Lección 13
“Y nuestra esperanza respecto de vosotros es firme, pues sabemos que así como sois compañeros en las aflicciones, también lo sois en la consolación” 2 Corintios 1:7
TEXTO CLAVE
INTRODUCCION
A LO LARGO DE LA HISTORIA, millones de personas voluntariamente sacrificaron su vida por Cristo. Fueron
encarceladas, torturadas, aun ejecutadas. Millones renunciaron a sus empleos, sufrieron el ridículo, soportaron que su familia los expulsaran y perseveraron a través de persecuciones religiosas, pero no renunciaron a
Cristo. Solo Dios conoce el sufrimiento que sus fieles soportaron.
1. El costo del discipulado:
Tener claras las prioridades.
Estar dispuesto a sufrir por Cristo.
Someterse a disciplina.
2. Comparación costo / beneficio.
3. El mayor beneficio del discipulado.
“Dios necesita obreros que puedan comprender lo sagrado de su
trabajo, y los conflictos que tendrán que enfrentar para llevar adelante la obra
con éxito. El Señor no oculta de su pueblo los severos conflictos que tendrán
que enfrentar en los últimos días. Por el contrario, les muestra el plan de
batalla, lo peligroso de la tarea, y les advierte que deben calcular el costo del
discipulado. Pero a la vez los anima a tomar las armas, asegurándoles que la
hueste celestial estará con ellos en defensa de la verdad y la justicia”
E.G.W. (The Youth’s Instructor, 26 de octubre de 1899)
“Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:26)
El uso bíblico de esta declaración indica
claramente que no se ordena aborrecer en el
sentido común de la palabra. “Aborrecer”
muchas veces debe entenderse como un
hebraísmo que significa “amar menos”
(Deut. 21: 15-17). Este sentido se ve
claramente en el pasaje paralelo donde
Jesús dice: “El que ama a padre o madre
más que a mí, no es digno de mí” (Mat. 10:
37). Es evidente que Cristo presentó esta
hipérbole para destacar en forma concreta
ante sus seguidores que en todo momento
deben darle al reino de los cielos el primer
lugar en sus vidas. (CBA, tomo 5, sobre Lucas 14:26)
Ser discípulo de Cristo implica
amar a Dios sin reservas, primero
y principalmente.
El discipulado demanda el precio
supremo: lealtad indivisa a Cristo.
“Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:26)
¿De qué manera ponemos a Cristo antes que todo, incluyendo la familia,
diariamente y de un modo práctico?
¿Qué significa hacer precisamente eso, y cuáles
podrían ser algunas consecuencias?
REFLEXIÓN
“Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo”(Lucas 14:27)
El camino del discipulado no es
un “camino de rosas”.
Jesús cargó su cruz, soportó el
vituperio y el sufrimiento, y nos
invita a seguir su ejemplo.
Él nos avisó que, por nuestra fe,
seríamos perseguidos hasta el
punto en que “cualquiera que os
mate, pensará que rinde servicio
a Dios” (Juan 16:2)
“En el mundo tendréis aflicción;
pero confiad, yo he vencido al
mundo” (Juan 16:33)
“Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible” (1ª de Corintios 9:25)
“Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado” (Hebreos 12:4)
Pablo usa el ejemplo de la
disciplina de los corredores
y de los soldados para
enseñarnos que debemos
ser disciplinados y vencer
nuestras tendencias
pecaminosas.
De hecho, Cristo nos ofrece
el poder de vencer nuestros
defectos de carácter. Cada
apetito, cada emoción y
cada inclinación intelectual
pueden estar bajo la
conducción de su Espíritu.
“Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible” (1ª de Corintios 9:25)
“Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado” (Hebreos 12:4)
En 2ª de Pedro 1:5-11, el apóstol Pedro nos
muestra una “escalera” que el cristiano
debe ascender “con toda diligencia”:
1. Añadid a vuestra fe virtud.
2. A la virtud, conocimiento.
3. Al conocimiento, dominio propio.
4. Al dominio propio, paciencia.
5. A la paciencia, piedad.
6. A la piedad, afecto fraternal.
7. Y al afecto fraternal, amor.
Jesús nos invita a “calcular el costo” (Lc. 14:28 NVI) del discipulado antes de
poner nuestra mano en el arado y comenzar la obra.
“Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios” (Lucas 9:62)
Renunciar a uno mismo
“Por tanto, si tu mano o tu pie te es
ocasión de caer, córtalo y échalo de
ti; mejor te es entrar en la vida cojo
o manco, que teniendo dos manos o
dos pies ser echado en el fuego
eterno” (Mateo 18:8)
No esperar recompensas materiales
“Amad, pues, a vuestros enemigos, y
haced bien, y prestad, no esperando
de ello nada; y será vuestro galardón
grande, y seréis hijos del Altísimo;
porque él es benigno para con los
ingratos y malos” (Lucas 6:35)
Humillarse
“Nada hagáis por contienda o por
vanagloria; antes bien con humildad,
estimando cada uno a los demás
como superiores a él mismo”
(Filipenses 2:3)
Beneficios presentes y futuros
“Y él les dijo: De cierto os digo, que no hay
nadie que haya dejado casa, o padres, o
hermanos, o mujer, o hijos, por el reino de
Dios que no haya de recibir mucho más en
este tiempo, y en el siglo venidero la vida
eterna” (Lucas 18:29-30)
Una morada celestial
“En la casa de mi Padre muchas moradas hay;
si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy,
pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me
fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y
os tomaré a mí mismo, para que donde yo
estoy, vosotros también estéis” (Juan 14:2-3)
Vivir por la eternidad junto a Dios
“Y no habrá más maldición; y el trono de Dios
y del Cordero estará en ella, y sus siervos le
servirán, y verán su rostro, y su nombre
estará en sus frentes. No habrá allí más
noche; y no tienen necesidad de luz de
lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el
Señor los iluminará; y reinarán por los siglos
de los siglos” (Apocalipsis 22:3-5)
“Cristo invita a todos a reflexionar. Haced cálculos honrados.
Poned en un platillo de la balanza a Jesús, que significa tesoro
eterno, vida, verdad, cielo, y el gozo de Cristo en las almas
redimidas; poned en el otro todas las atracciones que el mundo
pueda ofrecer. En un platillo de la balanza poned la pérdida de
vuestra propia alma y de las almas de aquellos para cuya
salvación podríais haber sido un instrumento; en el otro, para
vosotros y para ellos, una vida que se mide con la vida de Dios.
Pesad para el tiempo y la eternidad. Mientras estáis así ocupados,
Cristo habla: «¿Qué aprovechará al hombre, si granjeare todo el
mundo y perdiere su alma?»”
E.G.W. (Palabras de vida del gran Maestro, cp. 26, pg. 307)
“Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” (Apocalipsis 21:4)
¿Qué podemos encontrar en este mundo que
se parezca en lo más mínimo a lo que nos
espera después de esa gloriosa resurrección?
“Si pudiéramos tener aunque sea una
vislumbre de la ciudad celestial jamás
desearíamos vivir nuevamente en la tierra” (E.G.W. La fe por la cual vivo, 24 de diciembre)
En el libro de Hebreos,
Pablo nos presenta la
vida, fe y sufrimientos
de aquellos que fueron
discípulos antes de
nosotros (Hebreos 11)Ellos anhelaban una “mejor resurrección”
(v. 35), la cual compartirán con nosotros si
mantenemos los ojos fijos en Jesús (Hb. 12:2)
El
Discipulado
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