ciudadanos alemanes

    de origen judo. El sueo de la integracin pareca haberse concretado.Siendo una minora que nunca super el 3 por ciento de la poblacintotal, alcanzaron la igualdad de derechos civiles, se volvieron fuertesindustriales, fundaron y desarrollaron los principales bancos y lasms importantes cadenas periodsticas. Formaron parte de las elitesintelectuales y artsticas y algunos de ellos se convirtieron en polticoselectos. Muchos se enrolaron en el ejrcito y pelearon con valor en

    la guerra franco prusiana y en la guerra mundial de 1914.Si bien Wilhelm Marr invent la palabra antisemita y circulabanpanfletos como el Gegen Judende Grattenauer, estas manifestacionestenan un carcter minoritario. Los judos de Alemania vieron plas-marse en el sigloXIXmuchos de los postulados del iluminismo y dela ilustracin expresados en la Bildung1. Ese concepto con el que von

    1La construccin consciente de un individuo en perpetuo crecimiento, de alguien que se

    hace a s mismo para alcanzar un nivel superior de humanidad a travs del conocimientoy de las artes, aspirando a una ejemplaridad viviente.

    TESTIMONIO DE KLAUS PFRTNER

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    Humboldt relanz los ideales de Goethe, Schiller y Herder, y querepresentaba la redefinicin secular del ser humano y la creacin deuna forma de sociedad en la que las subjetividades se pueden desarro-llar sin dogmas, ni predeterminaciones. El idioma y la cultura alemanase convirtieron para ellos en un hogar, en un territorio espiritualcivilizado ajeno a toda arcaica reivindicacin nacional apoyada en lassupuestas constantes de la tierra, la sangre o la raza. La integracin de

    los judos con Alemania fue tal que, con afecto e irona, se afirma-ba: ms que alemanes de confesin juda, en este pas viven muchosciudadanos judos de confesin alemana.

    Sin embargo, cuando yo nac, en 1916, las cosas empezaban a cam-biar. Perder la Primera Guerra Mundial fue un trauma mortal para

    Alemania. El nacionalismo reverdeci como una supuesta cura para

    tantas heridas y con l reaparecieron los indicios de un antisemitismovirulento.No obstante, los recuerdos de mi infancia y de mi primera ado-

    lescencia se relacionan con otras experiencias.

    En los aos 20, Berln no era precisamente una fiesta pero s unaciudad cosmopolita y moderna, el espacio de una explosin social y

    cultural de diversidad asombrosa. Un lugar en el que suceda de todo.Sus calles eran el escenario privilegiado de la poltica. Y la polticaera revolucionaria y violenta. Los chicos de mi generacin nos acos-tumbramos muy pronto a participar de sucesos histricos que seguamoscon espritu de aventura y una gran dosis de inocencia. Me cruzabaen cualquier esquina con agresivas columnas de obreros agitando las

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    TESTIMONIO DE KLAUS PFRTNER*27

    banderas de color negro, rojo y amarillo de la socialdemocracia, o seade la repblica, o las rojas del partido comunista. Corra excitado paraver pasar cerca de mi casa con sus canciones y sus consignas a los res-tos del movimiento espartaquista.

    Ms de una vez, fui testigo de las andanzas de esas primeras turbasdescontroladas de resentidos y aventureros, de esos tipos facinerososcon camisas pardas que portaban estandartes con una cruz gamada.

    Cuando los choques se ponan pesados, yo sala como una liebre ysiempre que pasaba cerca del ro Spree camino a mi casa, no dejabade mirar con curiosidad un puente en el que haba muerto asesinadauna valiente mujer llamada Rosa Luxemburg. Nunca olvidar la in-dignacin infantil con la que acompa de lejos las manifestacionesa favor de Sacco y Vanzetti. Sin entender mucho, estaba convencidode que con ellos se haba cometido una gran injusticia y, como se sabe,

    los chicos siempre se rebelan contra las injusticias.

    Todo era excitante para m y en esa poca, ms all de ser hijo demadre juda y padre protestante, aquello que mucho despus se aso-ciara con el huevo de la serpiente no me inquietaba.

    Cuando empec a leer los diarios me enter de que ciertos po-lticos decan que haba muchos judos en la extrema izquierda y en

    la socialdemocracia, agrupaciones acusadas de la pualada en la es-palda y de la derrota. Gente que, como Eisner, quiso segregar Bavieraen el 18 y supuestamente siempre atentaba contra el pas.

    Al comentarlo con mi padre, la quintaesencia de un caballero deeducacin bismarkiana y amplitud de mente, un hombre con pro-fundas convicciones progresistas y democrticas, l me deca que no

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    me preocupara por esos demagogos insubstanciales. Despus de todo,el partido nazi no era ms que un grupsculo insignificante entre losms de cuarenta partidos que agitaban las encrespadas aguas de Weimar.

    Y pareca tener razn. La cuestin juda no era un tema. Ni en el co-legio, ni en el club, ni entre mis amigos, ni en mi cotidiana coexistenciacon muchachos de todo origen tnico, nacional o religioso. Ni familiares,ni vecinos, ni nadie de mi barrio se refera al asunto. La gente del

    pueblo, los berlineses de a pie, preocupados por la hiperinflacin del23 y por la crisis del 29, solo vean a sus compatriotas judos como acualquier otro alemn, todos empeados en subsistir a las crisis recurren-tes. Haba mucha corrupcin, pero en ella estaban involucrados tanto

    judos como no judos.Es cierto que en 1922 haban asesinado a Walter Rathenau, mi-

    nistro de la reconstruccin. Pero la violencia extrema por razones

    polticas caa en esos aos sobre cualquiera. El antisemitismo no estabainstalado an en el imaginario colectivo. Era parte del discurso deuna minora, de algunos miserables con ambiciones, y especialmentede un ex cabo de Bohemia al que se tena por un pintor fracasado.

    Un da de 1932, con mi amigo Melo, medio judo como yo, en-tramos casi de prepo en uno de los cerrados grupos que componan

    la ruidosa manifestacin que se diriga al Palacio de los Deportes deBerln. giles, escurridizos, con la inconsciencia de la juventud,conseguimos llegar a pocos pasos del palco. Ese da conoc perso-nalmente al tipo de bigotitos. El hombre vociferaba sin parar. Porizquierda, identificaba el peligro bolchevique con el peligro judo.

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    30 * TESTIMONIO DE KLAUS PFRTNER

    Por derecha, identificaba la opresin del internacionalismo financieroy las humillaciones de Versalles con la opresin del capital judo.Cuando el histrico estaba terminando su siniestro discurso, le dijea Melo no pienso cuadrarme, no pienso hacer ningn ridculo saludo,vmonos antes de que la liguemos. Y sigilosamente nos fuimos. Eseda termin de darme cuenta de que algo haba cambiado en formabrutal. Efectivamente, a medida que transcurra la dcada del 30, el

    clima se volvi ms y ms irrespirable. Pero no todo se perdi de golpe.

    Mi padre no vio alteradas sus actividades. Mi madre, mujeractiva y con mucha personalidad, segua asistiendo al templo en lasfiestas altas. Yo pude estudiar ptica en la facultad sin problemas.Como era costumbre en los gremios, yo completaba mis estudioscon prcticas laborales en una ptica de propietario judo donde

    nadie nos molestaba. La amenaza era algo siempre presente, pero elalemn medio no cambiaba su conducta. Nadie dej de saludarme,nadie me daba vuelta la cara, nadie se cruzaba de vereda cuando mevea. Si alguno de mi familia, o yo, entablbamos una conversacincircunstancial sobre la cuestin juda, generalmente el interlocutorminimizaba el asunto y deca no se preocupe, esto es una locura, yava a pasar. Los aos 31 y 32 transcurrieron en medio de espasm-

    dicos procesos electorales. Yo no votaba pero asista asombrado alminu de nombres que se alternaban en el poder. Yo desconfiaba detodos. Mientras aristcratas y militares encumbrados parecan dispues-tos a hacer todo tipo de concesiones, los socialdemcratas no alcan-zaban a procesar sus propias contradicciones.

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    TESTIMONIO DE KLAUS PFRTNER*31

    Una noche negra de enero del 33, aquel esperpento que mehaba espantado con su discurso en el Sportplastlleg a la Cancilleradel Reich. Desde all, sigui hablando... ininterrumpidamenteHasta la catstrofe final.

    Ese mismo ao Martn Heidegger pronunci su famoso y ominosodiscurso del rectorado. Despus de eso perd profesores muy valiosos.

    Tambin para el 33 ya haba visto varias veces desde el balcn demi casa cmo se llevaban gente en camiones con destino desconocido.Eran opositores polticos, sindicalistas, homosexuales, gitanos, judos,cristianos. Hasta ese entonces haba credo que las instituciones ale-manas, la justicia y la polica, nos protegeran de cualquier peligro.

    Pero ya no estaba tan seguro.

    En 1934 me encontr por la calle con un compaero del colegioconocido por asistir a clase todos los primeros de mayo vestido desocialista: camisa azul cerrada con cordones rojos, pauelo al tono y,si poda, el puo cerrado elevado al cielo. Al reencontrarlo vi que elprolijo uniforme del partido nacionalsocialista no le quedaba muybien. Cuando le dije que hacs vestido as, Charlie se turb bastante.Despus me explic que se haba convencido de que los nazis eran

    los salvadores nacionales de los obreros. Nos despedimos con el mis-mo afecto de siempre. No haba dudas que la gente estaba cambiando.Comenc a preocuparme.

    Cuando promulgaron las leyes de Nremberg empec a sentirmems judo que antes. La rebelin contra la injusticia volvi como

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    32 * TESTIMONIO DE KLAUS PFRTNER

    una pasin nunca olvidada. Renunci a mi club. Me pidieron porfavor que me quedara. No entendan por qu yo prestaba tanta aten-cin a esas reglamentaciones absurdas sobre la pureza aria de las entidadescomunitarias. Me fui igual. Al mes siguiente ya era socio de un club

    judo en donde tambin se jugaba al handball. No nos permitan par-ticipar de los campeonatos oficiales pero todava quedaban muchosclubes de origen socialista y comunista que aceptaban gustosos jugar

    con nosotros cada domingo. Tambin romp con una novia aria quetena. La chica llor un poco, pero no quise comprometerla. Su padretrabajaba en un ministerio y la situacin era delicada. Por supuestoen mi nuevo club haba muchachas fantsticas. En esa poca de lavida las penas de amor se iban pronto y era muy fcil renovarse. Mivida sigui sin muchos problemas. Pero el miedo aument. El mitode la identidad nacional creca de forma incontrolada. Me senta tan

    alemn como siempre, pero Creo que fue entonces cuando em-pec a perder mis ilusiones.

    En el 36 me volv a cruzar con el hombre del bigote en el estadioolmpico de Berln. Me caus satisfaccin percibir que estaba bas-tante contrariado. Resulta que en las competencias internacionalesno se pueden arreglar los resultados y hasta ganan los negros como

    Jessie Owens, 4 medallas de oro o Metcalf, 2 medallas de oro, todoen solo dos das.

    En el 37, tena que hacer la conscripcin. Mi padre haba sidofotgrafo militar en la aviacin durante la Gran Guerra y termincondecorado. En mi familia haba habido oficiales tanto alemanes

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    TESTIMONIO DE KLAUS PFRTNER*33

    cristianos como alemanes judos. Yo me senta patriota como el quems. Pero suceda que los no arios eran incorporados a batallones decastigo con futuro incierto. No soy fatalista. No quera sometermemansamente a los dictados del destino. Fui al distrito militar y des-pus de mucho pataleo consegu hablar con el jefe del comando. Nome voy a olvidar nunca de esa persona. Era un general prusiano dela aristocracia. Pude explicarle mi situacin y encontr mucha com-

    prensin cuando le dije que no quera servir en el ejrcito alemnbajo el rgimen nazi. Me mir con sus ojos azules penetrantes y medijo: Pfrtner, lo comprendo, le doy el permiso por un ao para ira la Argentina y s que no volver. No se olvide que usted es unalemn y que no todos piensan como el Fhrer. Me firm el papely me dio la mano. Yo era un hombre libre para salir del pas. Fue unasuerte haber encontrado a este hombre. Si hubiera sido un nazi, con

    seguridad yo no hubiera conseguido lo mismo. Dos tercios de los ale-manes de confesin juda y de origen mixto, ya sea mitad, un cuartoo un octavo judos ya se haban ido del pas. Yo tambin me fui.

    Poco despus, pude traer a mis padres y a mi hermano. Luego delfracaso de la integracin en Alemania, mi familia y yo hemosencontrado aqu en la Argentina una nueva Bildung, una Bildung

    criolla. Nunca dej de ser alemn ni medio judo, amo la cultura, elidioma de mi pas de origen y la gente de buena voluntad que esmucha; sin embargo me siento consustanciado con lo argentino.Este pas y su gente han alejado la incertidumbre y lo provisorio yme han facilitado la integracin plena en una comunidad dondeuna multitud de diferentes intenta construir una sociedad multicul-tural que posibilite la realizacin personal de cada uno.

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    34 * TESTIMONIO DE KLAUS PFRTNER

    Pienso que en la Alemania de hoy se va por el mismo camino.Luego de la amarga leccin, los alemanes han procesado autocrti-camente las tragedias del sigloXX, han asumido sus responsabilidadeshistricas y se han convertido en lderes europeos en materia de res-peto a los derechos humanos, preservacin de las libertades individualesy repudio a toda discriminacin. Esta reunin es un buen ejemplode ello.

    Por todas estas cosas les digo con gran emocin que hoy aqu enBuenos Aires han renacido en m todas aquellas grandes ilusiones de

    juventud, esas que perd all por los aos 30 en mi amado Berln.

    Klaus PfrtnerEmbajada de Alemania en Buenos Aires, 28 de marzo, 2007

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    BLGICASOFA NOELLY ORDYNANC

    F. DE TALGHAM

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    SOFA NOELLY ORDYNANCF. de TALGHAM *39

    Sophie Ordynans cambi tanto de nombre y de apellido co-mo de familia y lugar para vivir. Naci en Bruselas, Blgica,

    en 1939. Pocos meses despus, para salvarla de los nazis,

    sus padres le cambiaron el nombre por Noelly. Viva con supadre, peletero, su madre, modista, y su hermano. Ellos eran

    oriundos de Polonia pero se haban mudado a Bruselaspensando que estaran a salvo del nazismo.

    Sophie era tan pequea cuando deportaron a sus padres(en 1941 al padre y en 1944 a la madre) que lo que hoy sabe,

    lo sabe ms por lo que pudo averiguar con el paso de los aosque por sus propios recuerdos. As, pudo enterarse de quesus padres fueron deportados a Auschwitz. Sophie cuentaque cuando su madre supo que sera deportada, dej al hijo

    varn con una seora y a ella en un castillo de las afuerasde Blgica, donde vivan otros nios. Como all tambin

    pareca estar en peligro de ser llevada por los nazis, dos

    mujeres que trabajaban en ese castillo se llevaron a todoslos nios a su pequea localidad, donde los dejaron a cargo

    de diferentes familias. Fue entonces que Sophie se encontrcon sus primeros padres adoptivos, que fueron quienes la

    cuidaron en esos aos de prdida, miedo y fragilidad.Al terminar la guerra, algunos chicos se reencontraron

    con sus padres, pero los de Sophie haban muerto, de modo

    que vivi unos aos con la familia adoptiva hasta que elJoint la reuni con el hermano, para enviarlos a los dos a laArgentina, donde los esperaba una familia sefarad ansiosa

    por adoptarlos.

    En Argentina, en ese entonces, no dejaban entrar a judos,

    pero los futuros padres eran gente muy inuyente y le pidie-ron directamente a Eva Pern que los dejase entrar.

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    40 * SOFA NOELLY ORDYNANCF. de TALGHAM

    Los mandaron en un avin con un cartelito y se contrata una azafata especial para que los cuidara porque eran me-

    nores de edad.

    Hicieron escala en Londres, despus en Ro de Janeiro ynalmente llegaron a Buenos Aires. Sophie no entenda bien

    lo que estaba sucediendo. La llegada fue un acontecimientonacional, hasta salieron en los diarios. Era noviembre de 1947.

    Fue entonces que Sophie, llamada Noelly, empez a ser

    Sofa, y adopt el apellido Fernndez.En Buenos Aires, Sophie y su hermano fueron a un co-

    legio francs, donde recibieron muy buena educacin. Sinembargo, tanta prdida en tan pocos aos y el desconoci-miento total del idioma, les hicieron muy difcil la adaptacin

    al pas y al nuevo hogar.An as, Sophie pudo rearmar su vida y aos ms tarde,

    ya una mujer adulta, se cas y tuvo tres hijas que le dieron

    la alegra de seis nietos. Hoy pertence al grupo Generacionesde la Sho.

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    TESTIMONIO DE SOFA NOELLY ORDYNANC F. de TALGHAM*43

    Me dirijo a ustedes muy emocionada y honrada, por haber sidoelegida para homenajear a los cados en la Sho y a los sobrevivientes.Nac un 24 de Abril de 1939 en la calle Cuicyt 38 Anderlecht,

    Bruselas y viv all hasta los tres aos. Mis padres fueron deportadosa Auschwitz en el ao 1941 y 1944 para nunca regresar. Despus deestar de mano en mano, la familia belga Eloy me recogi y me lleva su hogar junto con otros diecisiete chicos distribuidos en diferentes

    casas de la localidad de Achet. Ellos corran grandes riesgos ya queyo era juda, pero a pesar de eso me cuidaron y me cambiaron elnombre de Sofa por Noelly para evitar atraer a los nazis. Yo solotena tres aos y apenas pronunciaba algunas palabras.

    Durante cinco aos viv muy feliz, con mucho amor, pero midestino sealaba otros rumbos muy difciles de transitar con mispocos aos. Al cumplir ocho, mis compaeros de escuela estudiaban

    para tomar la comunin y a raz de que yo no era catlica mi segundafamilia consult si tomarla o no. Esto trajo un gran conflicto, no meacuerdo bien, pero el Joint cuando se enter, me sac un pocoviolentamente de la familia a la cual yo quera mucho, para enviarmea un orfanato. La mayora de los chicos que estaban all fueronenviados a Israel. Ah me enter de que tena un hermano, y el seorque lo trajo me explic que bamos a ser enviados a la Argentina

    donde tendramos una nueva familia. Una nueva mam, Mara Inide Fernndez, y un nuevo pap, Roland Fernndez, sefarades los dos.

    Aqu en Buenos Aires se nos recibi con muchas ilusiones, perono nos terminaban de comprender, por no saber realmente lo que

    TESTIMONIO DE SOFA NOELLY F. de TALGHAM

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    44 * TESTIMONIO DE SOFA NOELLY ORDYNANC F. de TALGHAM

    era vivir una guerra. Recuerdo un artculo de Jack Fuks que deca:la guerra no termin. Esto me hizo reflexionar sobre las heridasespirituales sin cicatrizar que deja una guerra. Los miedos al orruidos extraos, al ver las botas de los policas

    As fui creciendo, como poda.Agradezco a mi familia, mi marido, mis tres divinas hijas y por

    supuesto, nietos y yernos por sostenerme siempre. Y en especial a la

    embajada de Blgica por la oportunidad de compartir estas reflexiones.Mi deseo es que actos como este sirvan para educar para la paz ypara mantener viva la memoria de lo que no debe repetirse nunca

    jams.

    Sofa Noelly F. Ordynanc de TalghamEmbajada de Blgica en Buenos Aires, 10 de julio, 2007

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    CROACIA PEDRO BUCHWALD

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    50 * PEDRO BUCHWALD

    ganaban los alemanes, y despus ingls cuando los que ga-naban eran los americanos. Se hizo amigos de todos y con-

    sigui que en medio de la guerra subieran a tres judos en

    un bombardero italiano que iba de Italia a Sevilla.En Espaa embarcaran hacia la Argentina.

    Cuando ya estaban en vuelo, dos aviones ingleses comen-zaron a dispararle. Hay que entender el concepto de enemigo,

    amigo, enemigo. As se viva la guerra. Era tragicmico, un

    da estaban de tu lado y al otro da trataban de bombardear-te, recuerda Pedro. El piloto logr aterrizar en un campocasi por milagro.

    En Cdiz, embarcaron rumbo a Buenos Aires, y en el bar-

    co Pedro vio La muchachada de a bordode Luis Sandrini.

    Ese fue el primer contacto con su nuevo hogar.Cuando llegaron a Maracaibo pusieron preso al padre,

    por espa alemn, por el apellido. Despus lo liberaroncuando por telgrafo se comunicaron con los partisanos yestos conrmaron que eran judos croatas.

    Al llegar a la Argentina se encontraron con un pariente dela madre de Pedro que ubic al padre en una fbrica que ne-cesitaba director. El ocio fue salvador, les permiti estable-

    cerse y rearmar su vida.Pocos aos despus, el padre de Pedro falleci siendo un

    hombre todava joven. Pedro hered el amor por el trabajo yse recibi de tcnico textil.

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    TESTIMONIO DE PEDRO BUCHWALD *53

    Qu pas conmigo en la Croacia de 1941?Fue muy fuerte, perd la casa de mis padres, estuve en el campo deconcentracin a los cuatro aos y termin en el desarraigo total deVerazdin, mi lugar de origen.

    Una noche, a las tres de la madrugada, dos soldados ustaschasnos sacaron por la fuerza y a punta de pistola de nuestra casa. Hacapoco tiempo mi padre me haba enseado la cancin de Verazdin.

    Para m ya no habra ms Verazdin.Nos llevaron a Gospic, a unos galpones de madera donde no habacamas. Tenamos que dormir en el piso sobre heno.

    Me acuerdo de los ojos tristes de mi madre. A mi padre lo sacabanpor la maana para hacer trabajos forzados hasta el anochecer. Aspasaron varios meses. De la comida ni hablar. Alguna sopa donde aveces flotaba un pedazo de carne. Todos tenamos mucho hambre.

    Mi padre se enter de que habra un traslado al campo de Jasenovac,supuestamente para que estuviramos mejor y para nuestra protec-cin argumento que usaban todas las fuerzas nazis cuando hacanlos traslados a los campos de exterminio. l no lo crey, y cuandoocurri le dijo a los soldados que el nene yo tena que hacer susnecesidades y se fue con mi madre y conmigo al bosque que estabaal borde del camino. Los guardias no podan imaginar que alguien

    tratara de escapar, as que aprovechando ese descuido se introdujoen el bosque con nosotros y llegamos a unas ruinas en donde habaescuchado que estaran los partisanos. Esperamos todo el da, hastaque efectivamente llegaron. Ellos nos dieron de comer y nos prote-gieron de los ustacha. Luego de unos das, nos regresaron a la ruta.

    TESTIMONIO DE PEDRO BUCHWALD

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    54 * TESTIMONIO DE PEDRO BUCHWALD

    Mi padre, no s cmo, consigui un uniforme italiano para nollamar la atencin y lleg con nosotros a Fiume, Italia. All lo reco-nocieron y fuimos todos internados en Montecchio Maggiore comoPrisioneri Civili di Guerra en una casa de familia.

    Este fue el captulo de Croacia, que para m fue el peor. Pero nossalvamos de Jasenovac. Todos los prisioneros de Gospic fueron ase-sinados all. nicamente nos salvamos nosotros tres.

    Nunca pens que la embajada de Croacia me llamara para co-nocer qu fue lo que aconteci all. Y destaco la cordial actitud entodo este tema.

    La audacia y la valenta de mis padres salvaron nuestras vidas. Mihomenaje es para ellos, los sobrevivientes de la Sho.

    Pedro Buchwald

    Embajada de Croacia en Buenos Aires, 19 de julio, 2007

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    ESLOVAQUIA HERTA TAUBENFELD

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    HERTA TAUBENFELD *59

    Herta naci en Bratislava, capital de Eslovaquia, en 1928.Hija nica de un surtidor de cueros y pieles, vivi los prime-

    ros aos de su vida en el departamento de un edicio que

    perteneca a su familia. Un piso ms arriba vivan sus abueloscon su ta. Poco despus, la necesidad de huir dispers a to-

    dos por diversos destinos.Cuando los nazis invadieron la ciudad, el padre de Herta

    estaba en Bruselas, Blgica. Pudo llamar de urgencia a sumujer y a su hija quienes dejaron la casa puesta, apenas

    cerrada con llave. En Bruselas pasaron casi toda la guerra asalvo, hasta que casi al nal, en 1944, la GESTAPO fue a bus-carlos al pequeo departamento que alquilaban. Era por lamaana y Herta estaba en el colegio. Una vecina, la seora

    Lpes Daz vio el coche de la GESTAPO, averigu el paraderode Herta y fue a buscarla, para tenerla a salvo, con la compli-

    cidad de la directora que ayud a cambiarle la apariencia.

    Das despus, la vecina llev a la pequea a las afueras de laciudad, para esconderla en el campo de unos conocidos. La

    estada dur apenas un mes y medio, hasta que Herta, queiba a misa todos los domingos para disimular su verdadera

    identidad, se encontr con una compaera de colegio. La fami-lia que le brindaba escondite temi ser descubierta y aniqui-lada por los nazis, as que pidieron a la antigua vecina que

    volviera a llevarse a la nia.La seora Lpes Daz consigui una nueva familia que

    poda esconderla, y adems darle un hogar. Enseguida le hi-

    cieron ropa a medida, y Herta se hizo amiga de la hija mayorde sus cuidadores. Por primera vez en mucho tiempo, pese

    a la prdida de sus padres, Herta se sinti tranquila y a gusto.

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    60 * HERTA TAUBENFELD

    Pero alrededor de sus trece aos, nalizada la guerra, unmatrimonio que haba conocido a los padres de Herta en el

    campo de concentracin lleg a buscarla a pedido de ellos.

    Les haban dejado la misin de encargarse de su hija y que-ran cumplirla al pie de la letra. Para Herta fue un golpe muy

    duro. As, volvi a la ciudad de Bruselas, y los nes de sema-na visitaba a su antigua familia.

    En 1946, un to que desde 1937 viva en Argentina, viaj aBruselas a buscarla. Herta lleg en barco a Uruguay, donde

    desembarc para pasar el tiempo necesario que le llevarahacerse los documentos falsos que le permitieran entrar alpas. Tena dieciocho aos, su nuevo documento deca quehaba nacido en Canelones y que su nombre era Berta.

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    TESTIMONIO DE HERTA TAUBENFELD*65

    Nac en Bratislava en 1928. Todava tengo los recuerdos de micolegio en la ciudad. Fuimos una familia muy grande y unida. Mipap era de Bardeov, un balneario importante donde me mandabanen verano a lo de mis abuelos. Esa es parte de mi historia y de mivida en Eslovaquia. Despus de la guerra vine a la Argentina dondeviva una hermana de mi madre. Luego de convivir cuatro aos conellos conoc a mi marido, me cas y tuve dos hijas y tres nietos. Ellos

    se encuentran presentes hoy ac.Me siento muy orgullosa y conmovida de tener el privilegio devivir este momento. Quiero agradecer en especial al Embajador dela Repblica de Eslovaquia, que de una manera tan abierta nos ofreceeste homenaje a todos nosotros. Nos abre las puertas de la embajaday nos hacer sentir como en casa.

    Yo sigo siendo de nacionalidad eslovaca, nunca adopt otra na-

    cionalidad y siento orgullo de que mi pas de origen realice estoseventos para que se vea qu fue la Sho, de la cual yo pude sobrevivir,no as mi familia.

    Mi deseo para las futuras generaciones es que podamos aprenderde nuestra historia para poder construir un futuro en el que noexistan el odio, la discriminacin y la indiferencia. Recordemos paraque esto no pase nunca ms, a ningn pueblo del mundo.

    Gracias a todos por estar presentes y ser testigos de la historia.

    Herta TaubenfeldEmbajada de Eslovaquia en Buenos Aires, 20 de octubre, 2005

    TESTIMONIO DE HERTA TAUBENFELD

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    FRANCIA HLNE GUTKOWSKI

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    HLNE GUTKOWSKI *69

    Hlne naci en Pars, en 1940. Su historia transmite, dealguna manera, la pregunta sobre qu es ser un sobrevivien-

    te, cundo y cmo una persona se considera sobreviviente

    de una guerra, de la Sho, y comienza a contarlo.Ella, que no perdi ni a sus padres ni a su hermano durante

    el Holocausto, durante aos pens que su historia, frente aotras que considera ms dolorosas, no era un testimonio

    valioso. Pero las otras voces se fueron perdiendo con elpaso del tiempo y fue all que Hlne comenz a contar su

    propia experiencia de los aos de la guerra.

    En 1942, los padres de Hlne prevean que vendranaos difciles para los judos. Frente al panorama desalentador,

    decidieron entregarla a una familia cristiana que se comprometimediante pago a criar a Hlne como a su hija. Su hermano,

    por ser circuncidado no poda pasar por cristiano. Por eso

    es que sigui el mismo derrotero que sus padres quienes lollevaron al sur, a lo que se deca era la Francia libre.

    Hasta el n de la guerra, Hlne vivi con su familiaadoptiva. No tiene recuerdos, pero intuye que han sido una

    buena familia para ella.Por su lado, sus padres y su hermano vivieron en esa

    regin durante casi dos aos, hasta que tuvieron que mu-

    darse porque la zona se haba vuelto peligrosa. Sin saberadnde ir, recibieron el dato de que en un pueblo cercano a

    Pars haba una familia dispuesta a ayudar a judos. As fueque conocieron a Henri Degrmont y Marie, quienes lespropusieron quedarse escondidos en el altillo de su casa

    hasta el nal de la guerra.

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    70 * HLNE GUTKOWSKI

    Si entraba gente que poda ser peligrosa para los refu-giados, Henri y Marie le hablaban al perro segn un cdigo

    preestablecido, para que ellos entendieran que deban que-

    darse en el escondite en absoluto silencio.Al nalizar la guerra, los padres de Hlne fueron a su

    reencuentro. Ella no los recordaba, era como si no los cono-ciera, salvo por un gran lunar que su padre llevaba en el rostro.

    Todos juntos retornaron a Pars, donde los padres deHlne dndose cuenta de las condiciones de vida en la

    ciudad prerieron mandarla a vivir con Henri y Marie, lafamilia que los haba escondido. Hlne se qued con elloshasta 1947. Los recuerda con amor, como sus primerospadres. Los llamaba tonton y tata. La casa era cmoda,

    agradable, amplia y con jardn. Tambin recuerda los impor-tantes valores con que fue criada por este matrimonio, justo

    antes de empezar la escolaridad.

    Hlne regres al seno de su familia. A los veinte aosconoci a un argentino, se enamoraron, se casaron en 1961

    y se fueron a vivir a la Argentina. Tuvieron tres hijos. Despusde criarlos, Hlne hizo la carrera de Sociologa. Una vez

    recibida empez a trabajar en Hebraica lo que la llev aindagar en la historia juda y en la suya propia.

    Recuerda que en su primer viaje de regreso a Francia, fue en

    la casa de su tata donde su hija mayor di sus primerospasos.

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    TESTIMONIO DE HLNE GUTKOWSKI*73

    Somos cuarenta y cinco las personas que hoy nos sentimos pro-fundamente movilizadas por la invitacin de esta embajada a recordary a homenajear a quienes en Francia, durante la guerra, han contri-buido a nuestra salvacin.

    Del ncleo inicial de doce miembros franceses que integramosGeneraciones de la Shoen Argentina (un grupo de personas que hanpasado una parte o la totalidad de la guerra en guetos, en campos de

    concentracin o en distintos escondites de distintos pases deEuropa), hemos llegado a convocar a cuarenta y cinco personas quehan sobrevivido a la guerra en Francia. Ha sido una sorpresa paracada uno de nosotros el descubrir que tantos otros como uno habanelegido, para alejarse del siempre posible antisemitismo europeo, eldestino argentino.

    Pese a que son distintas las razones que nos han trado a la Argentina;

    distintas las dificultades que hemos encontrado en nuestros respec-tivos derroteros; distintas las condiciones econmicas que nos hantocado en suerte y distinta la adaptacin afectiva a este pas, tenemosalgo muy fuerte en comn. Algo que nos permite a estos cuarenta ycinco sobrevivientes reconocernos el uno en el otro. Lo que nos unees una infancia o una adolescencia marcada indeleblemente por laguerra, por la discriminacin, por la persecucin, por el miedo. Mar-

    cada por lo inhumano, por lo nunca visto... Por el tener que hacerseinvisible para poder seguir viviendo!Sin embargo este perodo tan negro de nuestra vida, tambin

    fue, en momentos cruciales, iluminado por actos de solidaridad, porpresencias protectoras que lograron convencernos de que la dignidadhumana no haba muerto.

    TESTIMONIO DE HLNE GUTKOWSKI

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    74 * TESTIMONIO DE HLNE GUTKOWSKI

    La suma de lo que hemos vivido en Francia entre 1939 y 1945 esun muestrario muy completo de lo que aconteci en aquellos aos ybien podramos, a partir de nuestras cuarenta y cinco pequeas his-torias, reconstruir toda la historia francesa de ese perodo.

    Aunque cada una de estas historias merece ser contada en su tota-lidad, solo podremos relatar aqu unas pocas vivencias, algunos hechoselegidos entre muchos para ilustrar lo que hemos vivido, lo acuciante

    y tambin lo esperanzador.Los sobrevivientes aqu presentes somos franceses o hemos pasa-do la guerra en Francia, pero descendemos de judos polacos, rusos,rumanos, belgas, austriacos, blgaros, sirios, o argelinos. Algunosllegaron a Francia apenas unos meses antes de la guerra, como refu-giados. Otros, en cambio, pertenecen a familias judas asentadas enFrancia por varias generaciones. Pero la mayora somos hijos de

    inmigrantes llegados a Francia unos pocos aos antes de la guerra,muchos en forma clandestina. Varios de nosotros todava recordamosla angustia de nuestros padres cuando deban presentarse a la Pr-fecture de Police, cada veinte das para intentar conseguir la prrrogade su Carte de sjour.

    En su mayora eran confeccionistas, peleteros, pequeos comer-ciantes; en general gente de bajos recursos que vivan humildemente.

    Pero tambin hay entre nosotros hijos de familias pudientes: joyeros,industriales, anticuarios y hasta banqueros.De los oriundos de Francia hay quien naci en Alsacia, quien en

    Niza, quien en Marseille, pero casi todos nacimos en Pars. Hayquienes nacieron en condiciones an peores, ya en plena guerra,como Gilbert, quien vi la luz qu clase de luz era esa? en el

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    TESTIMONIO DE HLNE GUTKOWSKI*75

    campo de Gurs, un campo del cual muchos franceses an no hanodo hablar.La mayora, cuando estall la guerra, eran nios de entre seis y

    doce aos. Son los que tienen los recuerdos ms ntidos y son losque seguramente han quedado ms traumatizados. Iban a la escuelay de un da para otro no pudieron ir ms a clases ni seguir vindosecon sus compaeros no judos, con quienes a veces haban entablado

    amistades entraables.

    Aunque todos somos sobrevivientes, no todos recordamos cmohemos sobrevivido. Quienes hemos nacido entre 1938 y 1942 recor-damos poco o nada. Nuestra memoria est hecha de retazos. La ma,por ejemplo, solo consta de dos imgenes y dos sabores. Una iglesia depueblo y una sensacin de sal en la lengua. Una comida, le topinambour,

    con su gusto horripilante, que volva, contundente, en el fondo de migarganta, cada vez que me senta triste o con miedo. Y un cielo que depronto se ha llenado de paracadas bajando despacio sobre una praderatoda pintada del azul de esas florcitas tan francesas que son les bleuets.

    Los escasos recuerdos de quienes fuimos nios durante la Shofueron completndose con lo que nos fueron contando nuestros fa-miliares despus de la guerra, y ahora con las vivencias de nuestros

    compaeros mayores que nos ayudan a llenar las casillas que hanquedado vacas en nuestra memoria.Este trmino, sobreviviente, todava nos incomoda a muchos de

    nosotros, nos queda grande. Efectivamente, el haber sido nio durante laSho implica la dificultad de reconocerse como sobreviviente porquefrente a lo monstruoso de lo que vivieron nuestros mayores en los campos

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    de exterminio o en su diario intento de hacerse invisible, lo nuestronos pareca, hasta hace muy poco, intrascendente.Pero ha pasado el tiempo y hemos aprendido a escuchar y a

    entender. Ahora entendemos, por ejemplo, por qu nos cuesta jugarcuando nuestros nietos nos lo piden: es que no hemos jugado ennuestra infancia y no sabemos jugar... Muchos de nosotros que yasomos abuelos coincidimos en que recin con nuestros primeros nietos

    camos en la cuenta de que el haber vivido una infancia de abandonosno es para nada irrelevante. Observar a nuestros nietos a la edad quetenamos nosotros cuando fuimos entregados a familias catlicasnos trae a la memoria sensaciones que haban quedado olvidadas.Cmo hubiese sido nuestra infancia de no haber mediado la locuraasesina de un pueblo?

    La razn por la cual hoy estamos aqu es porque queremos expre-sar nuestro reconocimiento a quienes nos han ayudado o salvado. Siestamos aqu, es porque en nuestro camino hemos encontrado algno algunos salvadores.

    En general, la supervivencia solo ha sido posible gracias a unacadena de salvadores, empezando por los propios padres. Prcticamenteen todos los casos, fueron los padres, an los que fueron asesinados

    enseguida despus de haber dejado a sus hijos a buen resguardo, losprimeros eslabones en la cadena de salvacin.Fueron ellos, nuestros padres, quienes debieron asumir el riesgo

    de decidir, con la poca informacin que tenan a su alcance, cmoponer a sus hijos a salvo antes de pensar dnde y cmo escaparseellos, si es que todava tenan una chance de hacerlo.

    Los nios confiados a familias desconocidas sufrieron el abandono,

    pero cunto ms desgarrante debe haber sido, para esas madres y

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    TESTIMONIO DE HLNE GUTKOWSKI*79

    esos padres, tomar la decisin de dejar a sus hijos en manos de gentedesconocida...Hubo madres que antes de ser metidas a la fuerza en los trenes

    que las llevaran a los campos de concentracin, intuyendo el destinoque las esperaba, empujaron a sus hijos hacia atrs, a veces hasta conuna bofetada, para obligarlos pese a la desesperacin de los nios, aquedarse all.

    Esas madres abandonaban a sus hijos, apostando a una esperan-za loca: que pudiesen salir de all con vida.Los dems eslabones de esas cadenas de salvacin, en la mayora

    de los casos, fueron personas desconocidas. Salvadores franceses fuerontodas aquellas personas, no judas y judas, que en Francia, durantela Sho, contribuyeron a la supervivencia de uno o varios judos.

    Hay todava quienes se preguntan si hubo salvadores judos. S,

    y muchos ms de lo que se sabe, miembros de organizaciones judascomo la OSE o les Eclaireurs de Francee individuos que ayudaban atrasladar a nios judos a Suiza, lospasseurs. Sentada entre nosotros,por ejemplo hay una mujer que con apenas diecinueve aos aceptinvolucrarse en la tarea de salvar nios judos. Logr hacer pasar unosveinte chicos hasta que fue delatada. Elsa pag muy caro tanta osada:fue deportada a Auschwitz junto con toda su clula. Ella sobrevivi,

    no as sus compaeros. Elsa Rozin est aqu para que sepamos quetambin hubo salvadores judos.Salvador fue el gendarme Andr Gosselin que vino a avisarle a la

    familia Hercowitz que los alemanes iban a emprender lagrande rafleal da siguiente, dndoles as a la madre y a sus tres hijitas el tiempode esconderse.

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    Andr Baccari1

    , maestro, junto a su esposa y su hija, alberg a nuevenios judos en su casa de Montigny-Le-Ganelon.Mr. Brillant, director del colegio de Chteaudun, pese a la prohi-

    bicin, acept a Enrique y a varios otros nios judos como alumnosdurante el ao escolar 1943-1944.

    Salvadora tambin fue Alice Gouvion, directora de un colegio enNiza que acept a Lily como alumna, escondiendo a las maestras la

    condicin juda de la nia.Y el Abb Eugne Guillet, que procedi de la misma manera conJean, el hermano de Lily y hasta lo escondi en su casa durante lasvacaciones de verano del 43.

    O las Hermanas del orfanato de St. Vincent de Paul en Aurillac,quienes aceptaron como pupila a Irene, quien ya no tena a sus padres,entre 1943 y 1945.

    Salvadora fue Hlne Nonorgues, otra directora de escuela, quese preocupaba porque Myriam pudiese seguir estudiando y que nole faltara nada. Cuando el padre de Myriam fue deportado y ella ysu madre tuvieron que buscar otros lugares para esconderse, Hlney Ren Nonorgues siguieron comunicndose por correo, con unapreocupacin y una ternura que no deben quedar silenciadas.

    Salvador fue el doctor Vey, mdico militar, que le invent a Francis

    una enfermedad pulmonar para evitarle tener que ir al frente.Salvadores fueron quienes llevaron a cabo cualquier tipo de accinpara rescatar a algn judo, como los choferes de los tres cochesalquilados por la familia de Pedro, quienes los llevaron, en menos dedos das, de St. Malo a Hendaye, en la primavera de 1941.

    1Dos aos despus de que este discurso fuera leido en la Embajada de Francia, el profesor

    Andr Baccari, su seora y su hija, gueron reconocidos por Yad Vashem, en Francia,como Justos entre las Naciones.

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    Son quienes ayudaron a familias enteras a pasar los Alpes o losPirineos, como sucedi con la familia de Michel, o las han escondidoen granjas, en altillos y en conventos. O son, simplemente, quieneshan tenido gestos que nunca podrn olvidarse, como aquel guardiafrancs del campo de Drancy que entr a la panadera y le consiguiun trozo de pan al chico judo hambriento, Henriplant, enraizado,delante de la vidriera.

    Salvador debera ser considerado tambin aquel hombre mayorque con dificultad se levant de su asiento en el mtroy se lo cedia una joven juda de quince aos, Micheline, que llevaba la estrellaamarilla en su solapa con la palabrajuif, pidindole disculpas por lainfamia impuesta por sus conciudadanos.

    Salvadores annimos, como los religiosos que nos bautizaron, oel cura que hizo sonar las campanas de su iglesia y empez a dar misa,

    como si hubiera muerto alguno de sus feligreses, con el joven judobuscado por los alemanes a su lado, disfrazado de sacristn.O aquel pequeo cura de campaa que cobij con cario a Richard,

    de solo cuatro aos, llevndolo con l, de madrugada, a la estacindonde cada da llegaban trenes cargados de heridos y muertos, y quecruelmente pag su amor al prjimo en el paredn de fusilamiento.

    Esconder a un judo, cobijarlo aunque sea por una noche, conse-

    guirle documentos falsos o, simplemente darle algo de comer, podacostar la propia vida y la de su familia.Infinita es la lista de los pequeos y grandes actos de coraje.Henri y Marie Degrmont, pese a tener ya ocho o nueve judos

    escondidos en el altillo de su casa en Les Coudreaux, tambin les

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    84 * TESTIMONIO DE HLNE GUTKOWSKI

    abrieron su casa y su corazn a mis padres y a mi hermano, quienespudieron as quedar a salvo hasta el final de la guerra. Henri Degrmonty Marie han sido para m, de 1945 a 1947, tonton y tata, misprimeros padres, los he querido entraablemente, y ellos a m ysigo amndolos y admirndolos en el recuerdo.

    Rendir tributo a los Salvadores franceses es posicionarse ya no enlo negativo de la Sho, sino en lo que en nuestro grupo llamamos la

    leccin positiva de la Sho, una leccin que debemos rescatar ydifundir.

    Hlne GutkowskiEmbajada de Francia en Buenos Aires, 6 de julio, 2006

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    DAVID GALANTE *91

    David naci en Rodas, una isla griega. Siempre creyque haba nacido en el ao 1925, como dice su documento

    argentino. Pero hace un un tiempo se encontr con sus do-

    cumentos originales de Rodas, donde gura su nacimientoen 1924. Como la isla, rodeada de murallas, era habitada

    por muchos judos, pareca una judera natural. Viva con suspadres y sus seis hermanos, tenan un negocio de artculos

    generales y hablaban ladino, que es el idioma judeoespaolque hablan los descendientes de los judos expulsados de

    Espaa durante la inquisicin.Hasta el ao 1943, Rodas estaba comandada por los

    italianos, pero a partir de entonces, cuando Italia rm un

    armisticio con los aliados, los alemanes invadieron la isla ydeportaron a todos los judos que vivan all. David fue

    llevado a Auschwitz, junto a otros 1800 hombres de los que

    sobrevivieron solo 150. Muchos fueron aniquilados al llegar,cuando separaron a los que estaban aptos para el trabajo

    de los que no. De esa separacin quedaron 400 hombres ymujeres que ms adelante fueron muriendo de hambre,

    fro o enfermedades.David trabajaba vaciando letrinas de mujeres. Esto era

    una ventaja porque al pasar cerca de la cocina, las mujeres

    le tiraban un pedazo de pan o una papa. Esa pequea ra-cin de comida era la posibilidad de vivir un da ms.

    David cuenta que sobrevivi de suerte. Todos los das

    eran una oportunidad de morir, pero siempre buscaba algu-na manera de abrigarse un poco, de conseguir algo de comer.

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    92 * DAVID GALANTE

    En los ltimos das antes del n de la Guerra, Davidtrabajaba con un grupo de soldados rusos prisioneros. Tenan

    que cargar con sogas motores de aviones cados que se

    juntaban en una estacin de tren. Como los soldados esta-ban ms saludables, l simulaba que trabajaba pero en

    realidad no haca fuerza.Luego, despus de que los nazis lo empujaran al fuego

    en un momento que l se acerc a calentarse los dedoscongelados, David enferm. Las extensas quemaduras le

    provocaron ebre. Pas muchos das en la enfermera, sinnocin del paso del tiempo. Un mdico francs, tambinprisionero, lo cuidaba y le curaba las quemaduras. Si nohubiera sido por la inminencia de la llegada de los rusos,

    David hubiera muerto all.

    Cuando lleg la orden de evacuar el campo, l se puso

    en la la pero el mdico le aconsej quedarse donde estaba:no poda caminar siquiera cien metros. Fue un gran consejo

    y una sabia decisin. Muy pocos lograron llegar a destino.Casi todos fueron asesinados en el camino, o no aguantabanandar tanto tiempo sobre la nieve, hambrientos y dbiles

    como estaban. Fue una de las tantas marchas de la muerte.Despus de ocho das, llegaron los rusos, quienes al ver

    lo que haban hecho los alemanes no podan dejar de llorar,hasta se descomponan. Llevaron a David al hospital. Pesabaapenas treinta y ocho kilos. Estuvo dos meses internado

    para recuperar su peso. Cuando estuvo en condiciones, losrusos lo enrolaron al ejrcito. La Guerra todava no haba ter-minado. Lo llevaron al frente para hacer trabajo secundario.

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    DAVID GALANTE *93

    Cuando termin la Guerra, David empez a vagar porEuropa, como tantos otros desplazados. As se encontr con

    un grupo de jvenes griegos con los que viaj un mes para

    volver a Grecia. En Rodas no quedaba nada. All se enterde que un hermano haba sobrevivido y que estaba en Roma.

    Las tres hermanas mujeres haban muerto, nunca supoexactamente cmo.

    Con el hermano, en Roma, decidi viajar a Argentina,

    donde viva otro hermano que se haba ido antes de laGuerra. A los judos no les daban permiso para entrar, peroencontraron un comisario de carga que accedi a llevarlosa escondidas a Buenos Aires en su barco. Despus de cin-

    cuenta das de viaje, llegaron al pas, donde trabajaron sindocumentos durante dos aos. Cuando los descubrieron,pasaron quince das en la crcel de Devoto. Al salir les dieron

    documentos argentinos. Recin all se sintieron completa-mente libres.

    Se establecieron en el barrio de Colegiales. Poco despus,David conoci a una mujer argentina, se cas, form una

    familia con dos hijos, uno de los cuales hoy vive en Israel.

    Con su hermano nunca hablaron de lo que le pas a cada uno

    en la guerra, tal vez por temor a abrir nuevamente las heridas.David tard cincuenta aos en empezar a contar su historia.

    Hace poco David volvi a Rodas, donde se hizo una con-

    memoracin con todos los sobrevivientes de la isla.

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    TESTIMONIO DE DAVID GALANTE*97

    Yo, como sobreviviente de Auschwitz, oriundo de la isla de Rodas,me presento para testimoniar sobre lo ms tenebroso y horripilantede la historia de la humanidad, durante la poca del nazismo.

    No solo entramos a un infierno que desconocamos; entramos aun infierno que el mundo entero, an despus de su destruccin, tar-dara aos en reconocer.

    Algunos podran pensar que durante estos sesenta aos estuvimos

    transmitiendo y contando lo que sucedi all. La forma en que vimosmorir exterminados a nuestros hermanos. Tratando de explicarle almundo lo inexplicable. Pero no fue as.

    Los nazis no solo se llevaron a nuestros hermanos. Tambin se lle-varon nuestra identidad, nuestra dignidad y nuestras ganas de vivir.Tardamos muchos aos en recuperarlas. En volver a sentirnos personas.No queramos revancha. Solo volver a ocupar un lugar en este mundo.

    El lugar que a nuestros hermanos se les haba negado.Cuando pienso que hace sesenta y tres aos entramos en Auschwitz,me recorre un escalofro por todo el cuerpo. Sesenta y tres aospuede ser la duracin de la vida de una persona y no me refiero auna vida corta como la que tuvieron nuestros hermanos, familiaresy amigos que murieron con apenas ocho, catorce, veinticinco o trein-ta aos. Me refiero a una vida con posibilidades de desarrollarse,

    trabajar y formar una familia. Una vida como la que deberan habervivido los seis millones de judos exterminados en la Sho.En estos ltimos doce aos nos han pasado muchas cosas a todos.

    Yo, por mi parte, entend que tena mucho para dar, an cuando yacrea que a nadie le interesaba escuchar lo que nos sucedi en los

    TESTIMONIO DE DAVID GALANTE

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    HOLANDA DBORA LANG

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    DBORA LANG *103

    Dbora naci en Utrecht, Holanda, en 1924. Tena cincohermanos. El padre de Dbora, desde que Hitler ascendiera

    al poder, en 1933, vea que la vida se pona cada vez ms

    difcil para los judos.Cuando los alemanes invadieron Holanda comenzaron

    las restricciones. Primero se les prohibi salir de las casasdespus de las ocho de la noche, se les oblig a usar la estre-

    lla amarilla... Hasta que en 1941 tuvieron que anotarse enuna lista, y el padre comprendi que deban esconderse

    para estar a salvo.Reuni a la familia alrededor de la mesa y les cont elplan mientras todos lloraban. Lloren ahora, pero por ltimavez. No les vamos a dar el gusto a los invasores les dijo su

    padre quien consigui asilo para sus hijos, separados, parano levantar sospechas. El ms grande, Simn, se uni a la

    resistencia.

    Fueron a los suburbios de la ciudad, a casas muy mo-destas donde vivan obreros que se arriesgaron por ellos.

    Vivan en un altillo donde deban permanecer prcti-camente en silencio. Varias veces la trama de solidaridad lesalv la vida.

    Dbora cuenta que ella y su hermana Elli pasaban muchohambre, estaban demasiado acas. El padre, desde su escon-

    dite, pudo organizar para que se mudaran junto a sus hermanasmujeres al sur de Holanda, donde no era tan grave la escasezde alimentos y donde era ms fcil mimetizarse con el resto

    de la poblacin, ya que no eran tan rubios como en el Norte.En el viaje, a cierta distancia para no levantar sospechas,

    las custodiaba el seor Van Schouwenaar, quien esconda a

    sus padres.

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    104 * DBORA LANG

    Fue entonces que Dbora lleg a Venray. Con el pelonegro bajo un sombrero, lo ms discreta posible. Estuvo es-

    condida en la casa de una viuda y con precaucin, de vez en

    cuando poda salir a visitar a sus hermanas. En 1944 el ejr-cito ingls liber el sur de Holanda. Dbora y su hermana

    consiguieron trabajo en la una cantina de soldados. Era unbuen trabajo: podan comer lo que se haca en la cocina.

    Pero el festejo no era completo: deban esperar la liberacindel norte, dende se hallaba el resto de la familia.

    Cuando termin la Guerra, cada uno de los integrantesde la familia sali de su escondite para ir al encuentro delos dems. La casa de los Van Schouwenaar fue el puntoelegido. Las mujeres llegaron en una ambulancia del ejr-

    cito ingls. Uno de los hermanos camin desde Alemania.Por suerte, todos estaban vivos. Recin entonces dice D-

    bora volvimos a llorar.

    Se quedaron viviendo en Holanda; Dbora comenz aestudiar farmacia y continu sus estudios hasta que en 1950

    consigui trabajo como azafata. La compaa viajaba a laArgentina y as fue que conoci a su marido y decidi venira vivir al pas.

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    TESTIMONIO DE DBORA LANG *107

    Durante muchos siglos, los judos vivieron en paz y prosperidadjunto a los holandeses. Esta convivencia fue quebrada para siempreen mayo de 1940 cuando los alemanes invadieron Holanda y comen-zaron muy paulatinamente las persecuciones a los judos, que porentonces sumaban ciento cincuenta mil personas.

    Terminada la guerra, sobrevivieron treinta mil. Entre ellos, mipadre, madre y cinco hermanos. Todo el resto de mi familia pereci.

    Nosotros nos salvamos gracias a la visin de mi padre quien muyatento al peligro que corramos, organiz que cada uno de sus hijos,l y su esposa, nos mudramos a casas de diferentes holandeses, quie-nes a su vez corran un gran peligro por ayudarnos.

    As vivimos cuatro aos. Separados y escondidos hasta que en1945 nos reencontramos sanos y salvos. Durante esos cuatro aospasamos de una casa a la otra, pues haba muchas razziasque obli-

    gaban a quienes nos cuidaban a cambiarnos de barrio durante lanoche. Fueron aos de silencio cuando haba visitas, de leer y releer,de tejer y destejer, de lavar la nica muda de ropa hasta gastarla, y deesperar la comida cada vez ms escasa.

    Fueron aos de inviernos enteros dentro de la cama para poderaguantar el fro. Pero tambin de escribir poemas y de ensayar peina-dos frente al espejito gracias a un par de ruleros que eran casi un tesoro.

    Lo digo con pudor, porque la verdad es que nunca estuvimos deses-perados. Quizs porque habamos participado de un grupo sionistay estbamos orgullosos de ser judos. Nunca pens que si no hubierasido juda mi suerte habra sido otra. Creo que esta fuerza interiorhizo que saliramos enteros.

    TESTIMONIO DE DBORA LANG

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    108 * TESTIMONIO DE DBORA LANG

    En Venray, un pueblo en el sur de Holanda, recuper parte de milibertad. Yo viva con una viuda y muy de vez en cuando sala paraver a mis hermanas. Cuando en 1944 el ejrcito ingls liber el surde Holanda, las hermanas no pudimos festejar porque el resto de lafamilia segua en el norte.

    Lleg 1945 y el fin de la guerra. La casa de los Van Schouvenaardonde se escondieron mis padres, y la nica direccin que todos

    nosotros conocamos fue el punto de encuentro.Las chicas llegaron en una ambulancia del ejrcito ingls. Michel,el ms joven, de apenas diez aos en 1940 y 15 aos al terminar laguerra, vino caminando desde Alemania y el resto sali de sus escon-dites. Igual no pudimos festejar porque poco a poco llegaron los anun-cios de la Cruz Roja por lo que nos enteramos de que ningn familiarhaba sobrevivido los campos de Sobibor, Auschwitz, Treblinka.

    Este pequeo relato es mi humilde manera de recordar y honrara todos aquellos que perecieron en los campos de exterminio.

    Dbora LangEmbajada de Holanda en Buenos Aires, 22 de diciembre, 2005

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    HUNGRA ELLA BERNATH

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    ELLA BERNATH *113

    Ella Smuk de Bernath sufri no solo la guerra, sino elcaos que conlleva la nalizacin de cualquier enfrentamiento

    armado, cuando se confunden amigos y enemigos, y no se

    sabe qu tierra pertenece a qu pas.Naci en 1925 en Hust, un pequeo pueblo donde vivan

    muchos judos, que haba pertenecido al imperio astro-hngaro y que despus de la Segunda Guerra fue entregado

    a los checos. En la actualidad es Ucrania, y al momento delnacimiento de Ella, era Checoslovaquia.

    Antes de la Guerra, Ella viva con sus padres y dos her-manas, muy cerca del resto de la familia, tos y abuelos. Porentonces su madre tena una casa de novias donde hacasombreros y tocados. Con los padres, Ella y sus hermanas

    hablaban en hngaro, con los abuelos en idish y en el cole-gio se comunicaban en checo.

    La depresin de los aos 30 se llev la vida de su madre

    y un negocio de su padre. Aos ms tarde, se declar laguerra, cuando Ella tena apenas trece aos. La madrastra,

    las hermanas y su abuela fueron deportadas una noche enque ella no estaba porque haba ido a pasar el n de semana

    a casa de una amiga que viva en las afueras. Tuvo que es-perar dos das para regresar a la casa porque el colectivoestaba siempre lleno. Esa demora le salv la vida. Al llegar,

    cuenta Ella que vio a sus hermanitas en el tren. Tiempodespus se enter que al mes de ese da ya las habanfusilado. Todo esto ocurri en el ao 1941.

    As fue que Ella se qued con su padre, su abuela paternay una prima. Entre ellos armaron una familia de sobre-

    vivientes, hasta el ao 1944 cuando fueron llevados al gueto.

    Despus de dos meses all fueron deportados a Auschwitz.All la separaron de su padre, y no fue asesinada de inme-

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    114 * ELLA BERNATH

    diato dado que los alemanes necesitaban soldados y obrerosen ese momento crtico en que podan perder la guerra.

    Ella trabaj en Boitzenburg, en una fbrica de aviones cerca

    de Hamburgo. La fbrica fue bombardeada y todos los quesobrevivieron emprendieron una marcha de da y de noche

    por una carretera que divida el frente de los alemanes delde los aliados. Ella recuerda el ruido de los caones, a

    ambos lados del camino. Da a da, las mujeres nazis que lascustodiaban iban desapareciendo. A dnde van?, Nos

    van a dejar solas?, se preguntaba.Despus de una semana de caminata, una maana demayo llegaron a un campo hermoso, donde ya se podasentir la primavera. Ella crey ver a lo lejos un tanque del

    ejrcito americano, pero pens que estaba delirando, queera imposible, porque estaban en Alemania. Se fueron

    acercando y un soldado le dijo en un alemn dicultoso las

    palabras que nunca olvidara: Chicos, la guerra termin,son libres como los gnomos en el bosque.

    Al rato un comandante les dijo que podan ir a donde qui-siesen, que eran libres, pero ellos les pidieron que no losabandonaran as, hambrientos, tan solos en el mundo.

    Despus de tres meses de deambular por Alemania, don-

    de todo estaba destruido, los americanos los entregaron alos rusos, que queran llevarlos a Siberia. Decidieron esca-par, el pueblo de Hust ya no era parte de Checoslovaquia

    sino de Rusia.Despus de muchos das, Ella pudo llegar a Praga. No re-

    cuerda ni puede reconstruir cuntos das pasaron. De Praga

    viaj a Budapest donde escuch que se juntaban los sobre-

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    ELLA BERNATH *115

    vivientes de su pueblo. Como el tren estaba lleno de soldadosrusos, viaj en el techo cubierta por una manta.

    Tena la ilusin de reencontrarse con sus familiares,

    pero en cambio solo encontr a un amigo de su padre quele cont que lo haban fusilado el mismo da en que llegaron

    al campo de concentracin.La llegada a Argentina fue tres aos despus. Antes, es-

    tuvo en un campo de refugiados en Austria, donde conoci asu marido y compaero de viaje. Tuvieron un hijo, fueron trans-

    portados a Italia y recin entonces su marido supo que tenahermanos en la Argentina y pudo ponerse en contacto conellos.

    Saban que en la Argentina no dejaban entrar judos, pero

    de todos modos tomaron un barco, decididos a llegar a Pa-raguay. All estuvieron tres meses y se negaron a convertirse

    al catolicismo para conseguir la visa argentina. Tiempo des-

    pus lo lograron y tomaron un barco, esta vez por el roParan en el que tambin viajaba un grupo de nazis hnga-

    ros que iban, igual que ellos, hasta Buenos Aires.Se instalaron en Lomas de Zamora. Despus se hicieron

    una pequea casa, tuvieron otra hija, y el marido comenz

    a trabajar cada vez mejor, hasta nalmente poner una em-presa de transporte de maquinarias. Ella lamenta la temprana

    muerte de su compaero, pero dice una y otra vez que enArgentina pudieron armar una vida de prosperidad, felicidady dar paso a nuevas generaciones.

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    TESTIMONIO DE ELLA BERNATH*119

    Estoy muy emocionada y me siento muy honrada de poder decirunas palabras en nombre de quienes no las pueden pronunciar.Yo soy sobreviviente de Auschwitz. Llegu con los transportes

    hngaros adonde la cmara de gas y el crematorio ardan da y noche.Estuvimos muchos meses a la sombra del crematorio y tuvimos

    la gran suerte de que necesitasen mano de obra esclava. Por eso nos