INTRODUCCIÓN
El lenguaje es universal, está presente de la misma manera en todos los
seres humanos, independientemente de su lugar de origen y del momento
histórico en que vive. Sin embargo, lo que sí varía de grupo en grupo y de
hablante en hablante son los usos de la lengua. Los seres humanos lo emplean
de variadas formas y en diversas situaciones: el dedo encima de los labios
indicando silencio, la escritura de una tarjeta, la lista del mercado, el programa
de radio, las conferencias en la universidad… todos son ejemplos de las
múltiples formas como se concreta el lenguaje.
El lenguaje es una facultad poderosa que puede ser utilizada tanto para
encantar, seducir, consolar, como para manipular, agredir, ofender. Puede
manifestarse en forma verbal o no verbal. Un Epa como te va o una "torcida
de ojos" nos da un mensaje que entendemos fácilmente.
Todos hacemos uso del lenguaje, pero no expresamos nuestras ideas de la
misma manera. Cada grupo humano crea sus propios signos para relacionarse
gracias al lenguaje. El producto de esa creatividad es lo que se conoce con el
nombre de lengua.
En el presente trabajo se destaca la necesidad de estudiar el valor
anafórico de los pronombres demostrativo y el uso de estos en el ámbito
educativo como medio de transmitir mensajes.
Se presenta el análisis de muestras orales y escritas para señalar esta
aspecto anafórico así como destacar los diferentes conceptos de pronombres
demostrativos, del valor anafórico de los mismo, la presencia de las anáforas
en el lenguaje español de Venezuela.
Es una experiencia única y divertida que permite conocer más allá de lo
simple y sencillo que encierra nuestro lenguaje.
REFERENCIAS TEÓRICAS
Uno de los aspectos esenciales en la comprensión del lenguaje es la
integración de la información contenida en las distintas partes del texto o
discurso para construir una representación coherente del significado. En este
sentido, Wasow (1986:35), expresa que “las relaciones anafóricas, o anáforas,
constituyen uno de los mecanismos básicos y universales que posee el
lenguaje para ese fin”. El estudio de su adquisición por parte del niño ha
suscitado un extraordinario interés en las últimas décadas por varias razones.
Mientras que las anáforas forman parte de los elementos esenciales y
nucleares del lenguaje, no son nunca objeto de enseñanza explícita por parte
del entorno lingüístico del niño y su comprensión constituye un complejo
proceso en el que confluyen todos los niveles de organización lingüísticos:
fonológicos, morfosintácticos, semánticos y pragmáticos
En una relación anafórica, un elemento léxico, llamado elemento fórico,
toma su significado de otro término, antecedente, y establece con él una
relación de correferencia, de manera que ambos se refieren a la misma
entidad. Así, por ejemplo, en la oración: "María volvió a casa después de que
ella acabara el trabajo de la oficina", el elemento fórico "ella" (pronombre en
este caso) hace referencia a la misma entidad designada por el nombre propio
"María" (antecedente), es decir, la persona María, estableciéndose entre
ambos una relación de correferencia. Generalmente el elemento fórico se trata
de un pronombre, pero en muchos casos consiste en otra clase de palabra,
como un adverbio, un cuantificador o incluso un elemento nulo no realizado
fonéticamente.
La caracterización de los procesos cognitivos implicados en la relación
anafórica se revela actualmente como uno de los objetivos principales en el
campo de la psicolingüística. Por su parte, Dell y Otros (1983:94), considera
que la interpretación de una anáfora depende en gran medida de la
accesibilidad de la información contenida en el antecedente. Esta accesibilidad
afecta a la facilidad con que el referente puede ser encontrado en la memoria
activa, ser confrontado adecuadamente con la información anafórica e integrar
ambas clases de información para poder construir la estructura
representacional del texto. Aquellos factores que incrementen esa
accesibilidad tendrán una repercusión directa en la eficacia de los procesos
integrativos, acortando los tiempos en curso y reduciendo el número de errores
cometidos en la comprensión lingüística.
Se ha comprobado que uno de estos factores es precisamente la distancia
que media entre los dos términos de la anáfora. En la medida en que el
antecedente se halla más alejado del elemento fórico en la secuencia verbal, su
accesibilidad a partir de éste se ve disminuida y, por tanto, dificultada la
comprensión anafórica. Asimismo, Clark y Sengul (1979:42) describen, que
los sujetos tardan menos tiempo en comprender una oración con un
pronombre cuyo referente se encuentra en la oración anterior, que cuando se
sitúa dos oraciones atrás.
De acuerdo con la interpretación teórica, si el antecedente está a una
corta distancia del elemento fórico, las personas pueden consultar
directamente en su memoria activa una versión literal del mismo, en cuyo caso
emplean un procedimiento de "copia" que reemplaza la información anafórica
por la del antecedente. Sin embargo, la existencia de material intercalado entre
ambos términos surte el efecto de desplazar de la memoria inmediata la
versión literal del antecedente y el sujeto se ve obligado a utilizar una
representación más abstracta del significado y más exigente desde el punto de
vista cognitivo.
En el campo de la adquisición del lenguaje, el volumen de investigación
dedicado al efecto de la distancia anafórica es menor, pero ha sido puesto de
manifiesto en repetidas ocasiones. El estudio pionero de Chomsky (1969:38)
sobre el desarrollo de la sintaxis entre los cinco y los diez años de edad,
“muestra una proporción superior de correferencias pronominales cuando las
frases presentan los términos anafóricos más próximos”. Este hecho lleva a la
autora a defender el Principio de la Distancia Mínima, como estrategia infantil
en la resolución anafórica.
En el idioma castellano, un estudio reciente ha comprobado el efecto de
la distancia en la comprensión de anáforas escritas por parte de niños con
edades comprendidas entre nueve y once años González (1993:102), a través
de una tarea de respuesta a una pregunta tras haber leído un texto corto, señala
que Los sujetos incrementaban sensiblemente la proporción de aciertos a medida que
la distancia entre los términos anafóricos se acortaba. Se trataba de anáforas
constituidas por un pronombre personal, el relativo que, el adverbio donde o un
pronombre demostrativo; globalmente la comprensión de las mismas pasaba
desde el 67.90 % de aciertos en la distancia larga, al 70.41 % en la distancia
media, y se elevaba hasta el 79.28 % en la distancia corta.
No obstante, los resultados indicaron que un tipo particular de anáforas
demostrativas no fue sensible a la distancia en el sentido esperado y su
comprensión total se mantuvo dentro de los niveles del azar (48.03 %), sin que
se observara progresión en el período evolutivo estudiado. Estos estímulos con
un comportamiento claramente diferenciado consistían en frases que incluían
dos antecedentes potenciales resueltos sobre la base del grado del
demostrativo. Por ejemplo, en a) "María y su amiga Eva hacían los deberes
todos los días en casa de ésta" el pronombre "ésta" señala anafóricamente al
antecedente "Eva"; mientras que en b) "María y su amiga Eva hacían los
deberes todos los días en casa de aquélla" el pronombre "aquélla" señala
anafóricamente al antecedente "María".
Este tipo de relación anafórica entraña una dificultad específica que no se
da en otras anáforas, puesto que, en realidad, existe una función deíctica
dentro de la dimensión anafórica del texto. Si en el espacio físico los objetos
son señalados deícticamente por el demostrativo en función de su proximidad
o lejanía respecto al hablante, en el espacio gráfico que constituye el texto
como secuencia escrita se da un juego de relaciones similar y el elemento
fórico "señala" también deícticamente a uno de los dos antecedentes
potenciales dependiendo de su proximidad o lejanía relativas. Por tanto, en
este contexto el demostrativo ejerce una doble función deíctica y anafórica
mucho más compleja que la función primariamente deíctica que realiza en el
espacio físico real.
Por otra parte, la estructura de esta clase particular de relación anafórica
permite considerar un segundo tipo de distancia referida a la que media entre
los dos antecedentes potenciales. Ya que los dos términos candidatos a
antecedente del demostrativo pueden hallarse más o menos próximos entre sí,
cabe esperar interesantes interacciones con el resto de las variables. A falta de
otros estudios, es presumible que, dentro de determinados límites, una mayor
distancia entre los mismos favorecerá el contraste proximidad/lejanía
consustancial a los demostrativos.
LOS USOS DE LA ANAFORA EN LOS DEMOSTRATIVOS.
Puede aludirse a un sustantivo con el que concuerda en género y número.
Si el sustantivo se encuentra entre otros se usa éste para el más cercano y
aquél para el más lejano. Pero, en caso de que se trate sólo de un sustantivo se
puede utilizar éste o ese indistintamente, ejemplos: Han llegado Juan y Pedro;
éste iba herido, y aquél le sostenía; ése es el mes que me gusta. También
puede hacerse referencia a toda una oración: A ver si comprendes esto: No voy
a ir al cine contigo.
Los pronombres demostrativos pueden emplearse anafóricamente dentro
de un texto, haciendo alusión a algo ya nombrado con anterioridad: Un perro
vagabundeaba por la calle, este se acercó a mí, o catafóricamente,
adelantando lo que se va a decir con posterioridad: Acordamos esto: que te
iría a buscar a la estación. En este caso, el demostrativo debe aparecer
inmediatamente antes de aquello que anticipa.
FORMAS DEL DEMOSTRATIVO.
Los demostrativos, al igual que el artículo, proceden del latín: iste para el
primer término, ipse para el segundo y de un compuesto de ille—eccu (m)-
ille—aquel, para el tercero que, posteriormente, se reforzaron con la partícula
met, „mismo‟. De eccum, producto de la unión de un adjetivo y un adverbio
latino, reforzado en el latín vulgar con iste se originaron aqueste y aquese. Los
demostrativos, unidos a alter (pospuesto) dieron estotro, esotro y quillotro,
comunes en la edad media. En la actualidad todas estas formas arcaicas han
desaparecido de la lengua oral y de la escrita.
Las formas masculinas y femeninas pueden funcionar como
determinantes o como pronombres. La diferencia entre determinantes y
pronombres estriba en que los primeros acompañan a un sustantivo, mientras
que los segundos van en su lugar, de ahí que exista forma neutra para los
pronombres y no para los determinantes, puesto que no existen en español
sustantivos neutros.
Todos los determinantes y los pronombres neutros se escriben siempre
sin tilde; son incorrectas por tanto las formas *ésto, *éso y *aquéllo. El uso de
la tilde diacrítica en los pronombres masculinos y femeninos tampoco es
recomendable, salvo para evitar ambigüedades en el texto que puedan inducir
a confusión, como en el siguiente ejemplo: El otro día nos visitaron mis tías.
Vinieron con éstas personas que yo no conocía. Si se interpretara estas como
determinante, se supondría que el oyente sabe quiénes son las personas
desconocidas, lo que no se deduce de la lectura con éstas como pronombre.
Los demostrativos determinantes concuerdan con el sustantivo al que
actualizan en género y número. Cuando el sustantivo comienza por a o ha
tónica, a diferencia del artículo singular, el determinante debe mantener la
forma femenina delante de él: esta agua, aquella aula pero no *este agua,
*aquel aula. La utilización de las formas masculinas en estos casos se
considera incorrecta y puede llevar a error en cuanto al género del sustantivo.
LOS DEMOSTRATIVOS
Son aquellos pronombres mediante los cuales realizamos un
señalamiento de los objetos de la realidad, es decir, tienen función deíctica.
Son los encargados de situar en las coordenadas de espacio y tiempo los
objetos relacionados con las personas que intervienen en el acto de la
comunicación. Igual que el artículo son actualizadores pero se diferencian de
éste en ese carácter deíctico mediante el cual señalan los objetos en una
situación concreta. Son como índices que indican el objeto desde el punto de
origen del hablante.
Este, esta, estos, estas, esto indican cercanía del objeto a la persona que
habla; ese, esa, esos, esas, eso señalan cercanía del objeto con respecto a la
segunda persona, y, aquel, aquella, aquellos, aquellas, aquello denotan
distancia tanto de la primera como de la segunda persona. Las relaciones que
establecen con respecto a las personas son las mismas que las de los otros
pronombres adjetivos. Este, ese, aquel. Las formas neutras carecen de plural.
Además de señalar los tres grados de proximidad expresados, pueden
marcar, asimismo, proximidad o lejanía con respecto al momento del discurso:
Este marca simultaneidad o proximidad que se indica o se dice pertenece a ese
momento del discurso: Esta tarde he visto a Juan, este año me va a ir bien,
este domingo voy al teatro; ese señala un primer grado de lejanía temporal y
puede referirse al pasado o al futuro: En ese momento nos tuvimos que ir, ese
día ya lo verás; aquel señala un mayor alejamiento y se refiere únicamente al
pasado: Aquel día fue muy divertido.
PLANIFICACIÓN
OBJETIVO DEL TRABAJO: Fomentar en los alumnos la capacidad de reconocer y manejar los pronombres y adjetivos
demostrativos evidenciándose éstos en la cotidianidad.
OBJETIVOS
ACTIVIDADES
F
E
C
H
A
RECURSOS
PILARES
EJES
EVALUACION
Construir oraciones utilizando el pro-
nombre demostrativo
Comprehender las particularidades de
la utilización del pronombre demostra-
tivo.
Elección de la forma correcta en el uso del pronombre demostra-tivo en la oración. Escritura del determinante de-mostrativo correcto. Escribir oraciones que incluyan un demostrativo.
Reformulación de las oraciones sustituyendo la parte subrayada de la oración por el pronombre demostrativo correspondiente.
Utilizar cuadro y tablas para explicar los pronombres aso-ciando a diálogos reales. Ejemplificar en el uso de la len-gua cotidiana la utilización ana-fórica pronombre demostrativo. Clasificar los pronombres de-mostrativos, según la distancia que indican.
Humanos
º Alumnos.
º Docentes.
Materiales
º Ploteo.
º Pizarrón.
º Cuadernos.
Humanos
º Alumnos.
º Docentes.
Materiales
º Ploteo.
º Pizarrón.
º Cuadernos.
Aprender a crear.
Lenguaje
º Observación.
º Cuaderno de actividades.
º Escala de estimación.
Observación.
º Cuaderno de actividades.
º Escala de estimación.
PLAN DE ACCIÓN
Desarrollar habilidades comunicativas
básicas para comprender la lengua
española.
Leer un cuento y extraer los pronombres demostrativos pre-sentes. Seleccionar muestras de textos donde aparezcan pronombres demostrativos para que analicen a qué se refieren, a quién o a qué hacen referencia. Completar textos escribiendo el pronombre demostrativos, según corresponda.
Humanos
º Alumnos.
º Docentes.
Materiales
º Ploteo.
º Pizarrón.
º Cuadernos.
Material Im-
preso
Observación.
º Cuaderno de actividades.
º Escala de estimación.
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