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  • 7/24/2019 Zavaleta - Burguesa incompleta

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    La burguesa incompletaNi piedra filosofal

    ni summafeliz

    RENZAVALETA

    La burguesa incompleta1

    Es Marx quien recomienda tener en cuenta como primera fuerza productiva a lacolectividad misma. Por consiguiente, es obvio que una forma determinada de co-lectividad es superior a otra forma de colectividad en cuanto a su eficiencia comofuerza productiva. Pues bien, si nos referimos a la relacin entre el nacionalismo(que es una suerte de forma tarda de encarar la cuestin nacional) y el desarrolloeconmico, lo que en verdad estamos planteando es el problema de una forma decolectividad como condicin para el desarrollo de las fuerzas productivas de tipocapitalista porque se supone que, al hablar de desarrollo econmico, aqu el pro-blema no radica en los resultados del desarrollo del capitalismo sino, al revs, enel escaso desarrollo del capitalismo y aun, en ciertos aspectos, en la claudicacinde las posibilidades del capitalismo como desarrollo cualitativo.

    El mejor escenario para el desarrollo del capitalismo es, se sabe, el Estado na-

    cional. En su propio origen, el capitalismo es o el agente para la disolucin de laantigua unidad productiva, que era la aldea, o es el resultado de una disolucinendgena de la vieja unidad productiva. En esto figuran actos polticos voluntariosy circunstancias objetivas de facto, o se suman ambos. No siempre la disolucinentre el productor y el medio de produccin se hizo por la violencia; en otros ca-sos, como cuando la peste negra o el avance de los glaciares, simplemente se hizoimposible la ratificacin del viejo modo productivo y de su perspectiva. Pero a loque nos referimos es a la continuidad mercado interno-Estado nacional-democra-cia burguesa. El Estado nacional es el resultado de la existencia del mercado inter-

    no en tanto que la democracia burguesa, como superestructura ideal del modode produccin capitalista, es a su turno lo que califica la coherencia de esta cons-truccin, ya la conclusin de un proceso de unificacin que tiene varias caras.

    Si bien la nacin es un producto del capitalismo y se puede decir, adems, queen el sentido que ahora damos al trmino, no han existido naciones sino cuandoha existido a la vez el capitalismo, es obvio que ella, la nacin, es la base material

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    que sirve de fundamento a una clase de Estado, que es lo que llamamos Estadonacional. Ahora bien, no toda nacin genera un Estado nacional y, por el otrolado, es natural que exista el hecho estatal aun antes de que se haya concluido la

    formacin de la nacin. Sencillamente, el encuentro entre ese conjunto de hechosobjetivos que llamamos nacin y esa forma de poder poltico no es algo que se den todos los casos y, por el contrario, lo que comentamos, pensando en AmricaLatina, es precisamente la manera en que esa fusin no atina a lograrse.

    Es interesante analizar la ms famosa definicin de nacin, la de Stalin, que engran parte fue tomada de Kautsky (como, por lo dems, tantos aspectos desarrolla-dos despus por el marxismo ruso). Si la nacin es una comunidad estable, his-tricamente formada, de idioma, de territorio, de vida econmica y de psicologamanifestada en la comunidad de la cultura, lo que obtenemos es una descripcinpero no un proceso. Es decir, es una definicin que se refiere al punto en que con-cluye un proceso y no a la manera comn que ha tenido que suceder.

    Un aspecto de la definicin condiciona, hace posible u obstruye al otro. Porejemplo, qu importancia puede tener la comunidad de territorio si est obstruidao segmentada por el modo de la economa? Francia era una comunidad de terri-torio pero el ro Loira estaba interrumpido por 200 peajes (en vsperas de la GranRevolucin). Lo mismo se puede decir en cuanto a lo del idioma. Aparte de quese debe distinguir entre el idioma hablado y el escrito (que tienen un muy distintoefecto en cuanto a la unificacin estatal), cmo omitir, por ejemplo, el papel deLutero en la unificacin dentro del mismo alemn? O sea que la unificacin nosolo se refiere a la unificacin entre diferentes lenguas sino incluso a la propia uni-ficacin interna de un idioma, que esparte, como hay que repetirlo, de un procesode unificacin mucho ms vasto. Acaso no es suficientemente expresivo que la

    Marsellesa fuera cantada primero por los alsacianos y que el verdadero unificadordel moderno territorio estatal francs fuera Napolen, que fue un separatista corsoen su juventud? Entonces, lo que importa es la tendencia generada por el modo deproduccin y no el accidente con que se nacionaliza.

    Si una burguesa se encontrara con esas condiciones ya dadas, ya concluidas(nos referimos a las que integran la nacin, segn Stalin), su tarea sera por demssencilla. Es metafsico suponer que ya hay una vida econmica comn antesdel capitalismo, o sea, antes del mercado o, si se quiere ser preciso, antes de quese instale la forma dinero del valor. Por la opuesta, en rigor, la construccin de la

    nacin no concluye ni siquiera cuando se ha unificado la clase dominante o lasfracciones que la componen, sino cuando se han unificado los modos de produc-cin en uno solo. Por eso es legtimo decir que ni siquiera la mera circulacincapitalista garantiza la verdadera existencia de la nacin.

    Pero aqu se omite adems el papel del Estado como fuerza productiva; no delEstado como repercusin superestructural, sino del Estado como fuerza producti-

    ...las burguesas latinoamericanas (...)en gran medida tuvieron que ser construidasdesde el hecho estatal

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    va, es decir, como un elemento de atmsfera, de seguro y de compulsin al nivelde la base econmica. La peor vulgarizacin es la que supone que el Estado puedeexistir solo en la superestructura, como si se colgara al revs. Sin una accin ex-

    traeconmica, es decir, estatal de algn modo, es poco concebible la destruccinde las barreras que hay entre hombres y hombres, entre partes de un territorio sinembargo continuo (es decir, potencialmente nacional), etctera. Aqu tenemosun reverso de lo anterior: no la nacin como asiento material del Estado nacionalsino el Estado como constructor de la nacin. Por qu no iba entonces a llamr-sele nacional si ya se haca portador consciente de su objetivo nacional, aunqueeste no se halle ya del todo obtenido?

    Ahora bien, las burguesas latinoamericanas no solo no se encontraron conesas condiciones resueltas ex ante sino que no existan ellas mismas o existan

    como semillas. En gran medida, se puede decir que tuvieron que ser construidasdesde el hecho estatal. Con todo, este es el caso en que el mercado mundial yaexiste de una manera muy avanzada. Chocan entre s la fase superior del Estadonacional de los pases centrales y pases que no han completado ni su procesonacional ni han adquirido una forma estatal burguesa. Lo primero viene a imposi-bilitar lo segundo.

    Tampoco se puede derivar inmediatamente de ello que el desarrollo de lasfuerzas productivas se haya cortado del todo y que eso seale la existencia deuna poca revolucionaria. En realidad, los hechos demuestran la paradoja deque, al mismo tiempo que se entraba en la realizacin de aquel conjunto de ta-reas burguesas nacionales (aunque se disfracen de las argucias ms chauvinistas,como la del subimperialismo, el indigenismo o lo que se quiera), que englobandesde la igualdad jurdica hasta la autonoma relativa del Estado, no por eso dejade producirse cierta acumulacin deforme de las fuerzas productivas. Para decirlode un modo ms directo, el desarrollo de las fuerzas productivas no est interrum-pido en su aspecto cuantitativo sino en el cualitativo y Marx, al identificar la erarevolucionaria con el estancamiento de las fuerzas productivas, no poda pensaren esto segundo.

    Hay desarrollo econmico pero no de aquella manera que conduce a la cons-

    truccin del conjunto de caractersticas que suma la formacin econmica socialcapitalista. En esto, lo de la soberana, siendo tan importante, no es, sin embargo,ms que un rebote. El solo hecho de que estas burguesas no realicen la soberana(que es el carcter del Estado moderno) nos demuestra que no son verdaderamenteburguesas, es decir, en su ultimidad. No basta con percibir plusvala para ser unaefectiva burguesa; corresponde tambin cumplir las tareas histricas de la clase.Pero en esto actan como en todo. Hacen la apariencia de las cosas para huir de laverdad de las cosas. Por eso la cuestin nacional nos muestra en una localizacindel problema, de qu manera mientras estos pases no podrn ser nunca autn-

    ticamente burgueses, por lo menos en la forma clsica, en cambio ello no afectasino de manera secundaria la formacin del proletariado, que s puede desarrollarla plenitud de su ser como clase, sea que se enfrente a una burguesa de su propianacin o a una extranjera dentro de su nacin, incluso en una sociedad que nollegar a completar su formacin como colectividad capitalista, es decir, comonacin y como Estado nacional.

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    Es siempre peligroso opinar sobre Carlos Marx que fue una suerte de sntesis su-perior de la especie humana. Su personalidad misma y no solo su pensamiento

    siguen produciendo pasiones de una gran intensidad. De otro lado la densidad desus ideas y el tipo de exposicin de ellas permiten varias lecturas que no se prestana una visin unvoca de ello. Por ltimo, si de lo que se trata por el lugar y loshombres ante los que hablamos es de una conmemoracin militante, no sacra-lizante, hemos de ver tambin algunos de los resultados polticos de Marx comohombre y como pensador; porque se trat, en efecto, del modo ms paradigmti-co, de un pensamiento con consecuencias.

    No intentamos, pues, hacer un resumen y ni siquiera una acotacin generalde un cuerpo de ideas que es relativamente bien conocido. Pero es a la vez un

    pensamiento con el cual se cometen algunas injusticias, en general por la va desu retorcimiento o abuso vulgar, que es casi lo mismo que su desperdicio por lava de una glorificacin panfletaria. Si tomamos, por ejemplo, la cuestin del valor,petitio principiidel marxismo, est claro cun desconocido est Marx a las mismashoras en que grandes masas del mundo lo aclaman. Pues bien, sin el principio delvalor no se habra obtenido jams la nocin de sustancia social, o al menos no entrminos verificables, y por consiguiente no podramos conocer las races materia-les de la intersubjetividad que es propia de ese tiempo. Sin eso, tampoco se podraavanzar hacia el anlisis de las grandes totalizaciones de lo actual, lo cual va desde

    la clase social en su contenido presente a la nacin.

    Lecturas literales, supuestos precipitadosEs tambin injusto tratar de trasladar nuestras propias imposibilidades a supuestosvacos en la exposicin de Marx. Uno podra preguntarse, por ejemplo, siguiendolo anterior, si un anlisis cualquiera sobre la democracia tema palpitante si loshay es posible sin arrancar del concepto de hombre libre u hombre en estado dedesprendimiento como unidad de medida de todos los acontecimientos socialesde la poca. Es, pues, con Marx que se sabe que lo que tiene nuestra poca decognoscible es lo que tiene de democrtica y que las sociedades no verificables

    son las sociedades no democrticas. Est a la vista que es insolvente la aseveracinde que Marx habra pensado poco en la cuestin democrtica.

    Lo mismo podra decirse de otros ncleos en este planteamiento. Se ha dicho,por ejemplo, que Marx escribi muy poco acerca del Estado y de las clases socia-les. Resulta en verdad asombroso que puedan sostenerse tales cosas, aunque escierto que sus puntos de vista sobre una cosa y la otra no pueden entenderse conuna lectura meramente literal de sus obras. Marx, es cierto, fue muy lejos y a vecesde un modo un tanto contradictorio a propsito de lo que se llama el trabajo pro-ductivo. Sin embargo, la nocin misma de trabajo productivo resulta incompleta

    si no se la asocia a otro supuesto terico del propio Marx que es el concepto defuerza de masa. Aqu radica, por cierto, el principio de constitucin de la multitudo medio compuesto, sin lo cual no se puede comprender, prcticamente, nada dela historia moderna. Es lgico que esto no ser entendido por aquellos que so pre-texto de Marx niegan en cuanto se les ocurre lo que se ha llamado la centralidadproletaria, sin esbozar la menor interpretacin marxista de los textos de Marx.

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    Otro tanto se podra afirmar de muchos otros aspectos que circulan como porrutina en una rbita demasiado abrumada por las ltimas noticias tericas. Entodo caso, si al anlisis del Estado Moderno no se lo remite al desdoblamiento de

    la plusvala, o la formulacin del capitalista total a la totalizacin hegemnica, sila cuestin nacional misma no gira en torno al equivalente general entendido entrminos no meramente econmicos y si no se conecta con la uniformacin dela tasa de ganancia y el ritmo de rotacin, entonces ser verdad que las clases ylas naciones estn ausentes. Con todo, en medio de esta interminable oferta dencleos de razonamiento, acaso no es verdad que la propia nocin de la auto-noma relativa del Estado, enunciada primero por Marx antes de cualquiera, es elfundamento del anlisis de todo el capitalismo organizado, es decir, del carctercentral del capitalismo en gran parte del mundo actual? Esto para no mencionar

    sino algunos aspectos resaltantes en los que no se hace justicia a Marx, a vecesdesde el propio terreno del marxismo.

    Antropocentrismo y teora revolucionariaNosotros quisiramos aprovechar estos minutos para hacer hincapi en un aspec-to especfico de las ideas de Marx, en el concepto de apropiacin del mundo oantropocentrismo. Una idea que est como subyacente a lo largo de toda su obraes el concepto de la concentracin del tiempo histrico, es decir, la revelacin delnuevo tiempo humano. La concentracin del tiempo es a la vez un resultado dela concentracin espacial que est en la lgica de la fbrica y la abolicin de ladistancia, as como de la aplicacin de la fuerza de masa al acto productivo. Enrealidad es como si se nos diera el privilegio de vivir varias vidas all donde loshombres del pasado no podan vivir sino una sola. La ruptura del tiempo clsico

    o tiempo agrcola es lo que permite la expropiacin del tiempo por el hombre, o,si se quiere, la humanizacin del tiempo. Es la concentracin, por tanto, la queasigna preminencia al horizonte de la clase obrera porque la lgica de la fbricafavorece el acontecimiento de la testificacin y por consiguiente la transformacinde la materia se convierte en un acto racional.

    Tenemos entonces que la testificacin organizada es el fundamento de la cog-noscibilidad de la poca; pero conocer el mundo es ya casi transformarlo. Es aqudonde radica lo que podemos llamar el optimismo csmico de Marx acerca deldestino del hombre. Toda teora revolucionaria, en consecuencia, no es otra cosa

    que el desarrollo de esta visin de la apropiacin del mundo por el hombre, lleva-da a los trminos del poder y la autotransformacin de la masa.

    Nos parece entonces que en el razonamiento de Marx son decisivos los con-ceptos de colocacin u origen, por un lado, y de seleccin o finalidad, por el otro.En otros trminos, no se conocen sin causa y se conoce hacia algo. Se conoce portanto desde una determinada poca (el privilegio epocal) y desde un determinado

    Es tambin injusto tratar de trasladarnuestras propias imposibilidades a supuestos

    vacos en la exposicin de Marx

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    tucin de la masa no es sino una eleccin posible de un modo limitado, porquepor lo general la existencia de una fase dictatorial o de una fase democrtica estdeterminada en gran medida por causas estructurales. Uno puede elegir una cosa

    o la otra, pero en realidad lo que debera hacer es leer lo que est en la realidad.Se podra, por ejemplo no est prohibido hacerlo, preferir una solucin gradua-lista y democrtico-representativa para la crisis nacional general que se vive en ElSalvador de hoy, pero la guerra estaba ya escrita en la historia de esta sociedad y aella se llega con lo que se ha acumulado, democrtico o no.

    Por eso, camaradas, estn equivocados los que creyeron que con el marxismose haba encontrado una suerte de piedra filosofal, o que cada revolucin significael fin de la historia, su summafeliz, y los que juzgan que con ambas cosas ha-bamos llegado a una conclusin. Marx, hay que decirlo, no habra deseado esta

    suerte de mesianismo practicado en su nombre.Marx demostr que el mundo poda ser conocido dentro de ciertas condicio-nes y que el hombre poda apropiarse del mundo. Pero para hacerlo, se necesitareducir cada realidad a su significacin material-racional y a su sentido histrico.Marx, con el fuego de su pensamiento poderoso, ha iluminado despus de l atodas las revoluciones. Pero el marxismo como tal no ha producido nunca una re-volucin. Ello ha ocurrido, en cambio, cuando el marxismo ha ledo en la historianacional la formacin subterrnea de la revolucin.

    Estos son hechos que todos conocemos. Yo he querido recordarlos porque noshace bien a los marxistas cuando recordamos a este espritu que es el ms alto queha producido nuestro tiempo.

    Notas1 Tomado de Clases sociales y conocimiento ensus Obras Completas 1988 (Cochabamba: Los Ami-gos del Libro).

    2 Tomado de El Estado en Amrica Latina en susObras Completas 1990 (Cochabamba: Los Amigosdel Libro).