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Derecho y Cambio Social
CARACTERÍSTICAS PERSONALES DE JÓVENES CON Y SIN
ANTECEDENTES VIOLENTOS
María Jesús Hernández Jiménez1
Fecha de publicación: 15/01/2018
Sumario: 1. INTRODUCCIÓN. 2. MÉTODO: 2.a)
Participantes. 2.b) Instrumentos. 2.c) Procedimiento. 2.d)
Diseño y análisis de datos. 2.e) Resultados. 3. DISCUSIÓN. 4.
BIBLIOGRAFÍA.
Resumen: Este estudio analiza las características personales y
psicológicas de jóvenes perpetradores de actos violentos con y
sin antecedentes. En la introducción se hace una breve revisión
de tales características revisadas en estudios previos y su
influencia en el comportamiento violento. La muestra,
seleccionada por conveniencia, estuvo compuesta por un total de
100 jóvenes de Valencia entre los 14 y 18 años (M=16,44,
DT=1,79). Los resultados descriptivos indican que los jóvenes
perpetradores de actos violentos puntúan más alto en actitud
negativa hacia al estudio y absentismo escolar y realizan más
conductas violentas y disruptivas. En su mayor parte provienen
de familias monoparentales y son consumidores de cannabis. Sin
embargo, estos jóvenes no muestran indicios de trastornos
psicopatológicos en comparación con sus coetáneos sin
antecedentes violentos. Estos resultados evidencian que la
violencia en la población joven es un tema de crucial
importancia para ser tenida en cuenta desde los diferentes
sectores de la sociedad, lo que justifica la necesidad de elaborar
y poner en práctica programas de prevención adaptados a este
colectivo y a sus peculiares características.
1 Doctora en Psicología | Universidad Internacional de Valencia |
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Palabras clave: Violencia; jóvenes; características psicológicas;
factores de riesgo.
Abstract: This study analyses personal and psychological
characteristics of youth with and without violent records. In the
introduction there is a short review of these characteristics
previously mentioned in research and its influence on violent
behavior. The convenience sample consisted of 100 boys
adolescents from Valencian from 14 to 18 years old (M=16,44,
DT=1,79). The descriptive results show that youth who
perpetrate violent acts has higher scores in negative attitude
toward study, more truancy and violent and disruptive
behaviors. Most of them belongs to single-parent families and
consume cannabis. Nevertheless, these adolescents do not show
psychopathologycal disorders in comparison with those without
violent records. These results clarify that violence in young
people is a relevant topic to be taken into account from
community, which justifies itself the need to design and develop
prevention programs adapted to these young people and their
charateristics.
Keywords: Violence; youth; psychological characteristics; risk
factors.
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1. INTRODUCCIÓN
La adolescencia es un periodo especialmente crítico entre la juventud,
caracterizada por inconfundibles y notables cambios físicos, cognitivos,
comportamentales y sociales. Como sostienen Torregrosa, et al. (2011),
algunos de estos cambios han sido relacionados con el desarrollo de
posibles conductas de riesgo (consumo de tóxicos, imprudencias...), y
problemas de ajuste psicosocial, entre los que destacan los
comportamientos violentos y antisociales que en su extremo pueden derivar
en delincuencia. Otra de las formas de violencia que se detecta en la
actualidad es aquella en la que los roles se invierten y son los menores,
principalmente en etapa adolescente, los que violentan y maltratan a sus
padres, hecho conocido como violencia filioparental (Del Moral, Varela,
Suárez y Musitu, 2015).
Son numerosas las investigaciones que han tratado de indagar en los
factores explicativos de los comportamientos antisociales y violentos de los
y las adolescentes y jóvenes. El contexto familiar, social y escolar con las
múltiples variables que lo conforman son un ejemplo de ello (Justicia et al.,
2006). En el contexto escolar, se considera el aula como una comunidad
multidireccional donde se comparten gran diversidad de objetivos y tareas
de aprendizaje dentro de un entorno social diverso tanto por su origen y
capacidad, como por sus intereses y expectativas (Pereira, 2011). Las aulas
son en numerosas ocasiones el escenario de conductas de tipo disruptivo y
violento convirtiéndose en una realidad cada vez más latente que afecta a la
estabilidad de la comunidad escolar (Ramírez y Justicia, 2006).
Cabe señalar la importancia de los tipos sociométricos, diversas
investigaciones, (Aparisi et al, 2015 y Estévez, Martínez y Jiménez, 2009),
aseguran que existe relación entre el grupo de iguales y la adaptación social
y académica de los estudiantes. Los jóvenes considerados populares son
predictores de rendimiento académico. Por el contrario los jóvenes
ignorados presentan más problemas de autoestima, soledad y peor ajuste en
todos los sentidos, con bajo rendimiento académico, relaciones conflictivas
con compañeros y profesores. Esto indica que alumnos populares y
promedio presentarán buen ajuste escolar y normalmente no presentarán
problemas de conducta y conflicto. En estudios posteriores los resultados
muestran que las aptitudes intelectuales resultan un predictor significativo
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de los tipos soiométricos, ya que a medida que aumenta la puntuación en
las diferentes aptitudes intelectuales los estudiantes presentan mayor
probabilidad de ser nominados positivamente por sus compañeros (Ingles,
et al.2017).
Si nos trasladamos al contexto social cabe resaltar que el consumo y
abuso de sustancias tóxicas se han comprobado como variables influyentes
en los comportamientos violentos (Moñino et al., 2013; Pelegrín y Gracés
de Los Fayos, 2008; Sanabria y Uribe, 2009) incluida la violencia contra la
pareja (González-Ortega, Echeburúa y Corral, 2008; Vagi et al., 2013),
aunque no se puede hablar de una relación causal. Si bien existe una
estrecha relación entre consumo de alcohol y drogas y actos violentos y
delictivos y más las circunstancias en que concurren ambas variables
(Pascual, et al., 2011).
No obstante, cabe señalar, según estudios recientes, la baja
percepción existente entre los adolescentes españoles y el riesgo asociado
al consumo de alcohol (Suárez-Relinque, et al., 2017)
Otros factores implicados serían la propia personalidad del sujeto y
sus circunstancias (Esbec y Echeburúa, 2016).
La estructura y composición familiar, los estilos educativos, la
interacción comunicativa, la relación de apego entre padres e hijos o la
vivencia de conflictos parentales entre los que destacan la situación de
separación y divorcio (Arias, 2013; Pons-Salvador, 2007), son importantes
factores de riesgo a considerar en la manifestación de conductas violentas
en la adolescencia (Carrasco y González, 2006), como también en la
percepción negativa de sí mismo, la escuela, la autoridad y la familia en
general (Justicia y Cantón, 2011).
En cuanto a trastornos psicopatológicos la investigación es más
escasa pero apunta en direcciones claras que ayudan a la propuesta y
desarrollo de intervenciones psicológicas y educativas para con este
colectivo. Entre los principales trastornos prevalentes en la adolescencia
que pueden dar lugar a la manifestación de conductas violentas
encontramos el trastorno de ansiedad generalizada, trastorno de pánico,
fobia social y escolar, ansiedad por separación, estrés postraumático,
trastorno de conducta, trastorno límite de personalidad, consumo de
sustancias, etc. (Ruiz, 2014) y otros factores como baja autoestima,
alexitimia, impulsividad, irascibilidad y rigidez cognitiva (Páramo, 2011).
En casos de violencia en la pareja joven los agresores muestran en la
mayoría de las ocasiones, déficit en habilidades sociales y de resolución de
problemas, actitudes negativas hacia la pareja (actitudes sexistas, errores de
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atribución, dominación masculina, celos patológicos), alexitimia (Moral y
Ramos-Basurto, 2015), como también indicios de trastorno obsesivo
compulsivo, trastorno dependiente de la personalidad, psicopatía y
dependencia emocional excesiva, entre otros (Fernández-Montalvo y
Echeburúa, 2008; González-Ortega et al., 2008; Hernando, García y
Montilla, 2012; Muñoz y Echeburúa, 2016).
Es importante destacar cuando se trata de relaciones de pareja
jóvenes que la investigación se ha centrado en la mujer como víctima y el
hombre como agresor y en ocasiones es violencia recíproca. La alexitimia
constituye un potencial factor de riesgo de violencia de pareja por sus
características de un vínculo inseguro, un estilo pasivo de afrontamiento,
un déficit de empatía y dificultados para regular y controlar emociones
(Moral, J. y Ramos-Basurto, S. (2015). La alexitimia es un trastorno muy
relacionado con la depresión, cuando está presente en la etapa adolescente,
en la que las emociones se viven de manera más intensa es necesario
prestar atención y ofrecer el apoyo profesional necesario para llevar dicha
etapa de la manera más sana, libre y responsable posible.
Siguiendo con la variable sexo, se puede afirmar que los chicos son
más propensos a recurrir a agresiones físicas y amenazas y las chicas
tienden más a menospreciar y a aislar socialmente (Benítez y justicia,
2006)
Además, la violencia está relacionada con la alta morbimortalidad en
estas edades y asociada a un mayor consumo de drogas legales e ilegales,
prácticas sexuales de riesgo e ideas y conductas suicidas (Paniagua y
García, 2003; Acero, Escobar y Castellano, 2007; Ramírez y Núñez, 2010).
A pesar de los avances en el conocimiento de las conductas violentas
en la etapa adolescente y la juventud, es cierto que en este sector de la
población las muestras de estudio no han sido, en muchas ocasiones, lo
suficientemente representativas para poder generalizar los resultados. La
revisión anterior deja entrever que la adolescencia supone una etapa
complicada en la que confluyen multitud de factores que, en el peor de los
casos, se traducen en comportamientos violentos. Es por ello que, con el
ánimo de seguir indagando este trabajo se plantea conocer por una lado el
perfil diferencial en relación con las características personales y
psicológicas de jóvenes perpetradores de violencia y por otro, de aquellos
que no presentan estos antecedentes con la finalidad a corto plazo de
implantar programas de prevención en el contexto educativo y social.
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2. MÉTODO
2.a) Participantes:
La muestra participante estuvo compuesta por un total de 100 adolescentes
de la Comunidad Valenciana todos ellos varones. Cincuenta de ellos
pertenecían a un instituto de educación secundaria con edades
comprendidas entre los 14 y 18 años (M = 14,84, DT = ,74), y los restantes
cincuenta provenían de Servicios Sociales de la Generalitat Valenciana (M
= 16,44, DT = 1,79). Para la selección de los participantes se utilizó el
muestreo no probabilístico intencional o por conveniencia utilizando como
criterio la accesibilidad a la muestra y proximidad geográfica. La muestra
del instituto fueron los adolescentes matriculados entre 2º y 4º curso de la
ESO (sin antecedentes) y para aquellos con antecedentes, se recurrió al
expediente registrado en el centro de menores a los que tenía acceso el
equipo investigador.
2.b) Instrumentos:
La obtención de información se realizó a partir de varios instrumentos. Por
un lado, se utilizó un cuestionario elaborado ad hoc para los objetivos
concretos de esta investigación. Tras la descripción de las instrucciones
para su cumplimentación se incluye un primer apartado con los datos
sociodemográficos (sexo, edad, nacionalidad, estado civil, datos escolares y
consumo de sustancias tóxicas) y a continuación se presentan tanto las
preguntas cerradas con respuestas dicotómicas (sí/no, positivo/negativo,
etc.) y opción múltiple, como otras abiertas dejando espacios para recoger
las respuestas. La duración para su cumplimentación por parte de los
adolescentes fue de unos 40 minutos. A continuación se describen algunas
de las variables del cuestionario utilizadas para esta investigación:
Características del menor: “¿estás a gusto con tu forma de ser?”,
“¿qué es lo que más te gusta de tí?”, “¿te sientes responsable cuando
algo relacionado contigo o con alguien cercano a tí, sale mal?”, “¿te
agobias mucho cuando tienes algún problema?”, “¿cómo lo resuelves
normalmente?”
Características del contexto escolar: “¿cómo calificarías tu
comportamiento en el aula: positivo o negativo?”, ¿te gusta aprender
y lo consideras importante para tu persona y futuro?”, “¿estás
repitiendo curso?”, “¿acudes con asiduidad al centro educativo?”.
Características de la familia de origen: “¿sueles comentar con tus
padres lo que te preocupa?”, “¿tienes en cuenta cuando tus padres te
dan algún consejo?”, “¿sientes que tus padres te comprenden o
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escuchan lo que tienes que decir?”, “¿consideras que tus padres se
ponen en tu lugar?”, “¿te animan a que expreses emociones?”, “la
comunicación que tienes con tus padres, ¿es fluida o mala, o
irregular?”, “¿qué crees que es más importante para tus padres, que
respetes a los demás o que les obedezcas?”.
Para completar la información anterior se utilizó el EPQ de Eysenk
(Cuestionario de personalidad para niños y adultos) que constituye una
prueba de autoinforme sencilla para la evaluación de la personalidad
(Sandin, et al., 2002). Se presenta en dos versiones, el EPQ-J para niños y
adolescentes y el EPQJ-A para adultos. En esta ocasión, se hizo uso del
EPQ-J permitiendo un diagnóstico rápido de posibles problemas de
conducta y personalidad y orientación escolar. Es de aplicación tanto
individual como colectiva para lo cual se necesitaron alrededor de 20
minutos por sesión grupal e individual. Para la evaluación de la empatía
cognitiva y afectiva se utilizó el test TECA (López-Pérez, Fernández-Pinto
y Abad, 2008) que proporciona información tanto de los componentes
cognitivos de la misma (adopción de perspectivas y comprensión
emocional) como de los afectivos (estrés empático y alegría empática).
Permite predecir si una persona va a mostrar empatía en una situación
emocional completa. Su aplicación fue tanto individual como colectiva con
una duración alrededor de 30 minutos.
2.c) Procedimiento:
La información recogida a partir de los instrumentos seleccionados se
recogió en el centro educativo en Marzo de 2011. Durante las sesiones, el
investigador realizaba una breve explicación sobre los objetivos y
estructura de los cuestionarios, recordando a los estudiantes el anonimato.
Para el acceso a la información de los menores con antecedentes violentos,
se recurrió a los informes de cada uno de ellos existentes en los expedientes
de Servicios Sociales de la Generalitat Valenciana. Dichos expedientes
contaban con información a través de entrevista personal similar al
cuestionario elaborado para la investigación además de la cumplimentación
de los test EPQ-A y J y TECA.
2.d) Diseño y análisis de datos:
Este estudio se basa en un diseño de investigación ex post facto descriptiva
transversal. La recolección de la información a partir de los instrumentos
previamente mencionados permite el planteamiento de un posterior análisis
cuantitativo descriptivo básico. La variable independiente que permitió la
comparación entre grupos fue la pertenencia a no al grupo de jóvenes con
antecedentes de violencia. Las variables dependientes fueron el
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comportamiento en el aula, actitud y motivación hacia el aprendizaje,
repetición de curso, absentismo escolar, consumo de tóxicos, núcleo y
dinámica familiar, entre otras.
Para los análisis se calcularon estadísticos descriptivos a partir de
frecuencias y porcentajes, medias y desviaciones típicas que permitieron
describir la muestra y conocer las características generales que presentaban
los adolescentes en las diferentes variables objeto de estudio. Los análisis
de relación entre variables consistieron en pruebas Chi-cuadrado de
Pearson para conocer la existencia o no de asociación significativa y la V
de Cramer (V) para medir la fuerza de la asociación. La comparación de
ambos grupos que constituyen la muestra se realizó a partir de la prueba t
de Student, estableciéndose como p valor < ,05. Dada la no distribución
normal de la muestra se estimó utilizar el valor de t de Student cuando no
se asumen las varianzas iguales.
2.e) Resultados:
Características del grupo de adolescentes con antecedentes violentos:
Comenzando con las variables sociodemográficas de la información
recogida de los informes de Servicios Sociales, se obtuvo que la media de
edad de los menores que cometieron el delito violento se situaba en los
15.63 años (DT=1,03) y fueron juzgados aproximadamente un año después
de haberlo cometido (M=16,56; DT=1,30). Los principales delitos
cometidos tenían relación con el robo con fuerza, apropiación indebida,
lesiones, violencia de pareja, maltrato/daños, torturas/integridad moral,
trato degradante, otros delitos contra la persona, agresión sexual,
prostitución/corrupción de menores, amenazas, hurto, daños/vandalismo
(ver Tabla 1). En cuanto a la escolarización, mientras que el 64,9% no
estaba escolarizado por edad, del 35,1% que sí tenía la edad para estarlo, un
16,7% estaba escolarizado, un 11,1% no lo estaba porque la familia así lo
quería y un 2,8% no lo estaba porque el participante no lo deseaba.
Tabla 1. Frecuencias y porcentajes de los delitos cometidos por adolescentes con
antecedentes violentos:
F %
Robo con fuerza 1 2.38
Apropiación indebida 1 2.38
Lesiones 2 4.77
Violencia de pareja 16 38.08
Maltrato/daños 11 26.18
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Torturas/integridad moral 2 4.77
Trato degradante 2 4.77
Otros delitos contra la persona 1 2.38
Agresión sexual 1 2.38
Prostitución/corrupción de menores 1 2.38
Amenazas 2 4.77
Hurto 1 2.38
Daños/vandalismo 1 2.38
Total 42 100%
Comportamiento escolar, consumo de sustancias tóxicas, convivencia y
contexto familiar y presencia de trastornos psicológicos:
En primer lugar, los estadísticos referentes a las diferentes características
implicadas en el comportamiento escolar mostraron diferencias entre los
grupos en el comportamiento en el aula (χ2= 25,50, p < ,01, V= ,51), la
actitud y motivación hacia el aprendizaje (χ2= 40,89, p < ,01, V= ,66), el
repetir curso (χ2= 9,21, p < ,01, V= ,66) y el absentismo escolar (χ
2= 47,30,
p < ,01, V= ,73). Los adolescentes con antecedentes violentos tenían, en un
porcentaje significativamente mayor que aquellos que no presentaban
antecedentes, peor comportamiento en el aula, menor actitud y motivación
hacia el aprendizaje, habían repetido más veces curso y practicaban en
mayor medida el absentismo escolar, Existen por tanto diferencias
significativas entre ambos grupos, encontrándose en un nivel educativo
más alto los sujetos sin antecedentes violentos (Tabla 2).
Tabla 2. Frecuencias y porcentajes de la muestra según características escolares
Adolescentes con antecedentes
de delitos
Adolescentes sin antecedentes
de delitos
n % n %
Comportamiento en
el aula
Positivo 16 32.0 41 82.0
Negativo 34 68.0 9 18.0
Total 50 100.0 50 100.0
Actitud hacia el
aprendizaje
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Baja 35 79.5 7 14.3
Moderada 8 38.7 28 57.1
Alta 1 16.1 14 28.6
Total 44 100.0 49 100.0
Repetir curso
Sí 14 58.3 11 22.4
No 10 41.7 38 77.6
Total 24 100.0 49 100.0
Absentismo escolar
Sí 30 75.0 2 4.2
No 10 25.0 46 95.8
Total 40 100.0 48 100.0
Consumo de tóxicos
No consumen 29 65.00 23 46.00
Solo alcohol 2 5.00 25 50
Solo cannabis 7 15 1 2
Alcohol y
cannabis 7 15 2 2
Total 45 100.0 50 100.0
En cuanto al consumo de tóxicos, también se encontraron diferencias
estadísticamente significativas entre los grupos (χ2= 26,13, p < ,01, V=
,54). En la misma Tabla 2 se muestra el patrón de consumo es distinto para
los dos grupos. La mayor parte de los participantes con antecedentes de
delitos violentos no consume ningún tipo de tóxico (65%) aunque los que
lo hacían, consumían, en su mayoría, cannabis o cannabis y alcohol. La
mitad de aquellos sin delitos violentos, sin embargo, consumían alcohol
(50%), pero eran muy pocos los que consumían cannabis (2%) o cannabis y
alcohol (2%).
Por lo que respecta al núcleo familiar o de convivencia de los
adolescentes, los resultados mostraron diferencias estadísticamente
significativas entre los dos grupos de comparación. Por una parte, el 29,5%
de los adolescentes con antecedentes de delitos violentos no vivía con su
padre biológico, mientras que todos los adolescentes sin antecedentes sí
(χ2= 13,34, p <, 01, V= ,40). También en el caso de las madres biológicas,
el 12,5% de aquellos con antecedentes con riesgo de exclusión social no
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convivían con ellas, mientras que en todos los casos de los adolescentes sin
riesgo convivían con ellas (χ2
1 = 6,27, p <, 05, V de Cramer = ,26). Cuando
se compara el número de personas con el que conviven, se observa que
existen diferencias estadísticamente significativas en las medias (t85 = -
2,911, p < ,01), siendo mayor para los adolescentes con antecedentes de
delitos violentos (M= 4,51 frente a M= 3,74). En el caso del abuso de
tóxicos por parte de los progenitores, aunque sin relación estadísticamente
significativa para el caso de las madres (χ2= 2,75, p < ,01, V= ,18), sí se
observa una relación para el caso de los padres (χ2= 6,27, p < ,05, V= ,29),
siendo mayor el porcentaje de menores con antecedentes de delitos
violentos que tienen padres que abusan de sustancias tóxicas, comparado
con los adolescentes sin antecedentes. En cuanto a la presencia de
enfermedad física, ésta no mostró relación cuando se encuestaba por los
padres (χ2= 0,05, p > ,05, V= ,01), pero sí cuando se hacía por las madres
(χ2= 4,32, p < ,05, V= ,23), siendo esto más frecuente el tener madres que
padecían dichas enfermedades en el grupo de participantes que habían
cometido delitos violentos. Finalmente, también se observó una relación
entre la presencia de antecedentes de delitos violentos y el que la madre
hubiese padecido malos tratos (χ2= 15,39, p < ,01, V= ,46). Estos resultados
se detallan en la Tabla 3, y apuntan a que los contextos familiares menos
estructurados parecen claramente relacionados con este tipo de delitos.
Tabla 3. Frecuencias y porcentajes de la muestra en función de las características de la
convivencia y el contexto familiar:
Adolescentes con
antecedentes de
delitos
Adolescentes sin
antecedentes de
delitos
n % n %
Convive con el padre biológico
Sí 31 70.5 38 100.0
No 13 29.5 0 0.0
Total 44 100.0 38 100.0
Convive con la madre biológica
Sí 42 87.5 47 100.0
No 6 12.5 0 0.0
Total 48 100.0 47 100.0
Padre con abuso de sustancias
Sí 6 19.4 1 2.3
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No 25 80.6 43 97.7
Total 31 100.0 44 100.0
Madre con abuso de sustancias
Sí 2 5.7 0 0.0
No 33 94.3 47 100.0
Total 35 100.0 47 100.0
Padre con enfermedad física
Sí 3 9.4 4 8.9
No 29 90.6 41 91.1
Total 32 100.0 45 100.0
Madre con enfermedad física
Sí 5 13.9 1 2.1
No 31 86.1 47 97.9
Total 36 100.0 48 100.0
Malos tratos a la madre
Sí 11 40.7 2 4.3
No 16 59.3 44 95.7
Total 27 100.0 46 100.0
En cuanto a los distintos trastornos psicológicos, no se encontró
ninguna relación estadísticamente significativa entre tener o no
antecedentes de delitos violentos y ningún tipo de trastorno psicopatológico
en general (χ2= 1,03, p > ,05, V= ,10), trastornos de personalidad (χ
2= 1,95,
> ,05, V= ,14); trastorno del estado de ánimo (χ2= 1,03, p > ,05, V= ,10) y
trastornos neurológicos (2= 0,78, p > ,05, V= ,10). En los casos de los
trastornos del control de impulsos, ansiedad, conducta alimentaria y
psicótico-esquizofrénicos, no pudieron calcularse estadísticos dada la
ausencia de estas patologías en los dos grupos de comparación.
3. DISCUSIÓN
El objetivo de este estudio era analizar el perfil personal y psicológico de
los jóvenes con y sin antecedentes violentos para establecer una
comparativa entre ambos. Tal y como muestran los análisis descriptivos,
los jóvenes perpetradores de actos violentos presentan peores hábitos y
habilidades escolares, peor comportamiento en el aula, menor motivación
ante el estudio y más presencia de absentismo escolar. Esto coincide con
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los resultados de Sanabria y Uribe (2009) que encuentran mayores
conductas de absentismo, bajo rendimiento académico y desinterés escolar
en menores infractores que en no infractores. Por otro lado, datos del
Departamento de Salud y estudios de la conducta de la Universidad de
Colombia apuntan resultados académicos y mayor absentismo escolar en
jóvenes agresores de pareja que en sus coetáneos sin tales conductas
(Basch, 2011). Respecto al abuso de sustancias tóxicas, concretamente el
consumo de alcohol, nuestros datos apuntan que está más extendido en la
población general que en los menores con antecedentes. Es conocido que el
consumo de alcohol es algo extensivo entre los adolescentes en los últimos
tiempos y la edad de inicio cada vez es más temprana. El Plan Nacional
sobre Drogas realiza cada dos años una encuesta denominada ESTUDES
sobre el consumo de alcohol y drogas entre menores de los 14 a 18 años.
En la última realizada en 2014/2015 (Ministerio de Sanidad, Servicios
Sociales e Igualdad, 2016), se pone de manifiesto que a pesar de encontrar
una mejora considerable en el consumo de drogas con respecto a años
anteriores, un 76,8% de jóvenes consume alcohol en grado considerable y
un 25,4% cannabis. En la misma línea, Fossos, Neighbors, Kaysen y Hove
(2007) encontraron puntuaciones moderadamente más altas de consumo de
alcohol en jóvenes de la población general que en jóvenes que habían
perpetrado la violencia de pareja. No obstante el consumo abusivo de
alcohol y drogas se considera un factor de riesgo y de incremento a la
violencia (Muñoz –Rivas, Gámez-Guadix, Graña y Fernández, 2010;
Rothamn et al, 2011).
Los resultados sobre la historia socio familiar de los jóvenes
muestran los cambios que se han ido produciendo en la última década en
las estructuras familiares. Un porcentaje algo inferior al 40% provienen de
familias reconstituidas y monoparentales. Entre los encuestados aparecen
además diferencias significativas siendo los menores con antecedentes
violentos aquellos que no provienen de familias nucleares y no conviven
con el padre biológico o la madre. Son numerosas las investigaciones que
han encontrado relación directa entre el microsistema de la familia referido
a malas relaciones entre los miembros, consumo de sustancias en los padres
y violencia intrafamiliar, con conductas antisociales, violentas y delictivas
juveniles (Cabrera et al., 2013; Rivera, 2016).
Por último, se analizan las características psicológicas asociadas a
adolescentes con y sin antecedentes violentos. Aunque nuestros datos no
apuntan en la dirección de la existencia de tales trastornos en la muestra de
jóvenes agresores, la literatura revisada y la experiencia investigadora y
práctica, nos lleva a considerar que sí existen determinadas peculiaridades
psicológicas en los adolescentes con antecedentes violentos que deben ser
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consideradas a la hora de proponer intervenciones psicoeducativas
específicas con este colectivo y también a modo de prevención con el resto
de adolescentes (González-Brignardello y Carrasco; 2006; Ruiz, 2014). En
este sentido, irían dirigidas estrategias de autobservación y autocontrol para
optimizar habilidades sociales, intensificar y promocionar valores como el
respeto, la integridad de otras personas, la igualdad, tolerancia a la
frustración, control de pensamientos negativos, etc. (Guerra y Bradshaw,
2008). A pesar de las limitaciones que este estudio presenta como son las
derivadas de la selección de los participantes y los instrumentos utilizados,
permite seguir contribuyendo a la detección, conocimiento y prevención de
dificultades interpersonales en la adolescencia a partir del análisis del
comportamiento antisocial y delictivo manifestado por adolescentes
infractores y no infractores, así como la relación con las variables como el
sexo y la edad. Se confirma la necesidad de implantar programas de
prevención dirigidos a las familias y a los colegios para la promoción de
valores de relación personal y social, comunicación interpersonal,
autocontrol, aspectos relacionados con el funcionamiento familiar y de
resolución de conflictos (Arias, 2013; Del Moral et al., 2015; Justicia et al.,
2006; Justificia y Cantón, 2011).
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