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Acerca de la conformación de gramáticas en los nuevos medios: el caso de los diarios
electrónicos*.
Andrés M. Cuesta ([email protected]) - Mariano Zelcer ([email protected]) Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires – Septiembre de 2002
Área de interés 9 (Discursos, lenguajes, textos) – Palabras claves: Internet - Semiótica - Diarios
1. INTRODUCCIÓN1
Existe en Internet una clase de textos socialmente identificados como periódicos, más precisamente
como diarios electrónicos. Si bien usualmente el diario es definido como un medio, en este trabajo
será considerado como un género discursivo, es decir un conjunto de textos que se caracterizan por
presentar ciertas regularidades en su configuración retórica, temática y enunciativa. Tales
regularidades funcionan justamente como gramáticas2 que actúan tanto en la producción como en el
reconocimiento social de esta clase de discursos. Por “medio”, en cambio, se entenderá “todo
dispositivo técnico o conjunto de ellos que –con sus prácticas sociales vinculadas– permiten la
relación discursiva entre individuos y/o sectores sociales, más allá del contacto cara a cara”
(Fernández, 1997:34). En este sentido, es evidente que el diario puede emplazarse en dos medios: o
bien los gráficos o bien Internet. Por ello, desde la aparición de los periódicos electrónicos es posible
considerar al diario como un transgénero: ciertas restricciones discursivas propias del género en su
emplazamiento original se trasladan al nuevo medio y permiten su producción y reconocimiento social
en un soporte novedoso.
El fenómeno de la transposición de los diarios a Internet fue estudiado por los autores de este trabajo
en una investigación anterior, realizada entre 1997 y 2000. En aquella oportunidad se analizaban,
desde una perspectiva semiótica, los primeros momentos de la transposición de los periódicos,
emplazados hasta entonces exclusivamente en el soporte papel y los medios gráficos, hacia la pantalla
digital e Internet3. Partiendo del supuesto de que todo fenómeno transpositivo implica un doble
movimiento de isomorfización y al mismo tiempo de diferenciación (Traversa, 1986), aquel análisis se
* Este trabajo fue presentado en las Jornadas de Formación en el Periodismo y la Comunicación Social en la Convergencia Digital, Buenos Aires, Argentina y en las VI Jornadas Nacionales de Investigadores en Comunicación, Córdoba, Argentina, 2002. 1 Una parte importante de este trabajo ha sido adelantada en la ponencia “Diarios electrónicos: una actualización” presentada en el V° Congreso de la Federación Latinoamericana de Semiótica (FELS), realizado en Buenos Aires entre el 28 y el 31 de agosto de 2002. 2 Empleamos el término gramáticas en el sentido que lo hace Eliseo Verón (1996), para referirnos a las reglas que actúan ya sea en la producción o en el reconocimiento de un determinado discurso o conjunto textual. 3 El trabajo original fue escrito a principios de 1998 y presentado, en forma resumida, en noviembre de ese año en las Cuartas Jornadas de Investigadores de la Cultura, organizadas por el Instituto Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. En el año 2000 se realizó una actualización de dicho trabajo, titulada “El
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centraba fundamentalmente en las variaciones que el diario experimentaba en su nuevo soporte. De
esta manera, se circunscribían y describían tres áreas de especial interés: los cambios registrados en la
temporalidad, las variaciones manifestadas en la espacialidad y finalmente las alteraciones producidas
a nivel enunciativo, es decir en la construcción de una escena comunicacional textual.
Si bien muchas de las observaciones presentes en aquel trabajo pionero siguen teniendo vigencia, los
diarios electrónicos han registrado numerosos cambios en los últimos tiempos.
Más allá de las variaciones en términos discursivos, también se ha modificado el mercado en el que se
insertan los periódicos. Uno de los fenómenos más relevantes ha sido la expansión de los periódicos
impresos de distribución gratuita –con diverso grado de continuidad–. En algún sentido, los diarios
electrónicos también son de carácter gratuito. Salvo algunas excepciones (Ámbito Web o El Cronista
Comercial), la gran mayoría es por el momento de acceso libre y no arancelado. Por otra parte, a
diferencia de lo que ocurría hace algunos años, la lectura de los diarios electrónicos ya no es de
carácter marginal. El volumen de usuarios de Internet se ha multiplicado exponencialmente4 y entre
los sitios más visitados se encuentran los diarios on line, detrás de los principales buscadores y
servidores de correo electrónico. En algunos casos hasta pueden llegar a tener mayor cantidad de
visitantes que muchos de los grandes portales (Terra, UOL, AOL, etc.)5. De hecho, la proliferación y
expansión de los periódicos gratuitos podría llegar a pensarse como una “ofensiva” de los medios
gráficos tendente a no perder terreno en el campo de la información.
Teniendo en cuenta los importantes cambios ocurridos en los últimos años en torno del género, este
trabajo se presenta como una continuación del anterior y se inscribe en el proyecto UBACyT S-068.
Mientras que el primer trabajo se centraba en las variaciones existentes entre el diario en papel y el
diario electrónico, éste hará foco en la evolución del género en su nuevo soporte. Es decir: priorizará
una mirada diacrónica, atenta al proceso –aún en curso– de estabilización de esta clase de textos en su
nuevo emplazamiento mediático, aunque sin desatender los vínculos que se establecen con el género
en su soporte original.
Inicialmente se trabajará sobre las expansiones temáticas del diario electrónico, que serán vinculadas
con las posibilidades discursivas abiertas por el dispositivo técnico. Se hará especial foco en las
actualizaciones, buscando relacionar su crecimiento con los rasgos temáticos propios del género.
Luego se abordará la forma de hipertextualidad observada en los diarios electrónicos, para
diferenciarla de aquella propia de los diarios impresos. Se llamará la atención sobre un particular
diario en la pantalla. La transposición de los periódicos a Internet”. En ella se desarrolla con mayor profundidad la discusión en torno a la consideración del diario como género o medio. 4 Según una medición de Nielsen Net Ratings, en julio de 2001 la Argentina contaba con 3,88 millones de usuarios de Internet (alrededor del 10% de la población), mientras que en febrero de 2000 esa cifra ascendía a sólo 800.000 usuarios –según un estudio de Júpiter Communications– y a menos de la mitad este valor en agosto de 1999 (según datos publicados por Prince & Cook). Mayor información estadística de carácter internacional puede consultarse en la Asociación Usuarios de Internet: http://www.aui.es/estadi/iestadi.htm 5 Consultar: http://www.noticiasdeinternet.com/contents/hoy/11-confidencial_17.htm
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modo de organización de la información –el encapsulamiento– y se indagará sobre la especificidad del
“hojeo” en el diario electrónico. También se desarrollarán algunas consideraciones acerca del
dispositivo denominado “tiempo estimado de lectura”.
La problemática del hipermedio se abordará a través de una caracterización y diferenciación del modo
en el cual se articulaban las producciones textuales provenientes de otros medios (radio, televisión) en
el diario electrónico hace algunos años y el modo en el cual lo hacen actualmente. Así, se dará cuenta
de una distinción entre plurimedialidad e hipermedialidad.
Para el análisis de la dimensión enunciativa de los diarios electrónicos se seguirán dos ejes: por un
lado, se caracterizarán los efectos que tienen sobre la construcción de las figuras de la enunciación los
dispositivos interactivos de este tipo de textos. Por el otro, y en un nivel más general, se determinarán
los cambios y continuidades en la construcción del enunciatario en relación con el modelo
desarrollado en el trabajo anterior.
Finalmente, las conclusiones retomarán la mirada diacrónica para relacionar tres instancias: los diarios
impresos, los diarios electrónicos de la primera época y los diarios electrónicos contemporáneos. Se
buscará vincular los cambios generales observados en los diarios electrónicos con los producidos en
otros géneros y lenguajes en la historia de los medios.
2. EXPANSIONES TEMÁTICAS
En sus orígenes, el diario electrónico se publicaba una vez por día. Esta frecuencia era la misma con la
que aparecía su par de papel, y de hecho cada nueva edición del periódico digital se presentaba como
una transposición de su versión impresa. El nuevo medio en el que se emplazaba el género, sin
embargo, permitía actualizar la información con una periodicidad mucho mayor; virtualmente en
tiempo real. Pero esta posibilidad no era explotada; antes bien, permanecía la frecuencia diaria, en lo
que constituía una marca del género. Marca que, por su parte, era adjudicable –al menos en parte– a
un condicionamiento del dispositivo originario del diario: la imprenta imponía –como lo hace aún
hoy– una inevitable distancia entre las instancias de producción, impresión y distribución que no
permitía nunca un efecto de inmediatez. En cambio, Internet brinda esta posibilidad. Se podría objetar
que en el caso de los diarios electrónicos existe siempre la mediatización de la escritura, que impone
una distancia temporal. Esta duración, sin embargo, parece mínima y casi despreciable frente a la
desaparición de los tiempos de impresión y de distribución; en la práctica –y de acuerdo con los
metadiscursos sociales sobre el medio– Internet posee desde sus inicios la capacidad de transmitir
información en tiempo real.
En 1998 señalábamos, sin embargo, una particularidad que en su momento constituía una marca
estilística: un cierto diario electrónico, La Nación, había expandido los límites del género explotando
la inmediatez del dispositivo, y había incluido dentro de sus tematizaciones algunas referencias al
ahora, hablando –por ejemplo– de la temperatura que había en Buenos Aires en el momento de
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lectura del diario. Sin embargo, estas nuevas tematizaciones ocupaban un lugar limitado: se
encontraban en recuadros laterales, o en una estilizada barra superior a través de la cual desfilaban las
noticias como en una marquesina. Otros diarios, por ese entonces, no hablaban del presente inmediato.
En el período que va desde 1998 hasta 2002, uno de los cambios más significativos en la
configuración de los diarios electrónicos ha sido la inclusión y progresiva jerarquización de las
noticias de último momento, o
referidas al ahora6 (figura 1).
Como casos de interés, pueden
considerarse los sitios de
Clarín y La Nación, los dos
diarios electrónicos con mayor
cantidad de lectores en
Argentina. Estos sitios se
actualizan numerosas veces por
día, e incluyen las nuevas
noticias en un lugar más visible
que las “viejas” de la edición
matutina7.
Clarín publica de madrugada
su edición electrónica con una
portada que posee un contenido
similar a la del diario de papel.
Conforme transcurre el día, las
noticias más recientes aparecen
en la parte superior de la
página de acceso al diario –
bajo el título “último
momento”–, mientras que las
noticias de la mañana son
desplazadas hacia abajo y
separadas con por una barra
que indica que corresponden a
6 Y por ello formuladas muchas veces en presente, por ejemplo: “River empata 0 a 0 contra Newells”. 7 Marcela Zena (2002) ha indagado exhaustivamente desde una perspectiva semiótica acerca de las diferencias y similitudes estilísticas entre los dos diarios electrónicos a los que estamos haciendo referencia aquí.
Figura 1. La inmediatez del diario electrónico: algunas noticias aparecen formuladas en tiempo presente.
Figura 2. La edición matutina de Clarín queda en la parte inferior de la pantalla, separada por una barra.
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la “edición matutina” (figura 2). El número de noticias disponibles crece durante el día, y la “primera
plana”8 se renueva varias veces, hasta que en la madrugada siguiente sale la nueva edición, y el diario
pasa a engrosar la “hemeroteca electrónica” de las ediciones anteriores9.
En La Nación, el peso de las noticias recientes es aún mayor. Ocupan permanentemente la zona
superior de la pantalla, y –de no ser por la inclusión de la hora de publicación10– no hay rasgos que las
distingan de las publicadas en la madrugada. La portada matutina no se conserva durante el resto del
día: el sitio se presenta como un continuo fluir de información. En otras palabras, el diario electrónico
toma el contenido del impreso sólo como un insumo más, al que excede largamente. Sin embargo, la
memoria de La Nación en su versión electrónica está organizada por ediciones asociadas a fechas
singulares: en un punto, este fluido se fragmenta en conjuntos de noticias que reponen las ediciones
cotidianas del diario.
De la observación de estas y otras publicaciones electrónicas se desprende que –junto a la
tematización del pasado reciente (“esto pasó ayer”), que era propia de los diarios en su soporte
original– una de las marcas temáticas más fuertes del género en su nuevo soporte es la inclusión de
noticias que se presentan como del pasado inmediato (“esto acaba de pasar”) y aun del presente (“esto
está pasando”). A la construcción de esta actualidad en curso contribuyen varios rasgos ya
mencionados: la inclusión de la hora de publicación de cada una de las noticias, la presencia de
información que sólo tiene validez si está actualizada al presente inmediato (estado del tránsito,
temperatura, cotización de divisas, etc.) y la formulación de títulos en tiempo presente son algunos de
ellos. Hoy puede decirse que los diarios electrónicos son tal vez los sitios que más frecuentemente se
actualizan11.
Esta suerte de compulsión constante de los diarios electrónicos a la actualización no es caprichosa. El
hecho de que el dispositivo permita innovaciones permanentes no explica de ningún modo que éstas
se produzcan; prueba de ello es que casi todos los sitios web permanecen iguales a sí mismos, o con
ligeras variaciones, con el correr del tiempo.
El crecimiento vertiginoso de las actualizaciones puede ser explicado en términos de un encuentro
fecundo entre dos propiedades de distinta naturaleza. Por un lado, una propiedad del dispositivo
técnico: la posibilidad de renovar el contenido de un sitio y de distribuir su información en tiempo real
tantas veces como se desee. Esto es lo que hemos llamado posibilidad de actualización. Por el otro,
8 Nos referimos a la página de ingreso. Como ya dijimos, “es una característica de los hipertextos emplazados en la Web el hecho de que haya una página de ingreso a un sitio (home page) (...) Así, los diarios electrónicos tienen una página retóricamente equivalente a la tapa” (Cuesta y Zelcer, 2000). 9 Para un desarrollo más extenso del diario electrónico como hemeroteca, véase Cuesta y Zelcer (2000). 10 Las notas publicadas en la madrugada no incluyen la hora de publicación. En cambio, junto a las noticias producidas en las actualizaciones se consigna la hora exacta en la cual fueron puestas en línea. Este rasgo diferencial se observa también en Clarín y en otros diarios electrónicos. 11 Aun así, se observan diferencias relevantes de un sitio a otro, sobre las que volveremos más adelante.
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una propiedad de naturaleza discursiva: el objeto12 construido por los diarios o el tema13 elaborado por
ellos: ese conglomerado de informaciones que constituye lo que socialmente se denomina
actualidad14.
El fenómeno consiste, entonces, en que un género que trabaja sobre la actualidad encuentra un
dispositivo que le permite actualizarse permanentemente. Era de esperar que el diario en su versión
electrónica explotara esta posibilidad. De todos modos, la utilización de este recurso que ofrece
Internet no se extendió desde un primer momento, sino que fue producto de un proceso de
asentamiento en el nuevo soporte.
Si por un lado el par actualizaciones/actualidad resulta un encuentro fecundo, por el otro introduce una
tensión en relación con los límites del género. Sobre ella volveremos más adelante.
3. DOS MODELOS HIPERTEXTUALES
En el trabajo anterior se señalaba que tanto el diario en papel como el diario electrónico se
caracterizan por una organización hipertextual, ya que ambos promueven una lectura no secuencial.
Los títulos, copetes, bajadas y destacados, por ejemplo, constituyen dispositivos textuales que
permiten una lectura no lineal en el diario impreso. En el periódico digital, tal función la cumplen los
links o enlaces que reenvían de una página a otra. En aquella investigación, también se resaltaba que
los periódicos electrónicos habían potenciado las posibilidades de lectura no secuencial ya presentes
en el diario impreso. Si bien tal afirmación sigue teniendo validez, en la actualidad es posible avanzar
un poco más en relación con esta propiedad. Efectivamente, en ambos soportes el diario se organiza
hipertextualmente; sin embargo, en cada uno de ellos presenta características diferentes y –
fundamentalmente– propone distintos modos de acercamiento a la lectura. Se trata de dos modelos
claramente diferenciados: por un lado hay una hipertextualidad en superficie y por el otro, una
hipertextualidad en palimpsesto.
El diario impreso se presenta como un hipertexto en superficie: cuenta con una multiplicidad de
reenvíos en copresencia, ya sea en la misma página o en páginas distintas. Se encuentra organizado
como un hipertexto cuyo recorrido es fundamentalmente de carácter indicial: está gobernado por la
contigüidad. Y, en tanto segundidad, tiene límites precisos: la extensión del diario.
El hipertexto electrónico, en cambio, recicla la práctica de la escritura en palimpsesto15. Mediante la
activación de cualquier enlace, la pantalla se desvanece y emerge una nueva. Sin embargo, en el diario
12 Empleamos aquí el término objeto en el sentido que lo hace Eliseo Verón (1996), como las ideas o representaciones elaboradas por un discurso. Verón, a su vez, está retomando esta noción de Peirce (1987). 13 El concepto de tema lo empleamos en el sentido en que lo hace Oscar Steimberg (1993), quien a su vez lo retoma de Cesare Segre (1985). Según Steimberg, los rasgos de tipo temático –junto con los retóricos y enunciativos– son los que permiten caracterizar a un género discursivo y diferenciarlo de otros. Como se ha consignado en la introducción de este trabajo, se considera aquí al diario como un género discursivo. 14 Eliseo Verón postula que la actualidad es una construcción producida por los discursos mediáticos (noticieros de TV, artículos en los diarios, flashes informativos de las radios, etc.). Puntualmente, concibe la actualidad como “la producción de la realidad social como experiencia colectiva”, es decir como un fragmento de lo real social (Verón, 1987).
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Figura 3. La relación entre artículos vecinos se indica verbalmente.
electrónico no hay reenvíos en copresencia16: la lectura no secuencial no se rige por un patrón indicial
sino, principalmente, por un patrón de orden simbólico. Esto no niega que marginalmente sigan
existiendo apelaciones de carácter indicial: las piezas publicitarias implican, usualmente, un
predominio de la función fática17. De todos modos, no caben dudas que los banners no constituyen un
elemento distintivo del diario electrónico, sino sólo un componente característico de múltiples clases
de textos emplazados en la Web. Por otra parte, las home pages de los diarios electrónicos –que,
como se ha dicho, ocupan retóricamente un lugar comparable al de las portadas de los diarios–
también juegan con variaciones en el cuerpo de los titulares, en el uso de colores y de otros
dispositivos de carácter indicial que guían la lectura. Sin embargo, actualmente, estos componentes
tienden a presentar menor fuerza en los diarios electrónicos que en los diarios impresos.
Al mismo tiempo, se observa en los diarios electrónicos contemporáneos otro fenómeno: el aumento
de la cantidad de noticias que se presentan en la página inicial. Su número, que de madrugada llega a
duplicar la cantidad presente en las portadas de papel, crece aún más durante el día, a medida que
nuevas actualizaciones van modificando la configuración de la home page18. En definitiva, se ha
modificado la forma en que esta suerte de tapa electrónica se da a leer. La abultada ampliación de la
cantidad de noticias actúa debilitando las diferencias de carácter indicial que guían la lectura no
secuencial en el diario impreso. Los elementos simbólicos, es decir, la escritura propiamente dicha,
gana lugar frente a la diagramación.
Por otra parte, el hipertexto
electrónico implica un
rasgo novedoso en el
diario: el encapsulamiento
de la información. Cada
título implica el acceso a
una noticia independiente,
cuyo desarrollo permanece
oculto hasta tanto se siga el
enlace correspondiente. En
ocasiones, se explicitan
15 En el trabajo anterior se utilizaba esta metáfora para explicar la articulación entre la restricción espacial de la pantalla y la expansión del diario electrónico en un espacio virtual prácticamente sin límites, que permite almacenar tanto la edición del día como las anteriores, suplementos especiales e información ausente en las versiones impresas. La metáfora del palimpsesto había sido trabajada con anterioridad por Jorge Rivera (1994) . 16 La única alternativa consiste en navegar utilizando dos o más navegadores al mismo tiempo. Sin embargo, en ese caso no se estarían actualizando enlaces, sino abriendo diferentes páginas del mismo diario en forma simultánea. 17 Tomamos esta noción de Roman Jakobson (1985). 18 Un rápido relevamiento, permite observar que frente a las 10 o 15 noticias independientes que pueden observarse normalmente en las tapas impresas de los diarios Clarín o La Nación, sus versiones digitales cuentan, a las últimas horas del día, con una cantidad que oscila entre los 30 y 60 enlaces a notas o información actualizada en tiempo “casi” real.
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Figura 4. El “tiempo estimado de lectura” de Clarín.
vínculos con otros artículos mediante una suerte de ventana de “notas relacionadas” (figura 3). Sin
embargo, dichos vínculos siempre están necesariamente verbalizados. En los diarios impresos, en
cambio, la relación suele estar establecida por una contigüidad material en la superficie del soporte,
sin necesidad de que medie algún tipo de aviso verbal.
En definitiva, el diario electrónico está proponiendo nuevas formas de acceder a la lectura que difieren
de las que propone el periódico impreso. La hipertextualidad tiene diferentes formas de
funcionamiento en cada uno de los soportes considerados y apela, en cada caso, a diferentes
mecanismos de lectura. Aquello que difiere en ambos soportes es el modo en que se propone la
práctica que llamamos “hojear el diario”. Esa lectura rápida, a vuelo de pájaro, que consiste en leer de
prisa algunos pasajes para tomar un ligero conocimiento del tema de un texto, supone competencias y
habilidades diferentes en el diario impreso y en el electrónico. En ambos casos se apela a ciertos
saberes, aunque de carácter netamente diferente. El recorrido es fundamentalmente indicial en el
diario impreso, mientras que en los diarios electrónicos prima el peso de los componentes simbólicos.
Se vuelve evidente, entonces, una suerte de paradoja: mientras el medio potencia la apertura al
iconismo y la indicialidad, las formas más actualizadas de los diarios electrónicos se centran en una
lectura guiada por los elementos simbólicos de manera más fuerte que los diarios impresos19.
4. EL “TIEMPO ESTIMADO DE LECTURA”
Un dispositivo particular que revela diferencias sustanciales sobre cómo se lee el diario electrónico
frente al diario impreso es el “tiempo estimado de lectura”, que puede encontrarse junto a cada link
que redirecciona a un artículo específico de la edición matutina de Clarin.com (figura 4). El “tiempo
estimado de lectura” no es más que un valor temporal que se incluye junto al título o la síntesis de una
noticia. Acompañado por el ícono de un
pequeño reloj, proporciona un número que
indica en forma aproximada el tiempo que
demandará leer una información antes de
ingresar a su desarrollo completo. Este
rasgo, al que los asiduos lectores de
diarios electrónicos están hoy
acostumbrados, es totalmente novedoso:
nunca ha existido en el diario de papel, y
tampoco estaba presente en los primeros
tiempos de los diarios electrónicos.
19 En Clarín, La Nación y La Razón, por ejemplo, existe una sección estrictamente orientada a proponer un hojeo completo del diario: “Todos los títulos”. Efectivamente, aquí prima una propuesta textual de recorrido de lectura guiado por componentes de carácter simbólico antes que indicial.
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En efecto, la inclusión del “tiempo estimado de lectura” en una publicación impresa resultaría
absurda. Al hojear el diario en papel, es posible realizar una mirada sobre la extensión de la nota y una
estimación del tiempo que implicará leerla. Esta estimación se emplea, por ejemplo, para decidir si
una nota se leerá o no, o si sólo se leerá en forma parcial. Tal “lectura no verbal” de los artículos que
propone todo hipertexto en superficie suele pasar inadvertida. Sin embargo, esta lectura se hace
evidente cuando se manifiesta una restricción que impide efectuarla. Esto es, justamente, lo que ocurre
con los diarios electrónicos.
En su nuevo soporte, los diarios pierden la organización espacial de página propia del diario
impreso20. Aquellos indicios que brinda el diario de papel y que reclaman una “lectura no verbal”
sobre el tiempo que puede demorar la lectura de una nota, en el diario electrónico se enuncian y
convierten en indicaciones precisas. El “tiempo se estimado de lectura” es, en el periódico on line, un
dato duro y explicitado en forma directa por el enunciador21. Este novedoso dispositivo pone en
evidencia tanto una restricción del dispositivo técnico como una insistencia en la web del modo en que
los diarios impresos se dan a leer.
En el proceso de estabilización del género en su nuevo soporte, se produce este fenómeno de
ambigüedad: mientras el diario electrónico propone una lectura hipertextual que difiere de la del
impreso, al mismo tiempo suple con novedosos dispositivos de carácter simbólico ciertas “pérdidas”
derivadas de las nuevas restricciones del dispositivo técnico (que al mismo tiempo presenta evidentes
“beneficios”, especialmente en relación con las materias de la expresión y las posibilidades de
actualización). En efecto, toda transposición implica “pérdidas” y “ganancias” (Traversa, 1986): si la
aparición de ciertas tematizaciones como la temperatura, el estado del tránsito y el presente inmediato
en general habla de una posibilidad adicional que brinda el medio Internet frente a los medios
gráficos, el “tiempo estimado de lectura” habla de una restricción del dispositivo técnico y de una
modalidad discursiva que permite resarcir, de alguna manera, dicha pérdida.
5. INSISTENCIAS EN LAS LECTURAS
Varias de las marcas del diario electrónico que se acaban de describir –tales como el “tiempo estimado
de lectura” o los enlaces de “notas relacionadas”22– dan cuenta de insistencias en el polo del
reconocimiento. Frente a las restricciones del dispositivo técnico electrónico en relación con los
medios gráficos (fundamentalmente la pérdida de la visión completa de la página y el agrupamiento
20 Esta problemática se aborda con cierto detalle en el parágrafo 5.2 del trabajo anterior: “Páginas, el mismo nombre para una forma diferente de organización” (Cuesta y Zelcer, 2000). 21 Es necesario aclarar que en los diarios electrónicos existen algunos otros indicios que permitirían estimar la extensión de un artículo, tales como la altura de la barra de desplazamiento vertical o la cantidad de caracteres. Sin embargo, la lectura de estos indicios requiere de ciertas competencias informáticas que no supone, en forma necesaria, el enunciatario construido por los diarios electrónicos. 22 Pueden considerarse también otros rasgos textuales ya mencionados: la particular organización que cobra la hipertextualidad en palimpsesto, el abultado número de noticias en la tapa y la sección “Todos los títulos”.
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espacial de los artículos según criterios temáticos), el diario electrónico elabora dispositivos textuales
alternativos que parecen satisfacer la demanda de ciertas permanencias del lado de las lecturas. Como
resultado, y a diferencia de los primeros tiempos, el diario electrónico actual puede ser “hojeado”
(aunque de un modo diverso al de papel).
El fenómeno puede entenderse como un desfase entre las instancias de producción y reconocimiento:
los primeros diarios electrónicos, despojados de los “dispositivos de hojeo”, encontraron en el
reconocimiento insistencias para continuar con ciertas prácticas que regían históricamente la lectura
de los productos del género. Estas insistencias, recuperadas en la producción, son las marcas que se
hallan hoy en los periódicos digitales.
6. DEL PLURIMEDIO AL HIPERMEDIO
Adelantamos en el apartado anterior que una de las “ganancias” relativas que se han producido con la
transposición de los diarios desde los medios gráficos hacia Internet viene dada por la posibilidad de
explotar una mayor variedad de materias de la expresión. Esta posibilidad deriva de las propiedades
del medio en que se encuentran emplazados los diarios digitales: Internet. El complejo de dispositivos
técnicos que conforman esta red, junto con sus prácticas sociales asociadas, puede ser considerado un
hipermedio. Esta noción designa a los medios –habitualmente complejos– que, dada la variedad de
materias significantes que articulan (Verón, 1996), tienen “capacidad para absorber las producciones
discursivas propias de otros medios tales como la televisión, la radio o los medios gráficos” (Cuesta y
Zelcer, 2000). Los primeros diarios emplazados en la Web se caracterizaban por trabajar
exclusivamente con texto verbal e imágenes fijas, es decir, los mismos componentes23 que se
encuentran en los diarios impresos. No había en ellos sonidos ni imágenes móviles. Sin embargo,
desde un inicio los diarios permitieron ingresar a emisoras de radio, para escuchar ya fuera la
transmisión en vivo o el último noticiero transmitido. Más tarde, algunos diarios sumaron la
posibilidad de ver canales de noticias en vivo a través de Internet. De ese modo, el diario se
transformaba en una “puerta de entrada” a ciertas emisoras de radio y televisión, que parecían
transponerse sin más a la computadora. El efecto era de absorción: medios gráficos, radio y televisión
aparecían ahora en un soporte digital. Lo que antes estaba separado en tres medios, ahora era accesible
a través del producto de uno: los diarios digitales de Internet. Así, el diario se volvía una suerte de
plurimedio informativo. Decimos plurimedio, y no hipermedio: la organización de los diarios
presentaba los diferentes componentes –audio radiofónico, imagen televisiva, texto e imagen fija–
como múltiples transposiciones llanas e independientes entre sí.
Los diarios electrónicos actuales, en cambio, explotan de un modo distinto la posibilidad de Internet
de albergar producciones de otros medios. Junto a algunas noticias (habitualmente las que se han
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Figura 5. Una noticia de un diario electrónico contemporáneo que permite acceder a imágenes televisivas o audio radiofónico sobre el mismo contenido.
renovado en el mismo día) se observa un enlace que brinda la posibilidad de ver una nota televisiva o
de oír un fragmento de audio radiofónico relacionados con el tema (figura 5).
Es decir: las distintas producciones se reúnen en un único lugar a partir de un determinado contenido.
Como resultado, el diario electrónico informa más “hipermedialmente”. Ya no son absorbidas sin más
las transmisiones de las emisoras24: ahora hay una operación de selección y reunión a partir de
unidades de contenido. El efecto llano de transposición se pierde, para dar lugar a una configuración
de mayor integración entre las distintas materias. La organización general del diario, sin embargo,
sigue regida por el texto verbal escrito: los componentes que pautan alguna temporalidad (audio,
imagen móvil) permanecen encapsulados, detrás de un enlace que los nombra pero no deja verlos.
7. INTERACTIVIDAD
En los últimos tiempos, los periódicos electrónicos han ampliado su apelación a diferentes tipos de
recursos interactivos propios del nuevo medio. Efectivamente, Internet rompe con el modelo punto-
multipunto fundamentalmente unidireccional que caracteriza al diario impreso25. Solamente la
organización hipertextual ya implica la construcción de un enunciatario especialmente complejo: al
mismo tiempo que consume, produce26. Se trata de una imagen de lector que determina el circuito de
lectura mediante la activación de un recorrido particular frente a una gran variedad de circuitos
alternativos ofreci-
dos por el enuncia-
dor. Esta caracterís-
tica se ve potencia-
da en relación con
los primeros años
de presencia de los
diarios en la Web,
dada la multi-
plicación de links y
de noticias ofre-
cidas.
23 Empleamos aquí intencionalmente el término “componentes” y no “materia significante” dado que la clasificación que se propone no responde estrictamente a la definición de esta materia formulada por Verón (1996). 24 Aunque, se debe aclarar, la posibilidad de escuchar radio en vivo o ver un canal televisivo en tiempo real siguen estando presentes en varios diarios. 25 En el diario impreso también se presenta una apertura al feedback a través de las Cartas de Lectores, que se configuran como un espacio que el enunciador cede al enunciatario, brindando la posibilidad que lectores efectivos se construyan como dadores de parte del discurso que constituye el diario. 26 Varios teóricos dedicados al análisis de las nuevas tecnologías coinciden con esta observación desde sus propias perspectivas. Por ejemplo, Burbules y Callister (2000: 81) señalan: “el lector ya no se limita a consumir el texto, sino que contribuye a él de modo activo: la distinción entre autor y lector (...) comienza a desvanecerse”.
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Figura 6. Una encuesta de La Nación: el dispositivo para votar, presente en la home page.
Figura 7. Los resultados de la misma encuesta, en otra página del diario.
Figura 8. Un “ranking de notas” de La Nación.
De todos modos, la explotación de recursos interactivos va hoy más allá de la organización
hipertextual. En principio, pueden señalarse tres nuevos dispositivos recurrentes: las encuestas, el
ranking de notas y la figura de usuario registrado.
En primer lugar, casi todos los periódicos electrónicos cuentan hoy con alguna encuesta on line. Se
trata de un género incluido prácticamente infaltable en la home page de las principales publicaciones.
En este espacio, el destinatario es interpelado para participar opinando sobre algún tema de actualidad.
Se trata de un espacio que el enunciador cede al lector para que brinde su parecer en relación con
temas controvertidos, que usualmente forman parte central de la agenda noticiosa (figuras 6 y 7). El
diario reclama la opinión de su lector (que no puede gobernar) para luego hacerla pública. Por efecto
acumulativo, la voz del destinatario es recuperada por el enunciador bajo una forma de pseudo opinión
pública. El destinatario no sólo es consumidor, sino también productor de información y actualidad.
Un fenómeno similar ocurre en otro
espacio, que aunque con diferentes
denominaciones, es recurrente en los
diarios electrónicos más aggiornados.
Se trata de la sección que La Nación
define como “Ranking de notas”
(figura 8) y Clarín como “Las más
leídas”. El link a dichas secciones
ocupa espacios destacados de la barra
de navegación vertical de las dos
páginas de inicio y ambas se
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caracterizan por presentar un listado con los títulos de la edición del día que hayan contado con mayor
cantidad de accesos hasta el momento. En estas secciones, no es el diario quien determina qué notas
estarán destacadas, sino el lector. Nuevamente la interactividad gana terreno en el diario electrónico.
Finalmente, también cabe señalar que se ha extendido una práctica que ya estaba presente en varios de
los primitivos diarios electrónicos: el usuario registrado. Mediante el registro se construye un
enunciatario que pierde su carácter anónimo y que, como contrapartida, cuenta con acceso a variados
servicios. En La Nación, por ejemplo, tales servicios comprenden la consulta de ediciones anteriores
antiguas o la recepción vía e-mail de titulares segmentados según intereses temáticos. Esta última
posibilidad entraña importantes variaciones en relación con el establecimiento del contacto entre
enunciador y enunciatario. Mientras que en la Web el enunciatario se construye como la entidad que
va en busca del diario (a la URL en la que sabe que lo encontrará); mediante el mail de titulares, el
diario sale al encuentro del lector registrado. La relación entre ambas entidades ha dejado de
construirse bajo el amparo del anonimato, se ha reciclado una antigua práctica en un nuevo soporte: la
suscripción27.
8. HACIA UN ENUNCIATARIO MÁS PRAGMÁTICO Y PARTICIPATIVO
En el parágrafo anterior hemos comenzado a caracterizar la escena enunciativa construida por los
diarios electrónicos. Al hablar de enunciación nos referimos aquí a una escena comunicacional
construida en los textos, resultado de la articulación de sus distintos rasgos discursivos. Aparecen en
esta escena dos figuras textuales, que ya han sido mencionadas: el enunciador y el enunciatario. El
enunciador se propone textualmente como aquella instancia dadora del texto; el enunciatario, por su
parte, corresponde a la instancia propuesta como receptora: puede pensarse como el lector construido
por los diarios28. En ningún caso, como se ve, se trata de los sujetos reales que intervienen en el
intercambio efectivo de los textos.
La escena enunciativa propuesta por la primera etapa de los diarios de electrónicos se caracterizaba
por configurar un enunciatario escindido29. Por un lado, la organización y jerarquización racional que
tenían por entonces las noticias proponía un enunciatario pragmático, cuyo fin era la búsqueda de
información. Por el otro, la posibilidad de desplazarse por los enlaces del diario, junto con la aparición
27 En algunos periódicos on line, como Ámbito Web, el usuario registrado es exactamente un suscriptor. En estos casos, sólo es posible acceder a la gran mayoría de los contenidos mediante una suscripción onerosa. Quienes no se encuentran registrados, no pueden contar con el material que se publica en la Web y tampoco con la actualización permanente de noticias. 28 Eliseo Verón ha explicado la noción de enunciación en estos términos: “El plano de la enunciación es aquél en el cual, en el discurso mismo, se construyen las posiciones del que comunica (enunciador) y de aquél a quien el acto de discurso está dirigido (destinatario) [que nosotros hemos llamado enunciatario]. Es pues indispensable distinguir el enunciador (posición del que comunica, construida en su comunicación) del emisor (entidad individual o colectiva “real”); del mismo modo conviene diferenciar el destinatario (posición de aquél a quien está dirigida la comunicación, posición construida en el discurso), del receptor (entidad individual o colectiva “real”). Enunciador y destinatario son entidades discursivas o, si se prefiere, entidades del imaginario de la comunicación” (Verón, 1999:96). 29 Seguimos aquí nuestras propias formulaciones de 1998.
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de los entonces novedosos dispositivos textuales (animaciones, gráficos, textos en movimiento)
configuraban un enunciatario próximo a una suerte de flâneur electrónico, un vagabundo que gozaba
del circular sin un objetivo pragmático30. En este aspecto, se trataba del mismo enunciatario que
navegaba por la Web, sin rumbo ni razón instrumental. El trabajo presentado en 1998 afirmaba que
era justamente en esta dualidad enunciatario pragmático/flâneur donde se jugaba la especificidad
enunciativa que diferenciaba los diarios electrónicos de los diarios impresos.
Hoy, luego de las transformaciones señaladas en los periódicos digitales, esta dualidad sigue teniendo
validez. Sin embargo, la mayoría de los cambios que se han evidenciado tiende a reforzar la figura de
un enunciatario pragmático. Las actualizaciones permanentes y la multiplicación de noticias en la
página de ingreso contribuyen a la construcción de un enunciatario de aristas pragmáticas que busca
información de renovación permanente y cobertura periodística en “tiempo casi real”. Las home pages
presentan cada vez más información claramente organizada (en términos fundamentalmente
cronológicos) y se multiplican los dispositivos que permiten hojear el diario electrónico en forma
relativamente rápida y eficaz31. Además, se suelen distinguir las progresivas actualizaciones diarias
indicando la hora exacta en que fueron publicadas. Incluso es posible ingresar en forma exclusiva a las
actualizaciones a través de enlaces –a veces destacados cromáticamente– que llevan títulos como
“Último Momento” (Clarín) o “Últimas Noticias” (La Nación). Todos estos ordenamientos permiten
acceder a las noticias más recientes de una forma veloz y bajo diferentes criterios racionales de
búsqueda (lógicas temporales o temáticas).
El flâneur electrónico, por su parte, sigue siendo convocado por ciertas zonas del diario electrónico.
Sin embargo, más allá de las innovaciones que han registrado los espacios publicitarios, no se han
desarrollado nuevos dispositivos en esta dirección enunciativa. El diario no ha dado lugar a nuevos
espacios de actualización de las posibilidades de “espectacularidad” que ofrece el medio. Si bien se ha
incluido una mayor cantidad de imágenes y dispositivos hipermediales, éstos tienden a ser siempre
funcionales a la presentación de alguna noticia puntual. La aparición de imágenes de video junto a
ciertas noticias implicó, en algunos casos, la configuración de breves microrrelatos. De este modo, la
imagen móvil en el diario electrónico ahora narra (mientras que antes no lo hacía). Los dispositivos
multimediales ya no se presentan como una mera curiosidad que convoca a un flâneur electrónico,
sino que se articulan con las noticias escritas y se configuran como elementos funcionales a los
componentes de orden simbólico (actuando como expansión, complemento, ilustración o síntesis). En
definitiva, muchas de las posibilidades que brinda el nuevo medio se están amoldando
progresivamente a ese lector pragmático que convoca el diario electrónico.
30 Esta noción es tomada de la descripción que Benjamin (1972) efectúa del flâneur citadino y aplicada , en forma metafórica, a una de las formas de acceso a la lectura que proponen los diarios electrónicos en particular, y la Web en general. 31 En este sentido, inciden dispositivos como la sección “Todos los títulos” y el “tiempo estimado de lectura”.
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Por otra parte, la multiplicación y cristalización de ciertos dispositivos interactivos tienden a construir
un usuario más participativo. Los diarios electrónicos ya no sólo dan cuenta de lo que pasó o está
pasando, sino que al mismo tiempo se erigen como escenario de manifestación de la opinión pública.
La participación, convocada por recursos textuales interactivos tales como las encuestas, interpela al
lector en tanto ciudadano. Ésta es, en rigor, una marca propia del género a lo largo de su historia
(Steimberg y Traversa, 1997). Pero en el caso particular de las encuestas, el lector construido por el
texto es convocado para que brinde su opinión. De esta manera, ya no es interpelado únicamente en
tanto lector sino también en tanto productor de noticias. Los resultados de las encuestas son
presentados como una suerte de “fotografía” de la opinión pública, que constituye en sí misma una
noticia (muchas veces retomada por otros discursos del universo mediático de la “información”). El
diario electrónico se manifiesta, entonces, como un espacio de expresión de la opinión pública32. No
sólo da cuenta de lo que sucedió: gracias a los dispositivos interactivos se convierte en un escenario en
el cual se producen noticias.
En síntesis, actualmente el diario en Internet no ha dejado de convocar a un flâneur electrónico, pero
interpela con mayor fuerza a un lector pragmático y participativo. Ciertas posibilidades del dispositivo
técnico que en un principio se asociaban fundamentalmente a la espectacularidad (imágenes en
movimiento, chats, etc.) propias de un momento de fascinación frente al nuevo medio, hoy se
articulan en forma novedosa y funcional con rasgos históricamente asociados al género (encuestas,
ranking de notas más leídas, etc.). Frente a un momento de experimentación inicial en el que parecía
ponerse en juego todo lo que el medio permite al mismo tiempo que se conservaban rígidamente
ciertos moldes propios del género en su emplazamiento original, se configura un segundo momento en
el que se explotan otras posibilidades de producción discursiva que ofrece el dispositivo técnico y que
se presentan como más pertinentes a los rasgos que históricamente caracterizaron al género.
9. CONCLUSIONES
A lo largo de este trabajo, se ha dado cuenta de varias propiedades textuales presentes en los diarios
electrónicos contemporáneos que no se encontraban en este tipo de discursos hace algunos años. A
continuación, se procederá a realizar una recapitulación de las más significativas, a fin de arriesgar
una explicación acerca de los tiempos que ha demorado su aparición y expansión.
Inicialmente se ha señalado que las actualizaciones permanentes constituyen una de las propiedades
distintivas de los diarios electrónicos contemporáneos. Como se ha consignado, la posibilidad de
realizar este tipo de actualizaciones estaba disponible en la Web desde el inicio de los diarios
electrónicos. Sin embargo, fue necesario un período de tiempo relativamente extenso –de algunos
años de duración– para que fuera explotada plenamente, tal como sucede hoy.
32 Aunque, de hecho, se trate sólo de la opinión de una parte de quienes tienen acceso a Internet y son lectores del diario.
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Un fenómeno similar ocurrió con las nuevas materias significantes, que incluían diversos tipos de
imagen móvil y de audio. A diferencia de las actualizaciones, estos componentes estuvieron presentes
tempranamente en el transgénero. No obstante, tenían la forma de una transposición llana desde otros
medios: se incluía la posibilidad de escuchar una emisora radiofónica o de ver un canal de televisión a
través de la computadora, en lo que constituía un plurimedio. Hoy, en cambio, los continuos textuales
de la televisión y la radio son fragmentados y reunidos alrededor de una noticia escrita. Es decir, ya no
se trata de una transposición lineal y sin elaboración de otros medios hacia los diarios emplazados en
Internet. Por el contrario, se presenta una clara articulación de componentes que responden a
diferentes materias significantes, a partir de ciertos contenidos específicos que funcionan como
aglutinadores. De esta manera, el diario electrónico aprovecha posibilidades que ofrece el nuevo
dispositivo técnico y se vuelve más hipermedial.
Finalmente, hemos llamado la atención sobre las herramientas interactivas. Desde sus orígenes, los
diarios electrónicos brindaban la posibilidad de interacción mediante el uso de chats o el correo
electrónico. Sin embargo, ambos dispositivos constituían una suerte de extrapolación lineal de los
chats presentes en otras clases de portales o de las cartas de lectores de los diarios impresos. En
definitiva, no había una exploración de las posibilidades que ofrecía el medio en relación con las
características propias del transgénero. Como se ha señalado previamente, estas posibilidades son hoy
explotadas en nítida articulación con los rasgos que definen al diario a través de las encuestas on line,
el ranking de notas o la figura –un poco más antigua– del usuario registrado.
Los tres casos mencionados (actualizaciones, hipermedialidad e interactividad) parecen presentar en
principio un fenómeno similar: una posibilidad de producción discursiva brindada desde el inicio por
el dispositivo técnico no es empleada –o es empleada con la forma de una transposición llana– durante
los primeros tiempos del diario en su nuevo soporte. Luego de un cierto período, su uso se expande y
se articula con los rasgos propios del género. La distancia temporal entre el nacimiento del
transgénero y la expansión de estos rasgos no habla sólo de una demora en los desarrollos
tecnológicos: parece también dar cuenta de la insistencia de ciertos moldes culturales. De hecho, los
géneros discursivos –en tanto instituciones sociales– no sólo posibilitan la comunicación al establecer
un “horizonte de expectativas” que facilita y economiza su producción y reconocimiento: al mismo
tiempo, la limitan33. Así como ciertos rasgos propios del género son previsibles, la aparición de otros
se ve restringida. En ese sentido, los géneros operan como “celdas” dentro de las cuales se desarrolla
la comunicación. Y aquí es necesaria una distinción entre los tres casos mencionados. Mientras que
las herramientas interactivas no parecen forzar los límites del género tal como se lo conocía en su
soporte original (en tanto históricamente existían fenómenos similares tales como la suscripción o las
cartas de lectores), las actualizaciones y las noticias hipermediales sí parecen hacerlo.
33 Se están siguiendo aquí varias proposiciones de Mijail Bajtín (1982) y de Oscar Steimberg (1993).
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La demora en el aprovechamiento de las posibilidades ofrecidas por el dispositivo técnico de Internet,
entonces, da cuenta de una cierta resistencia de los moldes genéricos. Se trata de una resistencia de
naturaleza a la vez social y discursiva. El ingreso de las actualizaciones y la aparición de noticias
hipermediales produce efectos que pueden pensarse en términos de un doble movimiento. Por una
parte, el transgénero se expande retórica y temáticamente: en relación con el diario impreso, el diario
electrónico amplía sus materias y sus posibilidades del decir. Estas variaciones conllevan cambios en
la enunciación, de los que ya hemos dado cuenta. Por otra parte, se introduce una tensión con los
límites del género: el periódico de papel y el electrónico tienden a ubicarse en posiciones cada vez
más distanciadas. El diario impreso continúa siendo un tipo de discurso caracterizado –entre otros
rasgos– por la palabra escrita y la imagen fija en un soporte que implica distancias temporales entre su
producción y distribución, y que se publica periódicamente. El electrónico, por su parte, presenta
como rasgos distintivos las actualizaciones permanentes y la combinación de múltiples materias
significantes, que suman a la palabra escrita la imagen móvil y el audio. La pregunta es, entonces,
hasta qué punto estos conjuntos textuales serán clasificados socialmente como pertenecientes al
mismo (trans)género. Puede pensarse que si los procesos de producción textual llevan al extremo la
lógica de la actualización permanente y la hipermedialidad, el diario como tal se perderá. Ya no
quedará nada similar a una edición vinculada a una cierta fecha de publicación: sólo un constante de
fluir de noticias hipermediales que rápidamente dejan lugar a otras nuevas. Se trataría de otro género
discursivo, propio de la Web y de nacimiento mucho más reciente: los portales de noticias. En otras
palabras: en su proceso de progresiva autonomización respecto del diario impreso, el periódico
electrónico podría llegar a producir su propia muerte34. Actualmente se encuentran en la Web
productos que presentan una organización de este tipo. Es el caso del sitio INFOBAE, que nació
vinculado a un cierto periódico impreso, pero sin presentarse como su versión electrónica. INFOBAE
se actualiza constantemente en forma automática, y no hay nada asimilable a una portada matutina,
aunque recupera las noticias del diario impreso. Además, su memoria no está organizada por ediciones
diarias, sino por noticias que alguna vez estuvieron en el portal: se pierde toda noción de ejemplar.
Al mismo tiempo, existen también otros productos que presentan una primitiva explotación de las
posibilidades del dispositivo y hacen uso escaso o nulo de las actualizaciones y de la hipermedialidad:
tal es el caso de las versiones digitales de Página/12 y La Razón.
La demora en la expansión de las actualizaciones y la hipermedialidad puede atribuirse –al menos en
parte– al vencimiento de una cierta resistencia de los moldes de género, es decir, al traspaso de los
límites discursivos sociohistóricamente establecidos en relación con aquello que puede formar parte
de un conglomerado textual llamado diario.
34 De todos modos, es clave remarcar que la muerte del género no depende de la variación de ciertas propiedades discursivas sino, fundamentalmente, de su reconocimiento social. Aunque existan múltiples distancias que puedan ser
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Por otra parte, este tipo de “demoras” en el aprovechamiento de las posibilidades que ofrecen los nuevos dispositivos técnicos a la producción discursiva no es exclusiva de este transgénero particular, sino que puede observarse en fenómenos sociales de mayor generalidad y en tiempos más extensos. La experiencia histórica indica que la aparición de nuevos medios conlleva dos etapas continuas pero claramente diferenciables. En un primer momento, la sociedad tiende a reproducir en los nuevos medios ciertos moldes discursivos emplazados en soportes preexistentes. En estas primeras etapas de producción discursiva, las posibilidades que brindan los nuevos dispositivos técnicos no suelen ser aprovechadas: ciertas restricciones propias de los dispositivos originales y otras restricciones de carácter exclusivamente cultural se trasladan “linealmente” a las primeras producciones en los nuevos medios. En un segundo momento, en cambio, comienzan a configurarse gramáticas propias de los nuevos medios, que permiten un mayor aprovechamiento de las posibilidades discursivas que brinda el dispositivo técnico. Este fenómeno puede ilustrarse con múltiples ejemplos, que van desde la aparición de la imprenta hasta la de Internet35. La regularidad que aquí nos interesa subrayar es que en las primeras producciones discursivas de los nuevos medios, aun existiendo la posibilidad de ampliar o variar ciertos rasgos textuales, se registra una insistencia de “moldes” culturales anteriores. Evidentemente, la primera etapa de producción discursiva sobre nuevos soportes implica la permanencia de gramáticas de producción y reconocimiento previas. Se trata de condicionamientos de naturaleza discursiva y por lo tanto culturales, que en un primer momento operan restringiendo la producción textual de una manera mucho mayor que el mismo dispositivo técnico. En un segundo momento, en cambio, comienzan a desarrollarse gramáticas propias que explotan de una manera más rica las posibilidades que ofrece el dispositivo. A juzgar por las observaciones desarrolladas, Internet se encontraría hoy en un proceso de pasaje de la primera a la segunda etapa. Se trata de un proceso en el cual se comienza a configurar un nuevo lenguaje –propio de este medio– y se estabilizan los nuevos géneros. Los cambios operados en los diarios electrónicos en estos últimos tiempos dan cuenta de dos fenómenos conexos: están operando nuevas gramáticas de producción y también, aunque con ciertas resistencias, nuevas gramáticas de reconocimiento. En estos términos, puede decirse que este trabajo ha descripto cómo durante el período fundacional se han habilitado nuevas formas de producir y al mismo tiempo nuevas formas de leer el periódico digital, generándose nuevas gramáticas que aprovechan en mayor medida las posibilidades discursivas que ofrece la Web.
identificadas por un análisis minucioso, el (trans)género continuará existiendo en tanto socialmente se identifique a los textos emplazados en ambos soportes como parte de una misma clase de discursos. 35 Las primeras Biblias de Gutenberg, por ejemplo, reproducían la tipografía gótica propia de los manuscritos de los scriptoria conventuales. Sólo posteriormente, con la aparición de grandes editores como Manuzio, comenzarían a explotarse nuevas posibilidades que ofrecía la imprenta. Ver: Giovannini (1992) y también Cavallo y Chartier (1998). El caso del cine es similar. Las producciones de Méliès suponían utilizar la cámara desde un punto de vista fijo, que reproducía restricciones propias del teatro. Recién en un segundo momento, con las filmaciones de Porter y Griffith entre otros, comenzó a desarrollarse un lenguaje propio, que rompía con las reglas del teatro de variedades y aprovechaba mejor las posibilidades que brindaba el cinematógrafo. Ver: Brunetta (1993) y Sadoul (1996). El caso de la radio también es parecido: las primeras emisiones sólo implicaban o bien la transmisión de espectáculos públicos (óperas, conciertos, obras de teatro) sin ningún tipo de mediación, o bien la lectura completa y lineal del diario. Sólo más tarde comenzarían a configurarse los radioteatros, los magazines de noticias y espectáculos que explotarían las características del medio. Ver: Bossetti (1994). •
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BIBLIOGRAFÍA Bajtín, Mijail, «El problema de los géneros discursivos», en Estética de la creación verbal, Siglo
XXI, México, 1982. Benjamin, Walter, “El flâneur” en Iluminaciones II. Baudelaire. Un poeta en el esplendor del
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