Yayoi Kusama

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Por Fietta Jarque L A VIDA DE Yayoi Kusama ha transcu- rrido en el interior de una especie de burbuja que le ha impedido vi- vir abiertamente lo que llamamos realidad. La artista viva más importante de Japón tiene hoy 82 años y desde hace 34 reside, por voluntad propia, en un hospital psiquiátrico. Dice que el único arte que le interesa y que conoce es el que ella realiza, y que sus obras proceden de las alucinacio- nes que sufre desde la infancia. Sin embar- go, hubo un momento en el que fue la chica de moda en la escena neoyorquina del pop art en los años sesenta. No solo por sus obsesivos cuadros de puntos, sino por sus performances callejeras y sus fotografías, pe- lículas experimentales y happenings en los que aparecía desnuda. Nunca ha temido ex- hibirse. Solo Andy Warhol la superaba en notoriedad, y otros artistas como Frank Ste- lla, Yves Klein o Donald Judd alabaron sus obras. Joseph Cornell cultivó una estrecha relación con la joven, bella y enigmática ja- ponesa. Hoy ya no recuerda nada de eso, o no quiere hacerlo. Yayoi Kusama tendrá a partir del próximo 10 de mayo una gran exposición en el Museo Reina Sofía de Ma- drid. Una muestra que irá después al Centro Pompidou (París), la Tate Modern (Lon- dres) y el Whitney (Nueva York). La artista, que no viajará a Madrid, accedió a contestar algunas preguntas por correo electrónico. “Mi vida ha sido una lucha sin tregua. Aunque he tenido que librar una batalla con- tinua contra la obsesión desde que era niña, he logrado sobreponerme a ella a través de la pintura”, afirma. Hija de una familia adi- nerada de la provincia de Nagano, decidió estudiar arte en Kioto para escapar del con- servadurismo de su familia. Sus primeras pinturas tienen un aire surrealista y juegan con la abstracción. Un nuevo salto hacia la libertad que necesitaba fue su decisión de ir a Nueva York, en 1958. Una vez allí, las aluci- naciones y un impulso obsesivo la llevaron a pintar gigantescos lienzos, que llamó Infini- ty nets, cubiertos por pinceladas uniformes con un mismo motivo y color repetido en toda la superficie. “Pinté sin parar día y no- che los mismos motivos sobre un lienzo de diez metros de largo. El cuadro carecía de composición. Cuando estaba a punto de ter- minarlo sentí que había encontrado mi ca- mino como artista y que los puntos habían cobrado su ser. Como estaba tan inmersa en mi trabajo me sentí suprimida, anulada dentro de las redes de puntos”, comen- ta. Un instintivo ade- lanto a la pintura monocroma y al mi- nimalismo que sur- giría en años poste- riores. “Lo que más re- cuerdo de aquella época en Nueva York son las redes de puntos blancos que me envolvían hasta el infinito ha- ciéndome su prisio- nera, rodeada por una cortina de despersonaliza- ción”, afirma. “En esos años creé mu- chas Infinity nets que ahora están en las colecciones de museos de todo el mundo”. “¿Qué artistas conocí? Solo estoy intere- sada en mí misma como artista”, dice. “En aquellos días estaba totalmente absorbida en la realización de mis obras, toda mi lu- cha estaba centrada en el arte”. Yoko Ono y Haruki Murakami la tienen como maestra. Ella dice no conocerlos. Los Polka Dots (algo así como lunares polka) se han convertido en su sello de identidad. En recientes instalaciones ha cu- bierto con ese motivo todo tipo de superfi- cies, como en la bienal de Singapur con los árboles de rojo con lunares blancos. Los ha utilizado en instalaciones o salas y tiene es- culturas u objetos de diseño con ese motivo en distintas variaciones, siem- pre con colores vi- brantes. Ella mis- ma suele vestir con llamativos trajes de lunares y pelucas de colores intensos. “Los Polka Dots apa- recen en muchas de mis alucinaciones infantiles. Los he transferido al lien- zo para ejercer mi creatividad”, dice Yayoi Kusama. Otro tipo de obra que le valió el reconocimiento en esos años son sus es- culturas blandas, las Accumulation sculptu- res, conformadas por piezas alargadas co- mo penes cosidas a mano, que recubrían todo tipo de mobiliario. El sexo o la comida fueron otras de sus obsesiones en aquellos años de movimientos sociales libertarios. Aunque lo suyo provenía de su propia es- tructura psíquica. Hizo algunas performan- ces radicales que no fueron bien digeridas por la sociedad del arte estadounidense. Fue apartada del centro de atención y con ello se ahondó su depresión nerviosa. Vol- vió a Japón en 1973 y dejó parcialmente el arte para concentrarse en la escritura. Publi- có novelas y poesía. Cuatro años más tarde decidió internarse en un hospital de Tokio donde sigue, aunque tiene un estudio cerca- no donde pasa parte del día pintando. En los últimos años parece haber recobrado renovadas energías y sus pinturas y ambien- taciones le han ganado el reconocimiento internacional. “Creo que he conseguido cierto crecimiento espiritual como ser hu- mano al ser consistente en mi búsqueda del arte a lo largo de mi vida. Al haber creci- do alimentada por el arte ahora me siento embargada por la exaltación”, insiste. Tanto su obra de los años sesenta co- mo la realizada hasta hoy tiene una vigen- cia sorprendente. Aparte de los puntos y las redes, los espejos son el tercer puntal de su estilo. En la exposición de Madrid, comisariada por Frances Morris, presenta- rá una ambientación específica titulada In- finity mirrored room-Filled with the bri- lliance of life. Más de 150 piezas, además de proyecciones de sus películas, ofrece- rán uno de los panoramas más completos realizados sobre la obra de esta artista, que concluye: “Como artista pintar cua- dros me produce una suma de gozo, vida y muerte. Supongo que puedo decir con to- da sinceridad que mi forma de vivir como artista en lucha ha sido correcta”. Yayoi Kusama. Museo Reina Sofía. Santa Isabel, 52. Madrid. Del 10 de mayo al 18 de septiembre. La artista japonesa Yayoi Kusama. Foto: Estudio Yayoi Kusama Una vez que la abominable guerra haya terminado (2010), de Yayoi Kusama. Lunares de otro mundo Yayoi Kusama ha convertido sus alucinaciones en arte. Considerada la artista más relevante de Japón, llega a Madrid con una gran retrospectiva. Sus obras con puntos, redes y espejos son la obsesiva búsqueda de una mujer encerrada en sí misma “Mi vida ha sido una lucha sin tregua. Pintar me produce una suma de gozo, vida y muerte” ARTE / Exposiciones EL PAÍS BABELIA 07.05.11 17

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Por Fietta Jarque

LA VIDA DE Yayoi Kusama ha transcu-rrido en el interior de una especiede burbuja que le ha impedido vi-vir abiertamente lo que llamamos

realidad. La artista viva más importante deJapón tiene hoy 82 años y desde hace 34reside, por voluntad propia, en un hospitalpsiquiátrico. Dice que el único arte que leinteresa y que conoce es el que ella realiza, yque sus obras proceden de las alucinacio-nes que sufre desde la infancia. Sin embar-go, hubo un momento en el que fue la chicade moda en la escena neoyorquina del popart en los años sesenta. No solo por susobsesivos cuadros de puntos, sino por susperformances callejeras y sus fotografías, pe-lículas experimentales y happenings en losque aparecía desnuda. Nunca ha temido ex-hibirse. Solo Andy Warhol la superaba ennotoriedad, y otros artistas como Frank Ste-lla, Yves Klein o Donald Judd alabaron susobras. Joseph Cornell cultivó una estrecharelación con la joven, bella y enigmática ja-ponesa. Hoy ya no recuerda nada de eso, ono quiere hacerlo. Yayoi Kusama tendrá apartir del próximo 10 de mayo una granexposición en el Museo Reina Sofía de Ma-drid. Una muestra que irá después al CentroPompidou (París), la Tate Modern (Lon-dres) y el Whitney (Nueva York). La artista,que no viajará a Madrid, accedió a contestaralgunas preguntas por correo electrónico.

“Mi vida ha sido una lucha sin tregua.Aunque he tenido que librar una batalla con-tinua contra la obsesión desde que era niña,he logrado sobreponerme a ella a través dela pintura”, afirma. Hija de una familia adi-nerada de la provincia de Nagano, decidióestudiar arte en Kioto para escapar del con-servadurismo de su familia. Sus primeraspinturas tienen un aire surrealista y juegancon la abstracción. Un nuevo salto hacia lalibertad que necesitaba fue su decisión de ira Nueva York, en 1958. Una vez allí, las aluci-naciones y un impulso obsesivo la llevaron apintar gigantescos lienzos, que llamó Infini-ty nets, cubiertos por pinceladas uniformescon un mismo motivo y color repetido entoda la superficie. “Pinté sin parar día y no-che los mismos motivos sobre un lienzo dediez metros de largo. El cuadro carecía decomposición. Cuando estaba a punto de ter-minarlo sentí que había encontrado mi ca-mino como artista y que los puntos habíancobrado su ser. Como estaba tan inmersa enmi trabajo me sentí suprimida, anuladadentro de las redesde puntos”, comen-ta. Un instintivo ade-lanto a la pinturamonocroma y al mi-nimalismo que sur-giría en años poste-riores.

“Lo que más re-cuerdo de aquellaépoca en NuevaYork son las redesde puntos blancosque me envolvíanhasta el infinito ha-ciéndome su prisio-nera, rodeada poruna cortina ded e s p e r s o n a l i z a -ción”, afirma. “Enesos años creé mu-chas Infinity netsque ahora están en las colecciones demuseos de todo el mundo”.

“¿Qué artistas conocí? Solo estoy intere-sada en mí misma como artista”, dice. “Enaquellos días estaba totalmente absorbidaen la realización de mis obras, toda mi lu-cha estaba centrada en el arte”. Yoko Ono yHaruki Murakami la tienen como maestra.Ella dice no conocerlos.

Los Polka Dots (algo así como lunares

polka) se han convertido en su sello deidentidad. En recientes instalaciones ha cu-bierto con ese motivo todo tipo de superfi-cies, como en la bienal de Singapur con losárboles de rojo con lunares blancos. Los hautilizado en instalaciones o salas y tiene es-

culturas u objetosde diseño con esemotivo en distintasvariaciones, siem-pre con colores vi-brantes. Ella mis-ma suele vestir conllamativos trajes delunares y pelucasde colores intensos.“Los Polka Dots apa-recen en muchas demis alucinacionesinfantiles. Los hetransferido al lien-zo para ejercer micreatividad”, diceYayoi Kusama.

Otro tipo deobra que le valió elreconocimiento enesos años son sus es-

culturas blandas, las Accumulation sculptu-res, conformadas por piezas alargadas co-mo penes cosidas a mano, que recubríantodo tipo de mobiliario. El sexo o la comidafueron otras de sus obsesiones en aquellosaños de movimientos sociales libertarios.Aunque lo suyo provenía de su propia es-tructura psíquica. Hizo algunas performan-ces radicales que no fueron bien digeridaspor la sociedad del arte estadounidense.

Fue apartada del centro de atención y conello se ahondó su depresión nerviosa. Vol-vió a Japón en 1973 y dejó parcialmente elarte para concentrarse en la escritura. Publi-có novelas y poesía. Cuatro años más tardedecidió internarse en un hospital de Tokiodonde sigue, aunque tiene un estudio cerca-no donde pasa parte del día pintando. Enlos últimos años parece haber recobradorenovadas energías y sus pinturas y ambien-taciones le han ganado el reconocimientointernacional. “Creo que he conseguidocierto crecimiento espiritual como ser hu-mano al ser consistente en mi búsquedadel arte a lo largo de mi vida. Al haber creci-do alimentada por el arte ahora me sientoembargada por la exaltación”, insiste.

Tanto su obra de los años sesenta co-mo la realizada hasta hoy tiene una vigen-cia sorprendente. Aparte de los puntos ylas redes, los espejos son el tercer puntalde su estilo. En la exposición de Madrid,comisariada por Frances Morris, presenta-rá una ambientación específica titulada In-finity mirrored room-Filled with the bri-lliance of life. Más de 150 piezas, ademásde proyecciones de sus películas, ofrece-rán uno de los panoramas más completosrealizados sobre la obra de esta artista,que concluye: “Como artista pintar cua-dros me produce una suma de gozo, vida ymuerte. Supongo que puedo decir con to-da sinceridad que mi forma de vivir comoartista en lucha ha sido correcta”. O

Yayoi Kusama. Museo Reina Sofía. Santa Isabel,52. Madrid. Del 10 de mayo al 18 de septiembre.La artista japonesa Yayoi Kusama. Foto: Estudio Yayoi Kusama

Una vez que la abominable guerra haya terminado(2010), de Yayoi Kusama.

Lunares de otro mundoYayoi Kusama ha convertido sus alucinaciones en arte. Considerada la artista más relevante de Japón, llega a Madrid conuna gran retrospectiva. Sus obras con puntos, redes y espejos son la obsesiva búsqueda de una mujer encerrada en sí misma

“Mi vida ha sido unalucha sin tregua. Pintarme produce una sumade gozo, vida y muerte”

ARTE / Exposiciones

EL PAÍS BABELIA 07.05.11 17