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LAS CINCO
DIFICULTADES PARA
DECIR LA VERDAD
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Fuente; Bertolt Brecht. Escritos polticos. Caracas. Ed. Tiempo Nuevo. 1970. Traduccin: Len Mames. Copyleft: Cuadernos del CAUM. JULIO 2013
SERIE CLSICOS DEL
PENSAMIENTO CRTICO
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BERTOLT BRECHT Y EL PRECIO DEL
PROTOCOLO
Amigas y amigos, cometamos un acto brechtiano,
busquemos la palabra protocolo en el diccionario:
protocolo: Ordenada serie de escrituras matrices y otros
documentos que un notario o escribano autoriza y
custodia con ciertas formalidades. 2. Acta o cuaderno de
actas relativas a un acuerdo, conferencia o congreso
diplomtico. 3. Por ext., regla ceremonial diplomtica o
palatina establecida por decreto o por costumbre.
Y resulta que si lo pensamos detenidamente, en el da de
hoy, proyectados en este inquietante siglo XXI, estamos
metidos hasta el cuello en el protocolo (escrituras
matrices, autorizar, custodiar, formalidades, congresos
diplomticos, reglas palatinas). Cierto, tenemos protocolos para todo: protocolos para ser despedidos de
los empleos, para ser desahuciados de las viviendas, miles
de protocolos policiales para actuar contra los pobres,
para negar la dignidad, para destruir la sanidad, para
liquidar la educacin, protocolos para preservar el poder,
para recoger las basuras, para manipular las mentes,
etctera y etctera.
Todos lo sabemos, algunos lo dicen, menos lo escuchan,
pero estos ltimos cada vez son ms. Si Bertolt Brecht
hubiera vivido nuestra poca probablemente hubiera
escrito un drama titulado El precio del protocolo, y tal
vez, como sola hacer, se hubiera inspirado, o incluso
hubiera tomado escenas enteras, de Almas muertas de
Nicolai Gogol, aquella historia del sujeto que va de pueblo
en pueblo comprando a siervos muertos para venderlos
como acciones a buen precio en la bolsa de San
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Petersburgo (escrituras matrices y documentos
autorizados y custodiados con ciertas formalidades, no
son esto las hipotecas que se ejecutan, las participaciones
preferentes, los EREs?). Brecht dedic su vida y su obra a luchar contra la
ideologa del capitalismo, a darles la voz a los pobres y a
educar a los trabajadores para su propia liberacin. Brecht
logr liquidar el protocolo, arrumbar con la retrica y
desmentir las impostadas mentiras de los burgueses y sus
palanganeros. Brecht puso sobre las tablas a un nio, a un
camarero, a un descargador de los muelles, a una
pescadera, a un cantante callejero, a cuatro leadores, a
un obrero de la construccin, a un estudiante, a siete
prostitutas, a tres mecnicos, a un culi esclavizado, a un
cocinero, a tres agitadores, a veinte matarifes de un
matadero, a once jvenes jornaleras y a cientos y cientos
de personajes que conformaban la clase trabajadora, y
cada uno diciendo su verdad, que en conjunto es la
VERDAD.
Los ricos y sus criados no pueden decir la verdad porque
realmente no la tienen, en ellos el espacio de la verdad est
ocupado por el inters. La nica verdad que interesa bajo
el capitalismo es la mentira de la frmula del inters
compuesto: = (1 + ) . Todo lo dems es silencio.
Ya sabemos, Brecht no est de moda. Cuantas veces y
durante cuantos aos los intelectuales y literatos del
rgimen, es decir de este rgimen y tambin del que haba
en 1975, nos lo han repetido: es que el teatro pico y el
teatro didctico ya no tienen vigencia, es que son
aburridos, por Dios, pica y didctica en la poca en que
vivimos! Eso era comunismo y el comunismo desapareci
con la Unin Sovitica.
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Bueno ya se habrn quedado a gusto, ya s que no hay ni
teatro pico, ni didctico, ni nada, ya prcticamente no hay
teatro y los pocos grupos que quedan, esos s que se estn
ganando a pulso el ttulo de hroes picos. Y cuando
alguna compaa o director se alargan a ofrecer una obra
de Brecht parece como si lo hicieran de puntillas o
pidiendo perdn y dando explicaciones no se sabe muy
bien de qu 1 . Nosotros, el CAUM, no tenemos esos
prejuicios porque tenemos memoria, no en vano somos la
asociacin cultural independiente ms antigua del estado,
con ms de medio siglo de historia. En los aos sesenta y
setenta desarrollamos una intenssima labor teatral con la
creacin de un grupo, mltiples representaciones,
conferencias, charlas, mesas redondas, el premio de teatro
Arbor, etc. 2 Entonces el nombre de Brecht era
fundamental no solo para la cultura literaria sino tambin
para la cultura poltica antifranquista.
Y desde aqu todo nuestro agradecimiento al querido
compaero Vicente Romano, quin, junto al ya
desaparecido Jess Lpez Pacheco, tradujeron en 1968 ese
tomito de Poemas y Canciones de Brecht, en la Editorial
Alianza, que tanto hizo por nuestra educacin literaria y
poltica.
Despus vino la transicin y los espejismos
postmodernistas que la siguieron lo cubrieron todo de un
estpido velo. An as si por algo nos caracterizamos en el
1 Vase como ejemplo el artculo de ngel Facio Brecht al
desguace? en Kurt Weil y Bertolt Brecht. Ascenso y cada de la
ciudad de Mahagonny. Cuadernos del Teatro Espaol n 15.
2009. 2 Vase Antonio Gmez. Tantas vidas, tantas luchas. Club de
amigos de la UNESCO de Madrid. 1961 - 2011. Ed. CAUM.
2012. Especialmente el cap. 12. Butaca de pato.
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CAUM es por la fidelidad a nuestros principios, que en
nuestro caso son, al mismo tiempo, principios en el tiempo
y principios en las ideas, y por ello nos enorgullecemos en
ofrecer hoy este breve texto con algunas de las reflexiones
ms poderosas del autor sobre un tema tan capital como es
el de la VERDAD y cmo expresarla. Es un artculo
escrito y publicado en 1934, al poco tiempo del ascenso
del nazismo al poder en Alemania. Ese mismo ao todos
los libros y escritos del autor fueron condenados a la
hoguera por los nazis. Joseph Goebbels, el todopoderoso
ministro de propaganda del Reich, senta un odio visceral
hacia Brecht, pero tambin le tema, con razn, porque
saba que su obra contena ideas muy peligrosas. En las
noches alemanas grandes piras ardan alimentadas por las
obras de Marx, Engels Luxemburgo, Kautski, Bloch,
Benjamin, Korsch, Kafka, Mann, Wedeking, Trakl,
Dblin, Brecht Pero, amigas y amigos, os rogamos que leis este texto
no solo como un documento histrico sino como un texto
que nos habla de hoy mismo, de lo que ahora mismo est
pasando Podemos aqu y ahora decir la VERDAD con todas sus consecuencias? Qu significa esto para
nosotras y nosotros ahora mismo?...
A modo de eplogo incluimos un poema-aforismo, una
forma muy querida por el autor. Materia pura para la
reflexin.
Eugen Berthold Friedrich Brecht naci en 1898 en
Augsburgo, Baviera, Alemania. Su familia era acomodada,
su padre era gerente de una fbrica y su madre
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funcionara. Desde adolescente manifest su carcter inconformista y crtico. En el instituto fue expedientado
por atacar por escrito al militarismo previo la Primera
Guerra Mundial, la poca de la paz armada. Inici la
carrera de Medicina en Munich y fue movilizado como
enfermero.
Con veinte aos escribi su primera obra teatral, Baal.
Particip en la revolucin espartaquista, brutalmente
reprimida y sobre estos hechos escribi Tambores en la noche. En el final de la obra el personaje de Kragler
declara: "Todo esto no es ms que puro teatro. Simples
tablas y una luna de cartn. Pero los mataderos que se
encuentran detrs, sos s que son reales". Brecht obtuvo
el repudio y la animadversin de la burguesa y las
autoridades.
Su tercera obra, En la jungla de las ciudades (1921) es
la primera que se desarrolla en Estados Unidos, al igual
que algunas de las posteriores. Brecht considera que el
capitalismo muestra all muchas de sus ms profundas
contradicciones.
En Berlin es contratado como actor y se casa con la
tambin actriz y cantante Marianne Zoff. Conoce a Carl
Zuckmayer en el Deutsches Theater de Max Reinhardt y
trabaja con l sobre tcnica teatral. A partir de mediados
de los aos veinte estudia el marxismo. Entabla una
estrecha amistad con intelectuales marxistas como Karl
Korsch, Ernst Bloch o Walter Benjamin, que colabor en algunas obras y lo defendi como el iniciador de una
nueva poca en la literatura. En 1926 escribe Un hombre
es un hombre y se casa con Helene Weigel.
Los ltimos aos veinte y los primeros treinta, hasta
1933, fueron una poca de intenso trabajo. Consigue
xitos teatrales importantes. Santa Juana de los mataderos
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(1929), La excepcin y la regla (1930), y sobre todo, en el
mismo ao La pera de los cuatro cuartos, con msica de
Kurt Weil, en la que la sociedad burguesa es
absolutamente ridiculizada. A esta le sigui otra pera,
tambin con msica de Weil, Ascenso y cada de la ciudad
de Mahagonny, una antiutopa ambientada en el paraso
capitalista de los Estados Unidos.
Desde su adolescencia Brecht escribi constantemente
poesa, y este aspecto debe ser tenido muy en cuenta para
valorar su trayectoria. No fue solo el gran renovador del
teatro sino tambin el de la lengua potica. La poesa
deba llegar a todos. En la mayora de sus obras incluy
poemas y canciones adems de una impresionante
produccin de poemas autnomos. La concrecin y
materialidad de sus temas nunca le rest un pice a su
potencia lrica.
Segn Brecht va profundizando en sus reflexiones
tericas va expresndolas en toda una serie de artculos,
centrados unos en la reflexin literaria y teatral, pero
muchos tambin en la crtica social y poltica. Estos
textos, como Las cinco dificultades para decir la verdad
(1934) siguieron circulando en Alemania en la
clandestinidad a pesar de la prohibicin nazi.
En efecto, en enero de 1933 durante la representacin de
Medidas a tomar la polica irrumpi en el teatro y Brecht
y todos sus colaboradores fueron acusados de alta traicin.
Un da despus del Incendio del Reichstag (27 de febrero),
el acontecimiento que llev al partido nazi al poder,
Brecht, su familia y amigos, tienen que huir a Dinamarca.
Las autoridades nazis ordenaron quemar todos sus libros.
El exilio fue duro y por ello su produccin teatral y
literaria fue menor que en la poca anterior. De Dinamarca
se tuvo que trasladar a Suecia y despus a Finlandia. An
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as durante estos aos escribi algunas de sus grandes
obras: La persona buena de Sezuan (1934-1940), Los
fusiles de la seora Carrar (1937) Terror y miseria del
tercer reich (1938), Vida de Galileo (1938-1947), La
condena de Lculo (1939), Madre Coraje y sus hijos
(1939) o El seor Puntila y su criado Matti (1940).
En 1941 cruza la Unin Sovitica en el Transiberiano
hasta Vladivostok y se embarca hacia los Estados Unidos.
Intenta que alguno de sus guiones fuera aceptado por la
industria hollywoodiense que lo rechaza totalmente.
Organiza alguna representacin teatral. Durante los aos
de la Segunda Guerra Mundial sigue escribiendo
incansablemente: La resistible ascensin de Arturo Ui
(1941), Schweyk y la Segunda Guerra Mundial (1943) o
El crculo de tiza caucasiano (1944). Pero vuelve a ser
perseguido en el paraso de la libertad de expresin, es
interrogado por el Comit de Actividades Antiamericanas
de Joseph McCarthy. En 1947 tiene que huir a Suiza.
El nombre de Bertolt Brecht durante la Guerra Fra
figuraba en los listados de todos los servicios de
inteligencia de las Democracias Libres como un peligroso
agente sovitico. Al mismo tiempo miles de nazis se
movan con total libertad y buscaban su buen acomodo en
Estados Unidos, en Latinoamrica y un poco por todas
partes, incluyendo naturalmente la Espaa de Franco. Sus
obras y libros sufran censura tambin por todas partes,
incluyendo, de nuevo naturalmente, la prohibicin total en
la dicha Espaa de Franco. Brecht no poda entrar en la
Repblica Federal Alemana por orden expresa de las
autoridades militares de ocupacin. Se traslad a Berln,
en la Repblica Democrtica Alemana.
All intent poner en marcha un nuevo centro teatral,
junto a su mujer Helene Weigel, el Berliner Ensemble, un
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mbito para el desarrollo de la tcnica teatral y la
educacin y formacin ideolgica de los trabajadores.
Pero las autoridades de RDA y del Partido Socialista
Unificado de Alemania nunca miraron con muy buenos
ojos estas labores ni a la figura de Brecht que no se
plegaba a los dictados de la burocracia. Escribe
incansablemente: Los das de la Comuna (1949), La danza
de la muerte de Salzburgo (1951) o Turandot o El
congreso de los blanqueadores (1952-1954); tambin un
libro de narraciones y poemas, Historias de almanaque
(1949) y una novela en la que vena trabajando desde
haca aos y qu qued indita, Los negocios del seor
Julio Csar.
Muri en Berln el 14 de agosto de 1956.
Carlos Caballero
Responsable de ediciones del CAUM
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Las cinco dificultades para
decir la verdad3
Bertolt Brecht
(1934)
EL QUE QUIERA LUCHAR HOY contra la mentira y la
ignorancia y escribir la verdad tendr que vencer por lo
menos cinco dificultades. Tendr que tener el valor de
escribir la verdad aunque se la desfigure por doquier; la
inteligencia necesaria para descubrirla; el arte de hacerla
manejable como un arma; el discernimiento indispensable
para difundirla.
Tales dificultades son enormes para los que escriben
bajo el fascismo, pero tambin para los exiliados y los
expulsados, y para los que viven en las democracias
burguesas.
I. El valor de escribir la verdad
Para mucha gente es evidente que el escritor debe escribir
la verdad; es decir, no debe rechazarla ni ocultarla, ni
deformarla. No debe doblegarse ante los poderosos; no
debe engaar a los dbiles. Pero es difcil resistir a los
poderosos y muy provechoso engaar a los dbiles.
Incurrir en la desgracia ante los poderosos equivale a la
3 Bertolt Brecht. Escritos polticos. Traduccin: Len Mames. Caracas. Ed. Tiempo Nuevo. 1970.
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renuncia, y renunciar al trabajo es renunciar al salario.
Renunciar a la gloria de los poderosos significa
frecuentemente renunciar a la gloria en general. Para todo
ello se necesita mucho valor.
Cuando impera la represin ms feroz gusta hablar de
cosas grandes y nobles. Es entonces cuando se necesita
valor para hablar de las cosas pequeas y vulgares, como
la alimentacin y la vivienda de los obreros. Por doquier
aparece la consigna: No hay pasin ms noble que el
amor al sacrificio.
En lugar de entonar ditirambos sobre el campesino hay
que hablar de mquinas y de abonos que facilitaran el
trabajo que se ensalza. Cuando se clama por todas las
antenas que el hombre inculto e ignorante es mejor que el
hombre cultivado e instruido, hay que tener valor para
plantearse el interrogante: Mejor para quin? Cuando se
habla de razas perfectas y razas imperfectas, el valor est
en decir: Es que el hambre, la ignorancia y la guerra no
crean taras?
Tambin se necesita valor para decir la verdad sobre s
mismo cuando se es un vencido. Muchos perseguidos
pierden la facultad de reconocer sus errores, la
persecucin les parece la injusticia suprema; los verdugos
persiguen, luego son malos; las vctimas se consideran
perseguidas por su bondad. En realidad esa bondad ha sido
vencida. Por consiguiente, era una bondad dbil e
impropia, una bondad incierta, pues no es justo pensar que
la bondad implica la debilidad, como la lluvia la humedad.
Decir que los buenos fueron vencidos no porque eran
buenos sino porque eran dbiles requiere cierto valor.
Escribir la verdad es luchar contra la mentira, pero la
verdad no debe ser algo general, elevado y ambiguo, pues
son estas las brechas por donde se desliza la mentira. El
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mentiroso se reconoce por su aficin a las generalidades,
como el hombre verdico por su vocacin a las cosas
prcticas, reales, tangibles. No se necesita un gran valor
para deplorar en general la maldad del mundo y el triunfo
de la brutalidad, ni para anunciar con estruendo el triunfo
del espritu en pases donde ste es todava concebible.
Muchos se creen apuntados por caones cuando solamente
gemelos de teatro se orientan hacia ellos. Formulan
reclamaciones generales en un mundo de amigos
inofensivos y reclaman una justicia general por la que no
han combatido nunca. Tambin reclaman una libertad
general: la de seguir percibiendo su parte habitual del
botn. En sntesis slo admiten una verdad: la que les
suena bien.
Pero si la verdad se presenta bajo una forma seca, en
cifras y en hechos, y exige ser confirmada, ya no sabrn
qu hacer. Tal verdad no les exalta. Del hombre veraz slo
tienen la apariencia. Su gran desgracia es que no conocen
la verdad.
II. La inteligencia necesaria para descubrir la
verdad
Tampoco es fcil descubrir la verdad. Por lo menos la que
es fecunda. As, segn opinin general, los grandes
Estados caen uno tras otro en la barbarie extrema. Y una
guerra intestina que se desarrolla implacablemente puede
degenerar en cualquier momento en un conflicto
generalizado que convertira nuestro continente en un
montn de ruinas. Evidentemente, se trata de verdades. No
se puede negar que llueve hacia abajo: numerosos poetas
escriben verdades de este gnero. Son como el pintor que
cubra de frescos las paredes de un barco que se estaba
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hundiendo. El haber resuelto nuestra primera dificultad les
procura una cierta dificultad de conciencia. Es cierto que
no se dejan engaar por los poderosos, pero escuchan los
gritos de los torturados? No; pintan imgenes. Esta actitud
absurda les sume en un profundo desconcierto, del que no
dejan de sacar provecho; en su lugar otros buscaran las
causas. No creis que sea cosa fcil distinguir sus verdades
de las vulgaridades referentes a la lluvia; al principio
parecen importantes, pues la operacin artstica consiste
precisamente en dar importancia a algo. Pero mirad la cosa
de cerca: os daris cuenta que no dejan de decir: no se
puede impedir que llueva hacia abajo.
Tambin estn los que por falta de conocimientos no
llegan a la verdad. Y, sin embargo, distinguen las tareas
urgentes y no temen a los poderosos ni a la miseria. Pero
viven de antiguas supersticiones, de axiomas clebres a
veces muy bellos. Para ellos el mundo es demasiado
complicado: se contentan con conocer los hechos e ignorar
las relaciones que existen entre ellos.
Me permito decir a todos los escritores de esta poca
confusa y rica en transformaciones que hay que conocer el
materialismo dialctico, la economa y la historia. Tales
conocimientos se adquieren en los libros y en la prctica si
no falta la necesaria aplicacin. Es muy sencillo descubrir
fragmentos de verdad, e incluso verdades enteras. El que
busca necesita un mtodo, pero se puede encontrar sin
mtodo, e incluso sin objeto que buscar. Sin embargo,
ciertos procedimientos pueden dificultar la explicacin de
la verdad: los que la lean sern incapaces de transformar
esa verdad en accin. Los escritores que se contentan con
acumular pequeos hechos no sirven para hacer
manejables las cosas de este mundo. Pues bien, la verdad
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no tiene otra ambicin. Por consiguiente esos escritores no
estn a la altura de su misin.
III. El arte de hacer la verdad manejable como
arma
La verdad debe decirse pensando en sus consecuencias
sobre la conducta de los que la reciben.
Hay verdades sin consecuencias prcticas. Por ejemplo,
esa opinin tan extendida sobre la barbarie: el fascismo
sera debido a una oleada de barbarie que se ha abatido
sobre varios pases, como una plaga natural. As, al lado y
por encima del capitalismo y del socialismo habra nacido
una tercera fuerza: el fascismo. Para m, el fascismo es una
fase histrica del capitalismo, y, por consiguiente, algo
muy nuevo y muy viejo. En un pas fascista el capitalismo
existe solamente como fascismo. Combatirlo es combatir
el capitalismo, y bajo su forma ms cruda, ms insolente,
ms opresiva, ms engaosa.
Entonces, de qu sirve decir la verdad sobre el fascismo
que se condena si no se dice nada contra el capitalismo
que lo origina? Una verdad de este gnero no reporta
ninguna utilidad prctica.
Estar contra el fascismo sin estar contra el capitalismo,
rebelarse contra la barbarie que nace de la barbarie,
equivale a reclamar una parte del ternero y oponerse a
sacrificarlo.
Los demcratas burgueses condenan con nfasis los
mtodos brbaros de sus vecinos, y sus acusaciones
impresionan tanto a sus auditorios que stos olvidan que
tales mtodos se practican tambin en sus propios pases.
Ciertos pases logran todava conservar sus formas de
propiedad gracias a medios menos violentos que otros. Sin
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embargo, los monopolios capitalistas originan por doquier
condiciones brbaras en las fbricas, en las minas y en los
campos. Pero mientras que las democracias burguesas
garantizan a los capitalistas, sin recurso a la violencia, la
posesin de los medios de produccin, la barbarie se
reconoce en que los monopolios slo pueden ser
defendidos por la violencia declarada.
Ciertos pases no tienen necesidad, para mantener sus
monopolios brbaros, de destruir la legalidad instituida, ni
su confort cultural (filosofa, arte, literatura); de ah que
acepten perfectamente or a los exiliados alemanes
estigmatizar su propio rgimen por haber destruido esas
comodidades. A sus ojos es un argumento suplementario
en favor de la guerra.
Puede decirse que respetan la verdad los que gritan:
Guerra sin cuartel a Alemania, que es hoy la verdadera
patria del mal, la oficina del infierno, el trono del
anticristo? No. Los que as gritan son tontos, impotentes
gentes peligrosas. Sus discursos tienden a la destruccin
de un pas, de un pas entero con todos sus habitantes,
pues los gases asfixiantes no perdonan a los inocentes.
Los que ignoran la verdad se expresan de un modo
superficial, general e impreciso. Peroran sobre el
alemn, estigmatizan el mal, y sus auditorios se
interrogan: Debemos dejar de ser alemanes? Bastar con
que seamos buenos para que el infierno desaparezca?
Cuando manejan sus tpicos sobre la barbarie salida de la
barbarie resultan impotentes para suscitar la accin. En
realidad no se dirigen a nadie. Para terminar con la
barbarie se contentan con predicar la mejora de las
costumbres mediante el desarrollo de la cultura. Eso
equivale a limitarse a aislar algunos eslabones en la
cadena de las causas y a considerar como potencias
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irremediables ciertas fuerzas determinantes, mientras que
se dejan en la oscuridad las fuerzas que preparan las
catstrofes. Un poco de luz y los verdaderos responsables
de las catstrofes aparecen claramente: los hombres.
Vivimos una poca en que el destino del hombre es el
hombre.
El fascismo no es una plaga que tendra su origen en la
naturaleza del hombre. Por lo dems, es un modo de
presentar las catstrofes naturales que restituyen al hombre
su dignidad porque se dirigen a su fuerza combativa.
El que quiera describir el fascismo y la guerra grandes
desgracias, pero no calamidades naturales debe hablar
un lenguaje prctico: mostrar que esas desgracias son un
efecto de la lucha de clases; poseedores de medios de
produccin contra masas obreras. Para presentar
verdicamente un estado de cosas nefasto, mostrad que
tiene causas remediables. Cuando se sabe que la desgracia
tiene un remedio, es posible combatirla.
IV. Cmo saber a quin confiar la verdad
Un hbito secular, propio del comercio de la cosa escrita,
hace que el escritor no se ocupe de la difusin de sus
obras. Se figura que su editor, u otro intermediario, las
distribuye a todo el mundo. Y se dice: yo hablo, y los que
quieren entenderme, me entienden. En la realidad, el
escritor habla, y los que pueden pagar, le entienden. Sus
palabras jams llegan a todos, y los que las escuchan no
quieren entenderlo todo.
Sobre esto se ha dicho ya muchas cosas, pero no las
suficientes. Transformar la accin de escribir a alguien
en acto de escribir es algo que me parece grave y
nocivo. La verdad no puede ser simplemente escrita; hay
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que escribirla a alguien. A alguien que sepa utilizarla. Los
escritores y los lectores descubren la verdad juntos.
Para ser revelado, el bien slo necesita ser bien
escuchado, pero la verdad debe ser dicha con astucia y
comprendida del mismo modo. Para nosotros, escritores,
es importante saber a quin la decimos y quin nos la dice;
a los que viven en condiciones intolerables debemos
decirles la verdad sobre esas condiciones, y esa verdad
debe venirnos de ellos. No nos dirijamos solamente a las
gentes de un solo sector: hay otros que evolucionan y se
hacen susceptibles de entendernos. Hasta los verdugos son
accesibles, con tal que comiencen a temer por sus vidas.
Los campesinos de Baviera, que se oponan a todo cambio
de rgimen, se hicieron permeables a las ideas
revolucionarias cuando vieron que sus hijos, al volver de
una larga guerra, quedaban reducidos al paro forzoso.
La verdad tiene un tono. Nuestro deber es encontrarlo.
Ordinariamente se adopta un tono suave y dolorido: yo
soy incapaz de hacer dao a una mosca. Esto tiene la
virtud de hundir en la miseria a quien lo escucha. No
trataremos como enemigos a quienes emplean este tono,
pero no podrn ser nuestros compaeros de lucha. La
verdad es de naturaleza guerrera, y no slo es enemiga de
la mentira, sino de los embusteros.
V. Proceder con astucia para difundir la verdad
Orgullosos de su valor para escribir la verdad, contentos
de haberla descubierto, cansados sin duda de los esfuerzos
que supone el hacerla operante, algunos esperan
impacientes que sus lectores la disciernan. De ah que les
parezca vano proceder con astucia para difundir la verdad.
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Confucio alter el texto de un viejo almanaque popular
cambiando algunas palabras: en lugar de escribir el
maestro Kun hizo matar al filsofo Wan, escribi: el
maestro Kun hizo asesinar al filsofo Wan. En el pasaje
donde se hablaba de la muerte del tirano Sundso, muerto
en un atentado, reemplaz la palabra muerto por
ejecutado, abriendo la va a una nueva concepcin de la
historia.
El que en la actualidad reemplaza pueblo por
poblacin, y tierra por propiedad rural, se niega ya
a acreditar algunas mentiras, privando a algunas palabras
de su magia. La palabra pueblo implica una unidad
fundada en intereses comunes; slo habra que emplearla
en plural, puesto que nicamente existen intereses
comunes entre varios pueblos. La poblacin de una
misma regin tiene intereses diversos e incluso
antagnicos. Esta verdad no debe ser olvidada. Del mismo
modo, el que dice la tierra, personificando sus encantos,
extasindose ante su perfume y su colorido, favorece las
mentiras de la clase dominante. Al fin y al cabo, qu
importa la fecundidad de la tierra, el amor del hombre por
ella y su infatigable ardor al trabajarla!: lo que importa es
el precio del trigo y el precio del trabajo. El que saca
provecho de la tierra no es nunca el que recoge el trigo, y
el gesto augusto del sembrador no se cotiza en Bolsa. El
trmino justo es propiedad rural.
Cuando reina la opresin, no hablemos de disciplina,
sino de sumisin pues la disciplina excluye la existencia
de una clase dominante. Del mismo modo, el vocablo
dignidad vale ms que la palabra honor, pues tiene
ms en cuenta al hombre. Todos sabemos qu clase de
gente se precipita para tener la ventaja de defender el
honor de un pueblo, y con qu liberalidad los ricos
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distribuyen el honor a los que trabajan para
enriquecerlos.
La astucia de Confucio es utilizable tambin en nuestros
das. Tambin la de Toms Moro. Este ltimo describi un
pas utpico idntico a la Inglaterra de aquella poca, pero
en el que las injusticias se presentaban como costumbres
admitidas por todo el mundo.
Cuando Lenin, perseguido por la polica del Zar, quiso
dar una idea de la explotacin de Sajaln por la burguesa
rusa, sustituy Rusia por el Japn y Sajaln por Corea. La
identidad de las dos burguesas era evidente, pero como
Rusia estaba en guerra con el Japn la censura dej pasar
el trabajo de Lenin.
Hay una infinidad de astucias posibles para engaar a un
Estado receloso. Voltaire luch contra las supersticiones
religiosas de su tiempo escribiendo la historia galante de
La Doncella de Orleans: describiendo en un bello estilo
aventuras galantes sacadas de la vida de los grandes.
Voltaire llev a stos a abandonar la religin (que hasta
entonces tenan por caucin de su vida disoluta). De
repente se hicieron los propagadores celosos de las obras
de Voltaire y ridiculizaron a la polica que defenda sus
privilegios. La actitud de los grandes permiti la difusin
ilcita de las ideas del escritor entre el pblico burgus,
hacia el que precisamente apuntaba Voltaire.
Deca Lucrecio que contaba con la belleza de sus versos
para la propagacin de su atesmo epicreo. Las virtudes
literarias de una obra pueden favorecer su difusin
clandestina. Pero hay que reconocer que a veces suscitan
mltiples sospechas. De ah la necesidad de descuidarlas
deliberadamente en ciertas ocasiones. Tal sera el caso, por
ejemplo, si se introdujera en una novela policaca -gnero
literario desacreditado- la descripcin de condiciones
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sociales intolerables. A mi modo de ver, esto justificara
completamente la novela policaca.
En la obra de Shakespeare se puede encontrar un modelo
de verdad propagada por la astucia: el discurso de Antonio
ante el cadver de Csar. Afirmando constantemente la
respetabilidad de Bruto, cuenta su crimen, y la pintura que
hace de l es mucho ms aleccionadora que la del
criminal. Dejndose dominar por los hechos, Antonio saca
de ellos su fuerza de conviccin mucho ms que de su
propio juicio.
Jonathan Swift propuso en un panfleto que los nios de
los pobres fueran puestos a la venta en las carniceras para
que reinara la abundancia en el pas. Despus de efectuar
clculos minuciosos, el clebre escritor prob que se
podran realizar economas importantes llevando la lgica
hasta el fin. Swift jugaba al monstruo. Defenda con
pasin absolutista algo que odiaba. Era una manera de
denunciar la ignominia. Cualquiera poda encontrar una
solucin ms sensata que la suya, o al menos ms humana;
sobre todo, aquellos que no haban comprendido a dnde
conduca este tipo de razonamiento.
Militar a favor del pensamiento, sea cual fuere la forma
que ste adopte, sirve la causa de los oprimidos. En efecto,
los gobernantes al servicio de los explotadores consideran
el pensamiento como algo despreciable. Para ellos lo que
es til para los pobres es pobre. La obsesin que estos
ltimos tienen por comer, por satisfacer su hambre, es
baja. Es bajo menospreciar los honores militares cuando se
goza de este favor inestimable: batirse por un pas cuando
se muere de hambre. Es bajo dudar de un jefe que os
conduce a la desgracia. El horror al trabajo que no
alimenta al que lo efecta es asimismo una cosa baja, y
baja tambin la protesta contra la locura que se impone y
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la indiferencia por una familia que no aporta nada. Se
suele tratar a los hambrientos como gentes voraces y sin
ideal, de cobardes a los que no tienen confianza en sus
opresores, de derrotistas a los que no creen en la fuerza, de
vagos a los que pretenden ser pagados por trabajar, etc.
Bajo semejante rgimen, pensar es una actividad
sospechosa y desacreditada. Dnde ir para aprender a
pensar? A todos los lugares donde impera la represin.
Sin embargo, el pensamiento triunfa todava en ciertos
dominios en que resulta indispensable para la dictadura.
En el arte de la guerra, por ejemplo, y en la utilizacin de
las tcnicas. Resulta indispensable pensar para remediar,
mediante la invencin de tejidos ersatz, la penuria de
lana. Para explicar la mala calidad de los productos
alimenticios o la militarizacin de la juventud no es
posible renunciar al pensamiento. Pero recurriendo a la
astucia se puede evitar el elogio de la guerra, al que nos
incitan los nuevos maestros del pensamiento. As, la
cuestin cmo orientar la guerra? lleva a la pregunta:
vale la pena hacer la guerra? Lo que equivale a preguntar:
cmo evitar la guerra intil? Evidentemente, no es fcil
plantear esta cuestin en pblico hoy. Pero quiere decir
esto que haya que renunciar a dar eficacia a la verdad?
Evidentemente no.
Si en nuestra poca es posible que un sistema de
opresin permita a una minora explotar a la mayora, la
razn reside en una cierta complicidad de la poblacin,
complicidad que se extiende a todos los dominios. Una
complicidad anloga, pero orientada en sentido contrario,
puede arruinar el sistema. Por ejemplo, los
descubrimientos biolgicos de Darwin eran susceptibles
de poner en peligro todo el sistema, pero solamente la
Iglesia se inquiet. La polica no vea en ello nada nocivo.
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Los ltimos descubrimientos fsicos implican
consecuencias de orden filosfico que podran poner en
tela de juicio los dogmas irracionales que utiliza la
opresin. Las investigaciones de Hegel en el dominio de la
lgica facilitaron a los clsicos de la revolucin proletaria,
Marx y Lenin, mtodos de un valor inestimable. Las
ciencias son solidarias entre s, pero su desarrollo es
desigual segn los dominios; el Estado es incapaz de
controlarlos todos. As, los pioneros de la verdad pueden
encontrar terrenos de investigacin relativamente poco
vigilados. Lo importante es ensear el buen mtodo, que
exige que se interrogue a toda cosa a propsito de sus
caracteres transitorios y variables. Los dirigentes odian las
transformaciones: desearan que todo permaneciese
inmvil, a ser posible durante un milenio: que la Luna se
detuviese y el Sol interrumpiese su carrera. Entonces nadie
tendra hambre ni reclamara alimentos. Nadie respondera
cuando ellos abriesen fuego; su salva sera necesariamente
la ltima.
Subrayar el carcter transitorio de las cosas equivale a
ayudar a los oprimidos. No olvidemos jams recordar al
vencedor que toda situacin contiene una contradiccin
susceptible de tomar vastas proporciones. Semejante
mtodo -la dialctica, ciencia del movimiento de las cosas-
puede ser aplicado al examen de materias como la biologa
y la qumica, que escapan al control de los poderosos, pero
nada impide que se aplique al estudio de la familia; no se
corre el riesgo de suscitar la atencin. Cada cosa depende
de una infinidad de otras que cambian sin cesar; esta
verdad es peligrosa para las dictaduras.
Pues bien, hay mil maneras de utilizarla en las mismas
narices de la polica. Los gobernantes que conducen a los
hombres a la miseria quieren evitar a todo precio que, en
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la miseria, se piense en el Gobierno. De ah que hablen de
destino. Es al destino, y no al Gobierno, al que atribuyen
la responsabilidad de las deficiencias del rgimen. Y si
alguien pretende llegar a las causas de estas insuficiencias,
se le detiene antes de que llegue al Gobierno.
Pero en general es posible reclinar los lugares comunes
sobre el destino y demostrar que el hombre se forja su
propio destino. Ah tenis el ejemplo de esa granja
islandesa sobre la que pesaba una maldicin. La mujer se
haba arrojado al agua, el hombre se haba ahorcado. Un
da, el hijo se cas con una joven que aportaba como dote
algunas hectreas de tierra. De golpe, se acab la
maldicin. En la aldea se interpret el acontecimiento de
diversos modos. Unos lo atribuyeron al natural alegre de la
joven; otros a la dote, que permita, al fin, a los
propietarios de la granja comenzar sobre nuevas bases.
Incluso un poeta que describe un paisaje puede servir a la
causa de los oprimidos si incluye en la descripcin algn
detalle relacionado con el trabajo de los hombres. En
resumen: importa emplear la astucia para difundir la
verdad.
Conclusin
La gran verdad de nuestra poca -conocerla no es todo,
pero ignorarla equivale a impedir el descubrimiento de
cualquier otra verdad importante- es sta: nuestro
continente se hunde en la barbarie porque la propiedad
privada de los medios de produccin se mantiene por la
violencia. De qu sirve escribir valientemente que nos
hundimos en la barbarie si no se dice claramente por qu?
Los que torturan lo hacen por conservar la propiedad
privada de los medios de produccin.
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Ciertamente, esta afirmacin nos har perder muchos
amigos: todos los que, estigmatizando la tortura, creen que
no es indispensable para el mantenimiento de las formas
actuales de propiedad.
Digamos la verdad sobre las condiciones brbaras que
reinan en nuestro pas; as ser posible suprimirlas, es
decir, cambiar las actuales relaciones de produccin.
Digmoslo a los que sufren del statu quo y que, por
consiguiente, tienen ms inters en que se modifique: a los
trabajadores, a los aliados posibles de la clase obrera, a los
que colaboran en este estado de cosas sin poseer los
medios de produccin.
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El peor analfabeto es el
analfabeto poltico
Bertolt Brecht
El peor analfabeto es el analfabeto poltico.
No oye, no habla, no participa de los acontecimientos
polticos.
No sabe que el costo de la vida, el precio de las alubias,
del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los
remedios que dependen de decisiones polticas.
El analfabeto poltico es tan burro que se enorgullece y
ensancha el pecho diciendo que odia la poltica.
No sabe que de su ignorancia poltica nace la prostituta, el
menor abandonado, y el peor de todos los bandidos que es
el poltico corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas
nacionales y multinacionales.
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