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“LA IDENTIDAD ESPAÑOLA Y LA IDENTIDAD EUROPEA EN EL APOYO A
LA UNIÓN EUROPEA”
Marta Paradés Martín (Universidad Autónoma de Madrid)
Resumen
Este trabajo busca conocer las variaciones en las actitudes hacia la Unión Europea
argumentando que factores utilitaristas o identitarios pueden influir en la opinión
pública sobre la Unión Europea. Mientras que la primera se basa en la percepción de los
beneficios que reporta la Unión Europea, la segunda perspectiva presta atención al
impacto de los factores culturales y / o identidades colectivas en las actitudes hacia
dicho organismo supranacional. Por ello, se explora el grado de identificación de los
españoles con Europa observando cambios temporales que pudieran deberse a
fenómenos contextuales como la crisis económica así como el significado de la
identidad Europea y la identidad española para los ciudadanos/as españoles con el
objetivo de comprobar la compatibilidad entre ambas identidades. Los resultados ponen
de manifiesto la existencia de diferencias temporales en las actitudes hacia la Unión
Europea coincidiendo con momentos de crisis o bonanza económica poniendo de
manifiesto la importancia de los factores utilitaristas también a la hora de entender la
identidad europea. Ésta se define en términos instrumentales en contraposición a la
identidad nacional española que lo hace en términos culturales, lo que hace posible la
compatibilidad entre ambas identidades.
Palabras clave: identidad europea, identidad española, actitudes hacia Unión Europea
crisis económica.
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1. Introducción
En el año 1986 España entra a formar parte de la Unión Europea1. Han pasado
más de 25 años desde entonces y el apoyo de España ha sido constante posicionándose
como uno de los países más europeístas (Strath y Triandafyllidou, 2003). Las
principales razones que pueden explicar el grado de apoyo hacia la identidad europea
han tendido a agruparse en dos pespectivas principales: el enfoque utilitarista y el
enfoque identitario (Hooghe y Marks, 2005). Según el enfoque utilitarista, las actitudes
hacia la Unión Europea se basan en las consecuencias positivas que les reporta. Por
contraste, el enfoque identitario presta atención al impacto de los factores culturales y/o
identidades colectivas en las actitudes hacia el órgano supranacional.
La integración europea en sus inicios fue un proceso que se basó
fundamentalmente en aspectos económicos. Por ello, no parece extraño que una gran
parte de las explicaciones sobre las actitudes de apoyo o rechazo hacia la UE se hayan
apoyado en factores instrumentales. Sin embargo, poco después la Unión Europea ha
intentado desarrollar una identidad europea que crease un sentimiento de pertenencia a
una comunidad entre todos los integrantes de esta organización. La creación de una
moneda común o el intento de ratificación de una Constitución europea son algunos de
los ejemplos de estas políticas destinadas a crear una identidad.
En este contexto, los gobiernos de los Estados miembros podían ver como una
amenaza la identidad europea para las lealtades de sus ciudadanos. Por esta razón, este
segundo enfoque se centra en el efecto de las identidades nacionales sobre la identidad
europea con dos variantes: algunos autores consideran que la identidad nacional puede
ser un obstáculo para la identidad europea y creen que son incompatibles mientras que
otro grupo de autores piensan que ambas identidades pueden ser compatibles e incluso,
favorecer la identificación con el proyecto europeo.
La perspectiva que implica la incompatibilidad de las identidades nacionales con
la identificación con Europa concibe el proceso de integración europeo de manera
similar al de los Estados-nación que tuvo lugar en el siglo XIX. Desde la segunda
perspectiva, la naturaleza de las identidades va a condicionar que sean compatibles o no.
Según Ruiz (2005:101, 102) “si ambas identidades son compatibles es, en parte, porque
1 Unión Europea: UE
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son de diferente naturaleza. La identidad nacional es más “cultural”, en cuanto que la
identidad Europea es más “instrumental”.
Por ello, este trabajo se centra en las actitudes hacia la UE prestando especial
atención a los efectos de la identidad nacional española. Se trata de un estudio
exploratorio con dos objetivos principales. Por un lado, analizar la evolución histórica
de la actitud de los españoles hacia la Unión Europea así como de la identidad española
y europea para comprobar si se han producido cambios. Siguiendo el enfoque utilitarista
e identitario, analizar el papel de la percepción de beneficio o la identidad nacional en el
Europeísmo. El segundo objetivo de este trabajo es explorar el significado de ser
europeo para conocer la compatibilidad (o no) entre la identidad nacional y la europea.
El paper se estructura en dos secciones diferenciadas: en una primera parte del trabajo
se hace una revisión teórica sobre las explicaciones hacia las actitudes de la Unión
Europea y las formas de entender la identificación con Europa mientras que, en una
segunda parte, se discuten los análisis realizados mostrando a continuación las
conclusiones principales.
2. Las actitudes hacia la integración europea: enfoque utilitarista e identitario
Hace más de 25 años que España entró en la Unión Europea. Desde entonces, el
apoyo de los españoles hacia la misma ha sido constante considerándose uno de los
países más europeístas (Strath y Triandafyllidou, 2003). El término “apoyo” es uno de
los más utilizados al hablar de las actitudes hacia el proyecto de integración europea. En
este caso, el concepto de apoyo al que se va a hacer referencia en este trabajo se deriva
de la definición clásica de David Easton de apoyo político (1965). Para este autor, el
apoyo político es la manera en que un individuo se orienta evaluativamente hacia un
objeto, entendido como una comunidad política, régimen y autoridad, ya sea a través de
sus actitudes o su comportamiento. En su definición Easton diferencia entre dos tipos de
apoyo: el difuso y el específico. El primero implica una vinculación a través de lealtad y
afecto mientras que el segundo se deriva de los beneficios o costes específicos que
reciben los individuos.
Posteriormente, Lindberg y Scheingold (1970) van a utilizar este marco teórico
de Easton en el análisis del apoyo al sistema político europeo. Estos autores distinguían
entre el apoyo afectivo e instrumental que equivaldría a los conceptos de apoyo difuso y
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específico. En sus trabajos concluían que la mayor base de apoyo a la Unión Europea
era de tipo instrumental o utilitarista lo que implica que sea más variable y menos
persistente en el tiempo. En contraposición, el apoyo derivado de la dimensión afectiva,
es decir, los sentimientos de pertenencia a una comunidad, en este caso la comunidad
formada por los países de la UE, proveen un apoyo más duradero. Las explicaciones de
las actitudes de los ciudadanos hacia la adhesión del proyecto europea han tendido a
agruparse dos enfoques principales que se derivan de estas dos dimensiones del apoyo:
el enfoque utilitarista y el identitario (de Vries y van Kersbergen 2007; Hooghe y Marks
2005). A continuación se expondrán brevemente ambos enfoques.
El enfoque utilitarista
El enfoque utilitarista o instrumental explica el apoyo de los ciudadanos a la
Unión Europea dependiendo de la percepción que tienen de los beneficios de pertenecer
a esta organización supranacional (Eichenberg y Dalton 1993). La eliminación de
barreras al libre comercio, la libre circulación de capitales y bienes así como la creación
del euro como moneda única son algunas de las medidas puestas en marcha desde la
Unión Europea. Por esta razón, no parece extraño que los ciudadanos muestren una
actitud hacia la Unión Europea basándose en los costes y beneficios que les suponga la
integración europea tanto para sí mismos, como para sus grupos y/o su país (Hooghe y
Marks, 2005: 419).
Dentro de esta perspectiva, un primer grupo de autores han utilizado indicadores
macroeconómicos del país tales como la inflación, el PIB o el desempleo en sus análisis
(Eichenberg y Dalton, 1993). El apoyo de los ciudadanos hacia la Unión Europea será
mayor cuando las tasas de inflación o desempleo sean más bajas. Otros estudios han
comprobado que cuanto mayor es el comercio intraeuropeo o el crecimiento económico,
mayor es el apoyo hacia la Unión Europea (Anderson y Reichter, 1995; Eichenberg,
1999). Sin embargo, hay que tener en cuenta que el propio Eichenberg (1999) ha
reconocido que la relación entre algunos indicadores macro no es clara y Bosh y
Newton (1995) no encontraron una relación significativa entre indicadores
macroeconómicos y la actitud hacia la Unión Europea.
En contraste, otro grupo de estudiosos consideran la percepción del beneficio
individual como un aspecto a tener en cuenta en la actitud hacia la Unión Europea
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(Anderson y Reichter, 1995; Gabel y Palmer, 1995). Los ciudadanos van a percibir los
costes y beneficios dependiendo de su situación socioeconómica y de la incidencia que
pueden tener las políticas comunitarias en su economía personal (Gabel, 1998). La
movilidad de mano de obra aumenta la competitividad laboral. Esto afecta a los
ciudadanos dependiendo de su nivel educativo, niveles de cualificación profesional o de
renta. Los ciudadanos con mayores rentas se ven favorecidos por la liberación de los
mercados al tener mayores oportunidades de inversión y baja inflación, mientras que los
ciudadanos con mayores niveles educativos y de cualificación profesional encuentran
nuevas oportunidades de trabajo (Gabel, 1998: 47).
Además de estas características sociodemográficas, la percepción subjetiva de la
economía de los individuos es otro aspecto relevante a tener en cuenta en este enfoque.
Diversos estudios han demostrado que el apoyo a la integración europea es mayor
cuando los ciudadanos valoran de forma positiva la situación económica nacional
(percepción sociotrópica) o personal (percepción egocéntrica) (Anderson y Reichter,
1996; Hooghe y Marks, 2005).
El enfoque identitario
La literatura científica destaca la importancia de los factores culturales o
identitarios, prestando especial atención al efecto de la identidad nacional en las
actitudes hacia la UE (Carey, 2002; Díez Medrano, 2003; Hooghe y Marks, 2005, de
Vries y van Kersbergen, 2007). Desde el punto de vista de este enfoque, se hace
hincapié en que las actitudes de los ciudadanos están determinadas por los lazos de
solidaridad, lealtades y valores compartidos que definen la pertenencia a una comunidad
política. De acuerdo con Hooghe y Marks (2004: 417), los factores vinculados a la
identidad nacional explican en mayor medida el apoyo a la integración europea que
aquellos vinculados al interés económico individual o de grupo.
A pesar de la existencia de un gran número de estudios sobre la importancia y
efectos de la identidad nacional sobre la integración europea, es un tema polémico. Sin
duda, la compatibilidad entre las identidades nacionales y la europea es uno de los
temas que ha ocupado un mayor número de estudios con conclusiones divergentes
(Carey, 2002; Díez Medrano, 2003; Hooghe y Marks, 2005; de Vries y van Kersbergen,
2007). Por un lado, algunos autores consideran que la identidad nacional puede ser un
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obstáculo para la identidad europea mientras que, por otro lado, ambas identidades
pueden ser compatibles e incluso, favorecer la identificación con el proyecto europeo.
Los autores que consideran que estas identidades son incompatibles conciben la
integración europea de un modo parecido al de los estados-nación. Siguiendo este
argumento, tanto las identidades nacionales como la identidad europea se tratarían de
identidades “esenciales” o “primordialistas” en las que ambas competirán por la lealtad
de los ciudadanos. La implantación del Tratado de Maastricht y la puesta en marcha de
la Unión Monetaria fomentó la dimensión política del proceso de integración y el
interés en desarrollar un sentido de pertenencia a la Comunidad Europea. En este
contexto, los ciudadanos pueden considerar que la integración europea erosiona la
soberanía nacional y oponerse al proyecto europeo.
Siguiendo este razonamiento, los ciudadanos con una identidad nacional fuerte
tendrán actitudes más negativas hacia la integración de la Unión Europea. Hewstone
(1986) va más allá y dice que es necesaria la eliminación del nacionalismo para la
formación de una identidad europea, mientras que Smith (1992) enfatiza la
incompatibilidad de ambas identidades basándose en la idea de que los ciudadanos no
pueden mantener más de una identidad colectiva a la vez. Por otro lado, De Vreese y
Boogaarden (2005) introducen la inmigración como un factor a tener en cuenta en las
actitudes hacia la integración de la Unión Europea. Las creencias sobre la nación y el
sentimiento de amenaza percibido por parte de los ciudadanos/as es un condicionante
para el rechazo de los inmigrantes motivado por el deseo de mantener la homogeneidad
de una comunidad.
En contraste con este primer grupo, otros investigadores consideran que las
identidades pueden ser complementarias y que la identidad nacional no tiene por qué ser
contraria a la creación de la identidad europea o las actitudes hacia la organización
supranacional (Díez Medrano 2003; de Vries y van Kersbergen, 2007). La existencia de
esta complementariedad entre las identidades nacionales y la identidad europea se basa
en la idea de que cumplen diferentes funciones o son de naturaleza desigual (Díez
Medrano: 2003, Ruiz Jiménez, 2005). La principal aportación de esta teoría es que en
función del contexto las identidades nacionales se pueden ver cómo un obstáculo para la
europea o al contrario. Esta compatibilidad o no dependerá del contenido de ambas
identidades y, por ello, variará de un contexto a otro. En España, el concepto de
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identidades anidadas es utilizado por Diez Medrano y Gutiérrez (2001) para describir
las identidades son percibidas como no invasivas y se construyen una dentro de otra.
De la misma manera, De Vries y van Kersbergen (2007) desarrollan el concepto
de “doble lealtad” para explicar la relación entre la identidad nacional y la europea
donde la nación es la primera lealtad y la UE la segunda. De acuerdo con estos autores,
los gobiernos nacionales proveen a los ciudadanos de beneficios como seguridad y
bienestar. La lealtad primaria emerge de esta positiva transacción de los Estados-nación
y la segunda lealtad existe cuando las instituciones supranacionales permiten o facilitan
la provisión de dichos recursos (bienestar y seguridad). Por lo tanto, el apoyo a la UE
depende de la capacidad de los gobiernos nacionales para proporcionar bienestar
político, social o económico a través de las instituciones supranacionales.
Este razonamiento de la doble lealtad explica la variación de los efectos de las
identidades nacionales entre unos estados miembros y otros así como las variaciones
temporales. De esta forma, la relación entre las identidades nacionales y la integración
europea o las actitudes hacia la misma pueden ser negativas cuando los ciudadanos
consideren que dificulta su suministro de seguridad y bienestar. Lo más interesante de
este argumento es que aúne el enfoque utilitarista y el identitario en un único marco
explicativo. No obstante, admiten que la percepción instrumental va más allá del mero
beneficio material y subrayan la importancia del contexto (De Vries y van Kersbergen
2007:312, 324).
3. Identidad nacional e identidad Europea
Tal y como se ha descrito anteriormente, si la relación entre la identidad
nacional y lealtad a la UE depende de cómo los ciudadanos entienden Europa, es
importante analizar el significado o el contenido de las identidades nacionales y
europea. Siguiendo a Ruiz Jiménez (2005) las fuentes de identificación con Europa se
pueden diferenciar entre aquellas que se basan en aspectos culturales, en aspectos de
carácter cívico y las que se encuadrarían como utilitaristas.
La dificultad de definir el concepto de identidad es una consideración que
merece atención. Según Brubaker y Cooper, (2000: 34): "La identidad sigue siendo un
concepto ambiguo, explica con dificultad, contradictoria y llena de connotaciones
abstractas" Es un concepto que puede hacer referencia a múltiples procesos
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dependiendo del campo en el que nos situemos. A esto hay que añadir el hecho de que
es un proceso activo e intrínseco a la vida social. Del mismo modo, es importante
diferenciar entre la identidad y la identificación, ya que aunque son términos que
pueden parecer similares o entenderse como sinónimos no lo son. Mientras que la
identidad tiene que ver con una “condición del individuo” (Brubaker y Cooper,
2000:17), la identificación es una categoría en la que se puede manifestar la identidad.
Según Brubaker y Cooper (2000) la identidad se puede manifestar a través de las
categorías de identificación, autoentendimiento y comunidad. En este estudio, la
identificación va a ser una de las categorías que se van a utilizar para medir la identidad
nacional y europea, distinguiendo tres fuentes de identificación con Europa siguiendo a
Ruiz Jiménez (2005).
La primera de ellas es la teoría “cultural”. De acuerdo con esta perspectiva, la
identificación con Europa se basa en la pre-existencia de una comunidad política que
comparte una historia, una lengua, costumbres, tradiciones, etc. Este enfoque teórico
considera el surgimiento de la identidad europea de una manera similar a las identidades
nacionales. “El término de identidad “nacional”, al margen de otras posibles
connotaciones, tiene cierto matiz de comunidad política. Una comunidad política, a su
vez, supone al menos ciertas instituciones comunes y la existencia de un sólo código de
derechos y deberes para todos los miembros de la comunidad. También supone un
espacio social definido, un territorio suficientemente bien delimitado y demarcado, con
el que se identifican sus miembros y al que sienten que pertenecen” (Smith, 1997:8). En
este sentido, la identidad europea existe tanto en cuanto se dan unos elementos étnico-
culturales comunes para todos los miembros de la Unión Europea. La elección de un
himno o un día europeo son algunos de los intentos llevados a cabo desde este órgano
supranacional para desarrollar una identidad en Europa que se correspondería con esta
visión. La identificación con aspectos como las tradiciones culturales, la historia común
o la herencia religiosa compondrían esta dimensión de la identidad europea.
En segundo lugar, la teoría instrumental se corresponde con la idea de que las
identidades dependen de cálculos de costes y beneficios. Como ya se ha puesto de
manifiesto en el apartado anterior, cuanto mayor sea la percepción sobre las
consecuencias positivas o ganancias que se derivan de pertenecer a la Unión Europea, la
probabilidad de sentirse europeo será mayor. Dentro de esta teoría, cobran importancia
las variables relativas a la percepción de seguridad o de beneficios económicos.
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Por último, el enfoque “cívico” es aquel que considera que las identidades se
construyen en base a un acuerdo sobre las creencias compartidas y las reglas comunes
para la convivencia política y pacífica (Kersbergen, 1997). Desde esta perspectiva, la
identidad europea está basada en el compromiso con los valores compartidos por la
Unión Europea y que se expresan fundamentalmente en sus documentos constituyentes.
Según esta teoría, los ciudadanos que se identifiquen en mayor medida con la identidad
europea le darán mayor importancia a los valores democráticos, el respeto a las leyes, a
los derechos humanos, a las instituciones europeas, etc.
4. Análisis
Los análisis que se muestran a continuación se han realizado con datos tanto del
Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) como del Eurobarómetro, centrándose en
el caso de España. Para el análisis de la evolución histórica de las actitudes hacia la
Unión Europea se han utilizado datos estadísticos del CIS utilizando como indicador del
apoyo de la integración europea la actitud hacia la Unión Europea. Esta pregunta parece
más conveniente de utilizar que la valoración de la pertenencia a la Unión Europea que
es la utilizada por el Eurobarómetro, ya que la valoración de los beneficios de ser
miembro de la Unión Europea puede introducir matices utilitaristas. Por el contrario, el
análisis de la vinculación a Europa y los significados de la identidad europea y la
identidad nacional se han llevado a cabo con los datos del Eurobarómetro.
4.1. Actitudes hacia la Unión Europea
España ha sido tradicionalmente un país europeísta. Tal y como se puede
observar en la evolución de las actitudes hacia la Unión Europea, las actitudes
europeístas han tenido valores superiores al 60%, incluso cuando entre las respuestas no
se daba la posibilidad de elegir la opción intermedia (ni a favor ni en contra). En uno de
estos casos, julio de 2002, se observa el mayor porcentaje de apoyo hacia la Unión
Europea con un 79,2 por ciento. La encuesta realizada por el Centro de Investigaciones
Sociológicas (CIS) sobre la integración europea en junio de 2010, en plena crisis
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económica, muestra que casi un 70 por ciento de los españoles manifiestan una actitud
positiva hacia la Unión Europea2.
Existen diversas razones que pueden explicar este apoyo por parte de los
españoles. De acuerdo con Strath y Tryandafyllidou (2003), España se incorporó a la
Unión Europea por tres razones principales. En primer lugar, en España se acababa de
instaurar la democracia y necesitaba que fuese reconocida por Europa. La segunda
razón tenía que ver con la superación de su pasado reciente3. España esperaba conseguir
un desarrollo económico y una modernización social donde la adhesión al organismo
supranacional era el escenario idóneo para equipararse a los niveles de desarrollo del
resto de Europa. Por último, este país había sufrido un período de aislamiento durante el
franquismo y la entrada en la Unión Europea significaba una vuelta hacia la historia
formando parte de la misma.
El hecho de creer que la adhesión de España a la Unión Europea supondría un
desarrollo económico y social del país puede explicar que las actitudes de apoyo a la UE
muestran los porcentajes más bajos en los años 94 y 96 coincidiendo con el período en
que España sufrió una crisis económica y financiera. No sólo son los valores más bajos
de las actitudes positivas hacia la UE sino que el porcentaje más alto de las actitudes
negativas hacia el proyecto de integración de la serie histórica presentada aquí aparece
en el 96, llegando a un 14 por ciento. Estos valores coinciden con la aplicación de los
criterios de convergencia económica para la Unión Monetaria.
En el año 2000 se observa un incremento de las actitudes positivas con respecto
al año anterior de casi 10 puntos coincidiendo con la puesta en marcha de la moneda
única: el euro. Otro momento en el que la actitud positiva hacia la integración europea
es alta es en el año 2004 con valores similares al año con mayor apoyo a la UE, el 2002.
Hay que resaltar que estos resultados se consiguen a pesar de que un 10,9 por ciento de
españoles no están ni a favor ni en contra de la Unión Europea. Estos resultados
coinciden con el proyecto de la elaboración de una Constitución Europea aprobado en
2003. No obstante, su ratificación en España se celebró en febrero de 2005 y obtuvo el
sí con una mayoría de casi el 77 por ciento a pesar de que la participación de los
ciudadanos en el referéndum fue la más baja de la historia de la democracia.
2 Estudio 2838, de junio de 2010 del CIS. 3 La guerra civil de 1936 a 1939 y la dictadura bajo el mandato de Francisco Franco (1939-1975).
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En el período posterior se aprecia un cambio de tendencia con una disminución
en las actitudes positivas en más de 10 puntos desde la encuesta del 2004 hasta la última
del 2010 (79,1 y 68,3 respectivamente). Además, el dato relativo a la respuesta neutral
con valores en torno al 20 por ciento en los años 2006 y 2008 es importante porque
podría indicar la existencia de un amplio porcentaje de euroescépticos. El fracaso en la
ratificación de la Constitución europea en países como Francia u Holanda así como la
actual crisis económica que sufre el continente coinciden en el tiempo con las encuestas
en las que disminuye el apoyo a la Unión Europea.
Podemos observar en el gráfico 1 que los valores más bajos de apoyo coinciden
con períodos de crisis económicas. Los resultados de las encuestas del 94, 96 y 97
muestran actitudes positivas con valores inferiores a 65 por ciento. En la década de
2000 el valor más bajo de la actitud positiva es de 62,6 por ciento y se lleva a cabo en
tan sólo un año después del comienzo de la crisis económica europea. El contexto de la
crisis económica puede favorecer el descenso de las actitudes positivas. En el caso de
España, puede ser debido a la consideración de que la permanencia en Europa es
responsable de los recortes económicos en este país. Si los ciudadanos españoles creen
que la Unión Europea no implica consecuencias económicas positivas, sus actitudes
positivas pueden disminuir, por lo que, ¿cuál es la percepción de los ciudadanos/as de
beneficios económicos o sociales en España? Y, ¿se diferencia en tiempos de crisis de
época de crecimiento económico?
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Gráfico 1: Evolución de las actitudes hacia la UE (porcentajes de columna)
mar-94 abr-96 may-97 may-99 may-00 jul-01 jul-02 may-04 may-06 may-08 nov-09 jun-10
Muy a favor 5,9 7,5 7 5,0 6,6 7,3 8,5 10,7 12,3 11,6 9,6 8,8
Bastante a favor 30,6 29,5 30,7 32,0 35,4 34,9 38,8 45,8 33,8 51,0 36,3 33,7
Algo a favor 22,4 21 26 29,6 35,4 33,1 31,9 22,5 24,3 24,8 25,8
Ni a favor ni en contra 22,4 21,3 18,5 18,9 10,9 20,3 20,0 15,5 16,0
Algo en contra 7,2 4 7,7 6,1 7,4 8,2 7,4 3,8 4,1 5,2 6,0
Bastante en contra 3 2 3,4 2,7 2,6 2,6 2,6 1,8 1,7 8,4 3,1 2,6
Muy en contra 1,9 1,2 1,4 1,2 1,2 1,4 1,0 ,6 1,1 2,1 1,3 1,7
NS / NC 6,6 13,4 5,2 4,6 11,5 12,4 9,8 3,9 2,4 6,9 4,3 5,5
Total (N) 100 (2494) 100 (2499) 100 (2485) 100 (2490) 100 (2499) 100 (2485) 100 (2482) 100 (2488) 100 (2473) 100 (2472) 100 (2490) 100 (2479)
Muy+bastante+algo a favor 58,9 58 63,7 66,5 77,3 75,3 79,2 79,1 70,4 62,6 70,6 68,3
Muy+bastante+algo en contra 12,1 7,2 12,5 10,0 11,2 12,2 11,0 6,2 6,9 10,6 9,6 10,2
Fuente: Elaboración propia a partir de los estudios del CIS (2084, 2212, 2246, 2339, 2392, 2428, 2463, 2566, 2641, 2763, 2800)
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En el gráfico 2 comparo las actitudes positivas hacia la UE y la percepción del
beneficio percibido por la pertenencia de España a la UE. En términos generales, las
actitudes positivas de los españoles se reducen cuando la percepción del beneficio de los
ciudadanos también lo hace. Sin embargo, esta tendencia tiene dos excepciones en los
años 2004 y 2009. En 2004, cuando las actitudes hacia la UE son permanentes respecto
al año anterior, el porcentaje de los españoles que consideran que la UE beneficia al país
aumentan dramáticamente. En 2009, el apoyo de los españoles hacia la UE aumenta,
mientras que la percepción de los beneficios de la pertenencia de España a ésta se
reduce sustancialmente.
Gráfico 2. Evolución de las actitudes hacia la Unión Europea y del beneficio percibido por la
pertenencia de España a la UE.
Fuente: Elaboración propia a partir de los estudios del CIS (2204, 2246, 2339, 2392, 2428, 2463, 2566,
2763, 2800)4
El gráfico 2 parece sugerir que existe una relación entre el apoyo a la integración
europea y la percepción de que va a traer consecuencias positivas o que tiene un
impacto positivo en España. La evolución histórica de las actitudes hacia la integración
4 Hasta mayo de 2008 la pregunta es “¿diría usted que pertenecer a la Unión Europea más bien ha
beneficiado o más bien ha perjudicado a nuestro país?” Los resultados de las encuestas de 2009 y 2010
responden a “Si España no perteneciera a la Unión Europea, ¿cómo cree Ud. que nos irían las cosas:
mejor, igual o peor que ahora?
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Europea pone de manifiesto el apoyo continuado de los españoles hacia la Unión
Europea. Este apoyo se puede interpretar desde el enfoque utilitarista donde la
percepción del beneficio que tiene para España ser miembro de la Unión Europea
aumenta la actitud positiva hacia la misma. No obstante, las dos excepciones observadas
ponen de manifiesto que esta relación cambia en ciertos contextos. Mientras que en
2004 España experimentó un auge económico, en 2009 era objeto de una crisis
financiera. En 2009, a pesar de que la percepción de actitudes positivas hacia la UE
aumentó, no fue el caso de la percepción de los beneficios. En este caso, el argumento
del enfoque utilitario no explica el aumento de las actitudes positivas. ¿Qué otros
factores pueden explicarlo? De acuerdo con la literatura previa, la identidad nacional
puede mostrar una relación positiva o negativa hacia la UE en función del contexto y de
su naturaleza, por lo que se explorará dicha relación a continuación.
4.2. Identificación con Europa y significados de la identidad europea
El enfoque identitario asume que las actitudes de los ciudadanos están
determinadas por los lazos de solidaridad, lealtad y valores compartidos que definen la
pertenencia a una comunidad política. Sobre la base de investigaciones anteriores, el
efecto, la dirección y la intensidad de las identidades en las actitudes de apoyo a la UE,
dependen de la forma en que Europa es entendida en cada contexto. Por ello, en esta
sección analizaré el grado de identificación de los españoles con Europa así como el
significado de ser un europeo y ser un ciudadano español.
Identificación con Europa
La escala proporcionada Linz-Moreno es una de los instrumentos de medida más
frecuentes de la identidad nacional y europea donde se combinan ambas identidades en
una sola pregunta5. El éxito de este indicador se basa en su uso constante en los estudios
del CIS o en los Eurobarómetros. El gráfico 3 muestra la evolución de la identidad
europea y la identidad española de acuerdo con esta pregunta.
En general, la identidad europea muestra valores muy bajos. Aquellos que se
identifican a sí mismos como "sobre todo ciudadano europeo" no exceden del 10 por
ciento en ninguno de los estudios analizados. Por contra, la identidad nacional española
5 "En la actualidad, ¿usted se siente...? Sobre todo ciudadano europeo, sobre todo ciudadano español o
ciudadano europeo y español al mismo tiempo”.
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es elegida por los españoles con altos porcentajes, llegando al 70 por ciento en 1995.
Sin embargo, en 2010 el número de ciudadanos que se declaran sobre todo españoles
sólo llega a un poco más del 50 por ciento. En este gráfico es posible observar el
descenso de la identidad nacional. En la década de 1990, la tendencia es decreciente
mientras que hay una ligera recuperación en 2001 y 2002. De 2004 a 2010 la identidad
nacional desciende de nuevo situándose en valores ligeramente superiores al 50 por
ciento. Esta disminución de la identidad nacional española ocurre a favor de la doble
identidad, el sentimiento de ser europeo y español. Cabe destacar el hecho de que estos
valores se mantienen en torno al 20 por ciento hasta el año 2004 cuando se registra un
repunte notable. En el período de 2002-2010 el aumento de la doble identidad es más de
10 puntos. Sin embargo, en lo que se refiere a la identidad europea, los porcentajes se
mantienen bajos y sin apreciables cambios a lo largo del tiempo.
Gráfico 3. Evolución de la identidad Europea, española y dual en España (1995-2010)
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del CIS. (2188, 2246, 2339, 2392, 2428, 2463, 2566, 2641,
2800, 2838).
Hay que tener en cuenta que en la identidad dual importa el orden en que se sitúe
la identidad española y la europea. Los estudios del CIS no nos permiten observar estas
diferencias ni tampoco los resultados para los últimos años. Por ello, a continuación se
pueden observar los datos del Eurobarómetro donde se distingue entre sentirse “español
16
y europeo” o “europeo y español” lo que nos permite comprobar la existencia de
resultados muy diferentes para estas dos categorías y también, el sentimiento de
identidad de los ciudadanos en los últimos años de crisis.
Tabla 4. Evolución de la identidad europea, española y dual en España (05-12)
2005 2007 2010 2011 2012
Español 39,6 36,5 35,5 30,5 32,6
Español y europeo 50,8 52,0 49,7 52,0 53,4
Europeo y español 4,8 5,7 6,4 8,7 5,5
Europeo 4,7 5,8 5,3 5,2 4,0
Ninguna . . 3,0 3,6 4,5
Total 100 (952) 100 (964) 100 (997) 100 (995) 100 (970)
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Eurobarómetro (77.3, 76.4, 73.3, 67.4, 67.1)
Los resultados ponen de manifiesto cómo la respuesta de identidad dual en la
que la nacionalidad española es la primera tiene unos porcentajes de respuesta muy
superiores a la respuesta dónde sentirse europeo se posiciona antes que sentirse español.
En cuanto al efecto de la actual crisis económica, se puede ver cómo la identidad
europea disminuye ligeramente desde el año 2007 al igual que la identidad española. En
contraposición, el porcentaje de ciudadanos que muestran no tener ninguna identidad
aumenta desde el inicio de la crisis.
Sin embargo, hay que ser cauto con estos resultados. Este indicador asume que
las identidades son exclusivas o incompatibles (si el entrevistado se siente "sobre todo
español" o "sobre todo europeo") o inclusivas o anidadas dentro de otra (si el individuo
se siente "europeo y español al mismo tiempo"). Según Ruiz Jiménez (2007:7) el tipo de
relación entre ambas identidades no se puede demostrar con este tipo de escala ya que el
investigador impone sus suposiciones sobre el entrevistado, lo que le obliga a establecer
una jerarquía que, probablemente, no se corresponde con la forma en la que el
entrevistado vive sus identidades. Esta distinción entre identidades exclusivas e
inclusivas es una consideración importante, ya que los ciudadanos que perciben su
identidad nacional como exclusiva tenderán a ser más euroescépticos que los que la
perciben en términos inclusivos (Hooghe y Marks 2005:416-7).
Otra posibilidad para la medición de la identidad europea es el uso de una escala
de apego/unión a Europa. En este indicador, el investigador pregunta a la persona su
grado de unión a su pueblo, su comunidad autónoma, su país y Europa. En este caso, es
17
posible comprobar empíricamente si la relación entre diferentes identidades es inclusiva
o exclusivo y la intensidad de ambas identificaciones.
Tabla 5. Grado de unión a España y UE (porcentajes de columna)
España UE España UE España UE
Muy unido 52,2 24,3 53,2 13,9 49,4 10,2
Bastante unido 38,5 45,4 36,8 47,8 36,5 37,3
No muy unido 7,3 25,3 8,0 30,5 10,1 39,0
Nada unido 2,0 5,0 2,0 7,8 4,0 13,4
Total 100 (1005) 100 (986) 100 (1003) 100 (986) 100 (1002) 100 (989)
Unido (muy+bastante) 90,7 69,8 90,0 61,7 85,9 47,5
No Unido (poco+nada) 9,3 30,2 10,0 38,3 14,1 52,5
20122007 2010
Fuente: Elaboración propia a partir de los Eurobarómetros (77.3, 73.3, 67.1)
La Tabla 5 muestra que hay un porcentaje muy alto (entre el 85 y 90 por ciento)
de españoles que se sienten muy o bastante unidos a España mientras que los
ciudadanos que se sienten identificados con Europa representan un número menor
aunque también son un porcentaje importante (entre el 48 y 70 por ciento). Estos
resultados, a diferencia de los del indicador anterior, significarían la inclusividad de la
identidad española, es decir, que la identidad nacional y la identidad europea son
compatibles confirmando la teoría existente sobre el caso español (Díez Medrano, 2003;
Ruiz Jiménez, 2005). En relación a la evolución del apego, hay que resaltar que en los
últimos años ha sido descendente en ambos casos. No obstante, la intensidad difiere
enormemente del grado de unión a España, con una caída del 5 por ciento, al de Europa
con un abrupto descenso de más de un 20 por ciento en tal sólo 5 años. Estas diferencias
podrían deberse tanto al contexto de la crisis económica como a la naturaleza de ambas
identidades por lo que en la siguiente sección exploro el significado de sentirse español
y europeo.
Significados de la identidad española y europea
¿Qué significa ser europeo para los ciudadanos españoles? ¿Cuáles son las
características más importantes para sentirse español? El hecho de que ambos se definen
de una manera diferente, ¿puede facilitar su compatibilidad? El concepto de identidad es
un proceso dinámico y social que cambia en función del contexto. Como se ha visto
anteriormente, en España la integración europea se definió en términos utilitarios. De
18
este modo, tendría sentido que para los ciudadanos españoles la identidad europea tenga
un significado instrumental. Sin embargo, el contexto español ha cambiado y España se
ha igualado en términos de desarrollo social y político con el resto de Europa. Por esta
razón, en este trabajo quiero saber si el significado de la identidad europea ha cambiado.
Tabla 6. Significados de la identidad Europea en 2010 (porcentajes de columna)
Europeos Españoles Mucho/bastante Poco/nada Mucho/bastante Poco/nada
Historia 16,3 16 18,5 12,7 15,9 17,2
Geografía 23,2 29,6 31,7 27,2 29,3 33,3
Valores democráticos 33,4 15,3 18,5 10,8 15,4 14,1
Protección Social 15,6 6,5 7,3 5 6,8 3
Cultura 20,4 20,6 23,6 16,1 21,4 14,1
Herencia religiosa 4,7 2,1 2,7 1,3 2,1 2
Moneda 36,9 48,6 45 56,3 49,8 38,4
Símbolos 12,4 8 9 6,9 8,1 7,1
Otros 0,7 1 0,7 1,6 0,9 2
Ninguna/No identidad 2,9 0,8 0,2 1,9 0,5 4
Apego UE Apego España
Fuente: Elaboración propia a partir del Eurobarómetro 73.3
Nota: No sabe considerado perdido
El análisis que sigue se lleva a cabo en 2010 con datos del Eurobarómetro 73.3
que incluye una pregunta acerca de los elementos más importantes que conforman la
identidad europea y otra referente a la identidad española y en 2012 (77.3) donde tan
sólo se pregunta sobre la identidad europea A pesar de que distinguir tres formas de
identificación, ("utilitaria", "cultural" o "cívica"), estos elementos no son exclusivos y
se pueden combinar en las respuestas de los ciudadanos/as dándoles diferente grado de
importancia. En la tabla 6, se puede ver que la identidad europea de los españoles tiene
fundamentalmente un carácter instrumental. El elemento con el porcentaje más alto
(48,6 por ciento) es la existencia de una moneda única: el euro. Sin embargo, la
dimensión "cultural" también ocupa un lugar prominente en la identidad europea. El
hecho de compartir un territorio, etiquetada como "geografía", o una "cultura común" es
elegido por más del 20 por ciento de los ciudadanos españoles. En general, no hay
muchas diferencias entre los elementos definidos por los ciudadanos españoles,
europeos, los que se sienten unidos a ciudadanos a Europa o a España. Lo más
destacable es la importancia que los ciudadanos europeos dan a los valores
democráticos con un 33, 4 por ciento, que en el caso de los españoles que se identifican
con la UE es cercano al 20 por ciento.
19
Tabla 7. Significados de la identidad Europea en 2012 (porcentajes de columna)
Europeos Españoles Mucho/bastante Poco/nada Mucho/bastante Poco/nada
Historia 27,3 19,2 18,8 22,0 21,1 18,1
Geografía 21,1 13,9 14,5 10,6 14,7 13,7
Valores democráticos 40,3 29,2 28,6 32,6 31,5 26,4
Himno 7,2 3,4 3,5 2,8 4,7 2,3
Bandera 18,5 10,2 10,7 7,1 13,4 7,5
Moneda 42,4 47,7 49,0 39,0 54,7 42,2
Lema UE 12,8 8,0 7,4 11,3 9,4 6,9
Éxito económico 19,0 15,7 15,6 17,0 18,7 13,1
Cultura 25,4 24,3 24,0 25,5 28,5 20,0
Otros 0,8 0,4 0,5 0,0 0,2 0,6
Ninguno 4,5 7,8 7,5 9,2 3,0 12,1
Apego España Apego UE
Fuente: Elaboración propia a partir del Eurobarómetro 77.3
Nota: No sabe considerado perdido
Al comparar los resultados de 2010 con 2012 destaca que el carácter
“instrumental” sigue constante en el caso de los ciudadanos españoles e incluso
incrementándose para los europeos. Con respecto a esta forma de identificación, se
incluye una categoría de respuesta nueva como es el éxito económico aunque sus
porcentajes de respuesta son bajos en relación con otros elementos como la cultura o la
historia. Hay que destacar cómo los valores democráticos que se corresponderían con la
naturaleza “cívica” son elegidos en una mayor medida que en el 2010 llegando a pasar
de ser la opción elegida en quinto lugar a ser la segunda respuesta para los españoles.
En el caso de la identidad española, la tabla 8 muestra los elementos elegidos
como característicos de la misma. Aunque se pretendía analizar la evolución de la
respuestas, los datos no lo permitían por lo que se exponen brevemente los resultados
para 2010. Los ciudadanos españoles definen su identidad nacional en base a elementos
"culturales". El hecho de haber nacido en España o sentirse español son elementos
determinantes de la identidad española. Otros elementos "culturales" tales como haber
sido criado en España o hablar el idioma del país son elegidos con altos porcentajes
coincidiendo tanto los ciudadanos europeos como los españoles en señalar el carácter
cultural de esta identidad. No obstante, existen pequeñas diferencias como que los
europeos eligen con mayor frecuencia las respuestas relativas al "idioma oficial" y
"tradiciones culturales” y dan más valor a los derechos de los ciudadanos. A pesar de
ello, parece haber un consenso sobre la identidad española entendiéndola los ciudadanos
que se identifican con la Unión Europea o España de la misma manera.
20
Tabla 8. Significados de la identidad española (porcentajes de columna)
Europeos Españoles Mucho/bastante Poco/nada Mucho/bastante Poco/nada
Ser cristiano 10,7 2,7 2,9 1 3,1 2,4
Tradiciones culturales 32,9 19,3 20,9 5,1 20,4 18,3
Nacer en España 47,9 62,6 63,2 57,6 61,6 64,3
Tener madre o padre español 19,3 17,2 17,3 15,2 17 17,5
Sentirse español 38,9 41,7 43,3 28,3 41,8 43,1
Dominar el español 37,8 33,3 25 66,7 44,4 16,7
Dominar uno de idiomas oficiales 23,6 7,6 7,7 7,3 8,8 5,9
Ejercer derechos ciudadanos 32,6 19,8 20,3 15,2 23,1 15,6
Haber crecido en España 27,8 29,1 30,3 19,2 29,7 29,6
Participar asociación/organización 3,5 3,2 3,5 1 4,2 1,9
Otra 0,9 1,5 1,2 4 1,5 1,6
Apego España Apego UE
Fuente: Elaboración propia a partir del Eurobarómetro 73.3
La principal conclusión que puede extraerse de estos resultados es que la
identidad española y la europea se entienden de manera diferente y, por ello, son
compatibles. Los factores más importantes para la definición de la identidad nacional
española son elementos "culturales" mientras que la identidad europea se entiende en
términos "utilitarios". Sin embargo, la identidad europea no es puramente instrumental y
elementos cívicos y culturales también tienen un papel importante. El euro y, por
consiguiente el mercado único, es el factor que un número mayor de españoles
considera importante para identificarse como ciudadanos europeos. Esto sugiere que el
carácter "utilitario" no sólo afecta a las actitudes hacia la UE sino que también se refleja
hoy en día en la identidad europea.
Estos análisis confirman la teoría de la "doble lealtad" (De Vries y Van
Kersbergen 2007). De acuerdo con este concepto, los ciudadanos pueden tener
simultáneamente diferentes y múltiples identidades mutuamente compatibles. Siguiendo
esta teoría, los ciudadanos se identifican con la identidad nacional de una manera
primaria, mientras que su relación con la UE es secundaria. En el análisis anterior, se
puede observar que los españoles se identifican con España y con Unión Europea al
mismo tiempo. Si la identificación con Europa es compatible con la identidad nacional,
es posible pensar que la UE es visto como algo positivo y que no amenaza la soberanía
nacional. Pero, ¿cuál es el papel de la identidad nacional cuando se incluye la
percepción de los beneficios de pertenecer a la UE en el mismo análisis?
21
4.3. ¿Enfoque utilitarista o identitario?
En esta sección, compruebo si existe una relación significativa entre la identidad
española y las actitudes hacia la UE explorando si hay alguna influencia de la
percepción de beneficio en dicha relación. Los datos utilizados son del CIS (estudio
2800) correspondiente al año 20096. La variable dependiente es la actitud hacia el
proceso de integración europea y se la considera una variable continua. Después de los
dos enfoques teóricos presentados en este documento, las dos variables principales son
la percepción de que la UE es beneficiosa para España y la identidad nacional. Además
de estas variables independientes, incluyo en mis modelos algunas variables de control
socio-demográficas son el sexo, los estudios, la ideología y la ocupación.
Tabla 9. Modelos de regresión
Variables Modelo 1 Modelo 2 Modelo 3
Género
0,002
(0,039)
0,01
(0,036)
0,012
(0,036)
Estudios (nivel)a
Primarios
-0,198
(0,077) -0,14 (0,08)
-0,13
(0,079)
Secundarios
-0,442***
(0,086) -0,021758
-0,227
(0,086)
Alto nivel
-0,563***
(0,083) -0,021168
-0,213
(0,083)
Ocupaciónb
Estudiante
-0,032
(0,094)
0,112
(0,086)
0,141
(0,085)
Desempleado
0,285***
(0,055)
0,184***
(0,051)
0,182***
(0,051)
Jubilado
-0,027
(0,05)
0,053
(0,048)
0,049
(0,047)
Trabajador
doméstico
0,155
(0,067)
0,11
(0,066)
0,099
(0,066)
Ideología
0,005***
(0,001)
0,003***
(0,001)
0,003***
(0,001)
Beneficio país
-1,982***
(0,04)
-1,919***
(0,04)
Identidadc
Nacional
identidad
0,206***
(0,055)
0,111
(0,051)
Dual
identidad
-0,44***
(0,058)
-0,185**
(0,053)
Constante
3,074***
(0,098)
4,275***
(0,088)
4,211***
(0,098)
N 4449 3403 3403
R2
0,119 0,458 0,467
6 La limitación de los datos no ha hecho posible el análisis en un años posterior para ver la relación en un
contexto de crisis.
22
Fuente: CIS 2800.
Nota: Los datos reflejan coeficientes de regresión. Errores típicos entre paréntesis.
* p<.05; **p<.01; ***p<.001 a.
La categoría de referencia es “sin studios” b. La categoría de referencia es “trabajador”
c. La categoría de referencia es “identidad Europea”
La tabla 9 muestra que cuando todas las variables se incluyen en el modelo (3)
sólo son significativas la percepción de los beneficios, la identidad dual (con respecto a
la identidad europea), la ideología y estar desempleado. La ideología tiene una relación
significativa con las actitudes hacia la UE pero la relación es muy débil. En este sentido,
cuanto más se identifica el encuestado como conservador, más negativas son sus
actitudes hacia la integración europea. En el caso de la ocupación, los españoles que
están desempleados tienden a ser más negativos hacia la UE que aquellos que tienen
trabajo. De acuerdo con las expectativas del planteamiento utilitarista, los ciudadanos
con menores niveles de educación y menores competencias profesionales se pueden
sentir amenazados por la liberalización del mercado y el aumento de la competencia.
Por ello, si entendemos que las personas desempleadas tienen menores competencias
profesionales, éstas tienen actitudes negativas hacia el proyecto de integración y los
ciudadanos con estudios secundarios o superiores tienen actitudes más positivas hacia la
UE (modelo 1 y 2).
En relación con el efecto de la identidad nacional en las actitudes hacia la UE,
sólo existe una relación significativa y negativa entre las dos variables cuando la
percepción de los beneficios que supone pertenecer a la UE no se incluye en el modelo.
Sin embargo, la "identidad dual” es significativa y positiva incluso en el caso de la
inclusión de dicha percepción. En contra de la hipótesis de que las identidades
excluyentes tienen un efecto negativo sobre las actitudes hacia la UE, el modelo 3
muestra que la identidad española exclusiva no tiene efecto significativo sobre las
actitudes hacia la UE cuando otro factor utilitario está incluido en el modelo. La
percepción del beneficio es el factor que, a pesar de la inclusión de otros factores, tiene
una relación positiva y significativa con el europeísmo. Estos resultados están en línea
con la idea de las actitudes hacia la UE se basan en las consecuencias positivas que
reporta aunque se tratan de análisis exploratorios por lo que es necesario completarlos
con análisis posteriores teniendo en cuenta el posible efecto del contexto actual de crisis
económica y política.
23
5. Conclusiones
La principal conclusión de este trabajo es que el Europeísmo se basa
fundamentalmente en aspectos utilitaristas o instrumentales. La percepción de que la
adhesión a la UE significará progreso para España en términos de desarrollo económico,
social y político fue la razón principal del apoyo a la inclusión de España en el
organismo supranacional. Los resultados obtenidos muestran que esta percepción
beneficiosa de la UE se mantiene aún hoy en día reflejándose en el significado de ser
europeo. A pesar de que los factores culturales son señalados como elementos
importantes en la manera de entender la identidad europea, el mercado único es el
elemento elegido con el mayor porcentaje. En contraposición, la identidad nacional se
caracteriza por ser entendida como una identidad cultural. El hecho de que la identidad
nacional y la identidad europea se definen de una manera diferente puede explicar que
sean compatibles y explicar el incremento del porcentaje de ciudadanos que en la última
década tienen una identidad dual. Por añadidura, la identidad española entendida en
términos exclusivos no parece tener un efecto negativo sobre las actitudes hacia la UE
aunque es necesario continuar explorando estas relaciones en análisis posteriores.
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