Zi Z O R Í 7v...con reproducciones de cuadros, monumen tos y retratos de la época de que se trate....

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Transcript of Zi Z O R Í 7v...con reproducciones de cuadros, monumen tos y retratos de la época de que se trate....

O B R A S C O M P L E T A S

D 17.

II .III .

IV .

V .

VI .VII.VIII .IX .

X .

XII .XI II .XIV .

XV .

XVII .XVIII .XIX.

XXII .

XXV.

A Z O R I N

D O N J U A NE L A L M A C A S T E L L A N AL A V O L U N T A

,

O

A N T O N I O A Z O R IflN

LAS CONFESIONES DE UN PEQUENOF I L O S O F O ( A U M E N g

A D A )E S P A N AL O S

! P U E B L O SF A N T A S I A S Y D E V A N E O S

E L P O L I T I C OLA RUTA D E D O N Q-U IJ O TEL E C T U R A S E S P A Ñ O L A S

L O S,

V A L O R E S L I T E R A R I O SC L A S I C O S Y M O D E R N O SC A S T I L L AUN D ISCURSO DE LA CIERVAAL MARGEN DE LOS CLASICOSE L L I C E N C I A D O V I D R I E R AU N P U E B L E C I T OR I V A S Y L A R R

g

A

E L P A I S A J E D E E S PA N AVI S T O P O R LO S E S PA N O L E SENTR E E S PANA Y FR ANC I APAR LAM ENTAR I SM O E S PAN O LP A R I S , B O M B A R D E A D O , Y

A D R I D , S E N T I M E N TA B E R I N TS E N T I D O D E L A V

T O R E S A N T I U( E P A Ñ O L E S Y F R A N E S s

LOS DOS LUISES Y OTROS ENSAYOSDE G R A N A D A A C A S T E L A R

A LO

I D AU G O Ss c E )

E S P R O P I E D A D

D E R E C H O S R E S E R V A D O S

P A R A T O D O S L o s P A Í S E S

C O P Y R I G HT B Y

1 9 2 2

IMP RE NTA D E C ARO RAG G I O’

M END IZABAL , 34 , MAD RI D

E entre las innumerables notas que sobre los clásicos españoles vengo pu

blicando , hace años , he escogido unascuantas para este libro . Unas cuantas quemarcan —a mi parecer en el idi oma casrellano una bien definida trayectoria . La

trayectoria va de Granada a Cas telar . EnFray Lu i s de Granada se inicia la lenguacastellana moderna : Granada la escribe yda , en laRetór ica , su estética . D a su estéticatambién el autor del D iálogo de las lenguas.

En 1 650 el idioma posee ya plenaflexibilidad . Se puede hacer con él todo lo que unescri tor — Saavedra Faj ardo apasionadodel matiz y del suti l di stingo desea hacer .

Y nadie , en el gran siglo , ha plasmado , enefecto , el idioma , y le ha hecho cobrartantos matices sabio s y tornasoles suti l es

I O A Z O R Í N

como Saavedra Faj ardo . Lope , en la poesia, trabaj a paralelamente a Saavedra en

la prosa . Los dos arti stas soberanos Ofrecen , en los tiempos clásicos , el maximumde la potencialidad expresiva del idioma ,

Pero en el idioma se ha de dar todavía unaesp léndida floración . Los escritores clási

cos, impersonales , reflej an impe‘

rsonalmen

te la realidad exterior . Los romántico s ,exaltados , mezclan su yo a todos lo s paisaj es , escenas y espectáculos del mundo .

Los clásicos viv ían para el mundo . El mundo Vive para los románticos . CompáreseMeléndez a Lope . En Meléndez comienzaya , seductora , la floración romántica . EnCastelar se muestra esplendorosa .

Y esa trayectoria es lo que he queridotrazar en estas páginas , con rasgos rapidos

,entre los que hay , acá y allá , reminis

cencias de la actual idad cuot idiana.

A Z O R Í N

M a d r i d,

1 9 2 2 .

Zi ma n e ra d e p ró lo g o .

N extranj ero — supongámosle fran

ces viene a España a estudiar nuestro pais . Se entabla el sigu iente diálogoentre el recién llegado y un español . D iceel francés :

— D eseo conocer la historia de España .

¿Hay en España algún manual de historia?— En España — s e le contesta no hay

ningún manual de historia . En España , paisde una tradición de veinte siglos , de treinta siglo s , no existe la h i storia .

— És absurdo lo que usted me dice . Qu iero suponer que en ello hay una part e dehumorismo . ¿Cómo estudian los niños enEspaña la h istoria de su Patria ?

— Repi to a usted que en España no existel a historia , O es como si no existiera . Haytrabaj os excelentes , l ibros eruditos , mono

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grafias meticulosas sobre puntos o épocasde nuestra historia . Existen también historias generales grandes , en muchos volumenes . Hay una Academia de l a Historia . Pero si usted desea un manual deh i storia de España claro , senci llo , exacto ,le diré a usted que no lo tenemos . L os uiños estudian en manualesmal escri tos , desabridos , tosca y chapuceramen te impre

y no pueden formarse idea de loque es 1a historia de España .

— En mi pais abundan los manuales dehistoria de Francia . A lguno de ellos loshan escrito hombres eminentes . Están t e

dactados en forma clara y sencilla . Su erudición es sobria y exacta . Van ilustradoscon reproducciones de cuadros , monumentos y retratos de la época de que se trate .

— Pero en su pais de usted existe el gusto por la historia . Los hombres politicosconocen la historia de su Patria .

—¿No conocen la historia de la suya los

políticos españoles ?— L os pol iticos españoles no leen libros

de historia . La hi storia de España es paraellos cosa desconocida .

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No puedo creer lo que us ted me dice .

¿Cómo el gobernante de un pais no podráconocer la historia de ese pa is? ¿D e quémanera se arreglará para gobern arlo? D e

qué modo podrá conocer lo que ha sido ylo que es ? Y , en su consecuencia , sin cono

cer la realidad social , ¿cómo se arreglaráp ara saber el mayor O menor grado en queen determinado momento esa realidad puede ser modificada?

— En España , hace c incuenta O sesen taaños

,lo s pol iti cos solían ser li teratos , poe

tas , histori adores ; conocían y amaban lahistoria de su país ; inv est igaban en l o s arch ivos ; redactaban periódicos ; profesabanen las cátedras ; viv ían en las redacciones ;frecuentaban las tertulias l iterarias ; se interesaban , en suma , por las cuestiones es

pirituales. Hist oriadores , l iteratos , poetas ,filó sofos , catedrático s , aten eistas , eran Toreno , Alcala Galiano , Mart inez de l a Rosa ,López , Caballero , Burgos , Pacheco , Du

que de Rivas , D onoso Cortés , GonzálezBravo , Pas tor D iaz , Bravo Muri llo , Viluma ,O lóz aga, Sartorius , Nocedal, padr e e hij o ,Rios Rosas , Cortina , Ros de O lano , Fern án

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dez de Córdova , D uque de Frias , Pezuela ,Miraflores , Escosura, Severo Catalina , G i lde Z árate , Aparisi , Marqués de Pidal , Mol ins , Lorenzana , Moreno Nieto , Figuerola ,Becerra , Navarro Rodrigo , Vega Arm ij o ,Martos , Ayala , Salmerón , Moret , Canalej as ,Azcarate , Muro , Pedregal , Balaguer , Núñezde Arce , Campoamor , Castelar , Cánovas , Piy Margall, Silvela . . Ahora , salvo alguna excepción , los políticos no estudian la h i s toria . A los pol íticos no les importa nada lahistoria de su patria . La patria no exi stepara los pol i ticos . Ni existe para los pol i ticos la patria , ni existen los factores más poderosos que han formado la patria : las letrasy las ciencias . En los discursos parlamentarios Jamás se cita un hecho de la historia deEspaña . Nunca ha habido en nuestro paístan honda separaciónentre la pol itica y lainteligencia . La pol it ica es un desoladoerial : un erial de ideas y sentimientos . Nose sabe la historia . Y asi ocurre que , sin sa

ber la historia , sin conocer la historia de

España , un polít ico , frecuentemente , giraen torno de los grandes problemas sin teneruna idea aproximada de su importancia . Y

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duda,vacila , va , viene , torna a dudar , tor

na a vacilar , sin saber qué hacer , cuandola solución está ya dada en las páginas dela historia . O bien , en vez de vacilar , selanza a la más terribl e decisión , sin comprender que esa resolución extrema ha sido

ya antiguamente expiada con dolor en lah istoria .

— Pero si no t ienen ustedes un manualde historia política y social , tendrán ustedes de seguro algún manual de h i storia l iteraria. L a tradición literari a es copiosa yrica en España . La l i teratura española hainflu ido en ciertos momentos en algunasnaciones europeas . Por otra parte , si aAmérica no le interesa la h i storia pol iticade España (y debe imperiosamen te interesarle) , en cambio , no puede desentendersede la l iteratura española . Los valores literarios españoles deben ser valores corrientes , estimados , cotizables , en todos los paises de lengua castellana .

— Sí , si ; es cierto lo que me está usteddiciendo . Pero no tenemos tampoco ningún manual de historia de la l iteratura es

pañola. Hay algunos extranj eros ; alguno

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de esos extranj eros no está traducido . Perono existe ninguno hecho por españoles

,

sentido con sensibilidad española .

—¡É s extraño lo que usted me dice ! En

mi país contamos con más de veinte ma

nuales de literatura . Los hay de todas lastendencias y de las más Opuestas inspiracion es. L os hay conservadores

,l iberales

,

prudentemente eclécticos . A lgunos de esosmanuales , con todos sus defectos , son ex

c elen tes . Llevan muchos de esos manualesuna rica y u tilisima bibliografia . Están edi

tados algunos con primorosas ilustracion es. En mi pa is la li teratura interesa atodo el mundo . ¿Tendrán ustedes , al me

nos, alguna buena biografia de Cervantes?

¿Ha dicho usted de Cervantes?

Si , de Cervantes . Yo querría un libritoclaro y sencillo en que se expusiera con

exactitud la vida del gran español .— Pues tampoco tenemos una v ida ma

nual de Cervantes . Hay grandes y excelen

tes trabaj os de erudición sobre el autor del

Quijote ; existen cervan tistas beneméritosque podr ian escribir esa biografia ; alguno

de ellos ha prometido escribirla . Pero hasta

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la fecha no podemos disponer de ese l ibritosencillo y claro que usted desea .

— Lo deploro como entusiasta de Cer

vantes . Pero España es un pais catól ico . La

tradición católica de España es de una indudable 1mportancia. La m ística españolaha producido Obras de un valor extraordi

nari o . P or el pensamiento y por el estilolos escri tores m ísticos españoles están en

tre los primeros e scri tores clásicos de É s

paña. Seguramente en los Seminario s eclesiásticos españoles existen cátedr as en quese estudia l a historia religiosa de España .

No puede ser de o tra manera . Un pai s que ,como este , ha tenido en lo antiguo tan intensa v ida espiri tual , n o puede desconocer ,olvidar ese pasado glorioso . Por lo menos

,

los hombres que se consagran a la vida interior deben poseer libros especiales en

que se hable de l a historia religiosa de É s

paña . Fray Luis de Granada , Fray Lu i s deLeón , Santa Teresa de Jesús , San Juan dela Cruz , Avila , Malon de Chaide , Rivade

neyra , Estel la , O suna , e tc . , e tc ., deben

serles familiares a esos hombres , ya que noa todos los españoles cul tos . Hay en todos

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estos grandes místicos españoles un fondode humanidad y de bondad bien distinto dela leyenda de dureza y de intolerancia quese ha formado en torno a la España delos pasados siglo s . D eseo , pues , tener , enpocas páginas , un resumen de todo ese

gran pensamiento español .— L e escucho a usted asombrado , estu

pefacto . ¡Ay , querido amigo !Menos que detoda otra cosa , existe en España de lo queusted me p ide . En España , pai s profundamente cató lico , no se conoce el pasado re

ligioso de la nación . ¿Cuántos Obispos deEspaña habrán leido a Granada , a León , aSanta Teresa? ¿En qué Seminarios español es se estudiará (o al menos se estudiarácomo debe estudiarse) la historia religiosade España?

D e modo que para ustedes los españoles, ¿no esnada la h i storia , la tradición , las letras , elpensamiento religioso , lo inmaterial ,lo impalpable , el eSp íritu , en una palabra ?

—¿Qué quiere usted que le responda? É s

toy de acuerdo con usted en que , en unpaís , lo primero es el conocimiento de losgrandes valores esp iri tuales .

z o A Z O R I N

Y en ESpaña, el desdén por nuestra tradición espiri tual , el olvido de nues tra historia , el desvío de nuestro s pol i ticos por todol o que significa in teligencia, harán que losespañoles caminemos más rápidamente quenadie , más inconscientemente que nadie ,hacia ese ideal de barbarie .

G r a n a d a g la Re t ó r i ca

I n t r o d u c c i ó n .

ADA día se habla más en España . Todoel mundo pronuncia discursos y da

conferencias . Se dan conferencias en todaspartes y por toda clase de personas . ¿Sonú t iles esas conferencias ? ¿Se habla , en general , razonable e inteligentemente por losmuchos españoles lanzados a discursear ?El arte de hablar es dificil . D i ficil cuan

do se ha de decir algo . Se ha escri to mucho sobre el arte de hablar ; pero entre todolo escrito nosotros damos la preferencia , enFrancia , a los D iálogos sobre la elocuencia ,

de Fenelón ; en España , a la Retór ica ecle

siástica , de Fray Luis de Granada . Y de l asdos obras preferimos la última . La Retór i

ca de Fray Lu i s de Granada es uno de los

más admirables libros de estética que co

nocemos; lo s más hondos e interesantes

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problemas modernos — cl problema del roman t icismo y del clasici smo , por ej emplo ;el problema de la intuición y de la refi e

xión están en esa obra planteados con

toda claridad y reiteradamente .

Más adelante hablaremos de la Retór ica

de Granada ; hablemos ahora de Fen elón .

Y prescindamos de la influencia que Granada- leido en toda Europa haya tenidosobre Fen elón . Los D iálogos de Fenelón se

escribieron hacia 1 68 1 -1 686 , y se publicaron en 1 71 8 . Nosotros uti lizamos la ediciónde París de 1 764. ¿Q ue concepto tiene Fen elón del orador? El orador no debe ser unmero demostrador de las cosas . Ha de serfilósofo y artista . «Es preciso para hacer unorador — dice el autor escoger un filóso

fo , es decir , un hombre que sepa probar laverdad y añadir a la exactitud de los razonamien tos l a belleza y la vehemencia deun discurso variado » . «D igo — añade el

autor que el filósofo no hace sino convencer , y que el orador , además de queconvence , persuade » . Y estas dos cosasson l as que no hacen , a la par , muchosoradores . Porque unos convencen sólo ;

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otros sólo persuaden . Pocos convencen

(razonamiento ) y persuaden (emoción) .

Pero se l e plantea un problema previo atodo orador . ¿Se ha de recitar o se ha deimprovisar? Castel ar adoptaba los dos sistemas : recitaba e improv isaba . D esde elbanco azul hubo de improvisar muchosdiscursos . Aparte de estas improv i saciones ,en los grandes discursos , en los discursospreparados (como el memorable del 7 defebrero de siempre en ellos se puededis tinguir una parte preparada , recitada ,y otra improv isada . D el gran Obispo D upanloup , orador fácil , di serto , fogoso , nos di ceFaguet (D upan loup , Hachette , 1 91 4 , pagina 23 5 ) que recitaba un discurso prev iamente escri to ; pero se nos hace difici lcreerlo . Fenelón plantea el asunto del s igu i ente modo : «Y O planteo asi la cuestión— dice D e un lado pongo un hombreque compone exactamente todo su discursoy que lo aprende de memori a hasta la me

n or s i l aba . D e otro , yO imagino un hombrereflexivo que se hinche de su asunto , quetiene facilidad de palabra . un hombre , enfin , que medita fuertemen te todos los prin

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cipios del asunto que debe tratar , y en todasu extensión ; que se forma un orden en suimaginación ; que prepara las más en érgi

cas expresiones , que han de servirle pararealzar la materia ; que ordena todas suspruebas ; que dispone un cierto número deimágenes delicadas . Este hombre , en fin ,hace todo lo que debe hacer , y marca previamen te el lugar de todas las cosas . No lequeda para la ej ecución sino encontrar laspalabras ordinarias que deben constitu ir el

cuerpo del discurso » . «¿Creeréi s —pregun

ta Fenelón que un tal hombre encuentredificultad en hallar esas palabras que n e

cesita? »

Evidentemente , la solución para el ora

dor no es otra . Fenelón da la fórmula exacta . El discurso asi preparado tendrá unaventaj a inmensa sobre el discurso fiado ,

punto por punto , a la memoria . Ganará unorador de este linaj e , desde luego , « la l iber tad y la fuerza de acción , que es lo principal» . Y no se asuste el orador de las re

peticiones ni de las inco’ rrecciones . ¡Las

repeticiones y las incorrecciones ! «Ese orador — dice Fén elón caerá en alguna pe

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dido de memoria , recitado , falta la colaboración del auditorio . Y un discurso , paraser una cosa viva , fuerte , animada , ha dehacerse sobre el terreno , sobre la marcha ,en tre el orador y el auditorio . «Un oradorhábil y experimentado — dice Fenelonajusta las cosas a la impresión que él veque van haciendo en el auditorio . Porqueél va no tando perfectamente lo que entray lo que no entra en el ánimo del oyente ;va notando lo que interesa , lo que toca loscorazones y lo que no causa esos efecto s .

Ese orador , en su consecuencia , vuelv e atocar las cosas de otra manera : las revistede imágenes y de comparaciones más sensibles , o bien se remonta a los principiosde donde se deducen las verdades que élquiere persuadir ; o bien trata de combatirlas pasiones , que impiden el que esas verdades hagan impresión » .

Y esa es, en suma , la colaboración delaudi torio y del orador . Formadas previamente las grandes líneas del discurso , estudiada a conciencia la materia , el orador— atle ta , combatiente se presenta ante el

público , a luchar con el público . Y poco a

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poco , unas veces cautelosamente , o tras conaudacia , va ajustando sus palabras al án imo , a los movimientos , a las in terrupcio

nes, a lo s gestos del auditorio . Y así el

auditori o , conmovido , excitado , adverso ,favorable , fáci l , inerte , e tc . , etc . , va cola

borando con el orador .

Fenelón , en el segundo de los D iálogos ,trata del orden del discurso . D eberán meditar nues tro s oradores parlamentarios cuanto dice Fenelón en esas páginas . La arqui

tec tura del discurso es cosa que se ha casiperdido . No se sigue orden ninguno en lo sdiscursos : todo va en ellos mezclado y re

vuelto . Y el orden es de la más alta importancia . NO importancia r etór ica , sino psicológ ica . D esde el punto de vista p sicológicohabla Fenelón del orden . «Frecuentemente— escribe una cosa que , dicha la primera ,no habria parecido nada , resul ta decisivacuando se la reserva para otro lugar , en

que el audi tori o estará preparado por otraspalabras para sen tir toda su fuerza . A me

nudo , una palabra dichosamente colocadaesclarece con viva luz toda la verdad .

Hace falta algunas veces dej ar una ver

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dad envuelta en términos vagos hasta el

No segu imos copiando . La Obra de Fenelón es cap ital para el orador . Veamosahora lo que dice Fray Lu i s de Granada .

B a“R e t ó r i c a ”

d e G r a n a d a .

AY grandes oradores hoy en España?

d ¿Hay oradores parlamentario s de latalla de los antiguos , Ríos Rosas , O lóz aga,Martos , López , Castelar? Un hecho es in

dudable , hecho capital , hecho que tieneintima relación con el tema que debatimos :casi todos los grandes oradores antiguos ,quién más, quién menos , eran escritores ;cultivaban la poes ia lírica; escrib ían dramas; trazaban cuadros h i stóricos ; y un orador , un gran orador , para serlo , debe ser ,

es indispensable que sea, escri tor . Luegoveremos por qué . Ahora , ante todo , definamos la elocuencia . Sobre el arte de hablarse ha escri to mucho . D ej emos apart e lostratados referentes al arte «material » de lapalabra , O sea a la simp l e dicción (como el

curioso del actor de la Comedia Francesa

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D elaunay : L ’Ar t de se rompre á la parole) ;

l imitándonos al aspecto puramente literario , y aparte de los libros de la antigüedadclásica (por ej emplo , lo s de Cicerón , Quint iliano) , tenemos , modernamente , dos Obrasesenciales sobre retóric a oratoria : una , losD iálogos de la elocuencia, de Fenelón , yaexaminados ; otra , la Retór ica eclesiástica ,

de Fray Luis de Granada .

La Retór ica de Fray Luis de Granada se

publicó por primera vez , y en lat in , en 1 576 .

Sería interesante discernir que grado de

influencia han tenido en Francia los m isticos españoles , y , en epecial, Fray Luis deGranada . Punto es éste —

¡ extraño caso !

que descuidan , acaso deliberadamente , todos los hispanistas . Reciente está el l ibrode Mart in enche sobre España en el romant icismo francés . El autor estudia los an tecedentes del problema ; va dilucidando , enlo pasado , qué influencias ha ej ercido É s

paña (teat ro , novela picaresca , etc .) en lasletras francesas . Y no se habla ni una palabra de la gran sugestión de los místicos es

pañoles . Fray Luis de Granada fué un hom

bre europeo ; se le le ía en todos los pueblos

D E G R A N A D A A C A S T E L A R

de Europa ; lo‘

ci ta el satíri co Regnier , y locita Moliere . En l 77o , un prelado barcelonés

,de gran méri to , el obispo José Climent ,

mandó poner en castel lano la Retór ica deFray Lui s de Granada .

Al frente de la traducción , el Obisp o Climent escribió un pró logo notabilísimo . Unprólogo que va todo él encaminado contralos que Opinan — tocados de xenofobia

que el art ista , orador , escritor , debe rechaz ar toda influencia extranj era . Y en ese

prólogo , el autor , entre otras cosas , dice ,hablando de las relaciones intelectuales entre España y Francia : «Podemos gloriarnosde que lo s sermones del venerable Granada en p art e contribuyeron a que se estableciera o restableciera en Francia la elo

cuencia sagrada » . Y antes hab ia escritotambién : « Los sabios franceses alaban

,

como es razón , las obras que escribieronlos españoles del siglo XVI , y el ilustrísi

mo encarga muchas veces a susfeligreses que lean las obras de los venerables Granada y Avila » . Bossuet decimosnosotros tiene un soberbio panegiricosobre Santa Teresa , notr e incomparable

34 A Z O R Í N

Thérese — dice él Bossuet , cita , por ejemplo , a Granada en su magn ifico libro , injustamente desdeñado por los bossue tistas ,D eclaración del Apocalipsis (Paris , ediciónoriginal , 1 689, página Bossuet ci ta , re

petidamen te , en el libro Instrucción sobr e los

estados de oración , a Granada , a San Juan dela Cruz , al P . Alvarez , al P . Lapuente , aSanta Teresa . Bossuet debió de leer y me

ditar l a Retór ica de Granada . El ideal l iterario que Granada propone en su Retór icaes el mismo de Bossuet .La Retór ica de Fray Lu i s se traduj o en el

s iglo XVII I . La quinta edición es de 1 778 ;

hay sólo una edición moderna , hecha también en Barcelona . El l ibro , por su importancia , por su hondura estética , merece estar en las manos de oradores y li teratos .

D ebiera hacerse una impresión asequible alpúblico . Los tres D iálogos de Fen elón so

bre la elocuencia , son cosa fina , delicada :la parte que Fen elón dedica a la preparación del discurso y lo que dice de la colaboración del auditorio con

'

el orador en lapreparación del discurso , es realmente deuna delicadeza psicológica extraordinaria .

36 A Z O R Í N

a tachar , rehaciendo lo escrito , refundiéndolo todo y volviéndolo aPero el mayor enemigo del orador es el

orador m i smo . La vanidad es la que impidela obra perfecta del artista . Cuando un orador sien te el afán de hacer una Obra marav i llo sa , el orador está perdido . Y claro está

que la sencillez , por encima de todo , a pesar de todo , es un instinto . Se nace conbuen gusto , o no se nace . El escritor o el

orador que tenga la obsesión del esti lo,di

ficilmen te podrán hacer esti lo . Flaubertl lega a la perfección (es una observaciónde Remy Gourmont) cuando aparta de si elpropósito de hacer una obra perfecta porsu estilo , es decir , en B ouvard y P ecuchet .

Bien es verdad que es te libro — póstumono es mas que un esbozo , como los P ensamien tos, de Pascal , y que no sabemos quetransformaciones y manipulaciones le hubiera hecho sufrir Flaubert . Fray Luis deGranada , en su Retór ica , n o se cansa decombatir la vanidad del orador . Cont inuamente está el autor predicando al art i stadesinterés

,humildad . Continuamente está

oponiéndose a la vanidad del orador , há

D E G R A N A D A A C A S T E L A R 37

blando del subj etivismo en el art i sta , es decir , de la ostentación del yo , de la «j actancia » . D i ce Fray Lui s : «No están libres deeste vicio los que por ostentar ingenio yerudición tratan en los sermones cuestio

n es dificultosas , que n ada conducen a lasalvación de las almas ; porque con estoquieren hacer una vana ostentación de sím ismos » . Claro está que el punto de vistade Granada es

,ante todo , moral ; pero para

los arti stas en general , ese punto de vistapuede ser estético . Aparte de que tambiénes estético en Granada . «Seamos senci llo se

impersonales— dice en síntesis G rana

da porque lo con trario , además de noser bello , es impropio para la salvación delas almas » . «Seamos sencillos e impersonales — dice , por ej emplo , Flaubert pararealizar una obra bella » . Y quien realiza elt ipo supremo del artista desinteresado , según el concepto de Granada , es Bossuet .Nadie como Bossuet tan art ista

,tan sobera

h amente artista , y nadie menos preocupadodel esti lo . «B ossuet t en ia el don del estilo ;Bossue t no ha hecho nunca estilo , salvo enalgunos pasaj es de las Oraciones fúnebr es.

38 A Z O R Í N

No se preocupaba de que por esti li sta leelogiasen . Insensible a la gloria de escri

bir bien , no buscaba mas que la ventaj a dehacer eficaz su pensamiento interior » (Lanson , B ossuet , 6 .

a edición , página 39 .L ecene ,

París,sin año .) «jamás un orador ha des

deñado más sinceramente los artificios dela N i un a sola vez , en más demedio siglo , la vanidad literaria hab ia mo

vido su palabra o su pluma » . (Brunetiere ,B ossuet , 2 .

a edición , corregida . Paris , Háchete

, 1 9 1 2 , páginaHemos dicho , al principio , que un orador

n o acabará de ser orador , perfecto orador ,in teresante orador , si no escribe . La precisión , la riqueza de léxico no pueden darlassino la práctica de la pluma . Y la precisióny el caudal léx ico son condiciones indispensables de la oratoria . Los oradores parlamen tarios españoles , en la ac tualidad , noson escritores . Se ha perdi do la tradiciónliteraria en el parlamento español . Y causagrima , tristeza , vergüenza , escuchar el pobrisimo , m i sérrimo vocabu lario de nuestrosoradores . Y los mismos sentimientos se ex

perimen tan ante la au sencia de ideas y el

D E G R A N A D A A C A S T E L A R

somero pensardel orador . Una de las partes más interesantes de la Retór ica de Granada es aquella en que se trata de la afluencia o caudad léxico . (Utilidad de la afluencia de palabr as, l ibro VI , cap itu lo XII , apartados 1 1 1 y 1V) . Expresamente dice Granada que el arte de escrib ir es el que puedeayudar , en gran manera , decisivamente , alorador . El arte de escribir y la lectura del os autores clásicos . Se tendrá con ello precisión en l a palabra y abundancia de lexico . Pero en este punto de la abundancialéxica hemos de ir con gran tiento . ¿D eb emos tener riqueza l éxica p ara ostentar profusión de términos y vocab lo s peregrinos ?La ventaj a seria un inconveniente .

A tesoremos — dice Granada C O pia de

términos . «No para o tro — añade sinopara que con brevedad , facilidad , y lo quees más principal , con toda energ ia , declaremos nuestro s sentimiento s , y esto sinninguna impropiedad , o rust icidad del lenguaj e . Mas aquel adorno de palabras y deestilo es sobre todos loable que va siguiendo los mismos asuntos , de modo que laelegancia no parezca traída de fuera

,sino

4o A Z O R I’

N

nacida de las cosas mismas . A si amon esto

que se eviten , al modo que los naveganteslos escollos , todos los vocablos inusitados ,y que muestran alguna sospecha de artifiCÍO » .

Es moderno , profundamente moderno ,este tratado de Granada , porque en él seplantea , rei teradamente , el problema queandando los siglos , había de plantear o

volver a plantear ; el problema es eternoel Romanticismo . Plantea el problema dela tradici ón y del obje t ivismo : de l a intuición y del intelectualismo ; es decir , el problema de las reglas . ¿Qué debe ser el arte :in tuición . o reflexión? ¿Seremos intu itivoso intelec tuales? ¿Es el instinto o la razónquien crea la belleza? La razón , la tradición , las normas , las reglas , ¿no serán unobstáculo para el l ibre desenvolv imientode la inspiración? En el libro I , cap itulo II ,apartado III de la Retór ica , Fray Luis plantea y da una solución racional , única , alproblema . «Pero si alguno dijere — escri

be que la observación del arte es causade parecer que no predicamos con todasveras y movidos del Esp íritu Santo (inst i

D E G R A N A D A A C A S T E L A R 4 1

ración) , a esto respondo que al modo queel que aprende por reglas de gramática lalengua latina , cuando emp ieza a hablar lao escribirla ati en de a las reglas para no faltar a el las : mas cuando con el largo uso ypráct ica de hablar bien tiene el hábi to ad

quirido , ya entonces no p iensa como antesen los precep tos , sino que con sola la costumbre habla perfectamente , sin duda , conarte , pero sin atender al arte ; asi estos precep tos del arte oratorio algo pueden ent ibi ar al principio el fervor del esp iritu ; perouna vez que este arte ha pasado con l a costumbre a ser en algún modo natural eza , lo sexcelentes art ífices ll egan a hablar tan re

tóricamen te como si hablaran con todas lasfuerzas de la naturaleza» . Y al final de laobra , l ibro vi , cap i tu lo x ii , apartado Iv ,

vuelv e el autor a hablar de lo mismo : «P or

que el ar te , con la cos tumbre de muchotiempo — dice vuel ta en algún modo naturalez a , y el entendimiento , impuesto yade an temano en los precepto s del arte , notanto por ella como por si mismo , provee l o que debe decirse , sin consultar alarte » .

42 A Z O R Í N

Se habla fácilmente en España . No faltan facundia , ni intrepidez . Fal tan precisión , exactitud , sobriedad ; y , sobre todo ,

caudal de palabras , riqueza de yhumanidad e ideas . Muy poca cosa .

44 A Z O R I’

N

mientos , de las ideas en un curioso pasaj ede la Guia de pecador es. Curioso , entreotras cosas , porque n os sorprende la calidad de los autores con que autoriza su ob

servación . «Siempre el mundo fué cuasi deuna manera » , dice en el folio 39 1 , vuelto ,de la edición de Salamanca , de 1 575 . (Yno te el lector el matiz exacto

,preciso , del

cuasi . ) Siempre el mundo fué casi comoes ahora . El casi alienta e l optimismo .

Unos m i smos fueron los hombres ; una misma la naturaleza ; unas m i smas las incl inaciones . «Y asi — añade el au tor los mismos vicios que hab ia en tonces en tales ytales géneros de personas , esos m i smoshav ahora , aunque alterados algún tantolos nombres de (D e nuevo , en estasúltimas palabras , o tro matiz henchido deobservación psicológica . ) A si como lascomedias de Plau to y de Terencio son lasmismas que fueron mil años ha , pues to casoque cada dia (cuando se representan) semudan las person as que las represen tan » .

Pero estamos en un terreno puramentemoral . No importa . Siendo el alma la misma

,será lo mismo todo lo que de ella pro

D E G R A N A D A A C A S T E L A R 45

ceda . D e la‘

moral podemos extender a laestética las leyes de constancia (constanciaa tenuada con e l casi) que formula FrayLuis . Y la prueba es que el m i smo Granada pasa de la moral a la estética en su Retór ica . Nadie modernamente — entre los

grandes románti cos ha planteado con

más exactitud y claridad que Granada el

problema de la l imitación en el arte ; esdecir

,de las reg las. Y lo formula en térmi

nos no meramente retóricos , sino de unahondura fi losófica que nos trae a la memoria los grandes debates modernos sobre laintuición y la raciocinación ; debates entre

pragmatistas y racionalistas .La constante preocupación de Fray Luis

en su Retór ica es el prob lema de la emo

ción en el arte . Ese problema llena las páginas de la Retór ica . D e una parte , FrayLuis es un artista consciente , preocupadocon las normas y con la tradi ción ; es decir , con todo lo que representa orden y limitación . D e o tra parte , Fray Luis , apasionado , inspirado , impetuoso , siente que

por encima de la experiencia , y de l as normas , y de la l imitación , existe una fuerza

46 A Z O R Í N

creadora en el arti sta que se forj a su propia retórica . Y para hacer más dramáticoel debate que todo a lo largo de la Retór i

ca nos mues tra Fray Luis que se da en su

eSpiritu (y ese es el enorme interés , vivo ,del l ibro ) , el autor tiene , constantemente ,ante los ojos , hechizándole , sugestionandole , el ej emplo , único , peregrino , de Juande Avila , el gran inspirado , el gran emoti

vo , el gran romántico de la elocuencia .

Con la Retór ica es, pues , preciso leer lospasaj es que Fray Luis dedica a la inspiración , al fervor , al espiritu de Avila en l aVida de éste .

¿Lo es todo la emoción en el arte? Primer pasaj e en que Granada habla del divino ardor : «Este exclama , arguye , ruega ,reprende , espanta , se pasma , se admira yse transforma en todos los afectos y figu

ras del decir » . (Retór ica , libro I , capitu

lo VII . ) En el mismo libro y cap itulo citados : «No piense — cl homór e que con suerudición o elocuencia , o con lo sonoro desu voz y lo elegante de su pronunciación ,o con la Opinión y fama popular , o con lamucha práctica y destreza de predicar ,

D E G R A N A D A A C A S T E L A R 47

puede consegu ir cosa alguna ; si , por otraparte , no le socoire el Cielo , y no se reviste de la v i rtud que desciende de lo alto » .

Y todavia en el mismo lugar : «D e suerte

que los que sin esta interior moción delEsp iri tu divino qu ieren consegu ir la fuerzay acrimonia en el decir , que hasta aqu idescribimos , pensando que con el art e yuna fingida y aparente energía alcanzaráneste verdadero afecto , son muchas vecesridí culo s , y de muchas maneras se engañana si mismos » . El pasaj e es decisivo . Laemoción — espir itu divino

,divinofervor

lo es todo . Y entonces , ¿para qué las re

glas? ¿Para qué toda esta profusa , prolijaRetór ica que escribe el propi o Fray Lu i s ?

Todavía el autor , en otros varios pasaj esde su obra , insiste en el tema . «L o primero , y máximo , y la causa de todo , es el é sp ir itu celestial » , escribe en el l ibro VI , cá

pitulo x 1 1 .

Pero si elo

predomin io de la emoción ,de

la libre insp iración,parece evidente

, en

otras partes de la Retór ica Fray Lu i s ha re

suelto de un modo armónico y racional elproblema . La experiencia , la limitación ,

48 A Z O R Í N

son necesarias ; no pueden ser una dificultad las reglas retóricas . Cuando el ánimo

,

con la costumbre , se ha adaptado a ellas,

el ánimo , dentro de ellas , se muev e conentero desembarazo . La subconscienci aentra en funciones aqui . Y solucionado asíel problema , queda resuelto , a su ve z , elproblema de la preparación del discurso .

El orador podrá trazar , previamente , lasgrandes l ineas de su obra ; luego , sobre lamarcha , rellenará con palabras el cuadroformado con esas líneas generales . Conviene ir recopilando las materias que se hayande tratar . «Muy necesario es que , prevenido antes un cuadernillo , con los títulos detodas las cosas , que suelen ser los asuntosde los sermones , ponga en sus lugares lo

que hubiese hallado » . ( Libro 1 1 , capítu

lo V II .) Y en otro lugar esta norma precisa :«Aquellas cosas que son llanas y fáciles ,deberán escribirse brevemente ; ya sea enlat in o en la lengua vulgar , pues el predicador podrá cómodamente explicarlas derepente » . «Mas los lugares difici les — aña

de el autor convendría escribirlos delmismo modo que han de predicarse » . Ins

D E G R A N A D A A C A S T E L A R 49

piración del‘

momento ( improvisación) ymemoria (preparación previa) . Los dos sistemas los cree necesario s Granada .

Y ahora, para terminar , una lección de

Fray Luis sobre la naturalidad en el arte .

Habla el autor de lo na tural y espontáneoen la oratoria . ¿Cómo la explicará mej orGranada? Con un ej emp lo : «Mas para quepueda manifestar abiertamente lo que siento en esta parte — dice , l ibro v1 , capitulo 1 1 apuntaré lo que me sucedió a mí ya cierto predicador bisoño . Rogóme , pues ,éste que le oyese cuando predi caba paraque después le advirtiese l o que me pareciera digno de reprensión . Pero él echótodo el sermón , que hab ia aprendi do a lale tra , sin variar en nada la voz , como si r écitara de memori a algunos salmos de D av id . Y volviendo a casa con cluido el sermón , vi en el camino a dosmujercillas queal tercaban entre si y reñían . Las cuales

,

asi como hablablan movidas de verdaderosafecto s del ánimo , asi también mudabanlas figuras y tonos de la voz , conforme ala seriedad de los mismos afectos . Yo en

tonces dij e a mi compañero :

so A Z O R I’

N

Si aquel predicador hubiese oído a é s

tas mujercillas e imitara esta misma manera de pronunciar , nada le fal tara para unaperfecta acción , de que enteramente se

halla desti tuido » .

Y este ej emplo de Fray Lu i s es tambiénuna apología de la emoción . La emoción ,si , en el arte es lo supremo . Pero no setiene emoción cuando se qu iere . No tieneemoción qu ien qu i ere . Se nace con la emo

ción — espir itn divino, divinofervor o nose nace .

O l e a d a g e n e r a l .

L P . Miguélez , agus tino ,residente

en El Escori al , acaba de publicar unaobra de investigación erudi ta , sumamenteinteresante . Se trata de di lucidar quién es

el autor del D iálogo de las lenguas, publicado por primera vez en 1 737, escrito en els iglo xv1 . ¿Es Juan de Valdés , como hastaahora se ha creído ? ¿Es algún otro autor demenos nota? Indudablemente no esjuan deValdés ; el P . Miguélez , en su libro , demuestra , por modo escrupuloso , minucioso , que el autor del D iálogo de las lenguases el secretario de Felipe II , Juan López deVel asco . (D eben ser le ídos los erudi to s yconcienzudos trabaj os de don Emilio Cotarelo en impugnación de la tesis del P . Mi

guéle z . ) Modelo nos parece la obra delerudito agustino de trabaj os ingeniosos y

54 A Z O R Í N

amenos . Y nos sugiere su lectura variasobservaciones . La primera es la relativa alas pruebas «materiales » cuando se tratade identificar una obra literaria . Supongamos que esta obra sea La tia fing ida , atribuida , durante algún tiempo , a Cervantes .

Un erudito que pretenda demostrar quedicha novela es o no es de Cervantes — lomismo da para nuestra tesis leerá , releerá , tornará a leer la obra ; anotará giros yvocablos ; sacará papeletas diversas de ta

les o cuales reminiscencias ; hará cotejos

largos y minuciosos con o tros libros . . Todoeste perseverante trabaj o , toda esta fatigosá atención , acabarán por hacer que ese

ambiente sutil , impalpable , indefin ible , querodea la obra , se desvanezca . La principalprueba para su hipótesi s ya no podrá eu

con trarla el erudito . Tendrá datos , cifras ,detall es interesantes nuestro investigador ;pero la esencia , lo substancial , habrá escapado a su microscopio . No revelamoscon es to ningún secreto ; es éste un fenómeno conocidísimo de ps1 cología. ¿Por quélos lectores que leen por placer , para si ,

n os dan mej or cuenta de un libro que los

D E G R A N A D A A C A S T E L A R 5 5

que l een para enterarse y hacer despuésuna crí ti ca , es decir , que leen par a lo s demás? D iríase que el arte , que e s l ibertad ,que no puede producirse sin un ambientede l ib ertad , se niega a entregarse — en suesencia al erudito , perfectamente «preparado ) , convenientemente «documentado » ,que trata de aprisionarlo y defin irlo ; y , encambio , se entrega , voluntari amente , depleno grado , al lector que va hacia él s inpropósito ni interés B asta queun lector de éstos —

y hombre de gustolea unas páginas de L a t iaflng ida y otrasde L a fuer z a de la sangre , por ej emp lo ,para que adv iert a que la primera obra nopuede ser de la misma mano que trazó lasegunda .

El D iálogo de las leng uas no es de Valdés . ¿Hay en esto l esión para el patriotismo? D e ningún modo . El retrato que ahorase atribuye a Cervantes es perfectamenteapócrifo . ¿Se causará con afirmar tal cosauna ofensa a la memoria del a

'

utor del Qui

jote ? Seria locura pensar lo . La obra de Shakespeare no es de Shakespeare , sino — se

gún todos los indicios del aris tócrata

56 A Z O R Í N

Stanley . ¿Perderá con ello algo Inglaterra?Nada absolu tamente . ¿Por qué , pues , eldesasosiego y aun la indignación que estasnuevas atribuciones causan entre ciertasgentes? No nos lo exp l icamos . El D iálogo

de las lenguas no es de Valdés ; las pruebasal egadas por el erudito agustino son de

cisivas ; la simple lectura de unas páginasdel D iálogo y otras de Valdés lo dicetambién . Ahora lo que conviene es n o exa

gerar el valor de dicha obra con obj e tode que al descubrir su verdadero autortengamos a éste por un escri tor de primerorden .

¿Qué significación tiene el D iálogo de laslenguas? ¿Qué es lo que represen ta en laevolución de nuestra estética? An tetodo ,

su influencia ha sido menor de lo que pudiera haber sido ; escrito — como hemos dicho en el siglo XVI , permanece inédi tohasta el XVI II . Y los ej emplares que hancirculado desde 1 737 hasta la fecha — eu

dos o tres reimpresiones han sido muycontados . Su influencia , pues , ha sido casinula . Pero el D iálogo de las lenguas no innova nada , no trae nada nuevo a la esté

D E G R A N A D A A C A S T E L A R 57

tica de la lengua española : se conforma a

la tradi ción . Y su novedad , su encan to ,consist e en que lo hace en una forma ame

na y di screta . Quien ha escri to estas pagi

nas era , en efecto , excelente po lít ico yhombre de mundo . Hemos hablado de latradición española . ¿Qué tradición estética

era esa? Una tradición de l ibertad , de é s

pon tan eidad. Un pasaj e hay en el D iálogo

de las lenguas sumamente s ignificativo y

que resume la esencia del libro . S e hal la enlas páginas 1 27 y 1 28 de la edi ción de

Mayán s— l a primera Se di scute al li s i

en un idioma deben o no ser acep tados vocablos anacrónico s o forasteros . Uno de

lo s interlo cutores dice : «Ninguna lenghay en el mundo a la cual no estuviesebien que le fuesen añadidos algunos vocablos ; pero el negocio está en saber si queriades introducir éstos por ornamento de lalengu a o por necesidad que tenía de ello s » .

Y o tr o de los conversadores contesta : «P or

lo uno y por lo otro » . La réplica, tan bre

ve , tan categóri ca , encierra toda una psicologia del lenguaj e y toda una estética .

No sólo es la necesidad la que puede hacer

58 A Z O R Í N

que traigamos a casa vocablos de fuera ,sino el gusto . El artis ta , por tanto , es l ibre ,enteramente libre , en la creación de su éstilo . ¿Qué impulsos le moverán en la creación? ¿Cómo entenderá el concepto de ornato? Ahi en ese vocablo —ornato entratodo : ese vocablo es Góngora y AntonioMachado ; es Víctor Hugo ,

y es Chenier . Yclaro está que esa teoría del lenguaj e implica una correlat iva teoría de l a « composición » . El problema de las reglas está en

esas palabras incluso . ¿D ependerá todo dela inspiración del artista? ¿D ebemos echarabaj o la tradición , las lecciones de la ex

periencia? Entonces , ¿para qué han v iv idoantes que nosotros tantas y tantas generaciones?No ; hay un orden superior al orden que

declaramos caduco . El artista destruye ,

anula ; crea o tro orden . Y esa es latradición española . Nues tro ej emplo másilustre es L O pe de Vega . Nadie ha habladode Lope con más exactitud que Lessing ensu D ramaturg ia de Hamburgo . Lope — al

decir de Lessing lo que qu iso fué «ponerl imi tes a la irregularidad» . Lope destruyó

D u B e l l a u y Ue l a s c o

E ha publicado recientemente una nue

va edición del D iálogo de las lenguas.

El libro venía siendo atribuido a juan deValdés ; sólidas y agudas razones — eXpues

tas por el agustino P . Miguélez han de

mostrado que puede ser de Juan López deVelasco , se cretari o de Felipe II. La nuevaedición lleva un prólogo del fino y delicado

poeta J . Moreno-Villa . Nos permi tirá nuestro querido amigo que hablemos del D iálo

go de las lenguas , por él ahora apadrinadoesp léndidamente con entera l ibertad .

¿Cuándo perderemos en España laoostumbre de considerar como intangibles losgrandes autores? Guillermo Guizo t era unfervorosisimo admirador de Montaigne , ysi se publicase en España , por un apasio

nado cervan tista, un libro sobre Cervantes ,

6 2 A Z O R Í N

análogo al de Guizot sobre Montaigne , ¡quéenorme escándalo no se produciría! L osej emplos abundan en un país como Francia , en que se tiene el cul to de los clásicos .

En España no amamos los clásicos ; no losleemos ; no los estudiamos , ni en la escuela , ni en el Ins tituto , ni en la Universidad .

Nuestra consigna es no tocar los clásicos ;nos escandalizamos cuando alguien , conespíritu un poco libre , los examina ; nos résistimos a que sean interpretados . Y ahi seestán los pobres , pacientes , resignados , es

perando que se acabe el estúpido prejuicio— que tanto daño lecs hace y aqu í e stamos nosotros , periodistas , poetas , oradores , sin poder aprovechar la riquísima ex

perien cia que ellos nos ofrecerían , y escri

b iendo y hablando de una manera vaga ,chabacana y descolorida .

El D iálogo de las lenguas es libro quedebe ser leído y releído ; pero no nos formemos una idea demasiado subida de suvalor . Acaso la rareza del volumen ha hecho que se tenga a la obra en una estimación superior a la realidad . No hay en elD iálogo de las lenguas las trascendencias

D E G R A N A D A A C A S T E L A R 63

mar av i llosas ni los exqu isi tos primores que— en punto al arte del coloquio ve en élMenéndez Pelayo . El D iálogo de las lenguas

es un coloquio ligero , agradable , di screto ;pero nada más . Y no podía ser nada más.

A nues tro entender , podemos formar trescategorias de las obras en diálogo . Primera categoría : diálogos escrito s para el estudio de las lenguas ; ej emplos : Vives , CesarO udin . Segunda categoría : diálogos so

bre materias técnicas , sobre asuntos cien t íficos : en este grupo puede entrar (porquetoca la esencia filo sófica del lenguaj e) elD iálogo de López de Velasco , y pueden cntrar asim i smo algunos de los diálogos delpadre Bouhours , en sus En tr etiens d

’Ar iste

et d’Eugene , modernamente reeditados , en

parte (Bossard , Parí s , Tercera cate

goría: di ál ogos psicológicos , di ál ogos en

que se van mostrando y definiendo caracte

res diversos ; en ell os , poco a poco , por laspalabras , va viendo el lector cómo entranen p u g n a temperamentos antagónicos ,

La verdadera maestría del di álogo , la hábilidad , el conocim iento del corazón huma

64 A Z O R Í N

n o , ¿dónde se demostrará : en un coloqu iosobre cosas científicas , o en otro en que intervengan hombres vivos , con sus intereses y sus pasiones? Ej emplos de estos postreros diálogos los tenemos en las obrasdramáticas : en L a D orotea , de Lope ; en L aCelestina , en lo s D iálogos, de Fontenelle , yde Fenelon . No se presta un D iálogo comoel de López de Velasco al delin eamien to delos caracteres ; no es ese tampoco su obj eto .

Su obj eto es — como en Bouhours expon er pareceres ; lo importante es que el au

tor pueda , salvan do su responsabilid ad ,exponer todas las Opiniones . Y para eso se

elige la forma dialogada : para poder exponer , con todos sus matices , un parecer queel autor no comparte ; pero que , l levado desu sinceridad , no qu iere ocul tar . ¿Qué maravillas de psicología puede haber en uncoloquio semej ante? ¿Podremos , como enel diálogo psicológico , ver los cambiantes ytornasoles del amor , de los c elos , de la ambición , de la cólera , de la hipocresía? Francamen te , en punto a gracia , a malicia , asentido popular del idioma

,en tre el D iálo

go de las lenguas y algunos de los D iálogos

D E G R A N A D A A C A S T E L A R 65

de César O udin — él 1V , por ej emp lo , el

diálogo en una venta preferimos , con mu

chO ,el de Ondin .

Entremos , después de estas observacio

n es, a tratar de la doctrina del D iálogo.

¿Cuál es la enseñanza que nos propone elautor? Una obra hay , extr anj era , que debe

mos cotej ar con el D iálogo de ,

las lenguas;

aludimos a la D efensa e ilustración de la

lengua fran cesa , de Joaquín Du BellayEl obj eto que se persigue en uno y

o tro l ibro es casi el mismo ; l as diferenciasson capitales . No llega el D iálogo de las

lenguas a l a trascendencia , a la hondura , ala esp iri tualidad de la Obra de Bellay . Elproblema que se plantea en Bellay es unproblema inactual , de interés permanente ;lo estamos di scuti endo ahora , al discutirlas humanidades ; lo di scu t imos al plantearl a cuestión de los autores antiguos y losautores nuevos . En el fondo , lo que discut e Bellay es el problema mismo de l a civilización . A mediados del siglo XIX , en

Francia , este problema había de suscitarun apasionado debate . Recuérdese el fá

moso libro del abate G aume Le ver r on

66 A Z O R Í N

geur Contra C aume y a favor de lashumanidades , se pronunció Dupan loup .

Contra C aume y a favor de los clásicos sepronunció el noble y generoso Lacordaire .

En una de sus cartas,L acordaire escribe

estas palabras , en que hay un dato curiosopara lo s españole s : «He estado ocupadísi

mo con la controversia sobre lo s clásicos .

E l amigo de la r elig ión — 2 , 1 6 , I S de sept iembre ha publicado tres artículo s míoscontra el plan de M . G aume . Éste pierdeterreno . M . de Montalembert le desautorizaen público . D onoso Cortés no le repudiamenos en las conversaciones privadas . »

(Lettres du R . P . H.-D . L acordaire a Ïli eo

phile Foisset , t . II , pág . 1 35 . Par is , 1 886 .

Carta de septiembre de López deVelasco no entra en el fondo del gran problema; se limita a los accidentes y part icularidades de la forma ; alguna Vez exponeuna teoría filosófica , humana , del estilo ,incidentalmente (páginas 1 4o , 1 59 de laedición Mayans) ; alguna ve z hace la críticade los valores literarios de su tiempo o

de lo s tiempos antiguos (páginas 1 48 y si

guien tes) ; pero López de Velasco , aun con

68 A Z O R Í N

prescindir de todo el maravilloso tesoro deGrecia y Roma? ¿Cómo dej ar a un lado lariquísima experiencia de la literatura étu ica? Y , sin embargo , es preciso caminar ,

Tal es el problema , el dramaplanteado en la D efensa e ilustración de la

lengua fran cesa. Todo el libro está escritoen estilo cálido , levantado , noble , in trépido ; a lo noblemente enfático se junta , acáy allá , el rasgo fino y original del poeta .

S i ; quien escribe estas páginas es un granpoe ta : el poeta de la melancolía , de lasañoranzas y de las ru inas . Aqui , en la D e

fensa , vemos en tal página « la mano n oc

turna y delicada» del estudioso que duran tela noche , en el retiro de su cámara , va p ásando las hoj as de los l ibros ; y aqu i , en elcap i tulo XI de la I I parte , el autor nos vadiciendo cómo unos poe tas « aman las fres

cas umbrías de los bosques , los claros arroyos dulcemen te murmurantes , entre losprados ornados y tapizados de verdura » ,m ientras que otros se delecten du secr et des

chambres et doctes e'

tudes.

B o u h o u r s y Ue l a s c o .

A obra que en Francia corresponde anuestro D iálogo de las lenguas no es la

D efensa e ilustr ación de la lengua francesa ,

sup erior por el pensamiento y por el est il oal libro castellano , sino uno de los diálo

gos del Padre Bouhours en sus En tretiensd

’Ar iste et d

’Eugene . La obra del jesuita

Bouhours es de 1 671 ; la segunda edición ,corregida , se publicó en el mismo año . Nos

otros uti lizamos la edición de Amsterdamde 1 682 . Y en este libro , curioso y agradable , el segundo diálogo , sobre la len

gua francesa , podría t itul arse , como el deLópez de Velasco , D iálogo de las lenguas.

D e l as excelencias y calidades de la francesa , la española y la italiana se trata en

él ; y el autor , precisamente , exactamente ,va tocando los mismos punto s que en su

7o A Z O R Í N

libro toca López de Velasco : origen de lalengua francesa y sus propiedades (Velasco , naturalmente , se refiere a la española) ,conceptos del estilo , el problema del casticismo , los neologismos , la crítica de losmodelos , e tc .

, e tc .

¿Es más denso el pensamiento y más delicado el estilo en Bouhours que en Lópezde Velasco? La obra del jeSuíta francés esmucho más moderna que la del secretarioespañol . Pero si la materia es más precisa , concre ta y subs tanciosa , a nadie se le

ha ocurrido ponderar hiperbólicamente el

diálogo . No hay para qué ; el diálogo — en

la obra francesa como en la española nopasa de ser un recurso habil idoso de ex

posición . Querer p oner el coloquio castellano a la altura de los diálogo s de la Celestina o de Lope de Vega , sería francamente absurdo —e innecesario y lo mismo se podría decir en relación a la obrade Bouhours . Lo que importa en este género de trabaj os es la idea , el pensamien

to . Y ¿cuáles son las ideas del D iálogo delas lenguas? ¿Cómo podríamos resum ir el

contenido de este tratado .

D E G R A N A D A A C A S T E L A R 71

Hay mucho en López de Velasco , comoen Bouhours , de deleznable y frágil ; casitodas estas observaciones de gramáticos n onos interesan en el grado en que antañoin teresaran . Pero hay una p arte en Velasco —

y l o mismo en Bouhours que con

serv a un cierto valor histórico y psicológi ‘

co . Veamos algunas de l as ideas de nuestroD iálogo de las lenguas. An tetodo , nos en

con tramos con una idea de Patria , corrient e en los siglo s XV I y xv1 1 , pero que hoyrepugna un poco a nuestras sensibil idades .

La Patri a y el Estado son cosas enteramente modern as . El gran Condé peleó a fávor de su patria , Francia , y contr a su patri a , con los españoles . «Una tal conductalevantaría hoy la indign ación universal yel au tor de semejen te defección apareceríacomo un facineroso dign o de todos los su

plicios. No sucedía lo m i smo en el antiguorégimen ; porque la idea de Patri a no era

todav ía l o que luego ha sido » . (A . Gazier ,en sus comentario s a la oración fúnebre deCondé po r Bossuet . Or aciones fúnebr es,Col in , París , 4 .

a edición , En nuestra Academ i a de Ingenieros , en Guadala

72 A Z O R Í N

j ara , está colocado , en sitio de honor , e!retrato de un m ilitar antiguo . Preside a lastareas de los alumnos ; pero cualquier alumno se sen tiría terriblemente ofendido —

y

con razón si se l e supusiera capaz dehacer lo que aquel militar antiguo hizo .

«Pedro Navarro , general tan insigne porsu valor como por lo s adelan tos que introdujo en el arte de la guerra y la fortificación , se pasó al francés en las campañasde Carlos I , atacó a Genova con una flotafrancesa , y l idió contra su patria hasta caerpris ionero en poder de lo s españoles . »

(Eugenio Sellés , L a politica de capay espa

da,Madrid , 1 836 , página Hablando

de lo duramente que eran castigados losdesertores entre los romanos , SaavedraFaj ardo añade : «Hoy los fugitivos no solamente no son castigados en volviendo asus patrias

,pero faltando a la ocasión de la

guerra,se pasan de Milán a Nápoles sin li

cencia , y como si fueran soldados de otroPr incipe , son adm itidos con gran daño delservicio de Su (Idea de un

P r in cipe , 1 64o ,empresa XXII .) En el D id

logo de las lenguas, respondiendo uno de

D E G R A N A D A A C A S T E L A R 73

los personaj esy refiriéndose a cierto escri

tor , di ce uno de los interlocutores , sincerándose de no estimar al tal autor , siendocastel lano : «Que sea de mi tierra o no , eso

importa poco , pues cuanto a mi , aquél es

de mi tierra cuyas virtudes y suficiencia me

contentan,si bien sea nacido y criado en

Polonia » . La idea es irreprochable ; peroacaso nosotros ahora la expusiéramos conun ligero matiz o una delicada variante .

Cuando Tirso de Mol ina , en su comedia La

mejor espigadera , acto II , escena IV , n os

dice que

La patria más naturales aquel la que recibeamorosa al extranjero ;que si todos cuantos vivenson de la vida correos,la posada donde asistencon más agasajo, es patriamás digna de que se

Cuando Tirso nos dice l o que an tecede ,expresa una idea irreprochable ; pero n os

otro hoy quizá añadiéramos también unmatiz , una variante a esa idea . (Todo no lo

74 A Z O R Í N

es el bienestar material ; el asiento naturalen el pasado , la solidaridad confortadoracon el ambiente , necesaria al espíritu ,

n o

podríamos hallarlo s en el país donde tuviéramos más comodidades .) López de Velasco , en o tro pasaj e , nos dice también que éllee poco en cas tellano . «D e lo s que hanroman z ado — escribe he leído poco , porque como entiendo el latín y el italiano , nocuido de ir al romance » . Es verdad que enel siglo XVI las obras cient ificas y filosófi

cas se escribían en l atín ; pero aqu í se tratade libros puramen te l iterarios , y en esa fécha nuestro caudal a ese respeto era considerable .

Sobre es te fondo de independencia el

ac tor del D iálogo de las lenguas expone elsentido del arte y del estilo . Lo aristocrá

tico , para López deVelasco ,es lo in teligen

te . Llama plebeyos y vulgares a los queson «de baj o ingenio y poco juicio » . A los

que sean altos de linaj e y ricos de renta,

« aunque sean — dice cuan alto s y rico s

quisieren , en mi Opinión serán plebeyos s ino son altos de ingenio y ricos de ju icio » .

Naturalmente , este espíri tu aristocrático el

76 A Z O R Í N

que se escriba como se habla . Nadie escribe como se habla en las cotidianas con

versacion es. Su t iliz ando un poco —y aun

sin su t iliz ar podríamos ver una contradicción , por parte de López de Velasco , entre ésta su fórmula del est ilo y el sentidoaristocrát ico de la v ida expuesto en las pálabras que quedan Copiadas . Aun amandolo cuotidiano , se opera siempre , al escribir ,una cierta selección de buen gusto . El tonoen el lenguaj e escri to sube de punto ; larealidad psicológica es otra . ¿Cuál será ,pues , l a fórmula exacta del estilo?Buffon , en su citado discurso , ha escri to

es tas profundas palabras : «Para escribirb ien hace falta dom inar plenamente elasunto » . Y Fray Lu is de Granada

,gran

art ífice de la prosa , al condenar en su Retór ica la afectación y el empleo de vocablos inusitados ( l ibro VI

,capítu lo XII ,

apartado I II ) , dice que la elegancia «n o

debe parecer traída de fuera , sino nac lda

de las cosas m i smas ! Y eso es todo lo que ,en defini t iva , se puede decir del magnoasunto . Cuando se domina la materia plenamen te , se habla bien , se escribe bien , y

D E G R A N A D A A C A S T E L A R

la elegancia nace de las cosas mismas . Se

escribe bien , porque fam i liarizado el escri

tor (o el orador , si s e trata de hablar) ; fámiliariz ado el arti sta con el tema , ha hechoya en su espíri tu la necesari a valoración delos hechos y de los de talles . Todo , en lamente del arti sta , ha ido a ocupar su debido lugar . Un detalle secundario no pasaráen el escri to o el di scurso a primer plano ,ni un hecho import ante quedará obscure

cido y relegado en postrer térm ino . La jerarquía de los valores traerá n ecesar iamen

t e la claridad y la preci sión . No habrá péligro de períodos farragosos y difusos . Elart ista — escritor u orador sabrá qué es locarac terístico y qué lo accidental y desdeñable . Y la preci sión y la elegancia

,sin él

propon érselo , resplandecerán en su obra .

l l l

¿a a u e d r a ïa i a r d o

J u O b r a .

LGUN O S admiradores de Saavedra Faj ardo proyectan honrar su memoria .

¿Cómo se honrará mej or la memori a de unescritor? ¿Con una lápida conmemorativa?

¿C on una estatua? No : difundiendo sus

obras ; publicando edi ciones de sus obras ,edi ciones sencillas , elegan tes , económ icas .

Los libros de nuestro s escritores clásicosno han sido divulgados todavía en formaamena y eficaz ; se ha trabaj ado algo enes te sentido de algunos años a esta part e ;pero falta mucho por hacer . Faltan , porej emplo , ediciones ilustradas al modo delas publ icadas en Francia — con destino ala enseñanza , pn nc 1palmen te por los editores D i dier y Hatier . Autores clásicos yautores modernos han sido publicados en

esta forma ; se encuentran en estas do s

6

82 A Z O R Í N

excelentes colecciones Moliere , Racine ,La Bruyere , Montaigne , Balzac , Chateaubrian ,El texto que se ofrece en estas ediciones

(preferimos las de Hat ier) está escrupulosamente cuidado . Lleva la edición noticiashis tóricas , biográficas, bibl iográficas , notasaclaratorias , vocabulario y gramát ica delautor . Se ha hecho esto en España ; pero lanovedad consiste en las ilustraciones . Lasilustraciones reproducen retratos ,

'

vistas deciudades , estampas , manuscritos , paisaj e s ,etcétera , etc . Todo ello de la época del autor .

¿No habr ia en España quien se atreviese ahacer lo mismo? Nuestro s editores (piensoen los de Barcelona) , cuando qu ieren haceruna bella edición , echan por el lado del lujoy no del arte . Nos dan colores , dorados , orlas

,dibuj os y mil fruslerías más , brillantes

y costosas . En realidad , no t ienen valorninguno esté tico esas ediciones . Un bellolibro se compone nada más que de dos cosas : blancos y negros . La belleza de un libro estriba en la armonía de los blancos y

de los negros ; es decir , del papel y delos caracteres tipográficos. C on tipos y

84 A Z O R Í N

tendr ía que adoptar el editor? La Repúblicase publicó después de muerto don D i ego .

Salió por primera vez con nombr e supues

to ; luego , desde la segunda edición , el

nombre de Saavedra aparece en la portada .

D ej emos aparte las discusiones sobre laautenticidad del libro . El l ibro parece autén t ico . Pero existen dos textos del l ibro ;y se da el caso curioso de que el texto quese da por perfectamente auténtico (el deSerrano y Sanz) es precisamente el textoque menos se parece a la prosa de don Die

go ; y , en cambio , el texto reformado (el deMayans) es el que más estrecha , ev idente eíntima conexión muestra con el estilo ypensamiento de Saavedra . Habría que ele

gir , por lo tanto , es te último texto , y al eleg irlo iríamos en compañ ia de MenéndezPelayo .

Menéndez Pelayo ha ensalzado la Republica literar ia ; pero en las mismas páginasen que celebra , justamente , la República ,

deprime , injustamente , las Empr esas (Histor ia de las ideas estéticas , tomo 1 1 1 , cap itulo X .) Según Menéndez Pelayo , el librode Saavedra — las Empresas «no está

D E G R A N A D A A C A S T E L A R 8 5

compuesto» . Y precisamente la caract erísti

ca de ese libro , caracterí stica eviden t ísima,

es la de estar meticulosamente compuesto .

Menéndez Pelayo ha pasado ligeramente

por encima de las Empresas , como ha pá

sado del mismo modo por encima del Isidro, de Lope ; del Viaje a Tier ra San ta, deJuan de la Encina , y de o tros libros reputados por él como deleznables .Las Empr esas , de Saavedra Faj ardo , és

tán , si , compuestas , excesivamente compuestas . Y son , además , uno de los librosmás finos de la l i teratura castellana . Son ellibro de un hombre que , habiendo vividomucho , ha visto el pro y el contra de lascosas . El pro y el contra de las cosas estándosificados de un modo prodigioso en lasEmpr esas. Saavedra Faj ardo posee en altogrado el sentido de la gradación y del matiz . Y un escri tor dueño del matiz

,de la

vari ante , de la gradación , es indiscutiblemente un gran escritor .Los más grandes problemas de la pol iti

ca, de la moral y del derecho son tratadosen las Empr esas. Y es preci so ver con quélentitud , con qué prudencia , con qué diplo

86 A Z O R Í N

macia va avanzando Saavedr a por un terreno peligroso (el del l ibre albedrío , por ejemplo ) y cómo luego

'

va poniendo distingosy salvedades que en realidad muchas veces

(él lo sabe) no destruyen la proposiciónesencial asentada con tanta precaución ytacto .

¿Q ue no está compuesto el libro de lasEmpresas? ¡Cómo sonreiría el gran diplomático al pensar en tanta página suti l y ságaz como ha escrito en este libro ! D on

Gregorio Mayáns habla de los ««gentilismos» que él ha tenido que quitar del textode la República al reimprimirlo . Esos «gen

t ilismos» que escandalizaban a Mayáns nosesclarecen sobre estos otros suti les art ifi

cios , de apariencia inocente , que encontramos en las Empr esas. Nos hallamos en

presencia de uno de los más sagaces e independientes pensadores de nues tro acervoclásico . No se ha reparado todavía en todala trascendencia de su obra . Es preciso ésclarecerla y divulgarla . C omiéncese por laRepública literar ia. Luego hágase lo mismocon las Empresas.

J u s“am i g o s

T ‘ E ha con stituido una Sociedad de «Amigos de Saavedr a Faj ardo » . En el ex

tranjero , en Francia , en Inglaterra , en Itali aex i s ten Sociedades análogas . En Francia ,

por ej emplo , se cuentan , entre o tras , la Sociedad de « Amigos de Montaigne » , la«Sociedad Gaston Pari s » , la «Sociedad deestudi os rabelesianos »

, la « Sociedad de

histo ri a del teatro » , «L os mussetistas» o

grupo de admiradores de Al fredo de Musset , etc . , etc . Muchas de estas Sociedadespueden verse enumeradas en un libro querecomendamos a los amigos de la culturafrancesa y de l a cultu ra en general : L esr essour ces du travail in tellectual en Fran

ce , por Edme Tassy y Pierre L évis. (Gautier-Villars, París , ¿Por qué no crear

88 A Z O R Í N

Sociedades análogas en las distintas regiones españolas , en viej as e históricas ciudades españolas? En Sevilla , por ej emplo , podría haber una Sociedad de Am igos deBécquer ; en Toledo , otra de Amigos deGarcilaso ; en Valladol id , o tra de A

'

migosde L o que el Estado no hace podr ia hacerlo la iniciat iva part icular . El Éstado , por otra parte , no puede hacerlo todo .

Las dichas Sociedades se encargarían de

propagar el culto a los grandes e scritores .Falta en nuestra enseñanza una base de human idades y de es tudio detenido de los clásicos; y esas Sociedades , íntimas , fraternales , poco a poco podrian ir esparciendo elamor a lo s clásicos

,la simpatía y el cu l to

por lo s grandes artistas . Tanto han hecho

por l a patria — tanto por lo meno s los

poetas y liter'

atos como los guerreros . Y sihay Sociedades — protegidas , además , porel Estado en que se fomenta la destrezaen las armas , para defender , cuando el casollegue

,la Patria , con la misma razón , por

lo menos , debe haberlas para el fomento y

corroboración de lo que constituye uno de

los más poderosos factores en la formación

D E G R A N A D A A C A S T E L A R 89

de las nacional idades : el arte , la l iteratura ,el espiri tu , en suma .

¿Qué es lo que se proponen los nuevo s«Amigos de Saavedra Faj ardo » ? P or lo

pronto , l a formación de una biblioteca pública relativa a don D i ego . El caudal bibl iográfico de Saavedra Faj ardo no es extenso ; se reduce a cuatro o seis obras . Perola b ibl ioteca que se proyecta puede alcanz ar un crecido número de volúmenes . Labiblio teea estará compues ta : de lasobras de Saavedra Faj ardo , en todas susedi ciones , antiguas y modernas ; de lastraducciones que se hayan hecho de las dichas obras , traducciones a los idiomas europeos y traducciones al lat ín ; de todolo que se haya escri to sobre Saavedra Faj ardo , antigua y modernamente , l ibros y folletos, estudi os de revistas , art ículos de periódi co ; autores que han influ ido másen el pensamiento de Saavedr a Faj ardo (Tácito , Maquiavelo , y escri tores pol i ticos coe táneos de Saavedra , con los cualesse pueda comparar nuestro autor , y quepuedan servir de contraste para apreciarcon exacti tud la ideología del autor de las

oo A Z O R Í N

Empresas. El plan es excelente ; un estudioso podrá en una biblioteca tal examinar ,a través de la obra de Saavedra Fajardo

,

puesta en relación con la de sus contem

porán eos, el pensamiento político de España en determinado período h i stórico . Lafundación de la biblioteca será completada

por una edición critica de las obras de Saavedra Faj ardo .

Se piensa comenzar por la publ icaciónde la Repubtica literar ia . L os «Amigo s deSaavedra Faj ardo » se encontrarán , al réeditar la Republica literar ia , con un in tríncado problema de bibliografía . Y ese problema tendrá que ser , si no resuelto , abordado con tacto y discreción . ¿Qué texto dela Republica literar ia es el que van a preferir los nuevos editores del escri tor murciano ? D e la Republica literar ia exi sten dostextos capitales : uno que podríamos llamarde Mayans , y o tro que podria llevar el t ítulo

de S er rano y Sanz . La Republica es un libropóstumo . Se publicó por primera vez conun nombre supuesto . Se hicieron de esetexto varias ediciones . Ya en el siglo XVIIIse dió a la estampa otro texto . D ifería bas

92 A Z O R Í N

la Republica , y si son auténticos , procurarsu restitución al texto del clásico libroLa tarea de reeditar la República litera

r ia, como ve el lector , requiere tiempo ydelicadeza . Cuando se leen los dos texto sen l itigio , surge la duda sobre cuál debepreferirse . D e estilo está mej or el texto Ma

yáns; la prosa es más fluida , l igera y ame

na . El tex to de Serrano y Sanz , en cambio , encierra importantes pasaj es que luegohan sido suprimidos . Las diferencias entreuna y otra versión son notables , radicales .

¿Por qué Saavedra Faj ardo —que habla

de el lo extensa y claramente en las Empresas ha suprimido en la segunda versiónsu teoría de la decadencia de España? Enese pasaj e , entre otras cosas , todas del másal to interés , Saavedra Faj ardo , p intando laincultura y negligencia intelectual de É s

paña (páginas 27 y 28 de la edición Sanz)dice lo siguiente : «Las matemáticas sonaborrecidas y menospreciadas de todos , ysus instrumentos sirven en las librerías (bibliotecas públicas, bibliotecas de Universidades) , no al entendimiento , sino a la vista yornato , como los gatos y leones de cartón

D E G R A N A D A A C A S T E L A R

sobre los escritorios y caj ones » . (En el

mismo sen tido , y refiri éndose a la Universidad de Salamanca , hab ía de hablar mástarde Torres Vil larroel .) Y añade , más adelante , estas otras palabras , con apl icaciónactual a los l iterato s y poetas , que , desdeñando las humanidades , l a experi encia ,se proclaman campeones de la intuición :«Quién hay ya que se aplique a la Retórica?

¿Quién al Art e poético ? Nadi e ; porque todos se contentan con sola l a lumbre deNaturaleza , y como hongos , en un día , sinindustri a humana , nacen y se hinchan » .

El pasaj e de Saavedra Faj ardo a quealudimos es importante , trascendental , porque se inic i a con él una teoria que luego , recogi da por losextranj eros , ha de volv er aEspaña y ha de ser principal factor en unmovimiento ideológico (Costa , Giner , losescri tores de 1 898) que ti ene su lugar en

nuestra h i stori a moderna . En Francia , entre o tros , han recogido esa teoría de ladecadencia de España , Benj am in Constant ,en su Comen tar io a la obr a de Filang i er i ,

París , 1 822 , cap ítulo x , y Lamennais , en losAsun tos de Roma , París , 1 836 (volumen 1 1

,

94 A Z O R Í N

páginas 5 1 a 79, en la edición de Lateoría de Saavedra Faj ardo vuelve a España más tarde , en el siglo XIX , con Lar-ra ycon el j efe de un partido tradicional : Cánovas del Casti llo .

I

¿ a“m i s t e r i o

'

AY dos escritores españoles , entre losclásicos , que han sufrido profunda

mente la influencia de Maquiavelo . Son estos dos escri tores Gracián y Saavedra Faj ardo . Los dos rech azan violentamen te alfloren tino , l e llenan de anatemas , l e ridicul izan , l e u l traj an ; pero los dos , Gracián ySaavedra Faj ardo , acaban — clandestinamente , pudorosamen te por caer en los

brazos de l i rres istible secretario . Apartedel aspecto políti co ex i ste un punto , interesan t ísimo , capital , referente a la influencia de que hablamos , que debe ser tra tadoen primer término . Nos referimos a la concepción fatalista de la historia y del mundo .

Materia es ésa — l a de la fi losofía de la historia que , según la posición que adoptemos, materi alista o espiri tuali sta , asi habrán

96 A Z O R Í N

de ser , fatalmente , nuestros concep tos dela política y del derecho .

Maquiavelo asienta su concepto de la historia en el cap ítulo de E l pr in cipe ti tulado

Quan to ¡bossa la For tuna nelle cose umane ,

et in che modo se li abbia a r esistira. Vienea decir Maquiavelo , después de algunos titubeos y dist ingos , que el l ibre albedríoexi ste , desde luego ; pero que , aun existiendo el libre albedrío , el acaso gobierna lam itad de nuestra vida , y que para nuestrogobierno libre y pleno disponemos de laotra mitad de la existen cia.T en emos, pues ,media v ida (media vida o pr esso, dice Ma

quiavelo ) entregada al azar . ¿Qué valorpráctico t iene la fórmula del floren t ino?Gracián , en El hér oe (prlmO I

‘ XI) , resumebella y pintorescamente su concepción histórica . «Todo móvil instable tiene aumentoy declinación » . «Gran providencia — aña

de es saber prevenir la infalible deolinación de una inqu ieta rueda» . Y ya con

esto está dicho todo . Universo y hombrese alzan a su esplendor y decaen luego . Ladeclinación es infal ible , fatal . Nadie puededetenerla . Y si nadie puede contrastar la

D E G R A N A D A A C A S T E L A R 97

decadencia , ¿qué es l o que valdrán los es

fuerz os del hombre ? ¿Qué eficacia tendránnuestros afanes , nuestros anhelos , nuestrasfatigas? La fórmula de Gracián es defin itiva, concluyente . No queremos hacer masque una ligera indi cación . D eseamos lle

gar cuanto antes a Saavedra Fajar do .

Saavedra Faj ardo es más sutil , más réflexivo , más cauto que el conciso y enérgico aragonés . Procede por delicados distin

gos; va aproximándose lenta y suavementea la verdad . D espacio y con t iento había deproceder en un problema tan trascendentalcomo éste . A veces , ante este reflexi onarde Saavedra sobre el problema del destinohumano ; ante este lento y suave caminar

por en tre las brumas del eterno misterio ,experimentamos una profunda , inefable ,sugeridora sensación de cosas modernas .Es moderno Saavedr a Faj ardo en muchosde sus puntos de vista sobre pol ít ica y so

bre sociolog ía . Pero en esta materi a delmásallá , el pensamiento se eleva , se purifica, yel verdadero fondo del escri tor aparece antenuestra vista . ¿Cree Saavedra Faj ardo en

un fatali smo comp leto , total , o concede ,

98 A Z O R Í N

como Maquiavelo , una parte de la vida libre y a nuestra plena disposición? Los es

critores clásicos tienen todos ellos un identico concepto del libre albedrío y de la fátalidad. La fórmula con

'

siste en colocar enlo más alto (concepción católica) un mov edor soberano de todo ; luego , por debaj o ,vienen lo que se llaman segundas causas.

El movedor supremo nos dej a en plena posesión de nuestros actos , de nuestro destino . Las segundas causas (estrel las , cielos ,tierra , e tc .) influyen de diverso modo sobrenosotros . Como preguntábamos antes

, pre

gun tamos ahora : ¿qué valor práctico t ieneesta sutil distinción clásica? ¿D e qué manera podremos aquí armonizar libertad yfatalismo?

En la empresa 1V , previniendo SaavedraFaj ardo a los príncipes contra los pel igros

que encierra el estudio de la Astrología , leshabla de la Providencia y de esas segundascausas a que antes hacíamos referencia .

Pueden llegar a creer los entregados a lasespeculaciones de la astrología « que todose obra por las causas segundas con queniegan la Providencia di vina» . Queda con

Ioo . A Z O R I NL

bras subrayadas? ¿Sabe Saavedra Faj ardotoda la trascendencia de lo que acaba deescribir?La declaración es terminante . Existe , ro

deándonos, aprisionándonos, un profundomisterio que nunca podremos descubrir . Elhombre , juguete del azar , víctima del caso ,camina entre tinieblas y a ciegas por lavida . ¿Cómo podremos discernir las fuerzaspoderosas e ignoradas que nos rodean? Háb lamos de la Naturaleza . Pero ¿qué es laNaturaleza? Saavedra Faj ardo comienza laempresa XXXVIII con estas profundas , en igmaticas palabras : «Fundó laNaturaleza estarepública de las cosas , este imperio de losmixtos , de qu ien tiene el cetro , y para éstablecerle más firme y seguro se dej ó amartanto de ellos , que aunque entre si contrario s los elementos , le asistiesen , uniéndosepara su conservación» .

l

La Naturaleza , según Saavedra , crea el

mundo . La Naturaleza presta a todo lo creado

,t ierra , viv ientes , árboles , mares , tan

íntima y poderosa fuerza , que hace quetodo permanezca en perdurable vitalidad ycohesión . «Presto se descompondría todo

D E G R A N A D A A C A S T E L A R I O I

— añade Saavedra si aborreciesen a la

Naturaleza , princesa de el los , que los ti eneligados con recíprocos vínculo s de benevoleucia y amor ) . Sencillamente , tal teoria esla moderna teoria de « l a voluntad en laNaturalez a» ; es decir , la teoría de una volun

tad y una inteligencia cósmicas en desenvolvimien to perpetuo . Y añade el autor ,hablando del v ínculo de amor , de consciente y del iberado amor , que une todaslas cosas : «Este es quien sustenta l ibrada la t i erra y hace girar sobre ella losorbes » .

Pero Saavedra Faj ardo siente un escrú

pulo intimo y quiere salvar la libertadhumana . ¿Lo consigue? En la empresaLxxxvm es donde el au tor emp lea la bellísima y profun da imagen de «los telares dela eternidad » . Saavedra intenta esclarecerel misterio y salvar la l ibertad humana . Suspalabras son de un pensador y de un poeta .

O igámosle : «Parte somos , y n o pequeña ,de las cosas. Aunque se di spusieron sinnosotros , se hicieron con nosotros » . (Tra

ducción : el mundo se h izo y marcha solo ,sin intervención de nuestra voluntad ; pero

1 02 A Z O R Í N

nosotros somos actores en la comedia o

tragedia del mundo . El actor representa laobra en el teatro ; pero no la ha creado él .)«No podemos romper aquella tela de lossucesos tej ida en los telares de la eternidad ;pero pudimos concurrir a tej erla» . (Repetición , con ligerísima variante , estilo Saavedra , del concepto anterior . La vida y el

mundo son una tela , tej ida en la eternidad ;está tej ida para siempre; el hombre , átomoen el tiempo infinito , no la ha tej ido ; peroha sido uno de los elementos de que hasido tej ida esa tela . P udimos concur r ir a

tejer la , dice Saavedra . ¿D e qué manerapodríamos explicar esa frase enigmática?Ahí tal vez está la variante a que aludíamos .) « Quien dispuso las causas — sigueel autbr an tevió los efectos y los dej ócorrer , suj etos a su obediencia » . (D ejó co

r r er los efectos, sean cuales sean , descono

oídos de nosotros y fuera de nuestra voluntad .) «Al que quiso , preservó del peligro ,y al otro permitió que en él obrase libremente ; si en aquél hubo gracia o parte demérito , en éste hubo justicia » . (Entramos ,un poco , en la ortodoxi a ; pero de cierta

I o4 A Z O R I N

ocupación del misterio , de las fuerzas enigmaticas y poderosas del mundo , de la Naturalez a, que es lo que presta un ambientede profunda modernidad a las páginas delas Empresas.

U n a c o n l ld e n c la .

N 1 644 tiene Saavedra Fajardo sesentaaños .Ha estado fuera de España cerca

de tr einta. Ha intervenido en los más arduos y deli cados negocios diplomáticos .Ha corrido toda Europa . Ha conocido a lospersonaj es más notables de su tiempo .

Sólo , antes que él , hay en la l iteratura pol i ti ca un hombre que haya viaj ado tanto yhaya conocido , por Europa , tantos hombres interesantes : Fray Antonio de Guevara. El mismo Guevara se ufana de esta suuniversal curiosidad en el prólogo de suMenospr ecio de Cor te. Saavedra Faj ardo , yaviej o , v ive retirado en Madrid ; mora en lacasa del hosp ital de San Antonio . En la

declinación de su vida , después de haberserv ido con tanta lealtad y por modo tan

Io6 A Z O R I N

eminente a su Patria y a su Rey , ¿cuál esel estado de espíritu de Saavedra Faj ardo ?La más importante de las obras de Saa

v edra Faj ardo es la Idea de un pr incipe ¡ bolitico-cr istiano. Baj o la alegoría de cien emblemas , el autor ha ido exponiendo el fruto de sus reflexiones y de sus lecturas . Sepublicó la primera edición de las Empr esasen 1 64o . D os años después , Saavedra dabao tra edición corregida por él ; sobre esta segunda edición (Milán , 1 642) hacemos nuestras indicac iones . «Las máximas prin cipales de Estado — dice Saavedra en el prólogo de la edición indicada confirmo en

esta segunda impres ión con testimonios delas sagradas Letras » . ¿Cuál era el estado deánimo de uno de los hombres más finos ysutiles de España? Años antes de que Saavedra publicara sus Empresas, LupercioLeonardo de Argensola había escrito enuna de sus sátiras es tos tres versos :

Afirmativo soy , y tan constante ,que antes que en mí se imprima forma nueva

se imprimirá la cera en el diamante.

Nada más lej os de la psicología de Saa

Io8 A Z O R Í N

hablando de las distintas formas de G obierno ; empresa XXI la Monarquía fuéla primera , eligiendo los hombres en susfamili as , y después en los pueblos para sugobierno , el que exced ía a los demás en

bondad » . El origen , la base , el fundamentodel poder político , para Saavedra , estáfrancamente en el contrato social ; en el

contrato social , como decimos ahora, o en

« la compañ ia civil » , como se dec ia antes ydice Saavedra . « Formada , pues , esta com

pañía escribe Saavedra en la empresacitada nació del común consentimientoen tal modo de comunidad , una potestaden toda ella , i lustrada de luz de naturaleza , para conservación de sus partes , quela mantuviese en justicia y paz » .

Sobre esta base de doctrina democráticaasienta Saavedra Faj ardo una sincera tolerancia para el pensamiento y para la expresión . « ¡Feliz aquella República — exclamaen la empresa x 1V en que se puede sent ir lo que se quiere y decir lo que se sient e !» ¡Qué admirable y cuán nacido del almaese grito de Saavedra Faj ardo ! El autoracaba de hablar de las censuras de la opi

D E G R A N A D A A C A S T E L A R 1 09

nion públi ca (las murmuraciones) , y después de hacer , al princip io , según su sist ema, algunas salvedades, acaba por aprobarla l ibertad de expresión . «La murmuración— dice es argumento de la lib ertad de laRepública , porque en la t iranizada no se

permite » . Hoy Saavedra Faj ardo , tan tolerante , sería un decidido part idari o de la l iber tad de la Prensa . « ¡Feliz aquella Republica en que se puede sentir l o que se quiere y decir lo que se siente !»

Uno de los problemas — problema de

p sicolog ia más interesantes , al tratar deeste autor , es el relativo al estado íntimo ,recatado , del esp iritu . ¿Qué pensaba , en

realidad , Saavedra Faj ardo del Rey , a quienél hab ía serv ido tanto , y de lo que el Rey

deb ía hacer por él? ¿Cuál podia ser su posición espiri tual con relación a la realidadpresente y a la obra por él realizada? Eno tros autores , el plantear tal p roblema sería ocioso ; en Saavedra , maestro en el ma

t iz intelectual y en la suti l variante de laexpresión , es interesantí simo . Las Empr esas politicas son un libro completamenteimpersonal , obj etivo ; este hombre , que ha

I I O A Z O R I N

visto tantas cosas y ha viaj ado tanto , nonos hace en su l ibro ni la más l igera confi

S i ; hay en las Empresas una confesión personal : a lo largo de 753 páginas ,anchas páginas — en l a edición de Ió42

hay diez l íneas personalísimas,diez líneas

terribles en medio de l a impasibilidad general , diez l íneas incidentales , pero de unt rágico dolor .He aqu í la confiden cia de Saavedra Fa

jardo . En la empresa IX , al hablar de l a envidia , al ir estudiando la envidia que sesuele tener a los príncipes y hombres notorios, y la envidia hacia los inferiores porparte de los prín cip es y hombres notorios ,el autor dice de pronto : «Muchas causasde compasión , y pocas o ninguna de envi

dia , se hallan en el au tor de este

¿Hemos leído bien ? ¿Saavedra Faj ardo ,gran señor , gran diplomático , rico , ensalzado , es digno de profunda compasión?Pero hay más; sigamos leyendo : y hayquien envidie sus trabaj os y continuas fatigas , o no adver tidas o no r emuneradas. Fatales la emulación contra é l . Por si m ismanace y se levanta sin causa , atribuyéndole

I I 2 A Z O R I’

N

les, o por generosidad propia, o por facilitar los fines , o por excusar los peligros , sesuelen alargar los príncipes , y n o pudiendodespués satisfacer a ellas , se pierde el crédito y se ganan enemigos , y fuera mej orhaberlas excusado . Más guerras han nacidode las promesas hechas y no cumpl idas

que de las injurias ; porque en las injuriasno siempre va mezclado el interés , como enlo prometido , y más se mueven los principes por él que por la injuria . Lo que se promete y no se cumple lo recibe por afrentael superior , por injusticia el igual y por t iran ia el inferior . Y as í es menester que lalengua no se arroj e a ofrecer lo que no sabe

que puede cumplir» . El análisis de la ofensa por promesa incumplida es fino y profundo . ¿Sentía Saavedra en su prop ia persona ese dolor de lo incumplido? Sintiendose superior a la generalidad de las gentes españolas de su tiempo , ¿hubiera deseado un favor , una intimidad , una privan z aque no tuvo? En la empresa V II esculpeSaavedra una frase lap idaria y definitiva .

«Tienen los príncipes — dice muchosGalenos para el cuerpo , y apenas un Epic

D E G R A N A D A A C A S T E L A R 1 1 3

teto para el ánimo » . Saavedra , tan culto ,tan experimentado , t an comprensivo , ¡ québuen Epicteto hubiera hecho al lado de un

Rey! ¿Era ese su secreto pesar?Pero Saavedra Faj ardo era un alto esp i

ri tu . Conocía la vida . En su Menospr ecio de

Cor te — capítulo 1 1 1 o tro gran conocedordel mundo , Guevara , escribe : «Al hombrecolérico y malsufrido no le conviene sercort esano ; porque s i todas las afrentas , ydi sfavores , y sinsabores que a uno h acenen la Corte , se para a las pensar , y p i ensaen las vengar , tengase por dicho que ensolas las que recibió en un mes tendr á quevengar en diez años » . Sabia eso SaavedraFaj ardo ; conocía lo inevitable y fatal de l alucha entre los hombres . Y por esa causa ,tolerante , bondadoso , sólo inciden talmen

te , en diez líneas entre setecientas cincuenta , sale de su impasibilidad y nos confí aese intimo pesar .

I I 6 A Z O R I’

N

Rivadeneyra , 1 896 ; páginas 398 y Lo

que más resal ta en Saavedra , según Menendez Pelayo es su don de pintar ; en la Republica literar ia , Menéndez Pelayo admira elpoder El lector se queda unpoco sorprendido . ¿Podrá encontrarse rea

lidad n i vigor en esta descripción fría,

vaga , de una ciudad simbólica? Unas altastorres ; unos edi ficios de mármol ; unas horn acinas con estatuas ; un río que pasa porel centro de la ciudad ; unosEsto es todo . ¿Y es esto lo que por encimadel psicólogo , del político , del pensadorha Vi sto Menéndez Pelayo en Saavedra Faj ardo?

¿Qué es la República literar ia? Un metropara medir la cu ltura de un hombre dist ingu ido en el siglo XVII ; es lo que El Cr iticón ,

de Gracián , y lo que en cierto sentido , Laperfecta casada , de Fray Lu i s de León . Unhombre — como Saavedra , como G raciánhá leído lo más notable de todo lo que se

publica en Europa ; ha contemplado cua

dros ; ha v i s itado colecciones y museos ; hatratado gentes diversas y eminentes en lasciencias , en las armas

, en la religión ; ha

D E G R A N A D A A C A S T E L A R I I7

viajado bastante . Cuando se s iente ante lascuart i l l as y qu iera hacer un resumen de susaber , de su sentido del art e , del hombre yde la Naturaleza , ¿qué es lo que va a decir?En lo que diga , tendremos un indice seguro de la civil ización en la época en que estel ibro se escriba . Por l o que diga podremosjuzgar de las reacciones de un a sensibilidad ante lo bello en un momento de l a h i storia . Nosotros , l os que formamos la posteri dad , podremos decir otr a cosa ; pero estehombre culto y selecto del s igl o XV II havisto así el mundo y el arte , y su criterioha de ser , forz osamente , punto de partida oj alón esencial en la evolución de la esté tica o de la moral . En E l Cr iticón se habla detodo ; es una enciclopedia . En la Republicaliterar ia se pasa también todo en revista ;es un índice de conocimientos .Exi sten en l a décimasép tima centu ria

tres o cuatro nombres que van rodando deun libro en o tro , que son obj eto de alasiones más o menos veladas , que n os muestran el grado de finura de los con tem

poráneos. La ausencia o la presencia deeso s nombres es síntoma significativo y

1 1 8 A Z O R Í N

definitivo en un autor . Uno de esos nombre es el de Velázquez . Velázquez , paranosotros , los hombres del presente , es el

más grande pintor del siglo ci tado y deotros varios siglos . Pues recorramos la l iteratura amena , dramas , novelas , poesía . El

j uicio de un técnico , de un crítico profesional , sobre un pintor (o novelista o poeta)es interesante ; pero el j uicio de un artistasobre otro artista no lo es menos ; porqueindica contraste de dos modalidades . ¿Quép i ensan de Velázquez Lope , Gracián , Saavedra Faj ardo? Y al lado del juicio deLope , ¿qué juicio tienen , por ej emplo , deFelipe de L iaño , tan traído y llevado en

novelas y comedias? El averiguarlo es degran interés .Más tarde surge el caso de Goya . ¿Cómo

ha sido V i sto Goya? jovellanos , una de lasmás , altas autoridades del siglo XV III , di ce ,

por ejemplo , en l 79o (G oya'

te n ía entoncescuarenta y cuatro años) , en el Elog io de don

Ven tura Rodr iguez , que Mengs es «el primer p intor de la tierra» ; nada menos . Pero

el tema de Velázquez y Goya no es único .

Tenemos también el de Cervantes , el de

l 2o A Z O R Í N

acaso matizado de tal o cual cita pedantescá , de algún autor germánico , nos lo ofreceSaavedra en una página sobria y limpia .

Hela aquí ; vale la pena de ser transcrita :«Cuerda modestia me pareció la de estosfilósofos — di ce Saavedra y no sin algúnfundamento su desconfianza del saber humano ; porque para el conocimiento ciertode las cosas son necesarias dos disposiciones : de quien conoce

,y del suj eto que

ha de ser conocido . Quien conoce , que es

el entendimiento , se vale de lo s sentidosexteriores e internos , instrumentos porqu ien se forman las fantasías . Los sentidos ,pues , exteriores se alteran y mudan pordiversas afecciones , cargando más o menoslos humores . L os internos también padecenvariaciones , o por las m ismas causas , o porsu varia composición y organización . D e

donde nacen tan disconformes opiniones ypareceres como hay en los hombres , concih iendo cada uno diversamente lo que oye

y ve . En las cosas que han de ser conocídas hallaremos la misma incertidumbre ymutabil idad ; porque puestas aqu í o al lícambian sus colores y cualidades , o por la

D E G R A N A D A A C A S T E L A R I Z I

O

distancia , o por la vecindad de otras , o por

que ninguna es perfectamente simpl e , o porlas mixt iones naturales y especies que seofr ecen en tre los sent ido s y cosas sensibles . Y así de ellas no podemos afirmar queson , sino decir solamente que parecen , formando Op inión y no ciencia» . Y Saavedraañade estas bellas palabras : «Mayor in certidumbre hallaba Platón en las cosas , considerando que en ninguna de ellas estabaaquella naturaleza común de que part ici

pan ; porque tales formas o ideas — decíaasisten a la natural eza purisima y perfectisima de D io s

,de las cuales viniendo no po

demos tener conocimiento cierto , y sólo vemos estas cosas presentes , que son reflej osy sombras de aquéllas ; por lo cual es imposib le reducirlas a ciencia» .

Al exponer Saavedra las teorías de Cardano , añade cautamente , como fino diplomátido : «Este devaneo agudo de Cardanome pareció pe l igroso para conferido , y sinrep l icarl e me retiré » . Pero las peligrosasideas quedan expuestas .Más que los juicio sliterarios , lo que nos interesa en laRepublica literar ia es esta condensación total del

1 22 A Z O R I N

sentido filosófico y social de un hombrecul to en el siglo XVII . El juicio literario

(Opiniones sobre D ante , Garcilaso , etcé tera) puede ser interesante . Pero limitar a eseaspecto — como hace Menéndez y Pelayoel interés de la República literar ia, es reducir extraordinariamente en proporciones yalcance uno de los índices más sugestivosde la cultura española en un determinadoperíodo histórico .

1 24 A Z O R I N

j ardo , resume en sus páginas el pensamiento de su autor en política , en D erecho internacion al, en las artes de la guerra , eteetera , etc . El autor ha viaj ado mucho porEuropa . Ha desempeñado , representandoal Rey , las más importantes misiones . Yamaduro su intelecto , cargado de experien

cia el polít ico , Saavedra escribe su l ibro .

Y tenemos , al considerarlo , ante nosotrosun problema : las Empr esas son una obraimpersonal , abstracta , obj etiva . ¿No po

dríamos contar en la l iteratura españolacon un libro de más subido valor si en vez

de exponer abstractamente sus ideas Saavedra , se hubiera limi tado a exponerlas enconcreto? Cuarenta años de m i siones di

plomát icas en los principales países de Europa ; la frecuen tación de los políticos ypríncipes más insignes del mundo ; la ob

servación diaria de costumbres y modos devivir en las Cort es ex tranj eras y en lasmás nombradas ciudades , todo esto pro

porcionaba a Saavedra material preciosi

simo para una obra análoga a la de SaintSimon . Hubiera bastado con decir , comoel fabulista : «Yo estuve all í y vi tal cosa» .

D E G R A N A D A A C A S T E L A R 1 25

Y este relato verídico , circunstanciado , decosas y sucesos políticos , e sta galeria de re

tratos de hombres eminentes , vistos con

los prop i os oj os del pintor , hubiera sido se

guramen te un libro pintoresco ; pero las

Empr esas , tal como las escribió Saavedra ,son interesantes también , sugestivas , y no

debemos lamentar el que sean en esa

forma .

España no era el país de las obras personales; los grandes escritores no contarondirecta y personalmente sus impresiones .Y Saavedr a Faj ardo , que tantas cosas háb ia vis to , echa mano de Tácito , de Salustio , de Tito Livio , etc . , etc . , y nos va dando en form a di screta , suave , una lecciónde v ida , de polí tica . Si hay algo de personal en la obra de Saavedra , hemos de bu scarlo pacientemente , con gran cuidado . Yese algo personal — eSpíritu del autor que

en las Empresas existe , es la actitud críticade Saavedra Faj ardo ante ciertos grandesproblemas , su deseo de conci li ación cuandose trata de soluciones encontradas , su éscepti cismo , en una palabra.Y ese es el verdadero espiri tu del gran

1 26 A Z O R Í N

escritor : el prudente escepticismo . Sus largos Viaj es , su frecuen tación de los máseminentes políticos europeos , le han dadoa Saavedra un sentido tolerante y cauto del a vida. En cierto modo —

y de lej o s las

Empresas politicas vienen a ser lo que los

Ensayos, de Montaigne . No se confiesa elescritor español como se confiesa el frances; pero su criterio de conciliación es el

mismo . Los dos son , ante todo , espectadores del mundo que tratan de contemp larimparciales . En dos grandes problemas , entre otros , s e puede ver pintorescamente estamodalidad de Saavedr a Faj ardo ; uno de l o sproblemas a que nos referimos es el de lainstrucción para el pueblo , o , en otros términos , é l de la moralidad de la instrucción ;el segundo es el del libre albedrío y el determinismo . Los dos problemas son de primer orden , trascendentales : uno , de carác

ter político , social ; el otro , moral , en primer término , y subsecuentemente , de unagran importancia pol itica y jur idica .

Ahora imaginad a un gobernante , a unpolítico eminente teniendo que tratar deestos problemas y teniendo que darles una

1 28 A Z O R Í N

tan las resoluciones del príncipe , despier

tan el pueblo y le solevan » . Y el autor si

gue hablando en el mismo tono .

D e pronto Saavedra hace punto , y aña

de luego : «Estas y otras razones persuadenla extirpación de las ciencias , según las reglas poli ticas que solamen te atienden a la

dominación y no al beneficio de los súbdi

tos; pero más son máximas de tirano que depríncipe justo que debe mirar por el decoroy gloria de sus ¡Ah ! Ya tar

daba en l legar la rectificación . El autor havisto que estaba sosteniendo una proposición inhumana . La estaba sosteniendo ,

pero l e convenía exponerla ; él no está se

guro de que lo dicho no sea verdad . Seráinjusto , será inhumano ; pero ¿no habrá en

ello una profunda razón de pol i ti ca? Sea deello lo que quiera , nos hallamos ya en la

segunda fase del pensamiento de Saavedra .

S i , la cultura es necesaria . E sparzamos lainstrucción por el pueblo . «No menos defienden a l as ciudades los hombres doctos

que los soldados » . Las razones del autorson convincentes . no nos apresu

remos en el juicio . No cantemos victoria .

D E G R A N A D A A C A S T E L A R 1 29

Bruscamente , el autor , acordándose de l opasado , volviendo la vista atrás , añade :«El exceso solamente puede serY ya nos hallamos metidos otra vez de hozy de coz en la tercera fase . Porque eso del« exceso » (el exceso en la cultura) es unartificio políti co que va a permitir defendery pract icar una cosa y otra . ¿El « exceso » ?

¿D e qué manera podremos apreciarlo? Seprocurará di sponer « l a educación de la ju

ven tud — dice el autor con tal juicio , que

el número de letrados , soldados , artistas yde otros oficio s se a proporcionado al ouer

po del Estado » . Y tal empresa debe rea

liz arla el principe . Es decir , que volvemosa no saber nada ; en defini tiva , todo dependera de que el j efe del Estado sea un hombre inteligente y humano . El escepti cismo— cn su sentido cr itico de Saavedra Faj ardo n os lleva , por sabias vueltas y revueltas , a este resultado . Más — n i menos noharia Miguel de Montaña .

Queda ya examinado anteri ormente el

problema del libre albedrío . Todo está es

crito de este modo cauto y suti l en las

s .

l 3o A Z O REÍ N

Las Empresas, de Saavedra , merecen serleídas más de lo que lo son . Se hallan enun segundo plano ; deben pasar al primero . Se ve en éste lo que se ve —

¡espectácu

lo supremo ! en pocos libros españoles ;se ve pensar al autor.

1 32 A Z O R Í N

las reminiscencias de lo s v iaj es , de l o v is toen las extranj eras Cortes , se unen frag »

mentos y retazos de l ecturas .

Pero el autor es cauto . Le guía el escept icismo . ¿Que es el escepticismo? La críti

ca, el examen previo , detenido , antes dela resolución definitiva . El autor juega conlas ideas . D a una Opinión ; luego ve la faseOpuesta de la realidad . Da otra divergenteopinión . Mas dar una opinión es cosa seria .

¿Cuál será la verdad? ¿D ónde estará la certeza? Entonces Saavedra Faj ardo adO p ta

una actitud ecléctica,prudente , concilia

dora . Así an te la magna cuestión del librealbedrío , así an te el problema de la educación del El tiempo va pasando .

Ya e l niño es Rey . El tiempo ha tran scu

rrido insensiblemente . A medida que n os

acercamos hacia el final de la v ida — em

presa tras empresa parece que este ju

gue teo del autor se va atenuando . No es yatiempo de hacer paradoj as y cabrilleos de

espíritu . «Filosofar — decía Montaigne es

aprender a morir » . El término fatal se acerca . Hay que decir gravemen te las cosas .

D el movimiento,del regodeo espiritual ,

D E G R A N A D A A C A S T E L A R 1 33

del devanear del ingenio y de la erudición

que hemos contemplado durante todo el

l ibro pasamos a la lentitud y a la gravedad .

Una cuestión hay que domina sobre todas

en las Empr esas : la cuest ión de la guerra .

Obsesionaba a un hombre del siglo xvu ;

obsesionaría hoy a cualquier pensador queemprendi ese una tarea análoga a lade Saavedra Faj ardo . La educación de un princi

pe , la v i da de un Rey , han de desenvolv erse en un ambiente guerrero . La guerralo es todo ; la guerra es connatural con lareal eza . Por todas las páginas del libro , acáy allá

, en todas part es , surge la guerra . No

hay ninguna consideración en las Empr e

sas que no se relacione con la guerra . El

autor se nos muestra animado , belicoso ,enardecidoPero los años — lo repetimos han ido

pas ando . Al final de la v ida , cara a la muerte , hay que decir la verdad . ¿Cuál seránues tra última palabra en el magno problema de la guerra? Medítalo bien , escritor ;tu responsabilidad será terrible . Piénsalobien , Rey ; dentro de poco vas a comparecer ante el tribunal de la Justicia eterna e

1 34 A Z O R Í N

inmanen te . Antes , en el curso de la obra ,hemos dicho que D ios «no crió al hombrepara la guerra , sino para la paz » (empresa LXXIV) ; después , en la misma empre

sa , hemos añadido que la guerra se h izo nécesaria «para la defensa natural » ante el

deseo injusto de dominación ; luego hémos afirmado que «en el contraste de lasarmas se mantienen más firmes y seguras »

las Monarquías ( empresa LXXXIII ) ; páginas

más allá , en idéntico cap ítulo , recelososde nosotros mismos , inseguros en una yen otra op inión , acabamos por escribir

que , «aunque conviene tener siempre prevenidas y ejercitadas las armas , son másseguras las artes de la paz » . ¿Qué pensaremos , en definitiva , de este magno asunto?

¿En definitiva y terminantemente , sin hábilidades conciliatorias , sin pro y sin contra en una misma página ?Nos acercamos al término de nuestro li

bro — las Empresas y de nuestra vida .

¿Qué importa que en vez de sesenta añoshubiéramos v iv ido cien? El dolor hubierasido elmismo . «El deseo natural que pasenaprisa las horas es argumento de que no es

1 36 A Z O R Í N

ma verdad! D espojémonos de la postreraconcupiscencia. hazaña! — ex

clama Saavedra Rendirse al conocímiento de su fragilidad y saberse desnudarvoluntariamente de la grandeza antes quecon v io lencia le despoj e la muerte » . D el

bul licioso jugueteo de todo el l ibro hemosvenido a parar a este final trágico . ¿Y laguerra , l os trofeos esplenden tes de la victoria , los fastos magníficos , la gloria en

fin? «Como al tomar el puerto se levan losremos y amainan las velas , así ha de aca

bar (él Rey) su gobierno , deponiendo lospensamientos de empresas y guerras » . Quesobre los sepulcros de los príncipes « se

ponga el arco iris, señal de paz a los sucesores , y no la lanza fij a en tierra , como hácían los de Atenas para acordar al heredero la venganza de sus injurias » .

El niño ha nacido , se ha hecho hombre yha muerto . Era Rey ; ha muerto comomuereel pastor en su cabaña . Todo va hacia lanada : el hombre y sus creaciones . «Comose deshace la fábrica natural , se deshacetambién la artificial » . Sólo son eternas « lasvirtudes » ; es decir , el inmortal

1 V

t o r n o a Eo p e .

1 4o A Z O R Í N

cá puede ser estudiada en las Rimas sácras perfectamente .

Estamos en 1 6 1 4 . Lope t iene cincuen ta ytres años . S e siente ya un poco cansado .

(Todav ia se av i vará la interior profanallama . ) En 1 6 1 4 Lope publica las Rimas sácras. Son sonetos , canciones , romances en

que el au tor va explayando su fervor reli

gioso y su íntima pesadumbre por el tiempo perdido . Su pesadumbre , sobre todo . Alhablar de los años

‘ pasados, de sus descaminos , de sus devaneos , de sus disipacion es, de su can tar loco y j ovial , Lope llegaa acentos de contrición , de dolor , de sinceridad pungente y dolorosa , adonde no hanllegado sus coetáneos . Pero por encima dela atrición de Lope , se ve en estas pág inasla especial psicología del autor . Figuraosla imaginación plástica , violenta y coloreada de Goya pintando asuntos religiosos .

Lope es un hombre enamorado de l a viday de todo lo plástico de la v ida . Vive intensamente el espectáculo del mundo . Conprodigiosa facilidad , su imaginación pasade un aspecto a otro de las cosas , e instint ivamen te — sin esfuerzo , con dulzura la

D E G R A N A D A A C A S T E L A R I4 I

pluma del poeta va lanzando sobre el pá

pel todo lo que el cerebro ha v i sto y con

templado .

En el poema Isidro, de Lope , asistimos auna alternación de lo concreto y lo irreal .

Lo concreto que pinta Lope (boda del san

to , aj uar , ida al molino de madrugada , el'

campo del Guadarrama nevado , todolo concreto , repetimos , es de un rel ieve , deun color , de una espontaneidad , de una gracia verdaderamente prodig io sos ; en cambio , todo lo teológico , todo lo abstracto ,todo lo « ideali s ta » decae , flota como unan iebla y se pierde en la v aguedad y en el

ensueño . Y pueden servir de ej emplo laspágina dedicadas a una teodicea en todoslos pueblos del mundo y de la historia

que Lope nos ofrece en dicho poema .

En las Rimas sacras se hallan contenidasalgunas de l as más bel las poesías que hayaescri to Lope , y desde luego los versos sueltos , aislados , más sugeridores y cargadosde sentido ideal que hayan sal ido de supluma . En las Rimas sacras podemos verpatentemente , como en una experi encia delaboratorio , el contraste —

que es toda la

1 42 A Z O R Í N

psicología de Lope entre lo abstractovago y lo real esplenden te y vivo . Figuraen las Rimas sacras la elegía que Lope éscribiera a la muerte de su hij o Carlos Félix . Era Carlos un niño de siete años ; seanunciaba en la vida con ese gesto de meditación y de intu ición que si nos encantaa los que amamos la In teligencia , nos pone ,en cambio

,en el espiritu una vaga sensa

ción de angustia y de aprensión por una

próxima tragedia . El poeta comienza ele

vándose hasta el Emp ireo ; a D io s , humi ldemente , le dice que él , Lope , acepta gustoso este terrible sacrificio ; en el Cielo , elniño Carlos gozará de las inefables bienandanzas de que en la tierra no hubiera podido fru ir j amás . Sólo ¡Qué dolorosoes esto ! ¡Cómo llega al fondo del alma esta

perennal separación ! Sólo que aquí , en latierra , Carlos , tan modoso , tan atento , taninteligente , tan pensador , llenaba las horasdel poeta . Y el poeta vivia — plenamentepara el niño . Y oíd a Lope , oíd al padreherido :

Yo para vos los pajarillos nuevos,

diversos en el canto y las colores,

1 44 A Z O R Í N

plateresca , de un palacio . Todo es regulary simétrico en el estupendo vértigo de laobra inmensa de Lope . Veamos su canciónal fraile Basurto . Nos hallamos ante unaairosa torre de diversos cuerpos ; arriba , alfinal , están las campanas . ¡Qué primor yqué elegancia los de este campanario ! ¿Esla G iralda? Primer cuerpo del monumento ,es decir , primera estrofa del poema , seisversos : un arroyuelo , detenido por la tierraque un mat iego ha amontonado al paso delagua , se rebalsa , asciende de nivel ; al fin ,

rompe el débil muro . Segundo cuerpo : unj ilguero

,caído en la liga , se revuelve , lu

cha , forcejea; al cabo , hiende los aires , l ibre y gozoso . Con tinuemos subiendo ; tercer cuerpo de la torre : una nave llena depreciosas mercader ias es sorprendida porla tempestad , pero logra librarse de las bravas proce las . Cuarto cuerpo : el cautivo ,aherroj ado en suelo africano , se ve horro ,al fin , de sus cadenas . Qu into cuerpo — vá

mos abrev iando el pez , toda la nocheprisionero en el garli to tej ido de finos juncos, logra a la mañana sal ir del lazo . Sextocuerpo : un peregrino

,sorprendido en la

D E G R A N A D A A C A S T E L A R 1 45

camp iña por horrísona tormenta , se ve lue

go seguro al brill ar nuevamente el sol .

Sép timo cuerpo de l a airosa torre : un navegante gri ego , que ha abandonado en el

naufragio su ligera nave , encuentra en l ati erra bienandan z as y paz .

Y ahora ya en lo alto de la torre , un vue

lo de campanas jocundo , es trep i toso , quese esparce por toda la ciudad :

Canción , dile a Ponciano

que , pues le hiz o en este buen sucesoel cielo soberanofuente, nave, peregrino, preso,pez libre y navegante,corra, vuele, camine , escriba, cante.

Hemos hablado de los versos ai slados

que , maravillo sos , se encuentran en las Ri

mas sacras. Los encontramos en las primeras páginas , o sea en varios de lo s ciensonetos que componen esa parte del volumen . Citemos ; folio 1 (edición primera,de

La divina raz ón puesta en olvido.

¡Cuántas cosas nos dicen las tres prime

I O

1 46 A Z O R Í N

ras palabras : la divina raz ón! (Más tarde ,Goya escribirá al pie de uno de sus caprichos : «D ivina razón , no dej es niPero del esplenden te espacio caemos a lastinieblas y la barbarie , al odio hacia el És

píritu : puesta en olvido.

Folio 3 vuelto :

Y al babilonio vil música diera.

Lope siente una íntima pesadumbre porsus devan eos, por haber prostitu ído la poesia, por haber descolgado la l ira inmaculada (arte independiente) para dar con ellamúsica a magnates , grandes señores , principes. S i ; lo que más le l acera el corazón— al menos en este momento es habercondescendido a la lisonj a . Y al babiloniov i l

,al beocio inculto , al amador grosero de

goces y riquezas , músicaFolio 9 :

Babilonia me dió su mortal lotos.

Y eso lo explica todo . Me cegó — diceLope el goce , la ambición , la concupis

1 48 A Z O R Í N

Pero ¡oh , querido Lope!, el arte te hasalvado . Y el arte es espíri tu , ansia de ideal ,inmortalidad , alas en el inmenso espacioazul , por encima de la muchedumbre debabilonios viles.

€n la s ¿!es t a s

de J an Is id ro .

N el t ricen tenario de San Isidro nodebe ser olvidado el nombre de Lope

de Vega . En 1 599 Lope publica su magn ifico poema Isidro, capital en la obra deLope , capital en la literatura española . En

1 622 se celebran en Madrid fiestas por lacanonización de San Isidro (y de otros tressantos españoles : San ta Teresa , !San Ignacio , San Francisco Javier) . L O pe escribe l arelación de las fies tas relacionadas con SanIsidro . El volumen en que se pub lican laspoesías del certamen y las comedias deLope es interesantísimo . En Palacio , en elsegundo de sus patios , se celebró la fiestapoé ti ca . Se representaron también dos co

medias de Lope , de dos acto s cada una: Lan iñez de San Isidro y L a juven tud de SanIsidro. En la fiesta poética , ante l os Reyes ,

1 50 A z o R Í N

Lope no fué el man tenedor , como ahoradecimos (entonces no había pol íticos queno supiesen nada de li teratura y fueran

, por

consiguien te , nombrados por los poetaspara que les echaran un discurso ) . Lope nofué el man ten edor , a la manera de ahora ;pero fué el que leyó las condiciones de lafiesta y el que presentó una pragmática o

manifiesto burlesco , a estilo de Quevedo ,acerca de lo s poetas llegados a la corte yde las calidades y part icularidades de lapoesía . La entrada al patio de Palacio , en

que s e celebraba el certamen , estaba muyguardada por la guardia tudesca y la eSpañola. Se había dado orden , sin embargo , deque se dej ase pasar a todos los poetas . Yhubo muchas personas que para poder entrar se fingieron poetas . Ya en el día lospoetas no se diferencian gran cosa de lo sdemás mortales ; esas diferencias en hábitos y cataduras han quedado para los tañedores de viol ín y para los que se dedican amúsica de tecla . (P ergeño de los tales : an.

tiparras con gruesa guarnición de concha ;pelo largo y vedijoso ; sombrero ancho , et

cetera , etc .) Pero en tiempos de Lope —y

1 52 A Z O R I N

ño ; las otras , sencillamente , con el primerapellido . El ansia de la musicalidad , de l asonoridad , todavía no ha hecho encontrara Calderón su verdadera y apropiada firma .

Pero en sus poesias está ya patente el ri tmo sonoro y enfático del gran poeta . ¿Quépensaría Calderón de Lope? ¿Qué pensaríaLope de este mozalbete que principiabacuando él iba a conclu ir? Probablemente ,Lope pensaría lo que se piensa siempre— cuando se tiene la admiración y la fáma de los escritores que princip ian . Laestimación real , honda ( la estimación deFlaubert por Maupassant , en sus comien

z os, ignorado de todos) ; la estimación sincera es rara ; los genios nacientes son rarostambién . Un maestro t iene deferencia , cortes ia , cordialidad y nadamás. ¿Qué más ha de tener? Y Calderón ,

¿qué pensaría de Lope ? Tal vez a este mu

chacho , prendado de lo solemne , del énfasis noble y digno , no le agradaban las excen tricidades, burlerías y divertimien tos deLope .

Y entramos con esto en la segunda de lasobservaciones que nos ofrece La Relación

D E G R A N A D A A C A S T E L A R 1 5 3

de 1 622 . Las dos comedias de la vida de

San Isidro — niñez y juven tud nos muestran , como el Isidro, uno de los esencialesaspectos de Lope : el lado real ista , famili ar ,nacional , español , hondamente español . Lafábu la de las comedias , es la misma del

Isidro: milagros del santo y celadas del ene

migo malo para que en ellas caiga Isidro .

(En 1 852 , un poeta secundario , EusebioAsquerino , aprovechará los mismos ele

mentos para escribir otro drama ti tuladoIsidro) . Pero aparte de que en estas comedi as de Lope hay una escena en que aparece un niño (reci én nacido , Isidro) y o trasen que interv ienen tres niños (de cinco asei s años , Isidro y sus amiguito s) ; apar tede este hecho inusitado en la escena española (se da también con los Pizarros ) , eucon tramos en esto s cuatro actos un sentidode la vida familiar , y de l a vida familiarespañola , como sólo en algún otro documento l iterario español encontramos . Lopees un poeta de España : siente España comoúnicamente Cervan tes y algún otro autorla han sentido . Las escenas de la cocina

( la oll a castel lana va y viene por las dos

1 54 A Z O R Í N

comedias ) , las escenas de la cocina delmolino , de la comida en el campo , etcétera , etc . , son insuperables , marav il lo sas . Unrealismo humano , apacible , sonriente , cam

pea en esas páginas . Pero este realismo ,con ser mucho , nos dej aría un poco apetentes de algo más , si a trechos , de pronto ,el poeta idealista no surgiera en la obra .

Y aqui está el estro que pod ia seducir , sugestionar a Calderón . La escena de la ex

plicación , por el niño Isidro , del abecedario ,es puramente calderon iana. Y en L a juventud, acto I , escena II , cuando el labriegoTirso se dirige a Isidro y le desea venturasy bienandan z as, los versos del poeta — her

mosísimos-w son de un pristino Calderónfu turo .

Pero hay en Lope —y entramos en la

tercera observación un elemento abstracto , barroco , que es de donde iba a emanartoda la poes ia calderon iana. En l a Relaciónencontramos tres páginas ( folio 85 ) en queLope define su sentido del estilo y de lapoesía . Ya páginas antes Lope ha escritouna poesia en falso lenguaj e antiguo . Lopese ríe de los casticistas . Y ahora , en prosa ,

1 56 A z o R í N

mente en ev idencia el humor del poeta .

Vale la pena de que insistamos en estepunto .He aqu í algunos de los pseudónimosde Lope : Tomé de Burguillos , el más usado ; TeresaVerecundia, Pelayo Rasura , L esmes D iaz de Calahorra . Y ahora algunosnombres de tratadistas de estéti ca , de poetas , de fi lósofos que Lope imagina — en La

D orotea para exponer y autorizar l asnuevas doctrinas literarias Rebot in de

Marsella , Cosme Pajarote , Bar tolino de C ordellate , Z anahorio Caracola , Trancón G erundío , Filondango Mocuseo ,

Magalón de

P estinaquis , G usarapaMagurn io ,Serpento

nio P roculdubio , Macario de

¿Será temerario afirmar que , dej andoaparte el reali smo familiar de Lope , lo queva a prevalecer en las generaciones su

cesivas, en los nuevos poetas , en Calderón ,es el elemento abstracto y barroco del gran

poeta?La !elegancia de Lope se transforma al

pasar al autor de L a vida es sueño . Subsisteel gusto por lo peregrino y lo raro ; pero sien Lope ese gusto está en tremez clado con

la ironía y lo grotesco , en Calderón lo raro

D E G R A N A D A A C A S T E L A R 1 57

ha de ali arse al énfasis y a la so lemnidad .

Es un matiz nuevo ; la vena poética española se transforma . No hemos perdido acasonada en esa transformación de lo elegante ;el bri llante énfasis de Calderón bien val e elhumorismo de Lope . Lo malo es que el fondo de reali smo vernáculo de L O pe —

y quea Lope venia desde los dos Arciprestesha desaparecido .

1 60 A Z O R I N

sentir la estética romántica . Recuérdese, en

el canto V , la escena de la madrugada , porel inv ierno , en la casa del labrador . A t ientas , entre las tinieblas , Isidro va buscandoel hogar . Remueve las cenizas y halla untizón :

En fin , un tiz ón hal lóy algunas pajas juntó,sobre el extremo quemado,

y el rostro de viento hinchadoSop lando reSplandeció.

L os pasaj es de v ivo color , idéntico a éste ,abundan en el libro . Véase también en el

mismo canto — folios 1 50 y 1 5 1 de la edi

ción príncipe la magnífica descripción delas frutas de España . Pero , de pronto , el

tono cambia . Lope acaba de pintar la casaen la madrugada , o acaba de presentarnosel retrato de Isidro , con todo lo que el buenlabrador lleva , desde el sombrero hasta loszapatos . Ahora , el poeta nos describe unpaís fantástico , vagoroso , sin iestro . La Envidia hab ita en él :

Hay en el obscuro O caso,por unos bosques sombrios,

D E G R A N A D A A C A S T E L A R 1 6 1

una cueva entre dos rios,donde nunca humano pasotocósus umbrales fríos.

Y luego el poeta nos habla de las espesas tinieblas de esa caverna , del mugir del

v i ento , del son medroso que el agua haceal caer go ta a gota por l asPero hay , además , en el l ibro un elementode confidencia, de reminiscencias personales, frecuente en las obras de Lope , aun

que un poco extraño en esta obra . En el

canto V II e l autor ha de hablar del amor , y ,naturalmente , este hombre , que V ivió parael amor

,comienza as í :

Amor, ¿quién te trujo aquí ?Cuando más lejos, tirano,estaba mi p luma y manode mez clar aquí por tilo divino a lo profano.

El elemento realista , humano , domina enel Isidr o . Un sentido de la vida exacto ,agudo , un poco malicioso , a lo Montaigne ,es la lección que nos ofrece el poema deLope . D e Montaigne podría ser el desdén

I I

¡ 62 A Z O R Í N

de Lope por la erudición libresca y su vivoaprecio de la inteligencia natural :

Que cuando no estaban l lenosde tantos libros ajenoscomo van dejando atrás,sabían los hombres más,porque estudiaban en menos.

Y un poco más adelante , folio I O vueltode la primera edición :

que el errar con advertenciatengo por mejor ganancia,y una fiel ignorancia

que una temeraría c iencia.

Y profundamente expresiva , en este libroprecisamente , es la pintura que Lope hacede la mal icia labradora . En un poema es

orito para celebrar a un labrador , Lope nospinta a los labradores con su viva y sincerap icardía . No todos serán así , pero en

Hay labrador que encaminaal cuitado que camina

por donde en un mes no l legue

1 64 A Z O R Í N

entre la trivialidad del texto que se anotay el fárrago de altisonante erudición puesta al lado , que el lector se desconcierta ,

y acaba por pensar que es en el Isidro en lo que pensaba Cervantes cuando ,en el prólogo del Quijote , ponia en ridículoestas autorizaciones .

El Isidro, de Lope , debe ser reeditado ,en edición limpia , sencilla , elegante ; es

uno de los libros más bello s de nuestra historia . Libro que , como el Quijote y la Celestina , nos hace amar a España . Hasta ahorano ha sido puesta de reli eve toda su intimay profunda belleza . Menéndez Pelayo hasido injusto con este libro tan popular , tanespañol ; Bretón de los Herreros , en La desvergüen z a lo trata incidentalmente— página 7 con desvergüenza .

1 68 A Z O R Í N

breve prólogo que el autor pone a su adaptación se habla de Shakespeare . «El publico de Londres —dice Qu intana acostum

brado a las mayores extravagancias en lasobras sublimes y desatinadas del extraordinario Shakespeare .

Pero hay un autor que ha desempeñadoen España la misión que Chateaubriand en

Francia . Ha sido este autor el más grandey elocuente de los prerromán ticos y quienmás ha influ ido indudablemente en la gen eración romántica . Aludimos a MeléndezValdés . ¿Cómo al hablar del movimientoromántico en E spaña no se cita a MeléndezValdés? Todo el romantici smo está ya contenido — impetuoso y ardoroso en Melendez Valdés . En Meléndez Valdés encontramos el pronunciado subj etivismo de l os román ticos : la melancolía , el énfasis solemne , é l desequ il ibrio entre la idea y la eXpresión , el gusto por los espectáculos hórridosy terroríficos, la ternura , el llanto , la desesperanza infin ita. Y encontramos — detalle significat ivo algo que ha de ser recordado siempre que de los román ticos se háble : el rayo de luna, la evocación constante

D E G R A N A D A A C A S T E L A R 1 69

del as tro de la noche . A la luna dedica elpoeta toda una oda ( la XXIII , volumen 1V

,

de la edición Salvá , hecha en Paris ,A la luna se dirige Meléndez al comienzode la e legía IV , en el m i smo volumen , ti tulada D e las miser ias humanas:

¡Con qué silencio y majestad caminas,deidad augusta de la noche umbrosa,y en la alta esfera p lácida dominas!

D e la luna habla también el poeta en eldiscurso III , volumen citado , que lleva el

título de O rden del Univer so y cadena admi

rable de sus ser es:

La blanca luna en la tiniebla friarige su rueda en esp lendor velada

A la luna volvemos a encontrar en el discurso 1

, La despedida del anciano, en eltomo IV citado . La encontraríamos en muchos pasaj es más. La noche

,i luminada te

nue y melancól icamente por la luna , es el

momento , la hora , que prefiere el poeta . Enesas horas de la noche puede el poeta meditar y manifes tar sus íntimos y profundos

I 7o A Z O R I N

dolores . Porque el poeta — Melendez Valdés es terriblemen te desgraciado . Noguarda el poeta para si sus dolores

,sus cui

tas , su tragedia ; siente una irreprimible n ecesidad de comun icárselas al lector , deanuncíárselas al mundo . En el siglo XVI

,un

poeta , fray Luis de León , por ej emplo , podía , en su oda a Nuestra Señora , indicarnos veladamente , al pasar , en cuatro o sei sversos , su dolor íntimo ; pero no pasaba deesa indicación pudorosa y sumaria . En elsiglo XVII , un gran prosis ta , Saavedra Fáj ardo , escribe sus Empresas, y sólo en el

capítul o 1X dedica diez líneas a su escon

dido dolor ; luego , en el resto de la obra ,ni la más remota alusión . Pero los tiempo s han cambiado ; una gran revoluciónsentimental se anuncia ; el siglo XVIII hahecho la crít i ca de todo : sentimientos ,ideas

,instituciones . Todo ha sido desme

nuz ado , pulverizado , deshecho . Y de todo ,lo único que ha quedado incólume ha sidola personalidad del crí tico ; es decir , el yo ,que lo considera y juzga todo y todo lo so

mete a examen y revisión . Meléndez Valdés llega al arte en este momento de dis

1 72 A Z O R Í N

clamorosos e irreprimibles . Una oda, laXXXIII , volumen III , se titula que no sonflaquez a la ternura y el llan to. El poeta llorasin cu idado ni empacho . O tra oda, la XXIV ,en el m i smo v olumen , l leva por título A la

manana , en mi desamparo y orfandad. Nohay impudor , ni flaquez a, ni rid iculo en

contarle a los lectores las propias cui tas .Es un deber el hacerlo . El poeta — Melén

dez Valdés está profundamente triste .

Todo para él e s fastidio . Su espíritu eu

cuentra hastío en todo .

Y a este fastidio universal que encuentraen todo el coraz ón perenne causa.

A si nos dice en la elegía II , volumen IV ,A

Ïovino ,el Melancólico. En su corazón , en

el del poeta , « l a obscura melancolía alzó suhórrido trono » . Amó — añade y hallósólo dolor ; quiso refugiarse en el estudio , yla ciencia también le burló ; la ciencia no l edió al poeta el consuelo que esperaba . (Ele

gía III , D e mi vida , volumen Iv . )Todo el romanticismo está iniciado , casi

completo , en Meléndez Valdés . ¿Qué es lo

que falta? Vamos a cop iar a continuación

D E G R A N A D A A C A S T E L A R 1 73

dos fragmentos , uno de Meléndez y otro deun poeta más moderno . He aqu i el primerfragmento :

Por un val le solitariopoblado de espesas hayas

que a la silenciosa lunacierran el paso enramadas,un anciano venerable ,a quien de la dul ce Patriaechan el odio y la envidia,con inciertos pasos vaga.

De cuando en cuando los ojosvuelve hacia atrás, y se para;y ahogársele el pecho sientecon mil memorias

Ahora el otro fragmento :

Cruz ando de! campo extensola soledad misteriosaa lentos pasos caminaun hombre de cuya formase distingue solamentela p luma que en altoflota,las espuelas en que acabay la espada que le abona.

Lo demás de su figuralo velan , guardan y embozan

1 74 A Z O R Í N

los secretos de una capaen que envuelve su

D e estos dos fragmentos , ¿cuál es verdaderamen te el romántico? Los dos lo son ;pero el primero es más esencialmente ro

mán tico que el segundo . El primero es, l ohemos dicho , de Meléndez ; comienza conesos versos el discurso ti tulado L a despedida del anciano (página 24 1 , volumen III , enl a edición de Valladol id , El segundoes de Z orril la (página 1 68 , P oesias, volumen Iv , Madrid , Meléndez Valdés

,

dicho sea de pasada , ha debido de influ irconsiderablemente en la formación de Z orrilla . Nos imaginamos a Z orrilla leyendoávidamente esa misma edición de Melendez , hecha en Valladolid , que acabamos decitar . No habla don Narciso Alonso Cortés ,en su admirable biografía de Z orrilla , deesta posible influencia de Meléndez sobreel gran poeta . Y , sin embargo , no sólo el

romanticismo , sino uno de sus más altosrepresentantes l írico s , está ya pleno en Meléndez . Pero en los dos fragmentos citadospodemos encontrar una cierta interesante

1 76 A Z O R I N

Abramos el volumen un último ejem

plo por la página 1 34 (edición de Madrid, 1 82 1 ; el fragmento que vamos a citares de un discurso pronunciado en

abramos el volumen por la página 1 34 ; Melénde z va a p intarnos un malvado : «Yo mismo he visto a uno en las congoj as de lamuerte

,cuya funesta imagen j amás o lv ida

ré , ll eno de vicios y dinero , infeliz fruto delogros e injusticias , sin ánimo bastante paraarroj ar de si su criminal riqueza ; sus gesto sespan tables , sus movimientos , sus lugubres profundos gemi dos , su despavoridom irar , sus palabras mal articuladas , todo ,

por desgracia , pintaba las batallas y horrores de su despechado corazón . » Y el poetapasa a seguida a hacer la descripción , horripilan te , del reo a quien ahora trata deacusar ; descripción tan romántica , tremebunda , como el recuerdo que ha evocado .

¿Tiene el romanticismo un origen puramente li terario , o es de linaj e social , pol it ico? La investigación de las antiguas querellas y rebeldías literarias , como an tece

dentes , nos parece cosa secundaria , de relat ivo valor , cuando se trata de preci sar la

D E G R A N A D A A C A S T E L A R 1 77

génesis del movimiento romántico . L o

esencial es la tendencia humanitari a sal idade l a critica social del sigl o XVIII . En esehumanitari smo se encuentra la verdaderagénesi s del arte romántico . En ese mismovolumen de Meléndez de que acabamos dehablar , los D iscursos for enses, se incluyeun estudio sobre la mendiguez . Se ve por

ese trabaj o la estrecha relación que existeentre todas las asociaciones nacientes defilan trO p ía (relativas a pobres , niños , enfermos , huérfanos , etc .) y el nuevo espírituromán tico , de exaltación lírica , de melancolía universal , de anhelo generoso y humano . Esas dos tendencias — l iri smo , humani tarismo se funden armoniosamenteen Meléndez Valdés — como se fundiránmás tarde en Castel ar , el último román ti

co y por eso Meléndez es el padr e y el

iniciador magnifico y esp l éndido del ro

man ticismo en España .

1 2

Eo s d o cumen t o sb l o a fi á l t c o e .

E ha iniciado en España — tras un lar

go movimiento de desvio una reac

ción favorable al.

gran orador . Emilio Castelar nació en 1 832 y murió en 1 899 . Exis

ten bastantes biografias de Castelar (Mo

rayta , González Araco , Milego , Herrero ,Sandoval , Payá Pert usa , Rat taz z i , e tcétera) ; ninguna de ell as nos ofrecen modelode crítica y de comprensión . El mej or librosobre Castelar lo ha publicado , no hacemucho , un antiguo amigo suyo , francés denación , E . Varagnac ; se ti tula Un g randespagnol apótre du droit des peuples: Emilio

Castelar . (París , Blond e t G ay ,

D e Castelar lo mej or es tudiado ha sidosu período de iniciación : infancia y ado

lescencia; pueden consultarse las obras dePayá Pertu sa , Morayta y la de su compa

1 82 A Z O R I N

ñero de escuela Bernardo Herrero . Pocoshombres , entre nosotros , ni en el extran

j ero , han sido tan estudiados en este périodo de la vida : ni Galdós , ni MenéndezPelayo , ni Clarín .

En la vida de Castelar es pre ciso estudiar — a nuestro entender los siguientesextremos : su trabaj o , su sensibilidad , suestética , su pol ítica , su rel ieve en Europacomo uno de los hombres representativosdel espíritu europeo en determinado momento , las influencias que han pesado so

bre Castel ar y la influencia de Castelar enel pensamiento español . Recientemente eldoctor Pulido ha publicado el primer volumen de O bras escog idas de Castelar (SanMartín ; Madrid , y en ese volumenfigura una autobiografía inédita del granorador. Pero la autobiografía de Castelar—que sólo llega hasta t 87o és un trabaj o

impersonal , escrito en tercera persona ,como si se tra tase de otra individualidad .

D e ese trabaj o , muy interesante con todo ,tomaremos algún dato que esclarezca nuestra crítica . Lo fundamental para el estudiode Castelar es el volumen , interesantísimo ,

G l t r a b a jo .

ASTELAR es uno de los grandes trabajadores intelectuales del siglo XIX . Pue

de ser comparado a Flaubert , a Galdós , ysobre todo a Balzac . A Balzac , especialmente , por la fiebre , la inquietud , la movilidad , l as angus tias en que su trabaj o sedesenvuelve . Galdós y Flaubert trabaj aronmucho , pero en silencio ; uno en San Qu int in (Santander) , y otro en Croisset (Normandía , Ruán ) . Castelar camina por Europaescribiendo afanosamente durante el cam ino , en lo s hoteles donde se detiene . Escri

be en Tarasp (Suiza) , en Niza , en Génova ,en París , en Biarri tz , en Etretat ; él mismotiene que sacar , a veces , las dos o tres copias necesarias de su s ar tí culo s . En 1 874 ,

l e escribe desde Niza a Calzado :«No extrañe usted la lenti tud de mi v i a

1 86 A Z O R Í N

j e . Hace mes y medio que me encuentrocompletamente solo . Tengo que escribirmede primera intención y Copiar yo mi smomis correspondencias para América , queen España daban trabaj o a diario a trespersonas . Y todo esto tengo que hacerloen combinación con el viaj e . No salgo deaqui sino después de haber despachado micorreo del 1 5 , para tener alguna libertad yalgún ti emp o los días que esté en París .Aunque estoy en Niza apenas veo a Niza ,por mis innumerables Ocupaciones . Sólodesde mi ventana descubro este in comparable mar Mediterráneo , en cuyas orillasqu isiera v ivir y morir .» (Murió , en efecto ,en su ribera) .D esde Madrid , en 1 876 , escribía el gran

orador lo siguiente a su amigo :«Los asuntos económicos m íos van mal ,

a causa de una falta irremediable : de lafalta de tiempo . Las gentes no comprenderan j amás el sacrificio que yo hago yendo a la Cámara . El mes de enero , con pre

parat ivos de viaj e , no pude hacer nada . El

mes de febrero , con el viaj e , nada , y me

gas té reales de extraordinario en

1 88 A Z O R Í N

Habla Castelar en su correspondenciade una mensualidad en el Mon itor Republicano que importaba 5oo pesetas . Su colaboración en cierta rev is ta de Nueva Yorkle produce pesetas cada tres meses .Un año de trabaj o en l a Nueva Amér ica,de Buenos Aires , l e ha dado francos .Pero el dinero de América suele sufrir rétrasos. En mayo de 1 876 escribe a Calzado ,que se quej a del mal camino de sus negocios : «Los negocio s financieros de allendetambién me tienen am í apuradi simo . Calcu

lo que en América me deben más de 6 .ooo

duros , cosa que j amás , en ningún tiempo ,me ha pasado » . Afortunadamente , el centenario de Colón le va a proporcionar materia para trabaj o . Se propone escribir art ículos por valor de cuatro a cinco milduros . «Bien lo necesito — dice , pues lasuspensión general de pagos en las orillasdel Plata vulnera mis intereses desde agosto en reales al mes » .

Pero , lo hemos dicho . Colón , que descubrió América en 1 492 , salva a Castelaren 1 892 . En junio de I 89 I escribe el granorador :

D E G R A N A D A A C A S T E L A R 1 89

« Ign oro qué hubiera sido este año de mi

sin la proximidad del Centenario , que me

ha dado cuantiosos y bien retribuídos trabaj os provenientes del mundo saj ón . Ré

vista como el Cen tury , me ha encargadoseis art ículos sobre Colón , y me ha prometido pagármelos a francos el ar

t iculo . Escribíle y mandéle a fines de mayo

el primero , p idiéndole humildemente suimporte , o sean mis I o .ooo realej os . ¡Cuálno seria mi asombro cuando , a vuel ta decorreo , recibo el importe de los sei s art ículos , o sean 600 l ibras esterl inas de NuevaYork sobre Londres ! El premio por los desniveles del cambio me produj o unas 600pesetas de aumento . E sto me ha compen

sado un poco el déficit de pesetasmensuales que me faltan de Buenos Aires ,Montevideo y Valparaíso » .

No hay un instante de tregua para Castelar . ¿Lo hab ia para Balzac? Castelar hasido en su patria j efe del Estado . Ya en suvej ez ha de trabaj ar como un mozo . ¡Quéterrible vida de angus tias la de este hombre , uno de los primeros de Europa!Véaselo que desde San Sebastián , en 1 895 , cua

1 90 A Z O R I N

tro años antes de morir , escrib ía . Pocasimpresiones tan trágicas .

«Yo cadadía más atareado . Sacar de pobre pluma española , esgrimida por unamano fatigadisima por los sesenta y dosaños

,duros anuales para mi vida y

mi hogar , con otros 6 .ooo para tapar agu

jeros y satisfacer atrasos , es un problemaque sólo resolverá mi tenacidad . Aquí mismo , en la villa Triana , me pongo de seis adoce al trabaj o por la mañana , y de tres asei s por la tarde , sin levantar cab eza . Y lomismo pienso hacer en todas mis excursiones : trabaj ar nueve horas diarias o diez » .

Una profunda simpat ía, un profundo respeto , va de todo trabaj ador intelectual , mo

desto o notorio , hacia este gran j ornalero ,glorioso j ornalero de la p luma .

1 92 A Z O R Í N

cense a éstos : Memor ias,de un catedrático

gin ebrin o , el cual creo que se llamabaAmíel. En la Librería Nueva del Bulevarhay un señor que te dará , con estos confusos informes , razón del deseado libro y t el o buscará en seguida » .

Castelar lee prodigiosamente , escribe sindescanso , se mezcla a la V ida social madrileña . En l a autob iografía publicada por Pul ido , dice Castelar , refirién dose a él mismo :«Su madre le hacía leer horas y horas segu idas , habiéndole infundido tal afición ala lectura , que ha sido necesaria la edad

que hoy t iene , la posición que hoy goza ,para qu i tarle la man ia de leer hasta por lascalles » . Castelar va casi todas las nochesa la Opera , al palco de Medinaceli , de An

glada , de Santoña , de María Buschen thal.La pol ítica

,el parlamento , los l ibros , la

vida de sociedad : todo es para Castelar deun trabaj o y de una fatiga inmensa . Pero élgoza de todo . ¡Qué bello el cielo de Madrid !

Las cartas a Calzado encierran entusiastaselogios al cielo madrileño . Nada hay paraCastelar comparable a la nitidez del cielode Madrid . «En Madrid — dice en marzo

D E G R A N A D A A C A S T E L A R 1 93

de 1 876 me gu sta muchisimo la clara luz ,

que da al cielo una incomparable nitidez ,no vista ni en Venecia ni en Roma » . Y en

noviembre de 1 877: «No te digo nada deMadrid . D io s mío , ¡ qué luz ! D esde mi despacho , donde estoy escrib iendo , veo horiz on tes celestes sin término y sin nubes ;mares de luz resplandeciente ; gigantescascordil leras con las b ases de azul obscuro ylas cres tas de blanca n ieve parecidas a inmensos cri stales de Venecia » .

El cielo de Madrid y el Medi terráneo son

los dos espectáculos que hacen vibrar máshondamente a Castelar . Frente al Mediterrán eo , en 1 88o , escribe a Calzado :

«D i le a María que me he acordado mucho de ella este verano en D enia. ¡Quéigualdad de temperatura! ¡Qué nitidez decielo ! ¡Qué costas , semej antes a lo s lej osde Pablo Veronés y del Tiziano ! ¡Cómohuelen hasta los terruños ! El mirto y el

azahar , la palma y los nop ales , el olivo yla viña , el cielo y el mar , las frutas riquísimas . ¡Qué fiesta para todos los sentidos !

La compadezco por haber estado en Bret aña, mientras nosotros veíamos desde el

l 3

1 94 A Z O R Í N

cielo sin nubes caer la luna sobre el Mediterraneo , sin rizos ni ondas , como si estuviera extático en la contemplación de tantahermosura» .

Y en agosto de 1 889, desde D enia :«Aqu í estamos en casita muy cuca . El

mar dista quince minutos , y desde lo s balcones de mi cuarto se le descubre baj o laforma de una inmensa media luna celeste ycelestial . Muy desnudas las peñas y muytristes , contras tan mucho con el campo encantador , ll eno de palmas , azahares , oli

vos, áloes , nopales y granados : toda la botánica meridi onal . Hay casitas innumerables , a cuyas puertas lucen toldos de jazmines y galanes de noche que huelen agloria» .

Una sensibilidad tan v ivaz y delicadahabía de sentir también hondamente todo

el profundo encanto de la niñez . VíctorHugo jugaba con sus nieto s ; en un volumen , un editor ha reunido las poesías yfragmentos de Hugo , relacionados con losniños : L es Enfan ts (Hetzel , Paris ,Nada tan conmovedor como este l ibro delgran poeta . Castelar adoraba la infanci a .

1 96 A Z O R Í N

tre ten ida con unos cuantos periódicos yunas cuantas carreras , pasa horas y horas .

Esta mañana , que quiso llevárselaMariana ,tuvimos que volverla

;del llanto que armó .

Es imposib le una niña más mona» .

Un año después , estando Castelar enMadrid , recib e la no ticia de la muerte deesta niña . ¡Qué carta escribe Castelar aCalzado ! Esa página - 5 1 del libro esuna de las más conmovedoras que han sá

l ido de la pluma del gran Lamuerte , a lo largo de los años , va llevandose los seres di lectos a Castelar . Muere suhermana Concha ; mueren sus más lealescompañeros de lucha política . Su sensib il idad va exasperándose . Hablando del estado de su esp iritu , pensando en la desaparición de tanto ser querido , l e dice a suamigo

«Muy dueño de mis nervios en todocuanto a pol ítica se refiere , lo s dej o vibrara su antoj o en lo particular , y a lo me

jor sueño con sucesos tristes imaginariosy me figuro destituido de aquellas personas amadas , como tú , sin las cuales ya

D E G R A N A D A A C A S T E L A R 1 97

no tiene para qué ser y durar esta pobrevida » .

La sensibilidad de Castel ar es l a sensibil idad romántica de Meléndez Valdés . Lamisma sensibilidad - egotismo e imáge

nes pero amplificada, magnificada porun don verbal espléndido . He aquí cómo ,en la primera página de su réplica a Cam

poamor (D efensa de lafórmuladelpr og r eso) ,habla del dolor que le aterraba por la muerte de su madre : «El dolor , antes de mi desconocido , posee todo mi ser y no dej a es

pacio al pensamiento . La vida de mi madre , de que yo viv ía , se ha secado , y nadame sonrí e en el mundo , desnudo a mis oj osde felicidad y esperanza . Mis labios sóloaciertan a murmurar oraciones ; mi corazón ,

a exhalar gemidos , y mi inteligencia , apensar en la eternidad y en la muerte . Elmar de lágrimas , que va inundando mi esp iritu , lavándolo de las manchas terrenales , esclareciendo mis oj os , demasiado fij o san tes en lo que pasa y cambia , me ha hechocomprender que el mal es como una sombra vana , y el bien y la virtud , como laeterna luz que de nosotros queda aqu í en

1 98 A Z O R I N

la tierra» . ¿Exageración? ¿Ficción retórica?No ; yo mismo he visto a Castelar llorar ,en 1 898

— allá en Levante , en un huertecillode rosales y laureles, baj o un cielo esplén

dido al recibir las noticias de los terribles desastres coloniales .La sensibilidad exaltada de Castelar , su

férvido estro lírico , le lleva a escribir la historia , la novela , l os cuadros de costumbres ,en un tono amplificador , solemne , pomposo . La real idad sale engrandecida - fuerade sus naturales proporciones de la pluma de Castelar . D ebemos poner un ejem

plo . Y lo pondremos relacionado con unapersonalidad que ha sido la antítesis deCastel ar . Abramos laHistor ia del año 1 883 ,por la página 95 . Aquí comienza el relatode un ruidoso incidente ocurrido en la Cá

mara francesa el 1 8 de enero de l 87o . En lasesión anterior , el ministro de Gracia y Ius

t icia y alma del Gabine te - O ll iv ier há

blaba de las represiones populares , y pedíaa D ios , « como único favor , el que le con

cediera el dej ar el Poder sin haber derramado una gota de sangre » . «Y para que sea

— añadía O l livier ; Gambetta le inte

200 A Z O R I N

la colección de discursos de Gambetta, pu

blicada por su intimo amigo y testamentario josé Reinach (Charpentier , tomo I , páginas 1 28 a I 36) ; si l eemos el in cidente enesta colección , en que Reinach previene elánimo del lector con sus comentarios favorables, veremos que qu ien en la cont iendaparlamentaria queda por encima es O ll ivier . Todos los discursos parlamentarios deO ll ivier son una maravilla de finura, de claridad

,de precisión y de senci llez . En las

réplicas a las interrupciones , sobre todo ,O llivier , cortés , afectuoso , irónico , ofreceun perfecto dechado del ateniense . Y todasesas condiciones brillan en el incidente réseñado por Castelar ; brillan frente a la im

pe tuosidad, el estrépito , la rudeza , la ré

tumbancia de Gambetta . Pero Castelar nopodía comprender a O lliv ier . O ll ivier es

una de las p iedras de toque para estudiar aCastelar . D eliberadamente , y por instinto ,Castelar va contra O llivier . La semblan

za de O ll i vier escrita por Castel ar (Habana

,I 872) comienza con esta frase retum

bante : «He aqui uno de los grandes renegados de la libertad» . ¿Renegado? Escribía

D E G R A N A D A A C A S T E L A R 20 1

Castelar en 1 872 . En 1 894 , Castelar decía asus amigos — en car ta del 8 de abri l que

hicieran , exactamente , lo que hizo O ll ivier .

Y ¿por qué no reconocer que O llivier fu éde buena fe hacia Napoleón III cuando éstequ i so liberalizar el Imperio? En la mismasemblanza , páginas más adelante , ¿no reconoce implícitamente el autor que O l livierno renegó del l iberali smo , sino que lo llevóal Poder , puesto que — nos cuenta Castel ar a causa de ese mismo esp íri tu liberalfué víctima de intrigas y manej os palat inospara derrocarlo del Poder?

Castelar y O ll iv ier son , en política y en

esté ti ca,dos temperamen tos di stinto s . Há

blando de los discur sos de O ll ivier , diceCastelar : «El arte de maestro , y de maestroj esuí tico , era su arte . El tono de lecciónera el tono de sus di scursos más elocuentes. Para este nuevo Gu izot es el Gobiernouna cátedra y el Poder una especie de cont inua disertación académica » . ¡Qué extrañoes ver a Castelar haciendo la misma objeción que habían de hacerl e a él los beociosde nuestra Cámara ! Pero si algu ien estálej os de la cátedr a y de la Academia en sus

2o2 A Z O R I N

discursos parlamentarios , es ciertamenteO llivier . ¡Ni un rasgo de vanidad , de pedantesca erudición , de afectada retórica!«He visto — dice Bergson algunas personas que habían oído a O ll iv ier . Cuarentaaños habían transcurrido desde que le oyeron , y todavía estaban maravillados » . La

elocuencia de O ll iv ier es «una elocuenciatan sencill a , tan pura , que ante ella , comoante la arqu itectura griega

,nos pregunta

mos de qué puede estar hecha . Una elo

cuencia , sin embargo , tan rica y tan l lena ,

que el análisi s en ella descubrirá , una a

una, las cualidades y conocimientos quehacen el jurisconsul to , el moralista , el h i storiador , el poeta y aun el músico , como el

prisma hace percib ir los colores del arcoiri s en un rayo de luz blanca» . (Bergson ,D iscurso de r ecepción en la A cademia ;24 enero 1 9 1 8 . D i scurso dedicado a O llivier ; discurso que es una nobilísima reparación .)

204 A Z O R I N

llegado a percibir la poes ia de lo ínt imo ,de lo recogido , de lo silencioso . No sabemos lo que le pareciera el l ibro de Amielque él pedía a su amigo de París . Fal ta enla obra de Castelar la hondura trágica delas cosas . No es eso Cas telar : es de otro linaj e de sensibilidad . En lo s primeros , losa estilo Saint-Beuve , reflexivos

,meditati

vos , es imposible una falta de gusto ; faltasde gusto no son raras en Castelar . No sonraras en cuanto al énfasis , a la hipérbole ,al poner lo brillante y enfát ico sobre el matiz discreto e ín timo .

Campoamor ha hecho , en el curso deuna polémica , la cr i tica de la estét ica deCastelar . (P olémicas; Madrid , Y elpropio Castelar , en una página curiosa , haresum ido las obj eciones de Campoamor .

(D efensa de la fórmula delpr og r eso, ediciónde 1 87o , página Lo que Campoamordice de Castelar es lo que Veuillot , Barbeyd

’Aurevilly y o tros han dicho de Hugo .

Hay un fondo de verdad en tales críticas ;pero hay en ellas manifies ta injusticia .

D ice Castelar con testando a Campoamor :«¿Qué le interesa al público que yo sea

D E G R A N A D A A C A S T E L A R 205

la hermana de la caridad de mi partido , unapósto l de relumbrón y de ideas ahuecadas,y con ton tillo , un D ulcamara verbosísimo ;

que mis di scursos representen una fantasmagoría des tinada a encontrar aplausos ; quemi v ida sea una monótona música cel estial ;que mi tienda esté compuesta de quincalla ;que yo dore braseros para hacer de Escevola , y platee puñales para representar aBru to ; que ci te al D ante ; que llore y gimotee siempre ; que mis razones p arezcan ni

ñadas; que mis art ícu l o s sean mortales yde una extensión deplorable ; que yo no

sepa la histori a romana tan bien como el

señor Campoamor la sabe ; que sea vo elescritor más ingenuo y de menos ingenioconocido ; que tenga una autolatr ia desenfrenada ; que mis s íntesis se compongan delcayado de Sixto V , las ch inelas de Juanade Arco , y la coroza de la o tra Juana quemada por la Inqu i sición ; que padezca yo deuna laxitud religiosa ; todo esto , qué le interesa , repito , al público , que no paramientes en obscuras personalidades , y qu iere ideas , y pide doctrinas ? »

Pero Cas telar , por su musical idad , ha

206 A Z O R Í N

hecho caminar un gran trecho a la prosacastellana . La prosa castellana es otra desde Castelar , y eso es lo que habría que é s

tudiar detenidamente en la obra del granorador . Habría que estudiar la amplitud- soberbia de la prosa de Castelar , suflexibil idad , su movimiento y , sobre todo ,el ritmo musical , la magnífica musicalidadde ese estilo único en su patria y en todaslas patrias de l engua castellana .

Escoj amos un ej emplo típico en la prosade Castelar . Podemos encontrarlo en cualqui er libro ; por ej emplo , en el citadoHistor ia del año 1 883 , capítulo ti tul ado«El mes de mayo , con sus muertos ysus problemas » . Comienza así dicho cá

pítulo :

«Cuando las yemas de los árboles reverdecen y el arpegio de las avecillas resuenaen el florecimiento hermosísimo de la estación primaveral , debía la muerte suspendersu terrible minister io y no asomar la huecay huesosa calavera , la fr ia y triste segur ,

entre las ramas olientes , y los nidos poblados, y las mariposas mul ticolores , y loscoros alegres y la exuberancia de vida , que

J u p o l í t i ca .

ASTELAR fué un moderado ; él resumesu pol itica 1 876 en estas l íneas :

«Y cuando estemos en el Poder , nada dedi ctaduras , nada de palo , nada de reformasdiarias , que por su vaguedad y su inde ter

minación nos pierden ; código fundamentaldel 69 , con sus leyes orgánicas ; repúblicaconservadora , pol ít ica de armonía y de

conciliación , consagrando nuestras fuerzasa estas tr es cosas : a tener hacienda , administración y enseñanza pública . He aqu ítodo mi programa . Nada ni nadie podrá deél separarme » .

Amigo , al princip io , de Gambetta, no

tuvo después Gambetta más obstinado adversario . Es curioso recoger las innumerables alusiones a Gambetta de que está llenala correspondencia de Castelar . ( «Vacío y

¡ 4

2 Io A Z O R Í N

gárrulo » l lega a llamarle en alguna carta .)Causa de esa enemiga fué el « sectarismo »

radical de Gambetta . Ese era el odio deCastelar : el sectarismo , el fanat ismo , la intolerancia roj a o blanca . Para compl etar eltexto citado de la Cor r espondencia

,citemos

o tro relativo a Gambetta ; veremos por élcuál era la íntima ideología de Castelar enpolítica . Cuando Gambe t t a formó Ministerio (nov iembre de 1 88 1 a enero deCastelar resumi ó así l a modalidad espiritualdel nuevo Gobierno , modal idad anti téticade la suya : «La oposición a toda metafísica ;el concepto positivista de las religiones ; lafi losofía de la historia superficial que da porúltima palabra de la ciencia el paso de lasedades teológicas a las edades cient ificas ,como si cierto s ideal es nacidos de la naturalez a misma del hombre pudieran , por

transformarse,destru irse ; la idolatría del

dogma cuasi absoluto de la soberanía nacional , en que después de todo se fundabahasta el Imperio , por carecer del dogmaque completa y explica ese principio , deldogma, de los derechos naturales ; toda esaserie de supersticiones parecianme impedi

J u e a r o p e i smo .

UROPEO fué Castelar , como lo fué en elsiglo XVI I Fray Luis de Granada ; eu

ropeo en el sentido de ser conocido , admirado y respetado en Europa entera. Y ade

más —y éste es o tro sentido como uno

de los hombres en quienes alentaba la per

cepción del supremo D erecho y de la su

prema Just i cia . En abri l de 1 883 escribíaCastelar :

«Querido Adolfo : D i spensa que no hayacon testado a tus cartas . Nunca me sent ipor el trabaj o tan afligido como ahora . En

Europa se han acostumbrado a cargar so

bre mí toda suert e de disparos y vari o s éscritos. Revienta cualquier demócrata de

aquí al Vístula : oración fúnebre . Levantanmonumento a Virgi lio : autógrafo mío . C c

lebran aniversarios de Rafael , o San Fran

2 1 4 A Z O R I N

cisco , o Arnaldo de Brescia : y artículo deCastelar . D an a Pérez Galdós un banquete ;y a mí un discurso . Traen el juramento : yotro discurso para evitar el perjurio . Un e aesto las Cortes , lo s banquete s , l as comidas ,las reuniones y el inmenso trabaj o de todas mis publicaciones diarias , y seguramente me compadecerás» .

Este es el Castelar del primer concepto«eurO pe ísta» ; ahora el Castelar del segundo concepto . Años antes

, en 1 879, Castelar escrib ía a Renán :

«Querido e ilustre amigo mío : Pocas ve

ces he sentido una satisfacción intelectualtan grande como la que su último discursoacadémico me ha procurado . Imposibl e sáber lo más admirable en él , si el esp lendorde la forma o la profundidad de las ideas .

D iriase que son páginas de Platón , agran

dadas por la ciencia moderna y por l as contradicciones y las batallas de nuestro esp iri tu

,menos armonioso y sereno . Crea us

ted que,elevando de esa suerte el ideal , se

eleva la conciencia y en la conciencia la

vida de la Europa moderna . »

En estas l ineas está reflej ado perfecta

2 1 6 A Z O R Í N

entierro de Víctor Hugo , al pasar la Comisión española por las calles de París , lamuchedumbre aclamó el nombre de Castelar » .

(Jacinto Octavio Picón : D iscurso de en tradaen la Academia, dedicado a Castelar ; 24 jun io ,

«En mayo de 1 85 5 pronunció en defensadel periódico La D emocracia

,denunciado

por injurias al Papa , un discurso sobre lal ibertad de Italia . Todos los periódicos delPiamonte lo publicaron ; Man isan i, Tommasseo , l os hombres más ilustres de Italia ,l e escribieron una carta que comenzabaasí : Vuestra admirable ar eng a ha conmovido

todos los coraz ones italianos de un ex tremo a

otro ex tremo de la P eninsula.» (Castelar , háblando de s í mismo en la autobiografía publicada por Pulido .)Ha habido en Europa , respecto a lo s pol i

tico s y los pensadores , modernamente , uncontraste para sus Opiniones : Alemania .

¿Cómo han V i sto a Alemania políticos ypensadores? ¿Cómo la ha visto Renán ?

¿Cómo la ha visto Michelet? ¿Cómo la havisto Castelar? ¿Cómo la ha visto Quine t?

(Quinet es quien la ha visto más certera

D E G R A N A D A A C A S T E L A R 2 1 7

mente .) Este extremo importantí simo (depende de el lo el concepto que se tenga del

derecho , de la cul tura , de la moral política ,etcétera) , este extremo importantísimo puede es tudiarse en Cas telar en los siguientestrabaj os suyos : Car tas sobre politica euro

pea; dos volúmenes , 1 876 : página 2 del segundo volumen ; página 1 86 del primero ;discurso en el Congreso , de 1 5 de febrerode 1 884 (con motivo del primer viaje a A lemania de Alfonso XII) ; discurso en el Par

l amento , de 7 de febrero de 1 888 (en él seaborda francamente , con mirada profética ,la cuestión de A lsacia-Lorena) ; Europa en

el último tr ien io pág inas 44 a 5 1 , admirables ; Histor ia del año 1 884 , páginas 1 6y siguientes, profundas ; finalmente , léase ,al respecto que indicamos , el admirablediscurso de O rense de 2 1 de sep ti embrede 1 885 . (El ej emplar que poseo de estediscurso lleva la sigu i ente dedicatoria au

tógrafa de Castelar , dedicatoria en que

se ve retratado en dos palabras el granorador , intelectual , refinado y mundano :«Ofrece a su amiga Ida , por quien tan pro

fundo afecto de amistad y de respeto si en

2 1 8 A Z O R I N

te , y a su clarísimo juicio eleva , esta humilde obra suy a , continuación de nuestros diálogos en la mesa - Emilio Castelar » . Elej emplar está en rústica . Yo lo hubieraquerido cuidadosa y elegantemente encua

dernado . La persona a quien Castelar dedicaba el discurso era una distinguidísima

dama .)En resumen : Castelar fué un infatigable

trabaj ador , un gran artista , un intrépido yentero hombre público . Trabaj ó y amó a

E spaña .

220 A Z O R I N

el breviario en la mano , siguiendo las ce

remon ias de la Semana Mayor . El esp i ri tualismo de Castelar es de primera hora , ypuede verse consignado (Fórmula del P r o

gr eso) en la carta « a un amigo querido dela infancia , que acababa de entrar en el sá

cerdocio , y que al darme esta noticia , pocodespués de haber yo pronunciado mi discurso del teatro de Oriente , en 1 854 , me

afeaba mis ideas democráticas » . Y hablando de sí mismo , en la autobiografía citada ,Castelar , refiriéndose a su infancia , escribe :«Emilio Castelar un ía entonces a un exal

tado amor hacia la libertad , un exaltadísi

mo misticismo , obra de la religiosa educación que recibiera en el regazo de su idolatrada madre » .

Han influido también sobre Castelar , además de los grandes , otros autores subalternos , de diversa laya , pero todos interesantes. Tales son , por ej emplo , Quinet , P revost-Paradol , Girardin (Girardin , su amigoíntimo , de quien él hace una semblanza) ,Víctor Considérant

,Ciertos frag

mentos de Castelar , al hablar de Alemania

(verbigracia , el discurso de Orense) , habría

D E G R A N A D A A C A S T E L A R 22 1

que compararlo s con otros de Quinet ; conel estudio , por ej emp lo , ti tul ado Teutomania ( fechado en 1 842 , y que figura en unvolumen de misceláneas publicado por Págn erre en 1 8 vocablo y concepto este dela teutoman ia que luego pasa también a la

Histor ia de las ideas estét icas, de MenéndezPelayo . ¿Quién conoce hoy a Víctor Consideran t ? Sin embargo , su folleto D e la pó

litica general y del papel de Francia en Eu

ropa ( « en las oficinas de La Falange» , Paris, l 84o) es de una lectura in teresan t ísima ,

y encierra muchas de las ideas de Castel ar,

entre ellas las de la «unidad de las naciones , expresión de una necesidad superiorde la Humanidad » y la posición de Francia

en Europa . ¿Quién lee hoy a S trada? Pues

S trada , filó sofo y po líti co , ha influ ido positivamen t e en Castelar . La fi lo sofia de S tr ada ha si do expu esta detenidamente , y con

todo cuidado , por Ravaisson en su admirable informe oficial La filosofia en Francia

en el siglo XIX , 1 868 , pág inas 1 45 a 1 58 .

S trada es el autor de un libro ti tu l ado Europa salvada y la federación . (L e Chevalier ;Pari s , En el ej emp lar que poseo de

222 A Z O R I N

este libro , a medida que avanzaba en l alectura , iba viendo señalados diversos y

significativos pasaj es ; me daban ciertas sospechas estas señales ; de pronto encontré

en una página una corrección hecha de letra de Castelar . El l ibro de S trada, tan ao

tual hoy como hace cincuenta y cuatroaños , l leva este lema al frente , lema queresume el espíritu de la obra y que Castelar há de reflej ar también en sus discursos y en sus libros : «D i lema : o la federación o los centros militares despóticos ; heaqu í la Europa del porvenir . ¿Qué hemosde hacer? La federación libre de los Estadoslibres . »

Ha influido Castelar poderosamente sobre su tiempo . Y ha influ ido en el sentidode mantener vivo , cál ido , apasionado , el

gusto por las ideas en la pol ítica . Ya nohay ideas en la política española . D e ideasgenerales no se puede hablar a los pol it i

cos españoles . Y Castelar ha contribuido ,de 1 854

- fecha de su primer discursoa 1 899, fecha de su muerte , a que en la pol ítica española se mantuviera el culto porlas ideas y a que las ideas fueran el nerv i o

224 A Z O R Í N

Calixto Bernal . «El derecho es innato en

la personalidad humana » , dice Castelar , enrepresentación de los demócratas . «Paranosotros el derecho está en la sob eraníadel pueblo » , rep l ica Carlo s Rubio , en nom

bre de los progresistas . «Yo no admito so

beranía sobre la soberanía de mi derechoingénito . Lo mismo da que sea un rey o u npueblo quien me imponga su cri terio ; siem

pre esa imposición será una t iranía » , vuelvea decir Castelar. Y Campoamor , ingenioso ,paradój ico , malabarista de las ideas , portavoz de lo s moderados , exclama : «La espuma de toda revolución son los harapos . Yono quiero estar a merced de unas muchedumbres que son buenas o malas , según lacantidad o calidad del vino que beben . Q ueremos ser gobernados , no por losmás, sino

por los mejores» . En realidad , lo s dos grandes adversari os , Campoamor y Castelar ,estaban más cerca de lo que creían . Los

extremos del moderan tismo y de la demo

cracia se tocan . Si Campoamor rechaza latiranía de la masa , Castelar no acep ta imposiciones - contra su derecho de lasmultitudes . Y , por otra parte , el moderan

D E G R A N A D A A C A S T E L A R 225

tismo (o partido conservador) se ve forzado , l ógicamente , a aceptar los avances dela D emocracia ; porque si la doct rina conservadora es un empiri smo (y ese es el

punto de vista de Burke frente a la Revolución Francesa) , el p artido conservador - es

céptico y relativ ista , sin anhelos idealeshabrá de recibir como buenos los resul tados de las revoluciones , toda vez que lasrevoluciones no son mas que experiencias ,y de las más decisivas y hondas . Toda lapol itica vibra y gi ra alrededor de este combate de ideas promovido por el gran ora

dor . Castel ar , entusiasta y magnífico , es

quien más seguro terreno p i sa . Y el influj ode su palabra y de su prosa se extiendepor las nuevas generaciones .

1 5

D a l a c t o s

a b a n d o n a d o s .

os grandes clásicos españoles son a

modo de antiguos y abandonados pálacios . Pocos son los que entran en esosviej o s edificios . Se habla de ellos por lo

que se ve desde fuera . Hay quien se arries

ga a penetr ar en la mansión ; pero no pasadel zaguán . No falta algún raro curio so quese interna por algunas salas y corredores .Cuando regresa a la calle y cuenta lo queha visto , suelen acogerse sus palabras conincredulidad y con asombro . Y algunas ve

ces también con indign ación . No puede ser

que un visitante del viej o palacio haya pene trado en él y haya visto lo que nosotrosno hemos querido ver . Aparte de que es

inútil entrar en la mansión para escudr iñarsus estancias y dependencias. Basta con

describirla por de

23o A Z O R I N

Así razonan muchos de los que tratan dela literatura clásica . ¿D ebemos o no debemos entrar en la viej a mansión? Entremosen ella ; esos antiguos palacios españoles

(los autores clásicos) están inexplorados .Por más que en nuestras repetidas v isitascreamos conocerlos , siempre pasando y repasan do por sus varias salas y oficinas , emcon traremos algo nuevo . Recordemos lassorpresas que experimentamos en las casasviej as y cerradas cuando vamos escudri

ñando las estancias y examinando los ar

caicos y pintorescos muebles . El Quijote esun soberbio palacio - poco frecuentadolas comedias de Lope , los poemas de G arcilaso , los Nombres de Cr isto, de Fray Luisde León , las Empresaspoliticas, son asimis

mo mansiones señorialeso magníficas . Y es

admirabla también un libro citado con fre

cuencia , pero que pocos leen : la Guia depecadores, de Fray Luis de Granada .

232 A Z O R I N

amaestramiento en el idi oma . Elmismo au n

tor lo prefería a todos los demás libros su

yos. Lo escribió en una época de inspiración . «Buen clima debía de ser el de Badaj oz — decía Fray Luis , con otras palabrascuando yo escribí alli este l ibro » . En la

Guia de pecador es hay , en primer término ,un modelo de prosa castellana , fina, ondu

lante , flexible,persuasiva , elocuente ; lue

go , y aparte de la la lección mística , una

muchedumbre de menudas y exactas ob

servaciones psicológicas de gran valor .Todo el libro resp ira humanidad y tolerancia. Ya en 1 866 , don Fernando de Castro ,en su hermoso discurso Caracteres histór icos de la Ig lesia española — di scurso que debiera ser reeditado tratando del sentidode humanidad de los místicos , se detieneen Granada y habla del « conocimiento quetiene de la l imitación de nuestras fuerzas yde no estar obligado el cristiano a más de

aquello que buenamente pueda » . Y la con

firmación p lena de la tolerancia y bondadde Fray Luis de Granada la encontramosen la Guia de pecadores.

Utilizaremos para nuestras citas la bella

D E G R A N A D A A C A S T E L A R 233

edición de Salamanca hecha por D omingode Portonaris en 1 575 . Como antecedentenecesario para exponer el sentido de la tolerancia en Granada , debemos hablar de suconcepto de la v irtud . D iriase que Moliereha inspirado su Impostor en las l íneas deGranada que vamos a cop i ar . «Hallaréi sahora muchos cris ti anos - dice Fray Luisque oyen cada domingo su misa y rezan

por sus horas y por sus cuentas , y ayunan

cada semana , los sábados , aNuestra Señora , y huelgan de oir sermones y otras co

sas semej antes ; y con hacer esto (que a la

verdad es bien hecho ) ti enen tan vivos losapetitos de la hon ra , y de la codicia , y dela ira, como t odos los o tros hombres quenada de esto hacen » . Toda la página — la

392 en la edi ción dicha es digna de ser

copiada . No l o hacemos por no alargar esteep ílogo . El autor desenvuelve su pensamiento y añade : «Y algunos de ésto s , siendo muy largos en rezar muchas coronas deavemarías, son muy estrechos en dar l imosnas y hacer bi en a los necesitados » . La par

te de la Guía de pecadores de donde c0pia

mos estas palabras es de una suti lidad de

234 A Z O R I N

pensamiento maravi llosa . Ardua , peligrosísima la materia , el autor tiene que ponerun t acto exquisito en sus palabras ; y le vemos , en efecto , marchar lentamente , pasitoa paso , haciendo , con toda clase de precauciones , una afirmación , y luego estable

ciendo una prudente reserva , una salvadora di stinción . Se trata nada menos - obsér

velo el lector de la virtud interior , el

espíritu , y de la virtud externa , la forma .

Todo parece decirnos que debemos , antetodo , atender a lo interior ; pero debemostener cuidado al hacer la exaltada apologíadel espíritu ; debemos tener cuidado , repito ,en no desdeñar los accidentes exteriores .

Podríamos , sin quererlo , llegar a arruinarrespetables prácticas de V irtud y aun el

mismo cul to . Y si esta materia es peligrosapara tratada hoy , calcúlese si lo serí a en el

siglo XVI , en plena eflorescencia de la Reforma . Nada , por lo tanto , más interesante ,más dramático , que este espectáculo espiri tual que nos ofrece Fray Luis de Granadaal ir cam inando suavemente , con delicadeza extremada , por entre terribles y mortales escollos . Toda su discreción , delicadeza

236 A Z O R Í N

las Ordenes religiosas entre los políticos ,entre los l iteratos . Sólo que entre los polit icos las consecuencias son más graves;los gobernantes disponen de la efectividadde la Gaceta y de la fuerza armada . D e la

rivalidad y exclusivismo en el campo intelectual habla también Fray Luis . «Viene a

ser — dice el negocio de las virtudescomo el de las ciencias , en los cuales cadauno alaba y levanta sobre los cielos aquel la ciencia en que él reina , apocando y deshaciendo todas las o tras . El orador dice queno hay otra arte en el mundo que igualecon la elocuencia ; el as trólogo , que no la

hay tal como la que trata del cielo y de lasestrellas ; el fil ósofo dice otro tanto ; el quese da a la Escritura di vina dice mucho másy con mayor razón ; el que al estudio de laslenguas (porque sirven para la Escritura) ,dice lo mismo ; el teó logo escolástico no se

contenta con el lugar de en medio , sino

que pone su si lla sobre todos . Y a ningunole faltan razones , y grandes razones , paracreer que su ciencia es la mej or y más ne

cesaria » .

Naturalmente, el exclusivismo de las pre

D E G R A N A D A A C A S T E L A R 237

dilecciones intelectuales puede extendersea la é tica y a la modalidad del carácter . Yaqu í está la raíz de la más terrible in tolerancia . No podemos comprender que uncarácter sea distinto de nuestro carácter , nique un hombre v iva de di versa manera decomo vivimos noso tros . ¡Cuántos disgustos, contrari edades y desazones por estafalta de comprensión! «D e aquí nace — diceFray Lui s que lo que a él está mej or cree

que es mej or para todos , y el zapato que a

él viene justo cree que también vendr á a

todos los o tros » . Y añade el autor : «Puesde es ta raiz nacen los j uicios de las vidasaj enas, y las disensiones y cismas espirituales entre los hermanos , creyendo los

unos de los o tros que van descaminados ,porque no van por el cam ino que ellosvan » .

Sepamos que todos los caminos son buedos. L a vari edad es necesari a en la vida .

Y volvamos al punto de partida : a la virtudInteri or — sin desdeñar los accidentes ex

ternos a la sinceridad , a la nobleza , a larecti tud .

24o A Z O R I N

posibles al hombre . Pero él tiene un idealmás alto : él se recoge sobre sí mismo ;piensa en el destino humano ; medita en laeternidad . Y si sonríe bondadoso y humanoal mundo , él pone una distancia discreta ,invisible , espiritual — pero firme e infran

queable entre esto s bestiales y ato

londrados gozadores del mundo , entre laturba frívola y alocada y su persona ; y élserá respetuoso con las j erarqu ías y dign idades ; será respetuoso con reyes y princIpes ; no faltará a la ley pavorosa e in tangible . Pero una vez dentro de su celdita o de

su estudio , a solas consigo mismo , frente al a eternidad , en comunicación con lo Absoluto , él , dueño de su conciencia , se creerá más grande , más humano , más hombre

que todos los reyes , príncipes y señores ; ysi l a ley es infrangibl e fuera , aqu í dentro ,para él , no hay más ley que su propia individualidad.

Y este es el terreno en que racionalistasy místicos podemos entendem os . C onsidere , por ej emp lo , un político el estado deuna sociedad sumida en la frivolidad y en

la inconsciencia; los político s , sus compa

D E G R A N A D A A C A S T E L A R 24 1

neros , estáni

en tregados a la corrupción ;toda la política es un indecoroso mon ipo

dio ; no se estiman las ciencias ni las letras ;predomina el ansia torpe de gozar de un poder precario ; si se tiene por algu ien algunainiciativa generosa , es imposible llevarl a ala práctica ; por todas partes se hallan obs

táculos para la reforma noble ; no se ansial a reforma , porque el mej oramiento delconjunto social imp l ica la cesación de ciencorrup telas tradicionales y provechosas ; no

se siente la idea de Patri a ; se s iente toda

viamenos la de En un medi o

as í , ¿qué podrá hacer un político? Podráser un hombre humano ; podr á sonreír ; podraser tolerante . Pero al deber de decir laverdad , al placer de estar en ferv ida y cá

riñosa comunicación con la muchedumbreansio sa de bien y de progreso , ¿cómo hade preferir cuatro , sei s , doce meses de gocede un poder , y de un poder adqu irido porintrigas , por humillaciones , por penosasclaudicaciones? D e un lado estará ese goceefímero del Poder ; de un lado estará el co

che oficial, el tratamiento , las reverencias ,los serv idores galoneados, las audiencias ,

1 6

242 A Z O R Í N

las antesalas llenas de pretendientes, los

plieguecillos de cartas con el membrete oficial , l as solemnidades , los discursos , lasmercedes y gracias a deudos , familiares yallegados ; los deudos , familiares y amigosharán presión cariñosa e insistente sobre elpolítico ; todos le incitarán a la transacción ,a la intriga , al doblegamien to vergonzoso ;«asi l o han hecho todos » , será su frase ré

petida. D e otro lado estará la independencia

,la sinceridad , el movimiento bravío y

libre , lo s conciudadanos que sienten reflej ado su pensamiento en la palabra sinceradel pol ítico , la efusión agradecida de lamultitud , la idea de Patria por la que setrabaj a , el ideal de Humanidad por encimade l a Patria . ¿Cabrá dudar?

No podrá dudar tampoco un artista . El

ar te es meditación y recogimiento . El artees sinceridad . No tengamos ni hostilidad niagresiones para quien hace del arte unagranj ería . Compañeros nuestros puedenextender y mostrar ante el público supersonal idad ostentosa ; gozarán a la continua de los repetidos e incansables elogios de la prensa ; irán a ello s las sancio

244 A Z O R Í N

l l evan otro camino , a cada paso tropiezan .

«Porque pretenden todos lo que ellos pretenden , y caminan todos a un fin ; y a finen que los unos a los otros se estorban ; yans i se ofenden a cada momento , y estro

p iez an entre si mismos , y caen , y paran , yvuelven atrás desesperados de llegar a donde iban » . Y en la Imitación de Cr isto, traducida por Fray Luis de Granada , leemos :«Si tú sabes dej ar los hombres , ellos te dej aran hacer tus hechos » .

Y esta distanciación , callada , discreta , sinagresividades, que un arti s ta o un políticopueden poner entre su persona y un mun

do frívolo y corrompido ; este desdén silencioso , afable , hacia las vanidades y ostentaciones de un poder caduco y frágil , es laalta e imperecedera lección que nos ofrecen los grandes místicos .

Í

I N D I C E

P áginas.

Al.- Granada y laRetórica

Introducción .

La «Retórica» de GranadaMás de la «Retórica»

II. El «Diálogo de las lenguas»O jeada generalDu Bel lay y VelascoBouhours y Velasco

III .— Saavedra Fajardo.

Su obraSus « amigos»Su «misterio»

Una confidencia

La «República literaria»El escepticismo de Saavedra Fajardo .

La tragediade las—

«Empresasnr

P áginas.

IV.- Eu torno a Lope

Las «Rimas sacras»En las fiestas de San Isidro .

El « Isidro» .

V.- Melendez Valdés

VI.- CastelarLos documentos biográficos

La sensibilidad .

Su estética .

Su politica.

Su eurOpeísmo

Influencias.A MANERA DE EPÍLO GO

Palacios abandonadosLa toleranciaLa utiliz ación de los místicos“

1 37

I 39

I 49

1 59

1 65

I79

1 8 1

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1 9 1

203

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2 1 3

2 1 9

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