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Zamora antes del boom fresero Jesús Alvarez del Toro Unidad SEAD 162 UPN La región geográfica donde se encuentra asentada la ciudad de Zamora al noreste en el estado de Michoacán, es uno de los lugares privilegiados en cuanto a tierras de cultivo se refiere. Quizá, junto con el valle del Yaqui, en el estado de Sonora, sean los más productivos en la República Mexicana. Desde la fundación de Zamora su economía y ulterior des- arrollo se han fundamentado en la agricultura, debido a los diversos cultivos que se producen en la región. A partir del ingreso del capitalismo en México, Zamora basó su infraestructura de desarrollo en la exportación délos excedentes agrícolas. “Junto con el establecimiento del por- firiato se desarrolló en el valle de Zamora una fuerte estruc- tura agrícola comercial que hizo patentes sus efectos en diversos ámbitos de la vida económica y social de la ciudad. Según una memoria del estado de Michoacán, fechada en 1883, se cultivaban en los municipios de Zamora y Jacona, 5 960 hectáreas en terrenos irrigados y 6 248 en tierras de temporal. Las cifras más relevantes de producción son 2 756 toneladas de trigo, 2 560 de maíz y 121 de garbanzo. El trigo, hecho harina, se enviaba principalmente a Guadalajara y a otros centros urbanos del occidente. Había en el valle siete molinos de trigo, cinco de los < '^ales se localizaban en Jaco- na. Dieciséis haciendas organizaban la producción agrícola: diez en el municipio de Zamora, cuatro en el de Jacona y dos en el de Ixtlán.1 En la época de los vaivenes revolucionarios, Zamora vio mermados sus intereses agrícolas y comerciales; como cual- quier ciudad comprometida olvidó momentáneamente los

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Zamora antes del boom fresero

Jesús Alvarez del Toro Unidad SEAD 162 UPN

La región geográfica donde se encuentra asentada la ciudad de Zamora al noreste en el estado de Michoacán, es uno de los lugares privilegiados en cuanto a tierras de cultivo se refiere. Quizá, junto con el valle del Yaqui, en el estado de Sonora, sean los más productivos en la República Mexicana. Desde la fundación de Zamora su economía y ulterior des­arrollo se han fundamentado en la agricultura, debido a los diversos cultivos que se producen en la región.

A partir del ingreso del capitalismo en México, Zamora basó su infraestructura de desarrollo en la exportación délos excedentes agrícolas. “Junto con el establecimiento del por- firiato se desarrolló en el valle de Zamora una fuerte estruc­tura agrícola comercial que hizo patentes sus efectos en diversos ámbitos de la vida económica y social de la ciudad. Según una memoria del estado de Michoacán, fechada en 1883, se cultivaban en los municipios de Zamora y Jacona, 5 960 hectáreas en terrenos irrigados y 6 248 en tierras de temporal. Las cifras más relevantes de producción son 2 756 toneladas de trigo, 2 560 de maíz y 121 de garbanzo. El trigo, hecho harina, se enviaba principalmente a Guadalajara y a otros centros urbanos del occidente. Había en el valle siete molinos de trigo, cinco de los < '^ales se localizaban en Jaco­na. Dieciséis haciendas organizaban la producción agrícola: diez en el municipio de Zamora, cuatro en el de Jacona y dos en el de Ixtlán.1

En la época de los vaivenes revolucionarios, Zamora vio mermados sus intereses agrícolas y comerciales; como cual­quier ciudad comprometida olvidó momentáneamente los

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menesteres productivos para dedicarse completamente a lo­grar el cambio que las circunstancias de aquellos días exi­gían. Posteriormente, el movimiento cristero produjo en la ciudad grandes movilizaciones, lugar típicamente católico, encontró en este hecho los ideales que los gobiernos postrevo­lucionarios no habían sido capaces de ofrecer. En la siguien­te década y aunado a la pacificación, la agricultura se fue modernizando; sencillamente, la agricultura empezó a me­canizarse. La región vivió la efervesencia agrarista, hubo gran cantidad de seguidores de los “camisas rojas”. El co­mercio se reorganizó en forma profunda, pues demasiado pronto fue capaz de satisfacer las necesidades del mercado, ahorrándose con esto el que los zamoranos viajaran a Méxi­co, Morelia o Guadalajara, a hacer sus compras.

La producción agrícola seguía obteniendo medianos re­sultados, gracias a la organización de pequeños propieta­rios, de los recién-ejidatarios y de los terratenientes que, contrariamente a lo previsto, salieron fortalecidos de los movimientos de 1910 y de 1928. Esta organización fue pro­ducto del respeto entre los zamoranos y el respeto que se tenía por la tierra cultivable. “Se nos invitaba de los ecua- ros, a los elotes y calabazas; ahora nadie invita nada, todo se cobra”.2

Zamora avanzaba, pues, de acuerdo al ritmo marcado por los acontecimientos nacionales, pero muy a su manera. Se había logrado un avance espectacular en el ramo agrícola debido al decreto 48, relativo a la desecación del valle de Zamora...

“Siendo gobernador de Michoacán don Lázaro Cárde­nas, dispuso la desecación del Valle de Zamora. El escurri- miento duró largos y felices días y en los cincuentas hizo posible el estruendo de la revolución verde”.3 Esta revolución es el factor fundamental del cambio ocurrido no sólo en la ciudad, sino en una región bien extensa del estado de Mi­choacán y vinculada a Zamora por nexos agrícolas y comer­ciales.

La década del cuarenta produjo cambios infraestructu- rales bien importantes en Zamora. El paso de la carretera nacional número 15, en 1938, se tradujo en una movilización de productos agrícolas hacia el centro, occidente y norte del

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país. La pavimentación de lo que será el primer cuadro de la ciudad y la creación de una institución bancaria (Banco de Zamora, ahora Banca Promex), le dan a Zamora una imagen que hasta entonces no conocía. A lo largo de esta década los zamoranos avizoran un futuro más prometedor, los sobresal­tos postrevolucionarios y de la Segunda Guerra Mundial han pasado, aunque existirán todavía algunas circunstan­cias derivadas de la problemática nacional que traerán efec­tos en la región: el bracerismo y las causas de la repartición ejidal. Estos dos problemas darán de qué hablar en lo que será la década de los cincuenta.

En un nivel amplio, podríamos afirmar que lo que ocu­rría en la nación se reflejaba en Zamora, pues “aunque el comercio exterior de México tuvo un comportamiento oscila­torio a lo largo de los años de la guerra, la inflación sereflejó en el precio de las ventas mexicanas al exterior permitiendo que los ingresos por concepto de las mismas aumentara significativamente. Asimismo, ocurrió un cambio interesan­te en su composición: la participación de los productos agrí­colas se incrementó notablemente, la de minerales tendió a debilitarse, y los productos manufacturados, como textiles o calzado —que hasta entonces sólo habían sido para consu­mo interno de México—, se convirtieron en un renglón impor­tante de las exportaciones del país”.4

Es decir, la necesidad del mercado externo en cuanto a semillas se hizo patente de acuerdo a las circunstancias bélicas mundiales de aquellos días. Zamora cultivaba papa, frijol, maíz, jitomate, trigo, cebolla, garbanzo y algunos pro­ductos frutícolas de complemento como el pepino, la jícamay el cacahuate.

Las exportaciones producían excelentes dividendos pa­ra una población todavía sin un alto índice de crecimiento poblacional; además, algunos zamoranos empezaron a via­jar a los Estados Unidos de Norteamérica, aunque muy pron­to fueron llenados sus huecos por algunos emigrantes llega­dos de las regiones circunvecinas: Villamar, Tingüindín, Atecucario, Atacheo, Ario de Rayón, Los Reyes, Chavinda, Cotija y algunas regiones más lejanas. La conformación de Zamora actual tiene aquí sus antecedentes más importantes.

Este flujo migratorio hacia Zamora puede ser entendido

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det>de dos perspectivas: por una parte, vinieron a la región aquellos que tenían problemas en sus zonas originarias, problemas derivados de cuando el cardenismo —dolorosa­mente— tuvo que entregar armas para defender la tierra; por la otra, de acuerdo “a las necesidades específicas de la agri­cultura, cuando ésta empezó a diversificar sus cultivos en 1945”.5 Así pues, el universo zamorano empieza a tener una expansión bien importante, aunque contradictoria.

De esta forma, asomando ya la década del cincuenta, nos encontramos ante un crecimiento demográfico y habita- cional que jamás se había sentido en Zamora. El crecimiento de la población era el resultado de las tendencias históricas que conjugaban los factores económicos, sociales y cultura­les, que promovieron el desarrollo de la región zamorana.

No obstante los factores de crecimiento, Zamora seguía siendo una ciudad demasiado tranquila. Sus problemas eran los de una ciudad provinciana que tenía poco movimiento en relación a ciudades de mayor desarrollo. Los cincuenta vi­sualizaban —se suponía— pocos cambios, incluso en el cli­ma, pues todavía se contaba con abundantes lluvias que se reflejaban en gran cantidad de cultivos de temporal. En aquellos días era sumamente fácil arrimarse el sustento coti­diano, alrededor de la ciudad se encontraban “sin dueño visible”, quelites, verdolagas, nopales, tunas, choruri y la práctica generalizada del “pepene” en las tierras donde se cultivaba papa, maíz, frijol, garbanzo, jitomate, cebolla, et­cétera. Sí que era fácil el sustento, pues los nacimientos de agua cercanos proporcionaban a quienes no contaban con un empleo remunerado, pescado de buena calidad y las tierras cultivables que se entarquinaban para el “limpie” de estan­que para la carpa y el “chopo” o camarón de agua; además la caza de pequeñas aves como la conguita o las güilotas. Así pues, era difícil que el zamorano careciera de alimentos. Sin embargo, la ciudad avanzaba y con esto su imagen se iba transformando. Debido a la desecación del valle —que ya comentamos—, la agricultura podrá tener de ahora en ade­lante dos ciclos de cultivo.

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Los cincuenta y el crecimiento

A partir de 1950, las tentativas de crecimiento se fueron haciendo realidad poco a poco; debido a los emigrantes, la ciudad empezó a crecer en lo que anteriormente eran “Bue­nas tierras de cultivo o de migajón”.6 El sureste y el norte de lo que fue Zamora la vieja son las primeras tierras de cultivo que se convirtieron en centros poblacionales o fracciona­mientos, con el supuesto teórico de solucionar el problema habitacional, aunque en realidad se iniciaba el proceso de transferencia en el uso de la tierra.

Aquí es, pues, donde aparece la ruptura citadina: Zamo­ra la vieja y Zamora la nueva, ya que el acelerado desarrollo del capitalismo se presenta de una manera bien específica: “A medida que se inicia el proceso de modernización agrícola (con frecuencia llamado La Revolución Verde) el problema adquiere, sin embargo, una nueva dimensión. La tecnología de nuevos fertilizantes y semillas que promete asegurar el aumento de los requerimientos alimenticios, suscita al mis­mo tiempo problemas complejos, entre los que destaca la selección de una estrategia agrícola óptima para proporcio­nar empleo a una fuerza de trabajo en aumento y niveles crecientes de ingresos.”7

En esta forma, Zamora presenta al iniciarse la década del cincuenta, cambios cualitativos y cuantitativos en la industria agrícola. Calidad en la producción (productividad) y reducción en la pluralidad de cultivos. “De ahí que el desarrollo agrícola tiene que encarar los siguientes proble­mas: el de alimentar a una población creciente y el de propor­cionar más empleos, dado que el sector no agrícola no tiene la capacidad suficiente para absorver volúmenes adicionales de fuerza de trabajo...”8

Estos cambios a que hago referencia se presentaron en diversas formas: los más por las transferencias de capital extranjero que hacen ya su arribo a la tranquilidad zamora- na: otros, porque llegan capitalistas de otros estados a inver­tir en la agricultura; otros más, por los sabios consejos délos bancos refaccionarios en cuanto a la cantidad y cultivos que deberían trabajarse. Es evidente que, debido a lo anterior,

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Zamora vive un auge desarrollista, que impacta por la ce­leridad en los procesos socio-económicos. Sin embargo, es a partir de estos años —los cincuenta—, cuando en Zamora se agrava el fenómeno del rentismo de tierras ejidales. Todos aquellos que se habían convertido en “propietarios” hacía apenas dos décadas ya mostraban los signos del desinterés ejidal, no tanto por los obstáculos impuestos por el Gobierno de Miguel Alemán (1946-52), sino porque no fueron capaces de encontrar créditos baratos, o bien, cuando los encontra­ron, no los trabajaron adecuadamente. Además, no sólo fue característico del ejido, sino también la pequeña propiedad muestra un porcentaje demasiado elevado en la no producti­vidad de sus cultivos. Así pues, la usura viene a jugar un papel bien importante a partir de este periodo: las siembras a medias, la venta del cultivo en pie, los préstamos a elevadas tasas de interés, el empeño de las tierras o délos instrumen­tos de producción, la sobre-escriturización y algunas otras formas de usura que hacían que el proceso agrícola fuera monopolizándose cada vez más.

En esta década la industria es casi nula, existen algunas muy pequeñas, por ejemplo: “Fábricas,sólo la de cigarros ‘La Libertad’, algunas de refrescos como ‘La Brisa’ de Salvador Cuadra, ‘La Estrella’ de Eduardo Torres y una extranjera la ‘Cañada Dry’, la fábrica de chongos y ates ‘Tres Reyes’ y demasiadas industrias caseras donde se hacían costuras, tejidos y dulces para comerciarse.”9

Demográficamente Zamora se acerca a los treinta mil habitantes; es decir, en realidad no existe todavía un creci­miento habitacional y demográfico amplio; nos encontra­mos, pues, ante un proceso de crecimiento demográfico natu­ral, dado que “durante 1950-1960, se experimentó un fenóme­no semejante al de 1930-1940; el peso relativo del crecimiento natural de la población urbana superó al de la migración campo-ciudad”.10 Lo anterior es debido a varios factores, entre ellos la cumplimentación de dotaciones ejidales a quie­nes emigraban a centros urbanos cercanos, al Distrito Fede­ral, o bien a los Estados Unidos de Norteamérica.

Sin embargo, la década de los cincuenta para Zamora, es la década de arranque para las migraciones. Una cantidad considerable de profesionistas de las regiones cercanas y de

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otros estados empiezan a asentarse en la ciudad: médicos, abogados, agrónomos, odontólogos, contadores públicos y algunos técnicos a nivel medio, que se abocarán a satisfacer las necesidades del medio. Capital Humano, profesional, que dará un giro bien importante a la productividad. Pero al mismo tiempo existen migraciones de trabajadores agríco­las, sobre todo de comuneros de la meseta tarasca, que vie­nen a vender su fuerza de trabajo en la siembra y cosecha de la papa. Aunque también vienen familias enteras a asentar­se en definitiva a la ciudad, asentamientos que fueron polari­zando el desarrollo zamorano.

La producción agrícola que para estos años seguía sus tentándose en los básicos, como el frijol, maíz y posterior­mente la papa, inicia su proceso de cambio, debido a múlti­ples fenómenos. “Se han señalado algunos factores que lle­varon al estancamiento de las exportaciones de los países subdesarrollados en los años cincuenta: la imposibilidad de seguir aumentando el consumo de alimentos en los países industriales —ya recuperados de los estragos de la guerra—, la sustitución de productos naturales por materiales sintéti­cos, y la mayor utilización de técnicas modernas en la agri­cultura en los países más desarrollados. La revolución tecno­lógica, hasta entonces reservada primordialmente a la acti­vidad industrial, irrumpió en la agricultura de los grandes países, como los Estados Unidos, y dio por resultado un aumento notable de sus excedentes agrícolas. Esto, y la gue­rra de Corea cambiaron las condiciones del mercado interna­cional de materias primas. Para mediados de los años cin­cuenta la oferta superaba a la demanda y las condiciones para una caída de los precios estaban dados.”11

Debido a lo anterior, el Estado asume más directamente su papel de rector económico, aunque si bien es cierto el control ejercido por él se verá sustituido en los dos primeros años de la década siguiente —sesentas—, por el capital agro- comercial nacional o extranjero.

Así pues, las contradicciones socio-económicas se fueron agudizando debido a la autosuficiencia alimentaria de los países industrializados y por lo tanto, nuestras relaciones internas se transformaron debido al desplome de los precios en el mercado mundial que siguió a la venta de los exceden­

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tes norteamericanos. Las regiones agrícolas de buena cali­dad, como la zamorana, pronto sintieron el cambio a que se enfrentaban.

“El paso de una época de auge de exportaciones a otra de dificultades y obstáculos en el mercado internacional se re­flejó en diversos aspectos de la economía nacional. A partir de 1956 empezó a llegar a su fin la época triunfalista de la agricultura mexicana, el crecimiento notable de los años 1946-1956 había coincidido con el auge del sector exportador y, terminado éste, la agricultura empezó a debilitarse indi­cando hasta qué punto su florecimiento había estado relacio­nado con el crecimiento de los cultivos comerciales y con las buenas condiciones del mercado internacional. A partir de la segunda mitad de los años cincuenta, el interés en la activi­dad agrícola decae y cada vez se refuerza más la convicción de que el camino del país debía ser la industrialización”.12

Para Zamora, como lo mencionamos anteriormente, la creación de una infraestructura industrial fue nula en esta década. Si bien es cierto, existían molinos para procesar el trigo, éstos se encontraban en los municipios aledaños, como Jacona (distante apenas 2 kilómetros de Zamora), o bien, Tangancícuaro, a 12 kilómetros de distancia. Industrial- mente se ensayará hasta bien entrados los años sesentas, cuando a raíz del cultivo fresero se fundan las primeras congeladoras que se encargarán del proceso de conservación para la exportación de la fresa.

Pocos años antes de esta década y los tres primeros de los cincuentas, el crecimiento de la ciudad empieza a mani­festarse lentamente. Véase el siguiente cuadro de las prime­ras tierras cultivables convertidas en fraccionamientos:

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Nombre del Nombre de Fecha Estrato so­Fracciona­ los propieta­ aproximada cial de los Observacionesmiento rios de auto­ de autoriza­ comprado­

rización ción res

El Jericó José Celso Sobre 1945 Burguesía y Los Sucesores delGarcía 1946 se em­ estratos al­ Sr. García Martí­Martínez pieza a cons­ tos de la po- nez, venden al Ing.

truir población José Juárez Malo, quien funda el Fracc. Jardines del Jericó, S.A.

Veinte de Gobierno 30 de julio Proleta­ Estos Fracciona­Noviembre del Estado y

Ayunta­miento

de 1953 riado mientos fueron o- torgados para su venta al municipio de Zamora, m e­diante el Decreto 119 del H. Congre­so del Estado pu­blicado el 30 de Ju­lio de 1953.

Los Gobierno 30 de Julio Proleta­Aguacates del Estado y

Ayunta­miento.

de 1953 riado

La Gobierno No existió Proleta­ Franja corre para­Lima Federal zo­ autoriza­ riado lela al antiguo Río

na delimita­ ción Duero y que fue to­ción del río mada por paracai­

distas.

Fuentes: Archivo Municipal de Zamora: “Arturo Rodríguez Zetina” legajo1. Foja 247. Sección Varios. Año 1960- correspondencia de la Sría. de la Presidencia Municipal.

Francisco Castillo Cervantes. Entrevista.

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Antes de la década del sesenta, la agricultura zamorana producía los siguientes cultivos, dentro ya de la esfera capi­talista, producción que se dirige a las ciudades de Guadalaja­ra, Monterrey y otros centros de población de mayor des arro­llo.

1. Caña de azúcar2. Camote3. Cacahuate4. Cebolla5. Cebada en grano6. Chícharo7. Chile verde8. Frijol9. Garbanzo

10. Haba11. Jitomate12. Lenteja13. Maíz14. Papa15. Trigo16. Tabaco

Y entre los cultivos frutícolas tenemos lo siguiente:

1. Fresa (sólo dos hectáreas en 1933 y por los años cin­ta de 10 a 20 hectáreas).

2. Jicama3.Pepino4. Durazno5. Guayaba6. Lima7. Mango8. Naranja9. Plátano

Como se puede observar, para los años anteriores a 1960 la fresa era un cultivo poco usual en la región michoacana, mientras que en el estado de Guanajuato ya tenía una impor­tancia fundamental.

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Zamora y su crecimiento desordenado

A la entrada de los años sesentas, Zamora presentaba cier­tos indicios de cambio, aunque el crecimiento avanzaba de una forma lenta. La conformación citadina apenas crecía sobre unas cuantas hectáreas. Donde se veía mayor movi­miento era en la agricultura, la expansión de los cultivos comerciales se hacía con el propósito inmediato de exportar­los al mercado nacional e internacional. A pesar de lo ante­rior, la ciudad no contaba con la infraestructura industrial adecuada, si bien es cierto se iniciaban algunas tentativas bien tímidas en cuanto a este proceso. Hablar, pues, del crecimiento de Zamora, es hablar de la conjugación de diver­sos factores socio-económicos, sin olvidar que el factor fun­damental es la agricultura. La característica más importan­te en este período es la acumulación de tierras cultivables en unas cuantas personas, que de acuerdo a su situación econó­mica explotarán de una forma totalmente nueva los terrenos de cultivo, sobre todo utilizando técnicas de producción dife­rentes a las tradicionales. “Se debe hacer notar aún otro factor, con la tecnología nueva (se) refuerza el proceso de concentración de la tierra. Para los latifundistas el valor neto de la tierra aumenta relativamente más, porque con su conocimiento superior y control de los recursos pueden explo­tar, de manera más efectiva que el pequeño propietario, el nuevo potencial de producción”.1

De esta forma se les dio una mayor importancia a los cultivos comerciales como la papa, la cebolla, el jitomate, el trigo y el sorgo, importancia meramente cuantitativa, donde sobresale la incorporación de la fuerza de trabajo de los propietarios muy pequeños, pero sobre todo, la fuerza de los trabajadores venidos de municipios aledaños y de otros esta­dos de la República.

En efecto, para estos años sesentas, Zamora creció habi- tacional, demográfica y productivamente, desde la década anterior (cincuentas), la ciudad empezó a extenderse hacia el norte, primeramente, la ex-huerta del Jericó se fracciona para crear un fraccionamiento de características residencia­les; hacia el noroeste las casitas populares, “Colonia Othón Núñez es el nombre que impuso el Ayuntamiento a un frac­

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cionamiento nuevo al oeste de la ciudad, dedicado a gente humilde. La iniciativa procedió del señor Rafael Ramírez León”2 hacia el sureste, se crea un fraccionamiento popular: “Anuncian un nuevo fraccionamiento aquí, ‘Jardines de Ca­tedral’, bajo la reconocida firma García Bustamante. Ojalá den facilidades a los pobres para hacerse de una casa”.3 Demográficamente, para abril de 1960 ya existen cerca délos cuarenta mil habitantes: “Según el censo quellevaron a cabo con todo esmero religiosas misioneras catequistas de Guada­lajara ayudadas principalmente por señoritas de Acción Ca­tólica, hay en Zamora 38 282 habitantes, agrupados en 6 294 familias, que dan un promedio de 6.08 miembros cada una”.4 Productivamente, este período es abundante en el cultivo de la papa y de la cebolla, incluso se presenta un desplome en el precio, y no sólo esto, sino que: “Da pesar que algunos agri­cultores están arando campos sembrados de cebolla, por serles incosteables el cosecharla. Tanto trabajo perdido. Tantos bienes de la tierra desperdiciados”.5

Existe para estos años un proceso permanente de creci­miento, benéfico para quienes habían acumulado capital en el periodo postrevolucionario y totalmente perjudicial para aquellos sectores de la población que no contaban con los factores tierra o capital, incluso, quienes contaban con tie­rras pequeñas o ejidos, las rentan o traspasan a medias, debido a que no tienen capital para invertirlo en la agricultu­ra y buena cantidad de ellos las venden. Así, en forma paula­tina se presenta la monopolización de la tierra, que abre el camino para el capital agrocomercial extranjero y nacional. La polarización en los sectores sociales de la población em­pieza a ser muy notorio, debido en gran parte a la cantidad de inmigrantes que llegan a asentarse en los alrededores de la ciudad.

Hablar de desarrollo supone conceptualizar el término, sobre todo para efectos de análisis e interpretación en cuanto al crecimiento no planificado de núcleos urbanos como el zamorano e implícito en el contexto de país subdesarrollado. “Se acepta que el concepto de desarrollo económico implica un permanente proceso de cambio social, aun cuando existen marcadas diferencias de opinión en cuanto a la forma como se efectúa el mismo: gradualmente, suponen los reformistas,

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o a saltos, afirman los revolucionarios”.6 Ante esta defini­ción, los supuestos teóricos que he manejado podrían crear confusión; sin embargo, “De esta forma puede señalarse que un aspecto, que cobra cada vez mayor importancia como medio de transmisión de impulsos que favorecen el subdesa- rrollo, consiste en la vinculación creciente de estos países con el exterior.”7

La infraestructura de dependencia se fue haciendo cada vez mayor, el propio cultivo de la fresa se presenta como alternativa al de la producción del estado de California, en los Estados Unidos, incluso importando la planta de lafresa. “Una de las razones iniciales por la que los inversionistas de los Estados Unidos desarrollaron el cultivo de la fresa en México, fue que éste era capaz de producir fresas frescas en un periodo en que la producción de temporada de los Estados Unidos es baja”.8 Así, los efectos de una mayor distribución de la producción son nulos. Es más, contrariamente a lo establecido en los flujos de capital, el proceso de monopoliza­ción se ve aumentado considerablemente en estos años 60- 70, con el rentismo y especulación de tierras cultivables, aunque lo más grave viene a ser la incapacidad del sector agrícola en crear un medio alternativo industrial o de inves­tigación agrícola, creando con esto una situación estaciona­ria, no sólo en la agricultura, sino en todo el programa desti­nado a desarrollar una agricultura capitalista de grandes productores mercantiles, generosamente subsidiadas y apo­yada por las instituciones públicas y privadas que forman una economía capitalista”.9

En efecto, existía desarrollo, expansión económica, cir­culación monetaria, aunque este desarrollo trajera conse­cuencias inflacionarias. Los salarios se disparan en forma acelerada en la industria de lafresa, “para 1965 en laConge- ladora ‘Estrella’ de José Valdés, [se] ganaba $40.00 dia­rios”.10 Mientras esto sucedía en el boom fresero, un salario mínimo en la región era de $16.50. Así los costos intermedios del comercio se disparaban en forma grave, trayendo como consecuencia contracciones económicas fuertes: por otra parte, la especulación en las superficies con cultivos alimen­ticios era grande de un ciclo agrícola a otro. Estos saltos desarrollistas hacen que los costos en los diferentes sectores

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de la economía, sean inflacionarios, no reales, debido a la gran circulación monetaria por etapas, porque tampoco se da en todo el año, sino que regularmente también con dos ciclos que abarcan seis meses.

El proceso de dependencia con su consecuente expan­sión inflacionaria en la década de los sesenta, es bien ilustra­tivo; la “dependencia de los productores en cuanto a su abas­tecimiento con recursos productivos como lo evidencia el importante comercio de insumos de origen industrial y el rápido sistema de integración del cambio tecnológico... es así significativo que a partir de los años sesenta, la diferencia­ción social de los productores se haya considerablemente agudizado, como puede evidenciarlo la importancia del ren- tismo de parcelas ejidales y la emergencia de un fuerte grupo de auténticos ‘empresarios agrícolas’ especialmente dedica­dos a la producción en tierras ajenas y beneficio propio délos cultivos más remunerativos.”11

En el ramo agrícola el término progreso se utilizó al cambio de patrón en los cultivos, dándole importancia a los rendimientos en cultivos comerciales.

Cultivos 1965 1967 1969 O b se r v a c io n e s__1966 1968 1970

Fresa 14 14 18 R endim iento tonela ­Frijol 1.99 1.49 2 da por hectárea.Maíz 1.49 1.49 1.5Cebolla 508 539 316

En el cuadro anterior observamos que mientras el rendi­miento en cultivos comerciales es amplio y todavía aumenta­da, en los cultivos campesinos o de substancia es estaciona­rio, disminuye y al finalizar la década del sesenta, aumenta ligeramente. Este proceso es debido fundamentalmente a la utilización de insumos. Es decir, la agricultura (generalmen­te) se supedita a la economía industrial, debido a que su demanda es amplia, principalmente en los productos ali­menticios y comerciales, aunque conforme se avanza en la utilización de los insumos, los productos agrícolas comercia­les aumentan en calidad y cantidad.

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Una de las características más generalizadas en esta época de desarrollo, es la derrama económica hacia el sector femenino de la fuerza de trabajo en períodos de cultivo y proceso, “Más del 90% de los obreros en tiempos de produc­ción eran mujeres”,12 y más en ese tiempo es donde se logra ubicar la mayor reserva de fuerza de trabajo para las ocupa­ciones no agrícolas, aspecto de importancia relevante, dado que las contradicciones sociales aumentan en forma alar­mante. A menor ocupación, menor ingreso, menor diversifi­cación de mercado y una mayor desocupación, sobre todo en la fuerza de trabajo masculino.

Este período de desarrollo se manifiesta en una expan­sión económica que abarca gran parte efe la sociedad zamo- rana, pero trae consigo todo un proceso de indicadores críti­cos, que a largo plazo producirán desajustes en la producción agrícola y las ramas complementarias y por supuesto en las relaciones sociales. La importancia que doy a este apartado, se justifica debido a la inoperancia del proyecto mostrada hasta nuestros días por el desarrollo zamorano, desarrollo sin equilibrio, polarizado, donde sólo ciertos estratos socia­les pueden hablar de desarrollo. Es decir, las características del capitalismo y de su fase posterior, el imperialismo, se manifiestan en las formas de dependencia que asumimos los países subdesarrollados; o sea, de acuerdo al sistema de producción capitalista, dependemos de tecnología y mejora­miento de semillas y /o plantas, así como de los instrumentos y medios de producción altamente tecnificados.

Este evolucionismo económico, propalado por los econo­mistas pro-gubernamentales, ha traído consecuencias de em­pobrecimiento y descampesinación en nuestro medio. El empobrecimiento se presenta en términos de desocupación; y el de descampesinación se da en varias fases: rentismo y venta de tierras de cultivo, la primera por necesidad econó­mica de contar con capital y el segundo por el fenómeno de acumulación de la renta de la tierra, ya sea cultivándola o en su defecto vendiéndola fraccionada para habitación. El or­den de importancia que anteriormente tenía la tierra cambia radicalmente de los años sesenta en adelante.

Generalmente el desarrollo agrícola zamorano muestra un crecimiento en la oferta de servicios, más encaminado a

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satisfacer las necesidades primarias de corto plazo que a un plazo mayor y con cobertura más amplia.

El cambio en el uso de la tierra es ya muy notable en esta década. Excelentes tierras de cultivo empiezan a fraccionar­se baio la supuesta necesidad habitacional. Si bien es cierto qué, debido a los flujos migratorios que llegan de regiones vecinas existió la necesidad de construir habitaciones, éstas debieron haberse levantado hacia el oriente de la ciudad, donde las tierras de cultivo son de menor calidad que las ya fraccionadas. Es en este tiempo cuando aparecen los siguien­tes fraccionamientos:

Nombre del Nombre de fracciona- los pro pie- miento tarios

Extensión enmetroscuadrados

Fecha de autorización

Estrato social de losdemandantes

El Duero

JardinesdeCatedral

Jar diñad as

La Luneta Sección Po­niente Sección Oriente

Fracciona­mientoAurora

J. TrinidadChavollaVega

J. TrinidadChavollaVega

J. TrinidadChavollaVega

Juan Gómez HerrerayAlfonsoMendezRamírez

Estos tres Fraccionamien­tos ocupan una extensión aproximada de 143 hectá­reas, sólo calculadas, por­que no existen datos reales.

Estos fraccionamientos no fueron autorizados por el municipio por lo tanto no e- xiste fecha de autorización.

Popular

Estrato medio pequeña burguesía y burguesía

Burguesía

Sección Po­niente 69 126 21 m 2 Sección Oriente 19 648.79 m2

8 de noviembre Burguesía de 1966

Estratomedio

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Los tres primeros fraccionamientos que aparecen en el cuadro anterior: El Duero, Jardines de Catedral y Jardina- das, no han contado hasta la fecha con autorización de parte del ayuntamiento: “Sr. Trinidad Chavolla Vega, Adminis­trador General de la Constructora y Urbanizadora Michoa- cana, S.A. Fraccionamientos “El Duero” y “Jardines de Ca­tedral”. Presente. El H. Ayuntamiento que me honro en presidir en su sesión de ayer acordó dirigirse por mi conducto a Ud., para decirle que en relación a su atenta fecha 6 del actual, que habiendo estudiado todos y cada uno de los ofi­cios y documentos a que se refieren, en ninguno se encontró que el ayuntamiento en alguna fecha le haya otorgado a usted el permiso legal para el funcionamiento de sus fraccio­namientos, pues ni en los archivos generales, ni en los libros de actas correspondientes a los años 1950 a 1959, se encontró ningún permiso oficial, por lo que se tomó el acuerdo también de que se le comunicara esta situación para que en la próxi­ma sesión del ayuntamiento, el suscrito esté en posibilidades de informar sobre sus gestiones para que usted regularice la situación legal de su fraccionamientos. Atte. Sufragio Efecti­vo, No Reelección, Zamora de Hidalgo, Mich. 11 de Febrero de 1960. Reynaldo Valdés Rocha (Rúbrica).”13

Esta fue la primera carta —de varias—, que el ayunta­miento zamorano envió a J. Trinidad Chavolla Vega, con la finalidad de que presentara la documentación requerida pa­ra autorizar dichos fraccionamientos. Sin embargo y des­pués de mandarle varias cartas más, el fraccionador siguió adelante en sus obras y en todo lo que restó de 1960 y 1961, no existe documento que pueda comprobar lo contrario.

Ahora bien, a partir del cuadro anterior en el que exclusi­vamente menciono el cambio en el uso de la tierra y enumero los fraccionamientos fundados en esta década, quiero preci­sar que sería un error metodológico argumentar que el agota­miento y mal uso de la tierra sea debido sólo a las presiones de migrantes que han llegado a la ciudad. No, las causas principales han sido de carácter económico y político, ya que el desequilibrio existente se ha presentado configurado por diversas variables, entre las primeras —económicas—, so­bresalen las leyes de la oferta y la demanda sobre las tierras cultivables y en las segundas —políticas— la presión de

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quienes, sabedores del crecimiento habitacional, han busca­do la autorización correspondiente para fraccionar tierras cultivables de primera categoría y crear zonas habitaciona- les de carácter residencial.

Por otra parte, es durante esta época cuando las estruc­turas de la producción agrícola muestran facetas desconoci­das para los agricultores zamoranos, entre ellas sobresalen los siguientes:

a) Los cultivos comerciales destinados a la exportación han desplazado a los cultivos de subsistencia destinados al consu­mo local.

b) Los ingresos de los productores se ven frecuentemente afectados-por las fluctuaciones en los precios internacionales de los productos agrícolas.

c) Las utilidades provenientes de la producción de cultivos comerciales se concentran en manos de los dueños de latifun­dios o de plantaciones, o en la de los comerciantes e interme­diarios.

d)El costo elevado de los insumos necesarios para la produc­ción de cultivos comerciales ha aumentado el endeudamiento de los productores pequeños, quienes, por tener que pagar deudas cada vez mayores, con frecuencia pierden su tierra o capital.

e) La mecanización y otras tecnologías intensivas en capi­tal que generalmente se relacionan con el desarrollo de la agricultura moderna frecuentemente desplazan m ano de obra y crean una masa de trabajadores sin tierra.

f) El monocultivo destinado a la exportación, característico de muchas zonas subdesarrolladas, impide el surgimiento de una agricultura mixta que se oriente hacia un mercado inter­no y a la satisfacción de las necesidades locales” .14

Las posibilidades de mejorar la producción se presen­taron sólo en la agricultura comercial y los niveles de vida adquirieron cambios profundos, debidos a las siguientes causas sociales que transformarán radicalmente el universo zamorano:

Estratificación social

El acomodamiento de los elementos sociales en diferentes

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planos presentan su aceleramiento a partir del reparto car- denista y llegan a desarrollarse en forma depurada en el período comprendido de 1960 a 1980, debido fundamental­mente a la demanda de la fuerza de trabajo por parte de los empresarios agrícolas, terratenientes y oferentes de tecnlo- gía agrícola.

Migraciones rurales

Debido a la existencia de fuentes de trabajo, comuneros y ejidatarios de zonas aledañas llegan a la ciudad por los meses de agosto a enero, a laborar en la siembra y cosechas de fresa, papa, cebolla y jitomate; miles de ellos jamás han regresado a su lugar de origen, fundando barrios de migran­tes que ahora forman el 80% de la población total, asenta­mientos en su mayoría irregulares.

NOTAS1. Verduzco, Igartúa, Gustavo et. al. La pobreza de una economía rica. El

caso de Zamora. Cuadernos de Consulta # 1. Centro de Estudios Antro­pológicos, COLMICH. Zamora, P. 1.

2. Entrevista. Benjamín Alvarez L. 17 de noviembre de 1979.3. González y González, Luis. Zamora. Monografías Municipales. Gobier­

no del Estado de Michoacán, p. 148.4. Pellicer, de Brody, Olga, et. al. Historia de la Revolución Mexicana. Mé­

xico, D.F. El Colegio de México, 1978, tomo 23, p. 15.5. Verduzco, Igartúa, Gustavo. Op. cit., pp. 6-7.6. Entrevista: José Chávez. 20 de agosto de 1980.7. Sinha, N.J. “Población y Agricultura’’. Víctor L. Urquidi (comp.). Cre­

cimiento de la población y cambio Agrario. México, D.F. El Colegio de México, 1979. Colee. Centro de Estudios Económicos y Demográficos, p. 17.

8. Idem. p. 19.9. Entrevista: Benjamín Alvarez L. 17 de noviembre de 1979.

11. Montaño, Jorge. Los grupos sociales. Ed. ANUIES, México 1977, p. 109.12. Pellicer, de Brody, Olga, Op. cit., p. 18.13. Idem., p. 26.

1. Sinha, J.N. “Población y agricultura”. Víctor L. Urquidi (comp.). Cre- miento de la población y cambio agrario. México, D.F. ColMex. 1979. Colección Centro de Estudios Económicos y demográficos p. 17.

2. Guía (semanario). Dir. Alfonso Sahagún. Zamora, Mich., No. 135Q 13 de febrero de 1955.

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3. Idem. No. 388 20 de diciembre de 1959 p.4.4. Idem. No. 404. 10 de abril de 1960. p. 1.5. Idem. No. 440. 25 de diciembre de 1960. p. 8.6. De la Peña, Sergio. El antidesarrollo de América Latina. Ed. Siglo XXL

3 Edición, México, D.F. p. 26.7. Idem., p. 29.8. Feder, Ernest. El imperialismo fresa. Una investigación sobre los me­

canismos de la dependencia en la agricultura mexicana. Trad. de Man- lio Tirado. México, D.F. Ed. Campesina 1977 p. 23.

9. Feder, Op. cit., pp. 20-21.10. Entrevista. J. Jesús Valdovinos C. 14 de septiembre - 1983.11. Pérez Morales, Mario, S. “La transformación de la agricultura en el dis­

trito de riego # 61 de Zamora.” Ponencia presentada en el primer foro re­gional sobre INC.

12. Entrevista. J. Jesús Valdovinos C. 14-septiembre-1983.13. Archivo Municipal de Zamora “Arturo Rodríguez Zetina”, Ayunta­

miento, 1960, Legajo 1-Foja 013. Sección: Varios. Correspondencia de la Sría. de la Presidencia Municipal.

14. Stavenhagen, Rodolfo. El campesinado y las estrategias del desarrollo rural. México, 1977 Colegio de México. Cuadernos del Centro de Estu­dios Sociológicos. No. 19; pp. 5 y 6.