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DOCUMENTO DE TRABAJO . FLACSO SEDE SANTIAGO
Marzo de 1977
Circulación restrigida. Se ruega no citar sin la autorización del autor.
Santiago de Chile
MOVIMIENTO LABORAL Y COMPORTAMIENTO POLITICO*
Enzo Faletto
Trabajo en colaboración con: Julieta Kirkwood, Rodrigo Baño, Eduardo Morales.
* Este trabajo constituye un oapltulo del volumen sobre "nierza de m j o y Movimientos Laborales en &rica Latina", preparado por la ccmisión sobre Movimientos laborales de CLACSO, con el patrocinio del Social Science Research Council y la cmrainación de Rubén K a t m y José Luis Reyna.
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La finalidad de este trabajoees señalar cusles han sido
l a s interpretaciones más corrientes en l a sociología latinoamerica- \
na referidas a l comportamiento pol í t ico de los grupos obreros in-
dustriales. En consecuencia, e l foco de interés de éste es tá puesto
en e l llamado Itmovimiento laboral" y no estrictamente en e l
"rnovimient o sindicalI1. Este Ú l t imo abarc a r ia exclusivament& a l a s
organizaciones sindicales y, por ende, podría const i tuir un punto
de interés determinar s i están o no politizadas y en qué medida l o .L
están, En cambio, los movimientos laborales son por definición
más amplios, en cuanto articulan l as organizaciones y acciones de 1
l a fuerza laboral en wi &bito,mayor. Los movimientos sindicales
quedarían a s í incluídos, en c i e r to sentido, en e l estudio del mo-
vimiento laboral, l o que ha permitido replantear, dentro de ese
'contexto, e l problema de su politizaci6n. Como han señalado algunos,
no existe un significado unívoco del término politizaci6n, pudiendo
observarse que Nalgwios se refieren con dicho término a los medios
(huelgas, voto, violencia) empleados por los sindicatos en e l logro
de sus f ines; otros a los fines mismos que orientan l a acción sin-
dical (por ej : cambios en l a situaci6n de trabajo versus cambios en
-.la posición de l a fuerza de trabajo en e l contexto pol í t ico) ; f i -
nalmente, otros autores s e refieren a l a s agencias hacia l a s cuales
S dirigen l a s reivindicaciones (empresario, poder legislat ivo o
ejecutivo) (18.p.166). Como en los estudios sobre comportamiento
pol í t ico de los obreros industsiales se hace continuas referencias
a l grado de Hpolitizaci6nw del movimiento sindical, será preciso
tener presente estas d is t in tas significaciones para establer cuál
es l a que corresponde en cada caso.
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Las interpretaciones sobre e l movimiento laboral tienen su ."
origen en ensayos sobre e l tema y, en-algunos casos, en investiga-
ciones concretas a l respecto. Nos ha parecido que no era conveniente
intentar una r e ~ i s i ó n exhaustiva ,de l a bibliografía y trasponerla
en e l texto - más bien, hemos considerado importante incorporar 0
los estudios y trabajos que parecierog más representativos de un
t ipo de ixterpretación, en l a medida en que l a s hipótesis en e l los
contenidas han sido compartidas por un grupo significativo de auto-
res y estudiosos.
La exposición de l as d is t in tas interpretaciones ha sido
agrupada en t r e s grandes rubros. En e l primero de e l los se ha
hecho referencia a l as hipótesis sobre e l comportamiento pol í t ico
cuyo tema central se hal la constituido por e l problema de l a in-
corporación de los obreros a l proceso de desarrollo, identificado
en l a mayorfa de los casos c.on e l fenómeno de l a industrializaci6n.
Como se verá en l a exposici&n, los estqdios tienden a subswnir l a
realidad latinoamericana en e l amplio concepto de "países subdesa-
r r o l l a d o s ~ y e l tema dominante ser6 siempre e l fenómeno de transi-
ción de l a sociedad tradicional a l a sociedad moderna.
Los tópicos recurrentes en cuanto a comport&iento pol í t ico
obrero son aquellos de l a significacibn del nacionalismo; l a depen-
dencia frente a l Estado; los requisitos de incorporación d'e l a s
nuevas normas que implica l a sociedad moderna; etc. Conviene también
subrayar que l as hipótesis principales fueron', a mentido, generadas . .
por iñvestigadores de origen ~stadounidense y en algunos casos
europeo, cosa que en parlte explica l a continua referencia a l a s
desehe janzas observadas respecto a l a experiencia norteamericana o
europea; no obstante, en algunos. estudios comienza a observárse que
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l a particulari¿!ad de l o latinoamericano adquiere l a debida importan-
c ia .
En un segundo rubro hemos agrupado aquellos estudios que,
pese a r e f e r i r s e a tenias similares a l o s anteriores en relación a l
comportamiento po l í t i co obrero ( t a l como e l nacionalismo y l o s
otros temas apuntados), pretenden, no obstante, subrayar l a par-
t icularidad de l a si tuación latinoamericana. En es t e caso, e l
n h e r o de investigacioiies latinoamericanas es ya más considerable,
l o que explica e l énfasis mencionado. Aunque no l o señalemos tex-
tualmente, pareciera e x i s t i r conciencia que e l proceso de indus-
t r ia l izac i6n no contribuye, t a l como antes s e esperaba, a cons t i tu i r
por S$ solo un mundo homogéneo, sino que l a propia industr ia l iza-
ci6n adquiere rasgos específicos en ~rnér ica Latina. Su modalidad
de implant'ación obedece a fo-mas peculiares de l desarrollo capita-
l i s t a latinoamericano y, por tanto, l o s obreros, con sus comporta-
mientos pol í t icos , serkvl también un producto de esa realidad es-
pecífica.
' Por o t ra parte, investigaciones más detalladas pusieron
de re l ieve l a heterogeneidad en los t ipos de industr ias existentes
y, por consiguiente, diferenciaciones importantes en e l i n t e r i o r
de los propios grupos obreros. Las diferencias, desde entonces,
ya no fueron tan
en conceptos tan
En es t e
genéricas y s e tiende a introducir dist inciones
amplios como l o s de windustrial izaci6nu u "obrero
acápite hemos dado par t icu lar relevancia a l tema
d e l populismo, especialmente en cuanto s e r e f i e re a l o s aná l i s i s
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rea l izados sobre e l peronismo y e l varguismo, por considerar que
en e s t a materia ha s ido donde s e hcan producido gran pa r t e de l a s
po16micas, h ipó tes i s e investigaciones m a s s i gn i f i ca t i vas .
Por 6l t imo s e ha hecho re fe renc ia a l o s estudios sobre O
l o s nuevos t i pos de compo~tamiento obrero, e s dec i r ,
aquellos que surgen con posterioridad a l o s momentos d e l desarro-
l l ismo y de l populismo,.
A u n cuando e s t e t i p o de estudios no sean a& muy numero-
sos, nos ha parecido in te resan te des tacar los por cuanto indican
una preocupac ih por l o que podríamos llamar t t l o esperableqt en e l
comportamiento p o l í t i c o obrero, dado cp.& l a s nuevas condiciones
por l a s que a t rav iesa l a sociedad latinoamericana plantean l a ur-
gencia de encontrar nuevas formas de respuesta p o l í t i c a .
Un hecho conviene r e s a l t a r : l a s primeras in terpre taciones
acerca de l comportamiento predecible de l o s grupos obreros que s e
incorporan a formas más modernas de comportamiento i n d u s t r i a l , se-
ñalaban una posible atenuación de l o s conf l i c tos socia les . A l
incorporarse a l a sociedad moderna, s e suponía que l o s obreros
aceptarían sus normas y , en algún modo, s e svconformarfanPt con e l 1
sistema p o l í t i c o y soc i a l vigente. Los estudios a que hacemos
referencia en e s t a pa r t e señalan, por e l contrar io , cómo i a reno-
vación de l -comportamiento p o l f t i c o obrero surge desde l o s sectores
más modernos y no cano una tendencia simple a l a adaptación o acep- 6
t a c i h , s ino como una nueva forma de p lan tear e l con f l i c to con l a
sociedad y con e l sistema vigente. Conviene no obstante,
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destacar que los e-studios considerados no constituyen ibna prueba
fehaciente de l o dicho; pero, preocupaci6n c o m h a todos e l l o s
es l a de buscar en l o s cacos estudiados los indicios de una trans-
que puede tener lugar futuro.
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1 - E l Análisis del, Comportamiento pol í t ico obrero
y e l problema del desarrollo.
A f ines de l a decada del 40 y durante l a del 5 0 , una de
I js 'prexupacjoncs - xás en boga en l a sociolog~a latinoamericana
estaba constituída por e l problema del desarrollo. A es ta preo-
cupación no escapaban los estudios y trabajos referidos a los
grupos obreros de l a región. La forma en que se expresan 10s
temas t iene como punto de partida e l supuesto de que los paises
subdesarrollados (o en vía de desarrollo), se incorporaban a un
proceso de iniustrializaciÓn que, en 6itimo término, implicaba
una **totaiizaci6n industr ialw. En otras palabras, un mundo cuya
realidad era l a "sociedad industrialt1, A decir verdad, l o s tra-
bajos concretos de investigaci6n eran relativamente pocos, de
modo que l a reflexión se hacía l a s más de l a s veces a pa r t i r de
experiencias obtenidas en otros contextos, principalmente países
asiáticos y africanos, los que a f inales de l a Segunda Guerra
Mundial atravezaban por una rjpida fase de descoionizaciÓn y
pretendian const i tuir una vida independiente como nación, Esas
experiencias, aunque se aceptaba que tuviesen particularidades
que no l a s hacían perfectamente intercambiables, presentaban no
obstante, algunos puntos en común, l o que se postulaba deberse
precisamente a l a condición de subdesarrollo, no estando aún de
moda e l concepto de "tercer mundott. u
Esta similitud de los "paises sub desarrollad os^ servía
para marcas l a s diferencias con los f enhenos similares que habhn
tenido lugar en l o s paises desarrollados.
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La mayor pa r t e de l a l i t e r a t u r a sociolÓgica, ~ r o v e n f a
de investigadores estadounidenses preocupados por e s t e nuevo
a fenómeno mundial. Los estudios y ensayos por e l l o s real izados,
empezaron a d i fundirse por América Latina dando origen a l a s *
primeras reflexiones scbre e s t a s materias. Las ref lexiones sobre
e l proceso p o l i t i c o y su incidencia en e l proceso de indust r ia-
l i zac ión , cons t i tu ían pa r t e de muchos de l o s estudios, haciendose
de igua l modo re fe renc ia a l comportamiento p o l i t i c o de l o s sec-
t o r e s obreros, puesto que no so lo c o n s t i t u í a preocupación e l
problema de l a incorporaci6n a l a i ndus t r i a , s ino también a l o que
s e denominaba de modo m 5 9 genérico e l "modo de vida industr ial1 ' .
Puede s e r v i r como ejemplo, en t re var ios o t ros , e l l i b r o de Kerr,
Dunlop y o t ros " E l Industr ial ismo y e l Hambre Indus t r i a lw (20),
en donde e l mater ia l de a n á l i s i s y re f lex ión e s t á cons t i tu ido
principalmente por l a experiencia de paises asiAticos y afr icanos
pero, cuyos temas tuvieron amplia repercución en ~ m é r i c a Latina.
E l hecho m& destacado, en l o que a comportamiento po-
l í t i c o s e r e f i e r e , fue e l d e l nacionalismo, corno orientación
p o l i t i c a p r inc ipa l de vas tas capas de l a sociedad, que i n c l u í a
también a l o s grupos obreros. En lo s países colonia les l a s
notas fundamentales eran, como es obvio, e l anticolonialismo como 2 sentimiento, a l a vez que un esfuerzo decidido para e l logro de
La independencia. A e l l o s e s~maba una orientaci6n hacia e l -
*
tlprogresom y un rechazo a l a preponderancia o presencia desmedida
de l o extranjero. Estos 6ltimos dos rasgos en pa r t i cu l a r , s e
pensaba que estaban también muy presentes en e l contexto p o l í t i c o
latinoamericano.
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Los. estudiosos pon<=m de relieve que e l nacionalismo
se consti tuía en los países subdesarrolladoc en l a v ía hacia e l
desarrollo, advirtiéndose una estrecha acociaci6n entre l a
"orientación nacionalistag' y l a "'ideologia de l a industrializa-
ci6nqt. Con i;cn desarrollo de l a industria nacional se pretendia
afianzar l a s bases de l a independencia, obtener 'el' ansiado progre-
so y,' limitar l a presencia de l o extr,anjero. Por otra par'te, e l
nacionalismo, a l difundir l a ideologia del progreso y l a necesi-
dad del mismo, c o n t r i b ~ f a a establecer, a l nivel de l a sociedad
global, un conjunto de normas que eran adecuadas para e l de-
sarrol lo e impiantaci6n de l a industria; puesto que se sostenia
que l a industrializaci6n requiere no sólo actitudes y comporta-
mientos que tienen lugar en e l ámbito de trabajo, sino que también
orientan a l conjunto de l as relaciones sociales.
E l conocimiento del
de los estudios de Max Weber
tuvo e l desarrollo de nuevas
del modo de vida industr ial ,
proceso europeo, en donde a par t i r
se había seiíalado l a importancia que
pautas de conducta en e l afianzamiento
encontraba una réplica en e l naciona-
lismo de los países subdesarrollados.
No obstante, se señalaba, e l nacionalismo acarreó como
consecuencia que e l Estado adquiriera en los paises subdesarro-
llados una fwición preponderante, puesto que a 61 correspondía l a
tarea de l levar a cabo e l programa de industrialización propuesto.
A esto no escapaba l a orientación pol i t ica del movimiento obrero,
quién mostraba una fuerte orientación a l iga r su suerte y su fu-
turo a l a acción del Estado.
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Sintetizando algo de l o señalado, los estudios enfatiza-
ban dos aspectos princi2ales en l a orientación pol í t ica de los
obreros: su adhesión a l nacionalismo y su dependencia respecto
a l Estado. Estos hechos contribuyeron s. explicar e l t ipo de
comportcvniento que se hacia manifiesto e incluso e l t ipo de con-
f l i c t o que tendían a asumir. Se coastataba, por ejemplo, que en
los inicios s e hacío presente una fuerte protesta obrera y que,
s in embargo, m& t ~ r d e declinaba. L a protesta i n i c i a l era debida
a l desajuste prodi?.cido p o r e l quiebre de l a sociedad tradicional;
pero, no en todos los casos e l conflicto era una expresión de
defensa de l a s antiguas formas de organizaci6n social f rente a l a
irrupci6n de los nuevos modos de vida. E l nacionalismo, con su
orientación hacia e1 progreso, movilizaba contra los patrones CV-
caicos, y e l movimiento obrero - se decia - participaba de estas
metas.
En l a s sociedades tradicionales, o "sociedades e l i t a r i a sw
como a veces prefería ll,m&seles, e l conflicto obrero es con l a
sociedad, puesto que pretenden una drsst ica trcansformaci6n del
orden; t a l acti tud cambia una vez puesto en marcha e l proceso de
modernieaci6n y desarrollo.
Como se sostenía en diversos estudios, l a industrializa-
cidn había llegado a ser uno de los objetivos primordiales de :
a los movimientos nacionalistas y de l o s partidos polít icos. Apa-
recía cas i como un requisito fundamental7 para l a supervivencia
nacional. Por su ~ a r t i c i p a c i ó n en t a les c&.viccibnes se niponia
que los obreros individuales ercm proclives a considerar que los
beneficios potenciales tenderían a trascender por doquier l a s con-
secuencias negativas de l a industrialización.
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O t r g s elementos, que intervenfan también en l a carac-
terizaci6n dek c~mport~miento y oricntaci6n pol í t ica de los obre-
ros, s e apuntaban ademss para señalar l a ausencia de conflictos
con l a industrializaci6n. Entre e l los , l a no vigencia de ideologías
de protesta. Un siglo a t r s s , se apuntaba, existían formas de
r e s i s t i r ideológicamente a l2 creciente industrialización, ta les
como e l ,anarquismo, los movimientos ut&picos, las ideologias de
organización cooperativa, l a s d is t in tas formas de socialismo,
etc. En cambio, se decia, l a s alternativas de eieccibn actuales
parecen'ser menores; se t r a t a más bien de cómo acomodarse, de
c6mo participar en e l &den industrial , y de c6mo compartir l a s
ganancias de este orden. .
M& a&, en l a s fisociedades de clase median, l a s que se&
se suponfa reemplazaban a l as sociedades e l i t a r i a s , e l obrero no
e s t s más en contra de l a sociedad, sino en contra de rasgos es-
p e c i f i c o ~ del trabajo y de l a comunidad de trabajo, conflictos
todos que tienen mec¿unismos accequibles de resolución.
Era convicción extendida entre l o s autores de estos estu-
d i o s y ensayos, que a l a que denominaban sociedad moderna, y a l a
cual postulab,m que se aproximaban los paises subdesarrollados,
implicaban un c i e r t ~ grado dc pluralismo y movilidad que se tra-
ducía por cec$lsiguiente, sino en e l termino del conflicto, por l o
menos en una prudente atenuc.ciÓn del mismo. E , incluso, e l na-
cionalismo mismo contribufa a atenuar e l posible rasgo conflictivo,
puesto que también po&n ser usado para racionalizar l a distancia
entre aspiración y realidad.
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No obstante l a visi6n optimista preponderante, algunos
hechos ap,arec~an como objeto de preocupación: a causa misma de
l a i n s c r c i h de los obreros y de sus ~rg~mizacioncs en los movi- 8
mientos nacionalistas, estas organizaciones aparechn poderosas
. en cuanto n influfncio ~ o l í t i c a se ref iere , pero debiles en poder
econ6mico y autonomí?, . En térrnincs 126s precisos podría decirse
que l a preocupación estaba centrada fundamentalmente en relación
a l nmovimiento sindicalqt, donde se advertía una p o l i t i z x i ó n
tanto en l o s medios empleados por los sindicatos como en l a s agen-
c ias hacia l a s cuales dirigen sus demandas (~obierno y ~ a r l m e n t o ) ,
Frecuenter~zente se seik.laba que es ta "politizaci6ng1 obedecía pre-
cisamente a l a debilidad de l a posici6n del trabajo obrero en e l
contexto económico. La mayor parte de l a s veces l a orgcanizaci6n
sindical contaba con apoyo del gobierno o de un partido polft ico,
l o que l a hacía extrcmadamcntc dependiente, siendo & t e e l motivo
principal de l a inquietud y preocupaci6n señalad?.,
Los problemas que acarreaba l a transición do l a denominada
sociedad tradicional a l a sociedad moderna constitufan, como hemos
subrayodo, e l foco principal de l a s preocupaciones, de modo que
gran parte de los trabajos profundizaroq en esta dirección. E l
comportamicnto pol$tico obrero, o por l o menos algunos aspectos de . .
61, trataron de ser explicados en referencia a este hecho. AS^,
en los trabajos de Bilbert Moore, ( 2 1 y 22), se señala una dife-
rencia Cwidamental entre l as caractcrfsticas de una actividad
pre-industrial y l as de una de t ipo industr ial . Esta diferencia
est6 referida al' t ipo o sistema de actividad que impere en una
u otra. En e l primer caso - actividad pre-inCustria1 - l a auto-
ridad es general y personal; es decir, se aplica a un ámbito muy
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extenso de cuestiones, pcro aparece individualizada y personifi-
cada. En e l segundo caso - actividad industr ial - l a autoridad
es especifica e impersonal; su &bi t0 de competencia es m a s deter-
minado y l a autoridad proviene del cargo y no de l a persona.
Tal caracterizaci6n se trasladaba a l a relaci6n pol i t ica, dhdose
por supuesto que t a m b i h aquí l a s formas de autoridad en l a so-
ciedad tradicional y en l a sociedad moderna difieren por los
rasgos señalados. E l problema para l o s obreros, a los que se
consideraba proveniente de una sociedad tradicional, no era s 6 l o
e l de l a adaptación a l as normas de l a empresa moderna, sino
además e l de su incorporación a l a s nuevas pautas que se suponía
regirían e l sistema polí t ico de l a moderna sociedad industrial .
A primera v is ta , se señalaba, l a presencia de c ie r tas
formas de relación pol í t ica como e l ncaudillismot~ y e l "persona-
lismo" podían ser consideradas como sobrevivencia de l a sociedad
tradicional, pero no obstante podía detectarse que a& a s í cum-
plían una importante f u n c i h .
E l procesc de transición dc l a sociedad tradicional a
l a sociedad moderna, e l "prxeso dc cambiom coma se usaba decir, -
era 10 suficientemente rápido como para no poger descansar sola-
mente en una socializaci6n a través del sistema educacional.
Puesto 'que l a transición sc daba a menudo en e l plazo dc una ge-
ne rac ih , involucrando por consi'guiente a una gran cantidad de 5
adultos, l a internaiizaci6n de l a s nuevas normas en los adultos
implica, se sostenía, un compromiso (invalvement) emocional y
éste l o otorga l a autoridad carismática, de l a cual los fenómenos
latinoamericanos de vtcaudillismo~ y y~pcrsonalisrnost eran ejemplos
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sobresalientes. De este modo, no ~ a r e c í a sorprendente que l a s
formas de La transición pol í t ica estuvieran comunment e caracte-
rizadas por l a presencia de uuia autoridad carismática. Con esto
se expiicaba parte del comportamiento pol i t ico obrero (aunque no
s6io a e l l as hacia referencia) como también se deslizaba una nota
de optimismo respecto a su significado,
Algo similar sucedia en re lac i jn a l modo de evaluar l a
importancia y significación de los sindicatos. A pesar de los
conflictos que pudieran sostcncr, 13s sindicatos aparccian como
un instrumento de incorporación a l "modo de vida i n d ~ s t r i a l ~ ~ .
Incluso se podía prevcer qw, parad&~icari~entc, con su concurso los
conflictos se atenuarían, Tal afirmaci6n se basaba en e l supues-
t o de que e l 6xitc de los sindicatos en sus reivindicaciones,
reducía l a posibilidad de rechazar e l sistema como un todo, e
incluso se reducía l a posibilidad de que se propugnaran cambios
radicales en l a estructura social. De algún modo, e l éxito mismo
pasaba a comprometerlos con e l sistema vigente.
No obstante, se apuntaba como hecho notoriq que en l a
incorporación a l sindicato no actuaban solamente como factores
cleterminantes l a s intcncioncs de Ptdef ensa del trabajou ; con-
currian tambi6n a incentivar l a participacibn "motivos patri6ticosvt -.
u otros fines col&tivos, y estos canponentes habrian dado lugar
en muchos casos a l a mayor base de atracción. A tyav&s de es te
hecho, l a politizacidn df los sindicatos, en e l sentido señalado,
se mantenía.
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Los autores estaban concientcs de que, s i bien se podían
abrigar esperanzas de que e l conflicto obrero, como tfpico con-
f l i c t o industria1,no alcanzara grandes proporciones, habfa tam-
b ib i otros motivos que originaban un fuerte grado de "intranqui-
lidad obrera". Los determinantes, en l o s países subdesarrollados,
de l a "intranquilidad obrerat1, obedecían a problemas tan amplios
como los de l a miseria, l a existencia de llpoblaciones marginalesq1
que l a s mds de l a s voces constituian e l lugar de residencia dc
los propios obreros, l a reforma agraria, y e l proceso mismo de
industrializaciÓn. Tales hechos obligaban a los dirigentes a
poner Énfasis en l a acción po l i t i cap en vez de aceyituar una orien-
tación hacia l a "negociación colectivaH, t a l como había sido l a
experiencia de l a s organizaciones sindicales norteamericanas, o
de muchas de l a s europeas,
E l r o l pol í t ico de los sectores obreros, como llevarnos
dicho, quedaba claramente perfilado, tanto en l o que implicaba
como problema en relaci6n a los comportamientos que se suponfa
eran requeridos por l a "sociedad m~derna'I como desde e l punto de
v i s ta de su contribucibn a l a particularidad del proceso pol í t ico
en los subdesarrollados y en ~m6rica Latina en particular. . ,
John ~ v h n s m , en su ?ibrottPqlit ical Changc i n Latin ame rica^
(17) que tuvo considerable influencia, apunta algunos de los ras-
gos que, a su juicio, narcaron e l modo del comportamiento pol i t ico
obrero en l a regi&. Uno de l o s más sobresalientes l o const i tu i r ia
l a importancia de l a acción del Estado en l a orientacl6n pol i t ica
del movimiento obrero latinoamericano. A pa r t i r del ascenso y
presencia de los sectores medios en e l ámbito de l a pol í t ica
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latinoamericana - cuyas fechas vadan para cada pais - l a indus-
t r ia i izaci6n y l a poi i t ica llegaran a estar a i t b e n t é implicadas
y l a tarea de l a in~us t r i a l i zac i6n fuc considerada como l a fun- S
ciÓn principal de los nuevos Estados. Pero además de esto, e l
Estado se proponía l levar a cabo un conj'~11ito de funciones sociales
en beneficio, se decía, de l a mayorfa de l a ~obiaci6n. Entre
i'stas, e l dcsarrollz de programas de salud, vivienda y principal-
mente educación; además de contribuir a l a incorporaci6n y par-
ticipaci6n de los d is t in tos grupos en e l h b i t o de l a sociedad
polf t ica. Esta amplia definición de l a s funciones sociales del
Estado, l o iiev6 a preocuparse po r tener un papel activo en l a
dirección del movimiento obrero, l o que era claramente vis ible en
los casos de Argentina, Brasil y ~ 6 x i c 0 , principalmente, no
obstante no es tar ausente e l fen6mcno en otros paises. Como re-
sultado de es ta políticz., se señalaba que los obreros consideraron
que todo beiief i c io recibido provenía del Estado, concluyendo que
su bienestar y e l de sus compañercx obreros descansaba m j s
en l a acci6n poi i t ica que en l a s negociaciones directas con l a s
empresas.
Respecto a l a acción pol í t ica misma, se señalaba que e l
voto obrero había contribuido eficazmente a l éxito de l a s alianzas
encabezadas par l a clase media, ya que és ta filtima habfa buscado
con frecuencia en los sectores obreros e l apoyo popular que l a ,-
real2,zaciÓn de sus programas requcria. Esto se habría traducido
en e l carácter p lur ic las is ta de los partidos cuyo liderazgo y pla-
tafo&a pertenecian a los sectores modiris. E s as5 que se citaban 1
casos de partidos t a les como e l Colorado en Uruguay, e l Fartido -
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Radical en Chile, e l Partido Trabahlicta en Brasil, e l Peronismo
en Argentina, ctc.
Sin embargo, l a alianza entre obreros y clase media no I
era todo l o sólida que ~ a r c c f a . Junto a los ob~eros industria-
l e s tenían presencia contingentes importantes de sectores popu- 6
lares urbanos cuya actividad no era l a propiaente industrial .
Los sectores medios en su intento de permanecer en e l poder mu-
chas veces iniciaron una pol í t ica de maniobras, oponiendo 13s
intereses de un grupo con o t r o , como una forma de desviar o dete-
ner l a ~ r e s i 6 n o demanda de cada uno de e l los . Frente a l a de-
manda de los obreros industriales, mejor organizados, se movili-
zaba a sectores populares que, evidentemente desf av~recidos , se
disociaban de una reivindicación a l a que 3e presentaba como un
puro intergs sectorial . D e igual modo, s i l a reivindicaci6n eya
de los sectores populares, trataba de oponérseles a los sectores
obreros organizados, con e l argumento que una demanda popular
excesiva pondría en ~ e l i g r o l as ventajas relat ivas que l o s obreros
industriales h a b b alcanzado.
Aunque en c ie r to modo, y siempre en l a misma perspectiva,
un conjunto de estudios empezaron a profundizar en l z experiencia
pol i t ica obrera, s i rva como en los casos anteriores, l a referencia
a un l ib ro que puede ser considerado como ejemplar; e l de R.
Alexander "Labor Relation i n Argentina, Brasil and Chile9' (1). I
En este caso e l énfasis estaba puesto en e l grado de control que
se ejercía sobre e l movimiento obrero, l a organización sindical
y, por ende, en e l comportamiento pol$tico obrero. Se subrayaba
como fenkmeno bastante extendido en América Latina e l intento de
controlar los sindicatos por parte de los gobiernos, principalmente
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ción más pacífica,
E l caso del 7tEstado Novow brasileño durante Vargas era
citado también como un ejemplo de control, en donde l a ingerencia
a través de los códigos del Trabajo, que reglalientaban exhaustiva-
mente los l h i t e s de l a accióil sindical, derecho de huelga, £un-
ciones y atribuciones de los miembros y dirigentes, grupos que
o no sindicalizarse, etc. Tal. reglamentación y control
habrfa sido hecha en v i s ta del potencial pol í t ico del movimiento
obrero que algunos grupos vislm-braban como peligroso. AS<, en
e l caso chileno, por ejemplo, se había argumentado en los años
1920-25 que s i bien e l movimiento obrero podía no considerarse
una fuerza decisiva, l a e ~ p e ~ i e n c i a europea de l a primera post-guerra - l a revolución rusa, los intentos revolucionarios en Alemania, l a s
huelgas y ocupaciones de fábrica en I t a l i a en 1920, e tc , - hacf* '
aconsejable encausar e l naciente movimiento obrero latinoamericauio
po r vías que aseguraran, a través del control del mismo, una inser-
del Estado era enormemente acentuada. Los sindicatos sólo pro-
vefan representación legal frente a los tribunales del trabajo y,
en relación a sus miembros, los proveía de servicios sociales ex-
tensivos; siendo e l resto de sus actividades - que se consideran
como propias de l a actividad sindical - resortes de acción directa
del Estado. -
Pero l a intención de control de l o s obreros-y de los sin-
dicatos no sólo era una pol í t ica es ta ta l . Los grupos empresariales
desarrollaban tambi6n acciones en este sentid0.y l a pol í t ica se-
guida era l a denominada de npatcrnalismo empresarialw. E l ejemplo
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chileno servfa para i l u s t r a r e3 caso. Las razones de esta po l f t i ca
eran fundamentalmente cuatro, A través de proporcionar directa-
mente por l a s empresas servicios ta les como vivienda, salud, en
algunos casos educación, etc., se perseguía, primero, desviar l a
protesta obrera, que encontraba en l a propia pol í t ica empresarial
posibilidades de satisfacci6n a algunas de sus demandas; una hábil
manipulación de los servicios otorgados introducía diferencias dentro
del propio grupo obrero, generando gmpos cooptados que apoyaban
invariablemente l a ~ o l f t i c a empresarial. Segundo, impedir l a inter- . ferencia del Estado que podía intentar, en caso de conflictos, mo-
v i l l za r a l o s obreros en contra de los empresarios. Tercero, adaptar
'una mano de obra -agraria a l a vida industr ial , identificándola
con l a empresa y con los empresarios. Cuarto, l a conciencia' de que
no es posible construir nuevas industrias en un país subdes'arrolla-
do, s i no se proporcionan además casas, escuelas, asistencia médica,
etc. Como se observa, junto a los requerimientos de l a industria-
lización, aparecían en l a pol f t ica paternalista claras finalidades
de manipulación pol í t ica del grupo obrero.
Pese a enfatizarse e l grado de control que tanto e l Estado
como e l sector empresarial pretendb.n ejercer sobre e l movimiento
obrero, no se escapaba e l hecho de que es te sector lograba inser-
ción en e l jmbito polit ico, aunque se subrayaba que l a incorporación
era más bien de los dirigentes sindicales que de l a totalidad de los
miembros. AS?, se apuntaba c6n10, en e l caso argentino durante e l i
peronismo, muchos s indical is tas eran miembros del congreso e in- . .
cluso algunos accedían a cargos ministeriales.
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En e l t raba jo de Alexander s e t r a t a n de es tablecer di-
ferencias concretas en t re e l fenómeno d e l varguismo y d e l peronismo.
En e l caso de Vargas, s e anota, & t e destruyó l o s antiguos sindi-
ca tos y es tab lec ió o t ros nuevos, l o s cuales quedaron bajo e s t r i c t o
control e s t a t a l . peyón en cambio, someti6 a l o s s ind ica tos exis-
t en tes , por l o cual &tos conservaron por l o menos un grado un poco
mayor de autonomfa.
La p o l f t i c a de peyón, s e señalaba, obligó a l o s empleadores
a' reconocer a l o s s indicatos y negociar con e l l o s , pero a l mismo
tiempo l o s s ind ica tos fueron incorporados a campañas de apoyo a l
gobierno. A t raves de l a denominada ttLcy de asociaciones profesio-
nales" e l gobierno peron is ta ponfa e l poder d e l Estado de t r á s de
l o s s indicatos reconocidos y obligaba a l o s empleadores a negociar
con e l l o s ,
Pese a l a dependencia, cuyos rasgos y d is torc iones s e
enfatizaban, s e reconocía a pesar de todo que e l resul tado de l a
experiencia peronis ta fu6 l a aceptación de hecho de que e l movi-
miento obrero había llegado a s e r wno de l o s grandes centros de
poder de l a es t ruc tura econÓgica, p o l í t i c a y soc i a l de l país .
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11 - Especificidad del comportamiento polf t ico obrero.
1.- La particularidad del obrero latinomericano. 6
Uno de l o s rasgos que l e otorgará especificidad a l a for-
mación de movimiento obrero en ~rnérica Latina, es aquel que tiene
que ver con l a asincronía entre e l plano económico y e l social y
cultural . A. Touraine afirma respecto de l a sociedad brasileña wi
rasgo que se ha hecho extensivo a l conjunto de los países latino-
americanos. E l carácter esencial de es ta sociedad es, en efecto,
e l decoiage entre l a vida económica y l a vida social y cul tural .
En Europa l a democracia social fué lentamente conquistada por l a
clase obrera y e l consumo de nasa.no apareció sino recientemente,
es decir , después de una larga h is tor ia de desarrollo económico y
de transformaciones pol i t icas (29 , p.86). A l def inir l a masa óbrera
latinoamericana y dis t inguir la de su congenere europeo, Touraine
aseguro que " la nueva masa obrera se distingue de l a s categorfas
europeas correspondientes a l f i n del S i g l o X I X , menos por su nivel
económico que por su lugar en l a sociedad. En vez de una extensión
progresiva de l a democracia pol i t ica , de reformas sociales y de
l a p~oducción económica, Brasil ha conocido una ruptura brutal con
l a democracia limitada dominada por los grandes propietarios, a l
m i s m o tienrpo que l a eclosióil de centros urbanos donde e l modernismo
y los vtmass-mediaw tiene una importancia comparativamente más
grandes que en los viejos paises industriales europeos. Estos dos i
aspectos de un nivel de social elevado se refuerzan
por un tercero: e l nacionalismot1 (29, p . 6 5 ) . Aunqu? en otra parte
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de este capítulo se examinan los elementos que dcan cuenta de l a
estructuracibn del Estado de compromiso y que explican l a temprana
y brusca irrupción de l o s sectores populares en l a vida pol í t ica
de los países latinoamericanos, es Ú t i l recordar aquf que pese a
haberse iniciado procesos de industrialización en varios países de
~rnérica Latina, anteriores a l a c r i s i s de q1dominaci6n oligárquicaP',
t a les procesos, como sefíala Octavio Ianni "no habían a6n producido
todos sus efectos fundamentales, los instrumentos del poder se
encontraban en l as manos de l a burguesía agrario-comercial tradicional
que no estaba en condiciones de actuar en conformidad con l a s exi-
gencias de l a situación. Como esa clase se encuentra vinculada
a otra estructura económico-social, como era en gran parte un pro- \
longamiento de l a estructura agraria en e l medio industr ial en
formación, e l l a no estaba en condiciones de desarrollar un compor-
tamiento polít ico, f rente a los obreros según l o s requisitos de
un sistema capi ta l i s ta industrial . La violencia y l a intolerancia
del poder central f rente a l a s reivindicaciones obreras son tam-
bi6n e l resultado de esa inadecuación estructural , debido a l a
superposici6n e interpenetración de sistemas económicos dis t intos. t P
( 5 p . 6 ) Esta situación es superada - t r a s l a c r i s i s de l a
década dci 20 - por c l Estado de compromiso en que s i bien l a
burguesía industrial pasa a dominar cada vez más e l podtr, su rela-
ción con e l mundo obrero es, de algún modo, inediatizada por e l
aparato es ta ta l . De es ta manera " l o s conflictos entre l a s clases
s e nresuelvenH en una legislación laboral sistemática que prevee
y canaliza en un sentido prcdctcrminado e9 c~mport~amiento polft ico
obrerow (15, p. 118-113). Lo que se quiere s ignif icar es otrc de
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l o s rasgos especfficos $e1 movimiento obrero latinoamericano, cual
es su temprana y crucial relación con e l Estado, cuyas modalidades
van desde e l caso brasilefío, cn e l periodo del !'Estado Novou, en
que e l Estado P'no se l i m i t ó a establecer los límites tolerables
de l a s reivindicaciones y del proletariado y sus
asociaciones sino que 61 mismo organizó a los sin-
dicatos," (26, p.114-115),(subrayado en e l or iginal) , hasta l a
situación en Chile en que una fuerte legislación social (educación,
social , salud) daba cuenta de l a relación del mundo
obrero con e l aparato del Estado y su modo de inserción en 61.
Otra de l a s stim&genesP1 que se ha difundido como peculiar
del proceso de formación de l a memo de obre en ~rnérica Latina, es
e l rápido y masivo proceso migratorio campo-ciudad, que ha tenido
consecuencias de diferente orden en su comportamien~o~como t a l ,
y que marca otra de l a s g~desviaciones~l del proceso latinoamericano,
respecto del "modclofl europeo. Como apunta Touraine, en los países
donde l a industrializaci6n es va fenómeno antiguo " la llegada ,
constante de nuevos ciudadanos y de'nuevos trabajadores industria-
l e s no modifica profundamente l a situación obrera o l a orientación
de l a ~ o l f t i c a del gobierno o de l a empresa. Cuando m j s , se debe
a s i s t i r a l a formación dc un sub-proletariado, formado sobre todo
por obreros extranjeros, venidos dc I t a l i a , Grecia, Africa del
Norte o de l a s Antillas y que e s t h sometidos a c ie r tas formas de
discriminación o segregación. En Brasil, es l a masa de obreros no
calificados l a que proviene de l a s migraciones internas, en t~anto
que l a proporci6n de extranjeros es elevada entre los obreros ca l i -
ficados y los cuadros t6cnicos. No se puede entonces def in i r los
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problemas plmteados p o r estos nuevos obreros en terminos de
minorías: su realidad social es l a de "una clase obrera en for-
En este proceso l o que sc busca resa l t a r es que e l com- a
portmiicnto obrero es tar ía fuertcmx-tc sesgado por e l impacto
urb,mo, l o que se traducía en determinadas formas de acción. "La
referencia a modelos de consumo urbano puede todavía acentuar esta
dependencia limitando l a s rcivindicacioncs a protestas mal articu-
ladas a f i n de defender o de acrcccntar un nivel de vida. En f i n ,
p r i~ i leg i~ando e l hecho urb,ano, e l obrero arriesga de manifestar
solo formas de acción "en ncgativotf, presto a protestar mas que a
reivindicar a nombre de intereses estructura le^.^^ (30~p.219).
Siendo efectivo e l impacto del proceso migratorio, no parece s in
embargo generalizable para e l conjunto de mer rica Latina e l sólo
enfrentamiento entre e l niundo rura l , tradicional y e l mundo urbano.
Por ejemplo en e l caso chileno, como l o señala A. Gurrieri ",..algunos
estudios sobre l a s migraciones internas en Chile han mostrado que
una buena proporción de los mipantes que se dirigen a l as zonas
de industrializaci6n de otras ciudades, de pueblos e
incluso de zonas rurales desde e l punto de e s t a censal, pero que
su ocupación anterior no era nccesariamente rural." (13,p.40).
M$S a&, Weffort en un trabajo sobre e l caso del Brasil intenta
hacer una dcmostraciÓli en e l mismo s ~ t i d o , (31). Sea como fuese, 8 existe un marcado consenso a reconocer h a gran gravitación de l a s
pautas tradicionales en e l comportamiento obrero. Esto es un fe-
n6ncno fuertemente destacado por los investigadores brasileños,
pafs en e l que e l proletariado f ab r i l representa una fracción
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minoritaria relativamente favorecida en comparación con los estra-
tos urbanos pobres empleados en l a industria, y en comparación con
l a s poblaciones rurales. Por esta y otras razones ~odr íguez apunta A
"que sus aspiraciones de integración, su situación de cuasi-mcungina-
lidad y su bajo patrón de consumo, se conjugan para f i j a r sus cxi- l
gencias cas i exclusivamente en e l terreno del consumo y l a x i s t e n -
c i a en detrimento de otras reivindicaciones referentes a l control
de l a s decisiones p o l ~ t i c a s y a l a s formas del crecimiento económico.
En lugar de l a percepcibn de una sociedad dividida en clases se
constata una sociedad dividida en niveles sociales, cuyas determi-
naciones no aparecen vinculadas a l a esfera del sistema de produc-
ción industrial (26 ).
Siendo e l estudio del c~mport~amiento pol í t ico de l o s
mig&ntes una Srea de' incipiente desarrollo, s in embargo es po-
s ib le adelantar algunas concl~usiones tentativas. En efecto, en
un estudio del r o l pol í t ico de los migrantes pobres en ciudades
grandes c onc luyc que parece ser
mucho m j s importante en l a determinación del c~mport~arniento polí-
t i co de l o s migrantes que l a s caracter ís t icas psicoi6gicas del
anornia y l a Erustraci6n. E l comportamiento pol í t ico del migrante
no es, de este m&o, un re f le jo del "trauma1* de l a migración. De
es ta manera l a visión de los rnigrantes con un potencial dicruptivo
"per seH parece descartada. A l efectuar un an%sis de l o s estudios . . realizados en ~rnérica Latina sobre e l tema (4) se establece - en
i
e l mismo scnt id~l anterior - que l a migración urb,u?a en ~m6rica
Latina no resul ta necesariamente en frustraci6n severa de expectati- \
vas de mejoras socio-económicas o desorganización personal o social ;
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a6n Cuando esas condiciones se dan no llevan necesariamente a
formas de c~mport~miento pol í t ico radicalizado o disruptivo. Lo
e significativo es que, con escasas excepciones, los estudios de-
) muestr,zn que los migrantcs urbanos no se conforman a l a concepci6n . usual de vena mxa a l tmente politizada; su n ~ - ~ o l i t i z a c i ó n o su
despolitizaci6n es uno de sus rasgos centrales.
Esto s ignif ica ausencia de una conciencia proletaria, a l
modo como l a definen autores como Tourainc, dado que e l trabajador
se ident if ica m& con los que comparte formas de consumo relativa-
mente semej;iites v e con los que realizan un mismo t ipo de trabajo.
AS?, "parece m& adccuado hablar de una "conciencia popular* y de
un sentimiento de identificación con los que poseen patrones de
consumo y formas de socializaciÓn rclativ,mcnte semejantes. M&
que identificarse con una clase determinada, los obreros se definen
como 9qpueblo pobrem mezclando todas las categorías sociales que'
se encuentr'm en los escalones inferiores de l a sociedad ~rb ' ana~~.
(26 ). Siendo e l caso chileno bastanté diferente a1 brasileño,
Gurricri señala O9que l a ~~condici6n obrerau asunii6 dos formas t i p i -
cas: por un lado fue percibida como una situación de clase "de-
f inida dentro de l o s marcos de una sociedad cap i ta l i s t a y po r otro
s ó l o fu6 una continuacijn de l a posici6n que ocupaban dentro de
l a estructura social relat ivmente cr is tal izada de l a sociedad tra-
dicional. Esta doble o r i~n tac ión es en l a niayoria de l o s casos l a 8
l ínea divisoria entre l a "el i te" y l a "masaw obrera, sobre todo en
e l primer (13,p.44). En una i~ivestigación realizada en
Lota y Huachipato (Chile) cas i e l t r i p l e de l o s obreros se idcnti-
PicÓ,con l a vtclase baja1'$ en comparación con aquellos que se inczuyeron
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en l a categoria "clase obreraw. ( 6 , p.108). En suma, e l carácter
notoriamente~difusofl de una definida conciencia de clase hace en-
frentar a l mundo obrero con l a pol í t ica no a trav6s de canales
~ c l a s i s t a s w como ocurrió en e l caso europeo, constituyendo éste
otro rasgo m& o menos específico de l a situación latinoamericana.
Por todo l o anteriormente expuesto, e l sindicalismo apa-
rece como agrupando a una minoria de l a clase, que se apoya en l o s
obreros m a s calificados y más politizados, con mayor experiencia
urbana y más integrados a l a vida fabr i l . Para e l caso brasil&o,
~odr ígues anota que "como un modo de ampliar y mejorar su parti-
cipación en los marcos de l a sociedad competitiva, e l nacionalismo
reempiaz6 a l marxismo y e l movimiento obrero pasó a apoyar reivin-
dicaciones democráticas y una pol í t ica industr ial is ta . E l sindica-
lismo en e l Brasil, dir ige sus peticiones a l Estado y a los poderes
p6blicos: su debilidad l e impide luchar contra e l capitalismo
y más aún exigen su expansión a través de una mayor participación
del Estado en l a ccon~mfa.~' (26 p.191yss.) D c este modo e l ro l
pol í t ico de los sindicatos es inevitable. En efecto, y como l o
expresa Rodrigucs, "paradojalmente l a preponderancia de l a s rei-
vindicaciones sa lar ia les (traducidas en huelgas) en detrimento de
l a s exigencias relat ivas a l a situación de trabajo marcha junto
con l a politieación de los sindicatos, dando mhgen para l a forma-
ción en i a cúpula de un flsindicalismo ( 2 6 ? p.55). La
necesidad de los sindicatos de defender l a s condiciones econbmi~as
del mundo obrero los empuja a procurar intervenir cada vez más
en los problemas pol i t icos más amplios del país, aunque su capacidad
de movilización masiva del conjunto de l a clase sea precaria. Esto,
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en e l caso del Brasil, es claro s i se piensa que en un estudio en
que se analizan l o s motivos de huelga en 264 casos, se constat6
que más del 50"/,dc e l l as fueron motivadas por factores de índole
econ6mico (awnentn de salar ios , pago de salar ios atrasados).
(27, p.33). Vale decir, aparece claramente que e l "movimiento
sindicaln no es pol í t ico en cuanto a los f ines que persigue, pero
si l o es en cuanto a l a s agencias hacia l a s que se dir ige; princi-
palmente gubernamentales,
Sin embargo hasta ahora nos hemos referido a l sindicalismo
y a l proceso dc industrializaci6n como procesos Únicos y uniformes,
en circunstancias que están lejos dc ser lo y e l l o acarrea algunas
consecuencias importantes. En e l mencionado trabajo de Gurrieri,
&te recuerda " la heterogeneidad de l a estructura industr ial ; esto
s ignif ica d is t in to nivel de tccnificaci6n, de capi tal per cápita,
de organización de 1.a producción y por. l o tanto, implica l a coexis-
tencia de tipos de empresas d is t in tas . A su vez estos tipos de
empresas determinan dis t intos grados dc poder relativos en l a re-
lación empresario-obrero y es l a experiencia de esta s i tuaci jn l a
que condiciona los modos de orientaci6n obrera en e l plano sindical.
A una estructuya industr ial heterogénca c~rresponde una clase obrera
-- industr ial heteroggnea en sus orientaciones. (13, p .48). En efecto,
en l a s empresas %odcrnasfi se observará un sindicalismo orientado
hacia l a integración del obrero en l a sociedad, un c i e r to wcomitment' a
industrial y sindical. que deriva del contexto de satisfacci6n en
puc se trabaja. !'De es te modo l a s acciones reivindicativas se l le -
var& a cabo dentro de los límites de l a empresa y no se enfatizar&
los aspectos polít icos del movimiento obrero." (l3,p .49). ~ambi6n
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l a actitud sindical y pol í t ica de los obreros calificados es d i -
ferente s e g h ce t r a t e de empresa tradicional o moderna: "mientras
en Huachipato (moderna) los obreros calificados participan más
activamente que los demás en e l sindicato, en Lota su participa-
ción disminuye. "Por otra parte l a favorabilidad a los partidos
polit icos muestra caracter ís t icas parecidas a l a participación
sindical: disminuye en Lota a l m e n t a r l a c a l i f i c a c i k , mientras
que en Huachipato en este caso no se ve a f c ~ t a d a . ~ ' (6 ,p . 152-158).
En general, como se evidencia en e l trabajo de Gurrieri, l o s sindi-
Catos en l a s empresas tradicionales son d6biles y los l íderes sin-
dicales requieren del apoyo de los obreros de gtras empresas en
su acción reivindicativa para poder compensar su escaso poder a
nivel de su empresa; de hecho forman e l nikleo de los activos de
l a s federaciones que pugnan por una organización sindical inter-
enpresas. Su misma debilidad los inclina a unir los aspectos -
sindicales con los aspectos polfticos del movimiento obrero y a
propugnar una reforma del sistema social que l e s permita mejorar
s u situación, consecuencia del hecho de pertenecer a una empresa
estancada econ6micamcnte.
De todo l o expuesto se deduce que e l caracterizar l o m&
adecuadamente posible e l modo quc asume e l proceso de desarrollo
en los paises de ~m6rica Latina y l a forma en que ésto se vincula
con e l .movimiento obrero, es uul aspecto clave que permitirá avanzar
en l a definición de sus perspectivas futuras. 1
Finalmente, existen dos aspectos que también aparecen rela-
cionados con l a espfcificidad del desarrollo del movimiento obrero
en ~m6rica Latina y que se encuentran fuertemente irnbricados: nos
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referimos a l a influencia del sistema legal y a l nivel de sindica- - .
i¿zacibn. Respecto del primero, Gurrieri señala l o siguiente:
"retonando e l tema de l a estructura sindical conviene hacer algunas
consideraciones f inales sobre e l modo en que l a s leyes sindicales
afectan los modos de organización y acción de l a s organizaciones
obreras: a ) tienden a dispersar e l poder potencial de los sindi-
catos a1 crear d is t in tos modos de orgmizaci6n para los varios
sectores de l a mano de obra; b) a c e n t l h l a estrat i f icaci6n interna
de los sectores obreros a l permitir en algunos l a formación de
organizaciones fuertes y reducir a otros a débiles sindicatos e
incluso a l a imposibilidad de formarlos; c ) d i f icul ta l a formación
de Federaciones y Centrales dispersando aÚn más e l poder de los
sindicatos." (13,p.35). Incluso e l modo en que se resuelven los
conflictos entre obreros y patrones asume caracter ís t icas deter-
minadas, s e g h sean l a s disposiciones legales vigentes. Esto apa-
rece como muy importante en e l caso brasileño respecto de l a par-
ticipación del Estado.
En cuanto a l nivel de sindicalizacibn, en chile, por
ejemplo, una estimación para 1957 indicaba que del t o t a l de l a
pobiaci6n activa de l a industria manufacturera 43,8% pertenecía
a l a industY9.a artesanal, increment6ndose es te porcentaje en
algunos sectores como vestuario y calzado. Este contingente de
d s de 200.000 obreros es e l que está dentro del sector industrial ,
ajeno en su mayoria a l a representación sindicalet l ( l 3 , p .32). - ,
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2,- E l Populismo
Entre los estudios que tendieron a enfatizar m a s
e l anál is is de l a particularidad del comportamiento pol í t ico obre-
ro latinoamericano, se destacan aquellos que se refieren a l fenb- 0
meno del populismo. E l populismo no es una experiencia pol í t ica
relat iva exclusivamente a los sectores obreros; pero, con insis-
tencia se ha senalado que es te modo de orientación fué e l más carac-
t e r i s t i co de e l los , por l o menos, en un importante período de l a
h is tor ia latinoamericana. La emergencia en Arngrica Latina de estos
movimientos Npopulistas" o "nacional populares" pretendió ser com-
prendida primeramente de acuerdo a su semejanza con movimientos y
situaciones ya conocidas, como resultó ser > e l caso del facismo
europeo. Sin embargo, muy pronto se pudo apleciar que, aparte de
l a presencia del l fder y de cier tos aspectos de mjquina ypsopaganda,
había diferencias de gran importancia en relación a l a base de
estos movimientos y a l t ipo de alianza social y pol i t ica que impli-
caba.
En América Latina e l populismo ha venido a eons-
t i t u í r s e en l a más v is ib le expresión de l a participación de l a s
"masas populares urbanast' en l a pol í t ica, participación que se ha
presentado en forma suficientemente ambigua como para permitir
pol&nicas interpretaciones no obstante concordancias básicas. S i
a ésto a'gregamos l a determinación espacial y temporal de este pro-
ceso pol i t ico , no resul ta extraiío que e l tema se haya transformado
en wio de los más recurrentes en l a sociolog~a latinoamericana.
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Aunque en más de una ocasión s e ha pretendido ex-
tender l a conceptualizaci611 de l fenómeno populista a otros ( e l
velazquismo en Ecuador, e l ibañismo en Chile, e t c . ) , e l grueso
de l a l i t e r a t u r a respectiva se r e f i e re a los casos de l peronismo
en Argentina y el,varguismo en Brasil. Incluso, podría decirse
que los estudios han conducido cada vez más a. l a
de l populismo que a su genera l izac ih , llegándose a postular
nf t idas diferencias del peronismo argentino en relación a l var-
guisnlo brasileiio. Este acento en l o par t icu lar d i r í a s e que se
inscribe dentro de l a tendencia vigente a pasar de l a s formula-
ciones generales y abstractas, en términos de modelos, a l estudio
de procesos determinados, en e l caso, de l a s formas de relación
entre l a s Q1masas popularesw y e l Estado.
Gino Germani, en uno de los primeros estudios sobre
E¡ populismo afirma que >'el peronismo d i f i r i 6 del f acismo. justamente
en e l hecho esencial de que, para lograr e l apoyo de l a base po-
pular, tuvo que soportar de par te de su base humana, c i e r t a par t i -
cipación efectiva, aunque por c i e r t o limitada." (9 ) . Se ~ o d r f a
decir que e s t a proposición ha constitu¿do e l núcleo cent ra l de los
estudios sobre e l populisrno: t r a t a r de determinar en qué cons is t ió
y en qué forma se produjo e s t a participaci6n ivefectivaw de l a base
popular. En torno a e s t e n6cleo cent ra l , l o s estudios sobre los
movimient os nacional-populares o populistas s e han avocado funda-
mentalmente a t r e s problemas: e1 car&ter de l "Estado de compro-
miso" y de l a part icipación de l a s masas en 61, l a s ca rac te r í s t i cas
de l a masa popular y , l a organizaci6n y orientación de l movimiento
' obrero.
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E l concepto de "Estado de compromisow ha sido uti l izado
comunmente para caracterizar en términos genérico a l sistema de
dominaci6n basado en alianzas entre fracciones de clase que en
Ardrica Latina sucede a l a dominación oligárquica. A pa r t i r de
l a c r i s i s de esta dominación oligárquica, ocurrida alrededor de o
los años 1920-1930, se produciría en algunos países de América
Latina una especie de empate entre los grupos dominantes en que
ninguno de e l los es capaz de ejercer con exclusividad e l poder
pol í t ico, En t6rminos de Weffort: Ptesta situaci6n abre l a po-
sibil idad de un Estado, entendido como órgano pol í t ico, que tiende
a distanciarse de los intereses inmediatos y, como soberano, primar
sobre e l conjunto de l a sociedad.,.,En estas circunstancias, e l
Estado sólo puede adquirir carácter legítimo a través de l a s masas
y, encontrcando en esa transacción una fuente de prestigio, pasa a l a
condición de árbi t ro que decide a nombre de los intereses nacionales. -
(33, p . 7-9). Pero este Estado no s ó l o requiere a l a s masas como
legitimadoras, sino que e l proyecto de industrializaci6n que pro-
pugna también las necesita como consu~idoras, l o que a su vez
refuerza l a tendencia a l intervencionismo social , ( 2 5 , ~ . 37).
E l populismo aparece as í como dependiente de este
Estado de compromiso que impulsa, en su propio beneficio, l a mo-
vilización desde arriba. Esta circunstancia se expresa tanto en *
e l paternalismo es ta ta l como en e l carácter carism&tica del lide-
razgo pol í t ico. " E s de interés señalar que en los regímenes popu- i0
l i s t a s , tanto en e l peronismo como en e l varguismo, l a s conquistas
sociales empezaTon a estar determinadas no por l a acción del sin-
dicato mismo sino más bien por l a influencia que e l gobierno ejercía
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a trav6s del recurso de l a rb i t ra je . . . . . . Muy pronto l o s obreros
empezaron a considerar que e l gobierno, personalizado en e l caudil lo
más que sus propios dir igentes sindicales e ra quiEn obtenía el
aumento -de sus sa la r ios y otros beneficios." (8, p.715). Esta
si tuación f a c i l i t ó c l desa2arccimiento de l a s organizaciones
de mediación entre e l Estado y los i idividuos, que se t rmsfo r -
maron más en entidades anexas a1 Estado que en organismos aut6-
nomos, pascmdo a s í e l Estado a presentarse directamente a los
ciudadanos, l o que ayuda a l a personalizaciÓn del poder. (9) .
Este intento de integración de l a s masas populares
a l a vida p o l i t i c a requiere de un fuer te control e s t a t a l de l a
movilización y, por l o tanto, impone un régimen decididamente
au tor i ta r io . E l por q,ué l a s "masas popularesw parezcan adherir a
e s t e autoritarismo ser5 uno de los puntos centrales en l a s ~ 0 1 6 -
micas que susc i ta e l populismo, aunque todos reconozcan que e l
apoyo que l e prestaron no proviene precisamente de su carácter
au tor i ta r io . A e s t e au to r i t a r i s~ io se agrega una ideología fuerte-
mente nacionalista, circunstancia es ta que condujo a buscar l a s
semejanzas de e s t e proceso con e l facismo europeo. Sin embargo,
a s í como s e percibi6 que e l autoritarismo correspondía a l a ne-
cesidad de control de l a movilización popular, s e percibió que en
América Latina l a identif icación nacional se produjo como par te
de l a movilizaeió-li, :'proceso que s e vé enormemente f ac i l i t ado por
e l hecho de que s e t r a t a de ~ a í s e s dependientes o sernidependientes
y que l o s ~ g m p o s dir igentes son (o son percibidos) como aliaaos de
l a s potencias coloniales. Las e l i t e s de cualquier orientación
tienden a u t i l i z a r e s t a circunstancia y a in te rpre ta r en t6rminos
de in t e rés nacional l a s aspiraciones de l a s capas populares. (9,p.42).
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E l carácter nacionalista y autori tar io que asume e l
populismo en e l "Estado de c~rnpromiso~~, como asinismo e l paterna-
lismo es ta ta l y e l liderazgo carisrii~tico en que se expresa, no
llevan a los autores preocupados del tema a l a conclusiÓn de que
se t r a t a de una simple manipulación de masas po r l a s e l i t e s gober-
nantes, sino que se tiene presente l as condiciones en que se dá
l a relación entre e l i t e s gobernantes y masas populares y que de-
limitan l a configuración del Estado. Dos aparecen como l a s con-
diciones básicas en esta relación: a ) que "el origen social y los
f ines polit icos ureales9t de l as e l i t e s ponen c ier tos limites a l a
acción de estos movimientos (populistas), especialmente en cuanto a
su capacidad de transformación, en un sentido u otro, de l a es-
tructura social pre-existente; b) en segundo lugar (que) cualquiera
que sea e l grado de manipulación de l as %asasP1 por parte de l as
e l i t e s l a s masas deben poder lograr a través del movimiento y del
régimen que del mismo surja, c ie r to grado efectivo de participa-
ción." (9,p.38).
Como se sefialó Ateriormente, suele relacionarse
al populismo como un fenómeno social de vastas proporciones,
consistente en l a masiva migración interna campo-ciudad que se
produce previamente. Este traslado de población rura l a l a s ciu-
dades producida en éstas una profunda alteración en su composición
social que explicaría en parte l a conceptualización de 9nasasv'
con que $e engloba a diferentes sectores populares. La importancia
que adquieren estos migrantes en l a composición y orienta-
ción del movimiento obrero esta as$ estrechamente asociada con nu-
meroso's estudios relativos a l a base social del varguismo o e l
peronisnio .
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En más de una ocasión se ha señalado que e l proceso
de migraciones en America Latina no ha significado una incorporaci6n
I a l a industria y a l modo de vida obrero, sino que ha resultado
mucho más relevante e l sentido de incorporación a l a ciudad, es S decir, *'que los sectores que empiezan a conformar l a clase obrera
latinoamericana parecen reaccionar de preferencia a una situación
urbana más que a l trabajo industrial." ( 8 , p.701). Esta hipótesis
parece tener bastante alcance explicativo en relación a muchas de
l a s caracterfsticas que presenta e l movimiento obrero y l a orga-
nización sindical en su estructuraci6n y orientación, y ek-t& pre-
sente no sólo en los estudios relativos a los sectores obreros
sino que en general en los de migración y marginalidad social.
Sin embargo, desde que se postula l a existencia de una clase
obrera anterior a l a s migraciones cuya experiencia ha sido dis-
t i n t a a l a de los migrcantes y cuyas orientaciones pol í t icas también
han sido diferentes, e l primer problema que preocupa a los auto-
res es e l de l a heterogeneidad social que se produce en l a población
trabajadora con motivo de esta inmigraci6n rura l y su incorporación
a l trabajo. Esta heterogeneidad ha sido considerada de gran
importancia en los irttentos de explicar e l populismo (varguismo y
peronismo) , centrándose l a discusión en l a distinción entre "cmtigualt
y qlnuevau clase obrero y l o que significa t a l distincibn.
Cuando Gino Gemani (11, p. 175 y SS.) in ic ia e l
estudio de los que 61 denomina tvmovimientos nacional-populares"
parte de l a pro?osiciÓn de que s i en general l a s clases populares
tienden a orientarse hacia l a s ideologías y los partidos de i z -
quierda y son, por tanto, rizss democratizantes e in te rnac ion~l i s tas ,
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l a explicación del hecho de que en ~mérica Latina esas clases
populares apoyen movimientos populistas (autori tar ios y naciona-
l i s t a s ) debería buscarse en l o que ha significado que l a antigua S
clase obreya haya sido sobrepasada masivamente por una nueva clase
obrera de reciente origen rural . serían precisamente l a s caracte- S
r f s t i cas de este origen rura l y l a forma de incorporación a l a
ciudad l o que expl icada que l a s "masas popularesu se convirtieran
en base de apoyo del peronismo (y del varguismo); esta argumenta-
ción, apoyada en abundante material estadfstico, será rebatida - también con abundante material y estadíst ica - por otros auto-
res (25) que señalar,& que, particularmente en e l caso argentino,
existen razones más históricas y estructurales para explicar e l
apoyo a1 peronismo por parte del sector obrero y que, en este
scntido, no hay una heteronomía de comportamiento entre nueva y
vieja cla9e obrera. Hay una répl ica de Germani (10) y una dúplica
de sus oponentes (19 y 14.) estando centrada l a discusión en e l
papel y orientación de l a nueva masa trabajadora y sus relaciones F:
con e l obrero antiguo, pues todos reconocen l a inmigración masiva,
su inserción en e l trabajo urbano y 1 2 impcrtmcia que este
hecho adquiere en l a configuraci6n del movimiento populista. En
todo caso $e reconoce que este proceso previo s ignif ica, en l o
social , e l paso de un pequeño grupo obrero (de origen europeo,
cas i artesanal, de c i e r t a calificaci6n) a l a formacibn de una 1
clase obrerá masiva de reciente estracci6n rural . En l o polft ico
implica l a presencia de masas populares urbanas que, no obstante l a s
posibilidades de manipuiaci6n que ofrezc,m, tienen que ser con-
sideradas por los grupos de poder.
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Los estudios que se dedican a l anál is is de este
nuevo grupo social t r a t a r h . de determinar no sólo l a s caracteris-
t icas de su origen - rura l o. medianamente urbano - sino l a s
formas en que se produce su inserción tanto en l a vida urbana como
en e l trabajo. En este Último aspecto se destaca que l a s masas
rurales inmigrantes poseían n i n h grado de calificación n i
experiencia industr ial - de cualquier índole - previa. Estas
masas s in calificaci6n dificilmente se integran a l medio socio-
profesional obrero existente, sus ocupaciones habituales son l a s
de jornalero y de preferencia se emplean en l a industria de l a
construcción o en áreas similares. Por otra parte, es imposible
que e l migrante se incorpore de modo directo a una actividad
realmente industr ial , sino que más bien l o hace en actividades
de t ipo terciar ion. (8, p. 698-699). , L a inserción de los nuevos
parece producirse fundcment~Llmentc a través de trabajos de escasa
calificación y no propiamente industriales, l o que genera sistemas
de estrat i f icación que pueden incidir fuertemente en l a s posi-
bilidades de conciencia y de acción obrera. \
En t&rminos m& amplios, l a s diferencias entre m-
tigua y nueva clase obrera comprenderian t r e s dimensiones: tra-
bajo, consumo y participación pol i t ica. En e l trabajo afectaria
fundamentalmente a l a caiificacibn, e l t ipo y volumen de l a ex-
periencia, e l trabajo previo y l a estabilidad del empleo. En e l
consumo, implicada por parte de los nuevos una mayor atracción
por l a vida urbana que por l a actividad industr ial , l o que los
impulsaria a entrar a l consumo de masas directamente. En relaci6n
con e l sistema polf t ico impliccada d is t in tos contenidos de conciencia
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que a muchos l e s permite caracterizarlos como q'm,isa disponibleq'
para los proyectos polít icos de l as e l i t e s de poder: a6n cuando
esa disponibilidad sea condicionada, es muy superior a l a que
presentaría l a antigua clase' obrera con firmes postulacione3 *
doc tr inarias .
De acuerdo a la caracterización que se hace de l
"Estado de compromisow y de l a "masa popularm que se integra en e l
movimientc populista, l o s estudios se preocupan de l a foma en
que se produce l a intermediacibn entre Estado y masa. Esta forma
de intcrmediaciÓn, no obstante l a creación de partidas polít icos
oficiales , se habría radicado fundamentalmente en l a organizacibn
sind
Una de l a s diferencias que más se hace notar
entre e l proceso brasileño y e l argentino es l a situacibn del mo-
vimiento obrero y del sindicalismo en uno y otro caso. A l parecer
Vargas se encuentra más tipic&ente con una nsituaciÓn de masasw.
( 3 3 ) , que pueden presionar sobre e l Estado, pero que cmecen dc
organizaciones y se pueden manipular con re la t iva facil idad. En
tales,condiciones, e1 Estado crea los mecanismos de intermediación,
crea l o s sindicatos y los partidos que permitan que esta masa d6
legitimidad a l Estado. E s aquí e l desfase o atraso de l a indus-
t r ia l ización con respecto a l a urbanización e l mteccdente que
se t iene en cuenta para explicar en gran parte este fenómeno.
E n este sentido, Weffort, a l analizélr e l varguismo, t iene presente
que l a condición de masa no es una condición obrera y que l a de-
bilidad del aparato sindical brasileiio permite que sea rápidamente
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hecho parece dm m53 claro cucmdo, a l perder e l control del poder,
reemplazado por. e l s indic~lismo oficial . E n c,mbio en Argentina,
e l estudio de Portantiero y M u r m i s citado, señala que l a indus-
trializaciÓn iniciada por los conserv~~dores en l a década del 30
fué creando una clase obrera que sólo l a cesantía y l a represión
mantuvo desarticulada, pero que cuando e l propio proceso de
industrialización mejoró l a situaciÓn del empleo, mejoró también
l a capacidad negociadora del sindicato y l o robustcci6, De t a l
manera, en los orígenes del peronismo l a nueva e l i t e encontró una
clase obrera org,mizada y con proyecto social con l a cual entrar
en alianza, E l fuerte crecimiento del sindicalismo argentino a'
pa r t i r de 1946 Eu6 impulsado desde e l Estado y logró incorporar
masivamente a1 grueso de los trabajadores, particularmente a l
"obrero nuevost. Pero l a s transformaciones que implicó ésto en
e l movimiento sindical, e incluso e l intervencionismo es ta ta l ,
no afectaron una re la t iva independencia de l a CGT que, tqcomo t a l ,
integra e l aparato es ta ta l en paridad con otras fuerzas y man-
tiene su estructura insti tucional a u t ó n ~ m a , ~ (21,p.35), ~ s t e
e l peronismo se radica en l a s organizaciones sindic;lles y no se
diluye en l a burocracia sindical como en e l caso brasileño.
E l problema de l a relat iva independencia del
movimiento sindical, tanto en e l caso argentirio como en otras
situaciones, ha llevado a a l w o s a sostener que'la relación que
e l sindicato establece con respecto a l Estado depende b&icamen-
t e de las circunstancias en que fué creado y 'de l a forma en que
funcionó previamente, AS$, se señala, aquellos sindicatos que
h q ~ sido creados desde e l Estado tienden a mantener, no'obstante
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los cambios polfticos que ocurran, un ca r jc te r r n k favorable a
l a participación en é l y a l a negociaci6n intermediada por e l
poder páblico. En c,mbio, l a s organizaciones sindicales genera-
das autbnommente por e l movimiento obrero tenderian a permanecer
relativamente independientes del poder es ta ta l en l a s d is t in tas
situaciones pol i t icas . Esta hipótesis expiicario en parte el
hecho de que, a h enfrentada a l a d r k t i c a ofensiva de l a "Revolu- 4
ci6n argentina de 1966", que priva a l a CGT de toda influencia en
e l mercado de trabajo, siempre se mantiene en ésta un sector
nparticipacionistaPq que ins i s te en mantener lazos con l a s Fuerzas
Armadas con ' l a vana esperanza de que estas pueden ser aisladas
del vlestablishmentql. (25 ) . serfa , pues, sólo l a preexistencia
de organizaciones sindicales aut&omas, a nivel mds de base de
federación, l o que permitiria l a subsistencia de l a oposici6n
sindical obrera, En e l caso brasileño, e l hecho de ser e l mo-
vimiento sindical cas i t o t a l creación desde e l gobierno, servi r ía
tambign para explicar l a s dificultades de l a autonomfa sindical
desde e l populismo incluso hasta e l actual régimen autoritario.
No obstante l a consideraci6n anterior, e l que e l
sindicalismo argentino haya pasado a integrar, aunque sea subor-
dinada y burocr~ticamente,' a l Estado, replantea uno de los temas
m& discutidos er, los estudios sobre l a organización sindical, t
esto es, su carácter llgremialvl o tlpolfticow y l a significación
de una u otra caracterización. Se ha resaltado a menudo, como 6
uno de los rasgos tfpicos de l a clase obrera argentina, e l que se
haya expresado preferentemente a través de .la vfa sindical para
desde ahí d i r i g i r l a lucha del movimiento obrero. según señala
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D i , Tell,a, ya desde e l anarquismo parece plantearse un rechazo
a l sistema l ibera l y l a negativa de subordinar e l movimiento sindi-
ca l a l a direcci6n de un partido polít ico. Este antecedente t iene
importancia en l a medida que se señala que %o se trataba simplc-
mente de masas tradicionales, bajo influencias rurales o capita-
l i s t a s , sino de importantes grupos obreros organizados, con
cuyo antagonismo' debían contar quiénes entraban po r l a vía de
l a acción socia l i s ta 1~ ideo i6g ica~~, independiente de l a clase
obrera." (7 , p. 97-98). E s c i e r to que se apuntan fuerten ten-
dencias en sentido contrario, particularmente l as impulsadas
por social is tas y comunistas, pero los estudios del movimiento
sindical indican que cuando t a l e s tendencias arreciaban se pro-
ducían agudas c r i s i s en su seno que se expresaban en divisiones
del movimiento.
En este aspecto e l estudio de Portantiero y M u r m i s
ya citado indica que a l producirse e l golpe mil i tar de 1943
la.0rganizaciÓn sindical s e hallaba profundaiente dividida de
acuerdo a es ta disputa entre ~gremial is tasw y npol í t icos~l . "Y
precisamente, l a es t ructwa sindical que conformó l a base de
sustentaci6n del peronismo fue l a resultante de una alicmza
entre los sindicatos que habían formado l a CGT 1, los que inte-
graban l a USA y los aut6nomos, a los que se sumaron los gremios
que habían dado vida a l a CGT 2 y que mmtenhn una vinculaci6n
estrecha con e l comunismo y e l socialismo. Estos grupos remiales
se unir& en l a CGT en 194414.5 y organizarán e l partido Labo-
r i s t a , en e l que ver& la realización de l a autonomía frente a
los partidos pol i t icos del sindicalismo, la~vodamente manifestada,
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como orientación,
Vale decir que l a
en l a s c r i s i s de 1935 y 1942." (25, ~ . 2 2 8 ) .
orientación s indical is ta no significa reducirse
a los límites propios de l a acción del sindicato (defensa obrera
frente a l a empresa y fundamentalmente sa lar ios) , sino que, para
los autores, pretendería reivindicar para s í l a representación
de l a clase obrera; no cs e l abandono de l a polft ica nacional,
sino e l intento de generar la'participación polf t ica a p a r t i r
del inoviriziento sindical; es decir, e l movimiento sindical
aparece npolitizadoqt no sólo en relación a los medios que emplea
y a l a s agencias hacia l a s cuales se dir ige, sino en cuanto a
los fines que se plantea. E l reconocimiento de que, posterior-
mente, l a integración de l a CGT a l Estado haya limitado los
alcances polít icos dc clase, es e l que l leva a replmtear e l
delicado problema de l a relación entre l a llamada. burocracia
sindical y l a base.
A pesar de l a s divergencias que suelen presentar
los autores en cuanto a l a exacta significación de l a partici-
pación. obrera en e l peronismo, parece haber acuerdo en considerar
que hubo una presibn de base (de agremiados y no agremiados) que
impuls6 a viejos y nuevos dirigentes sindicales a integrarse a l
movimiento peronicta. Para algunos "la participación conjunta
de viejos y nuevos implicaba un proyecto social de c i e r t a enver-
gadura y tenía como componente importante l a continuidad progra-
mjtica con reclamos previos de l a s organiz~ciones obreras, del
mismo modo que l a posibilidad de ~ a r t i c i ~ a c i ó n obrera en una
alianza pol ic las is ta era ya una tendencia con importantes ante-
cedentes en e l sindicalismo anterior a l peronismo.v' (25, p. 10).
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Pma o t ros p r ~ i es f a l s o r e f e r i r s e a l sindicalismo como ac tor
unificado, l o e s a& más concebir sus ac t i tudes como consecuen-
c i a de una opción deliberada. L a gama de cursos de acción efec-
tivamente posibles s e l imi t6 a un maco estrecho de condiciones
r ig idas . E l d i r i gen te gremial estaba muy r e s t r i ng ido por e l poder
que e j e r c i a e l Estado, a l mismo tiempo que debia a f ron ta r l a s
condiciones que l e iniponfm l a s bases t an to de obreros agremiados
como de no agremiados." (12, p.426). Pero, sea como sea, s e
acepta de que s e produce una coincidencia en t r e l a presibn de
base, de Vieja y nueva clase obrera, y l a s necesidades de l e g i t i -
mación de una nueva e l i t e de poder, posando a s e r c lave en l a
rea l izac ión de esa coincidencia l a f i gu ra d e l d i r i gen te s ind ica l .
Sin embargo, la separación que desde antes e x i s t i a en t r e d i r i -
gentes y base s ind i ca l s e profundiza justamente en l a medida
que l a burocracia s ind i ca l adquiere mayores responsabilidades,
participando junto con l o s patrones y e l gobierno de l a planea-
c i6n y administraci6n de l bienest'ir soc i a l . (7). E s t a situí\ciÓn
l a i l u s t r a Germani distinguiendo dos aspectos d e l peronismo.
Por una par te puede s e r entendido como un movimiento de masas,
como expresibn de l a moviiización popular que tiene un a l t o grado
de espontaneidad y cuya rnbima expresión son l o s acontecimientos
d e l 17 de octubre de 1945, Por o t r a parte, e l peronismo e s tam-
bién una organización po l f t i ca . "Es aqui donde una s e r i e de
v i e jo s d i r igen tes sindicales jugaron un r o l necesario: e l de
- proporcionar una pa r t e de l o s caadros d e l canal de organización
~ o l f t i c a p a r e l a s masas movilizadas y su c a ~ d i l l o . ~ (10, pp. 478 a
483). Este doble aspecto de l peronismo es e l que permite afirmar
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que l a autonomia del movimiento obrero se mantiene a nivel de
planta, pero no a nivel de dirigencia integrada a1 aparato es-
t a t a l . E s esa ciutonorizí.a de pl'anta l a que le permite presionar
a esos dirigentes y l a que, perdido e l control del ' poder, deja
en ese nivel l a expresión del movimiento nacional-popular durahte . largo tiempo,
Las condiciones descritas, £undamentalmente para
e l caso del peronismo, l e habrhn permitido a 12s masas popu-
lares presentarse limitadamente como grupo de presión tratando
de obtener l a s mayores ventajas del régimen populista, pero s in 1
alcanzar una participación efectiva en e l poder, S i bien l a
generalidad de los autores reconoce los. beneficios ref ormistas
que obtuvieron cier tos sectores posulares durante e l peronismo,
existe pesimismo respecto a si t a l movimiento podrfa haber tenido
mejor futuro. D e aquf quc a menudo se recurra a expresiones como
wsatisfacci6n por sustituciónqt 3 Wentajas i lusorinsw para refe-
r i r s e a l a participacihn popular, Dice Germani: "para defen-
derse e l peronismo ~ f b í a transformór esa participaci6n i iusoria
en una intervención r ez i ; dcbia, cn otras palabras, cambiar de
naturaleza, volverse realmente una expresión de l as ,c lases po-
pulares. Esto e r n imposible y tuvo que caer frente a l incesante
ataque de grupos de muy d i s t in ta orien$ación.y origen." (12) .
Esta imposibilidad e s t a r h sefinlada por e l carácter mismo de l a
base de sustentaci6n popular del peronismo tanto como por los
intereses de l a e l i t e que propició l a alternativa. En l a medida
que " e l sindicalismo masivo es creación del Estado y se mantiene
en gran parte dependiente de éste, carece de posj-bilidsdes de
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alternativas propias y debe inscribirse en l a s alternativas
que ofrezcan los grupos dominantes. Como señala GJeffort con
respecto .a l varguismo brasileño: . . . . . l f l a s masas populares -
constituyen l a base de l a legitimidad del Estado, pero, en esta
misma medida, no pueden desarrollar una acción po l í t i ca aut6n0rna.~
3 . E l Contexto polft ico Patinoamericano .-
y P1ovimiento Obrero. -
Como se ha vis to, gran parte de los estudios sobre
movimiento obrero se refieren a l periodo que algunos autores
han caracterizado como de predominio del ~ldesarrolllsmoq~ o, en
e l lenguaje de los econornistas~ a l momento del vdesarrollo hacia
adentrott. Conviene alguna referencia a l o que se ha dicho de
manera general sobre e l modo de inserción pol í t ica de los obreros
en este contexto más amplio. Estos e s t u d i x no tienen coro punto
de referencia especffico e l comportamiento pol í t ico obrero, pero
s i l e otorgan una c ie r ta signifi.caci&,
La afirmación m&s.generalizada ha sido que los
sectores populares, en los cuales se incluye a los grupos obreros
industriales, poseen por l o menos l a capacidad para afianzar o
rechazar e l sistema polft ico. Incluso se'.postulaba que en Última
instancia, l a lcgi t imxi6n del sistema polit ico, en algunos casos,
estaba proporcionado por e l sector popular. ( 3 3 ) .
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Esta orientación pol í t ica general, caracterizada
como desarrollismo, encerraba dos principales tendencias, l a s
que fueron formuladas en varios trabajos, entre otros "Dependencia
y Desarrollo en ~rnérica Latinatt, de Cardoso y Faletto, (3 ) .
Una de estas tendencias, cuyo soporte se encontraba principalmen-
t e en los sectores populares, era l a "orientación hacia l a
participaciÓntt, en donde e l énfasis estaba puesto en e l " d i s t r i -
butivismo socia lu ; l a s demandas insis tfan en un acceso, t'anto a
los bienes econbmicos, como a los beneficios sociales que e l
régimen y e l sistema podían otorgar. Era vis ible adeds , una . tendencia a l ~tnacionalismon que, a l ser sustentado por sectores
. . , - - "
medios y grupos empresariales, ponía énfasis en l a continuidad
de l a expansión económica nacional orientada hacia e l mercado
interno, Se adoptaba como supuesto e l hecho de que preciscwentc
es ta expansión pos ib i l i ta r ía l a incorporación de l a s masas a l
sistema productivo y, en grado variables, a l sistema polít ico.
Lo que se enfatizaba era que e l przceso pol í t ico
adquiría a menudo durante e l desarrollismo un carácter "populis-
t an . En e l caso v,vguista p o r ejemplo, se afirmaba que predo- ' I
minaba un vago sentido de incorporación a l a nación. D e hecho,
se trataba de m movimiento pol í t ico en favor de v t l o s humildestt,
en donde l o s valores dc " la masaw tení'in predominio sobre los
valores de clase. E n otros tcrminos, l a acción polf t ica de l a
clase obrera se d i lu ía en l a s orientaciones mss difusas de l a
masa urb'ma. Este f en6meno ,tenfa gradaciones desde e l caso de
Brasil, que proporciamba un ejemplo extremo, hasta Chile, donde
se decía que e l car jctor de clase del comportamiento polft ico es-
taba m& presente.
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Un predominio del comportamiento de masas por
sobre e l comportamiento de clase tambi6n sc señalaba para 1-0s
m paises de menor tamaño geogr~f ico o poblaci6n en ~rnérica atina; esto es, los paises centro-meric,mos, Ecuador, Bolivia, etc . , t a l camo l o señala C.E.Torres en "Notas sobre l a c r i s i s de l a
dominaci6n burguesa en ~mérica Latinan. ( 2 8 ) . S i en e l caso
anterior esto se debía principalmente a un proceso de inccrpora-
ci6n ampliado y a una moviiizaci6n de carácter más o menos ge-
neral , acá e l hecho se atr ibuía a l a escasa diferenciación lo-
grada. Las formas y condicimes de vida de los d is t in tos grupos
populares urbanos, y a& agrarios, tendhn a d i l u i r a los obre-
ros industriales - por l o dem& relativamente pequeños en n h e r o - en una condición de masa popular. No obstante, se indicaba
que sus movimientos Fonfan en a le r ta l a sensibilidad defensiva
de l a s clases dominmtes, cuya reacci6n asumía un c a r k t e r abier-
tamente represivo.
.Respecto a los tipos de movilizaci6n po l i t i ca en
que participaban, se ha puesto de relieve que sus objetivos
eran cas i siempre de carácter pol iclasis ta , sus orientaciones
eran antiolig&quicas , pero no ne~esar i~mente anti-burguesas . Sus objetivos e r ~ m de t ipo nacional, como l a ampliaci6n de
l a s formas de rcprescntaci6n y participación, rea l funciona-
miento de l a s estructuras etc.
Pese a todo, estas reivindicaciones asumen diversa dimensión
c r í t i c a y l o s grados que alcanza e l ccnfl icto pueden ser impre-
decibles.
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Bolivia, a pesar de estar incorporacm en l a di-
mensión anterior, presentz algunas particularidades y ha sido
cob jeto de rff iexi6n preferentemente desde un hgu lo estr icta-
mente polftico. (34).
E s conveniente tener en cuenta que, a1 analizarse
l a situación bolivi,ma y l o s hechos ocurridos a pa r t i r de l a
revolución de 1952, un punto clave ha sido e l de l a comprensi6n
del comportamiento pol í t ico de los sectores obrergs y fundamen-
talmente mineros. Lo que apzrece importante es l a relación entre
sindicato y pol í t ica , pa.rticularmente en l o que se ref iere a
l a ~ederación Sindical Minera (FSTMB). En e l ascenso de l a s masas,
se ha señalado, los sindicatos son determinantes, pero en cambio
los partidos polít icos no l o son en los sindicatos. La Federa-
ción Sindical Minera fu6 siempre mjs importante que l o s partidos
a que pertenecían sus integrantes, hecho que a& se expresa en
e l caso de l a s represiones y en contra de los obreros.
Los sindicatos sobreviven a las persecuciones, en c,ambio los
partidos l o hacen con dificultad.
No se descmoce l a importancia que tuvo en l a
presencia de l a clase obrera en l a ~ o l f t i c a un partido como e l
Movimiento Nacionalista Revolucionario (M.N.R.) y e l proceso
revolucionario que encabezó en loc.. ,$íos 1952 - 1964. E s posible
inclnso que con e l quiebre del mismo partido, l a clase obrera S
haya perdido en alguna medida l a referencia polft ica. Pero, se
ha señalado cmo rasgo, quiz5 t ípico, un predominio del "obre-
rismo" en l a acción pol í t ica , queri6ndose s ignif icar con 6 s t o que
adquirí; mucho mayor valor que l a s adhesiones y orientaciones
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ideol6gicas, 'el hecho puro y simple de ser obrero. De cihi
que frente a l quiebre de 1:~s partidos, cualesquiera hayan sido
sus cmsas, pasaba a difundirse l a idea entre los obreros que
e l sindicato podía asumir hist6ricarnente e l papel del partido.
Sobre e l grad3 de p o l i t i z x i 6 n del movimiento
sindical o, m j s bien, sobre e l uso de procedimientos polít icos
para alcanzar los objetivos que e l movimiento se propone, con-
viene tener en cuenta e l car&tcr que asume l a pol í t ica y e l
conflicto pol í t ico los paises latinoamericanos.
Pz'yne en "Labor nnd Poli t ics i n Peruvt (24), se preocupa espe<
c í f icmente de este tema y señala cómo l a tradicional conducta
sindical estadounidense de negociación colectiva (collec t ive
bargaining) es reemplazada por l a nepciación polft ica (po l i t i ca l
bargaining) y esto debido a l a particularidad de l a escena po-
l f t i c a peruana en l o s per$o<os que estudia: los gobiernos
no-autorit,wios y no-dictatoriales hasta 1961.
E l rasgo más destacado, a su juicio, cs l a per-
'manencia de l a violencia en e l conflicto pol í t ico que afecta
l a relación entre los 3 actores principales del juego polít ico:
uno, e l Presidente y l o s que l o apDyan; dos, l a oposición; y
t res , los militares. En su opini6n e l poder presidencial o
ejecutivo es, a pesar de l a s apariencias, extremadamente débil
y, en términos concretos, depende en 6ltima inst,mcia, cas i
-siempre de l a voluntad de los milit,ves para sostenerse en e l
poder. La pol í t ica de l a oposición consis t i r ía en desarrollar
m grado t a l de conflicto o violencia que haga dudar a los
militares de l a ut i l idad de seguir actuando como aval del go-
bierno.
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E s acá donde surge l a importancia del conflicto
obrero. Este puede d e s a t a l a violencia necesaria para forzar
l a cafda del Gobierno; no obstante, los obreros han logrado
c,omprender e l papel estratégico que juegan y, en algunos casos,
u t i l i z a r este hecho a su favcr. E l mecanismo es inicicar un $
movimiento de proporciones pol í t icas y, a pa r t i r de 61, negociar
movilizcmdo o forzando a l ejecutivo a adoptar posiciones favo-
rables a sus demandas con e l f i n de evi tar consecuencias peores.
E l uso del mecanismo de l a negociaci6n pol í t ica por sobre e l
meccmismo de l a negociaci6n colectiva, e s tá t,unbi&n determinado
por condiciones es truc turaEec que hacene- 6s te-- fLltinm--re-la-t.i--
vamente ineficaz. E l mercado de trabajo es u ~ i mercado deprimido
de modo que l a posibilidad de reemplazo de obreros en huelga es
bastante a l t a , actuando siempre como posibilidad disuasiva l a
pérdida del trabajo, Son, adem&, relativ,mente ineficaces
los usos de mecanismos legales, por l a frondosidad y heteroge-
neidad misma de l a legislaci6n. Relativamente ineficaz es tam-
bién e l uso del voto por e l c a r & t c r de l a estructura pol í t ica ,
cosa que impide l a .aplicacijn del conocido mecmismo norteamericano
de, a través del voto obrero, "premiar a los amigos y castigar
a los enemigosn, Lo m& 6til es desatar l a violencia y amenazar
con l a c r i s i s polf t ica que e l l a significa.
D e es te modo, e l problema de los sindicatos es e l
problema de su poder pol í t ico que se traduce en l a capacidad de *
respuesta favorable a l a s siguientes preguntas: Puede e l sindi-
cato llev,ar a cabo una huelga?..Por c u h t o tiempo?... Cuc<a
violencia e s t j preparado para usar?. . . .~u&ntos miembros tiene?. . .
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Cuál es su estratégica frente a l a opini6n
Cu6les. son. SL~S p&iibilidades de promover huelgas de apoyo, o
S huelgas de ~rg~mizaciones laborales m a s amplias, a l a s cuales
e l grupo en cuestión pertenece?
En l o s estudios señalados en este acspi te se pone
énfasis en considerar que e l movimiento laboral no actúa inde-
pendientemente, sino que se inscribe en un contexto pol í t ico
amplio que delimita l a significación y perspectiva de su acci6n.
~ r á t e s e de análisis globales de ~m6rica Latina o de trabajos
referidos a a l g h p d s específico, e l movimiento obrero es per-
cibido como uno de los elementos esenciales en l a definición de
l a situación general, a l a vez que debe ser comprendido
dentro de ésta.
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s .
111 - Las mevas fnrmcls del comportmiento ~ o l í t i c o Obrero
" Como ya se ha dicho, l a acción pol i t ica obrera
en ~mérica Latina ha sido estudiada de preferencia en relación a
a movimientos pol i t ico sociales ta les coma e l populismo en sus
d is t in tas variantes: Populismo brasileño, peronismo, ibc&ismo,
y otros similares. Los rasgos que mayormente han llamado l a
atención en e l los son los ya reseñados de dependencia frente a l
Estado, de predominio de un comportamiento de masas, de formas
burocr~ t icas en l a organización sindical y de c,arencia de auto-
nomh en l a formuinci6n de una pol i t ica obrera; pero, cuando e l
desarrollismo y e l populismo fueron reemplazados por otras orien-
taciones pol í t icas a l nivel de l a sociedad global, l a soc io log i~ .
preocupado por e s t s temast empezó a preguntarse sobre e l nuevo
comportamiento pol i t ico esperable en los scctores obreros. E s
a s í como algunas investigaciones recientes trataron de encontrar
y analizar ejemplos de "rupturaw con e l comportamiento pol í t ico
obrero de l a h is tor ia inmediata. Una de estas investigaciones,
l a constituye l a de VI Elizabcth Jel in, "Espsntaneid,icl y organiza-
ciÓn en e l movimiento obrero" ( 1 6 ) , cuyas reflexiones tienen
como base estudios referidos especialmente a l movimiento
Ferrocarrilero en ~ é x i c o en 1958-1959, a l a s huelgas de Contagem
y Ozasco en Brasil, y a l movimiento argentino conocido como
"e1 Cordobazo" .
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E s quizjs conveniente enfatizar que l o s autores
hLan creído encontrar un punto de ruptura respecto a prácticas
anteriores ; de modo que. los..~uevos conceptos que empiezan s
surgir como significativos para l a comprensión del movimiento
laboral no significan que los anteriormente uti l izados sean
necesariamente erróneos. No se tratz. de prom,xer una nueva
interpretación totalmente d i s t in ta de 19s fen6menos pasados a
trav6s de una conceptualizaci6n que se considera ni& adecuada
o m& acertada; los conceptos que se ut i l izaron siguen siendo
v ~ l i d o s (aunque pueda haber pol&nicn), en l a medida en que
aparecen referidos a l contexto en que surgieron. No obstante,
e l cambio que se percibe en l a situaci6n obliga, a veces, a
destacar en 13 referencia a1 pasado algunos tcrms y problemas
que en ese momento todavfa no adquirían relieve o significa-
ción, Puesto en forma un tanto extrema, podría caracterizarse
e l fenómeno del modo siguiente: l a novedad de l a situacibn
estr iba en la percepci6n de una tendencia n l a mtonomía del
movimiento obrero, en donde l a preocupación por ptsus posibili- *. .
dadesnes e l punto clave. Con e l m i s m o a f h , de c lar i f icac ión-
a través de l levar a l l ímite l a nueva visión, se podría decir
que e l problema que actuzlmentc preocupa es e l de l a posibilidad
del socialismo como pol í t ica autónoma del movimiento obrero, por
l o que, par3 dar respuesta n este interrogante, se hacen necesa-
r ios nuevos conceptos interpretativos y orientaciones de an j l i s i s
d is t in tos ,
Las invcst igaci~nes muestran que se t r a t a de 1
rupturas con l a orientación pol í t ica y sindical ya tradicional I 1
en e l movimiento obrero.
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En referencia a l a s huelgas ferrocarr i leras
Mexicmas de los ,años 58 y 59, e l l ibro de Antonio Alonso,
" E l movimiento fcrrocarr i lero er, F~¿?xic:, 1958-195gq', ( 2 ) , muestra
cómo tiene lugar una c r i s i s en e l movimiento ,sindical que hasta
entonces h a b h sido estrechcmente controlado por e l aparato es- a
t a t a l . E l sindicalismo mexicano se caracterizaba po r una fuerte
subordinaci6n de cada uno de los sindicatas a l a Central de
Trabajadores Mexicanos (C.T.~?.) l a que a su vez cílnstitufa parte
efectiva del partido de Gobierno, Pa r t ido Revolucionario Inst i -
tucicnal, P R I , como también por su meiliacibn del aparato del
Estado. La direccihn sindical estaba en manos de los denomina-
dos "dirigentes charrosu, cuya ~ ~ v a c t e r i s t i c a era m6s bien actuar
en representación del Pz.rtido y del Gobierno que en defensa de
l o s intereses obreros, Los cargos de venalidad, ausencia de
procedimientos democr~ticos y muchos otros de índole parecida,
no estuvieron nunca ausentes de l a caracterimci6n de t a les
dirigent'es. S i era posible sezalar que e l liderazgo obrero
o f ic ia l formaba parte. de l a e l i t e polft ica, su presencia s in
embargo, en modo alguno aseguraba una rea l representación de
los intereses obreros en e l poder.
Se han señalado l a s huelgas de 1958 por in ic ia r
una ruptura con ta les practicas, en donde l a s bases sindicales %
empezaron a cuestionar l a capacidad de representacibn de los
dirigentes. Los movimientos de protesta, que adoptaban dis t in- 1
tas formas, tenían, cas i siempre, como origen una reivindica-
ción sa la r ia l , demanda que, se serialaba, no había sido escuchada
por e l liderazgo sindieal establecido; La base sindical y algunos
grupos opositores, hicieron presente sus reivindicaciones u t i l i -
zando canales extra-sindicales, ta les como publicaciones de
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manifiestos en periódicos y so l i c i t ud de intervención d i r e c t a
de l Presidente de l a ~ e p 6 b l i c a en l a s a t i s f acc i6n de sus demandas.
Lo que l o s estudios destacaban e ra que de e s t e modo s e producfa O
un cuestionamiento 'a l o s l i d e r e s s ind ica les establecidos, una
B pe t ic ión de reemplazo de l o s mismos y, en suma, un c o r t e respecto
a l sometimiento a l iderazgos s ind ica les es tablecidos por l a v i a
de l a pura autoridad.
E l movimiento, cuya mayor fuerza radicaba e n t r e
l o s obreros f e r roca r r i l e ros , no s e c i rcunscr ibfa , s i n embargo,
micamente a é s to s ; o t ros s indicatos i n i c i a n movimientos de
sol idaridad, como también y en o t ros casos, siguiendo e l ejemplo,
s e empezó a p lantear cuestionamiento a l o s propios l í d e r e s s in-
d i ca l e s y reivindicaciones s a l a r i a l e s . La propagaci6n de l a
p ro tes ta , con l o s contenidos señalados, disminuyó notoriamente
e l poder y p r e s t i g i o de l a c e n t r a l de trabajadores mexicanos
f r e n t e a l a base obrera. La inserción manipulada de l o s obreros
a t ravés de l a C.T.M. en e l par t ido de gobierno y en e l gobierno
mismo, c o r r í a s e r i o s pel igros .
Uno de l o s hechos más subrayados por l o s ana l i s t a s
fué e l ca rác t e r de base d e l cuestionamiento: una s e r i e de li-
derazgos loca les surgió en oposición a l l iderazgo o f i c i a l , de C
nive l nacional. Par te de l a c r í t i c a de base s e hal laba d i r i g i d a
a l a cooptación p o l í t i c a de que eran obje to l o s l í d e r e s naciona- 8
l e s . Se les acusaba de ocuparse más de su propia c a r r e r a p o l i t i c a
que de p re s t a r atención a l o s in te reses obreros. Por paradoja,
l a nueva orientación p o l í t i c a obrera surg ía como un rechazo a l a
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polí t ica, pero más bien podrfa decirse que la,politizaciÓn de
los fines rechazaba l a mera politización de los medios y de
las~agencias . Se señalaba un conflicto de intereses entre e l
papel de l íde r sindical y e l de candidato pol i t ico insisti&dose,
incluso, en l a necesidad de independizar a l sindicato de los S
partidos polít icos. En e l hecho, l o que se establecfa era l a
necesidad de un comportamiento autónomo de los sectores obreros
expresado en una representación propia.
La demanda por autonomía, pese a no haber llegado
a plantear una reformulación to t a l de l a estructura pol í t ica y
de dominación existente, afectaba, no obstante, peligrosamente
a l intrincado sistema de control pol í t ico de l a sociedad mexicana.
E l supuesto, ideológicamente esgrimido por e l sistema polí t ico,
postulaba l a identidad de intereses y propósitos entre e l pro-
letariado y l a s instituciones a que había dado origen e l largo
proceso de l a revolución mexicana, y todo esto quedaba en entre-
dicho .por l a demanda de autonornia reivindicativa .de l a base obrera.
La aceptación de los nuevos hechos no podfa imponerse con fac i l i -
dad. F U ~ as í como, una vez terminado e l proceso electoral coin-
cidente con l o s acontecimientos reseñados, l a represión hubo de
hacerse presente. En e l l a actuaron combinadamente l a s entidades
empresariales, e l liderazgo of ic ia l de los sindicatos de l a C.T.M. 'i
y parte del aparato burocrático del Estado que, por medio de l a
represibn, lograron e l reordenamiento sindical con los viejos I
líderes.
A pesar del fracaso material, los analistas parece?
es tar de acuerdo en que es te caco representa uno de los ejemplos
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de redefinicibn de los moldes en que tradicionalmente se había
desenvuelto l a pol í t ica obrera mexicana.
Otra experiencia de ruptura con l a práctica po-
l í t i c a y sindical tradicional es analizado p o r Francisco C.
Weffort en !'Movimiento obrero y pol í t ica en Brasil: l a s huelgas
de Contagem y 0zasc0~~ ( 3 2 ) . A diferencia del caso mexicano,
arriba reseñado, este quiebre t iene lugar en un contexto diferente.
La populista, como po l i t i ca nacional, había dejado de
ex i s t i r a pa r t i r del golpe mil i tar de 1964, y l as huelgas estu-
diadas tuvieron lugar e l año 1968. Pero, en estas huelgas y en
e l c a r k t e r que asumieron, VE e l autor un punto de ruptura con
l a larga tradición pol í t ica del movimiento obrero brasileño.
La diferencia l a atribuye no a l a cantidad de obreros involucrados
n i a los efectos de l a s huelgas mismas, sino a l sentido que a l
movimiento de protesta l e otorgaron los propios actores. Entre
l o s rasgos principales que Weffort destaca y que contribuyen a
l a diferenciación del movimiento, se c i t a l a s formas inusitada-
mente agresivas que aswne l a protesta, t a lzs como l a ocupación
de fábricas y torna de rehenes, no usuales con anterioridad y que
implican una ruptura con l a tradición populista del movimiento
obrero que ha5$a asumido un rasgo más bien c i v i l i s t a y pacifico.
P Por o t ra parte, se marca una c lara orientación pol í t ica expresada
aÚn en l a reivindicación de alza de salar ios , puesto que l a s S demandas pretenden quebrar los límites oficialmente fi jados a
l o s salarios. demás de ocurrir a l mhgen de l a institucionalidad
prevista para t a l t ipo de conflicto y en un momento que no es
e l considerado como normal para ta les reivindicación. Esto, a
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juicio del autor, se constituye en desafío y ncgaeión de l o
ins t i tuído ,
Se anota en e l trabajo que no se t r a t a en este t
caso ,de . . %a s i m p l e -. - recuperación de l a capacidad de reivindica- 5
ci6n que e l movimiento sindical poseía antes de 1964. Las - -
caracterfsticas apuntadas constituyen, a juicio de Wcffort, di-
ferencias cual i ta t ivas con l a sitxación y movimiento obrero vi-
gente hasta e l cambio de régimen.
E l tema que preocupa a l autor es e l de saber s i
estos movimientos representan o no las señales de una reorienta-
ci6n radical del movimiento obrero. La respuesta no es f á c i l ,
dado que s i bien puede señalarse l a emergencia de nuevas formas
de organización, l a s comisiones de fábricaw, por ejemplo, tam-
bi6n es posible percibir que e l movimiento permanece, en muchos
aspectos, aprisionado en l a estructura sindical of ic ia l . La
t é s i s sustentada en e l estudio, es que l a s huelgas de Contagem
y Ozasco asumen como significado una tentativa de reorientación
del conjunto del movimiento obrero, adoptando éste una l ínea de
acción de clase y de independencia ante e l Estado y l a burguesía,
Con e l l o se marcaria una diferencia nft ida con respecto del com-
portamiento populista, cuyos rasgos, en términos de pol í t ica t
obrera, eran precisamente los contrarios: predominio de un
comportamiento de masas en donde l a orientación de clases apare-
ce disuel ta; extrema dependencia de l a acciBn del Estado y,
hegem6nicamente dominada por l a ideologia de l a burguesía,
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La transformación, se subraya, tiene lugar en wi
contexto en que e l régimen polft ico corresponde a l a hegemonia
de l a gran empresa y que excluye a l a clase obrera. Las huelgas
plantean e l problema de l a significación rea l de l a estructura
sindical of ic ia l dentro de este contexto y , plantecm además,
e l problema de dilucidar l a s nuevas posibilidades de orientacibn
del movimiento obrero en t a l situación.
No ab,indona e l anál is is l a explicitaciÓn de l a s
condiciones estructurales de los grupos obreros que emprenden
l a transformación. E s t o s pertenecen a l a gran empresa auto-
movilistica, caracterizada por un importante grado de concentra-
ción industrial . Los movimientos de Contagern y Ozasco son pro-
ducto del desarrollo del sistcma cap i ta l i s t a en sus n6cleos m&
dinámicos, señal&ndose incluso que las ca rac t e r~s t i ca s de "moder-
nidadtt de l a empresa se relaciona con l a s formas en que se r e s t r u c -
tura l a organizaci6n del movimiento obrero. Surgen a l l í l a s
wcomisiones de f ábrican que transf oman l a estructura polf t ica
tradicional del sindicato. La gran empresa introduce cambios
en l a estructura de l a clase obrera; pero a l a vez requiere,
para una administraci6n eficiente, una f orrna de representación
obrera d is t in ta . L a organización sindical, se sostiene, heredada
S del régimen populista anterior, está obligada a su f r i r cambios
radicales debido tcanto a l a s presiones obreras como a l a s propias
convenienc,ias empresariales.
Junto a l a s transformaciones estructurales que
aparecen explicando e l ccunbio, se sdala además l a incidencia de
importantes hechos polit icos. L a pol í t ica de compresión sa l a r i a l
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sustentada por e l gobierno, s ó l o podía ser modificada por
presión obrera, pero e l liderazgo sindical of ic ia l , restringido
a una suerte de funciones burocrjtico administrativas y asis-
tenciales definidas legalmente, no era capaz de actuar como
instrmento de movilización y defensa de l a clase obrera. M&
a&, e l recorte zibsoluto de l as funciones del liderazgo sindical
l e impedían, a l mismo tiempo, tener un mínimo de capacidad para
actuar como instrumento de control sobre l a s demandas de l a clase,
En uLia situación de conflicto, en l a cual los mecanismos legales
de regulaci6n eran sobrepasados, e l sindicato of ic ia l era abso-
lutamente impotente ya sea para movilizar como también para con-
t ro lar . E l Único papel posible, y esto con dif icul tad, era e l
de actuar como mec,a.nismo de mcdiaci6n.
La función t ip ica del sindicalismo en e l período
populista consistía en un compromiso entre l a s funciones de
movilizaci6n y l a s funciones de control. En e l estudio se señala
que, en l o s casos estudiados, l a rnovilizaciÓn y e l control son
asumidos por grupos u organizaciones externas a l a estructura
sindical of ic ia l : l a movilización, a cargo de l as propias masas;
e l control, a cargo de l a policía.
E l autor destaca que l o s movimientos de Contagem y -
Ozasco, pese a u t i l i z a r los sindicatos, deben s in embargo su vi-
talidad a esfuerzos polít icos y organizacionales que son-extra
sindicales : nacen como embriones de organización aut Ónoma, cuyo
ejemplo serí,m l a s comisiones de fábrica, o como espontmeísmo
obrero. Pese a todo, los esfuerzos de autonomia no fueron sufi- 4
cientes, ' no obstante, l a s huelgas representarha instancias o
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ejemplos de u.rh' situación de t r a n s i c i h caracterizada por e l paso
de formas dependientes de organización, a formas aut6nomas. Esto,
se af irma, cons t i tu i r f~ . una reorientación cual i ta t iva de l a
h is tor ia del movimiento' obrero. Los problemas que a l l í se plan-
tearon hacia tiempo madurabb en l a clase obrera. L a tradición
sindical y pol i t ica del iiioviiniento obrero brasileño, de cola-
boración de clases y de &ependencia frente a l Estado, aparech
fuertemente contestada en esta experiencia, mzs, permanece como
problema, e l saber s i este movimiento es, como t a l , capaz de
crecer a pa r t i r de l a s condiciones estructurales apuntadas y de
sobrepasar sus propias herencias históricas, ademss de l a s d i f i -
cultades que l e opone e l régimen polit ico.
Un tercer ejemplo de an$disis referido a l as
trmsformaciones en l a oricntaci6n del movimiento obrero, l o
constituyen los estudios referidos a l Cordobazo, en donde no
s ó l o se ha puesto dc relieve los nl¿Ievos comportarnientos de los
grupos obreros industriales, sino t ,unbi¿b los cambios experimen-
tados por otros actores sociales, como los '~sectores medios,
grupos estudiantiles, p a ~ t i d o s polft icos, ctc.
Entre los trabajos realizados, destacaremos e l
de Fr,mcisco J. Dclich, quien en v'Crisis y protesta . -- social:
cÓrdoba Marzo de 1969 ( 5 ) , se ref iere cspec?ficamente a l tema, - *
E l movimiento, como se ha señalado, supera l a - \
pura movilizaci6n obrera y se expande a vastos sectores socia- . \
les . Hecho destacado es e l que l a s organizaciones obreras tra-
dicionales y otras son en l a pr jct ica desbordadas y l o s partidos
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polít icos no alcanzan ingerencia en l a movilización, En este
caso,, se apunta, no son desbordados sino marginados,
Respecto a l a clase obrera, se constatan l a s d i -
f~escnciaciones existentes en su seno. Algunos pertenecen a los
sectores industriales mss desarrollados, como es e l caso de los
obreros de l a industria autorxovil~stica; otros pertenecen a
sectores más tradicionales, o menos modernos. L a diferenciacibn
implica posibilidades d is t in tas respecto a l impacto global de
los movimientos generados por estos grupos. Se señala que los
obreros del primero grupo no son a menudo los más combativos, pero
sus acciones ponen en jaque a l conjunto del moderno sistema eco-
nómico, po r l o que e l grado de peligrosidad de sus acciones es
siempre considerable, A menudo se ha señalado que estos grupos
relativamente privilegiados, tendían a un comportamiento pasivo
en función de l a s mismas ventajas relat ivas de que disfrutaban,
no obstante, e l autor sostiene que en ese mismo hecho puede
encontrarse un principio de exp l icac ih del nuevo comportamiento
obrero. Estos, tendrían proyectos mas ambiciosos y reivindica-
ciones m& a l t as , en l a medida en que l a s demandas mínimas
habrían sido obLenidas ya definitivamente. Sus objetivos se
sitfian en un nivel en donde se t r a t a de obtener, a l a vez que
mejores condiciones de trabajo, al* grado de pa,rticipaci6n y
control, ya no solCmente a nivel de l a empresa, sino a nivel de
l a sociedad. En t a l medida, su reivindicación es una reivindi-
cación formulada en e l h b i t o de l a pol i t ica. E l conflicto que
expresan desborda los 1i;iiites usuales, La clase obrera en su
coyjunto pasó, de es te modo, a ser liderizada por los grupos per-
tenecientes a l as industrias de avcunzada.
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La particularidad del caso cordobez estr iba, según
e l anál is is , en que a l nivel local l a burguesía dominante no
correspondía a los segmentos industriales m& desarrollados,
por l o que los obreros, a nivel social, no encontraban un inter-
locutor vslido. C'c)yunturalmente tampoco se contaba con un inter-
locutor a nivel polstico, debido a l as caracter ís t icas del go-
bierno local en ese momento existente, En suma, era en e l
movimiento obrero m i s m o donde se encontrab,m l a s fuerzas m& %
d inh icas , debido a l o cual los sindicatos locales más modernos
tomaron e l control de l a situación y del movimiento como h i c a
fuerza organizada y politizada a l a vez. Esto no se encontraba
excento de ambiguedades; l a acci6n de los sindicatos tenía ne-
cesariarizcnte fuertes límites, ya que se carecía de una organiza-
ci6n que prolongara los efectos del proces6 in ic ia l .
Los resultados son dudosos, aunque se subraya que puede encontrar-
se en e l proceso l a pre5enci.a de una fuerza social que niega me-
diante su acción l a ra íz misma del orden; *e t r a t a de construírse
aunque sea contradictoriamente, esto es, a pa r t i r de negaciones
y afirmaciones que no son claras n i coherentes; que intenta un
nuevo e s t i l o de accibn, afirma nuevas reivindicaciones, señala
nuevos objetivos y postula nuevos valores.
En l o s hechos de ~Órdoba encuentra e l autor un
principio de ruptura de l a dependencia de l as organizaciones
obreras con respecto a l Estado, cosa que también se rncmifiesta
como un distanciamiento respecto a l tradicional comportamiento
pol í t ico de los obreros agrupados en l a confederación General de
Trabajadores de-nivel nacional. Los acontecimientos condujeron
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a una situación en l a que los dirigentes sindicales debían res-
ponder tanto a las' reivindicaciones inmediatas, puramente gre-
miales, como tambi6n a estrategia pol í t ica , y l a di£ icultad
, estribaba en l a articulaci6n de ambas exigencias. Los dirigentes
sindicales no pueden renunciar a su r o l especff icmente sindical,
n i apartarse por propia decisión de su medio, s in renunciar a
l a vez a su condici6n de dirigentes. En los sucesos de Mayo los
partidos polit icos a nivel provincial, se ha dicho, no fueron n i
apoyo significativo n i factores de oposición. E s t o expresaría
l a c r i s i s del propio sistema polít ico argentino, hecho que va mss a l l á del circunstancial congelamiento de l a actividad part idis ta .
En un comienzo, l o s partidos polít icos expresan adhesión en l a
medida en que las acciones emprendidas no superaban los objeti-
vos program6ticos que se habian trazado para s i ; más tarde asumen
una actitud de reticencia, en cuGanto l a conducta popular y l a
violencia traspusieron esos límites. Esta adhesión-reticencia
de los partidos polit icos dej6 abierto e l camino para que los
sindicatoc tomaran e l control de l a situacihn y del movimiento,
puesto que aparecieron como fuerza organizada y, por e l t ipo de
reivindicación asumida, a l a vez politizada. Pero, l a forma
orgánica sindical no era l a m6s apta para asumir tareas pol í t icas ,
de modo que e l movimiento y e l cambio de orientación de l a conducta
pol i t ica o b ~ e r a no logra alcanzar su pleno desarrollo.
Los estudios reseñados en este ac jp i t e expresan l a .E
preocupación por encontrar algunos indicios de t r w s f ormación
del comportamianto pol í t ico tradicional de l o s obreros latinoame-
ricanos. E s t o adquiere singular relevancia a l a luz de l a s nuevas
condiciones polftico-sociales de l a región.
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