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Historia del Arte Moderno y Contemporáneo
María Marcos Cobaleda
TEMA 19.- EL PERIODO DE ENTREGUERRAS Y LA
CRISIS DE LAS VANGUARDIAS
19.1.- Los principios de la modernidad (1900-1920)
El siglo XX supone la culminación de un proceso que había comenzado en el
siglo XVIII, caracterizado por numerosos cambios políticos, económicos, sociales y de
pensamiento. En lo referente al arte, también van a experimentarse importantes
cambios, que hunden sus raíces en los movimientos artísticos de finales del siglo XIX,
los cuales van a dar origen a las denominadas vanguardias históricas de las primeras
décadas del siglo XX. Estas vanguardias se caracterizan por entender que el arte es un
medio de expresión de la libertad, gracias al cual se puede llegar al concepto de las
cosas, para lo que se van suprimiendo todos los demás añadidos presentes hasta el
momento, puesto que el objetivo del arte del siglo XX va a ser la búsqueda de lo
absoluto, de la esencia.
En los orígenes de la nueva centuria, el cambio de arte va a ser la representación
directa del cambio de vida. A partir de este momento, los movimientos artísticos van a
ir sucediéndose con una gran rapidez, provocando una gran diversidad en el mundo del
arte, basada en la experimentación con el color, la forma y los diferentes materiales. A
partir de esta experimentación, se crean nuevos medios visuales y un nuevo lenguaje
artístico, basado en la trasgresión y en la ruptura con el vocabulario anterior. Las
vanguardias históricas ya no van a copiar la realidad, sino que van a buscar la
superación de la naturaleza mediante la abstracción y la depuración de las formas, algo
que había sido ya introducido por algunos de los artistas postimpresionistas, como
Cézanne. De hecho, durante los primeros años de formación de las vanguardias, los
artistas estuvieron muy influenciados, precisamente, por el impresionismo y el
postimpresionismo, así como por el arte africano y primitivo, que había sido expuesto
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en París en los primeros años del siglo XX. De este modo, tomando como antecedentes
las obras de Manet, Cézanne, van Gogh y Gauguin, hacia el año 1905 comienzan a
aparecer las primeras vanguardias, sucediéndose desde este momento como
movimientos imbricados.
Así, en el año 1905 nace en París el Fauvismo, cuyo máximo representante va a
ser Henri Matisse. Dos años más tarde, en 1907, comenzará el Cubismo, cuyo origen se
ha considerado la pintura de Pablo Picasso de las Señoritas de Avignon. Paralelamente,
en Alemania, hacia 1905, comienza el Expresionismo, movimiento que se materializa
en dos grupos llamados “Die Brücke” (El puente), al que pertenecía Ernst Ludwig
Kirchner, y el grupo “Der Blaue Reiter” (El jinete azul), que nace en Munich en 1910,
al que pertenecían pintores como Wassily Kandinsky o Paul Klee, que pronto
evolucionarán hacia la abstracción.
19.2.- El periodo de entreguerras (1920-1945)
En 1916, surge en Suiza un nuevo movimiento artístico, el Dadaísmo,
movimiento que se desarrollará sobre todo en el campo de la literatura, aunque en el
campo artístico cuenta con autores tan destacados como el fotógrafo Man Ray o Marcel
Duchamp, quien crea un nuevo tipo de arte basándose en el objeto en sí mismo como
obra artística y en la ironía, que ha sido denominado como “Ready-made”. El punto de
partida de éstos fue su obra Rueda de bicicleta sobre un taburete, de 1913, aunque
posteriormente realizó otros muchos, como la controvertida Fuente, de 1917, la cual
firmó como Richard Mutt y mandó a la exposición de los Independientes, organizada en
ese año en Nueva York, siendo esta obra muy criticada. Duchamp desarrolló su arte
durante los dos primeros tercios del siglo XX. En el periodo de entreguerras, realizó una
gran obra sobre vidrio titulada La casada desnudada por sus solteros, incluso o Gran
vidrio (1913-1936). En esta obra trata la temática amorosa, presente en sus obras
posteriores, representando el universo masculino en el panel inferior, y el femenino en
el superior. El resultado de esta obra es una gran complejidad iconográfica, donde los
solteros aparecen representados por numerosos procesos físico-químicos, como la
molienda de chocolate, actividad repetitiva que hace alusión a la masturbación,
combinado con un aparato que produce, destila y canaliza un gas amoroso cuyo destino
final está en el cuerpo de la novia, representado en la parte superior. Pero la relación
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final entre solteros y novia se debe al azar, del cual Duchamp consideraba que había
terminado su trabajo, ya que una rotura accidental en el vidrio generó una serie de
grietas que conectaban ambos paneles. Esta integración del azar en la obra, está muy en
relación con el Dadaísmo del que partió este artista. Su última obra, en la que comenzó
a trabajar después de la Segunda Guerra Mundial, es Étant donnés (1946-1966), obra
que retoma todos los grandes temas de su arte, habiendo sido considerada una versión
realista de la obra esquemática del Gran vidrio realizada años antes. Es una compleja
instalación, en la que en principio sólo se percibe una gran puerta de madera, en la que
hay unos orificios a la altura del rostro, a través de los cuales se percibe una figura
femenina desnuda tendida sobre unas ramas secas. En su mano izquierda porta una
lámpara de gas, y al fondo hay un paisaje montañoso muy realista con una cascada. Esta
obra supone una gran aportación conceptual, en la que la novia es una visión que no se
puede poseer, habiéndose convertido el espectador en los solteros del Gran vidrio.
Con la escisión de los dadaístas a partir del año 1922, nació un importante
movimiento artístico: el Surrealismo. Este movimiento fue entendido como una actitud
vital, como quedó recogido en el primer Manifiesto del año 1924. En este texto, se
habla de que la creación artística debe realizarse a partir del subconsciente, adquiriendo
un importante papel lo irracional, puesto que los artistas surrealistas entienden que su
nuevo arte debe liberar al hombre de la razón. En él se unen lo onírico y lo metafísico, y
adquiere un carácter bastante subversivo, puesto que los surrealistas tienden a buscar un
mundo mejor. Por ello, cuestionan los pilares de la sociedad continuamente, como se
recoge en La revista surrealista (1924-1930). Paradójicamente, el movimiento
surrealista es el más autoconsciente de todas las vanguardias, ya que está respaldado por
una gran producción teórica y literaria.
Todos estos principios se ven reflejados en las obras artísticas, en las que se
combinan la realidad y el deseo, o la figuración y la abstracción, como es el caso de la
obra de Max Ernst Elefante de las Célebes (1921), donde a partir de diferentes
elementos inconexos entre sí, crea una imagen sorprendente, una “nueva realidad”,
basada en el trompe l’oeil o trampantojo, es decir, los engaños al ojo. Esto lo consiguen
a través del uso de una serie de mecanismos, como la búsqueda de inspiración en el
sueño o duremevela, siendo éste un momento idóneo para crear. Esta gran importancia
concedida a lo onírico y a la irracionalidad está muy relacionada con las incipientes
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teorías de Sigmund Freud sobre la interpretación de los sueños y el psicoanálisis. En
algunas ocasiones, los artistas recurrían también a la creación bajo el efecto de las
drogas, utilizadas para profundizar en el subconsciente y escapar de la razón. En la
creación de la nueva realidad plasmada a través del arte juega un importante papel la
ingravidez espacial y las perspectivas infinitas, en las que las figuras parecen flotar. Al
contrario de lo que puede pensarse, los pintores surrealistas tienen una técnica muy
depurada, basada en el dibujo, a veces casi fotográfico.
Entre los artistas más importantes dentro del Surrealismo, podemos contar a
Joan Miró. Este artista evoluciona desde lo que se ha llamado el Surrealismo
automático, muy próximo al realismo mágico, hacia el Surrealismo onírico. Se formó en
la Escuela de Bellas Artes de Barcelona, y entre las primeras obras podemos contar La
Masía, de 1922. En este lienzo puede verse su pintura prácticamente fotográfica, que
después irá abandonando en favor de las manchas de color. En estas primeras obras,
Joan Miró trata temas del campo, algo que también se observa en La tierra labrada
(1924), donde representa cómo sería el campo visto por un niño. En esta obra ya pueden
verse algunas representaciones de seres alejados de la realidad, basándose en la imagen
real de los animales, combinados en ocasiones con formas geométricas. A medida que
va evolucionando su arte, el cual Miró entiende como un juego, el artista va a ir
buscando la belleza a través de la simplicidad, como ya puede verse en El carnaval de
Arlequín, de 1925. En esta obra ya podemos ver el paso al Surrealismo onírico, en el
que se representa una nueva realidad, que cada vez se irá alejando más y más del mundo
real. La mencionada simplicidad va a obtenerla por la combinación de lo infantil con
otros elementos amenazadores, y por la representación de un mundo que podemos
llamar “sub-real”, que plasma por medio de elementos y figuras femeninas, marinas,
lunas o estrellas, combinados con otros motivos simbólicos muy repetidos en sus obras.
Estos elementos van a estar ordenados en el lienzo sin ninguna referencia espacial,
aunque en el caso de este lienzo, parece que los seres delirantes representados por Miró
necesitan apoyarse en el espacio de la habitación, lo que ha sido expresado como “el
delirio necesita para expresarse la apoyatura de la razón”1. Sobre este lienzo, el propio
Miró decía lo siguiente:
1 RAMÍREZ, Juan Antonio (dir.): “El mundo contemporáneo”. En: Historia del arte. Madrid, Alianza
Editorial, 2001. Pág. 253.
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“Intenté plasmar las alucinaciones que me producía el hambre que
pasaba. No es que pintara lo que veía en sueños, sino que el hambre me
provocaba una especie de trance parecido al que experimentan los
orientales […] En la tela aparecen ya elementos que se repetirán después
en otras obras: la escalera que es la de la huida y evasión, pero también la
de la elevación, los animales y sobre todo los insectos, que siempre me
han interesado mucho. La esfera oscura que aparece a la derecha es una
representación del globo terráqueo, pues entonces me obsesionaba ya una
idea: „¡Tengo que conquistar el mundo!‟; el gato, que lo tenía siempre
junto a mí cuando pintaba. El triángulo negro que aparece en la ventana
representa la Torre Eiffel. Trataba de profundizar el lado mágico de las
cosas”2.
A esto hay que añadir que, con el paso del tiempo, sus representaciones van a ser
cada vez más esquemáticas, basándose en el empleo de los colores primarios planos,
combinados con gruesos trazos de color negro o blanco, que recuerdan al dibujo
infantil, como puede verse en la obra Códigos y constelaciones enamoradas de una
mujer (1941).
Junto con Joan Miró, el otro gran representante del Surrealismo en España es
Salvador Dalí. Este autor desarrolló su arte en varias etapas, dentro del Surrealismo
onírico. Fueron muy importantes en su biografía los años que vivió en Madrid, donde
coincidió en la Residencia de Estudiantes con Luis Buñuel y con Federico García Lorca,
con los que colaboró en algunas de sus obras. Dalí desarrolló en su arte lo que él
denominó el “método paranoico-crítico”, en el que materializa el delirio a través del
empleo de imágenes contradictorias, imágenes dobles que le permiten crear infinitas
realidades dentro del lienzo, y la interpretación de los sueños. Entre sus grandes
obsesiones, las cuales se plasman en sus lienzos, destacan la muerte, la religión o la
sexualidad, a la cual hace alusión en numerosas ocasiones a través de la masturbación,
como en su obra El gran masturbador (1929). En ella se representa una cabeza
tumbada, que es un autorretrato del artista, muy blanda, de forma similar a una ameba,
con una gran nariz sobre la que se apoya en el suelo. Un anzuelo con sedal le coge el
2 Ibídem. Pág. 253.
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cuero cabelludo, que parece aludir a Gala, con quien había mantenido un idilio en
Cadaqués antes de pintar el lienzo. A los paseos de los amantes por la playa aluden los
cantos rodados y las conchas que salen de la cabeza de Dalí. En ella se representa
también el león, símbolo de las pasiones en la pintura daliliana. De la cabeza sale el
torso de una mujer fatal, muy influenciada por el Art nouveau, que se aproxima a un
ente masculino fragmentario, representado en la parte superior derecha del cuadro. En
esta parte puede verse cómo las figuras se transforman y se confunden, algo muy
relacionado con el “método paranoico-crítico” sobre el que teorizó el artista. Bajo la
nariz de Dalí puede verse un saltamontes, cuyo vientre está siendo devorado por las
hormigas, tema muy recurrente en sus obras, que es símbolo de la putrefacción. Bajo
esta representación, en el horizonte infinito, intemporal, característico de la pintura
surrealista, hay unas figuras que se abrazan, símbolo de que el amor es lo único que
puede salvar al hombre, según el pensamiento de Salvador Dalí. Destaca el dibujo casi
fotográfico empleado por Dalí en su representación. De este mismo año es la obra Un
perro andaluz, en la que colaboró con el director Luis Buñuel.
Muy empleadas por Dalí son también las formas orgánicas en su pintura, así
como el tema de Narciso, como trata en su obra La metamorfosis de Narciso (1937). En
él representa la fertilidad frente a la putrefacción, representada por las hormigas que
suben por la pierna de la gran figura repetida. De igual modo, la obra es una
representación del paso del tiempo. En otros casos, Dalí representa la playa de
Cadaqués, como por ejemplo en la obra Aparición de un rostro y un frutero sobre la
playa, de 1933-1934. En este lienzo, el artista recurre a las imágenes imposibles, casi
alucinógenas, que también están presentes en toda su producción pictórica, así como los
paisajes infinitos, en los que introduce algunas figuras para acentuar la sensación de
profundidad.
Dentro del Surrealismo también pueden englobarse las obras de René Magritte.
En su obra, puede verse cómo el artista representa una visión mágica del mundo,
cargada de un erotismo de pesadilla. En sus composiciones no existe la estabilidad que
se atribuye a la realidad, a pesar de utilizar la técnica académica, como puede
comprobarse en La violación (1934). En este lienzo, el cuerpo de la mujer ocupa el
lugar del rostro, o viceversa. Magritte se sirve de la transmutación corporal para
provocar una respuesta violenta en el espectador.
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Además de los surrealistas, otros artistas desarrollan su arte en el periodo de
entreguerras, como los que se han agrupado en la denominada Escuela de París. Así se
ha llamado a un grupo de artistas que coincidieron en las primeras décadas del siglo XX
en la mencionada ciudad. Éstos desarrollaron un arte de carácter muy personal, que en
ocasiones resulta difícil encasillar en las diferentes corrientes artísticas. Tal es el caso de
Paul Klee, quien entabló una gran amistad con Kandinsky tras trabajar con él en la
Bauhaus. Para su creación artística, basada sobre todo en el color, fue fundamental el
viaje que realizó al Norte de África y Túnez. Este pintor trabaja con gran tranquilidad, y
pretende crear una armonía similar a la de la música a través del color. Sus
composiciones están basadas en líneas de gran fuerza, que salen del fondo del lienzo,
realizadas con un pincel muy fino, que deja huella en el cuadro, combinadas con los
grandes campos de color. A pesar de su academicismo de su etapa en la Bauhaus, a
partir de los años 30, Klee vuelve a lo artístico de sus composiciones de los primeros
años, como es el caso de Flora sobre arena (1927), similar a una vidriera multicolor. En
esta escuela también puede incluirse a Amedeo Modigliani, quien introduce un toque
poético en su arte, muy influenciado por el expresionismo y por el cubismo en el
tratamiento de sus retratos, como puede verse en el caso de Mujer con abanico (1919).
En sus obras, este artista trabaja por capas, tratando al mismo tiempo las figuras y el
fondo, y crea la atmósfera por medio del color. A este grupo de artistas también
perteneció Marc Chagall, quien realiza una pintura onírica, inspirada en el
expresionismo, en la que aparecen numerosas referencias a su Rusia natal. En sus
lienzos emplea colores muy poéticos, que parecen recrear sueños en los que sus figuras
parecen flotar en un espacio irreal, como da muestras El ángel caído (1923).
19.3.- La crisis de las vanguardias (1945-1970)
Durante la Segunda Guerra Mundial, muchos autores surrealistas emigraron a
Estados Unidos, donde desarrollaron su arte en la segunda posguerra. Estos artistas cada
vez tendieron más a la búsqueda del automatismo, evolucionando así hacia el
Expresionismo Abstracto. En esta nueva corriente, adquiere un valor fundamental la
acción de pintar en sí misma, aunque en muchos casos se hace bajo los efectos del
alcohol, las drogas o el sueño, teniendo como resultado una pintura muy pasional.
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Quizá el autor más interesante dentro del Expresionismo Abstracto sea Jackson
Pollock. Este artista consideraba que el cuadro tenía vida propia, siendo la función del
artista el sacarla afuera, considerando el momento en que esto se cumplía como el
estado de perfecta armonía. Por ello, en sus obras ocupa un lugar fundamental el
momento de la creación de las mismas, creando de este modo la corriente que se ha
denominado Action painting. Estas ideas fueron expresadas por el pintor del siguiente
modo:
“Mi pintura no nace en el caballete. Casi nunca, antes de comenzar
a pintar, se me ocurre extender la tela sobre el bastidor. Sobre el suelo me
siento más a gusto, más cerca, más parte del cuadro; puedo caminar en
torno suyo, trabajar por cuatro lados distintos, estar literalmente dentro del
cuadro […] Cuando estoy dentro del cuadro no me doy cuenta de lo que
estoy haciendo. Sólo después de cierto periodo, empeñado, digámoslo así,
en trabar conocimiento, consigo ver qué dirección he tomado. Y no tengo
miedo de hacer cambios, ni siquiera de destruir la imagen, porque sé que
el cuadro tiene vida propia y yo trato de sacarla afuera. Solamente cuando
pierdo contacto con la tela el resultado es un desastre. De otro modo se
establece un estado de pura armonía, de espontánea reciprocidad, y la obra
sale bien”3.
Sus lienzos, de grandes dimensiones, tienen como protagonista a la materia, a la
propia pintura, la cual es fresca y fluida, ya que la vierte sobre el lienzo desde el propio
bote, creando así una nueva técnica pictórica, denominada dripping (pintura por goteo),
que empleó en sus obras realizadas entre los años 1945 y 1951. Pollock empleaba el
movimiento de todo el cuerpo para pintar, acto que realizaba en muchas ocasiones bajo
los efectos del alcohol y escuchando jazz, música que le servía de inspiración. Al
moverse mientras pintaba, cubría sin interrupción toda la superficie de la tela,
denominándose a este tipo de composición all over. Estas características pueden verse
en obras como Echo (Number 25) de 1951, donde el cuadro es como una composición
infinita, que se escapa del propio marco, conseguida a través del goteo de la pintura
semilíquida. Esta acción se intensifica por el hecho de que Pollock pintaba con los
3 Ibídem. Pág. 340.
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lienzos extendidos sobre el suelo, y después los recortaba según el resultado que
buscara.
Pero Jackson Pollock no fue el único representante del Expresionismo Abstracto.
Otro pintor de gran importancia, que desarrolló su arte en los Estados Unidos fue
Willem de Kooning, quien concedía gran importancia a la fuerza y a la dirección de las
pinceladas, que eran muy rápidas, realizadas con un gesto bastante arbitrario, como
puede observarse en su obra Woman I, de 1950-1952. En el caso de España, destacan
otros artistas, como Antonio Saura, quien trabaja mayoritariamente en blanco y negro,
ganando así mucha expresividad, acentuada por la combinación del pincel y la espátula,
o Antoni Tàpies, quien evolucionará hacia la pintura matérica.
En las décadas de los 50 y los 60 nacerá en Estados Unidos una nueva corriente
artística como respuesta al Expresionismo Abstracto, que ha sido denominada Pop Art,
cuyo máximo representante es el artista Andy Warhol. Esta corriente trabaja sobre las
imágenes ya dadas, por la imagen en sí misma. Está muy relacionada con las
vanguardias anteriores, como el Dadaísmo o el arte de Marcel Duchamp, que se
dedicaban a investigar el mensaje artístico. A través de los objetos, los artistas buscan lo
objetivo, lo impersonal, para lo que se sirven de iconos contemporáneos, dando por ello
la sensación de ser un arte fácil de entender. Sobre estos objetos, los artistas llevan a
cabo un trabajo sistemático, por lo que el resultado se caracteriza por la frialdad. En el
caso de Andy Warhol, el artista lucha contra el planteamiento burgués de que la obra de
arte debe ser entendida como una cosa única, y por ello se sirve de elementos
cotidianos, como los botes de Sopa Campbell o las cajas del detergente Brillo. Pero no
sólo utiliza objetos cotidianos para sus obras de arte, sino que también recurre a grandes
estrellas convertidas en iconos, como hace en su obra Díptico de Marilyn, de 1962,
donde desmitifica y convierte a la actriz en una “mujer objeto” por la multiplicación de
la imagen. En este caso, utiliza la técnica de la serigrafía, trabajando con plantillas, por
lo que desmitifica también el papel del artista, puesto que este proceso podría ser
realizado por otros.
Durante la segunda posguerra, nacen otros movimientos artísticos, como el
Hiperrealismo, en el que destaca Antonio López, la Abstracción postpictórica, en la
que pueden englobarse las obras de Albers, el Op-Art o arte óptico, el Minimalismo,
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preocupado sobre todo por el espacio, en el que destacan los trabajos de Donald Judd, o
el arte conceptual, que tiende a la obra sin objeto, puesto que lo único importante es el
concepto en sí mismo. En este contexto se encuentran las obras de Joseph Kosuth, como
Una y tres sillas, de 1965, en la que el autor presenta tres maneras diferentes de
aparición de una silla: el objeto propiamente dicho, su definición y una imagen del
mismo.
19.4.- La neovanguardia (1970-1990)
El término “neovanguardia” hace referencia a la posmodernidad, la cual bebe
directamente de las variadas manifestaciones artísticas desarrolladas durante los dos
primeros tercios del siglo XX, aunque las reinterpreta. Esta reinterpretación se basa,
sobre todo, en la idea de poner fin al vanguardismo, es decir, de terminar con la filosofía
de ruptura que había caracterizado a los movimientos anteriores. De este modo, a partir
de mediados de los años 70 y más explícitamente en la década de los 80, los artistas
hacen un arte introspectivo, que mira sobre su propia historia, incorporando a sus obras
algunos guiños a lo anterior o ciertas apropiaciones. El arte neovanguardista ya no busca
la generalidad, sino que en este momento se desarrolla un tipo de arte basado en el
individuo, mucho más subjetivo, y de carácter más localista. Así, existe una
coexistencia pacífica entre tendencias muy diferentes, que provocó una importante
revitalización del mercado de arte, ya que muchos individuos y empresas comenzaron a
invertir en obras de arte. Además, durante estos años comienza a cobrar protagonismo la
fotografía, que va a convivir a partir de este momento con el resto de las artes.