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c~------------------LFIESTA DE LOS MAYOS DE 2008

El Rey de laLuz caminabacon su marchalenta y metódicahacia su ocasoen la última tardedel mes de abril.Placentero mes,

aunque demasiado severo y tacañoen esta visita, con su preciado dondel líquido elemento. El crepúsculoemergía cauteloso empezando a ense-ñar sus rosáceos dedos en lontanan-za. Durante este tránsito del ecuadorprimaveral, el pueblo se prepara paradespedir y recibir el nuevo mes conla ya tradicional celebración de melo-días y cantares, por todos conocida,como, «La fiesta de Los Mayos». Enla plaza de la Villa, hoy de la Consti-tución, el murmullo del público queaguarda en vela la aparición de losinstrumentistas en el cercano anoche-cer, fue tornándose lentamente mássuave, hasta que el eco de los prime-ros acordes que sonaban en la lejaníase fueron mezclando con los mismos,prevaleciendo estos últimos sobre laalgarabía anterior. Tradición ances-tral que se pierde en la noche de lostiempos. Sonares de estos cánticos enlos atardeceres y amaneceres de estepaso estacional. Entonados con eljúbilo que siempre se ha tenido pararecibir al rey de la floración. Porque:¿quién le quita a mayo sus flores, yesperanzas? .

Desfilan las rondallas en el apa-cible y agradable atardecer; músicoscon caras de júbilo haciendo sonar yvibrar sus respectivos instrumentosde cuerda: Guitarras, laúdes y bandu-rrias, amén de algún acordeón, flauta,pandereta o botella de cristal. Pasaca-lles alegres cantados a pleno pulmón,expandiendo su sonar en la tarde car-gada de profundo perfume primave-ral. Los hombres y mujeres desfilanairosos, tras el farolero que encabezala marcha; estandarte e insignia de suagrupación. Quizá reminiscencias deun pasado en el que la nocturnidad se .esclarecía entre candiles, velas y can-delabros, y, el deambular de ronda eraimprescindible salvarlo con ellazari-110 indispensable de la luminosidaddel farol. En su desfilar, en sus ros-

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tros se nota que empiezan a sentir elgoce de saber, que por fin, lo que contantas ganas y esperanza han anhe-lado tras la espera de muchas vigi-lias de duros y reiterativos ensayos,de afinamientos eternos, de buscarsonares nuevos, y originales cánticos.Todo queda compensado por la gransatisfacción que les proporciona estedeleitado momento. La hora esperadaera llegada, y aquí está con todo suesplendor y con toda la añoranza; estaes: «La fiesta de Los Mayos».

Las rondallas cruzan las calles delpueblo, atravesando la citada plaza,para subir la empinada cuesta queconcluye en la explanada de la anti-gua encomienda de Santiago. Sobreel altozano, dominando con plenitudtodo el paisaje que la circunda, has-ta una lejanía remota perdida tras laribera de la depresión del caudalosorío Tajo, se encuentra la Iglesia delApóstol del mismo nombre, con sudominante torre, vigía y faro santa-crucero. En ella descansa en preciosoy barroco retablo, la venerada Patronadel pueblo: Nuestra Señora la Virgendel Rosario, visita que la tradición hahecho regla de honor para las ronda-llas participantes en este acontecer detradiciones inmemoriales; la de inter-pretar el primer «Mayo» bajo su Efi-gie esplendorosa, y como preciadosdestinatarios, la Virgen María y SanJosé.

El templo se encuentra repleto de

público, con un susurro expectanteesperando el sonar de la rondalla deturno. Suena el primer acorde, tras él,el murmullo se torna en un silenciocasi religioso. Tras la introduccióninstrumental, las voces de los cantan-tes irrumpen con su melodía en la granbóveda del recinto Sacro. El estribi-llo por todos conocido de herenciasancestrales, vibra entre los arcos de laanchurosa nave, con su bello decir:

Esperando, hermosa,el mes de las floresde las mariposasy los ruiseñores.

La rondalla sigue desgranando suflorida y placentera melodía, llena deelogios y hermosura dedicados en estecaso a la Señora. Fuera del recintoSagrado, se ofrecerá a la dama o don-cella homenajeada. Versos envueltosen una reiterativa musicalidad desencilla y pegadiza melodía, ambasde transmisión oral, huérfana de pen-tagrama, música aprendida general-mente de oído. Hija del sentir y decirdel pueblo llano, que generación trasgeneración las hizo igualmente sonary cantar. Me imagino que de formasimilar, aunque con distinta esceno-grafía, marcada siempre por los acon-teceres que correspondiera al vivirhistórico de cada momento.

«Los Mayos» en su fácil musicali-dad, solo tienen unos acordes diferen-tes de entrada y una pequeña variante

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2013 Archivo Digital ACAME "Joaquín Arias"

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C~------------------Len el último verso. El largo discurso,finaliza con un galante piropo en elque se resume todo lo expuesto en elcontenido del texto de la melodía:

Adiós, clara estrella,adiós flor gentil,tú eres la más bellade mayo y abril.

En la Iglesia una salva de aplausospremia la actuación musical de los pri-meros actuantes, volviendo a restable-cer un nuevo silencio para la rondallade turno siguiente. Y así sucesivamen-te van desfilando todas ellas, dejandosu eco sonoro en el Santo lugar.

No faltó un gesto andaluz con laentonación de la «Salve Rociera», dearraigado fervor popular, interpretadaemotivamente, además del consabido«Mayo», por uno de los grupos parti-cipantes.

Finalizado el acto, en lenta y largaprocesión, bajan a la plaza, adonde enun quiosco establecido en el centro dela misma para tal fin, las agrupacionesson presentadas, y una tras otra, vaninterpretando una canción de su estu-diado repertorio. Concluida la actua-ción de cada agrupación, las mismasson premiadas por los aplausos de unpúblico entusiasta y entregado queacude a tal evento, abarrotando el lugarhabilitado para este ceremonial. Des-pués se hace subir a todos los farolerosde las agrupaciones, para decorarloscon la escarapela conmemorativa deesta festividad, y tras esta condeco-

ración, se realiza el discurso de salu-tación protocolario del principal Edil.Una vez terminado, las rondallas seagrupan todas alrededor del templete.Las mismas en común unión hacensonar sus cuerdas, y unidas en este can-to primaveral, el recinto entona, entremúsicos y parte del publico en general,el primer «Mayo» dedicado al pueblo.Evocando quizá con él, a todos nues-tros ancestros que en sus días, tambiénlo debieron hacer, aunque a su manera.

Concluido este acto, cada grupocoge su respectivo deambular, des-granándose por las diversas callesde la villa en esta noche casi mágica,haciendo sonar en su caminar sus ale-gres y vibrantes pasacalles.

Una vez en la puerta de la perso-na amada, o de algún familiar, amigo,o simplemente público interesado enestos sonares, el portavoz de la ron-dalla suele preguntar, -¿Mayo o pie-za?-, y el destinatario o destinatariaelige una de las dos cosas, pasandolos instrumentistas a interpretar losolicitado con entusiasmo festil. Unavez concluido el discurso musical, esperentorio obsequiar a los mayistas,con un ágape, los conocidos más cer-canos, o simplemente con una dádivalas personas simpatizantes y amantesde este viejo ritual. Así pasa este últi-mo anochecer del mes de abril, entrecantares y sonares callejeros expandi-dos por todos los rincones de la villa,hasta llegada la media noche, en queel enflorado mes tan esperado por

todos, nace envuelto con la algarabíay alegría de los participantes, y, estealumbramiento, hace cambiar la letrade la primer estrofa del estribillo quehasta ahora se había declamado. Ya noes «esperando hermosa»; por fin es:

Ha venido mayo ...

Y así, entre andares, melodías ycantares, se hace el tránsito de estosdos meses de primavera pura, con estaevocación a los recuerdos de tiempospretéritos, cuando quizá lo que se pre-tendía era la de alagar a la moza ama-da, o hacerla llegar o entender a ésta,en la dedicatoria del «Mayo», que unmozo de la ronda estaba prendado porella, cuando la comunicación huma-na era de difícil interlocución, (quiensabe como podrían ser las costumbresy formas de vivir de otrora), lo únicoque sabemos, es que de esos acon-teceres ha quedado un poso sólido eindisoluble, que esperemos siga vivoen futuras generaciones, para que nose pierda esta bonita tradición, y sirvaademás para goce de los intérpretesy placer de los oyentes. En esta, «Lafiesta de Los Mayos», que tanto ama-mos los que aquí recibimos el alientode la vida por primera vez, y, en espe-cial, los que también en nuestra juven-tud, fuimos rondallistas y rondadoresen esta nuestra querida villa que es:SANTA CRUZ DE LA ZARZA.

Tomás Medina Mota

PINTURAS DE TOMÁS MEOINA

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