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ESTUDIOS
Utopa y Praxis
Latinoamericana
Ao 5. N 9. 2000 . Pp. 7-48
Es
posible
una
flosofa poltica marxista
Is a Political Marxist Philosophy Possible?
Ns tor KOHAN
Universidad de Buenos Aires, Argentina.
RESUMEN
El autor discute la tesis que le niega a la
teora marxista el poseer una filosofa poltica
propia
y
una teora
del
Estado.
Dicha
tesis in
terpreta -coincidiendo
con
el stalinismo-
El
Capital
y toda la obra de Marx en clave
econo-
micista. Para refutarla, el autor demuestra que
Marx estudi los procesos de explotacin eco
nmica, de poder y de dominacin polt ica al
mismo tiempo. Luego reconstruye la lectura
gramsciana sobre Marx a partir de los Cuader
nos de la Crcel,
y llega a la conclusin de que
en su reflexin sobre la hegemona Gramsci
supera el economicismo y le devuelve al mar
xismo toda su fuerza crtica y disruptiva.
Palabras clave:
Hegemona, poder, domina
cin, economicismo.
Recibido: 10-01-2000 Aceptado: 24-02-2000
STR CT
The au tho r d is cu sses t he t he sis th at n e-
gates the idea that Marxist theory has its own
political philosophy and theory
of
state. Said
thesis, coinciding with Stalinism, interprets
Capital and all the other works
of
Marx as
being merely economic in nature. To refute
this, the author demonstrates that Marx studies
the processesof
economic
exploitation, power,
and political domina tion
at the
same
time.
Later he constructs a Gramscian reading of
Marx based on Notesfrom
Prison , and
arrives
a t
the
conclusin that Gramsc i b a sed
on his
re-
flections on hegemony, surpasses the eco
nomic analysis, and returns
to
Marxism
all
of
its disruptive and critical forc.
Key
words
Hegemony, power, domination,
economics
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Nstor
KOHAN
;Es
posible una filosofa poltica marxista?
A la memoria de Isaak Illich Rubn y David Riazanov,
ases inados durante
e l
stalinismo
por haber mantenido vivo el
fuego
de la dialctica
y
firme
la crtica al fetichismo
El
marxismo
no est de moda. Es un hecho. Con la
emergencia
de la revolucin co-
municacional en el orden tecnolgico y simblico, el giro lingstico en el discurso filos
fico y la globalizacin en el terreno econmico ya no tiene sentido seguir cuestionando al
capital y las nuevas modalidades que ste adquiere en el mundo de hoy en da. Parafrasean
do a Sartre, el capitalismo es hoy el horizonte insuperable de nuestra poca.
Marx quedar, eso s, en la historia de las ideas. Pero lo har, a lo sumo, como aquel
que supo visualizar el factor econmico de la vida social. En el cementerio de las teoras
clsicas su
cadver permanecer
encerrado entonces dentro del sarcfago del economicis
mo.
Por
no
haber
teorizado sobre la poltica, el
poder
y la
dominacin
sus reflexiones estn
envejecidas y resultan a los ojos contemporneos absolutamente perimidas u obsoletas.
Gramsci, el italiano, s que complet a Marx. El vio la dimensin del consenso, la ne
cesidad del dilogo, el desafo de la gobernabilidad y la importancia del Parlamento. Ese
fue su gran aporte, no gracias a su marxismo sino a pesar de l.
Los precedentes lugares comunes (consolidados poco a poco en nuestras Universi
dades en el perodo posterior a las sangrientas dictaduras de los 70) constituyen los ejes
principales del relato legitimador que justifica a los actuales -y, por cierto, sempiternos-
enterradores
del
marxismo.
En este
trabajo intentaremos
someter a
discusin estas nocio
nes bsicas compartidas
por
la mayora de los paradigmas en
boga
en nuestra
comunidad
acadmica
Pero,
antes
que
nada, constatemos un
hecho
irrecusable. Esta interpretacin econo-
micista de la teora marxista, habitual en la vulgata ortodoxa -es decir, stalinista- de anta
o, ha entrado
efectivamente
en una crisis terminal. En este
punto
preciso, el relato
domi
nante anteriormente reproducido tiene un grado mnimo de objetividad. Sin embargo, las
razones de esta crisis no
obedecen nicamente
a un
problema
de mayor o menor
aproxima
cin
y fidelidad -ya sea
acadmica
o poltica- a la exgesis bibliogrfica sobre los clsicos
del
marx i smo
Sucede que hoy en da, mientras ampla cada vez ms su capacidad de reproduccin
ideolgica, el capitalismo no satisface econmicamente las necesidades mnimas de repro
duccin material de la poblacin mundial. No obstante, sigue existiendo. Aun condenando
a la muerte a millones goza por el momento de
buena
salud. Una salud relativa, es cierto,
que convive con sus crisis peridicas. Pero stas no conducen automticamente al derrum
be, como postulaban hasta hace poco las vertientes ms catastrofistas del marxismo. Si el
rgimen capitalistapudo sobrevivir y reproducirse de este modo durante tanto tiempo y con
semejantes costos es porque adems de la explotacin econmica (centrada fundamental
mente en la extraccin de plusvalor, corazn del modo de produccin capitalista), en el
ejercicio del poder existi otro plus que evidentemente pas desapercibido para los ms
apresurados lectores de Marx. Esta es hoy -transcurrida ya una dcada de la cada del muro
de Berln- la principal
razn
de la crisis terminal del economicismo.
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y Praxis
Latinoamericana.
Ao5, No. 9 (2000),pp. 7-48 9
Sometiendo entonces adiscusin el
celebrado
entierro acadmico, eneste
trabajo
pretendemos tratar de repensar el complejo tejido de tensiones que posibilitaron dicho
plus (conformado porlasredesde ladominacin y loshilosde la hegemona). Paraello
noscentraremosen el pensadorymilitante revolucionario quemayor atencindedicen el
sigloXX a estos problemas:AntonioGramsci.Pero, previamente,intentaremosdilucidar
determinados interrogantes queaunsiguenpendientes entornoaMarx,cuyaobraGramsci
adoptcomoherramienta de trabajodurantecasi toda su reflexin poltica.
L DOMIN INPOLTI ENM RX
Marx estudi ambos procesos: explotacin y dominacin, a un tiempo. Pero su
teora fue castrada, reducida nicamente a uno de ellos. Bastaba cambiar la propiedad
jurdica de lasempresasparacrearunanuevasociedad...Laendeblezdesemejantecon
cepcin hoy salta a la vista. Cmo se construye lo social? He ah el dilema. Antes de in
tentar resolverlo volvamos sobre nuestras pisadas. Cmo fue posible caer en semejan
te economicismo, defendido por la ortodoxia stalinista y festivamente enterrado por
l a Academ ia ?
En su clebre prlogo a la Contribucin a la crtica de la economapoltica (1859)
Marxanalizaba los descubrimientosa los quehaba llegadodurantequince aosde investi
gacin luego de estudiar y criticar la Filosofa del derechode Hegel en el bienio 1843-
1844, de adoptar la identidad comunista y de haber tomado contacto con el movimiento
obrero de su tiempo. All, en el prlogo de 1859, intentaba exponer en corta sntesis las ba
ses generales de su concepcin de la historia.
Gramsci seesforz por leer este pequeo texto programtico como la fuente autntica
ms importantepara una reconstruccin de la filosofa de la praxis , atendiendoal mismo
tiempoa tres instancias: (1)el papelcentralqueeste escrito leotorgabaa la esferaideolgico
poltica-lade lahegemona-,(2)la identificacin de lacienciacomounaformaideolgicade
la conciencia social, y, finalmente, (3)la formulacindeque la principal fuerza productivaes
en realidad la clase obrera -el sujetode la revolucin-,constatacin de la cual se deduca que
la dialctica fuerzas productivas-relaciones de produccin no era objetiva en forma ab
soluta
sino
que
sintetizaba, por
el contrario, lacontradiccin sujeto-objeto1.
1 Gramsci plantea esta particular traduccin historicista del prlogo marxiano de 1859 en sus Cuadernos de
la Crcel, fundamentalmente en Algunos aspectos tericos y prcticos del economismo . Cfr. Antonio
Gramsci:
Notas sobre Maquiavelo, sobre polticay sobre el Estado moderno.
[Edicin temtica de Palmiro
Togliatti]. Mxico, Juan Pablos Editor, 1986.p.59. Tambin lo hace en su crtica del Ensayo popular de Ni
cols Bujarin cuando identifica a Aquiles Loriacomoel autor original, luego prolongado por Bujarin, que por
primera vez haba traducido el concepto de Marx de relaciones sociales de produccin por el de instru
mento tcnico . Cfr. Antonio Gramsci: Cuadernos de la Crcel [Edicin crtica de Valentino Gerratana:
Cuaderno 11, 1932-19331. Mxico, ERA, 1982. pp.296-297 .
Pero esta interpretacin, radicalmente opuesta al objetivismo centrado en el desarrollo de las fuerzas pro
ductivas (interpretadas, stas ltimas, en tanto instrumentos fsicos de trabajo), tambin se encuentra en es
critos suyos anteriores a lacrcel. Por ejemplo, en El consejo de fbrica
[L OrdineNuovo,
5/VII/1920] sos
tena que: [...] el surgimiento y desarrollo de determinadas fuerzas productivas (que resumimos en la expre
sin proletariado)... [subrayado de Gramsci] . EnAntonioGramsci: Escritos polticos (1917-1933). Mxico,
Siglo XXI, 1990.p.l09. Tambin en El Partido Comunista y los sindicatos [//
Comunista
n 25, ao III,,
29/1/1922] identificaba a l a clase trabajadora como el ms importante instrumento de produccin .
Op.Cit.p. 142. De este modo el ncleo de las fuerzas productivas -motor de la dinmica social para el marxis
mo ms clsico-
era
reconducido de la
esfera
del instrumento fsico y de la
tecnologa
al
terreno
del sujeto so
cial proletariado y al de las relaciones sociales de produccin.
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KOHAN
O Esposible unafilosofa poltica marxista?
Sin
embargo,
apesardel
intento olvidado
de
Gramsci,
este
documento
programti
co de Marx se ley invariablemente en la tradicin marxista oficial como la reafirma
cintajantedel objetivismo social(garantade la cientificidad ,porantonomasia). La
historia marchara entonces por s sola, como una locomotora con piloto automtico cuyo
software estara conformado por la contradiccin -desplegada totalmente almargen de la
praxisen un smil con la astuciade la raznhegeliana- entre las todopoderosas fuerzas
productivas(divorciadasde laclaseobrera,asociadasa la tecnologay a losinstrumentos
tcnicos de trabajo) y las relaciones de produccin (transformadas en relacin hombre-
cosa y no
hombre-hombre)
.
A esto ltimo vino a sumarse la utilizacin por parte de Marx de su conocida
metfora
de
raz arquitectnica3,
laque
por su imagen
de fcil
comprensin
se emple
pos
teriormente en todo tipo de divulgacin pedaggica -los manuales stalinistas- de su
pensamiento.
La utilizacin de metforas en las explicaciones tericas no es algo distintivode este
pequeo texto, pues
adems
deserunrecurso compartido porlasdiversas ciencias constituye
en este casoparticularuna caractersticapropiadel estilo literarioy de la plumade Marx.Ya
desde sujuventud -comosealansusbigrafos-unode susprofesores,Wyttenbach,lerepro
chaba en el estilo una bsqueda exagerada de expresiones inslitas y pintorescas .
Elproblema,noatribuibleensmismoalpropioMarxsinoasusdivulgadoresforma
dos
enel
DIAMAT4, consiste
en
que
luego detantos
aos
de
repetirla,
la
metfora
se
crista
liz en el discurso pedaggico. Se form el curioso hbito de pensarla como una imagen
Para Bujarin -aquienGramsci adoptacomopretexto para polemizarcon la ortodoxia filosfica quecrista
liz en la III Internacional tras la muerte de Lenin y fundamentalmente a partir del VICongreso de 1928, el de
clase contra clase -, el ncleo activo de las fuerzas productivas era homologado con los instrumentos de
trabajo (herramientas)y la tecnologa . Enese sentidoBujarin afirmabaque Podemos profundizaraunms
el problema. Podemos afirmar que los medios de produccin determinan hasta la naturaleza del trabajador .
Cfr. Nicolai I. Bujarin:
Teoradelmaterialismo histrico.Ensayopopularde sociologa
[1921], Mxico, Si
gloXXI, 1985.pp.126-127.Mucho despusquel, pero en lamismalnea materialista y objetivista,Louis
Althusser se esforzar por demostrar que el proceso de trabajo, como mecanismo material, est dominado
por las leyes fsicas de la naturaleza y la tecnologa. La fuerza de trabajo se inserta tambin en este mecanis
mo.Esta determinacin del proceso de trabajo por estas condiciones materiales impide toda concepcin hu
manista del trabajo humano como pura creacin . En el mismo horizonte de sentido, Althusser enfatizaba
quelas relaciones deproduccin no sonrelacionesentre hombressino relaciones precisas entreloshombres
y los elementos materiales del proceso de produccin . Cfr. Louis Althusser:
Para leerElCapital
[Lire
le
Capital,
1965]. Mxico, Siglo XXI, 1988.pp.188 y 191. Su discpula y traductora latinoamericana, Marta
Harnecker, explicitaba aunmsesta lectura materialista y objetivista de las fuerzas productivasy lasrela
ciones deproduccin cuando sostenaque Las fuerzas productivasde una sociedad crecen, se desarrollan, se
perfeccionan, en el transcurso de la historia, y este desarrollo est determinado, fundamentalmente, por el
grado de desarrollo de los medios de trabajo . Siguiendo a sumaestro, tambin afirmaba que Las relaciones
sociales de produccin no son simplemente relaciones humanas . Cfr. Marta Harnecker:
Conceptoselemen
tales del materialismo histrico [1969]. Mxico, Siglo XXI, 1971.pp.59 y 53.
En la produccin social de suexistencia , -sentenciaba Marx- los hombres entran en relaciones determina
das, necesarias, independientes de su voluntad: estas relaciones de produccin corresponden a un grado de
terminado de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de produccin
constituyen la estructura econmica de la sociedad, la base real, sobre la cual se eleva una superestructuraju
rdica y poltica y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social . Cfr, Carlos Marx:
Con
tribucin a la crtica de la economa poltica
[1859]. La Habana, Instituto del Libro, 1975. Prlogo, p.10.
Hemos intentado reconstruir la historia profana de la gnesis del DIAMAT de factura sovitica en nuestra
obra: Marx en su (Tercer) Mundo. (Bs.As., Biblos, 1998).
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real. Este
proceso
de coagulacin,
cansancio
y
pereza mental
encierra implcitamente un
cmulo
de
dificultades.
Si no se problematiza,desde la metfora arquitectnica se salta inmediatamentea
una visindicotmicade la sociedad:por un lado tendramosla economa (mbitode las
relaciones de produccin y de las fuerzas productivas -entendidas como sinnimo de los
instrumentos
tecnolgicos-,
donde
se
producen,
circulan y
consumen
las
mercancas)
y,
por el otro, la poltica, la lucha de clases y todas las formas de conciencia social . Marx se
raas apenasunomsde lospensadoresiusnaturalistas,cuyomodelodicotmicose basa
baenun estadodenaturaleza (dondeprimabala economay loprivado)y un estadoci
vil o poltico (donde recin nacalapoltica y lopblico). El socialismo
simplemente
pro
longara la ideologageneral del nacimientode la revolucin burguesa.
Siestofueracorrecto,dndeubicarentonceslaesferadelpoderyladominacin?El
poderseterminara cosificando yaparecera comounapropiedad excluyeme delaparato de
Estado, cayndose de esta maneraen una concepcin fetichista del mismo, que por otra
parte el mismo Marx vena cuestionando insistentementedesde su juventud (tanto en su
crtica de la reconciliacin tica hegeliana a travs del Estado -1843- como en sucuestiona-
miento de la emancipacin meramente poltica eneldebate conBauer-1843 y44-). Re
cordemos,adems,que sucrticamaduraal fetichismotrabajasobre la reificacinmercan
til pero se expande tambin al valor, al capital, al Estado, a la cultura, etctera.
A pesar de todo esto, esa simplificada y repetida lectura otrora oficial se obstinaba
en reducirEl Capital a un anlisis exclusivo de las fuerzas productivas y de las relaciones
de produccin, desconectando ambas esferas de la lucha de clases. De este modo se sosla
yaron rpidamente las agudas observaciones crticas que esta obra contiene en el radical
cuestionamiento polticodel iusnaturalismo contractualista moderno (pues segnella el
fundamento delapolticanoresideen lapaz nien el acuerdo sinoen laviolenciay en la
guerra, el contrato no es entonces fundacional ni punto de partida sino el punto de llegada
de un proceso de lucha anterior).
Con semejante simplificacin como teln de fondo, (en la Academia, pero no slo
allQ sehacuestionadolaexistenciaenMarxdeunateoracrticadelapolticaydelpoder.
Como en su proyecto de investigacin de 1857-1858 l haba planificado escribir un
libro especficosobreelEstado -anlogoa ElCapital- y nunca lo pudoconcretar,enton-
Elplanoriginalde laobraque Marxse habapropuestoparacomprenderconceptualmentelaorganizacinyelmovimientode la sociedad capitalista, planeaba la escriturade seis libros: (a)DelCapital -el nicoque lleg a
escribir y que qued inacabado,publicadospostumamente los tomos II y el III por Engels y el IV (con cortes)
por Kautsky-; (b) De la propiedad territorial; (c) Del trabajo asalariado, (d) Del Estado; (e) Comercio interna
cional y (f) El mercado mundial. Cfr. Carta de Marx a Lasalle , 22/11/1858.Un ao antes, en la famosa Intro
duccin de los
Grundrisse
de 1857 el plan original se detallaba aun ms: Efectuar -deca Marx- claramente
ladivisin [denuestrosestudios] demaneratalque [setraten]: (1)las determinacionesabstractasgeneralesque
correspondenenmayor o menor medidaa todas las formas de sociedad, pero en el sentido antes expuesto; (2)
las categoras que constituyen la articulacin interna de la sociedad burguesa y sobre las cuales reposan las cla
ses fundamentales,Capital, trabajoasalariado, propiedad territorial.Sus relaciones recprocas. Ciudad yCam
po. Las tres grandes clases sociales. Cambio entre ellas. Circulacin. Crdito (privado). (3) Sntesis de la socie
dad burguesa bajo la forma del Estado. Considerado en relacin consigo mismo. Las clases improductivas.
Impuestos.
Deuda
nacional. Crdito pblico. La poblacin. Las colonias. Emigracin. (4) Relaciones interna
cionales de la produccin. Divisin internacional del trabajo. Cambio internacional. Exportacin e importa
cin. Curso del cambio. (5) El mercado mundial y las crisis . Cfr, C. Marx:
Elementosfundamentalespara la
crtica de la economa poltica [Grundrisse, 1857-58]. Mxico, Siglo XXI, 1987.pp.29-30.
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12 Es posible unafilosofa poltica marxista?
eespareceraquenologrunateoradelapolticayelpoder
(asumiendo
momentneamen
te comohiptesis, algode por s cuestionable, que la polticay el poderestn
resumidos
nicamente en la esfera estatal).
Enesarpidaimpugnacin -habitual en nuestros medios acadmicos- la
economa,
el podery la dominacin sonconcebidos comoterritorios quenosecruzan.ElCapital ex
pondraentonces el funcionamiento automtico de la economa . La
lucha
marchara por
otro camino, no entrara en el radio de la ciencia. Sin embargo, la teora social marxiana es
bastantems compleja.Si se quiereestudiarlacon seriedad-aunpararefutarla o rechazar
la- se deberan abandonar de antemano la pereza reflexiva y las frases hechas.
AunqueMarxnuncahayaescritosuproyectado librosobreel Estado, nopuedesos
layarsequeenEl18
Brumario
deLuis Bonaparte yensusotrosescritossobreFranciaapor
ta numerosos elementos para elaborar una teora crtica de lapoltica. Laeleccinde Fran
cia no resulta arbitraria nimeramente coyuntural en sus investigaciones polticas. La adop
ta justamente como referenteempricoporqueall la formaespecficamente moderna de
dominacin polticaburguesa sehadesarrollado ensu
aspecto
mscomplejo, determinado
y maduroa partirdelcicloqueiniciala revolucin de
1789.
Esa formapura residepreci
samente en la repblica parlamentariacon su prensaorganizadaen las grandesurbes, sus
partidospolticosmodernos, supoderlegislativo, susalianzas polticas, losfraccionamien
tos polticosde las clases, la autonomarelativade la burocraciay el ejrcito,etc.Enellael
dominio poltico burgus se torna -segn Marx-, por primera vez en la historia comn,
annimo, general, desarrollado e impersonal frente a las formas polticas impuras, in
completasy premodernas , comoladictaduraabiertao lamonarqua . Enestas ltimas, el
dominio poltico es ejercido por una fraccin particularizada de la clase dominante, mien
tras que en la repblica parlamentariaburguesaes el conjuntode la clase en supromedio
general
el
protagonista
central7. Frente
a
ese
modo
de
dominacin
poltica -especfica
mente moderno-de la fuerza social burguesa, Marx opona como alternativa en sus escritos
de la madurez no un dibujo arbitrario y caprichosamente extrado de su cabeza, sino la re
pblica democrtica de la fuerza social proletaria, laComuna: Una repblica -al decir de
Estaes probablemente la principal conclusin a la que arribaMarxen sus escritos polticos.Este tipodejui
cio, sustentado empricamente en el anlisis de las instituciones republicanasde Francia durante el proceso
de revolucin y contrarrevolucin que se abre entre 1848y fines de 1851,Marx lo haba formulado anterior
mente -1843- en el terreno filosfico. Deca entonces:
L a
democracia es la verdad de la monarqua, pero la
monarqua noes la verdad de lademocracia [...] Lamonarqua nopuede comprenderse por smisma, pero s
la democracia [...] En lamonarqua es una parte laque determina el carcter del todo . Cfr.
Crticadela Filo
sofa del derecho deHegel
[1843]. En C.
Marx:Escritosdejuventud.
Mxico, FCE, 1982. p.342. De modo
que su reflexin poltica radical -si sequiere, desplazada desde la filosofa poltica juvenil a la teora poltica
madura- nunca estuvo ausente en su obra terica acerca del capitalismo.
En su anlisis maduro de 1871 sobre Francia Marx sealar:
L a
forma ms adecuada para este gobierno por
acciones [el encabezado por el partido del orden con la subordinacin de los republicanos burgueses, antes
del golpe deEstado de Bonaparte]era la repblica parlamentaria [subrayadode Marx], con Luis Bonaparte
como presidente. Fue este un rgimen de franco terrorismo de clase y de insulto deliberado contra la vile
multitude. Si la repblicaparlamentaria, como deca el seor Thiers, era la que menos los divida (a las di
versas fracciones de laclase dominante), en cambio abra un abismo entre estaclase y el conjunto de la socie
dad fuera de sus escasas filas. Su unin eliminaba las restricciones que sus discordias imponan al poder del
Estado bajo regmenes anteriores [...] . Cfr. C.Marx:
LaguerracivilenFrancia
[Manifiesto delConsejo Ge
neral de la Asociacin Internacional de los Trabajadoresde 1871].En C.Marx y F. Engels:
ObrasEscogidas.
Op. Cit. Tomo II. p.143.
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Marx en 1871
- que no acabase slo con la forma monrquicade la dominacinde clase,
sino con
la
propia dominacin
de clase 8.
Pero si bienes verdadque la repblicaparlamentaria modernarepresenta en el dis
curso deMarx elpromedio
general
deladominacin poltica burguesa, ellono
implica
sostenerqueporsumismaformapolticaestaarquitecturainstitucionalexpreseunanocin
neut ra li st a del Es tado.
Aun
dando
cuenta
de
todas
sus limitaciones9, debemos reconocerle
al
Manifiesto
Comunista
el
haber
subrayado ensupoca (enmedio del
conflicto
clasista
europeo, luego
mundializado) que el Estadojams es neutral y que por lo tanto los revolucionariosno se
pueden plantear utilizarlo
conotros
fines ...
pero
dejndolo
intacto10. Estaotra
conclu
sin lo separa
tajantemente
delasversiones estatalistas enlascuales seloquizo aprisionar
tanto
desde
elestalinismo como
desde
laAcademia. Marx yavenaincubando esta
concep
cin desde sujuvenil crtica a la
Filosofadelderecho deHegel,
cuando le sealabaa su
maestro que la esfera estatal
jams
resuelve ticamente las contradicciones de la sociedad
civil.
Su
universalidad -sostena polmicamente
en 1843- era
meramente abstracta
y
espe
culativa,
nunca
efectiva
y
real11.
En cambio en el Manifiesto (y luego de un modo mucho ms desarrollado enEl 18
Brumario)
Marxaceptael carcteruniversaldelEstado...pero circunscripto nicamen
te aldominiopolticoburgus.Eso significaque elEstadorepresentaal conjuntode la
clase burguesa, es decir que sudominio expresa algo as como el promedio de todas las
fracciones de la clase dominante-he ah su universalidad-. Nohay dominioparticular
sino dominiouniversal, comn,annimoy general, pero... siemprerestringidoal uni
verso de la clase dominante. Hegel no se haba equivocado entonces al sealar en el Es
tado la instancia de universalidad, aunque slo valiera para describir el dominio hege-
mnico mediante el cual el Estado logra licuar el atomismo particularista de cada uno
de los burgueses individuales para lograr un dominio general que se impone sobre el
conjunto de las dems clases.
Asseexplicarasuconocida frmularesumidasegnlacual Elgobiernodel Estado
modernonoesmsqueunajunta queadministra los negocioscomunesde toda laclase bur
guesa .Loque interesa aques precisamenteesecarcterde comn , y por lo tanto uni
versal que adopta el Estado. No el Estado en general sino -esta ser la particular direccin
8 Cfr. C. Marx:
Laguerracivil en Francia.
Op.Cit. p.144.
9 Nos permitimos remitir al lector a nuestro trabajo Para leer
ElManifiesto .
En
AmricaLibre,
N14, Bs.As.,
Abr il d e 1999.
10 Esta ser sin duda laprincipal conclusin que Lenin extrae de sulectura de
ElManifiesto
en las vsperas de la
revolucin de octubre al discutir con las corrientes que reducan el marxismo a una concepcin estatalista de
la poltica. Noes casual que se hayaquerido ver en esa lectura deLenin cierto utopismo e incluso hasta un
deslizanarquista. Cfr. V. I.Lenin:
ElEstadoyla revolucin
[1917].Barcelona, Planeta,1986.Cap. II: La ex
perienciade los aos 1848a 1852 .pp.35-54. Enese mismo registro, el Marx maduro -analizando laComuna
de Pars- caracterizar al Estadocomo una mquina nacional de guerra del capital contra el trabajo . Cfr.C.
Marx:
Laguerra civil en Francia.
Op.Cit. p.143.
11 Cfr. Crt ica de la Filosofa del derecho de Hegel . En C. Marx: Escritos dejuventud.Op.Cit. pp.363, 386-
387.
12 Cfr. C. Marx-y F. Engels: El manifiesto comunista [1848]. En C. Marx y F. Engels:
ObrasEscogidas.
Bs.As., Cartago, 1984.Tomo I, p.95.
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14 Es posible unafilosofa poltica marxista?
enque
El18
Brumario desarrollar la
concepcin
polticadeel
Manifiesto-
el Estado re
presentativo moderno,
oseala
repblica burguesa parlamentaria.
Ellas
concreta
la
univer
salidad poltica
delaque nos
hablaba
Hegel ensu
Filosofa
del
Derecho
(pues
representa
al
conjunto de laclase,msallde susrivalidades y competencias facciosas y fraccinales),
pero... slo en el terreno burgus.
Creemosqueslodeestemodosepuedecomprenderdeunamaneranoinstrumenta-
lista ni fetichista de la poltica la concepcindel Estado que deja entreverEl
Manifiesto
cuando afirmaexplcitamenteque la burguesa, despus delestablecimiento delagranin
dustriay elmercado universal, conquist finalmente lahegemona exclusivadelpoderpo
ltico en el Estado representativo moderno .
Alconcebirlo de estemodo,no slocomo aparato,mquinade guerra o Estado-fuer
za sino tambin comoproductor de consenso, el Estado representativomoderno se trans
formaen un mbitode negociaciones - juntade negocios - y compromisos polticos entre
diferentes fracciones de clase (burguesas). La doctrina del [Estado-fuerza = aparato = m
quinadeguerra]tiene la ventajade queponeenprimerplanoy por lo tantodestacala vio
lencia inmanenteque conllevael capitalismocomosociedad,pero lamentablementenoda
cuentade eseplusquelepermitea laburguesaconstruirsuhegemona: elconsenso, el feti
chede la repblicaparlamentaria consudominacin general, annimayuniversal quetan
to seesforzMarxpordesmitificaren susanlisisempricosde 1848-1852. Unadesmitifi-
cacinquesiguesiendouna tareapendienteen laactualidad,cuandosehandesdibujadoen
el horizonte presente laspropuestas radicales quehistricamente
aspiraban
a la
superacin
de la repblicaburguesaparlamentaria intentando reemplazarla por nuevas formas polti
cas
ms democrticas
que
aquella.
Las mismas consideraciones valdran para el derecho concebido en el
Manifiesto
como
la
voluntad de la clase dominante erigida en ley . Esa conocida formulacin
programtica tienelaventajademostrarlaviolencia, el autoritarismo consustancial yes
tructural a todo capitalismo. En ese sentido esa frmula juega la funcin desmitificadora
del supuesto Edn de los derechos humanos que Marx haba comenzado a emprender
yaen
La
cuestin judai5 (en sucrtica delaconstitucin
francesa
de1793, lams
radical
de todas) y que luego contina en
El Capital,
al final del captulo cuarto del libro I (cuan
do describe el pasaje del ruidoso reino apariencial del valor de cambio donde rige el con
trato que regula la igualdad y la libertad de los propietarios demercancas, yaseandeven
dedores de fuerza de trabajo o compradores con dinero) . En ese horizonte, la definicin
13 dem.
14 Cfr. C. Marx y F. Engels: El manifiesto comunista . Op.Cit. p 106.
15 Cfr. C. Marx: La cuestinjuda [1844]. En C. Marx:
Escritosdejuventud.
Op.Cit. pp.476-480. Igualmente
puedeconsultarse, en cuantoal desdoblamientoque hacanlosfranceses revolucionariosdel sigloXVIIIdel
individuo moderno en tanto hombre miembro de la sociedad civil y ciudadano miembro del Estado, Cfr.
Crtica de la Filosofa del derecho de Hegel . Op.Cit. p.389.
16 Cfr. C. Marx:
El Capital
[1867]. [Trad. Pedro Scaron] Mxico, Siglo XXI, 1988. Tomo I,Vol. I, p.214. Esta
idea acerca del contrato Marx la repite por doquier a lo largo de todo
El Capital;
Vid. Tomo I, Vol I, p.103 o
Tomo I,Vol III,p.961. Enel tomo III, Vol.VIII, p.1043la desarrolla sosteniendo la identidad entre plustraba-
jo y trabajo forzado, aun cuando elprimer trmino de la igualdad aparezca como resultado del libre contra
to... Dentro de la misma tonalidad puede incluirse su impiadosa crtica al derecho entre iguales (tan ideali
zado en nuestros das por los modelos normativos y comunicativos de Jrgen Habermas o por la tica prag
mtica del discurso de Karl-Otto Apel) concebidocomo un derecho tpicamenteburgus. Cfr. C.Marx:
Crti-
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Utopa y
Praxis
Latinoamericana. Ao 5, No. 9 2000), pp. 7-48 15
delderechoqueadelantaveinteaos antesElManifiesto se inscribe en la misma lnea li
bertaria delMarx crtico delcontractualismo, delliberalismo ydetoda
ficcin
jurdicao
ilusin republicana.
Noobstante, aunas, nodebe nuncaobviarse la
funcin
paradojal quepermitein
corporar -a partir de relaciones de fuerza, de luchas y de disputas- al derecho clusulas
que por ejemplo prohiben la tortura o garantizan un salario ms alto. Marx da cuenta de
esafuncin paradojal cuando enElCapital analiza las leyes fabriles quela lucha decla
ses va
arrancando
a regaadientes a las clases dominantes. Sin relaciones de
fuerza
esas
clusulas sonvacas. Jamsdeberamos aceptar-nosreclama- el fetichejurdiconi la fic
cindeunsujeto libre,
autnomo,
contractualista. Peroalmismo tiempo, resulta
tambin
innegablequeesasclusulasconquistadasalderechoburgusson extremadamente tiles
en la luchadeclases. Laconcepcindel derechoque manejaMarxsemuevetambinen
este terreno entre ambos polos.
Parapoderaprehenderenprofundidad el aporte fundamental querealizaMarxa lateo
ra
poltica,
volvamos sobre aquella
formulacin que
focaliza su
mirada
enla
dominacin
po
ltica especficamente
moderna
entendida
como
el
promedio
general
licuado
delpoderde
todaslasfracciones declasedominante.El notorioparaleloexistenteen susescritosentreesa
formapura deladominacin polticaburguesa
moderna
correspondiente al modelo fran
cs
(analizado
como paradigma ensus
varios
libros sobre aquel pas, dela
Revolucin
de
1789alaComunade 1870) yla formapura delvalory elcapitalestudiados enlaformacin
social
msdesarrollada y desplegada de supoca-Inglaterra- esmsque
evidente.
Franciae
Inglaterra fueron entoncessus dosmodelos de anlisisarquetpicos.
EnElCapital la exposicinha sidopulida hasta alcanzarel mximode logicidad
dialctica (adoptando un ordenamiento de las categoras sumamente anlogo al de la
Lgica
deHegel, sobre todo ensuprimer captulo). Encambio, en los escritos sobre po
lticael discursoaparece siempremsapegadoa larealidadhistrica coyuntural (nool
videmosque el fundadormodernode la ciencia poltica, NicolsMaquiavelo, tambin
haba manejado undiscurso aparentemente ligado a lacoyuntura histrica). Sin embar
go, en ambos casos, el mtododeMarxes anlogo: Partir del hombre para explicar el
mono -segn reza la conocida metfora de raz biologicista-. Vale decir, partir de lo
mscomplejoyconcretoparaexplicarlomssimpleyabstracto.Tomaralconceptode
la razn, dira Hegel, para comprender desde l las representaciones inmediatas del en
t end imien to
Lapoltica burguesade Francia y laeconomacapitalista de Inglaterra son en ese ni
vel del discurso epistemolgico marxiano sus dos grandes arquetipos, por lo menos hasta
sucambiode paradigma de los aos 60 (que aquno analizaremos).Puede seguirobvin
dose semejante paralelismo cuando se afirma ligeramente queMarx slo es un terico de
la explotacin , no de la poltica?
Aun dando cuentade esta insoslayable, meditada y detalladareflexin sobre la esfera
poltica nos queda pendiente analizar el vnculo entre el poder y ladominacin, por un lado
caalProgramadeGotha[
1875], Bs.As. Biblioteca Proletaria, 1971.p.22. Lospresupuestos histricos de la
emergenciadeesta ideologacontractualistaydelas robinsonadas quesiemprela acompaaron-no sloen
el terreno de la filosofa poltica sino tambin en el de la economa poltica-Marx la desarrollaen el primer
pargrafo de su clebre Introduccin [1857]: Individuos autnomos. Ideas del Siglo XVIII . Cfr. C. Marx:
Elementosfundamentales para la crtica de la economapoltica [Grundrisse],
Op. Cit. Tomo I, p.3.
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Nstor KOHAN
16 Esposible unafilosofa poltica marxista ?
(siacaso selospudiera diferenciar delapoltica, algo de
por
sdiscutible), y las relaciones
sociales y la economa, por el otro.
Decamos
entonces queenla imagen simplificada conlaquese leya
Marx,
lapro
duccinde relaciones socialescapitalistas, reproduciendo la lgica iusnaturalista dicot-
mica,
ha
quedado fragmentada.
Apartir del
prlogo
de
1859
interpretado en
clave
econo-
micista e incluso tecnologicista, la lectura se
redujo nicamente
a
subrayar
laprioridad yla
funcin
delapura
fuerza
material (la
violencia
poltica )
abstracta,
endetrimento delare
lacin social
(econmica), o biensloa la visualizacin y
focalizacin
delapura
relacin
social, en detrimento de la fuerza material.
Un
ejemplo
puntual
dela
primera forma
de
reduccionismo
puede
encontrarse
enla
explicacin delpolemista con
quien
discute Federico
Engels, Eugen
Dhring ,
quien
atri
buye a la violencia poltica elcarcter de
demiurgo
delas
relaciones
sociales. Acercn
dose peligrosamente alotro
polo
delaexplicacin dicotmica,
podemos
encontrar
parad
jicamente almismo
Engels,
sobre todo en
sus escritos
delamadurez (que engran medida
deterioran sus anlisis tan matizados y alejados del economicismo de la dcada de 1850,
como su
estudio sobre
la
guerra campesina en
Alemania)18.
Quiz
por
los
excesos
y
unila-
teralidades queconlleva todadiscusin, el ltimo Engels carga
demasiado
las tintas enel
plano
de la
economa ,
loqueha
tenido nefastas consecuencias
enel
desarrollo,
la
recep
cin y
divulgacin
-valosmanuales- dela
teora marxista
dela
historia
desde el
ngulo
del
DIAMAT
y el
HISMAT.
A
pesar
detodos losvaticinios sobre elfin
del
trabajo yel
supuesto adis
al
proletaria
do ,enparte delasvertientes actuales mscercanas y
afines
a la tradicin delmarxismo
dentro
de las ciencias sociales se ha sedimentado la creencia y el lugar comn acerca del papel de las
clases sociales imposible dedescartar enlaexplicacin deldesarrollo
histrico.
Algo parecido
a lacreenciaen el factoreconmico a principios desiglo.Peroenese nfasisse ha curiosa
mente olvidado la contradicciny la lucha constitutivade estas clases.
Losenfrentamientos seranapenasentonces un accidente de lahistoria.El interva
lo entre dos momentosde paz o, a lo sumo, la expresin superestructural -segn lamet
forade
1859-
plenamente determinada porlas leyes objetivas querigenel
mundo econmi
co. Enelmejor de los casos sehapartidode clases socialesyaconstituidasa partirde supo
sicin objetiva en la estructura social, y luego se les ha agregado -mecnica y externa
mente- la lucha y la confrontacin desde afuera.
Hoy enda se tornapuesimperiosorescatarel lugar tericocentralque le correspon
de en la teora marxiana crtica de la poltica a la contradiccin inmanente, a la confronta
cin, enunapalabra,a la luchadeclases,en laexplicacindelprocesohistricodeproduc
ciny reproduccin de las relaciones sociales. Laluchade clases noestnicamente enel
Estado(incluyendo aqunosloalEstadoensentidorestringido sinotambinalEstado en
17 SostieneDhring: La formacinde las relacionespolticases lo histricamente fundamental, y lasdepen
dencias econmicas no son ms que unefecto o caso especial, y por tanto, siempre hechos de un segundo or
den...Ciertoesqueestosefectosde segundoordenexistencomotales,y sonsobretodoperceptibles enel pre
sente;perolo primitivotienequebuscarseen el poderpolticoinmediato,yno en unindirectopoderecon
mico . Citadoen F.Engels:
Anti-Dhring.
Lasubversin dela cienciaporel seor
Eugen Dhring
[1877].
Mxico, Grijalbo,
1968.p.l51.
18 Cfr.F.Engels: LaguerracampesinaenAlemania [1850].EnC.Marx,F.Engels:
Obras Escogidas.
Op.Cit.
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Utopa y
Praxis
Latinoamericana.
Ao
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sentido
ampliado ,
es
decir, por
ejemplo a los
partidos
polticos, la
Iglesia,
los sindicatos,
etc)ni tampoco enla
esfera superestructural 19.
Intentemos,pues,reactualizar-contralos lugarescomunescristalizadosen laAcade
mia y a pesar del economicismo staliniano- la mirada de Marx centrada en las relaciones
sociales entendidas como
contradicciones, como
confrontaciones y enfrentamientos,
como-al decirde Gramsci- relaciones de fuerzaentrelos sujetos sociales involucrados en
esas relaciones y constituidos a partir de ellas.
Almenos comohiptesis detrabajoenunainvestigacin sobrela teoramarxistacr
tica de lapoltica, convendra reflexionar sobre
las
relaciones sociales (recordemos que
cuando hablamos
de
relaciones sociales nos
estamos
refiriendo
a
todas
las
categoras
de
El Capital: valor, dinero, capital, etc.)
en
estrecha conexin con
la
lucha de
clases, y
con
el
enfrentamientode fuerzas endisputa, enagona
[agn
- lucha]. Laluchadeclasesnosecir
cunscribe
entonces slo
alplano de la
poltica (donde obviamente
tambin seexpresa)
sino
que
adems atraviesa
el
interior
mismo de las
relaciones
sociales deproduccin.
Las relaciones de poder participan irremediablemente en la constitucin misma de
lasrelaciones
sociales
delmodo de
produccin capitalista,
pero
slo...
participan . Noson
la
nica
causa -como sostienen los
partidarios
dela
causalidad
lineal-.
No
aceptemos tam
pocodeslizamosenunametafsicadelpoderahistricoy autnomo. Sonsolamenteunade
las
mltiples
determinaciones,
durante demasiado tiempo olvidadas, que llevan asuconsti
tucin. No
vienen
desde afuera ,
desde
arriba
(segn
una difundida
metfora
espacial),
desde
la
superficie
a
legitimar
algo yapreviamente
formado
y
maduro,
ya
producto
ter
minado, antesde que intervengan las relaciones de podery todo lo atraviesen. En conse
cuencia, sostenemos que laobra deMarx nos brinda poderosas razones que nos permiten
pensar
las
relaciones
depoder
como
una
esfera
de
ningn modo encerrada
o
circunscripta
nicamente en la superestructura .
EL ECONOMICISMO
Habamos vistoqueDhring soslayaba las relaciones econmicas y absolutizaba lo
queldenominaba elpoder poltico (loquenoerams queuna
fetichizacin
delpoder ya
que selo atribua exclusivamente a una entidad solidificada: el Estado)20.
Comocontestacin aDhring, Engelsredacta
La
subversin dela cienciaporelse
orEugen Dhring, encuya seccinsegunda( Economapoltica )expone su teorade la
violencia
y
del
poder, en
relacin con
laeconoma. AllEngels,
respondindole
aDhring,
invertir la cuestin: la nica va de produccin de nuevas relaciones sociales -del modo de
produccin capitalista- se encuentra exclusivamente en la economa, afirma.
19 TII, p.
168-247. Engels
desarrolla en
forma
sobresaliente unaconcepcin socialnoeconomicista principal
mente cuando analiza procesos histricos empricos y concretos, como los de Alemania, Pars, Crimea, Ita
lia,Estados
Unidos,
etc.Cfr.F.
Engels:
Temas
militares.
Bs.As.,
Cartago, 1974.
Alls incorpora metodol
gicamente
todas las var iables en el anlisis de la total idad social.
20 Recordemos queMarx, en 1871,
alertaba
contraestasupuesta solidificacin delpoderenelcampoterico del
Estado: El poderdelEstado,queaparentemente flotabaporencimadela sociedad,era,en realidad,elmayor
escndalodeella yel autnticoviverode todassuscorrupciones .Cfr.C. Marx:Laguerracivilen Francia .
Op.Cit.p.144.
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Nstor KOHAN
jg Esposibleuna filosofapoltica
marxista
?
Enestos
escritos engelsianos
es
posible encontrar
dos lneas de razonamientos. Po
demos situar laprimera enun eje problemtico: la
funcionalidad econmica
del poder. En
gels remite
continuamente
la
actividad de
la
violencia
y
el
poder al objetivo
de legitimacin
delas relaciones de
produccin.
Yaqu surgen yaalgunos problemas. Por un lado, concibe
relaciones
econmicas yaconstituidas, que vienen aserluego
-en
un
orden
lgico y
crono
lgico
posterior- reforzadas
y
garantizadas
por
la
violencia. La
violencia
yel
poder seran
reproductores de algo ya
previamente
constituido al margen e
independientemente
de
su
propia intervencin. Estaran
situados por
lotanto exclusivamente en lasuperestructura ,
segn lapoco
feliz metfora
de 1859.
No obstante, no se equivoca Engels cuando
resalta la
estrecha relacin
-que muchas veces se
desdibuja
y
desaparece
enalgunos delos
escritos
de
Michel Foucault21- entrelas relaciones de
produccin
y el poder.
La
segunda lnea
de
razonamiento
esla
que
ms
claramente podemos caracterizar
por
sus inclinaciones economicistas, pues,
para
contrarrestar aDhring, Engels soslaya la
violencia enreiteradas
ocasiones22
alpunto de
negarle
todo papel enelsurgimiento ydesa
rrollo
dela
propiedad
privada.
Probablemente
haya
inclinado
demasiado
la
balanza
para
ganar
la
discusin.
No
es
su
culpa.
S
de
quienes
absolutizaron
el
razonamiento desgajn
dolo dela
polmica
alinterior delacual seformul ylo
convirtieron
finalmente enun sis
tema axiomtico .
Refirindose
alproceso de
constitucin
histrica del mododeproduccin capitalista,
para demostrar que la
economa
tiene una
legalidad
econmica
interna Engels llega al l
mite de
sostener
que si
excluyramos
toda posibilidad de robo, de
violencia
y
estafa ,
igual tendramos el modode produccin capitalista .
Sicomparamos este
tratamiento,
aun tomando en
cuenta
las
previsibles
exageracio
nes
que toda
polmica conlleva,
con
el
que
Marx desarrolla tanto en
El
capital, ensuanli
sis del
proceso
dela
acumulacin
originaria
del
capital,
como
enlos
Grundrisse,
cuando
examina
las
formas sociales
que
preceden
almodo de
produccin
capitalista -la
formacin
dela
relacin
de
capital-,
podemos
advertir
el
anchsimo
campo
terico
que
separa
aambos
21
Por
ejemplo
enMicrofsica del
Poder, reunin de un conjunto
de
artculos,
entrevistas y
conferencias donde
Foucault deshistoriza completamente elpoder, hipostasindolo yabstrayndolo detodo vnculo conlasrela
ciones sociales
de
produccin.
Unapropuesta queensumisma obraentraen tensin -irresuelta- conotrasex
posiciones como Vigilary Castigarotambin La verdady lasformasjurdicas
en
las
cuales
elnacimiento de
lasinstituciones de
secuestro
ylosmecanismos impersonales depodersonsituados enetapas
precisas
yes
pecficas dela gnesis ( acumulacin originaria ) yel desarrollo delcapitalismo.
22 La
propiedad privada
no
aparece
en
absoluto
enla
historia
como
resultado
del
robo
yla
violencia .
Cfr.
F.
Engels:
AntiDhring.
Op.Cit.p.154. Este insistente
nfasis depositado polmicamente
porEngels enla raz
exclusivamenteeconmicade losprocesoshistricoslo lleva a exageraciones del siguientetipo: Est tan
poco justificado hablar aqu
de
violencia
como loestara apropsito dela
divisin de
la
propiedad colectiva
delatierraqueauntienelugarenlascomunidades de labor delMosela ydelos
Vosgos:
loqueocurre es
que los campesinos consideran inters
propio
que lapropiedaddela
tierra
sustituyaalacomn yalacoopera
tiva. Nisiquiera la formacin deunaaristocracia
espontnea,
como laquetuvo lugar
entre
losceltas, losger
manos yelPenjab indio sobre labase delapropiedad comn delsuelo, sebasa alprincipio enla
violencia
sino
enlavoluntariedad ycostumbre [...] . dem, p.
155.En
lamisma lnea y refirindose alaproduccin derela
ciones sociales basadas enla propiedad
privada
sostiene: Siempre quesedesarrolla la propiedad privada,
elloocurreaconsecuenciadeuncambioenlasituacinylasrelacionesdeproduccineintercambioeninte
rsdelaumento dela produccin ydela promocin deltrfico, esdecir,porcausaseconmicas. Laviolencia
no desempea en ello ningn papel . Ibidem.
23
Todo
el
proceso
se
explica
por
causas puramente econmicas,
sinqueniuna
vez
hayan
sido
imprescindibles
el robo, la violencia,el Estadoo cualquierotra intervencinpoltica .Cfr.F. Engels:Op.Cit.p.56.
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Praxis
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pensadores.
Tena
razn Gramsci -quien respetaba sumamente a
Engels-
cuando sealaba
que se exagera al afirmarla identidaddepensamientoentre los dos fundadores de la filo
sofa delapraxis 24.
Sealar estamsque
evidente
diversidad decriterios consu
compaero
deluchano
implica desconocer los
mritos
de Engels. S
implica
tratar decomprender afondo yde
ma
neraprofana qu ligazn
mantienen
sus
recadas
enposiciones proclives aleconomicismo
conladiferente evaluacin quelyMarx hicieron acercadelcapital comorelacin social
histricamente
especfica y su
articulacin
con las
relaciones
de
poder.
Esta diferencia notable entre ambos est emparentada con una discontinuidad
ms general, que atae a la filosofa y a l a metafsica cosmolgica y materialista del
progreso(queno analizaremos aquporqueellonosdesviaradelprincipalintersde la
presente investigacin25). Sobre
esta ltima, sealaba tambin Gramsci que:
Es
cierto
que enEngels
Anti-Dhring)
se encuentranmuchas ideas que puedenconducira las
desviacionesdelEnsayo [deN.Bujarin].SeolvidaqueEngels, noobstantehaber traba-
jadolargotiempo, dejmuypocosmateriales sobrelaobraprometida parademostrar la
dialctica ley
csmica [ ]
Perovolviendo a lapolmicamisma,cuandoEngelsserefiereenesadiscusin conDh
ringa la violenciapriorizainvariablemente, en consonanciacon su lecturamaterialista-natura
listadela filosofa, elmbito delasfuerzas productivas ylasrelaciones tcnico-materiales. Fo
caliza
sumirada
exclusivamente
enel
desarrollo
de
ciertas tcnicas que
intervienen en la
pro
duccin de herramientas como elementos fundamentales para
entender
el poder.
Asestablece untejido
discursivo,
cuya
premisa
principal plantea: (1)elpodernoes
unmeroactodevoluntad sinoquedependedecondiciones materiales, lasqueposibilitan a
su vez tanto (2) la construccinde un tipoparticularde herramientasque se utilizanen la
violencia-las armas- como(3)el tipodetcnicasqueseutilizanen laconstruccindeestas
herramientas (enlascuales residira elpoder).
Estas
ltimas, (2)y(3),dependen asuvezde
(4): las
condiciones econmicas.
Podemos constatarasqueelcaminoqueseextiendedesde(1)hasta(4)partedelpo
der,o sea,de loque sequeraexplicar,y luegodepasarpor todos los trminosintermedios
llegaa la conclusin,a la base, a la nicacausa segn sus propiaspalabras: la evolucin
econmica. El resultado? Sencillo: el podery la economa, comoel aguay el aceite,son
dos esferas radical y absolutamente distintas.
Laeconomase tornaen esteedificiolgicoenel mbitofundanteyalmismotiempo
excluyentedel anlisis del poder, entendido este ltimo como una esfera independiente,
opuesta, externa
y
subsidiaria con
relac in a la
economa.
Esta es la razn principal por la cual la tendencia hacia el economicismoposterior
mente divulgada en forma masivapor los manuales de la vulgata stalinista(y asimilada
acrticamenteporlaAcademiacomo la nicaposible interpretacinde la teoracrticamar
xista) no slo contribuye a afianzar la tesis de una supuesta ausencia de teora poltica en
24 Cfr.A.Gramsci:
Cuadernos de laCrcel
[Edicincrtica: Cuaderno11].Op.Cit.p.303.
25 Hemos intentadoexploraresa problemticaennuestra obra
Marxensu
Tercer) mundo.Ed. Biblos,Argenti
na, 1998.
26
Cfr.
A.Gramsci: Cuadernos
de la Crcel: dem.
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Nstor
KOHAN
20 Es posible unafilosofa poltica marxista ?
Marx ,
sino que adems impide ver, situar, focalizar yexplicar las
relaciones
ylasarticula
ciones que sedan entre elpoder yla
violencia,
porunlado, ylas
relaciones sociales
de
pro
duccin, por el otro.
EL
PRO LEM
DEL
PODER
Resulta yaunlugarcomn paraelmarxismo economicista situarel poderexclusiva
mente enelaparato deEstado. Por qu all? Porque allestn lasarmas. De
donde
sededu
cequeel
poder
seha
pensado habitualmente
a
partir
delasarmas.
Incluso
en
algunos
desus
escritos Engels, como vimos,
se
desliza
porla
pendiente
deeste
tipo
de
concepcin.
Pero el aparatodeEstado,lasarmas,lasFuerzasArmadas,etc., sonlosemergentes
del poder, la inmediatez de lo que seve, el terreno de lo observable . Como el pensa
miento de Marx -ese Sherlock Holmes de las ciencias sociales- constituye una invitacin
permanente a sospechar delo
inmediato
-lamirada deWatson- y a
agudizar
la
vista
por
detrsde lo observable , investiguemosquhaymsall deestas cosas e institucio
nes visibles. Laspistaspuedenestara lavistaperoloscriminales noseencuentran en la
escena
de l c rimen .
Loque
descubrimos
pordetrs son
relaciones,
yesaqudonde reside el
poder,
donde
podemos
ubicarlo y
tratar
de aprehenderlo conceptualmente27. No
en
el mbito
de
la
rela
cin ser humano-cosa (ncleo del fetichismoy la cosificacin),ni en el de la relacinser
humano-naturaleza (espacio tericoen el quese mueveel materialismo metafsico de los
ilustradosfranceses del sigloXVIII oelDIAMATsovitico enel sigloXX)sinoenaquella
otra dimensin constituida por las relaciones de los seres humanos entre s.
As como Marx descubre en su crtica de la economa poltica detrs de las cosas
econmicas lasrelaciones quehan sidoreificadas ycristalizadas en elprocesodelfetichis
mo, igualmente
podramos
pensar que
detrs
de
estas
cosas (por
ejemplo,
las
armas)
lo
que hay no es ms que relaciones de poder entre las personas .
El mbitodel poder es aqul donde se producen, se constituyeny se reproducenlas
relaciones sociales. El mbito donde se forman y se realizan (a partir de relaciones anterio
res) relaciones sociales, luego de lo cual tiene lugar su proceso de reproduccin.
A diferencia de lo presupuesto por la vulgata economicistadel stalinismo, las rela
ciones sociales se conforman segn la teoramarxiana deElCapitala partir de confronta
ciones
ycontradiccionesentrelos
sujetos
histricos intervinientes, es
decir,
apartirderela
cionesde fuerzaentre lospolos.Eneste sentido,deberamos(re)pensarla categoraqueex
presalarelacin social de capital
como
unarelacin de
fuerza
entrelosdossujetos
sociales
involucrados:elcapitalista(colectivo)compradorde la fuerzade trabajoyelobrero(colec
tivo) vendedorde esta ltima.Aqudentro, al interiorde la relacinmisma,residela lucha
27 Yaanalizaremos ms adelante cmo esta concepcin estrictamente relacional del poder formulada por Marx
en el sigloXIX-cuyodescubrimiento seatribuye enla
Academia
habitualmentea
Michel Foucault-
fuedesa
rrolladaenel sigloXX(msdetresdcadasantesqueel pensadorfrancs)porAntonioGramsci. Hechoirre
futable de lahistoriade la teorapolticaque,sinembargo,no desmereceen lomsmnimoelcorrectonfasis
foucaultiano en aquella dimensin relacional.
28 Cada individuo -planteaMarx-poseeelpoder socialbajo la formadeunacosa. Arranqesea lacosaeste po
dersocialyhabrqueotorgrseloalas personassobrelaspersonas .Cfr,C.Marx:
Elementosfundamentales
para la crtica de la economapoltica [Grundrisse].
Op.Cit. Tomo I, p.85.
7/26/2019 18653-19Es posible una flosofa poltica marxista?581-2-PB
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Utopa y Praxis Latinoamericana.
Ao
5,No. 9 2000),
pp.
7-48 21
de
clases entre
un sujeto
social dominador
y
otro
sujeto social dominado
(que puede rebe
larsey trastocarla relacin socialde capital).
Siesto es
cierto,
elpoder constituye elmbito de las relaciones defuerzas -que
atra
viesan
tanto
las relaciones sociales
como las
relaciones
polticas- donde se producen yre
producennuevas relacionesa partir de la ruptura de las anteriores.
Enquconsiste lamencionada ruptura ?Enelsurgimiento deuna
diferencia
cualitati
vamente
sustancial
enun
mbito.
Un corte, unadiscontinuidad, un trastocamiento, un salto.
En cuanto a la formacin de
relaciones
sociales , sta implica la construccin de
una
nueva
relacin que
antes
no
exista.
Pero si
hemos
concebido a
partir
de
El
Capital alas
relaciones sociales como relaciones de fuerza, con
un
enfrentamiento inherente
que
las
atraviesa intrnsecamente, de
aqu
deberamos entonces deducir que formaruna
nueva
re
lacin
resulta elproducto de
una
confrontacin
anterior.
De
este modo
podramos explicar
que
las
nuevas
relaciones sociales
que
surgen no
flotan
enel
presente,
sino
que son
un
punto de
llegada
deun
proceso previo
de
enfrentamiento, donde
unodelos
polos
ha
sido
derrotado antes, y llega vencido al proceso de formacin de la nueva relacin social. El
vencido(nounindividuoparticularyaislado,unRobinsonCrusoecontractualistamaximi-
zador deganancias ybeneficios, sino clases sociales, fuerzas sociales
que han
sido aplasta
das enla
lucha de
clases) no
tiene
ms
remedio
que
formar
parte deesa
nueva
relacin que
elvencedor loobligaaconstituir.
Aunque
despus demucho tiempo transcurrido, el venci
do olvide esta
confrontacin inicial
as
como
tambin su
derrota previa
enel
enfrenta
miento, y entonces creaque ha formado
parte
deesa
relacin
en forma libre y
volunta
ria ,
por una
decisin racional, autnoma, soberana yautoconsciente.
sta
esprecisamente
la
actitud
del sujeto moderno contractualistapresupuesto porlaeconoma poltica
neocl
sica y su racionalidad calculadora e instrumental.
Encuanto a la realizacin , sta constituye una produccin de relaciones comore
sultado
delavictoria enla confrontacin. Unpunto de
alcance
deunanueva etapa enel
proceso
posterior al triunfo, o
sea:
laconstruccin de un
dominio
estable. Enotraspala
bras:lapaz,momento
estratgico de la confrontacin y al
mismo
tiempo resultado de la
victoria previa enelenfrentamiento. Siladerrota estalquenosevisualiza enelcampo de
los
observables ninguna
posibilidad de
revertira,
los
sujetos sociales dominados
y
vencidos
empiezan
a otorgar
consenso
al vencedor y a olvidar el
turbio
origen dela
paz, autorrepresentndose imaginariamente la situacin posvictoria como una relacin
eterna,sinorigeny sin futuro. Deshistorizarel ejerciciodelpoder,heah la claveparasu
reproduccin.
Por ltimo, reproduccin significaproduccincontinuade una relacinsocial (en
el caso especfico de El Capital Marx seala que la reproduccin capitalista puede ser
simple -si serealiza enelmismo nivel queel
momento
previo- o ampliada , loqueequi
vale lisa y l lanamente a la acumulacin .
Habiendo entonces delimitado el referente decadaunodeestosconceptos podemos
entonces intentar profundizar el anlisis presupuesto por Marx para diferenciar en su anli
sis dos planosconstitutivos de toda realidad, que tambinestn presentes en la relacin
economa-poder y que son centrales para su comprensin: la apariencia y la esencia, lo in
mediato y lo mediato.
Cuando se aludea las relaciones sociales capitalistas comoalgoeterno, ahistrico, o
como resultado de la voluntad mutua de los capitalistas y de los trabajadores, o tambin
como producto exclusivo de relaciones econmicas, estamos en el plano de la apariencia,
7/26/2019 18653-19Es posible una flosofa poltica marxista?581-2-PB
16/42
Nstor
KOHAN
22 Esposible una filosofapoltica
marxista?
delo
que
se ve, de loobservable, de loaccesible a los sentidos yalaconciencia inmediata y
precrtica
(el mundo
de
la
seudoconcrecin ,
segn la
terminologa
de Karel Kosik).
El
sentido comn previamente moldeado porlahegemona delossectores dominantes, alde
c ir d e Gramsci.
Siempre desde
su
teora crtica
del
fetichismo,
Marx
-pensador
de la
sospecha -
se
atrevi adudar de la soberana de laautoconciencia inmediata de los agentes sociales. En su
reflexin metodolgica
de la
Introduccin
a los
Grundrisse [1857] cuestion entonces
aquella
representacin
catica
que
corresponde
a las primeras etapas
del conocimiento
a
la que accedemos espontneamente ennuestra vida cotidiana. Retomando eneste punto a
Hegel, sostuvo
que
la
apariencia
noesuna mera equivocacin niun error
(como
safirma
ron los racionalistas clsicos -Descartes, Leibniz, etc.-, soslayando la experiencia empri
ca) sino que tiene
supropia
racionalidad. Por
lotanto trat de
explicarla
a
partir
de
las races
sociales queseencuentranenlamisma realidad. Pero, explicndoladetalmodo, nosecon
form con limitarse a este mbito (como prescriba metodolgicamente el positivismo).
Comoundetective, Marxintentpenetrarenunespaciotericomsprofundo, aquladon
de intenta llegar la ciencia .
La
investigacin crtica debe intentar sobrepasar entonces
el
plano
dela
apariencia,
de
la intuicin, de la inmediatez. Enelproblemade laarticulacin entreeconomaypodertam
bin
hayqueesforzarse por ir
ms all
y
rastrear
aquel mbito que, aun sin serdirectamente
observable
ni
pertenecer
a la
apariencia inmediata
noporellodeja desermenos
fundante.
ParaMarx este terreno social es el de la confrontacin y la contradiccin, el del combate y el
enfrentamiento. Sinos limitamos alplanoapariencial nunca
podremos
comprenderensuhis
toricidad
aquellas
relaciones sociales constituidas a partirde lasconfrontaciones. Enconse
cuencia,nosveramosobligadosa tomar la paz , eldominioestabledeunade lasclasesso
ciales
(lacapitalista) no
como
un
momento
parcial
y
relativo
del
proceso global
de
lucha
de
clases sinocomoalgo natural, eterno, ahistrico, y por lo tanto sin explicacin .
Cuando Marxplantealapregunta dednde proviene el plusvalor queel capitalista
obtiene porsobreel dinero adelantado? , lacienciasocial queseaferraalplano
apariencial
obviamenteresponde de vendermscaro . Sita surespuestaen lacirculacin,enelmer
cado, en lodirecta e inmediatamente observable . Nopoda ser de otramanera. En sucrti
cade la economapolticala refutacin deMarxinducea irhacia unalgo , unplus que
estpordetrs aunque no aparezca a simple vista: el proceso social e histrico
donde
seha
producido
ese
plusvalor.
La
exposicin lgica
de
El
Capital
se
estructura
porelloa
partir
de
una inversin dialctica, histrico-lgica. De los sntomas y los efectos a las causas, del re
sultado a sus condiciones histricas (de all que el captulo histrico sobre la llamada acu
mulacin
originaria aparezca recinal final del
primer
tomoynoal
principio
comocabra
suponersegnel ordencronolgico de la historiadel capitalismo).
29 Y entonces -seala Marx- el economistavulgarcree haber hecho ungran descubrimientocuandoproclama
conorgullo, enlugarde
revelar
la interconexin, queenapariencia lascosas
parecen
ser
diferentes.
En
reali
dad alardeadeque se atienea la aparienciay la tomapor la ltimapalabra.Siendoas, porqu debehaber
ciencia? . Cartade C.Marxa LudwigKugelman [1l/VII/1868].EnC.Marxy F.Engels:
Corresponden
cia. Bs.As., Cartago, 1973.p.207.
30 La paz
democrtica
actualmente vigente en
nuestra Amrica
hasido
previamente abonada
porla
barbarie
de Videla, Pinochet, Stroessner, Somoza, etc. Sin sta no se entiende aqulla. La paz contractual ha sido
hijalegtimadelcastigoy laviolencia,lapuniciny ladominacin, tpicosquequedanregularmente fuera
del discurso social y poltico en la habitual teorizacin acerca de la transicin a la democracia ...
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17/42
Utopa y Praxis Latinoamericana.
Ao
5,No. 9 2000),
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7-48 23
Anlogamente,
con la
ruptura
y
posterior construccin de nuevas relaciones,
espec
ficamentecapitalistas,sucedelo mismo.Es necesarioir msall de lodirectamenteobser
vable,
analizar y
descubrir
otro mbito
que
est oculto ,
que
noaparece sinos
circuns
cribimos y
nos
quedamos
nicamente en
laesfera
apariencial:
el de la
lucha de clases
yla
confrontacin.
El
capital separa para
volver
a
reunir
de
otra
manera, ahora
bajo
su
mirada vigilante,
su
dominacin, su
disciplinay
su
control. Las nuevas
relaciones sociales son
elproducto
de
un enfrentamiento previo que
provoca
una ruptura en anteriores relaciones sociales. Qu
tipo
de ruptura? Qu tipo de unidad previa es laque se
corta
yse violenta?
Slo
podremos
entender
laruptura sipreviamente examinamos qu tipo de relacin esla
que
serompe se
gn Marx (denominada porl la
existencia
dual del
sujeto ).
La experiencia inmediata, correspondiente alaesfera apariencial en la
sociedad
capi
talista,
nos muestra
que
existe
unaclase
social
de
trabajadores totalmente
libres . Libres
enundoble sentido: noestn
sujetos territorialmente
al dominio deningn seor, y
tam
bin
libres
enel
sentido
denoposeer
ninguna
propiedad,
sometidos
auna
desnudez total,
pues
lo
nico
que
poseen
essu
capacidad
de
trabajo,
su
fuerza
de
trabajo.
El
tpico
sujeto
libre
de
laideologa
burguesa
(en el
campo
jurdico,
en elterreno
de
laeconoma poltica,
etc, etc). Laapariencia nos indica que esta existencia
tiene
un carcter ahistrico, eterno, y
elsentido
comn
lo
esquematiza
y
legitima
mediante ellugar comn que sostiene
siempre
fue asy
siempre
lo
ser .
Largos
aos de
ejercicio de la
hegemona fueron
necesarios
para
inocularsemejante creenciaen las masaspopulares.
Pero Marx,
desnaturalizando
lasrelaciones
sociales
capitalistas, plantea queestono
esms
que un resultado
del proceso
histrico
que funciona enel
modo
de
produccin
capi
talista como uno de los supuestos necesarios para constituir la relacin social decapital.
Este
supuesto
bsico
es
producto
de
un
largo
proceso
de
rupturas
de
la
unidad
primige
nia ,
delaexistencia dual. Estaltima
consiste
enqueel
individuo,
enun
estadio histrico
anterior
a
aqul
enelquesehan
producido
las
rupturas histricas,
no
estaba separado
desus
condiciones objetivas de
existencia,
de
sus
medios devida, de
sus
medios deproduccin.
En larelacinsocialcapitalistaestosmediosse volvernajenos,se autonomizarncobran
doexistencia y
vida
propias, apartir delocual seleopondrn -demanera hostil- como capi
tal,
como trabajo muerto
objetivado
y ajeno, como unmonstruoso
Frankenstein.
Un
pro
ducto que someter a su productor.
Antes
dela
emergencia
del
capitalismo,
el
individuo, como
existencia
subjetiva,
y
suscondicionesde vida,comoexistenciaobjetiva,formabansegnMarxuna unidadori
ginaria .
Unidad
originariaquenotienenadaqueverniconunaesencia perdida enlahisto
ria, ni con un paraso abandonado.
Loquesexistienelpasado -sealaMarxyadesdesujuventud aunque reafirmndolo
luego ensumadurez- fuelaunidad deuncuerpo orgnico (elindividuo, elcuerpo humano de
los
hombres y
mujeres)
y
uno
inorgnico31 (sus
medios
de vida,
latierra, lanaturaleza) arti-
31
Podemos encontrar
yaenlos
primeros manuscritos
deMarx la
idea
de
concebir
la
naturaleza como
la
prolon
gacin objetivadelpropioser
humano:
Lanaturalezaeselcuerpoinorgnico delhombre, esdecir, lanatura
lezaen cuanto noesellamisma elcuerpo humano . Cfr.C.Marx: Manuscritos de 1844 . EnC. Marx:
Escri
tosde
juventud. Op.Cit.pp.599-600. Pero
apartirde1857-1858 estamisma ideair
adquiriendo perfiles
ms
ntidosen tanto ahora se la circunscribea un determinado perodohistrico,aqueldondeno predominala
produccindevaloresdecambiosinovaloresdeuso.Cfr.C.Marx:
Elementos
fundamentalesparala
crtica
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Nstor KOHAN
24 Esposibleuna filosofapoltica
marxista
?
culados
en
una
unidad
primigenia : larelacin depropiedad32. Unidad fisurada, quebrada
ydestruida en
un
proceso
histrico de
rupturas. Entre laexistencia
subjetiva
yla
existencia
objetiva, ahora separadas, se interpondr altivo ysoberbio en elperodo
histrico
que corres
ponde al
modo de
produccin
capitalista, el
capital. Este ltimo previamente separa y
aisla,
para luego volver areunir,
pero
en una nueva relacin, bajo
su
propio dominacin.
La condi
cin imprescindible
que
se
debe
cumplir
para poder constituir
la
relacin
de
capital
es
la
rup
tura
de
la
propiedad33, de
launidad entre
el ser
humano ylatierra.
La primera tiene
lugar a
partir de un
proceso
histrico de
expropiacin material
de las
clases populares
mediante el
uso de la violencia, el robo, la estafa, etc., en el desarrollode la lucha de clases.
Esta relacin
social
previaen la cuallos individuos se encontraban estrechamente
unidos a suscondiciones devida-loquenoimplica comunismo primitivo como errnea
mente supuso el
antroplogo evolucionista
Lewis Morgan (ycon l, elltimo Engels)- ser
anulada a
partir
delaconfrontacin. Elresultado ser laproduccin dequiebres y
fisuras
en
la
relacin
depropiedad dela
tierra,
a
partir
de
los cuales
porun
lado quedarn
las
condicio
nes
objetivas
de
vida
(los
medios
de
subsistencia,
ahora autnomos)
y,
por
el
otro,
los
indi
viduos
despojados
desu
naturaleza
inorgnica , restndoles
slo
su
capacidad
laboral,
su
capacidad viva
de
trabajo,
sufuerza
de
trabajo.
Escisin
completa einversin total del
suje
to y el objeto.
Como
producto dela
ruptura tendremos
dos polos: los
medios
deproduccin, enma
nosahoradelcapitalista, y la fuerzade trabajo, despojada detodapropiedad, o sea,expro
piada,
yjustamente estas dos son
las
condiciones imprescindibles ynecesarias sin
las cua
les no se puedeconstituirla relacinsocialde capital.
L VIOLEN I OMOFUERZ E ONMI
Enel
mejor
delos
casos,
las
vertientes economicistas
del
marxismo han
reconocido
parcialmente cierto lugar terico
a la
violencia como generadora
de
rupturas
entre
los
pro
ductores ysus
medios
deproduccin.
Pero
invariablemente selaha
circunscripto
aunpe
rodo exclusivamente precapitalista. A un pecado de juventud.
Laviolencia, el robo,la estafay demsmecanismos delpoder,habrancumplido su
papel
enla
niez del capitalismo,
en
los
orgenes.
Pero
a
partir
deallnunca
ms
se
habran
hecho
presentes
enlosprocesos sociales del modo deproduccin
capitalista.
Silohicieron,
slo fueron fenmenos aleatorios que no penetran en la esencia del capital. Esta lectura se
de la economapoltica
[Grundrisse].
Tomo I, Op.Cit.p.444.
32
Propiedad,
no
significa entonces originariamente -seala Marx- sino
el
comportamiento
del
hombre
consus
condiciones naturales deproduccin comosuscondiciones pertenecientes al,
suyas,
presupuestas juntocon
supropia existencia; comportamiento con
ellas
como con
presupuestos
naturales desmismo, queporasde
cirlo,sloconstituyen la prolongacin desu
cuerpo .
Cfr.C.Marx: Grundrisse. Tomo I, Op.Cit.p.452.
33 Siunsupuesto del
trabajo asalariado
yuna delas
condiciones
histricas delcapital esel
trabajo libre
yelcam
biodeeste
trabajo
libre pordinero afindereproducir y
valorizar
eldinero, afindeserconsumido poreldinero
comovalordeuso,nocomodisfrute sinocomovalordeusoparaeldinero,delmismomodo,otrosupuestoesla
separacin
del trabajo
libre con
respecto
alascondiciones
objetivas
desurealizacin, con
respecto
almedio de
trabajo
yal
material
detrabajo .
Cfr.
C.
Marx: Grundrisse.
Tomo I,
Op.Cit.p.433.
Este tipo de
proceso histrico
forma tcitamente parteinmanente dela principal
categora
deElCapital: Enla
frmula
del
capital
[...] est
implcita
lanopropiedad dela
tierra,
se
niega
aquel
estado
enelcualel
individuo
que
trabaja
se
comporta
conla
tierra
como
conalgo
propio,
estoes,que
trabaja,
que
produce,
como propietario delsuelo [...] En
consecuencia,
enla
relacin
del
trabajador
conlas
condiciones
del
trabajo
en
cuanto capital,
este
estado histrico
[es]
negado
d abord comocomportamiento que implicauna relacin msplenade propiedad . Idem.p.460.
7/26/2019 18653-19Es posible una flosofa poltica marxista?581-2-PB
19/42
Utopa y
Praxis
Latinoamericana. Ao5,
No.
9 (2000), pp. 7-48 25
apoya
en
cierto pasaje de Marx34
donde deja
una puerta abierta para hilar esta argumenta
cin, pues pone el nfasis enlahistoria
contempornea frente
a lahistoria
pasada,
enlal
gica
frente
a la
historia,
enel orden
estructural frente
al
gentico-procesual.
Nosedeberasubestimarestenfasismetodolgicomarxiano otorgadoalahistorici
daddel
presente
estructural,
elque
tiene clara prioridad
enel
modo
de
exposicin
de
ElCa
pital
por sobre la ordenacinmeramente cronolgica histrica. Precisamente la obra no
empieza sujustificacin lgica porlahistoria -que como dijimos aparece recin enelcap
tuloXXIVsobrelaacumulacin originaria- sinoporel presente, lageneralizacin dela for
ma social mercanca . Se comienzapor lo ltimopara invertire ir hacia atrs.
Perosi seguimos linealmente estalectura podramos caerenelerrordepensarlavio
lencia ylosdems mtodos caractersticos delproceso deacumulacin originaria en forma
anloga aun
primer
motor aristotlico, que acta slo enlosorgenes pero que desaparece
completamente en la historia posterior.
Porelcontrario, cuando Marx serefiere a losprocesos derupturas violentas delapro
piedady de las relaciones sociales preexistentes no hace en ningnmomento un anlisis
evolutivo, sinoquelosplantea como constitutivos en
forma
estructural
respecto
delasrela
cionessocialescapitalistaspresentes.En lasqueaparecencomorelacionesexclusivamente
econmicas hay-implcitaoexplcitamente, segnelcaso-relaciones depodery deviolen
cia.Las relaciones de lucha, deconfrontacin, de enfrentamiento -incluso conunaltogra
dodeviolencia entrelasfuerzas queseenfrentan- nosloconstituyen unaexplicacin ge
ntica
delosprocesos sociales delmodo deproduccin capitalista: tambin estn presentes
estructuralmente una vez
que
los ltimos yase
han
constituido35.
Marxreafirmaqueen el capitalismo desarrollado -o sea, en el modode produccin
capitalistayaconstituido- sigueusndose laviolencia cuando es
necesaria.
Aunque acla
ra a continuacin que sloexcepcionalmente . Pero,de cualquiermanera, sigueusndo
se.Noestexcluida(lahistoriadelsigloXXlohareafirmadoampliamenteenelplanoem
prico.Baste sinorecordar el fascismoyelnazismo,por nomencionar las dictaduraslatino
americanas).Sucedequeesta violencia extraeconmica no slo ayuday reproducedesde
afuera yenforma externa lasrelaciones econmicas yaconstituidas sinoque,adems, pasa
a
conformar
uno de
los elementos estructurales36 (aunque
no el
nico,
como
haba sosteni
do en su momentoDhring)de las relaciones socialesde produccin.
34 Una vezpresupuesta-nosdiceMarx en losmismos
Grundrisse-
la produccinfundada enel capital lacon
dicindequeparaponersecomocapitalelcapitalistadebeintroducirenlacirculacinvaloresproducidospor
su propio trabajo o dealgn otromodo -no slopor el trabajo asalariadoyaexistente pasado- corresponde a
lascondiciones antediluvianas delcapital.Estoes, a supuestoshistricos, queprecisamente, en cuantotales
supuestos histricos pertenecen al pasado y por tanto a la historia de su formacin, pero deningn modo a la
historiacontempornea[...].Corresponde,porelcontrario, a sussupuestospasados,a lossupuestosdesuori
gen, abolidos en su existencia . Idem.p.420.
35 La organizacindel proceso capitalistade produccindesarrollado-afirma MarxenElCapital- quebranta
toda resistencia; la generacin constante de una superpoblacin relativa mantiene la ley de la oferta y la de
manda de trabajo, y por tanto el salario, dentro de los carriles que convienen a las necesidades de valorizacin
del capital; la coaccin sorda de las relaciones econmicas pone sello a la dominacin del capitalista sobre el
obrero. Sigue usndose siempre, la violencia extraeconmica, pero slo excepcionalmente . Cfr. C.Marx:
El
Capital. Op.Cit. Tomo I, Vol.III.p.922.
36 Ella misma es una potencia econmica . Cfr. C. Marx: El Capital.Op.Cit.p.940.
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20/42
Ns tor KOHAN
26 Es posible unafilosofa poltica marxista?
Se debe asumir sin ambigedadesy reconocer toda ladensidad tericadeesta refle
xindeMarx,segnla cualenelcapitalismo desarrollado, yaconstituido sobresuspropias
bases, la violencia puede llegar a cumplir un papel y una misin centrales como palanca
econmica y no slo comoelementode la superestructura de la sociedad.Hoy ya no se
puedeseguir sosteniendo -desdeel marxismo crtico-el dualismo dicotmico clsicodel
iusnaturalismo:cuerpo (economa)por un lado, y espritu ( superestructura dentro de la
cual se ubicara la violencia y el poder) por el otro.
El debate no constituye una cuestin libresca o escolstica. Si Marx lo dijo o no lo
dijo.Lasguerras quehavivido elsigloXX-conmillones de
muertos
encada
una-,
losge
nocidios peridicos -fundamentalmente enAmricaLatinayenparticularennuestropas-,
no son un accidente de lahistoria. El capital necesita lamatanzacomo elemento estructu
rante, disciplinador.Nopuede reproducirse sin ella. Elmarxismodebepoderestar a laaltu
ra de lahistoria, debe tirar por labordael lastredel economicismo.Nopuede hoy sin escn
dalo seguirpostulndose dogmticamente que la violenciay el ejercicioeconmico de la
fuerza material correspondieron slo a las etapas precapitalistas. Ni la teora ni la realidad
resisten semejante afirmacin.
Estos enfrentamientosproducidos por la lucha de clases e implicados en esas relacio
nes no son siempre directamente observables desde el plano apariencial y la representa
cin catica del comienzo del conocimiento. S lo son en el caso de una guerra, pero el en
frentamiento no siempre llega a la guerra. Puede ser que desde laobservacin inmediata de
los hechos y datos empricos -mediada y moldeadapor el paradigma del sentido comn
burgusconstruidohistricamente-no aparezca laluchadeclasesysusenfrentamientos.
Pero metodolgicamente debemos avanzar ms all y hallarlos, para poder aprehenderlos
conceptualmente.All, en los denominados hechos objetivos , donde reina la paz hay
contradicciones sociales implcitas que debemos desempolvarmediante el uso metodol
gico de la abstraccin, en el anlisis de la lucha de clases.
Intentemos entonces aprehender las contradicciones inmanentes que subyacen en las
principales categoras de
El Capital.
Marx plantea que la mercanca y el dinero slo se transforman en capital si forman
parte de determinada relacin social constituida a partir y sobre la base de la confrontacin
y el enfrentamiento de dos clases: la de los propietarios de la mercanca dinero y la de los
propietarios de la mercanca fuerza d