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m bu lantes y com erc io co lon ia l
Iniciativas mercantiles en el Virreinato Peruano
Fernando Iwasaki auti
i N T R O D U C a O N
Salvo aislados ejemp los, la historia social y econ m ica de las socieda-
des novohispanas nunca ha sido la historia de la multi tud o los grupos
marginales. La tendencia al estudio de las insti tuciones o los individuos
ha s ido la que ha pr imado en nuest ra h is tor iograf ia . Consecuentemente ,
cuando se ha abordado el problema del comercio colonial , s iempre se ha
hech o desde la perspectiva de la Ca sa de Co ntra taci n, d e los Co nsu lado s,
de las f lotas comerciales o de las cifras provenientes de la ad m inistracin
fiscal . Por el contrario, escasean los trabajos que nos muestren la activi-
dad comercial de los segmentos marginales de la sociedad.
En virtud de lo anterior, definimos para el mundo colonial la existencia
de dos actividades comerciales. Un comercio formal, representado por
quienes podian ejercer libremente las operaciones mercantiles al amparo de
las leyes y sus privilegios econmics y sociales, y un comercio informal,
que habn'a sido una economia sumergida o subterrnea, tanto en cuanto
se desarrollaba clandestinamente y al margen de las leyes vigentes. Como
fu e el caso del comercio am bula torio y la industria urb an a n o agrem iada.
Concebimos a la informal idad como una s i tuacin resul tante de la ac-
cin de do s princ ipios: el costo de legalizac in - o cos to de acce so a
las op or tun ida de s econ m icas y sociales qu e brinda el pertenecer al erd en
legal for m al - y el costo de la lega lidad - o tod as aquellas cargas bu -
rocr ticas , trib uta rias , legales, etc. qu e hac en difi 'cil el qu e un a pe rso na ,
corporacin o empresa legalmente es tablecidas se mantengan dentro del
s is tema formal .
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180 Fernan do Iwasaki Cau ti
Hemos e scog ido la evo luc in de l comerc io ambula to r io en la c iudad de
L ima , pues en sus luchas con los sec to re s fo rma le s , los ambulan te s de s -
cubr ie ron la s con t rad icc ione s ex i s ten te s en el s i s tema co lon ia l . N o ob s tan -
te , la d if icu l tad de en co nt ra r las ac t iv id ades d e es tos gr up os en las fue ntes ,
nos ll evan a p lan tea r e s ta inves t igac in com o un a p rop ues ta a de sa r ro l la r -
se ms ade lan te .
F in a lm e n te , q u e r e m o s a g r e g a r q u e e l comercio l ime no - t an to en su
Version f o r m a l c o m o in f o r m a l - n o evoluc ion a i s l a d a m e n te . E l creci-
m ie n to d e m o g r f i c o , l a e x p a n s i n urbana, las carac ten 's t icas de l mercado
y e l con t ro l e s ta ta l han s ido s iempre las va r iab le s qu e ha n c on f ig ur ad o e l
contexto necesar io para e l c rec imiento de las ac t iv idades comerc ia les en
la c iudad . De ah i que e s tos e lementos sean luga re s comunes en el des-
a r ro l lo de nues t ro t r aba jo .
1 . I N F O R M A L I D A D Y S O C I E D A D I N I C I A L
La invas in de 1532 fue , ind uda b lem ente , un o de los aco n tec im ien to s
dec is ivos de nu es tr a his tor io graf i 'a . S i tua da po r la h is t or ia ent re la leyen-
d a n e g r a y l a a p o lo g i a , la C o n q u i s t a h a d e s a t a d o u n a p o l e m ic a q u e d e s d e
la p rdd lca de l padre Las Casas ha s ta nues t ros d ia s , s e ha p ro longado a
lo la rgo de los a i ios . Actua lmente no se discute ya e l ca rc te r empresar ia l
de la con qu is ta de Am er ica , pe ro no so t r os qu e rem os e s tab lece r qu e se t r a -
t de un a em presa in f orm a l .
Efec t ivamente , en una rec iente publ icac in hemos es tablec ido que la
conquis ta se ba s en e l p roceso de dominac in y co lon izac in de g rupos
margina les progres ivamente desplazados por e l Es tado: El proceso de con-
quis ta presenta aqui un mismo persona je : los grupos margina les , la mult i -
tud , y un a nueva m od al id ad : e l repl iegue , o lo que es lo m ismo , el desplaza-
miento de es tos sec tores por la Corona y sus segmentos . Obtener e l dxi to
en la empresa impl icaba pa ra los conquis tadore s e l abandono de la s i -
tu ad n marg ina l y el d i s f ru te de los bene f ic ios de la lega l idad . N o obs tan te ,
esta s i tua cin ideal exigia un costo de legal izaci n y un cos to de la legali-
dad , pr inc ipios ambos , que respondian a los in te reses de l Es tado. Conse-
cuentem ente , los enfre ntam iento s entre la C oro na y los senores indiano s p or
la renta de la t ierra y la mano de obra indigena, revelan la existencia de dos
pol i ticas dis t in tas en la conqu is ta y colonizac in de l Nuevo M u n d o ' .
' Fernando Iwasaki, Conquistadores o grupos marginales. Dinm ica social del
proceso de conquista , nuario de Estudios merkanos 42 (198 5), p. 21.
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Am bulan tes y com ercio colonial 181
De acuerdo a lo anter ior , la Conquis ta en s i misma fue una empresa in-
f o rm a l , pues t o que la C o ro na s lo reco no c i l o s t err i t o r io s co nqui s t a do s
en ca p i t u la c io nes que s e l l ev a ro n a ca bo cua rdo lo s ca p i t a nes y a ha b i 'a n
d i la p ida d o sus f o r t una s , cu a n do lo po co que o b t uv o la so lda desc a s e ha -
b i'a a l ca nza do co n m uc ho sa c r i f i c io y, t a m bien ha y que dec i r lo , cu a n do
m ucho s y a no po d ia n d i s f rut a r de l o s benef i c io s de l a l eg a l i za c i n de l a
empresa porque habi 'an muerto en e l la . El cos to de es ta lega l izacin fue
sum a m ent e a l t o , pero e l de l a l eg a l ida d f ue m a y o r a n , y a que e l Es t a do
prete ndi - un a vez es tab lec id os los do m in io s - recortar e l pod er loca l
y la autonomi'a de los conquis tadores mediante las Leyes Nuevas y o tras
d i sp o s i c io n es . Y es que lo s co n qu i s t a do res no eran ho m br es qu e l lev a ra n
la inten cin de es tablece rse co m o obed ien tes burcratas; y era natura l q ue
la Corona los sup lantar a - un a vez asegu rada s sus co nq uis tas - por
ho m bres de su e l ecc i n: f unc io na r io s , a bo g a do s y ec l e s i s t i co s
Lo a nt er io r ex p l i ca no s lo l a s rebe l io nes de l o s enco m endero s
( 1 5 4 6 - 1 5 4 8 y 1 5 5 3 - 1 5 5 4 ) , s i n o l a c o n t i n u a a c ti tu d d e r e ch a z o d e l o s s ef i o-
res indianos f rente a cualquier intento es tata l de ejercer pres in sobre
el los:
"Todo aquel Reyno conq uistaron los vasal ios de Vuestra Magestad a su pro -
pia costa derramando su sangre s in que Vuestra Magestad ni los Senores
Reyes vuestros predecesores de gloriosa memoria gastasen en ello cosa al-
gun a, cuyos hi jos y nietos t ienen pob lada aquel la t ier ra de que ha resul tado
ser servid o Vuestra Ma gesta d con los thesoros y groseca della sin les qu ed ar
a el los ms de un moderado sustento que se acaba con los dias"
"Nos la repblica desta ciudad de los Reyes destos Reynos e provincias de
Peru, hidalgos para s iemprejams, ansi vecinos yC aballeros como merca-
deres y of iciales , vecinos estantes y abi tantes mo radores , tod os de con sum o
y en voz publica y notoria, a la Real Audiencia y Birrey por el Rey Nuestro
Senor y por el y por el Peru contra el pregn pblico de alcabala, reproba n-
do y aniqui lando y, teniendo porningunas las f i rmas de los indt i les , des-
considerados y enemigos regidores , decimos y af i rmamos que no concedi-
mos ni consent imos ni queremos subjetarnos a pagar la ni la pagaremos
agora ni en ningn t iem po esta ni otra ningu na, por cu anto en la co nqu ista-
ci6n destos reinos el Rey Nuestro Seor no gast nada ni despendi
n ad a"
^ J.H. Parry,
El imperio espanol de uUramar
(Madrid 1970), p. 72.
' Archivo General de Indias (en adelantc: AGI) Lima 108, carta del cabildo de Li-
ma, 18.12.1593.
' Rben Vargas Ugarte, Historia General de Peru {Um 1981), t. II, p. 321'
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182 Fernando Iwasaki Caut i
El desarrollo de estos antecedentes resultaba imprescindible para boce-
tar el contexto en el cual surgi la so de da d p eru ana . No sotros pensa m os
qu e la conqu ista no debe servir solamen te para de stacar sus efectos negati-
vos sobre la sociedad andina, sino para ver en qu6 medida la conquista
permiti a la poblacin autctona desarrollar iniciativas diversas, y para
tratar de establecer si ellas en con jun to, pro du jer on caracteristicas nuevas
en nuestra sociedad. Tal vez por eso es que Lockhart afirma que en la
tem pran a sociedad colonial un a poblacin civil mu y dispersa ingresaba
a rauda les en el pais, crean do patro nes sociales y econ m icos perdu rables,
edificando una nacin en medio del caos poli t ico ' .
Indu dab lem ente , los prim eros anos de la expansin sirvieron pa ra el re-
orden am iento econm ico, poli 't ico y social . A la introduccin pau latina
de nuevas tecnicas de produccin, cultivos y ganado, le sigui la imple-
me ntacin de una serie de autoridad es e insti tuciones poli t ico-adm inistra-
t ivas destinadas a reglamentar la vida urbana y colonial , todo esto para
garantizar el normal desarrollo de la sociedad hispana en el Peru. Por
eso es que Lima en 1542 ya era
una ciudad muy imponente, l lena de grandes y a veces palaciegas casas
de est i lo espaf iol , pertenecicntes a los encom end eros , co n t iendas de artesa-
no s y mercaderes que bordeaban la p laza y lasCalles centrales. R odeab a la
ciudad un rea de cul t ivo d onde sc pract icaba un a agricultura espan ola in-
tensiva, con riego, que empleaba principalmente la mano de obra de escla-
vos negro s y que abastecia al merca do local . Los enco me nder os de laSierra,
cuy os intereses quedaban a cargo de sus criados , pasa ban gran parte de su
t iem po en la capital . Lim a era la sede peruana d e f irm as mercant i les cuyas
casas matrices quedaban en Sevi l la , que comerciaban a lo largo de la ruta
de Sevi l la a Panam, Lima, Arequipa y la s ierra. importando bienes y en-
viando de regreso p lata. Las c iudades costenas englobaban eiementos muy
ma rcad os de pob laci n civi l , que inclu ia mercaderes , artesanos , marineros ,
un buen nmero de esclavos negros en d iversas etapas de acul turacin, y
no pocas mujeres espanolas casadas con encomenderos y artesanos ^ .
Dentro de este marco u rban o, entonces, centrdmon os en la actividad co-
mercial.
' James Lockhart, El mundo hispanoperuano 1532 1560 (M ex ico 1982), p. 11.
' Horst Pietschmann, Burocracia y corrupcin en Hispa noam irica colon ial . Una
aproximacin tentativa ,
Nova Americana
5 (To rino 198 2), p. 12.
' Lockhart, pp. 15-16.
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Am bula ntes y co m er do co lo n ia l 1 8 3
I I . EL
c o M R a o
EN EL SIGLO X V I
Parece ser que el comercio fue una actividad sumamente lucrativa y en
donde coincidieron representantes de distintos sectores sociales atraidos
por las ganancias q ue pod ian obtener. Un a relacin an nim a de la epoc a
deci'a que , . desde el visorey asta el arzo bispo tod os trat an y son m erca-
deres , aunque por manc agena y dis imuladamente
Ah ora bien, los mercaderes o come rciantesdel siglo XVI se pueden d a -
sificar en los siguientes grupos:
a) Grandes comerciantes: Posei 'an tiendas en las
Calles
principales, las
cuales eran sucursales de una firma sevillana y que involucraba toda una
red de establecimientos similares en Peru y Mexico. Estos comerciantes
administraban las compaflias basndose en vinculos de parentesco, lo
cual garantizaba un control de t ipo familiar. Generalmente terminaban
cerra nd o sus negoeios en L ima para volver a Sevilla e integrarse a la C asa
de Contratacin o al Consulado de Cdiz ' .
b) Mercaderes profesionales: Fueron comerciantes sin vinculaciones en
el exterior qu e establecieron neg oeios en la ciudad con la finalid ad de radi-
car en la colonia. Eran personas instruidas y de gran habilidad en los ne-
goeios. N o llegaron a conv ertirse en encome nderos, pero en el siglo X VII
comenzaron a adquirir propiedades rsticas gracias a las composiciones
de tierras. En el siglo XVI llegaron a ejercer cierta influ enc ia en el cabildo,
logran do que se fi jara n los aranceles, pesos y medidas segn sus conve-
niencias ' . Fueron los que con el t iempo formaron el Consulado de
Lima.
c) M ercaderes d e
cajn
Eran person as burdas, generalmente espaiioles
y criollos que compraban para revender en el mismo lugar. Hadan fre-
cuentes viajes hacia las provincias vendiend o tod a suerte de bagatelas. En
mu chos casos incentivaron la peq uena p roduccin artesanal de los negros
e indios, para vender sus productos en las ciudades y a menor precio que
el ofre cid o po r los gremios y el cab ildo Se les llam asi po r sus cajo -
' An nim o, Discricin de Lima ,
Manuscritos peruanos en las bibliotecas de
extranjero
(Lim a 1935), p. 55.
* Loekhart, pp. 101 -110 y 114-1 24.
Cabildo de Lima, Actos desde 1535 a 1539
(Parfs 1900), pp. 35-40 y 278,
AGI Lima 92, carta del Dr. Cuenca, 12.11.1567;
Libros de Cabildos de Lima
(en
adelante: LCL), 23 vols. (anos 153 4-16 34) , ed. Bertram Lee y Juan Bromley (Lima
19 35 -6 3) , vol. V n i , p. 101; vol. XI I, p. 353, vol. XV, p. 727.
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nes o t ienda s de m adera coloca das en la v ia publ ic a . Alguno s o btuvie ron
l icenda s pa ra ab r i r pu lpen 'a s y o t ros pasa ron a t rab a ja r d i rec tamente
para la Corona, generando as i una renta anual para la rea l hacienda
d) Rega tones : Conoc idos adems como mercach i f le s , t r a tan tes
y
of i -
ciales; eran los vend edore s am bu lan tes de las plazas,
alles y
me rc a d o s
qua
le dieron a la Lima colonial ese aire de mercadillo del que hasta ahora no
logra sacudirse.
Es tabl ecid a ento nce s la jerarqui 'a com ercial del siglo XV I, c onc entre -
mos nuestra a tencin en los grupos tercero y cuar to .
Para comenzar , ^quienes fueron regatones en e l s ig lo XVI?. Debemos
desc ar tar - in ic ia lmente - una par t ic ipaci n a gran escala de la pobla-
cin indigena en esta actividad; puesto que el impacto de la invasin hizo
sentir sus efectos hasta bien entrado el siglo XVII: las guerras de l ibera-
c in, la ca ts trofe demogrf ica , las epidemias de nuevas enfermedades ,
las reducciones, la evangelizacin, etc. fueron los componentes de un pro-
ceso de reacondic ionamiento que ec losion en unos anos despues . Pero
volviendo a l tema; los pr imeros ambulantes no fueron otros ms que los
soldados, que por su pequeno rango no obtuvieron mayores benef ic ios en
los rep arto s del boti 'n; los m arin ero s, qu e ap rov ech ab an a si sus breves esta-
di'as en las c iudad es y a lgu nos extran jeros que l legaron a pr oba r fo r tu na ,
pe ro que tuv ie ron que confo rma rse desempeAando o f ic ios menores A
el los se sumaron en un proceso sumamente acelerado los espaoles y
criollos empobrecidos, los mestizos; los negros (esclavos o l ibertos), las
casts menores (mulatos , zambaigos , e tc . ) y , paula t inamente , los indios .
La presencia de todos es tos grupos a los pocos aAos de la fundacin
de L ima se co m pr ue ba en las Actas de Cabi ldo s de 1535 a 1539, en do nd e
se dieron las pri m era s dispo sicion es co ntr ari as a las reventas y en los
Libros de Cabi ldos de Lima, con informaciones muy in teresantes sobre
las pr im eras mu ltas que se apl icaro n a los pr im eros vendedores am bu lan -
te s d e p a n y c a r n e a s i c o mo l as r e u bi c ac ion e s a l as q u e e r a n s o me t i-
dos ' ' para expulsarlos de los atrios de las iglesias y de los portales de la
plaza mayor. Po r eso es qu e en 1570 el C ab ild o de Lim a decidi que . .
ningn genero de oficio ni bancos ni mesa ni si l las ni poyos ni genero de
Lockhart , p . III .
AG I L im a 108 y 109.
Lockhart, p. 166,
Cabildo de Lima,
pp . 20, 61. 161 y 216.
LCL
IV, pp. 96 y 136.
LCL
IV, p. 6.
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mercader ias que s ino que los d ichos por ta les por bajo queden y es ten
l ibres y desembara^ados s in n inguna cosa de las suso d ichas n i o tra cosa
que las ocupe so pena delo aver perdido sin haber sobre ello defensa ni
p ley to
AI mismo t iempo se present ante e l Rey e l Procurador de la c iudad
de Lima, Alonso de Herrera , p id iendo que los ambulantes sean expulsa-
d o s d e l a C iu d a d d e l os R e y e s i o q u e se d i s pu s o al c a b o d e p o c o m s
de an ano^ .
Por o tr o lado, a los com erciantes form alm ente es tablecidos no les con -
veni 'a la competencia con los ambulantes, a pesar de que en 1544 los tu-
vieron como al iados en un ple i to que sostuvieron con e l mismo Rey de
Espai ia^ ' . De ahi que movieran sus inf luencias en e l cabi ldo para
emprender las con t ra los ambulan tes :
En este ayuntamiento se trat como a causa de haber muchos regatones
en esta ciudad y su puerto que compraban todos los bastim entos que bienen
de afuera Io que es causa de que balgan esesibos precios e los que se ban-
den por m enu do s on d e segunda y de tercera compra e para que cesse esto
hordenaron e mandaron que hasta otra cossa se probea ninguna persona
pueda com prar ni comp re en el puerto de esta dicha ciudad ningn genero
de bastimentos para los tornar a rrebender so pena de perdidos los tales
bastimen tos a la persona que los bendiese y otro tanto com o balen a la per-
sona que los comprare aplicando lo uno y Io otro por tercias partes Juez
denunciador obras pblicas e que este auto se pregone en esta ciudad y su
puerto
A ho ra b ien , si los puer to s eran v ig i lados y adem s se proh ibia a las t iendas
proveer a los regatones , so pena de dest ierro perpetuo^ ' , ide dnde obte-
ni'an los m ercachif les recursos para con t inua r en e l negocio? . Un a fu en te
de 1576 mu estra u na qu eja del grem io de carpinteros de Lim a, p or la gran
cant idad de carpinten 'as c landest inas y t iendas adminis t radas s in l icencia
por mestizos, mulatos y negros y siir haber sido examinados por el veedor
del gremio^' ' . La queja resultaba comprensible, porque en el siglo XVI se
LCL VII, p. 26.
AGl Lima 108, 17.4.1573.
AGI Lima 108, 22.12.1574.
AGl Justicia 1067, no. 1, ramo 4, Juicio entre la Corona y los mercaderes y tra-
tantes de Lima por los impuestos de almoxarifazgos, 1544.
LCL XI, pp. 60-61.
LCL
X n , p. 69.
i C L VIII, pp. 101-102.
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for m aro n as corp orac ione s de ar tesano s (gremios) , quienes respald ado s
por sus cofradias teni 'an por f ina l idad e l mejoramiento de sus miefnbros
y asegura r el m on op oli o de la prod uccio n y com ercia l izacin d e a lgn
produc to deb idamente espec i f icado an te e l cab i ldo^^ De es ta fo rma , a l
investigar sobre quienes podrian haberse interesado en promover la exis-
tencia de ofic ios y talleres no registrados, en co nt ra m os q ue en 1608 el gre-
mio de sederos y bot one ros co nsigui que e l cabi ldo prohib iera la e labora-
cin cla nd esti na d e estos arti 'culos asi' co m o su venia. Casi de inm edia to,
los mercaderes de ca jn enviaron un memoria l p id iendo que se anule
dicha d isposic in porq ue " . . . r redu nda gr ande ut i l idad a los mo rad ores
espanoles yndios y mageres pobres que se sustentan de hacer botones y
cordones de botines y l laberos de sseda y de bolsas y ottras cossas y no
teniendo sa l ida n i quien se las compre dejaran los d ichos off ic ios"^.
Eviden temente , los ca jone ros dab an t r ab a jo a e s tos a r te sanos pa ra po-
der vender los boto ne s y sedas a los am bu lan tes. Por eso es qu e en el mis-
mo material solicitan al "Exelenti 's imo senor marqu6s de Montesclaros vi-
sorrey destos rreynos se s i rba de enm end ar o r reboc ar la horden ang a de
que se ha hecho minsin ques que n ingi in mercader n i mercachif les no
puedan bender n i bendan botones n i cordones hechos en es ta g iudad por-
que no teniendo ligengia para podellos vender sino los sederos que los
ha?en seria ocassin que se encare^iesen y la rrepblica paregeria
d a f io " ^ ' .
Pero, cabe preguntrselo, ^resultaba muy difi 'c i l en el siglo XVI abrir
un a t iend a de acue rdo a las norm as legales v igentes?. A t raves de la con -
sul ta de los Libros de Cabi ldos hemos logrado reunir los procedimientos
y requis i tos m s im por tante s :
a) Ser espanol de nacimiento . Javier Tord ha demostrado que la so-
c iedad colonia l fu e un a sociedad de c lases en don de las rea les d iferencias
econmicas eran ocul tadas por mecanismos de contro l ideolgico de as i-
mi l a ci n y d i fe r e n ci a c i n s o c i a l E n e st e c a so , la a n t e p o si c i n d e u n
principio de cas ta a los de produccion y superacion personal cabe dentro
de esa polit ica. Eventualmente se exigfa ser espaAol y casado^^. b) Perte-
necer a un gremio. Sobre todo cuando se t ra taba de vender un producto
Virgilio Roel, Historia social y econmica de la colonia (Lima 1970), p. 325.
LCL
XV, p , 727.
Ibd
Javier Tord, "Econ om ia y Sociedad", Historia del Peru (Lima 1981), t. 5.
LCL
X II I , p . 669 .
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espec i ' f i co . Pero para ingresar a un grem io tambi^n se so l ic i taban una ser ie
de condic iones que no v iene a l caso enumerar en es ta parte de l t raba jo.
c ) E l e var una pe t i c i n a l cab i ldo en e l r e spec t ivo pape l s e l l ado . d ) A pr o ba r
una inspecc in de i f i e l e jecutor ( representante de l cab i ldo) y ser examina-
do p or e l v eed or de l g rem io que fabr i caba l os p roduc tos qu e e l com erc ian-
te deseaba vender^" . En la mayon'a de los casos , tanto e l f i e l e jecutor co-
mo e l veedor le ex ig ian a l tendero sumas de d inero cons iderab les para ex-
t ender le s la apr oba c in ^ ' , e ) Gara nt i za r una a lt a r enta anuaP ^ . f ) Ac re -
d i tar v iv ienda es tab le y conducta intachable . g ) Pagar una f ianza que va-
r iaba segn los ar t icu lo s a vender^^. h ) Co nse guir Pr oc ur ad or q ue inter -
po ng a sus bueno s o f i c i o s ante las autor idades . i ) Co nta r co n e l r e spa ldo
unn ime de t odos l os r eg idores . j ) P res ta r ju ra m ent o de obed ienc ia a las
d ispos i c iones munic ipa l e s .
Vi s to io anter ior , no s lo se ent ien de lo d i f i' c il qu e era abr i r una t ienda
por los medios lega les , s ino e l por que abundaban los ambulantes y las
t iendas c landest inas. Es ms, en su lucha por subsist ir , los regatones in-
cur r i e ron en de l i t os com o ac apara m iento y e specu lac in de ve las^ '' , v en-
ia de leche m ezc lad a co n ag ua ^ ' y adul terac in de vinos^*^, tod os san-
c ionados deb idamente por e l cab i ldo . S imp lemente para i lus t ra r me jor e l
duro proceso de conseguir una l icenc ia para abr i r una t ienda, tenemos e l
caso de l c r i o l l o Fran c isco Gam arr a , que se de m or tr es ano s en conse -
guir la y a l f ina l s lo se la d ier on p or do s me ses^ ' .
Ha c i a e l f i n d el s i g i o X V I , l o s amb u lan t e s p r o l i f e r ab an p o r L i m a :
"Trat se en este ayuntam iento c m o cerca de los portales de la plaza en la
parte don de benden rropa os pregoneros se ponian de hordinario muchas
mesas de mercach ifles con tanto estorbo que imp edian el paso de tos que
a mula o a caballo abian de entrar por aquella parte a los portales y pasar
la pla(:a y que asi mistno muchas negras con fruta se ponian en las Calles
y esquinas con muchas canastas e ynpedian el pasaje y se cometi a los
fieles executores para que hagan luego echar los dichos mercachifles y
negras de las dichas partes".
LCL
X I, p. 730.
" AG I Lima 52, fol . 20 -A .
LCL
X I. p. 287,
LCL
X II . p. 422.
LCL
IX , p. 46.
LCL
X II , p. 670.
LCL
X II , p. 364.
LCL
X II , pp. 339 y 397.
LCL
X II I, p. 401.
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188 Ferna ndo Iwasaki Cau t i
Esto mot iv que e l problema superara las posibi l idades de l cabi ldo y
pasara directamente a man os del v i rrey don Garc ia Hu rta do de M en do za ,
marqu es de Ca nete , quien el 24 de enero d e 1594 pu blic una serie de drs-
t icas orden anza s contra los ambu lantes o regatones^^. N o s atisfech o con
la medida anter ior , e l marques de Canete promulg nuevas ordenanzas
sobre pulperias, alh nd igas, tabernas, carnicerias, pastelen'as, con fiten'as
y pescaden'as ' ' , que eran los negocios ms afectados per el comercio in-
fo rmal .
Sin em ba rgo , pese a toda s estas disposicione s, Fray Reg ina ldo de L i-
zrrag a des cribi la plaza m ayor de Li m a en 1609 de la siguiente ma nera :
Estos portales y alquen'as adornan mucho la plaza y def ienden del so l
a los tratantes, el cual a su t iem po es m uy ca luroso; d eb a jo de estos p orta -
les hay muchos o f ic ia les de tod o genero que en la plaza se sufre ha ya ' .
I I I . E L OM E R I O E N E L S I GL O x v r i
La razn por la cual no decay en L i m a e l m ovim iento come rcial infor-
mal pudo haber s ido e l crec imiento demogrf ico de la c iudad. Efect iva-
mente, ya a pr inc ipios de l s ig lo X V I I L im a con taba con una ser ie de
barrios marginales o rancherias *^ y los indios se evadian de la reduccin
del Cercado para ejercer dist intos oficios en la ciudad'* ' ,
AI respecto podria pensarse que hay una contradiccin, puesto que se
sabe que la caida de m og r f ica l leg en e l s ig lo X V I I a su punto ms ba jo .
Da vid C oo k calcul a la pobla c in indigena de 1530 en se is mi l lones de
habitantes^'*, pero en 1620 fue ron censa dos 132.000 tribu tarios ^' . D ef in i-
t ivamente, muchos murieron por acc in de las enfermedades y las
guerras, pero ta m po co se puede aceptar l igeramen te una disminucin de
esa envergadura, porque ninguna pobla c in po dr ia haber sopo rtad o un
LCL X I I , pp . 666 -669.
LC L X I I , pp . 669-6 84.
Fray Reginaldo de Lizrraga, Descripcin breve de toda la lierra del Peru, TUcu-
mdn, R O de la Ptata y Chile (M ad rid 1968), p. 37.
Annimo (nota 8), p. 59.
Ibd., p. 66.
No ble D avid C oo k, Est imaciones sobre la poblacin del Peru en el mo me nto de
la conquista , Histrica I, 1 (1977), p. 58.
Nico las Snehez Albornoz , La poblacin de America Lallna (M ad rid 1977), p.
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Am bula ntes y com ercio colonial 189
crec imiento tan ace lerado de la tasa de morta l idad . Por lo tanto , la c i f ra
d e 132 .000 t r ib u t ar io s n o p u e d e s er a su m id a c o m o u n in d ic ad or f i e l . P r i-
mero , porque s lo ind ica e l nmero de tr ibutar ios , y no e l de mujeres , n i -
f i o s y an c ian o s y, s e gu n d o , p o r q u e m u c h os in d ios e vad ie r on lo s c e n sos ,
ya que e l ser censado impl icaba tr ibutar , ir a las minas y v iv ir en reduc-
c ione s , co n lo qu e la op ort un ida d d e hu ir de la lega l id ad era lo m s venta-
j o so .
Ef e c t ivam e n t e , ya d e sd e la s e gu n d a m i t ad d e l s i g lo X V I c om ie n z an a
aparecer las pr imeras denunc ias contra las evas iones de los ind igenas ,
qu ienes - en la mayo n'a de los cas os - eran oc u l tad os por los prop ios
kurakas *^.
Para contrarrestar esta act itu d se trat de est im ula r a los m is-
mos ind ios con promesas de l iberar los de las cargas tr ibutar ias o con ofre -
c im ie n t os d e a sc e n so soc ia l :
Ha sta aqu i los yndios ha n e stado m uy impu estos de f rai les y de otros en
esconder gran cant idad de yndios al t iempo de las vis i tas para disminuir
las tasas y t ributos , .y por ebi tar es te f ra ud e y porq ue esc ondi^n dose los yn-
dios no se pone doctr ina bastante s ine la que paresce nescesar ia para los
ynd ios que se hallan en las visitas, y po rqu e las cargas co m un es del re parti-
miento que se haui 'an de repartir a los yndios escondidos se cargan a los
yndios que se manif iestan, y por otras muchas injust icias que resul tan de
esconderse los yndios apercibiendoles que los yndios que no se asentasen
en las visitas no serfan suyos ny los podrian pedir ni defender por tales y
se tendr ian por yndios estraf los y agenos para dar los a otros caciques y a
otros enc om ende ros, y que s i aca bad a la vis ita del repar t imien to algn caci-
que o yndio par t icular denunciase ante mi yndios que otro cacique puiese
escon dido, har ia ca cique de los tales yndios al que los denun ciase y pr iban 'a
del los al que los ouiese escondido . F ue este apercibimiento de tan to heffec-
to que obo Repar t imiento en el qual acabada la vis i ta por las denun-
ziaciones que hizieron unos contra otros de yndios escondidos se vinieron
a m anifes tar m s de mil yndios t r ibu tar io s dem s de los que se hauian vis i-
tado, y como por esta vi 'a ha cesado el fraude de esconder los yndios, y se
han m anif esta do mu cho s de los que en las visi tas pas ada s se hau ian escon-
did o y se ha tas ado c ada y ndio en par t icu lar y por esta via han crecido algu-
n as t a s as ' .
N o ob s t an t e , l a h u id a y e l d e sar r a igo sigu ie r on s i e n d o la s m od a l id ad e s
d e e vas in m s c om u n e s , l o q u e e xp li c an 'a e l au m e n t o d e l a p o b la c in Y a-
na a part ir de 1567^, la pr olife rac in d e in dio s fora stero s y la gran
^ AGI Lima 28B, fol. 30 y fol. 33v; AGI L ima 29, fol. 38 v- 39 ; AGI L ima 34, no.
40, iibro V, fol. 29.
AGI Lima 92, carta del Dr. Cuenca 12.n.l567.
Nathan Wachtel, Los vencidos, los indios del Perfrente a la conquista espano-
la (1530-1570) (Madrid 1976), p. 204.
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190 Fern ando Iwasaki Cau ti
cant idad de indi 'genas que migraron hac ia Lima a part ir de l s ig lo
X V II '* ' . En c o nc lus i n , s e pue de a f i r m a r que e n la c o lo n ia e x i s t i una
po bl ac i n "of ic ia l" , proveniente de los censo s , y o tra "informal", q ue era
la que evadia e l contro l adminis trat ive :
Y en quanto a los indios ausentes es verdad que se pide a los caciques su
tr ibuto porque las exper iencias an mostrado que doquiera que el los estn
escond idos es con not izia del cacique y cobra del los no solo el t r ibu to que
deue a los encomenderos s ino tanuien otras dadiuas para que les permita
la ausenzia y fal ta que hazen de sus pueblos de donde huyen temiend los
trauajos y obl igaciones de mitas y seruicios personales y las ocupaciones
de los tratos y grangen 'as de los corregidores y curas ques lo que sobre tod o
les apura
C o n io a nte r io r no p e nsa m o s a f i r m a r que no e x is t i t a l c a ida de m o g r -
f ica , antes bien, queremos aportar nuestro punto de v is ta sobre e l por que
de de sc e nso de l a po b la c i n ind ig e na , s e na la ndo que t a nt o e l "c o s t o de
la l e g a l ida d" c o m o la ine f i c i e nc ia de l o s m e t o do s a dm in i s t r a t iv e s de be n
t o m a r se e n c ue nt a pa r a lo s a n l i s i s de m o g r f i c o s . P r e c i sa m e nt e , y a e n e l
s ig lo X V I II l o s m ie m br o s de l C o ns u la do l e e x pr e sa ba n a l a C o r o n a sus
dudas sobre las c i f ras arrojadas por los censos:
Es con tra tod a verosimili tud el que la poblacin se haya aniqu i lad o en los
t4rminos que se expresa. Los indios que actualmente existen en el Per son
619.190; los del Reyno de San ta Fe incluso Q uito s on 458.630, y su po nie nd o
que Chile y Buenos Aires tengan 500.000, resultarn 1.577.820. Concluire-
mo s que desd e el afio de 1551 - estos es que en el discurso d e 240 ano s
- ha n d esa pare cido d e la faz de la tierra en estos reynos 6 712 174
personas . Una m or tan dad tan enorm e supone unas ca ts t ro fes tan o r r ib les
que todavia o rror izan 'an a la presente generacin, y el la no conserva m em o-
r ia de semejantes sucesos ( . . . ) Lo ms seguro es que s i se hizo semejante
enu m eraci n no ha s ido exacta o el tiem po la ha al terado , y por las dif icul-
tades que pa ra hace r la se presentan en el dia puede venirse en cono cim iento
de lo que en tonces habr suc ed ido ,
P ue s b i e n , s i l o s ind io s hu ia n de l c e nso , iha c ia d nde po dr ia n ha be r
ido? . Se sabe qu e a lg un os ib an a otras min as a vender su fuerza de trab ajo ,
pero a los o tros s lo le s quedaba dir ig ir se a los centros urbanos en busca
de un o f i c i o remunerado^^ o s im plem ente a vend er mer cader ia s por las
Noble David Co ok, Les Indiens immigres Lima au ddbut du XV IIe siede ,
Cahiers des mriques L atines 13-14 (1976), pp. 35-50.
AOI Lima 35, 13.5.1605, no. 35, libro III, fol. 14.
AGI Lima 1547, Ynforme del Real Tribunal del C onsu lado sobre el comercio d e
cste Virreinato, no. 72.
Clau de M azet, Po pula tion et societe Lima aux XVIe et XVIle slecles ,
Cahiers des mriques Latines 13-14 (1976), pp. 51-102.
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A mb ulan te s y com erc io co lon ia l 191
C a l l e s l o q u e r e a f i rma q u e l a m ig ra c i n fu e u n f e n m e n o c o n s t a n t e en
la colo nia^' ' . En los tres casos ante riores , el indi 'gena se intr odu cia en un a
economi 'a mo net ar ia q ue si b ien es c ier to que a l ter los patro nes eco nm i-
cos and inos , t ambien pudo haber incen t ivado o t ros que no p rospera -
ron po r la accin opreso ra del E sta do inca . Per e jemp lo , un caso de as imi-
lac in del s is tema monetar io por par te de la poblacidn andina ser ia e l de
la fa ls i f icacin de mo ne da , de l i to en e l cual com enza ron a incu rr i r desde
el siglo X V I: E n esta t ierra corre por mo ne da vna plat a m en ud a que 11a-
man corr iente , la qual anda por quintar y mucha del la fa lsan los yndios
azien dolo de cob re y p lo m o con color fa lsa que le suelen da r por ma nera
que los que con e l lo con t ra tan
Tenemos entonces que en e l s ig lo XVII las migraciones contr ibuyeron
a prod ucir un crecimiento del rea urb an a de Lim a que fu e para le lo a la
expansin del movimiento comercia l . En ese contexto , los comerciantes
peruanos legalmente es tablecidos se v ieron entre dos fuegos; por un lado
la mult ip l icacin de los ambulantes , que generaba problemas de precios ,
contrabando y reduccin de la demanda de sus productos y , por e l o tro ,
e l de los comerciantes sevi l lanos , que desde la Casa de Co ntra tac i n im po-
nfan un monopolio muy pesado sobre las ac t iv idades comercia les colo-
nia les . Nosotros pensamos que es tas dos razones , junto con la necesidad
de con tar con un a ins tancia judic ia l ne tam ente m erca nt i l '^ , l levaron a los
mercaderes locales a fundar el Tribunal del Consulado en el ano de 1613.
C om o SU no m bre lo indica , e l TVibunal del Co ns ula do san cion aba los
pro blem as kg ales de los com erciantes , pe ro a la vez regulaba los aranceles
que debfan cobrarse por los productos importados y las tasas que habian
de pagar los ar t iculos de ex porta c in . Tambien se dedic a es tablecer los
precios y a mo de rar el alza o la ba ja de las me rcaden'as; f i j los fletes qu e
debfan cobrar los navios cuando fue necesar io ; abastec ia los mercados;
impedia los abarrotamientos de mercanci 'as en los puntos de desembarco
y equipaba navios para defender las costas de los a taques de los p ira tas .
A estas funciones iniciales debemos agregar la que el principe de Es-
Joseph de M ugabu ru,
Diario de Lima 1640-1694),
Coleccin de Mbros y docu -
mentos referentes a la historia del Peru, VIII (Lima 1918), p. 66.
Rolando M ellafe, Esqu ema del fenm eno migratorio en el virreinato del Peru ,
Revista de Indias
143 -144 (1976), pp. 147-15 8.
Wachtel , pp. 183-185.
AGI Lima 92, carta del lic. Castro, 15.1.1565.
Encarnadn Rodriguez Vicente ,
El TYibunat del Consulado de Lima en la pri-
mera mitad del siglo XVII (M adr id 1960), p. 27.
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19 2 Fernando Iwasaki Cau t i
q u i l a c h e l e e n c o m e n d : e l c o b r o d e l o s i m p u e s t o s m e r c a n t i l e s , e n d o n d e
d e s t a c a b a n l o s a l m o j a r i f a z g o s
y
l a s a k a b a l a s y, p o s t c r i o r m e n t e , l a a v e n a
d el M a r d d S u r l
T o d e l o a n t e r i o r p o n e e n e v i d e n c i a el c a r c t e r p r o t e c c i o n i s t a y l a v o c a -
c i n m o n o p l i c a d e l o s c o m e r c i a n t e s l i m e n o s , l o s c u a l e s n o e n c o n t r a r o n
u n m e d i o m e j o r p a r a e n f r e n t a r l a s i t u a c i n , q u e a g r e m i a r s e e n u n a i n s t i -
t u c i n c o r p o r a t i v a q u e v e l a r a p o r s u s i n t e r e s e s y e n c o n t u b e r n i o s c o n e l
E s t a d o .
De sde e poc as lejanas los pai'ses que pretenden v alerse del com ercio activo
han fomentado la organizacin corporativa de su clase comercial ; y, por
regia general , el Esta do mo derno asimism o sanciona un procedimiento es-
pecial en la litigacin mercantil. Lo distintivo del sistema espanol consiste
en la unin del tribunal comercial con el cuerpo mercantil , de modo que
los oficiales del grem io funcion an co m o jueces privatives en los pleitos pro-
venientes de controve rsias entre los prop ios a gr em ia do s' .
P e r o , ^ a q u i e n e s p o d i a a g r e m i a r e l C o n s u l a d o ? . D e a c u e r d o a l o s d i s t in -
t o s g r u p o s q u e v i v i an d e l c o m e r c i o , e s t o s h a b n a n s i d o : l o s c a r g a d o r e s y
a r m a d o r e s , q u e t r a i a n la s m e r c a n c i a s d e s d e E s p a n a o P o r t o b e l o ; l o s m e r -
c a d e r e s c o n t i e n d a a b i e r t a , c u y o r a n g o s e h a l l a b a d e t e r m i n a d o p o r e l l u g a r
en el qu e se ha l lab a su t iend a y por la c uant i a de sus op era c ion es ; los fac to-
r es , q u e a c t u a b a n c o m o i n t e r m e d i a r i o s e n la s c o m p r a s y v e n t a s d e m e r c a -
d e r i a s , y f i n a l m e n t e , l o s c a j o n e r o s y m e r c a c h i f l e s . C o m o e r a d e e s p e -
r a r s e , l o s c o m e r c i a n t e s i n f o r m a i e s r e s u l t a r o n s e r e l g r u p o m a y o r i t a r i o , l o
q u e c r e u n a a l a r m a e n t r e l o s p o d e r o s o s c o m e r c i a n t e s l i m e n o s a n t e l a p o -
s ib i l idad de que e l c ont ro l de l gremio es tuv iese en manos de regatones y
c a j o n e r o s :
E n 1643 se presentaron a la Ju nta de Elecc ione s casi 50 0 votantes; y aun-
que se an escluido 160 botos, los que se an admitido son 320 y de ellos
se regul el 75 por ciento por ser gente de poquisma consideracin. En
cam bio, L as personas m as importantes del com ercio y a cuyo cargo est
la adminlstracin de las alcabalas y lo grueso de la contratacin son menos
de 50, y parece dura cosa que un mercachif le o cajonero tenga el mismo
bot o que uno de es t os hom br es gr uesos * ' .
Ibd.
Robert Sidney Smiih,
El i ndice del Archivo del Tribunal d el Consulado, con un
estudio hislrico de esla institucin
(Lim a 1948), p. X ll .
Rodn'guez Vicente, pp. 66-67,
Smith, p. XXI.
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A m b u la n te s y c o m e r c io c o lo n ia l 1 9 3
Por eso es que las ordenanzas de 1643 reconoci 'an como mercaderes
". . . tan solamente los votos legitimos para nombrar los treinta electos,
los que huvieren sido Priores, y Consules, y cargadores, y los mercaderes,
que por si , o en compani 'a de otros t ienen tienda en la calle principal de
los mercaderes, portales de la plaza, y calle de la cruz, y los duenos de
nao, que huvieren en esta ciudad, y solo los de la calle referida hayan de
ser votos en la dicha eleccin"
Dicho reglamento motiv una ser ie de controvers ias entre los agre-
miados. Los ca joneros de la p laza fueron los pr imeros en protes tar por
su exclusin de la matricula de electores, pero no les hicieron caso por los
. . grabes in con ben ientes q ue teni 'a el haver tan cresido n m er o de b oto s
( . . . ) y que de o rd ina r io los ca jone ros son hombres m of os que empiezan
a buscar la vida y no con las experiencias y asiento que de negocio y de
t a n t a imp o r t a n c i a s e r e q u i e r e " " .
Lo c ie r to e s que pau la t inam ente e Co nsu lado se consoHd en su labor
f isca l izado ra del comercio , p ero le jos es tuvo su gru po dir igente de imp ar-
t i r medidas que buscaran e l b ien de la mayon 'a de los agremiados; antes
bien , se fo rm un a e l ite de pod eros os comerciantes qu e aca pa raro n la ac-
t iv idad m ercant i l . Segn R odn 'guez Vicente , la m arc ada d iferencia de ca-
tegon 'a en t re sus miembros pe rm i t i la fo rma c in de una cam ar i l l a co m -
puesta por los grandes cargadores y armadores:
C om o tribunal de jus tic ia , la juri sdi cci n cons ular se extendi'a hasta e l l-
t im o de los marca chif le s o cajon eros; a la hora de dec id ir sobre a lg i in asun-
to importante eran los mercaderes ms acaudalados los que tomaban reso-
lu ci n. Tal vez por e llo se haga con star gen eralm ente e l do bl e ti 'tulo de Tri-
b u n a l d e l C o n su la d o y U n iv e r s id a d d e lo s Me r c a d e r es , o b ien E l C o n su -
lad o y e l Co m erc i o , y para establecer c laramente la d ist inc in entre u no
y otro *^.
Por lo tant o , p la nte ada s ya las d iferencias que exis t ieren entre los com -
ponentes del sec tor mercant i l de l s ig lo XVII , t ra taremos ahora de presen-
tar la d inmica entre e l comercio formal e informal en d icha centur ia .
Indud ab lem ente , e l Co nsu lado rep resen ta la face ta " fo r m al" de es ta ac -
t iv idad y por e l lo seguiremo s extendi^ ndo nos en su anl isis . S in em barg o,
no queremos ins is t i r ya en los conocidos puntos de v is ta de Moreyra
AGI Lima 1553.
Smith, p. XXII.
''* Ro dri gu ez V icen te, p. 10.
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9 4 F e r n a n d o I w a s a k i C a u i i
(1950), Smith (1948) y Rodriguez Vicente (1960), sino, a partir de nuevos
estudios y de los m ism os doc um ento s , in tentar a lgun as aproxim aciones .
En pr imer lugar , per tenecer a l Consulado permit ia a sus miembros go-
zar de los benef ic io s de la legal idad, lo que en termin os es tr ic tam ente co-
mercia les implicaba conseguir pr^s tamos en d inero o credi tos para admi-
nis t rar mercader ia , poderes en confianza para adquir i r mercancias o para
obten er credi tos en o tras c iudades y f ianza s par a rea l izar este l ipo de op e-
raciones . Pero los comerciantes l imenos rea l izaban otras labores fuera
del m bit o mercant i l y tambien pud ieron e jercer las l ibremente , no
ocurr iendo lo mismo con los mercachif les y ca joneros en n inguno de los
do s casos, iQ uie re decir , entonce s, que la legalida d colonia l tuv o un c arc -
ter excluyente?. Nosotros pensamos que si .
Sabemos que las menta l idades legales de Cast i l la concibieron la incor-
poracin de las Indias como una gran expansin que requer ia unif icacin
eo nc ep tua l y legal, y fu e po r ello que sc co nsi der qu e la ley debia fu n-
c iona r co m o un vinculo lo suf ic iente me nte fuer te , cap az de res is t ir las ten-
dencias centr i fug as de una sociedad colon ia l codic iosa e indisc ip l ina-
da^. De ahi ' qu e la respons abilid ad de la ad m inis trac in de las Ind ias re-
cayera en los fun cio nar ios : Esto s eran necesar iam ente quienes con m s
celo s iguieron las prct icas b uroc r t icas es tablecidas con fia do s en que , de
este modo, las acciones que tomaran obl igados por las c i rcunstancias del
m om en to y en ausencia de d irect ivas c iaras de la m etr pol i , ser ian even-
tualm ente ap rob ad as o pas ada s por alto .
No o bstan te , las d if icul ta des del gob ierno colon ia l surgieron no solo de
SU fa l ta de decis in, s ino de su gran a m pli tu d y co m ple j ida d. Los f un -
c ionar ios a sueldo ms importantes (v ir reyes , o idores , of ic ia les rea les ,
e tc . ) representaban solamente una pequena f raccin de los funcionar ios
colonia les . El im perio se mantem'a un ido por cadenas de pape l , cadena s ,
que compensaban con su nmero lo que les fa l taba de fuerza individual .
Una b urocrac ia cen t ra l izada requen 'a un cuerpo inmen so de func io nar io s
of ic inesco s - escr iban os - para m an ej ar e l papeleo ' .
A rm an do de Ram n, Mercaderes en Lima, Santiago de Chile y Buenos Aires ,
Historia Problema y Promesa
I (L im a 1978), p. 145.
Claudio Vliz, La tradidn ceniraiisla de Amirica Latina (Barcelona 1984), p.
52.
Parry, p. 150.
V^liz, p. 78.
Parry, p. 179.
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A m b u la n tes y co m erc io co lo n ia l 1 9 5
Sobre es ta legin de peque f los bu rc ra ta s recay el peso de los proc edl-
mie ntos legales, los cuales fuero n ha cir do se in term inables y costosos de-
bido a las corr upte las g enerad as p or los ba jos sueldos^ ' '. Ya desde las pr i -
meras decadas de l gob ie rn o co lon ia l com enzaron a man i fes ta r se en L ima
las qu eja s con tra los abu sos d e escr ibanos, jueces , re la tores y sobre la len-
t i tud de los procesos judic ia les^ ' .
Sin em bar go, a n a pesa r de estos prob lem as, Felipe II estableci la ven-
ia de of ic ios en las colonias con la f ina l idad de obtener una renta rea l y
de impedir que los virreyes y gobernadores provinciales usaran los cargos
pb l icos como premios pa ra su c l ien te la ' ^ . Empero , d icha med ida no
con t r ibuy a f ren ar los abusos , s ino que gener nuevas fo r m as de co r rup-
c i n . Quiz ahi surgi la creencia - tan arra ig ada en la sociedad pe-
rua na - de cons ide ra r a l pues to pb l ico com o un a fo rm a de p rop iedad
capaz de se r ob ten ido por compra , soborno o recomendac in .
Pu es bien, este fu e el con texto en
e
cual e l Tr ibunal del C on su lad o pu do
accio nar a su an to jo los resor tes de los me canism os de la lega l idad ; n o
slo a traves de los medios m s comu nes de cor rup ci n co m o el come rcio
ih 'cito, sobornos, favorit ismos, clientelismo, venta de oficios y servicios
burocr t icos^^; s ino por medio de una v ia que podn 'amos denominar la
compra de la legal idad ,
Efec t ivam ente , la consu l ta de d iversos doc um ento s en el Arch ivo de In-
dias de Sevil la no s perm ite af i rm ar qu e la com pra de la legal id ad era
una pract ica comn en la colonia y que no debe ser considerada como
un m ero sobo rno, pues se da ba s iem pre a n iveles of ic ia les y tenien do com o
una de sus par tes a la Corona o sus segmentos .
Po r e jem plo , tenem os que en 1684 e l C on sul ad o quis o renu nciar a l
co bro de averfas po r las pe rdid as qu e ello le oc as ion ab a, y por eso le solici-
taro n al rey . . . se siruiese ad m itir la dexacin de su A dm inis trac in o fre -
cien do p or esta gracia 100 mil pesos en la f irm a qu e en el se co nt ie ne ^ ' .
John Leddy Phelan, The Kingdom of Quito in Ihe Seventeenth Century: Bureau
cratic Poiitics in the Spanish Em pire
(Madison 1967), p, 326.
AGl Lima 92, carta del lic. Monzn, 7.12.1567; AGI Lima 108, carta del cabildo
de Lima, 6.3.1573.
J.H. Parry, The Saie of Public Office in the Spanish Indies under the Hapsburgs
(Berkeley-Los An geles 1953), pp. 2 - 4 .
Pietschmann, p. 25.
Ibd., p. 29.
AGI Lima 281, Memorial del Consulado, 2 .4 .1684.
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1 9 6 F e r n a n d o I w a s a k i C a u t i
Co nfo rm e esta pract ica se fue genera l izando ad quir i una form a pro-
pia: La Co ron a recibia las prop uestas de lo s interesado s y al f inal se incl i-
naba por quien i iac ia la oferta ms cuant iosa, oferta que se presentaba
bajo la de no m ina ci n de donat ivo grac ioso . En algu no s casos , una ins-
t i tuc in o persona pod ia hacer le una ser ie de don at ivo s a la Co ron a, pero
siempre se terminaba rec lamando un benef ic io;
P o r o t r a s q u e h e m o s e s c r it o a V u e s t r a M a g e s t a d l e h e m o s s u p l i c a d o q u e
e n c o n s i d e r a c i n d e lo s m u c h o s s e r v i c i o s q u e l e h a h e c h o e s t e t r i b u n a l y
c o m e r c i o e n t r y n t a y s i e te a n o s q u e a q u e s e f u n d e n b e n e f f i c i o c o t n n
d es to s r e in es , p u es p as s an d e m as d e d o c ien to s mi l l p es s o s , l o q u e le h a d a -
d o g r a c i o s s a m e n t e , s i n m s d e d o s m i l l o n e s , q u e a s u p l i d o y p r e s t a d o , p a r a
l a s n e c e s i d a d e s p r e c i s s a s d e V u e s t r a M a g e s t a d a d e m s d e e s t a r l e s i r u i e n d o
e n a d m i n i s t r a r l a s r e n t a s r e a le s d e A l m o x a r i f a z g o y a l c a u a l a s , p u e s d e u n o
y o t r o e f f e c t o e n c a d a u n a n o , m a s d e d o z i e n t o s m i ll p e s o s , p o r s i n t a n c r e -
c i d a , ( . . . ) y n o e m o s c o n s e g u id o g r a c ia a l g u n a ' ^
Otras veces, e l donativo se sol ic itaba para la construccin de alguna
obra impo rtante - co m o las mural las de Lim a y Porto belo ~ y a cam bio
se otorgaban privi legios^^; tambien se podian revocar reales cedulas por
una buena cantidad de p e s o s y has ta so li c it ar una prrroga para e l go-
bierno de algn virrey al legado al comercio^' . Incluso los criminales adi-
nera dos po dia n recurrir a este m edio , pu es en 1722 el C on de de C asteb lan-
CO - co nd en ad o por co m erc io i l ic ito - ob tuv o el perd n del rey al con tri-
buir co n 20 barco s de guerra co m o do nativ o gracioso . Fin alm ente ,
la m ism a Coro na aceptaba y fomen taba esta prct ica, co m o lo prueba u na
c6dula en la que e l rey esperaba un don at ivo de l Consu lado : AI C on de
de la M on clo ua d nd ole orden rezeruada para la form a de dispon er la im-
AG l Lim a 107, M em ori al de 1 .4.1650. En el ai^o de 1690, el C on su la do le envi
al rey un memoria l fo rmulando 41 ped idos en v i r tud de todos los donat ivos hechos
a la C or on a. E n tre e l los des taca ban e l con tro l de p recios y ven tas en Po tos i , en carga rse
de los dec om isos en Po r tobelo , con tro lar e l p recio de la p la ta y la suspe ns in del pu er to
de Buenos Aires (AGI Lima 286) ,
AGI Lima 473 .
AG I Lim a 286 . E l rey o rd en en una c idu la de 1690 qu e el con su la do aum en tar a
lo s r eal es d e rech o s q u e ad m in i s t r ab a , p e ro co m o e l Co n s u la d o n o p u d o h acer lo o f rec i
a cambio un donat ivo g racioso de 200 .000 pesos (AGI Lima 473) .
' ' E l 26 de abr i l de 1680, e l Co ns u la do le o fre ci a la Cor on a 100.000 pesos a c am -
b io de un a p rrr oga en el gob iern o del arzob ispo-v i r rey M elchor L in (AGI Lim a
4 2 7 ). P o s te r io rm en te s e d es cu b r i q u e
l
a rzo b i s p o h abi 'a s id o s o b o rn ad o p o r e l Co n s u -
lado con 300 .000 pesos para apoyar a l comercio duran te su ges t in (AGI Lima 493 ,
carta del 30.12.1723).
AG I Lim a 4 83.
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A m b u la n te s y c o m e r d o c o lo n ia l 1 9 7
posic in del dos por c iento n js de repar t imiento en e l boquern en caso
qu e e l C on sul ado de Lim a no lo ofrez ca gracio sam ente .
C om o se ha br po did o observar , ia com pra de la legal idad le habn 'a
perm i t ido a l C on su la do - merced a su poden 'o econm ico - o r ien ta r
la poh' t ica comerdal de la colonia de acuerdo a sus intereses.
Ahora b ien , t en iendo en cuen ta lo an te r io r podemos a f i rmar que los
comerciantes del Consulado const i tuyeron una e l i te importante que no
slo se benefici con la compra de puestos pblicos y t i ' tulos de Cas-
ti l la^^, sino que Ilegaron a ejercer cierta influencia en las disposiciones
regulad oras del co m er do , lo que los colo cab a en una s i tuacin de pr iv ile-
gio.
En segundo lugar , entonces , veamos cules fueron las venta jas que se
der ivaron de esa pr iv i legiada posic in: a) Las aduanas no podian abr ir
n ingun a ca j a , ba l o pe taca pe r tenec ien te a algn miem bro de l Co nsu la -
do^ ' . b) Los miembros del Consulado podian inspeccionar las t iendas y
cajones de las reas urbanas' ' . c) Libertad para sacar oro y plata de las
Indias, los comisarios dei comercio no podian ser registrados y los jueces
estaban imposibili tados de proceder contra ellos' . d) Los fallos del Tri-
bunal del Consulado slo eran apelables al virrey y a la audiencia^.
En conc lusin: A lo largo del s ig lo XV II e l C on sul ad o se cons ol id co-
m o una ins t i tuc in mon op lica , e li t is ta y de a tr ib uto s legisla t ivos , lo
que le perm it i s i tuarse en la cspide de la jerarqu ia m ercant i l y co m pet i r
con ven ta ja con tra o tro s comerciantes , Precisame nte , en tre eso s m ercade-
res se enco Atrab an los inform ale s, cuya evolucin en el siglo X VI I veremo s
a con t inuac in .
A fines del siglo XVI, el cabildo de Lima decidi obtener una renta de
la gran cant idad de mercachif les que pululaban por la c iudad. Como la
venta de l icencias no diera buenos resultados, los regidores le solicitaron
al virrey Luis de Veiasco qu e les perm itiera dispo ner de un lug ar de la plaz a
para arrendar les ca jones a los regatones:
Don Luis de Ve iasco Caual lero de l orden de Santiago Virrey Lugarthc-
n iente de l Rey Nuestro Senor , Su Goue rna dor y Ca pit n Genera l en estos
' AGI Lima 1537, fol. 36.
Roe l , pp . 318-323 .
AGI Lima 427.
AGI Lima 493, carta del 30.12.1723.
AGI Lima 1539, cedula del 31.3.1660, fols. 74-76.
AGI Lima 1537, fol. 119.
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198 Fer nan do Iwasaki Ca ul i
reynos y p rou inc ia s de l Pe ru T ie r ra F i rme y Chi l e : Por qu an to He rn n
Carr i l lo de Crdoua Procurador Genera l de esta c iudad de los Reyes me
hizo re lac in que e l caui ldo de e l la estaua mui pobre y los propios de la
dich a c iudad mu i emp ei iado s y gastad os ( . . .) m e pidi y supl ic hic iese
merced a la dicha ciudad para propios de el la de los si t ios y suelo de los
Por t a l e s de la P l aza , aun qu e e ran su ios p rop ios , pa ra po de r los a r ren da r que
en el lo reciuiria bien y merced
De e s t a f o r m a , de spue s de e sc o g e r e l s i t i o a pr o p i a do s e r e so l v i que :
. . . los to ldos y tendejones de los dichos mercachi f les y f ruteros y dems
personas se pueden poner y estar en e l s i t io que ay desde la esquina de los
me rcad eres h as ta la de la iglesia m ayo r de xa nd o Calle en m edio e ntre los
dichos tendejones y la ca l le de los sederos y sombrereros de l anchor que
ay desd e el pa lo qu e para just icia de los neg ros est pue sto en la dich a plaza
has ta los de los por ta les que son sessenta pies de anc ho con lo que qu eda ra
sufuc ien te en e l pas a j e pa ra l a gen te y comerc io d e l l a .
Si n e m ba r g o , d i c ho l ug a r e s t a ba m uy pr x i m o a l a s t i e nda s de l o s g r a n-
d e s c o m e r c i a n t e s , l o s c u a l e s n o e s t a b a n d i s p u e s t o s a a c ep t a r la c o m p e t e n -
c i a de l o s c a j o ne r o s :
Hauiendo e l Virrey marqu^s de Sal inas hecho merced a esta c iudad de los
Reies de que pudiese thener y arrendar c ier ta forma de caxones en la pla ;a
publ ica los quales se pusieron en forma de ca l le en la cera f rontera de las
casas rea les y a lqui lndose a c ier to g^nero de t ra tantes de maior quant ia
que ay en este reyno a lgunos af tos despues pusieron pleyto a la c iudad los
mercade res con qu ien a l indaban por f ren te a l ega ndo qu e abfan exced ido
de la forma de la consesin ^*.
E s t o n o s d e m u e s t r a c m o la l u c h a e n t re l o s c o m e r c i a n t e s f o r m a l m e n t e
e s t a b l e c i do s y l o s i n f o r m a l e s t i ene un a g r a n a nt i g e d a d e n la c i ud a d de
L i m a . E l m a r qu e s de M a n c e r a no s d i r qu e l o s t e nde r o s pr o t e s t a r o n . . .
por s i, y por el b i en pb l i co , pr e ten dien do era en pe r ju ic io suyo , y en no -
t a b l e d e f o r m i d a d d e la p l a z a p o r a u er s e a s e n t a d o l o s d i c h o s c a x o n e s f i x o s
y c e r r a do s . Y a u i e n do se t r a t a do el p l e i t o e n l a a ud i e nc i a , f ue v e n c i da l a
c i ud a d , p o r s e n t e n c i a s de v is t a y r e v is t a , y s e de sp a c h e x e c ut o r i a , y c o n
e f e c t o s e q u i t a r o n l o s c a x o n e s .
AGl Lima
4 2 8 , 4 . 1 1 . 1 5 9 9 .
AGl Lima 1 0 8 , 2 0 . 1 2 . 1 6 0 2 .
AGl Lima 3 8 , carta del principe de Esquilache al rey, 1 6 . 4 . 1 6 1 8 , lib. III, fols.
2 4 8 - 2 4 9 V .
AGl Lima 1 0 9 , 7 . 6 . 1 6 4 4 .
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Am bulan tes y comercio colonial 199
N o obs tan te, los alcaldes y regidores no se dieron po r vencidos tan fc il-
m ent e. Sa bem os qu e los ano s de 1612 y 1613 fue ron ano s de co nfl icto entr e
los comerciantes y e l cabi ldo por causa de la fundacin del Tr ibunal del
Consu lado . En tonces , no habr ia s ido ex t rano que como par te de la
pu gn a con tra e l nacien te gremio, el cabi ldo haya sol ic i tado y obte nido del
marques de Montesclaros , facul tad para volver a poner los ca jones f rente
a las t iendas en el afio de 1613'^. Posteriormente, en Auto del 22 de abril
de 1617, el virrey principe de Esquilache le concedi a la ciudad la autori-
zacin f inal para coloca r 42 ca jo nes y s in que haya lugar a rec lamos jud i-
ciales**^. C o m o los com ercian tes prp tes taro n, el cab ildo le dirigi un a
ca rta al rey exp licnd ole qu e el crecim iento de la ciu dad y la falta de din ero
para obras pbl icas fueron las causas de la colocacin de los ca jones:
Estos daiios v la poca renta que para remediarlos avia obligaron al virrey
principe de Esquilache se le procurase por algunos adbitrios y bueno s me-
dios entre los quales hizo electin de dos los tns suabes por ser sin per-
juizip d e los vezinos fu e el uno da rnos licencia para que en la placa arrima-
do a las paredes de las casas reales se pusiesen unos cajones de madera de
mercaderes que se pudiesen arrendar y el otro que se hechase medio real
sobre cada cauepa de carnero ' .
A par t i r de ese momento , e l Consu lado comenz a poner una se r ie de
objeciones a l funcionamiento de los ca jones , a pesar de los rec lamos del
cabi ldo. E n 1640, e l ay unt am ien to l imefio decidi pone r nuevos ca jo nes ,
pero para esa fecha d C on su lad o ya no era la d iscut ida y f rgi l ins t i tuc in
de sus comienzos , to do lo con t ra r io , su poder hab ia ido aum en tan do con
los anos . Por e l lo neutra l iz fc i lmente la maniobra del cabi ldo gracias
a un doble juego: por un lado le envi a los alcaldes y regidores una carta
de recelosa aprobacin:
La segunda propuesta, es de otro medio en que ofrece dar ympuestos a
Vuestra Magestad cinco mill ducados de renta y esto los saca de unos caxo-
nes que dize se pueden poner y alquilar en la plaza de Lima con tftulo de
cax one s reales, para vender en ellos mercadun'as y boo nerias , y los q ue Ips
arrendaren sean exentos de alardes. A la Junta le parece que este ren^edib
se execute, el consulado siente lo mismo, pero anadiendo se escnudjty
aduierta al Virrey, que p or cua nto se a entend ido q ue ya hub o esto s caxotfl;
Manuel Moreyra,
El
Yibunal
del Consulado de Lima sus antecedentesy funda-
cin (Lima 1950), p. 38.
AGl Lima 109, 5.4.1617.
AGI Lima 109.
'' AGI Lima 108, carta del 25.4.1619.
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200 Fernando Iwasaki Cauti
y se q u i tar on s in b o l u er l o s a p on er h a ll are yn con u i n i en t e s co n s i d er ab l e s y
q u e p rep o n d er en a l V ti l q u e d e l l o s s e e sp era , su sp e n d a e l execu tar l o y au i se
a l c o n s u l a d o ' ^
Pero m ientr as esto le deci 'a el Trib una l al cabildo , p or o tro l ad o conve n-
ci a l marques de Mancera del t remendo per ju ic io que causan 'a a la
ciudad la instalacin de los cajones, de tal forma que el virrey envi al
m onarc a un ex tenso mem or ia l ene cual le exp onia las raz one s por las que
no debian colocarse los ca jones '^ .
Pues bien, si el cabildo se vali de los cajoneros para mantener su
enf re n tam ien to con e l Co nsu lad o , t enem os mot ivos pa ra suponer qu e este
ul t imo ut i l iz a los vendedores ambulantes con la misma f inal idad.
C om o ya hem os vis to antes , los me rcachif les veni'an s iendo perseguido s
por e l munic ip io l imeo desde e l s ig lo XVI y hasta se habian dado en su
co ntr a alg un as reales cedu las, co m o la del 11 de jul io de 1580^^. Pero a n-
te e fra cas o de estas y otra s medid as, el cab ildo o pt por ofrec erles a los
regatones la posib i l idad de arrendar a lgunos ca jones para as i permit i r les
realizar sus ventas legalmente, y de paso producir una renta para la
c iuda d . Em pero , l a ape r tu ra de d ichos ca jones no acab con los am bulan -
tes; ante s bien, su nm ero a ur ae nt y m oti v o tra real c^du la el 12 de se-
tiem bre 1622^. Pero esta no fu e la con secu encia m s im po rta nte , pue s
los m ercachif les le hacian a su Wz la comp etenc ia a los ca jo nero s , con la
gran ven ta ja de no tener que pagar arre nda m ient os y a lcabalas , por lo que
mu chos de es tos pequef ios comerc ian tes dec id ie ron a ba nd on ar sus
cajo nes - ya qu e e l "costo de la legal id ad" era supe r ior a las gananc ias
- y pasars e al sec tor inform al , oca sion nd ole graves perdidas a l cabi ldo:
" s iendo tan ta la mu chedu mb re de mercach i f le s y buh one ros que an da ua n
por las
Calles
que hau ian d eja do los tende ros los ca j on es y o tros puesto s
por no pagar a lcaualas n i arrendamiento de cosa pbl ica teniendo es ta
conuen ienc ia por ms e fec t iua y s eg ur a" ' ' .
Por lo tan to , e l C on su lad o t ra t de imp edir la proh ibic in del com ercio
ambulator io en e l s ig lo XVII , pues mientras d exis t iera , los ca jones no
representar ian com peten cia du ra para las t iendas y e l cabi ld o perden 'a sus
rentas. Pero en 1670 se dio un a cedu la qu e dio inicio a una v iolenta repre-
s in contra los mercachif les , s in que e l Consulado pudiera ya in tervenir :
AOI Lima 109, 7.2.1641.
^ AOI Lima 109, carta dd virrey, 7.6.1644.
AGI Lima 109.
AGI Lima 109.
AGI Lima 109, 10.9.1670.
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Am bula ntes y com ercio co lonia l 201
Y que asimesmo se reytere por nueuo despacho, los antecedentes que
hablan en esta materia, pre uiniend o en el , que precisa y totalmen te se prohi-
ba a los m erc ach ifles y bo ho ne ros el vender por las Calles de aqu ella c iud ad ,
no obstante cualesquier l izencias que tengan para el lo , y que el consulado
no tenga recurso a reclamar ahora, ni en ningn tiempo respecto de que
en esta parte no viene a ser perjudicado en nada, que es lo que a la ciudad
succede en m ucho
De es ta manera t ranscurr i e l s ig lo XVII , pen 'odo en e l que tanto ca jo-
ne ros como ambulan tes tuv ie ron coyun tu ras favorab les pa ra su des -
arro l lo . Pero no o lv idem os que el lo tam bien se de bi a las pocas op ort un i-
dades de acceso al sistema formal, a las trabas burocrticas, a las cargas
tr ibu tar ia s e im puesto s y a la labor m ono plic a d e un pr iv i legiado c i 'rculo
de comerciantes .
Por eso fue que los info rm ales s iguieron in curr ie ndo en del i tos de i l ici to
c o m e rc io c o m o fa b r ic a c i n c i an d e st in a d e v e l a s v e n t a f r a u d u l e n ta d e
carne de auq uen ido s po r carne de vaca y sob orn os a los maestres de
navi'o, quienes les vendi'an las mercanc ias Chinasy fran ces as Frente a
estas acciones se dictaron energicas medidas tales como la revisin de las
me rcancias a la sa l ida y entr ada de las c iudades y d iversas sanciones
contra los vendedores que no hubiesen pagado la a lcabala '' .
I V . E L C O M E R C I O E N E L S IG L O X V I I I Y F I N A L E S D E LA C G I N I A
Durante la tercera centur ia de dominio espanol , la tendencia a l comer-
c io informal fue en aumento , pero debemos recalcar que es to se produjo
en un con texto de crecimiento ur ba no y dem ogr f ico , y en medio del pro-
ceso de descom posic i n del m on op oli o comercia l , s is tema que en su ca ida
aca r re co n t rab and o , co r rupc i n y una secue la de re fo rmas cen t ra li s ta s.
Co n respec to a lo u rb ano -dem ogr f ico tenemos que la pob lac in and i -
na evidenci un a leve recuperaci n y qu e Lim a co nta ba con 37.234 ha-
bi tantes a pr incip ios del s ig lo Cu riosa m ente , la expans in ur ba na de
AGI Lima 109, 4.7.1673.
Mugaburu, pp. 197-198.
Ibd., p. 148.
AGI Lima 107; Vargas Ugarte, t. III, p. 177.
Mugaburu, p. 153.
Ibd., p. 189.
Roel , pp. 336-337 .
Vargas Ugarte, t. IV, p. 46,
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20 2 Ferna ndo Iwasaki Cau ti
Lim a m a n t uv o e se r i t m o de c r e c im ie nt o de so r d e na do q ue y a hab i'a pr e se n-
t a do e n lo s s ig lo s pa sa d o s y qu e t a m bie n lo t uv ie r o n la s m e t r p o l i s pr e h i s -
pnicas . De ahi que en 1713 Lima haya s ido
. . una urb e de 175 ma nzan as, con u na extensin aproxim ada de 360 hec-
treas, de las que parte eran zonas cultivables o ajardinadas, esto es, sin
edif icar , an de ntro de recinto ac ota do po r las mural las . La ciudad desple-
gab a SU crecimiento, dividiendolo hac ia la par te m er idion al y or ienta del
recinto amural lado, con una clara tendencia hacia un avance desordenado
a trav^s de la zo na r ural , con la inevitable perd ida de sistema regul r en
el t raz ado d e susCalles, com o censecuencia directa de la i r regular idad geo-
me tr ica de las nuevas ma nzan as, forza das en su dibu jo y cons truccin por
el aco plam iento a su nueva ubicacin, gana da a par t i r de las zonas desocu -
p a d a s "
Es in t e r esa nt e s e na la r qu e y a a c o m ie n z o s de l s i g lo X V I l l e m pe z a r o n
a form arse v i l lorr ios y ranchen'as en los extramu ros de la c iud ad , ta le s c o-
mo e l Barr io de San Lzaro y los casen'os de las fa ldas de los cerros de
A m an ca es y Sa n Cr is tbal' ^ . Lo m s proba ble e s qu e e s tos p recursores
de lo s P ue b lo s J v e ne s ha y a n e s t a do po b la do s po r ind io s m ig r a nt e s ,
pe que i io s a r t e sa no s , ne g r o s l ibe r t o s y de m s pe r so na s de po c o s r e c ur so s
de todas las razas y castas . El rece lo de los habi tantes de la c iudad hac ia
es tos grupos se de ja ver en una car ta de l v irrey O'Higgins:
. . me he persuadido que la facilidad de vivir sin trabajar estas gentes es
el origen de estos excesos que se notan y que, si los jueces se aplicasen a
evitar aquel daflo, los hombres serfan menos malos. Pero para esto es preci-
so que vigi len de cont inuo, que cuiden de prohibir la ociosidad y, en una
palabra, que persigan s in intermisin a los que encontraren s in t rabajar o
ma l en t r e t en id o s" ' " .
Ahora bien, todo e l comerc io co lonia l entr en cr is i s durante e l s ig lo
XVII l , a causa de las dispos ic iones protecc ionis tas que se habian impuesto
d e s d e l a C a s a d e C o n t r a t a c i n y l o s c o n s u l a d o s a m e r i c a n o s . C o n s e c u e n -
c ia de e s t a s m e dida s f ue e l que de sde bue na pa r t e de l X V H, m uc ho s ba r -
c o s f r a nc e se s , ing l e se s y ho la nde se s , de se m b a r c a r a n sus m e r c a n c ia s e n d i s -
Alfredo Moreno, "Cuarteles, barrios y Calles de Lima a fines del siglo XVIH",
Jahrbuch fr G eschichte von Slaat Wirtschaft und Gesellschaft Lateinamerikas
18
(1981), p. 97.
V. Barbagelata y J. Bromley, Evotucin urbana de Lima (Lima 1945).
"" Barrios marginales que rodean a la ciudad de Lima en nuestros dias. Tmbien
son conocidos como "cinturones de miseria".
Vargas Ugarte, t. V, p. 142.
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Am bulantes y comerc io co lon ia l 2 3
t in tos pu nto s del l i tora l , de ta l form a qu e ya pa ra el s ig lo XV III e l con tra-
bando era uno de los ms grandes males del comercio .
Evidentemente , e l comercio informal teni 'a en e l contrabando una per-
m anen te fuen te de ap rov is ionamien to , co m o lo dem ues t ran los decomi-
sos a ca jon er os ^ , las conf esion es de los con trab and is tas y hasta un
curioso caso en e l que un ambulante y un ca jonero resul taron ser cmpli-
ces d e u n o s p i ra t as c o n t r a b a n d i s t a s P e r o e st o n o d e b e d a r p ie a s u po -
ner que los informales fueron los nicos responsables del contrabando,
pue s sus activid ades - clan des tinas y a pe qu en a escala - se l levaban a
cabo con no poca d i f icu l tad . Def in i t ivamente , un con t rabando de tan ta
envergadura precisaba de f lo tas , a lmacenes , d inero para los sobornos,
t ienda s para las ventas y una ef ic iente red de d is t r ibuci n, requis i tos qu e
slo reum'an los miembros del Consulado.
Efe ctiva m ente , en 1715 el Pr io r del C on su lad o resu lt ser el cabecilla
de una ba nd a de con t rab and is tas f ra nc es es ^ en 1723 los comerc ian tes
del C on sul ad o a l teraron los l ibros de cuentas de Por tobe lo y en 1733
reemplaza ron e l pag o de impue s tos aduan eros por dona t ivo s g rac iosos
a las auto r ida des po r tua r ias En 1724 e l marq u6s de C aste lfue r te le
escr ib i a l rey com un icn dol e lo per judic ia l que habi'a s ido e l qu e slo e l
Consulado controlara la in troduccin de mercaden 'as , pues en una revi-
s in que se h izo en los barcos de sus m iem bros se enc ont raro n c ien tos d e
f a rd o s d e me rc an ci 'a i l e g a l F i n a l m e n t e , d u ra n t e l a s e le c cio ne s i n te rn a s
de 1748, los dos grup os en pu gn a no enc ontr aro n m ejo r pol^mica e lec tora l
que la m utu a den unc ia de sus del i tos , obten iendo se as i un o de los decom i-
sos ms espectaculares del s ig lo XVIII
iPor qu6 se v io precisado e l Tr ibunal a pract icar e l contrabando?. Es
claro que en el s ig lo XVII e l C on su lad o tuv o una ser ie de condic ion es fa-
vorables para su desarrol lo , pero en e l s ig lo XVIII comenzaron a surgir
nuevos pue r tos y gob erna cione s que limitaron su jur isd icc in , acarre n-
dole perdidas considerables . Por e l lo los comerciantes no se detuvieron
a plantearse una salida legal, sino que recurrieron al soborno de virreyes
y minis t ros y a un abier to ch an ta je :
AGI Lima 481, 12.11.1704.
AGI Lima 496, 4.6.1726.
AGI Lima 484, fol . 286.
AGI Lima 480.
AGI Lima 493.
Ibd .
Ibd .
AGI Lima 1545.
AGI Lima 496 .
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2 4 Fe rn ando Iwasaki Cau t i
". . . m e ha prop ues to y presenta do e l co ns u l ad o de l com erc io d e e s te
Re i n o , 2 7 c o n s u l t a s p a r a q u e s e l as d e c r e t a s e , h a c i e n d o l e s l a g r a c i a d e q u a n -
t o e n e l l a s p i d e n , p a r a e l p r o n t o d e s p a c h o d e d i c h a a r ma d a , y a u n q u e
muchas de e l las se les debiera negar del todo, la precis in de faci l i tar dicha
e x p e d i c i n me h a y n c l i n a d o h a c o n d e s c e n d e r e n a l g u n a s q u e s u r e s o l u c i n
no redunde contra e l Rea l Serb ic io de Vues tra Mages tad"
Sobre la corrupcin administrativa de L ima en el siglo XV I
contamos
con las inform acion es de A nto nio de U lloa y Jorge Juan, quienes publica-
ron en 1748 la obra
Notidas Secretas de America
A traves de ella se destaca la poca honestidad de los jueces, los cuales
no se ceni'an a las leyes y acepta ban to do lipo de sob or no s Los autor es
senalan que dicha conducta no se debi nicamente a los bajos sueldos,
sino a la procedencia social de estos fun cionar ios, que dejaron Espafia so-
lo en busca de fortu na y que en los cargos que llegaron a ejercer revelaron
su natural falta de moral Cu riosam ente, para pon er de relieve los os-
curos antecedentes de un jue z, Ulloa y Juan no encontraron m ejor m edio
que tildarlo de ambulante, lo que de paso nos muestra el bajo concepto
que d e este sector teni'an: "Este es el homb re q ue antes p regona ba por las
Calles con un fardillo en los hombros, vendiendo mercancias menudas y
algunas bujerias que otro le dio fiadas para que empezase a traficar"
AI decir de los autores, ha sta los virreyes caian en la corrupcin : "D esde
el instante que entran los virreyes al Peru empiezan a seflalarse sus mora-
dores en esta.especie de cortejos, y procurando cada uno distinguirse para
introducirse en su gracia, rueda el oro y la plata prdigamente convertida
en vajillas y alhajas de sum o valor, de cuyas piezas se com po nen los pre-
sentes que le hacen" preguntndose despues: "iCu l ser el homb re
que pueda asegurar en el testimon io de la conciencia que no caer en una
repeticin de tentaciones de esta calidad?"
A G Lim a 493, carta del mar ques de Ca stelfuerte , 22,3,1725.
Ul loa y Juan , Notidas secretas de Am erica (M adr id 1918), p. 156.
Ibd., p. 157. AI parecer, acusar de ambulante a una persona era un medio muy
em plea do en el s ig lo XV IIl para atr ibuirle a a lgulen un bajo origen. En 1789 e l Co nsu -
lado trat muy mal al Tfeniente de Milicias espanolas y le explic al rey su actitud de
la siguiente manera: "Asi es que si se examinan las circunstancias personales del nomi-
nado A nto nio Martinez, se ver, que adorna do co n la dist incin de of ic ia l de m il ic ias ,
era un cajoner o de rivera que en la substancia t iene m ucha se me janza con los pulperos ,
cuyo exercicio es bien sabido" (AGl Lima 1547).
Ulloa y Juan, p . 97.
Ibd., p. 141.
Ibd,, p. 157.
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A m b a l a n t e s y c o m e r c i o c o l o n ia l 2 0 5
Lo ms in teresante , ya para te rm inar con es te pun to , es qu e quienes m s
prac t icab an es te t ipo de pres in eran los pr incipales mercad eres de L im a,
que deseaban medidas favorables de los nuevos virreyes
El 28 de octubre de 1746 se pr od uj o el v io lento s ismo que arru in Li m a
y Cal lao y que f ren e l crec imiento urbano y demogrf ico de la capi ta l ,
pues la mayoria de edif ic ios se des plom aro n y la pob lacin revel un pe-
queno incremento con respecto al censo de principios de siglo '^.
Cons ide ramos impor tan te menc ionar e s te acon tec imien to ya que fue
un hi to notable en la centur ia que es tamos anal izando, pero sobre todo
per las consecuencias que tuvo y que es tn es trechameme vinculadas con
el tema que nos ocupa.
Por un lado tenemos que toda esa poblacin de los barr ios marginales
se aba lanz sobre la destr uida c iuda d, oc up an do e invadien do casas y terre-
nos Por el o tro , los am bul ante s tom aro n zonas antes res t r ingidas po r
el cab ildo los ca jon er os se exten dieron ms all de la plaza y los m r-
genes del r io '^ ' y proliferaron las t iendas y talleres clandestinos '^^. Co-
m o se pu ed e ver, en el caos que sigui a a cat st rof e, la inf or m ali da d e n-
con t r un campo fecundo pa ra su desa r ro i lo .
Vencida enton ces la pr im era mitad del s ig lo X V III , la C oro na em pren -
di una s is temtica pol i ' t ica de reformas dest inada a cambiar e l sombrio
Panorama de las colonias . Efect ivamente , durante la segunda par te de
dicha centu r ia se im plem entar on las m edid as de los Bo rbon es en los cam -
pos