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Page 1: Ante el regreso de la discriminación

Ante el regreso de la intolerancia

En 1960, la Revista Americana de Psiquiatría publicó un estudio en el que se describía un experimento realizado con monos Rhesus que habían aprendido que sólo recibirían comida si tiraban de una cadena. Se vio que cuando al tirar de dicha cadena observaban cómo otro mono de su misma especie recibía una descarga eléctrica, el 87% prefirió pasar largos periodos de hambre antes que herir a un compañero. El altruismo, el respeto, la empatía y la solidaridad no son exclusivos de la raza humana. Es más, ante los recientes intentos, algunos infructuosos, otros exitosos, de legalizar la discriminación y la exclusión de amplios sectores de la ciudadanía basados solamente en su orientación sexual en Sochi, Uganda y Arizona, no podemos menos que sentirnos inhumanos ante las muestras de profunda humanidad de los monos del experimento antes relatado.

Y es que, si bien geográficamente estas ciudades se encuentran a miles de kilómetros una de la otra, hoy en día comparten oprobiosos titulares de la prensa internacional por las polémicas decisiones de sus legisladores, quienes pretenden dividir a su población en ciudadanos de primera, segunda o cuarta. Apenas el 24 de febrero de este año se signó en Uganda la Ley Anti-homosexual, la cual condena a vida en prisión a sus ciudadanos que tengan relaciones con alguien del mismo sexo, teniendo la prerrogativa de solicitar la extradición de aquellos ugandeses que defiendan o promuevan los derechos humanos relativos a la diversidad sexual. La ciudad rusa llamada Sochi se encuentra en boca de todos, no solamente por motivos tan nobles como ser la anfitriona de los juegos olímpicos de invierno de este 2014, sino también porque en Rusia, existe una nueva ley que abre la posibilidad a que aquellas personas que suban información sobre sexualidad a internet, sean sujetos de multas e inclusive de penas de cárcel.

En últimos días en la ciudad norteamericana de Arizona se debatió la posibilidad de aprobar una ley, que afortunadamente fue vetada por el Ejecutivo Estatal, que hubiera permitido a las personas propietarias de negocios discriminar a clientes por su orientación sexual, escudándose en las leyes de libertad de expresión y libertad religiosa. Como si la discriminación fuera un derecho y no un abuso.

Ante tal despliegue de intolerancia y sinrazón, no podemos menos que sentir un profundo orgullo por la congruencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de México que en pasados días emitió una sentencia histórica, mediante la cual nos recordó que si bien no todas las personas pueden estar de acuerdo con todas las formas de diversidad, ante la ley todas las y los ciudadanos somos iguales, gozamos de los mismos derechos y todos debemos respetar los derechos de los demás. Todas las personas tienen el derecho inalienable de vivir una vida plena con dignidad, sin importar sus apariencias, su origen o a quien amen.

Este primero de marzo se celebra el Día Internacional para la Cero Discriminación y las Naciones Unidas han elegido a la mariposa como su símbolo, tal vez porque si bien la legislación para prevenir y erradicar la discriminación es importante, lo verdaderamente esencial y lo único que se requiere para alcanzar una sociedad justa e igualitaria es que transformemos la oruga de nuestros prejuicios en la mariposa de la igualdad... o bien, en el mono Rhesus de la fraternidad.