7/21/2019 Análisis de la Cuarta Carta" A quien pretende enseñar"
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ANÁLISIS
Antes de comenzar con el análisis de la cuarta carta de Paulo Freire titulada “De lascualidades indispensables para el mejor desempeño de las maestras y los maestros
progresistas” que pertenece al libro “Cartas a quien pretende enseñar”, debemos dejar
en claro que el autor expone su pensamiento sobre aspectos de gran relevancia que
tienen que ver con la práctica educativa, aspectos que están relacionados con el
educativo. Como su nombre lo indica esta carta está dirigida a quien pretende enseñar:
“Los docentes”.
En la cuarta carta el autor, habla sobre las cualidades indispensables, que tododocente debe poseer en su práctica. Estas cualidades no son innatas, sino que los
docentes van adquiriendo a través del proceso de la práctica. Freire habla de docentes
progresistas, ya que su intención es aportar a apoyo de una escuela democrática, que
para el autor educar significa “ práctica política”, el sustenta que la educación no puede
apartarse de la política, es por esto que los docentes van adquiriendo esas cualidades a
medida que se van a relacionando con la iniciativa política de cada docente.
La primera cualidad que menciona el autor es la humildad, que es una cualidadimprescindible si ambicionamos alcanzar el sueño democrático, es simplemente saber
escuchar y ser consciente de que nadie es dueño de la verdad absoluta, que todos
conocemos una parte de la realidad, que no existen el “sabelotodo” sino, que los
personas somos seres incompletos y que continuamente estamos aprendiendo. Aunque
poseamos un nivel de capacidad mayor a otras personas debemos dejar que nos
cuestionen, porque somos personas enseñantes y aprendices simultáneamente.
Además, adoptar una actitud de humildad es reconocernos a nosotros mismos y a los
demás como personas, es abrir los caminos para los nuevos conocimientos,
exigiéndonos a revisar nuestros conocimientos previos.
A la humildad, se le adiciona la amorosidad con la que se relaciona el docente con
sus estudiantes y sobre todo con la actividad en sí, porque ser docente no significa el
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simple hecho de tener un título, no tiene sentido estudiar años para recibirse un título
si después nuestra labor no se hace con amor, el título lo que hace, es capacitar al
docente para ejercer esa profesión. El amor tiene que ver con la pasión por educar que
es lo que le da sentido y sobre todo el valor para afrontar las dificultades que se les
presenta en lo cotidiano y que obstaculizan en su práctica docente. Hay que reconocer
que los estudiantes van a los centros de enseñanza a aprender y no tienen la culpa de
las negatividades que afronta la educación. El docente progresista ama lo que hace y
lucha por sus derechos, no por esto renuncia a sus estudiantes. Los derechos que como
todo ciudadano puede manifestar y hacer que se respeten.
De ese amor luchador del docente se desglosa otra cualidad que es la valentía, el
docente debe de tener una fuerza de voluntad que lo ayude a luchar por su sueño. Esa
valentía enseña al docente, que puede protegerse y así pueda vencer sus miedos. Pero
ser valiente no es una tarea sencilla, es tener una conciencia recta y asumir los errores,
es decir, enfrentar las consecuencias de sus actos ya que las mismas a veces pueden ser
duras. La valentía no asegura el éxito inmediato, pero a la larga tiene resultados
positivos. Es muy importante asumir que se tiene miedo, porque a partir de ese miedo
se puede reflexionar acerca de que opción es la mejor para enfrentarlo. Es importante
que el docente pueda manejar sus miedos y que adquiera las experiencias necesarias
como para correr cada vez menos riesgos, para así poder ir construyendo más valentía,
porque no existe el miedo sin valentía, todo sea por alcanzar los sueños políticos que
es algo que vale realmente la pena.
Además, el autor señala en esta carta a la tolerancia como otra cualidad o virtud que
tiene que tener el docente para poder actuar en un clima de democracia. Es la
responsabilidad del docente de que haya tolerancia en el salón de clases, el mismo debe
transmitir a sus estudiantes respeto hacia las diferencias culturales, de raza, religión,
etc., Y, sobre todo, debe aceptar los defectos y virtudes de sus estudiantes. Ser tolerante
no significa dejar que nos desvaloricen, avergüencen o nos humillen, sino de poner
límites y hacer que se respeten, así como tampoco, se debe dar permiso a las injusticias.
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Para que haya un clima de tolerancia en el salón, todos deben de conocer los derechos
y deberes de cada uno, aceptar la diversidad, aprender a escuchar, dejar los prejuicios
de lado. Todo autoritarismo es dotado de prejuicios que no nos deja ver más allá y que
no reconoce que somos inconclusos. El autor agrupa la decisión, la seguridad, la
tensión, afiliado a la paciencia y la impaciencia y la alegría de vivir como cualidades
que deben ser labradas por los docentes progresistas.
Decidir es algo esencial del docente, que envuelve a la convivencia en el salón con
sus estudiantes. Dentro del aula al docente se le van a presentar durante su formación
problemas diarios los cuales tienen que ser solucionados de alguna forma. Esta
situación requiere de la capacidad de decisión del docente a quien no le resultará algo
fácil, pues decidir significa poder elegir de forma consciente una alternativa para
aplicarla después. La elección consiste en comparar y pensar, cual es la que más se
adecua a la situación. Que el docente sepa decidir es muy importante porque les
trasmite seguridad a los estudiantes y más cuando ellos son partícipes de esa búsqueda
de solución, donde puedan opinar y confrontar, porque esto es lo que hace a la
democracia. De esta forma el docente está demostrando a sus estudiantes cómo se
puede decidir y una vez más cooperando con la buena convivencia que va más allá de
la escuela, va hacia la sociedad, la familia, etc.
La seguridad tiene que ver con la aptitud que adopta el docente para desempeñar su
tarea. La buena disposición y la buena onda van a obrar de manera positiva en esa
práctica. Aditivo a esto, para estar seguro de lo que hace, el docente debe tener
competencia científica, tener bien claro los objetivos a cumplir y cómo tiene que actuar
para lograrlos. Tiene que fundamentar su acción, adoptando una postura crítica que le
ayude a pensar en la consecuencia de sus actos. Reflexionar acerca de la práctica
educativa y ver si de la forma en que está enseñando está teniendo en cuenta a todos
los estudiantes o no. Es importante en este sentido lograr una educación justa, porque
la justicia es la base para aprender, a partir del momento en que somos justos estamos
enseñando en términos de igualdad. Esto no quiere decir como dice el autor, que un
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docente tenga que gustarle todos los estudiantes por igual porque el gusto es un derecho
y es lógico que no todos responden de la misma forma, unos participarán mejor o peor
que otros. Pero lo que no debe hacer es demostrar preferencias por determinados
estudiantes y excluir al resto. La seguridad está conformada entonces por cumplir con
la obligación, responsabilidad y compromiso del docente de enseñar en términos de
justicia e igualdad evitando los prejuicios.
El autor habla de una tensión que debe existir entre la paciencia y la impaciencia y
que debe formar parte de la práctica en los docentes progresistas. Lo que nos trata de
explicar, es que esta virtud se logra cuando estas actitudes no se dan de forma aislada.
Ser paciente, es dejar pasar por alto un montón de cosas, como una forma de adaptarse
a las situaciones, esperar y dejar que todo pase. Ser impaciente, es actuar de forma
impulsiva ante las situaciones, es lo contrario de la paciencia en este caso no se espera,
existe un activismo ciego señala Freire. Un ejemplo de impaciencia es que el docente
quiera que los estudiantes aprendan rápido un tema nuevo y no tenga en cuenta el
tiempo que los estudiantes precisan para aprender.
A la virtud de vivir la tensión entre la paciencia y la impaciencia es decir actuar
impacientemente paciente se le aplica lo que Freire llama la “parsimonia verbal”. El
docente parsimonioso, es aquel que logra controlar sus emociones e impulsos actuando
de una manera tranquila y segura, alcanzando una enseñanza libre de obstáculos. Lo
ideal es mantener ese equilibrio siempre y no ser un día demasiado paciente y al otro
día detonar por perder la paciencia rápidamente. Ese desequilibrio y que también es
común en los padres, como lo señala el autor, lo que hace es que los jóvenes tengan un
desequilibrio emocional que los limite en su aprendizaje y en su crecimiento. Ser
parsimonioso con nuestros estudiantes es transmitir seguridad y demostrarles que
sabemos enseñar con amor.
Para concluir con este análisis, referentes a las cualidades, es importante resaltar lo que
el autor señala, “discutir un poco sobre la alegría de vivir ”. Esto una virtud fundamental
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que está por sobre todas las cosas ya sean grotescas, tristes que nos producen bajones
emocionales. Es aprender a vivir, dispuesto a superar las cosas difíciles. No hay mejor
experiencia, que favorecer a una escuela de forma entusiasta, porque la realidad que
nos obstaculiza a la labor como docente no podrá cambiar. Los docentes seguirán
sufriendo injusticias, serán mal pagos, prejuiciados, pero nunca deben abandonar las
ganas de seguir luchando, porque es un derecho innegable, por el solo hecho de existir.
Pero la lucha tiene que ser grande y unida para que sean reconocidos y respetados. El
conflicto es imprescindible en los docentes progresistas que necesita romper con lo
tradicional y crear nuevos horizontes.
La educación progresista anhela mejorar los ambientes de aprendizaje y es
fundamental que se empleen las cualidades mencionadas por Paulo Freire, aunque esto
represente una lucha constante, siempre se debe tener en cuenta por sobre todas las
cosas, la alegría de vivir. Sin ella no somos capaces de enfrentar la realidad que nos
toca vivir hoy en día.
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