"Yugo" (segundo capítulo)
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Transcript of "Yugo" (segundo capítulo)
Captulo 2: lo que callamos los hebreos
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Vas a quedarte mirndome? Te recomiendo presentarme tu informe, Alex. No estoy de buen humor.
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Efectivamente, hermano? Eso era todo lo que tena que decir Donatello sobre mis problemas. Se negaba a confesarme cmo haba cado en lo mismo. Lo haba esperado casi una hora en una iglesia de Monterrico para que esquivara por completo el asunto. Tuve muchas ganas de increparle su egosmo, pero me di cuenta de que mi actitud hubiera sido totalmente desmesurada, indigna. Estaba desesperado. Aun as opt por ser paciente. Me desped de l y regres a mi casa sintiendo que haba perdido mi tiempo. Estaba enojado. Senta que no estaba en comunin con Dios. Ella llam, pero no contest. Apagu el celular. Camin hasta mi casa pese al largo trayecto. Recordaba cmo me haba burlado de los hermanos que solan caer en vicios y rebelda. Me crea superior a ellos, que era ms fuere y que solo ellos eran proclives a caer en tentaciones. No quera verlos. Ni quera ir al culto.
Falt muchos domingos. Ignoraba llamadas y los mensajes de mis hermanos. Pero aquella tarde luego de esa charla fallida con Donatello decid revisar algunos.
Italo me citaba en su casa para pedirme disculpas. Mariana me preguntaba inocentemente qu haba sido de m. Gabriela me recordaba algo sobre una reunin con nuestros ex compaeros. Verne me haba enviado un versculo (Juan 3:18-20) y Alex Aguilar me recordaba, ya por tercera o cuarta vez, de una forma enfermiza, que yo estaba tarde.
Nuestra reunin consista en unos debates sobre la lgica y las falacias argumentativas. l haba estudiado en la misma universidad que yo y que casi todos mis amigos. Era un chico de baja estatura y con un alto grado de cinismo. No resaltaba de entre las personas excepto por sus violentas cejas y un ligero estrabismo en la mirada (no s si en el ojo izquierdo o en el derecho). Pero lo que ms disfrutaba hacer era desmontar los discursos de distintos colectivos ciudadanos. Repeta con bastante orgullo que se dedicara a la propaganda, a desinformar (crear informacin creativa) y a la poltica. El mayor reto para l implicaba convertir un pequeo movimiento poltico en uno que unificara el pas. El orden para l era ms importante que la igualdad y la libertad. La justicia era el valor absoluto.
Llegaste 2 minutos tardes
Alex, son solo dos minutos
De esa charla, una de las ltimas, recuerdo preguntas sobre la obra de Goethe, Fausto. Alex era ateo y quera saber si un pacto con el Diablo era posible hoy en da. Yo cumpl en alertarle que nada de eso era para tomrselo a la broma. Entonces sonri y afirm que s crea en el Diablo aunque no en Dios. Deca que haba ms pruebas en el mundo de la existencia de la maldad que del bien. Yo le respond que todo eso era prueba de que las personas se haban alejado de Dios.
Fue ese da que me present a Alexander, un estudiante bastante radical en sus ideas. Para Alex apoyarlo era un simple juego, un experimento social. Me deca en privado que le gustara ver hasta dnde podan llegar las ideas de El coronel Alexander. Algunas de las frases respecto a este proyecto eran del tipo una noticia no se mide por su veracidad sino por su verosimilitud y belleza y de s mismo deca algo como hay dos tipos de periodistas: los que buscan la verdad y los que buscan el poder. Le deca que yo sin ser periodista ya haba alcanzado la verdad. Nunca me replicaba nada. No saba si tomarlo como un silencio respetuoso y como un gesto de caridad de alguien que se presuma ms inteligente de lo que realmente era.
No quedaba mucho de aquel intento de escritor cuyo texto romntico haba sido un fracaso total: una novela con final fantstico que no convenci a nadie (con ideas paganas sobre la muerte y el alma que yo jams le aprob). Su segundo intento vendra de la mano de estrategias de propaganda y profundizara el lado fantstico dejando de lado lo forzado de sus relatos romnticos (los cuales estaban escritos como si no hubiera algo real en lo cual basarse). Cecilia y Marcos, una pareja sin ninguna qumica posible en la ficcin (y mucho menos en la vida real). Me recordaba mucho a la relacin truncada con Mariana. Ella, al da siguiente de esa reunin con Alex, haba mostrado inters en convertirse al cristianismo. Esto me tena an ms confundido. Faltaban cada vez menos das para mi enfrentamiento decisivo con mi profesor y yo pareca perder el tiempo.