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    FRAGMENTOS, FRACTALES Y FRONTERAS:GNERO Y LECTURA EN LAS SERIESDE NARRATIVA BREVELAURO ZAVALAUAM Xochimilco, Mxico

    El estudio de los cuentos integrados, es decir, de las series de cuentoscon unidad temtica, genrica o estilstica, se inscribe en la discusin sobre la escritura fronteriza, ya que estas series de textos breves se encuentran a medio camino entre la novela y el cuento (en trminos de extensiny estructura interna). En esa medida, su estudio ofrece una oportunidad parareplantear algunos problemas fundamentales para la teora y la crtica literaria, en particular en lo relativo a las fronteras entre escritura, edicin ylectura. Adems, su estudio pone en evidencia la necesidad de formularuna nueva preceptiva para la teora de los gneros literarios.En otras palabras, el estudio de los cuentos integrados ofrece una oportunidad para replantear el eterno problema de las definiciones genricas:Qu es un cuento? Qu es una novela? Y ms recientemente: Qu esuna minificcin? Cules son las fronteras entre estos gneros? Y msimportante an, al estudiar las series de minificcin: Las diferencias entre narracin, ensayo y poema en prosa pueden llegar a ser producidas porel contexto de cada lectura?En la medida en que el autor es el primer editor de los textos queescribe, podemos preguntamos si escribir no es una estrategia para proponer modos de lectura, tanto de un mismo texto como de los textos escritoscon anterioridad.L o s CUENTOS INTEGRADOS Y OTRAS FORMAS DE ESCRITURA SERIAL

    La intencin central de las lneas que siguen consiste en llamar la atencin sobre el hecho de que aunque en la tradicin anglosajona hay yanumerosos estudios sobre los cuentos integrados, en la tradicin hispano-Rlit, LXVI, 131 (2004), 5-22

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    6 RLit, LXVI, 131,2004 LAURO ZAVALAamericana no slo existen magnficos textos que merecen ser estudiados,sino que adems existe una produccin literaria relacionada con la seria-lizacin y la fragmentacin en la que se plantean problemas de una riqueza literaria que est ausente en otras lenguas. En particular, la riqueza delos ciclos de minificcin ( textos irnicos, genricamente hbridos, cuyaextensin tiende a ser menor a 400 palabras) y de las novelas constituidasexclusivamente por esta clase de textos, constituyen aportaciones literariasespecf icas de esta regin. Aqu es necesario sealar la dis tincin entredistintas formas de minificcin, pues este trmino es utilizado para hacerreferencia s imultneamente a minicuentos (de carcter narrativo y estructura tradicional) y microrrelatos (de naturaleza hbrida y estructura pococonvencional) .El estudio de esta preceptiva genrica y los procesos de lectura queella exige es una mltiple asignatura pendiente. La tradicin de experimentacin genrica en nuestra lengua plantea problemas ligados al conceptomismo de fragmentacin, proveniente de las vanguardias de principios delsiglo XX.Ms an, si se ha llegado a afirmar que la lengua franca de la novela(en su versin cannica del realismo decimonnico) fue el francs durantela segunda mitad del siglo XIX, y que la lengua franca del cuento (en suexpresin cannica ms tradicional) fue el ingls durante la primera mitaddel siglo XX, tal vez la lengua franca de la minificcin (como gnero proteico, ajeno a la tradicin del minicuento) ha sido el espaol, especialmente el escrito en Hispanoamrica durante la segunda mitad del siglo XX.Por otra parte, el es tudio de los cuentos integrados y otros gnerosfronterizos, fragmentarios y seriales lleva a reconocer una paulatina relati-vizacin de los cnones genricos. Tal vez lo verdaderamente experimental hoy en da sera escribir una novela o un cuento que estuvieran exentos de fragmentacin y de hibridacin genrica. En ese sentido, el gneroque sirve como referencia obligada no es ya la novela (en su acepcin mstradicional, sujeta a las reglas de verosimilitud realista) ni el cuento (en suvariante clsica y epifnica, caracterizado por un final sorpresivo), sino laminificcin (gnero literario desarrollado a lo largo del siglo XX, que a suvez anunci el nacimiento de la escritura hipertextual) .En este trabajo sealo la existencia de varias estrategias de escritura,edicin y lectura de series narrativas que permiten relativizar las fronterasconvencionales entre la unidad textual (en particular, la unidad de la novela) y la diversidad genrica (en particular, la identidad de cada cuento ominificcin). El estudio de los cuentos integrados y otras formas de escritura serial y fragmentaria puede llevar a la relectura y reescritura de lasreglas genricas tradicionales .Lo que est en juego en el estudio de las series de textos breves es elreconocimiento de las posibilidades de lectura que ofrecen las manifesta-

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    FRAGMENTOS, FRACTALES Y FRONTERAS: GNERO... RLit, LXVI, 131, 2004 7clones textuales de lo mismo y lo mltiple, en la reformulacin de las fronteras entre el todo y las partes. Estas estrategias son las que permiten reconocer las diferencias entre cuentos integrados, novela fragmentaria,minificciones integradas, ciclos de minificcin y cuentos dispersos^.En algunos casos todas estas formas deescritura coexisten en un mismo volumen, y el lector se enfrenta a la posibilidad deponer en juego yreformular sus estrategias de interpretacin. En estos casos el texto posibilita diversas lecturas genricas, de tal manera que un volumen puede serledo, simultnea o alternativamente, como novela, serie de cuentos y ci-clo de minificciones.Esta simultaneidad de gneros se aleja de la ortodoxia genrica dominante a principios del siglo XX, si bien un siglo despus esa ortodoxiacoexiste con otras estrategias textuales. Las preceptivas ms tradicionalesde lanovela y del cuento han dejado de lado aquello que consideran unamera anomala o han tratado de asimilar las formas experimentales a alguno de los gneros cannicos, en lugar de reconocer el peso que tienen loscontextos de interpretacin que pone en juego cada lector frente a la singularidad de estos textos.El estudio de estas formas de escritura no slo lleva a replantear lasfronteras entre gneros literarios tradicionales (por ejemplo: por qu consideramos que Aura deCarlos Fuentes es una novela y que El perseguidor de Julio Cortzar es uncuento?), sino tambin a reconsiderar las estrategias de la lectura literaria. La distincin entre ungnero y otro no sereduce a la adopcin de una preceptiva u otra, yaque hasta la fecha stasse han limitado a establecer distinciones generales entre las formas cannicas y las formas experimentales de la novela y el cuento, y de las distinciones precisas entre narracin, ensayo y poesa.Cuando lo excepcional se convierte en la norma (o ms exactamente,cuando la ruptura se convierte en una tradicin de ruptura) es necesarioreformular el concepto mismo de canon, y reconocer las estrategias delectura que hacen posible laescritura de textos que slo son excepcionalesdesde la perspectiva de laspreceptivas originarias.

    ^ Estas estrategias no agotan la diversidad de posibilidades de la lectura y la escritura de series de textos breves, pues las tecnologas electrnicas hacen posible que ellector participe en la creacin del texto al interactuar con lapantalla, en relacin con loque aqu llamo ciclos de minificcin y minificciones integradas. Los expertos en estasformas (electrnicas) de escritura literaria llaman a estos nuevos gneros simplementehipertextos. El estudio de sus posibilidades literarias ya se ha iniciado en lengua espaola. Cf.Hipertexto y literatura (2000) de Jaime ALEJANDRO RODRGUEZ y Literatura ehipermedia (2000) de Nuria VoiULLAMOZ. Tambin pueden estudiarse algunas traducciones importantes, como Hamlet en la holocubierta (1999) de Janet H. Murria y los trabajos fundamentales deGeorge P.Landow (Ver labibliografa al final de este trabajo).

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    RLit, LXVI, 131, 2004 LAURO Z A V A L A

    L A LECTURA FRAGMENTARIA COMO UN ACTO PRODUCTIVOEl acto de leer puede tener muy diversas consecuencias en el lector.En algunos casos puede significar una suspensin momentnea de aquelloque el lector sabe. Y en particular, la lectura de series textuales (incluyendo cuentos integrados) puede significar una suspensin de aquello que ellector sabe acerca de los gneros literarios.De manera paralela al reconocimiento de este fenmeno, cada da msfrecuente, sera necesario reformular la teora tradicional de los gneros,de tal manera que en ella tengan cabida las formas de escritura (y de lectura) que surgieron y se desarrollaron durante el siglo XX. El surgimiento(durante las primeras dcadas) de los textos literarios que ahora llamamosminificcin es el resultado de nuevas formas de lectura y escritura literaria, y es tambin el anuncio de nuevas formas de leer y reescribir el mundo , pues su creacin coincide con el surgimiento de una nueva sensibilidad. El reconocimiento de estas formas de escritura requiere estrategias deinterpretacin ms flexibles que las tradicionales, es decir, estrategias queestn abiertas a incorporar las contingencias de cada contexto de interpretacin.Un primer intento de enfrentar la diversidad de formas de escritura querebasan las preceptivas tradicionales consisti en emplear de manera recu

    rrente y poco sistemtica el trmino relato en oposicin al trmino cuento(de manera similar a lo que ha ocurrido en lengua francesa con la palabranouvelle en oposicin a los trminos ms tradicionales, rcit y conte). Enlengua espaola, el trmino relato ha sido utilizado ya sea para referirse aalgo ms que un cuento (un cuento experimental), a algo menos que uncuento (una narracin sin valor literario) o a algo diferente a un cuento(ya sea un texto hbrido, un cuento muy extenso o incluso un poema enprosa).El surgimiento del trmino minificcin es consecuencia directa de estenuevo contexto de lectura, donde las posibilidades de interpretacin de untexto exigen reformular las preceptivas tradicionales y considerar que ungnero debe ser redefinido en funcin de los contextos de interpretacinen los que cada lector pone en juego su experiencia de lectura (su memoria), sus competencias ideolgicas (su visin del mundo) y sus apetitosliterarios (aquellos textos con los cuales est dispuesto a comprometer sumemoria y a poner en riesgo su visin del mundo).As, por ejemplo, a lo largo del siglo XX encontramos minificcionesque pueden ser ledas alternativamente como poema en prosa, ensayo, crnica, alegora o cuento, de tal manera que un mismo texto es incluido enantologas de cada uno de estos gneros. Este hecho bien conocido revelauna vez ms la insuficiencia de la preceptiva genrica tradicional para dar

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    FRAGMENTOS, FRACTALES Y FRONTERAS: GNERO... RLit, LXV, 131, 2004 9cabida a textos que se resisten a ser reducidos a uno u otro canon de lectura. ste es el caso de las fbulas pardicas de Augusto Monterroso, lasvietas alegricas de Juan Jos Arrela, las prosas irnicas de Julio Torrio los juguetes textuales de Guillermo Samperio, para slo mencionar algunos autores cannicos del contexto mexicano contemporneo. Por supuesto, algo similar se puede afirmar de los espantapjaros de Oliverio Girondo,los archiprlogos de Macedonio Fernndez y los textos an ms inclasificables de Felisberto Hernndez, para mencionar algunos autores de mini-ficciones en el Cono Sur.En contraste con esta riqueza literaria, en la escritura de textos muybreves en la tradicin anglosajona domina la presencia de minicuentos, esdecir, cuentos convencionales de tamao reducido. Si consideramos lasseries de minificciones integradas como un caso extremo de cuentos integrados, es notable la casi total ausencia en lengua inglesa y en otras lenguas de genuinas minificciones (hbridas, proteicas y sometidas al rigoraleatorio de la serializacin literaria), acompaada por la ausencia de unatradicin del poema en prosa que haya alcanzado la diversidad y riquezaliteraria que ha alcanzado en Amrica Latina (con la notable excepcin delfrancs).Aqu es conveniente sealar que los textos que conforman una serie decuentos integrados estn escritos teniendo en mente su relacin entre s,de tal manera que en conjunto adquieren una clara unidad estructural. Poresta razn, algunos estudiosos han propuesto llamarlos tambin cuentosenlazados (Enrique Anderson Imbert) o cuentos moleculares (SlawomirDolezel).En trminos generales, cuando la unidad entre los cuentos de un mismo libro es notable, nos encontramos ante un ciclo cuentstico (ForrestIngram) o una secuencia cuentstica (Gerald Kennedy). Esta modalidad hasido ampliamente estudiada en la tradicin anglosajona. En el estudio deMaggie Dunn & Ann Morris (1995), que abarca ms de 250 ttulos, estasautoras no dudan en llamar a esta modalidad una novela compuesta, lo cuales problemtico, pues puede ser conveniente distinguir entre una serie decuentos y una novela fragmentaria^. Tan slo en el contexto mexicano dela segunda mitad del siglo XX es posible sealar ms de medio centenarde ttulos que pueden caber bajo esta categora^, mientras la tradicin ge-

    ^ As, por ejemplo, Russell Cluff seala enfticamente que la secuencia cuentstica,antes de formar un total coherente, es una coleccin de cuentos. Y no es, ni ser nunca,una novela donde los apartados internos tanto por tradicin como por funcin prctica sean totalmente interdependientes (R. Cluff 1998, 66).^ La unidad temtica de estas series de cuentos puede estar denida por la presenciade personajes similares que habitan un espacio comn, como en El llano en llamas (1953)de Juan RULFO o en Benzulul (1959) de Eraclio ZEPEDA, y en ocasiones tambin por lapresencia de un narrador comn, como en De Zitilchn (1981) de Hernn Lara Zavala o

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    10 RLit, LXVI, 131,2004 LAURO ZAVALAnrica de los cuentos integrados se mantiene vigente en los escritores con-temporneos ^.La importancia de los cuentos integrados para la discusin de las fron-teras entre gneros literarios es evidente. Los problemas genricos plantea-dos por su existencia pueden ser reconocidos tambin en otros ciclosnarrativos. A continuacin se sealan otras formas de series textuales quetienen importantes similitudes y diferencias con los cuentos integrados. Enla seccin final de este trabajo propongo la utilizacin de algunos concep-tos que pueden ser tiles para el estudio sistemtico de estas formas deescritura, as como para reconocer su posible articulacin con otros proce-sos de la produccin simblica en la cultura contempornea.LA NOVELA FRAGMENTARIA: UNA SERIE NARRATIVA NO SECUENCIAL

    Una de las estrategias ms caractersticas que asume la problemticarelacin entre el todo y las partes en series de textos narrativos breves seencuentra en las novelas formadas por una sucesin de fragmentos cuyaorganizacin no necesariamente conserva una lgica secuencial.El antecedente ms inmediato de esta modalidad se desarrolla a lo lar-go del siglo XIX en forma de novela por entregas (Umberto Eco). Sinembargo, tanto en ese caso como en el de los folletines del melodramatelevisivo o cinematogrfico (ficcionalizados por Manuel Puig en la serienovelstica iniciada en 1968 con La traicin de Rita Hayworth) se conser-va un orden secuencial que difcilmente se ve alterado en la estructurainterna de cada captulo.en El ardiente verano (1954) de Mauricio MAGDALEO. La unidad genrica puede estardefinida por una tradicin claramente reconocible, como el cuento policiaco en La obli-gacin de asesinar (1957) de Antonio HEL O el cuento fantstico en Una violeta dems (1968) de Francisco TARIO. Y la unidad estilstica puede ser producida por un tonocomn a los cuentos de una serie, como la bsqueda de una verdad personal en Rosubterrneo (1979) de Ins Arredondo o en El gato (1984) de Juan GARCA PONCE.^ Sin salir de la narrativa mexicana podran ser mencionados algunos ciclos de cuen-to en los que hay personajes que comparten espacios comunes. Ejemplos bien conocidossobre la frontera norte son Los viernes de Lautaro (1979) de Jess GARDEA; Registrode causantes (1992) de Daniel S ADA, Tijuanenses (1989) de Federico Campbell y Lafrontera de cristal (1995) de Carlos FUENTES. Y en la Ciudad de Mxico habra quesealar textos como Cerca del fuego (1975) de Jos Agustn y muchos otros. Entre losciclos de cuentos policiacos o fantsticos con una notable cohesin formal pueden sermencionados El regreso de la verdadera araa (1988) de Paco Ignacio TAIBO II o Es-cenas de la realidad virtual (1991) de Mauricio Jos SCHWARZ. Y entre los ciclos decuento cuya unidad est determinada por el tono se podra mencionar la galera de re-tratos sarcsticos de la cotidianidad sentimental en Amores de segunda mano (1991) deEnrique SERNA o la combinacin de erotismo, ciencia y humor en Dios s juega a losdados (2000) de scar DE LA BORBOLLA. Estos ttulos estn elegidos un poco al azar,pero de stos slo el de Jos Agustn podra ser considerado como novela (fragmentaria).

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    FRAGMENTOS, FRACTALES Y FRONTERAS: GNERO... RLit, LXVI, 131, 2004 11En cambio, cuando se habla de novela fragmentaria (Carol D'Lugo) setrata de un texto novelesco formado por fragmentos de extensin considerable, cuya separacin puede estar marcada tipogrficamente o por la divisin convencional en captulos. Cada uno de los fragmentos puede incluiren su interior toda clase de materiales extranarrativos.En trminos estrictos se podra afirmar que toda novela es necesariamente fragmentaria. Sin embargo, la fragmentariedad que est en juegocuando se habla de novela fragmentaria consiste en la presencia simultnea de una fragmentacin de la secuencia lgica y cronolgica, y la presencia de elementos genricos o temticos en cada fragmento que garanti

    zan la consistencia formal del proyecto narrativo.En esta tradicin literaria hay antecedentes tan prestigiosos como Al filodel agua (1947) de Agustn Ynez; La sombra del caudillo (1929) de MartnLuis Guzman, y Los de abajo (1915) de Mariano Azuela. Y entre los textos contemporneos ms sobresalientes', sin salir del mbito mexicano, seencuentran La regin ms transparente (1958), La muerte de Artemio Cruz(1962) y Cambio de piel (1967) de Carlos Fuentes; Morirs lejos (1967)de Jos Emilio Pacheco, y Farabeuf o la crnica de un instante (1965) deSalvador Elizondo.En todos estos casos, el lector se ve obligado a reconstruir la secuencia de la historia narrada, al mismo tiempo que reconoce la interrelacinideolgica que existe entre los acontecimientos narrados. Por esta razn,resulta paradjico el uso del trmino fragmento al tratar esta clase de novelas, ya que en trminos estrictos cada unidad narrativa es un detalle queforma parte de una totalidad preexistente, y sin el cual no tiene sentido.Una vez ms, el peso que se otorga a la unidad total por encima decada fragmento es consecuencia de la herencia romntica que concede todoel peso del sentido al proyecto editorial del autor. Por otra parte, la frecuencia con la que un lector decide releer, comentar o incluso memorizaralguno de estos fragmentos como una unidad autnoma confirma la tesisdominante en la actual teora de la recepcin, en la cual se reconoce quela historia de la literatura la escriben las sucesivas generaciones de lectores, precisamente al reconocer aquello que les resulta significativo en sucontexto de lectura. Esto ocurre, por ejemplo, con el potico lenguaje ertico del captulo 68 en la Rajuela (1963) de Julio Cortzar; el esplndidocaptulo sobre las variantes de la palabra secreta en La muerte de ArtemioCruz (1962) de Carlos Fuentes; los barrocos monlogos del poder en Yoel Supremo (1974) de Augusto Roa Bastos, o las aventuras erticas reconstruidas por un narrador irnico en La Habana para un Infante difunto (1980)de Guillermo Cabrera Infante.En ese sentido, la no secuencialidad de la novela fragmentaria pone enmarcha mecanismos de lectura similares a los que se ponen en juego durante la reconstruccin de la experiencia de ver una pelcula construida a

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    12 RLit, LXVI, 131,2004 LAURO ZAVALApartir de la espacializacin del tiempo, es decir, al reconstruir en ordensecuencial aquello que ocurri de manera simultnea, y al recordar aquellos fragmentos que metonmicamente sustituyen a otros de la misma serie. La lectura de textos fragmentarios (donde suele dominar la tcnica delmonlogo interior) pone en evidencia la fragilidad de los gneros tradicionales, pues la experiencia cotidiana es, por definicin, una experiencia delfragmento. Las convenciones genricas son puestas en evidencia precisamente cuando su ausencia es ms notoria.MlNIFICCIONES INTEGRADAS: LA NOVELA DE FRAGMENTOS MNIMOS

    Las novelas formadas por series de minificcin (textos literarios extremadamente breves) constituyen un gnero liminal (es decir, fronterizo) desdetodos los puntos de vista posibles, pues ah se exhiben, se ponen en juegoy se ironizan diversas fronteras y convenciones genricas, y muy especialmente la frontera de la extensin mnima que puede requerir un texto paratener suficiente valor literario, as como el concepto de la unidad de sentido sin fisuras que presuponen la novela y el cuento de carcter convencional.Las series de minificcin constituyen un gnero textual cuya identidadse define precisamente por ubicarse en la incertidumbre, es decir, en elespacio fronterizo, liminal, paradjico, indeterminado, productivo, en el quetoda interpretacin excluyente es literariamente irrelevante.Las sorprendentes posibilidades literarias que ofrece la escritura extremadamente breve han sido exploradas de manera sistemtica a lo largo delsiglo XX, y el desarrollo ms notable de este gnero se ha producido en elcontexto hispanoamericano.La lectura de estos textos termina por borrar cualquier lgica jerrquicay definitiva. La lectura crtica de los ciclos de minificcin que constituyenuna novela plantea problemas fundamentales para la teora literaria y parala prctica de la escritura, pues son a la vez novela fragmentaria, cicloscuentsticos y series de minificcin. De manera implcita se plantean laspreguntas genticas originarias: son novelas? son cuentos? son literatura? La respuesta a stas y otras preguntas depende del marco desde el cualse formula cada una de ellas, y esa ambigedad proteica es lo que definela naturaleza genrica, estructural y semntica de la minificcin serial.En sntesis, las minificciones integradas son literariamente fronterizasen varios sentidos. En primer lugar, son textos genricamente fronterizosen su interior, pues cada uno suele incorporar simultnea o alternativamenteelementos de narrativa, poesa o ensayo. Al incorporar elementos de diversos gneros literarios, cada uno de estos textos se encuentra en la fronteraentre narracin y ensayo, entre narracin y poesa o entre ensayo y poesa.

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    FRAGMENTOS, FRACTALES Y FRONTERAS: GNERO... RLit, LXVI, 131, 2004 13Por Otra parte, los textos de minificcin tambin tienen una naturalezagenricamente fronteriza al parodiar o incorporar en su interior elementosde diversos gneros extraliterarios (como vieta urbana, crnica de viaje,escritura epistolar, manual de instrucciones, descripcin taxonmica y vir-tualmente cualquier otra forma posible de escritura). Al incorporar elementosde diversos gneros extraliterarios, cada uno de estos textos se encuentraen la frontera entre la escritura tradicionalmente considerada como literaria y la que tradicionalm ente es considerada como ajena a la literatura Todas estas formas de itinerancia o hibridacin genrica son posibles

    gracias a la presencia de estrategias irnicas. En estos textos la presenciade la irona (generalmente en forma de parodia, sobreentendido o juegosde lenguaje) funciona como una especie de cido retrico que disuelve lasfronteras entre gneros literarios, y entre la escritura literaria y la no literaria.Por ltimo, la minificcin tambin s fronteriza al estar en permanenteitinerancia entre las formas de escritura moderna (caracterizada por estrategias de irona estable) y las formas de escritura posmodema (caracterizada por estrategias de irona inestable)^.En las series y ciclos textuales de minificcin de autores hispanoamericanos y chcanos se encuentra una itinerancia entre las fronteras sealadas, es decir, entre narracin, poesa y ensayo; gneros literarios y extraliterarios; pretextualidad y architextualidad; irona estable e inestable. Pero altratarse de series formadas por textos de extensin mnima, en estos casoses necesario retomar la discusin acerca de la definicin de fronteras entreel todo y la parte, es decir, entre la pertenencia simultnea de cada textoa una unidad serial ms compleja (una novela) o a un ciclo narrativo especfico (un cuento) sin por ello perder su autonoma como unidad textual(una minificcin).Esto ltimo significa que, adems de las fronteras sealadas anteriormente, las minificciones tambin son genricamente fronterizas cuandoforman parte de una serie, pues cada texto ofrece al lector la posibilidadde ser ledo de manera autnoma o como parte de una unidad serial. Porlo tanto, los ciclos narrativos de minificcin pueden ser ledos, alternativamente, como novelas de fragmentacin extrema (novelas formadas por frag-^ La naturalez a hbrida de la minificcin ya ha sido sealada por num erosos inve stigadore s. Cf. A. B erchenk o, 1997 y otros. Por ejemplo, Viole ta Rojo afirma: (...) aunque los minicuentos tienen algunas caractersticas de los cuentos tradicionales y siguenperfectamente loa rasgos diferenciales del gnero, tambin tienen otro tipo de caractersticas. As, entre los minicuentos podemos encontrar desde fbulas hasta ensayos, pasando por todas las variaciones posibles de las formas simples y de los escritos no literarios. Es por esta razn que se habla del carcter proteico de los minicuentos, ya que suforma, como la de Proteo, es cambiante (V. Rojo 1997, 93).^ La distincin entre irona estable e inestable proviene de Wa yne B OOTH en suRetrica de la irona. Madrid, Taurus, 1986 (1974)

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    14 RLit, LKVl 131,2004 LAURO ZAVALAmentos muy breves) o como series de minicuentos integrados (ciclos decuentos muy breves que constituyen una novela).Los antecedentes cannicos de las minificciones integradas en la literatura mexicana son Cartucho (1920) de Nellie Campobello y La feria (1963)de Juan Jos Arrela, y muchas de las novelas ms recientes que formanparte de esta tradicin genrica tienden a ser metaficcionales ^. En el restode Hispanoamrica hay notables ejemplos de novelas formadas por minificciones, muchas de ellas elaboradas con una notable carga intertextual .Este gnero an est en espera de ser estudiado atendiendo a su naturaleza genrica, y reconociendo que se trata de una escritura que se distingue de los cuentos integrados, la novela fragmentaria y las otras series deminificcin.CICLOS DE MINIFICCIN: LAS SERIES DE VARIA INVENCIN

    Los ciclos de minificcin son series que, sin tener la extensin ni laestructura de una novela, estn formadas por parodias y pastiches genricos, as como por diversos juegos estructurales, intertextuales y lingsticos.En Hispanoamrica hay una riqusima tradicin de ciclos textuales deminificcin, con antecedentes tan distinguidos como De fusilamientos (Mxico, 1940) de Julio Torri, y El hacedor (Argentina, 1960) de Jorge LuisBorges. En este gnero es posible distinguir entre ciclos de ciclos (con laextensin de un volumen autnomo) y ciclos breves, que no alcanzan laextensin de un volumen y generalmente forman parte de un material conmayor extensin.

    ^ ste es el caso de Los juegos (1967) de Ren AVILES FABILA, ABCDErio oAbeCeDamo? (1975) de Daniel LEYVA, Fantasmas aztecas (1979), Muchacho en llamas(1987) y A la salud de la serpiente (1988) de Gustavo SAINZ; Hroes convocados (1982)de Paco Ignacio TAIBO II, y Cuadernos de Gofa (1981) de Hugo Hiriart. Durante laltima dcada del siglo se intensific la escritura de este gnero con una marcada tendencia a la autorreferencialidad, como puede observarse en el caso de La luna siempreser un amor difcil (1994) y Estrella de la calle sexta (2000) de Luis HumbertoCrosthwaite; La seora Rodrguez y otros mundos (1990) de Martha CERDA, y Reme-dios infalibles contra el hipo (1998) de Jos Ramn RUISNCHEZ.^ La guaracha del Macho Camacho (1976) y La importancia de llamarse DanielSantos (Puerto Rico, 1989) de Luis Rafael SNCHEZ estn escritas en forma de crnicamusical; Luisa en el pas de la realidad (Mxico, 1994) de la salvadorea-nicaragenseClaribel Alegra est elaborada como crnica potica; Pero sigo siendo el rey (Colombia, 1983) de David Snchez Juliao es un homenaje textual a la msica ranchera mexicana; Tierra de Nadia (Ecuador, 2000) de Marcelo Bez est escrito como un diario eninternet. Y las novelas chicanas Klail City (1976) de Rolando HINOJOSA y La casa enMango Street de Sandra Cisneros (esta ltima traducida al espaol por Elena Poniatowskaen 1995) son relatos autobiogrficos y a la vez retratos de una comunidad lingstica ycultural.

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    FRAGMENTOS, FRACTALES Y FRONTERAS: GNERO... RLit, LXVI, 131, 2004 15Entre los ciclos de ciclos enHispanoamrica destacan ttulos como Variainvencin (1949) y Palndroma (Mxico, 1971) de Juan Jos Arrela, ymuchos otros ^. En el interior de cada uno deestos ttulos hay una notablediversidad de temas, tonos y gneros, y sin embargo en todos ellos se lo-gra unanotable unidad literaria debida a la evidente voluntad de estilo desus autores.Los ciclos breves t ienen como referente obligado la serie de minificcio-nes contenidas en la seccin Material plstico incluida en el volumen deHistorias de cronopios y de famas (Argentina, 1974) deJulio Cortzar. Enesta clase de minificciones de naturaleza proteica encontramos juegos ge-nricos a la manera depastiches, como la serie de Cosas que se encuentraen Disertacin sobre las telaraas (1980) o en la serie deRarezas incluida en Discutibles fantasmas (Mxico, 2001) de Hugo Hiriart .Los ciclos de minificcin suelen adoptar una estructura ldica, y confrecuencia tienen unanaturaleza abiertamente intertextual, como Falsificaciones (Argentina, 1966) deMarco Denevi; La oveja negra y dems fbulas (Mxico, 1969) de Augusto Monterroso; Caja de herramientas (Mxico, 1989) de Fabio Morabito, y Adivinanzas (Mxico, 1989) del peruanoManuel Meja Valera. En estos casos seponen en j uego las reglas genricas de diversas tradiciones extraliterarias, como mitos, fbulas, alegoras,catlogos y juegos infantiles .Otros ciclos de minificcin estn estructurados alrededor de diversos

    juegos l ingsticos. ste es el caso de Exorcismos de esti(l)o (1976) deGuillermo Cabrera Infante, donde se proponen reglas diversas para cadabreve ciclo de textos ^ . Una variante frecuente de ciclos deminificcin enHispanoamrica es la coleccin de vietas y crnicas brevsim as ^^^ Mencionemos las series humorsticas de Me ro del mundo (Venezuela, 1984) deLuis BRITTO GARCA; Despistes (Uruguay, 1989) de Mario BENEDETTI; La Musa y elGarabato (Mxico, 1992) de Felipe GARRIDO; Textos extraos (1981) y Cuaderno imaginario (Mxico, 1990) de Gu illerm o S AMPERIO; La felicidad y otras complicaciones(Mxico, 1988) delchileno Hernn LAVN CERDA; La sueera (1984), Casa de geishas(1992) y Botnica del caos (Argentina, 2000) de Ana Mara SHUA, y Retazos (Mxico,1995) de Monica LAVN.' Otros casos notables son Lrere (Mxico, 1986) deDante Medina, donde sedescoyuntan las reglas sintcticas con efectos humorsticos, y Sea breve (Guatemala, 1999)

    de Otto-Raiil Gonzlez, donde tambin hay numerosos juegos de lenguaje. Un caso ex-tremo de juego estructural es el propuesto en Infundios ejemplares (Mxico, 1969) deSergio Golwarz, donde cada texto esms breve que el anterior, produciendo as lo queel autor llama una estructura infundibuliforme, es decir, en forma de embudo.^' En Mxico sepueden encontrar ejemplos como Gente de la ciudad (Mxico, 1986)de Guillermo Samperio; Ciudad por entregas (Mxico, 1996) deNorberto de la Torre, yCrnicas romanas (Mxico, 1997) de Ignacio Trejo Fuentes. Una variante de esta modalidad son las series de crnicas periodsticas extremadamente breves, como Patas arriba(Uruguay, 1998) de Eduardo Gaicano y la serie de crnicas de viaje igualmente sintticas en Objetos reconstruidos (Argentina, 1979) de No Jitrik.

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    16 RLit, LKVl, 131,2004 LAURO ZAVALAUN CASO ESPECIAL: LOS BESTIARIOS FANTSTICOS

    El estudio de los bestiarios, como una forma especial de ciclos deminificcin, requiere un tratamiento por separado, pues su especificidadgenrica en la tradicin hipanoamericana es de naturaleza opuesta a la tradicin europea.En efecto: en la milenaria tradicin europea se bestializan los rasgoshumanos en un proceso de degradacin moral que ha producido vampiros,grgolas, duendes, homnculos y hombres-lobo. En cambio, la tradicinhispanoamericana de los bestiarios surgi cuando los informantes de loscronistas de Indias (entre ellos, Gonzalo Fernndez de Oviedo y muchosotros) describan la fauna y la flora del Nuevo Mundo con una miradaasombrada, proyectando rasgos humanos sobre los fenmenos naturales.Es as como encontramos dos grandes tendencias en la tradicin de losbestiarios hispanoamericanos, ambas de carcter antropomrfica. La primerade ellas hunde sus races en las tradiciones precolombinas, especialmentemesoamericanas, y produce bestias sagradas y ominosas, debido a su ntima proximidad con la muerte. Esta tradicin fue incorporando poco a poco,a lo largo de la Colonia, una rica iconografa apocalptica y extemporneamente milenarista, revitalizada en los ltimos aos del siglo XX por lageneracin de los narradores ms jvenes.La otra tradicin es ms moderna y se ha desarrollado especialmente apartir de la dcada de 1950, produciendo bestias alegricas, a vecespardicas, en ocasiones hiperblicas o incluso descritas en un estilo potico. En esta tradicin los bestiarios llegan a emplear el sentido del humory la irona al sealar la naturaleza paradjica de seres que, sin ser completamente humanos, exhiben a la manera de fbulas sin moraleja las contradicciones de la condicin humana.Mencionemos una docena de los bestiarios imprescindibles en la tradicin hispanoamericana publicados durante la segunda mitad del siglo XXpara ilustrar la existencia de ambas tradiciones. Los principales textos dela zoologa fantstica se inician precisamente con el Manual de zoologafantstica de Jorge Luis Borges y Margarita Guerrero (Argentina, 1954).Pocos aos despus Juan Jos Arrela escribe su Bestiario, que es una delas cumbres de poema en prosa escrito en nuestra lengua (Mxico, 1959).Y en la tradicin propiamente potica se inscribe el lbum de zoologa deJos Emilio Pacheco (Mxico, 1985). Tambin en Mxico se public la seriecuentstica del Bestiario domstico de Brianda Domecq, aunque ste no estformado por minificciones.En la provincia mexicana se han hecho algunas aportaciones interesantes a la tradicin de los bestiarios de minificciones, como El recinto deanimalia de Rafael Junquera (Xalapa, 1999), mientras en Toluca se publi-

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    FRAGMENTOS, FRACTALES Y FRONTERAS: GNERO... RLit, LXV, 131, 2004 17c un apcrifo Bestiario de Indias (acompaado poco despus por un Herbario de Indias) firmados por el Muy Reverendo Fray Rodrigo de Macuspa-na, que es el seudnimo utilizado por su recopilador, el investigador universitario Marco Antonio de Urdapilleta (UAEM, 1995). Y en Guadalajara,el investigador Ral Aceves escribi un Diccionario de bestias m gicas yseres sobrenaturales de Amrica (Universidad de Guadalajara, 1995).En cuanto a la tradicin de las parbolas irnicas, en 1951 se publicael conocido Bestiario de Julio Cortzar, si bien ya est ms emparentadocon el Bestiario de Franz Kafka que con las Crnicas de Indias, y estformado por cuentos de extensin convencional. En 1969 se publica Laoveja negra y dems fbulas de Augusto Monterroso (nacido en Honduras,de nacionalidad guatemalteco y radicado en Mxico). Y en Chile se publica el Bestiario urbano de Ricardo Cantalapiedra (FCE, 1989).En Mxico contamos tambin con escritores en esta tradicin, empezando con Ren Aviles Fabila, conocido por sus minicrnicas de la estupidez humana en sus alegoras de Los animales prodigiosos (1989). Pocodespus, el poblano Pedro ngel Palou publica sus parodias tiernas y sar-csticas en Amores enormes (1991). Y en 1999, Ediciones El Ermitaopublic dos colecciones simultneas: los minipoemas del Bicharlo (1999)del uruguayo Sal Ibargoyen, avecindado en Mxico desde hace muchosaos, y un volumen colectivo con el ttulo Bestiario fantstico, surgido deltaller de escritura de Bernardo Ruiz, en el cual se incorporan minificcionesinscritas en todas las tradiciones sealadas en este breve recuento, desdeel tono ominoso y apocalptico hasta las alegoras irnicas de una cotidianidad paradjica.En trminos generales, los textos de la tradicin apocalptica o fabuls-tica adoptan un tono hiertico, a veces potico, casi urgente, en ocasionesoracular, como el presagio de algo irrevocable y definitivo. Y por su parte, los textos de la tradicin irnica son cuentos fantsticos escritos comoalegoras de la lectura, del transcurso del tiempo o de las debilidades humanas. En estos cuentos el narrador se apropia de una situacin cotidianapara transformarla en una bola de cristal donde se puede observar, comoen un aleph, cualquier otra situacin igualmente cotidiana (la del lector).Estos textos son espejos anamrficos que devuelven a sus lectores unaimagen a la vez extraa y familiar. En ellos parece responderse a la pregunta por la identidad de los personajes, sealando nuestra condicin animal, a la vez finita y compleja.CUENTOS DISPERSOS: EN ESPERA DE UNA RELECTURA

    Otra estrategia de articulacin entre el todo y las partes consiste en laexistencia de captulos de novela con la suficiente autonoma para ser con-

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    18 RLit, LXVI, 131,2004 LAURO ZAVALAsiderados como cuentos. En este caso estamos ante los cuentos dispersosen diversas novelas (como los de Fernando del Paso) ^ o los cuentos intercalados en una misma novela ^ .Un caso similar al anterior puede ser producido durante el acto de lalectura. Se trata del producto de un lector especializado que establece afinidades formales o genricas entre textos de un mismo autor o de autoresdistintos, y rene estos textos para as poner en evidencia esta propuestade lectura. Se trata de la compilacin de cuentos, minificciones, captuloso fragmentos de uno o varios textos que son reorganizados para producirproyectos editoriales especficos.Aqu encontramos las antologas con una estructura capitular propia olas elaboradas por Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares (Cuentos breves y extraordinarios, 1953) y ms tarde por Edmundo Valads {El librode la imaginacin, 1976), quienes seleccionaron fragmentos extremadamentebreves de obras muy voluminosas, creando as numerosas minificciones apartir de un acto nominal y de lectura. Otro caso de cuentos dispersosconsiste en la publicacin de los cuentos completos de un autor cannico,como las series anotadas que han sido publicadas durante varias dcadaspor las colecciones especializadas de Ctedra y de Castalia, y las no menos conocidas colecciones de Aguilar y de Alfaguara. Y tambin se puedehablar aqu de las distintas compilaciones de cuentos elaboradas por unmismo autor en diversos momentos, como el caso de Sergio Pitol, cuyareorganizacin editorial de sus propios cuentos alcanza ya numerosas versiones.Otra variante de este gnero lo constituyen las recopilaciones de textosbreves realizadas por un mismo autor. As, por ejemplo, en los Cuentos enminiatura (Argentina, 1976) de Enrique Anderson Imbert se han reunidoslos casos de este autor dispersos en sus libros anteriores, es decir, losminicuentos fantsticos y ldicos que l mismo colocaba al final de cadaseccin de cuentos de extensin convencional. La reunin de textos queen otro contexto podra parecer una escritura ancilar adquiere otorga asuna dimensin ms relevante a estos materiales, pues al leerlos en estacompilacin resultan ms evidentes sus elementos comunes, como parte deun proyecto literario muy consistente.Un tipo particular de cuentos dispersos lo constituyen aquellos que estninscritos en una tradicin genrica (o subgenrica) particular y que puedenser encontrados en una serie en la que hay tambin cuentos de otras tradiciones genricas. As, por ejemplo, en el Confabularlo de Juan Jos Arrelaencontramos varios cuentos de ciencia ficcin (El guardagujas, Anun-

    '^ Fernando DEL PASO: Cuentos dispersos. Seleccin y prlogo de Alejandro Toledo.Mxico, UNAM, Serie Confabuladores, 1999'^ Un ejemplo espaol se encuentra en El desorden de tu nombre de Juan Jos MlLLS.

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    F R A G M E N T O S , F R A C T A L E S Y F R O N T E R A S : G N E R O . . . RLit, LXVI, 131, 2004 19CO, En verdad os digo y Baby H. P.) entremezclados con cuentosfantsticos, alegricos y realistas.UN A CONCLUSIN PARA EMPEZAR: FRAGMENTOS, DETALLES Y FRACTALES

    El punto de partida para la discusin sobre las relaciones estructuralesentre la parte y el todo es la distincin entre fragmento (referido a la ruptura de una totalidad en elementos que conservan una relativa autonomatextual) y detalle (referido a la segmentacin provisional de una unidadglobal, ntegra e indivisible). Un tipo particular de detalle es el fractal(referido a todo texto que contiene rasgos genricos, estilsticos o temticos que comparte con los otros de la misma serie). As pues, el fragmentoes lo opuesto al fractal, pues el primero es autnomo, mientras el segundoconserva los rasgos de la serie. Pero, mientras el detalle es resultado deuna decisin del autor, el fractal es producido por el proceso de lectura.En todos los casos estamos ante el ocaso de la integridad de los gnerostradicionales.El detalle o fractal es una unidad narrativa que slo tiene sentido enrelacin con la serie a la que pertenece ^'^. El fragmento es una unidadnarrativa que conserva su autonoma literaria o lingstica frente a la totalidad estructural de la novela a la que pertenece ^^.En todos los casos el estudio de las series textuales requiere reconocerlas consecuencias que tiene el uso extremo de la elipsis, los sobreentendidos, la ambigedad semntica, la catfora narrativa (el anuncio de unacontinuacin narrativa en otro segmento textual) y la extrema economa derecursos. No es casual que estos elementos son estrategias textuales caractersticas de la minificcin literaria.Cada uno de los ttulos mencionados hasta aqu puede ser sometido aun anlisis en el que sean reconocidas las estrategias de organizacin estructural de cada serie, con el fin de estudiar las fronteras entre el todo yla parte. A estos mecanismos de unidad y fragmentacin se les podradenominar estrategias de serialidad. En resumen, estas estrategias son decarcter hipotctico (series de unidades narrativas subordinadas, donde cadauna est ligada en un orden sintctico necesario) y paratctico (series de

    ^^ ste es el caso de cada una de las secciones de las novelas estructuradas siguiendo una lgica de carcter musical, como La creacin (1959) de Agustn YEZ, Quindesapareci al Comandante Hall? Sinfona metropolitana para cinco voces (1998) deJulia Rodrguez o Bolero (1997) de Pedro ngel PALOU. En los primeros, cada captuloadopta el ritmo de escritura que corresponde al tono de la partitura musical. En el ltimo , cada captulo adopta el ttulo de un bolero, indicando tambin su duracin.^^ ste es el caso del captulo 62 de Rayuela (que dio lugar a la novela 62 / Modelopara armar) o el ya mencionado captulo 68 de esa misma novela (que est escrito enun idiolecto especfico de ese texto, el glglico).

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    20 RLit, LXVl 131,2004 LAURO ZAVALAunidades narrativas coordinadas, donde cada una es relativamente autnoma y recombinable durante la lectura). Estas estrategias incluyen, entreotras, las de carcter anafrico (cuando una unidad narrativa retoma unhecho anterior), catafrico (al anunciar un hecho por ocurrir), as comoelipsis (suprimiendo un hecho que se da por ocurrido), analepsis (tambinconocida como flashback) y prolepsis (flashforward). Y todas ellas puedenafectar, en distintos momentos del relato, a elementos narrativos fundamentales, como los personajes, el tiempo, el espacio, el gnero o el estilo.Por otra parte, con el fin de mostrar cmo se articulan estas relacionesentre unidad y fragmento, en cada serie es posible reconocer la presenciade la irona (estable e inestable) como mecanismo de disolucin de launidad genrica, as como tambin los mecanismos de intertextualidad, enparticular aquellos ligados a la fusin de varios gneros literarios y a lapresencia simultnea de gneros extraliterarios.La frontera es una nocin que permite definir conceptos, establecer lmites, legislar exclusiones, dictaminar permetros, reglamentar identidades,asentar principios, establecer propiedades. Las series de textos breves noslo exigen una reformulacin de las fronteras entre el todo y las partes, yde las fronteras entre diversos gneros cannicos, sino una reformulacinde la frontera ms importante en el espacio literario: la que existe entre elproceso de creacin y el acto de leer.BIBLIOGRAFAANDERSON IMBERT, Enrique: Cuentos enlazados en Teora y prctica del cuento.Barcelona, Ariel, 1992, 115-119.BERCHENKO, Adriana: Proposiciones para una esttica del cuento brevsimo: un gnero hbrido? en Amrica, vol. 18, tomo 1: Formes breves de l'expression culturelleen Amrique Latine de 1850 a nous jours. Potique de la forme breve. Conte,Nouvelle. Paris, CRICCAL (Centre de Recherches Interuniversitarire sur les ChampsCulturelles en Amrique Latine), Presses de la Sorbonne Nouvelle, 1997, 25-44.BLANC, Jean-Nel: Pour une petite histoire du 'roman-par-nouvelles' et de ses malen-tedus en Le genre de la nouvelle dans le monde francophone au tournant du XXIesicle. Actes du colloque de l'Anne Nouvelle a Louvain-la-Neuve, 26-28 avril 1994.Sous la direction de Vincent Engel. Qubec, L'instant mme, 1995, 173-178.BORGES, Jorge Luis: Un nuevo gnero literario en Entrevistas de Georges Charbonnier

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    22 RLit, LXVI, 131,2004 LAURO ZAVALAR E S U M E N

    Fragm entos, fractales y fronteras: Gnero y lectura en las series de narrativa breve, por Lauro Zavala.En este trabajo sealo la existencia de varias estrategias de escritura, edicin y lecturade series narrativas que permiten relativizar las fronteras convencionales entre la unidadtextual (en particular, la unidad de la novela) y la diversidad genrica (en particular, laidentidad de cada cuento o minificcin). Estas estrategias son las que permiten reconocerlas diferencias entre cuentos integrados, novela fragmentaria, minificciones integradas, ciclos de minificcin y cuentos dispersos. Lo que est en juego en el estudio de las series detextos breves es el reconocimiento de las posibilidades de lectura que ofrecen las manifestaciones textuales de lo mismo y lo mltiple, en la reformulacin de las fronteras entre eltodo y las partes.Palabras clave: Cuentos integrados, novela fragmentaria, ciclos narrativos, minificcin,bestiarios, lectura como produccin.

    A B S T R A C TIn this paper I study some strategies for reading narrative series that enable the readerto play with the conventional boundaries between textual unity (in particular, that of thenovel) and generic diversity (in particular, that of the short and the short-short story). Thesestrategies enable the reader to distinguish between short story cycles, short-short story cycles,fragmentary novel, and dispersed stories. What is at stake is a new aesthetics of readingwhich produces a re-statement of the very boundaries between the whole and its parts.

    Key words: Short story cycles, fragmentary novel, short-short story, minifiction,bestiaries, reading as production.