AMPARO EN REVISIÓN 26/2018. QUEJOSO Y RECURRENTE: **********.
VISTO BUENO SR. MINISTRO
PONENTE: MINISTRO JORGE MARIO PARDO REBOLLEDO. SECRETARIO: HÉCTOR VARGAS BECERRA.
Ciudad de México.1 Acuerdo de la Primera Sala de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación correspondiente a la sesión de
V I S T O S, para resolver los autos del Amparo en Revisión
26/2018, interpuesto por **********, por conducto de su defensor
particular, en contra de la sentencia que dictó la Magistrada del Cuarto
Tribunal Unitario en Materia Penal del Primer Circuito, en audiencia
constitucional de ocho de mayo de dos mil diecisiete, que se engrosó
el veintisiete de julio siguiente, en el amparo indirecto **********; y,
R E S U L T A N D O:
P R I M E R O. ANTECEDENTES.2
1 En atención a lo dispuesto en el artículo Trigésimo Cuarto Transitorio del Decreto publicado el veintinueve de enero de dos mil dieciséis, por el que reforman y derogan diversas disposiciones de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en materia de la reforma política de la Ciudad de México, todas las referencias que en esta sentencia se hagan al Distrito Federal, deberán entenderse hechas a la Ciudad de México, sin que sea el caso de cambiar el nombre de las instituciones o autoridades del mencionado Distrito que aquí se citen, en razón de que en términos del artículo Trigésimo Primero Transitorio del Decreto publicado el cinco de febrero de dos mil diecisiete en la Gaceta Oficial de la Ciudad de México, éstas conservarán sus denominación, atribuciones y estructura, hasta en tanto no entren en vigor las leyes respectivas. 2 Información extraída de los Tomos de Pruebas 1 a 6 del Juicio de Amparo Indirecto **********, del índice del Juzgado Octavo de Distrito de Procesos Penales Federales en la Ciudad de México.
AMPARO EN REVISIÓN 26/2018
2
1). El nueve de julio de dos mil nueve, el entonces Secretario
General del Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación,
de la Sección XXII “Oaxaca”, **********, y la empresa **********,
celebraron un convenio por la compraventa de diversos productos, en
el que acordaron que la empresa le daría al sindicato una aportación
en efectivo del tres y medio por ciento quincenal, calculado sobre la
cobranza de la quincena respectiva; ello, a través de la empresa
**********, y por conducto de **********, a quienes se les depositaba la
cantidad pactada, para que éstos, a su vez, hicieran los traspasos a
la cuenta bancaria del Sindicato, que era administrada por ********** y
otra persona.
Así, entre el tres de septiembre de dos mil trece, y el
veintinueve de mayo de dos mil quince, la empresa depositó
**********; y del seis de mayo al ocho de agosto de dos mil trece,
**********, hizo diversos depósitos que sumaron **********.
El trece de septiembre de dos mil doce, **********, ahora en su
carácter de Secretario General de dicho Sindicato, suscribió un
convenio con la empresa **********, en el que ésta última se obligó a
entregar una aportación del dos por ciento de sus ventas totales
mensuales, sin impuesto al valor agregado, mismo que debía
depositar en la cuenta bancaria del Sindicato; por el cual, entre el
once de enero de dos mil trece, y el treinta de abril de dos mil quince,
depositó **********.
2). Hechos por los que se inició la averiguación previa
correspondiente en la Procuraduría General de la República; y el
once de abril de dos mil dieciséis, se ejerció acción penal sin
detenido, en contra de ********** y otros, como probables
responsables del delito de Operaciones con recursos de procedencia
ilícita, y se solicitó en su contra orden de aprehensión.
AMPARO EN REVISIÓN 26/2018
3
3). Conoció del asunto el Juez Octavo de
Distrito de Procesos Penales Federales en la Ciudad
de México, y el trece de abril posterior, se radicó
como causa penal **********, y al día siguiente, libró el
mandato de captura que se solicitó, que con relación a **********, se
cumplimentó el doce de junio del mismo año, quien fue internado en
el Centro Federal de Readaptación Social Número 11 “CPS Sonora”;
y al otro día, vía videoconferencia, rindió su declaración preparatoria,
en la que se reservó su derecho a contestar las preguntas que le
pudieran formular su defensor o el Ministerio Público.
4). El diecisiete de junio del mismo año, se dictó auto de formal
prisión en su contra, como probable responsable del delito de
Operaciones con recursos de procedencia ilícita, en la modalidad de
adquirir y administrar recursos, dentro del territorio nacional, con
conocimiento de que procedían de una actividad ilícita, con el
propósito de ocultar el origen y propiedad de dichos recursos,
respecto de los depósitos que hizo la empresa **********; y en la
modalidad de administrar recursos dentro del territorio nacional, con
conocimiento de que procedían de una actividad ilícita, con el
propósito de ocultar el origen y propiedad de dichos recursos,
respecto de los depósitos que hizo la empresa **********.
5). Inconforme con la resolución, el inculpado, el diecinueve de
junio posterior, en el acto de su notificación, interpuso recurso de
apelación. Y al día siguiente, su defensor particular, en sendos
escritos que presentó ante el órgano jurisdiccional, interpuso recurso
de apelación y solicitó la revisión de la prisión preventiva.
6). En audiencia que se celebró el veintidós de junio posterior,
el Juez ordenó que cesara la prisión preventiva, y le fijó al inculpado
las medidas cautelares correspondientes; determinación que fue
impugnada en apelación por el Ministerio Público.
AMPARO EN REVISIÓN 26/2018
4
7). En auto de treinta de junio de dos mil dieciséis, se
admitieron a trámite los recursos de apelación interpuestos contra del
otorgamiento de las medidas cautelares, y en contra del auto de
formal prisión.
8). Conoció del recurso de apelación en contra del auto del
plazo constitucional, el Primer Tribunal Unitario en Materia Penal del
Primer Circuito, donde se registró como toca penal **********; y en
sentencia de veintisiete de febrero de dos mil diecisiete, confirmó la
formal prisión decretada en primera instancia.
S E G U N D O. AMPARO INDIRECTO. En desacuerdo con lo
resuelto, el procesado, por conducto de su defensor particular, en
escrito que se presentó el veintidós de marzo de dos mil diecisiete, en
la Oficina de Correspondencia Común de los Tribunales Unitarios en
Materia Penal del Primer Circuito,3 promovió demanda de amparo
indirecto, en contra de las autoridades y actos siguientes:
1. Del Congreso de la Unión: la aprobación y expedición del Decreto Legislativo publicado el trece de mayo de mil novecientos noventa y seis, en el que se adicionó el artículo 400 bis, al Código Penal Federal; así como el Decreto Legislativo publicado el catorce de marzo de dos mil catorce, en el que se reformó ese artículo; 2. Del Presidente de la República: la expedición del Decreto promulgatorio, por el que se ordenó la publicación en el Diario Oficial de la Federación de los Decretos anteriores; 3. Del Secretario de Gobernación y el Director del Diario Oficial de la Federación: el refrendo y publicación de los Decretos promulgatorios, de manera respectiva; 5. Del Magistrado del Primer Tribunal Unitario en Materia Penal del Primer Circuito: la resolución de veintisiete de febrero de dos mil diecisiete, dictada en el Toca Penal **********; y,
3 Cuaderno del Juicio de Amparo Indirecto **********. Foja 3.
AMPARO EN REVISIÓN 26/2018
5
6. Del Juez Octavo de Distrito de Procesos Penales Federales en la Ciudad de México: la ejecución de la resolución anterior.
Conoció del asunto el Cuarto Tribunal
Unitario en Materia Penal del Primer Circuito, y en auto de la misma
fecha, admitió a trámite la demanda, la radicó con el número **********,
señaló fecha para la celebración de la audiencia constitucional, dio
intervención al Ministerio Público de la Federación, así como a los
adscritos al Tribunal Unitario y Juzgado responsables, y requirió a las
autoridades responsables sus respectivos informes justificados.
El ocho de mayo de dos mil diecisiete, se celebró la audiencia
constitucional, en la que se dictó sentencia, que se terminó de
engrosar el veintisiete de julio posterior, en la que se negó al quejoso
el amparo y protección de la Justicia Federal.
T E R C E R O. RECURSO DE REVISIÓN. Inconforme con lo
resuelto, el quejoso, en escrito que se presentó ante el Tribunal
Unitario, el nueve de agosto siguiente, interpuso recurso de revisión.4
Conoció del asunto el Segundo Tribunal Colegiado en Materia
Penal del Primer Circuito, cuyo Presidente, en auto de veintiuno de
agosto posterior, admitió a trámite el recurso y lo registró con el
número **********; luego, en sesión de siete de diciembre del mismo
año,5 por unanimidad de votos, reservó jurisdicción al Alto Tribunal del
país, para que se pronunciara sobre la constitucionalidad del segundo
párrafo, del artículo 400 bis, del Código Penal Federal, reformado en
decreto de catorce de marzo de dos mil catorce; y por tanto, ordenó
remitirle el asunto para que determinara lo que en derecho procediera.
Lo que se hizo a través del correspondiente oficio, que se recibió en
4 Cuaderno del Recurso de Revisión **********. Foja 4. 5 Ibídem. Fojas 90 a 99.
AMPARO EN REVISIÓN 26/2018
6
esta Suprema Corte de Justicia de la Nación, el nueve de enero de
dos mil dieciocho.6
El Presidente del Alto Tribunal del país, en auto de quince de
enero siguiente, determinó asumir la competencia originaria para
conocer del recurso, lo registró con el número 26/2018, lo radicó en la
Primera Sala por tratarse de un asunto de su especialidad, y lo turnó
para su estudio al Ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo.7
La Presidenta de la Primera Sala de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, en auto de catorce de febrero siguiente, ordenó
avocarse al conocimiento del asunto y lo envió a la Ponencia
designada para la elaboración del proyecto de resolución.8
C O N S I D E R A N D O:
P R I M E R O. COMPETENCIA. Esta Primera Sala de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, es legalmente competente
para conocer del recurso de revisión, en términos de lo dispuesto por
los artículos 107, fracción VIII, inciso a), de la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos; 83 de la Ley de Amparo; y, 21 fracción
II, de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, toda vez
que se interpuso en contra de una sentencia que se dictó en audiencia
constitucional de un juicio de amparo indirecto, por una Magistrada de
un Tribunal Unitario de Circuito, en el que se reclamó la
constitucionalidad de una norma de carácter general del orden federal,
como lo es el párrafo segundo, del artículo 400 bis, del Código Penal
Federal. Sin que sea necesaria la intervención del Tribunal Pleno,
porque la resolución del mismo no implica fijar un criterio de
6 Cuaderno del Amparo en Revisión 26/2018. Foja 2 vuelta. 7 Ibídem. Fojas 42 a 44. 8 Ibídem. Foja 71.
AMPARO EN REVISIÓN 26/2018
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importancia para el orden jurídico nacional, ni
reviste algún interés excepcional.
S E G U N D O. OPORTUNIDAD. Es innecesario analizarla,
porque el Tribunal Colegiado ya se pronunció al respecto, y concluyó
que la interposición del recurso fue oportuna.9
T E R C E R O. PROCEDENCIA. El recurso de revisión es
procedente, ya que se interpuso contra una sentencia dictada por un
Tribunal Unitario de Circuito, en audiencia constitucional de un juicio
de amparo indirecto, en el que se cuestionó la constitucionalidad de
un numeral del Código Penal Federal; y el problema subsistió en la
revisión. De modo que se surten los extremos del punto Tercero, con
relación al Segundo, fracción III, del Acuerdo General Plenario 5/2013.
C U A R T O. CUESTIONES NECESARIAS PARA RESOLVER
EL RECURSO. Para tales efectos, es necesario tener presentes los
siguientes aspectos:
I). CONCEPTOS DE VIOLACIÓN. El quejoso hizo valer con ese
carácter, en síntesis, los siguientes argumentos.
1). La resolución impugnada vulneró las garantías previstas en
los artículos 1, 14,16, 17, 19, 20, apartado A, fracciones I, V, VII y XI,
21 y 102, apartado A, de la Constitución Federal, porque se hizo una
inexacta aplicación del artículo 400 bis, fracción I, con relación al 7,
fracción III, ambos del Código Penal Federal, pues se realizó una
indebida valoración de pruebas y se variaron los hechos, así como el
contenido de la consignación que hizo el Ministerio Público.
9 Cuaderno del Amparo en Revisión **********. Foja 61.
AMPARO EN REVISIÓN 26/2018
8
2). Se violaron los derechos a un debido proceso y defensa
adecuada, ya que se dictó auto de formal prisión, sin que se hubiera
valorado debidamente las pruebas, porque con las mismas no se
acreditó el cuerpo del delito.
Se reclamó la falta de citación a la averiguación previa, a efecto
de rendir declaración; con lo que se dijo, se vedó el derecho de
defensa adecuada del quejoso, y por tanto, todo lo actuado debió
declararse como prueba ilícita.
3). La Unidad de Inteligencia de la Secretaría de Hacienda y
Crédito Público, no le notificó al quejoso el inicio del procedimiento
administrativo de inicio de investigación de recursos de procedencia
ilícita; por lo que no tuvo oportunidad de defenderse, y en
consecuencia, todo lo actuado carecía de validez probatoria.
El Ministerio Público no recabó los estados de cuenta que
sirvieron para dictar el auto de formal prisión; sino que los obtuvo la
autoridad hacendaria, por lo que no reunían los requisitos legales
para ser valorados como prueba.
4). El auto de formal prisión no se dictó conforme a derecho, toda vez que
se realizó una inexacta aplicación de los artículos 14, 16, 17 y 19
constitucional, y 400 bis, fracción I, del Código Penal Federal; y se
hizo una indebida valoración de las constancias.
La autoridad responsable determinó que la ley aplicable era el
tipo penal reformado; lo que violó los derechos humanos del quejoso,
pues indebidamente se consideró que se trataba de un delito
continuado, y por tanto, que la ley aplicable era la vigente al momento
de la última conducta; es decir, el quince de mayo de dos mil quince.
Además de que se trataba de un delito permanente, como lo señaló
el Ministerio Público en la consignación.
AMPARO EN REVISIÓN 26/2018
9
Se debió aplicar la ley más favorable; es decir,
el artículo 400 bis, del Código Penal Federal, antes
de la reforma de catorce de marzo de dos mil
catorce; además de que era la que estaba vigente al
momento de la primera conducta que se realizó.
5). Se dejó de aplicar la ley y la jurisprudencia
correspondientes, pues se hizo de manera inexacta; se violaron los
principios reguladores de la valoración de la prueba, y no se motivó ni
fundó correctamente la resolución impugnada.
La resolución combatida era contradictoria, pues por un lado se
refirió que no se acreditó el delito; y por otro, que sí lo estaba.
Además, se refirió que la ilicitud era por la firma del contrato; y por
otra parte, se dijo que ello obedeció a que no estaba demostrado que
el dinero recibido fuera resultado de la firma de los contratos
suscritos.
6). Se reclamó la inconstitucionalidad del párrafo segundo, del
artículo 400 bis, del Código Penal Federal, bajo el argumento de que
violaba lo dispuesto en el artículo 14 constitucional, al no reunir los
requisitos del principio de tipicidad, ya que establecía de manera
vaga, imprecisa, abierta o amplia, la expresión: “algún delito”, sin
especificar a qué hecho delictivo se refería, dejando su interpretación
al arbitrio del juzgador; siendo que la adición a dicho numeral, fue en
cumplimiento a la Convención de las Naciones Unidas contra el
Tráfico Ilícito de Estupefacientes y Sustancias Psicotrópicas, es decir,
para prevenir los delitos en esa materia.
Además, con el objeto de prevenir la delincuencia organizada,
trata de personas, tráfico ilícito de migrantes, fabricación y tráfico de
armas, lavado de activos y financiamiento del terrorismo, se firmó la
AMPARO EN REVISIÓN 26/2018
10
Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia
Organizada y el Grupo de Acción Financiera Internacional.
II). CONSIDERACIONES DE LA RESOLUCIÓN RECURRIDA.
El Tribunal Unitario, en potestad de amparo, declaró infundados los
conceptos de violación, con base en los siguientes razonamientos
sintetizados:
El párrafo segundo, del artículo 400 bis, del Código Penal
Federal, sólo se limitaba a establecer lo que debía entenderse por
“producto de una actividad ilícita”, pues como lo sostuvo la
Primera Sala de la Suprema Corte, al analizar la
inconstitucionalidad del entonces párrafo sexto, del mismo
numeral, al resolver el amparo directo en revisión 1481/2013;
dicha expresión no constituía un complemento del tipo penal, sino
que era la norma a la que el Ministerio Público, juez o Tribunal de
apelación, debían acudir a efecto de valorar el hecho de que se
trataba; esto es, para determinar si era ilícita o no la actividad de
la que procedían los recursos; así, en ejercicio de su derecho de
defensa, el inculpado estaría en aptitud de desvirtuar esa
valoración.
Por tanto, se estimó que no era jurídico considerar que el párrafo
segundo, del artículo 400 bis, del Código Penal Federal, no
reuniera los requisitos del principio de tipicidad, por estimarse,
como lo hizo el quejoso, que el legislador estableció de manera
vaga, imprecisa, abierta o amplia, el término "algún delito", sin
especificar a qué tipo de ilícito se refería, lo que permitía la
arbitrariedad y que cada juzgador lo interpretara de manera
diferente.
Ello, porque en atención a lo determinado por la Primera Sala de
la Suprema Corte, el vocablo “algún delito”, al formar parte del
AMPARO EN REVISIÓN 26/2018
11
segundo párrafo, del artículo 400 bis, del
Código Penal Federal, no era parte
integrante del tipo penal.
En apoyo, se hizo referencia a diversos precedentes de esta
Primera Sala,10 en los que se determinó la constitucionalidad del
entonces párrafo sexto, del artículo 400 bis, del Código Penal
Federal, por considerar que no vulneraba los principios de
presunción de inocencia y no autoincriminación.
Consecuentemente, se estableció que si todo el contenido del
párrafo segundo, en estudio, no constituía un complemento del
tipo penal; entonces, tampoco lo sería el vocablo “algún delito”,
pues como lo sostuvo la Primera Sala de la Suprema Corte:
“(…) es la norma a la cual el ministerio público o juez acudirán a
efecto de valorar el hecho de que se trate: esto es, para
determinar si es ilícita o no la actividad de la que proceden los
recursos, y será a través del ejercicio de su derecho de defensa,
que el inculpado estará en aptitud de desvirtuar tal valoración,
pues en acatamiento a las reglas que rigen el proceso penal, el
ministerio público debe acreditar a través del acervo probatorio a
su alcance la actualización de la conducta delictiva, pero ello de
ninguna manera implica que el inculpado no pueda acreditar la
legítima procedencia de los recursos, ya que esa es la forma en
que habrá de asumir su derecho de defensa y así desvirtuar que
no provienen directa o indirectamente, o representan las
ganancias derivadas de la comisión de algún delito”.
Por tanto, se concluyó que el párrafo segundo, del artículo 400
bis, del Código Penal Federal, no era violatorio de las garantías
de legalidad y tipicidad contenidas en los artículos 14 y 16
10 Amparos en revisión 1374/2005, 327/2008, 433/2010 y 434/2010, y en los amparos directos en revisión 1760/2005, 794/2008 y 1481/2013.
AMPARO EN REVISIÓN 26/2018
12
constitucionales; por lo que se negó al quejoso el amparo que
solicitó.
No se actualizó la violación al debido proceso, porque se hizo del
conocimiento del quejoso la denuncia que se formuló en su
contra, así como el derecho a tener una adecuada defensa; y al
respecto, en la diligencia de declaración preparatoria, se le
designó al defensor público federal.
Se le explicó la naturaleza y alcance del derecho a declarar en la
diligencia preparatoria; se le notificó la resolución de plazo
constitucional; e interpuso en su contra recurso de apelación, que
se admitió en efecto devolutivo.
Por su parte, el Tribunal responsable, puso los autos a la vista de
las partes por el término y para los efectos a que se refieren los
artículos 373 y 374 del Código Federal de Procedimientos
Penales; tuvo como defensor, al designado por el inculpado en
esa instancia. Asimismo, señaló fecha y hora para la celebración
de la audiencia de vista, en la que estuvieron presentes el
Magistrado responsable, asistido por su Secretaria, el Ministerio
Público de la Federación y el defensor particular. Y en la
audiencia, se dio intervención legal a las partes y se relacionó el
escrito de agravios.
El acto reclamado se sustentó en las leyes aplicables al caso y
fue dictado por autoridad competente.
La autoridad responsable no modificó los hechos ni el contenido
de la consignación.
No existió violación a la garantía de defensa durante el trámite de
la averiguación previa, ya que no se expuso como concepto de
agravio en apelación y no se advirtió omisión alguna.
AMPARO EN REVISIÓN 26/2018
13
No era aplicable al caso, el artículo 42 del
Código Fiscal de la Federación; por lo que
resultó infundada la violación que se adujo
por la falta de notificación del procedimiento
de investigación por la autoridad hacendaria.
Fue correcta la valoración de las pruebas que hizo la
responsable, así como el determinar que el artículo aplicable era
el reformado, por tratarse de un delito continuado; lo que se
encontraba debidamente fundado y motivado.
No era necesario que se acreditara el delito previo del que
derivaron los recursos con los que se cometió el ilícito; pues
había indicios fundados que podían justificarlo; pues de no ser
así, se anularía la intención del legislador de suprimir esas
conductas.
De la redacción de la norma, no se desprendía que estuviera
restringida a que los recursos fueran el resultado de determinados
delitos, sino para cualquiera que pudiera poner en peligro los
bienes jurídicos.
III). AGRAVIOS. El quejoso argumentó con ese carácter, en
síntesis, lo siguiente:
I). La resolución recurrida, hizo una incorrecta interpretación de
la fracción IX, inciso A, del artículo 20 constitucional, ya que
determinó que de ese precepto, no se desprendía el derecho a ser
citado por el Ministerio Público en la etapa de averiguación previa,
para que se le hicieran saber sus derechos al quejoso. Lo que era
contrario al artículo 8 de la Convención Americana de los Derechos
Humanos, y vulneraba los derechos de legalidad, debido proceso y
adecuada defensa; por lo que las pruebas que se obtuvieron en la
averiguación previa, eran ilícitas.
AMPARO EN REVISIÓN 26/2018
14
II). Era erróneo lo determinado sobre la constitucionalidad del
artículo 400 bis, del Código Penal Federal, pues se consideró que el
tema ya se había analizado por la Suprema Corte; sin embargo, el
estudio que se hizo, atendió al derecho de presunción de inocencia;
lo que no se planteó en los conceptos de violación, sino que se dijo
que se violaba el principio de tipicidad.
El artículo era inconstitucional, por falta de seguridad jurídica,
ya que si bien refería que no se debía acreditar el delito previo; para
garantizar el derecho de defensa, debía mencionarse el delito del que
provino el recurso, para que el gobernado pudiera defenderse.
Incorrectamente se consideró que el párrafo en estudio, no era
parte del tipo penal, sin prever que, conforme a la técnica de
redacción de los tipos penales, en caso de ser extensos, se pueden
dividir en párrafos, para mayor claridad y establecer todas las
hipótesis del tipo; por lo que el elemento normativo “actividad ilícita”,
sí era parte del tipo penal, ya que sin el mismo, devendría de
inconstitucional dicha expresión, por ser muy abierta.
Así, el artículo 400 bis, del Código Penal Federal, no reunía los
requisitos del principio de tipicidad, ya que establecía de manera
vaga, imprecisa, abierta o amplia, al tipificar la expresión “algún
delito”, sin especificar a qué tipo de ilícito se refería, dejando al
arbitrio de cada juzgador su interpretación; siendo que de la
exposición de motivos se desprendía que la adición de dicho
numeral, fue en cumplimiento a la Convención de las Naciones
Unidas contra el Tráfico Ilícito de estupefacientes y sustancias
Psicotrópicas (Convención de Viena de 1988); es decir, para prevenir
los delitos cometidos con esas sustancias.
Posteriormente, México firmó la Convención de las Naciones
Unidas contra la Delincuencia organizada (Convención de Palermo) y
AMPARO EN REVISIÓN 26/2018
15
el Grupo de Acción Financiera (GAFI), que eran para
prevenir los delitos de Delincuencia organizada
internacional, Trata de personas, Tráfico ilícito de
migrantes, Fabricación y Tráfico ilícito de armas,
Lavado de activos y Financiamiento del terrorismo.
III). Indebidamente se consideró que no se vulneraron los
derechos del quejoso a una defensa adecuada y a un debido
proceso, al no citarlo a la averiguación previa.
IV). Se determinó que la Unidad de Inteligencia Financiera no
tenía la obligación de citar a las personas que investigaba; lo que se
estimó incorrecto, porque al ser una cuestión de naturaleza penal, se
debía respetar el derecho de defensa adecuada y debido proceso.
No se realizó la notificación del inicio del procedimiento
administrativo de investigación de recursos de procedencia ilícita, por
lo que las pruebas obtenidas en el mismo eran ilícitas; además, los
estados de cuenta no fueron recabados por la autoridad ministerial,
sino por la hacendaria, por lo que no se reunían los requisitos para
ser valorados como pruebas.
V). Existió variación de los hechos materia de la consignación,
por los que se dictó auto de formal prisión.
VI). Inexactamente se determinó que por tratarse de un delito
continuado, la ley aplicable era el tipo penal reformado, por ser la
norma vigente a la fecha de la última conducta.
Conforme al principio de irretroactividad y pro homine, la ley
aplicable era la vigente al momento de la realización de la primera
conducta, aun cuando se tratara de un delito continuado, y no la que
entró en vigor después; además, la autoridad ministerial consignó la
AMPARO EN REVISIÓN 26/2018
16
indagatoria como un delito permanente y con el texto del artículo
vigente antes de marzo de dos mil catorce.
VII). La responsable dejó de aplicar la ley y jurisprudencia
correspondiente; se violaron los principios reguladores de la
valoración de la prueba y no se motivó ni fundó la aplicación del
artículo reformado.
Para garantizar el derecho de defensa, era necesario que en
las resoluciones se estableciera qué delito previo era del que devenía
el de Operaciones con recurso de procedencia ilícita.
Exigir al quejoso que comprobara que los recursos provenían
de la firma del contrato, era contrario a lo establecido por la Suprema
Corte, pues para no vulnerar el principio de presunción de inocencia,
era necesario que el Ministerio Público probara con indicios fundados
que los recursos provenían de un actividad ilícita.
El delito de Operaciones con recursos de procedencia ilícita, se
tipificó por el compromiso del Estado mexicano con la Convención de
las Naciones Unidas, contra el Tráfico ilícito de estupefacientes y
sustancias psicotrópicas, por lo que la responsable, al determinar que
dicha conducta se acreditaba con cualquier delito, no era acorde con
la exposición de motivos de la norma, en la que claramente se
expresaba a qué delitos se refería, y aun cuando se hayan ampliado
los bienes protegidos conforme a diversas convenciones, las mismas
se refieren a delitos como Delincuencia organizada, Trata de
personas, Tráfico ilícito de migrantes, Fabricación y Tráfico ilícito de
armas, Lavado de activos y Financiamiento al terrorismo; y de
ninguno de ellos estaba acreditado que se obtuvieran los recursos.
IV). CONSIDERACIONES DEL TRIBUNAL COLEGIADO.
AMPARO EN REVISIÓN 26/2018
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Se determinó que subsistió el
planteamiento de inconstitucionalidad del
segundo párrafo, del artículo 400 bis, del
Código Penal Federal, reformado en
decreto de catorce de marzo de dos mil catorce; tema sobre el
que no se surtía la competencia del Tribunal Colegiado.
Ello, porque se advirtió que sobre el tema no existía
jurisprudencia obligatoria, ni tres precedentes emitidos
indistintamente por el Pleno o las Salas de la Suprema Corte, en
forma ininterrumpida y en el mismo sentido.
Y al no existir causal de improcedencia alguna para realizar su
estudio, se reservó jurisdicción a la Suprema Corte de Justicia de
la Nación, y se ordenó remitirle el asunto, a efecto de que
resolviera lo que en derecho procediera.
Q U I N T O. ESTUDIO DE FONDO. El tema a dilucidar por esta
Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, consiste
en determinar la constitucionalidad del párrafo segundo, del artículo
400 bis, del Código Penal Federal,11 que establece lo que se debe
entender por producto de una actividad ilícita, en función de si es o no
contrario al principio de tipicidad, que deriva del párrafo tercero, del
artículo 14 constitucional, por no señalar expresamente los delitos
previos de los que derivan los recursos, derechos o bienes sobre los
que se realizan las correspondientes conductas típicas.
11 Artículo 400 bis. Se impondrá de cinco a quince años de prisión y de mil a cinco mil días multa al que, por sí o por interpósita persona realice cualquiera de las siguientes conductas: (…) (…) Para efectos de este Capítulo, se entenderá que son producto de una actividad ilícita, los recursos, derechos o bienes de cualquier naturaleza, cuando existan indicios fundados o certeza de que provienen directa o indirectamente, o representan las ganancias derivadas de la comisión de algún delito y no pueda acreditarse su legítima procedencia. (…).
AMPARO EN REVISIÓN 26/2018
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En efecto, el quejoso promovió amparo indirecto en contra del
auto de formal prisión que le dictó el Primer Tribunal Unitario en
Materia Penal del Primer Circuito, por considerarlo como probable
responsable del delito de Operaciones con recursos de procedencia
ilícita, en las modalidades de adquirir y administrar recursos, dentro
del territorio nacional, con conocimiento de que procedían de una
actividad ilícita, previsto y sancionado en el artículo 400 bis, fracción I,
del Código Penal Federal.
En sus conceptos de violación, planteó la inconstitucionalidad
del párrafo segundo, de dicho numeral, bajo el argumento de que la
expresión semántica “algún delito”, violaba el principio de tipicidad, por
ser vaga, imprecisa, abierta o amplia, al no especificar a qué delito se
refería; lo que estimó, se dejaba al arbitrio de cada juzgador, cuando
el ilícito tuvo su origen para combatir el Tráfico ilícito de
estupefacientes y sustancias psicotrópicas, la Delincuencia
organizada, la Trata de personas, el Tráfico ilícito de migrantes,
Fabricación y Tráfico ilícito de armas, así como el Lavado de activos y
el Financiamiento al terrorismo.
En respuesta, en la resolución recurrida se determinó que no era
jurídico considerar que la expresión “algún delito”, que se contenía en
el segundo párrafo, del artículo 400 bis, del Código Penal Federal, no
reuniera los requisitos del principio de tipicidad, pues conforme a lo
sostenido por esta Primera Sala de la Suprema Corte, con relación al
párrafo sexto, del mismo numeral, anterior a su reforma de catorce de
marzo de dos mil catorce, de redacción similar al precepto impugnado,
no constituía un complemento del tipo penal, ni formaba parte del
mismo, sino que era la norma a la que el Ministerio Público o el Juez,
debían acudir para valorar si se actualizaba o no, el elemento
normativo en el hecho de que se tratara, a efecto de determinar si era
AMPARO EN REVISIÓN 26/2018
19
o no ilícita la actividad de la que procedían los
recursos. Por tanto, el Tribunal Unitario de
amparo, concluyó que el término “algún delito”,
no forma parte del tipo penal denominado operaciones con recursos
de procedencia ilícita.
Argumentos que fueron combatidos por el recurrente en los
agravios que expresó, al señalar que la Suprema Corte analizó el
tema, bajo la óptica del principio de presunción de inocencia, y en el
caso se impugnó por violentar el principio de tipicidad; así, el artículo
combatido era inconstitucional, pues si bien se refería que no se debía
acreditar el ilícito previo; sin embargo, para garantizar el derecho de
defensa, debía mencionarse el delito del que provinieron los recursos,
a efecto de poder ejercer actos de defensa.
Además, incorrectamente se consideró que el párrafo
impugnado, no era parte del tipo penal; cuando en realidad constituía
el elemento normativo que definía lo que era “actividad ilícita”, pues
sin el mismo, dicha norma resultaría inconstitucional, por ser abierta.
En ese orden de ideas, se dijo que el párrafo segundo, del
artículo 400 bis, del Código Penal Federal, violaba el principio de
tipicidad, ya que la expresión “algún delito”, resultaba vaga, imprecisa,
abierta o amplia, al no especificar a qué tipo de ilícito se refería,
permitiendo al juzgador su interpretación.
Argumentos del recurrente a los que asiste parcialmente razón
legal, pues si bien es verdad, como lo señaló el Tribunal Unitario de
amparo, que esta Primera Sala de la Suprema Corte, al resolver los
Amparos en Revisión 1374/2005, 433/2010, 434/2010, y los Amparos
Directos en Revisión 1760/2005, 794/2008 y 1481/2013, se pronunció
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y sostuvo la constitucionalidad del párrafo sexto, del artículo 400 bis,
del Código Penal Federal, antes de la reforma publicada en el Diario
Oficial de la Federación, de catorce de marzo de dos mil catorce, cuya
redacción coincide esencialmente con la del párrafo segundo, del
mismo ordenamiento legal, que el quejoso tildó de inconstitucional.
Sin embargo, no es menos cierto que en esos precedentes, no
se llegó a la conclusión de que la norma analizada no formara parte
integral del correspondiente tipo penal, en los términos que se sostuvo
en la resolución recurrida.
Lo que se señaló, fue lo siguiente:
El párrafo sexto, del artículo 400 bis, del Código Penal
Federal, constituye la norma a la luz de la cual se valorará
el elemento normativo; esto es, la ilicitud de la actividad de
la que proceden los recursos, derechos o bienes.
Para poder determinar si se actualizaba el elemento
normativo del delito de Operaciones con recursos de
procedencia ilícita, debía considerarse si la actividad de la
que procedían los recursos era ilícita; para lo cual, debía
valorarse si ésta se adecuaba a lo establecido en la norma
contenida en el citado párrafo sexto; es decir, si existían
indicios fundados o certeza de que provenían directa o
indirectamente, o representan las ganancias derivadas de
la comisión de algún delito y no podía acreditarse su
legítima procedencia.
Por tanto, era la norma a la que el Ministerio Público o
Juez, debían acudirán a efecto de demostrar y valorar
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21
respectivamente, el hecho de que se
tratara; esto es, para determinar si era
o no ilícita la actividad de la que
procedían los recursos. Por tanto, sería a través del
ejercicio de su derecho de defensa, que el inculpado
estaría en aptitud de desvirtuar tal valoración.
En ese orden de ideas, queda de manifiesto que el Tribunal
Unitario de amparo, hizo una interpretación errónea sobre la doctrina
desarrollada por este Alto Tribunal; pues si bien se sostuvo que el
párrafo impugnado no constituía un complemento del tipo penal; en
modo alguno se determinó que ello significara que no formaba parte
de la descripción legal.
Esto es, no se trata de una norma complementaria, porque no
adiciona elementos al tipo penal.
Y si bien es cierto que en los precedentes de referencia, se
señaló que el párrafo sexto, del artículo 400 bis, del Código Penal
Federal, se limitaba a establecer lo que podía entenderse por
producto de una actividad ilícita, que si bien tenía estrecha relación
con el elemento normativo, no podía estimarse que formara parte del
mismo.
Sin embargo, una nueva reflexión sobre el tema, lleva a esta
Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a hacer la
precisión de que el entendimiento que da el párrafo segundo, del
artículo 400 bis, del Código Penal Federal, respecto de lo que significa
el producto de una actividad ilícita, además de la regla de
justipreciación ya destacada, encierra expresamente un elemento
normativo de valoración jurídica.
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22
Esto es, si al citado párrafo ya se le identificó como la norma a la
que el Ministerio Público o juez, debían acudir a efecto de demostrar y
valorar respectivamente, el hecho de que se tratara, a efecto de
determinar si era o no ilícita la actividad de la que procedían los
recursos. Entonces, su función es la de darle contexto al elemento
objetivo del tipo penal “producto de una actividad ilícita”.
Ello, al grado que de su propia redacción, se pone de manifiesto
que su función es la de precisar, para los efectos del delito, el
significado que se le debe otorgar al dicho elemento; pues su
redacción es la siguiente:
“Para los efectos de este Capítulo, se entenderá que son producto de una actividad ilícita, los recursos, derechos o bienes de cualquier naturaleza, cuando existan indicios fundados o certeza de que provienen directa o indirectamente, representan las ganancias derivadas de la comisión de algún delito y no pueda acreditarse su legítima procedencia”.12
Luego, si se considera que lo que sanciona el tipo penal estudio,
son precisamente aquéllas operaciones que se realizan con recursos
que proviene de actividades ilícitas; entonces, se pone de manifiesto
que la norma requiere para su conformación, la existencia previa de
esas actividades ilícitas.
Así, el párrafo segundo, del numeral que se analiza, a través de
la interpretación auténtica que hizo el legislador, define que el
producto por esas actividades ilícitas previas, se debe entender,
solamente, cuando existan indicios o certeza de que provienen o
representan “las ganancias derivadas de la comisión de algún delito y
no pueda acreditarse su legítima procedencia”.
12 Énfasis añadido.
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23
Consecuentemente, se define que no
cualquier actividad ilícita previa, satisface los
requerimientos de la norma, sino que la misma debe tener el carácter
de “delito”.
Es decir, como elemento objetivo del delito de Operaciones con
recursos de procedencia ilícita, se requiere la existen previa de un
delito, respecto del cual se realicen las correspondientes conductas
típicas.
Lo que confirma que en el párrafo segundo, del artículo 400 bis,
del Código Penal Federal, subyace un elemento normativo de
valoración jurídica.
Sin que el asunto vincule a esta Primera Sala, a establecer el
alcance legal que le corresponde a la expresión semántica “delito”, en
el contexto de la norma, por no ser objeto de cuestionamiento por
parte del quejoso y recurrente, y no advertirse respecto del mismo,
algún aspecto de inconstitucionalidad.
En ese orden de ideas, contrario a lo que se señaló en la
resolución recurrida, el párrafo segundo, del artículo 400 bis, del
Código Penal Federal, al constituir un elemento normativo del delito
de Operaciones con recursos de procedencia ilícita; es susceptible de
analizarse en cuanto a su constitucionalidad, bajo el tamiz del
principio de tipicidad que propuso el quejoso en su demanda de
amparo.
Así, para dar respuesta al planteamiento de constitucionalidad
que hizo el quejoso, es preciso atender a la doctrina constitucional
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24
que esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
ha desarrollado con relación al principio de tipicidad.
Al respecto, esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia
de la Nación, al resolver el Amparo Directo en Revisión 268/2003,
consideró que el principio contenido en el artículo 14 constitucional, no
se limitaba a constreñir a la autoridad jurisdiccional a que se
abstuviera de imponer, por simple analogía o por mayoría de razón,
pena alguna que no estuviera decretada por una ley exactamente
aplicable al hecho delictivo de que se tratara, sino que obligaba
también al legislador a que al expedir las normas de carácter penal,
señalara las conductas típicas y las penas aplicables, con tal
precisión, que evitara un estado de incertidumbre jurídica al
gobernado y una actuación arbitraria del juzgador.13
Criterio que al ser reiterado, dio origen a la jurisprudencia 1ª./J.
10/2006, de rubro: “EXACTA APLICACIÓN DE LA LEY PENAL. LA
GARANTÍA, CONTENIDA EN EL TERCER PÁRRAFO DEL ARTÍCULO 14
DE LA CONSTITUCIÓN FEDERAL, TAMBIÉN OBLIGA AL
LEGISLADOR”.14
Se sostuvo que derivado de dicho principio, le era exigible al
legislador la emisión de normas claras, precisas y exactas respecto de
la conducta reprochable, así como de la consecuencia jurídica por la
comisión de un ilícito; descripción que no es otra cosa que el tipo
penal, que debía estar claramente formulado.
13 Amparo directo en revisión 268/2003, página 103. Resuelto el 11 de junio de 2003 por unanimidad de 5 votos de los señores Ministros: Juventino V. Castro y Castro, Humberto Román Palacios, José de Jesús Gudiño Pelayo, Olga Sánchez Cordero de García Villegas y Presidente Juan N. Silva Meza (Ponente).
14 Tesis 1ª./J. 10/2006. Publicada en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo XXIII, Marzo de 2006, página 84.
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25
Así, para determinar la tipicidad de una
conducta, el intérprete debía tener en cuenta,
como derivación del principio de legalidad, al de
taxatividad o exigencia de un contenido concreto y unívoco en la labor
de tipificación de la ley. Es decir, la descripción típica no debía ser de
tal manera vaga, imprecisa, abierta o amplia, al grado de permitir la
arbitrariedad en su aplicación; de esta manera, el mandato de
taxatividad, suponía la exigencia de que el grado de determinación de
la conducta típica fuera tal, que lo que era objeto de prohibición,
pudiera ser conocido por el destinatario de la norma.
Al respecto, se dijo aplicable la jurisprudencia 1ª./J. 54/2014
(10a.), de esta Primera Sala, de rubro: “PRINCIPIO DE LEGALIDAD
PENAL EN SU VERTIENTE DE TAXATIVIDAD. ANÁLISIS DEL
CONTEXTO EN EL CUAL SE DESENVUELVEN LAS NORMAS PENALES,
ASÍ COMO DE SUS POSIBLES DESTINATARIOS”.15
Derivado de esos criterios, se puso de manifiesto que el
contenido del principio previsto en el artículo 14 constitucional, era
más amplio; pues no sólo obligaba a las autoridades judiciales a
aplicar de forma exacta las leyes, sino además, involucraba otras
obligaciones que iban dirigidas tanto a los tribunales, como al
legislador ordinario, estatal o federal.
Por otra parte, se señaló que el artículo 9º de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, interpretado por los
precedentes vinculantes de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, contenía el principio constitucional de “estricto derecho en
materia penal” o de “legalidad en materia penal”.16
15 Tesis 1ª./J. 54/2014 (10a.). Publicada en la Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, libro 8, julio de 2014, tomo I, página 131.
16 Artículo 9. Principio de legalidad y retroactividad
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26
Así, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, al resolver
el caso Kimel Vs. Argentina, estableció que el artículo 9º de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, contenía el
“principio de legalidad en materia penal” o de “estricta legalidad” de
las prohibiciones penales; conforme al cual, los tipos penales debían
construirse de forma expresa, precisa, taxativa y previa, y el marco
legal debía brindar seguridad jurídica al ciudadano.
De esta manera, el tribunal interamericano entendía, entre otras
cuestiones, que los legisladores de los Estados:
“[…] en la elaboración de los tipos penales es preciso utilizar términos estrictos y unívocos, que acoten claramente las conductas punibles, dando pleno sentido al principio de legalidad penal. Este implica una clara definición de la conducta incriminada, que fije sus elementos y permita deslindarla de comportamientos no punibles o conductas ilícitas sancionables con medidas no penales. La ambigüedad en la formulación de los tipos penales genera dudas y abre el campo al arbitrio de la autoridad, particularmente indeseable cuando se trata de establecer la responsabilidad penal de los individuos y sancionarla con penas que afectan severamente bienes fundamentales […]”.17
De lo que derivaba que tanto este Alto Tribunal como la Corte
Interamericana, distinguían diversas garantías penales dentro de lo
que podría denominarse como “principio de legalidad punitiva” o
nullum crimen, contenido en el artículo 14 constitucional.
Concretamente: irretroactividad de la ley desfavorable (lege praevia);
reserva de ley (lege scripta); taxatividad o prohibición de la analogía y
Nadie puede ser condenado por acciones u omisiones que en el momento de cometerse no fueran delictivos según el derecho aplicable. Tampoco se puede imponer pena más grave que la aplicable en el momento de la comisión del delito. Si con posterioridad a la comisión del delito la ley dispone la imposición de una pena más leve, el delincuente se beneficiará de ello.
17 Corte IDH. Caso Kimel Vs. Argentina. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 2 de mayo de 2008, Serie C No. 177, párrafos 58, 63 y 67.
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de la interpretación extensiva (lege stricta); y,
determinación (lege certa).
Por tanto, existía distinción conceptual entre el derecho de taxatividad
y el mandato de determinación.18
La primera, estaba relacionada más con la prohibición de
aplicación por analogía o mayoría de razón por parte de los tribunales
penales; por tanto, correspondía al sentido tradicional del principio de
exacta aplicación de la ley penal, contenido en el artículo 14
constitucional.
El segundo, denominado también por Luigi Ferrajoli, como
mandato de “predeterminación legal de las penas”, estaba dirigido al
legislador, en contraposición al mandato de “determinación de las
penas” dirigido a los tribunales.19 Implica el deber de crear tipos
penales de manera clara, precisa y unívoca, tanto en lo relativo a la
hipótesis normativa o conducta reprochable como en la sanción que
sería impuesta; principio que correspondía a lo que se refirió como
mandato dirigido al legislador, según se precisó en la citada
jurisprudencia 1ª./J. 54/2014 (10a.).
18 Enrique Inzunza Cásares distingue entre “mandato de taxatividad” y “mandato de determinación” con base en la doctrina italiana y lo resuelto por la Corte constitucional italiana. Como explica, la doctrina italiana distingue “dos exigencias del mandato de lex certa: una relativa al “momento legislativo” y otra al “momento judicial”; la primera es denotada con el término (principio de) “determinación” (determinatezza); la segunda, con el de (principio de) “taxatividad” (tassatività)”. Véase Insunza Cázares, Enrique, La exacta aplicación de la ley penal y el mandato de determinación, UNAM-IIJ, México, 2009, páginas 58 a 61, así como la Sentenza N. 247 de la Corte Constituzionale del 15 de mayo de 1989.
19 Así, Luigi Ferrajoli señala lo siguiente: “la estricta legalidad de las penas, al igual que la de los delitos, tiene tres significados: a) reserva de ley, en base a la cual, sólo la ley formal está habilitada para introducir o modificar las penas; b) tipicidad o taxatividad de las penas, en cuya virtud son penas todas aquéllas y sólo aquéllas descritas, cualitativa y cuantitativamente, por la ley; c) predeterminación legal de las penas, que requiere que las penas puedan ser impuestas sólo en las hipótesis (esto es, en presencia de delitos) y en las medidas (de un mínimo a un máximo) preestablecidas por la ley. Ferrajoli, Luigi, Derecho y razón. Teoría del garantismo penal, Trotta, Madrid, 1995, página 718.
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Así, la doctrina había señalado que “el mandato de
determinación de las conductas penalmente sancionables, es
consecuencia del valor de la seguridad jurídica”, y es clave “como
medio para la preservación de la libertad y la autodeterminación de los
ciudadanos”.20
Se destacó que Víctor Ferreres, al referirse al mandato de
determinación en materia penal (denominado por él de “taxatividad
dirigido al legislador”), distinguió dos fundamentos del mismo: la
certeza jurídica y la imparcialidad (igualdad ante la ley).
La certeza jurídica, implicaba “la posibilidad de predecir el
contenido de los actos del poder público a partir de la lectura de los
textos jurídicos vigentes, que contienen las normas que regulan el
ejercicio de ese poder. En el ámbito de las sanciones, se trata de
asegurar que los individuos, tras consultar los textos jurídicos
relevantes (por sí mismos, o a través de un abogado), puedan
anticipar cuáles serán las consecuencias penales de sus posibles
acciones u omisiones”.21
Por otra parte, el mandato de determinación, suponía un freno a
la arbitrariedad del poder. La imparcialidad, como fundamento del
mandato de determinación en materia penal, implicaba asegurar la
igualdad en la aplicación de la ley; si la ley era imprecisa “se abre un
espacio de poder para el juez, y existe entonces el riesgo de que el
juez, al concretar la ley en una dirección en lugar de otra, lo haga para
perjudicar a una de las partes”, por lo que “cuanto más preciso sea el
legislador, […] en mayor medida garantizará que los ciudadanos
20 Insunza Cázares, Enrique, op. cit., página 112.
21 Ferreres Comella, Víctor, El principio de taxatividad en materia penal y el valor normativo de la jurisprudencia (una perspectiva constitucional), Civitas, Madrid, 2002, página 43.
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se[an] tratados de igual manera, sin distinciones,
por parte de los órganos encargados de aplicar el
Derecho”.22
Luego, conforme a los fundamentos de certeza y de imparcialidad, el
mandato de determinación no sólo incidía en el supuesto de hecho o
conducta típica, sino también en la certeza y la imparcialidad de la
sanción a imponerse.
En efecto, sobre la base de ambos fundamentos, “la ley tiene
que ser precisa, no sólo a la hora de delimitar las conductas punibles,
sino también a la hora de fijar la sanción a imponer, porque el riesgo
de imparcialidad por parte de los aplicadores del Derecho existe tanto
con respecto a la calificación de las conductas como en lo relativo a la
pena”. Así, cuando el mandato de determinación se proyectaba sobre
la sanción, operaba en dos sentidos: “se trata de que el tipo de
sanción establecido por la ley esté bien definido (aspecto cualitativo),
y que el marco que pueda recorrer el juez dentro de este tipo no sea
demasiado ancho (aspecto cuantitativo)”.23
Ahora bien, sobre la base de la doctrina constitucional
destacada, fundadamente se puede sostener, contrario a lo que
estimó el quejoso y recurrente, que el párrafo segundo, del artículo
400 bis, del Código Penal Federal, no vulnera el principio de tipicidad,
que deriva del párrafo tercero, del artículo 14 constitucional. Y en esa
medida, sus argumentos de agravio son infundados.
22 Ibídem., páginas 52 y 53.
23 Ibídem., página 57 y 96. Al respecto, la Corte Constitucional italiana declaró inconstitucional un tipo penal al ser su rango sancionatorio muy amplio, debido a que ello propiciaba la arbitrariedad de los tribunales en la imposición de la sanción y la falta de determinación de la pena. Enrique Insunza Cázares hace referencia a la Sentenza N. 229/1992 de la Corte Constituzionale, en la que se declaró ilegítima por indeterminada una pena, dado que el rango entre la pena mínima y la pena máxima era muy amplio. Insunza Cázares, Enrique, op. cit., página 140.
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En efecto, la esencia del argumento de inconstitucionalidad que
se planteó en la demanda de amparo, atiende a señalar que el delito
de Operaciones con recursos de procedencia ilícita, derivado de su
origen como cumplimiento a diversos compromisos internacionales
adquiridos por el Estado Mexicano,24 implicaba que el producto de la
actividad ilícita, únicamente se podía derivar de delitos como el Tráfico
ilícito de estupefacientes y sustancias psicotrópicas, la Delincuencia
organizada, la Trata de personas, el Tráfico ilícito de migrantes,
Fabricación y Tráfico ilícito de armas, así como el Lavado de activos y
el Financiamiento al terrorismo.
Luego, si el párrafo segundo, del artículo 400 bis, del Código
Penal Federal, no especificaba de qué delito debía derivar el producto
de la actividad ilícita, pues sólo se concretaba a señalar “algún delito”;
entonces, se trataba de una norma vaga, imprecisa, abierta o amplia,
pues quedaba al arbitrio de cada juzgador, determinar ese delito; lo
que vulneraba el principio de tipicidad.
Argumentos que resultan infundados, pues parten de la premisa
falsa de que el sistema que priva en nuestro país, con relación al
delito previo, es taxativo o regido bajo el principio de numerus clausus.
Lo que llevó al quejoso y recurrente a la conclusión errónea de que la
norma impugnada era inconstitucional, por no precisar aquellos que
podían servir como fuente de los recursos, derechos o bienes sobre
los que se realizaban las correspondientes conductas típicas.
Ello, porque en realidad, el legislador nacional acogió un sistema
que admite para tales efectos, cualquier delito.
24 Convención de las Naciones Unidas contra el Tráfico Ilícito de estupefacientes y sustancias Psicotrópicas (Convención de Viena de 1988); Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia organizada (Convención de Palermo); y el Grupo de Acción Financiera (GAFI).
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Esto es, el delito de Operaciones con recursos de
procedencia ilícita, se positivizó por primera vez
en el artículo 115 bis del Código Fiscal de la
Federación; lo que llevaría a entender que el objeto jurídico que
tutelaba, se vinculaba al interés fiscal del Estado.
Sin embargo, en Decreto que se publicó en el Diario Oficial de la
Federación, de trece de mayo de mil novecientos noventa y seis, el
ilícito se tipificó en el entonces Código Penal para el Distrito Federal
en Materia de Fuero Común, y para toda la República en Materia de
Fuero Federal; y en la parte correspondiente de la exposición de
motivos que dio origen a ese cambio, se destacó:
“(…) b). Necesidad de regularlo en el Código Penal.
El delito conocido como ‘lavado de dinero’ es de reciente data en nuestra legislación, diciembre de 1989. Por razones de oportunidad, la regulación se hizo en el Código Fiscal de la Federación. Actualmente, se observan dos posiciones opuestas respecto de la ubicación en la legislación del tipo penal denominado Lavado de Dinero, la primera de ellas considera que dicho ilícito debe permanecer en la legislación fiscal penal que lo contiene; mientras que la segunda se inclina por desaparecerlo de dicho ordenamiento legal o insertarlo bajo una nueva fórmula en el catálogo de delitos previstos en el Código Penal para el Distrito Federal en materia del Fuero Común para toda la República en materia de Fuero Federal.
Esta última postura es la que se adopta en esta iniciativa de reformas, después de haber analizado y consensado su conveniencia.
La razón lógica jurídica resulta ser, en primer lugar, porque la Convención de Viena de 1988 así lo establece en su artículo 3 apartado 10: A los fines de la cooperación entre las partes previstas en la presente Convención, en particular la cooperación prevista en los artículos 5, 6, 7 y 9, los delitos tipificados de conformidad con el presente artículo no se considerarán como delitos fiscales o como delitos políticos ni como delitos políticamente motivados, sin perjuicio de las limitaciones constitucionales y de los principios fundamentales del derecho interno de las Partes.
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Como se ha dicho, este instrumento jurídico internacional fue aprobado desde el 30 de noviembre de 1989 por el Senado de la República y entró en vigor el 11 de noviembre de 1990; por lo que, a la luz de lo dispuesto en el artículo 133 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, desde esta última fecha adquirió el rango de Ley Suprema de toda la Unión. Bajo esa tesitura el artículo 115 bis, del Código Fiscal de la Federación, debe ajustarse a esa disposición de la Convención de Viena de 1988, ya que se impone una estricta observancia del Estado de Derecho en nuestro país.
Por otra parte, debe resaltarse que la mayoría de los países que han suscrito la citada Convención, se han ajustado fielmente a lo dispuesto en el artículo 3, párrafo 10, no incluyendo al delito de lavado de dinero dentro del catálogo de ilícitos fiscales o políticos. Así se ha hecho en los casos de España, Colombia, Canadá, Argentina, entre otros.
Con independencia de lo anterior, también debe destacarse que, en atención a los bienes jurídicos que se busca tutelar, el tipo penal de ‘Lavado de Dinero’ como se propone y conforme a la ratio legis de la Convención de Viena de 1988, comprende los siguientes: la salud pública, los bienes jurídicos como vida, integridad física y patrimonio, que sean afectados por las actividades del narcotráfico y de la delincuencia organizada, la seguridad de la nación, y la estabilidad y sano desarrollo de la economía nacional, así como la preservación de los derechos humanos y la seguridad pública. Esto demuestra que con este tipo penal de lavado de dinero, la protección de bienes jurídicos debe ser más amplia, lo cual no se logra con la actual regulación contenida en el artículo 115 bis del Código Fiscal de la Federación, en la que se tutela fundamentalmente el interés fiscal del Estado. La magnitud de uno y otro grupo de bienes jurídicos tutelados exige contar con un adecuado marco referencial, que estamos seguros se logra con la nueva fórmula que se propone.
Por ello y siendo el lavado de dinero un delito que trasciende con mucho el mero interés del fisco federal, se ha considerado conveniente no seguirlo contemplando en el catálogo de delitos fiscales, sino ubicarlo en una legislación de contenido más amplio, como lo es el Código Penal; lo cual también es acorde con una correcta técnica legislativa, en donde el delito subsecuente, en este caso del lavado de dinero, debe estar junto con los delitos principales y originales, que en este supuesto lo constituyen principalmente los delitos graves.
El Estado no puede ni debe soslayar o tolerar, que bienes jurídicos de !a magnitud de los tutelados por el tipo penal que se propone puedan ser objeto de convalidación o ratificación a través de criterios pecuniarios, es decir, que una Dependencia
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Federal, mantenga la facultad discrecional de proceder o abstenerse de denunciar hechos delictuosos, bajo el argumento de que el interés fiscal no se ha visto afectado; menos aun cuando ellos se encuentran vinculados con
delitos graves, como los que conforman la delincuencia organizada.
Ciertamente, uno de los motivos importantes que ha obligado a reaccionar plenamente contra el lavado de dinero es precisamente el narcotráfico y, hoy, el fenómeno de la delincuencia organizada, así materia financiera o fiscal.
El regular lo penalmente, por tanto, obedece a una estrategia político-criminal para combatir a la delincuencia organizada de manera frontal y eficaz. Por otra parte, cabe precisar que la Procuraduría General de la República cuenta con elementos humanos y materiales altamente especializados para dar la mejor atención al fenómeno delictivo que nos ocupa. Finalmente, con la regulación que se propone se procura que el delito de lavado se rija por las reglas generales previstas en el Código Penal Federal, sobre todo por lo que hace a las causas de extinción penal. Por otra parte, y de acuerdo a su naturaleza, el aseguramiento y decomiso de bienes vinculados al lavado de dinero, no puede estar sujeto a la regla del artículo 94 del Código Fiscal, según el cual las autoridades administrativas, con arreglo a las leyes fiscales, harán efectivas las contribuciones omitidas, los recargos y las sanciones administrativas correspondientes, sin que ello afecte al procedimiento penal. Ello en razón de que el aseguramiento de estos bienes, en ningún momento tendría por objeto, el garantizar el pago de sanciones de tipo pecuniario.
c). El tipo Penal de Lavado de Dinero. Requisito de Procedibilidad
Como consecuencia de lo anteriormente señalado… Finalmente, por lo que hace a la ubicación de la conducta en el Código Penal para el Distrito Federal en materia de fuero común y para toda la República en materia de fuero federal, después de analizar diversas alternativas sobre la posible ubicación del delito del lavado de dinero en este Código Penal, se llegó a la conclusión de que la misma fuese junto a la figura del encubrimiento, tanto por su naturaleza jurídica como por la amplitud de los bienes jurídicamente tutelados, los cuales no se refieren exclusivamente a la salud pública. Estas reflexiones permiten establecer que la creación y ubicación del nuevo tipo penal de ‘Lavado de Dinero’ requerirán de las siguientes reformas:
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1). Modificar el título vigesimotercero del Código Penal para el Distrito Federal en materia de fuero común y para toda la República en materia de fuero federal, actualmente denominado ‘Encubrimiento’, para que se denomine ‘Encubrimiento y Lavado de Dinero’; asimismo, modificar el actual ‘Capítulo Único’ y convertirlo en capítulo I.
2) Adicionar el Título Vigésimo Tercero con un Capítulo Segundo denominado ‘Lavado de Dinero’, y convertir el contenido del actual artículo 400 bis, en el último párrafo del artículo 400, a efecto de que el nuevo delito de lavado de dinero sea regulado en el citado artículo 400 bis.
El tipo propuesto requiere de otras normas de diversa naturaleza, que le permitan obtener una eficaz aplicación y que además se conjuguen en forma armónica para presentar un frente de combate común a la delincuencia organizada o a quien no siendo parte de ella, realice actos ilícitos de tal magnitud que se consideren por la ley como delitos graves. Dentro de estas normas, adquieren relevancia aquellas de carácter preventivo que deberán insertarse en las leyes que regulan el sistema financiero mexicano y respecto de se han hecho ya algunas propuestas concretas por separado, y se seguirán haciendo las que se consideren necesarias, para atender el problema de manera integral.”
De lo que se desprende que el delito de Operaciones con
recursos de procedencia ilícita, ya no sólo busca tutelar bienes
jurídicos que podrían verse afectados por delitos de narcotráfico o
relacionados con el crimen organizado, que son a los que
esencialmente hizo referencia el quejoso y recurrente, y que
ciertamente fueron los que le dieron origen al delito. Hoy en día, su
espectro de tutela es más amplio, pues atiende igualmente a delitos
vinculados con la seguridad de la nación, la estabilidad y sano
desarrollo de la economía nacional, la preservación de los derechos
humanos y la seguridad pública. Amplitud de objetos jurídicos
tutelados, que incluso llevó a su ubicación sistemática junto a la figura
del encubrimiento.
Congruente con lo anterior, el legislador, en ejercicio de la libre
configuración legislativa que le corresponde, optó, no por un sistema
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de numerus clausus, como lo pretende el quejoso
y recurrente; sino por un sistema abierto, que
admite como delito previo, cualquier clase de
delito.
Así, desde la primera publicación del delito de Operaciones con
recursos de procedencia ilícita, en el Código Penal Federal,25
estableció, en el párrafo sexto, de su artículo 400 bis:
“Para efectos de este artículo se entiende que son producto de una actividad ilícita, los recursos, derechos o bienes de cualquier naturaleza, cuando existan indicios fundados o certeza de que provienen directa o indirectamente, o representan las ganancias derivadas de la comisión de algún delito y no pueda acreditarse su legítima procedencia”.26
En reforma de catorce de marzo de dos mil catorce, dicha norma
pasó a ser el párrafo segundo, del mismo numeral, que es el que
ahora se tilda de inconstitucional, sin que su redacción sufriera cambio
significativo alguno, pues quedó redactado en los siguientes términos:
“Para efectos de este Capítulo, se entenderá que son producto de una actividad ilícita, los recursos, derechos o bienes de cualquier naturaleza, cuando existan indicios fundados o certeza de que provienen directa o indirectamente, o representan las ganancias derivadas de la comisión de algún delito y no pueda acreditarse su legítima procedencia.” 27
Las razones de ese cambio, se justificaron, de acuerdo con la
correspondiente exposición de motivos, en la pretensión de fortalecer
el delito de Operaciones con recursos de procedencia ilícita, con el
objeto de dotar con herramientas innovadoras al Ministerio Público
encargado de la procuración de justicia; y en lo conducente al tema en
estudio, se destacó:
25 Diario Oficial de la Federación de trece de mayo de mil novecientos noventa y seis. 26 Énfasis añadido. 27 Ídem.
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“Para configurar estas conductas se precisa que son producto de una actividad ilícita, los recursos, derechos o bienes de cualquier naturaleza, cuando existan indicios fundados o certeza de que provienen directa o indirectamente, o representan las ganancias derivadas de la comisión de algún delito y no pueda acreditarse su legítima procedencia, lo que establece parámetros de actuación para la autoridad en el ánimo de proteger los derechos fundamentales de las personas que actúen de buena fe.”
Lo que confirma que el sistema al que atendió el legislador,
desde la creación de la norma con relación al delito previo, nunca fue
el taxativo o de numerus clausus, como lo pretende el quejoso y
recurrente; sino a un sistema abierto, que admite como delito previo,
cualquier ilícito.
Esto pone de manifiesto la falsedad de la premisa en que se
sustentó el planteamiento de inconstitucionalidad; pues el delito
previo, no necesariamente tiene que estar vinculado a conductas
derivadas del narcotráfico o el crimen organizado, como lo consideró
el quejoso y recurrente; sino que puede ser fuente de los recursos,
derechos o bienes sobre los que se realizaban las correspondientes
conductas típicas, cualquier delito.
En esa tesitura, al analizar por sí misma la expresión semántica
“algún delito”, que se contiene en el párrafo segundo, del artículo 400
bis, del Código Penal Federal, contrario a lo que estimó el quejoso y
recurrente, no resulta vaga, imprecisa, abierta o amplia.
Ello, porque su sólo contenido literal o gramatical, lleva al
entendimiento claro de que cualquier ilícito puede llegar a constituirse
en el delito previo que exige la descripción típica.
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Consecuentemente, en modo alguno puede
estimarse que la expresión semántica “algún
delito”, trastoque el principio de tipicidad. Y en
esa medida, no resulta violatoria del párrafo tercero, del artículo 14
constitucional.
Así, agotado el tema de constitucionalidad por el que esta
Primera Sala de la Suprema Corte reasumió su competencia
originaria; y toda vez que resultaron infundados los correspondientes
planteamientos que hizo el quejoso y recurrente, sin que se advierta
queja deficiente que suplir; lo procedente en derecho es que, en la
materia de la revisión, se niegue el amparo y protección de la Justicia
Federal.
S E X T O. Reserva de jurisdicción al Tribunal Colegiado. Se
reserva jurisdicción al Tribunal Colegiado, respecto de los tópicos
de legalidad que subsistan; en consecuencia, devuélvansele los
autos para que dentro del ámbito de su competencia, se
pronuncie respecto de los correspondientes planteamientos.
Por todo lo expuesto y fundado, se resuelve:
P R I M E R O. En la materia de la revisión, competencia de esta
Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, se
modifica la sentencia recurrida.
S E G U N D O. La Justicia de la Unión no ampara y protege a
**********, en los términos precisados en el último considerando de
esta ejecutoria.
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T E R C E R O. Se reserva jurisdicción al Segundo Tribunal
Colegiado en Materia Penal del Primer Circuito, en términos del último
considerando de esta ejecutoria.
N o t i f í q u e s e; con testimonio de esta ejecutoria, vuelvan
los autos al Tribunal de su origen; y, en su oportunidad archívese el
toca como asunto concluido.
En términos de lo previsto en los artículos 113 y 116 de la Ley General de Transparencia y Acceso a la Información Pública; 110 y 113 de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública; y el Acuerdo General 11/2017, del Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, publicado el dieciocho de septiembre de dos mil diecisiete en el Diario Oficial de la Federación, en esta versión pública se suprime la información considerada legalmente como reservada o confidencial que se encuentra en esos supuestos normativos.
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